David Remnick: "La lista de autócratas y dictadores contemporáneos es dolorosamente obvia y larga"

Sostener la nota, su recopilación de retratos de leyendas de la música contemporánea, se acaba de publicar en España. La excusa perfecta para abordar al periodista favorito de los amantes del periodismo que, por cierto, cumplió a rajatabla con la fecha de entrega.
Jorge Arévalo

¿Cuál es su idea de la felicidad perfecta?

En una silla en Adirondack, con un buen libro y el sol brillando en el mar.

¿Cuál es el rasgo que más le desagrada de los demás?

La falta de generosidad y de compasión.

¿Cuál es el rasgo que más le desagrada de sí mismo?

El aburrimiento. No hay excusa para él.

¿Quién es la persona viva a la que más admira?

Murió hace no mucho (por así decirlo; permítanme hacer trampa): el líder de derechos civiles y congresista de Georgia John Lewis.

¿Quién es su héroe en la vida real?

De entre los artistas vivos, Bob Dylan lo es todo para mí.

¿Cuál es su estado de ánimo actual?

Preocupado. “Donald Trump” es un forma abreviada, e inadecuada, para referirse a todo lo que nos consume, pero es un comienzo.

¿En qué ocasiones recurre a la mentira?

Cuando respondo a un cuestionario.

¿Qué es lo que menos le gusta de su aspecto?

La lista comienza en mi cuello flácido y se extiende hasta mis pies planos de pingüino. Y, entre medias, hay mucho donde elegir.

¿Qué persona viva le inspira más desprecio?

Creo que la lista de autócratas y dictadores contemporáneos es dolorosamente obvia, y dolorosamente larga.

¿Cuál es la cualidad que más le gusta en un hombre?

La amabilidad.

¿Y en una mujer?

La amabilidad. También el sentido del humor. Me gustan los hombres y las mujeres divertidos, lo confieso.

¿Qué palabras o frases utiliza con demasiada frecuencia?

“Tal vez esta pieza podría ser un poco más corta”.

¿Qué o quién es el gran amor de su vida?

Mi esposa, Esther Fein. Soy uno de esos afortunados que tropezó con el amor de su vida muy pronto y no desperdició la ocasión.

¿Cuándo y dónde fue más feliz?

Con Esther, en Moscú, de corresponsales. Ella, en el New York Times; yo, en el Washington Post. Así empezó nuestro matrimonio.

Si pudiera cambiar una cosa de usted, ¿cuál sería?

La mortalidad. Estoy totalmente en contra.

¿Cuál considera que es su mayor logro?

Haber sido enviado a Moscú en 1988, y que me propusieran dirigir The New Yorker en 1998 pese a carecer de las aptitudes necesarias.

¿Cuál es su bien más preciado?

Una Fender Stratocaster, regalo de bodas de mi mujer. No es la mejor de mis guitarras, pero sí la más valiosa para mí.

Si pudiera reencarnar en otra persona o cosa, ¿qué sería?

Stalin. Pero emigraría a Brooklyn de niño, y viviría mi vida como zapatero. Le ahorraría sufrimiento al mundo.

¿Cuál es su rasgo más característico?

En yidis lo llamamos zitsflysh: la capacidad de mantener el trasero en la silla durante mucho tiempo.

¿Cuál es su lema?

“Hagamos otro borrador…”.