E. H. Carr
¿QUÉ ES
La HISTO.RIA?
~
~liDG(
Difusión gratuita.
~
, la fotocopia no mata
_,
·.d.
al libro.
~
~
el mercado si.
(?¡A \131\.~
'
Confermci4s "Geor¡e M11e<t11/ity T r t~ el yan"
dictadllS en fa Univmidad de Ccmlnidgt
en enero-mano de 1'161
!!!§
EDITO RIAL AIUEL, S. A.
BAI\CEJ.ONA
mulo ori¡¡ñ,.l:
eMe maravillo a menudo de que resuiLe tan pe s;~ da,
porque gran paruo de ella
debe de ser pura invenc:lón.•
Calberloc Morland,
hllbla.Ddo de lt. Hlst.oña.
{JANB AustEN, Nort/rdrt[¡er Abbey, cap. XIV)
Wbot ls hiuO')'f
Trodu<xicln ele
j O\QUII< Rowuo MAua..
OiJcño colrcción: Hans Rombtt&
JO: edición: noviembre 191)
(Edltorial S<k Uarul, S. A.)
PrfmCN tdldón m
Colt<Ci611 Jlrith ~<ptlcmno
198)
S"sundt ct!icic'm: ocu1bre 1'14
o 1961: E. H. Carr. Londr-a:
Oenchot exdwlvoJ de edición en oaste
U~
r~cvadoJ
p:u'll todo <1 mundo
y proplcdod d~: 1:1 tr:ulucciOn:
<> 198J y 19~4•
EJiooriol Aritl, S. A.
Córc¡~,
270 • 08008 lhrccloRa
o
ISDN: 84-J<Ii· fOO!-X
D•P<I•Ito l•s•h B. JJ.J06 - 1984
Impreso en üp.U.:a
~
puu dC" n ·a publ1c.cWn. l n c. lu~
d dik6o .k b tu~kr.
putdc nr
• ¡ ' ~ h .ahuctrucU o tr4mmic.lcb ca m -ar~n
alpn1 ni por nio;Un medié,
JS NS dkvico. 4lUimko. CD«:inlco, .,tico. ck sn.bui&t O de: (OlO(OpÜ, •iD
pc.tml:lo prn"Mt drt cdis01'.
1
EL RlSTOIUADOA Y LOS .Hl!CaOS
¿Qu6 es la hlltoria? Para precaverme contra quien
eucueoll'o auperflua o falta de sentido 111 pregunta,
voy a parllr de textos relacion,dos respectivamente
con la primera y la segunda encamaciones de la Cam·
bridge Modern History. He aquí a Actoo, eo su in·
{!>nne a Jos slndicos de la Cambridge Univer~lty
l'ress acuca de la obm que se habla comprometido
adirigir.
•
Es 6sta una oportunidad sin precedente do
reunir, en la forma más útil par.dos más, el 8""1'vo de conocimiento que el siglo XIX ·nos está legando. Mediante una inteligente c6vlslón del tra·
bajo sedamos capaces de hace.r.lo y de poner al
atg~IJ.:
_ e _ de cualquiera el último docu_mento y las
oonclusio.n cs más elaboradas de la investli!itlclóo
internac!Ónal.
!{o podemos, en esta generación, ronnular.•uDll
histoiia deflnltlva; pero si podemos ellmlnar la
htStoria convencional, y mostrar a qué punto h.,.
mos Uegado en el trayecto gue va de éste a aqu~
Ua, ahora que toda la información es asequible,
y que todo problema es suseeptt'ble de solÜción {1).
(1) l b
-
C....rl4.. Mo4<m llúfoq: TU
(1!117), ...... 10-U.
~.
_,.,.,p
.U
9
Y l.ranscur:rldos casi enctamente Se$enla años, "'
profe•or Sir George Cla~k,
en •u Jntroducclón general a la segunda Cambridge Modem Ristory, comen·
taba aquel convencimiento de Acton y sus colaborodores de que Uegarla el din en que fuese posible prese.n tar una •historia definitiva•. en los siguientes tér·
minos:
Los historiador"" de una generación posterior
no esperan cosa·semejante. De ~u trnbajo. esperan
que 5ea supemdo una y otra vez. Consideran que
el conocimiento del pa..ndo ha llegado a nosotros
por mediación de una o mú' mentu humanas, ha
sido •elaborado• por éstas, y que no puede, por
tanto, consistir en átomos elementales e lmpcrson.ales que nada puede alteraT.. . 1.:> exploración no
parece tentt limites y h<:ly investipdores impacientes que se refugian en el eseepllcísmo, o cuando menos en la doctrino de que, puuto que todo
juicio histórico iinplica personas y puntos de vis·
la, todos son igual de válidos y no hay verdad
histórica •obje tiva• (2).
Cuando los maestros se contradicen de modo ton flagrante, es licito intentar averiguar qué mcodc. S.spero
hallárme Jo bastante al dla como para darme cuenta
de que algo escrilo en la llllimA déeada del siglo
pasado tiene que ser un disparate. P<'ro no estoy lo
suficientemente adelantado como para compartir la
opinión de que cualquier cosa escrita en estos úJJi.
mos diez años forzosamente tiene que nr verdad.
Sin duda habrán pecsado ustedes ya que esta in-
m
Ttu """
10
..........~
......,
b
c-J>~·
.....
"""''"' /JiotW7, 1
CIJS~
'"
xxrv.xxv.
vestlgaeión puede porar en algo que rebase los 11m¡.
tes de la naturaleza de la historia. El desacuerdo
entre Acton y Sir George Clark refleja el cambio sufrido por nucnm concepción de conjunto de la sociedad en el intervalo entre ambas afirmaciones. Acton
es un expone.nte de In fe po>itiva, de la olnrividentc
confianza propio en uno mismo, que caracteriza la
ú!Uma f1111e de lo época victoriana; Sir G_eorge Cl0rk
reflejo In perplejidad y el escepticismo conturbado de
,Ja Úeneraclón •rebelde•. Cuando Ír:ttamos de cantes·
tar a la proaunta ¿Quó es la Historia?, nuestra respuesta, consciente o lnc"Onr;cientemente, refleja nue•
lr.l posición en el tiempo, y fo:rma parle de nuestra
respuesta a la pregunta, más amplia. de qu~
idea hemos de formamos de lasociPAlad en que vivimos. No
temo que par=a trivial, visto más de cerca, el tema
escogido. Sólo me asusta parecer pretencioso por
hnber planteado problema tan amplio e importante.
Bl si¡¡lo XIX fue una gr.m época ·para Jos hechos.
cLo que yo quiero -dice Mr. Gradg:rind.en Tiempos
dif/cil•s-, son Hechos... Lo llnico que se necesita en
la vida son Hechos.• Bn conjunto, los bistodudores
decimonónicos estaban de acuerdo con él. Cuando
Ranke, en el cuarto decenio del siglo, apuntaba, on
legitima protesta contra la bistorill m ora~d
ra,
que
la taren del hiatorlador era •sólo mostrar lg que real·
mente aconteció (wie es eigcrll/ú;h geweserr)•, este
no muy profundo aforismo tuvo un éxito asombroso.
Tns generaciones de historiadores alemanu, btitlJtl..
cose indu$0 fr.tnl:e¡es., se J=ron al combate e.ntonando lll fórmula miglca • Wie es eigerrt/ic/1 gewesem,
JI
a modo de conjuro, encaminada. como casi todos
los conjuros, a ahoJTades la con<ade obllpc:ión de
pensar po• su cuenta. Lot !?<?_sitivistas, ansiosos por
coDSOUdar su defensa do la hi5torla como ciencia,
J:Qlfpb
uy~mn_co
el g, pe
~
influJO a ~te
CUlto
~.Jos
hechos Primero !Verlguad Jos hechos, deciaD
los positivistas; luego deducid de ellos los conclu. tlon!:$ . .Bn Gran Bretruln, esta visión de la hfstorln
encajó perfectamente eon la tradleión emplrlea, ten·
dencla dominante ·de la Olosofía británica de Locke a
Bertr.llld RU$sell. La t~oría
empírica del conoclmíento presupone una total sepacacl6n entre el sujeto y el
~jcUL.
L9s hechos, lo mismo que las impresiones sen·
soriales, inciden en el observador desde el exteriQ!Ll_
son iodépendlentes de su concie.ncia. El proceso reée'jiirvoes- pasivo: tras haber recibido los dnto9, su
los maneja. El O:cford Shorter Engllsh Diotloru1ry,
úiU pero tendenctosa obra de la escuela emptrica, delimita clar.uneute ambos procesos CDaíírlo define el
beebo como •dato de la experiencia. distinto de las
conclusioncso. A esto puede lam~se
conceps;lóp de
sentido común de la ltutnria. La historia consiste en
im cuerpo de heChos verifleados. Los l!eehos los encuentrn'el histpriador en los. documentos, en IR! !ns·
crlpc.iones, etcétera, lo mismo que Jos pescados sobre
el mostrador de una pescadería. E.l historiador los
reun,~
Jos Iln'll a cua, donde los guísa y los 5lrve
como a ~1 más le apetece. Acton. de BU$luu aficiones cu.1Jruuias. los preferlo. eon un condimento sencUlo. .Bn su earta de instrucciones a los colaboradores
de lo. primera Cambridge Modem History, fonnulnb"el requisito de que .nuestro Wnterloa debe ser satlsfoctorio para franceses e ingleses, alemanes y holandeses por igual: que nadie pueda decir, sin antes exa·
12
rn1nar la lista de los autores, dónde dejó la pluma
el Obispo de Oxford, y dónde la tomaron Fairbañ:n a
Oasqw:t, dónde Ueber::maDD o Barrlson• (3).lia.sta el
propio Sir Gearge Clark. no obstante $11 desacuerdo
con el enfoque do Aeton, contraponia •el sdlido uúclco de los hechos• en la historia, a cla pulpa de
la$ lnterpc~ios
controvertibles qoe lo rodea• (4),
olvidando acaso que eo la fruta da más satlri'accl6n
la pulpa que el duro hueso. Cerciórense nrl¡¡u:rp de
os datos lue o od
aventurarse por su cuenta y
riesgo en las arenas move
mterpret:a n:
mi ., la ú1tíma palabra de la escuda histórica empi·
rica del sentido común. I!.Uo m::uenia el dlcbo .fa.
vorito del gr.m periodista liberal C. P. Sc:ou: •Los
hechos son sagrados, la opinión libre•.
Pero está claro que nsl no se llega a ninguna pal'
te. No voy a embarcarme en una disquisición filosófica acerca de la ll8turaleza de nuestra conocimiento
del pasado. Supongamos, a efectos de la discusión
presente, que el hec:bo de que César pasara el Rubicón y el hecho de que baya una mesa en el centro de
esta sala son datos de Igual orden, o de orden parec:i·
do, y que ambos datos penetran en nuestra eonciencia
de modo igual a parecido, y que ambos tienen adenul.s el mlsmo car.leter objetivo en relación con la
peroona que los canoct. Pero nnn en el ca$0 de esta
SllpO$icj6n a~d
y no del todo plausible, nuestro
razonamiento topa con el obstáculo de ctue no lodos
los datos acerca del pasada $(111 becbos históricos, ni
son trntados como tales por el hista.r iador. ¿ Qu~
criterio separa los hechos h istóricos de otros datos
ácerca del p...,ad o?
(J) Acnltt. útJuru illll Alodc,n JlJJtmy (1906), t~l.c·
(4) Ci11do en The lJJtMt.r, lt de juftlo ~
1"2,
Jta.
P'a· rwz.
13
¿Out es unlleoho histórico? Es ésta una cuestión
crueiiil en la que hemos: de fijarnos algo más atenta·
mente. SegUn el pWI!o de vista del sentido comim,
existen hechos b;!.s!c:os que son los mismos 11ara to:
dOs...l<JLhistolin4oE!.!.LSue cqps;tl_tuyen. p~r _as_ule.
bistotia: el hecho, pon·
cirio, la espina dorsal ~
gamos por caso, de que la batalla de Hastings se Jí.
braro en 1066. Mas esta opinión sugiere dos observn·
clones. La primer11, que no son dlltos como c!ste los
que intereun fundtunentalalente al historiadot", Sin
dudo es Importante saber que la gran bntllllo tuvo
lugar en 1066' y no en J065 6 1067, o que se librara
en Hastings, e.n vez de en Eutboume o Brighton. Hl
historiru!or tiene que sabe.r estas cosos con exactitud.
Pero, cuando se suscitan problemas como éste, recuerdo ~iempr
aquello observación de 1!9~:
•la precisión es un deber. no una y!nud• (5). l!logúlr
a un Justoriador por la precisión de sus dlltos es
como encomiar a ua arquitecto por utilizar, en su edl·
Ciclo, vigas debidamente preparadu o cemento bien
rnezclad11. Ello es condición necesaria de su obra,
pero no su función esencial. Precisamente en cuestiones de c!stas se reconoce Dl hístoriador el derecho 11
fundarse en las que se hoñllliinliClo •ciencias auxi·
Jinres• de lo lljs!oria: la a11jueologla, la epigrafía,
la numismática. la cronología, etc. N.o se etpera del
historillllor q1~
dominl' las lécpi~ns
especiales mel'
ced a las cuaJes: el perito sabrá determinar el origen
y el pedodo de un fr.ogmeoto de cer6mlca o de mál'
mol, o desc:lfnir uno inscripción oscura. o llev:u· •
cabo los complejos cálculos astronómicos neccsarlos
para fijar una feclla precis&. Los llamados datos b4·
en
na 17,
14
M. Al•ttFUi AJ.hdiiO ,.
• Ubu ,rimul p.• cd., J9J1),
P'P.
que son los mismos paro todos los historiado·
bieo S\lelen pertenecer a lo categorill de
!~
primps del bls!ori&<jQr que a la historia
misma. La segunda observación que hemos de hacer
es que la nece.sidlld de fijar estos datos básicos no
se apoya en ninguna cualidad de los hubos mismos,
sino en una decisión que fonnula el historiador a
priori. A pesllT de la sentencia de C. P. Scott todo periodiSio sabe boy que la forma mis eficaz de influir
en la opinión consiste en seleccionar y urdenllr los
hechos adecuados. Solla decirse que los hechos h"'
blan por sí solos. Es falso, por SUJ)Ul!StO. Los hechos
sólo hablan cuando el historiador qpelq a ello•: ti
es quien decide a qut hechos se dll paso, y eo que
orden y contexto hac:e.rlo. Si no me equivoco, era un
pc.rsooaje de Pirandello quien decln que un hecho es
como un saco: no se llene de pie más que si metemos algo dentro. La única razón por la que nos interesa saber que la batalla se libró en H:utlngs eo 1066
estriba en que los .h istoriadores lo consideran hecho
bistórleo de primordlallmporto.ncla. E.s el historilldor
¡uieo bll decidido. por J'MOne& soyas, guc el paso díi
as_uel riachuelo, el Rublcón, por César, es un hecbo
que pertenece a la historia, en tanto que el paso del
Rubicón por millones de otras penonas antes y despw!s, no interes11 a nadie en absoluto. El hecho de
que ustedes llegaran a este edificio hace media hora,
a pie, en bicicleta o ea coche, es un hecho del pasado
romo pueda serlo el hecbo de que Ctsar paSllro el
Rubicón. Pero los historiadores dejarAn seguramente
de tener en cuenta el primero de ambos hechos. El
profesor Talcau l'anons cllllflcó una vez la c:lencin
de •sistema selecrlvo de orientaciones cognltivllS
sio~
res, m.ú
15
hacia la realidad• (6). l'al vez podrla habem: dicho
con más 5encilléz. Pero lo cierto es que la blstocia es
eso, enr.te otms cosas. E.l historiador es necesariamente selectivo. La creencia en un núcleo óseo de
hechos históricos existentes objetivamente y con Jn.
dependencia de la interpretacióo del historiador es
una falacia absurda, pero dif!clllslma de desamúgar.
Echemos una ojeada sobre el proceso por el cual
un mero dato del pasado se convierte en un hecho
histórJco. En 1850, en S!alybridge Wak:es, un vendedor de golosinas ern deliberadamenle golpeado hnsta
la muerte por una muchedumbre enfurecida, tras una
llliputa sin importancia. ¿Es ello un heebo histórico?
Hae<o un año hubiese contestado que no sin vacilar.
Lo habla recogido un testigo ocular en ciertas memorias poco conocidas (7); pero nunca vi que ningún
blstoriador 1d =iderase digno de mención. Hace
un aiio, el Dr. Kitson Clark: lo citó en sus Conferencias Ford en O.dord (8). ¿Confiere esto al dato el al:fi.
buto de bislórico? Creo que ;uln no. Su situación ac·
tual, dida yo, es la de que se ha presentlldo su candi·
datlll':). para el ingreso en el selec1o club de los hechos
hlatódcos... Se encuentra ahora aguardando p3rtida·
rlos y patrocinadores. Puede que en nl!os sucesivos
veumos aparecer este dato, primero en nol.lls. a pie
d~
página, y Juego en el texto, en artlculos y libros
acerca de la lnghnerra decimonónico, y que dentro
de veinte o treinta allos haya pasado n ser un hecbo
histórico sólidamente arraigado. Como también pue(6) T. P"A.UOtCS 1 E. 5•1lU, TOIH.hb • IQ4t'Dl lltfl«'t
U.• cd..ltSC)_. P4- 161.
of
m t.o.d ""'-' s-. s....,, r.,. • sr-....,. 1:1.: eot.
P4L ta.m.
VktoriD!~
Act;t:.,t
1m~
(1) Scrú p;•Nlesd·1 ca brne bajo •t tftltlo &t: T1u. Aldina
16
0/
de que nadie lo menciones, en cuyo caso volverá a
sumim: en el Umbo de los hechos del pasado no pero
tenecientes a la historia, de donde el Dr. Kitson Clark
ha tratado generosamente de salvarlo, ¿Qué ser:l lo
que decid" cuál de ambas
ha de suceder? Dependerá, pienso yo, de que la tesis o la inU.rpretaclón
en apoyo de la culll el Dr. Kitson Claik cité este In·
cldenuo sea aceptada por los demás historiadores
como válida o hnportnnte. Su condición de hecho
histórico dependerá de una cueslión de Jnterprelh·
alón, Este elemento interpretativo interviene en todos
los hechos his16ricos.
• Pemútaseme evocar un recuerdo persomil. Cuando
yo estudiaba blstoria de la Anti¡:üedad en esta misma
Universidad, alios ha. hube de dedicarme espcia~
mente D.l tema de cGrecia en la época.de las guerras
médicas•. Reuot en mis estaDterfas unos quince o
veinte volúmenes, dando por supuesto que bailada,
en aquellos tomos, todos los datos relativos a mi
tema. Supoogamw; -lo que era casi del todo ciertoqne aquellos libros contentan todos los datos que se
conodan entonces, o que podlan conocerse. NI por
un momento SB me ocurió lnvestig3r en virtud de
qué accidente o de qué proceso de erosión habla sobrevivido oquelln reducldlsima selección de datos,
entre los miles y miles de hechos que algu.;a vez tuvieron que ser conocidos de alguien, pliill convertirse
en los llechos da la historia. Sospecho que aán hoy
uno de las fascinaciones que ejerce la hl!>IOrla anti¡ua y medl.evol rndica en lt1 impresión que nos da
de tener a nuestra disposición todos Jos datos, den·
tro de unos límites c;ontrolables: la movediza barre.
ra que S!!para Jos becb05 históricos de los que no lo
son se esfuma porque los pocos hechos cohoddos
cosas
17
'-./
son todos ellos históricos. Como dljo Bury, que estu·
dió ambos periodos, cel acervo de datos con que
cuenta la historia antí¡¡ua y medieval está p lagado de
lagunas• (9). Se na dicho que la histOri!l es un gigan·
tesco rompecabcz3s en el que faltan numerosos trozos. Mas el problema principal no estriba en las la·
gunas¡' Nuestrn imagen de Grecia en e.l siglo v antes
de nuestro era es deficiente, y no sobre todo por bD·
berse perdido mntos f r~gmentos
de ella accidental·
mente, sino por ser, en Uneas genef3les, la ima¡en
que plasmó un reducido grupo de l)ersottas de la clu·
dad de Atenas. Nosotros sabemos bastante bien qué
opinión tenia dé Jli Grecia del slglov un Clúdadlulo
atenlensei -¡.;;:;· igno ramos · ~¡úé
·le pare!~
a un eapartano, a un 'corintio ·o a úñ tebano, por no decir
a -un persa, a un esclavo o a otro residente en Atenu
que no f11ese ciudadano. ~re
Imagen ha Sllfrldo
u ~
.f!' ión
y una determinación prevtas antes de
llegl!Lil nosotros, no tanto por accidente como por
personas consciente o inconscicrucmcnte imbuidas
de una óptica suya peculiar, y que pensm-on que los
datos que apoyaban tal punto de vista meredan ser
conservodos. Asf también, cuando leo en una historia
contemporónea de la !!.dad Medla que la gente, en J¡~.
Edad Medio, era profundamente religiosa. me pn>
gunto cómo lo sabemos y $i es cierto. Los que conoce>
mes 0011111 hecl!M de la historiA medieval han sido
casi todos seleccionados para nosotros por genera·
clones d.e cronistas que por su profesión se ocupa·
bm de la teoría y la próctica de la religión y que
por lo tanto la eonlderaban como nt¡o de supre11111
importancia, y recogfan cuanto a elb atJúüa y no
gmn cosa más. La inaagen del campesino ruso proC9> J, "&. 0RY1 Stltded BIH11 (1~),
1&
~.
$1.
rellg.iQso fue destnüdll por la revolución
~
de 1917. La imagen del hombre medlev31 profunda·
axnte religioso, sea verdadera o falsa, es lndestruollblc, ya que casi todos los datos que acel:Clk de él se
c:ooocen fueron seleccionados de antemano por perJOO&S que creyeron en cl!a, y que querlan que los
demú la compartieran, en tanto que muchos otros
datos, en los qu.e acaso hubi6ramos hallado pruebas
de lo conu-arlo, se han perdldo sin remisión. El peso
muerto de scoeraclones desaparecidas d historiadores, amanuenses cronisULS
·
i os .
•
d ele apelación nuestra idea del pasado. •lA hisl.oría que leemos•, escribe el Profesor Barraclough.,
a:ii"alevalista a su vez, caungue 6"asad9 en los hectíos,
liJO es
n widad, en absolut fáctica, sino mis bien
~m&
serie d~ ·
s admitidos• ( 10).
Pero pasemos ahnro a la carga, distinta aunque
l¡ua)mente pesada, del historiador que se ocupa de
la ~
modernn y contemporánea. El' hlstorlndor
de la anll¡¡Uednd o el medlcvalilta padrón estar agradecidos del amplio proceso de trilla que, andando el
tkmpo, 1m J>UC$10 a su dlspcsición· un cuerpo Jll8ne.
jable de datos históricos. Como dijer.a ~
~on
su impertinente estllo, •el primer requisito
dd hi.storladoJ· es lp ignorancia. uno ipox;nnrin Ql;!S
simplifica y aclara. selccciona y omite• (11 ). Cuando
me siento tentado, como me ocurre a--veces, a envidlar la inmensa segnrirlad de colegas dcdlc:ados a
1& historia o.ntlp o inedlcval, me consuela la idea
de que tal seguridad se debe, en gran porte, 1 lo
mueho que Ignoran de sus temas. El Wstorlador de
-,..
C., C. a ••• ., ... H , Bls:ort t. a
~
wwU (lHJ). pAcl.
(U) L'Tnlit SnACJin, J'r.6q:o a E'rtrintnf VfciDriM.r.
19
-----..
épocas mlls recint~
no gap de ningun3 de las
ventajas de esta lnexpu¡:nable lgnor.mcia. Debe culti·
var por sí mismo esa tan neces:>ria ignorancia, tanto
m4s c:uaoto m.U se aproximn a su propia época. Le
Incumbe la doble tllrca de descubrir 1 s
s datOS
r evantcs y converttr os en hechos históricos, !_ de
dc5cart4r Jos muChos díítos cnrentes de importani:ÍB
por ablstCSricos. Pero esto es exactamente Jo cant@:
rio de Ll berejb deciJnonónie:>, según la CUJl) la
historiA coMiste en;:,~Uació
de la waxor C8l!;
tidad oos!blc..de dot · r. tab!es v objetivos. Quiea
caiga en tal berejlf, o tendrá que al;>andon3f la bistoda por consldero>rla tarea Inabarcable y dedicarse
a coleccionar scllps o a cualquier otra forma de
col~nsm,
o ólcabarll en el manicomio. Esta
he.r cjfa es' la que tan desvastadores c.fectos ha tenido
en los últimos cien años p3rn el historiAdor modet'
no, produciendo en Alemania, Oran Bretaña y Esta·
dos 1Jnldo:t una amplia y creciente masa de historias
fáctlcas, arldllS como Jo que mM, de mono¡¡raffas
mlnuclosamcnJe especlnllmdas, obra de aprendices
de historiadores sabedores cada vé'r. más acerca de
cada vez menos, perdidos sin dejnr rastro en un
océano de datos. Me temo que fuera cstn hetejia
-m6s que el conflicto, alegado ni respecto, entre la
lealtad al llbcrollsmo o Al catolicismo- Jo que malogró 11 Ao::top como hl$torindor. Bn un ensayo de su
prlmem épocn, dijo de su maestTo DoUinger: •Por
nodg escrlbi..rfa partiendo de un material impm:fe.!;to,
y pnro él todo material era lmp¡:rrfecto• (U}. Acton
t«-r~JI
(Jl) CU•do por Q, P. Gooch, HUtOrJ tmd ffi,mtrimu In r&e NiHP
Ct:nl1"1• p4a, W : ultero~a
dUo Accon do OOUb:lcer que
1\t.c d.ldo conflautiLI" tU nJosot:Ca de 1• l'llltorla tobre 111 -m;¡yot
(1/is,or, ~tJ
Ft~dom
411d
tadu«lóo ja:m.IJ aJ 4kanot •dc.J hombr~
·~
Ollltr BIMI11, 1t0'7, pi.¡. 4.)5),
lO
estaba sin duda pronunciando aqul un veredicto an·
:Xipado robre sí mismo, sobre aquel curioso fen~
_,o de un historiador en el que mucbos ven el
ms distinguido ocupante que la cAtedra Regius de
Historia Moderna en esta Universidad ha tenido
mmca, y que, sin embargo, no escribió ninguna
::istorlll. Y Acton escribió su propio epitafio en la
:JOta introductoria al primer volumen de la Cam:.rillge ModU'/1 R wary publicado a poco de su muer~:,
cuando lamentaba que los requerimientos que
Jfi!Obiaban al historiador· oamonaun con convertirle,
de hombre de letras, en compllador de una encicio;oedia• (13). En alguna parle ,habla un error. Y el
error era la fe en esa Incansable e lntennlnable
11CWDulaci6n de hechos rlguro,os vistos como fun.
d;omento de la historia, la convicción de quo Jos
atos ba.blan por si •ol'lÚ d.L9!!e p unc:ll se tienen
Zmasiados datos, convicción tan Inapelable c.o tonces
que fÜeroñ-¡)Ocos Jos blstorladores del momento que
ac:yeron necesario -y h ay qule.nes todav!a siguen
~ndol
innecesario- plantearse la preguntn ¿Quo!
es la Historia?
El fetichismo decimonónico de los bechos venfo
mmplctado y justificado por un fetichismo do Jo•
documentos. Los documentos eran en el tcm lo da
los hechos, el Arca....
onza. 'El historiador
dc\'010 llegaba ante o;lloi con la !re11te humillada,
! hablaba de ellos en tono reverente. SI los dOC\1"
:nentos lo dicen, será verdad. Mos, ¿qué nos die<:n,
2 fin de cuentas, toles documentos: los decretos, los
~ntados,
las cuentas de los arriendos, Jos libros ozu.
les, la correspoodeocla oficia.!, las cartas y Jos diarios
privados? No hay documento que pueda decimos
IDJ Calbfi41• Modcrn HIJIOf7 , t (1902), 4.
21
acen:a de un partlc:ular mú de lo que opinabll de
o!! su wtor, lo que opinaba qué habla aconttcido,
lo que en su opinión tenia que ocun:ir u ocurrida, o
ac:aso l.aA sólo lo que quería qW! los demú creyesen
que a pensaba, o lntluso solamente lo que a mismo
creyó pensar. Todo esto no significa nada, basta que
el historiador se ha puesto a trabajar sobre ello y
lo ha descl!rado. Los datos, hayan sido encontrados
en dw•mcnJo• o no, tienen que ser elabói'idOS por
el historiador antes de que éí pueda lw= algün
ii.o de dios: y d uso que hice de ellos es prec:isaíñ~nte
un Jl!""CCSC de elabOrcL~n.
Voy a Ilustrar lo que trato e decir con un ejemplo que casualmente conozco bien. Cuando Gustav
Strnew•nn, el ministro de Asuntos Exteriores de la
RepUblica de Wclmar, murió en 1929, dejó Wlll masa
Ingente -300 caja.s Uenas>- de documentos ofleiales,
semloficlales y prlvados, relativos casi todos a los seis
ailos durante los cuales tuvo " su cargo la cartera de
Asuntos &terlorcs. Como es lógico, sus amigos y fa.
mUlares pensaron que la memoria de hombre tan insigne debla hon.r :use con un monumento. Su leal secrctDrlo Bernhard puso lllJlnos a la obra; y en un plazo de tres aflos snlicroures gru~
volúmenes de
unas 400 páginas cada uno, que contenfan una selección de los documentos de las 300 cajas, y que lleva·
)lan el lmpresioniUitc titulo d.e S(re$emanns V •r·
m/khtnls {•.El leaado de Stresc:mJU!ll•). En circunstancias normales, los documentos propiamente dicho•
habrlan Ido descomponltndose en algün sótano o des·
vátl, y se habrían perdido pan. siempre. O aca$0, al
cabo de un centenar de &!los o a..l, hobrla dado con
ellos cierto lovesllgador curioso y c:mprenclido su
comparación con el texto de Bem.hard. Lo realmente
22
ocurrido fue mucho más truculento. En 1945 los documentos cayeron en las manos de los aobiernos brl·
tánlco y norteamericano, quienes los fotografiaron
todos y pusieron la• fotocoplu a disposición de los
inv~gadores
en el Public Re<:ord 0/fice de Londres
y en los NaJional Archives de Wa.sbln¡ton. de forma
que, con la suficiente curiosidad y paciencia, podemos
ver con elUlCiitud lo becbo por Bernhard. Lo que
habla hecho oo ent. ni lnsóUto nllodignaote. CUando
Stresemann murió, su pol!llca occidental parcela
haber sido coronada por una serie de brillantes bl
tos: Loeamo, la admisión de Alemania en la Sociedad
de Naciones, los planes Dawes y Young y los emprts·
titos norteamericanos, la retirada de los ej6rcitoS'
aliados de ocupación d ~l territorio del Rbln. Parecía
~la
la parte importante- a la ve: que frucúfera de la
polltica exterior de Stresemann: y no es de extraflar
que la selección documental de Bcmhard destacase
con mucho este aspecto. Por otra parte, la poUtlea
oriental de StreSCJDllllll, sus relaciones con la Unión
Soviética, parecían no haber llevado a ninguna parte,
y como no eran muy lntcresllniCS ni cograndeclan en
nada la fama del estadista aquellos montones de documentos acerca de .óegoclaclones que no dieron mAs
que triviales resultado,, el procc$0 de selección podía aer mlis riguro$0. Eo realidad Stresemann dedicó
u.oa atención mucho IDA' constante y soU,itll • la ~ relaciones con la Unión Sov16tiea, que dcsempeDDron
un papel mw:.bo mayor en el conjunto de su polltlca
extranjera, de Jo que puede deducir el lector de Jn
antología de Berohard. Pero me 1emo que muchas
colecciones publicadas d<> documentos, sobre las que
se funda sin vacilaciones el historiador normal, son
l"'Dres que los volúmenes de Berohard.
23
Pero mi historia no tcr:mina aqul. Poco después de
publicados Jos tomos de llernbord, subi~
' Hitler al
poder. Se relegó al olvido en Alemania el nombre de
Srresemaan y los libros desaparecieron de la circuln·
ción; muchos ejemplares, quizás la mayoría, fueron
destruidos. En la actualidad¡ el Stresemanns V<r· .
mih;htnls es un llbro más bien dificil de encontrnr.
Pero en Occidente, lA fama de Stresemnnn se mantu·
vo flrme. En 1.935 un editor inglés pybl!có una traduc.
Clón abrev1aaa de la obra de llernho.rd, una seleCclón
de la selección de Bemhani: se omitió aproxima·
damento la tet"Cel'll. parte del originaL Sutton, eonocl·
do traductor dcl olemt\n, hi.z o su trabajo bien y de
modo competente. La versión inglesa, explicaba en el
prólogo, estaba cl!geramente condensada, pero sola·
mente por la omisión de una parte de lo que -<!o
su sentir'-- ero lo más efímero ... de escaso interés
para los lectores o estudiosos in¡leses• ( 14). Esto
también es bas tante naturaL Pero el resultado es que
la poUtica oriental de Stresemnnn, ya insuficientemente destacada en la edición de BernhardJ se pierde
aún mts de visa, y en los volúmenes de Suttoo la
Unión S~ética
aparece como un mero intruso oca·
sional, y ás bien Inoportuno, en la poUtiea pred.r
minante ente occidento.J de Stresemnnn. Sin embnr
go conviene dejar sentndo que
_ es.SUC~
~
y mP!lOS aún los docwntntos mis~
gu!ca
rescn.ta para el mundo ocdd!!lltal, salvo u.ao
cuantos especialistas, la iiiii:Ontica vói de S tresemann:
De haber desaparecido lOrdócumenlos en 1945, du·
rante los bombudeos, y de haberse perdido eL ras·
tro de los restantes vohlmenes de Bernhard. nunca se
U·O G'-Ulw Slru4mCim. llb Dia,W,, úll•f6 -.4 Papu,, 1 (lfl5l.
NotA de Suuon, • ~
CU'I:D catri6 la :sclecd6n.
24
-.;hieran puesto en tela de juicio la autenticidad y la
a;toridod <il' Su n on. Muchas cole
c i on ~
impresas de
~en-os
aceptndas de buena gana por los bisto·
,..adores a falta de Jos originales, descansan sobre
""" base tan precaria COJDO ésta.
Pero quiero llevar aún mis lejos la histo.r:la. Olvi·
~os
lo dicho acerca de Bernhard y Sutton, y agro·
!.tzcam
o ~ el poder, si Jo deseamos, consoltnr los do=nentos nuténticos de uno de los principales act<r
:u de algunos de los acon1ecimientos importantes de
la historia europea recint.¿~
nos dicen los docu::::.<atos? Contienen entre otras cosas not~s
de unos
::antos centenares de conversaciones entre Strese;ann y el embajador sovlo!tJco en llerlln, y de una
w!nteoa con Cbicherin. Ta!et notas tienen su rasgo
<: común. PresentaD a un Stresemann que se llevaba
.a. parte del león en las conversaciones, y revelan sus
s.-¡wnentps !nvariablement" ordenados y atractivos,
e tlloto que los de su loterlocutor son las más de las
'u::es "-ados, confusos y nada convincentes. Es ésta
- · caracter!st.i.ca común a tOdos los apuntes de co~r
_..,..,iones diplomáticas. los documentos no nos ifi.
::c. lo que ocurrió, sino tan sólo lo que Stresemaon
::royó que hobfa ocurido, o lo qu e deseabll que los
Jomi1s pcnsornn, o acaso lo que él mismo queda
.::-eer que hablll ocnrldo. Si proceso se!eccloo:ulor
» lo empezaron Bembard ni Snt1on, sino el mismo
Stresemann. Y si tuviéramos, por ejemplo, los apun-=s de Chíehcrio acerca de dichas conversac!ones, nos
;:oo:dadamos sin embargo enterados tan sólo de lo
"'"" de ellas pensaba Chlcherin, y lo que rMimeote
:ICil:rló tendi~
Igualmente que ser reconstruido en
:lo. mente del historiador. Claro que datos y dtJcu.
=tos son esenciales paro el historiador. I'ero hay
25
qtU: guardarse de convcl'1úlos en fellcbes. ~
solps uo constituyen historia; no brindan por si roJos
ainRJIQO !'!!!puesta definitiva a la _!l~osa
preB!'!lta
t;!c_qué es la Historia.
lle¡ados a este punto, quisiera decir unas pnlabrag
sobre la r:azón por la que los historiadores del siglo
pasadu sollan desentenderse de la filosofía de la bi•
toril>. La expresión la inventó Voltaire, y desde entoo·
ces se la viene utilizando co distintas acepciones; pero
yo la usan!, si e~ que alguna vez la uso, como con·
testación a nueolra pregunta: ¿Qué es la HJstoria?
Para los intelectuales de Europa QN:identaJ el sigio xnc
fue un período cómodo que reapí.aba eonfhmzn y optimismo. Los hechos resultaban satisfactorios en con·
junt.o; y la inclinación a pllllJtear y contestar preguntas molestas acerca dG ellos l'ue por lo tantO débil.
~e
ercla piadosamente que la divina providencio
se cnc:argaria del significado de la bistorln, si ~1 se en·
éar¡aba de los hechos: y Burckhardt, con un matiz
cínico más modem.o, observaba que •no estamos
íníclados
los designios de la ete<IUI sabidu
• El
profesor Butlet·fleld apuntaba con v sible satisfacción, nado menos qoe en 1931, que c.l os historiadores
han reflexionado poco acerca de la naturaleu d<; las
cosas y aun acerca de la naturaleza de su propia materia de efludi<» ( 15). Pero mi prcdeeesor "o estas
conferenclas, el Dr. A. l .. Rowse, mlis preciso en su
crltlca, escribió de •L4 Crisis MundiaJ. de Sir Wim·
ton Cburclúll (su libro acerca de la primera Guerra
Mundial) que, aunque estaba a In ni!uro de lo Hútori4 de la Rt:volucidn Rusa de Trotüy en lo que bacla
a penooalldod, viveza y vitalldnd, quedaba por de·
U.f)
paa(l.
26
a.
BUTrlllmU. Tltl. Wh/1 bttt.,,tt.l&tion
o/ HlskJt'y
(1931), p~t.
llljo de ello a un respecto: •no habla detrás filosofía
historia alguna• (16). Los historiadores britáa dejarw arrastrar, no porque ere~
que la historia carece de sentido, sino porque
==ún a éste lmpllclto y evidente. La concepción llbe~e
la historia del siglo x¡x tcnlum• estrecha afi.
~
con Li doctrina ea:mómlca del /aissg-fai"•
X>lducto también de un!LY.Isión del mundo serena y
.:i:iilj4diL Que cada cual prosiga con su especialidad.
• ~ proveer6. la mano oculta a la armooJ¡¡ uoivecsal.
~
hechos de la historio eran por si mismos una
~
del hecho supremo de que aisúa UD progreso
~co.
y al parecer infinito, hacia cosas más elevo·
as. Era aquélla la edad de la lnocenclo, y los· histo:::3l!ores paseaban por el J:udin del Edén sin UD re:azo de filosofla con que cubrine, desnudos y sin
BOrgOilZllTSC ~
el dios de la historia. Desde entnn·
.:::s. hemos conocido el Pecado y hemos experimcn:ado en nosotros la Caída; y los historiadores que en
.a ac.tu.alldad ptetenden dispensarse de una Blosofla
'"" b. historia tan sólo tratan, nnamente y sin natu·
~.
como miembros de una colonia nudista. de
.we:u el Jardín del Ed6n en sus jardlncillos de SU·
!lurblo. La molest:l pregunta no puede ya ser eludla hoy.
.11: la
::.:os
5.: negaron
Durante los llltimos cincuenta años se lul llevado
a cabo no poco t.rabajo serio 11 propósito de la pre·
pta: ¿Out es la HJ.storia? De Alemania, el pa.ls que
:anto iba a contribuir a perturbar el muelle rein~tdo
:Id Uberallsmo decimonónico, so.U6 en los dos lllllmos
11•1
A. 1.. ......._
1M &.4 Of en E,... tlH'Il. ...... :tiWI1.
27
ceso de reconstitución rige la selectión y la Interpretación de los hechos: esto es preclsament.c lo que los
hace hechos históricos. ~1:!
Historia•, dice el profesor Oakcshott, que en esto está muy cerca de CollingwOod, .;;; l'!j:J~>_ernca
dél historiador. Nadllo la
"hace" como no sea el historiador: el únieo modo de
b:u:er blstoria es escribirla. (19).
.EsUI critica penetrante:-armquc puede Inspirar s.,.
rlos reservas, saca • la luz ciertas verdades olvidadat.
Ante todo, los hechos de la .historia nunca nos
llc¡;nn en estado epuro,, ya que nJ existen lli pueden
exl!;tlr en una forma pura: siempre hay una ret:ncclón al pa.sar por la mente de quien los recoge. De ahf
que, <:li!.,Ddo lle¡;n· a nuestras m:mo§ un libro de historia, nuestro primer lntprés debe Ir al blstoriador
gue lo escribió, y no a los datos que contlme. Permltaseme lomar como ejemplo ni ¡rat1 historiador en
cuyo honor y con cuyo ·nombre se fundaron mas con·
ferem:ias. In:vclyan. según cuenta él mismo en su
autoblogroffa, fue •educado por su familia en una
tmdición liberal un tanto exubl!l'nnteo (20); y espero
que oo me desautorizarla si le describiese como el
Ultimo, en el tiempo que no por la valía, de los grandes blstoriadores liberales Ingleses dentro de la tradición wlllg. No en vano se remonta en·su ¡enealo¡la
familiar hasta M~ay
, lndudablemel!tl: el mayor
de los bistoriadoros libcrules, pasando por el gran
historiador, asimismo wllig, George Otto 'rrevelyan.
La mejor obra, y la más madnrn, del Dr. Trevelyan,
Inglaterra bajo 1a Reina A11a, Jue escrita con estos antecedentes, y sólo teniendo en cuenta estos aotecede.ntes comprenderá el lector todo su alcance y sigo
M. ~
. li•P<tlmu ond bJ .UOolu (19.1!), polr. "·
(lOJ G. M, 'llllEVD.YM11 .tn AuJnblotr•ph, (IM9), pq. U.
(lt )
30
nlficado. Desde luego el auor no brinda al lector ex·
cusa alguoa para Ignorarlos. PorQue· si, a la usanza
de los aflc.íonados de verdad a las novelas policiacas,
se lee primero el final, se hallará eo las últimas p:iginas del tercer tome el, a mi juicio, mejor compendio
de la que hoy se llamA Interpretación liberal de la
historia; y se verá que Jo que 'rrcvelyao nnta de hacer es investigar el origen el desarrollo de o
•
cl.reioñ1l1iCñi ln esa, y arroi¡;nrla limpta y clatamcn¡¡¡ en los oiios que sigaleron a la mw:ne de su fuodlt'
dor, Guillermo lll. Aunque tal vc:r; no sea ésta la t\nl·
ca Interpretación cooceblble de los acontecimientos
del reinado de la reina Ana. es una lnterpretacióo vAlida, y, en manos de '):revelyan, ñuctifern. Pero para
apreciarla en todo su valor, hay que comprender lo
que' esli haciendo el bl$toriador. Porque si, como
dice ColllogwOJli1,s l.i...hlstoriQI!nr lleru: qm• "<'produclr
han Ido diseuriendo tl•x draw11:...
meníiiliñe.o te lo ~
ris ~rsonae
, el l~u
vez,lüibr.l. de reproducir
elproce;;-scguldo por la mente del historiador. Estu·
dlen al historiador antes de ponerse 11 estudiar los
hecho!t. Al fin y, al cabo, o.o es muy dificil. Es Jo que
ya hace el estudiante inteligente que, cuando se le ,.,.
cmnlenda que lea una obra del eminente catedrático
Jones, busca a uo alumno de Jones y le pregunta qu~
tal es y de qu6 pie cojea. Cuando se lee un libro de
bl$ton~
. b;¡y que estar Atento a los cojeros. Si no lo&=1 dcS<:ubrir ninguna, o esl.¡\n ciegos,. o el hlstll"
riador oo anda. Y es que los hechos no se parecen
realmente en nada a los pescados en el md5tiador del
pescade'ro. Mas bien se asemejan a los peces que llll·
dan en un occ!ano anchuroso y aun a veces inaccesible; y lo que el historiador pesque depended. eo parte de lo. suerte, pero sobre todo de la tpna del mar
31
m que decida pescar y del aparejo que haya elegido.
detenninndos desde Jue¡o ambos factores por la cJa.
se de peces que preienda atrapar. En general puede
decirse que '!!Jljstorindor eocontram )A el~
becbo9 que busca. Historiar significo ioterprear. Claro
cjue;51, volviendo a Sir Geor¡¡e Clark del revé.s, yo
definiese lA historia como •un sólido nllcleo intcrpr6uu!vo rodeado de la pulpa de los h echos eontroverti·
bies.. mi frase resultarla, a no dudarlo, pnrclal y equivoca: pero con todo me atrevo a pensar que no lo se·
na más que la frase original.
1.8 segnnda observación es aquella m.U famillar
para nosotros de la necesidad, .por parte del historia·
dor, de una co9"""Sión !ma&inqtlva de las mep~
de las personas que le ocupan, del pco.samknto sub-
-e>
....,._,;.,e
e:a el campo en que estoy trabajando ahora.
lo que se lleva escrito en los .U timos diez
~de
a
;
los paises de habla inglesa acerca de la Unión
1
y mucho de lo escrit.o en tsta sobre dicbo:o
viciado por esa Incapacidad de lli.'CI'r a
::cprenslón Imaginativa, por elemental que sea,
• • 'i"" acontece en In mente de la otra parte, de
. . _ . que las pnlabru y las acciones de los otros
•~;:re
han de resultar embebidas de mala f e, ca·
de &entldo o hipócritas. !fo se puede .h acer
si el bistorlador no llega a establecer alaun
yacente a sus actos: digo •;omprenslón lmagneM~·
y no csimpat.la•, {'Ot tCDlor a que se crea que ello
Implica acuerdo. El nglo xrx fue flojo en historia
medieval porque le repe!Jan demasiado las creencias
supersticiosas de la Edad Media y lu barbaridades
por ellas inspiradas como para comprender imaf!)na·
llvameote a Jos hombres medí ovales. O tómese la cen-soria observación de Burclthardt aceren de In gocrrn
de Jo:o Trtinta Años: cResulln . ~cnda
los
para un
credo, sea católico o protestante, colocar su salvación
po.r encima de la iotegridad nacional• (21). 1}91 dlfi·
~o
para un historiador del siglo ensado, cosel!!cl!I-A.S""'' que era justo y digno ae alabanza matar
en-!_f~
~Ni':o.
pero inmoral y equivocado
malllr..en-de(eosa de ~proiA
eón, compartll:.el
ew>!ln-dáim.qu~vc
"en li~
lo$.~
Años. Esta dificultad es parriculBmlente
(11)
1. Bu.::uu.crr.
tna. elf5Pl, pq.
32
m.
Jtd~
.. ww Hilaor1 .,,
~
~
tftd..
Las mismas palabl1lS de que •• vale -t ~
como democracia, Imperio, guerra, revolu·
..,._ óeDm sus connotaciones en curso de las que
• Jllllllle dlvorciarlu. los historiadores dedicados a
.....,-..... d uSIIn vocablos como polis y plel>s en el
original, sólo para demostrar que han sor·
d obstAculo. Pero no les vale. También ellos
e:a el presente y no pueden escamotearse a sl
_ _,. en el puado echando mano de palabras de
:so o rele¡adas .,¡ olvido, como tampoco serian
historiadores de Grecia o Roma por dar sus
~
con la clámide o la toga. Los nombres
¡::z mcaivos historiadores franceses han Jdo des,
'o las mucbedumbres parisinas, que rnn im·
_
··]>Ape! dcsempdlaron en la Revolución Fr.o.n·
-~
smtS-<:Uiottu, le Jl<!l•ple, lo Cllllai!le, les !>ras·
_
_,,para quien conozca las nonnas del juego,
m""""
ll
d.e una filiación polltiea O de
una lnterprelaclón detennlnada. Y es que el histo·
dador no tiene m4s remedio que elesir: el uso Jiel
I~J!le
le ,idJi lA neutr
a~
Y no es sólo una
cuestión de palabras. En los ~ltmos
cien años, los
cambios en el equilibrio ele w potencias en Europa
han mudad.o por completo la actitud de los lústoria·
dores británicos hacia Federico el Grande. Lo. ca.mbios que, dentro de las iglesiu cristianas, ha experimentado el equilibrio entre católicos y protest:mtes,
han altendo proCuo<lamente su acitud bada 6gu:ras
como Isnaclo de Loyola, Lutero y Cromwell. Basta
uo conocimiento superficial de la obra de los historiadores fnnc:cscS' de la Revolu.clón Francesa en los
últimos cuarlnta al\os, para percatarSe de lo profun..
dAmente qua ha •ido afectada por la revolución msa
de 1917. El historiador no pertcnCJ<I'! •1 ay...:, sino al
hoy. Nos dice el ofesor Trevo,...Ro r que el histo• a or • e e amar el pasadO! {22). Esta u una ex<lrtaeióa discutible. El amor nl pasado puede fácilmente convertirse en manifestación ele una al!oranz:a r~>
mll.nUea de hombres y sociedades que yn pasaron, sinloma de la p6rdldn de In fe en el presente y el fuiuro.
y del interés por ellos (23). PueS1os u utilizar tópicos·,
prereririn aquel otro que recomienda liberarse del
•peso muerto del pasado•. La función del bistorladOI'
no C$ pl nmnr ol pasndo ni emanciparse d!;.jl...511\0
dQmlnarlo y comprenderlo:- como clave para la com·
grensiÓn ífel presente.
- OIJ'OS IBIIIOS manlifC:SIOS
(U) lnti"'CCI.&cd4G e 1. Bu.atuuat. J-..drctnen/1 ort IJtstory csrl
/filio-. tra, la¡. (1119), pA¡, t7.
{2J) O:lm........ COft Ll Vhkm IÚcl•vbnae 1St: ,, h4toda! •eo.a ele
11. veja a d .ctwr a. mlrd& '1 rc.puar CI.ICDW, a. AfU de llu.lc:u
hlftótb• .
oonsudo aa tu rcmtmbnau.l del puado. c:o la ~tua
(Conli~
34
í rtlMpc~i.u
JI.}
Si bien son 6sta9 algunas de las Ideas de lo que yo
visión collingwoodiana de la historio, hora
a ya. sin embargo de pasar a considerar al¡¡unos de
w.s pellgros. El ~is
puesto en el D!pel del histo::iodor como hacerdor de la hjslqria tiende. llevado
ms 16¡ieas consecu.encias. a descartar toda hjs1orla
X.jeliva: la historia ct lo 111!1! h aC!'t e l historiador.
!" de hecho p>neee que Collin¡wood baya llegado a
<Da conclusión en un monwuo dado, sesWt WUl nota
~
que cila su editor:
~da
a
San Agustln vio In historia desde el punto de
vista del cristiano primitivo; Tlllamont, detde el
de uo fmncés del siglo XVII; Gtbboo, desde el de
un lng~s
del xvm; Mommsen desde el de alemll.n
del siglo XIX; ~c!la
conduce preguntarse euá1 era
. ~Ll>untosj_!cad
Cada uno de ei9Jl~
d único posible para quien lo adoptó (14). ~ r .r .'e
-
!ov 1
a
Ello equivale al escepticismo m.U total, lo mismo
~
la observación de Froude, para quien !11 hlsto::a es cun rompecabc.zns infnntll do letras, coo el que
,.:demos formar la pnlnbra que ac noa notoje• (2S).
:;,nmgwood, en su reacción contra In chlst.orln de U·
.lfi:OS y cola•, contra una mora compllncióo de hechos,
.,. acerca peligros<Tmonte u tT:ttar ta historia como
~
brotado del cerebro humnno, con lo. que nos
::B:uegra. • la conclusión nludlcln por Sir Georgc
.:!uk en el párrafo anlerlormeote citado, la de que
QD existe verdad hlilórica "objetlvll"•· En vu de la
~
a. c.u.noo..-. Ti« Id" o///IJIO'? (lJ46), pie. .U.
;u A.. f'aelf..'lll. Sltorr .Sh1d'fll
. :::.
ott
Crear $¡¡bJ.as. 1 (1. .). pqs.
35
1e ,..
tcoda de que la his10ria carea de si¡oilkado, se nos
ofrece aqtú la teoría de su infinidad de significados,
ninguno de Jos cuales es mejor ni más ciecto que los
demás, Jo que en el fondo equivnle n lo mismo. Desde luego la segunda teoría es tan Insostenible como la
primero. No puede deducirse, del llecbo de que una
mon.t aña parezca cobrar formas distintas desde diferentes ángulos, que cnrece de forma objetiva o que
tiene objetivamente infinitat fot-mus. No puede dcdu·
clrse, porque la interpretación desempeñe un pnpel
necesario en la fijación de los hechos de la historia,
ni porque no sea enteramente objeLivn ninguna in ter·
pretación, que wdas las lnterpretnc!ones sean igual·
mente válidas y que en principio los hechos de la hi,..
toria no seaasuseepti.bles de IJltcrprcl.aclón objetiva.
Más adclanle nos detendremos en cl significado exacto de la objetividad en la hisl<lria.
Pero lr.IS la hipótesilt de<:Olllngwood, se oculta
otro pel.i,¡:ro aún mayor. Si el historiador ve oecmariamc.ote el periodo histórico que investiga con ojos
de su época, y si estudin los problamo.s del pasado
como clave paro la comprensión de los presentes, ¿no
C~
n.li'
concepción pummente pragmática de ios
hechos, manteniendo ue el crllcrio e In inte reta·
ct n recta ha de ser su a ecuoc!ón Q nlgón pro~
de Bhora? Segón esta hjpótcsls , loS..Ilechos de Já ltis·
Wi'illño son qa.da, y la - lníei-prtacÓó~$
tócio.
- Nieizscné ya "cfCíó"enuncio do cJ principio: •La false·
dad de una opinión no cnclerrn p:u-n nosotros obje:
ción alguna eonua ella- El problema racllca en saber
hasta dónde contribuye a prolongar la vida, a preservada, a amparar o aut1 a crear la especlCJ (26 ). Los
pragmáticos norteamericanos, aunque menos esplicl06) IJb olU 4d a&n y M 11M. np, 1.
36
::amente y con menos entusiasmo. sisuieron el mismo
~tero.
1!1 eoooclmlcn•o es conocimiento pan aiJ!Íll fin. La vn.lde~
del conocimiento depende de la
ftllde:t del fin. Pero aun en los casos en c¡ue no se ba
;.ro!esado esta tenrla, la pnletica ba resultado no mo..as lnc¡uletante. H e visto en mi propio Clllllpo de in·
""'ligación dem<Uiados ejemploS" de lntcrpretación
arravaganle c¡ue Ignoraban los hechos más elernenta·
:..:S. como para no c¡ueclar .Impresionado ante la reaJI<iad del pellgro. No es sorprendente que el análisis
!:l!inucloso de Jos productos más extremados de lat
::seuelas hlstoñográflcas soviética y anlisoviétíc:a fo=te " veces cierta nostalgia de aquel imaginario
:ofuRio decimonónico de la historia m.e ramente ñlc:i::a.
A mediados del siglo XX. ¿cómo liemos de definir,
...,.., ~
obligaciones del historiador baeio. los bb
:has? Creo que he pasado en los últimos años bu~
horas persiguiendo y CS'Crutando documentos,
y rcllennndo mi relato hbtórico con !¡echos debida·
:oet~
anotados a pi~
de página, como para Jibranne
z la imputación de tratar con demasiada ligere2a do=m~entos
y hechos. g1 deber de respeto a Jos bcebos
:poe recae sobre el bi$toi:indor no lernuna en la obU·
pelón de verlflco.r su el<!lctitud. Tiene que Intentar
:pe no f8l te en su cuadro ninguno de los datos oono::>ilos o susce tibies de serlo que sean relevantes en
m sent o u otr para e tema c¡uc e ocupa o para
la inJi2retaclón propuesta. Si trata de do.r del inglés
1lii:to no la ilria¡¡ell"iiCii:ñ ser moral y racional, no
.lobe olvidar lo acontecido en Stalybridge Wake» en
ti taso. Pero esto, a su vez, no significa que pueda ellaiou la lnterpretacló11 que es la savia de la historia.
:.S legos en la materia -es decir, Jos ernlgos de fuera
37
..~
de 14 Universidad, o los cole¡u de otra.t disciplinas
acd~mlsme preguntan a veces CÓIDO aborda el
!!iStorin4or W ÜiÍb¡!)o Ctiando eseribe h!stoñ/. p¡;¡.Ct:e
que 14 idea mll.s coméñte es que el blstorlactor divl·
de su !ATea en dos f~
o periodos claramente illferenci.lldos. ,Primero. dedi"" un largo tiempo preiiml·
nar a leer sus fuentes y a colmnr de datos sus cua·
dernos de notas; termúiado. esta fase del trabajo,
apart:l de $1 lat (ueutes, tira de los euoderuos de
apuntes, y escribe el libro del principio al fin. Para
nrl, esta imagen TeSuita poco convincente y nado pbu·
slble. En lo qll4 a mi respecta, no bien UeVo algún
tiempo lnvestl¡¡ondo Jas que me parecen fUentes
capitales. el empuje se hace demasiado violento y
me pongo a escribir, no fonosameote por el prlnei·
plo, sino por nlguna parte, por cualquiera. ~o
eer y essrjhjr van jun!D.s. A.Dado, suprimo, doy nuerarorma, tacho, conforme voy leyendo. La lecturu
viene guiadn, dirigida, fecundodn .por la escritura:
cuanto más escribo, mb ~ Jo que voy buscando,
mejor comprendo el slgolflcado y In relewocia de
lo que hallo. ,E$ probable que algunos historiadores
lleven o cabo mentalmente toda esto esc.r itura prell·
minar, sin e1:har mano de pluma, de papel, ni de máqulnll de escribir, lo mls!no que 111-y quienes juegan
mentalmente al ajedrez, sin sacar el tablero ni las
piezas: es un tlllcnto que envidio p!'ro que no puedo
emular. Pero estoy convencido de que, para todo hl•
torlador que merece tal nombre, los dos prooesos
que los economistaS Daman cinput• y •oulput• se
desarrollan simultáneamente y, en lll pnlctica, son
partes de un salo y único proceso. SI se trata de sepa·
rarlos, o de dar a uno p.r lorldad sobre el otro, se cae
en una de ambas herejías. O bien se escribe historia
38
*
~se
•
:ijeras y cola, sín importancia nl significado; o
escribe propaganda o novela bistórü:a, ti.ran2: los da tos del pasado para bardar un género de
que nada tiene que ver eon la historia.
Suestro examen de la relación del bls¡odador con
- !lidiOS históricos no.t coloca, por tanto, en una
6n ~ vfslbcment
precaria, bacl~dos
nave¡¡¡rr
7xnte entre el E!cUa de una Insostenible tcorin
:a historl'DéOmo COffipllprfón nbjctJyn de héch'Os,
a :ca Injustificada prlmacia ~el hecho sobre lllln·
'ón, y el Caribdis de otra teoría igualmente
'-· . - ••
- .Jo _-- ··ela-D'fStOrill COmO I 'UUU\,;lU
3LU,J CDVO
a ¡amente del historiador, quien a os echos bis·
-..:os y los domina merced 31 proceso interpretA·
entre una noción de 14 historia con centro de
S edad en el pasado, y otm can centro de gravedad
• e presente. Pero nuo;atra situación es menos pre_ . de lo que parece. Volveremos, en estas eo.ofe•o::'io•s,s:, a encontrar la misma dicotomia del hecho y
• ic:ttprefllc!ón baj o otro• ropaj es: lo particular
• ...,eral, lo empirico y lo u:ó.rico, lo objetivo y lo
-jeth·o. La espinosa lllrea que ilfcumbe af hlsto...s.r es la de refll:xlonar acerca de ¡¡¡ oaturnlem <Id
~
El hombre. salvo acaso en stunás prlSdñi
' • i• y en .m más avanzada vejez, no está del ledo
-.atído por el mundo que le rodea ni lncondicioeí "tite sometido a él. Por otra parte, nunca es del
-*' independiente de él,, ni lo domina iucoodlclo3 mte. La relación dgl hombre cap ct mundo eirDcÓ"\e es la relación del historiador con su temn.
L historiador no es el humilde siervo ni el tirdnico
ao.Do de sus dntos. La relación entre el historiador
J:.:s dntos es de ¡'guoldad. de intercambio. Como
_., historiador activo sabe, si se detlene a refleodo81aatlll'll
*
--=
l
39
1
jl.
nar acerca de Jo que ~tA
haciendo cwmlfl¡ piensa y
escribe, el historiador se encuentra en trllltce contf.
ói1CíliO amoldar sus heclíos a suInterpretación yjsta
a aquéllos. Es imposible dar la prlmacfa a uno u otro
tb'Dílño.
J
,¡,
1
C:O'\t•
•
- El historiador empieza por una selección provi·
sional de los hechos y por una interpretación provi·
sioonla la luz de la cual se ha llevado a cabo dicho
selección, sea ésta obra suya o de otros. Confonnc vn
trabajando, umto la inteq>retación oomo la sel~cón
y ordenación de Jos datos v:m m&icndo cambios sutiles y acaso parci:Jlmcntc inconscientes, conse<:uen·
cia de In accióa reciproco entre ambas. Y esta misma
acción reciproca entraña rec!procldnd entre el nsndo v el presente, porque
hlstor ador es parte el
presente, en tanto que sus hecos~n
al pa·
sado. 1!01 bistnm~do
. r y los hechos de la historia so So.n
iñiiiü"monte nece.sarios. Sin sus hechos, el historia·
dor· en rece de ·rafees y es huero; y los hechos, slu el
historiador, muertos y I1llsos de se11tido. Mi primera
contestación a la pregunta de qu~
es la Historia. será
puegla alguien te: UD' groc:eso continuo de interacción
entr
. ~ hlstoriadÓr y sus ñecntSt. un dt4Ioiló siñiTii
emre el presente y cr'pasiído.
- - --
II
LA SOClllDAO
yu
lNDLVIDUO
El problema de qué es lo primero, la SQcjedad n
d Individuo, es como el del huevo y la gallina. Ya se
:e trate como Interrogación lóaica o histórica, n>J~
.k J.oxm~
respuesta alguno 'l!:'e, de uno. u otra
fxm=. no bnya de ser impJJ¡¡nada. con.J.!Dil afil'll!!'·
:i6n op¡iesta, j&!lalmente parcial. La sociedad y clln!ivlduo son Ú!sc:parobles: son mutuamente necesa·
:ios y complementarios, que no opuestos. •Ningún
!:ombre es unn Isla, completa .en si misma•, según
!nse famosa do,Donne; •lodo hombre es unnparcela
:!el ~tinC.!_a
parte del oonjunto• ( 1). Este es
aspecto do la verdad. Por otra parte, tómJOSe lll
nse de J. S. Mili, el individualista clásico: •Los
!xmbres, cuando se les junta, no se convierten en una
IWtancia dlst.i.ntn• (2). Claro que no• .Mns la falacia
<Stj. eo suponer que ex.istieron, o tuvieron una sus.
~la
cualquiera, antes de ser •Juntados•. En cuan·
:::> nacemos, anpieza el mundo a otirar en nosotros,
a uan.sfonnamos en unidnde.s socia!e5, de meras uni.!ades hinlógicas que érnmos. Qlde_ uno de los se¡y
)lumapos, en cilda una de los fases do In historia
:> ~_I!.Jlreúsoia,
nace en el seno ·de unn sociedad,
~.:e
moldea desde su m4S temprana edad. El idio-
=
!•
rll lkvr~dwu
(J)
40
•,on Emu¡vtt 0«4rirms. ti.• n ll.
J. S. Mlu., .1 S11Wn ot Lotfc, vU, l.
41
ma que habla no e~ hert:nciA individual, sino adqui·
sición social del grupo en que c:rect:. Tantn el len·
~aje
como el amblc.nte eontn'buycn • &~niar
el
ciT.wrerlle su ppnsamienlo: sus prlmems idens le
vtenen de los dt:ml\s. Como muy bien se ha dicho, el
individuo apartado de la socle.lad c:arecern de len·
guaje y de pensamiento. 1.3 fascinación duradera del
mi1o de Roblnl.-óo Crosoe se debe a su intento de
concebir un individuo indl:pendieote de la soclednd.
Pe:ro d Intento falla. Robinsón no es un Individuo abstracto, sino un ingl~s
de York; Jlevn la Biblia consigo
y ora a su Dios tribal. El mJto le aporto en seguida
su cdt~o
Viernes; y comienza la edificoción de una
sociedad nueva. m otro mito relevante es el de K.lriUov, el ersona ·e e lbs DtmaniDs d! osto
que se suloJ a para demostrar su petfcc_!n l~ernd
j
¡:~=uli
--¡y,
. . _a~;
~IH\.·f
Jibrc
. qü~
~
~ *!
implica. d~ un mesa·
\ u_e~
z. ~dl6D
~ ~
d!l la aoc;ie<!air(J),
J.:Os ontrop610¡ó's suelen decir que el hombre primitivo es menos lnd1yidual y esti más completamente moldeado por su sociedad que el hombre civlllz.a·
do. Hoy en eUo una parte de verdad. Lu sociedades
más simples áon más unl!ormes eu el liCRtido de que
requieren y brindan mucha menos diversidad de 1 ~·
meas y tareas Individuales qW! las sociedades más
avauz.adas y complejas. 1.3 creci.e nte hufh.;duali:zaelón, en este sentido, es producto necesorio de In sociedad avanzada moderna, y cala todas sus aetlvlda·
l!Wqut:_~
~o
(J) Dw'lbdm, e '" COOOii:tdo catUclla lliCa'Ca 4c1 fllkid.lo, 1a.aM
la Jl"IAbra .,lfhmi#• s-n dcot~.r
1• eondklóa det lnd1vhluo lllal•do
de au aoc.lcdad, ,Jtu.~:ión
upetialwcate ooadue«ttl& • la pocnw·bodóo
que el suiddio oo u
cmodoul y d Ju.ld.d.lo: ocro &ambibl ~tó
m codo 1(¡\IM' lDdcpddlatc de &u carutldost.u IOC'blcs.
42
des, de ariba o.bajo. Pero seria grave error foonular
W1& antltul$ entre ate proceso de individualización
y la fuerza y cohesión crecientes de la sociedad. El
de110rrollo de la sociedad y el de! Individuo correo
parej~
conC!iciooan mu~
De becho._!o
c¡U€1_
mot sQJ:le!lad compleja avam:ada es ~
lla en que la !nm:fi.'Ped~os
in<!ivid.9,C}.S entre
sr1í11 asumido formas complejas y a'•anzados. Seria
peligroso suponer que el po~úña
eomunldaclnJ>..
clona! moderna para moldear el carácter y el pensamiento de sus miembros individuales y originar cieno
grndo de uolfonnidad y de conformidad entre ello!t,
sea en absoluto menor que el de una comunidad tJ:i.
bal primitiva. 1.3 vieja conc.epcióo del carietcr nacional bosada en difereuci.os biológicas ha sido refutada
hoce tiempo; m:u ·las dlferencios de carácter nacional, emanados de circurutanciu nacionales distintas
eo la 1cciedad y la educación, son dificilC$ de negar.
La escurridiza entidad onoU:traleza humaoa• ha mudado tanto, de p:ús a pals y de un ~l glo
a otro, que
es dificil no considerarla como fenómeno histórico al
que configura.11 las condidoneo y convenciones sociales imperantes. Medlan muchas dlferencios entre, PQOBamol_porE'~•
np rteamiñOs,
~ rusoindl~.
Pero
algunas, y quizá Jos más impor!Otltes, de esuu difery>~ia.s,Opln
ldorma de dlstintos acntudcsJrente _!l_ll!S relocionct mJAict emre indv~,
!!'
<}!i:!L.Jl!!abros, frente_l\) modo en QUC IIIJQC.ls;¡i.,!ld
dcfbc ••:SlliU.tituida, con lo que el estudio de las
di crenc entre norteamericanos, rusos e !odioslñ·
dtv!duiles, puede que .. lleve m~r
a cabo investi·
gando las d1ferencias iritre Jas s edlides pon~e
rlcana, rusa s:Jil!lla. El hombre clvllzado, lo mismo
qÜe el hombre prlmJU\'0, es moldeado por la socie-
f.
?•
43
dad, y de modo tan real y efectivo como moldea él la
sociedad en que vive. No resulto más posible tener
el huevo sin. la gallina que tener ésta sin el huevo.
Habria sido innecesario detenerse en estas evidentlsimns verdades, de no habérnoslas velado el nolable
y axcepcionol periodo histórico del que apenas em·
piezo a emerger el mundo occidental El culto del In·
dividualismo es, entre los mitos históricos modernos.
uno de los más difundidos. Según la conocida versión
que do Burckhordt en L4 Cultura. del Renacimlert·
ro "" ' rra/ia, cuya segunda parte lleva el subíillno de
.t>esar:rollo del Individuo•, el culto dellndlyjduo em·
pezó con el Rcrnncírnlento, cul!Jldo el hombre, que
!Wta entoñeCS·;sólo híí61a sidOconsctente "" sí mismo en calidad de miembro de una r.m~,
de un pue·
blo, de un pl\rtldo, un11 familia o una corporación•,
por (in •se convirtió en lndiv:idUÓ espidtunl y se re·
conoció i s! mismo como tab. tJiledonnenle. el CUlto
seJl&ó a la aparli:lón del c:!pÚalismo y del prolestantismo, a los comienzos de la revo)ución industrial y n
las doctrinas del laissct·faire. Las derechos del hom·
br<! 1 d<!l ciudadano proelnmados por 18 kevolu.d3n
.t:_r:u¡,cesa_c,r:!!!_los dcrCdíos· del l n ~IJ
. Q. El indivi·
dualismo era la base de la gran rtlosoffa declmonónl·
en del utilitarismo. SI ensayo de Morley, On Crmzpromise, c1ocumentn cacacterlstico del libeml.lsmo victoriano. cal.ificaba el Individualismo y el lltilll:!ritl!lo
de •n:Ugíóo de la felicidad y el bienestar humanos•.
Un •rabio54 Individualismo•, tal era la nota elave
del progreso humano. Este puede s.,... un análisis perfec:tnmente adecuado y vllli.do de la ideologia de una
época histórica detennloada. Pero lo que quiero dejar claro e9 que la CRC!en1e indY~Uzacá.que
acompañó a la aparición del mundo moderno no fue
44
.dno un oroceso normnl en una civi.liznti6n en
:hn, Una re\lol.ución social elevó a uno posición de
·poder a nuevos grupos socio.Jes. Tuvo Jugar, como
s!=pre, por mediación de iadh1iduos, y brindando
:rucvas oporlunidadcs de desarrollo Individual; y
como en las primeras fases del capitalismo las unida·
des de producción y de distribución se hallaban en
¡ron parte en manos de individuos :rislados, la ideo~la
del nuevo orden social dvstacó J10derosamcnte
el papel de la iniciativa individual dentro del orden
~-Pero
el prouso fue íJido él un proceso soc1nl.
representativo de un momento especifico del desa·
rrollo Jústórico, y no puede explicarse como una re,
bclión de los individuos contra la socledad,ni en fun·
dón de una emancipación de los individuos de sus
trabas sociales.
Muchos síntomas sugieren que, aun en el mundo
occidenll!i que fue foco de tal desarrollo y tal Id<»
Josla, dicho perlado hist6rico ba toado a su fin: no
necesito insistir aqui sobre lo que se denomina demo·
croeia de masas, ni en la sustitución sraduol do formas de producción y de organxlación económicn$ predominantemente privadas por otras predominnnte·
.mente colectivas. Pero J~ ldcologlo originacla por
aquel largo y fructlfcro período es todav1a una fuer·
t:l domino.o te en Europa oc:cldeotal y en los paises
de habla inglesa. Cul!_ndo hnblamos en témlinós .abs·
f!!iclns de la teusióll entre la libertad la Igualdad,
fLentre In Ubertad individual y Ja JUSt cia sOCial, olluchas no tíeneo lugar
ridaniOs l'iclliíle.nte que l~s
entre tdcos atistr8cins. No son combat~s
entro lñdi·
vlduOS en cuanto Ulies 'J la sociedad en CU:lOIO tal.
sino entre grupo¡ de individuos en la sociedad,
cada uno de Jos euo.ICS contiende por imponer
k
45
poUtlcas s'19ales _sue te son favorables, y por fros·
trar la! que le son contrnrias. El individualismo, en
au acepción, no ya de gran movimiento social, sino
de falsa oposición entre el individuo y la sociedad, se
ha convertido boy en tema de un grupo lntere$1do y,
debido a nt car4cter polbnlco, en barren que di·
flculta nuestra comprensión de Jo que acontece
en el mundo. No tengo nada que dec.lr en contrn
del culto del Individuo como protesta contn1 la ten·
dencia que trata al individuo como un media y que
hace de la sociedad o del Estado un fin. Pero DO
lle rem01> a una com rensló.n del pasada ni del
~sent
si intentamos operar con e concepto de un
jp Vlduo ab51r&CtO al mareh de la S 'e
Y esto me 1 eva rm mente a la médula de mllarp
digresión, La concepción de sentido común de la historia la coñildcra como algo escrito por loi1ñd;ri:_
duos acerca do los individuo$. Este enfoque fue desde
liiej¡o ,e l adoptndo y fomeotoao por Jos historiadores
liberales del siglo xrx, y no es fundameotnlmente
erróneo. Pero hoy nos parece excesivamente simpli·
flcado e insufkience, y heme>s' de profuod.i zar tnh
en nuestro Cl<nmen. El saber del historiador no
f;S ~pj¡:da
excliÍs~:
hombres de varias
s•n~ clooes han con tribu! o probablemente a su
acumulación. Los hombres cuyos actos estudia el
historiador no. rueron individuos 3lS!íídos que obra·
bao en d va.clo:
~ actu:iron eo el contexto, y bajo el
Jíiípulso, de una sociedad pretérita. Bn mi anterior
conferencia describí la historia como un proceso de
Interacción, como un diálo¡¡o entre el historiador pre·
scnte y los hechos pasados. Quiero ahora detenerme
en el peso relalivo de lo11 elementos individuales y
sociales en amboJ !rulos de la ecua.cióo. ¿Hasta qu~
46
punto son los historiadores malviduos 'J basta u~
punto producto de su soclc a y de su época? ¿Hasta qué punto son los . hechos de la bbtoda hechos
:u:erea de individuos aistru!os y hasta qué punto hechos sociales?
·
El historiador ues. es un ser humano individual.
·smo que los demás mdlvlduos, ~¡oblén
un
renómrpo socl;al, producto o la vez que portavaz
Cóilseicnte o inconsciente de la sociedad a que per·
tenece; en concepto de tal, se "nfreota con los hechos
del pasado hi ~ tórico.
R:~.blnmos
n veces del curso
hli!Oi'léOI!lclendo que es •un desfile en marcha•.
La metáfora no es mala, siempre y cuando .,¡ biste>rlador no caiga en la tentación de imliSinane ákulla
espectadora desde una cumbre solitaria, o personaje
ímport:unc en In tribuna presidencial. ¡Nru!~
d" esol
Bl historiador no es sino un oscuro personaje más,
que marcha en otro punto del desflle. Y conforme
pasa el d.esfile, fluetuando ya a la derecha ya a la
izquierda, y basta doblándose :> veces sollre si mismo, las pqsiciones relativas de las diversas partes
de lo. comitiva c:>mbian de continuo, de forma tal
que no seria u~ despropósito decir que estamos. hoy
mis cerca de la '!!dad Media de lo que estaban nuestros bisabuelos un siglo at:nls, o que los tiempos
de César esulo mú próximos a nosotros que los de
Dante. Nuovas perspectivas. nuevos enfoques van sur·
glendo coostllDtemente a medida que el desfile -y
con él el historiador- sisue su curso. El historiador
es JKl!:!e de la bbtoria. Su posición en el desfile determina su punto de vista sobre el pasado.
Esta perogrulladii no dej a de ser cle11a cuando
Lo
47
,el periodo invl!$1lgado por el historiador dista mucho de sapropia ~.
Culllldo yo <:$1Udlaba hmoria
antigua, los clásicos en 111 materia eran -y todavln
son probablemente- la Historia. de Grecia. de Grote
y la Histwia da Rom.a de Mommsen. Gmte, un banquero rndleal ilustrado que escnoJa eo el qumto
decenio dcl siglo pasadb. encamó lu aspb:acioocs
de In clo.se media bntañlco, pujante y poiftlc:amente
progresiva, en una Imagen Idealizada deJa democra·
cia ateniense, en Ji que Pmc!es pance un retórmador de la escuela de Beotham y donde Awnns
adquirió un imperio en un acceso de distracción.
Acaso no sea del todo descaminado sugerir qua el
eban ooo
r
rte de Grote, del roblem3 a¡;
oiensc de la esclavitud, re e ara e hecho e ue el
Í!mPo social o que per enecfa no sabia hocer
te
al problema de la nuevo c:lue ob~lja.
_Mommsen era un liberal gemmno
o por
las eoutusioncs y Lis humlUacioocs de la revolución.
alemana de 1848·1849. Momm.scn, que escribln en la
dé<:ada slguJcnte, la que vio nacer e~l témrlno y el
" CC>mlepto de la ktlllpo/illk, estabn imbuido del sentido de la necesid3d de uo hombre fuerte que barriera
los escombros del fracaso del P\teblo alemán eo su
lntco.to de renllzar sus aspiraciones pollticas; y ~tJ&
ca apreciaremos su historia en Jo que vale si no nos
PCl"Ciilamos de que :su conocida idC!!Iilllción de Cé·
sar es producto de aquel pnhelo de wt hombre fuerte
9-uo snlvase de la r uina a Alemania, y que el abogD.do
y politice Cicerdn, aquel charlatán ineficaz y turbio
contemprizad~.
es un personaje que parece dlrec.
tnmente salido de los debates de la Paullkirche en
Frnnkfurt, en 1848, Y en verdad, no me parcacio
paradoja absurda el que alguJeo dijese que la Hist~
48
rla <k GrecÍll de Grote nos informa en la octuaUdnd
del penslliDieoto de los radicales filosófl·
cos ingleses del quJnto decenio del pasado siglo como
acerca de la democracia atenilmse en. el siglo v nntes
de nuestra era; o que g!!i.!ln desee comprender la
que 1848 representó Dj!ra los- liberales alemanes debe
IAn 10 acere:>
~m
arJ
o.Bístmi-de
Roma
de Mommsen como uno
Lo cual no disminuye su valor
eomo grandes ob111s históricas.
No aguanto la moda !aru:adn -por Bary en su lección inauguml, de preteoder que la grandeza de
Mommsen no se funda en su Historia de Roma, sino
en el corpus de inscripciones y en su trabajo sobre
el derecho constiwclonal romAno: esto es reducir la
bistoria al nivel do la compilación. Ln l!I!!!I historia
se escribe recisantenle cuando la vis!ó
do
del historia or
ilumina con sus coooé!iñientos de los problemas del pruentc,.. Se ha
e:xpcesado a menudo sotpresa porqur Mommscn
intecumpló su bisloria en el momento de !11 calda
de la repdblica. No le faltó para seguir, ni tiempo,
ni ocasión, ni coooclmientos. Puo caando Mommsen
cscn'bió su historia, aúo no babia sur¡¡ldo en Ale·
manía ol hombre fuerte. Durante su can·cra activa,
la cuestión de qué ocw:rírla una vez asumido el poder por el bombre fuerte no era todav!a problema
real. Nodo. Inducia a MmnmSCll a proyectar este problema 50bre el escenario romano; y la historia del
Imperio h,":_~ó
sln escnolr.
Seria
· maltipllc:ar los ejemplos de este fenótmmO entre los historiadores modernos. Bn mi últi·
ma conferencia rondl homenaje 11 la Inglaterra bajo
la Reina Ana del ))r. Tccve!yan, como JDtlDumcnto
de la lndiclón liberal en que habla sido educado.
~lihr.Psdc
porparte
!el~
so
49
-Consideremos ahora ln imponente e importante obra
de qu.ieo, para la lllllyorla de nosotros, e» ~! '!!_á•
gnmde_ hlstotiador bri~
~o
en el campo
•sad~h:o
_ dcseJa
prlm~un'!
MuncU
~
Sil'
Lewis Nnmler. Nnmler era un verdadero conserva·
dor, -;¡oe¡típico conservador inglés, que "iñaliilído
más de cerca resuJIA liberal en un 75 %, sino un
conservador como no hemos vislo entre los historiadores británicos en los últimos diez años. Entre
mediados del siglo pasado y 1914 era poco menos
que imposible para un historiador británico concebir
el cambio histórico como no fuera para mejor. De9pués de 1920, entramos en un perlado en que el cam·
bio empezaba a asociarse con el temor por el futuro.
y podla verse como transformación pan! peor, periodo éste do renacer del pensamiento comervador. Al
igual que el liberalismo de Aeton, el cooservaduris·
mo de filamier extrafo fue~
y profu~de
su ratgambre contiru;ntal (4). A diferencia de Fisher
o Toynbec, Namlcr enreda de ralee» en el Ubcralis·
mo declmonómico. y no las echaba de menos. Después de que la prlntl:ra Guert11 Mundial y la pn
frustrada revelaran la bancarrota del liberalismo, la
reacción no podía revestir más que una do dos formas: socialismo o conservadurismo. Namler sw:gió
como el historiador oonservaclor. Trabajó sobtt dos
eampos escogidos, y fue significativa la decdón de
ambos. En histocia inglesa, retrocedió hasiA el últi·
mo periodo en que la clase dornlruuiora pudo cmpe·
(4) Acuo r:ucra:c:a la pea.~
~eta.r·
q• cJ d::oloo ooo ac:d:&lw C~D
~
b.rl&.&a:k:o b:Dponaa:uc 4d periodo qw .s.t;liiU2 1u 6M ¡gc:an
mundbla, T. S , Ellot. 1G14 lambita de la ftc~
de ~
IWeC:II>
~
1\0 brhUkcw; rudfo ~¡uc
bubtcn t hlo cdor;:ado m Ona Br»o
taA& anlet d1 1914 pod1a Ub.llLI'.Io dd tDdo 4'1 blhibldor ~jo
tS.
la 1....&16a Ubmol.
so
r
.óa.rse en nlcnnzar racionalmente posición y poder
en el seno de una sociedad ordenada y por lo ¡en~
ra1 estática. Algu.ien ha acusado a Namler de eliminar
de Ja_ hi&toda la mente (5). Acoso no sea WUI frase
del todo afortunada, pero de ello se deduce lo que
traiAba de decir el critico. La poUttca, cuando ac·
cedió al trono Jorge W, estaba aún. inmune del
fanatismo de los ideas, ;uf como de esa apuionada
fe en cl progreso que había de Irrumpir en el mun·
do con la Revolución Francesa, y que desembocarla
en el siglo del liberalismo triunfante, Ni ideas, ni
revolución, nl liberalismo: Namier optó por presenlarnD>' el cuadro refulsrnte de una ediíd libre tóda'~:1
:::aunQ\te.J.l.CLPm:..amrlto tJemp~
de todo.-1 ~s
p.sJigros- t , )~ , 1 ~· · >oJ , .,e r"' ti f '-* ~1"'(
:.o
Pero la elección por parte de N:uníer de un s,..
¡undo tema, fue igualmente significativa. Namler
pasó, sin detenerse en ellas, juoto a las ¡wmdes rcv~
luciones modcrn3s, 111 Inglesa y la francesa y la rusa:
no escnoló onda digno de atención sobre ninguna
de ellns, y en cambio decidió brindamos un ponetrante estudio ele la revolución europea de 1~:
una revolUción que fi'acosó, un pnso atras en toda
Europa para las espernnzas nacientes del liberalismo,
una demostTación de la tmpotencln de las ideas freo.
IC a la fueru armada. de los demócratas cuando se
enfrentan con los soldados. La Intromisión de Los
Ideas en el S'Crio negocio de la polllica. es fútil y
peligrosa: N11míer cebó sal sobre la herida, sobre la
moralejo de aquel l1umutante frncaso, caJlfícándolo
(S) 1.:1 cnlb oñcHal. al UQ ~
UI6D.1Do de n. rlmLJ Utuuy SUpptmJenl del 28 de lf»>IO ck lt!J. 11tt1U d= '1.11 toattpdót\ de b Hlatoda de Na.m\cr•, dcc& ad: ·Se aewó a D•rwt• de
t.ll.min4t dd un1vcno ~ mtnttt y SJr Lcwil h• tildo el Darwtb de a
historia polfllct, ca mAl: do un co~t'.
51
d~
-.evolución de los intelectuales•. y nuestra ~on·
clusión no es mera infer~b;
porque, aunque Nn·
mler no escribiera nada sistemático sobre la filoso[la de la historia, en un ensayo publicado hace
unos años se expresaba con su clarldnd y tajante
precisión usuales. cAsi gue•, decía, •Cuanto menos
amordace el hombre el libre ·uc o de su mente con
.¡ñu doctrma y un dQl!!!!!J?.ollticos, tanto me or--;;:rn
su pensamiento». Y tras de me.ne oru~
ounque no
rccltiWU', el caq¡o de gue habla eliminado In mente
de la hbtoria, proseguía:
Algunos filósofos pollticos se quejan de una
•calma chica> y de la actual ausencia de discll'
slón sobre polllica general en este pals; se buscan
solncloncs pnklicas para problemas concretos. en
tanto que programas e ideales sen relegado• al
olvido por ambos partidos. Pero a m1 esta actitud
me parece traslucir ona meyor mndun2 nacional,
y no puedo sino desear que siga largo tiempo lnata·
cada por los fermentos de la filosofía pollt!ca (6).
No quiero por ahora entrar a discutir este enfoque: lo reservo para una conferencia ulterior. MI
propósito aqlli se limita a ilustrar dos verdades
Importantes: la primera, que !lO pu¡de comprenderse..2 apreciarse la obra de un.J¡ls10r ador sin captar
IÍ.illcs la posición desde la ¡¡\li él la ubordií; ¡¡¡ se·
gundn, que dicha posición tiene a su vez rlL!ces en
una base social e hlstótica. No ct1bc olvd~t
que,
como Man dijo en una ocasión, el educador nece·
sita ser educado él previamente; dicho en la jerga
concempor.lnea. el cerebro do quien proecica lava·
(t) L. N'"MtUI.
52
l'~"fH1iüu
anil rtnnQ Uf'Uh
,...,....1. 1.
dos de cerebro ba sido ~a
lavado. El historiador,
antes de poneot; • escrihJX bhr;tmia es producto de
la btstoiia..
Los blstorladores de que acabo de hablar -Grote
y Mo~e
Trev~any
Natnier hablan sid01'ü'ñ~=r:sl
en. un mismo molde social
l!l!!!!ls:o; no hay cambio marcado alguno entre sus
primeras y sus últimos obras. Pero algunos historia.
c!,o;re• que vivieron en épocas de r.lpidas mutactónes
han reflejado en sus trabatos1 no una sOCiedad y !,!D
oi"!en~l,
si!)Q Wlli.JUCCsi.Qn de órdenes diferen·
~·
El mejor ejemplo que yo conozco es el del gran
historiador alem4n Meinecke, cuya vida y obt:a tu...
ron más largos de lo comente y abarcaron una serie
de cambios revolucionarlos y catastróficos en los des·
tinos de su pals. Abl tcn.,JDOS, en efecto. tres Mel·
~es,
portaVO% cada cual de una q,oca bjsttlrica
diferente, y expfl!Sándose cada cual por una de sus
y
d•=·
ues obras princlp:oles. El Me.inecke de Weltbilrgcr·
ve con
confianza la re:ollzación de los ídeal.S nacionales germanos en el Relch de Bism11rck, y -como tantos pen·
""dores del siglo XIX desde Ma>.zini en ndelnn¡oidenliflca el nnelo a mo con la
11• e • da
c~elüñiV«S
SJilO: lo que es producto de la barro•
eá' secuela gulllermlsta a la era de Bísmarclc. Mel·
!!«.ke de Die Ideo der St¡¡o.trqson (7), publicada
m !9lS, )!!bl:> con la mente insegum y atónita de la
~blica
de Weimar: el mundo de la polltica se ha
c:onvertldo en palestra del conflicto, no resuelto, entre
la ruón de Escado y una moralidad ~terio
a la po!.ltica. pero que no puede en íilt1ma instunela pt.S3r
tJumutruL Natjon!s®I,.Jlub<;¡}~907
ª-l
•
m
M t. lt.W.. 4e EttAdo, tnd.. cq... ~
lA t.:l~
E.nvdlot ,..,.......
JIUthwo
53
por encima de la vida y sesurldad del Estado. Final·
meote, el Meioeeke de Die Bnrmhung d& Hisrorismi.S, publfc:ad11 en 1936 cuando babia sido barrido de
su honrosa posicr<rn8cadém.ica por el torrente nazi,
p.I'OfiCfC UQ ~to
dC ~entciÓD,
rerbL17ADdO UD
liiSforidsmaüQO.paa::ce adñtitfr que codo cuanto exis-te-~•4
bl,n -Y t ambl~dose
inseguro catre la re.
lativldad bis1órica y un absoluto supra·raeional. A la
po$11'1!. cuando Meinecke hobfa presenci•do, ya viejo,
d buntlimieo1o de su pels bajo una derrota militar
m4s IOtal que la de 1918. rca~.Jpen
ea la ere=
cla en wta historia " merced de un destino cie¡¡o. ine-
~¡abÍc
torm!!ll\da AA su
El estudio del pasado con un ojo puesto, por
decirlo as!. co el presente. es la fuente de todos
los pecados y sofismas en hlstorla... l!.s la esencia de lo que deoignamos por la palabro cahlst~
rico• (10). •
Die Dt~Kasrople
de..!mj8). El psicólogo o el biógrafo se interesarlan
aqul por la trayect.o ria seguida por Meinecke como individuo: lo que ocupa al historiador es la fanoe en
que Meioecke rcOeja en el pasado histórico tres -y
hasta cuatro- periodos 5uccsivos, agudamente con·
lrustados, del presente.
O pcrmlt.aseno9 tomar un ejemplo eminente más
próximo a nuestro paJs. En los iconot::lastas afios
treínl:tl y tantos. cuando el partido Libc.ral acababa
de ser dc~poja
de su Cuen:a real en la pollticn bri·
tó.nícp, el proresor Butterfiold escribió un libro titu·
lodo La lrzlcrpr4tación Wltig de la Historia, que fw!
acogido con un éxho to.n resonante como merecido.
Era unn obra notable en muchos aspectos y entre
ellos porque. pese a criticar a lo lal'go de unas UO
páainas la lnterpretllc!ón liberal, wblg, no menciona
- por lo que yo be podido observar sin ayuda de UD
Cl) !tloy •cruf CC1 d.ub cou el cxcelcatc aa41isi• ~W!
htdtn d
Dr. w. Stark t:c-l dt".tarrclto de Meh:l«.ko ca au fntroducttóo • 139
lr.ducdóct lc¡Ja;a di Dt. 14• 4-'u Stllllttrltoll. pabUCii!IWI Wfo d dtu·
lo de AIAdi/QvdlUm ü 19$7¡ .a1o capra el Dr. Stut el e~t'l.UI
aupn..ndonal o el tuccr pcrlod'o de NctncU<,
54
lndice- un solo wltig salvo Fox. que no era histonador, ni uo solo blstorindor salvo Acton, que no era
wltig (9). Pero todo lo que al libro la falta ca prcclstóo
y detalle se compensa con Wlll ln11eetlva brillante. No
k cabla al lector ya duda de que la interpretAción u.
beral ern mala cosa; y uno de los cargos cootn ella
fon:nnlados en el de que ccstudiA el pasado refiriln·
dolo al present.,. Aqul, el profesor Bwtetfield se
mostraba categórico y severo:
l'asaroo doce años. La moda iconoclasta pnsó. Bl pals
del profesor Bwterficld se hallaba sumido en una
¡¡uerra que solla decirse se Jlbru.ba en defensa de la9
libertades constitucionalca encarnadas por la tradi·
dón libéral, y bajo In dirección de UD gran lldcr que
incesantemente invocaba el pasado, ccon Wl qjo
puesto1 por asi decido, en el presente-. En un pequ"'
ño libro titulado El Jngl<l$ y srt I'Ustorla, publicado
en 1944, el profesor ButterUeld. no t.Bll sólo decidió
que lo oiDglesa• era In InterpretAción liberal, wlrlg.
de ID hi~toda,
siDo que aludió con cntusla.smo a «la
:allanzn del ingl~s
cort su hlslorla• y al •hermanamien·
to del p¡lSlldo Y" el presente• (11 ). Llamar la atención
(f) H. BVTTD1JILIJ, Thc Wltlt l"fcrp,ctadtHt of llCitOf)' (ltlll: ca
la pqi.na G1 coofic:U «1 autor •u,na d:SM'"•al* AJudablc-.. por c1
·r.~
· ma •m'tno
a'ottnaa•. (UI) U.. 8\o-m::m:&l'o l'he Wh/1 l~trpdMon
- 1111U,ll.D.
u. a..-;
.....,2, 44.
no. e 1
r,M~•
of UlstDtJ (1911),
...a 111s llu,.,.,
tt!IM),
P'~
55
sob"" estas m11taciones e~ el enfoque no es critica
hostlJ. No me propongo refutar ol.proto-Buuerfield
con el deutet'()o.Butterfield, n1 carelll' al profesor llut·
terfleld ebrio con el profesor Butterfleld sobrio. Me
doy perfecta cuenta de que, si alguien se molestase
en leer detenidamente algunas de las cosas por mi
escritas antes, durante, y después de la ¡¡u.e rra, podrla
sin dificultad hacerme reo de cont radicciones e iJ;l·
con¡¡ruencias tan plllmurias por lo menos como las
que be señalado en otros. Hasta creo que no envidia·
ría lll historiador capaz de o.finn.o.r holll"'ldamante haber pasado cincuenta afios sin modificar radicalmente su vi.sión de algouos puntos. Me propongo sólo
mostrar lo fielm~t
q11e la obra del h!stnrljldgr re!!J:ja la socledad en que tñi&Ai¡l. No IÓ~os
acontecimienros; f!IU!Lel.pl:l!pio bli'iñrlad= Cuando
se toma 11na obra histórica en las manos,' no basta
minlr el nombre del autor en la cubierta: hay que
ver tlliDbién In fecha de pubUroción en que fue e.
crita, porque ello puede resultar aún más revelador.
SI razón tenla el filósofo cuando decia que no se puc·
de cruzar dos veces el mismo rfo, acaso seo. también
verdad, y por ig11al motivo, que dos libros no pueden
ser escritos p or el mismo bistonador.
Y si por un momento pasamos del historiador in·
dividual11 lo que pudieran llamarse grandes corrien·
tes de la producción hlstórica, aun se hoce m ás patente en cuán ¡¡ran medida es el historiador producto
de su sociedad. En el siglo m los historiadores .!1!!·
t.ánlcos, con contadas excepciones, velan en ei curso
dCiiililstoris una demosb'a 'ón de ' • · io del ro~:
ma estaban la ideolo¡¡1a de una sociedad eo
vlu de progreso notablemente rápido. La historia rebosaba significado para los historiados británicos
56
::ieotruiJ pareció seguir nuestra senda: ahora q11e
x ha torcido, la fe en el significado de la historia se
!:a convertido en herejla. Despu~
de la primera GucMundial, Toynbec llevó a cabo 110 denodado inz:.to de sllSlitulr 110a visión lineal de la historin
i>OC' una tcnrla clcl!ca_;, la tlpica ideología de wt:l so:ióilíid eo dccodcnoia (12). Desde el fracaso de Toyn·
!o«, los blstorlodores bcltáiilcos se ban Jimílad '
- ma ora a abandonar el 'ue o, y a declarar ue )a
~
e mnguoa 11uta en a soluto. Una
:imal afirmación ele Ftsher al respecto (13) tuvo casi
:uta resonancia como el aforismo de Ranke el siglo
?SU~o.
SI algulcn me dice que los bistoriadore9 bri·
:i:licos de los óltlmos treinta años experimentaron
cs:os cambios de parecer como resultado de una
¡;rofunda reflexión individual y tras haber qU<!Rllldo
.., poco occlte en la soledad noc:turna de sus bubar.:;:Jas, no lo pondn! en ciw1<L l'ero seguid viendo en
:mto pcnslliDiento individual y tanto derroche ele
~e
un fenómeno social, prodw::to y expresión de
::;a t:nuJsfonnaclón fundiUDental en el car:ictcr y la
:.nera de pensar de nuestta sociedad desde 1914.
So ~ind.r
más importante del car:icter de una
..rledad ue el tipo de íilstorla 11e escribe o de a
.k e$Cri6ír. ey , e istot·aa or holandés. m11estrn en
m laseinadorn. monografía trnd11cida al inglés bajo el
~o
de Napoleón, tll pro y en contra cómo los jul·
::óas ruceslvns de los historiadores de Napoleón en el
q!o 1tl1C tr&neés reflejaban los cambios y conflictos
=
~,eSo
•Q) libreo .Auutlo. m d oc:RO dt.llmperia fl,omaoo. M~
Kc:ta ck '"~dmo
todo Jo q.ue Gora pasa oattri6 ya a
__..,,
._ JllM4o '1
. . . . a sa~
'U) 1 . ~
.,. Lllope.
~ft"r
a acunrccr en el runuo• fA .11
TQJDbct 'omó b ~
M b.. ~
a. 11);
de Ocddffttc
.lftÜMO.
fC!daada a 4 &:. dlde!lb.rt de 19l.f. a A Hú'Of'1
57
en los moldes de la vida poUtlca y el pensamiento
fraoceses a lo largo del siglo. El pensami_ento..de-loshístoriadores, cómo el de los ¡r,;¡¡;¡. humanos, viene
moldeado por sut circunstancias de Uempo y luJilU".
Acton. que rceoooc:la sin reservas esta verdad, tnlló
de encont:r.ar en la historia UlllL forma de escapar a
eUo.
-. sloo
4o_l! timnJ.a del
mundo gue nos rodea y !!_e la j>re!l6o del aire quo;_
~piramos
( 14).
W.UC.QIUA llllJU.:PWII
uC) Ole5~
Bsto sooari qwm como una definición por dem4s optimista del papel de la historia. Pero me atrevo a
peosar que el historiador, c:tanto m4s consciente es
<!,ttAA 'PlJ!Pi& situación, más capaz e!r de trascende!!a
y meJor armado cst6 para aquilatar la naturaleza
eS"eñcíal de las diferencias entre su sociedad y con·
cepciones y JIIS de otros periOdos y paises, que el
historiador empellado en proclamar que él es un in·
dl-..lduo y no un renómeno soclaL La capacidad del
hombre de elev&r$e por sobre su situación social e
histórica parece condicionada por su capacidad de
aquUatar hastA qué punt.o está vinculado a ella.
Dije en mlprlmorn conferencia: antes de estudiar
la hls torta, e.stdcUcso el hlstor!ador:-Allora qwsiera
lilladli: a.oles de estudiAr hlsto
estúdiese su
ambiento histórico s al. IDJlistQ.dador, siendo él
un individuo, es osimlsm
de la historia
e
; y esdo este doble punto de vis1a ue-
ar
--tt•>
SI
-
. IMlwu .., loi..W. Rbr"'7 (d06),
P'f. 1!.
.x el estudioso de la blsotrla que aprender a anall~e.
y pasemos a consi·
otro túmlno de mi ecuación -los hecho!r
2la bistot'Íl>-a la luz del mismo problema.¿~
es
ab~to
de la investigación del storiador el com
~eot
e 10$ lñd!v•~o
la aoet n de las fue
...nes? Aqui piso un Cííiiíino trillado. Cuondo hace
2:liiSiños publloó Sir lsoiah Berlin un luminoso y
:Zkbre ensayo tituladÜliiSioriall Jnevilabi1ity ::aya tesis principal volver6 a aludir cm estas confe:=da.s- le puso por cplgrafe una expresión de
T. S. Elioe •t.aL.ustasJue!'!.!!! l!ppenonaleso; y a
!Ddo lo largo del ensayo satiriza a quienes creen que
...astas tuerzas impersonales• _!!!!!. e;!_fac;tor dec_!!!vo
ée la..J >islo.riJ!,_Y. no los indl;,¡i¡Jups. Lo que llamaré
~a>d
de la historia de la nariz de Cleopntr.t, la con_ eiO.Lh~
cepción segúnla Cüil Lo tmpo~ne
es el ~ster
y el comportamh:nlll de )!!§ iodividuos,
ti<ne un rancio abolengo. Lo leodencla a roclamar ni
po individual como fue
a historio.
e!r ea . ~
stica.!lJI~·
~da_l!Wórs:Los griegos antiguos gustaban de
!autiZ<!r los logros dul pasado con los nombres de
bénles cpónlinos supuestamente responsable" de
ellos, a ntrlbuir su épica a un bardo !lomado Home·
ro, y sus leyes o lostltucioncs o un Ucurgo o un So!6o. Igual tendencin vemos en el Renacimiento, CW\0·
do Plutarco, biógral'o moralista, fue fl¡¡um mucho
:Dás célebre e influyente en el resur¡ir clllsico que
las historiadores de la AntigUedad. l!n Gron Bretaña,
puticularmeote, todos hemos aprendido esta teor!a,
l>ejemos ahon al historiador
;Xnr el
..
S9
c:W cabria decir desde la cuna; y acaso hoy debié·
ramos reconocer que tiene algo de pueril, o cuando
menos de puerilizantc. Era hasta cierto punto plnu·
slble en tiempos en que la sociedad ""' más sencilla,
y el negocio público estaba entre las manos de un
puñado de individuos conocidns. Pero es evidente que
no encajo con la sociedad de nuc.stra época, mucho
más compleja; y el nacltuicnto, en el sl¡¡lo XIX, de la
nueva ciencia sociológica fue una respuesta a esta
creciente complejidad. Pero la viejo tradición se ~
siste a morir. A comienzos de este siglo, podía aón
senteociarae que cla historia es la bio fía de los
gran es om .res•. o hace m S' qua diez años. un
distiogu•do · histoliador norteamericano acusaba a
sus colegas, quizá no ele! todo seriomente, de cgeno·
cidio de los personajes históricos• al tratarlos como
•hechuras de las fuenas sociales y eoonómleas• ( 15).
Los adeptos de esta teorfa tienden hoy a ser circnns•
pectos, pero tras cierto.s pesquisas be hallado una
excelente formulación contempor.ínea en la introduc·
ción de uno de los libros de "4!~
Wed¡¡wood, que
es-cribe:
.El comportamiento de los hombres co
divíduos me interes:Lmás que sü comportamiento
romo grupos o clases. .1..3 bfstoraa puc::u_,_.... ...........
.:ro..,-:'L.:
1-uu.o"'
éón este sesgo lo mismo que con o1ro tu~lqiero;
no lie.n e por qué inducir más ni menos a error...
Este libro.. . es un intento de comprender cómo
sentlon aquellos hombres, y por qué, segün su pro.Pio criterio, obraron como lo hicieron (16).
m
brit'w, LVI.., o.e 1 (lltalttO tf'SJ), ,_,,
(lS)
A!IH-r~
(161
c. v. Wl:o<I>'IICO, Th• Klna'• , _ (~i!),
60
m.
Ui:s~l
Pll· 17.
He aqul una declaración precisa. Y como Miss
Wedgwood es unn escritora de éúto, rnucbos serán,
estoy s.eguro, quienes piensen como ella. El Dr. Rowse nos dice. por ejemplo, que el sistema Isabelino se
vino abajo porque Jacobo l era incapaz de compren·
derlo, y que la revolución inglesa del si¡¡lo xvu fue
un cacontecimlooto accidental• debido a la estupídcz
de los dos primeros monarcas Estuardos (17). Hastn
Sir James Neale, historiador más nnstero que el doctor Rowse, parece a veces más ansioso de expxesar
su admiración por la reliU\ Isabel que de explicar lo
que representaba la monarquía Tudor; y Sir lsalah
Berlin, en su recién mencionado ensayo, cstú tremen·
damellW preocupado ante la posibilidad de que lo•
historiadores puedan dejar de deiiUllciar a Gengis
Kan ya HiUer como hombres malvados (18). La teorfa del reY bucoº-J( el fSY mal_g....l3 que hemos
u~Qo.deJa
_ nariz
de ClSQJl!'!.rª$"b.m..CS!lCCial.l!in!·
~cia
cuando nos acerc.flJTl..QP_a..LillJ!!P.OS más recien·
~Es
más fdcll calificar el comunismo de •pano dcl
cerebro de Karl Marx~
(tomo esta flor de una recien·
t.< ci.ccular de agentes de cambio y bolsa) que ana·
lizar sus orígenes y su carácter; más holgado atrl·
huir la revolución bo)cbevlque a la tontcda de Nlco:is ll o al oro alemán que estudiar sus profundas
causas scx:lalcs, y ver en las dos Guerras Mundiales
lJl) A. L. JC.aWtll. TJI'f! Ettttaud 0/ Efif.lt_bdh (ltJO). PAai• 160-l&l,
.SI. 'tt:ac:PW)I que opua.u.r. no obllllnt.e, 4¡U1: en un cu~a)'O
anterior,
M:.. ilDWM hA.bt. ~do
• •Joa, lú&toriaáora q~
plcb.U.D q_uc Lo•
a.bo::ltS ,.o nt:pke"':t. ~
la mo:w"qui.A e:u Fn>ocla ~
._ U» tan t6lo por el ~
411 llftrlqu V a U:tl* JMtt; bl,.adcd b)s.o..
,._• 'Uh< 6~
0/ .,. Epo<J<. l,.., ..... ZlSk """"' .. .....,... !>S ...,U.
~
de ~dole
~
prt. aM~Qdo
tnll. cS. tlli\Oria lapcD..
Ull t. DlllUt'. Hbtor~l
l•m • l«~hfrty
(t9S01 ~1 · 41.
61
el resultado de In perversidad individulll de Guillel'
mo O y de Hitler que la consecuencia de algún ban·
dimlento p rofundo del 5Utema de relaciones inler-
mu:lonales.
La afirmclón de Miss Wedgwood combina pues
dQ.uE"PQSícioges. La prlmern es que el comporta·
uút;f) to de los hombres como individuos difiere de su
ciÍmporta.miento como nuem6ros de grÚpos o clues,
y que el historiador puede optar p or profu.q~
en
uno u otrn,_a s!U!Jllojo. La segunda es que estudlar
el comportamiento de los hombres en Nm
n~
l:
clucís es tanto como investlg;u: los motivos.s:,C!IIScienles
dc sus aa:iones.
- De.sp~
de lo que llevo dicho, no necesito nbondar
mlis en el primer punto. No es que la noción del hom·
bre oomo indi11:Íduo induzca ni más ni m enos a error
que su noción como uúembro de un grupo: lo que
induce a ~
es el intento de separar ambas nociii;"
{'
, !!!!: E;L..im!Mduo es por definición un mjelllb.t!>_!!ll
, 1 tJ un:t sociedad, o probablemente de más de una sacie·
..·.~ o >lad, l!runesela grupo, clase, tribu, nación o Jo que se
Los pñmeros biólogos se limitaban a clasifl·
do)
carlAs especies de pájaros, peces y animales terres•
tres, repartiéndolos en. jaulas, acaarlums y vitrlnM,
y no intentaron estudiar la criatura viva en relación
con su ambiente. Acaso las ciencias sociales oo hayan
salido todavla hoy del todo de oquella fase primitiVL
Bay quienes distinguen entre lll psicologla cc.mo ciew
cia del individuo y la soclologla como ciencia de la sociedad; y se ha acuñado el eplteto de •psicologismo•
para motejar con ~1 la noción segl1n 14 CUlll todos
los problemas 50Ciales son redueb"bles en Ultima instancia al arulllsis del comportamiento humano indivldunl. Pero Jos psicólogos que dejaron sin estudilll" el
q.;¡,ra.
62
mundo circundante del indlvldu.o no fueron muy lejos (19). Resulta tentndor distin¡¡ui.r entre la biografía
que ttata del hombre como indlvlduo y la historia que
se ocupa del hombre como parte de un todo, e insiauar que la buena bio¡¡rafla es mala historia. cNada
induce más a error y particU5Ql~-P
~
el hombre de In hl&lorla-escrlbló Act:Otíen cierta ocasión que el tntcMs suscitado por
lOS oersai~
jndiiddnales. (20). "Pero tmnbim esta
distinción es icreal. No l'r:etendo tampoco ampararmetra.
~ el adagio vletoriaoo colocado por G. M. Young
m el frontlsp.icio de su libro Úl JngTaterra Victoria·
no: cLos criados hablao de persolltls, y los señores
discuten de cosas (21)•. Algunas biogr.úlas constituyen vallosaa aportaciones a la historia: en uú campo
de estudio son ejemplos destacados las blograffas de
Stalin y de Trotsky escrl111$ por Isaac Deulsclu:.r.
Otras, eo cambio, pertenecen a la Uterntura.IO mismo
que la novela histórica. •Para Lytton Slr.lelley•, escrlbe el profesor Trevor-Roper, clos problemas bistf>.
~
Uf) to. pricdtop colm~t
te Un tAsto uo aM'OM COD-ftc:SOI da utc. anr: •J.m: Jl'tmlccOI CIXIIO tnlpo oo ba tntado 111
~
ceoo sma ~
ck:ctto eL: u. 1buma aocW opftDk;, s1:Do
- . bic:a CCII:DD UD Kt hwDaO c::oaadO ~coa»
c=p=fdc
• 11 !01'11\Kiócl de •bfe:DU aocl:~.
De am romsa bUl dc};ldo &
_,. en caac:Dl& el aGUdO pet'Qllar ~
qiJC IUJ proplu catccoriu
altfrw:.~J•
(Prafaot TakDtt Panortl, ca 1a introducd6o 11 Mas
- ., TO. Tluo>r1 of $..W ""d E"'""'""'
o,.....;,pbt (lHI), pío.
- · .... oo!ciW<, los obsuvldaoot ....... ole
-..,....
w.
011 B.,.. eut r,.,;p lltrid>, mao 116!. pq. m.
. . lll -
~.
ta_ fot:urÜJ tlc:rbc:rt Spcuct'r, coa w et&Do mü .,__
ca sv Df ñxtudlo 4• 141 Sodoropr, capUWo -z.: "$l • qa.lcm
~
do uo .n<ldo •pradmado, d. c:aUbJo mcaW de
~ toO,.. a Ob~CtYV
la t:a1I6Cl mue lu &ttJa..U.S.ths 7 Sos con.:aelltarb
la¡ ca IU c:oew:rudóa. ca ql.1i "JIIIIdlda &i.mplc:l ~
~
z
Oll ltlta W.
ca 6t. kla ~
-·
•""'=•
-
t:UJtimi,ds1 -por ~
lr+xkh• e ¡;p:me..
. ' do pcnoDU ' CIO$U.. y c.ado uf de ate. c:»do
....uc. .. Unm D'IUcl:lol• .., qv.edu. .mo UDOt IIMICDI'· dupa~
. .. CSJIKCI da Wl& aad6ft .t,o SDÚ qu& b~
do lM c:oiU
=-as c;1
63
ricos eran siempre y únicamente problemas de t:om·
por1amiento y de excentricidad individuales ... Los
problemas históricos, los problemas de la poll!ica y
de la sociedad, nunca trató de resolverlos ni siquiera
de plimteorlos• (22). Nadie está obligado a leer o escribir bistorbt; y pueden eserlbim! libros excelentes
acerca del pasado, gue nada tienen que ver con la
que tenemos dereel1o, por acuerdo
blstnria Pero
éOnvencional, a reservar -como me propongo hacerlo
en estas conferencias-lo palabm •blstoriao para designar el proceso de lli ThvesUgac,§n en el pasado
ele! hombre en socledid.
la segunda proposición de Miss Wcdgwood, a saber, que la historia tiene por objeto investigar por
qu6 los lndlviduos •obraron como lo hicieron, según
su propio criterio•, resulta sumamente rara a primera
vista; y sospecho que la autora, al igual que otras
personas razonables, no predica con el ejemplo. Y sí
lo hace, s u h istoria ha de ser muy singular. Todos saben lloy que los seres humJlllos no siempre, ni acaso
Rení:iiiliñente, obmn por motivos de los que llenen
lena conciencia o que est5ñ dispuestos " confesar;
y e:xclUlr lli pe11etradón de las ~ motl
voc.~
n es Inconscientes o lru:onfesas es desde luego uru1 foona de
ponerse a trabajar eon un ojo volnntarlamente e&
rrado. Esto es, empero, Jo que según algunos debe ha·
cer el his toriador. Se trata de lo slgulente. Mientras
decimos que el Rey Juan er:~
muy malo, por su anrleia o su cstolide~
o su ambición de hn~r
el tirano,
hablamos en térm.úJos do cualidades humnnas comptensibles a!IJl al nivel de la historia paza párvulos.
Pero cuando empieza a decirse qne el Rey J uan era
el instrumento in~ocet
de intereses creados
=
(21) H. 'rltli\'(IJI.·Roftl•. IUitorir.diiJ.IuyJ (IJ.S7), P'&· 21L
64
opuestos a la ascensión al poder de los barones feu·
dales, no s61o se introduce nna visión más compleja
y elaborada de la maldad del Rey Juan, sino que pa·
rece estarse sugiriendo que los ncontecim!entos hi.st6ricos no vienen detennlnados por acciones conscieli·
tes de indlvíduos, $ino por ciertas fuetms exteriores
y todopoderosas que dirigen lo 'VOluntad inconsciente
de éS'!Os. Esto es un· disparate, por supuesto. ~o
que Q mi :respecta.llo creo en~
~h:nv!de¡cla,
Di_ en d _ESpíritu del
:;~
fi~o
·m en
::!':;
lp Bjsto
Q •e
f,lno-Manl·
nL.c.JL.o.trn
•
~
quU.qnfcra de lAS phstracdones a que se hi Ptr.ilfu.ido
¡
aiau:oas
) reces e )
!<cimlenm:
!ºbjcmp dtJ
--
DtTbO
.
dt IQ$ 4C0n•
y sostengo sin reservas el comentmio
de Marx:
La Historüt oada hace, nl posee una rlqw::za
inmensa, ni libra bataUaS•._Es el homln'1, e!Jto:m;:
bro real y vivo, quien lo hace tOdo, qülen posee y
IUCba (23).
·
Las dos observaciones que he de hacer sobre el
particular nada tietlen que ver con una co u~pción
:abstracta de la historia, y se basan en la observación
paramente emptrica.
Es la primera que la hislorill es en gr1111 me¡lida
c:uesUón de número. Cilrlyle fue responsable del desa·
IortUilado aserto de que cla bistorbt es 111 biogm!U.
de los grandes hombres•. Pero ol¡ámosle en lll md~
¡nnde y alocnente de sus. obras históricas:
El hambre, la desnudez, y una opresión convencida de estar en su derec)!o gravitando pesada·
wt
~
... camutsJ~h.
r. 111; w..
6S
mente sobre 2S millones de almar. esto, y no las
vanidades hermas ui II.\S mosoffas refutadas do
abopdos nlósofos. de ricos !Ollderos o de la nobleia rural, fue el primordial instigador de la Revolución Prancesa; y lo propio ocurrinl en todas
las revoluciones semejantes, en todos los pal·
ses (2.4).
O, como dijo Lenln, . •l.!_l!J!.lltlc!l empieza don~
están w_mas§.JUl~iI
•.tlno dondll.hªy
millones; ahl es dog¡jc empieza la ,aplUJ.a IOrlBt (%5),
tos millones de Carlyle, tant.o como los de Lenln,
eran millones de individuos: no babia nada Impersonal en ellos. Las dl.scwlones sobre el particular confunden a menudo anonimato con lmperaanalidad. Ni
la gente deja de ser gente ui los individuos de ser In·
dividuos porque desconoz.camos sus nombres. Las
cvasta• fuerzas 1mpenonaleso de T. S. EUot eran Jos
Individuos a quienes Clarendon, un conservador más
atrevido y franco, Dama da gentuz.a sin nombre> (%6).
Los miUones enónimQs eran individuos que actuaban
conjuntamente, má$ o menos conscientemente, y con•
tltufan una fuena social. En condiciones normales el
historiador no necesitará saber de un solo.Y único
Campesino descontento, de UJlO sola aldea Insatis-fecha. J>ero millones de campesinos descontentos en
miles ·de&ii!eas son factor que no puede desconocer
Ólñgún historiador. las rm:ones pot las que una per·
sona cualquiera se abstiene de Ci1$0rsc no lntercaan al
bistoriadqr, como no $el> que las mismas nmmes deUO ITUftW7 of rJI• Fundt ltntrolati"""_, DI. W ~ Qp. t.
Sdlad WG<J>, .U.l!S.
(71>) o,
~ A l!ri<f Vw ._ 0/ IM - - .. r....
~
Snor.J ro Oum=IJ A SJ.i• i'ir Mr. llolltu' •oo.t mtirr.-4 z..
,...,,_ 1"76), pi&. Jll).
(25} 1..111W1,
66
terminen la abstención de mil~
de otrOS individuos
de la misma generación, originando con ello una
mengua considerable del lndice de casamieolos: en
18.1 caso podrla ser que resultaSen significativas desde
el punto de vista de la historia. NI hemos de turbar·
nl)s ante la manida aflnnaci6n de que los movimlen·
tos los Inician minorfns. Todos los movimientos e!Cc.
tlvos tienen unos cuantos adalides y, multitud de se·
guldores; pero ealo no quiere decir que iP multilud
no aea esencial para su triunfo. En historio, el nú·
meto euenta.
'ten$0 oún pruebas mejorell en apoyo de mi ~e¡unda lobservoclón. Antores de mucbas y distintaS
et~IM
de p¡nramieto~
- COlíEfd.o
en a¡lühtar
seres 1wm os
· diiiiCStléquo las acciones
. a
resultados
no se rn_popla rua~
Seaba el p&IOr,
tam
lllldJ.c.
, El cristiano
cree que el Individuo, al obrar conscientemente para
sus propios fines, no siempre aluuistas. es el aaentc
Inconsciente de los designios divinos. E.l cvlclos pd...ados, bencfleios públicos- de Mandeville era una ex·
pre&ióh temprana y deliberadamente paradójica de
este descubrimiento. La mano oculta. de ~Smitb
y la •astucia de la ra26n• de HeS!'l• que ünp.!!]sa a Jos
~ra
por ella y a ha~ets
il~:t!IJneoS
dé _.!~s
••'Pot- ~ás
que eJlQ;C¡_!lan estar sa~ro
·
clcodo sus propios deseos, son demasiado c:onocldu
como pnra requerir citas. cEñ !11 prodUcción soclnl
de sus medios de produccióD•. escribía Marx en_.lll
prólogo " su Critica lk la Ecorumtla PoÚt~lc;
·~
hüiilanos cntr~-opeaS
y n~esa·
eiorn:s üíilcpendientes de su vo!Wltad• . .m hombre
~nscl
nteliéñ
para si. ~
es JnstrWDeniO Inconsciente de la consecución de los lilstórloos y un!·
67
versales anhelos ele Jo humanidad•, escribió Tolstoy
en Guerra y Pat, haciéndose eco de Adam Smlth {27).
Y nqui, para concluir con esta antologia que ya se
está haciendo larga, citaremos al profesor Buterfl~
:.
•Hay, en la naturaleza de los acontecimiéíuos blst rl·
cos;-aJgo que_tuerce_el c~
histórico en ona direc•
ci6n qile ningún hombre •• propuso- ñunca segutr,. {18). De5de 1914, después de tmrucunido un
siglo sin otras guerras que amflic:tos menores localizados, hemos pando por dos guern;s mundiales. No
seria explleaci6n plauslbe de ...te fenómeno sostener
que eran m:l$ los Individuos que querian la guerra, o
menos los que querían la pn, durante Ja primera
mitad del ·s iglo XX que en las últimas tres cuartas
partes del XIX. Dificil resulta creer que un individuo
cualquiera se buble116 propuesto, o deseara, la gran
depresi6JI econ6mJea de los años treinta y t.antos.. Y
sin em~
fue, a no dudarlo, tmída por las acciones
de individuos, cada uno de los cuales se propoaia
conselentemeote otro fln radil:almcnte distinto. Tampoco puede decirse que el diagnóstico de una discn>
panda entre las intenciones de un individuo y los
resultados de su acción, deba siempre aguardar al
denodotención de Ju
ftlsloriador retrospectivo. ·~o
~ra•,
escribió l.od!J~
deWOOdrow Wilson en
mano de 1917. •pero tenfo la 1m presión de que le
zírriisrrarán Jos aconrechruentos• (2!1). Es Ir colltra
toda evidenca sugenr que la hlsíOria pueda escrlblFse
fiiñOáñ®se-e.rce;,plieaciooes en temunos ílé'lji¡;n(n) L TIUJOI. t:&t4rr• 7
hl. b . a.p.. l.
(ll} B. -BUTli:Ul1U, 7ltc E•-.lhbmlflf tmd Hls BCuttry (lt+4). p;i.
IÍM JOJ..
.
(1'51) ChW por B. W, Tucm.~r,
(H. Y. J9.SS). P"a. Jll)# lr.wl.
JoliJO.
68
cJp••
El ldqr~tmLZ'
Th• Zlm~TJt4n
m~rl'f
n,
TcltVtftJ
cd. Gr¡.
cione3 llYmanas• {30), o en el relato hecho por sus
"T'nrpll>s-I.Ctores Ú los motivos por los que •en su aiterio obraron comn·lo hicieron•. Los hechos bisfó.
ricos son, por supuesto, hechos acr~p
de indvu~,
mas no de acciones de individuos llevadas a Cibo
aisladamente, ni tampoco de lo' motivos, reales o_
imaginarlos, por los que ellos mismos creen haber
ob111do. Son hechos acerca de las relaciones existe&
tes entre lOs tndzvufuos en el seno de la sociedadJ y
dcremunan, par·
acerca de las fucms so~uc
tW!do de las accjqnes iml!d.u~es
, resultados a
menudo dl,stintos, y a veces contrarios, a los que
se propon!an alcanzar aquéllos.
Uno de los errores m!les_de l11 concepción de)a
l~is:tor
la
man¡cnida por Collingwood, de que tr.Ité en
mi anrcrlor conferencia, fue suponer ue la idea
su cente al acto, y que
vest r el hislnria·
dor, es el pensamiell1
a
individual _Es una
pre.s uposlclón equivocada. !,9_.!JUC ha e
tigar el
l)ruOJ:i!dor es lo que subY"ee &Cacto; y aqul d pe:osamiento o el motivo conscientes dd actor Individual
pueden resultar del todo irrelevantes.
Llegados a este putllo, quieto dedr unas palabras
acerca del papel que desempeña el rebelde o d disidente e.n In historia. Montar la c61ebrc: Imagen del in·
dividuo alzándose en contra de la sociedad es tanto
como relntroducir la falsa antltesis entre ésta y aquél.
Ninguna sociedad es del todo hom¡~nea.
Toda sociedad es escenario de eonflic.t os sociales, y los individ~
se ~D.JUo&
t:nemigo¡ de-=¡ñ jj'jjij;T;:
tanto como los que la aeom~
d-;d ~-¡;son.
(JO} Bua lcato pcft~
•1 llbrO de 1* '8crlln. IJUtorW
l~tni:,.
bfJI17 (ltS4). Jil• 7, donde JIIU'OU: at:Ortle)&rlc que 11 hbwri11 se escrl·
ba •n c•to• tlrmh1os.
69
dueto y reflejo de dicha. sociedad. Ricardo II y CataUna la Grande representaban fuerus soc:lales poderosu en la 'Inglaterra del siglo . XIV y en la lW.!Ia
del xvm; pero también las repl'e-'entaron Wat Tyler
y Pu¡achev, el líder de la gran rebeUón de los siervos. Tanto Jos monarcas como Jos rebelde& son pro-
ducto de las condiciones espec([lcas de su Uempo y
pols. Hacer de Wat Tyler y de Pugacbcw Individuos
alzudos contra la sociedad es incurrir en unu simpli·
ficaclón capaz de ipducimos " error. Si no hubieran
sido más que eso, el historiador no hubiera tenido
noticia de ellos. Deben su papel histórico a la ""1.""
de •us seguidores, y son significativos como !enómonos sociales, o no lo'#n de nin¡¡Un moclc. O paaernos
, en
al caso de un destacado rebelde e it¡djy~a
un nivel más elaborado. Pocas pe.n onas han reaccionado de modo m.á s violeruo y m6s .radical que~
sebe contra la sociedad de su ti~
lui!!:· Y ain
embargo ~;,tzsc
productoto de la sociedad europea, y más especlflcamente alemana.. un f.,.
ñifmeno que no Pod!a haberse dado en China ni en
Pero. Una generación despu~
de muerto Nlel%schc,
reaultó más evidente que lo babia .sido para sus coetiÚieos la virulencia de las fuerzas sociales europeas,
y m4a especfflcamente elemanas, de los que aquel
Individuo había sido fiel trasunto. Y Nietzsche fue
una figura más significllti"'' p!l111 la posteridad que
para su propia generación.
I!l piiJ)el que desempeña el rebelde en lA hbtoria
!lene derta analogia con el del gran hombre.~
~o_
~de
la historia cen1r;ida ~
~ n hcm~-n1t
ta escuela deJa
de ,
e inoda b;u;e WJos
""• l!!:!$ a lo
c:ualasoma alguna vez su poco agrci~I!l
~'!:.
10
;;!/::S zt
diroctor de una serie de popubres manuales de historia, comenzada despu~
de la segunda Guerra M~m
d.ial. Invitaba a sus autores a •desarrollar wi tema
histórico importante mediante la biograffa de uo
gran hombre•; y A.. 1. P. Taylor decla eu uno de sus
ensayos menores qu.c •la blstoria contemporinoa de
Europa puede escribirse en función de tres- tilanesi
Napoleón, Blnnarck y Lenin• (31), a pesar de lo cual
no ha emprendido, en sus esciito.J más &crlos, la puu·
ta en pdcUca do proyecto tan precipitádo. ¿Qut pa·
peles el del gran hombre en la historia? El gnutJ!9Jil·
Jl!e es un Individuo y. siendo como el' ÚldMdualldad
aobiiSííli te, es asimismo fenómeno social de so&res ente importancia. • Es verdad evidenteo, apuntaba
Gibbon, cque lOS tfempos deben corresponder con los
personaje• utraerdlnarios, y que el genio d.e CromweU o el de Retz. (enec:erian ahon en la oscuridad• (31). Marx, en El dieciodro Brumtlrlo de LuJ.s
Bo114parte, diagnosticó el fenómeno contrario: •La
guern de clases en Fnmcia creó circunstancias y relaciones que bic:leron posible que una mediocridad
palmaria se exhibiese solemnemente con atuendo de
héroe•. Oc haber nacido Bisma.rclt en el siglo xvw
-hipótesis absurda puesto que no babria sido Blsmarck-, ni liabrla unido a Alemaniá, Di e.caso hubiera sido gran hombre en absoluto•. Pero uo creo
que sea preciso rebajar a los grandes hombres tilcl4n·
dolOs, eqmo To.lstoy, de meras <etiqqetas para dar
nombre a Jos acimlec:lmien:tos•. A veces, indudablemente, puede tener eonsecuepcias siniestras el culto
dd ¡¡ran hombre. El superhombre de Nietuche es
uoa ft¡¡ura que repele. No necesito recordar el easo de
(lll ._,, P. b'IWI, '""" x.,..r... ,¡, Sulia (Jl
~ pq. 74.
on4 Foil o( tt../1-= &!pin, cap. IDo
tlll
a-.-.,.
71
Hitler, nllu gr.~Ves
secuelas dele culto a la pcnona·
Udad• en la Unión Soviética. Pero llUDpoco me p.r opongo menosabar la grandeza de los grandes bombt'O$; nl suscribo la tesis segün la cual clos grandes
bom~s
son casi invariablemente hombres perversos•. La opinión g_ue yo quisiera demoler es l;_q\!!E!:
109
- ~ los
grandes personajes al margen de la historia
y lo:r imagina impoméndQ.se a la li:í5torin eq virtud
de süíii'iiñáeía;""como •tentetiesos que asoman milaBrósnmente de lo desconocido, para venir a lnterrum·
plr la continuidad real de la bist.ori!J• (33). Aun hoy
dudo que pueda mejorarse la chulea deserlpción de
Hegel:
Algo por el estilo qwei-e decir el Dr. Leavl.s cuando afirma que los grandes escritores tienen •importancla en razón de la lucidez humana que suscl·
tan» {35). Bl gran bombre es siempre ropresentallvo
de fuerzns existentes o de fuerzas que coadyuva a
crear, desafiando a la autoridad·vigente. Pero tnl vez
deba reconocerse el más alto edo de ¡;¡¡¡;acfiiiid
creacllíra a los grandes hombres gue. como Cromwell
o'l:enirt;-eontnb'uyeron a moldear !as
nas ue ie~
hlclero.!l.J!! es, y no aquellos que cabalgaron hacia
la grandeza montados en fuerzas ya ex\stenies, como
-
-
Napoleón o Blsman:k. Como tainpoco debemos olridar a aquellos grandes hombres que de tal modo ~
a.delantaton a su ~na.
que su grandez.ll sólo fue ~
eonoc.ida po"r las generaciones posteriores. Lo que me
parece esOllclal c:o ver en el ~
hombre a un lndl·
ví~!l
- clei!~ado,
a la vez producto y ageñiede!_PJO'
ceso histórico, representante tantg_com,0 cren~
fuenas socil!tcl! -qüe cambian ln faz d.cl mundo y el
pcñsiiiñieino de IS!,S l•om§:es.
"""'"AS'fPuesJ la h oriOin sus do _sentidos -In jo..
vesligadón evada a cabo por el lllst · do
os
hec os o pasado que él estudia-, es un proceso s~
éiiil, en cl que pliñ!C'ípan los mdividuos en calidlid de
seres aoclgt!!S; y i8 supuesta antítesis entre la sociedad y el individuo no es sino un despropósilo inter·
puesto en nuestro camino para roofundirn<w el pen
samicnto. El prpg:so rrclprom de interacción entre
el historiador y sus hechos. lo que ~
llammdo el
di~J>&!U.trc
CJ pásado y el p~
ñií "" dj:llo¡o
ciíire lndlvlduos abstcaetos y aislados, sino entre La
s«teda!Lde::Jioy..y- la--sociedad- de--aye,. La historill.
coino dijo Burcl<hardt, •es el conjunto de lo 9ue una
ép~.JLIWC"irU!fO
d;:.atención.en-otm• (36). El
pasado nos resulta Inteligible n la luz del presente
y sólo podemos comprender plenamente el presenten
In luz del pasado. 'Hacer que el hombre u ¡u¡¡¡¡¡¡,
P.rendcr lo sociedad e p~sA.;!o,
e inc.r eroentar su
dominio de la sociedad del presente, tal es la dohle
Ft·--ff<- ri• i'!'t htdnnri
(lll v. o. enu.ra.IIW.oly (IW1). pta. o.
00 Fllowllo dd d<ndw>.
llS1 f . R. '-"\WC• n..·o,_
7l
~
(DMI. .... L
()6) J.. lk..Xtc•..,-.
...,¡ lo¡, """ lSI.
ludt'~M\IJ
M
Hinury tM.d UI.Jtorlal (t!Sf).
•
73