Hojas y Hablas No. 16, julio- diciembre de 2018. ISSN en línea 2539-3375
Reflexiones en torno a las prácticas y características psicosociales de los trabajadores sexuales masculinos en Bogotá1
Reflections on the practices and psychosocial characteristics of male sexual
workers in Bogotá
Resumen
Abstract
El presente artículo es derivado de una investigación cualitativa, enmarcada bajo los planteamientos del construccionismo social, a través de ejercicios de observación participante
con diez trabajadores sexuales masculinos, pertenecientes a
diversos status en Bogotá, a los cuales se les aplicó una entrevista semi estructurada y un instrumento de caracterización socio-demográfico, esto con el objetivo de comprender
cuáles son las prácticas y características psicosociales de estos
sujetos sociales. Dejando entrever así dinámicas divergentes
que constituyen realidades clandestinas en los sujetos sociales, que se inscriben dentro del servicio sexual masculino.
This article is derived from a qualitative research, framed
under social constructionism approach, throughout participatory observation exercises with ten male sexual workers
belonging to different status in Bogota. A semi-structured
interview and an instrument of socio-demographic characterization were applied with the aim of comprehending their
practices and psychosocial characteristics, showing divergent dynamics that constitute clandestine realities within the
social subjects who are inscribed within the masculine sex
service.
Palabras clave: Trabajo sexual masculino; Invisibilización;
Características psicosociales; Prácticas sociales.
Keywords: Male sexual work; Invisibilization; Social phenomenon; Psychosocial characteristics; Social practices.
1 Artículo de investigación, resultado del proyecto para optar por el título de Trabajadores Sociales bajo el nombre de: Prácticas y características psicosociales de los trabajadores
sexuales masculinos. Una ruta de atención de trabajo social desde la perspectiva de la población, realizado en la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, con el apoyo de la
Corporación Red Somos, durante el segundo periodo de 2016 y primer periodo de 2017.
2 Trabajador Social. Diploma superior en Docencia Universitaria. CLACSO. Miembro del grupo de investigación FÉNIX de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD.
https://orcid.org/0000-0002-8843-6057 E-mail: johanbarrera12@gmail.com
3 Trabajadora Social. Miembro del grupo de investigación FÉNIX de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD. https://orcid.org/0000-0002-1885-275X
E-mail: angiepaolah@gmail.com
*Cómo citar este artículo: Hurtado, A., y Barrera, J. (2018). Reflexiones en torno a las prácticas y características psicosociales de los trabajadores sexuales masculinos en Bogotá..
Hojas y Hablas, (16), 129-139. DOI: 10.29151/hojasyhablas.n16a9
Hojas y Hablas No.16. julio-diciembre de 2018, pp. 129-139
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(Recibido el 11-09-2017 / Aprobado: 31-10-2018)
Johan Arturo Barrera Castellanos2
Angie Paola Hurtado Roncancio 3
Reflexiones en torno a las prácticas y características psicosociales de los trabajadores sexuales masculinos en Bogotá
Introducción
El Trabajo sexual es una actividad lucrativa,
tan antigua como la humanidad misma, Salmerón
(2011) plantea que ésta ha pasado y se ha transformado debido a diferentes realidades a lo largo
de todas las épocas de la historia, puesto que ésta
es reconocida por culturas greco romanas como
un servicio reglamentado en el cual se satisfacían
y exploraban los placeres del cuerpo en un culto
por la figura y expresión de género, que posteriormente es sumergida en posturas prohibicionistas con la expansión del cristianismo vista (en
especial a los hombres que la practican) como una
práctica que degrada el cuerpo, el espíritu y la sociedad misma. Situación que desde la década de
los 70 con los movimientos de liberación sexual
y femenina, se trata de ver y abarcar bajo discursos de liberación, autonomía, y toma de decisiones
sobre el cuerpo, siempre y cuando no se realicen
bajo manipulación u obligación de terceros, dado
el caso se hablaría de explotación sexual (vista
como en un delito penalizado) (Hernández y Espinosa, 2015). Ésta es casi siempre subordinada
bajo la perspectiva, experiencia o cosmovisión de
las trabajadoras sexuales femeninas, en una comprensión histórica y geopolítica desde posturas
que recaen en la heteronormatividad, teniendo
como base constructos sociales que tienden a invisibilizar a los trabajadores sexuales masculinos.
(Hernández y Espinosa, 2015).
El termino trabajo sexual, responde por
consiguiente a una forma de reivindicación social
y apuesta política sobre las personas que ejercen la
prostitución, con lo que a través de este sinónimo,
se asume y amplía el conglomerado de prácticas
derivadas de ésta, percibiéndola como “una profesión como cualquier otra” (Tirado, 2013, p. 82) .
Esta visión parte también del hecho de concebir a
los sujetos sociales que realizan estas prácticas que
trascienden lo económico, como seres consientes
y voluntarios dentro de las dinámicas particulares
que conglomeran el ejercicio del comercio sexual
(Tirado, 2011).
En lo que se refiere a los trabajadores sexu-
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ales masculinos, se permean diversas dinámicas y
realidades, debido a los actuales espectros sociales
se han transformado y adaptado para su ejercicio
mediante discursos que trascienden en motivaciones que cada persona construye mediante sus
vivencias, ya que se evidencia que en el ejercicio
de esta actividad, la “concepción del cuerpo como
medio para obtener gozo y placer, donde necesariamente prima el dinero como mecanismo de
intercambio; pero teniendo una valoración de
su propio cuerpo como un símbolo que expresa
poder, conquista y dominación.” (Tirado, 2005,
p. 105), el sujeto tiende a adoptar esta actividad
como parte (en algunos casos momentáneo) de su
estilo y proyecto de vida, por lo que se “profesionaliza” según etapas, problemáticas y necesidades
arraigadas a cada status, (Barrera y Fuquene,
2018) estipulando así un discurso de acuerdo a
contextos y tipos de clientes.
Lo anterior hace necesario comprender las
prácticas y características psicosociales de los trabajadores sexuales masculinos, desde la mirada de
los actores en sus diversos estatus (modalidades
tales como calle, estudios de web cam, Scort, masajistas, entre otros) y de este modo logar abarcar,
generar claridades que permitan la identificación
de los puntos de ruptura en este grupo poblacional.
Este artículo se desarrolla en tres partes:
en un primer momento se expone la estructura
metodológica utilizada, luego, se exponen los
hallazgos y contribuciones según las voces de los
actores abordados, para finalmente, exponer las
conclusiones constituidas según el ejercicio investigativo realizado.
Metodología
A partir de ejercicios de observación participante realizados con diez trabajadores sexuales
masculinos, se estableció como objetivo lograr
comprender cuáles son las prácticas y características psicosociales de estos sujetos sociales. Se constituye este ejercicio investigativo de tipo descriptivo, permitiendo conocer y comprender ciertas
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realidades, motivaciones, espectros y constructos
sociales presentes, tanto en la realidad como en el
contexto de los trabajadores sexuales masculinos.
(Mendicoa, 2003) enmarcándose así bajo el paradigma del construccionismo social, visto desde los
planteamientos de Gergen, (2007) como “el estudio socio histórico de las emociones humanas y el
metanálisis de la comunicación” (p, 8) en el que se
realiza “un análisis reflexivo de la vida cultural”(p.
296).
Se tuvo como guía, los postulados
metodológicos de Bonilla y Rodríguez (1997), a
través de un enfoque cualitativo que “implica no
abordar el objeto de estudio desde una perspectiva
empírica, con hipótesis conceptualmente deductivas, sino que de manera inductiva se pasa del dato
observado a identificar los parámetros normativos
de comportamiento, que son aceptados por los
individuos históricamente identificados” (p. 47),
esto a través de un diseño etnográfico que es utilizado como matriz de comprensión de realidades
divergentes (Hernández y Espinosa, 2015).
El tipo de muestreo fue aleatorio estratificado, comprendido por una población de diez
trabajadores sexuales masculinos, cuyos criterios
de inclusión para el estudio fueron el que estos
sujetos sociales ejerzan o hayan ejercido desde
los diversos status en la ciudad de Bogotá. Estos
fueron abordados mediante la construcción de
herramientas de recolección de información, tales
como la entrevista semi-estructurada y una ficha
de caracterización sociodemográfica, con el fin de
lograr articular y triangular la información.
Trabajo sexual masculino divergencias de un
fenómeno social invisibilizado
El trabajo sexual masculino en sí mismo se
traduce en una serie de realidades de tipo divergentes en el sujeto y su entorno social (Barrera y
Fuquene, 2018). Esto en tanto a que el comercio
sexual concebido de manera parcial y generalizada, según las características propias del acto
sexual, es un ejercicio de toma de decisiones en el
que de manera voluntaria se brinda la prestación
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de un servicio para con el “cliente”, a fin de generar un incentivo, ya sea de tipo económico o por
especie (Osorio, et al. 2006). Pero en el que no se
otorgan ni reconocen las garantías mínimas bajo
las cuales en Colombia se considera un trabajo
legalmente constituido, tales como afiliación en
salud, pensión y cesantías.
“Es una ocupación […] porque esto lo
hace cualquiera una profesión es algo más
íntegro algo que usted estudia, usted se prepara para ser alguien en la vida[...] mientras
usted para ser este... escort usted lo único
que tiene es que es querer dinero [...] no
tener casi moral (risas) acostarse con cualquiera por dinero” (Entrevista 5, diciembre
de 2016, Bogotá.)
Ocupación en la que se reconocen riesgos
y ventajas en términos de condiciones y espectros sociales, puesto que a diferencia del ejercicio
de esta actividad económica por las mujeres, el
masculino tiende a estar permeado por estigma,
rechazo y discriminación, generando así dinámicas de privacidad y anonimato que van desde el
momento, sitio y tipo de encuentro con el cliente,
(Tirado, 2013)hasta con el valor mismo del servicio a prestar, ya que dada la normalización y
visibilización del trabajo sexual femenino que se
genera en espacios más abiertos, ya que son en su
mayoría de tipo heteronormativos, pero que en sí
mismos conforman una tendencia a brindar servicios a menor costo (en la mayoría de los casos) y
en la que el ejercicio de la misma se ve intrínsecamente la reacción carencia- necesidad en el sujeto
(Madero, 2012)
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Reflexiones en torno a las prácticas y características psicosociales de los trabajadores sexuales masculinos en Bogotá
“Las mujeres son más baratas, así de simple,
un hombre vale más, muchos hombres es
algo más curioso porque una mujer se viene viendo desde hace mucho tiempo, con
los hombres se generalizó hace poco, o sea
como que es la sociedad hasta ahora cayó
en cuenta que también existe la venta sexual
masculina” (Entrevista 8, enero de 2017, Bogotá.)
No obstante los, trabajadores sexuales masculinos tienden a establecer dinámicas intrínsecas
a sus realidades, que se acoplan a los contextos
socioculturales (Zaro, 2006) que determinarían el
ejercicio de esta, según las relaciones en el sujeto
de actividad económica-placer-libertad-voluntad,
que se dan por el deseo del cliente hacia una expresión de género masculina. Por lo que en palabras de Tirado (2005) el ejercicio de esta “tiene
que ver con el comercio, pero también y, sobre
todo, con la autonomía y el derecho al propio cuerpo, y con la libertad de elegir sobre él de modo
personal y autónomo.” (p 98), diferenciado así a
la explotación sexual, como el hecho de manipulación, u obligación por parte de terceros.
“Es el dinero de otros por placer a la vez,
entonces la verdad la explotación sexual tal
vez la persona muy probablemente la persona no lo desee si no ya es porque le están
obligando a otra que el trabajo sexual es ya
porque uno lo elige, uno lo desea porque
uno lo busca” (Entrevista 3, diciembre de
2016, Bogotá.)
“Pues sí, sí hay diferencia pues por lo mismo
porque para mí el trabajo, la explotación es
como algo forzado y el trabajo es como independiente, algo que ya la persona decide
y que asume hacer” (Entrevista 4, diciembre
de 2016, Bogotá.)
En la que se desprenden una serie de toma
de decisiones que permean un estilo de vida (en
algunos de los casos), teniendo en cuenta que para
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el ejercicio de esta el sujeto dedica una cierta cantidad de tiempo, y cumple con ciertas características que según el estatus y lugar se exigen, debido
a las dinámicas de competencia dentro del mismo.
Por tanto, se estructuran aspectos que el individuo
opta por tomar de manera voluntaria y que permean su identidad y su expresión de género masculino, ya que estas se configuran según el tipo de
cliente y servicios a ofertar, destinando así recursos económicos y tiempo para perfeccionarlas y
que perduren en el tiempo.
“Huyy lo veo pues depende o sea en mi
caso yo lo veo como una ocupación porque no me
quiero enfocar toda mi vida en ese aspecto, pero
puede ser tanto las dos porque hay mucha gente
que elige eso como una profesión y se dedican tantas horas, tantos días a cuidar su cuerpo a planear
todo su show, por así decirlo, entonces puede ser
tanto profesional como ocupacional” (Entrevista
6, diciembre de 2016, Bogotá.)
Características que se establecen intrínsecamente según los espectros sociales establecidos en
la expresión de género masculino, a las cuales el
cliente evoca en el sujeto, traduciéndose en aspectos físicos, tales como la higiene, tipo de cuerpo, y
de vestimenta, entre otros, y de expresión verbal
o corporal evidenciándose principalmente por la
confianza, seguridad y carisma.(Tirado, 2011) Por
tanto, en el ejercicio de la actividad económica, el
sujeto de manera voluntaria adopta estas características ya que se ven reflejadas desde el primer
contacto con el cliente, hasta la finalización de la
prestación del servicio, siendo el estatus y el lugar
de ejercicio mecanismos determinantes para ello.
“Uno tiene que ser primero que todo muy
aseado, heee tratar de vestirse bien […] uno
tiene que pensar cómo llamarle la atención
a un hombre […] siempre andar sonriendo
así Ud. tenga mil problemas en la cabeza
Ud. siempre tiene que tener una sonrisa en
la cara, ser muy sociable con la gente” (Entrevista 4, diciembre de 2016, Bogotá.)
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“Siempre lo primero es el físico, debe tener
rostro porque el rostro llama la atención del
cliente y, pues dependiendo el cliente, tener
el cuerpo ya me refiero a lo que es el pene y
lo que es la parte trasera es algo que es primordial y la higiene, la higiene del hombre
son las cosas más importantes” (Entrevista
8, diciembre de 2016, Bogotá.)
A partir de ello se logra poner en evidencia que el trabajo sexual masculino se traduce en
una actividad económica que produce un intercambio de servicios generalmente de tipo sexual
o erótico hacia el cuerpo y la expresión de género
masculino en palabras de (Hernández & Espinosa, 2015) esta “se ejerce “libremente” sin coacción
ni sometimientos por parte de los implicados, es
en este sentido, un intercambio sexual con fines
económicos.”(p 238), que aún sigue siendo vista
por la parte institucional y estatal (en la mayoría
de los casos) como un problema de salud pública,
ya que debido a las aristas intrínsecas a este fenómeno social y a los contextos en la que se desenvuelve, así como en las prácticas y dinámicas del
mismo, se hace evidente el riesgo de propagación
de enfermedades de transmisión sexual, entre
otros,(Parces ONG, 2016) problemas que permean la realidad social de los sujetos que la ejercen.
Características psicosociales de los trabajadores
sexuales masculinos, una reconceptualización
de apoyo, necesidad y objeto
Teniendo como punto de referencia que las
características psicosociales se estructuran en el
sujeto por un componente afectivo-cognitivo, que
a través de la construcción histórico social permean el actuar y sentir del individuo(Salmerón,
2011). Se ha logrado comprender a través de los
relatos de los trabajadores sexuales masculinos,
que estos conciben a esta estructura como relaciones de apoyo de tipo emocional y económico. Estas
repercuten de manera significativa en el desarrollo
de sus narrativas que aluden según sus prácticas
y experiencias vividas, dada la interacción de los
mismo con personas que reconocen como pilares
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fundamentales de una relación directa de “apoyo”
y motivación, evidenciando así en primera medida a la familia de origen (o consanguínea), a los
amigos y la pareja(Holgin, 2012).
“¡Tener una familia con quien apoyarme, en
quien apoyarme, heee tener amigos… tener compañeros! amigos no, tener compañeros en la vida
con los que uno vive experiencias” (Entrevista 8,
enero de 2017, Bogotá.)
Pero los cuales se desgastan con el tiempo,
debido a que la relación de “apoyo” con los sujetos
se debe fundamentar en tres principios para lograr
ser verdaderamente significativo para éstos; “respeto, confianza y tiempo de permanencia”. (Barrera y Fuquene, 2018), esto repercute de manera
directa en el conocimiento del ejercicio de la actividad económica del trabajo sexual para con su
familia de origen, amigos y la pareja (en los casos
donde existe una) e.
Esto debido a que el sexo servicio es visualizado como un elemento de toma de decisiones
y de intimidad que inscribe el sujeto, e, (Madero, 2012), y del cual por temor a reprimendas o
prejuicios morales, inhibe su conocimiento generalmente a su familia de origen, , hecho que la
relega a un plano secundario. A partir de ello se
da mayor estabilidad e importancia en términos
de apoyo y reciprocidad a la relación establecida
con los amigos y la pareja (en los casos en la que
existe), (Barrera y Fuquene, 2018).
“Se basa mucho en el respeto, en la confianza, el caso que a mí me rige a mi mundo
como tal eso ya hoy en día es como un tabú,
para mí no es algo que un pueda presenciar o vivir de buena manera” (Entrevista 1,
diciembre de 2016, Bogotá.)
“No nada […] pues porque es algo personalmente que es para mí o sea es donde yo
trabajo y o sea como y creo que a nadie le
debe importar pues dónde yo camello” (Entrevista 2, diciembre de 2016, Bogotá.)
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Reflexiones en torno a las prácticas y características psicosociales de los trabajadores sexuales masculinos en Bogotá
Evidenciando que pese a que se tiende a
ocultar el ejercicio de esta actividad económica a
la familia, inhibiendo aspectos fundamentales descritos con anterioridad, para establecer relaciones
de apoyo, esta es vista en la mayoría de los casos
como un eje fundamental de la vida y la realidad
de los sujetos, (Zaro, 2008) ya que para algunos
esta es o fue motivante, por carencias económicas internas o por abandono dada la orientación
sexual o identidad de género en la historia de vida
de los sujetos, relegando una firme trascendencia
en, independientemente haya o no nexos con esta
(Tirado, 2013). Aunque en algunos casos esta se
transforma o se relega ya sea a amigos o pareja o
al sujeto mismo.
“Pues…¡mi familia no! Mi familia […] a
ellos yo les ayudo, pero no saben de dónde
saco el dinero, piensan que estoy trabajando de mesonero […] y pues mis amigos sí,
porque las amistades en las que me rodeo
ahorita son las mismas de este trabajo (Entrevista 4, diciembre de 2016, Bogotá.)
Trayendo así a colación el componente “social” de las características psicosociales, ya que
estas aluden a las relaciones, normas y contextos
en los cuales el individuo construye arquetipos
sociales (Salmerón, 2011), con lo que el hecho de
ejercer el trabajo sexual masculino, traería en sí
mismo ciertas repercusiones y realidades que se
establecen en la construcción del individuo, sus
relaciones y su discurso.
“Eee pues yo desde hace varios años
aproximadamente como unos 4 años, 3
años empecé teniendo sexo casual y encuentros casuales, como lo ratifico nuevamente
por placer, pero teniendo en cuenta siempre varios riesgos y límites” (Entrevista 1,
diciembre de 2016, Bogotá.)
Los trabajadores sexuales conciben que el
hecho de ejercer esta actividad económica nace
por motivaciones relacionadas en la mayoría de los
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casos por una necesidad estrictamente económica
(dadas principalmente por carencias económicas
dentro del núcleo familiar procedente), o por el
hecho de satisfacer placeres y deseos sexuales en
el cual el cuerpo es visto como un objeto de deseo
por el cliente (Osorio et al., 2006). Motivaciones
que trascienden el tiempo en cuanto a el ejercicio
del trabajo sexual masculino como una fuente fija
de ingresos, que obliga al individuo a erotizar y
disfrutar de sus prácticas laborales, ya que estas
en sí mismas son actos producto de decisiones de
forma voluntaria del actor social independientemente del estatus o la edad de los mismos (Salmerón, Ballester, Gil, y Ruiz, 2010).
“Uno trata de convencer al cliente para
uno salir complacido, pero con lo que uno
necesita que es el dinero” (Entrevista 4,
diciembre de 2016, Bogotá.)
“Como una especie de objeto fetichista
porque eso es más lo que vendo yo como fetiches, entonces lo veo más como algo muy
sexual o sea lo veo más sexy, provocativo,
morboso, así lo veo” (Entrevista 6, diciembre de 2016, Bogotá).
Construyendo así una relación entre necesidad económica, placer, toma de decisiones.
corporalidad (expresión y erotización de género
masculino), que forman una brecha paralela entre la utilidad y el establecer relaciones de apoyo
que en sí mismas permean las características y las
realidades de un estilo de vida, (Holgin, 2012) que
acogen (en su mayoría) los actores sociales, independientemente de su posición económica, nivel
de estudios, o residencia.
Prácticas sociales, realidades en un ejercicio de
actividad económica
Teniendo como punto de partida que las
prácticas sociales hacen referencia a todas aquellas acciones en el “quehacer de los sujetos en el
mundo social, bien sea como interacción, transformación o actividad” (Betancourt et al., 2015,
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p. 20) ), en las que según motivaciones y toma
de decisiones en el individuo, “ocurren dentro
del marco de los posibles que tienen lugar en el
interior de las estructuras, que a su vez guardan
coherencia con los principios generadores y constitutivos del hábitos; es decir, con las estructuras
sociales”(Betancourt et al., 2015, p. 20), se logra
evidenciar, que estas son reflejadas en la cotidianidad de los Trabajadores Sexuales Masculinos, en
relaciones interdependientes a las realidades sociales de los individuos, que son en cierta medida
determinadas por el estatus en el cual se ejerce
esta actividad, económica, sitio y tipo de cliente.
Por tanto, estos asumen y reconocen los
riesgos y ventajas que acarrea el hecho de replicar
este tipo de prácticas sociales, que en sí mismas
propiciaron según las estructuras sociales heteronormativas colombianas, realidades de violencia,
discriminación, prejuicio, persecución, problemáticas en cuanto a atención y determinantes
sociales en salud, entre otros (Zaro, 2008) Como
también se resalta que el incentivo económico
juega un papel determinante, en cuanto a la construcción de estos patrones conductuales en el entorno, en el que el sitio de ejercicio de este según
el estatus, así como también el tipo de cliente, (que
es visto como en muchos casos, un proveedor
de lucro e influencia), propician la constitución
misma de estructuras sociodemográficas o lugar,
y a su vez las prácticas intrínsecas en esta (Parces
ONG, 2016).
“Pues desde mi parte de la webcam yo creo
que sería como que eee hay gente como que
te graba o sea hay clientes que te pagan un
show, pero a la misma vez te están grabando
y pueden subir eso a internet” (Entrevista 7,
enero de 2017, Bogotá.)
Estas estructuras sociales, como ya se había
mencionada con anterioridad están permeadas
por violencias, las cuales se establecen en lugares
propios y estarían a su vez relacionados por condiciones derivadas del entorno. Cosa que Parces
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ONG ratifica en su informe de derechos del observatorio de trabajo sexual “Ley entre comillas”,
en el que se especifica la relación de ciertos actores sociales que propongan prácticas de discriminación y rechazo, de tipo verbal y físico, traducidas
en experiencias de violencia por parte de “civiles,
clientes y policías” (Parces ONG, 2016, p. 20). Las
que a su vez son reconocidas en los discursos de
los trabajadores sexuales masculinos, que refieren,
además, la segregación de estos debido a sus prácticas y orientaciones sexuales.
“Pues por policías nos agrede cuando él quiere nos corre, no nos deja trabajar y pues los
clientes también son malos a veces después
que ellos terminan o algo no caen en cuenta en lo que hicieron de acostarse con otro
hombre y pues ahí le agarran represalias con
uno y lo insultan o lo te puntean o algo” (Entrevista 3, diciembre de 2016, Bogotá).
“Los maltratos de los hombres hacia uno
(...) porque si como uno a veces se va con
clientes bien, uno no sabe por ejemplo
en las noches con qué clase de persona se
monte (…) Una vez un cliente en Cúcuta me
agredió, me dejo tres meses en muletas, me
torció la rótula o sea… (silencio) son muchas cosas que lo cansan a uno, la misma
pelea entre los compañeros de trabajo, el
peligro, la denigración de la gente, porque
cualquiera lo ve a uno ahí parado y piensan
que uno es un ladrón, piensan que uno es
ratero y pues si hay personas así pero no todos somos iguales” (Entrevista 5, diciembre
de 2016, Bogotá).
Ahora bien, las prácticas sexuales como expresión máxima de las prácticas sociales, de los
trabajadores sexuales masculinos en su entorno,
entendió a estas como “los espacios de fuga, ruptura y resistencia dentro del marco de una estructura social claramente heteronormativa” (Betancur, Ariza, Sánchez, 2015, p. 22), en que el fin
último es obtener placer por medio de estímulos
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Reflexiones en torno a las prácticas y características psicosociales de los trabajadores sexuales masculinos en Bogotá
visuales y físicos (entre otras) en el individuo.
Según las vivencias y el discurso de los trabajadores sexuales masculinos, relegan una gran
importancia a r la expresión de género masculina
y espacios de riesgos en términos de salud sexual,
en aspectos tales como violencias, consumo de
sustancias psicoactivas, entre otras, que determinan en el ejercicio de esta actividad económica
una toma de decisiones subordinada por la conciencia y el establecimiento de límites en el sujeto
ya que para muchos esta no es su única fuente de
ingresos, pero que incide de manera directa su
proyecto de vida.
“Tal vez que lo quieren someter a uno como
a cosas que ellos desean como vamos allí y
yo no quiero, pero o cómo te quedas y no
te vas de acá o algo, pero yo creo eso depende si uno se deja, si uno es vulnerable y
se deja manipular” (Entrevista 1, diciembre
de 2016, Bogotá).
“Yo tengo varias fuentes de ingresos, así
como puedo trabajar de, así como soy trabajador sexual soy estilista y maquillador”
(Entrevista 8, enero de 2017, Bogotá).
“No, no es mi única fuente de ingreso pues
yo trabajo con mis velitas, pero pues está
muy pesado mis velas, entonces es como mi
ruta de escape, en este momento es mi ruta
de escape la prostitución”. (Entrevista 9, enero de 2017, Bogotá).
La relación estatus-tipo de cliente-lugar,
determinarían las prácticas sexuales y el nivel de
incentivo económico estipulado en un mutuo acuerdo, por ello es que esta en sí misma instaura una
tendencia que denotaban en el sujeto múltiples
reacciones en cuanto al ejercicio mismo del trabajo sexual masculino(Barrera y Fuquene, 2018).
Prácticas de las cuales se destacan la penetración
anal, sexo oral, shows estéticos de sadomasoquismo, y en general el fetichismo, con el fin de atraer
y mantener con regularidad una mayor cantidad
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de clientes (Holgin, 2012). Esto según el estilo de
vida, necesidad, placer, los motivos para y porque,
tiempo dedicado, continuidad, entre otros determinantes, que estipula el trabajador sexual masculino, para el desenvolvimiento de esta actividad
económica, y las prácticas sexuales arraigadas a
éste.
Se pone en evidencia que, según el proyecto
de vida de los trabajadores sexuales masculinos,
estos tienden a transitar por los estatus e incluso
por el género, construyendo relaciones que permean la identidad, la corporalidad y el territorio.
ya que este cambia su expresión de género, (López,
2010) (sin sentirse identificado con este o puesto)
o en la que ejercen como modelos webcam y como
Scort a la vez, con el fin de incrementar su nivel de
ingresos y mantener un estilo de vida propio.
“Pues ahorita en estos momentos salgo de
lunes a lunes, lo que es de lunes a jueves trabajo en el centro en terraza, en lo que es en el
día en la tarde y viernes sábados y domingos
trabajo de 9 de la noche a 6 de la mañana,
toda la noche por aquí por chapinero, por
lo que me toca pagar arriendo diario y eso”
(Entrevista 5, diciembre de 2016, Bogotá).
Las prácticas sexuales descritas a través de
los discursos de las personas que ejercen el trabajo
sexual masculino, se harían evidentes determinantes en cuanto a la salud traducidas en factores de riesgo y protectores para, que inciden en
el padecimiento del VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) o de alguna clase de enfermedad
de transmisión sexual, ya que pesa que la mayoría
expresa que no consume sustancias psicoactivas
con los clientes, (Tirado, 2014) estos las consumen
esporádicamente y asimismo ponen en evidencia
que los mismos clientes en algunos casos les exigen
estar bajo estos efecto para acompañarlos a ellos
durante la práctica sexual, también dependiendo
de la misma y de muchos fetiches bajo los cuales
se contratan los servicios, se encuentra dependiendo del estatus la mayoría de sitios donde se
prestan estos no cuentan con las condiciones óp-
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timas y dependiendo del mismo, se ratifican prácticas de riesgo en las que solo se tiene en cuenta el
uso y la exigencia del preservativo para evitar ITS
(Madero, 2012).
“Normalmente cuando yo hablo con mis
clientes hay muchos que no les gusta tener
sexo sin condón ellos yo siempre aclaro que
siempre uso condón y soy yo el que siempre
ha tomado la iniciativa” (Entrevista 8, enero
de 2017, Bogotá).
También es necesario aclarar que, en cuanto
a factores de riesgo para contraer VIH, los trabajadores sexuales masculinos abordados, conocían
cuáles eran estos, pero se pone en evidencia que
no se lleva con control regular en cuanto a prueba
diagnóstica de tipo ideal (cada tres meses), ya que
se desconocen los sitios para realizarse la misma.
Así como que es tendencia que estos porten y exijan el uso de preservativo al cliente, puesto que
este comúnmente pide el no uso de este o por temor a que esté roto o en malas condiciones.(Salmerón et al., 2010) Ante ello estos afirman atender
según estatus a un promedio de 1 a 6 clientes por
día, o de 2 a 10 shows (en el caso de modelos webcam), obteniendo ingresos diarios de 0 a $600.000,
porcentajes que varían, según factores medioambientales, económicos, etc.
“Mensual se pueden ganar una persona que
trabaje espontáneamente puede ganar dos
millones cómodamente y una persona que
ya quiera, una persona que quiera ya la profesión como tal, como tal estando constante, en un mes se puede hacer hasta más de
seis, siete millones” (Entrevista 10, enero de
2017, Bogotá.)
“Hacer sexo oral, por medio del contacto de
saliva por medio de contacto de sangre, por
medio de la penetración sin protección (…)
sii (…) casi 7 o a veces dejo pasar 8 meses
y así”. (Entrevista 1, diciembre de 2016, Bogotá.)
Hojas y Hablas No.16. julio-diciembre de 2018, pp. 129-139
Las prácticas sociales y sexuales, propias de
un trabajador sexual masculino, serían entonces
inter dependientes de la construcción histórica
social del sujeto, el estatus, lugar y tipo de cliente,
generando dinámicas o constructos sociales que
permean el desenvolvimiento de esta actividad
económica. Por tanto, los factores de riesgo para
contraer algún tipo de enfermedad de transmisión sexual, se ven reflejadas como un riesgo continuo y, consciente en el desenvolvimiento del
sexo servicio y en la que de igual manera el sujeto
constituye factores protectores (según el estatus),
(Tirado, 2014), tales como el uso y porte del preservativo, lubricante, entre otros.
Estas prácticas se inscriben en el sexo servidor, a partir de aspectos tales como motivantes
personales, tipo de cliente y necesidad de lucro
para el desenvolvimiento de fetiches, consumo de
sustancias psicoactivas, entre otras. Que se hacen
evidentes en las narrativas y experiencias vividas
de los trabajadores sexuales masculinos.
“Enfermarse de VIH, pero eso no lo puede
evitar cuidándose mucho y otros riesgos
es que en cualquier momento usted puede
perder la vida y nadie va a llorar por usted,
ni nadie va a evitarlo porque usted está en
la calle y se mete con un hombre y va y uno
se monta un carro uno no sabe quién es esa
persona, qué esté pensando, que como esté
entonces uno tiene el riesgo de perder la
vida” (Entrevista 1, diciembre de 2016, Bogotá).
Conclusiones
La personas que ejerce el trabajo sexual
masculino como actividad económica en varios
sectores de Bogotá, y pertenecientes a varios “status”, poseen características, que a su vez son un
producto derivado de procesos histórico sociales
que permean el desenvolvimiento de ciertas prácticas sociales y a su vez sexuales que trascienden
137
Reflexiones en torno a las prácticas y características psicosociales de los trabajadores sexuales masculinos en Bogotá
en la construcción misma del sujeto, y de la identidad con la que este se relaciona con el ejercicio
de la misma, siendo así consciente de los diversos
riesgos, beneficios y problemáticas arraigadas a la
realidad de este.
Las características psicosociales de los trabajadores sexuales masculinos, se traducen en un
constructo socio histórico-cultural del sujeto, en el
que el entorno de socialización primaria (familia),
configura una serie de cualidades y prácticas en el
sujeto, por tanto es que en la mayoría el choque
del afrontamiento de su orientación sexual, se
toma como punto clave de análisis para la conformación y definición del establecimiento de relaciones de apoyo, donde se entretejen principios de
respeto, confianza y tiempo, en el que los amigos
y la pareja se presentan como refugio y consejo
emocional y aunque se destaca la importancia de
la familia esta es vista mayormente como proveedora económica y responsabilidad del sujeto, pero
en la que en la mayoría de los casos se invisibiliza
por temor a rechazo y discriminación, el ejercicio
del trabajo sexual como actividad económica.
Las prácticas sociales se configuran en los
trabajadores sexuales masculinos, como un reflejo
de sus características psicosociales, pero construidas en una relación entorno-status y tipo de cliente, por lo que estos adaptan y replican características físicas que en sí mismas se predeterminan
según el contexto, en el que se a su vez dan cabida
a prácticas sexuales determinadas que de manera
consciente y voluntaria el actor social, en la que en
algunos acasos se transita de manera momentánea
el género masculino con el femenino sin que este
se sienta identificado, por lo que se brinda según la
necesidad de ganancia económica, tipo de clientes
foco y tipo de mercado, acordonado y ofreciendo
cierto de tipos de servicios sexuales y estéticos
en el que se trata que tanto el cliente como quien
los brinda salgan complacidos, tales como, penetración anal, sexo oral, fetiches, sadomasoquismo,
bailes eróticos, etc., siendo la expresión de género
masculina un factor clave para ello.
138
Por otra parte muchas de estas prácticas
sexuales permean una serie de factores de riesgos en términos de determinantes sociales en la
salud para contraer el VIH o alguna enfermedad
de transmisión sexual, en la media en la que se
evidencia que muchos lugares en los que se practica no cuentan con las condiciones sanitarias óptimas, así como el consumo de sustancias psicoactivas entre otras, aunque cabe recalcar que existe
conciencia acerca de medios de transmisión del
VIH y las ETS más comunes y se recalca el uso del
condón como principal medida de protección.
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