[go: up one dir, main page]

Academia.eduAcademia.edu
EL DUELO EN EL PSICOANALISIS Nuevas contribuciones al estudio de la experiencia sobre el duelo LUIS FERNANDO ZAPATA BEDOYA 1 2 3 Del mismo autor: -Epistemologìa de las ciencias humanas. 1996. U.P.B. Medellìn. -Construcciones en el psicoanàlisis: un estudio sobre tècnica y clìnica psicoanalìtica. 2007. Ed. Lealon. Medellìn. Colombia. -Genealogìa de la violencia. Un estudio psicoanalìtico sobre las fuentes de la agresiòn, el amor y la angustia en nuestra sociedad. 2010. Ravenna Italia. -Psicoanàlisis y psicoactivos. Aporte psicoanalìtico a la investigaciòn sobre los procesos psìquicos que intervienen en el consumo de sustancias psicoactivas. 2011. Ravenna. Italia. -Paterlogìa: Una disciplina psicoanalìtica que investiga la figura del Padre en sus mùltiples implicaciones. 2.016. Ravenna. Italia. En la caràtula: The Angel of Death. Evelyn De Morgan. 1.881. Nacida en Pickering, sus pinturas se basan en una serie de metàforas, luz, oscuridad, transformaciòn, esclavitud, para expresar motivos mitològicos y alegòricos. (1855-1919) 4 LUIS FERNANDO ZAPATA BEDOYA EL DUELO EN EL PSICOANALISIS Nuevas contribuciones al estudio de la experiencia del duelo. 5 “Nunca, como cuando amamos nos inclinamos tanto al sufrimiento, nunca somos tan desesperadamente infelices como cuando hemos perdido el objeto amado o su amor.” S. Freud. “El malestar en la cultura” (1929, p. 574). 6 INDICE Pag. INTRODUCCION 11 DEFINICION 13 EL DUELO EN FREUD 19 LA MELANCOLIA EN K. ABRAHAM -Diferencias entre Duelo y Melanconìa 23 27 EL DUELO SEGUN LA TEORIA DE LAS NEUROSIS EN O. FENICHEL 1. Correlaciòn del duelo con la depresiòn 2. Bulimìa y estado del duelo 3. La relaciòn con el objeto ausente en tèrminos de auto-castigo 4. Acerca de la introyecciòn patognòmica del objeto ausente 5. La sombra de los diversos matices del conflicto edìpico tras el escenario tormentuoso del duelo 29 29 30 33 35 36 EL DUELO PSICOPATOLOGICO EN JOHN BOWLBY -Los tres niveles de elaboraciòn del duelo segùn John Bowlby Nivel I: El estado de paràlisis Nivel II: El estado de la exploraciòn psìquica e irritaciòn Nivel III: Desorganizaciòn, confusiòn y re-organizaciòn 39 40 40 40 41 LACAN Y EL DUELO 45 M. RECALCATI Y LA SUBJETIVACION DEL TRAUMA EN CUANTO PERDIDA 1. La negaciòn manìaca del luto 49 2. La aflicciòn melancòlica como fracaso del trabajo del luto 50 3. El trabajo del duelo y el problema de la memoria del sujeto ausente 51 3.1 La importancia intrìnseca del tiempo 52 3.2 La aflicciòn psìquica 52 3.3 El ejercicio de la memoria 53 3.4 ¿Còmo acceder al lugar del olvido implementando el camino de la memoria? DIAGRAMACION DEL NUCLEO TRAUMATICO EN CINCO FASES Fase 1: Fase de la instauraciòn del yo Fase 2: El encuentro con el objeto-de-amor-intermediario-relativo 7 53 55 55 55 Fase 3: Representa el estado temporal de la muerte del objeto amado Fase 4: Estado posterior a la muerte del sujeto vinculante Fase 5: El regreso al mundo real 56 56 58 “FOTOSINTESIS” DEL POST-DUELO EN CUANTO TRANSFORMACION DEL METABOLISMO THANATICO EN METABOLISMO CREATIVO 61 “BARICENTRO” DE LA DINAMICA PSIQUICA INHERENTE A LA EXPERIENCIA DEL DUELO 63 FUERZAS CENTRIFUGAS CONTRA FUERZAS CENTRIPETAS 67 17 MECANISMOS DEFENSIVOS EN CONTRA DEL DUELO 1. La negaciòn 2. La denegaciòn 3. La escisiòn 4. Fuga narcisista 5. Fuga masoquista 6. Retorno al desamparo materno 7. Fuga mortìfera seudo-edìpica o seudo-anti-edìpica 8. Deshinibiciòn parricida 9. Deshinibiciòn ficilida 10. Transformaciòn alucinatoria del objeto 11. prospectiva erotizante sustitutiva 12. Sentimiento de castraciòn 13. problemas entre representaciòn de palabra y representaciòn de cosa 14. Identificaciòn paranoica 15. Depresiòn fisiològica o sintomàtica 16. Conflicto entre el Ideal del yo y el yo Ideal 17. El semblante de la ilusiòn 71 71 72 72 73 74 “SINAPSIS” ENTRE EL PRINCIPIO DEL PLACER Y EL PRINCIPIO DE REALIDAD 75 EL PASAJE DE LA SOBRE-IDENTIFICACION HACIA LA CONTRA-IDENTIFICACION 79 “HEMICICLO” DIALECTICO EN TORNO A LAS PULSIONES EN CONTRASTE 83 EL MITO DE SISIFO Y EL ENGAÑO A THANATOS 87 “HOMEOSTASIS” DE LA EMOTIVIDAD PERDIDA CONTRA LA ACTIVACION “ANTI-HOMEOSTATICA” PRODUCIDA POR EL DUELO 89 DESPLIEGUE DE LA INHIBICION O LA FRAGMENTACION DEL YO EN LA NOSTALGIA 93 SEMBLANTE, ESTATUTO Y LEY DEL DUELO 95 8 LA TEORIA DEL VACIO Y LA POSIBILIDAD DE SUBLIMACION 97 EL LUTO EN CUANTO PRODUCCION PSIQUICA DEL FENOMENO DE LA MIGRACION 1. El fenòmeno de la migraciòn 2. Procesode des-identificaciòn y des-estructuraciòn psìquica 2.1 El mito primigenio de Adàn y Eva 2.2 El mito de Edipo 2.3El mito de la Torre de Babel 101 101 102 102 103 103 PSICOANALISIS DEL “NO RETORNO” EN CONTRA DEL “ETERNO RETORNO” 1. Disposiciòn psìquica en la dimensiòn del “eterno retorno” 2. Disposiciòn psìquica en la dimensiòn del “no retorno” 107 107 107 EL FENOMENO DEL FLASHBACK EN EL LUTO 109 VIVIR LA EXPERIENCIA APRÊS-COUP DEL DUELO COMO UNA SEGUNDA MUERTE SIMBOLICA (muerte del discurso en su completud existencial) 113 INFIRMOS ANIMALIS HOMO EST VS. MENTIS SALUTEM 115 CARTA A UN AMIGO MISIONERO: Salvador Medina 117 La consolaciòn en cuanto proceso de “fotosìntesis” 117 Referencias Bibliogràficas 121 9 10 INTRODUCCION No se trata de un aporte teòrico al estudio e interdisciplinariedad de la nociòn “pulsiòn de muerte” con respecto a la evoluciòn de los postulados freudianos en torno a la concepciòn psicoanalìtica del “duelo”. Las fundamentaciones etnològicas, antropològicas, linguìsticas, sociològicas, e històricas suelen rastrearse mediante el seguimiento de otras materias especìficas, esto no implica necesariamente la intenciòn de aislar el contributo psicoanalìtico hacia un campo delimitante y cerrado, por el contrario, la bùsqueda por la conceptualizaciòn precientìfica de los fenòmenos de la vida psìquica establece una especie de reto para que en el futuro la investigaciòn multi-disciplinaria enriquezca la producciòn de sus evocaciones semànticas y verifique la productividad clìnica que justifica la pertinencia de sus postulaciones, en esencia, verificables. Desde la teorìa del luto, en especìfico, hemos preferido abordar la temàtica con el concepto duelo en cuanto acepta la dimensiòn terminològica adecuada al lenguaje social o cultural, acerca de la referencia al sentido del dolor. Nuestras pretenciones dejan de lado los enfoques de rastreo en la literatura, la idea y el drama del duelo tan rigurosamente demarcado, por ejemplo, en las tragedias griegas, en Shakespeare, y tantas categorìas de novelas. Nos distanciamos ademàs de abordar nuestro anàlisis desde el punto de vista mediàtico de las estadìsticas, entrevistas o casos clìnicos aislados debido a la amplitud de su aplicaciòn y a la singularidad de la experiencia uni-personal. Acudimos a la creaciòn de una terminologìa novedosa que seguramente ayudarà a posteriores investigadores a crear conceptos de enlace entre una disciplina y otra, para emprender estudios aplicados a campos diversos o para determinar una cronologìa que brinde mayores elementos comprensivos y la extensiòn de postulados neo-lògicos hacia trabajos creativos e innovadores, todo esto, a pesar del matiz agobiante o parcialmente semi-cerrado de las resonancias analìticas con respecto a la bibliografìa existente. Iniciamos demostrando la pertinencia y la actualidad de las teorìas clàsicas, Freud, 11 K. Abrahan, O. Fenichel, M. Klein, J. Bolwlby, luego, J. Lacan, y Massimo Recalcati, luego ofrecemos algunos capìtulos con caràcter de innovaciòn y reapertura segùn propuestas de trabajo alternativas a las hipòtesis ya asimilables en torno al fenòmenos del duelo. 12 DEFINICION -El tèrmino luto proviene del latìn dolus que originariamente nos remite a dolo, en una doble acepciòn, la que tiene que ver con el “cultismo” y aquella que contiene el dolor por la pèrdida de un ser estimado. Sin embargo, se trata de una etimologìa dudosa cuya interpretaciòn es presentada desde el latìn luctus que significa dolor, aflicciòn, generalmente usada para explicar los rituales antropòlogicos en torno al sentimiento de la muerte, algunos de estos significados no trascienden el enfoque externo de las costumbres etnolinguìsticas especìficas implementados en culturas milenarias como el occidente cristiano, el judaismo, el hinduismo, entre otras. El duelo representa sociològicamente aquel conjunto de manifestaciones espontàneas y adquiridas en la tradiciòn oral que buscan dar respuesta a los afectos internos difìcilmente descifrables, el ser humano recurre a los instrumentos culturales inmediatos para reflejar su mundo interno frente al hecho biològico y tràgico de la muerte de un ser en esencia estimado y cuyo recuerdo produce en ellos la posibilidad de una existencia prolongada, los restos nèmicos que comprueban el estrecho vìnculo que integra la familiaridad, la amistad, o la ideologìa compartida. La experiencia del duelo plantea la exigencia de formar grupos humanos en torno a un evento schock donde los participantes elaboran paulatinamente el nudo emocional durante un periodo de tiempo indeterminado, tiene como funciòn distensionar la firmeza y la dureza con la cual se puede observar la calidad y la solidez del futuro sin aquella persona ya ausente. El grupo es un elemento fundamental cuando la experiencia del dolor exige un nivel de comunicaciòn y exteriorizaciòn modulado de acuerdo con la intensidad que el vacìo ha determinado en cada nùcleo vincular o social. -Etimològicamente, el tèrmino luto proviene de la raìz lugere que remite a lamentarse, estar de luto, llorar o padecer por la muerte de alguièn conocido. De la misma raìz provendrà el tèrmino lùgubre, en otros idiomas de orden latìn como el francès el vocablo se conformò a partir de dolor, doloris, y produjo deuil, que nos conduce a être en deuil, estar de luto, estar con dolor. 13 -Otra denominaciòn del luto la recopilamos en torno al tèrmino duelo ya no en el sentido de un enfrentarse entre dos sujetos que combaten entre sì por un supuesto motivo de honor como es el caso de algunos contextos històricos en la edad media, època de la cavalleria, el renacimiento, etc., sino en torno a la explicaciòn del latìn dolo, algunos derivados como doloso, quizà pueda tratarse de una interpolaciòn rescatada del griego δόλος (dolos), cuyo significado literal era cebo. Ya en la Iliada encontramos que se usa con un significado derivado y extendido, el de “engaño” o “estratagema”, una posible seudointerpretaciòn narra que al fin y al cabo el tèrmino “cebo” nos orienta hacia algo que engaña, una trampa para cazar el animal. De modo que se observò la necesidad de establecer un puente lingüìstico entre ambos sentidos: dolus en cuanto engaño y en cuando “dolor”. 1 Posteriormente, hubo de aclararse el sentido, si dolus adquiere el significado de dolor el duelo habrìa de significar aquella fase caracterizada por el dolor de haber perdido una persona estimada, de hecho el tèrmino luto proveniente de luctus que es un derivado del verbo lugeo: llorar, lamentarse por la ausencia de un ser apreciado. Segùn Chemama y Vandermersch, la definiciòn se extiende y designa tanto la pèrdida de un ser amado como la reacciòn a esta pèrdida 2. Dicha reacciòn es caracterizada por un estado de dolor emotivo, de una suspensiòn del interès por el mundo externo, por un estado general de inhibiciòn. En las diversas fases de evoluciòn del pensamiento antiguo y clàsico hemos presenciado una relativa conciencia de la muerte en cuanto componente ineludible del ciclo vital, anatòmico, existencial. Los propòsitos planteados por las diversas religiones, filosofìas, y teorìas del conocimiento humano nos indican la postulaciòn de contradictorios fines, ¿Cuàl es la esencia de la existencia? ¿Qué importancia pràctica y epistemòlogica posee la muerte en cuanto factor perenne de nuestra experiencia psicobiològica?. -Cuando Freud investiga las implicaciones del duelo en el aparato psìquico postula el concepto de trabajo del duelo para designar todo el esfuerzo que emprende el sujeto con el fin de enfrentar el dolor que le causa la muerte del un ser amado, cuando las pruebas son evidentes y la realidad de los hechos revela la no 1. Un sentido era utilizado en el otro y viceversa. El Diccionario etimològico de Ernout y Meillet coloca un ejemplo de la traducciòn latina que se habia producido del texto griego segùn el salmo 24, en el Salterio de Verona: ᴋαὶ ούᴋ ὤμοσεν ἐπὶ δόλῳ (kai uk ˈoː mosen y ˈpiˈ dolo), ‘y no juró con engaño’ se tradujo por nec juravit in dolore, en lugar del más apropiado in dolo, traducción generalizada en las demás versiones. 2. Chemana R., Vandermersch B., 1998. Dictionnaire de la Psychanalyse. Gremese Editore. Roma. 14 existencia del sujeto ausente, el yo observa como tarea fundamental el inicio de la retirada de la libido con respecto a los enganches, modalidades de aprehensiòn que se habìan constituido hacia el objeto de amor. Desinvestir el objeto conduce a reinvestir la energìa de la libido en el yo para poder colocarse en disposiciòn y posibilidad de desear la sustituciòn mediante otro objeto. Es imprescindible implementar los recursos del tiempo y la energìa para verificar la eficacia del trabajo del duelo, en primer lugar habrìa de presentarse -segùn Freud-, una hipervaloraciòn preconciente con respecto a la identificaciòn y a los valores del objeto perdido, en segundo lugar, se tratarìa de llevar a cabo una segunda muerte simbòlica referida a cada uno de los recuerdos y a las prospectivas que se conservaban en la relaciòn vincular con el objeto ya no existente. La representaciòn del objeto, ya no existente, toma un puesto sustitutivo al interior del propio yo, el duelo llevado a cabo en la relaciòn con el vacìo por la pèrdida fìsica del objeto se traslada hipotèticamente al interior de los procesos realizados por el yo al enfrentarse a los acontecimientos sorpresivos y provenientes del mundo externo. Ferenczi re-introduce el tèrmino introyecciòn para designar este mecanismo en la investigaciòn sobre la actividad psìquica de la melancolìa, mediante el cual, el objeto perdido busca hacerse instituir nuevamente el el yo en cuanto medida ùltima para intentar dar vida al recuerdo del objeto ausente. La pèrdida del objeto vivenciada en la relaciòn con el mundo externo es re-vivida en el mundo interior segùn la operaciòn del modelo denominada incorporaciòn canibalìstica. -En el yo y el ello (1922 [1923]), se postula una periodicidad mayor en la presentaciòn de este proceso ya que semejante sustituciòn -la identificaciòn con el objeto que habrà de sustituir la inversiòn hacia el objeto-, emprende una cuota significativa en la tarea de la formaciòn del yo, es decir, una re-constituciòn de las funciones del yo en ausencia del objeto. Luego de la fase del conflicto edìpico, cuando comienzan a abandonarse las inversiones libidinales hacia el objeto, es posible percibir que son reemplazadas por identificaciones con el objeto perdido -como las figuras de identificaciòn-. En el caso del duelo, el amor que se haya podido re-vestir sobre el objeto amado ha de interpretarse bajo la teorìa de la ambivalencia donde el amor y el odio por el objeto amado -ausente- se intercalan al interior del yo. -Segùn la teorìa de Melanie Klein, los procesos de identificaciòn referentes a la 15 experiencia del duelo se presentan estrechamente relacionados con los primeros años de vida en el desarrollo normal de la personalidad, nos remitimos acà al estudio de la posiciòn depresiva caracterizada por la presencia de un duelo precoz donde tiene raìz la conflictividad relativa al problema del duelo que, posteriormente, habrà de re-activarse con respecto a cada contacto y experiencias de cercanìa a la muerte.3 Desde los inicios de la evoluciòn psìquica en la vida del infante el yo revela la funciòn de introyectar objetos malos y objetos buenos, cuya confrontaciòn directa con el mundo simbòlico se asocia al contacto con la realidad mediante la succiòn de la leche materna indicando la presencia del objeto bueno cuando se encuentra cerca y en estrecho calor con el pecho materno, y comprobando la existencia del objeto malo cuando dicho objeto materno no se encuentra cerca como lo desearìan sus expectativas. Su presencia indica la posibilidad de la bondad y el amor, su ausencia indicarìa la posibilidad del olvido y la maldad, se debe precisamente al mecanismo de la proyecciòn que el infante percibe en cierta medida la insistencia de una hostilidad interna que se alterna con episodios de placer y satisfacciòn. La divisiòn de esta imago interna proporciona la incorporaciòn de la proyecciòn del odio o del amor sobre aquellos objetos postulados, de acuerdo con la presencia o con la ausencia de sus propias satisfacciones, en adelante, por ejemplo, en el estado del duelo, estas heridas afectivas podràn manifestarse con gran intensidad segùn las exigencias de amor, complicidad o gratitud que el yo reclame del objeto ausente. La ausencia del objeto de amor produce fantasìas persecutorias mientras que su presencia significarìa la seguridad al sentirse protegido por su amor. Los objetos buenos internos se sentiràn amenazados por aquellas fantasìas agresivas y persecutorias, segùn Melanie Klein, en el estado del duelo tiene lugar la identificaciòn con situaciones anteriores de la infancia como la posiciòn manìacodepresiva donde la cohesiòn de los objetos buenos internalizados no es percibida en cuando garantìa de protecciòn. El verdadero duelo ha comenzado, hace ya mucho tiempo, cuando el sujeto infante habia comenzado su afecto por el objeto y luego se re-produce el movimiento retro-visor que plantea la exigencia de retomar la etiologia semàntica de este apego. Segùn la relevancia de dicho apego que siempre habìa sido expuesto a la inconsistencia o al fracaso, el duelo se caracterizarìa en primer lugar porque no es total, el objeto ausente no muere del todo, permanece activo en el mundo interno 3 Klein, M. 16 /1940). El Duelo y su relaciòn con los estados manìaco-depresivos. Ed. Paidòs. Buenos Aires. del sujeto, en segundo lugar, el duelo se convierte siempre en una experiencia actual, es decir, asistimos a un re-vivir de la separaciòn primitiva donde la relaciòn con el objeto era plena de imperfecciones, advertir la realidad de la separaciòn mediante la llegada del duelo indicaria el impetuoso interès por actualizar la dolorosa partida de aquellos primeros lazos de aprecio referentes al objeto amado de la infancia. 17 18 EL DUELO EN FREUD Es imprescindible explicar el cuadro clìnico del duelo en primer lugar desde un punto de vista no patòlogico, sin embargo, en algunas manifestaciones individuales que se asimilan, por su naturaleza extraordinaria, a un tipo especìfico de manifestaciones patògenas podemos rastrear mediante las historias clìnicas analizadas por Freud, factores que se pueden adjudicar tanto a uno como a otro factor sin encontrar motivo alguno para determinar limitaciones en la definiciòn de lo patològico. Intervenir en el estado de salud de un sujeto que padece el proceso psìquico del duelo puede representar un trabajo contraproducente ya que es factible encontrar sìntomas del todo parecidos en sujetos que acuden a la medicina y en sujetos que no lo considerarìan necesario, se trataria en ùltima instancia por parte del mèdico de buscar alterar un estado “natural” de reaciòn ante la muerte del objeto amado, aquello que marcarìa una diferencial primordial en ambos sujetos es considerar la necesidad de buscar ayuda externa psicoanlìtica, psicoaterapèutica o mèdica. El anàlisis de la situaciòn del duelo no habrìa de realizarse de modo aislado sino que, como en un sistema de relaciones donde unos factores se relacionan abiertamente con otros, se requiere co-rrelacionarlo con otros estados psìquicos sean estos patògenos o no. Plantea Freud que cuando existe un proceder anòmalo, sintomàtico en la experiencia dolorosa del duelo, por ejemplo aquellos estados de tristeza y autoreproche muy extendidos en el tiempo y en cada caso especìfico, es posible advertir una predisposiciòn psìquica anterior que ha actuado sistemàticamente como base hacia el desenlace de un luto evidentemente patològico. Algunas caracterìsticas del duelo que pueden ser compartidas por otros cuadros actitudinales habrìan de ser: -Estado de ànimo profundamente doloroso. -Cesaciòn de interès por el mundo exterior. -Pèrdida de la capacidad de amar, pèrdida de la capacidad de elegir un nuevo objeto amoroso ya que esto equivaldrìa a sustituir al ser amado desaparecido. -Disminuciòn de las funciones psìquicas. 19 -Distanciarse de toda actividad no conectada con la memoria del objeto ausente. -La inhibiciòn y restricciòn del yo es la expresiòn de su entrega al trabajo del duelo que no deja ya espacio para realizar otros intereses o propòsitos. En ausencia del objeto es preciso que el yo inicie a desprenderse de los lazos que le unen al objeto ausente, un primer problema que se percibe en esta operaciòn tiene que ver con la suposiciòn natural de que un sujeto no abandonarìa, en principio, espontàneamente, la fuente del placer, la posiciòn establecida por la libido del yo, en la memoria del sujeto ausente aunque haya encontrado una hipotètica sustituciòn. Una parte del yo se opone tenazmente a este desalojo de la libido, el principio de realidad no se presenta en cuanto algo tangible y presente, en la fase de la negaciòn observamos una especie de escucha sin escuchar, se pretende tomar una posiciòn distante de lo real, en ocasiones el yo se refugia en una psicosis alucinatoria donde el objeto amado ausente no deja de existir del todo y es conservado en la memoria mediante el deseo cargado de libido por la continuidad y la intensidad de los recuerdos y demàs representaciones. La ley o el mandato explìcito por parte del principio de realidad no es asumida inmediatamente, su elaboraciòn puede obedecer a criterios diversos entre sì, la duraciòn en el tiempo es acompañada ademàs por un gasto energètico escesivo debido a que las ligaduras de la libido del yo aùn se hallan conectadas e identificadas con la naturaleza filial del objeto ahora ausente. Una parte del yo que se ha identificado con los valores o principios efectivos del ojeto tiende a ejercer un papel diplomàtico frente a la relaciòn con la realidad externa, intentarà realizar un movimiento de extracciòn de libido sirvièndose de muchas conexiones emotivas como recuerdos, actitudes, expresiones y manifestaciones de afecto que han actùado como puente de enganche entre la soledad y la memoria del objeto. El yo no es todavìa libre e considera indispensable iniciar negociaciones con los criterios de la realidad exterior, al no ser todavìa libre el yo da signos de su debilidad cuando percibe que han sido incrementadas las cargas de objeto despuès de su defunciòn, de hecho aspira no sin determinada ambiciòn narcisista a reconquistar su estado de libertad libidinal hasta ahora hipotecada e inhibida por la situaciòn del duelo. Aunque el yo este sufriendo una alteraciòn narcisista ineludible al transformarse la fuente de las ligaduras libidinales en una alucinatoria identificaciòn con factores de conexiòn hemos de percibir, como lo decìa Freud, al diferenciar el duelo del estado melancòlico, que el sujeto enfrenta una indisposiciòn general, una neurosis de extrañeza màs con el mundo externo que 20 con el propio yo. Desde la òptica del predominio de la ambivalencia al interno de las relaciones vinculares con el objeto ausente la predisposiciòn a la neurosis obsesiva ofrece suficientes motivaciones para diagnosticar una inclinaciòn hacia lo patològico. Dicha disposiciòn hacia lo patològico en ocasiones no es manifiesta sino cuando es impulsada por deseos contradictorios entre sì como el de haber querido la muerte del sujeto, de modo inconciente, y el no querer la muerte del sujeto amado ya a un nivel màs conciente, se presentan intereses superpuestos donde el yo puede autoacusarse, incluso, por ser la “ùnica” causa de la muerte del sujeto. Cuando el proceso analìtico del duelo no profundiza las funciones de la retracciòn regresiva de la libido la supremacìa de factores ambivalentes determina y domina todo el escenario conductual hasta llegar a manifestarse depresiones obsesivas de mùltiples derivaciones. Para que la experiencia dolorosa del duelo no represente un factor patològico el individuo habrìa de superar la pèrdida del objeto en un tiempo màs o menos previsto, dicho estado psìquico genera un grande gasto energètico, en ocasiones total, por parte del yo, lo cual impedirìa el desempeño cotidiano de las actividades. Los grandes esfuerzos que realiza el yo para intentar sustituir los puntos de enlace de su libido con el objeto perdido sòlo se van satisfaciendo en la medida en que el principio de realidad logre imponer su fuerza sobre las alucinaciones, la idealizaciòn, la agresiòn reprimida, la imaginaciòn y las expectativas basadas en el posible retorno del objeto ausente. El principio de realidad actùa como un agente tirànico repitiendo la misma tesis, el objeto amado ya no existe, para reiniciar la vida es preciso que bajo la influencia del principio del placer narcisista y de autoprotecciòn, el yo se vaya convenciendo que no quiere compartir el mismo destino del objeto perdido, habrà de llegar una especìfica carga de satisfacciòn -narcisista o realista- al reconocer el valor positivo de la existencia aunque para ello tenga que admitir el vacìo del Otro. La duraciòn procesual de la experiencia del duelo suele medirse con base en el gasto de energìa que invierte el yo para despojarse de sus apegos, representaciones ligadas al objeto ausente, para asumir el dictamen del real, es entonces cuando el anàlisis podrà definir la suma del gasto de nergìa que fue necesaria para abordar el desenlace de la crisis del duelo. La batalla del yo para desprenderse de sus identificaciones anteriores con respecto al objeto perdido tiene vida en lo 21 inconsciente, sin embargo, no se observa ninguna motivaciòn determinante para que esta batalla y estos procesos defensivos en contra de las investiduras no puedan realizarse directamente en lo conciente mediante el acceso a lo preconciente. 22 LA MELANCOLIA EN K. ABRAHAM Segùn Ferràndez P., en su ensayo sobre la melancolìa en cuanto teorìa biològica desde la obra de K. Abraham, en el estado melancòlico el sujeto puede llegar a experimentar actitudes pasivas donde obtendrìa algunas cuotas de placer a raìz de su particular malestar afectivo, podràn reforzarse aquellas tendencias masoquistas de acuerdo con la obstrucciòn de una fuente de placer tan fundamental como lo es aquella de donde provienen los instintos activos. En este sentido, segùn K. Abraham, el sentimiento de culpa que acompaña dicha operaciòn psìquica proviene de la supresiòn de los impulsos de odio y venganza (inconscientes) que segùn su intensidad, cuanto màs violentos sean mayor serà la agudeza del posterior estado depresivo, su sintomatologìa se acentuarà con mayor rigor cada vez que sea reprimido aquel indomable sadismo dirigido en contra de los otros y con el cual se han llegado a producir diversas alteraciones en la melancolìa, la depresiòn, la ansiedad. Dicha consideraciòn acerca de la culpabilidad exige la realizaciòn de un deseo, por ejemplo el deseo reprimido de hacer aquello que hace un criminal, como si estuviese soportando una especie de carga dolorosa bajo el gobierno de la conciencia, asì lo explicaba Freud cuando se referìa a la definiciòn acerca de la neurosis obsesiva. En 1975, Tellenbach propone la idea de considerar el caràcter melancòlico durante los intervalos libres de la patologìa y observò fenòmenos del todo similares a los de la neurosis obsesiva, algunas de estas conductas se expresan con un amor exagerado por la limpieza, actitudes compulsivas hacia el orden. La explicaciòn etiològica de esta serie de signos paralelos postula la existencia de sublimaciones de instintos sàdicos o de formaciones reactivas en contra de tendencias coprofìlicas y extendidas tendencias de dominio sobre el objeto. Habrìa de tomarse uno de los dos caminos propuestos, aquel que conduce hacia ideas obsesivas en torno a la posesiòn del objeto o aquel que conduce hacia el rechazo o anulaciòn simbòlica del objeto cuando este se presenta determinado por la ambivalencia. En estos trastornos se expresa su actitud positiva hacia el objeto en la modalidad de una retenciòn de su propiedad y su actitud negativa en la 23 modalidad de un rechazo categòrico, en la lucha por la manipulaciòn del objeto han de intervenir segùn K. Abraham, diversos elementos sàdicos de orden instintivo manifestados en dos fases intermediarias: – Aquella que busca destruir al objeto. (y en correspondencia destruir el mundo externo). – Aquella que busca controlar al objeto, conservarlo, mediante un proceso de represiòn prolongado desde las màs primitivas inclinaciones destructivas. “La tendencia a abandonar el objeto tiene su fuente en la fijaciòn en la primera fase anal-sàdica” cuya caracterìstica esencial es la idea de poder expulsar, de este modo, los rasgos melancòlicos implican un retroceso hacia unas fases màs antiguas de la evoluciòn psìquica, retrocede hacia el estado de la fase oral segùn dos momentos diferentes: – La fase del succionar donde existirìa un nivel paralelo de incorporaciòn cuyo propòsito no es el de finalizar la existencia del objeto. En esta fase el infante aùn no ha de distinguir entre el propio yo y el objeto externo, entre su propio cuerpo y la madre que le alimenta, se presentan amalgamados el odio y el amor, representa el prototipo de la ambivalencia. – Fase de la propensiòn al mordisco donde prevalecen tendencias sàdicoorales en coincidencia con la apariciòn de la dentadura y la percepciòn de la ambigüedad con respecto al objeto, se presenta la conciencia de poder incorporar alimentos y se adoptan deseos destructivos hacia el otro. Plantea Abraham que en el caràcter melancòlico el sujeto està tratando de escapar a los impulsos sàdico-orales cuya formaciòn remitirìa a fases muy tempranas de la relaciòn objetal, en el pasado existiò un particular objeto introyectado al cual se le pudo haber tratado como si fuese una porciòn de alimento que habìa sido incorporada, este hecho comprueba con seguridad que en aquellas primeras fases orales pudieron prevalecer tendencias introyectivas. “El paciente ha introyectado su objeto amoroso original sobre el cual construyò su ideal del yo”, en adelante se ratifica que dicho objeto de amor adquiere el significado y la funciòn de la conciencia. Se puede verificar ademàs la pre-eminencia de afectos patològicos del orde n fantasìas de un crimen primario, nunca llevado a cabo pero que actùa como generador de grandes cuotas de culpabilidad. En la vida psìquica del adulto que padece un caràcter melancòlico agudo se podrà diagnosticar la repeticiòn de 24 estas fantasìas criminales inconcientes en cuando escenario de una segunda fase crìtica. El temprano proceso de introyecciòn puede orientarse en dos caminos alternativos, aquel que promueve abiertamente el respaldo y la defensa del amor incondicional desde su fase original y cuyo emblema propiciarà los factores necesarios a la edificaciòn de su propio ideal del yo, y aquel que propende, en una direcciòn reactiva, hacia el cultivo de una rivalidad bàsada en la màs tenaz actitud crìtica hacia el objeto interiorizado. Consideraba en primera instancia que la intensidad de la ambivalencia era dirigida en igual medida hacia los dos progenitores, sin embargo, pudo comprobar despuès que todo el caudal de la agresividad se dirigìa principalmente hacia la figura materna, es decir, sus originarios procesos psìquicos habìan sido caracterizados por la ambivalencia de orden negativo hacia el primer objeto de amor. Teòricamente, en el caràcter melancòlico predomina la fantasìa inconsciente de estar dominado por la representaciòn de aquella madre interiorizada cuyo rasgo fundamental habìa sido la actitud castrante. Segùn el tèrmino creado por Stärcke A., “complejo de castraciòn”, y con el cual Abraham explicitaba abiertamente su teorìa de la libido, la castraciòn simbòlica llevada acabo por las operaciones de la ligazòn fase anal-fase edìpica, afectarìan el caràcter melàncolico como si se tratase de una real castraciòn materna, podrà experimentar fantasìas en torno a la renuncia o a la bùsqueda del falo sin pasar por el trauma de la castraciòn simbòlica durante las fases del retiro de la alimentaciòn por el seno.4 Una doble soluciòn se observa ante este escenario: -El deseo positivo que consiste en una incorporaciòn total o parcial de la madre a un nivel simbòlico, màs tarde explicarà de que modo la incorporaciòn realizada por el caràcter melancòlico se instaura en cuanto total y no en cuanto parcial. -El deseo negativo que consiste esencialmente en intentar destruir simbòlicamente al objeto, esto se traduce en que el caràcter melancòlico anhela ejecutar una venganza quitandole algunas partes de su cuerpo, es decir, percibe la necesidad de El tèrmino “complejo de castraciòn” es adjudicado generalmente a A. Stärcke. Ver su texto: “The Castration Complex. International Journal of Psychoanalysis II, 1921. Mientras que el tèrmino “castraciòn simbòlica” es atribuido a Ebtinger R. Ver: Ebtinger R. y Bolzinger A. (1982) L'infantile en question” en L'évolution Psychiatrique. Vol.47 4. 25 castrar en su fantasia el cuerpo de la madre. Retomando el tèrmino super-yò, Abraham habrà de confirmar que el infante conforma su propio super-yo introyectando en el yo los objetos de su libido, explicitando una de las funciones especìficas de este super-yò sobre el yo, en cuando creador de un estado de conciencia propia, se propone educarlo para separar y percibir con claridad aquello que es permitido con respecto a lo que no es permitido, del mismo modo en que lo habìan hecho otras figuras autoritarias en fases màs tempranas. Con la existencia de posteriores introyecciones y con el fortalecerse del superyò puede considerarse superada al menos en parte la fase edìpica. En el caràcter melancòlico es factible observar de què manera el super-yo ejecuta su funciòn de censura y crìtica con decidida tiranìa, efectuando asì, una despiadada consideraciòn con respecto a los objetos introyectados. Para la manifestaciòn de una sintomatologìa cuya estructura se base en una depresiòn de tipo melancòlico, es preciso que se presenten al menos cuatro de los siguientes componentes, ademàs del contexto desencadenante: 5 1. Factores constitucionales. -Acentuaciòn del erotismo oral. -Origen de caràcter innato, en una parte de los casos. -Un nivel de ambivalencia radicalmente alto. -Complejo de superioridad acompañado por un rechazo de los otros. -Supervaloraciòn y subvaloraciòn del yo. -Incapacidad para recibir, aceptar y brindar amor. 2. Presencia de fijaciòn de la libido en las fases orales, se trata de sujetos que han permanecido ya de adultos bajo la dependencia patològica o no, del placer derivado de la succiòn y la alimentaciòn. 3. La exposiciòn a sucesivas decepciones afectivas en la infancia, algunas veces catalogadas en cuanto traumàticas y cuyo desenlace temporal ha provocado en el sujeto emociones negativas cuando ha de intentar la conquista del objeto amado. 4. La importancia de la primera decepciòn afectiva antes de que los primeros deseos edìpicos pudieran ser reconocidos, habrà de establecerse, una asociaciòn continua entre el conflicto edìpico y la fase canibalìstica (buscar 5 Ver: Abraham K (1924) Un breve estudio de la evoluciòn de la libido, considerada a la luz de los trastornos mentales. “Psicoanàlisis clìnico”. Buenos Aires. Ed. Hormè. 1980. 26 devorar el objeto en la fantasìa), esta operaciòn psiquica propiciarà la introyecciòn ambivalente de los dos primeros objetos de amor, el materno y el paterno. 5. La confirmaciòn patognòmonica de una supervaloraciòn narcisista. Diferencias entre duelo y melancolìa. Segun Strachey, en 1979, el tèrmino introyecciòn, originalmente considerado por Ferenczi, no se presenta explicitamente en “Duelo y melancolìa” de Freud, sin embargo, tanto en Abraham como en Freud el duelo es llevado a capo mediante el mecanismo de la introyecciòn que nos remite a las fantasìas de incorporaciòn oral, diferenciemos algunos matices caracterìsticos del duelo: -La consistencia de fases agudas de introyecciòn. -La efectiva ausencia o carencia de alguien. (muerte) -El fin principal es tratar de mantener la relaciòn con la persona ausente o buscar compensar el estado psìquico de su pèrdida. -La conciencia precisa del afecto de pèrdida nunca abandonarà al sujeto. -Se advierte que los afectos por el objeto ausente desplazan los afectos hostiles. De diversa manera en el caràcter melancòlico: -Se observa una conflictualidad entre puntos de vista ambivalentes. -Es posible encontrar una alternativa dirigiendo hacia sì mismo la hostilidad que sentìa originariamente hacia su objeto. -Cada afecto de amor es inmediatamente amenazado por el afecto opuesto. -Una decepciòn o un desengaño causado por el objeto amado pueden provocar en la edad adulta una tempestad de odio que procederà a cancelar todo afecto de amor ya fràgilmente conservado. -Las actuaciones del aparato psìquico proceden inevitablemente hacia una realidad quizà no compactible en un inicio, se trata del abandono del objeto. En sìntesis, es verosimil explicitar que en el caràcter melancòlico la agresiòn reprimida hacia el objeto externo tiende a eliminar el amor que siente por èl y no pude evitar dirigir esa agresiòn en contra de sì mismo, de sus propias ideas, 27 aspiraciones, para lograr asì, finalmente, la separaciòn con respecto al objeto. Cuando surge la sintomatologìa el sujeto ya habrà disuelto completamente todo lazo afectivo con el objeto, mediante un proceder expulsivo (anal), si su enfermedad se agrava la tendencia a la incorporaciòn del objeto de un modo canibalìstico llega a predominar. Este evento coincide con una evidente regresiòn a distintas fases orales de la infancia, hemos observado la reciprocidad indisoluble entre la introyecciòn del objeto, el odio dirigido hacia sì mismo en la bùsqueda de su sustituciòn y la recurrencia a fases tempranas del afecto como lo oral, lo anal, la regresiòn, lo edìpico entre otras. 28 EL DUELO SEGUN LA TEORIA DE LAS NEUROSIS EN O. FENICHEL La teorìa psicoanalìtica de las neurosis segùn Fenichel exige el estudio relativo de las diversas funciones defensivas del yo en amplia contraposiciòn con las tendencias pulsionales bàsicas. En la investigaciòn acerca de los procesos psìquicos reprimidos la definiciòn de los sìntomas neuròticos frente a los ataques emocionales es imprescindible para la explicaciòn de las fuentes primitivas del sìntoma compulsivo. En el diagnòstico de afecciones de rango psicògeno no toda pulsiòn ha de considerarse en cuanto signo de censura por parte de la conciencia, su manifestarse puede ser reflejado en diversas actitudes contrastantes entre sì. Los sìntomas compulsivos pueden ser asimilados a conflictos en estado de tensiòn, interdependientes, cuya exteriorizaciòn implica la presencia de una aflicciòn en acto. Si un sìntoma de conversiòn corresponde a un impulso de agresiòn o a un impulso psicosexual irrefrenable el sìntoma compulsivo es equiparable al desempeño del duelo en un proceso continuado por enfrentar aquella informaciòn ofrecida por el mundo real. Tanto la actividad de la compulsiòn como los procesos psìquicos del duelo involucran un trabajo de elaboraciòn secundaria con respecto a las tendencias originales que habìan explorado alternativas vìas de gratificaciòn. 1. Correlaciòn del duelo con la depresiòn Al interior de la investigaciòn sobre las introyecciones Freud introdujo el estudio de las relaciones entre la depresiòn y el duelo en cuanto fenòmenos de asimilaciòn o pèrdida objetal. Cuando el sujeto en la infancia padece la pèrdida de los primeros objetos, las pulsiones de la libido, ya cuando estas se hayan desligadas del objeto mismo, producen fuertes tempestades de extrañeza o pànico. Durante la experiencia del duelo el adulto asume actitudes y cambios caracteriales destinados a contener, orientar, sublimar, aquellas tempestades cargadas de temor provenientes de inevitables estados de pèrdida. La cantidad infinita de recuerdos aislados o encadenados los unos con los otros està representada por la fortaleza y la lealtad que enlaza la alianza afectiva con el objeto. Es necesario que la acciòn intermediaria del tiempo ejercite una funciòn apaciguadora, el transcurso de nuevas experiencias puede implementar el desenlace de nuevos recuerdos que 29 tengan como papel sustitur las catexis unidas a los recuerdos centrados en las imàgenes mnèmicas de relaciòn con el objeto perdido, de esta manera la desintegraciòn de la ligazòn afectiva construida desde el pasado, actuarà separadamente de acuerdo con la intensidad libidinal unida a cada recuerdo. Este sistema de procesaciòn psìquica conciente o inconciente fue denominado por Freud el “trabajo del duelo” en 1915. El principio de placer que acompaña los recuerdos acerca de la relaciòn con el objeto perdido, aquellas anteriores vivencias que ya no volveràn, el sentimiento de abandono y ausencia, propician el deseo imperceptible de querer postergar la elaboraciòn del trabajo del duelo para un segundo momento, hacia un inalcanzable “despuès”, como instaurando una especie de guerra a muerte en contra de los efectos devastadores del olvido. El yo ha de aferrarse a la ilusiòn del retorno de aquellos afectos experimentados en torno a experiencias de diferente ìndole, se conserva la aspiraciòn al re-encuentro vital con aquel ser lejano, cuando dicha situacion crea altibajos y el sujeto no puede evitar sentir aquellas depresiones debidas al duelo cultural, familiar, es posible reastrear factores que aluden a la preeminencia de una identificaciòn absoluta con el objeto perdido y cuyas motivaciones fundamentales aparecen indestructibles a la percepciòn de la conciencia. Observamos una interdependecia correlacional entre los mecanismos psìquicos inconcientes y las razones preconcientes que han conducido hacia dichas ilusiones e identificaciones durante la experencia del post-duelo. Bajo el sentimento de perplejidad desoladora el sujeto crea una especie de representaciòn interna que cumpla las funciones de sustuir, al menos transitoriamente, la figura del objeto perdido, es decir, construye un objeto imaginario introyectado con el fin de convertir el trauma en una situaciòn menos caòtica, -un poco menos real, no del todo real o solo en cierta medida-, dialogarà espontàneamente con èl como creando un puente entre dos dimensiones lejanas. Uno de los recursos psìquicos implementados por algunos estados patògenos como la depresiòn aguda o el luto cargado de melancolìa, es el de recurrir a la formaciòn defensiva expresada en la regresiòn de los contenidos libidinales en un movimiento retrospectivo hacia la incorporaciòn comprendida como asunciòn de los componentes ligados. 2. Bulimia y estado del duelo 30 El sujeto re-inicia un camino hacia la bùsqueda de un conocer acerca de las causas y condiciones que han propiciado su estado actual. Podrà sentir que la ilusiòn unida a la identificaciòn total o parcial con ciertas “partes representativas” del sujeto ausente, implica la difìcil tarea de sustituir un conjunto infinito de afectos fusionados en torno a recuerdos especìficos. Habrà de sentir la necesidad de inventarse un “objeto interno sustitutivo” que cumpla una serie de funciones variables, que restituisca aunque en modo deficitario los factores asimilatorios, de incorporaciòn, de semplificaciòn, de regresiòn al posible amor temprano, valoraciòn de nuevas circunstancias en ausencia del objeto perdido. Las similitudes podràn tener ademàs un caràcter somàtico en tanto que algunos factores de identificaciòn como el dolor, la presiòn arterial, y la predisposiciòn a las mismas patologìas ubicaràn un rol decisivo en el duelo y la fase del post-duelo, se trata de sico-somatizaciònes cuyo ènfasis no solo comparte una base fisiològica sino ademàs imaginaria. La bulimia, segùn Fenichel, institucionalizada bajo la forma de alimentos funerales, que traen a la memoria los prehistòricos festivales totèmicos de las comunidades primitivas 6 representarìa bajo forma incosciente el intento fracasado por alimentarse del sujeto fallecido, operaciòn psìquica de orden canivalesco y ritual cristiano por excelencia donde la escena se presentarìa acompanada por el amor al cuerpo asesinado y por el deseo de introyectar sus ideas mediante la asunciòn de su carne, àgape pascual milenario de nuestra cultura occidental. Simultaneamente se presenta la posiciòn contraria que consiste en rechazar los alimentos en cuanto estos representarìan ideas, actitudes y valores que reforzarìan la depresiòn, la tristeza y el sentimiento de impotencia especìficos. Ante la inseguridad percibida y la desestabilizaciòn de un futuro pròximo a raìz de la ausencia del sujeto, es factible acudir a una especie de incorporaciòn oral donde se ingieren alimentos que sustituiscan el afecto y la presencia del sujeto ausente, se trata de una sustituciòn cuyo objetivo central es el de llenar un vacio especìfico y un intento malogrado por desconocer la realidad de los hechos externos. Dicha recurrencia extrema es asumida en condiciones especiales de consideraciones y diagnòsticos relacionados conla bulimia en coherencia con las diferencias de edad con las cuales tuvo que enfrentarse el sentimiento del duelo y con la intensidad psicòtica que pudo haber afectado el estado psìquico del sujeto, de hecho, el mecanismo descubierto por el psicoanàlisis en cuanto a la identificaciòn con las ideas del sujeto ausente nos remite a los mecanismos 6 Freud, S. (1918) Totem and Taboo. Moffat, Yard. New York. 31 similares con los cuales se conforma un estado psicòtico, nos estarìamos refiriendo a una modalidad de identificaciòn psicòtica con el afecto por el sujeto ausente. 7 Muchas investigaciones antropòlògicas que han estudiado civilizaciones antiguas coinciden en postular el factor de la introyecciòn como un sìntoma de reacciòn frente a la experiencia de la muerte de los parientes. Plantea Freud en Totem y tabù: “Bien puede ser que la identificaciòn sea la condiciòn general bajo la cual el ello habrà de abandonar sus objetos”, la idea de la muerte que acompaña el acontecer cotidiano cuando se experimenta el dolor impuesto por la ausencia del objeto interviene trayendo al presente el nùcleo semàntico de toda identificaciòn coordinada por la ausencia de sìntomas pasados cuando el sujeto ausente era real y verdadero, se trata ahora de iniciar la tarea por “desinvestir” la representaciòn del sujeto ausente en un proceso intrincado de des-identificaciòn, hacia el abandono paulatino del objeto por parte del ello. El ello habia investido de cargas energèticas la imagen mental, y las experiencias derivadas del contacto con el objeto real, inicialmente rechaza tener que adaptarse a las nuevas circunstancias, se requiere, en esta fase de desprendimiento energètico colocarle un final a la “ligazòn” con el objeto introyectado. El hecho de haber introyectado al sujeto constituye un medio por el cual puede llevarse a cabo un desligamiento final màs o menos preconsciente. El caràcter ambiguo y amplio de las identificaciones posibilita la interpretaciòn del desligamiento paulatino en tèrminos de una incorporaciòn simbòlica del objeto, las sombras alucinatorias del duelo hacen pensar que la tendencia bulìmica por ingerir alimentos en exceso represente un puente inconscientre entre el vacìo (del cuerpo) y lo real (el mundo externo), entre la sensaciòn de ausencia y la disposiciòn hacia el futuro. La modalidad vincular especìfica determina el rumbo ambivalente o no de la evoluciòn del duelo haciendo que este sufra una transformaciòn y una inclinaciòn hacia el plano sintomàtico. El objeto ausente ocupa el lugar del Ideal del yo como en una especie de prolongaciòn de los propios intereses emocionales o intelectuales, se trata de de una evocaciòn duradera que se fija al conjunto de las experiencias arraigadas en el aparato psìquico en su relaciòn biogràfica con la carencia de su cuerpo, de su significante actuando de espejo de nuestras màs primitivas emociones. Es aquì donde la tipologìa del duelo sintomàtico puede catalogarse masoquista o sàdica de acuerdo a sus mùltiples manifestaciones, sin embargo, no es factible crear o interpretar juicios de valor a priori mientras que el 7 Zulliger, Hans. (1928) Die Roichtschaeggeten. Im. XIV. Berlìn. 32 proceso terapèutico elegido no pueda diagnosticar una clasificaciòn en la conducta que se remita a la repeticiòn de actos y gestos con un alto porcentaje de masoquismo, en ese caso, dicha interpretaciòn, reposa màs en la mente del analista que en el individuo que pide la terapia. Gracias al hecho considerado la falta del Otro, la incorporaciòn de ciertas caracterìsticas “amadas” del objeto ausente entran en clara oposiciòn con ciertas caracterìsticas odiadas del mismo objeto de identificaciòn, de modo que el individuo emprenderà una lucha abierta por conservar aquellos valores estimados en el objeto en contra de aquellos antivalores observados en el objeto, se intenta destruir una parte del objeto pero al mismo tiempo se propende por recuperar otra parte del mismo. Si han de prevalecer los factores agresivos recordados en el proceso de identificaciòn con el objeto ausente esto habrà como consecuencia la apariciòn de sentimientos de culpa ya a un nivel mas consciente, es factible que durante la anterior relaciòn dichos sentimientos de culpa hayan permanecido ocultos e inexpresados. La vinculaciòn con los variables matices de la ambivalencia pertenecientes a estados anteriores sufren modificaciones trascendentales con relaciòn al estado de la ambivalencia psìquica posterior a la muerte del objeto amado-odiado, los reclamos afectivos ante la desapariciòn del objeto se conjugan alternadamente con los reclamos afectivos dirigidos hacia sì mismo. 3. La relaciòn con el objeto ausente en tèrminos de auto-castigo La correlaciòn vinculante con el objeto ausente desencadena una serie de signos y semblantes delimitados por el deseo inconsciente de recibir una especie de puniciòn. El dilema en cuestiòn responderìa a la siguiente consideraciòn: ¿Ya que en el pasado habìas deseado la muerte de esta persona, y ahora que esa persona ha muerto, como castigo deberìas morir tù? Es incrementada la complejidad de la ambivalencia, el requerir que el sujeto ausente sea recordado por los hechos de benevolencia se presenta paralelamente, y con igual intensidad en el deseo de repetir el acto de su muerte, muchos de los rituales religioso-antropològicos como el de botar tierra sobre el cadàver, realizar una estatua en su nombre, combrueban el deseo inconciente de que la muerte haya sido algo necesario y positivo. Nos esforzamos por tratar de tranquilizar “el alma” y el dolor del objeto ausente mediante los rituales de autopuniciòn y reconciliaciòn con sus signos vitales, es 33 observada la necesidad de rectificar la promesa de un lugar eterno, quizà paradisìaco como destino final para su consciencia, de mortuis nil nisi bonum.8 Una segunda tendencia, anàloga a la del incremento y variaciòn de la ambivalencia es la relativa a la modificaciòn en la estabilidad de la autoestima, bajo una definiciòn amplia y general los componentes que la acrecientan se ven catalogados en forma de influencia directa o indirecta, tanto el sujeto que elabora la experiencia del luto como aquel que padece una reducida fortaleza en su autoestima exige y reclama variables exhortaciones, importantes observaciones positivas, al haber retirado una porciòn de su libido del objeto ausente habrà de pedir ser aceptado con signos especìficos de drama, y compañía gratuita de los Otros, debido a la retirada del objeto que ya no responde adecuadamente a sus deseos el narcisismo se ve aumentado en medida perceptible, la lucha por y restaurar la autoestima inicia con la incorporaciòn de factores de identificaciòn relegados parcialmente a la existencia del sujeto ausente. Una tercera tendencia, segùn Fenichel, la relacionamos con la disposiciòn narcisìstica. La situaciòn psìquica del sujeto en duelo, en circunstancias especiales, puede llegar a exigir, en mayor medida, admiraciones de caràcter narcicìstico, he aquí algunas circunstancias: -El objeto perdido no ha sido amado en un nivel maduro, sino utilizado como un proveedor de suministros narcisìsticos. -Si la previa relaciòn con el objeto ha sido ambivalente. -Si la persona padecìa una fijaciòn oral y tenìa vehementes deseos inconscientes (sublimados, como en el caso de la bulimia) por “alimentarse” exageradamente. 9 En esta declarada batalla en contra de la identificaciòn con el objeto introyectado suelen encontrarse representativas cargas libidinales que acompañan la intesidad de las huellas mnèmicas pre-existentes, la continuidad de este desencuentro entre las diversas tendencias afectivas desencadenarìa un cuadro sintomàtico conducible al estado de la depresiòn. Se intercalan aquellos factores de identificaciòn como el sentimiento de protecciòn, amor, compañìa con otros factores inherentes a la percepciòn narcicìstica como el odio, la venganza y los deseos inconscientes destinados a una segunda muerte -alucinatoria- del objeto introyectado, a pesar de esto el proceso psìquico general del duelo no patològico no ha de reducirse al 8 “Con respecto a los muertos, nada se diga, sino lo bueno.” 9 Fenichel, O. (1932). Teorìa psicoanalìtica de las neurosis. Buenos Aires. Ed. Paidòs. 34 retroceso afectivo hacia anteriores estados depresivos. 4. Acerca de la introyecciòn patognòmica del objeto ausente La atenuaciòn de los niveles de intensidad construidos por la autoestima tendrìan como sendero de orientaciòn la percepciòn de una pèrdida total, o casi total con respecto a los factores de identificaciòn primaria con la introyecciòn del objeto ausente, la validez en dicha construcciòn semàntica es irreductible al anàlisis aislado de la etiologìa depresiva en cuanto delimitaciòn ùltima de esta autoestima. La inclinaciòn subjetiva por anular el efecto de la pèrdida, parcial o total, corresponde fundamentalmente al interès por ahondar la gravedad de la introyecciòn de los componentes de identificaciòn del sujeto ausente, denominamos introyecciòn patognòmica del objeto ambivalente cuando la percepciòn se centra en lo patològico de la ambivalencia proporcionando una interpretaciòn cerrada tanto de la depresiòn como de su correlaciòn con la autoestima. Cuando las exigencias narcisìsticas del sujeto que emprende el proceso del duelo son caracterizadas por un enèrgico afecto sintomàtico es factible focalizar el fracaso de los intentos por proteger el sistema defensivo del yo bajo la òptica, por ejemplo, de una introyecciòn sàdico-oral de los factores de identificaciòn del sujeto ausente, cuya presencia y protecciòn afectiva no sòlo representaban una promesa narcisìstica de satisfacciòn o de placer sino que ademàs recurren a interpretaciones masoquistas donde la causa del estado de desamor y abandono actuales son adjudicados precisamente a su ausencia. En las representaciones alucinatorias el la instauraciòn del drama y los ritos acerca del duelo plantean un escenario mucho màs amplio de las introyecciones. La presencia del sujeto ausente habrìa de ser sustituida con su personificaciòn en los alimentos, se comparte la substancia afectiva mediante la incorporaciòn ritual de los mismos deseos, se confirma el esfuerzo por acercarse a una especie de unio mystica de caràcter omnipotente, se trata de una modalidad de la introyecciòn que intentarìa anular la pèrdida total del objeto ausente. Las expresiònes alternantes del superyò han de ser rastreadas combinando diferentes aspectos cuando se sirve de estos para enfrentarse a los intereses del yo, nos referimos a la proyecciòn de afectos hostiles al pretender una especie de uniòn alucinatoria con el objeto ausente, a deseos autopunitivos consecuentes con la intensidad de los propios intereses, al empeño por estructurar el perdòn con una base estrictamente narcisìstica. 35 La situaciòn interna del objeto introyectado desde una cuadro sintomàtico depresivo confunde la pèrdida del objeto con la pèrdida de su propio yo, la ambivalencia y el sadismo que anteriormente eran dirigidos hacia el objeto ahora son dirigidos hacia el propio yo. El sujeto ha de emprender un espinoso camino de retorno hacia el equilibrio del yo, hacia su estabilidad perdida, cuando no se ha realizado una desligazòn efectiva, un desenganche emotivo parcial o total, el objeto introyectado continùa a ejercer una presiòn inconsciente y ya no serà màs reconocido como el objeto de amor sino en cuando objeto-fuente de odio, la balanza se inclina màs hacia la carga autodestructiva impulsada y respaldada abiertamente por las fuerzas del yo, de este modo el yo no trabajarìa para desalojar al sujeto de su linaje ambivalente sino que se instaura en cuanto un centinela que defiende a capo y espada los sentimientos hostiles del objeto introyectado. Las proyecciones hostiles que una vez se dirigìan hacia el objeto ahora son dirigidas hacia el yo, el sujeto crea una serie verbal de auto-culpabilizaciòn sin fundamento objetivo como fruto del proceso doloroso, se enfrenta al odio propio mediante la defensa de autoconsideraciones donde se deniega toda participaciòn en el dolor causado al objeto introyectado. Freud planteaba: “La sombra del objeto ha caìdo sobre el yo”10, gracias a las investiduras depositadas sobre el objeto introyectado el yo ha perdido una parte de sì mismo, una porciòn significativa de este cumple la funciòn de representar y reemplazar los intereses del objeto ausente, combatir con la experiencia del duelo supone una modificaciòn estructural del yo donde la identificaciòn narcisista termina por convertirse en un mecanismo de regresiòn. Una regresiòn del yo re-construida en la filiaciòn con el objeto introyectado, regresiòn hacia identificaciones anteriores, regresiòn hacia significados narcisistas y hacia fases previas a la oralidad. 5. La sombra de los diversos matices del conflicto edìpico tras el escenario tormentuoso del duelo Cuando se interrumpe tempestivamente y sin preaviso la continuidad de un parentesco establecido, cuando es imposible traspasar ese umbral sin un lenguaje adecuado sobre el afecto y sus lìmites en torno a lo real, cuando perdemos de vista las coordenadas establecidas en torno al juego històrico de las representaciones mnèmicas, y accede a nuestra preconsciencia una tempestad tumultuosa de estas, en tèrminos de apego, al fortalecerse del legame conflictual, biogràfico, nuclear, sòlo entonces, nuestro proceder 10 Freud, S. (1915). Duelo y melancolìa. OC. Amorrortu Ed. 1978. Buenos Aires. 36 inicia a dar evidencia acerca del enfoque inconsciente de los acontecimientos, aquella soledad repentina bajo la cual se sumerge toda una gama de vivencias y diàlogos diluyentes, puede ser valorizada a la luz del evolucionar edìpico con referencia al sistema relacional establecido. El triàngulo de complicidad objetual reconocido por los componentes del nùcleo vincular se haya inscrito en una doble direccionalidad. Aquella que escenifica el pasado y la recurrencia a las fases tempranas, infantiles, donde predominaba la exploraciòn del mundo en torno al sujeto y a sus exisgencias neo-pulsionales. La otra direccionalidad es escenificada por la determinaciòn futura en actitudes, conductas, preferencias, y decisiones con base en la experiencia con el conflictto triangular. La modalidad psìquica especìfica con la cual el sujeto accede a la percepciòn del fenòmeno del duelo, ha de provenir de estos tres grandes periodos influyentes en la formaciòn de la evoluciòn de la vida pulsional inconsciente, las fases temprana e infanti, la triangulaciòn edìpica y las fases posteriores. 37 38 EL DUELO PSICOPATOLOGICO EN JOHN BOWLBY En los años sesenta J. Bowlby planteò ampliamente su teorìa acerca del duelo basado en la experiencia clìnica de la Tavistock Clinic, el sentimiento de pèrdida en los adultos fue ademàs trabajado por Colin Muray Parkes (1975) y Robertson (1952), con la infancia, la caracterìstica fundamental de estos trabajos es su efecto de complementariedad y confirmaciòn con respecto a la teorìa original del apego, se pudieron organizar una serie completa de conceptos que permitieron una comprensiòn empìrica de la angustia en el fenòmeno de la separaciòn. En esta direcciòn, la visiòn del duelo es enfocada especìficamente por la teorìa de la separaciòn, la teorìa de la angustia por el sentimiento de pèrdida. Se consideraba el surgir de la angustia en cuanto una respuesta basada en el principio de la realidad respecto a una amenza de separaciòn o a la vulnerabilidad frente a una posible pèrdida. En un contexto donde un sujeto cuida o ayuda a crecer a otros la relaciòn de complicidad se extiende a toda la vida adulta con los signos particulares de identificaciòn o de patologìa. La angustia con respecto a la amenza de separaciòn re-aparecerà cada vez que la separaciòn o su posibilidad amenacen la estabilidad de las relaciones progenitor-hijo, adulto-cònyuge, adultocompañero Los componentes de una angustia de separaciòn son introducidos por un conjunto de ideas e imàgenes inquietantes que temen el incremento del dolor y el aumento de la tensiòn, podràn manifestarse peticiones de ira, protesta, e inconformidad cuya finalidad es la de registrar el principio del displacer y de “castigar” al responsable de esta situaciòn, para que la ausencia de este sujeto no se convierta en un hecho repetitivo o mecànico, para buscar prevenir la repeticiòn de la ausencia. J. Bowlby considera su teorìa del duelo como una forma especial de angustia de separaciòn, consolidando la pèrdida una presentaciòn de la ausencia del todo ineludible, las secuelas psìquicas de una separaciòn traumàtica son analogables a las respuestas inflamatorias, se trata de manifestaciones regulares de respuestas fisiològicas al trauma fisiològico caracterìsticas de cada sujeto. Las primeras percepciones ante la experiencia de la muerte coinciden con la presentaciòn de 39 intensas cargas de angustia por el sentir y la culpa de la separaciòn forzadas, se persiste en la creencia de no poder soporar las exigencias de la vida diaria con el sentimiento de ausencia y vacìo, con oleadas confusionales que inundan los pequeños actos cotidianos, se trata en esencia de una separaciòn obligada, espontànea y no un convenio establecido por las partes. Los primeros niveles de elaboraciòn del duelo son caracterizados por la manifestaciòn de diversas modalidades psìquicas o fisiològicas basadas en los relativos niveles de intensidad en la angustia de separaciòn. Los demàs niveles presentan rasgos derivados de la evidencia que circunscribe la infelicidad y el dolor, la confusiòn y la impotencia, ausencia del sentimiento de protecciòn y de consolaciòn, a partir del sujeto ya no disponible para nosostros. Considerando los anteriores factores describimos ahora los tres niveles de elaboraciòn del duelo postulados por J. Bowlby. Los tres niveles de elaboraciòn del duelo en J. Bowlby Nivel I: El estado de “paràlisis”. El sujeto se siente como estrellado contra la terrible realidad de los hechos estableciendo una especie de complicidad pacìfica con la crueldad que se presenta y que constituye un primer estado del todo perentorio, se trata de una especie de fuga re-asegurante ante la expectativa de posteriores noticias o de ulteriores especificaciones que atenùen la intensidad del acontecer. Las manifestaciones han de oscilar entre el cierre frontal de toda emociòn, actitudes destinadas a la negaciòn de los acontecimientos, y la espera procesual de un desenlace menos doloroso, que brinde mayor protecciòn, para dar salida al verdadero devenir de los sentimientos. Nivel II: El estado de la exploraciòn psìquica e irritaciòn. Segùn Bowlby la centralidad del conjunto de reacciones en torno a la experiencia del luto se ha de investigar con base en la bùsqueda del objeto perdido. Se presenta una modalidad de movimiento divagante donde el propòsito especìfico es el de poder dar tiempo a la realidad externa para que esta cambie aquello que ha sucedido por otro tipo de realidad màs accesible a la percepciòn, es decir menos dolorosa ante la vivencia de los recuerdos y el pasado sin su ausencia, como esperando que el sujeto que se ha ido para siempre pudiera de alguna manera presentarse de nuevo. Adviene el sentido del abandono y una tendencia a recordar cada mìnimo acontecimiento del pasado en cuanto posibilidad de que algo pueda volverse a repetir, habrìa de experimentarse el fenòmeno psicoanalìtico de la compulsiòn a la repeticiòn con la recurrencia a la sucesiòn de recuerdos y vivencias anteriores como mecanismo de 40 refugio psìquico y estrategia de auto-consuelo. Con respecto a la tendencia de exploraciòn psìquica Freud ha escrito en 1917 que el propòsito final consiste en poder ir consolidando la idea de la disociaciòn, el des-atarse de aquel lazo anterior: “El luto tiene una tarea fìsica muy precisa por cumplir: su funciòn es despegar del sujeto muerto los recuerdos y las esperanzas en el sujeto que ha sobrevivido”. En forma diferente, Bowlby observa que, en tèrminos evolutivos, la exploraciòn mental del sujeto que ha sovrevivido tiene como funciòn esencial la bùsqueda por re-encontrar el objeto perdido y de volver a unirse a este. La imperancia y la repeticiòn de las imàgenes y de evocaciones pasadas constituyen un “escenario perceptivo” (perceptual set) con la pretenciòn de querer ver y escuchar al sujeto perdido.11 La irritaciòn tambièn hace parte integral de las manifestaciones que se presentan ante la experiencia del duelo, no hemos de acceder al concepto de agresividad en cuanto esta modalidad de irritaciòn psìquica en muchas ocasiones no se manifiesta externamente ni se encuentra como rasgo caracterìstico en todas las expresiones de afecto o contrariedad. Se trata de una respuesta comùn ante el sentido de la separaciòn, la dimensiòn de esta irritaciòn psìquica sea esta pequeña o desproporcionada se puede analizar bajo el criterio de la exploraciòn por alcanzar un final màs o menos deseable, màs o menos exitoso, como intentos repetitivos por restablecer la integridad del sujeto ausente. C. M. Parkes plantea que una historia subjetiva con excesiva dependencia y exclusividad en el monotropismo (es decir, una singular base, segura, y no dividida con otros seres), representa un significativo factor por el cual la predisposiciòn a la reacciòn ante el luto del sujeto ausente puede ser muy prolongado.12 Nivel III: Desorganizaciòn, confusiòn y re-organizaciòn. Bowlby correlaciona la experiencia traumàtica del duelo con el juego del “columpio” desde el cual es extraìda tempestivamente una persona, permitiendo que aquella que se encuentra sobre el columpio deba necesariamente descender a tierra privàndose del equilibrio requerido que la relaciòn con el Otro le permitìa disfrutar, inicialmente habìan dos sujetos complices de su relaciòn objetal o no objetal, luego, como consecuencia del schok por la ausencia repentina de un sujeto ya no existirìa màs dicha reciprocidad. Escribe C. S. Lewis, a propòsito de su existencia sin el sujeto11 Holmes, Jeremy. (2014 ). John Bowlby and Attachment Theory. Raffaello Cortina Editore. Milan. 12 Parkes, C. M. (1975). Bereavement: Studies of Grief in Adult Life. Penguin. Londres. 41 objeto de amor: Una vez habìan tantos caminos, y ahora hay tantos “culs-desac”13. No sòlo expresa el dolor y la confusiòn por el significado del tiempo sin aquel sujeto de amor, ahora ausente, sino que ademàs se ha perdido la base de seguridad psìquica a la cual se acudìa permanentemente para tratar de solucionar las dificultades diarias, se trataba en evidencia de una base construida y sostenida por ambas partes de la relaciòn. El hecho real de la pèrdida genera una especie de caos en la dinàmica psìquica de quien la padece, las ideas, expectativas y valores que dependìan del lazo moral con el sujeto ahora ausente comienzan a entrar en duda, se tratarìa en ultima instancia, de una respuesta al sentido del vacìo y la falta de alternativas visibles en lo inmediato. Freud, exponìa al respecto que el aparato psìquico invierte una gran cantidad de energìa y de trabajo buscando encontrar nuevas conexiones humanas, inicialmente habrìa de tratarse el efecto de la identificaciòn con el objeto perdido. Las caracterìsticas del sujeto perdido tienden a ser re-construidas en el mundo interno de manera que dicho objeto, ahora ausente, pueda continuar a vivir en cuanto componente de una representaciòn de la realidad.(Klein, 1921-1958) 14 Es posible que si el sujeto logra establecer dicho modelo de reconstrucciòn interna, ulteriormente podrà establecer nuevos contactos afectivos en el contexto del mundo exterior. M. Klein, postulaba que la depresiòn, la apatìa, y el sentimiento de lejanìa padecido por el sujeto que ha quedado solo corresponden a una modalidad de regresiòn con respecto a la infancia, la seguridad que ha construido durante tanto tiempo de repende es destruida por la intensidad del dolore en el luto. El sentido del luto es lastimano dràsticamente por ideas angustiosas, ideas persecutorias y por el sentimiento de culpabilidad, el sujeto se remite, retrospectivamente, al pasado, donde puede encontrar episodios similares relacionados con el sentirse abandonado o el sentirse fracasado. Durante el nivel de la desorganizaciòn el sujeto que sufre la perdida del Otro se siente vìctima de las dudas, sin embargo, luego del transcurrir de un tiempo especìfico, los hechos mismos reclaman su veredicto, el objeto no existe mas, el objeto no existirà mas sobre cada uno de sus recuerdos y sobre sus expectativas futuras. Su esfuerzo tiene que ver con el propòsito cotidiano de re-construir la estructura del mundo interno, una existencia entera y llena de ciclos de “ruptura y re-construcciòn” nos prepara para enfrentar las inevitables perdidas de la vida. Cualquier ventaja observada en el proceso temporal del duelo es el resultado de 13 C. S. Lewis. (1961). Diario de un dolore. Adelfhi Ed. Milàn. Culs-de-sac: camino sin salida. 14 Klein, M. (1921-1958). Scritti 1921-1958. Ed. Boringhieri. Turìn. 42 una profundizaciòn en la relaciòn del sujeto con los propios objetos internos, en el interès por desear re-conquistarlos despuès que hubo experimentado la herida de haberlos perdido.15 Bowlby tomaba una posiciòn crìtica frente a la teorìa kleiniana cuando esta supervaloraba los factores persecutorios al interior de un duelo considerable como normal (en lugar de ubicarlos en uno de tipologìa patològica), y por el hecho de olvidar la realidad de los riesgos a los que se puede exponer el sujeto que ha sufrido tal pèrdida. El trabajo del sentimiento de abandono y pèrdida ha de consistir en la construcciòn de una base interna cuando: -Exista un ambiente de soporte suficientemente confiable. -Exista un ambiente propicio como para permitir resistir la hostilidad. -Exista un ambiente adecuado como para poder permitir de transformar dicha hostilidad. -Se puedan formar nuevos afectos renunciando a los anteriores. Para Bowlby la posibilidad de una especie de descarga emotiva es un elemento indispensable en el proceso de un luto no patològico, de este modo se evita la compulsiòn defensiva exigida por la energìa de las emociones que han quedado sin expresarse. 15 Ibìdem. 43 44 LACAN Y EL DUELO “Escribir es perdurar en la palabra, creo que sòlo la ausencia puede nombrar a la ausencia. Pronunciar una palabra es fundar ya el olvido.” Isidoro Blaisten Segùn Lacan no existe relaciòn de objeto sin la influencia y las funciones de la experiencia del duelo. El problema psìquico del duelo es abordado desde un punto de vista contundente, se re-abre el discurso que pone al descubierto las diversas teorìas en torno al la constituciòn y la escisiòn del objeto. A diferencia de Freud que consideraba la funciòn del duelo el eje de la introyecciòn en cuanto base en las identificaciones del yo, Lacan considera la funciòn del duelo, como substrato de identificaciòn, la generadora de la relaciòn de objeto y de la accesibilidad a la posicisiòn de la subjetividad. El prototipo de cada nuevo objeto de amor proviene evidentemente de las caracterìsticas relativas al objeto de amor ausente, y especìficamente por este motivo, el sujeto se constituye en cuanto sujeto de una ausencia, sujeto con respecto aquello que no està presente. Para asimilar la relaciòn directa de ausencia con el objeto hemos de partir de una complicidad verificada por factores de reciprocidad, de modo que se inaugura el estado del duelo solamente en aquellos casos donde es factible afirmar: yo representaba su sentimiento de ausencia. La aserciòn que despliega la motivaciòn de los afectos al interior del duelo es explicada por la determinaciòn del objeto total y la factibilidad del duelo en cuanto posibilidad de re-pensar al objeto del duelo en cuanto objeto y causa del deseo. El dilema se esboza explìcitamente cuando surge el problema de sustituir, re-ubicar el lugar que habìa estado ocupado por el objeto de deseo, cuàles son los recursos psìquicos de los cuales se dispone para encontrarle un nuevo lugar al deseo, una nueva representaciòn, encontrar un lugar disponible para sustituir esta percepciòn con respecto a dicha ausencia colocada en escena por la experiencia del duelo. La experiencia del duelo convoca no sòlo el sentido de la pèrdida sino ademàs el 45 sentido de la confusiòn y la obstrucciòn. El lugar designado por duelo corresponde al lugar asignado al falo, su complicidad con el sentido radical de la ausencia y la necesidad fortalecida por el deseo postergan la actividad psìquica en aras de factibles satisfacciones posteriores, en bùsqueda de la sustituciòn del sentido de esta carencia. Es preciso poder declinar la realidad del duelo y su radical sentido de ausencia mediante los tres registros real, simbòlico e imaginario. El carácter intrìnseco del discurso y de la palabra que se presenta adyacente a todo sujeto del deseo proporciona el hecho de poder contar con un instrumento bàsico de fuga, el poder de la palabra, la narratividad y la representabilidad con respecto a cada recuerdo emancipado por la conciencia de la muerte del objeto en cuestiòn. El sujeto se haya repentinamente desprendido de una parte de sì mismo, desprendido en confrontaciòn abierta con la imperancia del deseo, con la ausencia del objeto del deseo, la Cosa instaura el diagrama doloroso de la separaciòn, el sujeto se ve precipitado hacia un abismo al encontrarse despojado de una parte de sì, en cuanto sujeto de lo inconciente. Al apagarse la fuerza del deseo, cuando inicia la fase post-edìpica en la evoluciòn de la libido infantil, observamos la precipitaciòn de un duelo inconsolable frente a la presencia del objeto perdido de la primera infancia, como producciòn de una conformaciòn de orden narcisista, bajo el predominio del fantasma y las construcciones imaginarias con las cuales el sujeto se pueda identificar, intentarà encontrar el modo màs apropiado por medio del cual desinstalar el lugar del vacìo que durante la instauraciòn del duelo pudo haberse apropiado de las identificaciones con modalidad objetual. El objeto del deseo “ɑ”, en la formulaciòn de lo fantasmàtico, representa el sub-rogado del sujeto en cuanto tal, corresponde al objeto que conserva la vinculaciòn con el sujeto, incluyendo todo aquello que no le pertenece, sus carencias, y lo que no le constituye, en cuanto existencia subordinada de este objeto es posible deducir que no coincide precisamente con la existencia de la representaciòn del falo. Es de considerar al objeto “ɑ” en cuanto fruto de un conjunto de identificaciones re-direccionadas hacia un fin especìfico orientado por la libido invertida en el objeto de amor, se trata de señalaciones a nivel de lo inconciente que comprueban la eficacia de las medidas dispuestas por el yo para instaurar el inicio de la vinculaciòn con el amor o con el duelo por la pèrdida de este amor. El amor por el 46 objeto y el duelo por el objeto perdido emprenden en este sentido senderos paralelos pero con una destinaciòn diferente u opuesta, mientras que el primero “enhorabuena” conducirìa a la sublimaciòn el segundo puede sobrellevar a la psicosis melancòlica o patologizaciòn de la memoria del objeto ausente. En Lacan, el estado de la melancolìa es determinado por la evidencia de la introyecciòn cuyo ènfasis es tan elevado que no permite la constituciòn del objeto “ɑ” en cuanto entidad propia para poder distinguirse de la cualidad, imagennarcisìstica intrìnseca, o sea, ί(ɑ), de la cual el sujeto obtiene una ganancia asimilable a los impulsos del yo cuando estos son dirigidos hacia la reciprocidad encontrada en el objeto del deseo. Hermenèuticamente, el proceso llevado a cabo por las diversas fases del duelo implica la necesidad de dar respuesta a una exigencia en el orden del mundo interno, en el orden de una nueva serie de representaciones acerca del vacìo, acerca de aquello que ya no existe en lo real, para lo cual habrìa de constituirse un nuevo dispositivo conceptual, un nuevo catàlogo semàntico al nivel del discurso del dolor, del trauma, representar lo que no es representable, ocupar el lugar que ya no es lugar sino precipitaciòn hacia el no- discurso, hacia el no-deseo. Segùn Freud, en la experiencia del duelo no habrìa posibilidad de representaciòn de la muerte, representaciòn del objeto ausente, con un tiempo o un lugar indeterminado en lo incosciente, desde Lacan, la identidad de la vinculaciòn con la imagen del objeto perdido sufre una trasnformaciòn y su carácter absoluto lo estructura en cuanto objeto ausente no sustituible, objeto ausente establecido en la representabilidad de lo inconciente como entidad ya no subsistente por sì misma. En esta fase intermedia de la vivencia de la experiencia del duelo a partir de la teorìa explicitada por Lacan se hace indispensable convocar y recurrir al orden de lo simbòlico, sin embargo, es en esta direcciòn donde predomina el semblante de la impotencia e incompletud de este orden para cubrir hermenèuticamente el orden de lo real. Es en este territorio donde se re-producen deliberadamente las formas patologizantes de lo imaginario. La irreductibilidad de la experiencia del duelo es una controversia abierta y expuesta al problema de la factible insustituibilidad de la vinculaciòn con el objeto ausente, este proceso de sustituciòn de las inversiones libidinales no es del todo gratuito, en especial, no hay linealidad en sus funciones ni en las derivaciones patologizantes. 47 48 M. RECALCATI Y LA SUBJETIVACION DEL TRAUMA EN CUANTO PERDIDA16 1. La negaciòn manìaca del luto Recalcati plantea redireccionar el trauma de la pèrdida en cuanto experiencia de subjetivaciòn. Un primer factor a tratar tiene que ver con la negaciòn manìaca del duelo como reacciòn a la inconmensurabilidad del hecho, la manifestaciòn de este fenòmeno tiene que ver con evidenciar al nivel del sìntoma la negaciòn de su importancia, del dolor, es un acontecer del todo inadmisible, la muerte en cuanto una realidad que no se puede digerir. El aparato psìquico se sirve del recurso preventivo de querer olvidar y evitar la representaciòn de aquello que ya ha sucedido. La percepciòn que busca desvalorar el alcance de la enfermedad por ejemplo, se explica mediante el negacionismo absoluto de la posibilidad misma de la finitud, incluso antes de la ausencia del ser querido. Una previa disposiciòn a considerar la trascendencia misma de la muerte coincide con un negacionismo manìaco comprendido como una operaciòn defensiva frente a la presencia de lo real, la enfermedad, el fenecer. El nùcleo evidente del problema en el negacionismo manìaco consiste en ignorar y rechazar tenazmente la correlaciòn directa de un hecho previo a la muerte con dicha posibilidad, de modo que se fortalecen aquellos mecanismos psìquicos destinados a defenderse de aquella idea -la muerte- en cuanto es del todo, en principio, irreal. El sujeto ha de confrontarse con la propia hostilidad, en tèrminos de autoagresiòn, expresando signos palpables de malestar al presentarse espontàneamente la muerte de un sujeto real. “Por esto nuestra relaciòn con la muerte es siempre màs difìcil de simbolizar”17, en un mundo inclinado a celebrar maniacalmente las conductas sociales, sin hacer factible la vivencia de la ausencia, sin percibir el vacìo de la existencia a partir de la negaciòn de un discurso prohibido por la efervescencia de nuestros hàbitos festivos, referir pùblicamente el 16 Massimo Recalcati es un reconocido profesor Universitario en la universidade de Pavia, -Italia-, trabaja en Milan y es el fundador del Centro de Clìnica Psicoanalìtica para los nuevos sìntomas: Jonas Onlus. 17 Recalcati, Massimo. (2015). Incontrare l'assenza. Asmepa Ed. Bologna. 49 discurso de la muerte es observado como un hecho indiscreto, retrogrado, obseno.18 El problema del discurso sobre la muerte es delegado, postergado o sustituido por la construcciòn social dominante, negar la existencia y la inmediatez representa la imposibilidad de llenar, completar, el vacìo que abruma nuestras vidas. Sin embargo, el objeto que se ha ido ha sido privado de su sustitubilidad, no puede ser ya sustituido, es negada mediante la posiciòn manìaca, deconstruye el evento innombrable de la experiencia de la muerte en cuanto se instaura como un recurso de fuga, el luto es un estado de fuga compleja cuya meta final, puede hipotetizarse, es el encuentro con otro objeto-promesa de salvaciòn y redenciòn. El sentimiento de ausencia y vacìo es rechazado en lo personal y en lo social, en lo psìquico y en el desfìo con lo real. La negaciòn manìaca es interpretable en cuanto propòsito que des-sensibiliza al sujeto frente al dolor causado por el duelo, es definida ademàs por un exorcismo y una reacciòn anestèsica mientras que el sentido de la pèrdida trae con sè la aflicciòn psìquica, un pensar tormentuoso o melancòlico. 2. La aflicciòn melancòlica como fracaso del trabajo del luto Se trata de un segundo camino tambièn sintomàtico que busca reaccionar melancolicamente ante el sentido de la pèrdida. El sujeto se halla inmerso en pensamientos e ideas que no le permiten olvidar su relaciòn con el objeto ausente, la respuesta melancòlica se centra en lo insustituible de la pèrdida, ya no pretende mecanicamente sustituirlo como en el caso de la soluciòn manìaca. De hecho, en la actitud melàncolica, la sombra del muerto, la sombra de quien ya no existe, la sombra de quien està a punto de irse, recae sobre el yo, como si èl mismo se sintiera tambièn un objeto perdido semejante a quien ya se ha ido. Perder el objeto amado significa en ùltima instancia perderse a sì mismo, el recuerdo permanente del objeto siempre presente es la caracterìstica fundamental de este recurso psìquico, no ha sido posible todavìa la separaciòn, se pierden las motivaciones para vivir y para enfrentar el mundo externo. Todo ligamen con el objeto ausente actùa devorando, debilitando, mortificando al sujeto, el estado del duelo no se percibe como algo transitorio sino en cuando una condiciòn sine qua non de la existencia, se apagan las expectativas con respecto al futuro, no se realiza un verdadero trabajo de duelo. 18 Cargnello, Danilo. (1966). Aspetti modali e momenti costitutivi del mondo maniacale. Ed. Feltrinelli. Milan. 50 Los niveles de idealizaciòn del sujeto ausente, sus valores, principios, obstaculizan el trabajo del duelo, la experienca del afecto depresivo corresponde en diversa medida a referencias narcisistas y a la idealizaciòn del objeto sin posibilidad de asumir su pèrdida. Las evocaciones afectivas de la imagen idealizada del Otro ausente provocan ademàs ideas de autoreproche u culpabilizaciòn considerando la muerte del Otro un hecho comprobante de nuestra participaciòn quizà voluntaria o no de lo que haya sucedido, todo hubiera podido ser diversamente. En algunas ocasiones detràs de estas manifestaciones de preocupaciòn se ocultan de modo inconsciente aspectos agresivos con referencia a proyecciones en torno al sentirse abandonados por quien se ha ido, el objeto nos odiaba tanto que ha decidio irse, por este motivo se harìa merecedor de todo nuestro odio y ya no de nuestro amor, ha realizado un gesto del todo egoista y mezquino. Otro factor concomitante que influye y determina enormemente el trabajo del duelo tiene de ver con el tiempo y la duraciòn del trabajo del duelo, constituirìa fundamentalmente algo transitorio y no un estado permanente, el progreso esperado en la evoluciòn, tomar consciencia de la mayor parte de los factores reales que han dado lugar al hecho biològico ayudarìa preponderantemente al trabajo del duelo para que este no se quede anclado en una posiciòn melancòlica, depresiva, pre-psicòtica qu indicarìa un entregarse total al abandono de las ideas en torno al sujeto ausente. 3. El trabajo del duelo y el problema de la memoria del sujeto-ausente El trabajo psìquico adjudicado a la memoria del sujeto-ausente realiza una especie de proceso afectivo paralelo al proceso realizado por el trabajo del duelo, es precisamente la capacidad de la memoria la que emprende una modalidad especìfica de reacciòn ante el mundo externo y ante la informaciòn que le plantea la realidad de los hechos. Hemos considerado que las dos salidas teorizadas por la imperancia del duelo corresponden a la reacciòn melancòlica y a la reacciòn manìaca, ambas ya desde un inicio son caracterizadas por su infructuosidad, por un desgaste excesivo de energìa en busca de una soluciòn alucionatoria, temporal o definitiva al dolor y la ausencia imprevista, al schock emocional definido en tèrminos aproximativos como el umbral prepsicòtico del trabajo del duelo. La pregunta lanzada por Freud es còmo poder modificar el estado del duelo para 51 convertirlo en un trabajo productivo que no obedezca sòlo a tendenecias de orden thanàtico sino ademàs que contenga un proyecto vital no doloroso, para que el sujeto no tome una posiciòn pasiva con respecto al sentido de la pèrdida si no que pueda acceder a recursos psìquicos necesarios para trascender el signo tràgico de la muerte. Se considera terapèutico la bùsqueda natural de una separaciòn real y no sòlo imaginaria, una liberaciòn de las cadenas simbòlicas que han atado al sujeto a sus representaciones emotivas. Recalcati sintetiza su reflexiòn acerca del trabajo del duelo evidenciando cuatro factores centrales en la experiencia del duelo segùn la visiòn presentada por Freud: 1. La importancia intrìnseca del tiempo. Los efectos individuales han de requerir una elaboraciòn necesaria orientada hacia el combate de una resoluciòn patològica, se trata de un proceso pre-conciente donde la infinidad de reperesentaciones unidas a vivencias de recuerdos y estìmulos vinculares responden a el requerimiento de acompasar la disminuciòn del impacto psìquico con el transcurrir temporal cuyo punto cero de partida es precisamente el hecho de la muerte y la ausencia del objeto ausente, desde ahora reconocido en cuando no-objeto, el no-lugar-del-objeto, la obnubilaciòn del horizonte posible cuando el tiempo pierde su sentido anterior bajo la presencia del objeto, se trata de un segundo tiempo de redenciòn, re-conciliaciòn con el contraste afectivo y el legame construido. 2. La aflicciòn psìquica. Se requiere implementar una reorganizaciòn psìquica de las prioridades como fruto del encuentro con la experiencia del duelo, en este sentido habrìa de inserirse en la vida cotidiana aquellos recursos operativos que permitan al sujeto la sustituciòn de lazos afectivos anteriores y ahora inexistentes. Tambièn el dolor psìquico ha de sobrepasar el duro juicio de la no-sintomatologìa. ¿Hasta què punto la experiencia del dolor psìquico se considerarìa dentro de los lìmites de aquello no patològico? El sujeto goza de un mundo abierto de posibilidades a partir de las cuales reinicia modalidades de vìnculos factibles, re-construcciòn de lazos destruidos, a partir casi de las cenizas, o a partir de un vacìo sentimiento de pèrdida, donde intentarà ahora recuperar aquellos signos de promesa de placer, de satisfacciòn , objetualizaciòn sustitutiva, ya no thanatizante sino erotizante de las perspectivas existenciales en torno al yo. La riqueza, en este orden de sucesos, es poder percibir aunque en mìnina parte la conciencia del potencial 52 relacional, hacia las demàs personas, el discurso que le enlaza a representaciones de contenido semàntico profundo, lo que ayuda a liberar las cargas afectivas represadas como en una especie de hidroelèctrica afectiva con respecto al mundo abierto de las interelaciones. Durante los acuerdos que se realizan en la terapia psicoanalìtica se plantean ademàs los aspectos de la necesidad de un discurso abierto y desencadenante, tal vez liberando las cargas de la culpabilidad y los deseos inconcientes de muerte hacia el objeto. 3. El ejercicio de la memoria. En concomitancia con el problema de la aflicciòn psìquica y con la importancia del tiempo en la experiencia del luto la funciòn de la memoria cumple el trabajo de intentar desalojar contenidos psìquicos incomodos que se habìan establecido como base de la relaciòn vincular. Son aquellas representaciones aisladas o en medio a un conjunto significativo de recuerdos los que remiten a la memoria a la experimentaciòn de un padecer mayor o menor de acuerdo a la aceptaciòn o no del principio de realidad. Se trata de una guerra abierta entre la funciòn de la memoria y el efecto del olvido, mediante el trauma del luto el aparato psìquico quisiera que los recuerdos tuviesen un matiz satisfaciente, esperanzador, permeable, sin embargo su matiz se revela evidentemente doloroso en cuanto ya no es posible controlar toda referencia simbòlica hacia el objeto ausente. 4. ¿Còmo acceder al lugar del olvido implementando el camino de la memoria? El propòsito ilusorio corresponde al de poder hacer sepultura al objeto amado simultàneamente a la desapariciòn de su recuerdo, de su memoria erotizante, estabilizadora, protectora. Esto es un hecho imposible en cuanto la experiencia del duelo es en esencia la celebraciòn de la no-vida, su negaciòn, se asume o se niega el caràcter insustituible del objeto perdido, como un objeto ausente que no se puede ubicar en la prospectiva futura del semblante vincular, es una revoluciòn del lazo emotivo lo que invita al sujeto a replantear el estado de su organizaciòn libidinal, habrìa de construirse un puente entre dicho acontecer que representa la negaciòn de la existencia y la aceptaciòn a largo o mediano plazo de las condiciones impuestas por el principio de realidad donde los criterios de apego y desapego al objeto de amor responden a una dinàmica diversa. 53 54 DIAGRAMACION DEL NUCLEO TRAUMATICO EN CINCO FASES Planteamos una propuesta teòrica que tendrìa como finalidad especìfica poder brindar elementos de anàlisis en respuesta al problema de còmo enfrentar el estado del duelo en la terapia y en el estudio clìnico de casos asociados a una o varias de las siguientes fases: Fase 1: Es la fase de instauraciòn del yo. Se trata de considerar al yo en cuanto poseedor de una carga narcisista, congènita que se ha ido fortaleciendo con la bùsqueda de la satisfacciòn de las necesidades bàsicas y aquellas relativas a la esfera psìquica. En este sentido señalamos como una caracterìstica natural del ser humano la bùsqueda del objeto de amor, la pulsiòn que gobierna el destino de los acontecimientos en torno a la organizaciòn vincular, de relaciòn, de afecto y de proyectos en comùn con el Otro, colocando en escena la confrontaciòn con los intereses y el deseo del Otro, aquel Otro destinado a ser representaciòn especular de nuestro deseo, de nuestro deambular infantil hacia el reconocimiento de nuestras carencias, nuestros vacios, y nuestra soledad. Es la fase de toma de conciencia de la ausencia y la necesidad del objeto de amor, aquel amor proyectado hacia el Otro desde la primera infancia y que ha sido relegado a las primeras figuras de identificaciòn. El yo es caracterizado por el aumento de su carga narcisista y de su carga objetal en potencia sin existir todavìa un objeto de amor intermediario, es el sujeto que inaugura su estatuto de subjetividad en medio y con los Otros. Fase 2: El encuentro con el objeto-de-amor-intermediario-relativo. Es la fase donde el yo realiza el encuentro con el objeto de amor. Las cargas narcisistas son puestas en discusiòn entorno al revestimento proyectado hacia el objeto-de-amorrealtivo, (en cuanto es susceptible y està expuesto a las condiciones naturales de la existencia humana como la de la enfermedad, muerte). La entrega al objeto de amor desvela el potencial energètico del cual dispone el sujeto hacia la realizaciòn y el encuentro con el Otro, dispone de su tiempo, de sus actividades, de la recreaciòn, el lenguaje, para compartir y emprender proyectos con el objeto de 55 amor. Nos referimos a la categorìa de intermediario para indicar el estado de relaciones complementarias que pre-existen entre la situaciòn del sujeto deseante, y el objeto deseado donde habrìa de analizarse la incongruencia que existirìa entre la tendencia al principio de realidad y la tendencia al principio del placer, la lucha que gobierna los conflictos del yo en la Fase 1 con respecto a los conflictos hallables en la Fase 2, entre el mundo interno y el mundo externo. Se trata del encuentro grato con el objeto intermediario de amor al cual habrìa de beneficiarse con la puesta en marcha de todos los recursos psìquicos dispuestos y conocidos, dirigidos hacia la conquista, elecciòn y acuerdo con el objeto -relativo-de-amor. Fase 3: Representa el estado temporal de la muerte del objeto amado. El deceso nos precipita hacia el abismo de la incomprensiòn, hacia el encuentro inhòspito con el trauma de la ausencia inesperada o no del objeto, es el estado de la consternaciòn preconciente, una modalidad de colisiòn con lo real del mundo exterior, donde nuestro mundo interno participa sintièndose protagonista directo de los hechos y donde la dualidad pasado-futuro se presenta repentinamente sesgada por la imperancia de un acontecimiento experimentado en cuanto una violencia interna del aparato psìquico, una fracciòn del yo se desprende del tronco simbòlico del afecto adquirido, la sensaciòn del vacìo se apodera de la percepciòn primaria sobre la no existencia del aquel ser objeto-relativo-de-amor, el intercambio de complicidades padece una fractura radical e imperecedera sin posibilidad del retorno al pasado. Fase de la producciòn angustiosa con respecto a la separaciòn concreta y caìda de la representaciòn segùn la intensidad de la carga libidinal o ero-thanàtica invertida en la relaciòn y en la interpretaciòn de la reciprocidad. El yo es subordinado a las coordenadas establecidas por las condiciones del mundo externo cada vez que existe un contraste concreto y opuesto entre sus deseos y las respuestas que ofrece el choque con lo real, es la fase del inicio del proceso que habrìa de llevar a la finaizaciòn de la relaciòn objetal antes establecida, sin emabrgo, dicha circuntancia finalizante no se visualiza automàticamente sino que ha de requerir de una serie compleja de requisitos para avanzar hacia la fase de la elaboraciòn conciente y la posible aceptaciòn o sustituciòn efectiva del valor de la representaciòn asumida. Fase 4: Estado posterior a la muerte del sujeto vinculante. La respuesta a la primera percepciòn del estado ofrecido por lo real corresponde al de la negaciòn psìquica y a la imagen alucinatoria de aquel sujeto en cuestiòn como un ser presente, cercano, activo, ocupando un lugar y un espacio vital entre nuestros 56 recuerdos. El juego tràgico controlado por la memoria afectiva y por las cadenas emotivas que nos han ligado durante un tiempo imprevisto a la compañía con el objeto-relativo-de-amor nos precipita ahora hacia el desencuentro cruel con la experiencia del no-lugar, con la experiencia amarga de la no-representaciòn, con el inicio del malestar “psicofìsico” desde una desidentificaciòn obligatoria con los valores y criterios planteados por la relaciòn con el objeto de amor ya no existente. Inicia un proceso temporal de dis-relaciòn con respecto al estado de parentesco donde procede con cautela la desligazòn de las cadenas vinculantes y donde podrà surgir espontàneamente el sentido variable de culpabilidad, nunca he deseado tu muerte vs. Siquiera que te fuiste para siempre, como en una ambivalencia dialèctica de sentimientos contrastantes y paradòjicos que martillan nuestra actividad racional cotidiana. El conjunto de pensamientos e ideas que se producen en torno al estado del duelo habrìan de emprender una persecusiòn en contra de los afectos derivados de la relaciòn placentera o satisfactoria con el objeto de amor, la actividad racional trabajarìa de este modo con el propòsito de culpabilizar la dimensiòn erotizante que el yo ha sabido desprender hacia el revestimento del objeto, el haberse beneficiado de su presencia y no haber podido evitar el hecho de su muerte a pesar de la complicidad establecida durante la vivencia de tantos acontecimientos. En esta fase de confrontaciòn con la negaciòn del hecho real de la muerte no existe la tendencia al sentido de la resignaciòn, mientras que el proceso temporal no implique la bùsqueda conciente o inconsciente de una sustituciòn de las representaciones de valor unidas a la integridad del objeto ausente, es factible admitir que el sujeto se halla en calidad de “huèrfano” objetivo de una concomitancia ausente, cuyo trabajo imperante ahora es llenar de significado ese grande vacìo procurado por la grieta eròtico-thanàtica establecida por la expeiencia del duelo. Es en este intermediaciòn temporal donde se ratifica el requisito indispensable que provee la deconstrucciòn de la estructura simbòlica edificada en torno a la vincularidad, la representabilidad, la protecciòn del sentido unificante con respecto a la complicidad del Otro-parte-integrante-propio-yo, parte constituyente de la propia proyecciòn eròtico-thanàtica y de la sublimaciòn del narcisismo secundario en amor oblativo. Se tratarìa, en sìntesis de implicar un proceder por la deconstrucciòn de una construcciòn temporal realizada con base en la experiencia de identificaciòn recìproca o no, y de experimentar la precipitaciòn del ocaso, del vacìo, de esa 57 grieta simbòlica que ha dividido la participaciòn en aquella especie de contrato semàntico. En la fase cuatro encontramos la negaciòn traumàtica de los hechos reales de frente a la impetuosidad del acontecer, no hemos planteado la persistencia de factores sintomàticos que indiquen la observaciòn mecànica de tipologìas nosogràficas necesarias, es decir, habrìa que rastrear las medidas y los alcances particulares por los cuales cada experiencia del duelo merece un anàlisis independiente y los elementos patològicos han de complementarse con lo psicosomàtico, los cambios radicales en las conductas y las transformaciones contrastantes en la salud psìquica y fisiològica. Fase 5: El regreso al mundo real. En contraposiciòn a la alteraciòn del mundo psìquico constituido por el trauma del duelo donde prevalecìan escenas imaginarias y representaciones alucinatorias donde se conservaba aùn la esperanza de volver al pasado para re-encontrar aquel objeto-relativo-de-amor, pleno de contenido y significado, aquì se propende por una admisiòn conciente, paulatina, acerca del vacìo y la ausencia del objeto ausente en cuanto un hecho real. El sujeto ha relizado una especie de aprendizaje vivencial donde la acumulaciòn de nuevos intereses, innovadoras expectativas, y novedosos deseos, han iniciado el proceso de sustituciòn de las investiduras ero-thanàticas que alguna vez estuvieron atadas al objeto-relativo-de-amor, aquellas antiguas cargas de afecto ahora se hayan fortaleciendo la novedad presentada por el mundo real, el sujeto entra en una fase de des-identificaciòn frente a los signos construidos en torno al vìnculo afectivo anterior, se trata de aquella plasticidad psìquica saludable y caracterìstica cuando se involucran nuevas representaciones de valor sobre un objeto sustitutivo por ejemplo, o mediante la entrega de la propia energìa en una obra social, un ideal, un trabajo, estudio o servicio, etc. Es la fase donde la representaciòn de la ausencia habrìa de ser transformada y hasta cierto punto sublimada, el yo tiene como funciòn fundamental fortalecer su propia integridad y la relaciòn de èste con las demàs instancias psìquicas, para ello habrìa de tomar medidas necesarias para no quedarse fijado a contenidos primarios, pasados, donde lo paradigmàtico pudo haber sido lo patologizante, como emblema prototìpico del semblante a partir de las derivaciones vinculares y no una una interacciòn directa con las exigencias del presente. Los grados variables de aceptaciòn tienen que ver con una des-identificaciòn progresiva, preconciente, ya no bajo la dimensiòn de la depresiòn post-duelo sino con apertura hacia una sublimaciòn objetivante, como instaurando confrontaciones directas con 58 las propias carencias, en este sentido, la orientaciòn en la deconstrucciòn determinaria una neo-natalidad afectiva, singular, un nuevo nacer pleno de perspectivas. 59 60 “FOTOSINTESIS” DEL POST-DUELO EN CUANTO TRANSFORMACION DEL METABOLISMO THANATICO EN METABOLISMO CREATIVO Se trata de crear las condiciones necesarias en la cuales puede llevarse a cabo una especie de profilaxis didactizante destinada a transformar el metabolizar de orden thanatizante en un metabolismo de orden creativo mediante un proceso de implementaciòn de fuentes externas e internas (percepciones, intuiciones, narraciones, re-novaciòn de representaciones de recuerdos, estìmulos externos e internos, incremento de la capacidad para innovar la propia vida) con el propòsito de consolidar un estado psicosocial en grado de metabolizar con mayor permeabilidad los factores relacionantes con el estado psicothanàtico implantado por la experiencias conflictivas de orden infantiloide y los aspectos relativos al duelo cuya funciòn esencial es la de re-activar fantasìas o emociones provenientes de fases ya caìdas en el olvido por la dinàmica psìquica del sujeto. Los eventos que han determinado cierto nivel de relevancia en las primera infancia del sujeto componen el conjunto de factores que contribuyen a crear el ambiente propicio para la metabolizaciòn de la vida psìquica en cuanto esta es asimilable a una construcciòn elaborada fase por fase en el tiempo, dichos recursos sirven de andamio estructural para el fortalecimiento o no de la modalidad reactiva ante la presencia de la muerte del objeto-de-amor u otro sujeto considerado vinculante. El duelo actùa como evento-bisagra mediante el cual el anàlisis del pasado se enfrenta con la posibilidad de una prospectiva en ausencia del objeto indispensable de amor. Algunos de los afectos que para el sujeto resultaban claramente reconocidos e integrados por la relaciòn vinculante se observan ahora desintegrados por el efecto desestabilizante de la regresiòn abordada en el anàlisis de la ausencia tempestiva o no del objeto, ruptura de los lazos intermedios con el significante anterior. El proceso planteado por la fotosìntesis de los afectos negados en la infancia exigen ser nutridos por la comprensiòn de aspectos sòlidos en la identificaciòn del sujeto con representaciones edificantes referidas a elecciones de vida como profesiòn, estudio, vida emocional, arte, deporte, etc. Las percepciones que son producidas por una eficaz introyecciòn de los procesos de identificaciòn temprana 61 impulsan el deseo del sujeto hacia ideales cada vez mas lejanos. El intercambio de informaciòn que realiza el proceso de esta fotosìntesis con el mundo exterior configura el cambio adecuado para delinear un estado de orden factible para asimilar la intensidad del dolor en las fases primarias de la observaciòn del duelo en el sujeto. En algunas ocasiones, cuando el duelo suele obtener una destinaciòn patologizante la desilusiòn resultante por la desapariciòn del objeto-de-amor-real no es consecuencia de una ruptura en el orden lineal del significante vincular actual sino que obedece a la ruptura con la estructura primigenia derivante de la asimilaciòn con los primeros objetos de identificaciòn e introyecciòn. La depresiòn y los diferentes estados de melancolìa que puedan encontrarse ligados a la experiencia del duelo, en algunos sujetos, habrìa de responder a la percepciòn acerca de la imposibilidad de poder llevar a cabo las expectativas impuestas en principio por las variables del Ideal del yo, en su posiciòn pre-infantil o postinfantil. En su estado inicial el sujeto se precipita ràpidamente hacia aquellas representaciones que en un pasado proximo le han sido mayormente gratas o placenteras, sin embargo, se trata de un deambular casi ciego entre un bosque oscuro ya que lo que se obtiene es la certeza de un estado de cautiverio con respecto al cuadro general semàntico en el cual se enmarcan los signos y significados previos al estado y las fases recurrentes del duelo. Procesos metabolizantes de asimilaciòn con base en contenidos psicoanalìticos Nivel de partida 62 → Nivel de logro “BARICENTRO” DE LA DINAMICA PSIQUICA INHERENTE A LA EXPERIENCIA DEL DUELO En geometrìa se estudìa el baricentro de un cuerpo solido o de una figura geomètrica con base en el anàlisis matemàtico de su perìmetro, largueza, altura, volumen, peso, etc. En la investigaciòn psicoanalìtica de los procesos psìquicos llevados a cabo en la experiencia del duelo planteamos el sentido de la pèrdida del baricentro en cuanto reconocimiento de la falta del nùcleo central del operar psìquico debido a la confrontaciòn racional o pulsional con el impacto emotivo y existencia de la fuga del Otro, del marcharse maniacal del objeto-de-amor, u objeto complementario de existencia. El des-equilibrio al cual nos referimos parte esencialmente de una incitaciòn hacia nuevos horizontes que proponga senderos de protecciòn y auto-valoraciòn en las fases del proceso de duelo como la agresiòn, la negaciòn, la posibilidad de la aceptaciòn de la soledad, etc. El re-establecimiento del equilibrio emocional y el hallazgo del baricentro existencial constituirìa la sublimaciòn del sentido de la falta, y el encuentro de la prospectiva adecuada al valor del vacìo -estimado por el conjunto de las representaciones heredadas a partir del vìnculo y la complicidad-. El matiz primordial del baricentro tiene que ver con sensibilizarse ante la propia situaciòn en medio a la situaciòn de otros sujetos que acompañan las fases del desequilibrio, la desestabilizaciòn, o de la ausencia de reciprocidad con el objeto. El amplio cuadro de reacciones que habrìa de presentarse puede ser explicado desde la base conceptual psicoanalìtica en cuanto un sistema de inter-relaciòn metapsicològico, epistèmico, psicoterapèutico o gnoseològico. El sujeto en falta se caracteriza por su extrema vulnerabilidad ante los factores que alteran, modifican o sustituyen su capacidad para emprender proyectos particulares con la ausencia del objeto en fuga, objeto de thànatos fisiològico y de la pulsiòn de muerte arraigada en la naturaleza no sòlo humana sino ademàs extendible a los demàs seres vivos. Cuando el ciclo psico-biològico parece interrumpirse abruptamente, aunque si no prevalezca el criterio analìtico del vìnculo objetal, la prolongaciòn de los afectos sufre una modalidad especìfica de frustraciòn melancòlica, el significante que remite a las primeras amenzas de separaciòn se 63 instaura, ya en la actualidad, en un sistema perceptivo no lejano de ideas paranoicas o culpabilizantes. Las respuestas que se hallan al interior de los recursos psìquicos disponibles pueden no ser suficientes para abarcar la complejidad del dilema, el sujeto se siente como desbordado por sus propias fantasìas recurrentes, piensa en tomar decisiones de modo compulsivo, o pre-actùa de acuerdo al caos y la confusiòn que sòlo el anàlisis habrìa de aminorar. El estrès por el duelo tiene que modificarse para poder llegar a tomar iniciativas frente al cambio ofrecido por lo real, frente a la tensiòn de razonamientos contradictorios, el sujeto teme perder el control de su conducta, de su coherencia intelectiva, teme caer en un estado de indefensiòn afectiva o ser prisionero de semi-alucinaciones seudo-placenteras. El valor de la confianza en los otros y en las circunstancias que le determinan sufre una disminuciòn significativa, es como si el sujeto en falta se repitiera: “Es preferible no volver a confiar en nada ni en nadie...”. Las motivaciones hacia la cualificaciòn en la relaciòn con el mundo social suelen estar influenciadas por la compulsividad de recuerdos agobiantes relativos a un estado anterior al duelo, sin embargo, la memoria icònica del sujeto no se tapona con el impacto y la crueldad de la muerte, ha de trascenderse a sì misma buscando fluir como si se tratase del cauce de un rìo que se desliza interminablemente. El sobresalto que ha impactado su cotidianidad contribuye inmensamente a percibir en cada gesto una enorme dificultad, las acciones y los pensamientos confluyen con pesadez e irritaciòn en un entramado anòdino de contrariedad e incertidumbre. Hacen parte de la configuraciòn del desequilibrio y la pèrdida del sentido del baricentro las nuevas conductas que tienden a evitar el encuentros con los otros, con las actividades de rutina o con los compromisos profesionales, el sujeto en falta es inundado por un auto-concepto definido por los lìmites y sentirse en medio a fronteras imaginarias post-portem. Tiende a imponerse un bloqueo en las respuestas afectivas, en la sensibilidad o en la sexualidad, el trauma del duelo coloca en cuestiòn todas las manifestaciones afectivas y la expresividad en general que han sido relegadas a una especie de sordera emocional, cada intento de un nuevo apego, una nueva alianza afectiva es 64 percibida como un intento paradògico de comenzar una inter-relaciòn. Representaciòn gràfica del baricentro como simbologìa del duelo Es imprescindible iniciar acciones estimulantes, vìnculos interpersonales gratificantes, para no observar el futuro con la visiòn de la adversidad, para no dar el proximo paso con una visiòn catastròfica de la existencia, perseguir las metas positivizantes en cuanto tendencia eròtica que amortigua la confrontaciòn con el dolor. La estructura del yo puede comenzar manifestar rasgos de fragilidad cuando anteriormente existìa una solidez irrefutable. Si el sujeto que ha padecido la ausencia del Otro se siente desbordada por ideas delirantes, pensamientos pesimistas o sensaciones de derrota, es probable que la terapia psicoanalìtica pueda incitarla a conocer y ampliar el marco de sus explicaciones subjetivar y emprender un re-conocimiento de sus potenciales para re-dimensionar sus prospectivas. Segùn Clayton, en las fases iniciales de la experiencia del duelo pueden predominar algunos sìntomas fìsiològicos que con el transcurso de los meses han de transformarse, sin embargo, son mayormente presentes los sìntomas de orden psìquico como la desesperanza, la desvalorizaciòn, ira, deseos de morir, etc.19 Se propende por re-integrar la visiòn del mundo, de la existencia, conquistar el entusiasmo por las pequeñas cosas, superar toda huella de masoquismo y el narcisismo thanatizante. 19 Clayton, P.J. (1985). Duelo. Psicopatología de los trastornos afectivos. En E.S. Paykel (Ed.). Madrid. Piràmide. 65 66 FUERZAS CENTRIFUGAS CONTRA FUERZAS CENTRIPETAS Las operaciones psìquicas que son traducidas en manifestaciòn directa de transformaciones debidas a la experiencia del duelo han de homologarse a dos motores de impulso diferentes, cada uno de ellos configura un eje de evocaciòn en significado y en sistemas motivacionales donde el objetivo primordial ha de dirigirse hacia dos afluentes metafòricos, aquellas que destinan su actividad a evocaciones de orden netamente externas y aquellas que destinan su actividad a evocaciones de orden netamente interno. Realmente, la dinàmica psìquica no patològica prevee in intercambio en la percepciòn y la elaboraciòn preconciente de ambas direcciones, de ambas plataformas centrìfugas y centrìpetas. Nos referimos al conjunto de las representaciones generadas por la angustia directa del luto donde la ausencia del objeto-real-de-amor ubica su evocaciòn en el campo de lo fantasmàtico. El objeto habìa sido incorporado anteriormente en cuanto objetivaciòn directa del amor-odio, ahora las evocaciones afectivas se movilizan entre la fantasìa y la realidad, la actitud expresiva de los sentimientos en paralelo con aquella anterior al duelo refleja el nivel de inhibicion progresivo o la derivada forclusiòn respectiva. Denegar el apego experimentado con relaciòn a la ausencia del objeto demuestra la elecciòn inconsciente de especìficas operaciones defensivas que buscan atacar el sentido del vacìo, del no-lugar, el signo de la ausencia y el abandono. Al nivel de la conducta transformada en actos derivados por la modalidad singular del luto se presenta un bloqueo general de las ideas y ya no tanto una represiòn del fluir de las mismas, el resultado posterior del anàlisis indicara que dicha interrogaciòn acerca del denegar sobre la esencia radical de los hechos externos hipotetiza la creaciòn de una neo-natalidad afectiva no sòlo con respecto a los otros sino ademàs en cuanto a la interpretaciòn de el acontecer externo. Se trata de una segunda fase inaugural donde se descubre el proceso genuino de individuaciòn, donde se visualizan las determinaciones del objeto primario, la calidad de sustituciòn de estos en la presencia y complicidad de los objetos sucesivos, la percepciòn de la caìda de la representabilidad de estos mismos, y el 67 ulterior plan de des-identificaciòn retro-activo y prospectivo. Freud explicaba el sentido de este anàlisis en La etiologìa de la histeria, especìficamente en el capìtulo “Saxa loquuntur”, cuando expone su teorìa sobre la funciòn arqueològica del psicoanàlisis. Los vestigios considerados como rocas y huellas del pasado pueden ser escuchadas si encuentran en su camino unos oidos con la capacidad suficiente para escucharles, se trata de un lenguaje quizàs lejano a las palabras mismas, allì la tarea del construìr-reconstruìr mediante la sustancia compuesta por la memoria biogràfica del sujeto y la resonancia transferencial, con-tratransferencial, la edificaciòn de postulados interpretativos con marcada apertura dialèctico-representativa. Se busca acceder a la conciencia de la re-producciòn del sentido mediante el discurso del Otro, que ya no existe, en diàlogo abierto con el otro-yo del Otro, el sujeto que ha quedado como precipitado en un vacìo representacional, en una hoguera de significados, donde las posibilidades se ven sumergidas en un mar de confusiòn, nostalgia, ira o depresiòn. La cadena de significados se observa a sì misma como si fuese huèrfana del objeto-de-amor ausente, su re-construcciòn prevee la conquista de una alianza terapèutica destinada a desenmascarar aquella parte del yo que se habìa constituido con base en la relaciòn con el objeto respecto a aquella parte del yo que se ha constituido con base en los objetos y los apegos primarios, aquel juego lejano edificado por un eje asimètrico de identificaciones y proyecciones de la imagen de sì mismo en el objeto especular, es decir una proyectividad objetual caracterizada por el depòsito de significativas cantidades de libido en la construcciòn de una historia de signos y experiencias del todo representables antes y despuès de luto. Tambièn el amor se orienta bilateralmente en cuanto fuerza centrìpeta complementando factores de orden centrìfugo, es el caso del yo cuando se pierde en el objeto, cuando se confunde con el objeto. En estos procesos psìquicos de identificaciòn proyectiva el yo termina por esconderse dentro del objeto buscando su propia gratificaciòn, como consecuencia evidente de este hecho el sujeto se siente invisible, no protagonista, absorbido por la realidad del objeto-Otro. 20 El yo del sujeto se siente inexistente, resulta ser una sìntesis del “ser-amado”, existir y ser sòlo tienen sentido en tèrminos de la formulaciòn integrada 20 Grotstein, J. (1991). Neant, non-sens, chaos et le “trou noir”. Rev. Fran. Psychan. 55. 68 narcisismo-relaciòn-objetual, se trata de una antinomia dialèctica que dirige las coordenadas centrìfugas en proporciòn directa con el amor sublimado en aras del objeto-real-de-amor. Existe la conciencia de este objeto que vive dentro del sujeto aunque, simultaneamente, puede ser temida su presencia fuera de èl, el objeto ha hecho nido dentro del sujeto aunque si este permanezca afuera de èl, està como incorporado en la parte inconciente del yo. Luego de la inicial nostalgia por el luto sobreviene la caìda de la representaciòn del objeto perdido, sus consecuencias movilizan fuerzas contradictorias hasta los lìmites del yo, la melancolìa por un luto bloqueado en su proceso inicial es percibido en cuanto una soledad que remite a la imagen de una tumba vacia, la capacidad del sujeto para analizar aquello no-descifrable, aquellos fenòmenos no representables le inducen hacia la construcciòn de nuevas ilusiones o a iniciar la cacerìa al sentido de nuevos horizontes. Fuerzas centrìpetas Mecanismos de introyecciòn Amor por el objeto Ideal Narcisismo primario Identificaciones del yo Campo del sentir 69 Fuerzas centrìfugas Mecanismos de proyecciòn Amor por el objeto Real Narcisismo objetual Identificaciòn inconciente Campo del co-actuar 70 17 MECANISMOS DEFENSIVOS EN CONTRA DEL DUELO En este apartado diagramaremos algunas operaciones psìquicas que pueden estar involucradas en los procesos mediante los cuales el sujeto procura defenderse del efecto constrastante del duelo. No pretendemos definir ampliamente la aplicaciòn de cada uno de estos tèrminos sino solo en lo que se refiere a orientaciones especìficas de acciòn en contra del sentimiento del duelo. Cuando la integridad y la constancia de la dinàmica psìquica son amenazadas el yo intenta establecer cierto nivel de equilibrio, los motivos o las diferentes señales por las cuales surge esta excitaciòn emotiva desencadenan sentimientos displacientes para el yo. 1. La negaciòn: constituye una de los mecanismos iniciales de reacciòn que sorprende al sujeto en su ideal por objetivizar la continuidad de la existencia y la co-rrelaciòn respecto al objeto. Negar la realidad corresponde ademàs al intento por brindar apoyo a la fantasìa o a la idealizaciòn de otras posibilidades no reales segùn la discontinuidad, la vincularidad, relaciòn amical, etc. 2. La denegaciòn: Cuando la expresiòn de un contenido indica la voluntad de represiòn del mismo se observa la persistencia de la denegaciòn, no aceptar un hecho real y pretender reprimir su efecto indica la intenciòn por parte del yo de remover, sustituir, o trasladar dicho contenido y su significado presente hacia un tiempo no definido aùn. 3. La escisiòn: Al interior de la ambivalencia en la consideraciòn del objeto en cuanto objeto-de-odio u objeto-de-amor se presenta un juejo de introyecciones y proyecciones a partir de la experiencia del duelo. Una parte del yo busca el placer mientras que la otra proclama por adaptarse a lo real, el yo se observa a sì mismo como escindido ya que una dimensiòn suya representa la producciòn del deseo en estrecha relaciòn con los recuerdos, la otra dimesiòn tiene en cuenta los hechos externos asì como se presentan, aunque si estos estèn acompañados de crueldad y melancolìa. 4. Fuga narcisista: En la anterior situaciòn de elecciòn inconciente del objeto, el sujeto proyetaba las catexis libidinales en la co-rrelaciòn con este, si la experiencia del duelo provoca un re-investimento de esta libido hacia el propio yo entonces percibimos una tendencia a la fuga orientada hacia fases 71 5. 6. 7. 8. 9. 72 primarias del narcisismo, en este sentido no se trata de una conducta sino de una actitud introversa. Fuga masoquista: El dolor moral causado por la muerte de objeto-real-deamor ha creado, o mejor despertado un sentido de culpabilidad inconciente atribuyèndole a la voluntad del yo la mayor parte de las motivaciones por las cuales hubo de ocurrir la muerte y el duelo. Dicha percepciòn de la realidad se agrava si durante el devenir del tiempo el sujeto va convirtiendo estas ideas autoculpabilizantes en una especie de satisfacciòn psìquica invariable. Retorno al desamparo materno: La señal de angustia que amenaza con desbordar la estabilidad emocional, en respuesta a la gravedad del duelo, aumentando la cantidad de excitaciones, evoca el deseo del retorno hacia la protecciòn del seno materno, hacia el amparo de su compañìa, en un retroceso seudo-infantil que propende por re-establecer la sensibilidad caracterìstica de las primeras fases de evoluciòn psico-dinàmica. Fuga mortìfera seudo-edìpica o seudo-antì-edìpica: Ante la muerte de uno de los protagonistas del triàngulo edìpico, el conjunto de los sentimientos hostiles y amorosos es re-dimensionado, hacia la radicalizaciòn de un conflicto edìpico negativo o un conflicto anti-edìpico inconciente y reactivo. La tendencia hacia la consideraciòn de la motivaciòn esencial de la precipitaciòn del duelo a partir del conflicto estructural bàsico puede convertirse en un eje de anàlisis ero-thanàtico de proporciones inimaginables. Dicha vìa selecionada conciente o inconcientemente no prevee necesariamente una resoluciòn del dolor o la depresiòn sino que por el contrario puede agravar mortìferamente el eterno retorno del triàngulo problemàtico por excelencia. Deshinibiciòn parricida: En el esfuerzo por representar alucinatoriamente la relaciòn vinculante con el objeto, la reacciòn del yo puede desencadenar fantasìas de orden parricida en torno a la no resoluciòn con la simbologìa de la autoridad paterna, la norma, las reglas, la ley o la cultura. La proyecciòn de ideas obsesivas de venganza en contra de agentes externos indicadores de poder es atribuible a una no elaboraciòn clìnica frente a la co-rrelaciòn especìfica paterna y que luego se extiende a la visiòn de la sociedad. Deshinibiciòn filicida: En algunos casos patològicos la ira deshinibitoria es proyectada hacia la representaciòn thanàtica de la muerte de los hijos. La psicosis o esquizofrenia suelen estar entre el grupo de patologìas precipitantes de conductas o fantasìas del orden filicida, por ejemplo como venganza en contra de otro sujeto, a su vez, objeto-de-odio, de proyecciòn ero-thanàtica existente o no. 10. Transformaciòn alucinatoria del objeto: Como punto de apoyo la elecciòn de objeto considerada como un acto de voluntad fracasado tiende a sustituir los recuerdos del objeto-real-de-amor con una serie de transformaciones psìquicas destinadas a disminuir la intensidad del estado de ansiedad, es decir, en cuanto promesa de mejorar el nivel de bùsqueda de gratificaciòn en respuesta al trauma inevitable de la muerte. 11. Prospectiva erotizante sustitutiva: La resoluciòn progresiva del conflicto entre el yo-placer y el yo-real requiere de una serie significativa de cadenas representativas expresadas en el re-despertar de motivaciones inconcientes primarias. En este caso el duelo postula una lucha entre ambos principios donde el proceso por hallar un campo creativo de proyecciòn de aquellas representaciones que habìan quedado huèrfanas del objeto-real-deamor ya no se identifican con el amor-cadàver, inexistente, sino con la posibilidad de un amor-real, probable, prospectivo y re-constructivo. 12. Sentimiento de castraciòn: Surge por la necesidad de compensar un daño, el yo manifiesta la intenciòn de reparar una modalidad de prejuicio causado al Otro, como en una carencia de la funciòn especular respecto al deber moral en la relaciòn con el objeto que se ha ido. Algunos de los factores heredados a partir de la relaciòn y en complicidad con la muerte tienen que ver con el conjunto de prohibiciones y normas en torno a un objetivo comùn tanto del objeto como del sujeto en cuestiòn. La complicidad anterior asumida entre ambos protagonistas es sustituida por un coeficiente proporcional en tèrminos de una deuda por pagar o un delito por justificar a nivel inconciente, y fantasmàtico. 13. Problemas entre representaciòn de palabra y representaciòn de cosa: el camino que siguen las representaciones de objeto, una vez que estas han sido modificadas estructuralmente por el duelo, habràn de emprender un camino decididamente diferente al elegido por la formaciòn de la representaciòn de cosa. Para enfrentar dicha doble realidad se usa la metàfora en cuanto construcciòn lingüìstìca que intenta pacificar la intensidad de las posiciones defensivas contra el dominio pulsional mismo. 14. Identificaciòn paranoica: Cuando la relaciòn con el objeto cumple la funciòn de representar, patològicamente, un superyò alucinatorio, persecutorio, la muerte de èste habrìa de cumplir un deseo inconsciente referente a identificaciones con sentimientos autoculpabilizantes, y en especial fomentar la creaciòn defensiva de un sistema de ideas de 73 proyecciones paranoicas. 15. Depresiòn fisiològica o sintomàtica: se refiere a la producciòn de sìntomas especìficos derivados de un estado mental traumàtico, o no, donde el nivel de ansiedad y excitaciòn emocional es tan elevado que llega a alterar las condicones generales del organismo indicando de este modo aquellos lìmites que ha sobrepasado la dimensiòn del conflicto inconsciente. Se trata de operaciones defensivas sintomàticas. 16. Conflicto entre el Ideal del yo y el yo Ideal: El narcisismo que determina al yo ideal -basado en un narcisimo infantil-, se presenta en abierta contradicciòn con los intereses del Ideal del yo manifestado en la convergencia con las identificaciones tempranas en cuanto un modelo al cual buscarìa ajustarse, de esta manera, con la experiencia del duelo, el amor propio y el poder de las identificaciones entran en conflicto. 17. El semblante de la ilusiòn: La referencia motivacional que involucra la intervenciòn del yo en los procesos del duelo puede apoyar toda su energìa en el cultivo de ilusiones evocadas a partir del sentimiento de pèrdida, cuando el conjunto de fijaciones establecidas en torno al semblante de tales percepciones, cuando el idealizar como actitud fenomènica determina la cadena de reprsentaciones inconscientes debido a la intensidad emocional experimentada frente al duelo, el sistema defensivo acude al delirio, a la ilusiòn, a ideas repetitivas, intentando de este modo recuperar la percepciòn de la presencia del objeto-real-de-amor ausente. 74 “SINAPSIS” ENTRE EL PRINCIPIO DEL PLACER Y EL PRINCIPIO DE REALIDAD Comprendemos por el tèrmino “Sinapsis” el sistema de comunicaciòn entre varios tipos de neuronas, unas denominadas presinàpticas y otras denominadas postsinàpticas. Entre estas dos modalidades de neuronas existe un espacio llamado intersinàptico donde tienen lugar el intercambio, el envìo y la recepciòn de impulsos nerviosos, que causaràn a su vez un abanico mùltiple de reacciones y mensajes delineantes de las acciones, ideas o sensaciones. Es en este sentido que abordamos el intercambio de informaciòn entre el principio del placer y el principio de realidad, el primero puede ser representado en este caso por el deseo de continuidad en relaciòn a la estabilidad y presencia del objeto-de-amor, cuyo respaldo y protecciòn aseguran la estructura emocional del sujeto antes del shock causado por la experiencia del duelo. El principio de realidad, es representado, en esta situaciòn, por el orden de los acontecimientos que acompañan el triste desenlace de la muerte de un representante afectivo significativo, su ausencia indica de modo intempestivo con el cual la fuerza de la naturaleza humana responde inexorablemente a las leyes de la biologìa, el duelo nos revela la distancia entre los lìmites establecidos por la relaciòn vincular en un contexto socio-cultural y los lìmites, generalmente ignorados, del ciclo vital natural de los seres vivos. Existe una “Sinapsis” o sistema amplio de reciprocidad y complicidad entre estos dos principios cada vez que son caracterizados por su continua transformaciòn, en bùsqueda siempre de nuevas referencias paradigmàticas, nuevas metas, proyectos futuros, y ampliaciòn del cìrculo especìfico de resonancias afectivas o especulares. El duelo habrìa de postular posiciones en torno al orden de la inhibiciòn, remite a manifestaciones de reacciòn cuyo elemento comùn es la denegaciòn preconsciente de los hechos planteados por el principio de realidad. Sin embargo, el deseo por la continuidad de la expresiòn afectiva y la prolongaciòn de la motivaciòn vincular indican que el principio del placer ha sido dràsticamente 75 modificado en aras de la capacidad de adaptaciòn a un nuevo contexto sociopsìquico. Una de las coordenadas de trabajo muy comùn en el psicoanalisis de estos casos es aquella relativa a la elecciòn de un camino de vida basado en la aceptaciòn del sufrimiento autoprovocado, una manifestaciòn refleja de las raìces del masoquismo infantil donde una parte significativa de la operatividad mental basa su estabilidad o sentido de constructividad en la instancia del querer padecer la culpa de aquello que sucede o de aquello que no sucede, como si se tratase de una condiciòn prevìa del un sospechoso goce inconciente. Benno Rosenberg explica de què manera el sentimiento masoquista conciente o inconciente constituirìa el “gurdiàn de la vida”, una Unheimligch que utiliza como intermediaciòn la representaciònes afectivas dotadas de intensos significados simbòlicos. Es allì donde cumple una funciòn seudo-erotizante el concepto de narcisismo cuando es incorporado a la objetivaciòn potencial del amor masoquista o del luto masoquista, que, encuentra en la depresiòn la respuesta a las exisgencias del Ideal del yo, la realizaciòn exasperante de las identificaciones fallidas en fases tempranas de la evoluciòn edìpica. No es extraño que la comprensiòn un negativo narcisismo (A. Green), en medio a la experiencia del duelo conlleve a la vivencia de cierta neurosis circular -en un movimiento del eterno retorno de lo mismo-, y la relaciòn con los sujetos o con el mundo concreto funcione sòlo a nivel fantasmàtico, se tratarìa de cobrar una venganza por aquello que la naturaleza biològica del ser humano ha realizado con la muerte del objeto-de-amor, la respuesta singular a estos hechos inexplicables corresponde con el incremento desproporcionado de una actividad pre-psicòtica, imaginaria, desconectada del contexto externo, sin la posibilidad de re-encontrar un objeto significativamente representable. Con los elementos analizados, podemos ahora, postular la probabilidad de un esquema que configura un nivel de sincronìa acorde con las àreas que implican un proceso operativo psìquico donde es posible elaborar un crucevìa de significados de acuerdo con la modalidad semàntica que enmarque cada caso singular. 76 ESQUEMA REPRESENTATIVO DE LOS FACTORES QUE INTERVIENEN EN LA EXPERIENCIA DEL DUELO AREA 1. -Inauguraciòn de la subjetividad al interior de una inter-relaciòn con el objeto. -Lugar del yo narcisista pero en bùsqueda de una proyecciòn hacia el principio del placer a partir de las experiencias internas y externas. AREA 2. -Lugar del hallazgo del objeto-de-amor intermediario con el yo narcisista. -El yo establece su dominio por primera vez compartiendo la energìa y expandiendo su altruismo hacia el yo-del-Otro, objeto-de-amor hallado. AREA 3. -Lugar del duelo, muerte del objeto-de-amor real. -Caìda de la representaciòn. -Sobresalto y shock de confusiòn, negaciòn, ira y angustia. AREA 4: -Lugar de la no-representaciòn. -Identificaciòn con los valores del objeto perdido. -Inicial dependencia de alucinaciones por la presencia-ausencia del objeto. AREA 5: -Lugar del proceso psìquico que inicia la desidentificaciòn depresiva. -Confusiòn de ideas autoculpabilizantes. -Se observa la vivencia de cierta “neo-natalidad” afectiva con los otros. -Predomina la desconfianza en el contacto con lo vincular. AREA 6: -Lugar del inicio de la de-construcciòn y regreso a la dimensiòn de lo real. -Posible aceptaciòn preconciente de los hechos. -Factible re-exploraciòn emocional hacia la sublimaciòn objetiva. -Conciencia de una neo-natalidad en prospectiva con nuevos significados. 77 78 EL PASAJE DE LA SOBRE-IDENTIFICACION HACIA LA CONTRA-IDENTIFICACION La calidad de la relaciòn que ha tenido lugar desde el reconocimiento de los afectos destinados a ser reflejados en la figura especular del objeto hasta los estadios posteriores a la circunstancia tràgica del duelo, permite abrir nuesta investigaciòn a una reseña diacrònica acerca de las diversas conceptualizaciones en torno a la identificaciòn. En los procesos de manifestaciòn del duelo suelen manifestarse factores semi-sintomàticos como aquellos neurotizantes, los de la melancolìa, o reacciones agresivas de contra-identificaciòn hacia los criterios que estàn unidos a la representaciòn del objeto ausente. La etiologìa de los planteamientos que sustentan la teorìa de la identificaciòn no habrìa de tratarse aisladamente sino que esta se enriquece exponencialmente con el avance de las investigaciones ulteriores. Freud postulaba que las primeras fases de la oralidad, la fase canibalìstica -donde predominan las fantasìas en torno al deseo por devorar, o ingerir el cuerpo de la madre, o una de sus partes-, son determinantes para caracterizar las bases en la orientaciòn de la libido. La funciòn de la identificaciòn, poco a poco, fue representando un papel fundamental en la respuesta psìquica a las exigencias de la libido. Se trata de una fase previa a la elecciòn de objeto y su definiciòn coincide con la de haber encontrado un mètodo singular para establecer puntos diferenciales del objeto con respecto a los que no lo son. En Psicologìa de las masas y anàlisis del yo, el proceso de identificaciòn toma distancia con la definiciòn de la visiòn anterior, en cuanto una formaciòn que antecede a la investidura del objeto, distinguièndose y separàndose de ella, “aunque si todavìa se comporta como un retoño de la primera fase, la fase oral.”21 La explicaciòn de la transformaciòn psìquica mediante la cual la dinàmica mental en su operatividad resultante de la confrontaciòn con las fases del duelo se refiere a concebir la identificaciòn como una modalidad de presentaciòn de la melancolìa en sus màs variadas formas, las representaciones que tienen que ver con la investidura en la elecciòn de objeto ya no seràn pertenecientes a formaciones que contienen la identificaciòn sino que toman otro camino hacia los sìntomas 21 Freud, S. (1921). Psicolog'a de las masas y anàlisis del yo. Ed. Paidòs. Buenos Aires 79 melancòlicos del duelo. Segùn J. Strachey, el poder de las identificaciones es caracterizado en la teorìa psicoanalìtica por aquello que Freud aclararìa en El yo y el ello, las identificaciones regresivas constituyen en gran medida la base de lo que se denomina el carácter personal y no se aplica sòlo a la melancolìa sino a factores màs generales de la estructura psìquica. Lo fundamental es poder confirmar que aquellas identificaciones regresivas, las que provienen de la disoluciòn del conflicto edìpico ocuparàn un lugar privilegiado y seràn constitutivas del nùcleo del superyò.22 La contra-identificaciòn es un proceso por el cual el yo del sujeto emprende la operaciòn de desligar, conciente o inconscientemente, las representaciones con las cuales habìa permanecido unido a un objeto, a una caracterìstica suya, o a sus criterios èticos, intelectuales, etc. La posiciòn del duelo permite al sujeto iniciar una re-evaluaciòn de sus decisiones, sus preferencias, sus paradigmas, y retomar, a posteriori, el dominio de sus emociones. Desligar aquellas fijaciones que parecìan tener vida sòlo mediante la relaciòn directa con el objeto y su respuesta emocional. En cierta medida se busca separar una elecciòn narcisista del objeto con la posterior reivindicaciòn de una elecciòn mas racional del objeto, el sujeto retoma la percepciòn del papel protagònico que han desempeñado los anteriores objetos y comienza a separarlos destinando para ellos sòlo una, o una parte de las instancias del aparato psìquico. En la experiencia del duelo la pèrdida narcisista del objeto amado indica la necesidad de inscribir nuevos modelos afectivos que representen al objeto ausente, tomando su lugar y respondiendo a las exigencias de nuevas expectativas. El duelo revela aquella complicidad invisible con la cual el yo se despoja de sus investiduras, sin embargo, un rasgo atribuible a la identificaciòn con el objeto, aùn desde las fases màs tempranas de la evoluciòn psìquica tiene que ver con la ambivalencia, la compleja estructura de relaciòn con las figuras de afecto donde se halla tanto el amor como la rivalidad, sentimientos ero-thanàticos contraproducentes entre sì, señales de apego pero tambièn de rechazo, desempeñan el factor radical que configura dicha tendencia ambivalente en cuanto estructura esencial de cada proceso de identificaciòn o de contra-identificaciòn. 22 Strachey, J. (1993). Nota introductoria. Duelo y melancolìa. Obras Completas. Amorrortu Ed. T. XIV. Buenos Aires. 80 La sobre-identificaciòn del objeto de amor, favorecida por las condiciones de desamparo, de inseguridad, o abandono inicial del infante establece las coordenadas con las cuales el yo desliga las catexis del propio ser para fijarlas en el Otro yo, para representarse a sì mismo mediante la presencia y la respuesta del Otro yo, la sobrevaloraciòn objetual de este Otro que llega a sustituir una porciòn de las expectativas propias con el propòsito de llegar a unificar objetivos, viene trastocada por lo intempestivo de la realidad en el hecho de la muerte de este objeto. Ya se trate de una identificaciòn de caràcter sadomasoquista o de una proyecciòn de los propios intereses lo que esta en juego es la propia identidad, el lazo afectivo que liga al objeto amado puede aplazar diferentes aspectos de la personalidad que aùn no se han desplegado, permite poner al descubierto potenciales de cratividad. De este modo, describimos la construcciòn de la sobreidentificaciòn con el objeto amado, ahora ausente, en estrecha correspondencia con la construcciòn de la contra-identificaciòn, conciente o inconciente, que propiciarìa una dimensiòn significante, innovadora, hacìa el descubrimiento de una cadena de enunciados que definan unos màrgenes amplios de libertad, creatividad, en cuanto sujeto de enunciaciòn escindido entre su deseo y su ideal. 81 82 “HEMICICLO” DIALECTICO EN TORNO A LAS PULSIONES EN CONTRASTE En la clìnica psicoanalìtica el tratamiento de las neurosis determinadas por la radicalizaciòn de estados traumàticos infantiles traìdos al presente por la experiencia del duelo revela factores particulares que merecen ser tratados de acuerdo a la problemàtica fundamental de la vida inconciente. Es el caso de las alucinaciones parricidas donde algunos de los elementos especulares narrados por escenas representativas en los sueños permite ampliar el abanico de probabilidades con el cual ha de enfrentarse el shock del estado del duelo. La relaciòn triangular (edìpica) en la cual evoluciona la estructura psìquica del sujeto involucra un eje de singularidades conflictivas donde es factible rastrear ademàs los deseos inconcientes que simbolizan los deseos latentes por la muerte de la madre, los hermanos o los hijos. Como si se tratàse de una investigaciòn que busca encontrar la centralidad del yo en la historia vincular del sujeto las narraciones habràn de revelar ademàs una lucha continùa por el descubrimiento de las identificaciones genuinas y las percepciones narcisìsticas que han acompañado el Ideal del yo en la construcciòn de los valores propios. Observamos, de este modo, los complejos mecanismos por los cuales una pulsiòn habrìa de transformarse en una modalidad de pulsiòn opuesta, la pulsiòn de muerte establecida por el desciframiento simbòlico de los intereses centrados en la muerte de un pariente en contra de la pulsiòn de vida que lucha por no ahogarse cuando pretende rescatar la energìa ligada al yo y a su dominio psìquico, pulsiònes thanàticas y pulsiones eròticas se entremezclan continuamente, en movimientos de recìproco intercambio, bajo las tendencias repetitivas de conductas que remitirìan a un plano siempre infantil de relaciòn con el objeto primario. La relativa ausencia que se presenta luego de la muerte del objeto-de-amor-real conjuga dos factores esenciales que se refieren al lazo afectivo que alguna vez hubo de iniciar. El primero es que la desapariciòn inesperada del objeto sorprende nuestra voluntad de poder en el sentido que escapa a nuestra voluntad, a nuestra posibilidad de poder cambiar la realidad de los hechos, la muerte nos remite simbòlicamente a nuestra nostalgia, nuestra impotencia, a nuestro anterior estado 83 de abandono. Un segundo factor se refiere a la fortaleza del matiz vincular donde es dificil describir el el camino, la transiciòn, y la transformaciòn del amor por el objeto primario cuando este es simbolizado por el objeto actual de amor, sòlo se busca aquello que no se posee, la eterna exploraciòn por re-encontrar el objeto primario perdido representa un objetivo persistente, en especial cuando la experiencia del luto precipita nuestra dinàmica psìquica hacia estados semipatològicos de angustia y melancolìa. POSICION ACTUAL LUTO POR EL OBJETO PERDIDO REMITE A: POSICION PRIMIGENIA LUTO POR EL OBJETO ORIGINARIO (La madre en cuanto figura ideal seudonarcisìstica) En el estudio sobre los sìntomas presentados a posteriori con respecto a los derivados psìquicos resultado del trabajo del luto el anàlisis ha de privilegiar el pasaje de una posiciòn melancòlica autodestructiva a una posiciòn melancòlica constructiva, como lo plantea A. Racalbuto. Frente al trauma del luto la percepciòn tiene como funciòn bloquear la significaciòn afectiva de aquellas experiencias intolerables que traen consigo la destructividad de una nosltalgia ya sin un objeto representable.23 Segùn N. Nicolaidis, el sistema conceptual freudiano la representaciòn està ineludiblemente basada en el sentido de la ausencia, donde el trayecto nostàlgico de dicha ausencia se configura en cuanto una moneda de dos caras. 1. Una cara observa el luto no realizado del todo, como un factor que le otorga potencialidad al devenir, èsta se halla suspendida entre actuaciones y transformaciones en relaciòn a los cambios de la evoluciòn psìquica. Este primer sentido constituye un movimiento asintòtico, anti-narcisìstico. 2. La otra cara observa, diferentemente, el desenlace hacia un sistema de ideas y de paradigmas relacionales demasiado determinado por inclinaciones fantasmàticas donde la compulsiòn a la repeticiòn y la fijaciòn a ideales preestablecidos se imponen como signos fundamentales. Este segundo sentido 23 Andreoli, A. (1982). Le Moi et Son Objet Narcissique. In Atti del 48 Congrès des psychanalystes de langue française des pays romans. (Gènova, Mayo) 84 configura un matiz destinable hacia la neurosis y màs allà todavìa hacia lo patològico.24 24 Nicolaidis, N. (1985). La rappresentazione. Ed. Boringhieri. Turìn. (1988) 85 86 EL MITO DE SISIFO Y EL ENGAÑO A THANATOS El yo tiene como funciòn especìfica intentar representar el efecto de aquellos aspectos desconocidos que son intolerables a la visiòn racional de los acontecimientos externos o internos. El mito de Sìsifo es convocado en esta ocasiòn para simbolizar las tendencias del deseo humano para intentar transgredir las leyes naturales que se refieren a la continuidad y evoluciòn sistemàtica de los hechos. Sìsifo racionaliza cada pequeño paso que le otorgarà la posibilidad de avanzar en su proyecto de re-construir un futuro, en su proyecto por reconstruir aquello que ha perdido, aquello desconocido, en una interminable lucha con la identidad mortale planteada por Thànatos siempre cruzado en su camino. La racionalidad le ayuda a esquivar varias problemàticas presentes buscando establecer soluciones invulnerables, sin embargo, la modalidad de su dialèctica le compromete directamente con las consecuencias de sus decisiones, no podrà evadirlas, tendrà que enfrentarlas y padecer la puniciòn en eterno, soportndo el peso de una enorme roca que ha de sustentar en una colina para no perder su propio equilibrio. Sìsifo habrìa de tomar conciencia que ha perdido una parte de sì mismo cada vez que tomaba una decisiòn importante, aquella parte implicada indirectamente en la transgresiòn de un interdicto en principio ignorado. Es imprescindible tomar en consideraciòn que emprende el camino de la separaciòn con respecto a la propia salvaciòn, vivencia el contraste y la duda durante el resto de su vida como si se tratase de una negaciòn de sì mismo, de un acercarse masoquista hacìa la conquista del futuro, donde se observa de un modo racionalizante la amenaza de la separaciòn con el objeto-real-de-amor. Su nostalgia invita incesantemente a considerar la posibilidad de instaurar la regresiòn en un proceso psìquico de autoconocimiento, un proceso racional de auto-confrontaciòn con aquello de lo real que se convierte en enemigo de sì mismo. En el mito, como en la experiencia del duelo se observa el futuro como un lugar donde es posible la redenciòn, todo intento de reparaciòn emocional, ubicarse en el propòsito objetivo de procurar entablar vìnculos ya no de orden culpabilizantes sino gratificantes, un futuro donde sea posible empezar a pensar lo creativo y lo 87 novedoso en torno a la raìz de todos los apegos vivenciados, la raìz materna de cada proceso de identificaciòn y de los apegos cancelados por no estar unidos a un proyecto temprano de conversiòn e identificaciòn. En la transformaciòn de los afectos el yo es limitado por el interès creciente por el objeto, la configuraciòn espacio-temporal en relaciòn con este objeto-real-de-amor es ampliamente identificado por la dinàmica pulsional y proyectiva. Luego de llevarse a cabo la conversiòn de la libido mediante un puente representativo la configuraciòn espacio-temporal de los afectos se observa definitivamente modificada de modo que el espacio delimitado por los intereses del yo se expande significativamente en medio a innovaciones y decisiones novedosas donde prevalece el sentido de la sublimaciòn, observemos, la configuraciòn en escena: Representaciòn gràfica de los lìmites del yo frente a los lìmites del objeto Lugar de la Transiciòn Conversiòn de la libido por la intermediaciòn de lo Real Si no existiera una real transformaciòn sublimatoria en tèrminos de conversiòn de la libido se corre el riesgo que las proyecciones emprendan un rumbo diferente como alternativa a aquel que puede representar un peligro o una amenaza para la estabilidad o integraciòn del yo, el rumbo que puede tomar puede finalizar en el fortalecerse de un sentimiento masoquista que deteriorarìa las relaciones innovadoras con los procesos iniciales de identificaciòn con el objeto-no-real, con aquel objeto ya no existente, y con el cual se han establecido cadenas significativas de complicidad. La indicaciòn fundamental de la intermediaciòn de lo Real cuando los lìmites del yo acceden al proceso de conversiòn consiste en potenciar las capacidades desconocidas y abandonar los procesos de regresiòn repetitivos que han condenado al yo a realizar movimientos repetitivos de autoconsuelo, o falsas tendencias autoprotectivas que terminan por caer en estados depresivos apagantes. 88 HOMEOSTASIS DE LA EMOTIVIDAD PERDIDA CONTRA LA ACTIVACION ANTI-HOMEOSTATICA PRODUCIDA POR EL DUELO Las modificaciones tempranas del los determinantes genotìpicos y los factores fenotìpicos que son aquellos que se encuentran en una constante tranformaciòn desde el momento en que es concebido el ser humano hasta la muerte, representan el cambio en la estructura que se produce en un individuo, de forma continuada, siempre desencadenadas por interacciones con la influencia del mundo externo. Si consideramos el fenòmeno del estrès en cuanto una producciòn psìquica llevada a cabo por la interacciòn entre factores externos y factores internos, hemos de ubicar el trauma del duelo por la muerte de un objeto-de-amor-real en cuanto un desenlace que se enfrenta con la percepciòn de la frustraciòn, el sentimiento de la indefensiòn, derrota o fracaso.25 El yo del sujeto se atiene a ideas ambivalentes relacionadas con la pèrdida del control sobre la conducta propia, con la manera en la cual recibirà una cantidad significativa de sensaciones displacenteras, el yo expresarà, de este modo, estrategias especìficas destinadas a impedir la inhibiciòn total de las actitudes creativas. El estado de estrès indica la generaciòn de signos exponenciales de desesperanza y negatividad (signos thanatizantes), de los cuales el sujeto habrìa de tomar control, orientarlos y unirlos a ideas o conjeturas posibilitadoras de innovaciòn, transformaciòn, sublimaciòn. La percepciòn de poder llegar a perder la orientaciòn con respecto a la realidad de los hechos indica que las emociones desagradables estàn tomando un rol importante en la toma de decisiones y la elecciòn de expectativas, habrìa de emprenderse dicha actitud homeostàtica (organizante) que incita a la conquista de mayor autonomìa en los procesos de discernimiento, en la bùsqueda de ideas sustitutivas que generen mayor gratificaciòn. En la teorìa explicitada por la psicobiologìa del estrès el sujeto tiende por naturaleza a procesos psìquicos y fisiològicos de adaptaciòn. Cuando estos procesos de adaptaciòn al medio ambiente o al contexto social no proceden 25 Valdès, M., de Flores, T. (1990). Psicobiologìa del estrès: conceptos y estrategias de investigaciòn. 2ª Ed. Barcelona. Ed. Martinez Roca. 89 adecuadamente entonces daràn lugar a manifestaciones de orden sintomàtico -sin considerar el sìntoma aislado como una patologìa en su integridad-. En este caso, se trata de un intento de adaptaciòn al hecho presentado por la realidad externa en tanto que la muerte de un objeto-de-amor-real constituye, fundamentalmente un contraste con el vìnculo establecido y un trauma que genera una serie extensa de ideas displacenteras o thanatizantes. Cuando las operaciones defensivas que el yo escoge para poder comprender la crueldad del dolor, la ausencia del ser que se ha ido, fracasan en su finalidad integradora, planteamos que sobreviene la precipitaciòn del estrès en cuanto una deficiencia en el sistema de la personalidad total. Las funciones del yo propenden por dismunir la actividad antihomeostàtica (desorganizante) frente al campo decisional previsto a causa de una eventualidad inesperada, el sujeto teme perder el sentido de la orientaciòn y busca huir de la confusiòn pero sin lograr tener èxito en este proyecto. Es, entonces cuanto el estrès impone cierto nivel de predominio sobre la dinàmica psìquica, sobre la conducta del sujeto, sobre sus actitudes sociales y vinculares. Hemos de aclarar que los mecanismos defensivos del yo comienzan a proceder como respuesta a la percepciòn de un estado interior de indefensiòn, como respuesta a la consideraciòn conciente de haber sido abandonados en alguna fase olvidada de nuestra primera infancia y sentirse aislado con respecto a la responsabilidad de encontrar una orientaciòn aceptable frente al trauma del duelo y al estado de estrès que pueda engendrar su vivencia particular. 1. Los mecanismos defensivos implementados por la actividad psìquica en contra del estrès causado por el duelo persiguen el propòsito de mitigar la amenaza de la desintegraciòn del yo, trabajan por re-examinar detenidamente la situaciòn señalada como crìtica por las percepciones de lo real, tratan de iluminar las diferentes hipòtesis por las cuales fue posible que sucediese la muerte del objeto-de-amor-real y tranquilizarse al hallar explicaciones màs convincentes. Los recursos utilizados por los mecanismos defensivos, como ya lo sabemos son la negaciòn, la intelectualizaciòn, la racionalizaciòn, etc. 2. Las estrategias de confrontaciòn recurren al implemento de conductas destinadas a reducir la activaciòn emotiva y se clasifican en dos categorias: -Estrategias centradas en la emotividad que buscan restablecer un equilibrio perdido. 90 -Estrategias centradas en el problema que intentan modificar las condiciones amenazantes del entorno. Dichos recursos adaptativos se presentan siempre correlacionados entre sì, como lo plantea Cohen, interactùan de manera dinàmica y modificante en el proceso de confrontaciòn, su presentaciòn o anàlisis son dràsticamente diferentes no sòlo en cada sujeto sino ademàs en cada contexto.26 26 Cohen, Sh., Kessler, R.C., Gordon, L.U. (1997). Measuring Stress. Oxford Univ. Press. New York. 91 92 DESPLIEGUE DE LA INHIBICION O LA FRAGMENTACION DEL YO EN LA NOSTALGIA El tèrmino nostalgia proviene de las palabras griegas “nostos” (familiar), y “algos” (dolor), se remonta a los ideales y a los hèroes griegos. Las batallas de los diversos hèroes griegos como Ulises, especìficamente, o como Aquiles en La ilìada no representan sòlo la identidad de la modalidad mìtica narrativa en la epopeya, sino que ademàs se adentran en la señalizaciòn de la representaciòn del deseo “nostàlgico” que està ubicado propiamente en la base de toda investigaciòn, de cada derivada insatisfacciòn que tiende hacia la completud, hacia la plena realizaciòn del yo. Una realizaciòn en franca tensiòn contra el devenir cuya referencia a la perfecciòn indica sòlo una vìa alternativa. Platòn, en el Fedro, plantea esta idea del sentimiento “heròico”, el pothos, explìcito en los seres humanos equiparàndolo a una corriente que impulsa hacia aquello que se ubica màs allà, que nos remite hacia aquello que està ausente. En la teorìa psicoanalìtica el tèrmino nostalgia ha estado generalmente asociado al duelo màs o menos realizado, y en particular a los estados de la melancolìa, ìndice de una herida abierta de la cual el sentimiento de seguridad de las funciones del yo es constantemente ausente. En este sentido, asistimos irremediablemente a una no-elaboraciòn del duelo y a una forma de nostalgia desestructurante. El yo en la nostalgia melancòlica se asimila a un pobre prìncipe que ha quedado sin trono y ha sido desposeìdo de su castillo, se ubica psìquicamente en un espacio denominado el no-lugar, en bùsqueda del sentido originario del vìnculo real, semejante al que existiò antes del trauma del duelo. El sujeto habìa permanecido fiel a la investigaciòn pulsional que le conducirìa a un conocimiento intuitivo de la realizaciòn del deseo, accede al recurso de la repeticiòn, su conciencia de la pobreza en la construcciòn de un proyecto futuro que tenga como base la informaciòn y los datos reales de la actualidad emotiva, hacia un encuentro gratificante con las raìces libido-afectivas de anteriores fases motivacionales. De hecho, la constituciòn de toda lucha contra la inhibiciòn en la representaciòn de los afectos y en el progreso de la dinàmica psìquica en general, se puede, re-valorar desde dicho parametro psicoanalìtico, es decir, el de la 93 construcciòn del deseo a partir de la conciliaciòn con los estados traumàticos del devenir, conciliaciòn con el duelo, con las instancias de la personalidad que tienden hacia la desintegraciòn, hacia la desadaptaciòn en torno a los lugares comunes presentados por lo real externo y por la dimensiòn interna. En tèrminos de la psicobiologìa contemporànea, se ha ido constatando progresivamente que el cerebro humano es un òrgano de conocimiento emocional que procesa los estìmulos exteroceptivos e interoceptivos en relaciòn con las posibilidades de supervivencia, estableciendo asì la practicidad de hipòtesis destinadas a la anticipaciòn de las secuelas previstas por el principio de realidad expresado en el duelo y la experiencia traumàtica de la separaciòn. La conciencia del deseo frente al caràcter impetuoso de la inhibiciòn se convierte al final en una especie de señal de advertencia con respecto a la afirmaciòn de la solidez de un puente, un lugar de contacto con los rasgos del propio origen hasta el discernir de cada experiencia llevada a cabo por el yo, observemos el esquema y la transvaloraciòn de los factores contenidos por la modificaciòn sistèmica de la representaciòn impuesta por el puente, lugar y fase del pasaje, del paso. Esquema del trabajo del luto segùn la metàfora del puente Fase pre-luto Trabajo del luto El pasado La seguridad La confianza Representaciòn La libido originaria del Puente Lo real El lugar del deseo La realizaciòn narcicìstica 94 Fase post-luto El futuro La incerteza El vacìo Ausencia del objeto-seno-matero La fantasìa Necesidad de simbolizar Conflicto narcisìstico SEMBLANTE, ESTATUTO Y LEY DEL DUELO Se plantea la exigencia de ubicar un lugar precedente a la precipitaciòn de la angustia cuando se trata de analizar la deuda emotiva evidenciada por la muerte representacional y real del objeto-Otro. Las funciones psìquicas tienen como funciòn re-direccionar la intensidad del vacìo escenificado por el pasado de la relaciòn, el estatuto que rige el proceso del duelo en cuanto motivaciòn de angustia comprende un matiz temporal que conjuga y negocia los rasgos del tiempo en el pasado, presente y futuro, como un lugar de encuentro entre ideas y preocupaciones de diverso orden, un lugar de encrucijada interdisciplinar. Con respecto al estatuto y a la comprensiòn epistèmica que configura el semblante en la obra de J. Lacan, se trata de una posiciòn subjetiva que interviene, a su vez, en los procesos concientes o inconscientes de la estrcturaciòn del duelo. La problemàtica que se refiere a la separaciòn dialèctica entre fenòmeno y esencia es abordada en tèrminos de aquella posiciòn aparente en relaciòn de confrontaciòn con los factores relativos a lo verdadero. El trabajo de la dinàmica psìquica no està destinado a proteger al sujeto de aquello que le afecta con respecto a factores reales sino que posibilita su ingreso, de manera intermitente, al conocer del deseo generado en la percepciòn de la desapariciòn, huìda, o carencia del objeto. El estudio del semblante no habrìa de confundirse con el estudio de aquello que no es, o de aquello que no existe, sino que propende por acercarse a lo que no pertenece al terreno de lo aparente, o de la falsa apariencia. Plantea Lacan que “el semblante se da por aquello que es, es la funciòn primaria de la verdad.” 27 Es factible co-rrelacionarlo ademàs con el sentido de las identificaciones primarias y reconocer su huella en torno a la idea del significante. Es el mismo sujeto quièn ha de re-recrear la estructura de este significante, su espacio y el tiempo en el cual lo relativo al objeto ausente pueda ser representado. El caràcter especìfico del semblante frente al duelo remite a la naturaleza subjetiva del significante con referencia a una realidad subjetivizante, cada expresiòn retoma afectos que son inexistentes en otras expresiones aunque si pertenezcan al mismo 27 Lacan, J. (1970-71). Seminario XVIII. D'un discours qui en serait pas du semblant. 95 grupo de afectos en torno a la distancia o cercanìa thanàtica del yo. Dicho nivel de lejanìa lo establece la modulaciòn de las identificaciones, es en este sentido que el anàlisis del discurso al interior de cada experiencia frente a la muerte se inscribe en los lìmites de lo auto-diferencial. El conjunto de los significantes tomados aisladamente no bastan para re-definir la esencia de la subjetividad, su ser, su estar en el mundo sin el objeto, sus delimitaciones imaginarias o alucinatorias. Sin embargo, cada elemento constituye una voz que ayuda a delimitar el matiz y los margenes de su verdad. El terreno del semblante no se reduce al terreno del significante sino que prepara los tèrminos adecuados para la investigaciòn que re-define su actitud o la sintomatologìa cuando la ausencia del objeto reivindica la existencia del deseo, de la persistencia de las pulsiones en la formulaciòn post-duelo de un proyecto de vida. La convivencia innombrable entre el significante y el semblante induce a pensar la modalidad en la cual el discurso se inscribe, la direcciòn elegida desde un discurso dominante, hacia la estabilidad de un discurso que ha de irrumpir en el escenario desencadente del post-duelo. La subjetividad inunda la fracciòn del yo que ha sido determinada por la posiciòn pulsional como sustento re-dimensionado de las proyecciones objetivizantes, es la medida de la realidad vincular aquella que destina la positividad dialèctica del Eros hacia el re-conocer del estatuto sustitutivo de futuros objetos, y de su acreditada tarea reparadora al interior de los apegos desconocidos. 96 LA TEORIA DEL VACIO Y LA POSIBILIDAD DE SUBLIMACION La investigaciòn psicoanalìtica acerca de los procesos pulsionales procura demostrar la organizaciòn interna de la operatividad inconsciente desde la base de las insatisfacciones y a partir de las coordenadas delineadas por la vida en sociedad. Se trata de una base hipotètica desde la cual proceden los recursos psìquicos necesarios para los procesos de sublimaciòn, segùn Lacan, el interrogante referido a la investigaciòn del sentido del vacìo implica introducir la lectura de dicho signo en cuanto la introducciòn del significante y de la dimensiòn simbòlica. Partiendo de diferentes lìneas de trabajo M. Klein postula en 1930, una teorìa en esta direcciòn: “El simbolismo constituye la base de cada sublimaciòn y de cada talento ya que es por medio de la asimilaciòn simbòlica que las cosas, las actividades, los intereses se convierten en los temas de los fantasmas libidinales.”28 El nivel de ansiedad provocado por los estados especìficos del duelo remite al nivel de ansiedad experimentado en situaciones anteriores, tanto la estructura singular de las pulsiones como la evocaciòn que retro-trae la angustia arcaica colocarìan en movimiento el proceso de identificaciòn primario, impulsan cada proyecto de asimilaciòn simbòlica, en cuanto base absoluta del fantasma, en cuanto base de los objetivos en torno a la sublimaciòn, en cuanto base de la interrelaciòn del sujeto con las realidades externa e interna. Un factible sentido del vacìo, proporcionado por la recurrencia a dichos estados arcaicos de la vida intrauterina, es adjudicable al deseo inconsciente por destruir el cuerpo materno, la bùsqueda de una coyuntura entre el duelo y los estados de angustia anteriores encuentra su motivaciòn en el interès del sujeto por hallar una propuesta de soluciòn sublimatoria mediante la creaciòn artìstica, la escritura, la amistad, entre otras. 28 Klein, M. (1930). La importancia de la formaciòn de los sìmbolos en el desarrollo del yo. Ed. Paidòs Horme. Madrid. O. C. 97 La sublimaciòn actuarìa en el escenario tràgico de la muerte en cuanto un instrumento anti-angustia, perspectiva de realizaciòn, las estrategias implementadas por la vida conciente del sujeto estàn destinadas a seguir aquellos procederes que intentan reparar antiguos deseos destructivos frente al cuerpo de la madre o con respecto al objeto de amor perdido por la experiencia del duelo. El propòsito reparador del discurso clìnico explora cadenas asociativas inèditas cuyo matiz de culpabilidad es rastreado bajo la òptica terapèutica del super-yò, el ello y el yo, las acciones de reparaciòn que tienen que ver con el reconocimiento de tendencias agresivas inconscientes se adhieren al estudio particular de las motivaciones eròticas al interior de las identificaciones secundarias. J. Lacan, en el anàlisis sobre las angustias primarias atribuye una importancia excepcional a los procesos de sublimaciòn. Consolida la idea que la teorìa kleiniana acerca de un fantasma sado-masoquista agresivo corresponde a la faz imaginaria y consecuente del efecto del significante. El sentido del vacìo actuarìa en cuanto motivaciòn significante hacia la conquista de nuevas realidades de sublimaciòn, la desintegraciòn del conjunto derivante en respuesta a ejes patologizantes es analizable por la hilaridad de los deseos perdidos, se tratarìa, en sìntesis de re-anudar el hilo que une de manera indisoluble, en la teorìa psicoanalìtica, el movimiento pulsional, la resistencia de la transferencia y los procesos de representaciòn, mediante el conocimiento de la problemàtica de la representaciòn segùn las connotaciones del objeto de amor ausente. La hilaridad indicada por la persistencia de cadenas significativas al interior del deseo tiene como funciòn re-dimensionar las expectativas de los ideales en su correlaciòn con las fantasìas, re-dimensionar el sentido por el cual se huye de los hechos reales mediante el recurso de la angustia arcaica y su modalidad de presentaciòn en forma de vacìo existencial, circular, repetitivo, estructurante del caos neo-afectivo y posibilitante de propuestas de reparaciòn segùn coordenadas de culpabilidad neurotizantes. Es posible rastrear la pertinencia de las funciones del yo al interno de un paralelo quizàs contraproducente entre pasado y presente, entre predominio de la imaginaciòn y predominio del coeficiente real -del cual este ùltimo representa el centinela-.29 El yo aprovecha la antìtesis percepciòn-recuerdo para descifrar el 29 Andreoli, A. (2001). Percorsi dell'Ideale: Rivisitare Freud e la sua psicoanalisi con Pier Mario Masciangelo. Ed. Borla. En los lìmites entre lo conciente y lo inconciente existe un fenòmeno dinàmico y tòpico que crea un efecto de ilusiòn, el yo sufre una transitoria regresiòn a su propio Ideal infante. 98 circuito establecido entre la memoria y sus propiedades al servicio de la adaptaciòn, para trasladar el radio de las representaciones mnèmicas hacia el predominio de la ilusiòn. La distancia entre los elementos de la ilusiòn y aquellos unidos al principio de lo real es verificada por los criterios unificados exigidos por el ideal del yo. El yo se expone radicalmente al eterno retorno de lo mismo en tèrminos que delimitan la dinàmica psìquica a un movimiento de circularidad angustiante, mediante las represiòn y las formaciones reactivas las exigencias defensivas cumplen la tarea de afrontar la escisiòn del Yo-idealizaciòn de los objetos internalizados y de la proyecciòn de los objetos externalizados en un proceso simultàneo de materializaciòn de las pulsiones y sus mecanismos de manifestaciòn. La experiencia del duelo reivindica su posibilidad de hallar un estatus coherente con las representaciones narcisistas y objetivizantes respecto a la relaciòn con objetos internos arcaicos y con el objeto de amor ausente. 99 100 EL LUTO EN CUANTO PRODUCCION PSIQUICA DEL FENOMENO DE LA MIGRACION “Toda la vida es un proceso migratorio aunque el individuo haya llevado una vida sedentaria ejemplar”.30 1. El fenòmeno de la migraciòn Un posible eje de anàlisis es propuesto por Balint (1959) cuando acuñó dos términos contrarios entre si para expander su significado al fenòmeno social de la migraciòn, el de “ocnofilia” y el de “filobatismo”, para referirse especìficamente a dos tipologìas dialècticas de actitudes: una que tiene que ver con la tendencia al apego por sentirse en un contexto seguro y que brinde promesas de estabilidad y otra, que se orienta hacia la búsqueda de experiencias nuevas y exuberantes. Dichas denominaciones habrìan de ser apliacadas ademàs a los diversos tipos de circunstancias, ambientes socio-culturales del mundo externo y no sòlo recibir una interpretaciòn de tipo endògeno, nos referimos a percepciones individuales que pueden ser prolongadas mediante la expresiòn y la vivencia de conflictos o fases transitorias de shock segùn el acuerdo psìquico en los niveles de relaciòn con el Otro, con las diferentes posiciones en torno a la experiencia con el sentimiento de vacìo interno, o sentido de abandono. Etimológicamente, estos términos derivan de voces griegas que significan, respectivamente: “aferrarse”, una, y “caminar sobre los dedos”, la otra (como el movimiento del acróbata), buscando hallar una base estructural psìquica que corresponda a las crueles exigencias y a los cambios dramàticos presentados por las leyes de la realidad externa.31 En términos de Ticho (1971), el shock cultural se refiere a la posiciòn de una crisis cuyo rasgo esencial es el de imponer un cuadro semi-patològico y autolimitante 32. La funciòn del shock tiene como orientaciòn fundamental la de indicar la presencia de varios peligros o amenazas que provienen no sòlo del contexto ambiental sino ademàs de los objetos-malos internos o internalizados, desde unas fases anteriores 30 Grinberg, Leòn y Rebeca Grinberg. (1984). Psicoanàlisis de la migraciòn y del exilio. Alianza. Ed. España. 31 Balint, Michael. (1959). Emozioni e regressioni. Stoccarda. Klett. Londres. 32 Thomä, Helmut, Kächele Horst. (1967). Psychoanalytic Practice 1: Principles. Citaciòn. Springer-Verlag. Berlìn. 101 del desarrollo psìquico y en relaciòn con las primeras figuras de identificaciòn. En este sentido la nociòn de narcisismo cultural, o narcisismo cultural, linguìstico, social, desempeña el trabajo preliminar de confrontar el valor y el sentido de la autoimagen, del autoconcepto, con otros modelos de vida social, cultural, linguìstica, la capacidad de plasticidad del aparato psìquico para integrarse activamente, para ajustarse a nuevos modelos de relaciòn, para ir aceptando los principios de las diferencias, en lugar de sentirse vìctima de los procesos sociales habrìa de participar en la reconstrucciòn del yo en su proyecciòn alternativa, con nuevos paradigmas superyoicos y nuevas expectativas de elaboraciòn desde el conocimiento del ello. 2. Proceso de des-identificaciòn y des-estructuraciòn psìquica. Leon y Rebeca Grinberg han expuesto las vicisitudes a las que se han tenido que enfrentar quienes han padecido el fenòmeno de la migraciòn ya sea si esta ha sido una elecciòn voluntaria o si se ha realizado por motivos de fuerza mayor. Se elabora un cuadro paralelo donde el anàlisis de los factores internos se intercala, recìprocamente con el anàlisis crìtico de los factores socio-ambientales de la migraciòn y el exilio. Los altibajos emocionales a los que se expone un sujeto en viaje hacia un lugar desconocido implican un desarraigo del yo en tèrminos de un des-posicionamiento con respecto a las situaciones y a los seres a los que habìa estado ligado emotivamente. Los afectos se desgarran de una manera desapacible y dolorosa, si este proceso des-narcizante llega a contener elementos sublimantes, por ejemplo, gratificaciones en torno a deseos y expectativas planificadas, decisiones y hechos reales que concuerdan con un programa racional de progreso en el àrea profesional, relacional, entonces podemos decir que se ha internalizado la estructura base, psìquica, complementaria, hacia la integraciòn con lo novedoso. Para los Grinberg, las migraciones son interpretables como rupturas, agrietamientos de orden cognitivo y social, ya se encuentran en la literatura muchos ejemplos prototipos que escenifican el drama del conflicto: – El mito primigenio de Adan y Eva donde los protagonistas han debido abandonar el lugar donde habìan instanciado su vida, sus valores y su conocimiento, se trata de una apartarse traumàtico, doloroso y no deseado, 102 es un retiro forzado en cuanto forma punitiva debido a hechos postulados como transgresores. Es un exilio moral no aceptado pero con cumplimiento necesario. – El mito de Edipo, donde al final de la trama el protagonista sale de su ciudad y vaga por muchas regiones buscàndose a sì mismo, explorando su propia identidad, bajo el dolor del sentimiento de culpa y des-conocimiento social. Edipo en fuga y exiliado (primero de Corinto para alejarse de Pòlipo y Mèrope, luego de Tebas al tener conciencia de la muerte de su madre), anduvo como vagabundo y desterrado de sus propias convicciones, ha debido confrontarse con aquello que los acontecimietos le planteaban en el mundo externo aunque para ello tuvo que batallar con los recuerdos, sus ilusiones y representaciones vinculares. – El mito de la torre de Babel, donde el impulso migratorio es representado por el deseo de alcanzar el cielo, segùn la exègesis bìblica, para acceder a un conocimiento superior màs allà de aquel que ya se conocìa. El denominador comùn en el desplazamiento forzado es observable bajo la òptica de los constrastes psìquicos, el sentido del abandono, pèrdida, culpa, pero ademàs, de esperanza, exploraciòn del ambiente e intentos permanentes de conciliaciòn con el pasado, con el nido cultural, biològico e vincular. Las primeras expresiones de negaciòn con respecto a la capacidad de tolerar el displacer confluyen alternadamente con la disociaciòn de una dinàmica psìquica no del todo reconocida y siempre en re-construcciòn. Ir a otro lugar y experimentar tentativamente la motivaciòn de querer reparar algo que ha sucedido equivale a realizar un viaje al encuentro de las representaciones inconcientes primigenias, el concepto de equilibrio coincide con un factor nuevo al interior de los ideales del Yo, como en una oscilaciòn entre lo patològico y lo sano, entre las manifestaciones de ansiedad y la experimentaciòn por descubrir inèditas formas de gratificaciòn. Los Grinberg homologan el origen de la problemàtica del desamparo y la perdida del equilibrio emocional en las migraciones con la experiencia del trauma del nacimiento delineada por O. Rank, las bases afectivas y la fortaleza de los primeros vìnculos de identificaciòn constituiràn la plataforma desde donde podràn erigirse los primeros pilares de la dinàmica intrapsìquica, es decir, las motivaciones inconscientes primarias desde las cuales el sentimiento de abandono o pèrdida, ausencia de protecciòn habrìan de remontarse. En algunos casos puede tratarse de una dependencia patològica o no patològica 103 con respecto al hogar de origen y sus caracterìsticas, las cualidades encontradas en aquellas primeras figuras de identificaciòn con las problemàticas adherentes, el carácter del superyò, el ideal del yo, las proyecciones alucinatorias primarias, la ambivalencia, entre otros. No se ha podido establecer si dicha dependencia afectiva con respecto al hogar de origen repercuta sobre el tejido psicosocial de modo positivo, muchas generaciones de migrantes han demostrado altos niveles de adaptaciòn econòmica y polìtica pero el anàlisis de las condiciones psìquicas aùn no ha sido investigado y tratado suficientemente debido a que en la mayoria de las situaciones exige un costo socio-sanitario para la familia y el Estado. Un ènfoque constructivo del problema de la des-identificaciòn con los lugares comunes de arraigo se relaciona con la posibilidad real de emprender un proceso de aprendizaje desde el cual el sujeto aprenda a confrontarse con sus propios fantasmas inconcientes, un lugar comùn desde donde el yo ejerza cierto nivel de presiòn sobre sus propias limitaciones, confines de expectiva, es una pedagogìa que estudia la capacidad del sujeto para estar sòlo e identificar el potencial progresivo que existe en su interior, el don de la lucha por la supervivencia ha de homologarse con el don de la fortaleza frente a la habilidad para socializarse adecuadamente, integrando sus antiguos prejuicios familiares a las condiciones del nuevo contexto socio-ambiental. Cuando se reconocen los propios errores en cuanto producciones derivadas de nuestros impulsos agresivos en batalla constante contra nuestros impulsos de orden narcicìsta el horizonte que se observa ha de incluir, necesariamente, los recursos propicios para trabajar psìquicamente el problema de la ambigüedad o la ambivalencia emotiva. Se pierde confianza en las propias destrezas pero ademàs se retoman los anhelos de rescatar con mayor ènfasis las bases motivacionales de esta confianza. El temor de ver humillados los proyectos del Ideal del yo en su conflictividad con la realidad exterior precipita el estado del operar psìquico hacia mecanismos de regresiòn, negaciòn, denegaciòn, entre otros, como medios para asegurarse un estatus en la pugna por la inclusiòn psicososcial. ¿De què cosa habrìa de desprenderse el yo en el proceso de migraciòn psicosocial? El yo requiere establecer una o varias fases de transiciòn en torno al despojarse de su lugar natal, del afecto experimentado hacia las figuras de identificaciòn, se trata de un desprenderse doloroso, quizà masoquista, pero ejerciendo una funciòn terapeutizante, una modalidad de desenganche ero-thanàtico con las raìces de la infancia. El proceso de adaptaciòn requiere un esfuerzo racional duradero donde 104 el yo no se empobrece en su confusiòn transitoria sino que tiende a enriquecerse alcanzando un posible equilibrio psico-ambiental, entre el anàlisis del sentimiento de culpa y la asimilaciòn de la otredad en la angustia perentoria. La inestabilidad del yo se compagina con el equilibrio alcanzado, lucha por no desfragmentarse, por no caer en el vacìo de la depresiòn. 105 106 PSICOANALISIS DEL “NO RETORNO” EN CONTRA DEL “ETERNO RETORNO” 1. Disposiciòn psìquica en la dimensiòn del “eterno retorno” El enfoque del deseo del “retorno” del objeto perdido a un nivel preconscienteconsciente, imaginario, alucinatorio, cuando se es prisionero de las escenas fantasmàticas, bùsqueda de reconocimiento propio, es la posiciòn paranoicadepresiva, incita hacia la escisiòn patològica del yo, desentale de episodios prespsicòticos, se trata de una tendencia que hostilmente se relega, se instala en el pasado, puede adoctrinarse en el caràcter anquilosado de los mitos acerca del deceso, perder al objeto remite a perder la certeza de la protecciòn, la posiciòn del ser-en-falta le precipita hacia el hallazgo de soluciones ya conocidas, las fronteras del autoconcepto se restringen excesivamente, pretende economizar y reducir al màximo el despliegue de la sublimaciòn en tèrminos de despliegue energètico, se plantea extensiòn de rigidez psìquica en la conducta cotidiana, se percibe la indolencia de sentirse prisionero de motivaciones paranoizantes, las manifestaciones relacionadas con cambios a nivel de ambivalencia llamada psicoemotiva han de evocarse según el proceso psicodinàmico estructural relativo al predominio de una fase libidinal sobre la otra en el complejo mecanismo de la identificiòn primaria, el aprendizaje en los niveles de transferencia negativa o positiva con respecto al sentido del abandono o de pèrdida posiblemente experiementados en la infancia habrìa de repercutir negativa o positivamnete sobre las ulteriores experiencias de duelo o melancolìas provenientes del duelo, en este caso, la transferencia no elaborada o caracterizada por episodios de violencia, amenaza o abandono casi total frustran el camino para una elaboraciòn adecuada y objetiva en la ausencia de un objeto real, 2. Disposiciòn psìquica en la dimensiòn del “no retorno” y el enfoque del “no retorno” del objeto perdido a un nivel consciente, el desazòn del encuentro con lo real, umbral desconcertante de la pulsiòn de muerte, bùsqueda del reconocer la pertinencia del externo, es la posiciòn liberadora que 107 coloca como protagonista la centralidad del yo, incitaciòn hacia la integraciòn de los componentes sueltos en la dinàmica psiquica, camina hacia el contacto con los Otros, se trata de una condiciòn destinada a reconocer el ìmpetu y la concreteza del futuro, introduce la necesidad de no quedarse atacado a la mitologìa o a las leyendas transitorias sobre la muerte, perder al objeto de amor significa perder la certeza del apego a una protecciòn infantil de orden externo, la posisciòn del seren-falta le precipita hacia el hallazgo de soluciones o alternativas del todo renovadas, los lìmites del autoconcepto se extienden y fortalecen, postula un redimensionar de la economìa libidinal en terminos considerados por la voluntad de re-distribuir el caudal disponible para nuevas aperturas, se plantea apertura hacia mayor plasticidad psìquica, la indicaciòn que invita a salir de la prisiòn de los recuerdos culpabilizantes es aceptada como en una especie de reivindicaciòn saludable, en lo que se refiere a las expresiones donde prevalezca la intervenciòn de signos contrarios entre si referidos a la prevalencia de la ambivalencia podemos deducir que dichos fenòmenos psìquicos han de remontarse al las vivencias determinantes en el proceso de identificaciòn primaria donde predomina, en este caso, la tendencia hacia la estabilizaciòn de un referente objetal en cuanto modelo especìfico de refrencia y una factible modificaciòn de estos contenidos actuarìa como motor para reforzar las leyes de esta identificaciòn sustituyendo la representaciòn del objeto o potencializando la probabilidad de encontrar un nuevo proyecto de vida sin perder por ello las motivaciones fundamentales para fortalecer el amor por la existencia humana, la influencia de las coordenadas psìquicas implicadas en el fenòmenos de la transferencia positiva o negativa constituye un factor esencial para la elaboraciòn profunda de la crisis emotiva cuando se presenta la experiencia del duelo, 108 EL FENOMENO DEL FLASHBACK PSICOANALITICO EN EL LUTO 1. Definiciòn del fenòmeno del flashback. El fenòmeno del flashback consiste en la producciòn psiquica de representaciones o eventos ocurridos en el pasado. Tales hechos o significados se caractarizan por la vivencia de particulares intensidades de carga energètica como en el caso del trauma o estados de schock nervioso. Crea reacciones psìquicas en respuesta a diferentes estados de tensiòn o estrès respecto a contadicciones evidentes entre la doctrina moral y los mandatos del ello, entre el Eros y Thànatos, entre escenas presenciadas e intereses reprimidos, entre otros. El proceso llevado ha cabo por el recuerdo y el retrotraer de significados anteriores reivindica la expresiòn de alucinaciones o imàgenes fugaces en cuanto determinantes especìficos de una sintomatologìa casi inexistente o invisible al sujeto mismo. Muy a menudo, el fenòmeno es reconstruido por situaciones cotidianas que pueden simbolizar o asimilarse en cualquier aspecto a uno de los rasgos desencadenantes del trauma problematizante. No es necesario que exista una causa explìcita para generar una cadena de sentimientos angustiosos, el fenòmeno puede suceder tambièn improvisadamente mediante la referencia a ilusiones, pensamientos disociativos, sueños recurrentes en forma de pesadillas, donde la dinàmica psìquica es totalmente, o en parte, absorbida por recuerdos displacenteros. El sujeto puede tener la ilusiòn de revivir realmente aquellos eventos que han suscitado un gran caudal de angustia perdiendo temporalmente el contacto con el presente. En la medicina clàsica el fenòmeno del flashback obedece ademàs a un proceso descrito por quienes han sufrido un trastorno posttraumàtico, dichas manifestaciones se pueden hallar ademàs en el contexto de las amnesias disociativas, o despuès del consumo de alucinògenos, alcohol o barbitùricos. La investigaciòn psicoanalìtica ha descubierto que muchos de los sìntomas mencionados tienen una procedencia inconciente con respecto a los hechos ocurridos en el pasado, es decir, si bien la nosografia del trastorno post-traumàtico 109 plantea la existencia del flashback en cuanto reconstrucciòn de un conjunto de manifestaciones del todo espontàneas e involuntarias, hemos de confirmar que dichos gestos suelen representar una especie de ventanilla que mira hacia el campo oscuro del cual proceden -y en el cual se fortalecerìan si no se les diera un tratamiento adecuado- nos referimos a la caverna oscura de lo inconciente. El sujeto que reconozca la existencia de una sintomatologìa post-traumàtica -flashback, entre otras-, con respecto a la muerte de un individuo significativo, cercano a su experiencia de vida habrìa de emprender un proceso terapèutico donde prevalezca la acciòn de un discurso liberador, es precisamente mediante el uso del lenguaje como el sujeto emprende pequeñas operaciones que desliguen un recuerdo del otro para identificarles separadamente y luego relacionarlas en concomitancia con la sintomatologìa especìfica. El actuar de las narraciones permite al sujeto hablante exponer el nùcleo traumàtico asì como se vaya presentando a partir del pasaso que habita el presente, asi como el dolor del recuerdo perpetùa la dinàmica psìquica como si fuese un veneno aniquilador de un mejor estado de salud mental. El emprender la confrontaciòn con los diferentes estados del luto permite re-iniciar la experimentaciòn de nuevos proyectos respecto a sì mismo y respecto al contexto social: -Aprendera a vivir sin el objeto de amor. -Aprender a vivir sin el objeto que nos brindaba su voz, su discurso. -Aprender a vivir sin el objeto que nos escuchaba. -Aprender a vivir sin el objeto que nos obsequiaba su mirada. -Aprender a vivir sin el objeto que complementaba nuestro sentido del vacìo existencial. -Aprender a vivir sin el objeto que nos ha propuesto un punto de apoyo emotivo. -Aprender a vivir sin la imagen real y propia de quien podìa permitir la proyecciòn de nuestro yo. -Aprender a vivir buscando reparar aquellos nùcleos conflictivos dispersos por el vasto conjunto de recuerdos, aquellos recuerdos tan unificantes como creadores de complicidad mùltiple. 2. Après-coup y experiencia del duelo: ¿Un segundo estado de castraciòn? Para comprender la historia del concepto Après-coup es imprescindible subrayar la 110 importancia del trabajo de traducciòn al interior de las ciencias humanas. Cuando se traduce un concepto de un idioma a otro es posible que su significado se enriquezca o se empobrezca de acuerda a los alcances y los lìmites implicados en su implementaciòn. Los diferentes matices y las funciones polisèmicas permiten descubrir que en la traducciòn pueda perderse una fase del sentido del mensaje en cuestiòn. “Après-coup define mejor que nachträglich o de Nachträlichkeit el significado que deseaba otorgar Freud, un momento que corresponde a un tiempo traumàtico (coup, el “golpe”) y transformador (après, un significado que se produce “despuès”)”33, en la traducciòn francese del concepto utilizado por Freud se habìa acudido al uso, antes de Lacan, de modo indiferente al concepto de “sucesivo” o “a-posteriori”, un efecto que sucederà “mas tarde”, o quizà aprèscoup, sin que este concepto se considere aisladamente o con especìfica precisiòn. El haber re-descubierto este concepto posibilita la expansiòn de su sentido hacia la idea de una construcciòn llevada a cabo en dos fases donde la ùltima de estas equivale a una re-construcciòn de los contenidos semànticos de acuerdo a una primera fase de acontecimientos traumàticos o no traumàticos. La responsabilidad del deseo al interno de tendencias forjadas por el intercambio de experiencias afectuosas durante extensos periodos de tiempo al interior de una co-relaciòn objetal es anàloga a la calidad de la respuesta en tèrminos de representaciòn del amor cuando este es destinado a sustituir todo sesgo sintomàtico. El anàlisis del trauma invocado por la pèrdida de un objeto de amor desde la visiòn etimològica del vocablo après-coup dispone la investigaciòn del luto en cuanto un dispositivo psìquico que coloca en escena el efecto modificante de las huellas determinadas por el proceso de identificaciòn. Luego de esta pèrdida dolorosa para el principio del placer es precisamente el no-objeto de amor el que precipita al sujeto hacia factibles manifestaciones de estados melancòlicos, o pre-psicòticos, en general, referidos a la estructura misma del sìntoma, no es racional poder enunciar en esta transiciòn que dichas atribuciones procedan de manera directa de la pulsiòn de muerte puesto que aquello que se puede leer en la escena corresponde a la funciòn del representante psìquico en vìnculo con el objeto de amor sin la eminencia de la pèrdida traìda al caso por el estado de emergencia pulsional del sujeto. En este sentido, la cercanìa y la re-conquista de las condiciones adecuadas para percibir un estado gradual en la recuperaciòn de la salud integral y de nuevas investiduras de objeto, se realizarà cuando la libido dispuesta para emprender nuevas emociones no sea sustituida por la imponencia 33 Jacques André. (2008). En "Psicoterapia e scienze umane". pp. 471-498. DOI. Relaciòn leìda en el “Seminarios internacionales de Psicoterapia y ciencias humanas”. Bolonia, 17 de mayo de 2008. 111 de la sintomatologìa sino que dicha libido pueda interponer proyecto de realizaciòn de metas no solamente objetuales sino ademàs socio-culturales. Se abre la posibilidad de anteponer el cuerpo del discurso amoroso como condiciòn desde la cual cada lucha contra la nostalgìa patològica puede obtener beneficio en tèrminos de ruptura con la unidad de la palabra cuando esta habia estado complementada por la presencia activa del objeto ahora ausente. La palabra del Otro en el lenguaje encarna el eslabòn que ha unido significantes no perecederos en el transcurrir del tiempo, la desapariciòn repentina del encuentro cotidiano con dichas formas còmplices de los signos y del intercambio linguìstico funda el terreno ideal para que el sujeto de la comunicaciòn, el sujeto social de la comunicaciòn, reconozca su todal dependencia de la protecciòn con respecto al discurso-amoroso-del-Otro, su estado puede homologarse al desvalimiento melancòlico del abandono (hilflosigkeit). 112 VIVIR LA EXPERIENCIA APRÊS-COUP DEL DUELO COMO UNA SEGUNDA MUERTE SIMBOLICA (Muerte del discurso en su completud existencial) Ante la experiencia cruel de la muerte de un conocido, agente portador de afectos y representaciones nos encontramos como en un vasto bosque de incertidumbre pero sobre todo nos enfrentamos al mundo de lo in-comunicado. El adulto se presenta a sì mismo gobernado por inseguridades y sentimentos de impotencia en cuanto un infante que no sabe emprender la ruta de la reconciliaciòn con aquello no comunicado, aquello casi in-comunicable. Es precisamente en las primeras fases de la infancia donde la relaciòn bloqueda con el discurso ofrecido por el Otro posibilita el ingreso real o imaginario a la vida del propio discurso cuyas caracterìsticas fundamentales tienen que ver con el sesgo, la divisiòn y el sentido de vaciedad vincular cuando se trata de acceder a la explicaciòn de situaciones semi-traumàticas, o resultante de la compulsividad erothanàtica. La amplitud del mundo de lo incomunicado excede toda pretenciòn de anàlisis cada vez que en la construcciòn bàsica de los conceptos iniciales en la infancia haya prevalecido un encuentro subyugado por los componentes de violencia, amenaza fisica, riesgos de muerte existencial por la no satisfacciòn de las necesidades primarias. El vasto campo del discurso no-comunidado permanece subyacente en la caverna del superyò inconciente fortaleciendo la oscuridad, las dudas, la culpa, la incerteza futura, y en especial acrecentando la no apertura a la plasticidad psìquica, al acceso a un conjunto amplio de redes conceptuales que apoyen factibles explicaciones al fenòmeno especìfico del duelo y a su elaboraciòn aprês-coup cuando existan condiciones favorables para editar dicho diàlogo intermedio con el propio yo. El intercambio in-especìfico de aquellas narraciones complices con la realizaciòn de las pulsiones cuando el objeto de amor se hallaba en vida propende por indicar la veracidad de la grieta afectiva al verificarse una especie de secundo estado de 113 castraciòn. La infancia que se instaura en cuento ente constituyende del desamparo emotivo o de fuertes rasgos de identificaciòn es precisamente quien otorga cierto matiz de creatividad y libertad al discurso sesgado por la ley universal del Padre imaginario, es decir, del Nombre de la ley subyacente al discurso mismo del amor y de su posibilidad. 114 INFIRMOS ANIMALIS HOMO EST VS. MENTIS SALUTEM34 La definiciòn del ser humano contiene consideraciones relativas a su origen biològico, puede ser visualizado en cuanto un animal enfermo contra el principio que propende por la ley universal de una adecuada salud psìquica en todos los seres humanos, en esencia, la medicina investiga los mètodos especìficos para el tratamiento y la curaciòn de las enfermedades fisiològicas, pero en lo que tiene que ver con la salud mental donde se encuentra el màs amplio campo de trabajo a nivel de patologìa, podemos establecer un paralelo con caràcter antinòmico respecto a la supervaloraciòn de una mal denominada “normalidad” psìquica. El caràcter innato del ser humano contiene pulsiones de diversa ìndole, ya a nivel psicofìsico existe una predisposiciòn hacia determinadas actitudes o percepciones de la realidad interna o externa, en el caso del duelo, el infante, y posteriormente los seres adultos han de experimentar percepciones, reacciones e impresiones derivadas de estados patològicos o no patològicos, en parte heredados y en parte obtenidos mediante las diferentes fases evolutivas de la vida. De este modo es posible deducir que los recursos implementados por la actitud del sujeto al enfrentarse decididamente contra los efectos deprimentes -desnarcisantes- del duelo de un objeto-de-amor real proceden del pasado, se conjugan, se negocian, en un movimiento retro-activo, buscando hallar un lugar de encuentro entre ideas y sentimientos opuestos entre sì, se puede afirmar, buscando un lugar de crucevìa interdisciplinar, polivalente.35 Cuando el duelo ha sido un proceso realizado en coherencia con las expectativas psìquicas reales del sujeto, consideramos que dichos logros permiten la recuperaciòn innovativa, simbòlica, representacional, de las propiedades inherentes al objeto perdido, a la posibilidad existencial de conocer la esencia del deseo que nos ha unido a el, postula un re-dimensionar de los recursos colocados a disposiciòn por nuevas investiduras que habìan permanecido como encarcelados 34 El hombre es un animal enfermo vs. Una mente sana. 35 Racalbuto A., La Scala M., Constantini M. V. (2001). La nascita della rappresentazione fra lutto e nostalgia. Ed. Borla. Roma 115 frente a la situaciòn traumàtica del luto. 116 CARTA A UN AMIGO MISIONERO La Consolaciòn en cuanto proceso de “fotosìntesis”. Estimado Salvador M.: La fotosìntesis de la consolaciòn busca transformar las energìas thanàticas (negativizantes) en energìas creativas (positivas), mediante un proceso de metabolizaciòn de las experiencias anteriores, permeabilizando las fronteras que han impedido el encuentro y el re-encuentro con lo real de los otros, el medio ambiente, lo psicosocial, lo familiar. La fotosìntesis propende por optimizar la relaciòn con el mundo externo superando las dificultades internas impuestas por la conflictividad, consolar significa, en este sentido, trabajar con los propios traumas infantiles para conocerlos, reconciliarnos con ellos, e implementar condiciones fundamentales para trabajar el conocimiento de los otros, yo-soy-yo en la medida en que yo-soy-con-los-otros, el acto de la consolaciòn es definible asì como todo intento por re-construir la faz de los afectos perdidos, todo intento por re-estructurar el sentido de la reparaciòn por superar los egocentrismos etnoculturales, ese narcisismo seudo-patològico que circula sin un objetivo definido, la eficacia de la consolaciòn se inspira en un reforzar permanente de las cadenas vitales destinadas a fomentar el apego por la vida y por la creatividad unida a nuevas expectativas. Activar la funciòn psìquica de consolar al Otro, con y desde el Otro, intuye la transformaciòn gradual de la prospectiva perdida en cavilaciones infantiloides hacia la retro-alimentaciòn de factores vitamìnicos, donde la actividad racionalizante del yo establece un ambiente prioritario con respecto a las exigencias del ello y el superyò, potenciando las habilidades del Otro, resaltando las capacidades del Otro, exaltando las influencias pulsionales que re-fuerzan las ideas en torno al principio de vida, màs allà de las pulsiones thanàticas limitantes, tomando la posiciòn del Otro como si se tratase de un proceso donde la percepciòn retrovisora de la imagen especular producirìa transformaciones significativas. 117 118 119 120 REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Alvarez, A. (2012). Un cuore che pensa. Tre livelli di terapia psicoanalitica con i bambini. Roma. (2014) Alvarez, Javier. (2013). Un par de etimologìas de “duelo”. Orìgenes, etimologìas y gramàtica històrica del castellano. MLA. Abraham, K. (1924). Tentativo de una storia evolutiva della libido sulla base della psicoanali dei disturbi psichici. En Opere. V. 1 Torino. Boringhieri. Bleichmar, HB. (1994). La depresiòn: un estudio psicoanalìtico. Buenos Aires. Nueva Visiòn. Cancrini, T. (2002). Un tempo per il dolore. Torino. Bollati Boringuieri. Echeburùa, y Corral, P. (2001). El duelo normal y patológico. En W. Astudillo, E. Clavé y E. Urdaneta (Eds.). Necesidades psicosociales en la terminalidad. San Sebastián. Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos. Freud, S. (1929). El malestar en la cultura. O. C. Amorrortu Ed. B. A. Freud, S. (1917). Luto y melancolìa. O. C. Amorrortu Ed. B. A. Freud, S. (1919). Lo siniestro. O. C. Amorrortu Ed. B. A. Grinberg, L. (1971). Colpa e depressione. Il Formichiere. Milano. Grinberg, L. y Rebeca G. (1992). Identità e cambiamento. Armando Ed. Grinberg, L. y Rebeca G. (1990). Psicoanalisi dell'emigrazione e dell'esilio. F. Angeli. Ed. 121 Hanus, M. (1994). Le travail du deuil. En: Le deuil. Nadine Amar dir. Catherine Convreur dir. Michel Hanus dir. Parìs, PUF. Klein, M. (1921-1958). Scritti. Boringuieri. Torino. -(1932). La psicoanalisi dei bambini. Martinelli. Firenze. -(1935). Contributo alla psicogenesi degli stati maniaco-depressivi. M. F. -(1940). Il lutto e la sua connessione con gli stati maniaco-depressivi. M. F. -(1957). Invidia e gratitudine. M. F. -(1961). Analisi di un bambino. Boringuieri. -(1963). El nostro mondo adulto e altri saggi. M. F. Kristeva, Julia. (1987). Soleil Noir: dépression et mélancolie. Parìs. Gallimard. Lacan, J. (1966). Scrtti. Ed. Einaudi. Torino. 1974. Laplanche, J. (1973). Vida y muerte en psicoanàlisis. Buenos Aires. AE. Latiegi, A. (1999). Prevención y tratamiento del duelo patológico. En W. Astudillo, C. Arrieta, C. Mendinueta y I. Vega de Seoane (Eds.). La familia en la terminalidad. Bilbao. Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos. Luxemburg, R. (1976). Un po'di compassione. Adelphi. Milano. 2017. Sforza, Michelle G. y Tizòn, Jorge L. (2009). Giorni di dolore. Come si guarisce della sofferenza per la perdita de una persona cara. Ed. Mondadori. Milano. Tizòn Jorge L. (2004). Pèrdida, pena, duelo. asistencia. Ed. Paidòs. Barcelona. Vivencias, investigaciòn y Tizòn Jorge L. (1995 ). Apuntes para una psicologìa basada en la relaciòn. Ed. Bibliària S.C.C.L. Barcelona. Tizòn Jorge L. (1993). Migraciones y salud mental: un anàlisis psicopatològico. Ed. PPU. Barcelona. Valenstein, A. (1962). The psychoanalytic situation: affects, emotional reliving, and insight psycho-analytic process. Int. J. Psychoanal. 43, 1962. 122 123 124 125