L AS VÍ AS ROM AN AS EN L OS T RATAD OS
I M P R ES OS ES PAÑ OL ES D E L A ILU ST RACIÓN
CAR L OS CABAL L ERO CAS AD O
Arq u e ól og o
La Historia que leemos es siempre el resultado de la interpretación de los historiadores. En la
arqueología también, a pesar de que el dato aportado por la excavación pudiera considerarse
objetivo. Hablando de caminos romanos, Bergier interpretó a Vitruvio, los tratadistas de los
siglos XVIII y XIX reformularon la versión interpretada de Bergier y hasta el siglo XXI no se
reparó en que ni Vitruvio ni Bergier habían dicho lo que se les atribuía, ni los caminos romanos
eran como se habían descrito desde el siglo XVIII. En el estudio de los caminos romanos y de
sus estructuras asociadas (en particular, los puentes), el revisionismo es una tendencia que se
ha ganado una habitación propia, conocida como “desatribución”1. Hoy sabemos, en particular
los arqueólogos y gracias a la colaboración con los ingenieros, que los caminos que veían los
romanos cuando se desplazaban no estaban cubiertos por un enlosado. Pero ha costado decenios llegar a esa conclusión.
Nicolas Bergier (1567-1623) fue un erudito francés nacido en Reims que, por un encargo inusual2, escribió un tratado sobre los caminos romanos, Histoire des grands chemins de l’Empire Romain…, publicado en 1622 y varias veces reimpreso (fig. 1). En él, al sistematizar el
conocimiento sobre las vías romanas y la forma de construirlas, buscó referencias en los autores clásicos y en algunas excavaciones que él mismo realizó en caminos antiguos del entorno
1
Ent r e ot r os t r abajos, c abe c it ar aq u í e l de M OREN O, 2 0 0 4 , y, par a los pue nt e s r omanos, e l de DU RÁN, 2 0 0 5 . Re s ú me ne s s obr e
e l c onc e pt o ac t u al de u na c alzada r om ana y c óm o ha ido e volu cionando la mane r a de ac e r c ar s e a e llas pu e de n e nc ont r ar s e en COU L ON, 2 0 0 7 , p. 3 8 , y CABAL L ERO, 2 0 1 3 .
2
RODR Í GU EZ M ORAL ES, 2 0 1 0 , p. 1 2 4 .
1
de Reims3. Bergier reconoció que en Vitruvio
no se encontraban referencias al modo de
construcción de las calzadas (sí a los pavimentos de las casas) y, a lo largo del libro segundo de su obra, desarrolló su teoría de los
caminos romanos. Expuso la superposición
de capas que ha hecho célebre su obra: un
nivel inferior, con piedras grandes, denominado statumen; una segunda capa de argamasa
de tierra natural, el nucleus; la ruderatio, con
piedras pequeñas y redondeadas; y la capa superior, con cantos rodados y piedras menudas. En el capítulo 30, Bergier destacó que lo
usual era que los caminos estuvieran cubierF ig. 1 . Fr ont is pic i o Le s g rands ch e mi ns de l ’ E mpi r e
R omain , e n Nic olas B e r g i e r, Hi s to i r e de s g rands ch e m i n s d e l ’ E m p i r e R o m a i n, B r u s e l a s, Je a n L e o n a r d ,
1 7 3 6 . B ibliot e c a Nac i onal de Es paña. ( Cat . 2 6 ) .
tos por varias capas de grava, y que la superficie de rodadura no fueran las piedras lisas
que pueden verse excepcionalmente en algunas calzadas (fig. 2).
La precursora obra de Bergier tuvo vigencia durante mucho tiempo. Todavía se reivindicaba a
finales del siglo XX, siendo el referente principal en los siglos XVIII y XIX para conocer los
caminos romanos. Resulta revelador que el Padre Martín Sarmiento, en sus Apuntamientos para
un discurso sobre la necesidad que hay en España de unos buenos caminos reales…, escritos en 1757 y
publicados en 1789, señalase que el libro de Bergier se encontraba fácilmente en Madrid, citándolo él mismo a menudo en su trabajo4.
El jurista valenciano Tomás Fernández de Mesa (1715-1772) es autor también de una obra pionera, pues su Tratado legal y político de caminos públicos y posadas (1755) fue el primero dedicado a
infraestructuras viarias publicado en España. Para la descripción de los caminos romanos, si-
3
COU L ON, 2 0 0 7 , p. 7 0 .
4
S AR M I ENT O, 1 7 8 9 , p. 1 2 .
2
S U E Ñ O E I N G E N I O. L I B R O S D E I N G E N I E R Í A C I V I L E N E S PA Ñ A
Fig. 2. Vía militar romana, g rabado, en Nicolas Bergier, Histoir e des grands chemins de l’Empir e Romain, Br uselas,
Je an L e onar d, 1 7 3 6 , t . I I , p. 3 5 6 . B i bl i ot e c a N ac ional d e Es paña. ( Cat . 26 ) .
guió las ideas expuestas por Bergier, aunque también recogió que ningún autor antiguo había
descrito técnicamente los caminos, “de manera que toda la lección y doctrina en cuanto a esto
se ha de tomar de los mismos caminos, registrando las pocas pero dilatadas hojas de sus hiladas”5, es decir, de la arqueología (fig. 3). Pero, pese a su admiración por Bergier, siguió las descripciones del Abad Pluche6, contemporáneo del tratadista valenciano y, aunque Pluche no lo
dijese, Fernández de Mesa atribuye a Bergier las descripciones del propio Pluche: así comienza
a desvirtuarse la historia.
Del mismo modo, Fernández de Mesa en su descripción de cómo construir los caminos pasó
de seguir a Bergier a seguir a Vitruvio, comparando la descripción vitruviana para las casas con
5
F ER NÁNDEZ de M ESA, 1 7 5 5 , par t e I, c ap. X II, p. 1 3 5 .
6
P LU CHE, 1 7 3 3 .
L A S V Í A S R O M A N A S E N L O S T R A T A D O S I M P R E S O S E S PA Ñ O L E S D E L A I L U S T R A C I Ó N
3
Fig. 3. “Re presentación de un camino español á la Romana de Madrid á Alicante, y otros caminos, y puentes”,
g r abado, e n Tom ás M anu e l Fe r nánde z de M e s a, Trat ado l egal y pol ít ic o de c am inos públ ic os y pos adas … , Vale nc ia,
Jos e ph Tomás L u c as, 1 7 5 5 . B i bl i ot e c a Nac i onal d e Es paña. ( Cat . 2 5 ) .
lo documentado en los caminos. Siguió a Plinio para decir que la capa superior de los caminos
se formaba con piedras grandes y que, donde no se encontrasen, podrían suplirse por empedrados de guijarrillos. Más adelante reconoció que salvo excepciones como la Vía Apia, todos
los caminos se hacían de guijarrillos, pero argumentó que “después, creciendo la vanidad, unos
y otros se enlosaron en muchas partes”7.
Es así como la obra de Bergier alcanzó gran fama, aunque las ideas que se le atribuyeron fueron,
en realidad, las interpretadas por Fernández de Mesa y otros, y no las que Bergier había escrito.
Su libro se convirtió en “la autoridad”, citada constantemente como fuente, pero al que pocos
autores posteriores parecieron realmente acudir, incluso aunque la teoría atribuida a Bergier
fuese desmentida por las observaciones prácticas.
7
4
F ER NÁNDEZ d e M ESA, 1 7 5 5 , par t e I, c ap. X III, p. 1 5 6 .
S U E Ñ O E I N G E N I O. L I B R O S D E I N G E N I E R Í A C I V I L E N E S PA Ñ A
Otra prueba de la pervivencia del trabajo de
Bergier, ya reinterpretado, en la literatura española la encontramos en 1826 con la obra
del ingeniero de caminos Francisco Xavier
Barra (1764-1841), Memoria sobre la construcción
del pavimento ó firme de los caminos (1826) (fig. 4).
Barra advirtió que “el que quiera formarse
una idea bastante cabal de los caminos romanos, debe leer una obra que publicó Nicolas
Bergier, en Francia, a principios del siglo
XVII (…). Este erudito y laboriosísimo francés registró para componer su obra todos los
autores latinos, prosistas y poetas; examinó
medallas; reconoció antigüedades y no perdonó medio alguno para adquirir noticias
sobre el asunto; haciendo uso de todas con
una crítica juiciosa, de tal suerte, que puso en
claro el número de caminos construidos, la
manera de su construcción…”8. Barra reconoció que Bergier señaló que no había encontrado ningún autor que definiese las capas que
F i g. 4 . Fr a n c i s c o X av i e r B a r r a , M e m o r i a s o b r e l a
c ons t r uc c ión de l pa v im e nt o ó f ir m e de l os c am inos , M adrid, Imprenta Real, 1826. Biblioteca Nacional de
Es paña. ( Cat . 1 1 5 ) .
conforman un camino, y cómo trasladó a los
caminos las indicaciones de Plinio y Vitruvio para las casas argumentando que si las capas descritas eran necesarias para soportar poco peso, los caminos serían más sólidos para aguantar el
peso de los carros. En su admiración por la manera de construir de los romanos, Barra comparó
los costes de construcción y conservación de caminos romanos y los de los siglos XVIII y
XIX, concluyendo que, a la larga, resultaban mucho más rentables hacerlos siguiendo los métodos de la Antigüedad.
8
BAR R A, 1 8 2 6 , p. 8 . Se g ú n not ic ias pr opor c ionadas por Danie l Cr e s po De lg ado, la bibliot e c a de l Re al Gabine t e de M áq u inas c on-
t aba c on u n e j e mplar de l t r at ado de B e r g ie r. Cabr ía r e c or dar q u e al f u ndar se la Ins pe c c ión de Caminos y Canale s e n 1 7 9 9 , B ar r a
e nt r ó e n e l c u e r po f ac u lt at ivo c om o c om is ar io. SÁEN Z, 2 0 0 5 , p. 5 4 . Por inf or mac ión de l mis mo Cr e s po, e l t r at ado de B ar r a s e ve nd í a e n l a I mpr e nt a Re al a 6 r e ale s (G az e ta de M adrid, 7 d e dic ie mbr e de 1 8 2 6 ) .
L A S V Í A S R O M A N A S E N L O S T R A T A D O S I M P R E S O S E S PA Ñ O L E S D E L A I L U S T R A C I Ó N
5
En España, en el siglo XIX y a lo largo del XX se consideró a nivel general que las calzadas
romanas estaban enlosadas, que se construían con la superposición de capas rígidamente reguladas y que tal teoría procedía de Bergier. Incluso en los comienzos del siglo XXI se sigue
defendiendo, a menudo, que el tratado de Bergier fue el difusor de esta idea y que se basó en
el de Vitruvio9.
Por fortuna, Jesús Rodríguez Morales ha reivindicado la figura de Bergier con una lectura atenta
de sus textos10. Además, ha recopilado las fuentes clásicas, escasas y poco concluyentes: una
vieja mención de Tito Livio, indicando que las vías estaban pavimentadas con piedras grandes
en las ciudades y con piedras pequeñas (grava) fuera de ellas; una noticia de Plutarco resumiendo la esencia de las calzadas (caminos rectos, que recurrían a obras de ingeniería y contaban con una base de piedra y capas superpuestas de arena o guijarros); y, especialmente, un
poema de Estacio que describe con precisión los trabajos para construir un camino por una
zona pantanosa. Antes que detenerse en la composición de los caminos, las fuentes recopiladas
por Rodríguez Morales dejan claro que la mayoría de las calzadas romanas estaban rematadas
por una capa de materiales blandos que provocaba que, al recorrerlas, se levantara mucho polvo.
Los desmentidos de la Historia tienen, sin embargo, poco éxito cuando se trata de desacreditar
teorías arraigadas y, sobre todo, populares. Resulta mucho más atractivo usar esa hipótesis en
la que una carretera romana cuenta con un vistoso enlosado y explicar que así se hacía por
todo el Imperio (Rodríguez Morales señala que todos tenemos la Vía Apia como modelo de
camino romano, sin considerar que ya llamaba la atención de los antiguos por su perfección),
que reconocer que lo más habitual era el usar capas de rodadura que facilitaban el caminar de
las caballerías, pero hacían del viaje una experiencia polvorienta. A nivel científico, es más sencillo seguir atribuyendo al tratado de Bergier hipótesis que no formuló, que desgranar hasta
qué punto todo se basa en interpretaciones posteriores que destacaron lo que pareció más
atractivo. Y es así como, haciendo tradición de una interpretación errónea de un libro, a veces
se escribe la Historia.
9
Así, por ejemplo, en los trabajos de ALONSO, 2014, p. 301 o MORENO, 2004, p. 105, estudios ambos que mantienen este conce pto
s obr e l a obr a d e B e r g ie r pe s e a habe r r e s u lt ado, e s pe c ialm e nt e e l s e g u ndo, mu y not able s e n e l u s o de nu e vos mé t odos de e s t u dio de
los c ami nos r omanos.
10
6
RODR Í GU EZ M OR AL ES, 2 0 1 0 y 2 0 1 3 .
S U E Ñ O E I N G E N I O. L I B R O S D E I N G E N I E R Í A C I V I L E N E S PA Ñ A