[go: up one dir, main page]

Academia.eduAcademia.edu

No te angusties [pdf]

No te angusties Cuando empecé a entender un poco de griego moderno, me llamó la atención una frase que escuché muchas veces: “no te angusties” (mi stenajoriése), “no os angustiéis”, “no nos angustiemos”. Ante un paro de transportes públicos, ante la mala atención en una oficina, ante un tema difícil de gramática, o ante alguno de los tantos problemas pequeños o grandes que diariamente se nos presentan en nuestra vida, de un modo u otro escuchaba: “no te angusties” (mi stenajoriése), “no os angusties”, “no nos angustiemos”. Con el tiempo supe que el verbo stenajoriéme también puede traducirse como “preocuparse”, “disgustarse”. Con mayor o menor intensidad se expresa lo mismo: ante una dificultad que se nos presenta, nos intranquilizamos o tememos o nos angustiamos o nos inquietamos o nos afligimos o nos entristecemos o nos perturbamos. Es decir, de un modo u otro perdemos, un poco o mucho, la serenidad, la paz e incluso la alegría. Según sea el problema y su magnitud, también puede suceder que comuniquemos a quienes están a nuestro alrededor nuestro estado de ánimo, nuestros sentimientos, nuestros pesares. De allí que eso no nos haga bien a nosotros ni tampoco a los demás. San Pablo en una de sus cartas dice “no os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Flp 4,6-7). Y en los Hechos de los Apóstoles se cuenta que los cristianos de Roma salieron al encuentro de San Pablo, luego de su accidentado viaje desde Tierra Santa hasta Italia, y que él “dio gracias a Dios y cobró ánimos” (Hch 28,15). Jesucristo en varias ocasiones dio ánimos y paz. Así, ante el temor de los apóstoles porque lo veían caminar sobre las aguas, les dijo: “¡Ánimo!, que soy yo, no temáis” (Mc 6,50). De modo muy hermoso la Virgen de Guadalupe dijo a san Juan Diego: “Oye y ten entendido, hijo mío, el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás, por ventura, en mi regazo?”. Por eso cuando tenemos dificultades y escuchamos “no te angusties”, nos ayuda, pues nos están dando ánimo, esperanza, paz e incluso alegría. Y también es muy bueno que nosotros hagamos lo mismo con los demás, confortándolos en sus angustias. P. Higinio Rosolen, IVE Misionero en Grecia