22
NicaNor Parra, todavía
Nicanor Parra, yet
Marco Martos carrera 1
resuMen
El autor nos presenta un breve estudio crítico sobre el “poeta y
antipoeta” chileno Nicanor Parra (1914-2018), a quien considera
“un gran conocedor de los ritmos de nuestro idioma, como un
poeta músico verdaderamente encantador”, que “dinamita lo
conocido para crear algo radicalmente diferente, entendible en
distintos niveles por públicos diversos”.
Palabras claves: Nicanor Parra, poesía, antipoesía.
abstract
The author presents a short critical study on Chilean “poet and antipoet” Nicanor Parra (1914-2018), to whom he considers “a great
connoisseur of the rhythms of our language, as a truly charming
musician poet”, that”dynamite the known to create something
radically different, understandable at different levels for different
audiences”.
Keywords: Nicanor Parra, poetry, anti-poetry.
N
icanor Parra (1914 - 2018) es, sin duda,
uno de los poetas más sorprendentes
de la modernidad. Su importancia
para la poesía chilena e hispanoamericana,
es proverbial; la obtención de premios
internacionales, como el Rulfo en 2004 o el
Cervantes en 2012 o el Neruda, también en
2012, aunque tardía, no ha hecho sino llamar la
atención a nuevos lectores sobre las calidades
de un escritor sólidamente instalado en la
tradición a pesar de representar a la ruptura.
No en vano se habla de que las desavenencias
1
literarias, los quebrantamientos, forman
parte de aquello que combaten, al cabo de
algunos años o décadas. En ese sentido, Parra
es la confirmación de las teorías que sobre el
punto tiene Octavio Paz. Podríamos decir, sin
embargo, que hay una característica que Parra,
como poeta, no abandona jamás: el descontento
con lo realizado, la búsqueda permanente de
originalidad. Cada línea, cada verso suyo,
incluso aquellos de ocasión, llaman la atención
siempre al lector de buena voluntad.
Estamos muy lejos de aquel primer libro que
el poeta ha querido olvidar, el Cancionero
sin nombre de 1935. Hay que hacer mucho
esfuerzo bibliográfico, tener mucha paciencia,
para poder llegar a sus páginas, puesto que
Escritor y poeta. Reconocido profesor sanmarquino de literatura. Presidente de la Academia Peruana de la Lengua.
Acta Herediana vol. 61, N° 1, octubre 2017 - marzo 2018
23
no forma parte de sus obras completas, o
incompletas porque los nuevos textos siguen
apareciendo junto con versos desperdigados
aquí y allá. Cuando se compara ese primer
libro con el Romancero gitano de Federico García
Lorca, se dice una verdad porque hay un aire
de familia en ambos textos, pero se soslaya
la incipiente originalidad que ya aparecía
en esos versos primigenios, diseminada
en un profundo conocimiento de la poesía
popular y en la creación de personajes, ambas
características que conservaría a lo largo de
toda su experiencia literaria.
La aparición de Poemas y antipoemas en 1954
es seguramente el hecho más importante de
la poesía hispanoamericana en esa década.
Probablemente se trata del libro más original
de la poesía chilena en esos años y ocurrió
precisamente cuando Pablo Neruda estaba
en el esplendor de su carrera literaria, merced
a su Canto general de 1950 y nada hacía
presagiar que, a su lado, un poeta considerado
interesante, pero que no había publicado
nada deslumbrante, igualase, con un solo
libro, la mentada calidad del maestro. Desde
este momento, Parra es reconocido como el
poeta diferente a Neruda, tanto por su técnica,
como por su práctica y sus objetivos literarios.
Mientras Neruda, que había sido en 1935,
«amoroso notario» de las intimidades de la
amada, se había convertido en hábil señalador
de todas (o casi todas, o numerosas) realidades
americanas, desde Macchu Picchu hasta las
hazañas de Manuel Rodríguez, Parra tiene
una mirada desconfiada frente a la realidad y
crea, al comienzo de manera muy intuitiva y
después de modo muy racional, un personaje,
el modelo de lo que se empezó a llamar la
antipoesía, con características peculiares que
lo hacen de inmediato distinguible como
algo muy diferente a todos los seres que
deambulan ocasionalmente en los versos de
los poetas contemporáneos. Este personaje
de Parra, una máscara del propio autor, es
desconfiado, cínico, ácido, esperpéntico,
burlón, solitario, desamparado, un poco
niño, viejo valetudinario, poeta que maneja
muy bien el verso tradicional, en particular
el endecasílabo, un sabio desencantado del
mundo y sus misterios.
Por esta época, Parra se había nutrido de
lecturas de poesía inglesa y en particular,
como lo ha declarado en varias ocasiones, tenía
particular preferencia por el lenguaje «relaxed»,
es decir suelto, de Walt Whitman. Pero algo lo
diferenciaba del gran poeta norteamericano: el
tono. Whitman, aun en los poemas más líricos
es un monumento a la voluntad, un héroe
designado por sí mismo, un modelo que se
propone a los demás. Nada de esto tenía cabida
en el estro de Parra. Tal vez la lectura de Kafka
fue el ingrediente literario indispensable para
transformar al protagonista whitmaniano en
un pobre diablo, agudo perspicaz, inconforme,
irónico, humorista, dolido, apaleado. El poema
«La víbora» es, por su confección, el punto de
arranque de la actitud de Parra a lo largo de
casi toda su obra poética posterior. Se ha dicho,
no sin razón que la «antipoesía» de Parra
tiene antecedentes que se pueden rastrear
en Quevedo, en la poesía latina e incluso en
la poesía griega. Como suele suceder esta
prosapia se descubre cuando el poeta ya está
instalado en la imaginación de los lectores
y motiva el interés de críticos importantes
como Federico Schopf o Niall Binnss, y no en
los primeros tiempos, cuando el aficionado a
la literatura solo tiene entre manos un nuevo
libro de poemas, desconcertante y que le parece
radicalmente diferente. Hay otro contacto
todavía con la tradición, entre los poemas de
Parra de 1954, y es nada menos que con Vicente
Huidobro y con César Vallejo. Huidobro es el
creador del término «antipoesía» y aunque no
lo explotó en ninguna dirección, su «Vicente,
antipoeta y mago» salta a nuestra mesa de
Acta Herediana vol. 61, N° 1, octubre 2017 - marzo 2018
24
trabajo, cuando leemos a Parra. Lo que ambos
poetas tienen en común es la capacidad
de juego, el manejo plástico del lenguaje,
la desacralización del mensaje poético, la
posibilidad de la poesía de divertir, inclusive
en medio de las tragedias que anuncia el
propio discurso, aunque Altazor es un príncipe
que se precipita a los abismos, mientras que el
personaje de Parra es un hombre que lucha
penosamente por sobrevivir. En ese sentido en
el poema «La víbora», ya aludido líneas arriba
es emblemático. El poema es narrativo y se
refiere a una relación difícil de pareja. Desde
las primeras líneas la escritura califica a la
protagonista como una mujer despreciable
que merced a sus encantos que maneja con
crueldad, humilla constantemente al que
narra los acontecimientos. El texto es bastante
deslavazado y, comparado con los poemas de
Vallejo que aluden al hombre acorralado por la
miseria, es, sin duda, de calidad inferior, pero
aquí nos topamos con una cuestión teórica que
tiene que ver con la tradición literaria. Víctor
Hugo había dicho en su tiempo que una visión
de la poesía era arrancarle belleza a lo feo y ese
programa fue el que llevó a cabo Baudelaire
y puede decirse que Vallejo es quien culmina
esa tradición. Parra da un paso adelante
y su camino puede parecer equivocado a
numerosos devotos de la poesía pero no se
puede negar que se trata de algo muy original.
La fealdad a la que alude, no es solamente en
el caso de este poema, la del tema tratado, una
relación tormentosa entre dos amantes, sino
que contamina a la propia dicción poética y la
vuelve un discurso cercano a la oralidad, con
pocos nexos con aquello que se había conocido
como poesía, vecina a las confesiones de los
dipsómanos en los bares populares. Parra
conecta su discurso directamente con el lector,
independientemente de la formación literaria
que este tenga. El poema parece calcado de
las historias de los diarios populares, solo que
está escrito con la insuperable gracia de quien
Acta Herediana vol. 61, N° 1, octubre 2017 - marzo 2018
ha superado el sentido del ridículo y tiene
capacidad para burlarse de sí mismo:
Durante largos años estuve condenado a
adorar a una mujer despreciable
Sacrificarme por ella, sufrir humillaciones y
burlas sin cuento,
Trabajar día y noche para alimentarla y
vestirla
Llevar a cabo algunos delitos, cometer
algunas faltas,
A la luz de la luna realizar pequeños robos,
Falsificaciones de documentos
comprometedores,
So pena de caer en descrédito ante sus ojos
fascinantes.
En horas de comprensión solíamos concurrir
a los parques
Y retratarnos juntos manejando una lancha
a motor,
O nos íbamos a un café danzante
Donde nos entregábamos a un baile
desenfrenado
Que se prolongaba hasta altas horas de
madrugada.
(....)
Esta situación se prolongó por más de cinco
años.
Por temporadas vivíamos juntos en una
pieza redonda
Que pagábamos a medias en un barrio de
lujo cerca al cementerio
(Algunas veces hubimos de interrumpir
nuestra luna de miel
Para hacer frente a las ratas que se colaban
por la ventana).
(....)
El poema se cierra con un notable anticlímax,
un baldazo de agua fría:
Piensa que de un momento a otro mi
verdadera mujer
Puede dejarnos a todos en la miseria más
25
espantosa.
Mis hijos han crecido ya, el tiempo ha
transcurrido,
Me siento profundamente agotado, déjame
reposar un instante,
Tráeme un poco de agua, mujer,
Consígueme algo de comer en alguna parte,
Estoy muerto de hambre,
No puedo trabajar más para ti,
Todo ha terminado entre nosotros.
Este tono, áspero, rijoso, procaz, impúdico,
descarado, desvergonzado, fresco, desaliñado,
se presenta también en otros poemas como
«El túnel» y «La trampa» que son ejemplos, sin
embargo, de un tránsito de la poesía discursiva
libre, semejante al discurso de los beodos, a
otra más controlada y planificada que semeja
a la anterior, pero que se va diferenciando
sutilmente por un mayor dominio de la masa
verbal. Así ocurre en «El túnel»:
Pase una época de mi juventud en casa de
unas tías
A raíz de la muerte de un señor íntimamente
ligado a ellas
Cuyo fantasma les molestaba sin piedad
Haciéndoles imposible la vida.
(...)
Aquellas matronas se burlaron
miserablemente de mí
Con sus falsas promesas, con sus extrañas
fantasías
Con sus dolores sabiamente disimulados
Lograron retenerme entre sus redes durante
años
Obligándome tácitamente a trabajar para ellas
En faenas de agricultura
En compraventa de animales
Hasta que una noche, mirando por la cerradura
Me impuse que una de ellas
¡Mi tía paralítica!
Caminaba perfectamente sobre la punta de sus
piernas
Y volví a la realidad con un sentimiento de los
demonios.
Siendo los finales de los poemas mencionados,
igualmente imprevisibles, la aparición de
figura de la tía paralítica, es lo que se llama
en narrativa, un final redondo. Parra, que
ha escrito algunos cuentos memorables,
desarrolla argumentos en sus poemas, es uno
de los autores que en los años cincuenta del
siglo XX se adelanta a la hibridez de géneros
de la que tanto se habló y habla en tiempos
posteriores.
Hay otros poemas que, saliendo de una matriz
romántica, no solo cambian de signo, se burlan
de su propio origen edulcorado sino que
llegan a tener una impronta expresionista,
si todavía el término resulta válido, un siglo
más tarde del momento histórico en que se
generó; si así fuese, buscando fórmulas, Parra
es una suma compleja de Trakl, Kafka, en
versificación clásica española, con el áspero
humor campesino chileno que contamina a
la gente de las ciudades. En ese sentido, y en
esta época, su poema «Autorretrato» es el más
representativo de la porción más importante
de la poesía parriana. El individuo retratado
se parece y no al Parra real, que también fue
profesor, como su doble. Solo que el personaje
del poema trasciende al supuesto modelo y
representa a un ente colectivo: al profesor
de liceo asfixiado por las demasiadas horas
de trabajo, destrozado por los vejámenes.
Sin duda, en el texto, junto con el sarcasmo
y la autocompasión, hay, en la entrelínea,
un acercamiento profundo al profesor que
sufre explotación. El texto, repetido hasta la
saciedad en las antologías, es, de otro lado, un
modelo de versificación castellana, de sabia
combinación de endecasílabos, octosílabos
y heptasílabos. Parra se muestra como un
maestro en la colocación de los acentos, como
un gran conocedor de los ritmos de nuestro
Acta Herediana vol. 61, N° 1, octubre 2017 - marzo 2018
26
idioma, como un poeta músico verdaderamente
encantador.
AUTORRETRATO
Considerad, muchachos,
Esta lengua roída por el cáncer:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué os parece mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué decís de esta nariz podrida
Por la cal de la tiza degradante.
En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!
Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales,
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.
Acta Herediana vol. 61, N° 1, octubre 2017 - marzo 2018
El mentado libro de Parra de 1954, se cierra
con uno de los mejores poemas salidos de su
pluma. «Soliloquio del individuo» es un poema
mayor de la lengua castellana. Parra abandona
el desigual camino de hablar en una primera
persona rotunda y romántica y escoge hablar
una primera persona absoluta, es decir que el
individuo que habla en el poema representa a
toda la humanidad en su evolución desde la
época de las cavernas hasta el habitante de las
ciudades modernas que, de súbito, emprende
el camino del regreso y piensa que es mejor
volver a ese valle inicial, a esa roca que le sirvió
de hogar y desea empezar a grabar de nuevo,
pero se detiene, al terminar el texto, porque la
vida no tiene sentido. El poema puede leerse
de diferentes maneras: como una síntesis
lírica terrible de la historia de la humanidad,
como un vaticinio de un posible retroceso de
la evolución de la especie humana, como el
anuncio de una hecatombe terrible que nos
devolverá a la época de las cavernas o como
una burla del propio autor a todos los temores
de la especie humana, frente a un porvenir que
se cree sombrío.
Puede decirse que todo el despliegue técnico,
toda la audacia expresiva, toda la capacidad
de cambio que Parra muestra en Poemas y
antipoemas encuentra su cauce definitivo en
el libro Versos de salón de 1962 que hay que
leerlo como el complemento indispensable
de Poemas y antipoemas. En el libro anterior
había una sutil diferencia entre los poemas de
verso suelto que bien pueden ser inacabables,
y otros como «Es olvido» o el «Autorretrato»
que hemos comentado, en cambio en la nueva
entrega, predomina un severo control sobre la
materia expresiva sobre los moldes clásicos. En
los versos de su primer libro emblemático, en
especial en aquellos de los poemas considerados
sueltos, la crítica ha hablado de una presencia
del surrealismo como un río interior que
vivifica aquellas aguas verbales, eso nos parece
27
verdadero, el surrealismo es algo que asimiló
Parra desde sus comienzos literarios, solo que
a través de esa tendencia, Parra se entronca
con la vanguardia inicial, no tanto con el
futurismo, sino con la actitud desfachatada de
Dadá. En 1962, Parra tiene toda su potencia
expresiva, ha aprendido mucho, por su verso
transita el pasado literario que ha elegido,
desde los poetas griegos sarcásticos, hasta
Tristán Tzara, Breton, Whitman, Kafka, Lope
de Vega ciertamente, mencionado pocas veces
en relación a Parra, pero ha llegado a ser el
mismo: un poeta originalísimo con materiales
cotidianos.
Parra se conecta directamente con el lector
contemporáneo, y de manera especial con
aquel que no está habituado a leer poesía,
y ese es uno de sus méritos, ganar nuevos
adeptos para el arte de la palabra. El clásico
lector puede deleitar con sus endecasílabos
prodigiosos, el lector ganado recientemente
hace las comparaciones respectivas con el
lenguaje de la calle y con el lenguaje de los
diarios. Parra ha sabido, como pocos poetas
hispanoamericanos, bajar del Olimpo, como
sostiene en uno de sus versos más célebres y
llevar el alquitarado arte de la poesía a la calle,
no con una finalidad directamente política,
como lo estaba haciendo Neruda en muchos
de sus versos, sino para que los viandantes se
reconozcan a sí mismos como materia literaria.
Si la poesía fue tradicionalmente arte de
elegidos, aristocracia del espíritu convertida
en verbo, con Parra tiene la aspiración de ser
reconocida por todo aquel anónimo que nunca
la consideró necesaria y que había vivido al
margen de sus encantos. Una buena prueba de
la capacidad de Parra de captar la modernidad
la encontramos en su:
NOTICIARIO 1957
Plaga de motonetas en Santiago
La Sagan se da vueltas en automóvil.
Terremoto en Irán: 600 víctimas.
El gobierno detiene la inflación.
Los candidatos a la presidencia
Tratan de congraciarse con el clero.
Huelga de profesores y estudiantes.
Romería a la tumba de Óscar Castro.
Enrique Bello es invitado a Italia.
Rossellini declara que las suecas
Son más frías que témpanos de hielo.
Se especula con astros y planetas.
Su santidad el Papa Pío XII
Da la nota simpática del año:
Se le aparece Cristo varias veces.
(....)
La vejez y su Caja de Pandora.
Pero, de todos modos, nos quedamos
Con el año que está por terminar
(A pesar de las notas discordantes)
Porque el año que está por empezar
Solo puede traernos más arrugas en el rostro.
Este es el Parra esencial, el vinculado a la gran
poesía de todos los tiempos, el que desde
adentro dinamita lo conocido para crear algo
radicalmente diferente, entendible en distintos
niveles por públicos diversos. Después de la
publicación de sus dos libros fundamentales
que hemos glosado de alguna manera, Parra,
instalado en los medios literarios y reconocido
por el gran público, se vuelve un personaje
mediático, reconocido por todos y por lo tanto
ser vuelve objeto de la curiosidad general;
cada uno de sus actos, una taza de té con la
esposa del presidente Nixon, la firma o no
de un manifiesto, se juzga con despiadado
rigor y creadoramente Parra se encuentra
aparentemente sin salida. ¿Qué más decir que
no haya sido imaginado antes? Es entonces
que el poeta se desatiende de todo lo que había
hecho hasta ese momento y descubre la poesía
visual, lo que tampoco era absolutamente
original, tenía prosapia antigua y otra nacida
en Apollinaire. Esto ocurre precisamente en los
años que se desarrollaba la poesía concretista
Acta Herediana vol. 61, N° 1, octubre 2017 - marzo 2018
28
brasileña, pero, al parecer, sin conexión con
ella, pero sí con conocimiento de la poesía
norteamericana de Ginsberg y sus amigos.
Los llamados «Artefactos» de Parra son versos
visuales que tienen vínculo, qué duda cabe,
con el chiste, con la frase irónica dicha al paso:
VEN?
Vencieron
Pero no con
Vencieron
SEÑORITA DE BUENA PRESENCIA
se necesita con urgencia
UP ÚLTIMA HORA URGENTE
Tengo una profunda fe en el futuro de la natación
chilena
Declara el papa Pablo VI
De regreso en el Vaticano después de una gira
triunfal
Por los países del Tercer Mundo.
Acto seguido se retira a sus habitaciones privadas
Este Parra ya había vivido en el de los años
cincuenta del siglo XX, solo que en ese
momento, el mecanismo del chiste, de la
sorpresa, del lenguaje callejero, se asociaba a las
características más celebradas históricamente
Acta Herediana vol. 61, N° 1, octubre 2017 - marzo 2018
de la literatura. Ahora, privilegiando las frases
hechas, la carambola verbal, el poeta es un
creador sin duda, pero de calibre más simple;
el lector sabe apreciar la lucha del autor con las
palabras, si considera que el escritor acumula
frases, dichos populares añadiendo muy poco
de su estro, la admiración necesariamente
disminuye. Pero nada podemos exigirle a
Parra: ha culminado una obra poética valiosa.
Con sus libros escritos en los años cincuenta
del siglo XX se ha convertido en un clásico
del idioma español y ese es el sentido de este
artículo de meditada admiración por un gran
autor que siempre será un poeta de cabecera.
BiBliografía
1. Nicanor Parra. Obras completas & algo
más (1935-1972). Prefacio de Harold Blomm.
Prólogo de Federico Schopf. Barcelona:
Círculo de Lectores. Galaxia Gutenberg.
2006.
2. Leonidas Morales. Conversaciones con
Nicanor Parra. Santiago de Chile: Tajamar
editores. 2006.
3. Jaime Quezada. Nicanor Parra tiene la
palabra. Santiago de Chile: Alfaguara. 1999.