OBRAS COMPLETAS
DE
JUAN BAUTISTA ALBERDI
JUAN B. ALBERDI
EN 1873
OBRAS COMPLETAS
DE
J. B. ALBE
TOMO VIII
BUENOS AIRES
3 121 —IMPRENTA DE
U
L A TRIBUNA
1887
NACIONAL" BOLIVAR 3 8
— 438 —
PAGINAS
§—Acción cívilizatriz cíela América sajona, en la América latina, probada
por el ejemplo de Wheelwright
§—£1 ejemplo de los Estados Unidos no es la panacea del mal de Sud
América.—Sus peligros señalados por una grande autoridad
16
iS
CAPÍTULO II
Origen y nacimiento de William Wheelwright en Newbury-Port, Massachusetts, Estados Unidos de America.—Época de su nacimiento.
Familia. Educación: vocación y oficio de marino.—Llegado á
capitán de buque.—Viaje á Sud América en que naufraga, y muere
para su país á los 25 años, pero nace para la América del Sud,
en que queda toda su vida
21
CAPÍTULO III
Origen de Wheelwright en Sud América. Su naufragio en Buenos Aires
y su causa.—Cambio y division que ese siniestro introduce en el
discurso de su existencia.—Situación del Placa en 1823, próspera
pero incierta.—Wheelwright toma el partido de irse al Pacífico
26
CAPÍTULO IV
Wheelwright en el Pacífico durante los primeros años.—Se ocupa en la navegación de sus costas, entre Valparaiso y Panamá.—Adquiere un
caudal de experiencia y relaciones y crédito—Hace el estudio de
las necesidades y recursos de esos países, con que se prepara á
sus futuras empresas.—Se tija en Guayaquil, puerto principal de
Colombia y del Pacífico entonces.—Allí ejerce el consulado de
los Estados Unidos por algunos años. Provecho público que de
ello saca
29
CAPÍTULO V
Wheelwright deja al Ecuador y se fija en Chile
35
C A P Í T U L O VI
Origen de la línea de vapores del Pacífico
37
C A P Í T U L O VII
Lucha de Wheelwright con los restos del antiguo régimen colonial en el
tráfico
41
CAPÍTULO
VIII
Cooperación que Wheelwright pide para su empresa á los gobiernos del
Pacífico
,
44
— 439 —
PÁGINAS
C A P Í T U L O IX
1 ,o que Wheelwright proponía en cambio de concesiones
4&
CAPÍTULO X
Wheelwright en Londres con el objeto de formar la compañía de vapores
del Pacífico.—Opiniones de la prensa inglesa sobre el plan de
Wheelwright.—Auxilio que recibe del libro de M. Scarlett sobre
Sud América
<
CAPÍTULO
S1
XI
Formación de la compañía de navegación del Pacífico.—Construcción de
los primeros vapores, y su partida para Chile.—Su llegada al Pacífico
,
61
C A P Í T U L O XII
Llegada del vapor «Perú» al Callao
CAPÍTULO
63
XIII
Dificultades con que lucha la empresa en su primer establecimiento.—La
vida de Wheelwright es el proceso del sistema colonial español.—
Falta de carbon que dá lugar á la explotación de sus minas en
Chile
65
C A P Í T U L O XIV
¿\ccvdetvte del vapov «Chile-», que hizo conocer los recursos del puerto de.
Guayaquil, como arsenal. —Otras dificultades con que lucha el
tráfico moderno
•
69
CAPÍTULO XV
Mejoras varias que introduce Wheelwright en los puertos del Pacífico...
CAPÍTULO
XVI
Dificultades para llevar ía línea hasta Panamá, nacidas de la condición
excepcional de Nueva Granada
CAPÍTULO
71
73
XVII
Nuevos auxilios que Wheelwright encuentra en la opinion pública para
vencer sus nuevas dificultades
§—Recomendación que el cuerpo diplomático y consular en Lima, hace
de Mr. Wheelwright, como principal Superintendente de los va-,
pores en el Pacífico
76
80
— 440 —
PAGINAS
C A P Í T U L O XVIII
Allanamiento de las dificultades.—La línea llega hasta Panamá, y esta
nueva vía queda establecida.—Efectos benéficos del caTibio en el
Pacífico
~ ~
32
CAPÍTULO XIX
Influencia de Wheelwright en la consolidación y desarrollo del cambio..
86
CAPÍTULO XX
Establecida la línea de vapores, Wheelwright se ocupa de los puertos y
del vapor terrestre ó ferro-car riles.—Puerto de Caldera. Ferrocarril de Copiapó.—Ganancias y desinterés en Wheelwright
CAPÍTULO
87
XXI
Wheelwright se separa de la empresa de vapores.—Se ocupa de diferentes
mejoras en Valparaiso.—Dase en adelante á empresas de ferrocarriles.—Proyecto del de Valparaiso á Santiago
91
C A P Í T U L O XXII
Concurrentes con que luchó "Wheelwright, que son un escollo del progreso
94
C A P Í T U L O XXIII
Concepción y plan de un ferro-carril trasandino.—Carta de "Wheelwright
al Presidente de Chile sobre ello
96
C A P Í T U L O XXIV
El ferro-carril trasandino trae de nuevo á Wheelwright al Plata
loo
C A P Í T U L O XXV
Historia del Gran Central Argentino.—Su origen, su plan, su interrupción.
101
CAPÍTULO XXVI
Inauguración de.los trabajos del Gran Central Argentino, en el Rosario.—
Discurso notable de Wheelwright.—Formación de la Compañía
del Gran Central en Londres
CAPÍTULO
XXVII
Inauguración del servicio y tráfico del Gran Central en Córdoba.—Puntos
negros en el horizonte para Wheelwright y para el Plata.—Sus
105
441 —
PAGINAS
obras son necesarias para un empréstito de 30 millones.—Su discurso memorable dirigido á Córdoba.—Trascendencia de la exclusion inminente de Wheelwright
\.. .
109
CAPÍTULO XXVIII
Ferro-carril y Puerto de la Ensenada.-—Origen é importancia de esa erapresa.—Carta de Wheelwright sobre la Ensenada
120
CAPÍTULO XXIX
Wheelwright en Londres durante el empréstito.—Muerte de Brassey estando
CAPÍTULO XXX
Quién servia mejor el interés argentino, si Wheelwright ó el Presidente
Sarmiento.—Las obras de Wheelwright eran ideas deRivadavia.
126
CAPÍTULO XXXI
Circunstancias accidentales, que facilitaron la terminación del Ferro-carril
de la Ensenada
....
§—Inauguración del tráfico hasta Quilines
130
133
CAPÍTULO XXXII
Inauguración del Ferro-carril de la Ensenada para el servicio público.—Se
agravan los malos augurios de Córdoba para Wheelwright.—Discurso histórico de Wheelwright sobre el Puerto de la Ensenada.—
Desde ese dia el Presidente Sarmiento se absorbe en la obra del
Puerto de Bateman.—Explicación de esta anomalía
134
CAPÍTULO XXXIII
El último tiempo de Wheelwright en el Rio de la Plata- - Su último viaje
á Inglaterra y su muerte en Londres en el mismo año de 1873..,
140
CAPÍTULO XXXIV
Consideraciones y estudios á que dá lugar la vida de Wheelwright.—Influencia social y política de sus obras en Sud América.—Ella caracteriza y define el papel civilizador de la inmigración en la América latina
142
CAPÍTULO XXXV
La personalidad de Wheelwright es la expresión de la inmigración sana y
honesta en Sud América.—Descripción de Wheelwright en su persona, hábitos, manera de ser privada
147
— 44'2 —
PÁGINAS
CAPÍTULO XXXVI
Idea general ,y sintética de las obras de Wheelwright
,
149
CAPÍTULO XXXYIÏ
Deuda de Sud América á la memoria de Wheelwright
JLa Omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual—
(Discurso pronunciado en el acto de la colación de grados el
día 24 de Mayo de 1880
La República Argentina consolidada en 1880
Prefacio
,
Introducción
152
ISS
183
185
193
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO I
£—1. Antagonismos en que vivieron los dos Gobiernos coexistentes en
Buenos Aires, hasta 1880
§ — 2. Origen de la solución dada
$—3. L a guerra argentina de 1880, su historia, sus causas, sus resultados
y efectos. Los remedios de prevenir su repetición
ij—4. El statu-quo era la omnipotencia del Estado, aunque sin Estado, reinando en toda la sociedad
-.
i; —5. Statu-quo en que no podía quedar el país sin peligro
§—6. Statu-quo y sus peligros. Continuación
i?—7. Origen y causa de la pasada supremacía provincial de Buenos Aires
sobre la Nación
....
§-S
§ —9. Inconvenientes del statu-quo de 1880
209
211
212
215
217
218
220
223
225
CAPÍTULO II
£— 1. Consolidación del país. ¿ Cómo efectuarla ?
i;—2. Unificación ó consolidación de todo el país argentino. Continua,
ción
¿j—3. La Capital nacional existia, pero en desuso
§—4. Bajo el símbolo de una Capital, lo que nos faltaba era una Nación
§—5. Tras la Capital, faltaba la Nación. Continuación
.'
£—6. Buenos Aires era víctima de su viejo localismo. Como Capital de
la Nación, será mas libre que antes
§—7. La unidad nacional es tradición histórica en la República Argentina.
§—S. Todos nuestros grandes hombres argentinos fueron centralistas
227
230
231
232
235
237
241
242.
— 4i3 —
PÁGÍNAS
§—9. Eî federalismo de Norte-América no fué modelo del doctor Moreno,
corifeo de la Revolución de 1810
§—lo. La Capital del Estado, como base de autoridad, según el doctor
Moreno
§—II. Capital nacional en Buenos Aires
§—12. Capital nacional en Buenos Aires. Continuación
§—13. Es Buenos Aires la Ciudad-Nación de que hablaba Rossi
§—14, Lo que ha perdido la Nación por falta de una Capital
§—15. La Capital era el Vireinato, en cierto modo, por la Ordenanza que
constituía su régimen colonial
§—16. El poder argentino es Buenos Aires
§—17. La elección de la Capital no es facultativa. Viene de la historia
,
y de las cosas
§—18. La organización del país argentino data del día en que España
empezó su fundación
§—19. ¿En qué sentido es confirmación y no cambio la consagración de
Buenos Aires como Capital de la Nación ?
$—20. Es y fué siempre Buenos Aires Capital obligada de la República Argentina
§—21. Modificaciones que necesitó Buenos Aires como Capital del Vireinato, para ser Capital de la República
¿j—22. La Capital y la política interior
§—23. La cuestión de Capital en sus relaciones con nuestro progreso
intelectual
243
245
24$
248
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254
256
25S
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263
267
269
273
276
276
CAPÍTULO III
§—1.
§—2.
§—3.
§—4.
^—5§—6.
§—7.
§—8.
70 años perdidos!
La nueva Buenos Aires y el puerto de la Ensenada
Puerto del Río Negro
.
Por qué nos han faltado hombres de Estado, y debemos esperar
tenerlos en adelante
Garantías de vida y porvenir del actual orden de cosas
Resistencias y reacciones estériles
Progreso y desarrollo del nuevo estado de cosas.—Porqué medios.
Sumario y final de la primera parte
279
282
283
284
286
289
292
294
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO ÚNICO
§—1
¿5—2. La erección de la ciudad de Buenos Aires en Capital de la Nación,
le deja intacta y asegurada su importancia de provincia
2
99
301
— 444 - PÁGINAS
§—3. La pretendida causa de Buenos Aires, y sus pretendidos defensores,
en las cuestiones pasadas.
§—4. La autonomía de Buenos Aires á lo Rosas, causa de atraso para
todos los argentinos
§—5. La llamada autonomía de Buenos Aires, muy peligrosa como se
entendió antes de ahora, puede ser combinada con los intereses
de la Nación
§- -6. Revolución de 11 de Setiembre, Causa {llamada) de Buenos Aires, que era de ruina para Buenos Aires económicamente entendida
§—7. Constitución provincial de Buenos Aires. Revolución de 11 de
Setiembre de 1852. Continuación del párrafo anterior
§—8. Constitución colonial de nuestro país, que ha sobrevivido de hecho á la Independencia
§—9. La Buenos Aires del tiempo colonial
§—10. La moderna Buenos Aires. Nuevos destinos, nueva vida, nueva
sociedad
,
§—11. La nueva Buenos Aires. Continuación
§—12. Moderna Buenos Aires. Objeciones y resistencias á ella
§—13. La omnipotencia del Estado provincial de Buenos Aires indivi.
so, era la ausencia de la libertad en los usos políticos de su
sociedad
........ ...............
§—14. De cómo los monopolios de la Provincia-Metrópoli han retenido
el desarrollo del Sud de la República
§—15. Lo que gana la ciudad de Buenos Aires con separarse de la Provincia, para ser Capital de la Nación
§—16. Lo que ganará la ciudad de Buenos Aires con ser Capital de la
Nación
§—17. Beneficios que deriva Buenos Aires de la consolidación de la República
§—18. Preocupaciones y sofismas políticos que conviene disipar en servicio de la paz
§—19. La nueva Buenos Aires será la corona austral de la República Argentina
§—20. Capital y Constitución para Buenos Aires
§—21. Capital de la Provincia de Buenos Aires
§—22. Nueva Constitución de Buenos Aires, según sus nuevos intereses,.
§ - 23. La reinstalación de la ciudad de Buenos Aires en Capital de la
Nación, hecha en 1880, es la primera revolución efectiva contra
el régimen realista de este país
....
§—24. La vida de Buenos Aires para el trabajo industrial, intelectual, no
podrá ser la de Paris
§--25
§—26. Sofismas de forma y de falta de oportunidad
§—27. Pretestos de oposición y reacción....
§—28. Buenos Aires austral, y la inmigración del Norte de Europa. Garantías de progreso futuro
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357
— 44o —
PÁGINAS
§—29.
§—30.
§—31.
§—32.
Garantías de progreso del nuevo orden de cosas
Una situación crítica demanda una política extraordinaria
Prensa que conviene al nuevo orden de cosas
La prensa que conviene á la seguridad del nuevo orden de cosas.
359
361
362
363
APÉNDICE Ó CAPÍTULO FINAL
§—I. Capítulo XXVII del libro de «Las Bases», sobre Capital de la República. Ie* y 2 «* edición de Valparaíso, 1852
§—2. Capítulo XXVI de la tercera edición de «Las Bases», hecha en Besanzon, 1858, sobre que toda Capital en Buenos Aires era imposible,
sin la division de esta Provincia
§—3. Capítulo V del folleto ti tul ado : «Condiciones de Union», Paris 1861.
£—4. Capítulo VI del folleto titulado: «De la anarquía y sus causas principales:», Besanzon, 1862
§—5. Párrafos varios, estractados del folleto titulado*. «Crisis permanentes
de las Repúblicas del Platas, Paris, Febrero de 1S66
DOCUMENTOS
Mensage del Poder Ejecutivo Nacional al Congreso, adjuntando el proyecto de ley sobre Capital
Ley declarando Capital de la República Argentina á la ciudad de Buenos
Aires
Mensage del Poder Ejecutivo Nacional a l a Legislatura de la Provincia..
Mensage del Gobierno de la Provincia al Poder Ejecutivo Nacional
Ley de la Legislatura déla Provincia cediendo á la ciudad de Buenos Aires para Capital de la RepúbÜca Argentina
395
398
400
404
407
Fin del índice General de las obras que tenia publicadas el
Dr. D. Juan B. Alberdi
Li ï l Ï US W M INDUSTRIALES
DE
WILLIAM WHEELWRIGHT &
EN LA AMERICA DEL SUD
POR
JUAN BAUTISTA ALBERDI
18 76
(i) La pronunciación figurada de este nombre en español es : Güilrrait.
CAPÍTULO PRIMERO
INTRODUCCIÓN
De como á veces un extranjero puede ser mas benemérito de la patria
que un patriota
Esta es la biografía de un hombre que, sin haber dado batallas, ni
obtenido victorias, ni sido un hombre de Estado, ni siquiera un ciudadano, ha hecho sin embargo á los países de su mansion tantos y tan
grandes servicios, que su historia seria ingrata ó ciega si dejase de
registrarlos en sus anales. Esto prueba la verdad de dos hechos que
Sud-América no debe perder de vista en el interés de sus progresos, á
saber: — que la guerra no es el único terreno de los servicios que abren
las puertas de la historia, y que sin ser un ciudadano puede un extranjero hacer mayores servicios á la patria que eî primer patriota, pues
no se -necesita haber vivido cuarenta años de los sueldos del Estado
para ser un servidor del país.
E s que sus grandes intereses modernos, que son todos económicos,
son del dominio del orden social, d e q u e es miembro el extranjero, con
los mismos derechos civiles ó sociales que el ciudadano.
Apesar de su magnitud gigantesca, los servicios de Wheelwright á
los países de Sud-América no cuestan ni sangre, ni lágrimas, ni luto, ni
caudales recibidos del Estado en forma de sueldos y recompensas.
Como no sirvió por sus obras, neutrales como la industria, á ningún
partido político, á ningún egoísmo local, ni deja en los partidos del
— 8—
país un heredero de su nombre ilustre, su biografía no será una bandera, como no será su estatua el pedestal de la grandeza de un ocioso.
En la índole de sus servicios desinteresados al bien público, se revela
el compatriota de Washington y de Franklin. E r a en eso la personificación de su país, aclimatada en Sud-América: la mas noble forma
que puede afectar la irrupción, que ese grande y rival modelo puede
hacer en la América de su antagonismo. Sus gobernantes sin embargo
la temen á veces mas que á la conquista armada, porque les exige el
respeto que no siempre saben tener á los derechos de sus gobernados.
Prefieren copiar las leyes escritas de los Estados-Unidos, á recibir esas
leyes encarnadas en las costumbres de sus emigrados. E s que una ley
se deja hollar sin murmurar, mientras que un hombre libre siente la
injuria y la rechaza.
Reforma que la historia necesita en Sud-América para mejora de su
política
El hecho es que la vida de Wheelwright, hace parte de la historia de
los progresos de Sud-América de veinte anos á esta parte.
¿No es ya tiempo de que la historia de Sud-América deje de consistir
en la historia de sus guerras y de sus guerreros, como ha sucedido hasta
aquí? En lo mas de ella la historia de la guerra tendría un útil sentido
y un enseñamiento fecundo, si se redujese á lo que ha sido por regla
general, no por excepción; la historia de menguas y pérdidas territoriales de unos Estados, sin provecho de los otros, y la del origen y
formación de sus deudas públicas agobiantes y ruinosas para sus progresos. Se veria que lo que compensa ó repara sus descalabros, nacidos de ese desorden, es el progreso espontáneo y natural debido al
comercio y á la industria, cuya historia sin embargo no ha ocupado
hasta hoy á ningún historiador de su revolución fundamental, mas económica en su esencia que política como ha sido en realidad.
L a historia de su comercio, de su industria, de su riqueza, de sus
mejoramientos materiales, es mas útil y necesaria que la de sus guerras,
que apenas han producido otra cosa que libertades escritas, glorias
— 9 —
vauas y progresos que no excluyen el statu quo, en !o mas sustancial
para la civilización, — que es el nivel moral é inteligente del pueblo
mas numeroso»
La revolución digna de historiarse es la del cambio por el cual, países que hace dos tercios de siglo eran colonias pobres, oscuras y aisladas del mundo, han venido á ser vastos mercados, frecuentados por
todas las naciones de la tierra.
Ni es otro el sentido en que la historia tiende á ser concebida en este
siglo, porque en todas partes parece afectada del mismo extravío, con
los mismos efectos perniciosos para el mejoramiento social.
« Si recordamos, dice Herbert Spencer, que toda la historia está
llena de los hechos y gestos de los reyes, en tanto que los fenómenos
de la organización industrial, Tisibles como ellos son, no han logrado
sino recientemente atraer un poco de atención; si recordamos que
todas las miradas y pensamientos se dirigen á las acciones de los que
gobiernan, que nadie hasta estos últimos tiempos tenia ojos ni pensamientos para los fenómenos vitales de la cooperación espontánea, á los
cuales deben las naciones su vida, su crecimiento y progreso, no podemos dejar de ver cuan profundos han sido los errores padecidos en las
conclusiones que han deducido los hombres sobre las cuestiones sociales. » — Estas cuestiones son entre tanto las que mas interesan á los
destinos de la América del Sud, porque no son otras que las de su población, exploración, practicabilidad y explotación de su rico y desierto
suelo. <Qué son sino cuestiones sociales de vida ó muerte para SudAmérica, sus cuestiones tan traqueadas de inmigración, colonización,
educación pública, trabajo, riqueza, comercio, crédito, caminos, puertos, etc. ?
La historia de Sud-América solo ha sido la de sus guerras y guerreros.
El progreso social espera sus historiadores
Todos convienen en que la civilización está representada en estos
tiempos por el desarrollo de los intereses materiales, es decir, del
comercio é industria (agrícola ó manufacturera), de las vías de comu-
— 10 —
nicacion y trasporte, de la producción y riqueza» ¿En qué sentido es
esto una verdad? En este sentido esencialmente moral, que el efecto
natural del mejoramiento material, es la elevación del nivel moral é
intelectual del país.
E s un hecho, sin embargo, que cada vez que se trata de escribir la
historia de un país de Sud-América, lo primero que se pone á un lado
y deja en el olvido es la historia de su comercio, de su industria, de su
condición y desarrollo económico, para no recordar sino sus revoluciones políticas y militares, y los héroes de esas empresas de destrucción,
no de mejoramiento, á que se reduce la historia sud-americana.
« T h e political history of the South American Republics (dice el
Times del 14 de Octubre de 1874), has been one dismal record of rebellions, revolutions, outrages on authority, and assassinations of Presidents. » Cuando no ha sido esto ha sido lo historia de la guerra y de
las campañas de la Independencia.
Sin duda que no es posible historiar la vida moderna de los Estados
de América del Sud sin hacer la historia de la revolución ó cambio que
esa parte del mundo ha experimentado en el siglo XIX. Es al menos
la parte mas interesante y útil de su historia política, pues si en la
América del Norte la historia colonial es la de sus viejas libertades y
antigua civilización, en la América del Sud no recuerda su pasado colonial sino la abyección y oscurantismo en que fué mantenida por el
gobierno desacertado de su metrópoli. Que ese sistema fuese común
á las dos patrias, madre é hija, no quita que él fué un hecho muy poco
recomendable al interés de la historia.
Pero la verdadera, la fecunda revolución, la mas digna de recuerdo,
como escuela de gobierno, consiste, no en la sustitución de un gobierno
extranjero incapaz por otro gobierno igualmente incapaz aunque americano; sino en la sustitución del estado económico de cosas que la
tenia sumida en el atraso y la pobreza, por un nuevo régimen de vida
caracterizado por el tráfico libre con todo el mundo civilizado, al cual
ha debido en poco tiempo mayor número de población, de capitales,
de industrias, comercio, luces y bienestar la América antes española,
que á sus tres siglos de gobierno colonia!.
Sus guerras y guerreros, lejos de ser causa de que todo esto se produzca, han sido las mas veces sus obstáculos y rémoras. Una historia
de la revolución no podría prescindir de reconocer y consignar que el
—11 —
desarrollo del vapor, aplicado á la locomoción terrestre y marítima, lia
sido el mas poderoso agente revolucionario de este siglo, en Sud-América, como en todas partes. Introduciéndolo en Sud-América, Wheelwright ha completado la trasformacion mas grande que hayan sufrido
su política interior y exterior, su sistema de hacienda, sus medios de
gobierno y de guerra á la vez que su población, producción, comercio
y cultura. Libertando al hombre de sus dos tíranos naturales, que son
el espacio y el tiempo, el vapor como el rey de las fuerzas naturales ha
hecho del hombre un semi-dios, con mas poder que tuvo el dios Marte
de la fábula.
La historia de la revolución de Sud-América en este sentido de progreso material, tiene sus héroes, como los tiene la de la guerra. Vencer y suprimir esos dos enemigos del hombre americano, unir la América
en sí misma, acrecentar la unidad de cada uno de sus Estados, unir á la
América con la Europa, por la diminución del tiempo, del espacio, del
peligro y del precio de los viajes, ha sido la tarea gloriosa de Wheelwright. Pronunciando la desaparición de los Andes, él y Meiggs, su
compatriota, han merecido de la historia á ese título el rango y el derecho de ser considerados por ella como héroes de ios Andes á la par de
los Boüvar y San Martin. Cruzar sus cumbres con piezas de artillería
ligera fué sin duda un esfuerzo extraordinario y digno de memoria;
pero cruzarlas con locomotivas de fierro con la rapidez del cóndor, es
casi igual al prodigio de Basco Nuñez de Balboa, que tres siglos antes
las cruzó con los primeros buques que navegaron el Pacífico. Esa es
otra de las glorias que pertenece de derecho á la historia de la civilización de Sud-América, poblada de la misma raza que supo alcanzarla.
L a gloria de América tiene en su mano el poder de ensanchar sus límites y multiplicar sus héroes, si sabe ser agradecida á todos los servicios
que la conquista de su civilización ha costado.
Papel histórico de que es capaz el extranjero en el progreso social y
material de la América del Sud, por su moderno derecho público
No todos los privilegios y honores de la historia deben ser adjudicados á ese patriotismo extraño que consiste y se prueba en vender á la
patria por cien, v. g., los servicios que, en justicia, valen diez.
— 1% —
¿Cómo se explica ese patriotismo leonino? por el privilegio que solo
tiene el ciudadano, ó mejor dicho el patriota de vender á su país por
cien lo que el extranjero le vendería por diez, de mejor calidad diez
veces, si la Constitución no le negase, como es natural que le niegue, el
ejercicio de todo derecho político.
Afortunadamente no sucede eso sino con los derechas políticos. En
cuanto á los civiles ó sociales, tal privilegio no existe porque la Constitución los concede al extranjero á la par que al ciudadano. De ahí
es que el extranjero puede ser empresario, banquero, comerciante,
ingeniero, médico, artista, agricultor, sin que su calidad de extranjero
le impida hacer al país, que no es su país, beneficios de que no es
capaz el patriota, con solo ejercer los trabajos de su oficio por via de
industria, sin recompensa alguna del tesoro nacional en forma de
sueldo ó de salario. Dos cosas son el resultado natural de este fenómeno: i ° que la sociedad civil, en países que han sido colonias de
España, se halla mejor compuesta que no lo está ni puede estar la
sociedad política en que consiste el Estado, porque la primera se
compone de extranjeros superiores á los nativos cuando menos en
cultura industrial ; 2 o que el progreso del país tiene que deber
menos á sus patriotas nativos que á los extranjeros desnudos de
derechos políticos. Este fenómeno visible, se explica sencillamente
por los precedentes históricos y coloniales de los pueblos sud-americanos que fueron españoles. Privados desde el tiempo de su fundación
y origen de la libertad de ejercer el comercio, la navegación, la industria fabril, la agricultura, las artes y ciencias liberales, y de ganar su
vida por los trabajos de esas profesiones, prohibidas por interés ó
error de la metrópoli, que se reservó su monopolio,—se han encontrado los nativos de Sud-América el dia de su emancipación y constitución en Estados soberanos, ante las masas de inmigrados extranjeros,
educados en todos los trabajos productores de la fortuna, que el
régimen de libertad traía á su suelo, sin poder sostener con ellos una
concurrencia victoriosa en muchos ramos de producción industrial.
¿Qué han hecho entonces los favorecidos por su condición política?
Se han refugiado en el único trabajo de que la Constitución les hacia
un monopolio y privilegio exclusivo de su calidad de ciudadanos, á
saber : el trabajo ú oficio de gobernar, de administrar, de legislar, de
juzgar, — la política en una palabra, que naturalmente se ha conver-
— 13 —
tîdo en la única industria y manera de adquirir fortuna, en que el
extranjero no puede hacer concurrencia al patriota nativo-.
De ahí el calor peligroso con que se buscan los empleos políticos,
como si se buscase la participación en el gobierno por vía de libertad,
cuando en realidad se buscan como medios de ganar su pan y su lujo,
en cambio de servicios pagados á precios que no valen, adicionados
todavía del honor de ser tenidos como virtudes patrióticas, dignas de
la gratitud y recompensas nacionales. Servicios que en política
y gobierno son pagados á precios fabulosos, no tendrían compradores por su mediocre calidad en otros ramos productivos del pan
cuotidiano.
Bajo ese punto de vista y en ese orden de cosas Wheelwright representa en Sud-América esa porción eminente de su sociedad mixta que
se denomina elemento exiranj¿7-o ; y ya puede por el diseño inferirse todo
el bien que los inmigrantes de su clase pueden hacer al progreso y
desarrollo de la civilización de Sud América, apesar de no tener
derechos políticos ni aspiración á títulos de patriotismo. Es el mejor
ejemplo probatorio del bien que el extranjero puede hacer al progreso
de la patria en mayor grado que el mismo patriotismo de sus hijos.
Si esto no fuese cierto, no lo seria tampoco este aserto recibido
como principio en las mismas leyes fundamentales, á s a b e r : — Q u e la
inmigración debe ser promovida y fomentada por la buena política
como el mejor y único medio de educación y progreso material y social
de ios nuevos Estados sud-americanos.
Las Constituciones que eso consagran admiten implícitamente que el
país puede deber mas grandes servicios á los extranjeros incorporados
en su sociedad civil, que á sus mismos patriotas nativos; y el ejemplo
de Wheelwright es un comentario victorioso de esa ley.
Acción social da la industria y del industrial extranjero en !a mejora de
Sud-América
Los que se ocupan de empresas de comunicación y trasporte son
socialistas inconscientes, que hacen la sociedad sin saberlo, en el sentido
que hacen y forman las sociedades sin pretender hacer otra cosa que
negocios de industria particular.
— 14 —
El interés de ganancia que los mueve, no les impide ser en realidad los autores de la consolidación que la sociedad recibe de sus
obras. Wheelwright, uno de ellos, ha hecho por la organización
social y política de Sud-América, mas que muchos de sus hombres de
Estado mas eminentes. No por eso se ha creído autorizado para
reclamar la palma de un misionero, ni el honor de un apostolado
de civilización ; ni ha pretendido tener parte en el gobierno, que
contribuía á consolidar como institución por sus obras de viabilidad,
como recompensa de sus servicios de orden social americano.
Su calidad de extranjero, que le cerraba las puertas de la política,
le abria mejor las de la sociedad civil, para servirla como obrero neutral. Esa es la posición honorable de los buenos inmigrados en îa
América del Sud.
Su extranjerismo los preserva de la desgracia de tener que injerirse
en la mala política del país; lo cual es un bien para la civilización de
Sud-América, cuya sociedad civil viene á ser, por esa causa cabalmente, de mejor condición que su sociedad política. De ella se hacen
miembros, con derechos iguales á los demás, los extranjeros venidos de
los países mas civilizados del mundo, desde el dia que inmigran y se
establecen en el país.
Nada por lo tanto mas sabio que la exención de todo deber militar
que algunas leyes establecen en favor del extranjero, aun después de
muchos anos de naturalizado en el país. Pero este principio para ser
del todo eficaz debe completarse por este otro :—que ningún extranjero,
aun los naturalizados, pueda ser admitido en las filas del ejército
nacional. Las Provincias Unidas de la Holanda debieron parte de su
prosperidad á la observancia de este sistema. Elias hicieron de la
profesión militar un rango inaccesible al extranjero, Por un motivo
diferente loa Estados sud-americanos servirían á su civilización imitando en eso á la libre Holanda de otro tiempo.
— 15 —
En qué sentido la historia de Wheelwright forma parte de la historia
reciente de Sud-América. Los empresarios de vías de comunicación
son los mejores socialistas y diplomáticos.
Hemos dicho que la historia de Wheelwright formaparte de la historia civil y social de la America del Sud mas contemporánea; no de la
historia de sus guerras, grandes ó chicas, bien entendido, de que se
compone á menudo la historia de esos países ; sino de la historia de sus
períodos y de sus obras de paz, es decir, de sus trabajos de mejoramiento, que han transformado la condición material de Sud-América
por la introducción del vapor en todos los medios de comunicación y
transporte; por la construcción de líneas marítimas de comunicación
interoceánica sistemada y constante, por ferro-carriles, puentes y
muelles, faros, boyas, telégrafos, dragas, depósitos navales, descubiertas
y explotación de nuevas riquezas naturales, como el carbon mineral,
el salitre, el borraj, etc,—De la historia de esa faz honrosa de la vida
de Sud-América, que la vindica de la otra, por su carácter juicioso y
realmente interesante para la civilización general, forma parte sin duda
la historia de Wheelwright. — Por la naturaleza y trascendencia d e s ú s
trabajos de mejoramiento, Wheelwright ha ejercido un real y saludable
influjo en la condición política y social, es decir, económica y comercial de la América del Sud.
Pero i puede un empresario de ferro-carriles, de telégrafos, de líneas
de vapores, de muelles y puertos, tener influencia y parte importante
en el desarrollo político y social de su país? — se me preguntará tai
vez. A esa pregunta se responderá con esta o t r a : —¿tienen los ferrocarriles y las líneas de vapores y de comunicación telegráfica, influencia real en la política de los países que ellos acercan y estrechan entre
sí, hasta confundir y consolidar sus mercados, sus productos, sus poblaciones, sus costumbres, sus luces, sus instituciones, sus destinos y existencias en fin ? — Nada mas, para poner esta cuestión, se necesita, que
ignorar radicalmente las leyes y causas que rigen y determinan los
progresos políticos y sociales de los Estados modernos de ambos
mundos.
— 16 —
Baste decir que los diplomáticos y los tratados de comercio no tienen
acción mas eficaz, que los empresarios de vias internacionales de comunicación y trasporte, en la remoción de las causas que alejan á las
naciones unas de otras, pues las mas poderosas de esas causas, son la
distancia y el tiempo, que el ingeniero, como soldado del empresario,
hace desaparecer mas positivamente, que es dado hacerlo al tratado
internacional mas liberal. — ¿ Cuál es, sino, el hombre de estado que
haya contribuido mas que Wheelwright á unir entre sí misma á la
América del Sud y á disminuir la distancia de tiempo y de espacio que
la separa de la Europa, su manantial pasado, presente y futuro de po<bladores, de capitales, de industrias, de luces y progresos de todo género ? Se aplicarían á sí mismos los gobiernos de América el honor de
los trabajos de Wheelwright, si ellos lo hubieran solicitado para ejecutarlos, y no él á los gobiernos, como realmente ha sucedido. Ellos han
sido los instrumentos del genio de Wheelwright, y no vice-versa. Mas
ha trabajado en persuadirlos de la utilidad de sus empresas, y decidirlos
á tomar la parte, que era de su deber, que en reunir los capitales, acometer y llevar á cabo sus trabajos. Esto haría el desdoro de Sud-América si no fuese un hecho que, bien ó mal, todos los gobiernos han
acabado por dar á Wheelwright su entera y completa cooperación, con
excepción tal vez del que menos debió negársela.
Acción civilizatriz de la América sajona, en la América latina,
probada por el ejemplo de Wheelwright.
Pero la Europa no ha sido el solo manantial de sus recursos para
Wheelwright, como no lo es de los grandes colaboradores de su progreso, para la América dicha latina.
La presencia benéfica de Wheelwright, yankee de origen, en la
América antes española, es el desmentido mas elocuente dado al temor
de absorción y conquista de que uña política sin alcance ha pretendido
hacer un principio de gobierno en la América latina.
Wheelwright, llenando á Sud-América de progresos materiales que
dan á sus Estados el poder de preservar su independencia contra todo
-
17 —
conquistador americano ó europeo, es la presencia de ]a raza angloamericana colaborando en la mejora de la América latina. Dando esos
hombres á la América del Sud, îa patria de Fulton y de Franklin, sirve
mejor al progreso democrático de las Repúblicas latinas que no por el
ejemplo de sus leyes escritas, entendidas y aplicadas á menudo err
detrimento de ellas mismas por gobernantes menos inconscientes que
faltos de conciencia. — No hay mas que un medio de atraer y aclimatar
la libertad de los Estados Unidos en la América del Sud, es atraer y
aclimatar en su suelo á los hombres del temple y de la condición de
Guillermo Wheelwright.
Wheelwright en Sud-Amérîca ha probado la influencia y la acción de
la América del Norte, de que una mala teoría de la rivalidad de las
razas pretende hacer un espantajo incesante para Sud-América. Él
trajo á esta parte del nuevo mundo lo que hace la grandeza de la América del Norte — el vapor, la electricidad, el gas, — los capitales, las
poblaciones de la Europa civilizada, venidos en pos y al favor de esos
agentes.
Sin embargo, Sud-América parece ser víctima de un pánico curioso
nacido del peligro de absorción, que no cesa de ver en las tendencias
de la América del Norte. Mas teme al país de Fulton, que al de Felipe
II. L a historia viene á d a r á ese temor una lección jocosa. Un yankee
ha dado á Sud-América por el vapor, la unidad que Bolívar no pudo
darle por el Congreso de Panamá. Ese mismo yankee ha puesto á Sud
América á un paso de la Europa, echando, como puentes, entre ambos
hemisferios, las grandes líneas de vapores, que los ligan mas estrechamente que sí lo estuviesen por tratados diplomáticos. Qxxo yankee,—
Aspinwall,— ha suprimido el istmo de Panamá por el vapor terrestre,
que ha puesto á Europa directamente en las márgenes del Pacífico.
El audaz empresario Meiggs, otro yankee, ha colocado á la capital de
Chile en las márgenes del Pacífico y ha cruzado los Andes peruanos
para aproximar á Lima de sus provincias orientales del Amazonas.
Notemos de paso que Wheelwright fué precursor de Asp in wall y de
Meiggs y el inspirador de sus grandes obras.
No siendo bastante todo capital y toda inmigración para dar satisfacción á la actividad voraz de los Estados Unidos, no es preciso atribuir á ese país un cálculo de egoísmo ni de hostilidad si deja de ser un
manantial de esos recursos para la América del Sud. Pero le sobran
T. VIII.
2
— 18 —
empresarios é ingenieros inteligentes para proveer de ellos á los países
sud-americanos que no los tienen por su mala condición hereditaria en
aptitudes industriales. Habituados á luchar con escasos medios contra
el suelo desierto, Jos ingenieros americanos son allí preferibles bajo
muchos aspectos á los de Europa.—Wheelwright, que no tenia preocupaciones locales, al mismo tiempo que buscaba capitales en Europa,
componía su estado mayor de ingenieros en los Estados Unidos.
El ejemplo de los Estados Unidos no es la panacea del mal de Sud-América.—
Sus peligros señalados por una grande autoridad.
Al condenar la preocupación sud-americana que no ve sino peligros
en el influjo de la América sajona, que tanto auxilio puede dar á sus
progresos, es útil castigar otra preocupación opuesta de los que ven
en el ejemplo del sistema de gobierno de los Estados Unidos una panacea para el mal social y político de todos los países- Esta preocupación
es tan nociva como la otra para la suerte de Sud-América, y la personalidad de Wheelwright es un buen á propósito para señalarla, pues si
ha sido un beneficio para Sud-América su cooperación, no se sigue de
ahí que todo lo que procede de los Estados Unidos participa de la
excelencia de ese grande americano.
No basta decir que una ley, que una institución, que una persona,
es de los Estados Unidos, para probar la excelencia de su condición.
Todo no se ha dicho en materia de gobierno libre, con decir que u n í
cosa viene de los Estados Unidos. La sociedad de ese país es un mosaico, su constitución es una caja que contiene las cosas mas variadas é
incoherentes. Es un mundo que abraza muchos países, siendo cada país
una nación distinta en cierto modo. En Massachussets, está la nueva
Inglaterra, ó por mejor decir la vieja Inglaterra; en Nueva York la
Holanda, su fundadora; en Nueva Orleans, la Francia, y queda algo de
España todavía en la Florida. No todos esos orígenes son de libertad,
pero todos viven hasta cierto grado en los Estados de esos orígenes.
Así se explica el fenómeno que á todos admira, que al lado de la maj'or
libertad, existe allí el mayor despotismo. Baste dtcir que se pueden
— 19 —
tomar de ese país todas las piezas y elementos para construir una Mazorca del tipo de la que existió en Buenos Aires ó una Camorra del tipo
napolitano (i). Esto no puede ser nuevo para el que quiere ver lo que
hay de mas viejo en la América que dejó de ser española. Hace mas
de medio siglo que Méjico practica el peor gobierno del mundo, sin
embargo de ser copia literal de la federación de los Estados UnidosNo hay caudillo ni dictador de los que han atormentado á las Repúblicas del Plata, de medio siglo á esta parte, que no lo haya hecho en
nombre del sistema federal de los Estados Unidos. E n toda Sud-Amériea, ha bastado copiar mal á los Estados Unidos, para fundar el despotismo y el desorden. Se ha obtenido mas que eso mismo á veces con
solo copiar bien lo mucho malo que allí existe. Lo cierto es que copiando bien lo malo, y copiando mal lo bueno, se lia copiado dos veces
el peor y mas peligroso modelo, en que países jóvenes en la independencia y viejos en el despotismo, han podido buscar el molde de sus
instituciones libres.
Hablar con tal severidad de un gran país como los Estados-Unidos,
es asumir una responsabilidad que no creemos tener título á tomar en
nuestras manos. Rogamos por lo tanto al lector se sirva recorrer las
siguientes palabras de un gran juez en este asunto. Pertenecen al
primer pensador que hoy tiene Inglaterra, y las ha consignado Herbert
Spencer en su Introduction á la ciencia social^ escrita^ según él mismo
dice en su prefacio, d invitación de su amigo de América, el profesor
Jbumans, para publicarse en la misma América, como lo hizo el «Popular Science Montly».
« Las formas de gobierno, dice Spencer, no tienen valor sino en
tanto que son productos del carácter nacional. Nada hará sin él, por
bien imaginado que sea, el mejor arreglo político»... «Podemos citar
en apoyo de esto los ejemplos de que pululan la historia de la Grecia
moderna y las de Sud-América y de Méjico »... «L a misma verdad se
manifiesta en los Estados-Unidos, por vías diferentes y de una
manera menos sensible, pero sin embargo con suficiente claridad. No
hablaremos solamente de los ejemplos extremos queen cierta época nos
presentó California, donde ( bajo el régimen de esa libertad política abso(i) Véase la confirmación literal de lodo esto en el Times, de Londres, del 24 y 26
de Junio 187$.
— 20 —
l u t a q u e á losojos de algunas personas constituye la única condiciónele!
bienestar social) la mayor parte de las gentes vivian en una continua
aprehensión de ser asesinados, y otros mostraban con orgullo, en el
puño de sus pistolas, las tallas que marcaban el número de hombres
que habían abatido. No nos detendremos tampoco en el estado de la
sociedad que reina en el Oeste, bajo un régimen republicano, donde la
mujer blanca que se casa con un negro es quemada viva; bandas misteriosas asesinan de noche á las gentes cuya conducta les disgusta j
detiene la multitud los trenes para lynchar á los culpables que allí se
encuentran; llevar un revólver es cosa que va de suyo; allí se recurre
á la intimidación contra los jueces, haciéndose imposible á menudo
ejercer la justicia. Nos contentamos con indicar de paso estos ejemplos extremos del grado de opresión intolerable á que puede llegarse
con instituciones que garantizan nommalmcnte á los hombres de la
opresión»... « Sin ir tan lejos encontraremos en los Estados del Este
bien abundantes pruebas de que las realidades de la libertad no están
necesariamente en relación con sus formas. Un estado de cosas en que
las gentes se hacen justicia así mismas, son alabadas de haberlo hecho,
y casi siempre absueltas en caso de proceso, es un estado de cosas que
ha retrogradado, bajo este aspecto, á la inversa de la civilización"...
" L a forma exterior del gobierno libre subsiste; pero interiormente ha
crecido una realidad, que hace que el Gobierno no sea libre. La corporación de políticos de profesión, que entran en la vida pública para
ganar dinero, organizan sus fuerzas y se crean una táctica, ha venido á
ser de hecho una clase dirigente, absolutamente distinta de la que la
Constitución se proponía garantizar al país, y teniendo intereses del
todo diferentes de los del público ( i ) . "
Así ha hablado del sud, del oeste y del este de los Estados Unidos el
mas grande de los pensadores ingleses, á instigación de sus mismos
amibos de América.
Pero Wheelwright no era del Sud, ni del Oeste ni del Este de los
Estados Unidos, sino del Norte, que es otro mundo en ese país, como
vamos á verlo en el capítulo siguiente.
(i) «Introducción á la ciencia sociab, capítulo XI. Ftiede verse algo de mas
nuevo, en apoyo de Spencer, en el «Times» del 24 y 26 de Junio de 1875.
— 21 —
CAPÍTULO II
Origen y nacimiento de William Wheelwright en Newbury-Port, Massachussets, Estados Unidos de América.—Época de su nacimientoFamilia.—Educación : vocación y oficio de marino—Llegado á capitán de buque.—Viaje á Sud-América en que naufraga, y muere
para su país á los 25 años, pero nace para la América del Sud, en
que queda toda su vida.
« L'homme est pour ainsi dire tout
entier dans les langes de son
berceau.>
A.
DE TOC QUE VILLE.
William Wheelwright, nació en Newbury-Port, pequeña ciudad
marítima del listado de Massachussets, en los Estados Unidos de
America, el año 1798. — Fueron sus padres Mister Ebenezer Wheelwright y Mistriss Anna Wheelwright. Sa padre descendía de una
antigua familia puritana del Lincólshíre, uno de cuyos miembros fué
condiscípulo de Oliverio Cromwell.
Mas feliz que Franklin, también de Massachussets, el joven Wheelwright se educó en Andover Colege, la mas célebre escuela teológica
de la Union Americana, á lo cual se debió tal vez que su vida no
tuviese necesidad de una fe de erratas, en punto á moralidad, como la
de su glorioso compatriota.
L a mayor difieid tad que se presenta para escribir la primera parte
de la vida de Wheelwright ( pasada en su país nativo hasta que lo dej6
de edad de 23 años), viene de su modestia misma, es decir, de su falta
de cooperación para tal obra, pues nunca se ocupó de escribir noticias
de sí mismo. Es el caso ordinario de los hombres de acción mas eminentes, no tanto en la guerra, como en las empresas industriales.
Franklin dejó escrito todo lo que se.sabe de su persona, porque fué
hombre de ciencia y se ocupó de política.—Wheelwright, en efecto»
no lia tenido vida pública en el sentido que esta palabra tiene para la
— 22 —
historia, que solo consigna en sus anales como público lo que es deí
dominio de la política 6, mejor dicho, del gobierno. Pero las empresas que han absorbido su vida son de mayor interés público que lo
lian sido los actos de muchos Gobiernos de Sud-América.
¡Cómo! ¿No tendría vida pública ni derecho á una mirada de la
historia un hombre que por sus numerosas obras de grande importancia general, ha contribuido mas que los Gobiernos á unir la
América consigo misma y con la Europa, y á consolidar, por decirlo
así, el orden político y social de mas de una de sus Repúblicas?
No es extraño en efecto que una historia para la cual solo es público
y digno de su resorte lo que es del dominio del Gobierno, considere
todo lo que no es oficial, como privado y ajeno de su dominio, incluso el
público mismo, es decir la sociedad, que no es sino el público. Que
bajo un César, tenido como el país hecho hombre, la historia del
Gobierno, pase como la historia del país, se concibe perfectamente;
pero que bajo la democracia ó reinado del país no sea considerado
público, ni digno de la historia, es una inconsecuencia que pone á la
democracia en ridículo. Cuando la historia americana reciba en sus
anales todo lo que realmente interesa en grande escala á la sociedad, la
guerra y los guerreros, la política y los políticos dividirán las plazas
de honor, que monopolizan hoy dia, con la industria y los industriales,
con el comercio y los comerciantes, que son los mas genuinos representantes del bien público moderno.
Wheelwright no inventó el para-rayo como Franklin, pero introdujo y
aplicó el primero, en Sud-América, las invenciones desús compatriotas
Fulton y Morcy, que son mas útiles que el p a r a - r ^ o , eclipsado por el
seguro contra incendios. No hizo tratados internacionales como Franklin, pero lia hecho ferro-carriles y líneas de vapores, que ligan á las
naciones entre sí, mejor que los tratados diplomático?.
Felizmente mas que de la familia y del colegio, los hombres son el
producto de la sociedad en que nacen y se forman. Hemos dicho que
Wheelwright fué nativo de la Nuczm Inglaterra ^ con cuyo nombre son
designados los Estados de Connecticut) Rode' s land\ Massachusscts,
Vermont^ New-Hamp sire y Maine, L a sociedad de la Nueva Inglaterra
— 23
es la excepción sobresaliente de los Estados-Unidos. Son sus seis
miembros y fueron desde su origen un mundo aparte, dentro de ese
gran país.
« La fundación de la Nueva Inglaterra, dice Tocquevüle, presentó
un espectáculo nuevo : todo allí fué singular y original. . . Los emigrados que vinieron á establecerse en ella pertenecían todos á las clases acomodadas de la madre p a t r i a . . . Las otras colonias habían
sido fudadas por aventureros sin familia; los inmigrantes de la Nueva
Inglaterra traían consigo elementos admirables de orden y de moralidad . . . Lo que sobre todo los distinguía de los otros era el fin mismo
de su empresa. No era la necesidad lo que les forzaba á dejar á su
país; en él dejaban con dolor una posición social y medios de vivir
a s e g u r a d o s . . . Ellos querian hacer triunfar una i d e a . . . »
Era esa una doble idea de libertad política y de libertad religiosa.
Así los pobladores de Massachassets no fueron simples emigrados, sino
peregrinos.
No emigraron en busca de oro y de pan, sino impulsados
y sostenidos por una alta idea,— la de escapar á toda opresión y á
toda impureza en la tierra nativa. Dos siglos mas tarde, Tocquevüle
ha encontrado vivo y palpitante ese distintivo original de los americanos de Nueva Inglaterra.
Esa es la sociedad á que Wheelwright debió su nacimiento, su educación primera, su carácter recto y su buen sentido superior para
los negocios serios. Es de esas sociedades cuya complexion sana y
robusta suple á la familia noble y á la escuela superior como doble
pergamino de recomendación del que tiene la suerte de nacer en
ellas. El mero hecho de ver la luz en ese medio equivale á ser de raza
y condición aparte, sí, como Franklin repetía, la nobleza consiste en la
virtud. L a fecundidad de ese medio se ha probado por el grande
ejemplo de los Estados-Unidos, nacidos de esa cuna y origen, en cuanto
á las ideas fundamentales de su orden social, y por multitud de hombres superiores que cuenta Wheelwright entre sus compatriotas de
localidad, tales como el estadista Webster, el poeta Longfellow, el
filántropo Peabody, el ex-Senador Summer, célebre abolicionista, y por
fin Benjamin Franklin, todos ellos de Massachusscts, cuya capital, Boston, llamada Nueva Atenas^ ha eclipsado á la Antigua en libertad.
— 24 —
Si Wheelwright debió áes e origen los elementos de su carácter superior y espíritu eminente, la circunstancia de haber nacido en un
puerto de mar, decidirá de su oficio, vocación y destino de toda su
vida. Su origen porteño lo hará marino de profesión como hubiese
sucedido á Franklin, por igual razón, si su padre no le hace impresor,
por distraerlo de su inclinación á la mar que podía ser causa de su
alejamiento. — L o que temia el padre de Franklin respecto de su hijo
sucedió á Wheelwright. Dedicado á la marina á los Ï 2 anos de su
edad, y llegado á capitán de buque mercante al cabo de diez años,
su oficio de navegante le hará conocer el hemisferio del Sud, donde
hará naufragio, por falta de un puerto de mar en un lugar que sin
embargo de esa falta se llama puerto por excelencia. Ese contraste
será un aviso que reciba de su destino de que su vida, renacida en SudAmérica, será invertida toda en mejorar la condición de sus costas,
para servicio del tráfico marítimo que debe poblarla de hombres y capitales venidos del extranjero.
En efecto, nacido en New bury-Porty es decir, en un puerto de
mar, será porteño toda su vida y en todos los países de su destino.
Anfibio, como el hombre de su raza, viviendo con un pié en la tierra
y otro en el mar, se ocupará, durante toda su vida, en mejorar las
costas de la América del Sud, es decir, en obras de puertos, de faros,
de diques, de boyas, de depósitos, de muelles, de dragas, para unir
y dar enlace fecundo á dos cosas de que las costas son como anillos, á
saber: los ferro-carriles continentales y las líneas internacionales de
vapores, de que serán labores consiguientes la exploración y explotación del suelo, que le dará carbon de piedra para el vapor, salitres
para fabricar la polvera con que se exploten las minas de carbon y de
metales.
Si se considera que la grande y capital necesíd2d de Sud-América
es poblarse por inmigraciones de la Europa, y que la llave de ese poblamientu es la buena condición de las costas para el desarrollo
de las marinas tras-atlánticas, se convendrá en que la presencia de
Wheelwright en Sud-América ha sido como un regalo del cielo hecho
á su civilización en el hombre que la América necesitaba y á la hora
en que esa necesidad debía ser satisfecha.
Consultad en efecto á
Wakefield, á Merivale, á Roscher, á Jules
Duval, á Faul Leroy-Beaulieu, á todos los economistas y hombres es[ e-
— 25 —
cíales que se han ocupado de estudiar el mejor medio de poblar por
inmigraciones extranjeras un suelo nuevo y despoblado, y vereis que
todos señalan como el mas indispensable la multiplicación de los puertos, muelles, faros, valizas, el mejoramiento en fin de las costas del
país que debe pobiarse por inmigraciones traídas por la Europa marítima.
Se diría realmente que algo de providencial había en los destinos de
Wheelwright, si se agregan otras circunstancias raras á las que dejamos señaladas.
Llegó y naufragó en el llamado puerto de Buenos Aires, cuando
Rivadavia, á la cabeza del gobierno en 1823, se ocupaba de habilitar
el puerto marítimo de la Ensenada, fundar colonias de inmigrados
europeos en el país y construir grandes vías de comunicación y trasporte hacia los Ancles. E r a Wheelwright el hombre que un día debia
realizar esos grandes términos del programa de Rivadavia, pero ese
dia distaba entonces 30 años, que eran los que Rosas debia emplear en
retardar esos progresos. Wheelwright tomó nota de ellos en su memoria y los guardó con el recuerdo de su naufragio.
Hizo su aparición en el Pacífico, cuando Bolivar acababa de destruir
en Ayacucho el poder que había mantenido por siglos á esos países
aislados é incomunicados unos de otros, sin caminos, sin tráfico, sin
industria, pobres, oscuros y secuestrados de todo trato directo con eí
mundo civilizado. Ese estado de cosas recibía en Wheelwright al
hombre que la libertad victoriosa necesitaba para producir su transformación de progreso en cortos años. Reapareció al cabo de ellos
en el Plata, cuando el vencedor de Rosas rompía las leyes coloniales
que por siglos habían tenido cerrados los puertos fluviales argentinos
al tráfico libre del mundo, y reinstalaba en la orden del dia de la nueva situación el programa de Rivadavia, interrumpido 30 años antes,
sobre vías de comunicación, puertos, colonias, etc., del que Wheelwright guardaba copia. A los 20 años de ese cambio, 30 colonias florecientes son hoy el resultado de esa gran medida, y muchas de ellas son
la obra inmediata del mismo Wheelwright.
-
26 —
CAPÍTULO III
Origen de Wheelwright en Sud-América. Su naufragio en Buenos Aires
y su causa.—Cambio y division que ese siniestro introduce en el
discurso de su existencia.—Situación del Plata en 1823, prospera
pero incierta.—Wheelwright toma el partido de irse al Pacífico.
Se puede decir que nacido dos veces, Wheelwright ha tenido dos
orígenes, dos vidas y dos patrias. Su vida ai menos puede dividirse en
dos partes que forman cómodos existencias separadas : una que empieza por su nacimiento en ios Estados-Unidos de Norte-América el año
de 1798, y concluye á los 25 anos de su edad ; otra que comienza desde
que escapa del naufragio en que hubo de perecer en Buenos Aires en
1823, hasta que muere en Londres, á los 50 años de habitar la América
del Sud en esta forma, 40 años en el Pacífico y 12 en el Plata. Cosa
al parecer extraña pero muy natural : este hombre d é l a s dos Americas, tenia su hogar ( h o m e ) , en Londres, y con razón, pues Londres es
un centro orgánico del progreso americano por no decir universal. Es
la gran mina de oro, de libertad y de luz para todas las naciones.
Así Wheelwright fué un regalo que las olas del Plata hicieron á la
América del Sud, despedazándole su buque en el Banco de Ortiz,
Nuevo Hernán Cortés, se quedó en el mundo de su naufragio, para
conquistar su suelo, no por las ai-mas sino por el vapor, no para
España sino para la civilización, no para Ja absorbente Norte América,
sino para asegurar á la misma América del Sud la posesión soberana
de sí misma.
En sus dos existencias fué porteño de origen. Nació en Norte América, en Newb 11 ry-Port, y en la América del Sud en el Puerto de Buenos
Aires, á cuyas playas salió descalzo y desamparado, como el primero
de sus abuelos los Puritanos desembarcó en el suelo de Massachussets
dos siglos antes, sin mas pertrechos ni equipaje, que su genio y su gran
voluntad. No tuvo necesidad de mas para alcanzar la opulencia y la
celebridad, y recompensar la hospitalidad que recibió de los habitantes
— 27
-
de Quilines inaugurándoles 50 anos después el ferro-carril, que hace de
ese pueblito un b a r r i o de Buenos Aires.
P a r a colmo de coincidencias románticas. W h e e l w r i g h t murió en un
puerto, Londres, de donde volvió otra vez su cuerpo inanimado á
Newbury-Port)
donde hoy descansa al lado de su cuna.
{Qué extraño
q u e en todas p a r t e s su destino haya sido ocuparse de puertos?
Tabula,
Dio á
en Panamá, el que hoy tiene; creó el de Caldera, en Chile; dio
faros, boyas, agua potable, gas, telégrafos y ferro-carriles á mvichos
p u e r t o s del Pacífico.
Naturalmente el q u e m a s fijó su atención y ocupó
su actividad fué el p u e r t o que faltaba á Buenos Aires, para justificar su
n o m b r e , y cuya falta le costó casi su vida.
P o r otra coincidencia r a r a ,
su último trabajo de interés público en Sud-América, fué el de dar á
Buenos Aires como su p u e r t o natural de mar, el de la Ensenada.
L a América del S u d tuvo, involuntariamente sin duda, para ese
h o m b r e tan benéfico, una singular hospitalidad : en todos los países de
ella, en que d e r r a m ó el bien, fué
víctima de algún accidente mas ó
menos g r a v e , q u e expuso su vida, sin quitársela felizmente.
E n la
tierra argentina escapó del naufragio; en Chile de ser asesinado por
un loco, q u e mató á su interlocutor en la calle; en el P e r ú de tener el
mismo fin en manos de los ladrones, que lo s a q u e a r o n ; en Panamá del
vómito negro.
Y como la vida (sobre todo la dolorosa) es un círculo,
el Plata volvió á tomar su
papel en la de Wheelwright, siendo el
p u e r t o en que naufragó en 1823, la causa ocasional del último de sus
naufragios,—su muerte, ocurrida en el mismo arlo de su inauguración- —
1873, en el p u e r t o de L o n d r e s , desde donde volvieron sus reís tos por
su voluntad testamentaria, no al suelo de sus obras, sino al de su cuna
en N e w b u r y - P o r t , donde descansa al ruido de las olas como el porteño
d e San Malo, q u e cantó Los
Natchez,
{ Q u é hizo W h e e l w r i g h t después q u e naufragó en Buenos Aires y
perdió el b u q u e de que era capitán en 1823?
Renacido milagrosamente en ese país ¿ p o r q u é no se quedó en él,
cuando era el bello tiempo en que g o b e r n a b a Rivadavia q u e tanto
q u e r í a á los extranjeros
y á los norte-americanos s o b r e todo, q u e
a c a b a b a n de reconocer la independencia argentina enviando como su
— 28 —
representante al ministro Rodney? Un agente inglés acababa de
llegar también al grande y bello país, que se abría de nuevo al acceso
libre del mundo comercial. ¿ Qué tenia de preferible el Pacífico en
ese tiempo para que Wheelwright dejase por él al Rio de la Plata?
No se ve mas que una razón, y esa es tan grande, que no se necesita
de otra para explicar el partido que tomó. Buenos Aires no era un
puerto de mary siró el puerto de un rio, como Londres y París, es
verdad, pero sin tener bajo su dependencia puertos marítimos como
Liverpool, Bristol, Marsella y Burdeos. Como puerto de río, Buenos
Aires no podia tener marma propiamente dicha, ni cabotaje marítimo,
ni comercio marítimo en grande escala y digno de su nombre. No era,
en fin, un puerto propio para fijar los destinos de un marino joven,
sano, bien educado, de lindo porte, que había dejado á s u país mismo,
el país marítimo por excelencia después de Inglaterra, no como
emigrado, ni en busca de un hogar, pues dejaba el suyo íiabitado por
sus padres y sus hermanos que lo querían y recordaban vivamente—
(una de ellas lo lloró soñándolo náufrago, como fué la realidad).
" Y o estuve en el Plata, siendo joven, me dijo una vez en Nueva York
el célebre armador Mr. Greenell, y juzgué sin vacilar que no quedarían
las cosas como estaban, con espléndidos ríos navegables y vastas
costas marítimas, todos cerrados y desiertos en obsequio de un mal
puerto fluvial. 1 '—¿Por qué dudar de que ese estado de cosas impresionó del mismo modo á Wheelwright y lo dejó por el Pacífico para
mejores tiempos? Lo cierto es que el curso ulterior de las cosas
explica y justifica la elección del partido que tomó Wheelwright, de
irse al Pacífico.
Volverse á su país propio era el partido menos admisible para un
marino pundonoroso, que había perdido el buque de su mando en su
primer viaje lejano. Hizo lo que todo hombre de juicio habría hecho
en su caso : dobló el Cabo de Hornos, como sobrecargo de un buque
americano, ocupación que no le impidió encontrar su naufragio obvio y
natural, se puede decir, en costas que se conservaban como las hallaron
los descubridores españoles tres siglos antes.
— 29 —
CAPÍTULO IV
'Wheelwright en el Pacífico durante los primeros arios.—Se ocupa en la
navegación de sus costas, entre Valparaiso y Panamá.—Adquiere
un caudal de experiencia y relaciones y crédito-—Hace el estudio de
las necesidades y recursos de esos países, con que se prepara á sus
futuras empresas.—Se fija en Guayaquil, puerto principal de Colombia y del Pacífico entonces.—Allí ejerce el consulado de los Estados
Unidos por algunos años—Provecho público que de ello saca.
S e ha notado que la fortuna es á menudo un ti I emento q u e entra p o r
mucho en la composición del h o m b r e superior.
P e r o mejor se explica
este fenómeno por la simple razón, q u e p o r c u a l q u i e r a causa s o b r e natural.
E s que la superioridad reside en
la voluntad que s a b e
persistir, pues el q u e persevera a c a b a p o r v e r claro.
ciega, pero no es invisible, ha dicho Bacon.
L a de
L a fortuna es
Wheelwright
e s t a b a en llegar al Pacífico á la hora en q u e su capacidad iba á ser
una
necesidad
de
la
situación.
W h e e l w r i g h t en el Pacífico era
W h e e l w r i g h t en su teatro, es decir, en el t e r r e n o que su buena fortuna
le d e p a r a b a p a r a teatro de las o b r a s de transformación y progreso de
esas regiones.
D o s g r a n d e s novedades ocurrían en el mundo entre los anos de 1824
y 1825.
Bolivar a c a b a b a de destruir en Ayacucho el poder colonial
español que habí a tenido incomunicados, aislados, ociosos y pobres á
los países de Sud-América, y J o r g e Stephenson descubría en L o n d r e s
su locomotora, é inauguraba el 27 de S e t i e m b r e de 1825 su p e q u e ñ o
ferro-carril de Darlington á Stockton, el primero y la primera vez en
q u e los hombres osaron e m b a r c a r s e p a r a viajar á la merced de una
máquina. No hacia sino once anos q u e W h e e l w r i g h t , siendo muchacho,
había presenciado en su país nativo el descubrimiento y primer ensayo
del b u q u e de vapor p o r su compatriota Fulton.
E r a n las dos inven-
ciones q u e debian dar ocupación á su vida de misionero y p r o p a g a d o r
del vapor naval y terrestre en la America del S u d ; es decir, del
instrumento que debia servir
todos los pueblos.
p a r a acercar y unir e n t r e sí mismos á
E r a la hora de las grandes esperanzas en nuevos y
— 30 —
mejores destinos, que esos acontecimientos señalaban como 1 legatlos
para esa parte de la América del Sud.
Todo estaba intacto en materia de negocios ; todo en germen y p o r
hacerse. En cada cosa había lugar á fundar esperanzas de grandes y
sepnros resultados, lisas situaciones que son un recalo de la suerte
para el espíritu de empresa, tienen su lado negro: el de la lucha que á
cada paso hay que tener con la rutina, con la pereza y la ignorancia
conservadas en hábitos seculares de un régimen de atraso. No son
nada las resistencias materiales, se ha dicho con ocasión de Stephenson,
en comparación de las resistencias morales. No hay obstáculo material,
que no tenga por aliado á un hombre atrasado.—Wheelwright debía
experimentarl
•
o un día. Su vida en Sud América debía de ser una
campaña de incesantes batallas, aunque todas victoriosas á su vez.
A cada paso tendremos que repetir en este estudio la siguiente
observación ; que no es posible apreciar con verdad la vida y valor
de las obras de Wheelwright sin darse cuenta del momento en que las
concibió y llevó á cabo, es decir, sin compararlo con su tiempo. Sin
ese método de apreciación histórica, que es el de la justicia, no hay
jamás grandeza humana ni verdad completa en historia. Colon mismo se convierte en pigmeo si se juzga su primer vi age interoceánico
por lo que hoy cuesta cruzar el Atlántico al mas vulgar piloto. H a y
una regla de apreciación para no equivocar los casos: es en general
grande hazaña, digna de memoria, toda empresa, que antes de ser un
hecho, ha pasado por utopía. Eos grandes hombres no son sino Jocos
de la víspera. Todas las empresas de Wheelwright en Sud América
se distinguen en una cosa : todas lian sido tenidas como paradojas
irrealizables antes de ser convertidas en hechos. En todas ha tenido
por principal adversario, -- la incredulidad. No porque sus concepciones no fuesen ya hechos practicados en otras partes, sino
porque no lo eran en los países de Sud América en que la idea d e
introducirlas y aplicarlas, le pertenecía á él primero que á nadie. Si
el mérito de esta importación, en circunstancias dadas, no igualase al
de la invención misma, no sería digno del privilegio con que lo premia
la legislación de todo país civilizado.
Estas reflexiones son un poco precoces en este lugar; pero ya veremos cpie se aplican muchas veces á la vida de Wheelwright.
-
31 —
Llegado á Chile, que fué el término de su viaje de Buenos Aires,
tampoco se quedó en ese país por entonces. Chile estaba como Buenos Aírese», este sentido, que teniendo el equivalente del gobierno de
Rodríguez y Rivadavia en el de Freiré y Egaña, el comercio marítimo
sin embargo estaba por nacer en ese pais. Chile no valia entonces
para ocupar á un marino mas que Buenos Aires. Valia, al contrario,
menos, pon]tie Buenos Aires era Santiago y Valparaíso unidos en una
misma ciudad, es decir, el Puerto y la Capital.
La aduana estaba en Santiago, á 30 leguas del puerto de Valparaíso, simple desembarcadero que no tenia entonces quince mil habitantes.
Todavía estaba lejos de ser el emporio del Pacífico, como fué después,
por la senciíla razón de que el comercio marítimo no había nacido aun
en esa region. Las casas de comercio en que Wheelwright debía
apoyarse un día para fundar su línea de vapores, no existían
todavía.
Jira eso cabalmente lo que recien se conquistaba por la victoria de
Ayacuclio contra el coloniage español de comercio. Todavía el sud
de Chile estaba en poder de los realistas, y el Callao en manos de los
españoles aun después de Ayacuclio. Pero la iniciativa de ese cambio
no estaba ya cu las manos de Chile, que la habia perdido desde la retirada de San Martín del Perú. Toda esa «ran reforma venia de
Colombia, que por la espada victoriosa de Bolivar, abría el Pacífico al
libre acceso del mundo comercial. E! puerto comercial de Colombia
en los mares del Sud, era el de Guayaquil, ciudad entonces mas importante que Valparaiso por la razón dicha y como ciudad mas poblada,
pues tenia entonces 22 mil habitantes.
La vocación y oficio de marino que sacó á Wheelwright de Massachussets para Buenos Aires, y de este país para Chile, lo llevó en
seguida á navegar en las costas del Pacífico de uno á otro de los nuevos Estados en formación. Era su mejor escuela preparatoria para
los ulteriores trabajos internacionales que debían de absorber su vida
<1e empresario.
Por algunos años Wheelwright ocupó su juventud en navegar por
las costas del Pacífico entre Valparaiso y Panamá. L a mar presentaba entonces mayores seguridades al extranjero que el agitado continente. Las costas del Pacífico eran entonces teatro de los mas
grandes acontecimientos de su historia. Estaban en faz unos de otros
— 32 —
îos escombros del viejo edificio colonial español y los materiales americanos del edificio moderno. Fué para Wheelwright esa vida su
curso de estudios económicos de las necesidades de esos países, de
sus medios y recursos, de las costumbres, caracteres y aptitudes de
sus habitantes para la vida industrial y comercial. Así empezó a
formar Wheelwright el gran capital preparatorio de la adquisición de
los otros, á saber : — la experiencia y el crédito, de que hizo un gran
caudal en pocos años, con el cual se hizo capaz de abrirse la gran
carrera de empresario industrial que le dio renombre histórico.
Pero, Wheelwright no podía vivir indefinidamente en esos países
como simj)le marino. El comercio marítimo no podía existir donde
faltaba el comercio terrestre por falta de producción, de brazos, de
capitales, de trabajo, de vias de comunicación, de seguridad. Era el
deber y el ínteres del mundo extranjero comercial meter el hombro en
la obra de suscitar y crear todo eso por conveniencia recíproca. La
independencia de las Repúblicas de Colombia, de Chile, del Perú,
significaba la abolición del régimen que habia mantenido cerrados
esos mercados al comercio no español. Su. primer efecto debia ser
la creación y formación de otros tantos mercados abiertos al libre tráfico de todas las naciones del mundo. Era necesario fijarse en algún
punto importante á ese propósito. ¿ Cuál otro habia entonces de mas
importancia que Guayaquil, el puerto principal de la República de
Colombia, tan influyente en ese tiempo, y sin duda alguna el puerto
principal del Pacífico, mientras los españoles ocupaban militarmente
el Callao?
El mérito y valor que Wheelwright se había granjeado ya en sus
pocos años de residencia en el Pacífico no podía ser menos conocido
d e los americanos del Norte, sus compatriotas, que de los sud-americanos. No tardó en verse revestido del papel de cónsul de los
Estados Unidos en Guayaquil.
E r a una posición de inmensa importancia para el desarrollo ulterior
de su carrera industrial en esos países.
Un cónsul en esos dias tenia la importancia de un Embajador. La
diplomacia no tenia objeto ni existia en países que nacían recien á la
vida política, y cuyos gobiernos de hecho^ no estaban reconocidos por
las viejas naciones. El comercio que era el grande interés en que se
concentraba su nueva existencia, se bastaba con sus ministros natu-
— 33 —
rales, que son los cónsules. Los consulados entre tanto se apoderaban, con asentimiento de los países de su residencia, de todas Jas
inmunidades de la diplomacia, siendo una de ellas el privilegio de exterritorialidad) que de hecho les deferian todas las autoridades del país.
El Consulado de la gran República de los Estados Unidos, debía ser
el decano natural de todos los demás. Eso lo convertía en asilo ordinario de todos los perseguidos por motivos políticos.
A poco tiempo de instalado Wheelwright como Cónsul de los Estados Unidos en Guayaquil, entraba Colombia en la crisis de su disolución sin haber concluido de constituirse, lisa situación puso á
Wheelwright en contacto estrecho y continuo con todas las eminencias de la política colombiana en el Pacífico,, á quienes trató casi de
igual á igual, y convirtió en grandes amigos por esta otra razón, En
su puesto de Cónsul de los Estados Unidos, Wheelwright tuvo frecuentes ocasiones de dispensar servicios insignes, á multitud de generales y jefes de partido, que en las alternativas de la guerra civil
de Colombia, buscaron á su vez asilo y salud en los auspicios de la
bandera consular americana. Su casa neutral y hospitalaria, sirvió á
la vez de refugio salvador á los jefes de todos los partidos que en
ulteriores tiempos normales llegaron á ocupar los puestos mas altos é
influyentes de la administración ecuatorial y colombiana. Esas relaciones fueron empleadas del modo mas útil á la causa del progreso,
cuando llegó el dia de empeñar á los gobiernos del Pacífico en el establecimiento de una comunicación sistemada y regular, entre esas
Repúblicas y los mercados de Norte América y de Europa. No hay
que olvidar que Guayaquil era el primer puerto de Colombia, á cuya
República pertenecía entonces el Istmo de Panamá, como parte de
Nueva Granada, lo mas vecino, geográficamente, que Sud América
tenia con los Estados Unidos de la América del Norte, y el punto natural de contacto entre los dos Océanos Pacífico y Atlántico.
Toco estas cosas en la vida de Wheelwright porque no hay mejor
medio de explicar la carrera de un hombre que estudiar el medio en
que su existencia se ha desarrollado; como basta estudiar el modo de
ser de un territorio, para saber la dirección en que correrán sus rios.
Esto es lo que constituye en la vida como en la geografía, la lógica de
las sinuosidades.
L a disolución de la República de Colombia, traía un cambio fundaT. VIII.
3
— 34 —
mental en îa condición marítima y comercial del Pacífico. Guayaquil
dejaba de ser puerto de la primera República de Sud-América entonces y quedaba en simple puerto del estadito del Ecuador. Como puerto fluvial, no podia compararse con el puerto de Valparaiso, q u e era
marítimo, como el Estado del Ecuador no era comparable en importancia comercial con el Estado de Chile. Disuelta Colombia, Valparaiso,
como el puerto del Pacífico mas cercano del Atlántico por la via del
Cabo de Hornos, entraba en el camino de ser muy presto el emporio
comercial del Pacífico por esa ventaja geográfica y otras, que no le ha
quitado ni quitará la misma California, mientras no se canalice el Istmo
de Panamá. Tomaba esa importancia Valparaíso, no á causa de la disolución de Colombia, sino porque coincidía con ella la asunción del
rango que tiene por la geografía como el puerto del Pacífico mas cercano de la Europa, y que tomaba por la política inteligente y progresista de Chile, que lo hizo cabeza de una Provincia aparte, desprendida
de su provincia capital, que era la de Santiago, en provecho de ambas
y de todo Chile, lejos de ser en diminución del poder de Santiago:
ejemplo que sin embargo no quiere imitar hasta hoy cierta capital
tomando como suyo el único puerto marítimo que tiene todo el país de
su vecindad oriental trasandina. Así Guayaquil entraba en su decadencia, al tiempo en que Valparaiso empezaba su ascension por esta
principal doble causa: en Colombia desaparecía la institución del Gobierno nacional, que en Chile se constituía y vigorizaba con una
energía que no ha cesado hasta hoy de progresar. Donde no hay gobierno serio, no hay seguridad, ni paz, ni comercio, ní empresas de
mejoramiento nacional.
De este modo explican las cosas mismas lo que ellas produjeron,—la traslación de Wheelwright, es decir, del espíritu de empresa,
de Guayaquil á Valparaíso.
-35 —
CAPÍTULO V
Wheelwright deja al Ecuador y se fija en Chile
En 1829 llegaron á Chile dos hombres, que en lo ulterior ejercieron grande influjo en los destinos exteriores de ese país: Don Andrés
Bello y Mr. Guillermo Wheelwright. Bello formuló su vida exterior
como publicista y como profesor de derecho de gentes; y Wheelwright
hizo en parte, por sus obras de viabilidad y mejoramiento material,
2o que el otro formuló. Lo curioso es que ambos fueron dos pérdidas
que hizo Colombia, sin contar la de Bolivar, ocurrida en el año siguiente de 1830.
L a iniciativa de la evolución comercial del Pacífico quedó en manos
de Chile ó, mejor dicho, de su grande emporio,—Valparaíso.
Fijado en él Wheelwright, se quedó por muchos años y fué teatro esa
ciudad de sus primeros ensayos industriales, en que continuó estudiando las necesidades de esos países en punto á tráfico y comercio y agrandando su caudal de experiencia de los hombres, costumbres, idioma y
cosas peculiares, que fué la base firme de sus empresas ulteriores de
mejoramiento para Sud-América y de provecho personal para él mismo.
No podia haber elegido mejor sitio para punto de partida de su gran
carrera. Si los progresos materiales de Chile, en los siguientes tiempos
no pueden explicarse sin Wheelwright, el buen éxito y progresos de
Wheelwright, no pueden explicarse sin la cooperación de Chile.
Vuelto á Chile en 1829, Mr. Wheelwright estableció un servicio de
paquetes á vela entre Valparaiso y Cobija, puerto principal de Bolivia,
y él personalmente, tomó el mando, como capitán mercante, de una
goleta americana, — La Veloz Manuela^ — que gozaba de gran reputación por su rapidez, exactitud y buen trato que los pasajeros recibían,
del mas popular, amable y querido capitán que navegó jamás las costas del Pacífico.
En ese tiempo un hermano suyo, hombre instruido, de bellos modales, cortés, paciente y como de cuarenta años de edad, instituyó y
-
36 -
mantuvo un colegio particular de señoritas, en el cual se educaron las
que podemos mencionar por su papel ulterior en el mundo distinguido,
en honor del colegio en que tan bien se educaron, y fueron entre otras,
Jas señoritas de Lamarca, de Hobson, de Urmeneta, de Browne, y
tantas otras, que recuerdan con gratitud y veneración el nombre de
su honorable maestro del colegio de Valparaiso.
L a condición en que Wheelwright encontraba las ciudades del Pacífico, tal como venia formada por su antiguo régimen colonial español,
estaba en oposición, lejos de corresponder ásu moderno papel y destino
en la vida comercial á que la libertad las introducía. Eran ciudades
sucias, insalubres, mal alumbradas, mal empedradas, escasas de agua,
y faltas de todo lo que una ciudad requiere para poblarse rápidamente
por inmigrados de países civilizados. Wheelwright hizo de sus necesidades de mejoramiento otros tantos objetos de empresas tan útiles como
brillantes para el país y para él. En sus miras extensas, que abrazaban
el mejoramiento solidario de todos esos países del Pacífico, no se limitó
para esos trabajos á Valparaíso. Organizó en esa ciudad la provision
de agua potable en toda casa que quiso tenerla, por cañerías de fierro
en la forma conocida en ciudades de Europa y América. Introdujo y
estableció el alumbrado por gas en la ciudad de Copiapó.
Plantificó en la ciudad del Callao, en el Perú, el mismo sistema de
provision de agua potable que en Valparaiso. En esta misma ciudad de
su residencia favorita, introdujo también y organizó el alumbrado por
gas. En ciudades expuestas á incendios por los materiales inflamables
con que se edifica en prevision de los estragos del temblor de tierra, la
introducción de agua abundante al alcance de todas las casas, era un
doble servicio de salud y de seguridad. Introdujo en lugares desiertos
de la costa del Pacífico, máquinas para destilar agua potable, que han
hecho casi confortable la vida ulteriormente donde horrorizaba el encontrarse en otro tiempo. Plantificó en varias partes de la costa la fabricación de ladrillos de construcción por máquinas poderosas. Llevó
á cabo lalócalizacion de boyas ó valizas en muchos puertos del Pacífico.
Hizo infinitos viajes de exploración á países vecinos y conexos con
Valparaiso, con el objeto de verificar ó descubrir la existencia de pro-
— 37 —
ductos naturales del suelo, capaces de servir al comercio de exportación, tales como el carbon de piedra, salitres, boraj, cal, y otras sustancias que son hoy objetos ordinarios de comercio, gracias á Wheelwright, en mucha parte.
En Valparaiso se dio á infinitas empresas secundarias, pero tales por
su grande utilidad, que contribuyeron al desarrollo de la prosperidad
material de Chile, varías de las cuales son hoy mismo productivas de los
mas satisfactorios resultados. A menudo él sugirió y propuso lo que
otros hicieron, y lo que otros sugirieron él lo ejecutó, habiéndose identificado en esos términos con el movimiento progresivo de Chile. Baste
decir que por muchos años en ese feliz país no hubo empresa de interés
material en que el nombre y la mano de Wheelwright, no estuviesen
mezclados de algún modo. Su nombre popular y venerado hasta hoy
en Valparaiso, es un testimonio de ello. Pero todo eso no era sino el
prefacio de las grandes empresas en que debia servir al ínteres de toda
América, por no decir de los dos mundos, puestos en contacto inmediato
y sistemado en mucha parte por la obra de Wheelwright.
CAPÍTULO v i
Origen de la línea de vapores del Pacífico
Pero la gran prosperidad de Chile, dejaba subsistente un vacío difícil
de remediar, pues venia de su situación geográfica, tan distante de la
Europa.—Entrando al Pacífico por el Cabo de Hornos cuando lo conoció por primera vez, Wheelwright llegó armado de la prueba mas
duramente convincente para él, de que la gran calamidad de esa region
del mundo consistía en la distancia remota que la separaba de la Europa y de la América mas civilizada. Emancipadas de España esas repúblicas nominaimente libres, quedaban bajo el yugo de otros titanos no
menos desastrosos, á saber, el tiempo y
espacio inmenso que en
— 38 —
cierto modo los mantenía en su viejo aislamiento respecto del mundo*
mas libre y mas civilizado.
El mas natural de los resultados de la Independencia, q u e era la
apertura de esos países, su transformación en otros tantos mercados
para el tráfico del mundo fabril y comercial, quedaba esterilizado p o r
su situación antípoda y por la nulidad de los medios de trasporte.
Cómo vencer ese obstáculo mas fuerte q u e el de la dominación de
España, era el problema de vida ó muerte de esa region despues de
resuelto el de su independencia política. Su solución era la suprema
necesidad de esa bella parte del mundo, y debia ser la primera de
sus glorias industriales. Pero el problema estaba ya resuelto en
parte desde la invención con que Fulton suprimió en cierto modo el
espacio y el tiempo, en la superficie del mar. ,; Quién sino el compatriota de Fulton, establecido en el Pacífico, era el llamado á importar y aclimatar en la América del Sud la navegación por vapor, en
el interés de su aproximación á la del Norte y á la Europa, de un modo
continuo, permanente y sistemado? L a fiebre de raza que inspiró á
un americano la invención del buque de vapor, inspiró á su compatriota la importación y aplicación de ese invento de un modo tan
audaz y nuevo como fué su concepción primera. Prueba de ello es
la impresión de paraloxismo que causó su simple mención primera.
Ya hemos dicho que para juzgar y apreciar el genio de Wheelwright
es preciso compararlo á su tiempo ó, mejor dicho, á la situación del
teatro de sus empresas. Hace treinta y cinco anos que sucedía lo
que aquí recordamos. Crear líneas de vapores, hacer ferro-carriles,
construir telégrafos eléctricos, alumbrar á gas las ciudades, es y será
siempre el honor de todo empresario. P e r o la gloria propiamente
dicha, no es, en esas conquistas, sino del q u e primero convierte la
utopia en realidad. No merece estatuas sino el que es llamado loco
por las aspiraciones que le valen el título de grande, después de realizadas. —Veamos como llegó Wheelwright á la concepción y ejecución de su mas grande empresa en el Pacífico, que fué la instalación
y organización de la línea de vapores entre Valparaiso y Panamá,
que hoy es entre el Pacífico y Europa por el Estrecho de Magallanes,
sin perjuicio del tráfico por Panamá como antes de ahora.
No bastaba concebir la idea. Era necesario buscarle acogida en
el público, es decir, en los gobiernos y en los capitalistas. Para ello
— 39 —
era preciso convencerlos, no tanto de su conveniencia, que todos
comprendían, como de su practicabilidad, en que nadie creia. L a
verdadera originalidad de Wheelwright consistía en ser el primero
que víó la posibilidad de esa obra en el Pacífico. E r a sin embargo
el tiempo en que la navegación á vapor se introducía y extendia en
todos los mares del mundo. La idea de su aplicación al grande
Océano Pacífico, aunque nueva y atrevida por entonces, no tenia
nada de insensata, como lo probó el resultado. Eso no impidió que
Wheelwright fuese tenido por visionario no solo entre el vulgo de
Sud-América sino por ingleses mismos. Un ministro británico
residente en el Perú llegó á dar por consigna á sus sirvientes de negar su presencia en casa toda vez que el loco Wheelwright preguntase
por él. Los muchachos de la calle en Lima, befaron mas de una vez
al maníaco que soñaba en acercar la costa del Pacífico á la Europa
por Panamá.
Y entre tanto es la verdad que no se trataba únicamente de introducir un nuevo agente motor en la navegación del Pacífico, sino
también un cambio de su geografía política y social.
No debemos pasar adelante, para fijar bien el valor del hombre que
historiamos, sin dejar establecido que Wheelwright no es el mero
representante Je una empresa mas ó menos considerable en los países
occidentales de Sud-América. Representa en realidad toda una revolución económica en el sistema de tráfico y de comunicación internacional y doméstica; y damos á ese cambio expresamente el nombre
de revolución, en sentido metafórico, porque en realidad es y forma
parte, y la parte mas sana y útil, de la revolución americana de esos
países contra su viejo régimen colonial español. En este sentido es
nuestro hombre un continuador de Bolivar, el Cochrane de la paz en
los mares libres del Pacífico.
Dos cosas formaban el viejo régimen de esos países: i° su dependencia del Gobierno de España como territorios pertenecientes á esa
metrópoli, y 2° el orden interno que habian recibido en el interés de
hacer perpetua esa dominación. Consistía en esto último lo peor del
régimen colonial. Una colonia puede ser feliz, civilizada y libre con
el régimen que tienen el Canadá y la Australia. Pero la mas completa independencia exterior no le quita su atraso y servidumbre al
país organizado interiormente como lo estaban las ex colonias de Es-
— 40 —
paña en América- Su revolución, por tanto, debió ser y fué doble
como fué su despotismo, y su doble objeto consistió en romper la
dominación española y constituirse independientes, y en cambiar el
orden colonial interno en el sentido del progreso y de la libertad,
es decir, del gobierno de América por América y para América.
Vamos á ver que de esta revolución interna forma parte la de progreso que Wheelwright representa por su obra complexa, de que no
son sino detalles los diversos trabajos que forman un sistema, porque
todos propenden á un fin, — la viabilidad. Su revolución abraza no
solamente un nuevo sistema de navegación sustituido á otro, el buque
de vapor en lugar del buque de vela, en mares sujetos á calmas y
corrientes contrarias permanentes, sino también una revolución geográfica por la cual quedan las Repúblicas del Pacífico, que antes
ocupaban un extremo remoto del mundo, en el centro mismo de la
gran ruta comercial que liga directamente á la Europa con el Asia
comercial (India, China y Australia), por la rehabilitación de la via que
buscó Cristóbal Colon para aproximar la Europa del Asia cuando sin
saberlo díó con las Indias Occidentales.
Compatriota de Prescott, de Washington Irbin y de Motley, Wheelwright se guardó de imitar á los sud-americanos en su desprecio
por toda fuente española de información solo por ser española. Interrogó al contrario sus anales americanos y en sus respuestas halló la
bella idea de ligar á la Europa con el Pacífico y la Australia, por
la via de la América Central ; pues no era sino un camino que había
practicado España mucho tiempo, procediendo de Cádiz á Vera-Cruz,
de allí á Acapulco en el Pacífico, y de allí á sus Filipinas, del Asia
Austral.
Wheelwright debió ser conducido á la concepción de su cambio, por
la observación y la experiencia paciente de muchos anos empleados en
la navegación á vela del Pacífico. Luchando con las calmas persistentes de ese mar, aprendió, á su costa, á conocer la dilapidación de tiempo y de dinero que ese terrible inconveniente originaba al comercio
general del mundo. Fiel al ejemplo de sus antepasados los Puritanos,
que al llegar á Massachussets por la primera vez, de cada desventaja
del suelo hicieron un recurso, Wheelwright comprendió que si las
calmas eran un mal para la navegación á vela, también eran un tesoro
para la navegación á vapor. Así combinados el nuevo motor con la
— 41 —
nueva geografía, ponían entrambos al Pacífico á un tercio de la distancia de espacio y de tiempo en que estaba respecto de la Europa
por las tradiciones coloniales combinadas con las condiciones físicas
de esa region.
L a adopción de la vía de Panamá, sin el empleo del vapor, no
adelantaba mucho la condición actual de cosas. El vapor sin la via
de Panamá, en lugar de la del Cabo de Hornos, quitaba á la empresa
la cooperación del interés europeo de aproximarse del Asia por una
via al través de la América Central. Acercarse de Panamá, que está
vecino de las Antillas, era para los países meridionales del Pacífico,
aproximarse de la Europa, pues la Europa, en cierto modo, empieza
en las Antillas.
Concebida esa gran mira, estaba en cierto modo resuelto el problema de su ejecución; pero de seguro que las cosas no podían quedar
como estaban. Después de vencida y arrojada España de esos países,
quedaba el sistema colonial español en toda su vigencia coexistiendo
con la independencia obtenida por los triunfos de la espada.
CAPÍTULO VII
Lucha de Wheelwright con los restos del antiguo régimen colonial
en el tráfico
Se puede decir que todo el sistema colonial español estaba consignado en el sistema de comunicación y de tráfico, ó mejor dicho en la
falta sistemada de comunicación y de tráfico ;
En
otras
En
En
la incomunicación y el aislamiento de las poblaciones unas con
y de los países americanos con los países extranjeros;
la ausencia de todo comercio y de toda industria;
la falta de caminos y de puentes;
— 42 —
En la elección de malos puertos, mantenidos p o r sistema en mal
estado, como para hacer efectivas aquellas prohibiciones;
En la exclusion de toda inmigración libre de extranjeros;
En la ausencia de todo trabajo productor y de capitales ocupados
en producir ;
En la aduana exclusiva y prohibitiva de todo comercio libre ;
En la inseguridad, lentidad y carestía de la posta ó de los correos.
Esta situación era servida por las leyes coloniales, mantenidas en
las costumbres formadas por ellas á las poblaciones indígenas ó naturales. Pero mejor que por las leyes era mantenida por su misma
condición física, ó mejor dicho por la geografía política creada para
excluir el tráfico y la circulación, que podían hacer nacer el comercio,
la riqueza, el poder, la libertad, la independencia.
Así fué que la victoria militar de Bolivar en Aj'acucho, derrocando
la autoridad española en Sud-América y dejando en pié todo el orden
interior de cosas del tiempo colonial, solo destruyó la dependencia en
que América estaba respecto de España, pero no su gobierno interior
colonial que seguía coexistiendo con la independencia y produciendo
los mismos malos efectos que anteriormente, no ya en servicio del
Gobierno español, es verdad, sino en el mal entendido interés de los
gobiernos patrios, establecidos en nombre de la libertad americana.
Nada es mejor prueba de esto que las resistencias oficiales, que
Wheelwright encontró en los nuevos gobiernos, p a r a introducir y
establecer su método de tráfico libre, rápido y seguro, q u e á nadie
servia mejor que á ellos mismos, como lo probó la experiencia ulteriormente.
De ahí es que Wheelwright, para buscar apoyos á su empresa tuvo
que empezar por apelar á los suyos, es decir, al comercio extranjero
de que él era miembro en las plazas de Chile, Perú y E c u a d o r ; y como
era la expresión y órgano de ese comercio extranjero en las miras de
su plan trasatlántico, fácilmente la hizo recibir de todos como su propia
empresa en sus simpatías, como lo fué bajo cierto aspecto p o r su
cooperación, y sobre todo por los frutos reportados.
¿Qué mejor prueba que esa, en favor de los beneficios, que á esos
países de Sud-América traen las inmigraciones de europeos? S e veía
en ese ejemplo á la inmigración produciendo la inmigración d e capitales y de elementos europeos de progreso. Se ha dicho, con razón,
— 43 —
que el mejor agente de colonización y de emigración, es el mismo
colono, el mismo emigrado, que llama y atrae á los suyos con mas
eficacia que el mas seductor de los agentes. La Europa, según eso,
atrae á la Europa en América mejor que la América misma. Y tal
cual es la Europa que llama, así es la Europa que acude : lo cual
enseña dos verdades útiles á Sud-América, á saber: que se debeatraer
artificialmente la primera inmigración y que no se debe atraer sino
la mas selecta y excelente.
Empezó en efecto en los círculos comerciales el movimiento de
opinion, que Wheelwright suscitó en favor de su grande empresa de
progreso general, para acabar por encontrar sus grandes recursos
pecuniarios en Inglaterra, donde los encontró la empresa de la independencia política de esos mismos países. Las dos causas económicamente formaban una sola.
Es difícil entrar en este estudio sin hacerse la reflexion siguiente.
Introducir, fundar una novedad como el vapor marítimo en países
donde era desconocido por lo remoto y oscuro de su situación, era
ya una grande empresa ; pero empezar por fundar una línea de vapores era una empresa mas que atrevida ; era una especie de locura,
como muchos la calificaron. E r a de esas empresas arduas en todo
tiempo. Lo seria hoy mismo para el hombre mas poderoso en el
Pacífico.
I Quién era Wheelwright, qué tenía Wheelwright cuando acometía
ese negocio? ¿ E r a un gran comerciante, un propietario millonario,
un hombre poderoso por su situación ? Nada de todo eso. Era un
extranjero en esos países, y todo su capital consistía en lo que tenia
Colon, en España, cuando concibió el proyecto de atravesar el mar
Atlántico. Todo su caudal era su idea, una grande idea que derivaba
su poder de su propia importancia intrínseca, es decir, de ser la idea
de un cambio que á todos convenía grandemente. Wheelwright se
hizo el brazo de esa idea, el instrumento y órgano de ese gigante
que se llama todo elmundo, á cuyo poder nada resiste, desde que un
designio importante conquista la sanción de su opinion. Procurar
á su proyecto esta sanción era todo el nudo de la dificultad, dificultad en cuya solución empezó por probarse la capacidad excepcional de Wheelwright como empresario, la cual consiste, como hemos
— 44 —
dicho, no solamente en concebir una grande empresa, sino en tener la
grandeza y perseverancia de esa voluntad que tiene la fuerza de una
ley.
CAPÍTULO VIH
Cooperación que Wheelwright pide para su empresa á los gobiernos
del Pacífico
Examinados y discutidos todos los elementos del plan de Mr.
Wheelwright, en meetings públicos tenidos en las plazas comerciales
de Valparaíso y Lima, y con vista del parecer dado por comités de
personas competentes para indagar la practicabilidad y conveniencia
de dicho plan, obtuvo Wheelwright la mas unánime y calurosa sanción de todo el comercio extranjero de esos países, que era en realidad todo su comercio.
Apoyado en ese movimiento de opinion inteligente, acudió el empresario á los Gobiernos de los Estados del Pacífico en busca de una
cooperación en cierto modo indispensable por la habitud de esos países
de deberlo todo á s u iniciativa oficial, y por la naturaleza casi pública
de las empresas de comunicación y trasporte. E r a esta una tarea
menos sencilla de lo que debia esperarse. Aunque gobiernos libres
por divisa y espíritu, se componían de hombres educados en el sistema
colonial arriba descrito. La libertad estaba en sus deseos, pero el
coloniaje en sus hábitos. No se entendían entre sí, con respecto á
su política comercial, no obstante la necesidad de su causa americana»
Acabados de instalarse vivían ocupados de defender su propia existencia, disputada y amenazada y destruida á menudo por los suyos. Baste
decir que eran gobiernos en formación.
De 1835 á 1845 en que Wheelwright concibió y ejecutó su empresa, fué cabalmente el período mas crítico de la formación de esas
— 45 —
Repúblicas del Pacífico, L a primera dificultad para obtener las
concesiones, que la empresa necesitaba, era saber á quién pedirlas.
Todos los Estados del Pacífico en ese período de su historia vieron
en problema su propia existencia. No bien Colombia habia creado á
Bolivia, cuando ella misma cesaba de existir como Union federalBolivia misma después de existir, se vio anexada al Perú para formar
una confederación, que Chile miró como una amenaza á su propia
existencia, por cuyo motivo desnudó su espada y disolvió la Confedera*
cion Perú-Boliviana.
No hacia mucho que el mismo Chile habia escapado á la anarquía, por la consolidación de su gobierno interior.
Todo eso se pasaba mientras Wheelwright se ocupaba de organizar
su empresa, que se formó, puede decirse, junto con esos Estados, y
fué tal vez la parte no menos esencial de su organización. Esa situación de cosas afectaba á la empresa en todos los terrenos, pues hasta
para formar la Compañía, que debia levantar ei capital en Europa,
la instabilidad é incertidumbre de los gobiernos del Pacífico era la
objeción mas embarazosa.
El Gobierno de Chile como mas establecido, empezó por dar todo
su apoyo al sistema de comunicación, que debia traerle mas ventajas que
á los demás, por la situación geográfica de su país, y por la naturaleza
de sus productos. Por una ley de 25 de Agosto de 1835, concedió á
Mr. Wheelwright los privilegios y exenciones que solicitó para su
navegación excepcional.
Para obtener iguales concesiones del Gobierno de Bolivia, que era
el Estado inmediato, Wheelwright tuvo que cruzar la cordillera délos
Andes y buscar al Gobierno en Potosí, donde se encontraba á la
sazón. Se halló de testigo, con ese motivo, en la batalla de Socabaza^
en que el general Santacruz venció y tomó prisionero á Salaverry.
Fué una de las muchas aventuras que Wheelwright tuvo que contar de
su vida en Sud-América. Salaverry, que le conocía, le hizo depositario de sus últimas palabras y papeles privados. La neutralidad probada de su conducta leal y circunspecta en las disensiones civiles de
esos países, valió á Wheelwright el respeto de todos los partidos.
El Estado del Ecuador le hizo su concesión en 1837, solo por cuatro
años, de un privilegio de navegación á vapor sin derecho á participar
de la navegación de cabotaje.
La República de Nueva Granada, que tenia en el Atlántico sus mejo-
— 46 —
res puertos, como los de Cartagena y Santa Marta, no mostró el mismo
afán que sus vecinos del Pací íleo por favorecer una empresa cuyo
principal mérito para estos era el de ligarlos directamente con la
Europa por el Istmo de Panamá, es decir por el territorio granadino.
Ese Panamá que hospedó al primer Congreso americano reunido en
vista de unificar la América política, se mostraba menos hospitalario
para la unidad mercantil de la América occidental.
La resistencia ó apatía de esos gobiernos era inconcebible cuando
se piensa que las concesiones que Wheelwright les pedía se reducían
á favores que les rogaba él hacerse á si mismos, es decir, al interés de
los países de su mando»
Esto parece increíble, pero es el hecho mas notorio. L o que Wheelwright les pedia, en efecto, le dejasen fundar en el r e m o t o y solitario
mar del Pacífico, no era otra cosa que un servicio d e pública administración, que en todas partes es del resorte, del interés y del deber de
los gobiernos progresistas promover y establecer ; tal es el del establecimiento de vías de comunicación y trasporte de correspondencia,
de personas y de mercancías. Los gobiernos de Holanda, de Inglaterra,
de Estados-Unidos, dieron siempre un ejemplo confirmatorio de lo que
dejamos dicho, y lo dan hoy mismo.
Bastará examinar una por una las cuatro concesiones principales,
que Mr. Wheelwright les pedia, para convencerse, con asombro, de
lo que dejamos aseverado.
Consistía ía primera en el privilegio exclusivo de navegar las costas
del Estado, con buques de vapor, por diez anos, con el goce de todos
los favores de la marina nacional mercante. El vapor hasta entonces
era desconocido en el Pacífico, en tal grado que pasaba p o r paradojal
la idea de establecerlo. Privilegiar un buque de vapor aislado y solo,
en un paraje apartado, podía significar la exclusion de una concurrencia
posible y útil. Pero privilegiar una línea que debía establecer en una
costa de tres mil millas, no solamente eí vapor, sínó por el vapor una
comunicación continua^ rápida y segura entre los países vecinos y entre
iodos ellos y la Europa por el Istmo de Panamá^ es decir, p o r una dirección desconocida hasta entonces, era hacer á esos países, dejados en el
mas vergonzoso aislamiento por un coloniaje abyecto de tres siglos, el
don mas grande que su imaginación podía concebir y apetecer su condi~
— 47 —
cîon. Tal privilegio á nadie excluía porque no había ni sombra de
concurrentes.
La segunda concesión consistía en la libertad que debía dejarse á los
vapores de hacer escala en los puertos de la República para recibir y
dejar pasajeros ó carga, sin pagar derechos de tonelaje, anclaje, etc.,
etc. Esa simple demanda mostraba la vigencia persistente, en plena
República libre, del sistema colonial de tráfico que había mantenido
cerrados al comercio los puertos del país. Pedir el goce de una libertad á gobiernos que se decían nacidos de la libertad para fundar la
libertad de tratar con todo el mundo, era de tomarse como ironía,
pues sin la libertad de traficar con los puertos de la República, venia
á ser mera comedia la pretendida abolición del régimen colonial español. ¿No era en realidad como pedir al país la libertad de hacerle
el mayor beneficio ?
Consistía la tercera concesión que pedia Mr. Wheelwright en el
permiso de establecer pontones para depósitos del carbon con que
debían navegar los vapores, sin pagar por ello derechos á la aduana«
Tal permiso era una condición tan obvia y esencial de la navegación á
vapor, que se trataba de establecer, que negarlo habria sido equivalente á negar la libertad de navegar á vapor en esos países víctimas de la
navegación á vela, pues el carbon es el vapor.
L a 4 a concesión solicitada, era que el Gobierno se obligase al pronto
despacho de los buques y á que no sufran retardo alguno en su viaje,
para cargar y descargar, entrar y salir, siendo la exactitud, en tales
comunicaciones, un punto del mas esencial y general interés. Semejante demanda dirigida al Gobierno regular de un país habituado al
libre tráfico, hubiera sido incomprensible, ó tenida por una burla, pues
era equivalente á pedir al Gobierno que cumpliese su mas rudimental
deber por via de concesión ó favor. Pero Mr. Wheelwright, sabia por
experiencia que era tal el poder de la rutina colonial en esos países,
entrados de improviso al régimen de la libertad, que se necesitaba de
todo el poder del Gobierno para removerlo.
— 48 —
CAPÍTULO IX
Lo que "Wheelwright proponía en cambio de las concesiones
{Qué proponía Wheelwright como causa y razón justificativa de
esas concesiones ? ¿Qué valor tenia su plan para los intereses generales del público ? i Qué lo hacia digno del apoyo y cooperación que solicitaba de los particulares y de los Gobiernos? Nada
menos que un cambio de progreso y de mejoramiento equivalente á
toda una revolución económica contra el viejo régimen colonial de
comunicación y tráfico en todos esos países del Pacífico, no menos
importante que la completada por Bolivar en la batalla de Ayacucho
contra la dominación española en América. Y no es mera exageración
de retórica esta manera de presentar las cosas. Lo que Wheelwright
emprendía era realmente una revolución completa en el sistema de
comunicaciones y de tráfico de esos países; y esa revolución constituía
la mas bella y saludable faz de la revolución de Sud-América contra
su antiguo régimen colonial. La esencia de ese régimen, lo repetimos,
consistía en dos cosas principales: una era la dependencia en que
estaba Sud-América del Gobierno de España, en virtud de la ficción
que hacia de América una tierra integrante del suelo español : otra era
su orden interior y doméstico de cosas, fundado en el principio del
aislamiento, de la incomunicación, de la prohibición, de la exclusion
de todo tráfico y comercio con el extranjero. Bolivar terminó la
revolución que acabó con la primera. Wheelwright comenzaba la
que debía concluir con la segunda. Viniendo tras de Cochrane en
los mismos mares y en la misma empresa de fundar un nuevo régimen
de libre contacto con el mundo, Wheelwright era el Cochrane de la
campana pacífica contra el viejo régimen colonial de tráfico y comercio en esa parte considerable de Sud-Aménca.
Bajo el simple aparato de una grande empresa industrial, lo que en
realidad proponia era cambiar la condición de todo un mundo en este
sentido:—en lugar de un estado de cosas debido al sistema colonial
— 49 —
mas íibyecto y atrasado de que ofrezca ejemplo la historia, fundar un
nuevo orden de tráfico, organizado con los medios y elementos mas
perfectos y poderosos que presenta la civilización industrial del siglo XIX.
El no se sirvió de este lenguaje ciertamente. Era demasiado prudente y circunspecto para no saber que dirigiéndose á los Gobiernos en
negocio tan serio, la sobriedad y moderación de sus ofertas confirmaba
su capacidad de llevarlas á cabo.
Los argumentos y razones de que se sirvió para buscar á su obra el
apoyo de todo el mundo serán objeto de un examen que de ellos
haremos ahora, al través de la prensa inglesa, la mas positiva en
negocios de ese género, en cuyos principales órganos, encontró la mas
simpática y calurosa acogida.
Y desde luego el interés histórico de las textuales palabras con que
Wheelwright se dirigió á los Gobiernos del Pacífico, justifica la reproducción literal qu haremos aquí, aunque parcialmente. Presentóse á
esos Gobiernos, llamando su atención « á un asunto de eminente importancia, ligado con los mas caros intereses del país , cual es la navegación
por buques de vapor en el mar del Pacißco,
Por la experiencia que he
adquirido en los muchos años de residencia en estos países, estoy
convencido íntimamente de la inmensa utilidad que el comercio y la
agricultura recibirían, por una continua, rápida y segura comunicación
entre los países vecinos y particularmente como ruta de tránsito para
Europa por la via de Panamá; y su establecimiento, ha sido objeto de
mi constante anhelo."
" L o s rápidos progresos de las países marítimos son mayormente
debidos á la grande ayuda C\G\ vapor; todos los Estados de Europa han
experimentado su benéfico y poderoso influjo, y los Estados Unidos
del Norte han desplegado un comercio gigantesco por medio de este
grande descubrimiento. Viajes que en el <1ia ocupan en esta costa 18 y
20 días por motivo de las calmas y corrientes, con el vapor podrían
hacerse en dos días, gozando además de mayor comodidad. "
" L a prueba mas obvia de la importancia del vapor, es su empleo
general en casi todo el mundo mercantil; y sí en Europa donde la
comunicación ha sido excelente y rápida por sus infinitos y hermosos
caminos carriles por tierra, y sus paquetes cómodos y veleros por mar,
T. VIII.
4
— so —
se ha probado tan útil, ¿cuánto mas importante d e b e s e r su uso, en
estas costas, que no gozan de ninguna de estas ventajas? 1 *
" E n t r e los países marítimos mas celosos del progreso de su cabotaje
se cuentan Inglaterra y Norte-América, donde la comunicación por
vapor, ha tenido una mano protectora, en tal grado q u e su influjo ha
abierto nuevos ramos de comercio y de agricultura, y producido grandes y benéficos resultados. E s un bien entendido principio, q u e
mientras mas íácil es la comunicación, mayores ventajas resultan p a r a
todos. "
" P a r a principio de las operaciones meditadas, Exmo. Señor, propongo ahora poner en carrera dos buques de vapor, a b r a z a n d o todos los
puertos principales de la costa, desde Valparaiso hasta P a n a m á . "
" Para llevar á cabo esta empresa, es mi intención formar una compañía, de tal modo que todos puedan tomar en ella las acciones q u e
gusten, y así evitar celos y que nadie pueda quejarse de monoi*
i'
pono.
"Como es costumbre de toda nación protejer empresas que ofrecen
ventajas al Estado y á sus habitantes y particularmente á las de esta
naturaleza, tan importante como difícil para llevarse á efecto, por
motivo de la distancia tan grande del lugar donde es necesario fabricar
los buques y máquinas, el riesgo del viaje, la fácil descompostura de
la máquina y sin recursos para componerse, la falta de carbon de
piedra, de mecánicos, de operarios y una multitud de dificultades y
obstáculos inherentes á una clase de empresas de esta n a t u r a l e z a ; "
" Por lo tanto, pido se me conceda, etc." (Siguen ahora las concesiones, que dejamos mencionadas. )
Para apreciar el contenido de este documento no hay q u e olvidar su
data, 1835, y el lugar de su data, la costa occidental de la América
antes española.
Las propuestas que en cambio de esas concesiones hacia Wheelwright, eran lo que se veíay coEno dice Basttat ; pero lo que no se ve¿ay
sino por el ojo trascendente del empresario, era la gran revolución de
que su empresa así no mas presentada, constituía apenas el camino de
llegar al cambio de los destinos modernos del tráfico comercial y
social en esa parte rica del mundo civilizado.
Y, sin embargo, este era su soberano recurso, el recurso de siys
recursos, el verdadero motor de sus vapores, por decirlo así.
b*
— sa. —
concepción de un plan tan vasto era en efecto lo que le constituía
grande empresario. Ser capaz de acometer tal empresa, en tal época
y en tal medio» era ya un rasgo de un hombre superior. Pero tener
la energía y el poder de voluntad para perseverar veinte años en su
ejecución disputada, resistida y heroica, era el complemento de su
capacidad de verdadero grande empresario.
Parece indudable que por los mismos años de 1835, Mr. Wheelwright solicitó del Gobierno de Nueva Granada un privilegio, que se
concedió, no á él, sino á Bfddle, para establecer una comunicación
acuática ó terrestre del Atlántico al Pacífico, por el Istmo de Panamá.
—Com
•
o ese trabajo interesaba á su plan y formaba parte de él, es de
presumir que fué suya la iniciativa. Ignoramos por qué causa quedó
en nada la concesión hecha á Biddle, hasta 1842, en que el Gobierno
granadino dispuso que vencido el término de la concesión de 1835,
sin realizarse, se recibiesen propuestas para un nuevo privilegio.
Wheelwright dice en una apuntación privada que no recibió este
decreto de 1842, sino en Setiembre de 1843. Pero e s fuera de duda
que la idea realizada por Aspinwall, fué de Wheelwright, y no puede
creerse otra cosa, siendo el ferro-carril de Panamá la integración de la
línea de comunicación á vapor entre el Pacífico y la Europa, y habiendo sido Panamá, como Provincia de Colombia, un país familiar á
Wheelwright desde que {ué Cónsul de los Estados Unidos en Guayaquil.
CAPÍTULO X
Wheelwright en Londres con el objeto de formar la compañía de vapores
del Pacífico.—Opiniones de la prensa inglesa sobre el plan da
Wheelwright. —Auxilio que recibe del libro de M. Scarlett sobre
Sud-Améxica.
Armado de sus concesiones oficiales, si no grandes, absolutamente
indispensables, de sus recomendaciones populares, y de su grande idea
desenvuelta en un luminoso folleto, con infinitos documentos en su
— 52 —
apoyo, y coronado el todo con un mapa de la costa del Pacífico, se
presentó en Londres y en Glasgow, por lósanos de 1838. Wheelwright tendría entonces la edad de cuarenta anos y su persona misma
no era su menor recomendación. Grande, bien hecho, sano, corpulento, ágil, abierto, digno y grave de semblante, no le faltaba ni la
posesión de la lengua española, para hablar en el interés de las dos
Americas en el país de su idioma propio, que era el inglés.
Un economista insigne, un diplomático consumado, un político
profundo no habria concebido, formulado, organizado y desenvuelto en el terreno práctico con mas habilidad y tacto, que probó
Wheelwright, en la misión que se dio él mismo tan relacionada con
el comercio, con la economía, con la industria, con el orden social y
político.
Tuvo la buena fortuna de empezar su campaña bajo el auspicio de
un libro científico recien aparecido con el nombre autorizado del
Honorable P. C. Scarlett, que trataba nada menos de South América
and the Pacific, — era su título, — y e n particular de la comunicación
posible de ambos Océanos por intermedio de la América Central,
hecha practicable por un canal ó un ferro-carril. En conexión con
los resultados comerciales y políticos, que serán resultado de una
comunicación por el Istmo de Panamá, Mr. Scarlett había agregado al
fin de su obra en dos volúmenes, un Memorandum^ que dirigió al
Forcing Office (poco después de su regreso á Inglaterra de su viaje al
través de las Pampas y de los Andes, desde Buenos Aires á Valparaiso,
Lima y Panamá), — sobre la ventaja de usar del Istmo de Panamá,
como un conducto mas rápido de comunicación entre Europa y los
puertos del Pacífico. Las ideas de Mr. Scarlett coincidían de tal modo
con las de Mr. Wheelwright sobre este último punto, que no halló
mejor medio de completar su Memorandum, que anexar á él como
pieza justificativa, el folleto titulado Statements and Plans de Mr.
Wheelwright.
A cuál de los dos, si á Mr. Scarlett ó á Mr. Wheelwright pertenecía
îa sugestión original del plan, es cuestión bien secundaria. El hecho
de estar agregado á la obra del primero el plan de Wheelwright,
prueba al menos que no lo tomó este de ese libro. Lo que es indudable, es que en ese libro de Mr. Scarlett tuvo Wheelwright el mas
oportuno y decisivo apoyo en la opinion del público y del Gobierno
— 53
-
inglés. Si supo él propiciarse la cooperación de ese personaje importante, no seria sino mas honroso para Wheelwright el haber empezado
por conquistar á favor de su idea el apoyo de la ciencia.
Ll hecho es que toda la prensa de Londres se ocupó de los dos
trabajos, discutiendo la gran cuestión de la comunicación de Europa
con Asia y el Pacífico por el Istmo de Panamá. L a reproducción de
sus palabras autorizadas que haremos aquí por el interés histórico,
será de paso el mejor modo de conocer á la vez el plan de Wheelwright y la opinion que de él formaron los primeros órganos de la
prensa británica.
Son del caso los siguientes detalles, tomados por el Times ) el 6 de
Febrero de 1838, en el Memorandum de Mr. Scarlett, sobre la duración, en aquel tiempo, de los viages de Inglaterra á los puertos del
Pacífico, en buque á vela por el Cabo de Hornos.
A Valparaiso
A Lima . :
A Guayaquil
100 días.
110 »
120 »
Mientras que el pasaje por Panamá, debia ser ejecutado fácilmente
en los siguientes períodos desde el Pacífico á Inglaterra, por btiques
de vapor, y por la via de Panamá.
De Valparaiso
De Lima
De Guayaquil
62 días.
51 »
46 *
Diferencia en favor de la ruta por las Indias Occidentales, de
Lima á Inglaterra, 59 dias.
Según el Plan de. Mr. Wheelwright (apreciado por el mismo Times,
úcl ó de Febrero de 1838, de que son extraídos los siguientes datos),
tenia el cambio propuesto toda esta importancia.
« El tráfico británico en esas costas ( decia Mr. Wheelwright en su
Plan anexado por Mr. Scarlett á su Memorandum pasado al Forcing
Office) asume ya un caractère importancia, que justifican y demandan
desde ahora el cuidado y protección del Gobierno de S. M. La comunicación propuesta no puede dejar de aumentar sus facilidades y seguridad, en una extension sin paralelo en los anales del intercurso comercial
— 54 —
L a reducción del tiempo en la comunicación entre îà Gran Bretaña y
las costas del Pacífico, de cerca de cuatro meses á cuarenta días, d e b e
ofrecer al comerciante y al manufacturero la incalculable ventaja d e
tener constantes y frecuentes avisos, que les permitan reglar sus cargamentos según las demandas de los mercados extranjeros. E n t r a r á n
además en el goce de los productos de sus mercancías, tres ó cuatro:
meses mas temprano que hoy le tienen ; sus agentes podrán sacar
partido de los precios corrientes en mercados que abrazan una extension de costa de tres mil millas, sin incurrir en los presentes riesgos* y
demoras ; una demanda creciente de manufacturas inglesas se verá
producirse ; se gozará de mayor seguridad para las personas y propiedades; y las escuadras de Su Majestad estacionadas en esos mares
recibirán infinitamente mayores medios de llenar eficazmente sus propósitos. »
«La Isla de Jamaica, situada en posición geográfica que por los
arreglos propuestos será la joya del Pacífico, podrá reasumir su lucrativo tráfico anterior con esos países, y vendrá á ser un depósito de
abastecimiento.
« Poco mas de un mes bastará á un pasajero de Australia para tocar
las costas del Perú ó de Chile, y una ó dos semanas mas para embarcarse en el Atlántico, de modo que al favor del vapor, de Jamaica á
Inglaterra todo el viaje será hecho en el período de 6o á 70 dias.
« Si la India tiene títulos para reclamar de Inglaterra el establecimiento de navegación á vapor (como lo tiene realmente) 110 obstante
los innumerables obstáculos que hay que vencer y los enormes gastos
requeridos para efectuarlo, ciertamente que las colonias occidentales
del Imperio de Su Majestad algún derecho tienen á participar del
patrocinio del Gobierno, particularmente cuando no hay obstáculos
que afrontar, y el subsidió requerido producirá indudablemente una
remuneración de lo gastado.
« El oeste de Méjico destinado probablemente á formar un Estado
separado, enviará el producto de sus ricas minas á ése punto que
parece haber sido destinado por la naturaleza á ser la gran ruta
de comunicación con Europa. California, al presente tan aislada del
mundo civilizado, gozará igualmente de su influjo rejuvenecedor ( e s t o
era escrito en 1836). Las ricas pieles del Noroeste de América,
encontrarán un nuevo canal para su tránsito al gran emporio d e
— 55 —
Europa y aun las distantes regiones de Kamschatka. no serán excluidas
de sus beneficios. »
Ese escrito de Mr. Wheelwright estaba acompañado de itn plan
general de las operaciones de la proyectada Pacißc Steam Navigation
Company, y de observaciones sobre el pasaje del Istmo de Panamá, el
tráfico del Pacífico, etc., etc. En este plan estaban consignados todos
los arreglos y prospectos de la Compañía tenida en mira. Se exhibían
allí cuadros estadísticos y aritméticos y documentos en que se daba
particular cuenta de los pasos dados por los comerciantes y residentes
ingleses en un público meeting tenido en Lima, en la casa misma del
Consulado general de Su Majestad, en el mes de Agosto de 1836, y un
informe de un Comité nombrado para examinar y verificar la practicaba
íidad y conveniencia de establecer un periódico intercurso entre Inglaterra y la costa occidental de Sud-América por la via de Panamá.
Patrocinando estas grandes miras del pían de Wheelwright, con la
mas calurosa simpatía j decia el Times por su parte lo siguiente : « Con
respecto á los beneficios de una navegación á vapor en mares no
navegados hasta hoy por ese sistema, no puede haber mas que una
opinion entre personas acostumbradas á reflexionar en asuntos de comunicación internacional, ó que se han dado la pena de ver un mapa
del mundo. Pero suponer que esas reflexiones, hechas á las de la
presente administración de este país, las induzcan de algún modo á
separarse fie la rastrera política que es el instinto de su existencia, y
tender sus brazos en socorro de un proyecto de que son harto miopes
para percibir su grande y glorioso alcance, seria lo mas pueril. El
plan sin embargo no puede dejar de realizarse al fin, pero no será con
el apoyo ni asistencia de los pulperos políticos que al presente desgobiernan el timón del Estado.» The Times del 6 de Febrero de 1838.
El color de opositor, que resalta en ese lenguaje del Times, no le
impedía ser exacto en su presentimiento, pues no fué sino cinco años
mas tarde que el plan de Wheelwright obtuvo la cooperación del
Gobierno inglés.
Poco después, el 30 de Mayo de 1838, el Morning-Post, se ocupaba
del mismo asunto, bajo el título de Navegación d vapor en el Pacífico.
Sostenía como el Times, con todo su vigor, el plan y las miras de Mr.
Wheelwright. E r a el tiempo en que se trataba de establecer una línea
de vapores entre Inglaterra y el Brasil; « Pero una de las mas pro-
— 56 —
metedoras é importantes empresas de esta especie al presente ante eî
público, decía, es la que se ha puesto en pié por Mr. Wheelwright,
de Boston. »
Aludiendo con ese motivo á la obra del Honorable P. Campbell
Scarlett, titulada South America anJ the Pacißc, toma del folleto de
Wheelwright, inserto en esa obra, las siguientes palabras, llenas de
interés hoy mismo por la sanción (pie han recibido ti el tiempo y la
aplicabilidadde que son todavía capaces: —
« L a relación en que está la Gran Bretaña, respecto de los países
comprendidos en la influencia de las propuestas operaciones no puede
ser mirada con indiferencia. Millones y millones de capital británico
se han comprometido en la causa de esos nuevos Estados, sin que
hasta hoy se haya hecho retorno alguno. Al contrario, una acumulación de intereses ha elevado su monto á una suma casi increíble.
Los clamores de ios tenedores de bonos son estrepitosos y repetidos,
y están haciendo solicitudes al Gobierno para que apoye su demanda de
justicia de esos países. Entre tanto la guerra y las disensiones civiles
han continuado su desoladora carrera, y una postraccíon completa de
su crédito público ha sido la natural consecuencia.
« L a s causas que han traído el presente estado desastroso de cosas,
pueden atribuirse principalmente al desgraciado sistema de gobierno
adoptado por España para sus colonias y á la desastrosa influencia de
la guerra que ha creado un espíritu militar, sin sujeción á ningún límite
moral. Cada jefe ha ambicionado el poder ; extensos y nial poblados
territorios han favorecido á los demagogos revolucionarios, cuyos
designios han madurado á menudo al favor de la ausencia total de
medios de comunicación pronta, y así se han mantenido esos países en
un estado de distracción y de inseguridad política en completa oposición con su bienestar y prosperidad, y los inmensos depósitos de
riquezas con que la naturaleza los ha dotado tan abundantemente,
han permanecido improductivos. »
« Ningún plan puede ser mejor imaginado para correjir eficazmente
esos males y traer en su lugar un orden mejor de cosas, que el establecimiento de una estrecha y constante comunicación por vapor, que
£s e! mas deseable, por la casi entera ausencia de medios de Iocomocion por tierra, y lo largo y tedioso de la navegación á vela. Por tal
establecimiento, las autoridades ejecutivas del Estado serán vígori-
— 57 —
zadas, y recibirán un impulso y moral fuerza que no han tenido hasta
aquí ; los gérmenes de revolución no tendrán tiempode desenvolverse;
su riqueza mineral y agrícola será desarrollada y aumentadas las entradas de su renta pública ; el espíritu de social y comercial intercurso,
tan íntimamente relacionado con el progreso moral y político délas
naciones, será in fundido; los intereses de la sociedad serán mejor
entendidos y fortificados por el intercambio que se produzca, y su
abatido crédito, muy pronto restaurado. »
l Cuál de estas memorables palabras de Wheelwright, no lia sido
sancionada por los resultados de su empresa, treinta anos después
que las repetía el Morning-Post?
Se descubre bien en ellas al hombre, que es la unidad elemental de esa sociedad en que Tocquevilîe y
Chevalier se inspiraron, al empezar su carrera, de las doctrinas que
los han hecho célebres.
El Morning-Post terminaba su trascripción con estas palabras de
Mr. Wheelwright que no tienen hoy mas valor que el de una simple
pero conducente reminiscencia histórica: — «Los Gobiernos del Perú,
Chile y Bolivia han demostrado un espíritu de largueza por el logro
de un objeto tan deseable como la navegación á vapor en sus costas,
por la concesión que han hecho al empresario, de un privilegio
exclusivo por el término de diez anos con exención de toda carga en
los puertos (excepto de una meramente nominal respecto de Chile),
que hubiese montado bajo el reciente sistema, á mas de 20,000 libras
anualmente; un ubre uso tie pontones para depósitos de carbon;
una exención de derechos de puertos en el Perú á los buques que
lieguen con cargamentos de carbon, y una obligación general de facilitar por todos los medios las operaciones de los vapores. »
Después continuaba y concluía el Morning-Post con las siguientes
palabras que no dejan de servir á nuestro estudio: — « L o s comerciantes ingleses residentes en el Perú y Chile han celebrado en público
varios meetings sobre el mismo objeto, y el resultado de sus gestiones
-demuestra que ellos están igualmente ansiosos del éxito del proyecto
<íe Mr. Wheelwright. Por sus informes y varios otros detalles conducentes á la cuestión, debemos referirnos á la muy interesante publicación de M. Scarlett, y todo lo que tenemos que añadir en conclusión
es, que Mr. Wheelwright, que es un caballero de bien conocida inteligencia y respetabilidad, ha pasado unos quince ó diez y seis años de
-
58 —
su vida en Sud-América, los mas de los cuales hart sido empleados en
investigaciones de la costa, preparatorias de la organización de su
Compañía y en solicitar dé los gobiernos las concesiones, q u e le han
hecho recientemente como una garantía para sus accionistas. » (The
Morning'Posi) del 30 de Mayo de 1838.)
Al fin de ese mismo año de 1838, el Morning Chronicle del 10 de
Noviembre, ocupándose del proyecto de Mr. Wheelwright, en su artículo Money Market a?id city Aletvs, daba estas noticias que hoy mismo
vuelven á tener un lugar interesante en la historia de Mr. W h e e l wright y de la Compañía de navegación á vapor en el Pacífico q u e le
debió su creación. « E n estos dias se ha distribuido en la City el
prospecto de una nueva Compañía de paquetes á vapor bajo la denominación de Pcuißc Steam Navegation Company ¡ que ha despertado
una considerable atención por cuanto la empresa tiene la apariencia de
s e r l a mas importante, siendo su objeto el establecimiento de una línea
de buques á vapor en la costa occidental de Sud-América, de Valparaiso á Panamá, en conexión con una línea de Inglaterra á las Indias
Occidentales y al Istmo de Panamá. La Compañía de vapores del
Pacífico pretende acortar el intercurso con la costa occidental de SudAmérica de dos tercios del tiempo q u e ahora se requiere para hacer
el dilatado y tempestuoso pasaje al Océano Pacífico por la ruta del
Cabo de Hornos. La presente empresa por lo tanto formará un p r e cioso anillo de un extenso proyecto de navegación á vapor, y como
se han concedido importantes privilegios al respetable é infatigable
empresario, Mr. Wheelwright, es de esperar que el proyecto encuentre
el apoyo que merece bajo un punto de vista comercial y publico. E s
incuestionablemente un hermoso campo de empresas remunerativas ;
pero el mayor obstáculo c o n q u e la Compañía tendrá que luchar, será
la notoria conducta desleal de los gobiernos sud-americanos, y los c e los de los nativos. »
A propósito de esta empresa, decia el Morning Chronicle lo siguiente:
« L a cuestión de navegación á vapor en el Pacífico había ocupado lar*
gamente la atención de muchas personas y excitado, en efecto, considerable interés, no solamente con la mira de tener mas fácil y expedito
intercurso con las Indias Occidentales y el Pacífico, sino también como
un medio de comunicar rápidamente con las diferentes Presidencias d e
las Indias Orientales y el Océano indiano, en general, China, Australia,,
— 59 —
etc. Una empresa semejante á la presente, fué proyectada hace largo
tiempo por M. Fairburn; pero en aquella época sus vistas fueron consideradas como visionarias y del todo insostenibles; sin embargo, vemos
ahora que la idea ha sido restablecida y apoyada por hombres de graiir
de habilidad y elevado rango. Todos ellos, sin embargo, andan por las
huellas de Colon mismo, cuyo principal objeto fué descubrir un pasaje
para las Indias Orientales por la ruta que ahora se propone. Los
españoles, por siglos, han hecho su comercio con China, Filipinas y
otras islas al través del Pacífico, Acapulco, y de ahí á Vera-Cruz, el
Atlántico y los varios puertos de España. »
Hablando del costo inicial de la empresa, decía el Morning Chronicle:
« Mr. Wheelwright calcula el gasto anual de cuatro vapores de 450 á
500 toneladas cada uno, quedando uno de ellos en reserva,, en 236,000
pesos, ó libras 47,326; y la entrada de tres buques de vapor en 466,950
pesos, 6 libras 93,390: dejando en consecuencia un provecho de libras
46,000 por año, sobre los negocios de ia compañía en el Pacífico. . . . »
« El capital de la compañía debe ser de 250,000 libras en 5000 acciones de 50 libras cada una, reservándose 1000 acciones para colocarse
en Sud-América. »
Otra publicación periódica de Londres que dio al proyecto de Mr.
Wheelwright un oportuno y fuerte apoyo, fué The Railway-Times*, en
cuyo número del 29 de Diciembre de 1838, encontramos un artículo
lleno de interés, que es como la confirmación y repetición elocuente de
lo que hemos leído en el Time sy en el Morning-Post y en el Morning
Chronicle, sobre el grande apoyo público que merecía la empresa proyectada por Mr. Wheelwright. Como sus colegas, The Railway-Times
reproduce textualmente varios trozos del folleto de Mr. Wheelwright,
como la expresión mas elocuente y clara de su plan.
A la publicidad de la prensa se siguió la del meeting, como medio de
obtener la formación de la compañía que debía llevar á cabo el plan de
navegación representado por Wheelwright. El i° de Abril de 1840
tuvo lugar en Londres, en la oficina de Sir Edward Parry, un meeting
al que asistieron, bajo là presidencia del mismo Sir Edward Parry, muchas personas de alto rango en el mundo comercial, figurando entre ellas
Robert Fitz Roy, mas tarde celebridad científica de la marina inglesa.
Mr. Wheelwright, uno de los asistentes, presentó un memorial, que
leyó el presidente, para ser elevado al gobierno de la reina, si su impor-
— 60
-
tancia le valia la suscricion que debía buscársele en el público, una
vez adoptado por el meeting. En la apariencia solo indirectamente
interesaba ese memorial á la empresa de Mr. Wheelwright; pero no
podia emplearse mejor medio de obtener el apoyo oficial británico á la
nueva empresa, que tocar el interés mismo del gobierno de S. M. Británica respecto de sus colonias de la Asia austral.
E n efecto, ; quién hacia la petición contenida en el memorial? Comerciantes británicos y otros interesados en el comercio con los colonos de S. M. en Australia. ¿Qué contenia el memorial ? En él se
exponía que eran dignas de la mayor gratitud Jas medidas adoptadas
por el gobierno de S. M. estableciendo una comunicación por vapor
con las colonias inglesas de las Indias Occidentales y de la América del
Norte. Que sus colonias de Australia y Nueva Zelandia, acreedoras á
participar de esa protección por su importancia adquirida, sufrían á
causa de su remota distancia de la madre patria, por falta de una
comunicación regular y pronta, y que alguna medida capaz de mejorar
ese estado de cosas seria altamente deseable: que el intercurso occidental con esas colonias, aunque nuevo, era el mejor medio de obtener
lo deseado; y como ya el gobierno de S. M. tenia una línea de vapor
hasta Panamá, solo faltaba á S. M. para completarla establecer paquetes portadores de la mala real al través del Océano Pacífico, para reducir de la mitad los viajes que se hacen hoy por el Cabo de Buena Esperanza.
¿En qué servia esa medida al proyecto de Wheelwright? Nada
mas visible que el interés de ese cambio para su empresa. Traer á
Inglaterra á comunicar con sus colonias de Asia por la vía de Panamá,
era hacer el negocio de Wheelwright. Se puede decir que su empresa
estaba embarcada en ese cambio de ruta que debía ahorrar á la mala
inglesa los retardos y molestias no solo del Cabo de Hornos, sino también del Cabo de Buena Esperanza. Tener la mala inglesa en Panamá,
es decir, en la ribera occidental del istmo, era tenerla en las cinco Repúblicas del Pacífico, ligadas por la línea de vapor proyectada por
Wheelwright.
Seguido ese memorial de otros en que los comerciantes británicas de
esas plazas del Pacífico peticionaron por lo mismo en su interés propio
y en el público de la Gran Bretaña en esos mercados, la cuestión quedó
— 61 —
colocada en el camino en que obtuvo al fin el coronamiento que merecía, pero rio sin nuevas contrariedades y luchas que Wheelwright tuvo
que arrostrar todavía para su logro definitivo y completo, que solo
tuvo lugar años mas tarde.
CAPÍTULO XI
Formación de la compañía de navegación del Pacífico — Construcción de
los primeros vapores y su partida para Chile—Su llegada al Pacífico .
Por de pronto los trabajos iniciados en Londres dieron por resultado la formación de la sociedad de navegación á vapor en el Pacífico,
con el nombre que lleva hasta hoy mismo de Pacißc Steam Navigation
Company, previo el otorgamiento por el Gobierno inglés, de la Royal
Charter ó patente, sin la cual no podía, conforme al derecho británico,
formarse en Londres.
Entre tanto, los vapores de la compañía habían sido ya construidos
en Bristol, según las indicaciones hechas por Wheelwright, para servilen la navegación trasatlántica de mares y en costas que él conocía
mejor que nadie.
Nombrado Wheelwright por el Directorio de la Compañía Superintendente de sus vapores en el Pacífico, se dirigió con ellos á los mares
de su destino, en que entró por el Estrecho de Magallanes (siendo este
hecho mismo, como se ha notado, un precedente importante en los anales de la navegación), por el mes de Octubre de 1840.
Es preciso-leer en la prensa del Pacífico, de ese tiempo, la descripción de su aparición en los puertos de Valparaiso y del Callao.
« Ayer tarde (decíais/ Mercurio de Valparaíso del 16 de Octubre),
á las tres, una salva de artillería de los buques fondeados en este puer-
— e s to, anunció la llegada de los buques de vapor Chile y Perú, que p a r a
la navegación del Pacífico acaban de llegar de Inglaterra.
« Se les ha hecho una recepción digna del objeto que los conduce :
las músicas militares de esta ciudad, embarcadas en varias lanchas, les
han salido al encuentro, junto con multitud de botes de los buques de
guerra fondeados en este puerto y pertenecientes á varias naciones.
Entre ellos se confundían un sinnúmero de lanchas, cargadas de curiosos, que, sin embargo del viento que reinaba, querían ver mas de cerca
la fuerza expansiva del agente poderoso que sin auxilio de vela ni remo
movía tan enormes moles. Ambos vapores, después de haber cruzado
esta rada en diferentes direcciones y recibido los saludos de la mucha
gente que había traído este nuevo, para este puerto, espectáculo, lian
fondeado el uno cerca del muelle y el otro frente á la Cruz del
Pey.
« Siendo iguales las dimensiones de ambos vapores, nos limitaremos
á dar las del Chile; tiene 180 píes ingleses de quilla, 30 de manga y
15 de puntal, midiendo 100 toneladas. Está forrado y clavado en cobre,
con dos palos de bergantín, y sus máquinas son de la fuerza de 100
caballos cada una; las calderas c o n t a d a s á baja presión, con el condensador y sus máquinas en reserva. En las dos cámaras pueden conducir cómodamente, con camarote por persona, 150 pasajeros, y en la
cubierta puede ir un número mayor. Puede recibir á flete 300 toneladas de mercaderías. »
Describiendo el mismo evento, decía no ha mucho un testigo ocular,
lo que tiene aquí su lugar mas natural : — íC Vimos por la primera vez á
Mr. Wheelwright en Valparaiso el día que entraron á aquel puerto en
medio del asombro y entusiasmo de mas de 4,000 almas que desde la
cúspide de los cerros que circundan su bahía, hasta el borde de la
plaza, presenciaban la entrada de los dos primeros vapores,—el Chile
y el Perú,—de la línea perteneciente á la llamada Pacific Steam
Navigation ComJ>a?iy.—El señor Wheelwright, desde la toldilla del
vapor Chile, que entró dando una vuelta á la bahía para que el pueblo
apreciara su elegante y magnífica arquitectura, saludaba, sombrero en
mano, á aquella delirante concurrencia, que en medio de las salvas de
artillería de los castillos y buques de guerra, repiques de campanas y
bandas de música, contestaba á Jos hurras! estrepitosos, dirigidos al
enérgico empresario que abría para los Estados libres del Pacífico una
~ m—
nueva era de progreso y prosperidad. Aquel día fué sin duda el gran
triunfo de Mr. Wheelwright. Había vencido el mayor obstáculo, y
desde entonces su reputación (su gloria, quiso d e c i r ) " quedaba
asegurada.—{La ItepúbHca, de Buenos Aires, de Noviembre de 1873.)
Es indudable, á nuestro v e r : la toma de posesión solemne de las
aguas del Pacífico por Basco Núnez de Balboa, en nombre de España,
y las victorias de Cochrane y Bolívar contra España, por la libertad
de esos mismos mares, no valieron á sus héroes aplausos mas legítimos
que al noble soldado de la industria libre la instalación solemne que
hizo del soberano de los agentes de la civilización de este siglo—el
vapor—en esos mares que, de remotos que eran, se incorporaban
desde ese dia en el seno del mundo civilizado.
CAPÍTULO XII
Llegada del vapor " Perú" al Callao
Las pompas que el vapor Perú encontró en el Callao no fueron
menos dignas de memoria.
" A y e r domingo (decía El Comercio, de Lima), el movimiento y
agitación de la ciudad ofrecía el aspecto de uno de aquellos dias de
fiesta cívica en que se toma mucho interés ; á caballo y en carruaje toda
persona que pudo marchó al Callao. Los ómnibus, coches de alquiler,
y hasta los ya casi jubilados balancines, fueron tomados, y á las nueve
de la mañana no se encontraba un asiento que poder comprar. El
Perú estuvo constantemente Heno de visitadores, sin que desde las once
de la mañana á ninguna hora hubiese menos de 200 personas..
" Ojalá se trabaje con tesón para hacer el ferro-carril hasta el
C a l l a o " . . . (decia El Comercio, en ese mismo dia, sin sospechar que el
mismo Wheelwright, seria el iniciador de ese trabajo.)
Una visita del Presidente de la República al vapor Perúy era el rasgo
— 64 —
prominente de la solemnidad. Merece recordarse la descripción que
de ella hacía El Comercio de Lima, un dia despues. u Sabido por los
agentes de la Compañía de navegación por vapor e?i el Pacißco, que
S. E. se proponía visitar el vapor Perú el sábado último, convidaron á
los Ministros diplomáticos, Comandantes de las estaciones extranjeras,
prior y Cónsules del Consulado, y á muchas otras autoridades y personas de distinción, para que acompañaran al Presidente de la República. A las 12 y media del dia se embarcó S¡. E. con toda la
comitiva en medio de salvas que hacia la plaza del Callao, y los dos
cañones del vapor; recibidos con la música de á bordo, pasearon las
cámaras, y examinaron Ja maquinaria, quedando sumamente complacidos con el majestuoso aparato de esta. . . . Mayor fué el agrado
cuando ei buque se puso en movimiento por la maquinaría, en medio de
salvas de artillería que en ese momento principiaron á hacer los buques
extranjeros de guerra. Gran concurrencia llenaba en aquel momento
el muelle, balcones, azoteas y aun la muralla de la plaza de tierra,
desde donde admiraban la facilidad, desenvoltura y presteza con que el
vapor, á razón de 9 y 1/2 millas por hora, se fué voltejeando hasta la
cabeza de ia Isla de San Lorenzo; mientras tanto se servia un
lucido banquete en el salon principal, al que se sentaron ciento dos
caballeros. "
Naturalmente hubo brindis y discursos. Según El Comercio, el señor
Wheelwright, d i j o : — " Q u e lleno de alborozo como estaba por la
honra de tener á la mesa del vapor Peni á S. E. el Presidente de la
República, quien había proporcionado á la empresa de navegación por
vapor en el Pacífico toda clase de facilidades y protección, no podía
menos que proponer un brindis por la salud de S. E. el General
G aman'a y á la prosperidad del P e r ú . " — "Caballeros, continuó, seis
años hace que plenamente convencido de que en todo e! globo no hay
una parte que convide mas á la navegación por vapor que las costas
del Pacífico, por lo manso de sus mares, ni una parte clónele sea mas
necesaria ; porque lo fragoso y vasto de los terrenos hace difíciles las
comunicaciones por tierra, me consagré á promover la empresa, que
hoy vemos lograda por los esfuerzos de la Compañía de navegación por
vapor. " Después de exponer rápidamente las ventajas políticas y
comerciales, que traerá á la América esa navegación (habla El
Comercio}, observó Mr. Wheelwright, " que debe tenerse presente que
— 65 —
p o r ella van á situarse estos países en medio de la civilización de
Europa y Asia, desde que se ha admitido en Londres por personas de
consideración, y entre otras, el respetable Sir Robert Parry, que el
camino mas corto de Inglaterra á Australia, es por el Callao, lo que
hace muy probable el apoyo de Inglaterra para extender la navegación por vapor á su Colonia, y entonces el cambio mas prodigioso y
favorable esperimentará la América, viniendo á quedar en el medio de
las dos partes civilizadas del mundo.''
« E l Presidente inmediatamente se levantó y en un discurso sentido
y elocuente dijo, que, admirador de la constancia, decision y esfuerzos
del señor Wheelwright para plantear la navegación por vapor en el
Pacífico, deseaba á esta empresa los mas prósperos resultados, para
que sirviese así de estímulo á fin de que los extranjeros introduzcan
entre nosotros, con otras empresas nuevas, todos sus medios de
civilización. »
(De El Comercio^ de Lima, de Noviembre de 1840.)
CAPÍTULO XIII
Dificultades con que lucha la empresa en su primer establecimiento.—La
vida de Wheelwright es el progreso del sistema colonial español.
Falta de carbon que da lugar á la explotación de sus minas en
Chile.
Asi quedó establecida la navegación á vapor en el Pacifico en 1840.
Pero todo no acabó ahí. Establecida la comunicación por los dos
vapores de la compañía solamente entre Valparaíso y el Callao, faltaba
llevarla hasta Panamá para completar el prospecto con que fué concebida la línea de comunicación con Europa por el Istmo; pero este
complemento debía costar todavía á la perseverancia de Wheelwright
cinco anos mas de esfuerzos, empleados en vencer las resistencias que
encontraba para establecer la navegación á vapor entre el Panamá y
T. VIII.
5
— 66 —
el Callao. No fué sino en 1845, que pudo vencerlas por arreglos
conciliatorios de conflictos industriales nacidos en parte del interés d e
una línea francesa de paquetes á vela, que aspiraba á monopolizar la
navegación sistemada de ese trayecto, entre Panamá y el Callao, al
favor de la indiferencia que Nueva Granada, Estado Atlántico á la vez
que occidental, mostraba por la línea de vapores, que tanto interesaba
á sus vecinos del Pacífico.
El Ecuador entonces estaba gobernado por la influencia d e
Bogotá.
Pero ese tiempo no íué del todo perdido para ] os designios d e
Wheelwright. El lo invirtió en organizar y reglamentar el servicio d e
la nueva comunicación á vapor, que no era tarea de un dia, en países y
costas tan mal preparados para responder á las exigencias del sistema
de comunicación mas perfecto, que haya producido la civilización
moderna. Así en su calidad de principal Superintendente de la Cornea ñia en el Pacífico, daba Instruciones y Reglas d los Agentes de la
misma en los puertos intermedios, por su circular del 10 de Diciembre de
1840. E r a el primero de muchos actos de su género que expidió
ulteriormente, para dar la organización que hasta hoy mantiene en el
servicio interior de sus vapores la Compañía del Pacífico. Pero nuevas y grandes dificultades le esperaban todavía en el curso y desarrollo final de su empresa.
L a vida de Wheelwright, es el proceso del sistema colonial español
en Sud-Améríca y de sus reliquias mantenidas en las costumbres y
preocupaciones de los mismos americanos que se pretenden liberales.
E s que en Wheelwright se personifica la influencia y la acción del
espíritu civilizador de los Estados Unidos, mejor y mas eficazmente
ejercida que por las obras de Tocquevílley Chevalier, inspiradas en ese
gran país. E s el poder de la doctrina puesta en obra ; es la economía
liberal, traducida en medidas prácticas ; es el progreso en acción, no
en teorías.
L a carrera de Wheelwright en Sud-América presenta esto de característico, que no bien ha vencido una dificultad cuando se encuentra en
faz de otra nueva y tiene que seguir luchando como antes. E s q u e
— 07 —
las obras de que se compone su carrera de empresario,— que son
otras tantas mejoras públicas para Sud-América, nacen unas de otras,
tienen su lógica, forman un sistema, dan á su vida ía unidad de un
drama clásico, y obedecen á un interés, que se puede formular llamándola, una reforma continuada del estado de cosas que dejó el régimen
colonial español en esa parte del mundo americano, con respecto á
tráfico, á comunicación doméstica é internacional, á comercio y navegación, en una palabra viabilidad. En este sentido no tiene SudAmérica un patriota 6 un guerrero que haya trabajado mas que
Wheelwright por la supresión pacífica del sistema colonial de aislamiento y de incomunicación, que dejó España en esos países.
Las contrariedades con que luchó la empresa después de llegados
los dos primeros vapores al Pacífico, en 1840, fueron numerosas y
graves. Pero de cada contratiempo resultó para ella una nueva
ganancia, gracias al genio fecundo y perseverante de Wheelwright.
Se hizo sentir desde luego la escasez ó falta de carbon en tales términos que ilegó á temerse el însuceso completo de la empresa, pues por
tres meses quedaron los hermosos buques sin moverse de los puertos.
Atenerse al carbon de Inglaterra, con el precio que tiene á esa distancia casi antípoda, era comprar la rapidez por mas del doble de su
valor. Sabíase que en toda la costa del Pacífico existían depósitos
naturales de carbon mineral, en Panamá, en Guayaquil, en el Callao,
y sobre todo en el Sud de Chile. Pero su calidad era desconocida por
falta de experimentos. Ninguna necesidad práctica había exigido su
experimentación. En climas tropicales, bastó para los usos domésticos el carbon vegetal, que aüi es abundante. No se empleó en la
industria, por la razón sencilla de que nada se fabricaba en SudAmérica ; ni en la locomoción, pues no se conocía todavía por allá la
máquina de vapor aplicadaá la navegación, nial ferro-carril, ni á la fabricación del gas, cuyo alumbrado era todavía desconocido. L a ciencia
y el testimonio práctico del país mismo estaban inclinados á dudar de su
calidad para usos industriales. Se atribuía á Darwin, gran geólogo
de este siglo, que habia estudiado el suelo de Chile, una opinion que lo
condenaba como inútil. L a crisis, que amenazó la vida de la empresa
de vapores vino á resolver todas las dudas, de este modo referido por
el mismo Wheelwright, autor de la gran descubierta, en carta de 20 de
Octubre de 1841.
— 68 —
« L a falta de carbon fué el primer mal con que tropezó la empresa á
la llegada de nuestros buques en el Pacífico. Después del mas brillante comienzo, tuve el dolor de ver esos hermosos buques fondeados
por cerca de tres meses. Me dirigí inmediatamente al Sud de Chile,
donde al cabo de tres meses de labor, tuve la fortuna de obtener buen
carbon á bajísimo precio. Las minas no habian sido nunca trabajadas
anteriormente, y el poco carbon que se habia tomado era superficial y
de mala calidad. >
« .... No tengo la menor duda de que encontraremos tan bueno
como el que se explota en Inglaterra. Todo el país meridional de
Chile contiene carbon en cantidad ilimitada. »
Sobre esto mismo escribía Wheelwright en seguida al Instituto
nacional de Washington ( d e que era miembro), esta noticia de un
valor permanente. "Desempeñando mis ocupaciones de principal
Superintendente de la Compañía de navegación á vapor en el Pacífico
fui inducido á trabajar minas en esta vecindad (escribía de Talcahuan o ) , ahora Í 8 meses, con el propósito de obtener carbon para el uso
de los vapores."
*'.... Elegí el Morro de Talcahuano como el mas preferible para el
logro del objeto y comencé la explotación del carhon, que se ha empleado con el mejor éxito en nuestros vapores durante los últimos 18
meses, habiendo extraído hasta hoy (11 de Setiembre de 1842), 4,000
toneladas."... " E s t e carbon no es tan fuerte como el inglés. Arde
libremente, produce mucha escoria, que es de un liviano carácter, y no
se adhiere a las barras. "
Desde entonces figura ese producto entre las primeras riquezas
naturales de Chile; pero mas que una riqueza superior á sus minas de
plata como menos aleatoria, es un grande elemento de poder, una gran
fuerza de civilización, que puede hacer la grandeza, no solo de Chile,,
sino de toda la porción de América solidaria de sus destinos. Aunque
no debiese Chile á Wheelwright otro servicio, ese solo bastaria para
deber contarlo entre sus hombres mas beneméritos. Esa riqueza en
el Pacífico combinada con la calma característica de sus aguas, ofrece
á la locomoción por vapor un porvenir tan grande en esa mitad de
nuestro planeta que la geografía moderna tiene tal vez razón en llamar
á !a Oceania, el mundo marítimo, ó el mundo definitivo.
— 09 —
CAPÍTULO XIV
Accidente del vapor "Chile", que hizo conocer los recursos del puerto de
Guayaquil, como arsenal.—Otras dificultades con que lucha el tráfico moderno.
No bien salidos de la crisis de carbon y reasumidas las operaciones
de los vapores, un nuevo contratiempo descubrió á la Compañía lo
arduo de su empeño de fundar vapores en un medio tan mal preparado;
pero el espíritu y la constancia de Wheelwright, convirtió la nueva
contrariedad en ocasión de un nuevo suceso. A diez leguas de Valparaiso, el vapor «Chile» escapó por milagro de perecer por un choque
violento contra un arrecife, que lo averió no obstante y obligó á
buscar un puerto para repararse. Desgraciadamente el de Valparaíso carecía de recursos para ello. Wheelwright que conocía todos los
puertos de la costa sabia que el de Guayaquil era el único en que podía
repararse el vapor. De allí escribia al poco tiempo: " E s t o y en
Guayaquil ocupado en la reparación del vapor y espero completarla
en pocos dias. Este es el solo puerto en que pueden repararse los
vapores, y tal vez ofrece tantas facilidades como no las presenta puerto
ninguno del mundo donde no hay arsenal marítimo. " Era esto como
un descubrimiento consolador, debido á un accidente, de un refugio
con que los vapores na debian contar en mares y países que salían de
un atraso tan grande en punto á navegación. En esa ocasión escribía
Wheelwright á su corresponsal estas palabras de un valor permanente:
— " Para dar á Vd. una idea de cu'án apropiados son estos mares para
la navegación por vapores, le diré que hemos hecho viajes á lo largo:
de la costa de 1,700 millas, tocando en diez puertos, sin discrepar de
un cuarto de hora del tiempo prefijado para su llegada á cada
puerto. "
Sin embargo, el puerto de Guayaquil quedaba hasta entonces exento del trayecto navegado por los vapores, que era el comprendido
entre Valparaiso y el Callao. Este hecho constituía un contratiempd
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mayor que los anteriores, porque dejaba truncado eí plan primitivo de
la empresa, que era navegar desde Valparaíso á Panamá con la mira
de comunicar con Europa, por el Istmo. Cuatro años de esfuerzos debía costar todavía á Wheelwright esta parte complementaria de la
línea. Pero esta contrariedad misma no era estéril en otras ventajas,
que la actividad inteligente de Wheelwright no descuidó de aprovechar.
Limitado por algun tiempo el servicio de vapores á los puertos de
ía costa comprendidos entre el Callao y Valparaiso, sirvió esa circunstancia para introducir, plantificar y aclimatar, por decirlo así, el nuevo
sistema, eti países educados en el régimen de comunicación mas opuesto; ó mejor dicho, en la falta absoluta de comunicación regular y
veloz, de un modo gradual y sucesivo. Las mejoras se ligan y producen unas á otras, pero no vienen de un golpe tras un estado de supino
«tr-aso.
Introducir el vapor y la electricidad en países que nunca tuvieron
idea de! valor pecuniario del tiempo, era empezar por el fin, un progreso que tiene sus leyes naturales de desarrollo. El vapor y la
electricidad, como agentes de comunicación, son de tal modo un resultado del estado del progreso general de un país, que su aplicación
brusca en un medio atrasado y primitivo, es completamente negativa
en sus efectos benéficos. Un telegrama que ha puesto un minuto en
recorrer mil leguas, pone ocho dias en andar diez metros, desde la
oficina postal á la casa del destinatario. Hoy mismo en Valparaíso, se
tienen noticias de Paris en seis y ocho horas, y de Caldera ó de Concepción, no se consiguen sino en seis ú ocho días por los telégrafos del
Estado.
El vapor y la electricidad son, como la libertad, una educación, un
estado de cultura, un progreso nacido de la necesidad sentida de grande
rapidez. Así se explica su invención debida á la raza que antes de ella
tenia por proverbio, — Timas is money, lista expresión que para un
latino de América es una metáfora, para un inglés es ecuación matemática.
La tiranía del tiempo y de! espacio, como todas las tiranías, vive
encarnada en las costumbres del país, que han tiranizado por siglos.
Bien puede la ciencia suprimirlos por un invento feliz, quedarán viviendo en las costumbres que ellos han formado. Cada hombre es la éter-
— 71 —
tildad en sus movimientos. E l vapor traído allí de un golpe, se pierde
y disipa como en una caldera abierta, esperando eternamente la hora
de ponerse en movimiento.
CAPÍTULO x v
Mejoras varias que introduce Wheelwright en los puertos del Pacífico
Dado el vapor en el Pacífico como agente de locomoción, tenían que
ser consecuencias naturales de su establecimiento la prontitud en t i
despacho de las oficinas del tráfico, la exactitud en las operaciones y
servicios, la mejora de los puertos y de las costas, su estudio y la producción de buenas cartas para su navegación, la instalación de faros,
devalizas, de dragas, de, muelles en los puertos, la provision fácil de
carbon y de agua dulce para servir á los vapores, la reforma de las
postas, de las aduanas, de la policía en sus relaciones con el tráfico y el
intercurso comercial. Wheelwright no desconoció nada de eso, y con
su paciencia y prudencia habituales, se contrajo á promover graduales
y profundas mejoras, que debían asegurar los efectos benéficos de la
nueva comunicación á vapor.
Se le vio así durante los primeros años de introducidos los vapores en
el Pacífico, promover íos siguientes trabajos de mejoramiento material,
que no obstante su diversidad concordaban todos en este propósito
común: garantizar la duración y fecundar los efectos benéficos del
nuevo sistema de navegación internacional introducido en el Pacífico.
Mantenidos inaccesibles á los vapores los puertos menores del Perú,
no podían entrar y descargar en el de Iquique, que estaba en ese caso,
contra el interés de sus habitantes y del comercio en general, pues la
exportación nueva y reciente de los salitres hacia de ese puerto uno
de los primeros del Perú. El Superintendente de los vapores lo
representó al Gobierno peruano y obtuvo la habilitación del puerto de
Iquique, para todo buque extranjero.
— 72 —
E( puerto de Valparaíso, emporio del Pacífio, tenía á su entrada un
pésimo faro, que lo hacia el mas oscuro de toda la costa y naturalmente muy peligroso para su acceso nocturno. En el interés general
del país, tanto como de los vapores, Wheelwright lo presentó á la
autoridad chilena y obtuvo la colocación de un faro espléndido.
El servicio expedito de los vapores requería una abundante provicion de carbon en los puertos de la costa. Como los puertos carecían
de muelles para facilitar la provision de ese combustible á los vapores, Wheelwright tuvo que suplir á ese defecto depositando el carbon
del servicio en buques pontones que colocó en los puertos faltos de
muelle. Como la falta de muelle, no impedia que hubiese una contribución de ese nombre, en el puerto de Coquimbo exigió la aduana que
los vapores pagasen derechos de muelle por el carbon tomado de sus
pontones, que subían á enormes sumas. Una representación de Wheelwright obtuvo que los pontones de la compañía no fuesen considerados
como muelles públicos, ni el carbon suplido como deudor d e derechos
de póliza de reembarco.
E n el Callao, obtuvo del Gobierno peruano en 1842 el arrendamiento
de un terreno y el permiso de construir en él un edificio para trabajar
fierro y maquinaria, hacer depósitos del carbon que los vapores tomalian sin pagar derecho del muelle que no usaban. O b t u v o así que el
carbon depositado en tierra, gozara de los privilegios concedidos para el
de los pontones, que la compañía necesitaba emplear en el acarreo
marítimo de sus carbones.
Solicitó y obtuvo también del Gobierno del Perú otro cambio de interés general, á s a b e r : — Q u e el puerto menor de L a m b a y e q u e fuese
habilitado para exportar plata pina en los términos q u e Jo había sido
el de Iquique. Fué también resucito á su pedido, que las toneladas que
deben pagar los vapores en el puerto del Callao, solo se entiendan las
que carga el buque, no las que mide en atención á que la maquinaria y
el combustible ocupan una gran parte del vapor.
Raro es el puerto del Facífico en que no hubiese promovido la colocación de valizas y de. faros. En los del Callao y Valparaiso promovió
el establecimiento de cañerías de fierro para distribuir el agua potable
que no solo interesaba á la sanidad y limpieza de esas ciudades comerciales, sino también á su seguridad contra los incendios, á que las expone su construcción de material combustible como medio de disminuir el
— 73 —
estrago de los temblores de tierra. E n muchos lugares de la costa en
que el agua potable faltaba del todo, como en Atacama, hizo montar
máquinas para destilar el agua necesaria á los vapores y á los usos de
las poblaciones que el tráfico hacia nacer.
CAPITULO XVI
Dificultades para llevar la línea hasta Panamá, nacidas de la condición
excepcional de Nueva Granada.
Con todas esas ventajas la empresa estaba detenida en la mitad de
su obra. No se había formado una compañía de navegación para que
solo comunicasen entre sí por vapor los dos puertos lejanos de Valparaiso y el Callao. Era preciso llevar la línea hasta Panamá para comunicar con Europa, que era el propósito capital de la empresa, sin lo
cual la empresa quedaba en lamas crítica posición y en riesgo de disolverse. Iban ya corridos dos anos desde el desembolso del capital, y los
vapores nada producían á la compañía en proporción de sus gastos.
Los accionistas podían pedir á los directores, que retirasen los vapores
de regiones en que nada producían. Los accionistas de Londres no eran
filántropos que se contentasen con la sola idea de servir al progreso
del Pacífico, aunque fuese con pérdida de su tiempo, es decir de su
propio dinero. Ellos querían percibir dividendos ó réditos de algún
género de su dinero invertido para poner en comunicación á vapor, no
dos puertos ó dos países extranjeros y lejanos, sino dos mundos.
Wheelwright veia la inminencia de ese peligro extremadamente
posible, y para conjurarlo de pronto apeló al interés que los gobiernos
del Pacífico tenían en el buen éxito de la empresa, pidiéndoles la
protección remuneratoria que estaba en su mano dar á la empresa
disminuyendo de una mitad el derecho impuesto sóbrela plata embarcada en los vapores.
— 74 —
Entre tanto era preciso llevar los vapores hasta Panamá, lo que n
era fácil, aunque parezca increíble cuando se estudian las resistencias.
No es necesario decir que ellas venían de los gobiernos del Pacífico,
situados en capitales que estaban al lado oriental de los Andes, en
altísimas planicies que no eran por lo tanto del Pacífico sínó de un
modo nominal : tales eran Chuquisaca ó Sucre, capital de Bolivia,
Quito, capital del Ecuador, y Bogotá, capital de Nueva Granada.
Habitando las regiones del condor en las alturas de los Andes, esos tres
Estados, creados por Bolívar, veían, como él, la libertad que enriquece
á las naciones no en los mares, slnó en las cumbres de los Andes, es
decir, no en la comunicación, sino en el aislamiento, que solo difería
del colonial, e n s e r a n aislamiento patriótico. Un curioso brindis de
Bolivar, pronunciado en un banquete dado en lo alto del cerro de
Potosí, después de Ayacucho, descubre el espíritu económico dejado
hasta hoy A esas regiones por su Libertador. " La gloria de haber
traído hasta estas regiones frias ios estandartes de la libertad, deja en
nada todo el oro que tenemos bajo nuestros pies. " — E n la lengua del
economista, esa poesía se traduce en esta prosa. \^,<\ gloria de haber
traido á estas alturas, los estandartes de la libertad, deja en nada
la libertad misma, que tenemos bajo nuestros pies. — El oro en
efecto es la libertad, porque es el poder. Pero á su vez el oro es un
poder simbólico, del poder de la riqueza, es decir de la producción de
lo que es útil á la vida j pero no hay producción donde no hay tráfico,
intercambio, vias de comunicación, nivel en una palabra. Quien dice
nivel, habla del mar, que es el camino universal. Metrópolis y
autoridades situadas á quince mil pies sobre el nivel del mar, es decir
sobre el rey de los caminos, y todavía separadas del mar por la muralla
de los Andes, están como fuera de la América moderna, como estaba
España por la distancia, equivalente á la altura. Propiedad anómala
de uno de esos Estados de las nubes, el Istmo de Panamá, que es como
un pasaje obligado del mundo, ha tenido que ser un campo de batalla
entre el progreso moderno y el viejo régimen pasado.
Como soldado del progreso allí Wheelwright tuvo que luchar contra
el monopolio de una mala navegación entre Panamá y Callao, dado por
el Gobierno de Bogotá á una compañía francesa de paquetes á vela, que
ponían 40 dias en hacer el trayecto que Wheelwright ofrecía efectuar
en ocho. Esa compañía explotaba esta otra circunstancia, que siendo
— 75 —
Nueva Granada un Estado Atlántico en su mayor parte, no participaba
del interés entusiasta de sus vecinos del Pacífico por el establecimiento
de una comunicación directa con Europa y Estados-Unidos, en que ya
estaba, por sus puertos de Cartajena y Santa Marta: sentimiento un
poco impropio del país en que se reunió el primer Congreso americano
de 1826.
Felizmente la resistencia de la Compañía de paquetes á vela, no podía
disputar largo tiempo ai vapor la navegación de un mar en que las
calmas permanentes son tan aciagas á la navegación á vela, como
favorables á la de vapor; así fué que un arreglo conciliatorio d é l o s
intereses encontrados vino á poner fin al conflicto, que estaba ya
resuelto en cierto modo por otra via.
La anexión de California á los Estados-Unidos y la descubierta del
oro que á esa sazón ocurrían en ese lado del Pacífico, vinieron á servir
al plan de Wheelwright, trayendo!e la cooperación interesada y
poderosa de los Estados-Unidos, cuya integridad reclamaba la comunicación directa con su nuevo Estado del Pacífico por la vía de
Panamá. A poco de existir el nuevo Estado americano de California,
tuvo lugar en Bogotá la negociación de un tratado entre Nueva Granada y los Estados-Unidos, que aseguraba el pronto y regular trasporte
de la correspondencia de los Estados-Unidos al través del Istmo de
Panamá. Ya no era justo negar á una compañía inglesa lo que se
había concedido al Gobierno de los Estados-Unidos«
Era pues llegado el momento de que Wheelwright abriese su nueva
campaña para terminar el establecimiento de la línea de vapores
entre Valparaíso y Panamá por esfuerzos nuevos requeridos en
América y en Europa.
— 76 -
CAPÍTULO XVII
Nuevos auxilios que Wheelwright encuentra en la opinion pública
para vencer sus nuevas diñcultades
En efecto, tan inesperadas é inexplicables resistencias producidas
en América para completar una empresa que á nadie mejor que á la
misma América servia, era capaz de comprometer en cierto modo la
opinion y la posición de Wheelwright á los ojos de los accionistas
situados en Europa, y hasta de hacerles dudar de la competencia del
grande empresario para terminar la obra comenzada. L a crisis de su
posición, como principal Superintendente de la línea de v a p o r e s se
agravaba p o r u ñ a medida de neutralidad, que Wheelwright tomó con
aplauso de todos, pero que no faltó quienes la interpretasen en sentido
inverso.
Respondiendo al llamamiento de Wheelwright y de la situación d e
ese gran negocio, el comercio extranjero del Pacífico y sus grandes
representantes consulares y diplomáticos, tomaron la actitud inteligente
que les correspondía, promoviendo en honor de W h e e l w r i g h t , la
víspera de su nueva campaña, las manifestaciones de que clan testimonio
los tres documentos que insertamos aquí literalmente, no menos en
obsequio de sus signatarios que de Wheelwright mismo.—Los trabajos
de Wheelwright son de tal modo interesantes al público, q u e no
parecen hechos por vía de industria privada, sino en desempeño de los
deberes de un Estado.
Recomendación que el cuerpo diplomático y consular en Lima, hace de
Mr. Wheelwright, como principal Superintendente de los vapores
en el Pacífico.
Nos, los abajo firmados del cuerpo diplomático y consular, residentes
en esta ciudad, conociendo muy bien ya personalmente, ya p o r
reputación al señor don Guillermo Wheelwright, Superintendente en
— 77 —
jefe de los vapores al presente en esta costa, pertenecientes á la
Pacific Steam Nazñgaiion Company^ podemos otorgar y otorgamos por
la presente el mas amplio testimonio acerca de su recta y honorable
conducta en todos respectos y á su bien conocida y acreditada capacidad
para el desempeño del importante cargo que la Compañía le tiene
confiado.
Las conciliantes y oficiosas disposiciones del señor Wheelwright y
su total prescindencia de la política y de los partidos políticos en estos
países, lo califican de un modo especial para la superintendencia de
estos vapores. Su larga residencia en los países situados en la costa,
y sus numerosos é influyentes amigos, le dan ventajas, que muy pocos
poseen, y estamos convencidos de que no podia haberse hecho elección
de un agente principal por los que han invertido capitales en la
empresa de navegación por vapor en el Pacífico, que hubiese dado
mas general satisfacción ni que reúna al mismo tiempo de un modo
mas completo, la capacidad de llevar á buen éxito el interés que les
concierne.
Y es con la mas sincera satisfacción que damos testimonio del bien
conocido nombre y capacidades de Mr. Wheelwright, teniendo como
tenemos el mas cordial deseo del éxito completo de esta empresa, en
que todo el mundo civilizado está tan profundamente interesado y mas
particularmente los diferentes países á que respectivamente pertenecemos.
Lima, Octubre 1S41.
Ministro Plenipotenciario de Chile. — A. L E
MOYNE, Encargado de Negocios de S. M. el Rey de los
Franceses.—MAMUEL CERQUEIRA LIMA, Encargado de Negocios de S. M. el Emperador del Brasil
J. C. P I C K E T T ,
Encargado de Negocios de los Estados Unidos. — J. BOSCH
SPENCER, Encargado de Negocios de S. M. el-Rey de los
Belgas. — J O S É D E L CARMEN F R E U N F O , Cónsul general de
la República de Nueva Granada. — ANTONIO J. F E R R E I R A ,
Cónsul general del Imperio del Brasil. — RAMON D E G U Z -
VENTURA
LAV ALLE,
— 78 —
Y Q U I M O N E S , Cónsul general de la República del
Ecuador.— GRISTIAN H E L L M A N , Cónsul de la República y
ciudad libre de Hamburgo. — S T A N H O P E P R É V O S T , Cónsul
de los Estados-Unidos. — H. W I S T , Cónsul de Dinamarca.—
J O S É A. M E N E N D E Z , Encargado de Negocios de Méjico.
MAN
Espléndido y público homenaje del comercio de Valparaíso á W. Wheelwright por el mérito de sus empresas
En reunion general de la Bolsa Comercial y otros residentes de la
ciudad de Valparaiso, que tuvo lugar en 15 de Febrero de 1842, convocada por el Directorio de dicha comunidad y presidida por el
honorable John Walpole, Encargado de Negocios de Su Majestad
Británica en Chile, acompañado de SS. Henry William Rouse, Cónsul
general de dicha nación y Henry Blanchard, Cónsul de Francia, se tomaron las siguientes resoluciones, adoptadas por unanimidad:
Considerando que don Guillermo Wheelwright, Superintendente en
jefe de la Compañía de navegación á vapor en el Pacífico, va á ausentarse de este país y es llegado el caso que la comunidad comercial y
demás ciudadanos de esta localidad, manifiesten de la manera mas
explícita y decisiva la alta opinion que tienen formada de su mérito
por haber promovido una empresa tan útil é importante, resuelven:
i° Que esta reunion confiera á don Guillermo Wheelwright por
el espíritu emprendedor con que ha iniciado y por el celo infatigable y perseverante com que ha vencido los obstáculos casi insuperables para poder establecer la navegación á vapor en el Pacífico :
2° Que esta reunion manifieste á don Guillermo Wheelwright la
bien merecida y justa admiración que le asiste por el buen manejo
de los vapores desde su llegada á esta costa y muy especialmente
por la línea de conducta que ha observado para con los gobiernos
de las diferentes Repúblicas de este Océano, ejercida con tanto
juicio y de una manera tan conciliadora é imparcial como para
granjearse la protección y respetos de que con tanta justicia ha
sido objeto:
— ?9 —
30 Que esta asamblea es de opinion que en vista de los frecuentes disturbios políticos que tienen lugar en algunos de estos países
y en que miles de sus habitantes se ven comprometidos de una
manera ú otra, debe considerarse justa la medida adoptada por Mr.
Wheelwright de recibir á bordo de los vapores esa clase de pasajeros sin distinción, siempre que se presenten premunidos de pasaportes en forma, expedidos por las autoridades del punto de su
embarque, captándose por este medio cada vez mas la aprobación de
los ciudadanos de estos países, desde que la exclusion de partidarios
en general ó particular no solo perjudicaría los intereses de la
Compañía, sino que se acarrearía impopularidad y la odiosidad de
todos los partidos :
4.0 Que esta reunion recomiende á todos los tenedores de acciones
que no posean agentes propios en Inglaterra, el otorgamiento de
poderes á favor de Mr. Wheelwright para que vote por ellos en
las reuniones de accionistas que tengan lugar en aquel país, por
cuanto los miembros de la presente reunion están persuadidos de
que las vistas manifestadas por él hasta el presente son de tenor
que deben llevarse á efecto, pareciéndoles como de lo mas conducente al éxito favorable de la empresa:
5° Que se nombre una comisión compuesta de cuatro individuos
para que se encargue de una manifestación al señor Wheelwright que
sea de lo mas inequívoca y duradera, mandándose hacer el retrato de
él para ser colocado en el salon de esta Bolsa y se le presente un
obsequio con los respetos y estimación que le profesa esta reunion,
para que esta muestra de distinción se tenga por tributo justo del
aprecio que merece y sirva á la vez de estímulo para aquellos que
después de él se dediquen á la introducción de inventos de Europa,
útiles y ventajosos en el Nuevo Mundo.
6 o Que la comisión queda autorizada para emplear la suma que se
colecte en la realización de la precedente resolución, debiendo efectuarse esta colecta por suscricion entre los que componen la presente
reunion y otros (pie deseen prestar su concurso.
7 o Que el obsequio que se presente al señor Wheelwright lleve una
inscripción indicando el objeto de la ovación.
Se convino en seguida que la comisión aludida en el artículo 50 se
compusiese de los siguientes señores: 12. Linch, José Wadington,
— 80 —
Enrique Ward, Vicente Sanchez, á quienes se suplicase el cumplimiento de las disposiciones precedentes, enviando una copia d e ella al
Directorio de la Compañía en Londres.
Firmado:—
JOHN
WALPOLE,
Presidente.
Firmado:—
J. M. B A S C U L A N ,
Secretario.
Recomendación que todo el comercio extranjero de Lima hace de don
Guillermo Wneelwright, como primer Superintendente de los vapores,
del Pacífico.
Los abajo firmados, comerciantes extranjeros residentes en esta
ciudad, conociendo perfectamente al señor Guillermo Wheelwright,.
Superintendente en jefe de los vapores de esta costa, pertenecientes á
la Compañía de Navegación á vapor en el Pacífico, nos encontramos
en aptitud y otorgamos por la presente el mas amplio testimonio acerca
de su recta y honorable conducta en todo sentido, como asimismo de
su muy versada é inteligente idoneidad para el desempeño del importante cargo que dicha Compañía le tiene conferido.
El persistente celo y tino de Guillermo Wheelwright en la estricta
observancia del curso progresivo, recta y honorable administración,
obviando todo compromiso en diversos casos difíciles ocurridos,— su
buen sentido y discernimiento práctico para imprimirle esa marcha, —
sus conciliadoras y cultas maneras, — su abstención absoluta de la
política y partidos militantes en estos países, — nos facultan p a r a
declararle sin excitación como el mas idóneo, por las dotes peculiares
que reúne, para el desempeño de la Superintendencia de esa línea
de vapores, concibiendo á nuestro entender que el acierto de esta
empresa y desarrollo próspero de ella hasta el presente, es d e b i d a
exclusivamente á su incesante y bien dirigida administración.
Su larga residencia en la costa de estos países, las numerosas
é
-
81 —
influyentes relaciones con que cuenta, le acuerdan ventajas que están
al alcance de muy pocos, y abrigamos la convicción de que no podría
haberse hecho una elección de Agente general, de parte de los que han
invertido capitales en la Empresa de Navegación á Vapor en el Pacífico, que consultase mayores garantías de satisfacción general, ni que
reúna mejores aptitudes para promover con acierto y cautela el interés
que les concierne.
Y es con la mas franca sinceridad que decimos que la continuación
del señor Wheelwright en calidad de Superintendente en Jefe, la
consideramos de vital importancia para el éxito de esta lejana y azarosa empresa. Es bajo la impresión de estos sentimientos y animados
del mas sincero deseo por el completo éxito que atestiguamos el notorio
carácter y habilidades del señor Wheelwright y su honorable y recta
manera de proceder en toda ocasión.
Lima, Octubre de 1841.
Gibbs. Crawley y Compañía.—Maclean, Rowe y Compañía.—Alsop y
Compañía.—Tcmpleman y Bergmann.—Fred. Huth Gruning
y Compañía.—John Älackie.—Swayme, Reíd y Compañía.—
W. Dickson Price y Co??ipañia.— William
Hodgson.—Lang^
Smith y Compañía.—Naylorsy
Bourdman y Oxley.—Peter
Conroy. — Green, Nelson y Compañía.—Henry
Seveiïn.—
Ad. Zachariese y Co??ipañia. — Henry Read y Compañía.—•
Wheelvek.—Dalidon y Larraèure.—Heg ani Hall y Co?npañia.—A. Roux.
T. VIII.
6
— 82 —
CAPÍTULO XVIII
Allanamiento de las dificultades.—La línea llega hasta Panamá, y esta
nueva via queda establecida.— Efectos benéficos del cambio en el
Pacífico.
Coronada por el mejor resultado la série de sus nuevos trabajos,
un dia vio la luz en el Morning-Post (del 29 de Mayo de 1844), la
siguiente carta de Mr. Wheelwright, dirigida á ese periódico, ó mas
bien al público, por conducto de ese periódico de primer orden :
Londres, Mayo 1 de 1844.
" Señor : Me permito informar á usted que he celebrado arreglos
para el establecimiento de una comunicación á vapor mensual entre
Panamá, Guayaquil y Lima, y que se tomarán medidas para obrar de
concierto con los vapores que conducen la Real Mala á las Indias Occidentales, y con los "del Océano Pacífico, que ahora navegan entre
el Perú y Chile.
<c
He creído conveniente hacer desde ahora este anuncio, á fin de
que pueda ser trasmitido á Australia, Nueva Zelandia y las Islas que
forman el Archipiélago del Este, para que los residentes en esos distantes parajes se preparen á sacar inmediato provecho del intercurso
que al presente existe entre ellas y la costa occidental de América,
y encontrar así la vía para Europa por esta expedita y cómoda ruta.
" L a inauguración de la propuesta línea llamará indudablemente la
atención de muchos que tienen ocasión de visitar la China. Se hallará que es el mas agradable viaje, y aunque la comunicación al través
del Istmo de Suez fuese alguna vez interrumpida por causas políticas ó reglamentos sanitarios, se sacaría siempre partido de
esa ruta.
— 83 —
" El vapor que será colocado entre Panamá y Lima, tendrá comodidades para cien pasajeros y para doscientas cincuenta toneladas de
flete. Una oficina será establecida en el Istmo á propósito de facilitar
los trasportes de mercaderías y tesoro.
" Es entendido que esta comunicación empezará á tener efecto desde principios de 1845.
" Para mayores detalles debo referirme á los estatutos que se publicarán próximamente sobre precios de trasporte en el Istmo, tarifas
de flete y pasage, en moneda del Pacífico.
61
Soy, señor, su muy obediente servidor.
"
W.
WHEELWRIGHT.
"
Así quedó en 1845 establecida aunque no del todo la empresa de
comunicación á vapor entre Chile y Europa, via Panamá, que Wheelwright empezó en 1835, empleando diez años de trabajos inteligentes
y pacientes, que son su primer título al respeto del mundo.
No era poco establecer una línea de vapores, donde no existia un
solo vapor, donde ni de vista habian sido conocidos ( 1 ). Pero establecerla en mares lejanos y solitarios, y convertirla en correo del
primer poder marítimo del mundo, poseedor de la India y de la Australia, era un portento de habilidad ; eso es lo que Wheelwright
obtuvo cuando consiguió que la Mala Real de Inglaterra fuese
conducida por los vapores de la nueva Compañía del Pacífico revestidos de tollos los privilegios y pre rogativas inherentes á ese encargo
honorable. Las mas grandes y benéficas consecuencias debían seguirse de esa conquista en el orden social y económico de las Repúblicas
del Pacífico. — Era introducir en ellas junto con el vapor marítimo,
la posta moderna con toda su santidad, digámoslo así, con toda su
regularidad y exactitud, en países educados en el régimen colonial
( 1 ) Cuando pasó el primer vapor por Cobija, puerto de Bolivia, su autoridad
local avisó por parte oficial á su jefe, que esa mañana se divisó á lo lejos un buque incendiado, en auxilio del cual, decia, mandé un bole con ocho remadores,
pero Ja corriente era tan f ueríe que no fue posible alcanzarlo, El parte concluía encomendando á Dios las víctimas»
-
84
-
español, que nunca sospechó que la correspondencia privada
pudiera
ser inviolable para los agentes del Rey.
Uno délos primeros efectos de ese beneficio se hizo sentir en Panamá desde luego. Después de establecida la comunicación por el
Istmo» el Gobierno libre de Bogotá, glorioso de e n a r b o l a r á 15 mil
pies sobre el nivel de ambos mares los estandartes de la libertad conquistados por Bolívar, exigía desdeñoso que las b a n d e r a s d e las otras
naciones se arrastrasen al través de su suelo del Istmo, como tributarias de un enorme impuesto sobre su correspondencia, p o r el mero
hecho de transitar su suelo. Las cartas debían p a g a r un fuerte impuesto como si entrasen ó saliesen del territorio de Nueva Granada,
Así el rancio derecho de tránsito, abolido en todas partes para las
mencancías, seguía existiendo para la correspondencia internacional
que cruzaba el Istmo, por la política fiscal del libre Gobierno de Bogotá. Servido por los legítimos clamores del comercio extranjero del
Pacífico y por la influencia inteligente del Gobierno británico, no le
costó á Wheelwright hacer desaparecer esa aduana postal equivalente á una interdicción indirecta del Istmo de Panamá, y las cartas
de Europa destinadas al Pacífico y vice versa pasaron en lo futuro sin
ser timbradas ni pagar derechos en el Istmo, que quedó como suelo
neutral en ese punto.
L a posta pasó por una reforma en todos los países del Pacífico, con
respecto á sus tarifas, á su seguridad, á la regularidad y exactitud
de su despacho y distribución, modelada en el régimen de la posta
inglesa y europea.
Por la primera vez fué conocida en esos Estados continuamente en
guerra unos con otros, la neutralidad, que sabe hacerse respetar, gracias á la bandera y prerogativas inglesas con que navegaron los vapores de la Compañía del Pacífico. Mas de una vez exigieron sus gobiernos y sus partidos en lucha, que sus enemigos políticos no fuesen
admitidos como pasagerosen los vapores. Wheelwright como Superintendente rechazó con firmeza esa pretension bárbara, y mantuvo el
principio que quedó respetado hasta hoy de la inviolabilidad y seguridad de las personas embarcadas bajo la bandera neutral sin faltar á
ningún uso de policía internacional. Wheelwright consiguió hacer de
los vapores de su mando, lo que hizo su consulado americano en
Guayaquil, el asilo de los perseguidos por el crimen de no pensar como
— 85 —
el Gobierno. En países cuya vida ordinaria y normal es el estado de
guerra 6 de revolución, y donde la evasion es una garantía impracticable por falta de caminos, la felicidad de tener á sus puertas el asilo
de una gran bandera neutral, es de un valor inapreciable.
No hay mas que imaginar lo que sucedería, si en lugar de los vapores ingleses de la Compañía, estuviese desempeñado su servicio por
paquetes privados, con banderas de esos países ó de países secundarios de Europa.
La seguridad para la conducción de valores, que trajo el establecimiento de la línea de vapores, fué otro grande beneficio que le debió
el comercio de esos países, pues ella fué razón de que bajase el cambio
y la prima del seguro.
En países de origen español, educados en un régimen colonial de
vida enteramente extraña á los usos rígidos del comercio, la exactitud
en el despacho y en los dias señalados para la salida de los correos,
era cosa desconocida, pues el capricho de un capitán de buque, ó el
influjo de una entidad poderosa, y sobre todo la voluntad pura y simple
del Gobierno, era causa frecuente de retardos y esperas indefinidas.
La exactitud inglesase inició en las costumbres de esos países, por la
organización de los vapores de la Compañía, no sin las grandes y persistentes dificultades que opuso la pereza é indolencia tradicional d e
sus habitantes.
El confortable ó comodidad en la manera de viajar por mar, quetrajo el establecimiento de los vapores, fué de un interés mayor queel de un simple gusto ó ahorro de molestias físicas, pues él sirvió grandemente á la salud de los pasajeros en costas tropicales, donde las
mojaduras, el sol, los malos alimentos y las camas desaseadas son origen de fiebres y otras enfermedades.
No hay que hablar de la economía de dinero, de tiempo, de molestias de espíritu y de cuerpo, y por fin de peligros, que esos países
debieron á la adquisición del vapor en la forma espléndida que desde
su primer establecimiento le dio Mr. Wheelwright.
El respeto y la confianza naturales que inspiró el gobierno de la poderosa compañía inglesa, extinguió poco á poco las impertinentes exigencias de la vieja policía marítima. Con sorpresa de muchos, el
cabotaje á vela recibió un grande desarrollo á influjo de la línea de.
— 86 —
vapores en que se temió la causa inminente de su ruina. Se repitió
allí por la milésima vez una prueba de que las grandes vías de comunicación á vapor, terrestres ó marítimas, llaman á otras menores en su
servicio y alimento.
CAPÍTULO XIX
Influencia de Wheelwright en la consolidación y desarrollo del cambio
Pero todos esos beneficios, que vinieron como consecuencias naturales de la comunicación á vapor introducida en el Pacífico, se produjeron y debían seguir produciéndose á una condición, la de una
dirección inteligente y vigilante en el gobierno económico de la grande
empresa. Todas las ventajas obtenidas eran insuficientes para garantir su estabilidad contra otras causas mas bien rutinarias que naturales,
que trabajaban por una disolución retrógrada, si la capacidad de Wheelwright dejaba de asistir al desarrollo ulterior de la empresa apenas
plantificada. Wheelwright lo comprendió, no menos bien que el
Directorio de la Compañía de Londres; y después de los diez años que
empleó en plantificar la línea de vapores, de 1835 á 1845, todavía
empleó diez años mas en servir á su consolidación por su dirección
leal, inteligente y enérgica. Persistió no por cálculo de ganancia, sino
por honor y buena fé de empresario superior.
La empresa no hizo sino pérdidas durante los primeros diez anos de
su establecimiento, y hace extremo honor á sus fundadores la fé inteligente con que arrostraron la natural adversidad de toda empresa
naciente, contando con los beneficios que el tráfico futuro les traería
inevitablemente. Wheelwright sabia que las grandes creaciones de la
industria absorben á veces toda una existencia, porque su desarrollo
gradual es lento é indefinido. El tenia el temperamento que la moral
de la industria requiere en el grande empresario. Solo la moral sabe
— 87 —
ser paciente en la adquisición de la fortuna por las obras de la industria; tiene horror á la precipitación con que la especulación perezosa
y febril busca et fruto que desea, porque sabe que solo es productivo
el trabajo verdadero y acabado.
Esta era la situación de !a Empresa, después de colocados los vapores entre Valparaíso y Panamá, en 1845: el sistema de comunicación
colonial estaba enterrado, pero el nuevo no hacía sino nacer. Poner
cuatro vapores en una costa de 1300 millas, no era dotarla de una comunicación regular y perpetua. La nueva creación necesitaba formarse, crecer, educarse y convertirse en establecimiento permanente
y definitivo.
Creada la línea era preciso alimentarla, darle medios de vivir, es
decir, darle materiales de tráfico, de nutrición y desarrollo. Pero no
hay tráfico, por falta de objeto, donde no hay producción, ni producción donde el producto no tiene salida, por falta de vías de comunicación terrestre, fácil, rápida, regular y barata. Así el vapor marítimo
una vez instalado en el Pacífico, llamaba como su resultado lógico al
vapor terrestre, ó los ferro-carriles, que debian sacar del interior los
productos del suelo, que los vapores debían recoger en sus puertos.
CAPÍTULO x x
Establecida la línea de vapores, Wheelwright se ocupa de los puertos y
del vapor terrestre ó ferro-carriles—Puerto de Caldera — Ferrocarril de Copiapó— Ganancias y desinterés de Wheelwright.
Pero como los puertos son los anillos que unen á las líneas de vapores con los ferro-carriles, Wheelwright comprendió que debía consagrar su actividad á promover todo lo que podia mejorar la condición
de Jos puerto, antes de separarse de la empresa de vapores, para contraerse á empresas de ferro-carril es.
— 88 —
El puerto señalado por la naturaleza de la producción chilena para
dar principio á esa obra de mejoramiento, era el de Copiapó, pues la
mas rica producción de Chile por los años de 1845 á 1850, era la de
sus minerales de plata y cobre situados en su provincia de Atacama,.
cuya ciudad capital era Copiapó. Esos minerales distaban de la costa
y del puerto de su exportación 30 leguas mas ó menos. El mal camino de acarreo que ligaba el puerto al país minero y la mala condición
del puerto mismo empobrecían y encarecían la producción. El doble
medio de obtener el mejoramiento de ambas cosas á la vez era dar al
puerto de Copiapó mejor colocación y ligar á esa ciudad con su nuevo
puerto por un ferro-carril. Wheelwright lo comprendió así y acometió ambas empresas con Ja competencia que le ciaban su papel de
representante de la línea de vapores, y l a d e accionista de la compañía
anglo-chilena de minas en Copiapó, valoradas en 750,000 lb. est., que
él debía representar también poco después.
Un relojero de Valparaiso, Mr. Moit, obtuvo concesión p a r a construir un ferro-carril entre la ciudad de Copiapó y su viejo puerto, pero
habiendo ido Moit á Copiapó á proponer la empresa, no le fué aceptada.
Mr. Wheelwright hizo visitar con uno de sus vapores la costa norte
de Chile y recibió informe de que Caldera era un puerto muy superior
al llamado Pue?'to viejo, de Copiapó, situado en la embocadura del rio
de su nombre y practicado hasta entonces, apesar de sus inconvenientes. Wheelwright complementó esta noticia interesante por una inspección que hizo él personalmente ( á caballo), desde la ciudad de
Copiapó hasta el puerto de Caldera, del terreno intermedio, que halló
ser perfectamente adaptable para localizar un ferro-carril entre Caldera
y Copiapó. Halló también que el puerto de Caldera permitiría construir un gran muelle en que todos los buques pudiesen desembarcar
sus cargamentos en los wagones mismos del ferro-carril prolongado
sobre el muelle. Para improvisar la población del puerto de Caldera,
concibió que el medio mas sencillo era el de trasladar á él la población
del viejo puerto, mediante las facilidades que para ello le daba la posesión de los vapores. Aceptada la idea por las personas pudientes de
Copiapó, á quienes la propuso, quedó formada la Compañía del ferrocarril de Copiapó, con un capital de cien mil pesos, y nombrado Mr.
Wheelwright su administrador principal. L a compañía compró á
— 89 —
Mr. Moit su concesión por treinta mil pesos, y Wheelwright pidió inmediatamence á los Estados-Unidos un cuerpo de ingenieros, que trajeron
los Campbell (Alian y Alejandro), ellos mismos ingenieros de primer
orden, con el cual vinieron artesanos y mecánicos de toda especie, las
locomotivas y tren rodante. Los rieles fueron traídos de Inglaterra.
Principiada la obra en 1851, quedó el ferro-carril terminado y dado al
servicio del público en todo el año de 1852.
Ese ferro-carril, que determinó la formación de la ciudad de Caldera, llenó de mejoramientos á la ciudad misma de Copiapó, gracias á la
actividad infatigable y solícita de Mr. Wheelwright. Siendo nociva el
agua de Copiapó para las calderas que producen el vapor por contener mucha cal, mandó Wheelwright construir grandes y poderosas
máquinas para destilar toda el agua necesaria para las locomotivas,
para los talleres y para los habitantes mismos. Construyó hornos para
fabricar la cal y para fundir los cobres, y estableció el alumbrado por
gasen toda la ciudad de Copiapó, El éxito de ese primer trabajo determinó poco después la prolongación ôtl ferro carril de Copiapó,
hasta los minerales de Tres Puntas y de Chañar cilioy situados muchas
miilas al sudeste y nordeste del pueblo de Copiapó. Una estación,
situada en Pabellón, 7 leguas al interior del valle hacia los Andes, recibió por la compañía el nombre de Sa?i Guillermo ¡ en honor de Wheelwright, que lleva hasta ahora. Visitando con D. M. Del Carril el
camino que partía de San Guillermo, via Molles, al mineral de Chañarcilio, y almorzando sobre una roca, « ahora) le recordó su amigo, — h a
llegado el tiempo de ir á la República Argentina por el ferro-carril de
los Andes. Es un hecho que esa idea formada en él por los ferro carriles chilenos hacía los Andes, fué la que poco después lo devolvió á la
República Argentina, por donde empezó su vida de Sud-América en
1823.
Volviendo al puerto de Caldera, se operó en él la traslación de las
autoridades y de las oficinas de la aduana del Puerto Viejo, de muchas
casas y de los habitantes mismos, formando el nuevo pueblo de Caldera, cuyas calles, espaciosas y animadas, llevaron los nombres de
Wheelwright, Edwards, Carril, Carvallo, Vallejo, etc., etc., accionistas
de la compañía y promotores principales del cambio.
L a Compañía inglesa de minas en Copiapó, representando un capital
de 750,000 libras esterlinas, confió á Wheelwright la dirección abso-
— 90 —
I uta de sus operaciones, y poco des pu es en meetings públicos, tenidos
en Londres, fué aplaudido y cumplimentado por la rectitud y habilidad
de su desempeño, habiendo reducido el gasto anual de la C o m p a ñ í a y
concentrado sus operaciones á los puntos que ofrecían inmediato y
permanente beneficio.
No se puede leer un capítulo cualquiera de la vida de W h e e l w r i g h t ,
sin imaginarse uno que lee la Memoria en que algún gobierno benéfico
y patriota da cuenta al país de las obras d e mejoramientos q u e ha llevado á cabo en desempeño de los deberes de su cargo. Y sin e m b a r g o es
la simple historia de los trabajos de un empresario, hechos p o r su iniciativa privada, como arbitrios industriales, con la mira de g a n a r . Así es
como la industria, cuando es inspirada y asistida por la m o r a l , se confunde con las virtudes del patriotismo y de la filantropía.
La ganancia no excluyela moral, el desinterés y la gloria d e l empresario de nobles trabajos, sino que lejos de excluir esas calidades, las
producen los inventos felices y útiles para la humanidad q u e hace la
industria, aunque por via de ganancia.
Wheelwright fué, como Franklin, un modelo d e desinterés, aunque,
como Franklin, hubiese hecho una fortuna, que no excluía su desinterés. La industria no deja de merecer la gloria porque sus servicios sean
lucrativos. Los servicios del soldado y del sacerdote no lo s o n menos,
pues el salario que encubre el beneficio, no los priva de su b r i l l o . No
serian dignos de gloria los servicios útiles de todo g é n e r o si n o fuesen
esencialmente provechosos al género humano. Excluir de e s t e provecho tan solo al que lo ha creado, seria castigarle por via de privilegio
remunerativo. Mejor es la sinceridad candorosa de la industria, que
confiesa el provecho que busca, que no la hipocresía de los oficios en
que el egoista pretende que sirve al país cuando en realidad se sirve
del país para hacerse servir su pan cuotidiano. Un zapatero, un arquitecto, un comerciante hacen tanto bien á la salud del g é n e r o humano,
como un soldado, un orador, un escritor; pero estos aspiran al privilegio
de tener dos recompensas, á saber: — el salario de su oficio, no menos
industrial que cualquier otro, y ademas la gloria adicional d e ese salario. Ls esta clase de desinterés el que tiene asco del cinismo del empre-
— 9i —
sario, que se enriquece á sí mismo enriqueciendo á los demás. Los
provechos del trabajo no impiden que la industria tenga sus héroes,
como la guerra. Los héroes de la paz tienen de bueno la ingenuidad
honesta de sus miras de ganancia. Hacen el bien sin pretenderse apóstoles ni misioneros. Su interés generoso y desinteresado por decirlo así,
de que Wheelwright, v. g,, era un dechado, es la condenación de esa
abnegación hipócrita y falsa de los que escriben ó militan ó predican
para vivir y enriquecer, al mismo tiempo que se dan por misioneros en
ocupaciones que se hacen pagar con laureles y honores el duplicado
inmoral de un precio ya pagado y recibido en dinero. Hemos insistido
en estas reflexiones, porque interesa á los destinos de la sociedad moderna de Sud-América fijar y definir los tipos de hombres y de servicios
que merecen de su parte la predilección que la vieja sociedad, fundada
en otras bases, acordaba á las artes de la guerra y de la retórica.
CAPÍTULO XXI
Wheelwright se separa de la empresa de vapores.—Se ocupa de diferentes
mejoras en Valparaiso.—Dase en adelante á empresas de ferro-carriles.—Proyecto del de Valparaíso á Santiago.
En 1855, á los veinte anos de haber concebido y emprendido la fundación de la línea de vapores del Pacífico, coronada del mas completo
suceso en esa fecha, M, Wheelwright cedió sus derechos en la empresa, que conservaba como su concesionario original y se separó de ella,
después de vanos esfuerzos que ensayó para prolongarla hasta Chiloe,
con tendencia á comunicar ulteriormente con Europa por la via de
Magallanes, como hoy lo hace la misma compañía. De las empresas
del vapor marítimo Wheelwright se trasladó del todo á las empresas
-del vapor terrestre ó de ferro-carriles. Pero, como hizo en el puerto
de Caldera, teniendo presente el papel intermedio de los puertos entre
— 92 —
ambos sistemas de comunicación á vapor de mar y tierra, Wheelwright volvió á su cuartel general, que era Valparaiso, y consagró su
actividad industrial á la mejora y desarrollo de ese puerto importante
del Pacífico.
La ciudad de Valparaiso era escasa en agua potable. Esa falta afectaba vivamente á la industria y al tráfico, tanto como á la salubridad
de la población. El agua dulce era esencial para la locomoción á vapor
de los vehículos terrestres y marítimos; p a r a la seguridad de los edificios, sumamente combustibles^ como hechos de madera en gran parte,
que guardaban inmensos depósitos de mercancías, y para la salud y
comodidad de la población misma. M. W h e e l w r i g h t obtuvo una concesión del Gobierno local para reunir en grandes recipientes y distribuir
por cañerías de fierro á la parte de Valparaiso, que quisiese proveerse
de agua á domicilio. También intentó proveer de gas á la ciudad, por
un sistema análogo, para mejorar su alumbrado, pero no dependió de
él, que otro mas feliz si no mas competente, obtuviese la concesión de
la obra que él proyectó: le quedó solamente el laurel de la iniciativa.
L o peor es que otro tanto le pasó con otra colosal mejora de que intentó dotar á Valparaiso, á s a b e r : el ferro-carril que debía ligar su
puerto con la ciudad de Santiago, capital de Chile y c e n t r o d e la riqueza agrícola que produce el valle inmenso en que está situada.
L a concepción del ferro-carril entre Santiago y Valparaiso hará
siempre honor al genio de Wheelwright. El fué el primero que la tuvo.
Aprovechando del cuerpo de ingenieros q u e hizo venir de los Estados
Unidos, para construir el ferro-carril de Copiapó, hizo estudiar científicamente el terreno y trazar el plano del camino de vapor, que debía
traer á Santiago y colocarlo en la costa del Pacífico. Cuando obtuvo
la certeza de su practicabilidad, en vista de los estudios hechos por
ingenieros de primer rango en los mismos Estados Unidos, Wheelwright
solicitó del Gobierno de Chile la concesión d e esa obra, en que nadie
había pensado antes que él. E l escrito en q u e solicitó esa concesión,
fué una página luminosa de economía política, que abrió los ojos del
Gobierno y del país sobre los progresos q u e el ferro-carril propuesto
debia producir en todo Chile. L a s condiciones de la concesión eran
menores que las admitidas en muchas o b r a s análogas de que presenta
ejemplos Sud-América. L a s montañas, q u e separan á Valparaiso de
Santiago, hacían esa obra de una dificultad excepcional; pero no inac-
— 93 —
cesible al poder de la ciencia, como Wheelwright decía. Que la obra
era factible, lo probó el hecho de su ejecución, llevada á cabo mas
tarde. Pero el Gobierno de entonces no pudo creer posible el bello
proyecto de Wheelwright, y tuvo el sentimiento de desecharlo. De tal
escepticismo parece estar formada la trama del hombre de Estado en
todas partes. Lord Palmerston, no creía en la practicabilidad de un
canal navegable al través del istmo de Suez. M. Thiers, mas conocedor
de la sociedad que de la naturaleza, dudó de la posibilidad del ferrocarril á vapor. Lo cierto es que el fenómeno del vapor aplicado á la
locomoción tiene de curioso, que no solo su invención primera fué juzgada como una paradoja, sino que cada aplicación de ese invento, en
vía ó en país poco conocido, ha encontrado el mismo escepticismo. En
el Museo de Kensington, en Londres, existe un numero de la Quarterly
Review de 1819, en que se leen estas palabras sobre el proyecto del
primer camino de fierro. — « N o somos partidarios de proyectos fantásticos, relativos á instituciones útiles, y nos reimos como de una idea
impracticable de esa que consiste en construir un camino de fierro en
que se podrá hacernos viajar á vapor. <? Hay cosa mas absurda y risible
que la idea de un wagon arrastrado por el vapor y marchando con
doble velocidad que nuestras diligencias? » — E s o era en 1819, y seis
años despues, en 1825, hacia marchar Stebenson á su Locomotion, como
llamó á la locomotiva de su invención inmortal.
La idea de Wheelwright no fué perdida, y tuvo al menos el consuelo
de verla puesta en obra por el Gobierno mismo de Chile, anos mas tarde,
en provecho de su querida Valparaiso y del tráfico sobre todo de los
vapores del Pacífico, que le debían su fundación.
-94 —
CAPÍTULO XXII
Concurrentes con que luchó Wheelwright, que son un escollo del progreso
Los peores concurrentes con que luchó Mr. W h e e l w r i g h t en sus
empresas no fueron los gobiernos, cuyos dominios parecía invadir con
ellas por su carácter casi público, como son siempre las vias de
comunicación. Los concurrentes que encontró en su carrera de empresario, son los mismos con que tendrá que luchar toda grande
empresa de obras de viabilidad moderna en la América que fué colonia
de España. Es la lucha del espíritu nuevo y progresista con el espíritu
estacionario, que dejó el sistema colonial de siglos en los usos de los
sud-americanos. Por lo mismo que este hecho es triste es preciso
remediarlo en el interés de Sud-América, y para remediarlo, toca á la
historia señalarlo. Un orden de cosas en que el trabajo industrial,
fuente de toda riqueza, estuvo por siglos prohibido y degradado
sistemad am en te, y en que las funciones del gobierno exótico ó
metropolitano fueron el medio favorito de acumular fortuna y honores,
debia producir al fin lo que ha producido, el dia que esa sociedad ha
tomado en sus manos la dirección de sus destinos. L o s que no se
educaron en el trabajo industrial no tienen razón ni motivo de conocerlo. No puede ser el trabajo cuya ignorancia forma su tradición
secular, lo que constituya su fuente ordinaria de riqueza privada.
Dueños y poseedores de su propio gobierno, lo natural es que lo usen
como siempre fué usado por los gobernantes españoles, es decir, como
el trabajo mas fácil, cómodo y brillante para producir la fortuna,
venida á ser mas necesaria que nunca por las exigencias crecientes y
suntuarias de la vida moderna.
Y como en este género de industrialismo oficial ó gubernamental,
por mal que lo ejerzan á fuerza de no haberlo conocido ni usado mas
que al industrialismo común y ordinario, no tienen sus beneficiarios la
necesidad de luchar con Ja concurrencia del extranjero (excluido
naturalmente, por su carácter de tal, de las funciones políticas, en
--95 —
virtud del gobierno independiente del país), el privilegio de vivir de
las funciones del gobierno, las convierte en la industria favorita de los
que tienen la suerte de ser ciudadanos y patriotas nativos.
En efecto, la industria privada como medio de ganar y de vivir,
tiene que poseer páralos nativos mas que este doble inconveniente:
que además de no entenderla ni tener costumbre de practicarla, es
practicada por e! extranjero revestido del derecho social ó civil, que le
da el nuevo régimen del país, con toda la superioridad que deriva de
la civilización industrial de su país nativo, envejecido en la práctica
del trabajo industrial. De ahí ese género de rivalidad, ó antipatía ó
concurrencia para con el empresario extranjero, resucitada en forma de
patriotismo americano. Es la industria-gobierno, que concurre con la
industria de los particulares mas industriosos, en daño de la riqueza y
progreso dçA país mismo.
Pero como no puede haber patriotismo en excluir de la patria la
industria adelantada que nos trae el inmigrado extranjero, tiene
entonces que hacérsele este otro género de concurrencia, por los recursos de que dispone la industria oficial ó gubernamental. Queremos
hablar del tráfico de concesiones; de la expropiación de las empresas
extranjeras por causa de utilidad pública, de buen servicio, de conveniencia nacional, como se dice; mediante cuyos expedientes vemos á
veces transformado al gobierno en productor industrial, es decir, en
banquero, en explotador de ferro-carriles y telégrafos, que no sabe
manejar, haciendo tan mal la industria como el gobierno. Con estas
consecuencias inevitables del mal régimen colonial pasado de esos
países sud-americanos, tendrá que luchar el progreso y desarrollo del
régimen moderno. Pero la garantía suprema de su triunfo definitivo
está en los derechos civiles y sociales dados al extranjero inmigrado en
el país de cuya sociedad se hace un miembro igual á cualquier otro, en
la libertad civil del trabajo industrial, desde que pisa su suelo. El
progreso de la inmigración inteligente, tendrá estos dos resultados, uno
inmediato, otro ulterior: primeramente agravará el mal; mas tarde
será el remedio del mal. Esperando ese estado de cosas, no siempre
los patriotas serán im beneficio de la patria.
Estas reflexiones son como la explicación anticipada de otras dificultades en que vamos á ver á Wheelwright luchando por hacer el bien á
Sud-América, hasta el fin de su carrera, gloriosa en sus reveses mismos.
— 96 —
CAPÍTULO XXIII
Concepción y plan de un ferro-carril trasandino.—Carta de Wheelwright
al Presidente de Chile sobre ello
Ligar al Pacífico con la Europa, su fuente de recursos y de civilización
como lo ha sido para la América mas civilizada y libre en que nació
Wheelwright, fué siempre para este grande americano su idea conductora, desde que dobló el cabo de Hornos en su primera juventud.
La via de Panamá era mas corta que la del Cabo, y la de Magallanes
mas cómoda que la de Panamá; pero otra mas corta y mas cómoda,
era todavía posible al través de los Andes y del Plata, y es laque concibió al terminar en los Andes el ferro-carril de Copiapó. Todos los
trabajos, que en lo sucesivo absorbieron su actividad en la República
Argentina, fueron trabajos accesorios é integrantes de su gran plan del
ferro-carril trasandino é interoceánico, que debia aproximar á Chile
de 3 a Europa, diez di as mas que lo está hoy por Panamá y por
Magallanes. Así es como la lógica de sus empresas hizo terminar su
carrera de empresario sud-americano, en las márgenes del Plata en que
dio principio en 1823.
Nadie es mas capaz de escribir ía historia de esa idea, que lo fué el
mismo Wheelwright en la siguiente carta que dirigió al Presidente de
la República de Chile en 1867, solicitando la cooperación de su gobierno á la ejecución de la grande empresa; y que vamos á reproducir aquí
por el interés que hasta hoy mismo encierra como prospecto de una
gran via por construirse, y además, por su interés histórico. Como su
concepción data de 1850, no es faltar á la cronología de sus obras el
hablar primero de esa que de las realizadas en la República Argentina
durante los últimos diez años de su vida.
" A su excelencia, don José Joaquin Pérez, Presidente de la República de Chile.
u
E n la audiencia qne V. E. tuvo la bondad de concederme, tuve el
honor de entrar en algunos detalles respecto á un camino de fierro al
— 97 —
través de los Andes, y ahora me permito someterle algunas observaciones mas sobre esta gigantesca empresa.
"Llamando su atención al proyecto de un ferro-carril del Pacífico al
Atlántico, ligando el puerto de Caldera, en Chile, con el estuario del
Plata, recordaré brevemente las circunstancias que me sugirieron su
idea, y los pasos que he dado con este fin.
" La importancia y practicabilidad de la empresa, fueron atentamente
estudiadas por mí en 1850, y cuatro anos mas tarde resolví una
exploración del paso de San Francisco, en la Cordillera, como el
menos expuesto á cerrarse por la nieve, viendo que por nueve años
consecutivos, no había sído interrumpido el tráfico entre Copiapó y las
Provincias argentinas. Supe ademas que en el tiempo de Quiroga,
cuando los argentinos de las Provincias de Cuyo se refugiaron en
Chile, vinieron ellos por el paso de San Francisco en medio del
invierno.
" Mi primer paso fué enviar á Don Nicolás Naranjo, inteligente
minero, á reconocer los portillos de la Cordillera y trazar informes
sobre los distritos mineros de la vecindad. Llenó esta tarea de un
modo admirable y sus informes fueron publicados.
"Entonces organicé un cuerpo de ingenieros, bajo la dirección de
Mr. Alejandro Campbell, con la intención de acompañarlos yo mismo,
pero en ese momento se había comprometido Mr. Alian Campbell con
el Gobierno Argentino para estudiar y trazar la ruta de un ferro-carril
del Rosario á Córdoba, y á su pedido le facilité mí cuerpo de ingenieros>
posponiendo mi propia empresa para otro tiempo.
«En 1858, mandé una expedición encargada á los Sres. Rolfe y
Flint para ir otra vez sobre el terreno inspeccionado por Naranjo, y
me informaron que el paso era practicable por un ferro-carril.
«Sometí todos esos informes con los cálculos al hoy finado Almirante
Fitz-Roy, entonces jefe del departamento del Almirantazgo en el consejo del tráfico, en Londres, y él presentó el proyecto el 23 de Enero de
i860, á la Real Sociedad Geográfica, dándole su apoyo y sosten.
«En 29 de Agosto de 1S63, sometí mi proyecto de ferro-carril al
través de los Andes, á un meeting de la British Social Scie?ice^ como
aparece de los anales del Instituto.
« Los informes demostraron que la distancia de Caldera á Fiambalá,
T. VIII,
7
— 98
-
era de 322 millas, siendo la altura del lugar mas elevado 5,764 pies
sobre el nivel del mar.
c El año pasado envié á M. Edwin Hudson á estudiar y trazar una
línea de Fiambaldk la Punta (cerca de la Flôrqueta), donde se uniese
al Gran Central Argentino como á 166 millas N. de Córdoba. S u s informes muestran que puede construirse un ferro-carril e n t r e los dos
puntos con una longitud de 200 3/4 millas, hallándose Pzmta 255
metros sobre el mar. Las distancias serían :
De Caldera á Punta
521 millas.
De Punta al Rosario
Total del Pacífico al Paraná.
413
934
«
«
« Tales son el origen del proyecto y los pasos dados á mis expensas
hacia su realización. Espero colocar en breve en manos d e V. E .
todos los planos, informes y documentos relativos á la empresa, que
tanto interesa á Chile, y tengo que suplicar á V. E . se sirva ordenar
que se hagan reconocimientos en la Cordillera, con el objeto de ver si
hay mejor paso que San Francisco. En tan importante e m p r e s a se
debe escoger sin embarazo el punto reconocido mejor, p o r el lado de
la economía y del interés público.
«Una desús mas inmediatas ventajas, será lo barato y expedito del
trasporte de ganado de las Provincias argentinas á los mercados de
Chile y Perú, con luciendo animales, en 30 horas, al costo máximo de
ps. 10, y reduciendo el precio de la carne á la mitad de su presente
cifra.
«Surgirán también nuevos ramos de comercio ; Bolivia y las Provincias argentinas del Norte enviarán sus productos tropicales á las P r o vincias del Sud, y de la junción de los dos ferro-carriles ( cerca de
Horqiieta) fluirán dos grandes canales de tráfico hacía el Atlántico y
Pacífico^ abriendo salida á los recursos de los ricos minerales de Chile
y á las fértiles llanuras situadas entre los Andes y el Plata. T a m b i é n
verificarán esos caminos, la predicción del Almirante Fitz-Roy q u e ,
« un ferro-carril, por los Andes, está llamado á ser la mas corta r u t a
entre Europa y el nuevo Imperio anglo-sajon, que tan r á p i d a m e n t e
progresa en el vasto continente de Australia. »
« En una palabra, esta línea producirá resultados que no p u e d e medir
— 99 —
la humana comprensión. Diez anos de tráfico, no solo pagarán el
costo de construcción, sino que también abrirán riquezas hasta aquí
desconocidas.
«En una obra de esta clase importa tener abundancia de madera :
del lado argentino se encuentran inmensas florestas, al paso que el
carbon de piedra abunda en el lado chileno, de una calidad que, por
muestras remitidas por mí á Inglaterra, se ha juzgado ser excelente para el uso de las locomotivas.
«Sé bien que este pmyecto es considerado generalmente como
visionario ; pero tal ha sido siempre la suerte de las grandes empresas.
La navegación á vapor en el Pacífico fué considerada una quimera
cuando la propuse en 1833, pero felizmente se llevó á cabo 7 años
mas tarde.
«En 1842 tuve el honor de someter al Presidente Ruines y su
consejo de Ministros un proyecto para hacer un ferro-carril entre Santiago y Valparaiso, pero ellos resolvieron que era impracticable. Y
en despique de lo que Darwin y otros geólogos decían contra el carbon del Sud de Chile, que tan usado es hoy por los vapores, yo lo
introduje en uso cuando escaseó la provision de carbon inglés y la
Compañi a iba á retirarse por falta de combustible para sus vapores.
«Fuera del incremento del comercio, debemos considerar también
cuánto ganarían Chile y la República Argentina, con estrechar sus
relaciones é intercurso.— La barrera entre ambos países puesta por
la naturaleza (los Andes ), será vencida, y las Repúblicas hermanas
quedarán como si fuesen un Estado, para su defensa contra el
extranjero y para su mutuo desarrollo.
« Cualquiera que se fije en los 50 años pasados, no será pronto á
juzgar mi proyecto una quimera. Cada año que transcurre acelera su
realización, y lo que algunos pueden al presente considerar como un
sueño, vendrá muy pronto á ser un hecho ; algo mas, una necesidad.
« Mis trabajos no serán estériles á mis ojos, si ellos sirven como base
para llevar á efecto la empresa.
« Soy de vuestra Excelencia humilde servidor,
«WILLIAMWHEELWRIGHT. >
— 100 —
CAPÍTULO XXIV
El ferro-carril trasandino trae de nuevo á Wheelwright al Plata
El que así sentía, interpretaba y deseaba servir las necesidades de
civilización de esos países, no era siquiera un ciudadano suyo. Y
sin embargo, á juzgar de su papel, por su lenguaje, se le hubiese podido tomar por un Rivadavia ejerciendo la presidencia de esos países.
Las ideas, en efecto, que él servia por via de industria, eran las mismas
que Rivadavia habia querido realizar por vía de patriotismo, como lo
haremos ver mas.adelante.
El hecho es que el ferro-carril trasandino ó de Chile al Plata, sin
pasar de proyecto sirvió cuando menos para traer al Plata á Mr.
Wheelwright. El plan de esa empresa fué en efecto el motivo con que
ác'}6 Mr. Wheelwright á Chile por la República Argentina. No dejó
un país por el otro sino con la mira de unirlos en un común fin de
civilización material por un vínculo mas fuerte y durable que el mejor
tratado de comercio. Una lección moral resulta de ese paso de su
vida, por la cual se vé que no era uno de esos civilizadores nómades,
que dejan el país que ya no les sirve, para hostilizarlo desde su nueva
residencia. Wheelwright dejaba en Chile serios intereses, que su familia conserva hoy mismo.
Cuando Wheelwright dirigió al Gobierno de Chile el memorial
que dejamos reproducido, pidiéndole la cooperación de aquel país para
la obra del ferro-carril interoceánico al través de los Andes chilenoargentinos, ya la tenia del Gobierno de la Confederación por la ley de
concesión del Gran Central, cuyo artículo 7 se la daba como prolongación trasandina de esta vía.
Tácitamente negó Chile por entonces su cooperación, pues no se
conoce ley alguna suya que haga de Wheelwrihgt la responsabilidad de
que esa grande obra haya dejado de acometerse entonces.
Esto nos conduce inmediatamente á la historia de las obras de Mr.
Wheelwright en la República Argentina, que se refieren todas á la de
— lOi —
un gran plan de ferro-carrit interoceánico, al través de Chile, d é l o s
Andes y del \asto suelo argentino. No son sino fragmentos de esa
línea los ferro-carriles de Rosario á Córdoba y Buenos Aires al puerto
atlántico de la Ensenada. El empresario, que habia ligado á las
Repúblicas del Pacífico con la Europa, al través del Istmo de Panamá,
por una inmensa línea de vapores, no podia traer por toda ambición
al Plata la de construir por vía de ganancia retazos aislados de ferrocarriles. Esto es lo que aparece de la simple historia del Gran Central
Argentino, que es eí mas aparente de esos precedentes por su extension
de 246 millas.
CAPÍTULO XXV
Historia del Gran Central Argentino.—Su origen, suplan, su interrupción
El conocido banquero Buschentall, de Montevideo, habia hecho
gruesos préstamos de dinero al Gobierno Argentino del Paraná, durante la separación de la Provincia de Buenos Aires de la Union de las
otras Provincias argentinas, por los anos de 1S53. Para fomentar el
comercio y la riqueza del país que era su deudor, como hombre inteligente en cosas económicas, se apoderó de la idea de hacer del Rosario
el nuevo puerto favorito, no solo de las Provincias, sino también de
Chile y de los países del Pacífico en el Atlántico. Con este fin cruzó
los Andes y fué al país en que estaba el autor de la idea, la gente
facultativa que debía estudiar y realizar la idea, y el colaborador de
esa vía internacional, que era el mismo Chile. Llegado á ese país en
1854, contrató al ingeniero Alian Campbell, en los momentos en que
Wheelwright meditaba enviarlo de su cuenta con el objeto de practicar
los mismos estudios, que ie preocupaban desde 1850, en que tocó los
Andes con el ferro-carril de Caldera á Copiapó.
Conocedor de las ideas de Wheelwright, D. Mariano Fragueiro, que
— 102 —
había residido en Copiapó y era á la sazón ministro de hacienda del
Gobierno Argentino, indujo á su jefe, el general Urquíza, á ofrecer la
obra del ferro-carril á Wheelwright, en el mismo año de 1854, en que
Buschentall trajo de Chile al ingeniero Campbell, b u s c a d o en los
Estados-Unidos para hacer el ferro-carril de Copiapó p o r el mismo
Wheelwright. Campbell hizo su reconocimiento científico del terreno
y trazó los planos del ferro-carril, en 1855, en virtud del c o n t r a t o con
Buschentall, que el Gobierno Argentino hizo suyo propio, mediante
la suma de 40 mil pesos que pagó á Campbeil. En ese mismo ano, el
Congreso argentino del Paraná, concedió la obra á los q u e y a se
habían ocupado de ella oficiosamente,—á Buschentall y á Wheelwright. Por la ley de esa concesión, la obra debía estar concluida en el
término de 5 años. Pero la division del país, consistente en la separación de Buenos Aires del cuerpo déla Confederación, que hasta entonces no habia sido conocida en Europa sino por intermedio de aquella
provincia, paralizaba su crédito en los mercados europeos, y se agotó el
término fijado para la conclusion de la obra, sin que sus concesionarios hubiesen podido formar ia Compañía ni levantar el capital requerido. A esa causa de descrédito se agregaba el del mismo Buschentall
en Europa, por causas ajenas de esta narración.
Habiéndose renovado la concesión á los dichos señores, un acuerdo
pasado entre ellos en Londres, con la intervención amigable del representante argentino, dejó toda la gestion del negocio en las manos
exclusivas de Wheelwright, no solo sin perjuicio sino en provecho del
mismo Büschen tal I. Pero despues que desapareció esa dificultad,
quedó la de la guerra civil entre Buenos Aires y la Confederación, que
se renovó hasta que terminó de hecho por la batalla de Pavon^ evento
que cambió de raíz el Gobierno de la República Argentina. D e resultas de eso, Wheelwright que estaba en Londres en ese año de 1861,
se encontró paralizado y vacilante. El cambio de cosas era tan completo, que oscurecía su posición en ese arduo negocio á p u n t o de no
saber qué hacer. Fué entonces cuando aceptó el consejo, q u e recibió
de su viejo amigo el Ministro argentino en Londres, de ir al Plata p a r a
saber de un modo positivo á qué atenerse con el Gobierno q u e habia
reemplazado al que le hizo las primeras concesiones.
El nuevo
Presidente habia contrariado síeteaños esa empresa, que se consideraba
hostil á Buenos Aires porque era favorable á las Provincias, pero no
— 103 —
quitó que se honrara en prohijar tan noble trabajo, como en efecto lo
hizo, mejorando tal vez sus condiciones. Efectivamente, el 5 de Setiembre de 1862, promulgó una ley del Congreso Argentino reunido en
Buenos Aires, que le autorizaba para contratar de nuevo esa obra con
una empresa que la tomase de su cuenta. Siendo Wheelwright concesionario de ella por leyes argentinas anteriores, hubiera sido inicuo á
mas de impolítico, quitarle lo que estaba dado por la ley á su competencia indisputable. Asi el Gobierno del general Mitre celebrando un
nuevo contrato tuvo el buen tino de celebrarlo con el mismo W h e e l wright, el 16 de Marzo de 1863, sobre las mismas bases y condicionesanteriores.
De sus cláusulas, las que interesan á la historia, fueron las siguientes. Fi Gobierno Nacional autorizaba al señor Wheelwright para
formar una sociedad anónima bajo el título de Ferro-carril Central
Argentino, con el objeto de construir y explotar por locomotiva á vapor
un ierro-carril de una sola via, que partiendo desde la ciudad del
Rosario, en la Provincia de Santa-Fé, termine en la ciudad de Córdoba,
según la traza proyectada por el ingeniero don Alian Campbell y
contenida en su informe y planos de fecha 30 de Noviembre de 1855,
cuyo trabajo facultativo seria cedido á la Compañía sin remuneración
alguna.
Es digno de notar en vista de esta cláusula, que el primer ferrocarril argentino aunque confirmado y ratificado en Buenos Aires, fué
concebido en el Paraná, y localizado en las Provincias de Santa-Fé y
Córdoba.
Por otra cláusula el domicilio legal de la Compañía estaría necesa*
ñámente en la República Argentina, y su capital seria de ocho millones
de pesos fuertes, dividido en ochenta mil acciones de cien pesos fuertes,
cada una.
Todos los terrenos ya sean nacionales, provinciales ó dei dominioprivado, requeridos para el camino, estaciones, muelles, depósitos de
carbon, almacenes para carga, oficina de fábrica, depósitos de agua y
demás dependencias del ferro-carril, serian donados por ei Gobierno á.
la Compania.
Los materiales, útiles y artículos importados del exterior parala construcción y uso del ferro-carril, serian libres de todo derecho
de introducción durante el período de cuarenta años. De igual
— 104 —
exención gozaría la propiedad misma del ferro-carril. Todas las
personas empleadas en la construcción y tráfico de la línea, estarían
exceptuadas de cualquier servicio militar.
El Gobierno concedía á la Compañía el derecho de extender la
línea hacia la Cordillera de los Andes, usando de aquella ruta que
se encuentre mas favorable ; acordándose á dicha prolongación los
mismos derechos, privilegios y exenciones, que el contrato conferia
al trayecto del Rosario á Córdoba, con excepción de la garantía.
Esta cláusula es de tenerse presente por las tristes consecuencias á
que mas tarde dá lugar su violación, en perjuicio del país, mas que
del concesionario.
El Gobierno, en efecto, garantizaba á la Compañía en la explotación del ferro-carril un 7 0/0 anual sobre un costo fijo de 6,400
libras esterlinas por milla, cuyo exceso, si lo hubiese, sería aplicado
al reintegro de las cantidades pagadas por el Gobierno. El término
d e esta garantía seria de cuarenta años, contados desde la fecha en
que comience á correr.
El Gobierno concedía á la Compañía en plena propiedad una legua
de terreno á cada lado del camino en toda su extension.
Estas
tierras así dadas, además de las concedidas por otro artículo anterior,
eran donadas á la Compañía en plena propiedad á condición de
poblarlas.
La noticia de estar firmado este contrato en Rueños Aires, fué
celebrada en el Rosario el 23 de Marzo de 1863, con las demostraciones públicas de un entusiasmo que haría honor á la mas culta
de las ciudades de los Estados Unidos 6 de Inglaterra.
El Congreso dio su aprobación y sanción á ese contrato, que fué
en consecuencia reducido á escritura pública el 26 de Mayo de 1863.
— 105 —
CAPÍTULO XXVI
Inauguración de los trabajos del Gran Central Argentino, en el Rosario.—
Discurso notable de Wheelwright.—Formación de la Compañía del
Gran Central en Londres.
Pero ya el 20 de Abril de ese mismo año se habían inaugurado
en el Rosario los trabajos anticipados por Wheelwright, sobre la
fé de la primera estipulación de Marzo. L a solemnidad con que
fué celebrado ese acto merece no ser pasada en silencio por su
interés histórico. El Presidente de la República se trasladó de Buenos
Aires al Rosario con el objeto de inaugurar el gran trabajo por
sus propias manos. L e acompañaban los mas de sus ministros.
Una plataforma había sido erigida en el punto de partida, en torno
de la cual se desplegaba un círculo inmenso de espectadores, asistidos como de gala á la noble escena. Banderas, colgaduras vistosas,
arcos de triunfo, músicas, y columnas militares, nada faltaba á la
festiva solemnidad, A la hora señalada, «el Presidente (dice un
diario de ese tiempo), descendiendo de la plataforma, empuñó la
carretilla, y á sus primeros pasos el pueblo prorrumpió en frenéticos
aplausos, las bandas militares tocaron la música compuesta para ese
objeto, y tronó la artillería haciendo una salva que fué contestada por
la Guardia Nacional del Rosario. El Presidente dio unos cuantos
golpes con el pico, tomó la pala, levantó alguna tierra y fué á depositar la carretilla en la misma línea» — T o d a la hoja de servicios del
general Mitre no vale la gloria de esa jornada para su carrera de
hombre público. Hacia tanto mas honor á su política esa conducta,
cuanto que la concepción de esa obra, nada le debía á su cooperación
anterior sino resistencias de espíritu de partido. Apropiándose el
patrocinio de esa empresa como se apropió el de la Constitución Nacional, sin ser obras suyas ni una ni otra, úló una gran prueba de sentido
político en su posición de Presidente de la Nación Argentina. Pero
n o debía impedir eso que desde que el Gran Gentral encontrase una
— 108 sombra de rivalidad, la obra y el autor, cediesen su lugar en las simpatías del antiguo localista al proyecto de un nuevo ferrocarril entreBuenos Aires y Chile, por el Planchón> al través de la P a m p a ocupada
por los indios salvajes. E l empresario Meigs, á quien nadie conocía
en el Plata, tuvo el honor de ver repetido su recado persona l cürijido
al Presidente argentino, en un mensaje oficial de este dirigido al Congreso Nacional, anunciándole la próxima venida al Plata del empresario
á cuya voz ¿rotan de la tierra legiones de obreros. Sin desconocer el
mérito del señor Meigs, no hay que olvidar que entre él y W h e e l w r i g h t
había esta diferencia : Meigs, ha ejecutado trabajos p r o y e c t a d o s por
Wheelwright en Chile y el Perú, con el dinero salido á t o r r e n t e s del
tesoro público de esos Estados, mientras que Wheelwright í:e valió de
capitales particulares, levantados por su gran crédito, p a r a llevar á
cabo su línea de vapores del Pacífico, sus ferro-carriles de C o p i a p ó , su
Gran Central Argentino y su ferro-carril de la Ensenada.
E l ferrocarril trasandino del Planchón, no sirvió sino para disminuir el entusiasmo por el desarrollo trasandino del G r a n Central ; ó mejor dicho,
para continuar aislados del Pacífico, en nombre de la union con Chile.
Que el Presidente Mitre conocía y creía posible el alcance trasandino
al Gran Centra/, lo prueban estas palabras de su discurso d e inauguración del mismo 20 de Abril. Dijo « que todos debían felicitarse por
la apertura de los trabajos (del Gran Central), pues irá á p o b l a r las
soledades, á dar riqueza donde hay miseria, y orden por adelantos,
donde reina el desorden. Al medio de los Llanos mismos irá el
ierro- carril^ trepará por último la cordillera de los Andes para ser mas
tarde el ferro-carril americano. »
Pero nada exhibió esa fiesta mas digno déla historia, que his siguientes palabras, que tomamos del discurso que pronunció W h e e l w r i g h t . . .
«Hemos establecido ya una nueva era en la historia de este p a í s : su
objeto es dar una nueva vida á las Provincias, su último destino es el
mar Pacífico».. . «Después del largo intervalo de 41 años, h e vuelto
á visitar á Buenos Aires, y he quedado sorprendido de su transformación » . . . «Pero lo interesante para nosotros es notar la época que ha
producido este cambio. Casi toda esa transformación es debida á los
últimos diez anos, fecha, Señores, de la apertura de la navegación délos ríos; esta es la fuente de donde ha venido esta prosperidad, y la
historia futura hará la justicia al hombre que ha roto las cadenas del"
— 107 —
monopolio, rompiendo los cerrojos cíe los ríos, ratificándolo por tratados con la Inglaterra, Francia y Norte América; paso, señores, digno
de un pueblo grande.»
( A p l a u s o s ) . . . «Momento glorioso para
todo tiempo. Grande época de la regeneración de las Provincias,
vehículo para satisfacer á las necesidades de los pueblos mas distantes
de este vasto territorio y llevar á los mercados del mundo sus ricos
productos agrícolas; desarrollar sus pingües minas de oro, plata y
cobre, y mas que todo, promover el fomento de pueblos aislados, sembrando el país de colegios y escuelas; educando las masas para gozar
de una verdadera libertad cuyo fruto, señores, será la paz y el
o r d e n » . . . « E s t e día, señores, es la inauguración de una nueva
época para las Provincias, ~á cuyos territorios va á penetrar el ferrocarril, llevando todos los elementos para establecer un estado social
mejor y feliz entre gentes que hasta ahora han permanecido aisladas » . . .
«Permitidme algunas observaciones sobre las últimas consecuencias de
tan vasta empresa » . . . « La ruta que deberá ser mas ó menos
adoptada, será: de Córdoba á Chañar: de Chañar á la Horqueta,
en Catamarca : de la Horqueta al pueblo de la Rioja: de la Rioja
á Copacabana, al pié de la Cordillera de los Andes, subiendo por
su falda y tomando el paso de San Francisco 16,023 pies, y bajando por el poniente hasta Copiapó y C a l d e r a » . . . « Nada estraño es,
señores, que un proyecto tan estupendo, sea mirado como ilusorio,
pero no es así : es un proyecto serio, practicable, y será realizado.
Es puramente cuestión de tiempo ; pero como envuelve intereses de
suma importancia para todos los países de la América del Sud, tal vez
no esté su realización tan distante como parece. Europa está también
interesada en esta obra grandiosa. La Gran Bretaña sumamente interesada en aproximarse lo mas posible á sus grandes colonias de la
Australia, aprovechará el momento, prestando sus caudales para facilitar un camino que el muy distinguido almirante Roberto Fitz-Roy, ha
declarado públicamente que no solo es realizable sino que una vez
realizado, será el camino real entre Inglaterra y dichas colonias. »
Así Wheelwright quería llevar la locomotiva de civilización no solo á
Córdoba, sino a! país del Chacho y de Quiroga, traer los minerales de
Famatina á las puertas del Plata, pasar sus locomotivas de fierro por
encima de esos Andes que San Martin cruzó con piezas de artillería
ligera, dar á las Provincias argentinas de occidente como suyos los
— 108
puertos y los mercados del Pacífico, hacer del suelo argentino el camino
real del intercurso entre el Asia y la Europa, unir á Chîle con la República Argentina por vínculos de oro, mas durables que todos los lazos
de la diplomacia ; pero su competencia probada por gigantescas empresas, por su origen del país mas culto y positivo del universo, por
la disponibilidad de capitales particulares extranjeros, que hubieran
enriquecido á la Nación sin endeudarla, no tuvo la suerte de hacerse
comprender de políticos argentinos, que presumen habitar con su
genio las alturas de la poesía del progreso y de la civilización.
Vuelto Wheelwright á Londres en Julio de 1863, la confianza que
el Plata y su situación inspiraban en ese mercado de las grandes
empresas, no era mayor que antes apesar del restablecimiento de la
Union y de la paz entre Buenos Aires y las Provincias en que estaba
el Gran Central. Un hombre menos ventajosamente conocido que
Wheelwright habria escollado tal vez en esa situación. Pero como en
realidad era mejor el estado de cosas del Rio de la Plata, no le costó á
Wheelwright persuadir de ello al mas importante de los empresarios
de ferro-carriles, que tenia la Europa, á M. Tomas Rrassey, con sus
socios, al favor de cuya cooperación poderosa, se pudo formar la
Compañía, y el 10 de Marzo de 1864, fué registrada, en esa ciudad,
siendo su capital, como lo requería el contrato, de un millón y seiscientas mil libras esterlinas, ú ocho millones de pesos fuertes.
Publicado el prospecto en el mes de Mayo, fué cubierta la suscricîon de 50 mil acciones á 20 L . cada una, es decir, la suma de un
millón de Libras, quedando las 600 mil restantes para suscribirse
ulteriormente, á medida que fuese necesario el capital.
Las primeras diez millas del Gran Central estuvieron construidas el
26 de Mayo de 1864; pero pasado con exceso el término de cinco años
fijado para la conclusion de la línea hasta Córdoba, á causa de la
guerra del Paraguay, solo vino á tener lugar la inauguración de su
servicio el 17 de Mayo de 1870, con una solemnidad no menos digna
de mención que la pasada, por varias circunstancias de interés histórico
y social.
— 109 —
CAPÍTULO XXVII
Inauguración del servicio y tráfico del Gran Central en Córdoba.—Puntos
negros en el horizonte para Wheelwright y para el Plata.—Sus
obras son necesarias para un empréstito de 30 millones.—Su discurso memorable dirigido á Cordoba.—Trascendencia de la exclusion inminente de Wheelwright.
T e r m i n a r una obra es mas q u e e m p e z a r l a ; i n a u g u r a r su servicio es
mas que i n a u g u r a r sus trabajos.
(Se han visto tantos trabajos inaugu-
rados que nunca llegaron á su fin!
L a solemnidad por lo tanto debia
ser maj'or en Córdoba, donde terminaba el G r a n Central, q u e lo fué 7
anos antes en el Rosario, donde dio principio.
Ya no era un pensa-
miento, sino un hecho conquistado lo q u e se celebraba.
El Gobierno
Nacional establecido en Buenos Aires lo comprendió así, y el 16 de
Mayo de
1870, expidió un decreto concebido en
«Considerando que la i n a u g u r a c i ó n
estos
términos:
del Ferro-carril G r a n
Central
Argentino, debe tener lugar el 1 7 del corriente en Córdoba, y que este
es el mas g r a n d e acontecimiento de la época, q u e baya presenciado la
República y un triunfo de civilización obtenido por los pueblos argentinos, al favor de sus esfuerzos,
mediante la Providencia divina, — el
Presidente (Te la República d e c r e t a : i ° Q u e s e r á enarbolada la bandera nacional en todos los edificios públicos el dia de mañana.
2° Cuando
el telégrafo anuncie que el a c t o de la inauguración ha pasado, una
salva de 21 cañonazos será hecha desde el F u e r t e .
3 0 El Obispo de
Córdoba trasmitirá por telégrafo su bendición á toca la República con
ocasión de tan fausto evento. 4 0 L o s G o b e r n a d o r e s de Buenos Aires
y Santa-Pé, serán invitados á tomar p a r t e en esta demostración.»
Parecía natural q u e el Presidente q u e firmaba ese decreto, decidiese
trasladarse él mismo á C ó r d o b a , p a r a tener el honor de i n a u g u r a r la
g r a n d e o b r a ya concluida, como se trasladó al Rosario el Presidente
Mitre p a r a i n a u g u r a r sus trabajos.
P e r o eso no sucedió.
El artículo
5 del decreto dispuso que el Ministro del Interior, delegado p a r a
representar al Gobierno en la inauguración, diese cuenta del h e c h o
— 110 —
despues de sucedido. Así no todos los deberes que se comprenden
bien, se ejecutan del mismo modo.
El Gobierno que inauguraba el primer ferro-carril construido en la
República Argentina, no era el que lo había empezado, como el q u e lo
empezó no fué el que lo concibió y decretó. Concedida tres veces la
ejecución de la obra por 5 aiïos, no habia tardado 7 anos solamente en
llevarse á cabo, slnó 17. Cuatro presidencias habian tomado p a r t e en
ella, la del general Urquîza, la del Dr. Derqui, la del general Mitre y
tocaba á la de Sarmiento inaugurar una obra ajena en cierto modo á
su cooperación directa. Pero no era esta la causa principal d e la
tibieza que el Gobierno dejó traslucir bajo la pompa de su retórica
oficial, que en cierto modo era de rigor en un Gobierno q u e se preciaba de progresista. La ausencia del Presidente Sarmiento revelaba
que no estaba su entusiasmo á la altura del de la Nación en la solemnidad de ese grande evento. Pero mejor lo reveló el discurso de su
delegado el Ministro del Interior, Dr. Velez Sarslield, que apesar d e
su difusión intemperante, tuvo el cuidado de no nombrar una sola vez
al hombre que habia empleado diez y siete anos de su vida en dotar á
la República Argentina de esa obra gigantesca de civilización y p r o greso. Muchos Presidentes se sucedieron en ese largo período ; el q u e
no dejó de ser el empresario infatigable del Gran Central, fué siempre
el mismo Wheelwright. El tamaño de la solemnidad, p r o b a b a el
mérito de la obra, y el de la obra el mérito del autor. Sin e m b a r g o ,
en un país donde todo principio se personaliza; en que la libertad,
hecha carne y hueso, se llama San Martin ó Belgrano, el Ministro
delegado del Presidente, hizo de Wheelwright una abstracción, y pasó
en silencio absoluto, su nombre que era todo el símbolo de ese g r a n d e
evento. ¿Por ingratitud ó animosidad personal? Tal motivo no
valdría la pena de una mención histórica. Hechos ulteriores de g r a n d e
consecuencia, han dejado presumir otros que la historia no p u e d e
silenciar. El motivo presumible de la reticencia escandalosa del
Gobierno para con el empresario del Gran Central, era un motivo de
emulación ó concurrencia. El Gobierno del Presidente Sarmiento
quería suceder á Wheelwright como empresario de la p a r t e restante
de la gran construcción. Hacerse empresario de esa obra, quería
decir para el Gobierno Argentino, levantar un empréstito de 30 millones de pesos fuertes en Londres, para invertir en esa y otras obras de
— Ill —
su talla. Sin un motivo tan grande, tan digno, tan popular, como era
la obra del ferro-carril trasandino ó interoceánico en el país y en
Londres, era imposible negociar un empréstito de tanta magnitud.
Pero la obra estaba concedida á Wheelwright por una ley. Fuerte en
su derecho por esa ley argentina y por su gran nacionalidad de ciudadano de los Estados Unidos, Wheelwright podia no querer dejarse
reemplazar en el goce de ese gran negocio. Para alejar esa eventualidad se le dejó creer que el dinero procedente del empréstito seria
puesto á su disposición para la prosecución del Gran Central en la
doble dirección de Tucuman y de los Andes.
Una vez conseguido el empréstito, el primer obstáculo para su
inversion real, era la persona de Wheelwright ó la Compañía por el
representada, por esta razón evidente y sencilla: que Wheelwright
quería invertirlo en las obras públicas para que fué tomado, es decir,
en el desarrollo del Gran Central, y lo que necesitaba el Gobierno era
invertirlo en buques blindados y en otras aplicaciones que importaban
á su mantenimiento. El Gobierno necesitaba de ese dinero como de
un recurso financiero para gobernar. Hay estadistas que van á los
Estados Unidos, para aprender á copiar á la Turquía. Conocida es la
historia de los empréstitos recientes del Gobierno otomano. Negociados en Londres, para ferro-carriles y otras obras públicas, fueron
empleados, en vez de eso, en comprar buques blindados y satisfacer
vanas necesidades de la corte. Wheelwright quería remachar la Union
de la República Argentina con Chile por el fierro de los caminos
trasandinos ; lo que necesitaba el Gobierno era un temor de guerra con
Chile para justificarla compra de buques blindados y armamentos, con
el dinero tomado para caminos trasandinos. Wheelwright ofreció
encargarse de levantar el empréstito, sin interés de comisión alguna, á
la sola condición de tener una seguridad de que el producto sería
emplead
•
o en las obras invocadas como objeto de su negociación.
Esasimple insinuación acabó de enagenará Wheelwright la confianza del Gobierno, que deseaba reemplazarlo en sus empresas. L a
manera de negociarlo hacia parte de la idea de su inversion. Wheelwright no hubiera negociado de un golpe treinta millones de pesos
para obras que debían consumirlos en largo número de años. Recibiendo simultáneamente esa suma desproporcionada á las necesidades
y recursos del país, el Gobierno autorizó la creencia de que no eran
— 112 —
destinados á obras públicas, que ni empezadas estaban at tiempo de
su percepción. Los hechos ulteriores justificaron esa presunción.
Fueron públicas las aplicaciones de ese dinero á la compra de buques
blindados y armamentos en Londres. Grandes sumas recibidas antes.de
ser necesitadas, mostraron que eran tomadas en préstamo para darse á
préstamo con miras presumibles de un favoritismo equivocado, pues si
los acreedores de un Gobierno son sus auxiliares naturales, sus deudores no tienen por qué llorar su ruina. Estos hechos merecen la
atención de la historia, porque ellos explican los males que han sido
sus consecuencias en perjuicio no de Wheelwright personalmente, sino
de las grandes obras de mejoramiento que le tenían por instrumento y
representante.
Es verdad que sin Wheelwright se ha prolongado el Gran Central
en la dirección de Tucuman con el dinero procedente del empréstito.
Pero cambiando la trocha ancha que quería Wheelwright, para ese
camino, por la angosta, se ha invertido en esa obra menos dinero
del que le tocaba, y se ha roto de paso la unidad de trocha, que debía
servir para dar á las Provincias del Norte la union que debe fortificarlas.
El hecho es que la exclusion de Wheelwright de la obra del Gran
Central en sus desarrollos ulteriores ha destruido la parte mas esencial
de su plan primitivo, que fué unir al Pacífico con el Atlántico al través
de Chile, de los Andes y del suelo argentino. Que nunca tuvo esa
obra un alcance menor á los ojos de Wheelwright y de sus asociados,
es lo que resalta del modo mas prominente de sus discursos y de
todos los pronunciados en las dos fiestas de inauguración de los
trabajos y del servicio del Gran Central. Como en su discurso de 7
años antes en el Rosario, Wheelwright repitió 7 años después en
Córdoba, inaugurando el Gran Central, que inauguraba el primer
trozo del ferro-carril trasandino ó del Pacífico.
El venerable D. Tomás Armstrong, confidente y cooperador poderoso de las obras de Wheelwright en el Plata, dijo estas palabras que
descubren los horizontes americanos y vastos del Gran Central : —
«Este es el dia mas feliz de mi vida, pues me regocijo al contemplar
esta empresa á l a q u e tanto tiempo-y penuria he consagrado como
Director Residente (miembro del Directorio de Londres, en el Plata),
y que está llamada á ser la mas grande empresa en Sud-América. En
— 113 —
despecho del cólera y de la guerra del Paraguay, no obstante las
pérdidas de buques y las revoluciones que han contrariado nuestros
progresos, la hemos llevado hasta lograr un éxito feliz.
« En todo tiempo será este ferro-carril un recuerdo honroso para el
Gobierno del general Urquiza, bajo el cual tuvo origen, para el
general Mitre, que cavó el primer surco en 1863, y para la administración de Sarmiento, bajo la cual termina hoy día. »
El honorable señor Kirk, Ministro de los Estados Unidos, y confidente de las miras de Wheelwright, dijo en esa solemnidad del 17 de Mayo
de 1870, estas palabras : «No pasará mucho tiempo antes que la
locomotiva del Gran Central escalará los Andes en ia manera misma
en que el great Pacific Railway atraviesa hoy dia el continente de
Nor te-América, s
Pero nada mas terminante en este punto que el discurso que en esa
solemnidad de inauguración del Gran Central, dirigió al pueblo de
Córdoba el mismo Mr. Wheelwright, en mérito de lo cual creemos
servir á la historia de su vida reproduciendo su texto notable íntegramente.
A Córdoba.
(Con ocasión de la inauguración del Gran Central, el JJ de Mayo
de 1870.)
« Señores y Señoras :
« Permitidme tener el honor de saludaros y ofreceros mis mas expresivas felicitaciones por la llegada del F . C. C. A. á esta ciudad, recorriendo las inmensas llanuras que la separan del Litoral, y formando en
la historia del país una nueva era de progreso digna del júbilo con que
lo estamos celebrando.
«No es fácil, desde luego, comprender los inmensos bienes que este
camino está llamado á producir, acercando y reuniendo poblaciones
que han permanecido separadas hasta hoy por tan largas distancias,
que solo el gran poder de la locomotora puede vencer.
« Habiendo ocupado una gran parte de mi vida en el establedmienT. VIII.
8
— 114 —
to de la navegación á vapor, en el mar Pacífico, y en la apertura del
Istmo de Panamá, para facilitar la comunicación con los países atlánticos, he introducido caminos de fierro en Chile y el P e r ú ; su excelencia
el general Urqutza, Presidente de la Confederación Argentina, me
invitó en el aíío 1854, por intermedio de su ilustrado Ministro el señor
D. Mariano Fragueiro, para hacerme cargo de la construcción del
ferro-carril del Rosario á Córdoba. Acepté su proposición, y desde
entonces dediqué todos mis esfuerzos á la realización de esta grande
obra.
« El estado del país, sus guerras interiores, fueron al principio
obstáculos insuperables, apesar de mis mas asiduos esfuerzos, para
inspirar confianza á los capitales en un país donde el orden político se
encontraba tan poco afianzado.
«En 1862, cuando la República Argentina se encontró completamente unida y el horizonte político se habia despejado, me embarqué
para el Rio de la Plata, con el objeto de entrar en negociaciones con el
Gobierno Nacional, y poco tiempo después, tuve la fortuna de celebrar
un contrato para la realización de esta o b r a con el ilustrado señor
Ministro del Interior doctor Rawsson que tanto lamento no ver aquí
presente.
«Los trabajos fueron inaugurados por S. E . el Presidente de la
República general Mitre, el 20 de Abril de 1863, quien removió la
primera palada de tierra, dejando así empezada la o b r a .
« Al regresar á Europa en Julio de 1863 para formar la Compañía y
encontrar el capital necesario, encontré el espíritu de especulación en
ferro-carriles muy decaído, pero tuve la fortuna de conseguir las
simpatías del señor D, Tomás Brassey y sus socios q u e son los primeros contratistas de ferro-carriles en el mundo, y á su prestigio y
capital, debemos en gran parte la obra que hoy estamos celebrando.
«Hace seis años, señores, que por la primera vez he visitado esta
hermosa ciudad, y no olvidaré nunca el magnífico espectáculo de la
recepción que Vds. me hicieron, manifestándome una confianza ilimitada, de que sus deseos serian realizados.—Es, pues, con el mas
supremo placer, que hoy día tengo la felicidad de presentaros la
grande obra concluida.— « Gracias sean dadas al Señor Supremo que
me ha concedido su protección durante los diez y seis años que me he
ocupado de esta obra y que me ha protejido con su providencia, para
— 115 —
ver coronados mis esfuerzos y me ha ayudado á vencer los grandes
obstáculos que á veces la han paralizado.
« En eí mismo Córdoba, señores, recibí la funesta noticia de la
guerra con el Paraguay, causa de infinitos y muy graves males que
han continuado casi hasta la conclusion de la obra, privándonos de
peones, de los terrenos, y causando revoluciones que tanto nos han
perjudicado, agregándose á todo esto, ios estragos causados por el
cólera, cuyos efectos, Vds., señores, jamás podrán olvidar.
« Señores, mi edad y mis enfermedades no me permitirán tal vez
tomar una parte activa é inmediata en la ejecución de los trabajos
para continuar este camino al Norte y al Pacífico, como lo tengo proyectado, pero espero que mis servicios en Europa procurando los
capitales que estas obras requieren, serán mas efectivos que aquí.
«Pueden Vds. contar, señores, con mi fidelidad y mi constancia y
con los importantes auxilios de mis socios, con sus capitales y su
prestigio para completar las obras que nos sean confiadas, pues creo
que debemos merecer la confianza del Gobierno y del público.
« No me atrevo á hablar del telégrafo eléctrico, porque por mas que
estudio en este asombroso agente su. relación con las necesidades de la
familia humana, mas enmudecido quedo delante de él. Parece que el
gran Dios ha prestado este misterioso elemento, para que se cumplan
las palabras de la Sagrada Escritura, donde habla de la fraternidad de
todas las naciones de la tierra en paz y union.
«El grande y malogrado Lincoln conmovido, y contemplando aun
tiempo Ja pequenez de la humanidad ante las grandes maravillas del
Hacedor, solo pudo contestar estas memorables palabras á la Reina
Victoria, con motivo de la inauguración del cable trasatlántico que
unia los dos mundos :
«¡¡Hé aquí los prodigios de Dios!!»
«Probablemente no pasará el año próximo sin que puedan Vds. comunicarse con sus amigos, viajando por Europa, Asia ó Africa, saludándolos casi instantáneamente, y avisándoles el estado en que se
encuentran sus familias; asimismo el comerciante puede pedir de los
mercados de Londres, de Paris y demás centros comerciales del globo,
los efectos que necesite, y anunciar sus remesas correspondientes.
« El pueblo de Córdoba, casi aislado ayer del mundo exterior, hoy
— 116 —
se encuentra por medio del ferro-carril y el telégrafo en contacto con
los demás pueblos del Universo. »
Quitar á Wheelwright de enfrente de esa obra era lo mismo que
abandonar para medio siglo la ejecución de un ferro-carril trasandino;
era quebrar esa gran línea y reducir á un camino doméstico, como es
hoy el Gran Central Argentino, lo que según el proyecto original debía
de ser un camino interoceánico é internacional. Para q u e eso fuese así
era preciso que el trabajo saliese de sus manos fecundas y poderosas,
como sucedió en consecuencia del acto oficial que puso en almoneda la
concesión de la obra que por una ley y por un contrato legalizado
estaba dada desde muchos años al empresario que había concebido y
creado esa idea gigantesca como él, y el único capaz de llevarla á cabo
por entonces. Pensar que otro hombre sin su prestigio en los dos
mundos y sin su preparación de medio siglo en trabajos de esa magnitud h a d e ejecutar esa obra con capitales levantados en Inglaterra,nos
parece mas que problemático, si no presenta a! menos garantías de
que la obra será ejecutada conforme al plan mismo trazado por
Wheelwright.
El trabajo de la prolongación del Gran Central Argentino en la doble,
dirección de los Andes de Chile, y de Tucuman y Bolivia, estaba en
manos de empresarios y capitalistas conocidos entre los primeros del
mundo entero (como Tomas Brassey, por ejemplo, que h a construido
los primeros ferro-carriles de Inglaterra y Francia), y la concesión para
esa obra les estaba hecha por una ley, que hemos citado mas arriba:
doble razón de dejarla respetada en sus manos hábiles y respetables.
Nada justificaba ni sombra de duda acerca de su capacidad de realizar
tales trabajos, con sus capitales particulares. Habían ejecutado ya el
Ferro-carril Central entre Rosario y Córdoba, verdadera novedad llena
de audacia para su tiempo, pues era el primero que se construía en la
República Argentina. Los concesionarios habían hecho hacer los exámenes y reconocimientos técnicos para los ferro-carriles de Tucuman
y de los Andes, por los ingenieros mas competentes y del modo mas
formal. El estudio relativo al de Tucuman, está contenido en un libro
de cien páginas grandes comprendiendo la orden dada p o r los señores
Brassey, Wythes y Wheelwright, en su calidad de concesionarios y
empresarios de dicha obra, al ingeniero del Estado D. Pompeyo Moneta, para practicar ese estudio por medio de una carta q u e es todo un
— 117 —
programa científico; y el informe en que ese ingeniero dio cuenta á sus
comitentes% los tres dichos señores, del resultado de su trabajo sabio. No
era en efecto un simple estudio del suelo que debia recibir los rieles.
Era un estudio del terreno comprendiendo noticias infinitas sobre el
tráfico, población, aptitud industrial y productiva de las tierras, productos minerales, maderas, aguas potables, rios, carbon mineral, acompañado de mapas y de cuadros numerosos estadísticos. Kse plan de
estudios revelaba que los empresarios no contaban con el tesoro
argentino, sino con el público de accionistas para la ejecución de su
obra. Ese estudio así desempeñado constituía ya un valor, que les
pertenecía; y el Gobierno mismo reconoció su importancia cuando ordenó su publicación en interés del país, como se hizo en 1867. Los
empresarios no aguardaron á terminar el Gran Central hasta Córdoba,
para ocuparse de sus prolongaciones. Empezaron á dar su atención á
esos trabajos ulteriores, que les estaban concedidos, desde principios
de i860, es decir, desde cinco años antes de terminar el ferro-carril de
Córdoba. Yo vi en Londres en manos de M. Wheelwright una colección de muestras de maderas de Tu cu man, de que yo mismo nativo de
esa provincia, no tenia idea. El había escrito á Bolivia, á un hombre
importante de ese país, el señor D . Avelíno Aramayo, encargándole de
suministrarle datos, que obtuvo, sobre las condiciones del suelo por
donde debia llevar el ferro-carril del Norte, hasta Potosí.
Pues bien: en esa situación de cosas y de esas manos fué arrancada
la obra de que necesitó el Gobierno de entonces para hacer valer
como razón de ser de un empréstito de treinta millones de pesos fuertes, aplicables en parte á ese trabajo, que el Gobierno tomó á su cargo
con ese objeto sin duda.
En la historia de un empresario de obras públicas, no están quizás
fuera de su lugar las siguientes reflexiones, que nos sugiere el caso
que acabamos de citar, menos raro infelizmente que pudiera creerse.
En países nuevos en que la habilidad abunda mas que el juicio, se da
frecuentemente el nombre de empréstitos para obras públicas, á lo que
en realidad son obras públicas para empréstitos. Así tan pronto como
el empréstito es conseguido la obra pública queda sin objeto. Cuanto
mas irrealizable mejor sirve la obra á su objeto, que es el empréstito
en sí mismo, no la obra. Cuando esta no es irrealizable, el dinero del
empréstito es empleado en frustrarla, como un medio necesario de ase-
— 118 —
gurarle su verdadera aplicación que es su simple posesión y goce
como instrumento de poder y comodidad. De este modo el dinero prestado para obras públicas sirve á menudo para inversiones no solamente improductivas, sino viciosas y de atraso.
Si los prestamistas no quieren ser cómplices de esa falta en daño
propio y del país, que pretenden servir, ellos tienen en su mano el
medio de servir á las necesidades de los pueblos en lugar de servir á
sus locuras. Consiste en prestarles, no dinero, sino obras públicas, hechas por sociedades ó empresarios unidos ai efecto con los prestamistas;
en entregarles las obras construidas por esa combinación, y hacerse
acreedores por su valor recibido del Gobierno que se constituye deudor, en títulos de deuda pública, emitidos para esas obras con un
interés de tanto por ciento; y para garantía de su pago, conservar el
manejo y gobierno de la obra en parte al menos.
Así no habrá pretexto de distraer las rentas ordinarias en el pago
de intereses por dineros tomados á préstamo para disipaciones políticas,
aun después de convertidos en obras mal administradas.
Pero ahí no se acaba el deber de los prestamistas. EÍIos deben ser
jueces de la conveniencia de la obra, para cuya construcción prestan
su dinero. Una obra de trasporte, donde no hay tráfico ni elementos de
tráfico, es obra perdida. Se hacen caminos v. g., para tráfico de votos,
no de mercancías. Hay ferro-carriles electorales, es decir que se hacen
ó se dejan de hacer solo para conseguir una elección política, después
de la cual son abandonados como andamîos inservibles. Yo bien sé la
objeción que harán á estas sugestiones los que remedan á los grandes
Estados en sus exigencias de decoro, sin imitarlos tan fielmente en sus
deberes de buenos pagadores. Peor entonces para los gobiernos y
países nuevos en la carrera del progreso, que so pretexto de servir á su
propio decoro, resisten un expediente eventual que ayudaría de paso á
edificarlos en el manejo de obras y de industrias técnicas, como son las
del vapor terrestre y marítimo aplicado á la locomoción.
I Prefieren los gobiernos patriotas dotar á su país de obras de progreso sin sombra de humillación? Es cabalmente lo que está mas en
su mano. Les bastará para ello no cambiar su papel de gobiernos por
el de empresarios industriales, y dejar toda la libertad y la iniciativa de
esas obras de mejoramiento, al capital privado y á la actividad de los
particulares.
— 119 —
El resultado del cambio de plan en la obra del Gran Central Argentino, fué la explosion de la crisis nacida del empréstito de 30 millones,
á que esa obra sirvió en parte de pretexto, y de las condiciones con que
fué negociado y conducido. Hacer del suelo argentino el camino obligado de intercurso entre Europa y Asia, es lo que significaba en sus
consecuencias prácticas el ferro-carril trasandino imaginado por
Wheelwright desde Chile, y confirmado por el almirante Fitz-Roy,
como presidente de la Sociedad Geográfica de Londres.
Apesar de las últimas palabras mas modestas que dignas de tomarse
á la letra, pronunciadas por Wheelwright en su discurso dirigido á Córdoba, inaugurando el Gran Central,, él no estaba incapaz de terminar
sus grandes trabajos pendientes. Su mero crédito era un poder suficiente para terminarlos sin su acción inmediata. Pero sus fuerzas no
estaban agotadas. Aunque viejo en años, no estaba envejecido en sus
facultades, y la 5 prueba de ello es que tres años después de pronunciar
esas palabras ejecutó é inauguró e1 ferro-carril de la Ensenada, uno de
sus mas arduos trabajos de Sud-América, sí no materialmente considerado, al menos por su alcance social y político, pues sabido es que ese
trabajo significa una revolución, ó mejor dicho una reforma radical en
lo económico y político del organismo constitucional argentino. El solo
proyecto de esa obra contribuyó á impopularizar á Rîvadavîa, ante la
rutina colonial, que se consideró amenazada por ese cambio. La cuestión del puerto de Buenos Aires trasladado á la Ensenada envuelve las
dos mas grandes cuestiones orgánicas de la República Argentina: la
cuestión de la renta de aduana, de que se compone principalmente el
tesoro federal ó nacional, y la cuestión de una capital para la República. Wheelwright puso su mano en esas dos cuestiones ardientes y
las colocó en el camino de su solución espontánea, con el candor de un
enfant terrible, ó por mejor decir, con el candor del genio.
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CAPÍTULO XXVIII
Ferro-carril y puerto de la Ensenada.—Origen é importancia de esa
empresa. —Carta de Wheelwright sobre la Ensenada
l Con qué motivo y desde cuándo se ocupó Wheelwright del
ferro-carril y puerto de la Ensenada, empresa tan secundaria en sí misma si se compara con la del ferro-carril trasandino q u e lo absorbía?—
Precisamente con motivo de esta grande obra y desde q u e contrató su
construcción en 1863. Fiel á su plan de ligar los dos Océanos al
través de Chile, los Andes, y el suelo argentino, él comprendió que el
camino que partía del puerto marítimo de la Caldera en el Pacífico
debía terminarse en un puerto marítimo del Atlántico, y no en puertos
fluviales, como Jos que tenia en servicio la República Argentina.
El puerto llamado á tener ese papel era el de la Ensenada, situado
doce leguas al sud de Buenos Aires y relegado en el mas completo
olvido á causa en parte de esa distancia misma. Suprimir esa distancia por un ferro-carril y hacer de la Ensenada el p u e r t o marítimo de
Buenos Aires fué el pensamiento con que Wheelwright emprendió esa
obra, que debía formar la extremidad mas oriental de su gran ferro-carril interoceánico. A ese fin, desde 1863 en que obtuvo la
concesión del Gran Central, después de restablecida la Union entre
Buenos Aires y las Provincias argentinas, compró á Mr. L e Lelievre,
la concesión que el Gobierno provincial de Buenos Aires le había
liecho para la construcción de esa línea, y empezó ese trabajo al
mismo tiempo que el del Gran Central, que procedía del puerto del
Rosario en virtud de la concesión para esa obra, que tuvo lugar
durante la separación de Buenos Aires. El ferro-carril entre Buenos
Aires y el Rosario estaba ya previsto y determinado p o r la lógica
de las cosas, y su concesión hecha mas tarde á Don Mariano Billinghurst hubiera tenido por cesionario á Wheelwright si su vida hubiese
sido mas larga: era el obrero natural de esa línea, llamada á
realizar el sueño dorado de Rivadavia, la unidad que necesita la
— 121 —
República Argentina pasa ser mas fuerte que lo son sus vecinos
por razón de su unidad misma.
En el mes de Marzo de 1870, poco antes de inaugurar en Córdoba.
<el tráfico del Gran Central, quiso Wheelwright hacer visitar el puerto
de la Ensenada á los miembros de ambos Gobiernos provincial y
nacional, residentes en Buenos Aires, para ver si conseguía estimular
su cooperación por la inspección ocular de sus ventajas, tan maravillosas como desconocidas. A ese fin combinó una excursion de recreo
por un vapor que fletó al efecto, á la cual fueron invitados y asistieron
el Presidente Sarmiento y su ministro Velez Sarsfield, el señor Castro,
Gobernador de Buenos Aires ( q u e ya estaba en la Ensenada), y
-muchas personas distinguidas é influyentes de la sociedad de Buenos
Aires. La visita tuvo lugar el 25 de Marzo de 1870, y su mejor
historiador es el mismo Mr. Wheelwright, que dirigió al Standard, de
Buenos Aires, la interesante carta que repetiremos aquí parcialmente
sobre el Puerto de la Ensenada*
Buenos Aires, Marzo 26 de 1870.
" L a excursion de ayer á ia Ensenada tuvo por objeto hacer ver á
SS. EE. el Presidente y el Gobernador de la Provincia y á sus ministros respectivos y amigos cuan hermoso puerto poseía la República
Argentina: ni el Presidente ni el Gobernador lo habian visto antes
jamás. Ignoro qué efecto ha producido en ellos la vista de esta
espléndida bahía: haber encontrado á doce leguas de esta ciudad un
puerto natural capaz de a'ojar un millar de buques y susceptible de
mejoramientos respecto de su barra hasta hacerle eí canal de los
buques ordinarios que visitan el Rio de la Plata, en tanto que su
anclaje exterior no tiene tal vez superior en Europa para lo que es
seguridad contra los vientos peligrosos para los mas grandes buques
mercantes y para los buques de guerra.
" E l capitán de la Décidée, que ha hecho un estudio reciente de la
Ensenada por orden de su Gobierno, hizo últimamente al Gobierno
Nacional la observación siguiente: "Apenas puede creerse que no
teniendo Buenos Aires un puerto suyo propio, haya venido sufriendo
— 12Ä —
por siglos pérdidas enormes por la inseguridad y peligro de su anclaje
ó fondeadero, el inmenso gasto, riesgo y pérdida de tiempo en las
maniobras de su comercio, y permanecido así indiferente á este bello
puerto de la Ensenada."
" T a l es el testimonio de un eminente y autorizado comandante
francés, el resultado de sus propias observaciones y de su propio
trabajo.
" ¿ Q u é mas puede desear el Gobierno de esta República que el
complementario testimonio dado al señor R i vac! avia hace cerca de
medio siglo por eí distinguido ingeniero M. Bevans ( y tantos otros no
menos competentes) con respecto á la Ensenada y su capacidad para
la comodidad de un enorme comercio ; un puerto el mas cómodo y
seguro, tan tranquilo, quieto y suave como el Paraná, capaz en extension
ilimitada de muelles, almacenes, diques y que solo requiere un poco de
ayuda del Gobierno para darle todas las facilidades, que pueden
obtenerse en cualquier puerto de E u r o p a ? . . . .
"¿Permanecerán indiferentes y apáticos los Gobiernos Nacional y
Provincial al tesoro que poseen en el puerto y anclaje de la Ensenada?
¿Seguirán ellos viendo con apatía é indiferencia el miserable estado
de cosas que grava al país con pérdida de buques, disipación de
tiempo, robos, etc., á lo menos en cinco millones de patacones
anualmente?.. . ,
"¿No revivirán las ilustradas vistas de Rivadavia, que sin la ayuda
de los ferro-carriles (desconocidos en su tiempo) sostuvo con todo
su poder el Puerto de la Ensenada, aun con el auxilio lento de un
canal ? . . . .
" Que la Ensenada está destinada á ser el puerto de Buenos Aires,
no es mas dudoso que saldrá el sol mañana, pues solo es ello una
cuestión de tiempo y ese tiempo no está distante.
" E s digno de notar que no necesitamos almacenes fiscales, desde
que el plan es descargar las mercancías desde el buque á un muelle
de suficiente anchura y cubierto, lo cual será toda la protección
requerida en la carga y descarga de los buques á los trenes y de los
trenes á los buques.
" D e usted, etc.
W.
Wheelwright"
— 123 —
Todo esto era verdad: el puerto de la Ensenada era un tesoro, que
el país tenia sin saberlo y sin aprovecharlo. Pero la revelación que
Wheelwright hizo de ese tesoro, sirvió á nuestra política, no para
habilitarlo, sino de espectro aterrador para producir esa grande
ilusión que se llamó puc?'to de Bateman ¡ invento que consistía en cavar
un rio dentro del Rio, en frente de Buenos Aires. El puerto de
Bateman tenia para la política aludida, además de la ventaja de ser
*
'impracticable, la de poder servir de excelente razón para tomar
prestados en Londres doce millones de pesos, invertibles en esa obra,
y de servir en seguida de mejor razón todavía para no invertirlos en
su quimérico objeto. Destinado el empréstito de treinta millones, de
que esos doce formaban parte, á obras que Wheelwright tenia entre
manos, es imposible dejar sin mención ese empréstito en la historia de
Wheelwright y de sus obras.
lis interesante para la verdad de la historia ver como un empréstito
levantado para obras públicas puede venir á servir, no para hacerlas
sino para impedirlas. Una de ellas era el puerto dicho de Bateman,
aplicándose el dinero tomado para esta obra, en tanto que no se
ejecutaba, á la compra de una marina de guerra, y á la vez, á mantener
cerrado el único puerto de mar que tenia el país, capaz de abrigar esa
marina- Vamos á ver por qué circunstancias agenas del empréstito,
tocó á Wheelwright hallarse en Londres, cuando se negociaba ese
empréstito, tan conexo con sus obras pendientes en el Rio de la Plata;
y cuál fué la actitud que á su credulidad honrada dejó tener la
habilidad con que nuestra política sabe frustrar el progreso en nombre
del progreso, y producir terribles crisis queriendo realizar grandes
mejoras.
— 124 —
CAPÍTULO XXIX
Wheelwright en Londres durante el empréstito.—Muerte de Brassey
estando él en viaje
Despues de inaugurar eî tráfico del Gran Central hasta C ó r d o b a en
1870, Wheelwright volvió á Londres en ese mismo ano, en busca del
restablecimiento de su salud, que consiguió en efecto al favor d e las
aguas minerales de Kissengen, en Alemania ; y de nuevos elementos
para la prosecución de sus trabajos pendientes en la República
Argentina.
Como de esos trabajos había dos que el Gobierno de ese tiempo
necesitaba tomar á su cargo para 'dar parte de su razón de s e r al
empréstito de 30 millones de pesos fuertes que buscaba en L o n d r e s ,
allí se encontró Wheelwright con un doble concurrente para la construcción de las mismas obras y para la demanda de capitales. Una d e
esas obras era la prolongación del Gran Central en su doble dirección
de los Andes y de Tucuman ; la otra era el ferro-carril que debia hacer
del puerto de la Ensenada el puerto de Buenos Aires, dejando sin
objeto al puerto de Bateman.
Bastaba esto solo para que Wheelwright, sin quererlo y con solo
proseguir una obra de que se ocupaba hacia ocho años, estorbase al
Gobierno de Sarmiento destinar diez millones del empréstito de o b r a s
públicas á la obra de un puerto fantástico en la misma Buenos Aires
según el plan reciente de Bateman. Este plan tenia un doble mérito
para el Gobierno precitado : r° que halagaba la preocupación rutinaria
é inconcebible, que se opone á que Buenos Aires cambie su actual
puerto lluvial, por su puerto marítimo déla Ensenada: 20 que siendo
el plan de Bateman una completa quimera, los diez millones tomados
á préstamo para realizarla quedarían indefinidamente al servicio d e
necesidades ficticias, como la de buques blindados y armamentos.
Emprender la obra del puerto de Buenos Aires según el plan de
Bateman era para el Gobierno empresario, estorbar á Wheelwright
— 125 —
de encontrar capitales para habilitar de hecho el puerto de la Ensenada, venido á ser inútil y redundante por el de Buenos Aires, según
la idea de Bateman. Este era un medio indirecto de producir ese
estorbo; el otro era impedir á Wheelwright hallar cooperadores y
capitales en Londres por manejos innombrables, ya que no se podía
quitarle !a concesión por el método empleado en la del Gran Central,
á causa de que la concesión para eî ferro-carril de la Ensenada era
hecha por el Gobierno provincial de Buenos Aires. Callar estos hechos es dejar la verdad de la historia de Wheelwright en el tintero,
6 mejor dicho la historia de los intereses materiales argentinos.—•
Donde ellos han naufragado una vez, pueden naufragar veinte. Es
deber de la historia señalar el escollo. En este estudio, el nombre y
la personalidad de Wheelwright simbolizan la industria moderna en
sus tribulaciones con las rutinas rancias del sistema colonial, simbolizado por castellanos viejos, disfrazados con trajes parisienses.
Estando Wheelwright en el mar de camino para Londres, tuvo
lugar la muerte de su eminente colaborador en 3as obras argentinas,
M. Brassey, el mas grande empresario del mundo entero, pues no hay
parte de él en que no haya hecho mas de un ferro-carril importante.
Si su fortuna ganada en esas obras, puede dar la medida de su capacidad y valor, baste decir que ha dejado á sus hijos una herencia
de cien millones de pesos inertes, sin contar el valor de su crédito
que representaba dos veces esa suma, y el valor de su talento incomparable de empresario. Como argentino yo me confieso deudor de
este homenage al hombre que nos ayudó á construir el Gran
Central.
Moral mente y por bien calculado interés, estaban sus hijos obligados á proseguir la cooperación de su padre en las obras argentinas de
Wheelwright. Pero ante la concurrencia de un gobierno que aspiraba á hacerse constructor, se concibe fácilmente que los herederos
de las obligaciones de Brassey, deseasen evitar esa concurrencia:
ellos que estaban acostumbrados á ver solicitado, no repelido su
nombre y su concurso por los grandes gobiernos. Quien perdió perdiendo la cooperación de los Brassey no fué Wheelwright, sino el
país, que necesitaba de sus capitales particulares dispuestos á emplearse en obras, que no necesitaba ni sabia hacer el Gobierno con
dinero tomado á préstamo. Wheelwright tuvo noticia de gestiones
— 126 —
practicadas para quitarle esa cooperación importante imposibles de
aplicarse á otro origen que la concurrencia de un empresario
oficial.
CAPÍTULO xxx
Quién servia mejor el interés argentino, si Wheelwright ó el Presidente
Sarmiento.—Las obras de Wheelwright eran ideas de Rivadavia
Pero contrariar á Wheelwright en sus obras argentinas era dañar
al país en sus mas caros intereses según lo han entendido sus mejores hombres; era contrariar á Rivadavia en los trabajos que quiso
llevar á cabo y cuyos simples proyectos forman su gloria mas legítima. Todas las obras que Wheelwright ha realizado ó intentado
realizar en el Plata por via de industria privada, son ideas que Rivadavia sirvió con la mira patriótica de constituir á su país en
Estado unitario y fuerte en razón de esa unidad misma, que hace
ser fuertes á sus dos vecinos, Chile y el Brasil: los dos listados que
circundan al Estado argentino y que deben á la unidad Ja estabilidad
que los asemeja, no obstante su diversidad de forma de gobierno.
Interesa á nuestro propósito hacer notar que esos dos países deben
su centralización á su capacidad de viabilidad ó de comunicación.
Los dos están formados á lo largo de la reina de las vias, que es
el mar; Chile es una zona marítima, y el Brasii empezó por ser un
perfil, una costa marítima, poblada, según observa Malte-Rrun, como
los mismos Estados Unidos empezaron: no se han poblado en lo interior sino después y poco á poco. Pues la República Argentina
(sin contar con su inmensa costa marítima desierta), es mas capaz de
unidad por la viabilidad de todo su suelo nivelado naturalmente,
que lo son sus dos vecinos con sus territorios montañosos y fragosos.
— 127 —
En busca de la homogeneidad, que dan las vías de comunicación,
quería Rivadavia p a r a su país los mejoramientos que Wheelwright
ha realizado ó comenzado á realizar con las miras altas de su industria
honrada. Tales son:
i° El puerto de la Ensenada, ó mejor dicho el puerto marítimo
que Rivadavia y Wheelwright han querido dar á Buenos Aires, como
su puerto propio y natural, que es.
2 o El canal de los Andes, que queria Rivadavia cuando no había
ferro-car riles; ó su equivalente el Gran Central, que Wheelwright ha
comenzado entre el litoral y los Andes.
3 o Las colonias que tanto quiso Rivadavia, y que Wheelwright ha
comenzado á. realizar á los lados del Gran Central. No hay colonización posible donde el colono no puede sacar y vender lo que produce,
por caminos buenos, fáciles y baratos.
4° La cuestión de una capital para la Nación en que, según Rivadavia, estriba toda ía organización argentina, hecha posible por el
ferro-carril de Wheelwright, que hace de la Ensenada el puerto marítimo de Buenos Aires, para la exportación de nuestra infecta riqueza
compuesta de cueros, lanas, cuernos, carnes, sebos, cerda, etc., guardando Buenos Aires la limpieza y confortable que conviene á la capital
de un gran país.
Todo eso queria Rivadavia, y Wheelwright ha dado todo eso al
país argentino en la forma mas adelantada y perfecta. Basta esto
solo para estimar el valor social y moral de Wheelwright como empresario, y ei de Rivadavia como estadista. Por la índole de sus trabajos tan nobles y tan útiles para el Rio de la Plata, W r heehvright ha
sido el Rivadavia de la industria argentina.
Esas obras no son inconexas, no son trabajos sueltos y aislados
emprendidos á la casualidad por el estadista para ganar opinion, por
el empresario para ganar fortuna. Son obras que se dan la mano,
que forman un sistema y ceden á un propósito común, á saber: el
progreso del país, que interesa tanto al patriota como al industrial
eminente.
Todas las obras de Wheelwright en el Plata se refieren al plan y
pensamiento de una sola, que es ei ferro-carril de los Andes, destinado
á unir los dos océanos Atlántico y Pacífico, y hacer del suelo argentino
la ruta internacional mas corta y mas cómoda del Asia y de la Eu-
— 128 —
ropa. De esa grande vía son fragmentos ó pedazos constitutivos el
actual Gran Central entre Rosario y Córdoba, y el ferro-carril de
Buenos Aires al puerto marítimo de la Ensenada } en el Atlántico (porque Buenos Aires puede ser y será un puerto de mar, en l u g a r de ser
un puerto de rio ó de riachuelo, desde que así lo quiera u n a ley inteligente). Hablar de inmigración, de colonización, d e población, y
querer fomentar esas cosas por otro medio que dotando al país de un
puerto de mar digno del comercio que forma su vocación, es hablar
de lo que no se entiende. Aspirar á tener una marina y una marina
de guerra, á ser un país marítimo y tener un comercio marítimo, y
empeñarse en mantener cerrado el único puerto de mar q u e tiene el
país, es propio de un empirismo abyecto y vergonzoso.
En la mente de Wheelwright, la Caldera y la Ensenada debían ser
los dos puertos marítimos, que formasen los extremos occidental y
oriental del ferro-carril internacional de los Andes. No comprende
á Wheelwright ni sus obras el que mira de otro modo la unidad de
su labor. No le prestamos aquí concepciones que no le pertenezcan;
concebidas y mantenidas por él desde mucho tiempo, no h u b o ocasión
solemne en que no las diese á conocer; cuando mandó sus ingenieros desde Chile, es decir desde la Caldera, cuando i n a u g u r ó los trabajos del Gran Central en el Rosario, y cuando i n a u g u r ó su tráfico
después de terminado hasta Córdoba. Por fin está eso previsto
en el contrato mismo de su concesión obtenida p o r tercera vez
en 1863.
Esa es la obra frustrada por la política que sacó su dilección y
ejecución de manos del único hombre capaz por su importancia rara
de llevar á cabo tan importante empresa. Sigamos el hiio de esa
transformación deplorable, no por un estéril espíritu de crítica, sino
con el interés histórico de señalar el punto en que se rompió esa especie de cable interoceánico, para saber como en otro, d o n d e buscarlo
cuando se trate de concluirlo.
Wheelwright llegó á Londres á fines de 1870, durante la invasion d e
la Francia por los alemanes. Esa guerra oscurecía el horizonte para
las especulaciones de la industria europea, pero lo abría p a r a las de
— 129 —
América, en cuya dirección llevaban sus ojos los capitalistas intimidados. Esa situación favoreció grandemente la negociación del empréstito argentino de treinta millones de pesos fuertes, como hubiera
servido á Wheelwright para encontrar capitales privados si se hubiera
dejado que realizara con ellos, como podía y deseaba, las obras que
tenia pendientes á su cargo por concesiones solemnes. Para que esas
obras, invocadas como objeto de un empréstito supéríluo, ayudasen
moralmenteai éxito de su negociación, se dejó creer en Londres que
el constructor de ellas seria el mismo Wheelwright ; y para facilitar la
formación de esa creencia, se le dejó creerlo así á él mismo. Mr.
Wheelwright pensó en efecto que el dinero procedente del empréstito,
seria puesto en parte á su disposición para la construcción de sus obras.
Habría sido al menos un modo de compensarlo moralmente del despojo
de negocios que le estaban concedidos. Cuando un amigo le decía,
que en el interés de sus obras y del país argentino, deseaba que el
empréstito fallase, la rectitud de Wheelwright se sentía como escandalizada. Por ese su modo de ser, otro amigo y cooperador suyo, no
menos recto que él pero mejor conocedor del país, solía decirle irónicamente, que nunca haría gran cosa como empresario porque no entendía de intrigas. Sin embargo ese hombre que no conocía mas que el
camino recto, no tuvo necesidad de intrigas para llevar á cabo las mas
grandes empresas industriales de que se honre la América del Sud.
Para ese doble juego, de servirse de Wheelwright en contra de él
mismo, usó el Gobierno que aspiraba á suplantarlo, de sus agentes
oficiales. No había empréstito posible, si Wheelwright abría la boca
para contrariarlo; no lo había tampoco, si conservaba intacta su capacidad de obtener capitales por sí mismo, aplicables á una parte de esas
obras, que le estaban ya concedidas. F u é con estas dos miras contradictorias que el Gobierno empresario, fué servido por sus agentes
que frecuentaron á Wheelwright, para aprovecharlo por una parte,
y para descartarlo por otra en el interés del empréstito, y a q u e no
de las obras públicas y del país. L a actitud de Wheelwright fué siempre digna y circunspecta. No contrarió el empréstito, pero tampoco
lo ayudó de otro modo que por su neutralidad inevitable. Mientras el
agente diplomático cultivaba al empresario ilustre (que no conocía), el
agente financiero del empréstito para obras públicas ( que lo conocía),
no visitaba al presunto constructor d e e s a s obras (que yo sepa.)
T. VIII.
9
— îao —
Entre tanto no se hablaba sino de dos grandes y p o r t e n t o s a s superfluidades : et puerto de Bateman en Buenos Aires — a n t í t e s i s del de
la Ensenada, — y el survey del ferro-carril trasandino de B u e n o s Aires
á Chile por el paso del Planchón^ — antítesis del ferro-carril trasandino de Wheelwright por el paso de San Francisco. E r a n las quimeras
puestas en campaña contra Ins realidades por la h a b i l i d a d de los
políticos. Desgraciadamente el resultado de esas habilidades sin
juicio ni patriotismo, ha sido al fin: i°, d e j a r á la R e p ú b l i c a Argentina
endeudada en treinta millones de pesos, en cuyos intereses t i e n e que
invertir gran parte de su renta ordinaria: 2 o , para d e j a r el haber
nacional, exhausto de lo mas de esos millones: 3 0 , p a r a dejar a l a
Nación sin la ventaja de la obra del camino trasandino, q u e debía
convertirla en ruta real del intercurso entre el Asia e u r o p e a y la
Europa misma: 4 0 , para dejarla sin la cooperación d e W h e e l w r i g h t y
de sus poderosos amigos en obras imposibles p a r a e m p r e s a r i o s de
menor talla : para crearle por fin la tremenda crisis q u e quiera Dios
no degenere en dolencia crónica.
CAPÍTULO XXXI
Circunstancias accidentales, que facilitaron la terminación del ferro-carril
de la Ensenada.
L o único que esas habilidades no alcanzaron, fué f r u s t r a r la obra
del ferro-carril de la Ensenada, por esta razón sencilla, q u e su construcción no necesitó del Gobierno Argentino ni concesión, ni privilegio,
ni garantía, ni subvención alguna estimulante ó auxiliar.
Después de hacer una excursion á los Estados-Unidos, p a r a visitar
por la última vez á s u país nativo y á su familia originaria, Mr. Wheelr
nrright regresó al Rio de la Plata en 1871.
No tardó mucho en verse excluido de la obra del ferro-carril de
— 131 —
Tucuman, prolongación del Gran Central, que le estaba concedida por
una ley, y para la cual habia hecho hacer á sus expensas un estudio
profesional y científico de proyección, con los primeros ingenieros del
país. Pero le quedaba otra obra, que no podia quitarle por artificios
legales el Gobierno que no se la habia concedido» Esta obra era la del
ferro-carril y muelle del puerto marítimo de la Ensenada. lista obra
al parecer pequeña bastaba para hacer inolvidable á su autor en el
Rio de la Plata, si otras obras gigantescas no llevasen su nombre.
La obra del ferro-carril y puerto de la Ensenada tiene el valor y
sentido de una revolución política, social y comercial en la República
Argentina, sin que Wheelwright al emprenderla hubiese tenido en
mira estas faces de su empresa, puramente industrial para él. Estas
condiciones de la obra, explican, sin embargo, la lentitud con que
marchó su construcción, empezada la cual en 1863, casi al mismo
tiempo que la del Gran Central, no concluyó sino dos artos después de
esta última. ¿Cómo se explica la especie de tregua ó suspension que
hizo la resistencia con que Wheelwright luchó por anos, en la ejecución del ferro-carril de la Ensenada? Empezado en 1863, todavía en
1871 estaba como en principios ese camino de 30 millas. Se explica
su terminación inesperada por dos circunstancias casuales, sin las
cuales sabe Dios si no hubiese Wheelwright concluido su existencia
antes que esa obra: i a la noticia que se obtuvo ert 1870, de los estudios
hechos por la marina francesa del puerto de la Ensenada, según los
cuales hubiese sido escandaloso continuar teniendo cerrado un puerto
de primer orden, de que todas las marinas del mundo carecían allí para
su seguridad y reparación : 2 a la otra circunstancia fué Ja explosion
de la epidemia espantosa de 1871, que llegó á hacer 600 víctimas por
dia en Buenos Aires, y se atribuyó á ios mataderos y saladeros de
que estaba rodeada esa ciudad, cuya sanificacion requería su alejamiento á otro puerto de exportación menos poblado. Esa vía, fue la víasacra de Wheelwright. Cada paso fué un suplicio. Baste decir que
en el término de eila estuvo el de su vida misma. Allí en efecto acabó
su carrera donde mismo dio principio para Sud-América, 50 años
antes, por su naufragio en Quilmes. Es queen esa obra, el ferro-carril
es lo accesorio, el puerto es lo principal. Toda la importancia inmensa
de ese corto ferro-carril consiste en que él suprime la distancia que
separa á Buenos Aires de su puerto de mar. E s como esos caminos
— 132 que suprimen los istmos, cortos pero inmensos por el valor de los términos que ponen en contacto.
Para acabar de comprender las resistencias y la lucha en que ha
caido Wheelwright, aunque gloriosamente, interesa al sentido de su
vida estudiar el significado económico y político del ferro-carril y del
muelle que hacen de la Ensenada el puerto de Buenos Aires y el mejor
puerto de esa region de Sud-América, sin excluir el de Montevideo. Este
estudio es además de general interés, porque éi hace conocer uno de
esos escollos que ha dejado el régimen colonial, en que pueden sucumbir nuevas empresas de progreso, por no decir el progreso entero del
Rio de la Plata. La cuestión de puerto en la República Argentina,
envuelve la cuestión de una capital para residencia de su Gobierno general, con poder inmediato, local y exclusivo en ella. Así la cuestión de
una capital viene á ser toda la cuestión del gobierno en ese país, no
solo en la opinion de Rivadavîa, su mas grande hombre de estado,
sino según su constitución presente, para la cual el poder mas esencial
del Gobierno Nacional es el de legislar y administrar la capital de su
residencia de un modo inmediato, exclusivo y ¡ocal. Así la cuestión de
capital, no es cuestión de residencia c\t\ Gobierno, sino de la parte mas
esencial del poder del Gobierno. Esa cuestión está sin resolverse. Y
como ella comprende en ese país, l a d e su deuda pública, sistema de
hacienda, ferro-carriles, telégrafos, bancos, tratados extranjeros, dejar
sin solución esa cuestión es mantener en crisis permanente la política,
el comercio, las relaciones extranjeras, la vida entera del país. Ahora
bien: el puerto de la Nación en la Ensenada, es la constitución virtual
é implícita de la República Argentina con Buenos Aires por capital,
es decir con el Gobierno Nacional investido del poder inmediato, exclusivo y local, que le dala Constitución en la ciudad capital de su residencia obligada, y que hoy no tiene, como es sabido, en la ciudad de
Buenos Aires.
A esa necesidad fundamental de orden común responde admirablemente ia obra industrial de Mr. Wheelwright en la Ensenadn, y de ahí
la resistencia que ha encontrado en la política, que consiste en mantenerla indecisa ó en dejar su solución al tiempo, como si el tiempo
bastase para que la Provincia de Buenos Aires se canse de poseerla
ciudad de su nombre y quiera cederla á la Nación, á medida y por razón
de que esa ciudad se hace mas grande, mas bella y mas interesante !
— 133 —
La sensatez de Buenos Aires tendrá un dia que tocar con la mana
esta verdad del mas simple buen sentido : si esa ciudad no quiere ser
la capital de ios argentinos, es decir gobernada por ellos con poder
inmediato, local y exclusivo en su ciudad, tendrá que ser capital de
Buenos Aires y de las Provincias argentinas, ta ciudad de Rio de
Janeiro j pues está la capital de un país en realidad allí donde está el
ascendiente predominante, que gobierna sus consejos y sus destinos,
aunque sea bajo la apariencia de un país independiente y extranjero.
L a República Argentina sin capital, es una dependencia virtual del
Brasil, con todo su exterior de nación independiente. Si yo pudiese
hacer leer este aserto á Rivadavia, estoy cierto de que le tendría
por testigo de su verdad.
Libre de toda otra preocupación, Wheelwright contrajo su actividad
á la conclusion del ferro-carril y del muelle de la Ensenada. Puestos
por él en manos de los contratistas SS. Simpson y Ariagno, los trabajos marcharon con tanta rapidez, como habían sido lentos antes
de eso.
Inauguración del tráfico hasta Quilmes
El 18 de Abril de 1872, tuvo lugar la inauguración solemne de ia
línea hasta la estación de Quilmes. Mas de cuatrocientas personas
venidas de Buenos Aires por un tren especial, se unieron á la población de Quilmes para solemnizar el evento. E n t r e ellas descollaban
el señor Obispo Aneiros, los ministros del Presidente (menos este
personaje, que brilló por su ausencia), el señor Castro, Gobernador
de Buenos Aires y otras notabilidades del país. Después de la ceremonia de inauguración fueron pronunciadas algunas palabras dignas
de recordarse. El Gobernador de Buenos Aires dijo que de las
muchas líneas de ferro-carril que se habían construido en esa Provincia
era esta la primera que lo habia sido sin subvención ú otra clase de
ayuda del Gobierno. Cuando esta compañía necesitó de tierra, la
compró ú obtuvo sin auxilio alguno del Estado, lo que mostraba el
espíritu de progreso, que diariamente se desenvolvía, y el cual tenia su
mas grande representante en la persona de su amigo el señor Wheel-
— 184 —
Wright. Respondiendo á estas palabras dijo Mr. Wheelwright q u e
agradecido como estaba del cumplimiento del señor G o b e r n a d o r
Castro, él nada ambicionaba sino ser un hombre esencialmente de
trabajo. Recordó que habia llegado náufrago en ese lugar, casi sin
zapatos; que los argentinos lo habían recibido cordiahnente, y se
aprovechaba con orgullo del camino inaugurado en parte en ese dia,
para ofrecí'-rsrlo como recompensa de su inolvidable hospitalidad. — E l
Dr. Velez Sarsfield, Ministro del Presidente, celebró la obra de W h e e l wright, cuidando de no pronunciar su nombre. — El pueblecito de
Quilmes, situado en la margen del Plata, sobre una altura que domina
sus aguas, á diez millas al Sud de Buenos Aires, estaba poblado de
2,500 habitantes en 1872. Colocado á media hora de Buenos Aires
por el ferro-carril^ se puede decir que hoy forma un lindo barrio d e
esa ciudad. Mas de la mitad del distrito de Quilmes pertenece á
residentes ingleses, pero su población abunda de vascos, italianos y
canarios, y en especial de americanos del Norte.
Mientrasse inauguraba el ferro-carril hasta Quilmes, seguían activamente los trabajos hacia la Ensenada, y al terminar ese mismo año de
1872, toda la via estaba construida hasta tocar el puerto de mar q u e
Buenos Aires debía desde ese dia, á Dios primero, y en seguida á M.
Wheelwright.
CAPITULO XXXII
Inauguración del Ferro-carril de la Ensenada para el servicio público.—
Se agravan los malos augurios de Córdoba para Wheelwright.—
Discurso histórico de Wheelwright sobre el puerto de la Ensenada.
— Desde ese dia el Presidente Sarmiento se absorbe en la obra
del puerto de Bateman. — Explicación de esta anomalía.
La inauguración del Ferro-carril de la Ensenada, para el.servicio
público, tuvo lugar el 31 de Diciembre de 1872. Se habia inaugurado
su trabajo por la mano misma de Wheelwright, en 1863, el aniversario
— 135 —
del natalicio de Washington. En Setiembre del año de 1865, se abrió
la línea hasta Barracas, y poco despues una rama hasta la Boca. La
prolongación de esta línea á la Ensenada, una distancia de 30 millas,
era lo que se celebraba el 31 de Diciembre de 1872, oficialmente. E n
la realidad se celebraba un hecho inmenso, — la inauguración de un
puerto. Era el secreto de tanto entusiasmo. Todo cuanto Buenos
Aires contenia de personas importantes se encontraba en la Ensenada
en ese dia, por invitación de Mr. Wheelwright. La obra y la empresa
como se sabe eran del todo privadas, sin embargo de ser del mas público
interés. Sentados los invitados á la mesa, empezó á llover á torrentes.
Una imaginación supersticiosa hubiese creído que caían lágrimas del
cielo. Lo cierto es que no faltaron en el corazón de Wheelwright.
Mas de un destino se inauguraba en ese dia. E r a una fiesta hermosa y
triste á la vez, como fué la del Gran Central en Córdoba. Pero si
entonces delegó el Presidente Sarmiento en su Ministro Velez Sarsíield
el papel de lastimar á Wheelwright por el silencio ultrajante de su
nombre benemérito, el dia y en el acto mismo en que un trabajo suyo
era un triunfo de la civilización para la República Argentina, esta vez
se encargó de ese papel eí mismo Presidente en persona, por su
discurso en que no habló sino de sí mismo, y no calló sino el nombre
de Wheelwright, en el festejo de una obra que era toda de Wheelwright, y en nada del Gobierno. No nombró á Wheelwright sino
para decir que dos años antes había venido con él por agua á la
Ensenada, Sin embargo él empezó su discurso con estas palabras:
«Este es un gran dia para la República Argentina: otro nuevo ferrocarril. » Y el grande hombre á quien la República Argentina e r a
deudora de ese gran dia, recibía por cumplimiento solemne del órgano
de esa Nación, el silencio ofensivo de su nombre glorioso. — Según el
Presidente la grandeza del dia, consistía en un ferro-carril de 3 0
millas. El señor Gobernador Acosta, que enmendó honorablemente
la falta del Presidente, no pronunció sin embargo la palabra puerto; y
era un puerto entre tanto, todo lo que se celebraba. ( Quién lo dijo
así ? El autor mismo de la obra inaugurada y de la fiesta.
El discurso de Mr. Wheelwright está lleno de enseñanza y merece
no olvidarse porque fué el ultimo que pronunció en su vida.
...«El principal objeto, dijo, que nos reúne aquí en este dia, es
inaugurar para el tráfico público el ferro-carril que une este magnífico,
— 130 —
puerto de la Ensenada con la capital. En este ano cabalmente se
cumple medio siglo desde mi primera visita á la Ensenada, en que por
primera vez comprendí sus naturales ventajas y su inmensa importancia comercial, que nunca he olvidado desde entonces. Hará cosa
de diez anos que compré á JM. L e Lièvre, la concesión que le habia
hecho el Gobierno provincial para la construcción de esta línea, y di
principio al trabajo. No me detendré á enumerar todos los impedimentos y dificultades que encontré, y á no ser por la firme convicción
que siempre tuve y la moral certidumbre de los incalculables beneficios que esta línea aseguraría á este país, no hubiese tenido bastante
resolución para persistir hasta ver concluido el trabajo.
« L a espléndida espansion de agua que desde aquí vemos, puede
ser utilizada para los bajeles que trafican con el Rio de la Plata,
dándoles protección contra los vientos y tempestades á que hasta
ahora están expuestos... «No necesitamos ponderar las ventajas de
este puerto, que tanta admiración causó al célebre patriota argentino
Dr. D.Mariano Moreno, que usó de todo su influjo para hacer de él el
verdadero puerto de Buenos Aires. Por siglos la Ensenada atrajo la
atención de los marinos, especialmente de los oficiales navales de esta
República, de España, Francia é Inglaterra; y sus ventajas para un
arsenal han sido siempre altamente apreciadas. Si el ilustre argentino
D. Bernardino Rivadavia, á quien tuve el honor de conocer en 1822,
cuando se exploraba el puerto, hubiese tenido á su disposición tan
poderosos elementos como el buque de vapor y el ferro-carril, no es
mucho decir que hace tiempo que esta Ensenada hubiera sido un
puerto favorito y seria hoy el emporio marítimo de Buenos Aires, lo
cual hubiera dado al tráfico toda clase de conveniencia y protección,
sin necesidad de establecer fuertes derechos de puerto, salvando así
para el país millones, que la falta de un puerto ha hecho perder por
tantos años. P2ste conocedor profundo de las conveniencias del
comercio y del progreso, ansioso de acrecentar el tráfico extranjero
con este país, porque sabia que de ello depende su prosperidad, estaba
convencido de que la mejor via para obtenerlo, era conceder ai
comercio y á la navegación toda la posible conveniencia. No olvidando al mismo tiempo, que la Ensenada presentaba elementos poderosos
p a r a protejer las aduanas y el tesoro nacional, cortando de raíz el
.contrabando, conocía la materia por todos sus aspectos.
— 137 —
<Í La construcción del muelle en la Punta de Lara, que como kabeis
visto, señores, ha sido ya comenzada, tiene por objeto presentar al
tráfico un servicio inmediato, mientras se llevan á cabo los trabajos
del puerto de la Ensenada. Dentro de cuatro ó cinco meses, espero
ver los buques amarrados á este muelle y descargando su cargamento
en los carros del ferro-carril, que los conducirá á la capital, en dos ó
tres horas, y á un precio de dos patacones mas 6 menos por tonelada,
es decir la mitad del costo presente en lanchas descubiertas, y las
mercancías conducidas á la ciudad en wagones cubiertos y tal vez á
cargo de un oficial de aduana, no estando así expuestas en adelante
al tiempo, deterioros y robos, y las aduanas vencedoras del contrabando.
« Cuando las mejoras propuestas para la Ensenad a-estén terminadas,
las conveniencias serán todavía mayores... Con esas conveniencias en
los muelles, yo creo que el movimiento puede ser estimado en mil á
dos mil toneladas cada 24 horas, y que una igual cantidad de producto
puede ser embarcada de allí«
«Es de esperar que el Gobierno Nacional en vista de la importancia
de la Ensenada, no tardará en dar su poderoso apoyo para la ejecución
de los trabajos señalados en mi petición y en el informe de M. Coghlan,
ingeniero, como igualmente una estimación del costo, que ha sido
elevado por la Oficina de ingenieros nacionales^ á doscientos mil patacones, (200,000), recomendando los trabajos á la especial atención del
Gobierno. M. Coghlan cree que con la ayuda de una draga, será
bastante un año para poner al puerto en condición capaz de admitir
bajeles de ultramar de ordinaria dimension, pero cuando llegue á ser
necesario tener mayor profundidad de agua ó nuevos diques, será
necesario trazar nuevos planos y nuevos cálculos.
« Terminando estos breves reparos, 3'o apelo fervientemente á S.
E. el Presidente de la República para que quiera darme todo el apoyo
y asistencia que reclama una obra tan importante para este país,
obra destinada á dar á esta República uno de los mas seguros y
mejores puertos del mundo, y que está llamado á ser y será el orgullo
de la Nación. »
Se ve que Wheehvright pedia el apoyo del Gobierno, no para su
obra del ferro-carril de que el muelle de la- Punta de Lara era un
corolario, sino para la obra del puerto. El era dueño del ferro-
— 138 —
carril y del muelle, su prolongación hidráulica, pero no del puerto,
que era propiedad del Estado. Luego el apoyo q u e W h e e l w r i g h t
pedia al Presidente Sarmiento, se resolvía en una súplica de que llenase los deberes de su oficio en favor del país. Pero ese apoyo que
Wheelwright le pedía fervientemente para habilitar el p r i m e r puerto
de la República, lejos de dárselo, el Presidente pedia fervientemente
á Bate man, que lo aceptase para construir su p u e r t o d e las Mil yuna noches en la ciudad de Buenos Aires, que el P r e s i d e n t e dañaba
pretendiendo halagar. Mientras negaba doscientos mil pesos para
habilitar materialmente el puerto de la Ensenada, d a b a esa misma
suma á un empresario residente en Londres, por los planos de un
puerto imposible en Buenos Aires y le ofrecía doce millones para la
construcción de esa obra. Es de admirar que nunca dio el Gobierno
de Sarmiento mayor y mas solícita atención al proyecto d e Bateman
que al linde 1872, es decir, cuando se terminaba el f e r r o c a r r i l y el
muelle del puerto de la Ensenada, y cuando un puerto en Buenos
Aires dejaba de ser indispensable.
Es justo reconocer que en esa actitud no servia el Presidente Sarmiento ningim odio personal contra Wheelwright. E l servia simplemente dos intereses: el de su propio egoísmo en este sentido, q u e el
puerto de Bateman en lugar át\ puerto de Wheelwright, quería decir
doce millones de pesos fuertes en manos de su gobierno, tomados á
préstamo para esa obra imposible, y destinados, por lo t a n t o , á quedar
indefinidamente en elhis para aplicarse á otras necesidades de su poder. L e servia de paso esa resistencia á la obra de Wheelwright, para
afianzar su poder en la ciudad del viejo puerto en que él residía, halagando la rutina, que prefería el puerto de Bateman a u n q u e fantástico, porque estaba en Buenos Aires, al de Wheelwright, aúneme real y
porque estaba fuera de esa ciudad. Tal actitud no venia de un de~
signio de dañar á Wheelwright, ni en el Presidente ni en sus ministros,
es nuestra opinion. Wheelwright era incapaz de inspirar enemistad
á nadie. Nacia meramente de ausencia de un patriotismo elevado,.
como el de Rivadavia y Moreno, cuyas ideas ponía W h e e l w r i g h t en
obra.
Wheelwright se ha hundido en el abismo en que sucumbió Rivadavia, por servir la misma causa del progreso de la República Argentina, contra la rutina colonial, explotada por un egoísmo sin escrúpu-*
-
139 —
los. Es la tumba g!ariosa de totlas las nobles intenciones. Los dos
han caído con gloria, pero Wheelwright ha unido á la suya, la felicidad
de dejar concluidas unas y empezadas otras, las grandes obras de
mejoramiento argentino, que llevarán á cabo los que en lo futuro
aspiren al honor de esos grandes en los anales de la historia
americana.
Esto no es decir que la mala política haya conseguido enterrar al
progreso argentino. Es preciso admitir que los países del Plata tienen
causas que los hacen prosperar con independencia de sus gobiernos,
cuando se ve que su progreso no ha cesado de proseguirse de un
siglo á esta parte aun con sus peores gobiernos, sin excluir el gobierno mismo colonial. Este es un hecho que la historia confirma y
que la razón concibe y demuestra, desde luego por las ventajas del
suelo y de su geografía, y en seguida, y sobre todo, porque el progreso de esos países no es en cierto modo sino el progreso trasatlántico de la misma Europa. Esto hace que las crisis de esos países
americanos tengan su remedio natural y pronto en ese doble orden
de causas naturales de vida y progreso general y solidario, como se
ve confirmado todos los dias.
Estas consideraciones de carácter personal, no son impropias de
este estudio, en que importa dejar bien señaladas las responsabilidades en que Wheelwright no incurrió jamás por acto alguno imprudente, que dañase el éxito de las obras confiadas á su celo y capacidad por sus numerosos comitentes; y que pesan y deben pesar sobre
una política sin altura, sin luz y sin patriotismo, mas dañina para el
país, que el odio del enemigo extranjero.
Un ano después de la muerte de Mr. Wheelwright, en Agosto de
1874, Mr. William Petty, piloto de los vapores ingleses de la Royal
Mail del Plata, á invitación de Mr. J. C. Simpson practicó una visita
de examen á la Bahía y Puerto de la Ensenada, auxiliado por numerosos oficiales competentes, y su resultado (contenido en un Informe
inserto en el Standard de Rueños Aires el 14 de Agosto de 1874),
confirmó en todo los anuncios de Mr. Wheelwright. — Mr. Petty dice,
que encontró al puerto de la Ensenada con agua sobrada para fondear
cerca de sus muelles, el dia que el de Buenos Aires estaba casi seco,
y varada y encallada una mitad de los buques allí estantes. Según
su informe, el anclaje y la descarga en los muelles de la Punta de Lara
— 140 —
y de la Ensenada, para los vapores de la línea y en general para
todo vapor grande, ofrecen estas ventajas sobre el puerto de Buenos
Aires: i° que el viaje de los vapores se acorta de 40 millas: 2° que
en estado de mal tiempo los buques podían atracar á los muelles de
la Punta de Lara y de la Ensenada para descargar, sin el menor
riesgo para las mercancías, para los pasageros y para la correspondencia: 3° que el muelle tie la Punta de Lara, de 1845 pies de largo,
tenia á lo largo rieles para wagones, distaba 3r millas de Buenos
Aires para donde el viaje por ferro-carril, era de poco mas de una
hora y cuarto: 4 0 que el desembarco de pasajeros y mercancías en el
puerto actual de Buenos Aires requería tres trasbordos, uno del
vapor de la línea á un vaporcito menor, otro á un bote abierto,
otro á una carretilla, y de ahí al muelle en que no entraban
coches.
CAPÍTULO XXXIII
El último tiempo de Wheelwright en et Rio de la Plata — Su último viaje
á Inglaterra y su muerte en Londres en el mismo año de 1873
Si la inauguración del Gran Central en Córdoba señaló el día en que
comenzó la caída de Wheelwright como grande empresario, la del
ferro-carril de la Ensenada fué la de su desaparición del drama argentino y sud-americano. Su salud, minada ya por los años, no pudo
resistir á los sinsabores de esa vida de lucha. Todavía tenia mucho
que hacer en el Plata con solo ocuparse de terminar y desenvolver sus
obras ya realizadas. L e faltaba terminar ese grande y bello trabajo
del muelle de la Punta de L a r a en el puerto de la Ensenada. Las colonias plantadas por él en los flancos del Gran Central, debían crecer
bajo su vista fecunda, hasta formar un estado modelo en el Estado
argentino. Visitándolas á principios de 1873, fué obsequiado con un
— 141
-
almuerzo que se le dio en la estación de la Canada de Gomez. « En
aquella ocasión, dice un escritor que asistió á esa fiesta, el señor
Wheelwright hizo votos por la prosperidad dei país, que, según sus
vistas, tenia que alcanzar muy pronto á grandes destinos. Entusiasmábase él mismo al calor de sus propias ideas, diciendo que antes de
20 años el trayecto del Central no seria mas que una prolongada alameda, un boulevard de 80 leguas, á cuyos flancos se alinearían los mas
hermosos planteles de agricultura, por métodos perfeccionados.»
Dejó esos lugares, que le debian el ser, para volver á Buenos Aires,
con el presentimiento triste de que no volverían sus ojos á ver « aquellas vírgenes y hermosas praderas, que su genio habia trasformado en
centros coloniales de vida y movimiento industrial » — dice el escritor
citado. Los consejos de sus médicos le indujeron á dejar á Buenos
Aires por Europa casi á mediados de 1873. Se embarcó en un estado
lamentable de salud, sostenido casi en los brazos de los que le acompañaban. Su médico el doctor Olguîn l e g ó á temer que no llegase á
Europa. Mejorado un tanto en el mar, pudo tener fuerza para desembarcar en Southampton y dirigirse á Londres, donde tenia su casa
propia, en Regents Park, Gloucester Lodge. Asistido por los mejores
médicos de Londres, rodeado de los mas exquisitos cuidados de su
amante familia, visitado todo el dia por sus mejores amigos, su salud
no cesó de declinar, hasta que terminó su cara existencia el 26 de Setiembre de 1873. Su cuerpo fué conducido á Norte-América por su
hijo político Mr. Krell, y enterrado entre los suyos, en Newbury-Port,
Massachussets, — país de su nacimiento. El mismo lo dejó así dispuesto en su testamento. Aunque consagró toda su vida al mejoramiento de la América del Sud, en que la Providencia le preservó del
naufragio, nunca olvidó su honor de ser ciudadano de los EstadosUnidos. Un amigo suyo, el capitán Aulick, de la marina americana,
escribía estas palabras en 1845, al 1'?t$tituto Nacional de Washington,
relativas A Wheelwright, que interesan á su historia: « Aunque Mr»
Wheelwright ha tenido que permanecer por muchos años en tierras
extranjeras, y se ha visto compelido á recurrir á capitalistas extranjeros por los medios de llevar á cabo sus empresas, después de haber
fallado en sus esfuerzos para inducir á los de su propio país á comprometerse en ellos, nada ha perdido de su notorio amor al país. Ligado
con él por una larga é íntima amistad personal, puedo decir con toda
— 142 —
seguridad, que mas ardiente y patriota americano no existe en la tierra
de su nacimiento. »
L e han sobrevivido de su familia propia, su digna señora y respetable viuda Mrs. Martha G. Wheelwright, nativa de los Estados-Unidos,
que fué su compañera inseparable en todos los movimientos de su vida
activa, y su hija Mrs. Augusta Krell, tan distinguida p o r su grande
instrucción, amable carácter y virtudes cristianas. Habitan ambas la
Inglaterra.
CAPÍTULO XXXIV
Consideraciones y estudios á que da lugar la vida de Wheelwright — Influencia social y política de sus obras en Sud-América—Ella caracteriza y define el papel civilizador de la inmigración en la
América latina.
De las obras que de ordinario son objeto de empresas p a r a la industria particular, las que mas influjo ejercen en el orden político y social
de las naciones, apesar de su carácter esencialmente neutral, son los
trabajos que consisten en vías de comunicación y trasporte, como v. g.
los ferro-carriles, muelles, puentes, telégrafos, y por fin, los bancos,
que en cierto modo son también de ese gremio, como establecimientos
monetarios, en cuanto las monedas, según ía expresión de Adam Smith,
son caminos por donde los capitales viajan de mano en mano y de país
en país. Son los reyes de los caminos de fierro^ pues lo son de oro y
plata.
Las onzas, las libras y los soberanos, son las ruedas en que el
mundo viaja al rededor de sí mismo.
Este movimiento de comunicación y trasporte, forma la esencia del
comercio, de cuya industria son como los brazos y órganos indispensables los trabajos sobredichos. EI comet ció los apoya y fomenta porque
ellos fomentan y apoyan al comercio. No se necesita mas que esto
para demostrar que el comercio es el llamado á poblar, enriquecer,
— 143 —
aproximar, unir, constituir y civilizar á la América del Suit. Esa e<?
su misión en todas partes, pero lo es doblemente en Sud-América, por
esta razón especial confirmada por su historia: que su personal se
regîmenta y ensancha con inmigrados que vienen al país, armados de
capitales, desde países que son los mas libres, á saber: Inglaterra, Bélgica, Suiza, Holanda, etc., etc. De esa inmigración selecta y distinguida se compone lo mas del comercio en Sud-América, por cuya razón
su composición misma es ya la primera garantía de sus progresos
sociales y políticos del carácter mas espontáneo y ageno del gobierno.
En cierto modo el comercio mismo forma una especie de gobierno
aparte, que conduce las cosas de Sud-América hacia sus altos destinos,
mientras sus gobiernos propiamente dichos se ocupan de su propia
regeneración y existencia, tomada á menudo como industria particular
(y mas particular aveces que lo es el comercio mismo).
Las empresas tie comunicación y trasporte esencialmente neutrales
á la política, como lo es la industria de que son objeto, tienen sin embargo tal influjo en el orden político y social, que á menudo los gobiernos sienten la necesidad de apropiarse esas obras y hacer de ellas los
instrumentos de su acción oficial. Vemos todos los días repetirse este
hecho con respecto á los ferro-carriles, telégrafos, correos marítimos
y bancos. Los gobiernos los toman en sus manos porque son realmente medios de gobierno; pero no dejan de serlo porque queden en
manos de la industria privada, en cuyo caso siguen obrando con la
eficacia que les es peculiar, en ejercicio de ese gobierno ó poder de
las cosas, ageno de todo carácter oficial, que se llama progreso espontáneo y natural; y no solo sin perjuicio de servir al Gobierno mismo,
como á cualquier otro, sino mejor que se serviría con ellos el Gobierno
si fuesen su propiedad. Gobiernos tan sólidamente establecidos como
el de Bélgica, pueden construir y administrar ferro-carriles con utilidad del país y del comercio; pero los gobiernos sud-amerîcanos, en
formación, que imitan ese ejemplo, se dan una tarea que no es para
ellos, en daño del país y del comercio.
Wheelwright, su vida y sus obras, son la confirmación y la prueba en
Sud-América del influjo que ejercen las empresas de comunicación en
íos progresos sociales y políticos, y del influjo que en esas empresas
tiene la inmigración de los hombres selectos que los países del Norte
envían á los del Sud del nuevo mundo. L a experiencia ha demostrado
— 144 —
hasta aquí en Sud-América, que cada inmigrado del N o r t e vale p o r tres
de la Europa del Sud, sin que por ello estos tres, dejen de s e r l e tan
esenciales como los otros en su esfera, para lo que es formar la masa
del pueblo moderno y regenerado de la América q u e fué española.
La vida de Wheelwright en este sentido y la historia d e sus o b r a s en la
América meridional, nos han parecido objeto de un estudio tan conexo
con la política, como lo son económicamente las vías de trasporte, el
comercio y la inmigración de poblaciones civilizadas, es decir, los
objetos mismos de esa economía^ que por esta excelente razón s e apellida política.
La vida de Wheelwright es todo un estudio social p a r a Sud-América.
Ocuparse de él, es estudiar el tipo de la unidad individual de q u e debe
formarse el agregado ó conjunto de lo que se llama nuestra sociedad
moderna en Sud-América, como está formada de él la sociedad de la
Nueva Inglaterra, en los Estados-Unido?. Estudiar los hombres de
ese molde, imitarlos, repetirlos, asemejarse á ellos, proceder como
ellos, ocuparse como ellos, es el modo de introducir y aclimatar en la
América del Sud la sociedad de la América del N o r t e , es decir, la
libertad y el progreso de la raza sajona en provecho, lejos de s e r en
detrimento, de la raza latina. — Es el método de transformación, de
educación y de mejoramiento, que conviene al progreso real de SudAmérica, mucho mas que la educación dada meramente por la instrucción primaria, que es, de ordinario ineficaz y nula. L a instrucción no
educa el alma ni el carácter sino muy secundariamente. Deja, con
frecuencia, al hombre en la plenitud de su barbarie primitiva, visto por
esos dos aspectos que son los que interesan á la vida social. Alguna
vez se ha tomado en el Pla^a esta doctrina, como mera hostilidad dirigida á los hombres que ganan su vida y su reputación con la profesión
de enseñar á leer, ó mejor dicho de hacer ensenar á leer, ó mejor
dicho aun, de multiplicarlas escuelas y los maestros de escuela, mas
que los escolares y que la lectura misma. Es entretanto la persuasion de eminentes filósofos socialistas, como H e r b e r t S p e n s e r , en
quien tiene la ciencia social uno de sus mas grandes representantes.
En esa reforma 6 sustitución de un tipo inferior p o r otro mas
perfeccionado de la unidad elemental de la sociedad americana,
consiste y reside la verdadera, la grande y fundamental revolución
social de la América del Sud. Encontrar el mejor y mas eficaz método
— 145 —
de completarla, es el meollo de su política y de su gobierno. Ese
método es el de la naturaleza, la imitación, la costumbre, en una palabra la educación ó cultura del tipo moderno de unidad elemental del
cuerpo social americano.
Si Wheelwright no es el ideal de ese tipo, es al menos el tipo de
hombre que Sud-América necesita si quiere emular los progresos de
esa sociedad norte americana de que Wheelwright era nativo y
ciudadano: el héroe de la paz, que representa el progreso, porque
representa el vapor, la electricidad aplicados como fuerzas al servicio
del hombre. Pero representa ademas de esa, otra fuerza superior, sin
la cual las obras poco valen, á saber, la probidad, la honradez, el
honor en la industria: esta es la fuerza que hacia de Washington, lo
que es de excepcional entre los hombres: la hombría de bien en el
servicio de la humanidad. También la industria tiene sus Washington,
que saben ejercerla, como él ejerció la política, con la verdad del
hombre de bien ; sin explotar á los pueblos en su provecho egoísta.
Lo común de los empresarios como de los militares se compone del
tipo contrario de caracteres, y la industria como la guerra, son de
ordinario un mecanismo de explotación desleal y ruinosa, para la sociedad que se pretende servir. Wheelwright representa la salud en la
industria, la honradez en las grandes empresas industriales, la moral
en los medios de adquirir la riqueza. Ganar su bienestar es hacer
el bienestar de todo del mundo, es el colmo de la moralidad en la
industria. La conducta de Wheelwright como empresario fué un
dechado de esa manera de practicar el trabajo industrial. El ganó su
fortuna haciendo la fortuna de todos. Es de esos hombres modelos,
que la biografía, como elemento de educación debe poner de bulto en
pedestales elevados, á los ojos de las nuevas generaciones, que se
trata de formar para hacer la grandeza de la América del Sud.
Wheelwright era el modelo de los empresarios que Sud-América
necesita. A las cualidades morales de obrero eminente, unia Wheelwright las del saber superior y sólida y variada instrucción en materias
económicas. Era un verdadero economista sin las pretensiones ni
fórmulas de tal. E r a como lo general de los hombres de su país, en
que Tocqueville y Chevalier fueron á estudiar la democracia ilustrada
que se da leyes dignas de la imitación del mundo.
Sin su gran sentido de las cosas económicas Wheelwright no hubiera
T. VIII.
JO
— 146 —
podido elevarse á la concepción de ideas tan grandes y complexas como
las de sus empresas, ni hubiese logrado convencer á los capitalistas
europeos de la necesidad y conveniencia de tomar parte en la ejecución
de sus grandes trabajos para asegurar los intereses del comercio
general en esas regiones nuevas y desconocidas en cierto modo. Esto
es lo que no tienen presente los que al favor de sus privilegios de nativos relacionados con lo mas influyente de la sociedad en Sud-América
se hacen otorgar concesiones de grandes trabajos creyendo que basta
poseerlas para llevarlas á cabo. Obligados por su inexperiencia á
cederlas á los verdaderos empresarios, se contentan con la ganancia
que les produce ese tráfico desairado. Este abuso ha tomado proporciones, que comprometen la causa del progreso material sud-americano.
En algunos Estados se han visto ejemplos de empleados
subalternos de gobierno mezclados á ese abuso de este modo. Peticiones hechas para obtener la concesión de tal ó cual trabajo importante
de mejoramiento material, han quedado sin despacho en las oficinas de
Gobierno por tiempo indefinido, hasta que verificada clandestinamente
su cesión en Europa por terceras manos á terceras personas, han
recibido los autores originales de la petición un rechazo del Gobierno,
fundado simplemente en que la concesión estaba ya hecha de antemano
á terceras personas. De ese modo el tráfico ó comercio de concesiones
ba venido á ser un escollo para los empresarios de capacidad y buena
fé, y una vergüenza para las administraciones de América. Hay
trabajos que por su índole noble ennoblecen al empresario, tales son
entre otros los que tienen por objeto las vias de comunicación y transporte. Esta consideración es suficiente para que la hipocresía, cuando
no el deseo de lucro, los acometa á menudo en busca de un prestigio
inmerecido, de concierto con otras miras codiciosas que son propias del
vicio inteligente. E s triste recordar que Wheelwright fué rara vez
concesionario primitivo de sus obras. L a del ferro-carril de Copiapó
la compró á un boticario de Valparaiso. La del Gran Central Argentino, á un banquero desacreditado, antes de obtener por tercera vez
la concesión de lo que ya era suyo. L a del ferro-carril de la Ensenada
la compró á un ex-notario francés. Wheelwright no entró jamás en
negocio que tuviese aire de sociedad con individuos del poder.
— 147 —
CAPÍTULO XXXV
La personalidad de Wheelwright es la expresión de la inmigración sana y
honesta en Sud-América.—Descripción de Wheelwright en su persona,
hábitos, manera de ser privada.
Por el carácter y dirección d e s ú s empresas, p o r su espíritu activo,
perseverante, desinteresado, progresista, Wheelwright representa esa
clase preciosa de hombres de que mas necesita y de que mas escasea la
América del Sud, cuyo principal enemigo es el vasto territorio despoblado, que tiene aisladas y estériles á las raras poblaciones que lo
habitan. No será el humo de las batallas, sino el humo de las locomotivas, el que liberte á la América de ese enemigo.
Wheelwright no era interesado. Todos los que trabajaron con él
ganaron mas que él. E r a sobrio por temperamento, y el lujo hubiese
sido un tormento para sus hábitos simples de vida. Sus gastos de lujo
consistían en hacer el bien de sus semejantes. L a religion cristiana
estaba en cada uno de sus procederes. Será tal vez el único americano,
que haya gastado grandes sumas en hacer traducir los Evangelios al
idioma de los turcos, con la mira de extender el cristianismo en Oriente. Hay en Massachussets una institución de caridad en favor de los
anciano
•
s desvalidos. Entre sus donantes vemos á Wheelwright por la
suma de quince mil francos. Todas esas dádivas eran hechas á gentes
distantes miles de leguas, sin sombra de mira interesada, ni aun de
vanidad.
No tuvo mas casa propia el que pudo tener palacios, que la especie
de choza elegante, — Gloucester Lodge^ en el Parque del Regente de
Londres, en que reposó de vez en cuando por instantes, y en que murió
rodeado de la veneración apasionada de su familia. Su dignísima hija,
que era como un confidente en sus grandes negocios, antes de ser Ja
señora de Krell, solia quejarse amablemente del modo de existencia,
que imponia á su familia la actividad industrial de su ilustre padre, diciendo que vivían en sus baúles. Ocupado en ligar á las naciones, y á
— 148 —
los países de la misma nación, su patria, su domicilio, el centro de sus
operaciones, estaba en todas partes. No iba á un país que no fuese
como el suyo, por el número de las gentes q u e le pertenecían por la
amistad y el respeto. Apenas habrá notabilidad en Sud-América con
quien no haya tenido contacto. Wheelwright h a conocido personalmente á Rivadavia, á Portales, á Prieto, á F r e i r é , á P i n t o , á Bul nes, á
Montt, á Blanco Encalada, á Bolívar, á Sucre, á Flores, á Gamarra, á
Santa Cruz, á Ballivian, á Urquiza, á Carril, á Frag-ueîro, á Mitre, á
Rosas ya bautizado por la libertad en Londres. En casa del que esto
escribe se encontraron impensadamente de visita estas dos celebridades
que han llenado de su nombre la América del Sud, el uno como el
representante mas ingenuo del atraso americano, y el otro como el
apóstol igualmente conocido de su progreso. T r a n q u i l o cada uno de
sus convicciones, su porte respectivo en ese contacto fué simple y
benévolo. Cediendo á los hábitos de su papel respectivo en la vida, el
ex-dictador argentino tuvo siempre la palabra, y el puritano del Massachussets, no hizo sino escuchar con el silencio atento del hombre libre.
Se pasaba esto en la plaza ó Sqtiar que lleva el n o m b r e de Cavendish^
tan ligado á la historia de las Malvinas y del Mar del Sud, que tanto
han ocupado á su vez á las dos notabilidades americanas, reunidas casualmente á pocos pasos de la estatua del célebre almirante inglés.
En Londres gozó Wheelwright, del trato y aprecio d e lord Abinche,
del Almirante Fitz-Roy, del famoso empresario Brassey, que fué su
socio en la empresa del Gran Central Argentino, del Rosario á Córdoba; y los jefes de las casas comerciales mas eminentes de Inglaterra y
Estados Unidos, en Londres, con relaciones en la América del Sud,
fueron á menudo sus relaciones de particular amistad. Su nombre era
conocido y respetado en los Estados Unidos. Yo vi su retrato colocado
con honor en la Oficina de Patentes, la Santa Croce, el Panteón, de
Washington. Una simple carta suya de recomendación para el honorable Mr. Caleb Cusching, ministro del Presidente Pierce, nos valió
como de una credencial para negociar, (hallándonos d e paso en Washington con carácter diplomático para Londres), la traslación de Mr.
Peden de Buenos Aires al Paraná, en 1856, residencia entonces del
cuerpo diplomático extranjero, cerca del Gobierno Argentino. La naturaleza de las empresas de comunicación y trasporte, q u e tanto se ligan
con la administración y gobierno, puso á menudo á Wheelwright en
— 149 —
contacto con los hombres públicos, que también lo es á su vez el que
se ocupa de graneles empresas de interés general. Esos contactos necesarios no fueron sin inconvenientes para él y para sus negocios, á causa
de la instabilidad de los gobiernos y partidos, en países en que viven
persiguiendo y deshaciendo lo que hicieron sus rivales en el poder.
Wheelwright era de estatura regular, de considerable corpulencia,
sin que esto le quitase la agilidad de su raza. SLI cara llena, abierta y
noble, era en extremo simpática, é infundía confianza desde Ja primera
vista. Ante cualquier contacto, por encumbrado que fuese, su actitud
era simple, grave, digna. Tenia esa urbanidad sin estudio ni afán, que
viene de la bondad y honestidad del corazón. Hablaba poco aun en su
idioma. Parecía tener mas gusto en escuchar que en hablar. Conocía
bien la lengua española, y aun la escribía con facilidad y no poca corrección. Tenia ese buen gusto, que es como una cualidad del buen
sentido superior. Frecuentaba poco el mundo elegante.
El retiro de su vida era necesario á sus arduos y numerosos negocios, y no contrario á sus gustos simples y tranquilos que eran los del
hogar. Aunque su vida entera fué una campaña de lucha con toda clase
de resistencias, no tuvo lances coii nadie y jamas descargó una arma
de fuego. Esa audacia inocente y serena que no sospecha el riesgo, lo
distinguía en las situaciones difíciles de la vida. No usaba bigotes, ni
bastón. No fumaba en público. Bebia muy poco y dormia menos. Su
modo habitual de vestir era siempre serio, decente.
CAPÍTULO XXXYI
Idea general y sintética de las obras de Wheelwright
Wheelwright ha respondido por todos los trabajos de su vida de empresario, á dos necesidades capitales de la América del Sud: la viabilidad marítima y terrestre del vasto y mal poblado suelo, y su aproxi-
— 150 —
macion respecto de la Europa. No hay uno de sus trabajos que no haya
tendido á ese doble iin, no por un cálculo formado á priori, ni por un
plan preconcebido, sino por un instinto sano y bien inspirado de su
raza inteligente. Debió en efecto su vocación para el desempeño de
ese papel al genio de su raza y del país de su origen, engrandecido él
mismo por la viabilidad y por la afluencia de ta Europa mas civilizada y
mas libre» Quiere decir que el papel de Wheelwright se resuelve en el
de su país, como agente intermediario de la Europa mas adelantada en
la América menos adelantada, si no para el suplemento desús pobladores y capitales, al menos para el de sus empresarios y sus ingenieros;
para la aplicación misma de la ciencia europea, pasada por el tamiz de
la experiencia americana.
Dotando á los países de Sud-América de vías de trasporte, y sacándolos de la incomunicación colonial en que los dejaba todavía el triunfo
de sus armas contra España, Wheelwright sirvió á los intereses de la
América del Sud y de los otros países que debían comunicar con ella.
Por sus empresas internacionales, como son las líneas de vapores y los
ferro-carriles, Wheelwright sirvió el interés universal de todos los
países. Sirvió á la consolidación de cada Estado uniendo sus provincias
y acercando sus extremos por el auxilio del vapor. Contribuyó por Ja
misma via á la unificación ó union de toda la América por la supresión
de las distancias inconmensurables, que separaban y aislaban á sus
Estados. Acercó por fin á la América toda respecto de la Europa, su
fuente de recursos y progresos, disminuyendo el tiempo, el precio y el
riesgo de ios viajes intercontinentales.
Para sus obras de interés internacional puso á contribución la actividad de todas las naciones. De Inglaterra sacó los capitales y la cooperación oficial y científica con que llevó á cabo sus empresas. De los
Estados Unidos sacó sus ingenieros y maquinistas, superiores á los
ingleses en trabajos americanos, por la economía y exigüedad de medios
á que están acostumbrados por la condición de su suelo. Y de los Estados que eran teatro inmediato de sus obras de mejoramiento, sacó la
carne y sustancia de ellas, por decirlo así, que era el suelo, el capital,
el brazo, la cooperación gubernamental, sirviendo el interés recíproco
de todos por las facilidades dadas á su producción y á sus cambios, en
provecho de la civilización general.
Sin ser todo esto de la incumbencia de la diplomacia y de la política,
— 151 —
un simple empresario superior, ha hecho por la union de las naciones lo
que docenas de diplomáticos y de políticos no habrían llevado á cabo,
por leyes y tratados infinitos.
Wheelwright ha aumentado el producto y el haber de cada hombre,
en los países de sus obras, encareciendo el valor de su trabajo, por
la facilidad que sus empresas de comunicación han dado á la extracción
de la riqueza nativa; y ha abaratado los consumos de cada habitante
multiplicando la importación de los productos extranjeros por las
facilidades que sus obras de mejoramiento en los puertos han dado al
comercio marítimo. En una palabra, por sus nobles y fecundos
trabajos ha enriquecido de algunos pesos el presupuesto anual de
entradas de cada habitante de la América beneficiada por sus obras.
Nadie ha contribuido mas que él á darle la aptitud de poblarse por
inmigraciones de la Europa, promoviendo y mejorando puertos
cómodos, muelles, puentes, estableciendo faros, valizas y otros trabajos
destinados á disminuir los peligros de la navegación. En todos los
países llamados á poblarse de inmigrados extranjeros, despues de la
viabilidad, nada es mas indispensable, que la multiplicación de buenos
puertos, muelles, faros, valizas, como trabajos preparatorios de la
inmigración y colonización. En este sentido Wheelwright ha hecho
mas por la índole y carácter de sus trabajos, que todos los agentes de
emigración establecidos en Europa por los gobiernos ignorantes del
arte de poblar. El puerto del Rosario ha sido el foco de las 33
colonias que pueblan las Provincias d e S a n t a - F é y Entre-Rios, y lo será
déla colonización del Sud de Buenos Aires el puerto de la Ensenada,
cuando esa Provincia se libre de maniacos que quieren agrandarla
á fuerza de mantenerle bloqueado su mejor puerto marítimo.
En su carrera tan bien trazada por su genio, Wheelwright ha dejado
señalado á los que tengan envidia de su gloria, el camino seguro de
salir de la oscuridad y de la pobreza, prosiguiendo su tarea todavía
pendiente de sacar de la oscuridad y de la pobreza á la América del
Sud. De ahí el interés histórico de su vida. Sí la biografía ó historia
de la vida de un hombre superior, tiene por objeto promover la
renovación de su ejemplo, ó lo que vale decir rénovai - su existencia en
otras de su especie, en ninguna parte la biografía de Wheelwright, es
mas necesaria, que en los países que fueron teatro de las obras que lo
recomiendan á la historia, porque esos trabajos son apenas el prefacio
— 152 —
de los muchos que reclaman las necesidades de su p r o g r e s o y mejoramiento. Como Franklin, su compatriota, otro catecismo animado,
Wheelwright pudo decir, que nacido pobre y o s c u r o , se elevó á la
opulencia y á la celebridad por la energía de su g e n i o y la pureza de
su vida. Su figura es tipo de los que necesita Sud-América para ver
florecer la riqueza de su suelo, pues ella r e p r e s e n t a el juicio, la
honradez, y la energía, que las grandes empresas requieren en sus
conductores para obtener la corona del éxito.
CAPÍTULO XXXVII
Deuda de Sud-América á la memoria de Wheelwright
La tumba de Wheelwright está donde estuvo su c u n a , en el suelo de
Washington y de Franklin, de Fulton y de Murfy. L a América del
Sud no tendría mas que un medio de domiciliarlo en su historia, seria
levantarle estatuas en los lugares poblados, enriquecidos, hermoseados
por sus grandes obras de civilización. Las estatuas d e Wheelwright
serian monumentos levantados á las victorias de la civilización americana, obtenidas por las armas dignas de ella, que son el ferro-carril,
el buque de vapor, el telégrafo eléctrico, el gas, es decir, la supresión
del espacio y de las tinieblas. Seria un homenaje tributado á la
hermandad de las naciones, por la erección de la estatua del que tanto
la ha servido, acortando las distancias del suelo y de los mares. Kl
que ha disminuido el espacio y el tiempo, ha disminuido el precio de las
cosas necesarias á la vida, puesto en el bolsillo de cada u n o su sobrante
anual en piezas de oro. Seria como un culto secular rendido en la
forma mas estimulante al trabajo, á la honradez, á la sobriedad, personificadas en ese grande hombre de bien.
Peor para los destinos de su civilización, si no sabe Sud-América
ponerlos laureles de la gloria en las sienes délos héroes de la paz.
— 153 —
—Estos son los verdaderos soldados modernos de la libertad americana.
Ellos formaron el batallón sagrado de Washington, que hizo de su
espada su arado el día que terminó la única guerra digna de la patria,
la guerra excepcional de su libertad.
En Sud-Améríca todas las estatuas son levantadas para exaltar la
gloria de los guerreros. Pero realzar al guerrero, es realzar la guerra,
es decir la calamidad de que es víctima la América del Sud. La guerra
puede ser útil á los que la hacen por oficio, es decir, á los guerreros de
profesión (de que son miembros natos los ambiciosos y los príncipes) ;
pero no á los que la pagan con el precio de su sangre y dinero, que son
los pueblos. Por el contrario, realzar al empresario de obras útiles es
realzar el honor de esas empresas, estimularlas por los estímulos de la
gloria, que merecen.
En Inglaterra, es decir, en el país mas libre y próspero del mundo,
por una estatua consagrada á un soldado se ven diez dedicadas á
grandes hombres de estado, agrandes inventores, á grandes viajeros ó
exploradores, a g r a n d e s y útiles talentos. E n una plaza, es Roberto
Peel, en otra Pitt, en otra Canning. El monumento al Príncipe Alóer'to,
en Hyde Park, consagrado también á las glorias inteligentes del mundo
entero, no contiene un solo militar. Los grandes guerreros, ceden
allí su puesto de honor á los grandes arquitectos, á los grandes
ingenieros, á los grandes agricultores, á los grandes genios del arte y
de la ciencia. Es así como se hace por los monumentos la educación
de las generaciones jóvenes, en los grandes países libres.
¿Queréis atraer en Sud-América las inmigraciones útiles, que
vuestras constituciones protejen ?—Glorificad á los grandes inmigrados, que han dotado al país de grandes y brillantes mejoramientos.
Una estatua á Wheelwright daria mas inmigrados á la América del
Sud, que muchas Compañías de inmigración. Seria un aviso elocuente
dado al mundo, de la acogida que el país da á los inmigrados eminentes
que le traen su labor y su genio industrial. ¿No quereisó no podéis ó
no debéis dar al inmigrado el podef político como aliciente? pues
dadle la gloria, que al fin os queda en casa, con sus beneficios. L a
gloria de Wheelwright, americano del Norte, pertenece toda á la
América del Sud, no á la de su origen. Su tumba en Massachussets,
es decir, á dos mil leguas de sus grandes obras, es otra prueba de su
— 154 —
virtud y modestia. Ageno á las vanidades de la vida, lo ha sido
también á las vanidades de la muerte. Sus estatuas podrían recibir
coronas de flores, su sepulcro serio y simple «o tendrá sino tiernas
lágrimas.
Saint André de Fontenay, 26 de Setiembre de 1875.
FACULTAD DE DERECHO Y CliCIAS SOCIALES
LA OMNIPOTENCIA DEL ESTADO
ES LA NEGACIÓN
DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL
DISCURSO PRONUNCIADO POR EL MIEMBRO H0KÖRAÄI0
DK ESTA FACULTAD
DR. D. JUAN B. ALBERDI
EN EL ACTO DE LA COLACIÓN DE GRADOS EL DIA 2 4 D E MAYO DE I 8 8 0
1 8 8 O
LI OMNIPOTENCIA DEL ESTADO
ES LA
NEGACIÓN DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL
Una de las raíces mas profundas de nuestras tiranías modernas en
Sud-América, es la noción greco-romana del patriotismo y de la Patria,
que debemos á la educación medio clásica que nuestras universidades
han copiado á la Francia.
L a Patria tal como la entendían los griegos y los romanos, era esencial y radicalmente opuesta a l o que por tal entendemos en nuestros
tiempos y sociedades modernos. E r a una institución de origen y carácter religioso y santo; equivalente á îo que es hoy la Iglesia, por
no decir mas santo que ella, pues era la asociación de las almas, de
las personas y de los intereses de sus miembros.
Su poder era omnipotente y sin límites respecto de los individuos
de que se componía.
L a Patria así entendida, era y tenia que ser, la negación de la libertad individual, en la que cifran la libertad todas las sociedades
modernas que son realmente libres. El hombre individual se debía
todo entero á la Patria; le debia su alma, su persona, su voluntad, su
fortuna, su vida, su familia, su honor.
Reservar á la Patria alguna de esas cosas, era traicionarla; era como
un acto de impiedad.
Según estas ideas, el patriotismo era no solo conciliable, sino idén-
— 158 —
tico y el mismo que el despotismo mas absoluto y omnímodo en el orden social.
La gran revolución que trajo el cristianismo en las nociones del
hombre, de Dios, de la familia, de la sociedad toda entera, cambió radical y diametralmente las bases del sistema social grecoromano.
Sin embargo, el renacimiento de la civilización antigua de entre
las ruinas del Imperio romano y la formación de los estados modernos,
conservaron ó revivieron los cimientos de la civilización pasada y
muerta, no ya en el interés de los listados mismos, todavía informes,
sino en la magestad de sus gobernantes, en quienes se personificaban la magestad, la omnipotencia y autoridad de la Patria.
De ahí el despotismo de los reyes absolutos que surgieron de
la feudalidad de la Europa regenerada por el cristianismo.
El Estado, ó la Patria, continuó siendo omnipotente respecto de la
persona de cada uno de sus miembros, pero la Patria personificada en
sus monarcas ó soberanos, no en sus pueblos.
La omnipotencia de los reyes, tomó el lugar de la omnipotencia del
Estado ó de la Patria.
Los que no dijeron: «El Estado soy yo», lo pensaron y creyeron
como el que lo dijo.
Sublevados contra- los reyes, los pueblos los reemplazaron en el
ejercicio del poder de la Patria, que al fin era mas.legítimo en cuanto
á su erigen. L a soberanía del pueblo tomó el lugar de la soberanía
de los monarcas, auntjue teóricamente.
La Patria fué todo y el único poder de derecho, pero conservando
la índole originaria de su poder absoluto y omnímodo sobre la persona de cada uno de sus miembros; la omnipotencia de la Patria misma
siguió siendo la negación de la libertad del individuo en la república, como lo había sido en la monarquía: y la sociedad cristiana y moderna, en que el hombre y sus derechos son teóricamente lo principal,
siguió en realidad gobernándose por las reglas de las sociedades
antiguas y paganas, en que la Patria era la negación mas absoluta de
la libertad.
Divorciado con la libertad, el patriotismo se unió con la gloria,.entendida como los griegos y los romanos la entendieron.
— 159 —
Esta es îa condición presente de las sociedades de origen grecoromano en ambos mundos.
Sus individuos, mas bien que libres, son los siervos de la Patria.
La Patria es libre, en cuanto no depende del extranjero; pero eí
individuo carece de libertad en cuanto depende del Estado de un modo
omnímodo y absoluto. L a Patria es libre en cuanto absorbe y monopoliza las libertades de todos sus individuos, pero sus individuos
no lo son, porque el Gobierno les tiene todas sus libertades.
Tal es el régimen social que ha producido la Revolución francesa,
y tal la sociedad política que en la América greco-latina de raza han
producido el ejemplo y repetición, que dura hasta el presente, de la
Revolución francesa.
El Contrato socialde Rousseau, convertido en catecismo de nuestra
revolución, por su ilustre corifeo el doctor Moreno, ha gobernado á
nuestra sociedad, en que el ciudadano ha seguido siendo una pertenencia del Estado ó de la Patria, encarnada y personificada en sus
gobiernos, como representantes naturales de la magestad del Estado
omnipotente.
La omnipotencia del Estado ejercida según las regias de las sociedades antiguas de Grecia y Roma, ha sido la razón de ser de sus representantes los gobiernos, llamados libres solo porque dejaron de
emanar del extranjero.
Otro fué el destino y la condición de la sociedad que puebla la
América del Norte.
Esa sociedad, radicalmente diferente de la nuestra, debió al orígen trasatlántico de sus habitantes sajones, la dirección y complexion de su régimen político de gobierno, en que la libertad de la
Patria tuvo por límite la libertad sagrada del individuo. Los derechos del hombre equilibraron allí en su valor á los derechos de
la Patria, y si el Estado fué libre del extranjero, los individuos no
lo fueron menos respecto del Estado. Eso fué en Europa la sociedad anglosajona y eso fué en Norte-América la sociedad anglo-
— 160 —
americana, caracterizadas a m b a s por el desarrollo soberano de la
libertad individual, mas que p o r la libertad exterior ó independencia
del Estado, debida mayormente á su geografía insular en Inglaterra, y á su aislamiento trasatlántico en Estados-Unidos.
La libertad en ambos pueblos sajones, no consistió en ser independiente del extranjero, sino en ser cada ciudadano independiente de
su gobierno patrio.
Los hombres fueron libres p o r q u e el Estado, el poder de su gobierno no fué omnipotente, y el Estado tuvo un poder limitado por
la esfera de la libertad ó el p o d e r de sus miembros, á causa de
que su gobierno no tuvo por modelo el de las sociedades griega y
romana.
Montesquieu ha dicho que la Constitución inglesa salió de los
bosques de la Germania, en lo q u e tal vez quiso decir que los destructores germanos del Imperio romano fueron libres porque su
gobierno no fué de origen ni tipo latinos.
A la libertad del individuo, q u e es la libertad por excelencia, debieron los pueblos del Norte la opulencia que los distingue.
Los pueblos del Norte no han debido su opulencia y grandeza
al poder de sus gobiernos, sino al poder de sus individuos- Son
el producto del egoísmo mas q u e del patriotismo. Haciendo su
propia grandeza particular, cada individuo contribuyó á labrar la
de su país (i).
Este aviso interesa altamente á la salvación de las Repúblicas
americanas de origen latino.
Sus destinos futuros deberán su salvación al individualismo,* ó no
los verán jamás salvados si esperan que alguien los salve por patriotismo.
El egoísmo bien entendido de los ciudadanos, solo es un vicio para
el egoísmo de los gobiernos, que personiücan á los Estados. E n realidad, el afán del propio engrandecimiento, es el afán virtuoso de la
(i) Riqueza de las naciones, por Adam Smith.
— 161 —
propia grandeza del individuo, como factor fundamental que es del
orden social, de la familia, de la propiedad, del hogar, del poder y
bienestar de cada hombre.
Las sociedades que esperan su felicidad de la mano de sus gobiernos, esperan una cosa que es contraria á la naturaleza. Por la
naturaleza de las cosas, cada hombre tiene el encargo providencial
de su propio bienestar y progreso, porque nadie puede amar el engrandecimiento de otro, como el suyo propio; no hay medio mas
poderoso y eficaz de hacer la grandeza del cuerpo social, que dejar
á cada uno de sus miembros individuales el cuidado y poder pleno de
labrar su personal engrandecimiento.
Ese es el orden de la naturaleza, y por eso es el mejor y mas
fecundo en bienes reales. De ello es un testimonio la historia de
las sociedades sajonas úcl norte de ambos mundos.
Los Estados son ricos por la labor de sus individuos ; y su labor
es fecunda porque el hombre es libre, es decir, dueño y señor de
su persona, de sus bienes, de su vida, de su hogar.
Cuando el pueblo de esas sociedades necesita alguna obra ó mejoramiento de público interés, sus hombres se miran unos á otros, se
buscan, se reúnen, discuten, ponen de acuerdo sus voluntades y obran
por sí mismos en la ejecución del trabajo que sus comunes intereses
necesitan ver satisfecho.
En los pueblos latinos de origen, los individuos que necesitan un
trabajo de mejoramiento general, alzan los ojos al Gobierno, suplican,
lo esperan todo de su intervención y se quedan sin agua, sin luz, sin
comercio, sin puentes, sin muelles, si el gobierno no se los dá todo
hecho.
Pero no debemos olvidar que no fué griego ni romano todo el
origen de la omnipotencia del Estado y de su gobierno entre nosotros
sud-a m erica nos. En todo caso, no seria ese sino el origen mediato,
pues el inmediato origen de la omnipotencia en que se ahogan nuestras libertades individuales, fué el organismo que España dio á sus
Estados coloniales en el Nuevo Mundo, cuyo organismo no fué difeT.
VI1T.
II
— 162 —
rente en ese panto, del que España se dio á sí misma en el Viejo
Mundo.
Así, la raíz y origen de nuestras tiranías modernas en Sud-América
es no solamente nuestro origen remoto ó greco-romano, sino también nuestro origen inmediato y moderno de carácter español.
La España nos dio la complexion que debia ella misma á su pasado de colonia romana que fué, antes de ser provincia romana.
La Patria en sus nociones territoriales, absorbió siempre al individuo y se personificó en sus gobiernos el derecho divino y sagrado, q u e
eclipsaron del todo los derechos del hombre.
La omnipotencia del Estado ó el poder omnímodo é ilimitado de
la Patria respecto de los individuos que son sus miembros, tiene por
consecuencia necesaria la omnipotencia del Gobierno en que el Estado se personifica, es decir, el despotismo puro y simple.
Y no hay mas medio de conseguir que el Gobierno deje ó no llegue
á ser omnipotente sobre los individuos de que el Estado se compone,
sino haciendo que el Estado mismo deje de ser ilimitado en su poder
respecto del individuo, factor elemental de su pueblo. Un ejemplo
de esto: cuando el Gobernador de Buenos Aires recibió en 1835 de
ios representantes del Estado la suma de sus poderes públicos, no lo
tuvo por la ley que aparentó discernírselo. L a ley, lejos de ser causa
y origen de ese poder, tuvo por razón de ser y causa á ese poder mismo que ya existia en manos del jefe del Estado omnipotente por la
Ordenanza de Intendentes, constitución española del Vireynato de Buenos Air es, según cuyas palabras, debia continuar el Virey gobernador
y capitán general con el poder omnímodo y las facultades
extraordinarias que le daban esa constitución y las Leyes de Indias de su referencia.
L a contextura que el gobierno hispano-argentino recibió de esa
legislación, es la que sus leyes ulteriores de la Revolución no han
reconstruido de hecho hasta hoy en ese punto; y la República, como el
Vireinato colonial, siguió entendiendo el poder de la Patria sobre
sus miembros, como lo entendieron las antiguas sociedades de Grecia
y de Roma.
— 163 —
Apesar de nuestras constituciones modernas, copiadas de las que
gobiernan á los países libres de origen sajón, á ningún liberal le
ocurriría entre nosotros, dudar de que el derecho del individuo debe
inclinarse y ceder ante el derecho del Estado, en ciertos casos.
La República, por tanto, continuó siendo en este punto gobernada
para provecho de los poderes públicos que han reemplazado al poder
especial que le dio, siendo su colonia, la contextura y complexion que
convenía á su real é imperial beneficio.
La corona de España, no fundó sus colonias de América para hacer la riqueza y poder de sus colonos, sino para hacer su negocio y
poder propio de la corona misma. Pero, para que esta mira no degenerase en un sistema capaz de dar la riqueza y el poder a los colonos,
en lugar de darlos al monarca, la colonia recibió la Constitución
social y política que debia de hacer á su pueblo un mero instrumento
del Real Patrimonio, un simple productor fiscal de cuenta de su Gobierno y para su real beneficio.
Sin duda que las constituciones que reglaron después la conducta
del Gobierno de la República, calificaron de crimen legislativo el acto
de dar poderes extraordinarios y omnímodos á sus gobernantes; pero
esa magnífica disposición no impidió que la suma de todos los poderes
y fuerzas económicas del país quedasen de hecho á la discreción del
Gobierno, que puede usar de él por mil medios indirectos.
Cómo así?
Si dejais en manos de la Patria, es decir del Estado, la suma del poder público, dejais en manos del Gobierno que representa y obra por
el Estado, esa suma entera del poder público.
Si lo hacéis por una Constitución, esa Constitución será una máquina productora de un despotismo tiránico que no dejará de aparecer
á su tiempo, por la mera razón de existir la máquina, que le servirá
de causa y ocasión suficiente.
Por constitución entiendo aquí, no la ley escrita á que damos este
nombre, sino la complexion ó construcción real de la máquina del
Estado.
Si esta máquina es un hecho de la historia del país, en vano la
Constitución escrita pretenderá limitar los poderes del Estado respecto del derecho de sus individuos; en el hecho esos poderes seguirán
siendo omnipotentes.
— 164 —
Son testimonio confirmatorio de esta observación, los gobiernos republicanos que han reemplazado en la dirección del reciente y moderno Estado, al que lo fundó, organizó y condujo por siglos como colonia perteneciente á un Gobierno absoluto y omnímodo.
Mientras la máquina que hace omnipotente el poder del Estado
exista viva y palpitante de hecho, bien podria llamarse República libre
y representativa por su Constitución escrita: su constitución histórica
y real guardada en sus entrañas, la hará ser siempre una colonia ó
patrimonio del Gobierno republicano, sucesor de su Gobierno realista
y pasado.
El primer deber de una gran revolución hecha con la pretension de
cambiar de régimen social de gobierno, es cambiar la contextura
social que tuvo por objeto hacer del pueblo colonial una máquina
fiscal productora de fuerza y de provecho en servicio de su dueño y
fundador metropolitano. De otro modo, las rentas y productos de
la tierra y del trabajo anual del pueblo, seguirían yendo, bajo la república nominal, á donde fuesen bajo la monarquía efectiva, á dónde,
por ejemplo? á todas partes, menos á manos del pueblo.
Las viejas arcas que eran recipientes del real tesoro, se perderán
como las aguas de un río que se derrama y resume en los campos ó
se disipa en acequias q u e van á regar los vergeles de la clase ó porción del pueblo á quien ha cabido el privilegio de seguir ocupando la
esfera del antiguo poder metropolitano, en lo que es el goce de los
beneficios que la real máquina seguirá haciendo del suelo y trabajo
del país.
En las manos de esa porción ó clase privilegiada del país oficial,
seguirá existiendo el p o d e r y la libertad de que seguirán viéndose
excluidos y privados los pueblos, sucesores nominales de los antiguos
soberanos.
No será el Estado sino su representante (que es el Gobierno del
Estado) el que seguirá ejerciendo y gozando la omnipotencia de los
medios y poderes entregados á la Patria por la maquinaria del viejo
edificio primitivo y colonial persistente.
Pero dejar en manos del Gobierno de la Patria' todo el poder público adjudicado á la Patria misma, es dejar á todos los ciudadanos \
que componen el pueblo de la Patria sin el poder individual en que
consiste la libertad individual, que es toda y la real libertad de los
— 165 —
países que se gobiernan, que se educan, que se enriquecen y engrandecen á sí mismos, por la mano de sus particulares, no de sus
gobiernos.
« Los antiguos, dice Coulanges, habían dado tal poder al Estado,
que el dia en que un tirano tomaba en sus manos esta omnipotencia, los
hombres no tenían ya ninguna garantía contra él, y él era realmente el
señor de su vida y de su fortuna.»
De las consideraciones que preceden, se deduce que el despotismo,
la tiranía frecuente de los países de Sud-América, no residen en el déspota y en el tirano, sino en la máquina ó construcción mecánica del
listado, por la cual todo el poder de sus individuos refundido y condensado, cede en provecho de su gobierno y queda en manos de su
institución. El déspota y el tirano, son el efecto y el resultado, no
la causa de la omnipotencia de los medios y fuerzas económicas del
país puestas en poder del establecimiento de su gobierno y del círculo
personal que personifican al listado, por la maquinaria del Estado mismo. Sumergida y ahogada la libertad de los individuos en ese caudal
de poder público ilimitado y omnipotente, resulta de ello que la tiranía
d e la Patria omnímoda y omnipotente, es ejercida en nombre de un
patriotismo tras del cual vive eclipsada la libertad del individuo, que
es la libertad patriótica por excelencia.
Así se explica que en las sociedades antiguas de la Grecia y de Italia
en que ese orden de cosas era de ley fundamental, las libertades individuales de vida, de conducta, de pensamiento, de opinion, fueron del
todo desconocidas. El patriotismo tenia entonces en esas sociedades
el lugar que tiene el liberalismo en las sociedades actuales de tipo y de
origen sajón. El despotismo recibía su sanción y escusa del patriotismo
del gobierno omnipotente en que la Patria estaba personificada.
La razón de esa omnipotencia de la Patria entre los antiguos, es digna de tenerse siempre presente por los pueblos modernos, que toman
por modelos á esos organismos muertos, de índole, de principios y de
propósitos radical y esencialmente opuestos.
— 166 —
¿Qué eran c» efecto la Patria y el patriotismo, en el sistema social
y político de las antiguas sociedades de Grecia y Roma ? Insistamos
en explicarlo.
L a palabra Patria, entre los antiguos, según De Coulanges, significaba la tierra de los padres, tierra Patria. L a Patria de cada h o m b r e ,
era la parte del suelo que su religion doméstica ó nacional había santificado, la tierra en que estaban depositadas las osamentas d e sus
antecesores y que estaban ocupadas por sus almas. Tierra
sagrada
de la Patria, decían los griegos. Ese suelo era literalmente
sagrado
para el hombre de ese tiempo, porque estaba habitado p o r sus dioses.
Estado, Patria^ Ciudad, estas palabras no eran una mera abstracción,
como en los modernos; representaban realmente todo un conjunto de
divinidades locales, con un culto de todos los días, y creencias poderosas sobre el alma. Solo así se explica el patriotismo entre les antiguos;
sentimiento enérgico que era para ellos la virtud suprema, en que
todas las virtudes venían á refundirse.
Una Patria semejante no era para ei hombre un mero domicilio. L a
Patria tenia ligado al hombre por un vínculo sagrado. T e n í a que
amarla como se ama á una religion, obedecerla como se obedece á
Dios: darse á ella todo entero ; cifrar todo en ella, consagrarle su ser.
El griego y el romano, no morían por desprendimiento en obsequio
de un hombre, ó por punto de honor ; pero á su Patria le debían su
vida. Porque si la Patria era atacada, es su religion la que se ataca,
decían ellos. Combatían verdaderamente por sus altares, p o r sus hogares, pro oris et fo eis; porque si el enemigo se amparaba de la ciudad,
sus altares eran derribados^ sus fogones extinguidos, sus tumbas profanadas, sus dioses destruidos, su culto despedazado. El amor á la Patria
era la piedad misma de los antiguos. Para ellos, Dios no estaba en
todas partes. Los dioses de cada hombre eran aquellos que habitaban
su casa, su ciudad, su canton, ( i )
El desterrado dejando á su Patria tras sí, dejaba también sus dioses.
Pero como la religion era la fuente de que emanaban sus derechos
civiles, el desterrado perdía todo esto, perdiendo la religion de su país,
por el hecho de su destierro : no tenia ya derecho de propiedad. S u s
(i)
De Coulanges. «Citéantique».
— 1(37 —
bienes eran todos confiscados en provecho de los dioses y del Estado.
No teniendo culto, no tenia ya familia : dejaba de ser marido y padre.
El destierro de la Patria no parecía un suplicio mas tolerable que
la muerte. Los jurisconsultos romanos le llamaban pena capital, ( i )
l De dónde nacían estas nociones sobre Patria y el patriotismo?
Era que la ciudad había sido fundada en una religion y constituía
como una iglesia. De ahí la fuerza, la omnipotencia y absoluto imperio que la Patria ejercía sobre sus miembros. Se concibe que en una
sociedad establecida sobre tales principios, la libertad individual no
pudiese existir. No había nada en el hombre que fuese independiente.
Ni su vida privada escapaba á esta omnipotencia del Estado.
Los antiguos no conocían, pues, ni la libertad de la vida privada, ni
la libertad de educación, n i l a libertad religiosa. L a persona humana
era contada por muy poca cosa delante de esa autoridad santa y casi
divina que se llamaba la Patria ó el Estado,
No era extraño, según estos precedentes históricos, que, tergiversados en su sentido, indujesen á los revolucionarios franceses del siglo
pasado, imitadores inconscientes de la antigua sociedad de Grecia y de.
Roma, imitasen con exaltación esos modelos muertos.
La funesta máxima revolucionaria de que la Salud del Estado es la
ley suprema de la sociedad^ fué formulada por la antigüedad griega y
romana.
Se pensaba entonces que el derecho, la justicia, la moral, todo debía
ceder ante el interés de la Patria.
No ha habido, pues, un error mas grande que el de creer que, en
las ciudades antiguas, el hombre disfrutara de la libertad. Ni la idea
siquiera tenían de ella. No creían que pudiese existir derecho alguno
en oposición á la ciudad y sus dioses.
Es verdad que revoluciones ulteriores cambiaron esa forma de go-,
bierno', pero la naturaleza del listado, quedó casi la misma. El go-bienio se llamó sucesivamente monarquía, aristocracia^ democracia;-
( i ) De Coulanges. «Cité antique».
— Ití8 —
pero ninguna de esas revoluciones dio á los hombres la verdadera libertad, que es la libertad individual.
Tener derechos políticos, votar, nombrar ó elegir magistrados, poder ser uno de ellos, es todo lo que se llamaba libertad ; pero el hombre
no continuaba menos avasallado al Estado, que antes lo estuvo.
Concíbese que hablando de una antigüedad tan remota y desconocida, con esta segundad, yo me apoye en autoridades que han hecho
una especialidad de su estudio casi técnico. La que dejo esplotada
por ejemplo, pertenece á una de las mas grandes capacidades de la
Escuela Normal de Francia.
No es que la erudición alemana sea menos competente para interpretar á la antigüedad en materia de instituciones sociales, sino que la de
un país latino, como Francia, es mas comprensible para la América del
mismo origen, que ha imitado en su revolución sus mismos errores y
caído en sus mismos escollos, de que la ciencia moderna de los franceses
comienza á darse cuenta, por la pluma de pensadores como A. de
Tocqueville, de Coulanges, de Taine, desde algunos ariosa esta parte.
Pero ahí no quedaron las cosas â&l naciente orden de las sociedades
civilizadas de la Europa cristiana. Ya desde antes que la grande y
definitiva religion produjese como su obra á la sociedad moderna, la
misma sociedad antigua había empezado á cambiar, con la madurez y
progreso natural de las ideas, sus instituciones y reglas de gobierno.
De esto, sin embargo, parecen no darse bastante cuenta los pueblos
actuales, que han buscado en Ja restauración ó renacimiento de la
antigüedad civilizada los elementos y base de organización de la sociedad moderna.
El Estado había estado ligado estrechamente á la religion, procedía
de ella y se confundía con ella.
Por eso es que en la ciudad primitiva, todas las instituciones políticas
habían sido instituciones religiosas. ( i )
Las fiestas habian sido ceremonias del culto; Jas leyes habían sido
fórmulas sagradas ; los reyes y los magistrados habian sido sacerdotes.
( i)
« Cité antique»
pa g. 415.
— 169 —
E s por eso mismo que la libertad individual había sido desconocida y
que el hombre no habia podido sustraer su conciencia misma á la
omnipotencia de la ciudad. Es por ello, en fin, que el Estado habia
quedado limitado á las proporciones de una villa, sin poder salvar el
recinto que sus dioses nacionales le habían trazado en su origen. Cada
ciudad tenia no solo su independencia, sino también su culto y su código. L a religion, el derecho, el gobierno, todo era municipal. La ciudad
er• a la única fuerza viva ; nada otra cosa mas arriba, nada mas abajo,
e• s decir, ni unidad nacional, ni libertad individual. — (Citéantique*)
Pero este régimen desapareció con el desarrollo del espíritu humano, y el principio de la asociación de los hombres, una ves cambiado,
tanto el gobierno como la religion y el derecho perdieron ese carácter
municipal que hablan tenido en la antigüedad.
Un nuevo principio, la filosofía de los estoicos, ensanchando las
nociones de la humana asociación, emancipó al individuo. No quiso
j a que la persona humana fuese sacrificada al Estado. Este gran
principio, que la antigua ciudad habia desconocido, debía ser un dia la
mas santa de las reglas de la política de todos los tiempos.
Se comenzó entonces á comprender que habia otros deberes hacia
la Patria ó el Estado ; otras virtudes que las virtudes cívicas. El
alma se ligó á otros objetos que á la Patria. La ciudad antigua habia
sido tan poderosa y tan tiránica, que de ella habia hecho el hombre el
fin de todo su trabajo y de todas sus virtudes ; la Patria habia sido la
regla de lo bello y de lo humano, y no habia heroísmo sino para ella.
En medio de los cambios que se habían producido en las instituciones, en las costumbres, en las creencias, en el derecho, el patriotismo
mismo habia cambiado ele naturaleza, y es una de las cosas que mas
contribuyeron á los grandes progresos de Roma.
No hay que olvidar lo que habia sido el sentimiento del patriotismo
en la primera edad de las ciudades griegas y romanas. Formaba
parte de la religion de aquellos tiempos, se amaba á la Patria porque
se amaba á sus dioses protectores; porque en ella se hallaba su altar,
un fuego divino, fiestas, plegarias, himnos, y porque fuera de la Patria
no había ni dioses ni culto. Tal patrio-sistema era una fé, un senti-
— no —
miento piadoso. Pero cuando la casta sacerdotal perdió su dominación,
esa clase de patriotismo desapareció de la ciudad con ella. El amolde la ciudad no pereció, pero tomó una forma nueva.
No se amó ya á la Patria por su religion y sus dioses \ se la a m ó
solamente por sus leyes, por sus instituciones, por los derechos y la
seguridad que ella acordaba ásus miembros.
Ese patriotismo nuevo, no tuvo los efectos que el de los viejos tiempos. Como el corazón n o s e apegaba ya aï altar, á tos dioses p r o tectores, al suelo sagrado, sino únicamente á las instituciones y á his
leyes, que en el estado de instabilidad en que todas las ideas se encontraban entonces, cambiaban frecuentemente, el patriotismo se volvió u a
sentimiento variable é inconstante, que dependió de las circunstancias
y que estuvo sujeto á iguales fluctuaciones que el gobierno mismo.
Ya no se amó la Patria sino en tanto que se amaba el régimen político que prevalecía en ella á la sazón. El que encontraba malas s u s
leyes, no tenia ya vínculo que lo apegase á ella.
El patriotismo municipal se debilitó de ese modo y pereció en las
almas. La opinion de cada uno le fué mas sagrada que su Patria, y
el triunfo de su partido le vino á sev mas caro que la grandeza ó
gloría de su ciudad. Cada uno vino á preferir sobre su ciudad natal,
si allí no hallaba las instituciones que él amaba, á tal otra ciudad en
que veía esas instituciones en vigor. Entonces se comenzó á emigrar
mas voluntariamente ; se temió menos el destierro. Ya no se pensaba
en los dioses protectores y se acostumbraban fácilmente á separarse d e
la Patria.
Se buscó la alianza de una ciudad enemiga para hacer triunfar su
partido en la propia.
Pocos griegos había que no estuviesen prontos á sacrificar la independencia municipal, para tener la constitución que ellos preferían.
En cuanto á los hombres honestos y escrupulosos, las disensiones
perpétuas de que eran testigos, les daba el disgusto del régimen local
ó municipal. No podían, en efecto, gustar de una forma de sociedad
en que era preciso batirse todos los días, en que el pobre y el rico
estaban siempre en guerra.
Se empezaba á sentir la necesidad de salir del sistema municipal p a r a
llegar á otra forma de gobierno que el de la ciudad ó local. Muchos
hombres pensaban al menos en establecer mas arriba ele las ciudades
— 171 —
una especie de poder soberano, que velase en el mantenimiento del
orden y que obligase á esas pequeñas ciudades turbulentas á vivir en
paz.
En Italia no se pasaban las cosas de otro modo que en Roma.
Esa disposición centralista de los espíritus hicieron la fortuna de
Roma, dice De Coulanges.
La moral de la historia de ese tiempo es que Roma no hubiese alcanzado la grandeza que la puso á la cabeza del mundo, si no hubiese
salido del espíritu local ó municipal y si el patriotismo nacional no
hubiese reemplazado al patriotismo local ó provincial. ( i )
Así se diseñaban dos cambios en el prospecto de la humanidad, que
debían conducir á la concepción de una autoridad nacional y suprema,
mas alta que la del estado municipal, y que la libertad del hombre
erigida en faz de la Patria y del Estado, como formando un contrafuerte de su edificio.
Así el patriotismo grande ni chico no marcó el último progreso de
la humana sociedad.
Faltaba la aparición y el reinado del individualismo, es decir de !a
libertad del hombre, levantada y establecida á la faz de la Patria y del
patriotismo, coexistiendo con ellos armónicamente.
Fué el carácter y distintivo que las sociedades libres y modernas
tomaron del espíritu y de la influencia del cristianismo, fuente y origen
de la moderna libertad humana, que ha transformado al mundo.
Í5e puede decir con verdad, que la sociedad de nuestros dias debe al
individualismo asi entendido, los progresos de su civilización. En este
sentido, no es temerario establecer que el mundo civilizado y libre, es
la obra del egoísmo individual, cristianamente entendido: Ama a Dios
sobre todo y enseñó él, y d tu prójimo como á tí mismo ^ santificando de
este modo el amor de sí á la par del amor del hombre.
No son las libertades de la Patria las que han engrandecido á las
naciones modernas, sino las libertades individuales, con que e¡ hombre
ha creado y labrado su propia grandeza personal ; factor elemental de
(i)
De Coulanges, lib. V cap. IT.
— 172 —
la grandeza de las naciones, realmente grandes y libres, que son Iasdel Norte de ambos mundos.
« La iniciativa privada ha hecho mucho y bien, dice Herbert
Spencer.
u
L a iniciativa privada ha desmontado, desaguado, fertilizado nuestras
campañas y edificado nuestras ciudades : ella ha descubierto y esplotado
minas, trazado rutas, abierto canales, construido caminos de hierro con
sus trabajos de a r t e ; ella ha inventado y llevado á su perfección el
arado, el oficio de tejer, la máquina de vapor, la prensa, innumerables
máquinas; ha construido nuestros bajeles, nuestras inmensas manufacturas, los recipientes de nuestros puertos; ella ha formado los bancos,
las compañías de seguros, los periódicos, ha cubierto la mar de una red
de líneas de vapor, y la tierra de una red eléctrica. La iniciativa
privada ha conducido la agricultura, la industria y el comercio
á la prosperidad presente y actualmente la impele en la misma
via con rapidez creciente. Por eso desconfiais de la iniciativa
privada ?" ( i )
Todo eso ha sido hecho por el egoísmo, es decir por el individualismo, tanto en Inglaterra como en nuestra América mas ó menos. Todo
al menos puede ser hecho en nuestros países por esos mismos egoístas
de la Europa entrados en nuestro suelo como inmigrados, á condición
de que les demos aquí la libertad individual, es decir, la seguridad que
allá tienen por las leyes ( p o r q u e esa libertad, allí significa seguridad,
si Montesquieu no ha entendido mal las instituciones inglesas.)
¿Acaso en nuestro país mismo ha sucedido otra cosa que en Inglaterra?
¿A quién sino á la iniciativa privada es debida la opulencia de nuestra
industria rural, que es el manantial de la fortuna del Estado y de los
particulares?
lian hecho mas p o r ella nuestros mejores gobiernos, que la energía,
perseverancia y buena conducta de nuestros estancieros afamados á
justo título?
Si hay estatuas que se echen de menos en nuestras plazas son las
de esos modestos obreros de nuestra grandeza rural, sin la cual
fuera rstéril la gloria de nuestra independencia, nacional.
Al contrario, ha sucedido con frecuencia: toda la cooperación que el
(i) Ensayos de Moral, Ciencia y Estética.
— 173 —
Estado ha podido ciar al progreso de nuestra riqueza debía consistir
en la seguridad y en la defensa de las garantías protectoras de las
vidas, personas, propiedades, industria y paz de sus habitantes ; pero
eso es cabalmente lo que han interrumpido las frecuentes guerras y
revoluciones que no han sido obra de los particulares.
Las mas veces en Sud-Am erica las revoluciones y asonadas, son
oficiales, es decir, productos de la iniciativa dtl Estado.
Después de leer al discípulo, leamos al maestro de Herbert Spencer
—al autor de la Riqueza de las Naciones,—Adam Smith, que la vé
nacer toda entera eu su formación natural de la iniciativa inteligente
y libre de los individuos :
" Es á veces la prodigalidad y la mala conducta pública, jamás la de
los particulares, dice Smith, las que empobrecen á una nación. Todo
ó casi todo el rédito público es empleado en muchos países en el sosten
de gentes no productoras. Tales son esas que componen una corte
numerosa y brillante, un grande establecimiento eclesiástico, grandes
escuadras y grandes ejércitos, que en tiempos de paz no producen nada;
y que en tiempo de guerra no adquieren nada que pueda compensar
solamente lo que cuesta su mantenimiento, mientras ella dura. Allí
todas las gentes que no producen nada por sí mismas, son mantenidas
por el producto del trabajo délos o t r o s / '
" E l esfuerzo constante, uniforme y no interrumpido de cada particular, para mejorar su condición, principio de donde emana originariamente la opulencia pública y nacional, tanto como la opulencia
particular, es á menudo bastante fuerte para hacer marchar las cosas
de mejor en mejor, y para mantener en progreso natural, apesar de
la extravagancia del gobierno y de los mas grandes errores de la
administración/ 1
"Semejante al principio desconocido de la vida animal, él restaura
comunmente la salud y el vigor de la constitución, en despique
no solamente de la enfermedad, sino de las absurdas recetas del
médico, (i)
(I) Adam Smith, «Riqueza de las Naciones>, lib. II, cap. V.
— 174 —
<f
EI producto anua de sus tierras y de su trabajo (de I n g l a t e r r a ) ,
essin contradicción mucho mas grande al presente, que no lo era e n
tiempo de la restauración 6 déla revolución. El capital empleado e n
cultivar esas tierras y en hacer marchar ese trabajo, debe, pues, s e r
igualmente mucho mas grande. En medio de todas las exacciones del
Gobierno, ese capital se ha acumulado en silencio y gradualmente, p o r
la economía y buena conducta particular de los individuos, y por el
esfuerzo universal, continuo y no interrumpido, que han hecho ellos
para mejorar su condición. "
" E s t e esfuerzo, protejido por las leyes y por la libertad de e m p l e a r
su energía de la manera mas ventajosa, es lo que ha sostenido los
progresos de la Inglaterra hacia la opulencia y á la mejora, en casi
todas las épocas que han precedido, y lo que los sostendrá todavía,
como es de esperar, en todos los tiempos que se sucederán. "
Resulta de las observaciones contenidas en este estudio, que lo q u e
entendemos por Patria y patriotismo habitualmente, son bases y puntos
de partida muy peligrosos para la organización de un país libre,
porque lejos de conducir á la libertad, puede llevarnos al polo
opuesto, es decir, al despotismo, por poco que el camino se equivoque.
Es muy simple el camino por donde el extremo amor á la Patria,
puede alejar de la libertad del hombre y conducir al despotismo patrio
del Estado. El que ama á la Patria sobre todas las cosas, no está lejos
de darle todos los poderes y hacerla omnipotente. Pero, la omnipotencia de la Patria ó del Estado, es la exclusion y negación de la libertad
individual, es decir de la libertad del hombre, que no es en sí misma
sino un poder moderador del poder del Estado.
La libertad individual es el límite sagrado en que termina la
autoridad de la Patria.
La omnipotencia de la Patria ó del Estado^ es toda la causa y
razón de ser de la omnipotencia úcl gobierno de la Patria, que l e
sirve de personificación ó representación en la acción de su poder
soberano.
— 175 —
Así es como se ha visto invocar el patriotismo y la Patria á la
Convención francesa de 1793 y á la Dictadura de Buenos Aires de 1840,
en todas las violencias con que han sido holladas las libertades
individuales del hombre, para el uso y posesión de su vida, de su
hogar, de su opinion, de su palabra, de su voto, de su conducta, de su
domicilio y locomoción.
Todos los crímenes públicos contra la libertad del hombre, han
podido ser cometidos, no solo impune, sino legal mente en nombre de la
Patria omnipotente, invocada por su gobierno omnímodo.
La libertad del hombre puede ser no solamente incompatible con la
libertad de la Patria, sino que la primera puede ser desconocida y
devorada por la otra. Son dos libertades diferentes, que á menudo
están reñidas y en divorcio. La libertad de la Patria es la independencia respecto de todo país extranjero. L a libertad del hombre
es la independencia del individuo respecto del gobierno de su país
propio.
La libertad de la patria es compatible con la mas grande tiranía, y
pueden coexistir en el mismo país. La libertad del individuo deja de
existir por el hecho mismo de asumir la Patria la omnipotencia del
país.
L a libertad individual significa literalmente ausencia de todo poder
omnipotente y omnímodo en el Estado y en el gobierno del Estado.
Las dos libertades no son igualmente fecundas en su poder fecundante de la civilización y del progreso de las naciones. La omnipotencia ó despotismo de la Patria, para ser fecundo en bienes públicos,
necesita dos cosas :
Ia- ser ilustrado: 2 a ser honesto y justo. En Estados nuevos,
que ensayan recien la constitución de sus gobiernos libres, la omnipotencia de la Patria es estéril, y la de su gobierno es destructora.
La libertad del individuo en tales casos, es la madre y nodriza de todos
los adelantos del país, porque su pueblo abunda en extranjeros inmigrados, que han traído al país la inteligencia y la buena voluntad de
mejorar su condición individual, mediante la libertad individual que sus
leyes le prometen y aseguran. En países que han sido colonias de
gobiernos omnímodos y absolutos, los gobiernos de nueva creación
son débiles é ininteligentes para labrar el progreso de su civilización.
L a omni potencia de la Patria, es exclusiva no solo de toda libertad,
— 176 —
sino de todo progreso público, porque el obrero favorito de este
progreso es el individuo particular, que sabe usar de su energía y de
su poder naturales, para conservar y mejorar su persona, su fortuna y
su condición de hombre civilizado.
Ahora bien, como la masa ó conjunto de esos individuos particulares
es lo que se denomina pueblo, en la acepción vulgar de esta palabra,
se sigue que es el pueblo y no el gobierno á quien está entregado por
las condiciones de la sociedad sud-a menean a, la obra gradual de su
progreso y civilización. Y la máquina favorita del pueblo para llevar
á cabo esa elaboración, es la libertad civil ó social distribuida por
igual entre sus individuos nativos y extranjeros, que forman la
asociación ó pueblo sud-americano.
Si esta l^y natural y fatal de propio engrandecimiento individual se
denomina egoísmo, forzoso es admitir que el egoísmo está llamado á
preceder al patriotismo en la gerarquia de los obreros y servidores del
progreso nacional.
Los adelantos del país deben marchar necesariamente en proporción
directa del número de sus egoístas inteligentes, laboriosos y enérgicos,
y de las facilidades y garantías que su egoísmo fecundo y civilizador
encuentra para ejercerse y desenvolverse.
L a sociedad sud-americana estaría salvada y asegurada en su porvenir de libertad y de progreso, desde que fuese el egoísmo inteligente
y no el patriotismo egoísta el llamado á construir y edificar el edificio
de las Repúblicas de Sud-América.
Y como no es natural que el egoísmo sano descuide el trabajo de su
propio engrandecimiento individual, so pena de dañar á su interés
cardinal, se puede decir con verdad perfecta, que el progreso futuro
de Sud-América está garantido y asegurado por el hecho de quedar
bajo el protectorado vigilante del egoísmo individual, que nunca
duerme.
La omnipotencia de la Patria, convertida fatalmente en omnipotencia del gobierno en que ella se personaliza, es no solamente la negación
de la libertad, sino también la negación del progreso social, porque
— 177 —
ella suprime la iniciativa privada en la obra de ese progreso. El
estado absorbe toda la actividad de los individuos, cuando tiene absorbidos todos sus medios y trabajos de mejoramiento. Para llevar á
cabo la absorción, el Estado engancha en las filas de sus empleados á
los individuos que serian mas capaces entregados á sí mismos. E n
todo interviene el Estado y todo se hace por su iniciativa en la gestion de sus intereses públicos. El Estado se hace fabricante, constructor, empresario, banquero, comerciante, editor y se distrae así de
su mandato esencial y único, que es protejer á los individuos de que
se compone, contra toda agresión interna y externa. En todas las
funciones que no son de la esencia del Gobierno, obra como un ignorante y como un concurrente dañino de los particulares, empeorando
el servicio del país, lejos de servirlo mejor.
La materia ó servicio de la administración pública, se vuelve industria y oficio de vivir para la mitad de los individuos de que se compone la sociedad. Eí ejercicio de esa industria administrativa y política,
que es mero oficio de vivir, toma el nombre de patriotismo, pues toma
el aire de Servicio á la Patria el servicio que cada individuo se hace
hacer por la Patria para vivir. Naturalmente toma entonces el semblante de amor á la Patria — gran sentimiento desinteresado por
esencia—-el amorá la mano que procura el pan de que se vive. ¿Cómo
no amar á la Patria como á su vida, cuando es la Patria la que hace
vivir ?
Así el patriotismo no es religion como en los viejos tiempos griegos
y romanos, ni es siquiera superstición ni fanatismo. Es muchas veces
mera hipocresía en sus pretensiones á la virtud y en realidad una
simple industria de vivir.
Y como los mejores industriales, los mas inteligentes y activos son
los inmigrantes procedentes de los países civilizados de la Europa y
esos no pueden ejercer la industria-gobierno, por su calidad de
extranjeros, el mal desempeño del industrialismo oficial viene á dañarlos á ellos, á contener su inmigración y perjudicar á los nacionales que
no tienen trabajo en los talleres privilegiados de la administración
política.
Si mas de un joven en vez de disputarse el honor de recibir un
salario como empleado ó agente ó sirviente asalariado del Estado,
-prefiriese el de quedar señor de sí mismo en el gobierno de su granja ó
T. VIII.
12
— 178 —
propiedad rural, îa Patria quedaría desde entonces colocada en el
camino de su grandeza, de su libertad y de su progreso verdadero.
Otro de los grandes inconvenientes de la noción romana de la Patria
y del patriotismo para el desarrollo de la libertad, es, que como la
Patria era un culto religioso en su origen, ella engendraba el entusiasmo y el fanatismo, es decir, el calor y la pasión que ciegan.
De ahí nuestros cantos á la Patria entendida de un modo místico,
que han excedido á los cánticos religiosos del patriotismo antiguo y
pagano.
El entusiasmo, ha dicho la libre Inglaterrra por la pluma de Adam
Smith, es el mayor enemigo de la ciencia, fuente de toda civilización y
progreso. El entusiasmo es un veneno que como el opio hace cerrar
los ojos y ciega el entendimiento : contra él no hay mas antídoto que
la ciencia, dice el rey de los economistas.
En la América del Sud envenenada con ese tósigo, el entusiasmo es
una cnlidad recomendable, lejos de ser enfermedad peligrosa ( i ) .
La libertad esfria y paciente de temperamento; racional y reflexiva,
no entusiasta como lo demuestra el ejemplo de los pueblos sajones,
realmente libres. Los americanos del Norte como los ingleses y los
holandeses, tratan sus negocios políticos no con el calor que inspiran
las cosas religiosas, sino como lo mas prosaico de la vida, que son
los intereses que la sustentan. Jamás su calor noderno llega al
fanatismo.
El entusiasmo engendra la retórica, el lujo del lenguaje, el tono
poético que va tan mal á los negocios, y todas las violencias de la frase,
precursoras de las violencias y tiranías de la conducta.
En esas pompas sonoras de la palabra escrita y hablada, que es
peculiar del entusiasmo, desaparece la idea, que solo vive de la
reflexion y de la ciencia fría.
De ahí es que los americanos del Norte, los ingleses y los holandeses
no conocen esa poesía patriótica, esa literatura política, que se exhala
en cantos de guerra, que intimidan y auyentan á la libertad en vez de
(i) Smith, " Riqueza de las Naciones" libro V cap. I,
— 179 —
atraerla. Los americanos del Norte no cantan la libertad pero la
practican en silencio.
La libertad para ellos no es una deidad; es una herramienta ordinaria, como la barreta y el martillo.
Todo lo que falta á Sud-América para ser libre como los Estados
Unidos, es tener el temperamento frió, pacífico, manso y paciente para
tratar y resolver los negocios mas complicados de la política, que l o e s
también de los ingleses y de los holandeses, el cual no excluye el calor
á veces, pero no vá jamás hasta el fanatismo, que enceguece y extravía.
La Francia entra en la libertad á medida que contrae ese temple realmente viril, es decir, frió.
El entusiasmo patrio es un sentimiento peculiar de la guerra, no de
la libertad, que se alimenta de la paz. L a guerra misma se ha hecho
mas fecunda desde que ha cambiado el entusiasmo por la ciencia, pero
es mas hija del entusiasmo que de la ciencia.
Por qué vínculo misterioso se han visto hermanadas en la América
del Sud las nociones de la Patria, la libertad, el entusiasmo, la gloria,
la guerra, la poesía, á que hoy se debe que se traten con tanta pasión
las cuestiones públicas, que permanecen» indecisas precisamente porque
no son tratadas con la serenidad y templanza, que las haría tan espeditivas y faciles?
No es difícil concebirlo. Vista la Patria como fué considerada por
las sociedades griegas y romanas, á cuyos ojos era una institución
religiosa y santa, la Patria y su culto llenaron los corazones del entusiasmo inexplicable de las cosas santas. Del entusiasmo al fanatismo la
distancia no fué larga. L a Patria fué adorada como una especie de
divinidad y su culto produjo un entusiasmo ferviente como el de la
religion misma. En la independencia natural y esencial de la Patria
respecto del extranjero, se hizo consistir toda su libertad, y en su omnipotencia se vio la negación de toda libertad individual capaz de
limitar su autoridad divina. Así el guerrero fué el campeón de su
libertad contra el extranjero, considerado como enemigo nato de la
independencia patria, y la gloria humana consistió en los triunfos de
— 18Ô —
la lucha sostenida en defender la libertad de la patria contra toda dominación de fuera.
L a guerra tomó así su santidad de la santidad de su objeto favorito,
que fué la libertad de la Patria, la defensa de su suelo sagrado y de la
santidad de los estandartes, que eran sus símbolos bendecidos de la Patria, su suelo y sus altares entendidos como los griegos y romanos en
un sentido religioso. Consideradas de ese punto de vista las cosas, la
Patria fué inseparable de ellas, el entusiasmo que infundían las cosas
santas y sagradas. L a Patria omnipotente y absoluta absorbió la personalidad del individuo, y la libertad de la Patria, eclipsando la libertad
del hombre, no dejó otro objeto legítimo y sagrado á la guerra, que la
defensa de la independencia ó libertad de la Patria respecto del extranjero, y su omnipotencia respecto del individuo, que era miembro de
ella.
Así fué como en el nacimiento de los nuevos Estados de Sud-América, San Martin, Bolívar, Sucre, O'Higgins, los Carrera, Belgrano,
Alvear, Pueyrredon, que se habían educado en España y tomado allí
sus nociones de patria y libertad, entendiendo la libertad americana á
la española, la hicieron consistir toda entera en la independencia de los
nuevos Estados respecto de España, como España la había entendido
respecto de Francia, cuando la guerra con Napoleon I.
Esos grandes hombres fueron sin duda campeones de la libertad de
América, pero de la libertad en el sentido de la independencia de la
Patria respecto de España; y si no defendieron también la omnipotencia de la Patria respecto de sus miembros individuales, tampoco defendieron la libertad individual entendida como límite del poder de la
Patria ó del Estado, porque no comprendieron ni conocieron la libertad
en ese sentido, que es su sentido mas precioso. {Dónde, de quién
podían haberla aprendido? ¿De España, que jamás la conoció, en el
tiempo en que ellos se educaron allí ?
Washington y sus contemporáneos no estuvieron en ese caso, sino
en el caso opuesto. Ellos conocían mejor la libertad individual que la
independencia de su país, porque habían nacido, crecido y vivido desde
su cuna, disfrutando de la libertad del hombre, bajo la misma dependencia de la libre Inglaterra.
Así fué que después de conquistar la independencia de su patria, los
individuos que eran miembros de ella se encontraron tan libres como
— 181 —
habían sido desde la fundación de esos pueblos, y su constitución, d e
nación independíente, no I1Î20 sínó confirmar sus viejas libertades interiores, que ya conocían y manejaban como veteranos de la libertad.
La gloria de nuestros grandes hombres fué mas deslumbrante, porque nació del entusiasmo que produjeron la guerra y las victorias de la
independencia de la Patria, que nació omnipotente respecto de sus
individuos, como lo había sido la madre patria bajo el régimen omnímodo del gobierno de sus reyes, en que la Patria se personificaba. L a
gloria omnipotente de nuestros grandes guerreros de la independencia,
como nacia del entusiasmo por la Patria, que habia sido todo su objeto,
porque la entendían en el sentido casi divino que tuvo en la vieja Roma
y en la vieja España ; la gloria de nuestras grandes personalidades
históricas de la guerra de la Independencia de la Patria, continuó eclipsando á la verdadera libertad, que es la libertad del hombre, llegando
el entusiasmo por esos hombres simbólicos hasta tomar á la libertad
sus altares mismos.
Este es el terreno en que se han mantenido hasta aquí la dirección
de nuestra política orgánica y nuestra literatura política y social, en
que las libertades de la Patria han eclipsado y hecho olvidar las libertades del individuo, que es el factor y unidad de que la Patria está formada.
¿De dónde deriva su importancia la libertad individual? De su
acción en el progreso de las naciones.
Es
bajo
—
—
una libertad multíplice ó multiforme, que se descompone y ejerce
estas diversas formas:
Libertad de querer, optar y elegir.
Libertad de pensar, de hablar, escribir : — opinar y publicar*
— Libertad de obrar y proceder.
— Libertad de trabajar, de adquirir y disponer de lo suyo.
— Libertad de estar ó de irse, de salir y entrar en su país, de locomoción y de circulación.
— Libertad de conciencia y de culto.
— Libertad de emigrar y de no moverse de su país.
— 182 —.
— Libertad de testar, de contratar, de enageiiar, de producir y
adquirir.
Como ella encierra el círculo de la actividad humana, la libertad individual, que es la capital libertad del hombre, es la obrera principal é
inmediata de todos sus progresos, de todas sus mejoras, de todas las
conquistas de la civilización, en todas y cada una de las naciones»
Pero la rival mas terrible de esa hada de los pueblos civilizados, es
la Patria omnipotente y omnímoda, que vive personificada fatalmente
en gobiernos omnímodos y omnipotentes, que no la quieren porque es
límite sagrado de su omnipotencia misma.
Conviene, sin embargo, no olvidar que así como la libertad individual
es la nodriza de la Patria, así la libertad de la Patria es el paladium d e
las libertades del hombre, que es miembro esencial de esa Patria. P e r o
¿ cuál puede ser la Patria mas interesada en conservar nuestras personas y nuestros personales derechos, sino aquella de que nuestra persona es parte y unidad elemental?
Por decirlo todo en una palabra final, la libertad de la Patria es una
faz de la libertad del hombre civilizado, fundamento y término de todo
el edificio social de la humana raza.
LA REPÚBLICA ARGENTINA
CONSOLIDADA EN" 1880
CON LA CIUDAD DE BUENOS AIRES POR CAPITAL
POR
J. B. ALBERDI
PREFACIO
¿ C o n q u e motivo ha sido escrito este libro? Todos saben que su
autor, emigrado en Chile durante la tiranía de Rosas, escribió después
de su caida, en 1852, el libro de las Bases, y el proyecto de Constitución para la República Argentina, que tuvo la sanción casi total del
pais y del Congreso Constituyente de Santa-Fé, en 1853.
Estando el edificio levantado sobre esos fundamentos á la mitad de
su construcción, á los 30 años de principiado se ha renovado la situación que alió lugar á su comenzamiento, y el autor, siguiendo el movimiento organizador del país, se ha creído llamado á trabajar en el
acabamiento de la obra, que ayudó á comenzar, escribiendo el presente
libro, especie de segunda mitad complementaria del libro de las Basesy
que el autor publica con el mismo espíritu patriótico, por el mismo
móvil desinteresado que lo determinó á escribir las Bases*
Tratándose hoy de la cuestión de Capital, que en este país abraza
todas las cuestiones de su política, porque su Capital natural encierra
todos los elementos de poder de la Nación, {quién extrañaría ver mezclarse á este estudio, al que le consagró tantos anos de su vida, y en
ocasión en que se trata de completar la obra de 1852? Como se completan los dos cambios de 1852 y 1880, así se completan los dos libros,
escritos para servir al mismo trabajo de organización regular.
¿Qué necesita ese trabajo en esta vez? Obra un poco inconsciente
de sus colaboradores mismos, necesita ser explicada, comprendida, sostenida por ellos y por todos los que tienen interés en la permanencia
y duración de la paz.
— 186 ¿Cuál móvil, sino su patriotismo probado p u e d e ser el motivo determinante del autor eti esta vez, como en 1852 ?
¿Si los que aplaudieron las Bases¡ desaprobasen el corolario de ellas,
estaría la instabilidad del lado del autor? { No está el presente libro
por la Capital en la ciudad de Buenos Aires, c o m o lo estuvo, hace 30
años, su libro de las Bases f
Escribe hoy, como entonces, con la independencia del ciudadano que
interviene, como tal, en la discusión de negocios fundamentales de su
país. Escribe para servir al orden regular, á la libertad, á la paz, por
los mismos medios que cuando escribió las Bases.
Es hoy, como entonces, el principal medio d e pacificar los espíritus
y disponerlos á la confianza, que es el alma de los negocios, el explicar
la cuestión y la solución que mas han preocupado y dividido á la opinion de este país.
Explicar la razón de ser del cambio ocurrido, es demostrar la razón
que su resultado tiene de durar y permanecer, cuando ese resultado
es, nada menos, que la consolidación del Estado A r g e n t i n o , con la ciudad de Buenos Aires p o r base y Capital.
Este cambio es tan grande, que solo tiene dos precedentes en la historia argentina de este siglo: i ° la revolución d e Mayo de 1810, en
que la monarquía colonial española fué reemplazada por la República
Argentina independiente: 20 la revolución que derrocó á la dictadura
de Rosas, en que las Provincias argentinas, abriendo sus puertos fluviales al comercio directo del mundo, tomaron la p a r t e de renta y
poder que hasta entonces había monopolizado el Gobierno de la Proviñeta-Metrópoli de Buenos Aires, por las leyes coloniales.
Dudar de la estabilidad de una solución que tanto sirve al interés
bten entendido de la Provincia de Buenos Aires, como al de la Nación
Argentina, es menos lícito que admitir como revocables las revoluciones de Mayo de 1810 y de Febrero de 1852.
Son de esos hechos q u e por las leyes naturales de la historia no
tienen restauración; y cuando la tienen, es la momentánea resistencia
de la rutina e» lucha con el poder invencible de la gravitación de
nuestra naturaleza perfectible hacia lo mejor.
— 187 —
No son personas, son instituciones las que han caído en el cambio de
1880; son )as Leyes de Indias y la Ordenanza de Intendentes\ con su
obra mas genuina, que era la Capital-Provincia de Buenos Aires, en ]a
forma que esas leyes le dieron para avasallar al pueblo argentino,
cuando era colonia de España.
A los setenta años de la revolución de Mayo contra el viejo régimen,
la vida de esa institución monarquista y colonial, continuaba siendo un
anacronismo, una distracción, un olvido de la revolución de Mayo. E r a
tiempo de ultimar á ese resto de la máquina monarquista que nos quedaba como negación de la República,
Tan imposible como fuera restaurar nuestro antiguo régimen, las
Leyes de Indias y la Ordenanza de Intendentes que lo constituían, así
seria la restauración de la Capital, que, para esas leyes, era toda la
cuestión del Reino, como es hoy para nosotros la cuestión de Buenos
Aires, toda la cuestión de la República. La República ha renacido ó
acabado de nacer como régimen político, el dia que ha cesado de existir
la vieja institución monarquista de la Capital Provincia, en que vivió el
régimen colonial hasta 1880.
Nada probana mayor ceguedad en cosas de Estado, que la esperanza
de restauración del orden de cosas que acaba de desaparecer, como si
este cambio no fuese del todo diferente de cuantos han ocurrido hasta
aquí. Seria no ver que lo que ha caído esta vez no es un poder personal, sino la razón de ser, la causa del poder desaparecido. Esa razón
era la integridad de la Provincia-Metrópoli, compuesta de la ciudad y
campaña de Buenos Aires. Esa integridad es la que ha desaparecido
para toda la vida de la República Argentina, junto con su razón de ser,
que era el poder colosal, aumentado por su integridad misma. En esto
está lo original y excepcional de este cambio, y lo que hará impracticable su revocación.
Esa integridad es lo que dejaron en pié las revoluciones anteriores,
y como con ella se dejaba á los caídos el poder todo entero, que los
habia tenido arriba, con ese mismo poder restauraban su antiguo ascendiente desorganizador.
Es lo que sucedió cuando la revolución de Setiembre de 1852, cuando los pactos de Junio y de Noviembre, cuando la reforma de la Constitución nacional de 186o. Eso es lo que no ha sucedido ni sucederá
esta vez, porque la division de la Provincia-Metrópoli^ en dos partes,
— 188 —
ha quitado á los reaccionarios, para siempre, su antiguo poder, cuya
plaza fuerte era la ciudad de Buenos Aires. Para subir de nuevo necesitarán restaurar la unidad de la Provincia, quitar á la ciudad de
Buenos Aires su rango de Capital de la Nación, y echar fuera de ella á
sus autoridodes. ¿Podrían hacerlo? ¿Con qué poder? ¿Con frasea
calurosas y elocuentes?
Hablamos aquí con la imparcialidad del que discute una cuestión de
ciencia.
L a mejor prueba de la imparcialidad con que están aquí apreciados
los hechos y cosas referentes al cambio de 1880, es el método impersonal seguido por el autor, de juzgar á las personas de nuestro mundo
político como instrumentos de las cosas, y no á las cosas como instrumentos de las personas.
¿No es mejor y mas consolador que puedan explicarse los vicios de la
política y de los políticos por los vicios de las instituciones, de que han
sido ellos mismos productos é instrumentos? Esta impersonalidad
tiene de bueno, que disminuyela responsabilidad del gobernante y prepara y conduce á la reconciliación de los hombres y partidos, por la
indulgencia mutua de su conducta errónea.
Pero no son los hombres y los gobiernos lo que aquí se explica por
las cosas é instituciones, sino los pueblos mismos; y de esas cosas é
instituciones, las que mas poder tienen en su conducta, son aquellas que
por mas tiempo los han gobernado, y bajo cuyo gobierno han nacido,
crecido y recibido su educación y manera de ser. Aquí esas cosas é
instituciones dominantes, son las del antiguo régimen, que como vivenclandestinamente, por estar condenadas á morir, no están escritas, pero
su gobierno invisible y latente está mas vivo y animado que el de las
leyes escritas.
De esas instituciones del antiguo régimen, la primera, la mas fuerte,.
la mas activa, la mas duradera, ha sido la de su Provincia-Metrópoli', en,
que ha vivido todo el reino colonial de España, en sus Provincias del
Rio de la Plata. En su Provincia-Capital'de Buenos Aires, fué constituido su vireínato entero, no solamente por la palabra de sus leyes=
orgánicas, sino por la acumulación real hecha dentro de ella, de todos
los medios y fuerzas de gobierno que el vireínato contenia dentro de
esa residencia obligada del Gobernador-Virey, revestido de un poder
extraordinario, ilimitado.
— 189 —
« Ha de continuar el Virey de Buenos Aires, decía la Ordenanza de
Intendentes constitutiva del Vireinato, con todo el lleno de la superior
autoridad y omnímodas facultades, que le conceden mi real título y las
Leyes de Indias, como á Gobernador y Capitán General en el distrito
de aquel mando, á cuyos altos empleos correrá agregado el de Presidente de la Audiencia y Cancillería, que tengo resuelto establecer en
la expresada c a p i t a l . . . »
Dejando intacta y entera esa institución, mas que monárquica, cuando fué proclamada la República, se creó una libertad escrita, al lado de
una monarquía no escrita, pero viva y palpitante, que siguió gobernando los actos y las voluntades de los que mandaban y de los que obedecían como republicanos, es decir, de los gobiernos y de los pueblos.
Esta es la institución que el reciente cambio complementario de los
de Mayo de 1810 y F e b r e r o de 1852, ha hecho cesar para siempre,
haciendo para el futuro materialmente imposible la reaparición de esos
gobiernos é influjos, casi omnímodos, que antes de ahora se perpetuaron en el poder, por el mero hecho de tener por residencia la CapitalProvincia^ razón de ser y causa de su influencia omnímoda.
Debemos al lector algunas explicaciones que es llegado el tiempo
de darle, sobre puntos relativos á la forma de este libro.
Repetir demasiado las cosas, incurrir en redundantes explicaciones
de cosas ya explicadas, como se hace á menudo en este libro, no es tratar al lector con esa urbanidad que Montesquieu usaba cuando dejaba
sus frases medio acabadas, por no privar al lector del gusto de acabarlas por su propia penetración.
Nos confesamos del pecado de haber faltado á esta regla, pero no sin
excusa. No siendo el presente un Hbro de recreo, ni de bella literatura, sino de negocios serios y complicados, como de ordinario son los
de política, hemos preferido la manera habitual del profesor, que no
desdeña la redundancia, cuando conviene á la claridad. Tampoco
pueden ser familiares al lector ordinario los principios de materias que
no se han discutido ante él muchas veces. Donde la cuestión de una
capital para la Nación se ha dejado de tratar como inoportuna y fastidiosa, no puede ser familiar al común de los lectores la inteligencia del
— 190 —
asunto, y nos ha parecido la redundancia el mas perdonable de los
abusos.
Por otra parte, hemos temido que de este inmenso cambio no abriguen perfecta conciencia ni los que lo han realizado, ni los que lo lian
sufrido, ni los que han ganado, ni los que han perdido, por lo cual nos
hemos creído autorizados para ser redundantes hasta el fastidio.
Esto probaria que el cambio se ha impuesto á los unos y á los otros,
con el poder despótico de la evolución, que preside al progreso natural de la vida civilizada en la América del Sud. ¡ Q u é i m p o r t a ! ¿Cuál
nación, cuál organismo nacional ó individual no se ha visto en este
caso? Nosotros somos la obra de leyes y fuerzas naturales que nos
hacen y forman sin nuestra intervención, y que nosotros creemos hacer
y gobernar á nuestra voluntad. Estas son las leyes y fuerzas que harán de Sud-América un mundo igual á todo lo que los mundos conocen
de mas ftdiz y perfecto, apesar nuestro y de nuestros desaciertos, de
todas nuestras desafecciones y resistencias.
De otra falta adolece la composición de este libro, que necesita del
perdón de su lector, la cual consiste en frecuentes anacronismos de
expresión, que el autor comete cuando habla en tiempo presente, v. g.
de cosas pretéritas, y vicc-versa.
La causa de este defecto, viene de que su composición ha durado
tanto como la crisis de que es un estudio, practicado al paso de los
acontecimientos, tan variados y contradictorios, como han sido los del
año 1880.
Otra advertencia dirigida á la bondad del lector. Muchas veces,
cuando el autor explica sus afirmaciones por los hechos de nuestra historia, no repite la historia que dictan los documentos á la letra. Dice
á veces lo que ellos callan, para dejar entender mejor por la cautela de
su silencio, la verdad que eluden, tal vez por algún miramiento, cuyo
motivo no aparece. Para equivocar el sentido de un hecho, no hay á
veces mejor medio que leer al pié de la letra el documento que pretende ser su prueba. Así, por ejemplo, leído á la letra el primer
documento de nuestra historia, que es la acta de la Revolución de Mayo,
— 191 —
esta revolución no fué hecha contra el Rey de España, sino en su servicio y defensa.
Está dividido el libro en dos partes principales, como los objetos tratados en él, á saber: la Primera Parte, que mira á la cuestión de
Capital y su solución, del punto de vista d e la Nación Argentina; y la
Segunda Parte, que las considera del punto de vista de la Provincia de
Buenos Aires. No siendo ambas materias sino dos faces de una misma,
no ha podido el autor dejar de infringir á menudo la línea divisoria de
simple método, que parece separarlas.
Un consuelo deja al lector la acumulación de tantos defectos, y es
que todos ellos pueden remediarse en ulterior edición, al favor de tiempos mas reposados y de la colaboración misma de la crítica, que no
dejará, tal vez, de provocar este ensayo, que de veras no pasa de tal, ó
de embrión de un libro, que el autor revisará, tal vez, mas tarde, si
valiese en su opinion la pena de ser dos veces editado.
Buenos Aires, Abril 24 de 1881.
- •^
^
INTRODUCCIÓN
I
EI país que hoy es la República Argentina fué por tres siglos, hasta
i 8 i o , p a r t e accesoria de una monarquía absoluta, perteneciente á
E s p a ñ a ; es decir, un reverso secular de lo que es hoy.
S u Gobierno tenia por jefe á un Virey, armado de poderes ilimitados y absolutos, que le fueron dados por el Rey, en leyes y ordenanzas
coloniales que formaban el Código conocido con el nombre de Leyes
de Indias y Ordenanza de Intendentes.
E s t e Vireinato se componía de ocho Intendencias provinciales y tres
Gobiernos especíalesT e n i a por Capital y residencia d^\ Virey, su jefe, á la mayor de sus
Provincias, que era la de Buenos Aires.
E s t a Provincia-Metrópoli, como la llamaba la Ordenanza de Intendentes ¡ con tenia y debia contener todos los elementos del poder material necesario para componer el poder central, absoluto y omnímodo
de que estaba revestido el Virey, para gobernar á todo el Reino, sin
limitación ni control.
Pitra hacer efectiva esta concentración del poder absoluto del Virey,
fué compuesta la Capital de su residencia, de dos países unidos, á
s a b e r : la Provincia de Buenos Aires, propiamente dicha, y la Ciudad
de Buenos Aires; y para el gobierno inmediato, directo y exclusivo de
T. MÎT.
13
— 194 —
este agregado de dos países, recibió el jefe de la více-monarquía colonial, el encargo de dos gobiernos, á saber: el de Gobernador de la
Provincia de Buenos Aires y el de Virey y Capitán General de todo el
Vir; inato.
La ciudad ribereña de su residencia, Buenos Aires, fué el indispensable y único puerto de entrada y salida que tuvo el Reino entero, para
el tranco y cambio de sus productos naturales, con los artefactos que
recibía de Europa«
De este modo, la renta de ese tráfico se encontró acumulada bajo
las manos del Virey, y con la Aduana y el crédito, del monopolio de
todo el tránsito fluvial y terrestre del país entero, por estar el puerto
de Buenos Aires en la embocadura del Rio de la Plata.
El Virey fué omnipotente, no solo por las leyes escritas, sino por los
elementos reales del poder efectivo de todas las Provincias, q u e las
leyes concentraron en Buenos Aires, y pusieron en manos del ViceMonarca, que allí tenia su residencia.
La Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, tuvo que ser en fuerza,
extension y recursos, tan poderosa casi como el Vireinato todo entero,
para llevar á cabo su papel, que era el de conservar la vida de la
monarquía colonial, contra toda resistencia nacida de los vasallos
omnímodos y absolutos, y de los vecinos extranjeros.
Así, toda la monarquía hîspano-americana del Plata, tuvo por base
y fundamento á su Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, compuesta de
dos países y dos Gobiernos, que venían á ser el país rural de la
Provincia, tan vasta como un tercio del Reino, y la ciudad de Buenos
Aires, tan grande como la mitad de las ciudades capitales internas reunidas; y sus dos gobiernos, que venían á ser el inmediato y exclusivo
de la Provincia de Buenos Aires, el del Gobernador, y el del Virey y
Capitán General del Vireinato, compuesto de todas las Provincias del
Rio de la Plata.
Por esa Constitución todas las Provincias del Plata dependían de la
Provincia-Metrópoli, ó Capital de Buenos Aires, como esta Provincia
misma y todo el Vireinato, dependían del Soberano de España, su
dueño y señor, á título de descubridor, conquistador, poblador y o r g a nizador del Reino argentino.
Había, según esto, dos dependencias: una, interior y doméstica d e
— 195 —
1as Provincias del país respecto de la Provincia-Metrópoli',
exterior é intercontinental del país entero respecto de España.
otra,
Cuando la revolución de América rompió esta última dependencia
en perjuicio de la dominación española y de la soberanía de su monarca en las Provincias argentinas, la soberanía de las Provincias, que
fué del Rey de España, pasó nominal mente á manos del pueblo de las
Provincias emancipadas dei Rey.
Pero esas Provincias emancipadas de la Metrópoli española, quedaron dependientes de Ja Metrópoli-territorial, por haber dejado en pié
la máquina realista que formaba el poder omnipotente y omnímodo
del Virey en las Provincias ; la cual residia en la forma y composición
de la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, compuesta de la union de
dos países y dos gobiernos.
Los dos países y los dos gobiernos que estuvieron unidos en manos
del Virey-Gobernador del Vireinato y de la Provincia-Metrópoli, quedaron, por la falta ó ausencia del Virey, en las manos del Gobernador
de Buenos Aires, que fué, de hecho, una especie de Virey ó de Presidente del Reino entero, transformado por la Revolución, en República
Argentina.
L a República fué gobernada por el Gobierno que gobernó al
Vireinato, en el mero hecho de conservar el depositario de ese gobierno en sus manos, á la doble Capital compuesta de la Provincia y
Ciudad de Buenos Aires, que contenia el puerto, el monopolio del
tráfico, el de su renta y de su crédito, en una palabra, el de su poder
real y efectivo todo entero.
L a soberanía del pueblo argentino, compuesto del pueblo de todas
las Provincias Unidas en un solo cuerpo de Estado, quedó existiendo
nominalmente, mientras la máquina ó fábrica del poder real, quedó
intacta, como antes estaba bajo el Gobierno de España y de su Virey
de Buenos Aires.
Así se vieron coexistiendo en la nueva Nación, dos Gobiernos nacionales, uno de hedió, que era el tenedor de la Provincia-Metrópoli, en
que estaba organizado y montado el poder real; y otro de derecho, que
se titulaba un Gobierno, y lo era, pero un Gobierno sin poder y de
mero nombre, á causa de que no poseía la máquina productora del
poder soberano, real y efectivo, el cual está en kiposesion de la juris
— 196 —
dicción directa, inmediata, exclusiva, sobre el suelo, el pueblo, las cosas
y establecimientos de su residencia.
Y como en esta distribución del poder jurisdiccional, cada Provincia
imitó y asumió la actitud de la Provincia-Metrópoli,
para con el nuevo
soberano, que era el Pueblo Arg entino ¡ compuesto de la union de todas
ellns, resultó que en cualquier parte en que se vieron coexistiendo los
dos Gobiernos, el de la Nación y el de la Provincia, este último se
encontró poseedor del poder mas ventajoso y real, que era el poder
inmediato, directo y exclusivo sobre la Provincia y Ciudad de su común
residencia; el otro fué un mero huésped. El que de ?wmbrc, se decía
jefe supremo del otro, era, en el hecho, el agente real de su agente
nominal.
L a fuerza efectiva y real de que dispuso el Gobierno Nacional en
1880 para vencer de hecho á su agente el Gobernador de Buenos Aires,
no ha sido un desmentido de la verdad que dejamos sentada; porque
los elementos y materiales de esa fuerza, fueron extraídos de Buenos
Aires, medio clandestinamente, durante el tiempo en que el Gobierno
Nacional coexistió en esa residencia con el Gobierno Provincial de ella,
que de ese modo se encontró desarmado el dia que la elección presidencial transformó su conflicto permanente y pasivo, en la guerra
civil de que la ciudad de Buenos Aires fue teatro.
Si el Presidente Avellaneda y el General Roca no hubiesen residido
y sacado de Buenos Aires, al favor de esa residencia, sus empleos, su
autoridad, sus armamentos y recursos de guerra, no habrían tenido
elementos de qué disponer para vencer al Gobernador, poseedor directo y exclusivo de la Provincia-Metrópoli, en que todo eso estaba
absorbido.
Dividir á esta Metrópoli provincial argentina en los dos elementos,
cuya union sirvió para constituir el poder omnipotente y soberano del
Gobernador- Virey, residente en ella, con jurisdicción local, exclusiva y
directa, era el remedio que al cabo de setenta años perdidos se ha
adoptado, al fin, dando al Presidente, como jefe supremo de la República, la residencia y autoridad que tuvo el Vire}', como jefe supremo
del Vireinaio.
— 107 —
Esta division del poder, de la jurisdicción y de la residencia de la
Provincia-Metrópoli de las demás, de cuando formaron la monarquía
colonial, que perteneció al monarca de España ; esta division y distribución del poder metropolitano del Estado Argentino, basta para poner
en paz á los dos Gobiernos antagonistas, cuya lucha ha formado
el fondo de la historia de nuestras disensiones por mas de medio
siglo.
Tenia razón el Dr. Moreno, cuando en 1810, siguiendo á Montesquieu, el Tocqueville de la libertad británica, escribió estas palabras,
dedicadas al Congreso convocado para constituir el nuevo Gobierno de
la Patria:— «Licurgo fué el primero que, trabajando sobre las meditaciones de Minos, encontró en la division de los poderes el único freno
para contener al magistrado en sus deberes. El choque de autoridades independientes debia producir un equilibrio en sus esfuerzos....»
« Equilibremos los poderes y se mantendrá la pureza de la administración....» «He creído que el primer paso para entrar á las cuestiones
que anteriormente he propuesto, debe ser analizar el objeto de la
convocación del Congreso..-.»
« La convocación del Congreso no tuvo otro fin que reunir los votos
de los pueblos, para elegir un Gobierno Superior de estas Provincias,
que subrogase al del Vi rey y demás autoridades que habían caducado.
Buenos Aires no debió erigir, por sí mismo, una autoridad extensiva á pueblos que no habían concurrido con su sufragio á su instalación. »
Tratábase, pues, de un cambio fundamental de gobierno, erigido
sobre un nuevo principio de autoridad, que era el de la soberanía del
Pueblo Argentino, subrogada á la del Rey de España, que habia ejercido en su nombre, y como su representante, el Virey.
Dejar á este nuevo soberano bajo la preponderancia de la ProvinciaMetrópoli, que se habia construido para avasallar á los argentinos,
cuando eran colonos serviles de un soberano extranjero, no era
efectuar una revolución de sistema y de principio de gobierno, sino de
personas ; era dejar en manos de las personas ocupantes y tenedoras de
la Provincia-Metrópoli, depositaría de todo el poder real y efectivo del
país entero, el poder soberano que se arrancaba á la persona del Rey
de España.
No habia otro medio práctico y mecánico de poner la supremacía de
— 198 —
la nueva autoridad en manos del nuevo soberano argentino ( q u e e r a el
pueblo argentino), que entregar á su jefe y representante, el Presidente de su elección, la Ciudad-Capital, que habia sido la máquina de
poder y de autoridad soberanos, bajo el Gobierno monárquico, caducado el 25 de Mayo de 1810, nominalmente al menos.
Esto es lo que no se hizo, y por eso quedó siempre la autoridad
nacional del nuevo soberano, que era el pueblo argentino, en autoridad de mero nombre, quedando en realidad subordinado el soberanode derecho, al que era en realidad, Gobierno Nacional de hecho>, solo
porque era tenedor exclusivo de la vieja máquina del poder político del
país entero.
Esta es la máquina que se acaba de desarmar por la reciente ley de
Capital, para dar al soberano argentino, que es el pueblo de las
Provincias todas, una forma de Capita!, que dé á la Nación la parte del
poder que faltaba á su Gobierno, y que quite á la Provincia de Buenos
Aires la parte de poder que le sobraba.
Este cambio es nada en el sentido de que todo lo cambiado queda en
casa, pero la casa queda en paz, rica, poderosa y feliz-
11
Continuación del mismo asunto
El deber de una Provincia, en una Nación libre, es ocuparse de sí
misma ante todo, y de la Nación en seguida, en cuanto sirva á su autonomía. En este individualismo nacional y local á la vez, consiste la
libertad moderna de tipo sajón.
De este punto de vista debe considerar Buenos Aires la cuestión d e
Capital.
No conviene á esta Provincia la Capital que tuvo bajo el Vireînato,
porque estaba organizada como para producir el poder absoluto y
omnímodo que necesitaba ejercer el monarca por intermedio de su
Virey-Gobernador de Buenos Aires, encargado de conservar y defender
— 199 —
la vida de esta monarquía colonial, contra toda resistencia nacida en su
seno, ó venida del extranjero.
Para ello dio á su Virey dos gobiernos, el de la Provincia de Buenos
Aires y el del Víreinato todo entero; y para efectuar esta acumulación
de dos gobiernos en uno, formó la Capital del Reino de dos pueblos,
el de la Provincia y el de la Ciudad de Buenos Aires.
Toda la existencia y conservación de esta monarquía hispano-argentin a, depend i a del poder omnipotente que daba al Virey, la maquinaria
de una Provincia-Metrópoli, Capital de todas las del Vireinato; y á la
Provincia-Metrópoli, la aglomeración de su vasto territorio rural, con
la Ciudad-puerto, que era la aduana y tesorería del Reino entero.
EL medio natural de unir dos gobiernos en uno solo central y capital,
fué unir los dos países sujetos directamente á esos dos gobiernos.
De ahí ía unidad indivisible de la Provincia-Metrópoli,
expresamente
constituida para no tener dentro ni fuera del Vireinato, un contrapeso
capaz de disminuir la autoridad omnipotente del soberano, que lo era
el Rey de España, y su Virey en el Plata.
Si la unidad indivisible de la Provincia-Metrópoli, compuesta de dos
países y dos Gobiernos, tuvo por objeto asegurar la vida de la monarquía hispano-argentina, y la soberania.de su monarca español en su
Reino de la Plata, esa unidad perdía su razón de ser, desde el día en
que la soberanía del país pasaba de manos del Rey de España á las del
pueblo unido de las Provincias del Plata.
Este cambio requería, como condición de vida y de estabilidad, la
division de los dos gobiernos que acumulaba el Virey, el de Gobernador de Buenos Aires, y el de Virey de las Provincias del Reino, en dos
gobernantes separados; y Ja separación de ambos gobiernos requería,
como medio y condición esencial de ejecución, la division de ía Capitaî;
ó Provincia-Metrópoli, en sus dos países y pueblos componentes, á
saber: la Provincia de Buenos Aires, propiamente dicha, y la Ciudad ÚQ
Buenos Aires, de que fué inmediato el Virey de España, reemplazado«
por el poder de la Revolución, que dislocó la soberanía, y por el
Presidente de ia República Argentina erigida en nación independiente.
y soberana.
Esta es la division que debió hacer, pero que dejó de hacer la República el día de su aparición, en que suprimió al Virey.
Dejando subsistente la unidad de la Provincia-Metrópoli, se encontró
— 200 —
el G o b e r n a d o r de la Provincia de BLíenos Aires, por ausencia del
Virey, jefe inmediato d e la Ciudad de Buenos Aires, p o r el hecho de
hallarse en posesión de los dos países y de los dos gobiernos, que el
Virey asumía p o r la Constitución colonial q u e îo creó, para que su
p o d e r ilimitado no tuviese control nî contrapeso en el país que fué el
Vireinato español, y m a s t a r d e , la República Argentina.
C u a n d o el G o b e r n a d o r omnipotente no ejerció la tiranía del Virey,
-como hizo el G o b e r n a d o r Rosas, abusó de su omni potencia p a r a hacer
y deshacer P r e s i d e n t e s ; y cuando no se hizo Presidente él mismo, trajo
al Presidente hecho h a c e r p o r él, para residir hospedado en la Provincia
de su jurisdicción directa y exclusiva, con virtiendo á su jefe nominal en
s u agente real.
El G o b e r n a d o r d e B u e n o s Aires fué nuestro Príncipe
de Gales repu-
blicano ¡ h e r e d e r o n a t o del p o d e r supremo.
E s t e desquicio de q u e solo sacó partido el extranjero, porque dejó á
la Nación sin centro c a p i t a l , sin Gobierno, ó á su Gobierno nominal sin
el poder efectivo, con el q u e se quedó el Gobierno omnipotente de la
.Provincia-Metrópoli,
fué defendido por éste como un beneficio para
Buenos Aires; lo cierto es, q u e solo benefició al p o d e r armado q u e hizo
p e s a r el G o b e r n a d o r s o b r e la Provincia misma de su mando inmediato
y exclusivo.
Y siempre que ese resto del régimen monárquico subsista, los recursos del poder argentino, q u e él acumule en Buenos Aires, han de hacer
la riqueza y el p o d e r d e l G o b i e r n o suplantado al del Gobernador-Virey,
no el poder ni la riqueza del pueblo de Buenos Aires, suplantado al
pueblo de vasallos y colonos del Rey de España, (pie lo precedió.
L a España no fundó ni organizó esta colonia para enriquecer y
fortalecer á sus colonos y vasallos, sino p a r a enriquecer y fortalecer al
poder de
su C o r o n a
y de su real E r a r i o .
Hizo de su
organización una m á q u i n a de rentas y de poder, que usó desde luego
en avasallar y dominar á sus propios colonos.
Los únicos beneficiarios de esas rentas, eran el Rey y los agentes y
servidores del Rey, q u e hacian el servicio de su Gobierno. En América eran los Vi rey es, los magistrados, los G o b e r n a d o r e s y oficiales de
la Corona.
Después de caído el r é g i m e n realista, el Gobernador de la
Metrópoli
Provincia-
de Buenos Aires, conservado en plena República escrita, h a
— 201 —
dividido los beneficios de la indivision del poder y del país metropolitano, con otros Gobernadores cómplices y partícipes de las rentas que
el pueblo producía, pero que no gozaba; y la maquinaria de este nuevo
régimen, mera trasmigración del viejo, han sido esas ligas llamadas
federales de Gobernadores de Provincias, sin mas autonomía que la
necesaria para ayudar á mantener la de la Provincia-Metrópoli; usada
contra el pueblo de Buenos Aires, desde luego, y enseguida contra los
pueblos argentinos interiores.
Ni la Provincia de Buenos Aires, ni las otras Provincias, necesitan
perder su autonomía para servir ó facilitar la constitución del Gobierno Nacional, que ha de sostener y garantir su existencia en su mismo
interés propio y nacional.
La autonomía de salud y libertad consiste en el ahorro y empleo de
sus propias fuerzas provinciales, en servicio del adelanto de la Provincia propia, lo que no es sino mas provechoso á la Nación, de que la
Provincia es órgano y parte esencial.
La autonomía que absorbe las fuerzas vitales de otras Provincias,
para emplearlas en perjuicio y detrimento de las otras, no es autonomía, sino conjestion morbosa de un órgano, cuya nutrición deja á las
otras estén nadas.
La autonomía bien entendida, es ese localismo sano y natural, conocido con el nombre de espíritu comunal ó concejil, el cual hace la
grandeza de las sociedades libres en los pueblos sajones de Inglaterra,
Alemania y Estados-Unidos.
Es el particularismo puesto en armonía con el Imperio para apoyar
en ambos elementos amalgamados la prosperidad y desarrollo del
cuerpo social, como lo están en el cuerpo humano la vida del todo con
la vida del órgano ó del miembro. Son dos elementos esenciales de
todo organismo regular.
— 202 —
III
Continuación del mismo asunto
Buenos Aires no habría podido dejar de ceder la ciudad d e su nomb r e para Capital de la Nación Argentina, de que es p a r t e integrante,
sin dañar á sus intereses y libertades locales desde luego, y en seguida
á los intereses y garantías de la Nación entera.
Tal negación habría sido un desmentido del patriotismo nacional que
formó su blason de gloria, desde el nacimiento de nuestra Patria
argentina. L a Provincia ha pensado, al contrario, que todo lo que
necesitaba su autonomía bien entendida, para ser poderoso instrumento
de su engrandecimiento local, era desembarazar su actividad de los
cuidados estériles y peligros que le absorbe una ciudad, mas bien?
argentina y cosmopolita que portería^ por la generalidad de sus
intereses.
Negar la ciudad de Buenos Aires al Gobierno de la Nación Argentina, habría sido dejar a la Nación sin Capital, lo q u e en nuestro país
argentino es equivalente á dejar á la Nación sin gobierno, ó lo que es
igual, á su Gobierno sin poder, pues el poder real, con todos sus elementos argentinos, se encuentra ubicado en la ciudad de Buenos Aires,,
por la mano de España, que para constituir el gobierno absoluto y
omnímodo de su Virey en Buenos Aires, tuvo que concentrar todas las
fuerzas y elementos de poder del Vireinato entero, en la ciudad que
puso bajo la jurisdicción exclusiva y directa de su r e p r e s e n t a n t e omnipotente y soberano.
Y no bastando ese poder para dar á la Capital de las Provincias del
Plata, una autoridad sin límites y sin control, que interesaba á la vida
de-su colonia, le dio por anexo y campana la Provincia d e Buenos
Aires, propiamente dicha, resultando de esta union de la ciudad y
campana, la Provincia-Metrópoli de las otras, como era llamada por las
leyes coloniales con razón.
— 203 —
Esta union de dos cuerpos, ó países, respondía á los dos cargos que
acumulaba el Virey omnímodo, á saber: el de Gobernador de la
Provincia de Buenos Aires, y el de Virey de las Provincias todas
del Rio de la Plata,
Dejada sin razón de ser esta acumulación de poderes y territorios por la revolución de nuestra independencia, que trasladó la
soberanía argentina de manos del Rey de España á las del pueblo
argentino, la division de nuestra Provincia-Metrópoli en sus dos
cuerpos elementales, se hizo tan necesaria para la existencia de
nuestro nuevo régimen de soberanía popular, como había sido su
integridad para la existencia del antiguo régimen monarquista.
Base y fundamento de todo el edificio de nuestra monarquía
hispano-americana, la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, así construida, no pudo sobrevivir á la cuida del antiguo régimen, sin dejar
á la Nación entera bajo el vasal läge colonial de su capital territorial.
La consecuencia de ello fué, que ese orden de cosas, que había
sido el del Virey, no pudo dejar de reaparecer bajo la forma republicana de la dictadura de Rosas.
Bajo los dos Gobiernos, ¿ cuál fué Ja víctima de esa monstruosidad del poder omnímodo? Naturalmente la ciudad de Buenos
Aires, en que residía con jurisdicción inmediata y exclusiva, el jefe
indefinido é inconstituido de la Provincia-Metrópoli.
Después de ella eran víctimas del Gobierno omnipotente, así
conservado, la misma Provincia de Buenos Aires y todas las demás
de la Nación.
Las Provincias todas vivieron sin libertad, porque estuvieron privadas del ejercicio de su gobierno soberano ; estuvieron gobernadas
por Gobiernos que no emanaban de ellas. No es libre en realidad
el que no se gobierna á sí mismo.
Después de caido el Gobierno omnímodo de Rosas, que pesó sobre
Buenos Aires, ante todo, ¿ qué sucedió ? Que conservada la indivision
de índole y origen monarquista, en que vivió la Provincia-Metrópoli de
Buenos Aires, coexistieron en ella, por un compromiso, mas ó menos
tácito, su Gobernador local, revestido de la omnipotencia de hecho,
derivada de la integridad provincial de Buenos Aires, y el jefe de la
— 204 —
Nación, que era un poder nominal, en cuanto carecía de jurisdicción
inmediata y local, en la ciudad de su residencia.
Un conflicto perenne entre ambos Gobiernos, mas ó menos latente,
no pudo dejar de producirse y subsistir, en detrimento de la paz, de la
prosperidad y de la seguridad, tanto de Buenos Aires, como de )as
Provincias del país entero. La guerra estalló al cabo de 18 años de
una paz artificial, dispendiosa y no menos sangrienta que la guerra,
llegando la capital á ser teatro de una doble campaña militar, que la
llenó de un terror que no olvidará jamás.
Tenia sin embargo partidarios este sistema de la coexistencia de dos
Gobiernos, reputado por ellos tan normal como el de las primeras monarquías de Europa, porque duró 18 años.
El sistema del gobierno de Rosas, que duró mas que eso, seria también normal á ese título!
Sin la política de combate, en que ha hecho vivir á nuestro país por
18 años la institución anormal de dos Gobiernos eternamente incoherent es y rivales, muchos miles de argentinos y muchos millones de
nuestro tesoro perdidos en bregas de equilibrio interno, se habrían
ahorrado para nuestra prosperidad.
La division de nuestra antigua Provincia- Metrópoli, herramienta de
nuestro monarquismo colonial, lejos de ser la viuerie de Buenos Aires,
será la resurrección de su Provincia, propiamente dicha, que está llamada á ser, por este cambio, una nueva, opulenta y gloriosa Buenos
Aires. L a forma y condiciones en que el cambio se produce le deja
entero el número de los elementos, que la hacen ser la sección mas
rica y opulenta de la América del Sud.
El territorio que le deja su separación respecto de la ciudad es
tan grande, según acaba de notarlo el Times, como todo el de Inglaterra. L e queda entera toda su riqueza rural argentina5 le quedan
todos los puertos mayores de las costas marítimas del Sud. Queda en
sus manos casi todo el uso de! crédito público argentino, emitido por sus
dos grandes Bancos, de la Provincia y de Hipotecas. Queda su tesoro
provincial alijerado de la parte mas pesada de su deuda pública, que
es la deuda externa.
Separada de la ciudad de Buenos Aires, su campaña toma su gobierno en sus propias manos, lo que vale decir que se hace libre; y no
solo reasume su libertad por su separación, sino también su riqueza,
— 205 —
que hoy se absorbe y consume en la administración de la ciudad de
Buenos Aires, como si fuese su Metrópoli, ó como parte que es de esa
Metrópoli.
La ciencia nos enseña que toda ciudad que vive de salarios y sueldos
pagados por el Estado, es meramente consumidora, improductiva, de
goces y placeres; naturalmente pobre, bajo un exterior suntuoso.
Tales son las ciudades capitales que sirven de residencia á grandes
cuerpos administrativos de la Nación, cuyo trabajo, al decir de Adam
Smith, es improductivo y estéril, pues nada producen que pueda ser
objeto de cambio.
Los que no pueden desconocer el acierto y justicia de la solución que
hace de la ciudacl de Buenos Aires la Capital de la República Argentina, se limitan á objetar la forma y el momento de su realización. La
tachan de violencia y de inoportunidad. Sofismas antiguos bien conocidos, son esos.
Para los que cesan en el beneficio de un poder cualquiera, no hay
forma ni oportunidad de ejecutarlo, que no sean inconvenientes. No
es la forma la que los contraría, es el fondo de la medida ; es el término
del beneficio, no la manera de perderlo.
Las instituciones humanas son comunmente la obra de los acontecimientos, mas bien que el resultado tranquilo de apacibles deliberaciones. Cuanto mas grande es el cambio, mas parte tiene en él la
acción muda y breve del acontecimiento. Un ejemplo de ello fué el
cambio que nos libró de la dominación española; y otro fué mas tarde,
el que nos sustrajo á la tiranía de Rosas. No faltaron, sin embargo,
quienes objetaran á la forma y oportunidad de esos cambios vitales
para el país; como no faltaron objeciones á la forma y oportunidad del
evento que viene á completar y coronar la obra de la Revolución de
Mayo de iSicv, en la creación del Gobierno Nacional Argentino.
No se puede ni debe abandonar á la acción del tiempo la solución de
problemas como el de una capital para la Nación. Es como postergar
la terminación del edificio de su gobierno, cuando está sin techo.
El tiempo, que nada cambia ni mejora por sí mismo, afirma y robustece la imperfección de lo que está imperfecto.
Nuestra madre patria ha quedado á retaguardia de las naciones
europeas por haber esperado siglos á darse una capital definitiva y
adecuada á sus necesidades de progreso y de engrandecimiento. L a
— 206 —
ciudad de Madrid, su mala Capital, siempre provisoria, ha sido su calamidad definitiva, en la opinion de la Europa política.
Un sentimiento general se ha formado en nuestro país, de que toda
solución es preferible á la continuación àz\statu~quoy que nos ha ensangrentado y enlutado en 1880.
Cuatro veces ha confirmado nuestra historia, que la coexistencia del
poder nacional con el de Provincia en la misma ciudad, es causa inevitable de anarquía y de guerra civil. En 1810, fué el Gobierno de la
Junta Provisoria con el de los congresales nacionales, que se incorpo:
raron en ella; en 1824, fué el Gobernador Las Heras con el Gobierno
de los Unitarios, ensayado en Buenos Aires; en 1858, fué el Gobernador de Entre-Rios con el Presidente Derqui, coexistiendo en E n t r e
Ríos; por fin, este año de 1880, ha sido el Gobernador de Buenos
Aires con el Presidente de la República, coexistiendo ambos en esta
ciudad.
Siempre que el Gobierno Nacional Argentino estuvo hospedada en
una ciudad sujeta á un Gobernador de Provincia, fué gobernado tácitamente y virtualmente por el dueño de casa, es decir, por su agente
armado de la jurisdicción local y exclusiva de la común residencia, y la
Nación careció de gobierno efectivo, porque no tuvo Capital en que
ejercer su poder exclusivo y directo el Jeie Supremo de todo su suelo,
menos del que pisaba.
No sucedería lo mismo hoy día, aunque el Gobierno local de Buenos
Aires quede accidentalmente coexistiendo con el tie la Nación en esta
ciudad, por dos razones obvias: porque la coexistencia se produce
provisoriamente, hasta que la Provincia se dé por nueva Capital,
alguna de sus muchas ciudades, mayores en población que lo fueron
Valladoüd, Burgos, Madrid, ciudades de seis mil habitantes, cuando
Carlos V y Felipe II las habitaron como Metrópolis de sus Estados, en
que nunca se poniael so/, porque constaban de dos mundos; porque en
el intervalo el Gobierno que es agente constitucional, es el que queda
bajo la jurisdicción del Gobierno supremo de la Nación, y local y exclusivo de la capital de su residencia ; lo cual es mas regular, que lo fué
antes de ahora el caso opuesto.
En la Capital de Chile, no obstante su gobierno unitario, coexisten
el Intendente provincial de Santiago, y el Presidente de la República
toda, sin conflicto alguno.
— 207 —
Lejos de desaparecer por el cambio de autonomía provincial de
Buenos Aires, recobra nuevo espíritu y pujanza, como el gigante de la
fábula, por su amalgama con la Nación y sus altos destinos. Su autonomía moderna y liberal, no será la autonomía del tiempo de Rosas,
que absorbía la vitalidad de la Nación, no para enriquecer al pueblo
de Buenos Aires, sino para aumentar el poder dictatorial de su gobierno, que venia á gravitar con todo el peso de su omnipotencia sobre el
pueblo de su mando inmediato, exclusivo y directo^ que era el de Buenos
Aires. La causa ó sistema de esa absorción, lejos de ser la de Buenos
Aires, era la de su opresión y ruina. Dividiendo en dos partes á la
Provincia-Metrópoli, que la monarquía colonial traspasó á la dictadura
de Rosas, la ley de capital que Buenos Aires acepta y recibe con toda
la espontaneidad de su patriotismo inteligente, devuelve y garantiza á
la Provincia de Buenos Aires su autonomía de libertad, de paz y de
progreso argentino, no en detrimento, sino en beneficio de la Nación
misma, y sobre todo en provecho del pueblo de Buenos Aires, cuya
grandeza viene á ser la base y fundamento d.e la grandeza argentina.
Poner la suma de los recursos y elementos del poder público de los
argentinos en manos del Gobernador metropolitano de Buenos Aires,
como hacían las Leyes de Indias, traducidas ó no al lenguaje republicano, era ungir al pueblo de Buenos Aires bajo el yugo del poder
omnímodo é ilimitado, que Rosas tomó de nuestra constitución monarquista, del tiempo en que fué dada por España para el gobierno de sus
colonos y vasallos del Rio de la Plata.
Ese es el sistema que acaba de ser hecho pedazos para siempre por la
Ley de Capital argentina, que Buenos Aires acaba de votar como ley
suya, porque hace la grandeza de nuestro pueblo de Buenos Aires,
rompiendo en piezas las herramientas de todo gobierno omnímodo,
ilimitado y omnipotente, imposible de restaurarse en lo futuroTenemos, pues, reasumiéndolo que precede, que la Provincia-Metrópolide Buenos Aires, capital propia de una monarquía absoluta, como
fué el vireinato de Buenos Aires, pues esa capital así compuesta, era la
máquina que producía el poder absoluto y omnímodo del vireyj pero
capital impropia y monstruosa para una república, porque ella producía el poder omnímodo é ilimitado de su gobernador, como se vio bajo
el gobernador Rosas; esa institución, decimos, ha seguido existente
después de la caida del vi rey y del dictador, para producir, como ha
— 208 —
producido, sus gobernadores omnipotentes, los cuales si no fueron
tiranos crueles, no fué porque les faltase el poder de serlo, sino porque
fueron hombres mansos, mas ó menos cultos, que usaron de la omnipotencia que les daba la máquina monárquica de la Provincia-Metro*
poli-, para hacer y deshacer presidentes, traerlos á Buenos Aires y hospedarlos á su lado y bajo su jurisdicción exclusiva, para mejor gobernarlos, cuando no se daban el poder á sí mismos.
Y mientras la Provincia-Metrópoli,
máquina de poder omnímodo,
subsista y conserve por su integridad monstruosa la capacidad de producir gobiernos omnipotentes, los ha de haber en perjuicio de la misma
Buenos Aires, su residencia obligada, aun cuando tenga sanios por
gobernadores.
Pero como la institución hace al hombre, y no el hombre á la institución, será preciso, como decía el Dr. Moreno en I 8 I O , quitar al Gobernador el poder de ser déspota, aunque quisiera serlo, Esto es lo que
acaba de hacer la ley que divide á la Provincia-Metrópoli monarquista,
haciendo de la ciudad de Buenos Aires, la capital exclusiva de la República Argentina.
PRIMERA P A R T E
CAPÍTULO I
Statu-quoanterior á i88o, amenazante á la independencia de la Nación.—Dos Gobiernos electores y beligerantes en camino de crear dos países.—Tras una capital lo que faltaba, era un Estado con un gobierno nacional.—Peligros é
inconvenientes del staíu-quo.—Salir de él era el solo medio de salvar al
país.—Medios y caminos de solución.—Cuál se imponía sobre todos.—La
integridad de la Nación, con la ciudad de Buenos Aires, separada de la
Provincia, por Capital argentina.
§ I
Antagonismos en que vivieron los dos gobiernos coexistentes en Buenos
Aires, hasta 18S0
Si se hubiese colocado á San Pablo á la cabeza del uno, y a San Pedro
como jefe del otro, los dos se hubieran hecho rivales y antagonistas,
en defensa de las prerogatives encontradas que la Constitución acordaba á cada uno de los poderes, en que ella mantenía dividido legalmente
al Gobierno del país y al país mismo.
Autora de la division del poder y de su debilidad, que es efecto necesario de su division, la Constitución del país venia á ser la mejor arma
de guerra, que el enemigo extranjero podía tener en el país mismo, así
dividido y debilitado por sí mismo.
Cuando la debilidad del país era de ese carácter y origen, hablar de
T. VIII.
14
— no —
la union de sus dos gobernantes, como condición previa, para repeler
las agresiones del enemigo extranjero, era abdicar y a b a n d o n a r la de*
fensa de su patria.
El primer deber de su política extranjera, era evitar y alejar la posibilidad de una guerra exterior; el segundo, ocuparse de la pacificación
interior del país, no por la union personal de los jefes de sus clos gobiernos, que es propósito imposible, por razón de ser ambos jefes los
dos electores y los dos candidatos forzosos del país para su presidencia,
sino por la union de los dos gobiernos argentinos, considerados en su
institución, en un solo gobierno compacto y único para toda la Nación.
Esta era nuestra situación hasta mediados de 1880.
Tal como el país argentino se hallaba hasta entonces constituido, lo
estaba para beneficio del vecino. Su doble gobierno era la mejor arma
de guerra que este tenia en las Repúblicas del Plata.
No hay otro medio de sacar á la República Argentina de su debilidad
comparativa para su defensa externa, que la adopción del mismo medio
que hace el poder comparativo de sus vecinos: es el de tener un so!o
gobierno, en lugar de dos gobiernos rivales y antagonistas: es la unidad
nacional de poder, que debe asegurarle su paz interna y la fuerza necesaria ¡«ira defender su paz externa.
Los que creían haber dado al poder argentino el vigor de q u e disfruta el de Chile, por haber copiado á su Constitución el recurso de la
ley marcial y estado de sitio, en casos de conmoción interna, han
obrado, no como hombres de Estado, sino como papagayos de Estado,
porque el empleo de ese recurso supone la existencia de un solo gobierno, y 110 dos, para toda la Nación.
Pero si Buenos Aires no era capital de la Nación Argentina p a r a los
efectos de su paz y de su poder interior, lo era desgraciadamente, en
cierto modo, para sus desórdenes en este sentido, á saber: que todos
los movimientos anárquicos ocurrentes en provincia, eran obra de los
partidos en que tenia dividido á Buenos Aires la coexistencia de los dos
Gobiernos residentes en esa ciudad, por un vicio de la Constitución nacional reformada. Todo, hasta las ligas de sus gobernadores, era obra
elaborada y conducida detde Buenos Aires. Naturalmente era la misma
Buenos Aires la primera víctima de ese vicio de la Constitución argentina, que fue reformada en su contra, en verdad, por la política que
creyó servirlo en esa reforma, y no hizo mas que poner todas las líber-
— 211 —
tadesy poderes del pueblo de Buenos Aires, en manos del Gobierno de
Buenos Aires.
Así fué como la libertad electoral del pueblo de Buenos Aires, pasó
á manos del Gobierno de Buenos Aires, y su jefe fué, desde entonces,
el único elector y el candidato forzoso para la presidencia, en concurrencia con el candidato oficial del gobierno cesante.
§n
Origen de la solución dada
L a presente crisis electoral (1880) lo está probando. No es grave y
peligrosa, sino porque puede tener por resultado la reaparición del
conflicto y division, entre Buenos Aires de un lado, y tas Provincias de
otro, si Buenos Aires ó su Gobierno, desconocen al presidente que elijan
las Provincias ó su Gobierno, dicho nacional, ó více-versa.
vSi la presente crisis llegase á producir esa catástrofe, el país se
hallaría en faz de un período de organización ó de reorganización general de sus leyes fundamentales.
Y si ese período que ha de venir irremediablemente no surgiere esta
vez de la presente crisis electoral, tendrá que venir alguna vez por
causa y con motivo de una elección presidencial, como sucedió cuando
la elección nacional del Presidente Urquiza fué desconocida por el
Gobierno de Buenos Aires, que se decia Provincial^ y que era en sustanda mas nacional que el otro, por la naturaleza argentina ó nacional
de los elementos que constituyen su poder y existen concentrados en la
ciudad de su mando exclusivo.
La razón de esa repetición fatal, es que la causa productora de todas
las crisis de disolución, con motivo de las elecciones presidenciales,
reside en la Constitución actual, que instituye y establece dos gobiernos
nacionales, los únicos dos grandes electores y los únicos dos candidatos
serios, por razón del poder electoral de que disponen de hecho.
De un lado es el Gober?iador-Presidente^ cuya candidatura forzosa es
— 212 —
una verdadera reelección; y del otro es el Presidente cesante, que para
asegurar su reelección en el período venidero, promueve para sucederle en el período intermedio á uno de sus subalternos, bajo un pacto
subentendido de devolverle la Presidencia á su vez.
Es así como el principio republicano en que descansa la Revolución
de América y los Gobiernos de sus modernos Estados, cuya naturaleza
toda consiste en la renovación constante, periódica y sincera del personal del Gobierno, iba desapareciendo por la mano de los mismos republicanos, caídos en la tentación dinástica de perpetuarse en el poder;
lo que no quita que emprendan g u e r r a s de intervenciones sangrientas
paraprotejer la naturaleza republicana del Gobierno consagrado, á ejemplo del sistema de los Estados Unidos.
El tetxo de nuestra Constitución en ese género de intervenciones
puede ser norte americano, pero la jurisprudencia ó modo de aplicación, que aquí tenemos, viene del caudillo sud-americano que gobernó
veinte años al Estado del Ecuador', mediante la Constitución que permitía la reelección, con intermedio de un período de cuatro años, del Presidente y Vice-Presidente de la República.
Ellos acabaron por hacerse
monarquistas de frente, acometiendo la empresa de restablecer un
príncipe español en la que fué República del Ecuador.
El Plata tiene un medio de escapar á ese escollo.
§ ni
La guerra argentina de 1880, su historia, sus causas, sus resultados y efectos.
Los remedios de prevenir su repetición.
La historia de la guerra de Buenos Aires en 1880, se podría conden
sar en pocas líneas, sin faltar á la verdad mas evidente.
I Cuál fué su objeto ostensible? Hacer un Presidente.
¿Cuáles sus factores principales? L o s dos candidatos concurrentes:
el Gobernador de Buenos Aires y el Presidente de la República, hospedado en Buenos Aires por el Gobernador, su agente.
— 213 —
El Presidente cesante disputaba el poder para el venidero que mas
le garantiese la estabilidad de su obra.
I Con qué motivos vinieron á las armas?
A causa de ser ambos los dos grandes y únicos electores y los dos
únicos candidatos serios, por ser ambos los únicos poseedores de los
medios ó razón práctica de hacerse elegir, los cuales no son otros que
los elementos materiales de que se compone el Gobierno de todo el
país. Para encontrar el remedio es forzoso delatar el mal.
Como ios dos eran 7iacionale$ por la naturaleza de los medios con
que gobernaban, los des eran rivales, como pretendientes al gobierno
nacional, directa ó indirectamente.
¿Cuál fué y debió ser el teatro de la guerra ?
Naturalmente la ciudad de Buenos Aires, en que residían y coexistían
ambos, en virtud de un pacto de repartición ó division, que adjudicó
una mitad á cada beligerante, y pacificó en 1862, al Gobernador y al
Presidentey en una guerra de la misma naturaleza, por la misma causa
y entre los mismos contendores naturales, el jefe d é l a Provincia-Metrópoli y e\ jefe de la Nación, aspirantes ambos al gobierno general de
la República, aunque no directamente.
¿ Cómo llegaron á entenderse en aquel caso ?
De un modo y por una causa muy simple; porque el Gobernador y
el Presidente se encontraron ser el mismo hombre, el Gobernador de
Buenos Aires, vencedor del Presidente de la República en Pavón y candidato para sucederle, naturalmente, en la Presidencia.
Con los mismos elementos con que el vencedor en esa batalla de
Buenos Aires contra las Provincias, y poseedor del poder de ambos de
resultas de su victoria, se hizo dar la Presidencia, revestida de una
mitad del poder jurisdiccional de Buenos Aires, mediante una doble
ley, nacional y provincial^ que se llamó ley del compromiso.
Hecha por Mitre, esa ley debía ser revisada en el último año de su
presidencia de seis años, es decir, á los cinco anos. Llegado ese
termino, por revisar entendió el Gobierno presidencial cesante, caducar,
fenecer\ cesar, y así fué declarado por un mero decreto, que puso fin á
una leyi solo révisable, no precisamente revocable por el Congreso y
por la Legislatura de Buenos Aires, conjuntivamente, lo cual no tuvo
hasta hoy lugar, á estar á sus disposiciones terminantes.
Desde entonces,
sin embargo, los Presidentes de la República
— 214 —
continuaron residiendo en Rueños Aires, como simples huéspedes del
Gobernador, es decir, con fueros iguales relativamente.
La elección presidencial de 1880,
electores y candidatos rivales, que no
que ambos ambicionaban, la disputaron
para cualquier candidato que no fuese
los tomó naturalmente como
pud i endo dividir la Presidencia
por las armas, uno para sí, otro
el Gobernador.
Pero como estas armas se encontraban todas en manos del Presidente, por haberse comprado con el dinero que tomó prestado al extranjero
el Presidente causante del que cesaba, el Gobernador desarmado fué
vencido y derrocado en los dominios mismos de su jurisdicción exclusiva, por su huésped armado de fusiles remington^ ya que 110 de jurisdicción, en la ciudad de su común residencia, y teatro de la doble
campana, del sitio, del bloqueo y de las dos batallas decisivas de la
cuestión electoral de 1880, tratada militarmente.
Como el Gobernador de Buenos Aires, vencedor de las Provincias en
Pavón, el Presidente de la República, vencedor en el Matadero (Puente
Alsina), se encontró poseedor de todo el poder argentino, residiendo
en el campo de batalla, es decir, en Buenos Aires, no ya como huésped^
sino como Señor, con jurisdicción ¿ocal, exclusiva y directa, como quiere
la Constitución, á condición, naturalmente, que Buenos Aires sea
declarada Capital por una ley del Congreso, como en 1862. E s lo
que ha sucedido.
Pero no á condición de ser révisable á los cinco años sino dcßnitivamente, para que no se repita todos los seis años la guerra de 1880 en
las calles de Buenos Aires, residencia común de dos Gobiernos
beligerantes, á título de electores y candidatos ferzosos á la Presidencia
de la República. E-l régimen de la coexistencia acabaría por convertir
á Buenos Aires en cenizas y escombros. Era, pues, preciso salvar á
Buenos Aires de su ruina inevitable, haciéndola silla tie un solo
gobierno,'y para que ese gobierno sea el de la Nación, 3' pueda
gobernar con la jurisdicción local y exclusiva que le dala Constitución
y lo requiere la naturaleza de su poder, ha tenido que ser declarada
la ciudad de Buenos Aires Capital de la República, como ciudad de su
residencia, pues la Constitución quiere, por diez desús decisiones, que
el Gobierno Nacional sea el Gobierno exclusivo de la ciudad de su
residencia, y que no pueda ser otra que la ciudad declarada Capital de
— 215 —
la Nación (artículos 36, 37, incisos 5 y 27, artículos 8 1 , 86, inciso 3,
correlativos del artículo 3 de la Constitución).
Si el Gobierno Nacional recibe de la ley por residencia otra ciudad
que la de Buenos Aires, tendrán lugar fatal y forzosamente estas dos
consecuencias: la disminución de Buenos Aires en fuerza y poder, y la
disminución del Gobierno Nacional en poder y grandeza. Esto equivale
á decir, aumento del poder y grandeza del Brasil y de Ch le, en proporción del esténLiamiento del poder argentino. Es absurdo y
ridículo sostener este estado de cosas, en nombre del patriotismo
argentino. E! odio y la hostilidad del extranjero, son preferibles á
los efectos del patriotismo así entendido.
El Presidente Avellaneda purificó el vicio tradicional y rutinario de
su origen medio oficial, enterrando la jurisprudencia de sus predecesores
que lo elevó de ese modo; y si al bajar de su presidencia alguna
influencia pudo ejercer en la designación del Presidente llamado á
garantizar la estabilidad y desarrollo de su victoria espléndida, ni
buscado con una antorcha eléctrica en la mitad del dia, pudo acertar
mejor con el candidato que la grande y nueva situación reclamaba.
§ IV
El statu-quo era la omnipotencia del Estado, aunque sin Estado,
reinando en toda la sociedad
El influjo ele la omnipotencia del Estado en sus partidos políticos,
era el mismo que en la sociedad toda entera.
Donde la libertad individual de carácter civil ó social falta por la
razón de que el Estado omnipotente es su negación y la tiene absorbida, la condición de la libertad individual de carácter político no puede
ser diferente.
Todas las libertades personales están ausentes del país en que falta
la libertad del hombre.
No puede haber ciudadano que se gobierne á sí mismo, donde el
Poder del Estado lo gobierna todo.
— 216 —
L a omnipotencia, es decir, el absolutismo admitido y constituido en
principio fundamental del Estado, está en cada Provincia ó subdivision
del Estado, en cada partido, en cada círculo, en cada reunion de
personas, en cada hombre, por decirlo así, respecto de los que por
algún vínculo le están ligados.
E n el partido político, el poder de su mayoría tiene absorbidos los
derechos y libertades individuales de sus miembros, y el hombre ó
comité que lo dirije como su jefe, impone á cada uno de los miembros la
opinion, la actitud, la conducta, que ha de tener en la política, la
manera en que ha de votar, la causa porque ha de vertir su dinero y
su sangre cuando llegue el caso, á juicio del jefe en que el partido se
personifica.
El partido será una especie de Estado en miniatura, y la omnipotencia del partido encarnado en su jefe, será la negación de los derechos
políticos de sus miembros personales.
Obrará el partido todo entero como un solo hombre, sin discusión,
sin examen, sin debate, entre sí mismos, ni entre sus jefes y sus
subordinados. Esta es la palabra de orden, la subordinación jurada,
la obediencia prometida, la fé guardada.
Como el soldado de línea, el solo galardón de su disciplina será la
concesión de algún empleo, algún favor, algún honor esperado ; y las
mas veces ni eso mismo, con tal que su jefe ó jefes los alcancen y
disfruten á la salud y en honra del partido.
Como el principio del poder omnímodo y absoluto que preside á
la organización del país en todo su organismo, no es incompatible en
la democracia, ó el poder de todos personificado en unos pocos, la
democracia de esos países constituidos sobre el principio del absolutismo de la Patria ó del Estado, se parece mas á un ejército de línea, que
á un Estado libre, por la disciplina que gobierna !a conducta de sus
miembros. Son soldados, mas bien que ciudadanos. La obediencia
mecánica de la consigna de su jefe es su honor. Tales partidos no son
partidos políticos', en el sentido que esta calificación tiene; esos países
libres son batallones, y batallones de línea, organizados para hacer
campañas desarmadas, cuando el interés de sus jefes no prefiere que
sean armadas y sangrientas.
L o s jefes de semejantes partidos no aseguran la estabilidad y goce
de su omnipotencia sobre sus miembros, sino al favor de una ficción
— 217 —
que ellos cuidan de mantener siempre viva; es la de suponer que la
autoridad del partido es la que gobierna á sus jefes, y no los jefes al
partido.
Este artificio de liberalismo aparente y ficticio, es el que mas afirma
y robustece al poder obsoluto y omnímodo de los jefes en sus partidarios, vasallos fieles, en forma de ciudadanos libres.
La puerta de evasion de todas las responsabilidades de sus determinaciones tiránicas, despóticas y caprichosas, está en una de estas
fórmulas : así lo quiere mi partido, tengo que ser leal á los mandatos de
mi partido.
%v
Statu-quo en que no podía quedar el país sin peligro
El país no podia quedar como estaba sin correr el peligro de
dividirse, si la Constitución seguía sin cumplirse en su fin mas esencial,
que es el constituir un gobierno nacional.
Donde hay dos gobiernos, existe el peligro de que haya dos
países.
Ese peligro se hacia sentir en cada elección de gobierno, porque
cada uno de los dos gobiernos en que estaba dividido el poder, lo
usaría para renovarse ó perpetuarse en una forma ú otra; y cada uno
se apoyaría en cada gran sección de las que dividían tradicionalmente
al país argentino; es decir, uno en Buenos Aires, otro en las Provincias.
Ei país estaba no solamente expuesto á dividirse en dos países por
la division en que estaban los elementos de su poder en dos gobiernos,
sino que también estaban expuestos los dos países á ver arruinados
sus progresos por esa division.
El país debe su prosperidad y opulencia actual á la libertad que
ganó la iniciativa privada de sus habitantes, desde que cayó la tiranía
de Rosas, y por esa causa.
-
218 —
Pero esa opulencia estaba expuesta á desaparecer cada seis años,
con motivo de la renovación de su Gobierno Nacional.
Esa renovación era Ja ocasión de un conflicto entre los dos Gobiernos,
y por tanto entre los dos países, sobre la jurisdicción de esos Gobiernos,
que podía echar á los dos en la misma guerra civil, que los dividió ya
por largos años.
El conflicto nacia de esta causa, ó vi via radicado en esta causa
(1880):
Todos los elementos del poder nacional se encontraban distribuidos
y divididos en los dos Gobiernos que coexistían en Buenos A i r e s : el de
la Provincia y el de la Nación.
Los dos eran nacionales por la naturaleza de su poder* el de Buenos
Aires, lo era de hecho, el nacional en el nombre, lo era de derecho,
solamente en Buenos Aires.
Pero como en Buenos Aires están radicados y reunidos todos ó los
principales centros del poder nacional, Buenos Aires venia á ser ei
teatro del conflicto de sus poderes.
Las elecciones de Gobierno nacional eran la ocasión de que el
conflicto se renovase cada seis arlos, porque las elecciones eran hechas
por los Gobiernos, no por el pueblo.
Cada gobernante quería ser electo, es decir, elej irse á sí mismo, ó á
un alter ego.
Solo ellos tenían los medios de hacer elejir al candidato de su
predilección respectiva.
§ VI
Statu-quo y sus peligros«
Continuación
Lejos de solución, la jurisprudencia que consagraba ese estado de
cosas, creaba la complicación mas grave y disolvente, y hacia vivir á la
anarquía la vida permanente de una institución fundamental.
Baste decir que la Constitución que instituía y hacia coexistir á los
— 2i0 —
dos gobiernos nacionales en la Ciudad de Buenos Aires, estaba hecha
para producir como su efecto natural y forzoso, desde luego, la
anarquía ó falta de gobierno ( pues donde hay dos, que se neutralizan,
no hay ninguno), y en seguida la desmembración del país argentino
en tantas naciones como gobiernos nacionales encierra.
El mal no podía ser mas grande, y el remedio mas urgente.
Bastaba dejar que las cosas siguieran existiendo como estaban para
que se completase por la acción auxiliar del tiempo, no la conversion
definitiva del Gobierno de Buenos Aires en Gobierno Nacional argentino,
sínó para que el Gobierno Argentino, que lo es meramente nominal, se
volviese real y positivo, mediante el cambio de geografía política,
determinado por los cambios liberales de tráfico, de navegación fluvial
y de poblamiento interior, iniciados ú operados en 1852 y 1853, que
pueden extenderse todavía; es decir, para que la desmembración del
país en dos países se hiciera definitiva. Este seria el resultado de dejar
al tiempo la solución de la cuestión capital, ó la de la conversion
definitiva del Gobierno local de Buenos Aires en Gobierno Nacional
argentino.
El tiempo por sí solo no remedia nada.
El tiempo no sabe hacer mas que una cosa : afirmar y robustecer lo
que encuentra hecho.
Si loque encuentra hecho, en política argentina, es la division del
Gobierno nacional del país en dos gobiernos nacionales, esa division
recibiría de las manos azi tiempo la firmeza y vigor de todo lo que es
secular.
No hay sanción mas irrevocable, que la sanción del tiempo.
En la época de Rosas, el simple aislamiento de Buenos Aires respecto de las Provincias, conservado sistemadamerite, hubiera podido
bastar para convertir con los años al Gobierno de Buenos Aires en el
Gobierno Nacional de la República Argentina. ¿ P o r q u é ? Porque
entonces Buenos Aires monopolizaba de un modo absoluto el tráfico
directo internacional, la aduana nacional y su renta, el crédito público
de la Nación Argentina, de que esa renta es gage> el poblamiento por
la inmigración europea en el Puerto-Capital, y el goce de todos los recursos económicos del poder nacional argentino, concentrados en la
gran Ciudad-Nación.
Pero desde que el aislamiento se ha transformado en semi-union, y
— 220 —
las Provincias se han hecho relativamente partícipes, medíante la nueva
geografía política de la Nación, de los elementos y recursos de poder
nacional argentino, que antes monopolizaba absoluta y exclusivamente el Gobierno de Buenos Aires ejercido por Rosas, ya la prolongación indefinida de este estado de cosas, y la mera acción del tiempo,
que hacían el poder exclusivo de Buenos Aires, servirían para afirmar
y robustecer estos dos diferentes hechos, á saber: el resto de poder
nacional que el Gobierno de Buenos Aires conservaba, y la parte de
poder nacional argentino que las Provincias hau adquirido y empezado á poseer y gozar desde 1852.
Los estadistas de Buenos Aires no deben perder de vista este hecho
nuevo y grave en la historia política de la República Argentina.
Si comprenden que la separación absoluta y definitiva de Buenos
Aires respecto de las Provincias argentinas, no seria el medio de
aumentar su opulencia y poder, no deben contribuir por su inercia
optimista á dejar subsistir un estado de cosas que es capaz de traer
y que traerá infaliblemente esa separación, con solo prolongarse indefinidamente, ó por largos años.
§VII
Origen y causa de la pasada supremacía provincial de Buenos Aires
sobre la Nación
Completado el edificio del Gobierno patrio argentino inaugurado el
25 de Mayo de 1810, por la ley de Capital reciente que confirma la
division de la Provincia-Metrópoli
del viejo régimen, esta ley viene á
coronar el cambio del régimen de gobierno á que se redujo nuestra
inmortal revolución de la Independencia.
Como todo el viejo régimen existia basado en la organización de la
Provincia-Ca filial¡ la primera necesidad de la Revolución para cambiarlo, debió ser la reconstrucción de esa Provincia-Capital de las del Rio
de la Plata, en términos que la hiciesen ser el asiento y base necesarios
— 22i
-
de
• l régimen moderno de libertad, respecto de un gobierno monárquico,
ilimitado y omnímodo.
Sin esa reconstrucción de la Provincia-Capital, la Revolución de
Mayo quedaba convertida en un cambio exterior de mera independencia, respecto de España ; pero no en ese cambio de un régimen interno
de tiranía y despotismo fundado por España, en un nuevo régimen
de gobierno interno, fundado por la Revolución, que trasportaba la
soberanía de manos del Rey y de su Virey á manos del pueblo argentino, proclamado soberano.
Toda la Revolución de Mayo de 1810, estaba en ese cambio ; y ese
cambio de asiento de la soberanía requería como su condición esencial
para ponerse en práctica y hacer efectivo su propósito, un cambio en
eí modo tie ser de la Provincia-Metrópoli, en cuya construcción realista
estaba el secreto del poder omnímodo y absoluto, bajo cuya dependencia vivían las Provincias del Rio de la Plata.
L a Capital realista del Víreinato estaba formada de dos partes, la
Provincia y la ciudad de Buenos Aires, que respondían á la acumulación
de dos cargos en la persona del Virey, el de Gobernador de la Provincia, y el de Virey de todo el Reino del Plata. Se debe recordar cien
veces ese precedente.
Esa acumulación de países y poderes hacia omnipotente al poder de
la inmediata Metrópoli sobre las Provincias que debían recibir su
autoridad omnímoda, sin discusión, sin réplica^ sin control, sin contrapeso.
L a organización de la Capital, ó Provincia-Metrópoli
de las demás,
como la llama la Ordenanza de Intendentes (Constitución de la Colonia
del Plata ), era la llave de la máquina del despotismo de España en
este país, y hacia honor al talento de sus hombres de Estado que la
imaginaron.
Ella bastaba para conservar á España la dominación de esta colonia,
y bastaba ponería bajo la jurisdicción inmediata y exclusiva del Virey,
para hacer imposible todo conato de poder y de libertad de parte del
pueblo de los colonos.
Cuando la Revolución derrocó al Virey y lo arrojó del país para España, la independencia argentina fué todo su resultado natural; pero dejada en pié la máquina del despotismo interno, el pueblo, lejos de quedar
— 222 —
libre de su Metrópoli Interior, quedó en dependencia de los sucesores
patrios del Virey, en el manejo de esa máquina de opresión interior.
No hay que atribuirlo á un cálculo de ambición de mando de los
iniciadores metropolitanos ó porteños de la Revolución contra España,
sino á su falta de experiencia, en cosas de Estado, pues nunca los
colonos españoles habían intervenido en la organización ni en el gobierno de las colonias, de que fueron miembros pasivos.
De otro modo, en vez de limitarse á declarar y proclamar el gobierno
libre, por leyes copiadas á países libres, se hubieran ocupado de reconstruir la organización interna del país, de modo que la soberanía
nacional no pudiese dejar de ejercitarse por la obra ó mediante el
instrumento de instituciones construidas á ese propósito.
L a primera de ellas debió ser la organización de la Provincia-Metrópoli, ó déla Capital de Buenos Aires, cuya division en dos países y
en dos mandos, debió ser el primer fundamento del nuevo régimen de
libertad interior, es decir del gobierno del país por el país.
Esa division que parecía hostil á Buenos Aires, porque disminuía el
poder omnímodo y absoluto de su gobierno, á nadie aprovechaba mas
que á su pueblo, porque la primera víctima de una máquina de opresión, es siempre el pueblo en que ella está montada, y en que produce
sus efectos.
El gobierno omnímodo de Rosas, que gobernó con la máquina del
Virey omnipotente, dejada en pié por la revolución inconsciente, probó
caramente á Buenos Aires, que ella se hizo la primera víctima de su
poder omnímodo, conservado por la integridad colonial de la Provincia-Metrópoli y dictatorial de las demás.
Ahora acaba de probarlo por un experimento sangriento, que la coexistencia de dos mandos ó poderes en el seno de la misma Buenos
Aires, ha tenido á sus habitantes al borde de una devastación, que
no dejará de producirse, mas ó menos tarde, si la vieja máquina del
poder omnipotente del Virey, no se divide en dos partes, y en dos
mandos, el uno para el Gobierno provincial de Buenos Aires, y el otro,
la ciudad de su nombre para Capital y residencia exclusiva del Presi*
dente de toda la República soberana.
Este es el objeto y propósito de la ley que confirma á la ciudad de
Buenos Aires, separada de su anexo realista,—la Provincia de su
— 223 —
nombre, — como Capital exclusiva de la República Argentina, constituida en Estado libre, democrático y representativo.
Así se concibe que la idea de esta ley hubiese venido primero que
á nadie, á un miembro déla Revolución de Mayo, y primer ciudadano
de la Provincia de Buenos Aires, Don Bernardino Rivadavia; y que
fuesen correligionarios de su idea de capitalizar á Buenos Aires, los
San Martin, los Bel gran o, los Alvear, los La valle, los Martin Rodriguez, los Florencio Várela, los Paz, los Albarado, los Posadas, los
Pueyrredon, fos Lopez, los Gomez, y todos los campeones de la guerra
de la Revolución de la Independencia.
Lo que no se concibe, es que hasta ahora hava en Buenos Aires
hombres que entiendan tan mal los intereses de la libertad, de la riqueza y de la opulencia de su Provincia, que quieran servirlos con las
herramientas del régimen colonial español.
La omnipotencia del Estado garantizada por la omnipotencia de una
Provincia-Metrópoli, conservada indivisible como Capital de esa Provincia y de las otras, es la negación de toda libertad argentina, y en
especial de toda libertad porten?.
Conservando la máquina después de echar al maquinista, se ha
espulsado al déspota y conservado al despotismo.
L a Provincia-Metrópoli, Capital de las Provincias del Plata, formada
de la Provincia de Buenos Aires, y de la Ciudad de Buenos Aires, era
el asiento del Virey y el fundamento del Vireinato, porque era el
instrumento del poder omnímodo de su gobierno monárquico del Rio
de la Plata.
§ VIII
En la República Argentina {Buenos Aires, Diciembre iSyç) no está
el mal político en la desinteligencia de las personas, sino en un conflicto de cosas, de intereses, de instituciones que determina el de los
hombres, gobernados por la corriente de las cosas.
Armonizar las personas y dejar las cosas y los intereses divididos
como se hallan, es remediar el mal por un momento, ó remediarlo en
apariencia; mejor dicho, es dejarlo subsistente todo entero.
— 224 —
Esta es la medicación de la política personal : el opio para calmar.
Poner dos candidatos rivales que aspiran al p o d e r presidencial, en
armonía, no es remediar ni remover el mal del país, que consiste en
la coexistencia de dos presidencias ó gobiernos nacionales, rivales y
antagonistas, porque ambos son nacionales, uno de nombrey otro de
hecho} pero aspirantes á lo mismo.
De aquí es que el mal se hace visible todos los seis años, con motivo
y por causa de las elecciones presidenciales, en q u e los dos gobiernos
concurren en la aspiración á poseer el mismo poder.
Los dos son los únicos y verdaderos electores en el país, cuyo
pueblo acepta la elección que sus gobiernos le dan hecha.
Y los dos son los únicos candidatos serios á la Presidencia, como
poseedores únicos del poder de hacerse reelejir oficialmente.
No hay mas que elecciones oficiales en el país, es decir, nombramientos, promociones que hacen los gobiernos, de los funcionarios
que los han de continuar en sus funciones.
Si los dos gobiernos fueren uno solo, la elección oficial no cesaría
de existir por eso. Ese gobierno único seria su propio elector ó reelector, y candidato mas ó menos indirecto, como sucede en Chile ; pero
el país argentino no estaría expuesto al riesgo de dividirse en dos países, en que lo tiene permanentemente la Constitución que le dá dos
gobiernos nacionales, ó le divide en dos departamentos los elementos
del Gobierno Nacional, que necesita ; lo que no sucede en Chile.
La coexistencia de dos gobiernos nacionales autónomos ó independientes uno de otro, trae poco á poco, pero inevitablemente, la coexistencia de dos naciones rivales, dentro del mismo territorio argentino.
Esta es la razón por qué solo en el Plata se produce este peligro de
desmembración, con motivo de la elección de su gobierno presidencial
cada seis años.
— 225 —
§ ix
Inconvenientes del statu-quo de 1880
La Constitución actual crea, en efecto, dos gobiernos nacionales
para la República Argentina. Por la razón de que los dos son nacióles^ es que son rivales, antagonistas y sobre todo, incompatibles.
El uno ( Gobierno Nacional de nombre), es el gobierno que debió su
creación á la Constitución de 1853; el otro, (Gobierno Nacional de
hecho) fué la obra de la Constitución reformada en i860, la cual puso
en manos del Gobierno provincial de Buenos Aires, todos los medios
y recursos del poder na:ional. Por eso es que su antagonismo esencial
se hace visible todos los seis años, con ocasión de la renovación del
jefe aparente de! Gobierno Nacional.
El motivo de esa crisis sîxenal, es que los dos gobiernos son los
electores naturales del nuevo Presidente.
A la vez que son los dos grandes Electores, son los dos grandes candidatos indirectos.
El candidato natural, obligatorio y forzoso para la presidencia nominal, ó de mero nombre, es el Presidente de hecho, que ejerce todos
los poderes nacionales en el puesto y bajo el nombre de Gobernador
de Buenos Aires. El Gobernador de Buenos Aires es ó era el Príncipe de Gales de la República Argentina j es decir, el heredero forzoso
del Presidente que cesa, porque no puede ser reelecto sino seis años
mas tarde.
Pero como el antagonista natural de todo heredero forzoso, es el
testador, y el instinto de todo cesante, es revivir ó perpetuarse, el Presidente cesante puede adoptar para conseguir esto, como candidato que
ha de sucederle, á uno de sus Ministros, bajo un pacto de reelección,
como sucedió en el Estado ÚG\ Ecuador, en el Pacífico. De ahí el peligro que el país corre todos los seis años de verse dividido ó desmembrado en dos países, por la ambición de los dos Gobiernos nacionalesy
que aspiran á quedarse en posesión directa ó indirecta, visible ú oculta,
del poder presidencial de la República Argentina.
T. VIII.
15
— 226 —
Para acabar cíe raíz con este peligro, no habría mas remedio que
hacer de los dos gobiernos uno solo, incorporando ó refundiendo al
uno dentro del otro.
¿Cuál de ellos seria el refundido dentro del otro?
La elección no podría ser arbitraría ni facultativa- Tiene sus reglas
naturales que la imponen.
El que tiene mas medios de poder y de gobernar, absorberá naturalmente al que los tiene menos, ó no los tiene casi.
Por tener, entiéndese aquí poseer', sea ó no con título de propiedad.
Trátase de un hecho, no de un derecho; en política los hechos valen derechos ¡ como fuerzas al menos.
En el caso de dos gobiernos, de los cuales el uno tiene que vivir en
la casa y con los recursos del otro para poder gobernar, seria contrario al orden natural de los hechos y de las cosas, que el que tiene la
habitación y los medios ó recursos de poder y gobierno, se dejase absorber por el que no los tiene, aunque en justicia abstracta tenga derecho de tenerlos.
La política tiene eso de peculiar, que en ella los hechos equivalen á
los derechos•
, considerados como poder puro y simple, como simples
fuerzas.
De ahí viene el proverbio romano, que es como hecho para las materias de gobierno: beato el que posee. La razón explicativa, s i n o
justificativa de esto, es clara.
¿Qué es el poder, es decir, la fuerza que gobierna^ en su naturaleza
mas simple y mas bruta, es decir, mas natural? Es 'a vida, son los
medios y recursos de vivir.
La fuerza y el poder que gobiernan, residen en los medios y recursos que hacen vivir.
Está en el número y cantidad de ios recursos vitales, no en el número
de los hombres.
De dos grupos ó aglomeraciones de hombres, tendrá mas poder, mas
fuerza y mas capacidad de gobernar, no el mas numeroso, sino el mas
pudiente, es decir, el mas rico de recursos, ó medios, ó poderes
vitales.
CAPÍTULO II
Consolidación de la República Argentina y modo de efectuarla—Tras una capital
lo que faltaba era un Estado en el sentido de una nación — Buenos Aires
era víctima de su localismo antinacional — La unificación era tradición
histórica de la República — Fueron centralistas todos sus grandes hombres — El federalismo norte americano no fué modelo de nuestra revolución
de 1810—La capital nacional en Buenos Aires conduce á la unificación
— Es Buenos Aires nuestra ciudad-nación — Lo fué desde su fundación
ibérica — La capital fué el vireinato — Hoy es Buenos Aires el poder
argentino — La consolidación nacional en torno suyo responde á las
necesidades de nuestra independencia, seguridad exterior é interior, progreso material é intelectual.
I
Consolidación del país — ¿ Cómo efectuarla ?
Para refundir los dos gobiernos actores en uno solo, como dispone la
Constitución (apesar de la reforma), está el camino señalado por la
Constitución misma. Es hacer de Buenos Aires la capital d é l a Nación.
Y como eso es lo que ya está dispuesto por la Constitución misma,
apesar de la reforma del artículo 3 0 (que lo declaraba terminantemente), no habría sino que poner en práctica la Constitución vigente
para obtener la solución deseada.
Una nueva ley bastaria para ello, según la Constitución actual
(artículo 3 o ).
No se necesitaría una reforma de la Constitución.
Bastaria declarar á Buenos Aires capital de la Nación, para refundir
— 228 —
en un solo gobierno nacional los poderes que hoy componen dos gobiernos incompatibles, porque son redundantes, es decir, p o r q u e estatuyen sobre lo mismo.
L a vida del país exige esa refundición, como el solo medio d e darle
la autoridad fuerte y sería que necesita, para q u e sus libertades sean
un hecho.
Este arreglo seria el modo práctico de poner en manos de toda la
Nación el poder efectivo de toda la Nación, ea lo cual consiste la libertad
moderna.
Solo así la libertad de elegir su gobierno, que es la primera libertad
de la Nación, seria un hecho general y efectivo.
No habiendo dos gobiernos rivales, no habrá dos candidatos rivales
y antagonistas de las dos porciones en que la Nación está dividida,
por el modo como se entiende y practica actualmente la Constitución.
La Constitución crea dos gobiernos, pero no dos poderes.
La idea de que el Gobierno llamado nacional es un poder, viene de
que en este país no se tiene una idea exacta y neta de la naturaleza del
poder.
Se vé el poder en el ejército, en los cañones, en el parque, en los
fusiles, en los soldados, etc.
Hay otra fuerza de que esos instrumentos ó utensilios g u e r r e r o s son
armas y expresión del poder.
Esa fuerza reside en la inteligencia y en la riqueza, que es su resultado.
Donde esta fuerza existe, allí está el poder del país.
En el país argentino, v. g. : Buenos Aires.
Todo Gobierno argentino sin jurisdicción inmediata y exclusiva en
Buenos Aires, puede ser un gobierno nacional, pero no es un poder
rea/y efectivo nacional.
Mejor dicho, no es un gobierno, porque autoridad que gobierna
con un poder prestado, es la imagen de un gobierno, no un gobierno
efectivo.
El Gobierno argentino que no posee á Buenos Aires, no es solamente
un gobierno sin capital; es además, un gobierno sin estómago, sin
abdomen, sin pulmones ni corazón, sin fuerza ni poder vital, en una
palabra, sin cabeza.
— 229 —
Según la interpretación ó inteligencia actual, la Constitución es una
ley fundamental, por la cual cada partido en lucha ha constituido su
gobierno respectivo, resultando de ello la coexistencia de ambos gobiernos, — el uno constituido por el partido de Buenos Aires, mediante
la reforma de i860, y el otro constituido por las Provincias, mediante
la Constitución de 1853.
Es una doble Constitución, que estatuye y crea dos gobiernos distintos y separados, en vez del solo y único gobierno federal ó nacional,
que necesitan la paz y la libertad de la Nación.
Crea un estado de cosas en que cada constitución, por decirlo así, es
la obra de cada partido rival; cada gobierno es la obra de cada partido
de los dos en que la Nación está dividida por su historia.
Así tomada y practicada la Constitución, no es un tratado de paz de
las dos causas que se disputaban el poder de la Nación, como Tas cartas
que forman la Constitución inglesa, y la de Estados-Unidos.
O, al menos, es una paz que deja en pié dos causas, dos intereses,
dos países, dos autoridades, sin refundirse ni consolidarse.
Si no es de necesidad reformar ni cambiar esa Constitución, es al
menos indispensable cambiar su jurisprudencia, su manera de entenderla
y tomarla, la manera de hacerla obrar.
No es una reforma la que se necesita, sino un cambio de modus-vivendi^ ó cuando mas un modus-operandi^ en virtud del cual, sin deshacer ni cambiar las cosas del lugar en que están, se coloquen y funcionen de otro modo en el mismo lugar t'n que están; se verán por otro
aspecto, se moverán de otro modo, las mismas cosas que hoy se ven y
mueven como cosas incoherentes y divergentes.
Con solo tomar y considerar á Buenos Aires y sus cosas, como Capital y cosas elementales del gobierno de todos los argentinos, dejará de
existir el dualismo en que hoy consiste el mal de la República Argentina.
Ese cambio no hará desaparecer al Gobierno provincial de Buenos
Aires, como no hará desaparecer á la Provincia de Buenos Aires, ni su
autonomía; sino que la Provincia y su autonomía y su gobierno, dejarán de ser una mitad principal del poder nacional; y la Nación, tomando
á Buenos Aires como su Capital, entrará en posesión y goce de todos
los elementos de su poder ó gobierno nacional.
— 230 —
Buenos Aires conservará su autonomía, pero en términos iguales á
la autonomía que conservan hoy todas las Provincias argentinas.
Será una autonomía provincial, en una palabra, y no una autonomía
nacionaló de Estado, como era la que resultaba de tener como capital
d e la Provincia á la ciudad, que es y debe ser capital de la Nación, porque todo cuanto ella encierra, es nacional esencialmente.
En la Constitución actual no falta nada, para la perfección y eficacia
de su juego. Contiene todas las piezas y herramientas. Cuando mas,
falta á esas piezas el ajuste y colocación que las haga ser y obrar como
una sola máquina.
Es una caja que contiene todas las piezas, ruedas y resortes de una
máquina, que no está completamente armada y ajustada para funcionar eficazmente.
§ n
Unificación ó consolidación de todo el país argentino — Continuación
Si la unificación ó consolidación de todo el país argentino es equivalente á distribuir por igual entre todos sus habitantes el poder y la
riqueza de que son colaboradores y autores, esa unificación ó consolidación viene á ser el solo medio de defender y conservar la independencia
y la integridad del país argentino, contra las aspiraciones de vecinos
menos bien dotados que necesitan reconstruir sus territorios, si quieren
poblarlos con inmigraciones de la Europa mas civilizada.
Mientras que el Plata se puebla por la sola atracción de su suelo, el
Brasil y Chile, uno por el clima tórrido, otro por su suelo antípoda,
con todas sus primas y estímulos, no logran atraer inmigrantes europeos.
Estados unitarios ambos, cada uno es fuerte por la unidad de su
gobierno, que nosotros no queremos cambiar por la division federal
que nos debilita.
La distancia y otras causas disminuyen su fuerza que les dá la uni-
-
231 —
d a d ; pero su alianza les haría ser un solo poder, en cuyo seno nos
encontraríamos encerrados el dia q u e una guerra nos pusiese en conflicto.
P a r a hacer de la República Argentina un poder mas fuerte que el
Brasil y Chile aliados, bastaría consolidarla y unirla en un solo Poder;
y para ciarle esa consolidación bastaría darle por capital á Buenos
Aires, pues en Buenos Aires se encuentran unidos todos los elementos
y fuerzas naturales del poder argentino. Dar al Gobierno Nacional
p o r capital y residencia la ciudad de Buenos Aires, es completar el
poder que necesita para dejar de ser un poder de mero nombre, pues
la ciudad de Buenos Aires quiere decir el Puerto^ el Trájko directo, la
Aduana, el Mercado, el Crédito', el Tesoro de la Nación toda entera.
Por eso decimos que la cuestión de capital en el Plata, no es cuestión de geografía, sino cuestión de poder y de gobierno fuerte. Lo
q u e falta al Gobierno Argentino, no es una capital, es el poder. Nos
falta un gobierno, porque nos falta nuestra capital-gobierno, nuestra
ciudad-nación.
§.ni
La Capital nacional existfa, pero en desuso
Kran modos impropios de expresarse cuando se decía: «la Nación
está sin Capital, la Capital está por hacerse, Buenos Aires va á ser declarada Capital de la República Argentina.»
N o ! L a Capital existía, estaba hecha y declarada, y esta Capital
era Buenos Aires.
Estaba hecha por todos los medios de constituir un país, que reconoce el derecho público del mundo civilizado. Por la situación topográfica de los recursos y elementos económicos del poder de gobernar
la Nación, colocados y situados en la ciudad de Buenos Aires, desde el
origen orgánico del país: puerto, tráfico, mercado, impuesto de aduana, crédito público, tesoro nacional, surtido por estas dos fuentes.
— 232 —
Fuera de esta sanción real y vital, está hecha Buenos Aires capital
argentina, por la Constitución nacional vigente; no por un solo artículo, sino por diez artículos de su texto, conexos entre sí, y formando
unidos un artículo complexo, que es producto y expresión de la contextura del país, respecto á su cabeza topográfica y natural. L o es,
además, por la sanción de todos los geógrafos del mundo. L o es aun
por la realidad de los hechos tradicionales, que forman la vida interna
y externa del país argentino.
¿Qué falta entonces? ¿De qué se trata en esto que se dice de
crear,
•
declarar, establecer una capital de la Nación en la ciudad de
Buenos Aires? Falta solamente confirmar, ratificar, poner en vigencia
viejas leyeSj que el desorden y la anarquía han hecho dormitar, no
perecer; olvidar, no morir.
No es el primer ejemplo en la historia el que esta rehabilitación ó
confirmación se llame cambio y revolución. Toda la revolución inglesa
d• e 1688, no fué mas que confirmación solemne de las viejas instituciones libres de Inglaterra.
Tenemos según esto, que de hecho y de derecho, por la constitución
económica y topográfica del país, y por el texto de la Constitución escrita, Buenos Aires es la capital de este ente político y social que se
llama República, ó Nacio?i Argentina.
De otro modo no habría respirado un solo dia como Nación civilizada, recibida en el mundo de los
Estados vivientes.
§ rv
Bajo el símbolo de una Capital, lo que nos faltaba era una Nación
La capital de una Nación, en todas partes, es la ciudad ó lugar en
que residen todas sus autoridades nacionales.
En el Plata, no es eso solamente; es mucho mas. Es la ciudad en
que se encuentran, por razones de geografía, de historia y de tradición, las fuerzas y elementos naturales del Gobierno nacional, de tal
~ 233 —
modo radicados que aun sin la autoridad de este nombre, el poder
nacional existiría sîn el nombre, en cualquiera autoridad que allí
existiese.
De ahí viene que tras la ausencia 'de una capital, lo que realmente
faltaba, era la existencia de una Nación, en el sentido de un Estado idéntico, y mas ó menos consolidado en un solo cuerpo de la
Nación.
L a ausencia de una capital y de un Estado ó Nación de que la
capital era expresión y símbolo, implicaba la falta de un Gobierno
nacional, pues donde no hay Nación no puede haber Gobierno nacional.
Pero donde el Gobierno nacional faltaba, no podría haber política
alguna nacional, ni interior ni exterior, ni de paz ni de guerra, ni de
comercio doméstico, ni de comercio internacional, que es la fuente
de nuestro poblamiento, de nuestro enriquecimiento, de nuestras finanzas y poder interno y externo argentino.
¿Cómo tenerpo¿ier nacional'ni Nación, sin tener impuesto nacional,
crédito nacional, tesoro nacional?
Cómo pensar en moneda nacional argentina, es decir, en una medida general y permanente de valor, donde no se tiene un amonedador
nacional, único y solo, un solo legislador soberano y supremo, capaz
de fijar un solo étalon ó padrón monetario para todo el suelo argentino !
Se echa de menos una moneda uniforme en toda la República Argentina; seria como extrañar la ausencia de una sola moneda en toda
la Europa, pues en la República de las Provincias Unidas del Rio de
Ja Plata, no hay mas unidad ni uniformidad de legislación monetaria
que en el conjunto heterogéneo de las naciones que forman el continente europeo.
Tomando por su Capital á la ciudad de Buenos Aires, recien ahora
entra el país argentino en el camino por donde hallará un dia la unidad de medida, de valor (unidad monetaria), de peso, de extension, etc.,
etc. No hay moneda única, sino donde hay una Nación, ni una Nación, sino donde hay una sola autoridad, una sola ley, un solo soberano.
Con razón estaban acordes, desde Rivadavia hasta el último tende-
-
234 —
ro, en pensar desde su tiempo, que con la capital faltaba en el Plata*
todo orden regular de gobierno.
Logrado una vez ese beneficio, es un crimen de lesa-nacion todo
conato de restauración.
El país debe ser inexorable contra los promotores de restauración'
alguna del régimen realmente colonial y anti-patriótico, que era, en
verdad, el que precedió á 1880.
Con semejante régimen toda política exterior era imposible. Nuestra debilidad orgánica y constitucional nos enagenaba el respeto y el
crédito del extranjero.
L a guerra exterior era imposible en otro papel que el de satélites
burlescos del extranjero, que nos usaba como aliados para ayudarle
á hacerse fuerte en nuestro detrimento.
No podíamos tener marina, faltos de puertos de mar, pues todos
ellos eran ágenos á la Provincia- Metrópoli, celosa de que formasen
el poder de los demás argentinos, medio extranjeros á la ProvinciaCapital.
Entre dos poderes marítimos, como el Brasil y Chile, nuestra República, con buques y sin puertos de mar, estaba en el caso del que
empieza por el fin sus aprestos de defensa.
A qué hablar de armamentos, de fortificaciones, de blindados, de
escuelas militares, si nos falta el primer elemento de guerra, que es
el poder político de un Estado consolidado, compacto y homogéneo
en su acción y sistema de gobierno!
¿Cómo tener esa consolidación donde el país fraccionado mantiene
fraccionado y debilitado por sistema al Gobierno?
El régimen realista de la. Provincia-Metrópoli) era menos malo en et
tiempo colonial, que en nuestro tiempo, porque nos debilitaba menos,
como colonos de España, al menos, pues entonces arrojamos á los
ingleses dos veces á principios de este siglo, sin mas elemento militar
que la cohesion y unidad de esfuerzo. Entonces no éramos federales,
como no lo luimos contra España misma, para arrancarle nuestra in.
dependencia en los campos de batalla. No así en las carpetas verdes
de la diplomacia federal, en que España nos obligó á recibir mas de
dos rancias leyes del siglo XIII, como de temor de nuestro poblamiento
rápido, suscitado por la libertad absoluta de nacionalidad.
— 235 —
§
V
Tras la Capital, faltaba la Nación» Continuación
En todo país en que falta un Gobierno nacional, la Nación es una
paradoja, una aglomeración de pueblos en camino de disolverse, no
para quedar dispersos, sino para agregarse á naciones vecinas ya formadas, que necesitan de ellos vitalmente.
Los Estados se agrandan á veces por las faltas de sus vecinos, que
no saben agrandarse á sí mismos. Un país, cu3'0 Gobierno se multiplica por catorce Gobiernos, no puede tener política exterior, ni vida
internacional, ni paz estable, ni guerra victoriosa. Tal es, mas ó menos, el estado en que vive la República Argentina. Con todas las ventajas naturales para tener derecho de ejercer su influjo ventajoso eu
Sud-América, su acción es nula, y apenas seria capaz de defender su
independencia en una guerra exterior.
Si esa defensa tuviese que convertirse en guerra ofensiva ó de invasion, es dudoso que la ventaja estuviese de su lado. Las guerras emprendidas por el Brasil y Chile, han probado esta verdad por su buen
éxito, que un gobierno regular y estable, es el pimero y mas fundamental elemento de guerra interna y externa. A ese elemento deben
su larga paz interna y su engrandecimiento territorial. A la falta de
ese elemento debemos, por el contrario, las pérdidas que ha hecho
nuestro país argentino, en setenta años, de mas de la mitad de su territorio mas poblado. Para r e p a r a r í a s pérdidas de las antiguas provincias, que son Bolivia, Paraguay y Estado Oriental, podría improvisar
hoy nuevos pueblos en sus territorios desiertos del sud, que son cabalmente los mas adecuados por su clima, para poblarse con inmigrados
del Norte de Europa, de esos mismos habitantes que pueblan á la América del Norte.
Pero la primera necesidad que se debe llenar previamente para
atraer de Europa poblaciones y capitales, es tener puertos internacionales en el Atlántico, verdadero puente que nos liga á la Europa.
— 23G —
Tiene esos puertos por la naturaleza, y grandes, bellos y numerosos,
pero están desiertos, despoblados y abandonados á las veleidades de
conquista de sus dos vecinos, para los cuales son cabalmente esos
territorios marítimos del Sud, una cuestión de ser ó no ser, estando el
uno entre los antípodas de la Europa civilizada, y el otro en territorio
africano, por su clima tórrido,
Y como esos dos antagonistas territoriales suyos, en la lucha por la
vida, que los divide involuntariamente, son dos países marítimos, coa
puertos poblados en que pueden alojar sus marinas, que ya tienen, y
con Gobiernos unitarios que les dan la fuerza y estabilidad necesarias
para tener política exterior, la República Argentina parece enferma de
Ja ceguedad del topo, cuando pierde una hora en no ocupar y poblar
sus territorios marítimos del Sud, donde están las minas de su grandeza
futura, que son la ganadería, la agricultura, la pesca, en que nuestros
mares australes son una nueva Australia, y una nueva California.
Entretanto, es un hecho increible que la República Argentina no sea
hasta hoy un país marítimo! No tiene un solo puerto de mar, poblado
de una ciudad habitable. T o d o s sus puertos internacionales son fluviales. Es todavía y no es mas que el viejo Rio de la Plata. Y ni este gran
rio tiene un puerto suyo, que merezca este nombre, siendo, en realidad,
el único que hoy tiene, el portachuelo de un riachuelo. Pudiendo estar
como su primer modelo, rodeado del mar que hizo la grandeza de las
Provincias Unidas de la Holanda, está encerrada en sus rios, como un
nuevo Paraguay, de mas afuera.
Para crear esta nueva República Argentina ¿cuál seria la base y
condición natural ? L a formación de una nueva Buenos Aires. Y para
formar a l a moderna Buenos Aires, empezar por hacer Ja nueva y
grande Capital del Sud. No ya como Atenas y Ro?na) coronada de laureles, sino como la nueva Inglaterra de la América del Norte, coronada
de riquezas, de ideas modernas, de instituciones libres, de modestia
viril, de las virtudes silenciosas que levantan á los grandes pueblos,
que son la paciencia, la perseverancia, el esfuerzo.
— 237 —
§ vi
Buenos Aires era víctima de su viejo localismo. Como Capital de la Nación,
será mas libre que antes
Desarmando Buenos Aires la máquina del poder omnímodo, resultado de la suma del poder económico de toda la Nación, acumulado en
la capital por esa misma máquina, Buenos Aires deja de ser la primera
víctima del Gobierno omnipotente y despótico, que su autoridad provincial hacia pesar, primero sobre el pueblo de su mando inmediato, y
después sobre el pueblo argentino todo entero. L a demolición de ese
edificio de opresión, se opera de hecho por la separación del pueblo de
la Provincia, respecto de la ciudad de Buenos Aires, ciudad-poder-omnímodo^ en toda realidad.
Esta ciudad y el poder de todos los argentinos, que ella concentra,
divididos y distribuidos en manos de todos los argentinos, por la nacionalización de ese centro, separado de su provincia, es el solo medio
práctico de distribuir por igual entre todos los pueblos y ciudades argentinas del país entero, el producto del trabajo y del suelo nacional,
en que su poder soberano y supremo consiste. Desde ese arreglo, y
desde ese dia empezará á existir la libertad argentina que no es otra
cosa que el derecho y el poder del país unido de gobernarse á sí mismo,
mediante la posesión directa y completa de la suma de sus recursos y
elementos de poder y gobierno nacional.
Quien tiene la ciudad ¿oder de Buenos Aires, tiene todo el gobierno
nacional argentino.
¿Por qué la ha de tener el solo pueblo de su provincia? ¿Por qné
ese solo pueblo ha de ser depositario, tenedor y dueño del poder argentino, encerrado todo entero en este gran parque de autoridad y de
fuerza, acumulado en la citidad-nacion^ por el concurso de todos los
argentinos?
Colocar esta ciudad, que es de todos, como su nombre histórico de
Capital\o dice, en las manos exclusivas del pueblo de la Provincia de su
— 238 —
nombre, es entregar la Nación entera á una sola provincia argentina;
ni mas ni menos que como estuvo la colonia cuando las Provincias de
que ella se componía, tenían por capital á la Provincia entera de Buenos
Aires, de que era gobernador-oirey, y autoridad general d e todo el vireinato de entonces, que es hoy la Nación Argentina, erijida en Estado
libre y soberano, el 25 de Mayo de i 8 r o .
No bastó proclamar esta nación, para que la nación quedase formada
de hecho; es preciso hacer la nación que se proclamó, y h a llegado el
tiempo de salir del reino platónico ^e los nombres y palabras.
L a omnipotencia de poder, de recursos y de fuerza q u e ha estado
hasta aquí en manos del Gobierno provincial de Buenos Aires, debe
pasar á manos del Gobierno Nacional de la República toda entera pero
limitado.
Unitario ó federal^ poco importa; son cuestiones de palabras. El sofisma de los nombres ha desfigurado la realidad de los hechos y cosas.
L a cosa en cuestión, es la formación de un Estado regular, el Estado argentino, mas ó menos como el Estado chileno, que es un* ta rio, ó el Estado brasilero, que es medio unitario, es decir, casi federativo. ¿Se dirá
impracticable este sistema porque somos muchos los argentinos para
formar un solo Estado? Los brasileros son mas numerosos, pues son
diez millones. ¿Será su forma monárquica la que les dá esa capacidad?
L a República de los Estados Unidos, es cuatro veces mas grande, en
población, que el Imperio del Brasil. Nosotros mismos hemos sido el
doble de lo que somos hoy en población, cuando hace setenta años formábamos un soio cuerpo social hispano-argentino.
Pero la cuestión de forma unitaria ó federal nada tiene q u e hacer con
la gran cuestión del Gobierno Nacional de que se trata. Importa poco
que ella sea federal ó unitaria, con tal que tenga por residencia coa
jurisdicción exclusiva, la ciudad de Buenos Aires, en calidad de Capital
de la República Argentina. Solo á esta doble condición tendrá el poder
real y efectivo de un Gobierno argentino y nacional, digno de este
nombre.
Que las palabras de orden de los partidos no hagan olvidar la cosa
que la vida del país necesita, para alimentarse y desenvolverse, á saber:
un gobierno eficaz y serio, y que estas cualidades resulten de su complexion y contextura orgánica. No será eficaz y serio si sus poderes no
son una verdad, y una verdad de hecho.
— 239 —
Dos gobiernos en vez de uno, coexistiendo en la misma ciudad, eran
)a negación del poder fuerte que el Estado necesita.
No han coexistido en paz, sino cuando los dos han tenido por depositario á un solo gobernante. Antes de 1810 v. g. el virey, Gobernador
de la Provincia de Buenos Aires\ y á la vez virey del Vh einaio de Buenos
Aires. Mas tarde los gobiernos revolucionarios que residieron en
Buenos Aires, ejerciendo en nombre de las necesidades de la Revolución la doble autoridad de la Provincia-Capital, y de la República
entera. Después, bajo el gobierno de Rosas, que á la vez ejerció como
Gobernador de Buenos Aires el poder de la Provincia, y por encargo
especial de las otras, el gobierno exterior de la Nación. Otro ejemplo
de coexistencia fué el del Gobierno del general Mitre, que á la vez
fué Gobernador de Buenos Aires y representante exterior de la Confederación entera. El general Urquiza, en Entre-Rios, conservó en paz
entre sus manos el gobierno local de su provincia y el de la Nación,
como Presidente, hasta que divididos los dos poderes en dos gobernantes, dejaron de coexistir en paz, y de su conflicto salió y quedó
vencedor el Gobierno local directo y exclusivo de la Provincia de
Entre-Rios, en que habían coexistido.
No hay mas que un medio de prevenir el conflicto que nace de esa
coexistencia, y es el de dar al jefe de la Nación el gobierno local de
la ciudad de su residencia, y hacer por la amalgamación de ambos gobiernos, uño solo, fuerte, serio y eficaz.
¿En cuál ciudad ? La República Argentina por su contextura histórica y tradicional no tiene para ello otra que la de Buenos Aires,
porque solo ella encierra en su recinto los elementos y fuerza económicas y financieras de la Nación, de que es por nacimiento centro y
cabeza.
Objetan á eso sus nativos porteños^ por antonomasia, ó habitantes de
la ciudad-puerto de Buenos Aires, que si los argentinos toman posesión
del gobierno local y exclusivo de su ciudad natal, declarada Capital de
la Nación, los hijos de Buenos Aires que no tienen otra ciudad para su
residencia, quedan como extranjeros en la de su origen.
Pero esto es un error, que solo se explica por la inversion que el
orden histórico del país ha venido sufriendo desde la caída del gobierno español. Tomando los argentinos en sus manos el gobierno de la
ciudad de Buenos Aires, no son excluidos de ese gobierno los porte-
— 240 —
ños, porque ellos mismos son del número de esos argentinos que entran
á gobernarla. Los porteños siguen gobernando á la Capital de su
nacimiento, pero en vez de ser solos en ese gobierno, lo hacen conjuntamente con sus compatriotas, los argentinos de toda la Nación entera.
En ningún país que no es un monstruo de configuración, el gobierno
de la capital es del dominio exclusivo y local de sus hijos. Paris es gobernado por los franceses, Londres por los ingleses, Ro?na por los Italiatíos, Madrid por los españoles, Santiago por los chilenos, Rio de Janeiro
por los brasileros. Para ello y por ello no tienen que salir de su ciudad
nativa los parisienses, los londonenses, los romanos, los madrileños, los
santiaguinos, los nativos de Rio.
Los porteños no quedan como extranjeros hospedados en Buenos
Aires. Mas argentinos que nadie, quedan en su país, en su provincia,
en su casa, gobernando á la Capital en compañía de la Nación entera,
de que son y siguen siendo su parte principal, por su cultura, con la
ventaja sobre sus compatriotas, de quedar ellos en su casa, apesar
del cambio, mientras que los provincianos tienen que dejar la suya.
Se diria que la Nación era la hospedada en su capital, sí alguno pudiera estar como huésped en un hogar de su propio país.
D e j a r á los porteños el gobierno exclusivo de la ciudad de Buenos
Aires, es excluir del gobierno local é inmediato de la capital á los argentinos, es decir, á la Nación.
Pero eso sería constituir un Estado en el Estado, es decir, una nación
dentro de otra nación.
Eso no es federación; es desmembración de una nación en dos naciones, con sus dos gobiernos, en realidad nacionales, gravitando siempre
hacia la absorción uno de otro, cada vez que coexisten juntos en una
ciudad.
Toda noción sana de gobierno regular está perdida e n t r e los pueblos
argentinos por las nociones escolásticas de federación y u?iidad. Para
ellos no hay gobierno posible en el mundo fuera de estos dos tipos. Es
como la división de los temperamentos, en cálido y frió, húmedo y seco,
de las viejas escuelas de medicina.
El hecho es que no hay dos gobiernos que se parezcan en el mundo,
y seria difícil encontrar uno solo que forme un dechado de unidad sin
mezcla, ó de variedad sin unidad. «Multitud que no depende d é l a
-
241
-
unidad, es confusion: unidad que no depende de la multitud, es tiranía», decia Pascal.
Cada pueblo es como es, y su gobierno debe ser como para sí propio,
y no como para otro país. La Inglaterra es la Inglaterra, dice Frei'
mon en ese sentido, y no hay país que no pueda decir otro tanto, por
que no hay dos países iguales, y cada uno es cada uno; es el que es.
§ Vil
La unidad nacional es tradición histórica en ía República Argentina
Buenos Aires es la Capital histórica del país argentino, como todos
saben. Pero si la capital del país es histórica, lo es igualmente el país
argentino todo entero, como nación centralizada ó consolidada.
Una de las tradiciones históricas del argentino, es su unidad nacional.
Jamás, desde su fundación, ha carecido de esa unidad.
Hoy mismo su unidad está hecha; su suelo es uno, una es su sociedad,
como lo prueba su Código Social ó Civil Argentino; uno es su gobierno
externo, c por qué no lo seria su gobierno interior? Uno es su nombre
histórico; una su bandera, una su gloria, en una paiabra, una es su vida
política y social, uno es su ser, su interés y su poder.
Todo esto renace ó reaparece con la Capital en Buenos Aires.
Es la restauración espontánea, natural, gloriosa del grande Estado
argentino, que inauguró el Dr. Moreno en 1810, como órgano de la
Revolución de la Independencia respecto de un soberano extranjero, en
provecho del soberano patrio y nativo, que es el Pueblo Argentino.
La Revolución de Mayo toda entera está salvada, con tal que este sea
nuestro soberano, es decir el pueblo todo, entero y consolidado délas
Provincias del Rio de la Plata.
T. VIII.
IÓ
— 242 —
§ VIII
Todos nuestros grandes hombres argentinos fueron centralistas
Tenemos unos singulares políticos, cuyo patriotismo consiste en
pensar y obrar al revés de lo que pensaban y hacían los mas grandes
patriotas, que ha tenido este país.
Todos ellos, sin excepción, fueron centralistas ó unitarios.
El Dr. Moreno miró siempre á su país argentino, y habló de él como
de un Estado, de un solo Estado, formado de diversas provincias, y no
de un estado formado de varios estados. No fué federal, y no conoció
otra capital del Rio ele la Plata, que Buenos Aires.
Rivadavia fué siempre unitario, pues sancionó la Constitución que
consagraba ese sistema de gobierno para la República Argentina. Solo
por un sofisma ridículo se le puede pretender federal.
Belgrano fué centralista, pues quería la monarquía, que no significa
otra cosa en sí misma que un solo Estado, gobernado por un solo soberano.
San Martin fué también monarquista, pues inició inteligencias de paz
con España, sobre la base de un gobierno monárquico, ó unitario, ó
centralista.
Ur quiza y reinstaló la centralización de la República, sancionando la
Constitución que designó á la ciudad de Buenos Aires como capital de
la Nación, y residencia de su Gobierno Nacional ó Central, en los términos que Rivadavía lo propuso.
¿Quién es el único que ha condenado y perseguido la unidad y la
centralización de la Nación Argentina? El que nada hizo por su libertad
ni por su independencia, el General Rosas, que siempre se opuso áque
Buenos Aires fuese declarada Capital de la República, á condición de
no residir en otra parte, que en la ciudad de Buenos Aires, donde
encontraba hecho y constituido el centralismo, que rechazaba de boca.
Como él han obrado sus sucesores, que negando á Buenos Aires su
calidad de capital y residencia del Gobierno Nacional Argentino, han
— 243 —
cuidado de no residir en otra parte, que en la ciudad de Buenos Aires,
porque sintieron, como Rosas, que el poder argentino existía centralizado de hecho en la ciudad de Buenos Aires.
Pero alterada y falsificada esa constitución por su division en dos
poderes incoherentes é inconciliables, coexistiendo en la misma ciudad,
que á la vez era y no era capital, la centralización ha existido latente,
oscura, disimulada é impotente.
Esto es lo que la ley reciente de capital ha venido á correjiry rectificar en el sentido de un centralismo simple y racional.
Es verdad que también Dorrego precedió á Rosas como enemigo del
centralismo, aunque lo practicó de hecho como él, gobernando desde
Buenos Aires.
Pero Dorrego con su mérito innegable, aunque secundario, no estuvo jamas á la altura de sus grandes rivales unitarios en la historia argentina, ni en las simpatías del país.
La misma Buenos Aires dio á sus calles los nombres de los grandes
unitarios. Hay calle de Moreno, calle de San Martin, calle de Relgrano,
calle de Rivadaviay calle de L avalle. H a y calle de Caseros, que quiere
decir, calle de Ur quiza.
No hay calle de Rosas, ni calle de Dorrego. No califico este hecho, lo
establezco.
§ ix
El federalismo de Norte-América no fué modelo del doctor Moreno,
corifeo de la Revolución de 1810
En la colección de Arengas en el foro y escritos del Dr. D. Mariano
Moreno, abogado de Rueños Aires, y Secretario delprimer Gobierno de la
Revolución de aquel Estado (tomo i, Londres, 1836), uno de los escritos
colectados en ese volumen se titula:
« Sobre las miras del Congreso que acaba de convocarse y Constitución
del Estado».
— 2i4 —
Está inserto en la Gaceta de Buenos Aires, de 28 de O c t u b r e , 2, 13,
15 y 28 de Noviembre de 1810,
Era este escrito po'r su objeto, como el de las Bases, presentadas
cuarenta anos mas tarde, al Congreso Constituyente de 1853.
Es de notar que el Dr. Moreno para nada alude en él, al ejemplo de
los Estados Unidos de América, que apenas menciona al igual de la
Suiza, y de los mismos indios del Norte.
La antigüedad y los antiguos griegos y romanos, son su constante
modelo invocado. También cita los ejemplos de Inglaterra y Francia
en cuanto á su forma de Gobierno libre y nuevo. También señala el
ejemplo del federalismo alemán.
El ejemplo de los Estados Unidos, según el Dr. Moreno, era conciliable con nuestra subordinación de vasallos al poder soberano español,
con tal que contribuyésemos á formarlo junto con los otros pueblos
españoles.
Excluye por inaplicable toda especie de federación nacional é internacional.
Excluye también toda idea de Congreso Americano, aunque no de
alianza general de todas las Provincias de América.
Por Provincias entiende él, Señoríos,
América.
Vircinaios de España en
Solo por sofisma puede aplicarse su doctrina sobre este punto, á las
Provincias interiores de cada Vireinato; y sin embargo es esto lo que
mas de una vez han hecho los titulados federales argentinos.
El Dr. Moreno era unitario en sus doctrinas sobre el gobierno
moderno argentino. El predicaba ó quería la soberanía indivisible é
inalienable del pueblo argentino, como fuente y base del Gobierno
patrio de su país.
— 245 —
§ x
La Capital del Estado, como base de autoridad, según el doctor Moreno
Respuesta del Dr. Moreno, en nombre ele la Junta, de que era
Secretario, dada á un oficial español que presentó un oficio, que dijo
ser del Gobierno de Montevideo para la Junta, en Agosto de 1810,
cuando los asuntos de Doña Carlota de Borbon :
« L a Junta, repuso el Dr. Moreno, no admite pliegos ni sostiene
relaciones con un Gobierno refractario, que ha roto escandalosamente
los vínculos de dependencia á la Capital, ultrajando la autoridad superior
á que por ley constitucional del Estado, debe reconocerse sujeto. »
Este es un inmenso precedente que define el alcance del Gobierno
central argentino, instalado en la Capital del Estado, que era entonces
y es hoy, Buenos Aires, por la Constitución mas regular hoy que
entonces.
Según esas palabras del evangelista de la Revolución de Mayo, la
Capital en nuestro organismo tradicional, es el título de la autoridad
superior de la Nación. Esto es lo que ha estado desconocido en detrimento de Buenos Aires, por los que han tenido á esta ciudad,
fuera de su rango normal y natural de Capital de la Nación Argentina.
§xi
Capital nacional en Buenos Aires
La manía de considerarnos como una imitación de los Estados
Unidos, hace á muchos de nuestros dolientes de ese mal, imaginarse
que podemos crear nuestra Capital argentina en algún territorio mas
ó menos desierto, como una especie de Washington.
— 246 —
Ni la idea deja concebir nuestra Constitución, de que tal remedio
pueda proyectarse, y la razón de ello es que no necesitamos de una
Washington argentina, porque no nos falta Capital.
No se crean Capitales, á posteriores ó après coup, sino cuando se
hacen naciones nuevas. Así, en toda Sud-América no hay mas Capital
de reciente creación, sino la de Sucre, en Bolivia, por la razón de que
Bolivia misma, fué creada despues de ía Revolución de la Independen.
cia. Pero hasta el Paraguay y el Estado Oriental del Uruguay dejaron sus viejas Capitales de Provincia para Capital de la Nación, una
vez que fueron proclamados como tales Estados ó naciones, de cuerpos
provinciales, que antes eran.
Ocho son los artículos de la Constitución que se relacionan con la
cuestión de Capital. S e reformó solamente el artículo 3 0 ; pero dejando intactos los otros, quedó virtual y textualmente la cuestión de Capital resuelta en Buenos Aires, es decir, en una ciudad hecha y poblada
para Capital.
Por el artículo 3 0 las autoridades que ejercen el Gobierno Nacional
residen en la ciudad, q u e se declare Capital por una ley especial del
Congreso (no por un decreto del Ejecutivo). Lo que indica que la
ley no puede declarar Capital, sino á una ciudad.
El artículo 36, h a b l a de Diputados y Senadores de las Provincias y
de la Capital, como creadores del Congreso, compuesto de dos Cámaras, investido del P o d e r legislativo de la Nación.
El artículo 37, h a b í a de la Cámara de Diputados elegidos por el
pueblo de las Provincias y de la Capital. Una Capital despoblada no
puede tener electores; no puede ser considerada como disfrito electoral
de un solo Estado, y á simple pluralidad de sufragios, en «razón de
uno por cada veinte mil habitantes, ó de una fracción que no baje de
diez mil».
Estas cifras revelan q u e la Capital no puede ser un despoblado.
Corresponde al Congreso por el artículo 6? de la Constitución
«establecer y reglamentar un Banco Nacional en la Capital... con la
acuitad de emitir billetes ». Tales emisiones son inconciliables con
la soledad de un lugar q u e no tiene prestamistas, ni puede ser mercado
por falta de negociantes.
Es atribución del Congreso según ese mismo artículo 6y de Ja
Constitución, ejercer u n a legislación exclusiva en todo el territorio de la
— 247 —
Capital de la Nación.
¿Qué objetos ni qué asuntos pueden ser
materia de una legislación exclusiva en un territorio despoblado y
desierto ?
" L a Capital y cada una de las Provincias, dice el artículo 81 de la
Constitución, nombrarán por votación directa una junta de electores,
igual al duplo del de Diputados y Senadores, que envían al Congres o " - . Es entendido que una Capital sin electores, es decir, sin habitantes, no puede enviar Diputados y Senadores al Congreso.
¿Podrían reunirse, según ese mismo artículo 81 de la Constitución,
los electores del Presidente de la República, en una Capital de la Nación
que fuese menos poblada que una Capital de sus Provincias respectivas? De ese modo vendría á ser un acto secreto y oscuro, el acto que
debe ser el mas público y solemne de cuantos conoce la vida de un
Estado republicano y libre.
Por el artículo 86 de la Constitución, el Presidente de la Nación es
e1 jefe inmediato y local de la Capital de esa Nación. ¿Tan pomposa
atribución, no seria una burla de un poder supremo, si se aplicase á un
territorio desierto, solo porque fuese titulado Capital}
Fué dispuesto que se prestase por el pueblo en la Capital de la República, el juramento de la Constitución Nacional el 21 de Octubre de
i860. ¿Quepueblo podía haber prestado ese juramento si no hubiese
sido el de Buenos Aires, en que, en efecto, se juró, cuando no había
otra Capital que esta ciudad, sin que todavía se hubiese dado ley
alguna especial designándola como tal ?
Si en virtud de todo esto, no está ya instalado el Gobierno Nacional
desde veinte años en su Capital de Buenos Aires, es p o r u ñ a benignidad mal entendida que ha tenido en tolerar á su huésped, al Gobernador de Buenos Aires, la jurisdicción local, directa y exclusiva de esa
ciudad, que solo al Gobierno Supremo de la Nación incumbe.
— 248 —
§ XII
Capital nacional en Buenos Aires. Continuación
Nadie podría poner en duda que la Provincia de Buenos Aires
tiene elementos para darse una Capital fuera de la ciudad de su nombre,
y constituir un Gobierno fuerte para su Provincia, sin necesidad de
situarla en la ciudad de Buenos Aires. Los elementos d e su poder
están en todo su suelo, no en la ciudad de Buenos Aires. L a República Argentina, al contrario, vivirá sin Capital y sin Gobierno Nacional, si no establece las dos cosas en la ciudad de Buenos Ai «•
es . No
por capricho ni simple gusto, sino porque todo su poder propio está
reunido y situado en esta ciudad.
L a elección de la Capital no es materia de gusto, ní d e fantasía,
como la elección de un tocado para una dama. No es mas libre un
hombre de elegir el lugar de su cuerpo, en, que ha de colocar su
cabeza, que un país el de su cuerpo político en que lia de colocar su
Capital. La geografía política de los pueblos, se hace p o r leyes y
fuerzas naturales que presiden al desarrollo de su organismo, contra
el poder mismo de las leyes artificiales del hombre. Buenos Aires ha
nacido y se ha formado Capital, no de una Provincia destinada á vivir
una existencia separada, sino con el Vireinato que recibió el nombre
de Buenos Aires, porque de Buenos Aires dependía el desarrollo de su
vida, como de ese desarrollo dependía la vida y conservación de
Buenos Aires. Así, no hay que olvidar una cosa, y es que no se trata
de discutir si Buenos Aires debe ser ó no Capital argentina; es
cuestión decidida y resuelta. Depositaría del poder de la Nación, en
todos los recursos y elementos económicos que forman el poder argentino, no hay gobierno ní autoridad nacional posible para nuestro país,
sin la dotación de esta ciudad.podcr, ó mejor dicho de esta ciudad-nación, para residir con jurisdicción exclusiva, inmediata y directamente
suya.
O es Buenos Aires Capital de la República Argentina, ó la Kepúbli-
— 219 —
ca vive sin Capital y sîn Gobierno, en manos del poder que, sin ser
nacional, ocupe y retenga á Buenos Aires bajo su jurisdicción exclusiva, con cualquier nombre, aunque no se diga Gobierno Nacional ni
argentino.
Sacar la Capital argentina de Buenos Aires, es invertir toda la
Constitución, no solo escrita, sino real y virtual] toda )a historia
política argentina de que la Capital en Buenos Aires, es todo el resumen y expresión.
En torno de la cuestión de Capital se desenvuelve la historia entera
del poder en este país; ¿por qué razón? La hemos dado mil veces.
Porque según sus condiciones de formación geográficas y económicas,
la Capital es el Poder, y el Poder es el Gobierno, cuando no es un Gobierno nominal y platónico. El poder argentino está en Buenos Aires,
y por eso es que no hay otro medio de constituir y completar la organización política argentina, que dar á la Nación por Capital la ciudad de
Buenos Aires.
Es por eso que cada vez que se ha tratado de constituir el Gobierno
ó la autoridad que debia reemplazar á la derrocada el 25 de Mayo de
1810, se ha tratado de la cuestión de Capital en primera línea, como
una de sus bases y puntos de partida. Así, en mi libro de las Bases y
Puntos de partida para la organización de la República Argentina,
que mandé desde Chile en 1852, sostuve, en la primera y segunda
edición, que la Ciudad de Buenos Aires era la Capital histórica, tácita y
natural de la Nación.
No fué sino después de la revolución del r t de Setiembre de ese
año, en que Buenos Aires se separó de la Nación, que opiné que todo
Gobierno Nacional era imposible con la Capital de la República en
Buenos Aires, con las proporciones que recibió de España para ser
Capital de una vasta vice-monarquía, diez veces mas grande que la
misma Metrópoli española.
En 1818, en 1826, en 1853, en i860, por fin hoy mismo, la cuestión
de Capital viene á ser la llave de la organización de una autoridad
general y común para toda la República Argentina.
Dar á la Nación por Capital la ciudad de Buenos Aires, no es
cuestión de mera geografía. Es dar al Gobierno de la Nación el
poder que le falta para ser realmente un Gobierno, porque Buenos
Aires es realmente el poder, no por ser la mas grande y bella ciudad
— 250 —
d e l à Naciorij ni p o r razón de ser su Capital tradicional é histórica, sino
por una causa mas fuerte que todas esas, á saber : porque en ella se
encuentran reunidos y existen radicados todos los elementos y recursosnacionales del poder económico y rentístico, en que el poder político*
real y positivo, consiste y reside en este país. La cuestión de Capital
es cuestión de poder, Buenos Aires es la Capital argentina, porque ella
es el poder argen tino.
Por eso es que dejar la cuestión de Capital sin solución, ha sido
siempre dejar á la Nación sin Gobierno, ó lo que es igual al Gobierno
sin poder.
En todo caso, al país sin autoridad, sin paz, sin seguridad, sin
dirección política, sin respetabilidad, porque la condición del goce de
estos beneficios, es la existencia de una autoridad regular, eficaz y
fuerte. Autoridad que no es fuerte, no es autoridad en países de raza
esencial é históricamente autoritaria.
L a última guerra ha nacido precisamente de este origen, y la intuición nacional del país se ha apercibido de que no tendremos paz
estable, si continúa sin la solución natural y única de su cuestión de
capital argentina en Buenos Aires, que no es otra cosa que la de un
Gobierno general y común para todos los pueblos argentinos.
§ XTII
Es Buenos Aires la Ciudad-Nación de que hablaba Rossi
(Escrito antes de sancionada la Ley de Capital)
Buenos Aires como Capital argentina, es esa «ciudad-nación» que,
según Rossi, en todos los Estados consolidados, es teatro de todas las
capacidades, fin de todas las ambiciones, que van á ilustrar todos los
talentos, á enriquecer todas las fortunas, que todas las artes adornan
y embellecen á porfía, objeto del pensamiento, de los placeres, de los
votos de todos, orgullo del país, reina aceptada, á quien ios palacios y
— 251 —
las chozas, las aldeas y las ciudades rinden homenage. {Es un bien?
¿Es un mal? Qué importa! E s un hecho, y un síntoma. Y este
hecho es el resumen de la Historia Argentina.
Si hay en el mundo una Ciudad-Capital para la que hayan sido escritas estas palabras, es la ciudad de Buenos Aires, en que está reasumida la Nación Argentina, no por ser su simple y nueva Capital
histórica y tradicional; no tampoco por ser la mas grande, culta y
opulenta de sus ciudades, sino porque todos los elementos y recursos del poder nacional argentino, puerto, tráfico, aduana, crédito, tesoro,
administración, registros, archivos, oficinas, monumentos históricos, se
hallan reconcentrados, establecidos y arraigados en la ciudad de
Buenos Aires, por la legislación, la historia y la costumbre del país
argentino.
No es libre la República Argentina de darse otra capital que la
ciudad de Buenos Aires en su condición presente.
Su situación y modo de ser en este punto, son únicos en el mundo.
Para todo otro Estado, la elección de su Capital puede ser masó menos facultativa ó potestativa. En la República Argentina, colocar su
capital fuera de la ciudad de Buenos Aires, es tan imposible como
colocar la cabeza de un hombre donde está su estómago. E s decapitarla, quitarle su existencia orgánica, despedazar el país en dos
mitades muertas, no en dos Estados vivientes y capaces de vida política.
Está situada la cabeza donde están los órganos vitales del país, por
Jos hechos y antecedentes orgánicos de su historia. Allí es preciso
dejarla, porque allí está situado el poder, es decir, el Gobierno,
pues el Gobierno es un mero nombre cuando su poder no es un
hecho.
Una de esas grandes ocasiones de acabar la obra de la Constitución
Argentina, y de dar al organismo de su Gobierno general el poder
que le falta, por causa de su division actual en dos Gobiernos, podía
muy bien surgir de una crisis internacional amenazante contra el
equilibrio en que reposa el actual edificio geográfico del continente
sud-americano.
Como en conflictos tales, nadie corre mas riesgo de perder que el
que mas tiene que perder, á la República Argentina, la mas rica en
territorio y la mas espuesta, por lo tanto, á la codicia de sus vecinos
— 252 —
necesitados de éî, le conviene dar á su Gobierno la fuerza y vigor suficientes para defenderse, cuando menos, del poder combinado de
agresores posibles.
Esa es la fuerza que le falta por la division en que está su Gobierno, en dos Gobiernos nacionales.
La division del Gobierno trae la del país y su sociedad en dos campos, por no decir en dos países, de los cuales corre uno siempre el
riesgo de buscar el poder doméstico que le falta, en el auxilio del poder extranjero.
Bien puede la República aglomerar todos los ejércitos que quiera;
como los ejércitos no son la fuerza, ni la causa de la fuerza, sino el
producto de la fuerza que reside dinámicamente en la unidad de todos
los elementos de poder que la República contiene, la debilidad é impotencia de la Nación, contra una coalición de sus vecinos unitarios,
coexistiría toda entera con los mas numerosos ejércitos, mientras esté
gobernada por dos Gobiernos nacionales, rivales y enemigos virtuales uno de otro, por lo mismo que ambos son nacionales y aspiran á
gobernar la misma Nación.
Así, su primera necesidad para la guerra como su primera necesidad para la paz, será la consolidación y amalgamación de sus poderes
desmembrados y dispersos, en un solo Gobierno nacional, unido, compacto y concentrado en el punto en que residen y se encuentran establecidos de hecho, por los antecedentes de su historia.
Ese lugar en la República Argentina es la ciudad de Buenos Aires;
Ciudad-Nación que pertenece á todos los argentinos, como todos los
argentinos le pertenecen á ella.
Una nación compacta y bien hecha, no es aquella en que todas sus
partes son independientes unas de otras, sino aquella en que todas
sus partes dependen unas de otras. Esa dependencia mutua en lo
doméstico, es la llave de su independencia nacional, respecto del extranjero.
Quiero decir que todos los argentinos tienen derecho y deben concurrir á la elección, formación y gestion dtd Gobierno único, que
debe residir en Buenos Aires, con jurisdicción local, di?'ceta y exclusiva en esa residencia.
Esta organización es un hecho; hecho existente, vivo y palpitante,
por mas que se disfrace con el papel de una Constitución escrita, que
— 253 —
solo existe escrita para desautorizar y quitar al verdadero Gobierno
nacional de hecho el poder moral de la legalidad.
No habría mas que hacer sino dar la consagración ó sanción del
derecho al Gobierno nacional, que ya posee por la fuerza de las cosas, el gobierno de hecho de la República Argentina, que es aquel de
los dos* Gobiernos coexistentes, el que gobierna á la ciudad nacional
de Buenos Aires.
En una palabra, reconocer á esa ciudad por capital de la República Argentina, ó lo que es lo mismo, nacionalizar de derecho á
Buenos Aires, como lo está ya de hecho, por la naturaleza legislativa y constituyente de los acontecimientos.
Esta fué la convicción y recurso supremo de Rivadavia cuando en
el año 1825, la República debilitada por la subdivision de sus poderes,
vio amenazada su integridad por la ambición del Imperio del Brasil, y
la del libertador Bolivar, que en nombre del derecho de i a victoria, se
constituía en arbitro de la mitad del suelo argentino.
Esta misma fué la convicción y el recurso supremo de la República
Argentina, cuando, desde 1810 á 1825, obedecióy siguió al Gobierno
de Buenos Aires, como al Gobierno nacional de todos los argentinos,
en la lucha de su independencia contra España. Sin esa unidad de
acción y de gobierno no existiría hoy la República Argentina en la
familia de las naciones, como Estado independiente y soberano.
Hoy, como entonces, su primera máquina de guerra, es la existencia
de un gobierno fuerte de todas las fuerzas y energías del país, por su
consolidación en un solo Gobierno nacional argentino, de hecho y de
derecho.
A esa máquina ó maquinaria deben, al menos, Chile y el Brasil, el
poder que se pretende amenazante á la integridad territorial de las
Repúblicas de Sud-América debilitadas, no por falta de soldados, sino
de gobiernos serios.
Va á llegar el día en que todos sus Estados tendrán que buscar en la
reconstrucción del equilibrio, ó, lo que es lo mismo, en la constitución
general àç\ continente, la oportunidad y la garantía de la constitución
del Gobierno Nacional de cada uno. La América del Sud tendrá que
rectificar las líneas principales de su geografía política-internacional,
definir y fijar sus fronteras, por un acuerdo general.
No de otro modo se han constituido y existen afianzados los Estados
— 254 —
del viejo mundo europeo. Cada uno existe equilibrado y apoyado
por el equilibrio de todos en el orden continental, de un sistema europeo.
Ese sistema es el que falta á los Estados modernos de Sud-América,
que han vivido hasta aquí dispersos, reñidos, y disputando por límites,
con sus propias armas, en vez de buscarlos, en la voz y autoridad de
la América mismaj reunida en un Congreso internacional ó continental
constituyente.
La Europa ha tenido muchos en lo que vá de este siglo ; la América
del Sud habló de tenerlo en Panamá^ en 1826, y después solo ha tenido
Congresos americanos en el nombre, regionales en la realidad.
Al hablar del acuerdo que la América necesita, no hablo de esa
union paradoja! y quimérica en un solo cuerpo político, ni en una Confederación que algunos creen posible. Hablo de esa union internacional que deja á cada Estado el hecho y goce de su entera independencia.
De confederarse á unir sus esfuerzos para propósitos de interés
común, bajr mucha diferencia. Primero que confederarse, los nuevos
Estados de Sud-América necesitan acercarse, entenderse, confraternizar
entre sí, vivir en paz p a r a cambiar sus intereses y conveniencias en
el sentido de su progreso común y general americano.
Esto es lo que su diplomacia tiene el deber de buscar, ya sea por
negociaciones parciales y separadas, ya en Congresos continentales,
de que es capaz en ocasiones graves y solemnes.
Esto es lo que no ha hecho hasta aquí en los setenta años que hace
que tomó en sus manos el gobierno de sus destinos.
§ XIV
Lo que ha perdido la Nación por falta de una Capital
Sin la ausencia de una Capital, no habría tenido lugar ni razón de
ser el acaecimiento de la g u e r r a de 1880 en Buenos Aires. Esa falta
— 255 —
hacia existir en Buenos Aires á los dos gobiernos que han sido los
dos beligerantes. Et uno, armado de toda la jurisdicción civil de la
Ciudad-Capitalik la Provincia de Buenos Aires; el otro, aunque Supremo,
hospedado allí sin la menor jurisdicción local, teniendo necesidad de
traer de las Provincias ejércitos armados, para hacerse obedecer y
respetar en el lugar de su residencia.
L a guerra no necesitó para estallar, sino que una común aspiración
encontrada se produjera, como causa natural de su rivalidad.
Así sucedió, y vimos por eso nacer una guerra que, á fuer de
ser reconocidas sus causas, los beligerantes no se tomaron el trabajo
de ex pl i cari as.
La guerra empezó sin declaración de ninguna de las partes y se hizo
toda entera, sin que el público viese explicados sus motivos, ni propósitos, en manifiestos ni documento alguno oficial, de los que son de
rigor en los usos de la guerra, aún de la guerra civil.
Jamás hubo una guerra menos explicada, porque jamás hubo guerra
mas obvia y comprensible. Baste decir que lejos de ser nueva, era
una continuación de la que existia hace sesenta años, entre los mismos
dos factores, por los mismos motivos, con el mismo propósito de ser
un solo y único Gobierno de la Nación, residente único y solo en la
gran Ciudad-Nación, que es la Ciudad-Capital de Buenos Aires, por
razón de ser la Ciudad-puerto, la Ciudad-mercado>, la Ciudad-tráfico y
comercio, la Ciudad-aduana, la Ciudad-crédito y Banco, la Ciudad-moneda, la Ciudad-tesoro, en una palabra, la Ciudad-poder, la CiudadGobierno de la Nación.
Buenos Aires será todo por la Nación, á condición de ser todo para
la Nación, inclusa ella misma, bien entendido.
L a República tan bien llamada Argentina, por ser hecha de plata
y oro por la naturaleza, que podría estar á la vanguardia del Brasil y
de Chile, con solo asumir la posición y rol orgánico que le marca la
naturaleza misma, goza, tal vez, de menos iniciativa que ellos.
I Qué necesita para ponerse á la cabeza de sus vecinos y de todos los
Estados de la América del Sud ? Que la ciudad de Buenos Aires
consienta en ser la Capital de la Nación Argentina, en vez de ser modesta Capital de una Provincia rica, pudíendo serlo de catorce Provincias, capaces de ser opulentas.
— 256 —
§XV
La Capital era el Vireinato, en cierto modo, por la Ordenanza que constituía su régimen colonial
Para comprenderlo actual, tenemos que volver continuamente á lo
pasado. Hemos tenido imitadores de Tocqueville, en su estudio de la
Democracia en América\ sin recordar que para completar ese estudio,
se ocupó del antiguo régimen en Francia.
La solución de esa cuestión en tales términos, importa, no solamente
á la existencia de un Gobierno Nacional, como guardian del orden y
de la paz, de que el país necesita para prosperar, sino también es
indispensable condición de la libertad y progreso de todo el país
argentino, porque lo es de su paz y segundad pública.
Este punto es de suma importancia,y requiere grande atención de los
hombres públicos del país.
La Capital, según la dejó hecha el régimen de organización colonial
que tenia nuestro país antes de 1810, era una máquina económica de
poder absoluto. F u é construida para concentrar todas las fuerzas
económicas del país argentino en el recinto de la Provincia-Capital de
Buenos Aires, en que residía el Virey con el doble cargo de gobernador déla Provincia y Virey del Vireinato que tenia por Capital á toda
la Provincia de Buenos Aires.
Al Virey se lo üevó la corriente de la Revolución, pero quedó el
Gobernador de la Provincia-Capital, con el manejo y posesión de la
máquina de gobierno absoluto del país entero.
Nos asustamos ahora de lo que se llama estado de sitio. Pero olvidamos que hemos vivido dos siglos en estado de sitio, bajo un gobierno
armado de la suma de los poderes públicos. Rosas no inventó esa
máquina en 1835. L a recibió con el gobierno de la Provincia, como
su simple gobernador, el cual siguió siendo porlafuerza de la máquina
una especie de Virey, sin mas Rey que él mismo, es decir, soberano
él mismo del país que tuvo por soberano al Rey de España, hasta
1810.
— 257 —
Las fuerzas vitales del Vireinato ó del país que lo fué, cuya maquinaria colonial concentraba en la Provincia-Capital de su mando inmediato y exclusivo, antes de 1810, fueron concentradas, despues que el
Vireinato perdió la mitad de su territorio, en la Ciudad de Buenos
Aires, que siguió siendo la misma máquina económica de poder, de
rentas, de crédito, de tesoro, cuyo caudal de fuerza concentrada, quedó
en manos de su gobernador'-vir'ey¡ y mas tarde, si no Vivtyy al menos
vice-soberano del pueblo de Buenos Aires, y de los catorce pueblos
argentinos.
En vez de reconstruir la máquina del poder que ésta creaba y producía para el Rey de España, en el sentido de que lo creaba y colocaba
en manos del nuevo soberano, que era el mismo pueblo de toda la Nación, á quien pertenecía todo el tesoro que ella misma producía, la
máquina cambió de nombre y de operaciones, pero node construcción,
y su resultado siguió siendo el mismo que bajo el sistema colonial.
El caudal de recursos y poderes concentrados por la máquina quedaba en el recipiente, que era la Capital, para consumirse, no en beneficio del pueblo d¿ Buenos Aires, como decimos impropiamente, sino
de la porción de ese pueblo, que manejó la maquinaria, es decir, del
pueblo oficial^ minoria privilegiada que tomó el trono desocupado por
el Virey, y lo ocupó y benefició en nombre de la República independiente.
Bastó dejar intacta la máquina realista de poder absoluto y omnímodo., para que el estado de sitio orgánico y constitucional del tiempo
de la colonia, continuase existiendo, bajo el manto del gobierno constitucional de la República dicha libre.
La suma de poder condensado en Buenos Aires por la acción de la
vieja maquinaria colonial, mantenida de un modo latente, lejos de disminuir en valor, ha crecido y aumentado en proporción del desarrollo,
que nuevos manantiales económicos de fuerza han recibido del aumento
de la producción de la tierra, del comercio, délos cambios, del crédito,
de la población y de todas las condiciones de la vida moderna en Buenos Aires.
Pero la máquina creatriz de poder omnímodo, es también máquina
productora de revolución y de discordias ; y así como ella produjo la
Revolución-mad re de x8io, ha seguido produciendo las revolucionesT. VIII.
17
— 258 —
hijas y nietas d e la injusticia del régimen colonial, conservado con el
disfraz de nuevo régimen libre.
Esto es lo que ha llegado el tiempo de corregir, y la gloria del cambio viene siempre á Buenos Aires, como en 1810. Podrá no parecerlo
así á los ojos de los que olvidan que hay dos Buenos Aires, según que
la Provincia es representada en sus intereses y dirección fundamentales,
por este ó aquel partido de sus propios hijos.
Pero el hecho que todos ven, es que de Buenos Aires han partido
el movimiento y la fuerzas que hoy agitan la obra del coronamiento
del edificio orgánico de la Nación. Es de Buenos Aires de donde han
salido formados el poder del Presidente reformador, los elementos
materiales y morales, q u e han hecho la candidatura de su sucesor en
el poder y en la obra que dejó principiada. En Buenos Aires han
continuado y continúan residiendo, ayudados y sostenidos por elementos sociales y materiales, situados en la misma Buenos Aires.
Y si de Buenos Aires no sale el poder que ha de llevar á cabo la
transformación que el país reclama, y de la cual debe recibir la
plenitud de poder y rango que le toca en el concierto de los poderes
de Sud-América, no lo recibirá de otra dirección, pues no existe en
otro punto de la República, desde que fueron arruinados los Estados
litorales, que en 1852 trajeron el cambio liberal de entonces, y la
reforma de i860 que trasladó sus elementos de influjo y poder á Buenos Aires, donde hoy están.
L a faz mas preciosa de este nuevo empuje de regeneración hacia
los nuevos y definitivos destinos de nuestra civilización política, está
en el papel que á Buenos Aires le cabe desempeñar.
§ xvi
El poder argentino es Buenos Aires
Ningún Congreso tendría el poder de sacar el Gobierno Nacional
de Buenos Aires, sin reducir su poder á mero nombre, por una razón
muy simple, y es, que el poder está situado y radicado orgánica-
— 259 —
mente en Buenos Aires, ó mejor dicho, el poder argentino es Buenos
Aires, en cuanto á los elementos económicos de ese poder argentino,
— v. g. : trdßco% aduana (impuesto ), crédito, de que la aduana es
g a g e ; Banco ¡ dicho de la Provincia, que es oficina fiscal, encargada
de levantar empréstitos interiores por la emisión de deuda pública,
en forma de papel moneda ; tesoro nacional\ en una palabra, que
se surte del impuesto y del empréstito ( emisión de papel ó deudamoneda.)
Y como todos esos elementos de poder son, por su naturaleza, nacionales y pertenecen á la Nación, el Gobierno Nacional estay tiene
que estar residiendo donde están sus elementos; no como mero espectador y huésped^ sino como tenedor y administrador de ellos, sin
la participación de otro gobierno cualquiera, porque si los posee á.
medias con otro, no es un gobierno entero, sino medio gobierno,
cuando mas.
No están en Buenos Aires esos elementos del poder argentino por
la obra de una ley, sino por la constitución orgánica, que recibió el
país desde su formación de colonia de Espaiïa, para utilidad, no de
los colonos, sino de la Metrópoli.
No se decretan las capitales de las naciones. Son obra de la ley
del organismo necesario, que las hace existir como cuerpos sociales.
Son la condición de su vida misma.
Esta ha sido al menos la ley natural de formación de la capital del
pueblo argentino en Buenos Aires. L a capital se ha formado con él
y al mismo tiempo.
Hoy no está en su mano cambiarla. El Gobierno tiene que estar
y residir en el lugar donde está el poder, que lo hace ser Gobierno.
Según esta ley orgánica de la constitución natural del país argentino, no es Gobierno nacional argentino, sino el que reside en Buenos
Aires, y gobierna á la ciudad de Buenos Aires de un modo directo,
exclusivo y ¿ocal.
Esta condición última, es lo que se llama y es, la. jurisdicción.
El Gobierno que la ejercía en Buenos Aires era Gobierno nacional,
aunque se llamase Gobierno provincial.
El nombre no hace al caso.
Así, bien puede llamarse nacional un Gobierno que resida en Buenos Aires, si no ejerce su jurisdicción local, directa y exclusiva en los
— 2G0 —
elementos del poder nacional, situados en Buenos Aires, no es Gobierno nacional, sino de nombre; así, bien puede llamarse Gobierno de
la Provincia un Gobierno que resida en Buenos Aires, si él ejerce la
jurisdicción local, directa y exclusiva en Buenos Aires, es en realidad
Gobierno nacional, porque gobierna con los elementos del poder
nacional, que nadie sino él posee y ejerce.
E n este último caso, la Nación está sin Gobierno nacional, real y
efectivo.
Y este es el caso que se produce en la República Argentina, cuando la capital ó residencia del Gobierno nacional se fija en el Rosario,
en Belgrano, ú otro lugar mas ó menos secundario de la República.
Ningún punto en que no estén radicados los elementos del poder nacional, ó su centro de gravitación (como el tráfico, renta de
aduana, crédito, tesoro nacional) y no es ni puede ser capital, sino
de nombre.
E n asunto de Capital, ó residencia del poder real y efectivo del
país todo, la República Argentina es un país solo y único en el mundo, que no se parece á ningún otro por la obra de su historia y de
los precedentes de su vida orgánica, inicial.
Según esto, el punto de partida de todo movimiento 05_gánico de la
República Argentina está hoy en Buenos Aires, como estuvo siempre,
aun en los casos en que pareció estar en Entre Ríos, y en el alto
litoral, como en 1852.
De Buenos Aires partió la acción que levantó y manejó Urquiza
contra Rosas; y desde que los medios que hicieron á Entre Rios el instrumento y brazo de Buenos Aires para vencer al Gobernador Rosas,
desaparecieron de aquella Provincia para volver á Buenos Aires, esta
ciudad volvió á ser el centro y punto de partida de toda acción directiva
y gubernamental en las Provincias de la República Argentina. Así
están hoy las cosas. Nada confirma tanto esta verdad como lo sucedido en 188o. El Gobierno nacional del Dr. Avellaneda ha sacado
de Buenos Aires todos los elementos de poder que le han servido para
vencer al Gobernador de la misma Buenos Aires, por el instrumento,
no de las Provincias únicamente, sino también de la Provincia misma
de Buenos Aires, entendida con las otras, para obrar en ese sentido
común y nacional. Hasta la carrera y el prestigio de los jefes del
movimiento nacional de 1880, se han formado y han sido product
— 261 —
formado en Buenos Aires, donde se educó también el que derrocó á
Rosas, en 1852.
L a causa nacional ha sido mas feliz esta vez que en 1852, por esa
circunstancia, y por la de haber tenido en la misma Buenos Aires
la base y cuartel general de su campaña orgánica y centralista.
Siempre que el Gobierno Nacional no sea el único y exclusivo
Gobierno de Buenos Aires; y siempre que exista otro á su lado, aunque se titule Gobierno de la Provincia, la jurisdicción nacional en la
Capital estará dividida en dos Gobiernos, que renacen en el hecho
como dos Gobiernos nacionales, por la naturaleza nacional de la jurisdicción, y de los elementos de gobierno que están divididos entre
los dos.
Mas bien que dos Gobiernos, son dos mitades de un Gobierno nacional argentino, debilitado por su division y por su natural rivalidad
y antagonismo, en que los hará vivir el deseo da absorberse el uno al
otro, para completarse.
Uno de los dos estará de mas y tendrá que desaparecer para que
la República Argentina tenga un Gobierno nacional verdadero, fuerte
y eficaz: ó el Gobierno de Buenos Aires dicho provincial, tendrá que
ser e) Gobierno de toda la Nación, á título de poseedor único de ]os
elementos del poder nacional, encerrados en Buenos Aires; ó el Gobierno dicho nacional^ por la razón de ser elegido por toda la Nación,
tendrá que ser el solo Gobierno local y exclusivo de Buenos Aires,
como propietario de todos los elementos nacionales de poder, de que
está formado el Gobierno dicho de Buenos Aires.
L o primero sería dar á una sola Provincia el ejercicio del gobierno
de toda la Nación; lo segundo seria dar á la Nación el gobierno de
todas las Provincias, de que ella se compone, como es justo y regular.
E n una palabra, no tiene la Nación otro medio de entraren posesión
desús elementos propios de gobierno, que poseer la ciudad de Buenos
Aires, como su capital.
— 262 —
§ XVII
La elección de la Capital no es facultativa. Viene de la historia y de las
cosas
L a ciudad de Buenos Aires, Capital, fué como un recipiente y depósito, en que el poder general de estas Provincias se encontró acumulado, por la organización que E s p a ñ a dio á su colonia del Plata.
En virtud de ese hecho la elección de Capital no es facultativa ni arbitraria en este país. Ella está donde residen los elementos y recursos
del poder efectivo de gobernar á la Nación toda.
Dar al Gobierno Nacional por residencia y territorio de su poder
directo y exclusivo, la ciudad de Buenos Aires, es darle el poder que
le faltaba para dejar de ser un Gobierno de nombre.
L a cuestión de Capital en este país, no es cuestión de mera geografía política. E s mera cuestión de poder efectivo, de Gobierno de
hecho, de autoridad eficaz, de orden legal verdadero, de paz durable y de progreso no interrumpido.
Colocad la capital nacional donde queráis, si no la elejáis en Buenos Aires, creáis una capital de mero nombre. Buenos Aires con el
nombre de simple Provincia, igual á cualquiera otra, seguirá siendo
la verdadera capital de todas las demás.
Dad el nombre de Gobierno nacional, al Gobierno que queráis, no
será tal Gobierno nacional, si no le dais por residencia á Buenos Aires, donde está de hecho el poder nacional. Un simple juez de paz
seguirá siendo el jefe de la Nación, si dejais en sus manos la jurisdicción local, directa y exclusiva de la ciudad de Buenos Aires. La razón
de esto es tangible y palmaria.
Buenos Aires es en este país la Ciudad-poder, la Ciudad-nacion\ no
por la obra de un milagro, ni de la ceguedad del acaso, sino porque fué
dotada de todos los elementos del p o d e r supremo de estas Provincias, por su organización primitiva española, que la hizo ser el centro de gravitación del tráfico internacional, como puerto favorito de
— 2G3 —
la Nación; el manantial del impuesto de ese tráfico, que es la aduana;
el asiento del crédito público, que tiene su gaje en ese impuesto, y
la tesorería, que se surte de esas dos fuentes del Erario, á saber: el
impuesto y el empréstito.
Estos son los elementos sustanciales y verdaderos del poder público, aunque se llamen de otro modo. Donde ellos se encuentran,
allí está el poder real, aunque la ley escrita declare que está en
otra parte.
Declarando á Buenos Aires Capital de la República Argentina, la
ley no hace mas que confirmar y ratificar un hecho que es obra y
resumen de la historia nacional argentina, es decir, de los hechos de
que se compone toda su entera existencia de cuerpo social y político, antes colonia de España, y después República independiente.
§ XVIII
La organización del país argentino data del día en que España empezó
su fundación
L a organización de nuestro país data desde el dia en que España
empezó su fundación. El trabajo de su constitución real ha durado
tanto como la cadena de su existencia.
El progreso gradual de esa obra secular y sucesiva, es lo que la
filosofía del dia llama evolución. Aunque no hay dos de esa cadena
de dias que se parezcan; aunque el objeto que se desenvuelve, cambie de manos, de nombre, de forma, la identidad de su individuo y
organismo, es innegable y constante.
El órgano motor y dirigente de nuestro cuerpo social argentino,
está donde la mano de España colocó sus elementos de fuerza vital,
impulsiva.
Los colocó según la mente y destino de su creación, en Buenos
Aires.
— 264 —
Conforme á este plan natural de creación, puso la capital d é l a colonia del Plata, donde la geografía y las condiciones del suelo convenían mejor á su designio, que fué mantener su establecimiento al
abrigo de dos peligros, el de la ambición y rivalidades de otras naciones, y el de la insubordinación ó rebelión posible de sus colonos, A
esos peligros se añadía un tercero, el de los indígenas, dueños del
suelo, que lo perdieron por la conquista española.
Para capital de la colonia fundó España la Ciudad dé la Santtsima Trinidad, puerto de Buenos Aires¡ en la embocadura del gran
Rio de la Plata, en que desaguan los mas opulentos afluentes del mundo. Es decir, que tomó á los rios-caminos-caminantes, por colaboradores de su obra, y si sus leyes no hubiesen hecho á Buenos Aires,
la acción de los rios y de sus llanuras, lo hubiesen formado y
liecho centro capital de esas regiones, en el punto en que está.
Colocó en la ciudad-puerto los recursos y medios de gobierno de
este país, y situó la residencia del Gobierno en la ciudad que no
podia dejar de ser la capital, desde que era centro y depósito de
todos los elementos y recursos del poder; puerto, vias, irdßco^ población, rentas, tesoro.
"Dio á esa capital dimensiones y recursos apropiados para que el
"Gobierno encargado de la custodia y defensa de estos lejanos establecimientos de España en América, fuese mas fuerte que todas las
resistencias posibles de los colonos, desde luego, de los vecinos lusitanos, en seguida.
Buenos Aires creció con el tráfico de su puerto y de los rios que
le trajeron las riquezas naturales de ese tiempo, que eran los metales preciosos del Norte. L a riqueza rural del Sud no había nacido.
Para hacer irresistible la autoridad y poder de su Gobierno omnímodo é ilimitado, puso en la jurisdicción inmediata, local y exclusiva
de su jefe, el Gobierno provincial de Buenos Aires, y á su gobernador hizo Virey General de todas las Provincias del Vireinato
de la Plata.
La capital robustecida por la campaña de la Provincia de Buenos
Aires, fué el centro vice-metropolitano, que convenía á la seguridad
de ese reino colonial. La capital en otra forma, y con menos poder,
hubiera sido un peligro de perdición, en faz de tantas asechanzas in-
— 265 —
ternas y extranjeras, como conspiraban contra esos codiciados dominios de España. E r a la capital que convenia para residencia de su
Gobierno omnipotente, ilimitado y omnímodo, que gobernaba en nombre y para las conveniencias de la corona de España.
A los dos siglos de una existencia regular y progresiva, la colonia
española de las Provincias del Rio de la Plata, llegada á su completo
desenvolvimiento, pasó por una revolución profunda y decisiva, que
arrnncó su soberanía de manos de la España, y la colocó en poder
de su propio pueblo argentino. De la dependencia absoluta de un
soberano extranjero, á la independencia absoluta de todo dominio de
fuera, la distancia era grande. Y como no basta proclamarse soberano para entender y saber ejercer su soberanía, la porción de las
Provincias menos inteligente, siguió viviendo en la dependencia de
la porción mas adelantada, que era la Capital, en que residió el Virey
de España.
Si la integridad de la Capital, compuesta de la ciudad de Buenos
Aires y de su campana ó provincia, fué bajo el antiguo régimen, la
garantía que conservó á España la dominación de esa colonia; la
division de la Capital en sus dos partes principales, la ciudad y la
provincia, vino á ser la garantía del poder soberano pasado á manos
de
• l pueblo argentino.
Pero esto es lo que no cambiaron los revolucionarios, sea por cálculo
d• e ambición, ó p3t* inexperiencia.
Siendo ellos mismos los residentes de la Capital que contenia el
gobierno, hallaron tal vez mas conveniente conservar aquella forma,
que había dado al Vírey el goce del poder soberano, en que ellos lo
sucedieron, por solo residir en su residencia.
Pero mas creíble es que conservaron ese modo de ser de la constitución colonial, porque ignorando su secreto creyeron que bastaba
darse la constitución escrita de una República libre, para dar á la
Nación la soberanía de sí misma, no obstante la conservación del
organismo colonial, en lo tocante á la Capital, en que tuvo su asiento
y resorte la autoridad omnímoda y omnipotente del gobernador-vírey
de Buenos Aires.
El hecho fué que siempre que el nuevo Gobierno de la Nación fué
constituido y colocado fuera de Buenos Aires, fué un gobierno de
mero nombre, porque los elementos y fuerzas del poder real del
— 2m —
país, quedaron existiendo concentrados en la Capital que fué del
Vireinato, donde continuó existiendo el poder de hecho que gobernóá
la América.
De los dos poderes acumulados en la persona del jefe de la compleja
Capital, uno como gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y otro
como Virey de todas las Provincias del reino, la corriente de la
Revolución se llevó al Virey, pero dejó en pié al Gobernador de la
Provincia que habia estado anexada á la ciudad, Capital de Buenos
Aires, y la ocupó y continuó en posesión de ella, con motivo de haber
estado gobernada por el que habia sido á la vez que Virey del Vireinato,
gobernador de la Provincia de Buenos Aires» Esa acumulación de
cargos y poderes, que solo habia convenido á la constitución del
Gobierno monárquico y absoluto de la colonia de España, era bastante
causa para anonadar la soberanía de la República independiente, si se
conservaba después de la revolución.
Conservada de hecho, desde que el Gobernador de la Provincia de
Buenos Aires, sin mas que con ese título, seguía teniendo el gobierno
de la Ciudad-Capital de la Provincia, que ocupó el Virey, el Gobierno?
dicho nacional seguía existiendo dividido en dos gobiernos nacionales\ uno
que lo era de he dio, solo porque retenia el poder real, con solo ocupar
la Ciudad-Capital, en que estaban radicados los elementos reales del
antiguo poder omnímodo del Vireinato; y otro, que solo era gobierno
nacional en el nombre', pues le faltaba el poder real, á causa de que no
gobernaba á la Ciudad-Capital, que guardaba las fuerzas y elementos
reales de ese poder.
Un compromiso aparentó conciliarios, haciéndolos coexistir en la
ciudad de Buenos Aíres> al dueño de la Ciudad-Capital déla República,
como huésfied, y al mero ocupante y tenedor de la ciudad, como dueño
de todo su poder local> directo y exclusivo.
Estos dos poderes, que eran dos faces de un solo poder, vivieron
siempre conspirando por absorberse uno á otro, y fueron en cada
elección de Presidente, los dos grandes electores ¡ y los dos principales
candidatos% hasta que convertidos en dos beligerantes, dieron dentro
de la Ciudad-Capital disputada, una batalla sangrienta, cuyo resultado
puso al Gobierno Nacional de derecho en posesión del gobierno nacional
de hecho.
Este es el resultado que se ha consagrado como definitivo, por la
— 2(57 —
JLey de Capital, que ha venido á hacer lo que debió hacerse hace setenta
años, dividiendo los dos cargos, que acumulaba el Virey de Esparía
bajo el antiguo régimen, gobernando á la vez la Provincia de Buenos
Aires) y la Capital de las Provincias argentinas ) no de Buenos Aires.
Es la Provincia de Buenos Aires la que necesita crear una Capital,
que no tiene, no la Nación que la tiene desde que fué Vireinato.
Si Buenos Aires tuviese derecho de disputar para su Capital de
Provincia á la Nación, la que fué siempre Capital de las Provincias del
Rio de la Plata en todas las leyes españolas, confirmadas en eso, por
los actos inaugurales de la Revolución de Mayo contra España ; por
un acto de patriotismo y de grandeza, Buenos Aires ha consentido en
renovar uno de esos magnánimos hechos de desprendimiento, que le
han permitido blasonar en otro tiempo, el honor de haber sido el
creador, no solo de la República Argentina, sino de muchas otras del
continente sud-americano.
XIX
¿ En qué sentido es confirmación y no cambio la consagración de
Buenos Aires como Capital de la Nación ?
Esta confirmación no es un cambio en este sentido, que deja á
Buenos Aires en su puesto, y á cada argentino en su lugar; no es
propiamente cambio, sino ratificación y confirmación de un antiguo
orden regular de cosas y de gobierno. Cada porteño queda en su
casa, cada casa queda donde estaba, y Buenos Aires sigue siendo la
misma Buenos Aires brillante, rica, gloriosa, que antes lo era, con
esta sola diferencia, que queda fortalecida de todo el poder legítimo
de la Nación.
Semejante mejoramiento no puede ser tomado como hostilidad á la
Ciudad engrandecida. L a capitalización de Buenos Aires no es una
hostilidad. No se inflige un rango por vía de castigo. Se ciñe una
—
^ e s -
corona de honor en las sienes de Buenos Aires, poniéndola á la cabeza
del pueblo argentino.
Sí es evidente que Buenos Aires gana en el ascenso, no lo es menos
que las Provincias ascienden á la vez que Buenos Aires. Una nación
hospedada en la Capital, es una madre viuda que vive en casa de una
de sus hijas. Nadie está hospedado cuando habita el suelo de su
nación, y menos que nadie lo está la nación misma. Cada Provincia
gana tanto como Buenos Aires en tener á la gran Ciudad por Capital.
Gana mas que siéndolo ella misma de nombre, porque el poder real de
la Capital dejado en Buenos Aires, como está por la fuerza del pasado,
seguiría dominando á Santa-Fé, á Córdoba, á Entre-Rios, v. g., si
alguna de ellas fuera declarada Capital, sin que estas Provincias
gobernasen en Buenos Aires.
Si cada Provincia gana en el nuevo arreglo, es porque ninguna de
ellas gana mas que la Nación, de que todas son carne de su carne.
N o e s ello un mero cambio de cosas, sino un cambio de aspecto y
modo de ser de las cosas que siguen existiendo en el lugar donde
estaban, pero en nueva y mejor condición. L a Nación no ha dejado
un solo día de vivir en la cuna de su historia y de su existencia
libre.
l£ii Buenos Aires nació la República Ai'gentina. Aquí está su cuna,
aquí está su fé de bautismo y el acta de estado civil de advenimiento á
la sociedad de las naciones. En los archivos de Buenos Aires existe
nuestra vida atesorada entera de cuatro siglos. Aquí está el acta de
su fundación. Aquí están los decretos que ordenaron las campañas de
Belgrano, de San Martin y de Alvear. Aquí fueron expedidos los
despachos de estos grandes Capitanes. Aquí están los boletines de
sus gloriosas proezas. Aquí están sus tumbas y sus restos preciosos,.
Aquí los estandartes y trofeos arrebatados á los enemigos de la
patria.
Nuestro país no ha vivido un solo día sin Capital. No hubiese
podido vivir sin ella, y su existencia en el mundo geográfico y político,
es la prueba natural mas evidente de que un centro capital ha concentrado sus facultades vitales, mantenido y movido su organismo y
definido su existencia. De otro modo, en vez de República Argentina,
habría sido una mera expresión ge >gráfica, como la Italia antes de
constituirse en Nación.
— X69 —
E s ley natural del mundo viviente, que todo ente orgánico, individual ó colectivo, empiece su formación por la de su cabeza. Es el
miembro que primero se forma en todo ser viviente.
No somos una colonia de ayer. Esos años son otras tantas leyes que
nos gobiernan con el poder de la costumbre. Esas leyes son nuestra
verdadera Constitución, no escrita, que ninguna otra Constitución
moderna puede dejar de respetar. Esa Constitución de nuestra historia
entera, aunque no escrita, pero viva y palpitante, es la que nos dio y
nos dá por Capital á Buenos Aires.
Esta Capital de nuestra historia antigua colonial, española y realista,
ha sido confirmada por nuestra historia moderna, es decir, de República
Argentina y patria americana y libre.
§ xx
Es y fué siempre Buenos Aires Capital obligada de la República Argentina
Es Buenos Aires la Capital obligada de la Nación Argentina con ó
sin declaración del Congreso, porque ella encierra la masa de fuerzas
y elementos naturales de poder que el pueblo de la Nación tiene
aglomerado allí, por la obra de su contribución y colaboración diaria
de siglos.
Todavía en las actas de Mayo de 1810, que son las del nacimiento
y bautismo de la República Argentina, en la familia de las naciones, la
ciudad de Buenos Aires, aparece Capital del Rio de la Plata> ó de las
Provincias del Rio de la Plata; pero no Capital de la Provincia de
Buenos Aires.
I Por qué acto, cuándo las Provincias del Plata, cedieron su Capital á
la Provincia de Buenos Aires?
¿No es incomprensible entonces q u e s e a ella la que tenga que
cederla á sus dueños ?
En todo caso fué la Provincia entera de Buenos Aires, como
dependencia inmediata de su Gobernador y Virey, la Capital de las
— 270 —
otras, durante el Vireinato; pero dis u el to este y contada la Provincia
como una de tantas, no tuvo ella mas derecho que otra cualquiera á
conservar la ciudad de Buenos Aires, como su Capital provincial. Hasta
hoy es, pues. Capital y propiedad común de las argentinos; antes1 de
ahora formando el Vireinato, hoy la República del Río de la Plata.
El pueblo argentino es
sistemas de gobierno, en su
El nombre que llevó de
que el Vireinato pertenecía
idéntico y el mismo bajo sus dos períodos y
personalidad.
Vireinato de Buenos Aires) no quería decir
á Buenos Aires.
Lo contrario era su verdadero significado; que Buenos Aires
pertenecía al Vireinato de su nombre.
E n todo cuerpo orgánico, Estado ó animal, la cabeza es del cuerpo
(como miembro ó parte del cuerpo que es), y no el cuerpo de la
cabeza.
Ese mismo es el sentido en que se dice hoy, Provincia de Buenos
Aires ; esto es, Provincia de su Ciudad-Capital\ el real sentido de ello
seria en todo caso, que la ciudad de Buenos Aires pertenecía á la
Provincia, si no fuera un doble absurdo pretender que un cuerpo
pertenezca á una cabeza, y doblemente absurdo que una cabeza pueda
pertenecer á dos cuerpos; ser á la vez propiedad de la Nación y
propiedad de la Provincia de Buenos Aires.
En su calidad de Provincia argentina, la de Buenos Aires, queda
siempre co-propietaria de la ciudad de su nombre con las demás Provincias
hermanas, y esto es lo que confirma y ratifica la ley de Capital
reciente.
L a Constitución habló incorrectamente cuando dijo: que seria
Capital de la República la ciudad que una ley del Congreso declarase tal.
L a ley no puede hacer que seapoder lo que no es poder, solo porque
ella lo declare.
L a Constitución quiso decir : una ley del Congreso de la República
Argentina dispondrá que la ciudad de Buenos Aires, que fué Capital
del país de las Provincias argentinas cuando formaban un Vireinato,
sea Capital de ese mismo país de las Provincias argentinas, ó del Rio
de la P¿ata, hoy que componen la República Argentina.
Declarar un poder, no es hacerlo. Declarar un hecho ó un derecho,
— 271
-
-es señalarlo, definirlo, sacarlo de duda, en cuanto á su naturaleza y
modo de ser jurídico.
Así, los derechos y garantías, que declara la Constitución, como
la libertad y la igualdad, la propiedad^ etc., no son ni han sido obras
de su creación.
Ella los ha declarado solamente, pero no creado ni hecho; son obra
y creación de la naturaleza.
Una de esas declaraciones señaló como Capital argentina á la ciudad
de Buenos Aires, porque lo era por su naturaleza ; la reforma enmendó
las palabras, pero no el hecho ni el derecho, pues ella misma fijó de
hecho la residencia de su Gobierno nacional en la ciudad de Buenos
Aires, que se negó á declarar como Capital.
Su conducta revocó la enmienda del artículo 3 0 de la Constitución,
que ya por otros artículos dejados intactos, había seguido siendo Capital, como lo es hoy mismo, sin necesidad de la ley que solo viene á
ratificar el hecho de la historia, de la tradición y de la necesidad general
de la Nación argentina^ ley suprema de la Constitución misma.
Bajo los dos sistemas de gobierno, la Capital estuvo en el lugar del
país que contiene los elementos y fuerzas naturales del Gobierno,
residente en el lugar de su mando local y exclusivo.
En el antiguo régimen de Gobierno ilimitado, omnipotente y omnímodo, la Capital tuvo que ser ilimitada en cuanto á los elementos y
fuerzas del poder residente en ella.
Así, en el Vireinato absoluto de Buenos Aires, la Capita! de su
poder omnímodo, tuvo que componerse de la Provincia de Buenos
Aires y de la ciudad de Buenos Aires, con jurisdicción exclusiva en
ambas.
Un solo funcionario residente en esta última, ejerció el doble poder
de Gobernador de esa Provincia y de Virey del conjunto de todas las
demás.
No solamente la Provincia de Buenos Aires tuvo que ser mayor que
las otras, sino que su Gobernador tuvo bajo su poder local, como residencia suya de Virey de todo el Vireinato, á la Ciudad-Capital de
Buenos Aires.
Lo primero que necesitó la Revolución que transformó el Gobierno
absoluto é ilimitado de este país, en Gobierno limitado y libre del país
argentino, fué reducir y limitar las dimensiones de la residencia que
— 272 —
<Iaba al antiguo Gobierno un poder mayor que el de la Nación toda
entera.
Así, toda la Revolución de Mayo versó en el cambio de la manera de
ser del papel territorial y exterior de Buenos Aires, compendio y
resumen del poder del Rio de la Plata.
Dividir á Buenos Aires en dos partes: i a la Ciudad-Capital de su
nombre; 2 a la Provincia accesoria de esa ciudad, cuya gobernación
estuvo en manos del Virey, fué el primer resultado que produjo la
Revolución de Mayo, pero no se verificó eso por un acto esplícito y
determinado, sino implícitamente, virtualmente, tácitamente, por un
estatuto no escrito, que sin embargo gobernó y gobierna al país
consuetudinariamente, hasta ahora mismo.
Ni la Constitución de Buenos Aires llama su Capital, á la ciudad de
su nombre.
De los dos mandos que asumió el delegado soberano del Rey, como
hemos dicho ya, la corriente de la Revolución se llevó al Virey, junto
con su poder ilimitado, pero dejó armado del mismo poder al Gobernador de la Provincia^ que se llamó de Buenos Aires, como el Vireinato
se habia llamado Vireinato de Buenos Aires, sin ser propiedad de la
ciudad de Buenos Aires la Provincia de su nombre, mas que lo habia
sido el Vireinato de su nombre.
En este equívoco, en este embrollo, ha rolado todo el curso de la
Revolución hasta hoy mismo, en que se trata de definirlo y esclarecerlo
por la ley reciente de Capital, que tiene por objeto completar la constitución del Gobierno proclamado en Mayo de 1810, cuya ausencia ha
sido toda la razón de ser y causa de nuestros setenta años de
anarquía.
Aunque hemos tenido nuestros Tocqueviile, que han estudiado nuestras democracias, ninguno de ellos ha estudiado nuestro antiguo régimen, donde está la llave de nuestro régimen moderno.
En lugar de esta llave, nuestros constitucionalistas la han suplido
con las leyes actuales de los Estados Unidos de América.
Con esa llave nos han encerrado en un dédalo, en que vivimos,
matándonos en la oscuridad, que no nos deja ver donde estamos,
adonde vamos y quiénes somos.
Es el lado mas secundario de esta cuestión el saber si la ciudad de
— 273
-
Buenos Aires pertenece á la Provincia de su nombre, ó á la Nación,
formada hoy de lo que se llamó Vireînato de Buenos Aires.
En esta cuestión, como en todas las que tienen sus raices y semillas
en las instituciones coloniales, debe buscarse sus soluciones, no en las
disposiciones del derecho histórico, sino en las conveniencias y necesidades del régimen de cosas moderno, americano y progresista.
Kl pueblo de Buenos Aires es bastante inteligente y culto para comprender que, aun teniendo medios de derecho plausibles para eludir ó
dilatar una solución que interesa al acabamiento de una organización
definitiva del Gobierno Argentino, que él mismo inauguró, daría una
prueba mas alta de su patriotismo inteligente, cediendo lo que tal vez
podría negar, sin color de injusticia.
Grandes y numerosas consideraciones de interés argentino, darían
mas realce á su condescendencia que no á dificultades, capaces de
servir á miras extranjeras encontradas con las necesidades que los
argentinos todos tenemos de un Gobierno tan consolidado y fuerte,
como nuestros vecinos son felices de tenerlo.
§ XXI
Modificaciones que necesitó Buenos Aires como Capital del Vireinato,
para ser Capital de la República
No sin grandes modificaciones, exigidas por el grande y glorioso
cambio que nos dio nuestra existencia de nación, debió ser confirmada
Buenos Aires como Capital de la República; fué, en realidad, un profundo cambio de vida y de manera de ser, como cuerpo social y político,
que determinó las modificaciones exigidas por nuestra vida de nuevo
Estado libre, para hacer de ella una verdad de hecho. Tal fué la
reforma geográfica déla Capital histórica, en cuantoá sus dimensiones,
estension y jurisdicción inmediata.
Pero la identidad del pueblo argentino no quita que el principio y
naturaleza de su Gobierno, haya recibido un cambio absoluto y radical
T. VIII.
18
— 2'î4 —
por la Revolución de Mayo tie 1810, que fundó el asiento de su soberanía. La Capital de una República no ha podido conservar la forma y
dimensiones, que convenían á la Capital de una vico.nonarquía absoluta. L a division de la Provincia de Buenos Aires, fué desde ese dia
una necesidad y un hecho nacido espontáneamente del cambio del
régimen de Gobierno.
Toda la Revolución de Mayo de 1810, y sus consecuencias de libertad, están en cerradas en la division de la Provincia de Buenos Aires;
así como todo el antiguo régimen colonial de poder absoluto y omnímodo tenia por fundamento orgánico la integridad de la Capital
colonial, que debia ser residencia del Vi rey omnipotente, instituido para
gobernar sin control á todas las Provincias del Plata.
La República libre y soberana de sí misma, venia á hacerse imposible, con solo mantener la division de su suelo, tal como la recibió de
España, para ser colonia de su Gobierno absoluto y omnímodo.
Una Capital que debía ser residencia y poder exclusivo y provincial
del Vi rey absoluto y omnímodo, de todo su vasto dominio colonial,
perteneciente á un monarca extranjero, debia y tenia que ser tan grande y poderosa, como la colonia entera de su dependencia absoluta y
omnímoda.
Pero desde el dia en que la soberanía del país, antes colonia de
España, pasaba á las manos del mismo pueblo argentino, ningún
poder provincial debía abrigarse en su seno, con la capacidad, por
sus dimensiones, de pesar tanto en la balanza del poder interno, como
la Nación entera; ó de otro modo dejaba de ser un soberano y libre
Estado.
Reducir la jurisdicción y dimensiones de la Provincia-Capital, era
condición de vida ó muerte para el nuevo régimen que sancionó la
Revolución de Mayo contra España. Así lo pensaron los corifeos de
esa Revolución inmortal, siendo uno de ellos Rivadavia, apóstol conocido de la capitalización de Buenos Aires, pero sin la jurisdicción
enorme que tuvo cuando fué Capital colonial de un Gobierno absoluto.
La sola Ciudad de Buenos Aires, por muchos elementos de poder
que encierre, no puede, como Capital, avasallar á la Nación; pero si la
dejais en manos de una Provincia tan rica, tan populosa y tan grande
como la Nación, hacéis de la Nación una colonia de su Capital, como
sucedía bajo el Vireinato.
— 275 —
Rivadavia no se engañó en ello. Bastaría conservar en plena República como Capital suya, á una provincia, en lugar de una ciudad, para
que el Gobierno de esa provincia tuviese el mismo poder despótico,
que las Leyes de Indias dieron al Gobcmador-Virey.
La historia no
tardó en confirmar á Rivadavia.
Tal fué el origen del poder omnímodo de Rosas; y bastará dejaren
pié la máquina de su poder realista, para que ella misma dé á luz, sí no
otro Rosas, otros despotismos perturbadores como el suyo.
Que la jurisdicción de la Provincia de Buenos Aires quede entera á
su Gobierno provincial; pero que la jurisdicción de la Ciudad-Capital
de Buenos Aires, se divida entre todo el pueblo argentino para su
ejercicio, será el modo de que la Nací o a no pueda llegar á ser jamás
ía déspota de sí misma.
Esa distribución del ejercicio de la jurisdicción inmediata y local de
Ja Ciudad de Buenos Aires, es toda la ley de Capital que la Nación
espera ver consentida por el pueblo nativo de la ilustre y benemérita
Provincia de Buenos Aires, que fué Capital de un orden de cosas caducado el 25 de Mayo de 1810. {Escrito antes de la ley).
Los hijos de Buenos Aires seguirán poseyendo y gobernando á la
catdad nativa como antes sucedía: pero en vez de ser solos y exclusivos
en el ejercicio de ese gobierno, Jo ejercerán en adelante con la
cooperación de la Nación, de que Buenos Aires es cabeza y entraña
capital.
Este arreglo de cosas, esperado hace setenta años, como el desideratum implícito de la Revolución de Mayo, y garantía del nuevo régimen
creado por ella, ha venido á ser el único medio eficaz, para salvar la
integridad de la Nación Argentina de dentro y fuera; el remedio de la
consunción y disolución á que la lleva una vida de continua guerra
civil, que mata sus poblaciones y sus fortunas; y sobre todo, el único
preservativo para s a l v a r á la ciudad de Buenos Aires del riesgo q u e
corre de reducirse en pocos años á escombros, si continúa siendo mansion común de dos Gobiernos beligerantes, llamados, por la fuerza de
las cosas, á renovar sus campanas sangrientas todos los seis años, por
causa de la elección para el Gobierno Nacional, dividido é indefinido
como estaba, en cuanto á s u s poderes mas esenciales, que son los de su
jurisdiccicn inmediata^ ¿ocal y exclusiva, sobre el punto de su residencia.
— 27Ö —
§XXII
La Capital y la política interior
Q u e la Provincia-Metrópoli y su integridad realista, mantenida con
inconcebible impolítica, nos ha costado tantas pérdidas territoriales á
los argentinos, solo un ciego puede desconocerlo.
Su integridad local ha destruido la integridad nacional argentina
por el afán antipatriótico de tener á la Nación sin su Capital de Buenos
Aires, que encerraba todos los elementos del poder argentino, para
hacer de la ciudad de Buenos Aires, la Capital de la Provincia de
Buenos Aires.
Concentrados los elementos y fuerzas del poder nacional argentino
en la ciudad de Buenos Aires, en que estaba localizada y defendida la
posesión de esa ciudad, por la posesión de la campaña rural, ó
Provincia de Buenos Aires propiamente dicha, todo el mundo ha dispuesto á discreción de las Provincias argentinas, dispersas y abandonadas de su antiguo poder central.
Que la solución reciente se afirme dentro de nuestro país, y los
avances y absorciones territoriales nocivos á la importancia de nuestro
peso en el equilibrio de Sud-América, dejarán de repetirse.
§ XXIII
L#a cuestión de Capital en sus relaciones con nuestro progreso
intelectual
Como la enfermedad de una viscera capital del cuerpo humano
afecta el funcionamiento regular de todos sus órganos, así el vicio
orgánico de nuestra Capital monstruosa, compuesta de un cuerpo igual
-
277 —
á dos cuerpos — la Ciudad y la Provincia, — ha viciado el juego regular de las funciones de todo nuestro organismo social argentino,
durante setenta años.
No hay atraso, no hay vicio, no hay irregularidad en el juego de nuestra organización política, que no se explique y que no haya dependido
de la monstruosidad, que la ley de Capital de 1880 y 1881, ha venido á
remediar.
Baste decir que, hasta en la dirección de nuestros estudios y de
nuestros conocimientos, ha tenido una influencia trascendental.
Paralizada toda libertad de estudiar los hechos mas esenciales de
nuestro organismo político, nuestros talentos se han refugiado en las
alturas neutrales y pacíficas de la abstracción, de la erudición, de la
teoría de los mundos preexistentes, en busca de la paz incompatible
con el examen de los principios y aplicaciones de nuestro orden económico, político, social, de carácter real y positivo, en todo ramo. De
ahí nuestros estudios, mas ó menos escéntricos, del derecho histórico,
en materia de límites territoriales, de orígenes de nuestras razas, de
nuestros antecesores, de fósiles de especies desaparecidas, etc., y de
las simpatías por Darwin y su ciencia que tan bien se concilio con
Rosas y su Gobierno.
Esas direcciones eran refugios de nuestra actividad condenada y
excluida del terreno de la ciencia útil, positiva, aplicada en mundos
extraños al de nuestra vida actual, viva y palpitante.
Todo se podía estudiar y discutir, menos el resorte vicioso en que
reposaba nuestro organismo enfermo, heredado al régimen colonial
para beneficio del régimen de gobierno, que explotaban nuestros tiranos modernos, herederos en eso, de nuestros tiranos antiguos.
En adelante puede el círculo de nuestros estudios y conocimientos
no abstenerse de abrazar otra cosa que lo que interesa á los medios de
elevarnos al mayor poder, á la mayor riqueza, á la mayor prosperidad
y civilización.
CAPÍTULO III
Años perdidos — Años de aprovechar — Instrumentos, obras, hombres de reparación— Nuevos hombres de Estado—'Garantías del nuevo orden de
cosas — A la cabeza de ellas la formación de la moderna Buenos Aires
— Esterilidad de las resistencias, y crimen de las reacciones en el sentido
del ¿tatuque^ anterior á 1810 — Puertos marítimos del Sud — La Ensenada, el Rio Negro — Nuevas inmigraciones australes.
§1
Setenta años perdidos !
¡Setenta años perdidos para nosotros y por nosotros! ¿En qué
sentido? En que no estamos á la altura de los Estados-Unidos de
América, habiendo estado mas alto que ellos, bajo el período de nuestra coman dependencia colonial!
E n efecto, la superioridad que hoy nos llevan, ñola tuvieron cuando
eran colonias de Inglaterra. Adam Smith hacia notar hace un siglo,
que las principales capitales de la América española, eran mas pobladas y mas ricas que las principales de la América del Norte, entonces.
« Los progresos de las colonias españolas en cultura, dice Adam
Smith, han sido ciertamente muy rápidos y grandes. Ulloa pinta la
ciudad de Lima, fundada después de la conquista, como de unos cincuenta mil habitantes. Quito, que no había sido mas que un mero
aduar de indios, se describe por el mismo autor como igualmente populosa á su tiempo. Gemelo Curreri, pintaba á la ciudad de Méjico
-
280 —
como una población de cerca de cien mil habitantes: número que,
aunque admitamos por ciertas las exageraciones de algunos escritores
españoles, es probablemente cinco veces mayor que el q u e contenia
en tiempo de Montezuma. Este número excede con mucho al de Boston, Nueva-York y Filadelfia, que son las mayores ciudades de las
colonias británicas. Antes de la conquista de los españoles no habia
en Méjico, ni en el Perú, ganado á propósito para carga, y p o r consiguiente faltaba el medio mas cómodo para las condiciones del comercio
interno. » — {Riqueza de las naciones) lib. IV, cap. VII.)
Desde su emancipación ellos se han llenado de ciudades nuevas, obra
de sus manos, mientras que nosotros, independientes también, apenas
conservamos las mismas que nos dejaron hechas los españoles.
¿Por qué han prosperado ellos? ¿Por qué nos hemos atrasado ó
quedado estacionarios nosotros?
Que lo uno y lo otro ha sido por nuestra obra respectiva, no hay la
menor duda.
Es verdad que tenemos el hábito hoy mismo de culpar de nuestro
atraso á España, pero hace setenta años que nuestros destinos están en
nuestras manos! Luego son nuestros, si ellos han sido mal conducidos.
Luego no hemos sabido conducirlos, pues no es presumible ni creíble que hayamos querido hacernos mal á sabiendas y voluntariamente.
¿Qué nos ha faltado? Lo que ha sobrado á nuestros hermanos del
Norte, la costumbre secular de gobernarse a s í mismos, desde el primer
dia de su fundación como colonia de un país libre, y la inteligencia de
los propios intereses, que su libertad añeja les permitió estudiar, entender y practicar.
Ellos han tenido hombres de Estado, es decir, hombres de gobierno,
desde el primer día de su independencia, porque los tuvieron desde el
primer dia de su establecimiento colonial en América. Nosotros no
hemos sabido gobernarnos bajo la independencia, porque no lo hicimos
jamás durante nuestra dependencia de España.
Emancipados por la acción de los acontecimientos, hemos obedecido
á su impulsion, en la dirección incierta, ciega, instintiva, que lian traido
nuestros pueblos.
Los norte-americanos no necesitaron inventar sus instituciones de
— 281 —
gobierno libre, les bastó abrazar las de sus padres y adaptarlas á su
condición natural de republicanos.
Nosotros tampoco hemos inventado nuestras tradiciones y hábitos de
gobierno sin libertad ; nos ha bastado seguir la corriente que nos imprimían las instituciones del despotismo colonial, e i í c p i e nacimos y nos
educamos, tomando la precaución de vestir nuestros actos con el traje
de instituciones libres del extranjero.
Los americanos del Norte se engrandecieron con solo imitar los medios á que sus padres, los ingleses, debieron su engrandecimiento propio, que no fueron otros que los que imitaron á los modelos de su
grandeza, traída de Holanda por el príncipe de Orange (Guillermo
III), vencedor de los Esiuardos.
Todo lo que Tocqueville atribuye á
la sabiduría de los demócratas de Norte-América, pertenece al gobierno republicano que engrandeció á las Provincias Unidas de let
Holanda.
El primer resorte déla grandeza de los tres países, fué su legislación
hospitalaria hacia el extranjero, que buscaba refugio, asilo y hogar en
su suelo. Con el inmigrado de países mas civilizados y libres, entraron en el suyo el trabajo inteligente, la industria, el capital del extranjero.
l^a América del Norte debió su engrandecimiento rápido á la adopción de la política que habia engrandecido á su madre patria, y á la
misma República de las Provincias Unidas de Holanda^ origen del progreso británico. Un yankee ha escrito la historia de la formación de
esa República, escuela de la libertad de la Europa. Guizot ha traducido á Motley y admirado su ciencia, en un prefacio.
Contrariamente á ese precedente, las Provincias Unidas del Plata
debieron su condición estacionaria á la constitución y leyes coloniales,
que quisieron conservar de su madre patria, mediante las cuales España
habia hecho reposar el gobierno absoluto y omnímodo de su vireinato
colonial del Rio de la Plata, en la composición peculiar de la ProvinciaMetrópoli de Buenos Aires, esencialmente despótica y omnipotente.
El nuevo gobierno patrio, poseedor de esa provincia, usó su influjo
celoso, para mantener inhabilitado el puerto de la Ensenada, y abandonado el del Rio Negro«
Mas tarde, malogró la oportunidad de canalizar ese rio, para esta
blecer la navegación interoceánica á Ja que hoy deja sin objeto la
— 282 —
canalización del Istmo de Panamá, como habia malogrado antes e
momento de hacer un ferro-carril al través de los Andes, que el canal
de Suez dejó sin objeto, por nuestra abyección.
Tal es la influencia ejercida en la suerte de la.América mas austral
por la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, que felizmente acaba de
perder, mediante su division liberal en dos partes y en dos jurisdicciones, su viejo poder de paralizar toda mejora, que no importase á la actividad local y equivocada, que la explotó setenta años!
§ II
La nueva Buenos Aires y el puerto de la Ensenada
« El espíritu de monopolio, dice don Manuel Moreno, que desde el
gabinete del Gobierno español descendía á todas las clases del Estado,
habia conseguido olvidar el puerto de la Ensenada de Barragan, que
después de Maldonado es el primero del Rio de la Plata. La corte,
empeñada en fomentar el establecimiento de Montevideo, no discurrió
otro arbitrio que el de favorecer su puerto, con privilegios exclusivos,
que al fin lo constituyeron único y preciso en aquellas costas. Sin cálculos bastantes para hallar el medio de levantar un pueblo por caminos
juiciosos, el Gobierno español no supo jamás mirar por los intereses de
unos de sus subditos, sin arruinar á otros. » Como han hecho después
sus descendientes.
« L a Ensenada de Barragan fué el puerto de nuestro comercio hasta
mediados del siglo pasado. Su seguridad, su excelencia, su cómoda
entrada y su inmediación al centro del consumo y de las producciones
del país, son ventajas tan conocidas, que solamente la rivalidad y la
oposición de intereses han podido negarías. Mientras el puerto de
Montevideo, cercado de escollos peligrosos á su entrada y expuesto á
las tormentas furiosas del sud-oeste y sud-este, no presenta á los barcos
un refugio seguro dentro de sí mismo, la Efisenada concede un fácil
acceso al navegante sin rendirle caros los favores que dispensa. »
— 283 —
« Don Félix de Azara, en sus Viajes de la América Meridional (tomo
I, cap« IV) ha descrito las calidades de ambos puertos, en términos que
no dejan duda de la excelencia de la Ensenada sobre Montevideo. « La
Ensenada, dice, era el puerto-que tomaban los barcos y fragatas del
Rey, antes que Montevideo fuese poblado; este puerto es seguro, su
anclaje es bueno; está formado por el arroyo de Santiago, que viene
del interior de las tierras y que lo atraviesa. El puerto de Montevideo
va siendo de día en día menos profundo, y debe temerse que dentro de
poco se inutilice. Fuera de esto está expuesto á malos vientos . . . »
« En otras manos que las españolas seria á esta hora la Ensenada
(1812) una ciudad comerciante de cuarenta ó cincuenta mil almas.
Otro gobierno no tan ignorante como lo era el de España para con sus
colonias, podia haber fomentado este puerto del Rio de la Plata, hasta
el grado de elevación á que sus ventajas naturales lo destinan ; pero
ninguno habría sido capaz de inhabilitarlo para el comercio. Este era,
sin embargo, el estado á que se hallaba reducido. »
§ ni
Puerto del Rio Negro
«También se habilitó el puerto del Rio Negro en clase de puerta
menor, dice Moreno, y se mandó entrar precisamente en él los barcos
del tráfico de negros. Por primera vez este hermoso puerto ha obtenido la atención del Gobierno, y empieza á figurar en la escala de los
lugares que el negociante debe frecuentar ó conocer. Tiempo vendrá
en que este puerto despreciado hasta ahora ( 1 8 1 2 ) sea el mas
famoso de toda la América Meridional, cuando el gran proyecto de
abrir comunicación entre ambos mares, Atlántico y Pacífico, venga á
realizarse por este puerto, el mas á propósito de los muchos que están
designados para el mismo efecto. El puerto del Rio Negro recibirá las
comodidades de Europa que Chile y el Perú necesitan ; será el gran
mercado de los frutos y tesoros de estas Provincias, que la Europa
— 284 —
lia menester en cambio ; y reunirá las producciones é industrias de todos
los pueblos, sin esceptuar los de Asia. Es cierto que para verificarse
dias tan felices, es preciso asegurar antes la libertad. »
§ iv
Por qué nos han faltado hombres de Estado, y debemos esperar
tenerlos en adelante
La falta de gobierno central 6 nacional, continuaba existiendo á los
setenta anos de emancipada Ja República del poder español, y no habría razón para que no siga produciendo en lo futuro, lo que lleva
producido hasta aquí, desde i 8 i o .
Esa falta es remediable hoy dia, como lo fué desde el principio,
porque vive intacto y entero el centro vital del antiguo poder común
y general argentino, en la ciudad célebre y opulenta que encierra y
contiene todos sus elementos, por la acción persistente de la geografía
política, que el suelo recibió cuando se pobló y organizó por España.
No habría mas que un arbitrio : hacer de ta vitalidad de ese centro,
una parte de la vitalidad de todos sus miembros y extremos, haciendo
propiedad de los miembros y de los extremos, una parte de la vitalidad del centro.
Un cuerpo orgánico no puede existir en otras condiciones fisiológicas,
ya sea como animal viviente, ya como ente político y social.
Organizada y gobernada por España sin la menor intervención de
su acción propia, la América, antes española, ha carecido durante
su vida independiente, de hombres de Estado, es decir, de arquitectos
constiuctoresy administradores del edificio de su moderno régimen de
gobierno.
Los sucesores independientes de España han llamado política al
arte de obtener, ocupar, gozar y explotar los empleos, los sueldos,
la influencia oficial, los honores del gobierno.
De la materia, de la obra, del trabajo del hombre de Estado — que
— 285 —
es el arte y la ciencia de la construcción y organización mecánica
del cuerpo del Estado, — n o se han ocupado los fiolíticosy que no por
eso han dejado de llamarse hombres de Estado.
Los hombres de Estado sud-americanos faltan, porque nunca los
tuvo América, entre sus nativos, durante el período colonial, es decir,
durante el período de la formación, educación y existencia de sus primeros siglos. Ella y su gobierno estuvieron siempre entre las manos
de los hombres de Estado españoles. Jamás las colonias de España en
Sud-Amérîca, intervinieron en la construcción y g-estîon del gobierno
y de las instituciones de gobierno porque se rigieron ; al contrarío de
lo que sucedió en la América del Norte, donde Inglaterra dejó la construcción y gestion del gobierno de sus colonias á los mismos americanos.
Por eso es que nacidos, familiarizados y acostumbrados á practicar
sus propias libertades, los americanos del Norte tuvieron hombres de
Estado, desde el tiempo en que eran colonias libres de la libre Inglaterra.
Lo triste es que á los setenta años de existencia independiente,
todavía la América, antes española, escasee de esos hombres como en
su tiempo colonial.
No nos asombremos de que nos faltasen hombres de Estado^ en I 8 I O ,
al salir de un régimen secular, en que los americanos habíamos estado excluidos de toda ingerencia en la gestion de nuestras cosas de
Estado.
Lo que es inconcebible, es que en i860, medio siglo después de
tener en nuestras manos la gestion de todos nuestros destinos, estuviésemos mas escasos de hombres de Estado} que cincuenta años antes,
pues no fué mas lejos el talento político de nuestros organizadores de
i860, queá restaurar la máquina del antiguo régimen de gobierno absoluto 3' omnímodo, en su institución mas capital, que era lade la Provincia-Metrópoli fe Buenos Aires, con la estructura que tuvo bajo los
Vireyes y bajo Rosas.
Y como esta restauración reaccionaría era hecha y tenia que aparecer hecha en nombre de la libertad ( pues se llamaba á si mismo liberal
el partido que la hacía), para justificar este carácter, se copió su vestido á la República federal de los Estados-Unidos, y con él fué
— 286 —
disfrazada otra restauración de forma, que fué, con corta diferencia, la
federación de Rosas, sin Rosas.
Esa fué la obra de nuestros estadistas de i860, restauración contrarevolucionaria, de tiranías y de vejeces dç fondo, y restauración de
tiranías de forma; el fondoy fué el viejo régimen colonial español,
golpeado en i 8 i o y e n 1852; la forma, fué la federación tiránica y
absoluta de Rosas, con nombres, colores y títulos de la federación de
Washiíigton, con las mejores intenciones sin duda.
El resultado ha sido el que debió esperarse, la revolución de 1880,
repetición de las de 1810, y 1852 en Caseros. Signo consolador de
que la raza de los hombres de Estado empieza á surgir entre los nuevos
políticos de nuestro país.
§ v
Garantías de vida y porvenir del actual orden de cosas
Felizmente los Estadoswo son precisamente la obra de los hombres de
Estado. Los Estados, como sociedades y cuerpos políticos, se forman
por sí mismos, en virtud de leyes naturales, como las que presiden ala
formación espontánea de todos los cuerpos y seres organizados. Las partículas componentes se atraen recíprocamente ellas mismas, se unen,
se organizan, y obran de concierto, en un propósito común, del modo
que mas conviene al logro de ese propósito, que es vivir y gozar del
bien común, y á la vida y bienestar de todos y cada uno.
Todas y cada una de las unidades elementales del cuerpo orgánico
del Estado, son colaboradores, obreros, y autores instintivos de la obra
ó construcción del edificio del Estado. En este sentido cada individuo
de los que constituyen las unidades ó partículas elementales del cuerpo
político, son hombres de Estado, en cuanto hacen al Estado sin saberlo.
Y así como se forma el edificio d€í Estado, así se forman la riqueza
y opulencia del Estado, es decir, por leyes naturales, d e q u e son brazos
é instrumentos los individuos que componen el Estado.
— 287 —
Obrando por su propio bien y su propio interés, cada individuo
o b r a por el todo de que es miembro elemental y componente.
Ese instrumento y esa labor individual de cada hombre por la
conservación y mejora de su ser individual, es la garantía de la conservación y mejoramiento de la sociedad humana.
Si es este modo de s e r l o que constituye el egoísmo, el egoísmo así
tomado, es la palanca y el agente motor mas seguro y poderoso del
progreso humano.
El egoísmo^ así considerado, es la tabla de salvación de las sociedades humanas.
L o s egoístas^ y no los patriotas, son los que han de salvar los destinos sociales de la República Argentina.
El individuo puede no ocuparse de hacer la dicha del Estado, pero
no dejará de trabajar en hacer su propia dicha individual, es decir, la
de su familia, la de su hogar, la de su opulencia propia y privada.
Pues bien, basta que se ocupe de ello y logre el objeto de su aspiración particular, para que el progreso y la opulencia del Estado, se
produzcan por sí mismos, sin que el gobierno ni la política se ocupen
de ello.
No es el patriotismo, es el egoísmo así entendido, toda y la grande
esperanza de la Patria. Ese soldado, ese peon, ese obrero del Estado
y de su progreso, no nos ha de faltar. Pena de la vida del país, si él
nos faltase. Pero bien lejos de eso, su concurso estará mas asegurado
y será mas grande y eficaz, á medida que la población laboriosa, ocupada y juiciosa, se aumente con la inmigración de hombres ocupados y
contraidos al trabajo de su individual progreso y enriquecimiento.
Esos egoístas son los verdaderos soldados de la Patria, los obreros
de su grandeza, los trabajadores de su opulencia.
E s un ejército, que, lejos de gastar y empobrecer al país, produce
su bien y lo enriquece.
Todo el sueldo que exije del Gobierno y del Estado, es la segundad,
protección y defensa de su persona, de su vida, de su propiedad y de
su libertad individual y privada.
I Por qué admirarse de ello ? ¿ Es acaso obra de sus gobiernos el
progreso del país producido hasta aquí? ¿ La riqueza rural de sus
campañas, es producto del trabajo de los gobiernos, ó lo es de los
particulares? ¿ Tendrían los gobiernos rentas, ni crédito, ni medios
— 288 —
de gobernar, si no fuesen esas riquezas producidas por el trabajo y el
ahorro ele los particulares?
¿Es la riqueza comercial de las ciudades, la obra y producto del trabajo oficial de los gobiernos, ó es la obra del trabajo individual y privado de los comerciantes? {Sin ese trabajo individual y egoisia7
habría cambios, comercio, rentas de aduana, crédito público, poblamiento, progreso, opulencia?
Pues ese egoísmo fecundo y virtuoso en que la hipocresía de la política vé un enemigo de la Patria, es el que h a d e salvar el porvenir de
la República Argentina.
En cambio de ese sueldo negativo, pagado en protección, defensa y
seguridad, el egoísmo individual mantiene y hace vivir al Gobierno.
Este egoísmo del Gobierno, ó el instinto de su vida y conservación,
lo fuerza á defender y protejer al egoísmo de los individuos, que le
dá renta, soldados, fuerza y poder, para vivir y gobernar.
Pena de la vida al Gobierno que no sabe defender y conservar la
vida del trabajador de las campañas y de las ciudades, es decir, de la
industria rural y comercial,
De este modo el egoísmo, y no el patriotismo mal entendido, viene á
ser la virtud mas segura y fecunda de los gobiernos.
Por un lado y otro, los pueblos y gobiernos vienen á servirse mutuamente, no por su patriotismo, sino por su egoismo respectivo ; por
un movimiento menos poético, pero mas natural y positivo que la simple abnegación.
No deben perderse de vista estas doctrinas ante el problema d e :
l quién hará la Capital d é l a Buenos Aires moderna? ¿Dejará de hacerse, si no se hace oficialmente por el Gobierno ?
L a historia nos ensena que las Capitales se hacen por sí mismas« Son
la obra de his cosas gobernadas por las leyes naturales de la vida orgánica de las naciones. Hace la cabeza de un organismo social ó político el mismo poder que hace la cabeza ó entraña capital de un organismo animal cualquiera.
Hace la cabeza la misma fuerza creadora del organismo, en todas sus
entrañas, miembros y órganos todos de la economía vital orgánica.
Se forman á la vez todos los órganos que son esenciales al producto de
la vida ; la cabeza como los brazos y los pies, las manos como las
entrañas.
— 289 —
Donde quiera que se colocan los órganos ó sentidos llamados á ver,
á oir, á oler, á palpar, en interés del cuerpo entero, de que son partes,
la cabeza ó capital del ser viviente, individuo ó Estado, está formada.
E n este caso no es la Nación argentina la que tiene que hacer su
Capital, porque ya la posee en la ciudad de Buenos Aires.
Es la Provincia-Estado y seini-soberano, de Buenos Aires, entidad
nueva, que desea conservar su vida autónoma, la que tiene que darse
la Capital que le falta.
No faltará ciudad á s u s autoridades para establecer su residencia.
Con esto solo quedará hecha su Capital.
El crecimiento y desarrollo vendrán en seguida y rápidamente por sí
mismos al derredor del poder.
El Gobierno como centro de acción y de fuerza, es el nervio de la
vida, que anima, mueve y dá impulso á todo el cuerpo del Estado interior ó provincial. Es el centro motor á donde todos convergen, y
desde donde toda impulsion es nada : administración, seguridad^ defensa, policía, viabilidad, puertos, crédito, cambios y comercio. La acción
concorde, simultánea, unida de todos estos elementos, improvisa y
hace nacer, como de un golpe, una Capital, en cuatro días.
¿No se ha visto al Jïosario?
Con ellos colaboran el comercio, la industria, el culto, la educación ?
la literatura, el arte 3' sus centros de vida y movimiento regional ó provincial. Estoes imitar la vida y el movimiento de los Estados Unidos,
en lo que mas merecen ser modelo de progreso social, que no es su
federalismo escén trico.
§ vi
Resistencias y reacciones estériles
Por ñn, si no quisieran los opositores de la Capital en Buenos Aires
que la cuestión se resuelva por medios pacíficos y temperamentos conciliatorios, ¿qué sucedería? No por eso la cuestión dejaría de resolT. VIII.
jo
— 290 —
verse por la fuerza de la necesidad, que el país tiene de vivir como
Estado.político y social, de lo cual es una primera condición vital la
existencia de un gobierno de Estado.
I Cómo, en qué forma, por q u é medios se resolvería esa cuestión de
ser ó no ser, para el Estado argentino ? Por la obra de la Evolución, leynatural, según la cual se desarrolla el crecimiento de todos los seres
orgánicos, sean individuos aislados, ó sean individuos colectivos, ó
agregaciones de individuos; seres morales y seres animales, ni mas ni
menos, que como se forman, se organizan, crecen y viven los vivientes
de todas las especies.
I Según qué mecanismo? ¿Por qué fuerza? ¿Con qué sanciones?
Aquí está el terrible punto negro de la cuestión.
No hay ley natural que no tenga su sanción. El que toca el fuego con
sus manos, se quema la piel. E l que queda inmóvil bajo un techo que
se derrumba, es aplastado por sus escombros. Esa ley no está escrita,
pero hasta las bestias tienen un ojo y una luz para leerla, dentro de sí
mismos.
Si esas sanciones no existiesen, no habría orden posible en lo creado.
Con respecto á la vida de los pueblos, las sanciones ó castigos, por
cuyo medio se realiza la evolución de su existencia, son la guerra, la
revolución, el incendio, el bombardeo, la crisis de empobrecimiento, la
miseria, el hambre, la peste, el abandono, la muerte, el deshonor, el
olvido del mundo, cuando no el desprecio de la posteridad.
Claro es que esas sanciones hacen la dicha, n o d e las víctimas,sino
de otros mas avisados, que les suceden en el logro de lo que no supieran aprovechar, teniéndolo en su mano, los que fueron víctimas de su
inercia.
Los pueblos que carecen de esta prevision y del don.de prevenir sus
males, son peores que los animales irracionales, y merecen todos sus
padecimientos, hasta tocar la única felicidad, que puede terminarlos, la
muerte (como pueblo, si no como individuo), por la descomposición y
disolución gradual y sucesiva.
Una de las sanciones de esa ley, que renueva destruyendo, que crítica y enseña por el castigo, es la falta de caracteres, la relajación moral
del poder que vive sometido á otro poder omnipotente y dependiente
de él. Tales son los gobiernos que no son de estado, es decir, nacional es j los gobiernos autónomos ó populares.
— 291 —
L a autonomía es una independencia dependiente; es una media ó
casi independencia; independencia relativa, que no es la negación absoluta del vasallage. Un gobierno dependiente de otro poder es un gobierno vasallo, un Suzerain. El que lo ejerce tiene que contemplar y
hacer la corte al poder, con cuya licencia y ayuda vive, cuando este
poder es mas fuerte en el hecho^ aunque no lo sea de nombre.
Tal ha sido y tiene que ser el Gobierno argentino que viva en Buenos
Aires, mientras viva sin jurisdicción exclusiva en el terreno que pise y
habite.
No hay que esperar franqueza, brio, veracidad, dignidad, en el carácter del gobernante sin poder real; hará la comedia del poder, será
un cómico, un farsante. L a farsa es un poder ciertamente, pero es el
poder de la mentira, no el poder de un magistrado, cuya primera fuerza
consiste en la verdad, en la sinceridad moral.
Como es el que gobierna, es el que obedece, y todos los gobernados
toman las costumbres y calidades de un gobernante artificioso por la
inconsistencia de su poder; en las repúblicas lo mismo que en las monarquías.
La degradación moral de un poder, es tanto mayor cuanto mas elevado el título ó poder nominal, que encubre su impotencia real.
Su poder es el de la retórica. No habla mucho el que tiene verdadero
poder. De ahí el laconismo de los emperadores romanos, en sus leyes
dictadas al mundo, porque Roma era el mundo, y el imperio era el
poder omnipotente.
El que necesita de la retórica para gobernar, no es un poder; es un
magistrado desarmado. El discurso es el último de los medios de gobierno.
Cuando er poder real se encuentra dividido en dos gobernantes, de
los cuales uno tiene la fuerza que no es suya, y el otro el título a l a
fuerza que no tiene, los dos tienen q u e disimular y mentir: el uno tiene
que disimular su poder real por ilegítimo; eFofero que afectar el poder
real que no tiene. Los dos son actores de una comedía.
El país sometido á tal gobierno está en realidad acéfalo, y en manos
del extranjero, que tiene en cada uno de esos antagonistas al mejor
aliado contra el otro.
Este es el género de sanciones á que someten los destinos de su país,
— 292 —
los que dejan sin resolver por la prudencia sus cuestiones de gobierno,
con la esperanza de que el tiempo les dará solución por sí mismo.
El tiempo no resuelve nada. Confirma y fortifica lo que existe; si lo
que existe es malo, lejos de mejorarlo, lo hace mas malo.
§ vn
Progreso y desarrollo del nuevo estado de cosas.—Por qué medios
Una institución social ó política, se decreta en los Congresos y Asambleas soberanas por leyes escritas; se hace en las Universidades y escuelas por el maestro, por la educación, por el estudio, por la costumbre,
sí se sabe emplear el poder de la educación á este propósito, y no tiene
casualmente otro digno de su costo. Solo de este modo lo que era una
idea abstracta y general, se vuelve un hecho, un hábito, una manera
del hombre mismo. Hasta que la institución no está arraigada en el
entendimiento y encarnada en las costumbres, por la obra d é l a educación, la institución no existe, sino en el aire. Es una nube dorada que
se lleva el viento.
Todas las instituciones nacionales que estamos escribiendo, se quedarán escritas, si el Estado no se ocupa de trasformarlas en hechos
reales, no solamente por los medios coercitivos que la Constitución pone
en sus manos, sino especialmente por el convencimiento imbuido en las
escuelas, encargadas de enseñar la ciencia de las instituciones, de los
intereses públicos y de los derechos, que las instituciones tienen por
objeto y propósito encarnar en las costumbres.
En seguida de nacionalizar el país, sus autoridades, sus instituciones
y establecimientos, que antes eran hechos provinciales, aislados, sin la
trabazón ni dependencia mutua, que los haga ser órganos de un cuerpo
vivo y animado, nuestra primera necesidad será la de nacionalizar y
uniformar la educación, la enseñanza universitaria y escolar.
Hasta aquí ha tenido toda ella por objeto y punto de mira la provincia, es decir, un solo órgano del Estado, no el Estado, que es el todo
en que reside la vida nacional.
— 293 —
En lugar del Estado, que nos legó la historia de nuestra vida anterior, aunque colonial, hemos tenido en el nombre Estados provinciales
ó locales, formados por la descomposición y disolución del primitivo
organismo general.
listas fracciones, medio internacionales, han vivido como extranjeras
unas de otras, en su manera de constituirse, de existir y de conducirse;
no en federación, sino en un desarreglo escepcional, que á sus autores
y beneficiarios ha ocurrido en vano apellidar federación ¡ y federación al
estilo de los Estados Unidos de América, nada menos, como para afianzar el desquicio y su duración, por el robo de prestigios ágenos.
Habiéndonos faltado el Estado, es decir, la Nación organizada en un
cuerpo regular, nos han faltado naturalmente los hombres de Estado,
las instituciones de Estado, los intereses de Estado, las cuestiones de Estado, las cosas de Estado.
Cada fragmento territorial ha tenido su vida aparte, su gobierno
separado, su historia peculiar, su patriotismo regional, su gloria de
localismo.
Las celebridades, los héroes, los beneméritos de un Estado provincial, no lo han sido de otro, y solo han sido conocidos fuera de la frontera provincial, cuando la provincia, por su importancia y dimensiones?,
lia llamado la atención de las demás.
El recurso no era original. Ya habían dado ejemplo de él los demoledorcs groseros é inconscientes de la vieja Nación, que se llamaban
caudillos bárbaros, tales como Artigas, Lopez, Quiroga, etc., etc. Ningún caudillo, por masque vista á la parisiense, dejará de ser igual á los
creadores del desquicio, que ellos mismos han llamado régimen del
caudillagc, en el sentido de negación de la política ordenada, regular,
civilizada, conocida como la ciencia del Estado, ó ciencia del estadista.
En esta nueva dirección de nuestra asociación argentina, tiene que
producirse un cambio radical, general, nacional, de enseñamiento universitario, facultativo, escolar y de simple acción directriz y vigilante
en la educación del Estado.
Hemos tenido dos educaciones, por su sistema y dirección; si al
menos hubiese sido una, pública, y otra, no intervenida por el poder
del Estado; lo peor es que las dos han sido oficiales, pero eu dos senti-
— 294 —
dos, en dos direcciones y objetos opuestos, según el gobierno que gobernaba á cada unaDe ahí es que la guerra, las finanzas, la economía, la diplomacia, la
geografía, la historia, la estadística, la literatura misma, según que
eran objeto del enseñamiento público, estaban divididos, porque los
intereses y puntos de mira de cada division del país, eran diferentes y
contradictorios.
L a libertad mas absoluta de enseñanza nos hubiera sido mas provechosa, que la enseñanza universitaria, es decir, del Estado.
El enseñamiento universitario debe ser nuevo, como es nuevo el gobierno que lo costea y dirije bajo el nuevo sistema, en la misma dirección del interés nacional de la República entera; pero sin monopolio,
porque la enseñanza es libre por la Constitución. Ella excluye á la
Universidad en el antiguo sentido de esta institución.
§ VIII
Sumario y final de îa primera parte
Con la Capital de la Nación nos faltaba un Gobierno nacional. Con
el Gobierno nacional nos faltaba la Nación, es decir, el Estado, la Asociacion, constituida en un cuerpo regular de Nación.
Sin estos elementos no nos eran posible ni la paz, ni la guerra, ni
la estabilidad, ni el progreso, ni la justicia, ni el poder, ni la segundad,
ni la acción.
¿Para qué es hablar de Uniofù E r a su ausencia el mal de nuestros
males, la razón de ser de nuestras faltas. Teníamos dos países, dos gobiernos nacionales por su esencia, dos aspirantes á ser un solo gobierno, dos candidatos al gobierno nacional ó Presidencia, dos electores,
y cada seis años, es decir, en cada elección, dos beligerantes, dos ejércitos, dos causas, pero nunca dos Capitales ó dos residencias capitales
del Gobierno Nacional.
Cada rasgo de ese estado de cosas, era una infracción de cada uno
de los propósitos de la Constitución enumerados en su preámbulo.
— 29a —
El país estaba constituido para disolverse en beneficio de sus desorganizadores sistemados, á partir de ganancias con el extranjero.
Ningún enemigo de afuera podía ser mas destructor que lo eran sus
instituciones, para llevar á cabo esa demolición suicida.
La conspiración que acaba de terminar tenia setenta anos. En su
primer paso se llamó Revolución de Mayo de 1810, en favor de la soberanía nacional, sustituida á la soberanía de la Corona de España.
A ese fin tuvo por objeto demoler la máquina realista del poder de
España, que tenia por base, en el Plata, la construcción de la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, formada de la union de la campana de
Buenos Aires, con la ciudad de su nombre.
Dividir esa Metrópoli en las dos partes de que estaba formada, Prov'mciay Ciudad, era demoler la fortaleza del despotismo colonial.
No se dividió, y su poder metropolitano omnipotente, fué dejado
todo en]manos del gobernador, que reemplazó con su carácter de simple
Gobernador al Gobernador y Vircy, gestor de los dos puestos, en tiempo
de su régimen absoluto y monárquico.
Así es como quedó la República ó el gobernador que pretendía
representarla, con el poder omnipotente y realista, que ejerció la
monarquía en otro tiempo, por mano del Gobernador-virey.
Ea monarquía quedó en la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, con
la máquina de su poder, que era la integridad de la Provincia-Capital
omnipotente, y la República destituida de ese poder, y sometida á él,
de hecho i quedó en las Provincias de la nominal Nación soberana, como
un desideratum meramente.
Ese estado de cosas conservado por setenta años de lucha, acaba de
cesar, por el triunfo de la soberanía del pueblo argentino, esta vez
irrevocablemente, porque el soberano lia tomado posesión de la máquina originaria del poder nacional argentino, á saber : la Ciudad-Capital ó
nacional de Buenos Aires, puesta en manos del Presidente de la República, como estuvo en las del Viréy, cuando el poder general del país
fué un hecho, y no mera palabra.
Tan posible como la restauración del poder del Rey de España en el
país argentino, así, ni mas ni menos, es que recupere Buenos Aires la
soberanía de las Provincias argentinas, que ha tenido en sus manos
desde 1810.
— 296 —
Solo esperan ó temen esta restauración los que no entienden los
hechos y la historia de su país.
Decir que Buenos Aires pierde en este triunfo de la Nación argentina, es decir que su Revolución de Mayo de 1810, tuvo por mira, no
la victoria del pueblo argentino, sino la victoria del Gobierno de
Buenos Aires, sustituido al gobierno del Virey, sobre España, y sobre
el pueblo argentino todo entero, incluso el pueblo de Buenos Aires.
Buenos Aires ha triunfado esta vez como en 1810, no para sus
gobernantes, sino por conducto de ellos, para su pueblo, que asume
por primera vez su soberanía, junto con el pueblo argentino la suya,
tomando conjuntivamente á la ciudad de Buenos Aires, como el receptáculo y depósito del poder efectivo argentino todo entero, para
emplearse en adelante, no en los sucesores del gobierno del Virey,
sino en los pueblos todos que forman el pueblo argentino.
No hay mas que un modo de entender y servir la causa del destrozo
d• e Buenos Aires, es lo que se llamó en otro tiempo, como por sarcasmo, la causa de Buenos A¿res} su localismo, su provincialismo, su autonomía, como la representó y sirvió Rosas, inconscientemente quizás.
Después de él, los restauradores de su sistema económico y político,
han probado á Buenos Aires su amor del mismo modo y en la misma
forma en que Rosas se lo probó, que no fué otro que el de los Virey es
de España, y consistía en ceder todo el beneficio del suelo y del trabajo
del pueblo, á su Gobierno, y para sus gastos, no al pueblo mismo para
sus mejoras y progresos.
Así, los verdaderos enemigos del pueblo de Buenos Aires, tan inconscientes en ello como Rosas quizás, lian sitio sus gob'er nos localistas,
como el de Rosas, como el de los Vireyes, como el de los repetidores
de su sistema, no por odio al pueblo de Buenos Aires, víctima de ese
funesto modo de servirlo, sin ó por amor á los beneficios egoistas y
personales del poder, como era el caso del Rey mismo, que fundó
la colonia para explotarla en su provecho fiscal, no en el de los
colonos, no por odio á los colonos y vasallos, sino por amor á su Real
Erario.
A medida que el pueblo de Buenos Aires comprenda esto, se hará
partidario y defensor de este nuevo orden de cosas, que ha sacado de
manos de sus explotadores los recursos económicos de poder, con que
se mantenian en sus puestos, por la pretension sofística de ser ellos el
— 297 —
pueblo mismo de Buenos Aires: pretension que no era un cumplimiento á Buenos Aires, al ver quiénes eran y cómo eran los que se
tomaban por su símbolo!
Desarmados de esos medios por el cambio de cosas, no será el poder
de su elocuencia ni de sus sofismas, nide sus hazañas el que les devuelva
sus perdidas ventajas.
Han sido destituidos por el poder de los hechos y de las cosas, y esa
destitución es irrevocable.
Algunos dicen que en estos países no hay cambio contra el cual no
se pueda reacciocar, ni mala institución demolida que no se pueda
restaurar. Aplican esto al reciente cambio, si tal puede llamarse al
que ha devuelto á la ciudad de Buenos Aires su papel secular de Capital
de las Provincias Unidas del Rio de la Palta.
Para nosotros es tan difícil que las Provincias argentinas (incluso la
de Buenos Aires), vuelvan á enfeudarse á s u vieja Provincia-Mctrópoli,
como que España recobre su dominación perdida en I 8 I O , sobre
estas Provincias. Hay cambios de cambios, y el reciente es tan irrevocable como el que arrebató á España sus colonias de América ; como
el que sacó de manos del puerto de Buenos Aires el monopolio del
tráfico directo con el mundo ; como el que reemplazó el sistema monárquico por el republicano en su gobierno interior; como el que abolió
las aduanas interiores, la exclusion de cultos disidentes, la Inquisición
y otros abusos insultantes á la civilización.
Es un cambio de cosas, no de personas, como esos que se repiten a
menudo, hasta por la ley que cambia en sus plazas á los funcionarios
amovibles.
Hay cambios de salud como el del enfermo, que reasume su condición normal; cambios que no excluyen perturbaciones ulteriores, pero
no ya de carácter permanente.
Es que los negociantes de revueltas no se curan de que sean durables ó definitivas, objetan á esto. También las asonadas dan provecho
y producen beneficios á sus empresarios, por efímeras que sean. E s el
caso de los delincuentes que buscan su pan en un golpe de mano. Pero
es un hecho que las mas veces son víctimas del rebote que la ley no
deja de devolverles. Un partido que no prefiere enterrarse antes que
buscar su restauración por esa via, no ha merecido el poder ni por
una hora, ni merece renacer.
SEGUNDA
PARTE
CAPÍTULO ÚNICO
La cuestión Capital, del punto de vista de la Provincia de Buenos Aires
§1
Para facilitar la lectura de esta Segunda Parte, cuya materia es algo
complicada por su novedad, creemos conveniente precederla de un
resumen general de su contenido, en orden lógico.
¿La nacionalización de la ciudad de Buenos Aires implica la
abolición de la Provincia de Buenos Aires? Todo al revés; es su
salud y resurrección.
Separado su gobierno del de la ciudad de Buenos Aires, nace
recien su autonomía moderna.
Su nacionalización solo puede tener por opositores á nacionalistas, cuyo nombre no les impide ser autonomistas á lo Rosas.
¿Por qué la causa de Buenos Aires estaba constituida por la
indivisibilidad é integridad de la Provincia de Buenos Aires?
Porque así estaba constituida la Provincia-Metrópoli por el gobierno omnímodo y monárquico de los gobernadores-vireyes españoles.
Era incorrecto decir que Buenos Aires absorbía la renta y el poder
— 300 —
de la Nación, como Florencio Várela lo dijo por error, y lo repetimos
muchos después de él.
Estaba en la verdad cuando decía que era Rosas y su gobierno
omnímodo y absoluto de Provincia, el que lo absorbía, no para el
pueblo, sino en daño del pueblo de su mando»
Lo que se llamaba causa de Buenos Aires antes de ahora, era causa
de su gobierno realista y omnipotente. L a omnipotencia pesaba sobre
el pueblo de Buenos Aires. Para eso fué constituida por el Rey de
España. Lo probó el Gobernador-dictador, que sucedió al Gobernadorvirey.
España no fundó su colonia de Buenos Aires para hacer la riqueza
y el poder de sus colonos, sino de su monarca. Los porteños, vasallos
del l^y, eran instrumentos y obreros mecánicos, no beneficiarios, de lo
que producían para su real dueño y Señor.
Ese estado de cosas fué la causa de la Revolución de Mayo, que
hizo á los porteños independientes del Rey, pero no del Gobernador que
reemplazó ai Vi rey.
Conservada la máquina del poder absoluto, es decir, la CapitalProvificiiiy cayó la tiranía pero quedó el tirano.
El gobernador Rosas representó esa trasmigración del despotismo
realista en el despotismo republicano.
De ahí la necesidad de laRevolucion de 1852, que derrocó al Gobernador-dictador de Buenos Aires, en Caseros.
Dejada en pié, por segunda vez? la máquina del poder del Virey y
del Dictador, que era la integridad de la Provincia-Metrópoli', pronto
la máquina encontró nuevos maquinistas en la revolución provincial de
I Ï de Setiembre del mismo año 1852, confirmada por otra revolución
que se llamó la reforma de la Constitución, en que fué restaurada como
régimen definitivo, la Capital-Provincia de Buenos Aires, monarquista
de origen y naturaleza.
Ese organismo, llamado Compromiso, llevaba al país á su disolución,
por el conflicto permanente de dos Gobiernos en guerra, cuando una
tercera faz del movimiento de Mayo ha hecho lo que debió hacer hace
setenta años : separar la Provincia de Buenos Aires de la Ciudad de
Buenos Aires, Capital histórica y necesaria de la República Argentina.
Este, cambio hace nacer, por primera vez, la autonomía regular de
la Provincia de Buenos Aires (es decir, el gobierno de sí mismo), pero
— 301 —
no empezará á ser un hecho su autónomo gobierno, sino cuando se dé
una moderna Ciudad de Buenos Aires, como Capital propia.
Las Capitales se hacen á sí mismas por ias leyes naturales de su
creación vital; por la evolución, legislatura de las legislaturas.
Nuevas cosas, nuevas necesidades, nuevas generaciones, darán á
luz nuevos hombres de Estado, que no hemos tenido antes de ahora,
por falta de Estado ó Nación.
Dracon y sus durezas no igualan al rigor de la ley de la evolución, es
decir, de la naturaleza entregada á su brutalidad. L a reflexion, el
juicio, la calma de nuestro país, deben probar que somos capaces de
libertad, es decir, del gobierno de nosotros mismos, cuya condición
esencial es la obediencia y el respeto de nosotros mismos.
L a solución dada es irrevocable, porque es obra de las cosas.
El progreso argentino se volverá una burla si toda tentativa de
reacción y restauración del statu-quo, no es tratada como crimen de
lesa-nacion.
§ n
La erección de la Ciudad de Buenos Aires en Capital de la Nación, le
deja intacta y asegurada su importancia de Provincia
¿La erección de la ciudad de Buenos Aires en Capital de la República Argentina, implicaría la desaparición de la Provincia de Buenos
Aires? Todo lo contrario : le quedaría su autonomía intacta, despejada de un elemento extraño, que vive injerto en ella, para hacer menos
neto el patriotismo porteño.
L a autonomic provincial de Buenos Aires con tin vi aria existiendo como
la de cada una de las otras Provincias.
Una nueva y moderna ciudad de Buenos Aires, seria Capital de la
nueva Provincia de Buenos Aires.
Este orden de cosas no seria una desmembración de la actual Provincia de Buenos Aires, porque la ciudad y la Provincia, no están en
— 302 —
el mismo caso. La Provincia de Buenos Aires no es dueña de todos los
elementos económicos de gobierno, de carácter nacional, que la ciudad
de Buenos Aires encierra; y no puede, por lo tanto, considerar como
la Capital ó cabeza exclusiva del cuerpo de su Estado provincial, á la
ciudad de Buenos Aires.
Por esta razón no podría ser Capital de la República la Provincia tie Buenos Aires, integrada con la ciudad de su nombre, la cual
pertenece á la Nación, en cuanto á su gobierno, porque ese gobierno está compuesto con elementos de poder que son de la Nación
entera, no solo de Buenos Aires, tales como el centro común del
tráfico internacional que se hace por el puerto argentino, situado en
la ciudad de Buenos Aires; el impuesto de ese tráfico nacional que es
la aduana nacional; el crédito público, garantido por ese impuesto; el
te so?'o nacional, (pie está donde están sus dos manantiales nacionales, el
impuesto y el empréstito, emisión monetaria de deuda pública.
Pero otra razón por la (pie no puede ser Capital de la Nación la
Provincia entera de Buenos Aires, tal como ha existido, es que la
Capital as: formada, era la negación de la Nación Argentina, considerada como Estado independiente y soberano.
Prueba histórica y nata o nal de esto, es que cuando las Provincias
no eran todavía un Estado libre y soberano, sino colonia de España,
tuvieron y debieron tener por capital á la Provincia entera de Buenos
Aires, por ser tan grande y poderosa como la casi totalidad del antiguo Vireinato de Buenos Aires. »Siendo su gobernador local á la
vez Virey de todo el Vireinato, para hacer efectivo el poder absoluto y omnímodo de la corona de España, en todo el vasto suelo en
que hacia las veces del Rey, necesitaba de un poder que no tuviese
contrapeso ni equivalente.
Conservar ese régimen territorial en plena República, era anonadar la soberanía del pueblo argentino y la esencia del régimen republicano, establecido por la Revolución de Mayo.
La Capital de la República Argentina, integrada con la Provincia
entera de Buenos Aires, era la restauración del régimen colonial español, no en provecho de España, no tampoco en provecho del pueblo de Buenos Aires, sino del Gobierno y de una clase gobernante de esa Provincia, en perjuicio del pueblo de Buenos Aires,
como sucedía en el tiempo de la dominación colonial de España.
— 303 —
E s impropio decir que es Buenos Aires el que absorbe y monopoliza el poder y la riqueza de toda la Nación argentina, con motivo
de que esa absorción se opera en la ciudad de Buenos Aires. Esa
manera de hablar es simple metonimia, figura de retórica, en que se
toma la parte por el todo. En esa impropiedad de lenguaje hemos
incurrido Florencio Várela y yo, y muchos otros después.
Como sucedía en tiempo del Gobierno colonial español, la absorción
y monopolio se operaban, no en provecho de los colonos, que formaban el pueblo de Buenos Aires, sino en provecho exclusivo de la
corona oe España, de que la colonia era patrimonio.
E l régimen de gobierno que España dio á su colonia del Plata,
no tuvo por objeto hacer la riqueza y el poder de sus colonos argentinos, sino el beneficio y aumento del real Erario y real patrimonio.
L o s colonos eran herramienta y máquina productora del poder personal de su monarca absoluto. Con ese fin recibió la colonia española
del Plata la construcción ó constitución orgánica que ha sobrevivido
al régimen colonial, pues la mera Revolución de la Independencia no
ha bastado para llevar á los bolsillos del pueblo de Buenos Aires,
lo que fué destinado y hecho para entrar en los bolsillos de sus gobernantes.
Así, todo el cambio ha consistido en que nuevos beneficiarios oficiales y oficiosos han reemplazado á los antiguos, pero el pueblo ha
seguido tan explotado bajo el régimen dicho de libertad, como estuvo
bajo la servidumbre colonial.
l_,a continuación del régiínen de absorción y monopolio en beneficio
de los sucesores del poder español, bajo el régimen moderno, no ha
servido sino para aumentar la omnipotencia del Gobierno titulado
libre, de gobernados sin libertad, es decir, para percibir los beneficios y provechos en que consiste el poder que es llamado libertad
individual.
El poder patrio bastardeado, ha continuado omnipotente, porque
ha conservado la complexion y contextura rentística y económica que
recibió en su origen colonial, para no dejar nacer la libertad y el
poder de los colonos españoles, que eran los arge?itinos de aquel
tiempo.
Mientras esa absorción de la yida y del poder del pueblo argentino se conserve en manos de una porción de Buenos Aires, como
— 304 —
de oficio y carrera, h a b r á en Buenos Aires Gobierno omnipotente, es decir, ciudadanos y pueblo sin poder, sin libertad y sin
riqueza.
Vivirá esa omnipotencia q u e es negativa de la libertad del individuo, mientras la Nación Argentina no tome posesión del poder y
caudal de recursos en que el poder consiste, por la ocupación exclusiva de la Ciudad-Capital q u e los encierra, y con la cual la clase que
gobierna en Buenos Aires despotiza, no solo á los argentinos, sino
también á los porteños, como sucedió bajo Rosas.
La experiencia de la tiranía de Rosas hizo ver, que las víctimas de
su poder omnímodo y absoluto, encerrado y mantenido por la absorción del poder rentístico de los argentinos en sus manos, son y serán
siempre los porteños\ por estar mas inmediatos de ese poder.
Pero no habrá otro medio de prevenir la repetición de esa tiranta
que retirar del Gobierno de la Provincia la suma de los poderes rentísticos y económicos de la Nación entera, que se producen y recojen
en la ciudad de Buenos Aires actualmente, porque no se recojen para
y por el pueblo de Buenos Aires, sino por y para el poder omnímodo
y omnipotente de la Provincia, que los explota y domina por medio
de la misma máquina de q u e se valía el Gobierno omnímodo y omnipotente del Gobernador-virey, en el tiempo en que los porteños y
los argentinos eran celónos d e España. {Escrito antes de la ley de
Capital).
Esa máquina de despotismo mantenida en plena República, no por
un cálculo frió y maligno, sino porque faltaron hombres de Estado,
que la comprendiesen y cambiasen en el sentido del nuevo régimen
republicano; esa máquina de poder omnímodo, hizo nacer al Gobierno
omnímodo de Rosas, y las primeras víctimas de su tiranía fueron naturalmente los argentinos q u e vivían donde él vivía, es decir, los porteños, y no los provinciales distantes, que solo sufrieron á los
agentes y seides del Gobierno omnipotente de la Provincia de Buenos Aires.
Este es el Gobierno que debe perder su omnipotencia por el retiro que la \ey de Capital h a g a de la ciudad de Buenos Aires, foco
del poder nacional en ella concentrado, de manos de la Provincia de
Buenos Aires, para ponerla en manos de la Nación entera, comprendida en ella la misma Buenos Aires. Los porteños no dejarán de tener
— 305 —
jurisdicción local y exclusiva en la ciudad de Buenos Aires por ese
cambio, pero en lugar de tenerla ellos solos, como sucede, la tendrán
conjuntamente con los argentinos, propietarios, como los porteños,
de los elementos lo poder nacional encerrados en Buenos Aires; y
entonces, lejos de ser como hoy las primeras víctimas de un Gobierno
provincial omnipotente, á causa de su inmediación, serán los mas
beneficiados y felices de todos los argentinos, por la misma razón de
inmediación al Gobierno limitado y constitucional de todos los argentinos.
L a guerra que acabamos de pasar en 1880, ha tenido origen y
causa en los vicios de ese estado de nuestras instituciones políticas.
El Gobernador de Buenos Aires no hubiera pretendido tratar al Presidente de la R< pública de poder á poder, si no se hubiese sentido
poseedor de un poder material tan grande como el de la Nación
toda. Tenia, en efecto, todo el poder que tuvo Rosas y por las
mismas causas:—los vicios de nuestras instituciones.
Si el Dr. Tejedo no ha sido tirano como Rosas, es porque tenia otra educación, otro temperamento, otra moral política.
De donde salió el despotismo de Rosas y su Gobierno omnímodo,
productor y causante de tontas guerras sangrientas contra los mismos
porteños, que entonces como ahora, reaccionaban contra los efectos
del Gobierno omnipotente, de que eran víctimas, ha surgido la reciente guerra de este año 1880, y saldrán fatalmente otras análogas,
mientras no se supriman los vicios orgánicos del orden político que
les sirve de causa y razón de ser.
No solo no es de extrañar que los porteños figuren al lado de la
Presidencia nacional, en la reciente contienda orgánica; no solo no
merecen el dictado de traidores á la causa de Buenos Aires, sino que
son los que mejor la entienden y sirven, en el sentido en que la
entendieron y sirvieron los porteños Rivadavia, San Martín, de Alvea r, Gomez, Agüero, Gallardo, Florencio Várela, Martin Rodriguez,
Valentin Alsíi.a de la primera forma).
No quiero decir en el sentido unitario.. Las palabras son el peor
escollo de las causas útiles y buenas.
Es verdad que la autonomía y el autûiwmistno provincial, no son
indignos d e nobles partidarios. En todo régimen, en todo país, en
toda edad, e a m o r á la Patria, empezó como la caridad, por casa.
T. VIN,
20
— 306 —
El hombre como ente zoológico, como todo ser viviente, ama el suelo,
la luz, el ambiente, que lo vieron nacer y que primero vio al nacer.
Pero cuando ese sentimiento común al mundo orgánico, no recibe límites racionales, las nociones de gran Nación, de grande Patria, de
ciudadanos libres, son imposibles y quiméricas. Autonomía, en otras
edades, era la independencia relativa, que los vencedores griegos y
romanos dejaban al vencido conquistado y ungido al yugo del vencedor- ¿Podria, según esto, ser gloriosa para Buenos Aires la causa
de su autonomía?
Entendida y tomada en otro sentido la autonomía como mero provincialismo feudal, seria la causa de Rosas, es decir, el provincialismo
de Buenos Aires, como expediente empleado para absorber á la ciudad
de Buenos Aires, y con ella la suma del poder público de la Nación; y
ahogar por ese poder absoluto y omnímodo, las libertades del pueblo
de Buenos Aires. Rosas, sin emplear la palabra, ha sido el mas
absoluto autonomista que haya tenido la Provincia de Buenos
Aires.
La verdadera causa de Buenos Aires, es la causa nacional, porque
Buenos Aires es el emblema, el compendio, la sustancia y el alma de
la Nación Argentina, en cuanto encierra los órganos mas capitales de
su organismo nacional, y el producto del suelo y del trabajo de todos
los argentinos, recojido y elaborado por esos órganos, que sustentan
la vida entera del cuerpo político de la Nación.
Nacionalizar á la ciudad de Buenos Aires, es salvarla de su ruina
inevitable, por disensiones como la reciente. Pero apenas consienten
en federalizarla, los que se honran en titularse r\v federales, sino nacionalistas. Es darle un solo Gobierno, en lugar de los dos que antes de
ahora coexistían como beligerantes, para despedazarse todos los seis
años, en las calles de la hermosa ciudad, con el propósito de absorberse uno á otro, por el fierro y la sangre.
Dejar en la ciudad un solo gobierno, es el solo medio de establecer
la paz en ella, por el retiro de uno de los beligerantes natos. ¿Cuál
debe quedar? El Gobierno, naturalmente, á quien pertenecen todos
los elementos de poder general que en la ciudad de Buenos existen
concentrados, á saber: el centro del tráfico internacional, el mercado
nacional, la aduana nacional, el crédito público ó nacional, el tesoro
nacional, formado por esos dos manantiales nacionales, es decir: el
— 307 —
impuesto y el empréstito^ ó lo que es igual, el crédito', y su gaje que es
la aduana.
El Gobierno único, exclusivo y directo de una ciudad esencialmente
nacional, no puede ser otro que el Gobierno de la Nación. E s en
este sentido que Buenos Aires podría denominarse realmente nuestra
ciudad-naeio7i\ lejos de que esto sea matar á Buenos Aires, es revivir,
satvar á Buenos Aires.
§ m
La pretendida causa de Buenos Aires, y sus pretendidos defensores, en
las cuestiones pasadas
Mitre ha entendido la causa de Buenos Aires, la ha defendido, y la
ha probado su amor, como Rosas la entendió, la defendió y la amó;
sosteniendo su integridad de Provincia-Metrópoli, ó Provincia-CapitalArgentina.
Con doble razón así la habia entendido, defendido y amado el Virey
de España, cuando esa integridad de Provincia-Capital, era el muelle
real de la máquina del poder extraordinario y omnímodo que le daban
las Leyes de Indias y la Real Ordenanza de Intendentes, como á Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y Virey general de todas las
demás del Vireinato,
Empuñar ese resorte era tener la máquina, y tener la máquina era
gobernar y conducir la nave entera del Vireinato entonces, de la República mas tarde.
De estos tres tipos de Gobierno de Buenos Aires, el del Virey dañaba menos al pueblo de los colonos ó vasallos de España, que formaban la colonia argentina; porque si les absorbía el fruto de su
tierra y trabajo les daba al menos la seguridad y la paz, manteniendo
para el pueblo de todas las Provincias y de la suya propia, un Gobierno fuerte y central, capaz de darles paz.
No así los Gobernadores de la Provincia-Metrópoli,
no ya Vir eye s ni
— 308 —
Jefes Supremos de la Nación^ como en tiempo de los GobernadoresVireyes.
Estos quitaban al pueblo de la Provincia-Capital de su mando exclusivo, el fruto de su suelo y trabajo, para sosten y goce de su
Gobierno local, pero ese Gobierno no daba al pueblo de la ProvinciaMetrópoli la defensa, paz y seguridad que le daba en su época el
Gobernador-Virey de Buenos Aires.
Ni dejaban siquiera que se forme un gobierno general argentino,
capaz de dar al pueblo porteño de su mando provincial, la seguridad
que el suyo no le daba ni podía darle.
Así, los indios salvajes de su frontera local inmediata, habitadores
de tierras que no reconocían autoridad inmediata y directa, ejercían la
que se daban ellos mismos, de devastar las propiedades privadas de sus
campañas porteñas.
Lejos de hallar enemigos por eso, tenían sus aliados estimulantes en
los partidos argentinos, suscitados por la absorción de la vida nacional,
en el gobierno de la
Provincia-Metrópoli,
Esa, y no otra, era la causa responsable de las devastaciones
argentinas del Sud que aprovechaban á Chile, sin que se pueda decir
que las promoviese, solo porque no se encargaba de prevenirlas ó
reprimirlas.
La protección, defensa y seguridad, faltaban á la propiedad privada
del pueblo porteño, rural y urbano, porque su Gobierno provincial,
ocupado en defender el orden local de cosas que ponia en sus manos el
fruto del trabajo argentino, contra las Provincias perjudicadas por ese
orden de cosas que dejaba á su pueblo de ellos mismos, sin defensa,
no debia desatender el bien de sus gobernados, olvidando el interés
propio de los gobernantes.
Es ahí donde se debe buscar el principio histórico y racional de las
campañas de los gobernadores metropolitanos, 6 de Buenos Aires,
hechas en nombre de la civilización) contra las Provincias culpables de
haber negociado con la Europa primero que con ellos, los tratados
fluviales, que abrían al mundo los puertos interiores.
Por su parte, Buenos Aires no fué nías feliz que sus hermanas con
las victorias de sus jefes, pues no ha tenido jamás peores enemigos,
que los defensores de la integridad de la Provincia-Metrópoli^ compuesta como lo estuvo, por las leyes coloniales, de dos cuerpos, dos
— 309 —
cargos y dos mandos acumulados en un solo jefe, titulado Gobernador'
llrey, antes de la Revolución, y despues simplemente Gobernador de la
Provincia de Buenos Aires) con jurisdicción exclusiva y residencia en
la ciudad de Buenos Aires.
L a política colonial de España, no dio ese gobierno omnipotente y
omnímodo á Buenos Aires, para enriquecer á los porteños con la
riqueza de los otros pueblos argentinos, sino para enriquecer su propio
fisco y real Erario, con el producto del suelo y del trabajo de todos
sus vasallos y colonos argentinos, incluso los porteños, de Cuyo
producto gozaron después del Rey, los empleados y agentes del
Rey.
Caducada la autoridad det Rey y la de sus agentes, el goce de la
renta pública benefició á los patrios funcionarios, que reemplazaron en
el gobierno de la que fué Provincia-Metrópoli', al Rey, al Gobernador-Virey, y á la casta innumerable de sus funcionarios.
Estos son los que acaban de perder el goce del beneficio de la
máquina realista, Provincia-Capital, que su division les ha quitado
para darlo á su dueño, que es el pueblo productor y consumidor de
él, como dueño soberano y único consumidor de lo que es suyo ; el
pueblo porteño como el argentino, que forman un solo pueblo.
§ iv
La autonomía de Buenos Aires á lo Rosas, causa de atraso para
todos los argentinos
El siatu-quo, de lo que se llamaba antes de ahora autonomía de
Buenos Aires, acabaría por poner á la Patagonia en las manos de
Chile y en seguida á Corrientes y Entre-Rios en manos del Brasil.
Manteniendo sin Capital y sin puertos de mar á la República Argentina, en el interés de absorber el tráfico, el tesoro y el gobierno de toda
ella, para el gobierno del puerto y de la ciudad autónomos de Buenos
Aires, la independencia autonomista de esta Provincia, así entendida,
— 310 —
mantenía á la Nación sin una marina, que no puede existir sin puertos
de mar, todos los cuales están en la Patagonia y en las costas marítimas del Sud de la República Argentina. Y como la Patagonia y las
costas marítimas argentinas, son de la Nación, y no de la Provincia de
Buenos Aires, ia política autonomista de esta Provincia, entendida en
su sentido impolítico y estrecho, era opuesta á que la Nación adquiera
y posea las condiciones geográficas, sin las cuales no puede tener una
marina para equilibrar el poder naval de Chile y del Brasil. L o q u e
ese autonomismo entendido de un modo tan suicida, quita á la
Nación Argentina, se lo adjudica á Chile y al Brasil, sin pensarlo ni
quererlo.
No basta comprar buques de guerra al extranjero, para tener una
marina de guerra, cuando el país no tiene puertos de mar poblados
para alojarlos, ni arsenales, ni diques para repararlos y conservarlos.
Chile y el Brasil, con sus numerosos puertos marítimos poblados y
habitados de ciudades provistas de todo lo necesario para la vida
civilizada, no se hallaban en el caso de la República Argentina, de tener
que vivir sin puertos de mar, sin Capital política, es decir, sin Gobierno
Nacional, para ser útil al interés local, que veía uua pérdida en todo lo
que era para la Nación una ventaja, respecto de esos grandes intereses
argentinos.
u
Nadie quiere la desmembración de la Nación", decía un Diputado
que quería la integridad de la Provincia de Buenos Aires. El no se
apercibía de que las dos integridades son incompatibles, y que está por
la desmembración ó desintegración de la República el que defiende la
integridad de la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, tal como existió
bajo el Vireinato, y bajo Rosas.
L a integridad de la Provincia-Capital en esos términos, es una herramienta de la máquina que caducó en Mayo de 1810. Es el caudal de
recursos de gobierno de toda la Nación, aumentado y concentrado, no
en las manos del pueblo de Buenos Aires, antes pueblo de colonos,
sino en manos del Gobierno local de Buenos Aires, antes soberano, ó
representante del soberano de España y s»s colonias.
L a soberanía del pueblo, base del sistema republicano, fundado por
la Revolución, dejará de existir, desde que quede en pié el mecanismo
orgánico en que reposaba todo el edificio del gobierno monárquico
de la colonia.
— 311 —
Los que representan y sirven la causa de la integridad provincial de
Buenos Aires, no pueden dejar de tener la adhesion y simpatía del
Gobierno monarquista del Brasil, ya porque defienden un principio que
pertenece á la forma de su gobierno imperial, ya porque le guardan un
cimiento que puede servirle para la instalación de su gobierno
monárquico en el Plata, si logra su vieja mira de conquistarlo ó
anexarlo á su Imperio.
No es extraño que los representantes conocidos de la alianza con el
Brasil, sean partidarios de la integridad provincial de Buenos Aires, en
la forma que recibió de España, para ser Capital y base de la monarquía en las Provincias del Plata.
§ v
L.a llamada autonomía de Buenos Aires, muy peligrosa como se entendió
antes de ahora, puede ser combinada con los intereses de la Nación.
Lo que se llama autonomía de Buenos Aires\ constituye el mas grande
peligro de traer al fin la desmembración de la Nación Argentina, si por
esa autonomía toman sus partidarios como condición esencial, la
integridad de la Provincia de Buenos Aires, formada con la ciudad
nacional y argentina por escelencia, que es la ciudad de Buenos
Aires. Basta comprenderlo y tomarlo de ese modo, para constituir á Buenos Aires en Provincia-Nación, ó mejor dicho, en otra
República Argentina, considerada bajo cierto aspecto y dentro de
ciertos límites.
Basta saber que todo el estado de cosas en que consiste y reside el
peligro de desmembración de la.Nación en dos naciones, todo el orígen y fundamento del hecho de la coexistencia de dos gobiernos nacionales, está caracterizado, determinado y constituido en la historia
reciente por lo que llaman la autonomía de Buenos Airesy teniendo por
condición esencial la integración de su Provincia con !a ciudad-nacional\
ó mejor dicho, con la ciudad-nación argeíitina, como es la de Buenos
— 312 —
Aires, porque encierra y comprende todos los elementos esenciales de
poder y gobierno de la Nación entera.
Pero la autonomía de Buenos Aires en sí misma, no es incompatible
con la existencia de una Nación argentina, si se toma y comprende
como la de cada una de las otras Provincias argentinas; como la
autonomía de Córdoba, como la autonomía de Santa-Fe, como la
autonomía de Entre-Ríos, ó la d e Tucuman\ es decir, como Provincia
semî-soberana, semi-independíente del Estado federal
argentina(fór*
muta del Dr. Mariano Moreno de i 810), de cuya casi-unidad forma una
parte integrante.
{Por qué ha de haber dos especies de autonomía, en una federación
de miembros iguales ante la ley fundamental que la constituye?
Para ser y continuar siendo autonomía la de la Provincia de Buenos
Aires, no necesita estar integrada por la ciudad-nación de Buenos Aires',
desintegrando de este modo á la Nación Argentina, de que forma parte.
L a Provincia puede darse una nueva Buenos Aires, una ciudad moderna y suya propia por Capital, cuyos elementos de su exclusiva y peculiar creación y pertenencia, nadie le dispute, ni tenga pretexto de
disputarle por razón alguna histórica ó geográfica, ó económica, como
sucede hoy.
Este cambio, lejos de dañar á la Provincia de Rueños Aires, salvaría
sus destinos, á la vez que los de la Nación, pues entonces se echaría
decididamente en la dirección del Sud, y los vastos países y las ricas
costas marítimas, que a pesar de su lamentable abandono presente, son
objeto de la codicia del extranjero, tomarían á Buenos Aires por campeón y centinela, y su poblamiento y enriquecimiento serian tan rápidos, como es hoy somnoliento y dudoso.
Todo lo que la Provincia de Buenos Aires posee actualmente de rico,
grande y fecundo, continuaría existiendo en su autonomía, y formando
parte esencial de ella; son sus ricas y opulentas campañas rurales y
agrícolas, su clima y temperamento el mas europeo de toda la Repú-»
blica, por decirlo así, quiero decir el mas habitable para las inmigraciones de la Europa, sus costas y puertos y productos marítimos, su
población relativamente mayor y sus grandes capitales.
Por lo demás, puede decirse que la autonomía de Buenos Aires
acaba de nacer, la autonomía legítima, constitucional, se entiende, que
es la compatible con la Nación y su causa.
— 313 —
Pero no empezará á ser una realidad, sino cuando la Provincia sedé
una Capital propia y exclusiva, para residencia de su Gobierno de
Provincia.
Si la autonomía de un país consiste en la administración de sí mismo,
ese gobierno de sí mismo no es un hecho cuando su personal no proviene de su propia elección, no habita su propia Capital, no se desenvuelve en sus propios medios y elementos de gobierno. Esto es lo que
no sucede cuando el Gobierno local que se pretende autónomo, reside
en capital agena, gobierna en cosas locales esencialmente, al favor de
otro gobierno y con elementos cíe poder extraños, y reside sobre todo
en a g na jurisdicción.
Tal es y será el caso de la moderna Buenos Aires, mientras
no se dé una Capital suya y propia para su exclusiva residencia y
jurisdicción. Domiciliada en la Capital de la Nación, será gobernada indirectamente por la autoridad nacional, hasta en cosas provinciales por esencia.
Sin que á ese inconveniente deje de agregarse el peligro latente
de una recaída del mal crónico que ha padecido la Nncion, de la
coexistencia de dos poderes antagonistas y beligerantes, según la
ocasión.
Tomando la Provincia de Buenos Aires la falsa posición que
tenia la Nación Argentina en este punto, antes de la solución dada,
no seria mejor que antes la condición general y común de las
cosas
Quedaría siempre el peligro de una reabertura del conflicto y del
debate, al favor del descontento que dejan siempre las mas justas,
espontáneas y sinceras soluciones, al menos en minorías contrariadas
en su egoísmo, en sus rutinas, en su vanidad.
Felizmente el remedio en este caso, es menos costoso que en los
pasados.
La elección de una Capital de Provincia tiene menos exigencias que
la de una Capital de Nación, es decir, que la de una Capital común y
general de catorce Provincias Unidas ó consolidadas.
No teniendo que hospedar diplomáticos, ni Ministros extranjeros, ni
artistas, ni visitantes bulliciosos, ni gentes de renombre, ni ser teatro
de una vida fastuosa, agitada, brillante, sus condiciones son menos
difíciles de encontrar y obtener.
— 3i4
-
§ vi
Revolución de i i de Setiembre. Causa (llamada) de Buenos Aires, que era
de ruina para Buenos Aires, económicamente entendida
Una prueba de que la Revolución de 11 de Setiembre de 1852, restauró el orden político-económico en que reposó el poder absoluto de
Rosas, acumulando con la suma de la fortuna nacional de Buenos
Aires, la suma de todo el poder argentino, es que en cada paso intentado para cambiar este estado de cosas en servicio de la libertad, de
que es la negación, sus beneficiarios denunciaron la vuelta de los unitarios ¡ de la unidad de Rivadavia^ en el sentido que Rosas daba á esa
unidad, es decir como polo opuesto de su aislamiento federal ó autónomo, que le daba á él la omnipotencia de los recursos, en que reside la
omnipotencia del poder.
El horror á la unidad no es mas que rosismo, ó provincialismo^ ó federalismo feudal.
¿Qué era eso de federación para Rosas? Eran quince gobiernos
aparentes que se reducían á uno solo verdadero, el suyo,—porque les
tomaba todo su poder, tomándoles la suma de sus recursos económicos de poder y gobierno.
I Qué quiere decir imidad ó nacionalidad para nosotros? ¿En qué
sentido la tomamos? Quiere decir, un solo gobierno, en lugar de quince gobiernos para la Nación; un solo presupuesto, un solo gasto, un
so!o tesoro, un solo crédito, una sola deuda pública, una sola contabilidad, un solo Estado Argentino, y no quince Estados argentinos; una
sola Nación, no quince Naciones, una sola República Argentina, no
quince.
Multiplicar los gobiernos, es multiplicar los gastos, sin multiplicar
las entradas, ni los recursos del país. Multiplicar los gastos públicos,
es disminuir los recursos de los particulares, que costean esos gastos;
es empobrecer y debilitar" á todos los ciudadanos, para enriquecer y
fortalecer á los gobernantes.
— 315 —
Es consumir en gobiernos y gobernantes el producto del suelo y del
trabajo, acumulado por el pueblo argentino, con el propósito de consumirlo en su provecho propio; es consumirlo en provecho de sus gobernantes, ó mejor dicho del gobierno omnímodo que absorbía á los
demás, como en tiempo del Rey.
Eso era cabalmente lo que sucedió bajo el sistema colonial, con que
España nos gobernó en el tiempo en que fuimos colonos de sus Reyes.
La máquina que sus hombres de Estado construyeron para producir
ese resultado vivia todavía, tapada con papeles pintados, en que se
leían los títulos de Confederación Argentina, República Argentina»
Todo cuanto producían nuestros pueblos como sus colonos que
éramos, en cuanto á rédito de nuestro trabajo y suelo, era para consumo del Gobierno y de los gobiernos del Rey absoluto y omnímodo;
nada para consumo y provecho de sus pueblos, compuestos de colonos
hispano-americanos.
El dia que faltaron el Rey, sus Vireyes é Intendentes, se produjo un
estado de cosas, llamado República federal, ó Provincias Unidas (como
nuestros ex-compatriotas de Holanda), en que pasó á manos de
los nuevos gobernantes del país, multiplicados por el número de sus
Provincias
•
, todo lo que antes iba á manos de los antiguos gobernantes españoles; y el pueblo, es decir los vecinos, los ciudadanos, los
extranjeros del Rio de la Plata, siguieron produciendo rentas públicas
fiscales y generales, no para provecho de ellos mismos, sino de sus gobernantes patrios, que habían reemplazado á los gobernantes españoles del Rey, y como sucedía en tiempo del Rey, sucedió en tiempo de
la Patria.
Quince gobiernos no podrían gastar y consumir menos que un Rey
solo, por absoluto y omnímodo que fuese.
¿Qué resultó de este estado de cosas que se llamó gobierno libre y
patriota ?
Que no hubo función ni ocupación mejor y mas provechosa que ser
empleado público, es decir, (pie la ocupación de gobernar; que 110 hubo
privilegio mas deseado ni productivo de beneficios que el de gobernar.
Cortejar al dispensador de esos beneficios, que era el soberano pueblo,
fué todo el fin de ser patriota. Ser patriota, íué todo el arte de vivir.
Conseguir su designación para el goce de un puesto y de un salario,
— 316 —
por un voto del país, nuevo soberano, fué todo el arte del sistema en
que se refundió la ciencia del nuevo régimen de ser patriota y libre.
Tenemos, sin embargo, políticos que se desviven en averiguar, por
qué nuestro país, tan rico, no prospera como los Estados Unidos?
A ninguno le ocurre advertir que nuestro país, lleno de movimiento
aparente de progreso, sigue constituido como en su tiempo colonial,
para hacer la dicha, la riqueza y el poder de sus gobernantes, en lugar
de estarlo para enriquecer y mejorar la suerte del pueblo, como la Revolución de 1810 lo prometió.
Con catorce gobiernos de justado, compuesto cada uno de tres poderes, y con dos gobiernos mas adicionales, de carácter nacional, coexistiendo en la Ciudad-Vireinato, que habitó el Virey, con el poder absoluto
y omnímodo del Rey, no puede haber economía, ní riqueza, ni gobierno,
ni libertad, ni paz, ni progreso.
E s t a es la historia de lo sucedido en la República Argentina después
que cayó el Virey eñ 1810, y despues que cayó su restaurador, el dictador Rosas, en 1852, hasta 1880.
E s t o es lo que la Revolución de Mayo prometió y empieza á cumplir
recien.
Esto es lo que ya es tiempo de cumplir á los setenta años de la promesa que hizo la Revolución.
¿Por cuál operación? ¿ Mediante cuál mecanismo? Por una reconstrucción de la máquina colonial en sentido y á efecto de que el pueblo
tome y aplique á su provecho, como nuevo soberano del país, lo que
el Rey tomaba á sus colonos por la máquina de nuestro antiguo régimen que él hizo construir para ese propósito.
Pero en la política como en la mecánica, la fuerza es una y se produce por los mismos medios. La dirección en que obra, el sentido
diverso de las aplicaciones, hace ser buena á la misma fuerza, que fué
dañina* en dirección opuesta. La Capital de Buenos Aires, como fuerza
y poder, está en ese caso. Aunque haya sido el motor principal del antiguo régimen, ese motor puede ser y ha sido el mas eficaz para derrocar al mismo viejo régimen colonial, de que fué capital, y debió esa
fuerza, no á su aislamiento y separación respecto de las Provincias de
lo que fué Virei?iaio de Buetws Air esy sino á que obró en union con
ellas, en lo que se llama República Argentina.
— 317 —
Tin union y libertad, decía el mote de sus armas simbólicas; y esa
union hablaba todavía en su escudo por las dos manos que, unidas,
sostenían á la libertad.
§ vu
Constitución provincial de Buenos Aires. Revolución de n de Setiembre
de 1852. Continuación del párrafo anterior
Este fué el tenor y sentido del régimen que estableció la Constitución
de 1853, sobre las ruinas del gobierno de Rosas, basado en la suma de
todos los poderes y recursos del Gobierno Nacional, que él absorbía y
retenía, como gobernador de la ciudad-nación, en que esos recursos se
hallaban situados.
Pero una reacción, que es ley del mundo moral y político, como lo
es del mundo físico, no tardó en paralizar el movimiento nacional y
liberal, iniciado en Caseros.
L a causa económica de Rosas fué restaurada, no por sus partidarios,
sino por sus opositores locales, separados de sus opositores nacionales.
Esa division desgraciada de los liberales vencedores del dictador, en
Caseros, fué representada y operada por la revolución reaccionaria del
11 de Setiembre de 1852.
Esa revolución no está bien explicada ni comprendida todavía, y de
ahí viene la série de males inconscientes de que esa revolución reaccionaria ha sido origen y causa desde 1852, hasta el aíio presente 1880.
Hecha en nombre de Buenos Aires, á nadie ha dañado como á la
misma Buenos Aires.
No de otro modo se explica la actitud nacional y liberal que asume
hoy el partido autonomista de Buenos Aires, edificado y aleccionado
por la experiencia de veinte años.
L a revolución del 11 de Setiembre de 1852, hecha á los seis meses de
derrocado Rosas, contra su vencedor, fué la restauración del rosist?io
— 318
-
sin Rosas y sin mazorca; pero lo fué completamente en el orden económico de cosas, que contiene el verdadero poder despótico, no en el
déspota, ni en el color, m en el ¿error.
Buenos Aires tomó esa restauración como un triunfo de libertad;
pero lo escaso que entonces eran los conocimientos económicos, no
dejó ver á la parte sana de su pueblo, que los intereses restaurados
cedían en beneficio del poder, no del pueblo mismo. Era la restauración del tesoro general en que venia envuelta la suma del poder público
argentino.
Devolviendo todo el poder económico y fiscal al Gobierno de Buenos
Aires, como estuvo bajo Rosas, no le quedó ninguno al pueblo de
Buenos Aires. Armado de la suma del poder público argentino, el Gobierno local, revolucionado contra el de la Nación, quedó libre, sise
quiere, respecto de la autoridad nacional, pero los ciudadanos de Buenos
Aires no quedaron mas libres respecto de su propio Gobierno, que lo
habían estado bajo ese poder omnímodo y absoluto, cuando estuvo en
manos de Rosas, poseedor de la suma de los recursos de todo el poder
argentino.
§ vni
Constitución colonial de nuestro país, que ha sobrevivido de hecho
á la Independencia
La Provincia-Capital, ó Capital-Provincia, con que gobernó Rosas
como dictador omnipotente, fué constituida por las Leyes de Indias, que
eran la constitución d é l a colonia española en este país. Era !a piedra
maestra de nuestro edificio monárquico y colonial. Por el derecho
moderno que hizo caducar á las Leyes de Indias, la capital en la forma
en que ellas la habían constituido, venia á ser inconstitucional y derogatoria del sistema republicano, porque concentraba todo el poder de
las Provincias en la Provincia declarada Capital y residencia del Virey
omnímodo y omnipotente, como el monarca á quien representaba.
« ¿Podrá llamarse nuestro código (decía el Dr. Moreno en 1810) el de
— 319 —
esas Leyes de Indias^ dictadas para neófitos, y en que se vende por favor
de la piedad lo que sîn ofensa de la naturaleza no puede negarse á
h i n t u n h o m b r e ? Un sistema de comercio fundado s o b r e la ruinosa base
deí monopolio, y en q u e la franqueza del giro y la comunicación de las
naciones se reputa un crimen que deb e pagarse con la vida: títulos enteros sobre precedencias, ceremonias y autorización de los jueces; pero
en que ni se. encuentra el orden de los juicios reducidos á las reglas
invariables q u e deben fijar su forma, ni se explican aquellos primeros
principios de razón, q u e son el fundamento eterno de todo hecho, y de
que deben fluir las leyes por sí mismas, sin otras variaciones que las q u e
las circunstancias físicas y morales han hecho necesarias.
« Guárdese esta colección de preceptos p a r a monumento de nuestra
degradación; p e r o guardémosnos de llamarlo en adelante nuestro código ; y no caigamos en el e r r o r de creer que esos cuatro tomos contienen
una constitución; sus reglas han sido tan buenas p a r a conducir A los
agentes de la Metrópoli, en la economía lucrativa de las factorías d-e
América, como inútiles p a r a regir un E s t a d o . . . » « No tenemos una
Constitución, y sin ella es quimérica la felicidad que se nos promete. »
(Principios
de De?'echo y garantías
de la Constitución
actual.)
T o d a la legislación de Indias se conserva viva y entera en la institución que ha sido su producto capital y fundamental en el Plata, á s a b e r :
la Capital de Buenos Aires
como Provincia-Metrópoli
de todas las P r o -
vincias del Rio de la Plata, compuesta de dos grandes p a r t e s — d a ciudad
mas populosa, rica y tres veces fuerte, como garganta exclusiva del Rio
de la Plata, y sus caudalosos afluentes (Paraná, Paraguay y Uruguay);
fu cite p o r la importancia de sus establecimientos, P u e r t o , Aduana,
Crédito, T e s o r e r í a , foco administrativo de todo el Reino, Cuartel y Capitanía G e n e r a l de su poder militar naval y terrestre, por las dimensiones de su territorio provincia!, igual al territorio de Inglaterra^
como
dijo ahora poco el Times, en que la riqueza rural b r o t a como el pasto
de que vive, á vista de ojo; campaña sin ríos, sin lagos, sin manantiales, pero en la cual llueven vacas y carneros, puede bien decirse, p o r
lo feraz.
vSi el poder de una Capital semejante no es dividido en mas de un
poder, la soberanía popular de la Nación, de que es cabeza, es una
fábula, el cuento chistoso de una cabeza sin cuerpo, sin pies: cabeza
impotente p o r su misma exuberancia y monstruosidad.
— 320 —
§ ix
La Buenos Aires del tiempo colonial
Toda la constitución colonial de este país, estaba hecha para hacer
imposible el ejercicio de la soberanía de su pueblo; para evitar que en
caso alguno pudiera el pueblo tomar en sus manos el gobierno de sí
mismo.
La primera regla preventiva de esta revolución, era no dejar entre
sus manos un átomo de autoridad.
Y para tenerlo desarmado de todo poder público, el medio mas
obvio era no dejarle dinero ni riqueza en sus manos, porque la riqueza
es el poder de los poderes.
Concentrar la riqueza ó la renta, ó el producto del suelo y del
trabajo de todos los colonos, en Buenos Aires, era el grande y fundamental mecanismo orgánico de la Colonia y de su Gobierno metropolitano, para mejor predominar.
Para realizar esa concentración, el medio natural fué entregarlo 6
situarlo en una Provincia-Metrópoli de las demás, y entregar el gobierno directo, inmediato y exclusivo de esa Provincia-Metrópoli, al representante inmediato del Rey de España, es decir, al. Virey.
Y para que este poder central ó metropolitano fuese omnipotente y
superior al de todo el país de su dependencia, no habia otro medio
que dar á la Provincia-Capital de su residencia y mando inmediato y
exclusivo, el peso, valor y dimension del Reino ó Vireinato todo
entero.
La unidad é integridad de esta Provincia-Metrópoli venia á ser la
llave de todo el poder omnímodo y extraordinario del Rey, sobre
todos sus colonos ó vasallos.
De ahí vino en la Constitución colonial del Plata, que la ProvinciaMetrópoli de Buenos Aires fuese formada del territorio de la Provincia
propiamente dicha y de la Ciudad de su nombre, Capital común y
general de todas las demás Provincias del Reino entero. Eran dos
— 321 —
países en uno que respondían á los dos cargos que asumía el Virey,
para constituir la omnipotencia de su poder extraordinario, el de
Gobernador de la Provincia propiamente dicha de Buenos Aires, y á la
vez el de Virey y Capitán General del conjunto de todas las Provincias,
en que el Vireinato estaba dividido para su gobierno 6 régimen
monárquico.
Este modo de ser de la Provincia-Capital ó Metrópoli, era el rasgo
distintivo y característico de su Constitución monárquica y de su
Gobierno realista y absoluto.
La unidad indivisible de la Capital, así constituida, era todo nuestro
antiguo régimen colonial en sustancia.
Pero esa Capital-Metrópoli, esa Provincia-Capital,
era la pieza
principal de un cuerpo monárquico; la parte dominante de una monarquía. Como tal, esa Capital era la negación de todo régimen republicano de Gobierno. E r a suficiente dejarla en pié para hacer
imposible el establecimiento de la República, como sistema de
Gobierno.
Así, tan pronto como fué proclamada la soberanía del pueblo, como
principio del nuevo Gobierno, la primera función de esa soberanía,
debió ser su intervención, en la Provincia-Monárquica,
ó Capital-Metrópoli, para establecer allí la forma republicana de Gobierno, operando la division de la Provincia-Metrópoli
de Buenos Aires, en el
sentido republicano y democrático, es decir, en la Provincia de Buenos
Aires propiamente dicha, igual por su derecho á cualquiera otra de un
lado, y del otro en la Ciudad de Buenos Aires propiamente dicha, como
Capital del Estado Argentino, formado por todas las Provincias del Rio
de la Plata. Esta es la única intervención que no ha tenido lugar, sino
setenta años después del 25 de Mayo de 1810, en que fué proclamada
la soberanía del pueblo argentino, como fundamento de su nuevo
régimen de Gobierno.
T. VIII.
21
— 332 —
§ x
La moderna Buenos Aires. Nuevos destinos, nueva vida, nueva sociedad
E s t e cambio podría tener en los destinos sociales de Ráenos Aires
los electos de un cambio de raza en su pueblo.
El éxodo g r a d u a l
de
su población urbana á las campanas rurales y agrícolas, traería un
cambio de vida y de condición de su sociedad, en el sentido mas capaz
de llevarla á grandes, nuevos y felices destinos, paralelos de los que
Inglaterra y los
pueblos teutónicos deben á la dispersion de
poblaciones en las campañas.
¿qué constitU3'e su
sus
Al presente, ¿de qué vive Buenos Aires?
riqueza y p o d e r ?
El producto
de su
trabajo
rural y pastoril, sus ganados, sus pieles, sus lanas, sus carnes, sus
granos, sus grasas, sebos, etc., etc.
E n las campañas.
; Dónele está situado todo eso?
P e r o sus propietarios, lejos tie habitar sus campa-
ñas y fomentar con su presencia el trabajo que los engrandece, huyen
de ellas y habitan la ciudad de Buenos Aires, donde consumen lo q u e
deben á los campos, en hacer VH\R parisiense
y lujosa, ó vida madrileña^
de trabajo improductivo, como es el trabajo oficial del empleado del
Estado, ó del empleado no oficial, como el del abogado, del médico, del
literato.
E l comercio, que es la g r a n d e industria de la ciudad de Buenos Aires,
es desempeñado por los -extranjeros, en q u e eclipsan á los nativos, por
su inteligencia en esa industria privada, q u e les es familiar, desde los
países extranjeros de su origen, y privativa en el de su establecimiento
americano.
¿ Q u é hace de sus brazos y de su tiempo el hijo del hacendado, del
comerciante ó del industrial extranjero ennoblecido p o r la riqueza
adquirida?
Se-cía al estudio y cultivo de profesiones en que busca honores y
medios de vivir.
L a noble profesión
del foro produce escritos
y
alegatos judiciales, producto q u e no es riqueza que se puede cambiar
p o r valores circulantes en el mercado.
Menos puede exportarse p a r a
— 323 —
el extranjero en cambio de manufacturas. El abogado sin clientes, no
obstante su talento 3' cultura, busca su vida en ocupaciones de la
prensa, que á su vez nada produce, sino debates políticos y obras literarias., que no tienen demanda ni mercado en el extranjero. No son
riqueza nacional. El abogado-escritor se refugia entonces en la explotación de otro producto, que tampoco enriquece á las Repúblicas de
América, por industrial que ella sea eii sus miras y objetos: esas son
las revoluciones de libertad, los cambios de gobernantes, las elecciones
políticas, que dan empleos, salarios, honores, goces; las guerras y
empresas de honor nacional.
« Mucho se lamenta en Francia esa numerosa juventud que, llena de
imaginación y de energía, en vez de aprovecharlas para trabajos positivos, se arroja cuerpo y alma en la vida del periodismo, del romance,
del panfleto, y viviendo con el día presente, llega á no esperar su
porvenir, sino de las turbulencias y agitaciones sociales. Grande es el
mal sin duda, pero de ello no podría acusarse con justicia sino á nuestro vicioso sistema de educación. <; Qué se ha enseñado á estos
jóvenes en los colegios? ¿Han recibido allí algunas nociones de que
puedan sacar provecho inmediato para las necesidades de la vida? ¿S~
ha encaminado su espíritu hacía tal ó cual orden de profesiones útiles?
De ningún modo; mostrándoles continuamente los pretendidos modelos
de la Grecia y de Roma, se ha agitado su imaginación y sus pasiones
fuera del terreno de las realidades actuales, y la pluma es el solo
instrumento que se les haya enseñado á manejar. Salidos de ahí,
;qué pueden hacer sino soñar en sociedades, que ya no existen, ó
que no volverán á existir, y consagrar su pluma á sus sueños?». ( 1 )
Se diría que el vicio allí lamentado pasó de Francia al Rio de la
Plata, donde la juventud no habla mas que del gran modelo americano,
y no practica sino el mal modelo de la Europa revolucionaria.
Las familias se empobrecen en costear años enteros de estudios á
sus hijos, ¿para qué? Para seguir gastando en mantener médicos y
abogados sin clientes ni enfermos, menos numerosos que sus inútiles
protectores.
No se comprende el objeto con que el Estado gasta una parte de su
(1) Palabras de Billault, de I836, muy alabadas por E, Renaudin, en el <Jour«al
des Economistes», de Noviembre de 1880.
— 324 —
tesoro público en Universidades, en Colegios, en Facultades de derecho,
en cátedras de leyes y de ciencias políticas sociales, para que los
graduados en esas materias, los primeros abogados y doctores vengan
á tener por leaders y jefes de sus partidos políticos y conductores de
sus obras de organización social y política, á meros aficionados de esas
ciencias, ó tinterillos, que no han puesto el pié jamás en una Universidad, colegio, ni escuela de derecho!
Todas esas industrias son de una utilidad dudosa para enriquecer y
agrandar á naciones jóvenes, cuyos ciudadanos necesitan emplear su
trabajo y suelo en producir valores capaces de cambiarse por riquezas
positivas, dentro ó fuera del país. Esa es la dirección en que deben
ser educados y ocupadas las nuevas generaciones de Sud-América.
P e r o nada es mas opuesto á ese camino que la estúpida pretension
de que en el Plata las campañas representan la barbarie, y las ciudades
la civilización; las campañas que producen oro y plata, ó lo que tal
vale; las ciudades que nada producen que pueda cambiarse con el
extranjero, por plata y oro !
§ xi
La nueva Buenos Aires. Continuación
Es verdad que estas son cosas que no basta querer hacer para
saber y poder hacer. Infatuado y presumido por los favores de la
fortuna y de la naturaleza, el pueblo sud-americano hace recordar k
esos niños ensimismados de que habla J. J. Rousseau en su Emilio>, que
oyen tocar la caja) y se creen generales.
Ven construir un edificio y se
(reett arquitectos.
Sin desconocer las grandes aptitudes naturales de nuestro pueblo,
debemos reconocer que no es tan feliz en aptitudes aprendidas y adquiridas por una educación de siglos, en las cosas del gobierno libre y del
espíritu de creación, que distingue á los americanos del Norte. Los
yernos marchar al paso de los mas adelantados pueblos de la tierra, y
— 325 —
nos componemos el cabello, los cuellos, la voz, buscando con rostro
satisfecho la señal de la admiración del mundo por nuestros adelantos
propios.
Como es mas fácil copiar leyes escritas y libros sobre cosas de
Estado, que copiar ó hacer Estados, nos creemos autores de monumentos, porque sabemos traducir sus descripciones.
No tenemos hombres de Estado, en el sentido de constructores de
pueblos y de edificios políticos. Tomamos á menudo por hombres de
Estado, entre nosotros, á nuestros mas fogosos y audaces demoledores.
Nos damos por insultados si nos comparan á los chinos y á los japoneses, pero mandamos á las Exposiciones universales de Europa, nuestras materias primas, mientras esos asiáticos que compadecemos,
llenan de sus maravillas de arte los palacios de cristal, en que los
ingleses y franceses mismos bajan la cabeza de admiración y envidia,
ante sus obras inimitables.
La mejor prueba de que la Ciudad de Buenos Aires absorbió hasta
hoy ía vitalidad entera de su Provincia propia, es la preocupación que
se ha producido entre sus habitantes, de que perdiendo la administración local y exclusiva de la Ciudad de Rueños Aires, nada les quedaba
en materia de gobierno autónomo ó provincial.
El hecho es que nada les queda sino el gran pueblo de su Provincia,
su vasto territorio provincial, sus riquezas sin igual en ganaderías, y
puertos y costas marítimas, que no tiene el resto de la Nación. Con
todos estos grandes elementos de creación de un gran país opulento, se
consideran como despojados, porque les falta la ciudad, que mediante
la construcción económica y política que le dio España, para la expío-*
tacion de las Provincias de su colonia del Plata, recibía de su campaña
la opulencia que su campaña creia recibir de la ciudad de Buenos
Aires !
Los americanos del Norte, en el caso de los habitantes de la campaña de Buenos Aires, habrían usado de su soberanía que les dejaba
entera la separación administrativa de la Capital de Buenos Aires,
para convocar una Convención Constituyente, con la misión de
reconstruir su Provincia, su Constitución provincial y su Gobierno
provincial, en armonía con sus nuevos destinos, que le impone el gran
trabajo de reconstrucción que ha necesitado emprendery emprendido la
Nación entera.
— 32(3 —
L a falta temporal de una capital no dejaría á Buenos Aires, como
Estado provincial, sin vida, sin poder, sin opulencia, como Nueva-York
ha conservado todos esos atributos, no obstante tener su capital en
Albany, especie de Belgrano de aquella gran ciudad, que tiene sus
autoridades fuera de su recinto, y recibe sus leyes del exiguo pueblecito.
L a capital no es la vida de un cuerpo político, sino cuando ella
encierra d e n t r o de su recinto todos los elementos económicos del poder y fuerza gubernamental, como es el caso de la República Argentina, por la organización y contextura que recibió originariamente de
España, p a r a responder á su papel, que Cuíi el tie dominar como Metrópoli al Vireinato menos fuerte que ella.
Buenos Aires no conserva
todo el territorio que tuvo bajo el antiguo régimen, pero el que c o n s e r va es igual á toda la Inglaterra.
E n ese inmenso suelo que le queda casi todo, desembarazándose del
p u e r t o cosmopolita, está proyectada su colosal riqueza y poder, los
cuales descansan y residen en su industria rural, en su agricultura tan
provista de elementos para su rápido desarrollo, en su población r u r a l
casi europea, es decir, civilizada; en sus costas y puertos marítimos,
q u e las otras Provincias no tienen, en sus c a n a h s interoceánicos y andinos, como Magallanes, Rio N e g r o , Rio Colorado, etc.
Si todo eso no
es base de opulencia, ¿ p o r qué- se alarma cuando Chile habla de tomarlo?
{Por qué Chile piensa que esa region bastaría para hacer su
propia grandeza
futura?
Su moderna capital en la Ensenada seria un b a r r i o de la vieja Buenos Aires, que le quedaría á una hora de distancia, pudiendo q u e d a r
ligado con ella por cuatro vías á la vez, á s a b e r : el Rio de la Plata, el
ferro carril, el canal, en que pensó Rivadavia, y un grande y vasto camino c a r r e t e r o ; conductores que, lejos de excluirse, como empresas,
esos cuatro formarían una alianza económica, capaz de suprimir hasta
la idea de espacio y distancia, si se a g r e g a el telégrafo eléctrico.
E l p u e r t o mismo de la Ensenada se volvería una ciudad improvisada,
poblándose de miles de b u q u e s g r a n d e s que su bahía es capaz de contener, y de sus tripulaciones que vivirían
tierra y o t r o en a g u a .
literalmente con un pié en
L o s puertos de L o n d r e s y Liverpool, en que las
filas de los buques forman calles con las casas, muestran cuanto movimiento y animación resulta de la union del doble elemento naval y
terrestre dentro de los mismos límites.
— 327 —
L a misma Buenos Aires ignora todavía lo q u e es la lijasenada, como
elemento de riqueza y de poblamiento rápido y g r a n d e , á causa de
celos estrechos, que han mantenido oscuro lo q u e podia quitar al viejo
p u e r t o fluvial del Riachuelo su predominio increíble s o b r e el g r a n Rio
de la Plata, del que es p u e r t o natural el de la E n s e n a d a .
L a Ense-
nada es e! g r a n d e y digno puerto del gran Río de la Plata, como el mas
exterior, el mas vasto, el mas profundo y mas seguro.
El Riachuelo
ha desacreditado al Rio de la Plata, como puerto, en la opinion del
mundo marítimo y comercial.
L a Ensenada no es puerto que. esté p o r hacerse.
E s t á ya hecho y
acabado, con muelles espléndidos, en que el desembarco, la carga y la
descarga, son instantáneas y b a r a t a s .
Ahora es cuando se verifica lo
que dijo Malespîna hace un siglo al Rey de España, (píe el puerto de
la Ensenada era superior al de Montevideo.
Y como el mero desembarque cuesta hoy dia tanto dinero como el
Hete de E u r o p a á Buenos Aires, los precios ele las mercaderías extranj e r a s que consume la población actual de Buenos Aires, bajarían de
todo lo que representa la reducción del flete actual trasatlántico á su
mitad.
Sin grandes p u e r t o s no puede haber grandes mercados, gran-
des plazas comerciales.
Esto es lo que han olvidado nuestros maestros
de la escuela norte-americana, eclipsando al gran p u e r t o de la Ensenada por el portachuelo
del Riachuelo.
Así, los nucv'os porteños
lleva-
rían con mas derecho el s o b r e n o m b r e elegante de que son vanos, con
razón, p o r q u e un p u e r t o verdadero es un poder verdadero.
L o que mas me entusiasma en este gran cambio de regeneración
argentina, no tanto es la g r a n d e z a que adquiere la Nación, tomando
p o r Capital á Buenos Aires, como la grandeza que adquiere por Ja P r o vincia de Buenos Aires, la region austral de toda la República, colocando su capital en el mas g r a n d e y bello puerto suri-americano del
Atlántico, sin alejarse, por decirlo así, de su viejo asiento, pues queda
ligado con él, formando como "dos ciudades en una, p o r cuatro conductos, que son como cuatro puentes.
No t a r d a r á la nueva ciudad de Buenos Aires en igualar á la pasada
en riqueza y prosperidad, p o r q u e será una capital habitada por capitalistas, es decir, por trabajadores productivos, en vez de componerse de
empleados oficiales, es decir, de trabajadores improductivos, como los
llama Adam S m i t h ; gentes honorables y útiles, si se quiere, p e r o que
— 328 —
viven de salarios y del trabajo de los otros; que gastan y consumen en
vez de producir; gentes que viven una vida de goces, de ostentación y
de placeres, en que el aspirante y el intrigante político tienen el papel
preferente sobre el trabajador y capitalista reproductivo, como es el
comerciante, el fabricante, el agricultor, el industrial de todo género ;
el habitante favorito de Nueva-York, por ejemplo, diferente del habitante de Madrid, capital que produce una riqueza de versos, de leyes
escritas, de oradores y ministros, de doctores en derecho, teología y
medicina, de artistas, de predicadores, de guerreros y publicistas, de
héroes y celebridades, no de inventores, descubridores y empresarios
útiles.
Como la nueva Buenos Aires será un cuerpo social que se hará á sí
mismo y para sí mismo, es decir, para sus ciudadanos y habitantes, no
para sus gobernantes, como España hizo á la vieja Buenos Aires, la
nueva Buenos Aires, obra del self-government^ será en realidad y por
esta razón moderna, la libre Buenos Aires. Hecha por sus ciudadanos
y para ellos, que son el soberano moderno, la riqueza y grandeza fiscal,
serán de interés subalterno y secundario; y los empleos y empleados
públicos dejarán de ser objeto y estímulos de la vida poh'tica y social.
§ xii
Moderna Buenos Aires — Objeciones y resistencias á ella
Puede haber un baluarte de resistencia contra todos estos cambios
de salud, mas fuerte que todos los ejércitos, en la pereza de raza que
tiene horror á toda idea de traslación y mudanza.
.Nos llamamos sectarios, imitadores y repetidores de los EstadosUnidos de América, pero es á condición de guardar nuestra indolencia
y molicie orientales, que nuestros padres recibieron de los árabes. Conciliando las dos índoles, sajona y arábica, nos hemos decidido en copiar
las leyes escritas de los americanos de origen sajón, guardándonos de
copiar sus obras y los trabajos con que su genio activo ha convertido
-
329 —
los desiertos cíe Norte-América en ciudades opulentas y eu enjambres
de pueblos nuevos y florecientes. Nos contentamos con ser los yankees
plíit'micos del Sud, como podrían serlo los japoneses, los chinos y los
árabes mismos, copiando sus instituciones escritas, sus nombres, sus
posturas y sus gestos.
Pero entonces probaríamos que no éramos ni siquiera copias de
nuestros padres españoles, que sin embargo de la pereza de raza que
les imputamos, supieron descubrir nuestro continente, conquistarlo,
despoblarlo de bárbaros indígenas, y poblarlo de habitantes europeos,
erigiendo en pueblos civilizados de que somos vanos, como si los hubiésemos hecho nosotros mismos.
Si la resurrección y transformación argentina es llevada á cabo en
los términos que se han decretado, será esta la primera creación original de que la revolución de nuestra independencia habrá dotado á la
América del Sud.
Ya hemos probado que somos capaces de convertir en ruinas las
ciudades que España nos dejó en América. Probemos ahora que somos capaces de convertir en ciudades florecientes los desiertos argentinos, que arrebatamos á los activos conquistadores españoles.
Ocasión mas bella no se presentó desde el descubrimiento de América de probar que somos capaces de crear y tener un mundo americano
de nuestra hechura, nuevo, original y completamente la obra de nuestra civilización americana, como lo es de nuestros hermanos del Norte,
el centro y el Oeste de los Estados-Unidos de América,
Repitiendo el apotegma del pueblo que nos dio el ser, no hay mal
que por bien no venga ^ hagamos nuevas fortunas de los contratiempos
que ocurran á nuestra vida y cosas del pasado.
§ XIII
La omnipotencia del Estado provincial de Buenos Aires indiviso, era la
ausencia de la libertad en los usos políticos de su sociedad
La omnipotencia del Estado provincial de Buenos Aires era ia ausencia y negación de la libertad, no solo en la Provincia-Metrópoli^ sino
en todas y cada una de las Provincias argentinas, cuyos gobiernos loca*
— 330 les eran delegados del Gobierno omnipotente de Buenos Aires, como
se vio patente bajo Rosas, y se vio siempre desde 1810, bajo todos sus
gobiernos.
Cada gobernador era omnipotente, (caudillo), no solo port pie gobernaba sin el control de un gobierno nacional (pie no existía mas que de
nombre, sino porque obraba como delegado y agente mas ó menos
facultativo del gobernador omnipotente y omnímodo del Estado en el
Estado, 6 Estado-Nación^ como lo era Buenos Aires, integrada por su
provincia y la ciudad de su nombre, en que residía la suma de los
recursos todos del poder nacional, concentrados en manos del Gobernador-vir cy.
Eso es lo (pie debía dejar de suceder en servicio de todas las libertades argentinas el'dia que se dividiera la Provincia de Buenos Aires en
dos cuerpos, á saber: la Provincia propiamente dicha de un lado, y la
ciudad-nación, ó Buenos Aires, del otro, como lia sucedido.
La Provincia perderá el poder omnímodo y absoluto que ejercía en
toda la Nación, desde que se divida y desprenda de la ciudad de Buenos
Aires, que encierra en su municipio todos los elementos y recursos del
poder nacional.
Tal es la razón porque no es lo mismo hacer Capital de la República
al Estado eidero de Buenos Aires, que hacerla de la sola ciudad de Buenos Aires, separada de la Provincia.
Los elementos del poder nacional están en la ciudad de Buenos Aires,
no en la Provincia de Buenos Aires, v. gr. : fttierto, tráfico, increado,
aduana, crédito ó Banco, tesoro nacional^ formado de estos dos recursos
últimos.
La Ciudad'sin la Provincia no puede ser, ni constituirse, como listado omnipotente.
No admite nuestra Constitución un Estado que conste de una sola
ciudad, por grande que sea la ciudad.
Pero sí admite que cada provincia sea un Estado provincial de la
Nación federativa.
En la ciudad, no en la campaña de Buenos Aires, está la omnipotencia de Buenos Aires, es decir, la suma total de los recursos del poder
de la Nación.
L a campana no tiene para qué ser capital de la República. Tomando
— 331 —
ese título y rango» no por ello la Nación reivindicaría sus poderes, que
están, no en Ja campana, sino en la ciudad de Buenos Aires.
Por el contrario, hacer de la ciudad de Buenos Aires ía Capital de la
República, es el solo medio de poner en manos de la Nación 6 de su
Gobierno, tos recursos de poder de que está privada y de que necesita
para componer y completar el poder de su Gobierno nacional.
L a ciudad de Buenos Aires no faltaba á la Nación argentina, como
711ero término geográfico, sino como adición complementaria del poder de
su Gobierno nacional.
La Nación argentina sin la ciudad de Buenos Aires, no era meramente.
una nación sin capital, sino una nación sin gobierno, ó un gobierno sin
poder.
Con un gobierno nacional eficaz, serio y fuerte, que estaba ausente,
faltaban en toda la República Argentina la seguridad, la paz, la justicia, la libertad tie la Nación (independencia) y la del individuo: beneficios del gobierno que no pueden existir donde el gobierno falta.
Y mientras ellos falten, el preámbulo de la Constitución será la
mentira de un orden de cosas prometido al mundo, pero que en realidad no existe, ni en la Nación, ni en la Provincia, ni en el partido, ni en
el club, ni en lo privado, ni en lo público, ni en la sociedad, ni en la
prensa.
La palabra de orden dada por un déspota de conveniencia, seria la
que gobierne, aunque no tenga autoridad pública.
§ xiv
De cómo los monopolios de la Provincia-Metrópoli han retenido el
desarrollo del Sud de la República
Hace setenta años que esos países, esos rios y esos puertos, están en
nuestras manos, y sus destinos dependen de nosotros, hijos de América
y patriotas como nos titulamos; no ya en manos de los españoles, como
hasta 181 o.
— 33* —
Y sin embargo, lejos de poblarse y dar un paso á la cultura, están mas desiertos y abandonados que cuando estaban en poder de
los españoles.
E! puerto de la Ensenada ha sido construido ó provisto de muelles
y de un ferro-carril, que lo hace ser un puerto de la ciudad de Buenos
Aires, por la iniciativa privada de algunos empresarios extranjeros; y
la iniciativa ó acción de nuestros Gobiernos patrios lo tiene inhabilitado y suplantado por el puerto de un Riachuelo, en que es un milagro entrar y salir cómodamente.
Si al menos ese Riachuelo estuviese canalizado!
El Orne, rio de Calvados, en Francia, es mas chico que el Riachuelo de Rueños Aires, pero está canalizado y provisto de diques y
muelles, lo que hace á la ciudad de Caen, cruzada por ese rio,
un puerto que contiene cómodamente mas de doscientos buques
grandes.
Casi todos los puertos de la Mancha, en Francia, son artificiales.
Están construidos en la embocadura de pequeños ríos, que desaguan
en ese canal marítimo.
Los grandes puertos no excluyen et valor y utilidad de los pequenos, en una misma costa. Así, el puerto de la Ensenada, con toda la
opulencia de que es capaz, y que un dia llegará á tener, no quitará
que el del Riachuelo de la Boca, siga siendo p a r a l a ciudad de Buenos
Aires, de la mas grande y preciosa utilidad.
xv
Lo que gana la ciudad de Buenos Aires con separarse de la Provincia,.
para ser Capital de la Nación
Nacionalizar á Buenos Aires, es nacionalizar su deuda, su crédito,
estender la esfera de sus defensas y garantías, agrandar su poder, su
figura, su medios, su importancia en el mundo, bajo todos aspectos.
Mas bien que dar y ceder, como cree la ignorancia de los corte-
— 333 —
sanos de su localismo, es adquirir, ganar, conquistar en su beneficio
particular los recursos de la Nación. ¿No se lo prueba la importancia
que tiene y tuvo siempre en el mundo, no por su valor específico de
rica Provincia aislada, sino por ser parte integrante de la Nación
Argentina?
Quedando todo lo que aparece ceder Buenos Aires á la Nación,
donde hoy mismo está la presente organización, viene á reducirse á un
gran cambio de modus-viven di, y nada mas.
Lo que hasta aquí ha sido visto como de Buenos Aires, será visto
en adelante como de la Nación Argentina, sin salir ni moverse de
Buenos Aires. El propietario de Buenus Aires se hará mas rico
porque su casa valdrá mas. El bienestar de su vida será mayor, con
el aumento de vitalidad y de opulencia, que la ciudad de Buenos Aires
adquiere, desde que se convierta en cabeza y corazón de un grande
Estado nacional argentino. El porteño no dejará de gobernar á
Buenos Aires, lo hará solamente conjuntamente con todos los argentinos. Y como el porteño es el argentino mas adelantado, irá siempre
á la cabeza de todos.
Nacionalizar á la ciudad de Buenos Aires, es no solamente salvar
á la Provincia, sino á todo el Sud de la República Argentina. En
este sentido, la gran novedad, el rasgo prominente del gran cambio en vía de ejecución, reside en los nuevos y grandes destinos
que la Provincia de Buenos Aires va á desempeñar en el drama
sud-americano, tan pronto como se desembarace de la remora de
su vieja capital colonial, cuya posesión violenta absorbe y distrae
su gran vitalidad en rumbo opuesto al que encierra su porvenir de
opulencia incomparable. E l nuevo rumbo será el Sud, donde esperan á la República Argentina sus destinos modernos, contenidos
en los propósitos de la Revolución de su Independencia contra el
sistema colonial español, que la llevó siempre hacia el Norte, buscando la riqueza en los metales preciosos, cuando en realidad está
en su agricultura, en su trabajo rural, en la ganadería, en la pesca
marítima, que ha de formar su marina mercante en el comercio exterior y atlántico. No son los ríos, en cuyas márgenes estamos
poblados por un cálculo de la política colonial española, los que
nos han de hacer país marítimo. Muy preciosos para el tráfico interior de un país, colonial ó libre, no pueden suplir al mar, para
~ 334 —
lo q u e es crear un pueblo navegante.
Ejemplo de ello la Alema-
nia, cruzada de tan espléndidos y numerosos rios.
Situados en medio de dos países marítimos, Chile y el Brasil, que
son nuestros émulos naturales, nosotros los argentinos carecemos del
todo de costas y puertos marítimos poblados, teniéndolos tan bellos
y habitables, como Chile y el Brasil.
;Cómo tener marina de guerra,
sin tener puertos de mar?
Elementos para formarlos tenemos de sobra en las mismas costas
argentinas y atlánticas del Sud; no son los himnos y todo lo que el
suelo de Ja Patagonia contiene en riquezas, sínó los medios de seguridad y de abrigo, que ofrece al mundo marítimo la multitud de nuestros puertos seguros, que esperan su poblamiento. E n la pesca marítima, en que nuestras costas del Sud contienen una California de
riquezas. A la pesca marítima, como industria, deben los Estados
Unidos y el Canadá, en América, y la S u e d a y Noruega en Europa,
una parte de su riqueza, así como su aptitud de pueblos navegantes.
Un medio simple de asegurar la Patagonia contra todos los planes
de su conquista, es ocuparla nosotros mismos y poblarla, que es el
medio incontrovertible y seguro de tomar posesión real de un territorio disputado. ¿Quién está en mejor condición que nosotros, para
poblar lo (pie es cuando menos prolongación y continuación de nuestro mas propio y mas argentino suelo?
Todo esto será el resultado y la condición de la reconstrucción
territorial y política de Rueños Aires, la mas grande y fecunda revolución de progreso porque haya pasado la República Argentina y la
América del Sud, desde i 8 r o .
Entonces solo podremos decir que imitamos de hecho el ejemplo
de los Estados-Unidos en energía y fecundidad. Hasta hoy hemos
sido imitadores sedentarios y platónicos de sus instituciones escritas.
Hemos copiado sus leyes, pero no las obras de su actividad viril y
fecunda. Los dos tercios de sus ciudades actuales, son el producto
de su brazo empleado en ello, todo el tiempo que el nuestro se ha
ocupado en destruir hombres, riquezas y ciudades, en nombi'c de let
gloria! En setenta años que somos dueños de nosotros mismos, no
tenemos casi una ciudad que no sea obra de esos españoles, que criticamos de perezosos é inertes. Si nosotros americanos del Sud
— 335 —
tenemos derecho ele envanecernos de nuestros hermanos del Norte,
¿pueden dios gloriarse de nuestra cooperación en la obra de la civilización del nuevo mundo?
A muchos de nuestros hombres públicos, que decantan su admiración por la República modelo, liarnos visto en el poder, y todas las
copias que nos han dejado de los Estados-Unidos de America, son sus
Constituciones, sus leyes, sus reglamentos escritos. Ninguno ha copiado la profusion de sus puertos, muelles, canales, caminos, ciudades
nuevas, provincias, Estados modernos, planteados en su seno; su
actividad y labor, su tolerancia, su reposo, su respeto á la paz y á
las leyes, sus costumbres vivas de orden, la seguridad viva y
palpitante que cubre á esos pueblos de los beneficios de su civilización.
§ xvi
Lo que ganará la ciudad de Buenos Aires con ser Capital de la Nación
Capitalizar á Buenos Aires, es matar á Buenos Aires, decía el Dr.
Tejedor en 1862. Profundo error! Es salvar la vida y garantizar la
opulencia de Buenos Aires. Es hacer de la Nación, la deuda de
Butilos Aires. Pasar á la Nación su Banco de Provincia, seria chancelarle su deuda del papel moneda, sin la erogación de un peso. Es
pagarle sus dos deudas debidas á los ingleses, que le han prestado
su dinero, considerando á Buenos Aires, no como un Municipio, m
como una Provincia, sino como á la República Argentina misma, personificada virtual men te en su Capital histórica y natural. Es poner á
cargo de la Nación el deber de mejorar la condición material de su
Ciudad-Capital, tan necesitada de ello hoy dia, levantando el nivel de
sus calles y plazas, y dándoles un pavimento que las haga practicables por vehículos elegantes, cómodos y dignos del Paris de SudAítiérica.
Remediando á la angostura de sus calles por anchos boulevards y
— 336 —
avenidas que atraviesen diagonal mente la ciudad, como está ia de
Nueva York, trabajados con capitales particulares atraídos de Europa,
por garantías estimulantes, que no podría dar hoy el tesoro municipal
de Buenos Aires, y que se harían desde que la República garantiese
el interés de esos capitales. Nacionalizado el Municipio de Buenos
Aires se haría un Capitolio digno de su Parlamento; todos sus establecimientos públicos, una vez nacionalizados, serían atendidos con
dotaciones y recursos, que apenas reciben hoy del tesoro provincial y
municipalBuenos Aires no perdería el goce de los establecimientos cedidos
á la Nación aparentemente. Todo lo que la ciudad entregara y cediera como el activo de un caudal de bienes y valores, sería la trasfer e n d a real de un pasivo que la Nación haría suyo, en interés y beneficio común del país unido y consolidado en un solo cuerpo de Nación.
Seguiría en realidad Rueños ^íres poseyendo ¡o que parecía entregar
y administrándolo en union con la Nación y en primer rango, como
mas conocedora de su manejo y gobierno.
¿Qué se entiende, en qué consiste esa toma de posesión por la Nación de la ciudad de Buenos Aires? No es mas que un simple modusviv€7idi^ de Jo que queda como estaba y donde estaba, con bases
nuevas de progreso y de estabilidadTomarle su crédito público, ó la máquina de ese poder de levantar
empréstitos, que es el Banco de emisión, dicho de la Provincia, seria
tomar á Buenos Aires todos los ramos de su deuda, que ha corrido
hasta aquí á cargo de la Provincia, tanto la exterior como todas las
interiores, inclusa la de papel moneda.
Poner el Banco en ese pié, seria colocarlo en el camino de su
transformación de Banco de Estado que es hoy, en Banco de accionistas particulares, como son los Bancos de Inglaterra y Francia; y
despejado el papel de su emisión del carácter de moneda fiduciaria, de
curso forzoso, el comercio, que es la Providencia de nuestra prosperidad, tendría una moneda de valor intrínseco para instrumento y
medida fija y exacta de sus cambios, como la tiene en Londres, París
y Nueva York.
Regularizada y centralizada la administración general del país, conforme á los principios de Gobierno regular, proclamados por la Revolución de 25 de Mayo de 1810, la Nación tomaría á su cargo el
~ 337 —
gasto del mejoramiento permanente de Buenos Aires, en su condición material, como empedrado, salubridad, embellecimiento, provision de aguas, de luz, de alimentos, de viabilidad, de segundad,
etc., etc.
§ xvn
Beneficios que deriva Buenos Aires de la consolidación de la República
Se han preguntado alguna vez los patriotas de Rueños Aires, ¿por
qué Rosas aborrecía la unidad del Gobierno argentino? Por la misma
razón que tuvieron los monarcas españoles para temerla. La union
de los colonos les arrancó el cetro, y por eso la evitaron siempre por
sistema, conforme al designio de las leyes coloniales, que mantenían aislados á los vasallos de su dependencia absoluta y omnímoda.
Colocado Rosas en el asiento de los víreyes absolutos y omnipotentes, mantuvo su poder despótico, por la division y separación en
que mantuvo á todos los argentinos bajo la dependencia de su poder
absoluto y omnímodo.
Evitó siempre toda union política entre los argentinos, cuando no
estuvo dirigida por él, y no sirvió para aumentar el poder del Gobierno de la Provincia-Capital de su mando, que conservó indivisible,
como en tiempo del Rey, L a union que derrocó al Virey podia
derrocar al sucesor del Virey en el poder omnímodo, que ejercía
sobre todo el país desunido y dividido, en nombre del sistema federal, entendido al revés, es decir, como desunión. Federarse, es unirse.
Washington era llamado unitario, y la unidad fué su arma de independencia y libertad. ¿Quién cuenta estas historias? Las dos manos unidas,
y el mote de nuestros escudos de armas.
Rosas quería la separación autonómica ó federal de su Provincia
respecto de las otras, y la union indivisible de la de su mando,
porque ese sistema, que era el del Vireinato español, le daba todo
T. VIII.
22
— 338 —
el poder público de las Provincias desunidas, y de su misma Provincia unida y unitaria, respecto de ella misma.
No era el pueblo de Buenos Aires quien tomaba todo ese poder, sino
el Gobierno absoluto y omnímodo de Buenos Aires.
Y siempre que se reproduzca ese orden de cosas, se ha de reproducir
el poder absoluto y omnímodo de Buenos Aires, como su resultado
natural y forzoso.
Solo la unidad del país argentino y de su gobierno, ha de devolver
á los porteños^ á los argentinos su libertad y su riqueza,
{ Cómo así ? { por qué medio ?
Porque la unidad del país y de su gobierno, es la distribución del
poder y de la riqueza entre todos los argentinos por igual.
No hay unidad nacional cuando alguna Provincia, ó Provincias del
país, son desheredadas de esa participación en el ejercicio del poder y
en el goce de la riqueza, que son de todos los argentinos por igual.
Si todos concurren á formar el poder y la riqueza nacional, es justo
que todos los posean y disfruten, porteños y provinciales.
En este sentido á nadie aprovecha mas la consolidación ó unificación
nacional del gobierno, que al pueblo de Buenos Aires, como á nadie
perjudica esa union, sino á la institución de su gobierno absoluto y
omnímodo de índole 7'osista, ó mejor dicho realista.
I^a omnipotencia del Gobierno local y provincial de Buenos Aires,
era la negación absoluta de la libertad y de la riqueza de los porteños,
desde luego, y en seguida, de la riqueza y libertad de los argentinos.
Esto no es paradoja.
Digan los porteños mismos ¿ quién sorportó mas que ellos los horrores y afrentas de la dictadura de su gobernador Rosas? Habrá siempre peligro de que esa dictadura vuelva, mientras subsista la máquina
orgánica, que la produjo. Esa máquina constaba dedos partes: I a -el
aislamiento de Buenos Aires, respecto de las otras Provincias en el
gobierno de sus intereses y destinos comunes ; 2 a la indivision y unidad
absoluta de la Provincia de Buenos Aires, que hacía y hará de su
gobernador una especie de Rosas, en recursos de poder, cuando no en
crueldad, para el ejercicio de su omnipotencia, siempre que la máquina
exista. De la omnipotencia á la crueldad no hay mas que un paso,
difícil de evitar.
Eso es lo que los autonomistas liberales é inteligentes de Buenos Ai-
— 339 —
res, comenzaron á ver, desde el tiempo de AIsína, hijo. Es de creer
que todos los porteaos patriotas y amantes de la Provincia, acaben por
ser de la misma opinion. Hay dos autonomías por la política de Buenos
Aires: la de Rosas, que fué la del despotismo ; la de Alsina, hijo, que
fué la de libertad. Buenos Aires no tiene enemigos mas desastrosos
de su prosperidad, que los que ven su bien como lo vio ei despotismo
de Rosas ; son tanto mas temibles cuanto mas sinceros en su error,
para entender la autonomía de su Provincia. Pensando enriquecer y
fortalecerá Buenos Aires, con la absorción de las fuerzas económicas
de gobierno, que la mata autonomía ó separación rosista quitaba a l a
Nación, lo que hacen, es enriquecer y fortalecer á su gobierno provincial con un poder enorme, absoluto y despótico, en detrimento, no solo
de la Nación, sino del pueblo mismo de Buenos Aires.
Enriqueciendo al Gobierno, empobrecen al pueblo ; fortaleciendo al
poder que los gobierna, debilitan al ciudadano por este modo de entender y practicar la autonomía de Buenos AiresPropondré un solo ejemplo para demostrar la exactitud de esta afirmación.
Quitando á los argentinos el derecho á la libertad individual de abrir
esas casas de comercio, que se llaman Bancos de circulación y de emisión, para hacer de esa libertad un monopolio del Gobierno de Buenos
Aires, hacían estas dos cosas: i a daban á este Gobierno un poder sin
límites, haciéndole poseedor exclusivo del derecho de levantar empréstitos interiores, por la emisión de su deuda en forma de papel moneda, de circulación forzosa. El empréstito es la mitad del Tesoro
público, en que consiste el nervio principal del poder; 2 a desarmaban
al ciudadano del poder de atraer capitales de la Europa (para formar
los suyos propios), con el estímulo de la libertad de aplicarlos al préstamo á interés, por la emisión libre de billetes, con que el Banco triplica su capital y el número de sus préstamos.
Quitaban al ciudadano y al habitante de Buenos Aires el uso del
capital barato, que es la palanca c o n q u e los americanos del Norte
levantan sus fortunas colosales en un dia, y los empobrece ó impide
enriquecerse de ese modo.
Dando por ese monopolio del crédito á la deuda que emitía el
Gobierno de la Provincia-Metrópoli, el rol y valor de la moneda circulante, el papel moneda venia á ser estorbo del restablecimiento
— 340 —
de una moneda metálica, con valor fijo y capacidad de servir, como
medida de valor en los cambios comerciales y sociales.
La deuda á papel moneda, así emitido por el antiguo Gobierno de
Buenos Aires, enriqueciendo su tesoro, empobrecía á los particulares,
forzados á cambiar sus bienes reales por ese papel que se deprime á
medida que se emite. El tenedor de esa deuda, que es hoy rico de cien
pesos en oro, mañana lo es solo de diez, equivalentes á los cien del
papel de ayer.
Como el gobierno banquero, es á la vez legislador y juez, y gira sus
billetes contra la fortuna de todo el pueblo, por mas que bajt el valor
de sus libranzas, nunca carece de dinero para hacer efectivo su poder
omnímodo ; ni el pueblo gana recursos para disminuir su pobreza y su
obediencia omnímoda é ilimitada.
§ XVIII
Preocupaciones y sofismas políticos que conviene disipar en servicio
de la paz
Los cor deheses pueden creer que su ciudad es apta para Capital, por
estar en el centro del país : razón geográfica es esta que no significa
tener por ello la raiz y base del poder, que está en los recursos y fuerzas económicas de gobierno, como v. g. el impuesto del tráfico y el
crédito que lo tiene por gaje.
Los sa?ttafcsinos pueden creer que si la Capita! argentina se establece
en el Rosario, han de quedar emancipados del predominio de Rueños
Aires. Todo lo contrario tendría que suceder. Establecer la Capital
de la República en el Rosario^ seria ponerá la Provincia de Santa Fé,
y á la Confederación toda entera, en el bolsillo de Rueños Aires; porque seria dejar en Buenos Aires radicados y arraigados todos los elementos de poder y de gobierno, que esta ciudad encierra, como eje
del tráfico, como puerto y mercado centrales, como aduana, crédito
publico, tesoro, etc.
— 341 —
¿Hasucedido otra cosa durante setenta anos ?
Para que la Capital en el Rosario contribuyese á sacar á la Confederación del predominio absoluto de Buenos Aires, seria necesaria la
division absoluta y definitiva de la República, en dos naciones independientes entre sí.
Aun así, por largos años vivirían en guerras incesantes de restauración y de preponderancia.
Los porteños pueden creer que la absorción del poder y de la riqueza
de todas Jas Provincias, les dá fuerzas y libertades.
Ellos no ven que la suma de la riqueza nacional acumulada en manos de su Gobierno local, les dá una máquina de opresión, de que ellos
son la primera víctima, como lo demostró la Constitución, no escrita,
del gobierno omnímodo de Rosas, repetición det gobierno omnímodo
de los Vireyes armados constitucionalmente de la suma del poder público, mediante la suma de los recursos argentinos acumulados en la
residencia de su mando inmediato.
Las libertades de los porteños no tienen mayor enemigo que el partidario de la autonomía entendida como Rosas la entendió; es decir,
como aislamiento respecto de la Nación ; como integración de la Provincia con la Ciudad-Capital de su nombre, que es de todos los argentinos,
porque todos tributan allí el producto de su trabajo y territorio nacional, y concurren al pago de la contribución, y al pago de la deuda
pública, es decir^ de la aduana y del crédito.
§xrx
La nueva Buenos Aires será la Corona austral de la República Argentina
El corolario de la Constitución de la Nación Argentina, comprende,
no solamente el acabamiento y terminación del edificio de su Gobierno
Nacional, sino el de la Nación misma, que, como su gobierno, está construida, por decirlo así, en su mitad setentrional. La mitad meridional
de ella está como en blanco, desierta, apenas trazada y delineada en el
— 342 —
suelo. Falta el pueblo que ha de habitarla. E s la Paiagonia argen*
tina; es decir, la costa marítima, los puertos atlánticos délas costas,
ríos y canales argentinos del Sud. Por hoy está sin puertos de mar el
país que pretende tener marina. Esta será la moderna Nación Argentina, la hija y la obra de su nuevo régimen instalado en Mayo de 1810,
y reinstalado en 1881.
L a que hoy existe es obra del antiguo régimen español, de la antigua
colonización española, de la vieja política colonial de España, en SudAmérica; de sus viejas y atrasadas ideas de civilización y riqueza, de
dependencia, reclusión y monopolio. Una especie de vieja España.
Esta obra de la grande y moderna mitad restante, será de la iniciativa
de Buenos Aires, por su posición geográfica, que le impone esa misión
de verdadera regeneración argentina.
Solo entonces podrá cantar con justicia y verdad:
Se levanta á la faz de la tierra
Una nueva y gloriosa Nación.
Gloriosa de libertades', no de laureles; gloriosa de luces y progresos,
no de trofeos militares y guerreros ; gloriosa de riquezas, de bienestar
y opulencia, como los Estados Unidos de América, n o d e sangrientos,
vanos y estériles laureles.
L a nueva Nación actual está constituida por una vieja Nación patriota y argentina.
Toda ella respira guerra, vana gloria, y militarismo infecundo y
estéril: sus ciudades, sus monumentos, sus trabajos públicos, todo el
país parece eternizarse repitiendo : « Sttan eternos los laureles que supimos conquistar » « ó juremos con gloría morir. »
Morir con gloria, este es el tema natural de la Nación, que vivió sin
gloria por tres siglos, es decir, la vida colonial del esclavo.
Pero ya es tiempo de vivir, si no con gloria, ni tampoco con ignominia, al menos la vida juiciosa, respetable, tranquila y feliz, que hacen
los Estados-Unidos de la América del Norte.
Entre morir con gloria, y vivir sin ignominia, está el partido natural
de un pueblo civilizado.
¿Están las modernas ciudades del Oeste en los Estados-Unidos,
coronadas de laureles, ni cubiertas de trofeos y de nombres guerreros ?
— 343 —
I Son por eso inferiores á las nuestras que no tienen una calle, una
plaza, que no recuerde una victoria militar, el nombre de un héroe de
cien batallas ?
L a Nueva Buenos Aires, que algún dia tendrá que suceder á la presente, si se ha de salvar la integridad de !a actual República Argentina,
como nación propiamente dicha, no dará por cierto ásus calles y plazas
los nombres que reasumen la guerra de la Revolución contra España,
en los recuerdos de la historia. En lugar de nombres de combates,
que recuerden la destrucción de la autoridad que descubrió, conquistó
á la barbarie, pobló de raza europea y civilizada el suelo que trasmitió á sus descendientes, felices poseedores actuales, otros nombres
que recuerden virtudes cívicas, principios fecundos y salvadores de
todo progreso, instituciones grandes, sanas y gloriosas por sus beneficios producidos ; glorias y victorias universales de civilización, elementos é instrumentos de progreso y de engrandecimientos, aspiraciones
nacionales, tendencias modernas á lo desconocido en los dominios del
bien general.
En punto á nombres personales beneméritos de América, los de Colon, Magallanes, Soh's, Mendoza, Garay, Copérnico, Galileo, Fulton,
Estevenson, Watt, Franklin, Maury, Humboldt, Morse, Adam Smith,
Grocio. Cada plaza, cada calle de \z.nwderna Buenos Aires, que ha de
ser la gran Capital del Su¿l, debe recordar esos nombres que represen*
tan los descubrimientos inmortales de geografía, de ciencias físicas, de
fuerzas naturales, á que deben ambos mundos su transformación actual
3' moderna : y sobre todo á que debe América su aparición histórica
á la faz del globo terráqueo, que habitamos los humanos.
Así, cada inmigrado que recibamos del mundo civilizado hallará en
la futura tierra de sus hijos una gforia compatriota que le haga olvidar
que es emigrado de la suya.
— 344 —
Capital y Constitución para Buenos Aires
Se nos presenta la ocasión de ensayar en el Sud, un nuevo plan de
imitación ó repetición del gran modelo, sustituyendo la acción á la
frase y á la declamación, el silencio estudioso y activo, al programa y
al cartel vocinglero, practicar la libertad, en vez de cantarla, tenerla
mas respeto simple, que adoración y fanatismo de mera frase.
Este es el plan de progreso llamado á poner en obra la ?iueva Buenos
Aires en su opulenta Provincia que le quedará entera, con sus riquezas
rurales, á que debia su inmenso valor, y en que está y estará ademas
su inmenso poder.
El nuevo Buenos Aires, será nuevo sobre todo, en que será nuestro
primer pueblo marítimo argentino, nuestro primer distrito atlántico,
no como hasta aquí en las nuevas cartas geográficas, sino en puertos
marítimos de primer orden, habitados por nuevos y verdaderos pueblos
marítimos, coronados por el pabellón argentino. El Rio de la Plata,
es nuestro bonito nombre ; pero mejor seria la República de los mares
del Sud, ó el Plata Austral^ ó la Australia Atgentína^ capaz de ser envidia de la Australia asiática, por estar á medio camino de la Europa
civilizada, respecto de la antigua Nueva Holanda.
Para improvisar ese poblamiento argentino austral y marítimo, con
la ensena de la moderna Buenos Aires, los elementos esperan, á la vez,
la señal de sus gobiernos y ciudadanos inteligentes y patriotas, en el
alto, grande y moderno sentido.
En breves dias pueden tener entrada y colocación, si la moderna Buenos Aires fija en su atención esos avisos de salud y progreso.
Por lo demás, son dignos de tenerse presente los efectos etnográficos del cambio reciente de geografía política interior argentina
La población de la Provincia de Buenos Aires, con la ciudad de su
nombre comprendida, era en 1880, de 858,045 habitantes.
Separada hoy la ciudad que entonces tenia 256,146 habitantes, que-
— 345 —
da ia moderna Provincia de Buenos Aires poblada al presente de mas
de seiscientos mil habitantes (601,899 ), mucho mas del doble d é l a
población de la gran Capital.
Con mayor población que tenia la República entera en 1824, cuando Inglaterra reconoció virtual mente su independencia, firmando su
tratado perpetuo de amistad y de comercio. Sin mas que con esa población hizo la guerra aí Imperio del Brasil, y lo venció en Ituzaingó, en 1824.
Teniendo ahora mas de seiscientos mil habitantes, la nueva Provincia de Buenos Aires representa, por el número de su población, mas
de una cuarta parte de la población total de la República Argentina,
calculada hoy en dos millones y medio (2.500,000}.
Queda, pues, la Provincia de Buenos Aires, separada de la ciudad
de su nombre, tres veces nías grande que la mas grande provincia argentina.
Calculase que la población de la ciudad de Buenos Aires, está esparcida en una área de 1620 hectáreas, ó sea próximamente, seis
millas cuadradas.
De 1580, en que se pobló con óo habitantes, ha crecido en tres siglos,
hasta 256,146, que tiene hoy.
Este desarrollo se ha producido en la razón siguiente :
En el año 1801, tenia 40,000 habitantes,
En 1810, 45,000.
En 1852, 76,000.
En 1877, 215,000.
En 1880, 256,000.
L a República entera empezó su vida independiente en 1824, con
500,000 habitantes.
Hoy tiene cinco veces esa población, es decir, dos millones y medio ( 2.500,000 ),
— 346 —
§ XXI
Capital de la Provincia de Buenos Aires
Los que se pretenden nuestros yankees del Plata, se espantan ante
la tarea de fundar una nueva Capital para la Provincia de Buenos Aires.
Son yankees orales y literarios» Se contentan con copiarlas instituciones de la America del Norte, por escrito, sin moverse del sillon en
que viven, funcionando la vida del árabe, que educó al español. No
son en actividad y laboriosidad, ni siquiera de esos españoles á quienes
desprecian, pues las ciudades que ellos les dejaron, son las únicas que
tienen hasta hoy sus sedentarios detractores.
Ellos olvidan que las dificultades inevitables con que lucha hoy la
fundación y creación de una capital provincial para Buenos Aires, son
las mismas con que hubieran tenido que haberlas el partido de Rivadavia en 1826, y el partido de Urquiza en 1853, cuando haciendo
ambos de la ciudad de Buenos Aires la Capital nacional argentina,
dejaban á la Provincia de Buenos Aires propiamente dicha, en la necesidad de hacer de una de sus ciudades mas considerables, en que abunda, su Capital propia de Provincia.
La dificultad de entonces reapareció hoy dia, y se presentará mil
veces hasta que la Provincia se dé una Capital propia, en lugar de la
que fué del Vireinato y pertenece á la República, que ha sucedido al
Vireinato.
I Se dirá que son chicas, para Capital de la gran Provincia, sus
ciudades de San Nicolás, Mercedes, Lujan ú otras ? Tiene cada una
diez mil habitantes mas ó menos. Valladolid, Burgos, Segovia, Madrid,
tenían menos que esas, cuando Carlos V y Felipe II, las habitaron
como Capitales de sus Estados, en que nunca seponia el sol.
Pena de la vida de la República Argentina si no se encuentran
hombres que realicen lo que Rîvadavîa y Urquiza, sus mas grandes
patriotas, no lograron ver concluido.
Cien insucesos no deben desanimar á sus continuadores.
— 347 —
Esta ciudad de Buenos Aires, fué muchas veces fundada por los
españoles, y otras tantas arrasada por los salvajes de la tierra, hasta
que sus fundadores civilizados acabaron por fundarla. Eso es lo que
hacen las grandes razas. Eso es lo que han hecho lo sajones en la
América del Norte.
Una raza está muerta y perdida cuando se asusta de empresas de
creación y fundación, que cuestan menos que las empresas militares de
devastación y despoblación, en que los salvajes son maestros.
Dar la espalda á las dificultades desde que salen de lo ordinario, es
de pueblos poltrones y semi-civilizados.
§ XXII
Nueva Constitución de Buenos Aires, según sus nuevos intereses
L a Provincia de Buenos Aires debe darse una nueva Constitución
adecuada á la nueva condición provincia!, que le forma la separación
de la ciudad de su nombre. La que hoy tiene respondía en mucha
parte á necesidades de una Ciudad-Metrópoli y centro principal de la
cultura argentina. E r a además difusa y complicada, hasta ser oscura
en puntos capitales. Basta decir que tiene 231 artículos, mientras
tiene apenas 15 la Constitución actual de la República Francesa. Mas
bien que reforma de la existente, deberá ser nueva del todo por la
forma al menos ; corta, clara, simple. Por su fondo deberá ser emanación de la Constitución nacional, bajo cuyo imperio inmediato queda
hoy la ciudad de Buenos Aires. Provincia rural y agrícola, con destino
á ser país marítimo, para cambiar su riqueza prima con la de la Europa
fabril, y recibir la inmigración de sus hombres y capitales, debe consagrar su primer cuidado la moderna Constitución, al desarrollo y
fomento de las industrias, que han de engrandecerla, tales como la ganadería, el pastoreo, la agricultura, la pesca, la marina. Siendo su
condición actual la que tenían las Provincias cuando se dieron su constitución nacional, para poblarse y enriquecerse con brazos y capitales
— 348 —
de fuera, la moderna Constitución de la Provincia de Buenos Aires,
debe repetir y confirmar como derecho local suyo, todo el de la Cons*
titucion nacional, que se resume en el axioma admitido, de qut gober^
?mr ¿s poblar.
Debe constituirse p a r a poblarse y enriquecerse
rápidamente. A este fin su gobierno d e b e recabar del de la Nación
la abolición absoluta, por algunos años al menos, de todo derecho de
aduana, en los nuevos puertos marítimos del Sud, que trate de poblarse. Es así como España misma improvisó la creación de la
ciudad de Lima, en el Pacífico, en el tiempo de su fundación
colonial.
Bueno será que esos principios, aunque ya consagrados en Buenos
Aires, se repitan en una ley, y en un momento que van á ser de grande
espectacion, con motivo de la reorganización de Buenos Aires, en el
nuevo orden de cosas d&\ Rio de la Plata.
L a Confederación Argentina, antes desconocida en Europa, arrebató
sus simpatías por la generosidad de los principios que adoptó su Constitución. Que sepa hoy Ja Europa que lejos de persistir la Provincia
de Buenos Aires en sus disidencias con la Confederación, forma hoy
un solo pueblo argentino, unido y consolidado en su gobierno y destinos con ella.
La Constitución de Buenos Aires debe asimilarse toda la doctrina de
su derecho público, que tanto crédito y simpatías ha dado á la Confederación en el mundo entero, porque la union con Buenos Aires añade
á esas doctrinas el interés de su practicabilidad mas probable, al favor
de las ventajas geográficas de la Provincia, que en esa iínea quedó
siempre la reina de las Provincias del Rio de la Plata.
En este libro de mera política sobre un cambio interior, esencialmente político, no ha creído el autor deber ocuparse de asuntos de economía rural, ni de otras cuestiones económicas, que interesan al desarrollo material de la moderna Buenos Aires. Esto
vendrá de suyo y poco á poco por la fuerza impulsiva de su inmenso
interés, nuevo del todo, y fértil por lo mismo, para las conquistas del
trabajo industrial de todo género, que no tardarán en dar principio.
L e quedará en todo evento la ancla de salud que se llama evolución,
ley natural de desarrollo y progreso que gobierna á los gobernantes, y
hace lo que ellos no han hecho en materia de progreso.
También añadiré, sin embargo, que merece el cuidado de su nueva.
— 349 —
Constitución, la consagración de los principios fundamentales de su
legislación de tierras públicas y privadas. L a tierra es el grande y
soberano instrumento de poblamiento en países nuevos, y el monopolio
usurario de su goce y dominio, constituye un pecado de lesa-patria,
que la ley debe castigar ó prever con severidades enérgicas.
Hará parte de la formación de los nuevos poderes constitutivos del
nuevo Gobierno provincial, la designación de una nueva residencia,
capaz de acelerar su estabilidad y desarrollo, por las condiciones económicas de su topografía, mas todavía que por las de salubridad; es
decir, la designación de una Capital. En lo mas bello de una zona
templada y célebre por su salubridad proverbial, como es la region del
sud de Buenos Aires, esta última condición debe subordinarse á la de
un acceso fácil de las poblaciones, de to Ja procedencia, como hacían
los Puritanos que se fijaron en las costas fangosas de la Nueva Inglaterra, en la América del Norte.
En un clima sano y bueno por lo general, las condiciones de salubridad de las ciudades, son producto del arte ; se hacen y forma artificialmente en todo tiempo, aun en países naturalmente mal sanos. L a
primera de esas condiciones es su poblamiento grande y rápido, hecho
á todo trance, como se toma una plaza por asalto ; á ejemplo de lo que
pasó en el valle de Chagres en Panamá, d e q u e la civilización tomó posesión, mediante centenares de víctimas, que costó el ferro-carril interoceánico útl Istmo.
§ XXIII
La reinstalación de la ciudad de Buenos Aires en Capital de la Nación,
hecha en 1880, es la primera revolución efectiva contra el régimen
realista de este país.
L a erección de la ciudad de Buenos Aires en Capital definitiva de
la República Argentina, operada á fines de 1880, es la primera revolución real y efectiva que se hace á la Constitución que tenia este
— 350 —
país, cuando era colonia de España. Porque se debe no olvidar que
la colonia tenia un Constitución á su modo ; es decir, una ordenanza, un reglamento, una ley orgánica de régimen de gobierno interior,
que se titulaba Ordenanza de Intendentes', antes de Ja Revolución, y
cuyo régimen estuvo antes de eso organizado por las Leyes de Indias,
y otras Reales Ordenes, que formaban el derecho fundamental de
la colonia.
Como colonias sujetas á obediencia omnímoda, ilimitada y absoluta,
las de España no podían tener la organización de las colonias de
Inglaterra, que fueron libres desde su origen, pues se gobernaban á
sí mismas.
El Gobierno absoluto y omnímodo á que estaban sujetas las de
España, requería una organización interior calculada para producirlo
y mantenerlo, y es io que España no descuidó de hacer. Digo á propósito hacer, porque no se limitó á escribir, como usamos nosotros, que
en vez de constituir instituciones, es decir, máquinas y herramientas de
Gobierno, copiamos por escrito, las leyes que organizan las de otros
países libres.
Nuestra Revolución de Mayo contra España, suprimió los gobernantes realistas, pero dejó existir corno estuvo la máquina del Gobierno
realista y absoluto que tuvo el país, siendo colonia servil de su monarca de entonces. Fué independiente de España, pero no de su Gobierno propio, que siguió gobernando al pueblo argentino, en vez de ser
gobernado por el pueblo, proclamado libre, es decir, soberano, como
se dijo.
La soberanía popular de la Nación existió agnombre, como idea, comoprincipio de derecho ; pero en el hecho, quedó y siguió gobernándola
soberanía del Gobierno patrio, que depuso al Gobierno español, con el
poder real y por causa de ese poder, que recibió de la Constitución ó
máquina orgánica del Gobierno absoluto colonial, dejado en pié por los
libertos emancipados, que ignoraban el secreto y los resortes del
Gobierno, que hasta entonces loshabia gobernado automáticamente, y
sin la menor intervención en la gestion de su poder.
Ellos no vieron que el resorte principal de su antiguo Gobierno
despótico, el muelle real de la máquina construida por la Ordenanza de
Intendentes, constitución monárquica de la Colonia de las Provincias
del Rio de la Plata, estaba en la forma peculiar, dada á la Provincia-
— 351 —
Metrópoli de todas las demás, que era la de Buenos Aires. Para ser
metrópoli efectiva de las otras, la Provincia de Buenos Aires debía ser
doble mas fuerte y poderosa que cada una de las otras, llamadas á
obedecer sin réplica; y su poder metropolitano debia estar bajo la
inmediata, directa y exclusiva jurisdicción del Vi rey, que tenia por
residencia la ciudad de Buenos Aires, como Gobernador de la Provincia, y como Vi rey y Capitán General de todas las demás.
Así fué constituida la Provincia-Metrópoli ( como la llamaba el
texto de \z.Orde?ia?iza de Intendentes, Constitución de la Colonia )•
Fué formada de dos partes pera tener doble poder, y fué objeto de
dos mandos acumulados por el representante soberano del Rey de
España — el de Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y el de
Virey y Capitán General de todas las Provincias•
, que formaban el Vireinato, Reino, ó la Monarquía colonial de España en el Rio de la
Plata.
El Virey no era Virey de hecho, es decir, poder soberano del país,
solo porque la ley le daba ese nombre, sínó por el real y efectivo
poder omnímodo é ilimitado, que derivaba de la jurisdicción inmediata,
local y exclusiva, sobre la Provincia-Metrópoli, en que la ciencia de los
hombres de Estado españoles, concentró todos los elementos y recursos económicos y financieros de poder y gobierno, que todo el país
argentino contenía y producía para su Gobierno absoluto, no para sí
propio,
Es claro que todo sucesor del Virey, como jefe inmediato, exclusivo
y directo de la Provincia-Metrópoli,
así compuesta, debia tener el
mismo poder realista, omnímodo y absoluto, que tenia el Virey,
aunque no se llamase sino Gobernador de la Provincia de Buenos Aires,
como sucedió cuando el Gobernador Rosas fué el jefe absoluto y
omnímodo de la Provincia-Metrópoli,
compuesta de dos partes, y
como cuando tuvo á su cabeza un Gobernador coronado, por llamar
así al Virey, que nos gobernó en nombre del Rey.
L a ambigüedad del nombre de Buenos Aires, era el cubilete que
encerraba el misterio. Buenos Aires, significaba á la vez dos cosas :
la Provincia, igual á cualquiera de las ocho que formaban el Vireinato,
y significaba también la Ciudad, en que residía el jefe supremo de
todo el Vireinato.
Cuando la Revolución de Mayo separó virtualmente esos dos cargos,
— 352 —
el Presidente ó Jefe Supremo de la República debió tener por residencia la Ciudad Capital, que gobernó el Vîrey, como jefe supremo de
la Colonia, trasformada en República libre y soberana.
§ XXIV
L»a vida de Buenos Aires para el trabajo industrial, intelectual, no podrá
ser la del Paris
L a vida de Buenos Aires para sus nativos que se dan a. profesiones
liberales, no puede ser imitación de la de Paris y Londres. Las letras,
la ciencia, las bellas artes, los libros, la prensa, que en Buenos Aires á
nadie enriquecen, y nada suministran al comercio, son cosas que en
esos grandes centros de cultura y de producción intelectual, representan fortunas inmensas, por sus productos, que se exportan y cambian
por riquezas extranjeras, á causa de su valor intrínseco y rea!, que es
relativamente superior.
Esas grandes ciudades son, además, grandes talleres de productos
industriales, de manufacturas especiales. Una de ellas es célebre por
sus artículos de Paris, como se llaman en la Europa misma, y en el
mundo entero comercial.
Buenos Aires pierde su tiempo estérilmente, cuando en busca de
riquezas toma esos caminos. El de su riqueza propia, que felizmente
es inmensa, está en el trabajo y producción de sus campañas rurales y
agrícolas. Contrayendo á ellas la mayor fuerza de su vitalidad, se
hará un coloso en pocos años, de la altura y poder de los países mas
opulentos del mundo.
L a deuda púbiiea y el crédito privado hipotecario, dejaría de ser la
mercancia favorita y principal de su comercio aleatorio y azaroso, que
es la consunción y ruina del comercio de productos y valores reales,
nacidos del trabajo y de la tierra.
Construir casas para librar sus fortunas del naufragio continuo, de
esa especie de producto, que solo por ironía puede llamarse moneda y
— 353 —
riqueza, y vender en seguida esas casas en la forma de ese comercio,
que se llama Hipoteca, es empobrecerse por dos causas: la ausencia del
trabajo, que es un manantial de la riqueza, y el recurso del ahorro,
que es su otro manantial.
De todos esos achaques de la vieja Buenos Aires, seria un santo
remedio, la creación de la moderna Buenos Aires, hija legítima de la
moderna civilización.
§xxv
Gran tiempo es ya de corregir un vicio de lenguaje en que hemos
incurrido hasta los mejores hijos y amigos de Buenos Aires, durante
las pasadas disensiones, que tal vez no ha dejado de contribuir á exasperarlas y confundir sus causas. Hemos empleado el nombre de
Buenos Aires, que puede equivocarse con el del pueblo de Buenos
Aires, cada vez que se hablaba de la absorción de los recursos y
poderes de la Nación en su Capital. El Dr. D. Julian Agüero, diputado por Buenos Aires en el Congreso Constituyente de 1825, dijo
una vez:
« Apresurémosnos, los porteños naturalmente, á devolver á las
Provincias lo que les pertenece, antes que vengan á pedírnoslo con las
armas en las manos. » Florencio Várela, el mas noble publicista de
Buenos Aires, que haya figurado en nuestros debates políticos, atribuía
á cada instante á Buenos Aires, aquella absorción que era obra de su
Gobierno. Copiamos aquí su lenguaje empleado en el Comercio del
Plaia, escrito por él en Montevideo:
« Solo Buenos Aires tiene interés (interés según el sistema antieconómico y estrecho que hasta ahora se ha seguido) en que buques
extranjeros no suban el Paraná, porque mientras el término final de
lasespediciones de ultramar sea la rada de Pítenos Aires) ella sola hace
todo el comercio de tránsito con las demás Provincias, Estas, por el
contrario, tienen el mas alto interés mercantil, económico y político
T. VIII.
21
— 354 —
en hacer el comercio directo con el extranjero; en no pagar á Buenos
Aires los derechos y gastos del comercio de tránsito; en participar de
las rentas de las aduanas, y en no permanecer en impotente dependencia de la voluntad del Gobierno de Buenos Aires ».
« Haber desconocido Buenos Aires esos intereses y esos sentimientos,
ha sido en todos tiempos una de las primeras causas de la desavenencia y rompimiento d e p a r t e de ías Provincias » . . . . «Rosas, que se
proclamaba el fundador de la Confederación Argentina es, entre todos
los Gobiernos de Buenos Aires (Várela no decía el único), el que mas
tirantez y obstinación ha mostrado en negar á las Provincias confederadas, que ocupan las márgenes del Paraná, toda participación en las
ventajas que Buenos Aires deriva del comercio directo con el extranjero. . . . »
« Para nosotros no es esta una cuestión transitoria ó del momento;
es la cuestión de la política comercial permanente', que conviene adoptar
á las Provincias argentinas, para que su UNION sea realmente indispensable, y su prosperidad tenga bases fijas en que reposar ». « Trabajamos por el triunfo de u?i principio permanente, por el triunfo de la libertad, de la navegación y del comercio en las Provincias argentinas, por
el establecimiento de un sistema contrario enteramente^ en este punto,
al que había seguido el Gobierno colonial, y al que continuaron despues de
él todos los Gobiernos patrios desde 1810. De ese sistema, continuado
por tantos años, por tantos Gobiernos, por tan diversas circunstancias,
no han recojido, hasta ahora, las Provincias argentinas, sino imperfección en su industria, atraso en su comercio, escasez en su población,
pobreza en todas las clases, enemistades y celos recíprocos entre las
Provincias, guerra civil interminable y sangrienta.
« ¿ Hay en esto una palabra que no sea cierta, que sea exagerada
siquiera? No: ahí está, para dolor y vergüenza de los pueblos que
abrieron la época de la Independencia de Sud-América t los anales
políticos, comerciales, industriales, civiles y administrativos de esos
p u e b l o s . . . . » «Su larga duración de treinta y siete años, muestra
bien que no dependen de vicios accidentales ó pasageros ; que hay una
causa fundamental, permanente, indepe?idiente de los varios sistemas de
organización política, ensayados en esos países\ y mas poderosa que esos
sistemas* Esa causa no es otra que el régimen estúpido del aislamiento
— 355 —
y de las restricciones comerciales en las Provincias argentinas; tiempo
es, pues, de ensayar otro nuevo » ( i ) . . . .
Con la misma inadvertencia hemos incurrido en la incorrección de
ese lenguaje los que hemos escrito después del mas clásico de nuestros
escritores argentinos, y con menos escusa que Várela, pues él hacía
responsable al pueblo de Buenos Aires, bajo el Gobierno de Rosas, en
que menos se perteneció á sí mismo, al paso que sus imitadores lo
hacíamos cuando Buenos Aires se decía ó estaba libre de Rosas, y de
sus Gobiernos ulteriores.
§ XXVI
Sofismas de forma y de falta de oportunidad
Sofismas de oportunidad y de forma, son los que emplean de vergüenza los opositores de esta grande y noble solución, que la aceptarían corriendo, si les tocase la gloria de ser ellos los ejecutores y beneficiarios de su honor.
L a idea es buena en sí misma, dicen ellos, pero la forma y el momento son malos.
Los poderes y partidos políticos son como todos los vivientes en el
amor á la vida. Ninguno quiere desaparecer, en ninguna forma, en
ningún momento.
Si se pregunta á un carnero en qué forma quiere ser comido, si
asado ó cocido, si guisado con trufas ó con hongos, su respuesta natural será, en ninguna forma, ni asado^ ní cocido^ ni frito.
Como los poderes políticos no tienen la ingenuidad del car fierot
nunca dicen que no quieren ser suprimidos ¿ dicen que no es la supresión la que rechazan, sino la forma, la manera, el momento de la
supresión. Esel mejor camino para eludirla totalmente.
(O <Comercio del Plata» de I o de Enero de 1846, y de 6 de Octubre de 1847
periódico publicado en Montevideo, por D. Florencio Várela, de Buenos Aires.
— 356 —
Cuando fué suprimido el poder realista español en Buenos Aires,
sus partidarios no discutieron la justicia de la medida. Objetaron su
forma, su oportunidad, que hallaron intempestiva y desleal, porque
destituíamos al soberano, que nos habia dado la existencia, en el
momento y situación que lo hacían mas respetable; cuando estaba
prisionero de Napoleon I, lo cual no era glorioso para nosotros.
Cuando fué destruido el gobierno dictatorial de Rosas, sus partidarios, sin discutir, ni negar la justicia de su caída, objetaron la competencia de su vencedor, antiguo general suyo, y su alianza con el
Emperador del Brasil, enemigo de raza y principios de gobierno de la
República hispano-argentina.
El general Mitre, fué uno de los primeros eu reírse de la futilidad de
esta objeción. Hoy, sin embargo, la repite contra el cambio, que ha
quitado á su partido el puesto, que Rosas perdió ámanos del libertador
UrqnÍza.
Soßsma de Informa. « No es morir lo que yo siento, dice el statu-quo^
sino el modo, la forma, la manera de morir. » ; Sofisma! no es la forma, es el fondo de la cosa, lo sentido.
Criticad como queráis las formas empleadas para demoler y reemplazar el antiguo orden de cosas. Suponed que se hayan empleado
las formas mas violentas y reprensibles, ¿creéis que seria un remedio
de ello el volver á poner las cosas como estaban ?
{Creéis que el régimen de la coexistencia de los dos poderes, provincial y nacional, en la ciudad de Buenos Aires, seria un medio juicioso
y sensato de restituir las cosas al mejor orden posible?
No seria sino el medio de volverlas al camino sempiterno de la destrucción y del desorden.
Consiento en caducar, decís, con tal que me dejéis elegir la forma ó
modo de caducar. {Cuál forma preferís? Es bien sabido: aquella
en que podáis caducar quedando vivo y pudiente.
Luego no es la forma de vuestro fin lo que desecháis, sino el fin
mismo, en sustancia.
— 357 —
§ XXVII
Pretextos de oposición y reacción
¿Qué pretextos, qué motivos elegiría la reacción para atacar y conmover el nuevo orden de cosas? ¿Que no marcha demasiado vivo?
( Que el Gobierno no produce, ni hace nacer nuevos establecimientos,
nuevas empresas, nuevos trabajos, nuevas obras públicas? Preguntad
á la ciencia de políticos como Herbert Spencer, si los gobiernos son
hechos para eso ; si están dotados del poder necesario de avanzar á la
naturaleza, en la marcha gradual, lenta, natural de crear.
Si porque los gobiernos dejan de decretarlos, los progresos dejarán
de producirse ? SÍ las fortunas de los particulares, en que la riqueza
nacional consiste, íes ha sido formada por el Gobierno, ó las deben á su
propio trabajo y labor ?
Las instituciones, como las leyes y los árboles, tienen su período de
crecimiento y de fructificación. No crecen en el dia en que se plantan
ó siembran; ni florecen ni fructifican sin larga espera.
Es raro que el que planta una institución útil, recoja los frutos.
Urquiza plantó todo lo bueno que el país tiene después de la caida de
Rosas; sus beneficios han sido recojidos por sus enemigos, autores
de su ruina. Pero hasta para arruinarlo necesitaron de la ayuda del
tiempo.
§ XXVIII
Buenos Aires austral, y la inmigración del Norte de Europa — Garantías
de progreso futuro
A cada instante repetimos, que lo que mas conviene á nuestro país
es la inmigración del Norte de la Europa. Esa inmigración es el
orden, la industria, la paz, la civilización política.
— 358 —
Pero no todos nuestros países convienen á esa inmigración que obedece en sus destinos á dos atracciones: i a la libertad y la segundad \
2 a el clima templado y vigorizante, es decir, europeo.
No son los países sud-americanos, que han sido colonias de España,
los que mas abundan en ellos.
Y si los tienen, los tienen de reserva, por vía de lujo, para tenerlos
platónicamente, sin poseerlos ni habitarlos; es decir, sin seguridad ni
libertad. Las Pampas y Patagonia, v. g., por no decir todo el Sud de
la República Argentina, al otro lado de los 40 grados.
De esto es lo que la moderna Buenos Aires está llamada á ser centro de impulsion, de desarrollo y conquista, á toda costa y á gran
prisa.
El sol tropical, bajo cuyo imperio vivimos los actuales argentinos,
aun los de Buenos Aires, repele á los inmigrantes y pobladores de la
Europa del Norte, que prefieren, con razón, el Canadá y los EstadosUnidos, donde encuentran la nieve que han visto al nacer, y cuya presencia, según los alemanes, representa la civilización.
Aunque meridionales, como ninguno de los pueblos de la América
del Sud, no es otra nuestra altura astronómica, que la de Argelia,
Túnez y Marruecos, en el Africa Septentrional. No somos mas africanos que el Brasil, por el clima, pero somos africanos como lo mas
bello del Africa, que sin embargo vive sin poblarse, á un paso de la
Europa.
Este hecho geográfico es visible para el europeo del Norte, por la
simple inspección de los mapas, pero los viajeros le añaden su sanción.
Uno de los mas populares y conocidos visitantes del nuevo mundo, el
vizconde de Chateaubriand, afirma en uno de sus libros, que en el verano de Buenos Aires, á las 12 del día, sus calles están ocupadas por
hombres que duermen la siesta, esperando que pasen las horas del calor
abrasador. Aunque este hecho de otro tiempo no se confirma hoy dia,
todos hallarán verosímil que suceda en Buenos Aires lo que pasa en
Madrid, Roma, Ñapóles y otras capitales de Ja Europa meridional,
casi inhabitables en verano para los hombres de la Europa del Norte.
Los mismos pueblos actuales de la República Argentina ganarían
un valor inmenso quedando en conexión y contacto con los que se formasen en las regiones frías de sus tierras australes, para la salud, para
los goces, para el bienestar material de sus habitantes.
— 359 —
En Europa afluye al Norte la población acomodada de Italia, Francia, España, Portugal, cuando los calores del verano la hacen inhabitable ó incómoda, y ese refugio forma un encanto de la vida de esos
países.
Pero <á dónde irán los argentinos y los habitantes de Buenos Aire
y Montevideo, que quieran escapar de los rigores del calor tórrido,
durante el verano ?
Si estas consideraciones no fuesen de un gran valor práctico, no serian preferibles para los inmigrantes de la Europa del Norte, las ciudades de Nor te-América, iguales en clima á las de la Europa septentrional, á las mismas del Sud, de aquel continente, y á las meridionales
de este continente mismo.
Le bastaría á la moderna Buenos Aires tomar el Sud como punto de
gravitación de su futuro desarrollo, para que sus destinos cobrasen
desde ahora, un valor inmenso y positivo.
§ XXIX
Garantías de progreso del nuevo orden de cosas
Toda la política de mis Bases ¡ según la cual está concebida la Constitución que propuse desde Chile á mi país, después de la caída de
Rosas, estaba reducida á la máxima siguiente: En la América del Sud,
gobema?' es pobla?^ porque poblar es educar, enriquecer, civilizar, con
inmigraciones procedentes de la Europa mas próspera y mas civilizada.
Haced para ello leyes, gobiernos y política adecuados, con el objeto
de atraer á esa Europa civilizada. Llamad sus pobladores y capitales,
industrias y empresas para que se instalen y progresen, desde el dia de
su establecimiento.
¿Pero cuál es la condición subentendida é indispensable para conseguir esa doble atracción de hombres y de capitales?
Es la seguridad de la vida, de la persona, de la propiedad, de la liber
— 3()0
-
tad individual, pata esos inmigrados. La seguridad, es la que ha poblado y engrandecido á los Estados-Unidos. En la raza de su origen,
seguridad
significa libertad.
Montesquieu lo notó hace mas de un
-siglo,
Y bien, ¿cuál es la base y garantía de esa seguridad? ó mejor dicho,
¿cuál es la garantía de esa garantía creadora y fecunda, que es el imán
que atrae en las colonias inglesas á las poblaciones y capitales excedentes de la Europa civilizada?
Esa garantía vital, no es otra que el establecimiento de un gobierno
serio, estable, eficaz.
Pero la negación mas completa de la institución de ese gobierno, es la
existencia de dos gobiernos, que siendo nacionales ambos, y aspirantes
natos á la misma cosa — la Presidencia — son forzosamente rivales v
beligerantes, de seis en seis anos, cada vez que la elección los pone en
armas.
Tal sistema es la inseguridad, la guerra, la dilapidación, convertidos
en régimen constitucional del país infeliz, que espera engrandecerse
por el camino que le lleva cabalmente á la ruina.
Es prueba de la vitalidad incomparable del país así desordenado,
cuando no ha muerto en setenta años, á manos de vecinos mas juiciosos
que necesitan de su suelo, para hacerse viables ellos mismos. Antípoda
Chile de la Europa civilizada, q u e puebla el nuevo mundo atlántico; y
tórrido el Brasil, que, aunque cercano de esa Europa, repele á sus
poblaciones, como las repele Africa misma, que está mas cercana de
ella que el Brasil.
El ejército permanente, el aliado invencible de esos dos vecinos antagonistas naturales del codiciado territorio argentino, es el régimen
constitucional, que este mismo territorio mantiene, ya que no por designio, para retroceder á medida que progresa, por resultado de ese efecto
de su organismo.
— 361 —
§ XXX
Una situación critica demanda una política extraordinaria
La nueva nación, su moderna planta, exigirían prensa nueva, escritores nuevos, estudios nuevos, nuevos trabajos, que los de los últimos 20
años tan agitados.
Ha llegado el tiempo de vivir de la paz, no de las armas.
Toda prensa no conviene para un momento de crisis. En la política
como en la medicina, toda crisis tiene por causa un cambio. El mas
capaz de producir una crisis política, es un cambio de sistema de gobierno, de la magnitud del que cruzamos, puesto que es asimilado á
las revoluciones de Ma)'o y de Caseros. Las crisis necesarias que ellas
determinan) duran tanto como la reorganización del nuevo régimen, ó
mejor dicho, del nuevo sistema de gobierno. Su elaboración requiere
cuidados y miramientos, sin los cuales no puede llevarse á cabo trabajo
alguno de reorganización.
L a prensa es un poder, y cuando es libre es un poder que se gobierna á sí mismo. Pero en su calidad de gobierno, es un poder limitado,
como todo gobierno libre. ¿Se concibe que el Gobierno del Estado
tenga la ley por freno, y que la prensa de un individuo sea un poder sin
límites y omnipotente? Todavía no ha pasado el dogma de la omnipotencia del Estado como principio de gobierno, y ya tendríamos
entronizada la omnipotencia del escritor particular?
L a justicia es igual para todos los derechos. Las violencias del
Gobierno, son un derecho condigno de las violencias de la prensa.
L a prensa es una arma. E n las crisis no rige el derecho natural de
llevar armas. E n la crisis de París de 1870, se dejó armados de 800
cañones á los voluntarios que habian servido contra los alemanes; con
ellos intentaron desconocer la autoridad del Gobierno republicano, qu
estaba ocupado de su reconstitución, y éste empleó su fuerza y su derecho para someterlos al orden legal.
— 362 —
§ XXXI
Prensa que conviene al nuevo orden de cosas
L a prensa debe tomar formas adecuadas á las necesidades del moderno orden nacional de cosas. No las tiene hoy. Debe su educación
al estado permanente de guerra en que ha vivido nuestro país, dividido
en dos países antagonistas y rivales. E n Rueños Aires, ha vivido como
derecho natural el de vejará las Provincias y á los provincianos; en
las Provincias á los porteños. En cada region rival del país ha vivido
la libertad de imprenta, solo en beneficio del poder ó partido dominante. Todo mal tratamiento fué legítimo para con el antagonista.
Habia una prensa libre para uso de los de casa, otra para los de fuera,
es decir, para los hospedados. El Jmêsfted, que olvidaba sus deberes
de forastero, quedaba por el hecho fuera de la ley. L a violencia, la
destemplanza, la procacidad mas extrema de lenguaje, ha sido un hábito
de la prensa de combate y de guerra, por educación y sistema, de lo
cual ella misma era como inconsciente.
Con tal prensa no era posible tener paz, sociedad, ni gobierno. Se
distinguía por la ignorancia mas supina déla libertad, que es toda ella
respeto, moderación, tolerancia del hombre al hombre, y con doble
razón del hombre á la sociedad. Se ha hecho de la prensa una especie
de ídolo sagrado, una cosa intocable, santa, divina, indiscutible, inviolable, infalible, inmaculada; superior á la paz, superior á la vida, superior á la ley !
IY para qué todo eso ? Para emplearla como el petróleo, en destruir
al adversario, desde que nos conviene ; para quemarlo como profano y
sacrilego, cuando conviene á nuestro adversario.
Mero fanatismo, barbarie y atraso, todo eso es burla idiota de la
libertad.
La prensa es como la pólvora, como el arsénico, como la dinamita,
una fuerza, cuyo empleo, bueno ó malo, decide de su moralidad. Puede
ser instrumento de crimen como de justicia criminal, según la mano
— 363 —
que la emplea y el empleo que de ella hace esa mano. Convertida en
cólera morbus, en tifus, en vómito negro, contra la vida del orden público, puede ser suprimida como uno de esos ílajelos por enérgicas y
prontas medidas de salubridad pública, cuando su estrago inminente
justifica ese extremo.
L a prensa no es el único de los bienes en el orden social. Antes de
ella son la vida, la seguridad, la paz, la propiedad, la ley. Su eclipse
momentáneo puede no ser mortal, cuando lo exija la salvación de los
otros bienes amenazados.
Es entonces el caso del velo de que habla Montesquieu, que conviene,
á veces, echar por un momento sobre la estatua de la libertad, para
salvarla del ñajelo de la guerra civil, ó de la licencia misma que la
mata.
§ XXXII
La prensa que conviene á la seguridad del nuevo orden de cosas
Conviniendo, tal vez, al país la prensa del Gobierno de Mayo y del
Gobierno de Rivadavia de 1821, ahora que se trata de coronar la institución del gobierno empezado en esas épocas, nos ha parecido útil
recordar lo que á este propósito proponíamos en Las Bases para 1852 :
« Otro medio de impedir que los delegatarios de la soberanía abusen
de su ejercicio en daño del pueblo, á quien pertenece, es la publicidad
de todos los actos que lo constituyen.
« L a publicidad es la garantía de las garantías.
« El pueblo debe ser testigo del modo cómo ejercen sus mandatarios
la soberanía delegada por él. Con la Constitución y la ley en sus manos, él debe llevar cuenta diaria á sus delegados del uso que hacen de
sus poderes. Tan útil para el Gobierno como para el país, la publicidad es el medio de prevenir errores y desmanes peligrosos para ambos.
« El pueblo debe ver cómo desempeñan su mandato los legisladores.
Las leyes deben ser hechas á su vista, sancionadas en público.
— 364 —
« El pueblo debe ser testigo del modo cómo los tribunales desempeñan su mandato de interpretación y aplicación de las leyes ; debe constarle ocularmente si la justicia es una palabra, ó es una verdad de
hecho. Para ello debe ser administrada públicamente, y las sentencias
deben expresar sus motivos.
« L a prensa oficial debe consignar diariamente á los ojos del pueblo
todos los actos del Poder Ejecutivo.
« La prensa es el foco en que vienen á concentrarse todas las publicidades. L a Legislatura, los Tribunales, el Gobierno, deben estar
presentes en ella con todos sus actos, y á su lado la opinion del país,
que es la estrella conductora de los poderes bien inspirados.
« Después de la organización del Poder Ejecutivo, nada mas difícil
que la organización de la prensa en las Repúblicas nacientes. Son dos
poderes que se tienen perfectamente en jaque. También tiene la
prensa sus dos necesidades contradictorias : por un lado requiere libertades, y por otro garantías, para que no degenere en tiranía. Hecha
para defender las leyes, también es capaz de conculcarlas; y la libertad
puede ser atacada por la pluma con mas barbarie que con la lanza. En
la política, todas las convulsiones se anuncian por la degeneración de
la publicidad, como en la atmósfera la tempestad por la alteración del
sol. Siempre que la luz se empaña, es aviso de tiempo borrascoso.
« Para la República Argentina de esta situación, en que la libertad
se mantiene naciente, como el sol de sus armas, yo dejaría á un lado
todas las teorías y pediría su prensa á la Revolución de Mayo y al
gobierno de Rivadavta de 1821, es decir, á las dos épocas de acción
mas eficaz que cuenta la historia argentina.
« En uno y otro caso la prensa correspondió maravillosamente al fin
político de la Revolución Argentina. ¿ De qué se trató en el primer
tiempo de la Revolución de Mayo ? De fundar la autoridad patria, de
crear el Gobierno Nacional, que debía reemplazar á la autoridad española, derrocada en 1810. ¿De qué se trató después de 1820? De
reorganizar y afianzar la autoridad que acababa de triunfar déla anarquía. En ambas épocas el asunto era el mismo: fundar la autoridad
patria en lugar del antiguo gobierno realista español. Pero, ¿esotro al
presente, el objeto de la cuestión ? ¿No se trata hoy, como en 1810 y
1821, de crear y reorganizar la autoridad?
« Bien, pues, <; cuál fué la conducta de la Revolución respecto de la
— 365 —
prensa, en los años que siguieron á i 8 i o y á 1820 ? Exclusiva y celosa, ó mas bien, decididamente política. La consagró exclusivamente
al servicio de su causa, al grande objeto de crear la autoridad nacional.
La prensa de Moreno, de Passo, de Monteagudo, de Alvarez Fonte,
fué la prensa del Gobierno de Mayo, y no hubo otra. Los españoles,
únicos adversarios de la autoridad patria naciente, no tuvieron prensa
ni por el pensamiento. Una palabra de oposición al Gobierno de la
patria, hubiera sido castigada como atentado. Si el Gobierno de Mayo
hubiese sido combatido en cada uno de sus actos por periódicos españoles, publicados en Buenos Aires, ¿habrían podido formar ejércitos
Belgrano y San Martin? Una ley de 26 de Octubre de 1810, proclamó el principio d é l a libertad de la prensa; pero fué entendido,
que ese principio no seria empleado contra la Revolución de Mayo,
y en defensa de los opositores españoles, á la nueva autoridad patria. El abuso de la libertad fué declarado crimen; y se declaró
abusivo todo escrito que comprometiese la autoridad ó la Constitución del Estado. En una palabra, la prensa solo fué libre para defender la Revolución de Mayo. E n muchos años no se vio ejemplo
de un solo ataquedirijido al Gobierno patrio.
« Ese respeto acabó en 182a, y la autoridad fué entregada á todos los furores de la prensa. ¿Qué resultó ? Que en solo el año de
1820, fué derrocado diez veces el Gobierno de Buenos Aires. Diez
gobiernos, en efecto, se sucedieron ese año 5 algunos duraron dias, y
otros solamente horas. Se hizo fuerte, por fin, el Gobernador Don
Martin Rodríguez, nombrado el 28 de Setiembre de 1820, que tomó
por Ministro á Rivadavia. ¿ Y cuál fué, entre otros medios, el empleado para defender y cimentar la autoridad de esa administración memorable ? En sesión del 19 de Febrero de 1821, Ja Legislatura de
Buenos Aires, declaró comprendida entre las facultades extraordinarias
dadas al Gobierno, « la de proceder y obrar libremente, á cortar sus
eíectosy trascendencia ( de la prensa atentatoria de la autoridad), conteniendo, reprimiendo y escarmentando á los autores de tamaños males,
que degradan tan altamente la dignidad del país, sea cual fuere su
condición». (Ley de 20 de Febrero de 1827.)
« El Ministro Rivadavia dijo á la Sala, al acusar recibo de esa ley :
«El país probará bien pronto los buenos y saludables efectos de aquella honorable y sabia disposición». (Nota de J de Marzo de 1821.)
— 366 —
« El anuncio no salió burlado. Esa administración pudo crear y
organizar al abrigo de los ultrajes de la prensa. Cuando á los dos
años esta fué restablecida á su libertad, una ley de 10 de Octubre de
1822, suprimió el juicio previo de si hay lugar á causa, establecido en
1811, y sometió á la justicia ordinaria, asociada de cuatro ciudadanos,
el juicio y castigo de los abusos de la prensa, la cual marchó bajo esa
legislación severa durante toda la época del Ministerio Rivadavia. L a
autoridad tuvo prestigio, es decir, tuvo autoridad, porque el verdadero
sentido de esta palabra no estriba tanto en las bayonetas, como en el
poder y consideración morales, que no se obtienen seguramente bajo
la detracción y eí vituperio.
« He ahí la única prensa que hará posible la creación de la autoridad
en la situación presente de la República Argentina : la prensa de
Moreno y de Rivadavia, de i 810 y de 1821. L a prensa que hoy permite ocuparse de colonización y de ferro-carriles, á Francia, á la Espana y á Chile; la prensa que tiene poder para ilustrar la sociedad,
pero no para destruirla y ensangrentarla.
« En cuanto á las garantías individuales de propiedad, de libertad,
de igualdad, de segundad, y á todas las demás garantías privadas, que
son derivación y ramificación de estas cuatro principales, eí derecho
público de provincia debe tener por apéndice la parte de la Constitución general que consagra esos principios esenciales de toda sociedad
política. A ese respecto el derecho de provincia y el derecho general
deben ser uno mismo ; ios dos deben servirse de mutua ratificación y
mutua garantía.
« No pueden ser inviolables las propiedades por la ley federal, y
estar espuestas á la confiscación por la ley de Provincia ; no pueden ser
libres la prensa, el tránsito, la industria por las leyes nacionales, y
estar sujetos por la ley de provincia á restricciones anulatorias; no
pueden ser igualados en derechos los extranjeros á los naturales por
la ley civil nacional, y estar sometidos á diferencias y privilegios por
la ley civil de provincia.
« Muy lejos hoy de que el derecho provincial tenga el poder de desconocer, alterar ó restringir las garantías y derechos naturales del hombre, consagrados por la Constitución general de la República, debe de
considerarse incompleta y deficiente, toda Constitución de Provincia
que no contenga una satisfacción especial de todos y de cada uno de
— 367 —
eso
• s derechos y garantías, declarados en favor de todo hombre que
habite el territorio argentino, por la Constitución común de las Provincias Unidas. »
Las palabras que dejo trascritas, fueron escritas hace 30 años, y
publicadas en el extranjero, en plena paz con todos los partidos y
hombres de mi país, con la misma independencia de todo deber oficial,
y sin otra obligación que la de la gratitud cívica que todos los argennos debíamos al que nos abrió las puertas de la Patria, redimida por
su brazo, de una tiranía de 20 anos.
El libro que contenia esas palabras tuvo el aplauso de todos los argentinos, aun el de mis disidentes de mas tarde.
Esa es la misma situación de ánimo en que el autor publica el presente, que es como la segunda parte y complemento del libro de las Bases
de organización política fiara la Rcfiública Argentina ; en plena paz, sin
espíritu de partido, sin odio, sin mira hostil alguna contra nadie.
Pueda esta identidad de circunstancias servir de prueba del propósito imparcial, desapasionado y patriótico de este libro, aun en lo que
parezca tener los colores del día, y no será, en todo caso, mas que
reflejos de esos que los objetos toman, como las frutas, al través de
un toldo rojo en las plazas de abasto. Prueba de ello es que aun el
libro de las Bases, recibirá tal vez, esos mismos reflejos délos colores
del sol de la estación. En todo caso seria un error de óptica del ojo
del lector, no del autor.
APÉNDICE Ó CAPÍTULO FINAL
Conteniendo algunos antecedentes doctrinarios de la ley de
Capital, que son los que aquí se enumeran
§ i
Capítulo XXVII del libro de LAS BASES, sobre Capital de la República
PRIMERA Y SEGUNDA EDICIÓN DE VALPARAISO, 1852
« Toco este punto como accesorio importante de la idea de ensanchar
el vigor det poder ejecutivo y del poder general, por cuyo motivo lo
considero como continuación del mismo asunto.
« E l lugar de la residencia influye en la respetabilidad, aptitud y
prestigio de la autoridad, así como del hombre. Los reyes, que han
conocido como nadie el secreto del poder, jamás fijaron su residencia
en aldeas ó rincones solitarios de sus dominios. Cuando el Gobierno
inglés quiso debilitar el ascendiente que tomaba el espíritu patrio en
sus antiguas colonias de Nor te-América, convocó sus legislaturas en
lugares no acostumbrados, melancólicos y distantes del depósito de sus
registros públicos, con el fin de reducirlos por el fastidio á la concesión de sus miras. Esa hostilidad fué una de las causas de la emancipación de los Estados-Unidos. La respetabilidad del Gobierno, mas que
T. VIIT.
2A
— 370 —
en las bayonetas, reside en la superioridad real de sus luces y cultura, cuyas ventajas dependen en gran parte del país de su residencia.
«Toco también este asunto en este libro de simples bases generales,
p o r s e r uno de los que hayan presentado mayor dificultad hasta aquí,
en la organización constitucional de la República Argentina.
«Para la solución del problema sobre el asiento de la Capital, ¿acudiremos al ejemplo de otras confederaciones? Seria una mala fuente.
«Los Estados-Unidos de Norte-América, fueron otras tantas colonias
independientes, bajo el régimen pasado. Nunca fué Boston Capital de
Filadelfia, ni Pensilvanta Capital de Nueva-York, ni ninguna de las Capitales de Estado conocidas hoy fué Capital de otro ni de los demás
Estados. Era difícil, pues, que esos pueblos, iguales é independientes
en todo tiempo unos de otros, consintiesen en admitir por Capital á
uno de ellos. La oposición fundamental de intereses entre el Norte y
el Mediodía, contribuyó también á la idea de crear de nuevo la Capital común, que jamás existió: y de ahí salió á luz el pueblo de Washington, actual metrópoli de la Confederación.
« ¿ Dónde está la Capital déla Suiza? dice Rossi. ¿Dónde está en
« Suiza la ciuíiad-naciofty teatro de todas las capacidades, fin de todas
«las ambiciones, que van á ilustrar todos los talentos, á enriquecer
« todas las fortunas, que todas las artes adornan y embellecen á porfía,
« objeto del pensamiento, de los placeres, de los votos de todos, orgu« lio del país, reina aceptada, á quien los palacios y las chozas, las
« aldeas y las ciudades rinden homenaje? En ninguna parte, ¿Es un
« bien? ¿Es un mal? Qué importa! Es un hecho y un síntoma. Y este
« hecho es el resumen de la historia de la Suiza. »
«Aplicada esta pregunta á la República Argentina, ¿quién respondería del mismo modo? ¿Quién se equivocaría en designar la ciudad
que ha desempeñado aquel roí en el país en todo tiempo? ¿ Es un bien?
¿es un mal? preguntaremos igualmente, y responderemos del mismo
modo: — es un hecho, es un síntoma, y ese hecho y ese síntoma forman el resumen de la historia argentina.
« A la historia, en efecto, á los hechos anteriores, cuyo poder debe
hacer parte de la Constitución, á las condiciones normales del país y á
las necesidades que interesan á su engrandecimiento, debemos acudir
para buscar la solución de ese problema constitucional, como hemos
obtenido allí la solución de los demás.
— 371 —
« Las Capitales son la obra de las cosas, no se decretan. Se decretan únicamente cuando no existen, como Washington; pero, cuando
deben su existencia real á la acción espontánea de los hechos, existen
apesar de los Congresos.
« A ese origen debe la República Argentina la Capital que tiene
hace doscientos años. E n vano los Congresos erigirán en cabeza de la
República este ó aquel rincón, la cabeza quedará siempre donde existe, por la obra de la Providencia y de los hechos, que son su manifestación.
« Buenos Aires no nació Capital por un decreto del Gobierno de
España. F u é Capital á despecho del Rey, que primero la estableció en
la Asuncion del Paraguay, en 1539, para sus fines de reclusión y monopolio: y que en vista del acrecentamiento espontáneo que Buenos
Aires recibió de la población europea y de los progresos de la colonización, debidos á su situación topográfica, recien en 1617, es decir,
cerca de 100 años mas tarde, la erigió en cabeza de un gobierno independiente de la Asuncion del Paraguay.
« Lo que el Gobierno conquistador y fundador de aquel país no pudo
evitar al principio de las cosas, menos lo obtendrán nuestros congresos, hoy que las cosas han adquirido mas poder y que los hechos han
recibido la sanción vigorosa de los siglos.
« La Capital en Buenos Aires es un síntoma, en efecto, un síntoma
del poder que ha ejercido en lo pasado y lo ejercerá en lo venidero la
acción civilizante de la Europa en el desierto continente que habitamos.
« Si la Capital de la República Argentina no existiese en Buenos
Aires, por el interés del progreso del país, seria necesario colocarla
allí. Es singular que los reyes de España se hubiesen perjudicado á sí
mismos dejándola ahí, y que los americanos quieran hoy dañarse en
sus intereses de progreso llevándola á otra parte.
«Siendo de origen externo el principio de nuestros adelantamientos;
residiendo este en la acción civilizante de las cosas, de las ideas y de
las poblaciones europeas, y debiendo nuestra Constitución propender
á facilitar el ejercicio de ese influjo, será necesario que ella coloque la
Capital de la República á la menor distancia de la Europa y en el lugar
donde su acción haya dado mayor desarrollo á nuestra cultura.
« La Capital es el lugar donde residen las autoridades generales de
— im —
Ja República, y donde se hacen sus leyes y sus reglamentos de interés
común. Las leyes no son otra cosa, que la expresión de la cultura del
país en que se hacen, y siempre refleja en ellas la mayor ó menor ilustración de la sociedad que las produce. Conviene, pues, que el legislador se sitúe en el lugar mas adelantado del país para llevar á cabo su
mandato. El diputado tiene por colaborador de la ley al periodista, al
negociante, al sabio, al abogado, al viajero, y estos auxiliares residen en
mayor número y sobresalen en capacidad en los centros de comodidad,
de riqueza, de cultura y bienestar.
« L a ley recibe su primera elaboración en las sociedades privadas,
en las conversaciones luminosas de un extranjero, en las lecturas de
una biblioteca abundante, en las publicaciones y noticias venidas de
fuera por el vehículo del comercio, y muchas veces la inspiración y
sujestion de ella es debida á una de estas fuentes mas abundantes, en
Buenos Aires por ejemplo, que en ningún otro lugar de la República
Argentina.
« S e concibe muy bien que el Congreso de I 8 I 6 , que tenia por misión romper los vínculos de dependencia del país para con la Europa,
se internase en Tueuman, á trescientas leguas de la costa frecuentada
por esa Europa y accesible á la acción inmediata de sus armas; pero
el nuevo gobierno legislativo, que debe atraer á esa Europa, alejada
en otro tiempo, y recibir inspiraciones de ella, para activar la prosperidad del país, debe naturalmente buscar su contacto y proximidad, instalándose en el lugar mas frecuentado por ella.
«Así, según las miras del nuevo derecho constitucional sudamericano, Buenos Aires scoria el país mas apropiado para la residencia del
Gobierno general, encargado de conducir la República á sus nuevos
destinos, que ningún otro punto de ese territorio. (Alando se discutía
esta cuestión en 1826, el país estaba en guerra con el Brasil, y los temores de un ataque externo inducían á algunos á ver mas asegurada la
Capital, en un parage interior del territorio. Hoy que la República no
abriga temores externos de ningún género, debe atender únicamente,
en la solución de ese punto, á los fines económicos y esencialmente
externos del nuevo sistema constitucional, reclamado por el progreso
de Sud-Amériea.
« L a reserva con que se ha señalado el pueblo de Santa Fé para la
reunion del Congreso Constituyente, convocado para el mes de Agos-
— 373 —
to, hace ver que las observaciones precedentes, son de una verdad
generalmente sentida. El acuerdo de San Nicolás ha previsto que pudiera no convenir aquel punto para la residencia del poder general
constituyente, y ha dejado á su arbitrio el poder de cambiarlo si lo
juzgare necesario. Si embargo, yo distinguiría los Congresos constituyentes de los Congresos permanentes, puramente legislativos, por îo
que hace al lugar de su instalación. Motivos eventuales y extraordinarios de alta neutralidad ó imparcialidad perfecta, pudieran justificar,
en tiempos de pasiones y recelos políticos, la elección de un lugar subalterno para la reunion de un cuerpo constituyente. La Europa se ha
reunido mas de una vez en congresos, no precisamente en París ni en
Londres^ sino en Vicna, en Verona, en Carlsbad, etc. El tratado litoral argentino de 1831, que es origen del movimiento salvador de aquel
país, se firmó en Santa Fé, y el acuerdo reciente, emanación y ratificación de él, se ha firmado en San Nicolás de los Arroyos, pequeño pueblo perteneciente á la Provincia de Buenos Aires, situado á la orilla
del Paraná. No veo por qué la Constitución, es decir, el acuerdo ó pacto
definitivo de los intereses argentinos, no pudiera celebrarse en un parage del litoral que no fuese la ciudad de Buenos Aires.
« Y quién sabe hasta qué punto la instalación del Congreso Constituyente en un pueblo del litoral algo internado, no contribuiría á dar á
ese cuerpo el sentimiento de la realidad triste que forma la situación
general de ese país, y de los medios adecuados para cambiarla favorablemente. En presencia de la soledad vería el Congreso que su gran
misión era dar una Constitución destinada á poblar la República desierta, iepresentada por 61. »
§n
Capítulo XXVI de la tercera edición de LAS BASES, hecha en Besanzon, 1858, sobre que toda Capital en Buenos Aires era imposible, sin
la division de esta Provincia.
« Toco este punto como accesorio importante de la idea de ensanchar
el vigor del Poder Ejecutivo nacional, y como uno de los que hayan pre-
— 374 —
sentado mayor dificultad hasta aquí en la organización constitucional de
la República Argentina.
« E n las dos ediciones de esta obra, hechas en Chile en 1852, sostuve
la opinion, entonces perteneciente á muchos, de que conxenia restablecer á Buenos Aires como Capital de la Confederación Argentina en la
constitución general que iba á darse.
« Esa opinion estaba fundada en algunos hechos históricos y en preocupaciones á favor de Buenos Aires, que han cambiado y que se lian
desvanecido mas tarde.
« Tales eran:
« 10 Que siendo de origen trasatlántico la civilización anterior y la
prosperidad futura de los pueblos argentinos, con ven i a hacer capital
del país al único punto del territorio argentino que en aquel tiempo era
accesible al contacto directo con la Europa. Ese punto era Buenos
Aires, en virtud de las leyes de la antigua colonia española, que se conservaban intactas respecto á navegación fluvial;
s 20 Opinábase que habiendo sido Buenos Aires la Capital secular
del país, bajo todos los sistemas de gobierno, no estaba en la mano del
Congreso el cambiarla de situación;
«3° Que esa ciudad era la mas digna de s e r l a residencia del Gobierno Nacional, por ser la mas culta y populosa de todas las ciudades
argentinas.
« E l primero de esos hechos, es decir, la geografía política colonial,
no tardó en recibir un cambio fundamental que arrebató á Buenos
Aires el privilegio de ser único punto accesible al contacto directo del
mundo exterior.
« L a libertad de navegación fluvial fué proclamada por el general
Urquiza, jefe supremo de la Confederación Argentina, el 28 de Agosto
y el 3 de Octubre de 1852.
« Situados en las márgenes de los rios casi todos los puertos naturales que tiene la República Argentina, la libertad fluvial significábala
apertura de los puertos de las Provincias al comercio directo de la
Europa, es decir, á la verdadera libertad de comercio.
« P o r ese hecho, las demás Provincias litorales adquirían la misma
aptitud y competencia para ser Capital de la República, por razón de
la situación geográfica que Buenos Aires habia poseído exclusivamente
mientras conservó el monopolio colonial de ese contacto.
— 375 —
«Apesar de ese cambio, el Congreso Constituyente declaró á
Buenos Aires, en 1853, Capital de la Confederación Argentina, respetando el antecedente de haber sido esa ciudad Capital normal del país,
bajo los dos sistemas de gobierno colonial y republicano.
« Pero la misma Rueños Aires se encargó de demostrar que el haber
sido residencia del Gobierno encargado por tres siglos de hacer cumplir las Leyes de Indias, que bloqueaban los rios y las Provincias
pobladas en sus márgenes, no era título para ser mansion del Gobierno que debía tener por objeto hacer cumplir la Constitución y
las leyes, que abrían esos rios y esas Provincias al comercio directo,
es decir, al comercio libre con la Europa.
«Buenos Aires reaccionó y protestó solemnemente contra el régimen
de libre navegación fluvial, desde que vio que ese sistema le arrebataba los privilegios del sistema colonial que la habian hecho ser la única
ciudad comercial, la única ciudad rica, la única capaz de recibir al
extranjero.
« Buenos Aires probó además por su revolución de 11 de Setiembre de 1852, en que se aisló de las otras Provincias, que el haberlas
representado ante las naciones extranjeras durante la Revolución, lejos
de ser un precedente que hiciera á Buenos Aires digna de ser su Capital, era justamente el motivo que la constituía un obstáculo para
la institución de un Gobierno Nacional. Veamos cómo y por qué
causa.
«Mientras las Provincias vivieron aisladas unas de otras y privadas
de Gobierno Nacional ó común, la Provincia de Buenos Aires, á causa
de esa misma falta de Gobierno Nacional, recibió el encargo de representar en el exterior á las demás Provincias; y bajo el pretexto de
ejercer la política exterior común, el Gobierno local ó provincial de
Buenos Aires ?~eíuvo en sus manos exclusivas, durante cuarenta años,
el poder diplomático de toda la Nación, es decir, la facultad de hacer la
paz y la guerra, de hacer tratados con las naciones extranjeras, de
nombrar y recibir ministros, de reglar el comercio y la navegación, de
establecer tarifas y de percibir la renta de aduana de las catorce Provincias de la Nación, sin que esas Provincias tomasen la menor parte
en la elección del Gobierno local de Buenos Aires, que manejaba sus
intereses, ni en la negociación de los tratados extranjeros, ni en la
sanción de las leyes de la navegación y comercio, ni en la regulación
— 370
-
de las tarifas que soportaban, y por último, ni en el producto de las
rentas de la aduana, percibido por la sola Buenos Aires, y soportado,
en último resultado, por los'habitantes de todas las Provincias.
" L a institución de un Gobierno Nacional venia necesariamente á
retirar de manos de Buenos Aires el monopolio de esas ventajas, porque
un Gobierno Nacional significa el ejercicio de esos poderes y la administración de esas rentas, hecha conjuntivamente por las catorce Provincias que componen la República Argentina.
" E l dictador Rosas, conociendo eso, persiguió como un crimen la
idea de constituir un Gobierno Nacional. Hizo repetir cien veces en
sus prensas una carta que había dirigido al general Quiroga en 1833,
para convencerle de que la Nación no tenia medios de constituir el
Gobierno patrio, en busca del cual habia derrocado el poder español
en 181 o. Rosas¡ eotno Gobernador local de Buenos Aires', defendía los
monopolios de la Provincia de sti mando, porgue c?i ese momento formaban
lodo su poder perso?ial.
"Después decaído Rosas, Buenos Aires, con sorpresa de toda la
América, que le observaba, siguió resistiendo la creación de un Gobierno Nacional, que naturalmente relevaba, porque tenia que relevar
á su Gobernador local del rango de jefe supremo de catorce Provincias,
que no lo habían elegido, ni tenían el derecho de hacerle responsable.
Buenos Aires resistió la creación de un Congreso Nacional, porque ese
Congreso venia á relevará su Legislatura de Provincia de los poderes
supremos de hacer la paz y la guerra, de reglar el comercio y la navegación, de imponer contribuciones aduaneras '.poderes que esa Provincia habia estado ejerciendo por sic legislatura local, á causa de la falta de
un Congreso común*
u
Cuando las Provincias vieron que Buenos Aires resistía la instalación de un Gobierno Nacional, en el interés de seguir ejerciendo sus
atribuciones sin intervención de la Nación, como habia sucedido hasta
entonces, las Provincias renunciaron á la esperanza de tener la cooperación de Buenos Aires para fundar un Gobierno Nacional de cualquier
clase que fuese: pues todo Gobierno común, ya fuese unitario, ya
federal, por el hecho de ser Gobierno común de todas las Provincias,
debía exigir déla Provincia de Buenos Aires el abandono de las rentas y
poderes nacio?iales¿ que Buenos Aires habia estado ejerciendo en nom-
— 377 —
bre de las otras Provincias, con motivo y mientras ellas carecían de
Gobierno propio general.
" E l mismo interés que Buenos Aires ha tenido en resistirla creación
del Gobierno común, que debe destituirle, tendrá naturalmente en lo
futuro para estorbar que se radique y afirme ese Gobierno de Jas
catorce Provincias, á quien tendrá que entregar los poderes y rentas
que antes ad?ninisiraba su Provincia sola, con exclusion absoluta de las
otras.
" L u e g o Buenos Aires no podrá ser la Capital ó residencia de un
Gobierno Nacional, cuya simple existencia le impone el abandono de
los privilegios de Provincia-Nación, que ejerció 7nicutras las Provincias
vivieron constituidas e?i colonia ¿le su Capital de otro tiempo.
" H a c e r a Buenos Aires cabeza de un Gobierno Nacional, seria io
mismo que encargarle de llevar á ejecución por sus propias manos la
destitucioíi de su Gobierno de Provincia.
"Esa es la razón porque Buenos Aires no quiso ser Capital del
Gobierno unitario deRivadavía, ni quiere hoy ser Capital del Gobierno
federal de Urquiza. No querrá ser Capital de ningún Gobierno común,
en cambio del papel que ha hecho durante el desorden, á s a b e r : — d e
metrópoli republicana de trece Provincias, que vivían sin Gobierno
propio.
" E n t r e dar su Gobierno á catorce Provincias, ó recibir el Gobierno
que ellas eligen, hay la diferencia que vade gobernar á obedecer. La
Constitución actual de Buenos Aires confirmad principio de su derecho
local, que excluyó durante treinta anos á los argentinos de las otras
Provincias del voto pasivo para ser Gobernador de Buenos Aires. Por
ese principio, la política exterior no podía ser ejercida jamás por el
hijo de una Provincia argentina que no hubiese nacido en Buenos
Aires. El feudalismo revelado por esa legislación, hace ver cuánto
dista la Provincia de Buenos Aires de comprender que debe entregar su
ciudad al Gobierno de esos provincianos, á quienes excluye hasta hoy
mismo de la silla de su Gobierno local, si quiere que exista una nación
bajo su iniciativa.
il
¡ Qué contraste el de esa política con la de Chile, cuya Capital de
treinta anos á esta parte, jamás hospedó un Presidente de la República
que no fuese hijo de Provincia!
tf
Colocar la cabeza del Gobierno Nacional en la Provincia cuyo interés
— 378 —
local está en oposición con el establecimiento de iodo Gobierno común, es
entregarlo á su adversario para que lo disuelva de un modo ú otro, en
el interés de recuperar las ventajas que le daba la acefalía.
"Si Buenos Aires ha perdido el monopolio que hacia de las rentas y
del gobierno exterior de la Nación, por causa de la libertad fluvial y
del comercio directo de las Provincias con la Europa, es evidente que
no conviene á las libertades de la navegación fluvialy á los intereses del
comercio directo el colocar la cabeza del Gobierno que ha nacido de esas
libertades, y que descansa en ellas, en manos de la Provincia de Buenos
Aires, que ha soportado aquella pérdida.
" Y aunque Buenos Aires asegure por táctica que no se opone á la
libertad fluvial, se debe dudar de la sinceridad de un aserto, que equivale á decir, que quiere de corazón la pérdida de sus antiguos monopolios de poder y de renta. Si desea en efecto el abandono de esos
monopolios, ¿ p o r q u é está entonces separada de las otras Provincias
de su país? ¿ P o r q u é no acepta la Constitución nacional que l e b a
retirado esos monopolios?
"Así, la Capital de la Nación en Buenos Aires es tan contraria á los
intereses de las naciones extranjeras que tienen relaciones de comercio
con los pueblos argentinos, como á los intereses de las Provincias
mismas, porque el interés de Buenos Aires se halla en oposición con ei
interés general en ese punto.
"Se dirá que solo es su interés mal entendido, y esa es la verdad ;
pero no se debe olvidar que este intereses el que hoy gobierna á
Buenos Aires, porque es el único que él entiende. Buenos Aires desconoce totalmente las condiciones de la vida de Nación, por la razón sencilla de que durante cuarenta años solo ha hecho la vida de Provincia.
Nunca ha entendido el modo de engrandecer sus intereses locales,
ligándolos con los intereses de la Nación, sino cuando ha podido someter los intereses de toda la Nación á los de su Provincia. Así se explica
cómo prefiere hoy romper la integridad de la Nación, antes que
respetar y obedecer al Gobierno creado por sus compatriotas, que
seria el brazo fuerte de la tranquilidad y del progreso de la misma
Buenos Aires."
— 379 —
Completaban este artículo algunas consideraciones que hoy se
suprimen por inconducentes, pues se referían á la incompetencia
política para toda iniciativa orgánica, en que el largo período de
veinte anos de la tiranía de Rosas había dejado á Buenos Aires.
En los veinte y tres años que van corridos desde que ellas se escribieron, se ha formado una generación de hombres políticos tan adelantada y completa en educación social, que ha cambiado del todo la
competencia de Rueños Aires, á punto de ser ella un elemento principal de los que han concurrido á la evolución salvadora de nuestros
destinos comunes. Las palabras suprimidas se dirigían á hombres
que han desaparecido casi de la escena política.
Han creído algunos que el autor habia incurrido en abierta contradicción, sosteniendo en sus primeras ediciones de las Bases, en 1852*,
que la Ciudad de Buenos Aires era la Capital natural de la República
Argentina, y en la edición de esa misma obra hecha en Resanzon, en
j858, sosteniendo al contrario, que todo Gobierno Nacional era imposible con la Capital en Buenos Aires, No hay contradicción alguna si se
nota que el autor sostenía esto último hablando de la Provincia entera
para Capital, lo cual sostiene hoy mismo con doble firmeza que en
1858, como lo prueba el tenor entero de este libro; y basta leer con
atención el segundo de los capítulos de las Bases, que quedan trascritos, para ver que en él se hablaba de Buenos Aires como ProvinciaCapital, no como Ciudad-Capital, L a Capital-Provincia, ó ProvinciaMetrópoli, era institución monarquista que nos quedaba del antiguo
régimen, formando una negación entera del sistema republicano.
§ ni
Capítulo V del folleto titulado: "Condiciones de Union", Paris, 1861
" P a r a dividir ó distribuir el territorio argentino con la mira de
constituir un Gobierno emanado de la soberanía nacional, es preciso
empezar por dividir la Provincia de Buenos Aires como su fracción mas
— 380 —
grande y desproporcionada. Esta division es el único medio de reunir
ó reincorporar esa Provincia á la Nación, sin que su presencia en el
seno delà union sea causa de trastornos, como hasta aquí.
" E s t a division, lejos de ser hostil á Buenos Aires, es concepción de
publicistas de esa misma Provincia, que la -propusieron para gloria de
Buenos Aires justamente» No hay que hacer el honor de ella á ningún
provinciano. Sus autores, Rivadavia, Agüero, Gomes, Andrade, Florencio Várela, etc., no pudieron concebirla en hostilidad á su querida
Provincia nativa.
" L o notable e s q u e l a idea de esa division no solo pertenece á esos
patriotas, sino también al pueblo mismo de esa Provincia. Esto parece increíble, porque hasta ahora no se ha interrogado su voto, como es
debido.
" P a r a dividir á Buenos Aires, es decir, para librarlo del obstáculo
que le impide estará la cabeza de la Nación, no se debe esperar á que
su Gobierno local lo haga, pues ni á su Gobernador, ni á su Legislatura
podrá agradarles jamás tener menos territorio, menos población, menos
rentas á su disposición, y sobre qué legislar. E s á los gobernados, y
no á los gobernantes, á quienes se debe consultar. Esta es una de
esas cuestiones en que el Gobierno no puede ser órgano del pueblo,
porque sus intereses son diversos y contradictorios. Por la division,
el Gobierno pierde poder, el pueblo separado lo adquiere. Al primero le interesa conservar al otro bajo su autoridad, al segundo le importa asumirla por sí mismo y darse una autoridad propia. Es extraño
que para elegir sus autoridades constitucionales periódicamente, se
acuda al voto directo de los habitantes, y que para decidir de un
asunto de toda la vida, como es la elección de la patria doméstica ó
privada, se prescinda de o i r á la población, y se consulte su voluntad
por el órgano del Gobierno. Las poblaciones que tienen esta situación se hallan en el caso de unas herederas ricas, para cuyo casamiento
fuese preciso que su madre y tutora tuviese que representarlas en el
altar y casarse por ellas. Seria el modo de que no saliesen jamás de
la tutela.
" E s preciso consultar por un plebiscito el sufragio directo y universal
de la parte del pueblo que se trata de dividir ó separar de la
otra, porque á nadie sino á ella le afecta mas inmediatamente el
asunto.
— 381 —
u
El modo natural de obtener su voto, es exigir de cada habitante de
la campaña ó territorio, que trata de erigirse en Provincia aparte, un
sí ó un no como toda y única respuesta á la cuestión puesta de este
modo: "¿Queréis ( p o r ejemplo) que San Nicolás y su territorio se
" constituyan en Provincia separada de Buenos Aires, con igual rango
" á lade cualquiera otra délas que componen la Nación?"
a
Pero no bastará obtener el voto de la población. Convendrá
tomar medidas para que el voto sea independiente y libre de todo
influjo capaz de estraviarlo por presión, violencia 6 artificio. Luego
el plebiscitólo voto popular, debe hacerse bajo los ojos y salvaguardia
de un ejército nacional. Así es como se ha operado la union de toda
la Italia, pues oir el voto de sus Gobiernos locales, habría sido escuchar al interés de mantener dividida la Nación.
" P a r a que la division de Buenos Aires, como medio práctico de
incorporarla á la Nación, sin peligro de desórdenes, no tenga el aire
ni el sentido de una ofensa contra la ciudad de ese nombre, será justo
compensarla con el rango de Capital de la Nación. Si es verdad que
Buenos Aires debe entrar en la union dividida, también lo es que su
ciudad debe entrar como Capital. Solo á esta doble condición será su
entrada una solución permanente de la crisis que dura desde cincuenta
años. La mera division de Buenos Aires como medio de efectuar su
incorporación, solo daria satisfacción á las Provincias. La incorporación sin division solo daría satisfacción á Buenos Aires.
u
L a union en esta forma, es la solución que satisface á la vez el
interés bien entendido de Buenos Aires y el interés bien entendido de
la Nación. Esta será la única solución definitiva de la cuestión argentina, que se reduce toda á la cuestión de Buenos Aires, como la cuestión de Italia se reduce toda á la cuestión de Roma, porque las cuestiones de Capital son siempre capitales.
u
Por esta combinación, Buenos Aires se desprende del cuerpo de su
Provincia para incorporarlo en el cuerpo de la Nación. Esto es lo
que constituye la verdadera incorporación. Incorporar es incluir un
cuerpo dentro de otro, ó mejor dicho, refundirlo, hacer de dos cuerpos
uno solo. Entonces lo que antes era cabeza de dos cuerpos, se
vuelve cabeza de uno solo; y lo que era un monstruo sin forma regalar, se convierte en un ser proporcionado y completo, que atrae la
simpatía y el respeto de los demás.
— 382 —
u
Buenos Aires, como cabeza de la Nación, volvería á dar su pensamiento, su voluntad, su acción en cierto modo, á la Nación entera. Aun
podria llegar el caso que le diera su nombre, y el país recuperase así,
bajo otra forma de gobierno, en los usos de la historia y de la geografía, su nombre tradicional de Buenos Aires, que revela por sí mismo
una existencia de siglos. La República Argentina no tiene nombre
propio hoy día. Los dos que lleva son genéricos. El nombre de un
país es una parte de su constitución. Chile guardó este nombre por
un decreto sabio en que prohibió á sus habitantes llamarle patria y
república', por vagos y genéricos. L a falta de nombre propio ha
impedido en parte á los Estados-Unidos el conservar su integridad de
nación. Si su Constitución no previo su division, ella estaba prevista
en el título que se daban, pues desde que un pueblo es Estado, tiene
tanto derecho para vivir unido como desunido de otros Estados.
"Buenos Aires, uniéndose con las Provincias en un solo cuerpo de
Estado, cambia el cuerpo de su Provincia por el cuerpo de la Nación,
como hacen los esposos que se unen en Dios para formar un solo ser
legal, indivisible. Si las Provincias reivindican su Capital, Buenos
Aires reivindica su Nación, y nadie pierde en el cambio. ¿Podria
llamarse pérdida el abandono de su campaña, cuando en cambio
adquiere Buenos Aires catorce campanas con sus catorce capitales
por territorio ? ¿Es posible que Buenos Aires, que se pretende tan
culta, no comprenda este noble modo de agrandarse á fuerza de ceder?
No tiene que venir hasta Londres y Paris para encontrar en el ejemplo
de estas capitales el secreto de encabezar vastos territorios á fuerza de
no tener ninguno local. Los dos países que lo rodean, el Brasil y
Chile, deben la union respectiva que los hace ser mas fuertes que la
República Argentina, a l a moderación con que Santiago y Rio Janeiro
han sabido quedarse sin territorio local, para no tener otro que el de
la Nación. Cuatro Provincias se forman hoy de la que era Provincia
de Santiago, Capital de Chile en el tiempo de la division colonial de ese
país. No hay Capital que absorba la vida nacional tanto como París,
y es l a q u e menos territorio tiene. En Francia se consolidó la union
de la Nación por la division de las Provincias.
" Objetar la diferencia del sistema de gobierno, es volver á la eterna
mentira de una federación nominal, que solo se emplea como medio
doloso de revolver el país, y que está en contradicción con la comple-
— 383 —
xión orgánica de un pueblo que se gobernó dos siglos por un solo
Gobierno, y para quien la federación solo ha podido ser un expediente
para salir de una anarquía de cuarenta anos, y volver por el sendero
tranquilo de la \ty á s u consolidación secular y tradicional.
" ¿ Q u é otro pretexto plausible alegaría Buenos Aires para resistir
su incorporación, en el sentido de devolver á los argentinos su Capital, sus rentas y sus poderes? ¿Diríaque no quiere someterse á jefes
incultos inferiores á la civilización de su ciudad? ¿Seria por no
recibir sus leyes de manos de los menos ilustrados? ¿Seria por el
temor de poner el manejo de las rentas en manos inexpertas?
" P e r o no se debe olvidar que Buenos Aires no está en el caso de
dar ó entregar lo propio, sino en el de restituir lo ageno, de entregar
á la Nación lo que pertenece á la Nación ; y que la pretendida ineptitud
de esta no daría jamás, aun siendo real, título alguno á Buenos Aires
para arrogarse su tutela y erigirse en depositaría de sus bienes y
gobierno.
u
E n cualquier tiempo en que Buenos Aires se reúna á la Nación con
verdad y de un modo regular (lo cual h a d e suceder algún dia), las
Provincias y los provincianos han de componer mayoría fuera y dentro
del Congreso, y Buenos Aires ha de tener que aceptar la ley y respetar la autoridad emanadas del voto de esa mayoría, por inculto y oscuro
que sea el candidato que ese voto coloque á la cabeza del país. En
una palabra, Buenos Aires ha de tener al fin que ser gobernada por los
argentinos, como París es gobernada por los franceses, como Londres
es gobernada por los ingleses, como Madrid es gobernada por los
españoles. ¿Se llamaría conquistada ó invadida en ese caso la culta
Buenos Aires ? ¿Los argentinos serian considerados por esa ciudad
como griegos y cosacos en su manera de entender el patriotismo
nacional ?
41
Si los argentinos son incapaces ó indignos de gobernar la totalidad
de su país, se debe convenir en que su revolución contra España fué
un error, su independencia un paso prematuro, y que el parlido mas
sabio que les quede, seria el de imitar el ejemplo de Santo Domingo.
A esta conclusion llevaría la doctrina política que resiste colocar la
ciudad de Buenos Aires en manos de los argentinos, por razón de que
están atrasados y no saben gobernarse.
— 384 —
"Personalizar de ese modo la cuestión como medio de excluir á la
Nación de su propio gobierno, puede ser buena política para un país
de complexion oligárquica, pero en los pueblos de la República Argentina es política insostenible. Buenos Aires, sin embargo, ha empleado
siempre ese resorte para eludir la cuestión real y verdadera. í( Nosoi{
tros somos mas instruidos, tenemos la mejor ciudad ; luego la razón
" está de nuestra parte en la cuestión que nos divide con los argen ti" nos". Hé ahí la argumentación de Buenos Aires para desconocer
y eludir la autoridad suprema de la Nación. L a cultura puede estar
en Buenos Aires, pero el derecho está en la Nación. Ser instruido, no
es tener justicia. Lo que hoy sucede en el Plata, sucedió al principio
de la Revolución contra España; la causa de la independencia tuvo por
soldados á criollos incultos, comparativamente á los condes y caballeros de sangre que defendían la causa del coloniage en los mas elevados
puestos del país. Tenga cuidado Buenos Aires con los caudillos y
gauchos. Ellos ayudaron á San Martin y á Belgrano á. conquistar en
las batallas los fundamentos de la independencia de la patria; ellos
pueden ser todavía los que tomen los laureles de la organización del
Gobierno Nacional contra resistencias de linaje colonial y antipatriota.
"I-lace treinta y cinco anos que el Dr. Agüero dijo á Buenos Aires
en un Congreso Nacional: " Apresurémosnos á entregará las ProviniK
cías lo que les pertenece, antes que vengan á pedirlo con las armas
li
en las manos".
" T r e s veces, desde entonces, las ha tenido Buenos Aires de visita.
En el Puente de Márquez, en Caseros y en Cepeda, las Provincias
arrancaron á Buenos Aires por Jas armas lo que no queri.i devolverles
por la razón. No fueron caudales iù tesoros, sino principios y derechos
los conquistados en esos triunfos. Para recoger sus consecuencias, ya
no tendrán necesidad de ir con las armas en la mano. Desde sus
asientos cómodos del Congreso, las Provincias solo necesitarán tomar
la pluma del legislador para poner en obra por las leyes, los beneficios
conquistados en favor de la Nación por las batallas.
" Elija Buenos Aires entre los dos partidos que le quedan: ó émula
digna de Rio Janeiro, como Capital de la República Argentina,
ó juguete de ese imperio, comoEstadito liliputiense independiente. n
— 885 —
§ iv
Capítulo VI del folleto titulado : «De la anarquía y sus causas principales».
Besanzon, 1862
" S i la separación ó federación en que dejó á las Provincias la
ausencia del antiguo Gobierno general, fué lo que puso îa Capital y el
tesoro de la Nación en manos de la Provincia de Buenos Aires, claro es
que la consolidación ó unidad tradicional ( que seria el resultado del
restablecimiento de un Gobierno general ), bastaría por sisóla para
restituir á la Nación su Capital y su tesoro, que volverían á su poder
por el simple hecho de entrar Buenos Aires, donde esos objetos se
hallan, á integrar la Nación Argentina.
" L a consolidación ó unidad, según esto, es para las Provincias el
medio práctico de reivindicar su Capital y su tesoro con que han de
-constituir un Gobierno nacional eficaz. La unidad restituiría á las
Provincia seis millones de duros anuales, y un crédito público correspondiente, que la federación ó separación en que Buenos Aires se
mantiene respecto de ellas ( n o obstante todas las apariencias de union)
deja hoy día en esta Provincia, Unificar el Gobierno, no es otra cosa
que unificar el tesoro, es decir, gastarlo en utilidad y servicio de toda
la Nación, así como toda ella contribuye á formarlo. La unidad, según esto, forma el interés y constituye la causa de las Provincias,
como la federación es el interés y constituye la causa de Buenos
Aires.
" Claro es que no hablamos aquí de la unidad indivisible que Rivadavia quería introducir en el país; de esa unidad á la francesa, exótica,
inadecuada á nuestro suelo inconmensurable y despoblado. L a unidad ó consolidación en que para nosotros reside la salvación del país,
es la unidad argentina, nacional y patria, que lejos de ser una novedad
ó imitación extranjera, es el sistema que ha gobernado por tres siglos
á las Provincias argentinas, y forma por lo tanto el hecho mas real y
práctico de su vida pública. L a unidad, en este sentido, no es una
T. VIH.
25
— 386 —
teoría, es un hecho que domina toda nuestra historia. No se puede
llamar impracticable îo que se ha practicado por siglos. Hablamos
de esa u?iidad divisible en que el Gobierno general argentino coexistió
con los Gobiernos de las Provincias, en que estuvo dividido interiormente para facilitar su acción central, sin perjuicio de la administración
de cada pueblo. Si la Revolución ha cambiado el principio del gobierno,
ella no se opone á que el principio moderno se sirva de los medios de
acción que hacían eficaz al Gobierno realista. El primero de ellos era
la centralización política, que no excluye de ningún modo la descentralización administrativa,
«Para que el restablecimiento de la unidad de gobierno tenga el
efecto de restituir á la Nación su Capital y tesoro, será preciso colocar ese nuevo Gobierno general en la misma ciudad en que existió
el antiguo Gobierno general y en que se hallan por lo mismo, hasta
hoy día, la Capital y el tesoro con que estuvo constituido, y con
que naturalmente debe reconstituirse.
«Con solo colocar el Gobierno Nacional en Buenos Aires, volverían
á entrar en su poder la Capital y el tesoro de la Nación. Pero colocar
en Buenos Aires el Gobierno Nacional, es restablecer á Buenos Aires
en su papel natural de Capital fe todas las Provincias. Luego hacer á
Buenos Aires Capital de la Nación, es el medio práctico de entregar á
la Nación su Capital y su tesoro. Poned á Buenos Aires bajo la autoridad inmediata del Gobierno Nacional, y tenéis con eso solo reintegrada la Nación en su tesoro, en su crédito y poder.
«Pero esa entrega no pasará de ilusión y fantasmagoría, si la ciudad
de Buenos Aires continúa siendo Capital de su Provincia, es decir, silla
y territorio del Gobierno provincial. La Provincia, en ese caso,
seguirá reteniendo lo mismo que parecerá haber entregado.
« Siempre que la Nación posea su Capital y su tesoro de un modo
mediato, es decir, por intermedio del Gobierno local de Buenos Aires,
se puede asegurar, desde ahora, que la Nación no poseerá cosa alguna,
será su agente quien todo lo posea en realidad. Para poseerlos de un
modo real y verdadero, la Nación deberá tenerlos de un modo inmediatof, esto es, sin intermedio de gobierno alguno local. En este caso,
el Gobierno de la Provincia, falto de objeto, deberá salir de la ciudad
de Buenos Aires. Pero abolir el Gobierno de Buenos Aires, es abolir
lo único vivaz y palpitante que hayan producido la Revolución y el
— 387 —
desorden de cincuenta anos. Este es el inconveniente grave de la
federalization ó capitalización de toda la Provincia, pues ella significa
la supresión absoluta del Gobierno provincial de Buenos Aires.
«Tocar á la vida del Gobierno local de Buenos Aires, es amenazar la existencia de todos los Gobiernos de Provincia; es alarmarlos y
unirlos en el interés común, no de crear un Gobierno nacional, sino
de estorbarlo y hacerlo imposible. Las ligas federales de antes de
ahora no han tenido otro estímulo.
«Si han de quedar los otros Gobiernos de Provincia, debe quedar
también el de Buenos Aires. Este es el punto en que la unidad
histórica del país no podrá ser restablecida sin modificación. Bajo
el antiguo régimen, la Provincia de Buenos Aires existia, pero no
tenia otro Gobierno que el general de todo el Vireínato. Durante la
Revolución se ha creado en Buenos Aires un Gobierno provincial independiente del Gobierno general, y con el cual tendrá este que
conciliar su nueva existencia, lo mismo que con cualquiera otro Gobierno de Provincia. Ese Gobierno local tiene cuarenta anos de
existencia, en tanto que el Gobierno nacional tiene cuarenta anos de
receso; ese Gobierno íocal posee los elementos materiales del Gobierno de la Nación (la Capital y el tesoro), mientras que la Nación y su
Gobierno están desposeídos de ambas cosas. Ese Gobierno local es
el que acaba de destruir y disolver al Gobierno de Ja Nación. ¿Cómo,
pues, podria ser hoy disuelto en nombre de una entidad que está por
existir?
«Habrá, pues, que conservar al Gobierno local de Buenos Aires,
por ser un hecho de cuarenta años; ó en otro caso, habrá que suprimir todos los Gobiernos de Provincia. Pero esto seria suprimir lo que
ha existido por espacio de siglos. No se debe olvidar que los Gobiernos de Provincia, son un antecedente histórico en la República
Argentina, y así como su existencia no estorbó la del Gobierno general del Vireinato, tampoco seria un obstáculo para la unidad del
Gobierno nacional moderno.
«¿Qué hacer entonces con el Gobierno local de Buenos Aires, que
por otra parte es el mayor obstáculo para la organización de un Gobierno nacional? En vez de abolirlo, será preciso reformarlo, para
conciliar su existencia inevitable con la del Gobierno nacional, no menos inevitable.
— 388 —
«La reforma de la Constitución provincial de Buenos Aires, es el
complemento de la organización argentina. Se ha reformado la Constitución nacional en nombre de la necesidad de union; ¿por qué quedaría sin reforma la Constitución que Buenos Aires, estando separado,
se dio para consolidar su separación?—En toda Europa se ha considerado esa Constitución como una declaración de independencia del
Estado de Buenos Aires. Sin revocar esa ley, ¿se puede concebir la
idea de una Nació» Argentina?
« En pocos artículos podría concebirse la reforma de esa Constitución local. El principal seria el relativo á territorio. «El territorio
de Buenos Aires es por ahora el que se describe en el artículo 2° de
la Constitución provincial.. . .menos la ciudad de ese nombre que la
Provincia restituye a l a Nación Argentina, como su Capital histórica,
y como el núcleo esencial y necesario á su existencia. » Bastaría un
artículo concebido en esos términos, para dejar constituida la República Argentina. De ese modo, en vez de abolir la Provincia de Buenos Aires, solo quedaría reformada en cuanto lo exige la vida de la
Nación.
« En vez de abolir al Gobierno de la Provincia, se le daría otro
domicilio. Luego la division gubernamental de Buenos Aires es el
medio de conservar la vida á los dos Gobiernos rivales, y de darles la
paz, de que están privados hace cincuenta años, por la sola causa de
tener que habitar bajo un solo techo. Cuando dos personas que habitan un mismo cuarto no pueden estar sin reñir, el medio de pacificarlas, no es el de matar á la una, sitió el poner á cada una en un
cuarto separado. Esta es la espresion simple y material del objeto
que tiene la division de Buenos Aires. Esta division no es una amputación, no es una mutilación, no es la muerte dada á la Provincia.
Estas espresiones son simples figuras de retórica. La division de que
se trata es abstracta y nominal; no es del suelo, sino de las oficinas,
de las funciones de la administración interior. L a division de un
país es dolorosa, cuando convierte en extranjeros á los compatriotas,
cuando establece una frontera internacional, que crea dos banderas y
dos patrias; pero no la division que deja siempre argentinos h todos los
porteños; la que en vez de desmembrar la tierra tiene por objeto
asegurar la integridad del suelo nacional La integridad local de
Buenos Aires, en efecto, amenaza de tal modo á la integridad de la
— 389 —
Naciofi^ que si eîla subsiste por algunos años mas, el Arroyo del Medio tendrá que ser el límite de dos naciones extranjeras.
« E l oponerse á la division de la Provincia de Buenos Aires, no
tiene mas que un sentido práctico, y es el de resistir á la Nación Argentina la devolución de su tesoro y de su Capital. La division de
la Provincia de Buenos Aires es el único medio eñcaz de dividir ó distribuir el tesoro nacional entre todas las Provincias, puesto que esa
division tiene por objeto sacar la Capital en que está el tesoro (aduana
y crédito) de manos del Gobierno provincial de Buenos Aires, para
ponerlos en manos del Gobierno de la Nación. Si dejais sin division
á Buenos Aires, dejais seis millones de duros anuales, que son de
todos los argentinos, en manos y en provecho de la Provincia que los
toma para sí sola, porque su Gobierno ocupa la ciudad-puerto en que
se perciben y recaudan.
« L a cuestión de la Capital en el Rio de la Plata, no es una cuestión política puramente, como pudiera serlo en otro país. Es una
cuestión enteramente económica y financiera. La ciudad de Buenos
Aires no es para las Provincias argentinas una Capital que pudiera
suplirse por otra. Esa ciudad es el puerto favorito, es la aduana, es
la tesorería, es el poder de toda la República Argentina. Quien
tiene la Capital lo tiene todo en ese país, en fuerza de un -orden de
cosas creado por las leyes coloniales españolas, que dieron á esa
ciudad el monopolio del tráfico de todas las demás con la Europa.
A esas leyes de siglos ha sobrevivido su obra,—la costumbre, este es
el hecho actual.
« En esa condición, la República Argentina, como un poeta de genio, tiene todo su tesoro en la cabeza; pero fuera mejor para su grandeza que, como un soberano, lo tuviese en sus rentas y en las arcas de
su tesorería.
«Dejad la ciudad de Buenos Aires, Capital de la Nación, en manos de la Provincia de Buenos Aires, y dejáis el tesoro, el poder
real de la Nación convertidos en patrimonio de esa Provincia. Colocad la Capital de la Nación en otra parte que no sea la ciudad
de Buenos Aires, y dejais á la Nación sin tesoro, sin Gobierno general y en brazos de la anarquía.
« Así, toda la cuestión de la reorganización argentina está encerrada en la cuestión sobre la Capital, y toda la solución de esa
— 390 —
cuestión está en hacer de la ciudad de Buenos Aires la Capital de
las Provincias argentinas. Por eso Rivadavia, al fin de su vida
política, y reasumiendo el consejo de su experiencia, aseguraba que
bastaban dos bases para constituir el país, una de las cuales era
«.dar d todos los pueblos una cabeza, un punto capital que regle á todos
y sobre el que todos se a p o y e n . . . AI efecto, es preciso que todo
lo que forme la Capital sea exclusivamente n a c i o n a l . . . Con solo
la sanción de esas dos bases la obra es hecha, les decía, habréis
dado una Constitución á la Nación. ..»—-La otra base era la subordinación de los gobernadores al Gobierno Supremo de la Nación
(abolición del caudillaje), es decir, la institución de un Gobierno
Supremo Nacional. »
§ v
Párrafos varios, estractados del folleto titulado: «Crisis permanente de las
Repúblicas del Plata». Paris, Febrero de 1866.
« L a Constitución argentina está virtualmente consignada en la
organización de su comercio y navegación, d e q u e depende su renta
pública, el modo de su recaudación y percepción, la ciudad en que
esto se hace y el equilibrio del poder entre los distintos pueblos que
forman la Nación.
«Las Leyes de Indias, y la organización que ellas daban á esos
intereses en servicio de la metrópoli, eran la Constitución colonial
de lo que es hoy República Argentina.
«El puerto de las Leyes ¿le Indias arrancado á Buenos Aires, y sus
funciones comerciales entregadas ó devueltas á todos los puertos
naturales de que está dotado el suelo argentino, por tratados y le)res
escritas, como están: hé ahí la verdadera organización moderna de
la República Argentina.
« De esta Constitución virtual y tácita, organizada por las cosas
y las necesidades del nuevo régimen, es espresion y resumen consti-
— 39i —
tueional la de Mayo de 1853. Ochenta artículos de ese Código, son
la mera estopa republicana con que se rellenan todas las constituciones que ha hecho de rigor la Revolución de América; toda su
originalidad y valor está en media docena de sus artículos.
« Pero, 1 no es esa Constitución la misma que hoy rige, con cortas variaciones? No, absolutamente. Obra reaccionaria del localismo
vencido, esas cortas variaciones son la restauración del desorden
tradicional, mantenido con la apariencia de un sistema regular. Las
veinte y dos enmiendas que sufrió la Constitución de 1853, dejaron
á la Nación sin puerto, sin Capital, sin comercio directo, sin renta,
sin crédito, en una palabra, sin Gobierno, con la apariencia de conservar todo eso. La Provincia de Buenos Aires no exigió sino eso,
para aceptar la Constitución de 1853, <]ue, mediante ese cambio,
hizo pasar todos aquellos intereses nacionales á manos de dicha
Provincia y constituyó no el Gobierno nacional, sino el Gobierno
local de Buenos Aires, en soberano real y efectivo de la Nación
toda.
« l Cuál seria, según esto, la reforma constitucional que reclamen
los grandes y soberanos intereses, legislativos y constituyentes, por
decirlo así, de la civilización argentina? L a que ha de tener lugar,
m a s ó menos tarde, por el imperio de las cosas: la supresión d é l o s
cambios que la mano de la reacción victoriosa hizo á la Constitución
de 1853, y la reposición sustancial de esa ley.
«Esta Constitución merece la resurrección completa, que obtendrá
un dia, no por motivos de perfección abstracta ó la similitud con
la Constitución de Norte América, ó de simple obstinación apasionada
de los que colaboraron en ella. Tales motivos serian insuficientes
para un cambio tan grave. Es que ella contiene los elementos
esenciales de todo Gobierno regular, sea cual fuere su forma, el
primero y mas cardinal de los cuales, es la generalización, la centralización discreta y relativa del gobierno de todas las Provincias en
manos de un poder común, eficaz y real. No ha sido reformada sino
para privarla de esos elementos.
€ Con tal que se reponga lo suprimido, que es !o esencial, poco
importarían las variaciones que se introdujesen en todo el resto. La
reposición de uno solo de los veinte y dos artículos enmendados,
bastaría tal vez para efectuar la restauración del orden regular:
— 392 —
es el artículo 3 0 que daba por Capital á la Nación la ciudad de
Buenos Aires, separada de su Provincia.
« Rivadavia tenia razón cuando decía que bastaba esa simple cosa,
para constituir el Gobierno de la República Argentina.
« Como la idea de ese artículo pertenece á ese ilustre argentino,
ninguna vanidad podría ser acusada de defenderlo por amor propio.
«Basta asignarle su origen porteño para reconocer que ella no
puede ser hostil á Buenos Aires. Esa Provincia no tendría tanta
veneración por Rivadavia si él hubiera concebido en odio suyo, la
idea de dividirla, para dar á la Nación su Capital histórica y normal,
y á Buenos Aires el rango de que es digna.
« Ese seria el medio de conciliar el interés y el rango de Buenos
Aires con la susceptibilidad, el rango y los intereses de la Nación
toda.
«Así quedaría Buenos Aires á la cabeza de las Provincias, como
ellas mismas la colocaron en la Constitución de 1853, e n honor y
dignidad de ambas partes.
«Buenos Aires resistió entonces esa Constitución porque dijo ver
en ella la obra y ía personificación del General Urquiza, á quien
llamó el único obstáculo para la organización de. la Nación.
« Lejos de existir hoy ese obstáculo, Buenos Aires acaba de proclamar por boca de su representante militar como fruto de una gran
política, la adquisición del personage á quien combatió diez años
como la encarnación del caudiltage y de la barbarle.
« Pero el general Mitre no podría apoyar una reforma de la Constitución, según la idea de Rivadavia.. .
«En vista de eso, el general Mitre halla mas prudente incensar á
Rivadavia, que i m i t a r l o . . .
« E l podrá triunfar y recoger aplausos en mas de un campo. Las
simpatías del momento pertenecen de ordinario al vencedor.
« L a victoria como la juventud, puede ser fea, viciosa, indigna,
siempre es simpática.
« Pero, bien puede ser la simpatía, ella no es el derecho. A menudo es la iniquidad afortunada. Nace con la muerte en el alma, y
sus días son siempre cortos.
«Rosas triunfó años enteros para el localismo de Buenos Aires; y
aunque lo cubrió con un manto mas espléndido, que el que le pone
— 393 —
Mitre (el confínente americano\ en lugar cíe la Nación), no por eso dejó
de sucumbir, y lo peor de su caida es el proceso que le forma el
mismo localismo á quien cubrió de victorias. Dorrego, su antecesor)
desbarató la organización nacional de Rivadavía para servir al localismo de Buenos Aires, y un ano después fué fusilado entre los
aplausos de ese localismo, que no es por lo visto, un para-rayo
infalible contra el martirio de los que se consagran de buena fé á
la idea nacional, estéril eu dinero, fecunda en honra.
« Buenos Aires ha de vengar á la Nación, esta vez, como en las
anteriores. Ella acabará por conocer á sus amigos, que son los que
quieren vería á la cabeza de la Nación como corona, no como yugo;
cabeza regular de un gran cuerpo, no cabeza monstruosa de un pigmeo;
rica y opulenta por la ley, no por el despojo; rica de amigos, no de
víctimas; Capital de un vasto país lleno de vida, no en el pórtico
opulento de un cementerio; respeto del Imperio brasilero, no su befa
y escarnio.
« Hé ahí nuestra manera de odiar á Buenos Aires: consiste en
desearle el rango que quería darle Rivadavia, su hijo mas ilustre. En
represalia no deseáramos de sus localistas, sino que tuviesen por la
Nación un poco del odio rivadavista que tenemos á Buenos Aires: que
probasen su odio á la Nación, deseándole la reivindicación de su Capital, de su tesoro y de su poder, como nosotros odiamos á Buenos
Aires, deseándole el restablecimiento de su rango de Capital Argentina. »
No pretendo que estos sean todos los precedentes de la ley de Capital reciente, sino que son todos los que á mí me pertenecen.
Una historia general de ellos seria incompleta si omitiese los documentos políticos del Congreso Constituyente de 1825, del de 1853,
del de 1880, y, por fin, los del Gobierno reciente del Dr. Avellaneda,
sin olvidar sus actos mismos, corolario práctico de la grande evolución
orgánica, y aun la hoja suelta que él mismo publicó con el título de:
Antecedentes de la ley sobre Capital.
DOCUMENTOS
Mensage del Poder Ejecutivo Nacional al Congreso, adjuntando el
proyecto de ley sobre Capital
Bel grano, Agosto 24 de 1880.
Al Honorable Congreso de la Nación.
El Poder Ejecutivo obsecuente con las manifestaciones de opinion
que ha hecho ante el Honorable Congreso y la Nación, tiene el
honor de presentaros el proyecto de Ley adjunto para fijar la Capital
definitiva de la República en la Ciudad de Buenos Aires, como lo
anunció en el Mensage de 3 de Octubre del año pasado, cerrando
vuestras sesiones.
El incremento de la vida nacional bajo todas sus formas, los intereses propios y extraños que se hallan vinculados á la subsistencia
de su Gobierno, la urgencia de una segundad mayor, y el sentimiento
de una próxima grandeza, han hablado ya en todos los espíritus, formando en mayor número la convicción sobre la necesidad de buscar
una solución á la última de nuestras cuestiones orgánicas, á fin de
que la Nación tome plena posesión de su existencia y de sus destinos.
Los últimos acontecimientos han dado, ademas, á la necesidad sentida el carácter de un apremio evidente.
El Gobierno Nacional no puede quedar por siempre, ó por mu-
— 396 —
cho tiempo, residiendo en Belgrano, porque seria convertir el episodio casual en una solución, sin dejar satisfecho ningún interés.
No podía igualmente volver á la ciudad de Buenos Aires, sin que
se cambiaran las antiguas formas de su residencia, porque estas han
desaparecido bajo la experiencia mas dolorosa; y seria volver á poner
de pié las mismas causas de los males conocidos, sabiendo que
producen discordias ó contiendas que no se detienen delante de la
sangre.
Cuando la cuestión sobre la Capital ha sido traída en otras ocasiones al debate, se presentaban igualmente opiniones rectas y sinceras, discutiendo la oportunidad de su controversia ó de su solución.
—Esta faz del asunto ha desaparecido.—Es inútil preguntar si es 6
no es oportuno, lo que es inevitable ó necesario. La situación
presente, que es por su naturaleza y por los acontecimientos que
la han producido, esencialmente transitoria, no tendrá un desenlace,
sino dando una residencia propia y permanente á las autoridades
nacionales.
El proyecto de Ley designa á la ciudad de Buenos Aires para la
Capital de la Nación.
L a Capitai en Buenos Aires es el voto nacional, porque es la voz
misma de la tradición y la realización bajo formas legales del rasgo
mas característico de nuestra historia; y se le escucha claramente,
cuando los grandes dolores ó los peligros supremos, han hecho
acallar pasiones subalternas ó intereses del momento. Puede mañana
sobrevenir el debate y sobrevendrá; pero acabamos todos de vivir
un dia, en el que la Capital en Buenos Aires ha sido aclamada
como una necesidad por el mayor número de los que habitan las catorce Provincias argentinas.
L a Capital en Buenos Aires nada innova ni trastorna, sino que radica lo existente, dando seguridades mayores para lo futuro.
E s la única solución
venir, porque es la sola
traída por las corrientes
tra en la formación y
Nación.
de nuestro problema, fecunda para el porque no se improvisa ó inventa, la que viene
de nuestra propia vida, y la que se encuenen el desenvolvimiento de nuestro ser como
E s también la única solución en la verdadera acepción de la palabra, y ante los intereses presentes, porque da estabilidad y crea con-
— 397 —
fianza, mientras que cualquiera otra solución proyectándose con sus
consecuencias en lo desconocido, infunde sospechas ó recelos y engendra peligros.
Dar otras formas al mismo mal, no es resolver una cuestión social
ó política, que solo puede reputarse concluida, cuando se ha provisto á la seguridad ó la satisfacción de los grandes intereses que
se agitaban dentro de ella.
Una cuestión de Capital para una Nación, es una cuestión de
influencia para el gobierno y sobre el Gobierno que dirige sus
destinos. Erigiendo los argentinos la ciudad de Buenos Aires en Capital definitiva de la República, daremos influencia permanente para
el gobierno y sobre el gobierno al grupo de hombres que vive en la
esfera mas culta, mas espaciosa y mas elevada; pero se la daremos
con la autoridad de la Nación en su nombre y con su sello, evitando
así competencias y antagonismos locales que han dejado tantos surcos
oscuros, ó sangrientos en nuestra historia.
Este es el pensamiento del P. E. Queda ahora sometido á la superior deliberación del Congreso.
El P. E. cree que el proyecto adjunto será bien acogido por los
poderes públicos de la Provincia y por la opinion patriótica y libre de
sus hijos.
Los acontecimientos vienen hablando después de tantos años. No
hay conducta mas suicida, ni egoísmo peor entendido que el que niega
á su patria los verdaderos remedios de subsistencia ó de desarrollo.
El error argentino no hace sufrir sus consecuencias en T u r q u í a 6
en Rusia, sino que lo pagamos todos con nuestra sangre ó sobre
nuestras cabezas, sintiendo empobrecidas ó alteradas las fuentes de
la vida.
Dios guarde á V» H.
N. AVELLANEDA.
BENJAMÍN ZORRILLA»
— 398 —
Ley declarando Capital de la República Argentina á la ciudad de
Buenos Aires
Belgrano, Setiembre 21 de 1880.
Por cuanto:
El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina,
dos en Congreso, efc.y sancionan con fuerza de
reuni-
LEY:
Art. i°. Declárase Capital de la República, el municipio de la ciudad de Buenos Aires, bajo sus límites actuales.
Art. 2° Todos los establecimientos y edificios públicos situados en
el municipio, quedarán bajo la jurisdicción de la Nación, sin que los
municipales pierdan por esto su carácter.
Art. 3 o El Banco de la Provincia, el Hipotecario y el Monte-Pío
permanecerán bajo la jurisdicción y propiedad de la Provincia, sin
alteración á los derechos que á esta corresponden.
Art. 4 o L a Provincia mantendrá igualmente la administración y
propiedad de sus ferro-carrîîes y telégrafos aunque empiece su arranque en el municipio de la Ciudad, conservando así mismo la propiedad de los demás bienes que tuviese en él.
Art. 5° L a Nación tomará sobre sí la deuda exterior de la Provincia de Buenos Aires, previos los arreglos necesarios.
Art. 6 o El Gobierno de la Provincia podrá seguir funcionando
sin jurisdicción en la ciudad de Buenos Aires con ocupación de los
edificios necesarios para su servicio, hasta que se traslade al lugar
que sus leyes designen.
Art. 7° Mientras el Congreso no organice en la Capital la Administración de Justicia, continuarán desempeñándola los Juzgados y
Tribunales provinciales con su régimen presente.
— 399 —
Art. 80 Esta ley solo regirá una vez que la Legislatura de
Buenos Aires haya hecho la cesión competente, prestando conformidad á sus cláusulas con arreglo á lo dispuesto en el artículo 3 0
de la Constitución Nacional.
Art. 90 Comuniqúese al P. E .
Dada en la Sala de Sesiones del Congreso Argentino, en Belgrano a veinte
de Setiembre de mil ochocientos ochenta.
A. D E L V A L L E
B.
Ocampo.
Pro-Secretario del Senado.
V I C E N T E P.
PERALTA
J, Alejo Ledesma.
Secretario de la Cámara de Diputados.
Belgrano, Setiembre 21 de 1880.
Por tanto:
Preséntese á la Legislatura de Buenos Aires en el primer dia de su
reunion con el mensage acordado.
Publíquese é insértese en el R. N.
AVELLANEDA.
BENJAMÍN ZORRILLA.
— 400 —
Mensage del P . E. Nacional á la Legislatura de la Provincia, solicitando
la cesión de la ciudad de Buenos Aires para Capital de la Nación
Poder Ejecutivo de la Nación.
Buenos Aires, Octubre 7 de 1880.
A la Honorable Legislatura
de Buenos
Aires.
El Poder Ejecutivo Nacional tiene el honor de solicitar la libre y
patriótica adhesion de la Legislatura de esta Provincia, á la ley dada
últimamente por el Honorable Congreso, y que confirma y ratifica á la
ciudad de Ráenos Aires en su carácter histórico como Capital de la
Nación.
La Revolución de la Independencia tuvo por objeto transferir al pueblo la autoridad que ejercían el Rey ó sus Vireyes; y la revolución se
realiza en sus mnsecuencîas ó en uno de sus desenlaces, á medida que
el pueblo de la Nación toma posesión del poder que le pertenece, dando
á su Gobierno todos los medios que necesita para ejercerlo.
Así, la ley por la que la República debe entrar en el dominio de su
Capital histórica y necesaria, es aguardada hace mas de medio siglo
como un corolario de la Revolución de Mayo, y como una de las mejores garantías para la subsistencia del nuevo régimen, que fué entonces
establecido para honor y gloria del pueblo argentino.
Nada hay casual en la historia.
L a ley de la Capital en Buenos Aires se hallará por esta razón contrasignada siempre por la rúbrica inmortal de don Bernardino Rifadavía, es decir, del gobernante que, habiendo asistido á la Revolución, la
comprendió mejor en sus desenvolvimientos orgánicos, y será ella la
única al pié del documento, cualesquiera que sean las firmas que aparezcan en el plano superficial de los hechos exteriores, y que no siendo
sino accidentes, no tienen el derecho de dar sus nombres al acontecimiento eterno.
— 401 —
No somos un pueblo de ayer, cuyas trazas puedan diseñarse Ubremente en un terri torio aún no ocupado. Buenos Aires es la Capital
histórica, y por lo tanto la Capital necesaria, desde que se acumularon
aquí las fuerzas naturales y elementales del poder argentino bajo la
organización española, desde que fué la ciudad-puerto, como la llama
la Ordenanza de Intendentes, el asiento de la renta, el centro del tráfico,
y la residencia de la autoridad metropolitana con sus atribuciones omnímodas.
Los Estados-Unidos no habrían erijido una capital nueva, si hubieran tenido una capital antigua, sellada por su existencia secular. Las
colonias inglesas no hablan mantenido entre sí vínculos de union ó de
dependencia. Pero nuestra vida unida no es por cierto reciente; y
hace mas de doscientos cincuenta años que nuestros pueblos viven bajo
un régimen común, y esos años son leyes que han creado costumbres,
el poder de la tradición y una constitución no escrita^ que las constituciones escritas solo difícilmente podrían cambiar.
Abrir el mapa del territorio de la República y preguntarse á sí mismo dónde debe estar nuestra Capital, como si se tratara de un objeto
del mas libre examen, es salir de la historia y (lela realidad para extraviarse en las combinaciones caprichosas. La cuestión de la Capital en
la República Argentina no es una cuestión geográfica. Podría revestir
solamente este carácter en un país nuevo ó recientemente unido. Es
para nosotros la cuestión de una tradición casi invencible y de hechos
preexistentes, que se necesita tomar en cuenta, para que el poder sea
efectivo, la autoridad real, para que el progreso no se interrumpa por
el disturbio y la paz se mantenga duradera.
La ley que declara á Buenos Aires Capital de la República, no hace
sino ratificar un hecho que es el resumen y una de las causas á la vez de
toda nuestra historia.
Si estuvo aquí la capital del Vireinato y de la Capitanía General, es
decir, la Metrópoli colonial, fué también en Buenos Aires donde se
operó el movimiento déla Independencia, invocando su Cabildo el nombre común de los argentinos. El acta redactada en la Plaza de la
Victoria el 25 de Mayo, es el acta de nuestro estado civil. En los archivos y bibliotecas de esta ciudad, existe atesorada nuestra vida entera
de tres siglos, y estos archivos y bibliotecas no han sido formados como
los de Alejandría, por la acción artificial de algunos hombres, sino por
T. VIII.
26
— 402 —
la acción natural y lenta del tiempo, que. îos ha reunido Insensiblemente
hoja por hoja. Es el sedimento arrojado por las aguas sóbrelas márgenes del rio, mientras éste cavaba su cauce.
No se conoce en la historia americana, otro ejemplo de un hecho
igualmente persistente por su influencia en la suerte de una nación, aunque á veces sea contradicho por las leyes escritas. L a República Argentina no ha vivido un solo instante sin su Capital, ante la verdad
íntima de la historia.
Suprímase la Capital en Buenos Aires con la renta de la aduana única y con los hábitos del mando tradicional, y la tiranía de Rosas, surgiendo de la anarquía y extendiendo su imperio hasta Jujuy y hasta
los Andes, seria de todo punto inexplicable. Pero cambiemos el cuadro
histórico. E n medio de la disolución política y de las mayores anarquías sociales, es este centro real de una capital siempre existente, lo
que ha mantenido afortunadamente aglomeradas nuestras fuerzas y viva
una nación, aunque no funcionara su gobierno.
No habia Poder Ejecutivo ni Congreso, no existían siquiera las formas de un Gobierno nacional; pero merced á este vínculo comim
de la Capital histórica, no pudo nunca aplicarse á ¡a República Argentina, dilacerada por sus guerras civiles, la cruel palabra con que el
viejo Canciller de Austria burlaba los primeros planes de la reconstrucción italiana: « La Italia no es sino una expresión geográfica».
L a República Argentina fué siempre en América un ser orgánico y
vivo, y su existencia jamás ha sido negada.
Decrétese la Capital argentina en otro lugar que no sea Buenos Aires, y pasarán algunos años y tal vez muchas perturbaciones, antes que
la Capital de la ley lo sea en el hecho y en el derecho.
Pero la cuestión de la Capital necesita ya ser resuelta; y es esta la
representación que traigo en nombre de los Poderes Públicos de la
Nación ante la Legislatura de la Provincia, que debe pronunciar en
conciencia y en libertad, la vil ti ma palabra sobre el mas grave problema
de su p?trta. Buenos Aires que tuvo la gloria de proclamar la erección
de? Gobierno de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, coronaria su
obra inmortal, resolviendo la última y la mas recelosa de nuestras
cuestiones orgánicas, y dando después de setenta años asiento definitivo
al Gobierno Nacional, inaugurado bajo sus auspicios.
El día de la solución, por tantos años esperado, ha llegado inevita-
— 403 —
blemente. Buenos Aires no debe continuar siendo la mansion común
dedos Gobiernos, que pueden fácilmente descenderá las discordias
sangrientas, por la fuerza fatal de los hechos mal arreglados y sin que
la voluntad individual acierte á impedirlo.
El sentimiento argentino proclama hoy por todas partes, que es in
dispensable poner un desenlace á la cuestión sobre Capital para consolidar el Gobierno, preservarla integridad nacional que puede un día
hallarse amenazada por dentro 6 fuera, y suprimir guerras civiles en
las que los hombres desaparecen por millares; dando á la Nación una
base definitiva de seguridad y de poder.
Necesitamos un Gobierno argentino, consolidado y fuerte, como
lo tienen felizmente para su bien otras naciones en esta parte de la
América.
Nose conquistan los primeros papeles en la historia de las naciones,
sino con sacrificios, testigo Roma. Habrá quizá un desprendimiento
generoso en la concesión que se pide á esta Provincia, pero no hay
de cierto un agravio en colocar á la ciudad de Buenos Aires á la cabe7a del pueblo argentino. No debe esta ciudad de Buenos Aires olvidar que se halla destinada para las mas escelsas glorias, y que no
podrá alcanzarlas sino fortalecida por el poder legítimo de toda una
Nación.
Aquí se operó la elaboración lenta y dolorosa del pasado, y deben
también verificarse las activas y maravillosas transformaciones que no
se esconden ya en un porvenir lejano. Llegarán á este puerto las ideas,
los inventos, las instituciones, las literaturas de todos los pueblos, y
se hará aquí su adaptación por el pensamiento argentino, poniéndoles
su sello. De este centro intelectual, político, comercial, partirán los
rayos de luz y las manifestaciones de grandeza que han de acreditar
por el mundo nuestro nombre, haciendo que sea umversalmente conocida y glorificada la gran Capital del Sud.
L a profecía con que se mece la cuna de un pueblo, es la representación de su destino. Demos en este caso un paso decisivo para realizarlo.
Dios guarde á la Honorable Legislatura de Buenos Aires.
N. AVELLANEDA.
BENJAMÍN Z O R R I L L A . — S A N T I A G O
TINEZ.—CARLOS PELLEGRINI.
COR-
— 404 —
Mensage del Gobierno de la Provincia al P . E. Nacional acompañando la
ley de cesión de la ciudad para Capital
Gobernador de la Provincia.
Buenos Aires, Diciembre 4 de 1880.
Al Exmo. señor Ministro
del Interior,
doctor don Antonio del Viso.
Tengo la honra de remitir al Exmo. señor Presidente de la República, por medio de V. E., la ley que acaba de promulgar el P. E. de
la Provincia, dictada por la Legislatura de Buenos Aires, aceptando la
ley que sancionó el H. Congreso de la Nación, designando esta ciudad
para Capital definitiva de la República Argentina y residencia de las
autoridades del Gobierno Federal, de acuerdo con lo prescrito en el
artículo 3° de ía Constitución Nacional.
El voto de los representantes de la Nación, unido al de los representantes de la Provincia de Buenos Aires, ha determinado el período
constituyente que iniciaron nuestros padres al proclamar la independencia de la Nación.
La fijación definitiva de la Capital de la República ha terminado ía
obra que iniciaron los autores de la Revolución de Mayo de 1810. El
voto unánime de los pueblos así lo ha querido, y la ley que me cabe el
alto honor de remitir á V. E . al consagrarlo así, lleva el asentimiento
de todos los hombres de buena voluntad, tanto nacionales como extranjeros.
Con la solución de esta grave y trascendental cuestión, queda cerrado para siempre el período de las luchas y discordias internas, que las
necesidades de los pueblos ó el pretexto de los partidos ó círculos provocaban en holocausto de la formación de la nacionalidad argentina y
sus instituciones definitivas. Buenos Aires Capital de la República es
la paz, y con esta el engrandecimiento presente y futuro de toda la República queda asegurado.
— 405 —
Los grandes debates, que fuera y dentro de los parlamentos han precedido y acompañado la sanción de la ley, han proyectado una vivísima
luz, que ha llevado á todos los espíritus el convencimiento de los grandes beneficios que tanto la Provincia como la Nación han de reportar
de la realización del último problema, cuya solución entregaron los
constituyentes argentinos á los que fueron llamados á sucederles en la
ardua tarea de constituir una nación fuerte y unida.
Los grandes hechos históricos que determinan, desarrollan y completan la formación de las naciones, son mas bien la obra de acontecimientos imprevistos que el resultado de apacibles deliberaciones. Utilizar los efectos de esos eventos, d inj irlos al bien de la patria, es la
misión y el deber de los hombres llamados á presidir los destinos de
los pueblos.
El momento solemne y necesario de designar la Capital definitiva
había llegado, y la Provincia de Buenos Aires no'podia negar su ciudad,
sin desmentir su patriotismo tradicional; porque eso hubiera importado
negar á la Nación este recinto eminentemente argentino, donde se concentran todas las fuerzas vivas de la inteligencia, de la riqueza, del
crédito y de cuanto es poder en la Nación. Negar el municipio de
Buenos Aires era negar la Capital histórica é indispensable de la Nación,
era retroceder colocándose mas allá del último período constituyente,
era destruir el fruto de inmensos sacrificios, someter á la duda y al
acaso la unidad déla Patria ; y tal vez comprometer la nacionalidad, por
cuya existencia tres generaciones habían agotado sus tesoros, su tranquilidad y sus vidas. El patriotismo del pueblo argentino ha evitado
ese error, y las generaciones futuras bendecirán á sus mayores, que
supieron consolidar la paz en la libertad, haciendo poderosa y grande
la Nación, al constituirla en su forma última y permanente.
Los que no pueden negar las ventajas de la solución definitiva
dada á la cuestión Capital, desconocen la oportunidad, y hasta rechazan su forma eminentemente constitucional. Jamás se hizo una
gran conquista en el orden físico y moral del mundo, y especialmente en las instituciones y progresos de las sociedades humanas,
sin la oposición y contradicción de muchos ; y sin que los pueblos
insumieran en ella sus riquezas, y mas de una vez la realizasen á
costa de su propia sangre.
La coexistencia de los Poderes nacionales y provinciales en una
— 406 —
misma ciudad, residiendo el poder real en este, agente natural de
aquel, en quien solo existia un poder nominal, fué un errado sistema,
que dio en todas las épocas de nuestra historia funestos resultados,
y acaba de cubrir de luto á esta sociedad en dias de terror que no
volverán mas.
Tampoco se perjudicará la Provincia de Rueños Aires al ceder la
ciudad de su nombre. En ninguna Provincia argentina se reflejará
con mayor amplitud la grandeza y prosperidad de la Nación que en
esta, que por su posición geográfica, su inmenso territorio, su riqueza
y su proximidad á la Capital, seguirá siendo la primera entre sus
hermanas, como lo fué siempre que la patria puso á prueba su patriotismo y su abnegación, en el albor de la libertad, ó en la hora
suprema del peligro y del sacrificio.
Si la Nación se engrandece, la Provincia se engrandecerá. En
una nacionalidad estrecha y vacilante, la Provincia de Buenos Aires
hubiera podido servir de base á una dictadura ó á una tiranía en la
República, de que hubiera sido ella la primera víctima; perú nunca
hubiera podido alcanzar el verdadero engrandecimiento que solo adquiere sólidos fundamentos en la libertad y en la justicia.
La cesión, pues, que hoy hace la Provincia de Buenos Aires de
su Capital para elevarla al alto rango de Capital de la República,
tiene toda la espontaneidad que dá el convencimiento íntimo de que
ella importa con el engrandecimiento de la Nación, el engrandecimiento de la Provincia misma.
La paz y la prosperidad de aquella, es la paz y la prosperidad de
esta.
El P. E . participa de ese convencimiento, y piensa que la fijación
definitiva de la Capital de la República en la ciudad de Buenos Aires,
es la base granítica en que se asentará inconmovible la concordia de los
pueblos y la paz de la República. Una y otra nos aseguran la integridad nacional y nos han de merecer la consideración y el respeto de
las demás naciones.
Por último, Exmo. Señor, la cesión que Buenos Aires acaba de
hacer, servirá también para demostrar á sus hermanas los sentimientos
de confraternidad que la animan, y que pide al Dios Todo Poderoso
mantenga siempre vivos éntrelos pueblos de la República para la felicidad de todos.
— 407 —
Antes de terminar hago presente á V. E . que, de acuerdo con lo
dispuesto en el artículo 2° de la ley, este Gobierno está pronto para
iniciar los arreglos á que la misma se refiere.
Reitero 4 V. E . las seguridades de mi mas alta consideración.
ROMERO
C. D ' A M I C O — M A R I A N O DEMARIA.
Ley de la Legislatura de la P r o v i n c i a cediendo la ciudad de B u e n o s Aires
para Capital de la'^República Argentina
E¿ Senado y Cámara de Diputados, sancionan con valor y fuerza
de
LEY :
Art. i°.—A los efectos del artículo 30 de la Constitución de la Nación, la Legislatura de la Provincia, cede el territorio del municipio
de la Ciudad de Buenos Aires que ha sido declarado Capital de la
República por la ley nacional de Setiembre 21 de 1880.
Art. 2°.—Queda facultado el P. E. para celebrar con el Gobierno
Nacional los arreglos necesarios al cumplimiento de esta ley, debiendo someterlos á la aprobación de la Legislatura.
Art. 3°.—Mientras el Honorable Congreso no dicte leyes de impuestos para la ciudad, esta abonará las contribuciones generales y municipales que actualmente paga, con escepcion del impuesto de alcoholes
y tabaco, que solo se cobrará hasta el 31 de Diciembre del año
presente.
Art. 4.0.—Comuniqúese, etc.
Dada en la Sala de Sesiones de la Legislatura de la Provincia, á 26 de Noviembre de 1880.
JUAN DARQUIER
Bertiabé Artayeta Castex
Secretario de la Cámara de D D .
NICOLÁS ACHÁVAL
Luis J.
Pinto.
Secretario del Senado,
408 —
Buenos Aires, Diciembre 6 de ï88o.
Cúmplase, comuniqúese, publíquese é insértese en el R. O.
ROMERO.
CARLOS D'AMICO—MARIANO
DEMARIA.
FIN D E L TOMO OCTAVO
Con el presente tomo termina Icepublicación de las obras
publicadas por el Dr. Alber dû
INDICE GENERAL
D E LAS
« U S EDITADAS I L 1.1. JÜAN BAUTISTA U i l l H
»-—
n -i--
»i.» i T m
ni
INDICE DEL TOMO I
PÁGINAS
Apuntes Biográficos
El Espíritu de la Música
:
De la música en general
Música de iglesia.
........
Música dramática
•
Del drama ó espectáculo lírico
Recitado
»
Del aria
Música de cámara y popular
Música instrumental
De la voz y del canto
De los instrumentos é instrumentistas
De la ejecución en general
De la composición
Del genio
Del músico
Del gusto
Reglas para juzgar una pieza que se oye por primera vez
Ensayos sobre un método nuevo para aprender á tocar el piano
Discurso preliminar—
Introducción
Cuestión primera
Cuestión segunda
,• .
VII
I
5
5
6
6
9
9
12
13
16
18
20
21
22
23
24
25
30
33
39
41
42
— 410 —
PÁGINAS
Cuestión tercera
Cuestión cuarta
Cuestión quinta
Cuestión sesta
Cuestión séptima
Cuestión octava
Cuestión novena
Cuestión décima
.. . . . . . . . . . . . . . . .
Cuestión undécima
,
Cuestión duodécima
„
Conclusion
L
Memoria descriptiva sobre Tucuman
Rasgos fisonómicos de Tucuman
Carácter físico y moral del pueblo tucuma.no bajo la influencia del clima.
Monumentos patrióticos
Contestación al voto de América
.
Fragmento preliminar al Estudio del Derecho
Prefacio
..
Primera parte.—Teoría del Derecho natutal
:
Segunda parte.—Teoría del Derecho Positivo
<
Tercera parte.—Teoría de la Jurisprudencia
Notas
,
Discurso pronunciado el día de la apertura del Salon Literario
Artículos literarios y de costumbres
Prospecto de La Moda
Modas porícñas
Modas de señoras
Peinados
Modas Políticas
Calle del Cabildo
...
Teoremas fundamentales del arte moderno
Poesía
Impresiones de la representación de «Marino Faliero>
Literatura española
Mi nombre y mi pian
Reglas de urbanidad para una visita
Las cartas
Adivinanzas de Pedro Grullo
El bracete
Da. Rita Material
La esquela funeraria
Las tapas
Señales del hombre
fino
Fragmentos de los estudios sobre la España, de Viardot
Bellini á la faz de Rossini
Predicar en desiertos
El Carnaval
43
45
45
46
47
47
49
49
5o
51
51
53
59
7o
77
81
99
103
143
183
222
239
257
269
273
274
275
276
277
278
279
281
28.2
285
288
291
297
300
304
306
308
310
312
315
316
318
321
— 411 —
TÁGINAS
Aviso
323
Un papel popular
Instituciones oratorias.
.
....
Album alfabético
Notas literarias. Del arte moderno
Bellezas de V ictor I lugo
Figarillo en el pulpito
Trece de Abril
Reacción contra el españolismo
Los escritores nuevos y los escritores viejos.
. . . » . . . . . .• . . .
...........i..............,,.....
irarjsma.....
Caracteres
Figarillo en Montevideo
Condiciones de una tertulia de baile.
Figarillo de centinela
La generación presente a l a faz de la generación pasada.
Impresiones de una visita al Paraná
Sociabilidad—Costumbres
Qué me importa!
La Revolución de Mayó—Crónica dramática en cuatro partes
32^
332
33^
345
347
349
352
355
357
3
363
366
37 2
377
383
3^
39 2
397
401
ÍNDICE DEL TOMO II
PÁGINAS
Proceso de don Fabio J. Mainez
Alegato en defensa de José Leon
Certamen poético, 1841
El Editor, por J. B. Alberdi
Informe de la Comisión Clasificadora
Narración del Acto del 25 en el Coliseo, por J. B. A
A Mayo (composición de J. M. Gutierrez).
A Mayo (composición de L. J. Domínguez)
El Gigante Amapolas.
Sobre la nueva situación de los asuntos del Plata
El Eden, especie de poema escrito en el mar por J. B. A. y puesto en
verso por Juan M. Gutierrez
7
21
51
53
69
77
84
97
105
129
153
—m—
PAGINAS
Descripción del *Eden>
La partida
La tempestad.,.
•
La vida del marino
»
Después de la tormenta*
Viernes Santo
»
Eternidad de Roma
Ei Trópico
Tarde en calma
Armonías de la noche en el mar
Recuerdos en la noche
Bautismo de la línea
El Ecuador
El mar es el Parnaso de la musa moderna
Peripecia del poema
El tiempo lleva al mundo á la edad de oro
Inhumación de la gloría helénica
Mayo y la España
Cádiz y sus gracias
Paisaje animado del Estrecho de Gibraltar
El Mediterráneo
El Africa y sus destinos
La España Oriental
EÎ fuego es español
La Italia, término del cEden»
Veinte días en Genova
El general San Martin en 1843
Tobias ó la cárcel á la vela.
Memoria sobre la conveniencia de un Congreso americano..,,
Biografía del general don Manuel Búlnes
Defensa de «El Mercurio>
.
..
,
157
158
159
164
165
170
172
174
175
177
178
179
184
188
193
195
Ï97
199
200
202
206
207
208
209
212
213
333
343
387
413
475
ÍNDICE DEL TOMO III
PÁGINAS
Defensa de José Pastor Peña
„
Los americanos ligados al extranjero
Si y No acerca de la controversia ultramontana ó trasandina
5
6l
71
— 413 —
PÁGINAS
Acción de la Europa en América
Legislación de la prensa en Chile ó sea Manual del escritor, del impresor y del Jurado
De la magistratura y sus atribuciones en Chile; ó sea de la organización de
los Tribunales y juzgados, según las leyes que reglan al presente
la administración de j usticia
La República Argentina 37 años después de la Revolución de M a y o . . . .
Manual de cjecuciores y quiebras, ó sea colección autorizada y concordancia de las leyes páírias y españolas que rigen en Chile
Carta sobre los estudos convenientes para formar un abogado, con arreglo á las necesidades de la sociedad actual en sud-américa . . . .
Estudios políticos-—Examen de las ideas del señor Frías
Bases y puntos de partida para la organización política de la República
Argentina
-.
Introducción
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VIL
VIII.
IX.
X.
XI.
XII.
XIII.
XIV.
XV.
XVI.
Situación constitucional del Plata en 1852
Carácter histórico del derecho constitucional Sud-Amerieano :
su division esencial en dos períodos
Constituciones ensayadas en la República Argentina
•
Constitución de Chile—Defectos que hacen peligrosa su imitación
Constitución del Perú—Es calculada por su atraso
Constitución de los Estados que formaron la República de Colombia—Vicios por los que no debe imitarse
De la Constitución de Méjicu, y de los vicios que originan su
atraso
Constitución del Estado Oriental del Uruguay—Defectos que
hacen peligrosa su imitación
Constitución del Paraguay—Defectos que hacen .aborrecible su
ejemplo
Cuál debe ser el espíritu del nuevo derecho constitucional en
Sud-América
Constitución de California
,.
Falsa posición de las Repúblicas hispano-americanas.—La monarquía no es el medio de salir de ella, sino la República
posible antes de la República verdadera
La educación no es la instrucción
Acción civilizadora de la Europa en las Repúblicas de SudAmérica
D e la inmigración como medio de progreso y cultura para la
América del Sud—Medios de fomentar la inmigración—
Tratados extranjeros—La inmigración espontánea y no la
artificial—Tolerancia religiosa — Ferro-carriles— Franquicias
—Libre navegación
fluvial
De la legislación como medio de estimular la población y el
desarrollo de nuestras Repúblicas
„
79
96
141
219
243
343
355
371
381
385
386
390
396
398
400
402
403
405
408
410
413
416
420
426
438
— 414 —
PÁQINAS
XVII.
Bases y puntos de partida para la constitución del gobierno
de la República Argentina
XVIII.
Continuación del mismo asunto—Fines de la Constitución Argentina .
XIX.
Continuación del misino asunto—Del Gobierno y su forma—
La unidad pura es imposible
XX.
Continuación del mismo asunto—Origen y causas de la descentralización del Gobierno de la República A r g e n t i n a , . . .
XXI.
Continuación del mismo asunto—La federación pura es imposible en la República Argentina—Cuál federación es practicable en aquel país
XXII.
Idea de la manera práctica de organizar el Gobierno mixto
que se propone, tomada de los Gobiernos federales de Norte
América, Suiza y Alemania—Cuestión electoral
XXIII.
Continuación del mismo asunto—Objetos y facultades del Gobierno general
XXIV.
Continuación del mismo asunto—Extension de las facultades y
poderes del Gobierno general
XXV.
Continuación del mismo objeto—Extension relativa de cada
uno de los poderes nacionales—Rol y misión del Poder Ejecutivo en la América del Sud—Ejemplo de C h i l e . . . . . . . . .
XXVI.
De la Capital de la Confederación Argentina—Todo Gobierno
Nacional es imposible con la Capital en Buenos A i r e s . . . . .
XXVII. Respuesta alas objeciones contra la posibilidad de una Constitución general para la República Argentina
xxvii r. Continuación del mismo asunto—El sistema de Gobierno tiene
tanta parte como la disposición délos habitantes en la suerte
délos Estados—Ejemplo de ello—La República Argentina tiene elementos para vivir constituida
XXIX.
De la política que conviene á la situación de la República Argentina
XXX.
Continuación del mismo asunto—Vocación política de la Constitucion, ó de la política conveniente á sus lines
XXXI.
Continuación del mismo asunto—En América gobernar es poblar
XXXII. Continuación del mismo objeto—Sin nueva población es imposible el nuevo régimen—Política contra el desierto, actual
enemigo de América
XXXIII. Continuación del mismo asunto—La Constitución debe garantirse contra leyes orgánicas que pretendan destruirla por
escepcíones—Examen de la Constitución de Bolivia, modelo
del fraude en la libertad
XXXIV. Continuación del mismo asunto—Política conveniente para después de dada la Constitución
XXXV. De la política de Buenos Aires para con la Nación Argentina
XXXVI. Advertencia que sirve de prefacio y de análisis del proyecto
de Constitución que sigue
442
449
458
462
467
472
477
484
488
493
506
509
SIS
522
525
527
531
534
546
555
— 415 —
PAGINAS
XXXVII. Proyecto de Constitución concebido según las bases desarrolladas en este libro
>
55&
PROYECTO DE CONSTITUCIÓN DEL AUTOR
Parte primera. — Principios, derechos y garantías fundamentales
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
I.—Disposiciones generales
IT.— Derecho público argentino
III.—Derecho público deferido á los extranjeros
IV.—Garantías públicas de orden y de progreso
559
561
563
5^4
Segunda parte.—Autoridades de ia Confederación
SECCIÓN I a. AUTORIDADES GENERALES
Capítulo Î.—Del Poder Legislativo
Capítulo II.—Del Poder Ejecutivo
Capítulo 1IL—Del Poder Judiciario
SECCIÓN 2*. AUTORIDADES Ó GOBIERNOS
567
572
578
DE PROVINCIA
Capítulo único.
579
INDICE DEL TOMO IV
PAGINAS
Cartas sobre la prensa y la política militante de la República Argentina
Advertencia,
Primera Carta—Motivos y tendencias conservadoras de esta publicación
—Prensa argentina—La nueva situación reclama nueva prensa—
—Caracteres de ambas—La prensa de guerra ha concluido su
misión liberal—Conatos de restauración—El caudillage en la
prensa
,
Segunda Carta—Estravío de la prensa liberal después de la caída de
Rosas—Campaña y escritos del señor Sarmiento—Son acusación,
no historia; él es parte y no testigo ni juez—Motivos de su opo-
5
7
H
— 416 —
PAGINAS
sicion personal acreditados por sas obras—Ease de su crítica
militar—Importación indiscreta de la ciencia francesa en guerra
como en política—-Esa obra sirve al desorden, distrae la opinion
de los asuntos serios y compromete la gloria argentina—Caricatura de la batalla de Caseros—Propaganda de resistencia anárquica
Carta tercera—Roí de la prensa en la caida de Rosas—Ambiciones impotentes surgidas de su seno—Escritos del señor Sarmiento anteriores al 3 de Febrero—<Facundo>, escrito conservador, y el
proceso de las ideas exaltadas—Los caudillos son el desierto—
La sociedad argentina, su gobierno y política, son expresión
del suelo extenso y despoblado—Fuentes normales de la autoridad—Desconocidas por los unitarios de otros tiempos y por sus
imitadores de 1853—Errores de ambos—Rol de las «Campañas>
en el Gobierno y civilización argentina—Por qué el diarismo
no dá hombres de Estado—Biografías de caudillos—Por qué la
prensa contra Rosas era superior á la actual—cArgirópolis>, ó
el asiento y la posibilidad de un Congreso i n d e p e n d i e n t e . . . . . .
Caria C2<arta—De la personalidad que interesa á las ideas—Del yo en
política—Ataques contestados, sobre pacto de abstención, sobre
cambios de propósitos—Pretendidas provocaciones —Posición
semi-oficial—Comparación con Girardin—Los exaltados no tienen ideas fijas sobre forma de gobierno—Si <Argirópoliss es
copia ó es original etc., etc
Complicidad de la prensa en las guerras civiles de la República Argentina
Terroristas de la prensa — Si los que atropellan la ley estando abajo,
pueden respetarla estando arriba
Del delito en la polémica..,
"
Rectificaciones
Enmienda honorable
Extractos de cartas de Sarmiento á Alberdi
Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina según la
Constitución de 1853
Introducción
23
5°
75
95
99
105
109
130
131
Ï43
144
PRIMERA PARTE
Disposiciones y principios de la Constitución Argentina referentes á la
producción de las riquezas
Capítulo I—Consideraciones generales
Capítulo II—Derechos y garantías protectores de la producción
Artículo 1 ° —Garantías y libertades comunes á los tres instrumentos
y á los tres modos de producción
§ I.—De la libertad en sus relaciones con la producción económica
152
156
157
158
— 417 —
PÁGINAS
§ TI—De la igualdad en sus relaciones con la producción
§ III—De la propiedad en sus relaciones con la producción industrial.,
§ ÏV—De la seguridsd personal en sus relaciones con la producción de
la riqueza
,
.
§ V—De la instrucción en sus relaciones con la producción económica.
Artículo Segundo—Principios y garantías constitucionales que tienen relación con la producción agrícola
Artículo Tercero—Principios y disposiciones de la Constitución que se
refieren á la producción comercial.
Artículo Cuarto—Principios y disposiciones constitucionales que se refieren á la industria fabril
§ I—Situación fabril del país
§ II,
§111§ V Capítulo III—Escollos y peligros á que están espuestas las libertades
protectoras de la producción ,
,,......
Artículo Primero—De cómo las garantías económicas de ía Constitución
pueden ser derogadas por las leyes que se diesen para organizar su ejercicio
§ I—La libertad declarada no es la libertad puesta en obra
§ II—El peligro de inconsecuencia viene de la educación colonial y de
la Consti tucion misma
§ III—Ejemplos del medio de derogar la Constitución por las leyes
orgánicas — Cómo la garantía constitucional de la propiedad
puede ser alterada por el Código Civil
§ IV—De qué modo la seguridad personal, garantida por la Constitución, puede ser derogada por la ley en dañü de la riqueza—.
§ V—De los infinitos medios como la libertad económica puede ser derogada por la ley orgánica
§ VI—Toda ley que da al Gobierno el derecho de ejercer exclusivamente industrias declaradas de derecho común, crea un estanco,
restablece el coloniaje, ataca la libertad
§ VII—-De cómo el derecho al trabajo, declarado por la Constitución,
puede ser atacado por la ley
% VIII—La libertad del trabajo puede ser atacada en nombre de la organización del trabajo—Verdadero sentido de esta palabra alterado por los socialistas
§ IX—Tor qué la Constitución sujetó á la ley el ejercicio de ios derechos económicos
% X—Garantías de la Constitución contra las derogaciones de la ley orgánica—Base constitucional de toda ley económica
Artículo Segundo—De cómo puede ser anulada la Constitución, en materia económica, por las leyes orgánicas anteriores á su sanción
§ I—Nuestra legislación española es incompatible en gran parte con la
Constitución moderna—La reforma legislativa es el itnico meT. VIII.
27
161
164
167
169
171
172
176
176
177
179
182
183
184
1S6
190
193
ï 94
196
198
2ol
202
203
— 418 PÁGINAS
$
§
£
§
£
§
§
i;
§
§
§
g
§
dio de poner en practica el nuevo régimen constitucional....
II—Bases económicas de la reforma legislativa
III—Reformas económicas del derecho civil con respecto á las personas División de las personas—Potestad dominica—Patria potestad—Muerte civil—Matrimonio—Tutela y cúratela—Los menores, mujeres é incapaces no deben ser protegidos por la ley
á espensas del capital y del crédito
IV—Reformas del derecho civil que se refieren á las cosas ó bienes
—Puntos de oposición entre el derecho civil romano, que ha
sido y puede ser modelo del nuestro, con el estado económico
de esta época
V—Puntos de oposición entre el derecho civil francés, modelo de las
reformas legis'ativas en Sud-América, con el estado económico de
esta época
VI—Puntos de oposición entre el estado y exigencias económicas de la
América actual con el derecho civil de las Partidas, Fuero Real,
Recopilación Indiana, Recopilación Castellana, etc.—Variaciones
introducidas por la Constitución en la division de las cosas ó
bienes
_
...
VII—Reformas económicas exigidas por la Constitución en el derecho
civil relativo á las cosas privadas consideradas en el modo de
adquirir, conservar y trasmitir su dominio—Peculios de los hijos
—Ocupación—Invención
»
VIII—Silencio y vacio del derecho civil español sobre la producción
industrial como el primer modo originario perfecto de adquirir
la propiedad en esta época—Accesión -Tradición—Título—'Importancia y base de la reforma en este punto vital á la circulación de la riqueza.
IX.—Continuación del mismo asunto—Adquisición hereditaria—Reformas exigidas por la Constitución á este respecto, en el interés de
la riqueza y la libertad económica
X—Continuación del mismo asunto—Servidumbre, prescripción—Hipotecas—Reformas necesarias para hacer efectiva la Constitución á
este respecto
XI—Continuación del mismo asunto—Reformas económicas exigidas
por la Constitución en el sistema ó teoría de las obligaciones
como medio de adquisición
XII—Reformas económicas que la Constitución exige en el derecho civil
relativo álos contratos de mutuo, prenda, fianza, sociedad, locación, venta, mandato etc
XIII—Medios constitucionales de iniciar y acometer la reforma de la
legislación orgánica—En qué consiste la organización del país—
La que hoy tiene la Confederación, reside casi toda en los códigos
españoles y pertenece á los reyes absolutos
XIV—Hay dos métodos de reforma legislativa: por códigos completos,
ó por leyes sueltas—Dificultades del primero ; motivos de preferir
el último
207
209
210
214
217
221
223
227
229
231
234
236
243
245
— 419
PAGINAS
§ XV—Solo hay dos medios de operar reformas en legislación técnica : el despotismo imperial» ó las autorizaciones al Poder
Ejecutivo cuando rige una Constitución—Chile debe al último
medio sus grandes reformas—¿A quién la iniciativa?—¿Ante quién
y por quién son acusables las leyes inconstitucionales?—Todos
los Códigos antiguos y modernos, son modelos sospechosos de
reforma, porque emanan de la voluntad omnímoda
248
SEGUNDA PARTE
Disposiciones de la Constitución que se refieren al fenómeno de la
distribución de las riquezas
Capítulo I—Consideraciones generales sobre el sistema de la Constitución
argentina en la distribución de las riquezas
...
Capitulo II—Disposiciones de la Constitución que tienen relación con los
salarios ó provechos del trabajo. ; . .
........
§ I—De la libertad en sus relaciones con los salarios
§ II—De la igualdad en sus aplicaciones á los salarios..
§ III—De la propiedad en sus relaciones con los salarios
% IV—La organización del trabajo no tiene en Sud América las exigencias que en Europa—Aplicaciones plagiarías—Condición del pobre
en la República Argentina
,
§ V—Origen legal de la holgazanería entre los híspano-americanos
§ VI—Medios legales de mejorar el trabajo y su organización—En qué
consiste la organización del trabajo
,
§ VII—Oposición del antiguo derecho español y argentino con los principios de la Constitución federal sobre el trabajo—El viejo régimen en las leyes industriales de Buenos Aires
Capítulo III—Disposiciones de la Constitución que se refieren al intetés
ó renta de los capitales y sus beneficios
§ I—Los capitales son la civilización argentina, según la Constitución—
Medios que ésta emplea para atraerlos
§ II—La Constitución argentina proteje el capital con la libertad ilimitada en la tasa del interés y en sus aplicaciones—Naturaleza económica del interés y orígenes de su alza y baja—Leyes contrarias á
la Constitución en este punto vital
^ III—Continuación del mismo asunto—La Constitución atrae los capitales por la libertad absoluta de su empleo—De qué modo puede
ser violada por leyes que dan al Estado la facultad exclusiva de
ejercer ciertos trabajos.—Garantía contra este abuso funesto »á la
civilización argentina , »,
£ IV—Déla seguridad como medio de atraer capitales.—Bases queá este
respecto dá la Constitución á las leyes sobre préstamo, crédito,
250
254
255
256
257
258
259
260
262
264
267
271
-
420 —
PAGINAS
hipoteca.—Acción de los tratados exteriores en el crédito, como
medio de seguridad
Capítulo /¿^—Disposiciones de la Constitución que pro tejen los beneficios y renta de la tierra
.
§ 1—Consideraciones previas sobre la tierra, su condición y aptitudes en
la Confederación Argentina
§ II—Continuación del mismo asunto
§ III--—Bases constitucionales del derecho agrario argentino
% IV—De los beneficios de la tierra en sus relaciones con los principios
de prosperidad y libertad civil
§ V—De los beneficios de la tierra en sus 1 elaciones con el principio de
igualdad
Capîtuîô F—Disposiciones de la Constitución argentina que se refieren á la
población
,
§ I—La población ha sido su principal propósito y por qué
£ II—La Constitución ofrece dos sistemas: el de la población artificial y
el de la población espontánea
§ III—Pían de legislación para promover la inmigración espontánea—Legislación, vigente en parte en América, que despobló la España.
§ IV—De la Aduana como instrumento de despoblación
§ V—Carácter económico de la aduana según la Constitución argentina.—
Es un impuesto, no un medio proteccionista ni exclusivo.—Debe
ser bajo el impuesto, y fácil la tramitación para no despoblar..
§ VI—La Constitución condena la Aduana de protección en el interés de
poblar el país
§ VII De la seguridad como principio de población espontánea—Garantías que le dá á este fin la Constitución argentina
274
277
280
282
283
289
290
292
293
299
301
304
306
TERCERA PARTE
Disposiciones de la Constitución que se refieren al fenómeno de los consumos públicos, ó sea de la formación, administración y empleo del tesoro
nacional.
Capítulo I— Principios generales de la Constitución en materia de consumos
Capítulo II— Aplicación de las garantías económicas de la Constitución á
los gastos ó consumos privados
Capítulo III—De los consumos ó gastos públicos.—Recursos que la Constitución señala para sufragarlos.—Elementos y posibilidad de un
tesoro nacional en la condición presente de la Confederación...
§ I—De la sensatez con que la Constitución ha declarado nacionales recursos que lo son por su naturaleza y por la tradición política
311
313
— 421 —
PAGINAS
argentina.—Obstáculos de hecho que la política nacional debe remover por grados y pacíficamente.—Separación rentística de
Buenos Aires
„
318
^ Ií—Continuación del mismo asunto.—La Constitución ha confirmado la
integridad de la República Argentina en materia de rentas, jamás desconocida por tratados ó pactos nacionales.—Limitaciones
del nueyo sistema á la unidad rentística tradicional. —Tesoro de
Provincia
322
§ III—Continuación del mismo asunto.—Posibilidad de los recursos que la
Constitución asigna para la formación del tesoro nacional.—Fáltale sistema, no recursos
330
3 TV—Continuación del mismo asunto.—Posibilidad del producto de las
tierras públicas
333
£ V—Continuación del mismo asunto—Posibilidad del recurso de las contribuciones en la Confederación.—El impuesto es posible cuando
hay materia imponible
339
£ VI—Continuación del mismo asunto.—Posibilidad de la renta de Aduana para la Confederación.—De cómo al rededor de este impuesto
gira toda la política argentina desde el principio de la revolución
hasta hoy.—-Significado rentístico de la resistencia de Buenos
Aires
342
§ VI—Continuación del mismo asunto.—Posibilidad del crédito público
como recurso de la Confederación comparativamente á Buenos
Aires
356
§ VII—Carácter local de la deuda pública de Buenos Aires, demostrado
por el examen de los elementos de que consta
359
£ VIII—Artificios rentísticos de Rosas para aumentar la deuda de Buenos
Aires aparentando disminuirla.—Del fraude en ¡a amortización.
La union á la República solo puede salvar á Buenos Aires de
la bancarota á que camina aun después de Rosas
365
§ IX—Délos diversos medios de ejercer el crédito público de la Confederación .
370
§ X—Aptitud de la Confederación para contraer empréstitos
372
$ XI—De las varias especies de fondos públicos que pueden componer !a
deuda de la Confederación
375
Capiculo IV— Principios y reglas según los cuales deben ser organizados
los recursos para la formación del Tesoro Nacional
382
£} I—Bases constitucionales del résfimen aduanero en la Confederación
Argentina
384
¿$ II—De la venta ó locación de tierras públicas como recurso del Tesoro nacional.—Sistema conveniente á los fines de la Constitución
•
390
§ III—De la renta de correos como recurso del Tesoro nacional argentino
„,.
•
398
$ IV—De las demás contribuciones que la Constitución autoriza para
formar el Tesoro nacional
403
§ V—Continuación del mismo asunto.—De los fineSj asiento, repartición
— 422
PAGINAS
y recaudación de las contribuciones según los principios de la
Constitución argentina
§ VI—De los empréstitos y operaciones de crédito considerados como
fondos del Tesoro nacional.—Cómo deben organizarse para servir á las miras de la Constitución
Capítulo V— Autoridad y requisitos que en el interés d é l a libertad intervienen en 3a creación y destino de los fondos del Tesoro según
la Constitución Argentina
,
Capítulo VI—T)Q la autoridad y requisitos que, en el interés del orden,
intervienen por la Constitución argentina en la recaudación, manejo y empleo de la hacienda pública
..
§ I—Principios y caracteres generales de la administración de liacienda
según la Constitución argentina
§ II—De los objetos que según la Constitución argentina son de la atribución del Ministerio de Hacienda
% III—Organización del Ministerio de Hacienda en varias direcciones ó
servicios
% IV—Gerarquía de los funcionarios ó agentes del Gobierno Nacional
para el desempeño de la administración de hacienda
Capítulo VII—Objetos del gasto público según la Constitución argentina.
§ I—Clasificación y division general de los gastos.
§ II—De los gastos de cada Ministerio en particular, considerados en su
objeto respectivo
§ III—Objetos y carácter del gasto extraordinario
Conclusion
411
423
434
441
442
449
453
457
460
460
464
477
484
APÉNDICE AL SISTEMA ECONÓMICO
Examen del gobierno que establece la Constitución argentina, considerado en sus relaciones con los intereses extranjeros de navegación, de
comercio y de paz.
I—La Constitución de la Confederación Argentina abre una era nueva
en el derecho político de la América del Sud.—Es hecha para
atraer á la Europa en aquel país, al contrario de las otras, que
fueron hechas para alejarla.—-Según ella, en América, gobernar
es poblar.—Sus medios de poblar son la libertad civil yjapaz.—
Llega á este fin por la libertad de navegación fluvial y de comercio.
II—La libertad fluvial es el único medio de reducir á verdad de hecho
la libertad de comercio en las Provincias argentinas
III—La libertad fluvial es la llave de la paz de la República Argentina.
IV—Garantías que establece la Constitución contra las resistencias al
libre comercio y á la existencia del nuevo Gobierno Nacional.
495
497
500
504
— 423 —
PAGINAS
V—La Constitución argentina hace de la política exterior la llave principal de ía libertad de navegación y déla paz.—Garantías internacionales del nuevo orden constitucional argentino
VI—Política que impone á las naciones extranjeras signatarias de los
tratados sobredichos eí interés de completar su ejecución en
servicio de la libertad de comercio y de la pacificación de aquel
país
5°§
509
INDICE DEL TOMO V
Elementos del Derecho Público Provincial Argentino
PÁGINAS
Introducción
6
PRIMERA PARTE
Fuentes del Derecho Público Provincial
Capítulo I—Nociones elementales del derecho constitucional de Provincia
g I—Gobierno interior—Legislación civil y comercial—Naturalización
—Parte interior—Privilegios y primas—Comercio interior y exterior—Fesas y medidas—Orden interior
§ II—Gobierno exterior—Tratados—Declaraciones de guerra y de paz
—Diplomacia—Defensa interior
§ III—Guerra y Marina—Declaraciones de guerra, de estado de sitio—
Poder de levantar fuerzas militares, de reglamentar el ejército y
las milicias—De hacer la paz, de conferir grados, de permitir
la salida y entrada de tropas
,
§ IV—Administración de Hacienda—Poder de imposición, de establecer
aduanas exteriores—No hay aduana interior—Extension del poder nacional en el ramo de contribuciones.
§ V—Justicia—Motivos que hacen necesaria una justicia nacional ó fede-
9
9
II
15
16
18
-
424 —
PAGINAS
ral—Objetos y leyes cuyo conocimiento y aplicación corresponden por su naturaleza á la justicia suprema ó federal—Peligros
generales de entregar á las justicias de Provincias el conocimiento de las causas de derecho internacional privado y del
almirantazgo
.
§ VI—Regla general de deslinde entre lo nacional y provincial—Objetos
comunes á uno y otro—Abundancia y fertilidad de los poderes
de Provincia—Las Provincias adquieren y agrandan el poder
que parecen abandonar á la Confederación
£ YIÍ—Las Provincias no pueden ejercer poderes nacionales, sin desmembrar la soberanía—Idea de la integridad nacional—Ataques
que puede recibir de las instituciones locales—Consecuencias y
peligros de esos ataques para la vida del país como nación...
Capítulo II—Derecho público anterior—Necesidad de apoyar el derecho
nuevo en el derecho anterior—Noción del sistema conservador
d¿l nuevo régimen —Clasificación de los antecedentes constitucionales para las Provincias argentinas
£ l—Constitución y leyes generales sancionadas durante la revolución —
Enumeración de ellas y reglas que establecen ¡Dará deslindar el
poder de Provincia del poder nacional
£ lí—Tratados celebrados con las naciones extranjeras—Ellos forman
parte ddl derecho público argentino—Tratados existentes—Bases obligatorias que ellos suministran al derecho público de
Provincia
§ III—Tratados y ligas parciales de las Provincias entre sí. En qué
sentido serán admisibles en adelante y en cuál nó. Principios
que suministran como bases obligadas al derecho provincial argentino—Examen del tratado litoral de 1831
i; IV—Constitución y leyes fundamentales de carácter local—Esta fuente
es la mas legítima, pero la mas alterada y peligrosa para el derecho provincial argentino—Origen histórico de sus vicios—
Ellos constituyen el mayor mal de la República Argentina
£ V—Usos, prácticas y costumbres de derecho público introducidos desde la revolución — Son mas bien teorías que prácticas verdaderas
§ VI—Leyes y tradiciones políticas anteriores á la revolución de 1810—
Antecedentes coloniales de la democracia argentina—Los principios de la soberanía del pueblo y del Gobierno representativo existen en germen en el antiguo régimen municipal—Con la
extinción de los Cabildos la revolución privó al pueblo de la
parte que tenia en la administración—Por qué la situación del
país exige su restablecimiento—De su papel en la República de
los Estados-Unidos—Opiniones de Tocqueville y de Echeverría
—Su restablecimiento debe tener en miras la justicia, la beneficencia, los caminos, la inmigración, las mejoras y el orden tanto como la libertad—Garantías de su buen desempeño: indepen-
21
24
26
30
31
34
38
41
44
425 —
FAGINAS
dencia, renta, personal—En adelante, la política al Gobierno, la
administración al pueblo
Capítul
•
o III—-Necesidades actuales que debe satisfacer el derecho público de Provincia—Los fines del derecho de Provincia son iguales
á los del derecho general: económicos mas bien que políticos;
atraer Europa como en otra época se trataba de alejarla; desenvolver la libertad por ia riqueza; educar el pueblo por inmigraciones civilizadas; poblar p o r el comercio y la industria libres;
mejorar la condición moral del pueblo por medios económicos.
—En la Provincia como en la Nación, el gobierno se reduce
al arte de poblar—Las constituciones de hoy son llamadas á
crear los elementos de tener constituciones perfectas mas tarde.
—Diversos medios de progreso y de gobierno.,
Capítulo IV—Principios fundamentales del derecho provincial interno..
§ I—Del origen y asiento de la soberanía; de los medios artificiales para
su ejercicio
»
§ II—De la division del poder considerada en su naturaleza, origen y
objeto
§ III—Escrituración de las leyes constitucionales
§ IV—Limitación y facultades del poder legislativo
§ V—Del poder judicial
§ VI—Del poder ejecutivo—Medios de organizado para darle fuerza sin
perjuicio de la libertad
§ VII—Del poder municipal ó administrativo
§ VIII—De la elección y sus condiciones
§ IX—De la responsabilidad de los encargados del poder
§ X—De Ja publicidad—Debates; audiencias; registros públicos del Gobierno—Organización de la prensa política—Conviene la prensa
del Gobierno de Mayo y del Gobierno de Rivadavia
45
55
59
6i
6z
62
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65
66
67
67
SEGUNDA PARTE
Examen crítico de las instituciones actuales de Provincia en la República
Argentina
§ l—Las instituciones locales existentes son la violación de los principios sentados—Ellas, no las voluntades, son el grande obstáculo á la organización general—Origen del provincialismo
constituido—Su iniciación pertenece á Buenos Aires, bajo Rivadavia—Plan y carácter de sus instituciones representativas de
Provincia
,
§ II—Las Provincias copian las instituciones políticas de Buenos Aires
—Conflictos que de ahí nacen—Disculpa que asiste á Buenos Aires
72
— 420 —
PAGINAS
—Su Gobierno toma poderes de nación—Cita de Várela—Tratamiento—Ministerio de Provincia—Division del Gobierno provincial en cuatro departamentos: del interior, de relaciones exteriores, de hacienda, de guerra—Atribuciones nacionales que
ejerció en estos ramos
76
111—Las instituciones políticas de la Provincia de Buenos Aires son
origen, expresión y apoyo de las que en todas las Provincias
eran obstáculos á la organización general—Por qué las aprecia
Buenos Aires—Creadas por Rivadavia, en circunstancias anormales y para pocos dias, ya no existirian si él hubiese realizado
su plan de organización nacional—La Constitución unitaria de
1826 las derogaba
8$
§ IV—Las instituciones locales de Buenos Aires son obstáculo á la organización general y á la libertad local—Rivadavia creó las instituciones con que ha despotizado Rosas—Origen del poder
extraordinario, de la policía militar, del sufragio universal, del
banco, del ejército de Provincia, de las ligas litorales—Justifica*
cion de Rivadavia—Posibilidad de que esas instituciones hagan
nacer nueva tiranía allí y en el resto del país—La verdad á los
pueblos como á los hombres: ella salvó los Estados Unidos, no
la cortesanía á la vanidad del país
$ V—Examen de la Constitución actual de Buenos Aires, considerada
en su influjo dentro y fuera de la Provincia
94
§ VI—Instituciones de las otras Provincias—Facultades de nación que
dan á Entre Ríos y á Corrientes el Estatuto provisorio constitucional de aquella y la Constitución local de esta, imitaciones de
la Constitución nacional de 1819—Leyes provinciales de Mendoza, que daban facultades nacionales á su Gobierno—Esa situación se extendía á toda la República—Bases ,'y necesidad de
la reforma.
106
§ VIT—Peligros de desmembración por la retardación de la reforma—
Distinciones que esta debe hacer respecto á Buenos Aires—Rol
especial de esta Provincia—Capital durante el centralismo colonial y patrio, ha sido toda la República Argentina durante el
aislamiento en política exterior—Este sistema, que no puede quedar del todo, ¿podría suprimirse totalmente?—Violentando los
hechos, esta tentativa expondría el país á la separación de Buenos Aires—Dejando los hechos como están, sobrevendría el
mismo mal—En qué esta Provincia es diferente de las otras, y
en qué no lo es—Única solución de la dificultad—Buenos Aires
unida á la Nación con condiciones excepcionales
Conclusion
111
121
89
— 427 —
TERCERA PARTE
Aplicación práctica de la doctrina de este libro á un proyecto de
Constitución provincial
PÁGINAs
§ II—Proyecto de Constitución para la Provincia de Mendoza
CONSTITUCIÓN P A R A L A
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
127
PROVINCIA
I—Declaraciones generales
II—Del Poder Legislativo
III—Del Poder Judicial
IV—Del Poder Ejecutivo
V—Consejo y secretaría del Gobierno provincial
VI-—Poder municipal, administración departamental.
Vil—Reforma de la Constitución
VIII—Disposiciones transitorias
.
IX—Apéndice —Derecho público local
129
132
136
138
141
143
144
144
I45
KSTUDÏOS SOBRE LA CONSTITUCIÓN A R G E N T I N A D E 1 8 5 3
I—Rol de la jurisprudencia en la organización constitucional
II—El comentario no es el ataque—Error fundamental del sistema del
señor Sarmiento—Fuentes ó bases naturales de comento—Un
mal sistema de comento oscurece y arruina 5a ley
III—Origen del federalismo doctrinario argentino—Es :an antiguo como
la revolución—El que ha adoptado es suyo
........
IV—Sistema de Story en su comentario—El señor Sarmiento no lo sigue—Comenta las instituciones argentinas por la historia legal
de Norte-América—Confunde Constituciones diferentes porque
se parecen los preámbulos
V—Diferencias entre la Constitución argentina y la de los Estados-Unidos—Analogía con la de Chile—Peculiaridad del poder ejecutivo
—Consecuencias en eí sistema de comento
,
VI—Documentos y antecedentes propios de la Constitución argentina.
VII—Erróneas aplicaciones que hace el señor Sarmiento de su sistema,
y rectificaciones que recibe del texto argentino
VIII—Continuación del mismo asunto—Defensa del artículo de la Constitución que hace capital á Buenos Aires—La Constitución no ha
podido violarse á sí misma
14S
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152
154
156
161
162
165
— 428 —
PÁGINAS
IX—Ley de capitalización—«Los Comentarios» refutados por «Sud-América»—Verdadero sentido de la resistencia de Buenos Aires según el señor Sarmiento de otro tiempo
X—Absurdo de considerar como desmembración las divisiones de Provincias. Sentido administrativo de esas divisiones
XI—Del tesoro nacional y sus fuentes—Sistema financiero de la Constitución—Tierras publicas—En qué consisten según el autor del
«Comentario»
XII—El autor del «Comentario* niega en el prefacio la posibilidad del
tesoro que admite en el capítulo V—Errores económicos del autor del «Comentario»
,
XÍII—Errores económicos del autor délos * Comen tarios>, rectificados por
el autor de «Sud-América» y de «rArgirópolis»—Estas dos publicaciones del Sr. Sarmiento explican y absuelven la actual política
argentina, y son la mas fuerte refutación de su autor
...
XIV—Explicación de los tratados de libertad fluvial por la doctrina de
«Argirópolis», obra del Sr. Sarmiento.
.....
XV—Política del memorandum en que Buenos Aires protestó contra los
tratados de libertad
fluvial
XVI—Gobierno provincial ó interior—Diferencia esencial entre el gobierno de Estado en Nor te-América, y el gobierno de Provincia
en la República A r g e n t i n a . . . . . .
XVII—Continuación del mismo asunto—Consecuencias y errores de la confusion de ambos sistemas—Condición pasada de las legislaturas
argentinas—Lo que es en sí el poder legislativo
XVÍII—Errores del autor sobre los medios artificiales de hacer efectivo
el poder legislativo provincial—Administración de justicia—Sistema municipal—Ejemplo de Chile en la organización interior
provincial
XIX—Aplicación de la doctrina de Story al sistema constitucional de
Buenos Aires—El autor se guarda de hacerla, apesar de ser la mas
útil
XX—Del Gobierno Provincial como máquina auxiliar del Gobierno General—Cambio de situación política que convierte el «Comentario»
en panfleto—Garantías de orden—Intervención del Gobierno federal en provincia
XXI—El autor compromete el orden por sus aplicaciones inadmisibles de
la jurisprudencia de Norte-América
XXII—Antecedentes argentinos de la institución de los gobernadores en
agentes naturales del Gobierno Nacional—El autor de los «Comentarios censura hoy lo que aplaudió ayer
XXIII—Examen del sistema incerior que se aconseja en los «Comentarios»
—No es mas admisible ni eficaz que el actual; ni lo impide la
Constitución
XXIV—Confundiendo lo que es orgánico con lo que es constitucional, el
comentador pide la reforma de la Constitución sin necesidad, y
contra su propio tenor
167
169
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195
196
203
206
— 429 —
PAGINAS
XXV—índole y fisonomía del libro de los «Comentarios»,
Constitución de Buenos Aires, sancionada el 11 de Abril de 1854Protesta del Gobierno de la Confederación contraía Constitución
de Buenos Aires
Constitución del Estado de Bxienos Aires
210
215
220
221
Examen de la Constitución provincial de B u e n o s Aires
I—Idea general de una Constitución de Provincia bajo el sistema federativo
TI—Ataques que la Constitución de Buenos Aires infiere a l a nacionalidad
argentina
III—Precedente que la Constitución de Buenos Aires establece en daño
de las nacionalidades sud-americanas. Política que conviene alas
naciones europeas en las cuestiones argentinas
IV—De los males que la Constitución de Buenos Aires hace á su Provincia misma
,
V—Colores, escudo, canción nacionales
VI—El aislamiento de Buenos Aires no sirve ni á sus intereses de egoísmo.
Es política ciega, sin plan ni sistema
VII—Buenos Aires aislándose, achica y reduce sus medios de prosperidad
material
•.
249
253
265
272
279
281
282
D e la integridad nacional de la República Argentina, bajo todos sus sistem a s de gobierno, á propósito de sus tratados domésticos con B u e n o s
Aires»
I—Nacionalidad del país antes y después del tratado de 20 de Diciembre
de 1854 entre la Confederación y Buenos Aires.
II— Peligros del statu-quo—Medios de salir de ¿1 ó de reincorporar á Buenos Aires á la Confederación—Actos locales que alejan la union
—Nacen del error en que descansa todo el edificio constitucional
de Buenos Aires—Origen de este error, raíz del desquicio—El federalismo mal entendido al servicio de la desmembración—En qué
difiere el federalismo argentino del de Norte-América
III—La integridad nacional argentina es la tradición de toda su existencia
antigua y moderna—La revolución contra España la confirma por
todos sus actos, desde 1810 hasta 1855—Examen de ia ley fundamental de la colonia argentina bajo el gobierno español—Actos
de Mayo y de Julio contra España—Constituciones nacionales de
1811, de 1815, de 1817, de 1819, de 1825, de 1853—Constituciones provinciales—Tratados interprovinciales—Tratados extranjeros—Leyes provinciales de la dictadura de Rosas
301
305
3I9
— 430 —
PÁGINA
IV—Origen do la descentralización del Gobierno argentino, ó bien sea de
cómo la federación nació déla unidad, pura saber cómo se desmembró el Paraguay y Montevideo, y cómo se puede desmembrar Buenos Aires
V—Continuación del mismo asunto—El exceso del poder central conveniente á la lucha contra España preparó la desmembración de
algunas provincias, y trajo la resistencia de todas—Tratados de
paz entre el poder de provincia y el antiguo gobierno central, en
que se consagró la descentralización del Gobierno General vencido,
sin perjuicio de la unidad de la Nación
VI—La posición de Buenos Aires definida por la historia política argentina—Es provincia de un Estado, no un Estado—Carácter doméstico de 3a Federación Argentina, opuesto esencialmente á la Federación internacional de Norte-América—-La aplicación literal
de este sistema al gobierno interior de una nación la destruye y
disuelve—Consecuencias de esta diferencia en ía política exterior
argentina
VÏI—.La union argentina está organizada en su Constitución general—
—Buenos Aires rehusa la iniciativa en el orden que ella le ofrece
—No volverá á tener la iniciativa que ejerció mediante el desquicio—Garantías contra el círculo vicioso de cuarenta años—Derecho déla República para estorbar la desmembración de Buenos
Aires—Su título de Provincia mas honroso que el de Estado—Su
modelo actual no es Nueva York, es Nicaragua—Reconocimientos humillantes—Peligros de la ambigüedad—Solo ía moderación
podrá salvar á Buenos Aires—Ella salvó la union de Norte-América y la unidad de Chile—Buenos Aires tiene hombres capaces
de mirar la Nación arriba de la Provincia
VIII--Deberes y política conveniente á la Confederación respecto á Buenos Aires
331
336
358
375
383
Apéndice á la integridad nacional de la República Argentina
Revocación de los tratados domésticos de Diciembre y de Enero,
entre la Confederación y Buenos Aires
390
De laintïgridad nacional argentina, considerada en sus relaciones con los
intereses extranjeros de navegación, de comercio y de seguridad en los
países del Rio de la Plata.
I—De cómo la libertad fluvial abre al comercio extranjero todos los puertos argentinos y le asegura la paz, facilitando la institución de
un gobierno nacional—Efectos de la separación de Buenos Aires
431
PÁGINA
en la validez y ejecución de los tratados argentinos con las naciones extranjeras—El principio de esa separación es opuesto á
la libertad de comercio—Buenos Aires encubre su aversion á la
libertad fluvial, que le destituye de sus monopolios, con su ley
dicha de libre navegación—Pruebas prácticas
392
II—De cómo la clausura fluvial hacia imposible la institución de un Gobierno Nacional y la estabilidad de la paz interior en la República
Argentina—Cómo esa clausura traia á manos de Buenos Aires el
poder y la renta de todas las Provincias—Cómo el interés de Buenos Aires estaba vinculado en el desorden de la Nación
398
III—Después déla caida de Rosas Buenos Aires vuelve á su política, dirigida á impedir la creación de un Gobierno Nacional y el desarrollo de la libertad fluvial—Hechos que lo aprueban—Su aislamiento es un doble ataque al orden y á la libertad de comercio
IV—De cómo Buenos Aires se hace servir por las naciones extranjeras
para recuperar sus monopolios de poder y de renta, en daño de
ellas mismas
V—De los medios prácticos que tienen las naciones extranjeras para asegurar los intereses de su comercio en el Plata-—De cómo ellos se
reducen á la consolidación de la integridad argentina
VI—De la conducta que conviene á las naciones extranjeras para con
Buenos Aires en el interés de su comercio recíproco
VII—Conclusion—La integridad política argentina es la garantía de la libertad fluvial y de comercio ; la llave de la pax interior; la barrera
contra las aspiraciones del Brasil; la salvaguardia de la independencia oriental; la uniformidad de las tarifas; la union de la navegación atlántica con la fluvial; la garantía de la paz y de la riqueza de Buenos Aires; la solución única de su deuda pública ;
la eficacia de los tratados internacionales
Deuda inglesa de Buenos Aires
Comercio inglés en Sud-Amériea
Estado de la cuestión entre Buenos Aires y la Confederación Argentina después del Convenio de 11 de Setiempre de 1859
Crisis política de la República Argentina en 1861
CONDICIONES
D E LA UNION Y CONSOLIDACIÓN
DE
LA
403
407
410
413
41S
421
429
43&
463
REPÚBLICA
ARGENTINA
§ I—Origen y causa de la desunión entre Buenos Aires y las demás Provincias de la República Argentina—De cómo la desunión dio á
Buenos Aires el gobierno de las Provincias, y á todo el pais la
guerra civil y el despotismo
t
§ II—De cómo la integridad de su Provincia fué otro de los espedientes
de Buenos Aires para mantener á las demás Provincias desunidas
y á la Nación sin gobierno general
»
§ III—De cómo Buenos Aires empleó la union para sostener la desunion.
§ IV—De cómo la union verdadera es el medio que tiene la Nación para
reivindicar su comercio, su tesoro, su capital y su poder ; y Buenos
479
484
491
495
— 432
PÁG i NAS-
Aires para recuperar su ascendiente nacional y el rango de sits
bellos dias
,
§ V—Condiciones prácticas de la union definitiva
§ Vi—La separación absoluta de Buenos Aires no seria una solución de
la lucha, seria una complicación de mas
502
510
516
ÍNDICE DEL TOMO VI
PAGINAS
Memoria en que el Ministro de la Confederación Argentina en las cortes
de Inglaterra, Francia y España, dá cuenta á su Gobierno de los
trabajos de su misión, desde 18$ $ hasta i860.
D e la anarquía y sus dos causas principales, del Gobierno y sus dos elementos necesarios en la República Argentina, con motivo de su
reorganización por Buenos Aires
La diplomacia de Buenos Aires y los intereses americanos y europeos en
el Plata
El Imperio del Brasil ante la democracia de América
Las disensiones de las Repúblicas del Plata y las maquinaciones del
JBrasil
Los intereses argentinos en la guerra del Paraguay con el Brasil
,
Crisis permanente de las Repúblicas del Plata
Texto del tratado de alianza contra el Paraguay
Intereses, peligros y garantías de los Estados del Pacífico en las regiones orientales de la América del Sud
5
151
219
267
309
357
384
431
448
— 433 —
ÍNDICE DEL TOMO VII
PÁGINAS
La apertura del Amazonas y la clausura de sus afluentes
Las dos guerras del Plata y su filiación en 1867
Dos políticas en candidatura
Los dos sistemas en candidatura .
Reformas de la Constitución originarias de la situación.—La capital de
la República
Poderes del Congreso disminuidos por la reforma
La union sirviendo de máscara á la division organizada por la Constitución de i860
Actitud representativa de Bttenos Aires ante el Gobierno Nacional de
i853
La actual situación y sus horrores, son resultado de la Constitución reformada de i860
,
La cuestión electoral y su sentido reaccionario en favor de la paz
Candidaturas del statu quo
Mientras exista la Constitución reformada, todos los Presidentes gobernarán como Mitre, por guerras y alianzas extranjeras
Mientras exista la Constitución reformada, la paz interior de la República Argentina será imposible
•.
Los partidos argentinos en sus relaciones con los intereses del comercio
extranjero en la cuestión electoral
„
Sofisma capaz de estraviar la diplomacia extranjera en el P l a t a . . . , , . . .
La cuestión electoral en sus relaciones con Chile, Bolivia, el Paraguay y
la Banda Oriental
L a cuestión electoral en sus relaciones con la guerra del Paraguay y la
alianza del Brasil
Proyecto de Código Civil para la República Argentina
Del Código en sus relaciones con el motivo que determina su sanción..
Del Código en sus relaciones con el espíritu que ha presidido ásu composición . . .
El Código en sus relaciones con el método que ha presidido á su composición
E! Código y el plan seguido para su composición
El Código en sus relaciones con las fuentes, modelos y autoridades que
han guiado al autor en su composición
El Código Civil en sus relaciones con el sistema de gobierno de la República Argentina.
,
El Código en sus relaciones con las necesidades económicas de la República Argentina
•
El Código considerado en sus relaciones con el modo de ser geográfico
del país argentino ,
,.«,,*..,
T. VIII.
2»
$
28
47
48
50
51
52
53
55
57
59
63
65
67
7°
71
73
80
81
8&
93
97
loo
I04
108
119
— 434 —
PÁGINAS
El Código en sus relaciones con el carácter y costumbres de los argentinos
Del Código en sus relaciones con el momento político de su composición y sanción
;
Conclusion y consejo
Palabras de un ausente en que explica á sus amigos del Plata los motivos de su alejamiento
Patriotas para quienes el patriotismo de otros, es crimen de lesa patria.
Casos en que la ausencia es patriotismo.
Por qué el autor dejó su país
La libertad de su país ha ocupado la ausencia del autor
La alianza y la guerra
,
La traición
La traición según los caudillos y según los patriotas
El honor nacional
El crimen de la guerra no excluye ]a gloria del soldado
Civilización y barbarie
'Jal patriotismo y no el crimen es el obstáculo de los caudillos
Barbarie letrada
Lo que era Facundo Quiroga
La candidatura oficial en una revolución
Influjo de una biografía en el biógrafo
El Facundo traducido en gobierno
Errores históricos y económicos del autor del Facundo
En qué sentido las campañas argentinas representan la civilización del
Plata
La civilización moderna es la seguridad
La integridad es la barbarie
Las instituciones copiadas al daguerreoíipo
Hay casos en que oponerse al Gobierno es defender la autoridad
Peregrinación de Luz del Dia ó viaje y aventuras de la Verdad en el
Nuevo Mundo
125
126
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138
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14°
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145
146
I48
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155
l$6
157
158
159
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162
163
I65
167
JOS
169
176
PARTE PRIMERA
Quién es Luz del Dia
Luz del Dia en Sud América
»
Encuentro de Luz del Dia con Tartufo
Tartufo y Luz del Dia
Condición de la Verdad en Sud-América
Confesiones de Tartufo
Gabinete industrial de Tartufo
Sigue el examen
La mesa industrial de Tartufo
No todo es malo en Sud-América
Los recursos de Tartufo en América
,
{
.
177
178
179
180
182
183
185
1S6
18$
191
192
— 435 —
PÁGINAS
L a moral de Tartufo
Casos en que poblar es asolar
Otras ocupaciones de Tartufo en América
Prodigios del crédito según Tartufo
La moral económica de Tartufo
Los dos poderes ó la Verdad y la Mentira..
Los números son la mentira
Peligros de la Verdad en América
Basilio en América
*
Ocupaciones y recursos de Basilio
Basilio y Luz del Dia
Comida de Basilio y Luz del Dia en casa de Tartufo
»
Obras de Basilio en América
Moral de Basilio
Terribles recursos de Basilio
Moral del espionaje explicada por Tartufo
La diplomacia según Basilio
Otros recursos estratégicos de Basilio
Otros medios secretos de Basilio
Reglas de Basilio para conservar una Legación
Prosiguen las reglas de Basilio sobre el modo de explotar una Legación
De la elección de los agentes diplomáticos, según Basilio
Fines y objetos de la diplomacia, según Basilio
Término escénico de la comida y de la conversación. La Verdad toma
en infragante delito á Basilio
Aventura horrible que ocurre á Luz del Dia
Proceso y condenación de Luz del Dia
Luz del Dia es puesta en libertad por los mismos que la han encarcelado.
Contacto de Luz del Día con Gil Blas
Recursos de Gil Blas en América
Moral de Gil Blas en las elecciones y en la prensa
Los locos de América
Auxiliares de Basilio según Gil Blas. —La familia de Basilio
La guerra-industria. — El cañón electoral
Aventura de Gil Blas en casa de Luz del Día
Otra aventura horrible de Luz del Dia
193
199
199
202
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262
264
265
PARTE SEGUNDA
Cansada de bribones, Luz del Dia busca los viejos caballeros españoles
en América. — Noticias de don Quijote
El Cid. — Don Pelayo. — Noticias de estos emigrados
Noticias sobre Fígaro y don Juan Tenorio
Papel de Fígaro en Sud-América
,
Encuentro de Luz del Dia con Fígaro
Condición de la libertad er Sud-América, tratada en conversación de
Luz del Dia con Fígaro
.•
269
272
274
275
277
278
— 436
TÁG1NAS
Quijotanía, ó la colonización socialista en Sud-América
...
La teoría de Darwin aplicada á la regeneración social
Plan constitucional de un pueblo de carneros. ..,.
Dificultades vencidas
Solución de otras objeciones al plan de Quijotanía
Primer amago de desquicio
Sistema de instrucción pública. —- Academia de Quijotanía
Competencia de la ignorancia para hacer buenos libros. Varias instituciones sociales de Quijotanía....
Territorios.—Medios de agrandar los de Quijotanía
De la población de Quijotanía y su ensanche y progreso
Los indios salvajes y su conversion
Código civil de la creación.—Título preliminar
,..
Títulos-espécimen ó muestras deducidas délas bases que preceden
Del legislador
De los efectos de la ley
De las personas
Usos confirmados
„
De las cosas y su propiedad
Proyecto de matrimonio internacional de don Quijote con una princesa
indiana
Disposiciones generales que interesan al orden público
Debates sobre el Código
Bases de un contra-proyecto de Código civil
Diplomacia y política exterior de Quijotanía
Fines interiores de la política exterior de Quijotanía
«
Vacilaciones del Gobierno de Quijotanía
Fin vergonzoso del estado de Quijotanía
PARTE
281
282
284
288
291
293
295
297
299
302
3°4
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3°7
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312
313
3*4
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321
325
327
329
330
TERCERA
Sufragio universal de la universal ignorancia
La libertad es la obediencia de sí mismo
Se decide Luz del Dia á dar una conferencia
Conferencia pública de Luz del Dia sobre el gobierno 1 ibre
Por qué Sud-América no ha encontrado aún su libertad interior
Causas y autores de la independencia americana
»
Por qué la espada que produjo la libertad exterior, es incapaz de producir la libertad interna
La guerra es escollo, no manantial de la libertad interior
»
Los Washington son hijos, no padres de la libertad
El poeta y el soldado son los amigos mas peligrosos de la libertad
L a América no será libre sino cuando esté libre de libertadores
El solo medio de crear el gobierno del país por el país
La inmigración que educa y civiliza, no es espontánea en países nuevos.
335
337
339
34°
345
346
347
35°
35 1
352
354
356
35£
-
437 —
PÁGINAS
Si el clima hermoso n o es estimado, tampoco es obstáculo de la libertad.
El dilema de la libertad en Sud-Amévica
índole y condición d e la libertad latina
Sí es posible dirigir las corrientes de las emigraciones
De la inmigración como medio de la educación política
Condiciones generales de la libertad
Condiciones esenciales de la paz
•
,
Libertades que son el pan de cada dia
Escollos de la libertad en Sud-América . ,
La libertad es «na carga, no un placer
Fin de la conferencia de Luz del Dia
También en Norte-América, como en la vieja Europa, estala Mentira....
Ventajas desconocidas pero incomparables de Sud-América
Pellizcos de despedida entre Fígaro y Luz del Dia
360
3^1
3o2
364
3^6
368
37°
373
375
377
3&°
3^1
3^4
39 2
ÍNDICE DEL, TOMO VIII
PÁGINAS
La vida y los trabajos industríales de William Wheelwright
CAPÍTULO
5
I
§—De como á veces un extraujeio puede ser mas benemérito de la
patria que un patriota
§—Reforma que la Historia necesita en Sud América para mejora de
su política
....
§—La historia de Sud América solo ha sido la de sus guerras y guerreros.
El progreso social espera sus historiadores
§—Papel histórico de que es capaz el extranjero en el progreso social y
material de la América del Sud, por su moderno derecho pú%— Acción social de la industria y del industrial extranjero en la mejora
de Sud América
•
§—En qué sentido la historia de Wheelwright forma parte de la historia
reciente de Sud América. Los empresarios de vías de comunicación son los mejores socialistas y diplomáticos
7
S
9
13
15
— 438 —
PAGINAS
§—Acción cívilizatriz cíela América sajona, en la América latina, probada
por el ejemplo de Wheelwright
§—£1 ejemplo de los Estados Unidos no es la panacea del mal de Sud
América.—Sus peligros señalados por una grande autoridad
16
iS
CAPÍTULO II
Origen y nacimiento de William Wheelwright en Newbury-Port, Massachusetts, Estados Unidos de America.—Época de su nacimiento.
Familia. Educación: vocación y oficio de marino.—Llegado á
capitán de buque.—Viaje á Sud América en que naufraga, y muere
para su país á los 25 años, pero nace para la América del Sud,
en que queda toda su vida
21
CAPÍTULO III
Origen de Wheelwright en Sud América. Su naufragio en Buenos Aires
y su causa.—Cambio y division que ese siniestro introduce en el
discurso de su existencia.—Situación del Placa en 1823, próspera
pero incierta.—Wheelwright toma el partido de irse al Pacífico
26
CAPÍTULO IV
Wheelwright en el Pacífico durante los primeros años.—Se ocupa en la navegación de sus costas, entre Valparaiso y Panamá.—Adquiere un
caudal de experiencia y relaciones y crédito—Hace el estudio de
las necesidades y recursos de esos países, con que se prepara á
sus futuras empresas.—Se tija en Guayaquil, puerto principal de
Colombia y del Pacífico entonces.—Allí ejerce el consulado de
los Estados Unidos por algunos años. Provecho público que de
ello saca
29
CAPÍTULO V
Wheelwright deja al Ecuador y se fija en Chile
35
C A P Í T U L O VI
Origen de la línea de vapores del Pacífico
37
C A P Í T U L O VII
Lucha de Wheelwright con los restos del antiguo régimen colonial en el
tráfico
41
CAPÍTULO
VIII
Cooperación que Wheelwright pide para su empresa á los gobiernos del
Pacífico
,
44
— 439 —
PÁGINAS
C A P Í T U L O IX
1 ,o que Wheelwright proponía en cambio de concesiones
4&
CAPÍTULO X
Wheelwright en Londres con el objeto de formar la compañía de vapores
del Pacífico.—Opiniones de la prensa inglesa sobre el plan de
Wheelwright.—Auxilio que recibe del libro de M. Scarlett sobre
Sud América
<
CAPÍTULO
S1
XI
Formación de la compañía de navegación del Pacífico.—Construcción de
los primeros vapores, y su partida para Chile.—Su llegada al Pacífico
,
61
C A P Í T U L O XII
Llegada del vapor «Perú» al Callao
CAPÍTULO
63
XIII
Dificultades con que lucha la empresa en su primer establecimiento.—La
vida de Wheelwright es el proceso del sistema colonial español.—
Falta de carbon que dá lugar á la explotación de sus minas en
Chile
65
C A P Í T U L O XIV
¿\ccvdetvte del vapov «Chile-», que hizo conocer los recursos del puerto de.
Guayaquil, como arsenal. —Otras dificultades con que lucha el
tráfico moderno
•
69
CAPÍTULO XV
Mejoras varias que introduce Wheelwright en los puertos del Pacífico...
CAPÍTULO
XVI
Dificultades para llevar ía línea hasta Panamá, nacidas de la condición
excepcional de Nueva Granada
CAPÍTULO
71
73
XVII
Nuevos auxilios que Wheelwright encuentra en la opinion pública para
vencer sus nuevas dificultades
§—Recomendación que el cuerpo diplomático y consular en Lima, hace
de Mr. Wheelwright, como principal Superintendente de los va-,
pores en el Pacífico
76
80
— 440 —
PAGINAS
C A P Í T U L O XVIII
Allanamiento de las dificultades.—La línea llega hasta Panamá, y esta
nueva vía queda establecida.—Efectos benéficos del caTibio en el
Pacífico
~ ~
32
CAPÍTULO XIX
Influencia de Wheelwright en la consolidación y desarrollo del cambio..
86
CAPÍTULO XX
Establecida la línea de vapores, Wheelwright se ocupa de los puertos y
del vapor terrestre ó ferro-car riles.—Puerto de Caldera. Ferrocarril de Copiapó.—Ganancias y desinterés en Wheelwright
CAPÍTULO
87
XXI
Wheelwright se separa de la empresa de vapores.—Se ocupa de diferentes
mejoras en Valparaiso.—Dase en adelante á empresas de ferrocarriles.—Proyecto del de Valparaiso á Santiago
91
C A P Í T U L O XXII
Concurrentes con que luchó "Wheelwright, que son un escollo del progreso
94
C A P Í T U L O XXIII
Concepción y plan de un ferro-carril trasandino.—Carta de "Wheelwright
al Presidente de Chile sobre ello
96
C A P Í T U L O XXIV
El ferro-carril trasandino trae de nuevo á Wheelwright al Plata
loo
C A P Í T U L O XXV
Historia del Gran Central Argentino.—Su origen, su plan, su interrupción.
101
CAPÍTULO XXVI
Inauguración de.los trabajos del Gran Central Argentino, en el Rosario.—
Discurso notable de Wheelwright.—Formación de la Compañía
del Gran Central en Londres
CAPÍTULO
XXVII
Inauguración del servicio y tráfico del Gran Central en Córdoba.—Puntos
negros en el horizonte para Wheelwright y para el Plata.—Sus
105
441 —
PAGINAS
obras son necesarias para un empréstito de 30 millones.—Su discurso memorable dirigido á Córdoba.—Trascendencia de la exclusion inminente de Wheelwright
\.. .
109
CAPÍTULO XXVIII
Ferro-carril y Puerto de la Ensenada.-—Origen é importancia de esa erapresa.—Carta de Wheelwright sobre la Ensenada
120
CAPÍTULO XXIX
Wheelwright en Londres durante el empréstito.—Muerte de Brassey estando
CAPÍTULO XXX
Quién servia mejor el interés argentino, si Wheelwright ó el Presidente
Sarmiento.—Las obras de Wheelwright eran ideas deRivadavia.
126
CAPÍTULO XXXI
Circunstancias accidentales, que facilitaron la terminación del Ferro-carril
de la Ensenada
....
§—Inauguración del tráfico hasta Quilines
130
133
CAPÍTULO XXXII
Inauguración del Ferro-carril de la Ensenada para el servicio público.—Se
agravan los malos augurios de Córdoba para Wheelwright.—Discurso histórico de Wheelwright sobre el Puerto de la Ensenada.—
Desde ese dia el Presidente Sarmiento se absorbe en la obra del
Puerto de Bateman.—Explicación de esta anomalía
134
CAPÍTULO XXXIII
El último tiempo de Wheelwright en el Rio de la Plata- - Su último viaje
á Inglaterra y su muerte en Londres en el mismo año de 1873..,
140
CAPÍTULO XXXIV
Consideraciones y estudios á que dá lugar la vida de Wheelwright.—Influencia social y política de sus obras en Sud América.—Ella caracteriza y define el papel civilizador de la inmigración en la América latina
142
CAPÍTULO XXXV
La personalidad de Wheelwright es la expresión de la inmigración sana y
honesta en Sud América.—Descripción de Wheelwright en su persona, hábitos, manera de ser privada
147
— 44'2 —
PÁGINAS
CAPÍTULO XXXVI
Idea general ,y sintética de las obras de Wheelwright
,
149
CAPÍTULO XXXYIÏ
Deuda de Sud América á la memoria de Wheelwright
JLa Omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual—
(Discurso pronunciado en el acto de la colación de grados el
día 24 de Mayo de 1880
La República Argentina consolidada en 1880
Prefacio
,
Introducción
152
ISS
183
185
193
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO I
£—1. Antagonismos en que vivieron los dos Gobiernos coexistentes en
Buenos Aires, hasta 1880
§ — 2. Origen de la solución dada
$—3. L a guerra argentina de 1880, su historia, sus causas, sus resultados
y efectos. Los remedios de prevenir su repetición
ij—4. El statu-quo era la omnipotencia del Estado, aunque sin Estado, reinando en toda la sociedad
-.
i; —5. Statu-quo en que no podía quedar el país sin peligro
§—6. Statu-quo y sus peligros. Continuación
i?—7. Origen y causa de la pasada supremacía provincial de Buenos Aires
sobre la Nación
....
§-S
§ —9. Inconvenientes del statu-quo de 1880
209
211
212
215
217
218
220
223
225
CAPÍTULO II
£— 1. Consolidación del país. ¿ Cómo efectuarla ?
i;—2. Unificación ó consolidación de todo el país argentino. Continua,
ción
¿j—3. La Capital nacional existia, pero en desuso
§—4. Bajo el símbolo de una Capital, lo que nos faltaba era una Nación
§—5. Tras la Capital, faltaba la Nación. Continuación
.'
£—6. Buenos Aires era víctima de su viejo localismo. Como Capital de
la Nación, será mas libre que antes
§—7. La unidad nacional es tradición histórica en la República Argentina.
§—S. Todos nuestros grandes hombres argentinos fueron centralistas
227
230
231
232
235
237
241
242.
— 4i3 —
PÁGÍNAS
§—9. Eî federalismo de Norte-América no fué modelo del doctor Moreno,
corifeo de la Revolución de 1810
§—lo. La Capital del Estado, como base de autoridad, según el doctor
Moreno
§—II. Capital nacional en Buenos Aires
§—12. Capital nacional en Buenos Aires. Continuación
§—13. Es Buenos Aires la Ciudad-Nación de que hablaba Rossi
§—14, Lo que ha perdido la Nación por falta de una Capital
§—15. La Capital era el Vireinato, en cierto modo, por la Ordenanza que
constituía su régimen colonial
§—16. El poder argentino es Buenos Aires
§—17. La elección de la Capital no es facultativa. Viene de la historia
,
y de las cosas
§—18. La organización del país argentino data del día en que España
empezó su fundación
§—19. ¿En qué sentido es confirmación y no cambio la consagración de
Buenos Aires como Capital de la Nación ?
$—20. Es y fué siempre Buenos Aires Capital obligada de la República Argentina
§—21. Modificaciones que necesitó Buenos Aires como Capital del Vireinato, para ser Capital de la República
¿j—22. La Capital y la política interior
§—23. La cuestión de Capital en sus relaciones con nuestro progreso
intelectual
243
245
24$
248
250
254
256
25S
262
263
267
269
273
276
276
CAPÍTULO III
§—1.
§—2.
§—3.
§—4.
^—5§—6.
§—7.
§—8.
70 años perdidos!
La nueva Buenos Aires y el puerto de la Ensenada
Puerto del Río Negro
.
Por qué nos han faltado hombres de Estado, y debemos esperar
tenerlos en adelante
Garantías de vida y porvenir del actual orden de cosas
Resistencias y reacciones estériles
Progreso y desarrollo del nuevo estado de cosas.—Porqué medios.
Sumario y final de la primera parte
279
282
283
284
286
289
292
294
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO ÚNICO
§—1
¿5—2. La erección de la ciudad de Buenos Aires en Capital de la Nación,
le deja intacta y asegurada su importancia de provincia
2
99
301
— 444 - PÁGINAS
§—3. La pretendida causa de Buenos Aires, y sus pretendidos defensores,
en las cuestiones pasadas.
§—4. La autonomía de Buenos Aires á lo Rosas, causa de atraso para
todos los argentinos
§—5. La llamada autonomía de Buenos Aires, muy peligrosa como se
entendió antes de ahora, puede ser combinada con los intereses
de la Nación
§- -6. Revolución de 11 de Setiembre, Causa {llamada) de Buenos Aires, que era de ruina para Buenos Aires económicamente entendida
§—7. Constitución provincial de Buenos Aires. Revolución de 11 de
Setiembre de 1852. Continuación del párrafo anterior
§—8. Constitución colonial de nuestro país, que ha sobrevivido de hecho á la Independencia
§—9. La Buenos Aires del tiempo colonial
§—10. La moderna Buenos Aires. Nuevos destinos, nueva vida, nueva
sociedad
,
§—11. La nueva Buenos Aires. Continuación
§—12. Moderna Buenos Aires. Objeciones y resistencias á ella
§—13. La omnipotencia del Estado provincial de Buenos Aires indivi.
so, era la ausencia de la libertad en los usos políticos de su
sociedad
........ ...............
§—14. De cómo los monopolios de la Provincia-Metrópoli han retenido
el desarrollo del Sud de la República
§—15. Lo que gana la ciudad de Buenos Aires con separarse de la Provincia, para ser Capital de la Nación
§—16. Lo que ganará la ciudad de Buenos Aires con ser Capital de la
Nación
§—17. Beneficios que deriva Buenos Aires de la consolidación de la República
§—18. Preocupaciones y sofismas políticos que conviene disipar en servicio de la paz
§—19. La nueva Buenos Aires será la corona austral de la República Argentina
§—20. Capital y Constitución para Buenos Aires
§—21. Capital de la Provincia de Buenos Aires
§—22. Nueva Constitución de Buenos Aires, según sus nuevos intereses,.
§ - 23. La reinstalación de la ciudad de Buenos Aires en Capital de la
Nación, hecha en 1880, es la primera revolución efectiva contra
el régimen realista de este país
....
§—24. La vida de Buenos Aires para el trabajo industrial, intelectual, no
podrá ser la de Paris
§--25
§—26. Sofismas de forma y de falta de oportunidad
§—27. Pretestos de oposición y reacción....
§—28. Buenos Aires austral, y la inmigración del Norte de Europa. Garantías de progreso futuro
307
309
311
314
317
318
320
322
324
328
029
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34 1
344
346
347
349
352
353
355
357
357
— 44o —
PÁGINAS
§—29.
§—30.
§—31.
§—32.
Garantías de progreso del nuevo orden de cosas
Una situación crítica demanda una política extraordinaria
Prensa que conviene al nuevo orden de cosas
La prensa que conviene á la seguridad del nuevo orden de cosas.
359
361
362
363
APÉNDICE Ó CAPÍTULO FINAL
§—I. Capítulo XXVII del libro de «Las Bases», sobre Capital de la República. Ie* y 2 «* edición de Valparaíso, 1852
§—2. Capítulo XXVI de la tercera edición de «Las Bases», hecha en Besanzon, 1858, sobre que toda Capital en Buenos Aires era imposible,
sin la division de esta Provincia
§—3. Capítulo V del folleto ti tul ado : «Condiciones de Union», Paris 1861.
£—4. Capítulo VI del folleto titulado: «De la anarquía y sus causas principales:», Besanzon, 1862
§—5. Párrafos varios, estractados del folleto titulado*. «Crisis permanentes
de las Repúblicas del Platas, Paris, Febrero de 1S66
DOCUMENTOS
Mensage del Poder Ejecutivo Nacional al Congreso, adjuntando el proyecto de ley sobre Capital
Ley declarando Capital de la República Argentina á la ciudad de Buenos
Aires
Mensage del Poder Ejecutivo Nacional a l a Legislatura de la Provincia..
Mensage del Gobierno de la Provincia al Poder Ejecutivo Nacional
Ley de la Legislatura déla Provincia cediendo á la ciudad de Buenos Aires para Capital de la RepúbÜca Argentina
395
398
400
404
407
Fin del índice General de las obras que tenia publicadas el
Dr. D. Juan B. Alberdi