Colección Abya Yala
Luchas territoriales por las
autonomías indígenas en Abya Yala
Colección Abya Yala
Luchas territoriales por
las autonomías indígenas
en Abya Yala
Diálogos de saberes desde
la Amazonía sur, Bolivia
Luciana García Guerreiro
y Fátima Monasterio Mercado
(Coordinadoras)
Grupo de Trabajo CLACSO
Pueblos indígenas y procesos autonómicos
Luciana García Guerreiro / Fátima Monasterio Mercado /
Patricia Costas Monje / Pabel López / Gisela Hadad /
Rafaela Nunes Pannain / Malely Linares Sánchez / Natalia Boffa /
Orlando Aragón Andrade / Fogata Kejtsitani Memoria Viva
Colección
Abya Yala
Buenos Aires, verano 2022
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala: Diálogos de
saberes desde la Amazonía sur, Bolivia / Compilación de Luciana García
Guerreiro y Fátima Monasterio Mercado; prólogo de Raúl Zibechi.
1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : El Colectivo, 2022.
230 p.; 22 x 15 cm. - (Colección Abya Yala)
ISBN 978-987-8484-11-2
1. Autodeterminación de los Pueblos. 2. Cultura de los Pueblos Originarios. 3.
Derecho a la Autodeterminación de los Pueblos . I. García Guerreiro, Luciana,
comp. II. Monasterio Mercado, Fátima, comp.
CDD 305.8001
Diseño de tapa: Natalia Revale
Diagramación interior: Francisco Farina
Corrección y cuidado de la edición: Blanca S. Fernández
Editorial El Colectivo
www.editorialelcolectivo.com
contacto@editorialelcolectivo.com
Facebook: Editorial El Colectivo
Twitter: @EditElColectivo
IG: @EditorialElColectivo
Este libro es resultado de un proyecto de investigación desarrollado en el
marco del Programa Grupos de Trabajo CLACSO.
Director de Grupos de Trabajo, Investigación y Comunicación: Pablo Vommaro.
Equipo Grupos de Trabajo: Rodolfo Gómez, Giovanny Daza, Alessandro Lotti y
Teresa Arteaga.
Esta edición se realiza bajo la licencia de uso creativo compartido o Creative Commons. Está permitida
la copia, distribución, exhibición y utilización de la obra bajo las siguientes condiciones:
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obra para la creación de obras derivadas siempre que estas condiciones de licencia se mantengan para la
obra resultante.
Índice
Prólogo
Raúl Zibechi
09
Introducción
Luciana García Guerreiro y Fátima Monasterio Mercado
15
PARTE I. Diálogos de saberes en el TIM
(Amazonía sur, Bolivia)
Autonomías indígenas en Bolivia. Los desafíos en la
construcción de un nuevo pacto social plurinacional
Patricia Costas Monje y Pabel López
25
Relatoría de nuestro viaje a Moxos: del Coloquio en
Santa Cruz al Territorio Indígena Multiétnico (TIM)
Luciana García Guerreiro, Gisela Hadad,
Betsy Malely Linares Sánchez y Rafaela Nunes Pannain
49
Diálogos de saberes sobre autonomías y territorios en el
Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
Luciana García Guerreiro, Gisela Hadad
y Fátima Monasterio Mercado
61
PARTE II. Luchas por las autonomías en Abya Yala
La lucha por la autonomía de los pueblos
amazónicos del Territorio Indígena Multiétnico
de Bosque de Chimanes
Fátima Monasterio Mercado
87
La CONAIOC. El papel de los pueblos indígenas
en la construcción de la Bolivia plurinacional
Patricia Costas Monje
105
El desprendimiento Iogys (2005-2015).
Entre la fragmentación étnico-política
y las prácticas autonómicas
Natalia Boffa
123
Reorganización comunitaria y defensa
territorial del pueblo diaguita.
La experiencia de la comunidad indígena
La Quebrada (Catamarca, Argentina)
Luciana García Guerreiro
155
Memorias de la autonomía indígena de Cherán K´eri
Malely Linares, Yunuén Torres, Rocelia Rojas,
Rosa Isela Cleto, Mario Camarena, Juan Jerónimo
y Alejandra del Ángel (integrantes de la fogata Kejtsitani)
179
La emergencia del cuarto nivel de gobierno y la lucha
por el autogobierno indígena en Michoacán, México.
El caso Pichátaro
Orlando Aragón Andrade
195
Sobre las autoras y los autores
221
Prólogo
Raúl Zibechi
Caminan las autonomías en los más diversos y remotos rincones
de América Latina. Entre pueblos originarios, negros y mestizos,
en campos y en ciudades, entre campesinos y trabajadores, de la
mano de mujeres y mayoras que las empujan desde la más elemental necesidad de preservar la vida, para seguir siendo pueblos. Caminan cada quien a su ritmo, con pasos propios, moviendo los pies al compás de sus sueños o de sus más urgentes
necesidades.
Mirando hacia atrás, digamos hace apenas dos o tres décadas,
nos parece increíble cómo han crecido los pueblos, los barrios,
las comunidades, en sus autogobiernos y autonomías territoriales. En los albores del siglo, montadas sobre el ciclo piquetero,
escuchamos voces colectivas que se proclamaban autónomas
de gobiernos, iglesias, partidos y sindicatos, en sintonía con la
palabra del zapatismo que, en esos mismos años, aprontaba la
formación de sus caracoles y juntas de buen gobierno que enseñaron al mundo que podían gobernarse por sí mismas, a pesar
de los desaires y crímenes de los malos gobiernos.
En el Cauca colombiano, despegaban en esos mismos años las
primeras Guardias Indígenas, experiencia nasa que aún no había llamado a nuestros corazones, pero que desde el primer día
mostraban cómo enfrentar, con la dignidad del bastón de mando
y la voluntad colectiva, tanto a militares como paramilitares y
guerrilleros que querían involucrarlos en una guerra que nunca
fue de ellos.
9
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Ahora no alcanza la mirada más amplia para abarcar todas las
autonomías que están siendo: las que se yerguen en las selvas, las
que trepan hasta las cimas andinas y se deslizan, como los ríos
trepidantes, hacia las llanuras de ambas orillas del continente.
Son demasiadas para contarlas. Muy diversas para ordenarlas en
unas pocas variables. Tantas que siempre queda alguna colgada
en un olvido, tan injusto, como la desmemoria que nos empeñamos en combatir.
No voy a dedicar este espacio a las autonomías zapatistas. Esas
que pasaron de los cinco caracoles iniciales a los doce que se hicieron conocidos en agosto de 2019, y a los 42 centros de resistencia nacidos al calor del activismo de las mujeres, las jóvenas y
jóvenes zapatistas, como dijo en su momento el sub Moisés. Con
sus decenas de escuelitas y salas de salud, levantadas y gestionadas por las bases de apoyo y las comunidades, sin pedir prestado
nada a los de arriba, rechazando dignamente políticas sociales
con las que pretenden humillarlas. Con sus tres niveles, local o
comunal, municipal y regional.
Por menos conocida, pero no menos trascendente, quiero traer
el caso de la Guardia Indígena del Consejo Regional Indígena
del Cauca (CRIC), nacida en remotas estribaciones de los Andes
con nombres inusuales como Jambaló, a comienzos del milenio.
Llama la atención el crecimiento de las guardias, cuestión en la
que es necesario detenerse, porque autodefensa se empareja con
autogobierno y autonomía. Lo que defienden es la vida arraigada
en territorios de dignidad. Es la persistencia de la alteridad la que
conduce a los pueblos hacia la autonomía: porque somos diferentes, necesitamos la autonomía; para defenderla, para gobernarla
y seguir siendo diferentes.
De las 300 guardias iniciales, pasamos a decenas de miles en
toda Colombia. El número es lo de menos. Durante los primeros
meses de la pandemia, el CRIC movilizó siete mil guardias, en una
Minga hacia Adentro que necesitaba salvaguardar, con 70 puntos
de control, la autonomía de 84 resguardos y 115 cabildos, para
que funcionaran la justicia propia, las ferias de trueque y la medicina tradicional de los sabios thé walas. Guardias que hicieron
posible la armonización del territorio y de almas, en rituales en
torno a las tulpas/fogones, al pie de las montañas o a la vera de
las lagunas sagradas (Zibechi, 2020).
Entre cinco y siete mil guardias bajaron desde Santander
de Quilichao hasta Cali, atravesando cañaverales en tierras
10
Prólogo
usurpadas que el proceso de Liberación de la Madre Tierra está
recuperando palmo a palmo, para participar en la revuelta junto
a las y los jóvenes desechados por el neoliberalismo. Regresaron
a sus veredas con sus mochilas cargadas de energía rebelde y
dejaron sembrada la semilla de las “guardias comunitarias urbanas” que ya empezaron a caminar su palabra (Muñoz, 2021).
Mostraron a las juventudes urbanas cómo se puede neutralizar
a los machos armados, con el coraje que da la experiencia y la
cuantía que aportan los pueblos.
Las guardias colombianas se están expandiendo de forma notable. Entre los 115 pueblos originarios se han formado entre 40 y
60 mil guardias, cifras que oscilan al calor de la necesidad porque,
como dicen los nasa, cuando la situación lo requiere “todos somos
guardias”. En la última década, y esto es quizá lo más notable, la
experiencia de la Guardia Indígena se aclimató entre otros pueblos
dando vida a la Guardia Cimarrona de los pueblos negros para defender sus palenques y hasta a la Guardia Campesina, recuperando
la tradición de las “guardias cívicas” de la Asociación Nacional de
Usuarios Campesinos de la década de 1970 (Rojas y Useche, 2019).
Un paso más y nos deslizamos hacia la selva amazónica, cerca
de la frontera entre Perú y Ecuador, donde funciona desde hace
cinco años el Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampis,
que es la respuesta de las comunidades a las amenazas que representan las mega obras, en particular para los ríos que son la vida
de los pueblos amazónicos. Semanas después de las primeras declaraciones de autonomía, del 26 al 29 de noviembre de 2015,
alrededor de 300 representantes de 85 comunidades se reunieron
y acordaron la creación del gobierno autónomo (Noningo, 2018).
La declaración es un hecho sin precedentes en la historia del
movimiento indígena peruano, siendo el resultado de cuatro décadas de luchas por la reivindicación cultural y territorial. Como
reza el estatuto de autonomía, se decidió “gobernar su territorio
en interés general, protegerlo de agresiones externas, mantener
un medio ambiente sano, reclamar los derechos colectivos cuando
se requiera, así como definir las estructuras de gobierno, participación y representación externa de conformidad con el derecho
a la autonomía y el derecho consuetudinario de la nación wampis”. Con los años, el paso dado por los wampis tendrá honda
influencia en los cientos de pueblos amazónicos que enfrentan los
mismos problemas, los extractivismos, y comparten cosmovisiones similares. Por ahora, otros tres pueblos amazónicos del norte
peruano están debatiendo tomar un camino similar.
11
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
La Amazonia legal brasileña está siendo testigo de una oleada
de procesos autonómicos, como revela la investigación en desarrollo del geógrafo Fabio Alkmin. Se trata de catorce pueblos
transitando hacia la autonomía para defenderse de la minería
y el agronegocio. Se organizan en torno a los protocolos autónomos de consulta que llevan a cabo los pueblos munduruku,
ashaninka, wajapi, juruma, kayapó, waimiri, yanomami, panará,
irantxe, mura y wapichana, entre otros, de los estados de Pará,
Mato Grosso, Amazonas, Roraima, Amapá y Acre. El objetivo es
implementar el Convenio 169 de la OIT, que reconoce los derechos colectivos de los pueblos, pero por fuera de la intervención
y regulación de los Estados y hasta de las ONG que se presentan como “amigas” de los pueblos pero pretenden suplantarlos
(Alkmin, 2020).
No están implementando un modelo general, formal y abstracto
de autonomía, sino que anclan las consultas en los mecanismos
tradicionales, lo que equivale a aclimatar el ya célebre “mandar
obedeciendo” a la realidad de cada pueblo. Por eso, como señala
este trabajo, debemos hablar de “autonomías”, en plural, porque
cada pueblo, pero también cada barrio, cada sector social (porque
la autonomía empieza a extenderse más allá de las fronteras étnicas), implementa el auto-gobierno autonómico según sus modos
y maneras.
En un principio las autonomías estaban destinadas a ser las
formas como los pueblos originarios se relacionan con los Estadosnación. Sin embargo, algo se está moviendo, como siempre, desde
las periferias hacia el centro. Miradas desde los pueblos, las autonomías que nacen como formas defensivas para seguir siendo,
para asegurar la vida de las comunidades indígenas, empiezan a
caminar más allá, mostrando que pueden ser no sólo modos de
resistencia sino proyectos políticos de transformación del mundo
o, si se prefiere, los mundos otros realmente existentes.
Dicho de otro modo, las autonomías que fueron naciendo para
regular la relación entre pueblos indígenas y Estados, se están
convirtiendo en alternativa de vida y en referencias políticas en un
período de caos sistémico y crisis civilizatoria. Puede mentarse la
experiencia zapatista como una de las más exitosas a la hora de
construir lo nuevo, sin olvidar que los pueblos del Cauca colombiano enseñan a los campesinos y negros, a los sectores populares
urbanos y a los jóvenes desechados por el neoliberalismo, que no
tienen otro camino que organizarse, crear otros mundos para sobrevivir y defenderlos como hacen las guardias.
12
Prólogo
No estamos ante un nuevo proyecto político que sustituya al
obrerismo, sino ante procesos reales que muestran algo más profundo: la creación de mundos nuevos no pasa por la aceptación y
validación de las instituciones estatales, sino por la capacidad de
desplegar las potencias autonómicas que anidan en todos los pueblos y sectores sociales. Es pura necesidad ante la “cuarta guerra
mundial” o acumulación por despojo/robo/destrucción, que es el
modo como el capitalismo opera en este período de decadencia. No
estamos ante una opción ideológica, sino ante la lectura de una
realidad que vienen transitando cada vez más sectores sociales en
América Latina.
En este sentido, las autonomías no pueden ser entendidas
como un lugar al que se llega, una arquitectura institucional definitiva y estable, sino como parte de un largo proceso de autoorganización colectiva comunitaria, que tiene un comienzo pero
no tiene fin porque siempre es incompleta. Si el Estado no debe
ser un corsé para las luchas de los pueblos, como apunta Silvia
Rivera Cusicanqui, tampoco pueden serlo teorías de la revolución
que han marcado nortes en otros períodos, pero que están siendo
desafiadas por la agresividad del capital y desbordadas por las
resistencias y las creaciones de los pueblos.
Estar atentos a cada paso en la construcción de autonomías
y autogobiernos, es mucho más importante que focalizar la atención en partidos y movimientos burocratizados. Con ellas estamos
aprendiendo; acompañarlas sin juzgar es un desafío de humildad
y puede ser un anclaje político teórico para reconstruir el pensamiento crítico y las prácticas emancipatorias.
Montevideo, agosto de 2021
Referencias bibliográficas
Alkmin, Fábio (2020) “A autonomia indígena em defesa da Amazônia”, Le
Monde Diplomatique, edición Brasil, agosto.
Muñoz, Luis (2021) “Colombia: en el barrio de Puerto Resistencia, hasta los
predicadores marchan”, France 24, 7 de mayo en https://www.france24.
com/es/am%C3%A9rica-latina/20210507-protestas-colombia-cali-puerto-resistencia-guardia-indigena-pueblo-nasa (consulta, 25/07/2021).
Noningo, Whapiom (2018) “Las rutas hacia la autonomía indígena: El
caso de la Nación Wampis y su Gobierno Territorial Autónomo”, exposición ante las Naciones Unidas, Nueva York, 23 de enero en https://www.
13
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
servindi.org/actualidad-noticias/23/01/2018/desarrollo-sostenible-enterritorios-de-pueblos-indigenas (consulta, 6/08/2021).
Rojas, Axel y Useche, Vanessa (2019) “Guardias indígenas, afrodescendientes y campesinas en el departamento del Cauca. Historia política y
estrategias de defensa territorial”, Popayán, Universidad del Cauca.
Zibechi, Raúl (2020) Tiempos de colapso. Los pueblos en movimiento.
Bogotá: Desdeabajo.
14
Introducción
Luciana García Guerreiro y
Fátima Monasterio Mercado
La presente publicación se enmarca en el trabajo colectivo del Grupo
de Trabajo (CLACSO) “Pueblos indígenas, autonomías y derechos
colectivos”, cuyo recorrido tuvo su inicio en el año 2013 a partir
de la propuesta de problematizar la construcción de autonomías,
poniendo énfasis en aquellas vinculadas a los procesos desplegados
por organizaciones territoriales indígenas. La experiencia zapatista,
el proceso constituyente boliviano, así como la gran diversidad de
procesos organizativos por parte de comunidades y pueblos indígenas que luchan por su autodeterminación territorial a lo largo y
ancho de Abya Yala, inspiraron y aportaron luces fundamentales
en el camino de reflexión e intercambio que comenzó a transitar el
grupo. Durante estos ocho años hemos realizado encuentros en diferentes países, articulando con diversas organizaciones territoriales que nos recibieron con gran calidez y con quienes compartimos
experiencias de lucha y construcción autonómica. Esos intercambios han nutrido aprendizajes y han propiciado nuevas reflexiones
e interrogantes en torno a los procesos de resistencia territorial y
autodeterminación con los que estamos vinculados/as1.
En julio de 2019, una vez más, nos convocamos a encontrarnos en territorio boliviano2. En esta oportunidad la iniciativa
1 Ver López, Pabel y García Guerreiro, Luciana (coords.) (2016). Pueblos originarios
en lucha por las autonomías: experiencias y desafíos en América Latina. Buenos Aires:
El Colectivo, CIDES-UMSA, CLACSO; y López, Pabel y García Guerreiro, Luciana
(coords.) (2018). Movimientos indígenas y autonomías en América Latina: escenarios
de disputa y horizontes de posibilidad. Buenos Aires: El Colectivo, CLACSO.
2 El primer encuentro del GT fue realizado en el año 2013 en Tarija, Bolivia, con
el apoyo de la organización Jaina y de CLACSO. En dicha oportunidad, llevamos a
15
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
nació de la articulación de nuestro Grupo de Trabajo con el GT
CLACSO “Territorialidades en disputa y r-existencia”. Nos propusimos llevar a cabo un Coloquio Internacional –que denominamos
“R-existencias territoriales, autonomías indígenas y luchas por la
vida en América del Sur”– en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra,
para luego trasladarnos al Territorio Indígena Multiétnico (TIM) de
Bosque de Chimanes, en la Amazonía sur boliviana, para realizar
el encuentro “Diálogo de saberes sobre autonomía y territorio” con
diferentes sujetos territoriales en resistencia que, a su vez, se encontraban transitando procesos autonómicos.
Fue fundamental para lograr estos encuentros el apoyo
de CLACSO y, sobre todo, del Centro de Estudios Jurídicos e
Investigación Social (CEJIS) en Bolivia, que no sólo se ha brindado
para recibirnos con amplia hospitalidad, sino que ha puesto a disposición recursos económicos y logísticos fundamentales para que
se hagan efectivas las actividades previstas. De la misma forma,
el Grupo de Trabajo Internacional para Asuntos Indígenas (IWGIA
por sus siglas en inglés), Brot für die Welt (Pan para el Mundo),
Diakonia y la Unión Nacional de Instituciones para el Trabajo de
Acción Social (UNITAS) han sumado sus esfuerzos. Así, coordinadamente, hemos pensado y planificado la propuesta desde el inicio,
para luego llevarla a cabo con el esfuerzo y experiencia de trabajo
territorial de todo el equipo del CEJIS.
Con estos encuentros nos hemos propuesto crear un espacio
de intercambio de saberes, experiencias y reflexiones entre sujetos sociales y autonómicos, representantes de pueblos indígenas
y organizaciones sociales de base territorial con intelectuales e investigadores/as sociales, para que de manera horizontal y plural
pudiéramos reflexionar sobre diferentes puntos que consideramos
centrales respecto a las realidades que atraviesan una diversidad
de sujetos socioterritoriales en sus procesos de resistencia y/o de
construcción de autonomía territorial:
•
Los múltiples procesos de despojo, violencia y destrucción
propios de la dinámica capitalista, que se intensifican y
expanden a lo largo y ancho de América Latina, con los
brutales efectos que están produciendo sobre los territorios,
los socio-ecosistemas, las comunidades y la vida en su
conjunto.
cabo un enriquecedor intercambio con la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG) en la
localidad de Camiri.
16
Introducción
•
Los desafíos que enfrentan los sujetos socioterritoriales
y los pueblos indígenas en contextos de amplios marcos
legales de reconocimiento de sus derechos que no han ido a
la par de las transformaciones necesarias para generar las
condiciones que hagan posible su cumplimiento.
•
Los alcances y limitaciones de la autonomía indígena en el
marco de la organización formal del Estado y las posibilidades
del ejercicio de la territorialidad como condición para la
construcción de alternativas societales.
•
Las experiencias y procesos de resistencia y r-existencia
comunitaria, disputa de territorialidades y defensa de la vida
por parte de sujetos sociales rurales y pueblos indígenas,
ante la asonada extractivista en la región y en particular en
Bolivia.
•
La pugna entre el modelo de desarrollo dominante, que
pretende ser impuesto como indiscutible, y otras formas de
organización de la vida como las que proponen los pueblos
indígenas.
En ese sentido, este espacio se propuso promover un diálogo e
intercambio de saberes y experiencias que no se limite al clásico intercambio “académico/intelectual” sino que sea un lugar de
reflexión crítica que aporte a la acción colectiva de los sujetos de
diferentes latitudes, que son quienes protagonizan cotidianamente
prácticas colectivas de resistencia, rebeldía y construcción concreta
de alternativas para lograr transformaciones y emancipaciones.
Partíamos de una serie de certezas vinculadas a la necesidad de
fortalecer esa gran diversidad de experiencias de resistencia y construcción territorial desde abajo, cuya potencia emancipatoria viene
desplegándose en Abya Yala, haciendo frente a una multiplicidad
de dispositivos de dominación colonial que son parte de la dinámica
capitalista. Sabíamos que era preciso identificar las características
particulares que asumen en cada territorio dichas disputas y territorialidades, producto de relaciones sociales concretas y singulares. Sin embargo, también concebíamos sumamente importante y
enriquecedor el encuentro y diálogo entre las diferentes experiencias y perspectivas, entendiendo que lo que existe de común es tan
relevante como lo particular para desplegar las resistencias que se
llevan adelante. Encontrarnos como espejos que nos ayudan a reconocernos y fortalecernos con el/la otro/a. Allí los conflictos con
17
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
los modelos desarrollistas y extractivistas dominantes en la región,
que no reconocen derechos a quienes pretenden construir otros
destinos para sus territorios, se presentaban como uno de esos
elementos comunes. La potencia de la organización comunitaria
enraizada territorialmente era otro, así como la necesidad de encontrar modos de construir autodeterminación y hacerla efectiva.
Los conceptos de “territorio” y “territorialidad” emergieron con
fuerza y estuvieron presentes a lo largo de las jornadas. Si bien
las nociones sobre lo que el territorio significaba podían variar,
lo que no difería era la centralidad y el carácter vital que el mismo comporta para los procesos y experiencias que estuvieron
presentes en el encuentro; el territorio se representaba como “la
vida misma”.
“Autonomía” fue otro de los conceptos clave que convocó a las
reflexiones compartidas. ¿Qué entendemos por autonomía? ¿Para
qué autonomía? ¿Quién constituye las autonomías? Ya en publicaciones previas de nuestro Grupo de Trabajo arribamos a la conclusión de que, más que hablar de autonomía en singular, preferimos
referirnos a “las autonomías” en plural, en tanto las mismas se
construyen de manera situada, en relación a contextos específicos
de cada realidad y protagonizadas por sujetos cuyas características
pueden ser diferentes. En esta oportunidad la polisemia se pondría
de manifiesto una vez más, constituyéndose en uno de los interrogantes por desentrañar. En tal sentido, la pregunta acerca de la
efectivización de las autonomías indígenas, sobre las posibilidades
de construir autonomías indígenas en el marco del reconocimiento
formal estatal o sobre la potencia de las autonomías de facto, constituyó un eje ineludible de los intercambios.
Estos encuentros justamente partieron de la necesidad de encontrarnos, de escucharnos y compartir con otros/as los desafíos
que se presentan en los diferentes territorios. La idea de diálogo
de saberes tenía ese sentido, poner en vínculo la pluralidad y posibilitar aprendizajes a partir del compartir. Con esa intención en
esta publicación nos proponemos justamente articular lo ocurrido
y vivido en Bolivia con reflexiones y análisis construidos desde y
sobre otros territorios. Por ello el libro se divide en dos partes: una
primera parte dedicada a Bolivia, territorio que nos recibió y fue
arena de nuestro intercambio en julio de 2019; y una segunda parte donde se presentan artículos de integrantes del GT que abordan
analíticamente diversos procesos de resistencia y construcción de
autonomías en diferentes países de nuestro Abya Yala.
18
Introducción
El primer apartado comienza con la contribución de Pabel López
y Patricia Costas sobre la construcción de las autonomías indígenas en el marco del Estado Plurinacional boliviano. Este texto
tiene la pretensión de contextualizar y dar al lector y a la lectora
información sobre el escenario en que se desarrolló nuestro encuentro. El artículo analiza los desafíos que presenta la implementación y puesta en práctica de los principios definidos en la nueva Constitución Política del Estado, señalando que, a pesar de los
avances normativos y también procedimentales, los pueblos indígenas que promovieron la conversión a autonomías indígenas en sus
municipios y territorios tuvieron que hacerlo como “pidiendo permiso” y “adecuándose al Estado”. En tal sentido, además de brindar información sobre las diferentes etapas que implica el proceso
de construcción de autonomías indígenas en Bolivia, introduce una
serie de reflexiones sobre la libredeterminación, la plurinacionalidad y la compleja relación entre Estado y autonomías indígenas,
aportando a la problematización sobre las luchas que se vienen
llevando a cabo en los diferentes territorios de Abya Yala.
A continuación, se presenta una pequeña relatoría –a modo de
ejercicio de escritura colectiva– sobre lo que fue nuestro recorrido
desde Santa Cruz, donde se llevó a cabo el Coloquio Internacional,
hasta el Territorio Indígena Multiétnico (TIM), más precisamente
San Ignacio de Moxos, donde se realizó el encuentro “Diálogos de
Saberes sobre autonomía y territorio”. Este relato se propone compartir la experiencia desde la percepción y reconstrucción de un
grupo de investigadoras externas a Bolivia, de modo que sirva de
vehículo para que quien lea pueda viajar con las palabras, trasladarse con la lectura hacia el lugar de nuestro encuentro.
Seguidamente, incluimos un artículo de Fátima Monasterio y
Luciana García Guerreiro sobre lo acontecido en las jornadas realizadas en el TIM de Bosque de Chimanes. Como ya lo hemos mencionado, este encuentro tuvo como finalidad compartir y reflexionar
en diálogo sobre los procesos autonómicos que se están llevando
a cabo en diferentes territorios de Abya Yala, y en particular en
Bolivia. Fue un espacio que asumió diferentes modalidades, desde
actividades plenarias hasta talleres temáticos, donde la circulación
de la palabra se vio facilitada de modo que pudiéramos compartir
nuestras diversas miradas y lecturas sobre las realidades que se
están viviendo en los territorios. En este pequeño artículo se sistematiza lo surgido durante el encuentro, rescatando algunas de
las principales reflexiones, las cuales brindan ciertas certezas, cual
puntos de arribo, pero también abren nuevos interrogantes para el
19
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
camino y el andar colectivo en defensa de los territorios y la autodeterminación de los pueblos.
De ese modo concluimos la primera parte de la publicación y
abrimos paso a la segunda, que se inicia con el aporte de Fátima
Monasterio Mercado que justamente analiza el caso del Territorio
Indígena Multiétnico (TIM) de Bosque de Chimanes, dando una mayor textura a la cuestión que fue abordada con anterioridad. La
autora, quien acompaña como abogada la lucha del TIM, nos comparte allí parte de la historia de dicho territorio, sus complejidades
y las luchas recientes por lograr ser reconocido como autonomía indígena. Son sumamente valiosas las reflexiones e inquietudes que
despierta respecto a las condiciones reales de la efectivización de
las autonomías indígenas y el ejercicio pleno de los derechos en el
marco estatal. En tal sentido, la autora pone luz a un proceso de
aprendizaje y reconocimiento colectivo sobre las limitaciones que
las estructuras estatales les imponen al momento de avanzar en
la efectivización de su autonomía, identificando que si bien dicho
andamiaje institucional ha sido producto de sus luchas como pueblos indígenas, en la práctica se ha vaciado de sus legítimas reivindicaciones. Así, propone pensar la construcción y consolidación
de las autonomías indígenas en Bolivia en el marco de complejas
relaciones de poder, que no se agotan en las instancias estatales de
reconocimiento, sino que más bien se despliegan en las experiencias concretas que las prefiguran y le dan existencia.
Continuando con el análisis de la construcción de autonomías
indígenas en Bolivia, la contribución de Patricia Costas aborda la
experiencia de la Coordinadora Nacional de Autonomías Indígenas
Originario Campesinas (CONAIOC), organización conformada por
representantes de los procesos en conversión de las autonomías
indígenas en el período post constituyente. La autora presenta la
historia de este espacio organizativo e identifica algunos de los hitos más importantes desde su creación en el año 2012 hasta la
fecha, así como los modos de coordinación entre las diferentes autonomías y la articulación con las instancias de gobierno. En ese
marco, presenta algunos límites y desafíos que enfrentan las autonomías indígenas para su consolidación en el marco del Estado
Plurinacional boliviano.
Posteriormente, el artículo de Natalia Boffa aborda el caso de las
luchas socioterritoriales indígenas en la zona del chaco salteño, en
la región noroeste de Argentina. En particular, analiza la experiencia del pueblo Iogys en su lucha por el reconocimiento étnico y territorial que, entre otras cosas, ha incluido su desprendimiento del
20
Introducción
pueblo wichi con todas sus implicancias en términos políticos, culturales y organizativos. Su trabajo aporta interesantes elementos
para la reflexión en torno a la complejidad de los procesos organizativos territoriales y a las luchas por el reconocimiento de derechos
de los pueblos indígenas, las cuales comportan la construcción de
estrategias colectivas, aprendizajes, relaciones heterogéneas y dinámicas con diferentes actores institucionales y sociales presentes
en los territorios.
Otra experiencia de lucha y organización territorial indígena es
compartida en el artículo de Luciana García Guerreiro, a partir
del caso de la Comunidad Indígena La Quebrada de la Unión de
los Pueblos de la Nación Diaguita de la provincia de Catamarca,
también en el Noroeste argentino. En diálogo con las palabras de
un joven dirigente indígena, cacique de una de las comunidades,
la autora da cuenta de los procesos de r-existencia y defensa territorial que hacen a la historia reciente de las comunidades diaguitas catamarqueñas, poniendo énfasis en la importancia de la
organización comunitaria y la reafirmación identitaria en vínculo
con el territorio.
El artículo presentado por la Fogata Kejtsitani analiza la experiencia autonómica del pueblo purépecha en Cherán (Michoacán,
México), poniendo énfasis en la importancia que ha asumido la recuperación de estructuras culturales comunitarias en la recuperación territorial y la puesta en práctica de una autonomía según
usos y costumbres. Es un texto escrito por un colectivo que es parte
del movimiento cheranense y que se propone la producción de una
narrativa propia mediante la recopilación de testimonios diversos,
que compongan una “memoria viva” sobre su identidad, sus valores, sus usos y costumbres y que aporten a la construcción de
instituciones políticas, educativas y culturales autónomas.
Sobre el estado de Michoacán y los procesos de autogobierno indígena del pueblo purépecha también reflexiona el artículo
de Orlando Aragón Andrade, quien analiza el caso particular de
Pichátaro. Desde su participación como abogado, investigador e
integrante del Colectivo Emancipaciones, el autor comparte la experiencia de conformación del Consejo Comunal de Pichátaro y la
movilización política jurídica que confluyó en su posterior legalización e incorporación formal en 2016, explicitando las rupturas que
la misma representa respecto del discurso dominante y excluyente
del derecho estatal y de las bases coloniales sobre las que históricamente se ha construido el Estado mexicano.
21
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
No queremos dejar de mencionar que a lo largo de la presente
publicación incluimos algunas fotografías que tienen como propósito acompañar a los/as lector/as en el recorrido por los diferentes artículos, brindando ese otro contenido visual tan fundamental
cuando uno/a desea desde la distancia trasladarse y adentrarse
–aunque sea un poco más– en la complejidad de los procesos y experiencias que se busca analizar y compartir.
También queremos agradecer el comprometido trabajo de la
Editorial El Colectivo con la que venimos compartiendo producciones del GT desde hace varios años en el marco de la Colección
Abya Yala, muy especialmente a la compañera Blanca Fernández,
integrante también del GT, que ha tenido una participación fundamental en la hechura de la presente publicación.
Sin más, les invitamos a la lectura de este libro, resultado de
un evento puntual del Grupo de Trabajo “Pueblos indígenas, autonomías y derechos colectivos”, pero a su vez de lo caminado
juntos en estos ocho años de trabajo junto con pueblos originarios
de Abya Yala.
22
PARTE I
Diálogos de saberes
en el TIM
(Amazonía sur, Bolivia)
Autonomías indígenas en Bolivia
Los desafíos en la
construcción de un nuevo
pacto social plurinacional
Patricia Costas Monje y Pabel López
Introducción
Es fascinante el camino que tuvo que atravesar este país andinoamazónico para que pasemos de la denominación de República a
un Estado Plurinacional. Intelectuales, movimientos sociales y activistas alrededor del mundo miraban con ojos expectantes un proceso sin precedentes y se reflexionó y escribió mucho (dentro y fuera
de Bolivia) sobre las implicancias de transitar de un Estado nación
hacia el reconocimiento de la plurinacionalidad. Es inevitable no
pensar en la ola de movilizaciones en los albores del nuevo siglo
(2000-2005) y que tuvo como premisa la descolonización del Estado
como condición para la construcción de un Estado Plurinacional.
Se puede decir que este importante momento se caracterizó por la
potencia, la resistencia y la activación colectiva de memorias de los
pueblos indígenas y originarios acumuladas durante siglos y décadas de dominación colonial, republicana, nacionalista y neoliberal, traducidos, para finales del siglo XX, en espacios comunitarios
de resistencia y núcleos territoriales de contra-hegemonía societal
(Tapia, 2011) frente al Estado y sus políticas de sistemático despojo
en los territorios. Entonces, aquel Estado que los y las cobijaba ya
era (es) insostenible para la mayoría de la población que estuvo históricamente sometida a formas superpuestas de subalternización,
discriminación y exclusión.
El proceso constituyente llegaría como un momento de proyección hacia una nueva estatalidad, promovido principalmente por
actores sociales organizados, ya sea como representantes en la
25
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Asamblea Constituyente o como veedores del trabajo de dicho proceso. Particularmente relevante y disruptivo fue el rol de los actores
comunitarios indígenas y campesinos, a través de sus organizaciones matrices y sus articulaciones estratégicas, como el llamado
Pacto de Unidad. El proceso constituyente, aunque con diversas
limitaciones, contradicciones, tensiones y ciertos tropiezos, se caracterizó por ser profundamente deliberativo, participativo y con un
impulso transformador sin precedentes en la historia boliviana reciente y, junto a Ecuador, tal vez lo más novedoso y transformador
en la región hasta ahora. Era pues el momento de plasmar en papel
las demandas históricas, poniendo énfasis en que se necesitaba un
Estado para todas y todos los bolivianos.
Sin embargo, luego de aprobada la Constitución Política del
Estado (CPE) y de sentar las bases para el nuevo Estado (promulgación de leyes fundamentales y reestructuración de algunas instituciones estatales) tempranamente sobrevino un momento de
estancamiento en la perspectiva de construcción plurinacional ya
que aquellos principios que se profesaban en la CPE, necesarios
para la transformación del Estado, se mantenían en nombre sin
revertirlos en la práctica. Una de las razones que puede explicar el
estancamiento es que toda esa fuerza movilizadora, que impulsó los
grandes cambios (entonces solo declarativas) en una siguiente etapa pasó a un segundo plano y quienes debían darles continuidad a
estas transformaciones –autoridades políticas, funcionarios públicos, entre otros– no formaron parte de este impulso transformador,
al contrario, actuaron las formas tradicionales del Estado republicano con sesgo fuertemente colonial. Un ejemplo de este fenómeno
son precisamente las Autonomías Indígena Originaria Campesinas
(denominación que figura en la CPE), las que si bien responden al
ejercicio de la libre determinación de los pueblos indígenas, ampliamente reconocida por la carta magna, al momento de su implementación, el proceso de consolidación de los gobiernos indígenas
atravesó por una serie de obstáculos y burocratización por parte de
sus operadores tanto políticos como técnicos del aparato estatal.
Esta situación nos lleva a pensar que para que exista una verdadera transformación estatal el relacionamiento entre el Estado
y la sociedad civil también debe transformarse. Sin embargo, en
los últimos años hemos visto que las fuerzas políticas gobernantes
y hegemónicas no han sido capaces de proyectarse en un nuevo
pacto social que dé paso a la forma plurinacional de Estado y permita concretizar el anhelo autonómico de los pueblos indígenas;
por el contrario, han jugado un rol importante en el estancamiento,
26
Autonomías indígenas en Bolivia
retroceso y, acaso, boicot de la capacidad transformadora que se
generó desde sujetos societales comunitarios por fuera de las fuerzas políticas partidarias y de la política electoral. Descolonizar el
Estado, es decir, revertir las relaciones coloniales que caracterizaron al Estado boliviano, debe pasar también por descolonizar las
relaciones entre el Estado y la sociedad civil y las organizaciones
sociales.
En el presente texto se propone un recorrido por el proceso de
constitucionalización de las demandas sociales hasta centrarnos en
el establecimiento y disputa en torno a las Autonomías Indígenas
Originarias Campesinas (AIOC), a más de una década de su incorporación en el actual texto constitucional, en el marco del Estado
Plurinacional y de su desarrollo normativo específico. En ese contexto, nos interesa analizar el comportamiento de las élites políticas en función de gobierno y su papel en el proceso de tránsito y
consolidación a las autonomías indígenas. Una de las interrogantes que provocaron nuestra reflexión se refiere a ¿por qué, pese
a que hubo avances de tipo normativo y también procedimental,
los pueblos indígenas que promovieron las autonomías indígenas
en sus municipios y territorios, debieron hacerlo como “pidiendo
permiso” y “adecuándose al Estado” aún de corte republicano? Si
lo planteamos de otra manera, parecería que las élites políticas y
funcionarios estatales que vienen acompañado este proceso, lo hacen según la estructura estatal republicana y no bajo el enfoque
de un Estado Plurinacional. Consideramos que la posición y situación de los pueblos indígenas no es, y no tiene por qué ser, la
misma en un Estado republicano o en un Estado Plurinacional y
que dado el comportamiento de las élites seguimos bajo las estructuras coloniales del Estado. Finalmente, sostenemos que es necesario re-plantearse la plurinacionalidad con matriz descolonizadora
para que las transformaciones no se den solo en papel, mientras la
matriz extractivista colonial y la conculcación y postergación de los
derechos, reconocidos y conquistados por los pueblos indígenas,
siga profundizándose en el país.
Antecedentes: el nuevo marco constitucional
para la transformación del Estado
La convocatoria y realización de la Asamblea Constituyente (AC)
(2006-2007) fue el resultado de una articulación muy compleja y comprehensiva de los diferentes actores sociales en escena
(Svampa, Stefanoni y Fornillo, 2010), y tuvo como característica
su inserción en un escenario muy dinámico, polémico y conflictivo
27
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
(Schavelzon, 2010). Pese a la amplia convocatoria, el haber elegido
a los asambleístas a través de la mediación de partidos políticos
limitó la participación directa de representantes de organizaciones
sociales populares, campesinas y de pueblos indígenas, negándoles la posibilidad de una representación propia y forzando a que
las mismas pudieran participar solo a través del Movimiento al
Socialismo (MAS) como única fuerza política (monopolio partidario)
del campo popular. Por otro lado, permitió una sobrerrepresentación de la derecha partidaria en ese momento. De ese modo, la convocatoria a la AC resultó desde su inicio limitada a los parámetros
y prácticas del viejo sistema político partidario electoral, así como a
modalidades de intervención y control durante su funcionamiento
que ejerció el poder constituido sobre los asambleístas en tanto
poder constituyente. Estos elementos se tradujeron en un permanente direccionamiento vertical de aquello que se discutía en el
cónclave hacía la validación de las “líneas oficiales” de gobierno, en
una clara apuesta del MAS como partido gobernante de monopolizar el rumbo y contenido de los debates en la AC (Schavelzon, 2010;
Prada, 2011; Tapia, 2011). Sin embargo, a pesar de todo esto, uno
de los aspectos socio-políticos que marcó este periodo en Bolivia es,
precisamente, la apertura del proceso constituyente en tanto coyuntura re-fundante en este país, que finalmente dará como resultado un nuevo texto constitucional (2009) que tendrá un carácter
transformador y refundador del Estado y como su principal desafío
la construcción de una nueva estatalidad.
¿Cuáles son las características de esta nueva carta magna?
Una de las principales innovaciones de la nueva CPE boliviana tiene
que ver con el rediseño político-territorial que se instituye a partir
del régimen de autonomías en la nueva estructura y organización
territorial del Estado Plurinacional, lo que implicaría un proceso de
desconcentración, democratización y redistribución del poder político a lo largo del territorio boliviano. De ese modo, en el marco de la
reforma/refundación del Estado, este cambiaría sustancialmente
su carácter ya que su diseño involucraría diversos niveles de administración con base territorial. En cuanto a los derechos colectivos
de los pueblos indígenas, es importante reflexionar en torno a la
libre determinación en el contexto del nuevo marco normativo o,
mejor dicho, de la plurinacionalidad.
Es amplia la literatura existente en torno a la libre determinación o autodeterminación de los pueblos indígenas, ya sea desde el ámbito de lo que significa para ellos pero también desde las
28
Autonomías indígenas en Bolivia
responsabilidades de los Estados para prevalecerlos. A grandes
rasgos se podría decir que la libre determinación se refiere al ejercicio de su institucionalidad, esto es, el manejo de su territorio, el
funcionamiento de sus propias formas de gobierno y sus propias
concepciones sobre el desarrollo en/de sus comunidades. Algunos
autores lo plantean como un derecho de inclusión de los pueblos
indígenas al Estado e incluso van más allá y sostienen que un ejemplo del ejercicio de libre determinación en Bolivia es la “llegada”
indígena campesina al poder político (García et al, 2020: 17). Frente
a estos argumentos, es pertinente plantear algunas interrogantes,
como las siguientes ¿la libre determinación se trata solamente del
reconocimiento de parte del Estado hacia la institucionalidad indígena? ¿Sería correcto pensar que los pueblos indígenas son parte
del Estado por el reconocimiento a su libre determinación? ¿No son
parte del Estado ya por el hecho de ser bolivianos?
Entonces, es importante establecer el ámbito en el que se
desarrolla o ejerce la libre determinación. Contrario a algunos
criterios que afirman que esta noción recién figura en la actual
Constitución, puesto que ya fue reconocida como un derecho
antes de su aprobación, desde el enfoque del multiculturalismo,
esto es, desde el abordaje de la tolerancia hacia el otro, la inclusión subordinada de las diversas naciones y pueblos indígenas,
en el marco de un Estado republicano vigente1. Al respecto, haciendo un recuento sobre el ejercicio de los derechos indígenas,
Tamburini (2020: 41) afirma que, pese a que la existencia de los
derechos indígenas ya figuraba en anteriores constituciones como
en la actual, no necesariamente significó el efectivo ejercicio de la
libre determinación de los pueblos. El autor lo atribuye a la existencia de políticas contradictorias, como el impulso del modelo
de desarrollo extractivista, la inexistencia de la consulta previa y
otros derechos correlativos como la protección de su territorio y la
integridad cultural, entre otros. Entonces, este conjunto de situaciones frenaría el ejercicio de libre determinación de los pueblos.
Las contradicciones en el accionar del Estado están provocando
un retroceso en estos logros. Aquí cabe la pregunta: ¿cuál debería
ser el cambio cualitativo de la noción de libre determinación en un
contexto plurinacional?
1 Para Postero (2020) el multiculturalismo neoliberal tuvo efectos simbólicos al crear
un discurso inclusivo de ciudadanía indígena; sin embargo, en los hechos, no llegó a
alterar significativamente las desigualdades estructurales que atravesaban los pueblos indígenas, por tanto, el multiculturalismo fue efectivo como política de reconocimiento (discursivo) más que como una política de redistribución (Postero, 2020: 53).
29
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Resulta indispensable analizar la libre determinación desde
otros ángulos, no como algo consolidado, como lo plantean algunos autores, sino más bien como aquello que está dando pautas
de hacia dónde debe ir proyectada la construcción de este nuevo
Estado. Entonces, ¿cómo pasamos del criterio casi generalizado de
que la libre determinación sería la base fundamental del Estado
plurinacional, a pensar más bien en las características que debería
tener el ejercicio de la libre determinación en el contexto plurinacional? En otras palabras, ¿cómo entender la libre determinación,
sin caer en el enfoque multiculturalista donde prima la noción de
que los pueblos indígenas son “objeto de protección por parte de
un Estado monocultural, asimilacionista y paternalista” (Attard y
Bellot, 2020: 61). Para estos autores, el paradigma de la plurinacionalidad debe plantear a la libre determinación como el derecho
a “formar parte de una estructura Estatal plural” (2020: 62) y los
pueblos indígenas puedan tener participación en todos los niveles
de organización territorial del Estado, criterio que a su vez sustenta
el modelo autonómico plural en plena construcción en Bolivia.
Características de las autonomías indígenas en Bolivia
Pasemos a ejemplificar lo arriba expuesto. La actual CPE boliviana
reconoce cuatro niveles de gobiernos autónomos: departamental,
municipal, regional e indígena originario campesina, descritos entre sus artículos 277 y 286. Estos se encuentran en coordinación
con el nivel central. El texto constitucional desarrolla las facultades
de estos gobiernos autónomos, definiendo a la autonomía como: “la
elección directa de sus autoridades por las ciudadanas y ciudadanos, la administración de sus recursos económicos, y el ejercicio de
las facultades legislativa, reglamentaria, fiscalizadora y ejecutiva,
por sus órganos del gobierno autónomo en el ámbito de su jurisdicción y competencias y atribuciones” (CPE, artículo 272). De esta
manera el actual texto constitucional boliviano coloca como uno
de sus núcleos de transformación político-territorial que innova y
trastoca la estructura misma del Estado a la temática de las autonomías indígenas que, al convertirse en uno de los principales
ejes de re-organización territorial del Estado, le imprimen a este su
condición “plurinacional”. En el caso concreto de las autonomías
indígenas su particularidad radica en que su gobierno se ejercerá
según sus normas y procedimientos propios, instituciones y autoridades (CPE, artículo 290, inc. II), estableciendo mecanismos para
coordinar con el nivel central. Por otro lado, debido a que en el caso
de las autonomías indígenas no existe una estructura institucional
30
Autonomías indígenas en Bolivia
previa (como en el caso de las autonomías departamentales o municipales), existe un tratamiento diferenciado.
En términos normativos, hay dos vías para construir la autonomía indígena: la vía municipal y la vía territorial (Ley Marco de
Autonomías y Descentralización, artículo 44). Esto es, se podrá
crear una autonomía indígena sobre la base de la jurisdicción de
un municipio o de un territorio indígena2. La Constitución se refiere a que la conformación de la autonomía indígena se basa, por
un lado, en los territorios ancestrales y, por otro lado, en la voluntad de su población (CPE, artículo 290, inc. I). Esta decisión será
expresada o reflejada mediante consulta: “la autonomía indígena
basada en territorios indígenas […] se constituirá por la voluntad
expresada de su población en consulta” (CPE, artículo 293, inc. I).
En el caso de la vía municipal, la voluntad del pueblo se expresa
según sus normas y procedimientos propios o mediante referéndum (CPE, artículo 293, inc. II).
Siguiendo con el análisis, para la elaboración del Estatuto, la
Constitución en su artículo 292 dice: “cada autonomía indígena
originaria campesina elaborará su Estatuto, de acuerdo a sus normas y procedimientos propios, según la Constitución y la ley”. La
CPE no habla de su condicionalidad. Posteriormente, en su artículo
61, inc. II, la LMAD3 establece que, tanto para las autonomías regionales e indígenas: “el estatuto autonómico es condición previa
para el ejercicio de la autonomía” y deberá ser aprobada en referéndum. Esto marca una diferencia con los otros procesos. Mientras
que para las otras formas de gobierno autónomas se les permite un
proceso gradual de transición, para las autonomías indígenas el
segundo referéndum se convierte en la condición para avanzar en el
proceso, cuando podría ser suficiente el control constitucional que
realiza el Tribunal Constitucional Plurinacional. Recientemente,
este segundo referéndum fue retirado mediante la promulgación de
la Ley N° 1198 que modifica la LMAD el 14 de julio de 20194.
2 Aquí también existirá un tratamiento diferenciado, ya que en el caso de la vía municipal constatamos que al igual que las gobernaciones los municipios son reconocidos por la nueva CPE como una entidad territorial autónoma (ETA). En el caso de la
vía territorial, los territorios indígenas reconocidos por el Estado, antes denominados
TCO (tierras comunitarias de origen) y ahora TIOC (territorios indígena originario
campesinos), no están reconocidos por la Constitución como ETA; por tanto, si determinada TIOC deseara comenzar su proceso de conversión a AIOC, se tendría que
crear su ETA por ley nacional.
3 Muchos de los contenidos sobre autonomías que figuran en la CPE hacen referencia a la futura ley de autonomías como la norma encargada de desarrollar dichos
puntos. La Ley Marco de Autonomías y Descentralización fue promulgada en 2010.
4 Ley N° 1198, del 14 de julio de 2019, Ley de modificación a la Ley N° 031, del 19
31
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Respecto a la conformación del órgano deliberativo asignado
para la elaboración de los estatutos, también existen diferencias
respecto a los otros gobiernos. En los otros procesos los encargados
de redactar el estatuto autonómico (para las autonomías departamentales) y las cartas orgánicas (para las autonomías municipales)
son funcionarios públicos, con sus horarios de trabajo, sueldo y
apoyo logístico (espacio, asesoramiento, etc.). En el caso de las autonomías indígenas debían conformar su órgano deliberativo (una
mini asamblea constituyente) que represente a la diversidad de actores sociales del municipio y/o el territorio. Estos representantes
deliberantes trabajarían ad honorem, sin salario, sin un espacio
para sesiones propio, sin recursos propios para sesionar. Además,
los asambleístas, miembros de algún sindicato, organización comunal o institucional, debían cumplir con sus obligaciones ad honorem y distribuir su tiempo entre sus actividades económicas y la
asamblea, aparte de las responsabilidades en el hogar (aspecto que
afecta especialmente a las representantes mujeres).
Puede ser entendible que, debido a que no había un referente
previo a la forma de gobierno indígena, como lo hay en los otros
casos (municipios y gobernaciones) no exista una normativa clara
acerca de cómo se iban a elaborar sus estatutos y conformar su
asamblea deliberativa en el caso de las autonomías indígenas. Sin
embargo, esta indefinición ha provocado muchos problemas, como
el retraso en la elaboración de sus estatutos, conflictos internos,
interrupción en las sesiones por aspectos logísticos y económicos,
etc. Si desde el nivel central se hubieran dado directrices más claras sobre el proceso de inicio de conversión a autonomías indígenas, con asignación de recursos y apoyo logístico constante, se
habría evitado mucho desgaste, tiempo y conflictos internos.
El rol que juega el Estado en el proceso de
consolidación de las Autonomías Indígenas
En los procesos autonómicos están involucrados los cuatro órganos del Estado: 1) el Órgano Ejecutivo, que emite certificados de territorio ancestral y de viabilidad gubernativa de los pueblos indígenas demandantes de la AIOC; 2) el Órgano Electoral Plurinacional
que administra (y/o supervisa según sea la vía de entrada) los
referendos de acceso a la AIOC y de aprobación del estatuto autonómico, además de supervisar la conformación del órgano deliberativo que elabora y aprueba el estatuto; 3) el Órgano Judicial
de julio de 2010, Marco de Autonomías y Descentralización “Andrés Ibáñez” (Gaceta
Oficial de Bolivia, 19 de julio de 2010).
32
Autonomías indígenas en Bolivia
emite la declaración de constitucionalidad del estatuto; 4) el Órgano
Legislativo sanciona la ley de creación de unidad territorial, si la vía
de acceso es por TIOC (García, 2018: 139) y el posterior desarrollo normativo, una vez que se consolida un Gobierno Autónomo
Indígena Originario Campesino (GAIOC). Analizaremos a continuación este progresivo involucramiento del Estado en cada etapa.
La estructura estatal de apoyo
El Ministerio de Autonomías fue creado a partir de la promulgación
de la nueva Constitución, con el objetivo de cumplir el mandato de
migrar a una estructura estatal basada en autonomías. Esta instancia ha sufrido muchas modificaciones5 y finalmente una dramática
reducción en enero de 2017 cuando, con el cambio de gabinete, el
Ministerio desapareció y pasó a las dependencias del Ministerio de
la Presidencia como Viceministerio de Autonomías. Por las condiciones antes descritas con respecto al acceso a autonomías departamentales y municipales, la coordinación con el gobierno central
era distinta. Mientras que para las autonomías departamentales y
municipales el trabajo era sobre todo de coordinación y apoyo logístico, en el caso de las autonomías indígenas, dado que no contaban
ni con recursos económicos ni con infraestructura, el Ministerio
apoyaba con los gastos de las sesiones de la asamblea deliberativa
y también con orientación normativa con respecto a los contenidos
mínimos que establece la ley para que sus estatutos aprueben el
“test” de constitucionalidad.
El apoyo técnico brindado por funcionarios del Ministerio o de
alguna institución de cooperación ha sido diverso y también disperso. Desde los técnicos que, tomando en cuenta los contenidos
mínimos de la Constitución, intentaban “traducir” las demandas
y propuestas de los actores a términos jurídicos, hasta los que se
aferraban a la Constitución y la defendían fervientemente. Desde la
perspectiva de los miembros de las asambleas deliberativas, como
en el caso de la nación Uru Chipaya, algunos afirmaban que el apoyo técnico era bueno, pero otros consideraban que perjudicaba al
debate interno (Guarachi, 2017: 19). Entonces, habrá que preguntarse hasta qué punto el apoyo técnico, si bien pudo haber alivianado el proceso en cuanto a orientaciones de tipo legal, en muchos
casos ha moldeado o encuadrado el debate según interpretaciones
personales de algunos técnicos, en vez de permitir a los pueblos
indígenas expresarse, debatir y plasmar en sus estatutos su proyecto de gobierno. Por otro lado, Exeni (2015:158) muestra cómo
en algunos casos “los estatutos indígenas se autolimitaron” para
33
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
“evitar posibles observaciones de inconstitucionalidad” por parte
del Tribunal Constitucional o, simplemente, para poder avanzar en
la redacción, debido al retraso sostenido. Esto muestra el excesivo
tutelaje (García, 2018) con que el Estado hizo el acompañamiento
a la asamblea deliberativa en esta etapa estatuaria, lo que no sucede con los otros tipos de autonomías. Podemos observar también
una limitada capacidad de movimiento que tenían las autonomías
indígenas para ajustar su proyecto estatutario a las exigencias del
marco burocrático del Estado.
La burocratización de los requisitos para
iniciar el proceso de conversión
La Ley Marco de Autonomías y Descentralización establece dos requisitos para iniciar el proceso de conversión a autonomía indígena
y estos deben ser otorgados por instituciones estatales. Uno es el
certificado de condición de territorios ancestrales y otro es el certificado de viabilidad gubernativa. En el primero deben “demostrar”
que los demandantes (en tanto pueblos indígenas) existieron, ancestralmente, sobre estos territorios; esto es, antes de la Colonia.
En el segundo, deben “demostrar” que tienen capacidad de gobernarse. Lejos de mejorar y simplificar su objetivo de “demostrar”,
este proceso se ha burocratizado más aún. Los requisitos que hay
que presentar para recibir los mencionados certificados son complejos. Por ejemplo, para el certificado de condición de territorios
ancestrales se requiere (Foronda, 2017: 31):
• Acreditación oficial de las autoridades a través de copia legalizada de acta de elección y/o designación en su cargo actual.
• Formulario de solicitud debidamente llenado con declaración
jurada.
• Para acceder por la vía territorial, presentar copia simple de
uno de los siguientes documentos: Estudio de caracterización;
Estudio de identificación de necesidades espaciales; Registro de
identidad del pueblo indígena originario o informe de necesidades
y uso de espacio territorial; Título ejecutorial o certificación de saneamiento del TIOC (Territorio Indígena Originario Campesino),
tramitado en el Instituto Nacional de Reforma Agraria.
• Para el municipio: demostrar que el pueblo o nación indígena
habitó el territorio antes de la Colonia.
• Para el certificado de viabilidad gubernativa:
• Estatuto orgánico y/o reglamento interno de los titulares del
TIOC o norma de relación interna.
34
Autonomías indígenas en Bolivia
• Plan territorial o su equivalente con una vigencia no mayor a
cinco años.
• Datos del último censo comunal certificado por el INE o con
respaldo estatal.
• Fotocopia simple del certificado de ancestralidad.
• Documento de compromiso firmado por las autoridades solicitantes el cual manifiesta la disponibilidad de brindar información requerida.
Como plantea Foronda (2017), estos trámites demandan mucho
tiempo para su cumplimiento y lógicamente ello tiene su incidencia en el tiempo y calidad de avance del proceso. En cuanto a la
disponibilidad de recursos y apoyo logístico, si al tiempo dedicado
a la deliberación en asamblea para la redacción de los estatutos
más el tiempo dedicado a generar ingresos económicos propios, le
agregamos el tiempo y los recursos designados para estos trámites,
podemos imaginar lo moroso que se torna el proceso para los y las
actores. Volviendo al análisis de la libre determinación en el seno
plurinacional, se puede evidenciar un accionar contradictorio entre
la otorgación de estos certificados y el contenido de la Constitución
y la LMAD, donde se dedica amplio espacio a la inclusión de la
institucionalidad indígena en igualdad jerárquica en esta nueva ingeniería normativa.
El papel del Estado en la etapa estatutaria
La fase estatutaria está compuesta por cinco subetapas: 1) la conformación del órgano deliberativo para la redacción del proyecto estatutario; 2) la elaboración y aprobación del Estatuto según normas
y procedimientos propios; 3) el control de constitucionalidad ante
el Tribunal Constitucional Plurinacional hasta obtener la declaración de constitucionalidad al 100% (cuando se certifica la compatibilidad del estatuto con la CPE); 4) la creación de la ETA, que se
requiere por la vía territorial; y 5) la convocatoria y realización de
referendo en un momento inicial (Foronda, 2017). Respecto a los
actores que están involucrados en las distintas etapas, tenemos
que la primera y la segunda etapa, como señalamos anteriormente,
son de competencia de las asambleas deliberantes de cada AIOC.
Para el resto de las subetapas se debe coordinar con distintas instancias gubernamentales.
El Tribunal Constitucional Plurinacional debe entregar la
Declaratoria de constitucionalidad al proyecto de estatuto autonómico indígena, para que posteriormente se pueda continuar con
35
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
el proceso. El obstáculo que tuvieron que atravesar los procesos
autonómicos, en esta oportunidad, fue la retardación de los plazos
para la revisión de los estatutos. Basándose en el Código Procesal
Constitucional, se estableció que los proyectos de estatutos debían
ser sometidos a control de constitucionalidad por un plazo de 65
días hábiles, que supone algo más de tres meses (Foronda, 2017:
33). El autor analiza el tiempo de duración del control de constitucionalidad de los siete primeros proyectos de estatutos autonómicos indígenas enviados y verificó que los tiempos oscilan entre los
ocho meses y ocho días hábiles, en el caso de Mojocoya y el trámite
más largo fue de Pampa Aullagas, con dieciocho meses y ocho días
hábiles (Foronda, 2017: 34). Además, ninguno de los proyectos de
estatutos obtuvo el 100% de constitucionalidad en la primera revisión, muchos tuvieron que ser enviados varias veces, como es
el caso de Uru Chipaya. Entonces, estos retrasos pueden haberse
debido a una excesiva carga de procesos que revisar por parte del
TCP, un cronograma irreal y, finalmente, una falta de capacidad
institucional para llevar a cabo este trabajo, pero también a la falta
de prioridad o interés institucional-estatal en agilizar o viabilizar
estos procesos autonómicos indígenas.
El siguiente paso a seguir es la elección de las autoridades autónomas indígenas. Para ello, el Servicio Intercultural de
Fortalecimiento Democrático (SIFDE) debe proporcionar el apoyo técnico y la supervisión para que posteriormente el Tribunal
Departamental Electoral que corresponda lleve a cabo el acto electoral. Benedicto Moiza (Entrevista, 2019), funcionario del Tribunal
Electoral, explica que primero se deben reunir con los representantes indígenas mediante una mesa técnica para poder juntos interpretar su estatuto y ajustar la elección de autoridades a sus
normas y procedimientos, para llevar a cabo el calendario electoral,
la convocatoria a elecciones y la elección misma.
¿Por qué es importante reflexionar sobre el papel del Estado?
Se ha visto que con el accionar de las estructuras gubernativas
del “Estado Plurinacional” se fueron postergando los supuestos
constitucionales de transformación / descolonización estatal y
de esa manera postergando también la consolidación del Estado
Plurinacional. En ese sentido, durante la última década se presenta
un escenario de marcado retroceso y a la vez de disputa por el ejercicio de la autonomía indígena, y de la plurinacionalidad estatal en
Bolivia, donde la exigencia de respeto a los supuestos y principios
básicos de la plurinacionalidad establecidos en el texto constitucional proviene de sujetos indígenas que son los que la promovieron y
36
Autonomías indígenas en Bolivia
defendieron en el proceso constituyente de la década pasada y son
los que aún hoy, desde espacios de resistencia, defensa y/o construcción socioterritorial, la invocan ante la imposición unilateral y
autoritaria de una modalidad estatal monocultural, extractivista y,
acaso, implícitamente anti-indígena.
Así, paradojas y retrocesos marcarán con particular tensión la
coyuntura post-constituyente boliviana y la transformación del
Estado y su construcción “plurinacional” y “autonómica”. De ese
modo, algunas de las dualidades que Boaventura de Sousa Santos
(2010) ya advertía sobre los procesos que se perfilaban como refundacionales en la región (que contraponía, por ejemplo: ¿Estado
nación o Estado plurinacional?, ¿descentralización / desconcentración o autogobierno indígena?), encontrarán en los últimos años
una apuesta clara desde las orientaciones, políticas y acciones gubernamentales en el caso boliviano, donde se impone una inclinación por las opciones más conservadoras de dichas dualidades y se
van desechando e instrumentalizando retóricamente los principios
y contenidos más transformadores del Estado.
Los nuevos gobiernos AIOC.
Nuevos retos en la gestión pública
Los gobiernos autónomos indígena originario campesinos (GAIOC)
en ejercicio son: Charagua Iyambae, Salinas de Garci Mendoza,
Nación Originaria Uru Chipaya y Gutierrez Kereimba (todos por la
vía municipal) y Raqaypampa (por la vía territorial). Respecto a su
funcionamiento, como habíamos mencionado anteriormente, a diferencia de otros gobiernos autónomos reconocidos por la CPE, en
el caso de las autonomías indígenas no había un referente previo,
por tanto, se requiere de un ajuste en las estructuras del Estado
para la coordinación correspondiente. Para Gonzalo Vargas (ex
viceministro y ex director de autonomías indígenas), la complejidad de las autonomías indígenas radica en la coexistencia de dos
dimensiones: por un lado, la territorialidad, que hace a su libre
determinación, a la vigencia de sus estructuras organizativas y el
acceso y uso sostenible de su territorio y sus recursos; en aquella
dimensión el Estado no intervendría. Por otro lado está la gestión pública, mediante la creación de instancias administrativas
de manejo de recursos públicos y fiscales para implementar sus
políticas públicas.
Aportando a la complejidad del análisis de los GAIOC, respecto a su territorialidad, podemos agregar que ninguna instancia
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Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
gubernativa se parecerá a otra. Por ejemplo, la estructura de gobierno del pueblo Guaraní basado en capitanías, tiene particularidades propias que responden a la organización de su territorio y
recursos, lo mismo que en el caso de la organización según ayllus o
comunidades. Por otro lado, está la instancia administrativa que se
sujetará a las normas y leyes estatales a las que tienen que someterse para poder recibir recursos públicos y crear fuentes externas
de ingresos. Al mismo tiempo esta instancia por lo general estará
subordinada a la autoridad comunitaria, las democracias representativas pierden valor en este contexto y las instituciones comunales van siendo diseñadas por las instancias de gobierno comunal
en todo lo que respecta a su libre determinación. En ese sentido,
Vargas (Entrevista, 2019) la califica como una instancia hibrida
que debe navegar entre requisitos estatales (todavía republicanos)
y la normativa comunitaria.
Para poder detallar mejor aún la particularidad de las AIOC,
ponemos como ejemplo el caso de Raqaypampa. Según su Estatuto
existen tres instancias de gobierno, organizados jerárquicamente:
la Asamblea General de Comunidades - Central Regional Sindical
Única de Campesinos Indígenas de Raqaypampa (CRSUCIR), que
es la máxima instancia de decisión, participación y control social,
con facultades deliberativas, legislativas, fiscalizadoras y de administración de justicia; el Consejo de Gestión Territorial, que es
la instancia encargada de implementar y ejecutar las decisiones
emanadas de la Asamblea General de Comunidades, monitorear
la gestión de la autoridad administrativa y desarrollar propuestas
de normativas, planes y proyectos y finalmente está la Autoridad
Administrativa Autonómica, compuesta por un responsable, y el
equipo técnico-administrativo. Entre sus atribuciones está cumplir, ejecutar y administrar los mandatos delegados por la Asamblea
General de Comunidades y administrar los recursos financieros
(Cartilla Autonómica de Raqaypampa, 2017).
Contrario a lo que sucede con la democracia representativa, los
responsables de la máxima instancia no son electos directamente, sino que la organización territorial es integrada a la estructura gubernamental (García, 2018: 155) Otra característica es que
la facultad legislativa recae sobre la Asamblea de comunidades,
por tanto, no hay legisladores electos. Finalmente, la Autoridad
Administrativa asume la facultad ejecutiva pero supeditada a los
mandatos de la Asamblea de comunidades (García, 2018: 155156). Desde la mirada de la democracia representativa y el municipalismo, esta autoridad administrativa podría semejar a la figura
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Autonomías indígenas en Bolivia
del Alcalde y el Consejo de Gestión Territorial e identificarlo como
un Consejo Municipal. Sin embargo, esta interpretación no es acertada, puesto que la Autoridad Administrativa no tiene el peso que
tiene el Alcalde en el Gobierno Municipal. Para Vargas (Entrevista,
2019) y otros profesionales involucrados en el proceso, estas características propias de los GAIOC no han sido comprendidas desde
su complejidad por autoridades nacionales y servidores públicos
desde el momento en que comenzó su gestión.
El Estado en la construcción de la
gestión pública intercultural
Con los GAIOC en funcionamiento surgieron nuevos obstáculos.
Un primer obstáculo identificado fueron los sistemas informáticos
de las instancias del gobierno central, dado que no reconocen a las
AIOC como parte de la estructura estatal. Esto les ha perjudicado
en la apertura de su cuenta fiscal que es primordial para su gestión
como GAIOC; a través de ella reciben los recursos asignados por el
Estado, y con ella los encargados de la parte administrativa pueden
llevar a cabo su gestión. Al respecto son varios los testimonios referidos a esta tarea administrativa simple que ha generado mucha
frustración a los gobiernos entrantes: “Qué nos decía el ministerio
de economía: es que no podemos abrir esta cuenta, porque en su
sistema no figura la autonomía indígena. Entonces los funcionarios
enfadados porque se les está cargando de más trabajo” (Entrevista
a Vargas, 2019). Por su parte Benedicto Moiza (Entrevista, 2019)
comenta que cuando llegan al Ministerio de Economía y Finanzas
los funcionarios simplemente responden: “¿cómo vamos a crear
esto?, no entienden y se resisten”. En palabras de Ronald Andrés,
capitán grande de Charagua Norte: “el Estado, en todos sus niveles,
no está preparado para concebir, acompañar e implementar las autonomías indígenas” (citado en Exeni, 2018: 113) y a continuación
cuenta, como ejemplo, el peregrinaje para abrir una cuenta fiscal
en el Banco Unión.
Un ejemplo concreto de cómo afecta este impasse a la gestión
pública lo describe la abogada Porcel, ex funcionaria de la cooperación alemana, cuando la población de Raqaypampa se vio afectada
por la falta de atención en salud. A Raqaypampa le tomó cinco
meses poder abrir su cuenta; mientras tanto, no podían recibir los
recursos del ministerio de salud para la atención en su hospital
de primer nivel. Este ingreso seguía siendo depositado a Mizque
(municipio al que pertenecía). Como se trataba de la primera autonomía indígena, vía territorio indígena, no había claridad acerca
39
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
de cómo proceder en ese sentido. En su codificación del Ministerio
de Economía y Finanzas no existía. Una vez creada la cuenta se
pidió a dicho ministerio que debite de la cuenta de Mizque para
Raqaypampa (Entrevista a Porcel, 2019). Esta interrupción en la
gestión no se da en los otros tipos de gobierno, como vimos líneas
arriba. Mientras se elaboran y aprueban el estatuto y las cartas
orgánicas, la gestión no se ve interrumpida.
Constataciones como estas dan cuenta de que los sistemas de
administración y control gubernamentales no se han modificado
para adaptarse al nuevo modelo autonómico (Exeni, 2018: 113). Al
no entender esta nueva realidad, autoridades estatales y servidores
públicos sistemáticamente buscan simplificar el proceso tratándolos como un municipio. Al respecto, Exeni (2018: 124) menciona
que en Charagua operan institucionalmente como alcaldía municipal. En el caso de Raqaypampa, por ejemplo, la autoridad administrativa es considerada “como una especie de” alcalde, asumiendo
que tiene la representatividad en cuanto a las tomas de decisiones
de la Asamblea, que no es el caso.
Pueden darse innumerables ejemplos de cómo la normativa no
da respuestas a las demandas de los GAIOC, esto se puede evidenciar en situaciones cotidianas. Por ejemplo, en el caso de la contratación de funcionarios públicos, donde la misma CPE prohíbe
tener una vinculación o parentesco entre funcionarios, como en el
caso de Raqaypampa con una población de 3 mil habitantes donde de alguna manera toda la población tiene algún vínculo entre
ellos (Entrevista a Porcel, 2019). Otro ejemplo se da con el acceso a
proyectos de los programas nacionales, cuyos requisitos no se han
modificado para ajustarse a la nueva gestión intercultural. Tanto
Moiza (Entrevista, 2019) como Vargas (Entrevista, 2019) afirman
que se están haciendo algunos esfuerzos al interior de las instancias de gobierno para ayudar a salir adelante a los GAIOC por parte
de algunos funcionarios públicos, pero lastimosamente son iniciativas más individuales que acciones gubernamentales que responden a decisiones políticas. Sin embargo, la regla generalizada es
abordar la coordinación con los nuevos GAIOC desde la practicidad
e inmediatez. Porcel comenta:
Como tenían que empezar a funcionar, había la presión de que
saquen su reglamentación administrativa, su reglamento de
personal, de bienes y servicios. Entonces Contraloría y el MEF
presionan para que esto se haga, desde la lógica del municipalismo. Y o tenía la posición de que no podíamos reglamentar
sobre normas que no nos permitían realmente desarrollarnos
40
Autonomías indígenas en Bolivia
como autonomía indígena. Finalmente, la contraloría insistía,
necesitan la reglamentación para el desembolso de recursos. Ya
hemos visto sus necesidades, ya sabemos que normas hay que
modificar, pero mientras tanto saquen su reglamento, ya vamos
a ir modificando (Entrevista a Porcel, 2019).
Compromisos como estos para salir del paso, solo incrementan
la frustración de los actores autonómicos indígenas, al ver que la
coordinación con el Estado no es la esperada a la hora de decidir
convertirse a una AIOC. Por otro lado, en el Consejo Nacional de
Autonomías también se han abordado estos temas por parte de las
autoridades de los GAIOC y, nuevamente, las autoridades nacionales se han ido comprometiendo para ir adecuando la institucionalidad estatal, sobre todo aquello que tenga que ver con la gestión
pública (Entrevista a Vargas, 2019)6.
Los retos que las instituciones estatales deberían asumir
Después de más de diez años de aprobada la CPE y de comenzar la
carrera de conversión a las AIOC se pudo establecer que aún falta
mucho por avanzar, partiendo de la creación de nuevos códigos institucionales que se adecúen al modelo autonómico. Pero no se trata
solo de incorporar un código institucional más al sistema, implica
crear las instituciones que den cuerpo al modelo autonómico establecido por la CPE. En palabras de Vargas (Entrevista, 2019), está
pendiente “crear una cultura autonómica” que ponga en movimiento la construcción del Estado Plurinacional. Para esto tiene que
modificarse también el esquema mental de los servidores públicos
y sobre todo de las autoridades nacionales. Para Porcel (Entrevista,
2019), lastimosamente los abogados en su mayoría se aferran a
la interpretación occidentalizada del derecho negándose a mirar la
complejidad que implica construir la plurinacionalidad. Dos advertencias de Santos son pertinentes aquí, una referida a que quienes
impulsan la construcción del “nuevo Estado” no son los mismos
que luego le dan continuidad y, por otro lado, que es posible que
“la vieja política subsista e incluso domine a menudo disfrazada
de nueva política” (Santos, 2010: 13). Esto se ve reflejado en que
los y las servidores públicos no están activamente trabajando en
la transformación del Estado y como consecuencia la construcción
del nuevo Estado entraría en un proceso de desconstitucionalización, fruto de la inercia en los centros de poder.
6 En esta instancia se está debatiendo el Anteproyecto de ley de Gestión pública
plurinacional.
41
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
En ese sentido, ¿cómo estaríamos entendiendo la noción de plurinacionalidad? Volviendo a la CPE, con respecto a los contenidos
referidos a la institucionalidad indígena, su reconocimiento pasa
por la incorporación de normas, instituciones y saberes propios a
la estructura del Estado plurinacional, es decir, la institucionalidad
indígena es incorporada a la nueva estructura estatal. Para ello, la
Constitución establece las trasformaciones necesarias que se requieren para incorporar a las autonomías indígenas dentro de la estructura estatal plurinacional, ya sea pensar el ordenamiento jurídico
desde un enfoque plural, construir una gestión pública intercultural,
entre otros. En vista de la forma en cómo se está implementando el
proceso de construcción de las autonomías indígenas, nos preguntamos ¿qué se está imponiendo como plurinacionalidad? Creemos
que la libre determinación en el contexto plurinacional debería estar
planteada no solo como el derecho a su propia institucionalidad,
sino también como el derecho colectivo indígena a formar parte de
una estructura estatal plural. Esta noción es muy contraria al accionar del gobierno actual donde “se les hace un lugar” dentro de un
Estado de matriz todavía monoculturalista y republicana.
Tamburini expresa que en Bolivia el Estado todavía se aferra al
procedimentalismo y burocratismo propios de los aparatos estatales decimonónicos, muy contrario a “la nueva realidad plural reconocida por la constitución” (2020: 47). Esto se pudo evidenciar con
el incremento de requisitos para iniciar el proceso de conversión
a las autonomías y con el accionar de los funcionarios estatales a
la hora de “incorporar” en sus sistemas burocráticos a los nuevos
gobiernos indígenas autónomos. Para Attard y Bellot las constantes
trabas que se impone a estos gobiernos impiden una real materialización de la plurinacionalidad y la libre determinación de las naciones y pueblos indígenas (2020: 57). Lo que se ha visto es lo opuesto,
no es el Estado el que está transformándose (aún), sino los GAIOC
que, para poder garantizar (como se pueda) su gestión, tienen que
ajustarse a una estructura que no ha cambiado en su esencia, ya
sea ajustando sus estatutos para ser más fácilmente aprobados
por el Tribunal Constitucional, ya sea adaptándose al modelo municipalista donde la autoridad máxima es el alcalde. Frente a este
escenario, Exeni (2018: 130) plantea un reto importante: el de ajustar los sistemas y la construcción normativa a la necesidad de las
AIOC y no al revés. Falta mucho para avanzar en la generación de
capacidades gubernativas de carácter plurinacional; esto es, mirar
con otros ojos la gestión autonómica, la institucionalidad indígena
y su integración a la estructura estatal.
42
Autonomías indígenas en Bolivia
Entonces, un importante reto en la construcción de la plurinacional es generar las capacidades para deconstruir supuestos dados o, planteado de otra manera, descolonizar las relaciones entre
el Estado y los pueblos indígenas. Porcel Entrevista, 2019) observa
que todavía hay mucho por hacer, para garantizar, no solamente una gestión intercultural real, que no esté en el papel nomás,
sino también para construir un ordenamiento jurídico plurinacional en el marco del respeto a las normas y procedimientos propios.
Entonces, planteamos que no se pueden sentar las bases para la
construcción de un Estado plurinacional sin antes atravesar por
un proceso deconstructivo del Estado republicano y su burocratismo y procedimentalismo, al mismo tiempo. Muy difícilmente se
puede construir algo nuevo sin haber desarticulado las tramas coloniales del republicanismo, del municipalismo y del multiculturalismo. Attard y Bellot resaltan que una Declaración Constitucional
Plurinacional de 2013 desarrolla el concepto de plurinacionalidad
descolonizadora como un proceso de profundas transformaciones
que reviertan el carácter colonial del Estado republicano, que vaya
más allá de “la incorporación o inclusión subordinada de las naciones y pueblos indígena originario campesinos” (2020: 59). Incluso
yendo más allá, el enfoque descolonizador plantea la deconstrucción de relaciones asimétricas con los pueblos indígenas para luego
generar una institucionalidad transversalizada por lo plurinacional
(Attard y Bellot, 2020: 68).
Entonces, ¿qué es la libre determinación de las naciones y pueblos indígenas en el seno de un Estado plurinacional?, ¿basta con
incorporarlas en espacios de poder?, ¿es suficiente con el reconocimiento de sus modos de vida? Consideramos que la plurinacionalidad debe ir más allá de la formalidad del nombre. La misma realidad
nos está demostrando que eso no es suficiente, porque de lo que se
trata es de incorporar a las autonomías indígenas como un gobierno
más dentro de su nuevo modelo autonómico, respetando el anhelo
de ejercer su libre determinación cuyos contenidos fueron plasmados en cada uno de sus estatutos. Sin estos cambios sustanciales,
seguiremos con el compromiso pendiente de la consolidación de lo
plurinacional, del ejercicio pleno de la libre determinación de los
pueblos y de la construcción de un nuevo pacto social.
Conclusiones
El tránsito hacia un Estado plurinacional y “con autonomías” (específicamente de tipo étnico-originario) implicaba romper con el
“monopolio de la política” en Bolivia. Esto es, crear las condiciones
43
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
para la instauración y desarrollo de una pluralidad de espacios y
formas de autogobierno que se concretarían a través de las autonomías indígenas. No obstante, en el último decenio se ha pasado
de un proceso constituyente generado por movimientos indígenas,
aunque por momentos estuvieran subordinados o ausentes, a un
período en que el gobierno del MAS tempranamente empezará a
romper aquel nuevo pacto plurinacional, todavía en construcción,
y comenzará a desplegar una política de expansión del modelo extractivista sobre territorios indígenas que, en muchos casos, ya
contaban con el carácter de reconocimiento como propiedad colectiva, como fueron las Tierras Comunitarias de Origen (TCO), hoy
constitucionalizados en la figura de Territorio Indígena Originario
Campesino (TIOC). De esta manera, el gobierno del MAS muestra
un accionar contradictorio respecto a los postulados de la actual
Constitución boliviana, cuyos contenidos reivindicativos no fueron
una concesión suya sino fruto de imaginarios colectivos, reivindicaciones históricas y luchas políticas de movimientos sociales de
carácter indígena originario y campesino.
Así, desde estos movimientos sociales de carácter comunitarioancestral habrían surgido varios, sino los más importantes, imaginarios sociopolíticos y los principios del actual proceso de transformación estatal en este país. De ese modo, dentro de las aristas que
presenta el llamado “proceso de cambio” político boliviano, que tendría como núcleo central el mandato constitucional de construcción del Estado plurinacional, comunitario y autonómico la figura
de la autonomía indígena sería un pilar fundamental.
Desde la promulgación del actual texto constitucional en 2009
hasta ahora, sobre todo en los dos últimos gobiernos del MAS, se
asiste al despliegue de un proyecto estatal que en la práctica, tanto
en el conjunto de normas como de sus políticas concretas, ha operado un retroceso en lo más “transformador” de la Constitución y una
negación de las posibilidades reales de descolonización, reduciendo
las condiciones de posibilidad de construcción de un Estado plurinacional. En ese sentido, de manera específica en lo que respecta a las
Autonomías Indígenas Originarias Campesinas (AIOC) establecidas
en el texto constitucional, se ha procedido a limitarlas, minimizarlas
/ marginalizarlas, obstaculizarlas, tutelarlas y/o subordinarlas en
relación al proyecto estatal que impulsa la recolonización de territorios mediante proyectos extractivistas de expansión e intensificación
de acumulación capitalista. Sin embargo, pese a esta arremetida,
es importante resaltar la persistencia de los pueblos indígenas en
defender y reivindicar sus derechos políticos relacionados a su libre
44
Autonomías indígenas en Bolivia
determinación y defensa de sus territorios. Pese a todos los obstáculos que tuvieron que sortear han logrado constituir gobiernos autónomos y esto, para los actores que apostaron por estos procesos, es
un avance importante, si acaso histórico7.
En ese sentido, se hace necesario reflexionar sobre la necesidad de transformar también las relaciones entre el Estado y los
pueblos indígenas, en el marco de un nuevo paradigma, el plurinacional con enfoque descolonizador. El pueblo boliviano en su
diversidad se ha permitido soñar en grande, refundar el país. Lo
que en otro podría hacer sido impensable, gracias al ciclo de movilizaciones y el proceso constituyente, se han dado los primeros
pasos para que ese proyecto se consolide; sin embargo, seguirá
siendo un proyecto postergado hasta que no se transforme (descolonice) la relación entre el Estado y los pueblos indígenas y se
trabaje de manera consensuada.
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7 Consultar el artículo de Patricia Costas, sobre la CONAIOC, en este mismo libro.
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Autonomías indígenas en Bolivia
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Bolivia, 19/07/2010.
Ley N° 1198. Ley de modificación a la ley N° 031 del 19/7/2010, Marco
de Autonomías y Descentralización “Andrés Ibáñez”. Gaceta Oficial de
Bolivia, 14/07/2019.
Entrevistas
Cornejo, Elizabeth (2021), Magistrada del Tribunal Constitucional
Plurinacional, entrevista realizada virtualmente por Patricia Costas en julio, desde La Paz.
Moiza, Benedicto (2019), Técnico del Servicio Intercultural del
Fortalecimiento a la Democracia (SIFDE), del OEP, entrevista realizada
por Patricia Costas en junio de 2019, en La Paz.
Porcel, Fernando (2019), ex Responsable de Desarrollo Normativo del programa “Apoyo a la implementación del régimen autonómico y descentralización” (AIRAD) del GIZ, entrevista realizada en junio de 2019, en La Paz.
Vargas, Gonzalo (2019), Director General de Autonomías indígena originario campesinas, del Viceministerio de Autonomía, entrevista realizada en
junio de 2019, en La Paz.
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Relatoría de nuestro viaje a Moxos
Del Coloquio en Santa Cruz
al Territorio Indígena
Multiétnico (TIM)
Luciana García Guerreiro, Gisela Hadad, Betsy
Malely Linares Sánchez y Rafaela Nunes Pannain
En el presente artículo proponemos compartir la experiencia del
viaje a Moxos, realizado en el mes de julio de 2019, atravesada por
un conjunto de actividades que desarrollamos los/as miembros del
Grupo de Trabajo. El 25 de julio, día anterior al viaje, habíamos
participado del Coloquio Internacional “R-existencias territoriales,
autonomías indígenas y luchas por la vida en América del Sur”
en la ciudad de Santa Cruz, un encuentro donde pudimos compartir miradas en torno a la diversidad de luchas, resistencias y
construcciones emancipatorias que se vienen desarrollando en el
continente. El mismo contó con la presentación de investigadores
e investigadoras de los Grupos de Trabajo (CLACSO) “Pueblos indígenas y procesos autonómicos” y “Territorialidades en disputa y
r-existencia” y el intercambio con los/as asistentes, entre quienes
había referentes, autoridades e integrantes de comunidades indígenas de Bolivia.
Por la mañana nos propusimos trabajar en torno a las diferentes
dimensiones del despojo capitalista en la región, comenzando con
una primera mesa de trabajo que tuvo como eje los extractivismos
y la conculcación de derechos colectivos en los territorios. De ese
modo, iniciamos con la presentación de Gisela Hadad (IIGG/UBA,
Argentina) sobre las formas en que se materializa el extractivismo
en Argentina y las resistencias a estos proyectos en los territorios;
en particular, la megaminería, el agronegocio y la extracción de
hidrocarburos. Gisela presentó el caso de Vaca Muerta, donde se
asientan varios yacimientos de los llamados no-convencionales y
se desarrolla la explotación altamente contaminante por fracking,
49
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
focalizando en los impactos ambientales, económicos y sociales
sobre el territorio y las resistencias de las comunidades locales,
en especial las que pertenecen al pueblo Mapuche. Así, se expuso
cómo el avance del modelo extractivo y el discurso de la soberanía
energética tensionan en el territorio los derechos colectivos de las
comunidades y la pervivencia de sus formas tradicionales de vida,
propiciando un escenario incierto y conflictivo.
Luego, Leonardo Tamburini (CEJIS, Bolivia) compartió la experiencia del Territorio Indígena Chiquitano de Monte Verde, en
Bolivia. Explicó que aunque fue uno de los procesos más exitosos
de consolidación de territorio colectivo en el país, resultado de una
fuerte organización local con una perspectiva autonómica, hubo un
cambio importante en ese proceso. La forma de control del espacio
pasó a darse por medio de planes de manejo forestal, y el extractivismo maderero fue asumido por el propio pueblo. De ese modo, el
resultado fue un proceso de transformación de paisajes, generación
de una cultura rentista dentro del territorio, la pérdida de autonomía y autoridad, la diferenciación social y la posibilidad de medidas
reversibles de derecho. Entre los caminos por transitar que se presentan están la recuperación de la visión de territorio que generó la
demanda, el fortalecimiento de las estructuras de decisión y control
territorial, el restablecimiento de la vigencia de las normas y procedimientos propios y la recuperación de la visión cultural chiquitana
en la gestión territorial propia, así como la redefinición de alternativas de desarrollo postcapitalista en clave comunitaria.
Una segunda mesa de trabajo se centró en la noción de colonialidad territorial y los múltiples procesos de recolonización que se
viven en Abya Yala. En ese marco, Milson Betancourt (Colombia)
comenzó analizando la colonialidad territorial, las violencias múltiples y el desordenamiento territorial de la vida que ambos fenómenos implican, subrayando la importancia de tener en cuenta la
relación entre dominación cultural, económica y política, así como
las relaciones globales que tienen las contradicciones y conflictos
ligados a la violencia. A partir de ejemplos de diferentes países latinoamericanos, Milson explicó cómo la colonialidad territorial es
un patrón de poder violento que subalterniza a la naturaleza y las
personas, destacando la creciente violencia y la criminalización en
contra de las poblaciones que defienden los derechos ambientales.
Posteriormente, Pavel López (Bolivia) habló de la pertinencia de
retomar la idea de colonialismo interno para explicar un proceso de
recolonización económico-territorial ocurrido en los últimos años
en Bolivia y otros países de la región. Al respecto, llamó la atención
50
Relatoría de nuestro viaje a Moxos
sobre el rol del Estado en esos procesos de reactualización de formas de dominación. En el caso de Bolivia –explicó– este proceso
vino acompañado de una forma de recentralización política y de
negación, persecución y criminalización a otras formas de expresión y producción de la política fuera del Estado y, particularmente,
del gobierno masista. Esto conlleva cuestionamientos provenientes
de las bases y ciertos sectores dirigentes, que denuncian la pérdida del sentido otorgado por la Constitución Nacional y el alejamiento de los principios y fundamentos que llevaron inicialmente al
Movimiento al Socialismo (MAS) al poder.
Por la tarde, los intercambios giraron en torno a los sujetos y los
territorios en “r-existencia” (retomando la idea de Porto Gonçalves).
Así, Carmen Cariño (UAM-Azcapotzalco, México) habló del rol de
las mujeres en los procesos de resistencia contra los múltiples despojos, en particular en México. Carmen subrayó la importancia de
construir las historias de las narrativas de las mujeres que actúan
en la defensa del territorio y han sido invisibilizadas en diferentes
países, remarcando que esas mujeres han caminado a la par de sus
pueblos en la construcción de otras formas de vida, y en la resistencia al modelo colonial y capitalista racista, patriarcal y extractivista. Señaló así que para entender la actuación de las mujeres
frente a la fuerte amenaza a las formas de vida es necesario tener
en cuenta que las comunarias se ven como parte del territorio, añadiendo que la participación de las mujeres pone sobre la mesa que
la defensa del territorio no la están dando solamente los humanos,
sino también otros seres que habitan los territorios.
Analizando el contexto argentino, Luciana García Guerreiro y
Sergio Álvarez (Argentina) señalaron algunos de los avances en términos normativos y legislativos en cuanto al reconocimiento de los
derechos territoriales, culturales y sociales de los pueblos indígenas de las últimas décadas, que son expresión de las demandas
históricas de los pueblos y resultado de su lucha; pero que, paralelamente, en ese mismo período han debido afrontar la expansión de
modelos de desarrollo basados en concepciones extractivistas que
avanzan sobre territorios indígenas y campesinos. Luciana y Sergio
presentaron el reciente proceso de reconstrucción de la nación diaguita, en su expresión territorial, indicando que sus comunidades y
organizaciones hoy comparten demandas de autodeterminación territorial y apuntan a una reactualización de la relación con las instituciones estatales en su territorio. Señalaron que entre los desafíos
enfrentados por el pueblo diaguita en esa re-emergencia, está la
fragmentación territorial resultado de los ordenamientos impuestos
51
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
por los límites jurisdiccionales de las instituciones estatales. A su
exposición se sumó Hernán Gutiérrez, cacique diaguita de la comunidad originaria de La Quebrada de la provincia de Catamarca
(Argentina), quien habló del maltrato sufrido por su pueblo a lo largo de la historia, así como de su resistencia. Subrayó que el trabajo
de su pueblo consiste en controlar su territorio y trabajar sobre el
desarraigo de los niños, en contra de las políticas estatales que estimulan el abandono del territorio y de la vida campesina. Hernán
habló de los desafíos que enfrentan por el avance de la megaminería, y remarcó el compromiso que tienen con quienes perdieron la
vida en esa lucha. “Para nosotros el territorio es la vida”, afirmó.
La última mesa del día se propuso reflexionar en torno al control territorial, las luchas y los procesos autonómicos. En ese
marco, Malely Linares Sánchez (UNAM, México) presentó la experiencia autonómica del municipio de Cherán en México, haciendo
hincapié en el proceso de resistencia territorial que la misma ha
implicado desde el año 2011. Contó la historia de la construcción
de un gobierno propio y autónomo por parte de la comunidad
p’urépecha de Cherán y las tensiones que se presentaron con las
instituciones de gobierno, ya sean municipales, estatales y federales, así como con los partidos políticos, que no tenían en cuenta
los modos propios de nombrar a los representantes ni atendían
el tema de la seguridad y el cuidado del territorio. De ese modo,
se gestó un proceso de organización comunitaria que desde una
rebelde resistencia puso el eje en la autonomía y en la defensa del
territorio, frente al crimen organizado.
Para finalizar realizó su presentación Fátima Monasterio
Mercado, perteneciente al CEJIS (Bolivia). Su exposición se tituló
“Meterse en camisa ajena” y abordó el proceso de formalización de
la autonomía del Territorio Indígena Multiétnico (TIM) del Bosque
de Chimanes y su lucha por la consolidación del territorio. Luego
de situarnos territorialmente, compartió algunos desafíos que enfrentan los pueblos Mojeños, Tsimane, Yuracaré y Movima en el
complejo proceso de construcción de su autonomía territorial, desde la “Marcha por el Territorio y la Dignidad” del año 1990 hasta
la actualidad. En tal sentido, Fátima destacó los intentos estatales
por refuncionalizar las autonomías y el consecuente vaciamiento
de las históricas reivindicaciones de reconocimiento territorial y de
autogobierno en Bolivia.
52
Relatoría de nuestro viaje a Moxos
Figura 1. Afiche de convocatoria al Coloquio Internacional
“R-existencias territoriales, autonomías indígenas y luchas
por la vida en América del Sur” (Santa Cruz, Bolivia)
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Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Con ese compartir encarnado, nos propusimos una nueva jornada
de encuentro, pero ahora ya en territorio. Nos esperaba el Territorio
Indígena Multiétnico como escenario donde continuaríamos profundizando los intercambios y el aprendizaje individual y colectivo sobre
los complejos procesos de defensa territorial y construcción de autonomías indígenas –relación con el Estado mediante– en Bolivia.
El 26 de julio nos encontramos temprano por la mañana en el
aeropuerto Viru Viru para comenzar nuestro viaje a San Ignacio de
Moxos, en el Departamento del Beni. Desde el CEJIS habían ya organizado todo; a medida que iba llegando la gente –éramos un número interesante, más o menos doce personas– realizamos el check
in y nos preparamos para embarcar. Desde Santa Cruz viajamos a
Trinidad en un avión pequeño, con turbo hélice para poca cantidad
de pasajeros. El vuelo duró alrededor de una hora, en la que pudimos contemplar la inmensidad de la amazonía boliviana y los largos ríos que como serpientes de agua atraviesan el oriente del país.
Una vez aterrizados/as, cuando bajamos del avión vimos estacionado allí mismo un avión oficial, con la bandera boliviana y la
whipala pintada en la cola. Según nos informaron en ese avión había viajado el presidente Evo Morales para inaugurar una carretera.
En Trinidad fuimos en un par de taxis hasta el centro, que aún
siendo muy temprano en la mañana bullía de gente y motos, y desayunamos en el mercado. Una variedad de propuestas de alimentos nos esperaba: para tomar había chocolate con leche, café, té,
infusiones, jugos, que se podían acompañar con bollos dulces, empanadas fritas de carne, plátanos, frutas, entre otras preparaciones
más abundantes y elaboradas. Una vez recargadas las energías, nos
dispusimos a viajar hasta San Ignacio de Moxos distribuidos/as en
dos trufis (pequeños autobuses). Fueron cerca de 90 kilómetros en
trufi desde Trinidad hasta San Ignacio de Moxos, cruzando diferentes paisajes, desde verdes llanuras con montes de árboles bajos, diversas lagunas y bañados, hasta adentrarnos en zonas de bosques
tropicales propios de la Amazonía sur.
En un momento la vía por la que transitábamos se transformó:
de ser un camino de ripio pasó a ser una carretera nueva de doble
vía recién pavimentada y que, ciertamente, nos llamaba la atención. Inmediatamente se nos vinieron a la mente los proyectos de
infraestructura en el marco de la Iniciativa para la Integración de la
Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), que se promueven
como ejes de integración y desarrollo territorial y que, finalmente,
no son más que rutas para el saqueo y la extracción de bienes
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Relatoría de nuestro viaje a Moxos
naturales y la expansión capitalista en dichos territorios. Mientras
andábamos, el conductor nos comentaba que la ruta sería oficialmente inaugurada por el entonces presidente de Bolivia dos días
después de nuestra llegada. El tramo inaugurado forma parte de
un proyecto de un corredor bioceánico que incluye una carretera
entre San Ignacio de Moxos y Villa Tunari, y que en 2011 provocó una importante movilización de organizaciones del Territorio
Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS) con apoyo de
otras organizaciones indígenas. Su construcción fue decidida por
el gobierno central sin la consulta previa e informada a las poblaciones locales, desconociendo de esa forma la Declaración de
las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas,
firmada por Evo Morales en 2007. Después de la movilización, fue
realizada una consulta acerca de la construcción de la carretera,
la cual recibió denuncias de manipulación de los resultados por
parte del gobierno. En su lucha contra el proyecto de una carretera
que cruzase el corazón del TIPNIS, las organizaciones movilizadas
contaron con el apoyo de parte importante de la sociedad civil boliviana y develaron la ruptura entre el gobierno de entonces y parte
importante de las organizaciones indígenas del país.
Cruzamos el río Mamoré, uno de los afluentes más importantes
de la región, en grandes balsas –todas con ondeantes banderas bolivianas– que llevaban a varios vehículos y personas de una costa a la
otra de este río de aguas oscuras y constante movimiento. Bajamos
del trufi para contemplar la inmensidad y profundidad del paisaje.
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Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Allí una gran calma detenía el tiempo. En cada una de las orillas
se vislumbraban puestos de venta de comida y bebida, y construcciones sencillas (de troncos y lonas en su mayoría). Mientras esperábamos para cruzar conversamos con algunas personas que nos
comentaban que ya terminada esa fase de la ruta seguía otra que
consistía en la construcción de un puente sobre el río Mamoré. Nos
imaginábamos el impacto que esa obra podría ocasionar en la región.
Luego de continuar un rato más viajando en trufi, llegamos a
Moxos, a un colegio jesuita donde se llevaría a cabo el encuentro.
Allí nos recibieron compañeros/as del CEJIS, dirigentes indígenas
y quienes serían nuestros/as anfitriones durante el encuentro.
Ya desde Santa Cruz, y luego en el Beni, nos acompañaba lo que
llaman “el surazo”, un frente frío que sorprendió a propios y ajenos
con una temperatura inusualmente baja para esas latitudes. Ese
primer día de nuestra llegada a San Ignacio de Moxos salimos a caminar rumbo al centro, hasta que llegamos a una peculiar iglesia
frente a la plaza principal del pueblo, que nos causó gran curiosidad.
Decidimos ingresar e indagar un poco acerca de su arquitectura y
origen. La construcción, de altos campanarios, inmensas columnas
de madera y una ornamentación muy colorida –recientemente restaurada– nos hablaba de las misiones jesuíticas y de la paradoja
de que el lugar sea un emblema de la ciudad. Paradoja que se fue
explicando a medida que fuimos conociendo el rol protagónico que
tuvieron las misiones jesuíticas en la región, y el lugar que aún hoy
ocupan, habida cuenta del lugar destacado del Padre Fabio Garbari
a quienes los oradores locales de las jornadas en Moxos saludaban
en señal de respeto al iniciar sus intervenciones en la asamblea.
56
Relatoría de nuestro viaje a Moxos
Frente al templo había un monumento al chiripieru (machetero
ignaciano). Con una larga bata blanca, azul y roja y un gran adorno colorido en la cabeza (los reales son fabricados con plumas) era
representado con las vestimentas y elementos ceremoniales típicos
del lugar. Tenía una leyenda donde se leía que la obra había sido
financiada por la comunidad en 1981. La danza de los macheteros,
hoy reconocida como símbolo de los habitantes del Beni, tiene un
carácter religioso fuertemente católico, revelando una vez más la
profunda huella de la colonización en aquella región.
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Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Coincidentemente, nosotras/os nos encontrábamos allí a pocos
días de la fiesta del pueblo –la Ichapekene Piesta, que es el 31 de julio, precisamente el día en que el santoral católico conmemora a San
Ignacio de Loyola, fundador de la Orden de los Jesuitas (Compañía
de Jesús), y a quien se debe el nombre de la ciudad–, donde esta
danza sería presentada, evidenciando la imbricación de tradiciones
que conforman las costumbres del lugar. Ya comenzaban los preparativos, hojas de palmera eran trenzadas para la construcción
de los puestos de la feria y artesanos llegaban desde comunidades
cercanas, ubicándose en la plaza con sus productos. Trabajadores
municipales se aprestaban a emprolijar la pintura de bancos, monumentos y ornamentos de la plaza. Muchos visitantes ya habían
llegado para la fiesta, que es indicativa de la fuerte influencia de
las misiones jesuíticas en el territorio y hoy es considerada por la
UNESCO patrimonio inmaterial de la humanidad.
Cerca de la imagen del chiripieru, en la plaza, el busto de Hugo
Banzer –dictador que gobernó a Bolivia en la década de 1970 y
que volvió a la presidencia durante la democracia– tenía su cuello amarrado a un árbol por algunas cuerdas. El General, que se
encontraba simbólicamente ahorcado, fue uno de los principales
responsables por la distribución de tierras a grandes terratenientes
en el Oriente boliviano.
58
Relatoría de nuestro viaje a Moxos
Caía la tarde y a poco menos de una cuadra de la iglesia nos encontramos con una pequeña cooperativa de artesanías locales. Allí
vendían algunas mochilas, aretes y prendas de vestir tradicionales
de la región. Un poco más allá, la plaza del mercado y una gran
cantidad de hombres, quienes apaciguaban a algunos caballos en
un arenoso y húmedo campo abierto. Durante nuestra estadía sorprendía ver el gran movimiento de personas en las calles, empeñados en sus labores y rutinas, probablemente a ritmo potenciado
ante la cercanía de las fiestas patronales del pueblo.
Al regresar al lugar que nos hospedaba nos unimos a la reunión que se estaba generando en un gran salón en donde se fueron congregando compañeras y compañeros de diferentes pueblos
indígenas. Mujeres acompañadas de sus bebés, adultos mayores
con distintas problemáticas, sentires y preocupaciones, pero con
el interés común de colectivizar alternativas para defender sus derechos frente a las estrategias de despojo que los gobiernos y las
transnacionales buscan instaurar en sus territorios. Un rico espacio de aprendizajes daba su inicio.
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Diálogos de saberes sobre
autonomías y territorios en el
Territorio Indígena Multiétnico
de Bosque de Chimanes
Luciana García Guerreiro, Gisela Hadad
y Fátima Monasterio Mercado
La idea de viajar a la Amazonia Sur de Bolivia hasta el Territorio
Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes nació una noche de
mayo en Ciudad de México, allá por 2017. Quienes integramos
el Grupo de Trabajo de CLACSO, que se denominaba por aquel
entonces “Pueblos indígenas y procesos autonómicos”, nos habíamos dado cita en el “Coloquio Internacional sobre Defensas
Comunitarias” organizado por el CIALC/UNAM y, como cada vez,
a estos espacios de intercambio académico le acompañan otros
igual o más potentes que se dan en los intersticios de la formalidad, en la compartición alrededor de un café, de un pulque, de
un abrazo.
Por esos días, los pueblos Mojeños, Tsimanes, Yuracaré y
Movima estaban librando una dura batalla frente al Estado boliviano por la reconstitución de su territorio ancestral: el Bosque de
Chimanes. Una lucha que se disputaba en torno a la exigencia del
derecho a la autonomía indígena y que era repelida por la clase gobernante debido a los intereses del agropoder. Nuestra compañera
Fátima Monasterio era la abogada que acompañaba la demanda
de estos pueblos y nos transmitió esta experiencia que encontró
resonancia en tantas otras de los pueblos del Abya Yala que, desde donde estamos, acompañamos y habitamos.
Al cabo de un año y después de muchas gestiones colectivas, aquel encuentro que empezó a esbozarse en un pequeño bar
de Coyoacán se hizo realidad. La articulación con el Grupo de
Trabajo de CLACSO “Territorialidades en disputa y r-existencia”,
61
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
con quienes ya veníamos confluyendo en acciones, junto con la
maceración de las ideas y ganas de encontrarnos en aquellos territorios, lo hicieron posible.
Figura 1. Afiche de convocatoria al encuentro Diálogo de
saberes sobre autonomía y territorio (Bosque de Chimanes)
Viernes 26 de julio: inicio del encuentro
Sonó el bombo. El sonido de este instrumento tradicional alertó el
inicio del Diálogo de Saberes. Era la tarde, estaba por comenzar a
atardecer, un centenar de personas de distintas edades y latitudes
empezaron a reunirse en el salón principal del Internado Jesuita
Arajuruana, ubicado a unas pocas cuadras de la plaza principal de
San Ignacio de Moxos.
Mujeres y hombres de todos los rincones de la Amazonía Sur1
viajaron en canoas y motocicletas, y otros tantos caminaron durante
1 Hubo representantes del Territorio Indígena Multiétnico (TIM), el Territorio
Indígena Mojeño Ignaciano (TIMI), el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro
Sécure (TIPNIS), el Territorio Indígena Movima y el Territorio Indígena Chimán (TICH).
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Diálogos de saberes sobre autonomías y territorios en el Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
días para llegar. Representantes del pueblo chiquitano Monkoxi de
Lomerío, desde el Chaco los guaraníes de Gutiérrez y Machareti,
desde Cochabamba representantes de la Autonomía Indígena de
Raqaypampa. Desde Catamarca (Argentina) un compañero del
pueblo diaguita, autoridad comunitaria de la Comunidad Indígena
La Quebrada, traía las voces y aprendizajes de su organización, la
Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita (UPND). También de diferentes rincones de Abya Yala (Bolivia, México, Colombia, Argentina,
Brasil) se hicieron presentes los investigadores y las investigadoras
integrantes de los grupos de trabajo que participaron en el Coloquio
Internacional “R-existencias territoriales, autonomías indígenas y
luchas por la vida en América del Sur” en la ciudad de Santa Cruz.
Se dio inicio a la jornada con la bendición del líder espiritual
don Tata Basilio Noza de la comunidad San José del Cabitu del
Territorio Indígena Multiétnico (TIM). Posteriormente se dieron las
palabras de bienvenida de las autoridades del territorio presentes: el subalcalde Don Sixto Matene; el presidente de asambleístas
del territorio Darío Matene; el presidente de la subcentral del TIM
don Bernardo Muiba y la presidenta de la organización de mujeres
Paulina Noza, a lo que continuó la presentación de líderes de otros
territorios indígenas e investigadores/as.
El encuentro tenía como objetivo crear un espacio de intercambio
de saberes, experiencias y reflexiones entre los sujetos sociales y
autonómicos, representantes de pueblos indígenas y organizaciones
sociales de base territorial con intelectuales e investigadores/as sociales, para que de manera horizontal y plural se reflexione sobre los
alcances y limitaciones de la autonomía indígena en el marco de la
organización formal del Estado y las posibilidades del ejercicio de la
territorialidad como condición para la construcción de alternativas
societales. Para ello se presentó el esquema de trabajo que organizaría nuestras actividades los días posteriores. El mismo constaba
de diferentes momentos, algunos plenarios, con la participación de
la totalidad de los/as asistentes, y otros más acotados que llamamos talleres o grupos de trabajo, para profundizar el intercambio en
relación a ciertos temas o ejes que resultaban significativos para los
procesos autonómicos en marcha. Un taller sería sobre los desafíos
de la gestión pública para la autonomía formal indígena; otro sobre
el control y la defensa territorial para el ejercicio de la jurisdicción
indígena; y un tercero sobre la gestión territorial y la autogestión.
Por último, y para cerrar la jornada, tendríamos un momento de
música, de danza y de expresiones culturales continuando el compartir desde otros registros y sentimientos.
63
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Sábado 27 de julio: intercambio y trabajo en grupos
Por la mañana del sábado, luego de un desayuno comunitario, nos
encontramos en el salón principal para comenzar las actividades.
Para dar inicio se invitó a la compañera Sarela Paz Patiño, socióloga, antropóloga e investigadora boliviana, quien abrió la jornada
de trabajo con la presentación de algunos ejes disparadores. Con
su estilo provocador nos interpeló con una primera pregunta “movilizadora” para el análisis y la reflexión: ¿Para qué queremos autonomía? Esta pregunta resonó en los/as asistentes y posiblemente
cobró diferentes sentidos para los referentes territorios allí presentes. Haciendo referencia a la historia reciente, Sarela introdujo una
importante reflexión sobre la pregunta y la lucha por las autonomías, anclándola en los territorios y remarcando la importancia de
pensar la relación de los pueblos con el Estado:
En principio cuando pensamos la autonomía lo hemos pensado
porque somos un pueblo que siempre lo ha demandado. Pero,
¿para qué como pueblo queremos autonomía? Porque nosotros
queremos tener nuestro propio gobierno y vivir como sabemos
vivir y que no nos cambien. Un pueblo organizado de determinada manera es quien tiene gobierno y autonomía, y así se
refleja un saber vivir. Vivimos centralmente de la tierra, de lo
que producimos, maíz, yuca, plátano; también salimos a pescar y cazar. El pueblo vive de varias y muchas maneras, para
vivir como nos han enseñado nuestros abuelos a vivir bien. Y
si tenemos una forma de gobierno y vivimos de esa manera inmediatamente se nos viene la pregunta: ¿Dónde? Por lo tanto
necesitamos un territorio. […]
Demandar autonomía tiene que ver con el Estado, es a él a quien
le estamos demandando la autonomía. Nosotros, el pueblo, demandamos al Estado porque queremos nuestra forma de gobierno. No queremos que nos transformen eso: nuestra forma de
vivir. No demandamos autonomía como ciudadanos sino como
pueblos con identidad, con una manera de organizarse, de elegir
autoridades y un modo de vida que no quiere que se lo cambien,
no quiere decir inmovilidad; siempre hay cambio de cómo han vivido nuestros abuelos, sino que nosotros tomemos las decisiones
de cómo vamos a enfrentar los cambios, no que lo hagan otros.
Esta idea inicial de demanda al Estado es un foco importantísimo. Autonomía siempre es una relación con el Estado, que puede ser algo malo o bueno: malo cuando el Estado no considera
nada de lo que se le pide; bueno, cuando el Estado escucha.
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Diálogos de saberes sobre autonomías y territorios en el Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
Afuera del país también hay pueblos que demandan autonomía. Los resultados son diferentes. Se puede demandar autonomía en el marco de un diálogo fuerte con el Estado o sin
diálogo. En México hay autonomías que el gobierno declara de
facto, porque el Estado no las reconoce. Aquí en Bolivia hay
diálogo con el Estado. Este a veces es tenso y de pelea, no es
un diálogo sencillo y de palabras. El Estado quiere unas cosas
y nosotros otras; pero finalmente hay un diálogo. Hay diálogo
porque hay una ley y el Estado está obligado a cumplirla. En
México no hay esa ley.
Son treinta años de esta ley, no es poco. Es necesario evaluar
y mirar lo que está pasando. Esta idea de autonomía en un territorio es la que mueve a la búsqueda de la autonomía; y este
territorio tiene recursos naturales y esta es la problemática o
punto central de este tema. El hilo central es que el territorio tiene recursos naturales y es ahí que nuestro diálogo con el Estado
se pone tenso; ya que el Estado tiene varios puntos de interés,
es donde se distinguen intereses y el diálogo se pone tenso. […]
Autonomía como sí, como palabra, no dice mucho; es ver qué
queremos consolidar con autonomía, qué logramos, qué modo
de vida queremos consolidar, a veces con la idea de autonomía
nos podemos alejar de lo que en principio pensamos que era
nuestra alternativa.
Sucede que a veces nos pasa que estos intereses del Estado se
introducen en el propio pueblo y a veces miembros de nuestro
pueblo defienden intereses que están lejos de nuestra idea inicial. […] Cuando estos intereses del Estado se nos meten debemos preguntarnos el por qué de la autonomía, sino pensamos
en esto nos ponemos a hacer reglas y normas y nos olvidamos
de estos intereses que hay que consensuar; y si podemos ponernos de acuerdo lograremos enfrentar estas cosas. […]
Esto afecta nuestra discusión del tema de autonomía y nos
hace perder el hilo de nuestra discusión y llevamos a cabo
procesos autonómicos donde parece que lo más importante es
la norma y conseguir fondos públicos, y nos olvidamos de lo
fundamental de la pelea: el territorio y en él la posibilidad de
construir nuestro propio gobierno y vivir como a nosotros nos
gusta vivir y que somos capaces de entendernos como pueblos
y construir nuestros propios consensos. […]
El territorio es el foco más fuerte de luchas y peleas. El foco
de la autonomía es el territorio, si perdemos el foco tenemos
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Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
que, por lo menos, tener la capacidad de darnos cuenta de que
lo hemos perdido. Si perdemos esto ya no es una lucha por la
autonomía; sino que esto es otra lucha, dialoguemos con sinceridad. Necesitamos diálogo con sinceramiento para dirigir la
lucha, pero ¿cómo están nuestras fuerzas? […]
Debemos ser capaces de evaluar nuestras fuerzas. Nuestra lucha está acá. Debemos mirar al Estado y sus intereses; y cuáles empuja cuando nosotros estamos demandando la autonomía como pueblos.
Luego de la provocadora intervención de Sarela se abrió el intercambio, de modo que el micrófono pudiera circular entre los/as
participantes que quisieran compartir sus reflexiones iniciales.
Cada territorio, cada experiencia, tendría una interpretación vivencial diferente sobre las palabras vertidas en este primer espacio
compartido, mediada por sus luchas, sus procesos, sus recorridos,
que generarían una significación particular.
Pidió la palabra un comunero de Lomerío y expresó:
La autonomía es desde el territorio y para el territorio. Ese de
repente es un pequeño y gran problema de los que no quieren
la autonomía, porque se preguntan “¿para qué quieren autonomías? Si son autónomos, ¿qué cosa el gobierno les va a dar?
Les dará más recursos”, no es así, sino que queremos vivir
como nosotros vivimos. Es una lucha constante, que no es física o a la fuerza, sino es una lucha de ideologías, de ideas.
En ese mismo sentido, desde el Territorio Indígena Multiétnico
(TIM), un comunero sostuvo:
La autonomía nos va a permitir vivir entre todas las etnias. El
multiétnico es esto: hay muchas etnias y ahí vamos a respetar
las vivencias y las culturas de todos los que viven en el territorio. Muchos nos dicen para qué quieren tierra sino la trabajan,
pero los territorios se utilizan para la convivencia de las etnias;
no para destruirlas. Es una lucha que no es a golpe y fuerza
sino a lápiz y papel.
A partir de esas palabras, un referente del pueblo guaraní
mencionó:
Los pueblos hemos tenido la capacidad de convivencia de quienes no nos han respetado la autonomía, pero ahora vamos a
demostrar nuestra capacidad de autogobierno en nuestro territorio a través de nuestro pueblo, para decir así y esto queremos, y nos tengan que seguir el horizonte para huellear los
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Diálogos de saberes sobre autonomías y territorios en el Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
pasos a seguir. Pienso que así en Bolivia ya no se va a extinguir
ningún pueblo más.
Una comunera de Macharety señaló que de lo que se trata es de
construir una autonomía incluyente, con campesinos, ganaderos
e indígenas, ya que se trata de “autonomías en diálogo”.
Un referente del TIM manifestó la importancia de los saberes y
las prácticas propias diciendo:
Queremos que no nos cambien los usos y costumbres. Verdaderamente hay muchas costumbres y no queremos que nadie
nos diga nada, queremos vivir como antes, no como cuando
estaban las empresas que se hacían los dueños de donde vivimos. Que no nos cambien las costumbres, eso lo van a tener
nuestros hijos, hagamos los esfuerzos y tengamos el territorio
para vivir bien.
Un referente del Territorio Indígena Originario Campesino de
Raqaypampa señaló:
La autonomía está en nosotros, en cierta parte [implica], cumplir mecanismos para que el Estado nos reconozca como territorios. Por ahí hay otros gobiernos que no nos van a permitir
demandar la autonomía. La autoridad está en ellos, pero nosotros demandamos la ley. Debemos dialogar de manera cordial
con el Estado, y hay que hacerlo cuanto antes. Debemos exigir
nuestro propio sistema de vida, hay que hacerlo cuanto antes.
El Estado muchas veces no nos reconoce esto. La autonomía
es para que el Estado y el mundo nos reconozcan el sistema de
vida. El Estado ahora tiene un sistema de vida. El Estado está
ahí, queremos que como pueblos nos respeten y no ser discriminados. No es por dinero, el dinero no se come, es por nuestros árboles. Hay que hacerlo cuanto antes. Hay que cerrar las
puertas con candado para que ningún gobierno nos lo impida.
Otro compañero del TIM tomó la palabra y señaló:
Las puertas del Estado están abiertas, pero siempre con trabas
y a la espera de plazos que no se cumplen. Sin autonomías
todavía no hay un Estado plurinacional, sino uno republicano como ha existido antes. Somos autónomos. Queremos que
nos reconozcan los derechos que ya conquistamos con la Marcha de 1990 pero nos quieren recortar el bosque y el territorio;
donde había madereras antes, ahora quieren hacer explotación
petrolera y ripio. Para incluir estas áreas en el proceso autonómico hubo que hacer desalojos de estas tierras. Agradezco la
unidad que hemos demostrado. La ley nos la dio un gobierno
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Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
liberal y hoy nos la niega un gobierno indígena, y un gobierno
que pensábamos que nos iba a favorecer, pero no es así. En el
territorio llevamos reuniones y reuniones, nos han hecho llevar
propuestas y propuestas, y nos desconocen. No hay voluntad
política hacia los pueblos indígenas por parte del Estado en
sus diferentes niveles. Desde el 2010 hasta ahora ¿Qué ha reconocido el Estado? No se reconocen los territorios que ancestralmente han ocupado nuestros abuelos, esto nos preocupa.
Recuerdo cuando se aprobó el Convenio Internacional con 140
países, dijeron que se nos iban a dar los territorios a los pueblos indígenas. Yo pregunté en qué consiste el territorio para
los pueblos indígenas: el suelo, el subsuelo y el espacio sobre
el suelo, dijeron. Queremos el territorio, pero ¿qué es ese territorio? Nos dieron la TCO [Tierras Comunitarias de Origen], un
territorio. Busquemos una solución de lo que estamos pensando, de lo que necesitamos. Reclamemos a ONU, ¿Dónde están
nuestros convenios? Si trabajamos individualmente no vamos
a conseguir nada, no retrocedamos un paso atrás.
Luego de este primer intercambio en plenaria, se continuó con el
trabajo en diferentes talleres temáticos, para lo cual cada participante o representante comunitario podía elegir en cual sumarse
de acuerdo a sus intereses. Compartimos aquí algunas de las reflexiones que surgieron en los grupos de trabajo.
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Diálogos de saberes sobre autonomías y territorios en el Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
Figura 2. Programa del encuentro “Diálogo de saberes
sobre autonomía y territorio” (Bosque de Chimanes)
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Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Taller 1: Gestión Pública
Un primer grupo de trabajo se denominó “Gestión Pública” y estaba
orientado a pensar los desafíos que presenta la administración de
las autonomías, la relación con el Estado, la posibilidad de gestionar recursos con autonomía, los límites, las dificultades, los logros,
los diferentes aspectos que hacen a la gestión comunitaria de las
autonomías. Uno de los objetivos de este espacio era que los pueblos de Bolivia, que están en proceso de lograr su autonomía o cuya
autonomía ya ha sido reconocida por el Estado, pudieran compartir
su experiencia con esta cuestión.
En tal sentido, desde la Autonomía Indígena Originario
Campesino de Raqaypampa se manifestó:
No éramos tenidos en cuenta porque nos veían con nuestra
forma de vestir, pensaban que no nos íbamos a poder administrar. La primera vez nos dieron muy poca plata para administrar, para probarnos, nos dieron una cifra ridícula e indignante (10.000 pesos bolivianos cuando era un millón lo que
debían darnos), querían ver cómo rendíamos cuentas. Este
sistema no es el nuestro; debemos aprender esta manera en
que lo hace el Estado. Hoy administramos casi 7 millones, esa
plata ya viene en gran parte asignada y distribuida para gastos específicos. Uno administra lo que se le asignó por parte
del Estado, viene demarcado, respaldado por una normativa
escrita. Te dice en qué gastar y cuánto. Pero en esta administración, dónde están los usos y costumbres de nuestros pueblos, es distinta nuestra visión y misión como comunidades.
Por ejemplo, cada comunario hace su aporte en materia prima
para con eso tener fondos para administrar en necesidades
comunitarias.
Por su parte, un comunario de Lomerío compartió su experiencia:
Si nos llegan fondos predeterminados como IDH (hidrocarburos) y coparticipación, ¿qué podemos hacer como gobiernos
autónomos?; o si simplemente es cambiar de nombre o pollera
nomás, si quedamos como monos vestidos de seda. En primer
lugar administramos y ejecutamos recursos, como dice la gestión pública, porque no hay un marco normativo para administrarnos como pueblos indígenas, aunque lo venimos pidiendo.
Una comunaria del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro
Secure (TIPNIS) aportó su mirada respecto del reconocimiento
territorial por parte del Estado:
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Diálogos de saberes sobre autonomías y territorios en el Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
Nos han hecho creer que somos como verdaderos dueños,
pero hoy con la TCO solo somos cuidantes, porque no podemos decidir, tenemos muchas trabas. No podemos administrar los recursos de nuestros territorios, no para el comercio,
sino para nosotros: sin comercio, sin contaminación. Exigimos vivir en autonomía para vivir mejor, cómo podemos hacer
para ser escuchados.
Un comunario de Machateri señaló otro tema vinculado a los territorios y la gestión pública y la importancia de la administración
autónoma de los recursos:
Debemos ver qué pasa con el gobierno anterior Municipal, para
asumir el gobierno indígena. Nosotros hemos pedido que quede
libre de deuda el gobierno municipal. Estamos soñando recibir
un municipio de cero, para administrar de una vez nosotros. Nosotros queremos armar 4 zonas, una llamada Ibo, una Urbana,
una zona para ganaderos y la zona TCO; para esto necesitamos
manejar la descentralización. Debemos plantearlo al gobierno central en La Paz para los gobiernos autónomos indígenas.
Tenemos territorios que van a ser explotados, debemos poner
candados en nuestro estatuto para que no se vayan nuestros
recursos a las cabeceras provinciales o departamentales. El gobierno cuando ve esto se asusta y nos quiere encarcelar cuando
reclamamos por explotaciones de recursos del Estado.
La voz del comunario de Raqaypampa agregó otros aspectos de la
gestión pública que deben ser atendidos en el marco de las autonomías, principalmente en lo que refiere a la salud y la educación.
El gobierno va más allá de lo económico. Nosotros queremos el
desarrollo de la vida originaria de la comunidad, allí hay que ver
qué pasa con la salud y la educación. Queremos y planteamos
una educación propia. Hoy educación y salud están marcadas
por el Estado; debemos sacar una decisión de modificar la normativa nacional en función a la propia visión de gestión de los
pueblos indígenas. Nosotros queremos hacer nuestra propia ley.
En educación se está pudiendo implementar la currícula regionalizada, nosotros tenemos nuestro propio calendario acorde al
ciclo agrícola. Queremos transformar el Estado desde abajo.
Un comunario de Charagua señaló:
Tenemos obstáculos desde la normativa. Tenemos amplitud de
recursos y tenemos competencias exclusivas para administrar
nuestros recursos, pero nos tropezamos con normativas nacionales para su uso. Hemos logrado que algunas leyes del pacto
71
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
fiscal se hayan modificado aunque no se logró una adecuación a
las autonomías indígenas.
En ese mismo sentido, un comunario de Macharetí remarcó:
Queremos eliminar los partidos políticos y volver a lo que hacían
nuestros abuelos. No necesitábamos cuatro banderas distintas,
nos mirábamos entre todos y elegíamos viendo quien no era pícaro. Cuidado que pueden estar subiendo nuevos riquitos o pícaros que puedan estar surgiendo en nuestro territorio.
Y respecto a la educación mencionó: “El sistema educativo ya está
diseñado, así esta direccionado. Los profesionales piensan en recibirse, comprarse una casa y una tele; piensan solo para ellos; ya no
en su familia, menos en sus hermanos y comunidad”. Y para finalizar afirmó: “Pobres son los ricos que no tienen nuestro territorio.
Nosotros no somos de ninguna manera pobres. La mirada de los
empresarios está en nuestros territorios porque ya no hay lugares
donde vivir”.
En el taller también se intercambió sobre cómo es en otros territorios de Abya Yala la relación entre los pueblos indígenas y el
Estado, cómo se construye autonomía y cómo se gestionan los recursos. En ese sentido, fue importante el aporte de la compañera
Malely Linares, colombiana radicada en México, que compartió los
casos de Cherán (México) y de Colombia.
Comentó que Cherán es un pueblo dentro del Estado de
Michoacán, en México, que cuenta con unos 20.000 habitantes y
se encuentra en un territorio boscoso. Para el pueblo purépecha
que lo habita el bosque es sagrado y deben enfrentar el saqueo que
llevan a cabo los madereros o taladores que entran a explotarlo al
punto de poner en riesgo la vida misma de las comunidades. Se empezó a contaminar el Ojo de Agua; un pozo sagrado utilizado para la
realización de bautismos, casamientos y fiestas sagradas. A esto se
sumaban dos problemas importantes que afectan a estos territorios
como son el narcotráfico y el crimen organizado.
Malely contó que las mujeres se organizaron con palos y comenzaron la lucha por la autonomía. Ha sido un proceso de ocho años
de fortalecimiento. Se organizaron varios barrios y se autoconvocaron en “fogatas de control”, lugares simbólicos donde se cocina
y comparte, y donde se toman decisiones de manera colectiva. Se
construyó una estructura organizativa y deliberativa por barrios y
asambleas, para lo cual fue fundamental el fortalecimiento comunicativo a través de la creación de emisoras radiales y de televisión.
72
Diálogos de saberes sobre autonomías y territorios en el Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
Se comenzó a reforestar el bosque y empezó su fortalecimiento
económico con esto mismo. La corrupción se presentaba como un
gran desafío para la organización y puesta en práctica de los usos
y costumbres. Así, Malely compartía que en Cherán para enfrentar
esa corrupción decidieron expulsar a los partidos políticos del municipio, no participar de la elección de autoridades nacionales, ni
elegir, ni ser elegibles.
Malely también presentó una breve contextualización de la situación en Colombia, remarcando ciertas estrategias implementadas o
fomentadas por los gobiernos para desactivar cualquier intento de
autonomía, lo cual afecta particularmente los procesos colectivos
de resistencia a partir de rupturas de los tejidos sociales. En tal
sentido, señaló como acciones principales los intentos de cooptación por parte del Estado de referentes políticos, la alienación a
través de los medios de comunicación, la guerra y el terrorismo generado por el crimen organizado y las fuerzas paramilitares, como
también las leyes que favorecen el despojo de los territorios a través
de emprendimientos extractivistas.
Taller 2: Control y Defensa territorial
El segundo eje de trabajo se refería al control y defensa del territorio, y se buscaba exponer y problematizar acerca de las que se
consideraban las principales amenazas al ejercicio de la autonomía
territorial. En este grupo la dinámica comenzó con una presentación de quienes estaban participando, que duró alrededor de una
hora, y luego se dio paso al diálogo, que se inició bajo la premisa de
concebir el territorio como “la casa grande”, que es la forma en que
las comunidades presentes lo sentían y pensaban.
Lo primero a lo que se hizo mención fue la rememoración de
la primera Marcha Indígena de 1990, un hito en la historia de las
comunidades indígenas bolivianas –que a lo largo del encuentro
fue destacado varias veces como instancia fundacional de la lucha
indígena actual– que ubica la problemática del control territorial en
el ejercicio de los derechos, independientemente de que exista o no
titulación de las tierras. La conclusión a la que se llegaba era que
“el título no garantiza los derechos”.
Partiendo de la pregunta disparadora: “¿de qué estamos defendiendo el territorio?”, los participantes de esta comisión fueron identificando las principales amenazas que operan sobre su
defensa. Distinguiendo entre elementos externos e internos, se
fueron enunciando:
73
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
AMENAZAS AL TERRITORIO
Externas
Internas
Narcotráfico
Éxodo de jóvenes por falta
de oportunidades
Tráfico de armas
Autocensura por temor a
represalias del gobierno
Trata de personas
Contaminación del territorio
Proyectos de minería
Consumo de alcohol
Expansión de la frontera agrícola:
decreto-ley que favorece el
desmonte
Debilidades en la relación
comunidad-organizaciones
Extracción de hidrocarburos
Ingreso al territorio de empresas
(petroleras, madereras)
Proyectos de “desarrollo”
Trabajo de saneamiento del INRA
pendientes
A partir de esta primera identificación de situaciones real o potencialmente conflictivas para los territorios se reflexionó sobre la
significación del mismo para distintos grupos: “la dirigencia”, “la
comunidad”, “los jóvenes”. Se coincidía en que las distintas miradas sobre lo que se requiere para poder ejercer el control territorial
podían echar luz sobre el problema y las posibles soluciones.
Posteriormente se puso el acento en dos preguntas: “¿por qué
controlar el territorio?, ¿cómo estamos defendiendo/controlando el
territorio?” Y una de las primeras reflexiones que se escucharon
74
Diálogos de saberes sobre autonomías y territorios en el Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
fue que “la clave para la defensa de nuestro territorio es quedarse
en la comunidad”. La postura coincidente era que la promesa de
una vida mejor fuera de la comunidad, nunca se concretaba: “en
la periferia de las ciudades se vive mal”, señalaban. La salida de la
juventud de la vida comunitaria es una de las principales amenazas, ya que abre la puerta a otras presencias: “cuando el territorio
se vacía, entra otra gente”. Y se expresaba que muchas veces esos
“otros” que se acercan lo hacen disfrazados de “amigos”, pero esconden malas intenciones.
A medida que se avanzaba en el debate, una de las explicaciones
que se encontraban a este problema era que los jóvenes no veían
oportunidades de ganarse la vida en los territorios. Sin embargo,
algunas voces comenzaban a señalar que en realidad se trata más
que nada de un problema de inacción, y que la solución pasaba por
“reaccionar” y darse cuenta de que no había que buscar culpables
por fuera de las mismas comunidades.
Al inicio de la tarde, luego de detenernos un rato para almorzar,
se retomaron las reflexiones sobre la necesidad de un papel protagónico de las comunidades en el fortalecimiento de sus territorios.
Los comentarios que se iban haciendo se ubicaban en la dimensión
de la autocrítica, reconociendo que varios de los factores que llevarían a la pérdida efectiva del control territorial tenían su origen
en el seno de las comunidades. En particular, el cambio de modo
de vida y de modelo productivo, el aceptar concesionar la tierra a
terceros para su explotación, el no controlar el proceso educativo y
formativo de los jóvenes (y su consecuente salida de las comunidades), son algunos de los factores mencionados de manera recurrente. Estas apreciaciones dieron lugar a destacar la importancia de
que los pueblos puedan garantizar su alimentación (saludable), su
salud y sus formas de vida tradicionales.
En consecuencia, el manejo de los recursos naturales que poseen los territorios se convirtió en el centro del debate, y se reconoce la limitación que implica no contar con una “agenda productiva”
propia que dicte el curso de la vida en común. Si bien se reconocía
el valor que tuvo la lucha de hace treinta años en asegurar el territorio de las comunidades indígenas, en la actualidad el desafío
consiste en “asegurar el manejo de los recursos”. En esa línea se
cuestionaba un comunario:
¿Qué debemos hacer con los recursos? Debemos tener un plan
de vida, no un POA [Plan Operativo Anual]; un plan que esté
acorde a nuestras necesidades y que nos permita vivir como
75
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
queremos. En las acciones de control es importante ver quiénes
ingresan en el territorio, ver los matrimonios arreglados, los pescadores ilegales y madereros foráneos. A veces los dirigentes no
hacen caso a lo que acordamos; hay que hacer un seguimiento a
los dirigentes y si no cumplen, cambiarlos.
Promediando la tarde se van sistematizando algunas conclusiones
del trabajo grupal. En líneas generales, se ve la necesidad de fortalecer el proceso de autonomía indígena, mejorar la administración,
reforzar los espacios asamblearios, entre otros aspectos. En el orden específico de la defensa territorial, las principales medidas que
se mencionan apuntan al control de las personas que están dentro
de los territorios y a evitar que terceros actores se asienten en los
mismos, para lo cual se propone la creación de guardias indígenas
y puestos de control. También hacen foco en controlar las instituciones que funcionan dentro: escuelas, postas sanitarias, oficinas
administrativas, etc. Se evidencia que el control efectivo comienza
“desde adentro”, con las “propias acciones”, sin necesidad de demandar nuevas leyes. Se trata de trazar un “plan de vida” de las
comunidades, que se traduzca en una agenda propia.
De este modo, las comunidades indígenas reunidas en el taller
de reflexión arriban a la conclusión de que es prioritario “ordenar
nuestra casa y nuestra organización”, evidenciando que el punto de
partida para neutralizar las principales amenazas –tanto internas
como externas– es abocarse al trabajo interno, a fortalecerse en la
lucha, a “despabilarse” luego de tantos años. Los logros de hace
treinta años fueron posibles porque hubo detrás un proceso de más
de una década de fortalecimiento, construcción y debate. Según lo
que se compartía, desde que existe un “gobierno indígena” eso se
debilitó. Es momento de hacerse cargo de la responsabilidad que
cada uno tiene en la defensa del territorio colectivo, se concluyó.
Taller 3: Gestión territorial
Un tercer eje de trabajo se refería a la gestión territorial.
Específicamente, el taller proponía reflexionar en torno a las posibilidades de la autogestión económica en nuestros territorios y a las
tensiones que nos atraviesan en nuestros múltiples vínculos con el
sistema. En el taller estuvieron presentes unas 30 personas, con
una participación equilibrada entre varones y mujeres; también algunos niños.
Comenzamos con algunas preguntas disparadoras. Nos preguntamos: ¿de qué vivimos nuestras comunidades?, ¿cómo satisfacemos
76
Diálogos de saberes sobre autonomías y territorios en el Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
nuestras necesidades?, ¿cómo accedemos a esos bienes y servicios
(que identificamos como necesarios)? Esto nos llevó a reflexionar
sobre los diferentes ámbitos de la vida, las diferentes necesidades
que tenemos, sean materiales como inmateriales. Del mismo modo,
encontramos que asumimos diferentes acciones en tanto productores/as, en tanto consumidores/as, en los diferentes intercambios,
ya sea con otras personas como con la naturaleza, que hacen a
nuestra economía y a la reproducción de nuestra vida comunitaria.
En ese marco, e intentando problematizar nuestras autonomías,
nos interrogamos acerca de las acciones externas que nos hacen
más o menos dependientes. Del mismo modo, nos propusimos
identificar aquellas acciones que desarrollamos desde nuestras
comunidades –que podríamos denominar internas– que afectan a
nuestras posibilidades autonómicas.
Surgieron una diversidad de reflexiones, algunas bien concretas
referidas a la organización de la economía. Por ejemplo, algunos
comunarios afirmaban que “nos debilita la compra de productos
que no elaboramos, debemos salir a trabajar para cubrir esas necesidades”. El hecho de tener la necesidad de comprar productos
en el mercado se señaló como una debilidad, como un elemento
que profundizaba la dependencia. Para adquirir esos productos se
precisa dinero, el cual se adquiere, a su vez, mediante la venta de
producciones o de fuerza de trabajo. “Antes vendíamos, ahora compramos para el consumo” se señaló y, luego, se remarcó la importancia que tiene “producir nuestros alimentos y nuestros propios
recursos”. La autogestión apareció como un elemento fundamental
en la organización de los territorios y la reproducción de la vida comunitaria, y se sostuvo que “no hay que esperar regalías si tenemos
el territorio para trabajar”.
Como contrapunto a la idea de autogestión y autonomía surgió
la dependencia que generan las prácticas clientelares del sistema
político dominante. Algunos comunarios señalaban que “estamos
dependiendo del gobierno hasta para la vivienda, el proyecto del gobierno nos está cambiando”. En ese sentido, se marcó la necesidad
de evitar “las malas costumbres de la política partidaria”.
Otro punto señalado en torno al grado de dependencia estuvo
vinculado a las fuentes de financiación externa para sostener la
organización y la defensa de los derechos comunitarios. Al respecto
se afirmó que ese modo de financiar las acciones territoriales y generar fondos económicos comunitarios a partir de aportes externos
no es parte de la propia cultura. “Empezamos a buscar proyectos y
77
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
financiamientos, mientras que nuestros antepasados vendían sus
productos y los cambiaban”.
Por otro lado, y como un elemento externo que afecta gravemente las autonomías territoriales, se mencionó la presencia de
empresas, en particular de tipo extractivas, en los territorios. Se señalaron los efectos ambientales que las mismas generan, los cuales
impactan, a su vez, en el desarrollo de las actividades productivas
en las comunidades. “Nos sacan las riquezas y nos contaminan los
ríos”, “Las aguas contaminadas dañan y matan la vida, así bajan
los cultivos”. También se habló del avance de la frontera agrícola y
pecuaria que amenaza la integralidad de los territorios, a partir de
la implementación de permisos de desmonte y aprovechamiento del
suelo y el bosque sin consulta a los pueblos indígenas.
Respecto al vínculo con el territorio, se compartió la necesidad
de vivir, ocupar y controlar el territorio, y que esa relación de convivencia territorial debía alimentar el respeto hacia la naturaleza.
Cuidar el territorio respetando los bosques y los árboles, las fuentes
de agua, y controlando que no se explote ni se destrocen los equilibrios naturales. Nuevamente aquí surgió la referencia, con cierta
nostalgia, al modo en que los/as abuelos/as se vinculaban con el
territorio, y que eso de algún modo estaba cambiando.
Se identificó como problema la migración de los/as jóvenes a la
ciudad. “Los que salen a estudiar no vuelven al territorio”, se decía.
El vínculo con la ciudad, la distancia respecto al territorio, los modos de vida tan diferentes, finalmente “nos hacen cambiar de pensamiento”. Había preocupación por este tema en la ronda, la pregunta
que surgía con fuerza era ¿cómo hacer para que los y las jóvenes
decidan quedarse en los territorios? Complejo y profundo interrogante que derivó en problematizar la educación y los espacios donde
aprendemos, transmitimos y compartimos nuestra cultura.
Se escuchó: “El sistema educativo transforma a nuestros hijos,
los aleja de concepciones comunitarias, debilita el idioma, va contra
nuestra cultura”. Así surgieron varias reflexiones acerca del modo
en que la educación afecta el vínculo con los territorios, sobre cómo
los jóvenes terminan alejándose de la vida territorial, del idioma,
de la cultura propia, debilitando, en definitiva, la identidad comunitaria. “Hay vergüenza por la identidad de nosotros”, se dijo. Con
relación a los valores y prácticas que se refuerzan o se debilitan
mediante la educación, se señaló críticamente que “nos estamos
haciendo más egoístas. Ya no queremos a nuestra comunidad, ignoramos las situaciones que tenemos como territorio”.
78
Diálogos de saberes sobre autonomías y territorios en el Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
Uno de los elementos que se identificó por afectar de modo particular a las prácticas comunitarias fue el uso de nuevas tecnologías.
Se mencionó que “la tecnología nos está influyendo, nos absorbe” y
“nos falta conocimiento de nuestra identidad y cultura y necesitamos reconocerlas para no dejarnos influenciar por las tecnologías”.
El uso de los celulares y el acceso a internet, entre otras incorporaciones tecnológicas, si bien han facilitado las comunicaciones y
acceder a información que de otro modo no se podría, también ha
tenido sus efectos adversos en las prácticas cotidianas tradicionales que hacen a la identidad comunitaria. Los cambios tecnológicos
se perciben como una amenaza que arrasa con rapidez sobre modos ancestrales de reproducir la vida comunitaria. Se analizó como
algo complejo, pero ante lo cual se debe estar atentos y generando
acciones que resguarden los saberes y cultura propios.
En efecto, se señaló la importancia de “asumir el control de la
educación”, promoviendo el uso de la propia lengua y reforzar la
identidad. Se recordó el modo de transmitir saberes de forma intergeneracional, valorando a los ancianos de la comunidad y dedicándoles tiempo. Se habló así de la necesidad de valorar los saberes y
costumbres propios: “Nosotros debemos entender y reconocer que
no debemos dejarnos interponer saberes ajenos”. Se dio como ejemplo lo que sucede con la medicina tradicional, recordando la gran
diversidad de saberes, prácticas y recursos con los que cuentan en
las comunidades para prevenir enfermedades y sanar dolencias; y
que muchas veces, sin embargo, se recurre a la biomedicina hegemónica y a medicamentos producidos en laboratorios, despreciando o desacreditando los propios conocimientos: “consumimos
remedios extranjeros en vez de consumir los nuestros”.
Finalmente, y a modo de recuento de lo trabajado, nos propusimos reflexionar sobre las posibilidades y límites de la autonomía,
identificando aquellos elementos que nos permiten ser más autónomos en nuestros territorios. De allí surgieron las siguientes conclusiones, a modo de proposiciones.
Por un lado, y en referencia a las formas estatales, se mencionó
que es importante hacer uso de los apoyos que nos da el Estado,
pero bajo nuestra visión y necesidades. Asimismo, entre otras cosas, debemos estar pendientes frente a las normas que se aprueban
y evaluar en qué medida y cómo pueden afectar nuestra autonomía.
Por otro lado, en relación con aspectos que las comunidades
pueden fortalecer se señaló la necesidad de acompañar las gestiones organizativas de quienes asumen el rol de dirigentes. Es preciso
79
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
fortalecer la organización, reforzar el sistema de gobierno propio y
acompañar / controlar a la dirigencia. Debemos ayudar y colaborar
con las autoridades comunitarias. Para ello es importante formarnos técnicamente, pero también políticamente. Se sostuvo también
que las comunidades pueden encargarse de garantizar funciones y
servicios que hoy controlan los municipios.
Finalmente, y en vínculo con los procesos migratorios de los últimos tiempos, se manifestó que si no se controla el territorio, si nos
alejamos del mismo, ponemos en riesgo la autonomía. Del mismo
modo, es preciso comprometerse y definir el horizonte como autonomía en todos los ámbitos de la vida, especialmente en educación
y salud. Necesitamos definir nuestra agenda, nuestro plan.
“Debemos comenzar a tejernos, cada uno de nosotros es una hebra”. Esta fue la reflexión que cerró el taller y que nos dejó pensando
en lo importante que resultan encuentros como estos, donde desde
la pluralidad compartimos palabras, sentipensamientos, preocupaciones, propuestas y luchas, mirándonos a los ojos, tejiéndonos.
Domingo 28 de julio: construyendo reflexiones
colectivas desde la pluralidad de voces
El domingo 28 de julio por la mañana nos reunimos nuevamente
para recuperar lo compartido durante la primera jornada de intercambio y trabajo colectivo, tanto en los momentos plenarios como en
los talleres. Comenzamos entonces comunicando brevemente algunas de las reflexiones que habían surgido en los espacios de taller el
día anterior, para luego generar un tiempo de intercambio que permitiera que la palabra circule nuevamente entre los y las participantes. Así, se realizaron nuevas reflexiones y proposiciones sobre los alcances, las limitaciones y las posibilidades de la autonomía indígena
en los territorios y en el marco de la organización formal del Estado.
De ese modo, un referente del TIM expresó que “para construir
la autonomía tenemos que pensarla, y seguir luchando”, y desde
Raqaypampa un comunario manifestó que “para luchar debemos
unirnos y juntar fuerzas”. Las intervenciones fueron señalando la
necesidad de recuperar la riqueza de las tradiciones y poner en
práctica las formas propias de organizar la vida. Como señalaba un
comunario del TIM:
Nuestros abuelos siempre fueron autónomos. Este sistema de
gobierno es de los karayanas, no nuestro. Necesitamos un plan
de vida acorde a nuestras necesidades y forma de vivir de los
pueblos indígenas. En la parte de educación es lo mismo, se
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Diálogos de saberes sobre autonomías y territorios en el Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
creó para beneficio de los ricos, en la universidad no te enseñan
a defendernos, debemos tener nuestros propios técnicos, el rol
de los profesores en la idea de que en el territorio vivimos pobres
y nuestros estudiantes se van a la ciudad y al volver no quieren
ser indígenas. ¡Queremos la libre determinación de vivir como
queremos! Pero el gobierno nos impone cosas con sus leyes. La
lucha es por espacios de poder.
Otro referente del mismo territorio compartió sus palabras en trinitario. Realizó un recorrido histórico desde la búsqueda de la Loma
Santa hasta la marcha del noventa por la dignidad y la vida. Se refirió a cómo se vivió y con qué intereses se movieron los indígenas.
Luego recordó cómo se asentaron las madereras y otras empresas
en el territorio; y el reclamo de la titulación de estas tierras ancestrales hasta el día de hoy. Rescató el modo en que se ha ido articulando la dirigencia con los encuentros de corregidores. También
recordó los avasallamientos de los ganaderos y otros explotadores
(ya que también hay quienes explotan el petróleo, el gas y otros
recursos del territorio, o la producción de soja para aceite), llenando de veneno el territorio: “queremos nuestro territorio, es nuestra
Loma Santa, ahí están nuestros animales”. A este testimonio se suman las palabras de otro miembro de una de las comunidades del
TIM, quien manifestó la necesidad de “cuidar el límite del territorio
consolidado, y ocupar esas áreas de manera estratégica. Hay que
revisar y conocer bien el plano y los límites”.
Por otro lado, una reflexión crítica sobre lo que ocurre en los
territorios se escuchó en la reflexión de un comunario de Lomerío,
quien tomó la palabra y señaló:
Hay que ser inteligente en cuanto a la proximidad con los partidos políticos, no dejarnos utilizar, pero si utilizarlos nosotros
para obtener nuestros intereses (sin mirar el color político, sino
a la persona en particular). Necesitamos el sistema indígena y
el sistema político actual, no podemos renunciar, ambos son
útiles. Debemos seguir nuestras formas y procedimientos para
obtener el vivir bien.
Siguiendo estas reflexiones, Hernán Gutiérrez, joven autoridad comunitaria (cacique) de la Comunidad Indígena de La Quebrada en
la provincia de Catamarca (Argentina) que, a su vez, forma parte de
la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita (UPND) expresó:
Dialogar está bien. Pero debemos priorizar el accionar. Debemos pensar qué nos sirve más, si los papeles o el accionar.
Tenemos que tener en claro que las leyes están dadas. La lucha
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Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
es larga, puede durar hasta cincuenta años, nos ofrecen algo
que no vamos a ver. Nosotros no pensamos en nosotros, pensamos en los niños, en los que están y en los que vendrán.
Debemos sacar nuestro egoísmo fuera. A veces en nuestra propia búsqueda de estar bien nosotros hoy, quitamos cosas para
nuestros hijos. Trabajamos fuerte en el control de la escuela
de nuestros hijos. Ahí nos forman y nos están cambiando. El
Estado arranca a los niños del entorno familiar desde los tres
años hasta los veinte; todo ese tiempo los forma el Estado y no
los padres. Es muy complejo. Debemos buscar formas de educación donde nuestros mayores sean los educadores. Quienes
gobiernan son egresados de las mejores facultades y vemos un
país de rodillas. Lo que no se aprende es el respeto por la tierra.
No debemos dejar a nuestros niños en manos del Estado, los
formarán como a ellos les convenga; quienes estudian piensan
en trabajar en empresas y si no lo aprendes así, de esa manera,
no egresás. Me decían “debes estudiar para ser alguien en la
vida”; los docentes están formados de tal manera que si no hay
un cartón que diga lo que sos, no sos nada. El originario ha entregado su vida por la tierra y los que se han formado entregan
la tierra. Estamos negociando a nuestros niños. Nuestros Estados no son gobernados por nuestros presidentes sino por Estados Unidos, Inglaterra, China; quieren que seamos como ellos y
correremos su suerte; estos hacen bases en nuestras ciudades
y miran nuestros recursos, miran nuestros productos; no llevan recuerdos, llevan para ver su calidad y venir a colonizar.
Buscan investigarte, damos la mano y te toman el codo, llegan
con aparente buena intención. Cuando más te ofrecen más te
quieren quitar; no quieren que estemos mejor. Vienen porque
se están muriendo, llegan y se creen dueños. Los gobernantes
no saben lo que pesa una pala, un arado, siempre han estado
bien, no saben lo que es tener que remarla para poder subsistir. De esto debe salir el qué debemos hacer. Quizás esto no
lo solucione, pero debemos intentarlo. Reflexionar y no hacer
nada no sirve. Pensar en hacer algo y medir la fuerza antes de
la acción. Hablamos mucho y hacemos poco, hay que buscar la
mejor forma. Si hay que dar la vida que sea por algo que valga
la pena. Lo que yo lucho debe ser para mis hijos y nietos. Dar
la vida por un hijo y un nieto es el mayor orgullo.
Sergio Álvarez, que acompaña las luchas de la UPND (Argentina)
en calidad de técnico en territorio, entre otras cosas mencionó la
importancia del control territorial para el ejercicio autonómico, a
partir de la posesión y defensa de los territorios:
82
Diálogos de saberes sobre autonomías y territorios en el Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
Hay pueblos que no solo por ser indígenas luchan y defienden
la tierra, hay algunos pueblos indígenas que también quieren
vender. Eso debemos saberlo bien. Hay que posicionarse en el
territorio, es lo que los tiempos de hoy nos van a imponer, para
poder defenderlo.
Finalizando, un comunario de Lomerío sostuvo: “los territorios demandamos autonomías, pero no somos iguales y no demandamos lo
mismo. Somos muy diferentes y queremos que nos respeten tal cual
somos. Es difícil controlar el territorio de las amenazas de afuera y de
adentro también”. A esto un comunario de Machareti agregó: “unidos
somos más fuertes. Hay que luchar en conjunto por la autonomía”.
Recuento de las jornadas
Finalmente, se compartió un resumen de necesidades, acuerdos y
sensaciones que primaron a lo largo de los días de encuentro. En
forma de punteo, resaltó como significativo lo siguiente:
• Valorar la memoria colectiva, la historia.
• Ver la agenda propia, orgánica y la relación con el gobierno.
• Recordar que el territorio no se defiende solo.
• Los avasallamientos del Estado son cada vez mayores.
• Necesitamos tener control y cuidado sobre el tipo de educación
que reciben nuestros hijos, que sea fortalecida desde la sabiduría e historia de los pueblos.
• Consolidar la unión ante las problemáticas comunes y articularse.
• La autonomía es un camino de lucha que requiere trabajo y cuyos ejes fundamentales son la tierra y el territorio, junto al trabajo colectivo y el compromiso por asumir las tareas que hacen
a la vida en común.
• Se reafirmó la importancia de construir salud desde las necesidades y conocimientos de los pueblos (diálogo occidente /
sabiduría indígena).
• Necesidad de pensar en la alimentación, una alimentación
sana y acorde al pueblo y sus vivencias. Para ser autónomo y
tener soberanía hay que cuidar lo que comemos.
• Restablecer la justicia territorial, y que esta abarque todos los
ámbitos de la vida cotidiana. Incluyendo el respeto por la madre naturaleza.
• Dignidad en las viviendas, y que responda al modo de vida de
los pueblos.
83
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
• Fortalecimiento de la lengua y la identidad, robustecer lo que
somos como pueblo.
• Fortalecer la comunicación y las radios comunitarias. Difundir
la cultura y la lengua. Tener información desde dentro para evitar el monopolio del Estado.
• La autonomía es para renacer, las raíces están vivas, debemos
retoñar y florecer. Debemos cuidar las raíces, pero las matamos
cuando le decimos a nuestro hijo que estudie afuera, que no sea
como nosotros, cuando lo empujamos a ser egoísta. Un breve
recuento de los momentos de florecimiento: la cultura hidráulica, las reducciones y hoy las autonomías indígenas.
El encuentro y los diálogos no solo estuvieron presentes en los
talleres y plenarias, sino que también se desplegaron en los “otros”
momentos, como los desayunos, almuerzos y cenas compartidas,
en las que pudimos saborear la elaboración autogestionada y comunitaria de quienes cumplieron el rol de anfitriones/as y donde la
colaboración brotaba para mantener el aseo y que los utensilios alcanzaran para todos/as. Como los recreos en el jardín, donde conversábamos de un modo más personal sobre alguna cuestión que
hubiera despertado curiosidad o simplemente cruzábamos miradas
y sonrisas entre quienes estábamos participando del encuentro.
También en los cruces de contactos, que hicieron que ese encuentro entre comunidades de diferentes latitudes se extendiera en el
tiempo, y corriera una vez más los límites de lo posible.
84
PARTE II
Luchas por las autonomías
en Abya Yala
La lucha por la autonomía de
los pueblos amazónicos del
Territorio Indígena Multiétnico
de Bosque de Chimanes
Fátima Monasterio Mercado
Introducción
Bolivia es uno de los países de la región que ha tenido mayores
avances normativos en cuanto a derechos de los pueblos indígenas. Con la promulgación de la Constitución Política del Estado
en el año 2009 se reconoció, entre otros, el derecho a la autonomía indígena como expresión de la libre determinación y con ello
se inauguró un período de altas expectativas en torno a un nuevo
tipo de institucionalidad y organización territorial que reflejase la
realidad plurinacional y permitiera un diálogo intercultural entre
los pueblos indígenas y el Estado.
Sin embargo, tal como detallan Costas y López en esta publicación, los procesos formales de reconocimiento de gobiernos indígenas se han convertido en largos y tortuosos procesos burocráticos, desmovilizadores y despolitizados que intentan no incomodar
al poder establecido. Por otro lado, los pueblos indígenas han encontrado en (y siguen considerando) el ámbito del derecho como
un lugar para darle curso a sus luchas.
¿Cómo entender la tensión que opera bajo el lenguaje y las armas del derecho? ¿Qué desplazamientos políticos han permitido
que los pueblos indígenas usen el derecho en sus estrategias pero
al mismo tiempo este sea la herramienta del Estado y de los grupos de poder para vaciar de contenido sus reivindicaciones?
Estas tensiones que acontecen en la realidad nos obligan a estudiar lo jurídico por fuera de su expresión formal para situarlo,
en cambio, en el contexto de convulsión social donde tienen lugar
87
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
las relaciones de poder; e indagar por las posibilidades que tiene
el derecho para configurarse como herramienta efectiva de emancipación y transformación social.
En Bolivia existe un hito indiscutible que, en la memoria corta,
da inicio a un nuevo momento en la relación entre los pueblos
indígenas y el Estado: la “Marcha por el Territorio y la Dignidad”
del año 1990 que tuvo como protagonistas a las comunidades de
la Amazonia Sur y que constituyó al Bosque de Chimanes (BdCh)
como la primera demanda territorial del país.
Algunos años antes, en 1987, el gobierno boliviano había autorizado el ingreso de empresas madereras a este bosque amazónico poniendo en grave riesgo los espacios y formas de vida de los
pueblos Mojeños, Tsimane, Yuracaré y Movima debido a la selectiva y acelerada extracción forestal. Con ello, irrumpir en el escenario estatal y reclamar en términos institucionales la seguridad
de la tierra en tanto territorio colectivo se volvía una necesidad
impostergable.
La caminata llegó a la ciudad de La Paz luego de treinta y cuatro días y logró que el entonces presidente Jaime Paz Zamora emitiera, entre otros, el Decreto Supremo N° 22611 que reconoció
como área indígena el Bosque de Chimanes y dispuso la creación
y delimitación de dos Territorios en su interior, uno de ellos el
Territorio Indígena Multiétnico (TIM). Se sentó un precedente sin
igual: por primera vez el Estado boliviano reconocía el derecho
territorial de los pueblos ancestrales.
Sin embargo, los 750 kilómetros recorridos por los indígenas
hasta la sede de Gobierno no fueron suficientes para expulsar a
las empresas madereras, pues la disposición suprema también
reconoció un área de aprovechamiento forestal por un período de
veinte años en atención a los intereses privados que se cernían en
la zona.
Los pueblos de Bosque de Chimanes han persistido en su lucha por restituir sus dominios territoriales como condición material para la efectivización de su autogobierno. Casi tres décadas
después, el 15 de agosto de 2019, se titularon a favor del TIM las
ex concesiones forestales en una extensión de 183.722 hectáreas.
En este artículo doy cuenta de la estrategia legal y política que
seguimos en el proceso de consolidación territorial vinculado a la
demanda de autonomía de estos pueblos amazónicos. En consecuencia, comenzaré por situar este trabajo y considerar algunos
aspectos generales de la historia de esta lucha. Posteriormente, me
88
La lucha por la autonomía de los pueblos amazónicos del Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
referiré al cambio de dirección que tomó el proceso autonómico1
al articularse con la demanda territorial de Bosque de Chimanes
para luego reflexionar en un sentido crítico sobre las significativas
implicancias políticas que ha tenido el despliegue de dispositivos
jurídicos en las reivindicaciones indígenas, en particular las figuras de territorio y autonomía en los términos reconocidos por
el Estado. Finalmente, puntualizaré en las estrategias empleadas
para lograr un relativo éxito en este proceso, haciendo énfasis en
la fundamental y activa participación que tuvieron los pueblos
indígenas en todo el proceso, la recuperación de la memoria territorial y las alianzas con otros pueblos indígenas.
El Bosque de Chimanes
El Bosque de Chimanes es un bosque húmedo subtropical de aproximadamente 1,2 millones de hectáreas que está ubicado en la
Amazonia boliviana, al sur del departamento del Beni entre las últimas estribaciones orientales de la Cordillera de los Andes y la gran
sabana de Moxos. Constituye parte del territorio de cinco pueblos
indígenas: Mojeño Ignaciano, Mojeño Trinitario, Tsimane, Yuracaré
y Movima, quienes a su vez habitan tradicionalmente espacios más
amplios que exceden a estos límites.
La ocupación del Bosque de Chimanes por parte de estos pueblos ha sido variable en el tiempo y ha estado determinada por
factores sociales, ideológicos y políticos, a la vez que ha estado condicionada por presiones externas.
Las referencias documentales de los primeros años de la época colonial y diversos trabajos posteriores permiten constatar que,
cuando los españoles llegaron a las extensas selvas y llanuras situadas al oriente de los Andes, se encontraron con numerosos pueblos diferenciados.
El sistema de ocupación del territorio y el ejercicio de territorialidad por parte de estos pueblos presenta, en mayor o menor medida, movilidad poblacional que responde a sus formas adaptativas
de aprovechamiento integral del entorno, a la vez que ha estado
marcado por su interacción en distintos momentos históricos con
la sociedad dominante.
Los indígenas de esta parte de la Amazonia han desarrollado a lo
largo de su historia modalidades de resistencia y defensa territorial
que les ha permitido su sobrevivencia y reproducción, dando lugar a
1 Proceso que acompañé a través de mi trabajo realizado en el Centro de Estudios
Jurídicos e Investigación Social (CEJIS).
89
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
varios procesos de des/reterritorialización. La presión de la sociedad
dominante en la época precolonial y republicana ha ido reconfigurando los espacios de vida de estos cinco pueblos, principalmente a
partir de estrategias colectivas de huida. Sin embargo, este mecanismo de retirada encontró un límite al agotarse los espacios de refugio,
obligándoles a formular sus demandas en términos estatales.
Cada uno de estos pueblos con sus formas de organización política, social, cultural y productiva ha desarrollado sus propios mecanismos de ocupación, habitación y uso de este espacio y de relación entre ellos.
Correlacionando la ubicación actual de las comunidades y asentamientos indígenas del TIM con las características ecológicas de la
región, puede señalarse una racionalidad adaptativa de ocupación
de este espacio en sentido de mantener los asentamientos y áreas
agrícolas principalmente en los márgenes de la región, pero preservando el centro del Bosque de Chimanes –menos aptos para la
agricultura–, para las actividades de caza, pesca y recolección, en
la cual los distintos grupos étnicos comparten áreas convirtiéndola
en un espacio de intercambios interétnicos tanto materiales como
culturales. Constituye un área de refugio y protección.
Mojeños, Tsimanes, Yuracarés y Movimas –como cualquier otra
sociedad– se han organizado y han establecido pautas de regularidad para el despliegue de sus relaciones sociales, políticas y económicas; a su vez, estas formas de organización han sido influenciadas históricamente por su relación de dependencia / dominación
y/o resistencia frente a la sociedad dominante.
Una variable fundamental y general para todos los pueblos indígenas de la región, en referencia a sus movimientos, son las relaciones de parentesco y la mantención por la vía del movimiento
poblacional de los vínculos étnicos de cada pueblo.
“Para nosotros estos montes, donde ahora está esto que llamamos Multiétnico y más allá el TIPNIS, que antes llamábamos Parque
Isiboro-Sécure, estos han sido lugares libres donde podemos vivir
tranquilitos, donde está nuestra Santa Loma”, me dijo alguna vez
el Tata Basilio Noza del pueblo Mojeño Trinitario2.
La primera vez que se delimitó el Bosque de Chimanes fue en 1978
cuando, a través del Decreto Supremo N° 15585, se declaró como
Reserva Forestal de Inmovilización3. Por entonces, ya se percibía el
potencial forestal de mara en la zona y de acuerdo a lo establecido
2 Entrevista a Tata Basilio Noza, anciano mojeño trinitario, junio de 2019.
3 Decreto Supremo N° 15584 de 1978.
90
La lucha por la autonomía de los pueblos amazónicos del Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
por ley, correspondía un status transitorio de protección en tanto
se realizaban estudios para clasificar las áreas de aprovechamiento.
En efecto, en 1986 los sectores interesados incidieron para que
579.000 hectáreas de su extensión, en la zona central, sean declaradas Bosque de Producción Permanente4. Según la legislación vigente
en aquella época, las empresas madereras debían cumplir una serie
de requisitos (inventarios forestales, estudios de factibilidad y otros)
antes de establecer contratos para la explotación forestal; sin embargo, entre 1987 y 1990, se otorgaron “permisos especiales de corte
anual” a favor de siete empresas que se tradujeron en la tala acelerada y selectiva del Bosque de Chimanes (Lehm, 1993).
En ese tiempo los preceptos coloniales que guiaban al Estado
boliviano en su relación con los pueblos indígenas de las Tierras
Bajas y la Amazonía pueden sintetizarse en lo expuesto en la antigua Ley de Reforma Agraria:
Los grupos selvícolas de los llanos tropicales y sub-tropicales,
que se encuentran en estado salvaje y tienen una organización
primitiva, quedan bajo la protección del Estado (artículo 129,
Decreto Ley de Reforma Agraria N° 3464, 2/8/1953).
Es así que, luego de los 750 km recorridos por los indígenas amazónicos en la Primera Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad
de 1990, el gobierno de entonces emitió, entre otros5, el Decreto
Supremo N° 22611 que declaró a la Región de Chimanes como área
indígena, constituyendo el espacio socioeconómico para la sobrevivencia y desarrollo de las comunidades y asentamientos indígenas
chimanes, mojeños, yuracarés y movimas que lo habitan6. Sin embargo, respetando los intereses empresariales que había sobre la
zona, la mentada disposición estableció la siguiente clasificación:
-Áreas de protección natural
a. Parque Regional Yacuma
b. Reserva de la biósfera Estación Biológica del Beni (sobrepuesta en parte al TICH)
c. Zona de protección de cuencas Eva Eva (dentro del TICH)
4 Decreto Supremo N° 21483 de 1986.
5 Los otros tres Decretos Supremos (22609, 22610 y 22612) fueron relacionados al
reconocimiento del Territorio Indígena Isiboro Sécure, Territorio Indígena Sirionó y la
creación de una comisión redactora de una Ley sobre los indígenas del Oriente y la
Amazonía, respectivamente.
6 Decreto Supremo N° 22611 de 1990.
91
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
-Territorios Indígenas
a. Territorio Indígena Chimán (TICH) con 392.220 hectáreas
perteneciente al pueblo Tsimane
b. Territorio Indígena Multiétnico (TIM 1) con 352.000 hectáreas perteneciente a los pueblos Mojeños, Movima, Yuracaré y
Tsimane.
-Zonas de aprovechamiento empresarial
Concesiones forestales en un área aproximada de 420.000 hectáreas donde las empresas podrían realizar extracción de madera por un período de 20 años, luego esas áreas debían pasar
a formar parte de los territorios indígenas (artículo 11, Decreto
Supremo N° 22611).
Ahora bien, los decretos de 1990 fueron la antesala para que en
1996, luego de una Segunda Marcha Indígena, se promulgue la Ley
N° 1715 del Instituto Nacional de Reforma Agraria que contemplaba el reconocimiento colectivo del derecho propietario bajo la figura
de Tierra Comunitaria de Origen (TCO). Es también importante resaltar que en aquella época el proyecto neoliberal de mercado exigía la indispensable seguridad jurídica de tenencia de la tierra por
entonces sumergida en la informalidad.
Con ello se inició un difícil proceso –que se extendió por más de
una década– de consolidación de los territorios frente a los intereses de terceros que también reclamaban sus derechos propietarios,
esto se hizo mediante el denominado proceso de saneamiento de
tierras. En el caso del TIM 1, una vez finalizado el proceso agrario
en el año 2007 recibieron del Estado un título propietario de una
superficie de 357.457 hectáreas que no contemplaba el área de ex
concesiones forestales.
Autonomías indígenas en Bolivia
La autonomía es un concepto polisémico. Aún si hablamos de autonomía indígena podríamos referirnos a distintos grados de reconocimiento formal que tienen los pueblos al interior de los Estados
o al ejercicio fáctico de su territorialidad y formas de autogobierno
que han ejercido con o sin presencia estatal a lo largo de la historia.
Lo cierto es que la lucha de los pueblos indígenas por la autonomía se inscribe en una larga historia de resistencia que inicia con
el proceso de colonización de sus espacios de vida y de sus cuerpos
92
La lucha por la autonomía de los pueblos amazónicos del Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
como fuerza de trabajo. La Colonia y luego la República han significado para los pueblos un intento de desestructuración de sus
formas organizativas y de relacionamiento y transformación de /
con la Naturaleza a partir de la imposición de un modo de producción capitalista y un tipo de sociedad que de este se desprende y se
pretende dominante.
El proceso de lucha de los pueblos indígenas ha variado su configuración en el tiempo y, en el caso de los pueblos de la Amazonía
y Tierras Bajas de Bolivia, es recién a partir de la década de 1990
que se disputa en el ámbito de la institucionalidad estatal7 con la
demanda de reconocimiento de sus territorios en términos jurídicos.
Será en los años posteriores que las organizaciones indígenas articuladas en un movimiento de alcance nacional plantearon la insuficiencia de la propiedad colectiva de la tierra para el ejercicio efectivo
de su autogobierno y –en alianza con fuerzas campesinas y populares– pusieron en la agenda pública la necesidad de transformar la
naturaleza misma del Estado y el reconocimiento de la autonomía
indígena como componente central de esa transformación estatal.
Es de amplio conocimiento el proceso social y constituyente que
derivó en la promulgación de la Constitución Política del Estado
Plurinacional de Bolivia en febrero de 2009. Al respecto, sólo señalaré que una de las principales conquistas indígenas en este período se expone en el artículo 2:
Dada la existencia precolonial de las naciones y pueblos indígena originario campesinos y su dominio ancestral sobre sus
territorios, se garantiza su libre determinación en el marco de la
unidad del Estado, que consiste en su derecho a la autonomía,
al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus entidades territoriales, conforme a esta Constitución y la Ley.
Es decir, la preexistencia de los pueblos constituye el principio del
derecho a la libre determinación. Esta previsión normativa determina a su vez uno de los rasgos más elementales del carácter plurinacional que plantea la Constitución en tanto redefine la organización territorial del Estado reconociendo a los territorios indígenas
como unidades territoriales y rompe con la división republicana del
Estado nación8.
7 Sin que aquello refiera la exclusión de otras estrategias de resistencia que se configuran y reproducen por fuera del Estado.
8 Artículo 269. I. Bolivia se organiza territorialmente en departamentos, provincias,
municipios y territorios indígena originario campesinos (CPE, 2009).
93
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Menos conocido es el desarrollo legislativo de los preceptos
constitucionales, que en varios casos ha significado la restricción
de los derechos conquistados9.
Es así que, tras más de una década de la promulgación de la
LMDAD, sólo se han constituido tres gobiernos indígenas. Dos
por vía municipio: la Autonomía Charagua Iyambae del pueblo
Guaraní y la Autonomía de la Nación Uru Chipaya; y uno por vía
territorial: la Autonomía del Pueblo Indígena de Raqaypampa. A
la vez, están pendientes quince procesos autonómicos vía conversión de municipio y siete vía territorio indígena (entre estos últimos se encuentra el TIM de Bosque de Chimanes).
La autonomía indígena establecida en la CPE “consiste en el
autogobierno como ejercicio de la libre determinación de las naciones y los pueblos indígena originario campesinos”, según reza
el artículo 289 de nuestra norma fundamental. En palabras simples, la autonomía –en los términos en que la demandan los pueblos indígenas–, les permitiría el ejercicio de sus formas de autogobierno y el control efectivo sobre sus territorios, lo que se puede
y lo que no se puede hacer en ellos y con los bienes colectivos que
allí existen: una demanda fundamental para tener mayores condiciones de posibilidad de resistir al avasallamiento y las presiones
extractivistas.
El reconocimiento constitucional de este derecho colectivo ha
sido el resultado de una lucha que se remonta a una larga historia
de resistencia indígena contra las formas de dominación y despojo
de sus espacios y modos de vida.
Se vienen desplegando estrategias de neutralización de las conquistas indígenas aceptando su reconocimiento formal, pero limitando su alcance efectivo. A la par, la primera década del Estado
plurinacional ha estado acompañada de contradicciones irreconciliables con sus postulados iniciales, esto es la profundización de
un modelo de desarrollo extractivista que no es nuevo pero que
se expande precisamente sobre los territorios indígenas reconocidos, a la vez que se consolida un diseño institucional que lejos
de respetar las formas organizativas propias de los pueblos está
forzando a un proceso de reproducción de la forma estatal y a la
funcionalización de las autonomías indígenas.
9 Al respecto ver artículo de Costas y Flores en este libro.
94
La lucha por la autonomía de los pueblos amazónicos del Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
El proceso autonómico del Territorio Indígena
Multiétnico y el cambio de dirección hacia la
reconstitución del Bosque de Chimanes
Es fundamental situar las luchas por la autonomía en la arena del
derecho a la libre determinación, pues visibilizar el escenario político donde se discute el desarrollo en los territorios y lo que se puede
(y no se puede) hacer en ellos nos permite situar estas disputas y
observar en qué sentido las discusiones puramente jurídicas expresan la materialidad del poder y, al tiempo, comprender que las
respuestas no están en el ámbito meramente jurídico-formal.
Desde que los pueblos indígenas emergieron al escenario político nacional (esto es, empezar a jugar en la cancha del Estado),
sus demandas fueron por autonomía dado que un territorio sin la
capacidad real de tomar decisiones sobre qué hacer con y en él,
carece de sentido.
Sin embargo, es una lucha que parece no tener fin. Es el caso de
los indígenas del TIM-1 –y de tantos otros– que iniciaron su proceso
formal para acceder a la autonomía desde el año 2010 y hasta ahora no logran concretar ese sueño. La certificación ante el Estado de
que son ancestrales y de que pueden autogobernarse en los territorios en los que siempre han vivido, estatutos que demoran años
en ser revisados por el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP),
leyes que tienen que ser aprobadas por la Asamblea Legislativa y
consultas que deben ser supervisadas, son solo parte de los requisitos de un tortuoso proceso, que los pueblos indígenas de Bolivia
tienen que tramitar ante los cuatro órganos del Estado10.
Si la descripción de la burocracia resulta difícil de comprender,
más complejo es aún enfrentarse a ella. Asistimos pues al reemplazo de las discusiones sustantivas por los debates procesales. Las
controversias sobre los requisitos y los plazos tienden a soslayar
los conflictos sobre el uso de la tierra y los recursos que están en
el fondo del asunto, dejando intactas las relaciones económicas y
de poder.
Al cabo de varios años, el 27 de diciembre de 2017 las y los indígenas del TIM obtuvieron la Declaratoria Plena de Constitucionalidad
de su Estatuto Autonómico quedando pendiente la definición de los
límites jurisdiccionales sobre los cuales el nuevo gobierno indígena
ejercerá su autonomía, a través de la promulgación de una Ley
Nacional de Creación de la Unidad Territorial.
10 En otro trabajo describo el espinoso camino que tuvieron que transitar según lo
establecido en la Ley de Autonomías (Ver Monasterio, 2019).
95
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Con la ilusión de que el resto del camino estaría allanado, junto
a las y los dirigentes del TIM 1 viajamos desde la Amazonia a la
ciudad de La Paz para reunirnos con el entonces Viceministro de
Autonomías. Recuerdo aquella reunión como un punto de inflexión.
Ciertamente, ha habido otros momentos mucho más importantes
durante el proceso; sin embargo, el planteamiento de Vargas respecto a los límites del futuro Gobierno Indígena en base a lo consolidado durante el proceso agrario hizo surgir la necesidad de discutir la problemática territorial vinculada al tema de la autonomía.
Se hacía palpable así un problema irresuelto en Bolivia. La cuestión territorial sigue siendo el principal ámbito de tensión en la relación entre los pueblos indígenas y el Estado en la medida en que
la estructura de tenencia de la tierra no es solo un tema de poder
económico, sino que también determina las relaciones de poder social y político.
Al finalizar aquel día me reuní a solas con la dirigencia. Ellxs
tenían muchas preguntas y yo no estaba en condiciones de responderlas. Entonces, sin saberlo, iniciamos una ecología de saberes
(Santos, 2010) que determinó el futuro del proceso. Aquella noche,
a través de las historias y sentires expresadas por Don Bernardo,
Doña Paulina y Doña Pitu comprendí que los espacios en el centro de Bosque de Chimanes que habían sido concesionados décadas atrás a empresarios madereros tenían una implicancia cultural muy profunda en tanto espacios físicos y simbólicos donde sus
articulaciones / intercambios interétnicos cobran sentido. En ese
momento aún no tenía claridad respecto a la estrategia jurídica
pero lo que sí tenía claro era que la demanda de autonomía no podía quedar al margen de aquella reivindicación colectiva.
Si se considera que la dominación sobre los pueblos indígenas
siempre se ha constituido / reproducido sobre la apropiación colonial de sus territorios, es comprensible que la ruptura de esa dominación, y la consiguiente autonomía de los pueblos, se base en la
restitución y reestructuración de sus dominios territoriales.
En ese sentido, cabría preguntarse: ¿qué entendemos cuando
hablamos de autonomía indígena? ¿Es acaso el reconocimiento de
lo que ya existe? ¿O es una prerrogativa estatal? ¿Es una demanda
de participación política, de administración de recursos públicos o
una condición necesaria para la reproducción de la vida?
Más importante aún: ¿qué están entendiendo las y los indígenas
que son los sujetos demandantes de autonomía? Y, por otro lado,
quienes desde el derecho o la investigación militante acompañamos
96
La lucha por la autonomía de los pueblos amazónicos del Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
estos procesos de lucha, ¿nos interesamos en conocer las reivindicaciones que cargan de sentido colectivo a las demandas por autonomía indígena?
En este contexto, la pregunta que surge es: ¿cómo repensar la
autonomía más allá del entramado legal que nos impone el Estado?
En otras palabras ¿cuál es el margen que existe para el ejercicio de
la autonomía indígena frente a las nuevas formas de dominación, o
incluso, el avance de una ola reaccionaria?
Los pueblos del TIM 1 dieron un puntapié a los formalismos jurídicos y, a partir de su demanda de reconstitución territorial en el
centro del Bosque de Chimanes, cuestionaron el vaciamiento de las
legítimas reivindicaciones que cargan de sentido a las autonomías
indígenas en Bolivia.
La cuestión territorial en la demanda por autonomía
Llamaba la atención que hasta ese entonces no se hubiera vinculado la demanda de autonomía con la demanda de consolidación
territorial de las ex concesiones forestales, incluso el Centro de
Estudios Jurídicos e Investigación Social –institución de donde yo
provenía– realizaba el acompañamiento jurídico a ambos procesos
pero había destinado a distintas personas para realizarlo.
Unos meses antes, en julio de 2017, las autoridades indígenas
del TIM habían realizado una “Caminata de reafirmación de nuestro derecho histórico sobre el área de Bosque de Chimanes” en la
que durante quince días caminaron hacia adentro de la Selva emulando la “Búsqueda de La Loma Santa”, una creencia histórica de
la región acerca de la existencia de un lugar sagrado destinado sólo
para los indígenas. Esta acción, aunque fundamental hacia el interior del Territorio, pasó casi desapercibida en el contexto nacional y
no estuvo necesariamente vinculada al proceso autonómico.
Es así que, luego de un Encuentro de Corregidores convocado en febrero de 2018 para discutir la posición expresada por el
Viceministro de Autonomía, representantes de todas las comunidades coincidieron en que exigirían la consolidación de su autonomía
también sobre las ex concesiones forestales aunque eso significara
replantear e incluso aplazar el proceso jurídico que estaba a punto
de concluir.
El área en disputa constituye una fuente fundamental tanto de
recursos naturales como culturales, al tiempo que se le asigna un
carácter sagrado en la medida que se considera que en esa zona se
encuentra la Loma Santa.
97
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Recordemos que el área central del Bosque de Chimanes constituye un espacio de múltiples relaciones inter-étnicas entre los distintos pueblos indígenas que habitan el territorio. Allí se comparten, aunque de manera social e ideológicamente regulada, las áreas
de caza, pesca y recolección.
Ya en 1989, el Estudio Socioeconómico que un grupo interdisciplinario de expertos realizó a petición del Estado boliviano y de cara
a la delimitación de tierras, señalaba:
No siendo recomendable sino a grave riesgo de introducir elementos externos de conflictualidad entre pueblos, la delimitación de áreas territoriales exclusivas para los distintos pueblos
indígenas que allí habitan, sino realizando dotación como territorio multiétnico que se regula como hasta ahora por los mecanismos consuetudinarios de los pueblos (Diagnóstico Socioeconómico del Bosque de Chimanes, 1989).
Con ello, junto a la dirigencia del TIM-1 iniciamos un período de
trabajo con las bases de las comunidades del área titulada y demandada, donde a través de la táctica de testimoniar, recordar y
releer estimulamos la recuperación de la memoria colectiva respecto a la idea amplia del territorio en la integralidad de Bosque de
Chimanes. Recorrimos las comunidades elaborando mapas parlantes y haciendo uso de la geografía crítica para entender las dinámicas territoriales de cada pueblo en cuanto uso, ocupación y habitación del territorio. De manera fortuita esto estimuló un debate
interno sobre la pluralidad de formas de vida existente y la gestión
territorial como parte del ejercicio de la autonomía indígena.
Considero que esto fue central en la estrategia político-legal
porque se estaba re-politizando11 la idea del territorio, es decir
surgía una apropiación práctica y discursiva de los propios sujetos inscrita en articulaciones territoriales que comprenden espacios interétnicos más amplios y relaciones de solidaridad y resistencia más largas.
Ciertamente, aquel Decreto Supremo N° 22611 que en 1990 no
había cumplido con las verdaderas demandas indígenas, se convertía en la única herramienta jurídica para plantear la consolidación
territorial en tanto disponía “la devolución del área de ex concesiones forestales en un plazo de 20 años”. Pero nos enfrentábamos a
11 La politización es un proceso de generación de sentido, es entregarle una dimensión política a prácticas y ámbitos que antes no lo tenían. La politización como
extensión y como intensificación es un proceso de semantización y remantización, es
cargarle de sentido político a las cosas (Tapia, 1996).
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La lucha por la autonomía de los pueblos amazónicos del Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
una falta de institucionalidad donde poco puede hacer la argumentación si no va acompañada de voluntad política de las autoridades de turno. A su vez, en esta área de la Amazonía se proyectaba
el avance de la colonización de cultivo de hoja de coca desde el
Chapare, coincidiendo con el controvertido Tramo II de la carretera
del TIPNIS; también en dicha área existen tres bloques petroleros
comprometidos a YPFB desde el año 2012. El Estado, una vez más,
era el garante de los intereses económicos que se ciernen sobre los
espacios de vida indígena.
Puesto que se había vinculado la demanda de consolidación territorial a la demanda de autonomía, se convocó en varias oportunidades a reuniones interinstitucionales entre el Instituto Nacional de
Reforma Agraria (INRA), el Viceministerio de Autonomías, el Órgano
Electoral, entre otras instancias del Estado. Como estrategia, en
cada uno de estos espacios se procuró la participación de representantes de todas las comunidades del área titulada y del área de las
ex concesiones forestales. Entonces aquellos espacios que se pretendían de discusión técnica se convirtieron en espacios políticos donde eran los propios habitantes del territorio quienes –a veces en sus
idiomas– explicaban los fundamentos de sus demandas. Asimismo,
se trabajó en articulación con organizaciones indígenas de otros territorios que conformaron la Alianza de las Organizaciones de la
Amazonia Sur para la Defensa del Bosque de Chimanes.
Dispositivos jurídicos y análisis crítico
de la figura “territorio”. Necesario repaso
histórico de la lucha territorial
La impostergable necesidad de los pueblos indígenas del TIM 1 de
recuperar el área que en 1990 había sido concesionada a empresas
forestales tensionó la estrategia jurídica y la lógica con que habíamos encarado el proceso hasta aquel momento y nos puso ante la
necesidad de replantear cuestiones que habíamos pasado por alto:
el área de ex concesiones del centro de Bosque de Chimanes forma
parte integral del territorio y es el lugar desde donde su demanda
de autonomía cobra sentido.
No es mi intención cargar al lector con la hermenéutica jurídica
boliviana, que de por sí es bastante compleja, empero considero
indispensable realizar un breve repaso histórico de las reconfiguraciones territoriales que se han producido en el caso en cuestión.
No fue sino hasta la definición de los límites territoriales de la jurisdicción indígena que se puso en evidencia una contradicción
99
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
irreconciliable en tanto se pretenda constituir gobiernos indígenas
en el marco de la institucionalidad dominante y sin trastocar las
estructuras de poder.
Y entonces, ¿cuáles son los límites del “territorio”? Ante la irrupción de las empresas madereras, los pueblos indígenas del Bosque
de Chimanes iniciaron una serie de gestiones ante el Estado reclamando el reconocimiento de sus derechos territoriales.
En febrero de 1988, mediante Resolución Suprema No. 205862,
el Gobierno dispuso la conformación de una comisión interinstitucional para estudiar la demanda indígena […] A pesar de
que el estudio demostraba que prácticamente toda la región y
particularmente la zona central (donde fueron otorgadas las
concesiones madereras) estaba ocupada por chimanes, mojeños, yuracarés y movimas propuso la otorgación de áreas en
las zonas marginales del Bosque. Estas áreas se ubican en los
límites precisos de las concesiones forestales sin afectarlas y por
lo tanto no incluyen las áreas indispensables para la agricultura itinerante, la caza, la pesca y la recolección, imprescindibles
para la sobrevivencia del conjunto de los Pueblos que habitan la
región de Chimanes12.
Más allá de las complejidades que trae aparejado el caso en cuestión, resulta ilustrativo para advertir que las fronteras territoriales
han sido modificadas o desplazadas en el tiempo según los intereses puestos en juego y la correlación de fuerzas existentes.
Sin embargo, la noción de territorio indígena es un concepto que
surge de la relación con el Estado, no es algo constitutivo. Es decir,
hasta antes de 1990 la noción de territorio con límites definidos y
que articula a una diversidad de comunidades no existía. La existencia actual de los Territorios Indígenas como espacio delimitado
en la cartografía boliviana es el resultado no solo de un proceso técnico-legal, sino que ha sido el resultado de una lucha de poder que
se dio en términos concretos a través de un proceso agrario pero
que tuvo como trasfondo social y político la voluntad de los pueblos
indígenas de asumir la impostergable necesidad de retener los últimos espacios territoriales que aún poseían, pues era la única forma
de seguir existiendo colectivamente en las nuevas circunstancias
de intensa y sostenida presión por parte de actores externos.
Persiste en Bolivia una concepción agrarista del territorio y esta
se da por sentada a la hora de discutir los derechos de los pueblos
12 Informe sobre las Demandas Territoriales Indígenas en el Departamento del Beni.
Central de Cabildos Indigenales Mojeños, junio de 1989.
100
La lucha por la autonomía de los pueblos amazónicos del Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
indígenas y –en particular– el derecho a la autonomía. La idea de
que el territorio es aquella extensión que ha sido titulada a favor
de los pueblos luego del proceso de saneamiento es compartida por
los agentes estatales, los abogados y hasta por los mismos sujetos
indígenas. En muchos casos, los pueblos indígenas mantienen una
estrecha vinculación con ciudades intermedias y nadie osa reclamar, por ejemplo, el derecho a la consulta previa sobre esos espacios que forman parte de su territorialidad.
Existe pues una renuencia a circunscribir el complejo de relaciones, intercambios y formas de vida indígena a los límites reconocidos por el Estado.
Desde aquella primera Marcha, los indígenas han disputado en
la cancha del Estado las condiciones de posibilidad para preservar
sus territorios y sus formas de estar en el mundo, en tanto se ha
demandado y conquistado de forma progresiva el reconocimiento
de derechos.
La experiencia de acompañamiento a este proceso de lucha me
ha llevado a repensar la autonomía como un proceso dinámico de
relación entre los pueblos indígenas y el Estado. En ese sentido, la
autonomía no es una prerrogativa estatal, ni una condición a ser
creada. Los pueblos indígenas han mantenido una autonomía relativa al Estado por siglos; sin embargo, este es un momento particular: el reconocimiento de la autonomía los coloca ante el desafío de
consolidar gobiernos propios como parte del Estado sin reproducirlo, construir consensos políticos en correspondencia a sus reivindicaciones y aspiraciones históricas a la vez de resistir la presencia
cada vez más amplia y agresiva del capital.
Conclusiones
Después de casi dos años de desplegada la estrategia político-legal
que he intentado sintetizar en este texto y después de veintinueve
años de la Primera Marcha Indígena, el 15 de agosto del 2019 los
pueblos del Territorio Indígena Multiétnico (TIM) de Bosque de
Chimanes finalmente recuperaron 183.722 hectáreas de su territorio ancestral. En cuanto a la autonomía, el proceso se ha
ralentizado demostrando que los agentes del Estado no pretenden
construir una nueva relación con los pueblos indígenas ni comprometerse con transformar el orden cultural y político instituido.
No ha sido tarea fácil. Quienes intentamos una práctica jurídica a favor de las luchas sociales sabemos que estos procesos
están cargados de sueños, dolor y frustración. Hay un perder las
101
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
esperanzas y volver a encontrarlas. Hay amistad, solidaridad, diálogo de saberes.
En el camino nos encontramos con personas que no creen en
este proceso. Pero más allá de reconocer los límites del derecho
y de las políticas de reconocimiento también debemos reconocer
que los pueblos indígenas deciden desarrollar estrategias dentro
del Estado para gestar sus luchas colectivas.
Desde esta experiencia de acompañamiento considero que la
idea de autonomía era en principio una consigna enarbolada por
la dirigencia del TIM 1 y algunos grupos menores. Fue el relacionamiento con la consolidación territorial y la recuperación del
área central del Bosque de Chimanes lo que condujo a que dicha
consigna se llenara de un contenido concreto y movilizador por
tanto no existe ley favorable, ni derecho reconocido, ni estrategia
jurídica exitosa sin la fuerza social que exija su cumplimiento.
Es cierto que las autonomías, tal y como están siendo promovidas en Bolivia, no solo no bastan sino que sirven para crear la
ilusión del reconocimiento y de la plurinacionalidad. Ante el desencanto hay quienes pregonan la inutilidad de los procesos autonómicos, pero para el tiempo presente que obliga a contrarrestar
la profundización capitalista en áreas indígenas, se hace indispensable que los pueblos no claudiquen en su histórica lucha por
la autonomía y esta es, como lo fue la lucha por el “territorio”,
una disputa de poder. Para lograr este fin los pueblos indígenas
no pueden caminar solo por cauces institucionales marcados por
el Estado –determinados además por intereses políticos partidarios–, olvidando que la autonomía empieza a existir en las experiencias concretas que la prefiguran; empero, no deben dejar de
lado los avances normativos que son conquistas incuestionables.
Ahí es donde se abre una grieta para reinstalar el debate sobre las
necesarias transformaciones estructurales en Bolivia.
Finalmente, es importante comprender que la lucha por la
autonomía de los pueblos indígenas, más allá del entramado legal, se despliega en ámbitos concretos de poder donde estos no
pueden ser vistos como sujetos receptores de una prerrogativa
estatal puesto que han decidido poner en juego su capacidad política y social de realizar –en el Estado– su proyecto común. Por
tanto, deben también asumir la responsabilidad de autorregular y autogobernar la vida en el territorio en base a decisiones
colectivas que incluyan a todos y a todas en términos de igualdad. Tienen como base una histórica convivencia interétnica, de
102
La lucha por la autonomía de los pueblos amazónicos del Territorio Indígena Multiétnico de Bosque de Chimanes
territorialidades diferentes pero no necesariamente excluyentes.
El acompañamiento jurídico-legal no puede estar al margen de
estas consideraciones.
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103
La CONAIOC
El papel de los pueblos
indígenas en la
construcción de la
Bolivia plurinacional
Patricia Costas Monje
Introducción
El reconocimiento y constitucionalización de las demandas históricas de los pueblos indígenas en Bolivia, lejos de ser una concesión del Estado o de un gobierno de turno, es el producto de luchas históricas de larga data que han tenido un momento decisivo
en el escenario de la Asamblea Constituyente en 20061. En ella
fue determinante la participación de los pueblos indígenas, ya sea
como asambleístas o como observadores y vigilantes del trabajo
de la asamblea desde el seno de sus organizaciones. El presente artículo se enfocará en el período post-constituyente, volviendo a poner la mirada en los pueblos indígenas como uno de los
principales impulsores del proceso de consolidación de las autonomías indígenas. Estas organizaciones se encuentran agrupadas
en la Coordinadora Nacional de Autonomías Indígenas Originario
Campesinas (CONAIOC).
Se plantea que la CONAIOC se ha constituido en una pieza clave
para el avance de las autonomías indígenas en el país. Esta idea será
desarrollada a partir del análisis de los principales hitos históricos
de dicha organización, en el que se podrán apreciar sus aportes en
el seguimiento y apoyo constante a los procesos de conformación de
autonomías indígenas, así como su contribución a la construcción
1 Instalada el 6 de agosto de 2006, la asamblea fue la encargada de elaborar la
nueva Constitución Política del Estado. Tuvo como característica principal su composición diversa. Fueron elegidos por voto 255 asambleístas, representantes de todo
el país (Iamamoto, 2013: 147-148).
105
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
de la ruta de implementación y propuestas normativas. Por tanto,
el presente artículo plantea que la CONAIOC, al asumir el liderazgo
en la puesta en marcha de las autonomías indígenas, demuestra
que, una vez más, los pueblos indígenas tienen un rol decisivo en
la transformación del Estado plurinacional2.
La nueva estructura autonómica del Estado
Una de las características principales de la nueva Constitución
Política del Estado ha sido el reconocimiento de la institucionalidad
indígena. Esto es, a los pueblos indígenas se les reconoce constitucionalmente su existencia previa a la República, su derecho a la
libre determinación y autogobierno y sus formas propias de gobierno y manejo de su territorio. ¿Cómo se materializa esto? Gracias a
la modificación de la estructura del Estado (otro aporte de la nueva
carta magna), con la creación de cuatro niveles de gobiernos autónomos: departamental, municipal, regional e indígena originario
campesino3, descritos entre sus artículos 277 y 296 (CPE, 2009).
El texto constitucional define las atribuciones de los Gobiernos
Autónomos de la siguiente manera:
La autonomía implica la elección directa de sus autoridades por
las ciudadanas y los ciudadanos, la administración de sus recursos económicos, y el ejercicio de las facultades legislativa,
reglamentaria, fiscalizadora y ejecutiva, por sus órganos del gobierno autónomo en el ámbito de su jurisdicción y competencias
y atribuciones (CPE, artículo 272).
En el caso de la autonomía indígena, la CPE añade: “consiste en
el autogobierno como ejercicio de la libre determinación de las naciones y pueblos indígena originario campesinos” (artículo 289) y
a continuación afirma que “se ejercerá de acuerdo a “sus normas,
instituciones, autoridades y procedimientos, conforme a sus atribuciones y competencias, en armonía con la Constitución y la ley”
(artículo 290, inc. II). Entonces, gracias a la nueva estructura del
2 Esta es la versión actualizada y reorganizada de un texto de Costas publicado en el: “Simposio Territorio, frontera y espacialidad en Bolivia”, dado
en el IX Congreso de la Asociación de Estudios Bolivianos, en julio de 2017.
Para acceder a la versión original, ver: https://bitacoraintercultural.org/
revista-boliviana-de-investigacion-territorio-frontera-y-espacialidad-en-bolivia/
3 La denominación “indígena originario campesina”, afirma Exeni, “es resultado de
una suerte de transacción en la Asamblea Constituyente con el propósito de incluir,
en igual jerarquía, a los pueblos indígenas de tierras bajas, las naciones y pueblos
originarios de tierras altas y las comunidades campesinas” (2015: 145). A lo largo del
documento, me voy a referir a autonomías indígenas o autonomías indígena originaria campesinas, indistintamente.
106
La CONAIOC
Estado se abre la posibilidad, como pueblos indígenas, de poder
conformar un Gobierno Autónomo con capacidad de elegir a sus
autoridades, manejar sus recursos y tener facultades gubernativas, legislativas, ejecutivas de acuerdo a normas y procedimientos propios de cada pueblo o nación indígena, en el marco de la
Constitución y en coordinación con el nivel central.
¿Qué siguió después?4 Posterior a la promulgación de la nueva
Constitución Política del Estado en febrero de 2009, se convocó,
mediante Decreto Supremo Nº 0231, a referéndum de acceso a las
autonomías indígenas vía municipio5 para diciembre de ese mismo
año. A inicios de 2010 los y las representantes de los municipios
que, mediante dicho referéndum, manifestaron su aprobación de
iniciar el proceso de conversión a autonomía indígenas, fueron convocados por el Ministerio de Autonomías. En esa reunión se establecieron como los primeros pasos la conformación de una asamblea deliberativa y la elaboración de sus estatutos6 y se habló por
primera vez de la necesidad de contar con una organización que
agrupe a las y los actores involucrados para impulsar el proceso de
las autonomías indígenas.
La CONAIOC
En este contexto se conforma la Coordinadora Nacional de
Autonomías Indígena Originaria Campesinas (CONAIOC) para encarar de manera conjunta el proceso de conversión a autonomía
indígena y para coordinar como una sola organización, tanto con
instancias gubernamentales como con las de cooperación. Antes
de analizar el aporte de la CONAIOC en la implementación de las
autonomías indígenas es importante analizar sus características7.
4 Un recuento histórico y de los obstáculos que tuvieron que sortear los actores
para consolidar sus gobiernos indígenas están en Costas, P. (2018). “Pedir permiso”. Autonomías Indígenas y Estado boliviano. En P. López y L. García (coords.),
Movimientos indígenas y autonomías en América Latina: escenarios de disputa y horizontes de posibilidad (69-87). Buenos Aires: El Colectivo, CLACSO.
5 La Ley 031 Marco de autonomías y descentralización indica que existen dos vías
para la conformación de autonomías indígenas: vía territorio y vía municipio.
6 El proceso autonómico indígena originario campesino no tiene un referente previo, como es el caso de los otros procesos autonómicos departamental y municipal que, sin suspender su gestión, pasaron automáticamente de ser Prefecturas a
Gobernaciones y de Alcaldías a Gobiernos Municipales, respectivamente. En el caso
de las autonomías indígenas, para poder iniciar su gestión debían contar con un estatuto aprobado, primero por el Tribunal Constitucional y luego por la población mediante referéndum, para recién comenzar su gestión de gobierno. Ver Costas (2018).
7 Para hacer el análisis de la organización voy a recurrir a la teoría sociológica de
los movimientos sociales, que determina como principales elementos de la organización social a: las estructuras formales, los repertorios de movilización, la identidad
107
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Estructuras formales y menos formales de la organización
Tanto el Estatuto Orgánico de la CONAIOC como su Reglamento
Interno fueron elaborados en 2012. En su Estatuto, se identifica a la Asamblea Ordinaria Nacional como la máxima instancia
de deliberación y decisión, cuyas atribuciones son: elegir a los
miembros de la directiva, emitir resoluciones, aprobar el plan de
acción y aprobar la incorporación de nuevos procesos de conversión a autonomía indígena (artículo 18). Para cada asamblea
ordinaria, se establece una participación de seis representantes8
por cada autonomía indígena, respetando la paridad y alternancia
(Reglamento, artículo 14). El Estatuto establece que se llevarán a
cabo Asambleas nacionales extraordinarias si existe un tema urgente e inmediato a tratar con uno o dos representantes por cada
autonomía (artículo 20).
Por su parte, la directiva está conformada por seis cargos:
presidencia, vicepresidencia, secretaría de actas, secretaría de
hacienda, secretaría de comunicación y secretaría de género-generacional (Estatuto, artículo 22.) El Estatuto establece que se
deben respetar los principios de paridad y alternancia de género
y que debe darse la rotación de la presidencia entre todos sus
integrantes de las diferentes autonomías indígenas (artículo 21)9.
La nueva directiva (2019-2021) está compuesta por los siguientes
miembros:
colectiva, los adversarios unificadores, los objetivos estratégicos sociopolíticos y la
percepción del gobierno y del Estado, entre otros. Ver García Linera et al (2004).
108
La CONAIOC
Cuadro 1. Directiva de la CONAIOC (2019-2021)
Cargo
Nombre
Procedencia
Presidente
Demetrio Romero
Autonomía Indígena
Kereimba Iyambae –
Gutiérrez (Santa Cruz)
Vicepresidenta
Florinda Gonzales
Salinas de Garcia Mendoza
(Oruro)
Secretario de actas
Juan Pastor Puma
Laura
Jatun Ayllu Yura (Potosí)
Secretaria de
Hacienda
Reina García
Nación Monkoxi de Lomerío
(Santa Cruz)
Secretario
de Género y
Generacional
Samuel Conde
Gonzáles
Pampa Aullagas (Oruro)
Secretaría de
Comunicación
Yen Vaca Sánchez
Macharetí (Chuquisaca)
Fuente: https://ipdrs.org/index.php/noticias/que-pasa/6139-conaioc-
renovo-su-directiva-con-el-desafio-de-fortalecer-las-autonomias-indigenas-y-la-gestion-publica-intercultural-en-el-pais
Entre las principales atribuciones de la directiva está la de presidir
la Asamblea Nacional ordinaria y extraordinaria, representar a la
CONAIOC ante instancias, organizaciones e instituciones nacionales e internacionales, convocar a asambleas nacionales ordinarias y
extraordinarias, suscribir convenios con instituciones públicas y/o
privadas de carácter nacional e internacional y la representación
ante el Consejo Nacional de Autonomías (Estatuto, artículo 24).
También existen otros espacios de deliberación, trabajo técnico y
tomas de decisión, como ser las reuniones del directorio y las mesas
técnicas. En esos casos, la Secretaría Técnica de la CONAIOC, en
coordinación con técnicos de instancias gubernamentales y de cooperación, deben ejecutar las decisiones, actividades y estrategias
definidas por Asamblea10. Por ejemplo, si se ha decidido mediante
asamblea ordinaria la elaboración de una estrategia para homogeneizar los contenidos mínimos para la transición en los Estatutos
10 Ver en http://www.cipca.org.bo/index.php/3439-la-conaioc-define-estrategiapara-la-consolidacion-las-autonomias-indigenas
109
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Autonómicos de cada AIOC, esta labor es derivada a la mesa técnica (Resolución 02/2012).
Mecanismos de comunicación
Entre los mecanismos de comunicación y coordinación para difundir las decisiones tomadas en asamblea se encuentran las resoluciones firmadas por todos los presentes y posteriormente fotocopiadas para que los representantes de cada autonomía indígena
se encarguen de informar en sus regiones. Clemente Salazar, ex
Presidente de la Directiva de la CONAIOC (gestión 2017-2019), afirma que ahora se recurre también a recursos como la comunicación
vía correo electrónico o teléfono celular. Sin embargo, Salazar evalúa que todavía existen problemas en la fluidez de la comunicación. Por ejemplo, los informes verbales de los representantes de
las autonomías indígenas a sus regiones llegan distorsionados, o a
veces representantes nuevos de las autonomías indígenas llegan a
una asamblea y dan su punto de vista sin tomar en cuenta las resoluciones anteriores. Salazar reconoce que todavía hay un trabajo
pendiente en mejorar estos canales de comunicación.
Característica identitaria
¿Quiénes componen la CONAIOC? Los que participan como representantes de los procesos en conversión de las autonomías indígenas pueden provenir a su vez de estructuras organizativas como el
sindicato, el ayllu, la junta vecinal o gobiernos municipales (como
es el caso de los funcionarios que impulsan estos procesos). Por
tanto, lo que caracteriza y diferencia a la CONAIOC de otras instancias es principalmente la diversidad y complementariedad que
resultan de la composición tan diversa de sus miembros. Provienen
de distintas regiones, con formas diversas de organizarse, de deliberar, de tomar decisiones, entre otros. Con el tiempo también se
incorporaron representantes de los territorios indígenas en conversión (recuérdese que hay dos vías de conversión: vía municipio o vía
territorio), ampliando aún más la diversidad y con ella, la complejidad de dicha organización.
Parecería que un elemento común entre los actores que impulsan la autonomía indígena es su identidad indígena; sin embargo,
hablar de la cuestión identitaria nos remite a una gama amplia
de formas de organización, de manejo de los recursos, de tradiciones, entre otros. Para Petronila Flores, ex Secretaria de Actas del
Directorio de la CONAIOC (2017-2019), existen matices: “algunos
110
La CONAIOC
se identifican con lo indígena, lo originario, otros con lo campesino.
Es difícil comparar de municipio a municipio, igual, por ejemplo, en
el mismo Charazani (Municipio al que ella pertenece) hay diferentes
costumbres, diferentes formas de vida, etc.” (Entrevista a Petrona
Flores, 27/2/2018). Ella enfatiza la complementariedad como un
elemento importante, puesto que potencia la riqueza de la diversidad y por tanto garantiza el avance conjunto.
Volviendo a la diversidad, un elemento importante para avanzar
juntos es trabajar en consenso. El proceso de construcción de consenso comienza en las discusiones en cada región, Salazar explica
que “entre ellos (cada proceso autonómico) deben entenderse primero y llegar con una sola voz a la Asamblea y ahí mismo se debatirán las ideas en consenso” (Entrevista, 27/2/2018). La “cultura
del consenso”, parafraseando a Alejandro Vargas, ex Director de
Autonomías Indígenas dependiente del Ministerio de Autonomías,
implica deliberar y discutir el tiempo que sea necesario hasta que
cada uno de los participantes esté de acuerdo en la decisión. Vargas
destaca “la voluntad férrea de no retirarse del evento hasta llegar
a un acuerdo” (Entrevista a Alejandro Vargas, 23/2/2018). Pese a
que la discusión y el debate sean intensos, no se ha impuesto ningún tipo de verticalismo de unos actores sobre otros para tomar las
decisiones. Esta manera de deliberar retrata muy bien las diversas
formas de ejercicio democrático que poseen los pueblos indígenas
en Bolivia.
Entonces, la complementariedad y el consenso nos remiten a
pensar en la ecología de saberes, concepto desarrollado por Santos
y Exeni: “se trata entonces de explorar la pluralidad y diversidad de
saberes, creando relaciones no jerárquicas y de complementariedad
entre ellos… que permiten articulaciones más amplias y profundas
entre diferentes sujetos, saberes y luchas” (2019: 15). Sin pretender romantizar la existencia de una organización que por sus características debe emular la diversidad y la pluralidad, se trata de reivindicar a la CONAIOC como un espacio único de diálogo horizontal
de saberes, en favor de que las autonomías avancen.
Principales objetivos estratégicos de la CONAIOC
Para Flores, la razón para aglutinarse en torno a una sola organización responde a la necesidad de “tener una instancia de coordinación con instituciones del gobierno (central), con la cooperación externa y tener coordinación entre las autonomías (indígenas)”
(Entrevista a Petrona Flores, 27/2/2018). Por su parte, para
111
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Salazar (Entrevista, 27/2/2018), “las autonomías no pueden andar sueltas, debe haber alguna instancia para aglutinar a todas”.
El Estatuto orgánico de la CONAIOC establece entre sus objetivos
principales (artículo 8): apoyar a la consolidación e implementación de las AIOC, apoyar y gestionar la implementación de políticas
públicas y de desarrollo sostenible, para el vivir bien de las AIOC,
coordinar con el Gobierno central políticas para el vivir bien para
las AIOC, promover servicios de asistencia técnica a las AIOC, entre
otros. ¿Cómo y en qué medida se han materializado estos objetivos?
Desarrollaré a continuación.
Aportes de la CONAIOC en la implementación
de las autonomías indígenas
Fortalecimiento a los procesos en
conversión a autonomía indígena
En la actualidad ya son cerca de 31 los procesos de autonomía indígena que forman parte de la CONAIOC, de los cuales Charagua,
Uru Chipaya, Raqaypampa y Salinas de Garci y Mendoza ya se han
consolidado como gobiernos autónomos; el resto se encuentra en
distintas etapas en el proceso de conversión11. El fortalecimiento
a los procesos autonómicos es una de las principales tareas de la
CONAIOC. Su Asamblea Ordinaria dedica un momento importante
para escuchar las iniciativas, problemas y dificultades en cada uno
de los procesos, priorizando aquellos que estaban con mayores dificultades, como lo relata esta nota de prensa acerca de la última
Asamblea Ordinaria de la CONAIOC (diciembre de 2019):
Realizaron un diagnóstico completo de la situación que atraviesa
cada proceso de conversión a la autonomía indígena originario
campesina (AIOC) y de los desafíos emergentes en el nuevo contexto político y social que vive el país12.
Al ser procesos novedosos y sin precedentes, los principales conflictos que acaecen al interior de cada proceso están relacionados
sobre todo a disputas en torno a la sede del nuevo gobierno, la
forma de organización del nuevo gobierno, disputa de poderes entre los varios actores que cohabitan en el municipio o territorio,
11 Para ver el estado de situación actual de los procesos en conversión, ver Exeni
(2019: 124-125).
12 Ver https://ipdrs.org/index.php/noticias/que-pasa/6139-conaioc-renovo-sudirectiva-con-el-desafio-de-fortalecer-las-autonomias-indigenas-y-la-gestion-publica-intercultural-en-el-pais
112
La CONAIOC
conflictos con el alcalde, etc. Ante esta situación, los miembros de
la CONAIOC se manifiestan, expresando su apoyo, como sucedió en
la Asamblea Ordinaria de 2019:
Finalmente, el conjunto de las NPIOC que impulsan sus autonomías se solidarizan y anuncian que se encuentran en estado de alerta ante las amenazas vertidas por el Comité Cívico
de Charagua Pueblo en contra de la GAIOC Charagua Iyambae;
solidaridad que se hace extensiva a otros procesos que sufran
amenazas similares13.
Pero también se materializa un apoyo más concreto, como lo relatado en la Resolución de una Asamblea en 2012:
PRIMERO. - Apoyar y fortalecer a procesos estatuyentes que están en una etapa inicial […], de acuerdo a la siguiente estrategia:
La Directiva de la CONAIOC convoque a reuniones a las partes
en conflicto para promover el acercamiento y diálogo, mediante
visitas a la AIOC respectiva.
Convocar al Ministerio de Autonomías, como ente rector del área,
al acompañamiento en esta estrategia. (Resolución 01/2012).
La mayor dificultad por la que atraviesan quienes optaron por la vía
territorial es la postergación por parte de la Asamblea Legislativa
Plurinacional (el Congreso boliviano) de una ley que permita la creación de nuevas entidades territoriales, en este caso, los territorios
indígenas. En una oportunidad instaron al directorio de la CONAIOC
y a las organizaciones matrices a realizar los esfuerzos necesarios
para destrabar este proceso (Asamblea Ordinaria, junio de 2018):
Se decidió retomar en el Órgano Legislativo el tratamiento del
Anteproyecto de Ley Nacional de Creación y Modificación de Unidades Territoriales”14.
Mientras esta traba persista, la alternativa actual es la promulgación de una ley de creación de nuevas entidades territoriales
para cada proceso de autonomía indígena vía territorio. Al igual
que como se apoyó el caso de Raqaypampa, en la actualidad existen otros procesos que requieren esta ley corta (Resolución de la
Asamblea Ordinaria, 13/12/2019):
En el caso de Territorios Indígena Originario Campesinos (TIOC),
la CONAIOC realizará las gestiones necesarias para que, vía el
13 Ibíd.
14 Ibíd.
113
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Órgano Ejecutivo, los cuatro procesos en curso (Lomerío, TIM
1, Corque Marka y Jatun Ayllu Yura) logren la aprobación de
sus Leyes Cortas de Creación de Unidades Territoriales vía
dispensación15.
Entonces, los ejemplos pueden ser infinitos, a diez años de vigencia
de la CONAIOC; sin embargo, lo que se quiere mostrar es el apoyo
activo a los procesos. Pese a que se encuentran en distintos niveles
de avance, poseen problemas que pueden ser específicos como procesos o con características similares entre varios procesos. Desde
la CONAIOC se trata de apoyar a los procesos, según la situación o
el problema en el que se encuentren.
Volviendo a la diversidad, la misma también se ve potenciada
por la voluntad de aprender del otro; un ejercicio que es aún más
valioso cuando se está en un proceso inédito, donde todo aprendizaje es importante para el proceso autonómico de cada uno. Los
intercambios de experiencias en la elaboración de sus estatutos,
y los contenidos de los mismos, hacen que el encuentro entre esta
diversidad beneficie a cada uno de los procesos. ¿Cómo están avanzando en su región?, ¿cuáles han sido los principales obstáculos
que han o están atravesando?, ¿cómo los están resolviendo? Son
algunas de las experiencias que se comparten en las asambleas u
otros encuentros.
Coordinación con estructuras estatales para
el desarrollo normativo y procedimental
Una primera instancia de coordinación estatal es el Ministerio de
Autonomías, ahora reducido a Viceministerio y, concretamente, es
la Dirección General de Autonomías Indígena Originaria Campesina
desde donde se apoyaba con recursos económicos para el traslado
y alimentación de los participantes, el alquiler de salones y material de escritorio en general. También se apoyaba con orientación
normativa acerca de los contenidos mínimos que establece la ley
para que sus estatutos aprueben el “test” de constitucionalidad. El
apoyo técnico brindado por funcionarios públicos ha sido de diversos tipos, desde el apoyo a identificar los contenidos mínimos que
establece la Constitución hasta intentar “traducir” las demandas y
propuestas de los actores a términos jurídicos. Este apoyo se redujo con la eliminación del Ministerio.
También se pueden mencionar otras instancias de apoyo como
la Plataforma Interinstitucional, creada con la firma de un convenio
15 Ibíd.
114
La CONAIOC
marco de cooperación el 19 de agosto de 2010. Desde entonces,
han participado varias organizaciones, a la cabeza del Ministerio
de Autonomías16 (Ministerio de Autonomías, 2012: 11). Según el
Reglamento de la CONAIOC (artículo 32), esta puede relacionarse
con organizaciones de carácter privado, instituciones, organismos
de carácter internacional, universidades privadas, siempre que
se determine la colaboración expresa mediante convenio con un
documento de respaldo donde incluya el presupuesto y objetivos
de la colaboración y apoyo. Esta definición permite, como expresa Salazar, que el apoyo sea recibido de manera conjunta y los
procesos autonómicos no pierdan su liderazgo e iniciativa pese a
la presencia de instancias externas. Al inicio, el principal apoyo
(tanto económico, como logístico y técnico) se daba en las sesiones
de elaboración de los estatutos autonómicos y las reuniones de la
CONAIOC. A su vez, las instituciones de la Plataforma organizaban
sus propios seminarios, talleres y conversatorios para reflexionar
sobre el proceso autonómico y sobre temas sensibles que hacen
a las autonomías indígenas, tales como la democracia representativa y la democracia comunitaria en el marco de la democracia
plural, entre otros17. A medida que fueron avanzando los procesos
en conversión a autonomía indígenas, la CONAIOC y las instituciones de la Plataforma fueron trabajando en los procedimientos
e instrumentos que hacen a la ruta jurídica y procedimental de la
construcción de autonomías indígenas.
Coordinación con el Tribunal Electoral y el Tribunal Constitucional
La elaboración de sus estatutos está compuesta por cinco etapas: 1) la conformación del órgano deliberativo, 2) la elaboración
y aprobación del Estatuto, 3) el control de constitucionalidad ante
el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), 4) la creación de la
Entidad Territorial Autónoma (ETA) para el caso de los Territorios
Indígena Originario Campesino (TIOC) que quieren convertirse en
Gobierno Autónomo Indígena y 5) la convocatoria y realización de
referendo (Foronda, 2017: 32). La primera y la segunda etapa son
16 Estas organizaciones son: Centro de Investigación y Promoción del Campesinado
(CIPCA), Fundación Tierra, Fundación Boliviana para la Democracia Multipartidaria
(FBDM), Cooperación Técnica Alemana (GTZ), IBIS en Bolivia, Instituto de
Investigaciones Sociales de Bolivia (ISBOL), Asociación Mundial de Pueblos de
la Montaña, Visión Mundial Bolivia (VMB), Veterinarios sin Fronteras - Centro
Internacional de Cooperación para el Desarrollo Agrícola (VSF-CICDA), Oficina
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en
Bolivia (OACNUDH), Fundación Machaqa Amawta, Instituto Internacional para la
Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional), CAWSAY, PNUD y CEJIS.
17 Ver http://www.ftierra.org/nuestraTIERRA/9/nt5m.html
115
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
de competencia de las asambleas deliberantes de cada autonomía
indígena, aunque reciban el apoyo correspondiente. Para el resto
de las etapas se requiere de la coordinación con el Órgano Electoral
Plurinacional y del Tribunal Constitucional Plurinacional. Veamos.
El Órgano Electoral Plurinacional (OEP) es el encargado de ambos referéndums (el primero para iniciar el proceso de conversión
y el segundo para aprobar el estatuto autonómico) y la supervisión a la consulta según normas y procedimientos propios en el
caso de la vía territorial; también debe supervisar el trabajo de la
asamblea deliberativa y, finalmente, la entrega de credenciales a
las nuevas autoridades del Gobierno Autónomo Indígena Originario
Campesino. Con respecto a la entrega de credenciales a los miembros de la asamblea deliberativa, en los primeros casos hubo un retraso, hecho que amenazaba con quitar legitimidad a los miembros
de sus asambleas, en medio de un escenario de constantes conflictos internos que estaba acarreando el proceso: los asambleístas
necesitaban tener ese respaldo. En la Resolución N° 02/2012 la
CONAIOC aprobó incluir en su reglamento la entrega provisional
de las credenciales a su nombre, hasta que fueran entregadas por
el OEP.
El Servicio Intercultural de Fortalecimientos a las Democracias
(SIFDE), que es parte del OEP, en tanto instancia de supervisión y
“verificación” del ejercicio de la democracia comunitaria en el proceso autonómico debía elaborar un reglamento de acompañamiento. Este documento fue elaborado conjuntamente mediante una comisión técnica compuesta por la Directiva de la CONAIOC, técnicos
del SIFDE y técnicos del Ministerio de Autonomías (Resolución N°
02/2012). Posteriormente, correspondía al departamento Jurídico
del OEP darle la última revisión. La iniciativa provino de la CONAIOC
debido al retraso también de este procedimiento.
Finalmente, en lo que respecta al segundo referéndum, miembros de la CONAIOC habían reiterado su preocupación por las trabas que estaba provocando el segundo referéndum puesto que, por
un lado, implicaba un procedimiento burocrático más, al ya largo
camino de conversión a autonomía indígena y, por otro lado, implicaba un costo económico para el municipio o territorio en conversión. En su lugar, desde la CONAIOC se proponía la aprobación del
estatuto ya finalizado, según sus normas y procedimientos propios
de cada proceso indígena.
Luego de un trabajo arduo y coordinando con el viceministerio
de autonomías, la CONAIOC y legisladores en el Congreso Nacional,
116
La CONAIOC
se logró la modificación de la LMAD, mediante la sanción de la Ley
Nº 119818. Pero había un problema pendiente a solucionar: cuando
se promulgó dicha modificación muchos estatutos autonómicos ya
habían pasado por el control constitucional o se encontraban en
pleno proceso. Dichos estatutos ya aprobados mencionaban, porque así lo establecía la LMAD, que dicho estatuto debía ser aprobado mediante referéndum. ¿Cómo iba a ser aplicada esta modificación en estos casos? Entonces, en la última Asamblea Ordinaria
se propuso crear una comisión interinstitucional para resolver la
situación de estos procesos que quedaron “en medio” (Resoluciones
de la Asamblea Ordinaria, 13 de diciembre de 2019)19. Este es un
ejemplo de los obstáculos que deben sopesar los procesos en conversión a autonomías indígenas y una muestra también de cómo
van resolviéndolos.
Por su parte, el Tribunal Constitucional Plurinacional es la
instancia que proporciona la declaración de constitucionalidad al
estatuto autonómico indígena, esto es, reconoce que dicho documento se enmarca en los contenidos de la CPE y, por tanto, ya
puede declararse Gobierno Autónomo. El obstáculo que tuvieron
que atravesar los procesos autonómicos en esta oportunidad fue la
demora en los plazos para la revisión de los estatutos. Basándose
en el Código procesal constitucional, se estableció que los proyectos
de estatutos deben ser sometidos a control de constitucionalidad
por un plazo de 65 días hábiles, que supone algo más de tres meses (Foronda, 2017: 33). Foronda analiza el tiempo de duración del
control de constitucionalidad de los siete primeros proyectos de estatutos autonómicos indígenas enviados y verifica que los tiempos
se extendieron entre los ocho meses y ocho días hábiles, en el caso
de Mojocoya, hasta el trámite más largo, de Pampa Aullagas, con
18 meses y ocho días hábiles (Foronda, 2017: 34). En total, la duración de la revisión osciló entre diez meses, en el caso de Mojocoya,
y 23 meses, en Pampa Aullagas (Foronda, 2017: 33). Por tanto, se
pueden evidenciar ciertas falencias en esta etapa, debido probablemente a una excesiva carga de procesos que revisar por parte del
18 La Ley N° 1198, del 14 de julio de 2019, establece en su artículo 2, inc. II que los
estatutos se aprobarán mediante normas y procedimientos propios en el marco de lo
establecido en la Constitución Política del Estado y previo el control de constitucionalidad por el Tribunal Constitucional Plurinacional. Para ampliar esta información, ver
https://cipca.org.bo/noticias/conaioc-analizo-acciones-y-estrategias-en-el-marcode-la-promulgacion-de-la-ley-modificatoria-a-la-ley-de-autonomias19 Ver https://ipdrs.org/index.php/noticias/que-pasa/6139-conaioc-renovo-sudirectiva-con-el-desafio-de-fortalecer-las-autonomias-indigenas-y-la-gestion-publica-intercultural-en-el-pais
117
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
TCP, una idealización de los tiempos, la falta de recursos humanos
especializados y los vacíos en el diseño institucional de apoyo a las
autonomías indígenas.
En esta oportunidad, gracias la intervención y gestiones de
la CONAIOC, como afirma Florentina Medina –su presidenta entre 2013 y 2015–, se pudo agilizar el control constitucional de los
Estatutos Autonómicos de Charagua, Totora Marka, Mojocoya,
Huacaya, Pampa Aullagas, Chipaya y Raqaypampa20. Flores destaca que la coordinación entre la CONAIOC y las instancias gubernamentales son importantes para garantizar el avance de los procesos. Ella comenta que como CONAIOC intervinieron en reiteradas
oportunidades para que los procesos avancen “entonces, nosotros
pedimos audiencia con la cabeza y agilizamos. Así hemos ayudado con Raqaypampa por ejemplo” (Entrevista a Petrona Flores,
27/2/2018). Otro ejemplo, fue el apoyo a Jatun Ayllu Yura, donde
facilitaron una reunión con el Tribunal Constitucional Plurinacional
(TCP)21.
Así como la CONAIOC ayudó a que se agilizaran algunos procedimientos que estaban retrasando el avance hacia la construcción
de las autonomías indígenas, también coadyuvó a esclarecer a los
propios funcionarios públicos sobre sus competencias. Flores recuerda que, al inicio, muchos funcionarios no entendían mucho
sobre el proceso autonómico:
Hasta ese momento no se tenía un buen conocimiento... los mismos ministerios, [el órgano] electoral, no tenían mucho conocimiento de qué es la autonomía… Ahora hay una relación nueva,
presentándonos mediante una carta de que nosotros somos la
directiva de la CONAIOC, hemos podido participar en las discusiones del pacto fiscal, cuando les hemos explicado, se han
ubicado recién (Entrevista a Petrona Flores, 27/2/2018).
Una manera de mejorar la coordinación con instancias gubernamentales es invitándoles a las Asambleas para que puedan conocer
de cerca a sus actores y se familiaricen con el proceso. Por ejemplo,
en la Asamblea Ordinaria de la CONAIOC en junio de 2018 se invitó
al Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), del Órgano Electoral
Plurinacional (OEP). En esa oportunidad, los representantes del
TCP manifestaron estar realizando los esfuerzos correspondientes
20 Ver http://enlace.comunicacion.gob.bo/index.php/2015/10/26/
conaioc-renueva-directiva-y-anuncia-nuevas-autonomias-indigenas/
21 Ver https://www.sudamericarural.org/index.php/noticias/que-pasa/6133-elterritorio-originario-jatun-ayllu-yura-da-un-paso-mas-hacia-su-autonomia
118
La CONAIOC
para hacer más eficientes y ágiles los procesos de control de constitucionalidad de los estatutos de las AIOC22. Entonces, la CONAIOC
despliega diversidad de estrategias (como esta, la visita de funcionarios y autoridades a la Asamblea Nacional) para que tanto funcionarios como autoridades gubernamentales se comprometan a
cumplir sus responsabilidades.
Son vastas las reflexiones en torno a la larga marcha de las autonomías y a la falta de voluntad política de los órganos del poder público; sin embargo, también es importante mirar del lado de
quienes están empujando el carro hacia adelante, pese a las adversidades. Aquí vale la pena cuestionar ¿cuál hubiera sido el devenir
del proceso autonómico sin el importante impulso de sus actores?
Entonces, se puede afirmar que la CONAIOC posee un liderazgo indiscutible en el proceso autonómico. Para Salazar, los pueblos indígenas son los principales responsables para que el proceso avance:
La constitución ya nos reconoce. Este tema tiene que salir como
una demanda de los pueblos… No nos pueden llamar, nos han
habilitado el camino mediante carta magna y nosotros tenemos
que encargarnos de avanzar. Hay que avanzar en esa lógica (Entrevista a Clemente Salazar, 27/2/2018).
Pero también hay que reconocer que todavía no existe corresponsabilidad por parte de las instancias gubernamentales encargadas de
impulsar el proceso autonómico indígena. Estas deben apropiarse
del proceso, conocer mejor sobre los procedimientos que les corresponden con el fin de evitar un accionar tardío y a demanda de
las organizaciones sociales. En ese sentido, sería importante plantearse la creación de un espacio permanente de encuentro entre la
CONAIOC, las autoridades y los funcionarios públicos para avanzar
juntos en mejores condiciones.
Conclusiones
La Constitución Política del Estado, elaborada colectivamente y que
inaugura una etapa de profundas transformaciones, ha delegado la
implementación de estas transformaciones a instancias gubernamentales como la Asamblea Legislativa, el Tribunal Constitucional,
el Órgano Electoral Plurinacional y el Órgano Ejecutivo, cuya actual composición es todavía muy conservadora y no necesariamente promueve transformaciones. En ese contexto ha sido fundamental el papel de la CONAIOC para impulsar el proceso de las
22 Ver https://cipca.org.bo/noticias/conaioc-determina-importantes-desafios-para-el-avance-y-consolidacion-de-las-autonomias-indigenas-originarias
119
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
autonomías indígenas, ya sea desde el apoyo a los diferentes procesos de conversión, como con sus propuestas de desarrollo legislativo y procedimental.
Mucho se habla de la importancia de los pueblos indígenas en
la composición de este nuevo Estado. Sin embargo, el Estado no
está transformando sus estructuras en favor de su inclusión real.
Los pueblos indígenas siguen haciendo sus esfuerzos para que se
les haga espacio “apretado” en este Estado plurinacional. Pese a las
condiciones adversas, gracias a la CONAIOC y sus actores involucrados, ya se cuenta con cuatro gobiernos autónomos indígenas en
ejercicio y ya se incorporaron nuevos pueblos indígenas al proceso
de conversión a autonomía indígena.
La CONAIOC en tanto instancia aglutinadora de las autonomías
indígenas ha logrado que su representación sea sólida, evitando
la injerencia de otros actores sobre las decisiones tomadas internamente, la coordinación efectiva con instancias de cooperación
y otras organizaciones sociales y, finalmente, el fortalecimiento de
los propios procesos. Sin este apoyo muchos procesos se habrían
quedado en el camino.
Lastimosamente, la acumulación de madurez democrática que
ha caracterizado a los actores de los procesos autonómicos indígenas no está siendo secundada por las instancias gubernamentales.
Los pueblos indígenas se asumen a sí mismos como los principales
responsables de su propio destino y del avance de la autonomía
indígena, asumiendo entre otras cosas, la solución a vacíos normativos y procedimentales. Pese a los varios obstáculos que deben
superar, siguen avanzando en su decisión de consolidarse como
gobiernos.
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Resolución N° 02/2012, Asamblea Ordinaria de la CONAIOC, 21/03/2012.
Entrevistas
Clemente Salazar, ex-presidente de la actual directiva de la CONAIOC.
Gestión 2017-2019. Entrevista realizada el 27 de febrero de 2018, La Paz.
Petrona Flores, ex-secretaria de actas de la actual directiva de la CONAIOC.
Gestión 2017-2019. Entrevista realizada el 27 de febrero de 2018, La Paz.
Alejandro Vargas, ex-director de la Dirección General de Autonomías
Indígena originaria campesinas. Entrevista realizada el 23 de febrero de
2018, La Paz.
122
El desprendimiento Iogys
(2005-2015)
Entre la fragmentación
étnico-política y las
prácticas autonómicas
Natalia Boffa
Introducción
En las últimas décadas del siglo XX, en Latinoamérica, se han producido procesos específicos vinculados a la globalización y la transnacionalización de la economía que generaron nuevos ciclos de dependencia y engendraron nuevas luchas emancipatorias. Parte de
estas disputas se centraron en la contestación al modelo extractivo
exportador y a las políticas públicas de control y regulación estatal
que apuntaban a articular las heterogéneas historias latinoamericanas al interior del capital; es decir, las sociedades locales se
alzaron contra los despojos, desplazamientos y dispositivos represivos que estos ciclos imponían (Ceceña, 2008; Seoane et al, 2013;
Katz, 2018). En este sentido, las experiencias y sentidos que han
cobrado los procesos de lucha resultaron igualmente heterogéneos
y abiertos, con especificidades que han dado cuenta de cronotopos
particulares, a la vez que se han vinculado o articulado al interior
de los procesos globales del capital (Marx, 2007[1857-1858]; Hall,
1996; Quijano, 2000a; 2000b).
En Argentina, décadas de negación del territorio por parte del
Estado nacional y provincial hacia los pobladores indígenas en
el Gran Chaco austral fueron transformando las subjetividades y
prácticas políticas, que se tradujeron en procesos organizativos
permanentemente recreados y renovados1 (Iñigo Carrera, 2011;
1 En la historia del Chaco central, los distintos referentes indígenas, conocidos
como “caciques”, intervinieron de distintas maneras en los procesos de violencia colonial y estatal-nacional. Participaron tanto en los enfrentamientos bélicos como en la
123
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Trinchero, 2000; Gordillo, 2006). Las nuevas etapas específicas de
articulación al capital a lo largo del período de estudio, con sus reeditados procesos de subordinación y opresión, se tradujeron, a nivel local en la conformación de organizaciones que utilizaron distintas tácticas para resolver situaciones de expropiación, explotación
y dominación (Carrasco, 2009; Colina, 2017). Estas organizaciones
no se crearon necesariamente de forma institucionalizada y no todas fueron precisamente duraderas y masivas; más bien, conformaron lo que Luis Tapia (2008) denominó movimientos societales,
que desbordaron, reeditaron y recrearon sus territorialidades y las
prácticas políticas que les aseguraban su relativa autonomía.
Al menos desde 2005, los Iogys del Chaco salteño se estuvieron
movilizando para que el Estado argentino los reconozca como una
etnia separada de los wichí2. A primera vista, esto podría interpretarse como un proceso que formaba parte de las divisiones que se
generaban al interior de los colectivos y organizaciones de lucha wichí, muchas veces cooptados por redes clientelares que provocaban
la fragmentación de las organizaciones. No obstante, uno de nuestros interlocutores nos decía: “nosotros hacemos trámite de la raza
también como la parte Iogys, para que el gobierno ponga también
por nosotros otra gente más participando” (entrevista con DS, cacique de Quebrada Tartagal, 27 de julio 2015). En su contexto, esto
significaba que los Iogys se venían movilizando para que el gobierno
les dé participación en sus instituciones indigenistas, de forma separada de los wichí. Sin embargo, más allá de la cuestión técnica,
nos preguntábamos ¿qué significaba para los Iogys hacer el “trámite
de la raza”? ¿Qué implicancias tenía este “trámite” en sus luchas
políticas? ¿Acaso esto producía mayor fragmentación política en colectivos por demás divididos y debilitados? ¿Por qué los Iogys comenzaron estos procesos? En definitiva, ¿qué era lo que los movilizaba?
diplomacia y el apaciguamiento; algunos adoptaron actitudes conciliatorias e incluso
se sumaron a trabajar dentro del sistema estatal, sobre todo en relación a partidos
populistas (principalmente el peronismo y sus distintas facciones). Esto fue moldeando a las siguientes generaciones de referentes indígenas en el Chaco central (Mathias,
2015; también Gordillo, 2006, 2009).
2 El Chaco salteño es la parte chaqueña ocupada por la provincia de Salta (Argentina)
y es una llanura que se extiende desde el pedemonte serrano de los Andes hacia el
este. En esta región habitan pueblos chulupí / Nivaklé, chorote / Iyojwaja, chiriguano / Avá, guaraní ñandeva / Tapi’ete, Chané, toba / Qom, Collas y mayormente
Wichí (Buliubasich y González, 2009). En las últimas décadas, los Iogys, que hasta
ese entonces estaban incluidos con los Wichí, han realizados trámites ante el Estado
para que se los reconozca como otra etnia. Cabe aclarar que se pronunciaría “iohjwis”
(entre nuestros interlocutores wichí existían discrepancias en la escritura de este
término, aunque oficialmente, en los papeles estatales, se adoptó Iogys de acuerdo al
pedido de los propios integrantes de la etnia).
124
El desprendimiento Iogys (2005-2015)
Abordamos nuestro estudio en base a los relatos de quienes participaron en o fueron coetáneos a los procesos organizativos Iogys,
a partir de lo que desarrollamos un trabajo conjunto con nuestros
interlocutores para (re)construir el conocimiento acerca de las dinámicas de los movimientos societales en la defensa de sus territorios de uso y ocupación. En todo momento, durante este proceso,
la problematización de las categorías teóricas estuvo presente para
poder pensar y explicar las especificidades de las situaciones de estudio, la organización comunal en torno a las luchas y las prácticas
socioterritoriales colectivas en los términos de los propios actores.
Por eso analizamos críticamente las interpretaciones que asimilaban a los procesos organizativos como prácticas reflexivas, reflejos
defensivos, normalidades o anormalidades sociales (Parsons, 1951;
Coser, 1970); y, más bien, intentamos pensarlas desde sus potencialidades para transformar la realidad, como lo ha analizado Raúl
Zibechi (2006) para algunas luchas latinoamericanas, y como en
otro contexto lo planteaba Marx en el sentido de analizar cómo se
lograba “liberar” o “dar rienda suelta” a elementos nuevos que la
vieja sociedad llevaba en su seno (Marx, 2001[1871]: 71). En este
sentido, consideramos importante pensar a las luchas indígenas a
partir de su dinamismo específico, por la manera en que han estado ancladas en la memoria larga y en su historia de explotación
y dominación territorial local durante los procesos de articulación
regional con el capital global.
Desde esta perspectiva, proponemos analizar los procesos organizativos Iogys como parte de las largas e históricas experiencias
de luchas, resistencias y acomodamientos de los pueblos indígenas
chaqueños. Con esto, nos alejamos de pensarlos como “luchas” en
el sentido clásico y más bien los pensamos, en términos de Zibechi
(2006), como “deslizamientos”3, como rechazo y corrimiento del lugar histórico asignado o impuesto dentro de una determinada organización social y, específicamente, como rechazo a la negación territorial (Gordillo, 2006; Gutiérrez Aguilar y Gómez, 2006; Trinchero,
2007). En particular, explicamos los procesos organizativos Iogys
a partir de sus reclamos por el reconocimiento de la identidad, el
territorio y las formas de vida autonómicas, y analizamos la forma
3 Al pensar los procesos de luchas de las últimas décadas, algunos autores los explican como procesos de “emergencia” indígenas y así se habilita a pensar en una nueva
fase de lucha latinoamericana, pero se corre el riesgo de invisibilizar los momentos
anteriores de lucha, la memoria, las vivencias, como si no formaran parte de los mismos procesos históricos que, de manera específica, se desarrollan hasta el presente y
que impregnan la memoria larga de pueblos históricamente oprimidos (por ejemplo,
Bengoa, 2000).
125
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
en que estos procesos fueron haciendo explícitas sus potencialidades como movimiento autonómico a lo largo de su recorrido. Esto
no estuvo libre de tensiones, contradicciones y disputas hacia el
exterior y en su interior; en este sentido, con este trabajo también
apuntamos a reflexionar sobre las formas en que entendemos a las
luchas socioterritoriales indígenas.
La idea central que nos moviliza es pensar a estas luchas socioterritoriales como movimientos autonómicos, tanto en lo territorial
como en lo político. Como han definido algunos autores, a lo largo
de la historia de los pueblos indígenas chaqueños se han podido
definir ciertos lugares y prácticas políticas que constituyeron sus
espacios de relativa autonomía. Según plantean, el monte y el río
por momentos fueron lugares de relativa autonomía, aunque esto
cambió parcialmente en los períodos en que se acrecentaban las
amenazas del ejército o los criollos; entonces ese lugar pasó a ser
el ingenio azucarero, donde se libraban de esas amenazas, aunque
existían otras. A la vez, las prácticas políticas también se han convertido en posibles espacios de relativa autonomía en la medida en
que se ha producido la formación de organizaciones o movimientos
contestatarios o críticos al partido político de turno y los poderes
dominantes (Trinchero y Maranta, 1987; Gordillo y Leguizamón,
2002; Gordillo, 2006; 2009).
A partir de estos antecedentes podemos pensar que esta forma
de entender la autonomía, en línea con algunos planteos críticos
contemporáneos, se aleja de las restricciones conceptuales jurídicas y, en cambio, se utiliza para definir procesos multisituados y
relativos que no solo se producen en el Chaco salteño, sino que se
han producido a lo largo del continente. En este sentido, deja de ser
expresada en singular, como “la autonomía”, y pasa a ser nombrada en plural, como “las autonomías”; pero esto no quiere decir que
las entendamos como singularidades, voluntaristas o deterministas. Más bien, como lo ha planteado Araceli Burguete (2018), esto
significa que:
Son múltiples las formas autonómicas que se despliegan en el
continente; no obstante, comparten rasgos en común. Toda lucha autonómica contiene reivindicaciones concretas, son luchas
de resistencia y de re-existencia. En este sentido, todas las autonomías son válidas. No hay autonomías buenas y malas, no
hay autonomías grandes o chiquitas, cada una tiene su propio
alcance, según su particular historia. Cada pueblo plantea su
horizonte autonómico desde sus propias condiciones. Cada autonomía tiene su propio valor (Burguete, 2018: 15).
126
El desprendimiento Iogys (2005-2015)
En este sentido, las autonomías pueden tomar múltiples caminos y
expresarse de diferentes formas, pero tienen en común que suelen
constituir la potencia de los movimientos societales que reclaman
por sus derechos o su reconstitución territorial, que proclaman su
reindianización o reforzamiento de la identidad, entre otras. Así, la
gramática autonómica marca los límites a los poderes hegemónicos
y se enuncian desde lo antineoliberal, antiestatal y antipatriarcal;
pero “no opera sobre el cuerpo social como totalidad sino sobre
ciertas dimensiones de la vida social […], por el control de ciertos
espacios e instituciones” (Burguete, 2018: 18).
Este estudio pertenece a una investigación mucho más amplia,
que ha incluido trabajos en terreno, con referentes de las organizaciones wichí y Iogys, desde 2001 a 2017. En ese período trabajamos
desde la Historia Oral mediante entrevistas en profundidad a partir de las que buscábamos comprender los sentidos de las luchas
indígenas, sus dinámicas específicas y lógicas de producción. Su
análisis se desarrolló a través de entrevistas etnográficas, basadas
en la no directividad y la reflexividad (Guber, 2001; 2005). Así, mayormente, se realizaron entrevistas a las personas que participaron
de alguna forma, de alguna de las prácticas políticas y sociales de
los procesos organizativos en la lucha por el territorio. Además, se
entrevistó a personas que participaban en otros espacios políticos o
proyectos no relacionados o presentados como antagónicos respecto de los anteriores. También se entrevistó a personas que trabajaban en organizaciones no gubernamentales en la región, agentes de
iglesias, funcionarios del gobierno y trabajadores de la educación,
lo que se amplió a nuevos agentes conforme se fueron registrando
las interacciones sociales y políticas, mediante la técnica de “bola
de nieve”. De esta manera, el presente estudio representa solo una
parte de este amplio trabajo, en donde reflexionamos parcialmente
sobre los procesos de lucha indígena que se han desarrollado en el
territorio del Chaco salteño.
Una historia de negación territorial
El Gran Chaco, en donde se encuentra el Chaco salteño, es una
inmensa planicie que se extiende desde la precordillera hacia el
este, ocupa el corazón de Sudamérica y es la segunda zona boscosa más importante luego de la Amazonía en este continente
(Torrella y Adámoli, 2006). En el actual territorio argentino, bañado por grandes ríos como el Pilcomayo y el Bermejo, se constituye
como un espacio dinámico, tanto en los aspectos ecológicos como
societales. Desde el punto de vista ecológico, las interacciones e
127
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
interconexiones producidas en interdependencia entre pastizales y
bosques se mantienen en un equilibrio inestable afectado por otras
condiciones del ambiente (inundaciones, sequías, fauna local, fauna introducida, cambios en los cauces, entre otros) (Morello, et al,
2001; Pengue, 2005). Desde el punto de vista societal, los procesos
de interacción y mestizaje hacen muy difícil una descripción completa de los pobladores de este territorio; sin embargo, los estudios
específicos distinguen algunos grupos sociales de significativa presencia histórica en el lugar. Así, podemos distinguir entre población indígena (trabajadores mayormente temporarios e informales,
horticultores que suelen complementarlo con la marisca)4, campesinos criollos (en general, pequeños productores ganaderos)5, grandes productores (que principalmente apuntan a la expansión de la
producción porotera, maicera y sojera)6 y la presencia de gendarmes, personal de puestos fronterizos, de iglesias, inmigrantes, entre otros pobladores que mayormente responden a organizaciones e
instituciones gubernamentales y no gubernamentales (Santamaría
y Lagos, 1992; Naharro, 1999; Trinchero, 2007).
En este sentido, nos parece muy potente para nuestro estudio la definición del Chaco central7 como una “formación social de
4 En un intento por elaborar una “carta étnica” del Gran Chaco, se identificaron seis
familias lingüísticas (Zamuco, Guaycurú, Mataco-Maká, Tupí Guaraní, Maskoi, LuleVilela) que se dividen en veintiún lenguas habladas por más de setenta pueblos, sin
tener en cuenta las diferencias dialectales. No obstante, suele confundirse esto con
una vista de “mosaico”, estática y ahistórica. En todo caso, lo importante es reconocer y pensar su diversidad sociocultural y su dinamismo, a la vez que encontrar elementos comunes y compartidos sin desconocer la mutabilidad histórica (Braunstein
et al, 2002; Braunstein, 2005; Lamenza et al, 2006; Córdoba y Combés, 2015).
5 Como “frontera” el Chaco central no se dividía en tierras de indígenas y de colonos
o criollos, sino que era un espacio de interacción y comunicaciones transchaquenses
(Santamaría y Lagos, 1992; Naharro, 1999; Lucaioli, 2010; ver también Boccara,
2010). Estas interacciones, pacíficas o violentas, dieron lugar a procesos de mestizaje, alianzas o enemistades entre criollos e indígenas. No obstante, esto no se produjo
en igualdad de condiciones porque el establecimiento de estancias y puestos criollos,
además de avanzar en el territorio, tenía como objetivos abastecer al ejército y la
iglesia, disciplinar trabajadores y contener las incursiones indígenas (Fradkin, 2000;
Lagos, 2003; Trinchero, 2009; Ratto, 2014).
6 Desde el siglo XIX, la formación y consolidación del Estado capitalista, en el caso
argentino, parece configurarse de manera particular por un modelo que correlaciona la
expansión de una frontera agropecuaria con una frontera político-militar y una frontera
cultural. De esta manera, el movimiento de valoración fue acompañado por formas de
regulación por parte del Estado, desde su formación hasta la actualidad, como representante del capital en su conjunto, no desde cada capitalista particular (Naharro, 1999;
Trinchero, 2000; 2010; Iñigo Carrera, 2011; ver también Teruel, 2005; Justiniano, 2010).
7 El Chaco central se encuentra entre el Chaco boreal (mayormente en Bolivia y
Paraguay) y el Chaco austral (colindante con la región pampeana). Abarca principalmente las provincias de Chaco, Formosa y Salta. El occidente del Chaco central
coincide con lo que llamamos Chaco salteño.
128
El desprendimiento Iogys (2005-2015)
frontera” (Trinchero, 2000), en donde predominaron los procesos
conectivos de espacios heterogéneos y en donde se pudieron identificar relaciones de producción específicas, modos de acumulación del capital y formas de regulación del Estado nación, desde su
construcción. De esta manera, podemos acceder a comprender la
convivencia de formas contradictorias de entender el espacio, como
territorialidades en tensión, entre la autonomía relativa y la explotación, entre la alienación y la lucha por el control, entre la escasez
y la abundancia (Gordillo, 2006).
En las últimas décadas, las específicas relaciones de producción comenzaron a sufrir transformaciones que impactaron sobre
las territorialidades que analizamos. El espacio del Chaco salteño,
desde el punto de vista agro-productivo, fue apareciendo como el
“Umbral del Chaco”, como una entrada a espacios potencialmente productivos. Esto se debió a que los adelantos tecnológicos del
sector agroindustrial permitieron avanzar en la explotación de este
espacio, antiguamente marginado por estos emprendimientos. A
partir de la década del setenta, se produjo una etapa de expansión
agrícola vinculada a la producción porotera que intentaba solucionar la baja productividad de la región por el deterioro ambiental
perpetrado por la ganadería extensiva y la deforestación de ciertas
especies. Progresivamente, la etapa porotera fue cediendo lugar a
los paquetes de siembra directa que, hacia 1990, propiciaron la
expansión de los cultivos de la soja y el maíz. De esta forma, se produjo una “revalorización territorial” que involucró la concentración
de grandes extensiones de tierras en un grupo reducido de grandes
productores y empresarios de capitales extrarregionales (Cafferata,
1988; Van Dam, 2008). Estos procesos se vinculaban con las
transformaciones agrarias nacionales e internacionales que, según
Teubal (2006), se caracterizaron por la liberalización, apertura y
(des)regulación agrícola8, a partir de las que se conformó un vasto
sistema de agronegocios. De esta manera, “el sector se transformó
cada vez más en un negocio de unos pocos, perdiendo su capacidad
histórica de constituirse en un medio de vida para vastos sectores
sociales” (Teubal, 2006: 103).
A partir de esto, se suele pensar que se reeditó el proceso conocido como “negación de la territorialidad”, iniciado al menos desde
8 En el Chaco central, el proceso conocido como (des)regulación del mercado, en
realidad comprende cambios en el modelo de relacionamiento entre el capital y el
Estado (o “régimen de acumulación”) que apuntaron a virar las prioridades de inversión de algunas ramas de la industria y agro-industria hacia la renta y la especulación financiera, con lo que se entiende más bien como un proceso de (re)regulación
(Trinchero, 2007).
129
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
finales del siglo XIX, que consistía en desconocer los derechos territoriales de ciertos pobladores no considerados “ciudadanos” por el
Estado nación en formación9. De esta manera, a partir de las nuevas tecnologías agrícolas y de la hegemonía del neoliberalismo, en
el Chaco salteño se (re)produjeron las expectativas de reproducción
ampliada, ambiguas y contradictorias por su dinámica y heterogeneidad, pero no carentes de direccionalidad política (Trinchero,
2000; Gordillo y Leguizamón, 2002; Gordillo, 2006).
En particular, el río Itiyuro10, en su cuenca media y baja, se interna en la llanura chaqueña hasta perderse en el Departamento de
Rivadavia; pero, antes de esto, es interceptado por la ruta 86, que
sale de la ciudad salteña de Tartagal hacia la provincia de Formosa.
Este espacio de intercepción, con la ruta y el río como sus ejes
conectados con el monte aledaño, en conjunto, han resultado centrales en la historia reciente de las luchas territoriales de la zona.
Hacia 1912, parte del territorio que actualmente se encuentra
entre la cuenta del río Itiyuro y la ciudad de Tartagal había sido
comprado por Robustiano Patrón Costas, en una transacción por
la que adquirió 40.000 hectáreas (WRM11, 2001). Ya a mediados de
siglo, este gran lote había sido fraccionado y revendido, pero fue
mayormente mantenido en reserva y sus habitantes no supieron
que era una propiedad privada hasta que los empresarios se hicieron presentes para deforestarlo, muy avanzado el siglo XX. Así sucedió en toda la región entre el Itiyuro y Tartagal, como comentaba
nuestro interlocutor, el cacique de Hoktek T’oi:
9 A fines del siglo XIX, las poblaciones indígenas del Chaco central no fueron incluidas en el “pacto constitutivo” del Estado y la nación emergente; entonces se formó un
Estado y una nación productores de ciudadanía, pero sin mediación étnica. Con esto,
no solo se negó la capacidad de mediación étnica de estas poblaciones, sino también
se naturalizó una etnicidad hegemónica, con lo que la identidad nacional fue presentada como algo neutral y natural (Trinchero, 2000; ver también Trinchero, 2010).
10 El río Itiyuro, en la zona media e inferior, tiende a secarse y se pierde en el monte
hacia el sudeste progresivamente. Esto no se produjo por fenómenos naturales, sino
que fue causado por la construcción del Dique Itiyuro en 1972. Esta obra estaba destinada a proveer de agua a las localidades cercanas de la ciudad de Salvador Mazza,
en la parte superior del río; sin embargo, hay quienes han opinado que en realidad
fue un “monumento a la corrupción”, porque en pocos años sufrió problemas de
infraestructura. En este sentido, ocasionó más perjuicios que beneficios porque además de privar de agua a las comunidades de la zona más árida del Chaco salteño,
trajo problemas de inundaciones a los habitantes de la cuenca superior y gastos del
presupuesto público de la provincia (EPI, 2002; Martín Herrán en Copenoa, 2009;
Borelli, 2011a; 2011b).
11 Informe técnico elaborado por la organización no gubernamental Chacolink, que
acompañó el proceso de lucha de la comunidad Hoktek T’oi fue publicado en Boletín
49 del sitio World Rainforest Movement.
130
El desprendimiento Iogys (2005-2015)
La gente ya vivía acá, pero lo que la gente no sabía antes que las
tierras habían sido [vendidas], ya tenía dueño ¿ve? […] ¡Qué sabían
ellos si tienen dueño o si es del Estado, de la provincia! ¡Todo eso,
no se sabía nada! Entonces, ese es el problema de los wichí de toda
esta zona (entrevista con MR, Hoktek T’oi, 27 de julio de 2015).
Nuestro interlocutor resaltaba el hecho de que “la gente ya vivía” en
esta zona cuando las tierras fueron vendidas y que esto se hizo sin
consultar o informar a las comunidades, parcialidades o familias que
ocupaban ese territorio; en este sentido, “el problema de los wichí
de esta zona” era que progresivamente se encontraron con que las
tierras “tenía dueño” o propietarios privados, aunque era el mismo
territorio que usaban y recorrían sus antepasados. Desde entonces,
los conflictos por la ocupación y uso del territorio provocaron el despliegue de procesos organizativos de las comunidades locales, que
fueron recreando y reeditando ciertas luchas históricas en la zona.
Ya desde mediados del siglo XIX, entre las yungas y la selva de
transición, apareció el nombre Tartagal en los documentos oficiales
bolivianos de la zona del río homónimo para denominar a la Finca
Ñancahuasu, territorio que en 1853 había sido concedido como
“merced”, por la República de Bolivia12. Más tarde, el límite definitivo de la frontera argentino-boliviana se estableció más al norte, en
el paralelo 22, luego de varias negociaciones que tuvieron lugar al
menos entre 1889 y 192513 (Figallo, 2019)14.
Durante ese período, de manera similar a lo ocurrido en otras
áreas chaqueñas, las parcialidades indígenas habían sido desplazadas de algunos de los lugares de paso y comunicación, pero sostuvieron un relativo control y autonomía sobre este espacio mediante
interacciones e intercambios que pendulaban entre la negociación
y la rivalidad, por supuesto, supeditadas a las condiciones que les
imponían las campañas militares, la instalación de misiones franciscanas (de breve duración) y la captura de mano obra por el auge
de la agroindustria azucarera y tabacalera, así como para la extracción maderera y los obrajes (Iñigo Carrera, 1984; Jaime, 2003;
Teruel, 2005; Spota, 2010).
12 La región comprende la parte occidental del Gran Chaco salteño, donde el Chaco
semiárido limita con la selva de transición y las yungas de las sierras subandinas
(Torrella y Adámoli, 2006).
13 El 10 de mayo de 1889 fue sancionada la Ley Nacional 2851, “Tratado de límites con
Bolivia”, que fue sucesivamente rechazado y rectificado hasta que se llegó al Acuerdo
Carrillo-Diez de Medina, que estableció el límite territorial favorable para Argentina,
pero que tenía condiciones comerciales favorables para Bolivia (Figallo, 2019).
14 También en los sitios web Portalsalta (s.f.) y Dipublico (s.f.).
131
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
No fue hasta principios del siglo XX que la región comenzó a
convertirse en un atractivo espacio de explotación económica para
los grupos hegemónicos. En 1918 se construyó la Ruta Nacional
34, que corría paralela al pedemonte andino en dirección a Bolivia
y ponía en comunicación a las incipientes explotaciones agrícolas
con los centros de comercialización (Buliubasich y González, 2009).
Hacia 1920, el gobierno nacional fue cediendo permisos de cateo
sobre estos territorios para la exploración y explotación petrolera,
como ya se estaba desarrollando en la frontera boliviana y en zonas
aledañas. La puja entre YPF (de capitales nacionales) y Standard
Oil of New Jersey (de capitales norteamericanos) produjo cierta
competencia y escalada exploratoria en la zona de Tartagal. Hacia
la década de 1930 los pozos habían pasado de 36 a 235 a favor
de YPF, que había expandido su frontera extractiva hacia Campo
Durán, Vespucio, Madrejones y otros yacimientos de la zona pedemontana, aunque la Standard Oil no dejó de tener explotaciones en
la zona (Benclowicz, 2011; Di Risio, et al, 2011).
Entretanto, la construcción de las vías del ferrocarril, iniciada a partir de 1923 e inaugurada oficialmente en 1927, demandó zonas habitacionales para los jefes y obreros. Para esto, en
1924, el dueño de la Finca Ñancahuasu o Finca Tartagal realizó
el parcelamiento de una parte del terreno para diseñar el pueblo, creó la municipalidad y la primera Comunidad Cristiana
Franciscana (Buliubasich y González, 2009). Todo esto formaba
parte del avance modernizador que, como se decía en la época,
traía “la democratización del progreso” a la región del noroeste
y favorecía las comunicaciones con Bolivia y Paraguay (Fandos
y Bovi, 2011; Palermo, 2011; Figallo, 2019). En 1948, el pueblo
de Tartagal pasó a ser ciudad y fue declarada cabecera del recién
creado Departamento General San Martín, que en ese momento
se desprendía de Orán. Así, durante el siglo XX, Tartagal se transformó en un lugar de atracción para familias procedentes de distintas regiones, migrantes criollos o extranjeros, que se ocupaban
o invertían en las crecientes industrias de la zona. La población
indígena fue incorporada como mano de obra a las nuevas explotaciones agrícolas e industriales, madereras y petroleras, de
manera fija o temporal (Benclowicz, 2011; Di Risio, et al, 2011).
En este momento, en Tartagal, las misiones religiosas fueron
mayormente franciscanas y urbanas, a diferencia del municipio de
Embarcación, en donde el ordenamiento de la mano de obra y territorios indígenas, a cargo de los misioneros anglicanos, tuvo un
fuerte anclaje en la zona rural de la llanura chaqueña. Durante el
132
El desprendimiento Iogys (2005-2015)
siglo XIX se habían creado misiones franciscanas en la llanura chaqueña, pero habían resultado experiencias fallidas, en gran parte a
causa de la presión que habían ejercido las haciendas y la modernización de los ingenios en la competencia por retener mano de obra
en determinadas épocas del año (Teruel, 2005). Una vez fundada
la ciudad, durante el siglo XX se multiplicaron las misiones que,
esta vez, se ubicaron sobre la región pedemontana, cerca de la zona
urbana y periurbana de Tartagal o sobre la ruta 34, con población
mayormente guaraní. Más adelante, en la llanura, se instaló San
Benito (hoy comunidad wichí Hala Pelah), que fue fundada por misioneros suecos en la zona rural, al sudeste de Tartagal, y la misión de la comunidad wichí denominada Kilómetro 6 (Km6), asentada sobre tierras donadas por la iglesia Asamblea de Dios (Leake,
2008). Sin embargo, un gran número de grupos de parcialidades
indígenas quedaban por fuera de estos reductos, y sus espacios de
asentamientos, recorrido y uso se mantuvieron en el monte.
De esta manera, el territorio del municipio de Tartagal fue producido de manera heterogénea, con múltiples conexiones entre el
ámbito urbano, periurbano y rural. Por un lado, se establecieron
misiones religiosas y comunidades indígenas en la zona urbana y
periurbana con población relativamente permanente, orientadas a
aportar mano de obra. Los indígenas que trabajaban en los obrajes
de modo temporal, en general, retornaban a los lugares de asentamiento, sobre todo en determinados momentos del año, por ejemplo para la siembra o, luego, para la cosecha del maíz, cuando se
celebraba el Arete guaraní (Buliubasich y González, 2009). Por otro
lado, en la llanura chaqueña, las comunidades indígenas de la zona
rural, mayormente wichí, basaban su subsistencia en los bienes
del monte, los cultivos tradicionales y la pesca; pero también solían
ser captados temporalmente para los trabajos ofrecidos en los ingenios, obrajes, petroleras o empresas madereras en donde accedían
a bienes criollos o dinero (Slutzky, 2004; Montani, 2015).
Al mismo tiempo, el proceso de privatización del territorio y, sobre todo, los procesos de desalojo, desmontes y cercamientos de
finales del siglo XX, produjeron movimientos migratorios de algunas familias indígenas a la zona periurbana de las ciudades o
pueblos, mientras que las comunidades que permanecieron en el
monte fueron quedando dentro de propiedades privadas, muchas
veces sin saberlo15. Para fines del siglo XX, al menos el 76% de las
comunidades estaban asentadas en propiedades privadas rurales
15 Esto tenía que ver con el escaso acceso de las comunidades indígenas a los “papeles” producidos por el Estado (para profundizar ver Montani, 2015).
133
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
o periurbanas, sin contar las zonas que necesitaban para usos
y recorridos habituales por el monte y hacia el río (Leake, 2008;
Buliubasich y González, 2009).
Para el año 2006 el municipio de Tartagal, con una superficie
de 3.181 Km2, tenía una población indígena total que sobrepasaba los 2.864 pobladores16. Esto representaba el 12,33% de la
población indígena del Chaco salteño, que para esa época se estimaba en 23.225 personas. Del total de las personas indígenas
del municipio, el 84,25% vivía en la zona urbana o periurbana17
de Tartagal (Leake, 2008; Rojas, 2019). Eduardo Soria, dirigente guaraní y Secretario de Desarrollo Social de Tartagal (comunicación personal, Tartagal, 22 de julio de 2015), nos comentaba
que la presencia indígena en esta zona del Chaco salteño fue lo
que llevó a establecer en la ciudad de Tartagal el domicilio legal
del Instituto Provincial del Aborigen (IPA)18 y, luego, del Instituto
Provincial de Pueblos Indígenas de Salta (IPPIS)19. Estas instituciones han constituido organismos de participación indígena y
también de control específico de las cuestiones territoriales, de
salud, educación, vivienda, transporte y otros derechos, a nivel
local y también provincial.
Nuestro estudio se acotó a las comunidades rurales asentadas
sobre la antigua Ruta Provincial 17 que, en 197920, pasó a formar
parte de la Ruta Nacional 8621. El tramo salteño de esta ruta sale
desde Tartagal hacia el noreste, recorre 35 kilómetros de tierra,
arenales y ripio y llega hasta las comunidades de la cuenca media
del río Itiyuro (como Pozo Nuevo, Holotaj / Tonono y Qanohitaj /
Pacará, entre otras), donde se interrumpe y continúa a más de 212
kilómetros de este lugar, en Formosa (Nuestras Rutas, 2010). En
este trayecto de unos 35 kilómetros se diseminaron lo que comúnmente se han denominado “comunidades ruteras”, que suelen ser
asentamientos fijos, que están a orillas de la ruta (Leake, 2008).
16 Los datos registrados por Leake (2008) fueron obtenidos del trabajo censal sobre
22 comunidades del municipio de Tartagal, de un total de 27.
17 Se entiende como zona periurbana hasta la comunidad Km6, inclusive (Leake,
2008).
18 Ley Provincial 6373 de 1986.
19 Ley Provincial 7121 de 2000.
20 Decreto Nacional 1595 de 1979.
21 Este proyecto pretendía unir la ciudad de Clorinda, en Formosa, con la Ruta
Nacional 40, en la zona andina, pero nunca se concluyó. El tramo de la Ruta Nacional
86 que parte desde Tartagal hacia el noreste, recorre 35 kilómetros de tierra y luego
se interrumpe por 212 kilómetros hasta la Formosa, en donde continúa bordeando el
Pilcomayo (Nuestras Rutas, 2010).
134
El desprendimiento Iogys (2005-2015)
Como decíamos, mayormente, estos asentamientos fueron producto de distintos procesos de presión territorial, como desplazamientos por persecuciones militares, cercamientos progresivos
y acuerdos precarios con empresas. Antiguamente, uno de estos
procesos fue el acceso a los lugares donde se encontraban los
contratistas y trenes que los llevaban al trabajo temporal en los
ingenios azucareros, empresas madereras o petroleras. Más recientemente, la presión ha sido ejercida por los cercamientos de
las explotaciones agrícolas y la necesidad de llegar a la ciudad, en
donde suelen buscar trabajo y tienen acceso a los centros de salud (Lagos, 2003; Slutzky, 2008; Cabana y Braticevic, 2013). Así,
la ruta 86 se transformó en un eje territorial organizador de los
asentamientos indígenas, al punto de que las comunidades suelen ser llamadas por su medida de ubicación en kilómetros, más
que por sus nombres propios. De esta manera, en la información
cartográfica encontramos que Km 6, Km 12, Km 14, Km 16, son
algunos de los nombres que reciben estas comunidades, aunque
también suelen contar con nombres en su lengua.
Entre estas comunidades, el impacto devastador de los procesos de privatización del territorio y sus recursos o bienes de la
naturaleza provocaron la reedición y recreación de procesos organizativos intra e intercomunitarios. Hacia la década de 1980, el
viraje productivo de la región y los avances tecnológicos agrícolas provocaron que las tierras en reserva fueran progresivamente
alambradas e incorporadas a la producción, lo que incluyó los
desmontes masivos de los lugares habitados y recorridos por las
comunidades. De esta manera, el espacio del Itiyuro, como parte
del umbral del Chaco, forma parte de esta específica formación
social de frontera que, como ha propuesto Trinchero (2007), constituyó uno de los ejemplos más “dinámicos” de la expansión del
capital agrario y extractivo, lo que generó una alta conflictividad
social que mostró las posibilidades y limitaciones de las clases
populares de constituirse como resistencia política, basada en las
resignificaciones de las historias particulares y en contra de la
estigmatización de la protesta. Entre los pobladores indígenas de
estos territorios se desencadenaron procesos organizativos muy
diversos; específicamente, los procesos de lucha Iogys se desplegaron como antagonismos frente a la territorialización empresarial y también frente a las regulaciones territoriales del Estado.
135
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Los procesos autonómicos en las luchas
socioterritoriales Iogys del chaco salteño
Ya desde la década de 1990 las comunidades indígenas del municipio de Tartagal se habían comenzado a organizar de forma intercomunitaria y también interétnica. A través de organizaciones
institucionalizadas, algunos referentes lograron participar en movimientos sociales nacionales (como, por ejemplo, piqueteros), en
manifestaciones a nivel provincial y nacional o en la política partidaria; otros apuntaban a trabajar en las oficinas públicas, entre
otras actividades. Entre las organizaciones intercomunitarias que
aparecieron en la zona en aquel momento podemos nombrar al
Consejo de Cacique de los Siete Pueblos, el Consejo de Caciques
de Tartagal y la Comisión Zonal Wichí (Clarín, 2000; Trinchero,
2007; Colina, 2017; Castelnuovo Biraben y Soria, 2018). Sin embargo, hacia el año 2000, debido a la expansión territorial de los
cultivos agroindustriales y a causa de distintos procesos de fragmentación de las movilizaciones sociales de la región22, las comunidades indígenas produjeron un viraje en sus procesos organizativos hacia la lucha territorial. Además, tiempo antes, desde
1989, algunos procesos organizativos estaban en marcha a raíz
de los atropellos ocurridos en Hoktek T’oi, donde los empresarios
pusieron en producción tierras de uso y ocupación de la comunidad, desmontaron los territorios alrededor de las viviendas y
los intentaron desalojar. Los referentes de Hoktek T’oi lograron
frenar parte del daño mediante acciones judiciales y, luego de un
tortuoso camino de lucha, obtuvieron la posesión de la tierra mediante una Ley de Expropiación23 (WRM, 2001; Solly, 2006). En el
proceso se formó la organización Zlaqatahyi (Nuestra Selva), que
intentaba aglutinar a las comunidades de la zona que padecían
los mismos atropellos y promover la lucha conjunta; sin embargo,
el sistema judicial provincial puso límites a este tipo de iniciativa y promovió que cada comunidad resolviera “cada caso en su
mérito” (comunicación personal con la abogada América Alemán,
Salta capital, 25 de julio de 2015). De esta manera, las estrategias de fragmentación de los sujetos colectivos eran reeditadas de
22 En parte, esto se produjo por las negociaciones llevadas a cabo durante los reclamos del movimiento piquetero y en el contexto particular de la propagación del cólera
en el norte del país (Clarín, 2000). En aquel contexto, el gobierno propuso acuerdos
por separado entre los manifestantes indígenas y criollos, con la excusa de que los
reclamos territoriales podían ser resueltos por separado de los laborales, lo que en
todo caso representó la capacidad hegemónica de fragmentación de los sujetos colectivos (Trinchero, 2007).
23 Ley 25549 de 2001.
136
El desprendimiento Iogys (2005-2015)
acuerdo se desplegaba la capacidad de lucha de las comunidades.
Además, Hoktek T’oi había obtenido ayuda económica de organizaciones no gubernamentales que el resto de las comunidades
no había conseguido; a su vez, los empresarios aprovechaban la
falta de recursos y la fragmentación ocasionada por el Estado para
ofrecer engañosos y desventajosos acuerdos individuales a cada
comunidad. En definitiva, esto generaba aún mayores conflictos
intra e intercomunitarios, en la medida que la urgencia conducía
a los referentes de cada comunidad a aceptar desmontes de miles
de hectáreas a cambio de trabajo, herramientas o un ínfimo pedazo de tierra.
Otro hecho que sumó experiencias de lucha en el territorio fue
la sanción del decreto que prometía la entrega del Lote Fiscal 4 a
las comunidades indígenas de la zona. La entrega se concretó en
2004, luego de muchas gestiones por parte de los referentes wichí
que estaban en el IPPIS. El problema fue que, mediante esta entrega, se intentaba reubicar a veintiún comunidades de distintas
etnias y locaciones (urbanas, periurbanas y rurales) en un reducto
de unas 13.000 hectáreas que estaba a 40 km de Tartagal (Leake,
2008; Buliubasich y González, 2009). Esto generó conflictos entre
las comunidades que habitaban el lote desde antes de la entrega y
las que podían ostentar su título sin haberlo ocupado nunca o sin
tener interés en ocuparlo, por habitar en zonas distantes. Además,
las comunidades vecinas al Lote Fiscal 4 comenzaron a padecer algunos problemas que estaban relacionados con el renovado asedio
y presión territorial por parte de los empresarios que detentaban
los títulos de propiedad de las fincas colindantes. Estos empresarios agrícolas entendieron que, a partir de la entrega, la cuestión
territorial quedaba definitivamente regulada; es decir, que las comunidades indígenas ya contaban con tierras suficientes, entonces
el resto de la zona quedaba liberada a la producción agrícola criolla
y empresarial (Copenoa, 2008; 2010; Colina, 2017).
Tanto la Ley de Expropiación a favor de Hoktek T’oi, que beneficiaba a una comunidad en solitario, como la entrega del Lote
Fiscal 4, generaron conflictos inter e intracomunitarios, porque
representaban estrategias estatales para regularizar y controlar
la situación territorial sin contemplar las necesidades de las comunidades indígenas en su conjunto y sin atender los reclamos
específicos de cada comunidad en particular. De esta manera, las
organizaciones y las autoridades wichí que estaban apoyando este
tipo de proyectos fueron quedando desacreditadas ante otros referentes de las comunidades.
137
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
No obstante, cada vez que esto ocurría surgían otras acciones
que recreaban las experiencias acumuladas en reeditadas formas
de organización, como el desprendimiento Iogys. Un referente de
Holotaj / Tonono comenzaba nuestro diálogo con lo siguiente:
Querían armar esa organización de selva, como Zlaqatahyi, pero
no se iba bien. […] Pero en esta organización que estamos nosotros ahora es otra etnia. […] Así que bueno, ya está. Nosotros hemos formado como pueblo, otro pueblo, porque antes éramos como
wichí. Wichí. Nosotros como Iogys. Los wichí dicen “agua” dicen
“Inat” y nosotros decimos “uaj”, así que eso a nivel nacional ha
aprobado. Porque, para hacer esto la gente del INAI [Instituto
Nacional de Asuntos Indígenas] ha mandado gente del RENACI [Registro Nacional de Comunidades Indígenas] antropólogo,
todo. Pregunta en CPI [Consejo de Participación Indígena, INAI],
y sí, nos preguntaban. Pero ahora nosotros queremos hacer organización, como CPI, después hacemos otra organización [con
otro representante en el CPI]. Y si, los wichí otros, nosotros somos otros. Como que nosotros antes dependemos de los wichí.
Uno reclama tierra y uno no, no sabe, como que ahora con esta
organización uno va sabiendo ya (entrevista con CA, La Mora II,
27 de julio de 2015, resaltado propio).
El relato explica cómo, luego de la disolución de Zlaqatahyi, un
grupo de comunidades se organizó para conformar otra cosa que ya
no era una nueva organización institucionalizada, sino una proclamación de diferenciación étnica, una propuesta de lo que se suele
denominar “autoetnicización” (Briones, 2002). En 2011, el Instituto
Nacional de asuntos Indígenas (INAI) aprobó esta petición, luego de
largos estudios antropológicos y sociales. No obstante, la lucha no
terminó con este reconocimiento, más bien esto era solo el primero
de los “trámites” para luego reclamar otros derechos.
Una de las cuestiones centrales de esta propuesta era que apuntaba a lograr su propia representatividad institucional en el Estado,
dado que cada etnia del país contaba con un representante en el
CPI, dentro del INAI; de esta forma, tendrían acceso directo a las
instituciones de nivel nacional, sin representantes intermediarios
wichí. Por eso, en el relato, nuestro interlocutor hacía hincapié en
que “por un lado” trabajarían los wichí y “por otro” los Iogys, para
dejar de “depender” de los representantes wichí. De esta manera, la
etnia Iogys emergió como contrapunto de los procesos de fragmentación de Zlaqatahyi, a partir de los que las parcialidades notaron
que los “hermanos” de Hoktek T’oi, judicialmente, se abrían o separaban del resto de las comunidades para pedir por su territorio.
138
El desprendimiento Iogys (2005-2015)
A esto hay que sumarle la experiencia que estaban teniendo con la
titulación del Lote Fiscal 4, gestionado mayormente por Indalecio
Calermo, representante wichí en el IPPIS. Lo que se percibía era
cierta pérdida de autonomía de las comunidades wichí, a favor de
los asesores internacionales en el primer caso y a favor del gobierno
en el segundo caso.
No obstante, esto no surgió solo por contraste, sino que, en este
proceso de fragmentaciones, las parcialidades Iogys aprehendieron
ciertas estrategias relacionadas con otros procesos de etnicización,
sobre todo del Estado, como dividirse de acuerdo a la producción
de sujetos etnicizados o racializados, que el Estado ha utilizado
para dividir la capacidad del trabajo de formar sujetos colectivos
(como colectivos de criollos e indígenas, colectivos de varios grupos indígenas), en el sentido que lo ha entendido Trinchero (2000;
2007). Claro que los procesos de (auto)etnicización Iogys tenían radicales diferencias respecto de los procesos de estigmatización y
producción de estereotipos asociados a la sujeción y producción de
marcaciones hegemónica. Además, cabe aclarar que los procesos
de etnicización, autoetnicización y racialización suelen producirse entremezclados con los históricos procesos de subordinación, a
partir de los que surgen horizontes de significados y marcaciones
que se van recreando a lo largo del tiempo (Briones, 2002). En este
complejo entramado, los Iogys apelaron a las disposiciones que indicaban que cada etnia podía tener un representante en las instituciones indigenistas, como el CPI; entonces solicitar al INAI que
reconozca las diferencias étnicas Iogys como una nueva unidad,
abría nuevas posibilidades autonómicas en las prácticas políticas
de estas comunidades. Otro referente Iogys lo explicaba de la siguiente manera:
Entonces lo que yo veo, yo, que nadie se va a luchar por nadie.
Entonces, por eso nosotros semos formado un equipo que sea
gestión de nosotros para poder vivir más tranquilo, legal, […]
que son los Iogys. Entonces por ese motivo, vamos ahí. Que nosotros no vamos a molestar a gente blanco ni a la parte wichí, no
vamos a molestar. Por eso nosotros no quiero que venga Calermo a gestionar esto. Esto estamos nosotro[s] como corresponde
la parte Iogys, que es un pueblo nuevo, que este pueblo no tiene antecedente a este gobierno. […] Pero, bueno, la nación nos
ha reconocido y de a poquito parece que la provincia también
tiene que reconocer. Ahora faltaría otra persona que sea de la
provincia, se da cuenta, pero sí nosotros ya estamos. Por eso
mientras nosotros hacemos trámite de la raza también como la
139
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
parte Iogys, para que el gobierno ponga también por nosotros
otra gente más participando (entrevista con DS, Quebrada Tartagal, 27 de julio de 2015, resaltado propio).
Desprenderse de la representatividad de Calermo y conseguir una
representatividad propia fue el tópico central en los relatos de los
Iogys, es decir, “otra gente más participando”. Para esto realizaron el
“trámite de la raza”, que no es otra cosa que la captura de los procesos de racialización y etnicización, su aprehensión y aplicación en la
lucha por la autonomía política. Cabe aclarar que los Iogys se “proclamaron” como una “nueva” etnia en el sentido de que eran “nuevos” para el gobierno, pero no “conformaron” una “nueva” etnia24.
Es decir, las diferencias étnicas ya existían históricamente, como
mencionaba nuestro interlocutor, aunque el gobierno no había reconocido esto con anterioridad; por eso dice que “no tiene antecedente a este gobierno” (no en el territorio) y lo que hicieron fue informar al Estado sobre su situación y reclamar reconocimiento para
conseguir participación en sus instituciones. En este sentido, los
procesos organizativos Iogys no fueron una proclama centralmente
culturalista, sino que, más bien, fueron una propuesta política basada en las diferencias culturales. Un proceso de (auto)etnicización
que quizás contribuía a fragmentar al sujeto colectivo de resistencia
(a los wichí o, más específicamente a Zlaqatahyi), pero que “ganaba
terreno” en otras áreas de la política local y, sobre todo, nacional.
En este sentido, al menos en un primer momento, las comunidades que se sumaron al proyecto Iogys, como propuesta política, fueron tejiendo lazos intercomunitarios a través de la práctica
asamblearia, pero no para conformar e institucionalizar una organización indígena, sino para institucionalizar su etnicidad. Es decir,
los procesos organizativos Iogys no se orientaron principalmente a
conformar una “organización institucionalizada”, como pretendía
ser Zlaqatahyi o como fuera el Consejo de los Siete Pueblos en otra
época; sino que, de alguna manera, aprehendieron cómo era la participación étnica contemplada en el CPI para obtener un puesto
político extra, que sea autonómico para este grupo de comunidades, ahora autodenominadas Iogys. Esto fue una forma de reeditar
las luchas políticas, en donde se recrearon tácticas organizativas
intercomunitarias para desarticular dispositivos de opresión como
24 Los distintos grupos o parcialidades intraétnicas wichí han sido analizadas
por diversos autores y suelen ser reconocidas por los wichí en los distintos relatos.
Además de los “Iogys”, se diferencian parentelas como los “lantaús”, o grupos más
grandes como los “vejós” y “weenhayek”, entre otros (entrevistas con PM, agente sanitario wichí de Tartagal, registro de campo, 2015; CA, Tartagal, 27 de julio de 2015;
Memoria étnica, 2005; 2009; ver también Fabre, 2005, Alvarsson, 2007; 2012).
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El desprendimiento Iogys (2005-2015)
la fragmentación de la lucha, por parte del gobierno cuando los
obligaba a reclamar “cada caso en su mérito” o por parte de los empresarios cuando ofrecían un arreglo individual a una comunidad.
Ahora bien, esta reedición de las luchas políticas estaba anclada
territorialmente. Recordemos que nuestro interlocutor proponía al
reclamo de tierras como parte de la explicación del desprendimiento Iogys, como ya citamos: “los wichí otros, nosotros somos otros.
Como que nosotros antes dependemos de los wichí. Uno reclama
tierra y uno no, no sabe, como que ahora con esta organización
uno va sabiendo ya” (entrevista con CA, La Mora II, 27 de julio de
2015). Además de esta pequeña mención, también en el resto de
los relatos la preocupación por el cumplimiento del relevamiento
territorial (Ley 26160 de 2006) era lo que prevalecía como principal
preocupación del proceso organizativo de los Iogys.
De hecho, por ejemplo, en el anterior relato de DS, antes de contarnos que “nadie va a luchar por nadie” y que eso llevó a apoyar el
reclamo de reconocimiento Iogys, nos había explicado que el problema había surgido por un desalojo en su comunidad:
Nosotros nos desalojaron […]. Estaba hecho [el relevamiento territorial], estaba hecho, por eso, por eso había otra lata [cartel
del INAI]25, que yo había hecho esto, que estaba cartel, pero ni
por más, entró la policía, entró la policía, sacó todas las posesiones, siendo que estaba la lata esta (entrevista con DS, Quebrada
Tartagal, 27 de julio de 2015).
Este hecho indicaba que se había llegado a una situación límite en
donde, junto a otras situaciones similares, se produjo la etapa de
mayor impulso Iogys. Este impulso se venía gestando lentamente desde los primeros años de la década de 2000 y para el año
2011 había sumado al menos a diez comunidades de la zona, que
habitaban en el medio Itiyuro (Tonono, Pacará, Paraíso, Arenales,
Monteveo, Pozo Nuevo), de la periferia de Tartagal (Quebrada
Tartagal, La Esperanza), Tres Quebradas de la zona de Aguaray y
otra comunidad de la localidad de Cnel. Cornejo. En este contexto,
la participación en las instituciones del Estado, como el CPI, principalmente apuntaba a resolver la situación territorial.
Lo mismo había ocurrido en otras comunidades, como en Holotaj
/ Tonono, en donde con anterioridad a la Ley de Relevamiento,
25 Una vez realizado el estudio antropológico y cartográfico de las comunidades, el
INAI envía un cartel de chapa para colocar en la entrada de las comunidades donde
se indican cuáles son los territorios relevados con la figura del mapa y las mediciones
correspondientes.
141
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
venían luchando contra la instalación de alambrados y desmontes;
luego, con la Ley sancionada, impulsaron la propuesta Iogys para
tener el control sobre la concreción de la Ley. Esto fue producto de
la experiencia acumulada, porque en una primera oportunidad se
habían perdido las carpetas entregadas al IPPIS (Instituto Provincial
de Pueblos Indígenas de Salta). Entonces, como Iogys, intentaron
conseguir que se realicen nuevamente los estudios antropológicos
y cartográficos del relevamiento y, además, lograron controlar el
seguimiento de las carpetas desde el INAI:
Nosotros ya venimos desde 2005, en 2005 reclamamos, y a lo
último ya con la gente, con la fuerza, hasta que la gente cortan
el alambre, cortan del lado que no se va a dejar [desalojar]. Empezaron a carretear [poner alambrado] y bueno la gente paró
las máquinas. Bueno, a lo último hay desalojo. A lo último llegó
esa carta. Decían la gente apuesta como 4 millones de pesos los
destina a la provincia de Salta, para que gente de la provincia se
haga cargo del relevamiento, pero la provincia no se cumplió y
se ha perdido la carpeta. Se perdió, empecé a hacer seguimiento,
que no, y a lo último no hay nada. Entonces seguimos con esto,
seguimos luchando. Hasta que nosotros llegamos a la nación
[INAI], entonces ellos han hecho como centralización. Y bueno,
ellos han hecho mensuración, desde la nación y se ha hecho.
Ahora como equivalente, pero va cumpliendo de a poco (entrevista con CA, La Mora II, 27 de julio de 2015, resaltado propio).
El relevamiento territorial centralizado fue realizado por el INAI, sin
participación del IPPIS. Esto ocurrió entre 2010 y 2013, cuando los
Iogys obtuvieron su lugar en el CPI (“nosotros llegamos a nación”,
decían) y desde ese lugar realizaron las gestiones para las comunidades que formaron parte de esta propuesta. De esta manera, como
Iogys, obtuvieron la gestión de un nuevo relevamiento territorial,
aprobado directamente por el INAI y controlado por los referentes
de cada comunidad.
Ahora bien, el reclamo territorial no se planificó en conjunto; es
decir, no se reclamaba un territorio unificado para todo el pueblo
Iogys, sino que lo fueron tramitando por separado, comunidad por
comunidad. Como nos comentaban, “era conjunto, pero después
hemos pensado mejor no, mejor vamos por separado”. De esta manera, explicaban que:
Era mejor porque vos ves que ahora viene el empresario, viene[n]
los políticos, y los políticos está[n] a favor de la empresa más que
de los pueblos originarios, bueno, entonces vos reclamás tierra,
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El desprendimiento Iogys (2005-2015)
qué dice la empresa, voy a ver al Estado. El Estado viene y dice
qué es lo que quiere, quiere una casa, pónganse de acuerdo,
quiere pensiones, quiere trabajo. […] Entonces como que hay
diferencia, ya hace su debilidad (entrevista con CA, La Mora II,
23 de julio de 2013).
Esto quiere decir que, por la experiencia acumulada, habían comprendido que las organizaciones intercomunitarias se debilitaban
ante las ofertas de solución oficiales, que solían ser presentadas
por separado para cada comunidad para lograr la atomización.
Esto en general no satisfacía las demandas territoriales del conjunto de las comunidades; más bien, era una estrategia de control
y regulación por parte del Estado, que acompañaba al movimiento
de valoración, como venimos analizando, y lo confirmaba sintéticamente nuestro entrevistado cuando decía que “los políticos está[n]
a favor de las empresas”. En este sentido, la táctica desplegada consistió, en algún punto, en aprender de estas estrategias estatales de
atomización y presentar proyectos por separado para lograr realizar
el relevamiento territorial de todas las comunidades del conjunto
de los Iogys.
En definitiva, aproximadamente para 2015, el INAI ya había relevado a todas las comunidades reconocidas como Iogys, elaboró
las carpetas correspondientes y tramitó la personería jurídica para
cada una, de acuerdo a lo que indica la ley; mientras tanto, los
Iogys realizaron el seguimiento desde el CPI, a través de su representante. De esta manera, los Iogys, primero, lograron institucionalizarse como grupo étnico y así ocupar un espacio en el CPI, en
el INAI; luego, y en relación con lo anterior, consiguieron realizar
(por segunda vez) el relevamiento territorial, pero esta vez de forma
centralizada, desde el INAI, y con el seguimiento del propio representante Iogys, con lo que se intentaba evitar problemas como el
extravío de carpetas, como había pasado en el IPPIS. Sin embargo,
se sostenía la idea de que la lucha no había terminado, o sea, nos
explicaban: “porque nosotros ya estamos cansados, de que nunca
hay una cosa concreta, nunca, por eso alzamos la voz” (entrevista
con DS, Quebrada Tartagal, 27 de julio de 2015). Los resultados
concretos que esperaban ver era la entrega de los títulos de propiedad de los territorios relevados. Ya contaban con todos los requisitos del relevamiento, sin embargo, había una preocupación que
persistía, como lo expresa uno de nuestros interlocutores:
Si ya está marcado. Ya está marcado. Ya le hemos hecho todos los papeles y carpetas. […] Pero yo lo que quiero es que lo
hagan ligero, porque esa carpeta ya realmente, porque como si
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Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
alguno de ustedes dice que falta personería jurídica, pero hay
(entrevista con CT, referente wichí de Pozo Nuevo, 26 de julio
de 2015).
Quiere decir que si estaba todo completo (no faltaba entregar nada
en el INAI y ya tenían personería jurídica), no se entendía qué más
necesitaban para obtener el título de propiedad; pero como sabemos, la Ley de Relevamiento no adjudica la propiedad del territorio.
Por eso, comenzaba así otra etapa de la lucha socioterritorial en la
zona de Tartagal, que consistía en conseguir abogados e iniciar un
juicio de expropiación por comunidad para concretar la entrega del
título de propiedad de las tierras relevadas: “para que ese abogado que le haga seguimiento a esta carpeta, le haga seguimiento al
inmueble. Eso nosotros lo hemos pensado” (entrevista con CA, La
Mora II, 27 de julio de 2015).
De esta manera, según nos comentaban, la idea era que al estar en juicio los empresarios no podrían vender las propiedades y
lograrían la expropiación, porque sabían que “sin esto, el título, no
va a dar [tierra]”. También sabían que “para que me dé título va a
llevar tiempo, va a llevar muchos años. Los jóvenes, a lo mejor se va
a continuar. […] Si no hay respuesta queremos hacer una denuncia
internacional. […] Ahí queremos llegar” (entrevista con CA, La Mora
II, 27 de julio de 2015). Esto significaba que la lucha socioterritorial continuaría durante los años siguientes, durante las siguientes
generaciones; también significaba que los procesos organizativos
serían recreados, reeditados, hasta llegar “ahí”, o sea, hasta que se
reconozcan sus derechos indígenas sobre los territorios de uso y
posesión, mediante la institución de la “propiedad”.
Reflexiones finales
Como hemos podido observar, los reclamos territoriales indígenas
analizados están anclados en la historia local de privatización, en
donde se negaba la capacidad de negociación étnica de los pueblos
y se negaba su territorialidad.
En las primeras dos décadas del siglo XXI el problema era que,
en esta formación social de fronteras, el tejido conectivo y de valoración de los territorios estaba atravesando renovados ciclos de
dependencia, que el Estado debía regular para lograr articular esta
heterogénea estructuración societal al interior del capital, de manera específica (Quijano, 2000b; Trinchero, 2000; Katz, 2016). En
este contexto, mientras las comunidades se organizaban para repeler o evitar las prácticas violentas, algunas comunidades iniciaron
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El desprendimiento Iogys (2005-2015)
acciones legales en solitario, como Hoktek T’oi, y, aunque las demás comunidades de la zona se unieron a la lucha y formaron
Zlaqatahyi, el proceso judicial no permitió abarcar el colectivo de
comunidades, sino que debía resolverse “cada caso en su mérito”.
El proceso organizativo de la comunidad, como una lucha en solitario, solo fue posible con el apoyo de organizaciones no gubernamentales y esto generó conflictos intercomunitarios. En otro orden
de cosas, el gobierno de la provincia intentó regularizar la cuestión
territorial de la ruta 86 y medio Itiyuro mediante la entrega del
Lote Fiscal 4, a veintiún comunidades de la zona. De esta manera,
el territorio restante quedaba liberado al “desarrollo productivo” y
se proyectaban procesos masivos de expansión agroextractivista,
como modo específico de articulación en el territorio. Esto generó
mayores conflictos intercomunitarios entre las comunidades que
habitaban ese territorio tradicionalmente y las que habían recibido
el título sin ocuparlo, ni tener interés en ocuparlo porque habitaban en zonas urbanas, periurbanas o distantes.
De este modo, se (re)producían los dispositivos hegemónicos de
fragmentación de los sujetos colectivos, que eran las estrategias
históricas de neutralización de las luchas (Trinchero, 2000; 2007).
Pero también, como contrapunto dialéctico, se reeditaba la producción de subjetividades políticas y se recreaban las formas de
negociación y confrontación a través de redes clientelares, acuerdos (generalmente desventajosos para las comunidades) y nuevas
organizaciones. Esto promovía sistemas políticos indígenas paralelos, a veces en conflicto, pero también complementarios, desde
donde los referentes participaban activamente en la producción
de redes políticas, sus críticas y oposición, como lo ha entendido
Gordillo (2009).
Esto también se produjo a través del desprendimiento Iogys, mediante “el trámite de la raza”, que surgió como contrapunto directo
de la desacreditación de Zlaqatahyi y de los referentes wichí en el
IPPIS. Los Iogys produjeron una división respecto a los wichí que
les aseguró un puesto político en el CPI (en el INAI) que, a su vez,
les permitió realizar un seguimiento relativamente controlado del
relevamiento territorial porque, en definitiva, lo que los movilizaba
era la defensa de su territorialidad. La aprehensión de la capacidad
de producir sujetos etnicizados, que suele ser analizada como una
estrategia hegemónica, permitió a los Iogys desprenderse de los
sectores políticos wichí, respecto a los que eran críticos, recuperar
autonomía política para su parcialidad y controlar algunos de los
procesos de reconocimiento territorial.
145
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Esto, entendido como parte de las disputas por el control y regulación de recursos (Quijano, 2000b), aunque socialmente subordinada, no significaba simplemente separarse de los wichí y formar
otro colectivo institucionalizado en alguna organización fija, como
ya habían hecho en múltiples oportunidades los propios wichí. Más
bien, significaba tomar decisiones conjuntas como colectivo Iogys,
pero que eran replicadas en distintas partes del territorio por separado, cada comunidad individualmente. Es decir, la atomización
promovida por la capacidad hegemónica local seguía existiendo,
cada comunidad Iogys gestionó su relevamiento territorial y sus
reclamos individualmente, pero esto estaba anclado en una territorialidad compartida, basada en cierta autonomía relativa que intentaban defender y gestionada a través del nuevo puesto político
en el CPI, con el que habían ganado autonomía política respecto de
los wichí.
De este modo, la historia de las luchas socioterritoriales Iogys
constituyeron un repertorio de procesos organizativos, heterogéneos y abiertos, que ha mostrado la lucha de una sociedad en movimiento, en el sentido que lo entienden Zibechi (2006) y Mamani
Ramírez (2004; 2006), donde participaron todos los sectores, géneros y edades. Así, ante las heterogéneas estrategias que pretendían
regular las formas de vida y garantizar los movimientos de valoración territorial del capital, las parcialidades wichí, autoidentificadas como Iogys, impusieron heterogéneos procesos organizativos,
que incluyeron nuevos aprendizajes y la recreación de las luchas
como se conocían hasta ese momento. Estos procesos estaban anclados en la negación de la negación de la territorialidad y fueron
sostenidos por lazos comunitarios y experiencias acumuladas compartidas, que hicieron que las luchas no necesariamente fueran
institucionalizadas en una “organización”. Desde el inicio, los Iogys
no pensaron en formar una estructura organizacional fija, sino que
conformaron una unificación política autonómica para defender las
territorialidades individuales de cada comunidad. Por eso, si la expansión del capital fue pensada como una articulación, que es su
capacidad de imposición sobre heterogéneas sociedades, que son
relativamente des/rearticuladas al interior del capital (Hall, 1996;
Quijano, 2000b), entonces, pensamos estas luchas como procesos
de desarticulación de la opresión, que permitieron que las comunidades se rearticulen en una relativamente mejor posición que las
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Reorganización comunitaria
y defensa territorial del
pueblo diaguita
La experiencia de la comunidad
indígena La Quebrada
(Catamarca, Argentina)
Luciana García Guerreiro
Introducción1
Durante las últimas décadas, en el marco de procesos de reemergencia indígena (Bengoa, 2016; Toledo Llancaqueo, 2005), diversos
pueblos indígenas han profundizado su lucha por la recuperación
territorial, la reorganización política de sus comunidades y el reconocimiento de sus derechos ancestrales. En dichos procesos de
reafirmación comunitaria y territorial asume importancia la revalorización de ciertas prácticas y saberes tradicionales que implican,
en la mayoría de los casos, revertir imaginarios estigmatizantes y
coloniales, y defender un modo de vida arraigada en la comunidad
y la pertenencia al territorio.
En Argentina, al igual que en gran parte de los países latinoamericanos, dicha revitalización política y organizativa se vio favorecida
por la creación a partir de la década del noventa de una serie de
normativas y tratados internacionales vinculados al reconocimiento cultural y territorial de los pueblos indígenas, las cuales fueron,
a su vez, resultado de la histórica lucha de los pueblos y comunidades indígenas por sus derechos. La incorporación al Convenio 169
de la OIT y la reforma constitucional en el año 1994, que reconoce
1 Este artículo es una versión de “‘Estamos volviendo, estamos vivos’. La lucha territorial del pueblo diaguita desde la experiencia de la Comunidad Indígena La Quebrada
(Catamarca, Argentina)”, publicado en la Revista Estudios Socioterritoriales Nº 31 enero-junio 2022, Centro de Investigaciones Geográficas (CIG), Instituto de Geografía,
Historia y Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro. Agradezco especialmente a Hernán Gutiérrez, quien ha inspirado y nutrido este trabajo, y a toda la Unión de
los Pueblos de la Nación Diaguita por mantener viva la lucha por el territorio.
155
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas, conllevaron la adopción de medidas y legislaciones especiales, tanto
a nivel nacional como provincial, con el fin de garantizar el respeto a la diversidad cultural y el reconocimiento efectivo de derechos indígenas. Entre las más significativas podemos mencionar
la conformación del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI)
a través de la Ley N° 23302 y la Ley N° 26160 –y sus sucesivas
prórrogas– que estipulan el relevamiento a nivel nacional y el consecuente reconocimiento territorial de las posesiones y territorios
comunitarios indígenas, como también la suspensión de desalojos
a comunidades; entre otras. Dichos avances en términos normativos e institucionales han significado un importante paso para gran
parte de los pueblos y comunidades indígenas; sin embargo, lo que
ha imperado hasta el momento ha sido la falta de implementación y
el incumplimiento de las mismas, dejándoles, una vez más, a la espera de que se hagan efectivos sus derechos, mientras deben hacer
frente día a día al avance de modelos de desarrollo que les excluyen,
reprimen y acorralan, y que dan continuidad a los mismos patrones
coloniales de siglos.
En el presente artículo se analizan diferentes aspectos de los
procesos de defensa y control territorial de comunidades indígenas,
en particular del pueblo diaguita en Argentina. Para ello, nos basamos en los trabajos de investigación y el acompañamiento que venimos llevando a cabo desde hace varios años con comunidades de
la provincia de Catamarca, que tienen por objetivo comprender la
construcción de territorialidades indígenas comunitarias en el marco de los procesos de reorganización política y resistencia territorial
del pueblo diaguita. En esta oportunidad centramos la mirada en
la defensa y el control territorial entendiendo que constituyen un
elemento central y definitorio de la posibilidad del ejercicio de la autodeterminación, al igual que la reafirmación identitaria como pueblo y la construcción de comunalidad y organización (inter)comunitaria. Abordaremos el tema de la (re)organización comunitaria del
pueblo diaguita catamarqueño a la luz de la experiencia particular
de la Comunidad Indígena La Quebrada, poniendo en diálogo, una
y otra vez a lo largo del texto, las palabras de Hernán Gutiérrez, autoridad (cacique) de dicha comunidad. Hernán es un joven dirigente
diaguita, de veintitrés años, que en los últimos años se ha formado
en la lucha indígena al calor de su participación en asambleas y de
la vida política comunitaria de la Unión de los Pueblos de la Nación
Diaguita (UPND). Sus palabras surgen de conversaciones mantenidas en el marco de la Feria de semillas nativas y criollas de la
156
Reorganización comunitaria y defensa territorial del pueblo diaguita
localidad de Tatón (departamento de Belén) en septiembre de 2019,
a la cual fueron invitadas a participar las comunidades de la UPND
junto a comunidades campesinas de la zona. La inclusión de fragmentos de su relato tiene como propósito dar cuenta de las tramas
de sentido que se tejen en la acción social (Guerrero Arias, 2010) y
que emergen mediante la interacción y el diálogo con los actores.
Se busca recuperar la experiencia vivencial de los acontecimientos
(Giarracca, 1999), enfatizando los sentidos y significaciones que están presentes en su narrativa y que son parte de la construcción de
las identidades colectivas y la vida común en los territorios.
Reorganización política comunitaria y
Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita
(UPND) en la provincia de Catamarca
En los territorios ancestrales diaguitas2 fue a partir de la década
del sesenta del siglo XX que comenzó la lucha por la recuperación
territorial, la reorganización de las comunidades y el reconocimiento de los derechos ancestrales. Como señalan los propios pueblos
diaguitas, fueron largas décadas de opresión que habían traído
como consecuencia la pérdida de elementos de su identidad, de su
organización comunitaria y su espiritualidad, así como su conciencia sobre la propiedad del territorio (CIQ, 2008). Con la lucha por
el reconocimiento de sus derechos y sus territorios, los diferentes
pueblos de la región comenzaron nuevamente a reconstituirse y a
recuperar su fuerza, así como el vínculo entre ellos. Durante los
primeros años del siglo XXI se conformó la Unión de Pueblos de la
Nación Diaguita, que agrupa a comunidades de diferentes provincias (Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero), y
a lo largo de las últimas décadas se han creado diferentes espacios
de encuentro, parlamentos indígenas, asambleas, etc. para afianzar la articulación de las luchas como pueblo y debatir en torno a la
situación que enfrentan las diferentes comunidades. Este proceso
buscó fortalecer la organización comunitaria, construir programas
de acción basados en la legitimidad que tienen para el control de su
territorio, aceptar o modificar proyectos o políticas provenientes del
2 “Diaguitas” es una voz quechua que significa “serrano”. Fue utilizada por los Incas,
y luego difundida por los conquistadores españoles, para referir a las diferentes poblaciones que se encontraban asentadas en la región de los Valles Calchaquíes y
que agrupaba a una variedad de pueblos o grupos étnicos que tenían características
comunes y, en particular, compartían el kakán como lengua. Son pueblos que desde
mediados del siglo XVI resistieron mancomunadamente durante más de 130 años la
conquista y ocupación española en sus territorios, en lo que luego se dio en llamar
las “Guerras Calchaquíes” (García Guerreiro, 2018).
157
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Estado mediante una participación real de las comunidades que no
socave su autonomía, y exigir el cumplimiento de las legislaciones
vigentes (García Guerreiro, 2018).
Al sur de los Valles Calchaquíes, más precisamente en el noroeste de la provincia de Catamarca, las comunidades diaguitas
comienzan a reorganizarse a partir del año 2000, con el impulso de
los procesos de reconocimiento institucional de los pueblos indígenas a nivel nacional. Actualmente son dieciocho las comunidades
diaguitas que se han reorganizado en Catamarca, la mayoría de las
cuales, a su vez, se encuentran nucleadas en la Unión de Pueblos
de la Unión Diaguita (UPND) como instancia organizativa intercomunitaria provincial.
Cada comunidad se organiza en torno a la asamblea como espacio fundamental para la deliberación, socialización y toma de decisiones comunitarias, las cuales son definidas por consenso. En la
misma participan los/as comuneros/as que están censados dentro
de la comunidad, y son ellos/as en forma colectiva quienes definen las autoridades comunitarias y los referentes de la comunidad
(cacique, secretarios/as, delegados/as de base) que ejecutarán y
llevarán a cabo las decisiones que son tomadas en la asamblea comunitaria. Es decir, el accionar de las autoridades y de los/as delegados/as de la comunidad está supeditado a las decisiones y voluntades de la asamblea de comuneros/as. Las comunidades, por
lo general, definen a su vez delegados/as de educación, de salud,
etc., que son quienes dan seguimiento a las cuestiones específicas
y al vínculo que establece la comunidad con otras instituciones,
principalmente el Estado, en referencia a dichas áreas.
A su vez, desde el año 2013 las comunidades que forman parte de
la UPND de Catamarca se reúnen en asamblea periódicamente –cada
45 días aproximadamente– para tratar los temas y problemas que
atraviesan, ya sean vinculados a cuestiones territoriales, de educación, de salud, productivas, entre otras problemáticas que afectan a
las comunidades. En dicha asamblea participan dos o tres representantes de cada comunidad (por lo general, el cacique, secretarios/as
y/o delegados/as de base) y los/as comuneros/as que tengan la posibilidad de acercarse. La misma se hace en forma itinerante, una vez
en cada comunidad, teniendo en cuenta las necesidades y problemas
que aquejan en cada momento los diferentes territorios.
En Catamarca, las comunidades diaguitas se encuentran situadas en el noroeste de la provincia, en los departamentos de
Andalgalá, Belén y Santa María. Se trata de una región andina de
158
Reorganización comunitaria y defensa territorial del pueblo diaguita
zonas de puna (3400 y 4500 msnm), prepuna y valles de altura
(1600 y 3400 msnm). Por lo general, las comunidades están asentadas en los cerros, manteniendo relación con los pequeños poblados
de los valles ya sea para trabajar, ir al centro de salud, estudiar,
realizar trámites, hacer intercambios, abastecimientos, entre otras
actividades.
La comunidad indígena La Quebrada
La comunidad indígena La Quebrada se encuentra ubicada en un
paraje andino en el Alto Valle de La Hoyada, en el departamento
de Santa María, a unos 3200 msnm y a unos 500 km aproximadamente de la ciudad capital provincial. El acceso a la misma es a
través de la Ruta Provincial N° 118, un camino de ripio montañoso
con cuestas pronunciadas al cual se ingresa por la Ruta Nacional
N° 40 hacia el norte. El territorio de la comunidad está constituido
por diversas quebradas de altura y pequeños valles atravesados por
un río de montaña que lleva el mismo nombre que la comunidad.
Luego de diversos intercambios con referentes y autoridades de
otras comunidades diaguitas de la zona y a partir de la participación en diferentes instancias organizativas de la UPND, la comunidad se reorganiza.
La organización de la comunidad en el caso nuestro fue hace
como… podríamos decir, cinco años. Tuvimos un año de búsqueda de cómo hacerlo y después, bueno, por intermedio de personas conocidas logramos saber más o menos de qué se trataba…
también el poder sumarnos al pueblo diaguita a través de su
organización3.
Actualmente la comunidad está compuesta por doce familias aproximadamente. Cabe mencionar que la comunidad La Quebrada anteriormente formaba parte de la Comunidad Originaria Ingamana,
constituyendo una de sus bases. En el año 2014 la asamblea de
comuneros y comuneras de La Quebrada tomó la decisión de desmembrarse de Ingamana, pasando a conformar una comunidad
autónoma, proceso que requirió además la aceptación por parte de
las autoridades de la comunidad Ingamana.
El territorio es mayormente de uso comunitario y cada familia
comunera cuenta además con cercos familiares, cercanos a sus
viviendas, donde realizan sus chacras y cría de aves de corral. Las
superficies dedicadas al cultivo son de entre 1/2 a 3 ha. En cuanto
3 A lo largo del artículo pondremos en diálogo las palabras de Hernán Gutiérrez,
destacando fragmentos de la conversación en itálica / cursiva.
159
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
a la situación jurídica, el territorio está bajo la Ley N° 26160 y sus
respectivas modificatorias y, al igual que la mayoría de las comunidades diaguitas de Catamarca, si bien tienen presentado hace
años el mapa de usos y costumbres del territorio comunitario en el
expediente de la carpeta técnica en el Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas (INAI), aún están a la espera de que se realice formalmente el relevamiento territorial por parte del Equipo Técnico Operativo
(ETO) que el INAI debe enviar a las comunidades.
Como gran parte de las comunidades diaguitas, en La Quebrada
las familias cuentan con una importante diversidad de producciones, todas de pequeña escala y enfocadas principalmente a garantizar el autoconsumo, aunque también llevan a cabo intercambio
de sus excedentes de forma monetaria y no monetaria. Realizan
principalmente cultivos andinos, gran variedad de maíces andinos,
papa andina, habas y quinoa, árboles frutales para consumo fresco
y producción de dulces y conservas. En cuanto a la producción de
ganadería, se dedican a la cría de llamas, vacas, ovejas, cabras y en
menor cantidad mulas y caballos para trabajo en las comunidades.
Asimismo, cuentan con aves de corral; en su mayor parte, gallinas
para la producción de huevos. Muchas familias complementan su
producción agrícola y ganadera con la elaboración de artesanías
textiles en fibra de llamas, vicuña y ovejas, así como también en
cueros y madera. Cabe destacar también el uso de medicina tradicional, a partir de la recolección, almacenamiento y preparación de
las plantas medicinales existentes en la zona. Esta es una práctica
de suma importancia para la reproducción de la vida de las familias
diaguitas, la cual es llevada a cabo principalmente por las mujeres
de la comunidad.
Las producciones se comercializan principalmente en ferias y/o
se intercambian en forma de trueque con comunidades de otras
zonas. Los excedentes también se comercializan en los centros más
poblados de la región (Belén, Santa María, Cafayate y San Fernando
del Valle de Catamarca). Asimismo, se realizan algunas actividades
de venta de mano de obra fuera de la comunidad, en trabajos estacionales, aunque no es lo habitual.
El hecho de que la reproducción de la vida familiar y comunitaria
se haya desarrollado en gran medida de forma autosuficiente, generando mediante la propia producción condiciones de abastecimiento
e intercambio para satisfacer las propias necesidades, favoreció la
permanencia en el territorio y la posibilidad de generar mayor autonomía en términos políticos y socioeconómicos. Hasta hace algunos años –década del noventa– no había rutas que conectaran a la
160
Reorganización comunitaria y defensa territorial del pueblo diaguita
comunidad con los centros urbanos, sino que solo se podía acceder mediante caminos a pie, a burro, mula o caballo. Como señala
Bengoa (2016), un cambio determinante en la vida de las comunidades indígenas ha sido la disminución del aislamiento de la vida rural
en las últimas décadas. Esto si bien imposibilitaba a la comunidad
el acceso a ciertos servicios y bienes necesarios, mantenía su existencia territorial a distancia de ciertas amenazas vinculadas a los
poderes políticos y económicos de la modernidad capitalista.
Creo que uno de los elementos más que nos favorecían era estar desprotegidos, de alguna manera, del gobierno, de los gobiernos… porque muchos vivimos, digamos, de nuestra propia forma
de vida, nos generamos nuestra propia alimentación, nuestra
autonomía, nuestros propios recursos, hacemos uso de nuestros
propios recursos, entonces no estamos tan ligados a obedecer lo
que decían la parte del capitalismo, sino que también sabíamos
que si no le obedecíamos nos daba lo mismo, porque muchos estábamos olvidados y no teníamos ningún amparo de ellos y eso nos
favoreció, porque eso nos llevó a rechazarlos a ellos, y ver nuestra
propia forma de salir, ¿ha visto? Porque no estar ligado a esto…
a la parte del gobierno, como están muchos en otros pueblos, que
dependen de un sueldo, que dependen de que si no le acompañan
en la campaña su familia tiene que... no va a tener un ingreso, y
nos dimos cuenta que el pobre es aquel que todos los días tiene
que ver para pagar sus impuestos, tiene que pagar recursos, digamos, recursos económicos de su propio trabajo, de su propio
esfuerzo, a quien no son los dueños, a quien son solamente usurpadores y que ellos tienen que pagar, entonces creemos nosotros
que desde donde estamos, desde donde nosotros defendemos
nuestro pueblo, aunque muchos de ellos creen que o nos dicen que
somos pobres, que somos ignorantes, somos zonzos, todas esas
formas, pero nosotros no lo vemos así, lo vemos a lo contrario.
De las palabras de Hernán se desprende un modo de comprender la
política y de construir autodeterminación comunitaria que desborda las formas liberales de la política, es decir, “la organización de la
actividad pública en torno a la delegación de la capacidad colectiva
de intervenir en asuntos generales que a todos incumben porque
a todos afectan” (Gutiérrez Aguilar, 2018: 52). Sin embargo, eso
no implica que estas formas comunitarias de toma de decisiones y
de construir poder por fuera de las estructuras políticas liberales
no se encuentren bajo una permanente amenaza por los intentos
de los partidos políticos que buscan permear las organizaciones y
debilitar las estructuras de reproducción comunitaria de la vida,
161
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
reduciendo lo político a la disputa por ocupar cargos en el Estado
y marcando una diferenciación entre quienes gobiernan y quienes
son gobernados.
Lo que más nos dificultaba creo que era la política partidaria,
la que ya hecha dueña de muchos de nuestros recursos, logran
cambiar la cabeza con… migajas, digamos, para nuestros hermanos, aprovechándose ellos de la necesidad que obviamente lo
tiene el pueblo, porque teníamos más de 500 años de saqueo, de
robo a nuestro pueblo de nuestras riquezas y empobrecimiento,
de nuestro pueblo, entonces, la necesidad se hacía tan grande y
que por ahí por muy pocas cosas, que el pueblo no entiende, o no
entendíamos, que eran nuestras propias riquezas, nuestros propios fondos que generábamos como pueblo, que teníamos como
pueblo, eran usados ellos para dividirnos, o para comprarnos, de
alguna manera y obligarnos a hacer lo que ellos particularmente
querían y decidían, lo que a ellos le convenía.
Un elemento importante para cada una de las comunidades ha sido
la posibilidad de articular sus luchas y acciones en el espacio de
la UPND, en tanto organización intercomunitaria. Los procesos de
reorganización comunitaria han ido en paralelo con diversas situaciones vinculadas a la afirmación identitaria y la defensa territorial
como pueblo indígena, que van desde dejar de pagar “pastaje” o
arriendo para el desarrollo de sus producciones, ya no reconocer a
un patrón, la defensa y reconocimiento de sus posesiones ancestrales, entre otros. El pago de pastaje o arriendo sintetiza el vínculo
establecido entre las familias que habitan en la zona serrana y algunas familias terratenientes que viven en la ciudad (Santa María,
Tucumán, Salta, etc.) y que se atribuyen la propiedad sobre las
tierras que tradicionalmente han sido de uso comunitario. Es decir,
por el derecho a que sus animales puedan pastorear en esas tierras
las familias pagaban en especie (generalmente debían entregar sus
mejores animales) o en dinero a un terrateniente. En los últimos
años, y en la medida que se profundizó el proceso de autorreconocimiento indígena por parte de las familias diaguitas, la obligación
de dicho pago se comenzó a poner en cuestión, así como la supuesta propiedad de los terratenientes sobre esas tierras. Esto fue un
elemento central en la organización de las comunidades diaguitas.
Lo que defendimos como pueblo en la zona de la altura, nos ayudamos entre diferentes comunidades, algunas estamos más a los
valles, otras más a la altura, es porque entendemos que, si los
elementos vitales de la vida son los mismos, el aire es el mismo,
el agua si la cuidamos arriba en la puna vamos a tener en los
162
Reorganización comunitaria y defensa territorial del pueblo diaguita
valles, y lo van a tener en las ciudades, cosa que en las ciudades
no entienden.
La lucha de las comunidades diaguitas por el reconocimiento de
sus territorios y territorialidades comunitarias puede comprenderse como parte del conjunto de luchas por lo común, que se despliegan a partir de esfuerzos colectivos en defensa de las condiciones
materiales y simbólicas para garantizar la reproducción de la vida
común (Gutiérrez Aguilar, 2018). Es la defensa principalmente de
lo que Esteva, retomando a Iván Illich, denomina “ámbitos de comunidad” o commons, haciendo referencia a aquella parte del entorno que no le pertenece a la persona, pero sobre la que tiene un
derecho de uso reconocido para asegurar la subsistencia de sus
congéneres (Esteva, 2012).
Cabe destacar que los procesos creativos y productivos que llevan adelante las comunidades en su búsqueda por garantizar la
reproducción material y simbólica de la vida colectiva, desde hace
siglos ocurren, como señala Raquel Gutiérrez Aguilar (2018: 54),
en condiciones de amenaza y despojo, “siempre cercados y amenazados por la incesante presión de la lógica acumulativa del capital
en cualquiera de sus formas (mercantil, industrial, agroindustrial,
extractivista, maquilador, financiero, criminal)”, así como por agresiones explícitas que, una y otra vez entrampan, dificultan o buscan quebrar las capacidades y saberes prácticos que hombres y
mujeres poseen. Su resistencia y perseverante defensa y construcción en torno a lo común –que no deja de ser diverso– es una de sus
cualidades más significativas.
Centralidad del territorio: control y defensa territorial
Nuestro territorio no es plata, sino es vida […] más que la vida y
más que la vida propia y la existencia de la comunidad es el territorio y lo máximo que podemos tener es el territorio... digamos,
en la vida el territorio sería todo, al decir que es más que la vida
nuestra, yo creo, que está claro porque sin él no somos nada y le
entendemos vida o muerte por él.
De este modo resume Hernán su existencia territorial, su relación
con el territorio, en un sentido no sólo personal, sino también colectivo, como pueblo. Arturo Escobar se refiere a esto como la dimensión de la vida o dimensión ontológica de las luchas territoriales: “la
perseverancia de las comunidades y movimientos de base étnicoterritorial involucran resistencia, oposición, defensa y afirmación
de los territorios, pero con frecuencia puede ser descrita de forma
163
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
más radical como ontológica” (Escobar, 2015: 28). El territorio asume un significado vital, de vida / muerte.
Para comprender la idea de territorio recuperamos a Porto
Gonçalves, que afirma que
el territorio es una categoría densa que presupone un espacio
geográfico que es construido en ese proceso de apropiación –territorialización– propiciando la formación de identidades –territorialidades– que están inscriptas en procesos que son dinámicos
y mutables; materializando en cada momento un determinado
orden, una determinada configuración territorial, una topología
social (Porto Gonçalves, 2002: 230).
El territorio aparece entonces como una categoría compleja, móvil,
en permanente proceso de resignificación y disputa (Wahren, 2011)
en el cual los actores sociales producen y reproducen la cultura,
la economía, la política, en definitiva, la vida en común. Es decir,
el territorio es construido por diferentes actores sociales que resignifican y disputan ese espacio geográfico determinado, lo habitan,
lo transforman y lo recrean de acuerdo con sus intereses y formas
de vida y de reproducción social específicas. En ese sentido, los
territorios se configuran sobre espacios geográficos, pero al mismo
tiempo se conforman como espacios sociales y simbólicos, atravesados por tensiones y conflictos (García Guerreiro et al., 2018).
Por otro lado, tal como sostiene Mançano Fernandes (2005), la
idea de territorio no puede separarse de la noción de conflicto entre
diferentes actores sociales en un proceso dinámico de territorialización / desterritorialización / reterritorialización que implica, a su
vez, una reificación de las identidades sociales de los actores que
habitan y practican esos territorios.
Es un desafío que tenemos entre todos de cuidarlo y de alguna forma recuperar las cosas que están en riesgo, porque entendemos
que el pueblo diaguita no tiene nada perdido y todavía no tenemos por suerte nada perdido y eso es el orgullo de la organización
y creemos que es este el camino como pueblo diaguita, en el que
estamos y creo que esa es la razón por la cual no hemos perdido
ninguna parte del territorio y, yo digo, bien cierto que como pueblo
diaguita no tendremos una banca en el Senado, no tendremos un
intendente, no tendremos nada, pero sí a la hora que fuimos a
disputar el territorio no perdimos ni un metro y eso nos lleva a que
nosotros creamos que es este el camino, quizás haiga otro camino
también, pero encontramos este y mientras veamos que nos sirve
este camino vamos a estar en este, porque hay otras vías también
164
Reorganización comunitaria y defensa territorial del pueblo diaguita
que se han usado en otras oportunidades, pero que no se han
dado los resultados.
Encontramos así que los procesos de territorialización indígena son
intrínsecos a la (re)emergencia de las identidades étnicas que son,
además, resignificadas por los procesos de globalización y de reconfiguración estructural producidos por el neoliberalismo y el extractivismo en sus territorios (García Guerreiro et al., 2018). Desde
que comenzaron a (re)organizarse, las comunidades diaguitas de
Catamarca en múltiples oportunidades han debido enfrentar en
sus territorios los intentos por parte de empresas multinacionales
de exploración y/o explotación minera. En efecto, en la memoria
de Hernán y de gran parte de los referentes de la UPND, con frecuencia surge el recuerdo emblemático del ejercicio de autodefensa
territorial llevado a cabo colectivamente en 2017 ante el avance de
la empresa minera Buena Vista Gold S.A. en territorio de la comunidad indígena Aguas Calientes, en el Departamento de Belén. Las
comunidades encontraron a los empleados mineros transitando en
sus camionetas por la zona –la cual forma parte, a su vez, de la
Reserva de Biósfera de Laguna Blanca– sin el debido permiso de las
comunidades. Ante esta situación, y constatando la irregularidad
de su accionar, las comunidades solicitaron su retiro del territorio,
generándose momentos de tensión que se resolvieron finalmente
con la retirada de la empresa minera.
Nos lleva a acompañar estas formas de autodefensa porque entendemos que el territorio no es hasta donde creemos que es nomás, sino que estos emprendimientos hacen daño muy global,
muy intenso, digamos, entonces eso lleva a acompañarnos por
más que estén en otra comunidad, pero que obviamente es del
mismo pueblo, nos ha llevado a acompañarlos y lograr sacar a
esta empresa de estudios mineros que algo así se llamaba, ha
visto, a eso se dedicaba y, de ahí yo también siempre dije que
el pueblo diaguita por algo es un pueblo porque nuestra familia
no está en una comunidad no más, nacimos en otra comunidad
y parte de nuestros hermanos, sobrinos ya están en otra comunidad, y así dentro del pueblo somos muchas comunidades, pero
digamos, el árbol genealógico está por entero.
165
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
La defensa territorial frente al avance
del extractivismo megaminero
Los diferentes procesos que venimos mencionando debemos enmarcarlos en una provincia como Catamarca donde los avances
en torno a los derechos indígenas a nivel institucional han sido
hasta el momento incipientes y donde la invisibilización de la problemática indígena provincial es aún profunda. La ejecución del
relevamiento técnico, jurídico y catastral de las tierras que ocupan
tradicionalmente las comunidades indígenas, que dispone la Ley N°
26160, prácticamente no se cumple y, en ese contexto, el pueblo
diaguita debe hacer frente a los avances de empresarios usurpadores y proyectos megamineros que buscan explotar las riquezas
naturales que se encuentran en los territorios comunitarios.
Lo que más nos ha preocupado siempre ha sido la pérdida de
territorio, porque individualmente, si bien es cierto estábamos
haciendo de alguna forma un ejercicio de autodefensa, pero no
era suficiente… andábamos, buscábamos la forma de tener mejor
fuerza y damos con esta, justamente, que nos reconoce nuestra
identidad tal cual estamos convencidos de que es, sino también
que logramos rescatar parte del territorio, que estaba ya en disputa pero que en el caso nuestro, o en el mayor de los casos,
perdido no ha estado, pero hasta ahora ha sido la amenaza de
los avances, digamos, de usurpadores y de las decisiones de las
partes estatales en nombre nuestro y la forma de comprar a los
dirigentes, que han sido esclavos políticos, creo que es la definición que llegamos últimamente [...] que tratemos de pensar en
todos, como que todos somos todo, y si nos va mal a uno nos va
a ir mal a todos, pero el principal factor ha sido eso, que avancen
y la amenaza más grande que ha sido el emprendimiento minero.
El establecimiento de emprendimientos megamineros constituye
una amenaza permanente para los pueblos de la región. De hecho,
en esta zona desde hace años padecen los efectos de la instalación de la mina Bajo de la Alumbrera, que constituye el primer
y más grande proyecto de explotación minera a cielo abierto de
la Argentina. Como bien señala Machado Aráoz (2012), las consecuencias de la minería a gran escala van desde la destrucción
de los ecosistemas, la pérdida de biodiversidad, la contaminación
de cursos de agua, entre otros efectos devastadores en términos
ecológicos; hasta abusos políticos y económicos, que incluyen la
usurpación inconsulta de territorios indígenas, la afectación de las
economías locales, el incremento de la corrupción institucional y
la violencia política, la manipulación y cooptación de dirigentes. A
166
Reorganización comunitaria y defensa territorial del pueblo diaguita
esto se suman consecuencias sociales profundas, vinculadas a la
ruptura de los entramados y las solidaridades comunitarias, por la
división entre quienes “están con” y “están en contra” de la minera
(García Guerreiro y Álvarez, 2016).
Nosotros muchas veces pensábamos que porque no estaban en el
territorio asentados no estaban haciendo ningún daño, entonces
nos estamos dando que a la distancia que ellos están nos están
sacando el agua que es del subsuelo y nos están contaminando
el aire, entonces creo que no queremos estos emprendimientos, ni
en nuestros territorios ni cerca nuestro, porque de alguna manera
nos perjudican igual. Entonces creo que ahí sería más amplia la
lucha por la defensa del territorio, no solamente quizás en algún
momento el Estado nos puede dar de hacer los relevamientos jurídicos catastrales, creo que hay cosas que van por sobre de eso
porque traspasan esos límites y que nos dañan igual y que también nos vemos ligados, nos vemos como obligados a apoyar y
a exigir que estos emprendimientos no estén ni en esos lugares
porque son daños permanentes, entender también eso como parte
del territorio, de lo que llega por el aire, de la forma que nos sacan
el agua, eso nos ha llevado la organización, a conocer eso, pero
esta organización ha servido para esto, hoy hasta los más chicos
están sabiendo que es un daño.
Hemos mencionado la importancia que representa la articulación
intercomunitaria en la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita
(UPND) para cada una de las comunidades. La construcción de esa
organización en base a la identidad diaguita fortalece la posibilidad
de apoyarse mutuamente y construir una lucha conjunta frente al
avance de las diversas amenazas que se presentan en sus territorios. Así, la autodefensa territorial se ejerce territorializando la unidad, construyendo territorialidad comunitaria en defensa de la vida
y, por ende, del territorio. Las comunidades conocen y hacen uso de
las leyes que les amparan, pero no es el espacio de la justicia institucional donde se refugian, sino más bien en las prácticas de autodefensa en el territorio mismo. “Su fuerza está fuertemente asociada a su presencia física en el espacio”, señala Porto Gonçalves
haciendo referencia a aquellos sujetos colectivos cuya naturaleza
principal no reside en el hablar o escribir, y continúa: “[Para ellos]
Es necesario ocupar el espacio, hacerse presente, rigurosamente
perturbar el orden, puesto que es ese orden el que no los reconoce,
el que no los ve” (Porto Gonçalves, 2001: 214).
Esto puede observarse en este caso, más aún si tenemos en
cuenta que este tipo de emprendimientos megamineros, así como
167
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
las constantes exploraciones y cateos mineros que se desarrollan
en territorios indígenas, afectan las posibilidades concretas de los
pueblos de ejercer la autodeterminación territorial, siendo que se
intentan llevar a cabo sin respetar los derechos a consulta previa y
las vidas comunitarias que allí existen.
Recuperamos nuevamente a Porto Gonçalves (2001) para observar que el hecho de comprender al territorio en el marco de una
tensión de territorialidades permite desustancializar y desnaturalizar el concepto de territorio, percibiendo la territorialidad y los
procesos de territorialización que en él subyacen. Los límites y las
fronteras establecidas en el espacio / territorio proponen o imponen significaciones que implican, a su vez, relaciones de poder y
una forma particular de ordenar el mundo, nos dice el autor. Es
interesante al respecto el hecho de que el territorio ancestral de la
nación diaguita como tal es preexistente al Estado argentino y, por
lo tanto, a sus fronteras políticas, ya sean estas nacionales o provinciales; lo cual entra en permanente tensión con el ordenamiento
político hegemónico y sus demarcaciones geográficas, ya que los
territorios de las comunidades y del pueblo diaguita en su conjunto
trascienden los límites de las provincias que habitan. Así, nos cuenta Hernán que comprende el territorio de un modo más amplio que
lo estrictamente jurisdiccional, desde lo que podríamos denominar
una concepción simbólica e histórica del territorio, como lo define
Toledo Llancaqueo, en tanto “espacialidad socialmente construida,
vinculada primordialmente a la identidad colectiva” (2005: 87).
El territorio es muy amplio y, digamos, creo que las fronteras de
países o de provincias por ahí no nos representan por ese sentido,
porque respiramos el mismo aire, consumimos la misma agua,
nuestra cultura si no es igual es parecida y entendemos que el
territorio es mucho más amplio de lo que creemos y que el cuidado
tendría que ser mucho más amplio.
Al respecto, Mançano Fernandes sostiene que “el territorio es, al
mismo tiempo, una convención y una confrontación. Exactamente
porque el territorio pone límites, pone fronteras, es un espacio de
conflictualidades” (2005: 276). Como venimos expresando, uno de
los principales conflictos que enfrentan las comunidades diaguitas
en Catamarca está vinculado a la disputa territorial con diferentes
actores, y sus respectivas concepciones sobre el uso y apropiación
del territorio, que confrontan y ponen en riesgo la vida comunitaria y la biodiversidad allí existente. Se establecen conflictos territoriales donde las formas de vida y cosmovisiones indígenas deben
168
Reorganización comunitaria y defensa territorial del pueblo diaguita
hacer frente a modelos de desarrollo capitalistas –en muchos casos
de raíz extractivista– que no ven límites en la explotación de la
naturaleza.
Los que están haciendo todos los destrozos a los pueblos y lo han
hecho siempre son millonarios que no entiendo por qué quieren
ser más millonarios. La verdad que, aparentemente, piensan que
solo ellos tienen el derecho a vivir y estar en este mundo, digamos, dominar todo y no creer que los animales, las plantas, las
piedras, todo, son parte de nosotros y que si perdemos eso perdemos nosotros mismos.
Al respecto cobra sentido la afirmación de Maristella Svampa quien
sostiene:
el discurso de las empresas transnacionales y los gobiernos suele desplegar una concepción binaria del territorio, sobre la base
de la división viable / inviable, que desemboca en dos ideas mayores: por un lado, la de “territorio eficiente”; por otro lado, la de
“territorio vaciable”, en última instancia, “territorio sacrificable”
(Svampa y Antonelli, 2009: 43).
Por el contrario, las comunidades indígenas no comprenden la tierra, y la naturaleza en general, como recurso a ser explotado, o como
una “cosa” a ser apropiada privadamente. La naturaleza es representada como “Pachamama”, “santa madre tierra”, que vive, siente,
provee; es decir, una concepción antitética a la manera en que el
capitalismo y la modernidad comprenden la tierra y los “recursos
naturales”. Se construyen así simbologías integrales en torno a la
comprensión de la existencia y a una especial relación que establecen con la naturaleza. Al respecto, el intelectual mixe Floriberto
Díaz de Oaxaca (México) señala que la tierra asume para los pueblos indígenas un doble sentido: a través del trabajo, en cuanto
territorio, y a través de los ritos y ceremonias comunitarias, como
madre (Díaz, 2001). No es tanto la relación de propiedad lo que
prima sino un vínculo filial, de mutua pertenencia y reciprocidad.
En el caso del pueblo diaguita las fiestas y las variadas ceremonias que se realizan, alimentan ese vínculo, como también la identidad y el tejido comunitario. Celebraciones como el inti raymi, que se
lleva a cabo cada solsticio de invierno y que anuncia el comienzo de
un nuevo ciclo natural; o la fiesta de la Pachamama, el 1 de agosto y
durante todo ese mes, momento de agradecimiento y de encuentro
con la Madre Tierra; el carnaval y los múltiples festejos comunitarios, que en ocasiones se sincretizan con las celebraciones católicas
o con conmemoraciones de santos o vírgenes paganas, entre otras.
169
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
En todos los casos, las fiestas son espacios de encuentro y se viven
en comunidad (García Guerreiro y Álvarez, 2016).
Reafirmación identitaria como pueblo diaguita
En el camino de ir reorganizándose comunitariamente se vislumbra, a su vez, un reconocimiento de los propios saberes, en el
marco de la reafirmación de su identidad como pueblo:
El conocimiento por ahí creíamos que era mínimo, pero nos vamos dando cuenta que lo que sabíamos era bastante, nada más
que creíamos, muchas veces creíamos que eso ya no era válido,
como que poco servía, pero al pasar del tiempo, con el transcurso
de lo que estamos transcurriendo nos damos cuenta que lo que
más suma es lo que sabíamos ya.
Toledo Llancaqueo, analizando la diversidad de experiencias de
reconstrucción de etno-territorios o re-territorializaciones por
parte de comunidades y pueblos indígenas en América Latina, encuentra que en algunos casos –como el que compartimos aquí– el
reclamo de derechos ancestrales sobre sus tierras y espacios se
apoya en el relevamiento de la memoria del lugar y la activación de
las antiguas territorialidades. Afirma que se trata de
modos de ejercicio de hecho de la libre determinación, por la
vía de la reafirmación de sus propias estructuras territoriales,
lo que comprende aspectos simbólico - culturales; de propiedad
y uso de recursos y tierras; dimensiones de jurisdicción, control, autonomía y autogobierno (Toledo Llancaqueo, 2005: 84).
Siempre nuestra cultura ha estado, nada más que muchas veces
no entendíamos que esa cultura era porque éramos diaguitas…
y la parte de la cosmovisión que tenemos… nuestros símbolos,
digamos, de los cuatro elementos naturales de la vida, vitales
que son para poder subsistir. Entonces, eso nos lleva a pensar
y a analizar y convencerse cada día más de que es un proceso
que es de rescate de lo nuestro, de que no sigamos lo que nos
imponen.
La identidad diaguita es reafirmada desde la recuperación de prácticas, saberes, cosmovisiones, pero también a partir de rechazar
el lugar que otros sujetos le imponen o le han asignado dentro del
espacio social. Así, ese camino de revalorización implica mayormente romper con patrones coloniales de poder / saber que les
inferiorizan, descalifican y estigmatizan en tanto sujetos indígenas. Construcciones simbólicas basadas en la naturalización de
170
Reorganización comunitaria y defensa territorial del pueblo diaguita
jerarquías raciales que, siguiendo a Aníbal Quijano (2003), posibilitan la reproducción de relaciones de dominación territoriales y
epistémicas y que no solo garantizan la explotación capitalista de
unos seres humanos hacia otros, sino que también subalternalizan los conocimientos, experiencias y formas de vida de quienes
son así dominados y explotados. Las luchas y el posicionamiento
que asumen las comunidades frente a estas situaciones implican,
en términos de Porto Gonçalves (2002), un cambio de lugar social
a partir de movilizarse en busca de la afirmación de las cualidades
que creen que justifican su existencia.
Yo creo que eso es como diaguita, llevar el orgullo de ser diaguita
y que estamos dispuestos a que la vida si la tenemos que dar,
perder en cambio, antes de perder territorio, perderemos… queremos el territorio y no la vida, digamos, eso en una forma de
sentir… y no que muchas veces que… y mucho menos podemos
cambiar por dinero. El territorio es más que la vida nuestra, más
que nuestra vida misma y más que todo es el territorio, más que
la existencia de nuestra raza como diaguita es el territorio, porque nuestra raza tampoco serviría sin nuestro territorio.
Se expresa una vez más esa dimensión ontológica de la defensa
territorial de la que nos habla Arturo Escobar (2015) –que aquí
podemos leer a partir de las palabras de Hernán–, que se vincula,
a su vez, con una memoria ancestral que es construida a partir de
una recreación mítica de la identidad. Como sostiene Hadad para el
caso mapuche, y que podría aplicar para los pueblos indígenas en
general, “el territorio ancestral tiene un componente mayormente
mítico y se constituye como fundante de las relaciones de etnicidad,
así como en fundamento de las mismas” (Hadad, 2016: 284).
Una frase que tenemos de alguien que ha sido familia o parte de
nuestra lucha también en los comienzos, que hoy ya no están, y
que decían que, bueno, “el día que nos maten a todos, entonces
ese día será que van a hacer lo que quieran con nuestro territorio”, pero mientras, para ellos les va a ser muy difícil… […] y
esa creencia, esa fortaleza, que tenemos y nos lleva… sabemos
que es propia de nuestra identidad, porque los que murieron no
murieron por transas políticas, sino por luchar por los territorios,
estamos convencidos de esa parte, diaguita.
En la construcción de la identidad diaguita tiene una fuerte presencia su historia guerrera, la cual se asienta en leyendas y reconstrucciones de los sucesos pasados que hablan de duras resistencias, tanto frente al avance del imperio incaico como a la
171
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
invasión española durante las llamadas “guerras calchaquíes” (en
los siglos XVI y XVII). El diaguita se reconoce guerrero, se siente
“luchador por el territorio”. En efecto, en la bandera diaguita donde se condensa gran parte de su cosmovisión, la imagen central
está representada por una figura humana que simboliza al guerrero, y que es acompañado por toda una simbología ancestral
diaguita donde están presentes la chakana, el círculo, el uturungo,
el suri, el cóndor y la rana. Como podemos percibir de las palabras
de Hernán, el territorio es comprendido como algo que debe defenderse y lucharse, nunca negociarse, y que esa lucha es parte de (y
está enraizada en) una memoria larga:
Ese orgullo de que no somos ningunos ignorantes, de que tenemos
nuestras formas de vida, de que es una buena forma de vivir, nos
lleva a sentirnos más como diaguitas… y uno la historia que en
algunos libros, algunas historias que contaron nuestros propios
viejos, como decimos en términos comunes, que nos llevaron por
lo que han sido los diaguitas, luchadores por el territorio, y la
parte sincera, digamos, de decir yo defiendo el territorio, de decir,
sentirlo y hacerlo, no que tengamos que decir algo que… porque
existen también muchos que, digamos, de nuestros pueblos, de
nuestros… que dicen soy originario, porque uso la pluma, porque
soy parecido al indio que sale en las revistas, pero sin embargo,
los vemos sentaditos negociando con gente de afuera, dando apoyo a gente que destroza la madre tierra, que vive explotando a
gente humilde y trabajadora que tienen los pueblos, todo eso nos
lleva a definirse que el diaguita ha sido uno de los guerreros”. […]
“Otra parte es que estamos convencidos que sin lucha no vamos
a conseguir nada porque si nos ponemos a rever la parte de nuestros derechos que hemos adquirido a lo largo de los años han sido
por hechos de sangre de nuestro pueblo.
El reconocimiento de la pertenencia diaguita, por mucho tiempo
silenciada –e incluso, resguardada–, permitió emerger una discursividad política que potencia las luchas y reclamos históricos en
torno a sus derechos colectivos y territoriales. La reorganización
comunitaria vino a despertar y a alimentar esa identidad diaguita
que estaba de algún modo invisibilizada, pero que era necesario
actualizar, compartir y revalorizar colectivamente:
A partir del pasar del tiempo y hoy ver desde donde estamos,
digamos, cuatro años atrás, vemos un avance grande porque
vemos que los chicos hablan de su origen, los mayores más contentos por ahí de que hay gente más joven que está apuntalando
esto de alguna manera, se ve que se habla, para bien o para mal
172
Reorganización comunitaria y defensa territorial del pueblo diaguita
en el pueblo se habla cada día más, obviamente con aciertos,
errores, pero se hablan cosas que ya… que no se hablaban.
Esa reafirmación identitaria también se ha dado a partir de la
revalorización de saberes y prácticas tradicionales, por ejemplo,
en torno a los modos de atender y cuidar la salud, que están presentes, que persisten y resisten al tiempo, a pesar de los múltiples
dispositivos de despojo, subalternización y vulneración de los que
son objeto. La búsqueda por recuperar y revalorizar sus saberes
y formas ancestrales de atención de la salud se encuentra íntimamente ligada con las luchas que llevan a cabo las comunidades
diaguita por el reconocimiento y el ejercicio de sus derechos colectivos como pueblo indígena:
También rescatar y valorar la parte de nuestra medicina ancestral y tradicional, porque comprender que se ha perseguido años
también de lo que practicamos, de esa forma de curación, pero
que estamos convencidos que esa es la… porque la medicina tradicional ha sido quien ha sostenido la salud durante años, tanto
en Argentina como en toda América, ¿no?.
Las comunidades diaguitas, al igual que gran parte de los pueblos
indígenas de América Latina, reproducen prácticas de salud que
constituyen “una continuidad histórica de ejercicio sanitario vehiculizado mediante conocimientos y prácticas que son propias, devenidas de la interacción histórica con el territorio” (Cuyul, 2013:
23). Las familias comuneras construyen estrategias terapéuticas
recurriendo a sus conocimientos y prácticas, transmitidos y resignificados de generación en generación, en forma oral, tanto en el
ámbito del hogar como a través de la consulta a “médicos campesinos”, a quienes se les confía el diagnóstico y tratamiento de los
diferentes padecimientos. Las prácticas de la medicina ancestral
/ tradicional es uno de los espacios donde tienen posibilidad de
poner en ejercicio parte de su cosmovisión y reafirmar su vínculo
cultural con la Pachamama. En ese marco, la revalorización de sus
prácticas ancestrales forma parte de una lucha más amplia en defensa de su identidad y su territorialidad diaguita.
En tal sentido, la puesta en práctica de estas estrategias para
el cuidado de la vida y la salud comunitaria, así como su revalorización, se expresan no sólo como una resistencia defensiva, sino
también como “r-existencia”, en términos de Porto Gonçalves; es
decir, como una forma de existir, una determinada matriz de racionalidad que actúa, e inclusive re-actúa, a partir de un lugar
propio, tanto geográfico como epistémico (2006: 165).
173
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
En este punto asume especial importancia la educación. La
preocupación en torno a los modos de enseñanza y los efectos que
tiene la educación oficial en los territorios es un tema recurrente
en las conversaciones con Hernán. Él asistió a la escuela, pero no
finalizó sus estudios. Considera que la escuela –con sus métodos
y contenidos– les aleja de su identidad, de los saberes, las prácticas y la cosmovisión que comparten como pueblo.
la invasión de la parte educativa, la supuesta educativa, que
para nosotros no nos educa en ningún punto de vista, sino que
nos lleva a pensar en el capitalismo, nos lleva a pensar… y querer que eso no sea nuestro pensamiento como pueblo, porque eso
no nos identifica, porque nosotros nunca nuestro pueblo ha sido
egoísta, siempre ha tratado de cuidar todo.
Ana Esther Ceceña sostiene que:
como los territorios son complejos, como son espacios de cruce
de historia, cultura, geografía y vida, son expresión y resultado
de los modos de entender el mundo y de estar en el cosmos,
sus dimensiones simbólicas tienen que ser sometidas para poder apropiarse de ellos. Para controlar los territorios-comunidad, los territorios-sujeto, es necesario romper los sentidos del
mundo (2009: 167).
Eso es lo que representa la escuela para Hernán, un espacio donde se rompen, de algún modo, los sentidos del mundo que les son
propios. En las comunidades diaguitas los saberes se comparten
tradicionalmente en la conchana (fogón circular construido con
piedras), al calor del fuego, compartiendo quehaceres en familia o
en comunidad. Se trata de una práctica que habilita la transmisión intergeneracional de conocimientos, integrados, a su vez, a la
reproducción material y simbólica de la vida:
Y justamente la conchana tiene un significado muy grande, ¿no?
que le da el fuego en medio de la cocina, que justamente en el
propio medio de la cocina, el fuego y, en los tiempos anteriores y
hasta actuales, todavía las cocinas, las casas, no contaban con
una energía de ningún sentido y antes del ingreso del querosén
y de todo eso, entonces el fuego era algo sagrado, que también
llevó a que el fuego se lo adore como algo vital de la vida porque
era con que trabajaban en la noche también, hilando, tejiendo, y
esa ronda de familia, o de amigos o vecinos o conocidos, en ese
círculo, que es donde nos vemos las caras entre todos y vemos
qué es lo que puede decir cada uno o qué dice, pero a qué se
está refiriendo, entonces eso lleva a la sinceridad del pueblo,
174
Reorganización comunitaria y defensa territorial del pueblo diaguita
a compartir ese saber […] y también a enseñarse las cosas que
uno aprendía como tejido, también cuentos, cuentos que en tiempos anteriores han sido hechos verídicos.
En el camino por la recuperación de su territorialidad ancestral
y la lucha por el reconocimiento de sus derechos, las comunidades reconstruyen su identidad como pueblo y se reafirman en su
organización comunitaria. Como señalamos en un trabajo anterior (García Guerreiro y Álvarez, 2016), si un modo de socavar
la autonomía y la autodeterminación territorial es a través de su
dominio simbólico (Ceceña, 2009), entonces se podría afirmar que
es también a través de la recuperación de esas identidades ancestrales, esas raíces vivas de los pueblos indígenas, valores, cultura,
cosmovisiones, que se pueden fortalecer las resistencias frente al
avance del capitalismo y la modernidad homogeneizante y colonial. De este modo, es en la construcción / reconstrucción de la
identidad de los pueblos y comunidades donde perviven y resisten
también las posibilidades de su autodeterminación.
A modo de cierre
En el presente artículo nos propusimos analizar los procesos
de defensa y control territorial comunitario indígena dialogando
con las palabras de Hernán, cacique de la comunidad indígena
La Quebrada (Catamarca); palabras que nacieron en el marco de
ese entramado de sentidos y recorridos que constituye toda conversación. De su relato, profundo, sincero y comprometido con
una lucha enraizada en el territorio, decidimos destacar algunos
elementos que consideramos fundamentales para la construcción
colectiva del pueblo diaguita catamarqueño y su defensa territorial: por un lado, los procesos de reorganización comunitaria que
se vienen desarrollando en los últimos años; por otro, la centralidad de la lucha por el territorio; y finalmente, la importancia de la
reafirmación identitaria.
Para finalizar, más que desarrollar conclusiones, quisiéramos
detenernos en algunos desafíos que se presentan por delante para
las luchas territoriales del pueblo diaguita. Nos cuenta Hernán:
Creo que con el transcurso de estos tiempos vamos a tener que
ir repensando, y viendo de acuerdo a los tiempos, cuál será la
decisión que podamos definir que es la que tenemos que tomar,
si será avanzar a los centros de poder, luchar para ocupar los
puestos legislativos, ejecutivos, representantes en los gobiernos
o resistir en los territorios y formar nuestra parte autónoma en
175
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
nuestros territorios, creo de mi punto personal que eso va a ser
más importante que tener que ir a cambiar toda una constitución
que está creada para el capitalismo, pero bueno hay otros que
creen que sí se puede cambiar y que tienen su derecho a opinar
también y obviamente creer que es posible también […] son dos
de los sueños que se piensan y que se hablan de cómo avanzar,
pero creo que en el transcurso va haber muchas formas más.
De ese modo, son diversos los desafíos que se presentan y los caminos posibles por recorrer. Desde la problemática relación con el
Estado, las tensiones con los posicionamientos coloniales y el individualismo capitalista, la revalorización de su cultura –desde la
medicina ancestral hasta las semillas propias–, la reconstrucción
del territorio ancestral diaguita, los modos más eficaces para defenderlo y cuidarlo, son algunas de las múltiples disyuntivas que
atraviesan a la construcción de su autodeterminación territorial y
su horizonte como pueblo:
Esos versos que nos habían dejado los representantes indígenas
antes de ser ejecutados, que después fue usado políticamente,
como el caso de Tupac Katari que decía que él iba a volver e iba
a ser millones; yo creo que cuánta razón han tenido ellos, esa
visión en ese momento, yo creo que eso es lo que está pasando,
estamos volviendo, estamos vivos, y día a día yo creo que vamos
a ser más si seguimos en este proceso.
Advertimos que en las últimas dos décadas tanto la afirmación
identitaria como el ejercicio de la defensa y control territorial han
asumido una importancia central en los procesos de territorialización diaguita. La reorganización comunitaria se ha convertido en
refugio frente al avance de la modernidad y el capitalismo extractivo en sus territorios, pero también una forma de construcción
de poder y de resolución de necesidades comunitarias más autónomo respecto a formas políticas y económicas dominantes. En el
presente lo que emerge con fuerza es la importancia que asume la
organización (inter)comunitaria y la lucha por el territorio, la cual
renace y se expande con cada conflicto y con cada logro colectivo.
176
Reorganización comunitaria y defensa territorial del pueblo diaguita
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178
Memorias de la autonomía
indígena de Cherán K´eri
Malely Linares, Yunuén Torres,
Rocelia Rojas, Rosa Isela Cleto,
Mario Camarena, Juan Jerónimo
y Alejandra del Ángel
(integrantes de la fogata Kejtsitani)1
Una necesaria contextualización
El dolor, el miedo y la desesperación invadieron las calles de este bello
lugar. El destroso de los bosques como las muertes y desapariciones
de personas inocentes hiso que la furia de una gran y valiente mujer
se desatara; En la madrugada del 15 de abril del 2011 esta mujer fue
con tan solo pasos, a detener a los talamontes. Yo estaba en la escuela,
cursaba el 1 año de primaria, recuerdo que alguien había ido por mi
hermana y por mí a la escuela. En la calle todo el mundo gritaba, lloraba,
corría y yo solo pensaba: Que pasa”. Desde ese día, Mi pueblo dejo atrás
el miedo y la cambio por valentía, coraje, fuerza y esperanza. En la noche,
las fogatas, los niños jugando, las personas mayores hablando acerca de
las barricadas, reuniones, enfrentamientos.
Corona Pedroza (2018: 70)1
Cherán es uno de los 113 municipios del Estado de Michoacán
en México. Está ubicado en el corazón montañoso del Estado, en
la región denominada Meseta P´urhépecha y es habitado por más
de 20.000 habitantes, en su mayoría indígenas. Geográficamente,
es un lugar privilegiado; colinda al norte con los municipios
1 Los relatos que se encuentran en el libro: El corazón ardiente de Cherán (2018,
Cherán: Fogata Kejtsitani “Memoria Viva”), se transcribieron guardando la escritura
original de los participantes.
179
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
de Chilchota y Zacapu; al este con los municipios de Zacapu y
Nahuatzen; al sur con los municipios de Nahuatzen y Paracho y
al oeste con los municipios de Paracho y Chilchota. Gran parte de
los habitantes se desempeñan en diversas labores, entre las que
se destacan aquellas relacionadas con el campo. Los comuneros
se han dedicado tradicionalmente a actividades agropecuarias y
relacionadas con la producción de la madera. El municipio cuenta
con dos áreas naturales protegidas; la primera a un costado del
manantial Kumitzaro y la segunda en la falda del cerro de San
Marcos.
Desde las primeras décadas del siglo XX hasta el año 2010, el
municipio enfrentó una serie de conflictos transversales en relación
con la disputa por el control territorial y de los recursos naturales,
primordialmente el bosque, que ha sido el objeto de la sobreexplotación del trabajo vivo y de la naturaleza. En tal sentido, las decisiones sobre el territorio comunitario eran tomadas fuera de este y por
personas externas. Incluso, los cuerpos de seguridad institucionales estaban al servicio del crimen organizado, responsable principal
de la embestida contra la comunidad.
Cherán es un pulmón de vida con un promedio mayor a 27 mil
hectáreas de recursos forestales maderable que se vio afectado con
la deforestación de al menos la tercera parte, por otro lado, la seguridad fue violentada mediante secuestros, amenazas, desapariciones forzadas y asesinatos en contra de los comuneros por el
crimen organizado michoacano en contubernio con la policía y las
autoridades municipales y estatales.
Sin embargo, en el año 2011 se produjo una rebelión en el pueblo de Cherán, para conservar los bosques y conseguir seguridad
y justicia. Así se logra la recuperación del territorio y de las formas de gobierno propias en una lucha, en última instancia, contra la dominación del Estado mexicano que transgrede sus propios
marcos jurídicos. Las instituciones de los tres órdenes de gobierno
(Municipal, Estatal y Federal) no atendieron el tema de la seguridad y cuidado del territorio, ni respetaron, en consecuencia, el
carácter constitutivo de la comunidad p’urhépecha en la manera
de nombrar a los representantes y entender el gobierno a través del
lenguaje y cosmovisión propia.
180
Memorias de la autonomía indígena de Cherán K´eri
Michoacán, actores y disputa por el territorio
Michoacán es un territorio de disputa entre distintos grupos delictivos. Si bien entre las décadas de los ochenta y noventa del siglo
pasado los cárteles enfrentados eran del Milenio, Sinaloa y el Golfo;
durante el año 2006 se suma La Familia Michoacana y, en 2010,
Los Caballeros Templarios. No es solo una refuncionalización de la
economía criminal, mediante la producción de amapola, marihuana y metanfetaminas; sino, además, un corredor comercial de estupefacientes provenientes de Colombia y el Perú hacia los Estados
Unidos. Bajo esta perspectiva la ubicación geográfica de Cherán es
estratégica, tanto para Michoacán, como para el país y la región.
En consecuencia, los intereses de diversos actores la habían transformado por las rutas comerciales en un escenario de despojo y de
crimen organizado, además de la tala indiscriminada de madera.
El aumento de las redes del narcotráfico a otros países, la ampliación y multiplicación de las organizaciones criminales y agrupaciones paramilitares y el extractivismo depredatorio de los recursos
naturales en el país obedece no solo a una matriz nacional sino a
una estructura global hegemónica: el capitalismo que ha impuesto
a escala global la reconfiguración sobre los territorios, cercenando
las prácticas tradicionales e impulsando, en el caso de México, la
lucha por el poder entre los partidos políticos para favorecer, mediante prácticas clientelares y corruptas, a las élites locales.
El contexto de conflictividad social descrito se acrecentó durante el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) con la supuesta
lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, según Sergio Rodríguez
Lascano:
El fin último de esta guerra no es acabar con el narcotráfico
sino destruir los vínculos sociales de resistencia y oposición,
paralizar por el temor y el miedo a la sociedad. Como si se tratara de una fuerza beligerante, deliberadamente se encamina a
acabar con toda la ciudadanía, acabar con los lazos comunitarios, acabar con la solidaridad humana, todo bajo un pretexto:
la guerra al narco, la guerra del poder que busca instaurar el
pánico o el miedo como elementos paralizadores para evitar
una respuesta. El mensaje es claro si protestas te mato (Rodríguez Lascano, 2011: 66).
En el marco del caso de Cherán, el despojo de los bienes comunales,
las formas de gobierno, las tradiciones y la memoria, representan la
destrucción de la vida p´urhépecha causada por mecanismos violentos y solapados por el Estado. El miedo y la violencia son formas
181
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
de hacer política, cuya finalidad es el despojo de los espacios comunitarios. La presencia de los comuneros en las calles del municipio
era cada vez menor, debido a las reiteradas intimidaciones a las
que se veían sometidos. Un gran número de habitantes que tenían
pequeños negocios en los mercados eran extorsionados y obligados
a pagar cuotas, conocidas como el “derecho de piso”, para poder
trabajar. A esto se sumaba la amenaza latente de que, tras acabar
con el bosque, el siguiente paso sería atacar a las mujeres, así como
la contaminación de uno de los bienes más preciados: el ojo de
agua que hace parte del territorio como un espacio insustituible. El
ojo de agua es conocido como Kumitsarhu:
Este manantial representa, desde tiempos remotos, un bien vital
para el desarrollo de la comunidad de Cherán. Con su agua los purhés de Cherán han calmado su sed2, han preparado sus alimentos
[…] Asimismo, las fiestas importantes comienzan precisamente aquí:
desde la fiesta patronal y la octava, pasando por los casamientos y
bautismos, hasta las defunciones (Pedroza, 2009: 17).
Ante estas agresiones la comunidad se organizó bajo el lema de:
“Por la seguridad, justicia y reconstitución de nuestro territorio”
para recuperar formas sociopolíticas que ya los antecesores abrigaban en el sentido comunitario. La apuesta por defender el territorio
implicó no solamente preservar el sustrato físico del voraz despojo que había arrebatado, al menos, la tercera parte del bosque de
las 27.000 hectáreas con que cuenta la comunidad3, sino todo el
sistema cosmogónico, recuperar la memoria, las propias prácticas
y hacer uso estratégico de diversos instrumentos que permitieron
sostener al movimiento.
2 Los mayores de la comunidad, los kératicha, recuerdan que hubo un tiempo, antes
de que se instalara la tubería de agua para las tomas a domicilio, en que Kumitsarhu
se convirtió en la única fuente de agua para calmar la sed de toda la población.
3 Según la resolución presidencial del 23 de agosto de 1984 sobre el reconocimiento
y titulación de bienes comunales, Cherán tiene en posesión de acuerdo con sus títulos
virreinales y en forma pacífica y libre de conflictos, una superficie de 20,826-95-57
hectáreas, de agostadero y monte alto con pequeñas porciones laborables. Por otra
parte, presenta conflictos por límites en la forma siguiente: con Carapan, Municipio
de Chilchota, 204-10-00 hectáreas; con Cherán-Atzicurin o (Cheranastico), Municipio
de Paracho, 72-25-07 hectáreas, y con Arantepacua, Municipio de Nahuatzen, 73003 hectáreas. Asimismo, se localizó una superficie de 2,695-60-00 hectáreas, ocupada por pequeñas propiedades o posesiones que forman unidad topográfica y que
presentan conflicto con los linderos de la comunidad (Diario Oficial de la Federación
1984). Sin embargo, es importante señalar que, con la resolución de límites según
Vicente Sánchez Chávez, quien hizo parte de la administración del Consejo de Bienes
Comunales en la primera estructura, Chéran cuenta con 27.000 hectáreas en total, de
ellas fueron devastadas 9.000. No obstante, a 2018 más de 5.000 hectáreas han sido
recuperadas con, por lo menos, cinco millones de árboles (Sánchez Chávez, 2020).
182
Memorias de la autonomía indígena de Cherán K´eri
De esa manera hubo una reapropiación del territorio con la expulsión del crimen organizado, los talamontes4, y uno de los grandes males que tenían dividida a la comunidad: los partidos políticos. Estas primeras acciones trascendieron en una significativa
lucha por la defensa de la autonomía y de la autodeterminación de
los pueblos indígenas en México, recobrando el sentido comunitario
para hacer frente a la crisis civilizatoria del sistema-mundo capitalista y para poner un freno a la mercantilización de su territorio.
Frente a estos hechos las preguntas que intentaremos responder
son: ¿cómo se recuerda el levantamiento del 15 de abril de 2011?,
¿cómo se expresa la memoria de la autonomía en la Comunidad de
Cherán? y ¿cómo se construye el concepto de autonomía?
Memoria y autonomía
Analizar la experiencia del movimiento de Cherán permite entender
la lucha por las diferentes formas de vida como un proceso autonómico, entre ellas la defensa del bosque, que constituye para la
comunidad un elemento central en la producción y reproducción
de la vida porque hace parte de la Madre Tierra (Nana Echerí, en
p´urhépecha). El bosque es considerado un ser vivo con el que se
interactúa, se dialoga y que, incluso, está presente como parte de
las familias. De allí que, en consonancia con los nuevos movimientos latinoamericanos:
No se pide solamente reparto agrario o reforma agraria, ni tampoco se reclama tan solo la propiedad de la tierra, sino que más
allá y de modo mucho más profundo se plantea la total desmercantilización y desinstrumentalización de la tierra, a partir de
concebirla como “Madre Tierra”, es decir como fuente misma de
la vida y como condición imprescindible de la existencia misma
de la humanidad (Aguirre Rojas, 2018: 61).
A partir del levantamiento de 2011 se reivindican las propias formas de gobierno que se construyen al calor del conflicto, por lo
tanto, se apuesta a resistir al desmantelamiento, aislamiento, asedio y aniquilamiento de la comunidad. Así, el pueblo de Cherán se
reconstruye, recrea e, incluso, reinventa, recuperando la memoria
para fundamentar la autonomía. Con respecto al proyecto autonómico destacamos la noción de luchas por lo común y la conceptualización propuesta por Mina Navarro sobre lo cual dirá:
4 Se denominan Talamontes a las personas que se dedican a derribar los bosques
nativos.
183
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Se relaciona con otro tipo de racionalidad-emocionalidad basada en la cooperación y la complementariedad con la naturaleza.
Implica una serie de sentidos, significados y cosmovisiones que
privilegian el interés común, lo que al mismo tiempo supone y
considera el bien de cada uno de los integrantes de la colectividad. Segundo, que la supervivencia y la protección de los bienes
comunes constituye una condición primordial para la continuidad de la vida. Se trata de modalidades comunitarias autónomas, casi siempre bajo la forma asamblearia que, mediante la
confianza, la reciprocidad, la cooperación y la comunicación,
hacen posible la gestión de lo común sobre la base de lo común
sobre la base de una relación sostenible con la naturaleza (Navarro, 2015: 28).
En la búsqueda de la memoria por la autonomía es preciso definir
cómo se entiende y concibe. Bajo esta reflexión se entiende el concepto de memoria como una respuesta contra el olvido de la comunidad, en tanto que recordar es un ejercicio desde el punto de vista
de los habitantes sobre el mundo comunitario. La memoria puede
salvar a la comunidad p´urhépecha de la negación, olvido y silenciamiento de los orígenes, porque “luchar contra el poder es luchar
contra el olvido” (Le Goff, 1977: 147). Se trata de recordar al mundo
indígena: las tradiciones y costumbres, en otras palabras, la vida;
lo que en cierta parte del mundo occidental se desprecia, lo “indio”.
El olvido, en suma, equivale a perder los elementos de identidad
comunitaria al no recordar nuestra vida cotidiana particular.
En relación a la memoria, consideramos además que los saberes
de los pueblos se vinculan con el universo. No se puede entender al
mundo indígena si no se entienden nuestras propias significaciones a través del lenguaje; en este caso el p´urhépecha y el español
poseen un significado particular. De manera que la lucha por cambiar las formas de gobierno se hace desde nuestras propias significaciones y en relación con la comunidad; en otras palabras, sin los
conceptos que le dan vida a la toma de decisiones de la comunidad,
no habría mundo indígena.
La memoria que se expresa en el lenguaje es la construcción de
una forma de vida, las palabras resguardan y transmiten la experiencia de un grupo: lo que vivieron, imaginaron, les contaron
o leyeron, que hicieron suyo. Es la experiencia compartida por
un grupo puesta en discurso, el recuerdo convertido en palabra.
La memoria es un elemento necesario de los pueblos para identificarse y diferenciarse de otros (Le Goff, 1977: 178).
184
Memorias de la autonomía indígena de Cherán K´eri
En Cherán estamos construyendo una memoria que crea un sentido de pertenencia e identidad, dialogando cara a cara en los diversos ámbitos de la vida comunitaria, produciendo significados
compartidos, formando una red de imágenes y experiencias vividas,
engendradas por la acción conjunta de los comuneros. La memoria
es un potente instrumento de participación política.
El propósito de la comunidad ha sido encaminar un concepto
propio de autonomía. Sin embargo, el concepto de autonomía que
se ha adoptado y estructurado ha sido fundamentalmente desde la
parte jurídica, sin considerar ampliamente la memoria para exigir
el reconocimiento de las formas, derechos y prácticas que se dan
desde lo comunitario. Por lo tanto, el concepto de autonomía no
se origina desde la comunidad misma, sino que se ha construido
desde afuera a raíz de la necesidad de conceptualizar las formas comunitarias de organización y decisión que rigen lo político, jurídico,
organizativo y los aspectos de la vida cotidiana de Cherán.
De manera que para explicar la experiencia del levantamiento
de Cherán se recurre al concepto de autonomía entrelazado con
los usos y costumbres, que respaldan a los mecanismos e instrumentos jurídicos utilizados para ganar el reconocimiento a la libre
determinación ante el Estado. Por lo tanto, es un concepto utilizado por la comunidad como un mecanismo para ser escuchados
y tomados en cuenta ante la histórica invisibilización del Estado
mexicano: es un concepto de negociación.
Es de resaltar que la autonomía es concebida en la comunidad
como el proceso de la toma de decisiones propias, entendiendo propias como las que se dan de los acuerdos de las asambleas, representación del sentir y la participación comunitaria.
En cierta forma, la comunidad ha desarrollado los saberes de
estas referencias ancestrales como parte de las costumbres propias que se han preservado en la memoria comunitaria. Durante
varios siglos se ha mantenido equilibrada la unidad comunitaria.
Por ello, en el transcurso del proceso jurídico de Cherán, motivado
por el movimiento del 15 de abril de 2011, la utilización del término
“usos y costumbres” tuvo un papel fundamental. Sin embargo, aún
con las referencias existentes siempre se han tenido que aclarar y
adaptar los conceptos a las vivencias en la comunidad. Usos y costumbres significan la presencia ancestral de los cómo, con qué, qué
estrategias y formas de participación son las adecuadas para el día
a día de la comunidad.
185
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
¿Qué pasó el 15 de abril de 2011? La revitalización
de la memoria a partir del movimiento
Al comienzo del siglo XXI, en el auge de la lucha por conservar los
bosques, los indígenas de Cherán emprendimos diversos esfuerzos
por recuperar la memoria y creamos, con tal fin, un grupo integrado
por miembros de los cuatro barrios. La recuperación de la memoria es parte de la lucha contra los siglos de dominación del Estado
mexicano a través de las instituciones educativas, que nos habían
despojado de la historia, olvidando y tergiversando la memoria y la
relación con la naturaleza, la autonomía en las decisiones sobre el
territorio y los saberes de curación. Al hacerlo, nos habían arrebatado el pasado y la posibilidad de luchar desde la autonomía, porque la memoria del territorio estaba fuera de él.
El territorio está constituido, además, por los hechos aquí ocurridos, por la manera en que la gente los recuerda. La memoria del
espacio construye sentido de pertenencia. Sin memoria del espacio
se pierde el sentido del mismo. La memoria colectiva de Cherán
es la construcción de los habitantes con base en las experiencias.
Se recurre a lo vivido, lo imaginado, lo platicado o planteado como
real; se acude, también, a lo consignado en los libros y artículos
académicos. Todos se ponen en palabras mediante el recurso de la
conversación y forman parte de la identidad comunitaria.
El recuerdo sobre el territorio construye el sentido comunitario.
La relación con la Madre -Tierra es vital para la sobrevivencia de la
comunidad. Esta no solo es el espacio en el que habita la población
formada por casas, calles y plazuelas; sino, además, por los bosques
y parajes ceremoniales. Los recuerdos son compartidos por todos los
habitantes como si fueran una gran vivencia a través del lenguaje.
En un sentido más profundo, la memoria sobre el territorio está
conformada por todos aquellos que hemos sido parte de la vida:
del presente y del pasado. Por ende, la naturaleza y lo espiritual
marcan nuestra vida cotidiana, esta forma de ver el espacio sigue
existiendo. El recuerdo está marcado por esta relación con la naturaleza. De modo que los comuneros de Cherán no nos limitamos a
habitar y movernos en el estrecho espacio del pueblo, sino en todo
ese vasto territorio en el que se encuentra nuestro pasado y que es
parte de nuestro presente.
Para nosotros, el territorio es un todo no fragmentado, es la casa
que habitamos, los parajes, cerros, ríos, ojos de agua. Los propios nombres en p´urhépecha les dan un significado particular a
los espacios en los que vivimos y caminamos. El territorio tiene
186
Memorias de la autonomía indígena de Cherán K´eri
sus propios significados y sus formas de usarlo como elemento de la vida comunitaria; si se pierde su forma de entenderlo,
pierde su sentido y significados. En el purépecha territorio se
designa al término Minhuarhikuarhu que significa apropiación
o posesión de un territorio por las personas (Pedroza, 2009: 16).
Otro elemento importante para entender nuestra lucha, es saber
cómo estamos organizados con base a los barrios que son parte del
pueblo. De manera que pueblo y barrios son parte de un todo. Los
habitantes de Cherán pertenecemos cada uno a un barrio. El barrio
es la unidad política, familiar, de seguridad y cultural, propia del
pueblo que habla de las diferentes formas de ser y de vivir dentro
del pueblo. El barrio se constituye en una parte de la organización
del pueblo, la identidad del pueblo está mediada por el barrio al que
se pertenece.
La organización política municipal funciona en relación con las
elecciones, ocupación de cargos oficiales y ciertas obligaciones municipales y ceremoniales.
El barrio No. I está al noroeste y es conocido como Jalúkutin
[Jarhúkutin], o en su forma hispanizada Urúkutin [Arúkutin].
Se dice que este nombre significa “en el bordo” o “algo que está
en una esquinita”, aparentemente refiriéndose a su posición sobre el bordo de la barranca más grande o su posición contra una
pequeña colina sobre el bordo noreste del pueblo. El barrio No.
II se llama Kéiku [Kénhiku] o “de abajo” o barrio de abajo y es el
barrio del sudoeste. El No. III, del sudeste, es Kalákua [Karhákua], “de arriba o barrio de arriba” […] El barrio IV es Parícutin
[Parhíkutin], Esta palabra significa “pasar al otro lado” y se refiere a la posición del barrio sobre el bordo de una barranca (Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2011, 27).
La Fogata de los recuerdos
Uno de los grandes logros que hemos tenido como comunidad fue
nombrar a nuestros representantes con base a las asambleas: fogata, barrio y asamblea general. Esta forma de participación surgió de
una larga reflexión asamblearia a partir del diálogo entre el presente y la memoria, el recuerdo de cómo era la organización antes de
los partidos políticos. Si bien, el movimiento agitó profundas fibras
en la memoria de Cherán, la ruta a seguir fue compleja y se abrieron dos grandes vías: una interna y otra externa. Por un lado, la
determinación de cuál sería la mejor forma de gobierno y, por otro,
la lucha por el reconocimiento por parte del Estado.
187
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
El punto de partida fue la decisión de expulsar a los partidos
políticos de la comunidad. La determinación se tomó el 15 de abril
de 2011, día del inicio del movimiento, reunidos en el Calvario en
la que podría considerarse la primera asamblea comunal. El movimiento había iniciado en la madrugada con la retención de varios
vehículos de los talamontes. Unas horas después entraría un comando armado escoltado por la policía municipal con el objetivo
de rescatar a las personas retenidas, lo cual dio lugar al primer
enfrentamiento. Por un lado, los sicarios portaban armas de fuego;
por otro, se resistía desde unas barricadas improvisadas y sin armas de fuego, sino con cohetes usados como proyectiles que se lanzaban horizontalmente hacia los delincuentes. La resistencia fue
exitosa, los malhechores salieron de la comunidad. Sin embargo,
se decía que regresarían nuevamente. La noticia se esparció rápidamente por toda la comunidad de tal forma que comenzamos a
concentrarnos en el Calvario y se organizaron fogatas de vecinos en
las bocacalles, se pusieron troncos y piedras para imposibilitar la
circulación de vehículos.
La concentración de habitantes en el Calvario dio lugar a la organización comunitaria. Se estableció una asamblea permanente
con representación de los cuatro barrios, se determinó expulsar
al presidente municipal, a la policía y a los partidos políticos, y
se estableció la constitución de una comisión para negociar con
el gobernador del Estado. Las demandas se resumían en seguridad, justicia y reconstitución del territorio. En el transcurso de las
negociaciones se comprendió que la única vía para conseguir las
demandas era a través de la autonomía. De tal manera que de abril
a diciembre de 2011 se trabajó en cómo sería la organización de gobierno comunal, qué implicaciones tendría ser autónomos y cómo
sería la relación con el Estado.
A mí en lo particular me gusta llamarle “LA ÉPOCA DEL NEGRO
DURAZO” la que comienza así, en aquel tiempo había una gran
inconformidad por parte de la gente hacia quien era el presidente electo Roberto Bautista Chapina quien fue “desconocido”, por
así decirlo, por el pueblo ya que en ese entonces él había sido
quien le permitió al crimen organizado que entrara a la comunidad y también hacia un muy mal uso del poder al abusar de él
para beneficiar a su familia, llegó a tal grado el descontento de la
ciudadanía que inclusive hubo un tiempo en el que lo corrieron
de la presidencia y estuvo ejerciendo en la casa de la cultura,
había ciertos rumores de que fue y era apoyado por un grupo de
personas “especiales” para poder haber llegado a la presidencia,
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Memorias de la autonomía indígena de Cherán K´eri
además de eso, la población ya se estaba empezando a hartar
de los constantes atentados de vida hacia la población y nuevamente el gobierno no era capaz de darle solución a esto y que
obviamente no actuaba y a esto súmale, por si fuera poco, como
ya lo mencionaba antes estaba presente el crimen organizado
que estaba talando nuestros bosques constantemente con la libertad de no pagar impuestos, ni tener o recibir sanción alguna
ni nada de nada que era lo que más enfurecía a la población
(Sixtos Romero, 2018: 60).
Mientras al interior de la comunidad se reflexionaba sobre la organización comunitaria, hacia el exterior se demandaba el reconocimiento de una forma organizativa propia. El planteamiento de la
estructura de gobierno parte del cuidado del territorio, en una relación de respeto de la Madre - Tierra. Los saberes de la comunidad
se comparten a través de la tradición oral, fue así como se recogió
la organización política y social de Cherán: “Ireta Cherani anapueri
jurámukatecha”. De esa manera se convierte en central la Fogata
como el espacio del recuerdo:
Se enciende el fuego origen del calor, unión y luz de esperanza,
su participación la asimila como una manera de empoderar las
voces de los otros, de aquellos que casi nunca son escuchados
[…] porque para ella representa el sentido de volver a retomar los
sueños mediante la actitud de escuchar al otro con respeto, para
generar discusión y llegar a acuerdos, siendo un valor esencial
que se conoce en Púrhépecha como Tekaatsperantskua […] El
reconocimiento (Jarhánharpekua) de la otra persona es poner
en práctica un valor fundamental de la Kaxúmbekua, pues entiende que todos pueden aportar algo para el bien común, aún
con las diferencias de edad, de género y de barrio (Velázquez
Tapia, 2018: 21).
Las fogatas son la unión vecinal en las esquinas. La unión representa la base de la estructura organizacional actual. Lugar de
discusión que tiene mayor apertura, se proponen directamente
acuerdos, las propuestas para la representación comunitaria y las
actividades que se deben seguir encaminando. El seguimiento de
las propuestas continúa a través de las asambleas barriales, quienes en su conjunto forman la asamblea general.
La lucha de Cherán es por la vida. En medio de las fogatas que
iniciamos en 2011 se contaba cómo se hacían las fiestas, el cuidado del bosque y del territorio. Que los abuelos y abuelas tenían
una relación más cercana con la naturaleza, no se necesitaba tanto el dinero para comer, ni había tantas cosas para comprar. En
189
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
otros tiempos era una comunidad con todo lo necesario para vivir.
También se relataba cómo fueron llegando las ideas de desarrollo
y “civilización”, cómo ocurrió el “Zafarrancho” en 1976, cómo llegaron los partidos políticos en 1989 y cómo fueron dividiendo a la
comunidad a partir de entonces.
En las formas de recordar se hizo necesario hacer memoria
de cómo se autoprotegían los antecesores y se retomó la Ronda
Comunitaria, que se crea para garantizar la seguridad de la población ante enemigos bien identificados o grupos bandoleros que
devastaban a las comunidades y cometían toda clase de atropellos,
la seguridad no era garantizada ni por la policía municipal ni por la
estatal. La Ronda se conforma por comuneros de los cuatro barrios
y es regulada por la asamblea del pueblo. La Ronda tiene como finalidad ayudar a conservar el sentido comunitario.
De esa manera se retomó la forma de organización social comunitaria para ponerla al servicio de la resistencia. Los comuneros
nos ofrecíamos a vigilar la comunidad, entrenar y trabajar para
la seguridad durante todos esos meses de manera voluntaria; así
surgió la Ronda.
También se creó una comisión que tomó las riendas de la comunidad, la cual inició una labor para buscar la forma de organizarnos sin que estuvieran los representantes oficiales. Casi todos en
la comunidad consideramos que la entrada de los partidos políticos
provocó la división y descomposición de los espacios de organización comunal, porque esos espacios servían para quien ostentara el
cargo y no para resolver las necesidades de todos.
Esta nueva estructura tiene como célula fundamental las fogatas, posteriormente las asambleas de barrios y las asambleas generales en donde se discuten y toman la mayoría de las decisiones
de la comunidad a partir de esa fecha. A través de estas asambleas
se han nombrado hasta la fecha quince comisiones integradas por
representantes de todos los barrios de la comunidad. La representación barrial va de cuatro a un integrante por barrio dependiendo
de la importancia y la temporalidad de la comisión. Las comisiones son: (1) General; (2) Fogatas; (3) Honor y Justicia; (4) Prensa y
Propaganda; (5) Alimentos; (6) Finanzas; (7) Educación y Cultura;
(8) Forestal; (9) Agua; (10) Limpieza; (11) Jóvenes; (12) Agricultura y
Ganadería; (13) Comercio; (14) Identidad, y (15) Salud. Al igual que
antaño estas comisiones formadas no son remuneradas y son colectivas. En ese momento hubo un acuerdo de asamblea para que
el presidente municipal concluyera su período, aunque en realidad
190
Memorias de la autonomía indígena de Cherán K´eri
el gobierno municipal estaba prácticamente abandonado. Ni siquiera funcionaba en la sede habitual del gobierno municipal.
En algunos momentos antes del levantamiento los habitantes
de Cherán solicitamos solidaridad a los partidos políticos, pero
ninguno se solidarizó por la vida del pueblo. Además, al Partido
Revolucionario Institucional (PRI) se le identifica con el saqueo y
tala desmedida de los bosques. Ninguno de los tres niveles de gobierno: municipio, Estado y gobierno federal respetaban el marco
jurídico establecido en el derecho positivo. Por eso como comunidad decidimos establecer una forma de gobierno que tuviera el
respeto a la vida dentro de los usos y costumbres que tiene su
fundamento en el artículo segundo constitucional. De esa manera
decidimos impulsar una forma de gobierno con base en las formas
tradicionales de nombrar a nuestros gobernantes desde el barrio,
la asamblea del pueblo, y se propuso un Concejo Mayor. Es cuando se dijo: “ya basta de los partidos políticos”. Este hecho tuvo
más fuerza porque en Cherán gobernaba el PRI, en el gobierno del
Estado el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y en el gobierno federal el Partido Acción Nacional (PAN), y ninguno de ellos
se comprometió con el pueblo.
Más de dos mil integrantes de los cuatro barrios exigimos al
Instituto Electoral de Michoacán que reconociera sus usos y costumbres en la elección de las autoridades municipales; al declararse incompetente el Instituto local, se acudió a la Sala Regional
del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación asentada
en Toluca, pero la Sala Superior del mismo Tribunal usó su capacidad de atracción. Esta institución reiteró el criterio de la tesis
“Comunidades indígenas. Normas que integran su sistema jurídico”, donde los usos y costumbres constituyen el marco jurídico y
político a través del cual una comunidad ejerce su autogobierno y
regula sus relaciones sociales.
La Suprema Corte mandata a los cheraníes a que se consulte en
el municipio para determinar si las elecciones se podrían realizar
a través del sistema de usos y costumbres, para lo cual invocaron
el artículo 2º de la Constitución, en el que se reconoce el Estado
multicultural; así como los acuerdos de San Andrés Larráinzar, en
el punto 4, que dice: “Consulta y acuerdo. Las políticas, leyes, programas y acciones públicas que tengan relación con los pueblos indígenas serán consultadas con ellos”. Asimismo, basan la decisión
en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo
sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, que el
gobierno de México adoptó en junio de 1999 en Ginebra, que en el
191
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
artículo 6º establece, lo siguiente: “los gobiernos deberán: consultar a los pueblos interesados mediante procedimientos apropiados
y en particular a través de sus instituciones representativas, cada
vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles directamente”. Frente a esta victoria por nuestra
autonomía seguimos avanzando no solamente desde el aspecto jurídico sino en lo cultural, político, nuestra propia defensa territorial
y los desafíos ante las encrucijadas que distintos actores quieren
instaurar en el territorio para romper el tejido que venimos construyendo desde 2011.
A modo de inconclusión
Para concluir, en Cherán nos gobernamos con base a los usos y
costumbres que, después de la lucha jurídica, tienen su fundamento en el marco jurídico que rige al Estado mexicano. En este
sentido, la autonomía de la comunidad es obligada a adquirir una
serie de peculiaridades/contradicciones/matices: primero, debe
fundamentarse en la escritura a pesar de poseer una tradición oral;
segundo, parte de la lógica del derecho positivo, es decir, la norma comunitaria se fundamenta en el derecho individual; y, tercero,
debe establecerse un gobierno municipal comunitario como parte
del pacto federal. Sin embargo, nuestros logros en materia autonómica han hecho que otros procesos inicien su lucha dentro del
territorio nacional y que en Cherán exista un permanente dialogo
interno frente a los alcances y desafíos para que podamos perdurar
y fortalecer aún más lo que ya hemos logrado.
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193
La emergencia del cuarto
nivel de gobierno y la lucha
por el autogobierno indígena
en Michoacán, México
El caso Pichátaro
Orlando Aragón Andrade
Introducción: los tribunales como el nuevo campo
de disputa por los derechos indígenas de México
Permítanme iniciar con la premisa, que ya he sostenido en otros
trabajos (Aragón Andrade, 2019), en relación a que nos encontramos, desde inicio de la segunda década de este siglo, en un momento nuevo de la lucha por los derechos de los pueblos indígenas
en México: la de los tribunales como la nueva y principal arena de
disputa. Este nuevo escenario fue producto de una serie de cambios políticos y legales que sufrió en las últimas décadas el Estado
mexicano y su derecho.
Entre los más importantes está el impacto de la globalización
neoliberal del derecho y de la creciente diversificación de fuentes
normativas que esta trajo consigo al derecho estatal mexicano. De
tal forma que, desde las normas de las justicias indígenas a los
tratados de libre comercio, de los imperativos de las organizaciones
internacionales de financiamiento hasta los tratados internacionales en materia de derechos humanos, se ha incrementado sustantivamente la heterogeneidad y fragmentación de lo que desde los
últimos años debe considerarse como derecho estatal mexicano.
Otro factor que contribuyó decisivamente al incremento de la
heterogeneidad y fragmentación del derecho estatal mexicano fue el
protagonismo que los tribunales comenzaron a tomar en la década
de los noventa. Este fenómeno de alcance global, que la literatura sociolegal ha denominado como la judicialización de la política (Sieder, Schjolden y Angell, 2011), se produjo en México en un
195
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
momento en que la fuerza política del poder ejecutivo menguaba
y los tribunales, especialmente la Suprema Corte de Justicia de
la Nación (SCJN) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación (TEPJF), fueron convirtiéndose en los nuevos árbitros
reconocidos para resolver las disputas entre los poderes del Estado
(Ríos, 2007).
A pesar de la importancia política que comenzaron a tener los
tribunales en la última década del siglo XX, el cambio de mayor
peso para que se convirtieran en campos de disputa “favorables”
para las luchas de las comunidades indígenas en México fue la
reforma en materia de derechos humanos que sufrió en 2011 el artículo 1° de la Constitución federal. Esta reforma implicó la aplicación directa de los tratados internacionales en materia de derechos
humanos firmados hasta ese entonces por el Estado mexicano, que
para el caso de los derechos de los pueblos y comunidades indígenas suponían una regulación mucho más amplia y favorable que la
establecida hasta ese momento en el derecho estatal.
El derecho a la consulta previa, libre e informada y los derechos
a la autonomía y autogobierno indígena fueron dos de los temas
que se han privilegiado en los tribunales y que además consiguieron importantes precedentes judiciales en la última década. Casos
como el de la soya transgénica en la península de Yucatán, el de la
presa de “La Parota” en Guerrero y el de la comunidad de Cherán
en Michoacán, son solo algunos ejemplos de los juicios que atraparon los reflectores de los medios de información y que también
llamaron la atención de la academia de los derechos humanos.
A pesar de la atención generada por estos casos en el estudio del
derecho, se han conseguido durante estos años otras importantes
victorias en los tribunales que han pasado prácticamente inadvertidas para los medios de información y casi por consiguiente para
la academia de los derechos humanos atada a la lógica mediática
del litigio estratégico. En contraste, algunos de estos precedentes
“invisibles” están teniendo un mayor impacto en las luchas que las
comunidades indígenas de México sostienen en la actualidad.
Yo mismo he participado (como abogado y como investigador) en
dos de los precedentes judiciales que en materia de derechos de los
pueblos indígenas en México han llamado más la atención en los últimos años. Me refiero a los juicios que llevamos desde el Colectivo
Emancipaciones1 (CE) para la comunidad de Cherán, tanto en la
1 El Colectivo Emancipaciones es una organización de la academia militante que
desde hace nueve años colabora gratuitamente en la lucha por los derechos de
196
La emergencia del cuarto nivel de gobierno y la lucha por el autogobierno indígena en Michoacán, México
Sala Superior del TEPJF en 2011 (SUP-JDC 9167/2011), como el
juicio de controversia constitucional 32/2012 resuelto por la SCJN
en 2014 (Aragón Andrade, 2019). Estos casos han sido precedentes de primera importancia para que otros municipios de Guerrero
(Ayutla de los Libres), Chiapas (Oxchuc) y Morelos (Hueyapan,
Xoxocotla) consiguieran años después el mismo reconocimiento jurídico que Cherán. No obstante, y a pesar de que otros municipios
indígenas de México vienen empujando y dando la lucha, estos casos tienen la gran limitación de que, fuera de la experiencia oaxaqueña, pocas comunidades indígenas en el país tienen el estatus
administrativo de municipio o cabecera municipal. En consecuencia, los triunfos judiciales de Cherán son difíciles de replicar para
la mayoría de las comunidades indígenas de México que aspiran
a conseguir el reconocimiento de su derecho a la autonomía y autogobierno. Para alcanzarlo en la escala municipal se requiere de
complejos acuerdos entre distintas comunidades y poblaciones que
en muchas ocasiones han mantenido conflictos durante décadas e
incluso siglos.
A diferencia de estos casos centrados en la escala municipal, se
ha logrado avanzar en el reconocimiento del autogobierno indígena
en una escala submunicipal y comunal. En efecto, el 18 de mayo
de 2016 el TEPJF emitió una resolución en favor de la comunidad
purépecha de San Francisco Pichátaro en la que ordenó al gobierno
municipal la transferencia de los recursos económicos que les correspondía para que fuera la comunidad (de acuerdo a sus formas
de organización internas) quien los administrara y ejercitara para
atender sus principales necesidades. Este carácter político administrativo de submunicipalidad de Pichátaro y la situación de la
inmensa mayoría de las comunidades indígenas del país explica
por qué, en tan solo cuatro años de haberse conseguido el primer
precedente en el TEPJF, ha logrado replicarse en comunidades indígenas de Michoacán, de Oaxaca, de Jalisco, de Puebla y de la
Ciudad de México2.
autonomía y autogobierno de las comunidades indígenas de Michoacán y México. En
su mayoría lo integramos profesores e investigadores especializados en los estudios
críticos e interdisciplinarios del derecho que trabajamos en diferentes universidades
públicas y centros de investigación de Michoacán, la Ciudad de México, Oaxaca y
Chiapas.
2 En el Estado de Jalisco tenemos a las comunidades wixárikas de San Sebastíán
y Tuxpan de Bolaños que iniciaron juicios contra los ayuntamientos de Mezquitic y
Bolaños, respectivamente. En Puebla la comunidad otomí de San Pablito en contra
del Municipio de Pahuatlán. En la Ciudad de México las colonias y barrios originarios de Xochimilco en contra de la alcaldía de Xochimilco y antes la comunidad
de San Andrés Totoltepec contra la delegación de Tlalpan. En Oaxaca tenemos a
197
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
En esta contribución quiero referirme precisamente a este primer precedente judicial que logró el reconocimiento de su derecho
al autogobierno en un nivel submunicipal, y en el cual también
participé como abogado, junto con mis colegas del CE. De tal suerte
que en las siguientes líneas estudio el contexto, las condiciones y
las novedades del proceso de lucha político - jurídica que la comunidad de San Francisco Pichátaro sostuvo entre 2015 y 2016.
Ahora bien, debo señalar que mi abordaje se basa en la misma propuesta de antropología jurídica militante que he venido cultivando en los últimos años con los litigios y los análisis que he
realizado del proceso de lucha de Cherán (Aragón Andrade, 2019).
Esta propuesta busca enriquecer los estudios de la antropología
jurídica y los derechos humanos a partir de varios principios y objetivos. Primero, se afirma en la posición ético - política de que
la producción del conocimiento sociojurídico debe descansar sobre
el compromiso con los grupos con que trabajamos. No obstante,
este compromiso no es entendido como una buena intención o algo
abstracto, sino como algo concreto y práctico. En este caso, en la
producción de conocimiento útil para que consigan cumplir sus
aspiraciones de alcanzar condiciones de vida más justas. Segundo,
procura visibilizar la contribución de las luchas y los conocimientos
de pueblos y comunidades indígenas en la construcción y consolidación de los derechos humanos; de tal forma que se esfuerza por
invertir la narrativa dominante sobre los derechos humanos que
consiste en atribuir la construcción de estos a los tribunales y a
otros actores institucionales. Tercero, busca a partir de ejercicios
autorreflexivos y autocríticos problematizar los dilemas que enfrentamos los abogados que acompañamos luchas sociales, para generar nuevas prácticas en el ejercicio de la abogacía militante y en la
medida de lo posible conjurar la reproducción del derecho estatal,
en tanto saber excluyente e instrumento de los poderosos. Cuarto,
se esfuerza por enriquecer y complejizar el estudio del derecho en
la práctica, a través de descripciones más densas y robustas de
las dinámicas y relaciones que rigen los distintos espacios, instituciones y campos jurídicos en los que se disputa el derecho y que
solo son posibles capturar desde dentro de la movilización legal.
Finalmente, como quinto objetivo, busca generar y aplicar nuevas
categorías analíticas mediante las cuales sea posible, por un lado,
representar el mundo jurídico desde las propias luchas y, por el
la comunidad de Dolores perteneciente al municipio de Huajuapan de León, entre
otras. En Michoacán las comunidades de Pichátaro, San Felipe de los Herreros,
Arantepacua, Cherán Atzicurín, Nahuatzen, Sevina y Comachuen.
198
La emergencia del cuarto nivel de gobierno y la lucha por el autogobierno indígena en Michoacán, México
otro, mostrar las novedades de los fenómenos político - jurídicos
producidos en el marco de estos procesos de lucha por la autonomía y el autogobierno indígena en México.
La ruta que sigo para orientar mi análisis comienza con un primer apartado que ubica y muestra, a través de un breve recorrido
histórico en el Estado de Michoacán, algunas de las tensiones que
han vivido las comunidades indígenas consideradas dentro del régimen político - administrativo del Estado como submunicipalidades en relación con las poblaciones capitales de sus municipios. En
un segundo momento me concentro en analizar algunas de las condiciones locales y judiciales en las que tuvo lugar la movilización
político - jurídica de la comunidad de Pichátaro. El siguiente apartado lo dedico a estudiar algunos de los elementos centrales de la
estrategia legal que se utilizó en este caso, el papel del conocimiento
jurídico y político de la comunidad en las distintas etapas del proceso legal y los momentos decisivos que la comunidad de Pichátaro
aprovechó para maximizar su triunfo en el TEPJF. Cierro este artículo con un apartado en el que busco reflexionar sobre lo que estimo son las potencialidades disruptivas que supone la experiencia
de Pichátaro para pensar la descolonización del Estado mexicano y
concluyo señalando lo que a mi juicio son los desafíos principales
de estos procesos en la actual coyuntura que vive México.
El gobierno municipal y las comunidades
indígenas en Michoacán. Una historia
de constantes tensiones políticas
Como es conocido, la lucha de las comunidades indígenas por mantener su autonomía es más vieja que el propio Estado mexicano.
Desde la época del régimen colonial de la Nueva España se esforzaron por conservar un estatus diferenciado mediante la república
de indios. Con el nacimiento del Estado mexicano en el siglo XIX,
algunos “pueblos de indios” continuaron en su empeño buscando
constituirse en sede del gobierno municipal, es decir, en ayuntamiento. La historiografía de los pueblos indígenas en ese período
ha documentado para el caso de Michoacán cómo, a partir de las
disposiciones de la Constitución de Cádiz, algunas comunidades
indígenas lograron efímeramente constituirse como ayuntamientos
(Cortés Máximo, 2012).
A pesar de estos esfuerzos de adaptación, la inmensa mayoría
de las poblaciones indígenas de Michoacán quedaron supeditadas,
política y administrativamente, a municipios con una población
199
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
capital (y sede del poder político) controlada por los mestizos o por
poblaciones amestizadas. En el caso de Michoacán este sistema
se fue consolidando hasta que el gobierno municipal quedó integrado, de acuerdo a las leyes orgánicas municipales, en una jerarquía política conformada por una población capital denominada
cabecera municipal, por poblaciones subordinadas (y generalmente
más pequeñas que la cabecera) nombradas como tenencias, y por
poblaciones (aún más pequeñas que la cabecera y las tenencias)
conocidas como encargaturas del orden.
Vale la pena advertir que este esquema político - administrativo
fue y es genérico en Michoacán. Esto quiere decir que no es privativo para las comunidades indígenas, siguen la misma suerte las
poblaciones mestizas. No obstante, lo que sí es importante señalar
es que este criterio y lógica permitió que casi todas las cabeceras
municipales del Estado estén controladas por poblaciones mestizas
y que las comunidades indígenas de Michoacán hayan quedado
históricamente subordinadas a ellas.
El establecimiento de una normatividad estatal, sin embargo, no
implicó el olvido de las aspiraciones autonomistas de las comunidades, y por lo tanto la convivencia entre poblaciones con estatus
de cabecera y las comunidades indígenas con carácter de tenencias
distó de ser armónica (Dietz, 1999 y Castilleja Hernández, 2003).
De hecho, podemos encontrar distintos episodios en donde varias
comunidades indígenas con estatus de tenencias tuvieron que
cambiar de municipios por conflictos, principalmente territoriales,
con sus cabeceras. Los casos de la tenencia de Cherán Atzicurin
(Cheranastico) con el municipio Cherán y de la tenencia Santa
Cruz Tanaco con el municipio de Paracho son ilustradores de estas tensiones. Como consecuencia de estos problemas, desde hace
décadas Cherán Atzicurin pasó a formar parte de la jurisdicción de
Paracho y Santa Cruz Tanaco de Cherán (Calderón, 2004).
Un ejemplo más reciente de las tensiones entre una cabecera municipal y una tenencia indígena es el de la comunidad de Santa Fe de
la Laguna con Quiroga. La problemática entre ambas poblaciones se
debió principalmente al despojo de las tierras comunales que sufrió
en las últimas décadas del siglo pasado la comunidad de Santa Fe a
manos de rancheros de Quiroga (Zarate Hernández, 2001).
A pesar de lo dicho, la dinámica de la relación entre cabeceras
municipales y tenencias no debe ser entendida de manera mecánica. Los nombramientos de las autoridades al interior de las tenencias que son comunidades indígenas son ilustradores del carácter
200
La emergencia del cuarto nivel de gobierno y la lucha por el autogobierno indígena en Michoacán, México
complejo de las disputas por el poder político con las cabeceras
municipales. Si uno hace una revisión histórica de las disposiciones legales en torno al gobierno municipal en Michoacán, se puede
observar en ellas una suerte de vaivén que va de la concentración
del poder en la cabecera municipal a la concesión de una autonomía relativa a las tenencias (Aragón Andrade, 2016). No obstante,
esta relación generalmente no se ha resuelto de manera lineal, ni
necesariamente apegada a las disposiciones legales.
En efecto, el poder político del gobierno municipal se ha concentrado en las autoridades con sede en la cabera municipal, es
decir, el ayuntamiento integrado por el presidente municipal, por el
síndico, por los regidores, etcétera. En contraste, en las tenencias
y en las encargaturas del orden tienen sede autoridades solo con
carácter auxiliar del ayuntamiento, que son conocidas como los
jefes de tenencia y los encargados del orden. Esta condición legal
no obsta para que en muchas ocasiones encontremos comunidades indígenas con jefes de tenencia opositores a los presidentes
municipales, con desacuerdos y peleas abiertas. Estas relaciones
se explican porque, a pesar de lo que pueda estipular la ley, las
comunidades indígenas han conseguido mantener cierto espacio de
autonomía para que el jefe de tenencia o los encargados del orden
procedan de una decisión de la asamblea de sus habitantes y no de
una imposición del ayuntamiento.
201
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Figura 1. Estructura política del municipio en Michoacán
Ahora bien, la situación descrita tampoco debe llevar a realizar la
generalización contraria y a esencializar la dinámica de la relación
entre la cabecera y las tenencias. Si bien se puede presentar una
relación de control y resistencia entre ambas, también es cierto que
pueden mediar entre estos polos otros actores e intereses. El fortalecimiento de la presencia de los partidos políticos en las comunidades indígenas de Michoacán desde las últimas décadas del siglo
XX, por ejemplo, ha generado que sus intereses se sobrepongan en
ocasiones a las disputas entre cabeceras y comunidades indígenas,
a veces para fortalecer el conflicto y a veces para disolverlo.
202
La emergencia del cuarto nivel de gobierno y la lucha por el autogobierno indígena en Michoacán, México
Sin embargo, la lucha de las comunidades por mantener una
autonomía política no ha dejado de manifestarse de una u otra
forma. En los últimos años del siglo XX e inicios del XXI algunas
organizaciones indígenas de Michoacán, por ejemplo, demandaron
un proceso de remunicipalización para que las comunidades indígenas pudieran adquirir la autonomía en el marco del municipio.
El caso más destacado de este planteamiento fue el de la comunidad purépecha de Pamatacuaro perteneciente al municipio de Los
Reyes. Desafortunadamente para la causa de los purépechas de
Pamatacuaro su demanda no prosperó (Ventura Patiño, 2010).
Otra experiencia que es importante referir es la de la comunidad purépecha de Nurio y el municipio de Paracho (Ventura Patiño,
2010). Esta tenencia logró en 2004, después de una intensa presión
y movilización, que mediante un acuerdo político se le entregara para
su administración directa la parte proporcional del presupuesto público que en términos poblacionales le correspondía a la comunidad.
Este logro de la comunidad de Nurio impactó fuertemente en las
aspiraciones autonómicas de algunas comunidades de la región, al
grado de convertirse en un nuevo referente. Desafortunadamente,
casi ninguna tuvo éxito a la hora de intentar replicar este logro.
Esta demanda histórica de las comunidades tomó una nueva
dimensión con el aumento de la presencia del crimen organizado
en la región. A la subordinación política y al reparto discriminatorio
de los recursos económicos, se sumó el problema de la seguridad
que se tradujo, entre otras cosas, en el incremento del despojo de
los bienes naturales de las comunidades, principalmente el bosque
que es el recurso más importante de la meseta purépecha.
El municipio de Cherán fue otro de los escenarios donde la tensión entre la cabecera y la tenencia se incrementó por esta coyuntura. En los años previos al movimiento de 2011, los comuneros de
Cherán identificaron como talamontes a varios habitantes de la tenencia de Santa Cruz Tanaco. Este último conflicto entre Cherán y
Tanaco pudo resolverse, al menos de forma temporal, con un acuerdo político mediante el cual el primer Concejo Mayor de Gobierno
Comunal aceptó que se transfiriera el presupuesto a la tenencia
para que directamente lo administrara (Aragón Andrade, 2019).
Como se puede advertir hasta este punto, la movilización en
el terreno judicial no tuvo un lugar en las experiencias referidas.
Estas se desenvolvieron más bien dentro de un escenario de lucha,
casi exclusivamente, político y en el marco de intentos de reformas
constitucionales que siempre naufragaron (Ventura Patiño, 2010).
203
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Las condiciones de la lucha por el autogobierno
indígena en la experiencia de Pichátaro
La comunidad de San Francisco Pichátaro se ubica en la región
conocida como la meseta purépecha, más específicamente en su
límite con la región lacustre. Estas dos forman parte de las cuatro regiones en donde se asientan las comunidades purépechas en
Michoacán. La comunidad tiene su origen en al menos siete asentamientos de origen prehispánico que para los fines de evangelización
y de control colonial fueron congregados en lo que hoy conocemos
como Pichátaro.
La integración original de la comunidad tiene hasta hoy en día
una importancia fundamental para entender su organización social. Pichátaro se divide y organiza en torno a siete barrios (San
Miguel, Santos Reyes, San Francisco, San Bartolo primero, San
Bartolo segundo, Santo Tomás primero y Santo Tomás segundo),
que según sus habitantes proceden de las siete poblaciones que
conformaron la comunidad. Su importancia es tal, que incluso las
autoridades e instancias de decisión de carácter comunal se encuentran mediadas por el poder de los encabezados de barrio y sus
propias las asambleas de barrio.
Dentro de las comunidades purépechas y para el propio gobierno de Michoacán, Pichátaro ha ocupado un lugar importante en la
vida política reciente. La comunidad fue uno de los principales bastiones de una de las organizaciones indígenas más importantes de
la década de los noventa en Michoacán, la Nación Purépecha. Fue
también en Pichátaro donde el gobierno de Michoacán estableció
en los primeros años de la primera década del siglo XXI el proyecto
de educación indígena más importante realizado hasta ahora en
Michoacán, la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán.
La comunidad de Pichátaro es una tenencia del municipio de
Tingambato. A pesar de ser poblaciones casi con el mismo número
de habitantes dado que, según los datos del último censo (2010),
Pichátaro representa el 36% de la población total del municipio y
Tingambato el 39% (Zertuche Cobos, 2018) nunca, desde que se
instituyó el municipio de Tingambato en 1877, ha resultado electo
un presidente municipal originario de Pichátaro. Hasta antes de
conseguir el reconocimiento del autogobierno y a pesar de la cercanía en densidad poblacional, el ayuntamiento ejercía en Pichátaro
(aún en los momentos de mayor presión) entre el 5% y 6% del presupuesto total que recibía de la federación para todo el municipio.
204
La emergencia del cuarto nivel de gobierno y la lucha por el autogobierno indígena en Michoacán, México
Figura 2. Mapa de ubicación de San Francisco Pichátaro y
del municipio de Tingambato (Michoacán)
Estos dos datos son elocuentes para ilustrar la dramática y escandalosa realidad de la administración pública a la que está sujeta la
inmensa mayoría de las comunidades en Michoacán que comparten la misma condición política administrativa de Pichátaro. Por
esta razón, y por el papel que esta relación de poder ha jugado en
la marginación histórica de las comunidades, es que se puede entender la fuerza y la popularidad que ha alcanzado la demanda de
las tenencias por redistribución de los recursos económicos frente
a sus respectivos ayuntamientos.
Si al cuadro de Pichátaro se le suma que el destino del pequeño porcentaje de recursos ejercidos lo definía unilateralmente el
ayuntamiento en las obras que consideraba como necesarias (con
precios “inflados” por causa de la corrupción), no puede causar
extrañamiento el grado de inconformidad que llegó a generar en la
comunidad.
Esta situación alcanzó un punto de inflexión en 2014 cuando la
comunidad comenzó a movilizarse con mayor fuerza para buscar
una distribución más equitativa del presupuesto. En este sentido,
entre 2014 y 2015, realizaron una serie de acciones políticas como
marchas, tomas de carreteras y diversas formas de protesta que
buscaban conseguir el control del presupuesto que consideraban
suyo. Desafortunadamente para la causa de Pichátaro estas acciones solo consiguieron promesas que jamás se cumplieron y mesas
de diálogo que no llevaron a ningún lado. Para salir de este punto muerto las autoridades de la comunidad decidieron recurrir al
Concejo Mayor de Gobierno Comunal de Cherán para contactar a
sus abogados y en consecuencia sumar el uso del derecho como un
instrumento adicional para la causa que perseguían.
205
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
A pesar de las grandes diferencias entre su historia local y las
trayectorias de lucha de Pichátaro y Cherán, podemos afirmar que
compartieron algunos elementos que han caracterizado la experiencia purépecha de autogobierno indígena en los últimos años.
El primero de ellos fue el descontento generalizado con los partidos
políticos. Esta cuestión es de primer orden de importancia porque
puede que sea la principal singularidad de la lucha reciente por
la autonomía y el autogobierno de las comunidades purépechas
de Michoacán en comparación con otros movimientos indígenas de
otros tiempos y de otras regiones de México.
Al igual que en Cherán, en Pichátaro se concluyó que parte importante de sus problemas derivaban de la acción de los partidos
políticos, de las divisiones que ocasionaban a su interior y de la
defensa de intereses facciosos y económicos ajenos a los de la comunidad. En este caso en particular, el descontento de un amplio
sector de la comunidad se focalizó en que los integrantes de los
partidos realizaban acuerdos políticos con las elites de Tingambato.
Para cuando Pichátaro se organizó, se identificó muy claramente a
un grupo del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que antaño había formado parte de la organización Nación Purépecha, como
el principal beneficiario de la gestión y mediación política entre la
cabecera y la comunidad. A decir de los seguidores del movimiento,
entre los integrantes de ese grupo se repartían las regidurías y demás posiciones del gobierno municipal, sin que hicieran alguna acción mayor que intentara mejorar las condiciones de la comunidad.
El segundo elemento en común consistió en el arribo a un nuevo
pacto político en la comunidad, que quizás en su origen no tuvo mucha solidez (uno de los siete barrios que conforman Pichátaro ha tenido
una actitud ambigua en relación al movimiento), pero sí la suficiente
fuerza para alcanzar un consenso amplio que consistió en no permitir
la instalación de casillas electorales en su comunidad el día de las
elecciones locales; así como rechazar a los partidos políticos, y buscar
la administración directa del presupuesto que les correspondía.
Ahora bien, este pacto político debe entenderse no como cualquier acuerdo, sino como una Constitución a nivel comunitario.
En otro trabajo he argumentado (Aragón Andrade, 2019) sobre la
pertinencia de descolonizar la noción moderna y eurocéntrica de la
constitución para entender con mayor precisión la lógica y el carácter jurídico del conjunto de prácticas y normas de organización
social que las comunidades movilizan en estos procesos; así como
para mostrar cómo se construyen e intervienen política y jurídicamente los derechos humanos.
206
La emergencia del cuarto nivel de gobierno y la lucha por el autogobierno indígena en Michoacán, México
Las Constituciones comunitarias, en tanto pactos políticos fundamentales en esa escala, desempeñan muchas de las funciones
que ejercen las constituciones en los Estados nacionales y plurinacionales (Aragón Andrade, 2019), a pesar de no contar con el mismo
grado de formalismo, el carácter escrito de las normas jurídicas o la
escala del Estado nación. No obstante, no cualquier pacto político
de un pueblo, comunidad, colectivo, etcétera puede considerarse
una Constitución. Desde mi perspectiva se requiere la existencia de
al menos dos elementos indispensables: (I) la recuperación, adaptación o invención de instituciones en las que se da vida a dicho
pacto y (II) la creación o rehabilitación de procedimientos propios
que permitan su defensa (Aragón Andrade, 2019).
Lo anterior quiere decir que el conjunto de prácticas y normas
que activan las comunidades en estos procesos, al menos en los
casos de Pichátaro y Cherán, es distinto al que está vigente en el
contexto de convivencia con los partidos políticos. No obstante,
la vigencia y eficacia de estos conjuntos de prácticas y normas
de justicia y de organización social no son resultado del azar o
del caos, sino justamente de los pactos y consensos políticos que
los articulan.
En consecuencia, una Constitución comunitaria es producto
del universo amplio, diverso, heterogéneo y desigual que constituyen las prácticas y las normas de organización y justicia de
una comunidad determinada. Se trata de una expresión contingente de este universo que articula, bajo una lógica política determinada por un proyecto comunitario, prácticas y normas recuperadas, reformuladas o inventadas, y envía, al mismo tiempo,
a otras que no son compatibles al olvido o a un segundo plano
(Aragón Andrade, 2019).
Para el caso de Pichátaro la consolidación de esta constitución
comunitaria se fue logrando de manera paulatina. En Pichátaro no
hubo un enfrentamiento que derivara en un auto sitio o en la necesidad inmediata de proveerse de una autodefensa (como en el caso
de Cherán), más bien se fueron generando las condiciones según
demandaba la movilización. Por tal motivo, lo primero que ocurrió
fue que el nuevo consenso político consiguió que las asambleas de
barrio volvieran a ser el principal espacio político y deliberativo de
la comunidad, constituyéndose como la base de la institucionalidad del nuevo pacto político. Fue a partir de este espacio que los
encabezados del barrio, la representación de bienes comunales y el
jefe de tenencia (las tres autoridades de la comunidad) apoyaron la
lucha y las acciones que de ella derivaron.
207
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Con esta operación, lo que se produjo fue una subversión del orden jurídico - político que prescribía la subordinación de Pichátaro
a Tingambato, por un pacto político nuevo que contaba con instituciones (los encabezados y las asambleas de los barrios) y procedimientos propios (la posibilidad de que cualquier habitante pueda
presentar algún punto en la asamblea de barrio y la general) para
defender el acuerdo tomado por la mayoría de la comunidad.
El consenso continuó fortaleciéndose y con él la constitución comunal, conforme fue avanzando la lucha. En mayo de 2016, ya con
el juicio iniciado, los barrios de la comunidad dieron un paso más
hacia adelante y tomaron la decisión de romper el vínculo administrativo con la cabecera, desapareciendo la figura del jefe de tenencia e instalando un Consejo Comunal integrado por representantes
de cada una de las asambleas de los barrios de la comunidad.
Un tercer elemento consistió en recurrir al uso contrahegemónico del derecho para apuntalar su lucha. Esperanzados por los
triunfos judiciales de Cherán, las autoridades de Pichátaro nos
buscaron, en tanto CE, mediante el Concejo Mayor de Cherán para
pedirnos que los ayudáramos en su lucha contra el presidente municipal de Tingambato.
Con nuestra entrada a la lucha de Pichátaro comenzó un proceso en donde su constitución comunitaria trascendió la esfera local para, a partir de ejercicios de diálogo y ecologías de saberes
jurídicos (Santos, 2009, 2019; Aragón Andrade, 2019), buscar su
reconocimiento por el derecho estatal. Esta forma de blandir una
constitución comunitaria en la escala nacional (acompañada, claro
está, del uso contrahegemónico del derecho estatal) con el objetivo inmediato de conseguir un reconocimiento jurídico concreto
para una comunidad, pero que al mismo tiempo conlleva en sí mismo una ruptura con el modelo dominante del Estado, es a lo que
he denominado constitucionalismo transformador desde abajo o
más precisamente constitucionalismo comunitario transformador
(Aragón Andrade, 2019).
Este planteamiento está claramente inspirado en la propuesta
del constitucionalismo transformador de América del Sur (Santos,
2012) o lo que también se ha denominado nuevo constitucionalismo
latinoamericano (Clavero, 2008; Gargarella, 2011). Las dos constituciones referentes de este planteamiento, las de Bolivia y Ecuador,
suponían una fuerza disruptiva y transformadora de las estructuras
coloniales heredadas por los Estados latinoamericanos. Una que se
ejercería desde arriba hacia abajo de las estructuras estatales.
208
La emergencia del cuarto nivel de gobierno y la lucha por el autogobierno indígena en Michoacán, México
Es conocido qué pasó con estas experiencias. No obstante, si
se observa con atención las constituciones comunitarias como la
de Pichátaro, al entrar en la arena judicial y en la disputa por el
Estado, es portadora de la misma potencia disruptiva solo que con
un equilibrio de fuerzas invertido. Uno que busca transformar y
descolonizar el Estado desde abajo.
Constitucionalismo comunitario transformador,
uso contrahegemónico del derecho estatal
y ecología de saberes jurídicos en la lucha
político-jurídica de Pichátaro
A más de cuatro años de haberse resuelto el caso de Pichátaro, y
con la proliferación de este procedimiento judicial en Michoacán y
otros Estados de México, puede parecer que la compleja ruta político - jurídica que nos tocó diseñar (tanto a la comunidad, como al
CE) fue casi un trámite. No obstante, no hay que olvidar que hasta
este momento dicha ruta no existía y mucho menos un precedente
judicial de esta naturaleza.
El camino comenzó a tomar forma después de varias reuniones
de trabajo con las autoridades de Pichátaro y de estudiar en el
CE las ventajas y desventajas de los diferentes procedimientos que
podríamos utilizar para judicializar la demanda de la comunidad.
Vale la pena advertir que la práctica jurídica que orienta el uso
contrahegemónico del derecho estatal por parte del CE no se limita,
como lo he señalado (Aragón Andrade, 2019), al uso estratégico de
las normas del derecho estatal en favor de las comunidades indígenas. Para nosotros esta acción, aunque meritoria, es insuficiente.
Nuestro trabajo parte de intentar subvertir en la medida de lo posible la reproducción del discurso excluyente del derecho estatal,
que pervive a mi juicio en las prácticas jurídicas que no cuestionan
la centralidad del conocimiento técnico del derecho estatal y de los
abogados, aun cuando estas sean utilizadas para defender luchas
y causas populares. A estas prácticas las he aglutinado bajo la noción del “abogado rey” porque bajo esa tesitura el abogado se convierte en el único sujeto capaz de dirigir la lucha social hacia buen
camino y por consecuencia desplaza del protagonismo político a los
actores sociales que sostienen la movilización.
Por tal motivo, en nuestra experiencia como CE buscamos basar
nuestra práctica de acompañamiento jurídico con las comunidades
indígenas en una lógica que parte de que deben ser estas las protagonistas de sus luchas y de que poseen conocimientos políticos y
209
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
jurídicos determinantes para llevar a buen fin una intervención en
cualquiera de los campos del derecho estatal. Orientados por estas
premisas es que tomamos en conjunto todas las decisiones políticas y jurídicas con las comunidades o sus representantes.
El trabajo con Pichátaro no fue una excepción en esta lógica
de colaboración. Fue entonces que en conjunto con ellos decidimos apostar nuevamente por la jurisdicción electoral. A la par de
esta decisión tuvimos que trabajar en la argumentación jurídica
que nos permitiría presentar un asunto que aparentemente solo era
sobre dineros en una jurisdicción electoral. La necesidad nos obligó
a, por primera vez, plantear en el TEPJF los derechos políticos de
las comunidades indígenas más allá de la potestad de elegir o una
autoridad, o un sistema de gobierno; incluso más allá de solicitar
la participación de las comunidades en una decisión del Estado
mediante alguna consulta. El planteamiento que formulamos en el
escrito de demanda consistió en realizar una interpretación amplia
de la libre determinación y autonomía de las comunidades indígenas, en tanto derechos de carácter intrínsecamente políticos, que
se esforzó en mostrar sus múltiples e interdependientes dimensiones (tal como se establece en el artículo 7 del Convenio 169 de la
Organización Internacional de Trabajo y los artículos 3°, 4°, 5°, 20
y 21 la Declaración de Derechos para los Pueblos Indígenas de las
Naciones Unidas) y que por lo tanto eran susceptibles de tramitarse
en la jurisdicción electoral.
Fue así que nuestro argumento giró en torno a que el derecho
político de libre determinación incluía derechos como al desarrollo
propio y a la participación efectiva en la vida política del Estado. A
la luz de estos, sostuvimos que el TEPJF debía hacer una interpretación sistemática e integral de lo dispuesto en el Convenio 169,
en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los
pueblos indígenas y en el artículo 2° constitucional con lo establecido en el 115 de la Constitución, ya que si bien este último artículo
(que regula el gobierno municipal en México) no contemplaba la posibilidad de que el ayuntamiento transfiriera el presupuesto público para que lo administrara directamente una comunidad indígena,
tampoco lo prohibía explícitamente.
Con este planteamiento madre iniciamos el camino de la judicialización. El primer paso se materializó en una solicitud formal firmada por las autoridades de Pichátaro que se dirigió al presidente
municipal de Tingambato. En ella se le pidió que realizara la transferencia de recursos a la comunidad. Dicha solicitud, como lo esperábamos, fue respondida en sentido negativo por la presidencia
210
La emergencia del cuarto nivel de gobierno y la lucha por el autogobierno indígena en Michoacán, México
municipal y a partir de ahí generamos el acto de autoridad que
nos permitió llevar a juicio al ayuntamiento de Tingambato, con
un escrito de demanda firmado nuevamente por las autoridades
comunitarias.
Por tratarse de un asunto sin precedente, fue atraído por la Sala
Superior del TEPJF. De la interposición de la demanda a la emisión
de la sentencia transcurrieron nueve meses en total, un periodo
bastante largo para el tiempo en el que suele resolver sus asuntos la jurisdicción electoral. Fue el día 18 de mayo de 2016 cuando la Sala Superior del TEPJF resolvió el juicio con número SUPJDC-1865/2015 a favor de la comunidad y ordenó al ayuntamiento
de Tingambato la entrega del presupuesto, previa consulta a la comunidad para “definir los elementos cuantitativos y cualitativos de
dicha transferencia”.
Ganar el juicio, sin embargo, no solo implicó el trabajo y el diálogo
jurídico con la comunidad para crear un argumento. También supuso toda una estrategia amplia que incluyó visitas de los comuneros
y comuneras de Pichátaro a los magistrados de la Sala Superior del
TEPJF y una importante construcción de alianzas con la academia
y las organizaciones sociales que se materializó en un amicus curiae
que terminó siendo determinante en la resolución del caso.
Hasta este punto, además de las alianzas con otros actores, el
trabajo en diálogo con la comunidad había resultado importante.
No obstante, fue en la etapa de la ejecución de la sentencia cuando
los conocimientos jurídicos y políticos de la comunidad se tornaron
más determinantes para lograr sacar con éxito todo el proceso.
Tal como lo describe ampliamente mi colega y amigo del CE Víctor
Zertuche Cobos (2018), el asunto no terminó con la emisión de la
sentencia. A pesar de que las autoridades que promovieron la demanda en el TEPJF lo hicieron en su carácter de representantes de
Pichátaro, la Sala Superior solo hizo un reconocimiento parcial de
la potestad política que supone su investidura. Si bien les reconoció
la personalidad y dio un fallo favorable en la demanda que ellos firmaron a nombre de la comunidad, también ordenó la realización de
una consulta previa, libre e informada para “definir elementos cualitativos y cuantitativos relativos a la transferencia del presupuesto
y las obligaciones correlativas”. El principal problema para la lucha
de la comunidad fue que este mandato abría un proceso adicional
en el que el ayuntamiento tendría la oportunidad de entorpecer,
retrasar y hasta revertir el reconocimiento realizado por el propio
TEPJF. Por tal motivo, la organización de la consulta se convirtió en
211
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
otro momento de disputa entre la comunidad, el Instituto Electoral
de Michoacán (IEM) (institución obligada a organizar la consulta),
pero sobre todo con el ayuntamiento de Tingambato. Debido a esta
situación los conocimientos y experiencias de las autoridades y representantes comunitarios sobre su pueblo y sobre el entramado
político del ayuntamiento orientaron los pasos legales que dimos
en todo el trecho pendiente para la ejecución final de la sentencia.
Pongo al frente tres cuestiones que ilustran la importancia del
conocimiento de la comunidad en la ejecución de la sentencia en
el caso de Pichátaro. La primera cuestión que se estuvo debatiendo fue a quién se debería hacer la consulta. Hasta este momento
el único precedente de consulta previa, libre e informada que se
tenía era el que el propio IEM había realizado en Cherán, en 2011.
Este antecedente llevó a que los consejeros del IEM, durante algún
tiempo, sostuvieran que la consulta en Pichátaro tenía que hacerse
a la asamblea general o en las de los siete barrios. A pesar de que
estábamos seguros del respaldo comunitario a la lucha, más aún
con el triunfo en el TEPJF, éramos bastante conscientes de que si
se llegaba a realizar de esta manera la consulta sería la oportunidad perfecta para que el ayuntamiento de Tingambato interviniera
en la comunidad cooptando personas y dividiéndola con dinero o
despensas, o simplemente generando un acto de violencia que impidiera la culminación de este proceso y con él la transferencia del
presupuesto de la comunidad.
Por tal motivo, la primera cuestión de la que nos ocupamos fue
de establecer, aprovechando un fraseo en la sentencia, que la consulta sería únicamente a las autoridades comunitarias. Esto es al
jefe de tenencia (figura que, aunque había ya desaparecido, se consideró importante incorporar a la consulta por haber sido un actor
del juicio), a la representación de bienes comunales y a los encabezados de barrio. Esta decisión se basó en la seguridad de que las
autoridades estaban plenamente con el movimiento. Por otro lado,
este planteamiento correspondía con la forma de organización interna de la comunidad, y por lo tanto era perfectamente sostenible
en términos legales, según lo dispuesto en la ley que regula el derecho a la consulta en Michoacán.
Fue así como finalmente se realizó la consulta. Primero conseguimos convencer al IEM y seguimos avanzando a pesar de la incredulidad del ayuntamiento de Tingambato, que para ese momento
intentaba detener el proceso buscando el apoyo del gobierno del
Estado y de algunos diputados. El hecho de que finalmente fracasara en su intento, no quiere decir que no contara con el respaldo
212
La emergencia del cuarto nivel de gobierno y la lucha por el autogobierno indígena en Michoacán, México
de estos actores. De hecho, el día que se realizó la consulta en
la comunidad, unos pocos minutos antes de que se efectuara, los
consejeros del IEM recibieron una llamada del propio secretario de
gobierno pidiéndoles que no realizaran la consulta. Esto finalmente
no ocurrió, tanto por la irracionalidad de la petición, como por la
organización de la comunidad que ya había previsto que una situación así pudiera presentarse.
El segundo punto fue sobre qué cuestión versaría la consulta.
El TEPJF estableció que el objeto de la consulta era el de “definir
elementos cualitativos y cuantitativos de la transferencia del presupuesto y de las obligaciones que con ella contraería la comunidad”.
Esta enunciación, a nuestro parecer del todo vaga, era otra de las
cuestiones que requería toda la atención ya que podía interpretase
de muchas maneras: desde si solo algunas partidas del presupuesto
público se transferirían a la comunidad, hasta quedar subordinados
en la rendición de cuentas al ayuntamiento. Por esta razón invertimos nuestros esfuerzos en darle contenido también a este punto de
la consulta. Nuevamente esta cuestión implicó una disputa, aunque
menor en comparación con la anterior, que finalmente fue aceptada
por el IEM y a la que el ayuntamiento no le prestó atención. En común acuerdo con las autoridades de la comunidad decidimos orientar las preguntas de la consulta hacia dos puntos que terminaron
por cimentar el modelo de autogobierno a nivel submunicipal que
hoy se está propagando. Dichas interrogantes fueron las siguientes:
1) Derivado de su derecho a la libre determinación ¿están de
acuerdo en la transferencia de las atribuciones, responsabilidades
y de los recursos económicos de manera proporcional en relación
a la cantidad de habitantes y al total del recurso del municipio de
Tingambato, Michoacán, para su ejercicio y administración directa
por parte de la comunidad purépecha de San Francisco Pichátaro?
2) ¿Qué autoridad tradicional, comunal y representativa, sería
la titular y responsable de la transferencia, del cumplimiento de las
atribuciones, responsabilidades y administración de los recursos
económicos?
Las respuestas a estas dos preguntas fueron en sentido positivo y unánime por las autoridades, aceptando la transferencia de
las obligaciones y derechos que implicaba brindar los servicios que
antes detentaba el ayuntamiento y señalando que la autoridad responsable de brindarlos y de responder por el presupuesto sería el
Consejo Comunal que, como lo dije, ya había sido nombrado unos
días antes de que la comunidad ganara la sentencia.
213
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
La tercera cuestión se presentó al momento en que el IEM validó la consulta en Pichátaro y el ayuntamiento se vio obligado a
entregar el recurso a la comunidad. En ese momento la actividad
del gobierno municipal se incrementó jurídicamente hablando en el
proceso de lucha mediante impugnaciones que alegaban todo tipo de
cosas, desde la exclusión de la participación política de las mujeres
en el proceso, hasta la supuesta oposición de sectores de la comunidad a la transferencia del presupuesto y las funciones de gobierno.
Nuevamente la organización y el conocimiento político y jurídico de
la comunidad fueron vitales para salir triunfantes de este punto.
Respecto a la participación política de la mujer, y sin negar que
todas las autoridades consultadas fueron varones, ya se había hablado con las autoridades y representantes de la comunidad para
que tuvieran presente que en esta nueva etapa que iban a iniciar de
autogobierno se tenía que fortalecer sustantivamente la participación de las compañeras. Así que mediante sus propios mecanismos
integraron a comuneras al Consejo Comunal.
En base a las impugnaciones firmadas por decenas de personas
originarias de Pichátaro en contra de la transferencia del presupuesto y las funciones de gobierno a la comunidad, pudimos documentar, con la ayuda de los encabezados del barrio, que varios de
los firmantes se trataban de personas que ya habían muerto o del
uso de una copia de la credencial de elector de gente que no había
dado su permiso (estas copias se entregaban a los funcionarios del
ayuntamiento cada vez que les daban un apoyo o servicio). De tal
forma que conseguimos que un gran porcentaje de estas personas
firmaran el desistimiento de la demanda que nunca habían interpuesto bajo su propia voluntad. Realizamos, además, una visita
a los magistrados de la Sala Superior del TEPJF con varias de las
personas engañadas para que conocieran de viva voz cómo habían
obtenido la copia de sus credenciales y cómo en muchos casos se
había falsificado su firma.
Estas impugnaciones fueron acumuladas con una acción judicial que realizamos por el desacato de la sentencia en el que estaba incurriendo el presidente y el ayuntamiento de Tingambato,
puesto que ya había transcurrido el plazo de tiempo que el TEPJF
le había dado para cumplir la sentencia y no lo había hecho.
Afortunadamente para la causa de la comunidad, el TEPJF desechó
las impugnaciones en contra de la consulta, amonestó al presidente municipal de Tingambato y vinculó, en esta ocasión, al propio
Congreso de Michoacán para materializar los resultados de la consulta previa, libre e informada.
214
La emergencia del cuarto nivel de gobierno y la lucha por el autogobierno indígena en Michoacán, México
A pesar de este nuevo fallo judicial, el presidente municipal todavía buscó no cumplir con la sentencia apelando al respaldo político del gobierno y del Congreso del Estado. No fue sino hasta
noviembre de 2016, en las vísperas de que se le venciera el nuevo
término que le había dado el TEPJF para cumplir la resolución, que
el presidente municipal de Tingambato entregó, en una mesa política presidida por la secretaria de gobernación, el respectivo acuerdo de cabildo para que la Secretaria de Finanzas del gobierno del
Estado transfiriera el presupuesto a la comunidad de Pichátaro.
Palabras finales: la emergencia del
autogobierno indígena a nivel submunicipal
y sus desafíos en la actual coyuntura
No es una casualidad que haya escogido para el título de este trabajo
la palabra “emergencia”. Recurrí a este término para mostrar algo
que ha estado ahí, latente, pero que por diferentes razones sale a la
luz para mostrarse bajo condiciones concretas dadas por su contexto. En este caso lo que emergió mediante la movilización del discurso
de los derechos humanos y las condiciones fragmentadas del Estado
mexicano y su derecho fue un cuarto nivel de gobierno, que desde
una perspectiva de facto ha estado presente y “funcionado” parcialmente desde hace mucho tiempo en México. Sin embargo, su emergencia expresa algo más que una simple realidad vieja o preexistente. La resolución que ganó la comunidad de Pichátaro en 2016,
legalizó e incorporó formalmente al derecho estatal mexicano una
realidad completamente disonante a la lógica y a las bases coloniales
sobre las que históricamente se ha construido el Estado mexicano.
En efecto, a diferencia de la lógica que excluyó y subordinó a las
comunidades indígenas en la conformación de los municipios del
Estado mexicano, la victoria judicial de Pichátaro implica la ruptura con un paradigma y la apertura a una forma distinta de estatalidad “indianizada” en la que la base misma del Estado colonial
mexicano es cuestionada y desbordada en un doble sentido: en la
escala y en las prácticas y principios políticos que se movilizan en
la comunidad de Pichátaro, y en general mediante el ejercicio del
autogobierno indígena.
Desde su reconocimiento judicial las actuaciones legales del
Consejo Comunal de Pichátaro revisten las mismas consecuencias
legales que las de un ayuntamiento, solo que en una escala submunicipal. Tienen derechos y obligaciones análogas por la transferencia de estas funciones. Ahora comparten obligaciones que van
215
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
desde ser sujetos de fiscalización por parte de la Auditoria Superior
del Estado de Michoacán, hasta ser considerados autoridades responsables ante eventuales juicios. Pero también atribuciones que
van desde la definición y administración de su presupuesto asignado, hasta la personalidad para actuar legalmente. Es justamente
por esto que hablo de un cuarto nivel de gobierno3.
El ejercicio del autogobierno indígena a nivel comunitario o
submunicipal lleva más allá las consecuencias políticas y jurídicas para las comunidades indígenas respecto a los acuerdos que
reseñé en aparatados previos realizados por algunas de estas con
ayuntamientos y el gobierno del Estado, puesto que administrar el
dinero no implica de ninguna manera el reconocimiento de sus comunidades, sus autoridades, ni sus actuaciones como órdenes de
gobierno. No al menos para el Estado mexicano. Lo mismo podría
decirse de la actual propuesta que defiende la nueva burocracia indígena del gobierno federal: el reconocimiento de las comunidades
indígenas como sujetos de derecho público. No es lo mismo tener
reconocida la personalidad jurídica, aunque en efecto esto pueda
conllevar a la posibilidad de administrar y gestionar recursos, que
actuar como orden de gobierno y tener entre otras atribuciones la
administración, el ejercicio y la gestión del presupuesto público.
Ahora bien, a pesar de que todas estas alternativas son perfectamente válidas para las comunidades según sus circunstancias,
no se puede dejar de señalar que sí presentan una gran diferencia
sobre todo en relación al modelo colonial y excluyente del Estado
mexicano. Un acuerdo político queda en lo específico y no supone
ninguna transformación del orden político y jurídico estatal. El reconocimiento de sujeto de derecho público apenas sugiere la asimilación de las comunidades a figuras ya existentes en el derecho estatal. En cambio, el ejercicio del autogobierno a nivel submunicipal
en el modelo de Pichátaro implica una serie de potenciales transformaciones para el Estado mexicano de mucha mayor profundidad.
No solo se trata de romper con la triada político - administrativa (Federación, Estado y Municipio) sobre la cual se ha sostenido el Estado mexicano, sino de incorporar desde la base misma del Estado otras lógicas de gobierno y participación política
como las que suponen el ejercicio asambleario de las comunidades
3 La idea del cuarto nivel de gobierno no es nueva, ya ha sido pensada previamente
desde otras experiencias, figuras y realidades. Especialmente se han realizado trabajos desde Tlaxcala y Puebla (Olmedo, 1999; Miquel y Cazarín, 2017). Sin embargo,
ninguno de estos análisis se refiere en el mismo sentido al ejercicio de autogobierno
indígena que aquí presento.
216
La emergencia del cuarto nivel de gobierno y la lucha por el autogobierno indígena en Michoacán, México
purépechas. Las transformaciones que estas suponen para los demás niveles del Estado serían enormes.
Como toda realidad en ciernes, el proceso de autogobierno en
Pichátaro es frágil. No solo está sometido a un sistema que se niega
con toda su fuerza a cambiar y que dificulta hasta el límite posible el ejercicio de sus derechos ya reconocidos, sino también a la
inexperiencia de la gente en la administración pública y a la enorme expectativa que estos procesos generan en la comunidad. Una
muestra patente de esta situación fue la inestabilidad que tuvo la
integración de su primer y segundo Consejo Comunal, debido al
descontento de las asambleas de barrio con su gestión.
El camino cuesta arriba para el proceso de autogobierno indígena de Pichátaro continua. No se acabó con el triunfo en el TEPJF,
sino que apenas fue un primer paso que mantiene vivo este proceso
de transformación social. Hoy a más de cuatro años de su triunfo
judicial los partidos políticos y sus diputados se niegan a realizar
las armonizaciones legislativas necesarias para adecuar las leyes
de Michoacán a esta nueva realidad jurídica, a pesar de que al día
de hoy hay ya otras cuatro comunidades con una condición jurídica igual que la de Pichátaro. Con todo, la lucha que iniciaron en
2014 y judicializaron en 2015 ha inspirado a otras comunidades
indígenas que han comenzado su propio camino en las sendas del
autogobierno indígena y que hoy en día representan ya un verdadero desafío al modelo colonial del Estado mexicano.
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219
Sobre las autoras y los autores
Luciana García Guerreiro
Socióloga (UBA). Integrante del Grupo de Estudios Rurales y del
Grupo de Estudios de los Movimientos Sociales de América Latina
en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA), Argentina.
Integrante de los Grupo de Trabajo “Pueblos indígenas, autonomías
y derechos colectivos” y “Territorialidades en disputa y re-existencia” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
Correo electrónico: lgarcia@sociales.uba.ar
Fátima Monasterio Mercado
Abogada por la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno
(UAGRM, Bolivia) e integrante del Grupo de Estudio Pueblos
Indígenas, Estado y Poder (FLACSO Argentina).
Correo electrónico: fatimamonasterio@gmail.com
Patricia Costas Monje
Socióloga boliviana y Máster en Género, política y sociedad en
PRIGEPP - FLACSO Argentina. Las temáticas que ha abordado a lo
largo de su carrera se enmarcan en la sociología de los movimientos
sociales, análisis de la conflictividad, desarrollo rural, autonomías
indígenas y género. Fue Directora General de Autonomías Indígena
221
Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Originario Campesinas en las gestiones 2011 y 2012. Formó parte del Grupo de Trabajo “Pueblos indígenas y procesos autonómicos” (2017-2019) del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
(CLACSO). Correo electrónico: patycostasmonje@gmail.com
Pabel López
Investigador asociado al Postgrado en Ciencias del Desarrollo
(CIDES-UMSA) en Bolivia. Doctor en Sociología por la Scuola
Normale Superiore (SNS) y la Universidad de Milán ‘Bicocca’ en Italia.
Postdoctorante en el Instituto de Estudios de América Latina y el
Caribe de la Universidad de Buenos Aires (IEALC-UBA). Integrante
y ex coordinador de los Grupo de Trabajo “Territorialidades en
disputa y re-existencia” y “Pueblos indígenas, autonomías y derechos colectivos” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
(CLACSO). Correo electrónico: velpalopezflo@gmail.com
Gisela Hadad
Socióloga (UBA), Magíster en Estudios Latinoamericanos (UCM,
Madrid) y Doctora. en Ciencias Sociales (UBA). Investigadora del
CONICET. Integrante del Grupo de Estudios Rurales y del Grupo
de Estudios sobre Movimientos Sociales en América Latina (GERGEMSAL), Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA).
Docente de la Cátedra de Sociología Rural (Fac. Cs. Sociales, UBA).
Co-coordinadora del Grupo de Trabajo “Pueblos indígenas, autonomías y derechos colectivos” (CLACSO).
Correo electrónico: giselahadad@hotmail.com
Rafaela Nunes Pannain
Doctora en Sociología, Universidade de São Paulo. Investigadora en
el Centro Brasileiro de Análise e Planejamento (CEBRAP). Integrante
de los Grupo de Trabajo “Pueblos indígenas, autonomías y derechos
colectivos”. Correo electrónico: rafaelanpannain@gmail.com
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Sobre las autoras y los autores
Malely Linares Sánchez
Docente-investigadora de la Universidad Autónoma de Zacatecas,
Periodista, fotógrafa y Licenciada en Ciencias Sociales por la
Universidad Distrital Francisco José de Caldas, es Maestra
en Estudios Latinoamericanos y Especialista en Negociación
y Gestión de Conflictos Políticos y Sociales por la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM). Es Doctora en Estudios
Latinoamericanos (UNAM). Sus principales temas y líneas de investigación son: Estado y sociedad: instituciones, procesos políticos
y movimientos sociales en América Latina; procesos de paz como
construcción social y; comunicación y feminismo.
Correo electrónico: betmalisa@gmail.com
Natalia Boffa
Doctora en Historia y Becaria CONICET por el Departamento de
Humanidades, Universidad Nacional del Sur (UNS), Bahía Blanca,
Argentina. También se graduó como Licenciada en Historia,
Profesora en Historia y Profesora de Educación Primaria (UNS).
Actualmente se desempeña como Coordinadora del Colectivo de
Estudios e Investigaciones Sociales (CEISO) y es docente en el nivel
superior. Tiene una larga trayectoria en eventos científicos, publicaciones y proyectos de extensión universitaria.
Correo electrónico: nataliaboffa@hotmail.com
Orlando Aragón Andrade
Abogado y Doctor en Ciencias Antropológicas. Coordina el
Laboratorio de Antropología Jurídica y del Estado en la Universidad
Nacional Autónoma de México-Morelia, en donde además se desempeña como profesor e investigador. De manera indisociable a su
labor académica, acompaña y asesora legalmente múltiples procesos de autonomía y autogobierno indígena en México, desde el
Colectivo Emancipaciones del cual es miembro fundador.
Correo electrónico: orlando_aragon@enesmorelia.unam.mx
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Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala
Fogata Kejtsitani Memoria Viva
La fogata es un espacio de encuentro y una institución política
comunitaria en donde se debaten los temas de trascendencia para la
comunidad sin intervención de los partidos políticos. Actualmente se
encuentran activas más de 100 fogatas. El artículo que integra este
libro fue realizado por integrantes de la fogata Kejtsitani, Memoria
Viva que es un espacio plural, caracterizado por el trabajo orgánico
y articulado entre comuneras, comuneros y acompañantes externos
comprometidos con el proceso de organización comunitario de
Cherán desde la investigación crítica y militante y la Investigación
Acción Participativa (IAP). Estas características han permitido un
diálogo horizontal en la toma de decisiones frente a las distintas
acciones que se han puesto en marcha.
A través de esta fogata se pretende investigar, documentar,
resguardar y difundir nuestros valores, usos y costumbres, así
como nuestras luchas pasadas y presentes. Con la recopilación
de testimonios orales esperamos producir una narrativa propia
que capture la naturaleza compleja del esfuerzo de Cherán
por desarrollar instituciones políticas, educativas y culturales
autónomas. Este proyecto es de enorme importancia debido a
que comprende el caso de un municipio que por vez primera en la
historia del país asume de manera colectiva un cambio político y
cultural basado en la forma de gobernarse. El proyecto visibiliza
una pluralidad de voces (diferentes en género, generación y saberes)
que posibilita el diálogo al interior de la comunidad acerca de sus
visiones y expectativas del proceso autónomo. Además, propone
contrarrestar el sentimiento de polarización en la comunidad de
Cherán a partir de una socialización de la información recopilada
mediante entrevistas orales, ya que estas brindarán una narrativa
colectiva en la que se reflejarán tensiones entre distintos puntos de
vista y opiniones consensuadas sobre los logros y las limitaciones
del movimiento cheranense por la autodeterminación. Ver en
https://kejtsitani.wordpress.com/saberes/ Correo electrónico:
kejtsitani@gmail.com
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Colección Abya Yala
Somos como paja de páramo,
que se la arranca y vuelve a crecer.
Y de paja de páramo
sembraremos el mundo.
Dolores Cacuango
En los últimos años las luchas de los pueblos originarios de América latina han adquirido un enorme protagonismo. Portadores de
memorias e historias de resistencias en la estela de los tiempos
coloniales, nos recuerdan aquello que el dominio de occidente y el
capitalismo nos han expropiado: sus relaciones y conocimientos
con la pachamama, el pachakutik, el sumak kawsay y los amautas.
Desde el último cuarto del siglo XX las organizaciones de estos
pueblos se articularon en clave nacional e internacional, al ritmo
de las transformaciones que atraviesan al capitalismo que hoy los
explota; y han ido también transformando sus luchas y demandas:
hoy (como siempre, aunque de manera distinta) luchan por las autonomías, por la autodeterminación, por sus derechos colectivos y
por el respeto a su identidad cultural.
Además de la continuidad histórica en sus luchas anticoloniales
(contra el colonialismo tradicional, contra el neocolonialismo y contra el colonialismo interno de los estados nación y de una parte de
nuestras sociedades), también impulsan y se solidarizan con otros
explotados y excluidos, del continente y del mundo.
Así, al compás de las luchas populares por estas tierras, desde
Editorial El Colectivo decidimos impulsar la Colección Abya Yala,
nombre originario del pueblo Kuna, como otra forma emancipatoria
para llamar a Nuestramérica. Al publicar los Manuales de la Escuelita Zapatista con el título “La libertad según lxs zapatistas”, y “El
pensamiento crítico frente a la hidra capitalista”, junto con otros
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colectivos editoriales y la Red de solidaridad con Chiapas, nos entusiasmó la necesidad de una colección específica que distinguiera
la experiencia de los pueblos y comunidades indígenas de aquellas
luchas compartidas, que veníamos publicando en la Colección Chico Mendes, Ensayo e Investigación o Pensamiento Latinoamericano. Allí nomás, un grupo de investigadores latinoamericanos nos
propuso publicar sus primeros artículos sobre experiencias de autonomías indígenas en todo el continente. Llamamos a estos libros:
“Pueblos originarios en lucha por las autonomías: experiencias y
desafíos en América Latina” y “Movimientos indígenas y autonomías en América Latina: escenarios de disputa y horizontes de posibilidad”. Con ellos, inauguramos esta colección con el propósito
de compartir voces, ideas, experiencias e investigaciones sobre los
pueblos originarios de Abya Yala.
Hay luchas específicas y luchas compartidas. Hay cuentas pendientes, y resistencias que se actualizan. Las autonomías, el sumak kawsay, la democracia comunitaria, el estado plurinacional,
las relaciones interculturales, los principios de reciprocidad y solidaridad y el pluralismo jurídico se suman a la crítica al estado (uni)
nacional y al sistema capitalista; al imperialismo y a la continuidad
colonial; al patriarcado; a la sobreexplotación de la naturaleza; y a
la persistencia del racismo en nuestras sociedades.
Queremos publicar libros para conocer su persistencia, su continuidad histórica, y su creatividad tan propia de nuestros pueblos
que se reinventan con cada lucha. Para aprender de ellos, para
aprender con ellos, para aprender juntos. Para que “la letra no entre con sangre”. Para compartir las letras y las voces de quienes
luchamos por un mundo más igualitario y diverso.
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Otros títulos de Editorial El Colectivo
COLECCIÓN INVENTAMOS O ERRAMOS
Infancias dignas o como descolonializarse
Manfred Liebel
La Educacion Popular Latinoamericana
Oscar Jara
Educaciones populares y pedagogias criticas
Fernando Lazaro, Ezequiel Alfieri y Fernando Santana (Coords.)
COLECCIÓN CHICO MENDES
La revolución de una semilla
Carlos Vicente y Patricia Lizarraga (coords.)
Hábitat, autogestión y horizonte socialista
Construyendo con y sin ladrillos la nueva sociedad
María Carla Rodríguez (coord.)
Extractivismo Urbano
Debates para una construcción colectiva de las ciudades
Ana María Vásquez Duplat
COLECCIÓN ENSAYO E INVESTIGACIÓN
El tiempo que nos tocó
Mariano Féliz
Estados en disputa
Hernán Ouviña y Mabel Thwaites Rey (Coords.)
Marx Populi
Miguel Mazzeo
COLECCIÓN REALISMO Y UTOPIA
Historias de Gallero
Antonio García
El Chavismo Salvaje
Reinaldo Iturriza
Distribuye Herramienta
Paula Díaz, tel: 011-1559965021
pauladiaz.herramienta@gmail.com