LUIS FERNANDO ZAPATA BEDOYA
PSICOANÁLISIS Y GUERRA
ANÁLISIS PSICOANALÍTICO DE LOS FACTORES
INCONCIENTES QUE INFLUYEN EN LA
CONFIGURACIÓN DE LAS CONFRONTACIONES
BÉLICAS EN NUESTRA SOCIEDAD
1
Del mismo Autor:
-Epistemologìa de las ciencias humanas. 1996. U. P. B. Medellìn. Colombia.
-Construcciones en el psicoanàlisis. Un estudio sobre tècnica y clìnica
psicoanalítica. 2007. Ed. Lealon. Medellìn. Colombia.
-Genealogìa de la violencia. Un estudio psicoanalítico sobre las fuentes de la
agresiòn, el amor y la angustia en nuestra sociedad. 2010. Ravenna. Italia.
-Psicoanàlisis y psicoactivos. Aporte psicoanalítico a la investigaciòn sobre
los procesos psìquicos que intervienen en el consumo de sustancias
psicoactivas. 2011. Ravenna. Italia.
-Paterlogìa. Una disciplina psicoanalìtica que investiga la figura del Padre en
sus mùltiples implicaciones. 2016. Ravenna. Italia.
-El duelo en el psicoanàlisis. Nuevas contribuciones al estudio de la
experiencia sobre el duelo. 2020. Ravenna. Italia.
-La funciòn fraterna. Estudio psicoanalítico sobre la inter-relaciòn entre los
hermanos. 2021. Ravenna. Italia.
-Fobias y psicoanàlisis. (2022). Una contribuciòn a la investigaciòn sobre la
etiologìa de las fobias. El sìntoma en cuanto metàfora de lo inconciente.
Ravenna. Italia.
-El yo en el psicoanàlisis. (2022) Las diversas teorìas en torno a la
constituciòn, funcionalidad y propiedades del yo en la historiografìa
psicoanalìtica. Ravenna Italia.
-Psicoanàlisis y ciencia. (2023) Los criterios necesarios para la fundamentaciòn
cientìfica del psicoanàlisis desde sus bases teminològicas hasta las
actualizaciones contemporàneas.
(1) Psicoanalsismundo Psicoanalsismundo - Academia.edu
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Imagen de la caràtula:
El rapto de Helena, de Gavin Hamilton. (1723-1798).
Pintor y arqueològo escocès, estudiò pintura
en Roma con Agostino Masucci. Dominio Pùblico.
2
“El hombre es un animal herido, enfermo de lenguaje,
exiliado de la naturaleza, moribundo.
Sòlo los hombres -no los animales- gozan al
torturar o en el torturarse.
Sòlo los hombres pueden imponer el Mal
como una meta pulsional.
En el mundo animal no existe ni sadismo
ni masoquismo, no existe placer
en infringir el dolor, ni en el procuràrselo.”
I tabù del mondo.
Massimo Recalcati.
Ed. Einaudi (2018)
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ÍNDICE
Pàg
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119
INTRODUCCIÓN
1. Historia y guerra en las civilizaciones primitivas
2. La teorìa sobre la agresividad antes de 1920
3. Retrospectiva: Nota biogràfica de las Todstriebe
4. Psicoanàlisis de la neurosis de guerra.
-Antecedentes històricos de la neurosis de guerra
5. Ansiedad paranoica en la guerra y la teorìa de M. Kyrle.
6. E. Glover y el conflicto interno.
-El complejo de guerra
7. Para una historiografìa de la pulsiòn de muerte.
8. Ejercicio del poder, derecho y libertad.
-Guerra y psiquè
9. Pulsiòn social de vida – Pulsiòn social de guerra.
10. Lo psicothanàtico y lo psicoeròtico: Etiologìa del anàlisis psìquico.
-De la psiquiatrìa al psicoanálisis
11. Socio-thanatologìa y sociopatìa
12. Polemologìa (Πολεμολογία) y deseo agresional.
13. El yo-de-la-paz y el yo-de-la-guerra
14. La guerra en cuanto narcisismo de las pequeñas diferencias.
15. La lògica interpulsional: pulsiones de vida y pulsiones de muerte
16. Teorema sociològico de la thanaticidad y la culpabilidad.
17. La teorìa del conflicto.
18. Sociedad suicida y pulsiòn de muerte.
19. J. Lacan y la guerra: sincronìa y disimetrìa.
-El mecanismo del Drop-out: identificaciòn vertical u Horizontal en la trieb
20. La sociedad paranoica.
-El delito de instigaciòn al odio: pedagogìa y anti-vida.
Referencias bibliogràficas
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6
INTRODUCCIÓN
El futuro de la humanidad profundiza sus raìces en el pasado y se
nutre de su energìa para conocer el presente. La historia del ser
humano ha sido fuertemente determinada por los hechos agresivos de
nuestros antepasados, se trata de una realidad inherente a la naturaleza
de sus pulsiones en sus relaciones con el mundo externo y con sus
propias condiciones internas. En este texto realizamos un breve viaje
por algunas de las màs importantes teorìas psicoanalìticas que
analizan la problemàtica de las confrontaciones bèlicas entre los
pueblos, los grupos humanos o los Estados instituidos de derecho.
Representa siempre un reto intentar abordar la complejidad de la
gramàtica sobre la destructividad entre las comunidades de acuerdo a
diversos puntos de vista abordables. ¿El individuo necesita de la
sociedad o es la sociedad que necesita del individuo? Nos
encontramos en medio a una complicidad devastante donde las
variables de anàlisis se expanden dramàticamente, si planteamos que
la sociedad està compuesta de un conjunto de individuos aislados
tenemos que abordar la pregunta por las condicones vitales de este
individuo, es decir, de todos aquellos factores que lo integran como la
dinàmica psìquica inconciente, aspiraciones frustradas, odios no
expresados, ideales de identificaciòn, condiciones educativas y
ambientales, entre otras.
Cuando la guerra se convierte en el lenguaje elegido por aquellos
lìderes con sintomatologìa paranoide, ezquizoide, psicòtica o
depresiva, podemos bien esperar decisiones que tienen que ver màs
con las pulsiones internas que con objetivos constructivos -sociales-.
El hombre es un ser que vive como herido, como ofendido, enfermo
en su lenguaje y en sus acciones, padece el peso afectivo de sus
propias contradiciones entre deseos y prohibiciones, entre lo eròtico y
lo thanàtico, entre lo interno y el mundo externo, entre las realidades
7
latentes y las acciones manifiestas.
El psicoanálisis de la guerra recurre ademàs a una serie de ciencias,
saberes y disciplinas para poder abordar màs ampliamente el àngulo
de visiòn y confrontaciòn entre las diversas posiciones. Es evidente
que entre las hipòtesis de trabajo nos encontremos con ideas radicales
o fundamentalistas que llevan al extremo el alcance de sus objetivos a
un nivel ideològico, religioso, cultural, ètnico, econòmico, geogràfico,
entre otros.
El anàlisis de los sìntomas del aparato psìquico coloca en duda
algunos ideales planteados por la humanidad desde sus mismos
comienzos, los niveles de enfermedad relacional y sico-social no
permiten la realizaciòn de la felicidad, la unidad, la sociedad
integrada, el bienestar colectivo, la dignidad, o la participaciòn
objetiva en los procesos històricos.
Ninguna otra ciencia como el psicoanálisis nos ofrece una vasta gama
de tèrminos, conceptos y expresiones de trabajo para abordar la
agresividad en lo que tiene que ver con la evoluciòn de los pueblos, el
nivel de sociopatìa, la tendencia a lo thanàtico, los complejos de
guerra, los delirios de persecuciòn, la despersonalizaciòn, la
instigaciòn al odio, las pulsiones de autoconservaciòn, la funciòn de
las organizaciones, entre otros. Las teorìas constituyen los recursos
imprescindibles de la investigaciòn, nos ofrece mùltiples lìneas de
trabajo y des-anudaciòn en lo que se refiere a los variados lenguajes,
proposiciones y planos diferenciales.
La visiòn retrospectiva nos ofrece la ventaja de reconocer una gran
cantidad de factores etiològicos en la conformaciòn bèlica de la guerra
en cuanto institucionalizaciòn colectiva del odio en cuanto elementos
que tambièn encontramos en la actualidad con todo su rigor y riesgo.
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que aquellas pulsiones
arcaicas que dominaban a los seres primitivos todavìa hoy en dìa
dominan una gran parte de los ideales humanos.
8
“Cuàn poderoso obstàculo cultural debe ser la agresividad
si su rechazo puede hacernos tan infelices
como su realizaciòn.”
S. Freud.
1. HISTORIA Y GUERRA EN LAS
CIVILIZACIONES PRIMITIVAS
La investigaciòn psicoanalìtica se ha interesado en la identificaciòn de
algunas sociedades primitivas en sus manifestaciones bèlicas y
establece una homologaciòn significante con las fantasìas inconcientes
de la neurosis. Sin embargo, no todas las culturas antiguas se
caracterizaban por su espìritu guerrero, algunas civilizaciones cuyas
decisiones dependìan de la consideraciòn particular de cada integrante
evitaban a menudo entrar en conflicto con otros pueblos, pero allì
donde dominaba una dictadura vertical el encuentro agresivo era
mucho màs frecuente.1
En algunos pueblos primitivos existìa una estrecha relaciòn entre los
ritos de iniciaciòn y las modalidades de guerra, los màs jòvenes debìan
adquirir el derecho a conocer las armas luego del ritual que indicaba
el paso por la pubertad, estos hechos eran ìntimamente relacionados
con la separaciòn de la madre y la integraciòn del neòfito en la
agregaciòn de los adultos. La definiciòn de las atribuciones del
hombre se diferenciaba de aquella de la mujer en cuanto al hombre le
correspondìa especìficamente el deber de ir a la guerra. Los jòvenes
juraban obediencia y sumisiòn total a los lìderes desplazando la
agresividad hacia los rituales referentes al encuentro bèlico.
De este modo el conflicto edìpico es contrastado en la edad puberal
por el ritual del desplazamiento del amor por la madre por el amor a
un grupo gregario, esta promesa real conserva un transfondo sagrado y
duradero. La hipòtesis psicoanalìtica considera este pasaje del
1 Burton R. F. (1931) Voyage au Grand Lac. Citado por M. R. Davie en La guerre dans les sociétés primitives. Ed.
Payot. Parìs.
9
siguiente modo:
“La guerra es para los pueblos primitivos la defensa, ofrecida por el
grupo en contra de la ansiedad por la castraciòn suscitada por el
ingreso en el grupo”2
En adelante la funciòn del grupo es decisiva para la identidad del
joven, un rechazo por parte de este revelarìa fantasìas relacionadas al
rechazo por parte de la madre, la supuesta unidad antes experimentada
en la relaciòn con la propia madre es sustituida por la unidad con los
intereses del grupo.
La guerra establece una serie de signos sociales que traen el beneficio
de sustraer angustias acumuladas, sin embargo, aquella ventaja resulta
de una alucinaciòn paranoica y de los delirios megalomanìacos de
algunos sujetos en el ejercicio del poder. En la antiguedad la guerra
era un asunto del gènero masculino, en muchas civilizaciones el
principal motivo de lucha consistìa en el deseo por apoderarse de las
mujeres, la realizaciòn de algùn rapto femenino o debido al
establecimiento de una nueva organizaciòn de trabajo.3
Hallamos el prevalecer de afectos sado-masoquistas como elementos
producidos por la dinàmica inconciente en aquellos lìderes autòcratas
que presentan serias dudas acerca de su “virilidad” y pretenden
camuflar dicho complejo con la orden de ejecutar sujetos inocentes.
La cultura de los Masais o los indìgenas del golfo de la Papuasia no
pueden casarse si antes no han asesinado algùn enemigo. 4 La
masculinidad era un factor implìcito al manejo de las armas, las
motivaciones de los Saracin, una comunidad agrìcola de caràcter
pacifista, nunca tomaba la inciativa con el fin de invadir otra tribu sino
que se limitaban a defender los lìmites de su territorio.
Otras tribus basaban su quehacer bèlicoso en el propòsito de
2 Ibìdem.
3 La guerra se constituìa en una cuestiòn del gènero masculino y de sus patolgìas con excepciòn de las Amazonas del
Dahoney que han asumido un rol defensivo de su cultura.
4 Frazer J. G. (1911 ) Il ramo d'oro.. Ed. Newton Compton. Roma.
10
procurarse alimento, en estos casos las acciones agresivas
corresponden a los intereses por nutrirse y los demàs pueblos eran
obligados a permanecer en alerta con un caràcter defensivo. Es en
este sentido que tiene lugar el eterno conflicto entre el trabajo pastoril
y los agricultores. Cuando los nòmades invaden un pueblo agricultor
se impone una modalidad de “micro-estado” donde algunos son
aquellos vencidos y el “Estado” nuevo es representado por los
vencedores.
Las confrontaciones fìsicas en las acciones de guerra son influidas por
elementos màgico-religiosos donde se puede investigar las diversas
reacciones de los sujetos frente a la muerte. La atmòsfera de creencia
en los espìritus y divinidades alcanzaba lìmites inimaginables donde la
devociòn popular hacia estos se interpreta como el estado colectivo
del luto no elaborado y del cual el hombre primitivo guarda una
estrecha vigilancia. Los afectos de ambivalencia y competitividad
negativa son proyectados sobre estas creencias como una forma de
objeto-maligno interiorizado. En algunos casos se establece un
ambiente ritual alucinatorio contra dichos enemigos fantaseados.
La colectividad teme mayormente a los espìritus malignos que a los
peligros reales a los cuales se expone. Para satisfacer las exigencias
de estas deidades era necesario sacrificar vidas humanas o declarar
abiertamente la batalla a otra poblaciòn, de esta manera se obtiene la
benevolencia divina a su favor.
En la cosmologìa de estas
comunidades toda causa natural era atribuida a la voluntad de los
entes espirituales y por esta razòn es preciso evitar su còlera o su
venganza.
La magia y la religiòn antiguas son consideradas una estrategia
defensiva contra un enemigo invisible, poderoso y al cual es necesario
agradar. Se vivencian intensas ansias persecutorias de caràcter
etnocentrista donde la pràctica de los rituales desempeña el rol de
proteger la integridad de los habitantes. Se proyectan ademàs sobre la
poblaciòn extranjera ideas paranoicas de contra-identificaciòn y
11
aquellas causas hipotèticas sobre las cuales la propia comunidad
puede ser atacada y ya no protegida.
De acuerdo con la mitologìa Fidji, al llegar al otro mundo el ànima de
un hombre de este pueblo debe poder ser orgulloso de haber
masacrado una cantidad considerable de gente y de haber destruido
muchas aldeas: estas eran las obras de bien. 5 La tribu de los
Topinambas en Brasil consideraba que los hombres que habìan vivido
segùn la virtud -es decir, que habìan asesinado y comido a muchos
enemigos-, tenìan el derecho a entrar al lugar de la felicidad.
Esta informaciòn etnològica nos parece distante respecto al mundo
occidental actual pero en realidad presenta fuertes puntos de
semejanza con la polìtica militar en tiempos de guerra donde pueden
ser condecorados aquellos combatientes que cumplieron un trabajo
ejemplar respecto al enemigo. Virtud y delito coinciden reflejando
una doble faz para tratar de reparar un daño sufrido o salvar la
promesa de un futuro mejor para la comunidad. Es preciso cobrar
venganza y hacer respetar los propios criterios de valoraciòn, los
propios ideales o doctrinas cuando estas son irrespetadas por los
enemigos. La guerra se establece como virtud cuando se pretende
eliminar la maldad de los otros y con la cual nos sentimos atacados.
Los impulsos parricidas en la guerra tienden a ser incrementados cada
vez que los jòvenes han recibido un tratamiento agresivo, mediante los
rituales de iniciaciòn, y de los cuales se conserva el deseo de
venganza. La actitud primitiva de homologar el asesinato a una virtud
guerrera, por ejemplo, revela la similaridad y coincidencia entre el ello
y el superyò a partir de una visiòn externa al contexto tribal de aquel
tiempo. La guerra utiliza sentimientos de culpa y mecanismos de
alienaciòn como componentes integrantes de una seudo-ètica de la
inter-relaciòn entre los seres humanos.
Se da el caso que el anàlisis demuestra el proceso con el cual se decide
5 Citado por Thomson B. en Natives of Savaje Island. J. A. L. XXXI. 139.
12
la guerra como respuesta a un luto no elaborado por los propios
parientes -despuès de un ataque externo-, y la ùnica vìa de salida que
se observa es la de proyectar sobre el enemigo la causa de una
supuesta venganza interiorizada. Asesinar al enemigo que representa
a su vez al ello permite controlar los intereses del proprio superyò
sàdico en su funciòn delimitante de las reacciones especìficas o con la
precipitaciòn de estados ambivalentes de depresiòn post-bèlicos. El
superyò sàdico es proyectado en la figura del chamàn cuando se trata
de una poblaciòn que no participa de las guerras.
La etiologìa de los procesos bèlicos contiene factores relativos a la
realidad exògena pero aquello que mayormente determina la
aceptaciòn de los impulsos bèlicos es la ansiedad psicòtica. Tanto la
guerra como la religiòn implican en sus contenidos realidades
psìquicas enlazadas al trabajo de la culpa psicòtica. La incapacidad de
“metabolizar” la culpa provoca la proyecciòn de la causa de la muerte
de un componente de la tribu en un sortilegio planificado por sujetos
enemigos:
“La creencia en sortilegios causa màs muertes en Africa que
cualquier otra cosa. Esta ha asesinado y continùa a eliminar en
Africa màs mujeres y hombres que la trata de la esclavitud.”6
Las partes negativas del yo son depositadas en el otro en cuanto
posible facilitador de la muerte de un individuo de la tribu propia, en
tanto no es factible elaborar la propia culpa esta busca un responsable
externo para castigarle por su maldad.
Segùn M. Klein, los mecanismos de control sàdicos -omnipotentesrevelan de què manera las defensas eufòricas de las angustias
paranoicas se diferencian respecto a las manifestaciones de alienaciòn
hostil en los afectos de culpa paranoide. En la devociòn a las
divinidades se observa el problema de representar entidades benèvolas
que nos protegen, nos brindan beneficios y prosperidad, pero
6 Kingsley M. (1897) Travels in West Africa. Ed. Macmillan & Co. London.
13
simultàneamente, es preciso temer su ira, su venganza, ya que pueden
recaer sobre nuestras familias y nuestros pueblos las peores
desgracias.
Fundamentalmente, la confrontaciòn bèlica es conducida por un
proceso latente de alienaciòn, no es el sentido de la culpa aquello que
produce la guerra sino la defensa paranoica de la culpa misma
proyectada en un “chivo espiatorio” alternante. 7 En la organizaciòn
social el objetivo de la comunicaciòn es tratar de resolver en tèrminos
de anàlisis de la realidad las condiciones de las angustias psicòticas,
las guerras han permitido a los pueblos primitidos la posibidad de
ocultar la propia demencia privada mediante gestos de socializaciòn y
manipulaciòn de las masas.
Una importante observaciòn de G. Roheim en War, Crime and the
Covenant sobre la cual vale la pena pensar se refiere al hecho que en
el hombre existe una auto-agresividad en medida mayor que en los
animales. La pulsiòn de muerte aleja todo precepto de conciencia
respecto al mundo real fortaleciendo en consecuencia el delirio autodestructivo socializado, en cuanto representaciòn de un todo, de una
colectividad que remite a la pèrdida de la unidad con el cuerpo de la
madre como aquella unidad originaria.
El yo sufre un proceso de escisiòn primario que le orienta a repetir los
modos de ser de la sociedad con base en experiencias infantiles y
retomar esta posiciòn esquizoparanoide en la selecciòn de mecanismos
primitivos durante los hechos històricos, es decir, los primeros afectos
“triangulares” respecto a la figura materna y a la figura paterna.
Recordemos que la figura del padre representa el primer “extranjero”
en la vida del infante y en el futuro el “extranjero” serà siempre el
padre.
La expresiòn de la lucha por la supervivencia entre las civilizaciones
antiguas es caracterizada por el tabù frente a los propios lìderes, frente
7 Fornari F. (1966) Psicoanalisis de la guerra. Ed. Feltrinelli. Campi del sapere. Milan.
14
a los parientes difuntos y frente a las acciones bèlicas. Respecto a los
tabùes de la post-guerra se realiza una serie variable de rituales, bailes,
coros, oraciones, para elaborar la intensidad del luto por las propias
vìctimas y del sentimiento de culpa por aquellos asesinados. Se
intercambian afectos contextualizados dirigidos al mundo de los
muertos en tèrminos de temor al castigo, a la venganza,
remordimiento, arrepentimiento o duda.
Desde el punto de vista del vencedor la angustia persecutoria con el
asesinato del enemigo -primitivamente imaginado sobre el plano
paranoico-, representa la posible elaboraciòn correcta del luto. Postula
M. Klein que el proceso de interiorizaciòn de un objeto parcial
maligno tiene el objetivo de controlar la intensidad de la ansiedad
persecutoria cuando los combatientes traen a la propia tribu objetos o
partes del cuerpo que antes pertenecìan al enemigo.
En ocasiones algunos de las comunidades primitivas fundamentaban
el estado de paz sobre el hecho de responsabilizarse por la muerte de
los enemigos. Observamos la hipòtesis de la ambivalencia psìquica
donde el odio por el enemigo, una vez que estos hayan muerto, resulta
transformarse en un amor fraternal -culpabilizante-. De consecuencia
la escisiòn entre “objeto-amigo” y “objeto-maligno” es menos
pronunciada en las comunidades primitivas que en aquellas màs
organizadas.
La ambiciòn proclamada de un imperio que aspira a vencer la guerra
corresponde a la de someter y controlar a sus enemigos hasta el punto
de poder considerarlos amigos, de modo anàlogo a los del proprio
pueblo. La problemàtica de los mitos referidos en torno al tema de la
guerra es muy amplia y compleja en cuanto se requiere definir unos
criterios de investigaciòn como las coordendas temporales y
geogràficas del mito sobre el cual se trabaja.
Al respecto, M. Bonaparte, en Mythes de guerre, brinda una serie de
explicaciones psicoanalìticas ante diferentes relatos mìticos como el
15
cadàver en el auto, el mito del dinero adivinado, el mito del vino de la
intendencia, el mito del enemigo impotente, el mito de las làgrimas de
la madre y aquellos que se refieren a Albione amenazado.8
8 Bonaparte M. (1950) Mythes de guerre. Ed. Universitaires de France. Parìs.
16
“Una parte del hombre es semejante a muchas especies de animales en que pelea contra su
propia especie. Pero por otra parte, entre los similares de especies que pelean, es la ùnica
en que la lucha es destructora... El hombre es la ùnica especie que asesina en masa, el
ùnico que no se adapta a su propia necesidad.”
N. Tinbergen
2. LA TEORIA SOBRE LA AGRESIVIDAD ANTES DE 1920
En las fases originarias del psicoanàlisis la agresiòn no era
considerada como una pulsiòn consolidada sino en cuanto un atributo
de las pulsiones en general. Las pulsiones sexuales mediante la
elaboraciòn psìquica de las impresiones elaboran los afectos màs
primarios de la evoluciòn del yo. Es posible que cuando no sea
verosimil la satisfacciòn motora de las excitaciones se inicie un
proceso de acumulaciòn de energìa que en el gènero masculino, por
ejemplo, habrà de generar tendencias netamente agresivas.
Respecto a las divergencias con A. Adler, en 1908, se precisan varios
puntos de vista. A. Adler habìa propuesto la idea de una tendencia
agresiva pero inmediatamente esta fue relativizada por Freud por
considerarla una “generalizaciòn que llevarìa al engaño”. En Las
pulsiones y sus destinos (1915), luego de haber indicado las tres
antìtesis del amor -odiar, ser amado, indiferencia-, se dilucida el orden
genètico asì: indiferencia, odio, amor. Con la apariciòn del objeto en
la fase del narcisismo primario se desarrolla a su vez el segundo
significado opuesto al amar, o sea, el odiar.
Las operaciones psìquicas que especifican el trànsito del autoerotismo
al narcisimo es reconoscible en el afecto del odio. Este hecho resalta
la fundamentaciòn psicoanalìtica del odio como componente bàsico de
la autoconservaciòn. La indiferencia se incorpora en el afecto del odio
como repulsiòn, la realidad externa y el objeto odiado coinciden en
17
una sola representaciòn. Cuando el objeto se revela fuente de placer
se convierte en un objeto amado y es incorporado en el yo, aquello
que sea extraño o no genere placer coincide con aquello odiado, lo
displacentero, asì la dualidad amor-odio se presenta ìntimamente
cohesa a la del placer-displacer.
La experiencia del displacer respecto al objeto genera el afecto del
odio que puede incrementarse hasta convertirse en una inclinaciòn
agresiva hacia el objeto con el propòsito de controlarlo. El yo anhela
apartar o destruir todos aquellos objetos que resultan ser fuente de
displacer, independientemente del hecho que estos lazos afectivos
hayan constituido una situaciòn de frustraciòn frente a sus
aspiraciones de satisfacciòn libidinal o respecto a las necesidades de
autoconservaciòn.
No obstante, se puede argumentar que los verdaderos arquetipos de la
relaciòn de odio no tienen su origen en las exigencias de la vida sexual
sino en las luchas del yo por la propia auto-confirmaciòn. Los
peligros, el dolor, los fracasos son todos factores que pueden
desencadenar el odio en cuanto reacciòn frente al objeto. El odio es
catalogado en cuanto un afecto màs antiguo que el amor, es el punto
de fuga del repudio primordial que el yo narcisìstico contrapone al
mundo externo como fuente de estìmulos.
No olvidemos que las ambiciones de la pulsiòn sexual involucran la
tendencia a “devorar” al objeto, apropiarse de èl hasta dañarlo o
destruirlo, en este sentido, el amor no se diferencia del odio. La
funciòn de la pulsiòn de autoconservaciòn rescata las funciones vitales
en la constituciòn del sujeto para protegerlo de la agresiòn externa. La
modificaciòn de la estructura de las pulsiones sexuales produce
cambios de direcciòn en la manifestaciòn de la agresividad.
Cuando despuès de la experiencia de un luto por la persona amada
sobreviene el malestar psìquico, la desilusiòn, la destrucciòn de la
base narcisìstica de tal elecciòn de objeto, la frustraciòn respecto a un
18
a identificaciòn interrumpida se convierte en odio por un objeto
interno -sustitutivo-, hacièndolo sufrir, denigràndolo, derivando de
esta actitud una ambivalencia masoquista.
La agresividad consecuente de estas frustraciones comparte dos vìas
de reacciòn:
por una parte se “regresa” al estado de las
identificaciones anteriores, y por otra parte, se cae en la condiciòn de
influencia conflictiva postulada por el principio de ambivalencia entre
el sadismo y el masoquismo.
Libido del yo → libido narcisista
→ Pulsiòn de muerte
Libido objetual → Pulsiones de autoconservaciòn y →Pulsiòn de vida
Pulsiones sexuales
Amor por el yo y amor por el objeto
Esquema del destino de la libido del yo
En algunos sìntomas de la melancolìa predomina una suerte de
cultivaciòn de la pulsiòn de muerte donde el superyò se apodera de
todo el sadismo del sujeto y lo dirige contra el yo. En los casos de
neurosis obsesiva, por los efectos de la regresiòn el amor llega a
transformarse en odio y en la consecuente condena por parte del
superyò. La pulsiòn destructiva, una vez liberada, por esta regresiòn a
la organizaciòn pregenital, anhela controlar al objeto o al menos se
comporta como si quisiera nutrirse de este propòsito.
Las amenazas de la pulsiòn de muerte sufren varias elaboraciones en
el sujeto, en parte se vuelven inofensivas debido a una mezcla con los
componentes eròticos, y en parte son desviados hacia la exterioridad
bajo forma de agresividad.
Debido a causas relativas al
funcionamiento de la libido el trabajo de la pulsiòn destructiva se
complica y debe exteriorizar las energìas sàdicas. Otra parte de estas
energìas es destinada a la funciòn sexual misma reflejando la
factibilidad operativa del masoquismo. En esto consiste el significado
de la mezcla ero-thanàtica de acuerdo a la influencia de muchos
factores internos y externos.
19
En una fase de la historia del sujeto en la cual todavìa no està en grado
de diferenciar entre lo externo y lo interno, entre el yo y los otros yo,
se puede hablar de masoquismo primario orgànico (Nacht, 1963)
donde la agresividad se descarga sobre sì mismo afectando el
organismo en sus niveles màs elementales: celular y bioquìmico. Se
trata de la consecuencia del sufrimiento en una condiciòn donde no ha
tenido lugar la separaciòn, en este proceso no se tratarìa de la acciòn
de una fuerza autònoma y autodestructiva.
La pulsiòn de muerte afecta de alguna manera a todas las pulsiones en
lo que tiene que ver con su impulsividad, corresponde a la pulsiòn de
vida realizar un proceso de relativizaciòn en los objetivos agresivos
mediante operaciones de autoconservaciòn al interior del yo. Cuando
la pulsiòn de muerte se dirige hacia los objetos proporciona al yo la
satisfacciòn de sus intereses vitales y el dominio de la naturaleza.
La pugna entre el sujeto y la sociedad no es el producto de un
constraste insuperable entre las pulsiones primarias (Urtrieben) Eros y
la pulsiòn de muerte. Equivale, en especial, a una discrepancia
distributiva al interior de la libido comparable a la lucha por la
reparticiòn de la energìa entre el yo y los objetos, de hecho se admite
una aceptaciòn final en el sujeto y en las sociedades futuras.
Si la agresividad no encuentra satisfacciòn en el mundo externo esta
se dirige nuevamente hacia el mundo interno. De modo que impedir
el desahogo agresivo parecerìa indicar una gran ofensa. Esto quiere
decir que existe una “ganancia” narcisìstica derivada de las acciones
agresivas, y, sin embargo, prevalece un malestar cuando no es posible
llevarla a cabo. Es como si el yo fuese criticado por su incapacidad de
enfrentar la realidad y por manifestar algo de su impotencia. Es
justamente como si tuvieramos que liberarnos de las tendencias
autodestructivas para poder conservar algo de genuino en nuestro
interior y hacer valer nuestro legìtimo derecho a la defensa.
Pero la tendencia hacia la impotencia puede ser una reacciòn mediante
20
los pretextos del odio, la ira, los celos, la venganza, para dar salida a la
energìa represada y demostrar la capacidad agresional. El propòsito
de la mezcla ero-thanàtica al alimentar las fantasìas de poder no es el
de obtener una “ganancia” sobre la base de una inversiòn objetual sino
el de ejercitar una acciòn de dominio por parte propia en la fantasìa o
en la realidad.
La cresciente agresividad del sujeto en la historia bèlica precipita la
ceguera humana hacia el horror del “desencuentro”. La agresiòn se
circunscribe como la màs importante dificultad para el proceso de la
civilizaciòn, expone Freud en El malestar en la cultura reconociendo
los niveles de crueldad y destructividad en cuanto objetivos
especìficos de la pulsiòn de muerte cuando no permanece en silencio u
oculta. Acerca del dualismo pulsional los psicoanalistas se han
dividido en dos grupos:
A. Quienes consideran que el amor y el odio no son derivados de la
divisiòn de una originaria unidad sino que tienen diferente origen.
B. Quienes consideran que no es ùtil, necesario o posible suponer en
la existencia del sujeto un componente destructivo sino sòlo como
producto de la frustraciòn respecto a las necesidades y de la
insuficiencia de las relaciones, en especial aquellas primarias.
Las diferentes posiciones se explican por la relaciòn con el objeto
donde tomar distancia de aquello que genera displacer representa un
acto necesario para la propia conservaciòn y afirmaciòn. Es en medio
de esta presencia no-placer -no presencia del placer-, donde el odio
cobra su sentido màs original. La carencia de amor distancia la
proximidad entre los sujetos y la desconfianza -paranoica- respecto a
la respuesta de los otros crea la circunstancia propicia para la
declaraciòn del antagonismo.
La nociòn de agresividad se extiende a un proceder o a un disponerse
al ataque con una violencia que puede ser expresada de varios modos
21
y niveles. Pero tambièn nos envìa hacia un tomar decisiones con
fortaleza. La nociòn de destructividad se refiere a operaciones fìsicas
o psìquicas destinadas a demolir -acabar-, determinando asì el fin de
un “objeto” y su extinciòn ya se trate de cosas o sujetos. Sin embargo
esta puede ser dirigida hacia el sujeto mismo proporcionando su
mortificaciòn al extremo en los niveles psìquico o fisiològico. Ambas
nociones estàn estrechamente entrelazadas en la teorìa de las
pulsiones, en la sustentaciòn de la dialèctica amor-odio y en la
relaciòn ambivalente con el objeto.
22
LOS PROCESOS VITALES SON REGLAMENTADOS POR:
↓
TRES PRINCIPIOS:
NIRVANA – PLACER – REALIDAD
↓
QUE REACCIONAN SOBRE LA BASE DE
TRES DIALECTICAS:
↓
DIALECTICA REAL: SUJETO (YO) – OBJETO (MUNDO EXTERNO)
DIALECTICA ECONOMICA: PLACER - DISPLACER
DIALECTICA BIOLOGICA: ACTIVIDAD - PASIVIDAD
Y DE:
↓
DOS FUERZAS MOTRICES O PULSIONALES
EXIGENCIAS A LA DINAMICA PSIQUICA
↓
QUE REACCIONAN PARALELAMENTE REALIZANDO ENTRE ELLAS:
↓
MEZCLA - ANTIMEZCLA
(PRINCIPIO REGULADOR DE LA DIALECTICA PULSIONAL)
↓
PULSION DE VIDA
PULSION DE MUERTE
↓
PROCESO FISIOLOGICO CORRESPONDIENTE
CONSTRUCCION
DESTRUCCION
METAS
↓
CONSERVAR LA SUSTANCIA VIVIENTE – VOLVER A LO INORGANICO
CREAR UNIDAD
ATRACCION
VOLVER A LO ANIMADO
EROS
psicoeroticidad
AMOR (LIBIDO)
DISOLVER LA UNIDAD
REPULSION
- VOLVER A LO INANIMADO
↓
THANATOS
psicothanaticidad
↓
ENERGIA
↓
ODIO (LO DESTRUCTIVO)
Esquema sobre los proceso vitales
23
24
3. RETROSPECTIVA:
NOTA BIOGRÁFICA DE LAS TODSTRIEBE
En El malestar en la cultura se explicita la referencia a la capacidad
destructiva del ser humano respecto a sì mismo y al objeto. En este
contexto se considera que el ataque, la destrucciòn del objeto y el
placer derivado de esta acciòn confluyen con los interese latentes de la
pulsiòn de muerte -todstriebe en plural-, sin embargo, todos estos
factores cuando se presentan mezclado buscan un objetivo comùn
circunscrito por tendencias inconcientes de autodestructividad.
A. Ataco al objeto → Deseos destructivos del objeto \ _ AutoB. Placer por la destrucciòn → Sadomasoquismo / destructividad.
La teorìa acerca de las pulsiones conserva su base en la biologìa,
asistimos ademàs a las argumentaciones con fundamentos filosòficos
de los cuales algunas se refieren a A. Schopenhauer -proporcionadas
por los volùmenes de O. Rank.-, a Barbara Low, a Platon, a los
Upanishad, los cuales confirmarìan sus hipòtesis en el àmbito “metabiològico”.9
A principios de 1920 murieron su hija Sophia y el amigo Anton von
Freund, con respecto a la escritura continuarà su labor sòlo en mayo.
Los postulados de la antìtesis pulsional de la vida y la muerte que
tienden hacia un retorno al estado inorgànico -de ausencia de la vidapreceden a la muerte de Sophia. Algunos autores pretenden suponer
que esta teorìa pulsional tenga su origen en la experiencia de luto que
vivenciò Freud en este periodo de tiempo, sin embargo, son hechos
totalmente independientes.10 Los datos històricos comprueban que el
capìtulo seis de Màs allà del principio del placer definido como
prolongaciones remarcadas -en una carta a Firenczi- en realidad fue
redactado entre mayo y el fin del verano de 1920.
9 Campanille P. (2021) Freud dopo lìultimo Freud. Ed. Franco Angelli. Milan.
10 Es el pensamiento biogràfico de Gubrich-Simitis.
25
Freud se opone firmemente a Wittels que resaltaba en la biografìa la
importancia de los eventos de luto en el desarrollo de la teorìa de la
pulsiòn de muerte, no sòlo este autor sino tambièn otros compartìan
esta posiciòn en cuanto factor determinante para la escritura del sexto
capìtulo de Màs allà del principio del placer.
El anàlisis de las pulsiones agresivas propone considerar la tesis de
que la agresividad hace parte de la constituciòn humana. Con la
investigaciòn del sadismo y el masoquismo, cuya intensidad no fue
posible atenuar en la clìnica de las resistencias, se descubre cual es la
base de las confrontaciones bèlicas en los Estados organizados por el
Derecho internacional. En la teorìa el masoquismo defiende como
finalidad la autodestrucciòn pero se encuentra con el sadismo cuya
intenciòn es la de proyectar hacia el exterior la impulsividad agresiva.
Si estas fuerzas agresivas no encuentran satisfacciòn en la descarga
hacia el mundo externo pueden retro-traerse e incrementar los niveles
de autodestructividad en contra del sujeto mismo, y se convertirà en
un factor predominante de la personalidad. Es como si el neuròtico
tuviera necesidad de destruir algo o alguien para no destruirse a sì
mismo, para poder preservarse de la tendencia a la autodestrucciòn.
Es la tendencia a regresar al mundo inorgànico, tiende a prevalecer la
precipitaciòn hacia la vida inanimada, como si compartieramos una
pulsiòn que quiere eliminar la vida y re-inserir la cualidad no-vital.
En 1937, con Anàlisis terminable e interminable, la invitaciòn a
considerar la importancia de la dualidad pulsional, pulsiòn de vida y
pulsiòn de muerte, es claramente marcada, todos los fenòmenos que
observamos normales o patològicos y las mismas funciones vitales
han de ser pensadas sobre la base de la influencia de los dos grupos
pulsionales y de su interacciòn recìproca.
La agresividad en cuanto la parte visible de la pulsiòn de muerte -si
esta no exterioriza sus condiciones se reservarìa a un operar
26
silencioso-, se expone de manera diferenciada en El malestar en la
cultura y plantea la formulaciòn de nuevas problemàticas.
La nueva propuesta del dualismo pulsional es formulada con base en
los fenòmenos de la compulsiòn a la repeticiòn, la reacciòn terapètica
negativa, en todo aquello que reflejarìa una fuerza opuesta al principio
del placer. Los diversos niveles de abstracciòn de la teorìa y la
observaciòn clìnica consolidan la objetividad del anàlisis.
27
28
4. PSICOANÁLISIS DE LA NEUROSIS DE GUERRA
Los afectos percibidos permanecen fijados a la memoria pero la
formaciòn de sìntomas pueden manifestarse en cualquier momento de
la historia personal. La hipocondrìa, la angustia, la hiper-sensibilidad,
las explosiones de ira, el desorden afectivo, la exigencia de afecto, se
deben al hecho de que la libido del sujeto, sustraìda a los objetos es
reinvertida sobre el yo, de modo que dichas actitudes provienen de
una modalidad de narcisismo primario -atàvico- comprendido como el
retorno a las fases remotas en la evoluciòn subjetiva y colectiva.
Una de las expresiones paradigmàticas de la pulsiòn de muerte al
interior de los procesos psìquicos es la compulsiòn a la repeticiòn de
algùn signo caracterìstico o conectado con situaciones traumàticas
donde se pudo haber generado cierta predisposiciòn a las tendencias
socio-agresivas.11
Algunos sentimientos de omnipotencia o el haber sufrido una perdida
afectiva con un valor incalculable de afecto inducen al yo hacia el
retorno a estados anteriores de relaciòn fraterna donde se
experimentaron especiales intereses por la competencia, la envidia, la
avidità, el desorden, entre otras. Segùn E. Simmel, los efectos
modificantes del tratamiento psicoanalìtico tienen una extensiòn
temporal màs o menos duradera dependiendo de cada experiencia
singular. Es el caso del anàlisis de las neurosis de guerra cuyo nùcleo
conflictivo es preciso des-entretejer para revelar el caràcter traumàtico
de su estructura.12
La investigaciòn psicoanalìtica acerca de los factores que intervienen
en las neurosis de post-guerra descubre que la formaciòn del sìntoma
se expresa mediante fuerzas pulsionales de naturaleza libidinal y
11 Freud S. (1920) Màs allà del principio del placer. Amorrortu Ed. Buenos Aires.
12 Jones E. (1918) Le nevrosi di guerra e la teoria freudiana. Ed. Macmillan. Toronto.
29
mediante la conflictividad entre el yo y las exigencias del ello que
aquel mismo rechaza. La transformaciòn del yo a causa de las
perturbaciones neuròticas de la guerra divide una parte pacìfica del yo
-anterior-, respecto a una parte agresiva del yo -posterior-. De modo
que por la condiciòn natural de supervivencia el yo-anterior buscarà
defenderse del yo-posterior agresivo en cuanto representa un peligro
para su integridad.
Neurosis de guerra
↓
↓
Formaciòn de sìntomas
↓
Fuerzas pulsionales
↓
↓
Naturaleza libidinal - Conflicto entre el yo y el ello
↓
↓
Parte pacìfica del yo - Parte agresiva del yo
↓
↓
Yo anterior -Defensa- Yo posterior
Esquema de la neurosis de guerra
Freud postula que la circunstancia externa de la guerra despierta
conflictos inconcientes en estrecha relaciòn con el caràcter de la libido
y la neurosis en tiempos de paz. Con la configuraciòn de las neurosis
de guerra se observò la necesidad de establecer un paralelo entre esta
y las neurosis de origen traumàtico en tiempo de paz, para luego,
homologar determinados sìntomas que se distinguieron por su
similitud. El mètodo adecuado para dicho tratamiento es el anàlisis de
la transferencia y su implementaciòn contextualizada en cuanto
tècnica de dilucidaciòn y catarsis de algunos contenidos represados en
el pasado.
Una neurosis de guerra puede llegar a transformarse en una neurosis
de transferencia para revelar aquellos elementos adheridos a la
dinàmica psìquica del sujeto, angustias relativas a la libido sexual
30
inhibida, temores reales por la pèrdida de la vida, proyecciòn de
afectos sado-masoquistas, tendencias reactivas de violencia o
venganza. Las situaciones crìticas de la guerra imponen al yo la
urgencia de protegerse respecto a un peligro real externo que se
constituye como un factor homologable con un peligro interno o un
delirio paranoico.
En tiempo de paz el yo se siente amenazado por las pulsiones del ello,
en tiempo de guerra el yo se siente en peligro con respecto a las
respuestas del enemigo, en ambos casos el yo teme que se destruya su
integridad, por una parte desde la energìa libidinal y por otra parte a
raìzde la violencia externa. Sin embargo, segùn la experiencia clìnica,
en las situaciones de guerra el pànico evoluciona, mayormente, con
base en un enemigo interiorizado en cuanto producto de un conflicto
pasado o como respuesta a una precedente neurosis con una estructura
màs simple.
Antecedentes històricos de la neurosis de guerra
Segùn S. Ferenczi13. El experimento de la guerra es destinado al
fracaso por aquello que se refiere a los estados psìquicos ulteriores al
conflicto armado, la neurologìa, la medicina y la psiquiatrìa habìan
perdido la batalla. Algo hubo de faltar, los neuròlogos concebìan el
diagnòstico de la neurosis traumàtica de guerra sòlo por la apariciòn
de signos fisiològicos, por “eslabones” referidos a la cadena de
mecanismos de inervaciòn que manifiestan intrincaciones bloqueadas,
conductos nerviosos perifèricos que correspondìan a especulaciones
de “mitologìa cerebral” segùn lo demostrò R. Gaupp. Por aquello que
se refiere a la sustentaciòn teòrica de estas descripciones presenta gran
utilidad el estudio de la acinesia amnestèsica, la mioclonìa trepidans,
es este el enfoque que plantea ademàs D. Oppenheim en cuanto un
elemento de consenso entre la comunidad cientìfica pero conservando
siempre cierto nivel de reserva.
13 Congreso alemàn de neuròlogos en Mònaco de Baviera.
31
Por su parte, F. Goldscheider postula que en las causas de los sìntomas
nerviosos los factores mecànicos se han separado con respecto a los
factores psìquicos. El parecer de Cassierer, Schuster y Birnbaum es
similar en cuanto consideran que las neurosis de guerra habrìan de ser
causadas màs por conmociones que por afectos -Aschaffenburg-, que
con toda seguridad se trata de una conjunciòn entre conmociones y
afectos.
Von Sarbó. Las causas de las neurosis traumàticas corresponden a
daños histològicos micro-estructurales en hemorragìas capilares del
òrgano nervioso central.
Sachs y Fauser. Las neurosis traumàticas son la consecuencia
neurològica de las perturbaciones de la secreciòn glandular endocrina
producida por el schock afectivo. De esta manera se homologa a la
enfermedad de Graves-Basedow postraumàtica.14
L. Strümpell.
Este autor abandona la concepciòn orgànicomecanicista y propone elementos de orden psìquico, fantasìas de
avidita, una posible aseguraciòn econòmica posterior, representaciones
mentales patògenas, autosugestiòn que producirìa en ùltima instancia
inervaciones nerviosas. No indica el factor afectivo y plantea que se
requiere ademàs un mètodo de investigaciòn.
Mörchen y Bonhöffer. Proponen una psicogènesis de las neurosis
traumàticas donde algunos casos clìnicos se sienten al seguro en
prisiòn libres de los peligros de la guerra, la teorìa mecanicista no esta
en grado de poder esplicar estas derivaciones.
Schuster. Resalta la desproporciòn del trauma con los efectos
neurològicos pero acepta la etiologìa de lo “subconciente”.
K. Singer. En el trauma psìquicocon origen bèlico nace una extrema
dificultad o carencia de adaptaciòn al estìmulo, se presenta una
14 La enfermedad de Graves-Basedow afecta directamente a la tiroides, sus sìntomas son nerviosismo, insomnio,
palpitaciones, sudoraciòn, temblor en las manos y ojos saltones.
32
conciencia confusa de la sintomatologìa.
G. Kauptmann y F. Schmidt Considera que la insurgencia de los
sìntomas de guerra no representa que tengan que tener un origen
natural ya que algunos sujetos buscan superar el trauma con la cura
mèdica y si deben volver al lugar de guerra los sìntomas reaparecerìan como factor de actividad psìquica.
Nonne. Este autor reconociò la insurgencia del trauma de la guerra en
la psicogènesis, ensayò la hipnosis, la sugestiòn, haciendo desaparecer
temporalmente los sìntomas, excluyendo la causalidad moleculare en
los tejidos nerviosos.
Un factor patògeno que puede ser tratado y eliminado con
tratamientos de orden psicològico corresponde precisamente a un
sìntoma de orden psìquico y no tanto fisiològico. Las explicaciones
organicistas toman distancia de las nuevas teorìas psicògenas. Con M.
Charcot se descubre que detras de los procesos traumàticos de guerra
no sòlo pre-existe una psicogènesis sino que ademàs prevalece un
estado afectivo latente, unas conexiones entre algunas manifestaciones
de la emotividad y los recuerdos de las vivencias del sujeto.
La neurologìa va reconociendo la necesidad de fortalecer hipòtesis de
orden psicògeno en cuanto la neurosis de guerra tiene un origen
psìquico desencadenada por factores afectivos, sus sìntomas coinciden
con posteriores procesos inconcientes que buscan vìas disponibles de
salida. Los estudios neurològicos revelan ademàs que existe un
“estancamiento” psiconeuròtico, signos de divisiòn segùn los cuales
las acciones de una “alteraciòn gravìsima” producen disociaciones de
la emotividad en los contenidos de las representaciones mentales.
K. Birbaum sostiene que muchas de las aclaraciones otorgadas al
origen de las neurosis de guerra contienen elementos psicològicos
donde co-existen deseos o fijaciones inconcientes en cuanto
condiciones que delimitan el estado de la sintomatologìa. El
33
psicoanálisis no sòlo verificarà esta lìnea de trabajo sino que ademàs
investigarà las reacciones relativas a la represiòn de estos deseos.
Tambien O. Vogt acoge el genuino criterio freudiano desde el cual la
realidad psìquica en situaciones de extrema opresiòn se refugiarìa en
la enfermedad, reconoce que la represiòn que se origina es de
naturaleza inconciente y no conciente.
Por su parte H. Liepmann divide los sìntomas de las neurosis
traumàtica de guerra en efectos inmediatos del trauma psìquico y en
los mecanismos psìquicos con una direcciòn “finalista”. Observamos
que la neurologìa ha configurado una serie de tèrminos
imorescindibles para la investigaciòn futura del psicoanálisis:
abreaciòn, lo inconciente, mecanismos psìquicos, disociaciòn de la
afectividad, representaciòn, trauma afectivo, recuerdos patògenos,
entre otros.
Los hallazgos de la sintomatologìa de la neurosis en tiempo de paz se
asimilan a los sìntomas de la neurosis en tiempo de guerra. La
problemàtica relativa a la predisposiciòn es abordada ademàs por R.
Gaupp y R. Laudenheimer al reconocer que la gran mayorìa que la
gran mayorìa de los casos clìnicos corresponde a neuropatìas o
psicopatìas donde el factor desencadenante de la guerra cumple un
papel determinante. La probabilidad de que pre-exista un estado
psicopatològico produce valoraciones del orden de aspecto nocivo que
ya operan en el sujeto.
La teorìa psicoanalìtica ha discernido acerca de la predisposiciòn y el
“hecho traumàtico” disponiento la hipòtesis de que estos actùan de
modo recìproco en el conjunto de los componentes etiològicos.
a. Predisposicòn alta → trauma no excesivo → Resultado: neurosis
b. Predisposicòn baja → trauma excesivo
→ traumàtica
Es indispensable profundizar sobre la naturaleza de la predisposiciòn
estudiando las condiciones de formaciòn de la vida psìquica del
34
sujeto. La gran mayorìa de estos autores coincide en reconocer las
alteraciones del caràcter luego del evento agresivo tales como apatìa,
hiper-excitabilidad, reacciones aceleradas, entre otras.
Còmo hipòtesis de observaciòn indican que tal vez no se trate de
efectos directos del hecho violento sino de reacciones psìquicas
destinadas a este acontecer, a la tendencia que tienen los seres
humanos por buscar una protecciòn, para tratar que no se repitan
aquellas experiencias desagradables en el futuro, asimismo, el
organismo humano dispone de las mismas medidas auto-protectivas.
El sìntoma tiene como funciòn la expresiòn del pànico padecido pero
tambièn hay que reconocer que la enfermedad representa parcialmente
los recuerdos, el residuo de “dispositivos innatos de defensa y
resistencia que no han sido orientados suficientemente.
D. Stern, subraya que en la neurosis de guerra ha de incluirse el factor
de la privaciòn siendo particularmente idòneo a la producciòn de la
perturbaciòn psìquica el estado singular de la represiòn afectiva a la
cual es subyugado el sujeto. La estrecha correlaciònn entre sìntoma y
contenido psìquico es imprescindible para la abreaciòn en tèrminos de
poder revivir las emociones del evento traumatizante.
Un fenòmeno considerado por algunos neuròlogos como un mero
hecho fisiològico, por ejemplo perder los sentidos, desmayarse,
durante graves hechos de violencia han de comprenderse como la
precipitaciòn misma de un sìntoma de origen psicògeno, una fuga de
la conciencia con el objetivo de evitar que el sujeto perciba
concientemente una circunstancia muy peligrosa para su integridad.
Recordemos que la cosmovisiòn psicoanalìtica del ser humano no
equipara “vida psìquica” con “vida conciente”. Con el descubrir de la
dinàmica inconciente se ha revelado ademàs el rechazo conciente de la
sexualidad -propia y ajena-, el narcisismo primario y sus fijaciones
posteriores, el amor por el yo en la demencia precoz y en los estados
paranoides.
35
Los estados graves de angustia-postguerra producen reacciones
variables en cuanto se ha perdido la confianza en sì mismo y en los
demàs, se podràn presentar problemas con la deambulaciòn (astasie,
abasie con temblor), despuès de la explosiòn de una bomba o de haber
caìdo debajo de los escombros. Estas acciones han propiciado un
daño permanente a la autoestima de modo que el malestar se representa como una defensa en contra de la angustia. Es la estructura
especìfica de la funciòn de las fobias donde el nùcleo central del yo
rechaza unos contenidos psìquicos que generan el sentido de sentirse
en peligro o amenazado con base en experiencias anteriores cuya
dramaticidad ha marcado huellas permanentes en la dinàmica intrapsìquica y en la comunicaciòn con los otros.
Otro rasgo que se extiende al padecer de los sujetos que sufren esta
serie de consecuencias psicofìsicas es el de la producciòn de una
exagerada exigencia de amor, manifestaciones narcisistas de
exasperada sensibilidad y de reactividad asociadas a estados infantiles
de la personalidad. Es como si un afecto intenso no pudiese
estabilizarse por vìas no sintomàticas y tuviese que “regresionar” a
mecanismos reactivos ya abandonados pero todavìa presentes en la
realidad latente.
36
5. ANSIEDAD PARANOICA EN LA GUERRA
Y LA TEORÍA DE M. KYRLE
Otro autor que realizò una extensa investigaciòn en su libro El
desarrollo de la guerra fue M. Kyrle, quien luego de reseñar los
factores màs comunes enlazados al discurso bèlico como lo
econòmico, la lucha por la existencia, la superpoblaciòn, las
ambiciones, la tendencia a la venganza, temores proyectados, entre
otros, otorga a cada uno de estos una realidad parcial analizàndolos
segùn tres puntos de vista:
1. La teorìa sexual de la guerra, la exploraciòn del mundo
inconciente y la simbologìa fàlica.
2. La teorìa edìpica, el origen del parentesco con el cual los sujetos
interactùan con los grupos sociales.
El anàlisis de la
ambivalencia inconciente hacia la figura paterna y sus sìmbolos
ulteriores.
3. La teorìa paranoica relativas a M. Klein sobre la evoluciòn
psìquica del infante, el operar de las proyecciones y las
introyecciones fantasmàticas en cuanto configuraciones
autoplàsticas del placer y del displacer, de las internalizaciones y
las externalizaciones, de la ansiedad persecutoria acerca de un
posible enemigo interno fantaseado, del sentido de impotencia
frente a la identificaciòn con procesos patògenos latentes.
Dicho esquema de realidad explicarìa en parte la teorìa edìpica del
conflicto armado, las idealizaciones antagònicas en los lìderes como
representaciòn de las simbologìas de la figura paterna. El proceso de
malestar psìquico experimentado por el infante revela el paradigma
del anàlisis psicoanalìtico de la guerra estructurado en el adulto. La
teorìa sobre los signos paranoicos en los procesos bèlicos produce
como variable que la conflictividad se transforme en guerra en cuanto
las diferencias reales tienden a ser tratadas con visiones del mundo
deformadas con posiciones radicalizadas, con fundamentalismos
destructivos, alejados de los fines secundarios.
37
Con la extremizaciòn de la percepciòn del otro en cuanto objeto de
odio se agudiza la posibilidad destructiva de las inter-relaciones, en la
experiencia del amor la presencia del otro es algo indispensable para
la fortaleza del yo mismo hasta representar un factor constitutivo. En
la experiencia de la pulsiòn agresiva la presencia del otro significa la
negaciòn de la existencia del proprio yo, una amenaza a su integridad.
Experiencia del amor →presencia del otro → fortaleza del yo → constructivo
Pulsiòn agresiva → presencia del otro → negaciòn del yo → desintegraciòn
El peligro proviene de la organizaciòn psìcòtica del otro-enemigo
como radicalizaciòn destructiva en el proceso concflictivo, la
complicidad del anàlisis resalta cuando se tratan dificultades reales
mediante modalidades psicòticas:
1. Manifestaciones de perturbaciones innatas.
2. Actualizaciòn de modos de ser primitivos con el mundo externo.
3. Actuaciones derivadas de los primeros lazos de inter-relaciòn
con las fuguras materna, paterna y fraternal.
4. Expresiones de crueldad acumuladas en el tiempo.
5. Imposiciòn de estratgeias agresivas originarias.
La ansiedad depresiva -colectiva- suscitada por periodos de crisis
provocan la elecciòn de lìderes que buscan actuar con procedimientos
paranoides. La tendencia a entrar en guerra para huir de la depresiòn
significa un desafìo ante las nuevas amenazas y frente a sus distintas
modalidades de expresiòn, las concretas operaciones defensivas
respecto a peligros imaginarios llegan a transformarse en verdaderas
acciones -en cuanto pretextos- que ocultan la etiologìa psicòtica de la
situaciòn.
El yo patologizado utiliza la guerra como antidepresivo proyectando
su agresividad sobre supuestos objetos malignos -imaginarios-, trabaja
para hacer posible que estos mecanismos alucinatorios puedan
38
volverse reales conviertiendo en enemigos aquellos que se diferencian
de sus racionalizaciones y no le patrocinan sus deseos magalòmanos.
Las perturbaciones de la formaciòn del caràcter se basan en aquello
que manifiestan las medidas defensivas contra la angustia persecutoria
y depresiva. Cuando se niega la culpa frente a los hechos realizados
puede ser rastreado un factible sìntoma en la racionalizaciòn
representado en una de estras tres coordenadas:
1. La tipologìa del autoritario que se vuelve inhumano para poder
alcanzar aquello que es considerado un “deber”.
2. La tipologìa del obsesivo donde el superyò parece dominar al yo,
constituye aquellos lìderes històricos que tienen èxito
estableciendo nuevos paradigmas de actuaciòn.
3. La tercera tipologìa es hipo-paranoide donde el sujeto ve
proyectado su sentido de culpabilidad.
Cada una de estas tres tipologìas involucra vestigios traìdos a colaciòn
por el contexto infantil, obsesiones, fantasìas, ansiedad paranoide,
autoritarismos de acuerdo a la presencia de una madre agredida y un
padre agresor, por ejemplo.
Algunas tendencias de identificaciòn con el objeto agresor tienen la
funciòn de buscar controlar al enemigo mismo. Se trata de un
mecanismo persistente en la dinàmica inconciente que genera
representaciones paranoicas ante el mundo de los otros sin contar con
procesos de verificaciòn realistas. Los conflictos sociales reflejan la
intensidad de estos procesos cuando se admite la tendencia espontànea
a legitimar la confrontaciòn armada al servicio de la pulsiòn de poder
-en principio irreconoscible-.
Coexisten al menos dos teorìas sobre la relaciòn entre los grupos
humanos que fundamentan sus tesis en la psicologìa:
1. Algunos grupos humanos se caracterizan por su ìndole
39
competitiva -como en la teorìa darwiniana de la selectividad-.
La versiòn agresiva -inconciente-, de la naturaleza humana
convive con el sentido de culpa, de este modo prevalecen los
impulsos egoistas y se beneficia indirectamente la supervivencia
de la especie.
2. En otros grupos humanos el estado natural del ser humano y de
la sociedad consisten en la tendencia a conservar el estado
pacìfico y fraternal. En esta concepciòn se niega la capacidad
predatoria del sujeto marcado por la culpa, prevaleceràn los
impulsos altruistas y se beneficia directamente la supervivencia
de la especie.15
Segùn M. Mead, ambas comunidades estàn en peligro de extinciòn,
los primeros son demasiado crueles, los otros demasiado buenos, los
hàbitos culturales pueden aumentar el nivel de la ambivalencia y esta,
a su vez, se re-distribuye en aquellos que son amados y odiados al
mismo tiempo. Cuando comienza a evolucionar el afecto del odio y el
temor es verosìmil recordar que los primeros objetos temidos
corresponden a los mismos objetos sobre los cuales hemos proyectado
el primer odio infantil. Las convenciones sociales defienden la regla
del no asesinar a los otros por temor al castigo, sin embargo, impulsan
la proyecciòn del odio en contra de un enemigo en guerra.
Los conflictos derivados entre el odio y el temor son de caràcter
originario respecto a la selectividad cultural, son considerados ademàs
como causa de las deformaciones de la realidad. La realidad puede ser
percibida sea imaginando peligros o enemigos fantaseados sea
negando la existencia de amenazas reales y concretas -principio de
realidad-.
Las angustias latentes producen falsas identificaciones, asì por
ejemplo la identificaciòn de una sociedad con un objeto-cruel
proyectado crea las condiciones en las cuales esta sociedad se observa
15 Money-Kyrle R. E. (1937) The Development of war. En Brit. Jour. Of Med. Psych.
(1951) Psychoanalysis and Politics. Ed. G. Duckworht. London.
(1941) Some Aspects of Political Ethics from Psycho-Analytical Point of View.
En Brit. Jour. Of Med. Psych.
40
a sì misma como amenazante y sospechosa, por lo tanto optarà por
emprender el ataque bajo la supuesta declaraciòn defensiva. No
obstante, puede experimentarse la situaciòn diferente donde el sujeto
puede buscar sustraerse a la ansiedad paranoica -latente- negando la
inminencia de un riesgo real y concreto.
El ìdolo polìtico es idealizado pero tambièn odiado, en el juego de lo
manifiesto y lo inconciente, entre el mundo externo y el mundo
interno. El aumento de los niveles de enfermedad es un gesto
irracional en cuanto proviene de falsas identificaciones que fortalece
la ansiedad paranoica. Factores como la apatìa cìnico-depresiva, el
pacifismo que por temor a la violencia nos hace permancer
paralizados en la capacidad de defender aquello que se ama,
desempeñan un papel decisivo en la producciòn del sentimiento de
culpa. Desentrañar la historia de las condiciones psìquicas de la
guerra significa desentrañar las condiciones de la demencia en sus
mùltiples fases de evoluciòn.
41
42
6. E. GLOVER Y EL CONFLICTO INTERNO
La investigaciòn teòrica realizada por E. Glover se basa esencialmente
en la funciòn que representa el sadismo y el masoquismo en el
conflicto armado. De hecho la guerra es considerada como la
demostraciòn evidente de la manera en que los impulsos agresivos
explican las reacciones del sujeto con un propòsito totalmente
diferente al del fin biològico.
La direcciòn de la fundamentaciòn polìtico-econòmica determina el
enfoque bèlico en cuanto respuesta a una dialèctica por la
autoconservaciòn, sin embargo, los resultados en su conjunto son
destructivos. El reto del psicoanàlisis es descifrar la dimensiòn
sadomasoquista segùn la cual tiene vida la guerra resaltando la fuente
inconciente y la etiologìa infantil.
Existe una correspondencia de identidad entre la organizaciòn
inconciente que conduce a la estructuraciòn psìquica de la guerra y la
organizaciòn inconciente en el tiempo de paz, una se diferencia
radicalmente sòlo por el objetivo especìfico de la finalizaciòn. Incluso
el pacifismo puede ser considerado un factor defensivo del sadismo
inconciente, esto se descubre con el anàlisis de la neurosis
transferencial propiamente dicha.
Un Estado que ejerce una paternidad simbòlica sobre un Estado màs
pequeño y dèbil asume una funciòn de padre imaginario en las
fantasìas inconcientes. El hecho de adjudicar toda la responsabilidad
a unos cuantos lìderes oculta una hipocresìa latente. El proselitismo
ideològico que ejerce el lìder sobre las masas no procede tanto del
“instinto gregario” sino de la idea que estos gobernantes asuman el rol
de progenitores imaginarios.
La guerra determina el anàlisis antropològico a partir de hechos
psicològicos con aquellos mismos mecanismos implicados en el
43
canibalismo y el sadismo. Las sociedades contemporàneas han
perdido la posibilidad de disipar las tendencias asesinas mediante el
uso ritual de compensaciones, actualmente el ejercicio del poder
legitimiza la aprobaciòn de la guerra con objetivos ilusorios donde la
etiologìa inconciente puede ser dificìlmente rastreada.
Mientras que en las culturas primitivas la confrontaciòn bèlica
obedecìa a criterios de desplazamiento del dolor por el luto -debido a
una de las muertes al interior del proprio grupo-, hacia la venganza
contra los vecinos considerados responsables de este hecho, las
sociedades actuales deciden la confrontaciòn armada -racional y
legalizada-, a partir de disquisiciones en el orden de lo econòmico, lo
polìtico, de las fronteras geogràficas, entre otros.
Para este autor existe un paralelo real entre la guerra y el conflicto
psiquico cada vez que este ùltimo representa un intento por resolver
angustias internas, la guerra por su parte simboliza el dramàtico
intento por solucionar conflictos inter-subjetivos. Para evitar una
catàstrofe a nivel interno el aparato psìquico elige la desintegraciòn
deliberada de la organizaciòn social.
El complejo de guerra
El fundamento del complejo de guerra conducirìa el mundo externo
hacia un conflicto de orden interno. Si se analizan los elementos
etiològicos de las confrontaciones bèlicas es preciso considerar en
primer lugar de importancia la dimensiòn inconciente para no
reducirnos a las coordenadas de una actitud meramente reactiva.
Las tendencias masoquistas tienden a fortalecer una disposiciòn
latente a tolerar y a comprender con satisfacciòn la crueldad de la
guerra, màs allà del placer proporcionado por el dolor de la batalla se
abre la posibiidad de re-organizar sentimientos de culpa represados.
La guerra se instituye como una epidemia causada por un virus
44
desconocido mientras que para ser conocida se coloca en juego una
serie alternada de conflictos no manifiestos ya existentes en cada
sujeto. La figura paterna, su simbologìa y sus resonancias determinan
la metodologìa con la cual los lìderes desean guiar la confrontaciòn.
En la dinàmica inconciente se concluye con certeza que:
“Los impulsos sexuales infantiles (fantasìas inconcientes), usando los
modos arcaicos del pensamiento infantil, son responsables de una
confusiòn entre el pensamiento adulto (y los peligros reales) y el
pensamiento infantil (y los peligros sean imaginarios o reales).”
Aquellos cambios dramàticos de la personalidad frente a una real
amenaza de guerra corresponden a los mismos cambios dramàticos de
la personalidad en tiempo de paz debido a otras modalidades
sintomàticas. Glover retoma la posiciòn de Bribing y Kris sobre la
teorìa conflictual y la teorìa traumàtica donde la participaciòn de
impulsos homosexuales en las neurosis de guerra conduce al hecho
que los conflictos originarios referentes a la existencia de la
homosexualidad latente estàn implicados en realidad con la dinàmica
de la impulsividad sàdica o masoquista, ambas actùan constantemente
de modo sistemàtico en las tendencias thanàticas de la guerra.
Por otra parte, en cuanto causa de la elecciòn de la confrontaciòn
armada se revela la creencia de no ser lo suficientemente amados, una
situaciòn de malestar del yo que no cuenta con una vìa de fuga, un
desahogo frente a sentimientos hostiles acumulados. En la neurosis de
guerra colectiva la sociedad interrumpe la relaciòn de confianza que
alguna vez pudo haber existido respecto a los lìderes encargados, la
guerra como defensa y ofensa brinda la oportunidad de desviar los
propios impulsos violentos hacia la abstracciòn concreta del enemigo.
Algunas de las instancias intrapsìquicas permanecen siempre en
guerra, el sujeto proyecta su conflicto en dispositivos de orden
ideològico para justificar la vehemencia de sus antagonismos internos.
Los Estados manifiestan frecuentemente que la guerra ha sido
45
constituìda sòlo por razones defensivas -paranoides- y que los que
hubieron de haber dado inicio son los otros. Otro elemento
homologable a la situaciòn psìquica de los protagonistas consiste en la
periodicidad de la guerra de acuerdo con la circularidad de
problemàticas manìaco-depresivas.
El conjunto social considerado como un “todo” -en condiciones
ideològicas especìficas-, manifiesta experiencias similares a la
psicosis y en particular modo a la esquizofrenia. Una parte
significativa de los afectos y de las expresiones del ser humano tiene
vida al interior de un grupo, es asì que algunos factores arcaicos de la
sociedad pueden ser representados.
Yo arcaico 1 →
→ guerra arcaica e instituciòn
Yo arcaico 2 → Sociedad arcaica actual → arcaica que representa un
Yo arcaico 3 →
→ estado primigenio del yo
Estos estados pueden ser reastreados a partir del estudio y las
condiciones de existencia de un yo arcaico que domina el mundo
actual del yo. Se trata de respuestas culturales que de modo subjetivo
no se reconocerìan o permanecerìan dispersas. De modo que la
“mentalidad social” hace parte integrante de cada sujeto
influenciàndolo, orientàndolo, la guerra es un conflicto mental entre
los grupos siendo probable que el estudio de variables subjetivas
pueda ser aplicado ademàs a las variables sociales en cuanto neurosis
sociales.
La mentalidad de la sociedad hace parte del yo del sujeto, elementos
como el sadismo y el masoquismo inconcientes en la vida pulsional
precipitan al sujeto hacia una configuraciòn màs amplia de la
impulsividad conductual. Los componentes de la organizaciòn
psìquica que habràn de conducir a la conquista de la paz son
homologables a los mismos componentes de la organizaciòn psìquica
que han decidido el inicio de la guerra, sòlo se diferencian entre sì por
los propòsitos finales.
46
Se requiere una vasta investigaciòn acerca de las formaciones
defensivas como plataforma de fundamentaciòn para la comprensiòn
de la impulsividad sàdica, para implementar en la pràctica un mètodo
de tratamiento destinado al anàlisis de algunos grupos sociales
caracterizados por su paranoia delirante. Glover concibe las dos
sociedades las dos sociedades en guerra en medio a una reciprocidad
sàdico-masoquista, sobre el mismo plano de operaciones entre
agresores y defensores, en cuanto se comparten propòsitos psicòticos
en cada fanatismo especìfico.
Las medidas de prevenciòn que se exponen en este pasaje al acto de
acuerdo a las dinàmicas subjetivas consisten:
1. Reducir la tensiòn pulsional, es decir los impulsos sàdicos. A un
nivel psicopedagògico las figuras de referencia del infante han de
evitar metodologìas dominantes y violentas con el fin de no
reproducir la cadena psìquica represiòn-reacciòn intergeneracionalmente-.
2. Considerar aquellos dispositivos dirigidos a la inhibiciòn de la
“descarga” agresiva.
La intensidad agresiva es posible
sublimarla, desplazarla, sustituirla, desviarla, aplazarla, en fusiòn
con las tendencias provenientes de Eros.
Se trata de verificaciones que han de ser correlacionadas con las
tendencias generales del grupo social en el cual se halla integrado el
sujeto. El rechazo del asesinato implicarìa por ejemplo el rechazo de
la guerra, pero mientras que lo primero parece ser una decisiòn
subjetiva lo segundo depende de un conflicto organizado. El problema
que se ha planteado en la guerra en un plano psicoanalìtico se
esquematiza en la supuesta identificaciòn del ello con el superyò
mediante procesos sociales, aquì entra en juego la funciòn de la
desinhibiciòn de los impulsos agresivos y el progresivo conocimiento
acerca de la naturaleza de las fuerzas psìquicas que participan en la
precipitaciòn de conductas pendencieras.
47
48
7. PARA UNA HISTORIOGRAFÍA
DE LA PULSIÓN DE MUERTE
El yo procura encontrar vìas de adaptaciòn en respuesta a la intensidad
del trauma pero no encuentra la vìa de fuga adecuada, por lo tanto
busca otras alternativas como ir andando de sìntoma en sìntoma, de
representaciòn en representaciòn, como en los sueños angustiosos, las
fobias, entre otros. El aparato psìquico se esfuerza por explicitar
mètodos personales de “curaciòn” fragmentando o transformando en
actitudes los hechos violentos que de manera “totalizante” serìan
insoportables. Se re-estabiliza asì el equilibrio perdido en la economìa
de la libido.
En la respuesta a A. Einstein (1932), sobre El porquè de la guerrà se
observa la siguiente expresiòn: “El hombre contiene en sì mismo la
necesidad de odiar y de destruir”. A partir de la teorìa libidinal
Freud responde diferenciando dos grandes grupos pulsionales: el de
las pulsiones que tienden a conservar, a unir, y el que propende por
destruir y asesinar. Con la evoluciòn de las formulaciones acerca del
destino de estas dos realidades desde La pulsiòn y sus destinos,
explica la complicidad entre el amor y el odio contribuyendo al
trànsito de unas hipòtesis teòricas de mayor abstracciòn, hacia una
aplicaciòn en lo real de acuerdo a los datos clìnicos observados. La
importancia de esta dualidad se extiende ademàs en modo basilar a las
lìneas primordiales que reglamentan las bases de la relaciòn con el objeto
-el otro con una individualidad propia-, y con la realidad considerada en un
sentido integral: dirigirse hacia el objeto o alejarse del objeto, de su
realidad.
PULSION A
PULSION B
Conservar-unir
Destruir-asesinar
AMOR
ODIO
EROS
THANATOS
Acercarse al objeto
Alejarse del objeto
Principio del placer
Principio de realidad
PULSION DE VIDA
PULSION DE MUERTE Todtriebe
49
Aquello que està en juego es la identidad del sujeto en tanto ambos
extremos implicarìan la autodestruciòn de la subjetividad misma. Sin
embargo, ambas dimensiones operan en cada ser viviente.16 La
pulsiòn de muerte pretende conducir la vida al estado inanimado , se
dirige al mundo externo en contra de la integridad de los objetos,
mientras el ser viviente protege la propia vida destruya la de otro.
El proceso de interiorizaciòn de la pulsiòn agresiva involucra un
conjunto de factores patològicos y no patològicos que permanecen por
siempre en la operacionalidad psìquica y en la relaciòn con los otros.
La relaciòn con el objeto se “construye” estableciendo especìficas
diferencias respecto al proprio yo, respecto al mundo exterior y
considerando el nivel de la ambivalencia que el sujeto haya
incorporado en su relaciòn con los otros. Pero tambièn el mundo
interno del sujeto se ha “construido” con base en la funcionalidad del
yo y el sistema defensivo en contra de la fuerza pulsional que amenaza
con desbordar todo signo de equilibrio.
El yo simboliza en torno a la “construcciòn” de la relaciòn con el
objeto una serie de representaciones cuyo contenido es configurado
por la “fuerza de constancia” adyacente a las pulsiones especìficas.
La teorìa del objeto incluye ademàs el impulso a destruirlo aunque si
este objeto sea especialmente buscado y su presencia sea
imprescindible el sujeto observa que mediante esta experiencia interafectiva comienza cierto nivel autodestructivo, percibe que el dominio
de esta pulsiòn agresiva le puede llevar a la destrucciòn de sì mismo.
Algunas propiedades inherentes a los mecanismos neuro-patològicos
sacan a relucir una gama amplia de tales actitudes infantiloides.
Freud despliega la fundamentaciòn de la teorìa pulsional incluyendo el
placer por agredir y destruir como resultado de las ramificaciones
especializadas de la pulsiòn de muerte. El propòsito principal de esta
es la perjudicar la integridad estructural de la personalidad. La
16 La pulsiòn de muerte encuentra su potencial en la realidad en cuanto expresiòn de violencia (Macht, Gewalt), segùn
P. L. Assoun, 1989.
50
conceptualizaciòn de la teorìa pulsional obedece a diferentes fases del
desarrollo de la investigaciòn psicoanalìtica, la pulsiòn de
autoconservaciòn y la pulsiòn de muerte encuentran una aplicaciòn
menos abstracta que las fases anteriores de la teorizaciòn.
El anàlisis sociològico descrito por Freud conduce a la proposiciòn
general que los seres humanos eligen la guerra como seudo-mètodo
para intentar solucionar sus conflictos. La teorìa y la abstracciòn de
los factores que alteran la calidad de las relaciones cumplen la funciòn
de elaborar y desviar los fines pendencieros de la comunicaciòn, del
lenguaje, la fuerza corporal fue reforzada y sustituìda por la tecnologìa
armamentista. Una colectividad se impone a otra mediante la
adecuaciòn de una supuesta superioridad “màs sabia” y desde la cual
manipula a una masa dòcil y obediente. Una de las partes de estas dos
colectividades habrà de renunciar a sus aspiraciones.
El deseo de la muerte del enemigo satisface una tendencia pulsional
-primitivizante-, se pretende subyugarlo, sin embargo, este hecho
provocò el origen del deseo de venganza en la parte de los vencidos.
Un individuo aislado difìcilmente eliminarìa una colectividad pero la
colectividad si està en capacidad de agredir y asesinar a cada
individuo particular. Se ha predicado tanto el lema la uniòn hace la
fuerza, de acuerdo al dispositivo de la circulaciòn del uso del poder
ideològico o polìtico. El poder de este grupo de “unidos” representa
el derecho en nìtida oposiciòn a la fuerza de mini-poder del sujeto
aislado.
El poder de esta unidad destruye al sujeto que se oponga a sus
objetivos de manera que esta posiciòn de fuerza y administraciòn
perdure por el mayor tiempo posible. Al interior de una colectividad
surgen una serie de intereses compartidos que fomentan afectos y
sentimientos fraternos que considerados en conjunto representan la
base del fundamento del derecho del poder social y cultural.
51
52
8. EJERCICIO DEL PODER, DERECHO Y LIBERTAD
Un mecanismo intrapsìquico de participaciòn al interno de la
identidad colectiva tiene que ver con renunciar a la libertad subjetiva
por ejercer violentamente las propias intenciones para poder cultivar el
verdadero espìritu social y las condiciones de su conservaciòn. El
derecho de poder distribuye desigualmente la fuerza de cohesiòn:
“los oprimidos tenderàn constantemente a procurarse mayor poderìo
y querràn que este fortalecerse halle eco en el derecho y la ley, es
decir, que se progrese del derecho desigual al derecho igual para
todos. Esta ùltima tendencia serà tanto màs poderosa si en el ente
colectivo se producen realmente desplazamientos de las relaciones de
poder.”17
El orden de organizaciòn històrica del ejercicio del poder participa de
las condiciones siguientes:
1. Tiende a adaptarse paulatinamente a nuevas distribuciones de la
dialèctica derechos-deberes.
2. La clase social en el poder propende por ignorar la tendencia a la
renovaciòn y preferirìa la confrontaciòn armada.
3. Buscarìa la liquidaciòn transitoria del derecho con el fin de evitar
protestas violentas.
Cada propensiòn bèlica contiene exigencias diversas, por este motivo
cada guerra presenta rasgos diferentes que aceleran la transformaciòn
de la violencia por el establecimeinto de reglas de poder y la soluciòn
de nuevas problemàticas con una convenciòn de Estado. Los derechos
fueron obtenidos por la fuerza de la voluntad unida de una
colectividad que los exigìa arduamente.
El temor a la violencia y los lazos afectivos conservan la unidad de la
17 Freud S. (1932-33) El porquè de la guerra. Amorrortu Ed. Tìtulo original en alemàn: Warum Krieg?.
53
sociedad en cuanto còdigos de identificaciòn que fortalecen las
alianzas socializantes. El progreso de nuestros Estados se ha
interpretado a partir del proceso històrico que parte desde la vioencia
-en bruto-, hacia la obtenciòn del poder mediante el predominio del
mundo de las ideas. Los intereses singulares del ideal del yo han sido
un pretexto del aparato psìquico para movilizar los impulsos agresivos
no sòlo en contra de los otros sino ademàs hacia sì mismo.
Los impulsos agresivos comparten comparten un origen anàlogo al de
los impulsos auto-agresivos, es aquì donde la pulsiòn de muerte
representa el propòsito destructivo en dos direcciones: cuando es
proyectado hacia lo externo y cuando es proyectado sobre un objeto
internalizado. Para proteger sus propios intereses, ideas, ideales,
intuye la necesidad de eliminar las ideas de los otros.
La teorìa psicoanalìtica ha explicado un amplio conjunto de hechos
psìquicos -patològicos y no patològicos-, procesos dinàmicos y
mecanismos primarios mediante la intervenciòn directa de la pulsiòn
de muerte. Actitudes como la percepciòn moral o la weltanschaung de
una colectividad suelen presentarse acompañadas de la represiòn de
los impulsos agresivos.
Freud plantea que es imposible eliminar por completo los impulsos
agresivos del ser humano, sin embargo, es posible desviarlos de modo
que no busquen su punto de fuga prefiriendo la guerra. Como
alternativa secundaria la naturaleza de la agresividad es susceptible de
ser transformada, sublimada, re-invertida y en especial, re-interpretada
por las normas del lenguaje y la comunicaciòn.
Es màs fuerte la alianza de unidad entre los seres humanos que la
inclinaciòn agresiva cuando todas aquellas acciones destinadas a
producir redes sociales, identificaciòn de ideales y valores tienden a
clarificar la contraparte de las todstriebe, o sea, la cultivaciòn
proyectada de la pulsiòn de la pulsiòn de vida mediante dos vìas de
trabajo:
54
1. Las motivaciones relativas a la operaciòn de conquistar el objeto
de amor, el amor social, profesional, sin un propòsito
necesariamente genital.
2. Los procesos de identificaciòn en torno a diversos factores
comunes entre los seres humanos despiertan afectos
socializantes, con base en estas posiciones psìquica la cultura
evoluciona hacia re-construcciones que se orientan en una
direcciòn paralela a las demàs pulsiones.
Algunos de las màs importantes argumentos en este proceso de
elaboraciòn los indicamos sucintamente asì:
-Abordaje de los ideales, los criterios de valor, la orientaciòn de la
pulsiòn de vida y los canales de la sublimaciòn.
-La relaciòn con el objeto y del amor social.
-La identificaciòn con factores comunes, inter-humanos.
-El rechazo conciente de los contra-procesos destructivos en contra de
la humanidad.
-El deseo por superar la representaciòn metafòrica del “padre malo” y
sus fantasmas latentes.
-Elaborar la parte paranoica y esquizofrènica de un yo neuròtico.
-Abordar el trauma agudo y sus derivaciones conflictivas.
-Elaborar las influencias ero-thanàticas de la figura materna.
-Tratar los transtornos del narcisismo patològico o megalomanìaco.
La hipòtesis freudiana segùn la cual la situaciòn ideal corresponde a
una organizaciòn social donde los seres humanos hayan doblegado la
intensidad de sus pulsiones a la “dictadura” racional requiere de
algunas verificaciones sobre la pràctica ya que se trata de un objetivo
imposible. Ningùn ser humano vive sin sus contradicciones afectivas
-internas-, innatas y adquiridas, la razòn equivale a una funcionalidad
mìnima en el ejercicio mental de la cotidianidad.
La unidad de los sujetos es una ilusiòn y depende de las fases
55
històricas que posteriormenta habràn de revelar el perfil pulsional de
la comunicaciòn y de las tendencias neuròticas adyacentes. La guerra
plantea un principio de realidad creado por las pulsiones infantiles
mientras que los deseos de paz continùan a ser representados por una
utopìa pacifista.
Las luchas armadas participan de la historia de la humanidad aunque
si la misma sociedad no las apruebe en cuanto un factor inherente a la
naturaleza colectiva de la cultura. Cada sujeto posee el derecho
biològico a construir su propia existencia sin la intrusiòn de acciones
violentas ajenas de quienes tratan de ejercer una supremacìa ilusoria.
El sujeto se ve expuesto a padecer situaciones ignominiosas e indignas
respecto a sus aspiraciones humanistas de consenso.
Guerra y psiquè
Los criterios que fundamentan algunos de los principales valores
individuales y colectivos resultan bruscamente contrastados por la
impulsividad mecanicista de la pulsiòn de guerra. ¿Còmo es posible
que la evoluciòn històrica del sujeto en colectividad no respalde el
valor de la paz con toda su racionalidad e intelectualidad? Hemos de
responder que prevalece la fuerza de la pulsiòn y las “cicatrices”
inconcientes que luchan por salir a la superficie como la lava del
volcàn confirmando las paradojicas batallas entre diferentes ideologìas
doctrinas o cosmovisiones.
Aunque si cada guerra engendra sus rasgos singulares es de considerar
que la tendencia a destruir inescrupulosamente otra colectividad
provoca, por fuerza, el despertar del derecho a la legìtima defensa de
la otra colectividad.
¿De què manera podemos homologar la angustia del ser humano a la
impotencia de la humanidad entera frente a la precipitaciòn de la
guerra? Son dos fuentes de dolor paralelas y permanentes aunque si
en el presente hayan tiempos de paz permanece un temor estructurado
56
por futuras confrontaciones bèlicas del proprio Estado frente a otros.
El yo, en sus propiedades de procurar un equilibrio entre intereses
opuestos interioriza las tendencias agresivas. Este hecho representa
dos consecuencias factibles, la primera es la represiòn peligrosa de
unos impulsos “primitivizantes”, la segunda tiene que ver con la
oportuna racionalizaciòn secundaria que habrà facilitar acuerdos
elaborados entre las diversas partes del conflicto.
El temor por las guerras futuras expresa reciprocidad con el temor
provocado cuando ya la guerra ha iniciado, ambas imponen al sujeto
una modalidad de respuesta segùn un peligro percibido, se siente
complice pero al mismo tiempo responsable bajo la forma de la culpa,
sìmbolo dde la no-evoluciòn sociocultural.
Con la experiencia de la guerra se reviven situaciones psìquicas
originarias relacionadas con la exigencia de afecto dirigidas al objeto
de identificaciòn, el yo se siente amenazado por el principio de la
destrcutividad con reacciones paranoicas frente al luto no elaborado,
frente a la impulsividad del odio y los efectos de la culpa. El amor,
del cual el yo ha esperado una gama de respuestas en la infancia ha
sucumbido a la decepcionante “tempestad bèlica”.
57
58
9. PULSIÓN SOCIAL DE VIDA – PULSIÓN SOCIAL DE MUERTE
La pulsiòn agresiva se sirve de pulsiones menores como la pulsiòn de
posesiòn, la pulsiòn de apropiaciòn, la pulsiòn sàdica que condicionan
las mùltiples exigencias del yo en torno a objetos de odio
interiorizados como el fantasma de un “seudo-padre” o de una “seudomadre” en cuanto fuentes de alucinaciones persecutorias. El ejercicio
de la crueldad llega a sustituir los acuerdos por la vìa de la amistad
entre los pueblos, pero es la enfermedad que se establece como una
opciòn de soluciòn entre los intereses de autoconservaciòn y las
exigencias de la libido. En este desencuentro el yo puede ser
vencedor pagando caro el costo de extremos sacrificios y renuncias.
La pulsiòn social de muerte trabaja silenciosamente en el campo
latente de la dinàmica psìquica, insiste ha menudo sobre el criterio de
la auto-destructividad. Sin embargo, otra parte de esta pulsiòn se
dirige hacia el mundo exterior manifestàndose como un impulso
agresivo y desintegrador. El ser humano realiza entonces una
transaciòn favorable: en lugar de autodestruirse a sì mismo destruye
algo perteneciente al mundo exterior.
Pulsiòn de muerte
↓
Orientaciòn de ataque
↓
Impulsos destrctivos o de posesiòn
↓
↓
Al proprio yo(masoquismo) Al mundo externo(sadismo)
↓
↓
Constante (interactùan) Variable
Esquema de la ambivalencia
Las fuerzas autodestructivas tienen un caràcter constante mientras
aquellas que se dirigen al mundo exterior debido a las reglas sociales
59
presentan un caràcter variable. No obstante, nunca se presentan
totalmente aisladas sino que proceden de modo amalgamado en
proporcionalidad diferenciada, y de lo cual no poseemos una
percepciòn muy nìtida.18 El propòsito de una cohesiòn entre los
componentes de una sociedad es ilusorio mientras que domine el principio
general de uno contra todos y todos contra uno, la cultura se restringe asì a
una definiciòn que se contextualiza con base en las propias limitaciones
pulsionales inherentes a la naturaleza psìquica de los individuos.
Realidad
psìquica
individual
→
Sistema
organizacional
Cultura
→ sociedad
lo exterior
→ “Individuo
social”
Los impulsos agresivos pretenden dominar el mundo mediante el uso
del poder y el ejercicio de gobernar, cada contraparte defiende su
posiciòn y argumenta sus motivaciones. La evoluciòn cultural es
configurable a partir de esta lucha entre Eros y muerte, pulsiòn de vida
y pulsiòn de muerte como testimonio de la condiciòn humana y de su
encuentro entre las fuerzas discrepantes de su proprio yo. Una parte de
la producciòn de las leyes a nivel del derecho legisla y defiende el estado
de paz, pero otra parte aprueba y justifica la guerra por imposiciòn o por
defensa cultural. De manera similar una parte del yo se esfuerza por autocontrolar sus pulsiones agresivas mediante el uso de la razòn y del
lenguaje, pero de modo paralelo una porciòn significativa del mismo yo
justificarìa la manifestaciòn de la agresividad por iniciativa propia o por
sentido de defensa.
Pulsiòn de vida
Pulsiòn de muerte
↓
↓
Parte pacìfica del yo
parte agresiva del yo
↓
↓
Pulsiòn social de vida pulsiòn social de muerte
↓
↓
El yo social de la vida el yo social de la muerte
Esquema del yo social ero-thanàtico
18 Postula Freud respecto al escepticismo sobre la teorìa de la pulsiòn de muerte: “Mucho menos sorprende que
tambièn otros hayan mostrado idèntica aversiòn y que aùn sigan manifestàndola, pues a quienes creen en los
cuentos de hadas no les agrada oir mencionar la innata inclinaciòn del hombre hacia “lo maligno”, a la agresiòn,
a la destrucciòn, y con ello tambièn a la crueldad. Ibìd.
60
La dinàmica ero-thanàtica opera interactuando entre factores opuestos
y como ya lo habiamos escrito nunca trabajan de una manera aislada
sino cohesamente. La organizaciòn social controla la peligrosa
inclinaciòn agresora de los sujetos que debilita, desarma y censura las
aspiraciones vitales del yo, existe una instancia alojada en su proprio
interior -como un guardia centinella-, denominada superyò destinada
a observar las decisiones de cada percepciòn. La tensiòn entre el cruel
superyò y el yo que es subordinado a èl se denomina sentido de culpa
y se refleja generalmente con la necesidad inconciente de castigo. La
agresiòn del sujeto no logra exteriorizar totalmente la tensiòn interna
sino que esta tiende a retornar al lugar de origen, es decir, el proprio
yo se re-incorpora a una parte del superyò en calidad de enemigo de
las partes restantes actuando como conciencia moral despliega duras
agresiones en contra de las expectativas eròticas, que, en condiciones
diferentes aquel mismo yo habrìa dirigido hacia otros sujetos..
Agresiòn
retorna
hacia lo
→ al superyò
→
externo
→ y a la esfera →
reprimida
de su influencia
ataca
se crea la tensiòn
al yo: → culpabilizante
auto→ y la necesidad
agresiòn
de castigo.
Mecanismo de internalizaciòn de la agresiòn represa
Describiendo la respuesta sobre el origen de una supuesta conciencia
racional hay que observar la renuncia a la agresiòn como un hecho
fundacional que luego habrà de repetirse a un nivel inconciente. A
menudo, la manifestaciòn de la agresiòn tiene que ver con el proceso
de fortalecimiento de la asì denominada conciencia racional o
elaboraciòn crìtica de las condiciones polìticas. El superyò maltrata al
yo de igual manera que el yo pudo haber tratado a un objeto exterior
de acuerdo a una lògica del deseo ahora deformada.
El superyò → yo → el yo bajo la
→ Agrede: relaciòn → Un objeto
maltrata al →
lògica del deseo → deformada
externo
61
La pulsiòn de venganza en el infante es determinada en gran medida
por la dimensiòn de la agresiòn recibida por parte de la figura paterna.
El superyò sàdico de la figura del padre pudo haber descargado su
hostilidad sobre el yo indefenso del infante generando en este trayecto
intergeneracional, a su vez, la genealogìa de otro superyò castrante,
compulsivo. Pero esto no sucede mecànicamente y no representa la
norma en cuando a la conformaciòn del superyò obedece ademàs a
factores constitucionales, innatos y a fuertes inflencias ambientales. 19
En Introducciòn al simposio sobre las neurosis de guerra (1919), se
retoma un enfoque novedoso en la etiologìa de las neurosis
provocadas por la experiencia de guerra, se refiere a los niveles
conflictivos donde el yo pacìfico -antiguo- del soldado se confronta
abiertamente con su nuevo yo combatiente.
Esta dualidad de
posiciones sufre una confrontaciòn aguda cuando el yo pacìfico
percibe la posibilidad real del peligro de muerte establecido por el
nuevo compañero de camino denominado el yo combatiente. De
modo que la elecciòn de las neurosis se configura en cuanto medida de
protecciòn, punto de fuga en contra del peligro de eliminaciòn
postulado por la duplicidad yoica.
En las perturbaciones que padece el yo se teme las reacciones de un
enemigo internalizado que ha sido proyectado en la existencia de un
enemigo externo, imaginario o real, prevalece la expectativa por sufrir
un daño fìsico de modo similar al temor que experimentaba el yo
frente a una explosiòn de la libido como elemento desestabilizador y
amenazante.
19 En el infante abandonado educado sin afecto està ausente la tensiòn entre el yo y el superyò, de manera que su
agresiòn se orientarà hacia lo exterior. Una figura paterna demasiado blanda y condescendiente facilitarà en el
infante la formaciòn de un superyò demasiado severo, dirigirà sus tensiones agresivas hacia el proprio yo.
Alexander Franz. (1927) Psychoanalyse der Gesamtpersönlichkeit. Psicoanàlisis de la personalidad total. Ed.
Verlag.
62
10. LO PSICOTHANÁTICO Y LO PSICOERÓTICO:
ETIOLOGÍA DEL ANÁLISIS PSÍQUICO
Nuestra civilizaciòn arriesga el declino de su continuidad vital debido
a la acumulaciòn e intensidad de las pulsiones de muerte en la
dinàmica psìquica. Existe una bi-dimensionalidad cualitativa al
interior de esta pulsiòn, una actùa en la lìnea de lo manifiesto y otra
que opera en la lìnea de lo latente.
Se puede rastrear un
desplazamiento constante de unos contenidos por otros proyèctando
en el otro-desconocido representaciones de odio dirigidas
originariamente hacia la figura del padre interiorizada.
Nos cuestionamos afirmando que las tendencias psicopatològicas
alteran en gran medida la naturaleza y la razòn de la condiciòn
humana. El rasgo del equilibrio se ve expuesto a variaciones en
exceso o en defecto de unas propiedades naturales y no como
irrupciòn repentina de un proceso psìquico desconocido. Para
investigar la modalidad en que estos transtornos psìquicos determinan
el funcionamiento de la vida anìmica el objeto de estudio de la
psicologìa exige una metodologìa y unos instrumentos conceptuales
delimitados por la extensiòn de la fundamentaciòn teòrica.
La ciencia psicoanalìtica investiga las condiciones que definen la
descripciòn de las diferencias, la etiologìa singular del sìntoma y los
mecanismos de acciòn manifiestos. Las experiencias subjetivas
estudiadas por la investigaciòn psicològica han revelado que una
porciòn significativa de la sintomatologìa no proviene de daños al
sistema cerebral sino que ha de enriquecerse un nuevo discurso que
represente la actividad de los procesos psìquicos no reducibles a la
acciòn del sistema nervioso o a la descripciòn neurològica.
J. Breuer, para referirse a un proceso psìquico -como mèdico-,
implementa el tèrmino “representaciòn” en el lugar de “excitaciòn
cortical”, de este modo se realiza un avance epistemològico de gran
63
importancia desde la neurologìa hacia el campo psìquico, debido a
esto se requiere un nuevo lenguaje explicativo, un novedoso
paradigma comprensivo.20
Es indispensable un desliz semàntico que proporcione la evoluciòn del
nivel de trabajo etiològico esta vez hacia el anàlisis de los
determinismos psìquicos y ya no a partir de la patologìa fisiològica del
sistema nervioso o de la organogènesis de la conducta. Se trata de una
transformaciòn configurativa respecto a la significaciòn participante
de la funcionalidad y la etiologìa segùn elementos de orden psìquico,
psicosocial o somàtico respecto a la experiencia de la guerra.
Con la estructuraciòn del discurso psicològico se establece, a su vez,
la necesidad de incluir el vocabulario y el anàlisis psicopatològico.
De hecho, E. Minkowski (1966), sostiene que la psicopatologìa de la
guerra ha de ser comprendida como psicologìa de lo patològico màs
que como patologìa de lo psicològico.21
D. Widlöcher (1995),
teniendo en cuenta que la psicopatologìa procede de diversos modelos
teòricos resalta el significado de comprenderla como un acercarse
especìficamente psicològico al sufrimiento psìquico, apoyando con
razon, la tesis que ya habìa sido aprobada por Broussais y Bernard
respecto a la inter-dependencia entre psicopatologìa y el estudio
psicològico de lo sintomàtico.22
Se procedìa con base en metodologìas comparativas desde donde se
observaba la diferenciaciòn de una misma funciòn, sus valores
regulares y aquellos que se ubicaban en el campo lìmite, luego se
investigaron los mecanismos que intervienen en estos procesos y su
factible etiologìa. El discurso del trabajo psicològico acerca del
aparato psìquico hubo de avanzar hacia la explicitaciòn de los
fenòmenos sintomàticos, y, de manera inversa, el conocimiento de
20 Algunos investigadores que contribuyeron a este pasaje del anàlisis mèdico al psicològico fueron:
-Ribot Théodule (1839-1916), fundador de la psicologìa patològica. Estudio los mecanismos sobre el
funcionamiento mental. -Alain Ferrant postula por su parte el estudio sobre los estados lìmite. -Chiarugi V. (17591820). Della pazzia in genere. Trattato medico-analitico con una centuria di osservazioni. (1793). Trabajò en el
hospital de Luca (Italia). Escribio ademàs Histeria y passiones.
21 Minkowski E. (1966) Trattato di psicopatologia. Ed. G. Fioriti. Roma. 2015.
22 Widlöcher D. (1995) Traité de psychopathologie. Entre los fundadores de la psiquiatrìa fenomenològica.
64
estos signos permitiò la ampliaciòn de la visiòn del funcionamiento de
los procesos psìquicos -asì denominados normales-.
Sin embargo, posteriormente, finalizando el siglo XIX, en el àmbito
psiquiàtrico tomò fuerza la idea segùn la cual para poder especificar
las caracterìsticas y la etiologìa de la sintomatologìa era
imprescindible observar en el tiempo la evoluciòn de acuerdo a una
terapia asignada. Esta visiòn de los transtornos psìquicos fue
protagonizada por E. Kraepelin (1856-1926), quien afirmaba que
dichos padecimientos resistìan a la observaciòn en el sentido que se
tiende màs a la interpretaciòn de aquello que se observa y no tanto a la
descripciòn de lo observado.
Cuando se interpreta se da una ampliaciòn subjetiva que sucumbe
muchas veces a la equivocaciòn, interpretando se cae en el error de
encontrar aquellas hipòtesis que ya son reconocidas por el mismo
sujeto. De modo que se requiere la observaciòn de la evoluciòn en el
tiempo de este de estos transtornos. Se descubre una “diferenciaciòn”
en las formas de presentaciòn de cada sìntoma de modo que estos se
pueden exteriorizar de varios modos diferentes. Se difunde entonces
la explicaciòn indiferenciada como condiciòn de lo psìquicosintomàtico en tèrminos de “alienaciòn” como lìnea guìa de la
fundamentaciòn psicològica.23
De la psiquiatrìa al psicoanálisis
La teorìa psicoanalìtica ratifica que en nuestro universo latente cada
uno de nosotros cultiva unas defensas estructuradas contra un objeto
frustrante-maligno, de caràcter interno, interpretado como un enemigo
y frente al cual movilizamos fantasìas de control sàdico y delirios de
omnipotencia. La dinàmica de la vida psìquica se convierte en una
vida en plural con la constituciòn psicoanalìtica de una teorìa sobre la
sociedad. ¿Por què cada sujeto contiene dentro de sì un cierto nivel de
impulsividad agresiva contra los otros como si se tratase de una
23 Kraepelin E. (1883-1915) Trattato di psichiatria. Ed. ETS. Pisa. 1989.
65
diversidad que ubica nuestra integridad en un espacio de riesgo.?
Un factor esencial que constituye el nùcleo de la impulsividad
temprana inherente a cada ser humano es constituido por la pulsiòn
agresiva en potencia, un elemento de la naturaleza humana de la
sociedad y del acto de reaccionar “a cadena” en contra del proyecto de
civilizaciòn que implicarìa el predominio de la organizaciòn colectiva
y de criterios de orden integracional. La significaciòn inconciente que
supera en muchas ocasiones al yo-racional despliega la fuerza
pulsional que prueba robarle al otro su identidad diferencial. Ya Freud
habìa confirmado que el afecto del odio es mucho màs antiguo y
originario que el afecto del amor, sin embargo, el aparato psìquico
determina en gran medida una fuerte tendencia a la conservaciòn de la
propia integridad y de la misma especie. Es màs necesario proteger los
estìmulos que “almacenarlos” indefinidamente, en referencia a la
agresividad la triebhafter como manifestaciòn de una “super-pulsiòn”
orienta nuestra existencia hacia la propia autodestrucciòn. En algunos
casos el objeto-maligno interiorizado -de M. Klein-, suscita en el yo
intensos delirios persecutorios, la vida interna del mundo inconciente
se caracteriza por la ambivalencia y la lucha de intereses
contradictorios.
EL YO
↓
Impulsividad auto-socio-destructiva
proyecciòn de la culpa del masoquismo
angustia por el extraño - mecanismos de alienaciòn
pulsiones agresivas - la triebhafter
representaciòn de la figura del padre bueno o maligno
sistema de defensas autoconservativas
defensas reaccionarias
mecanismos de culpa proyectados
fantasìas paranoicas latentes o preconcientes
lutos no elaborados
predominio de la pulsiòn de muerte -todtrieb↓
LOS OTROS
Factores que intervienen en la relaciòn con el otro
66
El yo se esfuerza por defenderse de la intensidad de estos estìmulos
porque su acumulaciòn generarìa un grado de ansiedad variable. Se
defiende de la angustia primaria activando coordenadas racionales
donde interviene la voluntad del yo y el caràcter singular del supeyò
preconciente. Un superyò paranoico de un lìder polìtico se defiende
de la acumulaciòn de estos estìmulos proyectando sobre los otros la
extrañza de lo desconocido y los criterios inherentes a un yo
culpabilizante o masoquista.
Ya R. Spitz delineaba la teorìa segùn la cual el infante en torno a los
ocho meses de vida vivencia la presencia del otro en cuanto una
presencia extraña, “maligna”, amenazante, aunque si los otros no
hayan realizado algo para confirmar esta percepciòn.24
24 Spitz R. (1958) Il primo anno di vita del bambino. Ed. Giunti. Firenze.
67
68
11. SOCIO-THANATOLOGĺA Y SOCIOPATÍA
Proponemos la denominaciòn de pulsiòn socio-agresiva para descifrar
aquellos procesos que tienen vida al interior del mundo pulsional y
que tienen como propòsito desplegar una serie de mecanismos,
actitudes o conductas con el fin de impedir la comunicaciòn pacìfica
con los otros, con los grupos, lo colectivo, la sociedad o las
instituciones. El otro es apreciado como un “imaginario” con
cualidades especìficas que se diferencia de nuestro yo por la propias
experiencias de proyecciones paranoicas sobre un enemigo
potencialmente inexistente.
Con la reacciòn social comprendida como una carencia radical de
simbolizaciòn el sujeto revive sus angustias originarias, psicotizantes,
depresivas, o de persecuciòn que son tìpicas de nuestra relaciòn
interna contra un objeto maligno interiorizado. Tambièn el infante en
los primeros años se sentìa perseguido por dicho objeto en un proceso
de identificaciòn paralelo, en ocasiones màs fuerte que el proceso de
identificaciòn con un objeto bueno interiorizado.25 El yo se observa a
sì mismo en cuanto sinònimo de peligro debido a su identificaciòn con
la parte thanàtica de la pulsionalidad en la edad adulta.
Con la identificaciòn autopersecutoria la actividad del yo se debilita
en sus conexiones con la realidad exterior, la representaciòn de la idea
de un enemigo -en potencia- precipita pensamientos y afectos
paranoides en torno al superyò. El sujeto se defiende de la propia
pulsiòn de muerte proyectando sus contenidos sobre la figura del otro,
ubica fuera de sì aquello que en realidad se halla dentro de nosotros.
Es asì que la incapacidad para elaborar el luto, por ejemplo, ante la
muerte de un componente de la tribu primitiva produce la apariciòn
del odio contra una tribu cercana, de modo que la ausencia de la
elaboraciòn del luto se ha convertido en motivaciòn preconciente de
25 Kyrle M. (1978) The Collected Papers of Roger Money Kyrle. (Ed. The Harris Meltzer Trust Series). Karnac
Books
69
venganza y proyecciòn de las pulsiones agresivas.
Si la experiencia de un luto ha sido experimentada como sentido de
pèrdida absoluta el dolor se transformarà en formaciòn reacionaria, en
pulsiòn de muerte dirigida hacia el mundo externo, una actitud que
deja atràs la pulsiòn de autoconservaciòn, se busca “votar” hacia
afuera la angustia derivada por la muerte de un ser querido o de un
amigo. Entran en juego el verdadero valor de los ideales en
yuxtaposiciòn con los valores de lo real, se confrontan el yo maligno
internalizado con la percepciòn del otro maligno exteriorizado
procurando descargar una parte de la angustia interna.
EL YO
EL OTRO
↓
↓
El objeto-maligno vs. El otro maligno
interiorizado
Exteriorizado
↓
↓
Pulsiòn de muerte vs. pulsiòn de muerte
interna
exteriorizada, proyectada.
↓
↓
Objeto de amor vs. objeto de odio
perdido en el luto
↓
↓
Deseo de control absoluto vs.
realidad exterior.
sàdico sobre agentes
intenciòn de controlar
fantasmàticos persecutorios
la voluntad del otro.
↓
↓
No simbolizaciòn
vs. simbolizaciòn
Esquema kleiniano del yo
En nuestros sueños no existe la Ley ni el derecho sino sòlo el
despliegue del caràcter de los deseos inconcientes. 26 Segùn T. Hobbes
el significado de la organizaciòn social tiene vida gracias al temor
26 Freud S. (1909 ) Algunas adicciones a la interpretaciòn de los sueños. O. C. Ed. Amorrortu. Buenos Aires
70
comùn de los sujetos ante la muerte. Se tratarìa de transformar este
temor en una modalidad de angustia en aras de simbolizar el vacìo que
remitirìa a una “ira social” frente a un derecho no reconocido. El yo
patològico con ambiciones omnipotentes utiliza la pulsiòn socioagresiva para suscitar un acuerdo comùn o institucional contra otros
grupos humanos. Cuando este delirio megalòmano no es simbolizado
se precipita la pulsiòn destructiva, la proyecciòn de factores
paranoicos, el yo reacciona desde una infancia sàdica sin haber
metabolizado suficientemente el nivel de angustia proveniente de los
objetos internos de los padres en su sentido primario de maternidad y
paternidad.
La experiencia de la construcciòn de un ideal colectivo prevee
distintas modalidades individuales, “andamiajes” internos, mediante
las cuales se entretejen acuerdos y desacuerdos sociales con ideales
muy precisos de trabajo y defensa reactiva. La influencia de las
condiciones inconcientes reserva una gama amplia de fantasìas y
temores respecto al uso de la agresiòn y a la proclamaciòn de la guerra
ideològica, terrritorial, econòmica, entre otras.
Con el despliegue de la pulsiòn socio-thanàtica se movilizan angustias
psicòticas, deformaciones graduales del sentido de la realidad en
cuanto deseos por intercambiar sintomàticamente experiencias con
amplias connotaciones afectivas. La percepciòn del examen de
realidad en quienes ejecutan òrdenes de asesinatos expresa evidentes
signos de alteraciòn, distorsiones graves de omnipotencia y sadismo
crònico, anhelan satisfacer sus vacìos angustiosos, compensar el
hambre de venganza logrando que la pulsiòn de dominio sobrecargue
todo derecho ajeno por la vida, por la manifestaciòn de la voluntad
diferencial, sin advertir los alcances ùltimos de sus acciones.
¿Con cuàles criterios analìticos se elabora la precipitaciòn de la
guerra? Las instituciones han practicado la tècnica de la disuasiòn
para propagar un ideal comùn que en este caso significa un odio
comùn donde las deformaciones del principio de realidad son
71
acompañadas por asociaciones delirantes, pensamientos paranoides y
proyectos de megalomanìa. Aquellos sujetos que han colocado su
confianza en el ejercicio de la agresiòn adjudican un nivel variable de
sado-masoquismo que ignora el caràcter intrapsìquico de las
motivaciones pulsionales.
72
12. POLEMOLOGÍA (Πολεμολογία) Y DESEO AGRESIONAL
Las tècnicas de disuasiòn consisten en promover mediante mùltiples
estrategias discursivas una idea, una promesa, en todo caso un ideal
por el cual es preciso arriesgar y progresar en el ejercicio de la
proyecciòn del odio sobre los otros, como enemigos que representan
el objeto maligno interiorizado. De modo que el uso de la razòn
pràctica del yo se ve “hipotecado” por la ilusiòn de la promesa del
ideal, aquello que domina al sujeto en este trànsito es el afecto
paranoico por la reacciòn frente al otro en cuanto sinònimo de
estrañeza, nacionalidad extranjera o sìmbolo de diferencia.
La impulsividad agresional participa del narcisismo racionalista
cuando los sujetos que “lideran” la propaganda violenta proporcionan
en el mundo concreto una serie de ventajas o recompensas de tipo
econòmico, patriòtico o egocèntrico. El yo al servicio de ilusiones
narcisistas utiliza como recurso de mediaciòn la pulsiòn de muerte y el
“paso a la acciòn” reactivo contra una exteriorizaciòn del enemigo
interno, imaginario.
En el fanatismo social (asì denominada histeria colectiva), con la
eventual oferta de un progreso social con mayor riqueza, democràtico,
se asiste a un modo de reacciòn sàdico-masoquista cada vez que la
satisfacciòn del deseo -compartido- consiste en atacar o asesinar al
otro, el otro como representaciòn de lo extraño y de valores negativos
-por ejemplo antidemocàticos o ateos-. Observamos que salen a la
superficie actitudes y respuestas caracterìsticas de la primera infancia
donde comenzaron a construirse las tendencias reactivas, de venganza,
comparaciones, angustias no elaboradas, carencia de afecto,
experiencias de rechazo y agresiones familiares.
La tesis explicitada por G. Bouthoul consiste en considerar la guerra
como un infanticidio expansivo donde debido a factores de orden
demogràfco, de persuasiòn ideològica, fanatismo reaccionario, existe
73
en nosotros una predisposiciòn agresiva que funciona a un nivel
latente. El psicoanàlisis argumenta esta hipòtesis sosteniendo que los
impulsos destructivos son rasgos tìpicos de las fantasìas
intrafamiliares entre hermanos, en la conflictividad edìpica y
antiedìpica, entre otros.27 Luego, en la edad adulta, las repercusiones
inconcientes que la evoluciòn de estos factores haya desplegado
motivaràn racionalizaciones defensivas que encontraràn apoyo en
ideologìas o fundamentaciones colectivas con caràcter reaccionario. 28
La polemologìa del griego πολεμος, que significa conflicto y λογία,
estudio o tratado, investiga la causalidad psìquica y social que dan
lugar a los conflictos sociales y a las guerras. A partir del
psicoanálisis los deseos fantasmàticos por agredir a un padre maligno
o a una figura paterna inexistente en la infancia pudieron ser
traducidos en una especie de representaciòn o “herida abierta” en un
tiempo posterior y hallar un punto de refuerzo, de proyecciòn y
exteriorizaciòn en el rechazo de la Ley, los representantes del poder, la
instituciòn colectiva, un conjunto de sujetos diferentes en etnìa, un
paìs extranjero, una religiòn diversa, hacia otras clases sociales.
En cuanto “màquina organizacional” la guerra persigue objetivos cuyo
eje central es el de proteger los propios intereses, pero se trata de la
punta de un iceberg, existe una conducta visible -reaccionaria- y otra
parte que permanece como sumergida y contiene mecanismos
defensivos segùn una realidad fantasmàtica internalizada.
Gran parte de la humanidad se basa en esta dimensiòn superficial
considerando sòlo los factores comportamentales acciòn-reacciòn,
causa-respuesta en el lugar de lo exterior, mientras que en la
dimensiòn latente el yo procura “localizar” el lugar del enemigo
imaginario para procurar reconocer sus lìmites, sus excesos, cuando
en verdad lo que atemoriza al yo son las alucinaciones vengativas de
caràcter ambivalente.
27 Consultar mi anterior libro: La funciòn fraterna. (2021). www.academia.edu
28 Bouthoul G. (2010) Sociologia delle guerre. Trattato de polemologia. Ed. Pgreco. LibreriaUniversitaria.it
Especialista en polemologìa en cuanto ciencia que estudia las causas psicològicas y sociales que producen los
conflictos sociales .
74
La paradoja que se percibe consiste en que para conocer el real
fundamento ideològico del sentido de la protecciòn y defensa
dirigidos contra un supuesto “contradictor” en principio desconocido
es necesario establecer un proceso de consenso y persuasiòn colectiva
que justifique la unificaciòn en torno a criterio s compartidos, ansias
generalizadas, angustias concatenadas. El sujeto intenta re-asegurar
sus temores internos buscando destruir la identidad del otro
-desconocido- cuando en realidad lo que desea eliminar son sus
fantasmas masoquistas -interiorizados-.
La pulsiòn de muerte se expresa como una “desviaciòn” al externo de
las tendencias agresivas segùn un proceso variable que establece la
ubicaciòn de los procesos internos al externo del cuerpo de acuerdo
con las originarias emergencias afectivas, y poder asì, fàcilmente
adjudicar un ataque simbòlico o real. El sentimiento paranoide tiene
el objetivo de contagiar a los otros para lograr una mayor
participaciòn colectiva y unos acuerdos vàlidos -institucionalizados-,
como producto de las defensas organizadas del yo en algunas fases
esquizo-paranoides de las fantasìas agresionales.
El hallazgo de la existencia de la pulsiòn de muerte evidencia la
vulnerabilidad de la dinàmica psìquica, el yo pone a prueba sus
capacidades para sustituir la cantidad de angustia, se defiende de estas
y las desplaza, asimila las tendencias agresivas con la homologaciòn
de intereses por el control ilusorio de la voluntad del otro.
El acto agresivo representa la manifestaciòn -voluntaria o no-, de
fuerzas que habìan permanecido represadas en el ensayo de proteger
un material latente considerado como peligroso o amenazante.
Cuando la guerra se institucionaliza se consolida simultàneamente la
autorizaciòn al desahogo de dicha energìa que habìa permanecido
eclipsada.
Sabemos que una de las funciones de estas represiones primarias
75
desempeñaba el papel de conservar y sostener los valores de la
hipocresìa social, institucional, educativa o religiosa. Sin embargo,
estos mismos componentes sobre los cuales se fundaron las bases de
la sociedad terminaron por perjudicar màs las condiciones de salud de
los sujetos, lanzàndoles en un circuito sintomàtico sin reconocer la
causa ùltima del aumento del malestar general.
La teorìa general del Contrato Social en la modernidad hubo de
instaurar algunas lìneas directrices para refrenar la impulsividad que
hace de la sociedad humana una formaciòn de individuos dominados
por la ambiciòn de poder y de dominio. En el estado natural todos los
seres humanos conservan el interès por causar daño a los otros, se
trata de un principio constante de la guerra de todos contra todos
(beillum omnium contra omnes). Con el Contrato Social cesarìan las
hostilidades y los sujetos delegarìan sus derechos, se organiza un
poder que identifique las expectativas del pueblo. El progreso social
no ha moderado la violencia y tampoco ha ayudado para que esta
encuentre otros destinos.
76
13. EL YO-DE-LA-PAZ Y EL YO-DE-LA-GUERRA
Ernst Simmel contribuye al estudio de las neurosis de guerra
transformando el yo-de-la-paz en el yo-de-la-guerra, cuando el yo ya
no està en capacidad de hacer frente a un peligro real el sujeto
experimenta una regresiòn y dirige su agresividad hacia sì mismo o
hacia quienes le rodean. Inicialmente el odio es dirigido hacia el
enemigo como si se tratase de un padre maligno, tiempo despuès, es el
mismo yo del sujeto que se convierte en un padre maligno y lo expone
al peligro, es decir, no podrà reconocerse en cuanto un superyò
aceptable.
Las tendencias agresivas son reprimidas produciendo un aumento de
rigidez respecto al caràcter del superyò -interno-, conducen al sujeto
hacia un sentimiento recìproco de culpa paralizante, es decir, a una
neurosis de guerra. Si se proyecta esta configuraciòn latente de un
padre maligno proyectado en el poder del Estado el sujeto observarà
que este ya no le garantiza la protecciòn que esperaba. Se engendra
un nivel variable de hostilidad que impide a los ciudadanos mismos
poder afrontar “realìsticamente” la necesidad de modificar las formas
de relaciòn entre el Estado y el ciudadano.
E. Simmel, en su tiempo, indica que la sugestiòn y la hipnosis por sì
solas no contribuyen de manera decisiva a la cura de las neurosis de
guerra, observò que estos mètodos actuaban sòlo de un modo
paulatino, el sìntoma desaparecìa por un poco de tiempo pero luego
re-aparecìa bajo otras modalidades de malestar subjetivo. 29 Tales
tècnicas especìficas de terapia no tocaban el nùcleo de la perturbaciòn
psìquica, por este motivo propuso reducir el nùmero de sesiones
clìnicas con los pacientes implementando los recursos del
psicoanálisis en una combinaciòn hipnòtico-analìtica, de orden
catàrtica con libres asociaciones e interpretaciones onìricas.
29 Mèdico psicoanalista, fue director de un hospital especializado para las neurosis post-guerra.
77
Desde el punto de vista etiològico la narraciòn estas historias
traumàticas provocaba la desapariciòn de los sìntomas y una
comprensiòn de los avances en la personalidad de manera integral.
Habìan sido “sumergidos” series de recuerdos, representaciones de
contenidos afectivos totalmente displacenteros. W. Stekel considera
que la conexiòn psìquica de los procesos neuròticos despuès de la
guerra no es determinada por los factores sexuales, no obstante, la
experiencia clìnica demuestra una clara predisposiciòn neuròtica en
algunos de los casos tratados. Con la guerra algunos sujetos
padeceràn graves conflictos neuròticos y otros no, la psicosexualidad
no habrìa de ser excluida en cuanto realidad de anàlisis:
“La exploraciòn sistemàtica de la vida onìrica del soldado, aunque
despuès de la extinciòn de los sìntomas de la neurosis de guerra ha
permitido, casi siempre individuar hilos que se sumergen en la
maraña de raìces simbòlicas sobre la sexualidad infantil.”30
La cualidad del sufrimiento derivado deja entrever factores
inconcientes que han condicionado la necesidad de rebelarse en contra
de algo o de alguien, como en una disposiciòn anti-paterna
consecuente al nivel de apego a la madre. Un bosquejo de las
representaciones sintomàticas es verificado durante la experiencia de
guerra cuando estas estàn conectadas con algunas pulsiones primarias
como lo son la tendencia ordinaria a la conservaciòn de la especie y la
tendencia a la resistencia fìsico-psìquica en cuanto garantìa vital.
Con la psicoterapia de la neurosis de guerra el sujeto tiene mayor
posibilidad que otros de sublimar por su propia cuenta los “insultos”
que golpean su realidad psìquica. La divisiòn de la personalidad no se
da sòlo despuès de la guerra sino tambièn en sujetos que no han
participado en alguna guerra. Las excesivas limitaciones, la coerciòn
disciplinar fìsica y psìquica en respuesta a exigencias cada vez
mayores, agregadas a un accidente o una acciòn catastròfica propician
la “caìda” de la estructura integral.
30 Simmel E. (1918). Seconda Relazione complementare. Ed. Mimesis. MIlan
78
El contenido inconciente padece un “terremoto” simbòlico, el
psìcoanàlisis invita a retomar los elementos que desequilibran la
personalidad y que han permanecido “sepultados” en lo latente. Las
inhibiciones comprueban que no existe una divisiòn rigurosa entre
representaciones y afectos etiològicos, las primeras se instituyen en
cuanto causas de los segundos como manifestaciones del yo.
La conciencia rechaza la elaboraciòn en algunas fases crìticas,
representaciones cuyo contenido de realidad son demasiado “atroces”
para poder ser toleradas a un nivel conciente. La medicina reconoce
que muchos efectos somàticos como secuelas de la guerra en realidad
manifiestan la entidad afectiva que provoca autosugestiones fìsicas
como el temblor, paràlisis o movimientos involuntarios. El trabajo del
sueño como intento de auto-terapia ha sido imprescindible en una
direcciòn catàrtica, allì la angustia, el temor, la excitaciòn, comunican
la sensibilizaciòn del material inconciente respecto a hechos
etiològicos producidos en guerra.
Un buen porcentaje de aquellos sìntomas psico-somàticos representan
ser un “refugio” frente a las amenazas de eliminaciòn total del yo
-conciente- y de la naturaleza simbòlica de aquello que sucumbe a las
fuerzas de la represiòn. El temor por la pèrdida de la vida constituye
en la mayor parte de los casos la primera razòn de disociaciòn
psìquica acerca del dominio que lo inconciente ejerce sobre lo
conciente mediante los diversos accesos secundarios.
Algunos sìntomas psìquicos cuyo origen es netamente afectivo
obedecen a un proceso de inhibiciòn, a un estancamiento afectivo que
bloquea las vìas de acceso a lo preconciente. El soldado que camina
con el lema ojo por ojo diente por diente establece una especie de
compromiso con la acciòn de la venganza mediante un fantasma
interno cuya existencia ha cobrado vida en la experiencia de guerra, y
contra el cual la neurosis habrà de combatir desde sus pulsiones
primarias.
79
De modo anàlogo a los actos incluidos en la guerra como los eventos
bèlicos, la neurosis de angustia es producida por aquellas vivencias
determinadas por la fantasìa inconciente. Estas fantasìas y la pèrdida
de memoria repercuten directamente sobre los procesos defensivos y
reaccionarios. La sintomatologìa ha representado para el sujeto una
especie de enemigo oculto, por este motivo el mètodo de tratamiento
no puede ser un castigo fìsico adyacente, hay que caminar con la
“sombra” del sujeto y no en direcciòn opuesta.
80
14. LA GUERRA EN CUANTO NARCISISMO DE
LAS PEQUEÑAS DIFERENCIAS
Freud en El malestar en la cultura resaltò la expresiòn “narcisismo de
las pequeñas diferencias” para denominar aquellas manifestaciones de
odio y combate entre comunidades vecinas -muy emparentadas- como
es el caso entre españoles y portugueses, alemanes del norte y del sur,
ingleses y escoceses, Italia y Austria, algunos paìses que se hallan
cerca comparten valores similares pero ademàs desentrañan
discusiones violentas debido a una variedad amplia de temàticas.
Este fenòmeno de la hostilidad entre grupos vecinos representa un
medio por el cual los protagonistas intentan satisfacer màs o menos
inofensivamente sus propias tendencias agresivas, el objetivo
predominante habrìa de ser siempre el de la mutua cohesiòn entre los
participantes de cada paìs o ciudad. Desde el punto de vista
ideològico sabemos que las guerras comùnmente se han desatado por
diferencias relativas a:
-La polìtica: por imposiciòn, factores democratizantes.
-Las religiones: proselitismo, dominios, influencia.
-Lo geogràfico: expansiòn territorial, defensa.
-Lo econòmico: bùsqueda de recursos, materia prima.
-La expansiòn ideològica.
-La impostaciòn de un nuevo modelo paradigmàtico.
-Metodologìas militares de Estado.
-Las diferencias de caràcter ètnico.
Aclara la nota historiogràfica indicada por Freud:
“Una vez que el apostol Pablo hubo hecho del amor universal por la
humanidad el fundamento de la comunidad cristiana, surgiò como
consecuencia ineludible la màs extrema intolerancia del cristianismo
81
frente a los gentiles.”31
La sociedad actual representada en Estados de Ley y derecho
argumenta sus actuaciones bèlicas en corrientes de pensamiento
polìtico o ideològico, es el caso de las expresiones simbòlicas
derecha-izquierda, Norte-Sur, Oriente-Occidente, creyente-no
creyente, nacionalismo-liberalismo, entre otros. Un contra-efecto de
expectativa en el anàlisis de las pulsiones sexuales y agresivas
comprueba de que manera el ser humano es incompleto al no poder
realizar estas dos modalidades pulsionales de acuerdo con las
limitaciones que le impone la organizaciòn social.
Como en las comunidades primitivas el derecho a ejercer la propia
agresividad, sin lìmites, es reservado a los lìderes, en la època
contemporànea la historia de la formaciòn de la sociedad es
determinada por los gobernantes que se han atribuido el derecho
“sacro-santo” de proclamar el inicio de una confrontaciòn bèlica. El
pueblo permanece a la expectativa obedeciendo y acatando la voluntad
psicòtica o esquizofrènica de estos representantes del poder.
El caràcter social de las masas impone restricciones ineludibles para la
manifestaciòn pulsional, es preciso reconocer que esta tipologìa de
conflictos siempre ha existido y siempre existiràn. Dos factores
amenazan asì la integridad de la sociedad, la megalomanìa de los
poderosos y la pasividad psìquica de las masas. Se solicitan
constantenmente reformas que estructuren nuevas adaptaciones a las
nuevas realidades.
Tal vez los gobiernos mo estàn preparados o no quieren reconocer la
preparaciòn intelectual cada vez mayor en los jòvenes como sìmbolo
de “fermentaciòn” de las masas futuras, conocedoras de sus derechos.
31 Freud S. (1929-30) El malestar en la cultura. O. C. Amorrortu Ed. Buenos Aires.
82
15. LA LÓGICA INTER-PULSIONAL:
PULSIONES DE VIDA Y PULSIONES DE MUERTE
La evoluciòn de la teorìa de las pulsiones encuentra su apogeo con la
postulaciòn de una tensiòn permanente entre impulsos vitales e
impulsos agresivos, es asì que la pulsiòn sexual respalda la
continuidad germinal de la especie màs allà de la individualidad a
secas revela, al final, un nivel variable de afinidad con la pulsiòn de
muerte. La incertidumbre de las pulsiones debe su existencia al hecho
que no pueden alcanzar su meta. Freud nos indica cinco vìas de la
pulsiòn para organizar su carencia de satisfacciòn:
1. La represiòn. Perteneciente al proceso màs comùn de las
neurosis y responsable de las formaciones sintomàticas.
2. La sublimaciòn. Especìfico de las pulsiones sexuales, constituye
el ejemplo de la distancia que puede separar un origen pulsional
de su desenlace ùltimo.
3. Transformaciòn en lo contrario. Actos derivados que cosntituyen
el caràcter de ciertos mecanismos, transformaciòn de la actividad
en pasividad como conjugaciòn que distribuye el radio de la
sintomatologìa que se defiende de sì misma.
4. La introversiòn. Proceso psìquico mediante el cual el yo retrotrae los efectos y sus cambios a nivel narcisìstico como en un
estado pre-psicòtico.
5. La regresiòn. En cuanto proceso defensivo infantiloide a un
nivel libidinal y narcisìstico.32
Con base en las argumentaciones relativas a la compulsiòn repetitiva,
en 1920 se postula la teorìa de la dualidad pulsional convirtièndose
esta en la plataforma imprescindible que escenifica la supervivencia
de la especie actuando de manera disyuntiva a la supervivencia del
individuo. El criterio general del aparato psìquico tiene como funciòn
procurar disminuir la tensiòn que se acumula en el yo debido a la
32 Estos dos ùltimos mètodos han sido expuestos en Introducciòn al narcisismo. (1914).
83
intensidad de las pulsiones.33
En este proceso de funcionamiento los organismos descubren que
existe una marcada tendencia a regresar hacia estados primitivos no
organizados, es decir, hacia la pulsiòn de muerte. En El problema
econòmico del masoquismo (1924), se expone este orden de ideas
denominàndolo principio del Nirvana. Mediante la conceptualizaciòn
progresiva de las pulsiones el psicoanàlisis configura una nueva
dimensiòn de la subjetividad. Ahora el sujeto se constituye gracias a
la producciòn dinàmica combinada de la vida y la muerte.
Las dialècticas pulsionales sexuales-pulsiones del yo, y las pulsiones
del yo-pulsiones de objeto son transformadas por las pulsiones de
vida-pulsiones de muerte. Se trata de una clasificaciòn de aquellas
propiedades que defienden la prolongaciòn de la especie (pulsiones
sexuales),y de aquellas que procurarìan la defensa de la prolongaciòn
del individuo (pulsiones del yo).
El trabajo del aparato psìquico por disminuir sus niveles de excitaciòn
energètica al nivel màs bajo posible siempre vuelve a comenzar y
nunca termina. Se experimenta un retorno al punto de partida y de
otro modo se percibe la tendencia hacia el retorno de los propios
orìgenes, al estado primario de la no-vida, es decir, al estado
inanimado.
Lacan por su parte, en el seminario XI, Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis (1964), a partir del hecho que las
pulsiones se manifiestan siempre de modo parcial, considera que es
imprescindibe introducir la conexiòn entre sexualidad y muerte
fundando una dinàmica cuyo resultado es la subjetividad. El sujeto ha
de confrontarse con dos lògicas contraproducentes, aquella que le hace
diferente a otro ser viviente -especificando el interès por la propia
supervivencia-, y aquella que lo define como uno entre otros
-definiendo el interès por la especie-.
33 Freud S. (1920). Màs allà del principio del placer. O. C. Amorrortu Ed. Buenos Aires.
84
El caràcter especìfico del objeto pulsional es la de ser inalcanzable,
esto crea algunas consecuencias como la de convertir la meta
pulsional en algo imposible de realizar por mètodos directos, o sea,
debido a conflictos estructurales y no tanto accidentales. La
naturaleza parcial de la pulsiòn obedece a razones que tienen que ver
con una realidad incompleta, el destino particular de estas pulsiones
carece del proprio objeto, realiza un cìrculo en torno a èl y luego
retorna al punto de origen re-activando la fuente, se prepara a
emprender un nuevo proyecto similar al anterior. Por consiguiente,
estos tres factores son:
-El caràcter parcial de la pulsiòn.
-La carencia de una meta.
-el sentido de una realidad incompleta.
Estos elementos implican el fundamento de la fragmentaciòn corpòrea
del sujeto y anuncian la falsedad simbolizada por la concepciòn de
una genitalidad unificante, de una situaciòn subjetiva en la cual las
pulsiones se presentarìan todas unidas para dar respuesta a una
funciòn biològica, por ejemplo, la procreaciòn. Esta posiciòn indica
una ilusiòn de los seres humanos y no se integra a las disposiciones
que regulan las condiciones de la pulsiòn. En esta direcciòn, la nociòn
de “estadio” es incorrecta en cuanto prospectiva de progresiòn
genètica.
El ser humano acentùa su tendencia al retorno hacia un estado anterior
-inorgànico-, con base en este hecho es posible argumentar que “todo
ser vivo muere necesariamente por causas internas”. Sin embargo,
existe la hipòtesis de la bùsqueda natural de un equilibrio de fuerzas
donde los organismos pluricelulares tienden a expulsar fuera de sì los
factores agresivos que habitan al interior de su estructura. Actuando
de esta manera, intentan restablecer una situaciòn de estabilidad
evitando su desintegraciòn.
85
Las fuerzas de la libido en su misiòn secundaria propende por volver
inofensiva la pulsiòn agresiva despojàndose de ella. En este proceso
psìquico del sujeto no se puede comprender la pulsiòn de muerte fuera
del contexto de su lucha con las pulsiones de vida. Es aquì donde la
etiologìa de los mecanismos sàdicos y/o masoquistas involucran la
nociòn de “compulsiòn a la repeticiòn”.
PULSIONES DE MUERTE EN LA EVOLUCIÓN PSÍQUICA
(Todstriebe) Y SU CONFLICTIVIDAD LATENTE-MANIFIESTA
↓
↓
Tendencia primaria en el conflicto
Tendencia secundaria en el
de ambivalencia amor-odio conflicto de ambivalencia amor-odio
↓
↓
Factores masoquistas originarios
Factores sàdicos como funciòn
erògenos
↓
Narcisismo negativo (primario)
de placer
↓
Pulsiòn de dominio Bemächtigungstrieb
↓
↓
Factores autodestructivos
Pulsiòn destructiva Agresions trieb
↓
Compulsiòn a la repeticiòn
↓
Pulsiòn agresiva: A. Adler (1908)
Triebwerschränkung
↓
↓
Procesos de introyecciòn
Intrincaciòn-Desintrincaciòn
↓
↓
Campo del yo y sus funciones
Campo de los otros y
con el superyò
el mundo.
↓
↓
Interiorizaciòn de la persecuciòn inconciente
Externalizaciòn
↓
↓
Objetos internos: el cuerpo,
Objetos externos
autoconcepto, autoimagen... proyecciòn de la autoagresiòn
↓
↓
MUNDO INTERNO
MUNDO EXTERNO
Esquema representativo del funcionamiento de las pulsiones de muerte
86
La configuraciòn intuitiva y clìnica de las todstriebe tiene en cuenta
tres justificaciones epistèmicas en torno a la compulsiòn a la
repeticiòn. Hemos de specificar que esta nociòn no es del todo nueva
y para su comprensiòn fue preciso abordar ademàs las pulsiones de
vida, las pulsiones del yo, la pulsiòn sexual, las pulsiones de
autoconservaciòn su interacciòn en los procesos libidinales del aparato
psìquico.
La epistemologizaciòn terminològica del concepto de pulsiòn de
muerte es producida, por consiguiente, a partir de los siguientes
hechos psìquicos:
1. La formulaciòn del fenòmeno de la repeticiòn no se reduce a la
investigaciòn acerca de la satisfacciòn libidinal, ni a una
bùsqueda por combatir en contra de las experiencias de
displacer. Coincide con una impulsividad irrefrenable capaz de
oponerse al principio del placer mismo, su acciòn caracteriza los
componentes
regresivos
de cada pulsiòn de un modo
sistemàtico.
2. El destino funcional y el caràcter inaugural del operar respecto a
experiencias clìnicas analizadas otorgan real importancia a la
ambivalencia, la agresividad, el sadismo y el masoquismo en
cuanto conceptos umbrales hacia la pulsiòn de muerte.
3. Habrìa de encontrarse un lugar terminològico y articulado para
analizar el odio en el campo metapsicològico y libidinal. Sin
embargo, la naturaleza ambigua de los paradigmas de interrelaciòn no han de tener su etiologìa en una concepciòn sexual
sino en las luchas que emprende el yo por re-adquirir su
autonomìa y representabilidad.
En cuanto el odio exige una relaciòn con los objetos anterior a la del
amor ha de agregarse el papel fundamental del conflicto psìquico en el
narcisismo cuando este se confronta con el principio del displacer en
87
la realidad externa. No se trata de una visiòn filosòfico-especulativa
del odio y la agresiòn sino de analizar las resistencias propias y
externas que permiten estructurar el modelo teòrico y la coherencia
conceptual de las pulsiones destructivas no sòlamente frente una
experiencia aislada. Las pulsiones agresivas obedecen a mùltiples
exigencias psìquicas, cuando se trata de una manifestaciòn muy
intensa y repetitiva hacia la agresiòn de los otros o de uno mismo es
factible que pre-exista un elemento de satisfacciòn dirigida al objeto
en cuestiòn de caràcter narcisista. En tèrminos generales, no es
posible rastrear las acciones de una pulsiòn en particular de modo
aislado, màs bien se hallan asociaciones de dos a màs aspectos
pulsionales en proporciones cambiantes. En este sentido, asesinar un
grupo social, considerado como enemigo,
podrà ocasionar
satisfacciòn -sàdica-, temporal que observarà en este hecho agresivo el
cumplimiento de los intereses màs profundos. La guerra genera unas
dosis parciales de placer en aquellos que postulan imponer la agresiòn
como medio fundamental para el alcance de sus objetivos. La
reconstrucciòn del proceso secundario otorga una mayor comprensiòn
a este fenòmeno y permite re-conducir la energìa destructiva segùn
nuevos criterios en torno a Eros y al conflicto neuròtico en la
sociedad. Para ampliar la integraciòn de la teorìa pulsional respecto al
conflicto entre las instancias visualizamos unas derivaciones
hipotèticas:
YO
SUPERYÓ
ELLO
↓
↓
↓
Pulsiòn de vida:
Pulsiòn de vida:
Pulsiòn de vida:
Yo eròtico
Superyò positivo
Ello eròtico
↓
↓
↓
Pulsiòn de muerte:
Pulsiòn de muerte: Pulsiòn de muerte:
Yo thanàtico
Superyò sàdico y
Ello thanàtico
34
masoquista
↓
↓
↓
REALIDAD EXTERNA
Esquema de las acciones del yo, superyò y ello en la todtriebe
34 Un superyò thanàtico se percibe por ejemplo en los estados de la melancolìa donde la pulsiòn de vida se separa o
tiende a separarse de la pulsiòn de muerte cultivada por la crueldad del mismo superyò.
88
La actividad de las pulsiones no se circunscribe a una regiòn psìquica
-especìfica- estas trabajan en comunicaciòn con todos los
componentes del caràcter. Allì donde la conflictividad entre las
provincias psìquicas impone unas funciones la influencia de las
pulsiones es coordinada por la energìa reprimida, el ello determina el
conjunto de las exigencias pulsionales en abierta oposiciòn con el yo
thanàtico y/o eròtico.
Pulsiones manifiestas → del yo, del objeto
Pulsiones latentes
→ Eros y Thànatos
La fundamentaciòn pràctica de las pulsiones del yo y las del objeto
encuentra su articulaciòn teòrica en las pulsiones thanàticas y eròticas,
Freud retoma de esta manera un modelo del conflicto anterior entre la
libido del yo y la libido objetal basado en la intrincaciòn pulsional erothanàtica.
Bajo otra visiòn esclarecedora en lo referente a la consolidaciòn del
tèrmino pulsiòn de muerte podemos entender su definiciòn cada vez
que pueda oponerse a las consideraciones del principio del placer. Es
imposible que los mecanismos psìquicos sean gobernados por el
principio del placer cuando en la experiencia clìnica toman gran
importancia los temas relativos a la compulsiòn repetitiva del
masoquismo, la relaciòn terapèutica negativa y el caràcter ambivalente
de las neurosis.
Es preciso adherirnos a la propuesta de que existe una influencia muy
fuerte, un poder que de acuerdo a unos propòsitos se ha denominado
pulsionalidad agresiva o destructiva en la historia de la humanidad y
en la constituciòn de la civilizaciòn. Las investigaciones sociològicas,
antropològicas y etnolingüìsticas, se sirven de esta dicotomìa
pulsional para dilucidar la naturaleza primitiva de las guerras y la
impulsividad agresional de algunos grupos humanos.
89
La pulsiòn de muerte, como un càncer, crea condiciones de posibilidad
autodestructivas en muchos Estados organizados prevalentemente en
torno al sistema defensivo -armamentista- y a la factibilidad de entrar
en conflicto de un modo paranoico -continuado-. Podemos resaltar
que la dialèctica amor-odio se circunscribe a una particular relaciòn
con el objeto exterior segùn lo expone la teorìa. De acuerdo a este
postulado las pulsiones no son autònomas para ser representadas por
el discurso basilar de la autoagresiòn.
Las tendencias psìquicas destinadas a proteger al sujeto, a proteger la
unidad del yo, a proteger la estructura del caràcter, ejercen su legìtimo
deber eròtico fundamental para la prolongaciòn de la existencia
humana. Por su parte, realizan un segundo trabajo que el psicoanàlisis
clìnico indica como elementos que enmascaran el contenido de la
pulsiòn de muerte y de sus efectos en la biografìa del sujeto.
La fuerza de oposiciòn que realizan las pulsiones fundamentales
responde a la correlaciòn entre los màs significativos procesos vitales
en tèrminos de asimilaciòn y des-asimilaciòn, asì como en el reino
inorgànico impera la antìtesis atracciòn-repulsiòn.35
La integraciòn de la definiciòn de pulsiòn de muerte no ha de
adjudicarse a una sòla pulsiòn especializada sino que se extiende a
todas las demàs pulsiones ejerciendo un efecto latente y considerable
como principio de cada pulsiòn.
Cuando los criterios del
funcionamiento psìquico establecen cierto nivel de relaciòn con la
influencia radical de las pulsiones es necesario ubicar el estado del
principio del placer en cuanto parece, de hecho, hallarse al servicio de
las pulsiones de muerte.36
En esta sustentaciòn teòrica prevalece un antagonismo que requiere
ser dilucidado, hay que diferenciar entre el principio del placer y el
principio del Nirvana. Este ùltimo, en cuanto criterio de rigor
35 Hay que subrayar que los conceptos “instinto de vida” e “instinto de muerte” se hallan reservados por el uso
lingüìstico para designar conductas preformadas y fijas suceptibles de ser observadas, analizadas en el orden
especìfico de lo vital. Por esto, se prefiere el concepto trieb relativo a la pulsionalidad de caràcter variable.
36 Freud S. (1920) Màs allà del principio del placer. O. C. Ed. Amorrortu. Buenos Aires.
90
econòmico tiende a reducir las tensiones a cero, en este sentido su
funcionamiento està al servicio de la pulsiòn de muerte. Es el mismo
principio elemental propuesto por Fechner al referirse al “principio de
constancia” y al que Freud, siguiendo a Barbara Low, se remite
asiduamente como principio del Nirvana. Respecto a los lìmites del
principio del placer su definiciòn se vuelve mucho màs cualitativa que
econòmica, su principal meta consistirìa en representar las exigencias
de la libido.
Es màs apropiado considerar que el objetivo de cada tendencia a la
igualaciòn de los conflictos es el de conservar un determinado nivel de
tensiòn especìfico de cada organismo, y no tanto el de eliminar
totalmente estas tensiones. Algunas operaciones manifiestas no
parecen tender a una liberaciòn de las tensiones sino a crear otras
nuevas, el psicoanàlisis mediante el trabajo clìnico ha de favorecer la
investigaciòn de aquellas fuerzas de oposiciòn que tienden a bloquear
o a diferir los modos de satisfacciòn.
BASE ESPECULATIVA
↓
Cualidad autodestructiva
↓
Cualidad destructiva
↓
Pulsiòn de muerte
BASE CLINICA
↓
Bùsqueda de objetos
↓
Cualificaciòn hacia unidades
cada vez màs elaboradas
↓
Eros
Esquema de la nueva teorìa pulsional
Es de anotar que sobresale la objeciòn a este esquema direccional en
el sentido que no existe “una” actitud cien por ciento autodestructiva
ni puramente “buscadora” de objetos sino que se da mayor relieve a la
tesis de que los fenòmenos psìquicos en realidad estàn compuestos por
diferentes mezclas ero-thanàticas. Algunas pulsiones trabajarìan en
respuesta al “hambre de estìmulos” a un nivel libidinal, en cambio
otro grupo pulsional reaccionarìa de acuerdo al “principio del
91
Nirvana” tratando de conservar estables los niveles de tensiòn,
aquello que ha sido organizado como “principio de constancia”.
Principio de inercia → Principio del Nirvana → Principio de constancia
Segùn el Proyecto de una psicologìa para neuròlogos el “principio de
constancia”, en cuanto funcionamiento del sistema neurònico,
propende para que las neuronas tiendan a evacuar totalmente las
cantidades de energìa que reciben. Lo cuantitativo circula por el
sistema utilizando determinadas bifurcaciones de sucesivas neuronas
en funciòn de la resistencia -barrera de contacto-, o de la posible
“facilitaciòn” que pueda darse en el paso de un factor neurònico a
otro. Es de aquì que parte la observaciòn de la intervenciòn de las
representaciones agrupadas en cadenas y el destino especìfico de la
energìa psìquica.
Las vicisitudes de la teorìa acerca del principio del placer conducen a
la formulaciòn de dos tendencias:
-Tendencia a la satisfacciòn de los deseos.
-Tendencia a la conservaciòn de un nivel constante (homeostasis).
De esta manera se orientan en un proceso similar:
-Tendencia a la satisfacciòn →Energìa libre →Proceso primario
-Tendencia a la conservaciòn energètica →Energìa ligada→Proceso secundario
La teorìa de la extensiòn inconciente de la psicosexualidad es
transformada por la nueva teorìa pulsional. Con la perspectiva de
Eros ya no se tratarìa de una fuerza dis-ruptora, esencialmente
perturbadora sino como criterio de cohesiòn e integridad, su meta
consiste en fortalecer la unidad de las conexiones, conservarlas, como
en un mecanismo de ligazon. Por el contrario, la finalidad de la
pulsiòn agresiva consiste en disolver los conjuntos y por consiguiente
destruir las cosas.
92
16. TEOREMA SOCIOLÓGICO DE LA THANATICIDAD
Y LA CULPABILIDAD
El aporte sociològico realizado por el psicoanálisis de la historia de la
cultura incluye la antìtesis pulsional de vida y muerte como eje central
de estructuraciòn en el aparato psìquico y en la fundaciòn de las
sociedades. La eterna lucha entre Eros y Thànatos despliega su
potencial ambivalente en la resoluciòn de los conflictos entre el sujeto
y las exigencias colectivas.
Mediante la influencia de las fuerzas vitales de Eros los sujetos
aislados, las familias, las tribus, las sociedades y los Estados son
destinados a conformar una determinada cohesiòn -cuasi parentaldenominada humanidad. En esta orientaciòn, la cultura representa una
producciòn de Eros siempre y cuando este haya ligado las tendencias
destructivas de Thànatos y lo haya colocado a su servicio.
THÁNATOS
(DESTRUIR)
EROS
→Procesos de ligazòn →
entre el sujeto y
la sociedad
EROS
(CREAR,
CONSERVAR)
THÁNATOS
Como hemos indicado los intereses de la pulsiòn de muerte siempre se
hayan combinados con los intereses de Eros, pero mientras esta ùltima
propende por integrar las masas, por unirlas, la primera es reconocida
por su facilidad a la des-ligazòn. La constituciòn de la cultura humana
se caracteriza ademàs por haber producido unas modalidades
estratègicas destinadas a volver la agresiòn menos contraproducente,
nos referimos al hecho de la exteriorizaciòn de la agresividad hacia
realidades diferentes al proprio yo.
93
Una tècnica estratègica -bàsica- consiste en que el potencial
destructivo no es dirigido hacia los demàs ni hacia las cosas externas
sino que se orienta contra el proprio yo, hacia el lugar que le dio
origen, es interiorizado. Asimismo, la pulsiòn de muerte se introyecta
en una porciòn significativa del yo para oponerse a la parte restante,
actùa representando la crueldad superyoica.
El territorio de relaciòn entre el yo y el superyò genera estados de
tensiòn variables donde el ocasiones la tiranìa superyoica impone su
voluntad sobre el sùbdito yo conformando en este pasaje el origen de
la culpabilidad que se expresa con la necesidad inconciente de ser
castigado. Las extrategias culturales tienen el propòsito de controlar y
apaciguar las constantes tendencias destructivas de los sujetos
aislados.
Las propiedades de las funciones superyoicas tienen como tarea la de
sensurar y observar con atenciòn las actitudes agresivas. La
configuraciòn evolutiva de la racionalizaciòn que apacigua la
intensidad pulsional y la introyecciòn de los impulsos destructivos,
con sus efectos ambivalentes constituyen dos pilares primordiales en
las sociedades organizadas. El conglomerado humano representa la
capacidad de respuesta otorgada por la fuerza de Eros en aras de su
cohesiòn cultural.
El sentido humano de la culpabilidad cumple el trabajo de sustituir la
satisfacciòn de los deseos en un movimiento constante y progresivo
que tiende a intensificar los diferentes grados de adaptaciòn a las
reglas sociales. Sentirà odio y aversiòn por todo aquello que se
oponga a la satisfacciòn de sus deseos, se supone que ha de apaciguar
una parte significativa de esta agresiòn para poder ser aceptado.
Sucede que la ley de transformaciòn de los afectos sustituye la
represiòn de la agresiòn por la nociòn de culpabilidad latente. La
represiòn genera un especìfico modelo de sintomatologìa y los signos
destructivos generan coordenadas de culpabilidad.
94
El sìntoma se establece en cuanto la realizaciòn de intereses sexuales
no realizados y de algùn modo represados por el poder del superyò .
Las modalidades neuròticas del caràcter se caracterizan por
implementar como recurso psìquico los significantes derivados de la
culpa como sinònimos de persecuciòn interna, es a partir de esta
operaciòn que la sintomatologìa se intensificarìa.
No es comprobable que la pulsiòn de muerte corresponda en todos los
casos a una exteriorizaciòn de las tendencias autoagresivas. La
agresividad tendrìa su fuente no en un objetivo pulsional por sì mismo
especìfico de una categorìa de pulsiones que tienen vida por su status
de oposiciòn frente a otros, sino en una metodologìa que adopta la
rivalidad para fines pulsionales en cualidad de respuesta a estados de
frustraciòn.
Cuando pre-existe cierta incapacidad de tolerancia frente a la
percepciòn de las tensiones las manifestaciones destructivas revelan la
existencia de un caràcter arcaico donde los determinismos primitivos
manifiestan la dualidad Thànatos-Eros todavìa no fusionados, su
factible integraciòn representa un proceso gradual de maduraciòn de
modo que Eros neutralice paulatinamente la intensidad de la pulsiòn
de muerte.
La experiencia clìnica ha descubierto que los intereses libidinales
permanecen ìntimamente ligados a los intereses destructivos y casi
nunca uno de ellos supera totalmente al otro. En las fases anteriores
han habido unidades constitutivas que posteriormente surgen por la
necesidad intrìnseca de ser diferenciadas. Los estudios realizados
sobre la depresiòn y el masoquismo comprueban que con base en los
hechos clìnicos de la autodestrucciòn no puede admitirse la preeminencia de una autèntica pulsiòn de muerte auto-agresiva. Es
preciso no olvidar ademàs que muchos de los hechos que se
encuentran màs allà del principio del placer pueden catalogarse como
originados por conflictos de caràcter externo que de alguna manera
han logrado desestabilizar las matrices psìquicas o innatas del
95
organismo total.
La conflictividad entre Eros y Thànatos tienen su origen en la historia
del desarrollo intra-psìquico, surge a cierta altura de edad cronològica
y conserva su caràcter antagònico sòlo cuando imperan determinadas
circunstancias. La teorìa de la pulsiòn de muerte no se reduce al
famoso aforismo en el sentido que la vida es un camino hacia la
muerte, pues la juventud contiene un potencial enorme de realizaciòn
futura, posteriormente, con cada experiencia vivida, se va
conformando “cierta estructuraciòn psìquica” que circunscribe las
posibilidades futuras, el organismo se convierte en algo màs rìgido, y
finalmente conduce su existencia hacia lo inanimado.
96
17. LA TEORÍA DEL CONFLICTO
Las atrocidades de de las guerras son proyectadas siempre sobre una
determinada imagen del enemigo en el sentido que “son ellos los màs
crueles y no nosotros”, se trata de una constante comùn en todas las
batallas y desde lo cual se exige que el odio no genere sentimientos de
culpa. Los nazistas han proyectado sobre el anti-semitismo todas sus
angustias, conflictos psìquicos, la parte negativa de sì.
J. Galtung, desde el evolucionismo social, resalta que para
comprender el conflicto social es preciso reconocer la historiografìa de
la humanidad y los cambios que se han propiciado. El conflicto
representa un recurso no hacia la guerra sino hacia el acuerdo, cada
participante tiene su propia interpretaciòn del conflicto, pensamientos,
afectos, actitudes, contradicciones y conductas en lo manifiesto y en lo
latente.
La base y el fundamento precipitante es la interpretaciòn de la
conducta y del pensar del otro, es necesario hacer reconocer nuestra
posiciòn con claridad. Luego, entran en juego los procesos de
resoluciòn, trascendencia, transformaciòn, cambios de estrategia, de
percepciòn de los factores que inciden en el conflicto in cluyendo las
expectativas de los otros.
La participaciòn en la resoluciòn de los conlfictos ha de ser
democràtica mediante la empatìa para comprender las actitudes ajenas,
no violenta para poder gestionar los propios actos, y con creatividad
para enriquecer el anàlisis de las contradicciones. Existen numerosas
teorìas acerca de la resoluciòn de conflictos. La asì denominada
propuesta de “negociaciones” de R. Selman consiste en definir
directamente las estrategias de resoluciòn del conflicto. Roger Selman
(1998), plantea que los participantes muestran e intercambian acciones
destinadas a transformar los rasgos de negociaciòn compartidos por
las partes. Estas operaciones se desarrollan con base en tres matrices
97
de trabajo: perspectivas propias, objetivos y orientaciòn del conflicto.
Las posiciones de las estrategias a seguir pueden ser:
-Autotransformante. Al procurar cambiar las viejas actitudes propias.
-Hetero-transformante. Cuando se trata de reconocer o modificar las
visiones del otro.
Mediante el cambio de nuestra cosmovisiòn procedemos hacia la
resoluciòn del nudo conflictivo, podemos emprender acciones
destinadas a fortalecer el cambio de pensamiento en los otros. Ambas
partes han de tener en cuenta el estado y las circunstancias del otro, de
manera diversa el conflicto continuarà a ser latente. La capacidad
intermediaria de la empatìa indica el nivel de efectividad de los
procesos mediativos, para retomar la perspectiva de los otros
observamos los siguientes cuatro puntos de anàlisis:
-Punto 0. Corresponde a la indiferencia egocèntrica donde cada
participante expresa reacciones impulsivas y no razonadas de modo
independiente del otro.
Por su parte el hetero-transformante
implementa la fuerza para representar su poder, el autotransformante
tiende a ceder por motivaciones que tienen que ver con el deseo de
protecciòn o por temor.
-Punto 1. La diferencia subjetiva. En este plano de trabajo demuestra
que las respuestas no son impulsivas pero continùan a no tener en
cuenta las ideas de los otros. Las partes luchan por imponerse o
conquistar la obediencia de los otros sin actividades de poder y
respuestas de temor.
-Punto 2.
Reflexiòn autocrìtica.
En este caso el heterotransformante busca influenciar y persuadir razonadamente a los
otros, el autotransformante analiza las razones de la propia aceptaciòn
y asume la posiciòn de poder del otro.
98
-Punto 3. Descentraciòn recìproca. En donde tiene vida un raciocinio
divulgativo acerca de la propia posiciòn, aquella del otro, y la del
conflicto mismo que diluye las oposiciones en juego. Acà no se
pretende modificarse uno mismo ni persuadir sino conquistar de modo
conjunto una posible respuesta en torno a la formulaciòn de unos
objetivos compartidos.
En estos procesos se va pasando de una mentalidad arcaica -primariaa una mentalidad de raciocinio -secundaria-, de lo pulsional a lo
conciente, de la impulsividad a la coordinaciòn de los objetivos por
una resoluciòn concordada.37
La historia de la civilizaciòn nos ha indicado la posibilidad de
superaciòn de la atrocidad, sin embargo, esta promesa no corresponde
con los rasgos del mundo real. El ser humano es determinado por la
desilusiòn de la guerra, el sentido racional de la especie no ha sido lo
suficientemente elaborado para que la sociedad reconozca sus
lìmitaciones, lo que se acerca màs a la actualidad es que la barbarie
siempre està presente en nuestra existencia inconciente. En este
sentido biològico el hombre no utiliza la agresiòn sòlo cuando es
atacado sino que en este habitan fuerzas pulsionales que predisponen
la precipitaciòn a la agresiòn.38
Por consiguiente, los otros simbolizan la oportunidad de satisfacer los
propios deseos agresivos para poder quizàs explotar su capacidad de
trabajo, para apoderarse de sus bienes, para humillarle, para
martirizarle y asesinarle. Con toda seguridad las instituciones
humanas saben que pueden obtener sus propòsitos por medios menos
violentos que el de la guerra armada. Pero, en determinadas
ocasiones, cuando predomina la “psicosis bèlica”, ciega a todo
razonamiento, prefieren ocultar o disimular otros mètodos de
naturaleza pacìfica.
37 Calderòn P. (2009) Teorìa de conflictos de Johan Galtung. Revista Paz y Conflictos. 2.
38 Selman R. (1988) Utilizaciòn de estrategias de negociaciòn interpersonal y capacidades de comunicaciòn. Una
exploraciòn clìnica longitudinal de los adolescentes perturbados. En R. Hinde Relations interpersonelles et
developpment dessausiva.
-Sherif M. (1966) Group Conflict and Co-operation. Their Social Psychology. Londres. Routledge Kegan Paul.
99
Con la crueldad utilizada contra los semejantes el ser humano se
desinhibe manifestando espontàneamente una irracional “bestialidad”
que no percibe el menor respeto por los seres de su propia especie.
Nos recuerda Freud:
“Quien recuerde los horrores de las grandes migraciones, de las
irrupciones de los hunos, de los mogoles bajo Gensis Khan y
Tamerlàn, de la conquista de Jerusalèn por los pìos cruzados y aùn
las crueldades de la ùltima guerra mundial, tendrà que inclinarse
humildemente ante la realidad de esta concepciòn.”39
Se agregarìa la gama de masacres polìticamente justificadas en la asì
llamada “conquista de Amèrica” donde el sentido de la vida fue
anulado para dar privilegio a la pulsiòn asesina ya no en funciòn
defensiva sino de imposiciòn devastante. A causa de esta inaugural
agresividad entre los seres humanos la civilizaciòn entera se ve
constantemente amenazada por la desintegraciòn, la aniquilaciòn
fisiològica de la existencia misma. Las tendencias agresivas son màs
poderosas que las racionales, el trabajo de cohesiòn puede tornarse
ineficaz si la sociedad no impone barreras claras -simbòlicas- a esta
impulsividad.
Debido a la formaciòn reactiva la energìa de la agresividad expresada
en la organizaciòn cultural despliega una variedad de metodologìas
destinadas a que los hombres se identifiquen y establezcan lazos
afectivos. Pero los esfuerzos destinados a conservar las exigencias de
la paz no han logrado una respuesta significativa. En situaciones de
alta tensiòn los Estados legalizan la instituciòn de la guerra como
medio para justificar el alcance de sus objetivos -expansionistas por
ejemplo-, y los ciudadanos se desilusionan de la capacidad racional de
los gobiernos perdiendo toda esperanza en aquellos lìderes que han
decidido la confontaciòn directa.
39 Freud S. (1929-30) El malestar en la cultura. Amorrortu Ed. Buenos Aires.Tìtulo original en alemàn: Das
Unbehagen in der Kultur.
100
La agresividad determina la vida de los individuos, sin embargo, es
importante diferenciarla con la sana competencia entre las profesiones
humanas ya que en especìficas fases de desarrollo social ha sido
bàsica para la transformaciòn psico-social. Rivalidad no equivale por
fuerza a hostilizaciòn, muchas instituciones han abusado de la
rivalidad para fortalecer el nivel de las diferencias a un nivel crìtico.
El ser humano procede proyectando en los demàs los propios
intereses destructivos, encuentra motivaciones externas a un hecho
psìquico que le pertenece a un nivel latente, de allì nace su potencial
destructivo y como no puede soportar la auto-eliminaciòn prefiere
aceptar la idea imaginaria de que “el mal” siempre proviene del otro,
cada mìnima amenaza constituye un grande peligro para la estabilidad
del proprio yo.
101
102
18. SOCIEDAD SUICIDA Y PULSIÓN DE MUERTE
En 1915 Freud redacta Consideraciones sobre la muerte y sobre la
guerra”, donde se re-plantea la funciòn del ideal del yo, su funciòn de
“màscara” del ideal en contra-posiciòn a lo real, el escenario del
anàlisis tiene como base el lugar de las pulsiones en la actividad
psìquica. Mientras que ciertos valores tienden a la trascendentalidad
de las ilusiones el sentido de la materialidad està concretizado por la
cualidad de las pulsiones.
El trauma de la experiencia de la guerra en cuanto eje conductor de la
muerte nos recuerda el encuentro schock con la tensiòn de lo real, con
nuestra inevitable finitud, y del cual la humanidad entera ha
institucionalizado un desconocimiento a todo campo. La irrupciòn del
real de esta experiencia desequilibrada constituye un reto a la solidez
del aparato psìquico por la gravedad de sus alcances afectivos en
cuanto “ruptura de las barreras”. Cuando nos afecta de cerca la
experiencia de la muerte el drama se acentùa por la resonancia de una
pèrdida definitiva, ireversible -no hay posibilidad de retorno-.
Somos màs sensibles a la muerte de los parientes y amigos que a las
muertes anònimas restringiendo asì el horizonte de la vida misma.
Existe un factor agresivo en la vivencia del luto por la pèrdida que
despierta un sentido de odio, nos sentimos abandonados, “nos han
dejado sòlos”. En medio de tal ambivalencia se ha realizado un deseo
reprimido por la muerte de este ser, el resentimiento contiene un odio
represado por la aquel que ha muerto, se experimenta un vacìo
irreparable, no hay posibilidad de refugio vàlido.
En muchas comunidades organizadas el nùcleo del desarrollo ha sido
atribuido al nivel de su agresividad, se trata del regreso de la represiòn
de los deseos por la muerte de los otros hecho realidad en el mundo
manifiesto de la confrontaciòn bèlica. Mediante el afecto del odio el
yo busca defenderse o repararse de las tensiones internas o externas.
103
Constantemente el organismo es bombardeado por estimulaciones
agresivas de orden externo e interno. El “extraño” es el lugar donde se
deposita una agresividad original, simboliza lo desconocido,
amenazante y lo peligroso. El narcisismo busca reducir al màximo la
intrusiòn de los otros en cuanto signo de luto por la alteridad, asì, el yo
no es fragmentado o dividido, se anhela la “unidad” perfecta sin la
participaciòn invasiva de los otros. La muerte como una fundamental
represiòn en estrecha correlaciòn con el narcisismo de caràcter
agresivo desata el sentimiento de pèrdida, vacìo, odio y depresiòn.
El objetivo de la vida no es el de defenderse de la muerte ni el de
buscar el placer, el equilibrio, el bien, sino la negaciòn misma de los
procesos vitales de un modo contraproducente, y de la inquietud por la
existencia, es como si la vida caminara en contra de ella misma. La
fuerza de la pulsiòn de muerte impulsa la vida hacia lo inerte mediante
una apertura y una negaciòn de las demàs pulsiones, se rechaza la vida
porque de alguna manera ha resultado insoportable. El impulso hacia
la negaciòn de la vida es la fuerza màs pulsional de la existencia, la
humanidad aspira a exterminarse a sì misma como instrumento de
goce, una especie de auto-destrucciòn de la humanidad realizando los
deseos represados de Thànatos y su lucha perenne con los impulsos
vitales.
El rechazo de las pulsiones vitales produce la precipitaciòn de la
pulsiòn de muerte y su instauraciòn en la tensiòn thanàtica de las
guerras que es el apartarse de los otros, el goce del asesinato como
exceso contraproducente, como desobediencia a la prohibiciòn,
transgresiòn del interdicto. En la pulsiòn de muerte se realiza un
deseo nostàlgico abandonando el deseo del re-encuentro con la madre
en aquella fragmentaria unidad perdida. Es evidente que luego de la
guerra se presenta el impulso a la reunificaciòn pero ya no hay
recuperaciòn por aquello perdido, no hay posibilidad de
reconstrucciòn.
En la melancolìa siempre permanece el
remordimiento del pasado como algo que no se digiere a partir del luto
con expresiones de autoacusaciones, idealizando el pasado como si
104
fuese estado perdido y el deseo del retorno imposible a la unidad
perdida.
La pulsiòn de muerte radicaliza la funciòn del principio del placer,
Eros, en cuanto instancia que busca evitar la tensiòn, conservar el
equilibrio, transformando el placer en Nirvana como forma extrema.
Eros impulsa la vida hacia la constructividad de las funciones vitales ,
de la re-construcciòn de los significados que pugnan por la
organizaciòn de la sociedad con base en configuraciones erotizantes
de nuevas perspectivas.
105
106
19. J. LACAN Y LA GUERRA:
SINCRONÍA Y DISIMETRÍA
La instituciòn bèlica representa una modalidad de relaciòn entre los
seres humanos caracterizada por el uso de la fuerza y de las armas,
con el fin de doblegar la voluntad del otro, estigmatizado como
enemigo adversario por dominar. El anudamiento de la voluntad
bèlica con la operacionalidad violenta implica desconocer los lìmites
del efecto intermediario en el uso de la palabra. Implica reconocer la
producciòn de un estado de cosas donde se busca el comercio humano
de sujetos enfrentados por antagonismos imaginarios o ideològicos.
Al desencadenarse una relaciòn especular se genera una comunicaciòn
dialèctica con el otro donde predomina la ambivalencia estructural, la
experiencia de la fragmentaciòn -a imago de cuerpos destrozados-.
Un narcisismo exacerbado que se identifica con los mètodos agresivos
para eliminar la subjetividad del otro.
Segùn Lacan, existe una
connotaciòn de naturaleza moral respaldada por la unidad y la
voluntad de un colectivo.
A partir de la comprensiòn del acto la idea de un sujeto implicado en
la guerra plantea que la esta no impone su propia lògica sino su propia
gramàtica en cuanto ensayo de modalidades alternativas de escritura y
lenguaje, de hecho, las matrices referenciales del acto reflejan en su
operatividad metàforas, paradojas, como efectos de la puesta en
escena de la subjetividad encarnada. Los actos proporcionan la
estructuraciòn de vìnculos entre diversos seres humanos pero lo que
determina el orden de las cosas es el objeto con su capacidad de
subsistencia.
El objeto ɑ incita a colocar en el debate sobre ofensa y defensa en el
centro del anùlisis. En este sentido, predomina el caràcter disimètrico
-esencial- de cada guerra, es el anti-sentido de lo inconveniente, el
significante de aquello que genera sospecha e indignaciòn. La
107
referencia a una causalidad de lo real incita a los participantes a
definirse como opositores de un acuerdo por ubicar en el campo las
pruebas de fuerza. El goce sàdico de los actores de la guerra conduce
al masoquismo màs aferrado que se pueda demarcar, como en la
apuesta mortìfera, la tragedia, muerte y destino dan testimonio de la
antìtesis implìcita en el acto.
La confrontaciòn bèlica siempre se funda sobre la base de un “pretexto
guerrero” desempeñando la funciòn de zizaña, enfocada hacia la
vuelta del sujeto en contra de sì en la cadena del deseo, frente al
fantasma que le constituye. En el antagonismo el sujeto se ve
obligado a sufrir la identificaciòn con el significante fatal. 40
Son las acciones de la guerra aquello que desanuda la vida en el acto
que destruye y eterniza la funciòn mortìfera pulsional, la intenciòn
hostil, el otro en cuanto objeto de destrucciòn constituye a su vez el
objeto de odio intersubjetivo, imaginario o real, que desafìa la
alternancia yo-otro hacia la temporalidad del ser.
Con la destructividad la pulsiòn despliega su potencial simbolizante
exponiendo la susceptibilidad de los cuerpos al avatar infernal de la
guerra donde las pèrdidas se ven representadas por el sentido de la
negaciòn y del odio. Sin embargo, el odio no desaparece cuando se
satisface sino que se re-crea generando una cadena de actos destinados
a inscribir la subjetividad en el marco de lo intangible.
La dialèctica guerra-paz es condensada por la advertencia y el engaño,
los actores aspiran a predecir las decisiones del otro, a crear artificios
simbòlicos que superen los del enemigo imaginario o real. La
dimensiòn imaginaria despliega tècnicas y estrategias para
involucrarse en un transfondo mimetizado de identidad. El sujeto es
40 Lacan J. (1984) La psiquiatrìa inglesa y la guerra. Uno por Uno. Revista mundial de psicoanàlisis 40. EOLIA.
Paidòs.
- J. (1984) Introducciòn al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud. En Escritos 1. Mèxico.
Ed. S. XXI.
-Castro Maria Clemencia (2003) La guerra y el deleite taciturno. Desde el jardin de Freud. 3. Unal.
-La guerra: màs allà de la vida y la muerte. En Affectio Societatis. UdeA. Revista
electrònica del departamento de psicoanàlisis. Medellìn.
108
“arrancado”de su ser fundamental para abrirse a sus limitaciones, se
inserta en una funciòn cuya operatividad le absorbe, en esto consiste
su plataforma simbolizante.
El significante de la mirada, el acto y el odio convocan a la
restructuraciòn de la definiciòn de muerte en la confrontaciòn bèlica,
la amenaza por lo inminente hace precipitar la perplejidad de la finitud
La presencia vital del sujeto cuestiona la misiòn significacional del
enemigo segùn los rituales protectivos y atacantes, el sujeto de la
emergencia frente al objeto contraparte de transformaciòn y violencia.
El sujeto en su caràcter recìproco se reconoce en el otro con todos los
atributos imaginarios encontrando de este modo factores recìprocos de
incompletud y desasosiego, o tù o yo, pero no existe otra alternativa ,
sujeto y objeto mediante el acto mortìfero señalan el devenir
angustioso y el futuro inesperado. Las leyes han manipulado de esta
manera la intensidad en el imaginar, en el actuar, pero tambièn en el
soñar y el perecer, en una dis-lògica de la pulsionalidad sin palabra
que anticipa el sentido de la finitud.
Respecto al real-agresivo manifiesta la voracidad consumismoconsumisiòn, se precisa un avance irrefrenable del goce forclusivo del
sujeto y de los lazos en cuestiòn. Se dilucida el gosoy cartesiano allì
donde resulta una verwerfung, es acà donde se forcluyen los
componentes del amor. Lo real-agresivo representa la cualidad del
sìntoma y el analista en cuanto real de la clìnica desempeña el papel
de sintonizar sus propòsitos. La subversiòn del sujeto ha de advenir
mediante la relaciòn con el objeto α en cuanto fuente del deseo hacia
el discernimiento de lo sintomàtico y del goce en el sadismo y el
masoquismo bèlico.
El mecanismo del Drop-out: identificaciòn vertical u horizontal
en la trieb.
Lacan publica en 1948 la primera exposiciòn sistemàtica en francia
109
sobre las teorìas de M. Klein en un proyecto titulado La agresividad
en psicoanálisis presentada al dècimo primer congreso de
psicoanalistas en idioma francès. En esta exposiciòn expresa su
sensibilidad al “nivel colectivo del afecto de degradaciòn de tipo viril”
que èl mismo habìa reportado segùn la decadencia social de la imago
paterna en una publicaciòn de 1938 sobre la familia del tìtulo Los
complejos familiares. No se deduce la necesidad por la importancia
de la imago sino, por el contrario, se alude a los intereses de un
colectivo sin un lìder, la selecciòn de nuevos miembros destinados a la
guerra supone que el objeto se quede en un lugar alejado del lugar
vacìo del padre.
Es de resaltar la advertencia acerca del abuso de la autoridad que la
manipulaciòn de las imàgenes y de las pasiones puede permitir como
tambièn el respeto que se anuncia sobre el derecho a la “objeciòn de
conciencia”. El psicoanálisis, mediante la posiciòn del sujeto
proclama su fundamento de excepciòn y retoma sus propias raìces a
partir del anàlisis de los lìmites psìquicos y reales.
La presencia de la dimensiòn social del sujeto no es vivida como la
expresiòn de una Ley fèrrea sino como una oportunidad para tomar
posiciòn. Se introduce el concepto de “realismo” en la valoraciòn de
la dimensiòn de lo real, por ejemplo la nociòn de “realismo polìtico”
fue usada para cubrir los peores compromisos con la ideologìa
politica. Prontamente esta nociòn fue negativa y demostraba la
extrema fragilidad del sujeto por ser sugestionable para colocarse al
servicio de alguna ideologìa. Lacan lo expresa del siguiente modo, se
trata de los màs “dèbiles hundimientos de la conciencia” y del
ejercicio de la tiranìa de la pulsiòn de puerte en la forma del superyò.
Pero tambièn se revela otro sentido del realismo en cuanto afronta el
potencial oscuro del superyò con determinaciòn, sin necesidad de
comprometerse con una polìtica contingente. Las fuerzas de la razòn
habrìan de triunfar sobre el nihilismo y las tendencias de la pulsiòn de
muerte. Del contexto de un “realismo de lucha” se pasarà a la tècnica
110
de la adaptaciòn que se ha observado en su eficacia, el psicoanàlisis se
presentarìa como un instrumento de lucha contra la muerte en la
misiòn de la civilizaciòn, su trabajo consistirìa en constituir bases
operativas contra el malestar en la cultura.41
A partir del anàlisis de la ideologìa se verifica que las mismas
modalidades de defensa que el sujeto utiliza para defenderse de sus
neurosis corresponden, asimismo, a las modalidades de defensa de los
grupos y la sociedad. Los tèrminos colectivo y colectividad se
presentan en estrecha homologìa a los procesos subjetivos, se
denomina asì “escala colectiva” a los niveles de subjetividad. La
guerra testimonia la “depresiòn reactiva” a un nivel social donde los
seres humanos pierden sus fuerzas creadoras, hasta cierto punto este
tipo de “depresiòn reactiva” puede ser terapèutico para el progreso de
un pueblo.
La fuerza que moviliza los grupos armados es la identificaciòn que
habrà de incentivar una especie de solidaridad entre los componentes
de un grupo ideològico. El propòsito de una supuesta igualdad para
todos en el sentido de uno para todos y todos para uno confluye en la
bùsqueda pragmàtica de la homogeneidad de cada grupo en vista a un
trabajo preciso. Se trata de grupos altamente diferenciados donde el
ideal general es clasificado y no totalitario. La identificaciòn vertical
con el lìder se diferencia de la identificaciòn horizontal de acuerdo con
los ideales especìficos de estos grupos que aspiran a la homogeneidad.
En los ideales ideològicos de cada grupo se halla el de compartir un
enemigo imaginario comùn contra el cual poder proyectar los factores
autoagresivos de modo colectivo, esta identificaciòn procede de la
percepciòn de un enemigo interno, estarìamos asì participando de unos
41 La siguiente tabla expone las batallas libradas por las principales potencias europeas en los tiempos modernos. Esta
tabla observa el nùmero de batallas en cada siglo desde 1480. (Q. Wright, 1965)
Años
Nùmero de batallas
1480-1499
9
1500-1599
87
1600-1699
239
1700-1799
781
1800-1899
651
1900-1970
892
111
ideales patològicos donde no predomina la razòn. En esto consiste el
fenòmeno drop-out donde el sujeto decide retirarse de su propia
sombra superyoica para ir a buscarla en un enemigo externo comùn,
acà el sujeto requiere de un soporte grupal que le proteja en sus
impulsos sintomàticos. El significante del lìder habrìa en el
significante horizontal por un objetivo comùn, asì lo colectivo no es
otra cosa que el sujeto de lo individual.42
42 Lacan J. (1945) Op. Cit.
112
20. LA SOCIEDAD PARANOICA
Los afectos paranoicos constituyen un factor que tiene que ver con
todos los seres humanos en mayor o menor medida aunque si en
algunos casos se presenta una evoluciòn positiva. Su principal
caracterìstica es una profunda desconfianza de tipo crònico, el sujeto
generalmente ha sido educado en una familia donde la lucha por el
poder, el conflicto y el desencuentro eran situaciones muy comunes.
El mundo es un lugar de guerra, la relaciòn con los otros representarìa
un riesgo y confiar en alguien no tendrìa sentido, la visiòn de la vida
se reduce a una cuestiòn de rivalidad, confrontaciòn, batallas
permanentes, estos sujetos difìcilmente podràn llegar a amar o a
expresar su sexualidad porque siempre permanece el elemento
desconfianza.
El nùcleo de la cronicidad de la visiòn paranoica del mundo es una
excesiva desconfianza puesto que generalmente se observa en la
realidad luchas, violencias y guerras. Pero este sujeto tiene razòn
sòlo en parte, es una porciòn de la verdad, procura defenderse de los
otros proyectando su ansiedady atacàndolos como si fuesen realmente
enemigos. Exceptuando su propia condiciòn “los demàs no son como
yo soy”, es por esto que observan que el mal debe estar afuera y el
bien dentro de nosotros, sin hacer un esfuerzo por analizar la
complejidad.
Se quiere proyectar sobre los otros aquello que se observa como
“maligno” en nosotros mismos, el bien reposarìa en el yo y el mal, la
violencia reposarìa en los otros. El infante siente la imposibilidad de
elaborar el malestar interno y proyecta sobre los otros la violencia que
reprime, sustituye unos contenidos por otros como en un melodrama
circular. Existen al menos tres estados de evoluciòn del sìntoma:
-Desde lo paranoico como caràcter.
-En cuanto perturbaciòn estructurada.
113
-Como sìntoma delirante.
Muchos mecanismos son hipertrofiados con las situaciones
ambientales, se sufre un proceso de contradicciòn interna donde cada
sujeto atribuye a los otros aquello que no acepta en sì mismo, es por
esto que pocas personas asumen su propia complejidad, ha menudo
nos presentamos como vìctimas de un mundo cruel y despiadado.
El sujeto no està en capacidad de expresar su “desnudez” a nivel de
sentimientos, de carencias, de percepciones sexuales, su nùcleo
principal ha permanecido como “camuflado” por temor a ser
ridiculizado por el mundo exterior, por las crìticas de los otros, por
este motivo se realiza el mecanismo de la proyecciòn sobre los otros
con un conjunto de maldades y prejuicios.
En otras ocasiones el sìntoma paranoico corresponde con la vivencia
del luto no elaborado, un dolor insoportable, un vacìo, algo invivible,
sentimiento de fragmentaciòn, disgregaciòn, lo no-tolerable. La
pèrdida resulta anulamiento, como alternativa al dolor se producen las
reacciones paranoica en cuanto defensas contra el sentimiento de
pèrdida. Se precipitan impulsos de venganza, de injusticia, la
humanidad invierte gran parte de su existencia experimentando estos
procesos psìquicos. La ruptura y la inestabilidad se presentan como
algo permanente, F. Fornari denominò a este fenòmeno la elaboraciòn
paranoica del luto, el ser humano transforma la experiencia del luto
en un motivo para engendrar la guerra percibiendo en la ira un factor
positivo que facilitarìa la adhesiòn y la unidad entre los miembros de
una comunidad.
No hay que olvidar que la expresiòn empìrica de la rabia, en especial,
en la adolescencia constituye un mètodo de respuesta al sentido del
vacìo, del anulamiento interno, un pedido de ayuda, una salida
desesperada cuando no se siente escuchado y manifiesta su opiniòn
mediante acting-out, actos fìsicos o violentos. En la actitud paranoica
los sentimientos han permanecido en la penumbra porque sacarlos
114
afuera representa un gran peligro, una amenaza interna de ser burlado,
las fantasìas propias se ocultan bajo la sombra de un lenguaje mudo.
El sentimiento de impotencia frecuentemente genera angustias
incesantes, de este modo las sociedades se han defendido de la propia
angustia interna buscando un chivo expiatorio para proyectar sus
antivalores, anti-democràticos o anti-religiosos, por ejemplo. Aquello
que hay dentro del ser humano en cuanto elementos sintomàticos
tambièn existe a nivel de la humanidad entera. La necesidad de
triunfalismo, las incomprensiones, lo tràgico, el luto colectivo por una
pèrdida, constituyen ha menudo motivaciones vàlidas para legitimar la
prospectiva bèlica.43
La negaciòn y la indiferencia representan formas de un desencuentro
interno, existe la expresiòn paranoia-gènesis para configurar la idea
de todos contra todos, cada quien interpreta de modo arcaico el
quehacer de los otros como en un “canivalismo” circular nos
destruimos los unos a los otros, “todo aquello que decimos puede ser
usado en contra de nosotros”, por fortuna no sucede siempre pero se
trata de una realidad concreta.
La rivalidad, lo temores, el odio, la envidia, los celos patològicos
revelan el hecho de que existe un gran conflicto actual y no sabemos
como poder tratarlo, no contamos con los suficientes recursos. Muy
ha menudo el enfermo quiere continuar con su malestar como si
necesitara de esta sintomatologìa para obtener beneficios secundarios ,
como si el retorno al trauma representara un placer sadomasoquista
que rechaza el tratamiento o la curaciòn relativa.
La ausencia de recursos internos suscita la precipitaciòn paranoica, en
nuestra sociedad habrìa de prevalecer mayor asimilaciòn de la ciencia,
del psicoanálisis, de los procesos comunicativos en cuanto
metodologìas terapeutizantes. Las reacciones a las ofensas reales no
habrìan de ser patològicas, bajo las conductas paranoicas de la
43 Como los Estados que despliegan persecusiones bèlicas contra sus propios ciudadanos con el fin de controlar sus
impulsos agresivos.
115
sociedad se oculta el fenòmeno de la depresiòn, buscamos asì ser
gratificados por la insistencia de estos sìntomas, ser reconocidos por
lo que no somos y no vivir siempre como sujetos ofendidos por algo
externo o algo interno. Se requiere emprender caminos alternativos y
variables para dar respuesta a nuestras insatisfacciones infantiles.
El delito de instigaciòn al odio: pedagogìa y anti-vida.
El primero de julio de 1972 el derecho francès introduce el delito de la
instigaciòn al odio, algunos Estados han llevado sus habitantes a
proclamar radicalismos de odio ideològico. Es preciso aprender a deconstruir aquellos discursos sistemàticos del resentimiento, se requiere
un anàlisis màs articulado sobre su producciòn y la circulaciòn -en
redes sociales-, la difusiòn del odio no obedece a una problemàtica
ligada a procesos mecànicos de emulaciòn, hay que considerar ademàs
cuales son las reacciones manifiestas al odio reprimido, por ejemplo.
Los discursos sistemàticos de odio han definido la historia de los
procesos sociales con una funcionalidad polìtica y conductual, pueden
generar violencias exasperadas que han de ser anàlizadas desde lo
democràtico y su legisaciòn. Se busca crear espacios de trabajo
interdisciplinar solicitando la participaciòn de cada ciencia, saber o
disciplina, para introducir lìneas de investigaciòn teòrico-pràcticas.
Estos estudios habrìan de contener niveles considerables de
responsabilidad y ètica, màs allà de los intereses epistemològicos
habrà de rastrearse las condiciones intra-psìquicas de la libertad de
expresiòn, de sus construcciones socio-tecnològicas, lo sociològico y
lo jurìdico.
No es factible combatir el odio con màs odio, las contradicciones son
un conjunto de proposiciones que han de ser desplegadas en un lugar y
en un contexto programado con acuerdos y consensos sòlidos y
duraderos. Es aquì donde se analizan los fenòmenos especulares del
liderazgo y la democracia, es imprescindible el fortalecerse de un
contra-discurso alternativo al odio basado en el conocimiento de los
116
derechos humanos, la producciòn de modelos explicativos y de
interpretaciòn de las mùltiples realidades.
Hay que investigar la calidad de nuestra capacidad de respuesta
pràctica, los dispositivos de mediaciòn para contra-restar las polìticas
del odio, para canalizar las energìas sobre soluciones
alternativas,cretaivas y eficientes.
M. H. Brousse, en su texto Guerre senza limite plantea, aludiendo a
las teorìas de Freud y Lacan, las siguientes tres matrices de
argumentaciòn:44
-No existe guerra sin discurso, lo cual implica que la guerra no puede
ser reducida a las manifestaciones naturales o al desenlace de la
agresividad sino que la guerra constituye una de las modalidades de
las relaciones y no de un modo contrario.
-La guerra implica aquello que se ha denominado -con Lacan-, un
modo de goce y obedece al imperativo de aquello que llamamos
superyoico, esto es lo que le otorga su caràcter oscuro y feroz.
-El trauma de la guerra indica la variedad singular que toma la
articulaciòn en las tres dimensiones psìquicas puestas en evidencia por
Lacan, lo imaginario, lo simbòlico y lo real. Sin embargo, la
confrontaciòn bèlica significa un particular traumatismo para cada
sujeto en funciòn del modo en el cual tal articulaciòn se ordena.
Es asì que lo ineluctable de la guerra representa un sìntoma, algo
anòmalo, un error en la orientaciòn de nuestra civilizaciòn, una culpa,
un escàndalo, una monstruosidad, coloca en interrogante nuestra
inteligencia, nuestra capacidad racional de hacer acuerdos y, en
especial, la verdadera naturaleza del ser humano.
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