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Psicoanalisis y guerra

2023, PSICOANALISIS Y GUERRA

LUIS FERNANDO ZAPATA BEDOYA. ANALISIS PSICOANALITICO DE LOS FACTORES INCONCIENTES QUE INFLUYEN EN LA CONFIGURACION DE LAS CONFRONTACIONES BELICAS EN NUESTRA SOCIEDAD.

LUIS FERNANDO ZAPATA BEDOYA PSICOANÁLISIS Y GUERRA ANÁLISIS PSICOANALÍTICO DE LOS FACTORES INCONCIENTES QUE INFLUYEN EN LA CONFIGURACIÓN DE LAS CONFRONTACIONES BÉLICAS EN NUESTRA SOCIEDAD 1 Del mismo Autor: -Epistemologìa de las ciencias humanas. 1996. U. P. B. Medellìn. Colombia. -Construcciones en el psicoanàlisis. Un estudio sobre tècnica y clìnica psicoanalítica. 2007. Ed. Lealon. Medellìn. Colombia. -Genealogìa de la violencia. Un estudio psicoanalítico sobre las fuentes de la agresiòn, el amor y la angustia en nuestra sociedad. 2010. Ravenna. Italia. -Psicoanàlisis y psicoactivos. Aporte psicoanalítico a la investigaciòn sobre los procesos psìquicos que intervienen en el consumo de sustancias psicoactivas. 2011. Ravenna. Italia. -Paterlogìa. Una disciplina psicoanalìtica que investiga la figura del Padre en sus mùltiples implicaciones. 2016. Ravenna. Italia. -El duelo en el psicoanàlisis. Nuevas contribuciones al estudio de la experiencia sobre el duelo. 2020. Ravenna. Italia. -La funciòn fraterna. Estudio psicoanalítico sobre la inter-relaciòn entre los hermanos. 2021. Ravenna. Italia. -Fobias y psicoanàlisis. (2022). Una contribuciòn a la investigaciòn sobre la etiologìa de las fobias. El sìntoma en cuanto metàfora de lo inconciente. Ravenna. Italia. -El yo en el psicoanàlisis. (2022) Las diversas teorìas en torno a la constituciòn, funcionalidad y propiedades del yo en la historiografìa psicoanalìtica. Ravenna Italia. -Psicoanàlisis y ciencia. (2023) Los criterios necesarios para la fundamentaciòn cientìfica del psicoanàlisis desde sus bases teminològicas hasta las actualizaciones contemporàneas. (1) Psicoanalsismundo Psicoanalsismundo - Academia.edu Link a Download todos los textos. Imagen de la caràtula: El rapto de Helena, de Gavin Hamilton. (1723-1798). Pintor y arqueològo escocès, estudiò pintura en Roma con Agostino Masucci. Dominio Pùblico. 2 “El hombre es un animal herido, enfermo de lenguaje, exiliado de la naturaleza, moribundo. Sòlo los hombres -no los animales- gozan al torturar o en el torturarse. Sòlo los hombres pueden imponer el Mal como una meta pulsional. En el mundo animal no existe ni sadismo ni masoquismo, no existe placer en infringir el dolor, ni en el procuràrselo.” I tabù del mondo. Massimo Recalcati. Ed. Einaudi (2018) 3 4 ÍNDICE Pàg 7 9 17 25 29 31 37 43 44 49 53 56 59 63 65 69 73 77 81 83 93 97 103 107 109 113 116 119 INTRODUCCIÓN 1. Historia y guerra en las civilizaciones primitivas 2. La teorìa sobre la agresividad antes de 1920 3. Retrospectiva: Nota biogràfica de las Todstriebe 4. Psicoanàlisis de la neurosis de guerra. -Antecedentes històricos de la neurosis de guerra 5. Ansiedad paranoica en la guerra y la teorìa de M. Kyrle. 6. E. Glover y el conflicto interno. -El complejo de guerra 7. Para una historiografìa de la pulsiòn de muerte. 8. Ejercicio del poder, derecho y libertad. -Guerra y psiquè 9. Pulsiòn social de vida – Pulsiòn social de guerra. 10. Lo psicothanàtico y lo psicoeròtico: Etiologìa del anàlisis psìquico. -De la psiquiatrìa al psicoanálisis 11. Socio-thanatologìa y sociopatìa 12. Polemologìa (Πολεμολογία) y deseo agresional. 13. El yo-de-la-paz y el yo-de-la-guerra 14. La guerra en cuanto narcisismo de las pequeñas diferencias. 15. La lògica interpulsional: pulsiones de vida y pulsiones de muerte 16. Teorema sociològico de la thanaticidad y la culpabilidad. 17. La teorìa del conflicto. 18. Sociedad suicida y pulsiòn de muerte. 19. J. Lacan y la guerra: sincronìa y disimetrìa. -El mecanismo del Drop-out: identificaciòn vertical u Horizontal en la trieb 20. La sociedad paranoica. -El delito de instigaciòn al odio: pedagogìa y anti-vida. Referencias bibliogràficas 5 6 INTRODUCCIÓN El futuro de la humanidad profundiza sus raìces en el pasado y se nutre de su energìa para conocer el presente. La historia del ser humano ha sido fuertemente determinada por los hechos agresivos de nuestros antepasados, se trata de una realidad inherente a la naturaleza de sus pulsiones en sus relaciones con el mundo externo y con sus propias condiciones internas. En este texto realizamos un breve viaje por algunas de las màs importantes teorìas psicoanalìticas que analizan la problemàtica de las confrontaciones bèlicas entre los pueblos, los grupos humanos o los Estados instituidos de derecho. Representa siempre un reto intentar abordar la complejidad de la gramàtica sobre la destructividad entre las comunidades de acuerdo a diversos puntos de vista abordables. ¿El individuo necesita de la sociedad o es la sociedad que necesita del individuo? Nos encontramos en medio a una complicidad devastante donde las variables de anàlisis se expanden dramàticamente, si planteamos que la sociedad està compuesta de un conjunto de individuos aislados tenemos que abordar la pregunta por las condicones vitales de este individuo, es decir, de todos aquellos factores que lo integran como la dinàmica psìquica inconciente, aspiraciones frustradas, odios no expresados, ideales de identificaciòn, condiciones educativas y ambientales, entre otras. Cuando la guerra se convierte en el lenguaje elegido por aquellos lìderes con sintomatologìa paranoide, ezquizoide, psicòtica o depresiva, podemos bien esperar decisiones que tienen que ver màs con las pulsiones internas que con objetivos constructivos -sociales-. El hombre es un ser que vive como herido, como ofendido, enfermo en su lenguaje y en sus acciones, padece el peso afectivo de sus propias contradiciones entre deseos y prohibiciones, entre lo eròtico y lo thanàtico, entre lo interno y el mundo externo, entre las realidades 7 latentes y las acciones manifiestas. El psicoanálisis de la guerra recurre ademàs a una serie de ciencias, saberes y disciplinas para poder abordar màs ampliamente el àngulo de visiòn y confrontaciòn entre las diversas posiciones. Es evidente que entre las hipòtesis de trabajo nos encontremos con ideas radicales o fundamentalistas que llevan al extremo el alcance de sus objetivos a un nivel ideològico, religioso, cultural, ètnico, econòmico, geogràfico, entre otros. El anàlisis de los sìntomas del aparato psìquico coloca en duda algunos ideales planteados por la humanidad desde sus mismos comienzos, los niveles de enfermedad relacional y sico-social no permiten la realizaciòn de la felicidad, la unidad, la sociedad integrada, el bienestar colectivo, la dignidad, o la participaciòn objetiva en los procesos històricos. Ninguna otra ciencia como el psicoanálisis nos ofrece una vasta gama de tèrminos, conceptos y expresiones de trabajo para abordar la agresividad en lo que tiene que ver con la evoluciòn de los pueblos, el nivel de sociopatìa, la tendencia a lo thanàtico, los complejos de guerra, los delirios de persecuciòn, la despersonalizaciòn, la instigaciòn al odio, las pulsiones de autoconservaciòn, la funciòn de las organizaciones, entre otros. Las teorìas constituyen los recursos imprescindibles de la investigaciòn, nos ofrece mùltiples lìneas de trabajo y des-anudaciòn en lo que se refiere a los variados lenguajes, proposiciones y planos diferenciales. La visiòn retrospectiva nos ofrece la ventaja de reconocer una gran cantidad de factores etiològicos en la conformaciòn bèlica de la guerra en cuanto institucionalizaciòn colectiva del odio en cuanto elementos que tambièn encontramos en la actualidad con todo su rigor y riesgo. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que aquellas pulsiones arcaicas que dominaban a los seres primitivos todavìa hoy en dìa dominan una gran parte de los ideales humanos. 8 “Cuàn poderoso obstàculo cultural debe ser la agresividad si su rechazo puede hacernos tan infelices como su realizaciòn.” S. Freud. 1. HISTORIA Y GUERRA EN LAS CIVILIZACIONES PRIMITIVAS La investigaciòn psicoanalìtica se ha interesado en la identificaciòn de algunas sociedades primitivas en sus manifestaciones bèlicas y establece una homologaciòn significante con las fantasìas inconcientes de la neurosis. Sin embargo, no todas las culturas antiguas se caracterizaban por su espìritu guerrero, algunas civilizaciones cuyas decisiones dependìan de la consideraciòn particular de cada integrante evitaban a menudo entrar en conflicto con otros pueblos, pero allì donde dominaba una dictadura vertical el encuentro agresivo era mucho màs frecuente.1 En algunos pueblos primitivos existìa una estrecha relaciòn entre los ritos de iniciaciòn y las modalidades de guerra, los màs jòvenes debìan adquirir el derecho a conocer las armas luego del ritual que indicaba el paso por la pubertad, estos hechos eran ìntimamente relacionados con la separaciòn de la madre y la integraciòn del neòfito en la agregaciòn de los adultos. La definiciòn de las atribuciones del hombre se diferenciaba de aquella de la mujer en cuanto al hombre le correspondìa especìficamente el deber de ir a la guerra. Los jòvenes juraban obediencia y sumisiòn total a los lìderes desplazando la agresividad hacia los rituales referentes al encuentro bèlico. De este modo el conflicto edìpico es contrastado en la edad puberal por el ritual del desplazamiento del amor por la madre por el amor a un grupo gregario, esta promesa real conserva un transfondo sagrado y duradero. La hipòtesis psicoanalìtica considera este pasaje del 1 Burton R. F. (1931) Voyage au Grand Lac. Citado por M. R. Davie en La guerre dans les sociétés primitives. Ed. Payot. Parìs. 9 siguiente modo: “La guerra es para los pueblos primitivos la defensa, ofrecida por el grupo en contra de la ansiedad por la castraciòn suscitada por el ingreso en el grupo”2 En adelante la funciòn del grupo es decisiva para la identidad del joven, un rechazo por parte de este revelarìa fantasìas relacionadas al rechazo por parte de la madre, la supuesta unidad antes experimentada en la relaciòn con la propia madre es sustituida por la unidad con los intereses del grupo. La guerra establece una serie de signos sociales que traen el beneficio de sustraer angustias acumuladas, sin embargo, aquella ventaja resulta de una alucinaciòn paranoica y de los delirios megalomanìacos de algunos sujetos en el ejercicio del poder. En la antiguedad la guerra era un asunto del gènero masculino, en muchas civilizaciones el principal motivo de lucha consistìa en el deseo por apoderarse de las mujeres, la realizaciòn de algùn rapto femenino o debido al establecimiento de una nueva organizaciòn de trabajo.3 Hallamos el prevalecer de afectos sado-masoquistas como elementos producidos por la dinàmica inconciente en aquellos lìderes autòcratas que presentan serias dudas acerca de su “virilidad” y pretenden camuflar dicho complejo con la orden de ejecutar sujetos inocentes. La cultura de los Masais o los indìgenas del golfo de la Papuasia no pueden casarse si antes no han asesinado algùn enemigo. 4 La masculinidad era un factor implìcito al manejo de las armas, las motivaciones de los Saracin, una comunidad agrìcola de caràcter pacifista, nunca tomaba la inciativa con el fin de invadir otra tribu sino que se limitaban a defender los lìmites de su territorio. Otras tribus basaban su quehacer bèlicoso en el propòsito de 2 Ibìdem. 3 La guerra se constituìa en una cuestiòn del gènero masculino y de sus patolgìas con excepciòn de las Amazonas del Dahoney que han asumido un rol defensivo de su cultura. 4 Frazer J. G. (1911 ) Il ramo d'oro.. Ed. Newton Compton. Roma. 10 procurarse alimento, en estos casos las acciones agresivas corresponden a los intereses por nutrirse y los demàs pueblos eran obligados a permanecer en alerta con un caràcter defensivo. Es en este sentido que tiene lugar el eterno conflicto entre el trabajo pastoril y los agricultores. Cuando los nòmades invaden un pueblo agricultor se impone una modalidad de “micro-estado” donde algunos son aquellos vencidos y el “Estado” nuevo es representado por los vencedores. Las confrontaciones fìsicas en las acciones de guerra son influidas por elementos màgico-religiosos donde se puede investigar las diversas reacciones de los sujetos frente a la muerte. La atmòsfera de creencia en los espìritus y divinidades alcanzaba lìmites inimaginables donde la devociòn popular hacia estos se interpreta como el estado colectivo del luto no elaborado y del cual el hombre primitivo guarda una estrecha vigilancia. Los afectos de ambivalencia y competitividad negativa son proyectados sobre estas creencias como una forma de objeto-maligno interiorizado. En algunos casos se establece un ambiente ritual alucinatorio contra dichos enemigos fantaseados. La colectividad teme mayormente a los espìritus malignos que a los peligros reales a los cuales se expone. Para satisfacer las exigencias de estas deidades era necesario sacrificar vidas humanas o declarar abiertamente la batalla a otra poblaciòn, de esta manera se obtiene la benevolencia divina a su favor. En la cosmologìa de estas comunidades toda causa natural era atribuida a la voluntad de los entes espirituales y por esta razòn es preciso evitar su còlera o su venganza. La magia y la religiòn antiguas son consideradas una estrategia defensiva contra un enemigo invisible, poderoso y al cual es necesario agradar. Se vivencian intensas ansias persecutorias de caràcter etnocentrista donde la pràctica de los rituales desempeña el rol de proteger la integridad de los habitantes. Se proyectan ademàs sobre la poblaciòn extranjera ideas paranoicas de contra-identificaciòn y 11 aquellas causas hipotèticas sobre las cuales la propia comunidad puede ser atacada y ya no protegida. De acuerdo con la mitologìa Fidji, al llegar al otro mundo el ànima de un hombre de este pueblo debe poder ser orgulloso de haber masacrado una cantidad considerable de gente y de haber destruido muchas aldeas: estas eran las obras de bien. 5 La tribu de los Topinambas en Brasil consideraba que los hombres que habìan vivido segùn la virtud -es decir, que habìan asesinado y comido a muchos enemigos-, tenìan el derecho a entrar al lugar de la felicidad. Esta informaciòn etnològica nos parece distante respecto al mundo occidental actual pero en realidad presenta fuertes puntos de semejanza con la polìtica militar en tiempos de guerra donde pueden ser condecorados aquellos combatientes que cumplieron un trabajo ejemplar respecto al enemigo. Virtud y delito coinciden reflejando una doble faz para tratar de reparar un daño sufrido o salvar la promesa de un futuro mejor para la comunidad. Es preciso cobrar venganza y hacer respetar los propios criterios de valoraciòn, los propios ideales o doctrinas cuando estas son irrespetadas por los enemigos. La guerra se establece como virtud cuando se pretende eliminar la maldad de los otros y con la cual nos sentimos atacados. Los impulsos parricidas en la guerra tienden a ser incrementados cada vez que los jòvenes han recibido un tratamiento agresivo, mediante los rituales de iniciaciòn, y de los cuales se conserva el deseo de venganza. La actitud primitiva de homologar el asesinato a una virtud guerrera, por ejemplo, revela la similaridad y coincidencia entre el ello y el superyò a partir de una visiòn externa al contexto tribal de aquel tiempo. La guerra utiliza sentimientos de culpa y mecanismos de alienaciòn como componentes integrantes de una seudo-ètica de la inter-relaciòn entre los seres humanos. Se da el caso que el anàlisis demuestra el proceso con el cual se decide 5 Citado por Thomson B. en Natives of Savaje Island. J. A. L. XXXI. 139. 12 la guerra como respuesta a un luto no elaborado por los propios parientes -despuès de un ataque externo-, y la ùnica vìa de salida que se observa es la de proyectar sobre el enemigo la causa de una supuesta venganza interiorizada. Asesinar al enemigo que representa a su vez al ello permite controlar los intereses del proprio superyò sàdico en su funciòn delimitante de las reacciones especìficas o con la precipitaciòn de estados ambivalentes de depresiòn post-bèlicos. El superyò sàdico es proyectado en la figura del chamàn cuando se trata de una poblaciòn que no participa de las guerras. La etiologìa de los procesos bèlicos contiene factores relativos a la realidad exògena pero aquello que mayormente determina la aceptaciòn de los impulsos bèlicos es la ansiedad psicòtica. Tanto la guerra como la religiòn implican en sus contenidos realidades psìquicas enlazadas al trabajo de la culpa psicòtica. La incapacidad de “metabolizar” la culpa provoca la proyecciòn de la causa de la muerte de un componente de la tribu en un sortilegio planificado por sujetos enemigos: “La creencia en sortilegios causa màs muertes en Africa que cualquier otra cosa. Esta ha asesinado y continùa a eliminar en Africa màs mujeres y hombres que la trata de la esclavitud.”6 Las partes negativas del yo son depositadas en el otro en cuanto posible facilitador de la muerte de un individuo de la tribu propia, en tanto no es factible elaborar la propia culpa esta busca un responsable externo para castigarle por su maldad. Segùn M. Klein, los mecanismos de control sàdicos -omnipotentesrevelan de què manera las defensas eufòricas de las angustias paranoicas se diferencian respecto a las manifestaciones de alienaciòn hostil en los afectos de culpa paranoide. En la devociòn a las divinidades se observa el problema de representar entidades benèvolas que nos protegen, nos brindan beneficios y prosperidad, pero 6 Kingsley M. (1897) Travels in West Africa. Ed. Macmillan & Co. London. 13 simultàneamente, es preciso temer su ira, su venganza, ya que pueden recaer sobre nuestras familias y nuestros pueblos las peores desgracias. Fundamentalmente, la confrontaciòn bèlica es conducida por un proceso latente de alienaciòn, no es el sentido de la culpa aquello que produce la guerra sino la defensa paranoica de la culpa misma proyectada en un “chivo espiatorio” alternante. 7 En la organizaciòn social el objetivo de la comunicaciòn es tratar de resolver en tèrminos de anàlisis de la realidad las condiciones de las angustias psicòticas, las guerras han permitido a los pueblos primitidos la posibidad de ocultar la propia demencia privada mediante gestos de socializaciòn y manipulaciòn de las masas. Una importante observaciòn de G. Roheim en War, Crime and the Covenant sobre la cual vale la pena pensar se refiere al hecho que en el hombre existe una auto-agresividad en medida mayor que en los animales. La pulsiòn de muerte aleja todo precepto de conciencia respecto al mundo real fortaleciendo en consecuencia el delirio autodestructivo socializado, en cuanto representaciòn de un todo, de una colectividad que remite a la pèrdida de la unidad con el cuerpo de la madre como aquella unidad originaria. El yo sufre un proceso de escisiòn primario que le orienta a repetir los modos de ser de la sociedad con base en experiencias infantiles y retomar esta posiciòn esquizoparanoide en la selecciòn de mecanismos primitivos durante los hechos històricos, es decir, los primeros afectos “triangulares” respecto a la figura materna y a la figura paterna. Recordemos que la figura del padre representa el primer “extranjero” en la vida del infante y en el futuro el “extranjero” serà siempre el padre. La expresiòn de la lucha por la supervivencia entre las civilizaciones antiguas es caracterizada por el tabù frente a los propios lìderes, frente 7 Fornari F. (1966) Psicoanalisis de la guerra. Ed. Feltrinelli. Campi del sapere. Milan. 14 a los parientes difuntos y frente a las acciones bèlicas. Respecto a los tabùes de la post-guerra se realiza una serie variable de rituales, bailes, coros, oraciones, para elaborar la intensidad del luto por las propias vìctimas y del sentimiento de culpa por aquellos asesinados. Se intercambian afectos contextualizados dirigidos al mundo de los muertos en tèrminos de temor al castigo, a la venganza, remordimiento, arrepentimiento o duda. Desde el punto de vista del vencedor la angustia persecutoria con el asesinato del enemigo -primitivamente imaginado sobre el plano paranoico-, representa la posible elaboraciòn correcta del luto. Postula M. Klein que el proceso de interiorizaciòn de un objeto parcial maligno tiene el objetivo de controlar la intensidad de la ansiedad persecutoria cuando los combatientes traen a la propia tribu objetos o partes del cuerpo que antes pertenecìan al enemigo. En ocasiones algunos de las comunidades primitivas fundamentaban el estado de paz sobre el hecho de responsabilizarse por la muerte de los enemigos. Observamos la hipòtesis de la ambivalencia psìquica donde el odio por el enemigo, una vez que estos hayan muerto, resulta transformarse en un amor fraternal -culpabilizante-. De consecuencia la escisiòn entre “objeto-amigo” y “objeto-maligno” es menos pronunciada en las comunidades primitivas que en aquellas màs organizadas. La ambiciòn proclamada de un imperio que aspira a vencer la guerra corresponde a la de someter y controlar a sus enemigos hasta el punto de poder considerarlos amigos, de modo anàlogo a los del proprio pueblo. La problemàtica de los mitos referidos en torno al tema de la guerra es muy amplia y compleja en cuanto se requiere definir unos criterios de investigaciòn como las coordendas temporales y geogràficas del mito sobre el cual se trabaja. Al respecto, M. Bonaparte, en Mythes de guerre, brinda una serie de explicaciones psicoanalìticas ante diferentes relatos mìticos como el 15 cadàver en el auto, el mito del dinero adivinado, el mito del vino de la intendencia, el mito del enemigo impotente, el mito de las làgrimas de la madre y aquellos que se refieren a Albione amenazado.8 8 Bonaparte M. (1950) Mythes de guerre. Ed. Universitaires de France. Parìs. 16 “Una parte del hombre es semejante a muchas especies de animales en que pelea contra su propia especie. Pero por otra parte, entre los similares de especies que pelean, es la ùnica en que la lucha es destructora... El hombre es la ùnica especie que asesina en masa, el ùnico que no se adapta a su propia necesidad.” N. Tinbergen 2. LA TEORIA SOBRE LA AGRESIVIDAD ANTES DE 1920 En las fases originarias del psicoanàlisis la agresiòn no era considerada como una pulsiòn consolidada sino en cuanto un atributo de las pulsiones en general. Las pulsiones sexuales mediante la elaboraciòn psìquica de las impresiones elaboran los afectos màs primarios de la evoluciòn del yo. Es posible que cuando no sea verosimil la satisfacciòn motora de las excitaciones se inicie un proceso de acumulaciòn de energìa que en el gènero masculino, por ejemplo, habrà de generar tendencias netamente agresivas. Respecto a las divergencias con A. Adler, en 1908, se precisan varios puntos de vista. A. Adler habìa propuesto la idea de una tendencia agresiva pero inmediatamente esta fue relativizada por Freud por considerarla una “generalizaciòn que llevarìa al engaño”. En Las pulsiones y sus destinos (1915), luego de haber indicado las tres antìtesis del amor -odiar, ser amado, indiferencia-, se dilucida el orden genètico asì: indiferencia, odio, amor. Con la apariciòn del objeto en la fase del narcisismo primario se desarrolla a su vez el segundo significado opuesto al amar, o sea, el odiar. Las operaciones psìquicas que especifican el trànsito del autoerotismo al narcisimo es reconoscible en el afecto del odio. Este hecho resalta la fundamentaciòn psicoanalìtica del odio como componente bàsico de la autoconservaciòn. La indiferencia se incorpora en el afecto del odio como repulsiòn, la realidad externa y el objeto odiado coinciden en 17 una sola representaciòn. Cuando el objeto se revela fuente de placer se convierte en un objeto amado y es incorporado en el yo, aquello que sea extraño o no genere placer coincide con aquello odiado, lo displacentero, asì la dualidad amor-odio se presenta ìntimamente cohesa a la del placer-displacer. La experiencia del displacer respecto al objeto genera el afecto del odio que puede incrementarse hasta convertirse en una inclinaciòn agresiva hacia el objeto con el propòsito de controlarlo. El yo anhela apartar o destruir todos aquellos objetos que resultan ser fuente de displacer, independientemente del hecho que estos lazos afectivos hayan constituido una situaciòn de frustraciòn frente a sus aspiraciones de satisfacciòn libidinal o respecto a las necesidades de autoconservaciòn. No obstante, se puede argumentar que los verdaderos arquetipos de la relaciòn de odio no tienen su origen en las exigencias de la vida sexual sino en las luchas del yo por la propia auto-confirmaciòn. Los peligros, el dolor, los fracasos son todos factores que pueden desencadenar el odio en cuanto reacciòn frente al objeto. El odio es catalogado en cuanto un afecto màs antiguo que el amor, es el punto de fuga del repudio primordial que el yo narcisìstico contrapone al mundo externo como fuente de estìmulos. No olvidemos que las ambiciones de la pulsiòn sexual involucran la tendencia a “devorar” al objeto, apropiarse de èl hasta dañarlo o destruirlo, en este sentido, el amor no se diferencia del odio. La funciòn de la pulsiòn de autoconservaciòn rescata las funciones vitales en la constituciòn del sujeto para protegerlo de la agresiòn externa. La modificaciòn de la estructura de las pulsiones sexuales produce cambios de direcciòn en la manifestaciòn de la agresividad. Cuando despuès de la experiencia de un luto por la persona amada sobreviene el malestar psìquico, la desilusiòn, la destrucciòn de la base narcisìstica de tal elecciòn de objeto, la frustraciòn respecto a un 18 a identificaciòn interrumpida se convierte en odio por un objeto interno -sustitutivo-, hacièndolo sufrir, denigràndolo, derivando de esta actitud una ambivalencia masoquista. La agresividad consecuente de estas frustraciones comparte dos vìas de reacciòn: por una parte se “regresa” al estado de las identificaciones anteriores, y por otra parte, se cae en la condiciòn de influencia conflictiva postulada por el principio de ambivalencia entre el sadismo y el masoquismo. Libido del yo → libido narcisista → Pulsiòn de muerte Libido objetual → Pulsiones de autoconservaciòn y →Pulsiòn de vida Pulsiones sexuales Amor por el yo y amor por el objeto Esquema del destino de la libido del yo En algunos sìntomas de la melancolìa predomina una suerte de cultivaciòn de la pulsiòn de muerte donde el superyò se apodera de todo el sadismo del sujeto y lo dirige contra el yo. En los casos de neurosis obsesiva, por los efectos de la regresiòn el amor llega a transformarse en odio y en la consecuente condena por parte del superyò. La pulsiòn destructiva, una vez liberada, por esta regresiòn a la organizaciòn pregenital, anhela controlar al objeto o al menos se comporta como si quisiera nutrirse de este propòsito. Las amenazas de la pulsiòn de muerte sufren varias elaboraciones en el sujeto, en parte se vuelven inofensivas debido a una mezcla con los componentes eròticos, y en parte son desviados hacia la exterioridad bajo forma de agresividad. Debido a causas relativas al funcionamiento de la libido el trabajo de la pulsiòn destructiva se complica y debe exteriorizar las energìas sàdicas. Otra parte de estas energìas es destinada a la funciòn sexual misma reflejando la factibilidad operativa del masoquismo. En esto consiste el significado de la mezcla ero-thanàtica de acuerdo a la influencia de muchos factores internos y externos. 19 En una fase de la historia del sujeto en la cual todavìa no està en grado de diferenciar entre lo externo y lo interno, entre el yo y los otros yo, se puede hablar de masoquismo primario orgànico (Nacht, 1963) donde la agresividad se descarga sobre sì mismo afectando el organismo en sus niveles màs elementales: celular y bioquìmico. Se trata de la consecuencia del sufrimiento en una condiciòn donde no ha tenido lugar la separaciòn, en este proceso no se tratarìa de la acciòn de una fuerza autònoma y autodestructiva. La pulsiòn de muerte afecta de alguna manera a todas las pulsiones en lo que tiene que ver con su impulsividad, corresponde a la pulsiòn de vida realizar un proceso de relativizaciòn en los objetivos agresivos mediante operaciones de autoconservaciòn al interior del yo. Cuando la pulsiòn de muerte se dirige hacia los objetos proporciona al yo la satisfacciòn de sus intereses vitales y el dominio de la naturaleza. La pugna entre el sujeto y la sociedad no es el producto de un constraste insuperable entre las pulsiones primarias (Urtrieben) Eros y la pulsiòn de muerte. Equivale, en especial, a una discrepancia distributiva al interior de la libido comparable a la lucha por la reparticiòn de la energìa entre el yo y los objetos, de hecho se admite una aceptaciòn final en el sujeto y en las sociedades futuras. Si la agresividad no encuentra satisfacciòn en el mundo externo esta se dirige nuevamente hacia el mundo interno. De modo que impedir el desahogo agresivo parecerìa indicar una gran ofensa. Esto quiere decir que existe una “ganancia” narcisìstica derivada de las acciones agresivas, y, sin embargo, prevalece un malestar cuando no es posible llevarla a cabo. Es como si el yo fuese criticado por su incapacidad de enfrentar la realidad y por manifestar algo de su impotencia. Es justamente como si tuvieramos que liberarnos de las tendencias autodestructivas para poder conservar algo de genuino en nuestro interior y hacer valer nuestro legìtimo derecho a la defensa. Pero la tendencia hacia la impotencia puede ser una reacciòn mediante 20 los pretextos del odio, la ira, los celos, la venganza, para dar salida a la energìa represada y demostrar la capacidad agresional. El propòsito de la mezcla ero-thanàtica al alimentar las fantasìas de poder no es el de obtener una “ganancia” sobre la base de una inversiòn objetual sino el de ejercitar una acciòn de dominio por parte propia en la fantasìa o en la realidad. La cresciente agresividad del sujeto en la historia bèlica precipita la ceguera humana hacia el horror del “desencuentro”. La agresiòn se circunscribe como la màs importante dificultad para el proceso de la civilizaciòn, expone Freud en El malestar en la cultura reconociendo los niveles de crueldad y destructividad en cuanto objetivos especìficos de la pulsiòn de muerte cuando no permanece en silencio u oculta. Acerca del dualismo pulsional los psicoanalistas se han dividido en dos grupos: A. Quienes consideran que el amor y el odio no son derivados de la divisiòn de una originaria unidad sino que tienen diferente origen. B. Quienes consideran que no es ùtil, necesario o posible suponer en la existencia del sujeto un componente destructivo sino sòlo como producto de la frustraciòn respecto a las necesidades y de la insuficiencia de las relaciones, en especial aquellas primarias. Las diferentes posiciones se explican por la relaciòn con el objeto donde tomar distancia de aquello que genera displacer representa un acto necesario para la propia conservaciòn y afirmaciòn. Es en medio de esta presencia no-placer -no presencia del placer-, donde el odio cobra su sentido màs original. La carencia de amor distancia la proximidad entre los sujetos y la desconfianza -paranoica- respecto a la respuesta de los otros crea la circunstancia propicia para la declaraciòn del antagonismo. La nociòn de agresividad se extiende a un proceder o a un disponerse al ataque con una violencia que puede ser expresada de varios modos 21 y niveles. Pero tambièn nos envìa hacia un tomar decisiones con fortaleza. La nociòn de destructividad se refiere a operaciones fìsicas o psìquicas destinadas a demolir -acabar-, determinando asì el fin de un “objeto” y su extinciòn ya se trate de cosas o sujetos. Sin embargo esta puede ser dirigida hacia el sujeto mismo proporcionando su mortificaciòn al extremo en los niveles psìquico o fisiològico. Ambas nociones estàn estrechamente entrelazadas en la teorìa de las pulsiones, en la sustentaciòn de la dialèctica amor-odio y en la relaciòn ambivalente con el objeto. 22 LOS PROCESOS VITALES SON REGLAMENTADOS POR: ↓ TRES PRINCIPIOS: NIRVANA – PLACER – REALIDAD ↓ QUE REACCIONAN SOBRE LA BASE DE TRES DIALECTICAS: ↓ DIALECTICA REAL: SUJETO (YO) – OBJETO (MUNDO EXTERNO) DIALECTICA ECONOMICA: PLACER - DISPLACER DIALECTICA BIOLOGICA: ACTIVIDAD - PASIVIDAD Y DE: ↓ DOS FUERZAS MOTRICES O PULSIONALES EXIGENCIAS A LA DINAMICA PSIQUICA ↓ QUE REACCIONAN PARALELAMENTE REALIZANDO ENTRE ELLAS: ↓ MEZCLA - ANTIMEZCLA (PRINCIPIO REGULADOR DE LA DIALECTICA PULSIONAL) ↓ PULSION DE VIDA PULSION DE MUERTE ↓ PROCESO FISIOLOGICO CORRESPONDIENTE CONSTRUCCION DESTRUCCION METAS ↓ CONSERVAR LA SUSTANCIA VIVIENTE – VOLVER A LO INORGANICO CREAR UNIDAD ATRACCION VOLVER A LO ANIMADO EROS psicoeroticidad AMOR (LIBIDO) DISOLVER LA UNIDAD REPULSION - VOLVER A LO INANIMADO ↓ THANATOS psicothanaticidad ↓ ENERGIA ↓ ODIO (LO DESTRUCTIVO) Esquema sobre los proceso vitales 23 24 3. RETROSPECTIVA: NOTA BIOGRÁFICA DE LAS TODSTRIEBE En El malestar en la cultura se explicita la referencia a la capacidad destructiva del ser humano respecto a sì mismo y al objeto. En este contexto se considera que el ataque, la destrucciòn del objeto y el placer derivado de esta acciòn confluyen con los interese latentes de la pulsiòn de muerte -todstriebe en plural-, sin embargo, todos estos factores cuando se presentan mezclado buscan un objetivo comùn circunscrito por tendencias inconcientes de autodestructividad. A. Ataco al objeto → Deseos destructivos del objeto \ _ AutoB. Placer por la destrucciòn → Sadomasoquismo / destructividad. La teorìa acerca de las pulsiones conserva su base en la biologìa, asistimos ademàs a las argumentaciones con fundamentos filosòficos de los cuales algunas se refieren a A. Schopenhauer -proporcionadas por los volùmenes de O. Rank.-, a Barbara Low, a Platon, a los Upanishad, los cuales confirmarìan sus hipòtesis en el àmbito “metabiològico”.9 A principios de 1920 murieron su hija Sophia y el amigo Anton von Freund, con respecto a la escritura continuarà su labor sòlo en mayo. Los postulados de la antìtesis pulsional de la vida y la muerte que tienden hacia un retorno al estado inorgànico -de ausencia de la vidapreceden a la muerte de Sophia. Algunos autores pretenden suponer que esta teorìa pulsional tenga su origen en la experiencia de luto que vivenciò Freud en este periodo de tiempo, sin embargo, son hechos totalmente independientes.10 Los datos històricos comprueban que el capìtulo seis de Màs allà del principio del placer definido como prolongaciones remarcadas -en una carta a Firenczi- en realidad fue redactado entre mayo y el fin del verano de 1920. 9 Campanille P. (2021) Freud dopo lìultimo Freud. Ed. Franco Angelli. Milan. 10 Es el pensamiento biogràfico de Gubrich-Simitis. 25 Freud se opone firmemente a Wittels que resaltaba en la biografìa la importancia de los eventos de luto en el desarrollo de la teorìa de la pulsiòn de muerte, no sòlo este autor sino tambièn otros compartìan esta posiciòn en cuanto factor determinante para la escritura del sexto capìtulo de Màs allà del principio del placer. El anàlisis de las pulsiones agresivas propone considerar la tesis de que la agresividad hace parte de la constituciòn humana. Con la investigaciòn del sadismo y el masoquismo, cuya intensidad no fue posible atenuar en la clìnica de las resistencias, se descubre cual es la base de las confrontaciones bèlicas en los Estados organizados por el Derecho internacional. En la teorìa el masoquismo defiende como finalidad la autodestrucciòn pero se encuentra con el sadismo cuya intenciòn es la de proyectar hacia el exterior la impulsividad agresiva. Si estas fuerzas agresivas no encuentran satisfacciòn en la descarga hacia el mundo externo pueden retro-traerse e incrementar los niveles de autodestructividad en contra del sujeto mismo, y se convertirà en un factor predominante de la personalidad. Es como si el neuròtico tuviera necesidad de destruir algo o alguien para no destruirse a sì mismo, para poder preservarse de la tendencia a la autodestrucciòn. Es la tendencia a regresar al mundo inorgànico, tiende a prevalecer la precipitaciòn hacia la vida inanimada, como si compartieramos una pulsiòn que quiere eliminar la vida y re-inserir la cualidad no-vital. En 1937, con Anàlisis terminable e interminable, la invitaciòn a considerar la importancia de la dualidad pulsional, pulsiòn de vida y pulsiòn de muerte, es claramente marcada, todos los fenòmenos que observamos normales o patològicos y las mismas funciones vitales han de ser pensadas sobre la base de la influencia de los dos grupos pulsionales y de su interacciòn recìproca. La agresividad en cuanto la parte visible de la pulsiòn de muerte -si esta no exterioriza sus condiciones se reservarìa a un operar 26 silencioso-, se expone de manera diferenciada en El malestar en la cultura y plantea la formulaciòn de nuevas problemàticas. La nueva propuesta del dualismo pulsional es formulada con base en los fenòmenos de la compulsiòn a la repeticiòn, la reacciòn terapètica negativa, en todo aquello que reflejarìa una fuerza opuesta al principio del placer. Los diversos niveles de abstracciòn de la teorìa y la observaciòn clìnica consolidan la objetividad del anàlisis. 27 28 4. PSICOANÁLISIS DE LA NEUROSIS DE GUERRA Los afectos percibidos permanecen fijados a la memoria pero la formaciòn de sìntomas pueden manifestarse en cualquier momento de la historia personal. La hipocondrìa, la angustia, la hiper-sensibilidad, las explosiones de ira, el desorden afectivo, la exigencia de afecto, se deben al hecho de que la libido del sujeto, sustraìda a los objetos es reinvertida sobre el yo, de modo que dichas actitudes provienen de una modalidad de narcisismo primario -atàvico- comprendido como el retorno a las fases remotas en la evoluciòn subjetiva y colectiva. Una de las expresiones paradigmàticas de la pulsiòn de muerte al interior de los procesos psìquicos es la compulsiòn a la repeticiòn de algùn signo caracterìstico o conectado con situaciones traumàticas donde se pudo haber generado cierta predisposiciòn a las tendencias socio-agresivas.11 Algunos sentimientos de omnipotencia o el haber sufrido una perdida afectiva con un valor incalculable de afecto inducen al yo hacia el retorno a estados anteriores de relaciòn fraterna donde se experimentaron especiales intereses por la competencia, la envidia, la avidità, el desorden, entre otras. Segùn E. Simmel, los efectos modificantes del tratamiento psicoanalìtico tienen una extensiòn temporal màs o menos duradera dependiendo de cada experiencia singular. Es el caso del anàlisis de las neurosis de guerra cuyo nùcleo conflictivo es preciso des-entretejer para revelar el caràcter traumàtico de su estructura.12 La investigaciòn psicoanalìtica acerca de los factores que intervienen en las neurosis de post-guerra descubre que la formaciòn del sìntoma se expresa mediante fuerzas pulsionales de naturaleza libidinal y 11 Freud S. (1920) Màs allà del principio del placer. Amorrortu Ed. Buenos Aires. 12 Jones E. (1918) Le nevrosi di guerra e la teoria freudiana. Ed. Macmillan. Toronto. 29 mediante la conflictividad entre el yo y las exigencias del ello que aquel mismo rechaza. La transformaciòn del yo a causa de las perturbaciones neuròticas de la guerra divide una parte pacìfica del yo -anterior-, respecto a una parte agresiva del yo -posterior-. De modo que por la condiciòn natural de supervivencia el yo-anterior buscarà defenderse del yo-posterior agresivo en cuanto representa un peligro para su integridad. Neurosis de guerra ↓ ↓ Formaciòn de sìntomas ↓ Fuerzas pulsionales ↓ ↓ Naturaleza libidinal - Conflicto entre el yo y el ello ↓ ↓ Parte pacìfica del yo - Parte agresiva del yo ↓ ↓ Yo anterior -Defensa- Yo posterior Esquema de la neurosis de guerra Freud postula que la circunstancia externa de la guerra despierta conflictos inconcientes en estrecha relaciòn con el caràcter de la libido y la neurosis en tiempos de paz. Con la configuraciòn de las neurosis de guerra se observò la necesidad de establecer un paralelo entre esta y las neurosis de origen traumàtico en tiempo de paz, para luego, homologar determinados sìntomas que se distinguieron por su similitud. El mètodo adecuado para dicho tratamiento es el anàlisis de la transferencia y su implementaciòn contextualizada en cuanto tècnica de dilucidaciòn y catarsis de algunos contenidos represados en el pasado. Una neurosis de guerra puede llegar a transformarse en una neurosis de transferencia para revelar aquellos elementos adheridos a la dinàmica psìquica del sujeto, angustias relativas a la libido sexual 30 inhibida, temores reales por la pèrdida de la vida, proyecciòn de afectos sado-masoquistas, tendencias reactivas de violencia o venganza. Las situaciones crìticas de la guerra imponen al yo la urgencia de protegerse respecto a un peligro real externo que se constituye como un factor homologable con un peligro interno o un delirio paranoico. En tiempo de paz el yo se siente amenazado por las pulsiones del ello, en tiempo de guerra el yo se siente en peligro con respecto a las respuestas del enemigo, en ambos casos el yo teme que se destruya su integridad, por una parte desde la energìa libidinal y por otra parte a raìzde la violencia externa. Sin embargo, segùn la experiencia clìnica, en las situaciones de guerra el pànico evoluciona, mayormente, con base en un enemigo interiorizado en cuanto producto de un conflicto pasado o como respuesta a una precedente neurosis con una estructura màs simple. Antecedentes històricos de la neurosis de guerra Segùn S. Ferenczi13. El experimento de la guerra es destinado al fracaso por aquello que se refiere a los estados psìquicos ulteriores al conflicto armado, la neurologìa, la medicina y la psiquiatrìa habìan perdido la batalla. Algo hubo de faltar, los neuròlogos concebìan el diagnòstico de la neurosis traumàtica de guerra sòlo por la apariciòn de signos fisiològicos, por “eslabones” referidos a la cadena de mecanismos de inervaciòn que manifiestan intrincaciones bloqueadas, conductos nerviosos perifèricos que correspondìan a especulaciones de “mitologìa cerebral” segùn lo demostrò R. Gaupp. Por aquello que se refiere a la sustentaciòn teòrica de estas descripciones presenta gran utilidad el estudio de la acinesia amnestèsica, la mioclonìa trepidans, es este el enfoque que plantea ademàs D. Oppenheim en cuanto un elemento de consenso entre la comunidad cientìfica pero conservando siempre cierto nivel de reserva. 13 Congreso alemàn de neuròlogos en Mònaco de Baviera. 31 Por su parte, F. Goldscheider postula que en las causas de los sìntomas nerviosos los factores mecànicos se han separado con respecto a los factores psìquicos. El parecer de Cassierer, Schuster y Birnbaum es similar en cuanto consideran que las neurosis de guerra habrìan de ser causadas màs por conmociones que por afectos -Aschaffenburg-, que con toda seguridad se trata de una conjunciòn entre conmociones y afectos. Von Sarbó. Las causas de las neurosis traumàticas corresponden a daños histològicos micro-estructurales en hemorragìas capilares del òrgano nervioso central. Sachs y Fauser. Las neurosis traumàticas son la consecuencia neurològica de las perturbaciones de la secreciòn glandular endocrina producida por el schock afectivo. De esta manera se homologa a la enfermedad de Graves-Basedow postraumàtica.14 L. Strümpell. Este autor abandona la concepciòn orgànicomecanicista y propone elementos de orden psìquico, fantasìas de avidita, una posible aseguraciòn econòmica posterior, representaciones mentales patògenas, autosugestiòn que producirìa en ùltima instancia inervaciones nerviosas. No indica el factor afectivo y plantea que se requiere ademàs un mètodo de investigaciòn. Mörchen y Bonhöffer. Proponen una psicogènesis de las neurosis traumàticas donde algunos casos clìnicos se sienten al seguro en prisiòn libres de los peligros de la guerra, la teorìa mecanicista no esta en grado de poder esplicar estas derivaciones. Schuster. Resalta la desproporciòn del trauma con los efectos neurològicos pero acepta la etiologìa de lo “subconciente”. K. Singer. En el trauma psìquicocon origen bèlico nace una extrema dificultad o carencia de adaptaciòn al estìmulo, se presenta una 14 La enfermedad de Graves-Basedow afecta directamente a la tiroides, sus sìntomas son nerviosismo, insomnio, palpitaciones, sudoraciòn, temblor en las manos y ojos saltones. 32 conciencia confusa de la sintomatologìa. G. Kauptmann y F. Schmidt Considera que la insurgencia de los sìntomas de guerra no representa que tengan que tener un origen natural ya que algunos sujetos buscan superar el trauma con la cura mèdica y si deben volver al lugar de guerra los sìntomas reaparecerìan como factor de actividad psìquica. Nonne. Este autor reconociò la insurgencia del trauma de la guerra en la psicogènesis, ensayò la hipnosis, la sugestiòn, haciendo desaparecer temporalmente los sìntomas, excluyendo la causalidad moleculare en los tejidos nerviosos. Un factor patògeno que puede ser tratado y eliminado con tratamientos de orden psicològico corresponde precisamente a un sìntoma de orden psìquico y no tanto fisiològico. Las explicaciones organicistas toman distancia de las nuevas teorìas psicògenas. Con M. Charcot se descubre que detras de los procesos traumàticos de guerra no sòlo pre-existe una psicogènesis sino que ademàs prevalece un estado afectivo latente, unas conexiones entre algunas manifestaciones de la emotividad y los recuerdos de las vivencias del sujeto. La neurologìa va reconociendo la necesidad de fortalecer hipòtesis de orden psicògeno en cuanto la neurosis de guerra tiene un origen psìquico desencadenada por factores afectivos, sus sìntomas coinciden con posteriores procesos inconcientes que buscan vìas disponibles de salida. Los estudios neurològicos revelan ademàs que existe un “estancamiento” psiconeuròtico, signos de divisiòn segùn los cuales las acciones de una “alteraciòn gravìsima” producen disociaciones de la emotividad en los contenidos de las representaciones mentales. K. Birbaum sostiene que muchas de las aclaraciones otorgadas al origen de las neurosis de guerra contienen elementos psicològicos donde co-existen deseos o fijaciones inconcientes en cuanto condiciones que delimitan el estado de la sintomatologìa. El 33 psicoanálisis no sòlo verificarà esta lìnea de trabajo sino que ademàs investigarà las reacciones relativas a la represiòn de estos deseos. Tambien O. Vogt acoge el genuino criterio freudiano desde el cual la realidad psìquica en situaciones de extrema opresiòn se refugiarìa en la enfermedad, reconoce que la represiòn que se origina es de naturaleza inconciente y no conciente. Por su parte H. Liepmann divide los sìntomas de las neurosis traumàtica de guerra en efectos inmediatos del trauma psìquico y en los mecanismos psìquicos con una direcciòn “finalista”. Observamos que la neurologìa ha configurado una serie de tèrminos imorescindibles para la investigaciòn futura del psicoanálisis: abreaciòn, lo inconciente, mecanismos psìquicos, disociaciòn de la afectividad, representaciòn, trauma afectivo, recuerdos patògenos, entre otros. Los hallazgos de la sintomatologìa de la neurosis en tiempo de paz se asimilan a los sìntomas de la neurosis en tiempo de guerra. La problemàtica relativa a la predisposiciòn es abordada ademàs por R. Gaupp y R. Laudenheimer al reconocer que la gran mayorìa que la gran mayorìa de los casos clìnicos corresponde a neuropatìas o psicopatìas donde el factor desencadenante de la guerra cumple un papel determinante. La probabilidad de que pre-exista un estado psicopatològico produce valoraciones del orden de aspecto nocivo que ya operan en el sujeto. La teorìa psicoanalìtica ha discernido acerca de la predisposiciòn y el “hecho traumàtico” disponiento la hipòtesis de que estos actùan de modo recìproco en el conjunto de los componentes etiològicos. a. Predisposicòn alta → trauma no excesivo → Resultado: neurosis b. Predisposicòn baja → trauma excesivo → traumàtica Es indispensable profundizar sobre la naturaleza de la predisposiciòn estudiando las condiciones de formaciòn de la vida psìquica del 34 sujeto. La gran mayorìa de estos autores coincide en reconocer las alteraciones del caràcter luego del evento agresivo tales como apatìa, hiper-excitabilidad, reacciones aceleradas, entre otras. Còmo hipòtesis de observaciòn indican que tal vez no se trate de efectos directos del hecho violento sino de reacciones psìquicas destinadas a este acontecer, a la tendencia que tienen los seres humanos por buscar una protecciòn, para tratar que no se repitan aquellas experiencias desagradables en el futuro, asimismo, el organismo humano dispone de las mismas medidas auto-protectivas. El sìntoma tiene como funciòn la expresiòn del pànico padecido pero tambièn hay que reconocer que la enfermedad representa parcialmente los recuerdos, el residuo de “dispositivos innatos de defensa y resistencia que no han sido orientados suficientemente. D. Stern, subraya que en la neurosis de guerra ha de incluirse el factor de la privaciòn siendo particularmente idòneo a la producciòn de la perturbaciòn psìquica el estado singular de la represiòn afectiva a la cual es subyugado el sujeto. La estrecha correlaciònn entre sìntoma y contenido psìquico es imprescindible para la abreaciòn en tèrminos de poder revivir las emociones del evento traumatizante. Un fenòmeno considerado por algunos neuròlogos como un mero hecho fisiològico, por ejemplo perder los sentidos, desmayarse, durante graves hechos de violencia han de comprenderse como la precipitaciòn misma de un sìntoma de origen psicògeno, una fuga de la conciencia con el objetivo de evitar que el sujeto perciba concientemente una circunstancia muy peligrosa para su integridad. Recordemos que la cosmovisiòn psicoanalìtica del ser humano no equipara “vida psìquica” con “vida conciente”. Con el descubrir de la dinàmica inconciente se ha revelado ademàs el rechazo conciente de la sexualidad -propia y ajena-, el narcisismo primario y sus fijaciones posteriores, el amor por el yo en la demencia precoz y en los estados paranoides. 35 Los estados graves de angustia-postguerra producen reacciones variables en cuanto se ha perdido la confianza en sì mismo y en los demàs, se podràn presentar problemas con la deambulaciòn (astasie, abasie con temblor), despuès de la explosiòn de una bomba o de haber caìdo debajo de los escombros. Estas acciones han propiciado un daño permanente a la autoestima de modo que el malestar se representa como una defensa en contra de la angustia. Es la estructura especìfica de la funciòn de las fobias donde el nùcleo central del yo rechaza unos contenidos psìquicos que generan el sentido de sentirse en peligro o amenazado con base en experiencias anteriores cuya dramaticidad ha marcado huellas permanentes en la dinàmica intrapsìquica y en la comunicaciòn con los otros. Otro rasgo que se extiende al padecer de los sujetos que sufren esta serie de consecuencias psicofìsicas es el de la producciòn de una exagerada exigencia de amor, manifestaciones narcisistas de exasperada sensibilidad y de reactividad asociadas a estados infantiles de la personalidad. Es como si un afecto intenso no pudiese estabilizarse por vìas no sintomàticas y tuviese que “regresionar” a mecanismos reactivos ya abandonados pero todavìa presentes en la realidad latente. 36 5. ANSIEDAD PARANOICA EN LA GUERRA Y LA TEORÍA DE M. KYRLE Otro autor que realizò una extensa investigaciòn en su libro El desarrollo de la guerra fue M. Kyrle, quien luego de reseñar los factores màs comunes enlazados al discurso bèlico como lo econòmico, la lucha por la existencia, la superpoblaciòn, las ambiciones, la tendencia a la venganza, temores proyectados, entre otros, otorga a cada uno de estos una realidad parcial analizàndolos segùn tres puntos de vista: 1. La teorìa sexual de la guerra, la exploraciòn del mundo inconciente y la simbologìa fàlica. 2. La teorìa edìpica, el origen del parentesco con el cual los sujetos interactùan con los grupos sociales. El anàlisis de la ambivalencia inconciente hacia la figura paterna y sus sìmbolos ulteriores. 3. La teorìa paranoica relativas a M. Klein sobre la evoluciòn psìquica del infante, el operar de las proyecciones y las introyecciones fantasmàticas en cuanto configuraciones autoplàsticas del placer y del displacer, de las internalizaciones y las externalizaciones, de la ansiedad persecutoria acerca de un posible enemigo interno fantaseado, del sentido de impotencia frente a la identificaciòn con procesos patògenos latentes. Dicho esquema de realidad explicarìa en parte la teorìa edìpica del conflicto armado, las idealizaciones antagònicas en los lìderes como representaciòn de las simbologìas de la figura paterna. El proceso de malestar psìquico experimentado por el infante revela el paradigma del anàlisis psicoanalìtico de la guerra estructurado en el adulto. La teorìa sobre los signos paranoicos en los procesos bèlicos produce como variable que la conflictividad se transforme en guerra en cuanto las diferencias reales tienden a ser tratadas con visiones del mundo deformadas con posiciones radicalizadas, con fundamentalismos destructivos, alejados de los fines secundarios. 37 Con la extremizaciòn de la percepciòn del otro en cuanto objeto de odio se agudiza la posibilidad destructiva de las inter-relaciones, en la experiencia del amor la presencia del otro es algo indispensable para la fortaleza del yo mismo hasta representar un factor constitutivo. En la experiencia de la pulsiòn agresiva la presencia del otro significa la negaciòn de la existencia del proprio yo, una amenaza a su integridad. Experiencia del amor →presencia del otro → fortaleza del yo → constructivo Pulsiòn agresiva → presencia del otro → negaciòn del yo → desintegraciòn El peligro proviene de la organizaciòn psìcòtica del otro-enemigo como radicalizaciòn destructiva en el proceso concflictivo, la complicidad del anàlisis resalta cuando se tratan dificultades reales mediante modalidades psicòticas: 1. Manifestaciones de perturbaciones innatas. 2. Actualizaciòn de modos de ser primitivos con el mundo externo. 3. Actuaciones derivadas de los primeros lazos de inter-relaciòn con las fuguras materna, paterna y fraternal. 4. Expresiones de crueldad acumuladas en el tiempo. 5. Imposiciòn de estratgeias agresivas originarias. La ansiedad depresiva -colectiva- suscitada por periodos de crisis provocan la elecciòn de lìderes que buscan actuar con procedimientos paranoides. La tendencia a entrar en guerra para huir de la depresiòn significa un desafìo ante las nuevas amenazas y frente a sus distintas modalidades de expresiòn, las concretas operaciones defensivas respecto a peligros imaginarios llegan a transformarse en verdaderas acciones -en cuanto pretextos- que ocultan la etiologìa psicòtica de la situaciòn. El yo patologizado utiliza la guerra como antidepresivo proyectando su agresividad sobre supuestos objetos malignos -imaginarios-, trabaja para hacer posible que estos mecanismos alucinatorios puedan 38 volverse reales conviertiendo en enemigos aquellos que se diferencian de sus racionalizaciones y no le patrocinan sus deseos magalòmanos. Las perturbaciones de la formaciòn del caràcter se basan en aquello que manifiestan las medidas defensivas contra la angustia persecutoria y depresiva. Cuando se niega la culpa frente a los hechos realizados puede ser rastreado un factible sìntoma en la racionalizaciòn representado en una de estras tres coordenadas: 1. La tipologìa del autoritario que se vuelve inhumano para poder alcanzar aquello que es considerado un “deber”. 2. La tipologìa del obsesivo donde el superyò parece dominar al yo, constituye aquellos lìderes històricos que tienen èxito estableciendo nuevos paradigmas de actuaciòn. 3. La tercera tipologìa es hipo-paranoide donde el sujeto ve proyectado su sentido de culpabilidad. Cada una de estas tres tipologìas involucra vestigios traìdos a colaciòn por el contexto infantil, obsesiones, fantasìas, ansiedad paranoide, autoritarismos de acuerdo a la presencia de una madre agredida y un padre agresor, por ejemplo. Algunas tendencias de identificaciòn con el objeto agresor tienen la funciòn de buscar controlar al enemigo mismo. Se trata de un mecanismo persistente en la dinàmica inconciente que genera representaciones paranoicas ante el mundo de los otros sin contar con procesos de verificaciòn realistas. Los conflictos sociales reflejan la intensidad de estos procesos cuando se admite la tendencia espontànea a legitimar la confrontaciòn armada al servicio de la pulsiòn de poder -en principio irreconoscible-. Coexisten al menos dos teorìas sobre la relaciòn entre los grupos humanos que fundamentan sus tesis en la psicologìa: 1. Algunos grupos humanos se caracterizan por su ìndole 39 competitiva -como en la teorìa darwiniana de la selectividad-. La versiòn agresiva -inconciente-, de la naturaleza humana convive con el sentido de culpa, de este modo prevalecen los impulsos egoistas y se beneficia indirectamente la supervivencia de la especie. 2. En otros grupos humanos el estado natural del ser humano y de la sociedad consisten en la tendencia a conservar el estado pacìfico y fraternal. En esta concepciòn se niega la capacidad predatoria del sujeto marcado por la culpa, prevaleceràn los impulsos altruistas y se beneficia directamente la supervivencia de la especie.15 Segùn M. Mead, ambas comunidades estàn en peligro de extinciòn, los primeros son demasiado crueles, los otros demasiado buenos, los hàbitos culturales pueden aumentar el nivel de la ambivalencia y esta, a su vez, se re-distribuye en aquellos que son amados y odiados al mismo tiempo. Cuando comienza a evolucionar el afecto del odio y el temor es verosìmil recordar que los primeros objetos temidos corresponden a los mismos objetos sobre los cuales hemos proyectado el primer odio infantil. Las convenciones sociales defienden la regla del no asesinar a los otros por temor al castigo, sin embargo, impulsan la proyecciòn del odio en contra de un enemigo en guerra. Los conflictos derivados entre el odio y el temor son de caràcter originario respecto a la selectividad cultural, son considerados ademàs como causa de las deformaciones de la realidad. La realidad puede ser percibida sea imaginando peligros o enemigos fantaseados sea negando la existencia de amenazas reales y concretas -principio de realidad-. Las angustias latentes producen falsas identificaciones, asì por ejemplo la identificaciòn de una sociedad con un objeto-cruel proyectado crea las condiciones en las cuales esta sociedad se observa 15 Money-Kyrle R. E. (1937) The Development of war. En Brit. Jour. Of Med. Psych. (1951) Psychoanalysis and Politics. Ed. G. Duckworht. London. (1941) Some Aspects of Political Ethics from Psycho-Analytical Point of View. En Brit. Jour. Of Med. Psych. 40 a sì misma como amenazante y sospechosa, por lo tanto optarà por emprender el ataque bajo la supuesta declaraciòn defensiva. No obstante, puede experimentarse la situaciòn diferente donde el sujeto puede buscar sustraerse a la ansiedad paranoica -latente- negando la inminencia de un riesgo real y concreto. El ìdolo polìtico es idealizado pero tambièn odiado, en el juego de lo manifiesto y lo inconciente, entre el mundo externo y el mundo interno. El aumento de los niveles de enfermedad es un gesto irracional en cuanto proviene de falsas identificaciones que fortalece la ansiedad paranoica. Factores como la apatìa cìnico-depresiva, el pacifismo que por temor a la violencia nos hace permancer paralizados en la capacidad de defender aquello que se ama, desempeñan un papel decisivo en la producciòn del sentimiento de culpa. Desentrañar la historia de las condiciones psìquicas de la guerra significa desentrañar las condiciones de la demencia en sus mùltiples fases de evoluciòn. 41 42 6. E. GLOVER Y EL CONFLICTO INTERNO La investigaciòn teòrica realizada por E. Glover se basa esencialmente en la funciòn que representa el sadismo y el masoquismo en el conflicto armado. De hecho la guerra es considerada como la demostraciòn evidente de la manera en que los impulsos agresivos explican las reacciones del sujeto con un propòsito totalmente diferente al del fin biològico. La direcciòn de la fundamentaciòn polìtico-econòmica determina el enfoque bèlico en cuanto respuesta a una dialèctica por la autoconservaciòn, sin embargo, los resultados en su conjunto son destructivos. El reto del psicoanàlisis es descifrar la dimensiòn sadomasoquista segùn la cual tiene vida la guerra resaltando la fuente inconciente y la etiologìa infantil. Existe una correspondencia de identidad entre la organizaciòn inconciente que conduce a la estructuraciòn psìquica de la guerra y la organizaciòn inconciente en el tiempo de paz, una se diferencia radicalmente sòlo por el objetivo especìfico de la finalizaciòn. Incluso el pacifismo puede ser considerado un factor defensivo del sadismo inconciente, esto se descubre con el anàlisis de la neurosis transferencial propiamente dicha. Un Estado que ejerce una paternidad simbòlica sobre un Estado màs pequeño y dèbil asume una funciòn de padre imaginario en las fantasìas inconcientes. El hecho de adjudicar toda la responsabilidad a unos cuantos lìderes oculta una hipocresìa latente. El proselitismo ideològico que ejerce el lìder sobre las masas no procede tanto del “instinto gregario” sino de la idea que estos gobernantes asuman el rol de progenitores imaginarios. La guerra determina el anàlisis antropològico a partir de hechos psicològicos con aquellos mismos mecanismos implicados en el 43 canibalismo y el sadismo. Las sociedades contemporàneas han perdido la posibilidad de disipar las tendencias asesinas mediante el uso ritual de compensaciones, actualmente el ejercicio del poder legitimiza la aprobaciòn de la guerra con objetivos ilusorios donde la etiologìa inconciente puede ser dificìlmente rastreada. Mientras que en las culturas primitivas la confrontaciòn bèlica obedecìa a criterios de desplazamiento del dolor por el luto -debido a una de las muertes al interior del proprio grupo-, hacia la venganza contra los vecinos considerados responsables de este hecho, las sociedades actuales deciden la confrontaciòn armada -racional y legalizada-, a partir de disquisiciones en el orden de lo econòmico, lo polìtico, de las fronteras geogràficas, entre otros. Para este autor existe un paralelo real entre la guerra y el conflicto psiquico cada vez que este ùltimo representa un intento por resolver angustias internas, la guerra por su parte simboliza el dramàtico intento por solucionar conflictos inter-subjetivos. Para evitar una catàstrofe a nivel interno el aparato psìquico elige la desintegraciòn deliberada de la organizaciòn social. El complejo de guerra El fundamento del complejo de guerra conducirìa el mundo externo hacia un conflicto de orden interno. Si se analizan los elementos etiològicos de las confrontaciones bèlicas es preciso considerar en primer lugar de importancia la dimensiòn inconciente para no reducirnos a las coordenadas de una actitud meramente reactiva. Las tendencias masoquistas tienden a fortalecer una disposiciòn latente a tolerar y a comprender con satisfacciòn la crueldad de la guerra, màs allà del placer proporcionado por el dolor de la batalla se abre la posibiidad de re-organizar sentimientos de culpa represados. La guerra se instituye como una epidemia causada por un virus 44 desconocido mientras que para ser conocida se coloca en juego una serie alternada de conflictos no manifiestos ya existentes en cada sujeto. La figura paterna, su simbologìa y sus resonancias determinan la metodologìa con la cual los lìderes desean guiar la confrontaciòn. En la dinàmica inconciente se concluye con certeza que: “Los impulsos sexuales infantiles (fantasìas inconcientes), usando los modos arcaicos del pensamiento infantil, son responsables de una confusiòn entre el pensamiento adulto (y los peligros reales) y el pensamiento infantil (y los peligros sean imaginarios o reales).” Aquellos cambios dramàticos de la personalidad frente a una real amenaza de guerra corresponden a los mismos cambios dramàticos de la personalidad en tiempo de paz debido a otras modalidades sintomàticas. Glover retoma la posiciòn de Bribing y Kris sobre la teorìa conflictual y la teorìa traumàtica donde la participaciòn de impulsos homosexuales en las neurosis de guerra conduce al hecho que los conflictos originarios referentes a la existencia de la homosexualidad latente estàn implicados en realidad con la dinàmica de la impulsividad sàdica o masoquista, ambas actùan constantemente de modo sistemàtico en las tendencias thanàticas de la guerra. Por otra parte, en cuanto causa de la elecciòn de la confrontaciòn armada se revela la creencia de no ser lo suficientemente amados, una situaciòn de malestar del yo que no cuenta con una vìa de fuga, un desahogo frente a sentimientos hostiles acumulados. En la neurosis de guerra colectiva la sociedad interrumpe la relaciòn de confianza que alguna vez pudo haber existido respecto a los lìderes encargados, la guerra como defensa y ofensa brinda la oportunidad de desviar los propios impulsos violentos hacia la abstracciòn concreta del enemigo. Algunas de las instancias intrapsìquicas permanecen siempre en guerra, el sujeto proyecta su conflicto en dispositivos de orden ideològico para justificar la vehemencia de sus antagonismos internos. Los Estados manifiestan frecuentemente que la guerra ha sido 45 constituìda sòlo por razones defensivas -paranoides- y que los que hubieron de haber dado inicio son los otros. Otro elemento homologable a la situaciòn psìquica de los protagonistas consiste en la periodicidad de la guerra de acuerdo con la circularidad de problemàticas manìaco-depresivas. El conjunto social considerado como un “todo” -en condiciones ideològicas especìficas-, manifiesta experiencias similares a la psicosis y en particular modo a la esquizofrenia. Una parte significativa de los afectos y de las expresiones del ser humano tiene vida al interior de un grupo, es asì que algunos factores arcaicos de la sociedad pueden ser representados. Yo arcaico 1 → → guerra arcaica e instituciòn Yo arcaico 2 → Sociedad arcaica actual → arcaica que representa un Yo arcaico 3 → → estado primigenio del yo Estos estados pueden ser reastreados a partir del estudio y las condiciones de existencia de un yo arcaico que domina el mundo actual del yo. Se trata de respuestas culturales que de modo subjetivo no se reconocerìan o permanecerìan dispersas. De modo que la “mentalidad social” hace parte integrante de cada sujeto influenciàndolo, orientàndolo, la guerra es un conflicto mental entre los grupos siendo probable que el estudio de variables subjetivas pueda ser aplicado ademàs a las variables sociales en cuanto neurosis sociales. La mentalidad de la sociedad hace parte del yo del sujeto, elementos como el sadismo y el masoquismo inconcientes en la vida pulsional precipitan al sujeto hacia una configuraciòn màs amplia de la impulsividad conductual. Los componentes de la organizaciòn psìquica que habràn de conducir a la conquista de la paz son homologables a los mismos componentes de la organizaciòn psìquica que han decidido el inicio de la guerra, sòlo se diferencian entre sì por los propòsitos finales. 46 Se requiere una vasta investigaciòn acerca de las formaciones defensivas como plataforma de fundamentaciòn para la comprensiòn de la impulsividad sàdica, para implementar en la pràctica un mètodo de tratamiento destinado al anàlisis de algunos grupos sociales caracterizados por su paranoia delirante. Glover concibe las dos sociedades las dos sociedades en guerra en medio a una reciprocidad sàdico-masoquista, sobre el mismo plano de operaciones entre agresores y defensores, en cuanto se comparten propòsitos psicòticos en cada fanatismo especìfico. Las medidas de prevenciòn que se exponen en este pasaje al acto de acuerdo a las dinàmicas subjetivas consisten: 1. Reducir la tensiòn pulsional, es decir los impulsos sàdicos. A un nivel psicopedagògico las figuras de referencia del infante han de evitar metodologìas dominantes y violentas con el fin de no reproducir la cadena psìquica represiòn-reacciòn intergeneracionalmente-. 2. Considerar aquellos dispositivos dirigidos a la inhibiciòn de la “descarga” agresiva. La intensidad agresiva es posible sublimarla, desplazarla, sustituirla, desviarla, aplazarla, en fusiòn con las tendencias provenientes de Eros. Se trata de verificaciones que han de ser correlacionadas con las tendencias generales del grupo social en el cual se halla integrado el sujeto. El rechazo del asesinato implicarìa por ejemplo el rechazo de la guerra, pero mientras que lo primero parece ser una decisiòn subjetiva lo segundo depende de un conflicto organizado. El problema que se ha planteado en la guerra en un plano psicoanalìtico se esquematiza en la supuesta identificaciòn del ello con el superyò mediante procesos sociales, aquì entra en juego la funciòn de la desinhibiciòn de los impulsos agresivos y el progresivo conocimiento acerca de la naturaleza de las fuerzas psìquicas que participan en la precipitaciòn de conductas pendencieras. 47 48 7. PARA UNA HISTORIOGRAFÍA DE LA PULSIÓN DE MUERTE El yo procura encontrar vìas de adaptaciòn en respuesta a la intensidad del trauma pero no encuentra la vìa de fuga adecuada, por lo tanto busca otras alternativas como ir andando de sìntoma en sìntoma, de representaciòn en representaciòn, como en los sueños angustiosos, las fobias, entre otros. El aparato psìquico se esfuerza por explicitar mètodos personales de “curaciòn” fragmentando o transformando en actitudes los hechos violentos que de manera “totalizante” serìan insoportables. Se re-estabiliza asì el equilibrio perdido en la economìa de la libido. En la respuesta a A. Einstein (1932), sobre El porquè de la guerrà se observa la siguiente expresiòn: “El hombre contiene en sì mismo la necesidad de odiar y de destruir”. A partir de la teorìa libidinal Freud responde diferenciando dos grandes grupos pulsionales: el de las pulsiones que tienden a conservar, a unir, y el que propende por destruir y asesinar. Con la evoluciòn de las formulaciones acerca del destino de estas dos realidades desde La pulsiòn y sus destinos, explica la complicidad entre el amor y el odio contribuyendo al trànsito de unas hipòtesis teòricas de mayor abstracciòn, hacia una aplicaciòn en lo real de acuerdo a los datos clìnicos observados. La importancia de esta dualidad se extiende ademàs en modo basilar a las lìneas primordiales que reglamentan las bases de la relaciòn con el objeto -el otro con una individualidad propia-, y con la realidad considerada en un sentido integral: dirigirse hacia el objeto o alejarse del objeto, de su realidad. PULSION A PULSION B Conservar-unir Destruir-asesinar AMOR ODIO EROS THANATOS Acercarse al objeto Alejarse del objeto Principio del placer Principio de realidad PULSION DE VIDA PULSION DE MUERTE Todtriebe 49 Aquello que està en juego es la identidad del sujeto en tanto ambos extremos implicarìan la autodestruciòn de la subjetividad misma. Sin embargo, ambas dimensiones operan en cada ser viviente.16 La pulsiòn de muerte pretende conducir la vida al estado inanimado , se dirige al mundo externo en contra de la integridad de los objetos, mientras el ser viviente protege la propia vida destruya la de otro. El proceso de interiorizaciòn de la pulsiòn agresiva involucra un conjunto de factores patològicos y no patològicos que permanecen por siempre en la operacionalidad psìquica y en la relaciòn con los otros. La relaciòn con el objeto se “construye” estableciendo especìficas diferencias respecto al proprio yo, respecto al mundo exterior y considerando el nivel de la ambivalencia que el sujeto haya incorporado en su relaciòn con los otros. Pero tambièn el mundo interno del sujeto se ha “construido” con base en la funcionalidad del yo y el sistema defensivo en contra de la fuerza pulsional que amenaza con desbordar todo signo de equilibrio. El yo simboliza en torno a la “construcciòn” de la relaciòn con el objeto una serie de representaciones cuyo contenido es configurado por la “fuerza de constancia” adyacente a las pulsiones especìficas. La teorìa del objeto incluye ademàs el impulso a destruirlo aunque si este objeto sea especialmente buscado y su presencia sea imprescindible el sujeto observa que mediante esta experiencia interafectiva comienza cierto nivel autodestructivo, percibe que el dominio de esta pulsiòn agresiva le puede llevar a la destrucciòn de sì mismo. Algunas propiedades inherentes a los mecanismos neuro-patològicos sacan a relucir una gama amplia de tales actitudes infantiloides. Freud despliega la fundamentaciòn de la teorìa pulsional incluyendo el placer por agredir y destruir como resultado de las ramificaciones especializadas de la pulsiòn de muerte. El propòsito principal de esta es la perjudicar la integridad estructural de la personalidad. La 16 La pulsiòn de muerte encuentra su potencial en la realidad en cuanto expresiòn de violencia (Macht, Gewalt), segùn P. L. Assoun, 1989. 50 conceptualizaciòn de la teorìa pulsional obedece a diferentes fases del desarrollo de la investigaciòn psicoanalìtica, la pulsiòn de autoconservaciòn y la pulsiòn de muerte encuentran una aplicaciòn menos abstracta que las fases anteriores de la teorizaciòn. El anàlisis sociològico descrito por Freud conduce a la proposiciòn general que los seres humanos eligen la guerra como seudo-mètodo para intentar solucionar sus conflictos. La teorìa y la abstracciòn de los factores que alteran la calidad de las relaciones cumplen la funciòn de elaborar y desviar los fines pendencieros de la comunicaciòn, del lenguaje, la fuerza corporal fue reforzada y sustituìda por la tecnologìa armamentista. Una colectividad se impone a otra mediante la adecuaciòn de una supuesta superioridad “màs sabia” y desde la cual manipula a una masa dòcil y obediente. Una de las partes de estas dos colectividades habrà de renunciar a sus aspiraciones. El deseo de la muerte del enemigo satisface una tendencia pulsional -primitivizante-, se pretende subyugarlo, sin embargo, este hecho provocò el origen del deseo de venganza en la parte de los vencidos. Un individuo aislado difìcilmente eliminarìa una colectividad pero la colectividad si està en capacidad de agredir y asesinar a cada individuo particular. Se ha predicado tanto el lema la uniòn hace la fuerza, de acuerdo al dispositivo de la circulaciòn del uso del poder ideològico o polìtico. El poder de este grupo de “unidos” representa el derecho en nìtida oposiciòn a la fuerza de mini-poder del sujeto aislado. El poder de esta unidad destruye al sujeto que se oponga a sus objetivos de manera que esta posiciòn de fuerza y administraciòn perdure por el mayor tiempo posible. Al interior de una colectividad surgen una serie de intereses compartidos que fomentan afectos y sentimientos fraternos que considerados en conjunto representan la base del fundamento del derecho del poder social y cultural. 51 52 8. EJERCICIO DEL PODER, DERECHO Y LIBERTAD Un mecanismo intrapsìquico de participaciòn al interno de la identidad colectiva tiene que ver con renunciar a la libertad subjetiva por ejercer violentamente las propias intenciones para poder cultivar el verdadero espìritu social y las condiciones de su conservaciòn. El derecho de poder distribuye desigualmente la fuerza de cohesiòn: “los oprimidos tenderàn constantemente a procurarse mayor poderìo y querràn que este fortalecerse halle eco en el derecho y la ley, es decir, que se progrese del derecho desigual al derecho igual para todos. Esta ùltima tendencia serà tanto màs poderosa si en el ente colectivo se producen realmente desplazamientos de las relaciones de poder.”17 El orden de organizaciòn històrica del ejercicio del poder participa de las condiciones siguientes: 1. Tiende a adaptarse paulatinamente a nuevas distribuciones de la dialèctica derechos-deberes. 2. La clase social en el poder propende por ignorar la tendencia a la renovaciòn y preferirìa la confrontaciòn armada. 3. Buscarìa la liquidaciòn transitoria del derecho con el fin de evitar protestas violentas. Cada propensiòn bèlica contiene exigencias diversas, por este motivo cada guerra presenta rasgos diferentes que aceleran la transformaciòn de la violencia por el establecimeinto de reglas de poder y la soluciòn de nuevas problemàticas con una convenciòn de Estado. Los derechos fueron obtenidos por la fuerza de la voluntad unida de una colectividad que los exigìa arduamente. El temor a la violencia y los lazos afectivos conservan la unidad de la 17 Freud S. (1932-33) El porquè de la guerra. Amorrortu Ed. Tìtulo original en alemàn: Warum Krieg?. 53 sociedad en cuanto còdigos de identificaciòn que fortalecen las alianzas socializantes. El progreso de nuestros Estados se ha interpretado a partir del proceso històrico que parte desde la vioencia -en bruto-, hacia la obtenciòn del poder mediante el predominio del mundo de las ideas. Los intereses singulares del ideal del yo han sido un pretexto del aparato psìquico para movilizar los impulsos agresivos no sòlo en contra de los otros sino ademàs hacia sì mismo. Los impulsos agresivos comparten comparten un origen anàlogo al de los impulsos auto-agresivos, es aquì donde la pulsiòn de muerte representa el propòsito destructivo en dos direcciones: cuando es proyectado hacia lo externo y cuando es proyectado sobre un objeto internalizado. Para proteger sus propios intereses, ideas, ideales, intuye la necesidad de eliminar las ideas de los otros. La teorìa psicoanalìtica ha explicado un amplio conjunto de hechos psìquicos -patològicos y no patològicos-, procesos dinàmicos y mecanismos primarios mediante la intervenciòn directa de la pulsiòn de muerte. Actitudes como la percepciòn moral o la weltanschaung de una colectividad suelen presentarse acompañadas de la represiòn de los impulsos agresivos. Freud plantea que es imposible eliminar por completo los impulsos agresivos del ser humano, sin embargo, es posible desviarlos de modo que no busquen su punto de fuga prefiriendo la guerra. Como alternativa secundaria la naturaleza de la agresividad es susceptible de ser transformada, sublimada, re-invertida y en especial, re-interpretada por las normas del lenguaje y la comunicaciòn. Es màs fuerte la alianza de unidad entre los seres humanos que la inclinaciòn agresiva cuando todas aquellas acciones destinadas a producir redes sociales, identificaciòn de ideales y valores tienden a clarificar la contraparte de las todstriebe, o sea, la cultivaciòn proyectada de la pulsiòn de la pulsiòn de vida mediante dos vìas de trabajo: 54 1. Las motivaciones relativas a la operaciòn de conquistar el objeto de amor, el amor social, profesional, sin un propòsito necesariamente genital. 2. Los procesos de identificaciòn en torno a diversos factores comunes entre los seres humanos despiertan afectos socializantes, con base en estas posiciones psìquica la cultura evoluciona hacia re-construcciones que se orientan en una direcciòn paralela a las demàs pulsiones. Algunos de las màs importantes argumentos en este proceso de elaboraciòn los indicamos sucintamente asì: -Abordaje de los ideales, los criterios de valor, la orientaciòn de la pulsiòn de vida y los canales de la sublimaciòn. -La relaciòn con el objeto y del amor social. -La identificaciòn con factores comunes, inter-humanos. -El rechazo conciente de los contra-procesos destructivos en contra de la humanidad. -El deseo por superar la representaciòn metafòrica del “padre malo” y sus fantasmas latentes. -Elaborar la parte paranoica y esquizofrènica de un yo neuròtico. -Abordar el trauma agudo y sus derivaciones conflictivas. -Elaborar las influencias ero-thanàticas de la figura materna. -Tratar los transtornos del narcisismo patològico o megalomanìaco. La hipòtesis freudiana segùn la cual la situaciòn ideal corresponde a una organizaciòn social donde los seres humanos hayan doblegado la intensidad de sus pulsiones a la “dictadura” racional requiere de algunas verificaciones sobre la pràctica ya que se trata de un objetivo imposible. Ningùn ser humano vive sin sus contradicciones afectivas -internas-, innatas y adquiridas, la razòn equivale a una funcionalidad mìnima en el ejercicio mental de la cotidianidad. La unidad de los sujetos es una ilusiòn y depende de las fases 55 històricas que posteriormenta habràn de revelar el perfil pulsional de la comunicaciòn y de las tendencias neuròticas adyacentes. La guerra plantea un principio de realidad creado por las pulsiones infantiles mientras que los deseos de paz continùan a ser representados por una utopìa pacifista. Las luchas armadas participan de la historia de la humanidad aunque si la misma sociedad no las apruebe en cuanto un factor inherente a la naturaleza colectiva de la cultura. Cada sujeto posee el derecho biològico a construir su propia existencia sin la intrusiòn de acciones violentas ajenas de quienes tratan de ejercer una supremacìa ilusoria. El sujeto se ve expuesto a padecer situaciones ignominiosas e indignas respecto a sus aspiraciones humanistas de consenso. Guerra y psiquè Los criterios que fundamentan algunos de los principales valores individuales y colectivos resultan bruscamente contrastados por la impulsividad mecanicista de la pulsiòn de guerra. ¿Còmo es posible que la evoluciòn històrica del sujeto en colectividad no respalde el valor de la paz con toda su racionalidad e intelectualidad? Hemos de responder que prevalece la fuerza de la pulsiòn y las “cicatrices” inconcientes que luchan por salir a la superficie como la lava del volcàn confirmando las paradojicas batallas entre diferentes ideologìas doctrinas o cosmovisiones. Aunque si cada guerra engendra sus rasgos singulares es de considerar que la tendencia a destruir inescrupulosamente otra colectividad provoca, por fuerza, el despertar del derecho a la legìtima defensa de la otra colectividad. ¿De què manera podemos homologar la angustia del ser humano a la impotencia de la humanidad entera frente a la precipitaciòn de la guerra? Son dos fuentes de dolor paralelas y permanentes aunque si en el presente hayan tiempos de paz permanece un temor estructurado 56 por futuras confrontaciones bèlicas del proprio Estado frente a otros. El yo, en sus propiedades de procurar un equilibrio entre intereses opuestos interioriza las tendencias agresivas. Este hecho representa dos consecuencias factibles, la primera es la represiòn peligrosa de unos impulsos “primitivizantes”, la segunda tiene que ver con la oportuna racionalizaciòn secundaria que habrà facilitar acuerdos elaborados entre las diversas partes del conflicto. El temor por las guerras futuras expresa reciprocidad con el temor provocado cuando ya la guerra ha iniciado, ambas imponen al sujeto una modalidad de respuesta segùn un peligro percibido, se siente complice pero al mismo tiempo responsable bajo la forma de la culpa, sìmbolo dde la no-evoluciòn sociocultural. Con la experiencia de la guerra se reviven situaciones psìquicas originarias relacionadas con la exigencia de afecto dirigidas al objeto de identificaciòn, el yo se siente amenazado por el principio de la destrcutividad con reacciones paranoicas frente al luto no elaborado, frente a la impulsividad del odio y los efectos de la culpa. El amor, del cual el yo ha esperado una gama de respuestas en la infancia ha sucumbido a la decepcionante “tempestad bèlica”. 57 58 9. PULSIÓN SOCIAL DE VIDA – PULSIÓN SOCIAL DE MUERTE La pulsiòn agresiva se sirve de pulsiones menores como la pulsiòn de posesiòn, la pulsiòn de apropiaciòn, la pulsiòn sàdica que condicionan las mùltiples exigencias del yo en torno a objetos de odio interiorizados como el fantasma de un “seudo-padre” o de una “seudomadre” en cuanto fuentes de alucinaciones persecutorias. El ejercicio de la crueldad llega a sustituir los acuerdos por la vìa de la amistad entre los pueblos, pero es la enfermedad que se establece como una opciòn de soluciòn entre los intereses de autoconservaciòn y las exigencias de la libido. En este desencuentro el yo puede ser vencedor pagando caro el costo de extremos sacrificios y renuncias. La pulsiòn social de muerte trabaja silenciosamente en el campo latente de la dinàmica psìquica, insiste ha menudo sobre el criterio de la auto-destructividad. Sin embargo, otra parte de esta pulsiòn se dirige hacia el mundo exterior manifestàndose como un impulso agresivo y desintegrador. El ser humano realiza entonces una transaciòn favorable: en lugar de autodestruirse a sì mismo destruye algo perteneciente al mundo exterior. Pulsiòn de muerte ↓ Orientaciòn de ataque ↓ Impulsos destrctivos o de posesiòn ↓ ↓ Al proprio yo(masoquismo) Al mundo externo(sadismo) ↓ ↓ Constante (interactùan) Variable Esquema de la ambivalencia Las fuerzas autodestructivas tienen un caràcter constante mientras aquellas que se dirigen al mundo exterior debido a las reglas sociales 59 presentan un caràcter variable. No obstante, nunca se presentan totalmente aisladas sino que proceden de modo amalgamado en proporcionalidad diferenciada, y de lo cual no poseemos una percepciòn muy nìtida.18 El propòsito de una cohesiòn entre los componentes de una sociedad es ilusorio mientras que domine el principio general de uno contra todos y todos contra uno, la cultura se restringe asì a una definiciòn que se contextualiza con base en las propias limitaciones pulsionales inherentes a la naturaleza psìquica de los individuos. Realidad psìquica individual → Sistema organizacional Cultura → sociedad lo exterior → “Individuo social” Los impulsos agresivos pretenden dominar el mundo mediante el uso del poder y el ejercicio de gobernar, cada contraparte defiende su posiciòn y argumenta sus motivaciones. La evoluciòn cultural es configurable a partir de esta lucha entre Eros y muerte, pulsiòn de vida y pulsiòn de muerte como testimonio de la condiciòn humana y de su encuentro entre las fuerzas discrepantes de su proprio yo. Una parte de la producciòn de las leyes a nivel del derecho legisla y defiende el estado de paz, pero otra parte aprueba y justifica la guerra por imposiciòn o por defensa cultural. De manera similar una parte del yo se esfuerza por autocontrolar sus pulsiones agresivas mediante el uso de la razòn y del lenguaje, pero de modo paralelo una porciòn significativa del mismo yo justificarìa la manifestaciòn de la agresividad por iniciativa propia o por sentido de defensa. Pulsiòn de vida Pulsiòn de muerte ↓ ↓ Parte pacìfica del yo parte agresiva del yo ↓ ↓ Pulsiòn social de vida pulsiòn social de muerte ↓ ↓ El yo social de la vida el yo social de la muerte Esquema del yo social ero-thanàtico 18 Postula Freud respecto al escepticismo sobre la teorìa de la pulsiòn de muerte: “Mucho menos sorprende que tambièn otros hayan mostrado idèntica aversiòn y que aùn sigan manifestàndola, pues a quienes creen en los cuentos de hadas no les agrada oir mencionar la innata inclinaciòn del hombre hacia “lo maligno”, a la agresiòn, a la destrucciòn, y con ello tambièn a la crueldad. Ibìd. 60 La dinàmica ero-thanàtica opera interactuando entre factores opuestos y como ya lo habiamos escrito nunca trabajan de una manera aislada sino cohesamente. La organizaciòn social controla la peligrosa inclinaciòn agresora de los sujetos que debilita, desarma y censura las aspiraciones vitales del yo, existe una instancia alojada en su proprio interior -como un guardia centinella-, denominada superyò destinada a observar las decisiones de cada percepciòn. La tensiòn entre el cruel superyò y el yo que es subordinado a èl se denomina sentido de culpa y se refleja generalmente con la necesidad inconciente de castigo. La agresiòn del sujeto no logra exteriorizar totalmente la tensiòn interna sino que esta tiende a retornar al lugar de origen, es decir, el proprio yo se re-incorpora a una parte del superyò en calidad de enemigo de las partes restantes actuando como conciencia moral despliega duras agresiones en contra de las expectativas eròticas, que, en condiciones diferentes aquel mismo yo habrìa dirigido hacia otros sujetos.. Agresiòn retorna hacia lo → al superyò → externo → y a la esfera → reprimida de su influencia ataca se crea la tensiòn al yo: → culpabilizante auto→ y la necesidad agresiòn de castigo. Mecanismo de internalizaciòn de la agresiòn represa Describiendo la respuesta sobre el origen de una supuesta conciencia racional hay que observar la renuncia a la agresiòn como un hecho fundacional que luego habrà de repetirse a un nivel inconciente. A menudo, la manifestaciòn de la agresiòn tiene que ver con el proceso de fortalecimiento de la asì denominada conciencia racional o elaboraciòn crìtica de las condiciones polìticas. El superyò maltrata al yo de igual manera que el yo pudo haber tratado a un objeto exterior de acuerdo a una lògica del deseo ahora deformada. El superyò → yo → el yo bajo la → Agrede: relaciòn → Un objeto maltrata al → lògica del deseo → deformada externo 61 La pulsiòn de venganza en el infante es determinada en gran medida por la dimensiòn de la agresiòn recibida por parte de la figura paterna. El superyò sàdico de la figura del padre pudo haber descargado su hostilidad sobre el yo indefenso del infante generando en este trayecto intergeneracional, a su vez, la genealogìa de otro superyò castrante, compulsivo. Pero esto no sucede mecànicamente y no representa la norma en cuando a la conformaciòn del superyò obedece ademàs a factores constitucionales, innatos y a fuertes inflencias ambientales. 19 En Introducciòn al simposio sobre las neurosis de guerra (1919), se retoma un enfoque novedoso en la etiologìa de las neurosis provocadas por la experiencia de guerra, se refiere a los niveles conflictivos donde el yo pacìfico -antiguo- del soldado se confronta abiertamente con su nuevo yo combatiente. Esta dualidad de posiciones sufre una confrontaciòn aguda cuando el yo pacìfico percibe la posibilidad real del peligro de muerte establecido por el nuevo compañero de camino denominado el yo combatiente. De modo que la elecciòn de las neurosis se configura en cuanto medida de protecciòn, punto de fuga en contra del peligro de eliminaciòn postulado por la duplicidad yoica. En las perturbaciones que padece el yo se teme las reacciones de un enemigo internalizado que ha sido proyectado en la existencia de un enemigo externo, imaginario o real, prevalece la expectativa por sufrir un daño fìsico de modo similar al temor que experimentaba el yo frente a una explosiòn de la libido como elemento desestabilizador y amenazante. 19 En el infante abandonado educado sin afecto està ausente la tensiòn entre el yo y el superyò, de manera que su agresiòn se orientarà hacia lo exterior. Una figura paterna demasiado blanda y condescendiente facilitarà en el infante la formaciòn de un superyò demasiado severo, dirigirà sus tensiones agresivas hacia el proprio yo. Alexander Franz. (1927) Psychoanalyse der Gesamtpersönlichkeit. Psicoanàlisis de la personalidad total. Ed. Verlag. 62 10. LO PSICOTHANÁTICO Y LO PSICOERÓTICO: ETIOLOGÍA DEL ANÁLISIS PSÍQUICO Nuestra civilizaciòn arriesga el declino de su continuidad vital debido a la acumulaciòn e intensidad de las pulsiones de muerte en la dinàmica psìquica. Existe una bi-dimensionalidad cualitativa al interior de esta pulsiòn, una actùa en la lìnea de lo manifiesto y otra que opera en la lìnea de lo latente. Se puede rastrear un desplazamiento constante de unos contenidos por otros proyèctando en el otro-desconocido representaciones de odio dirigidas originariamente hacia la figura del padre interiorizada. Nos cuestionamos afirmando que las tendencias psicopatològicas alteran en gran medida la naturaleza y la razòn de la condiciòn humana. El rasgo del equilibrio se ve expuesto a variaciones en exceso o en defecto de unas propiedades naturales y no como irrupciòn repentina de un proceso psìquico desconocido. Para investigar la modalidad en que estos transtornos psìquicos determinan el funcionamiento de la vida anìmica el objeto de estudio de la psicologìa exige una metodologìa y unos instrumentos conceptuales delimitados por la extensiòn de la fundamentaciòn teòrica. La ciencia psicoanalìtica investiga las condiciones que definen la descripciòn de las diferencias, la etiologìa singular del sìntoma y los mecanismos de acciòn manifiestos. Las experiencias subjetivas estudiadas por la investigaciòn psicològica han revelado que una porciòn significativa de la sintomatologìa no proviene de daños al sistema cerebral sino que ha de enriquecerse un nuevo discurso que represente la actividad de los procesos psìquicos no reducibles a la acciòn del sistema nervioso o a la descripciòn neurològica. J. Breuer, para referirse a un proceso psìquico -como mèdico-, implementa el tèrmino “representaciòn” en el lugar de “excitaciòn cortical”, de este modo se realiza un avance epistemològico de gran 63 importancia desde la neurologìa hacia el campo psìquico, debido a esto se requiere un nuevo lenguaje explicativo, un novedoso paradigma comprensivo.20 Es indispensable un desliz semàntico que proporcione la evoluciòn del nivel de trabajo etiològico esta vez hacia el anàlisis de los determinismos psìquicos y ya no a partir de la patologìa fisiològica del sistema nervioso o de la organogènesis de la conducta. Se trata de una transformaciòn configurativa respecto a la significaciòn participante de la funcionalidad y la etiologìa segùn elementos de orden psìquico, psicosocial o somàtico respecto a la experiencia de la guerra. Con la estructuraciòn del discurso psicològico se establece, a su vez, la necesidad de incluir el vocabulario y el anàlisis psicopatològico. De hecho, E. Minkowski (1966), sostiene que la psicopatologìa de la guerra ha de ser comprendida como psicologìa de lo patològico màs que como patologìa de lo psicològico.21 D. Widlöcher (1995), teniendo en cuenta que la psicopatologìa procede de diversos modelos teòricos resalta el significado de comprenderla como un acercarse especìficamente psicològico al sufrimiento psìquico, apoyando con razon, la tesis que ya habìa sido aprobada por Broussais y Bernard respecto a la inter-dependencia entre psicopatologìa y el estudio psicològico de lo sintomàtico.22 Se procedìa con base en metodologìas comparativas desde donde se observaba la diferenciaciòn de una misma funciòn, sus valores regulares y aquellos que se ubicaban en el campo lìmite, luego se investigaron los mecanismos que intervienen en estos procesos y su factible etiologìa. El discurso del trabajo psicològico acerca del aparato psìquico hubo de avanzar hacia la explicitaciòn de los fenòmenos sintomàticos, y, de manera inversa, el conocimiento de 20 Algunos investigadores que contribuyeron a este pasaje del anàlisis mèdico al psicològico fueron: -Ribot Théodule (1839-1916), fundador de la psicologìa patològica. Estudio los mecanismos sobre el funcionamiento mental. -Alain Ferrant postula por su parte el estudio sobre los estados lìmite. -Chiarugi V. (17591820). Della pazzia in genere. Trattato medico-analitico con una centuria di osservazioni. (1793). Trabajò en el hospital de Luca (Italia). Escribio ademàs Histeria y passiones. 21 Minkowski E. (1966) Trattato di psicopatologia. Ed. G. Fioriti. Roma. 2015. 22 Widlöcher D. (1995) Traité de psychopathologie. Entre los fundadores de la psiquiatrìa fenomenològica. 64 estos signos permitiò la ampliaciòn de la visiòn del funcionamiento de los procesos psìquicos -asì denominados normales-. Sin embargo, posteriormente, finalizando el siglo XIX, en el àmbito psiquiàtrico tomò fuerza la idea segùn la cual para poder especificar las caracterìsticas y la etiologìa de la sintomatologìa era imprescindible observar en el tiempo la evoluciòn de acuerdo a una terapia asignada. Esta visiòn de los transtornos psìquicos fue protagonizada por E. Kraepelin (1856-1926), quien afirmaba que dichos padecimientos resistìan a la observaciòn en el sentido que se tiende màs a la interpretaciòn de aquello que se observa y no tanto a la descripciòn de lo observado. Cuando se interpreta se da una ampliaciòn subjetiva que sucumbe muchas veces a la equivocaciòn, interpretando se cae en el error de encontrar aquellas hipòtesis que ya son reconocidas por el mismo sujeto. De modo que se requiere la observaciòn de la evoluciòn en el tiempo de este de estos transtornos. Se descubre una “diferenciaciòn” en las formas de presentaciòn de cada sìntoma de modo que estos se pueden exteriorizar de varios modos diferentes. Se difunde entonces la explicaciòn indiferenciada como condiciòn de lo psìquicosintomàtico en tèrminos de “alienaciòn” como lìnea guìa de la fundamentaciòn psicològica.23 De la psiquiatrìa al psicoanálisis La teorìa psicoanalìtica ratifica que en nuestro universo latente cada uno de nosotros cultiva unas defensas estructuradas contra un objeto frustrante-maligno, de caràcter interno, interpretado como un enemigo y frente al cual movilizamos fantasìas de control sàdico y delirios de omnipotencia. La dinàmica de la vida psìquica se convierte en una vida en plural con la constituciòn psicoanalìtica de una teorìa sobre la sociedad. ¿Por què cada sujeto contiene dentro de sì un cierto nivel de impulsividad agresiva contra los otros como si se tratase de una 23 Kraepelin E. (1883-1915) Trattato di psichiatria. Ed. ETS. Pisa. 1989. 65 diversidad que ubica nuestra integridad en un espacio de riesgo.? Un factor esencial que constituye el nùcleo de la impulsividad temprana inherente a cada ser humano es constituido por la pulsiòn agresiva en potencia, un elemento de la naturaleza humana de la sociedad y del acto de reaccionar “a cadena” en contra del proyecto de civilizaciòn que implicarìa el predominio de la organizaciòn colectiva y de criterios de orden integracional. La significaciòn inconciente que supera en muchas ocasiones al yo-racional despliega la fuerza pulsional que prueba robarle al otro su identidad diferencial. Ya Freud habìa confirmado que el afecto del odio es mucho màs antiguo y originario que el afecto del amor, sin embargo, el aparato psìquico determina en gran medida una fuerte tendencia a la conservaciòn de la propia integridad y de la misma especie. Es màs necesario proteger los estìmulos que “almacenarlos” indefinidamente, en referencia a la agresividad la triebhafter como manifestaciòn de una “super-pulsiòn” orienta nuestra existencia hacia la propia autodestrucciòn. En algunos casos el objeto-maligno interiorizado -de M. Klein-, suscita en el yo intensos delirios persecutorios, la vida interna del mundo inconciente se caracteriza por la ambivalencia y la lucha de intereses contradictorios. EL YO ↓ Impulsividad auto-socio-destructiva proyecciòn de la culpa del masoquismo angustia por el extraño - mecanismos de alienaciòn pulsiones agresivas - la triebhafter representaciòn de la figura del padre bueno o maligno sistema de defensas autoconservativas defensas reaccionarias mecanismos de culpa proyectados fantasìas paranoicas latentes o preconcientes lutos no elaborados predominio de la pulsiòn de muerte -todtrieb↓ LOS OTROS Factores que intervienen en la relaciòn con el otro 66 El yo se esfuerza por defenderse de la intensidad de estos estìmulos porque su acumulaciòn generarìa un grado de ansiedad variable. Se defiende de la angustia primaria activando coordenadas racionales donde interviene la voluntad del yo y el caràcter singular del supeyò preconciente. Un superyò paranoico de un lìder polìtico se defiende de la acumulaciòn de estos estìmulos proyectando sobre los otros la extrañza de lo desconocido y los criterios inherentes a un yo culpabilizante o masoquista. Ya R. Spitz delineaba la teorìa segùn la cual el infante en torno a los ocho meses de vida vivencia la presencia del otro en cuanto una presencia extraña, “maligna”, amenazante, aunque si los otros no hayan realizado algo para confirmar esta percepciòn.24 24 Spitz R. (1958) Il primo anno di vita del bambino. Ed. Giunti. Firenze. 67 68 11. SOCIO-THANATOLOGĺA Y SOCIOPATÍA Proponemos la denominaciòn de pulsiòn socio-agresiva para descifrar aquellos procesos que tienen vida al interior del mundo pulsional y que tienen como propòsito desplegar una serie de mecanismos, actitudes o conductas con el fin de impedir la comunicaciòn pacìfica con los otros, con los grupos, lo colectivo, la sociedad o las instituciones. El otro es apreciado como un “imaginario” con cualidades especìficas que se diferencia de nuestro yo por la propias experiencias de proyecciones paranoicas sobre un enemigo potencialmente inexistente. Con la reacciòn social comprendida como una carencia radical de simbolizaciòn el sujeto revive sus angustias originarias, psicotizantes, depresivas, o de persecuciòn que son tìpicas de nuestra relaciòn interna contra un objeto maligno interiorizado. Tambièn el infante en los primeros años se sentìa perseguido por dicho objeto en un proceso de identificaciòn paralelo, en ocasiones màs fuerte que el proceso de identificaciòn con un objeto bueno interiorizado.25 El yo se observa a sì mismo en cuanto sinònimo de peligro debido a su identificaciòn con la parte thanàtica de la pulsionalidad en la edad adulta. Con la identificaciòn autopersecutoria la actividad del yo se debilita en sus conexiones con la realidad exterior, la representaciòn de la idea de un enemigo -en potencia- precipita pensamientos y afectos paranoides en torno al superyò. El sujeto se defiende de la propia pulsiòn de muerte proyectando sus contenidos sobre la figura del otro, ubica fuera de sì aquello que en realidad se halla dentro de nosotros. Es asì que la incapacidad para elaborar el luto, por ejemplo, ante la muerte de un componente de la tribu primitiva produce la apariciòn del odio contra una tribu cercana, de modo que la ausencia de la elaboraciòn del luto se ha convertido en motivaciòn preconciente de 25 Kyrle M. (1978) The Collected Papers of Roger Money Kyrle. (Ed. The Harris Meltzer Trust Series). Karnac Books 69 venganza y proyecciòn de las pulsiones agresivas. Si la experiencia de un luto ha sido experimentada como sentido de pèrdida absoluta el dolor se transformarà en formaciòn reacionaria, en pulsiòn de muerte dirigida hacia el mundo externo, una actitud que deja atràs la pulsiòn de autoconservaciòn, se busca “votar” hacia afuera la angustia derivada por la muerte de un ser querido o de un amigo. Entran en juego el verdadero valor de los ideales en yuxtaposiciòn con los valores de lo real, se confrontan el yo maligno internalizado con la percepciòn del otro maligno exteriorizado procurando descargar una parte de la angustia interna. EL YO EL OTRO ↓ ↓ El objeto-maligno vs. El otro maligno interiorizado Exteriorizado ↓ ↓ Pulsiòn de muerte vs. pulsiòn de muerte interna exteriorizada, proyectada. ↓ ↓ Objeto de amor vs. objeto de odio perdido en el luto ↓ ↓ Deseo de control absoluto vs. realidad exterior. sàdico sobre agentes intenciòn de controlar fantasmàticos persecutorios la voluntad del otro. ↓ ↓ No simbolizaciòn vs. simbolizaciòn Esquema kleiniano del yo En nuestros sueños no existe la Ley ni el derecho sino sòlo el despliegue del caràcter de los deseos inconcientes. 26 Segùn T. Hobbes el significado de la organizaciòn social tiene vida gracias al temor 26 Freud S. (1909 ) Algunas adicciones a la interpretaciòn de los sueños. O. C. Ed. Amorrortu. Buenos Aires 70 comùn de los sujetos ante la muerte. Se tratarìa de transformar este temor en una modalidad de angustia en aras de simbolizar el vacìo que remitirìa a una “ira social” frente a un derecho no reconocido. El yo patològico con ambiciones omnipotentes utiliza la pulsiòn socioagresiva para suscitar un acuerdo comùn o institucional contra otros grupos humanos. Cuando este delirio megalòmano no es simbolizado se precipita la pulsiòn destructiva, la proyecciòn de factores paranoicos, el yo reacciona desde una infancia sàdica sin haber metabolizado suficientemente el nivel de angustia proveniente de los objetos internos de los padres en su sentido primario de maternidad y paternidad. La experiencia de la construcciòn de un ideal colectivo prevee distintas modalidades individuales, “andamiajes” internos, mediante las cuales se entretejen acuerdos y desacuerdos sociales con ideales muy precisos de trabajo y defensa reactiva. La influencia de las condiciones inconcientes reserva una gama amplia de fantasìas y temores respecto al uso de la agresiòn y a la proclamaciòn de la guerra ideològica, terrritorial, econòmica, entre otras. Con el despliegue de la pulsiòn socio-thanàtica se movilizan angustias psicòticas, deformaciones graduales del sentido de la realidad en cuanto deseos por intercambiar sintomàticamente experiencias con amplias connotaciones afectivas. La percepciòn del examen de realidad en quienes ejecutan òrdenes de asesinatos expresa evidentes signos de alteraciòn, distorsiones graves de omnipotencia y sadismo crònico, anhelan satisfacer sus vacìos angustiosos, compensar el hambre de venganza logrando que la pulsiòn de dominio sobrecargue todo derecho ajeno por la vida, por la manifestaciòn de la voluntad diferencial, sin advertir los alcances ùltimos de sus acciones. ¿Con cuàles criterios analìticos se elabora la precipitaciòn de la guerra? Las instituciones han practicado la tècnica de la disuasiòn para propagar un ideal comùn que en este caso significa un odio comùn donde las deformaciones del principio de realidad son 71 acompañadas por asociaciones delirantes, pensamientos paranoides y proyectos de megalomanìa. Aquellos sujetos que han colocado su confianza en el ejercicio de la agresiòn adjudican un nivel variable de sado-masoquismo que ignora el caràcter intrapsìquico de las motivaciones pulsionales. 72 12. POLEMOLOGÍA (Πολεμολογία) Y DESEO AGRESIONAL Las tècnicas de disuasiòn consisten en promover mediante mùltiples estrategias discursivas una idea, una promesa, en todo caso un ideal por el cual es preciso arriesgar y progresar en el ejercicio de la proyecciòn del odio sobre los otros, como enemigos que representan el objeto maligno interiorizado. De modo que el uso de la razòn pràctica del yo se ve “hipotecado” por la ilusiòn de la promesa del ideal, aquello que domina al sujeto en este trànsito es el afecto paranoico por la reacciòn frente al otro en cuanto sinònimo de estrañeza, nacionalidad extranjera o sìmbolo de diferencia. La impulsividad agresional participa del narcisismo racionalista cuando los sujetos que “lideran” la propaganda violenta proporcionan en el mundo concreto una serie de ventajas o recompensas de tipo econòmico, patriòtico o egocèntrico. El yo al servicio de ilusiones narcisistas utiliza como recurso de mediaciòn la pulsiòn de muerte y el “paso a la acciòn” reactivo contra una exteriorizaciòn del enemigo interno, imaginario. En el fanatismo social (asì denominada histeria colectiva), con la eventual oferta de un progreso social con mayor riqueza, democràtico, se asiste a un modo de reacciòn sàdico-masoquista cada vez que la satisfacciòn del deseo -compartido- consiste en atacar o asesinar al otro, el otro como representaciòn de lo extraño y de valores negativos -por ejemplo antidemocàticos o ateos-. Observamos que salen a la superficie actitudes y respuestas caracterìsticas de la primera infancia donde comenzaron a construirse las tendencias reactivas, de venganza, comparaciones, angustias no elaboradas, carencia de afecto, experiencias de rechazo y agresiones familiares. La tesis explicitada por G. Bouthoul consiste en considerar la guerra como un infanticidio expansivo donde debido a factores de orden demogràfco, de persuasiòn ideològica, fanatismo reaccionario, existe 73 en nosotros una predisposiciòn agresiva que funciona a un nivel latente. El psicoanàlisis argumenta esta hipòtesis sosteniendo que los impulsos destructivos son rasgos tìpicos de las fantasìas intrafamiliares entre hermanos, en la conflictividad edìpica y antiedìpica, entre otros.27 Luego, en la edad adulta, las repercusiones inconcientes que la evoluciòn de estos factores haya desplegado motivaràn racionalizaciones defensivas que encontraràn apoyo en ideologìas o fundamentaciones colectivas con caràcter reaccionario. 28 La polemologìa del griego πολεμος, que significa conflicto y λογία, estudio o tratado, investiga la causalidad psìquica y social que dan lugar a los conflictos sociales y a las guerras. A partir del psicoanálisis los deseos fantasmàticos por agredir a un padre maligno o a una figura paterna inexistente en la infancia pudieron ser traducidos en una especie de representaciòn o “herida abierta” en un tiempo posterior y hallar un punto de refuerzo, de proyecciòn y exteriorizaciòn en el rechazo de la Ley, los representantes del poder, la instituciòn colectiva, un conjunto de sujetos diferentes en etnìa, un paìs extranjero, una religiòn diversa, hacia otras clases sociales. En cuanto “màquina organizacional” la guerra persigue objetivos cuyo eje central es el de proteger los propios intereses, pero se trata de la punta de un iceberg, existe una conducta visible -reaccionaria- y otra parte que permanece como sumergida y contiene mecanismos defensivos segùn una realidad fantasmàtica internalizada. Gran parte de la humanidad se basa en esta dimensiòn superficial considerando sòlo los factores comportamentales acciòn-reacciòn, causa-respuesta en el lugar de lo exterior, mientras que en la dimensiòn latente el yo procura “localizar” el lugar del enemigo imaginario para procurar reconocer sus lìmites, sus excesos, cuando en verdad lo que atemoriza al yo son las alucinaciones vengativas de caràcter ambivalente. 27 Consultar mi anterior libro: La funciòn fraterna. (2021). www.academia.edu 28 Bouthoul G. (2010) Sociologia delle guerre. Trattato de polemologia. Ed. Pgreco. LibreriaUniversitaria.it Especialista en polemologìa en cuanto ciencia que estudia las causas psicològicas y sociales que producen los conflictos sociales . 74 La paradoja que se percibe consiste en que para conocer el real fundamento ideològico del sentido de la protecciòn y defensa dirigidos contra un supuesto “contradictor” en principio desconocido es necesario establecer un proceso de consenso y persuasiòn colectiva que justifique la unificaciòn en torno a criterio s compartidos, ansias generalizadas, angustias concatenadas. El sujeto intenta re-asegurar sus temores internos buscando destruir la identidad del otro -desconocido- cuando en realidad lo que desea eliminar son sus fantasmas masoquistas -interiorizados-. La pulsiòn de muerte se expresa como una “desviaciòn” al externo de las tendencias agresivas segùn un proceso variable que establece la ubicaciòn de los procesos internos al externo del cuerpo de acuerdo con las originarias emergencias afectivas, y poder asì, fàcilmente adjudicar un ataque simbòlico o real. El sentimiento paranoide tiene el objetivo de contagiar a los otros para lograr una mayor participaciòn colectiva y unos acuerdos vàlidos -institucionalizados-, como producto de las defensas organizadas del yo en algunas fases esquizo-paranoides de las fantasìas agresionales. El hallazgo de la existencia de la pulsiòn de muerte evidencia la vulnerabilidad de la dinàmica psìquica, el yo pone a prueba sus capacidades para sustituir la cantidad de angustia, se defiende de estas y las desplaza, asimila las tendencias agresivas con la homologaciòn de intereses por el control ilusorio de la voluntad del otro. El acto agresivo representa la manifestaciòn -voluntaria o no-, de fuerzas que habìan permanecido represadas en el ensayo de proteger un material latente considerado como peligroso o amenazante. Cuando la guerra se institucionaliza se consolida simultàneamente la autorizaciòn al desahogo de dicha energìa que habìa permanecido eclipsada. Sabemos que una de las funciones de estas represiones primarias 75 desempeñaba el papel de conservar y sostener los valores de la hipocresìa social, institucional, educativa o religiosa. Sin embargo, estos mismos componentes sobre los cuales se fundaron las bases de la sociedad terminaron por perjudicar màs las condiciones de salud de los sujetos, lanzàndoles en un circuito sintomàtico sin reconocer la causa ùltima del aumento del malestar general. La teorìa general del Contrato Social en la modernidad hubo de instaurar algunas lìneas directrices para refrenar la impulsividad que hace de la sociedad humana una formaciòn de individuos dominados por la ambiciòn de poder y de dominio. En el estado natural todos los seres humanos conservan el interès por causar daño a los otros, se trata de un principio constante de la guerra de todos contra todos (beillum omnium contra omnes). Con el Contrato Social cesarìan las hostilidades y los sujetos delegarìan sus derechos, se organiza un poder que identifique las expectativas del pueblo. El progreso social no ha moderado la violencia y tampoco ha ayudado para que esta encuentre otros destinos. 76 13. EL YO-DE-LA-PAZ Y EL YO-DE-LA-GUERRA Ernst Simmel contribuye al estudio de las neurosis de guerra transformando el yo-de-la-paz en el yo-de-la-guerra, cuando el yo ya no està en capacidad de hacer frente a un peligro real el sujeto experimenta una regresiòn y dirige su agresividad hacia sì mismo o hacia quienes le rodean. Inicialmente el odio es dirigido hacia el enemigo como si se tratase de un padre maligno, tiempo despuès, es el mismo yo del sujeto que se convierte en un padre maligno y lo expone al peligro, es decir, no podrà reconocerse en cuanto un superyò aceptable. Las tendencias agresivas son reprimidas produciendo un aumento de rigidez respecto al caràcter del superyò -interno-, conducen al sujeto hacia un sentimiento recìproco de culpa paralizante, es decir, a una neurosis de guerra. Si se proyecta esta configuraciòn latente de un padre maligno proyectado en el poder del Estado el sujeto observarà que este ya no le garantiza la protecciòn que esperaba. Se engendra un nivel variable de hostilidad que impide a los ciudadanos mismos poder afrontar “realìsticamente” la necesidad de modificar las formas de relaciòn entre el Estado y el ciudadano. E. Simmel, en su tiempo, indica que la sugestiòn y la hipnosis por sì solas no contribuyen de manera decisiva a la cura de las neurosis de guerra, observò que estos mètodos actuaban sòlo de un modo paulatino, el sìntoma desaparecìa por un poco de tiempo pero luego re-aparecìa bajo otras modalidades de malestar subjetivo. 29 Tales tècnicas especìficas de terapia no tocaban el nùcleo de la perturbaciòn psìquica, por este motivo propuso reducir el nùmero de sesiones clìnicas con los pacientes implementando los recursos del psicoanálisis en una combinaciòn hipnòtico-analìtica, de orden catàrtica con libres asociaciones e interpretaciones onìricas. 29 Mèdico psicoanalista, fue director de un hospital especializado para las neurosis post-guerra. 77 Desde el punto de vista etiològico la narraciòn estas historias traumàticas provocaba la desapariciòn de los sìntomas y una comprensiòn de los avances en la personalidad de manera integral. Habìan sido “sumergidos” series de recuerdos, representaciones de contenidos afectivos totalmente displacenteros. W. Stekel considera que la conexiòn psìquica de los procesos neuròticos despuès de la guerra no es determinada por los factores sexuales, no obstante, la experiencia clìnica demuestra una clara predisposiciòn neuròtica en algunos de los casos tratados. Con la guerra algunos sujetos padeceràn graves conflictos neuròticos y otros no, la psicosexualidad no habrìa de ser excluida en cuanto realidad de anàlisis: “La exploraciòn sistemàtica de la vida onìrica del soldado, aunque despuès de la extinciòn de los sìntomas de la neurosis de guerra ha permitido, casi siempre individuar hilos que se sumergen en la maraña de raìces simbòlicas sobre la sexualidad infantil.”30 La cualidad del sufrimiento derivado deja entrever factores inconcientes que han condicionado la necesidad de rebelarse en contra de algo o de alguien, como en una disposiciòn anti-paterna consecuente al nivel de apego a la madre. Un bosquejo de las representaciones sintomàticas es verificado durante la experiencia de guerra cuando estas estàn conectadas con algunas pulsiones primarias como lo son la tendencia ordinaria a la conservaciòn de la especie y la tendencia a la resistencia fìsico-psìquica en cuanto garantìa vital. Con la psicoterapia de la neurosis de guerra el sujeto tiene mayor posibilidad que otros de sublimar por su propia cuenta los “insultos” que golpean su realidad psìquica. La divisiòn de la personalidad no se da sòlo despuès de la guerra sino tambièn en sujetos que no han participado en alguna guerra. Las excesivas limitaciones, la coerciòn disciplinar fìsica y psìquica en respuesta a exigencias cada vez mayores, agregadas a un accidente o una acciòn catastròfica propician la “caìda” de la estructura integral. 30 Simmel E. (1918). Seconda Relazione complementare. Ed. Mimesis. MIlan 78 El contenido inconciente padece un “terremoto” simbòlico, el psìcoanàlisis invita a retomar los elementos que desequilibran la personalidad y que han permanecido “sepultados” en lo latente. Las inhibiciones comprueban que no existe una divisiòn rigurosa entre representaciones y afectos etiològicos, las primeras se instituyen en cuanto causas de los segundos como manifestaciones del yo. La conciencia rechaza la elaboraciòn en algunas fases crìticas, representaciones cuyo contenido de realidad son demasiado “atroces” para poder ser toleradas a un nivel conciente. La medicina reconoce que muchos efectos somàticos como secuelas de la guerra en realidad manifiestan la entidad afectiva que provoca autosugestiones fìsicas como el temblor, paràlisis o movimientos involuntarios. El trabajo del sueño como intento de auto-terapia ha sido imprescindible en una direcciòn catàrtica, allì la angustia, el temor, la excitaciòn, comunican la sensibilizaciòn del material inconciente respecto a hechos etiològicos producidos en guerra. Un buen porcentaje de aquellos sìntomas psico-somàticos representan ser un “refugio” frente a las amenazas de eliminaciòn total del yo -conciente- y de la naturaleza simbòlica de aquello que sucumbe a las fuerzas de la represiòn. El temor por la pèrdida de la vida constituye en la mayor parte de los casos la primera razòn de disociaciòn psìquica acerca del dominio que lo inconciente ejerce sobre lo conciente mediante los diversos accesos secundarios. Algunos sìntomas psìquicos cuyo origen es netamente afectivo obedecen a un proceso de inhibiciòn, a un estancamiento afectivo que bloquea las vìas de acceso a lo preconciente. El soldado que camina con el lema ojo por ojo diente por diente establece una especie de compromiso con la acciòn de la venganza mediante un fantasma interno cuya existencia ha cobrado vida en la experiencia de guerra, y contra el cual la neurosis habrà de combatir desde sus pulsiones primarias. 79 De modo anàlogo a los actos incluidos en la guerra como los eventos bèlicos, la neurosis de angustia es producida por aquellas vivencias determinadas por la fantasìa inconciente. Estas fantasìas y la pèrdida de memoria repercuten directamente sobre los procesos defensivos y reaccionarios. La sintomatologìa ha representado para el sujeto una especie de enemigo oculto, por este motivo el mètodo de tratamiento no puede ser un castigo fìsico adyacente, hay que caminar con la “sombra” del sujeto y no en direcciòn opuesta. 80 14. LA GUERRA EN CUANTO NARCISISMO DE LAS PEQUEÑAS DIFERENCIAS Freud en El malestar en la cultura resaltò la expresiòn “narcisismo de las pequeñas diferencias” para denominar aquellas manifestaciones de odio y combate entre comunidades vecinas -muy emparentadas- como es el caso entre españoles y portugueses, alemanes del norte y del sur, ingleses y escoceses, Italia y Austria, algunos paìses que se hallan cerca comparten valores similares pero ademàs desentrañan discusiones violentas debido a una variedad amplia de temàticas. Este fenòmeno de la hostilidad entre grupos vecinos representa un medio por el cual los protagonistas intentan satisfacer màs o menos inofensivamente sus propias tendencias agresivas, el objetivo predominante habrìa de ser siempre el de la mutua cohesiòn entre los participantes de cada paìs o ciudad. Desde el punto de vista ideològico sabemos que las guerras comùnmente se han desatado por diferencias relativas a: -La polìtica: por imposiciòn, factores democratizantes. -Las religiones: proselitismo, dominios, influencia. -Lo geogràfico: expansiòn territorial, defensa. -Lo econòmico: bùsqueda de recursos, materia prima. -La expansiòn ideològica. -La impostaciòn de un nuevo modelo paradigmàtico. -Metodologìas militares de Estado. -Las diferencias de caràcter ètnico. Aclara la nota historiogràfica indicada por Freud: “Una vez que el apostol Pablo hubo hecho del amor universal por la humanidad el fundamento de la comunidad cristiana, surgiò como consecuencia ineludible la màs extrema intolerancia del cristianismo 81 frente a los gentiles.”31 La sociedad actual representada en Estados de Ley y derecho argumenta sus actuaciones bèlicas en corrientes de pensamiento polìtico o ideològico, es el caso de las expresiones simbòlicas derecha-izquierda, Norte-Sur, Oriente-Occidente, creyente-no creyente, nacionalismo-liberalismo, entre otros. Un contra-efecto de expectativa en el anàlisis de las pulsiones sexuales y agresivas comprueba de que manera el ser humano es incompleto al no poder realizar estas dos modalidades pulsionales de acuerdo con las limitaciones que le impone la organizaciòn social. Como en las comunidades primitivas el derecho a ejercer la propia agresividad, sin lìmites, es reservado a los lìderes, en la època contemporànea la historia de la formaciòn de la sociedad es determinada por los gobernantes que se han atribuido el derecho “sacro-santo” de proclamar el inicio de una confrontaciòn bèlica. El pueblo permanece a la expectativa obedeciendo y acatando la voluntad psicòtica o esquizofrènica de estos representantes del poder. El caràcter social de las masas impone restricciones ineludibles para la manifestaciòn pulsional, es preciso reconocer que esta tipologìa de conflictos siempre ha existido y siempre existiràn. Dos factores amenazan asì la integridad de la sociedad, la megalomanìa de los poderosos y la pasividad psìquica de las masas. Se solicitan constantenmente reformas que estructuren nuevas adaptaciones a las nuevas realidades. Tal vez los gobiernos mo estàn preparados o no quieren reconocer la preparaciòn intelectual cada vez mayor en los jòvenes como sìmbolo de “fermentaciòn” de las masas futuras, conocedoras de sus derechos. 31 Freud S. (1929-30) El malestar en la cultura. O. C. Amorrortu Ed. Buenos Aires. 82 15. LA LÓGICA INTER-PULSIONAL: PULSIONES DE VIDA Y PULSIONES DE MUERTE La evoluciòn de la teorìa de las pulsiones encuentra su apogeo con la postulaciòn de una tensiòn permanente entre impulsos vitales e impulsos agresivos, es asì que la pulsiòn sexual respalda la continuidad germinal de la especie màs allà de la individualidad a secas revela, al final, un nivel variable de afinidad con la pulsiòn de muerte. La incertidumbre de las pulsiones debe su existencia al hecho que no pueden alcanzar su meta. Freud nos indica cinco vìas de la pulsiòn para organizar su carencia de satisfacciòn: 1. La represiòn. Perteneciente al proceso màs comùn de las neurosis y responsable de las formaciones sintomàticas. 2. La sublimaciòn. Especìfico de las pulsiones sexuales, constituye el ejemplo de la distancia que puede separar un origen pulsional de su desenlace ùltimo. 3. Transformaciòn en lo contrario. Actos derivados que cosntituyen el caràcter de ciertos mecanismos, transformaciòn de la actividad en pasividad como conjugaciòn que distribuye el radio de la sintomatologìa que se defiende de sì misma. 4. La introversiòn. Proceso psìquico mediante el cual el yo retrotrae los efectos y sus cambios a nivel narcisìstico como en un estado pre-psicòtico. 5. La regresiòn. En cuanto proceso defensivo infantiloide a un nivel libidinal y narcisìstico.32 Con base en las argumentaciones relativas a la compulsiòn repetitiva, en 1920 se postula la teorìa de la dualidad pulsional convirtièndose esta en la plataforma imprescindible que escenifica la supervivencia de la especie actuando de manera disyuntiva a la supervivencia del individuo. El criterio general del aparato psìquico tiene como funciòn procurar disminuir la tensiòn que se acumula en el yo debido a la 32 Estos dos ùltimos mètodos han sido expuestos en Introducciòn al narcisismo. (1914). 83 intensidad de las pulsiones.33 En este proceso de funcionamiento los organismos descubren que existe una marcada tendencia a regresar hacia estados primitivos no organizados, es decir, hacia la pulsiòn de muerte. En El problema econòmico del masoquismo (1924), se expone este orden de ideas denominàndolo principio del Nirvana. Mediante la conceptualizaciòn progresiva de las pulsiones el psicoanàlisis configura una nueva dimensiòn de la subjetividad. Ahora el sujeto se constituye gracias a la producciòn dinàmica combinada de la vida y la muerte. Las dialècticas pulsionales sexuales-pulsiones del yo, y las pulsiones del yo-pulsiones de objeto son transformadas por las pulsiones de vida-pulsiones de muerte. Se trata de una clasificaciòn de aquellas propiedades que defienden la prolongaciòn de la especie (pulsiones sexuales),y de aquellas que procurarìan la defensa de la prolongaciòn del individuo (pulsiones del yo). El trabajo del aparato psìquico por disminuir sus niveles de excitaciòn energètica al nivel màs bajo posible siempre vuelve a comenzar y nunca termina. Se experimenta un retorno al punto de partida y de otro modo se percibe la tendencia hacia el retorno de los propios orìgenes, al estado primario de la no-vida, es decir, al estado inanimado. Lacan por su parte, en el seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), a partir del hecho que las pulsiones se manifiestan siempre de modo parcial, considera que es imprescindibe introducir la conexiòn entre sexualidad y muerte fundando una dinàmica cuyo resultado es la subjetividad. El sujeto ha de confrontarse con dos lògicas contraproducentes, aquella que le hace diferente a otro ser viviente -especificando el interès por la propia supervivencia-, y aquella que lo define como uno entre otros -definiendo el interès por la especie-. 33 Freud S. (1920). Màs allà del principio del placer. O. C. Amorrortu Ed. Buenos Aires. 84 El caràcter especìfico del objeto pulsional es la de ser inalcanzable, esto crea algunas consecuencias como la de convertir la meta pulsional en algo imposible de realizar por mètodos directos, o sea, debido a conflictos estructurales y no tanto accidentales. La naturaleza parcial de la pulsiòn obedece a razones que tienen que ver con una realidad incompleta, el destino particular de estas pulsiones carece del proprio objeto, realiza un cìrculo en torno a èl y luego retorna al punto de origen re-activando la fuente, se prepara a emprender un nuevo proyecto similar al anterior. Por consiguiente, estos tres factores son: -El caràcter parcial de la pulsiòn. -La carencia de una meta. -el sentido de una realidad incompleta. Estos elementos implican el fundamento de la fragmentaciòn corpòrea del sujeto y anuncian la falsedad simbolizada por la concepciòn de una genitalidad unificante, de una situaciòn subjetiva en la cual las pulsiones se presentarìan todas unidas para dar respuesta a una funciòn biològica, por ejemplo, la procreaciòn. Esta posiciòn indica una ilusiòn de los seres humanos y no se integra a las disposiciones que regulan las condiciones de la pulsiòn. En esta direcciòn, la nociòn de “estadio” es incorrecta en cuanto prospectiva de progresiòn genètica. El ser humano acentùa su tendencia al retorno hacia un estado anterior -inorgànico-, con base en este hecho es posible argumentar que “todo ser vivo muere necesariamente por causas internas”. Sin embargo, existe la hipòtesis de la bùsqueda natural de un equilibrio de fuerzas donde los organismos pluricelulares tienden a expulsar fuera de sì los factores agresivos que habitan al interior de su estructura. Actuando de esta manera, intentan restablecer una situaciòn de estabilidad evitando su desintegraciòn. 85 Las fuerzas de la libido en su misiòn secundaria propende por volver inofensiva la pulsiòn agresiva despojàndose de ella. En este proceso psìquico del sujeto no se puede comprender la pulsiòn de muerte fuera del contexto de su lucha con las pulsiones de vida. Es aquì donde la etiologìa de los mecanismos sàdicos y/o masoquistas involucran la nociòn de “compulsiòn a la repeticiòn”. PULSIONES DE MUERTE EN LA EVOLUCIÓN PSÍQUICA (Todstriebe) Y SU CONFLICTIVIDAD LATENTE-MANIFIESTA ↓ ↓ Tendencia primaria en el conflicto Tendencia secundaria en el de ambivalencia amor-odio conflicto de ambivalencia amor-odio ↓ ↓ Factores masoquistas originarios Factores sàdicos como funciòn erògenos ↓ Narcisismo negativo (primario) de placer ↓ Pulsiòn de dominio Bemächtigungstrieb ↓ ↓ Factores autodestructivos Pulsiòn destructiva Agresions trieb ↓ Compulsiòn a la repeticiòn ↓ Pulsiòn agresiva: A. Adler (1908) Triebwerschränkung ↓ ↓ Procesos de introyecciòn Intrincaciòn-Desintrincaciòn ↓ ↓ Campo del yo y sus funciones Campo de los otros y con el superyò el mundo. ↓ ↓ Interiorizaciòn de la persecuciòn inconciente Externalizaciòn ↓ ↓ Objetos internos: el cuerpo, Objetos externos autoconcepto, autoimagen... proyecciòn de la autoagresiòn ↓ ↓ MUNDO INTERNO MUNDO EXTERNO Esquema representativo del funcionamiento de las pulsiones de muerte 86 La configuraciòn intuitiva y clìnica de las todstriebe tiene en cuenta tres justificaciones epistèmicas en torno a la compulsiòn a la repeticiòn. Hemos de specificar que esta nociòn no es del todo nueva y para su comprensiòn fue preciso abordar ademàs las pulsiones de vida, las pulsiones del yo, la pulsiòn sexual, las pulsiones de autoconservaciòn su interacciòn en los procesos libidinales del aparato psìquico. La epistemologizaciòn terminològica del concepto de pulsiòn de muerte es producida, por consiguiente, a partir de los siguientes hechos psìquicos: 1. La formulaciòn del fenòmeno de la repeticiòn no se reduce a la investigaciòn acerca de la satisfacciòn libidinal, ni a una bùsqueda por combatir en contra de las experiencias de displacer. Coincide con una impulsividad irrefrenable capaz de oponerse al principio del placer mismo, su acciòn caracteriza los componentes regresivos de cada pulsiòn de un modo sistemàtico. 2. El destino funcional y el caràcter inaugural del operar respecto a experiencias clìnicas analizadas otorgan real importancia a la ambivalencia, la agresividad, el sadismo y el masoquismo en cuanto conceptos umbrales hacia la pulsiòn de muerte. 3. Habrìa de encontrarse un lugar terminològico y articulado para analizar el odio en el campo metapsicològico y libidinal. Sin embargo, la naturaleza ambigua de los paradigmas de interrelaciòn no han de tener su etiologìa en una concepciòn sexual sino en las luchas que emprende el yo por re-adquirir su autonomìa y representabilidad. En cuanto el odio exige una relaciòn con los objetos anterior a la del amor ha de agregarse el papel fundamental del conflicto psìquico en el narcisismo cuando este se confronta con el principio del displacer en 87 la realidad externa. No se trata de una visiòn filosòfico-especulativa del odio y la agresiòn sino de analizar las resistencias propias y externas que permiten estructurar el modelo teòrico y la coherencia conceptual de las pulsiones destructivas no sòlamente frente una experiencia aislada. Las pulsiones agresivas obedecen a mùltiples exigencias psìquicas, cuando se trata de una manifestaciòn muy intensa y repetitiva hacia la agresiòn de los otros o de uno mismo es factible que pre-exista un elemento de satisfacciòn dirigida al objeto en cuestiòn de caràcter narcisista. En tèrminos generales, no es posible rastrear las acciones de una pulsiòn en particular de modo aislado, màs bien se hallan asociaciones de dos a màs aspectos pulsionales en proporciones cambiantes. En este sentido, asesinar un grupo social, considerado como enemigo, podrà ocasionar satisfacciòn -sàdica-, temporal que observarà en este hecho agresivo el cumplimiento de los intereses màs profundos. La guerra genera unas dosis parciales de placer en aquellos que postulan imponer la agresiòn como medio fundamental para el alcance de sus objetivos. La reconstrucciòn del proceso secundario otorga una mayor comprensiòn a este fenòmeno y permite re-conducir la energìa destructiva segùn nuevos criterios en torno a Eros y al conflicto neuròtico en la sociedad. Para ampliar la integraciòn de la teorìa pulsional respecto al conflicto entre las instancias visualizamos unas derivaciones hipotèticas: YO SUPERYÓ ELLO ↓ ↓ ↓ Pulsiòn de vida: Pulsiòn de vida: Pulsiòn de vida: Yo eròtico Superyò positivo Ello eròtico ↓ ↓ ↓ Pulsiòn de muerte: Pulsiòn de muerte: Pulsiòn de muerte: Yo thanàtico Superyò sàdico y Ello thanàtico 34 masoquista ↓ ↓ ↓ REALIDAD EXTERNA Esquema de las acciones del yo, superyò y ello en la todtriebe 34 Un superyò thanàtico se percibe por ejemplo en los estados de la melancolìa donde la pulsiòn de vida se separa o tiende a separarse de la pulsiòn de muerte cultivada por la crueldad del mismo superyò. 88 La actividad de las pulsiones no se circunscribe a una regiòn psìquica -especìfica- estas trabajan en comunicaciòn con todos los componentes del caràcter. Allì donde la conflictividad entre las provincias psìquicas impone unas funciones la influencia de las pulsiones es coordinada por la energìa reprimida, el ello determina el conjunto de las exigencias pulsionales en abierta oposiciòn con el yo thanàtico y/o eròtico. Pulsiones manifiestas → del yo, del objeto Pulsiones latentes → Eros y Thànatos La fundamentaciòn pràctica de las pulsiones del yo y las del objeto encuentra su articulaciòn teòrica en las pulsiones thanàticas y eròticas, Freud retoma de esta manera un modelo del conflicto anterior entre la libido del yo y la libido objetal basado en la intrincaciòn pulsional erothanàtica. Bajo otra visiòn esclarecedora en lo referente a la consolidaciòn del tèrmino pulsiòn de muerte podemos entender su definiciòn cada vez que pueda oponerse a las consideraciones del principio del placer. Es imposible que los mecanismos psìquicos sean gobernados por el principio del placer cuando en la experiencia clìnica toman gran importancia los temas relativos a la compulsiòn repetitiva del masoquismo, la relaciòn terapèutica negativa y el caràcter ambivalente de las neurosis. Es preciso adherirnos a la propuesta de que existe una influencia muy fuerte, un poder que de acuerdo a unos propòsitos se ha denominado pulsionalidad agresiva o destructiva en la historia de la humanidad y en la constituciòn de la civilizaciòn. Las investigaciones sociològicas, antropològicas y etnolingüìsticas, se sirven de esta dicotomìa pulsional para dilucidar la naturaleza primitiva de las guerras y la impulsividad agresional de algunos grupos humanos. 89 La pulsiòn de muerte, como un càncer, crea condiciones de posibilidad autodestructivas en muchos Estados organizados prevalentemente en torno al sistema defensivo -armamentista- y a la factibilidad de entrar en conflicto de un modo paranoico -continuado-. Podemos resaltar que la dialèctica amor-odio se circunscribe a una particular relaciòn con el objeto exterior segùn lo expone la teorìa. De acuerdo a este postulado las pulsiones no son autònomas para ser representadas por el discurso basilar de la autoagresiòn. Las tendencias psìquicas destinadas a proteger al sujeto, a proteger la unidad del yo, a proteger la estructura del caràcter, ejercen su legìtimo deber eròtico fundamental para la prolongaciòn de la existencia humana. Por su parte, realizan un segundo trabajo que el psicoanàlisis clìnico indica como elementos que enmascaran el contenido de la pulsiòn de muerte y de sus efectos en la biografìa del sujeto. La fuerza de oposiciòn que realizan las pulsiones fundamentales responde a la correlaciòn entre los màs significativos procesos vitales en tèrminos de asimilaciòn y des-asimilaciòn, asì como en el reino inorgànico impera la antìtesis atracciòn-repulsiòn.35 La integraciòn de la definiciòn de pulsiòn de muerte no ha de adjudicarse a una sòla pulsiòn especializada sino que se extiende a todas las demàs pulsiones ejerciendo un efecto latente y considerable como principio de cada pulsiòn. Cuando los criterios del funcionamiento psìquico establecen cierto nivel de relaciòn con la influencia radical de las pulsiones es necesario ubicar el estado del principio del placer en cuanto parece, de hecho, hallarse al servicio de las pulsiones de muerte.36 En esta sustentaciòn teòrica prevalece un antagonismo que requiere ser dilucidado, hay que diferenciar entre el principio del placer y el principio del Nirvana. Este ùltimo, en cuanto criterio de rigor 35 Hay que subrayar que los conceptos “instinto de vida” e “instinto de muerte” se hallan reservados por el uso lingüìstico para designar conductas preformadas y fijas suceptibles de ser observadas, analizadas en el orden especìfico de lo vital. Por esto, se prefiere el concepto trieb relativo a la pulsionalidad de caràcter variable. 36 Freud S. (1920) Màs allà del principio del placer. O. C. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 90 econòmico tiende a reducir las tensiones a cero, en este sentido su funcionamiento està al servicio de la pulsiòn de muerte. Es el mismo principio elemental propuesto por Fechner al referirse al “principio de constancia” y al que Freud, siguiendo a Barbara Low, se remite asiduamente como principio del Nirvana. Respecto a los lìmites del principio del placer su definiciòn se vuelve mucho màs cualitativa que econòmica, su principal meta consistirìa en representar las exigencias de la libido. Es màs apropiado considerar que el objetivo de cada tendencia a la igualaciòn de los conflictos es el de conservar un determinado nivel de tensiòn especìfico de cada organismo, y no tanto el de eliminar totalmente estas tensiones. Algunas operaciones manifiestas no parecen tender a una liberaciòn de las tensiones sino a crear otras nuevas, el psicoanàlisis mediante el trabajo clìnico ha de favorecer la investigaciòn de aquellas fuerzas de oposiciòn que tienden a bloquear o a diferir los modos de satisfacciòn. BASE ESPECULATIVA ↓ Cualidad autodestructiva ↓ Cualidad destructiva ↓ Pulsiòn de muerte BASE CLINICA ↓ Bùsqueda de objetos ↓ Cualificaciòn hacia unidades cada vez màs elaboradas ↓ Eros Esquema de la nueva teorìa pulsional Es de anotar que sobresale la objeciòn a este esquema direccional en el sentido que no existe “una” actitud cien por ciento autodestructiva ni puramente “buscadora” de objetos sino que se da mayor relieve a la tesis de que los fenòmenos psìquicos en realidad estàn compuestos por diferentes mezclas ero-thanàticas. Algunas pulsiones trabajarìan en respuesta al “hambre de estìmulos” a un nivel libidinal, en cambio otro grupo pulsional reaccionarìa de acuerdo al “principio del 91 Nirvana” tratando de conservar estables los niveles de tensiòn, aquello que ha sido organizado como “principio de constancia”. Principio de inercia → Principio del Nirvana → Principio de constancia Segùn el Proyecto de una psicologìa para neuròlogos el “principio de constancia”, en cuanto funcionamiento del sistema neurònico, propende para que las neuronas tiendan a evacuar totalmente las cantidades de energìa que reciben. Lo cuantitativo circula por el sistema utilizando determinadas bifurcaciones de sucesivas neuronas en funciòn de la resistencia -barrera de contacto-, o de la posible “facilitaciòn” que pueda darse en el paso de un factor neurònico a otro. Es de aquì que parte la observaciòn de la intervenciòn de las representaciones agrupadas en cadenas y el destino especìfico de la energìa psìquica. Las vicisitudes de la teorìa acerca del principio del placer conducen a la formulaciòn de dos tendencias: -Tendencia a la satisfacciòn de los deseos. -Tendencia a la conservaciòn de un nivel constante (homeostasis). De esta manera se orientan en un proceso similar: -Tendencia a la satisfacciòn →Energìa libre →Proceso primario -Tendencia a la conservaciòn energètica →Energìa ligada→Proceso secundario La teorìa de la extensiòn inconciente de la psicosexualidad es transformada por la nueva teorìa pulsional. Con la perspectiva de Eros ya no se tratarìa de una fuerza dis-ruptora, esencialmente perturbadora sino como criterio de cohesiòn e integridad, su meta consiste en fortalecer la unidad de las conexiones, conservarlas, como en un mecanismo de ligazon. Por el contrario, la finalidad de la pulsiòn agresiva consiste en disolver los conjuntos y por consiguiente destruir las cosas. 92 16. TEOREMA SOCIOLÓGICO DE LA THANATICIDAD Y LA CULPABILIDAD El aporte sociològico realizado por el psicoanálisis de la historia de la cultura incluye la antìtesis pulsional de vida y muerte como eje central de estructuraciòn en el aparato psìquico y en la fundaciòn de las sociedades. La eterna lucha entre Eros y Thànatos despliega su potencial ambivalente en la resoluciòn de los conflictos entre el sujeto y las exigencias colectivas. Mediante la influencia de las fuerzas vitales de Eros los sujetos aislados, las familias, las tribus, las sociedades y los Estados son destinados a conformar una determinada cohesiòn -cuasi parentaldenominada humanidad. En esta orientaciòn, la cultura representa una producciòn de Eros siempre y cuando este haya ligado las tendencias destructivas de Thànatos y lo haya colocado a su servicio. THÁNATOS (DESTRUIR) EROS →Procesos de ligazòn → entre el sujeto y la sociedad EROS (CREAR, CONSERVAR) THÁNATOS Como hemos indicado los intereses de la pulsiòn de muerte siempre se hayan combinados con los intereses de Eros, pero mientras esta ùltima propende por integrar las masas, por unirlas, la primera es reconocida por su facilidad a la des-ligazòn. La constituciòn de la cultura humana se caracteriza ademàs por haber producido unas modalidades estratègicas destinadas a volver la agresiòn menos contraproducente, nos referimos al hecho de la exteriorizaciòn de la agresividad hacia realidades diferentes al proprio yo. 93 Una tècnica estratègica -bàsica- consiste en que el potencial destructivo no es dirigido hacia los demàs ni hacia las cosas externas sino que se orienta contra el proprio yo, hacia el lugar que le dio origen, es interiorizado. Asimismo, la pulsiòn de muerte se introyecta en una porciòn significativa del yo para oponerse a la parte restante, actùa representando la crueldad superyoica. El territorio de relaciòn entre el yo y el superyò genera estados de tensiòn variables donde el ocasiones la tiranìa superyoica impone su voluntad sobre el sùbdito yo conformando en este pasaje el origen de la culpabilidad que se expresa con la necesidad inconciente de ser castigado. Las extrategias culturales tienen el propòsito de controlar y apaciguar las constantes tendencias destructivas de los sujetos aislados. Las propiedades de las funciones superyoicas tienen como tarea la de sensurar y observar con atenciòn las actitudes agresivas. La configuraciòn evolutiva de la racionalizaciòn que apacigua la intensidad pulsional y la introyecciòn de los impulsos destructivos, con sus efectos ambivalentes constituyen dos pilares primordiales en las sociedades organizadas. El conglomerado humano representa la capacidad de respuesta otorgada por la fuerza de Eros en aras de su cohesiòn cultural. El sentido humano de la culpabilidad cumple el trabajo de sustituir la satisfacciòn de los deseos en un movimiento constante y progresivo que tiende a intensificar los diferentes grados de adaptaciòn a las reglas sociales. Sentirà odio y aversiòn por todo aquello que se oponga a la satisfacciòn de sus deseos, se supone que ha de apaciguar una parte significativa de esta agresiòn para poder ser aceptado. Sucede que la ley de transformaciòn de los afectos sustituye la represiòn de la agresiòn por la nociòn de culpabilidad latente. La represiòn genera un especìfico modelo de sintomatologìa y los signos destructivos generan coordenadas de culpabilidad. 94 El sìntoma se establece en cuanto la realizaciòn de intereses sexuales no realizados y de algùn modo represados por el poder del superyò . Las modalidades neuròticas del caràcter se caracterizan por implementar como recurso psìquico los significantes derivados de la culpa como sinònimos de persecuciòn interna, es a partir de esta operaciòn que la sintomatologìa se intensificarìa. No es comprobable que la pulsiòn de muerte corresponda en todos los casos a una exteriorizaciòn de las tendencias autoagresivas. La agresividad tendrìa su fuente no en un objetivo pulsional por sì mismo especìfico de una categorìa de pulsiones que tienen vida por su status de oposiciòn frente a otros, sino en una metodologìa que adopta la rivalidad para fines pulsionales en cualidad de respuesta a estados de frustraciòn. Cuando pre-existe cierta incapacidad de tolerancia frente a la percepciòn de las tensiones las manifestaciones destructivas revelan la existencia de un caràcter arcaico donde los determinismos primitivos manifiestan la dualidad Thànatos-Eros todavìa no fusionados, su factible integraciòn representa un proceso gradual de maduraciòn de modo que Eros neutralice paulatinamente la intensidad de la pulsiòn de muerte. La experiencia clìnica ha descubierto que los intereses libidinales permanecen ìntimamente ligados a los intereses destructivos y casi nunca uno de ellos supera totalmente al otro. En las fases anteriores han habido unidades constitutivas que posteriormente surgen por la necesidad intrìnseca de ser diferenciadas. Los estudios realizados sobre la depresiòn y el masoquismo comprueban que con base en los hechos clìnicos de la autodestrucciòn no puede admitirse la preeminencia de una autèntica pulsiòn de muerte auto-agresiva. Es preciso no olvidar ademàs que muchos de los hechos que se encuentran màs allà del principio del placer pueden catalogarse como originados por conflictos de caràcter externo que de alguna manera han logrado desestabilizar las matrices psìquicas o innatas del 95 organismo total. La conflictividad entre Eros y Thànatos tienen su origen en la historia del desarrollo intra-psìquico, surge a cierta altura de edad cronològica y conserva su caràcter antagònico sòlo cuando imperan determinadas circunstancias. La teorìa de la pulsiòn de muerte no se reduce al famoso aforismo en el sentido que la vida es un camino hacia la muerte, pues la juventud contiene un potencial enorme de realizaciòn futura, posteriormente, con cada experiencia vivida, se va conformando “cierta estructuraciòn psìquica” que circunscribe las posibilidades futuras, el organismo se convierte en algo màs rìgido, y finalmente conduce su existencia hacia lo inanimado. 96 17. LA TEORÍA DEL CONFLICTO Las atrocidades de de las guerras son proyectadas siempre sobre una determinada imagen del enemigo en el sentido que “son ellos los màs crueles y no nosotros”, se trata de una constante comùn en todas las batallas y desde lo cual se exige que el odio no genere sentimientos de culpa. Los nazistas han proyectado sobre el anti-semitismo todas sus angustias, conflictos psìquicos, la parte negativa de sì. J. Galtung, desde el evolucionismo social, resalta que para comprender el conflicto social es preciso reconocer la historiografìa de la humanidad y los cambios que se han propiciado. El conflicto representa un recurso no hacia la guerra sino hacia el acuerdo, cada participante tiene su propia interpretaciòn del conflicto, pensamientos, afectos, actitudes, contradicciones y conductas en lo manifiesto y en lo latente. La base y el fundamento precipitante es la interpretaciòn de la conducta y del pensar del otro, es necesario hacer reconocer nuestra posiciòn con claridad. Luego, entran en juego los procesos de resoluciòn, trascendencia, transformaciòn, cambios de estrategia, de percepciòn de los factores que inciden en el conflicto in cluyendo las expectativas de los otros. La participaciòn en la resoluciòn de los conlfictos ha de ser democràtica mediante la empatìa para comprender las actitudes ajenas, no violenta para poder gestionar los propios actos, y con creatividad para enriquecer el anàlisis de las contradicciones. Existen numerosas teorìas acerca de la resoluciòn de conflictos. La asì denominada propuesta de “negociaciones” de R. Selman consiste en definir directamente las estrategias de resoluciòn del conflicto. Roger Selman (1998), plantea que los participantes muestran e intercambian acciones destinadas a transformar los rasgos de negociaciòn compartidos por las partes. Estas operaciones se desarrollan con base en tres matrices 97 de trabajo: perspectivas propias, objetivos y orientaciòn del conflicto. Las posiciones de las estrategias a seguir pueden ser: -Autotransformante. Al procurar cambiar las viejas actitudes propias. -Hetero-transformante. Cuando se trata de reconocer o modificar las visiones del otro. Mediante el cambio de nuestra cosmovisiòn procedemos hacia la resoluciòn del nudo conflictivo, podemos emprender acciones destinadas a fortalecer el cambio de pensamiento en los otros. Ambas partes han de tener en cuenta el estado y las circunstancias del otro, de manera diversa el conflicto continuarà a ser latente. La capacidad intermediaria de la empatìa indica el nivel de efectividad de los procesos mediativos, para retomar la perspectiva de los otros observamos los siguientes cuatro puntos de anàlisis: -Punto 0. Corresponde a la indiferencia egocèntrica donde cada participante expresa reacciones impulsivas y no razonadas de modo independiente del otro. Por su parte el hetero-transformante implementa la fuerza para representar su poder, el autotransformante tiende a ceder por motivaciones que tienen que ver con el deseo de protecciòn o por temor. -Punto 1. La diferencia subjetiva. En este plano de trabajo demuestra que las respuestas no son impulsivas pero continùan a no tener en cuenta las ideas de los otros. Las partes luchan por imponerse o conquistar la obediencia de los otros sin actividades de poder y respuestas de temor. -Punto 2. Reflexiòn autocrìtica. En este caso el heterotransformante busca influenciar y persuadir razonadamente a los otros, el autotransformante analiza las razones de la propia aceptaciòn y asume la posiciòn de poder del otro. 98 -Punto 3. Descentraciòn recìproca. En donde tiene vida un raciocinio divulgativo acerca de la propia posiciòn, aquella del otro, y la del conflicto mismo que diluye las oposiciones en juego. Acà no se pretende modificarse uno mismo ni persuadir sino conquistar de modo conjunto una posible respuesta en torno a la formulaciòn de unos objetivos compartidos. En estos procesos se va pasando de una mentalidad arcaica -primariaa una mentalidad de raciocinio -secundaria-, de lo pulsional a lo conciente, de la impulsividad a la coordinaciòn de los objetivos por una resoluciòn concordada.37 La historia de la civilizaciòn nos ha indicado la posibilidad de superaciòn de la atrocidad, sin embargo, esta promesa no corresponde con los rasgos del mundo real. El ser humano es determinado por la desilusiòn de la guerra, el sentido racional de la especie no ha sido lo suficientemente elaborado para que la sociedad reconozca sus lìmitaciones, lo que se acerca màs a la actualidad es que la barbarie siempre està presente en nuestra existencia inconciente. En este sentido biològico el hombre no utiliza la agresiòn sòlo cuando es atacado sino que en este habitan fuerzas pulsionales que predisponen la precipitaciòn a la agresiòn.38 Por consiguiente, los otros simbolizan la oportunidad de satisfacer los propios deseos agresivos para poder quizàs explotar su capacidad de trabajo, para apoderarse de sus bienes, para humillarle, para martirizarle y asesinarle. Con toda seguridad las instituciones humanas saben que pueden obtener sus propòsitos por medios menos violentos que el de la guerra armada. Pero, en determinadas ocasiones, cuando predomina la “psicosis bèlica”, ciega a todo razonamiento, prefieren ocultar o disimular otros mètodos de naturaleza pacìfica. 37 Calderòn P. (2009) Teorìa de conflictos de Johan Galtung. Revista Paz y Conflictos. 2. 38 Selman R. (1988) Utilizaciòn de estrategias de negociaciòn interpersonal y capacidades de comunicaciòn. Una exploraciòn clìnica longitudinal de los adolescentes perturbados. En R. Hinde Relations interpersonelles et developpment dessausiva. -Sherif M. (1966) Group Conflict and Co-operation. Their Social Psychology. Londres. Routledge Kegan Paul. 99 Con la crueldad utilizada contra los semejantes el ser humano se desinhibe manifestando espontàneamente una irracional “bestialidad” que no percibe el menor respeto por los seres de su propia especie. Nos recuerda Freud: “Quien recuerde los horrores de las grandes migraciones, de las irrupciones de los hunos, de los mogoles bajo Gensis Khan y Tamerlàn, de la conquista de Jerusalèn por los pìos cruzados y aùn las crueldades de la ùltima guerra mundial, tendrà que inclinarse humildemente ante la realidad de esta concepciòn.”39 Se agregarìa la gama de masacres polìticamente justificadas en la asì llamada “conquista de Amèrica” donde el sentido de la vida fue anulado para dar privilegio a la pulsiòn asesina ya no en funciòn defensiva sino de imposiciòn devastante. A causa de esta inaugural agresividad entre los seres humanos la civilizaciòn entera se ve constantemente amenazada por la desintegraciòn, la aniquilaciòn fisiològica de la existencia misma. Las tendencias agresivas son màs poderosas que las racionales, el trabajo de cohesiòn puede tornarse ineficaz si la sociedad no impone barreras claras -simbòlicas- a esta impulsividad. Debido a la formaciòn reactiva la energìa de la agresividad expresada en la organizaciòn cultural despliega una variedad de metodologìas destinadas a que los hombres se identifiquen y establezcan lazos afectivos. Pero los esfuerzos destinados a conservar las exigencias de la paz no han logrado una respuesta significativa. En situaciones de alta tensiòn los Estados legalizan la instituciòn de la guerra como medio para justificar el alcance de sus objetivos -expansionistas por ejemplo-, y los ciudadanos se desilusionan de la capacidad racional de los gobiernos perdiendo toda esperanza en aquellos lìderes que han decidido la confontaciòn directa. 39 Freud S. (1929-30) El malestar en la cultura. Amorrortu Ed. Buenos Aires.Tìtulo original en alemàn: Das Unbehagen in der Kultur. 100 La agresividad determina la vida de los individuos, sin embargo, es importante diferenciarla con la sana competencia entre las profesiones humanas ya que en especìficas fases de desarrollo social ha sido bàsica para la transformaciòn psico-social. Rivalidad no equivale por fuerza a hostilizaciòn, muchas instituciones han abusado de la rivalidad para fortalecer el nivel de las diferencias a un nivel crìtico. El ser humano procede proyectando en los demàs los propios intereses destructivos, encuentra motivaciones externas a un hecho psìquico que le pertenece a un nivel latente, de allì nace su potencial destructivo y como no puede soportar la auto-eliminaciòn prefiere aceptar la idea imaginaria de que “el mal” siempre proviene del otro, cada mìnima amenaza constituye un grande peligro para la estabilidad del proprio yo. 101 102 18. SOCIEDAD SUICIDA Y PULSIÓN DE MUERTE En 1915 Freud redacta Consideraciones sobre la muerte y sobre la guerra”, donde se re-plantea la funciòn del ideal del yo, su funciòn de “màscara” del ideal en contra-posiciòn a lo real, el escenario del anàlisis tiene como base el lugar de las pulsiones en la actividad psìquica. Mientras que ciertos valores tienden a la trascendentalidad de las ilusiones el sentido de la materialidad està concretizado por la cualidad de las pulsiones. El trauma de la experiencia de la guerra en cuanto eje conductor de la muerte nos recuerda el encuentro schock con la tensiòn de lo real, con nuestra inevitable finitud, y del cual la humanidad entera ha institucionalizado un desconocimiento a todo campo. La irrupciòn del real de esta experiencia desequilibrada constituye un reto a la solidez del aparato psìquico por la gravedad de sus alcances afectivos en cuanto “ruptura de las barreras”. Cuando nos afecta de cerca la experiencia de la muerte el drama se acentùa por la resonancia de una pèrdida definitiva, ireversible -no hay posibilidad de retorno-. Somos màs sensibles a la muerte de los parientes y amigos que a las muertes anònimas restringiendo asì el horizonte de la vida misma. Existe un factor agresivo en la vivencia del luto por la pèrdida que despierta un sentido de odio, nos sentimos abandonados, “nos han dejado sòlos”. En medio de tal ambivalencia se ha realizado un deseo reprimido por la muerte de este ser, el resentimiento contiene un odio represado por la aquel que ha muerto, se experimenta un vacìo irreparable, no hay posibilidad de refugio vàlido. En muchas comunidades organizadas el nùcleo del desarrollo ha sido atribuido al nivel de su agresividad, se trata del regreso de la represiòn de los deseos por la muerte de los otros hecho realidad en el mundo manifiesto de la confrontaciòn bèlica. Mediante el afecto del odio el yo busca defenderse o repararse de las tensiones internas o externas. 103 Constantemente el organismo es bombardeado por estimulaciones agresivas de orden externo e interno. El “extraño” es el lugar donde se deposita una agresividad original, simboliza lo desconocido, amenazante y lo peligroso. El narcisismo busca reducir al màximo la intrusiòn de los otros en cuanto signo de luto por la alteridad, asì, el yo no es fragmentado o dividido, se anhela la “unidad” perfecta sin la participaciòn invasiva de los otros. La muerte como una fundamental represiòn en estrecha correlaciòn con el narcisismo de caràcter agresivo desata el sentimiento de pèrdida, vacìo, odio y depresiòn. El objetivo de la vida no es el de defenderse de la muerte ni el de buscar el placer, el equilibrio, el bien, sino la negaciòn misma de los procesos vitales de un modo contraproducente, y de la inquietud por la existencia, es como si la vida caminara en contra de ella misma. La fuerza de la pulsiòn de muerte impulsa la vida hacia lo inerte mediante una apertura y una negaciòn de las demàs pulsiones, se rechaza la vida porque de alguna manera ha resultado insoportable. El impulso hacia la negaciòn de la vida es la fuerza màs pulsional de la existencia, la humanidad aspira a exterminarse a sì misma como instrumento de goce, una especie de auto-destrucciòn de la humanidad realizando los deseos represados de Thànatos y su lucha perenne con los impulsos vitales. El rechazo de las pulsiones vitales produce la precipitaciòn de la pulsiòn de muerte y su instauraciòn en la tensiòn thanàtica de las guerras que es el apartarse de los otros, el goce del asesinato como exceso contraproducente, como desobediencia a la prohibiciòn, transgresiòn del interdicto. En la pulsiòn de muerte se realiza un deseo nostàlgico abandonando el deseo del re-encuentro con la madre en aquella fragmentaria unidad perdida. Es evidente que luego de la guerra se presenta el impulso a la reunificaciòn pero ya no hay recuperaciòn por aquello perdido, no hay posibilidad de reconstrucciòn. En la melancolìa siempre permanece el remordimiento del pasado como algo que no se digiere a partir del luto con expresiones de autoacusaciones, idealizando el pasado como si 104 fuese estado perdido y el deseo del retorno imposible a la unidad perdida. La pulsiòn de muerte radicaliza la funciòn del principio del placer, Eros, en cuanto instancia que busca evitar la tensiòn, conservar el equilibrio, transformando el placer en Nirvana como forma extrema. Eros impulsa la vida hacia la constructividad de las funciones vitales , de la re-construcciòn de los significados que pugnan por la organizaciòn de la sociedad con base en configuraciones erotizantes de nuevas perspectivas. 105 106 19. J. LACAN Y LA GUERRA: SINCRONÍA Y DISIMETRÍA La instituciòn bèlica representa una modalidad de relaciòn entre los seres humanos caracterizada por el uso de la fuerza y de las armas, con el fin de doblegar la voluntad del otro, estigmatizado como enemigo adversario por dominar. El anudamiento de la voluntad bèlica con la operacionalidad violenta implica desconocer los lìmites del efecto intermediario en el uso de la palabra. Implica reconocer la producciòn de un estado de cosas donde se busca el comercio humano de sujetos enfrentados por antagonismos imaginarios o ideològicos. Al desencadenarse una relaciòn especular se genera una comunicaciòn dialèctica con el otro donde predomina la ambivalencia estructural, la experiencia de la fragmentaciòn -a imago de cuerpos destrozados-. Un narcisismo exacerbado que se identifica con los mètodos agresivos para eliminar la subjetividad del otro. Segùn Lacan, existe una connotaciòn de naturaleza moral respaldada por la unidad y la voluntad de un colectivo. A partir de la comprensiòn del acto la idea de un sujeto implicado en la guerra plantea que la esta no impone su propia lògica sino su propia gramàtica en cuanto ensayo de modalidades alternativas de escritura y lenguaje, de hecho, las matrices referenciales del acto reflejan en su operatividad metàforas, paradojas, como efectos de la puesta en escena de la subjetividad encarnada. Los actos proporcionan la estructuraciòn de vìnculos entre diversos seres humanos pero lo que determina el orden de las cosas es el objeto con su capacidad de subsistencia. El objeto ɑ incita a colocar en el debate sobre ofensa y defensa en el centro del anùlisis. En este sentido, predomina el caràcter disimètrico -esencial- de cada guerra, es el anti-sentido de lo inconveniente, el significante de aquello que genera sospecha e indignaciòn. La 107 referencia a una causalidad de lo real incita a los participantes a definirse como opositores de un acuerdo por ubicar en el campo las pruebas de fuerza. El goce sàdico de los actores de la guerra conduce al masoquismo màs aferrado que se pueda demarcar, como en la apuesta mortìfera, la tragedia, muerte y destino dan testimonio de la antìtesis implìcita en el acto. La confrontaciòn bèlica siempre se funda sobre la base de un “pretexto guerrero” desempeñando la funciòn de zizaña, enfocada hacia la vuelta del sujeto en contra de sì en la cadena del deseo, frente al fantasma que le constituye. En el antagonismo el sujeto se ve obligado a sufrir la identificaciòn con el significante fatal. 40 Son las acciones de la guerra aquello que desanuda la vida en el acto que destruye y eterniza la funciòn mortìfera pulsional, la intenciòn hostil, el otro en cuanto objeto de destrucciòn constituye a su vez el objeto de odio intersubjetivo, imaginario o real, que desafìa la alternancia yo-otro hacia la temporalidad del ser. Con la destructividad la pulsiòn despliega su potencial simbolizante exponiendo la susceptibilidad de los cuerpos al avatar infernal de la guerra donde las pèrdidas se ven representadas por el sentido de la negaciòn y del odio. Sin embargo, el odio no desaparece cuando se satisface sino que se re-crea generando una cadena de actos destinados a inscribir la subjetividad en el marco de lo intangible. La dialèctica guerra-paz es condensada por la advertencia y el engaño, los actores aspiran a predecir las decisiones del otro, a crear artificios simbòlicos que superen los del enemigo imaginario o real. La dimensiòn imaginaria despliega tècnicas y estrategias para involucrarse en un transfondo mimetizado de identidad. El sujeto es 40 Lacan J. (1984) La psiquiatrìa inglesa y la guerra. Uno por Uno. Revista mundial de psicoanàlisis 40. EOLIA. Paidòs. - J. (1984) Introducciòn al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud. En Escritos 1. Mèxico. Ed. S. XXI. -Castro Maria Clemencia (2003) La guerra y el deleite taciturno. Desde el jardin de Freud. 3. Unal. -La guerra: màs allà de la vida y la muerte. En Affectio Societatis. UdeA. Revista electrònica del departamento de psicoanàlisis. Medellìn. 108 “arrancado”de su ser fundamental para abrirse a sus limitaciones, se inserta en una funciòn cuya operatividad le absorbe, en esto consiste su plataforma simbolizante. El significante de la mirada, el acto y el odio convocan a la restructuraciòn de la definiciòn de muerte en la confrontaciòn bèlica, la amenaza por lo inminente hace precipitar la perplejidad de la finitud La presencia vital del sujeto cuestiona la misiòn significacional del enemigo segùn los rituales protectivos y atacantes, el sujeto de la emergencia frente al objeto contraparte de transformaciòn y violencia. El sujeto en su caràcter recìproco se reconoce en el otro con todos los atributos imaginarios encontrando de este modo factores recìprocos de incompletud y desasosiego, o tù o yo, pero no existe otra alternativa , sujeto y objeto mediante el acto mortìfero señalan el devenir angustioso y el futuro inesperado. Las leyes han manipulado de esta manera la intensidad en el imaginar, en el actuar, pero tambièn en el soñar y el perecer, en una dis-lògica de la pulsionalidad sin palabra que anticipa el sentido de la finitud. Respecto al real-agresivo manifiesta la voracidad consumismoconsumisiòn, se precisa un avance irrefrenable del goce forclusivo del sujeto y de los lazos en cuestiòn. Se dilucida el gosoy cartesiano allì donde resulta una verwerfung, es acà donde se forcluyen los componentes del amor. Lo real-agresivo representa la cualidad del sìntoma y el analista en cuanto real de la clìnica desempeña el papel de sintonizar sus propòsitos. La subversiòn del sujeto ha de advenir mediante la relaciòn con el objeto α en cuanto fuente del deseo hacia el discernimiento de lo sintomàtico y del goce en el sadismo y el masoquismo bèlico. El mecanismo del Drop-out: identificaciòn vertical u horizontal en la trieb. Lacan publica en 1948 la primera exposiciòn sistemàtica en francia 109 sobre las teorìas de M. Klein en un proyecto titulado La agresividad en psicoanálisis presentada al dècimo primer congreso de psicoanalistas en idioma francès. En esta exposiciòn expresa su sensibilidad al “nivel colectivo del afecto de degradaciòn de tipo viril” que èl mismo habìa reportado segùn la decadencia social de la imago paterna en una publicaciòn de 1938 sobre la familia del tìtulo Los complejos familiares. No se deduce la necesidad por la importancia de la imago sino, por el contrario, se alude a los intereses de un colectivo sin un lìder, la selecciòn de nuevos miembros destinados a la guerra supone que el objeto se quede en un lugar alejado del lugar vacìo del padre. Es de resaltar la advertencia acerca del abuso de la autoridad que la manipulaciòn de las imàgenes y de las pasiones puede permitir como tambièn el respeto que se anuncia sobre el derecho a la “objeciòn de conciencia”. El psicoanálisis, mediante la posiciòn del sujeto proclama su fundamento de excepciòn y retoma sus propias raìces a partir del anàlisis de los lìmites psìquicos y reales. La presencia de la dimensiòn social del sujeto no es vivida como la expresiòn de una Ley fèrrea sino como una oportunidad para tomar posiciòn. Se introduce el concepto de “realismo” en la valoraciòn de la dimensiòn de lo real, por ejemplo la nociòn de “realismo polìtico” fue usada para cubrir los peores compromisos con la ideologìa politica. Prontamente esta nociòn fue negativa y demostraba la extrema fragilidad del sujeto por ser sugestionable para colocarse al servicio de alguna ideologìa. Lacan lo expresa del siguiente modo, se trata de los màs “dèbiles hundimientos de la conciencia” y del ejercicio de la tiranìa de la pulsiòn de puerte en la forma del superyò. Pero tambièn se revela otro sentido del realismo en cuanto afronta el potencial oscuro del superyò con determinaciòn, sin necesidad de comprometerse con una polìtica contingente. Las fuerzas de la razòn habrìan de triunfar sobre el nihilismo y las tendencias de la pulsiòn de muerte. Del contexto de un “realismo de lucha” se pasarà a la tècnica 110 de la adaptaciòn que se ha observado en su eficacia, el psicoanàlisis se presentarìa como un instrumento de lucha contra la muerte en la misiòn de la civilizaciòn, su trabajo consistirìa en constituir bases operativas contra el malestar en la cultura.41 A partir del anàlisis de la ideologìa se verifica que las mismas modalidades de defensa que el sujeto utiliza para defenderse de sus neurosis corresponden, asimismo, a las modalidades de defensa de los grupos y la sociedad. Los tèrminos colectivo y colectividad se presentan en estrecha homologìa a los procesos subjetivos, se denomina asì “escala colectiva” a los niveles de subjetividad. La guerra testimonia la “depresiòn reactiva” a un nivel social donde los seres humanos pierden sus fuerzas creadoras, hasta cierto punto este tipo de “depresiòn reactiva” puede ser terapèutico para el progreso de un pueblo. La fuerza que moviliza los grupos armados es la identificaciòn que habrà de incentivar una especie de solidaridad entre los componentes de un grupo ideològico. El propòsito de una supuesta igualdad para todos en el sentido de uno para todos y todos para uno confluye en la bùsqueda pragmàtica de la homogeneidad de cada grupo en vista a un trabajo preciso. Se trata de grupos altamente diferenciados donde el ideal general es clasificado y no totalitario. La identificaciòn vertical con el lìder se diferencia de la identificaciòn horizontal de acuerdo con los ideales especìficos de estos grupos que aspiran a la homogeneidad. En los ideales ideològicos de cada grupo se halla el de compartir un enemigo imaginario comùn contra el cual poder proyectar los factores autoagresivos de modo colectivo, esta identificaciòn procede de la percepciòn de un enemigo interno, estarìamos asì participando de unos 41 La siguiente tabla expone las batallas libradas por las principales potencias europeas en los tiempos modernos. Esta tabla observa el nùmero de batallas en cada siglo desde 1480. (Q. Wright, 1965) Años Nùmero de batallas 1480-1499 9 1500-1599 87 1600-1699 239 1700-1799 781 1800-1899 651 1900-1970 892 111 ideales patològicos donde no predomina la razòn. En esto consiste el fenòmeno drop-out donde el sujeto decide retirarse de su propia sombra superyoica para ir a buscarla en un enemigo externo comùn, acà el sujeto requiere de un soporte grupal que le proteja en sus impulsos sintomàticos. El significante del lìder habrìa en el significante horizontal por un objetivo comùn, asì lo colectivo no es otra cosa que el sujeto de lo individual.42 42 Lacan J. (1945) Op. Cit. 112 20. LA SOCIEDAD PARANOICA Los afectos paranoicos constituyen un factor que tiene que ver con todos los seres humanos en mayor o menor medida aunque si en algunos casos se presenta una evoluciòn positiva. Su principal caracterìstica es una profunda desconfianza de tipo crònico, el sujeto generalmente ha sido educado en una familia donde la lucha por el poder, el conflicto y el desencuentro eran situaciones muy comunes. El mundo es un lugar de guerra, la relaciòn con los otros representarìa un riesgo y confiar en alguien no tendrìa sentido, la visiòn de la vida se reduce a una cuestiòn de rivalidad, confrontaciòn, batallas permanentes, estos sujetos difìcilmente podràn llegar a amar o a expresar su sexualidad porque siempre permanece el elemento desconfianza. El nùcleo de la cronicidad de la visiòn paranoica del mundo es una excesiva desconfianza puesto que generalmente se observa en la realidad luchas, violencias y guerras. Pero este sujeto tiene razòn sòlo en parte, es una porciòn de la verdad, procura defenderse de los otros proyectando su ansiedady atacàndolos como si fuesen realmente enemigos. Exceptuando su propia condiciòn “los demàs no son como yo soy”, es por esto que observan que el mal debe estar afuera y el bien dentro de nosotros, sin hacer un esfuerzo por analizar la complejidad. Se quiere proyectar sobre los otros aquello que se observa como “maligno” en nosotros mismos, el bien reposarìa en el yo y el mal, la violencia reposarìa en los otros. El infante siente la imposibilidad de elaborar el malestar interno y proyecta sobre los otros la violencia que reprime, sustituye unos contenidos por otros como en un melodrama circular. Existen al menos tres estados de evoluciòn del sìntoma: -Desde lo paranoico como caràcter. -En cuanto perturbaciòn estructurada. 113 -Como sìntoma delirante. Muchos mecanismos son hipertrofiados con las situaciones ambientales, se sufre un proceso de contradicciòn interna donde cada sujeto atribuye a los otros aquello que no acepta en sì mismo, es por esto que pocas personas asumen su propia complejidad, ha menudo nos presentamos como vìctimas de un mundo cruel y despiadado. El sujeto no està en capacidad de expresar su “desnudez” a nivel de sentimientos, de carencias, de percepciones sexuales, su nùcleo principal ha permanecido como “camuflado” por temor a ser ridiculizado por el mundo exterior, por las crìticas de los otros, por este motivo se realiza el mecanismo de la proyecciòn sobre los otros con un conjunto de maldades y prejuicios. En otras ocasiones el sìntoma paranoico corresponde con la vivencia del luto no elaborado, un dolor insoportable, un vacìo, algo invivible, sentimiento de fragmentaciòn, disgregaciòn, lo no-tolerable. La pèrdida resulta anulamiento, como alternativa al dolor se producen las reacciones paranoica en cuanto defensas contra el sentimiento de pèrdida. Se precipitan impulsos de venganza, de injusticia, la humanidad invierte gran parte de su existencia experimentando estos procesos psìquicos. La ruptura y la inestabilidad se presentan como algo permanente, F. Fornari denominò a este fenòmeno la elaboraciòn paranoica del luto, el ser humano transforma la experiencia del luto en un motivo para engendrar la guerra percibiendo en la ira un factor positivo que facilitarìa la adhesiòn y la unidad entre los miembros de una comunidad. No hay que olvidar que la expresiòn empìrica de la rabia, en especial, en la adolescencia constituye un mètodo de respuesta al sentido del vacìo, del anulamiento interno, un pedido de ayuda, una salida desesperada cuando no se siente escuchado y manifiesta su opiniòn mediante acting-out, actos fìsicos o violentos. En la actitud paranoica los sentimientos han permanecido en la penumbra porque sacarlos 114 afuera representa un gran peligro, una amenaza interna de ser burlado, las fantasìas propias se ocultan bajo la sombra de un lenguaje mudo. El sentimiento de impotencia frecuentemente genera angustias incesantes, de este modo las sociedades se han defendido de la propia angustia interna buscando un chivo expiatorio para proyectar sus antivalores, anti-democràticos o anti-religiosos, por ejemplo. Aquello que hay dentro del ser humano en cuanto elementos sintomàticos tambièn existe a nivel de la humanidad entera. La necesidad de triunfalismo, las incomprensiones, lo tràgico, el luto colectivo por una pèrdida, constituyen ha menudo motivaciones vàlidas para legitimar la prospectiva bèlica.43 La negaciòn y la indiferencia representan formas de un desencuentro interno, existe la expresiòn paranoia-gènesis para configurar la idea de todos contra todos, cada quien interpreta de modo arcaico el quehacer de los otros como en un “canivalismo” circular nos destruimos los unos a los otros, “todo aquello que decimos puede ser usado en contra de nosotros”, por fortuna no sucede siempre pero se trata de una realidad concreta. La rivalidad, lo temores, el odio, la envidia, los celos patològicos revelan el hecho de que existe un gran conflicto actual y no sabemos como poder tratarlo, no contamos con los suficientes recursos. Muy ha menudo el enfermo quiere continuar con su malestar como si necesitara de esta sintomatologìa para obtener beneficios secundarios , como si el retorno al trauma representara un placer sadomasoquista que rechaza el tratamiento o la curaciòn relativa. La ausencia de recursos internos suscita la precipitaciòn paranoica, en nuestra sociedad habrìa de prevalecer mayor asimilaciòn de la ciencia, del psicoanálisis, de los procesos comunicativos en cuanto metodologìas terapeutizantes. Las reacciones a las ofensas reales no habrìan de ser patològicas, bajo las conductas paranoicas de la 43 Como los Estados que despliegan persecusiones bèlicas contra sus propios ciudadanos con el fin de controlar sus impulsos agresivos. 115 sociedad se oculta el fenòmeno de la depresiòn, buscamos asì ser gratificados por la insistencia de estos sìntomas, ser reconocidos por lo que no somos y no vivir siempre como sujetos ofendidos por algo externo o algo interno. Se requiere emprender caminos alternativos y variables para dar respuesta a nuestras insatisfacciones infantiles. El delito de instigaciòn al odio: pedagogìa y anti-vida. El primero de julio de 1972 el derecho francès introduce el delito de la instigaciòn al odio, algunos Estados han llevado sus habitantes a proclamar radicalismos de odio ideològico. Es preciso aprender a deconstruir aquellos discursos sistemàticos del resentimiento, se requiere un anàlisis màs articulado sobre su producciòn y la circulaciòn -en redes sociales-, la difusiòn del odio no obedece a una problemàtica ligada a procesos mecànicos de emulaciòn, hay que considerar ademàs cuales son las reacciones manifiestas al odio reprimido, por ejemplo. Los discursos sistemàticos de odio han definido la historia de los procesos sociales con una funcionalidad polìtica y conductual, pueden generar violencias exasperadas que han de ser anàlizadas desde lo democràtico y su legisaciòn. Se busca crear espacios de trabajo interdisciplinar solicitando la participaciòn de cada ciencia, saber o disciplina, para introducir lìneas de investigaciòn teòrico-pràcticas. Estos estudios habrìan de contener niveles considerables de responsabilidad y ètica, màs allà de los intereses epistemològicos habrà de rastrearse las condiciones intra-psìquicas de la libertad de expresiòn, de sus construcciones socio-tecnològicas, lo sociològico y lo jurìdico. No es factible combatir el odio con màs odio, las contradicciones son un conjunto de proposiciones que han de ser desplegadas en un lugar y en un contexto programado con acuerdos y consensos sòlidos y duraderos. Es aquì donde se analizan los fenòmenos especulares del liderazgo y la democracia, es imprescindible el fortalecerse de un contra-discurso alternativo al odio basado en el conocimiento de los 116 derechos humanos, la producciòn de modelos explicativos y de interpretaciòn de las mùltiples realidades. Hay que investigar la calidad de nuestra capacidad de respuesta pràctica, los dispositivos de mediaciòn para contra-restar las polìticas del odio, para canalizar las energìas sobre soluciones alternativas,cretaivas y eficientes. M. H. Brousse, en su texto Guerre senza limite plantea, aludiendo a las teorìas de Freud y Lacan, las siguientes tres matrices de argumentaciòn:44 -No existe guerra sin discurso, lo cual implica que la guerra no puede ser reducida a las manifestaciones naturales o al desenlace de la agresividad sino que la guerra constituye una de las modalidades de las relaciones y no de un modo contrario. -La guerra implica aquello que se ha denominado -con Lacan-, un modo de goce y obedece al imperativo de aquello que llamamos superyoico, esto es lo que le otorga su caràcter oscuro y feroz. -El trauma de la guerra indica la variedad singular que toma la articulaciòn en las tres dimensiones psìquicas puestas en evidencia por Lacan, lo imaginario, lo simbòlico y lo real. Sin embargo, la confrontaciòn bèlica significa un particular traumatismo para cada sujeto en funciòn del modo en el cual tal articulaciòn se ordena. Es asì que lo ineluctable de la guerra representa un sìntoma, algo anòmalo, un error en la orientaciòn de nuestra civilizaciòn, una culpa, un escàndalo, una monstruosidad, coloca en interrogante nuestra inteligencia, nuestra capacidad racional de hacer acuerdos y, en especial, la verdadera naturaleza del ser humano. 44 Brousse M. H. (2013) Guerre senza limite. Psicoanalisi, trauma, legame sociale. Ed. Rosenberg & Sellier Bolonia 117 118 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Bion W. R. (1955) Group Dinamics. choanalysis. Ed. Tavistock. London. A review. En New Drections in Psy- Bonaparte M. (1950) Mythes de guerre. Ed. Universitaires de France. Parìs. Bouthoul G. (2010) Sociologia delle guerre. Trattato de polemologia. Ed. Pgreco. LibreriaUniversitaria.it -(1961) Le guerre. Elementi di polemologia. Ed. Longanese & C.Milano Bouvet M. 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