–Análisis de Política Exterior Argentina –
Nº 7
Los Análisis de Política Exterior Argentina (APEA) representan un espacio del
Observatorio de Política Exterior Argentina iniciado en 2013. Se trata de breves informes
mensuales acerca de algún tema de la agenda de la Política Exterior Argentina, desde la
perspectiva de los miembros de nuestro equipo de trabajo. A diferencia de los informes
semanales del OPEA, cuyo objetivo es obtener noticias de los principales periódicos de
tirada masiva del país y relatar los datos alcanzados procurando no volcar ningún tipo de
valoración personal; los APEA tienen por fin realizar aproximaciones analíticas a la PEA,
en algunos casos, a través de instrumentos teóricos.
Tanto el OPEA como el APEA surgen en el marco de la Escuela de Relaciones
Internacionales de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales,
Universidad Nacional de Rosario. Asimismo, se realizan en forma conjunta con la
Graduación en Relaciones Internacionales de la Universidade Estadual Paulista “Júlio de
Mesquita Filho”, Brasil; el Programa de Relaciones Internacionales de la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de la República de Montevideo, Uruguay y la
Secretaría de Información y Comunicación para el Desarrollo", Presidencia de la
República (SICOM), Paraguay.
El OPEA y el APEA se encuentran coordinados por la Dra. María del Pilar Bueno y
están integrados por: Agustín Albini, Agustina Balvidares, Antonela Busconi, Lic. Samanta
Colman, Trad. María Julia Francés, Jessica García, Gisel López, Ariana Noir, Lic. Leandro
Pérez, Lic. Virginia Rocchetti, Florencia Tinnirello, Ezequiel Virgilio, Nabih Yussef.
Los invitamos a leer más sobre los integrantes, así como relevar nuestros informes
en www.opeargentina.org
“Argentina-Belice. Notas sobre un vínculo incipiente”
Trad. María Julia Francés
Introducción
La denominada cooperación Sur-Sur es una temática que resurge en las agendas
regionales y particularmente en el caso argentino. En tiempos recientes se ha hecho
creciente referencia a dicha cooperación en los discursos sobre política exterior, tanto
como en los encuentros de mandatarios y diplomáticos argentinos con sus pares
extranjeros es la búsqueda de instancias que refuercen y multipliquen los esfuerzos en
pro del desarrollo1. Es así que la cooperación de esta naturaleza aparece con frecuencia
como instrumento para la integración y el fomento de los vínculos entre dichos países,
pero también como un objetivo considerado loable en sí mismo al permitir mejoras en la
calidad de vida de las personas y concretar valores como el horizontalismo y la equidad,
según los distintos planteos2.
En el presente artículo nos proponemos analizar un caso particular que fue
enmarcado bajo esta égida, el de los acuerdos entre los cancilleres de Argentina y Belice
en octubre de 2013. Para ello partimos de otorgar una definición más acabada del
concepto de Cooperación Sur-Sur para luego hacer un breve análisis de los acuerdos.
Cooperación Sur-Sur
Una posible definición es la planteada en la Conferencia de las Naciones Unidas
de 1978, que la describe como un “proceso consciente, sistemático y políticamente
motivado, elaborado con el objeto de crear una estructura de vínculos múltiples entre
países en desarrollo”. Si bien esta definición es bastante amplia, nos permite una primera
aproximación a la cuestión al delimitar algunos ejes significativos. Cabe destacar que
algunos autores lo consideran un fenómeno nuevo, pero que según el Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se remonta incluso hasta 1954 (SEGIB,
2009). Debemos remarcar que muchos autores, como Ayllón (2010), sitúan el surgimiento
de este tipo de cooperación a partir de la toma de conciencia del Sur plasmada en la
Conferencia de Bandung, donde este se convierte en una herramienta y una meta.
De esta manera, se relaciona estrechamente con la puesta en escena de
reivindicaciones por parte de países en desarrollo e incluso, a veces, con visiones
antiimperialistas, anticolonialistas y tercermundistas. Desde un principio, a este tipo
cooperación se le atribuían objetivos amplios relacionados con la creación de un nuevo
orden económico internacional, el fomento de relaciones internacionales más justas y el
fomento de nuevos principios generales en el orden internacional (Colacrai, 2009).
La extensión en el uso del concepto y la falta de acuerdo entre los autores en una
definición estricta nos lleva a plantear una doble interpretación, siguiendo a Lechini
(2012). Por un lado, puede tomarse en un sentido amplio, como la promoción de "la construcción de alianzas políticas, principalmente en ámbitos multilaterales", como "una
relación esencialmente política que apunta a reforzar las vinculaciones bilaterales y a
formar coaliciones en los foros multilaterales, para obtener mayor poder de negociación
conjunto, en defensa de sus intereses" (Lechini, 2012: 18). Sin embargo, debemos
reconocer que su uso es muchas veces más limitado al sentido de lo que Lechini
denomina "cooperación técnica", por la que se entiende "la transferencia de capacidades
técnicas y administrativas (el know-how o saber-hacer) entre los propios países en
desarrollo". Ayllón (2010), por ejemplo, afirma que se trata de "la transferencia sistemática
y sostenida de experiencias, conocimientos y técnicas demostradas y reproducibles". Es
1
No entraremos en los detalles sobre las diferencias entre términos como cooperación horizontal, vertical y
otros similares, sino que más bien nos concentraremos en la Cooperación Sur-Sur, ya que este es el término
que fue utilizado por la Cancillería Argentina para describir los acuerdos logrados en la visita del canciller de
Belice, Wilfred Elrington, a la Argentina.
2
Ver Fo.Ar para el caso argentino y Declaración de Buenos Aires.
interesante tener en cuenta también que este intercambio de capacidades puede darse en
el ámbito artístico-cultural y hasta deportivo.
Por último, detectamos el uso del término también en sentido económico, donde
algunos autores lo relacionan con la conformación de mecanismos de integración
regional, con estrategias para la "autosuficiencia colectiva", con la búsqueda del bienestar
a través de la cooperación en aspectos comerciales y hasta a veces se confunde con
fomento al comercio o ayudas financieras3.
A partir de lo anterior, vemos que la Cooperación Sur-Sur puede englobar distintas
herramientas para lograr objetivos específicos y particulares (en especial la técnica) o
puede considerarse como una menta en sí misma para la realización de valores más
amplios, como la justicia en el orden internacional o el desarrollo.
Una vez hechas estas consideraciones teóricas, creemos importante recordar las
reflexiones del canciller Héctor Timerman en la revista número 10 del Fondo Argentino de
de Cooperación Sur-Sur y Triangular (Fo.Ar) en relación con el Bicentenario y la
cooperación argentina. Respecto a ello, el ministro puso especial énfasis en la
continuación, a lo largo de los años de vida independiente del país, de una visión de
"Patria Grande" para "consolidar un enfoque común en la posición de la región en el
contexto internacional" (Timerman, 2010:8). En este sentido, dicho funcionario consideró
a la Cooperación Sur-Sur como herramienta principal para avanzar en las relaciones con
la región y los demás países del Sur, para lograr metas de desarrollo de modo sostenible.
El canciller la caracterizó como un "intercambio entre pares (...) con beneficios mutuos y
sin condicionamientos" (Fo.Ar 2010), refiriéndose ya específicamente a la cooperación
técnica.
A lo largo de este y otros artículos producidos por la Cancillería, así como el
diseño mismo4 de los informes de organismos argentinos sobre cooperación técnica, es
evidente que el país pone especial énfasis en las acciones y proyectos con los países
limítrofes y, en segundo término, con el resto de Latinoamérica, como región de particular
interés por su vínculo identitario. No aparecen como prioritarios (incluso forman parte de
categorías "residuales") los países americanos no latinos.
Esto último nos remite a la cuestión del latinoamericanismo en la política exterior
argentina (PEA) y el rol que les cabe tanto a los países latinoamericanos más allá de los
limítrofes (e incluso, de Sudamérica) y a los países que podrían considerarse del "Sur"
dentro del continente americano sin ser latinos, es decir, los caribeños (en particular los
que conforman el CARICOM). En artículos anteriores del Observatorio de Política Exterior
Argentina (OPEA), nos hemos referido a la región centroamericana y a la importancia
3
Sin ahondar demasiado en el tema, podemos mencionar diversos programas de acción para la cooperación
económica (como el de Caracas) entre países en desarrollo donde se plantean objetivos relacionados con
políticas comerciales, prioridades otorgadas de un país en desarrollo a otro, asistencia entre organizaciones
comerciales, promoción de productos del Sur, etc. Ver informe de FAO (1984) "Promoción del comercio
agrícola entre países en desarrollo", Estudio de Desarrollo Económico y Social número 41, Roma.
4
El FO.AR divide los destinos de cooperación de la siguiente manera: países limítrofes; otros países de la
región; más allá de la región. Esto demuestra que, mientras analiza en conjunto regiones tan disímiles como
Medio Oriente y África, separa a los países de la región para su análisis en particular.
relativamente menor que se le asigna en la PEA (APEA 2, 2013). Al hacerlo, sin embargo,
detectamos algunos temas centrales no desdeñables, como el comercio, la cooperación
técnica y la cuestión Malvinas.
La Cooperación reciente entre Argentina y Belice
En el presente aporte, nuestro foco está puesto en un país que, si bien
geográficamente se encuentra en el istmo centroamericano (y participa con sus vecinos
en diversas organizaciones regionales), muestra características identitarias e históricas
que lo acercan al Caribe anglófono y lo diferencian de los países que lo rodean, incluso
llegando a plantear diferendos.
Aquí nos parece importante recordar el debate que se produce en distintas
disciplinas sobre qué es una región y cómo se definen las regiones en el mundo.
Podemos rescatar, por ejemplo, la categorización que al respecto hace Benedetti
(2008:1): "En el pensamiento geográfico, la categoría región adoptó tres sentidos
fundamentales: división de un territorio, construcción política e identitaria e instrumento
conceptual. A su vez, se pueden reconocer seis perspectivas conceptuales diferentes
sobre la región: fisiográfica, humana, funcionalista, humanista, económico-política y
político cultural". Mientras que desde una perspectiva politológica, puede afirmarse la
"relatividad" del concepto, cuando autores cono Nye plantean que "lo que para un
propósito es una región tal vez para otro propósito no es una región" (en UAM-Xochimilco,
2001: 22), mientras que Frey-Wouters considera que se define a partir de criterios como:
"una conexión geográfica, la impresión de pertenencia a una comunidad determinable,
interacción, interdependencia e instituciones comunes" (UAM-Xochimilco, 2001).
Mientras que Belice forma parte del Sistema de Integración Centroamericano
(SICA), también es miembro de la Comunidad del Caribe (CARICOM). Por su historia
colonial, se vincula tanto con sus vecinos continentales (fue colonia española) como con
los insulares (fue territorio del Reino Unido). Pero estas conexiones no están libres de
pugnas y, por ejemplo, su historia colonial española determina su actual conflicto limítrofe
con Guatemala y las declaraciones en su contra de otros países centroamericanos, así
como su posicionamiento respecto a otros diferendos latinoamericanos, como es el caso
de la cuestión Malvinas. Además, es interesante pensar que los reclamos de Guatemala
enfatizan la historia colonial española en la zona, lo que, dependiendo del criterio que
tomemos en cuenta, podría hasta implicar su pertenencia a Latinoamérica.
A partir de todos estos elementos teóricos, consideramos pertinente plantear que
el objetivo del presente artículo es analizar la visita oficial del canciller Wilfred Elrington a
Buenos Aires el 22 de octubre de 2013 desde una perspectiva amplia que arroje luz sobre
la relación entre Argentina y Belice. Para ello tomamos en consideración algunos
aspectos claves para la Política Exterior Argentina: la perspectiva regional, la cuestión
Malvinas y las relaciones económicas, dos temas que consideramos esenciales en la
agenda de la PEA, y la Cooperación Sur-Sur como herramienta y como meta de política
exterior.
En primer lugar, al observar el comunicado de prensa de la Cancillería argentina5
acerca de dicha visita oficial, vemos que la cooperación se plantea dos metas generales:
"fortalecer los lazos" políticos, económicos y culturales entre ambos países y con la región
del Caribe, para luego pasar a detallar los objetivos concretos y proyectos futuros que
resultan de ello, como los intercambios en áreas sanitarias, agropecuarias, de turismo y
música. La interpretación que de ello hicieron algunos medios beliceños fue desde una
visión de la cooperación como instrumento económico y enfatizaron las oportunidades
comerciales que podían abrirse a partir de este entendimiento.
Cabe destacar que las relaciones comerciales entre la Argentina y Belice son muy
escasas, en especial en comparación con las existentes entre la primera y el resto del
istmo. Las relaciones económicas fueron mencionadas en el Comunicado de Prensa
argentino, pero no aparecen como el centro del encuentro ni se destacan avances
concretos a este respecto. Mientras tanto, el palacio San Martín planteó esta cooperación
como una búsqueda de "compartir los avances obtenidos durante la última década",
haciendo uso de esta estrategia de PEA para remarcar cuestiones de política interna.
Para continuar el análisis, podemos retomar algunos elementos conceptuales, y
preguntarnos si la cooperación cumple con las características de sistematicidad,
sostenimiento en el tiempo y motivación política. En el párrafo anterior planteamos
posibles motivaciones políticas y, al tratarse efectivamente de un acuerdo, podemos decir
que fue consciente y no algo momentáneo, accidental o involuntario. Pero el problema de
su continuidad en el tiempo nos remite a la historia de las relaciones entre Argentina y
Belice. En este sentido, a pesar de que Buenos Aires realiza acciones y proyectos de
cooperación técnica con Centroamérica (aunque sean más escasos que con
Sudamérica), los vínculos de este tipo existentes con Belice han sido significativamente
más escasos y no parecen constituir una estrategia sistemática y a largo plazo, al igual
que con la mayoría de los países caribeños.6 De manera más general, vemos que las
visitas oficiales han sido pocas y que la Argentina no cuenta con representación
diplomática en Belmopán, cuando sí lo hace en todas las capitales de sus vecinos del
subcontinente.
Desde una perspectiva más amplia de la cooperación, podemos pensar en su
dimensión política y el hecho de que los dos actores son miembros de diversas
organizaciones internacionales conjuntas, como la Organización de Estados Americanos
(OEA), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el Grupo de
los 77. Sin entrar en los detalles de las posibilidades de cooperación política entre ambos,
queremos reflexionar particularmente sobre la cuestión Malvinas por ser un tema que
consideramos clave tanto para la PEA en general como para esta relación bilateral. Al
respecto, es importante destacar que, en fuerte contraste con las declaraciones conjuntas
entre el canciller Timerman y los estados centroamericanos en su gira por la subregión, el
comunicado de prensa sobre la visita de Elrington no menciona la cuestión ni el apoyo de
Belmopón por este tema.
5
6
Información para la Prensa N°: 256/13.
Ver Violini, 2007:18.
Respecto a lo anterior, es pertinente hacer un repaso sobre esta temática y el
posicionamiento de Belice frente a ella. En primer lugar, cabe destacar que hasta 1981,
este país fue colonia británica. Además, es interesante remarcar que el nuevo estado aún
mantiene un desacuerdo territorial con Guatemala por cuestiones limítrofes que algunos
autores asemejan al caso Malvinas. Si bien cabe aclarar, como explica Laver (2001), que
la principal diferencia entre ambos diferendos es la aplicabilidad del principio de
autodeterminación de los pueblos y que su tratamiento en la Asamblea General de las
Naciones Unidas es significativamente distinto, ello no disminuye la importancia de su
existencia para la relación bilateral tanto para las declaraciones al respecto desde Buenos
Aires como las realizadas por Belmopán. De hecho, también debemos pensar en el
posicionamiento de Argentina frente al diferendo guatemalteco-beliceño dadas sus más
fluidas relaciones con aquel país latinoamericano, en especial en las áreas de
cooperación técnica y comercio7.
Vale mencionar que Belice, a diferencia de la mayoría de los países americanos,
votó numerosas veces en contra de resoluciones de la Asamblea General en relación con
la cuestión Malvinas, como la 37/9, la 38/12, la 39/6, la 40/21, la 41/40, la 42/19, la 43/25.
Sin embargo, a partir del nuevo siglo, este país comenzó a acercarse a las posiciones
más favorables al reclamo argentino en organismos regionales y, con ciertas
resistencias8, participó de declaraciones en apoyo al país latinoamericano en contextos
como el Grupo de Río, la Celac (2010) y los llamados a reanudar las negociaciones
realizados por la OEA (Violini, 2007).
Volviendo a la visita oficial que nos ocupa, consideramos relevante que dichas
cuestiones no hayan sido mencionadas. Sin embargo, esto no significa que el tema no se
discuta en la relación bilateral. Un ejemplo de ello fue la exposición realizada por la
embajadora María Fernanda Cañás en 2013 en la Universidad de Belice respecto a esta
cuestión9.
Por último, a partir de las consideraciones realizadas en párrafos anteriores,
creemos sugerente que los encuentros con el canciller beliceño hayan sido enmarcados
por parte de la diplomacia argentina como pertenecientes a una estrategia general de
acercamiento a la región caribeña. Como explica Violini (2007), este vínculo no ha sido
muy desarrollado y no cuenta con un lugar relevante dentro de la PEA. De hecho, el autor
considera que los lazos durante algunos períodos de tiempo han sido casi nulos y que su
tratamiento en medios académicos y especializados es desdeñable. Sin embargo, cabe
destacar que la invitación a Elrington tuvo lugar tan solo unos meses antes de los
encuentros de funcionarios argentinos con representantes de Guyana (también miembro
del CARICOM) que, por cierto, sí produjeron declaraciones respecto a Malvinas.
La estrategia de acercamiento con el Caribe parece mostrar distintos momentos de
impulsos sin demasiado sostén en el tiempo, como en el caso de la participación
argentina en la Asociación de Estados del Caribe (AEC), el temprano establecimiento de
7
Ver ponencia del OPEA para SAAP 2013 “Las relaciones argentino-centroamericanas en la Política Exterior
actual” en www.opeargentina.org
8
Según artículo periodístico en Página 12: Abrevaya (2010) "Lula se puso la celeste y blanca", Página 12,
nota del 24/02.
9
Ver Boletín de la Universidad de Belice volumen 2, número 6 de 2013.
relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas argentinas en la región que terminan
quedando limitadas a tres, la reapertura de la embajada argentina en Georgetown en
2011, los diálogos entre el Mercosur y el Caricom (en especial en 2006), entre otros
(Violini, 2007). Recordemos, además, que las relaciones diplomáticas con Belmopán se
realizan a través de la embajada argentina en Guatemala, país centroamericano y no
caribeño y que una posible instancia de encuentro entre Belice y Argentina sigue siendo el
SICA, organismo centroamericano10.
Consideraciones finales
A partir de todo lo afirmado, cabe preguntarse: ¿existe una ambigüedad en las
consideraciones acerca de la cuestión de a qué región pertenece Belice desde la
perspectiva argentina?
En este punto podemos retomar la cuestión de cómo se construyen las regiones y
el planteo que hicimos al principio del artículo respecto a que depende de la perspectiva
que se tome. Para Belice, que la Argentina lo vea como parte del Caribe y no de
Centroamérica o incluso Latinoamérica puede influir en la jerarquización que se le otorgue
dentro de la PEA y, en particular, en los niveles de cooperación que puede llevar a cabo
tanto en su dimensión política como en la económica y técnica. Vemos que hay un
contraste importante entre las pocas pero fluidas relaciones argentino-centroamericanas y
los más escasos vínculos entre el Caribe y Argentina. ¿Puede deberse a una priorización
de la región Latinoamericana? Es una pregunta pertinente pero que excede los límites de
este estudio.
Para concluir, consideramos que, a pesar de no haber entrado en detalles sobre
algunas cuestiones relevantes para la relación entre Belice y Argentina, la visita
diplomática del canciller Elrington a Buenos Aires nos permitió retomar algunas temáticas
importantes para el análisis de la PEA en general y de los recientes acuerdos de
cooperación en particular. Vemos que para comprender el contexto en el que se dio dicho
encuentro diplomático es importante entender cuáles son los temas de agenda relevantes
para cada país y en su relación bilateral, así como tener en cuenta algunos conceptos que
se tornan esenciales, como el de cooperación y el de región. La evaluación que hace
cada país sobre la pertenencia de cierto otro país a determinada región puede tener
implicancias para la estrategia de política exterior que lleve adelante con este y los temas
de agenda que incluya en esa relación particular. En el caso que nos ocupa, el hecho de
que Belice haya sido colonia británica (y se identifique con el Caribe), la relación argentina
con los vecinos del estado de reciente independencia (en especial con Guatemala) y
aquella con el Reino Unido (en particular respecto a Malvinas) pueden influir en la toma
de posición de cada uno respecto a las cuestiones territoriales que tienen especial
preeminencia en sus políticas exteriores y en las posibilidades de llevar a cabo una
cooperación política relevante. En este contexto, la cooperación técnica podría lograr
objetivos limitados pero necesita de sistematicidad y solidez a largo plazo, así como de un
vínculo fluido más amplio que priorice la región, para que no se trate solo de impulsos
esporádicos a la relación bilateral.
10
Para mayor información acerca del diálogo argentino con la SICA, ver ponencia del OPEA para SAAP 2013
“Las relaciones argentino-centroamericanas en la Política Exterior actual”.
Bibliografía
Ayllón Pino, Bruno (2010), "El impulso a la Cooperación Sur – Sur en América Latina:
¿nuevas formas de cooperación regional", en Brevario en Relaciones Internacionales,
junio, número 16.
Benedetti, Alejandro (2009), “Los usos de la categoría región en el pensamiento
geográfico argentino", en Scripta Nova, Vol. XIII, núm. 286, 15 de marzo, Barcelona,
disponible en: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-286.htm
Colacrai, Miryam (2009) "Escenarios Y Desafíos De La Cooperación Sur-Sur A 30 Años
De La Declaración De Buenos Aires", Documento de trabajo Número 1, Centro de
Investigación en Cooperación Internacional y Desarrollo, Escuela de Humanidades de la
Universidad Nacional de San Martín.
Fondo Argentino de Cooperación Horizontal (2010), "Cooperación Sur Sur y Triangular de
la Argentina", Revista N° 10, Buenos Aires.
Laver, Roberto (2001), "The Falklands/Malvinas Case: Breaking the Deadlock in the
Anglo-Argentine Sovereignty Dispute", La Haya: Martinus Nijhoff Publishers
Lechini, Gladys (2012), "Reflexiones en torno a la cooperación Sur Sur", en Argentina y
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Editora.
Secretaría General Iberoamericana (2009), "Informe de la Cooperación Sur-Sur en
Iberoamérica 2008", Estudios SEGIB nº3, Madrid.
UAM-Xochimilco (2001), "Sobre los conceptos de región y regionalismo”, Material del
Doctorado en Ciencias Sociales.
Universidad de Belice (2013), Boletín, volumen 2, número 6, disponible en:
http://issuu.com/universityofbelize/docs/ub_e-bulletin_vol_2_issue_6
Violini, Patricio (2007), "La Argentina y la Comunidad del Caribe (CARICOM):
Aproximación a una relación bilateral incipiente ", Centro Argentino de Estudios
Internacionales - Programa Política Exterior Argentina, disponible en www.caei.com.ar
Artículos periodísticos:
Abrevaya, Sebastián (2010), "Lula se puso la celeste y blanca", Página 12, nota del 24/02,
disponible en www.pagina12.com.
Comunicado de Prensa Cancillería Argentina, Información para la Prensa N°: 256/13,
disponible en www.mrecic.gov.ar