‘De Roberto Esposito en esta Editorial Communitas
Communitas Origen y destino dea comunidad Origen y destino de la comunidad
Innnsunitas, Protecsin y negacin deta vida
Roberto Esposito
Precedido de Conloquium, de Jean-Luc Naney
‘Bios, Biopalitin y sofia
‘Tercera perso Politos dol vida yfilosofia de To impersonal
[Bi inpostivo del persona,
Amorrortu editores
Pensamionto vviente, Origon yactualidad dele Mosofa italiana Buenos Aires - Madrid
(in preparacién)leon Matasones Indice general
(Commantes Origine «tino dll comunit, Reberto Expt
‘2 Ghuio Bina ete, Turin, 198
‘sworn’ Caro Hotei Molnar Marotn
Primera on easel, 2003; peor empress, 2007; pind
eimpres, 2012
(© Tad le derecog el isin on eastelan reseed poe |
‘Kort etree $A, Daragany 12257 peo“ CIOSTAAS Bownoy Aree |
‘Amwrrovts editor Bapaaa SL Cildpes de Hse 15, 9° feaierda (
SeiSinina
srovamoratoctne om pee
“La repeaduccidn total o parcial de este libro en formna idéntica o modificada miloquium, Jean- Lue Nancy
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cer cealtpesinsdyalreces oculguernisema do smacenarinso¥ 21 Nada en comiin
Speman cio he
oct ein dept que previene a ley a 1.728 51 Communitas
Indu argentina Main retina
rsaworessosi671 53. 1. EL miedo
{BOS Sb ct, arn ei cd a
N2 B.Laley
146 4. Bl oxtasis
1835. La experiencia
pont, Rabrto i
“Communitaserigony deta den comunidad ¥* 2" simp.-
Buenos Aires Aor, 201,
‘Be plan (Matacines)
‘Traduein do Carlo Redo Melina Marto
spworeososis-7160
1. Festa Pale, 1 Maine Maret, Calo teu 1 Tia
cpp 180
prot en lor Talleres Gens Clo, Paap 182, Avellaneda proving
‘Gude Buenos heen en dembne de 2022
‘Tara do tae 2.600 jelConloquium
Jean-Luc Naney
Al titulo de este libro respondo con otro titulo la-
tino: despues de todo esla lengua ms comin entre un
italiano y un francés, y aqui nos mantenemos unidos
enel espacio de lo comuin. La eleccién de esta lengua
también permite a Roberto Esposito separarse, desde
un principio, del término «comunidad (0 «eomunita»),
y asi mantener alejadas las tentaciones de un pensa-
iento ficil y los riesgos de una interpretacién equi-
voeada que este término disemina insidiosamente a
suaalrededor, segiin nos hemos venido ilustrando des-
de hace algun tiempo.
Respondo con la palabra conloguium, de la que
eli la forma mas eldsiea, Ia de César 0 Cieerén (con-
loquia amicorum absentium: todos los eseritos lo
son),} para evitar las resonancias académicas y es-
peculadoras de la palabra scoloquio», y eon el propé-
sito de sefialar que ocupo aqui el lugar de prologuista,
‘no para presentar un libro, o servir de introduccién a
un libro, que como todo libro legitimo sélo se presenta
por si mismo, sino para continuar, con Esposito y, por
su intermedio con algunos otros, un intercambio ‘ana
sitarium)
ypero-no por ello anticuado, que necesaris
‘mente nos interesa, y entiendo estas palabras en sus
sentidos mis fuertes, puesto que so trata de nosatros
(todos) y de lo que ahora ests entre nosotros.
|
/
$n Marcum Antoni orationes Piippca, 27
Una poosa en comun, us intercambin de iene, unaconcenteas
‘an de ponentsmmunitas despliega el movimiento de un traba-
jo en curso desde hace por lo menos quince aitos: me
refiero no sélo al propio trabajo de Roberto Esposito,
cuyas etapas, marcadas por otros tantos libros,* ja
Jonan un camino que se mantiene inalterado hasta
hoy, sino a todo un trabajo coratin (llamémosle asf,
répida y provisoriamente) que, primero en Europa
(de manera singular en Italia y en Francia), luego en
otras partes del mundo (y sobre el emundo»...),se ha
consagrado a la que se ha dado en Tamar euestién de
Ta comunidad (0, es mas, eomo estos trabajos han in-
citado a decir con mayor frecuencia, la cuestién del
sser-en-coméin» o del «ser juntos).
Si bien afirmo que Roberto Esposito despliega este
trabajo, no quiero por cierto decir que lo completa ylo
termina. Lejos de ello, contribuye a reinieiarlo con
presupuestos nuevos. Pero a la vez destaca, por la
vastedad de Ins referencias que su libro pone en jue-
go, la amplitud de una tarea de pensamiento que se
hha impuesto a (todos) nosotros en los tiltimos dece-
nios. Se ha tratado, simulténeamente, ae ae
otro modo algunos momentos decisivos de nuestra
tention one otros, Rousse, Hegel, Mars, Hu
serl, Heidegger, Arendt, Bataille: aqui se los reencon-
trari a todos) y de comprometerse de maneras diver-
sas, coneordantes y discordantes, a pensar la que de-
viene nuestra existencia en comtin (que equivale a
decir nuestra existencia a secs).
Este trabajo de pensamiento se impuso por un mo-
tivo terrible, que la historia de nuestro siglo (dado que
es el nuestro) no ha cesado de brindamos, a tal punto
que su recuerdo de tan agobiante se torna inevitable:
en nombre de la conmunidad, la humanidad —ante to-
doen Europa—puso a prucha una capacidad insospe-
chada de autodestruccién. Dio esta prueba ala vez en
fmpotiti, alana: Matin, 1988
2 Bapesalnente Catered
10
LL
elorden de la cantidad —pero en grado tal que los tér-
‘minos wexterminio» o «destruecién en masa» convier-
ten a los ntimoros en absolutes on infinitos—y en el
orden de la idea o del valor, puesto que desgarré la
frégil nervadura del chombre» mismo, tan reciente
después de todo, y cuya excelencia dependia también
dela fragitidad.
De hecho, la comunidad de los hombres habia que-
dado librada a si misma, una ver desligada del vincu-
lo religioso que le habia conferido su consistencia
Gerarquica, hierdtica y transida de miedo), e iniciada
tuna historia de la autoproduccién, necesariamente
comtin, de Ia humanidad tanto genériea como singu-
lar. Pero todo sucedié como si la historia no pudiera
esperarse a si misma, como si no pudiera diferir Ia
produccion de la figura por venir y se apresurara a
acufiar su medalla, como la de ua prototipo ya dado,
‘un simbole disponible para fijar la medida comdn.
Que la obra de muerte —sustrayendo de hecho la
muerte misma su dignidad, en la aniquilacién— se
haya levado a cabo en nombre de la comunidad
—agqui la de un pueblo o una raza autoconstituida,
alld la de una humanidad autotrabajada—‘ es lo que
ha puesto fin a toda posibilidad de basarse sobre
cualquier forma de lo dado del ser eoméin (sangre,
sustancia, filiacién, esencia, origen, naturaleza,
consagracién, cleccién, identidad orgiinica 0 mistica),
Eiincluso es, en verdad, lo que ha puesto fin a toda po-
sibilidad de pensar en un ser comin segiin el modelo,
sea cual sea, de un «ser» en general. El ser-en-comint
4 No hay que dja de subrayay, sn embarg, la dsimetia entre Is
fusca, que peceden da una sfimacn sabre In eenca de aco
runidad, los eomunios, qe deers que la somunidad e Una
race yn6 una sutancia eli contitye una diferencia que enguoa
mana fe puede suprimi, lo eual no ex rasin para olvidar las efas de
Ine ities... (als proposcionescustandaltas, comuntaristas
racists isimuladas aga y lla ex el camtunisso llamo rete)
umis alla del ser pensado como identidad, como estado
{¥ como sujeto, el ser-en-eomiin que afecta al ser mis
smo en lo mas profundo de su textura ontolégica: esta
fue la tarea que se puso en evidenci
Como sabemos demasiado bien, el pavoroso re-
ceurso lo dado de una comunidad no cesa de desenca-
denar masaeres que parecen organizadas dentro de
un orden mundial cuyos efectos de derecho, cuando
no simplemente impotentes, pueden valer a justo
titulo como efectos perversos de una dominacién sin
rostro que mueve unas contra otras las supuestas
identidades.
Una actualidad abrumadora —Bosnia, Kosovo,
Congo, Timor, Chechenia, Pakistin, Afganistan,
Inlanda, Céreega, violencias intercomunitarias en In-
dia, Indonesia, Africa, ote— revela que hemos sido
ineapaces de desmantelar o de desalentar los recur-
sos a las esencias comunitarias, y que mas bien los
hemos exacerbado: las intensidades comunitarias
{que tenian sus regimenes y sus distineiones, han sido
evadas por nosotros a la incandescencia por el efecto
de indistincién en un proceso mundial donde la ho-
mogeneizacién infinita parece arrastrar consigo toda.
coexistencia definida, Esto significa que ain no he-
‘mos podide comprender o inventar una constitucién ¥
una articulacién del ser-en-comiin, decididamente
distintas.
‘La exigencia asf ereada es lo que impulsé el trabajo
del que hablo, trabajo comtin, por cierto, es decir, en
nada eoleetive (por mis que las interacciones, los
intercambios hayan crecido eon los aftos, como puede
seguirse a través de la densa red de remisiones que
Esposito efeetsia aqui, a la que incluso podrian hacer.
se agregados), pero trabajo impuestoen conjunto a to-
dos nosotros (sin que sepamos a cioncia cierta qué es
cl sconjuntor pensante de una sépocar) de tener que
2
Preocuparnos por Ia posibilidad de estar, precisamen-
te, con-juntas y de decir «nosotros», en el momento en
que esta posibilidad parece desvanecerse en un «st
en un «yor, ambos igualmente monstruosos y anéni-
'mos, y en verdad intrineados por completo entre si
éCémo decir enosotros» sino como un «ser (= todos
y nadie), como un «yo» (= una sola persona, lo que
también sigue siendo nadie. ..?
—
el con —o el enfre—en el que tenemos nuestra exis-
tencia, es decir, ala vez nuestro lugar o nuestro medio
¥ aquello a lo que y por lo que existimos en sentido
Fuorte, es decir, estamos expuestos.
Cum es algo que nos expone: nos pone los unos
frente a los otros, nos entrega los unos a los otros, nos
arriesga los unos contra los otros y todos juntos nos
entroga a lo que Exposite (el bien llamado expuesto)
ama para coneluir «la experiencia»: la cual noes otra,
sino la de ser con. .
Cum pone juntos o hace juntos, pero no es ni un
mezelador, ni un ensamblador, ni un afinador, ni un
coleccionista. Es un respecto, comose advierte cuando
con» signifiea también «con respecto as: «estar bien/
mal con alguien», «estar/no estar en paz con uno
mismo», Este respecto (que puede ser también un
hacia —sbien dispuesto hacia alguien— un estar-
vuelto-haeia) es un tomar en cuenta, una observa
cién, una consideracién (pero en un sentido que no es
necesariamente de defereneial, es una mirada de
ateneidn o de interés, de vigilancia también, en espe-
ial de desconfianza 0 de eireunspeccién, o incluso de
inspoccién, pero puede ser también de simple regis-
tro: menos que un tomar en cuenta, un tomar nota, un
habérselas-con (este transeuinte que me eruzo, por
ejemplo)
16
Sobre todo no hay que magnificar el serjuntos (es
uno de los efectos diseretamente perversas de trata
Jo reciente sobre la eomunidad, haber reavivado por
‘aqui o por all cierto énfasis cristiano y bumanista en
el srepartoy, cl sintereambio», el »préjimos: pero es
también precisamente lo que lleva a Esposito a de-
sear inmunizarnos —deseargarnos— con relacién a
Jos pensamientos comunitarios o comunitaristas). Es
tuna condicién antes de ser un valor (o un contra-va-
Jon), ysi debe ser un valor, no puede serlo sino en el
sentido de lo que no se valoriza, lo que va mas alld de
toda valorizacién. Bn eambio, Ia euestién que se nos
plantea es la de pensar esta condicién de otro modo
que como derivada de un sujeto, sea individual o co-
lective, y, por el contrario, no pensar ningtin sstjetor
‘mas que a partir de ella yen ella, Ser-juntos no es un
conjunto de ser-sujetos, y tampoco es él mismo un su-
Jeto: lo que quiere decir que no vuelve sobre si mismo,
aunque no vaya @ otro lugar.
Esto requiere sin duda pensar, como invita a hacer
Esposito, que el «con» no es nada: ninguna sustancia
yningtin en-s-para-si. Sin embargo este «nadav no es
‘exactamente nada: es algo que no es una cosa en el
sentido de un sdado-presente-en-algtin lado». No est
en un lugar, porque es mas bien el lugar mismo: la
capacidad de que alguna cosa,,o mas bien algunas
‘cosas, ¥ algunos, estén ahf,es decir que ahi se eneuen-
‘ren los unos con los otros 0 entre ellos, siendaelcony
cTentre, pretisamente, no otra cosa sino ol lugar mis-
~ id; el media ol mundo de existencia.
Semojante lugar se denoinina sentido, Ser-con es
tener sentido, e ser en el sentido 0 segiin el sentido,
sentido» que no es en absoluto un vector oriontado
hacia la epifania de una significacién, sino la cireula-
«ion de la proximidad en su alejamiento propio, y del
alejamienta.en st proximidid: Ia devolucién el rebo-
te de préximo en préximo por el cual un mundo hace
wv‘un mundo, algo distinto que un montén o un punto
nulo, La «nada del sentido no es un no-sentido (sim-
ple revés de una significacion epifiinica) mas de lo que
es una sobreesencia puesta sobre el modo de una
teologia negativa: no indica una nada mistica, sino
simplemente el ex que hace Ia exposicién de la exis-
tencia, No se trata de nada = alguna cosa, sino de na-
da = la cosa misma del paso y del reparto, entre nos,
de nosotros a nosotros, del mundo al raundo,
‘Asi el Mitsein o mejor el Mitdasein del que Heideg-
ger eludid o vacié el anslisis (Esposito habla de ello)
no deberia comprenderse como un sser ahi con» (en la
habitaciGn, en el tren, en la vida) sino como un ser-con,
dda, es decit en lo abierto, siempre por lo tanto en otro
Jado, en un sentido (y de eonformidad con lo que pien-
sa de ello Ser y tiempo). El ser modalizado mit-da
—su tinica modalizacién, tal vez, pero al mismo tiem-
po indofinidamente plural—, es el ser que comparte 0
se comparte segtin el da, que se esfuerza por designar
To «abiertor, lo sabierto» de loex-puesto, De suerte que
ser-con es lo mismo que ser-lo-abierto (Dasein, ser
abierto, seguramente, ser expuesto, pero siendo la
apertura misma, o la exposicién, segtin Yo que se po-
dria plantear como axioma general de este pensa-
riento: ser «si mismor es exponerse, es ex-poner
_sses), Mitdaséin seria asi una suerte de tartamuceo 0
de tautologia del pensamiento (que encubre todo lo
que nos es dificil pensar): ser-con o ser-abierto 0 ser~
o-que-abre 0 ser-a-secas, O también (que se me per
done la pesada insistencia) ser abierto al con pero
siendo con (en) lo abierto. Pero en todos los casos un
con que no es sino el efecto de un abierto, y un abierto
‘que no es sino el efecto de un con. Y finalmente: un
abierto [con que no se agrega al ser», que no lo predi-
a, sino que por el eontrario es su vsujetor (sujeto sin
sustancia o sin soporte: sin otro soporte que tna rela
‘idn). Es decir también: un abierto/con que afecta al
18
«ser», que lo abre él mismo o que hace su apertura: la
de una circulacién de sentido.
Pero aqui ademas habra que desconfiar sin cosar
de las pias resonancias de lo «abierto», como de las de
Ja «comunidad», «Abierto» no es simplemente ni ante
todo generosidad, amplitud en la hospitalidad y lar-
gueza en el don, sino en principio la condicién de co-
existencia de singularidades finitas, entre las cuales
—a lo largo, al borde, en los limites, entre «afuera» y
del diseurso filo-
séfico-politio es la que distorsiona a la comunidad,
dosvirtudndola en el momento mismo en que intenta
nombrarla, al lenguaje conceptual del individuo y la
totalidad, de la identidad y 1a particularidad, del
origeny el fin. 0, mis simplemente, det sujto con to-
das sus mas irrenunciables connotaciones metafi-
sicas de unidad, absolute, interioridad.® No es casual
‘que, a partir de semejantes premisas, la filsofia poli-
tica tienda a considerar también a la comunidad co-
mo una «subjetividad més vastae 4 como termina por
hhaver gran parte dela filosoffa neoeommunitaria, a con
trapelo de su pretendida oposicidn al paradigma in
vvidualista, cuando «inflar a la enésima potencia al
dividuo en la figura hipertréfica de la eunidad de uni
dades».5Y como también les sucede aesasculturas de
la intersubjetividad proclives siempre a buscar la al-
teridad en un alter ego semejante en todo y para todo
alipse que quervian refutar, y que en eambio reprodue
cen duplicado.
Lo queen verdad une a todas estas concepeiones es
el presupuesto no meditado de que la comunidad es
‘una «propiedad» de los sujetos que une: un atributa,
‘ung determinacién, un prodicado que los ealifica
‘como pertenecientes al mismo eonjunto. O inchusive
tuna «sustaneiay producida por su unin, En todo caso
2 Véase a propésita Ja vor potion a. Hsposite, Nave ponserh
sulla palit, Bolen, 1990, pgs. 31538.
‘TBpresin de Mc Sandal, en Liberation: aa the ine of astice,
Cambridge, 1962 (radocion allan I! tberaisme e1 mits dalla
‘pusilla, 1994, pax. 159
in exorevidn pertenece » Ph Selnic, -Dworkin’s unfinished
task, California Law Review, 3, 1889 (raduci italian en Co-
initariomo e iberaismo, complain y amplia introduc de A.
ara, Homa, 1885, pag. 23,
22
se concibe a la comunidad como una cualidad que se
‘agrega a su naturaleza de sujetos, haciéndolos tam:
bién sujetos de comunidad. Mas sujetos. Sujetos de
‘una entidad mayor, superior o inclusive mejor, que la
simple identidad individual, pero que tiene origen en
cesta y, en definitiva, lees especular. Desde este punto
de vista ~a pesar de las evidentes deformaciones his-
torieas, conceptuales, de su léxieo—, la sociologia or-
ganicista de la Gemeinschajt, cl neocomunitarismo
americano y las diversas éticas de la comunicacién (e
incluso en algunos aspectos, a pesar de su muy dife-
rente reparto eategorial, la tradicién comunista), es-
tain de este lado de la linea, la misma que los relega al
‘eareter impensado de la comunidad. En efecto, para
todas estas filosofias la comunidad es un «pleno- o un
«todo» Gustamente el significado original del lexema
“teuta que en varios dialectos indocuropeos designa
Ja shinchazn., 1a spotencia»y, por ende, ls «plenitud»
del cuerpo social en cuanto ethnos, Volk, pueblo).® O,
por otra parte, con una terminologéa distinta s6lo en
apariencia, la comunidad es un bien, un valor, wna
esencia que —septin los casos— se puede perder y
reencontrar como algo que nos pertenecid en otro
tiempo y que por eso podrd volver a pertenecernos,
‘Como un origen a afiorar, o un destino a prefigurar,
sogtin la perfeeta simetria que vineula arche y tel.
En todos los easos, como To que nos es mas «propion.
Ya sea que uno doba apropiarse de lo que no es nues-
tro comtin (para comunismos y comunitarismos), 0
poner en corain lo que 0s es, propio (para las éticas
‘comunieativas), el producto no cambia: Ia comunidad
"CL. Benveniste, Le vocabulaine den inatibations indo europien:
‘nes, Paris, 1969 talc allan I erabolari dle itt i
Adeuropec, Trin, 19761, pg. 27886) Benen olaca quel pa
ecw, tous no dervade “eu, sino detomentim. Peto dog este
“iio termine sigan selleno -compacidad plenitd
ro seman no cub
23sigue atada a la seméntica del propriurm, No hace fal
ta siguiera llegar al.manierismo posromntico de la
_Gemeinschaft de Tonnies, opuestaa la Gesellschaft
justamente sobre Ja base de la apropiaciéi a
de la propia esencia. Basta recordar la mis sobria, y
‘ya ampliamente secularizada, comunidad weberiana,
para ver destacarse, si bien de una manera desna-
turalizada, la figura misma de la pertenericia” Una
telacién social se debe definir «comunidad (Ver~
_gemeinschaftung) si, yen la medida en que, la disposi-
cién a Ta accién reposa ( ..) sobre una comin perte-
nencia subjetivamonte sentida afeetiva o tradiciorial)
“por los individuos que participan en ella.” Bl hecho
‘de que esa posesién se refiera aqui sobre todo al terri
torio no cambia de lugar las eosas, dado que el terti-
se define precisamente mediante Ia categoria de
sropiacién:, como matriz atiginaria de toda propie-
dad posterior Si nos detenemos por un instante a
‘TM, Weber, Wirtscha! and Govellchal Mbings, 1922 (ends
‘aallana Boone sce, ding eargadeP Rossi Min, 86,1,
ple, 88) CE F Pervares La comanith politinin ix Weber, Foso.
Fea Politica r2, 1097, pags 181-210,» tambien G. Fit, Un prble-
fn linguisiieo-conetiuale alle tradesion di Weber. “comunia”s,
‘Rlowafa Pottin 2, 199, pgs 257-68.
'" pero tamblan Tne (oF Tonnies, Geminachoft und Gesl-
schafs Borin, 189, tdci alana Comnitae soviet, MEI,
1979, pen 686) eonsideraba al eselo come a primera cost que “Br
Pamente posen ls comunidades humanas>. Acres de este panto
ense 8. Chignola, -Cuidgud stn torrtario est ce teritora, Nota
ntvapperte tra comunta einen ¢ Sttosazano», Plosfa Plten,
i 1, 1098, pgs 49 sigestambiga, mas en general, E, Babbar e
Wilierstein, Race, nation, lose Les idee ambighes, Pai, 1988
ennesn italiana Razse, naione, classe. Le identtaanbigue, Bor
sa, 1000)
i a conocia tess de Cal Schmit, Véae expesaimente au Der
[Nomos der Bede, Beri, V4 endecin Haliana 1 nomos della
tr Nil, 1901, pigs 4, sigs No debe oidarse sin embargo que
SostamentoSchsut habia intentado a surmanern susirsere concept»
‘de veomunidde la tian de valeess en Der Begrif des Pat
facken, Munich Leipaig, 1992 Weaducelsn ialiana en G, Mego y
BSonirascomps. Le categorie del polio, Bolnia, 1972, pg. 160,
24
reflexionar por fuera de los esquemas habituales,
veremos que el dato mas paradgjico de la cuestidn es
que lo «comtin» se identifica con su més evidente
‘puesto: es comin lo que une en una tinica identidad
ala propiedad —étniea, territorial, espiritual— de
cada uno de sus miembros. Ellos tienen en comiin lo
‘que les es propio, son propietarios de lo que les es
comin,
2. Este trabajo se propone ante todo tomar distan-
cia de tal dialéctica. Pero si, como acabamos de ver,
«lla es constitutivamente inherente al lenguaje con-
ceptual de la filosofia politica moderna, el inico modo
de evitarlo reside en Ia bisqueda de un punto de par-
tida —un puntal hermenéntieo— externo e indepen-
diente. Ese punto dé partida lo he buscado, por ast
decir, en el origen de la cosa misma. Esto es, en lacti
mologia del término latino communitas. Para hacerlo
‘uve que avanzar por una senda nada ficil, plagada
de trampas léxiasv dificultades interpretativas, pe-
ro que podr conducir —a quien tenga la paciencia de
soguirlo durante algunas piginas, sin perder Ia diree-
cidn de la marcha ni la finalidad de la biisqueda— a
tun nocién de comunidad radicalmente distinta de
Jas esbozadas hasta ahora.
Elprimer significado que los diccionarios registran,
del sustantivo communitas, y del correspondiente ad-
{tivo communis, es, de hecho, el que adquiere sentido
por oposicién & spropios, En todas las lenguas neo-
latinas, yno séloen ellas, «comtins (commun, comune,
‘common, kommun) es lo que no es propio, aue empic-
7 8, que ge refine a su texto anterior sobe I commana Dee Ge
fensits von Gereinschafl und Gevellachall ale Belspiel einer 2g
edrigen Untertheidong,en Evedios Juric Sota Homenaje
al Profesor Luis Logs} Lacarbra, Satine de Compostela, 1900,
ais 168-76.‘2a allf donde lo propio termina: Quod commune cum
alio est desinit esse proprium (Quint. Inst., 7, 8, 24).
Es lo que concierne a mas de uno, a muchos o a todos,
¥y que por lo tanto es «piiblieo» en contraposicién a
sprivadoy, 0 «general» (pero también ecoleetivo») en.
contraste con sparticular. A este primer significado
ceanénieo, que ya encontramos en el koinos griego—¥
también transferido al gemein gético y a sus deriva
dos Gemeinde, Gemeinschaft, Vorgemeinschaftung—
se agrega otro menos pacifico, porque traslada a su.
interior la complejidad semantica mayor del térmi-
no del que proviene: munus (are. moinus, moenus),
‘compuesto por la raiz*mei- y el sufijo-nes, que indica
tuna earaeterizacién «social.2? En efecto, este térmi-
no oseila a su vez entre tres significados no del todo
‘homogéneos entre si, que parecen expulsar del eam-
po, ol menos quitarle énfasis, a la yuxtaposicién ini-
cial «piiblico»/sprivados —munus dicitur tun de pri-
vatis, tum de publicis—, en pro de otra rea concep-
‘tual que puede remitirse en conjunte a ia idea de «de-
bber».11 Esos son onus, officium y donum (Paul., Dig.
50.16.18). Bn verdad, si para los dos primeros la acep-
ign de edcher- resulta ser inmediatamente evidente
—de alli derivan «obligacién», sfunciéne, «cargor,
empleo, pero poco a poco, sabre todo en Ita-
ia y en Francia, esos communia que antes indicaban
tun simple conglomerado rural, 6 urbano, eomienzan a
adquirir los rasgos cada ver mas formales de una ver-
dadera institucién juridico-politiea. A partir del siglo
XII, llegan a expresar la designacién de la personali-
dad que, de hecho o de derecho, poseen las ciudades
auténomas: es decir, propietarias de sf mismas,
No obstante, sobre todo en los primeros siglos,
acompatia a esta drastica simplifieacién de tipo juri.
dico, contradiciéndola sutilmente, la eomplejidad se-
mantica del término teoligico koinonia. En realidad
este no equivale por completo a la communitas (tans-
Poco a la communio), ala eual sin embargo se lo asi-
mila con frecuencia en las tradueciones; pero no coin-
cide tampoco con la e#lesia, término con el cual, fre-
‘cuentemente, se lo sucle contundir. Bs més, se podria
sostener que justamente la dificil relacisn entre la
‘oinonia y la forma originaria del munus la aparta de
una significacién estrechamente eclesiolégiea. ¢En
2 Véase P. Michaud Quentin, Univeratas Bxpressions ds mouse:
‘ent comnmunaniaire dane le oyer-Age atin, Pai, 1070, pgs 247.
{8 dedicadas ls termines comiunitas, comin, smn com‘qué sentido? Sabemos que al menos a partir de Act,
2.42 —poro sobre todo a partir de la entera primera
cpistola paulina a los Corintios—, y a lo largo de la
totalidad de la literatura patristica, el «ugar comin»
e la koinonia lo constituye Ia participacion euearis-
tica en el Corpus Christi representado por la Iglesia.
Peroel problema que se plantea reside justamente en
‘estas dos figuras vinculadas, ¥ sin embargo distintast
la «representaciéne y Ja «participacién. En cuanto a
esta ultima nocién, los comentaristas mas atentos
siempre sefialaron que se debe tener presente la
dimensién vertical?” que estableco la unién —y a la
vez la separacién, por la infinita heterogeneidad de
sustancia— de hombre y Dios. O mejor, Dios y hom=
bre, dado que sélo al primero corresponde Ia subjetivi-
dad —la iniciativa— del vineulo, respecto del cual el
segundo sélo puede tener una actitud receptiva. Bl
reeibe cl don —y aqui reaparece el munus—que Dios,
mediante el sacrificio de Cristo, le hace de manera
gratuita y sobreabundante (Jn., 3,16; Jn., 7,37-38),
En contra de una lectura antropoldgica chata —ex-
lusivamente horizontal— de la sparticipacién», de-
bemos recalear con firmeza que sélo ese primer mu-
nus desde lo alto acomuna a Jos hombres. Precisa-
‘mente este «dada» —lo que nos es dado: nosotros mis
‘mos como «dados», «donados», wnacidos del dom—
impide cualquier apresurada traduecién de la Koino-
ria como simple phitia —samistad>,sfellovship», sea.
maraderies, «Freundschafte—, Somos hertanos, koi
noni, pero en Cristo, es decir, en una alteridad que
nos sustrae nuestra subjetividad, nuestra propiedad
subjetiva, para elavarla al punto «vacio de sujeto» del
que venimes y hacia el que se nos lama. Siempre que
2 Ct sabre todo W Ele, Koinonia, Beri, 1957 Pero sigue senda
‘il el eato precedente de H. Sesemans, Der Begriff Kernoma> im
1X. T, Giese, 195
36
tengamos tanta »gratituds como para retribuir a ese
primer munus con un don en correspondencia. Ello no
impide, sin embargo, que nuestro donar sea inevita-
blemente inadecuado, defectivo, puramente reactive
‘en comparacién con el inieo don verdadero, en tanto
incondicionado, que ya hemos recibido del Donador
{1° Con, 1,9; 2* Con, 9,15), Pero entonces debemos de-
ueir que el que efectuamos no es un verdadera don, 0
que no es enteramente nuestro (1* Cor, 4,7). Que la
posibilidad del don nos es sustraida en el mismo mo-
‘mento en que nos es dada; obien que nos es dada en la
forma de su sustraccidn. Hsta inflexin donativa de la
«participacions devuelve a la hoinonia eristiana todo
el dramatismo expropiativo del antigue munus: no se
participa de la gloria del Resucitado, sino del sui
miento y la sangre de la Cruz (1* Cor, 10,16; Fil.,
3,10). Se pierde cualquier posibilidad de apropiaeién:
stomar parte significa todo menos «tomar; por el
contrario, es perder algo, redueirse, compartir la
suerte del siervo, no la del senior (Fil, 3, 10-11). Su
muerte, El don de la vida, ofrecida en el arquetipo
comunitario de la Cena,
Diriase que Agustin «alteras en clave asin més irre-
dluctiblemente antinémica e! mensaje paulino. De he-
cho, no s6lo se piensa la ditectio proximi a partir de la
esencia creatural —es decir, finita, heterénoms, no-
subjetiva—de la criatura. Lo que nos vineula en una
misma «comunidad de destino», en una suerte comin,
es nuestro ser morituri (Conf., X,6:«(...) consortium,
‘mortalitatis meae»); de modo que sélo en la aspera
soledad del vinculo singular con Dios podemas experi-
mentar la conamunis fides que compartimos eon nues-
tros semejantes (De Trin., XIII, 2,5). Pero la commu
nis fides no es sino la consecuencia de una comme
tas precedente que Agustin no vacila en denominar
comunidad de la culpav: «Totus ergo mondus ex
Adaum reuse (C. Iul., VI, 6), La comunidad coincide
37con la complicidad determinada inicialmente por
‘Adén, y fijada establemente por Cain antes de que
[Abel constituyera la eivitas Det: +Natus est igitur
prior Cain (..) posterior Abele (Cie. Dei, XV,1,2).S0-
bre este punto, Agustin es muy explicito: no es Abel
peregrinus, sino el sedentario Cain, quien fanda laco-
‘munidad humana (Cit. Dei, XV, I, 2). Bs més: a esa
primera violencia fratrieida remite inevitablemente
toda fundacién sucesiva, eomo lo muestra con tragica
puntualidad la de Romulo (Ciu, Dei, XV, 4-5), Ello no
quiere decir que la comunidad humana esté en estre-
cho contacto con la muerte, «a partir de los muertos y
con los muertos. Este segundo origen —por gene
rracign—queda inerustado como una espina, oun don
envenenado, en el arigen por creacién: testimonio de
‘una sfalsedad» —la dupticidad del origen— de la que
‘ya no sera posible desligarse ni siquiera cuando los
hombres sean lamados @ la sanctorum comimuntio.™
Yello porque el pasado —ese pasado— no puede bo-
rrarse mediante una earitas que, 08 més, procede I6-
sicamente de 6. Pero Agustin dice algo mas, algo que
znos introduce directamente en la pervepcién moderna,
—hobbesiana— de la comunidad: el amor al préjimo
es directamente proporcional al recuerdo del peligro
‘comin (communis periculi) que compartimos (Expos.
Ep. ad Gal., 56) $i la comunidad del pecado del que
provenimos esta signada por el mniedo, nadie puede
2 gata lecture de le coulda de la eulpar en Agustin os soste-
sidaconcapectl fuerza poe H. Arendt on Der Liebert Augut-
fin, Borin, 1929 (tradvedtan alana a congo de L. Boel 1 concetto
‘Taonors in Agostino, Mila, 1982, pgs. 127-48. La fac citade eet
fn ple 195), CE taba a inteedeton de A Dal Lago a tradae-
‘Sin ational Arendt, hoi ofthe mind, Nea Yor, 1975 (a
ite dala ment, Bali, 1987, pags. 18 sigs),
‘sel tial del iro de D. Bonhoeter, Sanctorum Commanio. B-
re dogmatieche Untersuchung zur Soxolgte der Kirche, Munich,
1860 (tain de igo de PAlthaus, Communi Santor. Die
Gemernde im itherischen Birchengedariten, Masich 12.
38
estar seguroen esta vida literalmente asediada por la
‘muerte; pero también la communitas fide’, ordenada
al resareimiento salvifico de aquella, sera inevitable-
mente presa del temor, no menos agudo, de otra
muerte atin mas definitiva. Apresada en Ia morsa de
este doble peligro, la communitas reconoce, también
ene cristianismo, su eonstitutiva alianza con la na-
da, Devorans tempora y devorata temporibus, ella pa-
rece suspender el don de la vida, del chantaje insos-
tenible del temor a la muerte.
5. A aquello —a ese inaceptable munus— intenta
responder la flosofia politica moderna.
9 La evessn ym habia so prevamenteexpuesta enol eemlar
cexcursr sobre i grat que G. Simo nel en Sosiologe
Dorin, 1988 trodaein tana Social, acrgode A. Cava Mi
1g, 1859, pss 208.9,
1 Pp el ced de R, Schon, Individualiomus und Absolution,
Berlin 189 raducein alia, a epngp Je. Boel Paiva
‘auslatono, Mi, 187
2S Gio lidar Ins panne bre e emer al contetoe que aban
con un insuperable gop de eats tio ol ran ihro de, Caests
40
siesinsniincaacag
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|
Como veremos en las paginas siguientes, fue
Hobbes quien por primera ver, y mas radiealmente
quo otros, Hev6 esta légica a sus consecuencias teri
cas extremas, Su extraordinario golpe hermentutico
es haber referido magistralmente la complejidad se-
mintica del delinquere comin a su nuda literalided
de sdelitos colectvo: la sociedad cainita, en términos
teologicos que Hobbes inconseientemente ineorpora a
su léxico, en el mismo momento en que trata de aban-
donarlos. Lo que los hombres tienen en comin —que
Jos hace semejantos. ms que cualquier otra propio-
dad— es el hecho de que cualquiera pueda dat muer-
te a evialquiora. ¥ aqui esta lo que Hobbes lee on el
fondo oscuro de la comunidad. Coma interpreta su in-
descifrable ley: la communitas lleva dentro de sf un
don de muorte. Inevitable entonces la consécuencia
prescriptiva: si ella amenaza en cuanto tal la inte-
srridad individual de ls sujetos que relaciona, la tni-
a alternativa es sinmunizarse» por anticipado refa-
tando sus propios fundamentos. La agudeza de la
mirada y lo dréstico del remedio son todo uno. Desde
el momento en que el origen comin amenaza tragat
como un vértice a toros aquellos a los que atrae, la
‘unica posibilidad de salvacion es romper con él. Rele-
garlo a un wantes» no equiparable con el «después»,
Establecer entro ambos un limite que no pueda fran.
‘quearse hacia atras sin exer eatastrdficamente en la
condicién de la que se quiere huir. Debe romperse el
vvineulo con la dimensisn originaria —Hobbes la lla-
‘ma wiaturals— del vivir en comtin, instituyenda otro
“origen artificial, que coincide con la figura, juridia-
‘mente »privatista y ldgieamentespiivativa:, del con-
_trato, Hobbes muestra que comprende perfectamente
‘Masse nl Macht, Hamburg, 1960 eaduecin alana Masa ¢po-
‘ery, Min, 1984, pigs 179) Oportunament remit a era ee
‘en Le wtellee mosserii, Roma y Bar, 197, pis 679 is
411 poder inmunizante del contrato frente a la situa-
cin previa cuando define su status exactamente me-
diante Ia contraposicién con el del don: contrato es an-
te todo lo que noes don, ausencia de munus, neutrali-
zacidn de sus frutos envenenados.
‘Naturalmente la opcién inmunitaria hobbesiana
yen general, moderna, no se realiza gratuitamente.
Es més, tiene un precio, un terrible precio, Lo que se
corta y se expulsa en la wdecisién» soberana es el con-
tenido mismo de la nueva forma, como resulta por
otra parte inevitable, dado el earacter homeopatico
del remedio empleado: llenar el vacio del munus ~la
grieta originaria— con un vacio atin mas radical.+
Vaciar el peligro delcum elimindndolo definitivamen-
te. ¥,en efecto, el Estado-Leviatén coincide con la di-
sociacién de toda atadura% con la abolicién de toda
relacién social extraria al intereambio vertical protec-
cién-obediencia, Nuda conexién de «no relacién». Sila
comunidad conlleva delito, la nica posibilidad de su-
pervivencia individual es el delito contra la comuni-
dad, Aqui se delinea por primera vez, y de la manera
tedricamente més cumplida, esa spiramide del sacri
ficio»® que, en cierto sentido, constituye el rasgo do-
minante de la historia moderna, Lo que se sacrifica es
‘precisamente el cum que es In relacidn entre los hom-
bres, y por lo tanto, en cierto modo, a los propios
t Paro una tematiraisn sent y radical dl elaeinonteorgen
y pola, fC. Gall, Geneulia dle potce, Blona, 1877; ase
tambo bre Lorigine dein pltes, Roma, 097
' Sle ol somento hubbesiano visto dene la perspective desu
finaieai,eonsltense los Fes» roefeesanisis de G. Marrax
nino, Dopo if aviatana, Indiiduoecomuntta ela flew pelts,
"Tarn, 1088, avn nando ag pong endo el fective inal del parae
ign sacral hobbesinns
el tila dl ensayo de P Berger, Prams of sacrifice, Naw
va York, 3974 (radutedn alsa Plramid del rerfeo, Bina,
1981). Sabre la persistent del paradema serial vease tabi
lett Dsnvorasn eit dear, Bev, 1982
42.
hombres. Paradéjicamente, se los sacrifiea a su pro-
pia supervivencia, Viven en y de In renuneia a convi-
vir, Imposible no reconocer el residuo de irracionali-
dad que se insintia en los pliegues del mais racional de
los sistemas: a vida es conservada presuponiendo st
sacrificio; Ia suma de renunciamientos de que se comn-
pone la autorizacisn soberana. [vida es sactifieada
a su conservacion, En esta coineidencia de conserva-
cidn y sacrificabilidad de la vida, la inmunizacion mo-
dderna aleanza el pice de su propia potencia destruc-
tiva.
6. La modernidad, no obstante, no coincide total-
mente con el mecanismo sacrificial al que, sin embar-
go, da lugar. Ella se autolegitima, por cierto, «deci-
diéndose- [desligéndose} de todo lazo social, de todo
vinculo.natural, de toda ley comiin’ Pero en su inte-
ior se abre también Ia conciencia trégica del cardcter
nibilista de esa «decisién». El corte hobbesiano de las
raices se vive entonees.camo.«culpay ante una comu-
nidad cuya
‘eeesidad. Este vector dé aitoproblematizacién, que
recorre la filosofia moderna como un rio eérsico, es el
objeto de las paginas que siguen. En ellas he inten-
tado reconstruir la linea de. reflexién que, de Rous-
seat a Bataille, pasatida por Kant y Heidegger, ro-
plantea con Tuerza la euestion de la cor ad, quela
modernidad parecia haber cerrado definitivamente;
ymacidn que esa cues
——s Ja sculpar ala kantiana dela sley», has-
‘apertura «éxtdtica» de Heidegger y la experien-
cia «soberana» de Bataille. Sefialemos enseguida que
se trata de un espacio extremadamente delgado de
la interrumpida, un mar-
enipre a punto de estrecharse—. No sdlo porque.