iconogrAfíA de LA Casulla de las Palmeras
53
Escritura y Pensamiento
Año XVI, N.° 33, 2013, pp. 53-65
marco martos carrera
el lengUAJe PoPUlAR PeRUAno en
RESPLAnDoR DE noViEMBRE de ABelARdo
sÁnchez león
PeRUViAn PoPUlAR lAngUAge in
RESPLAnDoR DE noViEMBRE (“noVemBeR
gloW”) of ABelARdo sÁnchez león
le lAngAge PoPUlAiRe PÉRUVien dAns
RESPLAnDoR DE noViEMBRE d’ABelARdo
sÁnchez león
Resumen
Abelardo Sánchez León es un destacado escritor que cultiva la poesía y la novela.
La ponencia llama la atención sobre el uso solvente del lenguaje popular del español del Perú en la última novela de este autor, aparecida en 2013. Se dice en el
texto que aparte del disfrute literario, el lector puede encontrar vivos ejemplos del
habla del Perú en los últimos treinta años.
Palabras clave: Abelardo Sánchez León, novela, lenguaje popular, español del Perú.
Abstract
Abelardo Sánchez León is a noted author who writes poetry and novels. This paper draws attention to the reliable use of popular language of the Spanish of Peru
54
mArco mArtos cArrerA
in his latest novel published in 2013. The text says that apart from the literary
enjoyment, the reader can find vivid examples of the speech of Peru in the last
thirty years.
Key words: Abelardo Sánchez León, novel, popular language, Spanish of Peru.
Résumé
Abelardo Sanchez León est un écrivain remarquable qui cultive la poésie et le roman. Cette communication attire attention sur la maîtrise de l’emploi du langage
populaire péruvien dans son dernier roman, paru en 2013. Nous montrons qu’en
plus de la jouissance littéraire, le lecteur peut trouver des exemples vivants du
parler du Pérou dans les trente dernières années.
Mots clés: Abelardo Sánchez León, roman, langage populaire, espagnol du Pérou.
Así decimos en el Perú (me excuso)
César Vallejo
Nacido en 1947, Abelardo Sánchez León es un reconocido autor
peruano que tiene una vasta obra poética que empezó en 1969 con
su libro Poesías y ventanas cerradas y que se ha continuado a lo largo
de los años con títulos como Habitaciones contiguas de 1972, Rastro
de caracol de 1977, Oficio de sobreviviente de 1980, Buen lugar para
morir de 1984, Antiguos papeles de 1987, Oh túnel de La Herradura de
1995 y El mundo en una gota de rocío de 2000. Como ocurre con algunos líricos, la novela lo ha tentado y, desde 1991, tiene una sólida
actividad ficcional. Su primera novela de aquellos tiempos, Por la
puerta falsa, ha sido continuada con La soledad del narrador de 1996,
El tartamudo de 2002 y El hombre de la azotea de 2008. La novela
que ahora nos convoca, Resplandor de noviembre, ha aparecido recién
eL LenguAje popuLAr peruAno en resPlandor de noviembre
55
(Sánchez León 2013) y merece, sin duda, leerse por sus calidades
intrínsecas. Es un texto que resulta atractivo para cualquier lector
peruano. Para un lector de allende nuestras fronteras lingüísticas,
esta novela presenta, sin duda, algunas dificultades por la abundancia del lenguaje propio del Perú que aparece en sus páginas, razón
por la cual, sin embargo, ha sido escogida para estas páginas en las
que un literato, el suscrito, funge de lexicógrafo.
Desde la contracarátula, la hoja final del libro, opuesta a la
de la portada, como decimos en el Perú, presumiblemente escrita
por el propio autor, puesto que los participantes en la publicación
de un libro en las editoriales suelen escoger los vocablos de la
lengua estándar, encontramos la presencia del lenguaje del Perú.
Ahí se dice:
Un 13 de noviembre, al salir de una fiesta, en la que se colaron, doce jóvenes universitarios, ni neerds, ni bacanes, apenas
cachimbos, enrumbaron hacia un bar frente al litoral limeño y
allí, entre una cerveza y otra, sellan un pacto de amistad. Y cada
año, en esa misma fecha, década tras década, ahora hombres, se
reunirán para celebrarlo. […]
En Resplandor de noviembre, su quinta novela, Abelardo Sánchez
León relata la historia de una amistad que es también la de una
época, con una ciudad que transita desde el centro hacia la periferia,
cambiando su cartografía, pero no su idiosincrasia; la de una familia
que transita desde la capital hacia otros países, quizá para evadir su
ocaso; y la de una vida que busca, más allá del grupo, de la patota,
de la collera, sus propias claves, transitando con honestidad, nostalgia y franqueza, desde el pasado hasta el presente.
En solo diez líneas encontramos varias palabras que no pertenecen al español general y que son corrientes en el habla del Perú:
56
mArco mArtos cArrerA
nerds, bacanes, cachimbos, patota, collera. En el caso de nerds, la
propia publicación reconoce su carácter de extranjerismo al escribir con cursiva el vocablo. Se trata de una voz inglesa que se usa
tal cual en algunos países como Perú, Costa Rica, Paraguay, Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile. Honduras, Nicaragua, Paraguay
y que en Uruguay ha sido convertida en “nerdo”. En el Perú es un
fino despectivo puesto que esconde también algo de admiración
y dícese de la persona estudiosa e inteligente que por lo general muestra carácter aburrido y hace poca vida social. Así aparece consignado en el Diccionario de Americanismos (2010: 1500).
“Bacán” en el Perú tiene larga data. Proviene del genovés boccan.
Ingresa al Perú desde Argentina, y, aunque tiene diversas acepciones, como, por ejemplo, “algo bueno”, en este caso el significado
alude a los que están bien, los “bacanes” siempre tienen dinero y
los que no lo tienen son los “misios”, vocablo que es exclusivo del
Perú. Los “cachimbos” en el Perú no son los que fuman pipa, sino
los músicos de las bandas y en el texto, los estudiantes de primer
año en la universidad. “Patota” es, entre nosotros, un grupo de
amigos que se reúne frecuentemente, pero también un conjunto
de personas que suele darse a provocaciones, desmanes y abusos
en lugares públicos. “Collera” en el Perú es una palabra exclusiva del léxico juvenil y que significa grupo de amigos. “Patota” y
“collera” ¿son sinónimos? Sí y no, como casi todas las palabras en
la misma situación. Aunque las patotas y las colleras son generalmente conformadas por jóvenes, la collera es exclusivamente de
jóvenes, mientras puede haber patotas de gente mayor. Pero no
hay patotas ni colleras de personas provectas.
Veamos ahora una página de la misma novela:
[…] Leoncio Rodríguez, mi sastre, hace malabares con los sacos
y ternos a la medida, y hace el milagro de que todo lo que me
eL LenguAje popuLAr peruAno en resPlandor de noviembre
57
ponga, me quede bien. Pero no dejo de pensar que en esta vida
se tienen todas las experiencias, las buenas y las malas, las alegres y las tristes, unos las tienen antes, otros después, pero nadie
se libra de tenerlas en algún momento. ¡Nadie se va pitito de
esta cantina! Nosotros hemos caminado juntos durante todos
estos años. Bernardo, somos amigos, somos los amigos incondicionales, los amigos del 13, y tú sabrás decirme si el dinero
ha cambiado mi forma de ser. Mis valores, digo. Mi concepción
del mundo. Yo no voy a ser un hombre exitoso por anteponer el
dinero a las personas. Allí sí que podríamos hablar del vil dinero.
Ese dinero que te da tanto estatus. ¡Si no seré lindo! ¿O no me
habrán reconocido ahora que tengo unos cuántos morlacos en el
bolsillo? ¿Soy la mona vestida de seda? ¡No me vengan! ¡Soy
el mismito! Pero claro, Bernardo, que hay un culo de patas que
van detrás del dinero, ni que hubiera nacido ayer. El mundo está
lleno de pendejos y todos quieren picarte. Me han ofrecido miles
de negocios. Todos me quieren de socio capitalista, llegan hasta
la notaría personas que fueron amigos de vista, de colegio, de
universidad, de chamba, y hacen malabares. Siempre te sacan.
Tarde o temprano, aunque no lo creas, mi radio será un Philips.
Porque no te imaginas lo artistas que son. Te cuentan una de
historias. Y atracas. Terminas por atracar, como si fueses hembrita. No hay hembra que diga que no, solo es que no ha sido
lo suficientemente bien trabajada. Claro, me imagino, porque
cojudo no soy, que también debe haber una secreta satisfacción a
la hora de prestar, una cierta autoridad, un cierto poder, aunque
sepas que ese dinero no lo vas a volver a ver, porque los que te lo
piden, así como llegan, se van (Sánchez 2013: 210).
Llamamos “saco” en el Perú a la parte superior del traje masculino con mangas largas que cubre hombros y torso hasta los
muslos, abierta en la parte delantera, con solapa y botones. “Terno”, palabra que no figura en el Diccionario de Americanismos, es un
vocablo característico del Perú que se refiere al traje de vestir mas-
58
mArco mArtos cArrerA
culino que antes tenía tres piezas, incluyendo el chaleco que ahora
se usa cada vez menos. El vocablo se ha conservado y puede conjeturarse que se seguirá utilizando por mucho tiempo. La expresión
“Nadie se va pitito de esta cantina” es muy interesante. En el Perú
y en otros países de América “cantina” es un lugar popular donde
se expenden bebidas alcohólicas y a veces comidas. La palabra
clave es “pitito” que aplicada a las mujeres, alude popularmente
a “virginidad”, entonces se dice: “está pitito” por decir que no ha
conocido varón. En la frase de la novela, el uso es metafórico y no
está aplicado a mujeres, se refiere al conocimiento de los secretos
de la vida. Los que están “pitito” son los que ignoran esos secretos. En la cantina se adquiere experiencia, sabiduría de vida.
“Morlaco”, vocablo que el Diccionario de Americanismos recoge
como “dinero” en varios países de América, en el Perú es específicamente “sol”, nuestra unidad monetaria, pero está cayendo en desuso. La utilización por el novelista puede explicarse porque los personajes usan un lenguaje de época. “La mona vestida de seda” es una
frase panhispánica que se usa mucho en la lengua popular peruana.
“Culo de patas” es otra expresión popular que es necesario analizar.
“Culo”, palabra de la lengua general, es un vocablo poco usado en el
Perú, de manera que cuando se utiliza tiene mucha fuerza expresiva,
como cuando se dice “estar hasta el culo”, con el significado de estar
muy mal. En el texto, significa otra cosa: una gran cantidad. “Pata”
es un término que alcanzó gran popularidad en los años cincuenta
y que pervive hasta hoy en la lengua popular con el significado de
“persona” y de “amigo”. “Yo la quería patita / era la gila más buenamoza del callejón” dice uno de los valses de Mario Cavagnaro. “Un
culo de patas” es un gran número de personas.
“Pendejo” es un término muy interesante que se usa en toda
América, pero con un significado diferente al que utilizamos en el
eL LenguAje popuLAr peruAno en resPlandor de noviembre
59
Perú: mientras que en los otros países alude a persona tonta, en el
Perú significa persona astuta o taimada. En el texto, los pendejos
son los que tratan de engañar. “Picar” es en el Perú pedir dinero
a alguien con poca intención de devolverlo. “Picárselas” es irse y
puede usarse en distintos contextos. “Tengo que picármelas” es
tengo que irme. Una frase popular es: “el que pica, se las pica”.
“Chamba” es una palabra de origen mexicano que se usa en el
Perú con el significado de trabajo. La frase: “Tarde o temprano,
aunque no lo creas, mi radio será un Philips” es enigmática, incluso para peruanos jóvenes de hoy. Tiene en su centro el uso
metafórico de una publicidad radial de finales de los años sesenta
del siglo XX que decía “Tarde o temprano, su radio será un Philips”. En el texto alude a la imposibilidad que tiene el personaje
que habla de escaparse del timo de los que le piden dinero. “Atracar” en el lenguaje popular peruano es aceptar una propuesta y
referido a mujeres es aceptar una propuesta sexual. Con estos dos
significados se juega en el texto. El asediado acepta prestar un dinero que nunca volverá a ver. Exactamente como hace una mujer.
El término “hembra” no es frecuente en el Perú, de manera que
cuando se usa tiene un relieve especial. Los peruanos no decimos
corrientemente la frase: “Tengo cuatro hijos, dos varones y dos
hembras”, propia de Cuba, por ejemplo, pero sí decimos “una
buena hembra” por una mujer atractiva y usamos el término en
diminutivo: “hembrita” es una muchacha joven. La frase “No hay
hembra que diga que no, solo es que no ha ido suficientemente
bien trabajada” pertenece, sin duda, al ámbito del machismo popular peruano: los varones tienen la convicción de que toda mujer
puede activar sus deseos sexuales con aquel que se le acerca, siempre y cuando este último tenga facilidad de palabra. “Cojudo” en
el Perú es una persona boba, tonta.
60
mArco mArtos cArrerA
Veamos este párrafo en otra parte de la novela:
Es buenísima gente, un pan de Dios, pero eso no lo hace cojudo.
Hay que saber hacer las diferencias. No es lo mismo ser buena
gente que cojudo. Solo con las hembras, como dice Tony Raymond, porque si las hembras consideran que eres buena gente,
allí sí que eres un cojudo. Pero Mauricio tiene su jale con las
hembritas. Ya quisiera yo, aunque sea para un día de fiesta, tener
su jale. Las conquista, además, con su labia. Suena a cuento pero
no lo es. No tiene plata, en eso se parece a mí, es misio, pero
tiene seguridad, esas ideas revoltosas tienen su jale y, de alguna
manera, su encanto. Hay unas gilas bien riquitas que lo siguen
mientras él camina rápido con sus botines de combate. Tiene su
fuerza. Y no creas que son pobretonas o feúcas. Para nada. Yo
lo escucho y le entiendo, pero no por eso voy a ir detrás de él
como si no tuviera nada qué hacer. Time is money, ¿así no se dice,
acaso? Si lo escucho es porque no habla huevadas, pero del dicho
al hecho hay mucho trecho (Sánchez 2013: 149).
En el texto aparecen algunas palabras que hemos comentado
como “cojudo”, “misio”, “gila”, a las que se agregan otras de uso
peruano como “jale”, “labia”, “plata”, “riquita”, “huevada” que
forman parte del léxico popular, usado, o por lo menos conocido,
por todos los peruanos. En el Perú y Bolivia, “tener jale” significa
poseer carisma, capacidad de las personas de atraer o fascinar.
“Labia” no es necesariamente en el Perú ese hablar para engañar,
característico de otros países; la palabra está asociada más bien a
la idea de hablar bien, de tener capacidad de persuadir. “Plata”
en el contexto significa dinero. “Gilas bien riquitas” se refiere a
muchachas muy atractivas y “huevada” es cosa o asunto sin importancia. “Hablar huevadas” es hablar tonterías.
Veamos otros ejemplos:
“Yo la quiero” le dije. “Me muero por ella. Estoy templado. ¿No
se da cuenta? Me muero por ella. Díselo si quieres”.
eL LenguAje popuLAr peruAno en resPlandor de noviembre
61
“Entonces cáele como debe ser. Sé paciente, dile que te mueres
por ella, que te derrites por ella, dile lo que me dices a mí, idiota.
Y para que lo sepas”, siguió indignada, “hay chicos que le piden
a la chica, porque del saque les ha dicho que no. ¿Entiendes, cabeza dura? Si te está diciendo que va a pensarlo, te está diciendo
que sí, pero que tiene que demorarse un poquito, un poquito,
nada más. Después, un poco más calmada o menos molesta, me
dijo esbozando una pícara sonrisa: “Te digo que hay chicos que
le ruegan que por favor lo piense un minuto siquiera cuando ella
les responde que no quiere ser su enamorada. ¡Le piden que lo
piense! Y tú pensabas que de frente, delante de todas nosotras,
se iba a arrojar en tus brazos!” (Sánchez 2013: 102).
Las gilas son así, si uno se va, viene otro. ¿Le has escrito una
carta acaso ahora que estuviste en Canadá? No seas conchudo,
pues. No te pases. Anda, salúdala y después, por la noche, nos
vamos a la casa de Rodrigo. Dice que hay una reunión de patas
para darte un buen recibimiento (Sánchez 2013: 107).
Las hembritas del Patio han envejecido y están agrietadas. Son
mamás, ya no son mamacitas. Solo quedamos nosotros. Ni los
bacanes se han salvado del deterioro, están hasta el queso, yo los
veo a veces, los taso con estos ojos (Sánchez 2013: 220).
En los párrafos elegidos, aparecen varios peruanismos. “Templado” es estar enamorado, atraído por una muchacha de un
modo avasallador. “Cáele” en el texto es una palabra que se usa
en el Perú y en Bolivia, alude a la necesidad de abordar a una
persona con la finalidad de iniciar una relación sentimental. En
muchos países de América, y de modo particular en el Perú, el
vocablo “conchudo” es de uso frecuente en el sentido de persona
desvergonzada, fresca. “No te pases” es una frase popular peruana
de uso frecuente en el habla oral en el sentido de no te atrevas a
hacer lo que no debes. “Mamacita” es una muchacha hermosa,
atractiva, que generalmente no ha tenido hijos. “Estar hasta el
62
mArco mArtos cArrerA
queso” es una frase cuyo sentido es estar muy mal, con mala salud. “Tasar” es observar, escudriñar.
Leamos ahora un párrafo central de la novela:
Este… este… este… Busco las palabras y me quedo en el aire.
Me voy en caldo. Las busco por todos lados, pero me son esquivas. Lo que más le jode a la gente es el sordo. El mudo, no. No
habla, y todos tranquilos. El tartamudo como que inquieta, me
he dado cuenta, pero a mí no me importa, me tomo mi tiempo,
busco la palabra. Ahora, el sordo, ese sí que es todo un problema. ¿Qué, qué? ¿Qué fue? Es una vaina. Por eso, como soy un
poco sordo, mejor no hablo. Solo con ustedes, con los del 13, y
eso, si me hablan en tropel, no entiendo, ni que fuera Mandrake.
A la vejez te viene de todo. ¿Quién iba a decir que me pasaría lo
que me ha pasado? ¿Quién? En el tópico, los pendejos me llamaban Óvalo Gutiérrez ¿y saben por qué? ¡No lo puedo creer!
¡A mí me llamaban Óvalo Gutiérrez porque decían que yo no
tenía esquina! ¡Al rey del sardinel lo llamaban Óvalo! ¡Qué tales
pendejos! (Sánchez 2013: 382).
“Irse en caldo” es una expresión peruana que no aparece en
el Diccionario de Americanismos, es una expresión metafórica que
alude a la falta de firmeza en una acción determinada. En el texto,
“me voy en caldo” significa que intenta hablar y no acierta. “Joder” es molestar, palabra de uso popular que es tabú en las reuniones formales. “Es una vaina” es una expresión del mismo campo semántico global: es una molestia. “Ni que fuera Mandrake”
es una frase difícil de entender por los jóvenes. Mandrake era un
mago de una tira cómica en los años sesenta que aparecía en los
diarios de Lima. La gente que vivió en ese tiempo puede reconocer
la expresión. El texto nos dice que solo un mago puede entender
a un grupo que habla en tropel. En el Perú llamamos óvalo a una
plaza ovalada o circular que es punto de encuentro de varias calles
eL LenguAje popuLAr peruAno en resPlandor de noviembre
63
o avenidas. Para entender toda la frase final hay que saber también que “tener esquina” es una frase que alude a tener experiencia
callejera, saber desenvolverse en la calle. Son sinónimos “tener calle” y “tener sardinel”. “Sardinel” es el escalón que forma el borde
exterior de la acera. En el texto, al personaje se le llama “Óvalo
Gutiérrez”, aludiendo a su supuesta falta de experiencia callejera.
El aludido responde con vehemencia y con punzante ironía. Explicamos mejor la frase con otro párrafo de Sánchez:
Óvalo, me llamaban los patas en Cachiche, porque pensaban
que no tenía esquina. Y creo que no la tenía. Por lo menos no
la brava, donde se ronca. […] Calle solo la tienes cuando pisas
la cana. El resto es primaria, en colegio La Salle, Claretiano,
Salesiano, Guadalupe, o el Eguren de Alan, el que quieras. Eres
gringuito, punto (Sánchez 2013: 388).
El texto alude a Cachiche, poblado al sur de Lima, en el departamento de Ica, famoso por su prisión. “Cana” es el término
popular para designar a la cárcel. Decimos, “ir a la cana”, “tirar
un canazo”, es decir, pasar un tiempo en la cárcel. El sentido del
párrafo es que el único lugar donde se adquiere “esquina” no es ni
el barrio, ni el colegio, sino la cárcel.
Los ejemplos que se han escogido en estas cuartillas, entre cientos similares en cuanto al uso de léxico ilustran bien el
uso de la lengua en esta novela de Sánchez León, si el texto se
tradujese a otra lengua habría que especificar que se trata de
una novela escrita en el español del Perú. Nuestro autor, en ese
sentido, no hace concesiones, los personajes hablan el español
que conocen, el del Perú, usan los modismos característicos de
la época, por ejemplo, dicen morlacos (palabra que está cayendo en desuso), son fieles a su medio y a su circunstancia. No
distinguimos en el texto un narrador omnisciente, sino que el
64
mArco mArtos cArrerA
que cuenta la historia es un muchacho universitario como los
otros que tiene el lenguaje de sus congéneres, los mismos modismos, la misma astucia. A lo largo del siglo XX, hay ejemplos
diversos del uso del español del Perú. Arguedas, por ejemplo, uno
de nuestros novelistas emblemáticos, distingue muy claramente
el español andino que hablan sus personajes (trufado de voces
quechuas, de préstamos) del lenguaje castizo del narrador. En el
caso de Vargas Llosa, sabemos bien que usó abundantemente los
términos propios del Perú y que estadísticamente ese uso ha ido
disminuyendo conforme pasaron los años, seguramente porque
sus lugares de residencia han ido cambiando de manera vertiginosa. Y también por consideraciones de mercado más propias de
las editoriales que del mismo autor. En el caso de Sánchez León, el
público objetivo de su obra narrativa es peruano. La editorial que
ha acogido su obra de ficción, aunque española, está afincada en
el Perú y la distribución del texto, hasta donde sabemos, es también exclusiva en nuestro territorio. En ese sentido, hace bien el
narrador en escribir a su aire, según sus propias convicciones. En
el caso hipotético de que esta novela circulase en otros países se
haría necesario colocar un glosario de términos al final del texto,
preparado por lexicógrafos de fuste, que facilite la lectura, que la
haga grata a quienes no conocen el español del Perú. Podemos
distinguir en la narración de Sánchez León, al margen de la profusión de peruanismos, una utilización adecuada de las estructuras
del lenguaje español, un uso pertinente, grato de la lengua en su
nivel estándar del Perú. Se trata de una novela a la que genéricamente podemos denominar de ambiente, puesto que no privilegia
a ningún personaje ni a ninguna peripecia. Se trata de un grupo
de jóvenes de los años setenta del siglo XX, habitantes de Lima,
que va madurando conforme termina el siglo; que privilegia la
amistad por encima del amor; que se da porque sí, sin esperar
eL LenguAje popuLAr peruAno en resPlandor de noviembre
65
reciprocidad. Es una novela que pasa del tiempo de los primeros
amores lleno de ensoñación a la cruda realidad de los trabajos
pedestres, a la diáspora de caminos, a la vejez que asoma con sus
escarchas y sus estremecimientos. Es una novela sobre el Perú, a
finales del siglo XX y a comienzos del nuevo milenio. Vallejo se
excusó, probablemente ante españoles, de escribir en el español
del Perú, como hombre provinciano de buenos modales; Sánchez
León escribe como quiere, con ese desparpajo que los que venimos
de otros lugares atribuimos a los limeños.
Bibliografía
SÁNCHEZ LEÓN, Abelardo. Resplandor de noviembre. Lima, Alfaguara, 2013.
ASOCIACIÓN DE ACADEMIAS DE LA LENGUA ESPAñOLA. Diccionario de
americanismos. Lima, Santillana Ediciones Generales, 2010.
RENAUD, Richard. Diccionario de hispanoamericanismos. Madrid, Cátedra, 2000.
correspondencia
Marco Martos Carrera
Docente del Departamento Académico de Literatura de la Facultad de Letras y
Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM)
Correo electrónico: marcomartos9@hotmail.com