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La influencia de Egipto en España

Egipto y la pEnínsula ibérica, siglos dE rElación Edición a cargo de Francisco Franco-sánchEz Hany El Erian El basal 44 2012 Multilingual Digital Library of the Mediterranean Neighbourhood-IVITRA Embajada de la R. Á. de Egipto en Madrid Í Título Egipto y la península Ibérica, siglos de relación Editors Francisco Franco-Sánchez (Universitat d’Alacant) Hany El Erian El Basal (Universitat d’Alacant) Editorial Board Jean-Marie Barberà (Universitè Aix-en-Provence. Francia) Júlia Butinyà (Universidad Nacional de Educación a Distancia. Real Academia de Buenas Letras de Barcelona [RABLB]. Madrid) Antonio Cortijo (University of California-Santa Bárbara, USA) Antoni Ferrando (Universitat de València, IEC, RABLB, Acadèmia Valenciana de la Llengua [AVL]) Vicent Martines (Universitat d’Alacant) Josep Puig Montada (Universidad complutense de Madrid) Ricardo Silveira Da Costa (Universidade Federal do Estado do Espiritu Santo, Vitória Brasil; RABLB) El Sayed Soheim (Instituto Egipcio de Estudios Islámicos de Madrid, Consejería Cultural de la Embajada de la R. Á de Egipto en Madrid, University of Minia) Technical Committee Antonio Constán Nava (Université de Tunis, Tunisie) Edición electrónica IVITRA Editorial - Instituto Egipcio de Estudios Islámicos en Madrid Editorial Marfil ISBN: 978-84-268-1626-9 © Los autores. - Editorial IVITRA- IEEI - Editorial Marfil  ndice Francisco Franco Sánchez Egipto y la península Ibérica, ahora y siempre ......................................... 5 Pedro Martínez Montávez Egipto, protagonista de la historia árabe contemporánea ........................... 9 El Sayed Soheim La controversia cultural en Egipto ante los desafíos de la época actual .......... 41 Juan Martos Quesada La influencia de Egipto en España ....................................................... 49 Emilio González Ferrín Egipto y la península Ibérica: el Mediterráneo conectado ........................... 61 Hany El Erian El Bassal Viajeros egipcios por España ................................................................ 69 Basem Saleh Mohamed Daoud La imagen de España en Egipto: medios de comunicación e imaginario colectivo ........................................................................ 81 Rasha Ali Mohamed La Imagen de Egipto en los medios de comunicación españoles .................... 91 Wael M. Samir Shoaeb Intercambios económicos entre Egipto y España ...................................... 101 Ahmed Mohamed Ibrahim El turismo en Egipto: seducción al visitante durante milenios .................... 111 Egipto y la península Ibérica, siglos de relación B e gipto y la penÍnsula ibérica, ahora y siempre Francisco Franco sánchez En el pasado y el presente el Mediterráneo ha sido no un mar de separación, sino un camino que ha mantenido unidos y ha propiciado muy fecundas relaciones entre Egipto y la península Ibérica, dos regiones sitas en los dos extremos del mismo mar Mediterráneo. En la época del Egipto faraónico, sus producciones científicas, culturales y artísticas, así también como su concepción del mundo se expandieron a lo largo de todo el Mediterráneo, y es posible hallar numerosas cerámicas, joyas en forma de escarabajos o incluso estatuillas de los dioses egipcios en multitud de yacimientos arqueológicos de la península Ibérica. Es más, Alejandría es el principal puerto del Mediterráneo en la época helenística, siendo la más cercana puerta de entrada al país del Nilo, pero también al próximo oriente helenístico. En la Edad Media esta relación se intensificó enormemente, dado que con un Mediterráneo islámico el puerto de Alejandría se convirtió en la más frecuente puerta de entrada para todos los comerciantes del occidente musulmán, y no digamos de los comerciantes cristianos europeos. A Alejandría llegaban también todos los peregrinos de Al-Andalus y el Magreb que llegaban por mar, y allí se iniciaba una caravana que se unía con la conocida como «caravana del Magreb» en El Cairo, creándose allí una nueva «caravana de Egipto» como resultado de la reunión de toda la masa de peregrinos  4 Editorial IVITRA-IEEI en Madrid, pp. 5-7, ISBN: 978-84-268-1626-9 5 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación llegados desde todos los confines del mundo. En El Cairo eran reorganizadas por el sultán de Egipto y desde allí partía como una nueva caravana en dirección a La Meca. En los siglos XI y XII la dinastía fatimí de Egipto fundamentó la prosperidad del país en estas dos circunstancias. En esta época se afianzó como nudo de comunicaciones, como intermediario comercial y cultural de los países del Mediterráneo y próximo oriente, y a través del mar Rojo, con los del extremo oriente, especialmente China e India. Esta peculiaridad la mantuvo hasta que el imperio turco estableció nuevos centros de poder y comercio. Pero conservó durante la Edad Moderna esta característica de ser puerta de entrada de peregrinos, comerciantes y viajeros al próximo oriente y en dirección a La Meca. En la Edad Contemporánea, fue esencial la relevancia de Egipto en los imperios coloniales francés e inglés. Por otro lado, la significación del rey Faruk, como fundamentador de un Egipto independiente, así como desde el 1956 de un presidente Nasser como líder del movimiento panarabista, le otorgó un papel de país protagonista y prestigioso entre el resto del mundo árabe e islámico. Desde la emblemática fecha del 11 de febrero de 2012, en que dimitiera el presidente Hosni Mubarak por las presiones del pueblo egipcio manifestándose masivamente (la famosa milyuniyya, o convocatoria del millón de manifestantes), Egipto ha pasado a ser también un referente en la lucha por la consecución de la democracia en los países árabes y en el medio oriente. Desde diciembre de 2011 Egipto se halla inmerso en un proceso de transición a una democracia igualitaria, transparente y en igualdad de condiciones para todos los participantes, en una lucha por una homologación a los estándares de gobernanza y de participación política que les homologue con sus vecinos de la orilla norte de este Mediterráneo. Egipto se ha convertido a lo largo de este año en un laboratorio para una transición, en un referente muy observado y en un país que sufre en este tránsito, como siempre ocurre en todo parto; el dolor y la incertidumbre no están ajenos al proceso. Para fijarnos en este pasado y presente de relaciones con España contactamos el Prof. Dr. Hany El Erian El Basal y yo con el Instituto Egipcio de Estudios Islámicos de Madrid y con la embajada de Egipto con la finalidad de celebrar conjuntamente un curso de verano que analizara estos aspectos del pasado y del presente. En este reciente siglo XX, a partir de los años 1950 el Instituto Egipcio de Estudios islámicos en Madrid ha sido una institución esencial en el panorama cultural español y egipcio. Dependiente directamente del ministerio de Cultura de la R. Á. de Egipto, y de la Agregaduría de Cultura de la Embajada de Egipto en España, esta institución lleva ya más de 60 años promoviendo todo tipo de actos culturales, habiéndose convertido con ello en puente de unión esencial entre los dos países. Finalmente, contamos en este curso de verano con su actual Director, el Sr. Dr. Sayed El Soheim, quien nos prestó su impagable colaboración institucional, y participó con sendas conferencias. De igual modo, contamos con otros representantes institucionales de la Embajada de Egipto en Madrid para hablarnos de temas de comercio y economía. Con la codirección de Hany El Erian, el cuso de verano se celebró entre los días 11 y 15 de julio de 2011 en la siempre acogedora Sede Universitaria de la Universidad de Alicante en La Nucía, con notable acogida y repercusión mediática. Su activo Director Académico, el Prof. Dr. Vicent Martines nos ofrece ahora la posibilidad de publicar lo textos de algunos de los participantes en este curso, para dejar huella perdurable de su celebración. De estas conferencias y debates han salido los textos que presentamos en este volumen. En ellos hay un análisis de las relaciones y de la percepción mutua entre Egipto y España a lo largo de la historia, desde la antigüedad hasta la actualidad, fijándonos en los diversos períodos de esta relación, con especial atención a la época contemporánea. En la clausura del Curso contamos con la presencia del arabista Pedro Martínez Montávez, catedrático jubilado de la UAM, Doctor Honoris Causa de las Universidades de Jaén, Alicante y Granada y Medalla de Oro de Andalucía y el premio Sheik Zayed´s Book Award de Abu Dhabi, como personalidad cultural del año 2009. Su magnífico discurso y su generoso trabajo hemos querido que encabece esta panorámica sobre las relaciones de Egipto y de la península Ibérica, tan esenciales para entendernos a nosotros mismos, tan esenciales y de tanto futuro para este país nuestro.  6 4444444444 7 Egipto y la península Ibérica, siglos de relación B e gipto, protagonista de la historia árabe contemporánea Pedro martÍnez montávez Lo primero es agradecer muy sinceramente que se me haya invitado a participar en este curso tan interesante y prometedor. Les aseguro que empleo estos calificativos sin convencionalismos más o menos al uso; lo hago porque tengo la seguridad de que, efectivamente, el ciclo programado brinda esos alicientes. Mi agradecimiento está dirigido a todas las personas que han participado en la organización y disposición del ciclo, pero también de forma especial al profesor Franco Sánchez, querido amigo y muy apreciado colega de la Universidad de Alicante, cualificado representante además del excelente grupo de arabistas que en ella desarrollan su labor. Permítanme también que, en esta circunstancia, dedique un emocionado y entrañable recuerdo a quienes fueron los auténticos artífices de esta obra, y a quienes incumbe el gran mérito de haber puesto en marcha y consolidado ese arabismo, tarea a la que se dedicaron con todo su enorme caudal de ilusión, capacidad de trabajo y de acierto: los profesores Maria Jesús Rubiera Mata y Míkel de Epalza Ferrer –q.e.p.d.–, cuyo ejemplo y recuerdo permanecen totalmente activos e imborrables. El objeto de esta charla es tan extenso, y de hecho finalmente inabarcable, que resulta de imposible cumplimiento. Ustedes sabrán entenderlo así y disculparme; yo les prometo por adelantado que procuraré hacer mi exposición lo más llevadera, amena y sugerente posible. En realidad les iré haciendo partícipes de una serie de reflexiones personales, las reflexiones de alguien que tiene por costumbre eso: reflexionar, y en ello  4 Editorial IVITRA-IEEI en Madrid, pp. 8-40, ISBN: 978-84-268-1626-9 9 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación encuentra aliciente y placer. Se trata de reflexiones que parten habitualmente de la contemplación de la realidad física, para encaminarse seguidamente tanto por vía intelectual como sensitiva y emocional, tratando de aunar, equitativa y ponderadamente –lo que no suele ser nada fácil, reconozco – digamos que la cabeza y el corazón: perdonen ustedes lo mucho de tópico que esto tiene, pero efectivamente así es, o al menos a mí me lo parece. Tengo en esta tarea la ventaja –y la desventaja también, sin ninguna duda– de que el objeto de mi exposición me resulta especialmente querido, diría que doblemente querido: Egipto y el mundo árabe. Les confieso que yo he tratado siempre de ser un arabista en el sentido global de la palabra: es decir, he tratado de contemplar, interpretar y dar a conocer «lo árabe» no como algo único y homogéneo –lo que sería una forma equivocada e inadmisible de alterar su estricta realidad, sumamente diversa y plural–, pero sí interrelacionado en la mayoría de sus expresiones y manifestaciones. Esto es sumamente arriesgado, lo sé, y por ello seguramente cada vez se practica menos. Pero no lo hago por estrategia ni por capricho, sino porque tengo el pleno convencimiento de que, tratando de hacerlo así, soy esencialmente fiel a la complejísima realidad en que el mundo árabe se constituye y se presenta. Lo he dicho en numerosas ocasiones: fue en Egipto donde me formé definitivamente como arabista, y en Egipto se decidió la forma de arabismo que yo quería practicar, los principios teóricos y prácticos que rigen la concepción que yo tengo de esta profesión, de esta dedicación, mi manera personal de entenderla y ejercerla. Añadiré más: Egipto contribuyó también poderosamente a mi propia formación como ser humano, y en parte lo sigue haciendo todavía. No fue solo la incomparable experiencia de aquellos casi seis años seguidos que allí viví, entre comienzos del 1957 y mediados del 1962, sino también las otras muchas experiencias que se me han ido acumulando a lo largo de las ocasiones en que allá he vuelto. Yo no puedo hablar de Egipto sin sentir una profunda emoción, pero toda esta carga emocional no me impide (estoy seguro de ello, o tal es mi propósito) proporcionarles la visión de Egipto que considero más objetiva, ajustada y ponderada posible. Me valdré para ello preferentemente de la materia testimonial más próxima a la realidad del país e inseparablemente vinculada a ella: lo que sus propios naturales de él afirman, cómo lo sienten y lo explican sus habitantes, las criaturas de Egipto. Siempre que hablo de Egipto no puedo evitar que me asalte al inicio una sensación de pudor intelectual, cierta vergüenza profesional. Viene provocada por algo tan sencillo y fácil de entender como el recuerdo de un libro: el que le dedicó una de las más eminentes y poderosas mentes que ese país –y también todo el mundo árabe– ha tenido en época contemporánea, el profesor Gamal Hamdán, muerto en trágicas y oscuras circunstancias cuando estaba en plena madurez intelectual y creadora. Dentro de su vastísima bibliografía destaca y asume excepcional importancia una obra sencillamente colosal, auténticamente enciclopédica, titulada Shajsiya Misr. Dirasa fi-abqariyat al-makán, es decir, «La personalidad de Egipto. Estudios de la genialidad genuina del lugar». Abqariya(t) es un término árabe difícil de traducir al español con un solo vocablo, y por eso lo hago con sustantivo y calificativo acompañante, para dejar bien claro que se trata de lo que goza de esa doble condición: ser genial y ser genuino al tiempo. Es un libro en cuatro volúmenes de grueso formato, con casi tres mil páginas. De ahí el pudor, la inquietud ética profesional. ¿Cómo abordar en unas decenas de hojas lo que constituye una porción extensa y cualificada de la magna obra de Hamdán? Soy consciente de mi osadía, pero no menos consciente también de mi honradez profesional. Una de las muchas afirmaciones luminosas con que Gamal Hamdán realiza su libro, tratando de precisarlo y definirlo, de penetrar en la esencia de esa genialidad genuina, dice exactamente esto: «En todos los estados y situaciones, Egipto es el instrumento del libro de la geografía con que se inicia el libro de la historia». Se trata de una de esas ráfagas deslumbrantes de interpretación de las realidades humanas más profundas, precisas y exactas, tan abundantes en Hamdán, como lo son también, por ejemplo, en Fernand Braudel o Américo Castro;/ es decir, en la obra de los grandes pensadores de la historia de la humanidad. Hamdán nos ha puesto, de pronto, ante las dos enormes e inevitables magnitudes que al ser humano, tanto individual como colectivamente, tanto en su singularidad como en su pertenencia al grupo social, le acechan, le envuelven y le embargan: el espacio y el tiempo. Efectivamente, Egipto es –ha sido siempre– uno de esos sitios privilegiados en donde la relación dinámica y de interdependencia que se establece entre geografía e historia se cumple con mayor precisión y resulta más fácilmente observable. La faz preferentemente material y estática de la realidad y la aparentemente opuesta a esta, la inmaterial y dinámica, se combinan y se aúnan en este país de forma ejemplar y totalmente natural, como quizá solo ocurra en muy pocos lugares de la Tierra. En Egipto, el hecho físico, el suelo, la tierra, imprimen carácter, aportan una marca imborrable. Cabría  10 4444444444 11 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación preguntarse también (yo no dejo de preguntármelo con frecuencia) si pasa algo parecido en todo el Mediterráneo; pero no voy a planteármelo aquí, limitémonos a Egipto. No se trata solo de una marca indeleble, sino que es también profunda y permanente, como si reflejara su propia esencia identitaria. Quiero decir que uno tiene con frecuencia la sensación absolutamente dominante de que Egipto es muy tierra, muy suelo, muy «geografía» –si se me permite la expresión– con todo lo que esa geografía aporta y sugiere. Cuenta el escritor egipcio Muhammad al-Salamawi –figura bastante representativa del medio cultural oficial del país durante los últimos años– una anécdota referente al Presidente Gamal Abdel-Náser cuando era niño, que no sé si es cierta o no, pero que retrata bien no solo al personaje sino también ese profundo enraizamiento indestructible que los egipcios sienten con su tierra. Según el autor, un día el padre del líder carismático líder panarabista, al salir de casa, vio al pequeño tratando de cavar con las manos un hoyo en la tierra, junto al portal de la casa, y le dijo: «hijo, ¿qué estás haciendo?, no vas a conseguir nada». El niño le respondió: «quiero desentrañar el secreto que esconde el suelo de este país». Ese niño fue el hombre que, bastantes años después, nacionalizaría el Canal de Suez. Reproduzco la anécdota tal como se cuenta, sin ninguna intención laudatoria del personaje. Pienso que he escrito no poco sobre él, manifestando con claridad lo que opino sobre el personaje y su obra, sobre el ideario naserista, tratando de poner de relieve, lo más objetiva y honestamente que yo podía, tanto sus aciertos como sus errores. Si traigo a colación esa anécdota es para ilustrar mi afirmación anterior, ejemplificando con ella hasta qué punto la realidad material y la realidad simbólica se amalgaman e interpenetran indisolublemente. Sí, la carga terrestre, telúrica de Egipto ha gravitado siempre sobre la existencia del país y sus habitantes, contribuyendo poderosamente a moldearlos, a que sean como son y se comporten como se comportan. Así lo reflejan sus grandes intelectuales y escritores –seguramente los poetas sobre todo–, como algo que está por encima de toda clase de hipotéticos determinismos simplificadores. Por ejemplo, uno de sus más laureados y ensalzados poetas, Ahmad Shawqi, eximio representante –no solo en su país, sino en todo el mundo árabe– de la mejor lírica neoclásica, a lo largo del puente del siglo XIX al XX, escrita en esta lengua. Recibió el título de Amir al-shu`ará –es decir, «Príncipe de los poetas”– que, con indudable intención crítica no exenta sin duda de malevolencia, pero también en no pocos aspectos como testimonio acertado de la realidad de toda una época –y no sólo de una literatura, de una cultura– en soterrada transformación, no pocos preferían emplear invirtiendo los términos: Sha`ir al-umará –es decir, «Poeta de los príncipes». Ese sencillo juego dialéctico retrata fielmente no sólo su figura y su obra, sino también su época. Pero al margen de toda clase de consideraciones, Shawqi supo expresar magistralmente el profundo y turbador sentimiento egipcio de la naturaleza, del país, y quizá de manera singularmente majestuosa y sonora, en su larguísimo Himno al Nilo (supremo representante material y simbólico de la naturaleza egipcia), uno de cuyos fragmentos dice:  12 «¿D esde qué época riegas los campos con tus aguas y cuál es esa mano que colma las ciudades? ¿Has bajado del cielo? ¿De lo alto del Edén brotaron tus arroyos? Tus aguas desbordadas, ¿de qué fuente provienen, de qué nube o diluvio? ¿En qué telar tejiste el manto siempre nuevo que cubre eternamente tus orillas? Cuando Tú te retiras, queda mustio y ajado, lo mismo que una tela que su color perdiera, pero, al llegar de nuevo, ¡cómo brilla su seda, de riente color! Cada estación del año, ¡oh maravilla!, va mudando la tierra de colores, y tan solo Tú, Nilo, eres quien va tiñendo sus vestidos. Las edades quisieron agotarte, pero tu cuna de agua aún sigue llena, y en los hondos aljibes se ha vertido la linfa deseada. Escancias y alimentas –tus vasos rebosantes, tu mesa siempre llena de manjares– a todo el que te llega, hasta saciarle-. El agua que repartes se funde como el oro, y las tierras que anegas con más riqueza salen a la vida». 4444444444 13 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación Les voy a hacer partícipes de una pequeña confidencia personal: deslumbrado por su belleza integral, de «fondo» y de «forma», traduje este poema de Shawqi hace más de cincuenta años. Todavía me sigo emocionando con él, y cada vez me parece «más egipcio», no sólo por el tema en sí, sino sobre todo por la manera en que el poeta lo presenta y lo trata. No se me escapa que en esa traducción juvenil pude incurrir en algún error de interpretación del texto original, pero estoy también convencido (perdonen la inmodestia) de que conseguí acercarme bastante a la idea que he tenido siempre de la traducción literaria poética, en la búsqueda de un elemento que me parece imprescindible, que siempre me he afanado en encontrar y poner de relieve: la musicalidad, el ritmo. Algo de ello conseguí, pienso, en la versión del poema de Shawqi. Aprovecho para recordar que a él se debe también otra tan breve como precisa definición de lo que este país es: «Egipto es como un cuento que no agotarán nunca poetas ni escritores. Esconde su tesoro de hombres y de tiempos, tu fantasía es llave para abrirlo». Efectivamente, la fantasía es uno de los instrumentos más seguros y poderosos para llegar al secreto de este fascinante país. No duden en emplearla, para descubrir los tesoros que guarda. Como afirma Hamdán, el sitio –al-makán en lengua árabe– explica en gran parte el indudable protagonismo que Egipto ha tenido siempre; no es un sitio cualquiera, es un sitio privilegiado. Observemos simplemente un mapa de la extensa región en que Egipto se inserta, y podremos advertir con facilidad dónde y cómo se origina esa supremacía del sitio. Perdonen ustedes la metáfora tal vez inoportuna y desplazada, pero desde mi punto de vista también visual y mentalmente válida y representativa: es bastante parecido a lo que pasa en el toreo. El valor y el secreto de la tauromaquia radican también, en gran medida, en el sitio que pisa el torero y desde el que cita al toro, templando y acompañando su embestida. Un gran torero se explica y revela especialmente por el sitio que pisa y ocupa, por cómo lo pisa y cómo lo ocupa; también, por cuánto arriesga pisando ese sitio. Quizá la imagen , repito, es osada e impertinente, pero a mí me parece muy plástica e ilustrativa de lo que, pareciendo algo sumamente difícil de explicar, una especie de enigma, resulta finalmente explicable a partir de sus propias normas, códigos, concepciones e interpretaciones, de su propio orden y sistema. Observando un mapa de la región, corno digo, advertiremos ese lugar preciso y privilegiado que Egipto ocupa, el que le otorga un indudable protagonismo, pero que le acarrea asimismo tanto una responsabilidad como un riesgo enormes. Egipto es una bisagra plural, de múltiples usos. Lo es, nítidamente, de dos continentes: África y Asia, pero también, aunque con menos plasmación geográfica inmediata, de un tercero, Europa, del que le separa físicamente tan solo una franja de mar. Aunque se trata de un mar «interior», que sirve con frecuencia más para acercar las tierras que lo circundan que para separarlas: el mar Mediterráneo, «el intermediario», como en lengua árabe se le denomina (al-mutawassit). Por esto afirmo que Egipto es una bisagra tricontinental: ¿existen en el mundo otros muchos ejemplos de países que ocupen un lugar similar y cumplan la misma función? No se acaba ni se agota sin embargo esa condición de bisagra tricontinental que Egipto, por naturaleza y condición, posee. No, Egipto es justamente también la principal bisagra interna del mundo árabe, el lugar de enlace de los tres grandes bloques o subespacios en que este se distribuye. Porque el global espacio árabe se dispone a su vez en otros tres subespacios, y Egipto es el nexo entre ellos. Si el espacio árabe global es un escenario sumamente representativo de la existencia y de la actuación tanto de elementos de convergencia como de divergencia, tanto de elementos comunes, compartidos y de aproximación como diferentes, particularizados y de distanciamiento, se debe en gran parte al extensísimo espacio por el que se extiende. Y dentro de ese espacio, Egipto ocupa el sitio principal, porque constituye su nudo principal de posible articulación, su gozne. El auténtico «centro» de todo ese enorme espacio es, como digo, Egipto. En él se traban los tres subespacios que componen el espacio árabe total: el Magreb –que en lengua árabe significa literalmente «el occidente»–, el Mashrek –«el oriente»– y la Yazirat al-`Arab –la «península de los árabes». Su enlace con los primeros, Magreb y Mashrek, se establece en términos de total continuidad. Tal continuidad plena no se da, indudablemente, con el tercero, la Península arábiga, porque entre ambos territorios corre el mar Rojo. Pero el mar Rojo no es sino otro «mar Mediterráneo», otro mar entre tierras, y en su caso además bastante más reducido en distancia entre sus orillas, por lo que la separación natural entre ellas es incomparablemente menor y tiene una repercusión mucho más reducida. En cualquier caso, esa pequeña discontinuidad no altera sustancialmente la centralidad del conjunto, aunque sí pueda servir para contrarrestarla parcialmente y en determinadas circunstancias y ocasiones.  14 4444444444 15 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación La centralidad otorga a Egipto una dimensión de protagonismo regional, a gran escala, que ha asumido con frecuencia y ha tratado de cumplir con vocación y decisión, sin grandes vacilaciones. Egipto está predestinado al liderazgo de todo ese mundo, a dirigirlo, a cumplir la misión de ser su adalid –arabismo de solera de la lengua española– natural. La historia del mundo árabe contemporáneo –es decir, desde hace aproximadamente algo más de dos siglos– es en muy amplia medida la de la búsqueda y plasmación de un sólido liderazgo, tan naturalmente justificado por parte del país que lo ejerce como claramente aceptado por parte de los demás. No se trata solamente de un liderazgo político –que indudablemente ha de serlo–, sino de aspecto y calado mucho más amplio e intenso, en la mayoría de los órdenes y si se quiere que de verdad sea efectivo y realmente valorado además desde el exterior. Solo así podrían emprender con ciertas garantías de éxito esfuerzos y acciones comunes, con beneficios para todos, las múltiples y muy diversas piezas que componen el complejo tablero de ajedrez que el mundo árabe es. A lo largo de la historia contemporánea, ha sido una de las más difíciles tareas que Egipto ha tratado de cumplir.Otra cosa es como lo haya hecho o haya tratado de hacerlo; también, en qué forma y medida se le ha permitido realmente que lo hiciera. Aunque este es otro asunto, que aquí no cabe suscitar. El liderazgo le ha asignado también a Egipto otro papel no menos decisivo y complicado: actuar como elemento de armonización y de enlace, y a ser posible, también de unión y síntesis, si pareciera oportuno o necesario, entre elementos diversos, no solo parcialmente diferentes, sino que pueden llegar a ser opuestos y estar enfrentados. Trátese de lo que se trate, y mírese como se mire, lo que resulta evidente es que Egipto ha constituido en numerosas ocasiones la pieza clave y maestra en la historia y en la existencia árabe contemporánea, en su enmarañada trama de interrelaciones. Quizá esta sea otra de las características más acusadas y permanentes (empleemos de nuevo el título de la obra de Hamdán) de la genuina personalidad de Egipto: su disposición y capacidad para actuar como factor de unión, de armonización y de enlace, de síntesis, no solo entre realidades diferentes, sino también hasta parcialmente opuestas y contrarias entre sí. Y cabe la posibilidad de que tal disposición y capacidad para actuar así fuera de su propio espacio provenga del hecho de que, dentro del mismo, ha tenido que llevar a cabo idéntico papel. El mejor ejemplo de ello lo tenemos, nuevamente, en la geo- grafía: Egipto es una búsqueda de armonización entre una realidad singularmente móvil y dinámica, el río, y otra aparentemente inmóvil y estática, el desierto. Dos mundos tan yuxtapuestos como diferenciados, desde antiguo. Es esa, básicamente, la diferencia existente entre los dos Egiptos, el Alto y el Bajo, tan antigua como la propia historia del país. En conclusión: Egipto ha podido actuar como factor de enlace, armonización y síntesis en el exterior porque se ha visto obligado a hacerlo también en su interior. Río arriba, a través del enorme espacio nubio y sudánico, Egipto penetra en ese doble escenario del África oriental y central. Es otra dimensión natural, profunda y entrañable, de Egipto, pero cae fuera del marco propio de nuestra exposición. Existen otros muchos e importantes motivos y factores que contribuyen a explicar el protagonismo adquirido por Egipto. Me referiré brevemente a algunos de ellos, y quizá resulte de lo más indicado que el primero sea el de su potencial demográfico. En este aspecto, ningún otro país árabe presenta la fuerza humana que tiene Egipto, con mucha diferencia además. Al destacado dato cualitativo de su emplazamiento central, de ser punto de tránsito y enlace, del lugar que ocupa en el espacio árabe global –como ya se ha resaltado-, hay que añadir de inmediato el cuantitativo determinante de la población que lo habita. Si lo pongo de relieve es porque se trata también de otro dato fundamental y de condición absolutamente estructural muy valioso e influyente. Durante mucho tiempo se ha tenido en occidente la errónea idea de que eso que llamamos mundo árabe (aunque quizá sea este un concepto relativamente moderno, surgido y empleado a partir del siglo XIX) constituía un bloque monolítico, sin fisuras, sólido e igual en sus partes materiales. Esa visión nacía del desconocimiento, del propósito de beneficio material y del sentimiento de superioridad, entre otros motivos y causas. Era quedarse en la superficie, en la mirada rápida y en la impresión fugaz y utilitaria. Efectivamente, el mundo árabe no carece, ni mucho menos, de componentes comunes, compartidos y convergentes, de rasgos y características generales y que en todas sus partes existen y actúan, pero está asimismo conformado por otros muchos de carácter contrario: particulares, diferentes entre sí, locales, divergentes. En realidad lo que le singulariza y confirma en especial es precisamente el hecho de constituir un sorprendente escenario de convergencias y divergencias, de semejanzas y diferencias internas, una especie de espacio privilegiado –en todos los sentidos del término, y tanto  16 4444444444 17 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación para lo positivo como para lo negativo– de confluencia y amalgama, de homogeneidad y heterogeneidad. Y ello se refleja así con claridad en los países que lo forman, en las sociedades que en él se asientan. No voy a extenderme al respecto, y sí quiero simplemente llamar la atención sobre la evidente diferencia que, en este asunto, cabe observar entre los países y las sociedades del Maxrek –incluyendo la península Arábiga– y los del Magreb: por comparación entre ambas, estas son bastante más homogéneas, o bastante menos heterogéneos, que aquellos. Aunque sea una diferencia evidente, ello no significa que no se produzcan también las naturales excepciones o incumplimientos de la situación. Pues bien, sentado este principio, hay que advertir que, en su caso concreto, Egipto aparece como más magrebí que maxrekí, pues la sociedad egipcia es básicamente homogénea; no se trata de un país aquejado de graves fisuras y fraccionamientos internos profundos e insuperables. En realidad, la única diferenciación de entidad, y también de variable incidencia y fenomenología social, existente en la sociedad egipcia es de carácter doctrinal: gran mayoría musulmana –casi en su totalidad sunní– y cualificada minoría –alrededor del 10% de la población– copta, cristiana, muy mayoritariamente monofisita. Quizá esta mayor homogeneidad de la sociedad egipcia, por comparación con las otras sociedades maxrekíes, contribuye a explicar por qué ha podido ejercer y asumir en varias ocasiones, y en diversos terrenos, un papel o misión de arbitraje regional y de contrapeso. Otra cosa, obviamente, son las diferencias de carácter general, y existentes en distinto grado en todas las sociedades: de orden económico, social, cultural, de influencia y representatividad, o tantas otras. Estas diferencias existen en la sociedad egipcia como en cualquiera otra y tienen sus correspondientes efectos y reflejos, pero estos no forman parte propiamente del asunto que aquí nos ocupa. En cualquier caso, y enlazando con lo afirmado líneas más arriba, esa homogeneidad básica de la sociedad egipcia ha contribuido decisiva y poderosamente a la formación y desarrollo de un fuerte sentimiento nacional, de un patriotismo egipcio bien caracterizado, dotado también habitualmente de dimensión panarábiga, aunque tampoco hayan faltado ocasionalmente las divergencias o desacuerdos temporales y puntuales entre ambas tendencias. Es asimismo indudable que, para la justificación y el cumplimiento de ese papel de principal protagonista interárabe que Egipto ha asumido con frecuencia –y en no pocas ocasiones hasta de auténtico liderazgo-, contaba con una herramienta de valor, eficacia y calidad incomparables: su capital, El Cairo, no sólo capital del país, sino también la mayor metrópoli de todo el mundo árabe, y por añadidura y con frecuencia también auténtica guía del mismo. No obstante, también es cierto que este rango superior no oficial, pero sí de hecho, ha venido sufriendo últimamente algunas mermas parciales, y de forma algo más acusada posiblemente no solo en el plano de la acción política regional sino también en el entrecruce de esta con lo internacional. Me referiré a ello más adelante. Como El Cairo constituye un elemento fundamental para empezar a entender a Egipto, voy a permitirme hacer alguna consideración ilustrativa y conveniente sobre esta ciudad colosal, prodigiosa, cabeza, corazón y centro neurálgico del pais y por extensión y en buena medida (vuelvo a insistir en ello) de todo el mundo árabe. Quizá no por azar tiene ese nombre, que en su original en lengua árabe, Al-Qáhira, significa nada más y nada menos que «La Triunfadora». El nombre le otorga ya dimensión y carácter, la identifica, la troquela. Y lo mismo ocurre con los epítetos que la distinguen; baste con recordar uno de ellos: Umm al-Dunia, es decir, «La madre del mundo». Efectivamente, lo es, y por ello El Cairo es también lugar privilegiado, madre generosa y de regazo siempre abierto, ombligo y útero color canela del mundo. Es imposible abarcarla. Yo viví en ella –la viví– casi seis años –después he vuelto allá numerosas veces– y todavía la desconozco; la recorrí una y otra vez sin cansarme ni dejar de admirarme nunca, y aún sigue siendo para mí una fascinante desconocida, un permanente enigma, aún me resulta inagotable, tentadora, finalmente impenetrable... ¿Me permiten ustedes que desde aquí y ahora la evoque, la recorramos en rápido vuelo, vayamos vislumbrándola y viviendo la emocionante ficción de entreverla a través de mi incapaz, pero enamorada, palabra? Resulta un vuelo difícil y apasionante por la gran extensión del lugar, pero aún más difícil y apasionante por la gran extensión del tiempo, que sobrepasa los poco más de mil años que han transcurrido propiamente desde que fue fundada. Sí, porque vamos a iniciar el vuelo desde las Pirámides y la Esfinge de Guizeh, a la vera de El Cairo. Volaremos, por consiguiente, desde hace seis mil años. ¿Conocen ustedes muchos lugares del mundo en donde se pueda realizar un traslado temporal de tal magnitud? A todo lo largo del recorrido, el majestuoso Nilo discurrirá ante nosotros, será nuestro sonoro acompañante en silencio. Algo más arriba, junto a la misma orilla del río, en la isla de Zamalek, hay un lugar que casi nadie visita nunca y que para mí constituye uno de los muchos tesoros  18 4444444444 19 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación que guarda esta ciudad. No olvidaré nunca, sobre todo, las dos veces que lo visité: es el Nilómetro, la vieja columna que ha ido marcando las crecidas del agua. Quizá muy poca gente lo conoce porque no emerge de la superficie sino todo lo contrario, está metido en ella. Es una experiencia única, una emoción incomparable esa penetración lenta y misteriosa en el oscuro y ancestral suelo del país. La cercanía al río permite visitar, en la orilla de enfrente, otra muestra también palpitante de antigüedad, el llamado Viejo Cairo, el Cairo cristiano indígena, que recibió también desde antiguo, en sugerente metáfora de orientalismo total y arcaizante, el nombre de Babilonia. Ahí pervive otra faceta ancestral del Egipto profundo y enraizado y posiblemente también, por diversas causas y circunstancias, algo más marginado, vuelto y replegado en sí mismo, arcano y genuino. Recorrer ese viejo Cairo copto significa otra forma, paralela y diversa, de penetrar en Egipto. Sigamos por la misma orilla del río. No lejos de ese Cairo viejo, del barrio cristiano más antiguo de la ciudad, se localiza el primer asentamiento árabe islámico de Egipto, campamento militar y embrión urbano en origen de la capitalidad posterior: Al-Fustat. Por el camino podemos vislumbrar la mezquita que mandó erigir el general que incorporó el país a aquel imperio que iba extendiéndose de forma prodigiosa: `Amr ibn al-`As. Estamos ante el lugar de nacimiento, del auténtico hogar, del Egipto que permanece desde entonces: el Egipto árabe islámico, Misr o Masr. porque la vocalización en esta fascinante lengua, absolutamente inabarcable, es con frecuencia fluctuante. Fustat es otro lugar al que casi nadie va. Fustat es otro lugar de privilegio para la contemplación y meditación, entre el asedio doblemente cegador de la luz y de la arena. Este inmenso campo de restos arqueológicos impresiona tanto, en mi opinión, como los monumentos faraónicos. Todo es cuestión de sensibilidad histórica y del concepto que se tenga de lo que es una civilización. Lamentablemente, este enorme yacimiento arqueológico está (o al menos lo estaba hasta hace poco tiempo, la última vez que lo visité) casi totalmente abandonado, escasísimamente atendido y cuidado, como entregado a un destino inexorable de paulatina degradación. Dicen –y es muy cierto– que el Maxreq es el paraíso del antropólogo; también lo es del arqueólogo. En cualquier otro país de la región te encuentras con panoramas semejantes, en Siria, en Iraq, en Turquía. Inmensos yacimientos en ruinas que se extienden y pierden, configurándose en ondulaciones más o menos insinuadas o definidas, en el horizonte. Siglos y siglos, silencios y silencios, rumores y rumores de innumerables existencias sepultadas. ¡Ay, si todo ese mundo acumulado en múltiples estratos, al tiempo silencioso y palpitante, se dispusiera a la contemplación limpio, pulcro, renovado, imán de la mirada lenta y gozosa! ¡Ay si a la arqueología, allá, se le dispensase la atención y el cuidado que se le dispensa en tantos lugares! ¡Cómo cambiarían nuestras imágenes, nuestros conceptos, nuestras valoraciones y juicios de los países que lo constituyen y de las sociedades que los pueblan! Lo que empezó en Fustat, y fue siempre extendiéndose hacia el norte en sucesivos emplazamientos, acabó convirtiéndose en la inmensa urbe que es El Cairo. No voy a hablar detalladamente de ella, y sí me referiré tan sólo, muy brevemente, a algunos de sus lugares. Es un escenario monumental y prodigioso en su conjunto. La ciudad propiamente denominada así, al-Qáhira (es decir, «La Triunfadora», como dije) es de época fatimí y fue fundada por un general de origen siciliano hace poco más de mil años: por eso se la conoce también por la «ciudad de los mil años y de los mil alminares». Ese auténtico Cairo fatimí es el que se dispone en forma de rectángulo algo irregular, y tiene su eje vertebrador en la calle de al-Mu`izz, nombre del califa que ordenó su fundación. Una parte de ella ha sido restaurada recientemente, de forma muy acertada en general: de noche, sobre todo, es una auténtica preciosidad, un ensueño inolvidable, te lleva a otras épocas. Muchos de sus vericuetos constituyen el escenario o telón de fondo de bastantes relatos de Naguib Mahfuz y sus personajes parecen habitarlos todavía. Créanme, no exagero ni altero mínimamente la realidad: es una ciudad absolutamente maravillosa; no solo se te queda para siempre en la retina, sino también en la memoria y en el alma. Entre esos pocos lugares que serán objeto de breve referencia por mi parte está la mezquita de Ibn Tulún. No sólo por el magnífico monumento que en conjunto es, ni por su extenso patio, prodigio de armonía y orden aparente, que oculta en realidad una gran cantidad de pequeños detalles diferentes entre sí, sino por su singular alminar y el espacio de transición hacia él desde el patio. En esa zona se conservan varios elementos y formas de clarísima tradición andalusí que constituyen todavía un enigma parcial: las ventanitas geminadas, los modillones de lóbulos, los perfiles en nacela. Es una parte del monumento que se fecha en época bastante más tardía –durante el siglo XIII, en época mameluca– a la de su construcción original. Empezamos así a atisbar el fenómeno del exilio andalusí, del exilio hispanoárabe, una de tantas formas de exilio hispánico. Les animo por último a que suban hasta el remate del alminar: no está en realidad demasiado  20 4444444444 21 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación alto, pero tampoco deja de entrañar cierto riesgo el hacerlo. Vale la pena, porque el panorama de la ciudad y sus aledaños que se contempla desde arriba (como desde tantos otros sitios en alto de la ciudad, indudablemente) resulta también magnífico, otro momento inolvidable. Especialmente, a la caída de la tarde. Yo permanecí allí, completamente absorto, no pocas veces. Sigue siendo uno de esos lugares, uno de esos recuerdos que me calientan e iluminan la existencia. Aunque hay otros muchos sitios para contemplar y admirar la ciudad desde la altura, como si estuviéramos también colgados y suspendidos, aligerados y en vuelo: la Ciudadela de Saladino, por ejemplo, seguramente el más turístico y frecuentado de todos. Y también otro, lugar antes de soledad y de refugio místico y espiritual, pero ahora invadido en gran parte por la imparable urbanización moderna: el monte Mokattam. Pocos saben que una de las mezquitillas que lo coronan lleva el nombre de otro caudillo militar que fue también temporalmente señor de la ciudad, en este caso de origen armenio. Cuentan que las siete muchachas que amó reposan bajo siete cupulitas en la falda del monte. Por el cielo de El Cairo, los oscuros vencejos –inolvidables para Teilhard de Chardin– vuelan raudos, sin descanso. Antes de terminar nuestro no menos rápido vuelo, y al hilo de la anterior fugaz mención de Al-Andalus, conviene saber que otras muestras .arquitectónicas o decorativas de clara procedencia andalusí, incorporadas más bien de forma discreta, y en ocasiones casi inadvertible, persisten por diversos monumentos y edificios repartidos por ese ese grandioso escenario que es El Cairo medieval. Pero hay un lugar muy concreto en el que guardan un significado y una dimensión especialmente empapados de turbadora emoción y de valor simbólico: es «1a Ciudad de los muertos». Allí, muerte y vida se entraman en un mismo tejido grisáceo y callado, alterado solo de vez en cuando por una voz, una pisada, un roce o una mirada; depende en gran medida del momento y del rincón en que te encuentres. En las fachadas de los mausoleos junto a los que pasas abundan las inscripciones funerarias en bellas variantes epigráficas de la mejor traza árabe. Llevan los nombres de sus silentes y eternos moradores; leerlos constituye algo más que una lección permanente de historia. Porque te van surgiendo gentilicios como al-Mursí (es decir, «el Murciano»), al-Garnatí –«el Granadino»–, al-Ishbilí –«el Sevillano» –, al-Shatibí –«el Jativés» o «el Setabense» –, al-Qurtubi –«el Cordobés»–, al-Tulaituli –«el Toledano»–, al-Yayyaní –«el Jaenés»–… y tantos y tantos otros originarios de allá. Sí, es una lección de historia que no necesita de palabras.; el pasado que pervive y vuelve, sin palabras también, en silencio. Porque la huella de Al-Andalus es larga y extensa, muy larga y muy extensa. Y también profunda, muy profunda. ¿Por qué no terminar nuestro vuelo recorriendo El Cairo moderno? Ese que se ha ido agrandando hasta ahora y ha ido configurándola como megápolis de expansión incontenible, por distritos y barrios bulliciosos y abigarrados, pegados unos a otros, o en urbanizaciones más recientes y lujosas. El Cairo que se despereza y extiende con enormes tentáculos. Desde Heliópolis –antigua denominación helenizante, que convive en total armonía, sin fricción ninguna, con la más novedosa de Masr al-Gadida («El nuevo Cairo»)– hasta Midan al-Tahrir («la plaza de la Liberación»). Sí, el gran espacio urbano que ha sido siempre el escenario de las grandes manifestaciones y revueltas populares, y que ha recobrado su significado propio y sus señas de identidad con la llamada «primavera árabe». Acabamos al lado del gran río, del majestuoso Nilo. Podemos divisar en la orilla de enfrente el alarde arquitectónico que fue, en su tiempo, la Torre de El Cairo, con su remate –nuevo guiño a la más remota antigüedad– en forma de flor de loto. Hay allí un hermoso parque que lleva el nombre –otro guiño al pasado, aunque que éste algo menos lejano– de Al-Andalus. No se ajusta en realidad a la traza del jardín andalusí y sí a la del parque occidental, pero refleja también la universalidad potencial de Al-Andalus. Eje fundamental de todo este rápido vuelo ha sido en todo momento el gran río –«el mar», para la gente del país – donde se alternan los pesados volúmenes de los buques-casinos turísticos y las esbeltas velas de las falúas de paso grácil. Sí, igual que entendimos antes la afirmación rotunda de Gamal Hamdán, podemos también entender ahora la no menos rotunda del gran historiador egipcio Muhammad Shafiq Gurbal, uno de los padres de la historiografía egipcia contemporánea: «Como dijo Herodoto, Egipto es un don del Nilo, pero es también un don de los egipcios».  22 44 Quizá me he extendido algo más de lo oportuno en el recorrido por El Cairo, pero me parecía necesario, y espero que además haya resultado instructivo. Ha constituido indudablemente una lucha contra el espacio, pero en mayor medida aun una lucha contra el tiempo. La segunda parte de esta exposición será también otra lucha contra el tiempo. 4444444444 23 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación La magnitud cronológica a la que me enfrento es sin duda mucho menor, pero dejarla reducida a las pocas páginas que siguen resulta un desafío impresionante. Tenemos que recorrer dos siglos, aproximadamente, de la historia del país, inserta en el marco de la historia global del mundo árabe. Vamos a efectuar un rápido recorrido de unos doscientos años, un recorrido entre dos puentes: el que discurre entre los siglos XVIII y XIX, y el del paso del siglo XX al XXI. Dicho así, en bloque, se trata de un tiempo muy largo y muy extenso, y por ello no solamente permite, sino que exige, su correspondiente periodización, distinguiendo las sucesivas partes que constituyen el bloque. Será, en apretadísima síntesis, una tentativa de exposición y análisis de un gran proceso global, reflejado a su vez en múltiples procesos parciales Pienso que en esos doscientos años y pico se recoge lo que podemos entender flexiblemente por «contemporaneidad». Pero no lo hago tan solo por este motivo, sino que tengo también en cuenta otro que considero aún más determinante y necesario; lo hago para contrarrestar así un error o vicio contumaz y muy generalizado en medios occidentales, no sólo en los de información y comunicación sino que llega también a los de análisis y de estudios, cuando de temas de historia árabe se trata. Resumiría diciendo que, en este terreno, somos casi habitualmente, recalcitrantemente, «instanteneístas», y casi nunca «procesistas»; es decir, tenemos una pertinaz tendencia a ver, a presentar y hasta a interpretar lo que en ese complejo mundo ocurre, fijándonos casi exclusivamente en los instantes y en función de ellos, y no atendiendo (como resulta bastante más coherente y está más justificado precisamente cuando de hechos históricos se trata) a a los procesos; en los cuales, además, los múltiples y distintos instantes se sitúan y adquieren mayor peso y significación. Parece interesarnos tan sólo lo que ocurre hoy, o a lo más lo ocurrido en el todavía inmediato ayer, y estamos asimismo muy interesados en predecir lo que ocurrirá en el inminente mañana, pero no en lo que viene ocurriendo desde hace tiempo y va a seguir ocurriendo durante un más o menos largo futuro. Resumiendo: para el conocimiento, estudio y posible interpretación y explicación del mundo árabe aplicamos unos criterios y una metodología contrarios a los que aplicamos habitualmente, y con rigor, cuando de nuestro mundo se trata. Porque el mundo que llamamos occidental no solemos estudiarlo ni presentarlo así. ¿No parece claramente incoherente y contradictorio, al menos, tal proceder, además de ser muy poco respetuoso con los principios y objetivos científicos?. Yo me he propuesto combatir esa errónea contradicción y, en consecuencia, me preocupa especialmente conocer y poner de relieve las posibles secuencias históricas que se produzcan. Y muy en particular precisamente cuando se trata de temas referentes al mundo árabe, para contrarrestar los perniciosos efectos que acarrea esa viciada práctica general. Así pues, voy a seguir una línea de exposición acorde a un sistema flexible de periodización, que inmediatamente preciso. Soy muy consciente de que una periodización ni explica todo ni es indiscutible, y tampoco estoy convencido de que sea totalmente pedagógica. Les confieso que, después de haber dedicado toda mi actividad profesional, y la mayor parte de mi existencia, a la docencia, no me atrevo a afirmar en qué consiste definitivamente esta. Pero si considero aconsejable y oportuno aplicar aquí un esquema de exposición periodizada. En mi opinión, «la contemporaneidad árabe» se dispondría conforme a los cinco periodos o etapas siguientes:  24 1. Abarcaría la primera etapa desde finales del siglo XVIII hasta el último tercio del XIX. Se caracteriza ante todo por el encuentro con occidente, que es de doble naturaleza y tiene un doble efecto general: positivo y/o negativo. 2. Destacaría en esta segunda etapa, que ocupa principalmente las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del s. XX, el fenómeno de la colonización occidental, con la pérdida o sustracción correspondiente de las respectivas soberanías nacionales de los países colonizados. 3. El tercer periodo sería el de descolonización y liberación nacional, con la recuperación o nueva instalación de las soberanías propias y la constitución de los estados-naciones que componen el mapa político y administrativo del mundo árabe actual. Abarcaría en conjunto las décadas centrales del siglo XX. 4. Esta cuarta etapa abarcaría las dos o tres décadas finales del pasado siglo, y se caracterizaría por la confirmación progresiva de las recientes soberanías nacionales, a lo largo de variados procesos de notable conflictividad, en gran parte de orden interno. 5. Quinta etapa, de tránsito entre los siglos XX y XXI, en curso y desarrollo todavía, y que aparece ante todo como tiempo, aún abierto, de recrudecimiento de las crisis. Hay que advertir que posiblemente nos encontramos ahora en un tiempo de doble signo, tanto de final de una etapa como de apertura de otra. 4444444444 25 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación A lo largo de todo este extenso proceso, con sus sucesivos periodos, puede comprobarse que prácticamente todo Egipto ha sido protagonista destacado del mismo, asumiendo en muchas y diferentes ocasiones el papel de portavoz o dirigente principal del mundo árabe. Aunque parece claro que este protagonismo y capacidad de dirección empezó a «palidecer» a finales del cuarto periodo, a experimentar una sensible merma, con seguridad apreciable todavía. al-Yabarti –o al-Gabarti, pronunciado «a la egipcia». Cuenta en el primero de ellos, y lo entiendo como ejemplo de lo que cabe considerar efecto positivo, lo siguiente: «Cuando los franceses dispusieron la creación de un servicio u oficina, para los asuntos musulmanes, fue nombrado Ismail al-Jashshab para llevar el registro de los hechos de este departamento y de lo que allí acaeciera a partir de ese día. Porque se preocupaban mucho los franceses de dejar constancia precisa de los acontecimientos diarios producidos en todos sus servicios y tribunales. Luego, todos estos datos dispersos los reunían en un resumen que se pasaba a su archivo, después de haber impreso numerosos ejemplares que eran distribuidos a todo el ejército, hasta para los que estaban fuera de la capital, por las aldeas». Y el cronista sigue proporcionando otros muchos datos de gran interés sobre esta iniciativa de creación de una administración pública en el país. Veamos seguidamente otro ejemplo, pero ahora de carácter negativo: «Durante este año [1880], lo licencioso empezó a adentrarse en las costumbres indígenas. Las mujeres francesas llegadas con el ejército se paseaban por la ciudad con la cara descubierta, y llevando vestidos y pañuelos de seda de diversos colores; montaban a caballo o en asno con tejidos de cachemira por los hombros, galopaban por las calles riendo, bromeando con los conductores de sus monturas y los indígenas de la clase más ínfima. Esta libertad indecente complació a las mujeres mal educadas de El Cairo, y como los franceses se honraban de su sometimiento a las mujeres y las llenaban de regalos y liberalidades, las mujeres empezaron a mantener relaciones con ellos. Durante los primeros tiempos se recataron bastante, pero después de las revueltas de El Cairo, habiendo sido tomado por asalto el barrio de Bulaq, los franceses se apoderaron de las mujeres y doncellas que les gustaban, las vistieron a la manera de su país y les hicieron adoptar sus costumbres». Por muchas razones, no es texto precisamente insignificante, sino muy significativo, porque refleja no sólo lo que cabria calificar de conflicto político, sino también de conflicto social. Algo que suele tenerse menos en cuenta, pero que resulta tan impactante y traumatizador como aquel, y en bastantes casos quizá aun más a largo plazo. Pasados los años, tuvo lugar otro acontecimiento plenamente representativo de esta dualidad estructural que caracteriza el encuentro entre las dos partes mencionadas, tópica y abusivamente denominadas oriente y occidente: fue la apertura del Canal de Suez. El escenario de representación, con rango absolutamente protagonista, fue también Egipto. La gran repercusión universal que acompañó a este suceso desde su inicio, 1  El encuentro con occidente fue, desde mi punto de vista, el hecho principal y más determinante acaecido en el conjunto del mundo árabe durante este primer periodo. Y lo fue por varios motivos, de entre los que detallo algunos por su especial relevancia. No fue pasajero ni incidental, sino que se prolongó y amplió a lo largo de los periodos siguientes, afectándole además en todos los órdenes. No tuvo solamente dimensiones internas, sino que actuó también en el exterior, planteando las relaciones entre las dos partes a partir de condiciones y sobre bases en gran parte no solo nuevas, sino también diferentes a las anteriores. Fue auténticamente traumático, repercutiendo en todos los planos y niveles de la existencia: en lo político, en lo social, en lo económico, en lo cultural, y tanto en el marco individual como en el colectivo. Fue de naturaleza doble y tuvo dimensiones y consecuencias dialécticas y dicotómicas: tanto sumamente negativas como claramente positivas; es decir, introdujo tanto marcos y modalidades de enfrentamiento como de entendimiento, que además, con frecuencia, no llegaron a consolidarse plenamente en ninguno de los dos sentidos, quedándose en una zona indecisa e inconcreta de la que derivaron grandes riesgos y mayores perjuicios. En resumen, condicionó y alteró en gran medida, y hasta llegó a determinar en no pocos aspectos, la dinámica histórica seguida por el mundo árabe contemporáneo. Egipto resultó también protagonista, en este caso más bien obligado, de tal fenómeno. Este tuvo su punto de partida en la campaña napoleónica de finales del siglo XVIII. Ese primer movimiento colonial francés se ampliaría después a otros países próximoorientales y norteafricanos, pero este asunto cae fuera de nuestro marco de interés ahora. Como cabal muestra de esa doble polaridad a la que he aludido: lo positivo y lo negativo, traigo a colación dos textos traducidos por mí hace ya tiempo, entresacados de la magna obra del historiador árabe contemporáneo, el gran cronista Abderrahmán  26 4444444444 27 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación y que fue acrecentándose con el paso del tiempo, no rebaja en absoluto su repercusión interna, la que tuvo para el propio país. Por ello, no resulta exagerado afirmar que el curso de la historia egipcia experimentó grandes alteraciones a partir de Suez, entrando en otra etapa. Y a lo largo de esta nueva etapa, el hecho que hemos destacado: el encuentro entre oriente y occidente, sigue actuando en toda su dimensión de cuestión de fondo, de realidad permanente, global y estructural. Voy a poner un ejemplo, que resultará con seguridad inesperado y puede parecer insignificante y hasta impertinente, de esa sustancial dualidad enfrentada e inevitablemente conflictiva que caracteriza el encuentro entre los dos supuestos bloques mencionados. Un escritor granadino de la época, olvidado hoy, José de Castro y Serrano, escribió un libro titulado La novela de Egipto, en el que narraba los fastos de la apertura del Canal de Suez, como si hubiera asistido a ellos. Sin embargo, una de las mayores curiosidades del asunto –y también otro de los enigmas que suscita– es que existe la certeza de que no fue así, y que lo escribió desde su casa en Madrid, parece que contando con las impresiones que le enviaba desde el lugar de los hechos un ilustre informante, tal vez nada más y menos que don Pascual de Gayangos. Pues bien, su libro recoge una de las expresiones más valiosas que cabe conocer de ese encuentro, que es este breve párrafo: «Pero los fellahs [es decir, los campesinos egipcios], como los moros de nuestras costas, viven de la vida contemplativa y reposada, son sobrios en sus necesidades, viven en un hoy que carece de mañana, dormirían eternamente si nadie les despertase, pelearían si tuvieran enemigos, trabajarían si algo les impulsase a la faena. En una palabra, serían hombres si no fueran árabes». No voy a entrar en otros posibles comentarios de algunas de las afirmaciones que se vierten en el texto, y en las que el autor es rehén del tópico, del prejuicio y de la simple ignorancia. No, voy a reducirme a la última frase, eso de que «serían hombres si no fueran árabes». Pregunto, sencillamente: ¿conocen ustedes muchas manifestaciones de racismo tan visceral y directo como esta?; también, tan burdo y odioso. Pero hay que hacer constar que se trata, quizá sorprendentemente, de la misma persona, del mismo escritor que no tiene ningún inconveniente en declarar que «los árabes, en fin, mal que les pese a nuestros hijos, son nuestros padres»; y el mismo que, describiendo una tarde de paseo en Alejandría, asegura que «son como nosotros, los españoles. Se pasan la tarde hablando en la calle, tomando café. Si es que somos primos hermanos». Al margen de la flexibilidad de que hace gala el autor granadino para otorgar posibles relaciones de parentesco, los párrafos entresacados brindan una excelente muestra de los resultados que se pueden derivar de la delirante combinación y escisión subyacente de arabofobia y arabofilia, por otra parte tan hispánica. En conclusión, uno de tantos ejemplos pertinentes de la dicotomía –al parecer insuperable para muchos– que provoca el cruce de esos dos mundos, tan distanciados y próximos a la vez. No deja de sorprender como, desde la gran lejanía, nuestro hombre acertó a vislumbrar el poderoso proceso de europeización, de occidentalización en general, que empezaba a producirse en Egipto. Describe así por ejemplo al jedive Ismail, bajo cuyo virreinato se inauguró el Canal de Suez, como «el occidental más oriental que hay en oriente», y tampoco duda en calificar a Fernando de Lesseps, su constructor, de «virrey Cristiano de Egipto». Tendremos ocasión seguidamente de referirnos a esta circunstancia.  28 2  ¿Qué ocurre a lo largo del segundo periodo, de los cinco señalados?. Pues, ante todo, que el fenómeno de colonización se consolida y asienta, lo que sirvió para intensificar la occidentalización del país iniciada durante el periodo anterior. Esta fue afectando en especial, obviamente, a las clases dirigentes y a la alta burguesía dominante, de origen extranjero diverso en número considerable. Un escritor libanés describió esta situación por la que el país atravesaba, a horcajadas entre los dos siglos, de la manera siguiente: «Entre las frases que corren entre algunos orientales, está la que dice que “si tienes imposible visitar Europa, visita Egipto, que es el espejo de Europa». Se lo he oído a quienes llegaron a estos lares, observaron sus bellezas, se introdujeron en sus círculos y se familiarizaron con sus clases. Y cuando llegue aquí, dije: “es verdad lo que cuentan”». En la fase de tránsito del primer periodo al segundo, y quizá como señal de cierre de aquel y apertura de este, tuvo lugar un acontecimiento que hay que considerar muy representativo de la situación que la región atravesaba, y que muestra el protagonismo que asumiría Egipto ante esa situación: me refiero a la revolución nacionalista que encabezó `Orabi Bashá, y que hay que interpretar como el primer gran movimiento de esta naturaleza. Seguramente lo fue tanto en sus aciertos estratégicos como en los errores que cometió. La misma figura de su supremo dirigente ha sido objeto de valoración diversa 4444444444 29 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación y de polémica por parte de la historiografía egipcia contemporánea. Lo que está fuera de toda duda es que la derrota del levantamiento nacionalista permitió la instalación del protectorado británico en el país; justamente lo contrario de lo que se pretendía. Durante este periodo la región se ve sometida, en su mayor parte, a un claro proceso de reforma y reordenación política, que es tanto de proyección exterior como de dimensión interna, y en todo este proceso Egipto sigue apareciendo como pieza clave y fundamental, especialmente representativa del tiempo que se vive. Hay que advertir que el mundo árabe empezaba entonces a ser escenario de una dinámica alternativa de crecimiento y de adaptación, que se prolongará durante los periodos siguientes, aunque vaya cambiando sensiblemente de formas y en contenidos. Empieza a ser ya rehén de los grandes sucesos y conflictos de la política internacional. Y durante en este primer periodo, muy concreta y claramente, de la Primera Gran Guerra. Egipto, como algunos otros países árabes que son objeto de la expansión colonial, en su doble modelo casi absolutamente dominante: británico o francés, se ve incurso en una experiencia política liberal que trata de ser variante de un genérico modelo europeo occidental adaptado a la idiosincrasia del país. En tal contexto, la presencia y la actuación de los partidos políticos resulta un factor particularmente indispensable y con frecuencia determinante. Me refiero en concreto a este punto porque, a tal respecto, Egipto brinda también otra muestra del significado y rango que le distinguen en el marco árabe global, ya que es un partido egipcio, al-Wafd, el que cabe considerar, en opinión mayoritaria, el más representativo de esa experiencia en todos los aspectos. Partido de extracción mayoritariamente burguesa y de ideología preferentemente nacionalista y liberal, lo que contribuyó también a la participación de la minoría copta, el Wafd resultaría pieza clave y participante destacado dentro del juego político del país y en la gestión del mismo. Pero es posiblemente en el terreno cultural, en términos generales, y de manera muy particular y sobresaliente en el ámbito literario e intelectual, en donde Egipto asume y demuestra su condición de faro y adalid del mundo árabe contemporáneo. La literatura y el pensamiento egipcios viven durante este periodo y el siguiente su época de mayor esplendor, su auténtica edad de oro, representada por dos generaciones sucesivas que agrupan una nómina extensa y sumamente representativa de de la creación contemporánea en lengua árabe. Es la época de los grandes maestros, con nombres tan sobresalientes e ilustres como Taha Husain, Tawfiq al-Hakim, Abbás Mahmud al-Aqqad o los poetas agrupados en la asociación «Apolo». En mi opinión personal, resulta muy difícil, quizá imposible, encontrar un potencial creativo de tal categoría en la historia de la producción literaria e intelectual árabe contemporánea, y ello se debe sustancialmente a la maestría que acreditan en el conocimiento y el empleo de la propia lengua árabe, impecable y sugerente a la vez, y que en alguno de ellas ya alcanza unos niveles de profundidad y ductilidad ciertamente poco habituales. Quizá sea Tawfiq al-Hakim el mejor ejemplo, en conjunto, de lo que afirmo. En mi opinión, se trata del mayor estilista (y empleo con plena consciencia e intención este término) que ha tenido la literatura árabe contemporánea. E insisto en esta faceta propia y esencial de la creación literaria: el estilo, y no en ninguna otra de las que también posee, la ideológica, por ejemplo. Para ejemplificar sucintamente lo que digo, voy a traer a colación dos textos del autor, uno narrativo y otro teatral, que sirven además para ilustrar adecuadamente los dos géneros literarios que, cultivó preferentemente; aprovecho en ambos casos la versión a lengua española del profesor Corriente Córdoba. El primero de ellos procede de su novela ‘Awdat al-ruh, «La vuelta del espíritu», literalmente, o «El despertar de un pueblo», como con acierto la titula su traductor a nuestra lengua. Me parece no sólo un texto muy representativo de la obra del autor sino también, y por ello lo aprovecho, del trazado de la posible identidad de su país. Dice uno de los personajes en el transcurso del diálogo que mantiene con otro en torno a esta cuestión: «Tiene razón, caballero. Sin duda alguna nosotros somos un pueblo social por naturaleza, y la razón es que somos desde antiguo un pueblo agrícola, mientras otros vivían de la caza, aislados y salvajes, cada tribu y cada familia por su lado. En cambio nosotros, desde la prehistoria, tuvimos aldeas, tuvimos vida social en el valle del Nilo: llevamos la sociedad en la sangre, la vida social es nuestra segunda naturaleza, creada en nuestro interior durante generaciones». Sí, así es Egipto. Pero esto es aplicable también, en su proporción y medida, a otros países de la zona: Siria e Iraq por ejemplo, en donde el factor agrícola y campesino, la conformación y existencia de núcleos sociales, están acreditados también desde la más remota antigüedad. Tawfiq al-Hakim es sin duda el primer gran dramaturgo árabe contemporáneo, quizá el mayor de todos, y en su extensa obra teatral ha abordado también el tema suscitado: la identidad de Egipto. En Ahl al-Kahf («La gente de la caverna»), nos revela otra de las señas definitivas de la personalidad de este pueblo, otra de las pistas profundas y esenciales para entenderlo e interpretarlo correctamente, en boca de uno de los protago-  30 4444444444 31 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación nistas: «De nada sirve luchar contra el tiempo… En Egipto se quiso combatir el tiempo en épocas remotas, por medio de la juventud. En todo Egipto no había una sola estatua que representara la decrepitud y la vejez, como me dijo un día un general, a su vuelta de Egipto. Todas las imágenes representaban la juventud, ya fueran dioses, personas o animales… Todo era joven… Pero el tiempo ha matado a Egipto, aun cuando era, es y será siempre joven. Y el tiempo no dejará de lanzar la muerte sobre Egipto siempre que quiera, siempre que le esté decretado morir.» Otro escritor algo anterior, de origen y formación muy diferentes y lejanos, que visitó el país del Nilo hacia el año 1912, el modernista Enrique Gómez Carrillo, acertó a expresar de manera muy breve y precisa sensación similar: «Pero en Egipto todo se eterniza a la sombra de las Pirámides». Quizá ese sentimiento surge y se apodera de cualquier ser humano porque Egipto es una gran metáfora, una de las mejores y más bellas metáforas de la vida y la muerte. Para concluir este capítulo, hay que referirse al notable desarrollo que los movimientos feministas experimentaron a lo largo del periodo que nos ocupa. Es una de tantas muestras representativas de los cambios y las nuevas orientaciones que se van produciendo en las sociedades árabes, y que en Egipto adquirieron especial significado, al tiempo que ejercieron notable influencia en otros países del entorno. No todas las principales pioneras dirigentes y abanderadas de los movimientos feministas eran egipcias, pues las hubo también de otros orígenes y procedencias, pero sí fue en este país donde el feminismo árabe, en trance de consolidación, adquirió mayor presencia pública y capacidad de influencia social. Baste recordar a este respecto que, en sus inicios, tuvo lugar la que seguramente sigue siendo la experiencia más dura y auténticamente traumática, de incalculables efectos prolongados durante los años siguientes, y que en parte duran, por la que el mundo árabe ha pasado: le pérdida de Palestina, como consecuencia directa de la proclamación final del estado de Israel el año 1948. Fue la primera gran derrota colectiva y supranacional del arabismo, y se cerró, de hecho, con otra inmensa derrota no menos enorme: la llamada «Guerra de los Seis Días», a mediados del año 1967. Tres años después murió el personaje emblemático que más fielmente la representa, tanto en las efímeras glorias como en las duraderas miserias: el presidente egipcio Gamal AbdelNáser. Cabe afirmar que si aquella primera derrota simbolizó la quiebra del pensamiento liberal árabe, la segunda simbolizó la derrota del socialismo árabe. En ambos sucesos, y a lo largo de todo el tiempo que entre ellos se extiende, Egipto constituyó el centro y la médula del organismo árabe y actuó como su líder prácticamente indiscutible. A él le corresponden, por consiguiente, los porcentajes máximos de gloria y de miseria. Y sobre todo, entre medias de aquellos dos nefastos sucesos, la decisión de la nacionalización del Canal de Suez, en 1956, y el aparente triunfo obtenido tras la agresión tripartita anglo-franco-israelí, que siguió de inmediato a aquel magno suceso. Ahora sí se podría afirmar que la experiencia colonial había llegado a su total final, y que la soberanía nacional era plena y total. Egipto portaba el estandarte de la dignidad árabe íntegramente recuperada. La revuelta de los Oficiales libres en 1952 –en realidad, un golpe de estado– tuvo como consecuencia el final del régimen monárquico al año siguiente, y la proclamación de la república. Significa el comienzo de una nueva y diferente época en la historia de Egipto, no solo en el terreno político, sino en toda la existencia del país. Por eso hay que hablar del «nuevo Egipto», propiamente del «Egipto naserista», al erigirse Abdel-Náser en su dirigente máximo y emblemático. El naserismo no fue solo un ideario político, de ambición y aplicación muy extensa, casi total, sino que a partir de una concepción y ejercicio decididamente personal y autoritario del poder político, se propuso dirigir y controlar todos los mecanismos y resortes del gobierno, tratando de conformar asimismo el funcionamiento de la propia sociedad. Se sustentaba ante todo, indiscutiblemente –y sería erróneo e injusto no reconocerlo así– en la excepcional talla del personaje del que tomó el nombre, y del masivo fervor popular –hasta llegar casi a la plena identificación– 3  No resulta en modo alguno equivocado ni exagerado afirmar que fue precisamente durante este tercer período cuando Egipto llegó a asumir casi plenamente, en bastantes casos y situaciones, auténtico liderazgo en el marco conjunto del mundo árabe, y de forma muy marcada en la región del Mashrek. Pero conviene recordar que no se trató precisamente de una coyuntura temporal propicia y de fácil gestión, sino justamente todo lo contrario: enormemente complicada y llena de dificultades de todo orden, muchas de ellas además de gran implicación y repercusión internacionales. No fue una etapa demasiado larga, ya que no abarcó en total más de treinta años, pero sí resultó sumamente compleja, intensa y convulsa.  32 4444444444 33 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación con que contó. Hay que reconocer también que, por encima y al margen de otras muchas consideraciones y valoraciones que puedan y deban hacerse, el naserismo se extendió por casi todo el mundo árabe, lo marcó, pues no fue un fenómeno nacional egipcio solamente, sino que en Abdel-Náser encontraron los pueblos árabes el gran líder que buscaban. Posiblemente porque acertaron a ver que ha sido la única gran personalidad política de proyección auténticamente internacional, además, que ha surgido en ese mundo en época contemporánea. Tres fueron los principios fundamentales del naserismo y los objetivos que se propuso alcanzar: la liberación nacional, el nacionalismo árabe global y el socialismo estatal. La liberación nacional se entiende en plenitud de funciones, excluyendo por ello toda clase de merma en la aplicación de la misma, de reducción o de interferencia ajena, como manifestaciones residuales del anterior sistema colonial. Ningún país es definitivamente libre si no es plenamente dueño de sus decisiones y de su destino. El nacionalismo árabe global es asimismo de rango superior e integrador, un panarabismo, que no excluye indudablemente los nacionalismos locales propios y distintivos, pero que sí pretende enmarcarlos en ese panarabismo conjunto superior, por lo que en cierto sentido puede llegar a condicionarlos parcialmente. Suele formularse lingüísticamente con el término qawmiya, para diferenciarlo de wataniya, que correspondería más bien a nacionalismo local, a patriotismo. Su aspiración final sería la unidad árabe, tan ansiada como en realidad quimérica, dentro del marco de las nacientes naciones-estados, en parte consecuencia del régimen colonial. El socialismo fue de cuño y realización estatal, estuvo concebido y se puso en práctica desde los propios aparatos de poder, careciendo en gran parte de la amplia base social que necesitaba y que hubiera contribuido decisivamente a su implantación, y por descontado de la ductilidad conveniente. Que el presidente Abdel-Náser tuvo un proyecto global para su país es algo que, si se es objetivo e imparcial, no admite duda. Que lo tuvo asimismo para el conjunto del mundo árabe, también. Hasta cabe afirmar aún algo más en este sentido: aparece como el único político árabe que lo haya tenido. Que tanto en la formulación teórica como en la aplicación práctica y en la ejecución de tal proyecto se incurrió en grandes errores y se cometieron no menos grandes fallos tácticos y estratégicos, sin duda alguna. Que tal proyecto se truncó y terminó en casi total fracaso, también resulta una realidad indiscutible y fácilmente demostrable. Ese fracaso afectó profundamente a toda la trayectoria histórica egipcia siguiente, hasta ahora mismo, y por extensión a la de todo el mundo árabe, en variables grados y niveles, aunque huelga entrar aquí en el análisis de toda esta complejísima cuestión. Pero quizá no sería en balde subrayar que dos de las dimensiones principales del proyecto naserista fueron la recuperación de Palestina, dentro del irrenunciable objetivo de la liberación total del mundo árabe de toda secuela colonial, y la importante proyección interárabe e internacional que el pro-naserismo fue rápidamente alcanzando. Se trataba de dos de las líneas rojas que las potencias occidentales –y a su cabeza los Estados Unidos de Norteamérica– no permitían cruzar. En la literatura encontramos algunos destacados ejemplos de la situación por la que atraviesa el país. La producción egipcia sigue ocupando un lugar destacado dentro del conjunto árabe, aunque otras varias del entorno van adquiriendo también niveles de desarrollo y extensión progresivamente ascendentes y representativos. Pero la figura máxima de las letras árabes es Naguib Mahfuz, cuya consagración internacional llegará al obtener, el año 1988, el Premio Nobel de Literatura; y con él, –por primera y única vez hasta ahora en forma tan tardía como cicatera– la literatura árabe. Mahfuz no es solo un magnífico escritor, sino que es también el auténtico forjador definitivo de la novela árabe contemporánea, tanto en aspectos formales como de fondo. Su obra está al nivel de eminentes maestros universales del género, como Dickens, Balzac, Dostoievski, Pérez Galdós, García Márquez. Como ellos, es tan gran escritor como excelente retratista de la sociedad en que vive: la sociedad egipcia. Uno de los mayores valores del universo narrativo de Mahfuz tiene su origen y cimiento en el profundo conocimiento que posee del ser humano, tanto en su condición general como en su comportamiento particular, lo que dota al realismo arraigado y sustancial que es base de su obra de un simbolismo propio que resulta prolongación natural de ese mismo realismo de base. El ser humano es, para Mahfuz, «esa mezcla de debilidad y de fuerza, de bien y de mal, de estupidez e inteligencia, que merece la compasión en la misma medida que merece el castigo». Y esa es la visión que aplica a sus personajes, porque así es como actúa y se comporta la sociedad egipcia, que es la que tiene más cerca, la suya, la que conoce y a la que pertenece. Su obra vale como excelente metáfora del ser egipcio: asombrosamente tranquilo, calmo, paciente, que puede permanecer en ese estado largo tiempo sin cambios ni alteraciones aparentes, pero que de pronto se transforma radicalmente y puede estallar en tremendos ramalazos de furia incontenible.  34 4444444444 35 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación Rasgo sumamente caracterizador de la sociedad egipcia, en el plano individual y en el plano colectivo. La gran representatividad que se le reconoce a Mahfuz es expresión perfecta del profundo conocimiento que tiene de su pueblo. Otro gran escritor egipcio, Yahya Haqqi, lo expresó exactamente cuando aquél obtuvo el Nobel, al afirmar lo siguiente: «Naguib Mahfuz no solo ha escrito estupendas novelas, sino que ha escrito la novela egipcia arrancada del pueblo, la que va siguiendo su historia y sus problemas, trazándole unos ideales en los que cree: el liberalismo, la tolerancia, la democracia; y por último, la fe en la ciencia. En ello cumple una condición fundamental: es sincero consigo mismo». Por todo ello, no ha de sorprender el rango superior y muy representativo que Mahfuz ha alcanzado en todo el mundo árabe: es uno de tantos reflejos coherentes del rango y la representatividad con que ha contado Egipto. medio oriente. Tal cuestión desborda claramente el marco que aquí nos ocupa, y por ello me limito simplemente a apuntarla, sin entrar en otros pormenores. Por el mismo motivo, será menor la atención que aquí dediquemos a este periodo. Durante las últimas décadas del siglo pasado –que es la etapa que ahora nos ocupa– se da un doble proceso, paralelo y estrechamente relacionado en bastantes aspectos. Ese doble proceso es el del colapso de las ideas y tendencias nacionalistas panarabistas –que fueron las que más acusaron la derrota de 1967– y el de la revitalización y recuperación de las estrictamente islámicas, entendidas y enunciadas mayoritariamente además a través de fórmulas con contenidos, comportamientos y discursos decididamente radicales y reivindicativos. Desde una perspectiva tan restringida y puritana, el islam resurgiría al tiempo como el último bastión de resistencia, suprema seña fundamental identitaria y la única solución también posible a los muchos y amenazantes problemas también que afrontaban estos pueblos y sociedades. Se inicia entonces una fase de transformación, tan agitada como profunda y de inciertos resultados finales, en la cual el mundo árabe sigue inmerso todavía. Se trata de un fenómeno general que a todo él afecta, pero no es menos cierto que en cada uno de los países y de las sociedades que lo componen irá produciéndose de forma parcialmente propia y diferenciada, y que precisamente en Egipto ha ido adquiriendo especial difusión y relevancia. En un marco de deterioro general y progresivamente incrementado, los regímenes políticos entran en procesos de anquilosamiento y de endurecimiento de los mecanismos de gobierno, carentes por lo habitual de la necesaria legitimación. Van mostrando asimismo una progresiva incapacidad de respuesta a las también crecientes y justas exigencias sociales, y ponen asimismo de manifiesto su carencia de la decisión y voluntad políticas exigibles para oponerse de forma realmente eficaz a las injerencias de las grandes potencias extranjeras. A las carencias internas árabes se suman las pretensiones y ambiciones externas, muy mayoritariamente de cuño y procedencia occidental. No se trata de que el mundo árabe entre ahora en una fase de crisis, sino de que sigue inmerso en una gravísima y muy prolongada situación de crisis sucesivas y acumuladas que se arrastran y lo inmovilizan desde tiempos anteriores. No tiene nada de extraño, por consiguiente, que dentro de este clima de insatisfacción generalizada, extensa y creciente, empiecen a surgir tendencias y movimientos revisionistas y de protesta, en defensa de los derechos humanos, del ejercicio de las li- 4  Este cuarto periodo brinda una doble imagen, en no pocos puntos contrapuestos y de contraste; todo está en función de la perspectiva desde la que se contempla. Así, contemplado desde una perspectiva interior, estrictamente egipcia, habría que afirmar que se caracteriza ante todo por el proceso de amplio desmantelamiento del régimen anterior que se lleva a cabo: es decir, el postnaserismo significa mayoritariamente la desnaserización del país, muy en particular en el terreno político y en el económico. Este proceso va aparejado también a la nueva apertura a occidente, a la tentativa de su «reoccidentalización», y específicamente de su «americanización». Dentro de ese marco hay que situar la decisión de normalización de relaciones con Israel, aunque tal iniciativa quedaría reducida al marco oficial, careciendo ampliamente de auténtico respaldo popular. Sin embargo, contemplado desde perspectiva árabe, el panorama aparece no solo bastante diferente sino también en gran medida opuesto: Egipto va a ir viéndose progresivamente más aislado de su entorno árabe próximo, lo que afecta directamente al rol de protagonismo, y hasta de liderazgo, como acabamos de ver, que ejerció a todo lo largo de los periodos anteriores. No se trata sin embargo de un asunto estrictamente egipcio ni tampoco árabe, sino que está directamente relacionado con los nuevos planteamientos que se efectúan en el terreno de la política internacional, bastantes de los cuales tienen como escenario principal de acción y como objetivo concreto la región del próximo y  36 4444444444 37 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación bertades y de la búsqueda y aplicación de formas de democratización que posibiliten el ensayo de forma y sistemas de gobierno que sean auténticamente representativos de la condición plural y diversa de las sociedades. Un conocido sociólogo egipcio, Saadeddín Ibrahim, acertó a retratar la situación afirmando que «la tragedia del ciudadano árabe consistía en que la única posibilidad que le quedaba era tener que elegir una de estas dos opciones: un gobierno de cascos o un gobierno de turbantes»; es decir, entre un férreo régimen militar o un rígido poder confesional. Es la época en que tantos intelectuales y pensadores, entre los cuales no faltan los egipcios, reavivan el debate sobre la democracia. Por último: durante esta época va produciéndose también otro fenómeno cargado de gran importancia y que irá revelándose cada vez más determinante y alterador de la situación de toda la zona: es el desplazamiento de su principal eje geoestratégico en dirección este, y en concreto hacia la región del Jalich, es decir, del Golfo– lo que se conoce comúnmente como Golfo Pérsico– y por ampliación natural a toda la Península arábiga. Esto significa que ese eje ya no estará situado en torno al Canal de Suez y la orilla oriental del Mediterráneo; es decir, en a torno a Egipto. En consecuencia, el lugar preeminente y con frecuencia protagonista que este país venía asumiendo y ejerciendo, desde tiempo atrás, en el espacio árabe próximo-oriental irá progresivamente también reduciéndose y declinando. ciantes incógnitas e interrogantes sobre su desarrollo y futuro, tanto inmediato como a más largo plazo. Me voy a permitir hacer un breve y quizá sorprendente inciso sobre este torbellino de acontecimientos que se extienden por gran parte de la geografía árabe y que, al margen y por encima de otras consideraciones, y con total seguridad, continuarán, se extenderán e intensificarán. Tiene que ver precisamente con esa denominación en singular: «primavera árabe», pues yo estoy convencido de que no responde totalmente a la realidad ni la refleja plenamente. Es evidente que todas estas convulsiones, que a mi juicio están completamente justificadas en origen y son ampliamente explicables por múltiples y muy diversas causas, brindan no pocos puntos de parecido y de semejanza, pero también bastantes contrastes, diferencias y disonancias; quizá lo que las distingue y aleja entre sí es tanto, al menos, como lo que las iguala y acerca. Por ello, yo no acabo de entender el empeño puesto en denominarlas siempre en rígido y tozudo singular, y me atrevo a sospechar que no se trate simplemente de una convención mediática o de una estrategia de imagen, sino que quizá se solape también en todo ello una motivación parcialmente externa: ¿de alguna importante cancillería extranjera que se ha mostrado especialmente interesada, desde un principio, en el seguimiento y la difusión de estos acontecimientos, como la francesa, por ejemplo?. Repito, no es sino una sombra de duda personal, acicatada ante todo por la complejidad enorme del poliédrico fenómeno y por sus indudables implicaciones subyacentes, muy diversas y de variado origen y propósito. En cualquier caso, la fase final de este quinto periodo constituye un proceso en curso y totalmente abierto, aún en sus primeras etapas y en muchos aspectos –insisto en ello– totalmente imprevisible, por lo que no parece conveniente aquí referirse a él con extensión. Por eso, y para terminar esta ya excesivamente larga exposición, quiero tan sólo apuntar a un aspecto del mismo que está directamente relacionado con lo que ha constituido el eje y el punto central de nuestra aproximación a Egipto a lo largo de estas páginas: su condición indudable de protagonista muy destacado dentro del marco general de la historia árabe contemporánea. Como he venido afirmando, precisamente tal protagonismo, y en ocasiones liderazgo, había experimentando un proceso de merma, variablemente puesto de manifiesto en función de los distintos terrenos en que se producía, durante las últimas décadas del 5  Llegamos así al último periodo, iniciado con el cambio de siglo. Obviamente, resulta un periodo de muy corta duración y aun en pleno desarrollo, por ello todavía por definir, totalmente abierto y de futuro incógnito y bastante imprevisible en muchos aspectos. No obstante, han tenido lugar en él, a pesar de su corta duración, acontecimientos enormemente reveladores, significativos e importantes, seguramente trascendentales no pocos de ellos, en ese complejo espacio que venimos llamando –a falta de una denominación más precisa y exacta– mundo árabe. Uno de estos acontecimientos ha sido la denominada genéricamente, y bastante tópicamente también, «primavera árabe», que aunque no haya empezado propiamente en Egipto –si la contemplamos desde una perspectiva estrictamente cronológica– sí está alcanzado en este país dimensiones y significados de especial importancia y magnitud, al tiempo que empieza a plantear numerosas y acu-  38 4444444444 39 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal siglo XX. Cabía advertirlo así en todos los planos, aunque fuera con las pertinentes diferencias entre ellos, como digo: en el plano político –sin duda alguna, y especialmente– pero también en el social, en el económico, en el informático e indudablemente asimismo en el cultural, lo cual resultaba aún tanto más lamentable, dado el peso específico que Egipto había venido teniendo durante tanto tiempo en la formación de una cultura árabe común. Pues bien, existen no pocos motivos para empezar a pensar que algo quizá de ese protagonismo egipcio interárabe empiece a ser recuperado ahora. Precisamente porque Egipto vuelve a ser actor muy destacado en el escenario árabe general, vuelve a asumir parte de la función de pivote principal de la dinámica histórica árabe, a proyectarse como máxima interrogante de futuro, a recuperar su condición y rango de: necesario eje de vertebración, o de desvertebración, del espacio árabe, y muy en particular, en el ámbito del Maxrek mayor. Todo ello ha venido y se ha replanteado por una vía inesperada, pero así ha sido y hasta se ha producido ante todo en un marco escenográfico urbano ya conocido y utilizado habitualmente en épocas anteriores: la simbólica plaza de la Liberación –Midán al-Tahrir–, que si así se llama será por algo, y debería ser nuevamente para algo. Dejémoslo aquí sin embargo. Porque casi todo, insisto en ello, se configura como una enorme y muy preocupante y compleja incógnita, que rechaza de plano la ligereza o la osadía de los tentadores y fáciles pronósticos. Hace muy poco tiempo le preguntaron a un gran escritor egipcio actual, Bahá Taher, muy reconocido dentro de su país, y con notable proyección asimismo en el marco árabe global: «¿Qué te parece lo que está pasando en Egipto?» Contestó de esta manera tan breve: «Estamos en una circunstancia de gumud zaurí», es decir, de «incertidumbre revolucionaria». Es profundamente turbador, emocionante y asombroso, que algo tan nuevo siga ocurriendo en un país tan antiguo como Egipto. Quizá es así porque posee el secreto profundo de un enigma permanente: ser él mismo, y distinto, a todo lo largo de la existencia. Y el Nilo sigue discurriendo caudaloso, permanente. El Nilo, sáhir al-guyub –mago de lo oculto– como le cantó el poeta Mahmud Hasan Ismail, hace ya casi medio siglo. Pero no es solo el Nilo. Todo Egipto posee y trasmina esa atracción tentadora: la magia de lo oculto, traspasada de deslumbrante claridad.  40 Egipto y la península Ibérica, siglos de relación B l a controversia cultural en egipto ante los desaFÍos de la época actual El Sayed ibrahim soheim resumen El objetivo de esta conferencia es dar a conocer la actitud de la cultura árabe respecto a la cultura occidental y aclarar los puntos de acuerdo y de desacuerdo. Por otra parte, es una reflexión sobre los esfuerzos realizados por los escritores, pensadores y filósofos árabes del siglo XX para lograr un acercamiento entre las dos culturas. Viene a la cabeza de éstos Taha Hussein, Al Aqad, Tawfiq Al Hakim y el Premio Nobel de Literatura, Naguib Mahfouz. Estos escritores tuvieron que luchar con sus plumas contra los predicadores del aislamiento cultural en el mundo árabe, temiendo que la cultura occidental pudiera influir en la fe religiosa de la gente. Se trata, pues, de una situación muy delicada de cara a las masas ya que la religión para ellos está por encima de todo. estructura general de la cultura árabe Si existen diferencias fundamentales entre los problemas del mundo árabe y los del mundo occidental, entre las soluciones que tienen para sus problemas y las que tenemos para los nuestros. ¿Cuál es el camino para encontrarse? La cultura árabe, antigua y moderna, ha diferenciado siempre, y de una forma decisiva, entre Dios y su creación; entre la idea absoluta y el mundo de transformación; 4 Editorial IVITRA-IEEI en Madrid, pp. 41-48, ISBN: 978-84-268-1626-9 41 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación entre la verdad eterna y el mundo de los acontecimientos y entre la estática del ser perenne y la dinámica del ser cambiante. El primero es esencia intransformable y el segundo es una realidad cambiable; aparece y desaparece. Esta diferencia hace que el mundo de los acontecimientos sea símbolo del mundo de la inmortalidad. Esta diferencia es la base sobre la que se clasifica a los pensadores árabes, en las etapas de transformación, en dos clases denominadas a principios y a finales del siglo XX como antigua y nueva, a veces, y retrógrada y progresista, otras. Ello se debe a que cuando soplan los vientos de cambio, un grupo se aferra a la estructura clásica, pensando que ahí está su salvación, y el otro grupo ve la salvación en otra estructura cultural construida por otra civilización cuyo éxito ha sido corroborado por el tiempo. Los retrógrados son los que se aferran a los principios que caracterizan a la cultura árabe clásica, que diferencia entre el mundo de la eternidad y el de lo efímero, mientras que los progresistas desean deshacerse de estos principios para adoptar otros más acordes con las tendencias de la época en la que les toca vivir. La cultura árabe se fundamenta en que la voluntad tiene prioridad lógica sobre la razón, porque tiene una serie de valores que rigen la conducta y que diferencian entre los hechos. Por tanto, los parámetros del ser humano para juzgar las cosas son impuestos sobre él, porque son el derecho objetivo que no puede cambiar. La voluntad es una realidad conformada por un hecho y los hechos se basan en unos valores que los dirigen. Si estos valores no los confeccionamos nosotros, sino que los seguimos, entonces los hechos solamente trazan el camino que conduce a la realización de estos valores. Lo cual quiere decir que el campo de la razón se limita en la ejecución. La conclusión es que la cultura árabe se basa en dos pilares: la inspiración, que nos ayuda a conocer lo que se debe, y la razón que usamos para hacer efectivo lo que se debe. sabilidad en dicha elección. Por eso, este grupo se centró en dos ejes: la unicidad de Dios y la libertad de actuación de la voluntad del ser humano en el mundo de los hechos. Otro grupo, el de los filósofos, la rechazó, intentando compaginar, por un lado la razón y la inspiración (revelación) y, por otro, la sabiduría de la filosofía y la sharia de la religión, para demostrar que no hay discrepancia sobre las realidades aunque varían las metodologías. Ambos grupos acordaron que la aceptación de la cultura griega no significa renunciar a ninguno de los elementos de la cultura árabe original, sino que los puede arraigar más. Esta tolerante actitud se limitó a la élite de los intelectuales, mientras que las generaciones sucesivas tuvieron una actitud contraria respecto a la filosofía griega, alegando que era intrusa y que podía corromper su cultura (El Emam Al Ghazaly). Cuando la cultura árabe moderna se enfrentó con la cultura occidental de época, los pensadores se dividieron en tres clases: Una primera que pudo compaginar las dos culturas mediante el acoplamiento de la visión occidental de la era en los moldes de la cultura árabe original, con Mohamed Abdu, Abbas Al Aqad, Taha Hussein y Tawfiq Al Hakim a la cabeza y con ellos la mayoría de los intelectuales. Otra segunda que no pudo absorber la nueva visión de la era, e hizo caso omiso a todas las cuestiones y problemas intelectuales de la época, centrándose en los libros de los antiguos. Con ellos se aliaron las masas no cultas. La tercera es una minoría que abandonó totalmente la cultura árabe y se entregó a la nueva cultura tal cual, adoptando sin ninguna modificación ni cambio en las fuentes, la cultura procedente del exterior. Veía las cosas con ojos europeos o americanos y lo único que la vincula con la cultura árabe moderna es que escriben en árabe. Así pues, todo lo que esta clase ha hecho es presentar a la nación árabe la cultura occidental, no mediante la traducción, sino gracias, en primer lugar, a la asimilación y, luego, a la exposición con un estilo vivo caracterizado por su espíritu y su personalidad. De esta manera esta clase salió del enfrentamiento fusionándose con un mundo ajeno al suyo. Por tanto, es un solo grupo el que se hizo cargo del enfrentamiento cultural y se preocupó de compaginar la cultura occidental de la época y la cultura árabe: sus miembros son los que confeccionaron la cultura árabe moderna, porque se abastecieron de ambas culturas y produjeron una mezcla que llamamos «Cultura árabe moderna». Estos hombres (Taha Hussein, Al Aqad, Al Hakim, Amin Al Rihani, Mikhael Nuaima etc.) cuando se enfrentaron a los problemas, los resolvieron siendo árabes y siendo modernos al mismo tiempo. Fueron árabes. Porque conservaron las bases sobre las que se levantó la antigua cultura árabe, y la reacción de la estructura general de la cultura árabe Cuando la estructura general de la cultura árabe se encontró cara a cara con una antigua cultura occidental, que es la griega, ésta fue transmitida a la cultura árabe por orden del estado y los intelectuales árabes respondieron a esta nueva filosofía, la de la razón, de dos maneras: Un grupo intentó beneficiarse de ella. Procuraron usar el instrumento de la lógica de la razón para llegar a una fórmula que protegiera la religión contra cualquier acusación y que conservara al individuo su libertad de la elección y su respon-  42 4444444444 43 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación fueron modernos porque tomaron la ciencia, la tecnología y la industria como tema para sus escritos, porque nuestra era se caracteriza por la ciencia. Por eso, la enseñanza en el mundo árabe, que era escasa en ciencia y prioritaria en de humanidades, se transformó, inclinándose la balanza del lado de la ciencia. Si tomáramos la ciencia por sus resultados y aplicaciones en aparatos que usamos en nuestros hogares y fábricas, seríamos como quien coge el fruto y deja el árbol y sus raíces, como quien llega al final sin haber seguido el método que conduce a ello. Estamos, entonces ante dos opciones: o rechazar la nueva edificación, bases y paredes, y así nos aislamos totalmente de la era en que vivimos, o aceptarla en su conjunto. Esto resume la actitud de dos de los grupos antes señalados. El primer grupo, que es la columna vertebral de la cultura árabe moderna, nos sorprendió con una actitud intermedia y flexible a pesar de la contradicción lógica; ya que aceptaron la ciencia y rechazaron las bases, y no se preocuparon mucho de que se les puede decir que ello no concuerda con la lógica, ya que esta actitud resuelve la problemática y da satisfacción. La justificación es que no podemos ignorar que la ciencia moderna hizo que el ser humano en lugar de investigar los motivos de los fenómenos, investigue sus Leyes. La búsqueda tradicional de los motivos y luego los motivos de los motivos etc., hacía que los filósofos terminaran siempre llegando a lo que llamaban primera razón que coincide con la creencia en que Dios existe, que es una fe esencial en la cultura árabe a lo largo de la historia. Como la visión científica de hoy prescinde de los motivos en su sucesión, los intelectuales árabes, que quieran seguir la ciencia de la época actual, se encontrarán en una situación muy embarazosa. Los intelectuales del primer grupo tuvieron la valentía y la inteligencia para declarar que «La ciencia sólo no basta» y en este punto radica la raíz más profunda del desafío que tiene la cultura árabe moderna. Esto ha sido fuente de preocupación para aquellos que quisieron ser científicos experimentales adoptando una actitud acorde con la nueva visión del mundo. No pudieron reconciliarse consigo mismos y se quedaron con la conciencia intranquila. Por tanto, esta es la visión que nos satisface: agregar al mundo de lo perceptible otro mundo, el de lo imperceptible. Si el primero precisa ver y experimentar para ser entendido, el segundo se basa en la fe. Si examinamos las escrituras de este grupo, vemos que están llenas imbuidas de una concepción con la que se supera la materia sin negar la ciencia que está precisamente basada en dicha materia y su naturaleza, partiendo de su convicción de que agarrase a la metafísica representa una aportación para el ser humano y, al mismo tiempo, no menoscaba la ciencia para nada. Dos ejemplos lo pueden demostrar: el libro de Taha Hussein Al Adab Al Jahili (La literatura pre-islámica) (1926) en el cual adoptó una metodología científica y fue muy racional, lo que hizo que la gente pensara que el autor se había dejado llevar por el espíritu de la época, olvidándose del espíritu de la cultura árabe. Por eso, en 1933 publicó su obra maestra titulada: A la hamesh al sira (Al margen de la biografía) en cuya introducción dice: «Sé que algunos criticarán este libro, porque son modernistas que enaltecen la razón y solamente confían en ella y, por eso, les molestará muchas de las noticias y de los hadices (dichos y hechos del profeta) que el cerebro no acepta. Quiero que sepan éstos que el cerebro no es todo y que la gente tiene otras aficiones que no precisan menos alimentos o menos satisfacción que el cerebro». Por su parte, Tawfiq Al Hakim insiste en todas y en cada una de sus piezas dramáticas en que cree profundamente en un poder invisible que el ser humano no puede rebatir. Pero si el limitado cerebro de este ser humano le engaña, haciéndole creer en su capacidad de imponer su voluntad, ocurre una catástrofe y tenemos la tragedia. En su obra Un pájaro de oriente el autor se dirige a occidente advirtiendo: «¿De que nos sirvió la ciencia?, ¿En qué nos beneficia?. ¿Las máquinas que nos brindaron más velocidad? ¿De qué nos nos sirve la velocidad? El paro que acecha a nuestros trabajadores y la pérdida de nuestro tiempo libre inútilmente…». A pesar de esta queja desesperada de la ciencia y de sus consecuencias, nos dice que no podemos prescindir de ello, transmitiéndonos en sus obras el mensaje de que el cerebro tiene que explorar el universo y luego entregar sus descubrimientos a los sentimientos.  44 ¿cuál es la cultura de la época que enFrentamos o que no enFrentamos? Esta cultura no es toda idea escrita en un periódico o en un libro, sino que es una síntesis selectiva de todo aquello que tiene relación, directa o indirecta, con nuestra vida y con nuestro destino. Así, nos detenemos ante ello analizándolo y, consecuentemente, lo rechazamos o lo aceptamos, lo cual nos lleva a la introducción de alguna modificación o cambio. Por ejemplo, un acontecimiento puede pasar inadvertido para nosotros, cuando para otros es todo un suceso. Así, pues, la palabra época, o era, engloba aquellos sucesos e ideas que han afectado a la vida de un pueblo. Quizá lo más importante de esta nueva era haya sido el salto dado en el campo de ciencias naturales y tecnológicas que dio como resultado una colonización rabiosa en nuestros territorios, situación que generó una preocupación por considerarlo una amenaza que puede afectar negativamente a la 4444444444 45 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación fe religiosa de los creyentes. Si hubiéramos hecho un seguimiento de lo que se escribió sobre estos dos ejes, rechazo a la colonización y defensa de la libertad, y después de lo que se escribió para demostrar la fuerza de la religión ante las enormes incursiones de la ciencia, probando que no hay contradicción entre la ciencia y la religión y menospreciando, a veces, la ciencia en comparación con la religión, hubiéramos llenado mucho espacio en el campo de nuestra actividad cultural moderna. En cualquier caso, de entre los factores que constituyen la «época» cabe destacar dos que la cultura árabe moderna ha enfrentado: 1. La reivindicación de la libertad política primero y luego libertad en todos los terrenos. 2. La protección de la religión de cualquier posible puesta en tela de juicio como resultado de la hegemonía de las ciencias naturales y su éxito en captar toda la atención. A estos dos factores hay que sumar otros que aparecieron como resultado de los dos anteriorescomo, por ejemplo: 1. La gran brecha entre los ricos y los pobres, sea a nivel de individuos o comunidades, lo cual hizo que se plantearan este gran problema los intelectuales y literatos, que es la igualdad entre la gente, ¿Cómo se consigue? Y ¿Cuál es la forma de aquella sociedad en igualdad? 2. Las comparaciones crecieron y variaron, en un intento de descubrir la naturaleza del ser humano ¿Cuál es? ¿Es la razón o la pasión? ¿Es lo consciente o lo inconsciente? 3. Determinar la relación entre el ser humano y el mundo en que vive. ¿Estarán separados de forma que se pueda decir que el ser humano está en un extremo y el mundo en otro? O ¿Es que el ser humano es un fenómeno natural como cualquier otro fenómeno? La cultura árabe moderna respondió con enfrentamientos violentos, que llegaron al nivel de revoluciones populares, a la idea de «nacionalismo» que caracterizó nuestra era. Esta idea se remonta al inicio de la aparición de comunidades humanas. En el mundo árabe el nacionalismo ha ido siempre en paralelo con la idea de la libertad política. Ello se debe a que nada más liberarse de los turcos, el mundo árabe cayó en manos de los colonizadores occidentales. Por eso, el choque con los colonizadores es el que alimentó nuestro sentimiento de nacionalismo, que comenzó con un nacionalismo regional y terminó con un nacionalismo árabe común. Mientras tanto ha habido llamamientos a nacionalismos sectarios como, por ejemplo, nacionalismo faraónico en Egipto y fenicio en el Líbano. Este movimiento nacionalista creó vínculos culturales entre el mundo árabe y las fuentes de la cultura moderna, ya que aparecieron decenas de escritores inspirados en la cultura occidental. Por eso, la idea del nacionalismo representa uno de los importantes puntos que provocaron un enfrentamiento cultural entre nosotros y nuestra época, porque éramos como el combatiente que compra armamento a su enemigo para después usarlo contra él. Prueba de ello es lo que dijo un intelectual árabe en un congreso árabe: «Los especialistas en política opinan que las comunidades no merecen este derecho (se refiere al nacionalismo) si no reúnen, según los alemanes, la unidad del lenguaje y de la etnia; y, según los italianos, la unidad de historia y de costumbres y, según los políticos franceses, la unidad de ambición política. Si vemos el caso de los árabes, nos damos cuenta de que tienen una sola lengua, unidad étnica, unidad de historia, unidad de costumbres y unidad de ambición política. Entonces tienen todo el derecho a una sola comunidad, a un solo pueblo y a una sola nación». La nación árabe discrepó en materia de líderes políticos, pero está totalmente de acuerdo sobre los intelectuales. El gran poeta o el gran escritor, por ejemplo, traspasa sus fronteras regionales para ser poeta o escritor de todos sin distinción. No decimos que este poeta o escritor es de Egipto, o del Líbano o de Irak etc., sino que es árabe. Nuestra cultura árabe moderna rechaza con toda claridad la actitud de la época respecto a la realidad del ser humano. Las opiniones científicas lo consideran como uno de los fenómenos de la naturaleza y, por lo tanto, se le somete a estudio usando el mismo método de investigación que en los demás fenómenos, porque si es diferente en algo es en el grado de complejidad y composición y no en la especie. Por eso, si quisiéramos someter al ser humano a un minucioso estudio científico, lejos de su valor y que se limitase a su realidad material, tendríamos que devolverlo a su origen, que puede ser animal o relacionarlo con una serie de interacciones químicas. Esta es la tendencia de la «época», pero según nuestro arraigado marco cultural, nos sentiremos muy preocupados si colocamos al ser humano en este lugar junto con la naturaleza en la misma cadena. También nos incomodará rebajar al cerebro a un nivel que lo reduzca a una mera función orgánica igual que las demás funciones de los demás órganos del cuerpo, porque esta visión choca con la concepción de vida ultraterrena. Por eso, nuestra  46 4444444444 47 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal cultura árabe se ha aferrado a su visión tradicional que diferencia entre el cuerpo y el alma y, por lo tanto, entre la religión y la vida mundana. Después de todo esto: ¿Cuál es la actitud de la cultura árabe moderna respecto al desafío de la época? La respuesta es que la actitud de la cultura árabe es la de rechazar los principios y las raíces, aceptando algunos resultados arrancados de sus principios o aceptando algunos frutos, prescindiendo de las raíces que los hicieron brotar. Pues vimos que la época se caracteriza por la ciencia tecnológica que nos obliga a limitar la visión en todos aquellos fenómenos de la naturaleza que se someten a la experimentación y no extender la vista a lo que había antes ni a lo que será después. Por tanto, los primeros motivos no nos importan en el campo de la ciencia, ni los fines nos interesan. Así, de nuestra época solo aceptamos los resultados teóricos de la ciencia, las máquinas e instrumentos y rechazamos limitar la vista al mundo de los fenómenos naturales. La teoría de la relatividad, que rechaza lo absoluto en el mismo campo de la ciencia, es un elemento presente en la «época» y caracteriza toda una forma de concebir la realidad en todos sus aspectos como no absoluto ni inamovible. Por eso, hemos aceptado la relatividad en la física, pero nos hemos apegado a los valores absolutos argumentando que son verdades indiscutibles entre un ser humano y otro. Egipto y la península Ibérica, siglos de relación B l a inFluencia de egipto en españa Juan martos quesada Los expertos en relaciones internacionales saben diferenciar perfectamente entre relación e influencia de un país con respecto a otro. Por ejemplo, Estados Unidos apenas tiene relaciones comerciales, diplomáticas, económicas o culturales de forma oficial con bastantes de las naciones de nuestro mundo, pero eso no impide que su influencia sea decisiva en esos países en aspectos culturales, sociales o de hábitos y forma de vida. Un caso parecido ocurre entre Egipto y España: aunque las relaciones diplomáticas, culturales y económicas existen y se desarrollan a buen ritmo, lo cierto es que no alcanzan los niveles que tenemos con otros países; pero eso no es óbice para detectar una influencia, nada desdeñable, de Egipto en España a lo largo de toda nuestra historia y, desde luego en los momentos actuales. A través de las relaciones culturales y políticas en otros tiempos y, actualmente, a través del fuerte turismo español hacia Egipto, este país influye en nuestra manera de ver a los árabes, en la moda, en la cultura, en los hábitos y en las costumbres. Como ya hemos dicho en alguna ocasión1, la nación egipcia es para nosotros, para los españoles, un referente del mundo árabe, un referente de la vida en el Mediterráneo y un referente como puente entre oriente y occidente. Para los españoles, existen, o visualizan, dos Egiptos: uno el faraónico y otro el árabe y musulmán; el primero se nos presenta 1 Véase J. Martos, «Egipto, el gran referente mediterráneo», en Hesperia. Culturas del Mediterráneo, IV (2006), págs. 9-12  48 4 Editorial IVITRA-IEEI en Madrid”, pp. 49-60, ISBN: 978-84-268-1626-9 49 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación bajo unas coordenadas culturales de un mundo, ya desaparecido, pero que admiramos por su riqueza cultural y por lo que representó en el progreso histórico de la humanidad; en cambio, el Egipto arabo-musulmán, se nos presenta también bajo unas coordenadas culturales positivas que, además, ha tenido contacto –y, por tanto, ha influido– con España a lo largo de la historia, y que sigue teniendo ese contacto y esa influencia en los momentos actuales. Así pues, desde esta perspectiva, analicemos la influencia histórica de Egipto en España. Dos niveles, al menos, podemos diferenciar en esta interrelación hispano-egipcia: un nivel de influencia muy intensa cuando la península Ibérica era musulmana, entre los siglos VIII y XV, y un nivel de influencia más intermitente y de menor intensidad a partir de esta fecha hasta la actualidad. Veamos, pues, la primera etapa de hegemonía arabo-musulmana en los dos países. Ya, desde un principio, la presencia árabe en España, en el siglo VIII, estuvo impregnada de elementos egipcios. Aunque administrativamente al-Andalus dependía de Qayrawán, en Túnez, lo cierto es que las tropas que entraron en nuestro país, los primeros gobernadores, los primeros predicadores del Islam, etc., eran de origen egipcio2. Una prueba evidente de esta presencia egipcia es que los ejércitos formados por soldados de este país, acabaron instalándose en nuestras tierras, ocupando básicamente dos grandes regiones, el Algarve y Murcia, en donde dejaron impronta de sus costumbres y forma de ser y vivir. Ni tampoco podemos olvidar que el mejor documento histórico sobre la entrada de los árabes en España se la debemos a un egipcio, Ibn ‘Abd al-Hakam (798871), cuya obra ha sido traducida al español3 El Islam andalusí basó su idiosincrasia y características en la manera de ser aplicado y entendido intelectualmente en dos focos culturales: Medina y El Cairo; este hecho, curiosamente, se ha vuelto a repetir en la actualidad, en donde la creciente comunidad islámica española del siglo XXI, sigue orientando su mirada, a la hora de comprender y practicar el Islam, hacia dos grandes países musulmanes: Arabia Saudí y Egipto, naciones de las que proceden, junto con Marruecos, la mayoría de los imanes existentes en nuestras mezquitas. Quizás, los dos aspectos más sobresalientes, en los siglos VIII-X, de la influencia egipcia en nuestro país, particularmente a nivel cultural, fueron, por una parte, el origen de varios de los compañeros del Profeta o discípulos de estos que recalaron en al-Andalus para inculcar los principios islámicos e intentar profundizar en los conocimientos religiosos de una población que, mayoritariamente, había elegido al Islam como religión propia4; por otra parte, es fundamental tener en cuenta la cantidad e intensidad de los viajes que los ulemas andalusíes hacían a las principales ciudades de Egipto, a Alejandría y a El Cairo, para aprender de los maestros de estas dos ciudades5.Buena prueba de ello es que el patrón de la ciudad de Alejandría es un santo procedente de España, al-Mursi. Fueron estos sabios viajeros andalusíes los que trajeron a la Península todo el saber jurídico y religioso islámico que conformó y condicionó posteriormente la estructura y el nacimiento del emirato y califato omeya durante los siglos IX y X. Durante el reinado de Abderrahman III en al-Andalus, las relaciones con el califato fatimí egipcio fueron muy intensas, pero de carácter hostil: Abderrahman III veía con recelo la instalación de un califato de corte chiíta en el sur del Mediterráneo, lo que lo llevó a instaurar él mismo su propio califato en Córdoba, prueba, en este caso, de cómo una determinada política llevada a cabo en Egipto, influyó y determinó el paso de un emirato a un califato omeya en nuestra Península. En el aspecto político y diplomático, Egipto jugó un gran papel en otras dos etapas de la historia andalusí: una en la época del reino nazarí de Granada, en donde las relaciones de estos sultanes con los mamelucos de Egipto fueron frecuentes, ya que se sentían apoyados por los egipcios contra el empuje militar de los reinos cristianos del norte hispano, en particular durante los reinados de El Zagal y de Yusuf I. Asimismo, en la etapa morisca, aunque la diáspora de los expulsados hacia tierras egipcias no fue tan intensa como la que observamos en el norte de África, lo cierto es que se registró un importante trasvase de moriscos y de judíos hacia Alejandría y El Cairo, que daría 2 3 Para esta época, véase, P. Chalmeta, Invasión e islamización, Madrid, 1994; L.A. García-Moreno y 4 Acerca de estos predicadores de primer momento llegados a al-Andalus, véase J. López Ortiz, «La recepción de la escuela malequí en España», en Anuario de Historia del derecho Español, VII (1930), págs. 1-167. 5 Sobre estos viajes, cf. J. Martos, «La formación de los juristas andalusíes de la época omeya fuera de Mª. J. Viguera (eds.), Del Nilo al Ebro. Estudio sobre las fuentes de la conquista islámica, Madrid, 2010. sus fronteras: principales rutas de aprendizaje», en Actas del IV Congreso Internacional de Civilización Ibn ‘Abd al-Hakam, Conquista del África del Norte y de España, Valencia, 1966. andalusí. El Cairo, del 3 al 5 de marzo de 1998, El Cairo, 1998, páginas 253-268.  50 4444444444 51 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación lugar a importantes comunidades andalusíes en estas dos ciudades, que posteriormente servirían de base de intercomunicación entre los dos países. En el aspecto administrativo, de acuerdo con lo dicho por el geógrafo del siglo XI al-Idrisi, la división territorial en coras o provincias, fue de influencia egipcia, al igual que la tradición jurídica de contar –aparte de los cadíes o jueces normales– con una serie de juececillos o cadíes menores, encargados de aspectos concretos de la legislación, como el juez de las aguas, de los dimmíes o no musulmanes, de los divorcios, etc.6 Pero quizá, el aspecto administrativo en que más influyó Egipto en la España musulmana fue en la importación de tres grandes figuras de la maquinaria jurídica: el sahib al-suq o señor del zoco (encargado de velar por el buen orden y proceder del zoco)7, el sahib al-shurta o jefe de la policía (encargado de la punición de los delincuentes y de su persecución) y el sahib al-mazalim o cadí de las apelaciones (un cargo de origen oriental, que nos llegó a través de Egipto, pero que en nuestras tierras no tuvo la importancia que tuvo en sus tierras de origen). Pasando al campo científico, las interrelaciones de sabios y ulemas interesados por la medicina, las matemáticas, la farmacia o la astronomía, fueron muy intensas y frecuentes, en particular durante los siglos IX-XIII: a través de estas relaciones y contactos, los maestros egipcios enseñaron a nuestros científicos los secretos de las ciencias heredadas de los griegos8. Por citar sólo algunos ejemplos, recordemos al famoso médico cirujano Ibn al-Quff del siglo XIII, a los matemáticos del siglo X Ibn Daya e Ibn al-Suya’, experto en el campo del álgebra, al gran innovador de la ciencia óptica Ibn Haytham (siglo X), etc.: todos ellos fueron hispanos que aprendieron en Egipto y desarrollaron con sus saberes la actividad científica en al-Andalus. Al mismo tiempo que se producía esta influencia egipcia en el ámbito científico, la tecnología de este país era importada por los andalusíes, como, por ejemplo, el sistema de riego en la agricultura, la noria de cangilones, el timón de codaste en la navegación, al igual que la vela latina, que les permitía una mayor autonomía en el alejamiento de las costas. En el campo de la arquitectura, ya al-Idrisi nos informa del uso de los azudes, es decir, de los sillares utilizados en la construcción de casas, castillos y palacios, y de la imitación que se produjo en al-Andalus de la factura arquitectónica y del modo de hacer de las murallas fatimíes, utilizado tanto en la etapa califal como en la época de taifas. Por último es necesario referirse a la industria del papiro, totalmente traída de Egipto, aunque aquí, en al-Andalus, fue tratado de forma específica, a fin de hacerlo más utilitario y próximo a la estructura del papel. En el aspecto gastronómico, los egipcios son el origen y la causa de varias de nuestras comidas y del uso de diversos tipos de alimentos, al margen de las especies, como, por ejemplo, la importancia de las habas en la huerta murciana, o la elaboración de la paella en toda la costa levantina. Prueba de esta influencia culinaria, según nos dice el historiador del siglo XVII al-Maqqari, fue el gran éxito que tuvo la colección de recetas que, de Egipto, trajo el cadí nazarí Ibn Azraq a la vuelta de su exilio en estas tierras del Nilo. Pasando al peculiar campo de la influencia en el arte, lo cierto es que los musulmanes andalusíes tomaron como referencia de construcción y decoración el tipo de mezquita egipcia, más que la oriental y bagdadí, al igual que el sistema de uso y conformación de los arcos, que acabaron por derivar en los mocárabes andalusíes de los siglos XIV y XV. Las famosas lozas fatimíes fueron muy apreciadas en España, en particular, el sistema iconográfico que se representaba en las mismas, siendo buena prueba de ello el cuadro «Santa Catalina de Alejandría» (por cierto, patrona de Jaén) del pintor del siglo XVI Yáñez de la Almedina9. El ámbito comercial, tan intenso a lo largo de la historia ente los dos países, hizo que Egipto actuara de filtro y de puerto de origen de las especies que provenían del oriente. Asimismo, es curioso que uno de los productos comerciales de proveniencia egipcia más apreciados en España fueran las joyas, cuya factura, elección de material y estilo, son sin duda de origen egipcio. De todas formas, el comercio más importante entre las costas levantinas y Egipto fue el del lino, en particular las importaciones que se hacían a través del puerto de Denia, importaciones que, al decir del historiador Ibn Hayyan, no se interrumpieron ni siquiera durante la época de enfrentamiento de los califas 6 Cf. J. Martos, El mundo jurídico de al-Andalus, Madrid, 2004. 7 Véase, P. Chalmeta, El señor del zoco en España: edades media y moderna, Madrid, 1973. 8 Acerca de estos intercambios científicos, véase, J. Samsó, La ciencia de los antiguos en al-Andalus, Almería 2010. 9  52 Véase F. Marías, El largo siglo XVI. Los usos artísticos del Renacimiento español, Madrid, 1989. 4444444444 53 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación omeyas y fatimíes, alcanzando posteriormente, durante la época mameluca egipcia, su mayor esplendor10. Por último, antes de pasar a analizar la influencia egipcia en los siglos posteriores a al-Andalus, creemos necesario, en este rápido recorrido, hacer referencia al influjo y ascendiente que la literatura de Egipto tuvo en la literatura hispana. En primer lugar, hay que referirse a la literatura de género ecuestre o de caballos, tan famosa en la etapa andalusí. Asimismo, es harto reconocido que la literatura de tipo histórico que se produjo en nuestro país a partir del siglo VIII tiene una clara influencia egipcia, copiando nuestros historiadores la manera de contar y narrar la historia de sus homólogos egipcios11. También, es necesario resaltar la imagen positiva de Egipto recibida en nuestro país en aquella época, así como los logros y virtudes del mismo, encontrada en los libros de viajes de los siglos XII-XIV, en particular de los escritores al-Garnati (siglo XII), Ibn Yubayr (siglo XIII), Ibn Battuta (siglo XIV) e Ibn Rushayd (siglo XIV)12. Remontando los siglos árabes y musulmanes de nuestro país y pasando al siglo XVI, con la dinastía de los Austrias en el trono hispano, la relación estuvo mediatizada por el miedo al turco otomano (no olvidemos que Egipto fue conquistado por el imperio otomano en el año 1517, causa de la disminución de su área de influencia mundial), lo que se tradujo en una exportación española de espías y misioneros hacia las tierras egipcias, en particular de los franciscanos que, en el año 1623, se instalaron en Egipto, con doce religiosos, cantidad que aumentó a veinticuatro por su cuenta el influyente padre Salem en el año 1678, lo que causó muchas protestas en las filas franciscanas europeas. Este franciscano fue muy conocido en su época, tanto en España como en Egipto, pues logró revelar a los nobles españoles que le ayudaban económicamente una imagen idílica de este país que, sin duda, influyó en el imaginario de las clases altas hispanas, en particular de la comunidad copta, en la que animó a sus miembros más radicales a luchar por la independencia de los mismos.13 Una de las causas de la inesperada y presurosa expulsión de los moriscos por parte de los Austrias –la última en el año 1609, finalizada en el 1616 y ordenada por el rey Felipe III– fue el miedo a la posible ayuda que los turcos otomanos pudieran ofrecer a los moriscos en sus rebeliones de la Alpujarra y a que estos actuaran de quintacolumnistas dentro del estado español14. A todo esto se unió una confrontación militar entre los Austrias y los otomanos por el dominio del Mediterráneo, que sin duda minó las relaciones y la influencia del Egipto otomano con España, hasta que los monarcas peninsulares decantaron sus prioridades políticas y expansionistas por las tierras y costas del Atlántico y América. La llegada de los Borbones con la entrada del siglo XVIII significó una casi absoluta ignorancia entre los dos países, pues la nueva monarquía de origen francés estaba más interesada por la política y la influencia europea que por su presencia en el Mediterráneo oriental. Habrá que esperar al siglo XX y a la independencia de Egipto, para que las relaciones entre los dos países se reactiven y alcanzaran unos niveles importantes. En este reconocimiento español de la cultura y la influencia egipcia en nuestras tierras, jugaron un papel importante los sucesivos embajadores españoles en El Cairo, que siguieron siempre en todo caso una política proárabe y de apoyo a estos países. Es preciso destacar la labor realizada por el embajador Gabriel Alomar, representante de la República española en el año 1937, acabando por exiliarse en este país. De los embajadores actuales, recordaremos a Manuel Díez Alegría (1976), Eduardo Mirapeix (1990), Fidel Sendagargorta (2000 y 2011) y Antonio López Martínez (2010). Dejando el aspecto político y pasando al comercial, es preciso resaltar que España es el primer cliente europeo de Egipto, con una tasa de 1,5% de importaciones; de este trasvase comercial, es preciso mencionar el relativo al gas licuado, en donde España se ha convertido en un cliente importante de esta industria egipcia. Por parte egipcia, sus exportaciones a España no alcanzan los cincuenta millones de euros, centrándose principalmente en la presencia en nuestras tierras de la multinacional egipcia Elsewedy, especializada en energía eólica. De todas formas, el aspecto más relevante a destacar es el turismo español hacia las ciudades egipcias, uno de los itinerarios mayoritarios y más 10 Véase el capítulo dedicado al comercio de la obra de M. Cruz Hernández, El Islam de al-Andalus, Madrid, 1996. 11 Cf. M. ‘A. Makki, «Egipto y los orígenes de la historiografía árabe-española», en Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, V (1957), págs. 157-248. 12 Véase, H. Touati, Islam et voyage au moyen âge, París, 2000. 14 Véase, J. Sánchez Montes, Franceses, protestantes, turcos. Los españoles ante la política internacional de 13 Cf. G. Governanti, Vapostolato franciscano in Alesandria di Egitto, Jerusalén, 1959. Carlos V, d. a cargo de J.L. Castellano, Granada, 1995.  54 4444444444 55 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación valorados por los españoles, que finalmente acaba por ser el canal más efectivo del conocimiento y la influencia egipcia entre los españoles de clase media.15 En el plano intelectual, es preciso decir que, en el mundo árabe, han brotado dos activas escuelas de hispanistas, la escuela marroquí y la escuela egipcia. La influencia de los hispanistas egipcios en el conocimiento de las interrelaciones culturales entre los dos países ha sido fundamental, existiendo una potente Asociación de Hispanistas Egipcios, cuya presencia en España ha quedado reflejado en la inmensa labor llevada a cabo por el Instituto Egipcio de Estudios Islámicos de Madrid, de la misma forma que el Departamento de Lengua y Cultura Hispánicas de la Universidad de El Cairo, ha jugado ese mismo papel en la capital egipcia. Es indiscutible que El Cairo es un lugar de referencia, un destino inevitable, para cualquier arabista español, de la misma forma que Madrid es una ciudad de destino obligatorio para cualquier hispanista formado en Egipto. Esto hace que las interrelaciones entre el arabismo hispano y los estudiosos egipcios de la lengua y la cultura española hayan sido, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI, no sólo muy frecuentes, sino también muy fructíferas intelectualmente y amicalmente, pues los lazos de amistad entre ellos, como veremos, son evidentes y conocidos. Ya el arabista Pedro Martínez Montávez hace referencia a la importancia del conocimiento personal de un país como Egipto para los españoles cuando afirma que, para nosotros, los arabistas, vivir en El Cairo u otra ciudad egipcia significó una toma de conciencia con una realidad del mundo árabe que superaba – y que, en muchos aspectos, no tenía nada que ver– las vivencias que anteriormente habíamos tenido en los países del Norte de África, especialmente en Marruecos16. Centrándonos en el Departamento de Lengua y Cultura Hispánicas de la Universidad de El Cairo, su fundación es un eslabón más del proceso desencadenado por la alta demanda de aprendizaje de la lengua española que se registró en Egipto a comienzos de la segunda mitad del siglo XX (hecho que coincidió con la creación del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos en España). Esta demanda hizo que el Gobierno egipcio estable- ciera, en el año 1962, un primer Departamento de Español en la Facultad de Lenguas de al-Alsun, en la Universidad de Ein Shams (Heliópolis), heredera de la escuela del mismo nombre que creara Rifa’a al-Tahtawi hacía un siglo. Su primera Directora fue la Dra. ‘Aliyya al-‘Inani, una de los siete míticos becarios enviados a estudiar a España en el año 1950, con motivo de la puesta en marcha del Instituto Egipcio, y que serían la base de la futura y fructífera escuela de hispanistas egipcios que continúa hasta hoy. En el mismo año, le siguió al citado Departamento otro en la Facultad de Lenguas y Traducción de la Universidad de al-Azhar, dirigido por Ahmad Basim ‘Abd alGaffar. Hubo que esperar a 1985 para que se creara en la Universidad de El Cairo el tercer Departamento de Español, cuyo XXV aniversario se conmemoró en el año 2010, siendo su primer Director Mahmud ‘Ali Makki, al que siguieron Gamal Abdel Karim, Mahmud al-Sayyed ‘Ali y ‘Abd al-Fattah al-‘Awad, todos ellos, posteriormente, Directores del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos de Madrid. Por fin, en los últimos años se han creado otros dos Departamentos de Lengua Española: uno en la nueva Universidad de Helwan, en las afueras de El Cairo, y el otro en la Universidad de Minia. Pues bien, desde el primer momento, el Departamento de Español de la Universidad de El Cairo se convirtió en destino obligado, en puerto de arribada, de los profesores y estudiantes de lengua y cultura árabe provenientes de España, que continuaron el periplo de la generación de arabistas españoles que, a partir de los últimos años cincuenta del pasado siglo, llegaron y vivieron en El Cairo con el fin de ampliar sus estudios y perfeccionar su conocimiento de la lengua árabe, inaugurando esta peregrinación académica el profesor Pedro Martínez Montávez, que llegó en febrero de 1957 y permaneció hasta agosto de 1962. Para todos los llegados a partir de 1985, el Departamento de Español fue un lugar en donde encontraban apoyo, ayuda y orientación en sus avatares por la ciudad cairota y por Egipto en general… y para los arabistas que ya habían cubierto su etapa egipcia, el Departamento fue una institución universitaria y académica con la que colaborar y continuar los estrechos lazos entre el arabismo español y el hispanismo egipcio. Como muestra de esta interrelación, aunque sin intentar hacer una lista exhaustiva, citaremos algunos de los arabistas que, en su día estudiaron en El Cairo y que han trabajado y colaborado con este Departamento de Lengua y Cultura Hispánicas. Entre ellos tenemos al ya mencionado Pedro Martínez Montávez , Carmen Ruiz-Bravo, Marcelino Villegas y Serafín Fanjul, de la Universidad Autónoma de Madrid; a Mª Jesús 15 Sobre las relaciones comerciales y económicas entre España y Egipto, véase el artículo «Diez claves sobre las relaciones económicas entre España y Egipto», en Expansión, 11 de febrero de 2011. 16 Véase, J. Martos y R. Tourkmani, «Entrevista a Pedro Martínez Montávez», en Hesperia. Culturas del Mediterráneo, IV (2006), pág. 159.  56 4444444444 57 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación Viguera, Joaquín Vallvé, Federico Arbós, Josep Puig y Juan Martos, de la Universidad Complutense; a Amador Díaz y José Mª Fórneas, de la Universidad de Granada; a Joaquín Lomba y Federico Corriente, de la Universidad de Zaragoza; a Francisco Vidal, de la Universidad de Jaén; a Bárbara Azaola, de la Universidad de Castilla– La Mancha; a Adriano Rodríguez, Ramón Navarro, Alberto Cantó, Khaled Musa… y un largo etcétera de estudiosos españoles de la lengua y la cultura árabe. En cuanto al Instituto Egipcio de Madrid17, su creación fue una apuesta personal del, por entonces ministro del gobierno egipcio, Taha Husayn, que hizo todo lo posible por relanzar las actividades interculturales entre Egipto y Europa, eligiendo a España como avanzadilla de esta política. Enmarcada su fundación en el convenio cultural entre los dos países, firmado en el año 1950, contó, desde un principio con el apoyo claro y decidido de Ramón Menéndez Pidal y Emilio García Gómez. El Instituto Egipcio de Estudios Islámicos (al fundarse, todavía bajo el régimen monárquico egipcio, se llamaba «de Faruq I») marca una nueva etapa decisiva en las relaciones culturales entre España y Egipto, pues iba a representar un refuerzo para el movimiento arabista español y, al mismo tiempo, ser cuna de futuros hispanistas egipcios, tal y como señaló en su día Mahmud ‘Ali Makki que, entre 1956 y 1965, fue Subdirector del mismo. Su primer Director fue M. ‘Abd al-Hadi Abu Rida, catedrático de Filosofía, que contó con el apoyo de su Subdirector, al-Ahwani, residente en España desde 1947 y que era una autoridad en los estudios de poesía estrófica andalusí. Posteriormente, lo fue el gran intelectual Husayn Mu’nis, entre 1954 y 1969, catedrático de Historia medieval y un gran conocedor de la Historia de al-Andalus… y así hasta diecinueve directores desde 1950 hasta 201218. Con el fin de formar un equipo egipcio destinado a trabajar en los estudios de cultura hispana e iberoamericana, así como en el legado cultural hispanomusulmán, para, posteriormente, dirigir y pilotar los estudios del español en Egipto, Taha Husayn eligió a siete jóvenes recién graduados en diversas Universidades, de El Cairo, Alejandría y alAzhar, que fueron becados con la obligación de preparar sus tesis doctorales bajo la di- rección de D. Emilio García Gómez, misión que cumplieron entre los años 1954 y 1955. Otro aspecto interesante de influencia cultural es la existente en el campo literario español. La influencia de la literatura árabe en los orígenes de la española es un tema, sin duda innegable19, y es por este camino por donde la influencia egipcia se detecta, tanto en la forma como en los contenidos. En el campo formal, la métrica poética árabe practicada en Egipto es recogida en nuestras primeras muestras literarias, en la moaxaja y en el zéjel; asimismo, la maqamat, el género de narrativa corta árabe y egipcia, deja su huella en la aparición del apólogo o cuento medieval, en donde autores como el Conde Lucanor, el Arcipreste de Hita y otros imitan la estructura de este tipo de cuentos, a la vez que, en sus textos aparecen personajes de origen egipcio, como en el «Auto de los Reyes Magos», el Ptolomeo de Egipto del Conde Lucanor o los personajes egipcianos de Hita. Por otra parte, no faltan autores, como Julián Ribera20, que hacen derivar la figura del trovador occidental de la tradición egipcia. También de Egipto, de la iglesia copta, nos viene la tradición medieval del tema de la Virgen María, en particular en el aspecto en que toma tintes de diosa pagana, de madre de dioses con poder de perdonar pecados, tal y como la retrata en ocasiones Berceo en el siglo XII. Asimismo dentro del periodo medieval, es de señalar la significación de personajes, como Baybrás, el sultán mameluco en las novelas de caballería de temática morisca y árabe. Ya en el Renacimiento, autores como Tirso, Lope, Cervantes o Calderón, han obtenido inspiración en temas y personajes de origen egipcio, como el auto de Juan de Timoneda sobre la huida a Egipto, «La gitanilla» de Cervantes, el drama sobre la reina egipcia de Rojas Zorrilla o las referencias al «soldán» (sultán) de Egipto en las obras de Calderón y Alonso de Salazar, en su obra «Lepolemo», o el capítulo IX –dedicado a la Babilonia menor o Egipto– del «Libro de las maravillas del Mundo» de Juan de Mandavila. Apagada esta influencia literaria durante el periodo neoclásico, vuelve a resurgir durante el siglo XIX con el Romanticismo y su personal visión de oriente y lo oriental: las odaliscas de Egipto, el ambiente de las callejuelas cairotas, el misterio de lo árabe… 17 Véase el interesante artículo de Gamal Abdel Karim, «La trayectoria del Instituto Egipcio de Estudios 19 Cf. J.M. Martín Morán, Huellas del Islam en la literatura española. De Hita a Goytisolo, Madrid, 1985. Islámicos en Madrid», en Hesperia. Culturas del Mediterráneo, IV (2006), págs. 121-146. 18 Véase la lista completa en Gamal Abdel Karim, op. cit., pág. 143, a la que hay que añadir el nombre de los últimos directores Abeer Mohamed Abdel Hafiz, desde 2009 y M. El Sayyed, desde 2010.  20 Cf. Mª J. Viguera, Prólogo a la edición de J. Ribera y Tarragó, Libros y enseñanzas en al-Andalus, Pamplona, 200, pág. LXVII y ss. 58 4444444444 59 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal todo eso se puede detectar en «El Diablo mundo» de Espronceda, las «Leyendas» de Bécquer, los libros de viajes, los dramas de de Zorrilla, etc. y no olvidemos que el padre de los Machado, «Demófilo», no dudaba en hacer llegar el origen del flamenco a raíces egipcias. Por último, se ha de señalar en esta influencia literaria, cómo autores contemporáneos, tales como Lorca, Juan Goytisolo, Terenci Moix o Antonio Gala –por citar sólo tres de los más representativos-, han tomado Egipto como referente para los argumentos de sus obras. Por otra parte, y colocándonos en el otro lado del espejo tal y como ha estudiado el profesor Martínez Montávez21, grandes autores egipcios y árabes han retratado a España en sus novelas y poesías, como Nizar Kabbani, Husayn Mones, al-Bayati o al-Uyaili. Finalmente, en el campo del arte y de la pintura, la tradición de temas egipcios que ya vimos en la época medieval y renacentista, con la huída a Egipto o la virgen María, ha continuado en los pintores españoles contemporáneos, varios de los cuales no han dudado en fijar durante un tiempo su residencia en este país, para volver a traer colores y formas egipcios, como, por ejemplo, Fernando Llanos, Darío Basso o Miguel Cervantes, que siguen un camino ya sugerido por Picasso, pintor que tampoco fue indiferente a esta influencia. En el aspecto arquitectónico, fue fundamental la recuperación y llegada del templo de Debod desde su emplazamiento a orillas del Nilo a Madrid en 1968, con motivo de la construcción de la presa de Assuán, pues este hecho motivó una serie de edificios en donde la forma y factura de las pirámides jugó un papel importante, como puede observarse en el barrio de Pirámides en Madrid, aunque lo más importante de este dato es que resucitó una nueva etapa de colaboración egipcio-española en el campo de la arqueología, inaugurada en 1884 por el arqueólogo español Eduardo Toda y Guel, de riquísimos resultados, tal y como lo atestigua la exposición «120 años de excavaciones españolas en Egipto», que tuvo lugar en el Museo Egipcio de El Cairo en abril del año 2009. En fin, no es baladí que existan en España varias asociaciones de amigos de Egipto o de la Egiptología, de gran calado y peso, pues en nuestro país, está claro que la visión global y positiva del mundo árabe que podamos tener los españoles, pasa por el conocimiento de Egipto. 21 P. Martínez Montávez, Significado y símbolo de al-Andalus, Almería, 2010.  60 Egipto y la península Ibérica, siglos de relación B e 1 gipto y la penÍnsula ibérica: el mediterráneo conectado. Emilio gonzález FerrÍn  Es muy probable que los mitos, estereotipos, tópicos y apriorismos tengan siempre una lejana base fiable a la que remiten. Nada hay que no se haya intentado o versionado previamente, del mismo modo en que no hay opinión actual que no encuentre un cierto fundamento en el pasado. Cuando, por ejemplo, Ibn Said –en su obra Las categorías de las naciones– describía a los chinos como gente naturalmente predispuesta al trabajo, no hacía más que preludiar estereotipos presentes, cuya comparación con los pasados redunda en el fortalecimiento de ambos. Del mismo modo, puede encontrarse un fundamento teórico y hasta razonamiento científico en el dicho egipcio acerca de que su país, Egipto, es la Madre del mundo. Al foráneo que escuche por vez primera ese Misr, Umm al-dunya, puede asaltarle la duda del siempre lógico chovinismo del natural cuando habla de su tierra. Sin embargo, es precisamente la historia la que demuestra, con una serie ininterrumpida de ejemplos, la poética maternidad egipcia de gran parte de cosas en las que solemos asentar nuestro mundo. 2  Fernando Wulff, catedrático de Historia Antigua, tiende a presentar un Mediterráneo en términos de intercambio, conexión, y cierta fuerza centrifugadora de ideas 4 Editorial IVITRA-IEEI en Madrid, pp. 61-68, ISBN: 978-84-268-1626-9 61 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación cuyo ámbito de actuación sobrepasa con mucho el litoral de las tierras que baña. Así, desde la Europa peninsular hasta la India, el Mediterráneo ha establecido a lo largo de la historia una serie de rutas de conexión –comerciales, y después culturales y religiosas– que permiten hablar de cómo el mundo griego pudo relacionarse con la India incluso antes del período alejandrino. Y tal conexión sólo fue posible a través de Egipto. Son numerosos los testimonios del viaje de ida de lo indio a lo mediterráneo a través de Egipto –los órficos en el pensamiento platónico, el espiritualismo oriental en los cantos helénicos…–, pero no son menos los testimonios del viaje de vuelta, como nos permite comprobar la existencia de representaciones del griego Heracles talladas en templos indios presentando sus respetos a deidades locales. Tales rutas de conexión sólo fueron posibles mediante la incesante botadura de mil y un barcos desde las costas orientales egipcias del Mar Rojo y que, caboteando por la península árabe, llegarían a la India a través de islas intermedias, estableciéndose con el tiempo bases en cada escala. El comercio es la esencia de los intercambios, y no lo fue menos en esa Antigüedad conectada, permitiéndonos vislumbrar el alcance de tal intercambio la mera lectura de recetarios culinarios en Europa: siempre que aparezcan especias orientales en tales recetas, remite a un barco que atravesó la ruta de oriente a occidente, con gran probabilidad en escala egipcia. en lo inmediatamente anterior, a lo que modifica ligeramente. En ese sentido, vestigios impagables como las bibliotecas egipcias de Nag Hammadi o los archivos judíos de la Genizá cairota se sumaron, como decimos, en el siglo XX a vetas historiográficas semejantes en otros lugares –Qumrán para el judeocristianismo, Turfán para el maniqueísmo, Dura Europus para lo helénico, etcétera–, para descubrirnos dos cosas: que los comienzos de las cosas son mucho más ambiguos y grises de cuanto pensamos, y que gran parte de los comienzos de muchas de esas cosas tuvo lugar en Egipto. 3  Incluso se podría ir más allá, o traer más acá elementos asumidos como connaturales a nuestra cultura religiosa, para acabar concluyendo que vinieron de oriente con escala en Egipto. El monacato de la vida religiosa, por ejemplo, con la fundación de tal modo de vida en Europa por obra de San Jerónimo, es impensable sin la figura previa del egipcio San Antonio, monje del desierto que probablemente se hacía eco de la llegada de modos de vida semejantes desde la India y sus sistemas religiosos intimistas, personalistas, de búsqueda interior como la que pudo llevar a cabo Antonio en las arenas egipcias. En esta materia, la de las influencias culturales y muy especialmente las religiosas, a mediados del siglo XX se produjo una verdadera revolución historiográfica de cuya progresiva asimilación se vendrá, poco a poco, desestimando una vetusta historia oficial de fechas y batallas para ir construyendo una secuencia ininterrumpida de cambio transitivo, alejado del creacionismo al uso: nada viene de la nada, y todo se fundamenta siempre  62 4  Precisamente, el yacimiento egipcio de Nag Hammadi arroja una serie de documentación que dificulta enormemente, por ejemplo, la consideración creacionista del mundo de las ideas religiosas. Nag Hammadi presenta numerosos textos evangélicos apócrifos, cuya consideración como históricos pero no dogmáticos por parte de la Iglesia católica es uno de los principales avales para su valoración científica: muy difícil sería lograr, a estas alturas, que la Iglesia aceptase diferentes fuentes religiosas ajenas a su propia historia oficial, pero resulta de un valor incalculable el hecho de que sea la propia Iglesia la que valoró –ya hace décadas– el papel histórico de tantos cristianismos olvidados como pudieron moldearse en las arenas del desierto egipcio. Uno de los grandes relatos recogidos en varias versiones procedentes de esos yacimientos es, por ejemplo, el contenido esencial del nacimiento de Jesús de Nazaret, tal y como aparece en el llamado Evangelio de la infancia, o también en el Evangelio árabe, o incluso en el Evangelio del Pseudo-Tomás y el de Santiago. En todos ellos se incumplen dos normas inviolables para la consideración de un Evangelio canónico: se relatan episodios milagrosos de la infancia de Jesús, y se insiste explícitamente en la virginidad de María. 5  El relato de esos textos egipcios presenta una innegable conexión con el relato coránico muy posterior: una virgen María, injustamente infamada –los textos apócrifos defienden a María infinitamente más que los canónicos, al igual que lo hará el Corán–, recibió los dolores del parto alejada de su casa. Sin saber a qué atenerse, buscó siquiera apoyo en una enorme palmera que yacía inerte en las arenas del desierto. En su desespe- 4444444444 63 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación ración por lo apurada de la situación, María se quejó en voz alta de sus penas, para recibir como respuesta la voz tranquilizadora de su hijo naciente, indicándole que comiese de los dátiles que brotaban de la palmera muerta, renacida así milagrosamente. Así lo hizo María, permitiéndosele el sustento necesario para cuidar de su hijo, amamantarlo, y volver a casa. Los tres grandes elementos de la hospitalidad beduina –la palabra, la leche y los dátiles–, hallaban fundamento literario en esa gran fuente egipcia; documental del cristianismo alternativo. Resulta evidente que tal cristianismo alternativo se perdió a medida que una cierta ortodoxia conciliar se abría paso hasta la consideración oficial de un cierto relato genésico romano. Pero no resulta menos evidente la conexión de contenidos con el texto coránico, cuyo relato del nacimiento del profeta Isa Ben Mariam –Jesús, hijo de María–, sigue escrupulosamente las pautas de esos textos egipcios, dato que nos ha permitido en alguna ocasión hablar del Corán como evangelio apócrifo. Lo que no significa, en modo alguno, que el libro sagrado del islam deba reducirse en sus consideraciones fundacionales. Muy al contrario, no se trata de minusvalorar su alcance sino de afirmar que, además, el Corán es un evangelio apócrifo. Y que el entroncamiento fue el relato egipcio de la infancia de Jesús. Tengamos en cuenta que la escala egipcia en el relato de la infancia de Jesús –con ubicación mítica exacta en el barrio cairota de Misr al-Adím, el llamado barrio copto– es esencial: el único viaje extranjero del Jesús narrado fue a Egipto, por evidente necesidad de homenaje a la reconocida fuente de las cosas. Estado, asociado a las llamadas dictaduras hidráulicas: para controlar el Nilo y posibilitar la agricultura, no era posible una economía minimalista, sino un gran proyecto unitario. Un Estado, un rey –Faraón–, un dios como bandera. Por otra parte, se tiende a pensar en un cierto creacionismo judaico en el sentido de ofrecer al mundo cultural el aporte de un cierto monoteísmo ya codificado como religión. Sin embargo, y al margen del papel real de Egipto en ese creacionismo judaico –no hay vestigios arqueológicos de presencia judía masiva en el Egipto faraónico, y sí de éste en Canaán, provincia egipcia hasta la llegada de los llamados pueblos del mar–, no es menos cierto que el judaísmo fue primero el pueblo de Judá, que éste codificó una cierta monolatría –Yahvé frente a los demás dioses, pero que existen junto con él-, y que fue Alejandría el elemento codificador de un claro sistema religioso más exclusivista. 6  Pero no es sólo Egipto una escala inevitable en el comercio de la Antigüedad, o fuente narrativa del cristianismo y el islam. Mucho antes, con la fundación de la Alejandría egipcia –la más célebre, importante y más superviviente de todas las capitales que fundase Alejandro Magno–, se inició un proceso cultural sin el cual no se comprende el mundo del monoteísmo. Si bien suele situarse la idea del monoteísmo en las albacoras de la civilización egipcia, con la figura unitarista de Akenatón/Akenamón y su moldeada cultura de lo uno en torno a la figura divina de Amón Ra, no es menos cierto que tal monoteísmo político remite, más bien, a la consideración del dios único como bandera unificadora de pueblos, en concordancia con la vieja tesis de la invención egipcia del concepto de  64  7 En ese sentido, el papel de Egipto en la codificación del monoteísmo es esencial, como lo es la necesidad de acercar en el tiempo tal codificación. Efectivamente, desde la fundación helénica de Alejandría, antes del año 300 a.C., se consideró la función cultural de la prosperidad económica. En torno a la mítica Biblioteca, se comenzó a condensar y reelaborar todo el mundo científico y cultural del espacio conocido –que no era poco, como aludíamos en el concepto de Antigüedad conectada–. Así, por ejemplo, se realizó en Alejandría la primera fijación textual de la obra de Homero. El sistema de fijación sentaba los fundamentos de la Filología: texto en medio de la página, signos diacríticos que remiten a explicaciones, y texto que enmarca al texto central como explicación del mismo. Alejandría inventaba, así, la exégesis, la futura hermenéutica –en tanto que comentario posterior de ese texto fijado-, y –lo que no es menos importante-, la consideración canónica del texto: primero, veneración del texto como tal, y después la consideración de un texto concreto como venerado en exclusividad. Esa fijación de Homero daría paso a la posterior fijación de otros textos, en el futuro considerados como fundacionales, como la llamada Septuaginta, o Biblia de los Setenta. Esa Biblia, en griego y fijada como texto canónico del judaísmo omnipresente en el barrio Delta de Alejandría, es sin duda alguna el verdadero arranque definitivo y definitorio del judaísmo, tal y como lo conocemos. En torno a la figura del egipcio Filón de Alejandría, prohombre del judaísmo y también del 4444444444 65 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación cristianismo en tanto que referente ineludible de una primera patrística, se condensaba en griego y para el resto del tiempo en marcha, el monoteísmo en tanto que codificación intelectual de un invento pagano: la unicidad de todas las cosas, tal y como lo expresaba el neo-platonismo egipcio, muy principalmente de la mano de Plotino, nacido en Asuán. del judaísmo como islam alternativo –también el islam como judaísmo alternativo– en el sentido de que se forjó gracias al islam cultural, y lanzando un fundamento teórico sin el cual es imposible comprender tanto el Mediterráneo, como la expansión del Islam: el judaísmo, hasta bien entrado el siglo IX, no era una religión que se expandiese por transmisión genética –de madre a hija, esencialmente–, sino que lo hacía por conversión. En ese punto es donde Egipto se sitúa en nodo de una cierta amalgama de ideas sólo aparentemente opuestas, para regurgitarlas, reelaborarlas, y re-lanzarlas en ese permanente efecto centrifugador de la cultura mediterránea. Cuando, llegado el año aproximado de 850, un abad francés llamado Bodo atraviese los Pirineos en dirección hacia el Sur, y llegue a la península Ibérica, algo ya se estaba gestando, semejante a esa simbiosis creativa aludida, y que no se entiende sin esa aportación de Abulafia sobre el judaísmo por conversión: Bodo llega a Hispania –aunque ya debemos llamarla Al-Andalus– y cambia de religión, se convierte. Pero lo hace al judaísmo, adoptando el nombre de Eleazaro.  8 Toda esta amalgama egipcia, todo ese suma y sigue del saber oriental que en el futuro alcanzará –llegado el tiempo abbasí– desde Alejandría hasta Bagdad, y –llegado el tiempo omeya occidental– desde Alejandría hasta Córdoba, acabará denominándose Dar al-Islam, concepción eminentemente comercial de un mundo en expansión que –no cabe la menor duda– no destrozaba sino que continuaba al Imperio Romano por otros medios, esencialmente la lengua árabe, fundamento de la consolidación de ese imperio comercial –de nuevo, Dar al-Islam-, como espacio cultural. Citábamos antes, entre los yacimientos textuales esenciales para el estudio del Mediterráneo conectado, los archivos de la llamada Genizá cairota; ingente documentación medieval sobre la vida de los judíos de El Cairo. Pues bien, la obra magna que estudia y pone en valor tan densa documentación es el libro de Shlomo Dev Goitein, A Mediterranean Society –una sociedad mediterránea–, cuyo título es más bien una definición, una declaración de principios: había una sola sociedad mediterránea, alejándonos así del mito de los universos culturales e identitarios asociados a una religión, para acercarnos al concepto de una sola cultura, diversas religiones, siempre conectadas.  9 Goitein alude, en todo momento, al concepto de simbiosis creativa, a la luz de esa documentación cairota. Así, el judaísmo, el cristianismo y el islam medievales se consolidarían como mundos religiosos independientes, pero a la postre dependientes de la propia existencia de los otros. De ahí la simbiosis creativa, el crecimiento por contraste, oposición, o contagio del otro, tenido por absolutamente diferente sólo muy a posteriori. Basándose en la tesis de Goitein acerca de la formación sobre la marcha de las identidades culturales, a tenor de cuando se podía venir moldeando en el Cairo fatimí –en torno al año 1000 de nuestra era–, el medievalista y profesor de Cambridge, David Abulafia –uno de los más prolíficos ensayistas contemporáneos sobre el Mediterráneo clásico–, lanzaría su idea  66 10  Ese Bodo-Eleazaro, cristiano convertido al judaísmo en tierras del islam hispano, ese temprano euro-islam llamado Al-Andalus, ejemplifica en sí mismo el torbellino de elementos culturales que configuran toda realidad nueva hasta que se decanten los elementos que finalmente le darán la apariencia reconocible en los manuales de historia. Y hemos llegado a Al-Andalus, la tierra en la que había florecido un santo varón llamado Isidoro de Sevilla, cuyo nombre –Isis Dorus– significa regalo de Isis y que resulta lo suficientemente elocuente en materia de desembarco egipcio en occidente. Un occidente, por otra parte, que será precisamente conocido como Al-Andalus por los comentarios neoplatónicos alejandrinos a la obra de Platón, que situaba a la Atlántida en occidente. Así Atlantis/Adlandis/Adlandus/Alandalus se presenta, de nuevo, como aportación cultural egipcia. Y lo hará también en el sentido de mito fundacional de una historia creacionista, dado que nuestra visión del inicio de Al-Andalus como invasión y conquista proviene también, precisamente, de algo egipcio. 11  Si al-Andalus aparece naciendo en 711, según los libros de historia, el relato de los acontecimientos que pudieron tener lugar se escribió en Egipto. Es desde Egipto 4444444444 67 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal desde el que –¡ciento cincuenta años después de ese 711!– se codifica una determinada historia mítica basada en raptos –la hija de Julián–, traiciones, ejércitos e invasiones. También diez mil sirios apoyando al último de los reyes de oriente –Abderramán I–. Todo ello, qué duda cabe –siempre que sepamos hacer literatura comparada– se codificó en primer lugar por influencia cultural de Egipto –Ajbar Machmúa y el fundamento de la historiografía árabe occidental según el patrón del egipcio Ibn Abd al-Hakam–, y todo ello no es más que rendido y cultísimo homenaje a unos saberes egipcios eminentemente helenizados que conocían los relatos fundacionales basados en raptos –Helena, mujer de Agamenón–, traiciones –al menos, astucia de victoria desde dentro con el caballo de Troya–, ejércitos e invasiones. También los diez mil griegos de la Anábasis de Jenofonte, o el último de los reyes de Troya, Eneas, fundando Roma en occidente –arranque de la Eneida de Virgilio, fundamento latino de continuidad de lo helénico–. Porque la historia es pura continuidad, y el arranque desde la nada de lo andalusí no casa con la fiabilidad secuencial de los acontecimientos. Escribe Rachel Arié que el relato de la conquista del noroeste de África y de España pertenece más a la tradición religiosa que a la historia. Ese género comienza –decíamos– con el egipcio Ibn Abd al-Hakam (m. 871) y sus Futuh Misr –las conquistas de Egipto– y se perpetúa en las crónicas supuestamente andalusíes de esa misma época. Ese género literario de las futuh, fundamento del creacionismo andalusí, nacía así en el Egipto helenizado, madre del mundo. El resto no es más que comentario de comentario, por más que debamos saber mantener la cabeza científica fría para distinguir literatura de historia como tal. Egipto y la península Ibérica, siglos de relación B v iajeros egipcios por españa Hany el erian el bassal En occidente y en España es común encontrar libros de viajes que refieren los periplos realizados por los europeos en oriente especialmente, desde finales del s. XIX. Los personajes narran y describen las costumbres, tradiciones, lenguas, paisajes y monumentos de países como Egipto, Siria, Jordania o Península Arábiga. En este trabajo voy a hacer el camino a la inversa, voy a hablar de dos viajes encuadrados en el siglo XX, ambos con un mismo destino: España. Los dos escritos por sendos autores que proceden del mismo país, Egipto. No es gratuito, ni casualidad que los dos libros lleven el mismo titulo de «Rilat al-Andalus» (Viaje por al-Andalus)22. Si bien el primer autor, Muammad Labīb al-Batūnī hizo su viaje en la primera mitad del siglo XX, el segundo escritor, usayn Munis realizó su periplo en la segunda mitad del mismo siglo23. El objetivo de este estudio es dar a conocer estos dos relatos de viajes por un mismo país, España, aunque por regiones y ciudades bien diferentes. Mostraremos las dos miradas de los viajeros, bien diferentes en el tiempo y en la apreciación de lo encontrado, para concluir, curiosamente que el viajero más antiguo, al-Batūnī, es el que presenta un cuadro más liberal y abierto. Con ello se ve también a través de los ojos de estos dos viajeros egipcios el inmenso cambio de España tras la guerra civil y la deriva conservadora de la sociedad en los años 50 y 60. 22 Muhammad Labib Al-Batnuni, Rilat al-Andalus, El Cairo: Maktabat al-Taqāfa al-Dīniyya, s.f. 23 usaīn Munis, Rilat al-Andalus, El Cairo: al-arika al-Arabiyya li-l-ibaa wa–al-Nar, 1964.  68 4 Editorial IVITRA-IEEI en Madrid, pp. 69-80, ISBN: 978-84-268-1626-9 69 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal B 1. El viaje y el libro de Muammad Labīb al-Batūnī en 1926 En 1926 viaja a España el periodista Muammad Labīb al-Batūnī, por aquél entonces corresponsal del periódico egipcio al-Ahrām en Europa. Él mismo reconoce que hasta ese momento, había visitado toda Europa, excepto España y que, a pesar de que tenía muchas ganas de conocer esta tierra tan querida para todos los árabes y musulmanes, su desconocimiento del español suponía un obstaculo que le impedía llegar a conocer al-Andalus. Pero esta dificultad desapareció cuando un día, hablando con un amigo, éste le comentó que en España se hablaba mucho el francés y que se podía utilizar esta lengua en muchos lugares. Con ello, se hizo el ánimo y viajó en tren en agosto de 1926, partiendo desde Francia hacia España. I  Su primera parada fue San Sebastián y desde allí escribe su primera crónica. Describe la ciudad como una de las más importantes de España, con una de las playas más famosas de Europa. Nos habla de su población y comenta que eran 5.000 habitantes. Explica que era el lugar de veraneo del Rey y describe el palacio de Miramar –donde pasaba Alfonso XIII sus vacaciones– el monte Igueldo, así como el Paseo de la Concha y compara la limpieza de éste con el Paseo de Marsella y resalta la diferencia el de San Sebastián y el recién construido paseo oriental de Alejandría (La Corniche), el cual había costado medio millón de libras egipcias, pero estaba lleno de suciedad e insectos. Le llama la atención el que a pesar de la limpieza y belleza de la zona del paseo marítimo, la parte antigua se encuentra muy sucia y descuidada. La describe como un lugar donde viven los pescadores; en sus calles ve algunas mujeres arreglando redes de pesca y otras salando pescado y compara esta zona con un barrio de Alejandría llamado al-Anfuchi. Visitó el teatro Victoria y el estadio de fútbol de Atocha, pero el lugar que más le llamó mucho la atención fue la plaza de toros. Expone que retrasó su viaje de San Sebastian a Madrid para asistir a una corrida de toros en la cual estaba presente el Rey de  70 Egipto y la península Ibérica, siglos de relación España y figuraba en el cartel el rejoneador más famoso de España, Antonio Cañero24. Nos describe con todo detalle la plaza, las medidas del ruedo, el palco de autoridades, los toros, el rejoneador y su traje, el comportamiento del público ante la valentía o la cobardía de los toreros y que al Rey le debían gustar mucho los toros, pues, o por esto o por respeto a su pueblo, permanecía en la plaza desde las cinco hasta las ocho de la tarde. Le sorprendía que las mujeres no se inmutaran cuando veían los caballos andando unos pasos con las tripas fuera después de una cornada del toro y no deja de resaltar que en esta corrida murieron ocho toros y quince caballos.  II La segunda crónica la escribe desde Madrid y narra en ella su viaje por tren desde San Sebastian hasta Madrid. En esta crónica nos lleva por el Madrid de principios del siglo XX. Lo primero que le llama la atención es su clima, y dice de éste que es muy caluroso en verano y muy frío en invierno, llegando la temperatura hasta los 45º en algunos días de agosto. Por ello, destaca que la mejor época para visitar Madrid es en el otoño y en la primavera. No pensaba que fuera una ciudad moderna como París, Londres u otra ciudad europea, pero le sorprendió su modernidad, así como sus comercios, edificios, hoteles y sus cafés. Una anécdota que le impresionó fue el uso que daban los madrileños a los botijos. Cuenta que sobre las mesas de los cafés y restaurantes, se encuentra un botijo, cuando te sientas, viene el camarero y te trae un vaso y espera que le digas qué quieres beber o comer. Nos habla de la Puerta del Sol, de la calle de Alcalá, recalcando el origen árabe del nombre. También compara el paseo del Prado con los Campos Elíseos de París. 24 El autor transcribe el nombre al árabe como «Antonio Caziro», lo más cercano a la palabra Caziro es Cañero. Buscando información sobre este rejoneador no hemos visto el cartel ni noticias de su corrida memorable en la plaza de toros de San Sebastián el 15 de agosto de 1924. Curiosamente el 15 de agosto de 1926 hubo una corrida de toros, en la cual torearon Valencia II, Márquez, Marcial Lalanda y Villalta, 6 toros de la ganadería de Antonio Urquijo. No sabemos si se ha equivocado de nombre o está falseando los hechos o la corrida de rejoneo o de toros fue en otra fecha y no hemos hallado noticia de ella. 4444444444 71 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación Nos dice que Madrid es una ciudad famosa por la industria de la porcelana, las alfombras y el tabaco. Le llamó la atención que, a pesar de que los árabes estuvieron en Madrid más de dos siglos, no se conservan monumentos árabes como en otras ciudades del sur de España. Describe el río Manzanares a su paso por Madrid, exponiendo que se puede cruzar este río andando, montando a caballo o en coche, porque es un río, pero su cauce no lleva agua. Una de las cosas que más vio en la ciudad fueron los abanicos, y afirma que no ha visto ninguna mujer andando, sentada o montada en un transporte sin un abanico en la mano. Dice de las mujeres que son muy guapas y que se visten de una manera bastante conservadora; por ejemplo, los vestidos son por debajo de la rodilla. Ellas no se relacionan fácilmente con hombres extraños. Añade que las mujeres más guapas se encuentran en Valencia, Granada y después en Barcelona, ya que la belleza de estas ciudades hizo más bellas a sus mujeres. Asegura que las españolas no se pintan mucho y no ponen tanto polvo blanco sobre las caras, y tampoco utilizan los pintalabios; las que se pintan, utilizan muy poca pintura, puesto que las españolas no necesitan estos productos dañinos y venenosos, dado que son guapas por naturaleza y no precisan belleza artificial. En este punto, nuestro autor empieza a contarnos cómo se mezcló la sangre de los árabes que conquistaron al-Andalus con la sangre de los españoles. Recuerda que muchos gobernantes árabes se casaron con españolas, el primero de ellos fue Abdel Aziz Ibn Mūsā Ibn Nuayr –hijo de Musa el conquistador de al-Andalus y primer walī o gobernador de la península Iberíca– quien se casó con Egilona la viuda del rey Rodrigo (el ultimo rey visigodo). Y que la madre de Abd el-Ramān III al-Nāir era española, y que al Manūr Ibn Abī Amir se casó con la hija del rey de Navarra. Estos son unos pocos ejemplos de los matrimonios entre árabes y españoles que nombra, porque el autor nos aporta otros muchos ejemplos. Pero también nos habla de los árabes de l pueblo que llegaron a casar con españolas, concluyendo que esta mezcla hizo mejorar el carácter de los árabes y los bereberes que llegaron al Andalus, y que su comportamiento con los nativos fue bastante positivo– tanto si estos nativos abrazaron el Islam, como si no lo hicieron. También nos comenta que la mujer española y andalusí jugó un papel muy importante en el avance de las ciencias, el arte y la literatura. Pone el ejemplo de las mujeres poetisas que destacaron en al-Anadalus, como Umm Alā al-iāziyya, la hija de al-Mutaim rey de Almería, Āia Bint Amad al-Qurṭubiyya, que a parte de ser poetisa tenía la caligrafía más bonita de su tiempo, por lo que le encargaban copias del Corán. Y como no hablar de Wallāda hija del califa al-Mustakfī, que heredó los bienes de su padre y erigió un palacio en el cual se dedicó a educar a chicas de buena familia, y al que acudían también los poetas y literatos de su tiempo. Era de una gran belleza para los cánones de la época: rubia, de piel clara y con los ojos azules, además de inteligente, culta y orgullosa. Bordaba sus versos en sus trajes y tuvo el atrevimiento de participar en las competiciones masculinas de completar poemas inacabados mostrando libremente su rostro, conducta que la hizo ser llamada «perversa». La gran pasión de su vida fue el poeta Abenzaidún o Ibn Zaydūn,– «el mejor poeta del al-Andalus». Después, al-Batūnī enumera muchos literatos, filósofos, médicos, músicos y sabios que nacieron y vivieron en al-Andalus. Nuestro autor visita El Escorial y describe con muchos detalles el monasterio, el palacio y la basílica, comentando, por ejemplo; que el complejo tiene 1.710 ventanas, 1.200 puertas y 86 escaleras. Le maravilla la biblioteca y los cincuenta y cuatro mil libros y manuscritos que contiene, de los cuales más de dos mil están escritos en árabe. Nos traslada al siglo XVI y nos habla del Rey Felipe II, así como de los grandes pintores de los siglos XVI y XVII. Describe con muchos detalles las habitaciones del palacio, los salones e incluso los cuadros colgados en aquellas salas y habitaciones, y detalla que uno de ellos, le causó mucha tristeza: aquel gran fresco mural que representaba la batalla entre los ejércitos musulmanes y cristianos en Granada, que terminó con la derrota de los musulmanes y la caída del reino de Granada, suponiendo el fin de un esplendor que pervivía ocho siglos en el al-Andalus musulmán. Este sentimiento de tristeza por la desaparición del al-Andalus musulmán aparece cada vez que visita un lugar que le recuerda la historia de los musulmanes en esta tierra. Antes de dejar Madrid, quiso resaltar nuevamente que es la capital de España y que está llena de arte, ciencia y sabiduría y que, todo esto, tiene su origen en el legado que dejaron los árabes que estuvieron ocho siglos en España (curiosamente no cita a Portugal, también territorio de al-Andalus).  72  III Se va al-Batūnī de Madrid a Córdoba y desde allí escribe su tercera crónica. En primer lugar nos habla de su viaje en el tren, un viaje incómodo, pues el tren 4444444444 73 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación era muy parecido a los peores trenes de Egipto, no tenía ni coche cama, ni restaurante y no era nada confortable, a diferencia del tren de San Sebastián y esto en opinión del escritor significa que la zona donde se dirige este tren es una zona pobre y oprimida. Por cierto, había un cartel sobre el tren que decía «Al-Andalus»25. Describe el camino como desértico, pero cuando más se acerca al sur, se torna más verde. Describe los pueblos y aldeas por las que pasa el tren, muy pobres, con casas de adobe y cerca de ellas hay tanto pozos, como acequias. Cada vez que paraba el tren en una estación se acercaban hombres, niños y niñas llevando botijos y gritando ¡agua, agua!, pareciéndose a los niños que están en las estaciones egipcias gritando en verano ¡Mayya mayya! ¡agua, agua! y compara el calor de esta zona con el calor del sur de Egipto. Después, nos habla de la historia de Córdoba, refiriendo que antes de llegar los árabes había sido una de las ciudades principales de los romanos, y más tarde de los visigodos. Una vez que los árabes dominaron al-Andalus, Córdoba adquirió mucha importancia hasta convertirse con Abd al-Ramān I en la capital del califato omeya. Nuestro viajero también visita Medina Azahara y nos recuerda el pasado de esta gran ciudad construida a las afueras de Córdoba. Compara sus palacios con los palacios de Versalles y señala a los almorávides y a su fanatismo religioso como los causantes de la pérdida de esta ciudad tan bella, así como la pérdida de todo al-Andalus. Entra en la mezquita de Córdoba desde la puerta de al Minar o del (Minarete) y no deja de hace una descripción detallada de la mezquita. Por ejemplo, describe el patio diciendo: «Ahora tiene muchos árboles, tres albercas, pero, en el lugar donde están estas albercas actualmente, los musulmanes hacían sus abluciones o purificaciones con el agua que llegaba del río Guadalquivir». Y comenta que en el lugar de la mezquita había antes una iglesia, que Abd al- Ramān I compró a los cristianos por mucho dinero, compensándoles también con un terreno mucho más grande para construir nueva iglesia en otro lugar. Y según nuestro autor, esta mezquita está hecha a semejanza de la mequita del profeta Muammad en Medina (construida por al-Walīd Ibn Abd al-Malik). Y que en ningún caso, podemos aceptar las habladurías de la gente cuando decían que Abd al Raman I construyó la mezquita de Córdoba para que la gente peregrinase hacia ella en vez de a La Meca. Tampoco se puede acusar de lo mismo al califa abassí al-Manūr cuando construyó al- Qubba al-Jarā (La cúpula verde) , por lo que las dos acusaciones son falsas. Nos habló de que todos los califas contribuyeron a la ampliación de la mezquita y que cada uno de ellos quería dejar su nombre para la posteridad ampliando la mezquita o añadiendo algo que le diera más belleza. Al-Batūnī no pudo resistir la belleza del mirāb y habla de él profusamente. Refiere que dentro de aquel mirāb ponían el Corán de Umān y que este Corán fue trasladado a Marrakech en la época de los Almohades en el año 552/1170. Este libro sagrado permaneció en Marruecos y los reyes lo llevaban consigo en sus expediciones, hasta que en una batalla que tuvo lugar en Túnez se hundió el barco que lo transportaba, allá por el año 750 H. (1349-1350). Nuestro autor, utilizaba la palabra qawm (gente, personas o pueblo) para referirse a los cristianos, o a los españoles. Y comenta que los españoles construyeron una pared delante del mirāb para que no se viese, pero esta pared se quitó en el siglo XVIII. Describe la conversión de la mezquita en catedral como un lunar negro en la cara de una bella mujer, no se sabe si la hace más bonita o la hace más fea. También nos dice que en Córdoba en la época musulmana había más de dos mil mezquitas. Como en los otros territorios del Islam, hacían el papel de lugares de culto, escuelas y, en algunos casos, como hospitales y, por supuesto, Córdoba no en ello era diferente. Describe la Córdoba actual como una ciudad árabe, con sus casas, sus patios llenos de plantas y flores. De los hombres de Córdoba, así como los de Sevilla, comenta: «Parece que los hombres de esta ciudad tienen poco trabajo, por eso veraás los cafés llenos durante el día, creo que esto es debido al mucho calor». Por ello, al-Batūnī durante el día, pasaba varias horas tumbado en una bañera llena de agua fría para aliviar al calor de esta ciudad. Al-Batūnī dedica larga descripción a Córdoba, sus emires, a sus califas y a las causas de la decadencia del califato. 26 IV  De Córdoba viaja a Granada y al inicio de la descripción de la ciudad escribe 26 El califa abbasí al-Manr construyó en 762 en el centro de Bagdad, el Palacio de la Puerta de Oro. Fue la residencia del califa. En la parte central del edificio había una cúpula verde de 49 m de altura y 25 Suponemos que el autor interpreta el topónimo «Andalucía». a un lado suyo estaba la mezquita principal de la ciudad.  74 4444444444 75 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación que los edificios de su parte antigua están construidos al estilo gótico con calles muy estrechas, sin embargo, a diferencia de Sevilla y Córdoba, sus grandes avenidas están construidas al modo occidental. Observa nuestro escritor que a pesar de su bellaza, sus calles no están muy limpias, tienen mucho polvo y que, la ciudad en si, no tiene muchos monumentos para describir. No es ni oriental, ni occidental. Solo menciona la ladera de la montaña que llega hasta los palacios de la Alhambra, en donde se encuentra el barrio de Albaicín. Describe el Albaicín como: «la parte que queda de la época árabe, en la que ves una imagen de una ciudad árabe con muchas callejuelas, pero carece de belleza arquitectónica». Y comenta que: «esta ciudad en la época de los árabes fue un ejemplo de belleza, majestuosidad y de lujo. Durante la dinastía nazarí, llegaron a residir en la cuidad más de medio millón de personas, muchos de ellos llegaron de otras regiones de al-Andalus después de la caída de sus ciudades y pueblos en manos de los cristianos, por cierto, muchos de los que llegaron a la ciudad eran judíos». Y añade que la ciudad estaba rodeada en la época nazarí por una muralla que tenía 1.030 torres de vigilancia y que dentro las murallas habían 130 molinos hidráulicos que utilizaban la fuerza del agua de los ríos para moler los granos. Nos describe con muchos detalles los palacios de la Alhambra y el Generalife y comenta que: «esta construcción ha llegado en buen estado hasta nuestros días para que sea el símbolo de nuestro orgullo. Si tenemos que estar orgullosos de algo que han hecho nuestros padres y abuelos, es este palacio del que os voy a hablar mucho, no podré describir todo lo que tiene, pero solo tenéis que entender mi admiración por su grandeza». También comenta que el calor en Sevilla es insoportable, por eso las calles de la ciudad están cubiertas por toldos durante el día para proteger tanto los comercios como a los peatones. Después nos habla de su catedral la cual fue en la época de los árabes la gran mezquita de la ciudad; se detiene en describir su minarete, hoy el campanario, que le llaman ahora la Giralda. En el lugar del Giraldillo (estatua que hace las funciones de veleta que se mueve con el viento), había cuatro manzanas de cobre que reflejaban el sol, de manera que quienes llegaban a Sevilla veían estas manzanas desde muy lejos. Nos describe la catedral y comenta que en este templo se encuentra enterrado el cuerpo del famoso navegante Cristóbal Colón y también el del Rey Fernando III de Castilla. Una de las causas de fomentar el odio entre musulmanes y cristianos, y entre cristianos y musulmanes, es transformar las mezquitas en iglesias y las iglesias en mezquitas, enumerando ejemplos de las mezquitas que fueron transformadas en iglesias en España, o la transformación de la basílica de Santa Sofía de Estambul en mezquita por los otomanos. Una de las curiosidades que más le llamó la atención a al-Batūnī, es la falta de higiene a la hora de vender las frutas; comenta que ha visto vendedores de higos chumbos, vendiéndolos y que las moscas envolvían a los higos por todos los lados. De los sevillanos, dice: «que son gente o muy pesimistas o muy optimistas, y que tienen miedo del mal de ojo», y comenta que este carácter está heredado de los árabes. Y añade también que son gente muy soñadora y que juegan mucho la lotería. Nos describe la Semana Santa en Sevilla y cómo conmemoran la pasión y muerte de Cristo a través de las procesiones que realizan las cofradías desde la Catedral. Se detiene en su forma de vestir y habla del respeto de la gente durante los tres días de la Semana Santa. No se olvida de la Feria de Abril y comenta que asiste a esta feria muchísima gente. Tanta que no se puede andar por el lugar donde montan la feria. En ella hay mucho canto, baile, lugares para la diversión, así como corridas de toros. Allí acuden muchos turistas de diferentes países para ver y participar en esta feria. Nos habla de la Exposición Universal de Sevilla de 1928, explicando que el lugar donde estaban preparando su celebración estaba dividido en dos partes, una parte española adornada con dibujos árabes y otra parte americana, con decoración exterior de estilo árabe. Este uso de los elementos árabes en la construcción y decoración de los  V Visita Sevilla y comenta que en la época del Mutamid Ibn Abbād, Sevilla era la ciudad más bonita y más lujosa de al-Andalus. Contaba con más de 300.000 habitantes, mientras que cuando la visita nuestro autor tenía 150.000 habitantes. La arquitectura árabe domina en la mayoría de sus casas, pero no son como las casas cordobesas, les faltan los patios llenos de plantas y flores. Una gran parte de la ciudad sigue con sus calles estrechas, y es que esta ciudad ha sido árabe en el pasado, es árabe en el presente y lo será en el futuro, porque si hubieran querido los habitantes cambiar la forma de sus casas, edificios, lo hubieran hecho como lo han hecho los habitantes de Madrid y Barcelona.  76 4444444444 77 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación edificios y en la Exposicón de Sevilla fue un motivo de orgullo para nuestro autor, y dice: «lo que han hecho nuestros abuelos, sigue estando de moda en este país». podemos citar: Far al-Andalus (El amanecer de al-Andalus), que estudia con mucha profundidad la historia de al-Andalus, Tārij al-Magrib wa-aāratihi (La historia del Magreb y su civilización), Maālim tārij al-Magrib wa-l Ansalus (Rasgos de la historia del Magreb y al-Andalus), Tārj al-ugrāfya wa-l-ugrāfiyyīn f ī l-Andalus (Historia de la geografía y los geógrafos en al-Andalus) y, por su puesto, su excelente libro Rilat al-Andalus. Si entramos a analizar esos elementos que forman parte de un conjunto de mitos sobre al-Andalus, pueden diferenciarse diversos grupos. Entre ellos el histórico, del cual podemos destacar la descripción política de al- Andalus, para la cual señala: «Al-Andalus, es un país de muy difícil unión bajo un solo mando, pues la península Ibérica nunca ha estado unida, ni antes de la llegada de los árabes, ni con ellos, ni después de su salida, hasta la llegada del siglo XVII». En un segundo apartado, entre los mitos religiosos, destaca en primer lugar la misma mezquita de Córdoba y la desgracia en ella perpetrada al mutarla en catedral. El autor describe esta transformación como el paso del día a la noche, de la luz a las tinieblas, paso que también sufrieron, entre otros, las mezquitas de Sevilla y Granada. Se desprende también un sentimiento de vergüenza para un árabe al comprobar que por culpa de los propios árabes había tenido lugar la pérdida de esas mezquitas y su transformación de núcleos culturales islámicos en lugares de culto de los cristianos, edificios que claman por la desaparición del islam del mapa de al-Andalus. Toda ciudad, pueblo o río, hacen recordar al autor la península musulmana: En su libro describe los topónimos de las ciudades o ríos actuales y se detiene y nos maravilla con los que tenían en la época del dominio árabe, que identifica como del pasado glorioso de al-Andauls. Tales nombres árabes, que perviven solamente en la memoria, llaman al autor desde su pasado glorioso para recordarle el doloroso trance del paso inexorable del tiempo; Al-Andalus se perdió, y con él se perdieron los rastros más íntimos de su identidad musulmana: los propios nombres árabes de sus tierras. Cuando Mūnis visita ciudades grandes e importantes como Córdoba, Sevilla, Granada destaca los mitos de estas ciudades relacionándolos también con los más importantes personajes que las recorrieron. Cuando visita la actual ciudad de Córdoba, el autor es capaz de respirar el olor de la Córdoba musulmana, señalando que siente y anda por los mismos caminos que B 2. El viaje y la obra de usayn Munis en 1963 El segundo libro es «Viaje por al-Andalus» o «Viaje por España», está basado en un viaje realizado por el gran escritor e historiador egipcio usayn Munis en el año 1963. No se trata de un viaje normal, sino de un viaje nostálgico, de recuerdo de sus antepasados y de rememoración la historia de los árabes en al-Andalus27. En este recorrido que realiza por la península Ibérica no ve la España de principios de los años sesenta, sino el al-Andalus que en ese mismo espacio geográfico se desarrolló muchos siglos antes. Cuando se lee su libro se aprecia un filtro ideológico que impide ver al autor la España de los años sesenta. Por el contrario, contempla la España musulmana con toda su gloria, decadencia, triunfos y pérdidas, a través de los conocimientos antes adquiridos en sus múltiples lecturas. El autor comienza viendo la península Ibérica a través de los mitos comunes en todos los árabes cultos. Si prestamos atención a los árabes que viven en los países árabes, percibimos que al-Andalus pervive en la mente de todos: como dice el propio Munis «quien lo vio, sueña con lo que ha visto, y quien no ha tenido la suerte de verlo, sueña y desea verlo algún día». Al-Andalus, para los árabes, es otro país árabe más que ha permanecido a través del tiempo en sus mentes, con sus gentes, ciudades, poetas, científicos y, sobre todo, con su gloria, un país sentido como vivo y real en la actualidad. Esta obra está escrita en árabe y para los árabes desarrollando los mitos culturales que han adquirido a lo largo de su formación, mitos que comprenden bien y que los occidentales no pueden asimilar en toda su extensión. Su descripción geográfica de al-Andalus refleja un conocimiento perfecto y una cultura extensa. No podemos olvidar que usayn Mūnis, es un gran especialista en la geografía e historia de al-Andalus, autor de numerosos estudios y libros, entre los que 27 Sobre este libro véase, Hany El Erian, «Viaje por Al-Andalus, de Hussayn Munis», Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos en Madrid, Madrid, Vol. XXVI, 1993-1994, pp. 161-167.  78 4444444444 79 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal utilizó Averroes e Ibn azm. Recorre Córdoba y anota: en estas ruinas vivió el poeta Abū l-Walīd Ibn Rud, el mejor filosofo de toda la Edad Media; entre estos restos vivió Abū Bakr Ibn ufayl, quien escribió la más completa novela filosófica que se haya escrito ayy Ibn Yaqzān; entre esta actual tristeza vivió Abū al-Qāsim al-Zahrawī, el mejor cirujano que conoció al-Andalus, y considerado como el padre y el fundador de la cirugía moderna ; entre estos escombros estuvo cantando y llorando el poeta Ibn Zaydūn, el mejor poeta de cuantos nacieron en al-Andalus. Describe Sevilla como la capital del arte, de la música y del baile en al-Andalus, siendo punto predilecto de reunión de todos los poetas andalusíes. Sin embargo nada de eso queda, según el autor; sólo quedan los mitos que merodean continuamente por las calles de la ciudad. En mi opinión el autor no conoció bien Sevilla, si la hubiera visitado durante la Feria de Abril, hubiera cambiado de opinión. Mūnis recorre también el camino de Sevilla a Granada, que describe como un camino de ciencia y luz. Visita Granada, y describe la ciudad actual comparándola con aquella ciudad que fue la última en caer en manos cristianas, para comentar que el retraso de su derrota se debe a tres factores: – La naturaleza geográfica de la región. – La construcción de los palacios de la Alhambra. – Diferencias políticas entre los reyes españoles. No se olvida el autor de recordar al lector que el año 1492 fue el año de la muerte de un mundo y el nacimiento de otro. El autor visita la zona de Valencia o como la llamamos arq al-Andalus, nos habla de su riqueza agrícola atribuida en su opinión a la forma con que los árabes trataban la distribución del agua. Pero ¿de quien fue la culpa de que esa patria pasada se perdiera? ¿De los árabes? ¿De los cristianos? ¿De ambos? Esta pregunta está continuamente reflejada a lo largo del viaje del autor. Según el autor, los árabes cargan con una buena parte de responsabilidad. Ellos conocían aquellas palabras del Corán especialmente aquella de la sura «La familia de Imran» III 102-103. En ellas Dios recomienda a los creyentes que deben estar unidos, pero ellos no lo hicieron en al-Andalus, les dijo «no os separéis» y se separaron; «que no diferenciéis», y se diferenciaron; «que no envidiéis» y envidiaron; «Que no os enfrentéis» y se enfrentaron. Por eso, en su opinión se perdió al-Andalus.  80 Egipto y la península Ibérica, siglos de relación B l a imagen de españa en imaginario colectivo egipto: medios de comunicación e Basem saleh mohamed daoud Las relaciones entre Egipto y España siempre han sido notables. España fue uno de los primeros países que ha mantenido relaciones diplomáticas y comerciales con Egipto. La imagen de España en general para el pueblo egipcio es positiva, aunque en algunos momentos surgen algunas cuestiones que pueden alterar temporalmente estas relaciones. Para muchos egipcios y árabes, alAndalus es nuestro paraíso perdido. España por ello ocupa un lugar muy especial dentro del alma del pueblo egipcio. 4 Editorial IVITRA-IEEI en Madrid, pp. 81-90, ISBN: 978-84-268-1626-9 81 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal No hay mejor forma de conocer la imagen del otro que recurrir a su cultura. Tanto España como Egipto han estado muy conscientes de esta realidad, y ambos han intentado mandar representantes tan destacados como el caso que vemos en la foto, nada más que la gran figura arabista Prof. Martínez Montávez, director del Instituto Cultural Español en Egipto. Una de las formas de estrechar los lazos entre los dos países. Difundir la cultura de cada país ayuda a conocer el otro y ver la imagen de España con más claridad. Egipto y la península Ibérica, siglos de relación Las relaciones políticas entre ambos países han ayudado en mostrar la imagen de España en Egipto. Este interés está muy claro en la asistencia de su Majestad la Reina de España en todos los grandes eventos egipcios, como aquí está presente en la inauguración de la Biblioteca de Alejandría. No solamente esto, España colaboró económicamente en el evento. Esto ha dado una gran imagen positiva de España. Los negocios y la vida económica ayuda en el florecimiento de las relaciones. En los últimos años hubo un gran avance en estas relaciones, aquí el ex ministró egipcio de Comercio reunido con varios empresarios españoles para invertir en Egipto. Hotel Flamenco, uno de los primeros hoteles españoles constituidos en EgiptoCairo, ofrecía comida española para dar a conocer esta rica cocina de España.  82 Una de las tiendas españolas en Egipto, esto ayuda mucho en formar la imagen del otro, es un acercamiento de ver el otro de cerca. 4444444444 83 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Los grandes proyectos españoles en Egipto, dan reflejo de la potencia del país, y la colaboración que existe. Aquí una empresa española está realizando un gran proyecto de generar energía eólica. Una de las industrias nuevas en Egipto que han tenido un gran impacto en la opinión publica, además ha podido absorber una buena cantidad de oportunidades de trabajo, es la liquificación de gas de Unión Fenosa. Esta industria de gran ingreso para el país ayudó a dar esta imagen de una España avanzada industrialmente. ‫ينابسأ راطق ةبرع‬ Egipto y la península Ibérica, siglos de relación Se puede apreciar el cariño a todo lo español en la vida cotidiana, aquí un café ordinario tiene como símbolo el toro y se llama Café Madrid. Este amor al pueblo español es palpable en estos toques espontáneos. ‫زاج ىس‬ ‫دعاقم ينابسأ راطق هايم ةرود‬ Otra de las actividades diarias del pueblo egipcio es el transporte, el tren es de importancia crucial en Egipto. Este Talgo en Egipto le llaman el tren español.  84 La literatura es un campo de suma importancia para conocer al otro, saber su forma de pensar de ser, etc. Los egipcios desde el principio se han interesado mucho por la literatura española, aquí está la traducción del Quijote por uno de los grandes hispanistas egipcios. Un poeta súper conocido en Egipto es Federico García Lorca, todas sus obras fueron traducidas al árabe. Ha dado una gran imagen de la literatura española dentro de Egipto. 4444444444 85 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación ve en la imagen. El flamenco, tiene un gran público en Egipto. Los grupos de flamenco español siempre tienen una buena acogida en Egipto de tal forma que siempre se agotan las entradas. El gran interés por España, lleva al Instituto de Cervantes a invitar a una ilustre figura como Goytisolo, ganador del Premio Nobel de Literatura. En la imagen está junto a la ilustre figura del novelista egipcio Alaa el Aswany, uno de los novelistas contemporáneos con más fama en el mundo árabe. Si estamos hablando del arte, no podemos dejar de lado a las canciones que influyen enormemente en la imagen y la visión de un país. Egipto empezó a conocer las canciones españoles a finales de los años setenta en la gira de la gran estrella Julio Iglesias que ha tenido una enorme admiración en todo el pueblo egipcio por las canciones y la música española. ‫ةر هاقلا ىف ولوستيوج‬ La imagen de España en Egipto está vista por algunas novelas egipcias ambientadas en España. Una de ellas es «Pasiones Madrileñas» del novelista Taha Wadi, donde navega en la sociedad española destacando el ambiente favorable de España y las relaciones con las mujeres occidentales, así como la diferencia de mentalidades. ‫ردان ىفاقث جاتن وكنمالفلا‬: ‫ديع نيمساي‬ ‫ءاثالثلا ويام‬، El flamenco, este gran clásico español famosísimo en todo el mundo, da una imagen espléndida de la cultura y el arte español. La gran admiración del pueblo egipcio por este arte hace que en Egipto han inaugurado una escuela de baile de flamenco, como se  86 Las relaciones políticas y oficiales son un medio eficaz e importante para ver la imagen del otro, las relaciones diplomáticas y políticas entre Egipto y España siempre han mantenido un nivel satisfactorio. Esta buena relación se reflejó en la imagen de España en el pueblo egipcio. Aquí vemos a los reyes españoles en una de las varias visitas oficiales que realizaron a Egipto, recibidos por el ex presidente egipcio al-Sadat. 4444444444 87 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación ‫ملاس نيسح‬ Otra de las cuestiones que siguen pendientes después de la revolución egipcia, es la búsqueda de este hombre, Husein Salem, el número uno de Egipto en tiempos de Mubarak, con una inmensa fortuna, fue reclamado por el pueblo y los tribunales egipcios acusado de corrupción y malversación de fondos públicos. Se escapó a España por tener la nacionalidad española. La autoridad y el pueblo egipcio reclamaron su entrega a Egipto para ser juzgado. Las relaciones políticas se han mantenido a lo largo de las décadas y aquí vemos a sus Majestades los Reyes de España en una visita a Egipto recibidos por el ex-Presidente egipcio Hosny Mubarak. España fue uno de los primeros países en visitar a Egipto después de la revolución del 25 de enero de 2011, aquí la Ministra española junto al Mariscal, Presidente del Consejo Militar Superior Una foto muy polémica que ha levantado varias críticas en Egipto en una visita de la ex-Vice Primer Ministra español. En una gira la Vice Primer Ministra ha distribuyó dinero en una zona pobre, la reacción de esta vieja señora por la cantidad de dinero recibido fue besarle la mano. Esto levantó una ola de críticas, llegando a solicitarse una disculpa oficial de España por el acto no protocolario de la Vice Primer Ministra. ‫بسا ةعطاقم‬ ‫ينا‬ ‫ا‬ España no cedió a la solicitud de entregar a Husein Salem, lo que provocó que muchos jóvenes egipcios reclamaran el boicoteo de todo lo español, relaciones diplomáticas, comerciales, etc. No se puede dejar de lado el gran papel que desempeñó el gobierno español en rescatar y conservar el tesoro monumental de Egipto, al participar en el llamamiento del UNESCO de salvar los monumentos egipcios amenazados por el agua de la presa de Asuán. España fue uno de los primeros países que participó en esta gran obra para conservar parte del patrimonio de la humanidad.  88 4444444444 89 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal El futbol, este mágico deporte que une a los pueblos. Los egipcios aficionados al fútbol siguen atentamente a la liga española y las estrellas del fútbol español, aquí los anuncios siempre comparan entre los jugadores egipcios con las grandes figuras internacionales. Las estrellas del equipo catalán lucieron jugando con el equipo egipcio más famoso, el Ahly, en 2009, un partido histórico para muchos egipcios que ven en el fútbol español la imagen del mejor fútbol. Egipto y la península Ibérica, siglos de relación B l a imagen de egipto en los medios de comunicación españoles Rasha ali mohamed La imagen de Egipto como un ejemplo de lo que puede ser la imagen del mundo árabe. Por lo tanto vamos a empezar dando una idea general 1º del significado e importancia de la imagen de un país en las relaciones internacionales 2º de los elementos que repercuten en la formación de la imagen de un país y de la imagen de Egipto en los medios de comunicación españoles signiFicado e importancia de la imagen de un paÍs Esta es la buena imagen de España en Egipto, estos egipcios están siguiendo la Final de la Copa del Mundo animando al equipo español, llevando las banderas de España, en este día los egipcios salieron para celebrar la victoria de España.  90 La imagen de un país –es decir como un país es visto por los demás– es un concepto muy importante en el mundo globalizado de hoy en día. Algunos analistas hablan del nacimiento del concepto de Marca-País ya que la globalización ha llevado a los estados a competir entre sí igual que lo hacen las empresas… Es una competición por la atención, el respeto y la confianza de los potenciales consumidores, inversores, turistas, inmigrantes cualificados, medios de comunicación, y también por el respaldo de los gobiernos de las demás naciones. Una Marca-País positiva y fuerte constituye una ventaja competitiva clave y por eso, es muy importante para los estados entender cómo son vistos por el público del mundo. De ahí que la imagen de un país es un activo fundamental para defender sus intereses en las nuevas relaciones políticas y económicas internacionales. Es algo que afecta 4 Editorial IVITRA-IEEI en Madrid, pp. 91-100, ISBN: 978-84-268-1626-9. 91 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación no sólo a la situación política de ese país, sino también a la económica. A nivel político por ejemplo, la imagen de un régimen déspota y dictador del gobierno iraquí encabezado por Sadam Hussein, o la de un régimen opresor y machista del estado afgano antes de la invasión americana, allanaron a los líderes occidentales el camino para convencer a sus ciudadanos de lo imprescindible que era el recurso a la guerra para derrocarles. A nivel económico, la imagen de alta precisión industrial de Alemania en muchos sectores sobre todo el del automóvil, ayuda a sus empresas a exportar con más facilidad que sus competidores de otros países. Otro tanto pasa con la tecnología japonesa o estadounidense. La fama que ha ganado España como «el país del sol» sobre todo en los años noventa, le convierte en un claro líder en el mercado del turismo de sol y playa en la zona del Mediterráneo. Su cuota de mercado de este tipo de turismo era en 1999 del 45%, frente al 13% de Grecia, el más inmediato competidor que no ha podido comercializar su imagen como lo ha hecho España. destos, ya que el número de turistas españoles que visitan Egipto anualmente oscila entre 150 mil y 160 mil. El número de inmigrantes egipcios en España según el Instituto Nacional de Estadística es de unas 4.201 personas en todo el territorio español. La presencia del cine egipcio en España es casi inexistente y la difusión del idioma árabe entre los españoles es un considerable obstáculo a la lectura de la literatura egipcia. Por último, Egipto no ha organizado últimamente grandes eventos culturales o deportivos que pudieran haber contribuido en la configuración de su imagen en la sociedad española. Por lo tanto, los medios de comunicación constituyen el factor más determinante de la imagen de Egipto entre los españoles por su enorme poder de influencia y proyección en la sociedad, y por la facilidad de exponerse a ellos lejos de lo que puede ser la experiencia o la observación personal directa difícil de tener en muchas ocasiones. El ciudadano español expuesto a los diferentes medios de comunicación va formando sus creencias y opiniones sobre Egipto basándose principalmente en lo que publican. De modo que las crónicas publicadas o emitidas por dichos medios se convierten en los pixeles de la imagen positiva o negativa con la que se conoce Egipto en España. elementos que repercuten en la Formación de la imagen de un paÍs Hay varios elementos y actuaciones que repercuten en el forjamiento de una «imagen país» en el exterior comenzando por las políticas de diplomacia pública como la organización de eventos internacionales, es decir los juegos olímpicos, las Exposiciones Universales como la de Sevilla del 92 y la de Zaragoza del 2008 o la copa mundial… etc. Son políticas que pretenden siempre proyectar una imagen de desarrollo y modernidad. También contribuyen en la formación de la imagen los flujos de bienes a través de la exportación; de personas a través de la emigración y el turismo, los flujos culturales a través de la literatura o el cine y por supuesto la representación que pueda tener un país en los medios de comunicación. El nivel y el tipo de interacción entre los países es el que determina el peso de cada uno de estos elementos en la creación de la imagen de un país en el otro. En el caso, de Egipto y España, vemos que el intercambio comercial, aunque haya mejorado mucho últimamente, sigue siendo bastante limitado. Por ejemplo en el ranking de países que más exportan a España, Egipto ocupa el puesto núm. 47 y a los que más exporta España, Egipto ocupa el puesto 38. Los flujos turísticos son de igual modo mo-  92 la imagen de egipto en los medios de comunicación españoles Para llegar a conocer esta imagen analizaremos lo proyectado sobre Egipto en un marco temporal concreto que es la primera mitad del año 2011. Ese análisis confirma la imagen que se puede tener de Egipto en años anteriores o en otros países con el mismo grado de relaciones como el que hay entre Egipto y España, tal como Bélgica. Egipto es un patrimonio cultural incomparable… una potencia importante en el mundo árabe y oriente medio que desempeña un papel mediador reconciliador en los conflictos de la zona… una economía prometedora… y un modelo de la revolución en la primavera árabe. El total de las noticias publicadas sobre Egipto en la primera mitad del año 2011 es de 172. Las noticias sobre la revolución del Nilo y el camino hacia la transición democrática ocuparon el primer lugar en el ranking de los temas que más atención despertaron en los medios españoles y los que mayor cobertura mediática recibieron. En segundo lugar vienen los asuntos culturales; el patrimonio arqueológico de que goza Egipto, y por último, los asuntos externos. 4444444444 93 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación del ex presidente, el referéndum sobre la reforma constitucional hasta ahora: Trataron la valentía de los egipcios en la reclamación de sus derechos y su reto al ex régimen, el favor de las redes sociales para la convocatoria a las revueltas a través del movimiento del 6 de abril, el de Kefaya (Basta), la página web de todos somos Khalid Said, el primer mártir de la represión policial en junio de 2011 y el papel de la Asociación Nacional para el Cambio, creada por el ex jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Mohamed El Baradei y la sensibilización de los egipcios por sus derechos y su deseo de cambiar la situación estancada del país desde hace 30 años: La primera revolución fue la revolución del Jazmín en Túnez y la segunda estalló en Egipto, conocida por la Revolución del Nilo: Clasificación de las noticias publicadas sobre Egipto en la primera mitad de 2011 Normalmente las noticias relacionadas con Egipto se publican en las secciones de Internacional y si dichas noticias hablan de lo que ocurrió en Egipto. el comienzo de la revolución del nilo De aquí que estos medios siguieron de cerca, a comienzos de enero 2011, el inicio de la revolución egipcia; la salida de los egipcios a la calle para exigir la democracia, la dignidad, la libertad y la justicia social: siguieron el desarrollo de la revolución paso a paso desde el primer día, el 25 de enero, pasando por el 11 de febrero, día de la dimisión  94 Los recortes de periódicos con noticias sobre Egipto: –Registraron la resistencia del ex régimen y la represión policial hacia los manifestantes y sus maniobras para aferrarse al poder, usando la violencia y el asesinato contra el pueblo desarmado. Luego, recurrió a la desaparición repentina de la policía y la apertura de las cárceles para poner en libertad a los criminales con el fin de desplegar el caos y el 4444444444 95 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal temor, de modo que los egipcios constituyeron unos comités populares para proteger sus casas y sus comercios, además de la vuelta de Mohamed El Baradei del extranjero para dirigir la transición. Egipto y la península Ibérica, siglos de relación el triunFo de la revolución El triunfo de la revolución se debe a la resistencia y la perseverancia del pueblo que estaba buscando su dignidad y su libertad. La prensa no solo se sorprendió por la actitud de los egipcios cuando limpiaron al segundo día del triunfo de la revolución, la plaza del Tahrir (icono de la revolución), y todas las ciudades egipcias, sino que Egipto se convirtió, de este modo en un modelo de revolución blanca y pacífica. Ya que publicaron los dichos de grandes figuras sobre la revolución, lo que confirmó su prestigio como la gran potencia árabe y el país más poblado, como lo que declaró el presidente de EE.UU. sobre Egipto y su pueblo, puesto que ha comparó la victoria de la revolución como la estela de Ghandi y la marcha del presidente dimitido con la caída del muro de Berlín. Los egipcios dan ejemplo derrocando al autócrata con huelgas y protestas salmiya o pacíficas. Hubo un cierto interés por destacar la visita de Trinidad Jiménez a Egipto, como una de los primeros responsables occidentales que visitaron Egipto tras la revolución. En esta visita, propuso el modelo español de la transición democrática y se reunió con varios responsables egipcios como el mariscal de Campo, Hussein Tantawy y el ex secretario general de la Liga Árabe, el posible candidato a las presidenciales Amr Musa y con la coalición de los jóvenes de la revolución o los jóvenes de Tahrir. Los asuntos que recibieron más atención de los medios de comunicación españoles fueron los relativos a la respuesta de las demandas de la revolución. El seguimiento de dichos asuntos se concentró sobre hechos determinados que recibieron una amplia cobertura en los diferentes medios. Estos hechos fueron: El juicio de los antiguos dirigentes del régimen, especialmente del ex presidente y sus hijos acusados de enriquecimiento ilícito, corrupción, abuso de poder, uso de la represión contra los manifestantes y además de los ex ministros por el tráfico de influencias y la malversación de fondos públicos. La persecución judicial del magnate egipcio Hussein Salem, el amigo más cercano a Mubarak, por su complicidad en defraudar millones de euros a través de la venta de gas a Israel y otros países a precios inferiores a los de mercado y por otros negocios corruptos en el sector inmobiliario, al haber recibido suelo estatal para sus • –Seguir la insistencia y la resistencia de los manifestantes y la reiterada exigencia de la dimisión del ex régimen. El flujo de la revolución en la plaza de Tahrir (la Liberación) y sus proximidades en todas las ciudades egipcias. La imagen resultante de las crónicas se puede considerar positiva más que negativa ya que los rasgos positivos fueron por ejemplo: – Elogiar la participación de todas las clases del pueblo egipcio en la revolución, incluso la mujer. Poner de manifiesto el gran número de los manifestantes, ya que en los primeros días de la revolución se cifró en unos miles de personas y en el día de la dimisión del presidente alcanzó la cifra de casi 13 millones de egipcios. Destacar el orgullo de los egipcios por el triunfo de su revolución, tras 30 años de dictadura y su alegría por el final del régimen. El ejército egipcio desempeño un papel muy importante en proteger las protestas, los manifestantes y las instituciones públicas bajo la desaparición de la policía, ya que se considera como el guardián del pueblo.  96 • • 4444444444 97 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal proyectos hoteleros a cambio de palacios y mansiones para los hijos de Mubarak, además de su acusación por el blanqueo de dinero en España. También, la prensa española echó luz a las nuevas formaciones políticas que aparecieron tras la revolución, sobretodo, la creciente ascensión de los hermanos musulmanes y su nuevo partido La Libertad y la Justicia. Este grupo fue prohibido en el era del ex presidente Mubarak y sus miembros sufrieron varias detenciones y represiones durante dicho periodo. Además, del nuevo partido del magnate egipcio Naguib Sawiris, titulado «Los Egipcios Libres». • el nuevo papel de la polÍtica exterior egipcia como la gran potencia del mundo árabe: La prensa española consideró que el papel desempeñado por Egipto en la firma del acuerdo de la reconciliación entre los grupos de Fattah y Hamas es una afirmación de su rol como la gran potencia árabe en oriente medio. Además indicaron el cambio en la política exterior egipcia y eso resultó claro cuando reabrió el paso de Rafah a la franja de Gaza para consolidar la reconciliación palestina y aliviar el bloqueo israelí. Es más, consideraron que la decisión de las autoridades egipcias actuales contrasta con el control impuesto por el depuesto presidente y la restricción de movimientos de personas y bienes en línea con el bloqueo israelí a la franja. Ya que Egipto mostró ser capaz de imponerse cuando quiso. Por otro lado, se dejaron ver algunos rasgos negativos de la imagen de Egipto en estas crónicas como: La indicación de algunos artículos que los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes en Egipto empiezan a ser demasiado frecuentes, y los coptos piden protección e igualdad con ciudadanos de otras confesiones. En la pasada navidad una iglesia en Alejandría fue el objetivo de un atentado que acabó con la vida de 24 personas y tras la revolución se han sucedido dos enfrentamientos tras el incendio atribuido a islamistas radicales en dos iglesias. Por otro lado, los periódicos indicaron que los acontecimientos han revelado que los enfrentamientos fueron provocados por matones y fieles al ex régimen que intentaban sembrar el desconcierto y el odio para demostrar que, sin Mubarak, Egipto se sumiría en el caos.  98 Egipto y la península Ibérica, siglos de relación asuntos relacionados con la cultura egipcia: • Las noticias sobre la cultura y los descubrimientos arqueológicos egipcios sus- citaron también un gran interés en los medios de comunicación españoles, ya que casi no pasaban dos semanas sin una noticia sobre los monumentos egipcios. El hecho que más atrajo a los medios españoles fue el descubrimiento del equipo arqueológico español dirigido por la arqueóloga Mariam Seco, que excavó en Luxor, el templo del Faraón Tutmosis III. Es el único templo funerario de los que están en el Valle de los Reyes y está construido sobre una antigua necrópolis y debajo de él, hay cuatro niveles de tumbas: Por eso, fue asemejado al templo de Deir El Bahari. Mariam Seco señaló que lo que estaba haciendo es recuperar un legado valiosísimo que permitirá desvelar los secretos de uno de los faraones más importantes de Egipto. Se siguió de cerca igualmente el descubrimiento de la estatua más grande encontrada hasta ahora del faraón Amenhotep III en la ciudad de Luxor. El coloso está esculpido en cuarcita pintada, y mide trece metros de altura y casi seis metros de ancho. En segundo lugar, los medios se interesaron por la noticia de la excavación de la segunda barca solar por un equipo de arqueólogos egipcios y japoneses en la meseta de Guiza, ya que la primera fue hallada en 1954. Esta barca es del rey Keops y está hecha del cedro libanés y de acacia egipcia. Su restauración se prolongará 4 años y la barca definitiva será expuesta en el Gran Museo Egipcio de El 4444444444 99 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Cairo que se inaugurará a principios de 2015. Los estudio dicen que esta barca no se trata de un bote funerario usado en el Nilo para trasladar el cuerpo del faraón desde la capital Menfis hasta su enterramiento sino un símbolo de honor al dios solar Ra. Asimismo se publicaron noticias dispersas sobre el anuncio de Egipto de prohibir la visita a la tumba de Tutankamón para conservar el patrimonio, así como la demanda oficial del gobierno egipcio a las autoridades de Berlín para el retorno del busto de la reina Nefertiti, una de las maravillas de la antigüedad, alojada actualmente en el museo de Berlín. Son todas noticias que confirman la pasión española por el antiguo Egipto. Un hecho que me reitera, por otro lado, la responsable de la sección de cultura del periódico de Catalunya que me dice que cada vez que colocan en la web una noticia sobre la arqueología egipcia se convierte rápidamente en la más leída. Para terminar, cabe mencionar que los periódicos que más se interesaron por las noticias egipcias son El País que ha publicado 85 noticias, seguido por El Mundo, que ha publicado 60 noticias, luego ABC 18 y después, el Periódico de Catalunya, La Vanguardia y La Razón, pues cada uno de ellos ha publicado 8.  100 Egipto y la península Ibérica, siglos de relación B i ntercambios económicos entre egipto y españa Wael M. samir shoaeb 4 Editorial IVITRA-IEEI en Madrid, pp. 101-110, ISBN: 978-84-268-1626-9 101 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación oportunidades de negocio en egipto Primero: Los Efectos Inmediatos... Índice Primero: Los Efectos Inmediatos de la Revolución del 25 de enero en la Economía Egipcia. Segundo:Situación Económica Actcual y Futuras Perspectivas. Tercero: Relaciones Bilaterales de Comercio e Inversión. Cuarto: Conclusiones y Recomendaciones • Según los datos actuales, El mercado de valores egipcio (EGX 30) perdió un 25% de su valor respecto al de principios de este año, mientras el índice más amplio EGX 100 perdió el 15%. • La total capitalización bursátil se estima actualmente en 67 000 millones de dólares. Primero: Los Efectos Inmediatos de la Revolución del 25 de enero en la Economía Egipcia. Primero: Los Efectos Inmediatos... .. • La libra egipcia (LE) alcanzó los mínimos frente al dólar aunque sólo perdió un 1.9% de su valor (el tipo de cambio LE/$ actual es 5.95 frente al 5.84 de finales de 2010). • El déficit público podría situarse en el 10% del PIB en el año fiscal 2011/12. • Se estima que la economía egipcia se contrajo un 7% del PIB en el período de enero a marzo (15 000 millones de dólares) • Las reservas netas de divisas cayeron en marzo alcanzando los 30 100 millones de dólares, la cifra más baja desde septiembre de 2007, por debajo de los 35 000 millones a finales de 2010.  102 4444444444 103 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación Segundo:Situación Económica Actual y Futuras Perspectivas Primero: Los Efectos Inmediatos... • El IPC muestra que la inflación de los precios urbanos en marzo de 2011 se situó en el 11.5 % frente al 10.7% del mes anterior. Sin embargo, la inflación anual básica (excluyendo artículos cuyos precios son volátiles, como la alimentación y la energía) disminuyó en marzo de 2011 y se situó en el 8.54% frente al 9.5% de febrero. 2010a 2011b 2013b 2014b 2015b Crecimiento PIB Real 5.1c 1.2 2012 4.6 6.2 6.1 6.6 Crecimiento producción industrial 4.4 5.7 6.3 6.8 6.4 5.8 Producción agrícola bruta (media) 3.5 3.8 3.6 3.5 3.2 3.4 IPC (media) 11.1c 16 11.5 9.1 7.5 7.6 Tipo de interés (media) 12 12.5 12.3 11.8 11.8 Presupuesto del Estado (% PIB) -8.0c -10.5 -9.3 -8.3 -7.4 -6.9 Export. de bienes FOB (US$ mil millones) 23.7 22.8 22.3 26.1 31 34.7 Imp. De bienes FOB (US$ mil millones) 48 53.5 51.1 53.7 56.9 59 Balanza por cuenta corriente (US$ mil millones) -3.7 -16.8 -11.4 -5.9 -0.1 2.8 Balanza por cuenta corriente (% PIB)d -1.7 -6.8 -4 -1.8 0 0.6 Deuda Externa (final-período; $ mil millones) 35 40.1 40.2 39.7 39.3 35.7 Tip de cambio E£ : US$ (final -período) 5.63c 6.1 6.2 6.05 6 6 Tipo de cambio E£ : US$ (media) 5.80c 6.15 6.09 6.03 5.95 5.95 Tipo de cambio E£ :¥ 100 (media) 6.40c 7.48 7.65 7.47 7.31 7.19 Tipo de cambio E£:฀€ 7.46c 7.98 7.75 7.28 7.37 7.65 a Estimaciones“Economist Intelligence Unit” b Previsiones “Economist Intelligence Unit”. c Actual. d Ratio basado en año de calendario normal GDP; Cuentas Nacionales se basan en el año fiscal . Segundo:Situación Económica Actual y Futuras Perspectivas Tercero: Relaciones Bilaterales de Comercio Crecimiento económico % 2010b 2011c 2012 c 2013c 2014c 2015c PIB 5.1 1.2 4.6 6.2 6.1 6.6 Consumo privado 5.1 -0.3 4 5.1 6.1 7.1 Consumo público 4.5 5.4 5.7 3.1 3.6 3.5 Inversión fija bruta 3.9 3.2 9.5 14.1 13.8 13.5 Exportación de bienes y servicios -3 1.2 4.5 14.5 13.2 14.1 Importación de bienes y servicios -3.2 -0.7 6.7 15.2 16.8 17.9 Demanda Nacional 4.9 0.7 5.2 6.6 7.4 8.2 Agricultura 3.5d 3.8 3.6 3.5 3.2 3.4 Industria 4.3d 5.9 6.8 6.9 6.4 5.8 Servicios 6.0d -6 1.6 6.1 6.9 9.2 Resumen Comercio Exterior de Egipto con España Primer trimestre de 2011 (en millones de euros) enero/marzo 2011  % variación Incremento del valor 2011/10 Exportaciones 395 278 42% 117 Importaciones 150 195 -23% 45 Volumen Comercio 545 473 15% 72 245 83 195% 162 Saldo comercial a Datos año fiscal que acaba en junio 2010. b Actual. c Previs. de “Economist Intelligence Unit”. d Estim.“Economist Intelligence Unit”. enero/marzo 2010 Fuente: Ministerio de Industria,Turismo y Comercio 104 4444444444 105 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Tercero: Relaciones Bilaterales de Comercio Egipto y la península Ibérica, siglos de relación Tercero: Relaciones Bilaterales de Comercio Principales exportaciones no petrolí petrolíferas desde Egipto hacia Españ España Primer Trimestre de 2011 (en millones de euros) Principales importaciones egipcias desde Españ España (enero(enero-marzo 2011) (millones de euros) % % total N.Partida Arancel. Artículo enero-marzo 2011 enero-marzo2010 exportacion es 310210 Urea 29 16 7.50% 77% 13 720839 Productos laminados planos de hierro o acero sin alear de achura + 600mm 24.7 6.6 6.25% 275% 18.1 280300 Carbón 9.7 8.2 2.45% 18 1.5 620462 Pantalones de señora 7.3 7.2 1.86% 2% 0.15 410411 Plena flor sin dividir 5 1.6 1.27% 200% 3.4 620342 Pantalones caballero de algodón 3.7 3.4 0.95% 8% 0.3 720827 2.3 - 0.94% - 3.7 0.59% - 2.3 Productos laminados de hierro o acero sin alear de espesor superior a 3mm e inferior a 4.75mm 720838 630260 Textil Hogar enero-marzo 2010 importaciones %variació n Cátodos y secciones de cátodos de cobre 11 26 7.30% 58% -25 Coke de carbón sin calcinar 4.9 - 3.30% - 4.9 4.5 12 3.04% 62% -7.5 4.5 - 3.03% - 4.5 4.4 4.7 2.95% 10% -0.3 Otros equipos de informática 3.7 Alambrado de aluminio enero-marzo 2011 Productos laminados planos de hierro o acero sin alear de achura + 600mm Productos laminados de hierro o acero sin alear de espesor inferior a 3mm 760511 Artículo valor de l inc re me nto 2011/2010 % del Total Valor var iac ión var iac ión Frita de vidrio 2.3 - 0.59% - 2.3 2.2 1 0.56% 120% 1.2 Fuente: Ministerio de Industria,Turismo y Comercio Fuente: Ministerio de Industria, Turismo y Comercio Tercero: Relaciones Bilaterales de Comercio Tercero: Relaciones Bilaterales de Comercio Principales importaciones egipcias desde Españ España, por valor de incremento Primer Trimestre de 2011 Principales exportaciones no petrolí petrolíferas desde Egipto hacia Españ España, por valor de incremento – Primer Trimestre de 2011 (en millones de euros) % del Total enero/marzo 2011 Enero/marzo 2010 de exportaciones %variación % del Total %variación valor de l incremento 2011/2010 enero-marzo 2011 enero-marzo 2010 importaciones 18.1 Coke de carbón sin calcinar 4.9 - 3.30% - 4.9 77% 13 Otros equipos de informática 4.5 - 3.03% - 4.5 Polietileno 3.9 0.5 2.64% 594% 3.4 0.94% - 3.7 Aceites para transformadores 3.8 0.7 2.58% 421% 3.1 Productos planos de hierro 2.58 - 1.73% - 2.58 24.7 6.6 6.25% 275% Urea 29 16 7.50% 3.7 valor de l incre ment o 2011/2010 Artículo Productos laminados planos de hierro o acero sin alear de achura + 600mm Productos laminados de hierro o acero sin alear de espesor - de 3mm (en millones de euros) Plena flor sin dividir; dividido con la flor 5 1.6 1.27% 200% 3.4 Alambre de Aluminio 2.3 - 0.59% - 2.3 Fuente: Ministerio de Industria, Turismo y Comercio  106 4444444444 107 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Cuarto: Conclusiones y Recommendaciones Tercero: Relaciones Bilaterales de Comercio e Inversión Sector Principal Agricultura 2- Fuerte Apoyo por parte de la Comunidad Internacional 3- El mero hecho de que Egipto pueda captar el mismo flujo de inversiones que recibió en los últimos años, debería ser la prueba fehaciente de que una vez se establezca una hoja de ruta para el futuro político de Egipto, la verdadera capacidad del país para captar inversiones extranjeras se demostrará que es muchas veces superior a la alcanzada en los últimos años. Enero 1970 –Abril 2011 Número estimado de empresas Total flujos (en millones de $) 3 1 T.I.C. 1 0 Construcción 20 34 Sector Financiero 1 6 Industria 50 950 Servicios 39 34 Total 139 1035 Egipto y la península Ibérica, siglos de relación B) En nuestra opinión, los sectores más prometedores en Egipto son: CONSTRUCCIÓN – ENERGÍA – TURISMO 1- Construcción: - Evidentes razones demográficas demostradas a lo largo de los últimos años: mantener altas tasas de crecimiento en el sector de la construcción incluso en los peores momentos de la crisis. - En Los Presupuestos del Estado para el próximo año fiscal 2011/2012, el Gobierno dedica unos 6.65 mil millones de euros para la infraestructura y el sector de la construcción, con un 40% más, frente a los Presupuestos del año anterior. - El ambicioso plan del Gobierno PPP (por ej. Aqualia) Cuarto: Conclusiones y Recommendaciones Cuarto: Conclusiones y Recommendaciones A) El efecto negativo inmediato de la revolución egipcia del 25 de enero ha sido amortiguado por dos principales factores: 1- Indicadores económicos resistentes: Mantener una tasa de crecimiento del PIB relativamente alta pese a la crisis financiera internacional/ deuda externa dentro de límites de seguridad reconocidas / reserva de divisas saludable/ política monetaria sabia que conduce a la estabilidad del tipo de cambio. 2- Energía - El plan del Gobierno para que las fuentes de energía renovables alcancen el 20% del total de la energía consumida en el país, para el año 2020. - Los recientes eventos mundiales que incitan a muchos países a reevaluar sus planes de desarrollar la energía nuclear tras la catástrofe nuclear en japón. 3- Turismo: no necesita pruebas.  108 4444444444 109 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación B e l turismo en egipto: seducción al visitante durante milenios Ahmed Kahlawy No hay duda de que Egipto es uno de los destinos más atractivos para el turista, ya que se pueden encontrar diferentes rutas, según los intereses de cada uno. Desde siempre, la ruta cultural, con todos sus monumentos y lugares históricos, ha cautivado a los turistas. En las próximas líneas podremos ver las diferentes rutas turísticas que se pueden hacer y los sitios que se pueden visitar. ¡Vamos a disfrutar de estos lugares! Nos abrochamos los cinturones y volamos a Egipto, país de los faraones. Nuestra primera parada es El Cairo, la capital del país donde viven más de 18 millones de cairotas y donde podemos ver y disfrutar muchos lugares bonitos. Primero vamos a las pirámides de Guiza, de la IV dinastía, que son las 3 más famosas de las 114 descubiertas Por último La combinación de auténtica democracia, economía libre, verdadera transparencia y responsabilidad garantizará que la economía egipcia avanzará siempre adelante. El pueblo egipcio no aceptará nada que no sea una plena democracia.  110 4 Editorial IVITRA-IEEI en Madrid, pág. 111-120, ISBN: 978-84-268-1626-9 111 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación A 4 Km. de Sakkara se halla Menfis, que fue la primera capital de Egipto y centro cultural de su dios Potah. hasta hoy, que tiene el país. La primera y más grande es la de Keops, la segunda es la de Kefrén y la más pequeña es la de Micerinos. Otra de las maravillas del mundo que también se encuentra en el complejo de las pirámides de Guiza, es la esfinge. Alrededor de El Cairo se puede visitar Sakkara y su complejo. En el Museo del arte egipcio de El Cairo, hay más de 120.000 piezas. Fue construido en 1902 y ahora es donde se hallan las obras artísticas de los faraones y el Tesoro de Tutankhamon.  112 4444444444 113 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación Y después vamos a visitar Luxor. Fue la capital de Egipto durante más de 1.500 años. Es la Antigua Tebas, la ciudad de las 100 puertas, nombre que se refiere a la cantidad tan grande de templos. El templo de Karnak es el más grande que hay en el mundo. Fue construido durante más de 20 siglos y ocupa más de 40 hectáreas. El templo de Luxor es mas pequeño que el de Karnak, pero esta mucho mejor conservado y aun mantiene la influencia de las 3 religiones del país, y dentro hay una iglesia copta y una mezquita musulmana. El Cairo Islámico y sus mezquitas elegantes, como la de Muhammad Ali (Alabastro), la de Sultán Hassan, la del Azhar y muchas más. Ahora vamos a Alejandría, la segunda ciudad más grande de Egipto (casi 6 millones de habitantes) y el puerto marítimo mas importante del país. Fue el centro de la cultura greco-romana.  114 4444444444 115 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación Para poder seguir viajando por el Nilo, vamos a pasar por la esclusa, un dique que sirve para retener agua y administrarla para el regadio. Tiene un desnivel de mas de 6 m. El Valle de los Reyes es un lugar característico donde se han hallado 63 tumbas hasta ahora (entre ellas, la de Tutankhamon, que contenía mas de 5.000 objetos, a pesar de ser la mas pequeña del valle. Y vemos el Templo de Edfu o el Templo de Horus (el dios Halcon). Este esta situado en una ciudad 115 Km. al sur de Luxor. Este templo es famoso por ser el mejor conservado y el más completo. El Templo de la reina Hatshepsut, es el templo femenino más famoso y una obra arquitectónica y artística preciosa. El Templo de Habu es el templo funerario de Ramsés III y el mejor conservado de colores de su época. Después visitamos el Templo de Kom Ombo que está dedicado a los dioses hermanos Haroris y Sobek y es famoso por su espectacular calendario y sus grabados de medicina.  116 4444444444 117 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Egipto y la península Ibérica, siglos de relación Y llegamos a Aswán. Su nombre antiguo era «Suan», que significa zoco o Mercado. Esta ciudad tiene muchas cosas maravillosas, entre ellas el Templo de Abu Simbel. La presa de Aswan es la obra de ingeniería más grande de todo el continente africano. Produce toda la energía que necesita el país. El Templo de Abu Simbel es único de su tipo. Esta esculpido en una roca y conserva un fenómeno único, el sol entra dos veces al año. Otra opción es la ruta de los oasis en el desierto occidental, en los cuales uno puede ver unos paisajes únicos. El desierto blanco y sus bonitas esculturas. El Templo de Filae, es una preciosidad. Esta dedicado a la diosa Isis y fue trasladado en 1972 al lugar actual (una isla enmedio del agua), después de estar sumergido debajo el agua durante 70 años.  118 4444444444 119 Edición a cargo de: Francisco Franco-sánchEz; Hany El Erian El basal Un paisaje caracteristico del desierto negro. Un hallazgo extraordinario en el Valle de las Momias Doradas. Y ahora, relájense y disfruten de un nuevo encanto de Egipto, sus playas de agua clara y cristalina, con unos fondos llenos de un paraíso marítimo lleno de peces, corales y diferentes seres marinos de miles de colores.  120