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85 RECENSIONES Histórico Nacional-Universidades, de los que destaca aparte un apéndice con doce transcripciones; todo ello, además, queda ilustrado en las treinta y siete figuras de que se acompaña, entre reconstrucciones planimétricas hipotéticas del estado original, fotografías históricas del archivo de la familia Cid y material gráfico del propio autor. Sirva su trabajo, pues, para conocer, reconocer y poner en valor una historia y un patrimonio hasta ahora condenados al olvido. Pablo Allepuz García Instituto de Historia, CSIC Cano de Gardoqui García, José Luis y Pérez de Tudela Gabaldón, Almudena: La correspondencia de Felipe II con su Secretario Pedro de Hoyo conservada en la British Library de Londres (1560-1568). Valladolid: Universidad de Valladolid, 2016, 308 pp. [ISBN 978-84-8448-897-2] Cuando en 1559, tras cinco años de ausencia y su reciente matrimonio con Isabel de Valois, Felipe II regresó a España como el soberano más poderoso de la Europa de su tiempo, se puso en marcha un ambicioso programa de encargos artísticos destinados a proporcionarle un conjunto de residencias adecuadas a su condición. Para ello el monarca reunió a numerosos artistas, artífices y operarios, españoles y foráneos, súbditos suyos en su inmensa mayoría y todos ellos de notoria pericia, cuyas diversas actividades dieron como fruto algunas de las piezas más señaladas de lo que más tarde serían los Sitios Reales. Ante la desaparición o la profunda transformación de estos conjuntos palaciegos, las fuentes documentales permiten recuperar el conocimiento de múltiples aspectos sobre los proyectos originarios, su configuración, su proceso creativo, la identidad de quienes lo protagonizaron o su coste material, entre otras cuestiones. Frente a la frialdad de las anotaciones contables de la Casa Real o los documentos contractuales, el acceso a la correspondencia en la que se recoge el propio parecer del Rey sobre estos asuntos, como se nos ofrece en este libro, presenta un elevado interés. Desde 1560, en el mismo comienzo de ese potente proceso impulsor de la actividad artística promovida por Felipe II, hasta 1568, año de la muerte de su secretario de obras, Pedro de Hoyo, se cruzaron entre ambos numerosos “billetes” que contienen el testimonio vivo y directo sobre tan vasto propósito real, que comprendía la remodelación del Alcázar de Madrid, la construcción del Palacio de Valsaín, la ampliación de los palacios del Pardo y de Aranjuez, además de ciertas intervenciones de menor alcance arquitectónico en otros lugares (La Fresneda, Aceca, la Casa de Campo, el convento de la Esperanza en Ocaña, etc.), así como el arranque del gran empeño del Rey Prudente, el Monasterio de San Lorenzo el Real, en El Escorial. A través de las noticias y consultas que el secretario envió al monarca, quien añadió su aprobación o sus órdenes en los márgenes del papel, De Hoyo se revela como el engarce necesario entre el soberano y la realidad de las obras, dado que controlaba cuanto afectaba a éstas, ya fuera el abastecimiento de materiales, el pago a los maestros y obreros, el avance de los trabajos, o la actividad y la localización de los arquitectos, de lo que tenía puntualmente informado al monarca, gracias a la gran agilidad de movimientos, no sólo de los correos, sino también de los maestros, del secretario y del mismo Felipe II. El fiel servidor real también se ocupaba de que llegaran a palacio las trazas, las monteas y los modelos que demandaba el soberano y que permitieron que éste tuviera una idea precisa de todo lo que se llevaba a cabo o se iba a realizar, al tiempo que ambos se afanaban en obtener los recursos económicos necesarios, que pronto fueron progresivamente crecientes y más difíciles de conseguir. Por medio de estos “billetes” nos llegan noticias de los grandes arquitectos (Juan Bautista de Toledo, Gaspar de Vega o Herrera), pero también de otros aspectos del entorno palaciego, como la búsqueda, la distribución y el almacenamiento del agua necesaria para los jardines, la selección de las plantas, el cuidado de la caza o la importación de peces para los estanques. Todo un microcosmos al servicio de la gloria real. Tal corpus epistolar no se integró en las series documentales de los grandes Archivos de la Corona (General de Simancas y General de Palacio), ya que se dispersaron tras la muerte del secretario filipino, como se explica en la introducción de este libro. La existencia de una parte importante de este fondo en la British Library fue dada a conocer por Gayangos en el siglo XIX, pero había permanecido inédita en gran parte, así como otra más reducida en la Hispanic Society de Nueva York. Otras remesas, en el Archivo Zabálburu y en el del Instituto de Valencia de Don Juan, fueron transcritas y usadas en sus estudios por Íñiguez Almech y De Andrés. La transcripción y la edición crítica de los numerosos billetes de la colección británica que se presentan aquí son una gran aportación al conocimiento de las empresas de los primeros años del monarca. Los ediArchivo Español de Arte, vol. XCI, n.º 361, pp. 79-96, enero-marzo 2018 ISSN: 0004-0428, eISSN: 1988-8511 86 RECENSIONES tores de estos documentos, Cano de Gardoqui y Pérez de Tudela, expertos investigadores sobre las obras y el arte promovidos por Felipe II, guían al lector con las notas que explican términos poco usuales, identifican a los personajes citados y proporcionan las referencias bibliográfícas sobre los edificios o los asuntos tratados. Dos utilísimos índices de nombres y lugares ayudan a seguir las noticias sobre ellos que se encuentran dispersas en los documentos. María José Redondo Cantera Universidad de Valladolid Plaza, Carlos: Españoles en la corte de los Medici: Arquitectura y política en tiempos de Cosimo I. Madrid: Centro de Estudios Europa Hispánica, 2016, 565 pp., 15 planos, 212 ilus. [ISBN: 978-84-1524556-8] La publicación de este libro de Carlos Plaza, editado por el Centro de Estudios Europa Hispánica, es una gran noticia que nos permite reflexionar sobre la gran paradoja historiográfica que supone la tradicional ausencia de referencias a la monarquía hispánica en los estudios sobre la Toscana del siglo XVI, obviando su preeminencia política sobre un Mediterráneo occidental caracterizado entonces por “un común intercambio de ideas, modelos y personajes favorecidos por un mismo signo político”, según afirma el propio autor en la introducción. El libro, prologado por Howard Burns, se estructura en dos grandes bloques. El primero, titulado “España y Florencia en el siglo XVI”, desgrana las coordenadas principales para comprender el análisis arquitectónico posterior. Por un lado, el autor detalla el marco sociopolítico que relaciona las cortes Medicea y Habsburgo, con especial hincapié en el rol desarrollado por algunos españoles en la incipiente corte florentina, tras el matrimonio de Leonor de Toledo con el duque Cosimo I. Mención aparte merecen las páginas dedicadas a definir los conceptos fundamentales de meta-patronage y de identidad arquitectónica local. El segundo bloque, titulado “Gens Nova: comitentes de arquitectura españoles en Florencia”, profundiza en las ejemplares iniciativas edilicias de tres personajes, con raíces españolas, que hacen fortuna en la corte toscana: De Antonio Ramírez de Montalvo, favorito del duque Cosme, se analiza su famoso palacio en el actual Borgo degli Albizzi, así como sus diferentes villas en torno a Florencia y en su señorío territorial de Sassetta; de Fabio Arrazola de Mondragón, mayordomo y favorito del heredero Francesco I, se estudia su palacio en via dei Banchi, y, finalmente, del balì de la Orden de Santo Stefano, don Baltasar Suárez de la Concha, su palacio en via Maggio. La mayoría de los edificios subsisten íntegros, pero la escasez documental del siglo XVI, unida a las transformaciones y usos posteriores, dificultan la lectura de sus elementos originales, por lo que Plaza amplía la cronología de estudio y logra, con gran acierto, reconstruir los proyectos quinientistas. Este meritorio trabajo de archivo, cuyos documentos más significativos están extractados en un apéndice final, ha clarificado también la procedencia de algunos protagonistas y ha rectificado juicios erróneos provocados por el desconocimiento de este material inédito. Los tres personajes analizados por Plaza comparten el haber obtenido su condición de aristócratas gracias al favor ducal, su deseo de establecer un linaje asentado en la ciudad y su adopción de los modos florentinos de construcción y proyección de la imagen del poderoso. Para comprender mejor este particular, Plaza ha utilizado muy convenientemente el término meta-patronage para describir el fenómeno por el cual los soberanos Medicis favorecieron las iniciativas arquitectónicas de sus servidores —incluso facilitándoles el solar y los recursos materiales y humanos— para desplegar un aparato iconográfico en el urbanismo de la ciudad ducal. De este modo, tanto Cosme como su hijo Francesco pudieron servirse de esta propaganda de su magnificencia para codificar una imagen del poder florentino basada en la combinación de vanguardia y tradición constructiva que legitimase la nueva casa gobernante. A su vez, estos potentados instrumentalizaron la ayuda para reconocerse ante la sociedad como miembros del grupo privilegiado en torno al duque. Al mismo tiempo, la arquitectura también los acercaba físicamente al soberano, como es elocuente en las villas de recreo que Ramírez de Montalvo poseyó junto a las de sus señores y que son parte del argumento del último capítulo. Fernando Ramírez de Montalvo y Fabio Arrazzola de Mondragón levantaron palacios urbanos de nueva planta, mientras que el mercader Baltasar Suárez de la Concha reaprovechó una estructura anterior que reformó ampliamente. En todos los proyectos se sirvieron de varios de los mejores artistas de la corte, entre quienes destaca Bartolommeo Ammanati para los dos primeros casos, con la correspondiente dificultad que entraña reconocer sus intervenciones. Por su parte, la residencia de Baltasar Suárez de la Concha, Archivo Español de Arte, vol. XCI, n.º 361, pp. 79-96, enero-marzo 2018 ISSN: 0004-0428, eISSN: 1988-8511