LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE Y
EL MODERNO SISTEMA MUNDIAL
© Fundación Editorial El perro y la rana, 2017
© José Romero-Losacco
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ISBN 978-980-14-4033-8
La presente serie de folletos se articula a partir de una sola
pregunta que formulamos a todos los escritores participantes.
La idea era que cada quien la respondiera desde su particular
perspectiva y experiencia vital:
Cuando se cumplen 100 años de la Revolución Soviética es
posible hacer un balance sobre el acontecimiento, su impacto
en Nuestra América y su signiicación actual.
En su momento, los sucesos de octubre de 1917 fueron
entendidos como un acontecimiento disruptivo que inauguraba
un orden social totalmente nuevo. El experimento soviético
–las experiencias concretas que apuntaban a la creación de un
tipo de relaciones sociales que negaban aquellas propias del
capitalismo– fue motivo de inspiración para los movimientos
sociales y políticos de izquierda de nuestra región.
El devenir estalinista de la URSS y su posterior caída
cuestionaron el sentido y la dirección de las luchas de izquierda
en el contexto global. El hecho de que parte de la crítica que
impulsó el in del experimento soviético proviniese de la
izquierda, fue determinante para la posterior reconiguración
de las fuerzas anticapitalistas del mundo y la región.
La celebración de los 100 años de la Revolución de Octubre
tiene lugar en un escenario global complejo. Las luchas
(políticas, económicas y militares) entre las potencias por la
hegemonía global arrecian, y sus efectos se sienten en todos los
rincones del globo, pero particularmente en el Sur. Un rasgo
deinitorio de la contienda es que ninguna de las potencias
en disputa encarna una propuesta alternativa al capitalismo.
Teniendo esto presente, ¿qué signiicación actual cree usted que
tiene la Revolución Soviética para los movimientos sociales y
políticos del Sur global, y en particular de Nuestra América?
El diseño de esta serie, y en particular sus portadas, se inspiró
en los principios vanguardistas, constructivistas y supremacistas soviéticos. Adicionalmente, y para conectar al lector con
la potencia y creatividad de la Revolución Bolchevique, se
incorporaron a cada uno de los cuatro folletos carteles y obras
pictóricas realizadas en la génesis de la gran gesta proletaria.
En La Revolución de Octubre y el Moderno Sistema Mundial,
José Romero-Losacco relexiona sobre el impacto y devenir del
proyecto emancipatorio soviético en la organización del sistema-mundo tomando como fundamento analítico los trabajos
de Inmanuel Wallerstein y de los decoloniales. También el
autor da cuenta de lo que serían las lecciones que podemos
aprender como pobladores de Nuestra América en torno a la
experiencia rusa.
LENIN BREA
El hombre nuevo
Autor: El Lisitski
LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE Y
EL MODERNO SISTEMA MUNDIAL
José Romero-Losacco
JOSÉ ROMERO-LOSACCO
(CARACAS, 1981)
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
Es antropólogo de la Universidad Central de Venezuela
(UCV), doctor en Ciencias para el Desarrollo Estratégico de la
Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV), y posdoctorante del Laboratorio de Estudios Descoloniales y Geopolítica de
los Conocimientos del Centro de Transformaciones Sociales,
Ciencia y Conocimiento del Instituto Venezolano de Investigaciones Cientíicas (IVIC).
En la actualidad es profesor en la UBV y profesor invitado
en el Programa de Formación Avanzada en Artes y Culturas
del Sur en la Universidad Nacional Experimental de las Artes
(Unearte).
Ha publicado varios libros y artículos, entre ellos: Las
caricaturas de Rayma durante el paro-sabotaje petrolero
2002-2003: una mirada antropológica. (Fundación Editorial
el perro y la rana, 2009); Pensar decolonial (junto a Ramón
Grosfoguel, Fondo Editorial para la Cultura Urbana, 2009);
“Del Estado moderno a la concepción colonial de las relaciones
sociales” (Íntegra Educativa. Revista de Investigación Educativa,
2012); “Re-Orientando el presente: más allá del capitalismo
histórico” (Editorial Códigos, 2015) y “Capitalismo en clave
histórica: pensando los barcos desde las orillas” (Editorial
Códigos, 2015), y recientemente “Divergencia, Capitalismo
Histórico y Ciencias Sociales” (Ediciones IVIC, 2017).
11
LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE
Y EL MODERNO SISTEMA MUNDIAL
›››
I. Introducción
1
Fernand Braudel, La Historia y Las Ciencias Sociales, Alianza Editorial, Madrid: 1970.
José Romero-Losacco
El presente siglo se ha consumado con el consenso
neoliberal, el consenso de la sociedad de la información, el
capitalismo cognitivo o de la sociedad del conocimiento;
todos ellos eufemismos con los que el sentido común de la
inteligentia global armoniza sus enunciados y diagnósticos
con la agenda de los medios globales de información y las
convenciones de productores de gadgets informáticos. Un
contexto donde las Ciencias Sociales renunciaron a discutir
los grandes temas, aceptando su achicamiento y dedicándose a
luir entre las velocidades y los lujos de lo virtual. El consenso
de lo instantáneo ha condicionado los límites de lo pensable,
limitando la realidad y la preocupación por ella a lo efímero de
la novedad.
Aquello que preocupaba a Fernand Braudel1 en 1958, el
problema de la duración, hoy resulta urgente. Nuestro siglo xxi
ha olvidado que además de rupturas también hay continuidades, pero quizás se le ha dejado de prestar atención a algo más
importante: saber cuáles son los criterios de demarcación que
permiten esgrimir argumentos sobre las continuidades y las
rupturas. Detrás de esta pregunta está la cuestión del cambio
social, de la transformación, una preocupación fundante de la
ciencia social que hoy se reduce a la lógica de las tertulias de
televisión o a la velocidad con la que se viralizan 140 caracteres
y se poliniza el sentido común a través de las llamadas redes
13
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
14
sociales.Pero, aunque pueda parecer anacrónico, ante el sentido
común, qué es lo que cambia cuando decimos que algo ha
cambiado, esta cuestión sigue siendo necesaria para eludir la
retórica y la lógica que suponen los términos de la conversación
del consenso neoliberal, para evadir la corta duración del acontecimiento, porque
… un acontecimiento puede, en rigor, cargarse de una serie de signiicaciones y de relaciones. Testimonia, a veces, sobre movimientos
muy profundos y, por el mecanismo icticio o no, de las “causas” y de
los “efectos”, a los que tan aicionados eran los historiadores de ayer,
se anexiona un tiempo muy superior a su propia duración. Extensible
hasta el ininito, se une, libremente o no, a toda una cadena de sucesos,
de realidades subyacentes, inseparables, aparentemente, a partir de entonces, unos de otros.2
Mirar entonces, en el siglo xxi un acontecimiento como la
Revolución de Octubre de aquel 1917, requiere sumergirse en las
profundidades del tiempo largo, del tiempo de las estructuras,
teniendo en cuenta que
… la palabra estructura. Buena o mala, es ella la que domina los
problemas de larga duración. Los observadores de lo social entienden
por estructura una organización, una coherencia, unas relaciones
suicientemente ijas entre realidades y masas sociales. Para nosotros,
los historiadores, una estructura es indudablemente un ensamblaje,
una arquitectura; pero, más aún, una realidad que el tiempo tarda
enormemente en desgastar y transportar. Ciertas estructuras están
dotadas de tan larga vida que se convierten en elementos estables de una
ininidad de generaciones: obstruyen la historia, la entorpecen y, por
tanto, determinan su transcurrir. Otras, por el contrario, se desintegran
más rápidamente. Pero todas ellas, constituyen, al mismo tiempo,
sostenes y obstáculos.3
2
3
Ibidem, p. 65.
Ibidem, p. 70.
De modo que una valoración de la Revolución de Octubre
desde una perspectiva de larga duración es necesaria para
comprender los vínculos de las revoluciones con las estructuras
de la economía-mundo capitalista. Desde Nuestra América,
esto signiica tomar como lugar de partida las transformaciones, pero también las tendencias seculares del sistema-mundo
moderno y su colonialidad histórico-estructural, una evaluación
a escala sistémica que permita sacar algunas lecciones para nuestro-tiempo.
II. El sistema-mundo como sistema social
4
5
Eric Wolf, Europa y la gente sin historia, Fondo de Cultura Económica, México: 2006.
Lewis Gordon, Disciplinary Decadence, Living hought in Trying Times, Paradigm Publishers, Londres: 2006.
José Romero-Losacco
El surgimiento de las Ciencias Sociales signiicó un reordenamiento de la realidad, un intento de domesticación que
permitiese controlarla, planiicarla, observarla para poder
manipularla. Con la inalidad de desatar el genio creador de la
razón moderna-secular, la colonización ontológica del mundo
signiicó la puesta en marcha de la inventiva analítica; el
método, que debía operar fragmentando el mundo a imagen
y semejanza de los retos enfrentados por el particularismo
europeo, terminó por sancionar un orden donde lo económico,
lo político, lo social, el espacio (lo geográico) y lo temporal (lo
histórico) quedaron divididos, formando cada uno una esfera
autónoma.4
Esta ontologización de las disciplinas5 derivó en la construcción de toda una arquitectura teórica que, cubierta bajo
el manto de la cientiicidad, ha operado como presupuesto de
los límites de la agenda de discusión, tanto para las Ciencias
Sociales como para el sentido común. Familia, Estado, nación,
15
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
16
sociedad (tejido social) se han disputado ser la unidad de análisis
privilegiada para la compresión de la realidad. Frente a este orden
es que se levanta el llamado análisis de los sistemas-mundo.
El análisis de los sistemas-mundo no es una teoría sobre el mundo
social o sobre una parte de este, sino más bien una protesta contra
la forma en que quedó estructurada la investigación social desde
su concepción a mediados del siglo xix, a partir de una serie de
suposiciones a priori normalmente incuestionadas (…) surgió como
una protesta moral y en un sentido más amplio también política;
pero su desafío al método de investigación prevaleciente se basa en
airmaciones cientíicas, es decir, relacionadas con las posibilidades de
conocimiento sistemático de la realidad social.6
En este sentido, el análisis de los sistemas-mundo implica
asumir que
Nuestras “descripciones” conocidas de la realidad dependen en
cierta medida de nuestras premisas; “descripciones” futuras podrían
transformar nuestro sentido de realidad. La “teorización” que ahora
abarca supuestamente la realidad, ¿la abarca realmente? Por último,
pero no por ello menos crucial, ¿qué signiica abarcar la realidad “de
manera satisfactoria”? …7
Las premisas de las Ciencias Sociales occidentalizadas descansan sobre las premisas del liberalismo-centrista en lo que se
reiere a una manera particular de abordar el problema del
cambio social, la impronta que este ha puesto sobre las otras
dos ideologías surgidas de la Revolución Francesa, el socialismo
y el conservadurismo. Resultado del llamado in del antiguo
régimen, el liberalismo se plantea una salida intermedia para
enfrentar la nueva realidad que supone la ocurrencia del cambio
6
7
Immanuel Wallerstein,“El análisis de los sistemas-mundo”, Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo, Ediciones Akal, Madrid: 2004,
p. 134
Ibidem, p. 135.
8
9
Immanuel Wallerstein, he Modern World-System IV. Centrist Liberalism Triumphant,
1789-1914, Berkley University Press, California: 2011.
Martin Bernal, Black Athena, he Afroasiatic Roots of Classical Civilization: he Frabication of Ancient Greece 1785-1985, vol I, Rutgers University Press, EE.UU: 2003.
José Romero-Losacco
social. Al conservadurismo le motivaba conocer las leyes de
la sociedad para la construcción de planes que buscan evitar
que el cambio ocurra, al socialismo le interesó exactamente
lo contrario: descubrir las leyes de la sociedad para precipitar
una transformación radical, mientras el liberalismo asumió la
inevitabilidad del cambio social, pero partía de la necesidad de
que este fuera embridado, así el liberalismo-centrista implica
la administración del cambio social en pro de evitar que la
revolución se produzca. En este sentido, las Ciencias Sociales occidentalizadas han tenido el rol de ser las instrumentalizadoras
de las fuerzas que dominan las transformaciones sociales, bajo
el inlujo de la agenda liberal-centrista se han conducido dentro
de los márgenes de liberalismos-socialistas (socialdemocracia),
liberalismos-conservadores (fascismo) y socialismos-conservadores (estalinismo).8
Lo que ha tenido como resultado que todas compartan
una narrativa heroica, teleológica y escatológica, todas han
terminado por airmar el horizonte de posibilidad que ha
posibilitado lo que M. Bernal9 llama el modelo ario de historia
universal; todas terminan airmando el carácter inevitable
del capitalismo, que la aparición de este se debió al desarrollo
natural y espontáneo de las fuerzas productivas; lo que permite,
por un lado, airmar aquello que decía la señora hatcher:
“No hay alternativas al capitalismo”, mientras, por el otro,
se terminó airmando que la transición socialista no era una
alternativa, sino el desarrollo natural resultado del avance de las
fuerzas productivas.
Pero, ¿en qué consiste el análisis de los sistemas-mundo?
Primero que todo, se trata de comprender que si las Ciencias
17
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
18
Sociales se ocupan del cambio social, la familia, la sociedad o
el Estado no son categorías válidas para dar cuenta de ello; que
a la primera hay que explicarla dentro del espacio mayor que
llamamos sociedad, mientras que por su parte la sociedad, no
solo existe frente al Estado, sino que su relación con este resulta
muy problemática de deinir.
El término “sociedad” es por supuesto muy antiguo. El Oxford
English Dictionary (OED) ofrece doce signiicados principales, de
los cuales dos parecen los más adecuados a nuestra discusión actual.
Uno es “el grupo de personas que viven juntas en una comunidad
más o menos ordenada”; el otro, no muy diferente, dice: “Un grupo
de individuos que constituyen una comunidad o que viven bajo la
misma organización gubernamental”. El OED tiene la ventaja de
ser un diccionario histórico y por ello indica la fecha del primer uso
conocido, que para estos dos signiicados son 1639 y 1577 respectivamente, o sea, cuando empezó a surgir el mundo moderno.10
Deiniciones similares son dadas en alemán, y seguramente
en cualquier otro diccionario11, en cada caso la palabra sociedad
está asociada a una forma particular de gobierno. La pretensión
de simetría entre el Estado y la nación nos ha hecho airmar que a
un Estado una sociedad, pero solo hay que plantearse qué ocurre
cuando un Estado se divide y con él su territorio, existirían,
pues, dos sociedades y dos Estados, y qué pasa si tras cincuenta
años esos dos Estados se reuniican, como ocurrió con las dos
Alemanias, se trata ahora de dos sociedades y un Estado.12
Por su parte la noción de Estado tampoco es muy útil
para aclarar la situación, fundamentalmente porque este
10 Immanuel Wallerstein. “¿Desarrollo de la sociedad o desarrollo del sistema-mundo?”,
Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, Madrid: 2004, p. 120.
11 La versión en línea del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española ubica
en su primera acepción de sociedad como: un conjunto de personas, pueblos o naciones que conviven bajo normas comunes.
12 Ibidem.
nunca ha existido aisladamente, es decir, debe comprenderse
en su relación con otras unidades político-territoriales. Más
problemático aún resulta, incluso porque para su existencia
formal, en el mundo moderno, debe ser reconocido por otros
Estados, incluso para su existencia formal. De modo que la
unidad de análisis con la que podemos contar es una que al
menos tenga como punto de partida el sistema interestatal, y
esta no es otra que los sistemas-mundo. Wallerstein13 airma
que “al menos en principio, [se trata] de algo diferente del Estado-nación moderno, más amplio, y deinido por los límites de
una división del trabajo real”.14
Los sistemas-mundo son de dos tipos, imperios-mundo y
economías-mundo. En ambos casos hay una única división
del trabajo (un solo sistema económico) y múltiples sistemas
culturales, pero en los imperios-mundo existe un solo Estado,
es decir, una sola autoridad política, mientras que en las economías-mundo existen múltiples formas de autoridad política,
por tanto, un sistema interestatal.
13 Imannuel Wallerstein. “Mantener con irmeza el timón: sobre el método y la unidad de análisis”, Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, Madrid: 2004, p. 151.
14 Se debe diferenciar entre sistemas-mundo y minisistemas, estos últimos se reieren
fundamentalmente a la existencia de agrupaciones humanas cuyo devenir histórico se
realiza sin contacto alguno con otras agrupaciones humanas. Como los minisistemas
hace mucho que han dejado de existir, es posible airmar que los únicos sistemas sociales existentes son los sistemas-mundo.
15 Immanuel Wallerstein. El moderno Sistema Mundial: agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, Siglo XXI Editores, México: 2005,
p. 490-491.
José Romero-Losacco
… antes de la era moderna las economías-mundo eran estructuras
altamente inestables, que tendían a convertirse en imperios o a desintegrarse. La peculiaridad del sistema mundial moderno es que una
economía-mundo haya sobrevivido durante quinientos años y que
aún no haya llegado a transformarse en un imperio-mundo (…) Se
debe destacar, no obstante, que las dimensiones de una economíamundo son función del estado de la tecnología, y en particular de las
posibilidades de transporte y comunicación dentro de sus límites.15
19
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
20
Asumir, entonces que se comprende el mundo moderno
como una economía-mundo, es decir, como un sistema-mundo,
es también asumir que el capitalismo
… es un sistema, (lo que signiica que posee reglas permanentes
de relación/proceso, y por lo tanto, contiene ritmos cíclicos) pero
que también es histórico (lo que signiica que es diferente en cada
momento y, por lo tanto, contiene tendencias a largo plazo).16
Es importante señalar que, aunque se airma que el padre
del análisis de los sistemas-mundo es I. Wallerstein, él mismo
airma que fue O. Cox17 quien deinió las cinco características
que deinen en lo esencial la perspectiva de los sistemas-mundo,
a saber: 1) el capitalismo no es un mero sistema, sino un sistema-mundo; 2) el capitalismo opera como una economía-mundo basada en la incesante acumulación de capital; 3) existe
una división axial del trabajo (la existencia histórica de un
centro, semi-periferias y periferias); 4) la inevitabilidad de que
cambios ocurren en la locación del centro de dicho sistema; y 5)
el capitalismo no fue inventado múltiples veces, sino una sola.
Incluso aquello que Aníbal Quijano18 ha llamado colonialidad,
es decir, el carácter estructurante del racismo tanto de la
modernidad como del capitalismo, ya había sido descrito por el
sociólogo de Trinidad.
El antagonismo racial es parte y parcela de la lucha de clases, porque se
desarrolló a lo interno del sistema capitalista como uno de sus atributos
fundamentales. Es posible demostrar que el antagonismo racial, tal
como lo conocemos hoy, nunca existió en el mundo antes de 1492;
16 Immanuel Wallerstein, “Mantener con irmeza el timón: sobre el método y la unidad de análisis”, Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo, Ediciones Akal, Madrid: 2004, p. 152.
17 Immanuel Wallerstein, “Oliver C. Cox as World-Systems Analyst”, Research in Race
and Ethnic Relations. 11: 173-183: 2000, p. 173.
18 Anibal Quijano, “Coloniality and Modernity/Rationality”, Cultural Studies, 21:2,
168-178: 2007.
además, el sentimiento racial se desarrolló de forma concomitante al
desarrollo de nuestro sistema social moderno.19
La economía-mundo capitalista ha logrado sortear las tendencias que han intentado hacer de ella un imperio-mundo,
entre otras cosas gracias al sistema del equilibrio de poder
que sostiene al sistema interestatal en su conjunto. La puerta
que abrió estos quinientos años fue la derrota sufrida por los
Habsburgo, en su intento de restituir al Sacro Imperio Romano.
La paz de Westfalia fue el resultado del in de la guerra de
Treinta Años en Alemania, y de la guerra de ochenta años entre
España y el Reino de los Países Bajos; a lo largo de los siguientes
quinientos años cada vez que un Estado ha amenazado con
convertir el sistema en un imperio-mundo, una coalición de
Estados relativamente más débiles ha surgido para equilibrar
nuevamente la balanza.
Sin embargo, el funcionamiento de esta economía-mundo ha sido tal, que en los momentos en los que se intensiica la
competencia interestatal, siempre existió algún Estado capaz
de imponer buena parte de sus reglas y deseos. Ese poder es
lo que se deine como hegemonía. Se trata entonces de una
hegemonía mundial, es decir,
19 O. Cox, en Immanuel Wallerstein, “Oliver C. Cox as World-Systems Analyst”,
Research in Race and Ethnic Relations, 11: 173-183: 2000, p. 174.
20 Giovanni Arrighi, El largo siglo XX, Ediciones Akal, Madrid, España: 1999, p. 43
José Romero-Losacco
… [el] poder de Estado para ejercer funciones de liderazgo y gobierno
sobre un sistema de Estados soberanos. En principio, este poder
puede implicar tan solo la gestión ordinaria de ese sistema tal como
se encuentra instituido en un momento dado. Históricamente,
sin embargo, la autoridad sobre un sistema de Estados soberanos
ha implicado siempre cierto tipo de acción transformadora, que
ha cambiado el modo de funcionamiento del mismo de forma
fundamental.20
21
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
22
A lo largo de la historia del sistema-mundo moderno/
colonial, el papel de Estado-líder ha cambiado siguiendo un
patrón identiicable con el proceso y las formas dominantes
de acumulación. Se encuentra así, la relación existente en la
expansión del sistema como totalidad histórica, las formas de
acumulación y la construcción de una hegemonía mundial.
Una relación que ha sido identiicada y descrita por G. Arrighi21
como un ciclo sistémico de acumulación22 (CSA). Hasta la
fecha han ocurrido cuatro CSA, el primero que puede identiicarse se inicia el siglo xv y continúa hasta el siglo xvii, el
ciclo genovés; a este le sucedería un ciclo holandés que iniciaría
a inales del siglo xvi hasta inales del siglo xviii; luego vendría
un ciclo británico, desde la mediados del siglo xviii hasta inicios
del siglo xx. Por último, el ciclo en el que nos encontramos
ahora, la pax americana (gringa), cuyo momento inicial se ubica
a inales del siglo xix y continúa hasta el presente.
Un CSA se caracteriza por constar de tres momentos, el
primero consiste en una expansión material en el campo de la
producción, seguido por una expansión comercial y culmina
con una expansión inanciera. Esto se cumple en cada uno de
los casos mencionados anteriormente, sin embargo, hay que
destacar aquello que hace de cada uno un CSA, pues consiste
en que en cada caso aquel que lidera la expansión material, es
el mismo que luego lidera tanto la expansión comercial como
la inanciera, siendo esta última el momento/señal de que su
liderazgo ha entrado en crisis.
21 Ibidem.
22 Los CSA son distintos a los llamados ciclos seculares o ciclos Kondratief, estos últimos producto de la luctuación de los precios no son un fenómeno propio del sistema-mundo capitalista, pueden rastrearse, como ha hecho Gunder Frank (1996, 1998,
2015), hasta hace cinco mil años. Por su parte, los CSA son ciclos propios de la economía-mundo moderna.
... las expansiones inancieras se consideran sintomáticas de una
situación en la que la inversión de dinero en la expansión del comercio
y la producción no cumple ya el objetivo de incrementar el lujo de
tesorería del estrato capitalista de modo tan efectivo como pueden
hacerlo las operaciones inancieras.23
Por ello, las expansiones inancieras ocurren en momentos
en los que se intensiica la competencia, durante este tiempo
el rol del líder es disputado por otros Estados que buscan
suplantarlo, pero frente al reto que signiica la competencia,
quien aún ostenta el puesto de líder, y por tanto de atractor
de la economía-mundo, hace uso de los privilegios de su
posición para retirarse del mundo material de la producción
para refugiarse en la actividad inanciera, convirtiéndose, así,
en el prestamista del próximo hegemón. Esto le ocurrió a los
genoveses con Holanda, a los holandeses con Gran Bretaña y a
los británicos con los Estados Unidos.24
Esto pone de relieve los dos últimos puntos de esta sección:
el papel de la guerra y el imperialismo en el desarrollo del sistema-mundo moderno. La economía-mundo capitalista resultó
de la coniguración histórico-estructural de Europa tras la
disolución del Imperio romano de occidente (IRO), lo que la
23 Ibidem, p. 21
24 Queda ver si esto se repetirá con Estados Unidos, las actuales tendencias de China
parecen apuntar a lo contrario.
25 Giovanni Arrighi y J. S. Silver, Caos y orden en el sistema-mundo moderno, Ediciones
Akal, Madrid, España: 1999, p. 31
José Romero-Losacco
En el transcurso de esas expansiones competitivas, la potencia
hegemónica en ascenso adquirió su ventaja primero en la producción,
luego en el comercio, y inalmente en las inanzas. Pero la hegemonía
quedó irmemente aianzada tan solo mediante la victoria en una
“guerra mundial” de treinta años: la de los Treinta Años de 1618 a
1648, las guerras napoleónicas de 1792 a 1815, y la larga guerra
euroasiática que tuvo lugar entre 1914 y 1945.25
23
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
24
historiografía eurocéntrica ha llamado feudalismo. Pero ante
todo, no hubo tal cosa como el feudalismo como un modo de
producción diferenciado del modo de producción capitalista,
pues el sistema interestatal europeo comenzó su “transición”
hacia el capitalismo con la intensiicación de la guerra que se
produjo tras la desaparición del IRO.
A diferencia de China, donde existió una paz relativa
desde la reuniicación tras la caída de la Dinastía Han (solo
perturbada cada vez que hubo un cambio dinástico) y donde
no se cuestionó la unidad territorial, en Europa la disolución
del IRO implicó el conlicto por la autonomía de cada señor de
la guerra. En la primera, se produjo, como resultado de esa paz
que permitió el asentamiento en campo abierto de la población,
una economía intensiva en trabajo; mientras que en la segunda,
la incesante guerra hizo imposible la vida en los campos y
produjo el paulatino desplazamiento de la población a espacios
amurallados donde pudieran estar seguros. La concentración
de población que vio nacer a las ciudades modernas tuvo como
resultado el desarrollo de una economía intensiva en capital.26
La guerra no ha sido entonces solo la forma en la que la economía-mundo capitalista resuelve sus crisis, sino que es parte
del ADN que permite su constante operación. El sistema-mundo moderno desde su origen tiene a la guerra como mecanismo
que hace posible la concentración de capital en los centros metropolitanos. Tanto en el tratado de Tordesillas (1498), la paz
de Westfalia (1648), la paz de Viena (1815) y en la conferencia
de Yalta (1945), lo que se hizo fue trasladar la guerra fuera de
las murallas de las potencias mundiales, mientras se abrían las
puertas para que ingresara el capital desplazado por la guerra en
la periferia.
26 Laurent Rosenthal y R.B. Wong, Before and Beyond Divergence: he Politics of Economic
Chance in China and Europa, Harvard College, EE.UU: 2011.
Por su parte, el imperialismo no es un resultado ulterior al
desarrollo del capitalismo, no se trata de una fase superior en el
desarrollo teleológico del modo de producción capitalista.
El imperialismo parece ser un atributo permanente del capitalismo.
No es, como muchos piensan, un desarrollo tardío del siglo xix, más
bien, ha ido de la mano con el ascenso del sistema capitalista como su
componente necesario.27
27 O. Cox, en: Immanuel Wallerstein , “Oliver C. Cox as World-Systems Analyst”, Research in Race and Ethnic Relations, 11: 173-183: 2000, p. 179.
28 Kojin Karatani, he structure of world history. From modes of production to modes of
exchange, Duke University Press, EE.UU., 2014, p. 273.
29 Ibidem.
José Romero-Losacco
Se trata de la estrategia que adopta el atractor del sistema
en un momento particular del movimiento que hemos llamado
un ciclo sistémico de acumulación. Es la estrategia asumida
cuando se anuncia la intensiicación de la competencia y con
ella el ocaso de un hegemón, coincide así con el momento de
expansión inanciera.28
La imagen que se obtiene de esto es una que permite
percatarse de que el momento en el que la potencia emergente se
torna mercantilista, es también el momento en el que la potencia
en descenso deriva hacia una estrategia (política económica)
imperialista. Esta deriva imperialista se da cuando el sistema es
orientado por el hegemón de una política de corte liberal, solo
posible en el momento de mayor estabilidad sistémica, hacia
una política imperialista como forma de afrontar la intensiicación de la competencia intersistémica. Así se hace evidente la
relación histórico-estructural entre el librecambismo británico
(1810-1870) y el liberalismo de los Estados Unidos (1930-1990),
pero también entre el imperialismo británico (1870-1930) y el
imperialismo neoliberal (1990-2017).29
25
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
26
III. La Revolución de Octubre y el largo siglo xx
Fuese la actual Federación rusa, la disuelta Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, la Rusia zarista, la de Pedro
el Grande o la de Iván el Terrible, el “mundo” moscovita ha
tenido siempre una relación tirante con el “mundo” llamado
occidental. Entre ser heredera de los romanos30 y encontrarse
siempre a la zaga de las potencias occidentales, su rol periférico
ha contrastado con sus intenciones maniiestas de formar
parte del gran juego de la economía-mundo. Ya sea tratando
de comprar un puesto entre las potencias del sistema (por
ejemplo, de la era Khrushchev a la Perestroika) o proclamando
la existencia de un sistema diferenciado al sistema-mundo
capitalista (de Lenin a Stalin), ha quedado atrapada en la lógica
de la modernización y por tanto de la colonialidad, en todo
caso ninguno de los dos objetivos propuestos se ha cumplido.
Mientras el primero es consecutivamente intentado por la Rusia
de Vladímir Putin, el segundo terminó estrellándose haciendo
saltar en pedazos el muro que era símbolo de su autonomía
frente al capitalismo y la pared tras la cual se encontraban los
sueños comunistas.
Por ello, proponerse a mirar lo ocurrido aquel octubre31
empieza por comprender que no signiicó la emergencia de un
mundo socialista; para 1917 Rusia ya no era una arena exterior
al sistema-mundo, ya formaba parte del sistema interestatal que
coincide con la extensión de la economía mundo capitalista.
30 La denominación de Tzar proviene de César, representa el intento por restaurar las
glorias del Imperio romano, una forma adoptada en 1547, un siglo después de la caída
de Constantinopla en 1453.
31 Fecha según calendario juliano. En el mundo organizado por el calendario gregoriano
la Revolución ocurrió en noviembre.
La incorporación a la economía-mundo capitalista nunca se produjo
a iniciativa de los que eran incorporados, este proceso se derivó
más bien de la necesidad de la economía-mundo de expandir sus
fronteras, una necesidad que era resultado de presiones internas de la
economía-mundo.32
La incorporación de Rusia a la economía-mundo capitalista
ocurrió entre 1750 y 1850, durante este tiempo el comercio
con Europa occidental no solo se vio incrementado, sino que
cambió su composición, pasando a ser un 95% de exportaciones primarias, siendo el cáñamo y el lino las principales exportaciones y fundamentales materias primas para la industria
manufacturera británica. De igual manera, lo que para el
término del siglo XVIII era una exportación rentable para Rusia,
el hierro, hacia el inicio del siglo XIX había colapsado producto
de los cambios en la tecnología durante la llamada Revolución
Industrial, siendo sustituido por el trigo.33
El papel que jugaría el gigante euroasiático en el siglo xx, su
capacidad para agenciar el orden posterior a 1945, así como el
acontecimiento de 1917 no pueden explicarse sino a través del
proceso de incorporación de este a la economía-mundo europea
durante el periodo señalado anteriormente. Por un lado,
32 Immanuel Wallerstein, El moderno Sistema Mundial: la segunda era de gran expansión de
la economía-mundo capitalista, 1730-1850, Siglo XXI Editores, México: 2004, p. 179.
33 “En 1850, las exportaciones de trigo suponían el 20% de la cosecha anual. Rusia
exportaba fundamentalmente la variedad cara de trigo (…) Es obvio que Rusia estuvo
respondiendo al alza continuada de los precios mundiales de trigo, al menos hasta
1820”. Ibidem, p, 196.
José Romero-Losacco
… a pesar de la drástica decadencia de las exportaciones de la principal
industria, el hierro en lingotes, los rusos lograron mantener un
mercado interno para sus tejidos mediante la combinación, después
de la década de 1830, de una elevada protección arancelaria y cierta
importación tecnológica. También consiguieron establecer una
industria de reinamiento de azúcar de remolacha. Esta capacidad
limitada para resistir la desindustrialización total, en la que conservar
27
la relativa fortaleza del ejército ruso no fue un insigniicante factor
coadyuvante, explica en parte su capacidad para desempeñar un papel
en la economía-mundo a principios del siglo XX distinto al de India o
Turquía.34
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
28
Al mismo tiempo que Rusia luchaba para detener su industrialización, se profundizaba en las formas más opresivas
de trabajo, un proceso en el que la barshchina (obligación
de cumplir trabajos forzados), creció a expensas del obrok
(obligación de pagar renta)35. Uno de los factores que hizo que
la barshchina fuese una estrategia más viable que la del obrok,
se debió al proceso de “occidentalización de la nobleza rural”,
este hecho trajo como consecuencia la búsqueda por aumentar
la renta real, que a inal de cuenta requirió el trabajo intensivo
de los siervos.36
Finalmente, debemos tener en cuenta que esta intensiicación del
trabajo forzado no era accidental, sino el resultado de las decisiones
políticas. El aumento en la producción de cereales se vio facilitado por
la abolición de las aduanas interiores en 1754 y la autorización de las
exportaciones de cereales en 1766. La adquisición de las estepas del
sur y de los puertos del mar Negro también favoreció las exportaciones cerealeras y, por lo tanto, la integración en la economía-mundo.
El edicto de 1762, que liberaba a los señores del servicio burocrático,
les otorgó la disponibilidad para convertirse en empresarios agrícolas
capitalistas.37
Fue precisamente la forma en la que Rusia fue incorporada
a la economía-mundo europea la que permitió crear en el
imaginario occidental una línea divisoria entre una Europa
34
35
36
37
Ibidem, p. 212.
Ibidem, p. 224.
Ibidem, p. 224.
Ibidem, p. 226.
libre y democrática y una Rusia despótica, a esta última se le
aplicó la cláusula oriental.38
El percibido contraste entre la libertad occidental y la tiranía rusa
puede haber estado potenciado por la emergencia de la división
del trabajo europea durante la época del ascenso de los zares. Si
imaginamos una línea a través del centro de Europa delineando
la Cortina de Hierro de Churchill, desde Szczecin hasta Trieste,
podemos decir que para el 1500 en el área al Oeste de esta línea
está próxima la desaparición de la servidumbre, en cambio en el
área del Este, podemos ver que después de 1500 se fue imponiendo
gradualmente la servidumbre, llamada por los historiadores “la
segunda servidumbre”. El comercio ultramarino enriqueció a los
pueblos occidentales, los campesinos se volvieron hombres libres,
la construcción de barcos y el crecimiento urbano crearon nuevas
demandas para la madera y el grano. Estas fueron necesitadas en el
Oeste y producidas en el Este. 39
38 John Hobson, Los Orígenes Orientales de la Civilización Occidental. Editorial Crítica,
Barcelona: 2006.
39 Anthony D´Agostino. he Russian Revolution 1917-1945, Greenwood Publishing
Group, Santa Barbara, California: 2011, p. 5.
José Romero-Losacco
Por otra parte, el debate historiográico ha tratado de
dilucidar quién fue el/la responsable de la occidentalización/modernización rusa, Pedro el Grande (1672-1725) o
Catalina II (1729-1796). Si bien el primero hizo del ejército
un componente de la administración, la segunda realizó las
transformaciones durante la incorporación de Rusia a la
economía-mundo, y por tanto al sistema interestatal del
mundo moderno/colonial, sus políticas permitieron que
la nobleza se transformara en un empresariado capitalista
que “irmó el tratado comercial anglo-ruso”, estableciendo
“aranceles reducidos para la exportación de materias primas”.
Sus reformas, también implicaron una intensiicación en
la explotación del trabajo, lo que la llevó a enfrentar levan-
29
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
30
tamientos campesinos que la obligaron a reprimirlos para
sostener el “libre comercio”.40
En este contexto, con la Revolución Francesa, la idea de
que el cambio es un proceso “normal y esperable”41, y al mismo
tiempo la creencia en que la soberanía era una cualidad del
gobernante, fue transformándose y pasando a un nuevo sujeto,
“el pueblo”42. Así, las políticas y programas de los Estados
comenzaron a preocuparse más por los reclamos y exigencias
de ese nuevo sujeto, del nuevo soberano; la introducción del
sufragio, la legislación laboral junto a políticas redistributivas,
y la construcción de identidades nacionales fueron el rumbo
de dichas políticas43. Este sería el momento en el que capital,
Estado y nación formarían una síntesis expresada en el lema
libertad (capital), igualdad (Estado) y fraternidad (nación).44
Simultáneamente fue el periodo en el que surgirían lo
que suele llamarse movimientos sociales (sindicatos, partidos
socialistas o laboristas). Desde entonces estos se debaten sobre
si participar o no en el sistema electoral, si debían disputar
la conformación del gobierno. Respondiendo de forma
airmativa, la fracción mayoritaria se inclinó por la primera
opción, justiicados en la contribución que pudieran hacer a sus
40 Immanuel Wallerstein, El moderno Sistema Mundial: la segunda era de gran expansión
de la economía-mundo capitalista, 1730-1850, Siglo XXI Editores, México: 2004, p.
260-261.
41 Immanuel Wallerstein,“Las Ciencias Sociales y el interludio comunista, o interpretaciones de la historia contemporánea”, Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo, Ediciones Akal, Madrid: 2004, p. 362.
42 Ibidem.
43 Ibidem, p. 363
44 Kojin Karatani, “Beyond Capital-Nation-State”, Beyond Capital-Nation-State, Rethinking Marxism: A Journal of Economics, Culture & Society, 20:4, 569-595, 2014; José
Romero-Losacco, “El fetichismo del Capital-Estado-Nación: de la transcrítica a la
transmodernidad”. TRANSMODERNITY: Journal of Peripheral Cultural Production of
the Luso-Hispanic World, 7(2): 2017.
votantes, sostenían que esto a la larga permitiría obtener una
mayoría capaz de decretar el in del capitalismo.45
Al asumir esta postura, las formaciones políticas autodesignadas como socialistas fueron abandonando en la práctica su
lucha por la revolución, terminando por transformarse en una
“versión algo más impaciente del liberalismo centrista”, por su
parte los bolcheviques al interior del Partido Social Demócrata
Ruso airmaban:
En primer lugar (…) que la teoría y la práctica de los partidos socialdemócratas europeos no eran en absoluto revolucionarias, sino que
en el mejor de los casos constituían una variante del liberalismo. En
segundo lugar, decían que, cualquiera que pudiera ser la justiicación
de ese “revisionismo” en otras regiones, no era aplicable a la realidad
rusa, porque el Estado ruso no era liberal y por consiguiente no había
ninguna posibilidad de llegar al socialismo mediante elecciones [y
luego, tras los hechos de 1917]. Los dirigentes de la Revolución de
Octubre creían haber encabezado la primera revolución proletaria de
la historia moderna; sería más realista decir que encabezaron una de las
primeras insurrecciones por la liberación nacional en la periferia y semiperiferia del sistema-mundo, y posiblemente la más espectacular.46
45 Immanuel Wallerstein. “Las Ciencias Sociales y el interludio comunista, o interpretaciones de la historia contemporánea”, Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo, Ediciones Akal, Madrid: 2004, p. 363.
46 Ibidem, p. 364.
47 Lloyd Gardner. “he Geopolitics of Revolution”, Beyond 1917: the United States and
the global legacies of the Great War, Oxford University Press, New York: 2017.
José Romero-Losacco
Como se ha podido evidenciar, a pesar de su incorporación
a la economía-mundo capitalista, Rusia pudo hacerse de una
posición “menos débil” dentro del sistema interestatal, este
privilegio sistémico tendría como resultado evidente la capacidad
de esta para llevar adelante la Revolución. Lo ocurrido durante
1917 debe entenderse a partir de la geopolítica de la revolución47,
un contexto que va desde la intercepción, por parte del servicio
31
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
32
de inteligencia británico, de un telegrama en el que Arthur
Zimmermann, secretario de estado de Asuntos Exteriores
alemán, le pedía a México ingresar en la guerra en oposición
a Estados Unidos48; pasando por las revueltas en Petrogrado
iniciadas el 28 de febrero y que resultaron en la abdicación de
Nicolás II el 15 de marzo; la entrada oicial de Estados Unidos
en la guerra el 2 de abril; hasta la independencia de Finlandia el
6 de diciembre, la cual fue reconocida en enero de 1918.
Luego de los hechos de 1917, los bolcheviques se enfrentaron
a una realidad en la que estos fueron tomando “decisiones
geopolíticas” sucesivas que resultaron en “puntos de inlexión”.
La ruta se inició con la “reorganización del Imperio ruso”.
Contrarios al “nacionalismo, el imperialismo y el zarismo”,
permitieron las independencias de Finlandia y Polonia; sin
embargo, al enfrentarse internamente a una guerra civil, los
bolcheviques optaron por salvar al imperio. Preocupados por
la “creación de regímenes activamente hostiles en sus fronteras”
evitaron que Ucrania y el Cáucaso siguieran por el camino que
habían ya tomado inlandeses y polacos.49
El viraje hacia el interior y hacia el este tras el Congreso de
los Pueblos del Este en Bakú
… signiicó concentrarse en la consolidación del Estado y el Imperio
ruso (…) y proponer un programa para alcanzar económicamente, mediante la industrialización, a los países del centro. [Mientras]
Volverse hacia el Este era admitir implícitamente (todavía no explícitamente) la virtual imposibilidad de la insurrección obrera en la zona
central de la economía-mundo capitalista (…) signiicaba unirse a
48 Un hecho que debe tenerse en cuenta a la hora de valorar tanto la entrada de Estados
Unidos en la guerra, como su posición frente a la relación potencial entre Alemania y Rusia.
49 Immanuel Wallerstein, “Las Ciencias Sociales y el interludio comunista, o interpretaciones de la historia contemporánea”, Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo, Ediciones Akal, Madrid: 2004b, pp. 365-366.
la lucha de Wilson por la autodeterminación de las naciones (bajo la
bandera más vistosa del antiimperialismo).50
Un cambio de estrategia comprensible en el marco de la que
en 1921 era una preocupación para Lenin.
Antes de la Revolución e incluso después de ella, nosotros pensamos:
si no inmediatamente, entonces, en el peor de los escenarios, muy
pronto, la revolución debería ganar en otros países más desarrollados desde el punto de vista capitalista; si esto no ocurre, nosotros
tendremos que sucumbir (...) Nosotros hemos hecho todo lo que
pudimos para preservar el sistema soviético en toda circunstancia y
a cualquier costo, porque nosotros sabíamos que estábamos actuando
no solo por nosotros, sino por la revolución mundial (...) Y esto, en
términos generales, era correcto. Pero en realidad, el movimiento no
ha sido tan lineal como nosotros esperábamos.51
… en 1943 los dirigentes de la URSS ya no estaban realmente
interesados en revoluciones en ninguna parte, a menos que fuesen
totalmente controladas por ellos (…) En el periodo comprendido entre
1944 y 1947 la URSS se mostró más decidida a instalar en el poder
regímenes comunistas subordinados en todas las regiones donde el
Ejército Rojo acertó a encontrarse al término de la Segunda Guerra
50 Ibidem, p. 366.
51 Lenin, 5 de julio de 1921 en Silvio Pons. he Global Revolution, a history of international communism 1917-1945, Oxford University Press, New York: 2014, p. 7.
José Romero-Losacco
Las últimas dos paradas en el devenir de la estrategia
geopolítica bolchevique fueron, por una parte, cuando la
Rusia soviética reanuda relaciones diplomáticas con Alemania
en 1922, y más tarde con el abandono total de la agenda
original que signiicó la disolución del Comintern en 1943. La
disolución no solo fue el abandono del proyecto de revolución
proletaria en el primer mundo, sino que también trajo como
resultado el abandono formal de los objetivos de Bakú, es decir,
de la agenda anticolonial y antiimperialista.
33
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
34
Mundial, esencialmente Europa al este del Elba (…) era la segunda
potencia militar del mundo. [Lo] que le permitió asegurarse una zona
de inluencia exclusiva, desde el Elba hasta el Yalu, pero no más allá.
El acuerdo era que la URSS permanecería efectivamente dentro de esa
zona. El trato fue consagrado en Yalta y esencialmente respetado por
las potencias occidentales y la URSS hasta 1991. En eso los soviéticos
actuaron como herederos directos de los zares, desempeñando mejor
que estos su papel geopolítico.52
En materia económica la historia no fue muy distinta,
la URSS asumió en su totalidad el proyecto de modernización-colonización y lo realizó sin ningún escrúpulo, la industrialización fue el camino para ello. Se debe destacar sus logros
en esta materia, sin embargo, cayeron en la trampa de pensar
que el futuro representado por los países del centro del sistema
era el futuro naturalmente deseable. La Unión Soviética resultó
un buen ejemplo de lo que ocurre cuando un proyecto político
de liberación no se propone ir más allá de la dialéctica fetichista
de la modernidad.53
Si el éxito económico de la URSS constituía los “méritos”
del marxismo-leninismo, cuando comenzó su agotamiento,
este signiicó el límite de lo soportable para quienes vivían en las
repúblicas socialistas que integraban la unión, fue el momento
en el que todo el tinglado se vino abajo. Sin embargo, lo que
aceleró la caída no fue la activación de aquellos que siempre
habían sido opuestos al sistema político y no compartían sus
objetivos,
… lo que hizo que todo el sistema se desplomara fue que gran cantidad
de los que sí los compartían llegaron a ser tan hostiles al régimen como
52 Immanuel Wallerstein, “Las Ciencias Sociales y el interludio comunista, o interpretaciones de la historia contemporánea”, Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo, Ediciones Akal, Madrid: 2004, p. 367.
53 J.J Bautista. Dialéctica del Fetichismo de la modernidad. Hacia una teoría crítica del
fetichismo de la racionalidad moderna, Editorial Autodeterminación, La Paz: 2015.
el resto, quizás incluso más. El espectro que recorrió al mundo de 1917
a 1991 se convirtió en una monstruosa caricatura del espectro que
recorría Europa de 1848 a 1917.54
54 Immanuel Wallerstein. “Las Ciencias Sociales y el interludio comunista, o interpretaciones de la historia contemporánea”, Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, Madrid: 2004, p. 368.
José Romero-Losacco
El rumbo que tomó el sistema-mundo tras la desaparición
del bloque soviético implicó la ruptura de dos cuestiones que
hasta entonces se habían tenido como certezas. La primera se
refería a que Estados Unidos había dejado de ser el país más
próspero; la segunda, que el eje que dio forma a la Guerra Fría
ya no existía, la Unión Soviética había desaparecido. Es decir,
la caída del muro de Berlín fue un proceso concomitante a la
trayectoria descendente del papel central que Estados Unidos
ha tenido desde 1945 en el sistema-mundo.
En ese sentido, resulta relevante cómo el auge y caída de los
socialismos reales, en especial de la Unión Soviética, fueron
condicionados y condicionantes de las dos grandes transformaciones del moderno sistema mundial durante el largo siglo XX . La
primera, aquella que ocurrió durante el alba del ciclo sistémico
de acumulación conducido por el liderazgo de los Estados
Unidos; la otra, durante lo que se presenta como el ocaso de la
hegemonía al término de dicho ciclo.
Cuando en 1917 tiene lugar la Revolución de Octubre, el
sistema-mundo transitaba por una coyuntura caótica caracterizada por el aumento de la competencia interestatal, lo que
resultaría a la larga como la transición entre el siglo de la pax
británica y el nuevo siglo de la pax americana. Estamos frente
a un contexto marcado por las turbulencias generadas por la
Gran Depresión de 1889, la Revolución Mexicana de 1908,
la rebelión china de 1911 que produjo la caída de la “última”
dinastía (Qing), y la Primera Guerra Mundial (PGM).
35
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
36
La Revolución Rusa de 1917 constituye, sin duda, el punto de inlexión
en la historia política del moderno sistema mundial. Los bolcheviques
se presentaron a sí mismos como los protagonistas de la lucha de clase
obrera por el comunismo: el resultado del “movimiento social” del
siglo xix (en ese momento, en gran medida, un movimiento europeo)
del proletariado contra la burguesía. Esto era así sin lugar a dudas. Pero
desde un principio todo el mundo señaló que esta “primera revolución
proletaria” había tenido lugar no en el país o países capitalistas más
“avanzados” (en donde la teoría había predicho que se produciría),
sino en una zona relativamente “retrasada”.55
Los hechos de aquel octubre rojo se producían justo en el
momento de mayor intensiicación del conlicto por la disputa
sobre el control hegemónico del sistema, pero “casualmente”
también durante un octubre fuimos testigos de cómo, en el
medio de una nueva disputa en la que el centro del sistema
iniciaba su retorno a Oriente, la brecha que abrió el año 1917 y
el orden mundial que se construye en Yalta en 1945, llegaban
a su inal.
Nótese que Rusia alcanzó los picos históricos de sus glorias
precisamente en los periodos cuando la zona central fue engullida
en las violentas luchas por la supremacía, cuando ningún poder
individual podía asegurar el orden sistémico, y por tanto, aliados
militares fuertes como Rusia, eran bienvenidos (...) Por tanto es
difícilmente una coincidencia que los ciclos de modernización rusos
aparezcan sincronizados con los ciclos hegemónicos del núcleo.56
La lectura estándar durante el siglo XX en torno al papel de
la Unión Soviética airmaba que la articulación de esta con
sus satélites o áreas de inluencia implicaba la existencia de
55 G. Arrighi, t. Hopkins e I. Wallerstein, Movimientos antisistémicos, Ediciones Akal,
Madrid:1999, pp. 48-49
56 Derluguian Georgi e I. Wallerstein, “Putting Russia in World-Systems Perspective”,
María Lipman y Nikolay Petrov, Russia in 2020: Scenarios for the Future. Carnegie
Endowment for International Peace, 2011 pp. 25-44.
57 Ibidem, p. 26.
José Romero-Losacco
un sistema mundial diferenciado del mundo capitalista. La
metáfora de los tres mundos fue el relato con el que se encubría
el hecho de que el mundo del socialismo real formaba parte del
sistema-mundo capitalista, que “...la URSS era meramente una
fortaleza ideológica excéntrica y un poder militar excepcional y
aun así era un Estado semiperiférico que todavía enfrentaba los
perennes problemas del desarrollo tecnológico”.57
La aparición de la Unión Soviética no solo no signiicó la
aparición de un nuevo sistema mundial socialista independiente, sino que el impulso inicial bolchevique de romper con
el capitalismo, a través de la conquista o la “exportación” de la
revolución, fue rápidamente abandonado en pro de procesos de
modernización-colonización que permitieran a Rusia disputar
seriamente la hegemonía dentro del sistema-mundo. Esto
colocó la trayectoria de la Unión Soviética en una dirección
similar a la seguida por sus antecesores rusos, una continuidad
histórica cuyos hitos pasan por Iván el Terrible, Pedro el
Grande, Catalina II y Stalin.
Una prueba de la participación de la Unión Soviética en la
dinámica de sistema-mundo capitalista, fue su compromiso con
los mecanismos que históricamente han permitido la relativa
estabilidad política del sistema. Por un lado, se encuentra la
tendencia a concentrar grandes recursos militares en manos de
las potencias sistémicas, para ello incluso ha de contar con los
privilegios políticos que da la condición de potencia (derecho
a veto y derecho a producir armas de destrucción masiva). En
segundo lugar, la presencia de un “compromiso ideológico” con
el horizonte del sistema (los soviets más electricidad representan
el compromiso con el proyecto de modernización y por lo tanto
con la incesante acumulación de capital). Siendo incluso la im-
37
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
38
posibilidad de cumplir con el “compromiso ideológico” una de
las razones internas del colapso de los socialismos reales. Por
último, la estratiicación del sistema, al ocupar la gran mayoría
el lugar inferior, y al mismo tiempo existir un nivel intermedio
de menor tamaño.58
Al mismo tiempo, para poder entrar en la disputa por
el control del sistema, “Rusia, sin embargo, debe, primero,
hacerse capaz de servirse de las oportunidades geopolíticas.
Esto requiere siempre esfuerzos vigorosos para formar un nuevo
ejército, un aparato estatal, lujos iscales y bases productivas
adecuadas a su momento”59. Sin embargo, atendiendo a que
entre quienes intentan transformar al Estado y al pueblo hay
siempre una clase cuyos privilegios derivan precisamente de ese
Estado que busca transformarse,
Cada gran esfuerzo para actualizar la posición sistémica de Rusia,
tendría que empezar con deshacer las viejas élites y reemplazarlas con
nuevos liderazgos cuya organización grupal, habilidades e identidades
estén articuladas con los objetivos de la reforma. Cada “modernización” rusa signiicaría así algún tipo de revolución desde arriba o, en
el caso de los bolcheviques, una tremenda revolución popular desde
abajo seguida por la revolución desde arriba.60
Incluso, los proyectos de reformas llevadas a cabo en la Rusia
bolchevique tienen sus antecedentes directos en los intentos de
transformación que el antiguo régimen había venido intentando
desde 1860,
58 Immanuel Wallerstein, “El ascenso y futura decadencia del sistema-mundo capitalista:
conceptos para un análisis comparativo”, Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo, Ediciones Akal, Madrid: 2004, pp. 103-104.
59 Derluguian e I. Wallerstein, “Putting Russia in World-Systems Perspective”, María
Lipman y Nikolay Petrov, Russia in 2020: Scenarios for the Future, Carnegie Endowment for International Peace, 2011, p. 38.
60 Ibidem, p. 38.
… El esfuerzo de los zemstvos para extender las instituciones
del Estado moderno y servicios al campo afectaron los intereses
económicos y estatutarios de la aristocracia terrateniente, el proyecto
de relegitimar la autocracia por el nacionalismo oicial ruso inmediatamente provocó el rechazo revolucionario entre las nacionalidades
no rusas, la “manía” ferroviaria, ambiciosamente promovida por el
ministro de inanzas, Conde Witte, probó estar llena con una deuda
externa creciente, la militancia de los trabajadores ferroviarios estratégicamente ubicados, y en efecto ayudó a convertir a Rusia en un
exportador de grano y otras materias primas, principalmente para el
beneicio de la industria alemana.61
En un contexto como el de 1917, se presentó la oportunidad
para que un Estado periférico como el ruso intentara comprar
un boleto al centro del sistema, pero también fue una
oportunidad para que en las periferias emergieran proyectos
nacionales populares que intentaran construir alternativas de
modernización.
Por ello, en el marco de la disputa interimperial la Revolución
de Octubre no solo implicó un episodio en la historia de la modernización rusa, sino que el proyecto encarnado bajo el sello
de los soviets más electricidad fue el relato cuyo par opuesto lo
representaría el proyecto del presidente Wilson.
61 Ibidem, pp. 38-39
62 Immanuel Wallerstein, “he World-System after the Cold War”, Journal of Peace
Research, vol. 30, n.º 1 (Feb.1993), pp. 1-6: 1993, p. 2.
José Romero-Losacco
La lucha Norte-Sur que conocemos hoy tomó fuerza entonces. La
respuesta ideológica del Norte a esta nueva realidad política fue el
wilsonianismo, o el programa liberal aplicado a escala global. El wilsonianismo ofreció el equivalente mundial del sufragio, la autodeterminación de las naciones. Y veinticinco años después, Roosevelt
agregó el equivalente mundial de Estado social de bienestar, el
programa de desarrollo económico del tercer mundo, asistido por la
“ayuda” occidental.62
39
40
El leninismo, el cual se planteó a sí mismo como el oponente radical
del wilsonianismo, fue de hecho su avatar. El antiimperialismo fue
una vestimenta en un lenguaje más radical. La construcción del
socialismo fue desarrollo económico del tercer mundo vestido en un
más radical lenguaje. Una de las razones por las cuales “Yalta” fue
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
posible fue que había menos diferencia entre los programas de Wilson
y Lenin de lo que mantenía la retórica oicial.63
En la disputa entre el primer y el segundo mundo, el tercer
mundo quedó nuevamente supeditado a los proyectos de modernización-colonización del Norte global. Las luchas por las
diferencias imperiales deinieron al Sur global como una zona
caliente, mientras entre ellos hacían la guerra “fría”.
IV. Lecciones para Nuestra América
La Revolución de Octubre ocurrió durante la última
disputa por el control de la economía-mundo, se trata del
momento culminante del ciclo sistémico de acumulación que
tuvo a Gran Bretaña como principal agente; el lapso de tiempo
que va de 1914 a 1945 fue el momento de mayor intensidad en
la disputa por quién sería su sucesor, un conlicto interimperial que no solo permitió a Rusia disputar, junto a Alemania y
Estados Unidos, la hegemonía del sistema, sino que implicó un
brecha para el surgimiento de movimientos nacional-populares
en América Latina, movimientos que serían aplastados por el
consenso de Yalta.
Así, si la paz de Viena en 1815 signiicó para el sur global
la consolidación de una independencia subordinada a la
hegemonía de turno, el consenso de Yalta permitió la decolonización subordinada que resultó en la emergencia de estados
63 Ibidem.
José Romero-Losacco
nacionales en África. Mientras, la onda expansiva que produjo
la caída del muro de Berlín trajo consigo la democratización del
consenso de Washington, que más que una demostración de
fortaleza de la hegemonía de Estados Unidos fue otra señal de
su precariedad.
Por ello, cuando en América Latina se debate sobre el ciclo
progresista (se discute si nos acercamos a su in, también si es
posible detener el avance de proyectos que buscan reencausarnos por la senda del neoliberalismo, e incluso si lo que vivimos
estos años fue o no un ciclo), es fundamental comprender que la
revolución neoliberal en la que se produce el desmoronamiento
del socialismo real –de ese movimiento histórico iniciado en
aquel octubre de 1917–, es el marco que condiciona el horizonte
dentro del cual deberán pensarse las posibilidades y los límites
de la revolución en el siglo xxi. No solo se trata de la posibilidad
de un movimiento que contribuya a terminar el ciclo
hegemónico liderado por Estados Unidos (la sustitución de este
parece ya inevitable frente al desplazamiento del centro de la
economía mundial hacia China, es decir, de una revolución a la
vez sistémica y antisistémica como en 1789 y 1968), sino que se
trata más bien de una transformación transistémica.
Si los pueblos de América Latina, sus cuerpos y sus
territorios, no quieren quedar nuevamente relegados al papel
de zonas a disputarse, con gobiernos en manos de gobiernos
conformados por elites subordinadas al interés de quien ostente
el nuevo liderazgo, es necesario que en esta nueva transición se
logre el ansiado sueño de la unidad nuestroamericana. Si no se
asume con voz propia el lugar que ocupamos en esta transición,
el futuro de la región no será muy distinto al de pasadas
transiciones, aunque siempre puede ser peor.
41
La Revolución de Octubre y el moderno sistema mundial
42
Lamentablemente, en contra de los pasos dados tras el
empuje y liderazgo de Hugo Chávez, en el presente la región
continúa debatiéndose entre la subordinación ante quien hasta
ahora ha sido el líder de la economía-mundo capitalista, los
intereses de quien tiene la mayor probabilidad de sucederlo, o la
posibilidad de abrirse otros caminos.
Vale recordar entonces, que como hace cien años, el llamado
ciclo progresista forma parte de las campanas que suenan con la
entrada de un nuevo liderazgo mundial, por ello no debemos
olvidar que antes de la Revolución de Octubre, primero vino
la Revolución Mexicana, mientras que durante la revolución
neoliberal otro ejército zapatista anunciaba que otro mundo era
posible y un pueblo en las calles de Venezuela le mostraría al
mundo que la historia aún no termina.
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51
Suprematism (Supremus n.º 58)
Autor: Kazimir Malévich
ÍNDICE
›››
Presentación: 100 años de la Revolución de Octubre
José Romero-Losacco
5
11
La revolución de octubre y el moderno sistema mundial
I. Introducción
13
II. El sistema-mundo como sistema social
15
III. La Revolución de Octubre y el largo siglo xx
26
IV. Lecciones para Nuestra América
40
V. Bibliografía
43