EL DUELO
EN EL PSICOANALISIS
Nuevas contribuciones
al estudio de la experiencia
sobre el duelo
LUIS FERNANDO ZAPATA
BEDOYA
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2
3
Del mismo autor:
-Epistemologìa de las ciencias humanas. 1996. U.P.B. Medellìn.
-Construcciones en el psicoanàlisis: un estudio sobre tècnica y clìnica psicoanalìtica.
2007. Ed. Lealon. Medellìn. Colombia.
-Genealogìa de la violencia. Un estudio psicoanalìtico sobre las fuentes de la agresiòn,
el amor y la angustia en nuestra sociedad. 2010. Ravenna Italia.
-Psicoanàlisis y psicoactivos. Aporte psicoanalìtico a la investigaciòn sobre los
procesos psìquicos que intervienen en el consumo de sustancias psicoactivas. 2011.
Ravenna. Italia.
-Paterlogìa: Una disciplina psicoanalìtica que investiga la figura del Padre en sus
mùltiples implicaciones. 2.016. Ravenna. Italia.
En la caràtula:
The Angel of Death. Evelyn De Morgan. 1.881. Nacida en Pickering, sus pinturas se
basan en una serie de metàforas, luz, oscuridad, transformaciòn, esclavitud, para
expresar motivos mitològicos y alegòricos. (1855-1919)
4
LUIS FERNANDO ZAPATA BEDOYA
EL DUELO
EN EL
PSICOANALISIS
Nuevas contribuciones al estudio de
la experiencia del duelo.
5
“Nunca, como cuando amamos
nos inclinamos tanto al sufrimiento,
nunca somos tan desesperadamente infelices
como cuando hemos perdido
el objeto amado o su amor.”
S. Freud. “El malestar en la cultura”
(1929, p. 574).
6
INDICE
Pag.
INTRODUCCION
11
DEFINICION
13
EL DUELO EN FREUD
19
LA MELANCOLIA EN K. ABRAHAM
-Diferencias entre Duelo y Melanconìa
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27
EL DUELO SEGUN LA TEORIA DE LAS NEUROSIS EN O. FENICHEL
1. Correlaciòn del duelo con la depresiòn
2. Bulimìa y estado del duelo
3. La relaciòn con el objeto ausente en tèrminos de auto-castigo
4. Acerca de la introyecciòn patognòmica del objeto ausente
5. La sombra de los diversos matices del conflicto edìpico tras el
escenario tormentuoso del duelo
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36
EL DUELO PSICOPATOLOGICO EN JOHN BOWLBY
-Los tres niveles de elaboraciòn del duelo segùn John Bowlby
Nivel I: El estado de paràlisis
Nivel II: El estado de la exploraciòn psìquica e irritaciòn
Nivel III: Desorganizaciòn, confusiòn y re-organizaciòn
39
40
40
40
41
LACAN Y EL DUELO
45
M. RECALCATI Y LA SUBJETIVACION DEL TRAUMA EN CUANTO PERDIDA
1. La negaciòn manìaca del luto
49
2. La aflicciòn melancòlica como fracaso del trabajo del luto
50
3. El trabajo del duelo y el problema de la memoria del sujeto ausente
51
3.1 La importancia intrìnseca del tiempo
52
3.2 La aflicciòn psìquica
52
3.3 El ejercicio de la memoria
53
3.4 ¿Còmo acceder al lugar del olvido implementando el camino de la memoria?
DIAGRAMACION DEL NUCLEO TRAUMATICO EN CINCO FASES
Fase 1: Fase de la instauraciòn del yo
Fase 2: El encuentro con el objeto-de-amor-intermediario-relativo
7
53
55
55
55
Fase 3: Representa el estado temporal de la muerte del objeto amado
Fase 4: Estado posterior a la muerte del sujeto vinculante
Fase 5: El regreso al mundo real
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56
58
“FOTOSINTESIS” DEL POST-DUELO EN CUANTO TRANSFORMACION DEL
METABOLISMO THANATICO EN METABOLISMO CREATIVO
61
“BARICENTRO” DE LA DINAMICA PSIQUICA INHERENTE A LA
EXPERIENCIA DEL DUELO
63
FUERZAS CENTRIFUGAS CONTRA FUERZAS CENTRIPETAS
67
17 MECANISMOS DEFENSIVOS EN CONTRA DEL DUELO
1. La negaciòn 2. La denegaciòn 3. La escisiòn 4. Fuga narcisista
5. Fuga masoquista 6. Retorno al desamparo materno 7. Fuga mortìfera
seudo-edìpica o seudo-anti-edìpica 8. Deshinibiciòn parricida
9. Deshinibiciòn ficilida
10. Transformaciòn alucinatoria del objeto 11. prospectiva erotizante sustitutiva
12. Sentimiento de castraciòn 13. problemas entre representaciòn de palabra y
representaciòn de cosa 14. Identificaciòn paranoica
15. Depresiòn fisiològica o sintomàtica 16. Conflicto entre el Ideal del yo y el
yo Ideal 17. El semblante de la ilusiòn
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71
72
72
73
74
“SINAPSIS” ENTRE EL PRINCIPIO DEL PLACER Y EL PRINCIPIO
DE REALIDAD
75
EL PASAJE DE LA SOBRE-IDENTIFICACION HACIA LA
CONTRA-IDENTIFICACION
79
“HEMICICLO” DIALECTICO EN TORNO A LAS PULSIONES EN CONTRASTE
83
EL MITO DE SISIFO Y EL ENGAÑO A THANATOS
87
“HOMEOSTASIS” DE LA EMOTIVIDAD PERDIDA CONTRA LA ACTIVACION
“ANTI-HOMEOSTATICA” PRODUCIDA POR EL DUELO
89
DESPLIEGUE DE LA INHIBICION O LA FRAGMENTACION DEL YO
EN LA NOSTALGIA
93
SEMBLANTE, ESTATUTO Y LEY DEL DUELO
95
8
LA TEORIA DEL VACIO Y LA POSIBILIDAD DE SUBLIMACION
97
EL LUTO EN CUANTO PRODUCCION PSIQUICA DEL FENOMENO DE LA
MIGRACION
1. El fenòmeno de la migraciòn
2. Procesode des-identificaciòn y des-estructuraciòn psìquica
2.1 El mito primigenio de Adàn y Eva
2.2 El mito de Edipo
2.3El mito de la Torre de Babel
101
101
102
102
103
103
PSICOANALISIS DEL “NO RETORNO” EN CONTRA DEL “ETERNO
RETORNO”
1. Disposiciòn psìquica en la dimensiòn del “eterno retorno”
2. Disposiciòn psìquica en la dimensiòn del “no retorno”
107
107
107
EL FENOMENO DEL FLASHBACK EN EL LUTO
109
VIVIR LA EXPERIENCIA APRÊS-COUP DEL DUELO COMO UNA
SEGUNDA MUERTE SIMBOLICA (muerte del discurso en su completud
existencial)
113
INFIRMOS ANIMALIS HOMO EST VS. MENTIS SALUTEM
115
CARTA A UN AMIGO MISIONERO: Salvador Medina
117
La consolaciòn en cuanto proceso de “fotosìntesis”
117
Referencias Bibliogràficas
121
9
10
INTRODUCCION
No se trata de un aporte teòrico al estudio e interdisciplinariedad de la nociòn
“pulsiòn de muerte” con respecto a la evoluciòn de los postulados freudianos en
torno a la concepciòn psicoanalìtica del “duelo”. Las fundamentaciones
etnològicas, antropològicas, linguìsticas, sociològicas, e històricas suelen
rastrearse mediante el seguimiento de otras materias especìficas, esto no implica
necesariamente la intenciòn de aislar el contributo psicoanalìtico hacia un campo
delimitante y cerrado, por el contrario, la bùsqueda por la conceptualizaciòn precientìfica de los fenòmenos de la vida psìquica establece una especie de reto para
que en el futuro la investigaciòn multi-disciplinaria enriquezca la producciòn de
sus evocaciones semànticas y verifique la productividad clìnica que justifica la
pertinencia de sus postulaciones, en esencia, verificables.
Desde la teorìa del luto, en especìfico, hemos preferido abordar la temàtica con el
concepto duelo en cuanto acepta la dimensiòn terminològica adecuada al lenguaje
social o cultural, acerca de la referencia al sentido del dolor. Nuestras
pretenciones dejan de lado los enfoques de rastreo en la literatura, la idea y el
drama del duelo tan rigurosamente demarcado, por ejemplo, en las tragedias
griegas, en Shakespeare, y tantas categorìas de novelas. Nos distanciamos ademàs
de abordar nuestro anàlisis desde el punto de vista mediàtico de las estadìsticas,
entrevistas o casos clìnicos aislados debido a la amplitud de su aplicaciòn y a la
singularidad de la experiencia uni-personal.
Acudimos a la creaciòn de una terminologìa novedosa que seguramente ayudarà a
posteriores investigadores a crear conceptos de enlace entre una disciplina y otra,
para emprender estudios aplicados a campos diversos o para determinar una
cronologìa que brinde mayores elementos comprensivos y la extensiòn de
postulados neo-lògicos hacia trabajos creativos e innovadores, todo esto, a pesar
del matiz agobiante o parcialmente semi-cerrado de las resonancias analìticas con
respecto a la bibliografìa existente.
Iniciamos demostrando la pertinencia y la actualidad de las teorìas clàsicas, Freud,
11
K. Abrahan, O. Fenichel, M. Klein, J. Bolwlby, luego, J. Lacan, y Massimo
Recalcati, luego ofrecemos algunos capìtulos con caràcter de innovaciòn y reapertura segùn propuestas de trabajo alternativas a las hipòtesis ya asimilables en
torno al fenòmenos del duelo.
12
DEFINICION
-El tèrmino luto proviene del latìn dolus que originariamente nos remite a dolo, en
una doble acepciòn, la que tiene que ver con el “cultismo” y aquella que contiene
el dolor por la pèrdida de un ser estimado. Sin embargo, se trata de una etimologìa
dudosa cuya interpretaciòn es presentada desde el latìn luctus que significa dolor,
aflicciòn, generalmente usada para explicar los rituales antropòlogicos en torno al
sentimiento de la muerte, algunos de estos significados no trascienden el enfoque
externo de las costumbres etnolinguìsticas especìficas implementados en culturas
milenarias como el occidente cristiano, el judaismo, el hinduismo, entre otras. El
duelo representa sociològicamente aquel conjunto de manifestaciones espontàneas
y adquiridas en la tradiciòn oral que buscan dar respuesta a los afectos internos
difìcilmente descifrables, el ser humano recurre a los instrumentos culturales
inmediatos para reflejar su mundo interno frente al hecho biològico y tràgico de la
muerte de un ser en esencia estimado y cuyo recuerdo produce en ellos la
posibilidad de una existencia prolongada, los restos nèmicos que comprueban el
estrecho vìnculo que integra la familiaridad, la amistad, o la ideologìa compartida.
La experiencia del duelo plantea la exigencia de formar grupos humanos en torno
a un evento schock donde los participantes elaboran paulatinamente el nudo
emocional durante un periodo de tiempo indeterminado, tiene como funciòn
distensionar la firmeza y la dureza con la cual se puede observar la calidad y la
solidez del futuro sin aquella persona ya ausente. El grupo es un elemento
fundamental cuando la experiencia del dolor exige un nivel de comunicaciòn y
exteriorizaciòn modulado de acuerdo con la intensidad que el vacìo ha
determinado en cada nùcleo vincular o social.
-Etimològicamente, el tèrmino luto proviene de la raìz lugere que remite a
lamentarse, estar de luto, llorar o padecer por la muerte de alguièn conocido. De
la misma raìz provendrà el tèrmino lùgubre, en otros idiomas de orden latìn como
el francès el vocablo se conformò a partir de dolor, doloris, y produjo deuil, que
nos conduce a être en deuil, estar de luto, estar con dolor.
13
-Otra denominaciòn del luto la recopilamos en torno al tèrmino duelo ya no en el
sentido de un enfrentarse entre dos sujetos que combaten entre sì por un supuesto
motivo de honor como es el caso de algunos contextos històricos en la edad media,
època de la cavalleria, el renacimiento, etc., sino en torno a la explicaciòn del latìn
dolo, algunos derivados como doloso, quizà pueda tratarse de una interpolaciòn
rescatada del griego δόλος (dolos), cuyo significado literal era cebo. Ya en la
Iliada encontramos que se usa con un significado derivado y extendido, el de
“engaño” o “estratagema”, una posible seudointerpretaciòn narra que al fin y al
cabo el tèrmino “cebo” nos orienta hacia algo que engaña, una trampa para cazar
el animal. De modo que se observò la necesidad de establecer un puente
lingüìstico entre ambos sentidos: dolus en cuanto engaño y en cuando “dolor”. 1
Posteriormente, hubo de aclararse el sentido, si dolus adquiere el significado de
dolor el duelo habrìa de significar aquella fase caracterizada por el dolor de haber
perdido una persona estimada, de hecho el tèrmino luto proveniente de luctus que
es un derivado del verbo lugeo: llorar, lamentarse por la ausencia de un ser
apreciado.
Segùn Chemama y Vandermersch, la definiciòn se extiende y designa tanto la
pèrdida de un ser amado como la reacciòn a esta pèrdida 2. Dicha reacciòn es
caracterizada por un estado de dolor emotivo, de una suspensiòn del interès por el
mundo externo, por un estado general de inhibiciòn. En las diversas fases de
evoluciòn del pensamiento antiguo y clàsico hemos presenciado una relativa
conciencia de la muerte en cuanto componente ineludible del ciclo vital,
anatòmico, existencial. Los propòsitos planteados por las diversas religiones,
filosofìas, y teorìas del conocimiento humano nos indican la postulaciòn de
contradictorios fines, ¿Cuàl es la esencia de la existencia? ¿Qué importancia
pràctica y epistemòlogica posee la muerte en cuanto factor perenne de nuestra
experiencia psicobiològica?.
-Cuando Freud investiga las implicaciones del duelo en el aparato psìquico postula
el concepto de trabajo del duelo para designar todo el esfuerzo que emprende el
sujeto con el fin de enfrentar el dolor que le causa la muerte del un ser amado,
cuando las pruebas son evidentes y la realidad de los hechos revela la no
1. Un sentido era utilizado en el otro y viceversa. El Diccionario etimològico de Ernout y Meillet coloca un ejemplo de la
traducciòn latina que se habia producido del texto griego segùn el salmo 24, en el Salterio de Verona: ᴋαὶ ούᴋ ὤμοσεν ἐπὶ
δόλῳ (kai uk ˈoː mosen y ˈpiˈ dolo), ‘y no juró con engaño’ se tradujo por nec juravit in dolore, en lugar del más apropiado
in dolo, traducción generalizada en las demás versiones.
2. Chemana R., Vandermersch B., 1998. Dictionnaire de la Psychanalyse. Gremese Editore. Roma.
14
existencia del sujeto ausente, el yo observa como tarea fundamental el inicio de la
retirada de la libido con respecto a los enganches, modalidades de aprehensiòn que
se habìan constituido hacia el objeto de amor. Desinvestir el objeto conduce a reinvestir la energìa de la libido en el yo para poder colocarse en disposiciòn y
posibilidad de desear la sustituciòn mediante otro objeto. Es imprescindible
implementar los recursos del tiempo y la energìa para verificar la eficacia del
trabajo del duelo, en primer lugar habrìa de presentarse -segùn Freud-, una
hipervaloraciòn preconciente con respecto a la identificaciòn y a los valores del
objeto perdido, en segundo lugar, se tratarìa de llevar a cabo una segunda muerte
simbòlica referida a cada uno de los recuerdos y a las prospectivas que se
conservaban en la relaciòn vincular con el objeto ya no existente.
La representaciòn del objeto, ya no existente, toma un puesto sustitutivo al interior
del propio yo, el duelo llevado a cabo en la relaciòn con el vacìo por la pèrdida
fìsica del objeto se traslada hipotèticamente al interior de los procesos realizados
por el yo al enfrentarse a los acontecimientos sorpresivos y provenientes del
mundo externo. Ferenczi re-introduce el tèrmino introyecciòn para designar este
mecanismo en la investigaciòn sobre la actividad psìquica de la melancolìa,
mediante el cual, el objeto perdido busca hacerse instituir nuevamente el el yo en
cuanto medida ùltima para intentar dar vida al recuerdo del objeto ausente. La
pèrdida del objeto vivenciada en la relaciòn con el mundo externo es re-vivida en
el mundo interior segùn la operaciòn del modelo denominada incorporaciòn
canibalìstica.
-En el yo y el ello (1922 [1923]), se postula una periodicidad mayor en la
presentaciòn de este proceso ya que semejante sustituciòn -la identificaciòn con el
objeto que habrà de sustituir la inversiòn hacia el objeto-, emprende una cuota
significativa en la tarea de la formaciòn del yo, es decir, una re-constituciòn de las
funciones del yo en ausencia del objeto. Luego de la fase del conflicto edìpico,
cuando comienzan a abandonarse las inversiones libidinales hacia el objeto, es
posible percibir que son reemplazadas por identificaciones con el objeto perdido
-como las figuras de identificaciòn-. En el caso del duelo, el amor que se haya
podido re-vestir sobre el objeto amado ha de interpretarse bajo la teorìa de la
ambivalencia donde el amor y el odio por el objeto amado -ausente- se intercalan
al interior del yo.
-Segùn la teorìa de Melanie Klein, los procesos de identificaciòn referentes a la
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experiencia del duelo se presentan estrechamente relacionados con los primeros
años de vida en el desarrollo normal de la personalidad, nos remitimos acà al
estudio de la posiciòn depresiva caracterizada por la presencia de un duelo precoz
donde tiene raìz la conflictividad relativa al problema del duelo que,
posteriormente, habrà de re-activarse con respecto a cada contacto y experiencias
de cercanìa a la muerte.3 Desde los inicios de la evoluciòn psìquica en la vida del
infante el yo revela la funciòn de introyectar objetos malos y objetos buenos, cuya
confrontaciòn directa con el mundo simbòlico se asocia al contacto con la realidad
mediante la succiòn de la leche materna indicando la presencia del objeto bueno
cuando se encuentra cerca y en estrecho calor con el pecho materno, y
comprobando la existencia del objeto malo cuando dicho objeto materno no se
encuentra cerca como lo desearìan sus expectativas. Su presencia indica la
posibilidad de la bondad y el amor, su ausencia indicarìa la posibilidad del olvido
y la maldad, se debe precisamente al mecanismo de la proyecciòn que el infante
percibe en cierta medida la insistencia de una hostilidad interna que se alterna con
episodios de placer y satisfacciòn.
La divisiòn de esta imago interna proporciona la incorporaciòn de la proyecciòn
del odio o del amor sobre aquellos objetos postulados, de acuerdo con la presencia
o con la ausencia de sus propias satisfacciones, en adelante, por ejemplo, en el
estado del duelo, estas heridas afectivas podràn manifestarse con gran intensidad
segùn las exigencias de amor, complicidad o gratitud que el yo reclame del objeto
ausente. La ausencia del objeto de amor produce fantasìas persecutorias mientras
que su presencia significarìa la seguridad al sentirse protegido por su amor. Los
objetos buenos internos se sentiràn amenazados por aquellas fantasìas agresivas y
persecutorias, segùn Melanie Klein, en el estado del duelo tiene lugar la
identificaciòn con situaciones anteriores de la infancia como la posiciòn manìacodepresiva donde la cohesiòn de los objetos buenos internalizados no es percibida
en cuando garantìa de protecciòn.
El verdadero duelo ha comenzado, hace ya mucho tiempo, cuando el sujeto infante
habia comenzado su afecto por el objeto y luego se re-produce el movimiento
retro-visor que plantea la exigencia de retomar la etiologia semàntica de este
apego. Segùn la relevancia de dicho apego que siempre habìa sido expuesto a la
inconsistencia o al fracaso, el duelo se caracterizarìa en primer lugar porque no es
total, el objeto ausente no muere del todo, permanece activo en el mundo interno
3 Klein, M.
16
/1940). El Duelo y su relaciòn con los estados manìaco-depresivos. Ed. Paidòs. Buenos Aires.
del sujeto, en segundo lugar, el duelo se convierte siempre en una experiencia
actual, es decir, asistimos a un re-vivir de la separaciòn primitiva donde la relaciòn
con el objeto era plena de imperfecciones, advertir la realidad de la separaciòn
mediante la llegada del duelo indicaria el impetuoso interès por actualizar la
dolorosa partida de aquellos primeros lazos de aprecio referentes al objeto amado
de la infancia.
17
18
EL DUELO EN FREUD
Es imprescindible explicar el cuadro clìnico del duelo en primer lugar desde un
punto de vista no patòlogico, sin embargo, en algunas manifestaciones
individuales que se asimilan, por su naturaleza extraordinaria, a un tipo especìfico
de manifestaciones patògenas podemos rastrear mediante las historias clìnicas
analizadas por Freud, factores que se pueden adjudicar tanto a uno como a otro
factor sin encontrar motivo alguno para determinar limitaciones en la definiciòn de
lo patològico. Intervenir en el estado de salud de un sujeto que padece el proceso
psìquico del duelo puede representar un trabajo contraproducente ya que es
factible encontrar sìntomas del todo parecidos en sujetos que acuden a la medicina
y en sujetos que no lo considerarìan necesario, se trataria en ùltima instancia por
parte del mèdico de buscar alterar un estado “natural” de reaciòn ante la muerte
del objeto amado, aquello que marcarìa una diferencial primordial en ambos
sujetos es considerar la necesidad de buscar ayuda externa psicoanlìtica,
psicoaterapèutica o mèdica. El anàlisis de la situaciòn del duelo no habrìa de
realizarse de modo aislado sino que, como en un sistema de relaciones donde unos
factores se relacionan abiertamente con otros, se requiere co-rrelacionarlo con
otros estados psìquicos sean estos patògenos o no.
Plantea Freud que cuando existe un proceder anòmalo, sintomàtico en la
experiencia dolorosa del duelo, por ejemplo aquellos estados de tristeza y
autoreproche muy extendidos en el tiempo y en cada caso especìfico, es posible
advertir una predisposiciòn psìquica anterior que ha actuado sistemàticamente
como base hacia el desenlace de un luto evidentemente patològico. Algunas
caracterìsticas del duelo que pueden ser compartidas por otros cuadros
actitudinales habrìan de ser:
-Estado de ànimo profundamente doloroso.
-Cesaciòn de interès por el mundo exterior.
-Pèrdida de la capacidad de amar, pèrdida de la capacidad de elegir un nuevo
objeto amoroso ya que esto equivaldrìa a sustituir al ser amado desaparecido.
-Disminuciòn de las funciones psìquicas.
19
-Distanciarse de toda actividad no conectada con la memoria del objeto ausente.
-La inhibiciòn y restricciòn del yo es la expresiòn de su entrega al trabajo del
duelo que no deja ya espacio para realizar otros intereses o propòsitos.
En ausencia del objeto es preciso que el yo inicie a desprenderse de los lazos que
le unen al objeto ausente, un primer problema que se percibe en esta operaciòn
tiene que ver con la suposiciòn natural de que un sujeto no abandonarìa, en
principio, espontàneamente, la fuente del placer, la posiciòn establecida por la
libido del yo, en la memoria del sujeto ausente aunque haya encontrado una
hipotètica sustituciòn. Una parte del yo se opone tenazmente a este desalojo de la
libido, el principio de realidad no se presenta en cuanto algo tangible y presente,
en la fase de la negaciòn observamos una especie de escucha sin escuchar, se
pretende tomar una posiciòn distante de lo real, en ocasiones el yo se refugia en
una psicosis alucinatoria donde el objeto amado ausente no deja de existir del
todo y es conservado en la memoria mediante el deseo cargado de libido por la
continuidad y la intensidad de los recuerdos y demàs representaciones.
La ley o el mandato explìcito por parte del principio de realidad no es asumida
inmediatamente, su elaboraciòn puede obedecer a criterios diversos entre sì, la
duraciòn en el tiempo es acompañada ademàs por un gasto energètico escesivo
debido a que las ligaduras de la libido del yo aùn se hallan conectadas e
identificadas con la naturaleza filial del objeto ahora ausente. Una parte del yo que
se ha identificado con los valores o principios efectivos del ojeto tiende a ejercer
un papel diplomàtico frente a la relaciòn con la realidad externa, intentarà realizar
un movimiento de extracciòn de libido sirvièndose de muchas conexiones
emotivas como recuerdos, actitudes, expresiones y manifestaciones de afecto que
han actùado como puente de enganche entre la soledad y la memoria del objeto.
El yo no es todavìa libre e considera indispensable iniciar negociaciones con los
criterios de la realidad exterior, al no ser todavìa libre el yo da signos de su
debilidad cuando percibe que han sido incrementadas las cargas de objeto despuès
de su defunciòn, de hecho aspira no sin determinada ambiciòn narcisista a
reconquistar su estado de libertad libidinal hasta ahora hipotecada e inhibida por la
situaciòn del duelo. Aunque el yo este sufriendo una alteraciòn narcisista
ineludible al transformarse la fuente de las ligaduras libidinales en una alucinatoria
identificaciòn con factores de conexiòn hemos de percibir, como lo decìa Freud, al
diferenciar el duelo del estado melancòlico, que el sujeto enfrenta una
indisposiciòn general, una neurosis de extrañeza màs con el mundo externo que
20
con el propio yo.
Desde la òptica del predominio de la ambivalencia al interno de las relaciones
vinculares con el objeto ausente la predisposiciòn a la neurosis obsesiva ofrece
suficientes motivaciones para diagnosticar una inclinaciòn hacia lo patològico.
Dicha disposiciòn hacia lo patològico en ocasiones no es manifiesta sino cuando
es impulsada por deseos contradictorios entre sì como el de haber querido la
muerte del sujeto, de modo inconciente, y el no querer la muerte del sujeto amado
ya a un nivel màs conciente, se presentan intereses superpuestos donde el yo puede
autoacusarse, incluso, por ser la “ùnica” causa de la muerte del sujeto. Cuando el
proceso analìtico del duelo no profundiza las funciones de la retracciòn regresiva
de la libido la supremacìa de factores ambivalentes determina y domina todo el
escenario conductual hasta llegar a manifestarse depresiones obsesivas de
mùltiples derivaciones.
Para que la experiencia dolorosa del duelo no represente un factor patològico el
individuo habrìa de superar la pèrdida del objeto en un tiempo màs o menos
previsto, dicho estado psìquico genera un grande gasto energètico, en ocasiones
total, por parte del yo, lo cual impedirìa el desempeño cotidiano de las actividades.
Los grandes esfuerzos que realiza el yo para intentar sustituir los puntos de enlace
de su libido con el objeto perdido sòlo se van satisfaciendo en la medida en que el
principio de realidad logre imponer su fuerza sobre las alucinaciones, la
idealizaciòn, la agresiòn reprimida, la imaginaciòn y las expectativas basadas en el
posible retorno del objeto ausente. El principio de realidad actùa como un agente
tirànico repitiendo la misma tesis, el objeto amado ya no existe, para reiniciar la
vida es preciso que bajo la influencia del principio del placer narcisista y de autoprotecciòn, el yo se vaya convenciendo que no quiere compartir el mismo destino
del objeto perdido, habrà de llegar una especìfica carga de satisfacciòn -narcisista
o realista- al reconocer el valor positivo de la existencia aunque para ello tenga
que admitir el vacìo del Otro.
La duraciòn procesual de la experiencia del duelo suele medirse con base en el
gasto de energìa que invierte el yo para despojarse de sus apegos, representaciones
ligadas al objeto ausente, para asumir el dictamen del real, es entonces cuando el
anàlisis podrà definir la suma del gasto de nergìa que fue necesaria para abordar el
desenlace de la crisis del duelo. La batalla del yo para desprenderse de sus
identificaciones anteriores con respecto al objeto perdido tiene vida en lo
21
inconsciente, sin embargo, no se observa ninguna motivaciòn determinante para
que esta batalla y estos procesos defensivos en contra de las investiduras no
puedan realizarse directamente en lo conciente mediante el acceso a lo
preconciente.
22
LA MELANCOLIA EN K. ABRAHAM
Segùn Ferràndez P., en su ensayo sobre la melancolìa en cuanto teorìa biològica
desde la obra de K. Abraham, en el estado melancòlico el sujeto puede llegar a
experimentar actitudes pasivas donde obtendrìa algunas cuotas de placer a raìz de
su particular malestar afectivo, podràn reforzarse aquellas tendencias masoquistas
de acuerdo con la obstrucciòn de una fuente de placer tan fundamental como lo es
aquella de donde provienen los instintos activos. En este sentido, segùn K.
Abraham, el sentimiento de culpa que acompaña dicha operaciòn psìquica
proviene de la supresiòn de los impulsos de odio y venganza (inconscientes) que
segùn su intensidad, cuanto màs violentos sean mayor serà la agudeza del
posterior estado depresivo, su sintomatologìa se acentuarà con mayor rigor cada
vez que sea reprimido aquel indomable sadismo dirigido en contra de los otros y
con el cual se han llegado a producir diversas alteraciones en la melancolìa, la
depresiòn, la ansiedad.
Dicha consideraciòn acerca de la culpabilidad exige la realizaciòn de un deseo, por
ejemplo el deseo reprimido de hacer aquello que hace un criminal, como si
estuviese soportando una especie de carga dolorosa bajo el gobierno de la
conciencia, asì lo explicaba Freud cuando se referìa a la definiciòn acerca de la
neurosis obsesiva. En 1975, Tellenbach propone la idea de considerar el caràcter
melancòlico durante los intervalos libres de la patologìa y observò fenòmenos del
todo similares a los de la neurosis obsesiva, algunas de estas conductas se
expresan con un amor exagerado por la limpieza, actitudes compulsivas hacia el
orden. La explicaciòn etiològica de esta serie de signos paralelos postula la
existencia de sublimaciones de instintos sàdicos o de formaciones reactivas en
contra de tendencias coprofìlicas y extendidas tendencias de dominio sobre el
objeto.
Habrìa de tomarse uno de los dos caminos propuestos, aquel que conduce hacia
ideas obsesivas en torno a la posesiòn del objeto o aquel que conduce hacia el
rechazo o anulaciòn simbòlica del objeto cuando este se presenta determinado por
la ambivalencia. En estos trastornos se expresa su actitud positiva hacia el objeto
en la modalidad de una retenciòn de su propiedad y su actitud negativa en la
23
modalidad de un rechazo categòrico, en la lucha por la manipulaciòn del objeto
han de intervenir segùn K. Abraham, diversos elementos sàdicos de orden
instintivo manifestados en dos fases intermediarias:
– Aquella que busca destruir al objeto. (y en correspondencia destruir el
mundo externo).
– Aquella que busca controlar al objeto, conservarlo, mediante un proceso de
represiòn prolongado desde las màs primitivas inclinaciones destructivas.
“La tendencia a abandonar el objeto tiene su fuente en la fijaciòn en la primera
fase anal-sàdica” cuya caracterìstica esencial es la idea de poder expulsar, de este
modo, los rasgos melancòlicos implican un retroceso hacia unas fases màs
antiguas de la evoluciòn psìquica, retrocede hacia el estado de la fase oral segùn
dos momentos diferentes:
– La fase del succionar donde existirìa un nivel paralelo de incorporaciòn
cuyo propòsito no es el de finalizar la existencia del objeto. En esta fase el
infante aùn no ha de distinguir entre el propio yo y el objeto externo, entre
su propio cuerpo y la madre que le alimenta, se presentan amalgamados el
odio y el amor, representa el prototipo de la ambivalencia.
– Fase de la propensiòn al mordisco donde prevalecen tendencias sàdicoorales en coincidencia con la apariciòn de la dentadura y la percepciòn de la
ambigüedad con respecto al objeto, se presenta la conciencia de poder
incorporar alimentos y se adoptan deseos destructivos hacia el otro.
Plantea Abraham que en el caràcter melancòlico el sujeto està tratando de escapar
a los impulsos sàdico-orales cuya formaciòn remitirìa a fases muy tempranas de la
relaciòn objetal, en el pasado existiò un particular objeto introyectado al cual se le
pudo haber tratado como si fuese una porciòn de alimento que habìa sido
incorporada, este hecho comprueba con seguridad que en aquellas primeras fases
orales pudieron prevalecer tendencias introyectivas. “El paciente ha introyectado
su objeto amoroso original sobre el cual construyò su ideal del yo”, en adelante se
ratifica que dicho objeto de amor adquiere el significado y la funciòn de la
conciencia. Se puede verificar ademàs la pre-eminencia de afectos patològicos del
orde n fantasìas de un crimen primario, nunca llevado a cabo pero que actùa
como generador de grandes cuotas de culpabilidad. En la vida psìquica del adulto
que padece un caràcter melancòlico agudo se podrà diagnosticar la repeticiòn de
24
estas fantasìas criminales inconcientes en cuando escenario de una segunda fase
crìtica.
El temprano proceso de introyecciòn puede orientarse en dos caminos alternativos,
aquel que promueve abiertamente el respaldo y la defensa del amor incondicional
desde su fase original y cuyo emblema propiciarà los factores necesarios a la
edificaciòn de su propio ideal del yo, y aquel que propende, en una direcciòn
reactiva, hacia el cultivo de una rivalidad bàsada en la màs tenaz actitud crìtica
hacia el objeto interiorizado. Consideraba en primera instancia que la intensidad
de la ambivalencia era dirigida en igual medida hacia los dos progenitores, sin
embargo, pudo comprobar despuès que todo el caudal de la agresividad se dirigìa
principalmente hacia la figura materna, es decir, sus originarios procesos psìquicos
habìan sido caracterizados por la ambivalencia de orden negativo hacia el primer
objeto de amor.
Teòricamente, en el caràcter melancòlico predomina la fantasìa inconsciente de
estar dominado por la representaciòn de aquella madre interiorizada cuyo rasgo
fundamental habìa sido la actitud castrante. Segùn el tèrmino creado por Stärcke
A., “complejo de castraciòn”, y con el cual Abraham explicitaba abiertamente su
teorìa de la libido, la castraciòn simbòlica llevada acabo por las operaciones de la
ligazòn fase anal-fase edìpica, afectarìan el caràcter melàncolico como si se
tratase de una real castraciòn materna, podrà experimentar fantasìas en torno a la
renuncia o a la bùsqueda del falo sin pasar por el trauma de la castraciòn simbòlica
durante las fases del retiro de la alimentaciòn por el seno.4
Una doble soluciòn se observa ante este escenario:
-El deseo positivo que consiste en una incorporaciòn total o parcial de la madre a
un nivel simbòlico, màs tarde explicarà de que modo la incorporaciòn realizada
por el caràcter melancòlico se instaura en cuanto total y no en cuanto parcial.
-El deseo negativo que consiste esencialmente en intentar destruir simbòlicamente
al objeto, esto se traduce en que el caràcter melancòlico anhela ejecutar una
venganza quitandole algunas partes de su cuerpo, es decir, percibe la necesidad de
El tèrmino “complejo de castraciòn” es adjudicado generalmente a A. Stärcke. Ver su texto: “The
Castration Complex. International Journal of Psychoanalysis II, 1921. Mientras que el tèrmino
“castraciòn simbòlica” es atribuido a Ebtinger R. Ver: Ebtinger R. y Bolzinger A. (1982) L'infantile
en question” en L'évolution Psychiatrique. Vol.47
4.
25
castrar en su fantasia el cuerpo de la madre.
Retomando el tèrmino super-yò, Abraham habrà de confirmar que el infante
conforma su propio super-yo introyectando en el yo los objetos de su libido,
explicitando una de las funciones especìficas de este super-yò sobre el yo, en
cuando creador de un estado de conciencia propia, se propone educarlo para
separar y percibir con claridad aquello que es permitido con respecto a lo que no
es permitido, del mismo modo en que lo habìan hecho otras figuras autoritarias en
fases màs tempranas. Con la existencia de posteriores introyecciones y con el
fortalecerse del superyò puede considerarse superada al menos en parte la fase
edìpica. En el caràcter melancòlico es factible observar de què manera el super-yo
ejecuta su funciòn de censura y crìtica con decidida tiranìa, efectuando asì, una
despiadada consideraciòn con respecto a los objetos introyectados.
Para la manifestaciòn de una sintomatologìa cuya estructura se base en una
depresiòn de tipo melancòlico, es preciso que se presenten al menos cuatro de los
siguientes componentes, ademàs del contexto desencadenante: 5
1. Factores constitucionales.
-Acentuaciòn del erotismo oral.
-Origen de caràcter innato, en una parte de los casos.
-Un nivel de ambivalencia radicalmente alto.
-Complejo de superioridad acompañado por un rechazo de los otros.
-Supervaloraciòn y subvaloraciòn del yo.
-Incapacidad para recibir, aceptar y brindar amor.
2. Presencia de fijaciòn de la libido en las fases orales, se trata de sujetos que
han permanecido ya de adultos bajo la dependencia patològica o no, del
placer derivado de la succiòn y la alimentaciòn.
3. La exposiciòn a sucesivas decepciones afectivas en la infancia, algunas
veces catalogadas en cuanto traumàticas y cuyo desenlace temporal ha
provocado en el sujeto emociones negativas cuando ha de intentar la
conquista del objeto amado.
4. La importancia de la primera decepciòn afectiva antes de que los primeros
deseos edìpicos pudieran ser reconocidos, habrà de establecerse, una
asociaciòn continua entre el conflicto edìpico y la fase canibalìstica (buscar
5 Ver: Abraham K (1924) Un breve estudio de la evoluciòn de la libido, considerada a la luz de los
trastornos mentales. “Psicoanàlisis clìnico”. Buenos Aires. Ed. Hormè. 1980.
26
devorar el objeto en la fantasìa), esta operaciòn psiquica propiciarà la
introyecciòn ambivalente de los dos primeros objetos de amor, el materno y
el paterno.
5. La confirmaciòn patognòmonica de una supervaloraciòn narcisista.
Diferencias entre duelo y melancolìa.
Segun Strachey, en 1979, el tèrmino introyecciòn, originalmente considerado por
Ferenczi, no se presenta explicitamente en “Duelo y melancolìa” de Freud, sin
embargo, tanto en Abraham como en Freud el duelo es llevado a capo mediante el
mecanismo de la introyecciòn que nos remite a las fantasìas de incorporaciòn oral,
diferenciemos algunos matices caracterìsticos del duelo:
-La consistencia de fases agudas de introyecciòn.
-La efectiva ausencia o carencia de alguien. (muerte)
-El fin principal es tratar de mantener la relaciòn con la persona ausente o
buscar compensar el estado psìquico de su pèrdida.
-La conciencia precisa del afecto de pèrdida nunca abandonarà al sujeto.
-Se advierte que los afectos por el objeto ausente desplazan los afectos
hostiles.
De diversa manera en el caràcter melancòlico:
-Se observa una conflictualidad entre puntos de vista ambivalentes.
-Es posible encontrar una alternativa dirigiendo hacia sì mismo la
hostilidad que sentìa originariamente hacia su objeto.
-Cada afecto de amor es inmediatamente amenazado por el afecto opuesto.
-Una decepciòn o un desengaño causado por el objeto amado pueden provocar en
la edad adulta una tempestad de odio que procederà a cancelar todo afecto de amor
ya fràgilmente conservado.
-Las actuaciones del aparato psìquico proceden inevitablemente hacia una realidad
quizà no compactible en un inicio, se trata del abandono del objeto.
En sìntesis, es verosimil explicitar que en el caràcter melancòlico la agresiòn
reprimida hacia el objeto externo tiende a eliminar el amor que siente por èl y no
pude evitar dirigir esa agresiòn en contra de sì mismo, de sus propias ideas,
27
aspiraciones, para lograr asì, finalmente, la separaciòn con respecto al objeto.
Cuando surge la sintomatologìa el sujeto ya habrà disuelto completamente todo
lazo afectivo con el objeto, mediante un proceder expulsivo (anal), si su
enfermedad se agrava la tendencia a la incorporaciòn del objeto de un modo
canibalìstico llega a predominar. Este evento coincide con una evidente regresiòn
a distintas fases orales de la infancia, hemos observado la reciprocidad indisoluble
entre la introyecciòn del objeto, el odio dirigido hacia sì mismo en la bùsqueda de
su sustituciòn y la recurrencia a fases tempranas del afecto como lo oral, lo anal, la
regresiòn, lo edìpico entre otras.
28
EL DUELO SEGUN LA TEORIA DE LAS NEUROSIS EN
O. FENICHEL
La teorìa psicoanalìtica de las neurosis segùn Fenichel exige el estudio relativo de
las diversas funciones defensivas del yo en amplia contraposiciòn con las
tendencias pulsionales bàsicas. En la investigaciòn acerca de los procesos
psìquicos reprimidos la definiciòn de los sìntomas neuròticos frente a los ataques
emocionales es imprescindible para la explicaciòn de las fuentes primitivas del
sìntoma compulsivo. En el diagnòstico de afecciones de rango psicògeno no toda
pulsiòn ha de considerarse en cuanto signo de censura por parte de la conciencia,
su manifestarse puede ser reflejado en diversas actitudes contrastantes entre sì.
Los sìntomas compulsivos pueden ser asimilados a conflictos en estado de tensiòn,
interdependientes, cuya exteriorizaciòn implica la presencia de una aflicciòn en
acto. Si un sìntoma de conversiòn corresponde a un impulso de agresiòn o a un
impulso psicosexual irrefrenable el sìntoma compulsivo es equiparable al
desempeño del duelo en un proceso continuado por enfrentar aquella informaciòn
ofrecida por el mundo real. Tanto la actividad de la compulsiòn como los procesos
psìquicos del duelo involucran un trabajo de elaboraciòn secundaria con respecto
a las tendencias originales que habìan explorado alternativas vìas de gratificaciòn.
1. Correlaciòn del duelo con la depresiòn
Al interior de la investigaciòn sobre las introyecciones Freud introdujo el estudio
de las relaciones entre la depresiòn y el duelo en cuanto fenòmenos de asimilaciòn
o pèrdida objetal. Cuando el sujeto en la infancia padece la pèrdida de los
primeros objetos, las pulsiones de la libido, ya cuando estas se hayan desligadas
del objeto mismo, producen fuertes tempestades de extrañeza o pànico. Durante la
experiencia del duelo el adulto asume actitudes y cambios caracteriales destinados
a contener, orientar, sublimar, aquellas tempestades cargadas de temor
provenientes de inevitables estados de pèrdida. La cantidad infinita de recuerdos
aislados o encadenados los unos con los otros està representada por la fortaleza y
la lealtad que enlaza la alianza afectiva con el objeto. Es necesario que la acciòn
intermediaria del tiempo ejercite una funciòn apaciguadora, el transcurso de
nuevas experiencias puede implementar el desenlace de nuevos recuerdos que
29
tengan como papel sustitur las catexis unidas a los recuerdos centrados en las
imàgenes mnèmicas de relaciòn con el objeto perdido, de esta manera la
desintegraciòn de la ligazòn afectiva construida desde el pasado, actuarà
separadamente de acuerdo con la intensidad libidinal unida a cada recuerdo. Este
sistema de procesaciòn psìquica conciente o inconciente fue denominado por
Freud el “trabajo del duelo” en 1915.
El principio de placer que acompaña los recuerdos acerca de la relaciòn con el
objeto perdido, aquellas anteriores vivencias que ya no volveràn, el sentimiento de
abandono y ausencia, propician el deseo imperceptible de querer postergar la
elaboraciòn del trabajo del duelo para un segundo momento, hacia un inalcanzable
“despuès”, como instaurando una especie de guerra a muerte en contra de los
efectos devastadores del olvido. El yo ha de aferrarse a la ilusiòn del retorno de
aquellos afectos experimentados en torno a experiencias de diferente ìndole, se
conserva la aspiraciòn al re-encuentro vital con aquel ser lejano, cuando dicha
situacion crea altibajos y el sujeto no puede evitar sentir aquellas depresiones
debidas al duelo cultural, familiar, es posible reastrear factores que aluden a la
preeminencia de una identificaciòn absoluta con el objeto perdido y cuyas
motivaciones fundamentales aparecen indestructibles a la percepciòn de la
conciencia.
Observamos una interdependecia correlacional entre los mecanismos psìquicos
inconcientes y las razones preconcientes que han conducido hacia dichas ilusiones
e identificaciones durante la experencia del post-duelo. Bajo el sentimento de
perplejidad desoladora el sujeto crea una especie de representaciòn interna que
cumpla las funciones de sustuir, al menos transitoriamente, la figura del objeto
perdido, es decir, construye un objeto imaginario introyectado con el fin de
convertir el trauma en una situaciòn menos caòtica, -un poco menos real, no del
todo real o solo en cierta medida-, dialogarà espontàneamente con èl como
creando un puente entre dos dimensiones lejanas. Uno de los recursos psìquicos
implementados por algunos estados patògenos como la depresiòn aguda o el luto
cargado de melancolìa, es el de recurrir a la formaciòn defensiva expresada en la
regresiòn de los contenidos libidinales en un movimiento retrospectivo hacia la
incorporaciòn comprendida como asunciòn de los componentes ligados.
2. Bulimia y estado del duelo
30
El sujeto re-inicia un camino hacia la bùsqueda de un conocer acerca de las causas
y condiciones que han propiciado su estado actual. Podrà sentir que la ilusiòn
unida a la identificaciòn total o parcial con ciertas “partes representativas” del
sujeto ausente, implica la difìcil tarea de sustituir un conjunto infinito de afectos
fusionados en torno a recuerdos especìficos. Habrà de sentir la necesidad de
inventarse un “objeto interno sustitutivo” que cumpla una serie de funciones
variables, que restituisca aunque en modo deficitario los factores asimilatorios, de
incorporaciòn, de semplificaciòn, de regresiòn al posible amor temprano,
valoraciòn de nuevas circunstancias en ausencia del objeto perdido. Las
similitudes podràn tener ademàs un caràcter somàtico en tanto que algunos
factores de identificaciòn como el dolor, la presiòn arterial, y la predisposiciòn a
las mismas patologìas ubicaràn un rol decisivo en el duelo y la fase del post-duelo,
se trata de sico-somatizaciònes cuyo ènfasis no solo comparte una base fisiològica
sino ademàs imaginaria. La bulimia, segùn Fenichel, institucionalizada bajo la
forma de alimentos funerales, que traen a la memoria los prehistòricos festivales
totèmicos de las comunidades primitivas 6 representarìa bajo forma incosciente el
intento fracasado por alimentarse del sujeto fallecido, operaciòn psìquica de orden
canivalesco y ritual cristiano por excelencia donde la escena se presentarìa
acompanada por el amor al cuerpo asesinado y por el deseo de introyectar sus
ideas mediante la asunciòn de su carne, àgape pascual milenario de nuestra cultura
occidental. Simultaneamente se presenta la posiciòn contraria que consiste en
rechazar los alimentos en cuanto estos representarìan ideas, actitudes y valores que
reforzarìan la depresiòn, la tristeza y el sentimiento de impotencia especìficos.
Ante la inseguridad percibida y la desestabilizaciòn de un futuro pròximo a raìz
de la ausencia del sujeto, es factible acudir a una especie de incorporaciòn oral
donde se ingieren alimentos que sustituiscan el afecto y la presencia del sujeto
ausente, se trata de una sustituciòn cuyo objetivo central es el de llenar un vacio
especìfico y un intento malogrado por desconocer la realidad de los hechos
externos.
Dicha recurrencia extrema es asumida en condiciones especiales de
consideraciones y diagnòsticos relacionados conla bulimia en coherencia con las
diferencias de edad con las cuales tuvo que enfrentarse el sentimiento del duelo y
con la intensidad psicòtica que pudo haber afectado el estado psìquico del sujeto,
de hecho, el mecanismo descubierto por el psicoanàlisis en cuanto a la
identificaciòn con las ideas del sujeto ausente nos remite a los mecanismos
6 Freud, S. (1918) Totem and Taboo. Moffat, Yard. New York.
31
similares con los cuales se conforma un estado psicòtico, nos estarìamos refiriendo
a una modalidad de identificaciòn psicòtica con el afecto por el sujeto ausente. 7
Muchas investigaciones antropòlògicas que han estudiado civilizaciones antiguas
coinciden en postular el factor de la introyecciòn como un sìntoma de reacciòn
frente a la experiencia de la muerte de los parientes. Plantea Freud en Totem y
tabù: “Bien puede ser que la identificaciòn sea la condiciòn general bajo la cual
el ello habrà de abandonar sus objetos”, la idea de la muerte que acompaña el
acontecer cotidiano cuando se experimenta el dolor impuesto por la ausencia del
objeto interviene trayendo al presente el nùcleo semàntico de toda identificaciòn
coordinada por la ausencia de sìntomas pasados cuando el sujeto ausente era real y
verdadero, se trata ahora de iniciar la tarea por “desinvestir” la representaciòn del
sujeto ausente en un proceso intrincado de des-identificaciòn, hacia el abandono
paulatino del objeto por parte del ello. El ello habia investido de cargas
energèticas la imagen mental, y las experiencias derivadas del contacto con el
objeto real, inicialmente rechaza tener que adaptarse a las nuevas circunstancias,
se requiere, en esta fase de desprendimiento energètico colocarle un final a la
“ligazòn” con el objeto introyectado. El hecho de haber introyectado al sujeto
constituye un medio por el cual puede llevarse a cabo un desligamiento final màs o
menos preconsciente.
El caràcter ambiguo y amplio de las identificaciones posibilita la interpretaciòn del
desligamiento paulatino en tèrminos de una incorporaciòn simbòlica del objeto, las
sombras alucinatorias del duelo hacen pensar que la tendencia bulìmica por ingerir
alimentos en exceso represente un puente inconscientre entre el vacìo (del cuerpo)
y lo real (el mundo externo), entre la sensaciòn de ausencia y la disposiciòn hacia
el futuro. La modalidad vincular especìfica determina el rumbo ambivalente o no
de la evoluciòn del duelo haciendo que este sufra una transformaciòn y una
inclinaciòn hacia el plano sintomàtico. El objeto ausente ocupa el lugar del Ideal
del yo como en una especie de prolongaciòn de los propios intereses emocionales
o intelectuales, se trata de de una evocaciòn duradera que se fija al conjunto de las
experiencias arraigadas en el aparato psìquico en su relaciòn biogràfica con la
carencia de su cuerpo, de su significante actuando de espejo de nuestras màs
primitivas emociones. Es aquì donde la tipologìa del duelo sintomàtico puede
catalogarse masoquista o sàdica de acuerdo a sus mùltiples manifestaciones, sin
embargo, no es factible crear o interpretar juicios de valor a priori mientras que el
7 Zulliger, Hans. (1928) Die Roichtschaeggeten. Im. XIV. Berlìn.
32
proceso terapèutico elegido no pueda diagnosticar una clasificaciòn en la conducta
que se remita a la repeticiòn de actos y gestos con un alto porcentaje de
masoquismo, en ese caso, dicha interpretaciòn, reposa màs en la mente del analista
que en el individuo que pide la terapia.
Gracias al hecho considerado la falta del Otro, la incorporaciòn de ciertas
caracterìsticas “amadas” del objeto ausente entran en clara oposiciòn con ciertas
caracterìsticas odiadas del mismo objeto de identificaciòn, de modo que el
individuo emprenderà una lucha abierta por conservar aquellos valores estimados
en el objeto en contra de aquellos antivalores observados en el objeto, se intenta
destruir una parte del objeto pero al mismo tiempo se propende por recuperar otra
parte del mismo. Si han de prevalecer los factores agresivos recordados en el
proceso de identificaciòn con el objeto ausente esto habrà como consecuencia la
apariciòn de sentimientos de culpa ya a un nivel mas consciente, es factible que
durante la anterior relaciòn dichos sentimientos de culpa hayan permanecido
ocultos e inexpresados. La vinculaciòn con los variables matices de la
ambivalencia pertenecientes a estados anteriores sufren modificaciones
trascendentales con relaciòn al estado de la ambivalencia psìquica posterior a la
muerte del objeto amado-odiado, los reclamos afectivos ante la desapariciòn del
objeto se conjugan alternadamente con los reclamos afectivos dirigidos hacia sì
mismo.
3. La relaciòn con el objeto ausente en tèrminos de auto-castigo
La correlaciòn vinculante con el objeto ausente desencadena una serie de signos y
semblantes delimitados por el deseo inconsciente de recibir una especie de
puniciòn. El dilema en cuestiòn responderìa a la siguiente consideraciòn: ¿Ya que
en el pasado habìas deseado la muerte de esta persona, y ahora que esa persona ha
muerto, como castigo deberìas morir tù? Es incrementada la complejidad de la
ambivalencia, el requerir que el sujeto ausente sea recordado por los hechos de
benevolencia se presenta paralelamente, y con igual intensidad en el deseo de
repetir el acto de su muerte, muchos de los rituales religioso-antropològicos como
el de botar tierra sobre el cadàver, realizar una estatua en su nombre, combrueban
el deseo inconciente de que la muerte haya sido algo necesario y positivo. Nos
esforzamos por tratar de tranquilizar “el alma” y el dolor del objeto ausente
mediante los rituales de autopuniciòn y reconciliaciòn con sus signos vitales, es
33
observada la necesidad de rectificar la promesa de un lugar eterno, quizà
paradisìaco como destino final para su consciencia, de mortuis nil nisi bonum.8
Una segunda tendencia, anàloga a la del incremento y variaciòn de la ambivalencia
es la relativa a la modificaciòn en la estabilidad de la autoestima, bajo una
definiciòn amplia y general los componentes que la acrecientan se ven catalogados
en forma de influencia directa o indirecta, tanto el sujeto que elabora la
experiencia del luto como aquel que padece una reducida fortaleza en su
autoestima exige y reclama variables exhortaciones, importantes observaciones
positivas, al haber retirado una porciòn de su libido del objeto ausente habrà de
pedir ser aceptado con signos especìficos de drama, y compañía gratuita de los
Otros, debido a la retirada del objeto que ya no responde adecuadamente a sus
deseos el narcisismo se ve aumentado en medida perceptible, la lucha por y
restaurar la autoestima inicia con la incorporaciòn de factores de identificaciòn
relegados parcialmente a la existencia del sujeto ausente.
Una tercera tendencia, segùn Fenichel, la relacionamos con la disposiciòn
narcisìstica. La situaciòn psìquica del sujeto en duelo, en circunstancias
especiales, puede llegar a exigir, en mayor medida, admiraciones de caràcter
narcicìstico, he aquí algunas circunstancias:
-El objeto perdido no ha sido amado en un nivel maduro, sino utilizado como un
proveedor de suministros narcisìsticos.
-Si la previa relaciòn con el objeto ha sido ambivalente.
-Si la persona padecìa una fijaciòn oral y tenìa vehementes deseos inconscientes
(sublimados, como en el caso de la bulimia) por “alimentarse” exageradamente. 9
En esta declarada batalla en contra de la identificaciòn con el objeto introyectado
suelen encontrarse representativas cargas libidinales que acompañan la intesidad
de las huellas mnèmicas pre-existentes, la continuidad de este desencuentro entre
las diversas tendencias afectivas desencadenarìa un cuadro sintomàtico conducible
al estado de la depresiòn. Se intercalan aquellos factores de identificaciòn como el
sentimiento de protecciòn, amor, compañìa con otros factores inherentes a la
percepciòn narcicìstica como el odio, la venganza y los deseos inconscientes
destinados a una segunda muerte -alucinatoria- del objeto introyectado, a pesar de
esto el proceso psìquico general del duelo no patològico no ha de reducirse al
8 “Con respecto a los muertos, nada se diga, sino lo bueno.”
9 Fenichel, O. (1932). Teorìa psicoanalìtica de las neurosis. Buenos Aires. Ed. Paidòs.
34
retroceso afectivo hacia anteriores estados depresivos.
4. Acerca de la introyecciòn patognòmica del objeto ausente
La atenuaciòn de los niveles de intensidad construidos por la autoestima tendrìan
como sendero de orientaciòn la percepciòn de una pèrdida total, o casi total con
respecto a los factores de identificaciòn primaria con la introyecciòn del objeto
ausente, la validez en dicha construcciòn semàntica es irreductible al anàlisis
aislado de la etiologìa depresiva en cuanto delimitaciòn ùltima de esta autoestima.
La inclinaciòn subjetiva por anular el efecto de la pèrdida, parcial o total,
corresponde fundamentalmente al interès por ahondar la gravedad de la
introyecciòn de los componentes de identificaciòn del sujeto ausente,
denominamos introyecciòn patognòmica del objeto ambivalente cuando la
percepciòn se centra en lo patològico de la ambivalencia proporcionando una
interpretaciòn cerrada tanto de la depresiòn como de su correlaciòn con la
autoestima. Cuando las exigencias narcisìsticas del sujeto que emprende el
proceso del duelo son caracterizadas por un enèrgico afecto sintomàtico es factible
focalizar el fracaso de los intentos por proteger el sistema defensivo del yo bajo la
òptica, por ejemplo, de una introyecciòn sàdico-oral de los factores de
identificaciòn del sujeto ausente, cuya presencia y protecciòn afectiva no sòlo
representaban una promesa narcisìstica de satisfacciòn o de placer sino que
ademàs recurren a interpretaciones masoquistas donde la causa del estado de
desamor y abandono actuales son adjudicados precisamente a su ausencia.
En las representaciones alucinatorias el la instauraciòn del drama y los ritos acerca
del duelo plantean un escenario mucho màs amplio de las introyecciones. La
presencia del sujeto ausente habrìa de ser sustituida con su personificaciòn en los
alimentos, se comparte la substancia afectiva mediante la incorporaciòn ritual de
los mismos deseos, se confirma el esfuerzo por acercarse a una especie de unio
mystica de caràcter omnipotente, se trata de una modalidad de la introyecciòn que
intentarìa anular la pèrdida total del objeto ausente. Las expresiònes alternantes
del superyò han de ser rastreadas combinando diferentes aspectos cuando se sirve
de estos para enfrentarse a los intereses del yo, nos referimos a la proyecciòn de
afectos hostiles al pretender una especie de uniòn alucinatoria con el objeto
ausente, a deseos autopunitivos consecuentes con la intensidad de los propios
intereses, al empeño por estructurar el perdòn con una base estrictamente
narcisìstica.
35
La situaciòn interna del objeto introyectado desde una cuadro sintomàtico
depresivo confunde la pèrdida del objeto con la pèrdida de su propio yo, la
ambivalencia y el sadismo que anteriormente eran dirigidos hacia el objeto ahora
son dirigidos hacia el propio yo. El sujeto ha de emprender un espinoso camino de
retorno hacia el equilibrio del yo, hacia su estabilidad perdida, cuando no se ha
realizado una desligazòn efectiva, un desenganche emotivo parcial o total, el
objeto introyectado continùa a ejercer una presiòn inconsciente y ya no serà màs
reconocido como el objeto de amor sino en cuando objeto-fuente de odio, la
balanza se inclina màs hacia la carga autodestructiva impulsada y respaldada
abiertamente por las fuerzas del yo, de este modo el yo no trabajarìa para desalojar
al sujeto de su linaje ambivalente sino que se instaura en cuanto un centinela que
defiende a capo y espada los sentimientos hostiles del objeto introyectado.
Las proyecciones hostiles que una vez se dirigìan hacia el objeto ahora son
dirigidas hacia el yo, el sujeto crea una serie verbal de auto-culpabilizaciòn sin
fundamento objetivo como fruto del proceso doloroso, se enfrenta al odio propio
mediante la defensa de autoconsideraciones donde se deniega toda participaciòn
en el dolor causado al objeto introyectado. Freud planteaba: “La sombra del
objeto ha caìdo sobre el yo”10, gracias a las investiduras depositadas sobre el
objeto introyectado el yo ha perdido una parte de sì mismo, una porciòn
significativa de este cumple la funciòn de representar y reemplazar los intereses
del objeto ausente, combatir con la experiencia del duelo supone una modificaciòn
estructural del yo donde la identificaciòn narcisista termina por convertirse en un
mecanismo de regresiòn. Una regresiòn del yo re-construida en la filiaciòn con el
objeto introyectado, regresiòn hacia identificaciones anteriores, regresiòn hacia
significados narcisistas y hacia fases previas a la oralidad.
5. La sombra de los diversos matices del conflicto edìpico tras el escenario
tormentuoso del duelo
Cuando se interrumpe tempestivamente y sin preaviso la continuidad de un parentesco
establecido, cuando es imposible traspasar ese umbral sin un lenguaje adecuado sobre el
afecto y sus lìmites en torno a lo real, cuando perdemos de vista las coordenadas
establecidas en torno al juego històrico de las representaciones mnèmicas, y accede a
nuestra preconsciencia una tempestad tumultuosa de estas, en tèrminos de apego, al
fortalecerse del legame conflictual, biogràfico, nuclear, sòlo entonces, nuestro proceder
10 Freud, S. (1915). Duelo y melancolìa. OC. Amorrortu Ed. 1978. Buenos Aires.
36
inicia a dar evidencia acerca del enfoque inconsciente de los acontecimientos, aquella
soledad repentina bajo la cual se sumerge toda una gama de vivencias y diàlogos
diluyentes, puede ser valorizada a la luz del evolucionar edìpico con referencia al
sistema relacional establecido.
El triàngulo de complicidad objetual reconocido por los componentes del nùcleo
vincular se haya inscrito en una doble direccionalidad. Aquella que escenifica el pasado
y la recurrencia a las fases tempranas, infantiles, donde predominaba la exploraciòn del
mundo en torno al sujeto y a sus exisgencias neo-pulsionales. La otra direccionalidad es
escenificada por la determinaciòn futura en actitudes, conductas, preferencias, y
decisiones con base en la experiencia con el conflictto triangular. La modalidad psìquica
especìfica con la cual el sujeto accede a la percepciòn del fenòmeno del duelo, ha de
provenir de estos tres grandes periodos influyentes en la formaciòn de la evoluciòn de la
vida pulsional inconsciente, las fases temprana e infanti, la triangulaciòn edìpica y las
fases posteriores.
37
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EL DUELO PSICOPATOLOGICO EN JOHN BOWLBY
En los años sesenta J. Bowlby planteò ampliamente su teorìa acerca del duelo
basado en la experiencia clìnica de la Tavistock Clinic, el sentimiento de pèrdida
en los adultos fue ademàs trabajado por Colin Muray Parkes (1975) y Robertson
(1952), con la infancia, la caracterìstica fundamental de estos trabajos es su efecto
de complementariedad y confirmaciòn con respecto a la teorìa original del apego,
se pudieron organizar una serie completa de conceptos que permitieron una
comprensiòn empìrica de la angustia en el fenòmeno de la separaciòn. En esta
direcciòn, la visiòn del duelo es enfocada especìficamente por la teorìa de la
separaciòn, la teorìa de la angustia por el sentimiento de pèrdida.
Se consideraba el surgir de la angustia en cuanto una respuesta basada en el
principio de la realidad respecto a una amenza de separaciòn o a la vulnerabilidad
frente a una posible pèrdida. En un contexto donde un sujeto cuida o ayuda a
crecer a otros la relaciòn de complicidad se extiende a toda la vida adulta con los
signos particulares de identificaciòn o de patologìa. La angustia con respecto a la
amenza de separaciòn re-aparecerà cada vez que la separaciòn o su posibilidad
amenacen la estabilidad de las relaciones progenitor-hijo, adulto-cònyuge, adultocompañero Los componentes de una angustia de separaciòn son introducidos por
un conjunto de ideas e imàgenes inquietantes que temen el incremento del dolor y
el aumento de la tensiòn, podràn manifestarse peticiones de ira, protesta, e
inconformidad cuya finalidad es la de registrar el principio del displacer y de
“castigar” al responsable de esta situaciòn, para que la ausencia de este sujeto no
se convierta en un hecho repetitivo o mecànico, para buscar prevenir la repeticiòn
de la ausencia.
J. Bowlby considera su teorìa del duelo como una forma especial de angustia de
separaciòn, consolidando la pèrdida una presentaciòn de la ausencia del todo
ineludible, las secuelas psìquicas de una separaciòn traumàtica son analogables a
las respuestas inflamatorias, se trata de manifestaciones regulares de respuestas
fisiològicas al trauma fisiològico caracterìsticas de cada sujeto. Las primeras
percepciones ante la experiencia de la muerte coinciden con la presentaciòn de
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intensas cargas de angustia por el sentir y la culpa de la separaciòn forzadas, se
persiste en la creencia de no poder soporar las exigencias de la vida diaria con el
sentimiento de ausencia y vacìo, con oleadas confusionales que inundan los
pequeños actos cotidianos, se trata en esencia de una separaciòn obligada,
espontànea y no un convenio establecido por las partes. Los primeros niveles de
elaboraciòn del duelo son caracterizados por la manifestaciòn de diversas
modalidades psìquicas o fisiològicas basadas en los relativos niveles de intensidad
en la angustia de separaciòn. Los demàs niveles presentan rasgos derivados de la
evidencia que circunscribe la infelicidad y el dolor, la confusiòn y la impotencia,
ausencia del sentimiento de protecciòn y de consolaciòn, a partir del sujeto ya no
disponible para nosostros. Considerando los anteriores factores describimos ahora
los tres niveles de elaboraciòn del duelo postulados por J. Bowlby.
Los tres niveles de elaboraciòn del duelo en J. Bowlby
Nivel I: El estado de “paràlisis”. El sujeto se siente como estrellado contra la
terrible realidad de los hechos estableciendo una especie de complicidad pacìfica
con la crueldad que se presenta y que constituye un primer estado del todo
perentorio, se trata de una especie de fuga re-asegurante ante la expectativa de
posteriores noticias o de ulteriores especificaciones que atenùen la intensidad del
acontecer. Las manifestaciones han de oscilar entre el cierre frontal de toda
emociòn, actitudes destinadas a la negaciòn de los acontecimientos, y la espera
procesual de un desenlace menos doloroso, que brinde mayor protecciòn, para dar
salida al verdadero devenir de los sentimientos.
Nivel II: El estado de la exploraciòn psìquica e irritaciòn. Segùn Bowlby la
centralidad del conjunto de reacciones en torno a la experiencia del luto se ha de
investigar con base en la bùsqueda del objeto perdido. Se presenta una modalidad
de movimiento divagante donde el propòsito especìfico es el de poder dar tiempo a
la realidad externa para que esta cambie aquello que ha sucedido por otro tipo de
realidad màs accesible a la percepciòn, es decir menos dolorosa ante la vivencia de
los recuerdos y el pasado sin su ausencia, como esperando que el sujeto que se ha
ido para siempre pudiera de alguna manera presentarse de nuevo. Adviene el
sentido del abandono y una tendencia a recordar cada mìnimo acontecimiento del
pasado en cuanto posibilidad de que algo pueda volverse a repetir, habrìa de
experimentarse el fenòmeno psicoanalìtico de la compulsiòn a la repeticiòn con la
recurrencia a la sucesiòn de recuerdos y vivencias anteriores como mecanismo de
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refugio psìquico y estrategia de auto-consuelo.
Con respecto a la tendencia de exploraciòn psìquica Freud ha escrito en 1917 que
el propòsito final consiste en poder ir consolidando la idea de la disociaciòn, el
des-atarse de aquel lazo anterior: “El luto tiene una tarea fìsica muy precisa por
cumplir: su funciòn es despegar del sujeto muerto los recuerdos y las esperanzas
en el sujeto que ha sobrevivido”. En forma diferente, Bowlby observa que, en
tèrminos evolutivos, la exploraciòn mental del sujeto que ha sovrevivido tiene
como funciòn esencial la bùsqueda por re-encontrar el objeto perdido y de volver a
unirse a este. La imperancia y la repeticiòn de las imàgenes y de evocaciones
pasadas constituyen un “escenario perceptivo” (perceptual set) con la pretenciòn
de querer ver y escuchar al sujeto perdido.11
La irritaciòn tambièn hace parte integral de las manifestaciones que se presentan
ante la experiencia del duelo, no hemos de acceder al concepto de agresividad en
cuanto esta modalidad de irritaciòn psìquica en muchas ocasiones no se manifiesta
externamente ni se encuentra como rasgo caracterìstico en todas las expresiones de
afecto o contrariedad. Se trata de una respuesta comùn ante el sentido de la
separaciòn, la dimensiòn de esta irritaciòn psìquica sea esta pequeña o
desproporcionada se puede analizar bajo el criterio de la exploraciòn por alcanzar
un final màs o menos deseable, màs o menos exitoso, como intentos repetitivos
por restablecer la integridad del sujeto ausente. C. M. Parkes plantea que una
historia subjetiva con excesiva dependencia y exclusividad en el monotropismo (es
decir, una singular base, segura, y no dividida con otros seres), representa un
significativo factor por el cual la predisposiciòn a la reacciòn ante el luto del sujeto
ausente puede ser muy prolongado.12
Nivel III: Desorganizaciòn, confusiòn y re-organizaciòn. Bowlby correlaciona
la experiencia traumàtica del duelo con el juego del “columpio” desde el cual es
extraìda tempestivamente una persona, permitiendo que aquella que se encuentra
sobre el columpio deba necesariamente descender a tierra privàndose del
equilibrio requerido que la relaciòn con el Otro le permitìa disfrutar, inicialmente
habìan dos sujetos complices de su relaciòn objetal o no objetal, luego, como
consecuencia del schok por la ausencia repentina de un sujeto ya no existirìa màs
dicha reciprocidad. Escribe C. S. Lewis, a propòsito de su existencia sin el sujeto11 Holmes, Jeremy. (2014 ). John Bowlby and Attachment Theory. Raffaello Cortina Editore. Milan.
12 Parkes, C. M. (1975). Bereavement: Studies of Grief in Adult Life. Penguin. Londres.
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objeto de amor: Una vez habìan tantos caminos, y ahora hay tantos “culs-desac”13. No sòlo expresa el dolor y la confusiòn por el significado del tiempo sin
aquel sujeto de amor, ahora ausente, sino que ademàs se ha perdido la base de
seguridad psìquica a la cual se acudìa permanentemente para tratar de solucionar
las dificultades diarias, se trataba en evidencia de una base construida y sostenida
por ambas partes de la relaciòn.
El hecho real de la pèrdida genera una especie de caos en la dinàmica psìquica de
quien la padece, las ideas, expectativas y valores que dependìan del lazo moral con
el sujeto ahora ausente comienzan a entrar en duda, se tratarìa en ultima instancia,
de una respuesta al sentido del vacìo y la falta de alternativas visibles en lo
inmediato. Freud, exponìa al respecto que el aparato psìquico invierte una gran
cantidad de energìa y de trabajo buscando encontrar nuevas conexiones humanas,
inicialmente habrìa de tratarse el efecto de la identificaciòn con el objeto perdido.
Las caracterìsticas del sujeto perdido tienden a ser re-construidas en el mundo
interno de manera que dicho objeto, ahora ausente, pueda continuar a vivir en
cuanto componente de una representaciòn de la realidad.(Klein, 1921-1958) 14 Es
posible que si el sujeto logra establecer dicho modelo de reconstrucciòn interna,
ulteriormente podrà establecer nuevos contactos afectivos en el contexto del
mundo exterior. M. Klein, postulaba que la depresiòn, la apatìa, y el sentimiento
de lejanìa padecido por el sujeto que ha quedado solo corresponden a una
modalidad de regresiòn con respecto a la infancia, la seguridad que ha construido
durante tanto tiempo de repende es destruida por la intensidad del dolore en el
luto. El sentido del luto es lastimano dràsticamente por ideas angustiosas, ideas
persecutorias y por el sentimiento de culpabilidad, el sujeto se remite,
retrospectivamente, al pasado, donde puede encontrar episodios similares
relacionados con el sentirse abandonado o el sentirse fracasado.
Durante el nivel de la desorganizaciòn el sujeto que sufre la perdida del Otro se
siente vìctima de las dudas, sin embargo, luego del transcurrir de un tiempo
especìfico, los hechos mismos reclaman su veredicto, el objeto no existe mas, el
objeto no existirà mas sobre cada uno de sus recuerdos y sobre sus expectativas
futuras. Su esfuerzo tiene que ver con el propòsito cotidiano de re-construir la
estructura del mundo interno, una existencia entera y llena de ciclos de “ruptura y
re-construcciòn” nos prepara para enfrentar las inevitables perdidas de la vida.
Cualquier ventaja observada en el proceso temporal del duelo es el resultado de
13 C. S. Lewis. (1961). Diario de un dolore. Adelfhi Ed. Milàn. Culs-de-sac: camino sin salida.
14 Klein, M. (1921-1958). Scritti 1921-1958. Ed. Boringhieri. Turìn.
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una profundizaciòn en la relaciòn del sujeto con los propios objetos internos, en el
interès por desear re-conquistarlos despuès que hubo experimentado la herida de
haberlos perdido.15 Bowlby tomaba una posiciòn crìtica frente a la teorìa kleiniana
cuando esta supervaloraba los factores persecutorios al interior de un duelo
considerable como normal (en lugar de ubicarlos en uno de tipologìa patològica),
y por el hecho de olvidar la realidad de los riesgos a los que se puede exponer el
sujeto que ha sufrido tal pèrdida.
El trabajo del sentimiento de abandono y pèrdida ha de consistir en la construcciòn
de una base interna cuando:
-Exista un ambiente de soporte suficientemente confiable.
-Exista un ambiente propicio como para permitir resistir la hostilidad.
-Exista un ambiente adecuado como para poder permitir de transformar dicha
hostilidad.
-Se puedan formar nuevos afectos renunciando a los anteriores.
Para Bowlby la posibilidad de una especie de descarga emotiva es un elemento
indispensable en el proceso de un luto no patològico, de este modo se evita la
compulsiòn defensiva exigida por la energìa de las emociones que han quedado sin
expresarse.
15 Ibìdem.
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LACAN Y EL DUELO
“Escribir es perdurar en la palabra,
creo que sòlo la ausencia puede
nombrar a la ausencia. Pronunciar una palabra
es fundar ya el olvido.”
Isidoro Blaisten
Segùn Lacan no existe relaciòn de objeto sin la influencia y las funciones de la
experiencia del duelo. El problema psìquico del duelo es abordado desde un punto
de vista contundente, se re-abre el discurso que pone al descubierto las diversas
teorìas en torno al la constituciòn y la escisiòn del objeto. A diferencia de Freud
que consideraba la funciòn del duelo el eje de la introyecciòn en cuanto base en las
identificaciones del yo, Lacan considera la funciòn del duelo, como substrato de
identificaciòn, la generadora de la relaciòn de objeto y de la accesibilidad a la
posicisiòn de la subjetividad. El prototipo de cada nuevo objeto de amor proviene
evidentemente de las caracterìsticas relativas al objeto de amor ausente, y
especìficamente por este motivo, el sujeto se constituye en cuanto sujeto de una
ausencia, sujeto con respecto aquello que no està presente. Para asimilar la
relaciòn directa de ausencia con el objeto hemos de partir de una complicidad
verificada por factores de reciprocidad, de modo que se inaugura el estado del
duelo solamente en aquellos casos donde es factible afirmar: yo representaba su
sentimiento de ausencia.
La aserciòn que despliega la motivaciòn de los afectos al interior del duelo es
explicada por la determinaciòn del objeto total y la factibilidad del duelo en cuanto
posibilidad de re-pensar al objeto del duelo en cuanto objeto y causa del deseo. El
dilema se esboza explìcitamente cuando surge el problema de sustituir, re-ubicar el
lugar que habìa estado ocupado por el objeto de deseo, cuàles son los recursos
psìquicos de los cuales se dispone para encontrarle un nuevo lugar al deseo, una
nueva representaciòn, encontrar un lugar disponible para sustituir esta percepciòn
con respecto a dicha ausencia colocada en escena por la experiencia del duelo. La
experiencia del duelo convoca no sòlo el sentido de la pèrdida sino ademàs el
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sentido de la confusiòn y la obstrucciòn. El lugar designado por duelo
corresponde al lugar asignado al falo, su complicidad con el sentido radical de la
ausencia y la necesidad fortalecida por el deseo postergan la actividad psìquica en
aras de factibles satisfacciones posteriores, en bùsqueda de la sustituciòn del
sentido de esta carencia. Es preciso poder declinar la realidad del duelo y su
radical
sentido de ausencia mediante los tres registros real, simbòlico e
imaginario.
El carácter intrìnseco del discurso y de la palabra que se presenta adyacente a todo
sujeto del deseo proporciona el hecho de poder contar con un instrumento bàsico
de fuga, el poder de la palabra, la narratividad y la representabilidad con respecto a
cada recuerdo emancipado por la conciencia de la muerte del objeto en cuestiòn.
El sujeto se haya repentinamente desprendido de una parte de sì mismo,
desprendido en confrontaciòn abierta con la imperancia del deseo, con la ausencia
del objeto del deseo, la Cosa instaura el diagrama doloroso de la separaciòn, el
sujeto se ve precipitado hacia un abismo al encontrarse despojado de una parte de
sì, en cuanto sujeto de lo inconciente.
Al apagarse la fuerza del deseo, cuando inicia la fase post-edìpica en la evoluciòn
de la libido infantil, observamos la precipitaciòn de un duelo inconsolable frente a
la presencia del objeto perdido de la primera infancia, como producciòn de una
conformaciòn de orden narcisista, bajo el predominio del fantasma y las
construcciones imaginarias con las cuales el sujeto se pueda identificar, intentarà
encontrar el modo màs apropiado por medio del cual desinstalar el lugar del vacìo
que durante la instauraciòn del duelo pudo haberse apropiado de las
identificaciones con modalidad objetual. El objeto del deseo “ɑ”, en la
formulaciòn de lo fantasmàtico, representa el sub-rogado del sujeto en cuanto tal,
corresponde al objeto que conserva la vinculaciòn con el sujeto, incluyendo todo
aquello que no le pertenece, sus carencias, y lo que no le constituye, en cuanto
existencia subordinada de este objeto es posible deducir que no coincide
precisamente con la existencia de la representaciòn del falo.
Es de considerar al objeto “ɑ” en cuanto fruto de un conjunto de identificaciones
re-direccionadas hacia un fin especìfico orientado por la libido invertida en el
objeto de amor, se trata de señalaciones a nivel de lo inconciente que comprueban
la eficacia de las medidas dispuestas por el yo para instaurar el inicio de la
vinculaciòn con el amor o con el duelo por la pèrdida de este amor. El amor por el
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objeto y el duelo por el objeto perdido emprenden en este sentido senderos
paralelos pero con una destinaciòn diferente u opuesta, mientras que el primero
“enhorabuena” conducirìa a la sublimaciòn el segundo puede sobrellevar a la
psicosis melancòlica o patologizaciòn de la memoria del objeto ausente.
En Lacan, el estado de la melancolìa es determinado por la evidencia de la
introyecciòn cuyo ènfasis es tan elevado que no permite la constituciòn del objeto
“ɑ” en cuanto entidad propia para poder distinguirse de la cualidad, imagennarcisìstica intrìnseca, o sea, ί(ɑ), de la cual el sujeto obtiene una ganancia
asimilable a los impulsos del yo cuando estos son dirigidos hacia la reciprocidad
encontrada en el objeto del deseo. Hermenèuticamente, el proceso llevado a cabo
por las diversas fases del duelo implica la necesidad de dar respuesta a una
exigencia en el orden del mundo interno, en el orden de una nueva serie de
representaciones acerca del vacìo, acerca de aquello que ya no existe en lo real,
para lo cual habrìa de constituirse un nuevo dispositivo conceptual, un nuevo
catàlogo semàntico al nivel del discurso del dolor, del trauma, representar lo que
no es representable, ocupar el lugar que ya no es lugar sino precipitaciòn hacia el
no- discurso, hacia el no-deseo. Segùn Freud, en la experiencia del duelo no
habrìa posibilidad de representaciòn de la muerte, representaciòn del objeto
ausente, con un tiempo o un lugar indeterminado en lo incosciente, desde Lacan, la
identidad de la vinculaciòn con la imagen del objeto perdido sufre una
trasnformaciòn y su carácter absoluto lo estructura en cuanto objeto ausente no
sustituible, objeto ausente establecido en la representabilidad de lo inconciente
como entidad ya no subsistente por sì misma.
En esta fase intermedia de la vivencia de la experiencia del duelo a partir de la
teorìa explicitada por Lacan se hace indispensable convocar y recurrir al orden de
lo simbòlico, sin embargo, es en esta direcciòn donde predomina el semblante de
la impotencia e incompletud de este orden para cubrir hermenèuticamente el orden
de lo real. Es en este territorio donde se re-producen deliberadamente las formas
patologizantes de lo imaginario. La irreductibilidad de la experiencia del duelo es
una controversia abierta y expuesta al problema de la factible insustituibilidad de
la vinculaciòn con el objeto ausente, este proceso de sustituciòn de las inversiones
libidinales no es del todo gratuito, en especial, no hay linealidad en sus funciones
ni en las derivaciones patologizantes.
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M. RECALCATI Y LA SUBJETIVACION DEL TRAUMA EN CUANTO
PERDIDA16
1. La negaciòn manìaca del luto
Recalcati plantea redireccionar el trauma de la pèrdida en cuanto experiencia de
subjetivaciòn. Un primer factor a tratar tiene que ver con la negaciòn manìaca del
duelo como reacciòn a la inconmensurabilidad del hecho, la manifestaciòn de este
fenòmeno tiene que ver con evidenciar al nivel del sìntoma la negaciòn de su
importancia, del dolor, es un acontecer del todo inadmisible, la muerte en cuanto
una realidad que no se puede digerir. El aparato psìquico se sirve del recurso
preventivo de querer olvidar y evitar la representaciòn de aquello que ya ha
sucedido. La percepciòn que busca desvalorar el alcance de la enfermedad por
ejemplo, se explica mediante el negacionismo absoluto de la posibilidad misma de
la finitud, incluso antes de la ausencia del ser querido. Una previa disposiciòn a
considerar la trascendencia misma de la muerte coincide con un negacionismo
manìaco comprendido como una operaciòn defensiva frente a la presencia de lo
real, la enfermedad, el fenecer.
El nùcleo evidente del problema en el negacionismo manìaco consiste en ignorar y
rechazar tenazmente la correlaciòn directa de un hecho previo a la muerte con
dicha posibilidad, de modo que se fortalecen aquellos mecanismos psìquicos
destinados a defenderse de aquella idea -la muerte- en cuanto es del todo, en
principio, irreal. El sujeto ha de confrontarse con la propia hostilidad, en tèrminos
de autoagresiòn, expresando signos palpables de malestar al presentarse
espontàneamente la muerte de un sujeto real. “Por esto nuestra relaciòn con la
muerte es siempre màs difìcil de simbolizar”17, en un mundo inclinado a celebrar
maniacalmente las conductas sociales, sin hacer factible la vivencia de la ausencia,
sin percibir el vacìo de la existencia a partir de la negaciòn de un discurso
prohibido por la efervescencia de nuestros hàbitos festivos, referir pùblicamente el
16 Massimo Recalcati es un reconocido profesor Universitario en la universidade de Pavia, -Italia-, trabaja en Milan y es el
fundador del Centro de Clìnica Psicoanalìtica para los nuevos sìntomas: Jonas Onlus.
17 Recalcati, Massimo. (2015). Incontrare l'assenza. Asmepa Ed. Bologna.
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discurso de la muerte es observado como un hecho indiscreto, retrogrado,
obseno.18
El problema del discurso sobre la muerte es delegado, postergado o sustituido por
la construcciòn social dominante, negar la existencia y la inmediatez representa la
imposibilidad de llenar, completar, el vacìo que abruma nuestras vidas. Sin
embargo, el objeto que se ha ido ha sido privado de su sustitubilidad, no puede ser
ya sustituido, es negada mediante la posiciòn manìaca, deconstruye el evento
innombrable de la experiencia de la muerte en cuanto se instaura como un recurso
de fuga, el luto es un estado de fuga compleja cuya meta final, puede hipotetizarse,
es el encuentro con otro objeto-promesa de salvaciòn y redenciòn. El sentimiento
de ausencia y vacìo es rechazado en lo personal y en lo social, en lo psìquico y en
el desfìo con lo real. La negaciòn manìaca es interpretable en cuanto propòsito
que des-sensibiliza al sujeto frente al dolor causado por el duelo, es definida
ademàs por un exorcismo y una reacciòn anestèsica mientras que el sentido de la
pèrdida trae con sè la aflicciòn psìquica, un pensar tormentuoso o melancòlico.
2. La aflicciòn melancòlica como fracaso del trabajo del luto
Se trata de un segundo camino tambièn sintomàtico que busca reaccionar
melancolicamente ante el sentido de la pèrdida. El sujeto se halla inmerso en
pensamientos e ideas que no le permiten olvidar su relaciòn con el objeto ausente,
la respuesta melancòlica se centra en lo insustituible de la pèrdida, ya no pretende
mecanicamente sustituirlo como en el caso de la soluciòn manìaca. De hecho, en
la actitud melàncolica, la sombra del muerto, la sombra de quien ya no existe, la
sombra de quien està a punto de irse, recae sobre el yo, como si èl mismo se
sintiera tambièn un objeto perdido semejante a quien ya se ha ido. Perder el objeto
amado significa en ùltima instancia perderse a sì mismo, el recuerdo permanente
del objeto siempre presente es la caracterìstica fundamental de este recurso
psìquico, no ha sido posible todavìa la separaciòn, se pierden las motivaciones
para vivir y para enfrentar el mundo externo. Todo ligamen con el objeto ausente
actùa devorando, debilitando, mortificando al sujeto, el estado del duelo no se
percibe como algo transitorio sino en cuando una condiciòn sine qua non de la
existencia, se apagan las expectativas con respecto al futuro, no se realiza un
verdadero trabajo de duelo.
18 Cargnello, Danilo. (1966). Aspetti modali e momenti costitutivi del mondo maniacale. Ed. Feltrinelli. Milan.
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Los niveles de idealizaciòn del sujeto ausente, sus valores, principios, obstaculizan
el trabajo del duelo, la experienca del afecto depresivo corresponde en diversa
medida a referencias narcisistas y a la idealizaciòn del objeto sin posibilidad de
asumir su pèrdida. Las evocaciones afectivas de la imagen idealizada del Otro
ausente provocan ademàs ideas de autoreproche u culpabilizaciòn considerando la
muerte del Otro un hecho comprobante de nuestra participaciòn quizà voluntaria o
no de lo que haya sucedido, todo hubiera podido ser diversamente. En algunas
ocasiones detràs de estas manifestaciones de preocupaciòn se ocultan de modo
inconsciente aspectos agresivos con referencia a proyecciones en torno al sentirse
abandonados por quien se ha ido, el objeto nos odiaba tanto que ha decidio irse,
por este motivo se harìa merecedor de todo nuestro odio y ya no de nuestro amor,
ha realizado un gesto del todo egoista y mezquino.
Otro factor concomitante que influye y determina enormemente el trabajo del
duelo tiene de ver con el tiempo y la duraciòn del trabajo del duelo, constituirìa
fundamentalmente algo transitorio y no un estado permanente, el progreso
esperado en la evoluciòn, tomar consciencia de la mayor parte de los factores
reales que han dado lugar al hecho biològico ayudarìa preponderantemente al
trabajo del duelo para que este no se quede anclado en una posiciòn melancòlica,
depresiva, pre-psicòtica qu indicarìa un entregarse total al abandono de las ideas
en torno al sujeto ausente.
3. El trabajo del duelo y el problema de la memoria del sujeto-ausente
El trabajo psìquico adjudicado a la memoria del sujeto-ausente realiza una especie
de proceso afectivo paralelo al proceso realizado por el trabajo del duelo, es
precisamente la capacidad de la memoria la que emprende una modalidad
especìfica de reacciòn ante el mundo externo y ante la informaciòn que le plantea
la realidad de los hechos. Hemos considerado que las dos salidas teorizadas por la
imperancia del duelo corresponden a la reacciòn melancòlica y a la reacciòn
manìaca, ambas ya desde un inicio son caracterizadas por su infructuosidad, por
un desgaste excesivo de energìa en busca de una soluciòn alucionatoria, temporal
o definitiva al dolor y la ausencia imprevista, al schock emocional definido en
tèrminos aproximativos como el umbral prepsicòtico del trabajo del duelo.
La pregunta lanzada por Freud es còmo poder modificar el estado del duelo para
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convertirlo en un trabajo productivo que no obedezca sòlo a tendenecias de orden
thanàtico sino ademàs que contenga un proyecto vital no doloroso, para que el
sujeto no tome una posiciòn pasiva con respecto al sentido de la pèrdida si no que
pueda acceder a recursos psìquicos necesarios para trascender el signo tràgico de
la muerte. Se considera terapèutico la bùsqueda natural de una separaciòn real y
no sòlo imaginaria, una liberaciòn de las cadenas simbòlicas que han atado al
sujeto a sus representaciones emotivas.
Recalcati sintetiza su reflexiòn acerca del trabajo del duelo evidenciando cuatro
factores centrales en la experiencia del duelo segùn la visiòn presentada por Freud:
1. La importancia intrìnseca del tiempo. Los efectos individuales han de
requerir una elaboraciòn necesaria orientada hacia el combate de una
resoluciòn patològica, se trata de un proceso pre-conciente donde la
infinidad de reperesentaciones unidas a vivencias de recuerdos y estìmulos
vinculares responden a el requerimiento de acompasar la disminuciòn del
impacto psìquico con el transcurrir temporal cuyo punto cero de partida es
precisamente el hecho de la muerte y la ausencia del objeto ausente, desde
ahora reconocido en cuando no-objeto, el no-lugar-del-objeto, la
obnubilaciòn del horizonte posible cuando el tiempo pierde su sentido
anterior bajo la presencia del objeto, se trata de un segundo tiempo de
redenciòn, re-conciliaciòn con el contraste afectivo y el legame construido.
2. La aflicciòn psìquica. Se requiere implementar una reorganizaciòn psìquica
de las prioridades como fruto del encuentro con la experiencia del duelo, en
este sentido habrìa de inserirse en la vida cotidiana aquellos recursos
operativos que permitan al sujeto la sustituciòn de lazos afectivos anteriores
y ahora inexistentes. Tambièn el dolor psìquico ha de sobrepasar el duro
juicio de la no-sintomatologìa. ¿Hasta què punto la experiencia del dolor
psìquico se considerarìa dentro de los lìmites de aquello no patològico? El
sujeto goza de un mundo abierto de posibilidades a partir de las cuales reinicia modalidades de vìnculos factibles, re-construcciòn de lazos destruidos,
a partir casi de las cenizas, o a partir de un vacìo sentimiento de pèrdida,
donde intentarà ahora recuperar aquellos signos de promesa de placer, de
satisfacciòn , objetualizaciòn sustitutiva, ya no thanatizante sino erotizante
de las perspectivas existenciales en torno al yo. La riqueza, en este orden de
sucesos, es poder percibir aunque en mìnina parte la conciencia del potencial
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relacional, hacia las demàs personas, el discurso que le enlaza a
representaciones de contenido semàntico profundo, lo que ayuda a liberar las
cargas afectivas represadas como en una especie de hidroelèctrica afectiva
con respecto al mundo abierto de las interelaciones. Durante los acuerdos
que se realizan en la terapia psicoanalìtica se plantean ademàs los aspectos
de la necesidad de un discurso abierto y desencadenante, tal vez liberando
las cargas de la culpabilidad y los deseos inconcientes de muerte hacia el
objeto.
3. El ejercicio de la memoria. En concomitancia con el problema de la
aflicciòn psìquica y con la importancia del tiempo en la experiencia del luto
la funciòn de la memoria cumple el trabajo de intentar desalojar contenidos
psìquicos incomodos que se habìan establecido como base de la relaciòn
vincular. Son aquellas representaciones aisladas o en medio a un conjunto
significativo de recuerdos los que remiten a la memoria a la experimentaciòn
de un padecer mayor o menor de acuerdo a la aceptaciòn o no del principio
de realidad. Se trata de una guerra abierta entre la funciòn de la memoria y
el efecto del olvido, mediante el trauma del luto el aparato psìquico quisiera
que los recuerdos tuviesen un matiz satisfaciente, esperanzador, permeable,
sin embargo su matiz se revela evidentemente doloroso en cuanto ya no es
posible controlar toda referencia simbòlica hacia el objeto ausente.
4. ¿Còmo acceder al lugar del olvido implementando el camino de la memoria?
El propòsito ilusorio corresponde al de poder hacer sepultura al objeto
amado simultàneamente a la desapariciòn de su recuerdo, de su memoria
erotizante, estabilizadora, protectora. Esto es un hecho imposible en cuanto
la experiencia del duelo es en esencia la celebraciòn de la no-vida, su
negaciòn, se asume o se niega el caràcter insustituible del objeto perdido,
como un objeto ausente que no se puede ubicar en la prospectiva futura del
semblante vincular, es una revoluciòn del lazo emotivo lo que invita al
sujeto a replantear el estado de su organizaciòn libidinal, habrìa de
construirse un puente entre dicho acontecer que representa la negaciòn de la
existencia y la aceptaciòn a largo o mediano plazo de las condiciones
impuestas por el principio de realidad donde los criterios de apego y
desapego al objeto de amor responden a una dinàmica diversa.
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DIAGRAMACION DEL NUCLEO TRAUMATICO EN CINCO FASES
Planteamos una propuesta teòrica que tendrìa como finalidad especìfica poder
brindar elementos de anàlisis en respuesta al problema de còmo enfrentar el estado
del duelo en la terapia y en el estudio clìnico de casos asociados a una o varias de
las siguientes fases:
Fase 1: Es la fase de instauraciòn del yo. Se trata de considerar al yo en cuanto
poseedor de una carga narcisista, congènita que se ha ido fortaleciendo con la
bùsqueda de la satisfacciòn de las necesidades bàsicas y aquellas relativas a la
esfera psìquica. En este sentido señalamos como una caracterìstica natural del ser
humano la bùsqueda del objeto de amor, la pulsiòn que gobierna el destino de los
acontecimientos en torno a la organizaciòn vincular, de relaciòn, de afecto y de
proyectos en comùn con el Otro, colocando en escena la confrontaciòn con los
intereses y el deseo del Otro, aquel Otro destinado a ser representaciòn especular
de nuestro deseo, de nuestro deambular infantil hacia el reconocimiento de
nuestras carencias, nuestros vacios, y nuestra soledad. Es la fase de toma de
conciencia de la ausencia y la necesidad del objeto de amor, aquel amor
proyectado hacia el Otro desde la primera infancia y que ha sido relegado a las
primeras figuras de identificaciòn. El yo es caracterizado por el aumento de su
carga narcisista y de su carga objetal en potencia sin existir todavìa un objeto de
amor intermediario, es el sujeto que inaugura su estatuto de subjetividad en medio
y con los Otros.
Fase 2: El encuentro con el objeto-de-amor-intermediario-relativo. Es la fase
donde el yo realiza el encuentro con el objeto de amor. Las cargas narcisistas son
puestas en discusiòn entorno al revestimento proyectado hacia el objeto-de-amorrealtivo, (en cuanto es susceptible y està expuesto a las condiciones naturales de la
existencia humana como la de la enfermedad, muerte). La entrega al objeto de
amor desvela el potencial energètico del cual dispone el sujeto hacia la realizaciòn
y el encuentro con el Otro, dispone de su tiempo, de sus actividades, de la
recreaciòn, el lenguaje, para compartir y emprender proyectos con el objeto de
55
amor. Nos referimos a la categorìa de intermediario para indicar el estado de
relaciones complementarias que pre-existen entre la situaciòn del sujeto deseante,
y el objeto deseado donde habrìa de analizarse la incongruencia que existirìa entre
la tendencia al principio de realidad y la tendencia al principio del placer, la lucha
que gobierna los conflictos del yo en la Fase 1 con respecto a los conflictos
hallables en la Fase 2, entre el mundo interno y el mundo externo. Se trata del
encuentro grato con el objeto intermediario de amor al cual habrìa de beneficiarse
con la puesta en marcha de todos los recursos psìquicos dispuestos y conocidos,
dirigidos hacia la conquista, elecciòn y acuerdo con el objeto -relativo-de-amor.
Fase 3: Representa el estado temporal de la muerte del objeto amado. El
deceso nos precipita hacia el abismo de la incomprensiòn, hacia el encuentro
inhòspito con el trauma de la ausencia inesperada o no del objeto, es el estado de
la consternaciòn preconciente, una modalidad de colisiòn con lo real del mundo
exterior, donde nuestro mundo interno participa sintièndose protagonista directo de
los hechos y donde la dualidad pasado-futuro se presenta repentinamente sesgada
por la imperancia de un acontecimiento experimentado en cuanto una violencia
interna del aparato psìquico, una fracciòn del yo se desprende del tronco simbòlico
del afecto adquirido, la sensaciòn del vacìo se apodera de la percepciòn primaria
sobre la no existencia del aquel ser objeto-relativo-de-amor, el intercambio de
complicidades padece una fractura radical e imperecedera sin posibilidad del
retorno al pasado. Fase de la producciòn angustiosa con respecto a la separaciòn
concreta y caìda de la representaciòn segùn la intensidad de la carga libidinal o
ero-thanàtica invertida en la relaciòn y en la interpretaciòn de la reciprocidad. El
yo es subordinado a las coordenadas establecidas por las condiciones del mundo
externo cada vez que existe un contraste concreto y opuesto entre sus deseos y las
respuestas que ofrece el choque con lo real, es la fase del inicio del proceso que
habrìa de llevar a la finaizaciòn de la relaciòn objetal antes establecida, sin
emabrgo, dicha circuntancia finalizante no se visualiza automàticamente sino que
ha de requerir de una serie compleja de requisitos para avanzar hacia la fase de la
elaboraciòn conciente y la posible aceptaciòn o sustituciòn efectiva del valor de la
representaciòn asumida.
Fase 4: Estado posterior a la muerte del sujeto vinculante. La respuesta a la
primera percepciòn del estado ofrecido por lo real corresponde al de la negaciòn
psìquica y a la imagen alucinatoria de aquel sujeto en cuestiòn como un ser
presente, cercano, activo, ocupando un lugar y un espacio vital entre nuestros
56
recuerdos. El juego tràgico controlado por la memoria afectiva y por las cadenas
emotivas que nos han ligado durante un tiempo imprevisto a la compañía con el
objeto-relativo-de-amor nos precipita ahora hacia el desencuentro cruel con la
experiencia del no-lugar, con la experiencia amarga de la no-representaciòn, con el
inicio del malestar “psicofìsico” desde una desidentificaciòn obligatoria con los
valores y criterios planteados por la relaciòn con el objeto de amor ya no existente.
Inicia un proceso temporal de dis-relaciòn con respecto al estado de parentesco
donde procede con cautela la desligazòn de las cadenas vinculantes y donde podrà
surgir espontàneamente el sentido variable de culpabilidad, nunca he deseado tu
muerte vs. Siquiera que te fuiste para siempre, como en una ambivalencia
dialèctica de sentimientos contrastantes y paradòjicos que martillan nuestra
actividad racional cotidiana. El conjunto de pensamientos e ideas que se producen
en torno al estado del duelo habrìan de emprender una persecusiòn en contra de los
afectos derivados de la relaciòn placentera o satisfactoria con el objeto de amor, la
actividad racional trabajarìa de este modo con el propòsito de culpabilizar la
dimensiòn erotizante que el yo ha sabido desprender hacia el revestimento del
objeto, el haberse beneficiado de su presencia y no haber podido evitar el hecho de
su muerte a pesar de la complicidad establecida durante la vivencia de tantos
acontecimientos.
En esta fase de confrontaciòn con la negaciòn del hecho real de la muerte no existe
la tendencia al sentido de la resignaciòn, mientras que el proceso temporal no
implique la bùsqueda conciente o inconsciente de una sustituciòn de las
representaciones de valor unidas a la integridad del objeto ausente, es factible
admitir que el sujeto se halla en calidad de “huèrfano” objetivo de una
concomitancia ausente, cuyo trabajo imperante ahora es llenar de significado ese
grande vacìo procurado por la grieta eròtico-thanàtica establecida por la
expeiencia del duelo. Es en este intermediaciòn temporal donde se ratifica el
requisito indispensable que provee la deconstrucciòn de la estructura simbòlica
edificada en torno a la vincularidad, la representabilidad, la protecciòn del sentido
unificante con respecto a la complicidad del Otro-parte-integrante-propio-yo, parte
constituyente de la propia proyecciòn eròtico-thanàtica y de la sublimaciòn del
narcisismo secundario en amor oblativo.
Se tratarìa, en sìntesis de implicar un proceder por la deconstrucciòn de una
construcciòn temporal realizada con base en la experiencia de identificaciòn
recìproca o no, y de experimentar la precipitaciòn del ocaso, del vacìo, de esa
57
grieta simbòlica que ha dividido la participaciòn en aquella especie de contrato
semàntico. En la fase cuatro encontramos la negaciòn traumàtica de los hechos
reales de frente a la impetuosidad del acontecer, no hemos planteado la
persistencia de factores sintomàticos que indiquen la observaciòn mecànica de
tipologìas nosogràficas necesarias, es decir, habrìa que rastrear las medidas y los
alcances particulares por los cuales cada experiencia del duelo merece un anàlisis
independiente y los elementos patològicos han de complementarse con lo
psicosomàtico, los cambios radicales en las conductas y las transformaciones
contrastantes en la salud psìquica y fisiològica.
Fase 5: El regreso al mundo real. En contraposiciòn a la alteraciòn del mundo
psìquico constituido por el trauma del duelo donde prevalecìan escenas
imaginarias y representaciones alucinatorias donde se conservaba aùn la esperanza
de volver al pasado para re-encontrar aquel objeto-relativo-de-amor, pleno de
contenido y significado, aquì se propende por una admisiòn conciente, paulatina,
acerca del vacìo y la ausencia del objeto ausente en cuanto un hecho real. El
sujeto ha relizado una especie de aprendizaje vivencial donde la acumulaciòn de
nuevos intereses, innovadoras expectativas, y novedosos deseos, han iniciado el
proceso de sustituciòn de las investiduras ero-thanàticas que alguna vez estuvieron
atadas al objeto-relativo-de-amor, aquellas antiguas cargas de afecto ahora se
hayan fortaleciendo la novedad presentada por el mundo real, el sujeto entra en
una fase de des-identificaciòn frente a los signos construidos en torno al vìnculo
afectivo anterior, se trata de aquella plasticidad psìquica saludable y caracterìstica
cuando se involucran nuevas representaciones de valor sobre un objeto sustitutivo
por ejemplo, o mediante la entrega de la propia energìa en una obra social, un
ideal, un trabajo, estudio o servicio, etc.
Es la fase donde la representaciòn de la ausencia habrìa de ser transformada y
hasta cierto punto sublimada, el yo tiene como funciòn fundamental fortalecer su
propia integridad y la relaciòn de èste con las demàs instancias psìquicas, para ello
habrìa de tomar medidas necesarias para no quedarse fijado a contenidos
primarios, pasados, donde lo paradigmàtico pudo haber sido lo patologizante,
como emblema prototìpico del semblante a partir de las derivaciones vinculares y
no una una interacciòn directa con las exigencias del presente. Los grados
variables de aceptaciòn tienen que ver con una des-identificaciòn progresiva,
preconciente, ya no bajo la dimensiòn de la depresiòn post-duelo sino con apertura
hacia una sublimaciòn objetivante, como instaurando confrontaciones directas con
58
las propias carencias, en este sentido, la orientaciòn en la deconstrucciòn
determinaria una neo-natalidad afectiva, singular, un nuevo nacer pleno de
perspectivas.
59
60
“FOTOSINTESIS” DEL POST-DUELO EN CUANTO TRANSFORMACION
DEL METABOLISMO THANATICO EN METABOLISMO CREATIVO
Se trata de crear las condiciones necesarias en la cuales puede llevarse a cabo una
especie de profilaxis didactizante destinada a transformar el metabolizar de orden
thanatizante en un metabolismo de orden creativo mediante un proceso de
implementaciòn de fuentes externas e internas (percepciones, intuiciones,
narraciones, re-novaciòn de representaciones de recuerdos, estìmulos externos e
internos, incremento de la capacidad para innovar la propia vida) con el propòsito
de consolidar un estado psicosocial en grado de metabolizar con mayor
permeabilidad los factores relacionantes con el estado psicothanàtico implantado
por la experiencias conflictivas de orden infantiloide y los aspectos relativos al
duelo cuya funciòn esencial es la de re-activar fantasìas o emociones provenientes
de fases ya caìdas en el olvido por la dinàmica psìquica del sujeto.
Los eventos que han determinado cierto nivel de relevancia en las primera infancia
del sujeto componen el conjunto de factores que contribuyen a crear el ambiente
propicio para la metabolizaciòn de la vida psìquica en cuanto esta es asimilable a
una construcciòn elaborada fase por fase en el tiempo, dichos recursos sirven de
andamio estructural para el fortalecimiento o no de la modalidad reactiva ante la
presencia de la muerte del objeto-de-amor u otro sujeto considerado vinculante. El
duelo actùa como evento-bisagra mediante el cual el anàlisis del pasado se
enfrenta con la posibilidad de una prospectiva en ausencia del objeto indispensable
de amor. Algunos de los afectos que para el sujeto resultaban claramente
reconocidos e integrados por la relaciòn vinculante se observan ahora desintegrados por el efecto desestabilizante de la regresiòn abordada en el anàlisis de
la ausencia tempestiva o no del objeto, ruptura de los lazos intermedios con el
significante anterior.
El proceso planteado por la fotosìntesis de los afectos negados en la infancia
exigen ser nutridos por la comprensiòn de aspectos sòlidos en la identificaciòn del
sujeto con representaciones edificantes referidas a elecciones de vida como
profesiòn, estudio, vida emocional, arte, deporte, etc. Las percepciones que son
producidas por una eficaz introyecciòn de los procesos de identificaciòn temprana
61
impulsan el deseo del sujeto hacia ideales cada vez mas lejanos. El intercambio
de informaciòn que realiza el proceso de esta fotosìntesis con el mundo exterior
configura el cambio adecuado para delinear un estado de orden factible para
asimilar la intensidad del dolor en las fases primarias de la observaciòn del duelo
en el sujeto. En algunas ocasiones, cuando el duelo suele obtener una destinaciòn
patologizante la desilusiòn resultante por la desapariciòn del objeto-de-amor-real
no es consecuencia de una ruptura en el orden lineal del significante vincular
actual sino que obedece a la ruptura con la estructura primigenia derivante de la
asimilaciòn con los primeros objetos de identificaciòn e introyecciòn. La
depresiòn y los diferentes estados de melancolìa que puedan encontrarse ligados a
la experiencia del duelo, en algunos sujetos, habrìa de responder a la percepciòn
acerca de la imposibilidad de poder llevar a cabo las expectativas impuestas en
principio por las variables del Ideal del yo, en su posiciòn pre-infantil o postinfantil. En su estado inicial el sujeto se precipita ràpidamente hacia aquellas
representaciones que en un pasado proximo le han sido mayormente gratas o
placenteras, sin embargo, se trata de un deambular casi ciego entre un bosque
oscuro ya que lo que se obtiene es la certeza de un estado de cautiverio con
respecto al cuadro general semàntico en el cual se enmarcan los signos y
significados previos al estado y las fases recurrentes del duelo.
Procesos metabolizantes de asimilaciòn con base en contenidos psicoanalìticos
Nivel de partida
62
→
Nivel de logro
“BARICENTRO” DE LA DINAMICA PSIQUICA INHERENTE A LA EXPERIENCIA
DEL DUELO
En geometrìa se estudìa el baricentro de un cuerpo solido o de una figura
geomètrica con base en el anàlisis matemàtico de su perìmetro, largueza, altura,
volumen, peso, etc. En la investigaciòn psicoanalìtica de los procesos psìquicos
llevados a cabo en la experiencia del duelo planteamos el sentido de la pèrdida del
baricentro en cuanto reconocimiento de la falta del nùcleo central del operar
psìquico debido a la confrontaciòn racional o pulsional con el impacto emotivo y
existencia de la fuga del Otro, del marcharse maniacal del objeto-de-amor, u
objeto complementario de existencia.
El des-equilibrio al cual nos referimos parte esencialmente de una incitaciòn hacia
nuevos horizontes que proponga senderos de protecciòn y auto-valoraciòn en las
fases del proceso de duelo como la agresiòn, la negaciòn, la posibilidad de la
aceptaciòn de la soledad, etc. El re-establecimiento del equilibrio emocional y el
hallazgo del baricentro existencial constituirìa la sublimaciòn del sentido de la
falta, y el encuentro de la prospectiva adecuada al valor del vacìo -estimado por el
conjunto de las representaciones heredadas a partir del vìnculo y la complicidad-.
El matiz primordial del baricentro tiene que ver con sensibilizarse ante la propia
situaciòn en medio a la situaciòn de otros sujetos que acompañan las fases del desequilibrio, la desestabilizaciòn, o de la ausencia de reciprocidad con el objeto.
El amplio cuadro de reacciones que habrìa de presentarse puede ser explicado
desde la base conceptual psicoanalìtica en cuanto un sistema de inter-relaciòn
metapsicològico, epistèmico, psicoterapèutico o gnoseològico. El sujeto en falta
se caracteriza por su extrema vulnerabilidad ante los factores que alteran,
modifican o sustituyen su capacidad para emprender proyectos particulares con la
ausencia del objeto en fuga, objeto de thànatos fisiològico y de la pulsiòn de
muerte arraigada en la naturaleza no sòlo humana sino ademàs extendible a los
demàs seres vivos. Cuando el ciclo psico-biològico parece interrumpirse
abruptamente, aunque si no prevalezca el criterio analìtico del vìnculo objetal, la
prolongaciòn de los afectos sufre una modalidad especìfica de frustraciòn
melancòlica, el significante que remite a las primeras amenzas de separaciòn se
63
instaura, ya en la actualidad, en un sistema perceptivo no lejano de ideas
paranoicas o culpabilizantes.
Las respuestas que se hallan al interior de los recursos psìquicos disponibles
pueden no ser suficientes para abarcar la complejidad del dilema, el sujeto se
siente como desbordado por sus propias fantasìas recurrentes, piensa en tomar
decisiones de modo compulsivo, o pre-actùa de acuerdo al caos y la confusiòn que
sòlo el anàlisis habrìa de aminorar.
El estrès por el duelo tiene que modificarse para poder llegar a tomar iniciativas
frente al cambio ofrecido por lo real, frente a la tensiòn de razonamientos
contradictorios, el sujeto teme perder el control de su conducta, de su coherencia
intelectiva, teme caer en un estado de indefensiòn afectiva o ser prisionero de
semi-alucinaciones seudo-placenteras.
El valor de la confianza en los otros y en las circunstancias que le determinan sufre
una disminuciòn significativa, es como si el sujeto en falta se repitiera: “Es
preferible no volver a confiar en nada ni en nadie...”. Las motivaciones hacia la
cualificaciòn en la relaciòn con el mundo social suelen estar influenciadas por la
compulsividad de recuerdos agobiantes relativos a un estado anterior al duelo, sin
embargo, la memoria icònica del sujeto no se tapona con el impacto y la crueldad
de la muerte, ha de trascenderse a sì misma buscando fluir como si se tratase del
cauce de un rìo que se desliza interminablemente.
El sobresalto que ha impactado su cotidianidad contribuye inmensamente a
percibir en cada gesto una enorme dificultad, las acciones y los pensamientos
confluyen con pesadez e irritaciòn en un entramado anòdino de contrariedad e
incertidumbre. Hacen parte de la configuraciòn del desequilibrio y la pèrdida del
sentido del baricentro las nuevas conductas que tienden a evitar el encuentros con
los otros, con las actividades de rutina o con los compromisos profesionales, el
sujeto en falta es inundado por un auto-concepto definido por los lìmites y sentirse
en medio a fronteras imaginarias post-portem.
Tiende a imponerse un bloqueo en las respuestas afectivas, en la sensibilidad o en
la sexualidad, el trauma del duelo coloca en cuestiòn todas las manifestaciones
afectivas y la expresividad en general que han sido relegadas a una especie de
sordera emocional, cada intento de un nuevo apego, una nueva alianza afectiva es
64
percibida como un intento paradògico de comenzar una inter-relaciòn.
Representaciòn gràfica del baricentro como simbologìa del duelo
Es imprescindible iniciar acciones estimulantes, vìnculos interpersonales
gratificantes, para no observar el futuro con la visiòn de la adversidad, para no dar
el proximo paso con una visiòn catastròfica de la existencia, perseguir las metas
positivizantes en cuanto tendencia eròtica que amortigua la confrontaciòn con el
dolor. La estructura del yo puede comenzar manifestar rasgos de fragilidad
cuando anteriormente existìa una solidez irrefutable. Si el sujeto que ha padecido
la ausencia del Otro se siente desbordada por ideas delirantes, pensamientos
pesimistas o sensaciones de derrota, es probable que la terapia psicoanalìtica
pueda incitarla a conocer y ampliar el marco de sus explicaciones subjetivar y
emprender un re-conocimiento de sus potenciales para re-dimensionar sus
prospectivas. Segùn Clayton, en las fases iniciales de la experiencia del duelo
pueden predominar algunos sìntomas fìsiològicos que con el transcurso de los
meses han de transformarse, sin embargo, son mayormente presentes los
sìntomas
de orden psìquico como la desesperanza, la desvalorizaciòn, ira, deseos de
morir,
etc.19 Se propende por re-integrar la visiòn del mundo, de la existencia, conquistar
el entusiasmo por las pequeñas cosas, superar toda huella de masoquismo y el
narcisismo thanatizante.
19 Clayton, P.J. (1985). Duelo. Psicopatología de los trastornos afectivos. En E.S. Paykel (Ed.). Madrid. Piràmide.
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FUERZAS CENTRIFUGAS CONTRA FUERZAS CENTRIPETAS
Las operaciones psìquicas que son traducidas en manifestaciòn directa de
transformaciones debidas a la experiencia del duelo han de homologarse a dos
motores de impulso diferentes, cada uno de ellos configura un eje de evocaciòn en
significado y en sistemas motivacionales donde el objetivo primordial ha de
dirigirse hacia dos afluentes metafòricos, aquellas que destinan su actividad a
evocaciones de orden netamente externas y aquellas que destinan su actividad a
evocaciones de orden netamente interno. Realmente, la dinàmica psìquica no
patològica prevee in intercambio en la percepciòn y la elaboraciòn preconciente de
ambas direcciones, de ambas plataformas centrìfugas y centrìpetas.
Nos referimos al conjunto de las representaciones generadas por la angustia directa
del luto donde la ausencia del objeto-real-de-amor ubica su evocaciòn en el campo
de lo fantasmàtico. El objeto habìa sido incorporado anteriormente en cuanto
objetivaciòn directa del amor-odio, ahora las evocaciones afectivas se movilizan
entre la fantasìa y la realidad, la actitud expresiva de los sentimientos en paralelo
con aquella anterior al duelo refleja el nivel de inhibicion progresivo o la derivada
forclusiòn respectiva. Denegar el apego experimentado con relaciòn a la ausencia
del objeto demuestra la elecciòn inconsciente de especìficas operaciones
defensivas que buscan atacar el sentido del vacìo, del no-lugar, el signo de la
ausencia y el abandono.
Al nivel de la conducta transformada en actos derivados por la modalidad singular
del luto se presenta un bloqueo general de las ideas y ya no tanto una represiòn del
fluir de las mismas, el resultado posterior del anàlisis indicara que dicha
interrogaciòn acerca del denegar sobre la esencia radical de los hechos externos
hipotetiza la creaciòn de una neo-natalidad afectiva no sòlo con respecto a los
otros sino ademàs en cuanto a la interpretaciòn de el acontecer externo. Se trata de
una segunda fase inaugural donde se descubre el proceso genuino de
individuaciòn, donde se visualizan las determinaciones del objeto primario, la
calidad de sustituciòn de estos en la presencia y complicidad de los objetos
sucesivos, la percepciòn de la caìda de la representabilidad de estos mismos, y el
67
ulterior plan de des-identificaciòn retro-activo y prospectivo.
Freud explicaba el sentido de este anàlisis en La etiologìa de la histeria,
especìficamente en el capìtulo “Saxa loquuntur”, cuando expone su teorìa sobre la
funciòn arqueològica del psicoanàlisis. Los vestigios considerados como rocas y
huellas del pasado pueden ser escuchadas si encuentran en su camino unos oidos
con la capacidad suficiente para escucharles, se trata de un lenguaje quizàs lejano
a las palabras mismas, allì la tarea del construìr-reconstruìr mediante la sustancia
compuesta por la memoria biogràfica del sujeto y la resonancia transferencial,
con-tratransferencial, la edificaciòn de postulados interpretativos con marcada
apertura dialèctico-representativa.
Se busca acceder a la conciencia de la re-producciòn del sentido mediante el
discurso del Otro, que ya no existe, en diàlogo abierto con el otro-yo del Otro, el
sujeto que ha quedado como precipitado en un vacìo representacional, en una
hoguera de significados, donde las posibilidades se ven sumergidas en un mar de
confusiòn, nostalgia, ira o depresiòn. La cadena de significados se observa a sì
misma como si fuese huèrfana del objeto-de-amor ausente, su re-construcciòn
prevee la conquista de una alianza terapèutica destinada a desenmascarar aquella
parte del yo que se habìa constituido con base en la relaciòn con el objeto respecto
a aquella parte del yo que se ha constituido con base en los objetos y los apegos
primarios, aquel juego lejano edificado por un eje asimètrico de identificaciones y
proyecciones de la imagen de sì mismo en el objeto especular, es decir una
proyectividad objetual caracterizada por el depòsito de significativas cantidades de
libido en la construcciòn de una historia de signos y experiencias del todo
representables antes y despuès de luto.
Tambièn el amor se orienta bilateralmente en cuanto fuerza centrìpeta
complementando factores de orden centrìfugo, es el caso del yo cuando se pierde
en el objeto, cuando se confunde con el objeto. En estos procesos psìquicos de
identificaciòn proyectiva el yo termina por esconderse dentro del objeto buscando
su propia gratificaciòn, como consecuencia evidente de este hecho el sujeto se
siente invisible, no protagonista, absorbido por la realidad del objeto-Otro. 20
El yo del sujeto se siente inexistente, resulta ser una sìntesis del “ser-amado”,
existir y ser sòlo tienen sentido en tèrminos de la formulaciòn integrada
20 Grotstein, J. (1991). Neant, non-sens, chaos et le “trou noir”. Rev. Fran. Psychan. 55.
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narcisismo-relaciòn-objetual, se trata de una antinomia dialèctica que dirige las
coordenadas centrìfugas en proporciòn directa con el amor sublimado en aras del
objeto-real-de-amor. Existe la conciencia de este objeto que vive dentro del sujeto
aunque, simultaneamente, puede ser temida su presencia fuera de èl, el objeto ha
hecho nido dentro del sujeto aunque si este permanezca afuera de èl, està como
incorporado en la parte inconciente del yo.
Luego de la inicial nostalgia por el luto sobreviene la caìda de la representaciòn
del objeto perdido, sus consecuencias movilizan fuerzas contradictorias hasta los
lìmites del yo, la melancolìa por un luto bloqueado en su proceso inicial es
percibido en cuanto una soledad que remite a la imagen de una tumba vacia, la
capacidad del sujeto para analizar aquello no-descifrable, aquellos fenòmenos no
representables le inducen hacia la construcciòn de nuevas ilusiones o a iniciar la
cacerìa al sentido de nuevos horizontes.
Fuerzas centrìpetas
Mecanismos de introyecciòn
Amor por el objeto Ideal
Narcisismo primario
Identificaciones del yo
Campo del sentir
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Fuerzas centrìfugas
Mecanismos de proyecciòn
Amor por el objeto Real
Narcisismo objetual
Identificaciòn inconciente
Campo del co-actuar
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17 MECANISMOS DEFENSIVOS EN CONTRA DEL DUELO
En este apartado diagramaremos algunas operaciones psìquicas que pueden estar
involucradas en los procesos mediante los cuales el sujeto procura defenderse del
efecto constrastante del duelo. No pretendemos definir ampliamente la aplicaciòn
de cada uno de estos tèrminos sino solo en lo que se refiere a orientaciones
especìficas de acciòn en contra del sentimiento del duelo. Cuando la integridad y
la constancia de la dinàmica psìquica son amenazadas el yo intenta establecer
cierto nivel de equilibrio, los motivos o las diferentes señales por las cuales surge
esta excitaciòn emotiva desencadenan sentimientos displacientes para el yo.
1. La negaciòn: constituye una de los mecanismos iniciales de reacciòn que
sorprende al sujeto en su ideal por objetivizar la continuidad de la existencia
y la co-rrelaciòn respecto al objeto. Negar la realidad corresponde ademàs
al intento por brindar apoyo a la fantasìa o a la idealizaciòn de otras
posibilidades no reales segùn la discontinuidad, la vincularidad, relaciòn
amical, etc.
2. La denegaciòn: Cuando la expresiòn de un contenido indica la voluntad de
represiòn del mismo se observa la persistencia de la denegaciòn, no aceptar
un hecho real y pretender reprimir su efecto indica la intenciòn por parte del
yo de remover, sustituir, o trasladar dicho contenido y su significado
presente hacia un tiempo no definido aùn.
3. La escisiòn: Al interior de la ambivalencia en la consideraciòn del objeto en
cuanto objeto-de-odio u objeto-de-amor se presenta un juejo de
introyecciones y proyecciones a partir de la experiencia del duelo. Una
parte del yo busca el placer mientras que la otra proclama por adaptarse a lo
real, el yo se observa a sì mismo como escindido ya que una dimensiòn suya
representa la producciòn del deseo en estrecha relaciòn con los recuerdos, la
otra dimesiòn tiene en cuenta los hechos externos asì como se presentan,
aunque si estos estèn acompañados de crueldad y melancolìa.
4. Fuga narcisista: En la anterior situaciòn de elecciòn inconciente del objeto,
el sujeto proyetaba las catexis libidinales en la co-rrelaciòn con este, si la
experiencia del duelo provoca un re-investimento de esta libido hacia el
propio yo entonces percibimos una tendencia a la fuga orientada hacia fases
71
5.
6.
7.
8.
9.
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primarias del narcisismo, en este sentido no se trata de una conducta sino de
una actitud introversa.
Fuga masoquista: El dolor moral causado por la muerte de objeto-real-deamor ha creado, o mejor despertado un sentido de culpabilidad inconciente
atribuyèndole a la voluntad del yo la mayor parte de las motivaciones por las
cuales hubo de ocurrir la muerte y el duelo. Dicha percepciòn de la realidad
se agrava si durante el devenir del tiempo el sujeto va convirtiendo estas
ideas autoculpabilizantes en una especie de satisfacciòn psìquica invariable.
Retorno al desamparo materno: La señal de angustia que amenaza con
desbordar la estabilidad emocional, en respuesta a la gravedad del duelo,
aumentando la cantidad de excitaciones, evoca el deseo del retorno hacia la
protecciòn del seno materno, hacia el amparo de su compañìa, en un
retroceso seudo-infantil que propende por re-establecer la sensibilidad
caracterìstica de las primeras fases de evoluciòn psico-dinàmica.
Fuga mortìfera seudo-edìpica o seudo-antì-edìpica: Ante la muerte de uno
de los protagonistas del triàngulo edìpico, el conjunto de los sentimientos
hostiles y amorosos es re-dimensionado, hacia la radicalizaciòn de un
conflicto edìpico negativo o un conflicto anti-edìpico inconciente y reactivo.
La tendencia hacia la consideraciòn de la motivaciòn esencial de la
precipitaciòn del duelo a partir del conflicto estructural bàsico puede
convertirse en un eje de anàlisis ero-thanàtico de proporciones
inimaginables. Dicha vìa selecionada conciente o inconcientemente no
prevee necesariamente una resoluciòn del dolor o la depresiòn sino que por
el contrario puede agravar mortìferamente el eterno retorno del triàngulo
problemàtico por excelencia.
Deshinibiciòn parricida: En el esfuerzo por representar alucinatoriamente
la relaciòn vinculante con el objeto, la reacciòn del yo puede desencadenar
fantasìas de orden parricida en torno a la no resoluciòn con la simbologìa de
la autoridad paterna, la norma, las reglas, la ley o la cultura. La proyecciòn
de ideas obsesivas de venganza en contra de agentes externos indicadores de
poder es atribuible a una no elaboraciòn clìnica frente a la co-rrelaciòn
especìfica paterna y que luego se extiende a la visiòn de la sociedad.
Deshinibiciòn filicida: En algunos casos patològicos la ira deshinibitoria es
proyectada hacia la representaciòn thanàtica de la muerte de los hijos. La
psicosis o esquizofrenia suelen estar entre el grupo de patologìas
precipitantes de conductas o fantasìas del orden filicida, por ejemplo como
venganza en contra de otro sujeto, a su vez, objeto-de-odio, de proyecciòn
ero-thanàtica existente o no.
10.
Transformaciòn alucinatoria del objeto: Como punto de apoyo la
elecciòn de objeto considerada como un acto de voluntad fracasado tiende a
sustituir los recuerdos del objeto-real-de-amor con una serie de
transformaciones psìquicas destinadas a disminuir la intensidad del estado
de ansiedad, es decir, en cuanto promesa de mejorar el nivel de bùsqueda de
gratificaciòn en respuesta al trauma inevitable de la muerte.
11.
Prospectiva erotizante sustitutiva: La resoluciòn progresiva del
conflicto entre el yo-placer y el yo-real requiere de una serie significativa de
cadenas representativas expresadas en el re-despertar de motivaciones
inconcientes primarias. En este caso el duelo postula una lucha entre ambos
principios donde el proceso por hallar un campo creativo de proyecciòn de
aquellas representaciones que habìan quedado huèrfanas del objeto-real-deamor ya no se identifican con el amor-cadàver, inexistente, sino con la
posibilidad de un amor-real, probable, prospectivo y re-constructivo.
12.
Sentimiento de castraciòn: Surge por la necesidad de compensar un
daño, el yo manifiesta la intenciòn de reparar una modalidad de prejuicio
causado al Otro, como en una carencia de la funciòn especular respecto al
deber moral en la relaciòn con el objeto que se ha ido. Algunos de los
factores heredados a partir de la relaciòn y en complicidad con la muerte
tienen que ver con el conjunto de prohibiciones y normas en torno a un
objetivo comùn tanto del objeto como del sujeto en cuestiòn. La
complicidad anterior asumida entre ambos protagonistas es sustituida por un
coeficiente proporcional en tèrminos de una deuda por pagar o un delito por
justificar a nivel inconciente, y fantasmàtico.
13.
Problemas entre representaciòn de palabra y representaciòn de cosa:
el camino que siguen las representaciones de objeto, una vez que estas han
sido modificadas estructuralmente por el duelo, habràn de emprender un
camino decididamente diferente al elegido por la formaciòn de la
representaciòn de cosa. Para enfrentar dicha doble realidad se usa la
metàfora en cuanto construcciòn lingüìstìca que intenta pacificar la
intensidad de las posiciones defensivas contra el dominio pulsional mismo.
14.
Identificaciòn paranoica: Cuando la relaciòn con el objeto cumple la
funciòn de representar, patològicamente, un superyò alucinatorio,
persecutorio, la muerte de èste habrìa de cumplir un deseo inconsciente
referente a identificaciones con sentimientos autoculpabilizantes, y en
especial fomentar la creaciòn defensiva de un sistema de ideas de
73
proyecciones paranoicas.
15.
Depresiòn fisiològica o sintomàtica: se refiere a la producciòn de
sìntomas especìficos derivados de un estado mental traumàtico, o no, donde
el nivel de ansiedad y excitaciòn emocional es tan elevado que llega a alterar
las condicones generales del organismo indicando de este modo aquellos
lìmites que ha sobrepasado la dimensiòn del conflicto inconsciente. Se trata
de operaciones defensivas sintomàticas.
16.
Conflicto entre el Ideal del yo y el yo Ideal: El narcisismo que
determina al yo ideal -basado en un narcisimo infantil-, se presenta en
abierta contradicciòn con los intereses del Ideal del yo manifestado en la
convergencia con las identificaciones tempranas en cuanto un modelo al cual
buscarìa ajustarse, de esta manera, con la experiencia del duelo, el amor
propio y el poder de las identificaciones entran en conflicto.
17.
El semblante de la ilusiòn: La referencia motivacional que involucra
la intervenciòn del yo en los procesos del duelo puede apoyar toda su
energìa en el cultivo de ilusiones evocadas a partir del sentimiento de
pèrdida, cuando el conjunto de fijaciones establecidas en torno al semblante
de tales percepciones, cuando el idealizar como actitud fenomènica
determina la cadena de reprsentaciones inconscientes debido a la intensidad
emocional experimentada frente al duelo, el sistema defensivo acude al
delirio, a la ilusiòn, a ideas repetitivas, intentando de este modo recuperar la
percepciòn de la presencia del objeto-real-de-amor ausente.
74
“SINAPSIS” ENTRE EL PRINCIPIO DEL PLACER
Y EL PRINCIPIO DE REALIDAD
Comprendemos por el tèrmino “Sinapsis” el sistema de comunicaciòn entre varios
tipos de neuronas, unas denominadas presinàpticas y otras denominadas
postsinàpticas. Entre estas dos modalidades de neuronas existe un espacio
llamado intersinàptico donde tienen lugar el intercambio, el envìo y la recepciòn
de impulsos nerviosos, que causaràn a su vez un abanico mùltiple de reacciones y
mensajes delineantes de las acciones, ideas o sensaciones. Es en este sentido que
abordamos el intercambio de informaciòn entre el principio del placer y el
principio de realidad, el primero puede ser representado en este caso por el deseo
de continuidad en relaciòn a la estabilidad y presencia del objeto-de-amor, cuyo
respaldo y protecciòn aseguran la estructura emocional del sujeto antes del shock
causado por la experiencia del duelo.
El principio de realidad, es representado, en esta situaciòn, por el orden de los
acontecimientos que acompañan el triste desenlace de la muerte de un
representante afectivo significativo, su ausencia indica de modo intempestivo con
el cual la fuerza de la naturaleza humana responde inexorablemente a las leyes de
la biologìa, el duelo nos revela la distancia entre los lìmites establecidos por la
relaciòn vincular en un contexto socio-cultural y los lìmites, generalmente
ignorados, del ciclo vital natural de los seres vivos.
Existe una “Sinapsis” o sistema amplio de reciprocidad y complicidad entre estos
dos principios cada vez que son caracterizados por su continua transformaciòn, en
bùsqueda siempre de nuevas referencias paradigmàticas, nuevas metas, proyectos
futuros, y ampliaciòn del cìrculo especìfico de resonancias afectivas o especulares.
El duelo habrìa de postular posiciones en torno al orden de la inhibiciòn, remite a
manifestaciones de reacciòn cuyo elemento comùn es la denegaciòn preconsciente de los hechos planteados por el principio de realidad. Sin embargo, el
deseo por la continuidad de la expresiòn afectiva y la prolongaciòn de la
motivaciòn vincular indican que el principio del placer ha sido dràsticamente
75
modificado en aras de la capacidad de adaptaciòn a un nuevo contexto sociopsìquico.
Una de las coordenadas de trabajo muy comùn en el psicoanalisis de estos casos es
aquella relativa a la elecciòn de un camino de vida basado en la aceptaciòn del
sufrimiento autoprovocado, una manifestaciòn refleja de las raìces del
masoquismo infantil donde una parte significativa de la operatividad mental basa
su estabilidad o sentido de constructividad en la instancia del querer padecer la
culpa de aquello que sucede o de aquello que no sucede, como si se tratase de una
condiciòn prevìa del un sospechoso goce inconciente.
Benno Rosenberg explica de què manera el sentimiento masoquista conciente o
inconciente constituirìa el “gurdiàn de la vida”, una Unheimligch que utiliza como
intermediaciòn la representaciònes afectivas dotadas de intensos significados
simbòlicos.
Es allì donde cumple una funciòn seudo-erotizante el concepto de narcisismo
cuando es incorporado a la objetivaciòn potencial del amor masoquista o del luto
masoquista, que, encuentra en la depresiòn la respuesta a las exisgencias del Ideal
del yo, la realizaciòn exasperante de las identificaciones fallidas en fases
tempranas de la evoluciòn edìpica.
No es extraño que la comprensiòn un negativo narcisismo (A. Green), en medio a
la experiencia del duelo conlleve a la vivencia de cierta neurosis circular -en un
movimiento del eterno retorno de lo mismo-, y la relaciòn con los sujetos o con el
mundo concreto funcione sòlo a nivel fantasmàtico, se tratarìa de cobrar una
venganza por aquello que la naturaleza biològica del ser humano ha realizado con
la muerte del objeto-de-amor, la respuesta singular a estos hechos inexplicables
corresponde con el incremento desproporcionado de una actividad pre-psicòtica,
imaginaria, desconectada del contexto externo, sin la posibilidad de re-encontrar
un objeto significativamente representable.
Con los elementos analizados, podemos ahora, postular la probabilidad de un
esquema que configura un nivel de sincronìa acorde con las àreas que implican un
proceso operativo psìquico donde es posible elaborar un crucevìa de significados
de acuerdo con la modalidad semàntica que enmarque cada caso singular.
76
ESQUEMA REPRESENTATIVO DE LOS FACTORES QUE INTERVIENEN EN LA
EXPERIENCIA DEL DUELO
AREA 1. -Inauguraciòn de la subjetividad al interior de una inter-relaciòn con el objeto.
-Lugar del yo narcisista pero en bùsqueda de una proyecciòn hacia el principio
del placer a partir de las experiencias internas y externas.
AREA 2. -Lugar del hallazgo del objeto-de-amor intermediario con el yo narcisista.
-El yo establece su dominio por primera vez compartiendo la energìa y
expandiendo su altruismo hacia el yo-del-Otro, objeto-de-amor hallado.
AREA 3. -Lugar del duelo, muerte del objeto-de-amor real.
-Caìda de la representaciòn.
-Sobresalto y shock de confusiòn, negaciòn, ira y angustia.
AREA 4: -Lugar de la no-representaciòn.
-Identificaciòn con los valores del objeto perdido.
-Inicial dependencia de alucinaciones por la presencia-ausencia del objeto.
AREA 5: -Lugar del proceso psìquico que inicia la desidentificaciòn depresiva.
-Confusiòn de ideas autoculpabilizantes.
-Se observa la vivencia de cierta “neo-natalidad” afectiva con los otros.
-Predomina la desconfianza en el contacto con lo vincular.
AREA 6: -Lugar del inicio de la de-construcciòn y regreso a la dimensiòn de lo real.
-Posible aceptaciòn preconciente de los hechos.
-Factible re-exploraciòn emocional hacia la sublimaciòn objetiva.
-Conciencia de una neo-natalidad en prospectiva con nuevos significados.
77
78
EL PASAJE DE LA SOBRE-IDENTIFICACION HACIA
LA CONTRA-IDENTIFICACION
La calidad de la relaciòn que ha tenido lugar desde el reconocimiento de los
afectos destinados a ser reflejados en la figura especular del objeto hasta los
estadios posteriores a la circunstancia tràgica del duelo, permite abrir nuesta
investigaciòn a una reseña diacrònica acerca de las diversas conceptualizaciones
en torno a la identificaciòn. En los procesos de manifestaciòn del duelo suelen
manifestarse factores semi-sintomàticos como aquellos neurotizantes, los de la
melancolìa, o reacciones agresivas de contra-identificaciòn hacia los criterios que
estàn unidos a la representaciòn del objeto ausente.
La etiologìa de los planteamientos que sustentan la teorìa de la identificaciòn no
habrìa de tratarse aisladamente sino que esta se enriquece exponencialmente con el
avance de las investigaciones ulteriores. Freud postulaba que las primeras fases de
la oralidad, la fase canibalìstica -donde predominan las fantasìas en torno al deseo
por devorar, o ingerir el cuerpo de la madre, o una de sus partes-, son
determinantes para caracterizar las bases en la orientaciòn de la libido. La funciòn
de la identificaciòn, poco a poco, fue representando un papel fundamental en la
respuesta psìquica a las exigencias de la libido. Se trata de una fase previa a la
elecciòn de objeto y su definiciòn coincide con la de haber encontrado un mètodo
singular para establecer puntos diferenciales del objeto con respecto a los que no
lo son.
En Psicologìa de las masas y anàlisis del yo, el proceso de identificaciòn toma
distancia con la definiciòn de la visiòn anterior, en cuanto una formaciòn que
antecede a la investidura del objeto, distinguièndose y separàndose de ella,
“aunque si todavìa se comporta como un retoño de la primera fase, la fase oral.”21
La explicaciòn de la transformaciòn psìquica mediante la cual la dinàmica mental
en su operatividad resultante de la confrontaciòn con las fases del duelo se refiere
a concebir la identificaciòn como una modalidad de presentaciòn de la melancolìa
en sus màs variadas formas, las representaciones que tienen que ver con la
investidura en la elecciòn de objeto ya no seràn pertenecientes a formaciones que
contienen la identificaciòn sino que toman otro camino hacia los sìntomas
21 Freud, S. (1921). Psicolog'a de las masas y anàlisis del yo. Ed. Paidòs. Buenos Aires
79
melancòlicos del duelo.
Segùn J. Strachey, el poder de las identificaciones es caracterizado en la teorìa
psicoanalìtica por aquello que Freud aclararìa en El yo y el ello, las
identificaciones regresivas constituyen en gran medida la base de lo que se
denomina el carácter personal y no se aplica sòlo a la melancolìa sino a factores
màs generales de la estructura psìquica. Lo fundamental es poder confirmar que
aquellas identificaciones regresivas, las que provienen de la disoluciòn del
conflicto edìpico ocuparàn un lugar privilegiado y seràn constitutivas del nùcleo
del superyò.22
La contra-identificaciòn es un proceso por el cual el yo del sujeto emprende la
operaciòn de desligar, conciente o inconscientemente, las representaciones con las
cuales habìa permanecido unido a un objeto, a una caracterìstica suya, o a sus
criterios èticos, intelectuales, etc. La posiciòn del duelo permite al sujeto iniciar
una re-evaluaciòn de sus decisiones, sus preferencias, sus paradigmas, y retomar, a
posteriori, el dominio de sus emociones. Desligar aquellas fijaciones que parecìan
tener vida sòlo mediante la relaciòn directa con el objeto y su respuesta emocional.
En cierta medida se busca separar una elecciòn narcisista del objeto con la
posterior reivindicaciòn de una elecciòn mas racional del objeto, el sujeto retoma
la percepciòn del papel protagònico que han desempeñado los anteriores objetos y
comienza a separarlos destinando para ellos sòlo una, o una parte de las instancias
del aparato psìquico. En la experiencia del duelo la pèrdida narcisista del objeto
amado indica la necesidad de inscribir nuevos modelos afectivos que representen
al objeto ausente, tomando su lugar y respondiendo a las exigencias de nuevas
expectativas.
El duelo revela aquella complicidad invisible con la cual el yo se despoja de sus
investiduras, sin embargo, un rasgo atribuible a la identificaciòn con el objeto, aùn
desde las fases màs tempranas de la evoluciòn psìquica tiene que ver con la
ambivalencia, la compleja estructura de relaciòn con las figuras de afecto donde se
halla tanto el amor como la rivalidad, sentimientos ero-thanàticos
contraproducentes entre sì, señales de apego pero tambièn de rechazo, desempeñan
el factor radical que configura dicha tendencia ambivalente en cuanto estructura
esencial de cada proceso de identificaciòn o de contra-identificaciòn.
22 Strachey, J. (1993). Nota introductoria. Duelo y melancolìa. Obras Completas. Amorrortu Ed. T. XIV. Buenos Aires.
80
La sobre-identificaciòn del objeto de amor, favorecida por las condiciones de
desamparo, de inseguridad, o abandono inicial del infante establece las
coordenadas con las cuales el yo desliga las catexis del propio ser para fijarlas en
el Otro yo, para representarse a sì mismo mediante la presencia y la respuesta del
Otro yo, la sobrevaloraciòn objetual de este Otro que llega a sustituir una porciòn
de las expectativas propias con el propòsito de llegar a unificar objetivos, viene
trastocada por lo intempestivo de la realidad en el hecho de la muerte de este
objeto. Ya se trate de una identificaciòn de caràcter sadomasoquista o de una
proyecciòn de los propios intereses lo que esta en juego es la propia identidad, el
lazo afectivo que liga al objeto amado puede aplazar diferentes aspectos de la
personalidad que aùn no se han desplegado, permite poner al descubierto
potenciales de cratividad. De este modo, describimos la construcciòn de la sobreidentificaciòn con el objeto amado, ahora ausente, en estrecha correspondencia
con la construcciòn de la contra-identificaciòn, conciente o inconciente, que
propiciarìa una dimensiòn significante, innovadora, hacìa el descubrimiento de una
cadena de enunciados que definan unos màrgenes amplios de libertad, creatividad,
en cuanto sujeto de enunciaciòn escindido entre su deseo y su ideal.
81
82
“HEMICICLO” DIALECTICO EN TORNO A LAS PULSIONES EN
CONTRASTE
En la clìnica psicoanalìtica el tratamiento de las neurosis determinadas por la
radicalizaciòn de estados traumàticos infantiles traìdos al presente por la
experiencia del duelo revela factores particulares que merecen ser tratados de
acuerdo a la problemàtica fundamental de la vida inconciente. Es el caso de las
alucinaciones parricidas donde algunos de los elementos especulares narrados por
escenas representativas en los sueños permite ampliar el abanico de probabilidades
con el cual ha de enfrentarse el shock del estado del duelo. La relaciòn triangular
(edìpica) en la cual evoluciona la estructura psìquica del sujeto involucra un eje de
singularidades conflictivas donde es factible rastrear ademàs los deseos
inconcientes que simbolizan los deseos latentes por la muerte de la madre, los
hermanos o los hijos. Como si se tratàse de una investigaciòn que busca encontrar
la centralidad del yo en la historia vincular del sujeto las narraciones habràn de
revelar ademàs una lucha continùa por el descubrimiento de las identificaciones
genuinas y las percepciones narcisìsticas que han acompañado el Ideal del yo en la
construcciòn de los valores propios.
Observamos, de este modo, los complejos mecanismos por los cuales una pulsiòn
habrìa de transformarse en una modalidad de pulsiòn opuesta, la pulsiòn de muerte
establecida por el desciframiento simbòlico de los intereses centrados en la muerte
de un pariente en contra de la pulsiòn de vida que lucha por no ahogarse cuando
pretende rescatar la energìa ligada al yo y a su dominio psìquico, pulsiònes
thanàticas y pulsiones eròticas se entremezclan continuamente, en movimientos de
recìproco intercambio, bajo las tendencias repetitivas de conductas que remitirìan
a un plano siempre infantil de relaciòn con el objeto primario.
La relativa ausencia que se presenta luego de la muerte del objeto-de-amor-real
conjuga dos factores esenciales que se refieren al lazo afectivo que alguna vez
hubo de iniciar. El primero es que la desapariciòn inesperada del objeto sorprende
nuestra voluntad de poder en el sentido que escapa a nuestra voluntad, a nuestra
posibilidad de poder cambiar la realidad de los hechos, la muerte nos remite
simbòlicamente a nuestra nostalgia, nuestra impotencia, a nuestro anterior estado
83
de abandono. Un segundo factor se refiere a la fortaleza del matiz vincular donde
es dificil describir el el camino, la transiciòn, y la transformaciòn del amor por el
objeto primario cuando este es simbolizado por el objeto actual de amor, sòlo se
busca aquello que no se posee, la eterna exploraciòn por re-encontrar el objeto
primario perdido representa un objetivo persistente, en especial cuando la
experiencia del luto precipita nuestra dinàmica psìquica hacia estados semipatològicos de angustia y melancolìa.
POSICION ACTUAL
LUTO POR
EL OBJETO
PERDIDO
REMITE A:
POSICION PRIMIGENIA
LUTO POR EL OBJETO
ORIGINARIO (La madre en
cuanto figura ideal seudonarcisìstica)
En el estudio sobre los sìntomas presentados a posteriori con respecto a los
derivados psìquicos resultado del trabajo del luto el anàlisis ha de privilegiar el
pasaje de una posiciòn melancòlica autodestructiva a una posiciòn melancòlica
constructiva, como lo plantea A. Racalbuto. Frente al trauma del luto la
percepciòn tiene como funciòn bloquear la significaciòn afectiva de aquellas
experiencias intolerables que traen consigo la destructividad de una nosltalgia ya
sin un objeto representable.23
Segùn N. Nicolaidis, el sistema conceptual freudiano la representaciòn està
ineludiblemente basada en el sentido de la ausencia, donde el trayecto nostàlgico
de dicha ausencia se configura en cuanto una moneda de dos caras.
1. Una cara observa el luto no realizado del todo, como un factor que le otorga
potencialidad al devenir, èsta se halla suspendida entre actuaciones y
transformaciones en relaciòn a los cambios de la evoluciòn psìquica. Este
primer sentido constituye un movimiento asintòtico, anti-narcisìstico.
2. La otra cara observa, diferentemente, el desenlace hacia un sistema de ideas
y de paradigmas relacionales demasiado determinado por inclinaciones
fantasmàticas donde la compulsiòn a la repeticiòn y la fijaciòn a ideales preestablecidos se imponen como signos fundamentales. Este segundo sentido
23 Andreoli, A. (1982). Le Moi et Son Objet Narcissique. In Atti del 48 Congrès des psychanalystes de langue française
des pays romans. (Gènova, Mayo)
84
configura un matiz destinable hacia la neurosis y màs allà todavìa hacia lo
patològico.24
24 Nicolaidis, N. (1985). La rappresentazione. Ed. Boringhieri. Turìn. (1988)
85
86
EL MITO DE SISIFO Y EL ENGAÑO A THANATOS
El yo tiene como funciòn especìfica intentar representar el efecto de aquellos
aspectos desconocidos que son intolerables a la visiòn racional de los
acontecimientos externos o internos. El mito de Sìsifo es convocado en esta
ocasiòn para simbolizar las tendencias del deseo humano para intentar transgredir
las leyes naturales que se refieren a la continuidad y evoluciòn sistemàtica de los
hechos. Sìsifo racionaliza cada pequeño paso que le otorgarà la posibilidad de
avanzar en su proyecto de re-construir un futuro, en su proyecto por reconstruir
aquello que ha perdido, aquello desconocido, en una interminable lucha con la
identidad mortale planteada por Thànatos siempre cruzado en su camino. La
racionalidad le ayuda a esquivar varias problemàticas presentes buscando
establecer soluciones invulnerables, sin embargo, la modalidad de su dialèctica le
compromete directamente con las consecuencias de sus decisiones, no podrà
evadirlas, tendrà que enfrentarlas y padecer la puniciòn en eterno, soportndo el
peso de una enorme roca que ha de sustentar en una colina para no perder su
propio equilibrio.
Sìsifo habrìa de tomar conciencia que ha perdido una parte de sì mismo cada vez
que tomaba una decisiòn importante, aquella parte implicada indirectamente en la
transgresiòn de un interdicto en principio ignorado. Es imprescindible tomar en
consideraciòn que emprende el camino de la separaciòn con respecto a la propia
salvaciòn, vivencia el contraste y la duda durante el resto de su vida como si se
tratase de una negaciòn de sì mismo, de un acercarse masoquista hacìa la
conquista del futuro, donde se observa de un modo racionalizante la amenaza de la
separaciòn con el objeto-real-de-amor. Su nostalgia invita incesantemente a
considerar la posibilidad de instaurar la regresiòn en un proceso psìquico de autoconocimiento, un proceso racional de auto-confrontaciòn con aquello de lo real
que se convierte en enemigo de sì mismo.
En el mito, como en la experiencia del duelo se observa el futuro como un lugar
donde es posible la redenciòn, todo intento de reparaciòn emocional, ubicarse en el
propòsito objetivo de procurar entablar vìnculos ya no de orden culpabilizantes
sino gratificantes, un futuro donde sea posible empezar a pensar lo creativo y lo
87
novedoso en torno a la raìz de todos los apegos vivenciados, la raìz materna de
cada proceso de identificaciòn y de los apegos cancelados por no estar unidos a un
proyecto temprano de conversiòn e identificaciòn. En la transformaciòn de los
afectos el yo es limitado por el interès creciente por el objeto, la configuraciòn
espacio-temporal en relaciòn con este objeto-real-de-amor es ampliamente
identificado por la dinàmica pulsional y proyectiva. Luego de llevarse a cabo la
conversiòn de la libido mediante un puente representativo la configuraciòn
espacio-temporal de los afectos se observa definitivamente modificada de modo
que el espacio delimitado por los intereses del yo se expande significativamente en
medio a innovaciones y decisiones novedosas donde prevalece el sentido de la
sublimaciòn, observemos, la configuraciòn en escena:
Representaciòn gràfica de los lìmites del yo frente a los lìmites del objeto
Lugar de la Transiciòn
Conversiòn de la libido
por la intermediaciòn de lo Real
Si no existiera una real transformaciòn sublimatoria en tèrminos de conversiòn de
la libido se corre el riesgo que las proyecciones emprendan un rumbo diferente
como alternativa a aquel que puede representar un peligro o una amenaza para la
estabilidad o integraciòn del yo, el rumbo que puede tomar puede finalizar en el
fortalecerse de un sentimiento masoquista que deteriorarìa las relaciones
innovadoras con los procesos iniciales de identificaciòn con el objeto-no-real, con
aquel objeto ya no existente, y con el cual se han establecido cadenas
significativas de complicidad. La indicaciòn fundamental de la intermediaciòn de
lo Real cuando los lìmites del yo acceden al proceso de conversiòn consiste en
potenciar las capacidades desconocidas y abandonar los procesos de regresiòn
repetitivos que han condenado al yo a realizar movimientos repetitivos de autoconsuelo, o falsas tendencias autoprotectivas que terminan por caer en estados
depresivos apagantes.
88
HOMEOSTASIS DE LA EMOTIVIDAD PERDIDA CONTRA LA
ACTIVACION ANTI-HOMEOSTATICA PRODUCIDA POR EL DUELO
Las modificaciones tempranas del los determinantes genotìpicos y los factores
fenotìpicos que son aquellos que se encuentran en una constante tranformaciòn
desde el momento en que es concebido el ser humano hasta la muerte, representan
el cambio en la estructura que se produce en un individuo, de forma continuada,
siempre desencadenadas por interacciones con la influencia del mundo externo.
Si consideramos el fenòmeno del estrès en cuanto una producciòn psìquica llevada
a cabo por la interacciòn entre factores externos y factores internos, hemos de
ubicar el trauma del duelo por la muerte de un objeto-de-amor-real en cuanto un
desenlace que se enfrenta con la percepciòn de la frustraciòn, el sentimiento de la
indefensiòn, derrota o fracaso.25 El yo del sujeto se atiene a ideas ambivalentes
relacionadas con la pèrdida del control sobre la conducta propia, con la manera en
la cual recibirà una cantidad significativa de sensaciones displacenteras, el yo
expresarà, de este modo, estrategias especìficas destinadas a impedir la inhibiciòn
total de las actitudes creativas.
El estado de estrès indica la generaciòn de signos exponenciales de desesperanza y
negatividad (signos thanatizantes), de los cuales el sujeto habrìa de tomar control,
orientarlos y unirlos a ideas o conjeturas posibilitadoras de innovaciòn,
transformaciòn, sublimaciòn. La percepciòn de poder llegar a perder la
orientaciòn con respecto a la realidad de los hechos indica que las emociones
desagradables estàn tomando un rol importante en la toma de decisiones y la
elecciòn de expectativas, habrìa de emprenderse dicha actitud homeostàtica
(organizante) que incita a la conquista de mayor autonomìa en los procesos de
discernimiento, en la bùsqueda de ideas sustitutivas que generen mayor
gratificaciòn.
En la teorìa explicitada por la psicobiologìa del estrès el sujeto tiende por
naturaleza a procesos psìquicos y fisiològicos de adaptaciòn. Cuando estos
procesos de adaptaciòn al medio ambiente o al contexto social no proceden
25 Valdès, M., de Flores, T. (1990). Psicobiologìa del estrès: conceptos y estrategias de investigaciòn. 2ª Ed. Barcelona.
Ed. Martinez Roca.
89
adecuadamente entonces daràn lugar a manifestaciones de orden sintomàtico -sin
considerar el sìntoma aislado como una patologìa en su integridad-. En este caso,
se trata de un intento de adaptaciòn al hecho presentado por la realidad externa en
tanto que la muerte de un objeto-de-amor-real constituye, fundamentalmente un
contraste con el vìnculo establecido y un trauma que genera una serie extensa de
ideas displacenteras o thanatizantes. Cuando las operaciones defensivas que el yo
escoge para poder comprender la crueldad del dolor, la ausencia del ser que se ha
ido, fracasan en su finalidad integradora, planteamos que sobreviene la
precipitaciòn del estrès en cuanto una deficiencia en el sistema de la personalidad
total.
Las funciones del yo propenden por dismunir la actividad antihomeostàtica (desorganizante) frente al campo decisional previsto a causa de una eventualidad
inesperada, el sujeto teme perder el sentido de la orientaciòn y busca huir de la
confusiòn pero sin lograr tener èxito en este proyecto. Es, entonces cuanto el
estrès impone cierto nivel de predominio sobre la dinàmica psìquica, sobre la
conducta del sujeto, sobre sus actitudes sociales y vinculares. Hemos de aclarar
que los mecanismos defensivos del yo comienzan a proceder como respuesta a la
percepciòn de un estado interior de indefensiòn, como respuesta a la consideraciòn
conciente de haber sido abandonados en alguna fase olvidada de nuestra primera
infancia y sentirse aislado con respecto a la responsabilidad de encontrar una
orientaciòn aceptable frente al trauma del duelo y al estado de estrès que pueda
engendrar su vivencia particular.
1. Los mecanismos defensivos implementados por la actividad psìquica en
contra del estrès causado por el duelo persiguen el propòsito de mitigar la
amenaza de la desintegraciòn del yo, trabajan por re-examinar
detenidamente la situaciòn señalada como crìtica por las percepciones de lo
real, tratan de iluminar las diferentes hipòtesis por las cuales fue posible que
sucediese la muerte del objeto-de-amor-real y tranquilizarse al hallar
explicaciones màs convincentes.
Los recursos utilizados por los
mecanismos defensivos, como ya lo sabemos son la negaciòn, la
intelectualizaciòn, la racionalizaciòn, etc.
2. Las estrategias de confrontaciòn recurren al implemento de conductas
destinadas a reducir la activaciòn emotiva y se clasifican en dos categorias:
-Estrategias centradas en la emotividad que buscan restablecer un equilibrio
perdido.
90
-Estrategias centradas en el problema que intentan modificar las
condiciones amenazantes del entorno.
Dichos recursos adaptativos se presentan siempre correlacionados entre sì, como
lo plantea Cohen, interactùan de manera dinàmica y modificante en el proceso de
confrontaciòn, su presentaciòn o anàlisis son dràsticamente diferentes no sòlo en
cada sujeto sino ademàs en cada contexto.26
26 Cohen, Sh., Kessler, R.C., Gordon, L.U. (1997). Measuring Stress. Oxford Univ. Press. New York.
91
92
DESPLIEGUE DE LA INHIBICION O LA FRAGMENTACION
DEL YO EN LA NOSTALGIA
El tèrmino nostalgia proviene de las palabras griegas “nostos” (familiar), y
“algos” (dolor), se remonta a los ideales y a los hèroes griegos. Las batallas de
los diversos hèroes griegos como Ulises, especìficamente, o como Aquiles en La
ilìada no representan sòlo la identidad de la modalidad mìtica narrativa en la
epopeya, sino que ademàs se adentran en la señalizaciòn de la representaciòn del
deseo “nostàlgico” que està ubicado propiamente en la base de toda investigaciòn,
de cada derivada insatisfacciòn que tiende hacia la completud, hacia la plena
realizaciòn del yo. Una realizaciòn en franca tensiòn contra el devenir cuya
referencia a la perfecciòn indica sòlo una vìa alternativa. Platòn, en el Fedro,
plantea esta idea del sentimiento “heròico”, el pothos, explìcito en los seres
humanos equiparàndolo a una corriente que impulsa hacia aquello que se ubica
màs allà, que nos remite hacia aquello que està ausente.
En la teorìa psicoanalìtica el tèrmino nostalgia ha estado generalmente asociado al
duelo màs o menos realizado, y en particular a los estados de la melancolìa, ìndice
de una herida abierta de la cual el sentimiento de seguridad de las funciones del yo
es constantemente ausente. En este sentido, asistimos irremediablemente a una
no-elaboraciòn del duelo y a una forma de nostalgia desestructurante. El yo en la
nostalgia melancòlica se asimila a un pobre prìncipe que ha quedado sin trono y ha
sido desposeìdo de su castillo, se ubica psìquicamente en un espacio denominado
el no-lugar, en bùsqueda del sentido originario del vìnculo real, semejante al que
existiò antes del trauma del duelo.
El sujeto habìa permanecido fiel a la investigaciòn pulsional que le conducirìa a un
conocimiento intuitivo de la realizaciòn del deseo, accede al recurso de la
repeticiòn, su conciencia de la pobreza en la construcciòn de un proyecto futuro
que tenga como base la informaciòn y los datos reales de la actualidad emotiva,
hacia un encuentro gratificante con las raìces libido-afectivas de anteriores fases
motivacionales. De hecho, la constituciòn de toda lucha contra la inhibiciòn en la
representaciòn de los afectos y en el progreso de la dinàmica psìquica en general,
se puede, re-valorar desde dicho parametro psicoanalìtico, es decir, el de la
93
construcciòn del deseo a partir de la conciliaciòn con los estados traumàticos del
devenir, conciliaciòn con el duelo, con las instancias de la personalidad que
tienden hacia la desintegraciòn, hacia la desadaptaciòn en torno a los lugares
comunes presentados por lo real externo y por la dimensiòn interna.
En tèrminos de la psicobiologìa contemporànea, se ha ido constatando
progresivamente que el cerebro humano es un òrgano de conocimiento emocional
que procesa los estìmulos exteroceptivos e interoceptivos en relaciòn con las
posibilidades de supervivencia, estableciendo asì la practicidad de hipòtesis
destinadas a la anticipaciòn de las secuelas previstas por el principio de realidad
expresado en el duelo y la experiencia traumàtica de la separaciòn.
La conciencia del deseo frente al caràcter impetuoso de la inhibiciòn se convierte
al final en una especie de señal de advertencia con respecto a la afirmaciòn de la
solidez de un puente, un lugar de contacto con los rasgos del propio origen hasta el
discernir de cada experiencia llevada a cabo por el yo, observemos el esquema y la
transvaloraciòn de los factores contenidos por la modificaciòn sistèmica de la
representaciòn impuesta por el puente, lugar y fase del pasaje, del paso.
Esquema del trabajo del luto segùn la metàfora del puente
Fase pre-luto
Trabajo del luto
El pasado
La seguridad
La confianza
Representaciòn
La libido originaria
del Puente
Lo real
El lugar del deseo
La realizaciòn narcicìstica
94
Fase post-luto
El futuro
La incerteza
El vacìo
Ausencia del objeto-seno-matero
La fantasìa
Necesidad de simbolizar
Conflicto narcisìstico
SEMBLANTE, ESTATUTO Y LEY DEL DUELO
Se plantea la exigencia de ubicar un lugar precedente a la precipitaciòn de la
angustia cuando se trata de analizar la deuda emotiva evidenciada por la muerte
representacional y real del objeto-Otro. Las funciones psìquicas tienen como
funciòn re-direccionar la intensidad del vacìo escenificado por el pasado de la
relaciòn, el estatuto que rige el proceso del duelo en cuanto motivaciòn de angustia
comprende un matiz temporal que conjuga y negocia los rasgos del tiempo en el
pasado, presente y futuro, como un lugar de encuentro entre ideas y
preocupaciones de diverso orden, un lugar de encrucijada interdisciplinar.
Con respecto al estatuto y a la comprensiòn epistèmica que configura el semblante
en la obra de J. Lacan, se trata de una posiciòn subjetiva que interviene, a su vez,
en los procesos concientes o inconscientes de la estrcturaciòn del duelo. La
problemàtica que se refiere a la separaciòn dialèctica entre fenòmeno y esencia es
abordada en tèrminos de aquella posiciòn aparente en relaciòn de confrontaciòn
con los factores relativos a lo verdadero. El trabajo de la dinàmica psìquica no
està destinado a proteger al sujeto de aquello que le afecta con respecto a factores
reales sino que posibilita su ingreso, de manera intermitente, al conocer del deseo
generado en la percepciòn de la desapariciòn, huìda, o carencia del objeto.
El estudio del semblante no habrìa de confundirse con el estudio de aquello que no
es, o de aquello que no existe, sino que propende por acercarse a lo que no
pertenece al terreno de lo aparente, o de la falsa apariencia. Plantea Lacan que “el
semblante se da por aquello que es, es la funciòn primaria de la verdad.” 27 Es
factible co-rrelacionarlo ademàs con el sentido de las identificaciones primarias y
reconocer su huella en torno a la idea del significante. Es el mismo sujeto quièn
ha de re-recrear la estructura de este significante, su espacio y el tiempo en el cual
lo relativo al objeto ausente pueda ser representado.
El caràcter especìfico del semblante frente al duelo remite a la naturaleza subjetiva
del significante con referencia a una realidad subjetivizante, cada expresiòn retoma
afectos que son inexistentes en otras expresiones aunque si pertenezcan al mismo
27 Lacan, J. (1970-71). Seminario XVIII. D'un discours qui en serait pas du semblant.
95
grupo de afectos en torno a la distancia o cercanìa thanàtica del yo. Dicho nivel de
lejanìa lo establece la modulaciòn de las identificaciones, es en este sentido que el
anàlisis del discurso al interior de cada experiencia frente a la muerte se inscribe
en los lìmites de lo auto-diferencial. El conjunto de los significantes tomados
aisladamente no bastan para re-definir la esencia de la subjetividad, su ser, su estar
en el mundo sin el objeto, sus delimitaciones imaginarias o alucinatorias. Sin
embargo, cada elemento constituye una voz que ayuda a delimitar el matiz y los
margenes de su verdad.
El terreno del semblante no se reduce al terreno del significante sino que prepara
los tèrminos adecuados para la investigaciòn que re-define su actitud o la
sintomatologìa cuando la ausencia del objeto reivindica la existencia del deseo, de
la persistencia de las pulsiones en la formulaciòn post-duelo de un proyecto de
vida. La convivencia innombrable entre el significante y el semblante induce a
pensar la modalidad en la cual el discurso se inscribe, la direcciòn elegida desde
un discurso dominante, hacia la estabilidad de un discurso que ha de irrumpir en el
escenario desencadente del post-duelo.
La subjetividad inunda la fracciòn del yo que ha sido determinada por la posiciòn
pulsional como sustento re-dimensionado de las proyecciones objetivizantes, es la
medida de la realidad vincular aquella que destina la positividad dialèctica del
Eros hacia el re-conocer del estatuto sustitutivo de futuros objetos, y de su
acreditada tarea reparadora al interior de los apegos desconocidos.
96
LA TEORIA DEL VACIO Y LA POSIBILIDAD DE SUBLIMACION
La investigaciòn psicoanalìtica acerca de los procesos pulsionales procura
demostrar la organizaciòn interna de la operatividad inconsciente desde la base de
las insatisfacciones y a partir de las coordenadas delineadas por la vida en
sociedad. Se trata de una base hipotètica desde la cual proceden los recursos
psìquicos necesarios para los procesos de sublimaciòn, segùn Lacan, el
interrogante referido a la investigaciòn del sentido del vacìo implica introducir la
lectura de dicho signo en cuanto la introducciòn del significante y de la dimensiòn
simbòlica.
Partiendo de diferentes lìneas de trabajo M. Klein postula en 1930, una teorìa en
esta direcciòn:
“El simbolismo constituye la base de cada sublimaciòn
y de cada talento ya que es por medio de la
asimilaciòn simbòlica que las cosas, las actividades, los
intereses se convierten en los temas de los fantasmas libidinales.”28
El nivel de ansiedad provocado por los estados especìficos del duelo remite al
nivel de ansiedad experimentado en situaciones anteriores, tanto la estructura
singular de las pulsiones como la evocaciòn que retro-trae la angustia arcaica
colocarìan en movimiento el proceso de identificaciòn primario, impulsan cada
proyecto de asimilaciòn simbòlica, en cuanto base absoluta del fantasma, en
cuanto base de los objetivos en torno a la sublimaciòn, en cuanto base de la interrelaciòn del sujeto con las realidades externa e interna. Un factible sentido del
vacìo, proporcionado por la recurrencia a dichos estados arcaicos de la vida
intrauterina, es adjudicable al deseo inconsciente por destruir el cuerpo materno, la
bùsqueda de una coyuntura entre el duelo y los estados de angustia anteriores
encuentra su motivaciòn en el interès del sujeto por hallar una propuesta de
soluciòn sublimatoria mediante la creaciòn artìstica, la escritura, la amistad, entre
otras.
28 Klein, M. (1930). La importancia de la formaciòn de los sìmbolos en el desarrollo del yo. Ed. Paidòs Horme. Madrid.
O. C.
97
La sublimaciòn actuarìa en el escenario tràgico de la muerte en cuanto un
instrumento anti-angustia, perspectiva de realizaciòn, las estrategias
implementadas por la vida conciente del sujeto estàn destinadas a seguir aquellos
procederes que intentan reparar antiguos deseos destructivos frente al cuerpo de la
madre o con respecto al objeto de amor perdido por la experiencia del duelo. El
propòsito reparador del discurso clìnico explora cadenas asociativas inèditas cuyo
matiz de culpabilidad es rastreado bajo la òptica terapèutica del super-yò, el ello y
el yo, las acciones de reparaciòn que tienen que ver con el reconocimiento de
tendencias agresivas inconscientes se adhieren al estudio particular de las
motivaciones eròticas al interior de las identificaciones secundarias.
J. Lacan, en el anàlisis sobre las angustias primarias atribuye una importancia
excepcional a los procesos de sublimaciòn. Consolida la idea que la teorìa
kleiniana acerca de un fantasma sado-masoquista agresivo corresponde a la faz
imaginaria y consecuente del efecto del significante. El sentido del vacìo actuarìa
en cuanto motivaciòn significante hacia la conquista de nuevas realidades de
sublimaciòn, la desintegraciòn del conjunto derivante en respuesta a ejes
patologizantes es analizable por la hilaridad de los deseos perdidos, se tratarìa, en
sìntesis de re-anudar el hilo que une de manera indisoluble, en la teorìa
psicoanalìtica, el movimiento pulsional, la resistencia de la transferencia y los
procesos de representaciòn, mediante el conocimiento de la problemàtica de la
representaciòn segùn las connotaciones del objeto de amor ausente.
La hilaridad indicada por la persistencia de cadenas significativas al interior del
deseo tiene como funciòn re-dimensionar las expectativas de los ideales en su
correlaciòn con las fantasìas, re-dimensionar el sentido por el cual se huye de los
hechos reales mediante el recurso de la angustia arcaica y su modalidad de
presentaciòn en forma de vacìo existencial, circular, repetitivo, estructurante del
caos neo-afectivo y posibilitante de propuestas de reparaciòn segùn coordenadas
de culpabilidad neurotizantes.
Es posible rastrear la pertinencia de las funciones del yo al interno de un paralelo
quizàs contraproducente entre pasado y presente, entre predominio de la
imaginaciòn y predominio del coeficiente real -del cual este ùltimo representa el
centinela-.29 El yo aprovecha la antìtesis percepciòn-recuerdo para descifrar el
29 Andreoli, A. (2001). Percorsi dell'Ideale: Rivisitare Freud e la sua psicoanalisi con Pier Mario Masciangelo. Ed.
Borla. En los lìmites entre lo conciente y lo inconciente existe un fenòmeno dinàmico y tòpico que crea un efecto de
ilusiòn, el yo sufre una transitoria regresiòn a su propio Ideal infante.
98
circuito establecido entre la memoria y sus propiedades al servicio de la
adaptaciòn, para trasladar el radio de las representaciones mnèmicas hacia el
predominio de la ilusiòn. La distancia entre los elementos de la ilusiòn y aquellos
unidos al principio de lo real es verificada por los criterios unificados exigidos por
el ideal del yo.
El yo se expone radicalmente al eterno retorno de lo mismo en tèrminos que
delimitan la dinàmica psìquica a un movimiento de circularidad angustiante,
mediante las represiòn y las formaciones reactivas las exigencias defensivas
cumplen la tarea de afrontar la escisiòn del Yo-idealizaciòn de los objetos
internalizados y de la proyecciòn de los objetos externalizados en un proceso
simultàneo de materializaciòn de las pulsiones y sus mecanismos de
manifestaciòn. La experiencia del duelo reivindica su posibilidad de hallar un
estatus coherente con las representaciones narcisistas y objetivizantes respecto a la
relaciòn con objetos internos arcaicos y con el objeto de amor ausente.
99
100
EL LUTO EN CUANTO PRODUCCION PSIQUICA DEL FENOMENO DE
LA MIGRACION
“Toda la vida es un proceso migratorio
aunque el individuo haya llevado
una vida sedentaria ejemplar”.30
1. El fenòmeno de la migraciòn
Un posible eje de anàlisis es propuesto por Balint (1959) cuando acuñó dos
términos contrarios entre si para expander su significado al fenòmeno social de la
migraciòn, el de “ocnofilia” y el de “filobatismo”, para referirse especìficamente a
dos tipologìas dialècticas de actitudes: una que tiene que ver con la tendencia al
apego por sentirse en un contexto seguro y que brinde promesas de estabilidad y
otra, que se orienta hacia la búsqueda de experiencias nuevas y exuberantes.
Dichas denominaciones habrìan de ser apliacadas ademàs a los diversos tipos de
circunstancias, ambientes socio-culturales del mundo externo y no sòlo recibir una
interpretaciòn de tipo endògeno, nos referimos a percepciones individuales que
pueden ser prolongadas mediante la expresiòn y la vivencia de conflictos o fases
transitorias de shock segùn el acuerdo psìquico en los niveles de relaciòn con el
Otro, con las diferentes posiciones en torno a la experiencia con el sentimiento de
vacìo interno, o sentido de abandono. Etimológicamente, estos términos derivan
de voces griegas que significan, respectivamente: “aferrarse”, una, y “caminar
sobre los dedos”, la otra (como el movimiento del acróbata), buscando hallar una
base estructural psìquica que corresponda a las crueles exigencias y a los cambios
dramàticos presentados por las leyes de la realidad externa.31
En términos de Ticho (1971), el shock cultural se refiere a la posiciòn de una crisis
cuyo rasgo esencial es el de imponer un cuadro semi-patològico y autolimitante 32.
La funciòn del shock tiene como orientaciòn fundamental la de indicar la presencia
de varios peligros o amenazas que provienen no sòlo del contexto ambiental sino
ademàs de los objetos-malos internos o internalizados, desde unas fases anteriores
30 Grinberg, Leòn y Rebeca Grinberg. (1984). Psicoanàlisis de la migraciòn y del exilio. Alianza. Ed. España.
31 Balint, Michael. (1959). Emozioni e regressioni. Stoccarda. Klett. Londres.
32 Thomä, Helmut, Kächele Horst. (1967). Psychoanalytic Practice 1: Principles. Citaciòn. Springer-Verlag. Berlìn.
101
del desarrollo psìquico y en relaciòn con las primeras figuras de identificaciòn. En
este sentido la nociòn de narcisismo cultural, o narcisismo cultural, linguìstico,
social, desempeña el trabajo preliminar de confrontar el valor y el sentido de la
autoimagen, del autoconcepto, con otros modelos de vida social, cultural,
linguìstica, la capacidad de plasticidad del aparato psìquico para integrarse
activamente, para ajustarse a nuevos modelos de relaciòn, para ir aceptando los
principios de las diferencias, en lugar de sentirse vìctima de los procesos sociales
habrìa de participar en la reconstrucciòn del yo en su proyecciòn alternativa, con
nuevos paradigmas superyoicos y nuevas expectativas de elaboraciòn desde el
conocimiento del ello.
2. Proceso de des-identificaciòn y des-estructuraciòn psìquica.
Leon y Rebeca Grinberg han expuesto las vicisitudes a las que se han tenido que
enfrentar quienes han padecido el fenòmeno de la migraciòn ya sea si esta ha sido
una elecciòn voluntaria o si se ha realizado por motivos de fuerza mayor. Se
elabora un cuadro paralelo donde el anàlisis de los factores internos se intercala,
recìprocamente con el anàlisis crìtico de los factores socio-ambientales de la
migraciòn y el exilio.
Los altibajos emocionales a los que se expone un sujeto en viaje hacia un lugar
desconocido implican un desarraigo del yo en tèrminos de un des-posicionamiento
con respecto a las situaciones y a los seres a los que habìa estado ligado
emotivamente. Los afectos se desgarran de una manera desapacible y dolorosa, si
este proceso des-narcizante llega a contener elementos sublimantes, por ejemplo,
gratificaciones en torno a deseos y expectativas planificadas, decisiones y hechos
reales que concuerdan con un programa racional de progreso en el àrea
profesional, relacional, entonces podemos decir que se ha internalizado la
estructura base, psìquica, complementaria, hacia la integraciòn con lo novedoso.
Para los Grinberg, las migraciones son interpretables como rupturas,
agrietamientos de orden cognitivo y social, ya se encuentran en la literatura
muchos ejemplos prototipos que escenifican el drama del conflicto:
– El mito primigenio de Adan y Eva donde los protagonistas han debido
abandonar el lugar donde habìan instanciado su vida, sus valores y su
conocimiento, se trata de una apartarse traumàtico, doloroso y no deseado,
102
es un retiro forzado en cuanto forma punitiva debido a hechos postulados
como transgresores. Es un exilio moral no aceptado pero con cumplimiento
necesario.
– El mito de Edipo, donde al final de la trama el protagonista sale de su ciudad
y vaga por muchas regiones buscàndose a sì mismo, explorando su propia
identidad, bajo el dolor del sentimiento de culpa y des-conocimiento social.
Edipo en fuga y exiliado (primero de Corinto para alejarse de Pòlipo y
Mèrope, luego de Tebas al tener conciencia de la muerte de su madre),
anduvo como vagabundo y desterrado de sus propias convicciones, ha
debido confrontarse con aquello que los acontecimietos le planteaban en el
mundo externo aunque para ello tuvo que batallar con los recuerdos, sus
ilusiones y representaciones vinculares.
– El mito de la torre de Babel, donde el impulso migratorio es representado
por el deseo de alcanzar el cielo, segùn la exègesis bìblica, para acceder a un
conocimiento superior màs allà de aquel que ya se conocìa.
El denominador comùn en el desplazamiento forzado es observable bajo la òptica
de los constrastes psìquicos, el sentido del abandono, pèrdida, culpa, pero ademàs,
de esperanza, exploraciòn del ambiente e intentos permanentes de conciliaciòn
con el pasado, con el nido cultural, biològico e vincular. Las primeras expresiones
de negaciòn con respecto a la capacidad de tolerar el displacer confluyen
alternadamente con la disociaciòn de una dinàmica psìquica no del todo
reconocida y siempre en re-construcciòn. Ir a otro lugar y experimentar
tentativamente la motivaciòn de querer reparar algo que ha sucedido equivale a
realizar un viaje al encuentro de las representaciones inconcientes primigenias, el
concepto de equilibrio coincide con un factor nuevo al interior de los ideales del
Yo, como en una oscilaciòn entre lo patològico y lo sano, entre las manifestaciones
de ansiedad y la experimentaciòn por descubrir inèditas formas de gratificaciòn.
Los Grinberg homologan el origen de la problemàtica del desamparo y la perdida
del equilibrio emocional en las migraciones con la experiencia del trauma del
nacimiento delineada por O. Rank, las bases afectivas y la fortaleza de los
primeros vìnculos de identificaciòn constituiràn la plataforma desde donde podràn
erigirse los primeros pilares de la dinàmica intrapsìquica, es decir, las
motivaciones inconscientes primarias desde las cuales el sentimiento de abandono
o pèrdida, ausencia de protecciòn habrìan de remontarse.
En algunos casos puede tratarse de una dependencia patològica o no patològica
103
con respecto al hogar de origen y sus caracterìsticas, las cualidades encontradas en
aquellas primeras figuras de identificaciòn con las problemàticas adherentes, el
carácter del superyò, el ideal del yo, las proyecciones alucinatorias primarias, la
ambivalencia, entre otros. No se ha podido establecer si dicha dependencia
afectiva con respecto al hogar de origen repercuta sobre el tejido psicosocial de
modo positivo, muchas generaciones de migrantes han demostrado altos niveles de
adaptaciòn econòmica y polìtica pero el anàlisis de las condiciones psìquicas aùn
no ha sido investigado y tratado suficientemente debido a que en la mayoria de las
situaciones exige un costo socio-sanitario para la familia y el Estado.
Un ènfoque constructivo del problema de la des-identificaciòn con los lugares
comunes de arraigo se relaciona con la posibilidad real de emprender un proceso
de aprendizaje desde el cual el sujeto aprenda a confrontarse con sus propios
fantasmas inconcientes, un lugar comùn desde donde el yo ejerza cierto nivel de
presiòn sobre sus propias limitaciones, confines de expectiva, es una pedagogìa
que estudia la capacidad del sujeto para estar sòlo e identificar el potencial
progresivo que existe en su interior, el don de la lucha por la supervivencia ha de
homologarse con el don de la fortaleza frente a la habilidad para socializarse
adecuadamente, integrando sus antiguos prejuicios familiares a las condiciones del
nuevo contexto socio-ambiental. Cuando se reconocen los propios errores en
cuanto producciones derivadas de nuestros impulsos agresivos en batalla constante
contra nuestros impulsos de orden narcicìsta el horizonte que se observa ha de
incluir, necesariamente, los recursos propicios para trabajar psìquicamente el
problema de la ambigüedad o la ambivalencia emotiva.
Se pierde confianza en las propias destrezas pero ademàs se retoman los anhelos
de rescatar con mayor ènfasis las bases motivacionales de esta confianza. El
temor de ver humillados los proyectos del Ideal del yo en su conflictividad con la
realidad exterior precipita el estado del operar psìquico hacia mecanismos de
regresiòn, negaciòn, denegaciòn, entre otros, como medios para asegurarse un
estatus en la pugna por la inclusiòn psicososcial. ¿De què cosa habrìa de
desprenderse el yo en el proceso de migraciòn psicosocial? El yo requiere
establecer una o varias fases de transiciòn en torno al despojarse de su lugar natal,
del afecto experimentado hacia las figuras de identificaciòn, se trata de un
desprenderse doloroso, quizà masoquista, pero ejerciendo una funciòn
terapeutizante, una modalidad de desenganche ero-thanàtico con las raìces de la
infancia. El proceso de adaptaciòn requiere un esfuerzo racional duradero donde
104
el yo no se empobrece en su confusiòn transitoria sino que tiende a enriquecerse
alcanzando un posible equilibrio psico-ambiental, entre el anàlisis del sentimiento
de culpa y la asimilaciòn de la otredad en la angustia perentoria. La inestabilidad
del yo se compagina con el equilibrio alcanzado, lucha por no desfragmentarse,
por no caer en el vacìo de la depresiòn.
105
106
PSICOANALISIS DEL “NO RETORNO” EN CONTRA DEL
“ETERNO RETORNO”
1. Disposiciòn psìquica en la dimensiòn del “eterno retorno”
El enfoque del deseo del “retorno” del objeto perdido a un nivel preconscienteconsciente, imaginario, alucinatorio, cuando se es prisionero de las escenas
fantasmàticas, bùsqueda de reconocimiento propio, es la posiciòn paranoicadepresiva, incita hacia la escisiòn patològica del yo, desentale de episodios
prespsicòticos, se trata de una tendencia que hostilmente se relega, se instala en el
pasado, puede adoctrinarse en el caràcter anquilosado de los mitos acerca del
deceso, perder al objeto remite a perder la certeza de la protecciòn, la posiciòn del
ser-en-falta le precipita hacia el hallazgo de soluciones ya conocidas, las fronteras
del autoconcepto se restringen excesivamente, pretende economizar y reducir al
màximo el despliegue de la sublimaciòn en tèrminos de despliegue energètico, se
plantea extensiòn de rigidez psìquica en la conducta cotidiana, se percibe la
indolencia de sentirse prisionero de motivaciones paranoizantes, las
manifestaciones relacionadas con cambios a nivel de ambivalencia llamada
psicoemotiva han de evocarse según el proceso psicodinàmico estructural relativo
al predominio de una fase libidinal sobre la otra en el complejo mecanismo de la
identificiòn primaria, el aprendizaje en los niveles de transferencia negativa o
positiva con respecto al sentido del abandono o de pèrdida posiblemente
experiementados en la infancia habrìa de repercutir negativa o positivamnete sobre
las ulteriores experiencias de duelo o melancolìas provenientes del duelo, en este
caso, la transferencia no elaborada o caracterizada por episodios de violencia,
amenaza o abandono casi total frustran el camino para una elaboraciòn adecuada y
objetiva en la ausencia de un objeto real,
2. Disposiciòn psìquica en la dimensiòn del “no retorno”
y el enfoque del “no retorno” del objeto perdido a un nivel consciente, el desazòn
del encuentro con lo real, umbral desconcertante de la pulsiòn de muerte,
bùsqueda del reconocer la pertinencia del externo, es la posiciòn liberadora que
107
coloca como protagonista la centralidad del yo, incitaciòn hacia la integraciòn de
los componentes sueltos en la dinàmica psiquica, camina hacia el contacto con los
Otros, se trata de una condiciòn destinada a reconocer el ìmpetu y la concreteza
del futuro, introduce la necesidad de no quedarse atacado a la mitologìa o a las
leyendas transitorias sobre la muerte, perder al objeto de amor significa perder la
certeza del apego a una protecciòn infantil de orden externo, la posisciòn del seren-falta le precipita hacia el hallazgo de soluciones o alternativas del todo
renovadas, los lìmites del autoconcepto se extienden y fortalecen, postula un redimensionar de la economìa libidinal en terminos considerados por la voluntad de
re-distribuir el caudal disponible para nuevas aperturas, se plantea apertura hacia
mayor plasticidad psìquica, la indicaciòn que invita a salir de la prisiòn de los
recuerdos culpabilizantes es aceptada como en una especie de reivindicaciòn
saludable, en lo que se refiere a las expresiones donde prevalezca la intervenciòn
de signos contrarios entre si referidos a la prevalencia de la ambivalencia podemos
deducir que dichos fenòmenos psìquicos han de remontarse al las vivencias
determinantes en el proceso de identificaciòn primaria donde predomina, en este
caso, la tendencia hacia la estabilizaciòn de un referente objetal en cuanto modelo
especìfico de refrencia y una factible modificaciòn de estos contenidos actuarìa
como motor para reforzar las leyes de esta identificaciòn sustituyendo la
representaciòn del objeto o potencializando la probabilidad de encontrar un nuevo
proyecto de vida sin perder por ello las motivaciones fundamentales para
fortalecer el amor por la existencia humana, la influencia de las coordenadas
psìquicas implicadas en el fenòmenos de la transferencia positiva o negativa
constituye un factor esencial para la elaboraciòn profunda de la crisis emotiva
cuando se presenta la experiencia del duelo,
108
EL FENOMENO DEL FLASHBACK PSICOANALITICO EN EL LUTO
1. Definiciòn del fenòmeno del flashback.
El fenòmeno del flashback consiste en la producciòn psiquica de representaciones
o eventos ocurridos en el pasado. Tales hechos o significados se caractarizan por
la vivencia de particulares intensidades de carga energètica como en el caso del
trauma o estados de schock nervioso. Crea reacciones psìquicas en respuesta a
diferentes estados de tensiòn o estrès respecto a contadicciones evidentes entre la
doctrina moral y los mandatos del ello, entre el Eros y Thànatos, entre escenas
presenciadas e intereses reprimidos, entre otros. El proceso llevado ha cabo por el
recuerdo y el retrotraer de significados anteriores reivindica la expresiòn de
alucinaciones o imàgenes fugaces en cuanto determinantes especìficos de una
sintomatologìa casi inexistente o invisible al sujeto mismo.
Muy a menudo, el fenòmeno es reconstruido por situaciones cotidianas que
pueden simbolizar o asimilarse en cualquier aspecto a uno de los rasgos
desencadenantes del trauma problematizante. No es necesario que exista una
causa explìcita para generar una cadena de sentimientos angustiosos, el fenòmeno
puede suceder tambièn improvisadamente mediante la referencia a ilusiones,
pensamientos disociativos, sueños recurrentes en forma de pesadillas, donde la
dinàmica psìquica es totalmente, o en parte, absorbida por recuerdos
displacenteros. El sujeto puede tener la ilusiòn de revivir realmente aquellos
eventos que han suscitado un gran caudal de angustia perdiendo temporalmente el
contacto con el presente. En la medicina clàsica el fenòmeno del flashback
obedece ademàs a un proceso descrito por quienes han sufrido un trastorno posttraumàtico, dichas manifestaciones se pueden hallar ademàs en el contexto de las
amnesias disociativas, o despuès del consumo de alucinògenos, alcohol o
barbitùricos.
La investigaciòn psicoanalìtica ha descubierto que muchos de los sìntomas
mencionados tienen una procedencia inconciente con respecto a los hechos
ocurridos en el pasado, es decir, si bien la nosografia del trastorno post-traumàtico
109
plantea la existencia del flashback en cuanto reconstrucciòn de un conjunto de
manifestaciones del todo espontàneas e involuntarias, hemos de confirmar que
dichos gestos suelen representar una especie de ventanilla que mira hacia el campo
oscuro del cual proceden -y en el cual se fortalecerìan si no se les diera un
tratamiento adecuado- nos referimos a la caverna oscura de lo inconciente. El
sujeto que reconozca la existencia de una sintomatologìa post-traumàtica
-flashback, entre otras-, con respecto a la muerte de un individuo significativo,
cercano a su experiencia de vida habrìa de emprender un proceso terapèutico
donde prevalezca la acciòn de un discurso liberador, es precisamente mediante el
uso del lenguaje como el sujeto emprende pequeñas operaciones que desliguen un
recuerdo del otro para identificarles separadamente y luego relacionarlas en
concomitancia con la sintomatologìa especìfica. El actuar de las narraciones
permite al sujeto hablante exponer el nùcleo traumàtico asì como se vaya
presentando a partir del pasaso que habita el presente, asi como el dolor del
recuerdo perpetùa la dinàmica psìquica como si fuese un veneno aniquilador de un
mejor estado de salud mental.
El emprender la confrontaciòn con los diferentes estados del luto permite re-iniciar
la experimentaciòn de nuevos proyectos respecto a sì mismo y respecto al contexto
social:
-Aprendera a vivir sin el objeto de amor.
-Aprender a vivir sin el objeto que nos brindaba su voz, su discurso.
-Aprender a vivir sin el objeto que nos escuchaba.
-Aprender a vivir sin el objeto que nos obsequiaba su mirada.
-Aprender a vivir sin el objeto que complementaba nuestro sentido del vacìo
existencial.
-Aprender a vivir sin el objeto que nos ha propuesto un punto de apoyo emotivo.
-Aprender a vivir sin la imagen real y propia de quien podìa permitir la proyecciòn
de nuestro yo.
-Aprender a vivir buscando reparar aquellos nùcleos conflictivos dispersos por el
vasto conjunto de recuerdos, aquellos recuerdos tan unificantes como creadores de
complicidad mùltiple.
2. Après-coup y experiencia del duelo: ¿Un segundo estado de castraciòn?
Para comprender la historia del concepto Après-coup es imprescindible subrayar la
110
importancia del trabajo de traducciòn al interior de las ciencias humanas. Cuando
se traduce un concepto de un idioma a otro es posible que su significado se
enriquezca o se empobrezca de acuerda a los alcances y los lìmites implicados en
su implementaciòn. Los diferentes matices y las funciones polisèmicas permiten
descubrir que en la traducciòn pueda perderse una fase del sentido del mensaje en
cuestiòn. “Après-coup define mejor que nachträglich o de Nachträlichkeit el
significado que deseaba otorgar Freud, un momento que corresponde a un tiempo
traumàtico (coup, el “golpe”) y transformador (après, un significado que se
produce “despuès”)”33, en la traducciòn francese del concepto utilizado por Freud
se habìa acudido al uso, antes de Lacan, de modo indiferente al concepto de
“sucesivo” o “a-posteriori”, un efecto que sucederà “mas tarde”, o quizà aprèscoup, sin que este concepto se considere aisladamente o con especìfica precisiòn.
El haber re-descubierto este concepto posibilita la expansiòn de su sentido hacia la
idea de una construcciòn llevada a cabo en dos fases donde la ùltima de estas
equivale a una re-construcciòn de los contenidos semànticos de acuerdo a una
primera fase de acontecimientos traumàticos o no traumàticos.
La responsabilidad del deseo al interno de tendencias forjadas por el intercambio
de experiencias afectuosas durante extensos periodos de tiempo al interior de una
co-relaciòn objetal es anàloga a la calidad de la respuesta en tèrminos de
representaciòn del amor cuando este es destinado a sustituir todo sesgo
sintomàtico. El anàlisis del trauma invocado por la pèrdida de un objeto de amor
desde la visiòn etimològica del vocablo après-coup dispone la investigaciòn del
luto en cuanto un dispositivo psìquico que coloca en escena el efecto modificante
de las huellas determinadas por el proceso de identificaciòn. Luego de esta
pèrdida dolorosa para el principio del placer es precisamente el no-objeto de amor
el que precipita al sujeto hacia factibles manifestaciones de estados melancòlicos,
o pre-psicòticos, en general, referidos a la estructura misma del sìntoma, no es
racional poder enunciar en esta transiciòn que dichas atribuciones procedan de
manera directa de la pulsiòn de muerte puesto que aquello que se puede leer en la
escena corresponde a la funciòn del representante psìquico en vìnculo con el
objeto de amor sin la eminencia de la pèrdida traìda al caso por el estado de
emergencia pulsional del sujeto. En este sentido, la cercanìa y la re-conquista de
las condiciones adecuadas para percibir un estado gradual en la recuperaciòn de la
salud integral y de nuevas investiduras de objeto, se realizarà cuando la libido
dispuesta para emprender nuevas emociones no sea sustituida por la imponencia
33 Jacques André. (2008). En "Psicoterapia e scienze umane". pp. 471-498. DOI. Relaciòn leìda en el “Seminarios
internacionales de Psicoterapia y ciencias humanas”. Bolonia, 17 de mayo de 2008.
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de la sintomatologìa sino que dicha libido pueda interponer proyecto de
realizaciòn de metas no solamente objetuales sino ademàs socio-culturales.
Se abre la posibilidad de anteponer el cuerpo del discurso amoroso como
condiciòn desde la cual cada lucha contra la nostalgìa patològica puede obtener
beneficio en tèrminos de ruptura con la unidad de la palabra cuando esta habia
estado complementada por la presencia activa del objeto ahora ausente. La
palabra del Otro en el lenguaje encarna el eslabòn que ha unido significantes no
perecederos en el transcurrir del tiempo, la desapariciòn repentina del encuentro
cotidiano con dichas formas còmplices de los signos y del intercambio linguìstico
funda el terreno ideal para que el sujeto de la comunicaciòn, el sujeto social de la
comunicaciòn, reconozca su todal dependencia de la protecciòn con respecto al
discurso-amoroso-del-Otro, su estado puede homologarse al desvalimiento
melancòlico del abandono (hilflosigkeit).
112
VIVIR LA EXPERIENCIA APRÊS-COUP DEL DUELO
COMO UNA SEGUNDA MUERTE SIMBOLICA
(Muerte del discurso en su completud existencial)
Ante la experiencia cruel de la muerte de un conocido, agente portador de afectos
y representaciones nos encontramos como en un vasto bosque de incertidumbre
pero sobre todo nos enfrentamos al mundo de lo in-comunicado. El adulto se
presenta a sì mismo gobernado por inseguridades y sentimentos de impotencia en
cuanto un infante que no sabe emprender la ruta de la reconciliaciòn con aquello
no comunicado, aquello casi in-comunicable.
Es precisamente en las primeras fases de la infancia donde la relaciòn bloqueda
con el discurso ofrecido por el Otro posibilita el ingreso real o imaginario a la vida
del propio discurso cuyas caracterìsticas fundamentales tienen que ver con el
sesgo, la divisiòn y el sentido de vaciedad vincular cuando se trata de acceder a la
explicaciòn de situaciones semi-traumàticas, o resultante de la compulsividad erothanàtica. La amplitud del mundo de lo incomunicado excede toda pretenciòn de
anàlisis cada vez que en la construcciòn bàsica de los conceptos iniciales en la
infancia haya prevalecido un encuentro subyugado por los componentes de
violencia, amenaza fisica, riesgos de muerte existencial por la no satisfacciòn de
las necesidades primarias.
El vasto campo del discurso no-comunidado permanece subyacente en la caverna
del superyò inconciente fortaleciendo la oscuridad, las dudas, la culpa, la incerteza
futura, y en especial acrecentando la no apertura a la plasticidad psìquica, al
acceso a un conjunto amplio de redes conceptuales que apoyen factibles
explicaciones al fenòmeno especìfico del duelo y a su elaboraciòn aprês-coup
cuando existan condiciones favorables para editar dicho diàlogo intermedio con el
propio yo.
El intercambio in-especìfico de aquellas narraciones complices con la realizaciòn
de las pulsiones cuando el objeto de amor se hallaba en vida propende por indicar
la veracidad de la grieta afectiva al verificarse una especie de secundo estado de
113
castraciòn. La infancia que se instaura en cuento ente constituyende del
desamparo emotivo o de fuertes rasgos de identificaciòn es precisamente quien
otorga cierto matiz de creatividad y libertad al discurso sesgado por la ley
universal del Padre imaginario, es decir, del Nombre de la ley subyacente al
discurso mismo del amor y de su posibilidad.
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INFIRMOS ANIMALIS HOMO EST VS. MENTIS SALUTEM34
La definiciòn del ser humano contiene consideraciones relativas a su origen
biològico, puede ser visualizado en cuanto un animal enfermo contra el principio
que propende por la ley universal de una adecuada salud psìquica en todos los
seres humanos, en esencia, la medicina investiga los mètodos especìficos para el
tratamiento y la curaciòn de las enfermedades fisiològicas, pero en lo que tiene
que ver con la salud mental donde se encuentra el màs amplio campo de trabajo a
nivel de patologìa, podemos establecer un paralelo con caràcter antinòmico
respecto a la supervaloraciòn de una mal denominada “normalidad” psìquica. El
caràcter innato del ser humano contiene pulsiones de diversa ìndole, ya a nivel
psicofìsico existe una predisposiciòn hacia determinadas actitudes o percepciones
de la realidad interna o externa, en el caso del duelo, el infante, y posteriormente
los seres adultos han de experimentar percepciones, reacciones e impresiones
derivadas de estados patològicos o no patològicos, en parte heredados y en parte
obtenidos mediante las diferentes fases evolutivas de la vida.
De este modo es posible deducir que los recursos implementados por la actitud del
sujeto al enfrentarse decididamente contra los efectos deprimentes
-desnarcisantes- del duelo de un objeto-de-amor real proceden del pasado, se
conjugan, se negocian, en un movimiento retro-activo, buscando hallar un lugar de
encuentro entre ideas y sentimientos opuestos entre sì, se puede afirmar, buscando
un lugar de crucevìa interdisciplinar, polivalente.35
Cuando el duelo ha sido un proceso realizado en coherencia con las expectativas
psìquicas reales del sujeto, consideramos que dichos logros permiten la
recuperaciòn innovativa, simbòlica, representacional, de las propiedades
inherentes al objeto perdido, a la posibilidad existencial de conocer la esencia del
deseo que nos ha unido a el, postula un re-dimensionar de los recursos colocados a
disposiciòn por nuevas investiduras que habìan permanecido como encarcelados
34 El hombre es un animal enfermo vs. Una mente sana.
35 Racalbuto A., La Scala M., Constantini M. V. (2001). La nascita della rappresentazione fra lutto e nostalgia. Ed.
Borla. Roma
115
frente a la situaciòn traumàtica del luto.
116
CARTA A UN AMIGO MISIONERO
La Consolaciòn en cuanto proceso de “fotosìntesis”.
Estimado Salvador M.:
La fotosìntesis de la consolaciòn busca transformar las energìas thanàticas
(negativizantes) en energìas creativas (positivas), mediante un proceso de
metabolizaciòn de las experiencias anteriores, permeabilizando las fronteras que
han impedido el encuentro y el re-encuentro con lo real de los otros, el medio
ambiente, lo psicosocial, lo familiar.
La fotosìntesis propende por optimizar la relaciòn con el mundo externo superando
las dificultades internas impuestas por la conflictividad, consolar significa, en este
sentido, trabajar con los propios traumas infantiles para conocerlos, reconciliarnos
con ellos, e implementar condiciones fundamentales para trabajar el conocimiento
de los otros, yo-soy-yo en la medida en que yo-soy-con-los-otros, el acto de la
consolaciòn es definible asì como todo intento por re-construir la faz de los afectos
perdidos, todo intento por re-estructurar el sentido de la reparaciòn por superar los
egocentrismos etnoculturales, ese narcisismo seudo-patològico que circula sin un
objetivo definido, la eficacia de la consolaciòn se inspira en un reforzar
permanente de las cadenas vitales destinadas a fomentar el apego por la vida y por
la creatividad unida a nuevas expectativas.
Activar la funciòn psìquica de consolar al Otro, con y desde el Otro, intuye la
transformaciòn gradual de la prospectiva perdida en cavilaciones infantiloides
hacia la retro-alimentaciòn de factores vitamìnicos, donde la actividad
racionalizante del yo establece un ambiente prioritario con respecto a las
exigencias del ello y el superyò, potenciando las habilidades del Otro, resaltando
las capacidades del Otro, exaltando las influencias pulsionales que re-fuerzan las
ideas en torno al principio de vida, màs allà de las pulsiones thanàticas limitantes,
tomando la posiciòn del Otro como si se tratase de un proceso donde la percepciòn
retrovisora de la imagen especular producirìa transformaciones significativas.
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