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OBRAS COMPLETAS DE JUAN BAUTISTA ALBERDI JUAN B. ALBERDI EN 1873 OBRAS COMPLETAS DE J. B. ALBE TOMO VIII BUENOS AIRES 3 121 —IMPRENTA DE U L A TRIBUNA 1887 NACIONAL" BOLIVAR 3 8 — 438 — PAGINAS §—Acción cívilizatriz cíela América sajona, en la América latina, probada por el ejemplo de Wheelwright §—£1 ejemplo de los Estados Unidos no es la panacea del mal de Sud América.—Sus peligros señalados por una grande autoridad 16 iS CAPÍTULO II Origen y nacimiento de William Wheelwright en Newbury-Port, Massachusetts, Estados Unidos de America.—Época de su nacimiento. Familia. Educación: vocación y oficio de marino.—Llegado á capitán de buque.—Viaje á Sud América en que naufraga, y muere para su país á los 25 años, pero nace para la América del Sud, en que queda toda su vida 21 CAPÍTULO III Origen de Wheelwright en Sud América. Su naufragio en Buenos Aires y su causa.—Cambio y division que ese siniestro introduce en el discurso de su existencia.—Situación del Placa en 1823, próspera pero incierta.—Wheelwright toma el partido de irse al Pacífico 26 CAPÍTULO IV Wheelwright en el Pacífico durante los primeros años.—Se ocupa en la navegación de sus costas, entre Valparaiso y Panamá.—Adquiere un caudal de experiencia y relaciones y crédito—Hace el estudio de las necesidades y recursos de esos países, con que se prepara á sus futuras empresas.—Se tija en Guayaquil, puerto principal de Colombia y del Pacífico entonces.—Allí ejerce el consulado de los Estados Unidos por algunos años. Provecho público que de ello saca 29 CAPÍTULO V Wheelwright deja al Ecuador y se fija en Chile 35 C A P Í T U L O VI Origen de la línea de vapores del Pacífico 37 C A P Í T U L O VII Lucha de Wheelwright con los restos del antiguo régimen colonial en el tráfico 41 CAPÍTULO VIII Cooperación que Wheelwright pide para su empresa á los gobiernos del Pacífico , 44 — 439 — PÁGINAS C A P Í T U L O IX 1 ,o que Wheelwright proponía en cambio de concesiones 4& CAPÍTULO X Wheelwright en Londres con el objeto de formar la compañía de vapores del Pacífico.—Opiniones de la prensa inglesa sobre el plan de Wheelwright.—Auxilio que recibe del libro de M. Scarlett sobre Sud América < CAPÍTULO S1 XI Formación de la compañía de navegación del Pacífico.—Construcción de los primeros vapores, y su partida para Chile.—Su llegada al Pacífico , 61 C A P Í T U L O XII Llegada del vapor «Perú» al Callao CAPÍTULO 63 XIII Dificultades con que lucha la empresa en su primer establecimiento.—La vida de Wheelwright es el proceso del sistema colonial español.— Falta de carbon que dá lugar á la explotación de sus minas en Chile 65 C A P Í T U L O XIV ¿\ccvdetvte del vapov «Chile-», que hizo conocer los recursos del puerto de. Guayaquil, como arsenal. —Otras dificultades con que lucha el tráfico moderno • 69 CAPÍTULO XV Mejoras varias que introduce Wheelwright en los puertos del Pacífico... CAPÍTULO XVI Dificultades para llevar ía línea hasta Panamá, nacidas de la condición excepcional de Nueva Granada CAPÍTULO 71 73 XVII Nuevos auxilios que Wheelwright encuentra en la opinion pública para vencer sus nuevas dificultades §—Recomendación que el cuerpo diplomático y consular en Lima, hace de Mr. Wheelwright, como principal Superintendente de los va-, pores en el Pacífico 76 80 — 440 — PAGINAS C A P Í T U L O XVIII Allanamiento de las dificultades.—La línea llega hasta Panamá, y esta nueva vía queda establecida.—Efectos benéficos del caTibio en el Pacífico ~ ~ 32 CAPÍTULO XIX Influencia de Wheelwright en la consolidación y desarrollo del cambio.. 86 CAPÍTULO XX Establecida la línea de vapores, Wheelwright se ocupa de los puertos y del vapor terrestre ó ferro-car riles.—Puerto de Caldera. Ferrocarril de Copiapó.—Ganancias y desinterés en Wheelwright CAPÍTULO 87 XXI Wheelwright se separa de la empresa de vapores.—Se ocupa de diferentes mejoras en Valparaiso.—Dase en adelante á empresas de ferrocarriles.—Proyecto del de Valparaiso á Santiago 91 C A P Í T U L O XXII Concurrentes con que luchó "Wheelwright, que son un escollo del progreso 94 C A P Í T U L O XXIII Concepción y plan de un ferro-carril trasandino.—Carta de "Wheelwright al Presidente de Chile sobre ello 96 C A P Í T U L O XXIV El ferro-carril trasandino trae de nuevo á Wheelwright al Plata loo C A P Í T U L O XXV Historia del Gran Central Argentino.—Su origen, su plan, su interrupción. 101 CAPÍTULO XXVI Inauguración de.los trabajos del Gran Central Argentino, en el Rosario.— Discurso notable de Wheelwright.—Formación de la Compañía del Gran Central en Londres CAPÍTULO XXVII Inauguración del servicio y tráfico del Gran Central en Córdoba.—Puntos negros en el horizonte para Wheelwright y para el Plata.—Sus 105 441 — PAGINAS obras son necesarias para un empréstito de 30 millones.—Su discurso memorable dirigido á Córdoba.—Trascendencia de la exclusion inminente de Wheelwright \.. . 109 CAPÍTULO XXVIII Ferro-carril y Puerto de la Ensenada.-—Origen é importancia de esa erapresa.—Carta de Wheelwright sobre la Ensenada 120 CAPÍTULO XXIX Wheelwright en Londres durante el empréstito.—Muerte de Brassey estando CAPÍTULO XXX Quién servia mejor el interés argentino, si Wheelwright ó el Presidente Sarmiento.—Las obras de Wheelwright eran ideas deRivadavia. 126 CAPÍTULO XXXI Circunstancias accidentales, que facilitaron la terminación del Ferro-carril de la Ensenada .... §—Inauguración del tráfico hasta Quilines 130 133 CAPÍTULO XXXII Inauguración del Ferro-carril de la Ensenada para el servicio público.—Se agravan los malos augurios de Córdoba para Wheelwright.—Discurso histórico de Wheelwright sobre el Puerto de la Ensenada.— Desde ese dia el Presidente Sarmiento se absorbe en la obra del Puerto de Bateman.—Explicación de esta anomalía 134 CAPÍTULO XXXIII El último tiempo de Wheelwright en el Rio de la Plata- - Su último viaje á Inglaterra y su muerte en Londres en el mismo año de 1873.., 140 CAPÍTULO XXXIV Consideraciones y estudios á que dá lugar la vida de Wheelwright.—Influencia social y política de sus obras en Sud América.—Ella caracteriza y define el papel civilizador de la inmigración en la América latina 142 CAPÍTULO XXXV La personalidad de Wheelwright es la expresión de la inmigración sana y honesta en Sud América.—Descripción de Wheelwright en su persona, hábitos, manera de ser privada 147 — 44'2 — PÁGINAS CAPÍTULO XXXVI Idea general ,y sintética de las obras de Wheelwright , 149 CAPÍTULO XXXYIÏ Deuda de Sud América á la memoria de Wheelwright JLa Omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual— (Discurso pronunciado en el acto de la colación de grados el día 24 de Mayo de 1880 La República Argentina consolidada en 1880 Prefacio , Introducción 152 ISS 183 185 193 PRIMERA PARTE CAPÍTULO I £—1. Antagonismos en que vivieron los dos Gobiernos coexistentes en Buenos Aires, hasta 1880 § — 2. Origen de la solución dada $—3. L a guerra argentina de 1880, su historia, sus causas, sus resultados y efectos. Los remedios de prevenir su repetición ij—4. El statu-quo era la omnipotencia del Estado, aunque sin Estado, reinando en toda la sociedad -. i; —5. Statu-quo en que no podía quedar el país sin peligro §—6. Statu-quo y sus peligros. Continuación i?—7. Origen y causa de la pasada supremacía provincial de Buenos Aires sobre la Nación .... §-S § —9. Inconvenientes del statu-quo de 1880 209 211 212 215 217 218 220 223 225 CAPÍTULO II £— 1. Consolidación del país. ¿ Cómo efectuarla ? i;—2. Unificación ó consolidación de todo el país argentino. Continua, ción ¿j—3. La Capital nacional existia, pero en desuso §—4. Bajo el símbolo de una Capital, lo que nos faltaba era una Nación §—5. Tras la Capital, faltaba la Nación. Continuación .' £—6. Buenos Aires era víctima de su viejo localismo. Como Capital de la Nación, será mas libre que antes §—7. La unidad nacional es tradición histórica en la República Argentina. §—S. Todos nuestros grandes hombres argentinos fueron centralistas 227 230 231 232 235 237 241 242. — 4i3 — PÁGÍNAS §—9. Eî federalismo de Norte-América no fué modelo del doctor Moreno, corifeo de la Revolución de 1810 §—lo. La Capital del Estado, como base de autoridad, según el doctor Moreno §—II. Capital nacional en Buenos Aires §—12. Capital nacional en Buenos Aires. Continuación §—13. Es Buenos Aires la Ciudad-Nación de que hablaba Rossi §—14, Lo que ha perdido la Nación por falta de una Capital §—15. La Capital era el Vireinato, en cierto modo, por la Ordenanza que constituía su régimen colonial §—16. El poder argentino es Buenos Aires §—17. La elección de la Capital no es facultativa. Viene de la historia , y de las cosas §—18. La organización del país argentino data del día en que España empezó su fundación §—19. ¿En qué sentido es confirmación y no cambio la consagración de Buenos Aires como Capital de la Nación ? $—20. Es y fué siempre Buenos Aires Capital obligada de la República Argentina §—21. Modificaciones que necesitó Buenos Aires como Capital del Vireinato, para ser Capital de la República ¿j—22. La Capital y la política interior §—23. La cuestión de Capital en sus relaciones con nuestro progreso intelectual 243 245 24$ 248 250 254 256 25S 262 263 267 269 273 276 276 CAPÍTULO III §—1. §—2. §—3. §—4. ^—5§—6. §—7. §—8. 70 años perdidos! La nueva Buenos Aires y el puerto de la Ensenada Puerto del Río Negro . Por qué nos han faltado hombres de Estado, y debemos esperar tenerlos en adelante Garantías de vida y porvenir del actual orden de cosas Resistencias y reacciones estériles Progreso y desarrollo del nuevo estado de cosas.—Porqué medios. Sumario y final de la primera parte 279 282 283 284 286 289 292 294 SEGUNDA PARTE CAPÍTULO ÚNICO §—1 ¿5—2. La erección de la ciudad de Buenos Aires en Capital de la Nación, le deja intacta y asegurada su importancia de provincia 2 99 301 — 444 - PÁGINAS §—3. La pretendida causa de Buenos Aires, y sus pretendidos defensores, en las cuestiones pasadas. §—4. La autonomía de Buenos Aires á lo Rosas, causa de atraso para todos los argentinos §—5. La llamada autonomía de Buenos Aires, muy peligrosa como se entendió antes de ahora, puede ser combinada con los intereses de la Nación §- -6. Revolución de 11 de Setiembre, Causa {llamada) de Buenos Aires, que era de ruina para Buenos Aires económicamente entendida §—7. Constitución provincial de Buenos Aires. Revolución de 11 de Setiembre de 1852. Continuación del párrafo anterior §—8. Constitución colonial de nuestro país, que ha sobrevivido de hecho á la Independencia §—9. La Buenos Aires del tiempo colonial §—10. La moderna Buenos Aires. Nuevos destinos, nueva vida, nueva sociedad , §—11. La nueva Buenos Aires. Continuación §—12. Moderna Buenos Aires. Objeciones y resistencias á ella §—13. La omnipotencia del Estado provincial de Buenos Aires indivi. so, era la ausencia de la libertad en los usos políticos de su sociedad ........ ............... §—14. De cómo los monopolios de la Provincia-Metrópoli han retenido el desarrollo del Sud de la República §—15. Lo que gana la ciudad de Buenos Aires con separarse de la Provincia, para ser Capital de la Nación §—16. Lo que ganará la ciudad de Buenos Aires con ser Capital de la Nación §—17. Beneficios que deriva Buenos Aires de la consolidación de la República §—18. Preocupaciones y sofismas políticos que conviene disipar en servicio de la paz §—19. La nueva Buenos Aires será la corona austral de la República Argentina §—20. Capital y Constitución para Buenos Aires §—21. Capital de la Provincia de Buenos Aires §—22. Nueva Constitución de Buenos Aires, según sus nuevos intereses,. § - 23. La reinstalación de la ciudad de Buenos Aires en Capital de la Nación, hecha en 1880, es la primera revolución efectiva contra el régimen realista de este país .... §—24. La vida de Buenos Aires para el trabajo industrial, intelectual, no podrá ser la de Paris §--25 §—26. Sofismas de forma y de falta de oportunidad §—27. Pretestos de oposición y reacción.... §—28. Buenos Aires austral, y la inmigración del Norte de Europa. Garantías de progreso futuro 307 309 311 314 317 318 320 322 324 328 029 331 332 335 337 340 34 1 344 346 347 349 352 353 355 357 357 — 44o — PÁGINAS §—29. §—30. §—31. §—32. Garantías de progreso del nuevo orden de cosas Una situación crítica demanda una política extraordinaria Prensa que conviene al nuevo orden de cosas La prensa que conviene á la seguridad del nuevo orden de cosas. 359 361 362 363 APÉNDICE Ó CAPÍTULO FINAL §—I. Capítulo XXVII del libro de «Las Bases», sobre Capital de la República. Ie* y 2 «* edición de Valparaíso, 1852 §—2. Capítulo XXVI de la tercera edición de «Las Bases», hecha en Besanzon, 1858, sobre que toda Capital en Buenos Aires era imposible, sin la division de esta Provincia §—3. Capítulo V del folleto ti tul ado : «Condiciones de Union», Paris 1861. £—4. Capítulo VI del folleto titulado: «De la anarquía y sus causas principales:», Besanzon, 1862 §—5. Párrafos varios, estractados del folleto titulado*. «Crisis permanentes de las Repúblicas del Platas, Paris, Febrero de 1S66 DOCUMENTOS Mensage del Poder Ejecutivo Nacional al Congreso, adjuntando el proyecto de ley sobre Capital Ley declarando Capital de la República Argentina á la ciudad de Buenos Aires Mensage del Poder Ejecutivo Nacional a l a Legislatura de la Provincia.. Mensage del Gobierno de la Provincia al Poder Ejecutivo Nacional Ley de la Legislatura déla Provincia cediendo á la ciudad de Buenos Aires para Capital de la RepúbÜca Argentina 395 398 400 404 407 Fin del índice General de las obras que tenia publicadas el Dr. D. Juan B. Alberdi Li ï l Ï US W M INDUSTRIALES DE WILLIAM WHEELWRIGHT & EN LA AMERICA DEL SUD POR JUAN BAUTISTA ALBERDI 18 76 (i) La pronunciación figurada de este nombre en español es : Güilrrait. CAPÍTULO PRIMERO INTRODUCCIÓN De como á veces un extranjero puede ser mas benemérito de la patria que un patriota Esta es la biografía de un hombre que, sin haber dado batallas, ni obtenido victorias, ni sido un hombre de Estado, ni siquiera un ciudadano, ha hecho sin embargo á los países de su mansion tantos y tan grandes servicios, que su historia seria ingrata ó ciega si dejase de registrarlos en sus anales. Esto prueba la verdad de dos hechos que Sud-América no debe perder de vista en el interés de sus progresos, á saber: — que la guerra no es el único terreno de los servicios que abren las puertas de la historia, y que sin ser un ciudadano puede un extranjero hacer mayores servicios á la patria que eî primer patriota, pues no se -necesita haber vivido cuarenta años de los sueldos del Estado para ser un servidor del país. E s que sus grandes intereses modernos, que son todos económicos, son del dominio del orden social, d e q u e es miembro el extranjero, con los mismos derechos civiles ó sociales que el ciudadano. Apesar de su magnitud gigantesca, los servicios de Wheelwright á los países de Sud-América no cuestan ni sangre, ni lágrimas, ni luto, ni caudales recibidos del Estado en forma de sueldos y recompensas. Como no sirvió por sus obras, neutrales como la industria, á ningún partido político, á ningún egoísmo local, ni deja en los partidos del — 8— país un heredero de su nombre ilustre, su biografía no será una bandera, como no será su estatua el pedestal de la grandeza de un ocioso. En la índole de sus servicios desinteresados al bien público, se revela el compatriota de Washington y de Franklin. E r a en eso la personificación de su país, aclimatada en Sud-América: la mas noble forma que puede afectar la irrupción, que ese grande y rival modelo puede hacer en la América de su antagonismo. Sus gobernantes sin embargo la temen á veces mas que á la conquista armada, porque les exige el respeto que no siempre saben tener á los derechos de sus gobernados. Prefieren copiar las leyes escritas de los Estados-Unidos, á recibir esas leyes encarnadas en las costumbres de sus emigrados. E s que una ley se deja hollar sin murmurar, mientras que un hombre libre siente la injuria y la rechaza. Reforma que la historia necesita en Sud-América para mejora de su política El hecho es que la vida de Wheelwright, hace parte de la historia de los progresos de Sud-América de veinte anos á esta parte. ¿No es ya tiempo de que la historia de Sud-América deje de consistir en la historia de sus guerras y de sus guerreros, como ha sucedido hasta aquí? En lo mas de ella la historia de la guerra tendría un útil sentido y un enseñamiento fecundo, si se redujese á lo que ha sido por regla general, no por excepción; la historia de menguas y pérdidas territoriales de unos Estados, sin provecho de los otros, y la del origen y formación de sus deudas públicas agobiantes y ruinosas para sus progresos. Se veria que lo que compensa ó repara sus descalabros, nacidos de ese desorden, es el progreso espontáneo y natural debido al comercio y á la industria, cuya historia sin embargo no ha ocupado hasta hoy á ningún historiador de su revolución fundamental, mas económica en su esencia que política como ha sido en realidad. L a historia de su comercio, de su industria, de su riqueza, de sus mejoramientos materiales, es mas útil y necesaria que la de sus guerras, que apenas han producido otra cosa que libertades escritas, glorias — 9 — vauas y progresos que no excluyen el statu quo, en !o mas sustancial para la civilización, — que es el nivel moral é inteligente del pueblo mas numeroso» La revolución digna de historiarse es la del cambio por el cual, países que hace dos tercios de siglo eran colonias pobres, oscuras y aisladas del mundo, han venido á ser vastos mercados, frecuentados por todas las naciones de la tierra. Ni es otro el sentido en que la historia tiende á ser concebida en este siglo, porque en todas partes parece afectada del mismo extravío, con los mismos efectos perniciosos para el mejoramiento social. « Si recordamos, dice Herbert Spencer, que toda la historia está llena de los hechos y gestos de los reyes, en tanto que los fenómenos de la organización industrial, Tisibles como ellos son, no han logrado sino recientemente atraer un poco de atención; si recordamos que todas las miradas y pensamientos se dirigen á las acciones de los que gobiernan, que nadie hasta estos últimos tiempos tenia ojos ni pensamientos para los fenómenos vitales de la cooperación espontánea, á los cuales deben las naciones su vida, su crecimiento y progreso, no podemos dejar de ver cuan profundos han sido los errores padecidos en las conclusiones que han deducido los hombres sobre las cuestiones sociales. » — Estas cuestiones son entre tanto las que mas interesan á los destinos de la América del Sud, porque no son otras que las de su población, exploración, practicabilidad y explotación de su rico y desierto suelo. <Qué son sino cuestiones sociales de vida ó muerte para SudAmérica, sus cuestiones tan traqueadas de inmigración, colonización, educación pública, trabajo, riqueza, comercio, crédito, caminos, puertos, etc. ? La historia de Sud-América solo ha sido la de sus guerras y guerreros. El progreso social espera sus historiadores Todos convienen en que la civilización está representada en estos tiempos por el desarrollo de los intereses materiales, es decir, del comercio é industria (agrícola ó manufacturera), de las vías de comu- — 10 — nicacion y trasporte, de la producción y riqueza» ¿En qué sentido es esto una verdad? En este sentido esencialmente moral, que el efecto natural del mejoramiento material, es la elevación del nivel moral é intelectual del país. E s un hecho, sin embargo, que cada vez que se trata de escribir la historia de un país de Sud-América, lo primero que se pone á un lado y deja en el olvido es la historia de su comercio, de su industria, de su condición y desarrollo económico, para no recordar sino sus revoluciones políticas y militares, y los héroes de esas empresas de destrucción, no de mejoramiento, á que se reduce la historia sud-americana. « T h e political history of the South American Republics (dice el Times del 14 de Octubre de 1874), has been one dismal record of rebellions, revolutions, outrages on authority, and assassinations of Presidents. » Cuando no ha sido esto ha sido lo historia de la guerra y de las campañas de la Independencia. Sin duda que no es posible historiar la vida moderna de los Estados de América del Sud sin hacer la historia de la revolución ó cambio que esa parte del mundo ha experimentado en el siglo XIX. Es al menos la parte mas interesante y útil de su historia política, pues si en la América del Norte la historia colonial es la de sus viejas libertades y antigua civilización, en la América del Sud no recuerda su pasado colonial sino la abyección y oscurantismo en que fué mantenida por el gobierno desacertado de su metrópoli. Que ese sistema fuese común á las dos patrias, madre é hija, no quita que él fué un hecho muy poco recomendable al interés de la historia. Pero la verdadera, la fecunda revolución, la mas digna de recuerdo, como escuela de gobierno, consiste, no en la sustitución de un gobierno extranjero incapaz por otro gobierno igualmente incapaz aunque americano; sino en la sustitución del estado económico de cosas que la tenia sumida en el atraso y la pobreza, por un nuevo régimen de vida caracterizado por el tráfico libre con todo el mundo civilizado, al cual ha debido en poco tiempo mayor número de población, de capitales, de industrias, comercio, luces y bienestar la América antes española, que á sus tres siglos de gobierno colonia!. Sus guerras y guerreros, lejos de ser causa de que todo esto se produzca, han sido las mas veces sus obstáculos y rémoras. Una historia de la revolución no podría prescindir de reconocer y consignar que el —11 — desarrollo del vapor, aplicado á la locomoción terrestre y marítima, lia sido el mas poderoso agente revolucionario de este siglo, en Sud-América, como en todas partes. Introduciéndolo en Sud-América, Wheelwright ha completado la trasformacion mas grande que hayan sufrido su política interior y exterior, su sistema de hacienda, sus medios de gobierno y de guerra á la vez que su población, producción, comercio y cultura. Libertando al hombre de sus dos tíranos naturales, que son el espacio y el tiempo, el vapor como el rey de las fuerzas naturales ha hecho del hombre un semi-dios, con mas poder que tuvo el dios Marte de la fábula. La historia de la revolución de Sud-América en este sentido de progreso material, tiene sus héroes, como los tiene la de la guerra. Vencer y suprimir esos dos enemigos del hombre americano, unir la América en sí misma, acrecentar la unidad de cada uno de sus Estados, unir á la América con la Europa, por la diminución del tiempo, del espacio, del peligro y del precio de los viajes, ha sido la tarea gloriosa de Wheelwright. Pronunciando la desaparición de los Andes, él y Meiggs, su compatriota, han merecido de la historia á ese título el rango y el derecho de ser considerados por ella como héroes de ios Andes á la par de los Boüvar y San Martin. Cruzar sus cumbres con piezas de artillería ligera fué sin duda un esfuerzo extraordinario y digno de memoria; pero cruzarlas con locomotivas de fierro con la rapidez del cóndor, es casi igual al prodigio de Basco Nuñez de Balboa, que tres siglos antes las cruzó con los primeros buques que navegaron el Pacífico. Esa es otra de las glorias que pertenece de derecho á la historia de la civilización de Sud-América, poblada de la misma raza que supo alcanzarla. L a gloria de América tiene en su mano el poder de ensanchar sus límites y multiplicar sus héroes, si sabe ser agradecida á todos los servicios que la conquista de su civilización ha costado. Papel histórico de que es capaz el extranjero en el progreso social y material de la América del Sud, por su moderno derecho público No todos los privilegios y honores de la historia deben ser adjudicados á ese patriotismo extraño que consiste y se prueba en vender á la patria por cien, v. g., los servicios que, en justicia, valen diez. — 1% — ¿Cómo se explica ese patriotismo leonino? por el privilegio que solo tiene el ciudadano, ó mejor dicho el patriota de vender á su país por cien lo que el extranjero le vendería por diez, de mejor calidad diez veces, si la Constitución no le negase, como es natural que le niegue, el ejercicio de todo derecho político. Afortunadamente no sucede eso sino con los derechas políticos. En cuanto á los civiles ó sociales, tal privilegio no existe porque la Constitución los concede al extranjero á la par que al ciudadano. De ahí es que el extranjero puede ser empresario, banquero, comerciante, ingeniero, médico, artista, agricultor, sin que su calidad de extranjero le impida hacer al país, que no es su país, beneficios de que no es capaz el patriota, con solo ejercer los trabajos de su oficio por via de industria, sin recompensa alguna del tesoro nacional en forma de sueldo ó de salario. Dos cosas son el resultado natural de este fenómeno: i ° que la sociedad civil, en países que han sido colonias de España, se halla mejor compuesta que no lo está ni puede estar la sociedad política en que consiste el Estado, porque la primera se compone de extranjeros superiores á los nativos cuando menos en cultura industrial ; 2 o que el progreso del país tiene que deber menos á sus patriotas nativos que á los extranjeros desnudos de derechos políticos. Este fenómeno visible, se explica sencillamente por los precedentes históricos y coloniales de los pueblos sud-americanos que fueron españoles. Privados desde el tiempo de su fundación y origen de la libertad de ejercer el comercio, la navegación, la industria fabril, la agricultura, las artes y ciencias liberales, y de ganar su vida por los trabajos de esas profesiones, prohibidas por interés ó error de la metrópoli, que se reservó su monopolio,—se han encontrado los nativos de Sud-América el dia de su emancipación y constitución en Estados soberanos, ante las masas de inmigrados extranjeros, educados en todos los trabajos productores de la fortuna, que el régimen de libertad traía á su suelo, sin poder sostener con ellos una concurrencia victoriosa en muchos ramos de producción industrial. ¿Qué han hecho entonces los favorecidos por su condición política? Se han refugiado en el único trabajo de que la Constitución les hacia un monopolio y privilegio exclusivo de su calidad de ciudadanos, á saber : el trabajo ú oficio de gobernar, de administrar, de legislar, de juzgar, — la política en una palabra, que naturalmente se ha conver- — 13 — tîdo en la única industria y manera de adquirir fortuna, en que el extranjero no puede hacer concurrencia al patriota nativo-. De ahí el calor peligroso con que se buscan los empleos políticos, como si se buscase la participación en el gobierno por vía de libertad, cuando en realidad se buscan como medios de ganar su pan y su lujo, en cambio de servicios pagados á precios que no valen, adicionados todavía del honor de ser tenidos como virtudes patrióticas, dignas de la gratitud y recompensas nacionales. Servicios que en política y gobierno son pagados á precios fabulosos, no tendrían compradores por su mediocre calidad en otros ramos productivos del pan cuotidiano. Bajo ese punto de vista y en ese orden de cosas Wheelwright representa en Sud-América esa porción eminente de su sociedad mixta que se denomina elemento exiranj¿7-o ; y ya puede por el diseño inferirse todo el bien que los inmigrantes de su clase pueden hacer al progreso y desarrollo de la civilización de Sud América, apesar de no tener derechos políticos ni aspiración á títulos de patriotismo. Es el mejor ejemplo probatorio del bien que el extranjero puede hacer al progreso de la patria en mayor grado que el mismo patriotismo de sus hijos. Si esto no fuese cierto, no lo seria tampoco este aserto recibido como principio en las mismas leyes fundamentales, á s a b e r : — Q u e la inmigración debe ser promovida y fomentada por la buena política como el mejor y único medio de educación y progreso material y social de ios nuevos Estados sud-americanos. Las Constituciones que eso consagran admiten implícitamente que el país puede deber mas grandes servicios á los extranjeros incorporados en su sociedad civil, que á sus mismos patriotas nativos; y el ejemplo de Wheelwright es un comentario victorioso de esa ley. Acción social da la industria y del industrial extranjero en !a mejora de Sud-América Los que se ocupan de empresas de comunicación y trasporte son socialistas inconscientes, que hacen la sociedad sin saberlo, en el sentido que hacen y forman las sociedades sin pretender hacer otra cosa que negocios de industria particular. — 14 — El interés de ganancia que los mueve, no les impide ser en realidad los autores de la consolidación que la sociedad recibe de sus obras. Wheelwright, uno de ellos, ha hecho por la organización social y política de Sud-América, mas que muchos de sus hombres de Estado mas eminentes. No por eso se ha creído autorizado para reclamar la palma de un misionero, ni el honor de un apostolado de civilización ; ni ha pretendido tener parte en el gobierno, que contribuía á consolidar como institución por sus obras de viabilidad, como recompensa de sus servicios de orden social americano. Su calidad de extranjero, que le cerraba las puertas de la política, le abria mejor las de la sociedad civil, para servirla como obrero neutral. Esa es la posición honorable de los buenos inmigrados en îa América del Sud. Su extranjerismo los preserva de la desgracia de tener que injerirse en la mala política del país; lo cual es un bien para la civilización de Sud-América, cuya sociedad civil viene á ser, por esa causa cabalmente, de mejor condición que su sociedad política. De ella se hacen miembros, con derechos iguales á los demás, los extranjeros venidos de los países mas civilizados del mundo, desde el dia que inmigran y se establecen en el país. Nada por lo tanto mas sabio que la exención de todo deber militar que algunas leyes establecen en favor del extranjero, aun después de muchos anos de naturalizado en el país. Pero este principio para ser del todo eficaz debe completarse por este otro :—que ningún extranjero, aun los naturalizados, pueda ser admitido en las filas del ejército nacional. Las Provincias Unidas de la Holanda debieron parte de su prosperidad á la observancia de este sistema. Elias hicieron de la profesión militar un rango inaccesible al extranjero, Por un motivo diferente loa Estados sud-americanos servirían á su civilización imitando en eso á la libre Holanda de otro tiempo. — 15 — En qué sentido la historia de Wheelwright forma parte de la historia reciente de Sud-América. Los empresarios de vías de comunicación son los mejores socialistas y diplomáticos. Hemos dicho que la historia de Wheelwright formaparte de la historia civil y social de la America del Sud mas contemporánea; no de la historia de sus guerras, grandes ó chicas, bien entendido, de que se compone á menudo la historia de esos países ; sino de la historia de sus períodos y de sus obras de paz, es decir, de sus trabajos de mejoramiento, que han transformado la condición material de Sud-América por la introducción del vapor en todos los medios de comunicación y transporte; por la construcción de líneas marítimas de comunicación interoceánica sistemada y constante, por ferro-carriles, puentes y muelles, faros, boyas, telégrafos, dragas, depósitos navales, descubiertas y explotación de nuevas riquezas naturales, como el carbon mineral, el salitre, el borraj, etc,—De la historia de esa faz honrosa de la vida de Sud-América, que la vindica de la otra, por su carácter juicioso y realmente interesante para la civilización general, forma parte sin duda la historia de Wheelwright. — Por la naturaleza y trascendencia d e s ú s trabajos de mejoramiento, Wheelwright ha ejercido un real y saludable influjo en la condición política y social, es decir, económica y comercial de la América del Sud. Pero i puede un empresario de ferro-carriles, de telégrafos, de líneas de vapores, de muelles y puertos, tener influencia y parte importante en el desarrollo político y social de su país? — se me preguntará tai vez. A esa pregunta se responderá con esta o t r a : —¿tienen los ferrocarriles y las líneas de vapores y de comunicación telegráfica, influencia real en la política de los países que ellos acercan y estrechan entre sí, hasta confundir y consolidar sus mercados, sus productos, sus poblaciones, sus costumbres, sus luces, sus instituciones, sus destinos y existencias en fin ? — Nada mas, para poner esta cuestión, se necesita, que ignorar radicalmente las leyes y causas que rigen y determinan los progresos políticos y sociales de los Estados modernos de ambos mundos. — 16 — Baste decir que los diplomáticos y los tratados de comercio no tienen acción mas eficaz, que los empresarios de vias internacionales de comunicación y trasporte, en la remoción de las causas que alejan á las naciones unas de otras, pues las mas poderosas de esas causas, son la distancia y el tiempo, que el ingeniero, como soldado del empresario, hace desaparecer mas positivamente, que es dado hacerlo al tratado internacional mas liberal. — ¿ Cuál es, sino, el hombre de estado que haya contribuido mas que Wheelwright á unir entre sí misma á la América del Sud y á disminuir la distancia de tiempo y de espacio que la separa de la Europa, su manantial pasado, presente y futuro de po<bladores, de capitales, de industrias, de luces y progresos de todo género ? Se aplicarían á sí mismos los gobiernos de América el honor de los trabajos de Wheelwright, si ellos lo hubieran solicitado para ejecutarlos, y no él á los gobiernos, como realmente ha sucedido. Ellos han sido los instrumentos del genio de Wheelwright, y no vice-versa. Mas ha trabajado en persuadirlos de la utilidad de sus empresas, y decidirlos á tomar la parte, que era de su deber, que en reunir los capitales, acometer y llevar á cabo sus trabajos. Esto haría el desdoro de Sud-América si no fuese un hecho que, bien ó mal, todos los gobiernos han acabado por dar á Wheelwright su entera y completa cooperación, con excepción tal vez del que menos debió negársela. Acción civilizatriz de la América sajona, en la América latina, probada por el ejemplo de Wheelwright. Pero la Europa no ha sido el solo manantial de sus recursos para Wheelwright, como no lo es de los grandes colaboradores de su progreso, para la América dicha latina. La presencia benéfica de Wheelwright, yankee de origen, en la América antes española, es el desmentido mas elocuente dado al temor de absorción y conquista de que uña política sin alcance ha pretendido hacer un principio de gobierno en la América latina. Wheelwright, llenando á Sud-América de progresos materiales que dan á sus Estados el poder de preservar su independencia contra todo - 17 — conquistador americano ó europeo, es la presencia de ]a raza angloamericana colaborando en la mejora de la América latina. Dando esos hombres á la América del Sud, îa patria de Fulton y de Franklin, sirve mejor al progreso democrático de las Repúblicas latinas que no por el ejemplo de sus leyes escritas, entendidas y aplicadas á menudo err detrimento de ellas mismas por gobernantes menos inconscientes que faltos de conciencia. — No hay mas que un medio de atraer y aclimatar la libertad de los Estados Unidos en la América del Sud, es atraer y aclimatar en su suelo á los hombres del temple y de la condición de Guillermo Wheelwright. Wheelwright en Sud-Amérîca ha probado la influencia y la acción de la América del Norte, de que una mala teoría de la rivalidad de las razas pretende hacer un espantajo incesante para Sud-América. Él trajo á esta parte del nuevo mundo lo que hace la grandeza de la América del Norte — el vapor, la electricidad, el gas, — los capitales, las poblaciones de la Europa civilizada, venidos en pos y al favor de esos agentes. Sin embargo, Sud-América parece ser víctima de un pánico curioso nacido del peligro de absorción, que no cesa de ver en las tendencias de la América del Norte. Mas teme al país de Fulton, que al de Felipe II. L a historia viene á d a r á ese temor una lección jocosa. Un yankee ha dado á Sud-América por el vapor, la unidad que Bolívar no pudo darle por el Congreso de Panamá. Ese mismo yankee ha puesto á Sud América á un paso de la Europa, echando, como puentes, entre ambos hemisferios, las grandes líneas de vapores, que los ligan mas estrechamente que sí lo estuviesen por tratados diplomáticos. Qxxo yankee,— Aspinwall,— ha suprimido el istmo de Panamá por el vapor terrestre, que ha puesto á Europa directamente en las márgenes del Pacífico. El audaz empresario Meiggs, otro yankee, ha colocado á la capital de Chile en las márgenes del Pacífico y ha cruzado los Andes peruanos para aproximar á Lima de sus provincias orientales del Amazonas. Notemos de paso que Wheelwright fué precursor de Asp in wall y de Meiggs y el inspirador de sus grandes obras. No siendo bastante todo capital y toda inmigración para dar satisfacción á la actividad voraz de los Estados Unidos, no es preciso atribuir á ese país un cálculo de egoísmo ni de hostilidad si deja de ser un manantial de esos recursos para la América del Sud. Pero le sobran T. VIII. 2 — 18 — empresarios é ingenieros inteligentes para proveer de ellos á los países sud-americanos que no los tienen por su mala condición hereditaria en aptitudes industriales. Habituados á luchar con escasos medios contra el suelo desierto, Jos ingenieros americanos son allí preferibles bajo muchos aspectos á los de Europa.—Wheelwright, que no tenia preocupaciones locales, al mismo tiempo que buscaba capitales en Europa, componía su estado mayor de ingenieros en los Estados Unidos. El ejemplo de los Estados Unidos no es la panacea del mal de Sud-América.— Sus peligros señalados por una grande autoridad. Al condenar la preocupación sud-americana que no ve sino peligros en el influjo de la América sajona, que tanto auxilio puede dar á sus progresos, es útil castigar otra preocupación opuesta de los que ven en el ejemplo del sistema de gobierno de los Estados Unidos una panacea para el mal social y político de todos los países- Esta preocupación es tan nociva como la otra para la suerte de Sud-América, y la personalidad de Wheelwright es un buen á propósito para señalarla, pues si ha sido un beneficio para Sud-América su cooperación, no se sigue de ahí que todo lo que procede de los Estados Unidos participa de la excelencia de ese grande americano. No basta decir que una ley, que una institución, que una persona, es de los Estados Unidos, para probar la excelencia de su condición. Todo no se ha dicho en materia de gobierno libre, con decir que u n í cosa viene de los Estados Unidos. La sociedad de ese país es un mosaico, su constitución es una caja que contiene las cosas mas variadas é incoherentes. Es un mundo que abraza muchos países, siendo cada país una nación distinta en cierto modo. En Massachussets, está la nueva Inglaterra, ó por mejor decir la vieja Inglaterra; en Nueva York la Holanda, su fundadora; en Nueva Orleans, la Francia, y queda algo de España todavía en la Florida. No todos esos orígenes son de libertad, pero todos viven hasta cierto grado en los Estados de esos orígenes. Así se explica el fenómeno que á todos admira, que al lado de la maj'or libertad, existe allí el mayor despotismo. Baste dtcir que se pueden — 19 — tomar de ese país todas las piezas y elementos para construir una Mazorca del tipo de la que existió en Buenos Aires ó una Camorra del tipo napolitano (i). Esto no puede ser nuevo para el que quiere ver lo que hay de mas viejo en la América que dejó de ser española. Hace mas de medio siglo que Méjico practica el peor gobierno del mundo, sin embargo de ser copia literal de la federación de los Estados UnidosNo hay caudillo ni dictador de los que han atormentado á las Repúblicas del Plata, de medio siglo á esta parte, que no lo haya hecho en nombre del sistema federal de los Estados Unidos. E n toda Sud-Amériea, ha bastado copiar mal á los Estados Unidos, para fundar el despotismo y el desorden. Se ha obtenido mas que eso mismo á veces con solo copiar bien lo mucho malo que allí existe. Lo cierto es que copiando bien lo malo, y copiando mal lo bueno, se lia copiado dos veces el peor y mas peligroso modelo, en que países jóvenes en la independencia y viejos en el despotismo, han podido buscar el molde de sus instituciones libres. Hablar con tal severidad de un gran país como los Estados-Unidos, es asumir una responsabilidad que no creemos tener título á tomar en nuestras manos. Rogamos por lo tanto al lector se sirva recorrer las siguientes palabras de un gran juez en este asunto. Pertenecen al primer pensador que hoy tiene Inglaterra, y las ha consignado Herbert Spencer en su Introduction á la ciencia social^ escrita^ según él mismo dice en su prefacio, d invitación de su amigo de América, el profesor Jbumans, para publicarse en la misma América, como lo hizo el «Popular Science Montly». « Las formas de gobierno, dice Spencer, no tienen valor sino en tanto que son productos del carácter nacional. Nada hará sin él, por bien imaginado que sea, el mejor arreglo político»... «Podemos citar en apoyo de esto los ejemplos de que pululan la historia de la Grecia moderna y las de Sud-América y de Méjico »... «L a misma verdad se manifiesta en los Estados-Unidos, por vías diferentes y de una manera menos sensible, pero sin embargo con suficiente claridad. No hablaremos solamente de los ejemplos extremos queen cierta época nos presentó California, donde ( bajo el régimen de esa libertad política abso(i) Véase la confirmación literal de lodo esto en el Times, de Londres, del 24 y 26 de Junio 187$. — 20 — l u t a q u e á losojos de algunas personas constituye la única condiciónele! bienestar social) la mayor parte de las gentes vivian en una continua aprehensión de ser asesinados, y otros mostraban con orgullo, en el puño de sus pistolas, las tallas que marcaban el número de hombres que habían abatido. No nos detendremos tampoco en el estado de la sociedad que reina en el Oeste, bajo un régimen republicano, donde la mujer blanca que se casa con un negro es quemada viva; bandas misteriosas asesinan de noche á las gentes cuya conducta les disgusta j detiene la multitud los trenes para lynchar á los culpables que allí se encuentran; llevar un revólver es cosa que va de suyo; allí se recurre á la intimidación contra los jueces, haciéndose imposible á menudo ejercer la justicia. Nos contentamos con indicar de paso estos ejemplos extremos del grado de opresión intolerable á que puede llegarse con instituciones que garantizan nommalmcnte á los hombres de la opresión»... « Sin ir tan lejos encontraremos en los Estados del Este bien abundantes pruebas de que las realidades de la libertad no están necesariamente en relación con sus formas. Un estado de cosas en que las gentes se hacen justicia así mismas, son alabadas de haberlo hecho, y casi siempre absueltas en caso de proceso, es un estado de cosas que ha retrogradado, bajo este aspecto, á la inversa de la civilización"... " L a forma exterior del gobierno libre subsiste; pero interiormente ha crecido una realidad, que hace que el Gobierno no sea libre. La corporación de políticos de profesión, que entran en la vida pública para ganar dinero, organizan sus fuerzas y se crean una táctica, ha venido á ser de hecho una clase dirigente, absolutamente distinta de la que la Constitución se proponía garantizar al país, y teniendo intereses del todo diferentes de los del público ( i ) . " Así ha hablado del sud, del oeste y del este de los Estados Unidos el mas grande de los pensadores ingleses, á instigación de sus mismos amibos de América. Pero Wheelwright no era del Sud, ni del Oeste ni del Este de los Estados Unidos, sino del Norte, que es otro mundo en ese país, como vamos á verlo en el capítulo siguiente. (i) «Introducción á la ciencia sociab, capítulo XI. Ftiede verse algo de mas nuevo, en apoyo de Spencer, en el «Times» del 24 y 26 de Junio de 1875. — 21 — CAPÍTULO II Origen y nacimiento de William Wheelwright en Newbury-Port, Massachussets, Estados Unidos de América.—Época de su nacimientoFamilia.—Educación : vocación y oficio de marino—Llegado á capitán de buque.—Viaje á Sud-América en que naufraga, y muere para su país á los 25 años, pero nace para la América del Sud, en que queda toda su vida. « L'homme est pour ainsi dire tout entier dans les langes de son berceau.> A. DE TOC QUE VILLE. William Wheelwright, nació en Newbury-Port, pequeña ciudad marítima del listado de Massachussets, en los Estados Unidos de America, el año 1798. — Fueron sus padres Mister Ebenezer Wheelwright y Mistriss Anna Wheelwright. Sa padre descendía de una antigua familia puritana del Lincólshíre, uno de cuyos miembros fué condiscípulo de Oliverio Cromwell. Mas feliz que Franklin, también de Massachussets, el joven Wheelwright se educó en Andover Colege, la mas célebre escuela teológica de la Union Americana, á lo cual se debió tal vez que su vida no tuviese necesidad de una fe de erratas, en punto á moralidad, como la de su glorioso compatriota. L a mayor difieid tad que se presenta para escribir la primera parte de la vida de Wheelwright ( pasada en su país nativo hasta que lo dej6 de edad de 23 años), viene de su modestia misma, es decir, de su falta de cooperación para tal obra, pues nunca se ocupó de escribir noticias de sí mismo. Es el caso ordinario de los hombres de acción mas eminentes, no tanto en la guerra, como en las empresas industriales. Franklin dejó escrito todo lo que se.sabe de su persona, porque fué hombre de ciencia y se ocupó de política.—Wheelwright, en efecto» no lia tenido vida pública en el sentido que esta palabra tiene para la — 22 — historia, que solo consigna en sus anales como público lo que es deí dominio de la política 6, mejor dicho, del gobierno. Pero las empresas que han absorbido su vida son de mayor interés público que lo lian sido los actos de muchos Gobiernos de Sud-América. ¡Cómo! ¿No tendría vida pública ni derecho á una mirada de la historia un hombre que por sus numerosas obras de grande importancia general, ha contribuido mas que los Gobiernos á unir la América consigo misma y con la Europa, y á consolidar, por decirlo así, el orden político y social de mas de una de sus Repúblicas? No es extraño en efecto que una historia para la cual solo es público y digno de su resorte lo que es del dominio del Gobierno, considere todo lo que no es oficial, como privado y ajeno de su dominio, incluso el público mismo, es decir la sociedad, que no es sino el público. Que bajo un César, tenido como el país hecho hombre, la historia del Gobierno, pase como la historia del país, se concibe perfectamente; pero que bajo la democracia ó reinado del país no sea considerado público, ni digno de la historia, es una inconsecuencia que pone á la democracia en ridículo. Cuando la historia americana reciba en sus anales todo lo que realmente interesa en grande escala á la sociedad, la guerra y los guerreros, la política y los políticos dividirán las plazas de honor, que monopolizan hoy dia, con la industria y los industriales, con el comercio y los comerciantes, que son los mas genuinos representantes del bien público moderno. Wheelwright no inventó el para-rayo como Franklin, pero introdujo y aplicó el primero, en Sud-América, las invenciones desús compatriotas Fulton y Morcy, que son mas útiles que el p a r a - r ^ o , eclipsado por el seguro contra incendios. No hizo tratados internacionales como Franklin, pero lia hecho ferro-carriles y líneas de vapores, que ligan á las naciones entre sí, mejor que los tratados diplomático?. Felizmente mas que de la familia y del colegio, los hombres son el producto de la sociedad en que nacen y se forman. Hemos dicho que Wheelwright fué nativo de la Nuczm Inglaterra ^ con cuyo nombre son designados los Estados de Connecticut) Rode' s land\ Massachusscts, Vermont^ New-Hamp sire y Maine, L a sociedad de la Nueva Inglaterra — 23 es la excepción sobresaliente de los Estados-Unidos. Son sus seis miembros y fueron desde su origen un mundo aparte, dentro de ese gran país. « La fundación de la Nueva Inglaterra, dice Tocquevüle, presentó un espectáculo nuevo : todo allí fué singular y original. . . Los emigrados que vinieron á establecerse en ella pertenecían todos á las clases acomodadas de la madre p a t r i a . . . Las otras colonias habían sido fudadas por aventureros sin familia; los inmigrantes de la Nueva Inglaterra traían consigo elementos admirables de orden y de moralidad . . . Lo que sobre todo los distinguía de los otros era el fin mismo de su empresa. No era la necesidad lo que les forzaba á dejar á su país; en él dejaban con dolor una posición social y medios de vivir a s e g u r a d o s . . . Ellos querian hacer triunfar una i d e a . . . » Era esa una doble idea de libertad política y de libertad religiosa. Así los pobladores de Massachassets no fueron simples emigrados, sino peregrinos. No emigraron en busca de oro y de pan, sino impulsados y sostenidos por una alta idea,— la de escapar á toda opresión y á toda impureza en la tierra nativa. Dos siglos mas tarde, Tocquevüle ha encontrado vivo y palpitante ese distintivo original de los americanos de Nueva Inglaterra. Esa es la sociedad á que Wheelwright debió su nacimiento, su educación primera, su carácter recto y su buen sentido superior para los negocios serios. Es de esas sociedades cuya complexion sana y robusta suple á la familia noble y á la escuela superior como doble pergamino de recomendación del que tiene la suerte de nacer en ellas. El mero hecho de ver la luz en ese medio equivale á ser de raza y condición aparte, sí, como Franklin repetía, la nobleza consiste en la virtud. L a fecundidad de ese medio se ha probado por el grande ejemplo de los Estados-Unidos, nacidos de esa cuna y origen, en cuanto á las ideas fundamentales de su orden social, y por multitud de hombres superiores que cuenta Wheelwright entre sus compatriotas de localidad, tales como el estadista Webster, el poeta Longfellow, el filántropo Peabody, el ex-Senador Summer, célebre abolicionista, y por fin Benjamin Franklin, todos ellos de Massachusscts, cuya capital, Boston, llamada Nueva Atenas^ ha eclipsado á la Antigua en libertad. — 24 — Si Wheelwright debió áes e origen los elementos de su carácter superior y espíritu eminente, la circunstancia de haber nacido en un puerto de mar, decidirá de su oficio, vocación y destino de toda su vida. Su origen porteño lo hará marino de profesión como hubiese sucedido á Franklin, por igual razón, si su padre no le hace impresor, por distraerlo de su inclinación á la mar que podía ser causa de su alejamiento. — L o que temia el padre de Franklin respecto de su hijo sucedió á Wheelwright. Dedicado á la marina á los Ï 2 anos de su edad, y llegado á capitán de buque mercante al cabo de diez años, su oficio de navegante le hará conocer el hemisferio del Sud, donde hará naufragio, por falta de un puerto de mar en un lugar que sin embargo de esa falta se llama puerto por excelencia. Ese contraste será un aviso que reciba de su destino de que su vida, renacida en SudAmérica, será invertida toda en mejorar la condición de sus costas, para servicio del tráfico marítimo que debe poblarla de hombres y capitales venidos del extranjero. En efecto, nacido en New bury-Porty es decir, en un puerto de mar, será porteño toda su vida y en todos los países de su destino. Anfibio, como el hombre de su raza, viviendo con un pié en la tierra y otro en el mar, se ocupará, durante toda su vida, en mejorar las costas de la América del Sud, es decir, en obras de puertos, de faros, de diques, de boyas, de depósitos, de muelles, de dragas, para unir y dar enlace fecundo á dos cosas de que las costas son como anillos, á saber: los ferro-carriles continentales y las líneas internacionales de vapores, de que serán labores consiguientes la exploración y explotación del suelo, que le dará carbon de piedra para el vapor, salitres para fabricar la polvera con que se exploten las minas de carbon y de metales. Si se considera que la grande y capital necesíd2d de Sud-América es poblarse por inmigraciones de la Europa, y que la llave de ese poblamientu es la buena condición de las costas para el desarrollo de las marinas tras-atlánticas, se convendrá en que la presencia de Wheelwright en Sud-América ha sido como un regalo del cielo hecho á su civilización en el hombre que la América necesitaba y á la hora en que esa necesidad debía ser satisfecha. Consultad en efecto á Wakefield, á Merivale, á Roscher, á Jules Duval, á Faul Leroy-Beaulieu, á todos los economistas y hombres es[ e- — 25 — cíales que se han ocupado de estudiar el mejor medio de poblar por inmigraciones extranjeras un suelo nuevo y despoblado, y vereis que todos señalan como el mas indispensable la multiplicación de los puertos, muelles, faros, valizas, el mejoramiento en fin de las costas del país que debe pobiarse por inmigraciones traídas por la Europa marítima. Se diría realmente que algo de providencial había en los destinos de Wheelwright, si se agregan otras circunstancias raras á las que dejamos señaladas. Llegó y naufragó en el llamado puerto de Buenos Aires, cuando Rivadavia, á la cabeza del gobierno en 1823, se ocupaba de habilitar el puerto marítimo de la Ensenada, fundar colonias de inmigrados europeos en el país y construir grandes vías de comunicación y trasporte hacia los Ancles. E r a Wheelwright el hombre que un día debia realizar esos grandes términos del programa de Rivadavia, pero ese dia distaba entonces 30 años, que eran los que Rosas debia emplear en retardar esos progresos. Wheelwright tomó nota de ellos en su memoria y los guardó con el recuerdo de su naufragio. Hizo su aparición en el Pacífico, cuando Bolivar acababa de destruir en Ayacucho el poder que había mantenido por siglos á esos países aislados é incomunicados unos de otros, sin caminos, sin tráfico, sin industria, pobres, oscuros y secuestrados de todo trato directo con eí mundo civilizado. Ese estado de cosas recibía en Wheelwright al hombre que la libertad victoriosa necesitaba para producir su transformación de progreso en cortos años. Reapareció al cabo de ellos en el Plata, cuando el vencedor de Rosas rompía las leyes coloniales que por siglos habían tenido cerrados los puertos fluviales argentinos al tráfico libre del mundo, y reinstalaba en la orden del dia de la nueva situación el programa de Rivadavia, interrumpido 30 años antes, sobre vías de comunicación, puertos, colonias, etc., del que Wheelwright guardaba copia. A los 20 años de ese cambio, 30 colonias florecientes son hoy el resultado de esa gran medida, y muchas de ellas son la obra inmediata del mismo Wheelwright. - 26 — CAPÍTULO III Origen de Wheelwright en Sud-América. Su naufragio en Buenos Aires y su causa.—Cambio y division que ese siniestro introduce en el discurso de su existencia.—Situación del Plata en 1823, prospera pero incierta.—Wheelwright toma el partido de irse al Pacífico. Se puede decir que nacido dos veces, Wheelwright ha tenido dos orígenes, dos vidas y dos patrias. Su vida ai menos puede dividirse en dos partes que forman cómodos existencias separadas : una que empieza por su nacimiento en ios Estados-Unidos de Norte-América el año de 1798, y concluye á los 25 anos de su edad ; otra que comienza desde que escapa del naufragio en que hubo de perecer en Buenos Aires en 1823, hasta que muere en Londres, á los 50 años de habitar la América del Sud en esta forma, 40 años en el Pacífico y 12 en el Plata. Cosa al parecer extraña pero muy natural : este hombre d é l a s dos Americas, tenia su hogar ( h o m e ) , en Londres, y con razón, pues Londres es un centro orgánico del progreso americano por no decir universal. Es la gran mina de oro, de libertad y de luz para todas las naciones. Así Wheelwright fué un regalo que las olas del Plata hicieron á la América del Sud, despedazándole su buque en el Banco de Ortiz, Nuevo Hernán Cortés, se quedó en el mundo de su naufragio, para conquistar su suelo, no por las ai-mas sino por el vapor, no para España sino para la civilización, no para Ja absorbente Norte América, sino para asegurar á la misma América del Sud la posesión soberana de sí misma. En sus dos existencias fué porteño de origen. Nació en Norte América, en Newb 11 ry-Port, y en la América del Sud en el Puerto de Buenos Aires, á cuyas playas salió descalzo y desamparado, como el primero de sus abuelos los Puritanos desembarcó en el suelo de Massachussets dos siglos antes, sin mas pertrechos ni equipaje, que su genio y su gran voluntad. No tuvo necesidad de mas para alcanzar la opulencia y la celebridad, y recompensar la hospitalidad que recibió de los habitantes — 27 - de Quilines inaugurándoles 50 anos después el ferro-carril, que hace de ese pueblito un b a r r i o de Buenos Aires. P a r a colmo de coincidencias románticas. W h e e l w r i g h t murió en un puerto, Londres, de donde volvió otra vez su cuerpo inanimado á Newbury-Port) donde hoy descansa al lado de su cuna. {Qué extraño q u e en todas p a r t e s su destino haya sido ocuparse de puertos? Tabula, Dio á en Panamá, el que hoy tiene; creó el de Caldera, en Chile; dio faros, boyas, agua potable, gas, telégrafos y ferro-carriles á mvichos p u e r t o s del Pacífico. Naturalmente el q u e m a s fijó su atención y ocupó su actividad fué el p u e r t o que faltaba á Buenos Aires, para justificar su n o m b r e , y cuya falta le costó casi su vida. P o r otra coincidencia r a r a , su último trabajo de interés público en Sud-América, fué el de dar á Buenos Aires como su p u e r t o natural de mar, el de la Ensenada. L a América del S u d tuvo, involuntariamente sin duda, para ese h o m b r e tan benéfico, una singular hospitalidad : en todos los países de ella, en que d e r r a m ó el bien, fué víctima de algún accidente mas ó menos g r a v e , q u e expuso su vida, sin quitársela felizmente. E n la tierra argentina escapó del naufragio; en Chile de ser asesinado por un loco, q u e mató á su interlocutor en la calle; en el P e r ú de tener el mismo fin en manos de los ladrones, que lo s a q u e a r o n ; en Panamá del vómito negro. Y como la vida (sobre todo la dolorosa) es un círculo, el Plata volvió á tomar su papel en la de Wheelwright, siendo el p u e r t o en que naufragó en 1823, la causa ocasional del último de sus naufragios,—su muerte, ocurrida en el mismo arlo de su inauguración- — 1873, en el p u e r t o de L o n d r e s , desde donde volvieron sus reís tos por su voluntad testamentaria, no al suelo de sus obras, sino al de su cuna en N e w b u r y - P o r t , donde descansa al ruido de las olas como el porteño d e San Malo, q u e cantó Los Natchez, { Q u é hizo W h e e l w r i g h t después q u e naufragó en Buenos Aires y perdió el b u q u e de que era capitán en 1823? Renacido milagrosamente en ese país ¿ p o r q u é no se quedó en él, cuando era el bello tiempo en que g o b e r n a b a Rivadavia q u e tanto q u e r í a á los extranjeros y á los norte-americanos s o b r e todo, q u e a c a b a b a n de reconocer la independencia argentina enviando como su — 28 — representante al ministro Rodney? Un agente inglés acababa de llegar también al grande y bello país, que se abría de nuevo al acceso libre del mundo comercial. ¿ Qué tenia de preferible el Pacífico en ese tiempo para que Wheelwright dejase por él al Rio de la Plata? No se ve mas que una razón, y esa es tan grande, que no se necesita de otra para explicar el partido que tomó. Buenos Aires no era un puerto de mary siró el puerto de un rio, como Londres y París, es verdad, pero sin tener bajo su dependencia puertos marítimos como Liverpool, Bristol, Marsella y Burdeos. Como puerto de río, Buenos Aires no podia tener marma propiamente dicha, ni cabotaje marítimo, ni comercio marítimo en grande escala y digno de su nombre. No era, en fin, un puerto propio para fijar los destinos de un marino joven, sano, bien educado, de lindo porte, que había dejado á s u país mismo, el país marítimo por excelencia después de Inglaterra, no como emigrado, ni en busca de un hogar, pues dejaba el suyo íiabitado por sus padres y sus hermanos que lo querían y recordaban vivamente— (una de ellas lo lloró soñándolo náufrago, como fué la realidad). " Y o estuve en el Plata, siendo joven, me dijo una vez en Nueva York el célebre armador Mr. Greenell, y juzgué sin vacilar que no quedarían las cosas como estaban, con espléndidos ríos navegables y vastas costas marítimas, todos cerrados y desiertos en obsequio de un mal puerto fluvial. 1 '—¿Por qué dudar de que ese estado de cosas impresionó del mismo modo á Wheelwright y lo dejó por el Pacífico para mejores tiempos? Lo cierto es que el curso ulterior de las cosas explica y justifica la elección del partido que tomó Wheelwright, de irse al Pacífico. Volverse á su país propio era el partido menos admisible para un marino pundonoroso, que había perdido el buque de su mando en su primer viaje lejano. Hizo lo que todo hombre de juicio habría hecho en su caso : dobló el Cabo de Hornos, como sobrecargo de un buque americano, ocupación que no le impidió encontrar su naufragio obvio y natural, se puede decir, en costas que se conservaban como las hallaron los descubridores españoles tres siglos antes. — 29 — CAPÍTULO IV 'Wheelwright en el Pacífico durante los primeros arios.—Se ocupa en la navegación de sus costas, entre Valparaiso y Panamá.—Adquiere un caudal de experiencia y relaciones y crédito-—Hace el estudio de las necesidades y recursos de esos países, con que se prepara á sus futuras empresas.—Se fija en Guayaquil, puerto principal de Colombia y del Pacífico entonces.—Allí ejerce el consulado de los Estados Unidos por algunos años—Provecho público que de ello saca. S e ha notado que la fortuna es á menudo un ti I emento q u e entra p o r mucho en la composición del h o m b r e superior. P e r o mejor se explica este fenómeno por la simple razón, q u e p o r c u a l q u i e r a causa s o b r e natural. E s que la superioridad reside en la voluntad que s a b e persistir, pues el q u e persevera a c a b a p o r v e r claro. ciega, pero no es invisible, ha dicho Bacon. L a de L a fortuna es Wheelwright e s t a b a en llegar al Pacífico á la hora en q u e su capacidad iba á ser una necesidad de la situación. W h e e l w r i g h t en el Pacífico era W h e e l w r i g h t en su teatro, es decir, en el t e r r e n o que su buena fortuna le d e p a r a b a p a r a teatro de las o b r a s de transformación y progreso de esas regiones. D o s g r a n d e s novedades ocurrían en el mundo entre los anos de 1824 y 1825. Bolivar a c a b a b a de destruir en Ayacucho el poder colonial español que habí a tenido incomunicados, aislados, ociosos y pobres á los países de Sud-América, y J o r g e Stephenson descubría en L o n d r e s su locomotora, é inauguraba el 27 de S e t i e m b r e de 1825 su p e q u e ñ o ferro-carril de Darlington á Stockton, el primero y la primera vez en q u e los hombres osaron e m b a r c a r s e p a r a viajar á la merced de una máquina. No hacia sino once anos q u e W h e e l w r i g h t , siendo muchacho, había presenciado en su país nativo el descubrimiento y primer ensayo del b u q u e de vapor p o r su compatriota Fulton. E r a n las dos inven- ciones q u e debian dar ocupación á su vida de misionero y p r o p a g a d o r del vapor naval y terrestre en la America del S u d ; es decir, del instrumento que debia servir todos los pueblos. p a r a acercar y unir e n t r e sí mismos á E r a la hora de las grandes esperanzas en nuevos y — 30 — mejores destinos, que esos acontecimientos señalaban como 1 legatlos para esa parte de la América del Sud. Todo estaba intacto en materia de negocios ; todo en germen y p o r hacerse. En cada cosa había lugar á fundar esperanzas de grandes y sepnros resultados, lisas situaciones que son un recalo de la suerte para el espíritu de empresa, tienen su lado negro: el de la lucha que á cada paso hay que tener con la rutina, con la pereza y la ignorancia conservadas en hábitos seculares de un régimen de atraso. No son nada las resistencias materiales, se ha dicho con ocasión de Stephenson, en comparación de las resistencias morales. No hay obstáculo material, que no tenga por aliado á un hombre atrasado.—Wheelwright debía experimentarl • o un día. Su vida en Sud América debía de ser una campaña de incesantes batallas, aunque todas victoriosas á su vez. A cada paso tendremos que repetir en este estudio la siguiente observación ; que no es posible apreciar con verdad la vida y valor de las obras de Wheelwright sin darse cuenta del momento en que las concibió y llevó á cabo, es decir, sin compararlo con su tiempo. Sin ese método de apreciación histórica, que es el de la justicia, no hay jamás grandeza humana ni verdad completa en historia. Colon mismo se convierte en pigmeo si se juzga su primer vi age interoceánico por lo que hoy cuesta cruzar el Atlántico al mas vulgar piloto. H a y una regla de apreciación para no equivocar los casos: es en general grande hazaña, digna de memoria, toda empresa, que antes de ser un hecho, ha pasado por utopía. Eos grandes hombres no son sino Jocos de la víspera. Todas las empresas de Wheelwright en Sud América se distinguen en una cosa : todas lian sido tenidas como paradojas irrealizables antes de ser convertidas en hechos. En todas ha tenido por principal adversario, -- la incredulidad. No porque sus concepciones no fuesen ya hechos practicados en otras partes, sino porque no lo eran en los países de Sud América en que la idea d e introducirlas y aplicarlas, le pertenecía á él primero que á nadie. Si el mérito de esta importación, en circunstancias dadas, no igualase al de la invención misma, no sería digno del privilegio con que lo premia la legislación de todo país civilizado. Estas reflexiones son un poco precoces en este lugar; pero ya veremos cpie se aplican muchas veces á la vida de Wheelwright. - 31 — Llegado á Chile, que fué el término de su viaje de Buenos Aires, tampoco se quedó en ese país por entonces. Chile estaba como Buenos Aírese», este sentido, que teniendo el equivalente del gobierno de Rodríguez y Rivadavia en el de Freiré y Egaña, el comercio marítimo sin embargo estaba por nacer en ese pais. Chile no valia entonces para ocupar á un marino mas que Buenos Aires. Valia, al contrario, menos, pon]tie Buenos Aires era Santiago y Valparaíso unidos en una misma ciudad, es decir, el Puerto y la Capital. La aduana estaba en Santiago, á 30 leguas del puerto de Valparaíso, simple desembarcadero que no tenia entonces quince mil habitantes. Todavía estaba lejos de ser el emporio del Pacífico, como fué después, por la senciíla razón de que el comercio marítimo no había nacido aun en esa region. Las casas de comercio en que Wheelwright debía apoyarse un día para fundar su línea de vapores, no existían todavía. Jira eso cabalmente lo que recien se conquistaba por la victoria de Ayacuclio contra el coloniage español de comercio. Todavía el sud de Chile estaba en poder de los realistas, y el Callao en manos de los españoles aun después de Ayacuclio. Pero la iniciativa de ese cambio no estaba ya cu las manos de Chile, que la habia perdido desde la retirada de San Martín del Perú. Toda esa «ran reforma venia de Colombia, que por la espada victoriosa de Bolivar, abría el Pacífico al libre acceso del mundo comercial. E! puerto comercial de Colombia en los mares del Sud, era el de Guayaquil, ciudad entonces mas importante que Valparaiso por la razón dicha y como ciudad mas poblada, pues tenia entonces 22 mil habitantes. La vocación y oficio de marino que sacó á Wheelwright de Massachussets para Buenos Aires, y de este país para Chile, lo llevó en seguida á navegar en las costas del Pacífico de uno á otro de los nuevos Estados en formación. Era su mejor escuela preparatoria para los ulteriores trabajos internacionales que debían de absorber su vida <1e empresario. Por algunos años Wheelwright ocupó su juventud en navegar por las costas del Pacífico entre Valparaiso y Panamá. L a mar presentaba entonces mayores seguridades al extranjero que el agitado continente. Las costas del Pacífico eran entonces teatro de los mas grandes acontecimientos de su historia. Estaban en faz unos de otros — 32 — îos escombros del viejo edificio colonial español y los materiales americanos del edificio moderno. Fué para Wheelwright esa vida su curso de estudios económicos de las necesidades de esos países, de sus medios y recursos, de las costumbres, caracteres y aptitudes de sus habitantes para la vida industrial y comercial. Así empezó a formar Wheelwright el gran capital preparatorio de la adquisición de los otros, á saber : — la experiencia y el crédito, de que hizo un gran caudal en pocos años, con el cual se hizo capaz de abrirse la gran carrera de empresario industrial que le dio renombre histórico. Pero, Wheelwright no podía vivir indefinidamente en esos países como simj)le marino. El comercio marítimo no podía existir donde faltaba el comercio terrestre por falta de producción, de brazos, de capitales, de trabajo, de vias de comunicación, de seguridad. Era el deber y el ínteres del mundo extranjero comercial meter el hombro en la obra de suscitar y crear todo eso por conveniencia recíproca. La independencia de las Repúblicas de Colombia, de Chile, del Perú, significaba la abolición del régimen que habia mantenido cerrados esos mercados al comercio no español. Su. primer efecto debia ser la creación y formación de otros tantos mercados abiertos al libre tráfico de todas las naciones del mundo. Era necesario fijarse en algún punto importante á ese propósito. ¿ Cuál otro habia entonces de mas importancia que Guayaquil, el puerto principal de la República de Colombia, tan influyente en ese tiempo, y sin duda alguna el puerto principal del Pacífico, mientras los españoles ocupaban militarmente el Callao? El mérito y valor que Wheelwright se había granjeado ya en sus pocos años de residencia en el Pacífico no podía ser menos conocido d e los americanos del Norte, sus compatriotas, que de los sud-americanos. No tardó en verse revestido del papel de cónsul de los Estados Unidos en Guayaquil. E r a una posición de inmensa importancia para el desarrollo ulterior de su carrera industrial en esos países. Un cónsul en esos dias tenia la importancia de un Embajador. La diplomacia no tenia objeto ni existia en países que nacían recien á la vida política, y cuyos gobiernos de hecho^ no estaban reconocidos por las viejas naciones. El comercio que era el grande interés en que se concentraba su nueva existencia, se bastaba con sus ministros natu- — 33 — rales, que son los cónsules. Los consulados entre tanto se apoderaban, con asentimiento de los países de su residencia, de todas Jas inmunidades de la diplomacia, siendo una de ellas el privilegio de exterritorialidad) que de hecho les deferian todas las autoridades del país. El Consulado de la gran República de los Estados Unidos, debía ser el decano natural de todos los demás. Eso lo convertía en asilo ordinario de todos los perseguidos por motivos políticos. A poco tiempo de instalado Wheelwright como Cónsul de los Estados Unidos en Guayaquil, entraba Colombia en la crisis de su disolución sin haber concluido de constituirse, lisa situación puso á Wheelwright en contacto estrecho y continuo con todas las eminencias de la política colombiana en el Pacífico,, á quienes trató casi de igual á igual, y convirtió en grandes amigos por esta otra razón, En su puesto de Cónsul de los Estados Unidos, Wheelwright tuvo frecuentes ocasiones de dispensar servicios insignes, á multitud de generales y jefes de partido, que en las alternativas de la guerra civil de Colombia, buscaron á su vez asilo y salud en los auspicios de la bandera consular americana. Su casa neutral y hospitalaria, sirvió á la vez de refugio salvador á los jefes de todos los partidos que en ulteriores tiempos normales llegaron á ocupar los puestos mas altos é influyentes de la administración ecuatorial y colombiana. Esas relaciones fueron empleadas del modo mas útil á la causa del progreso, cuando llegó el dia de empeñar á los gobiernos del Pacífico en el establecimiento de una comunicación sistemada y regular, entre esas Repúblicas y los mercados de Norte América y de Europa. No hay que olvidar que Guayaquil era el primer puerto de Colombia, á cuya República pertenecía entonces el Istmo de Panamá, como parte de Nueva Granada, lo mas vecino, geográficamente, que Sud América tenia con los Estados Unidos de la América del Norte, y el punto natural de contacto entre los dos Océanos Pacífico y Atlántico. Toco estas cosas en la vida de Wheelwright porque no hay mejor medio de explicar la carrera de un hombre que estudiar el medio en que su existencia se ha desarrollado; como basta estudiar el modo de ser de un territorio, para saber la dirección en que correrán sus rios. Esto es lo que constituye en la vida como en la geografía, la lógica de las sinuosidades. L a disolución de la República de Colombia, traía un cambio fundaT. VIII. 3 — 34 — mental en îa condición marítima y comercial del Pacífico. Guayaquil dejaba de ser puerto de la primera República de Sud-América entonces y quedaba en simple puerto del estadito del Ecuador. Como puerto fluvial, no podia compararse con el puerto de Valparaiso, q u e era marítimo, como el Estado del Ecuador no era comparable en importancia comercial con el Estado de Chile. Disuelta Colombia, Valparaiso, como el puerto del Pacífico mas cercano del Atlántico por la via del Cabo de Hornos, entraba en el camino de ser muy presto el emporio comercial del Pacífico por esa ventaja geográfica y otras, que no le ha quitado ni quitará la misma California, mientras no se canalice el Istmo de Panamá. Tomaba esa importancia Valparaíso, no á causa de la disolución de Colombia, sino porque coincidía con ella la asunción del rango que tiene por la geografía como el puerto del Pacífico mas cercano de la Europa, y que tomaba por la política inteligente y progresista de Chile, que lo hizo cabeza de una Provincia aparte, desprendida de su provincia capital, que era la de Santiago, en provecho de ambas y de todo Chile, lejos de ser en diminución del poder de Santiago: ejemplo que sin embargo no quiere imitar hasta hoy cierta capital tomando como suyo el único puerto marítimo que tiene todo el país de su vecindad oriental trasandina. Así Guayaquil entraba en su decadencia, al tiempo en que Valparaiso empezaba su ascension por esta principal doble causa: en Colombia desaparecía la institución del Gobierno nacional, que en Chile se constituía y vigorizaba con una energía que no ha cesado hasta hoy de progresar. Donde no hay gobierno serio, no hay seguridad, ni paz, ni comercio, ní empresas de mejoramiento nacional. De este modo explican las cosas mismas lo que ellas produjeron,—la traslación de Wheelwright, es decir, del espíritu de empresa, de Guayaquil á Valparaíso. -35 — CAPÍTULO V Wheelwright deja al Ecuador y se fija en Chile En 1829 llegaron á Chile dos hombres, que en lo ulterior ejercieron grande influjo en los destinos exteriores de ese país: Don Andrés Bello y Mr. Guillermo Wheelwright. Bello formuló su vida exterior como publicista y como profesor de derecho de gentes; y Wheelwright hizo en parte, por sus obras de viabilidad y mejoramiento material, 2o que el otro formuló. Lo curioso es que ambos fueron dos pérdidas que hizo Colombia, sin contar la de Bolivar, ocurrida en el año siguiente de 1830. L a iniciativa de la evolución comercial del Pacífico quedó en manos de Chile ó, mejor dicho, de su grande emporio,—Valparaíso. Fijado en él Wheelwright, se quedó por muchos años y fué teatro esa ciudad de sus primeros ensayos industriales, en que continuó estudiando las necesidades de esos países en punto á tráfico y comercio y agrandando su caudal de experiencia de los hombres, costumbres, idioma y cosas peculiares, que fué la base firme de sus empresas ulteriores de mejoramiento para Sud-América y de provecho personal para él mismo. No podia haber elegido mejor sitio para punto de partida de su gran carrera. Si los progresos materiales de Chile, en los siguientes tiempos no pueden explicarse sin Wheelwright, el buen éxito y progresos de Wheelwright, no pueden explicarse sin la cooperación de Chile. Vuelto á Chile en 1829, Mr. Wheelwright estableció un servicio de paquetes á vela entre Valparaiso y Cobija, puerto principal de Bolivia, y él personalmente, tomó el mando, como capitán mercante, de una goleta americana, — La Veloz Manuela^ — que gozaba de gran reputación por su rapidez, exactitud y buen trato que los pasajeros recibían, del mas popular, amable y querido capitán que navegó jamás las costas del Pacífico. En ese tiempo un hermano suyo, hombre instruido, de bellos modales, cortés, paciente y como de cuarenta años de edad, instituyó y - 36 - mantuvo un colegio particular de señoritas, en el cual se educaron las que podemos mencionar por su papel ulterior en el mundo distinguido, en honor del colegio en que tan bien se educaron, y fueron entre otras, Jas señoritas de Lamarca, de Hobson, de Urmeneta, de Browne, y tantas otras, que recuerdan con gratitud y veneración el nombre de su honorable maestro del colegio de Valparaiso. L a condición en que Wheelwright encontraba las ciudades del Pacífico, tal como venia formada por su antiguo régimen colonial español, estaba en oposición, lejos de corresponder ásu moderno papel y destino en la vida comercial á que la libertad las introducía. Eran ciudades sucias, insalubres, mal alumbradas, mal empedradas, escasas de agua, y faltas de todo lo que una ciudad requiere para poblarse rápidamente por inmigrados de países civilizados. Wheelwright hizo de sus necesidades de mejoramiento otros tantos objetos de empresas tan útiles como brillantes para el país y para él. En sus miras extensas, que abrazaban el mejoramiento solidario de todos esos países del Pacífico, no se limitó para esos trabajos á Valparaíso. Organizó en esa ciudad la provision de agua potable en toda casa que quiso tenerla, por cañerías de fierro en la forma conocida en ciudades de Europa y América. Introdujo y estableció el alumbrado por gas en la ciudad de Copiapó. Plantificó en la ciudad del Callao, en el Perú, el mismo sistema de provision de agua potable que en Valparaiso. En esta misma ciudad de su residencia favorita, introdujo también y organizó el alumbrado por gas. En ciudades expuestas á incendios por los materiales inflamables con que se edifica en prevision de los estragos del temblor de tierra, la introducción de agua abundante al alcance de todas las casas, era un doble servicio de salud y de seguridad. Introdujo en lugares desiertos de la costa del Pacífico, máquinas para destilar agua potable, que han hecho casi confortable la vida ulteriormente donde horrorizaba el encontrarse en otro tiempo. Plantificó en varias partes de la costa la fabricación de ladrillos de construcción por máquinas poderosas. Llevó á cabo lalócalizacion de boyas ó valizas en muchos puertos del Pacífico. Hizo infinitos viajes de exploración á países vecinos y conexos con Valparaiso, con el objeto de verificar ó descubrir la existencia de pro- — 37 — ductos naturales del suelo, capaces de servir al comercio de exportación, tales como el carbon de piedra, salitres, boraj, cal, y otras sustancias que son hoy objetos ordinarios de comercio, gracias á Wheelwright, en mucha parte. En Valparaiso se dio á infinitas empresas secundarias, pero tales por su grande utilidad, que contribuyeron al desarrollo de la prosperidad material de Chile, varías de las cuales son hoy mismo productivas de los mas satisfactorios resultados. A menudo él sugirió y propuso lo que otros hicieron, y lo que otros sugirieron él lo ejecutó, habiéndose identificado en esos términos con el movimiento progresivo de Chile. Baste decir que por muchos años en ese feliz país no hubo empresa de interés material en que el nombre y la mano de Wheelwright, no estuviesen mezclados de algún modo. Su nombre popular y venerado hasta hoy en Valparaiso, es un testimonio de ello. Pero todo eso no era sino el prefacio de las grandes empresas en que debia servir al ínteres de toda América, por no decir de los dos mundos, puestos en contacto inmediato y sistemado en mucha parte por la obra de Wheelwright. CAPÍTULO v i Origen de la línea de vapores del Pacífico Pero la gran prosperidad de Chile, dejaba subsistente un vacío difícil de remediar, pues venia de su situación geográfica, tan distante de la Europa.—Entrando al Pacífico por el Cabo de Hornos cuando lo conoció por primera vez, Wheelwright llegó armado de la prueba mas duramente convincente para él, de que la gran calamidad de esa region del mundo consistía en la distancia remota que la separaba de la Europa y de la América mas civilizada. Emancipadas de España esas repúblicas nominaimente libres, quedaban bajo el yugo de otros titanos no menos desastrosos, á saber, el tiempo y espacio inmenso que en — 38 — cierto modo los mantenía en su viejo aislamiento respecto del mundo* mas libre y mas civilizado. El mas natural de los resultados de la Independencia, q u e era la apertura de esos países, su transformación en otros tantos mercados para el tráfico del mundo fabril y comercial, quedaba esterilizado p o r su situación antípoda y por la nulidad de los medios de trasporte. Cómo vencer ese obstáculo mas fuerte q u e el de la dominación de España, era el problema de vida ó muerte de esa region despues de resuelto el de su independencia política. Su solución era la suprema necesidad de esa bella parte del mundo, y debia ser la primera de sus glorias industriales. Pero el problema estaba ya resuelto en parte desde la invención con que Fulton suprimió en cierto modo el espacio y el tiempo, en la superficie del mar. ,; Quién sino el compatriota de Fulton, establecido en el Pacífico, era el llamado á importar y aclimatar en la América del Sud la navegación por vapor, en el interés de su aproximación á la del Norte y á la Europa, de un modo continuo, permanente y sistemado? L a fiebre de raza que inspiró á un americano la invención del buque de vapor, inspiró á su compatriota la importación y aplicación de ese invento de un modo tan audaz y nuevo como fué su concepción primera. Prueba de ello es la impresión de paraloxismo que causó su simple mención primera. Ya hemos dicho que para juzgar y apreciar el genio de Wheelwright es preciso compararlo á su tiempo ó, mejor dicho, á la situación del teatro de sus empresas. Hace treinta y cinco anos que sucedía lo que aquí recordamos. Crear líneas de vapores, hacer ferro-carriles, construir telégrafos eléctricos, alumbrar á gas las ciudades, es y será siempre el honor de todo empresario. P e r o la gloria propiamente dicha, no es, en esas conquistas, sino del q u e primero convierte la utopia en realidad. No merece estatuas sino el que es llamado loco por las aspiraciones que le valen el título de grande, después de realizadas. —Veamos como llegó Wheelwright á la concepción y ejecución de su mas grande empresa en el Pacífico, que fué la instalación y organización de la línea de vapores entre Valparaiso y Panamá, que hoy es entre el Pacífico y Europa por el Estrecho de Magallanes, sin perjuicio del tráfico por Panamá como antes de ahora. No bastaba concebir la idea. Era necesario buscarle acogida en el público, es decir, en los gobiernos y en los capitalistas. Para ello — 39 — era preciso convencerlos, no tanto de su conveniencia, que todos comprendían, como de su practicabilidad, en que nadie creia. L a verdadera originalidad de Wheelwright consistía en ser el primero que víó la posibilidad de esa obra en el Pacífico. E r a sin embargo el tiempo en que la navegación á vapor se introducía y extendia en todos los mares del mundo. La idea de su aplicación al grande Océano Pacífico, aunque nueva y atrevida por entonces, no tenia nada de insensata, como lo probó el resultado. Eso no impidió que Wheelwright fuese tenido por visionario no solo entre el vulgo de Sud-América sino por ingleses mismos. Un ministro británico residente en el Perú llegó á dar por consigna á sus sirvientes de negar su presencia en casa toda vez que el loco Wheelwright preguntase por él. Los muchachos de la calle en Lima, befaron mas de una vez al maníaco que soñaba en acercar la costa del Pacífico á la Europa por Panamá. Y entre tanto es la verdad que no se trataba únicamente de introducir un nuevo agente motor en la navegación del Pacífico, sino también un cambio de su geografía política y social. No debemos pasar adelante, para fijar bien el valor del hombre que historiamos, sin dejar establecido que Wheelwright no es el mero representante Je una empresa mas ó menos considerable en los países occidentales de Sud-América. Representa en realidad toda una revolución económica en el sistema de tráfico y de comunicación internacional y doméstica; y damos á ese cambio expresamente el nombre de revolución, en sentido metafórico, porque en realidad es y forma parte, y la parte mas sana y útil, de la revolución americana de esos países contra su viejo régimen colonial español. En este sentido es nuestro hombre un continuador de Bolivar, el Cochrane de la paz en los mares libres del Pacífico. Dos cosas formaban el viejo régimen de esos países: i° su dependencia del Gobierno de España como territorios pertenecientes á esa metrópoli, y 2° el orden interno que habian recibido en el interés de hacer perpetua esa dominación. Consistía en esto último lo peor del régimen colonial. Una colonia puede ser feliz, civilizada y libre con el régimen que tienen el Canadá y la Australia. Pero la mas completa independencia exterior no le quita su atraso y servidumbre al país organizado interiormente como lo estaban las ex colonias de Es- — 40 — paña en América- Su revolución, por tanto, debió ser y fué doble como fué su despotismo, y su doble objeto consistió en romper la dominación española y constituirse independientes, y en cambiar el orden colonial interno en el sentido del progreso y de la libertad, es decir, del gobierno de América por América y para América. Vamos á ver que de esta revolución interna forma parte la de progreso que Wheelwright representa por su obra complexa, de que no son sino detalles los diversos trabajos que forman un sistema, porque todos propenden á un fin, — la viabilidad. Su revolución abraza no solamente un nuevo sistema de navegación sustituido á otro, el buque de vapor en lugar del buque de vela, en mares sujetos á calmas y corrientes contrarias permanentes, sino también una revolución geográfica por la cual quedan las Repúblicas del Pacífico, que antes ocupaban un extremo remoto del mundo, en el centro mismo de la gran ruta comercial que liga directamente á la Europa con el Asia comercial (India, China y Australia), por la rehabilitación de la via que buscó Cristóbal Colon para aproximar la Europa del Asia cuando sin saberlo díó con las Indias Occidentales. Compatriota de Prescott, de Washington Irbin y de Motley, Wheelwright se guardó de imitar á los sud-americanos en su desprecio por toda fuente española de información solo por ser española. Interrogó al contrario sus anales americanos y en sus respuestas halló la bella idea de ligar á la Europa con el Pacífico y la Australia, por la via de la América Central ; pues no era sino un camino que había practicado España mucho tiempo, procediendo de Cádiz á Vera-Cruz, de allí á Acapulco en el Pacífico, y de allí á sus Filipinas, del Asia Austral. Wheelwright debió ser conducido á la concepción de su cambio, por la observación y la experiencia paciente de muchos anos empleados en la navegación á vela del Pacífico. Luchando con las calmas persistentes de ese mar, aprendió, á su costa, á conocer la dilapidación de tiempo y de dinero que ese terrible inconveniente originaba al comercio general del mundo. Fiel al ejemplo de sus antepasados los Puritanos, que al llegar á Massachussets por la primera vez, de cada desventaja del suelo hicieron un recurso, Wheelwright comprendió que si las calmas eran un mal para la navegación á vela, también eran un tesoro para la navegación á vapor. Así combinados el nuevo motor con la — 41 — nueva geografía, ponían entrambos al Pacífico á un tercio de la distancia de espacio y de tiempo en que estaba respecto de la Europa por las tradiciones coloniales combinadas con las condiciones físicas de esa region. L a adopción de la vía de Panamá, sin el empleo del vapor, no adelantaba mucho la condición actual de cosas. El vapor sin la via de Panamá, en lugar de la del Cabo de Hornos, quitaba á la empresa la cooperación del interés europeo de aproximarse del Asia por una via al través de la América Central. Acercarse de Panamá, que está vecino de las Antillas, era para los países meridionales del Pacífico, aproximarse de la Europa, pues la Europa, en cierto modo, empieza en las Antillas. Concebida esa gran mira, estaba en cierto modo resuelto el problema de su ejecución; pero de seguro que las cosas no podían quedar como estaban. Después de vencida y arrojada España de esos países, quedaba el sistema colonial español en toda su vigencia coexistiendo con la independencia obtenida por los triunfos de la espada. CAPÍTULO VII Lucha de Wheelwright con los restos del antiguo régimen colonial en el tráfico Se puede decir que todo el sistema colonial español estaba consignado en el sistema de comunicación y de tráfico, ó mejor dicho en la falta sistemada de comunicación y de tráfico ; En otras En En la incomunicación y el aislamiento de las poblaciones unas con y de los países americanos con los países extranjeros; la ausencia de todo comercio y de toda industria; la falta de caminos y de puentes; — 42 — En la elección de malos puertos, mantenidos p o r sistema en mal estado, como para hacer efectivas aquellas prohibiciones; En la exclusion de toda inmigración libre de extranjeros; En la ausencia de todo trabajo productor y de capitales ocupados en producir ; En la aduana exclusiva y prohibitiva de todo comercio libre ; En la inseguridad, lentidad y carestía de la posta ó de los correos. Esta situación era servida por las leyes coloniales, mantenidas en las costumbres formadas por ellas á las poblaciones indígenas ó naturales. Pero mejor que por las leyes era mantenida por su misma condición física, ó mejor dicho por la geografía política creada para excluir el tráfico y la circulación, que podían hacer nacer el comercio, la riqueza, el poder, la libertad, la independencia. Así fué que la victoria militar de Bolivar en Aj'acucho, derrocando la autoridad española en Sud-América y dejando en pié todo el orden interior de cosas del tiempo colonial, solo destruyó la dependencia en que América estaba respecto de España, pero no su gobierno interior colonial que seguía coexistiendo con la independencia y produciendo los mismos malos efectos que anteriormente, no ya en servicio del Gobierno español, es verdad, sino en el mal entendido interés de los gobiernos patrios, establecidos en nombre de la libertad americana. Nada es mejor prueba de esto que las resistencias oficiales, que Wheelwright encontró en los nuevos gobiernos, p a r a introducir y establecer su método de tráfico libre, rápido y seguro, q u e á nadie servia mejor que á ellos mismos, como lo probó la experiencia ulteriormente. De ahí es que Wheelwright, para buscar apoyos á su empresa tuvo que empezar por apelar á los suyos, es decir, al comercio extranjero de que él era miembro en las plazas de Chile, Perú y E c u a d o r ; y como era la expresión y órgano de ese comercio extranjero en las miras de su plan trasatlántico, fácilmente la hizo recibir de todos como su propia empresa en sus simpatías, como lo fué bajo cierto aspecto p o r su cooperación, y sobre todo por los frutos reportados. ¿Qué mejor prueba que esa, en favor de los beneficios, que á esos países de Sud-América traen las inmigraciones de europeos? S e veía en ese ejemplo á la inmigración produciendo la inmigración d e capitales y de elementos europeos de progreso. Se ha dicho, con razón, — 43 — que el mejor agente de colonización y de emigración, es el mismo colono, el mismo emigrado, que llama y atrae á los suyos con mas eficacia que el mas seductor de los agentes. La Europa, según eso, atrae á la Europa en América mejor que la América misma. Y tal cual es la Europa que llama, así es la Europa que acude : lo cual enseña dos verdades útiles á Sud-América, á saber: que se debeatraer artificialmente la primera inmigración y que no se debe atraer sino la mas selecta y excelente. Empezó en efecto en los círculos comerciales el movimiento de opinion, que Wheelwright suscitó en favor de su grande empresa de progreso general, para acabar por encontrar sus grandes recursos pecuniarios en Inglaterra, donde los encontró la empresa de la independencia política de esos mismos países. Las dos causas económicamente formaban una sola. Es difícil entrar en este estudio sin hacerse la reflexion siguiente. Introducir, fundar una novedad como el vapor marítimo en países donde era desconocido por lo remoto y oscuro de su situación, era ya una grande empresa ; pero empezar por fundar una línea de vapores era una empresa mas que atrevida ; era una especie de locura, como muchos la calificaron. E r a de esas empresas arduas en todo tiempo. Lo seria hoy mismo para el hombre mas poderoso en el Pacífico. I Quién era Wheelwright, qué tenía Wheelwright cuando acometía ese negocio? ¿ E r a un gran comerciante, un propietario millonario, un hombre poderoso por su situación ? Nada de todo eso. Era un extranjero en esos países, y todo su capital consistía en lo que tenia Colon, en España, cuando concibió el proyecto de atravesar el mar Atlántico. Todo su caudal era su idea, una grande idea que derivaba su poder de su propia importancia intrínseca, es decir, de ser la idea de un cambio que á todos convenía grandemente. Wheelwright se hizo el brazo de esa idea, el instrumento y órgano de ese gigante que se llama todo elmundo, á cuyo poder nada resiste, desde que un designio importante conquista la sanción de su opinion. Procurar á su proyecto esta sanción era todo el nudo de la dificultad, dificultad en cuya solución empezó por probarse la capacidad excepcional de Wheelwright como empresario, la cual consiste, como hemos — 44 — dicho, no solamente en concebir una grande empresa, sino en tener la grandeza y perseverancia de esa voluntad que tiene la fuerza de una ley. CAPÍTULO VIH Cooperación que Wheelwright pide para su empresa á los gobiernos del Pacífico Examinados y discutidos todos los elementos del plan de Mr. Wheelwright, en meetings públicos tenidos en las plazas comerciales de Valparaíso y Lima, y con vista del parecer dado por comités de personas competentes para indagar la practicabilidad y conveniencia de dicho plan, obtuvo Wheelwright la mas unánime y calurosa sanción de todo el comercio extranjero de esos países, que era en realidad todo su comercio. Apoyado en ese movimiento de opinion inteligente, acudió el empresario á los Gobiernos de los Estados del Pacífico en busca de una cooperación en cierto modo indispensable por la habitud de esos países de deberlo todo á s u iniciativa oficial, y por la naturaleza casi pública de las empresas de comunicación y trasporte. E r a esta una tarea menos sencilla de lo que debia esperarse. Aunque gobiernos libres por divisa y espíritu, se componían de hombres educados en el sistema colonial arriba descrito. La libertad estaba en sus deseos, pero el coloniaje en sus hábitos. No se entendían entre sí, con respecto á su política comercial, no obstante la necesidad de su causa americana» Acabados de instalarse vivían ocupados de defender su propia existencia, disputada y amenazada y destruida á menudo por los suyos. Baste decir que eran gobiernos en formación. De 1835 á 1845 en que Wheelwright concibió y ejecutó su empresa, fué cabalmente el período mas crítico de la formación de esas — 45 — Repúblicas del Pacífico, L a primera dificultad para obtener las concesiones, que la empresa necesitaba, era saber á quién pedirlas. Todos los Estados del Pacífico en ese período de su historia vieron en problema su propia existencia. No bien Colombia habia creado á Bolivia, cuando ella misma cesaba de existir como Union federalBolivia misma después de existir, se vio anexada al Perú para formar una confederación, que Chile miró como una amenaza á su propia existencia, por cuyo motivo desnudó su espada y disolvió la Confedera* cion Perú-Boliviana. No hacia mucho que el mismo Chile habia escapado á la anarquía, por la consolidación de su gobierno interior. Todo eso se pasaba mientras Wheelwright se ocupaba de organizar su empresa, que se formó, puede decirse, junto con esos Estados, y fué tal vez la parte no menos esencial de su organización. Esa situación de cosas afectaba á la empresa en todos los terrenos, pues hasta para formar la Compañía, que debia levantar ei capital en Europa, la instabilidad é incertidumbre de los gobiernos del Pacífico era la objeción mas embarazosa. El Gobierno de Chile como mas establecido, empezó por dar todo su apoyo al sistema de comunicación, que debia traerle mas ventajas que á los demás, por la situación geográfica de su país, y por la naturaleza de sus productos. Por una ley de 25 de Agosto de 1835, concedió á Mr. Wheelwright los privilegios y exenciones que solicitó para su navegación excepcional. Para obtener iguales concesiones del Gobierno de Bolivia, que era el Estado inmediato, Wheelwright tuvo que cruzar la cordillera délos Andes y buscar al Gobierno en Potosí, donde se encontraba á la sazón. Se halló de testigo, con ese motivo, en la batalla de Socabaza^ en que el general Santacruz venció y tomó prisionero á Salaverry. Fué una de las muchas aventuras que Wheelwright tuvo que contar de su vida en Sud-América. Salaverry, que le conocía, le hizo depositario de sus últimas palabras y papeles privados. La neutralidad probada de su conducta leal y circunspecta en las disensiones civiles de esos países, valió á Wheelwright el respeto de todos los partidos. El Estado del Ecuador le hizo su concesión en 1837, solo por cuatro años, de un privilegio de navegación á vapor sin derecho á participar de la navegación de cabotaje. La República de Nueva Granada, que tenia en el Atlántico sus mejo- — 46 — res puertos, como los de Cartagena y Santa Marta, no mostró el mismo afán que sus vecinos del Pací íleo por favorecer una empresa cuyo principal mérito para estos era el de ligarlos directamente con la Europa por el Istmo de Panamá, es decir por el territorio granadino. Ese Panamá que hospedó al primer Congreso americano reunido en vista de unificar la América política, se mostraba menos hospitalario para la unidad mercantil de la América occidental. La resistencia ó apatía de esos gobiernos era inconcebible cuando se piensa que las concesiones que Wheelwright les pedía se reducían á favores que les rogaba él hacerse á si mismos, es decir, al interés de los países de su mando» Esto parece increíble, pero es el hecho mas notorio. L o que Wheelwright les pedia, en efecto, le dejasen fundar en el r e m o t o y solitario mar del Pacífico, no era otra cosa que un servicio d e pública administración, que en todas partes es del resorte, del interés y del deber de los gobiernos progresistas promover y establecer ; tal es el del establecimiento de vías de comunicación y trasporte de correspondencia, de personas y de mercancías. Los gobiernos de Holanda, de Inglaterra, de Estados-Unidos, dieron siempre un ejemplo confirmatorio de lo que dejamos dicho, y lo dan hoy mismo. Bastará examinar una por una las cuatro concesiones principales, que Mr. Wheelwright les pedia, para convencerse, con asombro, de lo que dejamos aseverado. Consistía ía primera en el privilegio exclusivo de navegar las costas del Estado, con buques de vapor, por diez anos, con el goce de todos los favores de la marina nacional mercante. El vapor hasta entonces era desconocido en el Pacífico, en tal grado que pasaba p o r paradojal la idea de establecerlo. Privilegiar un buque de vapor aislado y solo, en un paraje apartado, podía significar la exclusion de una concurrencia posible y útil. Pero privilegiar una línea que debía establecer en una costa de tres mil millas, no solamente eí vapor, sínó por el vapor una comunicación continua^ rápida y segura entre los países vecinos y entre iodos ellos y la Europa por el Istmo de Panamá^ es decir, p o r una dirección desconocida hasta entonces, era hacer á esos países, dejados en el mas vergonzoso aislamiento por un coloniaje abyecto de tres siglos, el don mas grande que su imaginación podía concebir y apetecer su condi~ — 47 — cîon. Tal privilegio á nadie excluía porque no había ni sombra de concurrentes. La segunda concesión consistía en la libertad que debía dejarse á los vapores de hacer escala en los puertos de la República para recibir y dejar pasajeros ó carga, sin pagar derechos de tonelaje, anclaje, etc., etc. Esa simple demanda mostraba la vigencia persistente, en plena República libre, del sistema colonial de tráfico que había mantenido cerrados al comercio los puertos del país. Pedir el goce de una libertad á gobiernos que se decían nacidos de la libertad para fundar la libertad de tratar con todo el mundo, era de tomarse como ironía, pues sin la libertad de traficar con los puertos de la República, venia á ser mera comedia la pretendida abolición del régimen colonial español. ¿No era en realidad como pedir al país la libertad de hacerle el mayor beneficio ? Consistía la tercera concesión que pedia Mr. Wheelwright en el permiso de establecer pontones para depósitos del carbon con que debían navegar los vapores, sin pagar por ello derechos á la aduana« Tal permiso era una condición tan obvia y esencial de la navegación á vapor, que se trataba de establecer, que negarlo habria sido equivalente á negar la libertad de navegar á vapor en esos países víctimas de la navegación á vela, pues el carbon es el vapor. L a 4 a concesión solicitada, era que el Gobierno se obligase al pronto despacho de los buques y á que no sufran retardo alguno en su viaje, para cargar y descargar, entrar y salir, siendo la exactitud, en tales comunicaciones, un punto del mas esencial y general interés. Semejante demanda dirigida al Gobierno regular de un país habituado al libre tráfico, hubiera sido incomprensible, ó tenida por una burla, pues era equivalente á pedir al Gobierno que cumpliese su mas rudimental deber por via de concesión ó favor. Pero Mr. Wheelwright, sabia por experiencia que era tal el poder de la rutina colonial en esos países, entrados de improviso al régimen de la libertad, que se necesitaba de todo el poder del Gobierno para removerlo. — 48 — CAPÍTULO IX Lo que "Wheelwright proponía en cambio de las concesiones {Qué proponía Wheelwright como causa y razón justificativa de esas concesiones ? ¿Qué valor tenia su plan para los intereses generales del público ? i Qué lo hacia digno del apoyo y cooperación que solicitaba de los particulares y de los Gobiernos? Nada menos que un cambio de progreso y de mejoramiento equivalente á toda una revolución económica contra el viejo régimen colonial de comunicación y tráfico en todos esos países del Pacífico, no menos importante que la completada por Bolivar en la batalla de Ayacucho contra la dominación española en América. Y no es mera exageración de retórica esta manera de presentar las cosas. Lo que Wheelwright emprendía era realmente una revolución completa en el sistema de comunicaciones y de tráfico de esos países; y esa revolución constituía la mas bella y saludable faz de la revolución de Sud-América contra su antiguo régimen colonial. La esencia de ese régimen, lo repetimos, consistía en dos cosas principales: una era la dependencia en que estaba Sud-América del Gobierno de España, en virtud de la ficción que hacia de América una tierra integrante del suelo español : otra era su orden interior y doméstico de cosas, fundado en el principio del aislamiento, de la incomunicación, de la prohibición, de la exclusion de todo tráfico y comercio con el extranjero. Bolivar terminó la revolución que acabó con la primera. Wheelwright comenzaba la que debía concluir con la segunda. Viniendo tras de Cochrane en los mismos mares y en la misma empresa de fundar un nuevo régimen de libre contacto con el mundo, Wheelwright era el Cochrane de la campana pacífica contra el viejo régimen colonial de tráfico y comercio en esa parte considerable de Sud-Aménca. Bajo el simple aparato de una grande empresa industrial, lo que en realidad proponia era cambiar la condición de todo un mundo en este sentido:—en lugar de un estado de cosas debido al sistema colonial — 49 — mas íibyecto y atrasado de que ofrezca ejemplo la historia, fundar un nuevo orden de tráfico, organizado con los medios y elementos mas perfectos y poderosos que presenta la civilización industrial del siglo XIX. El no se sirvió de este lenguaje ciertamente. Era demasiado prudente y circunspecto para no saber que dirigiéndose á los Gobiernos en negocio tan serio, la sobriedad y moderación de sus ofertas confirmaba su capacidad de llevarlas á cabo. Los argumentos y razones de que se sirvió para buscar á su obra el apoyo de todo el mundo serán objeto de un examen que de ellos haremos ahora, al través de la prensa inglesa, la mas positiva en negocios de ese género, en cuyos principales órganos, encontró la mas simpática y calurosa acogida. Y desde luego el interés histórico de las textuales palabras con que Wheelwright se dirigió á los Gobiernos del Pacífico, justifica la reproducción literal qu haremos aquí, aunque parcialmente. Presentóse á esos Gobiernos, llamando su atención « á un asunto de eminente importancia, ligado con los mas caros intereses del país , cual es la navegación por buques de vapor en el mar del Pacißco, Por la experiencia que he adquirido en los muchos años de residencia en estos países, estoy convencido íntimamente de la inmensa utilidad que el comercio y la agricultura recibirían, por una continua, rápida y segura comunicación entre los países vecinos y particularmente como ruta de tránsito para Europa por la via de Panamá; y su establecimiento, ha sido objeto de mi constante anhelo." " L o s rápidos progresos de las países marítimos son mayormente debidos á la grande ayuda C\G\ vapor; todos los Estados de Europa han experimentado su benéfico y poderoso influjo, y los Estados Unidos del Norte han desplegado un comercio gigantesco por medio de este grande descubrimiento. Viajes que en el <1ia ocupan en esta costa 18 y 20 días por motivo de las calmas y corrientes, con el vapor podrían hacerse en dos días, gozando además de mayor comodidad. " " L a prueba mas obvia de la importancia del vapor, es su empleo general en casi todo el mundo mercantil; y sí en Europa donde la comunicación ha sido excelente y rápida por sus infinitos y hermosos caminos carriles por tierra, y sus paquetes cómodos y veleros por mar, T. VIII. 4 — so — se ha probado tan útil, ¿cuánto mas importante d e b e s e r su uso, en estas costas, que no gozan de ninguna de estas ventajas? 1 * " E n t r e los países marítimos mas celosos del progreso de su cabotaje se cuentan Inglaterra y Norte-América, donde la comunicación por vapor, ha tenido una mano protectora, en tal grado q u e su influjo ha abierto nuevos ramos de comercio y de agricultura, y producido grandes y benéficos resultados. E s un bien entendido principio, q u e mientras mas íácil es la comunicación, mayores ventajas resultan p a r a todos. " " P a r a principio de las operaciones meditadas, Exmo. Señor, propongo ahora poner en carrera dos buques de vapor, a b r a z a n d o todos los puertos principales de la costa, desde Valparaiso hasta P a n a m á . " " Para llevar á cabo esta empresa, es mi intención formar una compañía, de tal modo que todos puedan tomar en ella las acciones q u e gusten, y así evitar celos y que nadie pueda quejarse de monoi* i' pono. "Como es costumbre de toda nación protejer empresas que ofrecen ventajas al Estado y á sus habitantes y particularmente á las de esta naturaleza, tan importante como difícil para llevarse á efecto, por motivo de la distancia tan grande del lugar donde es necesario fabricar los buques y máquinas, el riesgo del viaje, la fácil descompostura de la máquina y sin recursos para componerse, la falta de carbon de piedra, de mecánicos, de operarios y una multitud de dificultades y obstáculos inherentes á una clase de empresas de esta n a t u r a l e z a ; " " Por lo tanto, pido se me conceda, etc." (Siguen ahora las concesiones, que dejamos mencionadas. ) Para apreciar el contenido de este documento no hay q u e olvidar su data, 1835, y el lugar de su data, la costa occidental de la América antes española. Las propuestas que en cambio de esas concesiones hacia Wheelwright, eran lo que se veíay coEno dice Basttat ; pero lo que no se ve¿ay sino por el ojo trascendente del empresario, era la gran revolución de que su empresa así no mas presentada, constituía apenas el camino de llegar al cambio de los destinos modernos del tráfico comercial y social en esa parte rica del mundo civilizado. Y, sin embargo, este era su soberano recurso, el recurso de siys recursos, el verdadero motor de sus vapores, por decirlo así. b* — sa. — concepción de un plan tan vasto era en efecto lo que le constituía grande empresario. Ser capaz de acometer tal empresa, en tal época y en tal medio» era ya un rasgo de un hombre superior. Pero tener la energía y el poder de voluntad para perseverar veinte años en su ejecución disputada, resistida y heroica, era el complemento de su capacidad de verdadero grande empresario. Parece indudable que por los mismos años de 1835, Mr. Wheelwright solicitó del Gobierno de Nueva Granada un privilegio, que se concedió, no á él, sino á Bfddle, para establecer una comunicación acuática ó terrestre del Atlántico al Pacífico, por el Istmo de Panamá. —Com • o ese trabajo interesaba á su plan y formaba parte de él, es de presumir que fué suya la iniciativa. Ignoramos por qué causa quedó en nada la concesión hecha á Biddle, hasta 1842, en que el Gobierno granadino dispuso que vencido el término de la concesión de 1835, sin realizarse, se recibiesen propuestas para un nuevo privilegio. Wheelwright dice en una apuntación privada que no recibió este decreto de 1842, sino en Setiembre de 1843. Pero e s fuera de duda que la idea realizada por Aspinwall, fué de Wheelwright, y no puede creerse otra cosa, siendo el ferro-carril de Panamá la integración de la línea de comunicación á vapor entre el Pacífico y la Europa, y habiendo sido Panamá, como Provincia de Colombia, un país familiar á Wheelwright desde que {ué Cónsul de los Estados Unidos en Guayaquil. CAPÍTULO X Wheelwright en Londres con el objeto de formar la compañía de vapores del Pacífico.—Opiniones de la prensa inglesa sobre el plan da Wheelwright. —Auxilio que recibe del libro de M. Scarlett sobre Sud-Améxica. Armado de sus concesiones oficiales, si no grandes, absolutamente indispensables, de sus recomendaciones populares, y de su grande idea desenvuelta en un luminoso folleto, con infinitos documentos en su — 52 — apoyo, y coronado el todo con un mapa de la costa del Pacífico, se presentó en Londres y en Glasgow, por lósanos de 1838. Wheelwright tendría entonces la edad de cuarenta anos y su persona misma no era su menor recomendación. Grande, bien hecho, sano, corpulento, ágil, abierto, digno y grave de semblante, no le faltaba ni la posesión de la lengua española, para hablar en el interés de las dos Americas en el país de su idioma propio, que era el inglés. Un economista insigne, un diplomático consumado, un político profundo no habria concebido, formulado, organizado y desenvuelto en el terreno práctico con mas habilidad y tacto, que probó Wheelwright, en la misión que se dio él mismo tan relacionada con el comercio, con la economía, con la industria, con el orden social y político. Tuvo la buena fortuna de empezar su campaña bajo el auspicio de un libro científico recien aparecido con el nombre autorizado del Honorable P. C. Scarlett, que trataba nada menos de South América and the Pacific, — era su título, — y e n particular de la comunicación posible de ambos Océanos por intermedio de la América Central, hecha practicable por un canal ó un ferro-carril. En conexión con los resultados comerciales y políticos, que serán resultado de una comunicación por el Istmo de Panamá, Mr. Scarlett había agregado al fin de su obra en dos volúmenes, un Memorandum^ que dirigió al Forcing Office (poco después de su regreso á Inglaterra de su viaje al través de las Pampas y de los Andes, desde Buenos Aires á Valparaiso, Lima y Panamá), — sobre la ventaja de usar del Istmo de Panamá, como un conducto mas rápido de comunicación entre Europa y los puertos del Pacífico. Las ideas de Mr. Scarlett coincidían de tal modo con las de Mr. Wheelwright sobre este último punto, que no halló mejor medio de completar su Memorandum, que anexar á él como pieza justificativa, el folleto titulado Statements and Plans de Mr. Wheelwright. A cuál de los dos, si á Mr. Scarlett ó á Mr. Wheelwright pertenecía îa sugestión original del plan, es cuestión bien secundaria. El hecho de estar agregado á la obra del primero el plan de Wheelwright, prueba al menos que no lo tomó este de ese libro. Lo que es indudable, es que en ese libro de Mr. Scarlett tuvo Wheelwright el mas oportuno y decisivo apoyo en la opinion del público y del Gobierno — 53 - inglés. Si supo él propiciarse la cooperación de ese personaje importante, no seria sino mas honroso para Wheelwright el haber empezado por conquistar á favor de su idea el apoyo de la ciencia. Ll hecho es que toda la prensa de Londres se ocupó de los dos trabajos, discutiendo la gran cuestión de la comunicación de Europa con Asia y el Pacífico por el Istmo de Panamá. L a reproducción de sus palabras autorizadas que haremos aquí por el interés histórico, será de paso el mejor modo de conocer á la vez el plan de Wheelwright y la opinion que de él formaron los primeros órganos de la prensa británica. Son del caso los siguientes detalles, tomados por el Times ) el 6 de Febrero de 1838, en el Memorandum de Mr. Scarlett, sobre la duración, en aquel tiempo, de los viages de Inglaterra á los puertos del Pacífico, en buque á vela por el Cabo de Hornos. A Valparaiso A Lima . : A Guayaquil 100 días. 110 » 120 » Mientras que el pasaje por Panamá, debia ser ejecutado fácilmente en los siguientes períodos desde el Pacífico á Inglaterra, por btiques de vapor, y por la via de Panamá. De Valparaiso De Lima De Guayaquil 62 días. 51 » 46 * Diferencia en favor de la ruta por las Indias Occidentales, de Lima á Inglaterra, 59 dias. Según el Plan de. Mr. Wheelwright (apreciado por el mismo Times, úcl ó de Febrero de 1838, de que son extraídos los siguientes datos), tenia el cambio propuesto toda esta importancia. « El tráfico británico en esas costas ( decia Mr. Wheelwright en su Plan anexado por Mr. Scarlett á su Memorandum pasado al Forcing Office) asume ya un caractère importancia, que justifican y demandan desde ahora el cuidado y protección del Gobierno de S. M. La comunicación propuesta no puede dejar de aumentar sus facilidades y seguridad, en una extension sin paralelo en los anales del intercurso comercial — 54 — L a reducción del tiempo en la comunicación entre îà Gran Bretaña y las costas del Pacífico, de cerca de cuatro meses á cuarenta días, d e b e ofrecer al comerciante y al manufacturero la incalculable ventaja d e tener constantes y frecuentes avisos, que les permitan reglar sus cargamentos según las demandas de los mercados extranjeros. E n t r a r á n además en el goce de los productos de sus mercancías, tres ó cuatro: meses mas temprano que hoy le tienen ; sus agentes podrán sacar partido de los precios corrientes en mercados que abrazan una extension de costa de tres mil millas, sin incurrir en los presentes riesgos* y demoras ; una demanda creciente de manufacturas inglesas se verá producirse ; se gozará de mayor seguridad para las personas y propiedades; y las escuadras de Su Majestad estacionadas en esos mares recibirán infinitamente mayores medios de llenar eficazmente sus propósitos. » «La Isla de Jamaica, situada en posición geográfica que por los arreglos propuestos será la joya del Pacífico, podrá reasumir su lucrativo tráfico anterior con esos países, y vendrá á ser un depósito de abastecimiento. « Poco mas de un mes bastará á un pasajero de Australia para tocar las costas del Perú ó de Chile, y una ó dos semanas mas para embarcarse en el Atlántico, de modo que al favor del vapor, de Jamaica á Inglaterra todo el viaje será hecho en el período de 6o á 70 dias. « Si la India tiene títulos para reclamar de Inglaterra el establecimiento de navegación á vapor (como lo tiene realmente) 110 obstante los innumerables obstáculos que hay que vencer y los enormes gastos requeridos para efectuarlo, ciertamente que las colonias occidentales del Imperio de Su Majestad algún derecho tienen á participar del patrocinio del Gobierno, particularmente cuando no hay obstáculos que afrontar, y el subsidió requerido producirá indudablemente una remuneración de lo gastado. « El oeste de Méjico destinado probablemente á formar un Estado separado, enviará el producto de sus ricas minas á ése punto que parece haber sido destinado por la naturaleza á ser la gran ruta de comunicación con Europa. California, al presente tan aislada del mundo civilizado, gozará igualmente de su influjo rejuvenecedor ( e s t o era escrito en 1836). Las ricas pieles del Noroeste de América, encontrarán un nuevo canal para su tránsito al gran emporio d e — 55 — Europa y aun las distantes regiones de Kamschatka. no serán excluidas de sus beneficios. » Ese escrito de Mr. Wheelwright estaba acompañado de itn plan general de las operaciones de la proyectada Pacißc Steam Navigation Company, y de observaciones sobre el pasaje del Istmo de Panamá, el tráfico del Pacífico, etc., etc. En este plan estaban consignados todos los arreglos y prospectos de la Compañía tenida en mira. Se exhibían allí cuadros estadísticos y aritméticos y documentos en que se daba particular cuenta de los pasos dados por los comerciantes y residentes ingleses en un público meeting tenido en Lima, en la casa misma del Consulado general de Su Majestad, en el mes de Agosto de 1836, y un informe de un Comité nombrado para examinar y verificar la practicaba íidad y conveniencia de establecer un periódico intercurso entre Inglaterra y la costa occidental de Sud-América por la via de Panamá. Patrocinando estas grandes miras del pían de Wheelwright, con la mas calurosa simpatía j decia el Times por su parte lo siguiente : « Con respecto á los beneficios de una navegación á vapor en mares no navegados hasta hoy por ese sistema, no puede haber mas que una opinion entre personas acostumbradas á reflexionar en asuntos de comunicación internacional, ó que se han dado la pena de ver un mapa del mundo. Pero suponer que esas reflexiones, hechas á las de la presente administración de este país, las induzcan de algún modo á separarse fie la rastrera política que es el instinto de su existencia, y tender sus brazos en socorro de un proyecto de que son harto miopes para percibir su grande y glorioso alcance, seria lo mas pueril. El plan sin embargo no puede dejar de realizarse al fin, pero no será con el apoyo ni asistencia de los pulperos políticos que al presente desgobiernan el timón del Estado.» The Times del 6 de Febrero de 1838. El color de opositor, que resalta en ese lenguaje del Times, no le impedía ser exacto en su presentimiento, pues no fué sino cinco años mas tarde que el plan de Wheelwright obtuvo la cooperación del Gobierno inglés. Poco después, el 30 de Mayo de 1838, el Morning-Post, se ocupaba del mismo asunto, bajo el título de Navegación d vapor en el Pacífico. Sostenía como el Times, con todo su vigor, el plan y las miras de Mr. Wheelwright. E r a el tiempo en que se trataba de establecer una línea de vapores entre Inglaterra y el Brasil; « Pero una de las mas pro- — 56 — metedoras é importantes empresas de esta especie al presente ante eî público, decía, es la que se ha puesto en pié por Mr. Wheelwright, de Boston. » Aludiendo con ese motivo á la obra del Honorable P. Campbell Scarlett, titulada South America anJ the Pacißc, toma del folleto de Wheelwright, inserto en esa obra, las siguientes palabras, llenas de interés hoy mismo por la sanción (pie han recibido ti el tiempo y la aplicabilidadde que son todavía capaces: — « L a relación en que está la Gran Bretaña, respecto de los países comprendidos en la influencia de las propuestas operaciones no puede ser mirada con indiferencia. Millones y millones de capital británico se han comprometido en la causa de esos nuevos Estados, sin que hasta hoy se haya hecho retorno alguno. Al contrario, una acumulación de intereses ha elevado su monto á una suma casi increíble. Los clamores de ios tenedores de bonos son estrepitosos y repetidos, y están haciendo solicitudes al Gobierno para que apoye su demanda de justicia de esos países. Entre tanto la guerra y las disensiones civiles han continuado su desoladora carrera, y una postraccíon completa de su crédito público ha sido la natural consecuencia. « L a s causas que han traído el presente estado desastroso de cosas, pueden atribuirse principalmente al desgraciado sistema de gobierno adoptado por España para sus colonias y á la desastrosa influencia de la guerra que ha creado un espíritu militar, sin sujeción á ningún límite moral. Cada jefe ha ambicionado el poder ; extensos y nial poblados territorios han favorecido á los demagogos revolucionarios, cuyos designios han madurado á menudo al favor de la ausencia total de medios de comunicación pronta, y así se han mantenido esos países en un estado de distracción y de inseguridad política en completa oposición con su bienestar y prosperidad, y los inmensos depósitos de riquezas con que la naturaleza los ha dotado tan abundantemente, han permanecido improductivos. » « Ningún plan puede ser mejor imaginado para correjir eficazmente esos males y traer en su lugar un orden mejor de cosas, que el establecimiento de una estrecha y constante comunicación por vapor, que £s e! mas deseable, por la casi entera ausencia de medios de Iocomocion por tierra, y lo largo y tedioso de la navegación á vela. Por tal establecimiento, las autoridades ejecutivas del Estado serán vígori- — 57 — zadas, y recibirán un impulso y moral fuerza que no han tenido hasta aquí ; los gérmenes de revolución no tendrán tiempode desenvolverse; su riqueza mineral y agrícola será desarrollada y aumentadas las entradas de su renta pública ; el espíritu de social y comercial intercurso, tan íntimamente relacionado con el progreso moral y político délas naciones, será in fundido; los intereses de la sociedad serán mejor entendidos y fortificados por el intercambio que se produzca, y su abatido crédito, muy pronto restaurado. » l Cuál de estas memorables palabras de Wheelwright, no lia sido sancionada por los resultados de su empresa, treinta anos después que las repetía el Morning-Post? Se descubre bien en ellas al hombre, que es la unidad elemental de esa sociedad en que Tocquevilîe y Chevalier se inspiraron, al empezar su carrera, de las doctrinas que los han hecho célebres. El Morning-Post terminaba su trascripción con estas palabras de Mr. Wheelwright que no tienen hoy mas valor que el de una simple pero conducente reminiscencia histórica: — «Los Gobiernos del Perú, Chile y Bolivia han demostrado un espíritu de largueza por el logro de un objeto tan deseable como la navegación á vapor en sus costas, por la concesión que han hecho al empresario, de un privilegio exclusivo por el término de diez anos con exención de toda carga en los puertos (excepto de una meramente nominal respecto de Chile), que hubiese montado bajo el reciente sistema, á mas de 20,000 libras anualmente; un ubre uso tie pontones para depósitos de carbon; una exención de derechos de puertos en el Perú á los buques que lieguen con cargamentos de carbon, y una obligación general de facilitar por todos los medios las operaciones de los vapores. » Después continuaba y concluía el Morning-Post con las siguientes palabras que no dejan de servir á nuestro estudio: — « L o s comerciantes ingleses residentes en el Perú y Chile han celebrado en público varios meetings sobre el mismo objeto, y el resultado de sus gestiones -demuestra que ellos están igualmente ansiosos del éxito del proyecto <íe Mr. Wheelwright. Por sus informes y varios otros detalles conducentes á la cuestión, debemos referirnos á la muy interesante publicación de M. Scarlett, y todo lo que tenemos que añadir en conclusión es, que Mr. Wheelwright, que es un caballero de bien conocida inteligencia y respetabilidad, ha pasado unos quince ó diez y seis años de - 58 — su vida en Sud-América, los mas de los cuales hart sido empleados en investigaciones de la costa, preparatorias de la organización de su Compañía y en solicitar dé los gobiernos las concesiones, q u e le han hecho recientemente como una garantía para sus accionistas. » (The Morning'Posi) del 30 de Mayo de 1838.) Al fin de ese mismo año de 1838, el Morning Chronicle del 10 de Noviembre, ocupándose del proyecto de Mr. Wheelwright, en su artículo Money Market a?id city Aletvs, daba estas noticias que hoy mismo vuelven á tener un lugar interesante en la historia de Mr. W h e e l wright y de la Compañía de navegación á vapor en el Pacífico q u e le debió su creación. « E n estos dias se ha distribuido en la City el prospecto de una nueva Compañía de paquetes á vapor bajo la denominación de Pcuißc Steam Navegation Company ¡ que ha despertado una considerable atención por cuanto la empresa tiene la apariencia de s e r l a mas importante, siendo su objeto el establecimiento de una línea de buques á vapor en la costa occidental de Sud-América, de Valparaiso á Panamá, en conexión con una línea de Inglaterra á las Indias Occidentales y al Istmo de Panamá. La Compañía de vapores del Pacífico pretende acortar el intercurso con la costa occidental de SudAmérica de dos tercios del tiempo q u e ahora se requiere para hacer el dilatado y tempestuoso pasaje al Océano Pacífico por la ruta del Cabo de Hornos. La presente empresa por lo tanto formará un p r e cioso anillo de un extenso proyecto de navegación á vapor, y como se han concedido importantes privilegios al respetable é infatigable empresario, Mr. Wheelwright, es de esperar que el proyecto encuentre el apoyo que merece bajo un punto de vista comercial y publico. E s incuestionablemente un hermoso campo de empresas remunerativas ; pero el mayor obstáculo c o n q u e la Compañía tendrá que luchar, será la notoria conducta desleal de los gobiernos sud-americanos, y los c e los de los nativos. » A propósito de esta empresa, decia el Morning Chronicle lo siguiente: « L a cuestión de navegación á vapor en el Pacífico había ocupado lar* gamente la atención de muchas personas y excitado, en efecto, considerable interés, no solamente con la mira de tener mas fácil y expedito intercurso con las Indias Occidentales y el Pacífico, sino también como un medio de comunicar rápidamente con las diferentes Presidencias d e las Indias Orientales y el Océano indiano, en general, China, Australia,, — 59 — etc. Una empresa semejante á la presente, fué proyectada hace largo tiempo por M. Fairburn; pero en aquella época sus vistas fueron consideradas como visionarias y del todo insostenibles; sin embargo, vemos ahora que la idea ha sido restablecida y apoyada por hombres de graiir de habilidad y elevado rango. Todos ellos, sin embargo, andan por las huellas de Colon mismo, cuyo principal objeto fué descubrir un pasaje para las Indias Orientales por la ruta que ahora se propone. Los españoles, por siglos, han hecho su comercio con China, Filipinas y otras islas al través del Pacífico, Acapulco, y de ahí á Vera-Cruz, el Atlántico y los varios puertos de España. » Hablando del costo inicial de la empresa, decía el Morning Chronicle: « Mr. Wheelwright calcula el gasto anual de cuatro vapores de 450 á 500 toneladas cada uno, quedando uno de ellos en reserva,, en 236,000 pesos, ó libras 47,326; y la entrada de tres buques de vapor en 466,950 pesos, 6 libras 93,390: dejando en consecuencia un provecho de libras 46,000 por año, sobre los negocios de ia compañía en el Pacífico. . . . » « El capital de la compañía debe ser de 250,000 libras en 5000 acciones de 50 libras cada una, reservándose 1000 acciones para colocarse en Sud-América. » Otra publicación periódica de Londres que dio al proyecto de Mr. Wheelwright un oportuno y fuerte apoyo, fué The Railway-Times*, en cuyo número del 29 de Diciembre de 1838, encontramos un artículo lleno de interés, que es como la confirmación y repetición elocuente de lo que hemos leído en el Time sy en el Morning-Post y en el Morning Chronicle, sobre el grande apoyo público que merecía la empresa proyectada por Mr. Wheelwright. Como sus colegas, The Railway-Times reproduce textualmente varios trozos del folleto de Mr. Wheelwright, como la expresión mas elocuente y clara de su plan. A la publicidad de la prensa se siguió la del meeting, como medio de obtener la formación de la compañía que debía llevar á cabo el plan de navegación representado por Wheelwright. El i° de Abril de 1840 tuvo lugar en Londres, en la oficina de Sir Edward Parry, un meeting al que asistieron, bajo là presidencia del mismo Sir Edward Parry, muchas personas de alto rango en el mundo comercial, figurando entre ellas Robert Fitz Roy, mas tarde celebridad científica de la marina inglesa. Mr. Wheelwright, uno de los asistentes, presentó un memorial, que leyó el presidente, para ser elevado al gobierno de la reina, si su impor- — 60 - tancia le valia la suscricion que debía buscársele en el público, una vez adoptado por el meeting. En la apariencia solo indirectamente interesaba ese memorial á la empresa de Mr. Wheelwright; pero no podia emplearse mejor medio de obtener el apoyo oficial británico á la nueva empresa, que tocar el interés mismo del gobierno de S. M. Británica respecto de sus colonias de la Asia austral. E n efecto, ; quién hacia la petición contenida en el memorial? Comerciantes británicos y otros interesados en el comercio con los colonos de S. M. en Australia. ¿Qué contenia el memorial ? En él se exponía que eran dignas de la mayor gratitud Jas medidas adoptadas por el gobierno de S. M. estableciendo una comunicación por vapor con las colonias inglesas de las Indias Occidentales y de la América del Norte. Que sus colonias de Australia y Nueva Zelandia, acreedoras á participar de esa protección por su importancia adquirida, sufrían á causa de su remota distancia de la madre patria, por falta de una comunicación regular y pronta, y que alguna medida capaz de mejorar ese estado de cosas seria altamente deseable: que el intercurso occidental con esas colonias, aunque nuevo, era el mejor medio de obtener lo deseado; y como ya el gobierno de S. M. tenia una línea de vapor hasta Panamá, solo faltaba á S. M. para completarla establecer paquetes portadores de la mala real al través del Océano Pacífico, para reducir de la mitad los viajes que se hacen hoy por el Cabo de Buena Esperanza. ¿En qué servia esa medida al proyecto de Wheelwright? Nada mas visible que el interés de ese cambio para su empresa. Traer á Inglaterra á comunicar con sus colonias de Asia por la vía de Panamá, era hacer el negocio de Wheelwright. Se puede decir que su empresa estaba embarcada en ese cambio de ruta que debía ahorrar á la mala inglesa los retardos y molestias no solo del Cabo de Hornos, sino también del Cabo de Buena Esperanza. Tener la mala inglesa en Panamá, es decir, en la ribera occidental del istmo, era tenerla en las cinco Repúblicas del Pacífico, ligadas por la línea de vapor proyectada por Wheelwright. Seguido ese memorial de otros en que los comerciantes británicas de esas plazas del Pacífico peticionaron por lo mismo en su interés propio y en el público de la Gran Bretaña en esos mercados, la cuestión quedó — 61 — colocada en el camino en que obtuvo al fin el coronamiento que merecía, pero rio sin nuevas contrariedades y luchas que Wheelwright tuvo que arrostrar todavía para su logro definitivo y completo, que solo tuvo lugar años mas tarde. CAPÍTULO XI Formación de la compañía de navegación del Pacífico — Construcción de los primeros vapores y su partida para Chile—Su llegada al Pacífico . Por de pronto los trabajos iniciados en Londres dieron por resultado la formación de la sociedad de navegación á vapor en el Pacífico, con el nombre que lleva hasta hoy mismo de Pacißc Steam Navigation Company, previo el otorgamiento por el Gobierno inglés, de la Royal Charter ó patente, sin la cual no podía, conforme al derecho británico, formarse en Londres. Entre tanto, los vapores de la compañía habían sido ya construidos en Bristol, según las indicaciones hechas por Wheelwright, para servilen la navegación trasatlántica de mares y en costas que él conocía mejor que nadie. Nombrado Wheelwright por el Directorio de la Compañía Superintendente de sus vapores en el Pacífico, se dirigió con ellos á los mares de su destino, en que entró por el Estrecho de Magallanes (siendo este hecho mismo, como se ha notado, un precedente importante en los anales de la navegación), por el mes de Octubre de 1840. Es preciso-leer en la prensa del Pacífico, de ese tiempo, la descripción de su aparición en los puertos de Valparaiso y del Callao. « Ayer tarde (decíais/ Mercurio de Valparaíso del 16 de Octubre), á las tres, una salva de artillería de los buques fondeados en este puer- — e s to, anunció la llegada de los buques de vapor Chile y Perú, que p a r a la navegación del Pacífico acaban de llegar de Inglaterra. « Se les ha hecho una recepción digna del objeto que los conduce : las músicas militares de esta ciudad, embarcadas en varias lanchas, les han salido al encuentro, junto con multitud de botes de los buques de guerra fondeados en este puerto y pertenecientes á varias naciones. Entre ellos se confundían un sinnúmero de lanchas, cargadas de curiosos, que, sin embargo del viento que reinaba, querían ver mas de cerca la fuerza expansiva del agente poderoso que sin auxilio de vela ni remo movía tan enormes moles. Ambos vapores, después de haber cruzado esta rada en diferentes direcciones y recibido los saludos de la mucha gente que había traído este nuevo, para este puerto, espectáculo, lian fondeado el uno cerca del muelle y el otro frente á la Cruz del Pey. « Siendo iguales las dimensiones de ambos vapores, nos limitaremos á dar las del Chile; tiene 180 píes ingleses de quilla, 30 de manga y 15 de puntal, midiendo 100 toneladas. Está forrado y clavado en cobre, con dos palos de bergantín, y sus máquinas son de la fuerza de 100 caballos cada una; las calderas c o n t a d a s á baja presión, con el condensador y sus máquinas en reserva. En las dos cámaras pueden conducir cómodamente, con camarote por persona, 150 pasajeros, y en la cubierta puede ir un número mayor. Puede recibir á flete 300 toneladas de mercaderías. » Describiendo el mismo evento, decía no ha mucho un testigo ocular, lo que tiene aquí su lugar mas natural : — íC Vimos por la primera vez á Mr. Wheelwright en Valparaiso el día que entraron á aquel puerto en medio del asombro y entusiasmo de mas de 4,000 almas que desde la cúspide de los cerros que circundan su bahía, hasta el borde de la plaza, presenciaban la entrada de los dos primeros vapores,—el Chile y el Perú,—de la línea perteneciente á la llamada Pacific Steam Navigation ComJ>a?iy.—El señor Wheelwright, desde la toldilla del vapor Chile, que entró dando una vuelta á la bahía para que el pueblo apreciara su elegante y magnífica arquitectura, saludaba, sombrero en mano, á aquella delirante concurrencia, que en medio de las salvas de artillería de los castillos y buques de guerra, repiques de campanas y bandas de música, contestaba á Jos hurras! estrepitosos, dirigidos al enérgico empresario que abría para los Estados libres del Pacífico una ~ m— nueva era de progreso y prosperidad. Aquel día fué sin duda el gran triunfo de Mr. Wheelwright. Había vencido el mayor obstáculo, y desde entonces su reputación (su gloria, quiso d e c i r ) " quedaba asegurada.—{La ItepúbHca, de Buenos Aires, de Noviembre de 1873.) Es indudable, á nuestro v e r : la toma de posesión solemne de las aguas del Pacífico por Basco Núnez de Balboa, en nombre de España, y las victorias de Cochrane y Bolívar contra España, por la libertad de esos mismos mares, no valieron á sus héroes aplausos mas legítimos que al noble soldado de la industria libre la instalación solemne que hizo del soberano de los agentes de la civilización de este siglo—el vapor—en esos mares que, de remotos que eran, se incorporaban desde ese dia en el seno del mundo civilizado. CAPÍTULO XII Llegada del vapor " Perú" al Callao Las pompas que el vapor Perú encontró en el Callao no fueron menos dignas de memoria. " A y e r domingo (decía El Comercio, de Lima), el movimiento y agitación de la ciudad ofrecía el aspecto de uno de aquellos dias de fiesta cívica en que se toma mucho interés ; á caballo y en carruaje toda persona que pudo marchó al Callao. Los ómnibus, coches de alquiler, y hasta los ya casi jubilados balancines, fueron tomados, y á las nueve de la mañana no se encontraba un asiento que poder comprar. El Perú estuvo constantemente Heno de visitadores, sin que desde las once de la mañana á ninguna hora hubiese menos de 200 personas.. " Ojalá se trabaje con tesón para hacer el ferro-carril hasta el C a l l a o " . . . (decia El Comercio, en ese mismo dia, sin sospechar que el mismo Wheelwright, seria el iniciador de ese trabajo.) Una visita del Presidente de la República al vapor Perúy era el rasgo — 64 — prominente de la solemnidad. Merece recordarse la descripción que de ella hacía El Comercio de Lima, un dia despues. u Sabido por los agentes de la Compañía de navegación por vapor e?i el Pacißco, que S. E. se proponía visitar el vapor Perú el sábado último, convidaron á los Ministros diplomáticos, Comandantes de las estaciones extranjeras, prior y Cónsules del Consulado, y á muchas otras autoridades y personas de distinción, para que acompañaran al Presidente de la República. A las 12 y media del dia se embarcó S¡. E. con toda la comitiva en medio de salvas que hacia la plaza del Callao, y los dos cañones del vapor; recibidos con la música de á bordo, pasearon las cámaras, y examinaron Ja maquinaria, quedando sumamente complacidos con el majestuoso aparato de esta. . . . Mayor fué el agrado cuando ei buque se puso en movimiento por la maquinaría, en medio de salvas de artillería que en ese momento principiaron á hacer los buques extranjeros de guerra. Gran concurrencia llenaba en aquel momento el muelle, balcones, azoteas y aun la muralla de la plaza de tierra, desde donde admiraban la facilidad, desenvoltura y presteza con que el vapor, á razón de 9 y 1/2 millas por hora, se fué voltejeando hasta la cabeza de ia Isla de San Lorenzo; mientras tanto se servia un lucido banquete en el salon principal, al que se sentaron ciento dos caballeros. " Naturalmente hubo brindis y discursos. Según El Comercio, el señor Wheelwright, d i j o : — " Q u e lleno de alborozo como estaba por la honra de tener á la mesa del vapor Peni á S. E. el Presidente de la República, quien había proporcionado á la empresa de navegación por vapor en el Pacífico toda clase de facilidades y protección, no podía menos que proponer un brindis por la salud de S. E. el General G aman'a y á la prosperidad del P e r ú . " — "Caballeros, continuó, seis años hace que plenamente convencido de que en todo e! globo no hay una parte que convide mas á la navegación por vapor que las costas del Pacífico, por lo manso de sus mares, ni una parte clónele sea mas necesaria ; porque lo fragoso y vasto de los terrenos hace difíciles las comunicaciones por tierra, me consagré á promover la empresa, que hoy vemos lograda por los esfuerzos de la Compañía de navegación por vapor. " Después de exponer rápidamente las ventajas políticas y comerciales, que traerá á la América esa navegación (habla El Comercio}, observó Mr. Wheelwright, " que debe tenerse presente que — 65 — p o r ella van á situarse estos países en medio de la civilización de Europa y Asia, desde que se ha admitido en Londres por personas de consideración, y entre otras, el respetable Sir Robert Parry, que el camino mas corto de Inglaterra á Australia, es por el Callao, lo que hace muy probable el apoyo de Inglaterra para extender la navegación por vapor á su Colonia, y entonces el cambio mas prodigioso y favorable esperimentará la América, viniendo á quedar en el medio de las dos partes civilizadas del mundo.'' « E l Presidente inmediatamente se levantó y en un discurso sentido y elocuente dijo, que, admirador de la constancia, decision y esfuerzos del señor Wheelwright para plantear la navegación por vapor en el Pacífico, deseaba á esta empresa los mas prósperos resultados, para que sirviese así de estímulo á fin de que los extranjeros introduzcan entre nosotros, con otras empresas nuevas, todos sus medios de civilización. » (De El Comercio^ de Lima, de Noviembre de 1840.) CAPÍTULO XIII Dificultades con que lucha la empresa en su primer establecimiento.—La vida de Wheelwright es el progreso del sistema colonial español. Falta de carbon que da lugar á la explotación de sus minas en Chile. Asi quedó establecida la navegación á vapor en el Pacifico en 1840. Pero todo no acabó ahí. Establecida la comunicación por los dos vapores de la compañía solamente entre Valparaíso y el Callao, faltaba llevarla hasta Panamá para completar el prospecto con que fué concebida la línea de comunicación con Europa por el Istmo; pero este complemento debía costar todavía á la perseverancia de Wheelwright cinco anos mas de esfuerzos, empleados en vencer las resistencias que encontraba para establecer la navegación á vapor entre el Panamá y T. VIII. 5 — 66 — el Callao. No fué sino en 1845, que pudo vencerlas por arreglos conciliatorios de conflictos industriales nacidos en parte del interés d e una línea francesa de paquetes á vela, que aspiraba á monopolizar la navegación sistemada de ese trayecto, entre Panamá y el Callao, al favor de la indiferencia que Nueva Granada, Estado Atlántico á la vez que occidental, mostraba por la línea de vapores, que tanto interesaba á sus vecinos del Pacífico. El Ecuador entonces estaba gobernado por la influencia d e Bogotá. Pero ese tiempo no íué del todo perdido para ] os designios d e Wheelwright. El lo invirtió en organizar y reglamentar el servicio d e la nueva comunicación á vapor, que no era tarea de un dia, en países y costas tan mal preparados para responder á las exigencias del sistema de comunicación mas perfecto, que haya producido la civilización moderna. Así en su calidad de principal Superintendente de la Cornea ñia en el Pacífico, daba Instruciones y Reglas d los Agentes de la misma en los puertos intermedios, por su circular del 10 de Diciembre de 1840. E r a el primero de muchos actos de su género que expidió ulteriormente, para dar la organización que hasta hoy mantiene en el servicio interior de sus vapores la Compañía del Pacífico. Pero nuevas y grandes dificultades le esperaban todavía en el curso y desarrollo final de su empresa. L a vida de Wheelwright, es el proceso del sistema colonial español en Sud-Améríca y de sus reliquias mantenidas en las costumbres y preocupaciones de los mismos americanos que se pretenden liberales. E s que en Wheelwright se personifica la influencia y la acción del espíritu civilizador de los Estados Unidos, mejor y mas eficazmente ejercida que por las obras de Tocquevílley Chevalier, inspiradas en ese gran país. E s el poder de la doctrina puesta en obra ; es la economía liberal, traducida en medidas prácticas ; es el progreso en acción, no en teorías. L a carrera de Wheelwright en Sud-América presenta esto de característico, que no bien ha vencido una dificultad cuando se encuentra en faz de otra nueva y tiene que seguir luchando como antes. E s q u e — 07 — las obras de que se compone su carrera de empresario,— que son otras tantas mejoras públicas para Sud-América, nacen unas de otras, tienen su lógica, forman un sistema, dan á su vida ía unidad de un drama clásico, y obedecen á un interés, que se puede formular llamándola, una reforma continuada del estado de cosas que dejó el régimen colonial español en esa parte del mundo americano, con respecto á tráfico, á comunicación doméstica é internacional, á comercio y navegación, en una palabra viabilidad. En este sentido no tiene SudAmérica un patriota 6 un guerrero que haya trabajado mas que Wheelwright por la supresión pacífica del sistema colonial de aislamiento y de incomunicación, que dejó España en esos países. Las contrariedades con que luchó la empresa después de llegados los dos primeros vapores al Pacífico, en 1840, fueron numerosas y graves. Pero de cada contratiempo resultó para ella una nueva ganancia, gracias al genio fecundo y perseverante de Wheelwright. Se hizo sentir desde luego la escasez ó falta de carbon en tales términos que ilegó á temerse el însuceso completo de la empresa, pues por tres meses quedaron los hermosos buques sin moverse de los puertos. Atenerse al carbon de Inglaterra, con el precio que tiene á esa distancia casi antípoda, era comprar la rapidez por mas del doble de su valor. Sabíase que en toda la costa del Pacífico existían depósitos naturales de carbon mineral, en Panamá, en Guayaquil, en el Callao, y sobre todo en el Sud de Chile. Pero su calidad era desconocida por falta de experimentos. Ninguna necesidad práctica había exigido su experimentación. En climas tropicales, bastó para los usos domésticos el carbon vegetal, que aüi es abundante. No se empleó en la industria, por la razón sencilla de que nada se fabricaba en SudAmérica ; ni en la locomoción, pues no se conocía todavía por allá la máquina de vapor aplicadaá la navegación, nial ferro-carril, ni á la fabricación del gas, cuyo alumbrado era todavía desconocido. L a ciencia y el testimonio práctico del país mismo estaban inclinados á dudar de su calidad para usos industriales. Se atribuía á Darwin, gran geólogo de este siglo, que habia estudiado el suelo de Chile, una opinion que lo condenaba como inútil. L a crisis, que amenazó la vida de la empresa de vapores vino á resolver todas las dudas, de este modo referido por el mismo Wheelwright, autor de la gran descubierta, en carta de 20 de Octubre de 1841. — 68 — « L a falta de carbon fué el primer mal con que tropezó la empresa á la llegada de nuestros buques en el Pacífico. Después del mas brillante comienzo, tuve el dolor de ver esos hermosos buques fondeados por cerca de tres meses. Me dirigí inmediatamente al Sud de Chile, donde al cabo de tres meses de labor, tuve la fortuna de obtener buen carbon á bajísimo precio. Las minas no habian sido nunca trabajadas anteriormente, y el poco carbon que se habia tomado era superficial y de mala calidad. > « .... No tengo la menor duda de que encontraremos tan bueno como el que se explota en Inglaterra. Todo el país meridional de Chile contiene carbon en cantidad ilimitada. » Sobre esto mismo escribía Wheelwright en seguida al Instituto nacional de Washington ( d e que era miembro), esta noticia de un valor permanente. "Desempeñando mis ocupaciones de principal Superintendente de la Compañía de navegación á vapor en el Pacífico fui inducido á trabajar minas en esta vecindad (escribía de Talcahuan o ) , ahora Í 8 meses, con el propósito de obtener carbon para el uso de los vapores." *'.... Elegí el Morro de Talcahuano como el mas preferible para el logro del objeto y comencé la explotación del carhon, que se ha empleado con el mejor éxito en nuestros vapores durante los últimos 18 meses, habiendo extraído hasta hoy (11 de Setiembre de 1842), 4,000 toneladas."... " E s t e carbon no es tan fuerte como el inglés. Arde libremente, produce mucha escoria, que es de un liviano carácter, y no se adhiere a las barras. " Desde entonces figura ese producto entre las primeras riquezas naturales de Chile; pero mas que una riqueza superior á sus minas de plata como menos aleatoria, es un grande elemento de poder, una gran fuerza de civilización, que puede hacer la grandeza, no solo de Chile,, sino de toda la porción de América solidaria de sus destinos. Aunque no debiese Chile á Wheelwright otro servicio, ese solo bastaria para deber contarlo entre sus hombres mas beneméritos. Esa riqueza en el Pacífico combinada con la calma característica de sus aguas, ofrece á la locomoción por vapor un porvenir tan grande en esa mitad de nuestro planeta que la geografía moderna tiene tal vez razón en llamar á !a Oceania, el mundo marítimo, ó el mundo definitivo. — 09 — CAPÍTULO XIV Accidente del vapor "Chile", que hizo conocer los recursos del puerto de Guayaquil, como arsenal.—Otras dificultades con que lucha el tráfico moderno. No bien salidos de la crisis de carbon y reasumidas las operaciones de los vapores, un nuevo contratiempo descubrió á la Compañía lo arduo de su empeño de fundar vapores en un medio tan mal preparado; pero el espíritu y la constancia de Wheelwright, convirtió la nueva contrariedad en ocasión de un nuevo suceso. A diez leguas de Valparaiso, el vapor «Chile» escapó por milagro de perecer por un choque violento contra un arrecife, que lo averió no obstante y obligó á buscar un puerto para repararse. Desgraciadamente el de Valparaíso carecía de recursos para ello. Wheelwright que conocía todos los puertos de la costa sabia que el de Guayaquil era el único en que podía repararse el vapor. De allí escribia al poco tiempo: " E s t o y en Guayaquil ocupado en la reparación del vapor y espero completarla en pocos dias. Este es el solo puerto en que pueden repararse los vapores, y tal vez ofrece tantas facilidades como no las presenta puerto ninguno del mundo donde no hay arsenal marítimo. " Era esto como un descubrimiento consolador, debido á un accidente, de un refugio con que los vapores na debian contar en mares y países que salían de un atraso tan grande en punto á navegación. En esa ocasión escribía Wheelwright á su corresponsal estas palabras de un valor permanente: — " Para dar á Vd. una idea de cu'án apropiados son estos mares para la navegación por vapores, le diré que hemos hecho viajes á lo largo: de la costa de 1,700 millas, tocando en diez puertos, sin discrepar de un cuarto de hora del tiempo prefijado para su llegada á cada puerto. " Sin embargo, el puerto de Guayaquil quedaba hasta entonces exento del trayecto navegado por los vapores, que era el comprendido entre Valparaiso y el Callao. Este hecho constituía un contratiempd — 70 — mayor que los anteriores, porque dejaba truncado eí plan primitivo de la empresa, que era navegar desde Valparaíso á Panamá con la mira de comunicar con Europa, por el Istmo. Cuatro años de esfuerzos debía costar todavía á Wheelwright esta parte complementaria de la línea. Pero esta contrariedad misma no era estéril en otras ventajas, que la actividad inteligente de Wheelwright no descuidó de aprovechar. Limitado por algun tiempo el servicio de vapores á los puertos de ía costa comprendidos entre el Callao y Valparaiso, sirvió esa circunstancia para introducir, plantificar y aclimatar, por decirlo así, el nuevo sistema, eti países educados en el régimen de comunicación mas opuesto; ó mejor dicho, en la falta absoluta de comunicación regular y veloz, de un modo gradual y sucesivo. Las mejoras se ligan y producen unas á otras, pero no vienen de un golpe tras un estado de supino «tr-aso. Introducir el vapor y la electricidad en países que nunca tuvieron idea de! valor pecuniario del tiempo, era empezar por el fin, un progreso que tiene sus leyes naturales de desarrollo. El vapor y la electricidad, como agentes de comunicación, son de tal modo un resultado del estado del progreso general de un país, que su aplicación brusca en un medio atrasado y primitivo, es completamente negativa en sus efectos benéficos. Un telegrama que ha puesto un minuto en recorrer mil leguas, pone ocho dias en andar diez metros, desde la oficina postal á la casa del destinatario. Hoy mismo en Valparaíso, se tienen noticias de Paris en seis y ocho horas, y de Caldera ó de Concepción, no se consiguen sino en seis ú ocho días por los telégrafos del Estado. El vapor y la electricidad son, como la libertad, una educación, un estado de cultura, un progreso nacido de la necesidad sentida de grande rapidez. Así se explica su invención debida á la raza que antes de ella tenia por proverbio, — Timas is money, lista expresión que para un latino de América es una metáfora, para un inglés es ecuación matemática. La tiranía del tiempo y de! espacio, como todas las tiranías, vive encarnada en las costumbres del país, que han tiranizado por siglos. Bien puede la ciencia suprimirlos por un invento feliz, quedarán viviendo en las costumbres que ellos han formado. Cada hombre es la éter- — 71 — tildad en sus movimientos. E l vapor traído allí de un golpe, se pierde y disipa como en una caldera abierta, esperando eternamente la hora de ponerse en movimiento. CAPÍTULO x v Mejoras varias que introduce Wheelwright en los puertos del Pacífico Dado el vapor en el Pacífico como agente de locomoción, tenían que ser consecuencias naturales de su establecimiento la prontitud en t i despacho de las oficinas del tráfico, la exactitud en las operaciones y servicios, la mejora de los puertos y de las costas, su estudio y la producción de buenas cartas para su navegación, la instalación de faros, devalizas, de dragas, de, muelles en los puertos, la provision fácil de carbon y de agua dulce para servir á los vapores, la reforma de las postas, de las aduanas, de la policía en sus relaciones con el tráfico y el intercurso comercial. Wheelwright no desconoció nada de eso, y con su paciencia y prudencia habituales, se contrajo á promover graduales y profundas mejoras, que debían asegurar los efectos benéficos de la nueva comunicación á vapor. Se le vio así durante los primeros años de introducidos los vapores en el Pacífico, promover íos siguientes trabajos de mejoramiento material, que no obstante su diversidad concordaban todos en este propósito común: garantizar la duración y fecundar los efectos benéficos del nuevo sistema de navegación internacional introducido en el Pacífico. Mantenidos inaccesibles á los vapores los puertos menores del Perú, no podían entrar y descargar en el de Iquique, que estaba en ese caso, contra el interés de sus habitantes y del comercio en general, pues la exportación nueva y reciente de los salitres hacia de ese puerto uno de los primeros del Perú. El Superintendente de los vapores lo representó al Gobierno peruano y obtuvo la habilitación del puerto de Iquique, para todo buque extranjero. — 72 — E( puerto de Valparaíso, emporio del Pacífio, tenía á su entrada un pésimo faro, que lo hacia el mas oscuro de toda la costa y naturalmente muy peligroso para su acceso nocturno. En el interés general del país, tanto como de los vapores, Wheelwright lo presentó á la autoridad chilena y obtuvo la colocación de un faro espléndido. El servicio expedito de los vapores requería una abundante provicion de carbon en los puertos de la costa. Como los puertos carecían de muelles para facilitar la provision de ese combustible á los vapores, Wheelwright tuvo que suplir á ese defecto depositando el carbon del servicio en buques pontones que colocó en los puertos faltos de muelle. Como la falta de muelle, no impedia que hubiese una contribución de ese nombre, en el puerto de Coquimbo exigió la aduana que los vapores pagasen derechos de muelle por el carbon tomado de sus pontones, que subían á enormes sumas. Una representación de Wheelwright obtuvo que los pontones de la compañía no fuesen considerados como muelles públicos, ni el carbon suplido como deudor d e derechos de póliza de reembarco. E n el Callao, obtuvo del Gobierno peruano en 1842 el arrendamiento de un terreno y el permiso de construir en él un edificio para trabajar fierro y maquinaria, hacer depósitos del carbon que los vapores tomalian sin pagar derecho del muelle que no usaban. O b t u v o así que el carbon depositado en tierra, gozara de los privilegios concedidos para el de los pontones, que la compañía necesitaba emplear en el acarreo marítimo de sus carbones. Solicitó y obtuvo también del Gobierno del Perú otro cambio de interés general, á s a b e r : — Q u e el puerto menor de L a m b a y e q u e fuese habilitado para exportar plata pina en los términos q u e Jo había sido el de Iquique. Fué también resucito á su pedido, que las toneladas que deben pagar los vapores en el puerto del Callao, solo se entiendan las que carga el buque, no las que mide en atención á que la maquinaria y el combustible ocupan una gran parte del vapor. Raro es el puerto del Facífico en que no hubiese promovido la colocación de valizas y de. faros. En los del Callao y Valparaiso promovió el establecimiento de cañerías de fierro para distribuir el agua potable que no solo interesaba á la sanidad y limpieza de esas ciudades comerciales, sino también á su seguridad contra los incendios, á que las expone su construcción de material combustible como medio de disminuir el — 73 — estrago de los temblores de tierra. E n muchos lugares de la costa en que el agua potable faltaba del todo, como en Atacama, hizo montar máquinas para destilar el agua necesaria á los vapores y á los usos de las poblaciones que el tráfico hacia nacer. CAPITULO XVI Dificultades para llevar la línea hasta Panamá, nacidas de la condición excepcional de Nueva Granada. Con todas esas ventajas la empresa estaba detenida en la mitad de su obra. No se había formado una compañía de navegación para que solo comunicasen entre sí por vapor los dos puertos lejanos de Valparaiso y el Callao. Era preciso llevar la línea hasta Panamá para comunicar con Europa, que era el propósito capital de la empresa, sin lo cual la empresa quedaba en lamas crítica posición y en riesgo de disolverse. Iban ya corridos dos anos desde el desembolso del capital, y los vapores nada producían á la compañía en proporción de sus gastos. Los accionistas podían pedir á los directores, que retirasen los vapores de regiones en que nada producían. Los accionistas de Londres no eran filántropos que se contentasen con la sola idea de servir al progreso del Pacífico, aunque fuese con pérdida de su tiempo, es decir de su propio dinero. Ellos querían percibir dividendos ó réditos de algún género de su dinero invertido para poner en comunicación á vapor, no dos puertos ó dos países extranjeros y lejanos, sino dos mundos. Wheelwright veia la inminencia de ese peligro extremadamente posible, y para conjurarlo de pronto apeló al interés que los gobiernos del Pacífico tenían en el buen éxito de la empresa, pidiéndoles la protección remuneratoria que estaba en su mano dar á la empresa disminuyendo de una mitad el derecho impuesto sóbrela plata embarcada en los vapores. — 74 — Entre tanto era preciso llevar los vapores hasta Panamá, lo que n era fácil, aunque parezca increíble cuando se estudian las resistencias. No es necesario decir que ellas venían de los gobiernos del Pacífico, situados en capitales que estaban al lado oriental de los Andes, en altísimas planicies que no eran por lo tanto del Pacífico sínó de un modo nominal : tales eran Chuquisaca ó Sucre, capital de Bolivia, Quito, capital del Ecuador, y Bogotá, capital de Nueva Granada. Habitando las regiones del condor en las alturas de los Andes, esos tres Estados, creados por Bolívar, veían, como él, la libertad que enriquece á las naciones no en los mares, slnó en las cumbres de los Andes, es decir, no en la comunicación, sino en el aislamiento, que solo difería del colonial, e n s e r a n aislamiento patriótico. Un curioso brindis de Bolivar, pronunciado en un banquete dado en lo alto del cerro de Potosí, después de Ayacucho, descubre el espíritu económico dejado hasta hoy A esas regiones por su Libertador. " La gloria de haber traído hasta estas regiones frias ios estandartes de la libertad, deja en nada todo el oro que tenemos bajo nuestros pies. " — E n la lengua del economista, esa poesía se traduce en esta prosa. \^,<\ gloria de haber traido á estas alturas, los estandartes de la libertad, deja en nada la libertad misma, que tenemos bajo nuestros pies. — El oro en efecto es la libertad, porque es el poder. Pero á su vez el oro es un poder simbólico, del poder de la riqueza, es decir de la producción de lo que es útil á la vida j pero no hay producción donde no hay tráfico, intercambio, vias de comunicación, nivel en una palabra. Quien dice nivel, habla del mar, que es el camino universal. Metrópolis y autoridades situadas á quince mil pies sobre el nivel del mar, es decir sobre el rey de los caminos, y todavía separadas del mar por la muralla de los Andes, están como fuera de la América moderna, como estaba España por la distancia, equivalente á la altura. Propiedad anómala de uno de esos Estados de las nubes, el Istmo de Panamá, que es como un pasaje obligado del mundo, ha tenido que ser un campo de batalla entre el progreso moderno y el viejo régimen pasado. Como soldado del progreso allí Wheelwright tuvo que luchar contra el monopolio de una mala navegación entre Panamá y Callao, dado por el Gobierno de Bogotá á una compañía francesa de paquetes á vela, que ponían 40 dias en hacer el trayecto que Wheelwright ofrecía efectuar en ocho. Esa compañía explotaba esta otra circunstancia, que siendo — 75 — Nueva Granada un Estado Atlántico en su mayor parte, no participaba del interés entusiasta de sus vecinos del Pacífico por el establecimiento de una comunicación directa con Europa y Estados-Unidos, en que ya estaba, por sus puertos de Cartajena y Santa Marta: sentimiento un poco impropio del país en que se reunió el primer Congreso americano de 1826. Felizmente la resistencia de la Compañía de paquetes á vela, no podía disputar largo tiempo ai vapor la navegación de un mar en que las calmas permanentes son tan aciagas á la navegación á vela, como favorables á la de vapor; así fué que un arreglo conciliatorio d é l o s intereses encontrados vino á poner fin al conflicto, que estaba ya resuelto en cierto modo por otra via. La anexión de California á los Estados-Unidos y la descubierta del oro que á esa sazón ocurrían en ese lado del Pacífico, vinieron á servir al plan de Wheelwright, trayendo!e la cooperación interesada y poderosa de los Estados-Unidos, cuya integridad reclamaba la comunicación directa con su nuevo Estado del Pacífico por la vía de Panamá. A poco de existir el nuevo Estado americano de California, tuvo lugar en Bogotá la negociación de un tratado entre Nueva Granada y los Estados-Unidos, que aseguraba el pronto y regular trasporte de la correspondencia de los Estados-Unidos al través del Istmo de Panamá. Ya no era justo negar á una compañía inglesa lo que se había concedido al Gobierno de los Estados-Unidos« Era pues llegado el momento de que Wheelwright abriese su nueva campaña para terminar el establecimiento de la línea de vapores entre Valparaíso y Panamá por esfuerzos nuevos requeridos en América y en Europa. — 76 - CAPÍTULO XVII Nuevos auxilios que Wheelwright encuentra en la opinion pública para vencer sus nuevas diñcultades En efecto, tan inesperadas é inexplicables resistencias producidas en América para completar una empresa que á nadie mejor que á la misma América servia, era capaz de comprometer en cierto modo la opinion y la posición de Wheelwright á los ojos de los accionistas situados en Europa, y hasta de hacerles dudar de la competencia del grande empresario para terminar la obra comenzada. L a crisis de su posición, como principal Superintendente de la línea de v a p o r e s se agravaba p o r u ñ a medida de neutralidad, que Wheelwright tomó con aplauso de todos, pero que no faltó quienes la interpretasen en sentido inverso. Respondiendo al llamamiento de Wheelwright y de la situación d e ese gran negocio, el comercio extranjero del Pacífico y sus grandes representantes consulares y diplomáticos, tomaron la actitud inteligente que les correspondía, promoviendo en honor de W h e e l w r i g h t , la víspera de su nueva campaña, las manifestaciones de que clan testimonio los tres documentos que insertamos aquí literalmente, no menos en obsequio de sus signatarios que de Wheelwright mismo.—Los trabajos de Wheelwright son de tal modo interesantes al público, q u e no parecen hechos por vía de industria privada, sino en desempeño de los deberes de un Estado. Recomendación que el cuerpo diplomático y consular en Lima, hace de Mr. Wheelwright, como principal Superintendente de los vapores en el Pacífico. Nos, los abajo firmados del cuerpo diplomático y consular, residentes en esta ciudad, conociendo muy bien ya personalmente, ya p o r reputación al señor don Guillermo Wheelwright, Superintendente en — 77 — jefe de los vapores al presente en esta costa, pertenecientes á la Pacific Steam Nazñgaiion Company^ podemos otorgar y otorgamos por la presente el mas amplio testimonio acerca de su recta y honorable conducta en todos respectos y á su bien conocida y acreditada capacidad para el desempeño del importante cargo que la Compañía le tiene confiado. Las conciliantes y oficiosas disposiciones del señor Wheelwright y su total prescindencia de la política y de los partidos políticos en estos países, lo califican de un modo especial para la superintendencia de estos vapores. Su larga residencia en los países situados en la costa, y sus numerosos é influyentes amigos, le dan ventajas, que muy pocos poseen, y estamos convencidos de que no podia haberse hecho elección de un agente principal por los que han invertido capitales en la empresa de navegación por vapor en el Pacífico, que hubiese dado mas general satisfacción ni que reúna al mismo tiempo de un modo mas completo, la capacidad de llevar á buen éxito el interés que les concierne. Y es con la mas sincera satisfacción que damos testimonio del bien conocido nombre y capacidades de Mr. Wheelwright, teniendo como tenemos el mas cordial deseo del éxito completo de esta empresa, en que todo el mundo civilizado está tan profundamente interesado y mas particularmente los diferentes países á que respectivamente pertenecemos. Lima, Octubre 1S41. Ministro Plenipotenciario de Chile. — A. L E MOYNE, Encargado de Negocios de S. M. el Rey de los Franceses.—MAMUEL CERQUEIRA LIMA, Encargado de Negocios de S. M. el Emperador del Brasil J. C. P I C K E T T , Encargado de Negocios de los Estados Unidos. — J. BOSCH SPENCER, Encargado de Negocios de S. M. el-Rey de los Belgas. — J O S É D E L CARMEN F R E U N F O , Cónsul general de la República de Nueva Granada. — ANTONIO J. F E R R E I R A , Cónsul general del Imperio del Brasil. — RAMON D E G U Z - VENTURA LAV ALLE, — 78 — Y Q U I M O N E S , Cónsul general de la República del Ecuador.— GRISTIAN H E L L M A N , Cónsul de la República y ciudad libre de Hamburgo. — S T A N H O P E P R É V O S T , Cónsul de los Estados-Unidos. — H. W I S T , Cónsul de Dinamarca.— J O S É A. M E N E N D E Z , Encargado de Negocios de Méjico. MAN Espléndido y público homenaje del comercio de Valparaíso á W. Wheelwright por el mérito de sus empresas En reunion general de la Bolsa Comercial y otros residentes de la ciudad de Valparaiso, que tuvo lugar en 15 de Febrero de 1842, convocada por el Directorio de dicha comunidad y presidida por el honorable John Walpole, Encargado de Negocios de Su Majestad Británica en Chile, acompañado de SS. Henry William Rouse, Cónsul general de dicha nación y Henry Blanchard, Cónsul de Francia, se tomaron las siguientes resoluciones, adoptadas por unanimidad: Considerando que don Guillermo Wheelwright, Superintendente en jefe de la Compañía de navegación á vapor en el Pacífico, va á ausentarse de este país y es llegado el caso que la comunidad comercial y demás ciudadanos de esta localidad, manifiesten de la manera mas explícita y decisiva la alta opinion que tienen formada de su mérito por haber promovido una empresa tan útil é importante, resuelven: i° Que esta reunion confiera á don Guillermo Wheelwright por el espíritu emprendedor con que ha iniciado y por el celo infatigable y perseverante com que ha vencido los obstáculos casi insuperables para poder establecer la navegación á vapor en el Pacífico : 2° Que esta reunion manifieste á don Guillermo Wheelwright la bien merecida y justa admiración que le asiste por el buen manejo de los vapores desde su llegada á esta costa y muy especialmente por la línea de conducta que ha observado para con los gobiernos de las diferentes Repúblicas de este Océano, ejercida con tanto juicio y de una manera tan conciliadora é imparcial como para granjearse la protección y respetos de que con tanta justicia ha sido objeto: — ?9 — 30 Que esta asamblea es de opinion que en vista de los frecuentes disturbios políticos que tienen lugar en algunos de estos países y en que miles de sus habitantes se ven comprometidos de una manera ú otra, debe considerarse justa la medida adoptada por Mr. Wheelwright de recibir á bordo de los vapores esa clase de pasajeros sin distinción, siempre que se presenten premunidos de pasaportes en forma, expedidos por las autoridades del punto de su embarque, captándose por este medio cada vez mas la aprobación de los ciudadanos de estos países, desde que la exclusion de partidarios en general ó particular no solo perjudicaría los intereses de la Compañía, sino que se acarrearía impopularidad y la odiosidad de todos los partidos : 4.0 Que esta reunion recomiende á todos los tenedores de acciones que no posean agentes propios en Inglaterra, el otorgamiento de poderes á favor de Mr. Wheelwright para que vote por ellos en las reuniones de accionistas que tengan lugar en aquel país, por cuanto los miembros de la presente reunion están persuadidos de que las vistas manifestadas por él hasta el presente son de tenor que deben llevarse á efecto, pareciéndoles como de lo mas conducente al éxito favorable de la empresa: 5° Que se nombre una comisión compuesta de cuatro individuos para que se encargue de una manifestación al señor Wheelwright que sea de lo mas inequívoca y duradera, mandándose hacer el retrato de él para ser colocado en el salon de esta Bolsa y se le presente un obsequio con los respetos y estimación que le profesa esta reunion, para que esta muestra de distinción se tenga por tributo justo del aprecio que merece y sirva á la vez de estímulo para aquellos que después de él se dediquen á la introducción de inventos de Europa, útiles y ventajosos en el Nuevo Mundo. 6 o Que la comisión queda autorizada para emplear la suma que se colecte en la realización de la precedente resolución, debiendo efectuarse esta colecta por suscricion entre los que componen la presente reunion y otros (pie deseen prestar su concurso. 7 o Que el obsequio que se presente al señor Wheelwright lleve una inscripción indicando el objeto de la ovación. Se convino en seguida que la comisión aludida en el artículo 50 se compusiese de los siguientes señores: 12. Linch, José Wadington, — 80 — Enrique Ward, Vicente Sanchez, á quienes se suplicase el cumplimiento de las disposiciones precedentes, enviando una copia d e ella al Directorio de la Compañía en Londres. Firmado:— JOHN WALPOLE, Presidente. Firmado:— J. M. B A S C U L A N , Secretario. Recomendación que todo el comercio extranjero de Lima hace de don Guillermo Wneelwright, como primer Superintendente de los vapores, del Pacífico. Los abajo firmados, comerciantes extranjeros residentes en esta ciudad, conociendo perfectamente al señor Guillermo Wheelwright,. Superintendente en jefe de los vapores de esta costa, pertenecientes á la Compañía de Navegación á vapor en el Pacífico, nos encontramos en aptitud y otorgamos por la presente el mas amplio testimonio acerca de su recta y honorable conducta en todo sentido, como asimismo de su muy versada é inteligente idoneidad para el desempeño del importante cargo que dicha Compañía le tiene conferido. El persistente celo y tino de Guillermo Wheelwright en la estricta observancia del curso progresivo, recta y honorable administración, obviando todo compromiso en diversos casos difíciles ocurridos,— su buen sentido y discernimiento práctico para imprimirle esa marcha, — sus conciliadoras y cultas maneras, — su abstención absoluta de la política y partidos militantes en estos países, — nos facultan p a r a declararle sin excitación como el mas idóneo, por las dotes peculiares que reúne, para el desempeño de la Superintendencia de esa línea de vapores, concibiendo á nuestro entender que el acierto de esta empresa y desarrollo próspero de ella hasta el presente, es d e b i d a exclusivamente á su incesante y bien dirigida administración. Su larga residencia en la costa de estos países, las numerosas é - 81 — influyentes relaciones con que cuenta, le acuerdan ventajas que están al alcance de muy pocos, y abrigamos la convicción de que no podría haberse hecho una elección de Agente general, de parte de los que han invertido capitales en la Empresa de Navegación á Vapor en el Pacífico, que consultase mayores garantías de satisfacción general, ni que reúna mejores aptitudes para promover con acierto y cautela el interés que les concierne. Y es con la mas franca sinceridad que decimos que la continuación del señor Wheelwright en calidad de Superintendente en Jefe, la consideramos de vital importancia para el éxito de esta lejana y azarosa empresa. Es bajo la impresión de estos sentimientos y animados del mas sincero deseo por el completo éxito que atestiguamos el notorio carácter y habilidades del señor Wheelwright y su honorable y recta manera de proceder en toda ocasión. Lima, Octubre de 1841. Gibbs. Crawley y Compañía.—Maclean, Rowe y Compañía.—Alsop y Compañía.—Tcmpleman y Bergmann.—Fred. Huth Gruning y Compañía.—John Älackie.—Swayme, Reíd y Compañía.— W. Dickson Price y Co??ipañia.— William Hodgson.—Lang^ Smith y Compañía.—Naylorsy Bourdman y Oxley.—Peter Conroy. — Green, Nelson y Compañía.—Henry Seveiïn.— Ad. Zachariese y Co??ipañia. — Henry Read y Compañía.—• Wheelvek.—Dalidon y Larraèure.—Heg ani Hall y Co?npañia.—A. Roux. T. VIII. 6 — 82 — CAPÍTULO XVIII Allanamiento de las dificultades.—La línea llega hasta Panamá, y esta nueva via queda establecida.— Efectos benéficos del cambio en el Pacífico. Coronada por el mejor resultado la série de sus nuevos trabajos, un dia vio la luz en el Morning-Post (del 29 de Mayo de 1844), la siguiente carta de Mr. Wheelwright, dirigida á ese periódico, ó mas bien al público, por conducto de ese periódico de primer orden : Londres, Mayo 1 de 1844. " Señor : Me permito informar á usted que he celebrado arreglos para el establecimiento de una comunicación á vapor mensual entre Panamá, Guayaquil y Lima, y que se tomarán medidas para obrar de concierto con los vapores que conducen la Real Mala á las Indias Occidentales, y con los "del Océano Pacífico, que ahora navegan entre el Perú y Chile. <c He creído conveniente hacer desde ahora este anuncio, á fin de que pueda ser trasmitido á Australia, Nueva Zelandia y las Islas que forman el Archipiélago del Este, para que los residentes en esos distantes parajes se preparen á sacar inmediato provecho del intercurso que al presente existe entre ellas y la costa occidental de América, y encontrar así la vía para Europa por esta expedita y cómoda ruta. " L a inauguración de la propuesta línea llamará indudablemente la atención de muchos que tienen ocasión de visitar la China. Se hallará que es el mas agradable viaje, y aunque la comunicación al través del Istmo de Suez fuese alguna vez interrumpida por causas políticas ó reglamentos sanitarios, se sacaría siempre partido de esa ruta. — 83 — " El vapor que será colocado entre Panamá y Lima, tendrá comodidades para cien pasajeros y para doscientas cincuenta toneladas de flete. Una oficina será establecida en el Istmo á propósito de facilitar los trasportes de mercaderías y tesoro. " Es entendido que esta comunicación empezará á tener efecto desde principios de 1845. " Para mayores detalles debo referirme á los estatutos que se publicarán próximamente sobre precios de trasporte en el Istmo, tarifas de flete y pasage, en moneda del Pacífico. 61 Soy, señor, su muy obediente servidor. " W. WHEELWRIGHT. " Así quedó en 1845 establecida aunque no del todo la empresa de comunicación á vapor entre Chile y Europa, via Panamá, que Wheelwright empezó en 1835, empleando diez años de trabajos inteligentes y pacientes, que son su primer título al respeto del mundo. No era poco establecer una línea de vapores, donde no existia un solo vapor, donde ni de vista habian sido conocidos ( 1 ). Pero establecerla en mares lejanos y solitarios, y convertirla en correo del primer poder marítimo del mundo, poseedor de la India y de la Australia, era un portento de habilidad ; eso es lo que Wheelwright obtuvo cuando consiguió que la Mala Real de Inglaterra fuese conducida por los vapores de la nueva Compañía del Pacífico revestidos de tollos los privilegios y pre rogativas inherentes á ese encargo honorable. Las mas grandes y benéficas consecuencias debían seguirse de esa conquista en el orden social y económico de las Repúblicas del Pacífico. — Era introducir en ellas junto con el vapor marítimo, la posta moderna con toda su santidad, digámoslo así, con toda su regularidad y exactitud, en países educados en el régimen colonial ( 1 ) Cuando pasó el primer vapor por Cobija, puerto de Bolivia, su autoridad local avisó por parte oficial á su jefe, que esa mañana se divisó á lo lejos un buque incendiado, en auxilio del cual, decia, mandé un bole con ocho remadores, pero Ja corriente era tan f ueríe que no fue posible alcanzarlo, El parte concluía encomendando á Dios las víctimas» - 84 - español, que nunca sospechó que la correspondencia privada pudiera ser inviolable para los agentes del Rey. Uno délos primeros efectos de ese beneficio se hizo sentir en Panamá desde luego. Después de establecida la comunicación por el Istmo» el Gobierno libre de Bogotá, glorioso de e n a r b o l a r á 15 mil pies sobre el nivel de ambos mares los estandartes de la libertad conquistados por Bolívar, exigía desdeñoso que las b a n d e r a s d e las otras naciones se arrastrasen al través de su suelo del Istmo, como tributarias de un enorme impuesto sobre su correspondencia, p o r el mero hecho de transitar su suelo. Las cartas debían p a g a r un fuerte impuesto como si entrasen ó saliesen del territorio de Nueva Granada, Así el rancio derecho de tránsito, abolido en todas partes para las mencancías, seguía existiendo para la correspondencia internacional que cruzaba el Istmo, por la política fiscal del libre Gobierno de Bogotá. Servido por los legítimos clamores del comercio extranjero del Pacífico y por la influencia inteligente del Gobierno británico, no le costó á Wheelwright hacer desaparecer esa aduana postal equivalente á una interdicción indirecta del Istmo de Panamá, y las cartas de Europa destinadas al Pacífico y vice versa pasaron en lo futuro sin ser timbradas ni pagar derechos en el Istmo, que quedó como suelo neutral en ese punto. L a posta pasó por una reforma en todos los países del Pacífico, con respecto á sus tarifas, á su seguridad, á la regularidad y exactitud de su despacho y distribución, modelada en el régimen de la posta inglesa y europea. Por la primera vez fué conocida en esos Estados continuamente en guerra unos con otros, la neutralidad, que sabe hacerse respetar, gracias á la bandera y prerogativas inglesas con que navegaron los vapores de la Compañía del Pacífico. Mas de una vez exigieron sus gobiernos y sus partidos en lucha, que sus enemigos políticos no fuesen admitidos como pasagerosen los vapores. Wheelwright como Superintendente rechazó con firmeza esa pretension bárbara, y mantuvo el principio que quedó respetado hasta hoy de la inviolabilidad y seguridad de las personas embarcadas bajo la bandera neutral sin faltar á ningún uso de policía internacional. Wheelwright consiguió hacer de los vapores de su mando, lo que hizo su consulado americano en Guayaquil, el asilo de los perseguidos por el crimen de no pensar como — 85 — el Gobierno. En países cuya vida ordinaria y normal es el estado de guerra 6 de revolución, y donde la evasion es una garantía impracticable por falta de caminos, la felicidad de tener á sus puertas el asilo de una gran bandera neutral, es de un valor inapreciable. No hay mas que imaginar lo que sucedería, si en lugar de los vapores ingleses de la Compañía, estuviese desempeñado su servicio por paquetes privados, con banderas de esos países ó de países secundarios de Europa. La seguridad para la conducción de valores, que trajo el establecimiento de la línea de vapores, fué otro grande beneficio que le debió el comercio de esos países, pues ella fué razón de que bajase el cambio y la prima del seguro. En países de origen español, educados en un régimen colonial de vida enteramente extraña á los usos rígidos del comercio, la exactitud en el despacho y en los dias señalados para la salida de los correos, era cosa desconocida, pues el capricho de un capitán de buque, ó el influjo de una entidad poderosa, y sobre todo la voluntad pura y simple del Gobierno, era causa frecuente de retardos y esperas indefinidas. La exactitud inglesase inició en las costumbres de esos países, por la organización de los vapores de la Compañía, no sin las grandes y persistentes dificultades que opuso la pereza é indolencia tradicional d e sus habitantes. El confortable ó comodidad en la manera de viajar por mar, quetrajo el establecimiento de los vapores, fué de un interés mayor queel de un simple gusto ó ahorro de molestias físicas, pues él sirvió grandemente á la salud de los pasajeros en costas tropicales, donde las mojaduras, el sol, los malos alimentos y las camas desaseadas son origen de fiebres y otras enfermedades. No hay que hablar de la economía de dinero, de tiempo, de molestias de espíritu y de cuerpo, y por fin de peligros, que esos países debieron á la adquisición del vapor en la forma espléndida que desde su primer establecimiento le dio Mr. Wheelwright. El respeto y la confianza naturales que inspiró el gobierno de la poderosa compañía inglesa, extinguió poco á poco las impertinentes exigencias de la vieja policía marítima. Con sorpresa de muchos, el cabotaje á vela recibió un grande desarrollo á influjo de la línea de. — 86 — vapores en que se temió la causa inminente de su ruina. Se repitió allí por la milésima vez una prueba de que las grandes vías de comunicación á vapor, terrestres ó marítimas, llaman á otras menores en su servicio y alimento. CAPÍTULO XIX Influencia de Wheelwright en la consolidación y desarrollo del cambio Pero todos esos beneficios, que vinieron como consecuencias naturales de la comunicación á vapor introducida en el Pacífico, se produjeron y debían seguir produciéndose á una condición, la de una dirección inteligente y vigilante en el gobierno económico de la grande empresa. Todas las ventajas obtenidas eran insuficientes para garantir su estabilidad contra otras causas mas bien rutinarias que naturales, que trabajaban por una disolución retrógrada, si la capacidad de Wheelwright dejaba de asistir al desarrollo ulterior de la empresa apenas plantificada. Wheelwright lo comprendió, no menos bien que el Directorio de la Compañía de Londres; y después de los diez años que empleó en plantificar la línea de vapores, de 1835 á 1845, todavía empleó diez años mas en servir á su consolidación por su dirección leal, inteligente y enérgica. Persistió no por cálculo de ganancia, sino por honor y buena fé de empresario superior. La empresa no hizo sino pérdidas durante los primeros diez anos de su establecimiento, y hace extremo honor á sus fundadores la fé inteligente con que arrostraron la natural adversidad de toda empresa naciente, contando con los beneficios que el tráfico futuro les traería inevitablemente. Wheelwright sabia que las grandes creaciones de la industria absorben á veces toda una existencia, porque su desarrollo gradual es lento é indefinido. El tenia el temperamento que la moral de la industria requiere en el grande empresario. Solo la moral sabe — 87 — ser paciente en la adquisición de la fortuna por las obras de la industria; tiene horror á la precipitación con que la especulación perezosa y febril busca et fruto que desea, porque sabe que solo es productivo el trabajo verdadero y acabado. Esta era la situación de !a Empresa, después de colocados los vapores entre Valparaíso y Panamá, en 1845: el sistema de comunicación colonial estaba enterrado, pero el nuevo no hacía sino nacer. Poner cuatro vapores en una costa de 1300 millas, no era dotarla de una comunicación regular y perpetua. La nueva creación necesitaba formarse, crecer, educarse y convertirse en establecimiento permanente y definitivo. Creada la línea era preciso alimentarla, darle medios de vivir, es decir, darle materiales de tráfico, de nutrición y desarrollo. Pero no hay tráfico, por falta de objeto, donde no hay producción, ni producción donde el producto no tiene salida, por falta de vías de comunicación terrestre, fácil, rápida, regular y barata. Así el vapor marítimo una vez instalado en el Pacífico, llamaba como su resultado lógico al vapor terrestre, ó los ferro-carriles, que debian sacar del interior los productos del suelo, que los vapores debían recoger en sus puertos. CAPÍTULO x x Establecida la línea de vapores, Wheelwright se ocupa de los puertos y del vapor terrestre ó ferro-carriles—Puerto de Caldera — Ferrocarril de Copiapó— Ganancias y desinterés de Wheelwright. Pero como los puertos son los anillos que unen á las líneas de vapores con los ferro-carriles, Wheelwright comprendió que debía consagrar su actividad á promover todo lo que podia mejorar la condición de Jos puerto, antes de separarse de la empresa de vapores, para contraerse á empresas de ferro-carril es. — 88 — El puerto señalado por la naturaleza de la producción chilena para dar principio á esa obra de mejoramiento, era el de Copiapó, pues la mas rica producción de Chile por los años de 1845 á 1850, era la de sus minerales de plata y cobre situados en su provincia de Atacama,. cuya ciudad capital era Copiapó. Esos minerales distaban de la costa y del puerto de su exportación 30 leguas mas ó menos. El mal camino de acarreo que ligaba el puerto al país minero y la mala condición del puerto mismo empobrecían y encarecían la producción. El doble medio de obtener el mejoramiento de ambas cosas á la vez era dar al puerto de Copiapó mejor colocación y ligar á esa ciudad con su nuevo puerto por un ferro-carril. Wheelwright lo comprendió así y acometió ambas empresas con Ja competencia que le ciaban su papel de representante de la línea de vapores, y l a d e accionista de la compañía anglo-chilena de minas en Copiapó, valoradas en 750,000 lb. est., que él debía representar también poco después. Un relojero de Valparaiso, Mr. Moit, obtuvo concesión p a r a construir un ferro-carril entre la ciudad de Copiapó y su viejo puerto, pero habiendo ido Moit á Copiapó á proponer la empresa, no le fué aceptada. Mr. Wheelwright hizo visitar con uno de sus vapores la costa norte de Chile y recibió informe de que Caldera era un puerto muy superior al llamado Pue?'to viejo, de Copiapó, situado en la embocadura del rio de su nombre y practicado hasta entonces, apesar de sus inconvenientes. Wheelwright complementó esta noticia interesante por una inspección que hizo él personalmente ( á caballo), desde la ciudad de Copiapó hasta el puerto de Caldera, del terreno intermedio, que halló ser perfectamente adaptable para localizar un ferro-carril entre Caldera y Copiapó. Halló también que el puerto de Caldera permitiría construir un gran muelle en que todos los buques pudiesen desembarcar sus cargamentos en los wagones mismos del ferro-carril prolongado sobre el muelle. Para improvisar la población del puerto de Caldera, concibió que el medio mas sencillo era el de trasladar á él la población del viejo puerto, mediante las facilidades que para ello le daba la posesión de los vapores. Aceptada la idea por las personas pudientes de Copiapó, á quienes la propuso, quedó formada la Compañía del ferrocarril de Copiapó, con un capital de cien mil pesos, y nombrado Mr. Wheelwright su administrador principal. L a compañía compró á — 89 — Mr. Moit su concesión por treinta mil pesos, y Wheelwright pidió inmediatamence á los Estados-Unidos un cuerpo de ingenieros, que trajeron los Campbell (Alian y Alejandro), ellos mismos ingenieros de primer orden, con el cual vinieron artesanos y mecánicos de toda especie, las locomotivas y tren rodante. Los rieles fueron traídos de Inglaterra. Principiada la obra en 1851, quedó el ferro-carril terminado y dado al servicio del público en todo el año de 1852. Ese ferro-carril, que determinó la formación de la ciudad de Caldera, llenó de mejoramientos á la ciudad misma de Copiapó, gracias á la actividad infatigable y solícita de Mr. Wheelwright. Siendo nociva el agua de Copiapó para las calderas que producen el vapor por contener mucha cal, mandó Wheelwright construir grandes y poderosas máquinas para destilar toda el agua necesaria para las locomotivas, para los talleres y para los habitantes mismos. Construyó hornos para fabricar la cal y para fundir los cobres, y estableció el alumbrado por gasen toda la ciudad de Copiapó, El éxito de ese primer trabajo determinó poco después la prolongación ôtl ferro carril de Copiapó, hasta los minerales de Tres Puntas y de Chañar cilioy situados muchas miilas al sudeste y nordeste del pueblo de Copiapó. Una estación, situada en Pabellón, 7 leguas al interior del valle hacia los Andes, recibió por la compañía el nombre de Sa?i Guillermo ¡ en honor de Wheelwright, que lleva hasta ahora. Visitando con D. M. Del Carril el camino que partía de San Guillermo, via Molles, al mineral de Chañarcilio, y almorzando sobre una roca, « ahora) le recordó su amigo, — h a llegado el tiempo de ir á la República Argentina por el ferro-carril de los Andes. Es un hecho que esa idea formada en él por los ferro carriles chilenos hacía los Andes, fué la que poco después lo devolvió á la República Argentina, por donde empezó su vida de Sud-América en 1823. Volviendo al puerto de Caldera, se operó en él la traslación de las autoridades y de las oficinas de la aduana del Puerto Viejo, de muchas casas y de los habitantes mismos, formando el nuevo pueblo de Caldera, cuyas calles, espaciosas y animadas, llevaron los nombres de Wheelwright, Edwards, Carril, Carvallo, Vallejo, etc., etc., accionistas de la compañía y promotores principales del cambio. L a Compañía inglesa de minas en Copiapó, representando un capital de 750,000 libras esterlinas, confió á Wheelwright la dirección abso- — 90 — I uta de sus operaciones, y poco des pu es en meetings públicos, tenidos en Londres, fué aplaudido y cumplimentado por la rectitud y habilidad de su desempeño, habiendo reducido el gasto anual de la C o m p a ñ í a y concentrado sus operaciones á los puntos que ofrecían inmediato y permanente beneficio. No se puede leer un capítulo cualquiera de la vida de W h e e l w r i g h t , sin imaginarse uno que lee la Memoria en que algún gobierno benéfico y patriota da cuenta al país de las obras d e mejoramientos q u e ha llevado á cabo en desempeño de los deberes de su cargo. Y sin e m b a r g o es la simple historia de los trabajos de un empresario, hechos p o r su iniciativa privada, como arbitrios industriales, con la mira de g a n a r . Así es como la industria, cuando es inspirada y asistida por la m o r a l , se confunde con las virtudes del patriotismo y de la filantropía. La ganancia no excluyela moral, el desinterés y la gloria d e l empresario de nobles trabajos, sino que lejos de excluir esas calidades, las producen los inventos felices y útiles para la humanidad q u e hace la industria, aunque por via de ganancia. Wheelwright fué, como Franklin, un modelo d e desinterés, aunque, como Franklin, hubiese hecho una fortuna, que no excluía su desinterés. La industria no deja de merecer la gloria porque sus servicios sean lucrativos. Los servicios del soldado y del sacerdote no lo s o n menos, pues el salario que encubre el beneficio, no los priva de su b r i l l o . No serian dignos de gloria los servicios útiles de todo g é n e r o si n o fuesen esencialmente provechosos al género humano. Excluir de e s t e provecho tan solo al que lo ha creado, seria castigarle por via de privilegio remunerativo. Mejor es la sinceridad candorosa de la industria, que confiesa el provecho que busca, que no la hipocresía de los oficios en que el egoista pretende que sirve al país cuando en realidad se sirve del país para hacerse servir su pan cuotidiano. Un zapatero, un arquitecto, un comerciante hacen tanto bien á la salud del g é n e r o humano, como un soldado, un orador, un escritor; pero estos aspiran al privilegio de tener dos recompensas, á saber: — el salario de su oficio, no menos industrial que cualquier otro, y ademas la gloria adicional d e ese salario. Ls esta clase de desinterés el que tiene asco del cinismo del empre- — 9i — sario, que se enriquece á sí mismo enriqueciendo á los demás. Los provechos del trabajo no impiden que la industria tenga sus héroes, como la guerra. Los héroes de la paz tienen de bueno la ingenuidad honesta de sus miras de ganancia. Hacen el bien sin pretenderse apóstoles ni misioneros. Su interés generoso y desinteresado por decirlo así, de que Wheelwright, v. g,, era un dechado, es la condenación de esa abnegación hipócrita y falsa de los que escriben ó militan ó predican para vivir y enriquecer, al mismo tiempo que se dan por misioneros en ocupaciones que se hacen pagar con laureles y honores el duplicado inmoral de un precio ya pagado y recibido en dinero. Hemos insistido en estas reflexiones, porque interesa á los destinos de la sociedad moderna de Sud-América fijar y definir los tipos de hombres y de servicios que merecen de su parte la predilección que la vieja sociedad, fundada en otras bases, acordaba á las artes de la guerra y de la retórica. CAPÍTULO XXI Wheelwright se separa de la empresa de vapores.—Se ocupa de diferentes mejoras en Valparaiso.—Dase en adelante á empresas de ferro-carriles.—Proyecto del de Valparaíso á Santiago. En 1855, á los veinte anos de haber concebido y emprendido la fundación de la línea de vapores del Pacífico, coronada del mas completo suceso en esa fecha, M, Wheelwright cedió sus derechos en la empresa, que conservaba como su concesionario original y se separó de ella, después de vanos esfuerzos que ensayó para prolongarla hasta Chiloe, con tendencia á comunicar ulteriormente con Europa por la via de Magallanes, como hoy lo hace la misma compañía. De las empresas del vapor marítimo Wheelwright se trasladó del todo á las empresas -del vapor terrestre ó de ferro-carriles. Pero, como hizo en el puerto de Caldera, teniendo presente el papel intermedio de los puertos entre — 92 — ambos sistemas de comunicación á vapor de mar y tierra, Wheelwright volvió á su cuartel general, que era Valparaiso, y consagró su actividad industrial á la mejora y desarrollo de ese puerto importante del Pacífico. La ciudad de Valparaiso era escasa en agua potable. Esa falta afectaba vivamente á la industria y al tráfico, tanto como á la salubridad de la población. El agua dulce era esencial para la locomoción á vapor de los vehículos terrestres y marítimos; p a r a la seguridad de los edificios, sumamente combustibles^ como hechos de madera en gran parte, que guardaban inmensos depósitos de mercancías, y para la salud y comodidad de la población misma. M. W h e e l w r i g h t obtuvo una concesión del Gobierno local para reunir en grandes recipientes y distribuir por cañerías de fierro á la parte de Valparaiso, que quisiese proveerse de agua á domicilio. También intentó proveer de gas á la ciudad, por un sistema análogo, para mejorar su alumbrado, pero no dependió de él, que otro mas feliz si no mas competente, obtuviese la concesión de la obra que él proyectó: le quedó solamente el laurel de la iniciativa. L o peor es que otro tanto le pasó con otra colosal mejora de que intentó dotar á Valparaiso, á s a b e r : el ferro-carril que debía ligar su puerto con la ciudad de Santiago, capital de Chile y c e n t r o d e la riqueza agrícola que produce el valle inmenso en que está situada. L a concepción del ferro-carril entre Santiago y Valparaiso hará siempre honor al genio de Wheelwright. El fué el primero que la tuvo. Aprovechando del cuerpo de ingenieros q u e hizo venir de los Estados Unidos, para construir el ferro-carril de Copiapó, hizo estudiar científicamente el terreno y trazar el plano del camino de vapor, que debía traer á Santiago y colocarlo en la costa del Pacífico. Cuando obtuvo la certeza de su practicabilidad, en vista de los estudios hechos por ingenieros de primer rango en los mismos Estados Unidos, Wheelwright solicitó del Gobierno de Chile la concesión d e esa obra, en que nadie había pensado antes que él. E l escrito en q u e solicitó esa concesión, fué una página luminosa de economía política, que abrió los ojos del Gobierno y del país sobre los progresos q u e el ferro-carril propuesto debia producir en todo Chile. L a s condiciones de la concesión eran menores que las admitidas en muchas o b r a s análogas de que presenta ejemplos Sud-América. L a s montañas, q u e separan á Valparaiso de Santiago, hacían esa obra de una dificultad excepcional; pero no inac- — 93 — cesible al poder de la ciencia, como Wheelwright decía. Que la obra era factible, lo probó el hecho de su ejecución, llevada á cabo mas tarde. Pero el Gobierno de entonces no pudo creer posible el bello proyecto de Wheelwright, y tuvo el sentimiento de desecharlo. De tal escepticismo parece estar formada la trama del hombre de Estado en todas partes. Lord Palmerston, no creía en la practicabilidad de un canal navegable al través del istmo de Suez. M. Thiers, mas conocedor de la sociedad que de la naturaleza, dudó de la posibilidad del ferrocarril á vapor. Lo cierto es que el fenómeno del vapor aplicado á la locomoción tiene de curioso, que no solo su invención primera fué juzgada como una paradoja, sino que cada aplicación de ese invento, en vía ó en país poco conocido, ha encontrado el mismo escepticismo. En el Museo de Kensington, en Londres, existe un numero de la Quarterly Review de 1819, en que se leen estas palabras sobre el proyecto del primer camino de fierro. — « N o somos partidarios de proyectos fantásticos, relativos á instituciones útiles, y nos reimos como de una idea impracticable de esa que consiste en construir un camino de fierro en que se podrá hacernos viajar á vapor. <? Hay cosa mas absurda y risible que la idea de un wagon arrastrado por el vapor y marchando con doble velocidad que nuestras diligencias? » — E s o era en 1819, y seis años despues, en 1825, hacia marchar Stebenson á su Locomotion, como llamó á la locomotiva de su invención inmortal. La idea de Wheelwright no fué perdida, y tuvo al menos el consuelo de verla puesta en obra por el Gobierno mismo de Chile, anos mas tarde, en provecho de su querida Valparaiso y del tráfico sobre todo de los vapores del Pacífico, que le debían su fundación. -94 — CAPÍTULO XXII Concurrentes con que luchó Wheelwright, que son un escollo del progreso Los peores concurrentes con que luchó Mr. W h e e l w r i g h t en sus empresas no fueron los gobiernos, cuyos dominios parecía invadir con ellas por su carácter casi público, como son siempre las vias de comunicación. Los concurrentes que encontró en su carrera de empresario, son los mismos con que tendrá que luchar toda grande empresa de obras de viabilidad moderna en la América que fué colonia de España. Es la lucha del espíritu nuevo y progresista con el espíritu estacionario, que dejó el sistema colonial de siglos en los usos de los sud-americanos. Por lo mismo que este hecho es triste es preciso remediarlo en el interés de Sud-América, y para remediarlo, toca á la historia señalarlo. Un orden de cosas en que el trabajo industrial, fuente de toda riqueza, estuvo por siglos prohibido y degradado sistemad am en te, y en que las funciones del gobierno exótico ó metropolitano fueron el medio favorito de acumular fortuna y honores, debia producir al fin lo que ha producido, el dia que esa sociedad ha tomado en sus manos la dirección de sus destinos. L o s que no se educaron en el trabajo industrial no tienen razón ni motivo de conocerlo. No puede ser el trabajo cuya ignorancia forma su tradición secular, lo que constituya su fuente ordinaria de riqueza privada. Dueños y poseedores de su propio gobierno, lo natural es que lo usen como siempre fué usado por los gobernantes españoles, es decir, como el trabajo mas fácil, cómodo y brillante para producir la fortuna, venida á ser mas necesaria que nunca por las exigencias crecientes y suntuarias de la vida moderna. Y como en este género de industrialismo oficial ó gubernamental, por mal que lo ejerzan á fuerza de no haberlo conocido ni usado mas que al industrialismo común y ordinario, no tienen sus beneficiarios la necesidad de luchar con Ja concurrencia del extranjero (excluido naturalmente, por su carácter de tal, de las funciones políticas, en --95 — virtud del gobierno independiente del país), el privilegio de vivir de las funciones del gobierno, las convierte en la industria favorita de los que tienen la suerte de ser ciudadanos y patriotas nativos. En efecto, la industria privada como medio de ganar y de vivir, tiene que poseer páralos nativos mas que este doble inconveniente: que además de no entenderla ni tener costumbre de practicarla, es practicada por e! extranjero revestido del derecho social ó civil, que le da el nuevo régimen del país, con toda la superioridad que deriva de la civilización industrial de su país nativo, envejecido en la práctica del trabajo industrial. De ahí ese género de rivalidad, ó antipatía ó concurrencia para con el empresario extranjero, resucitada en forma de patriotismo americano. Es la industria-gobierno, que concurre con la industria de los particulares mas industriosos, en daño de la riqueza y progreso dçA país mismo. Pero como no puede haber patriotismo en excluir de la patria la industria adelantada que nos trae el inmigrado extranjero, tiene entonces que hacérsele este otro género de concurrencia, por los recursos de que dispone la industria oficial ó gubernamental. Queremos hablar del tráfico de concesiones; de la expropiación de las empresas extranjeras por causa de utilidad pública, de buen servicio, de conveniencia nacional, como se dice; mediante cuyos expedientes vemos á veces transformado al gobierno en productor industrial, es decir, en banquero, en explotador de ferro-carriles y telégrafos, que no sabe manejar, haciendo tan mal la industria como el gobierno. Con estas consecuencias inevitables del mal régimen colonial pasado de esos países sud-americanos, tendrá que luchar el progreso y desarrollo del régimen moderno. Pero la garantía suprema de su triunfo definitivo está en los derechos civiles y sociales dados al extranjero inmigrado en el país de cuya sociedad se hace un miembro igual á cualquier otro, en la libertad civil del trabajo industrial, desde que pisa su suelo. El progreso de la inmigración inteligente, tendrá estos dos resultados, uno inmediato, otro ulterior: primeramente agravará el mal; mas tarde será el remedio del mal. Esperando ese estado de cosas, no siempre los patriotas serán im beneficio de la patria. Estas reflexiones son como la explicación anticipada de otras dificultades en que vamos á ver á Wheelwright luchando por hacer el bien á Sud-América, hasta el fin de su carrera, gloriosa en sus reveses mismos. — 96 — CAPÍTULO XXIII Concepción y plan de un ferro-carril trasandino.—Carta de Wheelwright al Presidente de Chile sobre ello Ligar al Pacífico con la Europa, su fuente de recursos y de civilización como lo ha sido para la América mas civilizada y libre en que nació Wheelwright, fué siempre para este grande americano su idea conductora, desde que dobló el cabo de Hornos en su primera juventud. La via de Panamá era mas corta que la del Cabo, y la de Magallanes mas cómoda que la de Panamá; pero otra mas corta y mas cómoda, era todavía posible al través de los Andes y del Plata, y es laque concibió al terminar en los Andes el ferro-carril de Copiapó. Todos los trabajos, que en lo sucesivo absorbieron su actividad en la República Argentina, fueron trabajos accesorios é integrantes de su gran plan del ferro-carril trasandino é interoceánico, que debia aproximar á Chile de 3 a Europa, diez di as mas que lo está hoy por Panamá y por Magallanes. Así es como la lógica de sus empresas hizo terminar su carrera de empresario sud-americano, en las márgenes del Plata en que dio principio en 1823. Nadie es mas capaz de escribir ía historia de esa idea, que lo fué el mismo Wheelwright en la siguiente carta que dirigió al Presidente de la República de Chile en 1867, solicitando la cooperación de su gobierno á la ejecución de la grande empresa; y que vamos á reproducir aquí por el interés que hasta hoy mismo encierra como prospecto de una gran via por construirse, y además, por su interés histórico. Como su concepción data de 1850, no es faltar á la cronología de sus obras el hablar primero de esa que de las realizadas en la República Argentina durante los últimos diez años de su vida. " A su excelencia, don José Joaquin Pérez, Presidente de la República de Chile. u E n la audiencia qne V. E. tuvo la bondad de concederme, tuve el honor de entrar en algunos detalles respecto á un camino de fierro al — 97 — través de los Andes, y ahora me permito someterle algunas observaciones mas sobre esta gigantesca empresa. "Llamando su atención al proyecto de un ferro-carril del Pacífico al Atlántico, ligando el puerto de Caldera, en Chile, con el estuario del Plata, recordaré brevemente las circunstancias que me sugirieron su idea, y los pasos que he dado con este fin. " La importancia y practicabilidad de la empresa, fueron atentamente estudiadas por mí en 1850, y cuatro anos mas tarde resolví una exploración del paso de San Francisco, en la Cordillera, como el menos expuesto á cerrarse por la nieve, viendo que por nueve años consecutivos, no había sído interrumpido el tráfico entre Copiapó y las Provincias argentinas. Supe ademas que en el tiempo de Quiroga, cuando los argentinos de las Provincias de Cuyo se refugiaron en Chile, vinieron ellos por el paso de San Francisco en medio del invierno. " Mi primer paso fué enviar á Don Nicolás Naranjo, inteligente minero, á reconocer los portillos de la Cordillera y trazar informes sobre los distritos mineros de la vecindad. Llenó esta tarea de un modo admirable y sus informes fueron publicados. "Entonces organicé un cuerpo de ingenieros, bajo la dirección de Mr. Alejandro Campbell, con la intención de acompañarlos yo mismo, pero en ese momento se había comprometido Mr. Alian Campbell con el Gobierno Argentino para estudiar y trazar la ruta de un ferro-carril del Rosario á Córdoba, y á su pedido le facilité mí cuerpo de ingenieros> posponiendo mi propia empresa para otro tiempo. «En 1858, mandé una expedición encargada á los Sres. Rolfe y Flint para ir otra vez sobre el terreno inspeccionado por Naranjo, y me informaron que el paso era practicable por un ferro-carril. «Sometí todos esos informes con los cálculos al hoy finado Almirante Fitz-Roy, entonces jefe del departamento del Almirantazgo en el consejo del tráfico, en Londres, y él presentó el proyecto el 23 de Enero de i860, á la Real Sociedad Geográfica, dándole su apoyo y sosten. «En 29 de Agosto de 1S63, sometí mi proyecto de ferro-carril al través de los Andes, á un meeting de la British Social Scie?ice^ como aparece de los anales del Instituto. « Los informes demostraron que la distancia de Caldera á Fiambalá, T. VIII, 7 — 98 - era de 322 millas, siendo la altura del lugar mas elevado 5,764 pies sobre el nivel del mar. c El año pasado envié á M. Edwin Hudson á estudiar y trazar una línea de Fiambaldk la Punta (cerca de la Flôrqueta), donde se uniese al Gran Central Argentino como á 166 millas N. de Córdoba. S u s informes muestran que puede construirse un ferro-carril e n t r e los dos puntos con una longitud de 200 3/4 millas, hallándose Pzmta 255 metros sobre el mar. Las distancias serían : De Caldera á Punta 521 millas. De Punta al Rosario Total del Pacífico al Paraná. 413 934 « « « Tales son el origen del proyecto y los pasos dados á mis expensas hacia su realización. Espero colocar en breve en manos d e V. E . todos los planos, informes y documentos relativos á la empresa, que tanto interesa á Chile, y tengo que suplicar á V. E . se sirva ordenar que se hagan reconocimientos en la Cordillera, con el objeto de ver si hay mejor paso que San Francisco. En tan importante e m p r e s a se debe escoger sin embarazo el punto reconocido mejor, p o r el lado de la economía y del interés público. «Una desús mas inmediatas ventajas, será lo barato y expedito del trasporte de ganado de las Provincias argentinas á los mercados de Chile y Perú, con luciendo animales, en 30 horas, al costo máximo de ps. 10, y reduciendo el precio de la carne á la mitad de su presente cifra. «Surgirán también nuevos ramos de comercio ; Bolivia y las Provincias argentinas del Norte enviarán sus productos tropicales á las P r o vincias del Sud, y de la junción de los dos ferro-carriles ( cerca de Horqiieta) fluirán dos grandes canales de tráfico hacía el Atlántico y Pacífico^ abriendo salida á los recursos de los ricos minerales de Chile y á las fértiles llanuras situadas entre los Andes y el Plata. T a m b i é n verificarán esos caminos, la predicción del Almirante Fitz-Roy q u e , « un ferro-carril, por los Andes, está llamado á ser la mas corta r u t a entre Europa y el nuevo Imperio anglo-sajon, que tan r á p i d a m e n t e progresa en el vasto continente de Australia. » « En una palabra, esta línea producirá resultados que no p u e d e medir — 99 — la humana comprensión. Diez anos de tráfico, no solo pagarán el costo de construcción, sino que también abrirán riquezas hasta aquí desconocidas. «En una obra de esta clase importa tener abundancia de madera : del lado argentino se encuentran inmensas florestas, al paso que el carbon de piedra abunda en el lado chileno, de una calidad que, por muestras remitidas por mí á Inglaterra, se ha juzgado ser excelente para el uso de las locomotivas. «Sé bien que este pmyecto es considerado generalmente como visionario ; pero tal ha sido siempre la suerte de las grandes empresas. La navegación á vapor en el Pacífico fué considerada una quimera cuando la propuse en 1833, pero felizmente se llevó á cabo 7 años mas tarde. «En 1842 tuve el honor de someter al Presidente Ruines y su consejo de Ministros un proyecto para hacer un ferro-carril entre Santiago y Valparaiso, pero ellos resolvieron que era impracticable. Y en despique de lo que Darwin y otros geólogos decían contra el carbon del Sud de Chile, que tan usado es hoy por los vapores, yo lo introduje en uso cuando escaseó la provision de carbon inglés y la Compañi a iba á retirarse por falta de combustible para sus vapores. «Fuera del incremento del comercio, debemos considerar también cuánto ganarían Chile y la República Argentina, con estrechar sus relaciones é intercurso.— La barrera entre ambos países puesta por la naturaleza (los Andes ), será vencida, y las Repúblicas hermanas quedarán como si fuesen un Estado, para su defensa contra el extranjero y para su mutuo desarrollo. « Cualquiera que se fije en los 50 años pasados, no será pronto á juzgar mi proyecto una quimera. Cada año que transcurre acelera su realización, y lo que algunos pueden al presente considerar como un sueño, vendrá muy pronto á ser un hecho ; algo mas, una necesidad. « Mis trabajos no serán estériles á mis ojos, si ellos sirven como base para llevar á efecto la empresa. « Soy de vuestra Excelencia humilde servidor, «WILLIAMWHEELWRIGHT. > — 100 — CAPÍTULO XXIV El ferro-carril trasandino trae de nuevo á Wheelwright al Plata El que así sentía, interpretaba y deseaba servir las necesidades de civilización de esos países, no era siquiera un ciudadano suyo. Y sin embargo, á juzgar de su papel, por su lenguaje, se le hubiese podido tomar por un Rivadavia ejerciendo la presidencia de esos países. Las ideas, en efecto, que él servia por via de industria, eran las mismas que Rivadavia habia querido realizar por vía de patriotismo, como lo haremos ver mas.adelante. El hecho es que el ferro-carril trasandino ó de Chile al Plata, sin pasar de proyecto sirvió cuando menos para traer al Plata á Mr. Wheelwright. El plan de esa empresa fué en efecto el motivo con que ác'}6 Mr. Wheelwright á Chile por la República Argentina. No dejó un país por el otro sino con la mira de unirlos en un común fin de civilización material por un vínculo mas fuerte y durable que el mejor tratado de comercio. Una lección moral resulta de ese paso de su vida, por la cual se vé que no era uno de esos civilizadores nómades, que dejan el país que ya no les sirve, para hostilizarlo desde su nueva residencia. Wheelwright dejaba en Chile serios intereses, que su familia conserva hoy mismo. Cuando Wheelwright dirigió al Gobierno de Chile el memorial que dejamos reproducido, pidiéndole la cooperación de aquel país para la obra del ferro-carril interoceánico al través de los Andes chilenoargentinos, ya la tenia del Gobierno de la Confederación por la ley de concesión del Gran Central, cuyo artículo 7 se la daba como prolongación trasandina de esta vía. Tácitamente negó Chile por entonces su cooperación, pues no se conoce ley alguna suya que haga de Wheelwrihgt la responsabilidad de que esa grande obra haya dejado de acometerse entonces. Esto nos conduce inmediatamente á la historia de las obras de Mr. Wheelwright en la República Argentina, que se refieren todas á la de — lOi — un gran plan de ferro-carrit interoceánico, al través de Chile, d é l o s Andes y del \asto suelo argentino. No son sino fragmentos de esa línea los ferro-carriles de Rosario á Córdoba y Buenos Aires al puerto atlántico de la Ensenada. El empresario, que habia ligado á las Repúblicas del Pacífico con la Europa, al través del Istmo de Panamá, por una inmensa línea de vapores, no podia traer por toda ambición al Plata la de construir por vía de ganancia retazos aislados de ferrocarriles. Esto es lo que aparece de la simple historia del Gran Central Argentino, que es eí mas aparente de esos precedentes por su extension de 246 millas. CAPÍTULO XXV Historia del Gran Central Argentino.—Su origen, suplan, su interrupción El conocido banquero Buschentall, de Montevideo, habia hecho gruesos préstamos de dinero al Gobierno Argentino del Paraná, durante la separación de la Provincia de Buenos Aires de la Union de las otras Provincias argentinas, por los anos de 1S53. Para fomentar el comercio y la riqueza del país que era su deudor, como hombre inteligente en cosas económicas, se apoderó de la idea de hacer del Rosario el nuevo puerto favorito, no solo de las Provincias, sino también de Chile y de los países del Pacífico en el Atlántico. Con este fin cruzó los Andes y fué al país en que estaba el autor de la idea, la gente facultativa que debía estudiar y realizar la idea, y el colaborador de esa vía internacional, que era el mismo Chile. Llegado á ese país en 1854, contrató al ingeniero Alian Campbell, en los momentos en que Wheelwright meditaba enviarlo de su cuenta con el objeto de practicar los mismos estudios, que ie preocupaban desde 1850, en que tocó los Andes con el ferro-carril de Caldera á Copiapó. Conocedor de las ideas de Wheelwright, D. Mariano Fragueiro, que — 102 — había residido en Copiapó y era á la sazón ministro de hacienda del Gobierno Argentino, indujo á su jefe, el general Urquíza, á ofrecer la obra del ferro-carril á Wheelwright, en el mismo año de 1854, en que Buschentall trajo de Chile al ingeniero Campbell, b u s c a d o en los Estados-Unidos para hacer el ferro-carril de Copiapó p o r el mismo Wheelwright. Campbell hizo su reconocimiento científico del terreno y trazó los planos del ferro-carril, en 1855, en virtud del c o n t r a t o con Buschentall, que el Gobierno Argentino hizo suyo propio, mediante la suma de 40 mil pesos que pagó á Campbeil. En ese mismo ano, el Congreso argentino del Paraná, concedió la obra á los q u e y a se habían ocupado de ella oficiosamente,—á Buschentall y á Wheelwright. Por la ley de esa concesión, la obra debía estar concluida en el término de 5 años. Pero la division del país, consistente en la separación de Buenos Aires del cuerpo déla Confederación, que hasta entonces no habia sido conocida en Europa sino por intermedio de aquella provincia, paralizaba su crédito en los mercados europeos, y se agotó el término fijado para la conclusion de la obra, sin que sus concesionarios hubiesen podido formar ia Compañía ni levantar el capital requerido. A esa causa de descrédito se agregaba el del mismo Buschentall en Europa, por causas ajenas de esta narración. Habiéndose renovado la concesión á los dichos señores, un acuerdo pasado entre ellos en Londres, con la intervención amigable del representante argentino, dejó toda la gestion del negocio en las manos exclusivas de Wheelwright, no solo sin perjuicio sino en provecho del mismo Büschen tal I. Pero despues que desapareció esa dificultad, quedó la de la guerra civil entre Buenos Aires y la Confederación, que se renovó hasta que terminó de hecho por la batalla de Pavon^ evento que cambió de raíz el Gobierno de la República Argentina. D e resultas de eso, Wheelwright que estaba en Londres en ese año de 1861, se encontró paralizado y vacilante. El cambio de cosas era tan completo, que oscurecía su posición en ese arduo negocio á p u n t o de no saber qué hacer. Fué entonces cuando aceptó el consejo, q u e recibió de su viejo amigo el Ministro argentino en Londres, de ir al Plata p a r a saber de un modo positivo á qué atenerse con el Gobierno q u e habia reemplazado al que le hizo las primeras concesiones. El nuevo Presidente habia contrariado síeteaños esa empresa, que se consideraba hostil á Buenos Aires porque era favorable á las Provincias, pero no — 103 — quitó que se honrara en prohijar tan noble trabajo, como en efecto lo hizo, mejorando tal vez sus condiciones. Efectivamente, el 5 de Setiembre de 1862, promulgó una ley del Congreso Argentino reunido en Buenos Aires, que le autorizaba para contratar de nuevo esa obra con una empresa que la tomase de su cuenta. Siendo Wheelwright concesionario de ella por leyes argentinas anteriores, hubiera sido inicuo á mas de impolítico, quitarle lo que estaba dado por la ley á su competencia indisputable. Asi el Gobierno del general Mitre celebrando un nuevo contrato tuvo el buen tino de celebrarlo con el mismo W h e e l wright, el 16 de Marzo de 1863, sobre las mismas bases y condicionesanteriores. De sus cláusulas, las que interesan á la historia, fueron las siguientes. Fi Gobierno Nacional autorizaba al señor Wheelwright para formar una sociedad anónima bajo el título de Ferro-carril Central Argentino, con el objeto de construir y explotar por locomotiva á vapor un ierro-carril de una sola via, que partiendo desde la ciudad del Rosario, en la Provincia de Santa-Fé, termine en la ciudad de Córdoba, según la traza proyectada por el ingeniero don Alian Campbell y contenida en su informe y planos de fecha 30 de Noviembre de 1855, cuyo trabajo facultativo seria cedido á la Compañía sin remuneración alguna. Es digno de notar en vista de esta cláusula, que el primer ferrocarril argentino aunque confirmado y ratificado en Buenos Aires, fué concebido en el Paraná, y localizado en las Provincias de Santa-Fé y Córdoba. Por otra cláusula el domicilio legal de la Compañía estaría necesa* ñámente en la República Argentina, y su capital seria de ocho millones de pesos fuertes, dividido en ochenta mil acciones de cien pesos fuertes, cada una. Todos los terrenos ya sean nacionales, provinciales ó dei dominioprivado, requeridos para el camino, estaciones, muelles, depósitos de carbon, almacenes para carga, oficina de fábrica, depósitos de agua y demás dependencias del ferro-carril, serian donados por ei Gobierno á. la Compania. Los materiales, útiles y artículos importados del exterior parala construcción y uso del ferro-carril, serian libres de todo derecho de introducción durante el período de cuarenta años. De igual — 104 — exención gozaría la propiedad misma del ferro-carril. Todas las personas empleadas en la construcción y tráfico de la línea, estarían exceptuadas de cualquier servicio militar. El Gobierno concedía á la Compañía el derecho de extender la línea hacia la Cordillera de los Andes, usando de aquella ruta que se encuentre mas favorable ; acordándose á dicha prolongación los mismos derechos, privilegios y exenciones, que el contrato conferia al trayecto del Rosario á Córdoba, con excepción de la garantía. Esta cláusula es de tenerse presente por las tristes consecuencias á que mas tarde dá lugar su violación, en perjuicio del país, mas que del concesionario. El Gobierno, en efecto, garantizaba á la Compañía en la explotación del ferro-carril un 7 0/0 anual sobre un costo fijo de 6,400 libras esterlinas por milla, cuyo exceso, si lo hubiese, sería aplicado al reintegro de las cantidades pagadas por el Gobierno. El término d e esta garantía seria de cuarenta años, contados desde la fecha en que comience á correr. El Gobierno concedía á la Compañía en plena propiedad una legua de terreno á cada lado del camino en toda su extension. Estas tierras así dadas, además de las concedidas por otro artículo anterior, eran donadas á la Compañía en plena propiedad á condición de poblarlas. La noticia de estar firmado este contrato en Rueños Aires, fué celebrada en el Rosario el 23 de Marzo de 1863, con las demostraciones públicas de un entusiasmo que haría honor á la mas culta de las ciudades de los Estados Unidos 6 de Inglaterra. El Congreso dio su aprobación y sanción á ese contrato, que fué en consecuencia reducido á escritura pública el 26 de Mayo de 1863. — 105 — CAPÍTULO XXVI Inauguración de los trabajos del Gran Central Argentino, en el Rosario.— Discurso notable de Wheelwright.—Formación de la Compañía del Gran Central en Londres. Pero ya el 20 de Abril de ese mismo año se habían inaugurado en el Rosario los trabajos anticipados por Wheelwright, sobre la fé de la primera estipulación de Marzo. L a solemnidad con que fué celebrado ese acto merece no ser pasada en silencio por su interés histórico. El Presidente de la República se trasladó de Buenos Aires al Rosario con el objeto de inaugurar el gran trabajo por sus propias manos. L e acompañaban los mas de sus ministros. Una plataforma había sido erigida en el punto de partida, en torno de la cual se desplegaba un círculo inmenso de espectadores, asistidos como de gala á la noble escena. Banderas, colgaduras vistosas, arcos de triunfo, músicas, y columnas militares, nada faltaba á la festiva solemnidad, A la hora señalada, «el Presidente (dice un diario de ese tiempo), descendiendo de la plataforma, empuñó la carretilla, y á sus primeros pasos el pueblo prorrumpió en frenéticos aplausos, las bandas militares tocaron la música compuesta para ese objeto, y tronó la artillería haciendo una salva que fué contestada por la Guardia Nacional del Rosario. El Presidente dio unos cuantos golpes con el pico, tomó la pala, levantó alguna tierra y fué á depositar la carretilla en la misma línea» — T o d a la hoja de servicios del general Mitre no vale la gloria de esa jornada para su carrera de hombre público. Hacia tanto mas honor á su política esa conducta, cuanto que la concepción de esa obra, nada le debía á su cooperación anterior sino resistencias de espíritu de partido. Apropiándose el patrocinio de esa empresa como se apropió el de la Constitución Nacional, sin ser obras suyas ni una ni otra, úló una gran prueba de sentido político en su posición de Presidente de la Nación Argentina. Pero n o debía impedir eso que desde que el Gran Gentral encontrase una — 108 sombra de rivalidad, la obra y el autor, cediesen su lugar en las simpatías del antiguo localista al proyecto de un nuevo ferrocarril entreBuenos Aires y Chile, por el Planchón> al través de la P a m p a ocupada por los indios salvajes. E l empresario Meigs, á quien nadie conocía en el Plata, tuvo el honor de ver repetido su recado persona l cürijido al Presidente argentino, en un mensaje oficial de este dirigido al Congreso Nacional, anunciándole la próxima venida al Plata del empresario á cuya voz ¿rotan de la tierra legiones de obreros. Sin desconocer el mérito del señor Meigs, no hay que olvidar que entre él y W h e e l w r i g h t había esta diferencia : Meigs, ha ejecutado trabajos p r o y e c t a d o s por Wheelwright en Chile y el Perú, con el dinero salido á t o r r e n t e s del tesoro público de esos Estados, mientras que Wheelwright í:e valió de capitales particulares, levantados por su gran crédito, p a r a llevar á cabo su línea de vapores del Pacífico, sus ferro-carriles de C o p i a p ó , su Gran Central Argentino y su ferro-carril de la Ensenada. E l ferrocarril trasandino del Planchón, no sirvió sino para disminuir el entusiasmo por el desarrollo trasandino del G r a n Central ; ó mejor dicho, para continuar aislados del Pacífico, en nombre de la union con Chile. Que el Presidente Mitre conocía y creía posible el alcance trasandino al Gran Centra/, lo prueban estas palabras de su discurso d e inauguración del mismo 20 de Abril. Dijo « que todos debían felicitarse por la apertura de los trabajos (del Gran Central), pues irá á p o b l a r las soledades, á dar riqueza donde hay miseria, y orden por adelantos, donde reina el desorden. Al medio de los Llanos mismos irá el ierro- carril^ trepará por último la cordillera de los Andes para ser mas tarde el ferro-carril americano. » Pero nada exhibió esa fiesta mas digno déla historia, que his siguientes palabras, que tomamos del discurso que pronunció W h e e l w r i g h t . . . «Hemos establecido ya una nueva era en la historia de este p a í s : su objeto es dar una nueva vida á las Provincias, su último destino es el mar Pacífico».. . «Después del largo intervalo de 41 años, h e vuelto á visitar á Buenos Aires, y he quedado sorprendido de su transformación » . . . «Pero lo interesante para nosotros es notar la época que ha producido este cambio. Casi toda esa transformación es debida á los últimos diez anos, fecha, Señores, de la apertura de la navegación délos ríos; esta es la fuente de donde ha venido esta prosperidad, y la historia futura hará la justicia al hombre que ha roto las cadenas del" — 107 — monopolio, rompiendo los cerrojos cíe los ríos, ratificándolo por tratados con la Inglaterra, Francia y Norte América; paso, señores, digno de un pueblo grande.» ( A p l a u s o s ) . . . «Momento glorioso para todo tiempo. Grande época de la regeneración de las Provincias, vehículo para satisfacer á las necesidades de los pueblos mas distantes de este vasto territorio y llevar á los mercados del mundo sus ricos productos agrícolas; desarrollar sus pingües minas de oro, plata y cobre, y mas que todo, promover el fomento de pueblos aislados, sembrando el país de colegios y escuelas; educando las masas para gozar de una verdadera libertad cuyo fruto, señores, será la paz y el o r d e n » . . . « E s t e día, señores, es la inauguración de una nueva época para las Provincias, ~á cuyos territorios va á penetrar el ferrocarril, llevando todos los elementos para establecer un estado social mejor y feliz entre gentes que hasta ahora han permanecido aisladas » . . . «Permitidme algunas observaciones sobre las últimas consecuencias de tan vasta empresa » . . . « La ruta que deberá ser mas ó menos adoptada, será: de Córdoba á Chañar: de Chañar á la Horqueta, en Catamarca : de la Horqueta al pueblo de la Rioja: de la Rioja á Copacabana, al pié de la Cordillera de los Andes, subiendo por su falda y tomando el paso de San Francisco 16,023 pies, y bajando por el poniente hasta Copiapó y C a l d e r a » . . . « Nada estraño es, señores, que un proyecto tan estupendo, sea mirado como ilusorio, pero no es así : es un proyecto serio, practicable, y será realizado. Es puramente cuestión de tiempo ; pero como envuelve intereses de suma importancia para todos los países de la América del Sud, tal vez no esté su realización tan distante como parece. Europa está también interesada en esta obra grandiosa. La Gran Bretaña sumamente interesada en aproximarse lo mas posible á sus grandes colonias de la Australia, aprovechará el momento, prestando sus caudales para facilitar un camino que el muy distinguido almirante Roberto Fitz-Roy, ha declarado públicamente que no solo es realizable sino que una vez realizado, será el camino real entre Inglaterra y dichas colonias. » Así Wheelwright quería llevar la locomotiva de civilización no solo á Córdoba, sino a! país del Chacho y de Quiroga, traer los minerales de Famatina á las puertas del Plata, pasar sus locomotivas de fierro por encima de esos Andes que San Martin cruzó con piezas de artillería ligera, dar á las Provincias argentinas de occidente como suyos los — 108 puertos y los mercados del Pacífico, hacer del suelo argentino el camino real del intercurso entre el Asia y la Europa, unir á Chîle con la República Argentina por vínculos de oro, mas durables que todos los lazos de la diplomacia ; pero su competencia probada por gigantescas empresas, por su origen del país mas culto y positivo del universo, por la disponibilidad de capitales particulares extranjeros, que hubieran enriquecido á la Nación sin endeudarla, no tuvo la suerte de hacerse comprender de políticos argentinos, que presumen habitar con su genio las alturas de la poesía del progreso y de la civilización. Vuelto Wheelwright á Londres en Julio de 1863, la confianza que el Plata y su situación inspiraban en ese mercado de las grandes empresas, no era mayor que antes apesar del restablecimiento de la Union y de la paz entre Buenos Aires y las Provincias en que estaba el Gran Central. Un hombre menos ventajosamente conocido que Wheelwright habria escollado tal vez en esa situación. Pero como en realidad era mejor el estado de cosas del Rio de la Plata, no le costó á Wheelwright persuadir de ello al mas importante de los empresarios de ferro-carriles, que tenia la Europa, á M. Tomas Rrassey, con sus socios, al favor de cuya cooperación poderosa, se pudo formar la Compañía, y el 10 de Marzo de 1864, fué registrada, en esa ciudad, siendo su capital, como lo requería el contrato, de un millón y seiscientas mil libras esterlinas, ú ocho millones de pesos fuertes. Publicado el prospecto en el mes de Mayo, fué cubierta la suscricîon de 50 mil acciones á 20 L . cada una, es decir, la suma de un millón de Libras, quedando las 600 mil restantes para suscribirse ulteriormente, á medida que fuese necesario el capital. Las primeras diez millas del Gran Central estuvieron construidas el 26 de Mayo de 1864; pero pasado con exceso el término de cinco años fijado para la conclusion de la línea hasta Córdoba, á causa de la guerra del Paraguay, solo vino á tener lugar la inauguración de su servicio el 17 de Mayo de 1870, con una solemnidad no menos digna de mención que la pasada, por varias circunstancias de interés histórico y social. — 109 — CAPÍTULO XXVII Inauguración del servicio y tráfico del Gran Central en Córdoba.—Puntos negros en el horizonte para Wheelwright y para el Plata.—Sus obras son necesarias para un empréstito de 30 millones.—Su discurso memorable dirigido á Cordoba.—Trascendencia de la exclusion inminente de Wheelwright. T e r m i n a r una obra es mas q u e e m p e z a r l a ; i n a u g u r a r su servicio es mas que i n a u g u r a r sus trabajos. (Se han visto tantos trabajos inaugu- rados que nunca llegaron á su fin! L a solemnidad por lo tanto debia ser maj'or en Córdoba, donde terminaba el G r a n Central, q u e lo fué 7 anos antes en el Rosario, donde dio principio. Ya no era un pensa- miento, sino un hecho conquistado lo q u e se celebraba. El Gobierno Nacional establecido en Buenos Aires lo comprendió así, y el 16 de Mayo de 1870, expidió un decreto concebido en «Considerando que la i n a u g u r a c i ó n estos términos: del Ferro-carril G r a n Central Argentino, debe tener lugar el 1 7 del corriente en Córdoba, y que este es el mas g r a n d e acontecimiento de la época, q u e baya presenciado la República y un triunfo de civilización obtenido por los pueblos argentinos, al favor de sus esfuerzos, mediante la Providencia divina, — el Presidente (Te la República d e c r e t a : i ° Q u e s e r á enarbolada la bandera nacional en todos los edificios públicos el dia de mañana. 2° Cuando el telégrafo anuncie que el a c t o de la inauguración ha pasado, una salva de 21 cañonazos será hecha desde el F u e r t e . 3 0 El Obispo de Córdoba trasmitirá por telégrafo su bendición á toca la República con ocasión de tan fausto evento. 4 0 L o s G o b e r n a d o r e s de Buenos Aires y Santa-Pé, serán invitados á tomar p a r t e en esta demostración.» Parecía natural q u e el Presidente q u e firmaba ese decreto, decidiese trasladarse él mismo á C ó r d o b a , p a r a tener el honor de i n a u g u r a r la g r a n d e o b r a ya concluida, como se trasladó al Rosario el Presidente Mitre p a r a i n a u g u r a r sus trabajos. P e r o eso no sucedió. El artículo 5 del decreto dispuso que el Ministro del Interior, delegado p a r a representar al Gobierno en la inauguración, diese cuenta del h e c h o — 110 — despues de sucedido. Así no todos los deberes que se comprenden bien, se ejecutan del mismo modo. El Gobierno que inauguraba el primer ferro-carril construido en la República Argentina, no era el que lo había empezado, como el q u e lo empezó no fué el que lo concibió y decretó. Concedida tres veces la ejecución de la obra por 5 aiïos, no habia tardado 7 anos solamente en llevarse á cabo, slnó 17. Cuatro presidencias habian tomado p a r t e en ella, la del general Urquîza, la del Dr. Derqui, la del general Mitre y tocaba á la de Sarmiento inaugurar una obra ajena en cierto modo á su cooperación directa. Pero no era esta la causa principal d e la tibieza que el Gobierno dejó traslucir bajo la pompa de su retórica oficial, que en cierto modo era de rigor en un Gobierno q u e se preciaba de progresista. La ausencia del Presidente Sarmiento revelaba que no estaba su entusiasmo á la altura del de la Nación en la solemnidad de ese grande evento. Pero mejor lo reveló el discurso de su delegado el Ministro del Interior, Dr. Velez Sarslield, que apesar d e su difusión intemperante, tuvo el cuidado de no nombrar una sola vez al hombre que habia empleado diez y siete anos de su vida en dotar á la República Argentina de esa obra gigantesca de civilización y p r o greso. Muchos Presidentes se sucedieron en ese largo período ; el q u e no dejó de ser el empresario infatigable del Gran Central, fué siempre el mismo Wheelwright. El tamaño de la solemnidad, p r o b a b a el mérito de la obra, y el de la obra el mérito del autor. Sin e m b a r g o , en un país donde todo principio se personaliza; en que la libertad, hecha carne y hueso, se llama San Martin ó Belgrano, el Ministro delegado del Presidente, hizo de Wheelwright una abstracción, y pasó en silencio absoluto, su nombre que era todo el símbolo de ese g r a n d e evento. ¿Por ingratitud ó animosidad personal? Tal motivo no valdría la pena de una mención histórica. Hechos ulteriores de g r a n d e consecuencia, han dejado presumir otros que la historia no p u e d e silenciar. El motivo presumible de la reticencia escandalosa del Gobierno para con el empresario del Gran Central, era un motivo de emulación ó concurrencia. El Gobierno del Presidente Sarmiento quería suceder á Wheelwright como empresario de la p a r t e restante de la gran construcción. Hacerse empresario de esa obra, quería decir para el Gobierno Argentino, levantar un empréstito de 30 millones de pesos fuertes en Londres, para invertir en esa y otras obras de — Ill — su talla. Sin un motivo tan grande, tan digno, tan popular, como era la obra del ferro-carril trasandino ó interoceánico en el país y en Londres, era imposible negociar un empréstito de tanta magnitud. Pero la obra estaba concedida á Wheelwright por una ley. Fuerte en su derecho por esa ley argentina y por su gran nacionalidad de ciudadano de los Estados Unidos, Wheelwright podia no querer dejarse reemplazar en el goce de ese gran negocio. Para alejar esa eventualidad se le dejó creer que el dinero procedente del empréstito seria puesto á su disposición para la prosecución del Gran Central en la doble dirección de Tucuman y de los Andes. Una vez conseguido el empréstito, el primer obstáculo para su inversion real, era la persona de Wheelwright ó la Compañía por el representada, por esta razón evidente y sencilla: que Wheelwright quería invertirlo en las obras públicas para que fué tomado, es decir, en el desarrollo del Gran Central, y lo que necesitaba el Gobierno era invertirlo en buques blindados y en otras aplicaciones que importaban á su mantenimiento. El Gobierno necesitaba de ese dinero como de un recurso financiero para gobernar. Hay estadistas que van á los Estados Unidos, para aprender á copiar á la Turquía. Conocida es la historia de los empréstitos recientes del Gobierno otomano. Negociados en Londres, para ferro-carriles y otras obras públicas, fueron empleados, en vez de eso, en comprar buques blindados y satisfacer vanas necesidades de la corte. Wheelwright quería remachar la Union de la República Argentina con Chile por el fierro de los caminos trasandinos ; lo que necesitaba el Gobierno era un temor de guerra con Chile para justificarla compra de buques blindados y armamentos, con el dinero tomado para caminos trasandinos. Wheelwright ofreció encargarse de levantar el empréstito, sin interés de comisión alguna, á la sola condición de tener una seguridad de que el producto sería emplead • o en las obras invocadas como objeto de su negociación. Esasimple insinuación acabó de enagenará Wheelwright la confianza del Gobierno, que deseaba reemplazarlo en sus empresas. L a manera de negociarlo hacia parte de la idea de su inversion. Wheelwright no hubiera negociado de un golpe treinta millones de pesos para obras que debían consumirlos en largo número de años. Recibiendo simultáneamente esa suma desproporcionada á las necesidades y recursos del país, el Gobierno autorizó la creencia de que no eran — 112 — destinados á obras públicas, que ni empezadas estaban at tiempo de su percepción. Los hechos ulteriores justificaron esa presunción. Fueron públicas las aplicaciones de ese dinero á la compra de buques blindados y armamentos en Londres. Grandes sumas recibidas antes.de ser necesitadas, mostraron que eran tomadas en préstamo para darse á préstamo con miras presumibles de un favoritismo equivocado, pues si los acreedores de un Gobierno son sus auxiliares naturales, sus deudores no tienen por qué llorar su ruina. Estos hechos merecen la atención de la historia, porque ellos explican los males que han sido sus consecuencias en perjuicio no de Wheelwright personalmente, sino de las grandes obras de mejoramiento que le tenían por instrumento y representante. Es verdad que sin Wheelwright se ha prolongado el Gran Central en la dirección de Tucuman con el dinero procedente del empréstito. Pero cambiando la trocha ancha que quería Wheelwright, para ese camino, por la angosta, se ha invertido en esa obra menos dinero del que le tocaba, y se ha roto de paso la unidad de trocha, que debía servir para dar á las Provincias del Norte la union que debe fortificarlas. El hecho es que la exclusion de Wheelwright de la obra del Gran Central en sus desarrollos ulteriores ha destruido la parte mas esencial de su plan primitivo, que fué unir al Pacífico con el Atlántico al través de Chile, de los Andes y del suelo argentino. Que nunca tuvo esa obra un alcance menor á los ojos de Wheelwright y de sus asociados, es lo que resalta del modo mas prominente de sus discursos y de todos los pronunciados en las dos fiestas de inauguración de los trabajos y del servicio del Gran Central. Como en su discurso de 7 años antes en el Rosario, Wheelwright repitió 7 años después en Córdoba, inaugurando el Gran Central, que inauguraba el primer trozo del ferro-carril trasandino ó del Pacífico. El venerable D. Tomás Armstrong, confidente y cooperador poderoso de las obras de Wheelwright en el Plata, dijo estas palabras que descubren los horizontes americanos y vastos del Gran Central : — «Este es el dia mas feliz de mi vida, pues me regocijo al contemplar esta empresa á l a q u e tanto tiempo-y penuria he consagrado como Director Residente (miembro del Directorio de Londres, en el Plata), y que está llamada á ser la mas grande empresa en Sud-América. En — 113 — despecho del cólera y de la guerra del Paraguay, no obstante las pérdidas de buques y las revoluciones que han contrariado nuestros progresos, la hemos llevado hasta lograr un éxito feliz. « En todo tiempo será este ferro-carril un recuerdo honroso para el Gobierno del general Urquiza, bajo el cual tuvo origen, para el general Mitre, que cavó el primer surco en 1863, y para la administración de Sarmiento, bajo la cual termina hoy día. » El honorable señor Kirk, Ministro de los Estados Unidos, y confidente de las miras de Wheelwright, dijo en esa solemnidad del 17 de Mayo de 1870, estas palabras : «No pasará mucho tiempo antes que la locomotiva del Gran Central escalará los Andes en ia manera misma en que el great Pacific Railway atraviesa hoy dia el continente de Nor te-América, s Pero nada mas terminante en este punto que el discurso que en esa solemnidad de inauguración del Gran Central, dirigió al pueblo de Córdoba el mismo Mr. Wheelwright, en mérito de lo cual creemos servir á la historia de su vida reproduciendo su texto notable íntegramente. A Córdoba. (Con ocasión de la inauguración del Gran Central, el JJ de Mayo de 1870.) « Señores y Señoras : « Permitidme tener el honor de saludaros y ofreceros mis mas expresivas felicitaciones por la llegada del F . C. C. A. á esta ciudad, recorriendo las inmensas llanuras que la separan del Litoral, y formando en la historia del país una nueva era de progreso digna del júbilo con que lo estamos celebrando. «No es fácil, desde luego, comprender los inmensos bienes que este camino está llamado á producir, acercando y reuniendo poblaciones que han permanecido separadas hasta hoy por tan largas distancias, que solo el gran poder de la locomotora puede vencer. « Habiendo ocupado una gran parte de mi vida en el establedmienT. VIII. 8 — 114 — to de la navegación á vapor, en el mar Pacífico, y en la apertura del Istmo de Panamá, para facilitar la comunicación con los países atlánticos, he introducido caminos de fierro en Chile y el P e r ú ; su excelencia el general Urqutza, Presidente de la Confederación Argentina, me invitó en el aíío 1854, por intermedio de su ilustrado Ministro el señor D. Mariano Fragueiro, para hacerme cargo de la construcción del ferro-carril del Rosario á Córdoba. Acepté su proposición, y desde entonces dediqué todos mis esfuerzos á la realización de esta grande obra. « El estado del país, sus guerras interiores, fueron al principio obstáculos insuperables, apesar de mis mas asiduos esfuerzos, para inspirar confianza á los capitales en un país donde el orden político se encontraba tan poco afianzado. «En 1862, cuando la República Argentina se encontró completamente unida y el horizonte político se habia despejado, me embarqué para el Rio de la Plata, con el objeto de entrar en negociaciones con el Gobierno Nacional, y poco tiempo después, tuve la fortuna de celebrar un contrato para la realización de esta o b r a con el ilustrado señor Ministro del Interior doctor Rawsson que tanto lamento no ver aquí presente. «Los trabajos fueron inaugurados por S. E . el Presidente de la República general Mitre, el 20 de Abril de 1863, quien removió la primera palada de tierra, dejando así empezada la o b r a . « Al regresar á Europa en Julio de 1863 para formar la Compañía y encontrar el capital necesario, encontré el espíritu de especulación en ferro-carriles muy decaído, pero tuve la fortuna de conseguir las simpatías del señor D, Tomás Brassey y sus socios q u e son los primeros contratistas de ferro-carriles en el mundo, y á su prestigio y capital, debemos en gran parte la obra que hoy estamos celebrando. «Hace seis años, señores, que por la primera vez he visitado esta hermosa ciudad, y no olvidaré nunca el magnífico espectáculo de la recepción que Vds. me hicieron, manifestándome una confianza ilimitada, de que sus deseos serian realizados.—Es, pues, con el mas supremo placer, que hoy día tengo la felicidad de presentaros la grande obra concluida.— « Gracias sean dadas al Señor Supremo que me ha concedido su protección durante los diez y seis años que me he ocupado de esta obra y que me ha protejido con su providencia, para — 115 — ver coronados mis esfuerzos y me ha ayudado á vencer los grandes obstáculos que á veces la han paralizado. « En eí mismo Córdoba, señores, recibí la funesta noticia de la guerra con el Paraguay, causa de infinitos y muy graves males que han continuado casi hasta la conclusion de la obra, privándonos de peones, de los terrenos, y causando revoluciones que tanto nos han perjudicado, agregándose á todo esto, ios estragos causados por el cólera, cuyos efectos, Vds., señores, jamás podrán olvidar. « Señores, mi edad y mis enfermedades no me permitirán tal vez tomar una parte activa é inmediata en la ejecución de los trabajos para continuar este camino al Norte y al Pacífico, como lo tengo proyectado, pero espero que mis servicios en Europa procurando los capitales que estas obras requieren, serán mas efectivos que aquí. «Pueden Vds. contar, señores, con mi fidelidad y mi constancia y con los importantes auxilios de mis socios, con sus capitales y su prestigio para completar las obras que nos sean confiadas, pues creo que debemos merecer la confianza del Gobierno y del público. « No me atrevo á hablar del telégrafo eléctrico, porque por mas que estudio en este asombroso agente su. relación con las necesidades de la familia humana, mas enmudecido quedo delante de él. Parece que el gran Dios ha prestado este misterioso elemento, para que se cumplan las palabras de la Sagrada Escritura, donde habla de la fraternidad de todas las naciones de la tierra en paz y union. «El grande y malogrado Lincoln conmovido, y contemplando aun tiempo Ja pequenez de la humanidad ante las grandes maravillas del Hacedor, solo pudo contestar estas memorables palabras á la Reina Victoria, con motivo de la inauguración del cable trasatlántico que unia los dos mundos : «¡¡Hé aquí los prodigios de Dios!!» «Probablemente no pasará el año próximo sin que puedan Vds. comunicarse con sus amigos, viajando por Europa, Asia ó Africa, saludándolos casi instantáneamente, y avisándoles el estado en que se encuentran sus familias; asimismo el comerciante puede pedir de los mercados de Londres, de Paris y demás centros comerciales del globo, los efectos que necesite, y anunciar sus remesas correspondientes. « El pueblo de Córdoba, casi aislado ayer del mundo exterior, hoy — 116 — se encuentra por medio del ferro-carril y el telégrafo en contacto con los demás pueblos del Universo. » Quitar á Wheelwright de enfrente de esa obra era lo mismo que abandonar para medio siglo la ejecución de un ferro-carril trasandino; era quebrar esa gran línea y reducir á un camino doméstico, como es hoy el Gran Central Argentino, lo que según el proyecto original debía de ser un camino interoceánico é internacional. Para q u e eso fuese así era preciso que el trabajo saliese de sus manos fecundas y poderosas, como sucedió en consecuencia del acto oficial que puso en almoneda la concesión de la obra que por una ley y por un contrato legalizado estaba dada desde muchos años al empresario que había concebido y creado esa idea gigantesca como él, y el único capaz de llevarla á cabo por entonces. Pensar que otro hombre sin su prestigio en los dos mundos y sin su preparación de medio siglo en trabajos de esa magnitud h a d e ejecutar esa obra con capitales levantados en Inglaterra,nos parece mas que problemático, si no presenta a! menos garantías de que la obra será ejecutada conforme al plan mismo trazado por Wheelwright. El trabajo de la prolongación del Gran Central Argentino en la doble, dirección de los Andes de Chile, y de Tucuman y Bolivia, estaba en manos de empresarios y capitalistas conocidos entre los primeros del mundo entero (como Tomas Brassey, por ejemplo, que h a construido los primeros ferro-carriles de Inglaterra y Francia), y la concesión para esa obra les estaba hecha por una ley, que hemos citado mas arriba: doble razón de dejarla respetada en sus manos hábiles y respetables. Nada justificaba ni sombra de duda acerca de su capacidad de realizar tales trabajos, con sus capitales particulares. Habían ejecutado ya el Ferro-carril Central entre Rosario y Córdoba, verdadera novedad llena de audacia para su tiempo, pues era el primero que se construía en la República Argentina. Los concesionarios habían hecho hacer los exámenes y reconocimientos técnicos para los ferro-carriles de Tucuman y de los Andes, por los ingenieros mas competentes y del modo mas formal. El estudio relativo al de Tucuman, está contenido en un libro de cien páginas grandes comprendiendo la orden dada p o r los señores Brassey, Wythes y Wheelwright, en su calidad de concesionarios y empresarios de dicha obra, al ingeniero del Estado D. Pompeyo Moneta, para practicar ese estudio por medio de una carta q u e es todo un — 117 — programa científico; y el informe en que ese ingeniero dio cuenta á sus comitentes% los tres dichos señores, del resultado de su trabajo sabio. No era en efecto un simple estudio del suelo que debia recibir los rieles. Era un estudio del terreno comprendiendo noticias infinitas sobre el tráfico, población, aptitud industrial y productiva de las tierras, productos minerales, maderas, aguas potables, rios, carbon mineral, acompañado de mapas y de cuadros numerosos estadísticos. Kse plan de estudios revelaba que los empresarios no contaban con el tesoro argentino, sino con el público de accionistas para la ejecución de su obra. Ese estudio así desempeñado constituía ya un valor, que les pertenecía; y el Gobierno mismo reconoció su importancia cuando ordenó su publicación en interés del país, como se hizo en 1867. Los empresarios no aguardaron á terminar el Gran Central hasta Córdoba, para ocuparse de sus prolongaciones. Empezaron á dar su atención á esos trabajos ulteriores, que les estaban concedidos, desde principios de i860, es decir, desde cinco años antes de terminar el ferro-carril de Córdoba. Yo vi en Londres en manos de M. Wheelwright una colección de muestras de maderas de Tu cu man, de que yo mismo nativo de esa provincia, no tenia idea. El había escrito á Bolivia, á un hombre importante de ese país, el señor D . Avelíno Aramayo, encargándole de suministrarle datos, que obtuvo, sobre las condiciones del suelo por donde debia llevar el ferro-carril del Norte, hasta Potosí. Pues bien: en esa situación de cosas y de esas manos fué arrancada la obra de que necesitó el Gobierno de entonces para hacer valer como razón de ser de un empréstito de treinta millones de pesos fuertes, aplicables en parte á ese trabajo, que el Gobierno tomó á su cargo con ese objeto sin duda. En la historia de un empresario de obras públicas, no están quizás fuera de su lugar las siguientes reflexiones, que nos sugiere el caso que acabamos de citar, menos raro infelizmente que pudiera creerse. En países nuevos en que la habilidad abunda mas que el juicio, se da frecuentemente el nombre de empréstitos para obras públicas, á lo que en realidad son obras públicas para empréstitos. Así tan pronto como el empréstito es conseguido la obra pública queda sin objeto. Cuanto mas irrealizable mejor sirve la obra á su objeto, que es el empréstito en sí mismo, no la obra. Cuando esta no es irrealizable, el dinero del empréstito es empleado en frustrarla, como un medio necesario de ase- — 118 — gurarle su verdadera aplicación que es su simple posesión y goce como instrumento de poder y comodidad. De este modo el dinero prestado para obras públicas sirve á menudo para inversiones no solamente improductivas, sino viciosas y de atraso. Si los prestamistas no quieren ser cómplices de esa falta en daño propio y del país, que pretenden servir, ellos tienen en su mano el medio de servir á las necesidades de los pueblos en lugar de servir á sus locuras. Consiste en prestarles, no dinero, sino obras públicas, hechas por sociedades ó empresarios unidos ai efecto con los prestamistas; en entregarles las obras construidas por esa combinación, y hacerse acreedores por su valor recibido del Gobierno que se constituye deudor, en títulos de deuda pública, emitidos para esas obras con un interés de tanto por ciento; y para garantía de su pago, conservar el manejo y gobierno de la obra en parte al menos. Así no habrá pretexto de distraer las rentas ordinarias en el pago de intereses por dineros tomados á préstamo para disipaciones políticas, aun después de convertidos en obras mal administradas. Pero ahí no se acaba el deber de los prestamistas. EÍIos deben ser jueces de la conveniencia de la obra, para cuya construcción prestan su dinero. Una obra de trasporte, donde no hay tráfico ni elementos de tráfico, es obra perdida. Se hacen caminos v. g., para tráfico de votos, no de mercancías. Hay ferro-carriles electorales, es decir que se hacen ó se dejan de hacer solo para conseguir una elección política, después de la cual son abandonados como andamîos inservibles. Yo bien sé la objeción que harán á estas sugestiones los que remedan á los grandes Estados en sus exigencias de decoro, sin imitarlos tan fielmente en sus deberes de buenos pagadores. Peor entonces para los gobiernos y países nuevos en la carrera del progreso, que so pretexto de servir á su propio decoro, resisten un expediente eventual que ayudaría de paso á edificarlos en el manejo de obras y de industrias técnicas, como son las del vapor terrestre y marítimo aplicado á la locomoción. I Prefieren los gobiernos patriotas dotar á su país de obras de progreso sin sombra de humillación? Es cabalmente lo que está mas en su mano. Les bastará para ello no cambiar su papel de gobiernos por el de empresarios industriales, y dejar toda la libertad y la iniciativa de esas obras de mejoramiento, al capital privado y á la actividad de los particulares. — 119 — El resultado del cambio de plan en la obra del Gran Central Argentino, fué la explosion de la crisis nacida del empréstito de 30 millones, á que esa obra sirvió en parte de pretexto, y de las condiciones con que fué negociado y conducido. Hacer del suelo argentino el camino obligado de intercurso entre Europa y Asia, es lo que significaba en sus consecuencias prácticas el ferro-carril trasandino imaginado por Wheelwright desde Chile, y confirmado por el almirante Fitz-Roy, como presidente de la Sociedad Geográfica de Londres. Apesar de las últimas palabras mas modestas que dignas de tomarse á la letra, pronunciadas por Wheelwright en su discurso dirigido á Córdoba, inaugurando el Gran Central,, él no estaba incapaz de terminar sus grandes trabajos pendientes. Su mero crédito era un poder suficiente para terminarlos sin su acción inmediata. Pero sus fuerzas no estaban agotadas. Aunque viejo en años, no estaba envejecido en sus facultades, y la 5 prueba de ello es que tres años después de pronunciar esas palabras ejecutó é inauguró e1 ferro-carril de la Ensenada, uno de sus mas arduos trabajos de Sud-América, sí no materialmente considerado, al menos por su alcance social y político, pues sabido es que ese trabajo significa una revolución, ó mejor dicho una reforma radical en lo económico y político del organismo constitucional argentino. El solo proyecto de esa obra contribuyó á impopularizar á Rîvadavîa, ante la rutina colonial, que se consideró amenazada por ese cambio. La cuestión del puerto de Buenos Aires trasladado á la Ensenada envuelve las dos mas grandes cuestiones orgánicas de la República Argentina: la cuestión de la renta de aduana, de que se compone principalmente el tesoro federal ó nacional, y la cuestión de una capital para la República. Wheelwright puso su mano en esas dos cuestiones ardientes y las colocó en el camino de su solución espontánea, con el candor de un enfant terrible, ó por mejor decir, con el candor del genio. — 120 — CAPÍTULO XXVIII Ferro-carril y puerto de la Ensenada.—Origen é importancia de esa empresa. —Carta de Wheelwright sobre la Ensenada l Con qué motivo y desde cuándo se ocupó Wheelwright del ferro-carril y puerto de la Ensenada, empresa tan secundaria en sí misma si se compara con la del ferro-carril trasandino q u e lo absorbía?— Precisamente con motivo de esta grande obra y desde q u e contrató su construcción en 1863. Fiel á su plan de ligar los dos Océanos al través de Chile, los Andes, y el suelo argentino, él comprendió que el camino que partía del puerto marítimo de la Caldera en el Pacífico debía terminarse en un puerto marítimo del Atlántico, y no en puertos fluviales, como Jos que tenia en servicio la República Argentina. El puerto llamado á tener ese papel era el de la Ensenada, situado doce leguas al sud de Buenos Aires y relegado en el mas completo olvido á causa en parte de esa distancia misma. Suprimir esa distancia por un ferro-carril y hacer de la Ensenada el p u e r t o marítimo de Buenos Aires fué el pensamiento con que Wheelwright emprendió esa obra, que debía formar la extremidad mas oriental de su gran ferro-carril interoceánico. A ese fin, desde 1863 en que obtuvo la concesión del Gran Central, después de restablecida la Union entre Buenos Aires y las Provincias argentinas, compró á Mr. L e Lelievre, la concesión que el Gobierno provincial de Buenos Aires le había liecho para la construcción de esa línea, y empezó ese trabajo al mismo tiempo que el del Gran Central, que procedía del puerto del Rosario en virtud de la concesión para esa obra, que tuvo lugar durante la separación de Buenos Aires. El ferro-carril entre Buenos Aires y el Rosario estaba ya previsto y determinado p o r la lógica de las cosas, y su concesión hecha mas tarde á Don Mariano Billinghurst hubiera tenido por cesionario á Wheelwright si su vida hubiese sido mas larga: era el obrero natural de esa línea, llamada á realizar el sueño dorado de Rivadavia, la unidad que necesita la — 121 — República Argentina pasa ser mas fuerte que lo son sus vecinos por razón de su unidad misma. En el mes de Marzo de 1870, poco antes de inaugurar en Córdoba. <el tráfico del Gran Central, quiso Wheelwright hacer visitar el puerto de la Ensenada á los miembros de ambos Gobiernos provincial y nacional, residentes en Buenos Aires, para ver si conseguía estimular su cooperación por la inspección ocular de sus ventajas, tan maravillosas como desconocidas. A ese fin combinó una excursion de recreo por un vapor que fletó al efecto, á la cual fueron invitados y asistieron el Presidente Sarmiento y su ministro Velez Sarsfield, el señor Castro, Gobernador de Buenos Aires ( q u e ya estaba en la Ensenada), y -muchas personas distinguidas é influyentes de la sociedad de Buenos Aires. La visita tuvo lugar el 25 de Marzo de 1870, y su mejor historiador es el mismo Mr. Wheelwright, que dirigió al Standard, de Buenos Aires, la interesante carta que repetiremos aquí parcialmente sobre el Puerto de la Ensenada* Buenos Aires, Marzo 26 de 1870. " L a excursion de ayer á ia Ensenada tuvo por objeto hacer ver á SS. EE. el Presidente y el Gobernador de la Provincia y á sus ministros respectivos y amigos cuan hermoso puerto poseía la República Argentina: ni el Presidente ni el Gobernador lo habian visto antes jamás. Ignoro qué efecto ha producido en ellos la vista de esta espléndida bahía: haber encontrado á doce leguas de esta ciudad un puerto natural capaz de a'ojar un millar de buques y susceptible de mejoramientos respecto de su barra hasta hacerle eí canal de los buques ordinarios que visitan el Rio de la Plata, en tanto que su anclaje exterior no tiene tal vez superior en Europa para lo que es seguridad contra los vientos peligrosos para los mas grandes buques mercantes y para los buques de guerra. " E l capitán de la Décidée, que ha hecho un estudio reciente de la Ensenada por orden de su Gobierno, hizo últimamente al Gobierno Nacional la observación siguiente: "Apenas puede creerse que no teniendo Buenos Aires un puerto suyo propio, haya venido sufriendo — 12Ä — por siglos pérdidas enormes por la inseguridad y peligro de su anclaje ó fondeadero, el inmenso gasto, riesgo y pérdida de tiempo en las maniobras de su comercio, y permanecido así indiferente á este bello puerto de la Ensenada." " T a l es el testimonio de un eminente y autorizado comandante francés, el resultado de sus propias observaciones y de su propio trabajo. " ¿ Q u é mas puede desear el Gobierno de esta República que el complementario testimonio dado al señor R i vac! avia hace cerca de medio siglo por eí distinguido ingeniero M. Bevans ( y tantos otros no menos competentes) con respecto á la Ensenada y su capacidad para la comodidad de un enorme comercio ; un puerto el mas cómodo y seguro, tan tranquilo, quieto y suave como el Paraná, capaz en extension ilimitada de muelles, almacenes, diques y que solo requiere un poco de ayuda del Gobierno para darle todas las facilidades, que pueden obtenerse en cualquier puerto de E u r o p a ? . . . . "¿Permanecerán indiferentes y apáticos los Gobiernos Nacional y Provincial al tesoro que poseen en el puerto y anclaje de la Ensenada? ¿Seguirán ellos viendo con apatía é indiferencia el miserable estado de cosas que grava al país con pérdida de buques, disipación de tiempo, robos, etc., á lo menos en cinco millones de patacones anualmente?.. . , "¿No revivirán las ilustradas vistas de Rivadavia, que sin la ayuda de los ferro-carriles (desconocidos en su tiempo) sostuvo con todo su poder el Puerto de la Ensenada, aun con el auxilio lento de un canal ? . . . . " Que la Ensenada está destinada á ser el puerto de Buenos Aires, no es mas dudoso que saldrá el sol mañana, pues solo es ello una cuestión de tiempo y ese tiempo no está distante. " E s digno de notar que no necesitamos almacenes fiscales, desde que el plan es descargar las mercancías desde el buque á un muelle de suficiente anchura y cubierto, lo cual será toda la protección requerida en la carga y descarga de los buques á los trenes y de los trenes á los buques. " D e usted, etc. W. Wheelwright" — 123 — Todo esto era verdad: el puerto de la Ensenada era un tesoro, que el país tenia sin saberlo y sin aprovecharlo. Pero la revelación que Wheelwright hizo de ese tesoro, sirvió á nuestra política, no para habilitarlo, sino de espectro aterrador para producir esa grande ilusión que se llamó puc?'to de Bateman ¡ invento que consistía en cavar un rio dentro del Rio, en frente de Buenos Aires. El puerto de Bateman tenia para la política aludida, además de la ventaja de ser * 'impracticable, la de poder servir de excelente razón para tomar prestados en Londres doce millones de pesos, invertibles en esa obra, y de servir en seguida de mejor razón todavía para no invertirlos en su quimérico objeto. Destinado el empréstito de treinta millones, de que esos doce formaban parte, á obras que Wheelwright tenia entre manos, es imposible dejar sin mención ese empréstito en la historia de Wheelwright y de sus obras. lis interesante para la verdad de la historia ver como un empréstito levantado para obras públicas puede venir á servir, no para hacerlas sino para impedirlas. Una de ellas era el puerto dicho de Bateman, aplicándose el dinero tomado para esta obra, en tanto que no se ejecutaba, á la compra de una marina de guerra, y á la vez, á mantener cerrado el único puerto de mar que tenia el país, capaz de abrigar esa marina- Vamos á ver por qué circunstancias agenas del empréstito, tocó á Wheelwright hallarse en Londres, cuando se negociaba ese empréstito, tan conexo con sus obras pendientes en el Rio de la Plata; y cuál fué la actitud que á su credulidad honrada dejó tener la habilidad con que nuestra política sabe frustrar el progreso en nombre del progreso, y producir terribles crisis queriendo realizar grandes mejoras. — 124 — CAPÍTULO XXIX Wheelwright en Londres durante el empréstito.—Muerte de Brassey estando él en viaje Despues de inaugurar eî tráfico del Gran Central hasta C ó r d o b a en 1870, Wheelwright volvió á Londres en ese mismo ano, en busca del restablecimiento de su salud, que consiguió en efecto al favor d e las aguas minerales de Kissengen, en Alemania ; y de nuevos elementos para la prosecución de sus trabajos pendientes en la República Argentina. Como de esos trabajos había dos que el Gobierno de ese tiempo necesitaba tomar á su cargo para 'dar parte de su razón de s e r al empréstito de 30 millones de pesos fuertes que buscaba en L o n d r e s , allí se encontró Wheelwright con un doble concurrente para la construcción de las mismas obras y para la demanda de capitales. Una d e esas obras era la prolongación del Gran Central en su doble dirección de los Andes y de Tucuman ; la otra era el ferro-carril que debia hacer del puerto de la Ensenada el puerto de Buenos Aires, dejando sin objeto al puerto de Bateman. Bastaba esto solo para que Wheelwright, sin quererlo y con solo proseguir una obra de que se ocupaba hacia ocho años, estorbase al Gobierno de Sarmiento destinar diez millones del empréstito de o b r a s públicas á la obra de un puerto fantástico en la misma Buenos Aires según el plan reciente de Bateman. Este plan tenia un doble mérito para el Gobierno precitado : r° que halagaba la preocupación rutinaria é inconcebible, que se opone á que Buenos Aires cambie su actual puerto lluvial, por su puerto marítimo déla Ensenada: 20 que siendo el plan de Bateman una completa quimera, los diez millones tomados á préstamo para realizarla quedarían indefinidamente al servicio d e necesidades ficticias, como la de buques blindados y armamentos. Emprender la obra del puerto de Buenos Aires según el plan de Bateman era para el Gobierno empresario, estorbar á Wheelwright — 125 — de encontrar capitales para habilitar de hecho el puerto de la Ensenada, venido á ser inútil y redundante por el de Buenos Aires, según la idea de Bateman. Este era un medio indirecto de producir ese estorbo; el otro era impedir á Wheelwright hallar cooperadores y capitales en Londres por manejos innombrables, ya que no se podía quitarle !a concesión por el método empleado en la del Gran Central, á causa de que la concesión para eî ferro-carril de la Ensenada era hecha por el Gobierno provincial de Buenos Aires. Callar estos hechos es dejar la verdad de la historia de Wheelwright en el tintero, 6 mejor dicho la historia de los intereses materiales argentinos.—• Donde ellos han naufragado una vez, pueden naufragar veinte. Es deber de la historia señalar el escollo. En este estudio, el nombre y la personalidad de Wheelwright simbolizan la industria moderna en sus tribulaciones con las rutinas rancias del sistema colonial, simbolizado por castellanos viejos, disfrazados con trajes parisienses. Estando Wheelwright en el mar de camino para Londres, tuvo lugar la muerte de su eminente colaborador en 3as obras argentinas, M. Brassey, el mas grande empresario del mundo entero, pues no hay parte de él en que no haya hecho mas de un ferro-carril importante. Si su fortuna ganada en esas obras, puede dar la medida de su capacidad y valor, baste decir que ha dejado á sus hijos una herencia de cien millones de pesos inertes, sin contar el valor de su crédito que representaba dos veces esa suma, y el valor de su talento incomparable de empresario. Como argentino yo me confieso deudor de este homenage al hombre que nos ayudó á construir el Gran Central. Moral mente y por bien calculado interés, estaban sus hijos obligados á proseguir la cooperación de su padre en las obras argentinas de Wheelwright. Pero ante la concurrencia de un gobierno que aspiraba á hacerse constructor, se concibe fácilmente que los herederos de las obligaciones de Brassey, deseasen evitar esa concurrencia: ellos que estaban acostumbrados á ver solicitado, no repelido su nombre y su concurso por los grandes gobiernos. Quien perdió perdiendo la cooperación de los Brassey no fué Wheelwright, sino el país, que necesitaba de sus capitales particulares dispuestos á emplearse en obras, que no necesitaba ni sabia hacer el Gobierno con dinero tomado á préstamo. Wheelwright tuvo noticia de gestiones — 126 — practicadas para quitarle esa cooperación importante imposibles de aplicarse á otro origen que la concurrencia de un empresario oficial. CAPÍTULO xxx Quién servia mejor el interés argentino, si Wheelwright ó el Presidente Sarmiento.—Las obras de Wheelwright eran ideas de Rivadavia Pero contrariar á Wheelwright en sus obras argentinas era dañar al país en sus mas caros intereses según lo han entendido sus mejores hombres; era contrariar á Rivadavia en los trabajos que quiso llevar á cabo y cuyos simples proyectos forman su gloria mas legítima. Todas las obras que Wheelwright ha realizado ó intentado realizar en el Plata por via de industria privada, son ideas que Rivadavia sirvió con la mira patriótica de constituir á su país en Estado unitario y fuerte en razón de esa unidad misma, que hace ser fuertes á sus dos vecinos, Chile y el Brasil: los dos listados que circundan al Estado argentino y que deben á la unidad Ja estabilidad que los asemeja, no obstante su diversidad de forma de gobierno. Interesa á nuestro propósito hacer notar que esos dos países deben su centralización á su capacidad de viabilidad ó de comunicación. Los dos están formados á lo largo de la reina de las vias, que es el mar; Chile es una zona marítima, y el Brasii empezó por ser un perfil, una costa marítima, poblada, según observa Malte-Rrun, como los mismos Estados Unidos empezaron: no se han poblado en lo interior sino después y poco á poco. Pues la República Argentina (sin contar con su inmensa costa marítima desierta), es mas capaz de unidad por la viabilidad de todo su suelo nivelado naturalmente, que lo son sus dos vecinos con sus territorios montañosos y fragosos. — 127 — En busca de la homogeneidad, que dan las vías de comunicación, quería Rivadavia p a r a su país los mejoramientos que Wheelwright ha realizado ó comenzado á realizar con las miras altas de su industria honrada. Tales son: i° El puerto de la Ensenada, ó mejor dicho el puerto marítimo que Rivadavia y Wheelwright han querido dar á Buenos Aires, como su puerto propio y natural, que es. 2 o El canal de los Andes, que queria Rivadavia cuando no había ferro-car riles; ó su equivalente el Gran Central, que Wheelwright ha comenzado entre el litoral y los Andes. 3 o Las colonias que tanto quiso Rivadavia, y que Wheelwright ha comenzado á. realizar á los lados del Gran Central. No hay colonización posible donde el colono no puede sacar y vender lo que produce, por caminos buenos, fáciles y baratos. 4° La cuestión de una capital para la Nación en que, según Rivadavia, estriba toda ía organización argentina, hecha posible por el ferro-carril de Wheelwright, que hace de la Ensenada el puerto marítimo de Buenos Aires, para la exportación de nuestra infecta riqueza compuesta de cueros, lanas, cuernos, carnes, sebos, cerda, etc., guardando Buenos Aires la limpieza y confortable que conviene á la capital de un gran país. Todo eso queria Rivadavia, y Wheelwright ha dado todo eso al país argentino en la forma mas adelantada y perfecta. Basta esto solo para estimar el valor social y moral de Wheelwright como empresario, y ei de Rivadavia como estadista. Por la índole de sus trabajos tan nobles y tan útiles para el Rio de la Plata, W r heehvright ha sido el Rivadavia de la industria argentina. Esas obras no son inconexas, no son trabajos sueltos y aislados emprendidos á la casualidad por el estadista para ganar opinion, por el empresario para ganar fortuna. Son obras que se dan la mano, que forman un sistema y ceden á un propósito común, á saber: el progreso del país, que interesa tanto al patriota como al industrial eminente. Todas las obras de Wheelwright en el Plata se refieren al plan y pensamiento de una sola, que es ei ferro-carril de los Andes, destinado á unir los dos océanos Atlántico y Pacífico, y hacer del suelo argentino la ruta internacional mas corta y mas cómoda del Asia y de la Eu- — 128 — ropa. De esa grande vía son fragmentos ó pedazos constitutivos el actual Gran Central entre Rosario y Córdoba, y el ferro-carril de Buenos Aires al puerto marítimo de la Ensenada } en el Atlántico (porque Buenos Aires puede ser y será un puerto de mar, en l u g a r de ser un puerto de rio ó de riachuelo, desde que así lo quiera u n a ley inteligente). Hablar de inmigración, de colonización, d e población, y querer fomentar esas cosas por otro medio que dotando al país de un puerto de mar digno del comercio que forma su vocación, es hablar de lo que no se entiende. Aspirar á tener una marina y una marina de guerra, á ser un país marítimo y tener un comercio marítimo, y empeñarse en mantener cerrado el único puerto de mar q u e tiene el país, es propio de un empirismo abyecto y vergonzoso. En la mente de Wheelwright, la Caldera y la Ensenada debían ser los dos puertos marítimos, que formasen los extremos occidental y oriental del ferro-carril internacional de los Andes. No comprende á Wheelwright ni sus obras el que mira de otro modo la unidad de su labor. No le prestamos aquí concepciones que no le pertenezcan; concebidas y mantenidas por él desde mucho tiempo, no h u b o ocasión solemne en que no las diese á conocer; cuando mandó sus ingenieros desde Chile, es decir desde la Caldera, cuando i n a u g u r ó los trabajos del Gran Central en el Rosario, y cuando i n a u g u r ó su tráfico después de terminado hasta Córdoba. Por fin está eso previsto en el contrato mismo de su concesión obtenida p o r tercera vez en 1863. Esa es la obra frustrada por la política que sacó su dilección y ejecución de manos del único hombre capaz por su importancia rara de llevar á cabo tan importante empresa. Sigamos el hiio de esa transformación deplorable, no por un estéril espíritu de crítica, sino con el interés histórico de señalar el punto en que se rompió esa especie de cable interoceánico, para saber como en otro, d o n d e buscarlo cuando se trate de concluirlo. Wheelwright llegó á Londres á fines de 1870, durante la invasion d e la Francia por los alemanes. Esa guerra oscurecía el horizonte para las especulaciones de la industria europea, pero lo abría p a r a las de — 129 — América, en cuya dirección llevaban sus ojos los capitalistas intimidados. Esa situación favoreció grandemente la negociación del empréstito argentino de treinta millones de pesos fuertes, como hubiera servido á Wheelwright para encontrar capitales privados si se hubiera dejado que realizara con ellos, como podía y deseaba, las obras que tenia pendientes á su cargo por concesiones solemnes. Para que esas obras, invocadas como objeto de un empréstito supéríluo, ayudasen moralmenteai éxito de su negociación, se dejó creer en Londres que el constructor de ellas seria el mismo Wheelwright ; y para facilitar la formación de esa creencia, se le dejó creerlo así á él mismo. Mr. Wheelwright pensó en efecto que el dinero procedente del empréstito, seria puesto en parte á su disposición para la construcción de sus obras. Habría sido al menos un modo de compensarlo moralmente del despojo de negocios que le estaban concedidos. Cuando un amigo le decía, que en el interés de sus obras y del país argentino, deseaba que el empréstito fallase, la rectitud de Wheelwright se sentía como escandalizada. Por ese su modo de ser, otro amigo y cooperador suyo, no menos recto que él pero mejor conocedor del país, solía decirle irónicamente, que nunca haría gran cosa como empresario porque no entendía de intrigas. Sin embargo ese hombre que no conocía mas que el camino recto, no tuvo necesidad de intrigas para llevar á cabo las mas grandes empresas industriales de que se honre la América del Sud. Para ese doble juego, de servirse de Wheelwright en contra de él mismo, usó el Gobierno que aspiraba á suplantarlo, de sus agentes oficiales. No había empréstito posible, si Wheelwright abría la boca para contrariarlo; no lo había tampoco, si conservaba intacta su capacidad de obtener capitales por sí mismo, aplicables á una parte de esas obras, que le estaban ya concedidas. F u é con estas dos miras contradictorias que el Gobierno empresario, fué servido por sus agentes que frecuentaron á Wheelwright, para aprovecharlo por una parte, y para descartarlo por otra en el interés del empréstito, y a q u e no de las obras públicas y del país. L a actitud de Wheelwright fué siempre digna y circunspecta. No contrarió el empréstito, pero tampoco lo ayudó de otro modo que por su neutralidad inevitable. Mientras el agente diplomático cultivaba al empresario ilustre (que no conocía), el agente financiero del empréstito para obras públicas ( que lo conocía), no visitaba al presunto constructor d e e s a s obras (que yo sepa.) T. VIII. 9 — îao — Entre tanto no se hablaba sino de dos grandes y p o r t e n t o s a s superfluidades : et puerto de Bateman en Buenos Aires — a n t í t e s i s del de la Ensenada, — y el survey del ferro-carril trasandino de B u e n o s Aires á Chile por el paso del Planchón^ — antítesis del ferro-carril trasandino de Wheelwright por el paso de San Francisco. E r a n las quimeras puestas en campaña contra Ins realidades por la h a b i l i d a d de los políticos. Desgraciadamente el resultado de esas habilidades sin juicio ni patriotismo, ha sido al fin: i°, d e j a r á la R e p ú b l i c a Argentina endeudada en treinta millones de pesos, en cuyos intereses t i e n e que invertir gran parte de su renta ordinaria: 2 o , para d e j a r el haber nacional, exhausto de lo mas de esos millones: 3 0 , p a r a dejar a l a Nación sin la ventaja de la obra del camino trasandino, q u e debía convertirla en ruta real del intercurso entre el Asia e u r o p e a y la Europa misma: 4 0 , para dejarla sin la cooperación d e W h e e l w r i g h t y de sus poderosos amigos en obras imposibles p a r a e m p r e s a r i o s de menor talla : para crearle por fin la tremenda crisis q u e quiera Dios no degenere en dolencia crónica. CAPÍTULO XXXI Circunstancias accidentales, que facilitaron la terminación del ferro-carril de la Ensenada. L o único que esas habilidades no alcanzaron, fué f r u s t r a r la obra del ferro-carril de la Ensenada, por esta razón sencilla, q u e su construcción no necesitó del Gobierno Argentino ni concesión, ni privilegio, ni garantía, ni subvención alguna estimulante ó auxiliar. Después de hacer una excursion á los Estados-Unidos, p a r a visitar por la última vez á s u país nativo y á su familia originaria, Mr. Wheelr nrright regresó al Rio de la Plata en 1871. No tardó mucho en verse excluido de la obra del ferro-carril de — 131 — Tucuman, prolongación del Gran Central, que le estaba concedida por una ley, y para la cual habia hecho hacer á sus expensas un estudio profesional y científico de proyección, con los primeros ingenieros del país. Pero le quedaba otra obra, que no podia quitarle por artificios legales el Gobierno que no se la habia concedido» Esta obra era la del ferro-carril y muelle del puerto marítimo de la Ensenada. lista obra al parecer pequeña bastaba para hacer inolvidable á su autor en el Rio de la Plata, si otras obras gigantescas no llevasen su nombre. La obra del ferro-carril y puerto de la Ensenada tiene el valor y sentido de una revolución política, social y comercial en la República Argentina, sin que Wheelwright al emprenderla hubiese tenido en mira estas faces de su empresa, puramente industrial para él. Estas condiciones de la obra, explican, sin embargo, la lentitud con que marchó su construcción, empezada la cual en 1863, casi al mismo tiempo que la del Gran Central, no concluyó sino dos artos después de esta última. ¿Cómo se explica la especie de tregua ó suspension que hizo la resistencia con que Wheelwright luchó por anos, en la ejecución del ferro-carril de la Ensenada? Empezado en 1863, todavía en 1871 estaba como en principios ese camino de 30 millas. Se explica su terminación inesperada por dos circunstancias casuales, sin las cuales sabe Dios si no hubiese Wheelwright concluido su existencia antes que esa obra: i a la noticia que se obtuvo ert 1870, de los estudios hechos por la marina francesa del puerto de la Ensenada, según los cuales hubiese sido escandaloso continuar teniendo cerrado un puerto de primer orden, de que todas las marinas del mundo carecían allí para su seguridad y reparación : 2 a la otra circunstancia fué Ja explosion de la epidemia espantosa de 1871, que llegó á hacer 600 víctimas por dia en Buenos Aires, y se atribuyó á ios mataderos y saladeros de que estaba rodeada esa ciudad, cuya sanificacion requería su alejamiento á otro puerto de exportación menos poblado. Esa vía, fue la víasacra de Wheelwright. Cada paso fué un suplicio. Baste decir que en el término de eila estuvo el de su vida misma. Allí en efecto acabó su carrera donde mismo dio principio para Sud-América, 50 años antes, por su naufragio en Quilmes. Es queen esa obra, el ferro-carril es lo accesorio, el puerto es lo principal. Toda la importancia inmensa de ese corto ferro-carril consiste en que él suprime la distancia que separa á Buenos Aires de su puerto de mar. E s como esos caminos — 132 que suprimen los istmos, cortos pero inmensos por el valor de los términos que ponen en contacto. Para acabar de comprender las resistencias y la lucha en que ha caido Wheelwright, aunque gloriosamente, interesa al sentido de su vida estudiar el significado económico y político del ferro-carril y del muelle que hacen de la Ensenada el puerto de Buenos Aires y el mejor puerto de esa region de Sud-América, sin excluir el de Montevideo. Este estudio es además de general interés, porque éi hace conocer uno de esos escollos que ha dejado el régimen colonial, en que pueden sucumbir nuevas empresas de progreso, por no decir el progreso entero del Rio de la Plata. La cuestión de puerto en la República Argentina, envuelve la cuestión de una capital para residencia de su Gobierno general, con poder inmediato, local y exclusivo en ella. Así la cuestión de una capital viene á ser toda la cuestión del gobierno en ese país, no solo en la opinion de Rivadavîa, su mas grande hombre de estado, sino según su constitución presente, para la cual el poder mas esencial del Gobierno Nacional es el de legislar y administrar la capital de su residencia de un modo inmediato, exclusivo y ¡ocal. Así la cuestión de capital, no es cuestión de residencia c\t\ Gobierno, sino de la parte mas esencial del poder del Gobierno. Esa cuestión está sin resolverse. Y como ella comprende en ese país, l a d e su deuda pública, sistema de hacienda, ferro-carriles, telégrafos, bancos, tratados extranjeros, dejar sin solución esa cuestión es mantener en crisis permanente la política, el comercio, las relaciones extranjeras, la vida entera del país. Ahora bien: el puerto de la Nación en la Ensenada, es la constitución virtual é implícita de la República Argentina con Buenos Aires por capital, es decir con el Gobierno Nacional investido del poder inmediato, exclusivo y local, que le dala Constitución en la ciudad capital de su residencia obligada, y que hoy no tiene, como es sabido, en la ciudad de Buenos Aires. A esa necesidad fundamental de orden común responde admirablemente ia obra industrial de Mr. Wheelwright en la Ensenadn, y de ahí la resistencia que ha encontrado en la política, que consiste en mantenerla indecisa ó en dejar su solución al tiempo, como si el tiempo bastase para que la Provincia de Buenos Aires se canse de poseerla ciudad de su nombre y quiera cederla á la Nación, á medida y por razón de que esa ciudad se hace mas grande, mas bella y mas interesante ! — 133 — La sensatez de Buenos Aires tendrá un dia que tocar con la mana esta verdad del mas simple buen sentido : si esa ciudad no quiere ser la capital de ios argentinos, es decir gobernada por ellos con poder inmediato, local y exclusivo en su ciudad, tendrá que ser capital de Buenos Aires y de las Provincias argentinas, ta ciudad de Rio de Janeiro j pues está la capital de un país en realidad allí donde está el ascendiente predominante, que gobierna sus consejos y sus destinos, aunque sea bajo la apariencia de un país independiente y extranjero. L a República Argentina sin capital, es una dependencia virtual del Brasil, con todo su exterior de nación independiente. Si yo pudiese hacer leer este aserto á Rivadavia, estoy cierto de que le tendría por testigo de su verdad. Libre de toda otra preocupación, Wheelwright contrajo su actividad á la conclusion del ferro-carril y del muelle de la Ensenada. Puestos por él en manos de los contratistas SS. Simpson y Ariagno, los trabajos marcharon con tanta rapidez, como habían sido lentos antes de eso. Inauguración del tráfico hasta Quilmes El 18 de Abril de 1872, tuvo lugar la inauguración solemne de ia línea hasta la estación de Quilmes. Mas de cuatrocientas personas venidas de Buenos Aires por un tren especial, se unieron á la población de Quilmes para solemnizar el evento. E n t r e ellas descollaban el señor Obispo Aneiros, los ministros del Presidente (menos este personaje, que brilló por su ausencia), el señor Castro, Gobernador de Buenos Aires y otras notabilidades del país. Después de la ceremonia de inauguración fueron pronunciadas algunas palabras dignas de recordarse. El Gobernador de Buenos Aires dijo que de las muchas líneas de ferro-carril que se habían construido en esa Provincia era esta la primera que lo habia sido sin subvención ú otra clase de ayuda del Gobierno. Cuando esta compañía necesitó de tierra, la compró ú obtuvo sin auxilio alguno del Estado, lo que mostraba el espíritu de progreso, que diariamente se desenvolvía, y el cual tenia su mas grande representante en la persona de su amigo el señor Wheel- — 184 — Wright. Respondiendo á estas palabras dijo Mr. Wheelwright q u e agradecido como estaba del cumplimiento del señor G o b e r n a d o r Castro, él nada ambicionaba sino ser un hombre esencialmente de trabajo. Recordó que habia llegado náufrago en ese lugar, casi sin zapatos; que los argentinos lo habían recibido cordiahnente, y se aprovechaba con orgullo del camino inaugurado en parte en ese dia, para ofrecí'-rsrlo como recompensa de su inolvidable hospitalidad. — E l Dr. Velez Sarsfield, Ministro del Presidente, celebró la obra de W h e e l wright, cuidando de no pronunciar su nombre. — El pueblecito de Quilmes, situado en la margen del Plata, sobre una altura que domina sus aguas, á diez millas al Sud de Buenos Aires, estaba poblado de 2,500 habitantes en 1872. Colocado á media hora de Buenos Aires por el ferro-carril^ se puede decir que hoy forma un lindo barrio d e esa ciudad. Mas de la mitad del distrito de Quilmes pertenece á residentes ingleses, pero su población abunda de vascos, italianos y canarios, y en especial de americanos del Norte. Mientrasse inauguraba el ferro-carril hasta Quilmes, seguían activamente los trabajos hacia la Ensenada, y al terminar ese mismo año de 1872, toda la via estaba construida hasta tocar el puerto de mar q u e Buenos Aires debía desde ese dia, á Dios primero, y en seguida á M. Wheelwright. CAPITULO XXXII Inauguración del Ferro-carril de la Ensenada para el servicio público.— Se agravan los malos augurios de Córdoba para Wheelwright.— Discurso histórico de Wheelwright sobre el puerto de la Ensenada. — Desde ese dia el Presidente Sarmiento se absorbe en la obra del puerto de Bateman. — Explicación de esta anomalía. La inauguración del Ferro-carril de la Ensenada, para el.servicio público, tuvo lugar el 31 de Diciembre de 1872. Se habia inaugurado su trabajo por la mano misma de Wheelwright, en 1863, el aniversario — 135 — del natalicio de Washington. En Setiembre del año de 1865, se abrió la línea hasta Barracas, y poco despues una rama hasta la Boca. La prolongación de esta línea á la Ensenada, una distancia de 30 millas, era lo que se celebraba el 31 de Diciembre de 1872, oficialmente. E n la realidad se celebraba un hecho inmenso, — la inauguración de un puerto. Era el secreto de tanto entusiasmo. Todo cuanto Buenos Aires contenia de personas importantes se encontraba en la Ensenada en ese dia, por invitación de Mr. Wheelwright. La obra y la empresa como se sabe eran del todo privadas, sin embargo de ser del mas público interés. Sentados los invitados á la mesa, empezó á llover á torrentes. Una imaginación supersticiosa hubiese creído que caían lágrimas del cielo. Lo cierto es que no faltaron en el corazón de Wheelwright. Mas de un destino se inauguraba en ese dia. E r a una fiesta hermosa y triste á la vez, como fué la del Gran Central en Córdoba. Pero si entonces delegó el Presidente Sarmiento en su Ministro Velez Sarsíield el papel de lastimar á Wheelwright por el silencio ultrajante de su nombre benemérito, el dia y en el acto mismo en que un trabajo suyo era un triunfo de la civilización para la República Argentina, esta vez se encargó de ese papel eí mismo Presidente en persona, por su discurso en que no habló sino de sí mismo, y no calló sino el nombre de Wheelwright, en el festejo de una obra que era toda de Wheelwright, y en nada del Gobierno. No nombró á Wheelwright sino para decir que dos años antes había venido con él por agua á la Ensenada, Sin embargo él empezó su discurso con estas palabras: «Este es un gran dia para la República Argentina: otro nuevo ferrocarril. » Y el grande hombre á quien la República Argentina e r a deudora de ese gran dia, recibía por cumplimiento solemne del órgano de esa Nación, el silencio ofensivo de su nombre glorioso. — Según el Presidente la grandeza del dia, consistía en un ferro-carril de 3 0 millas. El señor Gobernador Acosta, que enmendó honorablemente la falta del Presidente, no pronunció sin embargo la palabra puerto; y era un puerto entre tanto, todo lo que se celebraba. ( Quién lo dijo así ? El autor mismo de la obra inaugurada y de la fiesta. El discurso de Mr. Wheelwright está lleno de enseñanza y merece no olvidarse porque fué el ultimo que pronunció en su vida. ...«El principal objeto, dijo, que nos reúne aquí en este dia, es inaugurar para el tráfico público el ferro-carril que une este magnífico, — 130 — puerto de la Ensenada con la capital. En este ano cabalmente se cumple medio siglo desde mi primera visita á la Ensenada, en que por primera vez comprendí sus naturales ventajas y su inmensa importancia comercial, que nunca he olvidado desde entonces. Hará cosa de diez anos que compré á JM. L e Lièvre, la concesión que le habia hecho el Gobierno provincial para la construcción de esta línea, y di principio al trabajo. No me detendré á enumerar todos los impedimentos y dificultades que encontré, y á no ser por la firme convicción que siempre tuve y la moral certidumbre de los incalculables beneficios que esta línea aseguraría á este país, no hubiese tenido bastante resolución para persistir hasta ver concluido el trabajo. « L a espléndida espansion de agua que desde aquí vemos, puede ser utilizada para los bajeles que trafican con el Rio de la Plata, dándoles protección contra los vientos y tempestades á que hasta ahora están expuestos... «No necesitamos ponderar las ventajas de este puerto, que tanta admiración causó al célebre patriota argentino Dr. D.Mariano Moreno, que usó de todo su influjo para hacer de él el verdadero puerto de Buenos Aires. Por siglos la Ensenada atrajo la atención de los marinos, especialmente de los oficiales navales de esta República, de España, Francia é Inglaterra; y sus ventajas para un arsenal han sido siempre altamente apreciadas. Si el ilustre argentino D. Bernardino Rivadavia, á quien tuve el honor de conocer en 1822, cuando se exploraba el puerto, hubiese tenido á su disposición tan poderosos elementos como el buque de vapor y el ferro-carril, no es mucho decir que hace tiempo que esta Ensenada hubiera sido un puerto favorito y seria hoy el emporio marítimo de Buenos Aires, lo cual hubiera dado al tráfico toda clase de conveniencia y protección, sin necesidad de establecer fuertes derechos de puerto, salvando así para el país millones, que la falta de un puerto ha hecho perder por tantos años. P2ste conocedor profundo de las conveniencias del comercio y del progreso, ansioso de acrecentar el tráfico extranjero con este país, porque sabia que de ello depende su prosperidad, estaba convencido de que la mejor via para obtenerlo, era conceder ai comercio y á la navegación toda la posible conveniencia. No olvidando al mismo tiempo, que la Ensenada presentaba elementos poderosos p a r a protejer las aduanas y el tesoro nacional, cortando de raíz el .contrabando, conocía la materia por todos sus aspectos. — 137 — <Í La construcción del muelle en la Punta de Lara, que como kabeis visto, señores, ha sido ya comenzada, tiene por objeto presentar al tráfico un servicio inmediato, mientras se llevan á cabo los trabajos del puerto de la Ensenada. Dentro de cuatro ó cinco meses, espero ver los buques amarrados á este muelle y descargando su cargamento en los carros del ferro-carril, que los conducirá á la capital, en dos ó tres horas, y á un precio de dos patacones mas 6 menos por tonelada, es decir la mitad del costo presente en lanchas descubiertas, y las mercancías conducidas á la ciudad en wagones cubiertos y tal vez á cargo de un oficial de aduana, no estando así expuestas en adelante al tiempo, deterioros y robos, y las aduanas vencedoras del contrabando. « Cuando las mejoras propuestas para la Ensenad a-estén terminadas, las conveniencias serán todavía mayores... Con esas conveniencias en los muelles, yo creo que el movimiento puede ser estimado en mil á dos mil toneladas cada 24 horas, y que una igual cantidad de producto puede ser embarcada de allí« «Es de esperar que el Gobierno Nacional en vista de la importancia de la Ensenada, no tardará en dar su poderoso apoyo para la ejecución de los trabajos señalados en mi petición y en el informe de M. Coghlan, ingeniero, como igualmente una estimación del costo, que ha sido elevado por la Oficina de ingenieros nacionales^ á doscientos mil patacones, (200,000), recomendando los trabajos á la especial atención del Gobierno. M. Coghlan cree que con la ayuda de una draga, será bastante un año para poner al puerto en condición capaz de admitir bajeles de ultramar de ordinaria dimension, pero cuando llegue á ser necesario tener mayor profundidad de agua ó nuevos diques, será necesario trazar nuevos planos y nuevos cálculos. « Terminando estos breves reparos, 3'o apelo fervientemente á S. E. el Presidente de la República para que quiera darme todo el apoyo y asistencia que reclama una obra tan importante para este país, obra destinada á dar á esta República uno de los mas seguros y mejores puertos del mundo, y que está llamado á ser y será el orgullo de la Nación. » Se ve que Wheehvright pedia el apoyo del Gobierno, no para su obra del ferro-carril de que el muelle de la- Punta de Lara era un corolario, sino para la obra del puerto. El era dueño del ferro- — 138 — carril y del muelle, su prolongación hidráulica, pero no del puerto, que era propiedad del Estado. Luego el apoyo q u e W h e e l w r i g h t pedia al Presidente Sarmiento, se resolvía en una súplica de que llenase los deberes de su oficio en favor del país. Pero ese apoyo que Wheelwright le pedía fervientemente para habilitar el p r i m e r puerto de la República, lejos de dárselo, el Presidente pedia fervientemente á Bate man, que lo aceptase para construir su p u e r t o d e las Mil yuna noches en la ciudad de Buenos Aires, que el P r e s i d e n t e dañaba pretendiendo halagar. Mientras negaba doscientos mil pesos para habilitar materialmente el puerto de la Ensenada, d a b a esa misma suma á un empresario residente en Londres, por los planos de un puerto imposible en Buenos Aires y le ofrecía doce millones para la construcción de esa obra. Es de admirar que nunca dio el Gobierno de Sarmiento mayor y mas solícita atención al proyecto d e Bateman que al linde 1872, es decir, cuando se terminaba el f e r r o c a r r i l y el muelle del puerto de la Ensenada, y cuando un puerto en Buenos Aires dejaba de ser indispensable. Es justo reconocer que en esa actitud no servia el Presidente Sarmiento ningim odio personal contra Wheelwright. E l servia simplemente dos intereses: el de su propio egoísmo en este sentido, q u e el puerto de Bateman en lugar át\ puerto de Wheelwright, quería decir doce millones de pesos fuertes en manos de su gobierno, tomados á préstamo para esa obra imposible, y destinados, por lo t a n t o , á quedar indefinidamente en elhis para aplicarse á otras necesidades de su poder. L e servia de paso esa resistencia á la obra de Wheelwright, para afianzar su poder en la ciudad del viejo puerto en que él residía, halagando la rutina, que prefería el puerto de Bateman a u n q u e fantástico, porque estaba en Buenos Aires, al de Wheelwright, aúneme real y porque estaba fuera de esa ciudad. Tal actitud no venia de un de~ signio de dañar á Wheelwright, ni en el Presidente ni en sus ministros, es nuestra opinion. Wheelwright era incapaz de inspirar enemistad á nadie. Nacia meramente de ausencia de un patriotismo elevado,. como el de Rivadavia y Moreno, cuyas ideas ponía W h e e l w r i g h t en obra. Wheelwright se ha hundido en el abismo en que sucumbió Rivadavia, por servir la misma causa del progreso de la República Argentina, contra la rutina colonial, explotada por un egoísmo sin escrúpu-* - 139 — los. Es la tumba g!ariosa de totlas las nobles intenciones. Los dos han caído con gloria, pero Wheelwright ha unido á la suya, la felicidad de dejar concluidas unas y empezadas otras, las grandes obras de mejoramiento argentino, que llevarán á cabo los que en lo futuro aspiren al honor de esos grandes en los anales de la historia americana. Esto no es decir que la mala política haya conseguido enterrar al progreso argentino. Es preciso admitir que los países del Plata tienen causas que los hacen prosperar con independencia de sus gobiernos, cuando se ve que su progreso no ha cesado de proseguirse de un siglo á esta parte aun con sus peores gobiernos, sin excluir el gobierno mismo colonial. Este es un hecho que la historia confirma y que la razón concibe y demuestra, desde luego por las ventajas del suelo y de su geografía, y en seguida, y sobre todo, porque el progreso de esos países no es en cierto modo sino el progreso trasatlántico de la misma Europa. Esto hace que las crisis de esos países americanos tengan su remedio natural y pronto en ese doble orden de causas naturales de vida y progreso general y solidario, como se ve confirmado todos los dias. Estas consideraciones de carácter personal, no son impropias de este estudio, en que importa dejar bien señaladas las responsabilidades en que Wheelwright no incurrió jamás por acto alguno imprudente, que dañase el éxito de las obras confiadas á su celo y capacidad por sus numerosos comitentes; y que pesan y deben pesar sobre una política sin altura, sin luz y sin patriotismo, mas dañina para el país, que el odio del enemigo extranjero. Un ano después de la muerte de Mr. Wheelwright, en Agosto de 1874, Mr. William Petty, piloto de los vapores ingleses de la Royal Mail del Plata, á invitación de Mr. J. C. Simpson practicó una visita de examen á la Bahía y Puerto de la Ensenada, auxiliado por numerosos oficiales competentes, y su resultado (contenido en un Informe inserto en el Standard de Rueños Aires el 14 de Agosto de 1874), confirmó en todo los anuncios de Mr. Wheelwright. — Mr. Petty dice, que encontró al puerto de la Ensenada con agua sobrada para fondear cerca de sus muelles, el dia que el de Buenos Aires estaba casi seco, y varada y encallada una mitad de los buques allí estantes. Según su informe, el anclaje y la descarga en los muelles de la Punta de Lara — 140 — y de la Ensenada, para los vapores de la línea y en general para todo vapor grande, ofrecen estas ventajas sobre el puerto de Buenos Aires: i° que el viaje de los vapores se acorta de 40 millas: 2° que en estado de mal tiempo los buques podían atracar á los muelles de la Punta de Lara y de la Ensenada para descargar, sin el menor riesgo para las mercancías, para los pasageros y para la correspondencia: 3° que el muelle tie la Punta de Lara, de 1845 pies de largo, tenia á lo largo rieles para wagones, distaba 3r millas de Buenos Aires para donde el viaje por ferro-carril, era de poco mas de una hora y cuarto: 4 0 que el desembarco de pasajeros y mercancías en el puerto actual de Buenos Aires requería tres trasbordos, uno del vapor de la línea á un vaporcito menor, otro á un bote abierto, otro á una carretilla, y de ahí al muelle en que no entraban coches. CAPÍTULO XXXIII El último tiempo de Wheelwright en et Rio de la Plata — Su último viaje á Inglaterra y su muerte en Londres en el mismo año de 1873 Si la inauguración del Gran Central en Córdoba señaló el día en que comenzó la caída de Wheelwright como grande empresario, la del ferro-carril de la Ensenada fué la de su desaparición del drama argentino y sud-americano. Su salud, minada ya por los años, no pudo resistir á los sinsabores de esa vida de lucha. Todavía tenia mucho que hacer en el Plata con solo ocuparse de terminar y desenvolver sus obras ya realizadas. L e faltaba terminar ese grande y bello trabajo del muelle de la Punta de L a r a en el puerto de la Ensenada. Las colonias plantadas por él en los flancos del Gran Central, debían crecer bajo su vista fecunda, hasta formar un estado modelo en el Estado argentino. Visitándolas á principios de 1873, fué obsequiado con un — 141 - almuerzo que se le dio en la estación de la Canada de Gomez. « En aquella ocasión, dice un escritor que asistió á esa fiesta, el señor Wheelwright hizo votos por la prosperidad dei país, que, según sus vistas, tenia que alcanzar muy pronto á grandes destinos. Entusiasmábase él mismo al calor de sus propias ideas, diciendo que antes de 20 años el trayecto del Central no seria mas que una prolongada alameda, un boulevard de 80 leguas, á cuyos flancos se alinearían los mas hermosos planteles de agricultura, por métodos perfeccionados.» Dejó esos lugares, que le debian el ser, para volver á Buenos Aires, con el presentimiento triste de que no volverían sus ojos á ver « aquellas vírgenes y hermosas praderas, que su genio habia trasformado en centros coloniales de vida y movimiento industrial » — dice el escritor citado. Los consejos de sus médicos le indujeron á dejar á Buenos Aires por Europa casi á mediados de 1873. Se embarcó en un estado lamentable de salud, sostenido casi en los brazos de los que le acompañaban. Su médico el doctor Olguîn l e g ó á temer que no llegase á Europa. Mejorado un tanto en el mar, pudo tener fuerza para desembarcar en Southampton y dirigirse á Londres, donde tenia su casa propia, en Regents Park, Gloucester Lodge. Asistido por los mejores médicos de Londres, rodeado de los mas exquisitos cuidados de su amante familia, visitado todo el dia por sus mejores amigos, su salud no cesó de declinar, hasta que terminó su cara existencia el 26 de Setiembre de 1873. Su cuerpo fué conducido á Norte-América por su hijo político Mr. Krell, y enterrado entre los suyos, en Newbury-Port, Massachussets, — país de su nacimiento. El mismo lo dejó así dispuesto en su testamento. Aunque consagró toda su vida al mejoramiento de la América del Sud, en que la Providencia le preservó del naufragio, nunca olvidó su honor de ser ciudadano de los EstadosUnidos. Un amigo suyo, el capitán Aulick, de la marina americana, escribía estas palabras en 1845, al 1'?t$tituto Nacional de Washington, relativas A Wheelwright, que interesan á su historia: « Aunque Mr» Wheelwright ha tenido que permanecer por muchos años en tierras extranjeras, y se ha visto compelido á recurrir á capitalistas extranjeros por los medios de llevar á cabo sus empresas, después de haber fallado en sus esfuerzos para inducir á los de su propio país á comprometerse en ellos, nada ha perdido de su notorio amor al país. Ligado con él por una larga é íntima amistad personal, puedo decir con toda — 142 — seguridad, que mas ardiente y patriota americano no existe en la tierra de su nacimiento. » L e han sobrevivido de su familia propia, su digna señora y respetable viuda Mrs. Martha G. Wheelwright, nativa de los Estados-Unidos, que fué su compañera inseparable en todos los movimientos de su vida activa, y su hija Mrs. Augusta Krell, tan distinguida p o r su grande instrucción, amable carácter y virtudes cristianas. Habitan ambas la Inglaterra. CAPÍTULO XXXIV Consideraciones y estudios á que da lugar la vida de Wheelwright — Influencia social y política de sus obras en Sud-América—Ella caracteriza y define el papel civilizador de la inmigración en la América latina. De las obras que de ordinario son objeto de empresas p a r a la industria particular, las que mas influjo ejercen en el orden político y social de las naciones, apesar de su carácter esencialmente neutral, son los trabajos que consisten en vías de comunicación y trasporte, como v. g. los ferro-carriles, muelles, puentes, telégrafos, y por fin, los bancos, que en cierto modo son también de ese gremio, como establecimientos monetarios, en cuanto las monedas, según ía expresión de Adam Smith, son caminos por donde los capitales viajan de mano en mano y de país en país. Son los reyes de los caminos de fierro^ pues lo son de oro y plata. Las onzas, las libras y los soberanos, son las ruedas en que el mundo viaja al rededor de sí mismo. Este movimiento de comunicación y trasporte, forma la esencia del comercio, de cuya industria son como los brazos y órganos indispensables los trabajos sobredichos. EI comet ció los apoya y fomenta porque ellos fomentan y apoyan al comercio. No se necesita mas que esto para demostrar que el comercio es el llamado á poblar, enriquecer, — 143 — aproximar, unir, constituir y civilizar á la América del Suit. Esa e<? su misión en todas partes, pero lo es doblemente en Sud-América, por esta razón especial confirmada por su historia: que su personal se regîmenta y ensancha con inmigrados que vienen al país, armados de capitales, desde países que son los mas libres, á saber: Inglaterra, Bélgica, Suiza, Holanda, etc., etc. De esa inmigración selecta y distinguida se compone lo mas del comercio en Sud-América, por cuya razón su composición misma es ya la primera garantía de sus progresos sociales y políticos del carácter mas espontáneo y ageno del gobierno. En cierto modo el comercio mismo forma una especie de gobierno aparte, que conduce las cosas de Sud-América hacia sus altos destinos, mientras sus gobiernos propiamente dichos se ocupan de su propia regeneración y existencia, tomada á menudo como industria particular (y mas particular aveces que lo es el comercio mismo). Las empresas tie comunicación y trasporte esencialmente neutrales á la política, como lo es la industria de que son objeto, tienen sin embargo tal influjo en el orden político y social, que á menudo los gobiernos sienten la necesidad de apropiarse esas obras y hacer de ellas los instrumentos de su acción oficial. Vemos todos los días repetirse este hecho con respecto á los ferro-carriles, telégrafos, correos marítimos y bancos. Los gobiernos los toman en sus manos porque son realmente medios de gobierno; pero no dejan de serlo porque queden en manos de la industria privada, en cuyo caso siguen obrando con la eficacia que les es peculiar, en ejercicio de ese gobierno ó poder de las cosas, ageno de todo carácter oficial, que se llama progreso espontáneo y natural; y no solo sin perjuicio de servir al Gobierno mismo, como á cualquier otro, sino mejor que se serviría con ellos el Gobierno si fuesen su propiedad. Gobiernos tan sólidamente establecidos como el de Bélgica, pueden construir y administrar ferro-carriles con utilidad del país y del comercio; pero los gobiernos sud-amerîcanos, en formación, que imitan ese ejemplo, se dan una tarea que no es para ellos, en daño del país y del comercio. Wheelwright, su vida y sus obras, son la confirmación y la prueba en Sud-América del influjo que ejercen las empresas de comunicación en íos progresos sociales y políticos, y del influjo que en esas empresas tiene la inmigración de los hombres selectos que los países del Norte envían á los del Sud del nuevo mundo. L a experiencia ha demostrado — 144 — hasta aquí en Sud-América, que cada inmigrado del N o r t e vale p o r tres de la Europa del Sud, sin que por ello estos tres, dejen de s e r l e tan esenciales como los otros en su esfera, para lo que es formar la masa del pueblo moderno y regenerado de la América q u e fué española. La vida de Wheelwright en este sentido y la historia d e sus o b r a s en la América meridional, nos han parecido objeto de un estudio tan conexo con la política, como lo son económicamente las vías de trasporte, el comercio y la inmigración de poblaciones civilizadas, es decir, los objetos mismos de esa economía^ que por esta excelente razón s e apellida política. La vida de Wheelwright es todo un estudio social p a r a Sud-América. Ocuparse de él, es estudiar el tipo de la unidad individual de q u e debe formarse el agregado ó conjunto de lo que se llama nuestra sociedad moderna en Sud-América, como está formada de él la sociedad de la Nueva Inglaterra, en los Estados-Unido?. Estudiar los hombres de ese molde, imitarlos, repetirlos, asemejarse á ellos, proceder como ellos, ocuparse como ellos, es el modo de introducir y aclimatar en la América del Sud la sociedad de la América del N o r t e , es decir, la libertad y el progreso de la raza sajona en provecho, lejos de s e r en detrimento, de la raza latina. — Es el método de transformación, de educación y de mejoramiento, que conviene al progreso real de SudAmérica, mucho mas que la educación dada meramente por la instrucción primaria, que es, de ordinario ineficaz y nula. L a instrucción no educa el alma ni el carácter sino muy secundariamente. Deja, con frecuencia, al hombre en la plenitud de su barbarie primitiva, visto por esos dos aspectos que son los que interesan á la vida social. Alguna vez se ha tomado en el Pla^a esta doctrina, como mera hostilidad dirigida á los hombres que ganan su vida y su reputación con la profesión de enseñar á leer, ó mejor dicho de hacer ensenar á leer, ó mejor dicho aun, de multiplicarlas escuelas y los maestros de escuela, mas que los escolares y que la lectura misma. Es entretanto la persuasion de eminentes filósofos socialistas, como H e r b e r t S p e n s e r , en quien tiene la ciencia social uno de sus mas grandes representantes. En esa reforma 6 sustitución de un tipo inferior p o r otro mas perfeccionado de la unidad elemental de la sociedad americana, consiste y reside la verdadera, la grande y fundamental revolución social de la América del Sud. Encontrar el mejor y mas eficaz método — 145 — de completarla, es el meollo de su política y de su gobierno. Ese método es el de la naturaleza, la imitación, la costumbre, en una palabra la educación ó cultura del tipo moderno de unidad elemental del cuerpo social americano. Si Wheelwright no es el ideal de ese tipo, es al menos el tipo de hombre que Sud-América necesita si quiere emular los progresos de esa sociedad norte americana de que Wheelwright era nativo y ciudadano: el héroe de la paz, que representa el progreso, porque representa el vapor, la electricidad aplicados como fuerzas al servicio del hombre. Pero representa ademas de esa, otra fuerza superior, sin la cual las obras poco valen, á saber, la probidad, la honradez, el honor en la industria: esta es la fuerza que hacia de Washington, lo que es de excepcional entre los hombres: la hombría de bien en el servicio de la humanidad. También la industria tiene sus Washington, que saben ejercerla, como él ejerció la política, con la verdad del hombre de bien ; sin explotar á los pueblos en su provecho egoísta. Lo común de los empresarios como de los militares se compone del tipo contrario de caracteres, y la industria como la guerra, son de ordinario un mecanismo de explotación desleal y ruinosa, para la sociedad que se pretende servir. Wheelwright representa la salud en la industria, la honradez en las grandes empresas industriales, la moral en los medios de adquirir la riqueza. Ganar su bienestar es hacer el bienestar de todo del mundo, es el colmo de la moralidad en la industria. La conducta de Wheelwright como empresario fué un dechado de esa manera de practicar el trabajo industrial. El ganó su fortuna haciendo la fortuna de todos. Es de esos hombres modelos, que la biografía, como elemento de educación debe poner de bulto en pedestales elevados, á los ojos de las nuevas generaciones, que se trata de formar para hacer la grandeza de la América del Sud. Wheelwright era el modelo de los empresarios que Sud-América necesita. A las cualidades morales de obrero eminente, unia Wheelwright las del saber superior y sólida y variada instrucción en materias económicas. Era un verdadero economista sin las pretensiones ni fórmulas de tal. E r a como lo general de los hombres de su país, en que Tocqueville y Chevalier fueron á estudiar la democracia ilustrada que se da leyes dignas de la imitación del mundo. Sin su gran sentido de las cosas económicas Wheelwright no hubiera T. VIII. JO — 146 — podido elevarse á la concepción de ideas tan grandes y complexas como las de sus empresas, ni hubiese logrado convencer á los capitalistas europeos de la necesidad y conveniencia de tomar parte en la ejecución de sus grandes trabajos para asegurar los intereses del comercio general en esas regiones nuevas y desconocidas en cierto modo. Esto es lo que no tienen presente los que al favor de sus privilegios de nativos relacionados con lo mas influyente de la sociedad en Sud-América se hacen otorgar concesiones de grandes trabajos creyendo que basta poseerlas para llevarlas á cabo. Obligados por su inexperiencia á cederlas á los verdaderos empresarios, se contentan con la ganancia que les produce ese tráfico desairado. Este abuso ha tomado proporciones, que comprometen la causa del progreso material sud-americano. En algunos Estados se han visto ejemplos de empleados subalternos de gobierno mezclados á ese abuso de este modo. Peticiones hechas para obtener la concesión de tal ó cual trabajo importante de mejoramiento material, han quedado sin despacho en las oficinas de Gobierno por tiempo indefinido, hasta que verificada clandestinamente su cesión en Europa por terceras manos á terceras personas, han recibido los autores originales de la petición un rechazo del Gobierno, fundado simplemente en que la concesión estaba ya hecha de antemano á terceras personas. De ese modo el tráfico ó comercio de concesiones ba venido á ser un escollo para los empresarios de capacidad y buena fé, y una vergüenza para las administraciones de América. Hay trabajos que por su índole noble ennoblecen al empresario, tales son entre otros los que tienen por objeto las vias de comunicación y transporte. Esta consideración es suficiente para que la hipocresía, cuando no el deseo de lucro, los acometa á menudo en busca de un prestigio inmerecido, de concierto con otras miras codiciosas que son propias del vicio inteligente. E s triste recordar que Wheelwright fué rara vez concesionario primitivo de sus obras. L a del ferro-carril de Copiapó la compró á un boticario de Valparaiso. La del Gran Central Argentino, á un banquero desacreditado, antes de obtener por tercera vez la concesión de lo que ya era suyo. L a del ferro-carril de la Ensenada la compró á un ex-notario francés. Wheelwright no entró jamás en negocio que tuviese aire de sociedad con individuos del poder. — 147 — CAPÍTULO XXXV La personalidad de Wheelwright es la expresión de la inmigración sana y honesta en Sud-América.—Descripción de Wheelwright en su persona, hábitos, manera de ser privada. Por el carácter y dirección d e s ú s empresas, p o r su espíritu activo, perseverante, desinteresado, progresista, Wheelwright representa esa clase preciosa de hombres de que mas necesita y de que mas escasea la América del Sud, cuyo principal enemigo es el vasto territorio despoblado, que tiene aisladas y estériles á las raras poblaciones que lo habitan. No será el humo de las batallas, sino el humo de las locomotivas, el que liberte á la América de ese enemigo. Wheelwright no era interesado. Todos los que trabajaron con él ganaron mas que él. E r a sobrio por temperamento, y el lujo hubiese sido un tormento para sus hábitos simples de vida. Sus gastos de lujo consistían en hacer el bien de sus semejantes. L a religion cristiana estaba en cada uno de sus procederes. Será tal vez el único americano, que haya gastado grandes sumas en hacer traducir los Evangelios al idioma de los turcos, con la mira de extender el cristianismo en Oriente. Hay en Massachussets una institución de caridad en favor de los anciano • s desvalidos. Entre sus donantes vemos á Wheelwright por la suma de quince mil francos. Todas esas dádivas eran hechas á gentes distantes miles de leguas, sin sombra de mira interesada, ni aun de vanidad. No tuvo mas casa propia el que pudo tener palacios, que la especie de choza elegante, — Gloucester Lodge^ en el Parque del Regente de Londres, en que reposó de vez en cuando por instantes, y en que murió rodeado de la veneración apasionada de su familia. Su dignísima hija, que era como un confidente en sus grandes negocios, antes de ser Ja señora de Krell, solia quejarse amablemente del modo de existencia, que imponia á su familia la actividad industrial de su ilustre padre, diciendo que vivían en sus baúles. Ocupado en ligar á las naciones, y á — 148 — los países de la misma nación, su patria, su domicilio, el centro de sus operaciones, estaba en todas partes. No iba á un país que no fuese como el suyo, por el número de las gentes q u e le pertenecían por la amistad y el respeto. Apenas habrá notabilidad en Sud-América con quien no haya tenido contacto. Wheelwright h a conocido personalmente á Rivadavia, á Portales, á Prieto, á F r e i r é , á P i n t o , á Bul nes, á Montt, á Blanco Encalada, á Bolívar, á Sucre, á Flores, á Gamarra, á Santa Cruz, á Ballivian, á Urquiza, á Carril, á Frag-ueîro, á Mitre, á Rosas ya bautizado por la libertad en Londres. En casa del que esto escribe se encontraron impensadamente de visita estas dos celebridades que han llenado de su nombre la América del Sud, el uno como el representante mas ingenuo del atraso americano, y el otro como el apóstol igualmente conocido de su progreso. T r a n q u i l o cada uno de sus convicciones, su porte respectivo en ese contacto fué simple y benévolo. Cediendo á los hábitos de su papel respectivo en la vida, el ex-dictador argentino tuvo siempre la palabra, y el puritano del Massachussets, no hizo sino escuchar con el silencio atento del hombre libre. Se pasaba esto en la plaza ó Sqtiar que lleva el n o m b r e de Cavendish^ tan ligado á la historia de las Malvinas y del Mar del Sud, que tanto han ocupado á su vez á las dos notabilidades americanas, reunidas casualmente á pocos pasos de la estatua del célebre almirante inglés. En Londres gozó Wheelwright, del trato y aprecio d e lord Abinche, del Almirante Fitz-Roy, del famoso empresario Brassey, que fué su socio en la empresa del Gran Central Argentino, del Rosario á Córdoba; y los jefes de las casas comerciales mas eminentes de Inglaterra y Estados Unidos, en Londres, con relaciones en la América del Sud, fueron á menudo sus relaciones de particular amistad. Su nombre era conocido y respetado en los Estados Unidos. Yo vi su retrato colocado con honor en la Oficina de Patentes, la Santa Croce, el Panteón, de Washington. Una simple carta suya de recomendación para el honorable Mr. Caleb Cusching, ministro del Presidente Pierce, nos valió como de una credencial para negociar, (hallándonos d e paso en Washington con carácter diplomático para Londres), la traslación de Mr. Peden de Buenos Aires al Paraná, en 1856, residencia entonces del cuerpo diplomático extranjero, cerca del Gobierno Argentino. La naturaleza de las empresas de comunicación y trasporte, q u e tanto se ligan con la administración y gobierno, puso á menudo á Wheelwright en — 149 — contacto con los hombres públicos, que también lo es á su vez el que se ocupa de graneles empresas de interés general. Esos contactos necesarios no fueron sin inconvenientes para él y para sus negocios, á causa de la instabilidad de los gobiernos y partidos, en países en que viven persiguiendo y deshaciendo lo que hicieron sus rivales en el poder. Wheelwright era de estatura regular, de considerable corpulencia, sin que esto le quitase la agilidad de su raza. SLI cara llena, abierta y noble, era en extremo simpática, é infundía confianza desde Ja primera vista. Ante cualquier contacto, por encumbrado que fuese, su actitud era simple, grave, digna. Tenia esa urbanidad sin estudio ni afán, que viene de la bondad y honestidad del corazón. Hablaba poco aun en su idioma. Parecía tener mas gusto en escuchar que en hablar. Conocía bien la lengua española, y aun la escribía con facilidad y no poca corrección. Tenia ese buen gusto, que es como una cualidad del buen sentido superior. Frecuentaba poco el mundo elegante. El retiro de su vida era necesario á sus arduos y numerosos negocios, y no contrario á sus gustos simples y tranquilos que eran los del hogar. Aunque su vida entera fué una campaña de lucha con toda clase de resistencias, no tuvo lances coii nadie y jamas descargó una arma de fuego. Esa audacia inocente y serena que no sospecha el riesgo, lo distinguía en las situaciones difíciles de la vida. No usaba bigotes, ni bastón. No fumaba en público. Bebia muy poco y dormia menos. Su modo habitual de vestir era siempre serio, decente. CAPÍTULO XXXYI Idea general y sintética de las obras de Wheelwright Wheelwright ha respondido por todos los trabajos de su vida de empresario, á dos necesidades capitales de la América del Sud: la viabilidad marítima y terrestre del vasto y mal poblado suelo, y su aproxi- — 150 — macion respecto de la Europa. No hay uno de sus trabajos que no haya tendido á ese doble iin, no por un cálculo formado á priori, ni por un plan preconcebido, sino por un instinto sano y bien inspirado de su raza inteligente. Debió en efecto su vocación para el desempeño de ese papel al genio de su raza y del país de su origen, engrandecido él mismo por la viabilidad y por la afluencia de ta Europa mas civilizada y mas libre» Quiere decir que el papel de Wheelwright se resuelve en el de su país, como agente intermediario de la Europa mas adelantada en la América menos adelantada, si no para el suplemento desús pobladores y capitales, al menos para el de sus empresarios y sus ingenieros; para la aplicación misma de la ciencia europea, pasada por el tamiz de la experiencia americana. Dotando á los países de Sud-América de vías de trasporte, y sacándolos de la incomunicación colonial en que los dejaba todavía el triunfo de sus armas contra España, Wheelwright sirvió á los intereses de la América del Sud y de los otros países que debían comunicar con ella. Por sus empresas internacionales, como son las líneas de vapores y los ferro-carriles, Wheelwright sirvió el interés universal de todos los países. Sirvió á la consolidación de cada Estado uniendo sus provincias y acercando sus extremos por el auxilio del vapor. Contribuyó por Ja misma via á la unificación ó union de toda la América por la supresión de las distancias inconmensurables, que separaban y aislaban á sus Estados. Acercó por fin á la América toda respecto de la Europa, su fuente de recursos y progresos, disminuyendo el tiempo, el precio y el riesgo de ios viajes intercontinentales. Para sus obras de interés internacional puso á contribución la actividad de todas las naciones. De Inglaterra sacó los capitales y la cooperación oficial y científica con que llevó á cabo sus empresas. De los Estados Unidos sacó sus ingenieros y maquinistas, superiores á los ingleses en trabajos americanos, por la economía y exigüedad de medios á que están acostumbrados por la condición de su suelo. Y de los Estados que eran teatro inmediato de sus obras de mejoramiento, sacó la carne y sustancia de ellas, por decirlo así, que era el suelo, el capital, el brazo, la cooperación gubernamental, sirviendo el interés recíproco de todos por las facilidades dadas á su producción y á sus cambios, en provecho de la civilización general. Sin ser todo esto de la incumbencia de la diplomacia y de la política, — 151 — un simple empresario superior, ha hecho por la union de las naciones lo que docenas de diplomáticos y de políticos no habrían llevado á cabo, por leyes y tratados infinitos. Wheelwright ha aumentado el producto y el haber de cada hombre, en los países de sus obras, encareciendo el valor de su trabajo, por la facilidad que sus empresas de comunicación han dado á la extracción de la riqueza nativa; y ha abaratado los consumos de cada habitante multiplicando la importación de los productos extranjeros por las facilidades que sus obras de mejoramiento en los puertos han dado al comercio marítimo. En una palabra, por sus nobles y fecundos trabajos ha enriquecido de algunos pesos el presupuesto anual de entradas de cada habitante de la América beneficiada por sus obras. Nadie ha contribuido mas que él á darle la aptitud de poblarse por inmigraciones de la Europa, promoviendo y mejorando puertos cómodos, muelles, puentes, estableciendo faros, valizas y otros trabajos destinados á disminuir los peligros de la navegación. En todos los países llamados á poblarse de inmigrados extranjeros, despues de la viabilidad, nada es mas indispensable, que la multiplicación de buenos puertos, muelles, faros, valizas, como trabajos preparatorios de la inmigración y colonización. En este sentido Wheelwright ha hecho mas por la índole y carácter de sus trabajos, que todos los agentes de emigración establecidos en Europa por los gobiernos ignorantes del arte de poblar. El puerto del Rosario ha sido el foco de las 33 colonias que pueblan las Provincias d e S a n t a - F é y Entre-Rios, y lo será déla colonización del Sud de Buenos Aires el puerto de la Ensenada, cuando esa Provincia se libre de maniacos que quieren agrandarla á fuerza de mantenerle bloqueado su mejor puerto marítimo. En su carrera tan bien trazada por su genio, Wheelwright ha dejado señalado á los que tengan envidia de su gloria, el camino seguro de salir de la oscuridad y de la pobreza, prosiguiendo su tarea todavía pendiente de sacar de la oscuridad y de la pobreza á la América del Sud. De ahí el interés histórico de su vida. Sí la biografía ó historia de la vida de un hombre superior, tiene por objeto promover la renovación de su ejemplo, ó lo que vale decir rénovai - su existencia en otras de su especie, en ninguna parte la biografía de Wheelwright, es mas necesaria, que en los países que fueron teatro de las obras que lo recomiendan á la historia, porque esos trabajos son apenas el prefacio — 152 — de los muchos que reclaman las necesidades de su p r o g r e s o y mejoramiento. Como Franklin, su compatriota, otro catecismo animado, Wheelwright pudo decir, que nacido pobre y o s c u r o , se elevó á la opulencia y á la celebridad por la energía de su g e n i o y la pureza de su vida. Su figura es tipo de los que necesita Sud-América para ver florecer la riqueza de su suelo, pues ella r e p r e s e n t a el juicio, la honradez, y la energía, que las grandes empresas requieren en sus conductores para obtener la corona del éxito. CAPÍTULO XXXVII Deuda de Sud-América á la memoria de Wheelwright La tumba de Wheelwright está donde estuvo su c u n a , en el suelo de Washington y de Franklin, de Fulton y de Murfy. L a América del Sud no tendría mas que un medio de domiciliarlo en su historia, seria levantarle estatuas en los lugares poblados, enriquecidos, hermoseados por sus grandes obras de civilización. Las estatuas d e Wheelwright serian monumentos levantados á las victorias de la civilización americana, obtenidas por las armas dignas de ella, que son el ferro-carril, el buque de vapor, el telégrafo eléctrico, el gas, es decir, la supresión del espacio y de las tinieblas. Seria un homenaje tributado á la hermandad de las naciones, por la erección de la estatua del que tanto la ha servido, acortando las distancias del suelo y de los mares. Kl que ha disminuido el espacio y el tiempo, ha disminuido el precio de las cosas necesarias á la vida, puesto en el bolsillo de cada u n o su sobrante anual en piezas de oro. Seria como un culto secular rendido en la forma mas estimulante al trabajo, á la honradez, á la sobriedad, personificadas en ese grande hombre de bien. Peor para los destinos de su civilización, si no sabe Sud-América ponerlos laureles de la gloria en las sienes délos héroes de la paz. — 153 — —Estos son los verdaderos soldados modernos de la libertad americana. Ellos formaron el batallón sagrado de Washington, que hizo de su espada su arado el día que terminó la única guerra digna de la patria, la guerra excepcional de su libertad. En Sud-Améríca todas las estatuas son levantadas para exaltar la gloria de los guerreros. Pero realzar al guerrero, es realzar la guerra, es decir la calamidad de que es víctima la América del Sud. La guerra puede ser útil á los que la hacen por oficio, es decir, á los guerreros de profesión (de que son miembros natos los ambiciosos y los príncipes) ; pero no á los que la pagan con el precio de su sangre y dinero, que son los pueblos. Por el contrario, realzar al empresario de obras útiles es realzar el honor de esas empresas, estimularlas por los estímulos de la gloria, que merecen. En Inglaterra, es decir, en el país mas libre y próspero del mundo, por una estatua consagrada á un soldado se ven diez dedicadas á grandes hombres de estado, agrandes inventores, á grandes viajeros ó exploradores, a g r a n d e s y útiles talentos. E n una plaza, es Roberto Peel, en otra Pitt, en otra Canning. El monumento al Príncipe Alóer'to, en Hyde Park, consagrado también á las glorias inteligentes del mundo entero, no contiene un solo militar. Los grandes guerreros, ceden allí su puesto de honor á los grandes arquitectos, á los grandes ingenieros, á los grandes agricultores, á los grandes genios del arte y de la ciencia. Es así como se hace por los monumentos la educación de las generaciones jóvenes, en los grandes países libres. ¿Queréis atraer en Sud-América las inmigraciones útiles, que vuestras constituciones protejen ?—Glorificad á los grandes inmigrados, que han dotado al país de grandes y brillantes mejoramientos. Una estatua á Wheelwright daria mas inmigrados á la América del Sud, que muchas Compañías de inmigración. Seria un aviso elocuente dado al mundo, de la acogida que el país da á los inmigrados eminentes que le traen su labor y su genio industrial. ¿No quereisó no podéis ó no debéis dar al inmigrado el podef político como aliciente? pues dadle la gloria, que al fin os queda en casa, con sus beneficios. L a gloria de Wheelwright, americano del Norte, pertenece toda á la América del Sud, no á la de su origen. Su tumba en Massachussets, es decir, á dos mil leguas de sus grandes obras, es otra prueba de su — 154 — virtud y modestia. Ageno á las vanidades de la vida, lo ha sido también á las vanidades de la muerte. Sus estatuas podrían recibir coronas de flores, su sepulcro serio y simple «o tendrá sino tiernas lágrimas. Saint André de Fontenay, 26 de Setiembre de 1875. FACULTAD DE DERECHO Y CliCIAS SOCIALES LA OMNIPOTENCIA DEL ESTADO ES LA NEGACIÓN DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL DISCURSO PRONUNCIADO POR EL MIEMBRO H0KÖRAÄI0 DK ESTA FACULTAD DR. D. JUAN B. ALBERDI EN EL ACTO DE LA COLACIÓN DE GRADOS EL DIA 2 4 D E MAYO DE I 8 8 0 1 8 8 O LI OMNIPOTENCIA DEL ESTADO ES LA NEGACIÓN DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL Una de las raíces mas profundas de nuestras tiranías modernas en Sud-América, es la noción greco-romana del patriotismo y de la Patria, que debemos á la educación medio clásica que nuestras universidades han copiado á la Francia. L a Patria tal como la entendían los griegos y los romanos, era esencial y radicalmente opuesta a l o que por tal entendemos en nuestros tiempos y sociedades modernos. E r a una institución de origen y carácter religioso y santo; equivalente á îo que es hoy la Iglesia, por no decir mas santo que ella, pues era la asociación de las almas, de las personas y de los intereses de sus miembros. Su poder era omnipotente y sin límites respecto de los individuos de que se componía. L a Patria así entendida, era y tenia que ser, la negación de la libertad individual, en la que cifran la libertad todas las sociedades modernas que son realmente libres. El hombre individual se debía todo entero á la Patria; le debia su alma, su persona, su voluntad, su fortuna, su vida, su familia, su honor. Reservar á la Patria alguna de esas cosas, era traicionarla; era como un acto de impiedad. Según estas ideas, el patriotismo era no solo conciliable, sino idén- — 158 — tico y el mismo que el despotismo mas absoluto y omnímodo en el orden social. La gran revolución que trajo el cristianismo en las nociones del hombre, de Dios, de la familia, de la sociedad toda entera, cambió radical y diametralmente las bases del sistema social grecoromano. Sin embargo, el renacimiento de la civilización antigua de entre las ruinas del Imperio romano y la formación de los estados modernos, conservaron ó revivieron los cimientos de la civilización pasada y muerta, no ya en el interés de los listados mismos, todavía informes, sino en la magestad de sus gobernantes, en quienes se personificaban la magestad, la omnipotencia y autoridad de la Patria. De ahí el despotismo de los reyes absolutos que surgieron de la feudalidad de la Europa regenerada por el cristianismo. El Estado, ó la Patria, continuó siendo omnipotente respecto de la persona de cada uno de sus miembros, pero la Patria personificada en sus monarcas ó soberanos, no en sus pueblos. La omnipotencia de los reyes, tomó el lugar de la omnipotencia del Estado ó de la Patria. Los que no dijeron: «El Estado soy yo», lo pensaron y creyeron como el que lo dijo. Sublevados contra- los reyes, los pueblos los reemplazaron en el ejercicio del poder de la Patria, que al fin era mas.legítimo en cuanto á su erigen. L a soberanía del pueblo tomó el lugar de la soberanía de los monarcas, auntjue teóricamente. La Patria fué todo y el único poder de derecho, pero conservando la índole originaria de su poder absoluto y omnímodo sobre la persona de cada uno de sus miembros; la omnipotencia de la Patria misma siguió siendo la negación de la libertad del individuo en la república, como lo había sido en la monarquía: y la sociedad cristiana y moderna, en que el hombre y sus derechos son teóricamente lo principal, siguió en realidad gobernándose por las reglas de las sociedades antiguas y paganas, en que la Patria era la negación mas absoluta de la libertad. Divorciado con la libertad, el patriotismo se unió con la gloria,.entendida como los griegos y los romanos la entendieron. — 159 — Esta es îa condición presente de las sociedades de origen grecoromano en ambos mundos. Sus individuos, mas bien que libres, son los siervos de la Patria. La Patria es libre, en cuanto no depende del extranjero; pero eí individuo carece de libertad en cuanto depende del Estado de un modo omnímodo y absoluto. L a Patria es libre en cuanto absorbe y monopoliza las libertades de todos sus individuos, pero sus individuos no lo son, porque el Gobierno les tiene todas sus libertades. Tal es el régimen social que ha producido la Revolución francesa, y tal la sociedad política que en la América greco-latina de raza han producido el ejemplo y repetición, que dura hasta el presente, de la Revolución francesa. El Contrato socialde Rousseau, convertido en catecismo de nuestra revolución, por su ilustre corifeo el doctor Moreno, ha gobernado á nuestra sociedad, en que el ciudadano ha seguido siendo una pertenencia del Estado ó de la Patria, encarnada y personificada en sus gobiernos, como representantes naturales de la magestad del Estado omnipotente. La omnipotencia del Estado ejercida según las regias de las sociedades antiguas de Grecia y Roma, ha sido la razón de ser de sus representantes los gobiernos, llamados libres solo porque dejaron de emanar del extranjero. Otro fué el destino y la condición de la sociedad que puebla la América del Norte. Esa sociedad, radicalmente diferente de la nuestra, debió al orígen trasatlántico de sus habitantes sajones, la dirección y complexion de su régimen político de gobierno, en que la libertad de la Patria tuvo por límite la libertad sagrada del individuo. Los derechos del hombre equilibraron allí en su valor á los derechos de la Patria, y si el Estado fué libre del extranjero, los individuos no lo fueron menos respecto del Estado. Eso fué en Europa la sociedad anglosajona y eso fué en Norte-América la sociedad anglo- — 160 — americana, caracterizadas a m b a s por el desarrollo soberano de la libertad individual, mas que p o r la libertad exterior ó independencia del Estado, debida mayormente á su geografía insular en Inglaterra, y á su aislamiento trasatlántico en Estados-Unidos. La libertad en ambos pueblos sajones, no consistió en ser independiente del extranjero, sino en ser cada ciudadano independiente de su gobierno patrio. Los hombres fueron libres p o r q u e el Estado, el poder de su gobierno no fué omnipotente, y el Estado tuvo un poder limitado por la esfera de la libertad ó el p o d e r de sus miembros, á causa de que su gobierno no tuvo por modelo el de las sociedades griega y romana. Montesquieu ha dicho que la Constitución inglesa salió de los bosques de la Germania, en lo q u e tal vez quiso decir que los destructores germanos del Imperio romano fueron libres porque su gobierno no fué de origen ni tipo latinos. A la libertad del individuo, q u e es la libertad por excelencia, debieron los pueblos del Norte la opulencia que los distingue. Los pueblos del Norte no han debido su opulencia y grandeza al poder de sus gobiernos, sino al poder de sus individuos- Son el producto del egoísmo mas q u e del patriotismo. Haciendo su propia grandeza particular, cada individuo contribuyó á labrar la de su país (i). Este aviso interesa altamente á la salvación de las Repúblicas americanas de origen latino. Sus destinos futuros deberán su salvación al individualismo,* ó no los verán jamás salvados si esperan que alguien los salve por patriotismo. El egoísmo bien entendido de los ciudadanos, solo es un vicio para el egoísmo de los gobiernos, que personiücan á los Estados. E n realidad, el afán del propio engrandecimiento, es el afán virtuoso de la (i) Riqueza de las naciones, por Adam Smith. — 161 — propia grandeza del individuo, como factor fundamental que es del orden social, de la familia, de la propiedad, del hogar, del poder y bienestar de cada hombre. Las sociedades que esperan su felicidad de la mano de sus gobiernos, esperan una cosa que es contraria á la naturaleza. Por la naturaleza de las cosas, cada hombre tiene el encargo providencial de su propio bienestar y progreso, porque nadie puede amar el engrandecimiento de otro, como el suyo propio; no hay medio mas poderoso y eficaz de hacer la grandeza del cuerpo social, que dejar á cada uno de sus miembros individuales el cuidado y poder pleno de labrar su personal engrandecimiento. Ese es el orden de la naturaleza, y por eso es el mejor y mas fecundo en bienes reales. De ello es un testimonio la historia de las sociedades sajonas úcl norte de ambos mundos. Los Estados son ricos por la labor de sus individuos ; y su labor es fecunda porque el hombre es libre, es decir, dueño y señor de su persona, de sus bienes, de su vida, de su hogar. Cuando el pueblo de esas sociedades necesita alguna obra ó mejoramiento de público interés, sus hombres se miran unos á otros, se buscan, se reúnen, discuten, ponen de acuerdo sus voluntades y obran por sí mismos en la ejecución del trabajo que sus comunes intereses necesitan ver satisfecho. En los pueblos latinos de origen, los individuos que necesitan un trabajo de mejoramiento general, alzan los ojos al Gobierno, suplican, lo esperan todo de su intervención y se quedan sin agua, sin luz, sin comercio, sin puentes, sin muelles, si el gobierno no se los dá todo hecho. Pero no debemos olvidar que no fué griego ni romano todo el origen de la omnipotencia del Estado y de su gobierno entre nosotros sud-a m erica nos. En todo caso, no seria ese sino el origen mediato, pues el inmediato origen de la omnipotencia en que se ahogan nuestras libertades individuales, fué el organismo que España dio á sus Estados coloniales en el Nuevo Mundo, cuyo organismo no fué difeT. VI1T. II — 162 — rente en ese panto, del que España se dio á sí misma en el Viejo Mundo. Así, la raíz y origen de nuestras tiranías modernas en Sud-América es no solamente nuestro origen remoto ó greco-romano, sino también nuestro origen inmediato y moderno de carácter español. La España nos dio la complexion que debia ella misma á su pasado de colonia romana que fué, antes de ser provincia romana. La Patria en sus nociones territoriales, absorbió siempre al individuo y se personificó en sus gobiernos el derecho divino y sagrado, q u e eclipsaron del todo los derechos del hombre. La omnipotencia del Estado ó el poder omnímodo é ilimitado de la Patria respecto de los individuos que son sus miembros, tiene por consecuencia necesaria la omnipotencia del Gobierno en que el Estado se personifica, es decir, el despotismo puro y simple. Y no hay mas medio de conseguir que el Gobierno deje ó no llegue á ser omnipotente sobre los individuos de que el Estado se compone, sino haciendo que el Estado mismo deje de ser ilimitado en su poder respecto del individuo, factor elemental de su pueblo. Un ejemplo de esto: cuando el Gobernador de Buenos Aires recibió en 1835 de ios representantes del Estado la suma de sus poderes públicos, no lo tuvo por la ley que aparentó discernírselo. L a ley, lejos de ser causa y origen de ese poder, tuvo por razón de ser y causa á ese poder mismo que ya existia en manos del jefe del Estado omnipotente por la Ordenanza de Intendentes, constitución española del Vireynato de Buenos Air es, según cuyas palabras, debia continuar el Virey gobernador y capitán general con el poder omnímodo y las facultades extraordinarias que le daban esa constitución y las Leyes de Indias de su referencia. L a contextura que el gobierno hispano-argentino recibió de esa legislación, es la que sus leyes ulteriores de la Revolución no han reconstruido de hecho hasta hoy en ese punto; y la República, como el Vireinato colonial, siguió entendiendo el poder de la Patria sobre sus miembros, como lo entendieron las antiguas sociedades de Grecia y de Roma. — 163 — Apesar de nuestras constituciones modernas, copiadas de las que gobiernan á los países libres de origen sajón, á ningún liberal le ocurriría entre nosotros, dudar de que el derecho del individuo debe inclinarse y ceder ante el derecho del Estado, en ciertos casos. La República, por tanto, continuó siendo en este punto gobernada para provecho de los poderes públicos que han reemplazado al poder especial que le dio, siendo su colonia, la contextura y complexion que convenía á su real é imperial beneficio. La corona de España, no fundó sus colonias de América para hacer la riqueza y poder de sus colonos, sino para hacer su negocio y poder propio de la corona misma. Pero, para que esta mira no degenerase en un sistema capaz de dar la riqueza y el poder a los colonos, en lugar de darlos al monarca, la colonia recibió la Constitución social y política que debia de hacer á su pueblo un mero instrumento del Real Patrimonio, un simple productor fiscal de cuenta de su Gobierno y para su real beneficio. Sin duda que las constituciones que reglaron después la conducta del Gobierno de la República, calificaron de crimen legislativo el acto de dar poderes extraordinarios y omnímodos á sus gobernantes; pero esa magnífica disposición no impidió que la suma de todos los poderes y fuerzas económicas del país quedasen de hecho á la discreción del Gobierno, que puede usar de él por mil medios indirectos. Cómo así? Si dejais en manos de la Patria, es decir del Estado, la suma del poder público, dejais en manos del Gobierno que representa y obra por el Estado, esa suma entera del poder público. Si lo hacéis por una Constitución, esa Constitución será una máquina productora de un despotismo tiránico que no dejará de aparecer á su tiempo, por la mera razón de existir la máquina, que le servirá de causa y ocasión suficiente. Por constitución entiendo aquí, no la ley escrita á que damos este nombre, sino la complexion ó construcción real de la máquina del Estado. Si esta máquina es un hecho de la historia del país, en vano la Constitución escrita pretenderá limitar los poderes del Estado respecto del derecho de sus individuos; en el hecho esos poderes seguirán siendo omnipotentes. — 164 — Son testimonio confirmatorio de esta observación, los gobiernos republicanos que han reemplazado en la dirección del reciente y moderno Estado, al que lo fundó, organizó y condujo por siglos como colonia perteneciente á un Gobierno absoluto y omnímodo. Mientras la máquina que hace omnipotente el poder del Estado exista viva y palpitante de hecho, bien podria llamarse República libre y representativa por su Constitución escrita: su constitución histórica y real guardada en sus entrañas, la hará ser siempre una colonia ó patrimonio del Gobierno republicano, sucesor de su Gobierno realista y pasado. El primer deber de una gran revolución hecha con la pretension de cambiar de régimen social de gobierno, es cambiar la contextura social que tuvo por objeto hacer del pueblo colonial una máquina fiscal productora de fuerza y de provecho en servicio de su dueño y fundador metropolitano. De otro modo, las rentas y productos de la tierra y del trabajo anual del pueblo, seguirían yendo, bajo la república nominal, á donde fuesen bajo la monarquía efectiva, á dónde, por ejemplo? á todas partes, menos á manos del pueblo. Las viejas arcas que eran recipientes del real tesoro, se perderán como las aguas de un río que se derrama y resume en los campos ó se disipa en acequias q u e van á regar los vergeles de la clase ó porción del pueblo á quien ha cabido el privilegio de seguir ocupando la esfera del antiguo poder metropolitano, en lo que es el goce de los beneficios que la real máquina seguirá haciendo del suelo y trabajo del país. En las manos de esa porción ó clase privilegiada del país oficial, seguirá existiendo el p o d e r y la libertad de que seguirán viéndose excluidos y privados los pueblos, sucesores nominales de los antiguos soberanos. No será el Estado sino su representante (que es el Gobierno del Estado) el que seguirá ejerciendo y gozando la omnipotencia de los medios y poderes entregados á la Patria por la maquinaria del viejo edificio primitivo y colonial persistente. Pero dejar en manos del Gobierno de la Patria' todo el poder público adjudicado á la Patria misma, es dejar á todos los ciudadanos \ que componen el pueblo de la Patria sin el poder individual en que consiste la libertad individual, que es toda y la real libertad de los — 165 — países que se gobiernan, que se educan, que se enriquecen y engrandecen á sí mismos, por la mano de sus particulares, no de sus gobiernos. « Los antiguos, dice Coulanges, habían dado tal poder al Estado, que el dia en que un tirano tomaba en sus manos esta omnipotencia, los hombres no tenían ya ninguna garantía contra él, y él era realmente el señor de su vida y de su fortuna.» De las consideraciones que preceden, se deduce que el despotismo, la tiranía frecuente de los países de Sud-América, no residen en el déspota y en el tirano, sino en la máquina ó construcción mecánica del listado, por la cual todo el poder de sus individuos refundido y condensado, cede en provecho de su gobierno y queda en manos de su institución. El déspota y el tirano, son el efecto y el resultado, no la causa de la omnipotencia de los medios y fuerzas económicas del país puestas en poder del establecimiento de su gobierno y del círculo personal que personifican al listado, por la maquinaria del Estado mismo. Sumergida y ahogada la libertad de los individuos en ese caudal de poder público ilimitado y omnipotente, resulta de ello que la tiranía d e la Patria omnímoda y omnipotente, es ejercida en nombre de un patriotismo tras del cual vive eclipsada la libertad del individuo, que es la libertad patriótica por excelencia. Así se explica que en las sociedades antiguas de la Grecia y de Italia en que ese orden de cosas era de ley fundamental, las libertades individuales de vida, de conducta, de pensamiento, de opinion, fueron del todo desconocidas. El patriotismo tenia entonces en esas sociedades el lugar que tiene el liberalismo en las sociedades actuales de tipo y de origen sajón. El despotismo recibía su sanción y escusa del patriotismo del gobierno omnipotente en que la Patria estaba personificada. La razón de esa omnipotencia de la Patria entre los antiguos, es digna de tenerse siempre presente por los pueblos modernos, que toman por modelos á esos organismos muertos, de índole, de principios y de propósitos radical y esencialmente opuestos. — 166 — ¿Qué eran c» efecto la Patria y el patriotismo, en el sistema social y político de las antiguas sociedades de Grecia y Roma ? Insistamos en explicarlo. L a palabra Patria, entre los antiguos, según De Coulanges, significaba la tierra de los padres, tierra Patria. L a Patria de cada h o m b r e , era la parte del suelo que su religion doméstica ó nacional había santificado, la tierra en que estaban depositadas las osamentas d e sus antecesores y que estaban ocupadas por sus almas. Tierra sagrada de la Patria, decían los griegos. Ese suelo era literalmente sagrado para el hombre de ese tiempo, porque estaba habitado p o r sus dioses. Estado, Patria^ Ciudad, estas palabras no eran una mera abstracción, como en los modernos; representaban realmente todo un conjunto de divinidades locales, con un culto de todos los días, y creencias poderosas sobre el alma. Solo así se explica el patriotismo entre les antiguos; sentimiento enérgico que era para ellos la virtud suprema, en que todas las virtudes venían á refundirse. Una Patria semejante no era para ei hombre un mero domicilio. L a Patria tenia ligado al hombre por un vínculo sagrado. T e n í a que amarla como se ama á una religion, obedecerla como se obedece á Dios: darse á ella todo entero ; cifrar todo en ella, consagrarle su ser. El griego y el romano, no morían por desprendimiento en obsequio de un hombre, ó por punto de honor ; pero á su Patria le debían su vida. Porque si la Patria era atacada, es su religion la que se ataca, decían ellos. Combatían verdaderamente por sus altares, p o r sus hogares, pro oris et fo eis; porque si el enemigo se amparaba de la ciudad, sus altares eran derribados^ sus fogones extinguidos, sus tumbas profanadas, sus dioses destruidos, su culto despedazado. El amor á la Patria era la piedad misma de los antiguos. Para ellos, Dios no estaba en todas partes. Los dioses de cada hombre eran aquellos que habitaban su casa, su ciudad, su canton, ( i ) El desterrado dejando á su Patria tras sí, dejaba también sus dioses. Pero como la religion era la fuente de que emanaban sus derechos civiles, el desterrado perdía todo esto, perdiendo la religion de su país, por el hecho de su destierro : no tenia ya derecho de propiedad. S u s (i) De Coulanges. «Citéantique». — 1(37 — bienes eran todos confiscados en provecho de los dioses y del Estado. No teniendo culto, no tenia ya familia : dejaba de ser marido y padre. El destierro de la Patria no parecía un suplicio mas tolerable que la muerte. Los jurisconsultos romanos le llamaban pena capital, ( i ) l De dónde nacían estas nociones sobre Patria y el patriotismo? Era que la ciudad había sido fundada en una religion y constituía como una iglesia. De ahí la fuerza, la omnipotencia y absoluto imperio que la Patria ejercía sobre sus miembros. Se concibe que en una sociedad establecida sobre tales principios, la libertad individual no pudiese existir. No había nada en el hombre que fuese independiente. Ni su vida privada escapaba á esta omnipotencia del Estado. Los antiguos no conocían, pues, ni la libertad de la vida privada, ni la libertad de educación, n i l a libertad religiosa. L a persona humana era contada por muy poca cosa delante de esa autoridad santa y casi divina que se llamaba la Patria ó el Estado, No era extraño, según estos precedentes históricos, que, tergiversados en su sentido, indujesen á los revolucionarios franceses del siglo pasado, imitadores inconscientes de la antigua sociedad de Grecia y de. Roma, imitasen con exaltación esos modelos muertos. La funesta máxima revolucionaria de que la Salud del Estado es la ley suprema de la sociedad^ fué formulada por la antigüedad griega y romana. Se pensaba entonces que el derecho, la justicia, la moral, todo debía ceder ante el interés de la Patria. No ha habido, pues, un error mas grande que el de creer que, en las ciudades antiguas, el hombre disfrutara de la libertad. Ni la idea siquiera tenían de ella. No creían que pudiese existir derecho alguno en oposición á la ciudad y sus dioses. Es verdad que revoluciones ulteriores cambiaron esa forma de go-, bierno', pero la naturaleza del listado, quedó casi la misma. El go-bienio se llamó sucesivamente monarquía, aristocracia^ democracia;- ( i ) De Coulanges. «Cité antique». — Ití8 — pero ninguna de esas revoluciones dio á los hombres la verdadera libertad, que es la libertad individual. Tener derechos políticos, votar, nombrar ó elegir magistrados, poder ser uno de ellos, es todo lo que se llamaba libertad ; pero el hombre no continuaba menos avasallado al Estado, que antes lo estuvo. Concíbese que hablando de una antigüedad tan remota y desconocida, con esta segundad, yo me apoye en autoridades que han hecho una especialidad de su estudio casi técnico. La que dejo esplotada por ejemplo, pertenece á una de las mas grandes capacidades de la Escuela Normal de Francia. No es que la erudición alemana sea menos competente para interpretar á la antigüedad en materia de instituciones sociales, sino que la de un país latino, como Francia, es mas comprensible para la América del mismo origen, que ha imitado en su revolución sus mismos errores y caído en sus mismos escollos, de que la ciencia moderna de los franceses comienza á darse cuenta, por la pluma de pensadores como A. de Tocqueville, de Coulanges, de Taine, desde algunos ariosa esta parte. Pero ahí no quedaron las cosas â&l naciente orden de las sociedades civilizadas de la Europa cristiana. Ya desde antes que la grande y definitiva religion produjese como su obra á la sociedad moderna, la misma sociedad antigua había empezado á cambiar, con la madurez y progreso natural de las ideas, sus instituciones y reglas de gobierno. De esto, sin embargo, parecen no darse bastante cuenta los pueblos actuales, que han buscado en Ja restauración ó renacimiento de la antigüedad civilizada los elementos y base de organización de la sociedad moderna. El Estado había estado ligado estrechamente á la religion, procedía de ella y se confundía con ella. Por eso es que en la ciudad primitiva, todas las instituciones políticas habían sido instituciones religiosas. ( i ) Las fiestas habian sido ceremonias del culto; Jas leyes habían sido fórmulas sagradas ; los reyes y los magistrados habian sido sacerdotes. ( i) « Cité antique» pa g. 415. — 169 — E s por eso mismo que la libertad individual había sido desconocida y que el hombre no habia podido sustraer su conciencia misma á la omnipotencia de la ciudad. Es por ello, en fin, que el Estado habia quedado limitado á las proporciones de una villa, sin poder salvar el recinto que sus dioses nacionales le habían trazado en su origen. Cada ciudad tenia no solo su independencia, sino también su culto y su código. L a religion, el derecho, el gobierno, todo era municipal. La ciudad er• a la única fuerza viva ; nada otra cosa mas arriba, nada mas abajo, e• s decir, ni unidad nacional, ni libertad individual. — (Citéantique*) Pero este régimen desapareció con el desarrollo del espíritu humano, y el principio de la asociación de los hombres, una ves cambiado, tanto el gobierno como la religion y el derecho perdieron ese carácter municipal que hablan tenido en la antigüedad. Un nuevo principio, la filosofía de los estoicos, ensanchando las nociones de la humana asociación, emancipó al individuo. No quiso j a que la persona humana fuese sacrificada al Estado. Este gran principio, que la antigua ciudad habia desconocido, debía ser un dia la mas santa de las reglas de la política de todos los tiempos. Se comenzó entonces á comprender que habia otros deberes hacia la Patria ó el Estado ; otras virtudes que las virtudes cívicas. El alma se ligó á otros objetos que á la Patria. La ciudad antigua habia sido tan poderosa y tan tiránica, que de ella habia hecho el hombre el fin de todo su trabajo y de todas sus virtudes ; la Patria habia sido la regla de lo bello y de lo humano, y no habia heroísmo sino para ella. En medio de los cambios que se habían producido en las instituciones, en las costumbres, en las creencias, en el derecho, el patriotismo mismo habia cambiado ele naturaleza, y es una de las cosas que mas contribuyeron á los grandes progresos de Roma. No hay que olvidar lo que habia sido el sentimiento del patriotismo en la primera edad de las ciudades griegas y romanas. Formaba parte de la religion de aquellos tiempos, se amaba á la Patria porque se amaba á sus dioses protectores; porque en ella se hallaba su altar, un fuego divino, fiestas, plegarias, himnos, y porque fuera de la Patria no había ni dioses ni culto. Tal patrio-sistema era una fé, un senti- — no — miento piadoso. Pero cuando la casta sacerdotal perdió su dominación, esa clase de patriotismo desapareció de la ciudad con ella. El amolde la ciudad no pereció, pero tomó una forma nueva. No se amó ya á la Patria por su religion y sus dioses \ se la a m ó solamente por sus leyes, por sus instituciones, por los derechos y la seguridad que ella acordaba ásus miembros. Ese patriotismo nuevo, no tuvo los efectos que el de los viejos tiempos. Como el corazón n o s e apegaba ya aï altar, á tos dioses p r o tectores, al suelo sagrado, sino únicamente á las instituciones y á his leyes, que en el estado de instabilidad en que todas las ideas se encontraban entonces, cambiaban frecuentemente, el patriotismo se volvió u a sentimiento variable é inconstante, que dependió de las circunstancias y que estuvo sujeto á iguales fluctuaciones que el gobierno mismo. Ya no se amó la Patria sino en tanto que se amaba el régimen político que prevalecía en ella á la sazón. El que encontraba malas s u s leyes, no tenia ya vínculo que lo apegase á ella. El patriotismo municipal se debilitó de ese modo y pereció en las almas. La opinion de cada uno le fué mas sagrada que su Patria, y el triunfo de su partido le vino á sev mas caro que la grandeza ó gloría de su ciudad. Cada uno vino á preferir sobre su ciudad natal, si allí no hallaba las instituciones que él amaba, á tal otra ciudad en que veía esas instituciones en vigor. Entonces se comenzó á emigrar mas voluntariamente ; se temió menos el destierro. Ya no se pensaba en los dioses protectores y se acostumbraban fácilmente á separarse d e la Patria. Se buscó la alianza de una ciudad enemiga para hacer triunfar su partido en la propia. Pocos griegos había que no estuviesen prontos á sacrificar la independencia municipal, para tener la constitución que ellos preferían. En cuanto á los hombres honestos y escrupulosos, las disensiones perpétuas de que eran testigos, les daba el disgusto del régimen local ó municipal. No podían, en efecto, gustar de una forma de sociedad en que era preciso batirse todos los días, en que el pobre y el rico estaban siempre en guerra. Se empezaba á sentir la necesidad de salir del sistema municipal p a r a llegar á otra forma de gobierno que el de la ciudad ó local. Muchos hombres pensaban al menos en establecer mas arriba ele las ciudades — 171 — una especie de poder soberano, que velase en el mantenimiento del orden y que obligase á esas pequeñas ciudades turbulentas á vivir en paz. En Italia no se pasaban las cosas de otro modo que en Roma. Esa disposición centralista de los espíritus hicieron la fortuna de Roma, dice De Coulanges. La moral de la historia de ese tiempo es que Roma no hubiese alcanzado la grandeza que la puso á la cabeza del mundo, si no hubiese salido del espíritu local ó municipal y si el patriotismo nacional no hubiese reemplazado al patriotismo local ó provincial. ( i ) Así se diseñaban dos cambios en el prospecto de la humanidad, que debían conducir á la concepción de una autoridad nacional y suprema, mas alta que la del estado municipal, y que la libertad del hombre erigida en faz de la Patria y del Estado, como formando un contrafuerte de su edificio. Así el patriotismo grande ni chico no marcó el último progreso de la humana sociedad. Faltaba la aparición y el reinado del individualismo, es decir de !a libertad del hombre, levantada y establecida á la faz de la Patria y del patriotismo, coexistiendo con ellos armónicamente. Fué el carácter y distintivo que las sociedades libres y modernas tomaron del espíritu y de la influencia del cristianismo, fuente y origen de la moderna libertad humana, que ha transformado al mundo. Í5e puede decir con verdad, que la sociedad de nuestros dias debe al individualismo asi entendido, los progresos de su civilización. En este sentido, no es temerario establecer que el mundo civilizado y libre, es la obra del egoísmo individual, cristianamente entendido: Ama a Dios sobre todo y enseñó él, y d tu prójimo como á tí mismo ^ santificando de este modo el amor de sí á la par del amor del hombre. No son las libertades de la Patria las que han engrandecido á las naciones modernas, sino las libertades individuales, con que e¡ hombre ha creado y labrado su propia grandeza personal ; factor elemental de (i) De Coulanges, lib. V cap. IT. — 172 — la grandeza de las naciones, realmente grandes y libres, que son Iasdel Norte de ambos mundos. « La iniciativa privada ha hecho mucho y bien, dice Herbert Spencer. u L a iniciativa privada ha desmontado, desaguado, fertilizado nuestras campañas y edificado nuestras ciudades : ella ha descubierto y esplotado minas, trazado rutas, abierto canales, construido caminos de hierro con sus trabajos de a r t e ; ella ha inventado y llevado á su perfección el arado, el oficio de tejer, la máquina de vapor, la prensa, innumerables máquinas; ha construido nuestros bajeles, nuestras inmensas manufacturas, los recipientes de nuestros puertos; ella ha formado los bancos, las compañías de seguros, los periódicos, ha cubierto la mar de una red de líneas de vapor, y la tierra de una red eléctrica. La iniciativa privada ha conducido la agricultura, la industria y el comercio á la prosperidad presente y actualmente la impele en la misma via con rapidez creciente. Por eso desconfiais de la iniciativa privada ?" ( i ) Todo eso ha sido hecho por el egoísmo, es decir por el individualismo, tanto en Inglaterra como en nuestra América mas ó menos. Todo al menos puede ser hecho en nuestros países por esos mismos egoístas de la Europa entrados en nuestro suelo como inmigrados, á condición de que les demos aquí la libertad individual, es decir, la seguridad que allá tienen por las leyes ( p o r q u e esa libertad, allí significa seguridad, si Montesquieu no ha entendido mal las instituciones inglesas.) ¿Acaso en nuestro país mismo ha sucedido otra cosa que en Inglaterra? ¿A quién sino á la iniciativa privada es debida la opulencia de nuestra industria rural, que es el manantial de la fortuna del Estado y de los particulares? lian hecho mas p o r ella nuestros mejores gobiernos, que la energía, perseverancia y buena conducta de nuestros estancieros afamados á justo título? Si hay estatuas que se echen de menos en nuestras plazas son las de esos modestos obreros de nuestra grandeza rural, sin la cual fuera rstéril la gloria de nuestra independencia, nacional. Al contrario, ha sucedido con frecuencia: toda la cooperación que el (i) Ensayos de Moral, Ciencia y Estética. — 173 — Estado ha podido ciar al progreso de nuestra riqueza debía consistir en la seguridad y en la defensa de las garantías protectoras de las vidas, personas, propiedades, industria y paz de sus habitantes ; pero eso es cabalmente lo que han interrumpido las frecuentes guerras y revoluciones que no han sido obra de los particulares. Las mas veces en Sud-Am erica las revoluciones y asonadas, son oficiales, es decir, productos de la iniciativa dtl Estado. Después de leer al discípulo, leamos al maestro de Herbert Spencer —al autor de la Riqueza de las Naciones,—Adam Smith, que la vé nacer toda entera eu su formación natural de la iniciativa inteligente y libre de los individuos : " Es á veces la prodigalidad y la mala conducta pública, jamás la de los particulares, dice Smith, las que empobrecen á una nación. Todo ó casi todo el rédito público es empleado en muchos países en el sosten de gentes no productoras. Tales son esas que componen una corte numerosa y brillante, un grande establecimiento eclesiástico, grandes escuadras y grandes ejércitos, que en tiempos de paz no producen nada; y que en tiempo de guerra no adquieren nada que pueda compensar solamente lo que cuesta su mantenimiento, mientras ella dura. Allí todas las gentes que no producen nada por sí mismas, son mantenidas por el producto del trabajo délos o t r o s / ' " E l esfuerzo constante, uniforme y no interrumpido de cada particular, para mejorar su condición, principio de donde emana originariamente la opulencia pública y nacional, tanto como la opulencia particular, es á menudo bastante fuerte para hacer marchar las cosas de mejor en mejor, y para mantener en progreso natural, apesar de la extravagancia del gobierno y de los mas grandes errores de la administración/ 1 "Semejante al principio desconocido de la vida animal, él restaura comunmente la salud y el vigor de la constitución, en despique no solamente de la enfermedad, sino de las absurdas recetas del médico, (i) (I) Adam Smith, «Riqueza de las Naciones>, lib. II, cap. V. — 174 — <f EI producto anua de sus tierras y de su trabajo (de I n g l a t e r r a ) , essin contradicción mucho mas grande al presente, que no lo era e n tiempo de la restauración 6 déla revolución. El capital empleado e n cultivar esas tierras y en hacer marchar ese trabajo, debe, pues, s e r igualmente mucho mas grande. En medio de todas las exacciones del Gobierno, ese capital se ha acumulado en silencio y gradualmente, p o r la economía y buena conducta particular de los individuos, y por el esfuerzo universal, continuo y no interrumpido, que han hecho ellos para mejorar su condición. " " E s t e esfuerzo, protejido por las leyes y por la libertad de e m p l e a r su energía de la manera mas ventajosa, es lo que ha sostenido los progresos de la Inglaterra hacia la opulencia y á la mejora, en casi todas las épocas que han precedido, y lo que los sostendrá todavía, como es de esperar, en todos los tiempos que se sucederán. " Resulta de las observaciones contenidas en este estudio, que lo q u e entendemos por Patria y patriotismo habitualmente, son bases y puntos de partida muy peligrosos para la organización de un país libre, porque lejos de conducir á la libertad, puede llevarnos al polo opuesto, es decir, al despotismo, por poco que el camino se equivoque. Es muy simple el camino por donde el extremo amor á la Patria, puede alejar de la libertad del hombre y conducir al despotismo patrio del Estado. El que ama á la Patria sobre todas las cosas, no está lejos de darle todos los poderes y hacerla omnipotente. Pero, la omnipotencia de la Patria ó del Estado, es la exclusion y negación de la libertad individual, es decir de la libertad del hombre, que no es en sí misma sino un poder moderador del poder del Estado. La libertad individual es el límite sagrado en que termina la autoridad de la Patria. La omnipotencia de la Patria ó del Estado^ es toda la causa y razón de ser de la omnipotencia úcl gobierno de la Patria, que l e sirve de personificación ó representación en la acción de su poder soberano. — 175 — Así es como se ha visto invocar el patriotismo y la Patria á la Convención francesa de 1793 y á la Dictadura de Buenos Aires de 1840, en todas las violencias con que han sido holladas las libertades individuales del hombre, para el uso y posesión de su vida, de su hogar, de su opinion, de su palabra, de su voto, de su conducta, de su domicilio y locomoción. Todos los crímenes públicos contra la libertad del hombre, han podido ser cometidos, no solo impune, sino legal mente en nombre de la Patria omnipotente, invocada por su gobierno omnímodo. La libertad del hombre puede ser no solamente incompatible con la libertad de la Patria, sino que la primera puede ser desconocida y devorada por la otra. Son dos libertades diferentes, que á menudo están reñidas y en divorcio. La libertad de la Patria es la independencia respecto de todo país extranjero. L a libertad del hombre es la independencia del individuo respecto del gobierno de su país propio. La libertad de la patria es compatible con la mas grande tiranía, y pueden coexistir en el mismo país. La libertad del individuo deja de existir por el hecho mismo de asumir la Patria la omnipotencia del país. L a libertad individual significa literalmente ausencia de todo poder omnipotente y omnímodo en el Estado y en el gobierno del Estado. Las dos libertades no son igualmente fecundas en su poder fecundante de la civilización y del progreso de las naciones. La omnipotencia ó despotismo de la Patria, para ser fecundo en bienes públicos, necesita dos cosas : Ia- ser ilustrado: 2 a ser honesto y justo. En Estados nuevos, que ensayan recien la constitución de sus gobiernos libres, la omnipotencia de la Patria es estéril, y la de su gobierno es destructora. La libertad del individuo en tales casos, es la madre y nodriza de todos los adelantos del país, porque su pueblo abunda en extranjeros inmigrados, que han traído al país la inteligencia y la buena voluntad de mejorar su condición individual, mediante la libertad individual que sus leyes le prometen y aseguran. En países que han sido colonias de gobiernos omnímodos y absolutos, los gobiernos de nueva creación son débiles é ininteligentes para labrar el progreso de su civilización. L a omni potencia de la Patria, es exclusiva no solo de toda libertad, — 176 — sino de todo progreso público, porque el obrero favorito de este progreso es el individuo particular, que sabe usar de su energía y de su poder naturales, para conservar y mejorar su persona, su fortuna y su condición de hombre civilizado. Ahora bien, como la masa ó conjunto de esos individuos particulares es lo que se denomina pueblo, en la acepción vulgar de esta palabra, se sigue que es el pueblo y no el gobierno á quien está entregado por las condiciones de la sociedad sud-a menean a, la obra gradual de su progreso y civilización. Y la máquina favorita del pueblo para llevar á cabo esa elaboración, es la libertad civil ó social distribuida por igual entre sus individuos nativos y extranjeros, que forman la asociación ó pueblo sud-americano. Si esta l^y natural y fatal de propio engrandecimiento individual se denomina egoísmo, forzoso es admitir que el egoísmo está llamado á preceder al patriotismo en la gerarquia de los obreros y servidores del progreso nacional. Los adelantos del país deben marchar necesariamente en proporción directa del número de sus egoístas inteligentes, laboriosos y enérgicos, y de las facilidades y garantías que su egoísmo fecundo y civilizador encuentra para ejercerse y desenvolverse. L a sociedad sud-americana estaría salvada y asegurada en su porvenir de libertad y de progreso, desde que fuese el egoísmo inteligente y no el patriotismo egoísta el llamado á construir y edificar el edificio de las Repúblicas de Sud-América. Y como no es natural que el egoísmo sano descuide el trabajo de su propio engrandecimiento individual, so pena de dañar á su interés cardinal, se puede decir con verdad perfecta, que el progreso futuro de Sud-América está garantido y asegurado por el hecho de quedar bajo el protectorado vigilante del egoísmo individual, que nunca duerme. La omnipotencia de la Patria, convertida fatalmente en omnipotencia del gobierno en que ella se personaliza, es no solamente la negación de la libertad, sino también la negación del progreso social, porque — 177 — ella suprime la iniciativa privada en la obra de ese progreso. El estado absorbe toda la actividad de los individuos, cuando tiene absorbidos todos sus medios y trabajos de mejoramiento. Para llevar á cabo la absorción, el Estado engancha en las filas de sus empleados á los individuos que serian mas capaces entregados á sí mismos. E n todo interviene el Estado y todo se hace por su iniciativa en la gestion de sus intereses públicos. El Estado se hace fabricante, constructor, empresario, banquero, comerciante, editor y se distrae así de su mandato esencial y único, que es protejer á los individuos de que se compone, contra toda agresión interna y externa. En todas las funciones que no son de la esencia del Gobierno, obra como un ignorante y como un concurrente dañino de los particulares, empeorando el servicio del país, lejos de servirlo mejor. La materia ó servicio de la administración pública, se vuelve industria y oficio de vivir para la mitad de los individuos de que se compone la sociedad. Eí ejercicio de esa industria administrativa y política, que es mero oficio de vivir, toma el nombre de patriotismo, pues toma el aire de Servicio á la Patria el servicio que cada individuo se hace hacer por la Patria para vivir. Naturalmente toma entonces el semblante de amor á la Patria — gran sentimiento desinteresado por esencia—-el amorá la mano que procura el pan de que se vive. ¿Cómo no amar á la Patria como á su vida, cuando es la Patria la que hace vivir ? Así el patriotismo no es religion como en los viejos tiempos griegos y romanos, ni es siquiera superstición ni fanatismo. Es muchas veces mera hipocresía en sus pretensiones á la virtud y en realidad una simple industria de vivir. Y como los mejores industriales, los mas inteligentes y activos son los inmigrantes procedentes de los países civilizados de la Europa y esos no pueden ejercer la industria-gobierno, por su calidad de extranjeros, el mal desempeño del industrialismo oficial viene á dañarlos á ellos, á contener su inmigración y perjudicar á los nacionales que no tienen trabajo en los talleres privilegiados de la administración política. Si mas de un joven en vez de disputarse el honor de recibir un salario como empleado ó agente ó sirviente asalariado del Estado, -prefiriese el de quedar señor de sí mismo en el gobierno de su granja ó T. VIII. 12 — 178 — propiedad rural, îa Patria quedaría desde entonces colocada en el camino de su grandeza, de su libertad y de su progreso verdadero. Otro de los grandes inconvenientes de la noción romana de la Patria y del patriotismo para el desarrollo de la libertad, es, que como la Patria era un culto religioso en su origen, ella engendraba el entusiasmo y el fanatismo, es decir, el calor y la pasión que ciegan. De ahí nuestros cantos á la Patria entendida de un modo místico, que han excedido á los cánticos religiosos del patriotismo antiguo y pagano. El entusiasmo, ha dicho la libre Inglaterrra por la pluma de Adam Smith, es el mayor enemigo de la ciencia, fuente de toda civilización y progreso. El entusiasmo es un veneno que como el opio hace cerrar los ojos y ciega el entendimiento : contra él no hay mas antídoto que la ciencia, dice el rey de los economistas. En la América del Sud envenenada con ese tósigo, el entusiasmo es una cnlidad recomendable, lejos de ser enfermedad peligrosa ( i ) . La libertad esfria y paciente de temperamento; racional y reflexiva, no entusiasta como lo demuestra el ejemplo de los pueblos sajones, realmente libres. Los americanos del Norte como los ingleses y los holandeses, tratan sus negocios políticos no con el calor que inspiran las cosas religiosas, sino como lo mas prosaico de la vida, que son los intereses que la sustentan. Jamás su calor noderno llega al fanatismo. El entusiasmo engendra la retórica, el lujo del lenguaje, el tono poético que va tan mal á los negocios, y todas las violencias de la frase, precursoras de las violencias y tiranías de la conducta. En esas pompas sonoras de la palabra escrita y hablada, que es peculiar del entusiasmo, desaparece la idea, que solo vive de la reflexion y de la ciencia fría. De ahí es que los americanos del Norte, los ingleses y los holandeses no conocen esa poesía patriótica, esa literatura política, que se exhala en cantos de guerra, que intimidan y auyentan á la libertad en vez de (i) Smith, " Riqueza de las Naciones" libro V cap. I, — 179 — atraerla. Los americanos del Norte no cantan la libertad pero la practican en silencio. La libertad para ellos no es una deidad; es una herramienta ordinaria, como la barreta y el martillo. Todo lo que falta á Sud-América para ser libre como los Estados Unidos, es tener el temperamento frió, pacífico, manso y paciente para tratar y resolver los negocios mas complicados de la política, que l o e s también de los ingleses y de los holandeses, el cual no excluye el calor á veces, pero no vá jamás hasta el fanatismo, que enceguece y extravía. La Francia entra en la libertad á medida que contrae ese temple realmente viril, es decir, frió. El entusiasmo patrio es un sentimiento peculiar de la guerra, no de la libertad, que se alimenta de la paz. L a guerra misma se ha hecho mas fecunda desde que ha cambiado el entusiasmo por la ciencia, pero es mas hija del entusiasmo que de la ciencia. Por qué vínculo misterioso se han visto hermanadas en la América del Sud las nociones de la Patria, la libertad, el entusiasmo, la gloria, la guerra, la poesía, á que hoy se debe que se traten con tanta pasión las cuestiones públicas, que permanecen» indecisas precisamente porque no son tratadas con la serenidad y templanza, que las haría tan espeditivas y faciles? No es difícil concebirlo. Vista la Patria como fué considerada por las sociedades griegas y romanas, á cuyos ojos era una institución religiosa y santa, la Patria y su culto llenaron los corazones del entusiasmo inexplicable de las cosas santas. Del entusiasmo al fanatismo la distancia no fué larga. L a Patria fué adorada como una especie de divinidad y su culto produjo un entusiasmo ferviente como el de la religion misma. En la independencia natural y esencial de la Patria respecto del extranjero, se hizo consistir toda su libertad, y en su omnipotencia se vio la negación de toda libertad individual capaz de limitar su autoridad divina. Así el guerrero fué el campeón de su libertad contra el extranjero, considerado como enemigo nato de la independencia patria, y la gloria humana consistió en los triunfos de — 18Ô — la lucha sostenida en defender la libertad de la patria contra toda dominación de fuera. L a guerra tomó así su santidad de la santidad de su objeto favorito, que fué la libertad de la Patria, la defensa de su suelo sagrado y de la santidad de los estandartes, que eran sus símbolos bendecidos de la Patria, su suelo y sus altares entendidos como los griegos y romanos en un sentido religioso. Consideradas de ese punto de vista las cosas, la Patria fué inseparable de ellas, el entusiasmo que infundían las cosas santas y sagradas. L a Patria omnipotente y absoluta absorbió la personalidad del individuo, y la libertad de la Patria, eclipsando la libertad del hombre, no dejó otro objeto legítimo y sagrado á la guerra, que la defensa de la independencia ó libertad de la Patria respecto del extranjero, y su omnipotencia respecto del individuo, que era miembro de ella. Así fué como en el nacimiento de los nuevos Estados de Sud-América, San Martin, Bolívar, Sucre, O'Higgins, los Carrera, Belgrano, Alvear, Pueyrredon, que se habían educado en España y tomado allí sus nociones de patria y libertad, entendiendo la libertad americana á la española, la hicieron consistir toda entera en la independencia de los nuevos Estados respecto de España, como España la había entendido respecto de Francia, cuando la guerra con Napoleon I. Esos grandes hombres fueron sin duda campeones de la libertad de América, pero de la libertad en el sentido de la independencia de la Patria respecto de España; y si no defendieron también la omnipotencia de la Patria respecto de sus miembros individuales, tampoco defendieron la libertad individual entendida como límite del poder de la Patria ó del Estado, porque no comprendieron ni conocieron la libertad en ese sentido, que es su sentido mas precioso. {Dónde, de quién podían haberla aprendido? ¿De España, que jamás la conoció, en el tiempo en que ellos se educaron allí ? Washington y sus contemporáneos no estuvieron en ese caso, sino en el caso opuesto. Ellos conocían mejor la libertad individual que la independencia de su país, porque habían nacido, crecido y vivido desde su cuna, disfrutando de la libertad del hombre, bajo la misma dependencia de la libre Inglaterra. Así fué que después de conquistar la independencia de su patria, los individuos que eran miembros de ella se encontraron tan libres como — 181 — habían sido desde la fundación de esos pueblos, y su constitución, d e nación independíente, no I1Î20 sínó confirmar sus viejas libertades interiores, que ya conocían y manejaban como veteranos de la libertad. La gloria de nuestros grandes hombres fué mas deslumbrante, porque nació del entusiasmo que produjeron la guerra y las victorias de la independencia de la Patria, que nació omnipotente respecto de sus individuos, como lo había sido la madre patria bajo el régimen omnímodo del gobierno de sus reyes, en que la Patria se personificaba. L a gloria omnipotente de nuestros grandes guerreros de la independencia, como nacia del entusiasmo por la Patria, que habia sido todo su objeto, porque la entendían en el sentido casi divino que tuvo en la vieja Roma y en la vieja España ; la gloria de nuestras grandes personalidades históricas de la guerra de la Independencia de la Patria, continuó eclipsando á la verdadera libertad, que es la libertad del hombre, llegando el entusiasmo por esos hombres simbólicos hasta tomar á la libertad sus altares mismos. Este es el terreno en que se han mantenido hasta aquí la dirección de nuestra política orgánica y nuestra literatura política y social, en que las libertades de la Patria han eclipsado y hecho olvidar las libertades del individuo, que es el factor y unidad de que la Patria está formada. ¿De dónde deriva su importancia la libertad individual? De su acción en el progreso de las naciones. Es bajo — — una libertad multíplice ó multiforme, que se descompone y ejerce estas diversas formas: Libertad de querer, optar y elegir. Libertad de pensar, de hablar, escribir : — opinar y publicar* — Libertad de obrar y proceder. — Libertad de trabajar, de adquirir y disponer de lo suyo. — Libertad de estar ó de irse, de salir y entrar en su país, de locomoción y de circulación. — Libertad de conciencia y de culto. — Libertad de emigrar y de no moverse de su país. — 182 —. — Libertad de testar, de contratar, de enageiiar, de producir y adquirir. Como ella encierra el círculo de la actividad humana, la libertad individual, que es la capital libertad del hombre, es la obrera principal é inmediata de todos sus progresos, de todas sus mejoras, de todas las conquistas de la civilización, en todas y cada una de las naciones» Pero la rival mas terrible de esa hada de los pueblos civilizados, es la Patria omnipotente y omnímoda, que vive personificada fatalmente en gobiernos omnímodos y omnipotentes, que no la quieren porque es límite sagrado de su omnipotencia misma. Conviene, sin embargo, no olvidar que así como la libertad individual es la nodriza de la Patria, así la libertad de la Patria es el paladium d e las libertades del hombre, que es miembro esencial de esa Patria. P e r o ¿ cuál puede ser la Patria mas interesada en conservar nuestras personas y nuestros personales derechos, sino aquella de que nuestra persona es parte y unidad elemental? Por decirlo todo en una palabra final, la libertad de la Patria es una faz de la libertad del hombre civilizado, fundamento y término de todo el edificio social de la humana raza. LA REPÚBLICA ARGENTINA CONSOLIDADA EN" 1880 CON LA CIUDAD DE BUENOS AIRES POR CAPITAL POR J. B. ALBERDI PREFACIO ¿ C o n q u e motivo ha sido escrito este libro? Todos saben que su autor, emigrado en Chile durante la tiranía de Rosas, escribió después de su caida, en 1852, el libro de las Bases, y el proyecto de Constitución para la República Argentina, que tuvo la sanción casi total del pais y del Congreso Constituyente de Santa-Fé, en 1853. Estando el edificio levantado sobre esos fundamentos á la mitad de su construcción, á los 30 años de principiado se ha renovado la situación que alió lugar á su comenzamiento, y el autor, siguiendo el movimiento organizador del país, se ha creído llamado á trabajar en el acabamiento de la obra, que ayudó á comenzar, escribiendo el presente libro, especie de segunda mitad complementaria del libro de las Basesy que el autor publica con el mismo espíritu patriótico, por el mismo móvil desinteresado que lo determinó á escribir las Bases* Tratándose hoy de la cuestión de Capital, que en este país abraza todas las cuestiones de su política, porque su Capital natural encierra todos los elementos de poder de la Nación, {quién extrañaría ver mezclarse á este estudio, al que le consagró tantos anos de su vida, y en ocasión en que se trata de completar la obra de 1852? Como se completan los dos cambios de 1852 y 1880, así se completan los dos libros, escritos para servir al mismo trabajo de organización regular. ¿Qué necesita ese trabajo en esta vez? Obra un poco inconsciente de sus colaboradores mismos, necesita ser explicada, comprendida, sostenida por ellos y por todos los que tienen interés en la permanencia y duración de la paz. — 186 ¿Cuál móvil, sino su patriotismo probado p u e d e ser el motivo determinante del autor eti esta vez, como en 1852 ? ¿Si los que aplaudieron las Bases¡ desaprobasen el corolario de ellas, estaría la instabilidad del lado del autor? { No está el presente libro por la Capital en la ciudad de Buenos Aires, c o m o lo estuvo, hace 30 años, su libro de las Bases f Escribe hoy, como entonces, con la independencia del ciudadano que interviene, como tal, en la discusión de negocios fundamentales de su país. Escribe para servir al orden regular, á la libertad, á la paz, por los mismos medios que cuando escribió las Bases. Es hoy, como entonces, el principal medio d e pacificar los espíritus y disponerlos á la confianza, que es el alma de los negocios, el explicar la cuestión y la solución que mas han preocupado y dividido á la opinion de este país. Explicar la razón de ser del cambio ocurrido, es demostrar la razón que su resultado tiene de durar y permanecer, cuando ese resultado es, nada menos, que la consolidación del Estado A r g e n t i n o , con la ciudad de Buenos Aires p o r base y Capital. Este cambio es tan grande, que solo tiene dos precedentes en la historia argentina de este siglo: i ° la revolución d e Mayo de 1810, en que la monarquía colonial española fué reemplazada por la República Argentina independiente: 20 la revolución que derrocó á la dictadura de Rosas, en que las Provincias argentinas, abriendo sus puertos fluviales al comercio directo del mundo, tomaron la p a r t e de renta y poder que hasta entonces había monopolizado el Gobierno de la Proviñeta-Metrópoli de Buenos Aires, por las leyes coloniales. Dudar de la estabilidad de una solución que tanto sirve al interés bten entendido de la Provincia de Buenos Aires, como al de la Nación Argentina, es menos lícito que admitir como revocables las revoluciones de Mayo de 1810 y de Febrero de 1852. Son de esos hechos q u e por las leyes naturales de la historia no tienen restauración; y cuando la tienen, es la momentánea resistencia de la rutina e» lucha con el poder invencible de la gravitación de nuestra naturaleza perfectible hacia lo mejor. — 187 — No son personas, son instituciones las que han caído en el cambio de 1880; son )as Leyes de Indias y la Ordenanza de Intendentes\ con su obra mas genuina, que era la Capital-Provincia de Buenos Aires, en ]a forma que esas leyes le dieron para avasallar al pueblo argentino, cuando era colonia de España. A los setenta años de la revolución de Mayo contra el viejo régimen, la vida de esa institución monarquista y colonial, continuaba siendo un anacronismo, una distracción, un olvido de la revolución de Mayo. E r a tiempo de ultimar á ese resto de la máquina monarquista que nos quedaba como negación de la República, Tan imposible como fuera restaurar nuestro antiguo régimen, las Leyes de Indias y la Ordenanza de Intendentes que lo constituían, así seria la restauración de la Capital, que, para esas leyes, era toda la cuestión del Reino, como es hoy para nosotros la cuestión de Buenos Aires, toda la cuestión de la República. La República ha renacido ó acabado de nacer como régimen político, el dia que ha cesado de existir la vieja institución monarquista de la Capital Provincia, en que vivió el régimen colonial hasta 1880. Nada probana mayor ceguedad en cosas de Estado, que la esperanza de restauración del orden de cosas que acaba de desaparecer, como si este cambio no fuese del todo diferente de cuantos han ocurrido hasta aquí. Seria no ver que lo que ha caído esta vez no es un poder personal, sino la razón de ser, la causa del poder desaparecido. Esa razón era la integridad de la Provincia-Metrópoli, compuesta de la ciudad y campaña de Buenos Aires. Esa integridad es la que ha desaparecido para toda la vida de la República Argentina, junto con su razón de ser, que era el poder colosal, aumentado por su integridad misma. En esto está lo original y excepcional de este cambio, y lo que hará impracticable su revocación. Esa integridad es lo que dejaron en pié las revoluciones anteriores, y como con ella se dejaba á los caídos el poder todo entero, que los habia tenido arriba, con ese mismo poder restauraban su antiguo ascendiente desorganizador. Es lo que sucedió cuando la revolución de Setiembre de 1852, cuando los pactos de Junio y de Noviembre, cuando la reforma de la Constitución nacional de 186o. Eso es lo que no ha sucedido ni sucederá esta vez, porque la division de la Provincia-Metrópoli^ en dos partes, — 188 — ha quitado á los reaccionarios, para siempre, su antiguo poder, cuya plaza fuerte era la ciudad de Buenos Aires. Para subir de nuevo necesitarán restaurar la unidad de la Provincia, quitar á la ciudad de Buenos Aires su rango de Capital de la Nación, y echar fuera de ella á sus autoridodes. ¿Podrían hacerlo? ¿Con qué poder? ¿Con frasea calurosas y elocuentes? Hablamos aquí con la imparcialidad del que discute una cuestión de ciencia. L a mejor prueba de la imparcialidad con que están aquí apreciados los hechos y cosas referentes al cambio de 1880, es el método impersonal seguido por el autor, de juzgar á las personas de nuestro mundo político como instrumentos de las cosas, y no á las cosas como instrumentos de las personas. ¿No es mejor y mas consolador que puedan explicarse los vicios de la política y de los políticos por los vicios de las instituciones, de que han sido ellos mismos productos é instrumentos? Esta impersonalidad tiene de bueno, que disminuyela responsabilidad del gobernante y prepara y conduce á la reconciliación de los hombres y partidos, por la indulgencia mutua de su conducta errónea. Pero no son los hombres y los gobiernos lo que aquí se explica por las cosas é instituciones, sino los pueblos mismos; y de esas cosas é instituciones, las que mas poder tienen en su conducta, son aquellas que por mas tiempo los han gobernado, y bajo cuyo gobierno han nacido, crecido y recibido su educación y manera de ser. Aquí esas cosas é instituciones dominantes, son las del antiguo régimen, que como vivenclandestinamente, por estar condenadas á morir, no están escritas, pero su gobierno invisible y latente está mas vivo y animado que el de las leyes escritas. De esas instituciones del antiguo régimen, la primera, la mas fuerte,. la mas activa, la mas duradera, ha sido la de su Provincia-Metrópoli', en, que ha vivido todo el reino colonial de España, en sus Provincias del Rio de la Plata. En su Provincia-Capital'de Buenos Aires, fué constituido su vireínato entero, no solamente por la palabra de sus leyes= orgánicas, sino por la acumulación real hecha dentro de ella, de todos los medios y fuerzas de gobierno que el vireínato contenia dentro de esa residencia obligada del Gobernador-Virey, revestido de un poder extraordinario, ilimitado. — 189 — « Ha de continuar el Virey de Buenos Aires, decía la Ordenanza de Intendentes constitutiva del Vireinato, con todo el lleno de la superior autoridad y omnímodas facultades, que le conceden mi real título y las Leyes de Indias, como á Gobernador y Capitán General en el distrito de aquel mando, á cuyos altos empleos correrá agregado el de Presidente de la Audiencia y Cancillería, que tengo resuelto establecer en la expresada c a p i t a l . . . » Dejando intacta y entera esa institución, mas que monárquica, cuando fué proclamada la República, se creó una libertad escrita, al lado de una monarquía no escrita, pero viva y palpitante, que siguió gobernando los actos y las voluntades de los que mandaban y de los que obedecían como republicanos, es decir, de los gobiernos y de los pueblos. Esta es la institución que el reciente cambio complementario de los de Mayo de 1810 y F e b r e r o de 1852, ha hecho cesar para siempre, haciendo para el futuro materialmente imposible la reaparición de esos gobiernos é influjos, casi omnímodos, que antes de ahora se perpetuaron en el poder, por el mero hecho de tener por residencia la CapitalProvincia^ razón de ser y causa de su influencia omnímoda. Debemos al lector algunas explicaciones que es llegado el tiempo de darle, sobre puntos relativos á la forma de este libro. Repetir demasiado las cosas, incurrir en redundantes explicaciones de cosas ya explicadas, como se hace á menudo en este libro, no es tratar al lector con esa urbanidad que Montesquieu usaba cuando dejaba sus frases medio acabadas, por no privar al lector del gusto de acabarlas por su propia penetración. Nos confesamos del pecado de haber faltado á esta regla, pero no sin excusa. No siendo el presente un Hbro de recreo, ni de bella literatura, sino de negocios serios y complicados, como de ordinario son los de política, hemos preferido la manera habitual del profesor, que no desdeña la redundancia, cuando conviene á la claridad. Tampoco pueden ser familiares al lector ordinario los principios de materias que no se han discutido ante él muchas veces. Donde la cuestión de una capital para la Nación se ha dejado de tratar como inoportuna y fastidiosa, no puede ser familiar al común de los lectores la inteligencia del — 190 — asunto, y nos ha parecido la redundancia el mas perdonable de los abusos. Por otra parte, hemos temido que de este inmenso cambio no abriguen perfecta conciencia ni los que lo han realizado, ni los que lo lian sufrido, ni los que han ganado, ni los que han perdido, por lo cual nos hemos creído autorizados para ser redundantes hasta el fastidio. Esto probaria que el cambio se ha impuesto á los unos y á los otros, con el poder despótico de la evolución, que preside al progreso natural de la vida civilizada en la América del Sud. ¡ Q u é i m p o r t a ! ¿Cuál nación, cuál organismo nacional ó individual no se ha visto en este caso? Nosotros somos la obra de leyes y fuerzas naturales que nos hacen y forman sin nuestra intervención, y que nosotros creemos hacer y gobernar á nuestra voluntad. Estas son las leyes y fuerzas que harán de Sud-América un mundo igual á todo lo que los mundos conocen de mas ftdiz y perfecto, apesar nuestro y de nuestros desaciertos, de todas nuestras desafecciones y resistencias. De otra falta adolece la composición de este libro, que necesita del perdón de su lector, la cual consiste en frecuentes anacronismos de expresión, que el autor comete cuando habla en tiempo presente, v. g. de cosas pretéritas, y vicc-versa. La causa de este defecto, viene de que su composición ha durado tanto como la crisis de que es un estudio, practicado al paso de los acontecimientos, tan variados y contradictorios, como han sido los del año 1880. Otra advertencia dirigida á la bondad del lector. Muchas veces, cuando el autor explica sus afirmaciones por los hechos de nuestra historia, no repite la historia que dictan los documentos á la letra. Dice á veces lo que ellos callan, para dejar entender mejor por la cautela de su silencio, la verdad que eluden, tal vez por algún miramiento, cuyo motivo no aparece. Para equivocar el sentido de un hecho, no hay á veces mejor medio que leer al pié de la letra el documento que pretende ser su prueba. Así, por ejemplo, leído á la letra el primer documento de nuestra historia, que es la acta de la Revolución de Mayo, — 191 — esta revolución no fué hecha contra el Rey de España, sino en su servicio y defensa. Está dividido el libro en dos partes principales, como los objetos tratados en él, á saber: la Primera Parte, que mira á la cuestión de Capital y su solución, del punto de vista d e la Nación Argentina; y la Segunda Parte, que las considera del punto de vista de la Provincia de Buenos Aires. No siendo ambas materias sino dos faces de una misma, no ha podido el autor dejar de infringir á menudo la línea divisoria de simple método, que parece separarlas. Un consuelo deja al lector la acumulación de tantos defectos, y es que todos ellos pueden remediarse en ulterior edición, al favor de tiempos mas reposados y de la colaboración misma de la crítica, que no dejará, tal vez, de provocar este ensayo, que de veras no pasa de tal, ó de embrión de un libro, que el autor revisará, tal vez, mas tarde, si valiese en su opinion la pena de ser dos veces editado. Buenos Aires, Abril 24 de 1881. - •^ ^ INTRODUCCIÓN I EI país que hoy es la República Argentina fué por tres siglos, hasta i 8 i o , p a r t e accesoria de una monarquía absoluta, perteneciente á E s p a ñ a ; es decir, un reverso secular de lo que es hoy. S u Gobierno tenia por jefe á un Virey, armado de poderes ilimitados y absolutos, que le fueron dados por el Rey, en leyes y ordenanzas coloniales que formaban el Código conocido con el nombre de Leyes de Indias y Ordenanza de Intendentes. E s t e Vireinato se componía de ocho Intendencias provinciales y tres Gobiernos especíalesT e n i a por Capital y residencia d^\ Virey, su jefe, á la mayor de sus Provincias, que era la de Buenos Aires. E s t a Provincia-Metrópoli, como la llamaba la Ordenanza de Intendentes ¡ con tenia y debia contener todos los elementos del poder material necesario para componer el poder central, absoluto y omnímodo de que estaba revestido el Virey, para gobernar á todo el Reino, sin limitación ni control. Pitra hacer efectiva esta concentración del poder absoluto del Virey, fué compuesta la Capital de su residencia, de dos países unidos, á s a b e r : la Provincia de Buenos Aires, propiamente dicha, y la Ciudad de Buenos Aires; y para el gobierno inmediato, directo y exclusivo de T. MÎT. 13 — 194 — este agregado de dos países, recibió el jefe de la více-monarquía colonial, el encargo de dos gobiernos, á saber: el de Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y el de Virey y Capitán General de todo el Vir; inato. La ciudad ribereña de su residencia, Buenos Aires, fué el indispensable y único puerto de entrada y salida que tuvo el Reino entero, para el tranco y cambio de sus productos naturales, con los artefactos que recibía de Europa« De este modo, la renta de ese tráfico se encontró acumulada bajo las manos del Virey, y con la Aduana y el crédito, del monopolio de todo el tránsito fluvial y terrestre del país entero, por estar el puerto de Buenos Aires en la embocadura del Rio de la Plata. El Virey fué omnipotente, no solo por las leyes escritas, sino por los elementos reales del poder efectivo de todas las Provincias, q u e las leyes concentraron en Buenos Aires, y pusieron en manos del ViceMonarca, que allí tenia su residencia. La Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, tuvo que ser en fuerza, extension y recursos, tan poderosa casi como el Vireinato todo entero, para llevar á cabo su papel, que era el de conservar la vida de la monarquía colonial, contra toda resistencia nacida de los vasallos omnímodos y absolutos, y de los vecinos extranjeros. Así, toda la monarquía hîspano-americana del Plata, tuvo por base y fundamento á su Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, compuesta de dos países y dos Gobiernos, que venían á ser el país rural de la Provincia, tan vasta como un tercio del Reino, y la ciudad de Buenos Aires, tan grande como la mitad de las ciudades capitales internas reunidas; y sus dos gobiernos, que venían á ser el inmediato y exclusivo de la Provincia de Buenos Aires, el del Gobernador, y el del Virey y Capitán General del Vireinato, compuesto de todas las Provincias del Rio de la Plata. Por esa Constitución todas las Provincias del Plata dependían de la Provincia-Metrópoli, ó Capital de Buenos Aires, como esta Provincia misma y todo el Vireinato, dependían del Soberano de España, su dueño y señor, á título de descubridor, conquistador, poblador y o r g a nizador del Reino argentino. Había, según esto, dos dependencias: una, interior y doméstica d e — 195 — 1as Provincias del país respecto de la Provincia-Metrópoli', exterior é intercontinental del país entero respecto de España. otra, Cuando la revolución de América rompió esta última dependencia en perjuicio de la dominación española y de la soberanía de su monarca en las Provincias argentinas, la soberanía de las Provincias, que fué del Rey de España, pasó nominal mente á manos del pueblo de las Provincias emancipadas dei Rey. Pero esas Provincias emancipadas de la Metrópoli española, quedaron dependientes de Ja Metrópoli-territorial, por haber dejado en pié la máquina realista que formaba el poder omnipotente y omnímodo del Virey en las Provincias ; la cual residia en la forma y composición de la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, compuesta de la union de dos países y dos gobiernos. Los dos países y los dos gobiernos que estuvieron unidos en manos del Virey-Gobernador del Vireinato y de la Provincia-Metrópoli, quedaron, por la falta ó ausencia del Virey, en las manos del Gobernador de Buenos Aires, que fué, de hecho, una especie de Virey ó de Presidente del Reino entero, transformado por la Revolución, en República Argentina. L a República fué gobernada por el Gobierno que gobernó al Vireinato, en el mero hecho de conservar el depositario de ese gobierno en sus manos, á la doble Capital compuesta de la Provincia y Ciudad de Buenos Aires, que contenia el puerto, el monopolio del tráfico, el de su renta y de su crédito, en una palabra, el de su poder real y efectivo todo entero. L a soberanía del pueblo argentino, compuesto del pueblo de todas las Provincias Unidas en un solo cuerpo de Estado, quedó existiendo nominalmente, mientras la máquina ó fábrica del poder real, quedó intacta, como antes estaba bajo el Gobierno de España y de su Virey de Buenos Aires. Así se vieron coexistiendo en la nueva Nación, dos Gobiernos nacionales, uno de hedió, que era el tenedor de la Provincia-Metrópoli, en que estaba organizado y montado el poder real; y otro de derecho, que se titulaba un Gobierno, y lo era, pero un Gobierno sin poder y de mero nombre, á causa de que no poseía la máquina productora del poder soberano, real y efectivo, el cual está en kiposesion de la juris — 196 — dicción directa, inmediata, exclusiva, sobre el suelo, el pueblo, las cosas y establecimientos de su residencia. Y como en esta distribución del poder jurisdiccional, cada Provincia imitó y asumió la actitud de la Provincia-Metrópoli, para con el nuevo soberano, que era el Pueblo Arg entino ¡ compuesto de la union de todas ellns, resultó que en cualquier parte en que se vieron coexistiendo los dos Gobiernos, el de la Nación y el de la Provincia, este último se encontró poseedor del poder mas ventajoso y real, que era el poder inmediato, directo y exclusivo sobre la Provincia y Ciudad de su común residencia; el otro fué un mero huésped. El que de ?wmbrc, se decía jefe supremo del otro, era, en el hecho, el agente real de su agente nominal. L a fuerza efectiva y real de que dispuso el Gobierno Nacional en 1880 para vencer de hecho á su agente el Gobernador de Buenos Aires, no ha sido un desmentido de la verdad que dejamos sentada; porque los elementos y materiales de esa fuerza, fueron extraídos de Buenos Aires, medio clandestinamente, durante el tiempo en que el Gobierno Nacional coexistió en esa residencia con el Gobierno Provincial de ella, que de ese modo se encontró desarmado el dia que la elección presidencial transformó su conflicto permanente y pasivo, en la guerra civil de que la ciudad de Buenos Aires fue teatro. Si el Presidente Avellaneda y el General Roca no hubiesen residido y sacado de Buenos Aires, al favor de esa residencia, sus empleos, su autoridad, sus armamentos y recursos de guerra, no habrían tenido elementos de qué disponer para vencer al Gobernador, poseedor directo y exclusivo de la Provincia-Metrópoli, en que todo eso estaba absorbido. Dividir á esta Metrópoli provincial argentina en los dos elementos, cuya union sirvió para constituir el poder omnipotente y soberano del Gobernador- Virey, residente en ella, con jurisdicción local, exclusiva y directa, era el remedio que al cabo de setenta años perdidos se ha adoptado, al fin, dando al Presidente, como jefe supremo de la República, la residencia y autoridad que tuvo el Vire}', como jefe supremo del Vireinaio. — 107 — Esta division del poder, de la jurisdicción y de la residencia de la Provincia-Metrópoli de las demás, de cuando formaron la monarquía colonial, que perteneció al monarca de España ; esta division y distribución del poder metropolitano del Estado Argentino, basta para poner en paz á los dos Gobiernos antagonistas, cuya lucha ha formado el fondo de la historia de nuestras disensiones por mas de medio siglo. Tenia razón el Dr. Moreno, cuando en 1810, siguiendo á Montesquieu, el Tocqueville de la libertad británica, escribió estas palabras, dedicadas al Congreso convocado para constituir el nuevo Gobierno de la Patria:— «Licurgo fué el primero que, trabajando sobre las meditaciones de Minos, encontró en la division de los poderes el único freno para contener al magistrado en sus deberes. El choque de autoridades independientes debia producir un equilibrio en sus esfuerzos....» « Equilibremos los poderes y se mantendrá la pureza de la administración....» «He creído que el primer paso para entrar á las cuestiones que anteriormente he propuesto, debe ser analizar el objeto de la convocación del Congreso..-.» « La convocación del Congreso no tuvo otro fin que reunir los votos de los pueblos, para elegir un Gobierno Superior de estas Provincias, que subrogase al del Vi rey y demás autoridades que habían caducado. Buenos Aires no debió erigir, por sí mismo, una autoridad extensiva á pueblos que no habían concurrido con su sufragio á su instalación. » Tratábase, pues, de un cambio fundamental de gobierno, erigido sobre un nuevo principio de autoridad, que era el de la soberanía del Pueblo Argentino, subrogada á la del Rey de España, que habia ejercido en su nombre, y como su representante, el Virey. Dejar á este nuevo soberano bajo la preponderancia de la ProvinciaMetrópoli, que se habia construido para avasallar á los argentinos, cuando eran colonos serviles de un soberano extranjero, no era efectuar una revolución de sistema y de principio de gobierno, sino de personas ; era dejar en manos de las personas ocupantes y tenedoras de la Provincia-Metrópoli, depositaría de todo el poder real y efectivo del país entero, el poder soberano que se arrancaba á la persona del Rey de España. No habia otro medio práctico y mecánico de poner la supremacía de — 198 — la nueva autoridad en manos del nuevo soberano argentino ( q u e e r a el pueblo argentino), que entregar á su jefe y representante, el Presidente de su elección, la Ciudad-Capital, que habia sido la máquina de poder y de autoridad soberanos, bajo el Gobierno monárquico, caducado el 25 de Mayo de 1810, nominalmente al menos. Esto es lo que no se hizo, y por eso quedó siempre la autoridad nacional del nuevo soberano, que era el pueblo argentino, en autoridad de mero nombre, quedando en realidad subordinado el soberanode derecho, al que era en realidad, Gobierno Nacional de hecho>, solo porque era tenedor exclusivo de la vieja máquina del poder político del país entero. Esta es la máquina que se acaba de desarmar por la reciente ley de Capital, para dar al soberano argentino, que es el pueblo de las Provincias todas, una forma de Capita!, que dé á la Nación la parte del poder que faltaba á su Gobierno, y que quite á la Provincia de Buenos Aires la parte de poder que le sobraba. Este cambio es nada en el sentido de que todo lo cambiado queda en casa, pero la casa queda en paz, rica, poderosa y feliz- 11 Continuación del mismo asunto El deber de una Provincia, en una Nación libre, es ocuparse de sí misma ante todo, y de la Nación en seguida, en cuanto sirva á su autonomía. En este individualismo nacional y local á la vez, consiste la libertad moderna de tipo sajón. De este punto de vista debe considerar Buenos Aires la cuestión d e Capital. No conviene á esta Provincia la Capital que tuvo bajo el Vireînato, porque estaba organizada como para producir el poder absoluto y omnímodo que necesitaba ejercer el monarca por intermedio de su Virey-Gobernador de Buenos Aires, encargado de conservar y defender — 199 — la vida de esta monarquía colonial, contra toda resistencia nacida en su seno, ó venida del extranjero. Para ello dio á su Virey dos gobiernos, el de la Provincia de Buenos Aires y el del Víreinato todo entero; y para efectuar esta acumulación de dos gobiernos en uno, formó la Capital del Reino de dos pueblos, el de la Provincia y el de la Ciudad de Buenos Aires. Toda la existencia y conservación de esta monarquía hispano-argentin a, depend i a del poder omnipotente que daba al Virey, la maquinaria de una Provincia-Metrópoli, Capital de todas las del Vireinato; y á la Provincia-Metrópoli, la aglomeración de su vasto territorio rural, con la Ciudad-puerto, que era la aduana y tesorería del Reino entero. EL medio natural de unir dos gobiernos en uno solo central y capital, fué unir los dos países sujetos directamente á esos dos gobiernos. De ahí ía unidad indivisible de la Provincia-Metrópoli, expresamente constituida para no tener dentro ni fuera del Vireinato, un contrapeso capaz de disminuir la autoridad omnipotente del soberano, que lo era el Rey de España, y su Virey en el Plata. Si la unidad indivisible de la Provincia-Metrópoli, compuesta de dos países y dos Gobiernos, tuvo por objeto asegurar la vida de la monarquía hispano-argentina, y la soberania.de su monarca español en su Reino de la Plata, esa unidad perdía su razón de ser, desde el día en que la soberanía del país pasaba de manos del Rey de España á las del pueblo unido de las Provincias del Plata. Este cambio requería, como condición de vida y de estabilidad, la division de los dos gobiernos que acumulaba el Virey, el de Gobernador de Buenos Aires, y el de Virey de las Provincias del Reino, en dos gobernantes separados; y Ja separación de ambos gobiernos requería, como medio y condición esencial de ejecución, la division de ía Capitaî; ó Provincia-Metrópoli, en sus dos países y pueblos componentes, á saber: la Provincia de Buenos Aires, propiamente dicha, y la Ciudad ÚQ Buenos Aires, de que fué inmediato el Virey de España, reemplazado« por el poder de la Revolución, que dislocó la soberanía, y por el Presidente de ia República Argentina erigida en nación independiente. y soberana. Esta es la division que debió hacer, pero que dejó de hacer la República el día de su aparición, en que suprimió al Virey. Dejando subsistente la unidad de la Provincia-Metrópoli, se encontró — 200 — el G o b e r n a d o r de la Provincia de BLíenos Aires, por ausencia del Virey, jefe inmediato d e la Ciudad de Buenos Aires, p o r el hecho de hallarse en posesión de los dos países y de los dos gobiernos, que el Virey asumía p o r la Constitución colonial q u e îo creó, para que su p o d e r ilimitado no tuviese control nî contrapeso en el país que fué el Vireinato español, y m a s t a r d e , la República Argentina. C u a n d o el G o b e r n a d o r omnipotente no ejerció la tiranía del Virey, -como hizo el G o b e r n a d o r Rosas, abusó de su omni potencia p a r a hacer y deshacer P r e s i d e n t e s ; y cuando no se hizo Presidente él mismo, trajo al Presidente hecho h a c e r p o r él, para residir hospedado en la Provincia de su jurisdicción directa y exclusiva, con virtiendo á su jefe nominal en s u agente real. El G o b e r n a d o r d e B u e n o s Aires fué nuestro Príncipe de Gales repu- blicano ¡ h e r e d e r o n a t o del p o d e r supremo. E s t e desquicio de q u e solo sacó partido el extranjero, porque dejó á la Nación sin centro c a p i t a l , sin Gobierno, ó á su Gobierno nominal sin el poder efectivo, con el q u e se quedó el Gobierno omnipotente de la .Provincia-Metrópoli, fué defendido por éste como un beneficio para Buenos Aires; lo cierto es, q u e solo benefició al p o d e r armado q u e hizo p e s a r el G o b e r n a d o r s o b r e la Provincia misma de su mando inmediato y exclusivo. Y siempre que ese resto del régimen monárquico subsista, los recursos del poder argentino, q u e él acumule en Buenos Aires, han de hacer la riqueza y el p o d e r d e l G o b i e r n o suplantado al del Gobernador-Virey, no el poder ni la riqueza del pueblo de Buenos Aires, suplantado al pueblo de vasallos y colonos del Rey de España, (pie lo precedió. L a España no fundó ni organizó esta colonia para enriquecer y fortalecer á sus colonos y vasallos, sino p a r a enriquecer y fortalecer al poder de su C o r o n a y de su real E r a r i o . Hizo de su organización una m á q u i n a de rentas y de poder, que usó desde luego en avasallar y dominar á sus propios colonos. Los únicos beneficiarios de esas rentas, eran el Rey y los agentes y servidores del Rey, q u e hacian el servicio de su Gobierno. En América eran los Vi rey es, los magistrados, los G o b e r n a d o r e s y oficiales de la Corona. Después de caído el r é g i m e n realista, el Gobernador de la Metrópoli Provincia- de Buenos Aires, conservado en plena República escrita, h a — 201 — dividido los beneficios de la indivision del poder y del país metropolitano, con otros Gobernadores cómplices y partícipes de las rentas que el pueblo producía, pero que no gozaba; y la maquinaria de este nuevo régimen, mera trasmigración del viejo, han sido esas ligas llamadas federales de Gobernadores de Provincias, sin mas autonomía que la necesaria para ayudar á mantener la de la Provincia-Metrópoli; usada contra el pueblo de Buenos Aires, desde luego, y enseguida contra los pueblos argentinos interiores. Ni la Provincia de Buenos Aires, ni las otras Provincias, necesitan perder su autonomía para servir ó facilitar la constitución del Gobierno Nacional, que ha de sostener y garantir su existencia en su mismo interés propio y nacional. La autonomía de salud y libertad consiste en el ahorro y empleo de sus propias fuerzas provinciales, en servicio del adelanto de la Provincia propia, lo que no es sino mas provechoso á la Nación, de que la Provincia es órgano y parte esencial. La autonomía que absorbe las fuerzas vitales de otras Provincias, para emplearlas en perjuicio y detrimento de las otras, no es autonomía, sino conjestion morbosa de un órgano, cuya nutrición deja á las otras estén nadas. La autonomía bien entendida, es ese localismo sano y natural, conocido con el nombre de espíritu comunal ó concejil, el cual hace la grandeza de las sociedades libres en los pueblos sajones de Inglaterra, Alemania y Estados-Unidos. Es el particularismo puesto en armonía con el Imperio para apoyar en ambos elementos amalgamados la prosperidad y desarrollo del cuerpo social, como lo están en el cuerpo humano la vida del todo con la vida del órgano ó del miembro. Son dos elementos esenciales de todo organismo regular. — 202 — III Continuación del mismo asunto Buenos Aires no habría podido dejar de ceder la ciudad d e su nomb r e para Capital de la Nación Argentina, de que es p a r t e integrante, sin dañar á sus intereses y libertades locales desde luego, y en seguida á los intereses y garantías de la Nación entera. Tal negación habría sido un desmentido del patriotismo nacional que formó su blason de gloria, desde el nacimiento de nuestra Patria argentina. L a Provincia ha pensado, al contrario, que todo lo que necesitaba su autonomía bien entendida, para ser poderoso instrumento de su engrandecimiento local, era desembarazar su actividad de los cuidados estériles y peligros que le absorbe una ciudad, mas bien? argentina y cosmopolita que portería^ por la generalidad de sus intereses. Negar la ciudad de Buenos Aires al Gobierno de la Nación Argentina, habría sido dejar a la Nación sin Capital, lo q u e en nuestro país argentino es equivalente á dejar á la Nación sin gobierno, ó lo que es igual, á su Gobierno sin poder, pues el poder real, con todos sus elementos argentinos, se encuentra ubicado en la ciudad de Buenos Aires,, por la mano de España, que para constituir el gobierno absoluto y omnímodo de su Virey en Buenos Aires, tuvo que concentrar todas las fuerzas y elementos de poder del Vireinato entero, en la ciudad que puso bajo la jurisdicción exclusiva y directa de su r e p r e s e n t a n t e omnipotente y soberano. Y no bastando ese poder para dar á la Capital de las Provincias del Plata, una autoridad sin límites y sin control, que interesaba á la vida de-su colonia, le dio por anexo y campana la Provincia d e Buenos Aires, propiamente dicha, resultando de esta union de la ciudad y campana, la Provincia-Metrópoli de las otras, como era llamada por las leyes coloniales con razón. — 203 — Esta union de dos cuerpos, ó países, respondía á los dos cargos que acumulaba el Virey omnímodo, á saber: el de Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y el de Virey de las Provincias todas del Rio de la Plata, Dejada sin razón de ser esta acumulación de poderes y territorios por la revolución de nuestra independencia, que trasladó la soberanía argentina de manos del Rey de España á las del pueblo argentino, la division de nuestra Provincia-Metrópoli en sus dos cuerpos elementales, se hizo tan necesaria para la existencia de nuestro nuevo régimen de soberanía popular, como había sido su integridad para la existencia del antiguo régimen monarquista. Base y fundamento de todo el edificio de nuestra monarquía hispano-americana, la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, así construida, no pudo sobrevivir á la cuida del antiguo régimen, sin dejar á la Nación entera bajo el vasal läge colonial de su capital territorial. La consecuencia de ello fué, que ese orden de cosas, que había sido el del Virey, no pudo dejar de reaparecer bajo la forma republicana de la dictadura de Rosas. Bajo los dos Gobiernos, ¿ cuál fué Ja víctima de esa monstruosidad del poder omnímodo? Naturalmente la ciudad de Buenos Aires, en que residía con jurisdicción inmediata y exclusiva, el jefe indefinido é inconstituido de la Provincia-Metrópoli. Después de ella eran víctimas del Gobierno omnipotente, así conservado, la misma Provincia de Buenos Aires y todas las demás de la Nación. Las Provincias todas vivieron sin libertad, porque estuvieron privadas del ejercicio de su gobierno soberano ; estuvieron gobernadas por Gobiernos que no emanaban de ellas. No es libre en realidad el que no se gobierna á sí mismo. Después de caido el Gobierno omnímodo de Rosas, que pesó sobre Buenos Aires, ante todo, ¿ qué sucedió ? Que conservada la indivision de índole y origen monarquista, en que vivió la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, coexistieron en ella, por un compromiso, mas ó menos tácito, su Gobernador local, revestido de la omnipotencia de hecho, derivada de la integridad provincial de Buenos Aires, y el jefe de la — 204 — Nación, que era un poder nominal, en cuanto carecía de jurisdicción inmediata y local, en la ciudad de su residencia. Un conflicto perenne entre ambos Gobiernos, mas ó menos latente, no pudo dejar de producirse y subsistir, en detrimento de la paz, de la prosperidad y de la seguridad, tanto de Buenos Aires, como de )as Provincias del país entero. La guerra estalló al cabo de 18 años de una paz artificial, dispendiosa y no menos sangrienta que la guerra, llegando la capital á ser teatro de una doble campaña militar, que la llenó de un terror que no olvidará jamás. Tenia sin embargo partidarios este sistema de la coexistencia de dos Gobiernos, reputado por ellos tan normal como el de las primeras monarquías de Europa, porque duró 18 años. El sistema del gobierno de Rosas, que duró mas que eso, seria también normal á ese título! Sin la política de combate, en que ha hecho vivir á nuestro país por 18 años la institución anormal de dos Gobiernos eternamente incoherent es y rivales, muchos miles de argentinos y muchos millones de nuestro tesoro perdidos en bregas de equilibrio interno, se habrían ahorrado para nuestra prosperidad. La division de nuestra antigua Provincia- Metrópoli, herramienta de nuestro monarquismo colonial, lejos de ser la viuerie de Buenos Aires, será la resurrección de su Provincia, propiamente dicha, que está llamada á ser, por este cambio, una nueva, opulenta y gloriosa Buenos Aires. L a forma y condiciones en que el cambio se produce le deja entero el número de los elementos, que la hacen ser la sección mas rica y opulenta de la América del Sud. El territorio que le deja su separación respecto de la ciudad es tan grande, según acaba de notarlo el Times, como todo el de Inglaterra. L e queda entera toda su riqueza rural argentina5 le quedan todos los puertos mayores de las costas marítimas del Sud. Queda en sus manos casi todo el uso de! crédito público argentino, emitido por sus dos grandes Bancos, de la Provincia y de Hipotecas. Queda su tesoro provincial alijerado de la parte mas pesada de su deuda pública, que es la deuda externa. Separada de la ciudad de Buenos Aires, su campaña toma su gobierno en sus propias manos, lo que vale decir que se hace libre; y no solo reasume su libertad por su separación, sino también su riqueza, — 205 — que hoy se absorbe y consume en la administración de la ciudad de Buenos Aires, como si fuese su Metrópoli, ó como parte que es de esa Metrópoli. La ciencia nos enseña que toda ciudad que vive de salarios y sueldos pagados por el Estado, es meramente consumidora, improductiva, de goces y placeres; naturalmente pobre, bajo un exterior suntuoso. Tales son las ciudades capitales que sirven de residencia á grandes cuerpos administrativos de la Nación, cuyo trabajo, al decir de Adam Smith, es improductivo y estéril, pues nada producen que pueda ser objeto de cambio. Los que no pueden desconocer el acierto y justicia de la solución que hace de la ciudacl de Buenos Aires la Capital de la República Argentina, se limitan á objetar la forma y el momento de su realización. La tachan de violencia y de inoportunidad. Sofismas antiguos bien conocidos, son esos. Para los que cesan en el beneficio de un poder cualquiera, no hay forma ni oportunidad de ejecutarlo, que no sean inconvenientes. No es la forma la que los contraría, es el fondo de la medida ; es el término del beneficio, no la manera de perderlo. Las instituciones humanas son comunmente la obra de los acontecimientos, mas bien que el resultado tranquilo de apacibles deliberaciones. Cuanto mas grande es el cambio, mas parte tiene en él la acción muda y breve del acontecimiento. Un ejemplo de ello fué el cambio que nos libró de la dominación española; y otro fué mas tarde, el que nos sustrajo á la tiranía de Rosas. No faltaron, sin embargo, quienes objetaran á la forma y oportunidad de esos cambios vitales para el país; como no faltaron objeciones á la forma y oportunidad del evento que viene á completar y coronar la obra de la Revolución de Mayo de iSicv, en la creación del Gobierno Nacional Argentino. No se puede ni debe abandonar á la acción del tiempo la solución de problemas como el de una capital para la Nación. Es como postergar la terminación del edificio de su gobierno, cuando está sin techo. El tiempo, que nada cambia ni mejora por sí mismo, afirma y robustece la imperfección de lo que está imperfecto. Nuestra madre patria ha quedado á retaguardia de las naciones europeas por haber esperado siglos á darse una capital definitiva y adecuada á sus necesidades de progreso y de engrandecimiento. L a — 206 — ciudad de Madrid, su mala Capital, siempre provisoria, ha sido su calamidad definitiva, en la opinion de la Europa política. Un sentimiento general se ha formado en nuestro país, de que toda solución es preferible á la continuación àz\statu~quoy que nos ha ensangrentado y enlutado en 1880. Cuatro veces ha confirmado nuestra historia, que la coexistencia del poder nacional con el de Provincia en la misma ciudad, es causa inevitable de anarquía y de guerra civil. En 1810, fué el Gobierno de la Junta Provisoria con el de los congresales nacionales, que se incorpo: raron en ella; en 1824, fué el Gobernador Las Heras con el Gobierno de los Unitarios, ensayado en Buenos Aires; en 1858, fué el Gobernador de Entre-Rios con el Presidente Derqui, coexistiendo en E n t r e Ríos; por fin, este año de 1880, ha sido el Gobernador de Buenos Aires con el Presidente de la República, coexistiendo ambos en esta ciudad. Siempre que el Gobierno Nacional Argentino estuvo hospedada en una ciudad sujeta á un Gobernador de Provincia, fué gobernado tácitamente y virtualmente por el dueño de casa, es decir, por su agente armado de la jurisdicción local y exclusiva de la común residencia, y la Nación careció de gobierno efectivo, porque no tuvo Capital en que ejercer su poder exclusivo y directo el Jeie Supremo de todo su suelo, menos del que pisaba. No sucedería lo mismo hoy día, aunque el Gobierno local de Buenos Aires quede accidentalmente coexistiendo con el tie la Nación en esta ciudad, por dos razones obvias: porque la coexistencia se produce provisoriamente, hasta que la Provincia se dé por nueva Capital, alguna de sus muchas ciudades, mayores en población que lo fueron Valladoüd, Burgos, Madrid, ciudades de seis mil habitantes, cuando Carlos V y Felipe II las habitaron como Metrópolis de sus Estados, en que nunca se poniael so/, porque constaban de dos mundos; porque en el intervalo el Gobierno que es agente constitucional, es el que queda bajo la jurisdicción del Gobierno supremo de la Nación, y local y exclusivo de la capital de su residencia ; lo cual es mas regular, que lo fué antes de ahora el caso opuesto. En la Capital de Chile, no obstante su gobierno unitario, coexisten el Intendente provincial de Santiago, y el Presidente de la República toda, sin conflicto alguno. — 207 — Lejos de desaparecer por el cambio de autonomía provincial de Buenos Aires, recobra nuevo espíritu y pujanza, como el gigante de la fábula, por su amalgama con la Nación y sus altos destinos. Su autonomía moderna y liberal, no será la autonomía del tiempo de Rosas, que absorbía la vitalidad de la Nación, no para enriquecer al pueblo de Buenos Aires, sino para aumentar el poder dictatorial de su gobierno, que venia á gravitar con todo el peso de su omnipotencia sobre el pueblo de su mando inmediato, exclusivo y directo^ que era el de Buenos Aires. La causa ó sistema de esa absorción, lejos de ser la de Buenos Aires, era la de su opresión y ruina. Dividiendo en dos partes á la Provincia-Metrópoli, que la monarquía colonial traspasó á la dictadura de Rosas, la ley de capital que Buenos Aires acepta y recibe con toda la espontaneidad de su patriotismo inteligente, devuelve y garantiza á la Provincia de Buenos Aires su autonomía de libertad, de paz y de progreso argentino, no en detrimento, sino en beneficio de la Nación misma, y sobre todo en provecho del pueblo de Buenos Aires, cuya grandeza viene á ser la base y fundamento d.e la grandeza argentina. Poner la suma de los recursos y elementos del poder público de los argentinos en manos del Gobernador metropolitano de Buenos Aires, como hacían las Leyes de Indias, traducidas ó no al lenguaje republicano, era ungir al pueblo de Buenos Aires bajo el yugo del poder omnímodo é ilimitado, que Rosas tomó de nuestra constitución monarquista, del tiempo en que fué dada por España para el gobierno de sus colonos y vasallos del Rio de la Plata. Ese es el sistema que acaba de ser hecho pedazos para siempre por la Ley de Capital argentina, que Buenos Aires acaba de votar como ley suya, porque hace la grandeza de nuestro pueblo de Buenos Aires, rompiendo en piezas las herramientas de todo gobierno omnímodo, ilimitado y omnipotente, imposible de restaurarse en lo futuroTenemos, pues, reasumiéndolo que precede, que la Provincia-Metrópolide Buenos Aires, capital propia de una monarquía absoluta, como fué el vireinato de Buenos Aires, pues esa capital así compuesta, era la máquina que producía el poder absoluto y omnímodo del vireyj pero capital impropia y monstruosa para una república, porque ella producía el poder omnímodo é ilimitado de su gobernador, como se vio bajo el gobernador Rosas; esa institución, decimos, ha seguido existente después de la caida del vi rey y del dictador, para producir, como ha — 208 — producido, sus gobernadores omnipotentes, los cuales si no fueron tiranos crueles, no fué porque les faltase el poder de serlo, sino porque fueron hombres mansos, mas ó menos cultos, que usaron de la omnipotencia que les daba la máquina monárquica de la Provincia-Metro* poli-, para hacer y deshacer presidentes, traerlos á Buenos Aires y hospedarlos á su lado y bajo su jurisdicción exclusiva, para mejor gobernarlos, cuando no se daban el poder á sí mismos. Y mientras la Provincia-Metrópoli, máquina de poder omnímodo, subsista y conserve por su integridad monstruosa la capacidad de producir gobiernos omnipotentes, los ha de haber en perjuicio de la misma Buenos Aires, su residencia obligada, aun cuando tenga sanios por gobernadores. Pero como la institución hace al hombre, y no el hombre á la institución, será preciso, como decía el Dr. Moreno en I 8 I O , quitar al Gobernador el poder de ser déspota, aunque quisiera serlo, Esto es lo que acaba de hacer la ley que divide á la Provincia-Metrópoli monarquista, haciendo de la ciudad de Buenos Aires, la capital exclusiva de la República Argentina. PRIMERA P A R T E CAPÍTULO I Statu-quoanterior á i88o, amenazante á la independencia de la Nación.—Dos Gobiernos electores y beligerantes en camino de crear dos países.—Tras una capital lo que faltaba, era un Estado con un gobierno nacional.—Peligros é inconvenientes del staíu-quo.—Salir de él era el solo medio de salvar al país.—Medios y caminos de solución.—Cuál se imponía sobre todos.—La integridad de la Nación, con la ciudad de Buenos Aires, separada de la Provincia, por Capital argentina. § I Antagonismos en que vivieron los dos gobiernos coexistentes en Buenos Aires, hasta 18S0 Si se hubiese colocado á San Pablo á la cabeza del uno, y a San Pedro como jefe del otro, los dos se hubieran hecho rivales y antagonistas, en defensa de las prerogatives encontradas que la Constitución acordaba á cada uno de los poderes, en que ella mantenía dividido legalmente al Gobierno del país y al país mismo. Autora de la division del poder y de su debilidad, que es efecto necesario de su division, la Constitución del país venia á ser la mejor arma de guerra, que el enemigo extranjero podía tener en el país mismo, así dividido y debilitado por sí mismo. Cuando la debilidad del país era de ese carácter y origen, hablar de T. VIII. 14 — no — la union de sus dos gobernantes, como condición previa, para repeler las agresiones del enemigo extranjero, era abdicar y a b a n d o n a r la de* fensa de su patria. El primer deber de su política extranjera, era evitar y alejar la posibilidad de una guerra exterior; el segundo, ocuparse de la pacificación interior del país, no por la union personal de los jefes de sus clos gobiernos, que es propósito imposible, por razón de ser ambos jefes los dos electores y los dos candidatos forzosos del país para su presidencia, sino por la union de los dos gobiernos argentinos, considerados en su institución, en un solo gobierno compacto y único para toda la Nación. Esta era nuestra situación hasta mediados de 1880. Tal como el país argentino se hallaba hasta entonces constituido, lo estaba para beneficio del vecino. Su doble gobierno era la mejor arma de guerra que este tenia en las Repúblicas del Plata. No hay otro medio de sacar á la República Argentina de su debilidad comparativa para su defensa externa, que la adopción del mismo medio que hace el poder comparativo de sus vecinos: es el de tener un so!o gobierno, en lugar de dos gobiernos rivales y antagonistas: es la unidad nacional de poder, que debe asegurarle su paz interna y la fuerza necesaria ¡«ira defender su paz externa. Los que creían haber dado al poder argentino el vigor de q u e disfruta el de Chile, por haber copiado á su Constitución el recurso de la ley marcial y estado de sitio, en casos de conmoción interna, han obrado, no como hombres de Estado, sino como papagayos de Estado, porque el empleo de ese recurso supone la existencia de un solo gobierno, y 110 dos, para toda la Nación. Pero si Buenos Aires no era capital de la Nación Argentina p a r a los efectos de su paz y de su poder interior, lo era desgraciadamente, en cierto modo, para sus desórdenes en este sentido, á saber: que todos los movimientos anárquicos ocurrentes en provincia, eran obra de los partidos en que tenia dividido á Buenos Aires la coexistencia de los dos Gobiernos residentes en esa ciudad, por un vicio de la Constitución nacional reformada. Todo, hasta las ligas de sus gobernadores, era obra elaborada y conducida detde Buenos Aires. Naturalmente era la misma Buenos Aires la primera víctima de ese vicio de la Constitución argentina, que fue reformada en su contra, en verdad, por la política que creyó servirlo en esa reforma, y no hizo mas que poner todas las líber- — 211 — tadesy poderes del pueblo de Buenos Aires, en manos del Gobierno de Buenos Aires. Así fué como la libertad electoral del pueblo de Buenos Aires, pasó á manos del Gobierno de Buenos Aires, y su jefe fué, desde entonces, el único elector y el candidato forzoso para la presidencia, en concurrencia con el candidato oficial del gobierno cesante. §n Origen de la solución dada L a presente crisis electoral (1880) lo está probando. No es grave y peligrosa, sino porque puede tener por resultado la reaparición del conflicto y division, entre Buenos Aires de un lado, y tas Provincias de otro, si Buenos Aires ó su Gobierno, desconocen al presidente que elijan las Provincias ó su Gobierno, dicho nacional, ó více-versa. vSi la presente crisis llegase á producir esa catástrofe, el país se hallaría en faz de un período de organización ó de reorganización general de sus leyes fundamentales. Y si ese período que ha de venir irremediablemente no surgiere esta vez de la presente crisis electoral, tendrá que venir alguna vez por causa y con motivo de una elección presidencial, como sucedió cuando la elección nacional del Presidente Urquiza fué desconocida por el Gobierno de Buenos Aires, que se decia Provincial^ y que era en sustanda mas nacional que el otro, por la naturaleza argentina ó nacional de los elementos que constituyen su poder y existen concentrados en la ciudad de su mando exclusivo. La razón de esa repetición fatal, es que la causa productora de todas las crisis de disolución, con motivo de las elecciones presidenciales, reside en la Constitución actual, que instituye y establece dos gobiernos nacionales, los únicos dos grandes electores y los únicos dos candidatos serios, por razón del poder electoral de que disponen de hecho. De un lado es el Gober?iador-Presidente^ cuya candidatura forzosa es — 212 — una verdadera reelección; y del otro es el Presidente cesante, que para asegurar su reelección en el período venidero, promueve para sucederle en el período intermedio á uno de sus subalternos, bajo un pacto subentendido de devolverle la Presidencia á su vez. Es así como el principio republicano en que descansa la Revolución de América y los Gobiernos de sus modernos Estados, cuya naturaleza toda consiste en la renovación constante, periódica y sincera del personal del Gobierno, iba desapareciendo por la mano de los mismos republicanos, caídos en la tentación dinástica de perpetuarse en el poder; lo que no quita que emprendan g u e r r a s de intervenciones sangrientas paraprotejer la naturaleza republicana del Gobierno consagrado, á ejemplo del sistema de los Estados Unidos. El tetxo de nuestra Constitución en ese género de intervenciones puede ser norte americano, pero la jurisprudencia ó modo de aplicación, que aquí tenemos, viene del caudillo sud-americano que gobernó veinte años al Estado del Ecuador', mediante la Constitución que permitía la reelección, con intermedio de un período de cuatro años, del Presidente y Vice-Presidente de la República. Ellos acabaron por hacerse monarquistas de frente, acometiendo la empresa de restablecer un príncipe español en la que fué República del Ecuador. El Plata tiene un medio de escapar á ese escollo. § ni La guerra argentina de 1880, su historia, sus causas, sus resultados y efectos. Los remedios de prevenir su repetición. La historia de la guerra de Buenos Aires en 1880, se podría conden sar en pocas líneas, sin faltar á la verdad mas evidente. I Cuál fué su objeto ostensible? Hacer un Presidente. ¿Cuáles sus factores principales? L o s dos candidatos concurrentes: el Gobernador de Buenos Aires y el Presidente de la República, hospedado en Buenos Aires por el Gobernador, su agente. — 213 — El Presidente cesante disputaba el poder para el venidero que mas le garantiese la estabilidad de su obra. I Con qué motivos vinieron á las armas? A causa de ser ambos los dos grandes y únicos electores y los dos únicos candidatos serios, por ser ambos los únicos poseedores de los medios ó razón práctica de hacerse elegir, los cuales no son otros que los elementos materiales de que se compone el Gobierno de todo el país. Para encontrar el remedio es forzoso delatar el mal. Como ios dos eran 7iacionale$ por la naturaleza de los medios con que gobernaban, los des eran rivales, como pretendientes al gobierno nacional, directa ó indirectamente. ¿Cuál fué y debió ser el teatro de la guerra ? Naturalmente la ciudad de Buenos Aires, en que residían y coexistían ambos, en virtud de un pacto de repartición ó division, que adjudicó una mitad á cada beligerante, y pacificó en 1862, al Gobernador y al Presidentey en una guerra de la misma naturaleza, por la misma causa y entre los mismos contendores naturales, el jefe d é l a Provincia-Metrópoli y e\ jefe de la Nación, aspirantes ambos al gobierno general de la República, aunque no directamente. ¿ Cómo llegaron á entenderse en aquel caso ? De un modo y por una causa muy simple; porque el Gobernador y el Presidente se encontraron ser el mismo hombre, el Gobernador de Buenos Aires, vencedor del Presidente de la República en Pavón y candidato para sucederle, naturalmente, en la Presidencia. Con los mismos elementos con que el vencedor en esa batalla de Buenos Aires contra las Provincias, y poseedor del poder de ambos de resultas de su victoria, se hizo dar la Presidencia, revestida de una mitad del poder jurisdiccional de Buenos Aires, mediante una doble ley, nacional y provincial^ que se llamó ley del compromiso. Hecha por Mitre, esa ley debía ser revisada en el último año de su presidencia de seis años, es decir, á los cinco anos. Llegado ese termino, por revisar entendió el Gobierno presidencial cesante, caducar, fenecer\ cesar, y así fué declarado por un mero decreto, que puso fin á una leyi solo révisable, no precisamente revocable por el Congreso y por la Legislatura de Buenos Aires, conjuntivamente, lo cual no tuvo hasta hoy lugar, á estar á sus disposiciones terminantes. Desde entonces, sin embargo, los Presidentes de la República — 214 — continuaron residiendo en Rueños Aires, como simples huéspedes del Gobernador, es decir, con fueros iguales relativamente. La elección presidencial de 1880, electores y candidatos rivales, que no que ambos ambicionaban, la disputaron para cualquier candidato que no fuese los tomó naturalmente como pud i endo dividir la Presidencia por las armas, uno para sí, otro el Gobernador. Pero como estas armas se encontraban todas en manos del Presidente, por haberse comprado con el dinero que tomó prestado al extranjero el Presidente causante del que cesaba, el Gobernador desarmado fué vencido y derrocado en los dominios mismos de su jurisdicción exclusiva, por su huésped armado de fusiles remington^ ya que 110 de jurisdicción, en la ciudad de su común residencia, y teatro de la doble campana, del sitio, del bloqueo y de las dos batallas decisivas de la cuestión electoral de 1880, tratada militarmente. Como el Gobernador de Buenos Aires, vencedor de las Provincias en Pavón, el Presidente de la República, vencedor en el Matadero (Puente Alsina), se encontró poseedor de todo el poder argentino, residiendo en el campo de batalla, es decir, en Buenos Aires, no ya como huésped^ sino como Señor, con jurisdicción ¿ocal, exclusiva y directa, como quiere la Constitución, á condición, naturalmente, que Buenos Aires sea declarada Capital por una ley del Congreso, como en 1862. E s lo que ha sucedido. Pero no á condición de ser révisable á los cinco años sino dcßnitivamente, para que no se repita todos los seis años la guerra de 1880 en las calles de Buenos Aires, residencia común de dos Gobiernos beligerantes, á título de electores y candidatos ferzosos á la Presidencia de la República. E-l régimen de la coexistencia acabaría por convertir á Buenos Aires en cenizas y escombros. Era, pues, preciso salvar á Buenos Aires de su ruina inevitable, haciéndola silla tie un solo gobierno,'y para que ese gobierno sea el de la Nación, 3' pueda gobernar con la jurisdicción local y exclusiva que le dala Constitución y lo requiere la naturaleza de su poder, ha tenido que ser declarada la ciudad de Buenos Aires Capital de la República, como ciudad de su residencia, pues la Constitución quiere, por diez desús decisiones, que el Gobierno Nacional sea el Gobierno exclusivo de la ciudad de su residencia, y que no pueda ser otra que la ciudad declarada Capital de — 215 — la Nación (artículos 36, 37, incisos 5 y 27, artículos 8 1 , 86, inciso 3, correlativos del artículo 3 de la Constitución). Si el Gobierno Nacional recibe de la ley por residencia otra ciudad que la de Buenos Aires, tendrán lugar fatal y forzosamente estas dos consecuencias: la disminución de Buenos Aires en fuerza y poder, y la disminución del Gobierno Nacional en poder y grandeza. Esto equivale á decir, aumento del poder y grandeza del Brasil y de Ch le, en proporción del esténLiamiento del poder argentino. Es absurdo y ridículo sostener este estado de cosas, en nombre del patriotismo argentino. E! odio y la hostilidad del extranjero, son preferibles á los efectos del patriotismo así entendido. El Presidente Avellaneda purificó el vicio tradicional y rutinario de su origen medio oficial, enterrando la jurisprudencia de sus predecesores que lo elevó de ese modo; y si al bajar de su presidencia alguna influencia pudo ejercer en la designación del Presidente llamado á garantizar la estabilidad y desarrollo de su victoria espléndida, ni buscado con una antorcha eléctrica en la mitad del dia, pudo acertar mejor con el candidato que la grande y nueva situación reclamaba. § IV El statu-quo era la omnipotencia del Estado, aunque sin Estado, reinando en toda la sociedad El influjo ele la omnipotencia del Estado en sus partidos políticos, era el mismo que en la sociedad toda entera. Donde la libertad individual de carácter civil ó social falta por la razón de que el Estado omnipotente es su negación y la tiene absorbida, la condición de la libertad individual de carácter político no puede ser diferente. Todas las libertades personales están ausentes del país en que falta la libertad del hombre. No puede haber ciudadano que se gobierne á sí mismo, donde el Poder del Estado lo gobierna todo. — 216 — L a omnipotencia, es decir, el absolutismo admitido y constituido en principio fundamental del Estado, está en cada Provincia ó subdivision del Estado, en cada partido, en cada círculo, en cada reunion de personas, en cada hombre, por decirlo así, respecto de los que por algún vínculo le están ligados. E n el partido político, el poder de su mayoría tiene absorbidos los derechos y libertades individuales de sus miembros, y el hombre ó comité que lo dirije como su jefe, impone á cada uno de los miembros la opinion, la actitud, la conducta, que ha de tener en la política, la manera en que ha de votar, la causa porque ha de vertir su dinero y su sangre cuando llegue el caso, á juicio del jefe en que el partido se personifica. El partido será una especie de Estado en miniatura, y la omnipotencia del partido encarnado en su jefe, será la negación de los derechos políticos de sus miembros personales. Obrará el partido todo entero como un solo hombre, sin discusión, sin examen, sin debate, entre sí mismos, ni entre sus jefes y sus subordinados. Esta es la palabra de orden, la subordinación jurada, la obediencia prometida, la fé guardada. Como el soldado de línea, el solo galardón de su disciplina será la concesión de algún empleo, algún favor, algún honor esperado ; y las mas veces ni eso mismo, con tal que su jefe ó jefes los alcancen y disfruten á la salud y en honra del partido. Como el principio del poder omnímodo y absoluto que preside á la organización del país en todo su organismo, no es incompatible en la democracia, ó el poder de todos personificado en unos pocos, la democracia de esos países constituidos sobre el principio del absolutismo de la Patria ó del Estado, se parece mas á un ejército de línea, que á un Estado libre, por la disciplina que gobierna !a conducta de sus miembros. Son soldados, mas bien que ciudadanos. La obediencia mecánica de la consigna de su jefe es su honor. Tales partidos no son partidos políticos', en el sentido que esta calificación tiene; esos países libres son batallones, y batallones de línea, organizados para hacer campañas desarmadas, cuando el interés de sus jefes no prefiere que sean armadas y sangrientas. L o s jefes de semejantes partidos no aseguran la estabilidad y goce de su omnipotencia sobre sus miembros, sino al favor de una ficción — 217 — que ellos cuidan de mantener siempre viva; es la de suponer que la autoridad del partido es la que gobierna á sus jefes, y no los jefes al partido. Este artificio de liberalismo aparente y ficticio, es el que mas afirma y robustece al poder obsoluto y omnímodo de los jefes en sus partidarios, vasallos fieles, en forma de ciudadanos libres. La puerta de evasion de todas las responsabilidades de sus determinaciones tiránicas, despóticas y caprichosas, está en una de estas fórmulas : así lo quiere mi partido, tengo que ser leal á los mandatos de mi partido. %v Statu-quo en que no podía quedar el país sin peligro El país no podia quedar como estaba sin correr el peligro de dividirse, si la Constitución seguía sin cumplirse en su fin mas esencial, que es el constituir un gobierno nacional. Donde hay dos gobiernos, existe el peligro de que haya dos países. Ese peligro se hacia sentir en cada elección de gobierno, porque cada uno de los dos gobiernos en que estaba dividido el poder, lo usaría para renovarse ó perpetuarse en una forma ú otra; y cada uno se apoyaría en cada gran sección de las que dividían tradicionalmente al país argentino; es decir, uno en Buenos Aires, otro en las Provincias. Ei país estaba no solamente expuesto á dividirse en dos países por la division en que estaban los elementos de su poder en dos gobiernos, sino que también estaban expuestos los dos países á ver arruinados sus progresos por esa division. El país debe su prosperidad y opulencia actual á la libertad que ganó la iniciativa privada de sus habitantes, desde que cayó la tiranía de Rosas, y por esa causa. - 218 — Pero esa opulencia estaba expuesta á desaparecer cada seis años, con motivo de la renovación de su Gobierno Nacional. Esa renovación era Ja ocasión de un conflicto entre los dos Gobiernos, y por tanto entre los dos países, sobre la jurisdicción de esos Gobiernos, que podía echar á los dos en la misma guerra civil, que los dividió ya por largos años. El conflicto nacia de esta causa, ó vi via radicado en esta causa (1880): Todos los elementos del poder nacional se encontraban distribuidos y divididos en los dos Gobiernos que coexistían en Buenos A i r e s : el de la Provincia y el de la Nación. Los dos eran nacionales por la naturaleza de su poder* el de Buenos Aires, lo era de hecho, el nacional en el nombre, lo era de derecho, solamente en Buenos Aires. Pero como en Buenos Aires están radicados y reunidos todos ó los principales centros del poder nacional, Buenos Aires venia á ser ei teatro del conflicto de sus poderes. Las elecciones de Gobierno nacional eran la ocasión de que el conflicto se renovase cada seis arlos, porque las elecciones eran hechas por los Gobiernos, no por el pueblo. Cada gobernante quería ser electo, es decir, elej irse á sí mismo, ó á un alter ego. Solo ellos tenían los medios de hacer elejir al candidato de su predilección respectiva. § VI Statu-quo y sus peligros« Continuación Lejos de solución, la jurisprudencia que consagraba ese estado de cosas, creaba la complicación mas grave y disolvente, y hacia vivir á la anarquía la vida permanente de una institución fundamental. Baste decir que la Constitución que instituía y hacia coexistir á los — 2i0 — dos gobiernos nacionales en la Ciudad de Buenos Aires, estaba hecha para producir como su efecto natural y forzoso, desde luego, la anarquía ó falta de gobierno ( pues donde hay dos, que se neutralizan, no hay ninguno), y en seguida la desmembración del país argentino en tantas naciones como gobiernos nacionales encierra. El mal no podía ser mas grande, y el remedio mas urgente. Bastaba dejar que las cosas siguieran existiendo como estaban para que se completase por la acción auxiliar del tiempo, no la conversion definitiva del Gobierno de Buenos Aires en Gobierno Nacional argentino, sínó para que el Gobierno Argentino, que lo es meramente nominal, se volviese real y positivo, mediante el cambio de geografía política, determinado por los cambios liberales de tráfico, de navegación fluvial y de poblamiento interior, iniciados ú operados en 1852 y 1853, que pueden extenderse todavía; es decir, para que la desmembración del país en dos países se hiciera definitiva. Este seria el resultado de dejar al tiempo la solución de la cuestión capital, ó la de la conversion definitiva del Gobierno local de Buenos Aires en Gobierno Nacional argentino. El tiempo por sí solo no remedia nada. El tiempo no sabe hacer mas que una cosa : afirmar y robustecer lo que encuentra hecho. Si loque encuentra hecho, en política argentina, es la division del Gobierno nacional del país en dos gobiernos nacionales, esa division recibiría de las manos azi tiempo la firmeza y vigor de todo lo que es secular. No hay sanción mas irrevocable, que la sanción del tiempo. En la época de Rosas, el simple aislamiento de Buenos Aires respecto de las Provincias, conservado sistemadamerite, hubiera podido bastar para convertir con los años al Gobierno de Buenos Aires en el Gobierno Nacional de la República Argentina. ¿ P o r q u é ? Porque entonces Buenos Aires monopolizaba de un modo absoluto el tráfico directo internacional, la aduana nacional y su renta, el crédito público de la Nación Argentina, de que esa renta es gage> el poblamiento por la inmigración europea en el Puerto-Capital, y el goce de todos los recursos económicos del poder nacional argentino, concentrados en la gran Ciudad-Nación. Pero desde que el aislamiento se ha transformado en semi-union, y — 220 — las Provincias se han hecho relativamente partícipes, medíante la nueva geografía política de la Nación, de los elementos y recursos de poder nacional argentino, que antes monopolizaba absoluta y exclusivamente el Gobierno de Buenos Aires ejercido por Rosas, ya la prolongación indefinida de este estado de cosas, y la mera acción del tiempo, que hacían el poder exclusivo de Buenos Aires, servirían para afirmar y robustecer estos dos diferentes hechos, á saber: el resto de poder nacional que el Gobierno de Buenos Aires conservaba, y la parte de poder nacional argentino que las Provincias hau adquirido y empezado á poseer y gozar desde 1852. Los estadistas de Buenos Aires no deben perder de vista este hecho nuevo y grave en la historia política de la República Argentina. Si comprenden que la separación absoluta y definitiva de Buenos Aires respecto de las Provincias argentinas, no seria el medio de aumentar su opulencia y poder, no deben contribuir por su inercia optimista á dejar subsistir un estado de cosas que es capaz de traer y que traerá infaliblemente esa separación, con solo prolongarse indefinidamente, ó por largos años. §VII Origen y causa de la pasada supremacía provincial de Buenos Aires sobre la Nación Completado el edificio del Gobierno patrio argentino inaugurado el 25 de Mayo de 1810, por la ley de Capital reciente que confirma la division de la Provincia-Metrópoli del viejo régimen, esta ley viene á coronar el cambio del régimen de gobierno á que se redujo nuestra inmortal revolución de la Independencia. Como todo el viejo régimen existia basado en la organización de la Provincia-Ca filial¡ la primera necesidad de la Revolución para cambiarlo, debió ser la reconstrucción de esa Provincia-Capital de las del Rio de la Plata, en términos que la hiciesen ser el asiento y base necesarios — 22i - de • l régimen moderno de libertad, respecto de un gobierno monárquico, ilimitado y omnímodo. Sin esa reconstrucción de la Provincia-Capital, la Revolución de Mayo quedaba convertida en un cambio exterior de mera independencia, respecto de España ; pero no en ese cambio de un régimen interno de tiranía y despotismo fundado por España, en un nuevo régimen de gobierno interno, fundado por la Revolución, que trasportaba la soberanía de manos del Rey y de su Virey á manos del pueblo argentino, proclamado soberano. Toda la Revolución de Mayo de 1810, estaba en ese cambio ; y ese cambio de asiento de la soberanía requería como su condición esencial para ponerse en práctica y hacer efectivo su propósito, un cambio en eí modo tie ser de la Provincia-Metrópoli, en cuya construcción realista estaba el secreto del poder omnímodo y absoluto, bajo cuya dependencia vivían las Provincias del Rio de la Plata. L a Capital realista del Víreinato estaba formada de dos partes, la Provincia y la ciudad de Buenos Aires, que respondían á la acumulación de dos cargos en la persona del Virey, el de Gobernador de la Provincia, y el de Virey de todo el Reino del Plata. Se debe recordar cien veces ese precedente. Esa acumulación de países y poderes hacia omnipotente al poder de la inmediata Metrópoli sobre las Provincias que debían recibir su autoridad omnímoda, sin discusión, sin réplica^ sin control, sin contrapeso. L a organización de la Capital, ó Provincia-Metrópoli de las demás, como la llama la Ordenanza de Intendentes (Constitución de la Colonia del Plata ), era la llave de la máquina del despotismo de España en este país, y hacia honor al talento de sus hombres de Estado que la imaginaron. Ella bastaba para conservar á España la dominación de esta colonia, y bastaba ponería bajo la jurisdicción inmediata y exclusiva del Virey, para hacer imposible todo conato de poder y de libertad de parte del pueblo de los colonos. Cuando la Revolución derrocó al Virey y lo arrojó del país para España, la independencia argentina fué todo su resultado natural; pero dejada en pié la máquina del despotismo interno, el pueblo, lejos de quedar — 222 — libre de su Metrópoli Interior, quedó en dependencia de los sucesores patrios del Virey, en el manejo de esa máquina de opresión interior. No hay que atribuirlo á un cálculo de ambición de mando de los iniciadores metropolitanos ó porteños de la Revolución contra España, sino á su falta de experiencia, en cosas de Estado, pues nunca los colonos españoles habían intervenido en la organización ni en el gobierno de las colonias, de que fueron miembros pasivos. De otro modo, en vez de limitarse á declarar y proclamar el gobierno libre, por leyes copiadas á países libres, se hubieran ocupado de reconstruir la organización interna del país, de modo que la soberanía nacional no pudiese dejar de ejercitarse por la obra ó mediante el instrumento de instituciones construidas á ese propósito. L a primera de ellas debió ser la organización de la Provincia-Metrópoli, ó déla Capital de Buenos Aires, cuya division en dos países y en dos mandos, debió ser el primer fundamento del nuevo régimen de libertad interior, es decir del gobierno del país por el país. Esa division que parecía hostil á Buenos Aires, porque disminuía el poder omnímodo y absoluto de su gobierno, á nadie aprovechaba mas que á su pueblo, porque la primera víctima de una máquina de opresión, es siempre el pueblo en que ella está montada, y en que produce sus efectos. El gobierno omnímodo de Rosas, que gobernó con la máquina del Virey omnipotente, dejada en pié por la revolución inconsciente, probó caramente á Buenos Aires, que ella se hizo la primera víctima de su poder omnímodo, conservado por la integridad colonial de la Provincia-Metrópoli y dictatorial de las demás. Ahora acaba de probarlo por un experimento sangriento, que la coexistencia de dos mandos ó poderes en el seno de la misma Buenos Aires, ha tenido á sus habitantes al borde de una devastación, que no dejará de producirse, mas ó menos tarde, si la vieja máquina del poder omnipotente del Virey, no se divide en dos partes, y en dos mandos, el uno para el Gobierno provincial de Buenos Aires, y el otro, la ciudad de su nombre para Capital y residencia exclusiva del Presi* dente de toda la República soberana. Este es el objeto y propósito de la ley que confirma á la ciudad de Buenos Aires, separada de su anexo realista,—la Provincia de su — 223 — nombre, — como Capital exclusiva de la República Argentina, constituida en Estado libre, democrático y representativo. Así se concibe que la idea de esta ley hubiese venido primero que á nadie, á un miembro déla Revolución de Mayo, y primer ciudadano de la Provincia de Buenos Aires, Don Bernardino Rivadavia; y que fuesen correligionarios de su idea de capitalizar á Buenos Aires, los San Martin, los Bel gran o, los Alvear, los La valle, los Martin Rodriguez, los Florencio Várela, los Paz, los Albarado, los Posadas, los Pueyrredon, fos Lopez, los Gomez, y todos los campeones de la guerra de la Revolución de la Independencia. Lo que no se concibe, es que hasta ahora hava en Buenos Aires hombres que entiendan tan mal los intereses de la libertad, de la riqueza y de la opulencia de su Provincia, que quieran servirlos con las herramientas del régimen colonial español. La omnipotencia del Estado garantizada por la omnipotencia de una Provincia-Metrópoli, conservada indivisible como Capital de esa Provincia y de las otras, es la negación de toda libertad argentina, y en especial de toda libertad porten?. Conservando la máquina después de echar al maquinista, se ha espulsado al déspota y conservado al despotismo. L a Provincia-Metrópoli, Capital de las Provincias del Plata, formada de la Provincia de Buenos Aires, y de la Ciudad de Buenos Aires, era el asiento del Virey y el fundamento del Vireinato, porque era el instrumento del poder omnímodo de su gobierno monárquico del Rio de la Plata. § VIII En la República Argentina {Buenos Aires, Diciembre iSyç) no está el mal político en la desinteligencia de las personas, sino en un conflicto de cosas, de intereses, de instituciones que determina el de los hombres, gobernados por la corriente de las cosas. Armonizar las personas y dejar las cosas y los intereses divididos como se hallan, es remediar el mal por un momento, ó remediarlo en apariencia; mejor dicho, es dejarlo subsistente todo entero. — 224 — Esta es la medicación de la política personal : el opio para calmar. Poner dos candidatos rivales que aspiran al p o d e r presidencial, en armonía, no es remediar ni remover el mal del país, que consiste en la coexistencia de dos presidencias ó gobiernos nacionales, rivales y antagonistas, porque ambos son nacionales, uno de nombrey otro de hecho} pero aspirantes á lo mismo. De aquí es que el mal se hace visible todos los seis años, con motivo y por causa de las elecciones presidenciales, en q u e los dos gobiernos concurren en la aspiración á poseer el mismo poder. Los dos son los únicos y verdaderos electores en el país, cuyo pueblo acepta la elección que sus gobiernos le dan hecha. Y los dos son los únicos candidatos serios á la Presidencia, como poseedores únicos del poder de hacerse reelejir oficialmente. No hay mas que elecciones oficiales en el país, es decir, nombramientos, promociones que hacen los gobiernos, de los funcionarios que los han de continuar en sus funciones. Si los dos gobiernos fueren uno solo, la elección oficial no cesaría de existir por eso. Ese gobierno único seria su propio elector ó reelector, y candidato mas ó menos indirecto, como sucede en Chile ; pero el país argentino no estaría expuesto al riesgo de dividirse en dos países, en que lo tiene permanentemente la Constitución que le dá dos gobiernos nacionales, ó le divide en dos departamentos los elementos del Gobierno Nacional, que necesita ; lo que no sucede en Chile. La coexistencia de dos gobiernos nacionales autónomos ó independientes uno de otro, trae poco á poco, pero inevitablemente, la coexistencia de dos naciones rivales, dentro del mismo territorio argentino. Esta es la razón por qué solo en el Plata se produce este peligro de desmembración, con motivo de la elección de su gobierno presidencial cada seis años. — 225 — § ix Inconvenientes del statu-quo de 1880 La Constitución actual crea, en efecto, dos gobiernos nacionales para la República Argentina. Por la razón de que los dos son nacióles^ es que son rivales, antagonistas y sobre todo, incompatibles. El uno ( Gobierno Nacional de nombre), es el gobierno que debió su creación á la Constitución de 1853; el otro, (Gobierno Nacional de hecho) fué la obra de la Constitución reformada en i860, la cual puso en manos del Gobierno provincial de Buenos Aires, todos los medios y recursos del poder na:ional. Por eso es que su antagonismo esencial se hace visible todos los seis años, con ocasión de la renovación del jefe aparente de! Gobierno Nacional. El motivo de esa crisis sîxenal, es que los dos gobiernos son los electores naturales del nuevo Presidente. A la vez que son los dos grandes Electores, son los dos grandes candidatos indirectos. El candidato natural, obligatorio y forzoso para la presidencia nominal, ó de mero nombre, es el Presidente de hecho, que ejerce todos los poderes nacionales en el puesto y bajo el nombre de Gobernador de Buenos Aires. El Gobernador de Buenos Aires es ó era el Príncipe de Gales de la República Argentina j es decir, el heredero forzoso del Presidente que cesa, porque no puede ser reelecto sino seis años mas tarde. Pero como el antagonista natural de todo heredero forzoso, es el testador, y el instinto de todo cesante, es revivir ó perpetuarse, el Presidente cesante puede adoptar para conseguir esto, como candidato que ha de sucederle, á uno de sus Ministros, bajo un pacto de reelección, como sucedió en el Estado ÚG\ Ecuador, en el Pacífico. De ahí el peligro que el país corre todos los seis años de verse dividido ó desmembrado en dos países, por la ambición de los dos Gobiernos nacionalesy que aspiran á quedarse en posesión directa ó indirecta, visible ú oculta, del poder presidencial de la República Argentina. T. VIII. 15 — 226 — Para acabar cíe raíz con este peligro, no habría mas remedio que hacer de los dos gobiernos uno solo, incorporando ó refundiendo al uno dentro del otro. ¿Cuál de ellos seria el refundido dentro del otro? La elección no podría ser arbitraría ni facultativa- Tiene sus reglas naturales que la imponen. El que tiene mas medios de poder y de gobernar, absorberá naturalmente al que los tiene menos, ó no los tiene casi. Por tener, entiéndese aquí poseer', sea ó no con título de propiedad. Trátase de un hecho, no de un derecho; en política los hechos valen derechos ¡ como fuerzas al menos. En el caso de dos gobiernos, de los cuales el uno tiene que vivir en la casa y con los recursos del otro para poder gobernar, seria contrario al orden natural de los hechos y de las cosas, que el que tiene la habitación y los medios ó recursos de poder y gobierno, se dejase absorber por el que no los tiene, aunque en justicia abstracta tenga derecho de tenerlos. La política tiene eso de peculiar, que en ella los hechos equivalen á los derechos• , considerados como poder puro y simple, como simples fuerzas. De ahí viene el proverbio romano, que es como hecho para las materias de gobierno: beato el que posee. La razón explicativa, s i n o justificativa de esto, es clara. ¿Qué es el poder, es decir, la fuerza que gobierna^ en su naturaleza mas simple y mas bruta, es decir, mas natural? Es 'a vida, son los medios y recursos de vivir. La fuerza y el poder que gobiernan, residen en los medios y recursos que hacen vivir. Está en el número y cantidad de ios recursos vitales, no en el número de los hombres. De dos grupos ó aglomeraciones de hombres, tendrá mas poder, mas fuerza y mas capacidad de gobernar, no el mas numeroso, sino el mas pudiente, es decir, el mas rico de recursos, ó medios, ó poderes vitales. CAPÍTULO II Consolidación de la República Argentina y modo de efectuarla—Tras una capital lo que faltaba era un Estado en el sentido de una nación — Buenos Aires era víctima de su localismo antinacional — La unificación era tradición histórica de la República — Fueron centralistas todos sus grandes hombres — El federalismo norte americano no fué modelo de nuestra revolución de 1810—La capital nacional en Buenos Aires conduce á la unificación — Es Buenos Aires nuestra ciudad-nación — Lo fué desde su fundación ibérica — La capital fué el vireinato — Hoy es Buenos Aires el poder argentino — La consolidación nacional en torno suyo responde á las necesidades de nuestra independencia, seguridad exterior é interior, progreso material é intelectual. I Consolidación del país — ¿ Cómo efectuarla ? Para refundir los dos gobiernos actores en uno solo, como dispone la Constitución (apesar de la reforma), está el camino señalado por la Constitución misma. Es hacer de Buenos Aires la capital d é l a Nación. Y como eso es lo que ya está dispuesto por la Constitución misma, apesar de la reforma del artículo 3 0 (que lo declaraba terminantemente), no habría sino que poner en práctica la Constitución vigente para obtener la solución deseada. Una nueva ley bastaria para ello, según la Constitución actual (artículo 3 o ). No se necesitaría una reforma de la Constitución. Bastaria declarar á Buenos Aires capital de la Nación, para refundir — 228 — en un solo gobierno nacional los poderes que hoy componen dos gobiernos incompatibles, porque son redundantes, es decir, p o r q u e estatuyen sobre lo mismo. L a vida del país exige esa refundición, como el solo medio d e darle la autoridad fuerte y sería que necesita, para q u e sus libertades sean un hecho. Este arreglo seria el modo práctico de poner en manos de toda la Nación el poder efectivo de toda la Nación, ea lo cual consiste la libertad moderna. Solo así la libertad de elegir su gobierno, que es la primera libertad de la Nación, seria un hecho general y efectivo. No habiendo dos gobiernos rivales, no habrá dos candidatos rivales y antagonistas de las dos porciones en que la Nación está dividida, por el modo como se entiende y practica actualmente la Constitución. La Constitución crea dos gobiernos, pero no dos poderes. La idea de que el Gobierno llamado nacional es un poder, viene de que en este país no se tiene una idea exacta y neta de la naturaleza del poder. Se vé el poder en el ejército, en los cañones, en el parque, en los fusiles, en los soldados, etc. Hay otra fuerza de que esos instrumentos ó utensilios g u e r r e r o s son armas y expresión del poder. Esa fuerza reside en la inteligencia y en la riqueza, que es su resultado. Donde esta fuerza existe, allí está el poder del país. En el país argentino, v. g. : Buenos Aires. Todo Gobierno argentino sin jurisdicción inmediata y exclusiva en Buenos Aires, puede ser un gobierno nacional, pero no es un poder rea/y efectivo nacional. Mejor dicho, no es un gobierno, porque autoridad que gobierna con un poder prestado, es la imagen de un gobierno, no un gobierno efectivo. El Gobierno argentino que no posee á Buenos Aires, no es solamente un gobierno sin capital; es además, un gobierno sin estómago, sin abdomen, sin pulmones ni corazón, sin fuerza ni poder vital, en una palabra, sin cabeza. — 229 — Según la interpretación ó inteligencia actual, la Constitución es una ley fundamental, por la cual cada partido en lucha ha constituido su gobierno respectivo, resultando de ello la coexistencia de ambos gobiernos, — el uno constituido por el partido de Buenos Aires, mediante la reforma de i860, y el otro constituido por las Provincias, mediante la Constitución de 1853. Es una doble Constitución, que estatuye y crea dos gobiernos distintos y separados, en vez del solo y único gobierno federal ó nacional, que necesitan la paz y la libertad de la Nación. Crea un estado de cosas en que cada constitución, por decirlo así, es la obra de cada partido rival; cada gobierno es la obra de cada partido de los dos en que la Nación está dividida por su historia. Así tomada y practicada la Constitución, no es un tratado de paz de las dos causas que se disputaban el poder de la Nación, como Tas cartas que forman la Constitución inglesa, y la de Estados-Unidos. O, al menos, es una paz que deja en pié dos causas, dos intereses, dos países, dos autoridades, sin refundirse ni consolidarse. Si no es de necesidad reformar ni cambiar esa Constitución, es al menos indispensable cambiar su jurisprudencia, su manera de entenderla y tomarla, la manera de hacerla obrar. No es una reforma la que se necesita, sino un cambio de modus-vivendi^ ó cuando mas un modus-operandi^ en virtud del cual, sin deshacer ni cambiar las cosas del lugar en que están, se coloquen y funcionen de otro modo en el mismo lugar t'n que están; se verán por otro aspecto, se moverán de otro modo, las mismas cosas que hoy se ven y mueven como cosas incoherentes y divergentes. Con solo tomar y considerar á Buenos Aires y sus cosas, como Capital y cosas elementales del gobierno de todos los argentinos, dejará de existir el dualismo en que hoy consiste el mal de la República Argentina. Ese cambio no hará desaparecer al Gobierno provincial de Buenos Aires, como no hará desaparecer á la Provincia de Buenos Aires, ni su autonomía; sino que la Provincia y su autonomía y su gobierno, dejarán de ser una mitad principal del poder nacional; y la Nación, tomando á Buenos Aires como su Capital, entrará en posesión y goce de todos los elementos de su poder ó gobierno nacional. — 230 — Buenos Aires conservará su autonomía, pero en términos iguales á la autonomía que conservan hoy todas las Provincias argentinas. Será una autonomía provincial, en una palabra, y no una autonomía nacionaló de Estado, como era la que resultaba de tener como capital d e la Provincia á la ciudad, que es y debe ser capital de la Nación, porque todo cuanto ella encierra, es nacional esencialmente. En la Constitución actual no falta nada, para la perfección y eficacia de su juego. Contiene todas las piezas y herramientas. Cuando mas, falta á esas piezas el ajuste y colocación que las haga ser y obrar como una sola máquina. Es una caja que contiene todas las piezas, ruedas y resortes de una máquina, que no está completamente armada y ajustada para funcionar eficazmente. § n Unificación ó consolidación de todo el país argentino — Continuación Si la unificación ó consolidación de todo el país argentino es equivalente á distribuir por igual entre todos sus habitantes el poder y la riqueza de que son colaboradores y autores, esa unificación ó consolidación viene á ser el solo medio de defender y conservar la independencia y la integridad del país argentino, contra las aspiraciones de vecinos menos bien dotados que necesitan reconstruir sus territorios, si quieren poblarlos con inmigraciones de la Europa mas civilizada. Mientras que el Plata se puebla por la sola atracción de su suelo, el Brasil y Chile, uno por el clima tórrido, otro por su suelo antípoda, con todas sus primas y estímulos, no logran atraer inmigrantes europeos. Estados unitarios ambos, cada uno es fuerte por la unidad de su gobierno, que nosotros no queremos cambiar por la division federal que nos debilita. La distancia y otras causas disminuyen su fuerza que les dá la uni- - 231 — d a d ; pero su alianza les haría ser un solo poder, en cuyo seno nos encontraríamos encerrados el dia q u e una guerra nos pusiese en conflicto. P a r a hacer de la República Argentina un poder mas fuerte que el Brasil y Chile aliados, bastaría consolidarla y unirla en un solo Poder; y para ciarle esa consolidación bastaría darle por capital á Buenos Aires, pues en Buenos Aires se encuentran unidos todos los elementos y fuerzas naturales del poder argentino. Dar al Gobierno Nacional p o r capital y residencia la ciudad de Buenos Aires, es completar el poder que necesita para dejar de ser un poder de mero nombre, pues la ciudad de Buenos Aires quiere decir el Puerto^ el Trájko directo, la Aduana, el Mercado, el Crédito', el Tesoro de la Nación toda entera. Por eso decimos que la cuestión de capital en el Plata, no es cuestión de geografía, sino cuestión de poder y de gobierno fuerte. Lo q u e falta al Gobierno Argentino, no es una capital, es el poder. Nos falta un gobierno, porque nos falta nuestra capital-gobierno, nuestra ciudad-nación. §.ni La Capital nacional existfa, pero en desuso Kran modos impropios de expresarse cuando se decía: «la Nación está sin Capital, la Capital está por hacerse, Buenos Aires va á ser declarada Capital de la República Argentina.» N o ! L a Capital existía, estaba hecha y declarada, y esta Capital era Buenos Aires. Estaba hecha por todos los medios de constituir un país, que reconoce el derecho público del mundo civilizado. Por la situación topográfica de los recursos y elementos económicos del poder de gobernar la Nación, colocados y situados en la ciudad de Buenos Aires, desde el origen orgánico del país: puerto, tráfico, mercado, impuesto de aduana, crédito público, tesoro nacional, surtido por estas dos fuentes. — 232 — Fuera de esta sanción real y vital, está hecha Buenos Aires capital argentina, por la Constitución nacional vigente; no por un solo artículo, sino por diez artículos de su texto, conexos entre sí, y formando unidos un artículo complexo, que es producto y expresión de la contextura del país, respecto á su cabeza topográfica y natural. L o es, además, por la sanción de todos los geógrafos del mundo. L o es aun por la realidad de los hechos tradicionales, que forman la vida interna y externa del país argentino. ¿Qué falta entonces? ¿De qué se trata en esto que se dice de crear, • declarar, establecer una capital de la Nación en la ciudad de Buenos Aires? Falta solamente confirmar, ratificar, poner en vigencia viejas leyeSj que el desorden y la anarquía han hecho dormitar, no perecer; olvidar, no morir. No es el primer ejemplo en la historia el que esta rehabilitación ó confirmación se llame cambio y revolución. Toda la revolución inglesa d• e 1688, no fué mas que confirmación solemne de las viejas instituciones libres de Inglaterra. Tenemos según esto, que de hecho y de derecho, por la constitución económica y topográfica del país, y por el texto de la Constitución escrita, Buenos Aires es la capital de este ente político y social que se llama República, ó Nacio?i Argentina. De otro modo no habría respirado un solo dia como Nación civilizada, recibida en el mundo de los Estados vivientes. § rv Bajo el símbolo de una Capital, lo que nos faltaba era una Nación La capital de una Nación, en todas partes, es la ciudad ó lugar en que residen todas sus autoridades nacionales. En el Plata, no es eso solamente; es mucho mas. Es la ciudad en que se encuentran, por razones de geografía, de historia y de tradición, las fuerzas y elementos naturales del Gobierno nacional, de tal ~ 233 — modo radicados que aun sin la autoridad de este nombre, el poder nacional existiría sîn el nombre, en cualquiera autoridad que allí existiese. De ahí viene que tras la ausencia 'de una capital, lo que realmente faltaba, era la existencia de una Nación, en el sentido de un Estado idéntico, y mas ó menos consolidado en un solo cuerpo de la Nación. L a ausencia de una capital y de un Estado ó Nación de que la capital era expresión y símbolo, implicaba la falta de un Gobierno nacional, pues donde no hay Nación no puede haber Gobierno nacional. Pero donde el Gobierno nacional faltaba, no podría haber política alguna nacional, ni interior ni exterior, ni de paz ni de guerra, ni de comercio doméstico, ni de comercio internacional, que es la fuente de nuestro poblamiento, de nuestro enriquecimiento, de nuestras finanzas y poder interno y externo argentino. ¿Cómo tenerpo¿ier nacional'ni Nación, sin tener impuesto nacional, crédito nacional, tesoro nacional? Cómo pensar en moneda nacional argentina, es decir, en una medida general y permanente de valor, donde no se tiene un amonedador nacional, único y solo, un solo legislador soberano y supremo, capaz de fijar un solo étalon ó padrón monetario para todo el suelo argentino ! Se echa de menos una moneda uniforme en toda la República Argentina; seria como extrañar la ausencia de una sola moneda en toda la Europa, pues en la República de las Provincias Unidas del Rio de Ja Plata, no hay mas unidad ni uniformidad de legislación monetaria que en el conjunto heterogéneo de las naciones que forman el continente europeo. Tomando por su Capital á la ciudad de Buenos Aires, recien ahora entra el país argentino en el camino por donde hallará un dia la unidad de medida, de valor (unidad monetaria), de peso, de extension, etc., etc. No hay moneda única, sino donde hay una Nación, ni una Nación, sino donde hay una sola autoridad, una sola ley, un solo soberano. Con razón estaban acordes, desde Rivadavia hasta el último tende- - 234 — ro, en pensar desde su tiempo, que con la capital faltaba en el Plata* todo orden regular de gobierno. Logrado una vez ese beneficio, es un crimen de lesa-nacion todo conato de restauración. El país debe ser inexorable contra los promotores de restauración' alguna del régimen realmente colonial y anti-patriótico, que era, en verdad, el que precedió á 1880. Con semejante régimen toda política exterior era imposible. Nuestra debilidad orgánica y constitucional nos enagenaba el respeto y el crédito del extranjero. L a guerra exterior era imposible en otro papel que el de satélites burlescos del extranjero, que nos usaba como aliados para ayudarle á hacerse fuerte en nuestro detrimento. No podíamos tener marina, faltos de puertos de mar, pues todos ellos eran ágenos á la Provincia- Metrópoli, celosa de que formasen el poder de los demás argentinos, medio extranjeros á la ProvinciaCapital. Entre dos poderes marítimos, como el Brasil y Chile, nuestra República, con buques y sin puertos de mar, estaba en el caso del que empieza por el fin sus aprestos de defensa. A qué hablar de armamentos, de fortificaciones, de blindados, de escuelas militares, si nos falta el primer elemento de guerra, que es el poder político de un Estado consolidado, compacto y homogéneo en su acción y sistema de gobierno! ¿Cómo tener esa consolidación donde el país fraccionado mantiene fraccionado y debilitado por sistema al Gobierno? El régimen realista de la. Provincia-Metrópoli) era menos malo en et tiempo colonial, que en nuestro tiempo, porque nos debilitaba menos, como colonos de España, al menos, pues entonces arrojamos á los ingleses dos veces á principios de este siglo, sin mas elemento militar que la cohesion y unidad de esfuerzo. Entonces no éramos federales, como no lo luimos contra España misma, para arrancarle nuestra in. dependencia en los campos de batalla. No así en las carpetas verdes de la diplomacia federal, en que España nos obligó á recibir mas de dos rancias leyes del siglo XIII, como de temor de nuestro poblamiento rápido, suscitado por la libertad absoluta de nacionalidad. — 235 — § V Tras la Capital, faltaba la Nación» Continuación En todo país en que falta un Gobierno nacional, la Nación es una paradoja, una aglomeración de pueblos en camino de disolverse, no para quedar dispersos, sino para agregarse á naciones vecinas ya formadas, que necesitan de ellos vitalmente. Los Estados se agrandan á veces por las faltas de sus vecinos, que no saben agrandarse á sí mismos. Un país, cu3'0 Gobierno se multiplica por catorce Gobiernos, no puede tener política exterior, ni vida internacional, ni paz estable, ni guerra victoriosa. Tal es, mas ó menos, el estado en que vive la República Argentina. Con todas las ventajas naturales para tener derecho de ejercer su influjo ventajoso eu Sud-América, su acción es nula, y apenas seria capaz de defender su independencia en una guerra exterior. Si esa defensa tuviese que convertirse en guerra ofensiva ó de invasion, es dudoso que la ventaja estuviese de su lado. Las guerras emprendidas por el Brasil y Chile, han probado esta verdad por su buen éxito, que un gobierno regular y estable, es el pimero y mas fundamental elemento de guerra interna y externa. A ese elemento deben su larga paz interna y su engrandecimiento territorial. A la falta de ese elemento debemos, por el contrario, las pérdidas que ha hecho nuestro país argentino, en setenta años, de mas de la mitad de su territorio mas poblado. Para r e p a r a r í a s pérdidas de las antiguas provincias, que son Bolivia, Paraguay y Estado Oriental, podría improvisar hoy nuevos pueblos en sus territorios desiertos del sud, que son cabalmente los mas adecuados por su clima, para poblarse con inmigrados del Norte de Europa, de esos mismos habitantes que pueblan á la América del Norte. Pero la primera necesidad que se debe llenar previamente para atraer de Europa poblaciones y capitales, es tener puertos internacionales en el Atlántico, verdadero puente que nos liga á la Europa. — 23G — Tiene esos puertos por la naturaleza, y grandes, bellos y numerosos, pero están desiertos, despoblados y abandonados á las veleidades de conquista de sus dos vecinos, para los cuales son cabalmente esos territorios marítimos del Sud, una cuestión de ser ó no ser, estando el uno entre los antípodas de la Europa civilizada, y el otro en territorio africano, por su clima tórrido, Y como esos dos antagonistas territoriales suyos, en la lucha por la vida, que los divide involuntariamente, son dos países marítimos, coa puertos poblados en que pueden alojar sus marinas, que ya tienen, y con Gobiernos unitarios que les dan la fuerza y estabilidad necesarias para tener política exterior, la República Argentina parece enferma de Ja ceguedad del topo, cuando pierde una hora en no ocupar y poblar sus territorios marítimos del Sud, donde están las minas de su grandeza futura, que son la ganadería, la agricultura, la pesca, en que nuestros mares australes son una nueva Australia, y una nueva California. Entretanto, es un hecho increible que la República Argentina no sea hasta hoy un país marítimo! No tiene un solo puerto de mar, poblado de una ciudad habitable. T o d o s sus puertos internacionales son fluviales. Es todavía y no es mas que el viejo Rio de la Plata. Y ni este gran rio tiene un puerto suyo, que merezca este nombre, siendo, en realidad, el único que hoy tiene, el portachuelo de un riachuelo. Pudiendo estar como su primer modelo, rodeado del mar que hizo la grandeza de las Provincias Unidas de la Holanda, está encerrada en sus rios, como un nuevo Paraguay, de mas afuera. Para crear esta nueva República Argentina ¿cuál seria la base y condición natural ? L a formación de una nueva Buenos Aires. Y para formar a l a moderna Buenos Aires, empezar por hacer Ja nueva y grande Capital del Sud. No ya como Atenas y Ro?na) coronada de laureles, sino como la nueva Inglaterra de la América del Norte, coronada de riquezas, de ideas modernas, de instituciones libres, de modestia viril, de las virtudes silenciosas que levantan á los grandes pueblos, que son la paciencia, la perseverancia, el esfuerzo. — 237 — § vi Buenos Aires era víctima de su viejo localismo. Como Capital de la Nación, será mas libre que antes Desarmando Buenos Aires la máquina del poder omnímodo, resultado de la suma del poder económico de toda la Nación, acumulado en la capital por esa misma máquina, Buenos Aires deja de ser la primera víctima del Gobierno omnipotente y despótico, que su autoridad provincial hacia pesar, primero sobre el pueblo de su mando inmediato, y después sobre el pueblo argentino todo entero. L a demolición de ese edificio de opresión, se opera de hecho por la separación del pueblo de la Provincia, respecto de la ciudad de Buenos Aires, ciudad-poder-omnímodo^ en toda realidad. Esta ciudad y el poder de todos los argentinos, que ella concentra, divididos y distribuidos en manos de todos los argentinos, por la nacionalización de ese centro, separado de su provincia, es el solo medio práctico de distribuir por igual entre todos los pueblos y ciudades argentinas del país entero, el producto del trabajo y del suelo nacional, en que su poder soberano y supremo consiste. Desde ese arreglo, y desde ese dia empezará á existir la libertad argentina que no es otra cosa que el derecho y el poder del país unido de gobernarse á sí mismo, mediante la posesión directa y completa de la suma de sus recursos y elementos de poder y gobierno nacional. Quien tiene la ciudad ¿oder de Buenos Aires, tiene todo el gobierno nacional argentino. ¿Por qué la ha de tener el solo pueblo de su provincia? ¿Por qné ese solo pueblo ha de ser depositario, tenedor y dueño del poder argentino, encerrado todo entero en este gran parque de autoridad y de fuerza, acumulado en la citidad-nacion^ por el concurso de todos los argentinos? Colocar esta ciudad, que es de todos, como su nombre histórico de Capital\o dice, en las manos exclusivas del pueblo de la Provincia de su — 238 — nombre, es entregar la Nación entera á una sola provincia argentina; ni mas ni menos que como estuvo la colonia cuando las Provincias de que ella se componía, tenían por capital á la Provincia entera de Buenos Aires, de que era gobernador-oirey, y autoridad general d e todo el vireinato de entonces, que es hoy la Nación Argentina, erijida en Estado libre y soberano, el 25 de Mayo de i 8 r o . No bastó proclamar esta nación, para que la nación quedase formada de hecho; es preciso hacer la nación que se proclamó, y h a llegado el tiempo de salir del reino platónico ^e los nombres y palabras. L a omnipotencia de poder, de recursos y de fuerza q u e ha estado hasta aquí en manos del Gobierno provincial de Buenos Aires, debe pasar á manos del Gobierno Nacional de la República toda entera pero limitado. Unitario ó federal^ poco importa; son cuestiones de palabras. El sofisma de los nombres ha desfigurado la realidad de los hechos y cosas. L a cosa en cuestión, es la formación de un Estado regular, el Estado argentino, mas ó menos como el Estado chileno, que es un* ta rio, ó el Estado brasilero, que es medio unitario, es decir, casi federativo. ¿Se dirá impracticable este sistema porque somos muchos los argentinos para formar un solo Estado? Los brasileros son mas numerosos, pues son diez millones. ¿Será su forma monárquica la que les dá esa capacidad? L a República de los Estados Unidos, es cuatro veces mas grande, en población, que el Imperio del Brasil. Nosotros mismos hemos sido el doble de lo que somos hoy en población, cuando hace setenta años formábamos un soio cuerpo social hispano-argentino. Pero la cuestión de forma unitaria ó federal nada tiene q u e hacer con la gran cuestión del Gobierno Nacional de que se trata. Importa poco que ella sea federal ó unitaria, con tal que tenga por residencia coa jurisdicción exclusiva, la ciudad de Buenos Aires, en calidad de Capital de la República Argentina. Solo á esta doble condición tendrá el poder real y efectivo de un Gobierno argentino y nacional, digno de este nombre. Que las palabras de orden de los partidos no hagan olvidar la cosa que la vida del país necesita, para alimentarse y desenvolverse, á saber: un gobierno eficaz y serio, y que estas cualidades resulten de su complexion y contextura orgánica. No será eficaz y serio si sus poderes no son una verdad, y una verdad de hecho. — 239 — Dos gobiernos en vez de uno, coexistiendo en la misma ciudad, eran )a negación del poder fuerte que el Estado necesita. No han coexistido en paz, sino cuando los dos han tenido por depositario á un solo gobernante. Antes de 1810 v. g. el virey, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires\ y á la vez virey del Vh einaio de Buenos Aires. Mas tarde los gobiernos revolucionarios que residieron en Buenos Aires, ejerciendo en nombre de las necesidades de la Revolución la doble autoridad de la Provincia-Capital, y de la República entera. Después, bajo el gobierno de Rosas, que á la vez ejerció como Gobernador de Buenos Aires el poder de la Provincia, y por encargo especial de las otras, el gobierno exterior de la Nación. Otro ejemplo de coexistencia fué el del Gobierno del general Mitre, que á la vez fué Gobernador de Buenos Aires y representante exterior de la Confederación entera. El general Urquiza, en Entre-Rios, conservó en paz entre sus manos el gobierno local de su provincia y el de la Nación, como Presidente, hasta que divididos los dos poderes en dos gobernantes, dejaron de coexistir en paz, y de su conflicto salió y quedó vencedor el Gobierno local directo y exclusivo de la Provincia de Entre-Rios, en que habían coexistido. No hay mas que un medio de prevenir el conflicto que nace de esa coexistencia, y es el de dar al jefe de la Nación el gobierno local de la ciudad de su residencia, y hacer por la amalgamación de ambos gobiernos, uño solo, fuerte, serio y eficaz. ¿En cuál ciudad ? La República Argentina por su contextura histórica y tradicional no tiene para ello otra que la de Buenos Aires, porque solo ella encierra en su recinto los elementos y fuerza económicas y financieras de la Nación, de que es por nacimiento centro y cabeza. Objetan á eso sus nativos porteños^ por antonomasia, ó habitantes de la ciudad-puerto de Buenos Aires, que si los argentinos toman posesión del gobierno local y exclusivo de su ciudad natal, declarada Capital de la Nación, los hijos de Buenos Aires que no tienen otra ciudad para su residencia, quedan como extranjeros en la de su origen. Pero esto es un error, que solo se explica por la inversion que el orden histórico del país ha venido sufriendo desde la caída del gobierno español. Tomando los argentinos en sus manos el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, no son excluidos de ese gobierno los porte- — 240 — ños, porque ellos mismos son del número de esos argentinos que entran á gobernarla. Los porteños siguen gobernando á la Capital de su nacimiento, pero en vez de ser solos en ese gobierno, lo hacen conjuntamente con sus compatriotas, los argentinos de toda la Nación entera. En ningún país que no es un monstruo de configuración, el gobierno de la capital es del dominio exclusivo y local de sus hijos. Paris es gobernado por los franceses, Londres por los ingleses, Ro?na por los Italiatíos, Madrid por los españoles, Santiago por los chilenos, Rio de Janeiro por los brasileros. Para ello y por ello no tienen que salir de su ciudad nativa los parisienses, los londonenses, los romanos, los madrileños, los santiaguinos, los nativos de Rio. Los porteños no quedan como extranjeros hospedados en Buenos Aires. Mas argentinos que nadie, quedan en su país, en su provincia, en su casa, gobernando á la Capital en compañía de la Nación entera, de que son y siguen siendo su parte principal, por su cultura, con la ventaja sobre sus compatriotas, de quedar ellos en su casa, apesar del cambio, mientras que los provincianos tienen que dejar la suya. Se diria que la Nación era la hospedada en su capital, sí alguno pudiera estar como huésped en un hogar de su propio país. D e j a r á los porteños el gobierno exclusivo de la ciudad de Buenos Aires, es excluir del gobierno local é inmediato de la capital á los argentinos, es decir, á la Nación. Pero eso sería constituir un Estado en el Estado, es decir, una nación dentro de otra nación. Eso no es federación; es desmembración de una nación en dos naciones, con sus dos gobiernos, en realidad nacionales, gravitando siempre hacia la absorción uno de otro, cada vez que coexisten juntos en una ciudad. Toda noción sana de gobierno regular está perdida e n t r e los pueblos argentinos por las nociones escolásticas de federación y u?iidad. Para ellos no hay gobierno posible en el mundo fuera de estos dos tipos. Es como la división de los temperamentos, en cálido y frió, húmedo y seco, de las viejas escuelas de medicina. El hecho es que no hay dos gobiernos que se parezcan en el mundo, y seria difícil encontrar uno solo que forme un dechado de unidad sin mezcla, ó de variedad sin unidad. «Multitud que no depende d é l a - 241 - unidad, es confusion: unidad que no depende de la multitud, es tiranía», decia Pascal. Cada pueblo es como es, y su gobierno debe ser como para sí propio, y no como para otro país. La Inglaterra es la Inglaterra, dice Frei' mon en ese sentido, y no hay país que no pueda decir otro tanto, por que no hay dos países iguales, y cada uno es cada uno; es el que es. § Vil La unidad nacional es tradición histórica en ía República Argentina Buenos Aires es la Capital histórica del país argentino, como todos saben. Pero si la capital del país es histórica, lo es igualmente el país argentino todo entero, como nación centralizada ó consolidada. Una de las tradiciones históricas del argentino, es su unidad nacional. Jamás, desde su fundación, ha carecido de esa unidad. Hoy mismo su unidad está hecha; su suelo es uno, una es su sociedad, como lo prueba su Código Social ó Civil Argentino; uno es su gobierno externo, c por qué no lo seria su gobierno interior? Uno es su nombre histórico; una su bandera, una su gloria, en una paiabra, una es su vida política y social, uno es su ser, su interés y su poder. Todo esto renace ó reaparece con la Capital en Buenos Aires. Es la restauración espontánea, natural, gloriosa del grande Estado argentino, que inauguró el Dr. Moreno en 1810, como órgano de la Revolución de la Independencia respecto de un soberano extranjero, en provecho del soberano patrio y nativo, que es el Pueblo Argentino. La Revolución de Mayo toda entera está salvada, con tal que este sea nuestro soberano, es decir el pueblo todo, entero y consolidado délas Provincias del Rio de la Plata. T. VIII. IÓ — 242 — § VIII Todos nuestros grandes hombres argentinos fueron centralistas Tenemos unos singulares políticos, cuyo patriotismo consiste en pensar y obrar al revés de lo que pensaban y hacían los mas grandes patriotas, que ha tenido este país. Todos ellos, sin excepción, fueron centralistas ó unitarios. El Dr. Moreno miró siempre á su país argentino, y habló de él como de un Estado, de un solo Estado, formado de diversas provincias, y no de un estado formado de varios estados. No fué federal, y no conoció otra capital del Rio ele la Plata, que Buenos Aires. Rivadavia fué siempre unitario, pues sancionó la Constitución que consagraba ese sistema de gobierno para la República Argentina. Solo por un sofisma ridículo se le puede pretender federal. Belgrano fué centralista, pues quería la monarquía, que no significa otra cosa en sí misma que un solo Estado, gobernado por un solo soberano. San Martin fué también monarquista, pues inició inteligencias de paz con España, sobre la base de un gobierno monárquico, ó unitario, ó centralista. Ur quiza y reinstaló la centralización de la República, sancionando la Constitución que designó á la ciudad de Buenos Aires como capital de la Nación, y residencia de su Gobierno Nacional ó Central, en los términos que Rivadavía lo propuso. ¿Quién es el único que ha condenado y perseguido la unidad y la centralización de la Nación Argentina? El que nada hizo por su libertad ni por su independencia, el General Rosas, que siempre se opuso áque Buenos Aires fuese declarada Capital de la República, á condición de no residir en otra parte, que en la ciudad de Buenos Aires, donde encontraba hecho y constituido el centralismo, que rechazaba de boca. Como él han obrado sus sucesores, que negando á Buenos Aires su calidad de capital y residencia del Gobierno Nacional Argentino, han — 243 — cuidado de no residir en otra parte, que en la ciudad de Buenos Aires, porque sintieron, como Rosas, que el poder argentino existía centralizado de hecho en la ciudad de Buenos Aires. Pero alterada y falsificada esa constitución por su division en dos poderes incoherentes é inconciliables, coexistiendo en la misma ciudad, que á la vez era y no era capital, la centralización ha existido latente, oscura, disimulada é impotente. Esto es lo que la ley reciente de capital ha venido á correjiry rectificar en el sentido de un centralismo simple y racional. Es verdad que también Dorrego precedió á Rosas como enemigo del centralismo, aunque lo practicó de hecho como él, gobernando desde Buenos Aires. Pero Dorrego con su mérito innegable, aunque secundario, no estuvo jamas á la altura de sus grandes rivales unitarios en la historia argentina, ni en las simpatías del país. La misma Buenos Aires dio á sus calles los nombres de los grandes unitarios. Hay calle de Moreno, calle de San Martin, calle de Relgrano, calle de Rivadaviay calle de L avalle. H a y calle de Caseros, que quiere decir, calle de Ur quiza. No hay calle de Rosas, ni calle de Dorrego. No califico este hecho, lo establezco. § ix El federalismo de Norte-América no fué modelo del doctor Moreno, corifeo de la Revolución de 1810 En la colección de Arengas en el foro y escritos del Dr. D. Mariano Moreno, abogado de Rueños Aires, y Secretario delprimer Gobierno de la Revolución de aquel Estado (tomo i, Londres, 1836), uno de los escritos colectados en ese volumen se titula: « Sobre las miras del Congreso que acaba de convocarse y Constitución del Estado». — 2i4 — Está inserto en la Gaceta de Buenos Aires, de 28 de O c t u b r e , 2, 13, 15 y 28 de Noviembre de 1810, Era este escrito po'r su objeto, como el de las Bases, presentadas cuarenta anos mas tarde, al Congreso Constituyente de 1853. Es de notar que el Dr. Moreno para nada alude en él, al ejemplo de los Estados Unidos de América, que apenas menciona al igual de la Suiza, y de los mismos indios del Norte. La antigüedad y los antiguos griegos y romanos, son su constante modelo invocado. También cita los ejemplos de Inglaterra y Francia en cuanto á su forma de Gobierno libre y nuevo. También señala el ejemplo del federalismo alemán. El ejemplo de los Estados Unidos, según el Dr. Moreno, era conciliable con nuestra subordinación de vasallos al poder soberano español, con tal que contribuyésemos á formarlo junto con los otros pueblos españoles. Excluye por inaplicable toda especie de federación nacional é internacional. Excluye también toda idea de Congreso Americano, aunque no de alianza general de todas las Provincias de América. Por Provincias entiende él, Señoríos, América. Vircinaios de España en Solo por sofisma puede aplicarse su doctrina sobre este punto, á las Provincias interiores de cada Vireinato; y sin embargo es esto lo que mas de una vez han hecho los titulados federales argentinos. El Dr. Moreno era unitario en sus doctrinas sobre el gobierno moderno argentino. El predicaba ó quería la soberanía indivisible é inalienable del pueblo argentino, como fuente y base del Gobierno patrio de su país. — 245 — § x La Capital del Estado, como base de autoridad, según el doctor Moreno Respuesta del Dr. Moreno, en nombre ele la Junta, de que era Secretario, dada á un oficial español que presentó un oficio, que dijo ser del Gobierno de Montevideo para la Junta, en Agosto de 1810, cuando los asuntos de Doña Carlota de Borbon : « L a Junta, repuso el Dr. Moreno, no admite pliegos ni sostiene relaciones con un Gobierno refractario, que ha roto escandalosamente los vínculos de dependencia á la Capital, ultrajando la autoridad superior á que por ley constitucional del Estado, debe reconocerse sujeto. » Este es un inmenso precedente que define el alcance del Gobierno central argentino, instalado en la Capital del Estado, que era entonces y es hoy, Buenos Aires, por la Constitución mas regular hoy que entonces. Según esas palabras del evangelista de la Revolución de Mayo, la Capital en nuestro organismo tradicional, es el título de la autoridad superior de la Nación. Esto es lo que ha estado desconocido en detrimento de Buenos Aires, por los que han tenido á esta ciudad, fuera de su rango normal y natural de Capital de la Nación Argentina. §xi Capital nacional en Buenos Aires La manía de considerarnos como una imitación de los Estados Unidos, hace á muchos de nuestros dolientes de ese mal, imaginarse que podemos crear nuestra Capital argentina en algún territorio mas ó menos desierto, como una especie de Washington. — 246 — Ni la idea deja concebir nuestra Constitución, de que tal remedio pueda proyectarse, y la razón de ello es que no necesitamos de una Washington argentina, porque no nos falta Capital. No se crean Capitales, á posteriores ó après coup, sino cuando se hacen naciones nuevas. Así, en toda Sud-América no hay mas Capital de reciente creación, sino la de Sucre, en Bolivia, por la razón de que Bolivia misma, fué creada despues de ía Revolución de la Independen. cia. Pero hasta el Paraguay y el Estado Oriental del Uruguay dejaron sus viejas Capitales de Provincia para Capital de la Nación, una vez que fueron proclamados como tales Estados ó naciones, de cuerpos provinciales, que antes eran. Ocho son los artículos de la Constitución que se relacionan con la cuestión de Capital. S e reformó solamente el artículo 3 0 ; pero dejando intactos los otros, quedó virtual y textualmente la cuestión de Capital resuelta en Buenos Aires, es decir, en una ciudad hecha y poblada para Capital. Por el artículo 3 0 las autoridades que ejercen el Gobierno Nacional residen en la ciudad, q u e se declare Capital por una ley especial del Congreso (no por un decreto del Ejecutivo). Lo que indica que la ley no puede declarar Capital, sino á una ciudad. El artículo 36, h a b l a de Diputados y Senadores de las Provincias y de la Capital, como creadores del Congreso, compuesto de dos Cámaras, investido del P o d e r legislativo de la Nación. El artículo 37, h a b í a de la Cámara de Diputados elegidos por el pueblo de las Provincias y de la Capital. Una Capital despoblada no puede tener electores; no puede ser considerada como disfrito electoral de un solo Estado, y á simple pluralidad de sufragios, en «razón de uno por cada veinte mil habitantes, ó de una fracción que no baje de diez mil». Estas cifras revelan q u e la Capital no puede ser un despoblado. Corresponde al Congreso por el artículo 6? de la Constitución «establecer y reglamentar un Banco Nacional en la Capital... con la acuitad de emitir billetes ». Tales emisiones son inconciliables con la soledad de un lugar q u e no tiene prestamistas, ni puede ser mercado por falta de negociantes. Es atribución del Congreso según ese mismo artículo 6y de Ja Constitución, ejercer u n a legislación exclusiva en todo el territorio de la — 247 — Capital de la Nación. ¿Qué objetos ni qué asuntos pueden ser materia de una legislación exclusiva en un territorio despoblado y desierto ? " L a Capital y cada una de las Provincias, dice el artículo 81 de la Constitución, nombrarán por votación directa una junta de electores, igual al duplo del de Diputados y Senadores, que envían al Congres o " - . Es entendido que una Capital sin electores, es decir, sin habitantes, no puede enviar Diputados y Senadores al Congreso. ¿Podrían reunirse, según ese mismo artículo 81 de la Constitución, los electores del Presidente de la República, en una Capital de la Nación que fuese menos poblada que una Capital de sus Provincias respectivas? De ese modo vendría á ser un acto secreto y oscuro, el acto que debe ser el mas público y solemne de cuantos conoce la vida de un Estado republicano y libre. Por el artículo 86 de la Constitución, el Presidente de la Nación es e1 jefe inmediato y local de la Capital de esa Nación. ¿Tan pomposa atribución, no seria una burla de un poder supremo, si se aplicase á un territorio desierto, solo porque fuese titulado Capital} Fué dispuesto que se prestase por el pueblo en la Capital de la República, el juramento de la Constitución Nacional el 21 de Octubre de i860. ¿Quepueblo podía haber prestado ese juramento si no hubiese sido el de Buenos Aires, en que, en efecto, se juró, cuando no había otra Capital que esta ciudad, sin que todavía se hubiese dado ley alguna especial designándola como tal ? Si en virtud de todo esto, no está ya instalado el Gobierno Nacional desde veinte años en su Capital de Buenos Aires, es p o r u ñ a benignidad mal entendida que ha tenido en tolerar á su huésped, al Gobernador de Buenos Aires, la jurisdicción local, directa y exclusiva de esa ciudad, que solo al Gobierno Supremo de la Nación incumbe. — 248 — § XII Capital nacional en Buenos Aires. Continuación Nadie podría poner en duda que la Provincia de Buenos Aires tiene elementos para darse una Capital fuera de la ciudad de su nombre, y constituir un Gobierno fuerte para su Provincia, sin necesidad de situarla en la ciudad de Buenos Aires. Los elementos d e su poder están en todo su suelo, no en la ciudad de Buenos Aires. L a República Argentina, al contrario, vivirá sin Capital y sin Gobierno Nacional, si no establece las dos cosas en la ciudad de Buenos Ai «• es . No por capricho ni simple gusto, sino porque todo su poder propio está reunido y situado en esta ciudad. L a elección de la Capital no es materia de gusto, ní d e fantasía, como la elección de un tocado para una dama. No es mas libre un hombre de elegir el lugar de su cuerpo, en, que ha de colocar su cabeza, que un país el de su cuerpo político en que lia de colocar su Capital. La geografía política de los pueblos, se hace p o r leyes y fuerzas naturales que presiden al desarrollo de su organismo, contra el poder mismo de las leyes artificiales del hombre. Buenos Aires ha nacido y se ha formado Capital, no de una Provincia destinada á vivir una existencia separada, sino con el Vireinato que recibió el nombre de Buenos Aires, porque de Buenos Aires dependía el desarrollo de su vida, como de ese desarrollo dependía la vida y conservación de Buenos Aires. Así, no hay que olvidar una cosa, y es que no se trata de discutir si Buenos Aires debe ser ó no Capital argentina; es cuestión decidida y resuelta. Depositaría del poder de la Nación, en todos los recursos y elementos económicos que forman el poder argentino, no hay gobierno ní autoridad nacional posible para nuestro país, sin la dotación de esta ciudad.podcr, ó mejor dicho de esta ciudad-nación, para residir con jurisdicción exclusiva, inmediata y directamente suya. O es Buenos Aires Capital de la República Argentina, ó la Kepúbli- — 219 — ca vive sin Capital y sîn Gobierno, en manos del poder que, sin ser nacional, ocupe y retenga á Buenos Aires bajo su jurisdicción exclusiva, con cualquier nombre, aunque no se diga Gobierno Nacional ni argentino. Sacar la Capital argentina de Buenos Aires, es invertir toda la Constitución, no solo escrita, sino real y virtual] toda )a historia política argentina de que la Capital en Buenos Aires, es todo el resumen y expresión. En torno de la cuestión de Capital se desenvuelve la historia entera del poder en este país; ¿por qué razón? La hemos dado mil veces. Porque según sus condiciones de formación geográficas y económicas, la Capital es el Poder, y el Poder es el Gobierno, cuando no es un Gobierno nominal y platónico. El poder argentino está en Buenos Aires, y por eso es que no hay otro medio de constituir y completar la organización política argentina, que dar á la Nación por Capital la ciudad de Buenos Aires. Es por eso que cada vez que se ha tratado de constituir el Gobierno ó la autoridad que debia reemplazar á la derrocada el 25 de Mayo de 1810, se ha tratado de la cuestión de Capital en primera línea, como una de sus bases y puntos de partida. Así, en mi libro de las Bases y Puntos de partida para la organización de la República Argentina, que mandé desde Chile en 1852, sostuve, en la primera y segunda edición, que la Ciudad de Buenos Aires era la Capital histórica, tácita y natural de la Nación. No fué sino después de la revolución del r t de Setiembre de ese año, en que Buenos Aires se separó de la Nación, que opiné que todo Gobierno Nacional era imposible con la Capital de la República en Buenos Aires, con las proporciones que recibió de España para ser Capital de una vasta vice-monarquía, diez veces mas grande que la misma Metrópoli española. En 1818, en 1826, en 1853, en i860, por fin hoy mismo, la cuestión de Capital viene á ser la llave de la organización de una autoridad general y común para toda la República Argentina. Dar á la Nación por Capital la ciudad de Buenos Aires, no es cuestión de mera geografía. Es dar al Gobierno de la Nación el poder que le falta para ser realmente un Gobierno, porque Buenos Aires es realmente el poder, no por ser la mas grande y bella ciudad — 250 — d e l à Naciorij ni p o r razón de ser su Capital tradicional é histórica, sino por una causa mas fuerte que todas esas, á saber : porque en ella se encuentran reunidos y existen radicados todos los elementos y recursosnacionales del poder económico y rentístico, en que el poder político* real y positivo, consiste y reside en este país. La cuestión de Capital es cuestión de poder, Buenos Aires es la Capital argentina, porque ella es el poder argen tino. Por eso es que dejar la cuestión de Capital sin solución, ha sido siempre dejar á la Nación sin Gobierno, ó lo que es igual al Gobierno sin poder. En todo caso, al país sin autoridad, sin paz, sin seguridad, sin dirección política, sin respetabilidad, porque la condición del goce de estos beneficios, es la existencia de una autoridad regular, eficaz y fuerte. Autoridad que no es fuerte, no es autoridad en países de raza esencial é históricamente autoritaria. L a última guerra ha nacido precisamente de este origen, y la intuición nacional del país se ha apercibido de que no tendremos paz estable, si continúa sin la solución natural y única de su cuestión de capital argentina en Buenos Aires, que no es otra cosa que la de un Gobierno general y común para todos los pueblos argentinos. § XTII Es Buenos Aires la Ciudad-Nación de que hablaba Rossi (Escrito antes de sancionada la Ley de Capital) Buenos Aires como Capital argentina, es esa «ciudad-nación» que, según Rossi, en todos los Estados consolidados, es teatro de todas las capacidades, fin de todas las ambiciones, que van á ilustrar todos los talentos, á enriquecer todas las fortunas, que todas las artes adornan y embellecen á porfía, objeto del pensamiento, de los placeres, de los votos de todos, orgullo del país, reina aceptada, á quien ios palacios y — 251 — las chozas, las aldeas y las ciudades rinden homenage. {Es un bien? ¿Es un mal? Qué importa! E s un hecho, y un síntoma. Y este hecho es el resumen de la Historia Argentina. Si hay en el mundo una Ciudad-Capital para la que hayan sido escritas estas palabras, es la ciudad de Buenos Aires, en que está reasumida la Nación Argentina, no por ser su simple y nueva Capital histórica y tradicional; no tampoco por ser la mas grande, culta y opulenta de sus ciudades, sino porque todos los elementos y recursos del poder nacional argentino, puerto, tráfico, aduana, crédito, tesoro, administración, registros, archivos, oficinas, monumentos históricos, se hallan reconcentrados, establecidos y arraigados en la ciudad de Buenos Aires, por la legislación, la historia y la costumbre del país argentino. No es libre la República Argentina de darse otra capital que la ciudad de Buenos Aires en su condición presente. Su situación y modo de ser en este punto, son únicos en el mundo. Para todo otro Estado, la elección de su Capital puede ser masó menos facultativa ó potestativa. En la República Argentina, colocar su capital fuera de la ciudad de Buenos Aires, es tan imposible como colocar la cabeza de un hombre donde está su estómago. E s decapitarla, quitarle su existencia orgánica, despedazar el país en dos mitades muertas, no en dos Estados vivientes y capaces de vida política. Está situada la cabeza donde están los órganos vitales del país, por Jos hechos y antecedentes orgánicos de su historia. Allí es preciso dejarla, porque allí está situado el poder, es decir, el Gobierno, pues el Gobierno es un mero nombre cuando su poder no es un hecho. Una de esas grandes ocasiones de acabar la obra de la Constitución Argentina, y de dar al organismo de su Gobierno general el poder que le falta, por causa de su division actual en dos Gobiernos, podía muy bien surgir de una crisis internacional amenazante contra el equilibrio en que reposa el actual edificio geográfico del continente sud-americano. Como en conflictos tales, nadie corre mas riesgo de perder que el que mas tiene que perder, á la República Argentina, la mas rica en territorio y la mas espuesta, por lo tanto, á la codicia de sus vecinos — 252 — necesitados de éî, le conviene dar á su Gobierno la fuerza y vigor suficientes para defenderse, cuando menos, del poder combinado de agresores posibles. Esa es la fuerza que le falta por la division en que está su Gobierno, en dos Gobiernos nacionales. La division del Gobierno trae la del país y su sociedad en dos campos, por no decir en dos países, de los cuales corre uno siempre el riesgo de buscar el poder doméstico que le falta, en el auxilio del poder extranjero. Bien puede la República aglomerar todos los ejércitos que quiera; como los ejércitos no son la fuerza, ni la causa de la fuerza, sino el producto de la fuerza que reside dinámicamente en la unidad de todos los elementos de poder que la República contiene, la debilidad é impotencia de la Nación, contra una coalición de sus vecinos unitarios, coexistiría toda entera con los mas numerosos ejércitos, mientras esté gobernada por dos Gobiernos nacionales, rivales y enemigos virtuales uno de otro, por lo mismo que ambos son nacionales y aspiran á gobernar la misma Nación. Así, su primera necesidad para la guerra como su primera necesidad para la paz, será la consolidación y amalgamación de sus poderes desmembrados y dispersos, en un solo Gobierno nacional, unido, compacto y concentrado en el punto en que residen y se encuentran establecidos de hecho, por los antecedentes de su historia. Ese lugar en la República Argentina es la ciudad de Buenos Aires; Ciudad-Nación que pertenece á todos los argentinos, como todos los argentinos le pertenecen á ella. Una nación compacta y bien hecha, no es aquella en que todas sus partes son independientes unas de otras, sino aquella en que todas sus partes dependen unas de otras. Esa dependencia mutua en lo doméstico, es la llave de su independencia nacional, respecto del extranjero. Quiero decir que todos los argentinos tienen derecho y deben concurrir á la elección, formación y gestion dtd Gobierno único, que debe residir en Buenos Aires, con jurisdicción local, di?'ceta y exclusiva en esa residencia. Esta organización es un hecho; hecho existente, vivo y palpitante, por mas que se disfrace con el papel de una Constitución escrita, que — 253 — solo existe escrita para desautorizar y quitar al verdadero Gobierno nacional de hecho el poder moral de la legalidad. No habría mas que hacer sino dar la consagración ó sanción del derecho al Gobierno nacional, que ya posee por la fuerza de las cosas, el gobierno de hecho de la República Argentina, que es aquel de los dos* Gobiernos coexistentes, el que gobierna á la ciudad nacional de Buenos Aires. En una palabra, reconocer á esa ciudad por capital de la República Argentina, ó lo que es lo mismo, nacionalizar de derecho á Buenos Aires, como lo está ya de hecho, por la naturaleza legislativa y constituyente de los acontecimientos. Esta fué la convicción y recurso supremo de Rivadavia cuando en el año 1825, la República debilitada por la subdivision de sus poderes, vio amenazada su integridad por la ambición del Imperio del Brasil, y la del libertador Bolivar, que en nombre del derecho de i a victoria, se constituía en arbitro de la mitad del suelo argentino. Esta misma fué la convicción y el recurso supremo de la República Argentina, cuando, desde 1810 á 1825, obedecióy siguió al Gobierno de Buenos Aires, como al Gobierno nacional de todos los argentinos, en la lucha de su independencia contra España. Sin esa unidad de acción y de gobierno no existiría hoy la República Argentina en la familia de las naciones, como Estado independiente y soberano. Hoy, como entonces, su primera máquina de guerra, es la existencia de un gobierno fuerte de todas las fuerzas y energías del país, por su consolidación en un solo Gobierno nacional argentino, de hecho y de derecho. A esa máquina ó maquinaria deben, al menos, Chile y el Brasil, el poder que se pretende amenazante á la integridad territorial de las Repúblicas de Sud-América debilitadas, no por falta de soldados, sino de gobiernos serios. Va á llegar el día en que todos sus Estados tendrán que buscar en la reconstrucción del equilibrio, ó, lo que es lo mismo, en la constitución general àç\ continente, la oportunidad y la garantía de la constitución del Gobierno Nacional de cada uno. La América del Sud tendrá que rectificar las líneas principales de su geografía política-internacional, definir y fijar sus fronteras, por un acuerdo general. No de otro modo se han constituido y existen afianzados los Estados — 254 — del viejo mundo europeo. Cada uno existe equilibrado y apoyado por el equilibrio de todos en el orden continental, de un sistema europeo. Ese sistema es el que falta á los Estados modernos de Sud-América, que han vivido hasta aquí dispersos, reñidos, y disputando por límites, con sus propias armas, en vez de buscarlos, en la voz y autoridad de la América mismaj reunida en un Congreso internacional ó continental constituyente. La Europa ha tenido muchos en lo que vá de este siglo ; la América del Sud habló de tenerlo en Panamá^ en 1826, y después solo ha tenido Congresos americanos en el nombre, regionales en la realidad. Al hablar del acuerdo que la América necesita, no hablo de esa union paradoja! y quimérica en un solo cuerpo político, ni en una Confederación que algunos creen posible. Hablo de esa union internacional que deja á cada Estado el hecho y goce de su entera independencia. De confederarse á unir sus esfuerzos para propósitos de interés común, bajr mucha diferencia. Primero que confederarse, los nuevos Estados de Sud-América necesitan acercarse, entenderse, confraternizar entre sí, vivir en paz p a r a cambiar sus intereses y conveniencias en el sentido de su progreso común y general americano. Esto es lo que su diplomacia tiene el deber de buscar, ya sea por negociaciones parciales y separadas, ya en Congresos continentales, de que es capaz en ocasiones graves y solemnes. Esto es lo que no ha hecho hasta aquí en los setenta años que hace que tomó en sus manos el gobierno de sus destinos. § XIV Lo que ha perdido la Nación por falta de una Capital Sin la ausencia de una Capital, no habría tenido lugar ni razón de ser el acaecimiento de la g u e r r a de 1880 en Buenos Aires. Esa falta — 255 — hacia existir en Buenos Aires á los dos gobiernos que han sido los dos beligerantes. Et uno, armado de toda la jurisdicción civil de la Ciudad-Capitalik la Provincia de Buenos Aires; el otro, aunque Supremo, hospedado allí sin la menor jurisdicción local, teniendo necesidad de traer de las Provincias ejércitos armados, para hacerse obedecer y respetar en el lugar de su residencia. L a guerra no necesitó para estallar, sino que una común aspiración encontrada se produjera, como causa natural de su rivalidad. Así sucedió, y vimos por eso nacer una guerra que, á fuer de ser reconocidas sus causas, los beligerantes no se tomaron el trabajo de ex pl i cari as. La guerra empezó sin declaración de ninguna de las partes y se hizo toda entera, sin que el público viese explicados sus motivos, ni propósitos, en manifiestos ni documento alguno oficial, de los que son de rigor en los usos de la guerra, aún de la guerra civil. Jamás hubo una guerra menos explicada, porque jamás hubo guerra mas obvia y comprensible. Baste decir que lejos de ser nueva, era una continuación de la que existia hace sesenta años, entre los mismos dos factores, por los mismos motivos, con el mismo propósito de ser un solo y único Gobierno de la Nación, residente único y solo en la gran Ciudad-Nación, que es la Ciudad-Capital de Buenos Aires, por razón de ser la Ciudad-puerto, la Ciudad-mercado>, la Ciudad-tráfico y comercio, la Ciudad-aduana, la Ciudad-crédito y Banco, la Ciudad-moneda, la Ciudad-tesoro, en una palabra, la Ciudad-poder, la CiudadGobierno de la Nación. Buenos Aires será todo por la Nación, á condición de ser todo para la Nación, inclusa ella misma, bien entendido. L a República tan bien llamada Argentina, por ser hecha de plata y oro por la naturaleza, que podría estar á la vanguardia del Brasil y de Chile, con solo asumir la posición y rol orgánico que le marca la naturaleza misma, goza, tal vez, de menos iniciativa que ellos. I Qué necesita para ponerse á la cabeza de sus vecinos y de todos los Estados de la América del Sud ? Que la ciudad de Buenos Aires consienta en ser la Capital de la Nación Argentina, en vez de ser modesta Capital de una Provincia rica, pudíendo serlo de catorce Provincias, capaces de ser opulentas. — 256 — §XV La Capital era el Vireinato, en cierto modo, por la Ordenanza que constituía su régimen colonial Para comprenderlo actual, tenemos que volver continuamente á lo pasado. Hemos tenido imitadores de Tocqueville, en su estudio de la Democracia en América\ sin recordar que para completar ese estudio, se ocupó del antiguo régimen en Francia. La solución de esa cuestión en tales términos, importa, no solamente á la existencia de un Gobierno Nacional, como guardian del orden y de la paz, de que el país necesita para prosperar, sino también es indispensable condición de la libertad y progreso de todo el país argentino, porque lo es de su paz y segundad pública. Este punto es de suma importancia,y requiere grande atención de los hombres públicos del país. La Capital, según la dejó hecha el régimen de organización colonial que tenia nuestro país antes de 1810, era una máquina económica de poder absoluto. F u é construida para concentrar todas las fuerzas económicas del país argentino en el recinto de la Provincia-Capital de Buenos Aires, en que residía el Virey con el doble cargo de gobernador déla Provincia y Virey del Vireinato que tenia por Capital á toda la Provincia de Buenos Aires. Al Virey se lo üevó la corriente de la Revolución, pero quedó el Gobernador de la Provincia-Capital, con el manejo y posesión de la máquina de gobierno absoluto del país entero. Nos asustamos ahora de lo que se llama estado de sitio. Pero olvidamos que hemos vivido dos siglos en estado de sitio, bajo un gobierno armado de la suma de los poderes públicos. Rosas no inventó esa máquina en 1835. L a recibió con el gobierno de la Provincia, como su simple gobernador, el cual siguió siendo porlafuerza de la máquina una especie de Virey, sin mas Rey que él mismo, es decir, soberano él mismo del país que tuvo por soberano al Rey de España, hasta 1810. — 257 — Las fuerzas vitales del Vireinato ó del país que lo fué, cuya maquinaria colonial concentraba en la Provincia-Capital de su mando inmediato y exclusivo, antes de 1810, fueron concentradas, despues que el Vireinato perdió la mitad de su territorio, en la Ciudad de Buenos Aires, que siguió siendo la misma máquina económica de poder, de rentas, de crédito, de tesoro, cuyo caudal de fuerza concentrada, quedó en manos de su gobernador'-vir'ey¡ y mas tarde, si no Vivtyy al menos vice-soberano del pueblo de Buenos Aires, y de los catorce pueblos argentinos. En vez de reconstruir la máquina del poder que ésta creaba y producía para el Rey de España, en el sentido de que lo creaba y colocaba en manos del nuevo soberano, que era el mismo pueblo de toda la Nación, á quien pertenecía todo el tesoro que ella misma producía, la máquina cambió de nombre y de operaciones, pero node construcción, y su resultado siguió siendo el mismo que bajo el sistema colonial. El caudal de recursos y poderes concentrados por la máquina quedaba en el recipiente, que era la Capital, para consumirse, no en beneficio del pueblo d¿ Buenos Aires, como decimos impropiamente, sino de la porción de ese pueblo, que manejó la maquinaria, es decir, del pueblo oficial^ minoria privilegiada que tomó el trono desocupado por el Virey, y lo ocupó y benefició en nombre de la República independiente. Bastó dejar intacta la máquina realista de poder absoluto y omnímodo., para que el estado de sitio orgánico y constitucional del tiempo de la colonia, continuase existiendo, bajo el manto del gobierno constitucional de la República dicha libre. La suma de poder condensado en Buenos Aires por la acción de la vieja maquinaria colonial, mantenida de un modo latente, lejos de disminuir en valor, ha crecido y aumentado en proporción del desarrollo, que nuevos manantiales económicos de fuerza han recibido del aumento de la producción de la tierra, del comercio, délos cambios, del crédito, de la población y de todas las condiciones de la vida moderna en Buenos Aires. Pero la máquina creatriz de poder omnímodo, es también máquina productora de revolución y de discordias ; y así como ella produjo la Revolución-mad re de x8io, ha seguido produciendo las revolucionesT. VIII. 17 — 258 — hijas y nietas d e la injusticia del régimen colonial, conservado con el disfraz de nuevo régimen libre. Esto es lo que ha llegado el tiempo de corregir, y la gloria del cambio viene siempre á Buenos Aires, como en 1810. Podrá no parecerlo así á los ojos de los que olvidan que hay dos Buenos Aires, según que la Provincia es representada en sus intereses y dirección fundamentales, por este ó aquel partido de sus propios hijos. Pero el hecho que todos ven, es que de Buenos Aires han partido el movimiento y la fuerzas que hoy agitan la obra del coronamiento del edificio orgánico de la Nación. Es de Buenos Aires de donde han salido formados el poder del Presidente reformador, los elementos materiales y morales, q u e han hecho la candidatura de su sucesor en el poder y en la obra que dejó principiada. En Buenos Aires han continuado y continúan residiendo, ayudados y sostenidos por elementos sociales y materiales, situados en la misma Buenos Aires. Y si de Buenos Aires no sale el poder que ha de llevar á cabo la transformación que el país reclama, y de la cual debe recibir la plenitud de poder y rango que le toca en el concierto de los poderes de Sud-América, no lo recibirá de otra dirección, pues no existe en otro punto de la República, desde que fueron arruinados los Estados litorales, que en 1852 trajeron el cambio liberal de entonces, y la reforma de i860 que trasladó sus elementos de influjo y poder á Buenos Aires, donde hoy están. L a faz mas preciosa de este nuevo empuje de regeneración hacia los nuevos y definitivos destinos de nuestra civilización política, está en el papel que á Buenos Aires le cabe desempeñar. § xvi El poder argentino es Buenos Aires Ningún Congreso tendría el poder de sacar el Gobierno Nacional de Buenos Aires, sin reducir su poder á mero nombre, por una razón muy simple, y es, que el poder está situado y radicado orgánica- — 259 — mente en Buenos Aires, ó mejor dicho, el poder argentino es Buenos Aires, en cuanto á los elementos económicos de ese poder argentino, — v. g. : trdßco% aduana (impuesto ), crédito, de que la aduana es g a g e ; Banco ¡ dicho de la Provincia, que es oficina fiscal, encargada de levantar empréstitos interiores por la emisión de deuda pública, en forma de papel moneda ; tesoro nacional\ en una palabra, que se surte del impuesto y del empréstito ( emisión de papel ó deudamoneda.) Y como todos esos elementos de poder son, por su naturaleza, nacionales y pertenecen á la Nación, el Gobierno Nacional estay tiene que estar residiendo donde están sus elementos; no como mero espectador y huésped^ sino como tenedor y administrador de ellos, sin la participación de otro gobierno cualquiera, porque si los posee á. medias con otro, no es un gobierno entero, sino medio gobierno, cuando mas. No están en Buenos Aires esos elementos del poder argentino por la obra de una ley, sino por la constitución orgánica, que recibió el país desde su formación de colonia de Espaiïa, para utilidad, no de los colonos, sino de la Metrópoli. No se decretan las capitales de las naciones. Son obra de la ley del organismo necesario, que las hace existir como cuerpos sociales. Son la condición de su vida misma. Esta ha sido al menos la ley natural de formación de la capital del pueblo argentino en Buenos Aires. L a capital se ha formado con él y al mismo tiempo. Hoy no está en su mano cambiarla. El Gobierno tiene que estar y residir en el lugar donde está el poder, que lo hace ser Gobierno. Según esta ley orgánica de la constitución natural del país argentino, no es Gobierno nacional argentino, sino el que reside en Buenos Aires, y gobierna á la ciudad de Buenos Aires de un modo directo, exclusivo y ¿ocal. Esta condición última, es lo que se llama y es, la. jurisdicción. El Gobierno que la ejercía en Buenos Aires era Gobierno nacional, aunque se llamase Gobierno provincial. El nombre no hace al caso. Así, bien puede llamarse nacional un Gobierno que resida en Buenos Aires, si no ejerce su jurisdicción local, directa y exclusiva en los — 2G0 — elementos del poder nacional, situados en Buenos Aires, no es Gobierno nacional, sino de nombre; así, bien puede llamarse Gobierno de la Provincia un Gobierno que resida en Buenos Aires, si él ejerce la jurisdicción local, directa y exclusiva en Buenos Aires, es en realidad Gobierno nacional, porque gobierna con los elementos del poder nacional, que nadie sino él posee y ejerce. E n este último caso, la Nación está sin Gobierno nacional, real y efectivo. Y este es el caso que se produce en la República Argentina, cuando la capital ó residencia del Gobierno nacional se fija en el Rosario, en Belgrano, ú otro lugar mas ó menos secundario de la República. Ningún punto en que no estén radicados los elementos del poder nacional, ó su centro de gravitación (como el tráfico, renta de aduana, crédito, tesoro nacional) y no es ni puede ser capital, sino de nombre. E n asunto de Capital, ó residencia del poder real y efectivo del país todo, la República Argentina es un país solo y único en el mundo, que no se parece á ningún otro por la obra de su historia y de los precedentes de su vida orgánica, inicial. Según esto, el punto de partida de todo movimiento 05_gánico de la República Argentina está hoy en Buenos Aires, como estuvo siempre, aun en los casos en que pareció estar en Entre Ríos, y en el alto litoral, como en 1852. De Buenos Aires partió la acción que levantó y manejó Urquiza contra Rosas; y desde que los medios que hicieron á Entre Rios el instrumento y brazo de Buenos Aires para vencer al Gobernador Rosas, desaparecieron de aquella Provincia para volver á Buenos Aires, esta ciudad volvió á ser el centro y punto de partida de toda acción directiva y gubernamental en las Provincias de la República Argentina. Así están hoy las cosas. Nada confirma tanto esta verdad como lo sucedido en 188o. El Gobierno nacional del Dr. Avellaneda ha sacado de Buenos Aires todos los elementos de poder que le han servido para vencer al Gobernador de la misma Buenos Aires, por el instrumento, no de las Provincias únicamente, sino también de la Provincia misma de Buenos Aires, entendida con las otras, para obrar en ese sentido común y nacional. Hasta la carrera y el prestigio de los jefes del movimiento nacional de 1880, se han formado y han sido product — 261 — formado en Buenos Aires, donde se educó también el que derrocó á Rosas, en 1852. L a causa nacional ha sido mas feliz esta vez que en 1852, por esa circunstancia, y por la de haber tenido en la misma Buenos Aires la base y cuartel general de su campaña orgánica y centralista. Siempre que el Gobierno Nacional no sea el único y exclusivo Gobierno de Buenos Aires; y siempre que exista otro á su lado, aunque se titule Gobierno de la Provincia, la jurisdicción nacional en la Capital estará dividida en dos Gobiernos, que renacen en el hecho como dos Gobiernos nacionales, por la naturaleza nacional de la jurisdicción, y de los elementos de gobierno que están divididos entre los dos. Mas bien que dos Gobiernos, son dos mitades de un Gobierno nacional argentino, debilitado por su division y por su natural rivalidad y antagonismo, en que los hará vivir el deseo da absorberse el uno al otro, para completarse. Uno de los dos estará de mas y tendrá que desaparecer para que la República Argentina tenga un Gobierno nacional verdadero, fuerte y eficaz: ó el Gobierno de Buenos Aires dicho provincial, tendrá que ser e) Gobierno de toda la Nación, á título de poseedor único de ]os elementos del poder nacional, encerrados en Buenos Aires; ó el Gobierno dicho nacional^ por la razón de ser elegido por toda la Nación, tendrá que ser el solo Gobierno local y exclusivo de Buenos Aires, como propietario de todos los elementos nacionales de poder, de que está formado el Gobierno dicho de Buenos Aires. L o primero sería dar á una sola Provincia el ejercicio del gobierno de toda la Nación; lo segundo seria dar á la Nación el gobierno de todas las Provincias, de que ella se compone, como es justo y regular. E n una palabra, no tiene la Nación otro medio de entraren posesión desús elementos propios de gobierno, que poseer la ciudad de Buenos Aires, como su capital. — 262 — § XVII La elección de la Capital no es facultativa. Viene de la historia y de las cosas L a ciudad de Buenos Aires, Capital, fué como un recipiente y depósito, en que el poder general de estas Provincias se encontró acumulado, por la organización que E s p a ñ a dio á su colonia del Plata. En virtud de ese hecho la elección de Capital no es facultativa ni arbitraria en este país. Ella está donde residen los elementos y recursos del poder efectivo de gobernar á la Nación toda. Dar al Gobierno Nacional por residencia y territorio de su poder directo y exclusivo, la ciudad de Buenos Aires, es darle el poder que le faltaba para dejar de ser un Gobierno de nombre. L a cuestión de Capital en este país, no es cuestión de mera geografía política. E s mera cuestión de poder efectivo, de Gobierno de hecho, de autoridad eficaz, de orden legal verdadero, de paz durable y de progreso no interrumpido. Colocad la capital nacional donde queráis, si no la elejáis en Buenos Aires, creáis una capital de mero nombre. Buenos Aires con el nombre de simple Provincia, igual á cualquiera otra, seguirá siendo la verdadera capital de todas las demás. Dad el nombre de Gobierno nacional, al Gobierno que queráis, no será tal Gobierno nacional, si no le dais por residencia á Buenos Aires, donde está de hecho el poder nacional. Un simple juez de paz seguirá siendo el jefe de la Nación, si dejais en sus manos la jurisdicción local, directa y exclusiva de la ciudad de Buenos Aires. La razón de esto es tangible y palmaria. Buenos Aires es en este país la Ciudad-poder, la Ciudad-nacion\ no por la obra de un milagro, ni de la ceguedad del acaso, sino porque fué dotada de todos los elementos del p o d e r supremo de estas Provincias, por su organización primitiva española, que la hizo ser el centro de gravitación del tráfico internacional, como puerto favorito de — 2G3 — la Nación; el manantial del impuesto de ese tráfico, que es la aduana; el asiento del crédito público, que tiene su gaje en ese impuesto, y la tesorería, que se surte de esas dos fuentes del Erario, á saber: el impuesto y el empréstito. Estos son los elementos sustanciales y verdaderos del poder público, aunque se llamen de otro modo. Donde ellos se encuentran, allí está el poder real, aunque la ley escrita declare que está en otra parte. Declarando á Buenos Aires Capital de la República Argentina, la ley no hace mas que confirmar y ratificar un hecho que es obra y resumen de la historia nacional argentina, es decir, de los hechos de que se compone toda su entera existencia de cuerpo social y político, antes colonia de España, y después República independiente. § XVIII La organización del país argentino data del día en que España empezó su fundación L a organización de nuestro país data desde el dia en que España empezó su fundación. El trabajo de su constitución real ha durado tanto como la cadena de su existencia. El progreso gradual de esa obra secular y sucesiva, es lo que la filosofía del dia llama evolución. Aunque no hay dos de esa cadena de dias que se parezcan; aunque el objeto que se desenvuelve, cambie de manos, de nombre, de forma, la identidad de su individuo y organismo, es innegable y constante. El órgano motor y dirigente de nuestro cuerpo social argentino, está donde la mano de España colocó sus elementos de fuerza vital, impulsiva. Los colocó según la mente y destino de su creación, en Buenos Aires. — 264 — Conforme á este plan natural de creación, puso la capital d é l a colonia del Plata, donde la geografía y las condiciones del suelo convenían mejor á su designio, que fué mantener su establecimiento al abrigo de dos peligros, el de la ambición y rivalidades de otras naciones, y el de la insubordinación ó rebelión posible de sus colonos, A esos peligros se añadía un tercero, el de los indígenas, dueños del suelo, que lo perdieron por la conquista española. Para capital de la colonia fundó España la Ciudad dé la Santtsima Trinidad, puerto de Buenos Aires¡ en la embocadura del gran Rio de la Plata, en que desaguan los mas opulentos afluentes del mundo. Es decir, que tomó á los rios-caminos-caminantes, por colaboradores de su obra, y si sus leyes no hubiesen hecho á Buenos Aires, la acción de los rios y de sus llanuras, lo hubiesen formado y liecho centro capital de esas regiones, en el punto en que está. Colocó en la ciudad-puerto los recursos y medios de gobierno de este país, y situó la residencia del Gobierno en la ciudad que no podia dejar de ser la capital, desde que era centro y depósito de todos los elementos y recursos del poder; puerto, vias, irdßco^ población, rentas, tesoro. "Dio á esa capital dimensiones y recursos apropiados para que el "Gobierno encargado de la custodia y defensa de estos lejanos establecimientos de España en América, fuese mas fuerte que todas las resistencias posibles de los colonos, desde luego, de los vecinos lusitanos, en seguida. Buenos Aires creció con el tráfico de su puerto y de los rios que le trajeron las riquezas naturales de ese tiempo, que eran los metales preciosos del Norte. L a riqueza rural del Sud no había nacido. Para hacer irresistible la autoridad y poder de su Gobierno omnímodo é ilimitado, puso en la jurisdicción inmediata, local y exclusiva de su jefe, el Gobierno provincial de Buenos Aires, y á su gobernador hizo Virey General de todas las Provincias del Vireinato de la Plata. La capital robustecida por la campaña de la Provincia de Buenos Aires, fué el centro vice-metropolitano, que convenía á la seguridad de ese reino colonial. La capital en otra forma, y con menos poder, hubiera sido un peligro de perdición, en faz de tantas asechanzas in- — 265 — ternas y extranjeras, como conspiraban contra esos codiciados dominios de España. E r a la capital que convenia para residencia de su Gobierno omnipotente, ilimitado y omnímodo, que gobernaba en nombre y para las conveniencias de la corona de España. A los dos siglos de una existencia regular y progresiva, la colonia española de las Provincias del Rio de la Plata, llegada á su completo desenvolvimiento, pasó por una revolución profunda y decisiva, que arrnncó su soberanía de manos de la España, y la colocó en poder de su propio pueblo argentino. De la dependencia absoluta de un soberano extranjero, á la independencia absoluta de todo dominio de fuera, la distancia era grande. Y como no basta proclamarse soberano para entender y saber ejercer su soberanía, la porción de las Provincias menos inteligente, siguió viviendo en la dependencia de la porción mas adelantada, que era la Capital, en que residió el Virey de España. Si la integridad de la Capital, compuesta de la ciudad de Buenos Aires y de su campana ó provincia, fué bajo el antiguo régimen, la garantía que conservó á España la dominación de esa colonia; la division de la Capital en sus dos partes principales, la ciudad y la provincia, vino á ser la garantía del poder soberano pasado á manos de • l pueblo argentino. Pero esto es lo que no cambiaron los revolucionarios, sea por cálculo d• e ambición, ó p3t* inexperiencia. Siendo ellos mismos los residentes de la Capital que contenia el gobierno, hallaron tal vez mas conveniente conservar aquella forma, que había dado al Vírey el goce del poder soberano, en que ellos lo sucedieron, por solo residir en su residencia. Pero mas creíble es que conservaron ese modo de ser de la constitución colonial, porque ignorando su secreto creyeron que bastaba darse la constitución escrita de una República libre, para dar á la Nación la soberanía de sí misma, no obstante la conservación del organismo colonial, en lo tocante á la Capital, en que tuvo su asiento y resorte la autoridad omnímoda y omnipotente del gobernador-vírey de Buenos Aires. El hecho fué que siempre que el nuevo Gobierno de la Nación fué constituido y colocado fuera de Buenos Aires, fué un gobierno de mero nombre, porque los elementos y fuerzas del poder real del — 2m — país, quedaron existiendo concentrados en la Capital que fué del Vireinato, donde continuó existiendo el poder de hecho que gobernóá la América. De los dos poderes acumulados en la persona del jefe de la compleja Capital, uno como gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y otro como Virey de todas las Provincias del reino, la corriente de la Revolución se llevó al Virey, pero dejó en pié al Gobernador de la Provincia que habia estado anexada á la ciudad, Capital de Buenos Aires, y la ocupó y continuó en posesión de ella, con motivo de haber estado gobernada por el que habia sido á la vez que Virey del Vireinato, gobernador de la Provincia de Buenos Aires» Esa acumulación de cargos y poderes, que solo habia convenido á la constitución del Gobierno monárquico y absoluto de la colonia de España, era bastante causa para anonadar la soberanía de la República independiente, si se conservaba después de la revolución. Conservada de hecho, desde que el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, sin mas que con ese título, seguía teniendo el gobierno de la Ciudad-Capital de la Provincia, que ocupó el Virey, el Gobierno? dicho nacional seguía existiendo dividido en dos gobiernos nacionales\ uno que lo era de he dio, solo porque retenia el poder real, con solo ocupar la Ciudad-Capital, en que estaban radicados los elementos reales del antiguo poder omnímodo del Vireinato; y otro, que solo era gobierno nacional en el nombre', pues le faltaba el poder real, á causa de que no gobernaba á la Ciudad-Capital, que guardaba las fuerzas y elementos reales de ese poder. Un compromiso aparentó conciliarios, haciéndolos coexistir en la ciudad de Buenos Aíres> al dueño de la Ciudad-Capital déla República, como huésfied, y al mero ocupante y tenedor de la ciudad, como dueño de todo su poder local> directo y exclusivo. Estos dos poderes, que eran dos faces de un solo poder, vivieron siempre conspirando por absorberse uno á otro, y fueron en cada elección de Presidente, los dos grandes electores ¡ y los dos principales candidatos% hasta que convertidos en dos beligerantes, dieron dentro de la Ciudad-Capital disputada, una batalla sangrienta, cuyo resultado puso al Gobierno Nacional de derecho en posesión del gobierno nacional de hecho. Este es el resultado que se ha consagrado como definitivo, por la — 2(57 — JLey de Capital, que ha venido á hacer lo que debió hacerse hace setenta años, dividiendo los dos cargos, que acumulaba el Virey de Esparía bajo el antiguo régimen, gobernando á la vez la Provincia de Buenos Aires) y la Capital de las Provincias argentinas ) no de Buenos Aires. Es la Provincia de Buenos Aires la que necesita crear una Capital, que no tiene, no la Nación que la tiene desde que fué Vireinato. Si Buenos Aires tuviese derecho de disputar para su Capital de Provincia á la Nación, la que fué siempre Capital de las Provincias del Rio de la Plata en todas las leyes españolas, confirmadas en eso, por los actos inaugurales de la Revolución de Mayo contra España ; por un acto de patriotismo y de grandeza, Buenos Aires ha consentido en renovar uno de esos magnánimos hechos de desprendimiento, que le han permitido blasonar en otro tiempo, el honor de haber sido el creador, no solo de la República Argentina, sino de muchas otras del continente sud-americano. XIX ¿ En qué sentido es confirmación y no cambio la consagración de Buenos Aires como Capital de la Nación ? Esta confirmación no es un cambio en este sentido, que deja á Buenos Aires en su puesto, y á cada argentino en su lugar; no es propiamente cambio, sino ratificación y confirmación de un antiguo orden regular de cosas y de gobierno. Cada porteño queda en su casa, cada casa queda donde estaba, y Buenos Aires sigue siendo la misma Buenos Aires brillante, rica, gloriosa, que antes lo era, con esta sola diferencia, que queda fortalecida de todo el poder legítimo de la Nación. Semejante mejoramiento no puede ser tomado como hostilidad á la Ciudad engrandecida. L a capitalización de Buenos Aires no es una hostilidad. No se inflige un rango por vía de castigo. Se ciñe una — ^ e s - corona de honor en las sienes de Buenos Aires, poniéndola á la cabeza del pueblo argentino. Sí es evidente que Buenos Aires gana en el ascenso, no lo es menos que las Provincias ascienden á la vez que Buenos Aires. Una nación hospedada en la Capital, es una madre viuda que vive en casa de una de sus hijas. Nadie está hospedado cuando habita el suelo de su nación, y menos que nadie lo está la nación misma. Cada Provincia gana tanto como Buenos Aires en tener á la gran Ciudad por Capital. Gana mas que siéndolo ella misma de nombre, porque el poder real de la Capital dejado en Buenos Aires, como está por la fuerza del pasado, seguiría dominando á Santa-Fé, á Córdoba, á Entre-Rios, v. g., si alguna de ellas fuera declarada Capital, sin que estas Provincias gobernasen en Buenos Aires. Si cada Provincia gana en el nuevo arreglo, es porque ninguna de ellas gana mas que la Nación, de que todas son carne de su carne. N o e s ello un mero cambio de cosas, sino un cambio de aspecto y modo de ser de las cosas que siguen existiendo en el lugar donde estaban, pero en nueva y mejor condición. L a Nación no ha dejado un solo día de vivir en la cuna de su historia y de su existencia libre. l£ii Buenos Aires nació la República Ai'gentina. Aquí está su cuna, aquí está su fé de bautismo y el acta de estado civil de advenimiento á la sociedad de las naciones. En los archivos de Buenos Aires existe nuestra vida atesorada entera de cuatro siglos. Aquí está el acta de su fundación. Aquí están los decretos que ordenaron las campañas de Belgrano, de San Martin y de Alvear. Aquí fueron expedidos los despachos de estos grandes Capitanes. Aquí están los boletines de sus gloriosas proezas. Aquí están sus tumbas y sus restos preciosos,. Aquí los estandartes y trofeos arrebatados á los enemigos de la patria. Nuestro país no ha vivido un solo día sin Capital. No hubiese podido vivir sin ella, y su existencia en el mundo geográfico y político, es la prueba natural mas evidente de que un centro capital ha concentrado sus facultades vitales, mantenido y movido su organismo y definido su existencia. De otro modo, en vez de República Argentina, habría sido una mera expresión ge >gráfica, como la Italia antes de constituirse en Nación. — X69 — E s ley natural del mundo viviente, que todo ente orgánico, individual ó colectivo, empiece su formación por la de su cabeza. Es el miembro que primero se forma en todo ser viviente. No somos una colonia de ayer. Esos años son otras tantas leyes que nos gobiernan con el poder de la costumbre. Esas leyes son nuestra verdadera Constitución, no escrita, que ninguna otra Constitución moderna puede dejar de respetar. Esa Constitución de nuestra historia entera, aunque no escrita, pero viva y palpitante, es la que nos dio y nos dá por Capital á Buenos Aires. Esta Capital de nuestra historia antigua colonial, española y realista, ha sido confirmada por nuestra historia moderna, es decir, de República Argentina y patria americana y libre. § xx Es y fué siempre Buenos Aires Capital obligada de la República Argentina Es Buenos Aires la Capital obligada de la Nación Argentina con ó sin declaración del Congreso, porque ella encierra la masa de fuerzas y elementos naturales de poder que el pueblo de la Nación tiene aglomerado allí, por la obra de su contribución y colaboración diaria de siglos. Todavía en las actas de Mayo de 1810, que son las del nacimiento y bautismo de la República Argentina, en la familia de las naciones, la ciudad de Buenos Aires, aparece Capital del Rio de la Plata> ó de las Provincias del Rio de la Plata; pero no Capital de la Provincia de Buenos Aires. I Por qué acto, cuándo las Provincias del Plata, cedieron su Capital á la Provincia de Buenos Aires? ¿No es incomprensible entonces q u e s e a ella la que tenga que cederla á sus dueños ? En todo caso fué la Provincia entera de Buenos Aires, como dependencia inmediata de su Gobernador y Virey, la Capital de las — 270 — otras, durante el Vireinato; pero dis u el to este y contada la Provincia como una de tantas, no tuvo ella mas derecho que otra cualquiera á conservar la ciudad de Buenos Aires, como su Capital provincial. Hasta hoy es, pues. Capital y propiedad común de las argentinos; antes1 de ahora formando el Vireinato, hoy la República del Río de la Plata. El pueblo argentino es sistemas de gobierno, en su El nombre que llevó de que el Vireinato pertenecía idéntico y el mismo bajo sus dos períodos y personalidad. Vireinato de Buenos Aires) no quería decir á Buenos Aires. Lo contrario era su verdadero significado; que Buenos Aires pertenecía al Vireinato de su nombre. E n todo cuerpo orgánico, Estado ó animal, la cabeza es del cuerpo (como miembro ó parte del cuerpo que es), y no el cuerpo de la cabeza. Ese mismo es el sentido en que se dice hoy, Provincia de Buenos Aires ; esto es, Provincia de su Ciudad-Capital\ el real sentido de ello seria en todo caso, que la ciudad de Buenos Aires pertenecía á la Provincia, si no fuera un doble absurdo pretender que un cuerpo pertenezca á una cabeza, y doblemente absurdo que una cabeza pueda pertenecer á dos cuerpos; ser á la vez propiedad de la Nación y propiedad de la Provincia de Buenos Aires. En su calidad de Provincia argentina, la de Buenos Aires, queda siempre co-propietaria de la ciudad de su nombre con las demás Provincias hermanas, y esto es lo que confirma y ratifica la ley de Capital reciente. L a Constitución habló incorrectamente cuando dijo: que seria Capital de la República la ciudad que una ley del Congreso declarase tal. L a ley no puede hacer que seapoder lo que no es poder, solo porque ella lo declare. L a Constitución quiso decir : una ley del Congreso de la República Argentina dispondrá que la ciudad de Buenos Aires, que fué Capital del país de las Provincias argentinas cuando formaban un Vireinato, sea Capital de ese mismo país de las Provincias argentinas, ó del Rio de la P¿ata, hoy que componen la República Argentina. Declarar un poder, no es hacerlo. Declarar un hecho ó un derecho, — 271 - -es señalarlo, definirlo, sacarlo de duda, en cuanto á su naturaleza y modo de ser jurídico. Así, los derechos y garantías, que declara la Constitución, como la libertad y la igualdad, la propiedad^ etc., no son ni han sido obras de su creación. Ella los ha declarado solamente, pero no creado ni hecho; son obra y creación de la naturaleza. Una de esas declaraciones señaló como Capital argentina á la ciudad de Buenos Aires, porque lo era por su naturaleza ; la reforma enmendó las palabras, pero no el hecho ni el derecho, pues ella misma fijó de hecho la residencia de su Gobierno nacional en la ciudad de Buenos Aires, que se negó á declarar como Capital. Su conducta revocó la enmienda del artículo 3 0 de la Constitución, que ya por otros artículos dejados intactos, había seguido siendo Capital, como lo es hoy mismo, sin necesidad de la ley que solo viene á ratificar el hecho de la historia, de la tradición y de la necesidad general de la Nación argentina^ ley suprema de la Constitución misma. Bajo los dos sistemas de gobierno, la Capital estuvo en el lugar del país que contiene los elementos y fuerzas naturales del Gobierno, residente en el lugar de su mando local y exclusivo. En el antiguo régimen de Gobierno ilimitado, omnipotente y omnímodo, la Capital tuvo que ser ilimitada en cuanto á los elementos y fuerzas del poder residente en ella. Así, en el Vireinato absoluto de Buenos Aires, la Capita! de su poder omnímodo, tuvo que componerse de la Provincia de Buenos Aires y de la ciudad de Buenos Aires, con jurisdicción exclusiva en ambas. Un solo funcionario residente en esta última, ejerció el doble poder de Gobernador de esa Provincia y de Virey del conjunto de todas las demás. No solamente la Provincia de Buenos Aires tuvo que ser mayor que las otras, sino que su Gobernador tuvo bajo su poder local, como residencia suya de Virey de todo el Vireinato, á la Ciudad-Capital de Buenos Aires. Lo primero que necesitó la Revolución que transformó el Gobierno absoluto é ilimitado de este país, en Gobierno limitado y libre del país argentino, fué reducir y limitar las dimensiones de la residencia que — 272 — <Iaba al antiguo Gobierno un poder mayor que el de la Nación toda entera. Así, toda la Revolución de Mayo versó en el cambio de la manera de ser del papel territorial y exterior de Buenos Aires, compendio y resumen del poder del Rio de la Plata. Dividir á Buenos Aires en dos partes: i a la Ciudad-Capital de su nombre; 2 a la Provincia accesoria de esa ciudad, cuya gobernación estuvo en manos del Virey, fué el primer resultado que produjo la Revolución de Mayo, pero no se verificó eso por un acto esplícito y determinado, sino implícitamente, virtualmente, tácitamente, por un estatuto no escrito, que sin embargo gobernó y gobierna al país consuetudinariamente, hasta ahora mismo. Ni la Constitución de Buenos Aires llama su Capital, á la ciudad de su nombre. De los dos mandos que asumió el delegado soberano del Rey, como hemos dicho ya, la corriente de la Revolución se llevó al Virey, junto con su poder ilimitado, pero dejó armado del mismo poder al Gobernador de la Provincia^ que se llamó de Buenos Aires, como el Vireinato se habia llamado Vireinato de Buenos Aires, sin ser propiedad de la ciudad de Buenos Aires la Provincia de su nombre, mas que lo habia sido el Vireinato de su nombre. En este equívoco, en este embrollo, ha rolado todo el curso de la Revolución hasta hoy mismo, en que se trata de definirlo y esclarecerlo por la ley reciente de Capital, que tiene por objeto completar la constitución del Gobierno proclamado en Mayo de 1810, cuya ausencia ha sido toda la razón de ser y causa de nuestros setenta años de anarquía. Aunque hemos tenido nuestros Tocqueviile, que han estudiado nuestras democracias, ninguno de ellos ha estudiado nuestro antiguo régimen, donde está la llave de nuestro régimen moderno. En lugar de esta llave, nuestros constitucionalistas la han suplido con las leyes actuales de los Estados Unidos de América. Con esa llave nos han encerrado en un dédalo, en que vivimos, matándonos en la oscuridad, que no nos deja ver donde estamos, adonde vamos y quiénes somos. Es el lado mas secundario de esta cuestión el saber si la ciudad de — 273 - Buenos Aires pertenece á la Provincia de su nombre, ó á la Nación, formada hoy de lo que se llamó Vireînato de Buenos Aires. En esta cuestión, como en todas las que tienen sus raices y semillas en las instituciones coloniales, debe buscarse sus soluciones, no en las disposiciones del derecho histórico, sino en las conveniencias y necesidades del régimen de cosas moderno, americano y progresista. Kl pueblo de Buenos Aires es bastante inteligente y culto para comprender que, aun teniendo medios de derecho plausibles para eludir ó dilatar una solución que interesa al acabamiento de una organización definitiva del Gobierno Argentino, que él mismo inauguró, daría una prueba mas alta de su patriotismo inteligente, cediendo lo que tal vez podría negar, sin color de injusticia. Grandes y numerosas consideraciones de interés argentino, darían mas realce á su condescendencia que no á dificultades, capaces de servir á miras extranjeras encontradas con las necesidades que los argentinos todos tenemos de un Gobierno tan consolidado y fuerte, como nuestros vecinos son felices de tenerlo. § XXI Modificaciones que necesitó Buenos Aires como Capital del Vireinato, para ser Capital de la República No sin grandes modificaciones, exigidas por el grande y glorioso cambio que nos dio nuestra existencia de nación, debió ser confirmada Buenos Aires como Capital de la República; fué, en realidad, un profundo cambio de vida y de manera de ser, como cuerpo social y político, que determinó las modificaciones exigidas por nuestra vida de nuevo Estado libre, para hacer de ella una verdad de hecho. Tal fué la reforma geográfica déla Capital histórica, en cuantoá sus dimensiones, estension y jurisdicción inmediata. Pero la identidad del pueblo argentino no quita que el principio y naturaleza de su Gobierno, haya recibido un cambio absoluto y radical T. VIII. 18 — 2'î4 — por la Revolución de Mayo tie 1810, que fundó el asiento de su soberanía. La Capital de una República no ha podido conservar la forma y dimensiones, que convenían á la Capital de una vico.nonarquía absoluta. L a division de la Provincia de Buenos Aires, fué desde ese dia una necesidad y un hecho nacido espontáneamente del cambio del régimen de Gobierno. Toda la Revolución de Mayo de 1810, y sus consecuencias de libertad, están en cerradas en la division de la Provincia de Buenos Aires; así como todo el antiguo régimen colonial de poder absoluto y omnímodo tenia por fundamento orgánico la integridad de la Capital colonial, que debia ser residencia del Vi rey omnipotente, instituido para gobernar sin control á todas las Provincias del Plata. La República libre y soberana de sí misma, venia á hacerse imposible, con solo mantener la division de su suelo, tal como la recibió de España, para ser colonia de su Gobierno absoluto y omnímodo. Una Capital que debía ser residencia y poder exclusivo y provincial del Vi rey absoluto y omnímodo, de todo su vasto dominio colonial, perteneciente á un monarca extranjero, debia y tenia que ser tan grande y poderosa, como la colonia entera de su dependencia absoluta y omnímoda. Pero desde el dia en que la soberanía del país, antes colonia de España, pasaba á las manos del mismo pueblo argentino, ningún poder provincial debía abrigarse en su seno, con la capacidad, por sus dimensiones, de pesar tanto en la balanza del poder interno, como la Nación entera; ó de otro modo dejaba de ser un soberano y libre Estado. Reducir la jurisdicción y dimensiones de la Provincia-Capital, era condición de vida ó muerte para el nuevo régimen que sancionó la Revolución de Mayo contra España. Así lo pensaron los corifeos de esa Revolución inmortal, siendo uno de ellos Rivadavia, apóstol conocido de la capitalización de Buenos Aires, pero sin la jurisdicción enorme que tuvo cuando fué Capital colonial de un Gobierno absoluto. La sola Ciudad de Buenos Aires, por muchos elementos de poder que encierre, no puede, como Capital, avasallar á la Nación; pero si la dejais en manos de una Provincia tan rica, tan populosa y tan grande como la Nación, hacéis de la Nación una colonia de su Capital, como sucedía bajo el Vireinato. — 275 — Rivadavia no se engañó en ello. Bastaría conservar en plena República como Capital suya, á una provincia, en lugar de una ciudad, para que el Gobierno de esa provincia tuviese el mismo poder despótico, que las Leyes de Indias dieron al Gobcmador-Virey. La historia no tardó en confirmar á Rivadavia. Tal fué el origen del poder omnímodo de Rosas; y bastará dejaren pié la máquina de su poder realista, para que ella misma dé á luz, sí no otro Rosas, otros despotismos perturbadores como el suyo. Que la jurisdicción de la Provincia de Buenos Aires quede entera á su Gobierno provincial; pero que la jurisdicción de la Ciudad-Capital de Buenos Aires, se divida entre todo el pueblo argentino para su ejercicio, será el modo de que la Nací o a no pueda llegar á ser jamás ía déspota de sí misma. Esa distribución del ejercicio de la jurisdicción inmediata y local de Ja Ciudad de Buenos Aires, es toda la ley de Capital que la Nación espera ver consentida por el pueblo nativo de la ilustre y benemérita Provincia de Buenos Aires, que fué Capital de un orden de cosas caducado el 25 de Mayo de 1810. {Escrito antes de la ley). Los hijos de Buenos Aires seguirán poseyendo y gobernando á la catdad nativa como antes sucedía: pero en vez de ser solos y exclusivos en el ejercicio de ese gobierno, Jo ejercerán en adelante con la cooperación de la Nación, de que Buenos Aires es cabeza y entraña capital. Este arreglo de cosas, esperado hace setenta años, como el desideratum implícito de la Revolución de Mayo, y garantía del nuevo régimen creado por ella, ha venido á ser el único medio eficaz, para salvar la integridad de la Nación Argentina de dentro y fuera; el remedio de la consunción y disolución á que la lleva una vida de continua guerra civil, que mata sus poblaciones y sus fortunas; y sobre todo, el único preservativo para s a l v a r á la ciudad de Buenos Aires del riesgo q u e corre de reducirse en pocos años á escombros, si continúa siendo mansion común de dos Gobiernos beligerantes, llamados, por la fuerza de las cosas, á renovar sus campanas sangrientas todos los seis años, por causa de la elección para el Gobierno Nacional, dividido é indefinido como estaba, en cuanto á s u s poderes mas esenciales, que son los de su jurisdiccicn inmediata^ ¿ocal y exclusiva, sobre el punto de su residencia. — 27Ö — §XXII La Capital y la política interior Q u e la Provincia-Metrópoli y su integridad realista, mantenida con inconcebible impolítica, nos ha costado tantas pérdidas territoriales á los argentinos, solo un ciego puede desconocerlo. Su integridad local ha destruido la integridad nacional argentina por el afán antipatriótico de tener á la Nación sin su Capital de Buenos Aires, que encerraba todos los elementos del poder argentino, para hacer de la ciudad de Buenos Aires, la Capital de la Provincia de Buenos Aires. Concentrados los elementos y fuerzas del poder nacional argentino en la ciudad de Buenos Aires, en que estaba localizada y defendida la posesión de esa ciudad, por la posesión de la campaña rural, ó Provincia de Buenos Aires propiamente dicha, todo el mundo ha dispuesto á discreción de las Provincias argentinas, dispersas y abandonadas de su antiguo poder central. Que la solución reciente se afirme dentro de nuestro país, y los avances y absorciones territoriales nocivos á la importancia de nuestro peso en el equilibrio de Sud-América, dejarán de repetirse. § XXIII L#a cuestión de Capital en sus relaciones con nuestro progreso intelectual Como la enfermedad de una viscera capital del cuerpo humano afecta el funcionamiento regular de todos sus órganos, así el vicio orgánico de nuestra Capital monstruosa, compuesta de un cuerpo igual - 277 — á dos cuerpos — la Ciudad y la Provincia, — ha viciado el juego regular de las funciones de todo nuestro organismo social argentino, durante setenta años. No hay atraso, no hay vicio, no hay irregularidad en el juego de nuestra organización política, que no se explique y que no haya dependido de la monstruosidad, que la ley de Capital de 1880 y 1881, ha venido á remediar. Baste decir que, hasta en la dirección de nuestros estudios y de nuestros conocimientos, ha tenido una influencia trascendental. Paralizada toda libertad de estudiar los hechos mas esenciales de nuestro organismo político, nuestros talentos se han refugiado en las alturas neutrales y pacíficas de la abstracción, de la erudición, de la teoría de los mundos preexistentes, en busca de la paz incompatible con el examen de los principios y aplicaciones de nuestro orden económico, político, social, de carácter real y positivo, en todo ramo. De ahí nuestros estudios, mas ó menos escéntricos, del derecho histórico, en materia de límites territoriales, de orígenes de nuestras razas, de nuestros antecesores, de fósiles de especies desaparecidas, etc., y de las simpatías por Darwin y su ciencia que tan bien se concilio con Rosas y su Gobierno. Esas direcciones eran refugios de nuestra actividad condenada y excluida del terreno de la ciencia útil, positiva, aplicada en mundos extraños al de nuestra vida actual, viva y palpitante. Todo se podía estudiar y discutir, menos el resorte vicioso en que reposaba nuestro organismo enfermo, heredado al régimen colonial para beneficio del régimen de gobierno, que explotaban nuestros tiranos modernos, herederos en eso, de nuestros tiranos antiguos. En adelante puede el círculo de nuestros estudios y conocimientos no abstenerse de abrazar otra cosa que lo que interesa á los medios de elevarnos al mayor poder, á la mayor riqueza, á la mayor prosperidad y civilización. CAPÍTULO III Años perdidos — Años de aprovechar — Instrumentos, obras, hombres de reparación— Nuevos hombres de Estado—'Garantías del nuevo orden de cosas — A la cabeza de ellas la formación de la moderna Buenos Aires — Esterilidad de las resistencias, y crimen de las reacciones en el sentido del ¿tatuque^ anterior á 1810 — Puertos marítimos del Sud — La Ensenada, el Rio Negro — Nuevas inmigraciones australes. §1 Setenta años perdidos ! ¡Setenta años perdidos para nosotros y por nosotros! ¿En qué sentido? En que no estamos á la altura de los Estados-Unidos de América, habiendo estado mas alto que ellos, bajo el período de nuestra coman dependencia colonial! E n efecto, la superioridad que hoy nos llevan, ñola tuvieron cuando eran colonias de Inglaterra. Adam Smith hacia notar hace un siglo, que las principales capitales de la América española, eran mas pobladas y mas ricas que las principales de la América del Norte, entonces. « Los progresos de las colonias españolas en cultura, dice Adam Smith, han sido ciertamente muy rápidos y grandes. Ulloa pinta la ciudad de Lima, fundada después de la conquista, como de unos cincuenta mil habitantes. Quito, que no había sido mas que un mero aduar de indios, se describe por el mismo autor como igualmente populosa á su tiempo. Gemelo Curreri, pintaba á la ciudad de Méjico - 280 — como una población de cerca de cien mil habitantes: número que, aunque admitamos por ciertas las exageraciones de algunos escritores españoles, es probablemente cinco veces mayor que el q u e contenia en tiempo de Montezuma. Este número excede con mucho al de Boston, Nueva-York y Filadelfia, que son las mayores ciudades de las colonias británicas. Antes de la conquista de los españoles no habia en Méjico, ni en el Perú, ganado á propósito para carga, y p o r consiguiente faltaba el medio mas cómodo para las condiciones del comercio interno. » — {Riqueza de las naciones) lib. IV, cap. VII.) Desde su emancipación ellos se han llenado de ciudades nuevas, obra de sus manos, mientras que nosotros, independientes también, apenas conservamos las mismas que nos dejaron hechas los españoles. ¿Por qué han prosperado ellos? ¿Por qué nos hemos atrasado ó quedado estacionarios nosotros? Que lo uno y lo otro ha sido por nuestra obra respectiva, no hay la menor duda. Es verdad que tenemos el hábito hoy mismo de culpar de nuestro atraso á España, pero hace setenta años que nuestros destinos están en nuestras manos! Luego son nuestros, si ellos han sido mal conducidos. Luego no hemos sabido conducirlos, pues no es presumible ni creíble que hayamos querido hacernos mal á sabiendas y voluntariamente. ¿Qué nos ha faltado? Lo que ha sobrado á nuestros hermanos del Norte, la costumbre secular de gobernarse a s í mismos, desde el primer dia de su fundación como colonia de un país libre, y la inteligencia de los propios intereses, que su libertad añeja les permitió estudiar, entender y practicar. Ellos han tenido hombres de Estado, es decir, hombres de gobierno, desde el primer día de su independencia, porque los tuvieron desde el primer dia de su establecimiento colonial en América. Nosotros no hemos sabido gobernarnos bajo la independencia, porque no lo hicimos jamás durante nuestra dependencia de España. Emancipados por la acción de los acontecimientos, hemos obedecido á su impulsion, en la dirección incierta, ciega, instintiva, que lian traido nuestros pueblos. Los norte-americanos no necesitaron inventar sus instituciones de — 281 — gobierno libre, les bastó abrazar las de sus padres y adaptarlas á su condición natural de republicanos. Nosotros tampoco hemos inventado nuestras tradiciones y hábitos de gobierno sin libertad ; nos ha bastado seguir la corriente que nos imprimían las instituciones del despotismo colonial, e i í c p i e nacimos y nos educamos, tomando la precaución de vestir nuestros actos con el traje de instituciones libres del extranjero. Los americanos del Norte se engrandecieron con solo imitar los medios á que sus padres, los ingleses, debieron su engrandecimiento propio, que no fueron otros que los que imitaron á los modelos de su grandeza, traída de Holanda por el príncipe de Orange (Guillermo III), vencedor de los Esiuardos. Todo lo que Tocqueville atribuye á la sabiduría de los demócratas de Norte-América, pertenece al gobierno republicano que engrandeció á las Provincias Unidas de let Holanda. El primer resorte déla grandeza de los tres países, fué su legislación hospitalaria hacia el extranjero, que buscaba refugio, asilo y hogar en su suelo. Con el inmigrado de países mas civilizados y libres, entraron en el suyo el trabajo inteligente, la industria, el capital del extranjero. l^a América del Norte debió su engrandecimiento rápido á la adopción de la política que habia engrandecido á su madre patria, y á la misma República de las Provincias Unidas de Holanda^ origen del progreso británico. Un yankee ha escrito la historia de la formación de esa República, escuela de la libertad de la Europa. Guizot ha traducido á Motley y admirado su ciencia, en un prefacio. Contrariamente á ese precedente, las Provincias Unidas del Plata debieron su condición estacionaria á la constitución y leyes coloniales, que quisieron conservar de su madre patria, mediante las cuales España habia hecho reposar el gobierno absoluto y omnímodo de su vireinato colonial del Rio de la Plata, en la composición peculiar de la ProvinciaMetrópoli de Buenos Aires, esencialmente despótica y omnipotente. El nuevo gobierno patrio, poseedor de esa provincia, usó su influjo celoso, para mantener inhabilitado el puerto de la Ensenada, y abandonado el del Rio Negro« Mas tarde, malogró la oportunidad de canalizar ese rio, para esta blecer la navegación interoceánica á Ja que hoy deja sin objeto la — 282 — canalización del Istmo de Panamá, como habia malogrado antes e momento de hacer un ferro-carril al través de los Andes, que el canal de Suez dejó sin objeto, por nuestra abyección. Tal es la influencia ejercida en la suerte de la.América mas austral por la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, que felizmente acaba de perder, mediante su division liberal en dos partes y en dos jurisdicciones, su viejo poder de paralizar toda mejora, que no importase á la actividad local y equivocada, que la explotó setenta años! § II La nueva Buenos Aires y el puerto de la Ensenada « El espíritu de monopolio, dice don Manuel Moreno, que desde el gabinete del Gobierno español descendía á todas las clases del Estado, habia conseguido olvidar el puerto de la Ensenada de Barragan, que después de Maldonado es el primero del Rio de la Plata. La corte, empeñada en fomentar el establecimiento de Montevideo, no discurrió otro arbitrio que el de favorecer su puerto, con privilegios exclusivos, que al fin lo constituyeron único y preciso en aquellas costas. Sin cálculos bastantes para hallar el medio de levantar un pueblo por caminos juiciosos, el Gobierno español no supo jamás mirar por los intereses de unos de sus subditos, sin arruinar á otros. » Como han hecho después sus descendientes. « L a Ensenada de Barragan fué el puerto de nuestro comercio hasta mediados del siglo pasado. Su seguridad, su excelencia, su cómoda entrada y su inmediación al centro del consumo y de las producciones del país, son ventajas tan conocidas, que solamente la rivalidad y la oposición de intereses han podido negarías. Mientras el puerto de Montevideo, cercado de escollos peligrosos á su entrada y expuesto á las tormentas furiosas del sud-oeste y sud-este, no presenta á los barcos un refugio seguro dentro de sí mismo, la Efisenada concede un fácil acceso al navegante sin rendirle caros los favores que dispensa. » — 283 — « Don Félix de Azara, en sus Viajes de la América Meridional (tomo I, cap« IV) ha descrito las calidades de ambos puertos, en términos que no dejan duda de la excelencia de la Ensenada sobre Montevideo. « La Ensenada, dice, era el puerto-que tomaban los barcos y fragatas del Rey, antes que Montevideo fuese poblado; este puerto es seguro, su anclaje es bueno; está formado por el arroyo de Santiago, que viene del interior de las tierras y que lo atraviesa. El puerto de Montevideo va siendo de día en día menos profundo, y debe temerse que dentro de poco se inutilice. Fuera de esto está expuesto á malos vientos . . . » « En otras manos que las españolas seria á esta hora la Ensenada (1812) una ciudad comerciante de cuarenta ó cincuenta mil almas. Otro gobierno no tan ignorante como lo era el de España para con sus colonias, podia haber fomentado este puerto del Rio de la Plata, hasta el grado de elevación á que sus ventajas naturales lo destinan ; pero ninguno habría sido capaz de inhabilitarlo para el comercio. Este era, sin embargo, el estado á que se hallaba reducido. » § ni Puerto del Rio Negro «También se habilitó el puerto del Rio Negro en clase de puerta menor, dice Moreno, y se mandó entrar precisamente en él los barcos del tráfico de negros. Por primera vez este hermoso puerto ha obtenido la atención del Gobierno, y empieza á figurar en la escala de los lugares que el negociante debe frecuentar ó conocer. Tiempo vendrá en que este puerto despreciado hasta ahora ( 1 8 1 2 ) sea el mas famoso de toda la América Meridional, cuando el gran proyecto de abrir comunicación entre ambos mares, Atlántico y Pacífico, venga á realizarse por este puerto, el mas á propósito de los muchos que están designados para el mismo efecto. El puerto del Rio Negro recibirá las comodidades de Europa que Chile y el Perú necesitan ; será el gran mercado de los frutos y tesoros de estas Provincias, que la Europa — 284 — lia menester en cambio ; y reunirá las producciones é industrias de todos los pueblos, sin esceptuar los de Asia. Es cierto que para verificarse dias tan felices, es preciso asegurar antes la libertad. » § iv Por qué nos han faltado hombres de Estado, y debemos esperar tenerlos en adelante La falta de gobierno central 6 nacional, continuaba existiendo á los setenta anos de emancipada Ja República del poder español, y no habría razón para que no siga produciendo en lo futuro, lo que lleva producido hasta aquí, desde i 8 i o . Esa falta es remediable hoy dia, como lo fué desde el principio, porque vive intacto y entero el centro vital del antiguo poder común y general argentino, en la ciudad célebre y opulenta que encierra y contiene todos sus elementos, por la acción persistente de la geografía política, que el suelo recibió cuando se pobló y organizó por España. No habría mas que un arbitrio : hacer de ta vitalidad de ese centro, una parte de la vitalidad de todos sus miembros y extremos, haciendo propiedad de los miembros y de los extremos, una parte de la vitalidad del centro. Un cuerpo orgánico no puede existir en otras condiciones fisiológicas, ya sea como animal viviente, ya como ente político y social. Organizada y gobernada por España sin la menor intervención de su acción propia, la América, antes española, ha carecido durante su vida independiente, de hombres de Estado, es decir, de arquitectos constiuctoresy administradores del edificio de su moderno régimen de gobierno. Los sucesores independientes de España han llamado política al arte de obtener, ocupar, gozar y explotar los empleos, los sueldos, la influencia oficial, los honores del gobierno. De la materia, de la obra, del trabajo del hombre de Estado — que — 285 — es el arte y la ciencia de la construcción y organización mecánica del cuerpo del Estado, — n o se han ocupado los fiolíticosy que no por eso han dejado de llamarse hombres de Estado. Los hombres de Estado sud-americanos faltan, porque nunca los tuvo América, entre sus nativos, durante el período colonial, es decir, durante el período de la formación, educación y existencia de sus primeros siglos. Ella y su gobierno estuvieron siempre entre las manos de los hombres de Estado españoles. Jamás las colonias de España en Sud-Amérîca, intervinieron en la construcción y g-estîon del gobierno y de las instituciones de gobierno porque se rigieron ; al contrarío de lo que sucedió en la América del Norte, donde Inglaterra dejó la construcción y gestion del gobierno de sus colonias á los mismos americanos. Por eso es que nacidos, familiarizados y acostumbrados á practicar sus propias libertades, los americanos del Norte tuvieron hombres de Estado, desde el tiempo en que eran colonias libres de la libre Inglaterra. Lo triste es que á los setenta años de existencia independiente, todavía la América, antes española, escasee de esos hombres como en su tiempo colonial. No nos asombremos de que nos faltasen hombres de Estado^ en I 8 I O , al salir de un régimen secular, en que los americanos habíamos estado excluidos de toda ingerencia en la gestion de nuestras cosas de Estado. Lo que es inconcebible, es que en i860, medio siglo después de tener en nuestras manos la gestion de todos nuestros destinos, estuviésemos mas escasos de hombres de Estado} que cincuenta años antes, pues no fué mas lejos el talento político de nuestros organizadores de i860, queá restaurar la máquina del antiguo régimen de gobierno absoluto 3' omnímodo, en su institución mas capital, que era lade la Provincia-Metrópoli fe Buenos Aires, con la estructura que tuvo bajo los Vireyes y bajo Rosas. Y como esta restauración reaccionaría era hecha y tenia que aparecer hecha en nombre de la libertad ( pues se llamaba á si mismo liberal el partido que la hacía), para justificar este carácter, se copió su vestido á la República federal de los Estados-Unidos, y con él fué — 286 — disfrazada otra restauración de forma, que fué, con corta diferencia, la federación de Rosas, sin Rosas. Esa fué la obra de nuestros estadistas de i860, restauración contrarevolucionaria, de tiranías y de vejeces dç fondo, y restauración de tiranías de forma; el fondoy fué el viejo régimen colonial español, golpeado en i 8 i o y e n 1852; la forma, fué la federación tiránica y absoluta de Rosas, con nombres, colores y títulos de la federación de Washiíigton, con las mejores intenciones sin duda. El resultado ha sido el que debió esperarse, la revolución de 1880, repetición de las de 1810, y 1852 en Caseros. Signo consolador de que la raza de los hombres de Estado empieza á surgir entre los nuevos políticos de nuestro país. § v Garantías de vida y porvenir del actual orden de cosas Felizmente los Estadoswo son precisamente la obra de los hombres de Estado. Los Estados, como sociedades y cuerpos políticos, se forman por sí mismos, en virtud de leyes naturales, como las que presiden ala formación espontánea de todos los cuerpos y seres organizados. Las partículas componentes se atraen recíprocamente ellas mismas, se unen, se organizan, y obran de concierto, en un propósito común, del modo que mas conviene al logro de ese propósito, que es vivir y gozar del bien común, y á la vida y bienestar de todos y cada uno. Todas y cada una de las unidades elementales del cuerpo orgánico del Estado, son colaboradores, obreros, y autores instintivos de la obra ó construcción del edificio del Estado. En este sentido cada individuo de los que constituyen las unidades ó partículas elementales del cuerpo político, son hombres de Estado, en cuanto hacen al Estado sin saberlo. Y así como se forma el edificio d€í Estado, así se forman la riqueza y opulencia del Estado, es decir, por leyes naturales, d e q u e son brazos é instrumentos los individuos que componen el Estado. — 287 — Obrando por su propio bien y su propio interés, cada individuo o b r a por el todo de que es miembro elemental y componente. Ese instrumento y esa labor individual de cada hombre por la conservación y mejora de su ser individual, es la garantía de la conservación y mejoramiento de la sociedad humana. Si es este modo de s e r l o que constituye el egoísmo, el egoísmo así tomado, es la palanca y el agente motor mas seguro y poderoso del progreso humano. El egoísmo^ así considerado, es la tabla de salvación de las sociedades humanas. L o s egoístas^ y no los patriotas, son los que han de salvar los destinos sociales de la República Argentina. El individuo puede no ocuparse de hacer la dicha del Estado, pero no dejará de trabajar en hacer su propia dicha individual, es decir, la de su familia, la de su hogar, la de su opulencia propia y privada. Pues bien, basta que se ocupe de ello y logre el objeto de su aspiración particular, para que el progreso y la opulencia del Estado, se produzcan por sí mismos, sin que el gobierno ni la política se ocupen de ello. No es el patriotismo, es el egoísmo así entendido, toda y la grande esperanza de la Patria. Ese soldado, ese peon, ese obrero del Estado y de su progreso, no nos ha de faltar. Pena de la vida del país, si él nos faltase. Pero bien lejos de eso, su concurso estará mas asegurado y será mas grande y eficaz, á medida que la población laboriosa, ocupada y juiciosa, se aumente con la inmigración de hombres ocupados y contraidos al trabajo de su individual progreso y enriquecimiento. Esos egoístas son los verdaderos soldados de la Patria, los obreros de su grandeza, los trabajadores de su opulencia. E s un ejército, que, lejos de gastar y empobrecer al país, produce su bien y lo enriquece. Todo el sueldo que exije del Gobierno y del Estado, es la segundad, protección y defensa de su persona, de su vida, de su propiedad y de su libertad individual y privada. I Por qué admirarse de ello ? ¿ Es acaso obra de sus gobiernos el progreso del país producido hasta aquí? ¿ La riqueza rural de sus campañas, es producto del trabajo de los gobiernos, ó lo es de los particulares? ¿ Tendrían los gobiernos rentas, ni crédito, ni medios — 288 — de gobernar, si no fuesen esas riquezas producidas por el trabajo y el ahorro ele los particulares? ¿Es la riqueza comercial de las ciudades, la obra y producto del trabajo oficial de los gobiernos, ó es la obra del trabajo individual y privado de los comerciantes? {Sin ese trabajo individual y egoisia7 habría cambios, comercio, rentas de aduana, crédito público, poblamiento, progreso, opulencia? Pues ese egoísmo fecundo y virtuoso en que la hipocresía de la política vé un enemigo de la Patria, es el que h a d e salvar el porvenir de la República Argentina. En cambio de ese sueldo negativo, pagado en protección, defensa y seguridad, el egoísmo individual mantiene y hace vivir al Gobierno. Este egoísmo del Gobierno, ó el instinto de su vida y conservación, lo fuerza á defender y protejer al egoísmo de los individuos, que le dá renta, soldados, fuerza y poder, para vivir y gobernar. Pena de la vida al Gobierno que no sabe defender y conservar la vida del trabajador de las campañas y de las ciudades, es decir, de la industria rural y comercial, De este modo el egoísmo, y no el patriotismo mal entendido, viene á ser la virtud mas segura y fecunda de los gobiernos. Por un lado y otro, los pueblos y gobiernos vienen á servirse mutuamente, no por su patriotismo, sino por su egoismo respectivo ; por un movimiento menos poético, pero mas natural y positivo que la simple abnegación. No deben perderse de vista estas doctrinas ante el problema d e : l quién hará la Capital d é l a Buenos Aires moderna? ¿Dejará de hacerse, si no se hace oficialmente por el Gobierno ? L a historia nos ensena que las Capitales se hacen por sí mismas« Son la obra de his cosas gobernadas por las leyes naturales de la vida orgánica de las naciones. Hace la cabeza de un organismo social ó político el mismo poder que hace la cabeza ó entraña capital de un organismo animal cualquiera. Hace la cabeza la misma fuerza creadora del organismo, en todas sus entrañas, miembros y órganos todos de la economía vital orgánica. Se forman á la vez todos los órganos que son esenciales al producto de la vida ; la cabeza como los brazos y los pies, las manos como las entrañas. — 289 — Donde quiera que se colocan los órganos ó sentidos llamados á ver, á oir, á oler, á palpar, en interés del cuerpo entero, de que son partes, la cabeza ó capital del ser viviente, individuo ó Estado, está formada. E n este caso no es la Nación argentina la que tiene que hacer su Capital, porque ya la posee en la ciudad de Buenos Aires. Es la Provincia-Estado y seini-soberano, de Buenos Aires, entidad nueva, que desea conservar su vida autónoma, la que tiene que darse la Capital que le falta. No faltará ciudad á s u s autoridades para establecer su residencia. Con esto solo quedará hecha su Capital. El crecimiento y desarrollo vendrán en seguida y rápidamente por sí mismos al derredor del poder. El Gobierno como centro de acción y de fuerza, es el nervio de la vida, que anima, mueve y dá impulso á todo el cuerpo del Estado interior ó provincial. Es el centro motor á donde todos convergen, y desde donde toda impulsion es nada : administración, seguridad^ defensa, policía, viabilidad, puertos, crédito, cambios y comercio. La acción concorde, simultánea, unida de todos estos elementos, improvisa y hace nacer, como de un golpe, una Capital, en cuatro días. ¿No se ha visto al Jïosario? Con ellos colaboran el comercio, la industria, el culto, la educación ? la literatura, el arte 3' sus centros de vida y movimiento regional ó provincial. Estoes imitar la vida y el movimiento de los Estados Unidos, en lo que mas merecen ser modelo de progreso social, que no es su federalismo escén trico. § vi Resistencias y reacciones estériles Por ñn, si no quisieran los opositores de la Capital en Buenos Aires que la cuestión se resuelva por medios pacíficos y temperamentos conciliatorios, ¿qué sucedería? No por eso la cuestión dejaría de resolT. VIII. jo — 290 — verse por la fuerza de la necesidad, que el país tiene de vivir como Estado.político y social, de lo cual es una primera condición vital la existencia de un gobierno de Estado. I Cómo, en qué forma, por q u é medios se resolvería esa cuestión de ser ó no ser, para el Estado argentino ? Por la obra de la Evolución, leynatural, según la cual se desarrolla el crecimiento de todos los seres orgánicos, sean individuos aislados, ó sean individuos colectivos, ó agregaciones de individuos; seres morales y seres animales, ni mas ni menos, que como se forman, se organizan, crecen y viven los vivientes de todas las especies. I Según qué mecanismo? ¿Por qué fuerza? ¿Con qué sanciones? Aquí está el terrible punto negro de la cuestión. No hay ley natural que no tenga su sanción. El que toca el fuego con sus manos, se quema la piel. E l que queda inmóvil bajo un techo que se derrumba, es aplastado por sus escombros. Esa ley no está escrita, pero hasta las bestias tienen un ojo y una luz para leerla, dentro de sí mismos. Si esas sanciones no existiesen, no habría orden posible en lo creado. Con respecto á la vida de los pueblos, las sanciones ó castigos, por cuyo medio se realiza la evolución de su existencia, son la guerra, la revolución, el incendio, el bombardeo, la crisis de empobrecimiento, la miseria, el hambre, la peste, el abandono, la muerte, el deshonor, el olvido del mundo, cuando no el desprecio de la posteridad. Claro es que esas sanciones hacen la dicha, n o d e las víctimas,sino de otros mas avisados, que les suceden en el logro de lo que no supieran aprovechar, teniéndolo en su mano, los que fueron víctimas de su inercia. Los pueblos que carecen de esta prevision y del don.de prevenir sus males, son peores que los animales irracionales, y merecen todos sus padecimientos, hasta tocar la única felicidad, que puede terminarlos, la muerte (como pueblo, si no como individuo), por la descomposición y disolución gradual y sucesiva. Una de las sanciones de esa ley, que renueva destruyendo, que crítica y enseña por el castigo, es la falta de caracteres, la relajación moral del poder que vive sometido á otro poder omnipotente y dependiente de él. Tales son los gobiernos que no son de estado, es decir, nacional es j los gobiernos autónomos ó populares. — 291 — L a autonomía es una independencia dependiente; es una media ó casi independencia; independencia relativa, que no es la negación absoluta del vasallage. Un gobierno dependiente de otro poder es un gobierno vasallo, un Suzerain. El que lo ejerce tiene que contemplar y hacer la corte al poder, con cuya licencia y ayuda vive, cuando este poder es mas fuerte en el hecho^ aunque no lo sea de nombre. Tal ha sido y tiene que ser el Gobierno argentino que viva en Buenos Aires, mientras viva sin jurisdicción exclusiva en el terreno que pise y habite. No hay que esperar franqueza, brio, veracidad, dignidad, en el carácter del gobernante sin poder real; hará la comedia del poder, será un cómico, un farsante. L a farsa es un poder ciertamente, pero es el poder de la mentira, no el poder de un magistrado, cuya primera fuerza consiste en la verdad, en la sinceridad moral. Como es el que gobierna, es el que obedece, y todos los gobernados toman las costumbres y calidades de un gobernante artificioso por la inconsistencia de su poder; en las repúblicas lo mismo que en las monarquías. La degradación moral de un poder, es tanto mayor cuanto mas elevado el título ó poder nominal, que encubre su impotencia real. Su poder es el de la retórica. No habla mucho el que tiene verdadero poder. De ahí el laconismo de los emperadores romanos, en sus leyes dictadas al mundo, porque Roma era el mundo, y el imperio era el poder omnipotente. El que necesita de la retórica para gobernar, no es un poder; es un magistrado desarmado. El discurso es el último de los medios de gobierno. Cuando er poder real se encuentra dividido en dos gobernantes, de los cuales uno tiene la fuerza que no es suya, y el otro el título a l a fuerza que no tiene, los dos tienen q u e disimular y mentir: el uno tiene que disimular su poder real por ilegítimo; eFofero que afectar el poder real que no tiene. Los dos son actores de una comedía. El país sometido á tal gobierno está en realidad acéfalo, y en manos del extranjero, que tiene en cada uno de esos antagonistas al mejor aliado contra el otro. Este es el género de sanciones á que someten los destinos de su país, — 292 — los que dejan sin resolver por la prudencia sus cuestiones de gobierno, con la esperanza de que el tiempo les dará solución por sí mismo. El tiempo no resuelve nada. Confirma y fortifica lo que existe; si lo que existe es malo, lejos de mejorarlo, lo hace mas malo. § vn Progreso y desarrollo del nuevo estado de cosas.—Por qué medios Una institución social ó política, se decreta en los Congresos y Asambleas soberanas por leyes escritas; se hace en las Universidades y escuelas por el maestro, por la educación, por el estudio, por la costumbre, sí se sabe emplear el poder de la educación á este propósito, y no tiene casualmente otro digno de su costo. Solo de este modo lo que era una idea abstracta y general, se vuelve un hecho, un hábito, una manera del hombre mismo. Hasta que la institución no está arraigada en el entendimiento y encarnada en las costumbres, por la obra d é l a educación, la institución no existe, sino en el aire. Es una nube dorada que se lleva el viento. Todas las instituciones nacionales que estamos escribiendo, se quedarán escritas, si el Estado no se ocupa de trasformarlas en hechos reales, no solamente por los medios coercitivos que la Constitución pone en sus manos, sino especialmente por el convencimiento imbuido en las escuelas, encargadas de enseñar la ciencia de las instituciones, de los intereses públicos y de los derechos, que las instituciones tienen por objeto y propósito encarnar en las costumbres. En seguida de nacionalizar el país, sus autoridades, sus instituciones y establecimientos, que antes eran hechos provinciales, aislados, sin la trabazón ni dependencia mutua, que los haga ser órganos de un cuerpo vivo y animado, nuestra primera necesidad será la de nacionalizar y uniformar la educación, la enseñanza universitaria y escolar. Hasta aquí ha tenido toda ella por objeto y punto de mira la provincia, es decir, un solo órgano del Estado, no el Estado, que es el todo en que reside la vida nacional. — 293 — En lugar del Estado, que nos legó la historia de nuestra vida anterior, aunque colonial, hemos tenido en el nombre Estados provinciales ó locales, formados por la descomposición y disolución del primitivo organismo general. listas fracciones, medio internacionales, han vivido como extranjeras unas de otras, en su manera de constituirse, de existir y de conducirse; no en federación, sino en un desarreglo escepcional, que á sus autores y beneficiarios ha ocurrido en vano apellidar federación ¡ y federación al estilo de los Estados Unidos de América, nada menos, como para afianzar el desquicio y su duración, por el robo de prestigios ágenos. Habiéndonos faltado el Estado, es decir, la Nación organizada en un cuerpo regular, nos han faltado naturalmente los hombres de Estado, las instituciones de Estado, los intereses de Estado, las cuestiones de Estado, las cosas de Estado. Cada fragmento territorial ha tenido su vida aparte, su gobierno separado, su historia peculiar, su patriotismo regional, su gloria de localismo. Las celebridades, los héroes, los beneméritos de un Estado provincial, no lo han sido de otro, y solo han sido conocidos fuera de la frontera provincial, cuando la provincia, por su importancia y dimensiones?, lia llamado la atención de las demás. El recurso no era original. Ya habían dado ejemplo de él los demoledorcs groseros é inconscientes de la vieja Nación, que se llamaban caudillos bárbaros, tales como Artigas, Lopez, Quiroga, etc., etc. Ningún caudillo, por masque vista á la parisiense, dejará de ser igual á los creadores del desquicio, que ellos mismos han llamado régimen del caudillagc, en el sentido de negación de la política ordenada, regular, civilizada, conocida como la ciencia del Estado, ó ciencia del estadista. En esta nueva dirección de nuestra asociación argentina, tiene que producirse un cambio radical, general, nacional, de enseñamiento universitario, facultativo, escolar y de simple acción directriz y vigilante en la educación del Estado. Hemos tenido dos educaciones, por su sistema y dirección; si al menos hubiese sido una, pública, y otra, no intervenida por el poder del Estado; lo peor es que las dos han sido oficiales, pero eu dos senti- — 294 — dos, en dos direcciones y objetos opuestos, según el gobierno que gobernaba á cada unaDe ahí es que la guerra, las finanzas, la economía, la diplomacia, la geografía, la historia, la estadística, la literatura misma, según que eran objeto del enseñamiento público, estaban divididos, porque los intereses y puntos de mira de cada division del país, eran diferentes y contradictorios. L a libertad mas absoluta de enseñanza nos hubiera sido mas provechosa, que la enseñanza universitaria, es decir, del Estado. El enseñamiento universitario debe ser nuevo, como es nuevo el gobierno que lo costea y dirije bajo el nuevo sistema, en la misma dirección del interés nacional de la República entera; pero sin monopolio, porque la enseñanza es libre por la Constitución. Ella excluye á la Universidad en el antiguo sentido de esta institución. § VIII Sumario y final de îa primera parte Con la Capital de la Nación nos faltaba un Gobierno nacional. Con el Gobierno nacional nos faltaba la Nación, es decir, el Estado, la Asociacion, constituida en un cuerpo regular de Nación. Sin estos elementos no nos eran posible ni la paz, ni la guerra, ni la estabilidad, ni el progreso, ni la justicia, ni el poder, ni la segundad, ni la acción. ¿Para qué es hablar de Uniofù E r a su ausencia el mal de nuestros males, la razón de ser de nuestras faltas. Teníamos dos países, dos gobiernos nacionales por su esencia, dos aspirantes á ser un solo gobierno, dos candidatos al gobierno nacional ó Presidencia, dos electores, y cada seis años, es decir, en cada elección, dos beligerantes, dos ejércitos, dos causas, pero nunca dos Capitales ó dos residencias capitales del Gobierno Nacional. Cada rasgo de ese estado de cosas, era una infracción de cada uno de los propósitos de la Constitución enumerados en su preámbulo. — 29a — El país estaba constituido para disolverse en beneficio de sus desorganizadores sistemados, á partir de ganancias con el extranjero. Ningún enemigo de afuera podía ser mas destructor que lo eran sus instituciones, para llevar á cabo esa demolición suicida. La conspiración que acaba de terminar tenia setenta anos. En su primer paso se llamó Revolución de Mayo de 1810, en favor de la soberanía nacional, sustituida á la soberanía de la Corona de España. A ese fin tuvo por objeto demoler la máquina realista del poder de España, que tenia por base, en el Plata, la construcción de la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, formada de la union de la campana de Buenos Aires, con la ciudad de su nombre. Dividir esa Metrópoli en las dos partes de que estaba formada, Prov'mciay Ciudad, era demoler la fortaleza del despotismo colonial. No se dividió, y su poder metropolitano omnipotente, fué dejado todo en]manos del gobernador, que reemplazó con su carácter de simple Gobernador al Gobernador y Vircy, gestor de los dos puestos, en tiempo de su régimen absoluto y monárquico. Así es como quedó la República ó el gobernador que pretendía representarla, con el poder omnipotente y realista, que ejerció la monarquía en otro tiempo, por mano del Gobernador-virey. Ea monarquía quedó en la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, con la máquina de su poder, que era la integridad de la Provincia-Capital omnipotente, y la República destituida de ese poder, y sometida á él, de hecho i quedó en las Provincias de la nominal Nación soberana, como un desideratum meramente. Ese estado de cosas conservado por setenta años de lucha, acaba de cesar, por el triunfo de la soberanía del pueblo argentino, esta vez irrevocablemente, porque el soberano lia tomado posesión de la máquina originaria del poder nacional argentino, á saber : la Ciudad-Capital ó nacional de Buenos Aires, puesta en manos del Presidente de la República, como estuvo en las del Viréy, cuando el poder general del país fué un hecho, y no mera palabra. Tan posible como la restauración del poder del Rey de España en el país argentino, así, ni mas ni menos, es que recupere Buenos Aires la soberanía de las Provincias argentinas, que ha tenido en sus manos desde 1810. — 296 — Solo esperan ó temen esta restauración los que no entienden los hechos y la historia de su país. Decir que Buenos Aires pierde en este triunfo de la Nación argentina, es decir que su Revolución de Mayo de 1810, tuvo por mira, no la victoria del pueblo argentino, sino la victoria del Gobierno de Buenos Aires, sustituido al gobierno del Virey, sobre España, y sobre el pueblo argentino todo entero, incluso el pueblo de Buenos Aires. Buenos Aires ha triunfado esta vez como en 1810, no para sus gobernantes, sino por conducto de ellos, para su pueblo, que asume por primera vez su soberanía, junto con el pueblo argentino la suya, tomando conjuntivamente á la ciudad de Buenos Aires, como el receptáculo y depósito del poder efectivo argentino todo entero, para emplearse en adelante, no en los sucesores del gobierno del Virey, sino en los pueblos todos que forman el pueblo argentino. No hay mas que un modo de entender y servir la causa del destrozo d• e Buenos Aires, es lo que se llamó en otro tiempo, como por sarcasmo, la causa de Buenos A¿res} su localismo, su provincialismo, su autonomía, como la representó y sirvió Rosas, inconscientemente quizás. Después de él, los restauradores de su sistema económico y político, han probado á Buenos Aires su amor del mismo modo y en la misma forma en que Rosas se lo probó, que no fué otro que el de los Virey es de España, y consistía en ceder todo el beneficio del suelo y del trabajo del pueblo, á su Gobierno, y para sus gastos, no al pueblo mismo para sus mejoras y progresos. Así, los verdaderos enemigos del pueblo de Buenos Aires, tan inconscientes en ello como Rosas quizás, lian sitio sus gob'er nos localistas, como el de Rosas, como el de los Vireyes, como el de los repetidores de su sistema, no por odio al pueblo de Buenos Aires, víctima de ese funesto modo de servirlo, sin ó por amor á los beneficios egoistas y personales del poder, como era el caso del Rey mismo, que fundó la colonia para explotarla en su provecho fiscal, no en el de los colonos, no por odio á los colonos y vasallos, sino por amor á su Real Erario. A medida que el pueblo de Buenos Aires comprenda esto, se hará partidario y defensor de este nuevo orden de cosas, que ha sacado de manos de sus explotadores los recursos económicos de poder, con que se mantenian en sus puestos, por la pretension sofística de ser ellos el — 297 — pueblo mismo de Buenos Aires: pretension que no era un cumplimiento á Buenos Aires, al ver quiénes eran y cómo eran los que se tomaban por su símbolo! Desarmados de esos medios por el cambio de cosas, no será el poder de su elocuencia ni de sus sofismas, nide sus hazañas el que les devuelva sus perdidas ventajas. Han sido destituidos por el poder de los hechos y de las cosas, y esa destitución es irrevocable. Algunos dicen que en estos países no hay cambio contra el cual no se pueda reacciocar, ni mala institución demolida que no se pueda restaurar. Aplican esto al reciente cambio, si tal puede llamarse al que ha devuelto á la ciudad de Buenos Aires su papel secular de Capital de las Provincias Unidas del Rio de la Palta. Para nosotros es tan difícil que las Provincias argentinas (incluso la de Buenos Aires), vuelvan á enfeudarse á s u vieja Provincia-Mctrópoli, como que España recobre su dominación perdida en I 8 I O , sobre estas Provincias. Hay cambios de cambios, y el reciente es tan irrevocable como el que arrebató á España sus colonias de América ; como el que sacó de manos del puerto de Buenos Aires el monopolio del tráfico directo con el mundo ; como el que reemplazó el sistema monárquico por el republicano en su gobierno interior; como el que abolió las aduanas interiores, la exclusion de cultos disidentes, la Inquisición y otros abusos insultantes á la civilización. Es un cambio de cosas, no de personas, como esos que se repiten a menudo, hasta por la ley que cambia en sus plazas á los funcionarios amovibles. Hay cambios de salud como el del enfermo, que reasume su condición normal; cambios que no excluyen perturbaciones ulteriores, pero no ya de carácter permanente. Es que los negociantes de revueltas no se curan de que sean durables ó definitivas, objetan á esto. También las asonadas dan provecho y producen beneficios á sus empresarios, por efímeras que sean. E s el caso de los delincuentes que buscan su pan en un golpe de mano. Pero es un hecho que las mas veces son víctimas del rebote que la ley no deja de devolverles. Un partido que no prefiere enterrarse antes que buscar su restauración por esa via, no ha merecido el poder ni por una hora, ni merece renacer. SEGUNDA PARTE CAPÍTULO ÚNICO La cuestión Capital, del punto de vista de la Provincia de Buenos Aires §1 Para facilitar la lectura de esta Segunda Parte, cuya materia es algo complicada por su novedad, creemos conveniente precederla de un resumen general de su contenido, en orden lógico. ¿La nacionalización de la ciudad de Buenos Aires implica la abolición de la Provincia de Buenos Aires? Todo al revés; es su salud y resurrección. Separado su gobierno del de la ciudad de Buenos Aires, nace recien su autonomía moderna. Su nacionalización solo puede tener por opositores á nacionalistas, cuyo nombre no les impide ser autonomistas á lo Rosas. ¿Por qué la causa de Buenos Aires estaba constituida por la indivisibilidad é integridad de la Provincia de Buenos Aires? Porque así estaba constituida la Provincia-Metrópoli por el gobierno omnímodo y monárquico de los gobernadores-vireyes españoles. Era incorrecto decir que Buenos Aires absorbía la renta y el poder — 300 — de la Nación, como Florencio Várela lo dijo por error, y lo repetimos muchos después de él. Estaba en la verdad cuando decía que era Rosas y su gobierno omnímodo y absoluto de Provincia, el que lo absorbía, no para el pueblo, sino en daño del pueblo de su mando» Lo que se llamaba causa de Buenos Aires antes de ahora, era causa de su gobierno realista y omnipotente. L a omnipotencia pesaba sobre el pueblo de Buenos Aires. Para eso fué constituida por el Rey de España. Lo probó el Gobernador-dictador, que sucedió al Gobernadorvirey. España no fundó su colonia de Buenos Aires para hacer la riqueza y el poder de sus colonos, sino de su monarca. Los porteños, vasallos del l^y, eran instrumentos y obreros mecánicos, no beneficiarios, de lo que producían para su real dueño y Señor. Ese estado de cosas fué la causa de la Revolución de Mayo, que hizo á los porteños independientes del Rey, pero no del Gobernador que reemplazó ai Vi rey. Conservada la máquina del poder absoluto, es decir, la CapitalProvificiiiy cayó la tiranía pero quedó el tirano. El gobernador Rosas representó esa trasmigración del despotismo realista en el despotismo republicano. De ahí la necesidad de laRevolucion de 1852, que derrocó al Gobernador-dictador de Buenos Aires, en Caseros. Dejada en pié, por segunda vez? la máquina del poder del Virey y del Dictador, que era la integridad de la Provincia-Metrópoli', pronto la máquina encontró nuevos maquinistas en la revolución provincial de I Ï de Setiembre del mismo año 1852, confirmada por otra revolución que se llamó la reforma de la Constitución, en que fué restaurada como régimen definitivo, la Capital-Provincia de Buenos Aires, monarquista de origen y naturaleza. Ese organismo, llamado Compromiso, llevaba al país á su disolución, por el conflicto permanente de dos Gobiernos en guerra, cuando una tercera faz del movimiento de Mayo ha hecho lo que debió hacer hace setenta años : separar la Provincia de Buenos Aires de la Ciudad de Buenos Aires, Capital histórica y necesaria de la República Argentina. Este, cambio hace nacer, por primera vez, la autonomía regular de la Provincia de Buenos Aires (es decir, el gobierno de sí mismo), pero — 301 — no empezará á ser un hecho su autónomo gobierno, sino cuando se dé una moderna Ciudad de Buenos Aires, como Capital propia. Las Capitales se hacen á sí mismas por ias leyes naturales de su creación vital; por la evolución, legislatura de las legislaturas. Nuevas cosas, nuevas necesidades, nuevas generaciones, darán á luz nuevos hombres de Estado, que no hemos tenido antes de ahora, por falta de Estado ó Nación. Dracon y sus durezas no igualan al rigor de la ley de la evolución, es decir, de la naturaleza entregada á su brutalidad. L a reflexion, el juicio, la calma de nuestro país, deben probar que somos capaces de libertad, es decir, del gobierno de nosotros mismos, cuya condición esencial es la obediencia y el respeto de nosotros mismos. L a solución dada es irrevocable, porque es obra de las cosas. El progreso argentino se volverá una burla si toda tentativa de reacción y restauración del statu-quo, no es tratada como crimen de lesa-nacion. § n La erección de la Ciudad de Buenos Aires en Capital de la Nación, le deja intacta y asegurada su importancia de Provincia ¿La erección de la ciudad de Buenos Aires en Capital de la República Argentina, implicaría la desaparición de la Provincia de Buenos Aires? Todo lo contrario : le quedaría su autonomía intacta, despejada de un elemento extraño, que vive injerto en ella, para hacer menos neto el patriotismo porteño. L a autonomic provincial de Buenos Aires con tin vi aria existiendo como la de cada una de las otras Provincias. Una nueva y moderna ciudad de Buenos Aires, seria Capital de la nueva Provincia de Buenos Aires. Este orden de cosas no seria una desmembración de la actual Provincia de Buenos Aires, porque la ciudad y la Provincia, no están en — 302 — el mismo caso. La Provincia de Buenos Aires no es dueña de todos los elementos económicos de gobierno, de carácter nacional, que la ciudad de Buenos Aires encierra; y no puede, por lo tanto, considerar como la Capital ó cabeza exclusiva del cuerpo de su Estado provincial, á la ciudad de Buenos Aires. Por esta razón no podría ser Capital de la República la Provincia tie Buenos Aires, integrada con la ciudad de su nombre, la cual pertenece á la Nación, en cuanto á su gobierno, porque ese gobierno está compuesto con elementos de poder que son de la Nación entera, no solo de Buenos Aires, tales como el centro común del tráfico internacional que se hace por el puerto argentino, situado en la ciudad de Buenos Aires; el impuesto de ese tráfico nacional que es la aduana nacional; el crédito público, garantido por ese impuesto; el te so?'o nacional, (pie está donde están sus dos manantiales nacionales, el impuesto y el empréstito, emisión monetaria de deuda pública. Pero otra razón por la (pie no puede ser Capital de la Nación la Provincia entera de Buenos Aires, tal como ha existido, es que la Capital as: formada, era la negación de la Nación Argentina, considerada como Estado independiente y soberano. Prueba histórica y nata o nal de esto, es que cuando las Provincias no eran todavía un Estado libre y soberano, sino colonia de España, tuvieron y debieron tener por capital á la Provincia entera de Buenos Aires, por ser tan grande y poderosa como la casi totalidad del antiguo Vireinato de Buenos Aires. »Siendo su gobernador local á la vez Virey de todo el Vireinato, para hacer efectivo el poder absoluto y omnímodo de la corona de España, en todo el vasto suelo en que hacia las veces del Rey, necesitaba de un poder que no tuviese contrapeso ni equivalente. Conservar ese régimen territorial en plena República, era anonadar la soberanía del pueblo argentino y la esencia del régimen republicano, establecido por la Revolución de Mayo. La Capital de la República Argentina, integrada con la Provincia entera de Buenos Aires, era la restauración del régimen colonial español, no en provecho de España, no tampoco en provecho del pueblo de Buenos Aires, sino del Gobierno y de una clase gobernante de esa Provincia, en perjuicio del pueblo de Buenos Aires, como sucedía en el tiempo de la dominación colonial de España. — 303 — E s impropio decir que es Buenos Aires el que absorbe y monopoliza el poder y la riqueza de toda la Nación argentina, con motivo de que esa absorción se opera en la ciudad de Buenos Aires. Esa manera de hablar es simple metonimia, figura de retórica, en que se toma la parte por el todo. En esa impropiedad de lenguaje hemos incurrido Florencio Várela y yo, y muchos otros después. Como sucedía en tiempo del Gobierno colonial español, la absorción y monopolio se operaban, no en provecho de los colonos, que formaban el pueblo de Buenos Aires, sino en provecho exclusivo de la corona oe España, de que la colonia era patrimonio. E l régimen de gobierno que España dio á su colonia del Plata, no tuvo por objeto hacer la riqueza y el poder de sus colonos argentinos, sino el beneficio y aumento del real Erario y real patrimonio. L o s colonos eran herramienta y máquina productora del poder personal de su monarca absoluto. Con ese fin recibió la colonia española del Plata la construcción ó constitución orgánica que ha sobrevivido al régimen colonial, pues la mera Revolución de la Independencia no ha bastado para llevar á los bolsillos del pueblo de Buenos Aires, lo que fué destinado y hecho para entrar en los bolsillos de sus gobernantes. Así, todo el cambio ha consistido en que nuevos beneficiarios oficiales y oficiosos han reemplazado á los antiguos, pero el pueblo ha seguido tan explotado bajo el régimen dicho de libertad, como estuvo bajo la servidumbre colonial. l_,a continuación del régiínen de absorción y monopolio en beneficio de los sucesores del poder español, bajo el régimen moderno, no ha servido sino para aumentar la omnipotencia del Gobierno titulado libre, de gobernados sin libertad, es decir, para percibir los beneficios y provechos en que consiste el poder que es llamado libertad individual. El poder patrio bastardeado, ha continuado omnipotente, porque ha conservado la complexion y contextura rentística y económica que recibió en su origen colonial, para no dejar nacer la libertad y el poder de los colonos españoles, que eran los arge?itinos de aquel tiempo. Mientras esa absorción de la yida y del poder del pueblo argentino se conserve en manos de una porción de Buenos Aires, como — 304 — de oficio y carrera, h a b r á en Buenos Aires Gobierno omnipotente, es decir, ciudadanos y pueblo sin poder, sin libertad y sin riqueza. Vivirá esa omnipotencia q u e es negativa de la libertad del individuo, mientras la Nación Argentina no tome posesión del poder y caudal de recursos en que el poder consiste, por la ocupación exclusiva de la Ciudad-Capital q u e los encierra, y con la cual la clase que gobierna en Buenos Aires despotiza, no solo á los argentinos, sino también á los porteños, como sucedió bajo Rosas. La experiencia de la tiranía de Rosas hizo ver, que las víctimas de su poder omnímodo y absoluto, encerrado y mantenido por la absorción del poder rentístico de los argentinos en sus manos, son y serán siempre los porteños\ por estar mas inmediatos de ese poder. Pero no habrá otro medio de prevenir la repetición de esa tiranta que retirar del Gobierno de la Provincia la suma de los poderes rentísticos y económicos de la Nación entera, que se producen y recojen en la ciudad de Buenos Aires actualmente, porque no se recojen para y por el pueblo de Buenos Aires, sino por y para el poder omnímodo y omnipotente de la Provincia, que los explota y domina por medio de la misma máquina de q u e se valía el Gobierno omnímodo y omnipotente del Gobernador-virey, en el tiempo en que los porteños y los argentinos eran celónos d e España. {Escrito antes de la ley de Capital). Esa máquina de despotismo mantenida en plena República, no por un cálculo frió y maligno, sino porque faltaron hombres de Estado, que la comprendiesen y cambiasen en el sentido del nuevo régimen republicano; esa máquina de poder omnímodo, hizo nacer al Gobierno omnímodo de Rosas, y las primeras víctimas de su tiranía fueron naturalmente los argentinos q u e vivían donde él vivía, es decir, los porteños, y no los provinciales distantes, que solo sufrieron á los agentes y seides del Gobierno omnipotente de la Provincia de Buenos Aires. Este es el Gobierno que debe perder su omnipotencia por el retiro que la \ey de Capital h a g a de la ciudad de Buenos Aires, foco del poder nacional en ella concentrado, de manos de la Provincia de Buenos Aires, para ponerla en manos de la Nación entera, comprendida en ella la misma Buenos Aires. Los porteños no dejarán de tener — 305 — jurisdicción local y exclusiva en la ciudad de Buenos Aires por ese cambio, pero en lugar de tenerla ellos solos, como sucede, la tendrán conjuntamente con los argentinos, propietarios, como los porteños, de los elementos lo poder nacional encerrados en Buenos Aires; y entonces, lejos de ser como hoy las primeras víctimas de un Gobierno provincial omnipotente, á causa de su inmediación, serán los mas beneficiados y felices de todos los argentinos, por la misma razón de inmediación al Gobierno limitado y constitucional de todos los argentinos. L a guerra que acabamos de pasar en 1880, ha tenido origen y causa en los vicios de ese estado de nuestras instituciones políticas. El Gobernador de Buenos Aires no hubiera pretendido tratar al Presidente de la R< pública de poder á poder, si no se hubiese sentido poseedor de un poder material tan grande como el de la Nación toda. Tenia, en efecto, todo el poder que tuvo Rosas y por las mismas causas:—los vicios de nuestras instituciones. Si el Dr. Tejedo no ha sido tirano como Rosas, es porque tenia otra educación, otro temperamento, otra moral política. De donde salió el despotismo de Rosas y su Gobierno omnímodo, productor y causante de tontas guerras sangrientas contra los mismos porteños, que entonces como ahora, reaccionaban contra los efectos del Gobierno omnipotente, de que eran víctimas, ha surgido la reciente guerra de este año 1880, y saldrán fatalmente otras análogas, mientras no se supriman los vicios orgánicos del orden político que les sirve de causa y razón de ser. No solo no es de extrañar que los porteños figuren al lado de la Presidencia nacional, en la reciente contienda orgánica; no solo no merecen el dictado de traidores á la causa de Buenos Aires, sino que son los que mejor la entienden y sirven, en el sentido en que la entendieron y sirvieron los porteños Rivadavia, San Martín, de Alvea r, Gomez, Agüero, Gallardo, Florencio Várela, Martin Rodriguez, Valentin Alsíi.a de la primera forma). No quiero decir en el sentido unitario.. Las palabras son el peor escollo de las causas útiles y buenas. Es verdad que la autonomía y el autûiwmistno provincial, no son indignos d e nobles partidarios. En todo régimen, en todo país, en toda edad, e a m o r á la Patria, empezó como la caridad, por casa. T. VIN, 20 — 306 — El hombre como ente zoológico, como todo ser viviente, ama el suelo, la luz, el ambiente, que lo vieron nacer y que primero vio al nacer. Pero cuando ese sentimiento común al mundo orgánico, no recibe límites racionales, las nociones de gran Nación, de grande Patria, de ciudadanos libres, son imposibles y quiméricas. Autonomía, en otras edades, era la independencia relativa, que los vencedores griegos y romanos dejaban al vencido conquistado y ungido al yugo del vencedor- ¿Podria, según esto, ser gloriosa para Buenos Aires la causa de su autonomía? Entendida y tomada en otro sentido la autonomía como mero provincialismo feudal, seria la causa de Rosas, es decir, el provincialismo de Buenos Aires, como expediente empleado para absorber á la ciudad de Buenos Aires, y con ella la suma del poder público de la Nación; y ahogar por ese poder absoluto y omnímodo, las libertades del pueblo de Buenos Aires. Rosas, sin emplear la palabra, ha sido el mas absoluto autonomista que haya tenido la Provincia de Buenos Aires. La verdadera causa de Buenos Aires, es la causa nacional, porque Buenos Aires es el emblema, el compendio, la sustancia y el alma de la Nación Argentina, en cuanto encierra los órganos mas capitales de su organismo nacional, y el producto del suelo y del trabajo de todos los argentinos, recojido y elaborado por esos órganos, que sustentan la vida entera del cuerpo político de la Nación. Nacionalizar á la ciudad de Buenos Aires, es salvarla de su ruina inevitable, por disensiones como la reciente. Pero apenas consienten en federalizarla, los que se honran en titularse r\v federales, sino nacionalistas. Es darle un solo Gobierno, en lugar de los dos que antes de ahora coexistían como beligerantes, para despedazarse todos los seis años, en las calles de la hermosa ciudad, con el propósito de absorberse uno á otro, por el fierro y la sangre. Dejar en la ciudad un solo gobierno, es el solo medio de establecer la paz en ella, por el retiro de uno de los beligerantes natos. ¿Cuál debe quedar? El Gobierno, naturalmente, á quien pertenecen todos los elementos de poder general que en la ciudad de Buenos existen concentrados, á saber: el centro del tráfico internacional, el mercado nacional, la aduana nacional, el crédito público ó nacional, el tesoro nacional, formado por esos dos manantiales nacionales, es decir: el — 307 — impuesto y el empréstito^ ó lo que es igual, el crédito', y su gaje que es la aduana. El Gobierno único, exclusivo y directo de una ciudad esencialmente nacional, no puede ser otro que el Gobierno de la Nación. E s en este sentido que Buenos Aires podría denominarse realmente nuestra ciudad-naeio7i\ lejos de que esto sea matar á Buenos Aires, es revivir, satvar á Buenos Aires. § m La pretendida causa de Buenos Aires, y sus pretendidos defensores, en las cuestiones pasadas Mitre ha entendido la causa de Buenos Aires, la ha defendido, y la ha probado su amor, como Rosas la entendió, la defendió y la amó; sosteniendo su integridad de Provincia-Metrópoli, ó Provincia-CapitalArgentina. Con doble razón así la habia entendido, defendido y amado el Virey de España, cuando esa integridad de Provincia-Capital, era el muelle real de la máquina del poder extraordinario y omnímodo que le daban las Leyes de Indias y la Real Ordenanza de Intendentes, como á Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y Virey general de todas las demás del Vireinato, Empuñar ese resorte era tener la máquina, y tener la máquina era gobernar y conducir la nave entera del Vireinato entonces, de la República mas tarde. De estos tres tipos de Gobierno de Buenos Aires, el del Virey dañaba menos al pueblo de los colonos ó vasallos de España, que formaban la colonia argentina; porque si les absorbía el fruto de su tierra y trabajo les daba al menos la seguridad y la paz, manteniendo para el pueblo de todas las Provincias y de la suya propia, un Gobierno fuerte y central, capaz de darles paz. No así los Gobernadores de la Provincia-Metrópoli, no ya Vir eye s ni — 308 — Jefes Supremos de la Nación^ como en tiempo de los GobernadoresVireyes. Estos quitaban al pueblo de la Provincia-Capital de su mando exclusivo, el fruto de su suelo y trabajo, para sosten y goce de su Gobierno local, pero ese Gobierno no daba al pueblo de la ProvinciaMetrópoli la defensa, paz y seguridad que le daba en su época el Gobernador-Virey de Buenos Aires. Ni dejaban siquiera que se forme un gobierno general argentino, capaz de dar al pueblo porteño de su mando provincial, la seguridad que el suyo no le daba ni podía darle. Así, los indios salvajes de su frontera local inmediata, habitadores de tierras que no reconocían autoridad inmediata y directa, ejercían la que se daban ellos mismos, de devastar las propiedades privadas de sus campañas porteñas. Lejos de hallar enemigos por eso, tenían sus aliados estimulantes en los partidos argentinos, suscitados por la absorción de la vida nacional, en el gobierno de la Provincia-Metrópoli, Esa, y no otra, era la causa responsable de las devastaciones argentinas del Sud que aprovechaban á Chile, sin que se pueda decir que las promoviese, solo porque no se encargaba de prevenirlas ó reprimirlas. La protección, defensa y seguridad, faltaban á la propiedad privada del pueblo porteño, rural y urbano, porque su Gobierno provincial, ocupado en defender el orden local de cosas que ponia en sus manos el fruto del trabajo argentino, contra las Provincias perjudicadas por ese orden de cosas que dejaba á su pueblo de ellos mismos, sin defensa, no debia desatender el bien de sus gobernados, olvidando el interés propio de los gobernantes. Es ahí donde se debe buscar el principio histórico y racional de las campañas de los gobernadores metropolitanos, 6 de Buenos Aires, hechas en nombre de la civilización) contra las Provincias culpables de haber negociado con la Europa primero que con ellos, los tratados fluviales, que abrían al mundo los puertos interiores. Por su parte, Buenos Aires no fué nías feliz que sus hermanas con las victorias de sus jefes, pues no ha tenido jamás peores enemigos, que los defensores de la integridad de la Provincia-Metrópoli^ compuesta como lo estuvo, por las leyes coloniales, de dos cuerpos, dos — 309 — cargos y dos mandos acumulados en un solo jefe, titulado Gobernador' llrey, antes de la Revolución, y despues simplemente Gobernador de la Provincia de Buenos Aires) con jurisdicción exclusiva y residencia en la ciudad de Buenos Aires. L a política colonial de España, no dio ese gobierno omnipotente y omnímodo á Buenos Aires, para enriquecer á los porteños con la riqueza de los otros pueblos argentinos, sino para enriquecer su propio fisco y real Erario, con el producto del suelo y del trabajo de todos sus vasallos y colonos argentinos, incluso los porteños, de Cuyo producto gozaron después del Rey, los empleados y agentes del Rey. Caducada la autoridad det Rey y la de sus agentes, el goce de la renta pública benefició á los patrios funcionarios, que reemplazaron en el gobierno de la que fué Provincia-Metrópoli', al Rey, al Gobernador-Virey, y á la casta innumerable de sus funcionarios. Estos son los que acaban de perder el goce del beneficio de la máquina realista, Provincia-Capital, que su division les ha quitado para darlo á su dueño, que es el pueblo productor y consumidor de él, como dueño soberano y único consumidor de lo que es suyo ; el pueblo porteño como el argentino, que forman un solo pueblo. § iv La autonomía de Buenos Aires á lo Rosas, causa de atraso para todos los argentinos El siatu-quo, de lo que se llamaba antes de ahora autonomía de Buenos Aires, acabaría por poner á la Patagonia en las manos de Chile y en seguida á Corrientes y Entre-Rios en manos del Brasil. Manteniendo sin Capital y sin puertos de mar á la República Argentina, en el interés de absorber el tráfico, el tesoro y el gobierno de toda ella, para el gobierno del puerto y de la ciudad autónomos de Buenos Aires, la independencia autonomista de esta Provincia, así entendida, — 310 — mantenía á la Nación sin una marina, que no puede existir sin puertos de mar, todos los cuales están en la Patagonia y en las costas marítimas del Sud de la República Argentina. Y como la Patagonia y las costas marítimas argentinas, son de la Nación, y no de la Provincia de Buenos Aires, ia política autonomista de esta Provincia, entendida en su sentido impolítico y estrecho, era opuesta á que la Nación adquiera y posea las condiciones geográficas, sin las cuales no puede tener una marina para equilibrar el poder naval de Chile y del Brasil. L o q u e ese autonomismo entendido de un modo tan suicida, quita á la Nación Argentina, se lo adjudica á Chile y al Brasil, sin pensarlo ni quererlo. No basta comprar buques de guerra al extranjero, para tener una marina de guerra, cuando el país no tiene puertos de mar poblados para alojarlos, ni arsenales, ni diques para repararlos y conservarlos. Chile y el Brasil, con sus numerosos puertos marítimos poblados y habitados de ciudades provistas de todo lo necesario para la vida civilizada, no se hallaban en el caso de la República Argentina, de tener que vivir sin puertos de mar, sin Capital política, es decir, sin Gobierno Nacional, para ser útil al interés local, que veía uua pérdida en todo lo que era para la Nación una ventaja, respecto de esos grandes intereses argentinos. u Nadie quiere la desmembración de la Nación", decía un Diputado que quería la integridad de la Provincia de Buenos Aires. El no se apercibía de que las dos integridades son incompatibles, y que está por la desmembración ó desintegración de la República el que defiende la integridad de la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, tal como existió bajo el Vireinato, y bajo Rosas. L a integridad de la Provincia-Capital en esos términos, es una herramienta de la máquina que caducó en Mayo de 1810. Es el caudal de recursos de gobierno de toda la Nación, aumentado y concentrado, no en las manos del pueblo de Buenos Aires, antes pueblo de colonos, sino en manos del Gobierno local de Buenos Aires, antes soberano, ó representante del soberano de España y s»s colonias. L a soberanía del pueblo, base del sistema republicano, fundado por la Revolución, dejará de existir, desde que quede en pié el mecanismo orgánico en que reposaba todo el edificio del gobierno monárquico de la colonia. — 311 — Los que representan y sirven la causa de la integridad provincial de Buenos Aires, no pueden dejar de tener la adhesion y simpatía del Gobierno monarquista del Brasil, ya porque defienden un principio que pertenece á la forma de su gobierno imperial, ya porque le guardan un cimiento que puede servirle para la instalación de su gobierno monárquico en el Plata, si logra su vieja mira de conquistarlo ó anexarlo á su Imperio. No es extraño que los representantes conocidos de la alianza con el Brasil, sean partidarios de la integridad provincial de Buenos Aires, en la forma que recibió de España, para ser Capital y base de la monarquía en las Provincias del Plata. § v L.a llamada autonomía de Buenos Aires, muy peligrosa como se entendió antes de ahora, puede ser combinada con los intereses de la Nación. Lo que se llama autonomía de Buenos Aires\ constituye el mas grande peligro de traer al fin la desmembración de la Nación Argentina, si por esa autonomía toman sus partidarios como condición esencial, la integridad de la Provincia de Buenos Aires, formada con la ciudad nacional y argentina por escelencia, que es la ciudad de Buenos Aires. Basta comprenderlo y tomarlo de ese modo, para constituir á Buenos Aires en Provincia-Nación, ó mejor dicho, en otra República Argentina, considerada bajo cierto aspecto y dentro de ciertos límites. Basta saber que todo el estado de cosas en que consiste y reside el peligro de desmembración de la.Nación en dos naciones, todo el orígen y fundamento del hecho de la coexistencia de dos gobiernos nacionales, está caracterizado, determinado y constituido en la historia reciente por lo que llaman la autonomía de Buenos Airesy teniendo por condición esencial la integración de su Provincia con !a ciudad-nacional\ ó mejor dicho, con la ciudad-nación argeíitina, como es la de Buenos — 312 — Aires, porque encierra y comprende todos los elementos esenciales de poder y gobierno de la Nación entera. Pero la autonomía de Buenos Aires en sí misma, no es incompatible con la existencia de una Nación argentina, si se toma y comprende como la de cada una de las otras Provincias argentinas; como la autonomía de Córdoba, como la autonomía de Santa-Fe, como la autonomía de Entre-Ríos, ó la d e Tucuman\ es decir, como Provincia semî-soberana, semi-independíente del Estado federal argentina(fór* muta del Dr. Mariano Moreno de i 810), de cuya casi-unidad forma una parte integrante. {Por qué ha de haber dos especies de autonomía, en una federación de miembros iguales ante la ley fundamental que la constituye? Para ser y continuar siendo autonomía la de la Provincia de Buenos Aires, no necesita estar integrada por la ciudad-nación de Buenos Aires', desintegrando de este modo á la Nación Argentina, de que forma parte. L a Provincia puede darse una nueva Buenos Aires, una ciudad moderna y suya propia por Capital, cuyos elementos de su exclusiva y peculiar creación y pertenencia, nadie le dispute, ni tenga pretexto de disputarle por razón alguna histórica ó geográfica, ó económica, como sucede hoy. Este cambio, lejos de dañar á la Provincia de Rueños Aires, salvaría sus destinos, á la vez que los de la Nación, pues entonces se echaría decididamente en la dirección del Sud, y los vastos países y las ricas costas marítimas, que a pesar de su lamentable abandono presente, son objeto de la codicia del extranjero, tomarían á Buenos Aires por campeón y centinela, y su poblamiento y enriquecimiento serian tan rápidos, como es hoy somnoliento y dudoso. Todo lo que la Provincia de Buenos Aires posee actualmente de rico, grande y fecundo, continuaría existiendo en su autonomía, y formando parte esencial de ella; son sus ricas y opulentas campañas rurales y agrícolas, su clima y temperamento el mas europeo de toda la Repú-» blica, por decirlo así, quiero decir el mas habitable para las inmigraciones de la Europa, sus costas y puertos y productos marítimos, su población relativamente mayor y sus grandes capitales. Por lo demás, puede decirse que la autonomía de Buenos Aires acaba de nacer, la autonomía legítima, constitucional, se entiende, que es la compatible con la Nación y su causa. — 313 — Pero no empezará á ser una realidad, sino cuando la Provincia sedé una Capital propia y exclusiva, para residencia de su Gobierno de Provincia. Si la autonomía de un país consiste en la administración de sí mismo, ese gobierno de sí mismo no es un hecho cuando su personal no proviene de su propia elección, no habita su propia Capital, no se desenvuelve en sus propios medios y elementos de gobierno. Esto es lo que no sucede cuando el Gobierno local que se pretende autónomo, reside en capital agena, gobierna en cosas locales esencialmente, al favor de otro gobierno y con elementos cíe poder extraños, y reside sobre todo en a g na jurisdicción. Tal es y será el caso de la moderna Buenos Aires, mientras no se dé una Capital suya y propia para su exclusiva residencia y jurisdicción. Domiciliada en la Capital de la Nación, será gobernada indirectamente por la autoridad nacional, hasta en cosas provinciales por esencia. Sin que á ese inconveniente deje de agregarse el peligro latente de una recaída del mal crónico que ha padecido la Nncion, de la coexistencia de dos poderes antagonistas y beligerantes, según la ocasión. Tomando la Provincia de Buenos Aires la falsa posición que tenia la Nación Argentina en este punto, antes de la solución dada, no seria mejor que antes la condición general y común de las cosas Quedaría siempre el peligro de una reabertura del conflicto y del debate, al favor del descontento que dejan siempre las mas justas, espontáneas y sinceras soluciones, al menos en minorías contrariadas en su egoísmo, en sus rutinas, en su vanidad. Felizmente el remedio en este caso, es menos costoso que en los pasados. La elección de una Capital de Provincia tiene menos exigencias que la de una Capital de Nación, es decir, que la de una Capital común y general de catorce Provincias Unidas ó consolidadas. No teniendo que hospedar diplomáticos, ni Ministros extranjeros, ni artistas, ni visitantes bulliciosos, ni gentes de renombre, ni ser teatro de una vida fastuosa, agitada, brillante, sus condiciones son menos difíciles de encontrar y obtener. — 3i4 - § vi Revolución de i i de Setiembre. Causa (llamada) de Buenos Aires, que era de ruina para Buenos Aires, económicamente entendida Una prueba de que la Revolución de 11 de Setiembre de 1852, restauró el orden político-económico en que reposó el poder absoluto de Rosas, acumulando con la suma de la fortuna nacional de Buenos Aires, la suma de todo el poder argentino, es que en cada paso intentado para cambiar este estado de cosas en servicio de la libertad, de que es la negación, sus beneficiarios denunciaron la vuelta de los unitarios ¡ de la unidad de Rivadavia^ en el sentido que Rosas daba á esa unidad, es decir como polo opuesto de su aislamiento federal ó autónomo, que le daba á él la omnipotencia de los recursos, en que reside la omnipotencia del poder. El horror á la unidad no es mas que rosismo, ó provincialismo^ ó federalismo feudal. ¿Qué era eso de federación para Rosas? Eran quince gobiernos aparentes que se reducían á uno solo verdadero, el suyo,—porque les tomaba todo su poder, tomándoles la suma de sus recursos económicos de poder y gobierno. I Qué quiere decir imidad ó nacionalidad para nosotros? ¿En qué sentido la tomamos? Quiere decir, un solo gobierno, en lugar de quince gobiernos para la Nación; un solo presupuesto, un solo gasto, un so!o tesoro, un solo crédito, una sola deuda pública, una sola contabilidad, un solo Estado Argentino, y no quince Estados argentinos; una sola Nación, no quince Naciones, una sola República Argentina, no quince. Multiplicar los gobiernos, es multiplicar los gastos, sin multiplicar las entradas, ni los recursos del país. Multiplicar los gastos públicos, es disminuir los recursos de los particulares, que costean esos gastos; es empobrecer y debilitar" á todos los ciudadanos, para enriquecer y fortalecer á los gobernantes. — 315 — Es consumir en gobiernos y gobernantes el producto del suelo y del trabajo, acumulado por el pueblo argentino, con el propósito de consumirlo en su provecho propio; es consumirlo en provecho de sus gobernantes, ó mejor dicho del gobierno omnímodo que absorbía á los demás, como en tiempo del Rey. Eso era cabalmente lo que sucedió bajo el sistema colonial, con que España nos gobernó en el tiempo en que fuimos colonos de sus Reyes. La máquina que sus hombres de Estado construyeron para producir ese resultado vivia todavía, tapada con papeles pintados, en que se leían los títulos de Confederación Argentina, República Argentina» Todo cuanto producían nuestros pueblos como sus colonos que éramos, en cuanto á rédito de nuestro trabajo y suelo, era para consumo del Gobierno y de los gobiernos del Rey absoluto y omnímodo; nada para consumo y provecho de sus pueblos, compuestos de colonos hispano-americanos. El dia que faltaron el Rey, sus Vireyes é Intendentes, se produjo un estado de cosas, llamado República federal, ó Provincias Unidas (como nuestros ex-compatriotas de Holanda), en que pasó á manos de los nuevos gobernantes del país, multiplicados por el número de sus Provincias • , todo lo que antes iba á manos de los antiguos gobernantes españoles; y el pueblo, es decir los vecinos, los ciudadanos, los extranjeros del Rio de la Plata, siguieron produciendo rentas públicas fiscales y generales, no para provecho de ellos mismos, sino de sus gobernantes patrios, que habían reemplazado á los gobernantes españoles del Rey, y como sucedía en tiempo del Rey, sucedió en tiempo de la Patria. Quince gobiernos no podrían gastar y consumir menos que un Rey solo, por absoluto y omnímodo que fuese. ¿Qué resultó de este estado de cosas que se llamó gobierno libre y patriota ? Que no hubo función ni ocupación mejor y mas provechosa que ser empleado público, es decir, (pie la ocupación de gobernar; que 110 hubo privilegio mas deseado ni productivo de beneficios que el de gobernar. Cortejar al dispensador de esos beneficios, que era el soberano pueblo, fué todo el fin de ser patriota. Ser patriota, íué todo el arte de vivir. Conseguir su designación para el goce de un puesto y de un salario, — 316 — por un voto del país, nuevo soberano, fué todo el arte del sistema en que se refundió la ciencia del nuevo régimen de ser patriota y libre. Tenemos, sin embargo, políticos que se desviven en averiguar, por qué nuestro país, tan rico, no prospera como los Estados Unidos? A ninguno le ocurre advertir que nuestro país, lleno de movimiento aparente de progreso, sigue constituido como en su tiempo colonial, para hacer la dicha, la riqueza y el poder de sus gobernantes, en lugar de estarlo para enriquecer y mejorar la suerte del pueblo, como la Revolución de 1810 lo prometió. Con catorce gobiernos de justado, compuesto cada uno de tres poderes, y con dos gobiernos mas adicionales, de carácter nacional, coexistiendo en la Ciudad-Vireinato, que habitó el Virey, con el poder absoluto y omnímodo del Rey, no puede haber economía, ní riqueza, ni gobierno, ni libertad, ni paz, ni progreso. E s t a es la historia de lo sucedido en la República Argentina después que cayó el Virey eñ 1810, y despues que cayó su restaurador, el dictador Rosas, en 1852, hasta 1880. E s t o es lo que la Revolución de Mayo prometió y empieza á cumplir recien. Esto es lo que ya es tiempo de cumplir á los setenta años de la promesa que hizo la Revolución. ¿Por cuál operación? ¿ Mediante cuál mecanismo? Por una reconstrucción de la máquina colonial en sentido y á efecto de que el pueblo tome y aplique á su provecho, como nuevo soberano del país, lo que el Rey tomaba á sus colonos por la máquina de nuestro antiguo régimen que él hizo construir para ese propósito. Pero en la política como en la mecánica, la fuerza es una y se produce por los mismos medios. La dirección en que obra, el sentido diverso de las aplicaciones, hace ser buena á la misma fuerza, que fué dañina* en dirección opuesta. La Capital de Buenos Aires, como fuerza y poder, está en ese caso. Aunque haya sido el motor principal del antiguo régimen, ese motor puede ser y ha sido el mas eficaz para derrocar al mismo viejo régimen colonial, de que fué capital, y debió esa fuerza, no á su aislamiento y separación respecto de las Provincias de lo que fué Virei?iaio de Buetws Air esy sino á que obró en union con ellas, en lo que se llama República Argentina. — 317 — Tin union y libertad, decía el mote de sus armas simbólicas; y esa union hablaba todavía en su escudo por las dos manos que, unidas, sostenían á la libertad. § vu Constitución provincial de Buenos Aires. Revolución de n de Setiembre de 1852. Continuación del párrafo anterior Este fué el tenor y sentido del régimen que estableció la Constitución de 1853, sobre las ruinas del gobierno de Rosas, basado en la suma de todos los poderes y recursos del Gobierno Nacional, que él absorbía y retenía, como gobernador de la ciudad-nación, en que esos recursos se hallaban situados. Pero una reacción, que es ley del mundo moral y político, como lo es del mundo físico, no tardó en paralizar el movimiento nacional y liberal, iniciado en Caseros. L a causa económica de Rosas fué restaurada, no por sus partidarios, sino por sus opositores locales, separados de sus opositores nacionales. Esa division desgraciada de los liberales vencedores del dictador, en Caseros, fué representada y operada por la revolución reaccionaria del 11 de Setiembre de 1852. Esa revolución no está bien explicada ni comprendida todavía, y de ahí viene la série de males inconscientes de que esa revolución reaccionaria ha sido origen y causa desde 1852, hasta el aíio presente 1880. Hecha en nombre de Buenos Aires, á nadie ha dañado como á la misma Buenos Aires. No de otro modo se explica la actitud nacional y liberal que asume hoy el partido autonomista de Buenos Aires, edificado y aleccionado por la experiencia de veinte años. L a revolución del 11 de Setiembre de 1852, hecha á los seis meses de derrocado Rosas, contra su vencedor, fué la restauración del rosist?io — 318 - sin Rosas y sin mazorca; pero lo fué completamente en el orden económico de cosas, que contiene el verdadero poder despótico, no en el déspota, ni en el color, m en el ¿error. Buenos Aires tomó esa restauración como un triunfo de libertad; pero lo escaso que entonces eran los conocimientos económicos, no dejó ver á la parte sana de su pueblo, que los intereses restaurados cedían en beneficio del poder, no del pueblo mismo. Era la restauración del tesoro general en que venia envuelta la suma del poder público argentino. Devolviendo todo el poder económico y fiscal al Gobierno de Buenos Aires, como estuvo bajo Rosas, no le quedó ninguno al pueblo de Buenos Aires. Armado de la suma del poder público argentino, el Gobierno local, revolucionado contra el de la Nación, quedó libre, sise quiere, respecto de la autoridad nacional, pero los ciudadanos de Buenos Aires no quedaron mas libres respecto de su propio Gobierno, que lo habían estado bajo ese poder omnímodo y absoluto, cuando estuvo en manos de Rosas, poseedor de la suma de los recursos de todo el poder argentino. § vni Constitución colonial de nuestro país, que ha sobrevivido de hecho á la Independencia La Provincia-Capital, ó Capital-Provincia, con que gobernó Rosas como dictador omnipotente, fué constituida por las Leyes de Indias, que eran la constitución d é l a colonia española en este país. Era !a piedra maestra de nuestro edificio monárquico y colonial. Por el derecho moderno que hizo caducar á las Leyes de Indias, la capital en la forma en que ellas la habían constituido, venia á ser inconstitucional y derogatoria del sistema republicano, porque concentraba todo el poder de las Provincias en la Provincia declarada Capital y residencia del Virey omnímodo y omnipotente, como el monarca á quien representaba. « ¿Podrá llamarse nuestro código (decía el Dr. Moreno en 1810) el de — 319 — esas Leyes de Indias^ dictadas para neófitos, y en que se vende por favor de la piedad lo que sîn ofensa de la naturaleza no puede negarse á h i n t u n h o m b r e ? Un sistema de comercio fundado s o b r e la ruinosa base deí monopolio, y en q u e la franqueza del giro y la comunicación de las naciones se reputa un crimen que deb e pagarse con la vida: títulos enteros sobre precedencias, ceremonias y autorización de los jueces; pero en que ni se. encuentra el orden de los juicios reducidos á las reglas invariables q u e deben fijar su forma, ni se explican aquellos primeros principios de razón, q u e son el fundamento eterno de todo hecho, y de que deben fluir las leyes por sí mismas, sin otras variaciones que las q u e las circunstancias físicas y morales han hecho necesarias. « Guárdese esta colección de preceptos p a r a monumento de nuestra degradación; p e r o guardémosnos de llamarlo en adelante nuestro código ; y no caigamos en el e r r o r de creer que esos cuatro tomos contienen una constitución; sus reglas han sido tan buenas p a r a conducir A los agentes de la Metrópoli, en la economía lucrativa de las factorías d-e América, como inútiles p a r a regir un E s t a d o . . . » « No tenemos una Constitución, y sin ella es quimérica la felicidad que se nos promete. » (Principios de De?'echo y garantías de la Constitución actual.) T o d a la legislación de Indias se conserva viva y entera en la institución que ha sido su producto capital y fundamental en el Plata, á s a b e r : la Capital de Buenos Aires como Provincia-Metrópoli de todas las P r o - vincias del Rio de la Plata, compuesta de dos grandes p a r t e s — d a ciudad mas populosa, rica y tres veces fuerte, como garganta exclusiva del Rio de la Plata, y sus caudalosos afluentes (Paraná, Paraguay y Uruguay); fu cite p o r la importancia de sus establecimientos, P u e r t o , Aduana, Crédito, T e s o r e r í a , foco administrativo de todo el Reino, Cuartel y Capitanía G e n e r a l de su poder militar naval y terrestre, por las dimensiones de su territorio provincia!, igual al territorio de Inglaterra^ como dijo ahora poco el Times, en que la riqueza rural b r o t a como el pasto de que vive, á vista de ojo; campaña sin ríos, sin lagos, sin manantiales, pero en la cual llueven vacas y carneros, puede bien decirse, p o r lo feraz. vSi el poder de una Capital semejante no es dividido en mas de un poder, la soberanía popular de la Nación, de que es cabeza, es una fábula, el cuento chistoso de una cabeza sin cuerpo, sin pies: cabeza impotente p o r su misma exuberancia y monstruosidad. — 320 — § ix La Buenos Aires del tiempo colonial Toda la constitución colonial de este país, estaba hecha para hacer imposible el ejercicio de la soberanía de su pueblo; para evitar que en caso alguno pudiera el pueblo tomar en sus manos el gobierno de sí mismo. La primera regla preventiva de esta revolución, era no dejar entre sus manos un átomo de autoridad. Y para tenerlo desarmado de todo poder público, el medio mas obvio era no dejarle dinero ni riqueza en sus manos, porque la riqueza es el poder de los poderes. Concentrar la riqueza ó la renta, ó el producto del suelo y del trabajo de todos los colonos, en Buenos Aires, era el grande y fundamental mecanismo orgánico de la Colonia y de su Gobierno metropolitano, para mejor predominar. Para realizar esa concentración, el medio natural fué entregarlo 6 situarlo en una Provincia-Metrópoli de las demás, y entregar el gobierno directo, inmediato y exclusivo de esa Provincia-Metrópoli, al representante inmediato del Rey de España, es decir, al. Virey. Y para que este poder central ó metropolitano fuese omnipotente y superior al de todo el país de su dependencia, no habia otro medio que dar á la Provincia-Capital de su residencia y mando inmediato y exclusivo, el peso, valor y dimension del Reino ó Vireinato todo entero. La unidad é integridad de esta Provincia-Metrópoli venia á ser la llave de todo el poder omnímodo y extraordinario del Rey, sobre todos sus colonos ó vasallos. De ahí vino en la Constitución colonial del Plata, que la ProvinciaMetrópoli de Buenos Aires fuese formada del territorio de la Provincia propiamente dicha y de la Ciudad de su nombre, Capital común y general de todas las demás Provincias del Reino entero. Eran dos — 321 — países en uno que respondían á los dos cargos que asumía el Virey, para constituir la omnipotencia de su poder extraordinario, el de Gobernador de la Provincia propiamente dicha de Buenos Aires, y á la vez el de Virey y Capitán General del conjunto de todas las Provincias, en que el Vireinato estaba dividido para su gobierno 6 régimen monárquico. Este modo de ser de la Provincia-Capital ó Metrópoli, era el rasgo distintivo y característico de su Constitución monárquica y de su Gobierno realista y absoluto. La unidad indivisible de la Capital, así constituida, era todo nuestro antiguo régimen colonial en sustancia. Pero esa Capital-Metrópoli, esa Provincia-Capital, era la pieza principal de un cuerpo monárquico; la parte dominante de una monarquía. Como tal, esa Capital era la negación de todo régimen republicano de Gobierno. E r a suficiente dejarla en pié para hacer imposible el establecimiento de la República, como sistema de Gobierno. Así, tan pronto como fué proclamada la soberanía del pueblo, como principio del nuevo Gobierno, la primera función de esa soberanía, debió ser su intervención, en la Provincia-Monárquica, ó Capital-Metrópoli, para establecer allí la forma republicana de Gobierno, operando la division de la Provincia-Metrópoli de Buenos Aires, en el sentido republicano y democrático, es decir, en la Provincia de Buenos Aires propiamente dicha, igual por su derecho á cualquiera otra de un lado, y del otro en la Ciudad de Buenos Aires propiamente dicha, como Capital del Estado Argentino, formado por todas las Provincias del Rio de la Plata. Esta es la única intervención que no ha tenido lugar, sino setenta años después del 25 de Mayo de 1810, en que fué proclamada la soberanía del pueblo argentino, como fundamento de su nuevo régimen de Gobierno. T. VIII. 21 — 332 — § x La moderna Buenos Aires. Nuevos destinos, nueva vida, nueva sociedad E s t e cambio podría tener en los destinos sociales de Ráenos Aires los electos de un cambio de raza en su pueblo. El éxodo g r a d u a l de su población urbana á las campanas rurales y agrícolas, traería un cambio de vida y de condición de su sociedad, en el sentido mas capaz de llevarla á grandes, nuevos y felices destinos, paralelos de los que Inglaterra y los pueblos teutónicos deben á la dispersion de poblaciones en las campañas. ¿qué constitU3'e su sus Al presente, ¿de qué vive Buenos Aires? riqueza y p o d e r ? El producto de su trabajo rural y pastoril, sus ganados, sus pieles, sus lanas, sus carnes, sus granos, sus grasas, sebos, etc., etc. E n las campañas. ; Dónele está situado todo eso? P e r o sus propietarios, lejos tie habitar sus campa- ñas y fomentar con su presencia el trabajo que los engrandece, huyen de ellas y habitan la ciudad de Buenos Aires, donde consumen lo q u e deben á los campos, en hacer VH\R parisiense y lujosa, ó vida madrileña^ de trabajo improductivo, como es el trabajo oficial del empleado del Estado, ó del empleado no oficial, como el del abogado, del médico, del literato. E l comercio, que es la g r a n d e industria de la ciudad de Buenos Aires, es desempeñado por los -extranjeros, en q u e eclipsan á los nativos, por su inteligencia en esa industria privada, q u e les es familiar, desde los países extranjeros de su origen, y privativa en el de su establecimiento americano. ¿ Q u é hace de sus brazos y de su tiempo el hijo del hacendado, del comerciante ó del industrial extranjero ennoblecido p o r la riqueza adquirida? Se-cía al estudio y cultivo de profesiones en que busca honores y medios de vivir. L a noble profesión del foro produce escritos y alegatos judiciales, producto q u e no es riqueza que se puede cambiar p o r valores circulantes en el mercado. Menos puede exportarse p a r a — 323 — el extranjero en cambio de manufacturas. El abogado sin clientes, no obstante su talento 3' cultura, busca su vida en ocupaciones de la prensa, que á su vez nada produce, sino debates políticos y obras literarias., que no tienen demanda ni mercado en el extranjero. No son riqueza nacional. El abogado-escritor se refugia entonces en la explotación de otro producto, que tampoco enriquece á las Repúblicas de América, por industrial que ella sea eii sus miras y objetos: esas son las revoluciones de libertad, los cambios de gobernantes, las elecciones políticas, que dan empleos, salarios, honores, goces; las guerras y empresas de honor nacional. « Mucho se lamenta en Francia esa numerosa juventud que, llena de imaginación y de energía, en vez de aprovecharlas para trabajos positivos, se arroja cuerpo y alma en la vida del periodismo, del romance, del panfleto, y viviendo con el día presente, llega á no esperar su porvenir, sino de las turbulencias y agitaciones sociales. Grande es el mal sin duda, pero de ello no podría acusarse con justicia sino á nuestro vicioso sistema de educación. <; Qué se ha enseñado á estos jóvenes en los colegios? ¿Han recibido allí algunas nociones de que puedan sacar provecho inmediato para las necesidades de la vida? ¿S~ ha encaminado su espíritu hacía tal ó cual orden de profesiones útiles? De ningún modo; mostrándoles continuamente los pretendidos modelos de la Grecia y de Roma, se ha agitado su imaginación y sus pasiones fuera del terreno de las realidades actuales, y la pluma es el solo instrumento que se les haya enseñado á manejar. Salidos de ahí, ;qué pueden hacer sino soñar en sociedades, que ya no existen, ó que no volverán á existir, y consagrar su pluma á sus sueños?». ( 1 ) Se diría que el vicio allí lamentado pasó de Francia al Rio de la Plata, donde la juventud no habla mas que del gran modelo americano, y no practica sino el mal modelo de la Europa revolucionaria. Las familias se empobrecen en costear años enteros de estudios á sus hijos, ¿para qué? Para seguir gastando en mantener médicos y abogados sin clientes ni enfermos, menos numerosos que sus inútiles protectores. No se comprende el objeto con que el Estado gasta una parte de su (1) Palabras de Billault, de I836, muy alabadas por E, Renaudin, en el <Jour«al des Economistes», de Noviembre de 1880. — 324 — tesoro público en Universidades, en Colegios, en Facultades de derecho, en cátedras de leyes y de ciencias políticas sociales, para que los graduados en esas materias, los primeros abogados y doctores vengan á tener por leaders y jefes de sus partidos políticos y conductores de sus obras de organización social y política, á meros aficionados de esas ciencias, ó tinterillos, que no han puesto el pié jamás en una Universidad, colegio, ni escuela de derecho! Todas esas industrias son de una utilidad dudosa para enriquecer y agrandar á naciones jóvenes, cuyos ciudadanos necesitan emplear su trabajo y suelo en producir valores capaces de cambiarse por riquezas positivas, dentro ó fuera del país. Esa es la dirección en que deben ser educados y ocupadas las nuevas generaciones de Sud-América. P e r o nada es mas opuesto á ese camino que la estúpida pretension de que en el Plata las campañas representan la barbarie, y las ciudades la civilización; las campañas que producen oro y plata, ó lo que tal vale; las ciudades que nada producen que pueda cambiarse con el extranjero, por plata y oro ! § xi La nueva Buenos Aires. Continuación Es verdad que estas son cosas que no basta querer hacer para saber y poder hacer. Infatuado y presumido por los favores de la fortuna y de la naturaleza, el pueblo sud-americano hace recordar k esos niños ensimismados de que habla J. J. Rousseau en su Emilio>, que oyen tocar la caja) y se creen generales. Ven construir un edificio y se (reett arquitectos. Sin desconocer las grandes aptitudes naturales de nuestro pueblo, debemos reconocer que no es tan feliz en aptitudes aprendidas y adquiridas por una educación de siglos, en las cosas del gobierno libre y del espíritu de creación, que distingue á los americanos del Norte. Los yernos marchar al paso de los mas adelantados pueblos de la tierra, y — 325 — nos componemos el cabello, los cuellos, la voz, buscando con rostro satisfecho la señal de la admiración del mundo por nuestros adelantos propios. Como es mas fácil copiar leyes escritas y libros sobre cosas de Estado, que copiar ó hacer Estados, nos creemos autores de monumentos, porque sabemos traducir sus descripciones. No tenemos hombres de Estado, en el sentido de constructores de pueblos y de edificios políticos. Tomamos á menudo por hombres de Estado, entre nosotros, á nuestros mas fogosos y audaces demoledores. Nos damos por insultados si nos comparan á los chinos y á los japoneses, pero mandamos á las Exposiciones universales de Europa, nuestras materias primas, mientras esos asiáticos que compadecemos, llenan de sus maravillas de arte los palacios de cristal, en que los ingleses y franceses mismos bajan la cabeza de admiración y envidia, ante sus obras inimitables. La mejor prueba de que la Ciudad de Buenos Aires absorbió hasta hoy ía vitalidad entera de su Provincia propia, es la preocupación que se ha producido entre sus habitantes, de que perdiendo la administración local y exclusiva de la Ciudad de Rueños Aires, nada les quedaba en materia de gobierno autónomo ó provincial. El hecho es que nada les queda sino el gran pueblo de su Provincia, su vasto territorio provincial, sus riquezas sin igual en ganaderías, y puertos y costas marítimas, que no tiene el resto de la Nación. Con todos estos grandes elementos de creación de un gran país opulento, se consideran como despojados, porque les falta la ciudad, que mediante la construcción económica y política que le dio España, para la expío-* tacion de las Provincias de su colonia del Plata, recibía de su campaña la opulencia que su campaña creia recibir de la ciudad de Buenos Aires ! Los americanos del Norte, en el caso de los habitantes de la campaña de Buenos Aires, habrían usado de su soberanía que les dejaba entera la separación administrativa de la Capital de Buenos Aires, para convocar una Convención Constituyente, con la misión de reconstruir su Provincia, su Constitución provincial y su Gobierno provincial, en armonía con sus nuevos destinos, que le impone el gran trabajo de reconstrucción que ha necesitado emprendery emprendido la Nación entera. — 32(3 — L a falta temporal de una capital no dejaría á Buenos Aires, como Estado provincial, sin vida, sin poder, sin opulencia, como Nueva-York ha conservado todos esos atributos, no obstante tener su capital en Albany, especie de Belgrano de aquella gran ciudad, que tiene sus autoridades fuera de su recinto, y recibe sus leyes del exiguo pueblecito. L a capital no es la vida de un cuerpo político, sino cuando ella encierra d e n t r o de su recinto todos los elementos económicos del poder y fuerza gubernamental, como es el caso de la República Argentina, por la organización y contextura que recibió originariamente de España, p a r a responder á su papel, que Cuíi el tie dominar como Metrópoli al Vireinato menos fuerte que ella. Buenos Aires no conserva todo el territorio que tuvo bajo el antiguo régimen, pero el que c o n s e r va es igual á toda la Inglaterra. E n ese inmenso suelo que le queda casi todo, desembarazándose del p u e r t o cosmopolita, está proyectada su colosal riqueza y poder, los cuales descansan y residen en su industria rural, en su agricultura tan provista de elementos para su rápido desarrollo, en su población r u r a l casi europea, es decir, civilizada; en sus costas y puertos marítimos, q u e las otras Provincias no tienen, en sus c a n a h s interoceánicos y andinos, como Magallanes, Rio N e g r o , Rio Colorado, etc. Si todo eso no es base de opulencia, ¿ p o r qué- se alarma cuando Chile habla de tomarlo? {Por qué Chile piensa que esa region bastaría para hacer su propia grandeza futura? Su moderna capital en la Ensenada seria un b a r r i o de la vieja Buenos Aires, que le quedaría á una hora de distancia, pudiendo q u e d a r ligado con ella por cuatro vías á la vez, á s a b e r : el Rio de la Plata, el ferro carril, el canal, en que pensó Rivadavia, y un grande y vasto camino c a r r e t e r o ; conductores que, lejos de excluirse, como empresas, esos cuatro formarían una alianza económica, capaz de suprimir hasta la idea de espacio y distancia, si se a g r e g a el telégrafo eléctrico. E l p u e r t o mismo de la Ensenada se volvería una ciudad improvisada, poblándose de miles de b u q u e s g r a n d e s que su bahía es capaz de contener, y de sus tripulaciones que vivirían tierra y o t r o en a g u a . literalmente con un pié en L o s puertos de L o n d r e s y Liverpool, en que las filas de los buques forman calles con las casas, muestran cuanto movimiento y animación resulta de la union del doble elemento naval y terrestre dentro de los mismos límites. — 327 — L a misma Buenos Aires ignora todavía lo q u e es la lijasenada, como elemento de riqueza y de poblamiento rápido y g r a n d e , á causa de celos estrechos, que han mantenido oscuro lo q u e podia quitar al viejo p u e r t o fluvial del Riachuelo su predominio increíble s o b r e el g r a n Rio de la Plata, del que es p u e r t o natural el de la E n s e n a d a . L a Ense- nada es e! g r a n d e y digno puerto del gran Río de la Plata, como el mas exterior, el mas vasto, el mas profundo y mas seguro. El Riachuelo ha desacreditado al Rio de la Plata, como puerto, en la opinion del mundo marítimo y comercial. L a Ensenada no es puerto que. esté p o r hacerse. E s t á ya hecho y acabado, con muelles espléndidos, en que el desembarco, la carga y la descarga, son instantáneas y b a r a t a s . Ahora es cuando se verifica lo que dijo Malespîna hace un siglo al Rey de España, (píe el puerto de la Ensenada era superior al de Montevideo. Y como el mero desembarque cuesta hoy dia tanto dinero como el Hete de E u r o p a á Buenos Aires, los precios ele las mercaderías extranj e r a s que consume la población actual de Buenos Aires, bajarían de todo lo que representa la reducción del flete actual trasatlántico á su mitad. Sin grandes p u e r t o s no puede haber grandes mercados, gran- des plazas comerciales. Esto es lo que han olvidado nuestros maestros de la escuela norte-americana, eclipsando al gran p u e r t o de la Ensenada por el portachuelo del Riachuelo. Así, los nucv'os porteños lleva- rían con mas derecho el s o b r e n o m b r e elegante de que son vanos, con razón, p o r q u e un p u e r t o verdadero es un poder verdadero. L o que mas me entusiasma en este gran cambio de regeneración argentina, no tanto es la g r a n d e z a que adquiere la Nación, tomando p o r Capital á Buenos Aires, como la grandeza que adquiere por Ja P r o vincia de Buenos Aires, la region austral de toda la República, colocando su capital en el mas g r a n d e y bello puerto suri-americano del Atlántico, sin alejarse, por decirlo así, de su viejo asiento, pues queda ligado con él, formando como "dos ciudades en una, p o r cuatro conductos, que son como cuatro puentes. No t a r d a r á la nueva ciudad de Buenos Aires en igualar á la pasada en riqueza y prosperidad, p o r q u e será una capital habitada por capitalistas, es decir, por trabajadores productivos, en vez de componerse de empleados oficiales, es decir, de trabajadores improductivos, como los llama Adam S m i t h ; gentes honorables y útiles, si se quiere, p e r o que — 328 — viven de salarios y del trabajo de los otros; que gastan y consumen en vez de producir; gentes que viven una vida de goces, de ostentación y de placeres, en que el aspirante y el intrigante político tienen el papel preferente sobre el trabajador y capitalista reproductivo, como es el comerciante, el fabricante, el agricultor, el industrial de todo género ; el habitante favorito de Nueva-York, por ejemplo, diferente del habitante de Madrid, capital que produce una riqueza de versos, de leyes escritas, de oradores y ministros, de doctores en derecho, teología y medicina, de artistas, de predicadores, de guerreros y publicistas, de héroes y celebridades, no de inventores, descubridores y empresarios útiles. Como la nueva Buenos Aires será un cuerpo social que se hará á sí mismo y para sí mismo, es decir, para sus ciudadanos y habitantes, no para sus gobernantes, como España hizo á la vieja Buenos Aires, la nueva Buenos Aires, obra del self-government^ será en realidad y por esta razón moderna, la libre Buenos Aires. Hecha por sus ciudadanos y para ellos, que son el soberano moderno, la riqueza y grandeza fiscal, serán de interés subalterno y secundario; y los empleos y empleados públicos dejarán de ser objeto y estímulos de la vida poh'tica y social. § xii Moderna Buenos Aires — Objeciones y resistencias á ella Puede haber un baluarte de resistencia contra todos estos cambios de salud, mas fuerte que todos los ejércitos, en la pereza de raza que tiene horror á toda idea de traslación y mudanza. .Nos llamamos sectarios, imitadores y repetidores de los EstadosUnidos de América, pero es á condición de guardar nuestra indolencia y molicie orientales, que nuestros padres recibieron de los árabes. Conciliando las dos índoles, sajona y arábica, nos hemos decidido en copiar las leyes escritas de los americanos de origen sajón, guardándonos de copiar sus obras y los trabajos con que su genio activo ha convertido - 329 — los desiertos cíe Norte-América en ciudades opulentas y eu enjambres de pueblos nuevos y florecientes. Nos contentamos con ser los yankees plíit'micos del Sud, como podrían serlo los japoneses, los chinos y los árabes mismos, copiando sus instituciones escritas, sus nombres, sus posturas y sus gestos. Pero entonces probaríamos que no éramos ni siquiera copias de nuestros padres españoles, que sin embargo de la pereza de raza que les imputamos, supieron descubrir nuestro continente, conquistarlo, despoblarlo de bárbaros indígenas, y poblarlo de habitantes europeos, erigiendo en pueblos civilizados de que somos vanos, como si los hubiésemos hecho nosotros mismos. Si la resurrección y transformación argentina es llevada á cabo en los términos que se han decretado, será esta la primera creación original de que la revolución de nuestra independencia habrá dotado á la América del Sud. Ya hemos probado que somos capaces de convertir en ruinas las ciudades que España nos dejó en América. Probemos ahora que somos capaces de convertir en ciudades florecientes los desiertos argentinos, que arrebatamos á los activos conquistadores españoles. Ocasión mas bella no se presentó desde el descubrimiento de América de probar que somos capaces de crear y tener un mundo americano de nuestra hechura, nuevo, original y completamente la obra de nuestra civilización americana, como lo es de nuestros hermanos del Norte, el centro y el Oeste de los Estados-Unidos de América, Repitiendo el apotegma del pueblo que nos dio el ser, no hay mal que por bien no venga ^ hagamos nuevas fortunas de los contratiempos que ocurran á nuestra vida y cosas del pasado. § XIII La omnipotencia del Estado provincial de Buenos Aires indiviso, era la ausencia de la libertad en los usos políticos de su sociedad La omnipotencia del Estado provincial de Buenos Aires era ia ausencia y negación de la libertad, no solo en la Provincia-Metrópoli^ sino en todas y cada una de las Provincias argentinas, cuyos gobiernos loca* — 330 les eran delegados del Gobierno omnipotente de Buenos Aires, como se vio patente bajo Rosas, y se vio siempre desde 1810, bajo todos sus gobiernos. Cada gobernador era omnipotente, (caudillo), no solo port pie gobernaba sin el control de un gobierno nacional (pie no existía mas que de nombre, sino porque obraba como delegado y agente mas ó menos facultativo del gobernador omnipotente y omnímodo del Estado en el Estado, 6 Estado-Nación^ como lo era Buenos Aires, integrada por su provincia y la ciudad de su nombre, en que residía la suma de los recursos todos del poder nacional, concentrados en manos del Gobernador-vir cy. Eso es lo (pie debía dejar de suceder en servicio de todas las libertades argentinas el'dia que se dividiera la Provincia de Buenos Aires en dos cuerpos, á saber: la Provincia propiamente dicha de un lado, y la ciudad-nación, ó Buenos Aires, del otro, como lia sucedido. La Provincia perderá el poder omnímodo y absoluto que ejercía en toda la Nación, desde que se divida y desprenda de la ciudad de Buenos Aires, que encierra en su municipio todos los elementos y recursos del poder nacional. Tal es la razón porque no es lo mismo hacer Capital de la República al Estado eidero de Buenos Aires, que hacerla de la sola ciudad de Buenos Aires, separada de la Provincia. Los elementos del poder nacional están en la ciudad de Buenos Aires, no en la Provincia de Buenos Aires, v. gr. : fttierto, tráfico, increado, aduana, crédito ó Banco, tesoro nacional^ formado de estos dos recursos últimos. La Ciudad'sin la Provincia no puede ser, ni constituirse, como listado omnipotente. No admite nuestra Constitución un Estado que conste de una sola ciudad, por grande que sea la ciudad. Pero sí admite que cada provincia sea un Estado provincial de la Nación federativa. En la ciudad, no en la campaña de Buenos Aires, está la omnipotencia de Buenos Aires, es decir, la suma total de los recursos del poder de la Nación. L a campana no tiene para qué ser capital de la República. Tomando — 331 — ese título y rango» no por ello la Nación reivindicaría sus poderes, que están, no en Ja campana, sino en la ciudad de Buenos Aires. Por el contrario, hacer de la ciudad de Buenos Aires ía Capital de la República, es el solo medio de poner en manos de la Nación 6 de su Gobierno, tos recursos de poder de que está privada y de que necesita para componer y completar el poder de su Gobierno nacional. L a ciudad de Buenos Aires no faltaba á la Nación argentina, como 711ero término geográfico, sino como adición complementaria del poder de su Gobierno nacional. La Nación argentina sin la ciudad de Buenos Aires, no era meramente. una nación sin capital, sino una nación sin gobierno, ó un gobierno sin poder. Con un gobierno nacional eficaz, serio y fuerte, que estaba ausente, faltaban en toda la República Argentina la seguridad, la paz, la justicia, la libertad tie la Nación (independencia) y la del individuo: beneficios del gobierno que no pueden existir donde el gobierno falta. Y mientras ellos falten, el preámbulo de la Constitución será la mentira de un orden de cosas prometido al mundo, pero que en realidad no existe, ni en la Nación, ni en la Provincia, ni en el partido, ni en el club, ni en lo privado, ni en lo público, ni en la sociedad, ni en la prensa. La palabra de orden dada por un déspota de conveniencia, seria la que gobierne, aunque no tenga autoridad pública. § xiv De cómo los monopolios de la Provincia-Metrópoli han retenido el desarrollo del Sud de la República Hace setenta años que esos países, esos rios y esos puertos, están en nuestras manos, y sus destinos dependen de nosotros, hijos de América y patriotas como nos titulamos; no ya en manos de los españoles, como hasta 181 o. — 33* — Y sin embargo, lejos de poblarse y dar un paso á la cultura, están mas desiertos y abandonados que cuando estaban en poder de los españoles. E! puerto de la Ensenada ha sido construido ó provisto de muelles y de un ferro-carril, que lo hace ser un puerto de la ciudad de Buenos Aires, por la iniciativa privada de algunos empresarios extranjeros; y la iniciativa ó acción de nuestros Gobiernos patrios lo tiene inhabilitado y suplantado por el puerto de un Riachuelo, en que es un milagro entrar y salir cómodamente. Si al menos ese Riachuelo estuviese canalizado! El Orne, rio de Calvados, en Francia, es mas chico que el Riachuelo de Rueños Aires, pero está canalizado y provisto de diques y muelles, lo que hace á la ciudad de Caen, cruzada por ese rio, un puerto que contiene cómodamente mas de doscientos buques grandes. Casi todos los puertos de la Mancha, en Francia, son artificiales. Están construidos en la embocadura de pequeños ríos, que desaguan en ese canal marítimo. Los grandes puertos no excluyen et valor y utilidad de los pequenos, en una misma costa. Así, el puerto de la Ensenada, con toda la opulencia de que es capaz, y que un dia llegará á tener, no quitará que el del Riachuelo de la Boca, siga siendo p a r a l a ciudad de Buenos Aires, de la mas grande y preciosa utilidad. xv Lo que gana la ciudad de Buenos Aires con separarse de la Provincia,. para ser Capital de la Nación Nacionalizar á Buenos Aires, es nacionalizar su deuda, su crédito, estender la esfera de sus defensas y garantías, agrandar su poder, su figura, su medios, su importancia en el mundo, bajo todos aspectos. Mas bien que dar y ceder, como cree la ignorancia de los corte- — 333 — sanos de su localismo, es adquirir, ganar, conquistar en su beneficio particular los recursos de la Nación. ¿No se lo prueba la importancia que tiene y tuvo siempre en el mundo, no por su valor específico de rica Provincia aislada, sino por ser parte integrante de la Nación Argentina? Quedando todo lo que aparece ceder Buenos Aires á la Nación, donde hoy mismo está la presente organización, viene á reducirse á un gran cambio de modus-viven di, y nada mas. Lo que hasta aquí ha sido visto como de Buenos Aires, será visto en adelante como de la Nación Argentina, sin salir ni moverse de Buenos Aires. El propietario de Buenus Aires se hará mas rico porque su casa valdrá mas. El bienestar de su vida será mayor, con el aumento de vitalidad y de opulencia, que la ciudad de Buenos Aires adquiere, desde que se convierta en cabeza y corazón de un grande Estado nacional argentino. El porteño no dejará de gobernar á Buenos Aires, lo hará solamente conjuntamente con todos los argentinos. Y como el porteño es el argentino mas adelantado, irá siempre á la cabeza de todos. Nacionalizar á la ciudad de Buenos Aires, es no solamente salvar á la Provincia, sino á todo el Sud de la República Argentina. En este sentido, la gran novedad, el rasgo prominente del gran cambio en vía de ejecución, reside en los nuevos y grandes destinos que la Provincia de Buenos Aires va á desempeñar en el drama sud-americano, tan pronto como se desembarace de la remora de su vieja capital colonial, cuya posesión violenta absorbe y distrae su gran vitalidad en rumbo opuesto al que encierra su porvenir de opulencia incomparable. E l nuevo rumbo será el Sud, donde esperan á la República Argentina sus destinos modernos, contenidos en los propósitos de la Revolución de su Independencia contra el sistema colonial español, que la llevó siempre hacia el Norte, buscando la riqueza en los metales preciosos, cuando en realidad está en su agricultura, en su trabajo rural, en la ganadería, en la pesca marítima, que ha de formar su marina mercante en el comercio exterior y atlántico. No son los ríos, en cuyas márgenes estamos poblados por un cálculo de la política colonial española, los que nos han de hacer país marítimo. Muy preciosos para el tráfico interior de un país, colonial ó libre, no pueden suplir al mar, para ~ 334 — lo q u e es crear un pueblo navegante. Ejemplo de ello la Alema- nia, cruzada de tan espléndidos y numerosos rios. Situados en medio de dos países marítimos, Chile y el Brasil, que son nuestros émulos naturales, nosotros los argentinos carecemos del todo de costas y puertos marítimos poblados, teniéndolos tan bellos y habitables, como Chile y el Brasil. ;Cómo tener marina de guerra, sin tener puertos de mar? Elementos para formarlos tenemos de sobra en las mismas costas argentinas y atlánticas del Sud; no son los himnos y todo lo que el suelo de Ja Patagonia contiene en riquezas, sínó los medios de seguridad y de abrigo, que ofrece al mundo marítimo la multitud de nuestros puertos seguros, que esperan su poblamiento. E n la pesca marítima, en que nuestras costas del Sud contienen una California de riquezas. A la pesca marítima, como industria, deben los Estados Unidos y el Canadá, en América, y la S u e d a y Noruega en Europa, una parte de su riqueza, así como su aptitud de pueblos navegantes. Un medio simple de asegurar la Patagonia contra todos los planes de su conquista, es ocuparla nosotros mismos y poblarla, que es el medio incontrovertible y seguro de tomar posesión real de un territorio disputado. ¿Quién está en mejor condición que nosotros, para poblar lo (pie es cuando menos prolongación y continuación de nuestro mas propio y mas argentino suelo? Todo esto será el resultado y la condición de la reconstrucción territorial y política de Rueños Aires, la mas grande y fecunda revolución de progreso porque haya pasado la República Argentina y la América del Sud, desde i 8 r o . Entonces solo podremos decir que imitamos de hecho el ejemplo de los Estados-Unidos en energía y fecundidad. Hasta hoy hemos sido imitadores sedentarios y platónicos de sus instituciones escritas. Hemos copiado sus leyes, pero no las obras de su actividad viril y fecunda. Los dos tercios de sus ciudades actuales, son el producto de su brazo empleado en ello, todo el tiempo que el nuestro se ha ocupado en destruir hombres, riquezas y ciudades, en nombi'c de let gloria! En setenta años que somos dueños de nosotros mismos, no tenemos casi una ciudad que no sea obra de esos españoles, que criticamos de perezosos é inertes. Si nosotros americanos del Sud — 335 — tenemos derecho ele envanecernos de nuestros hermanos del Norte, ¿pueden dios gloriarse de nuestra cooperación en la obra de la civilización del nuevo mundo? A muchos de nuestros hombres públicos, que decantan su admiración por la República modelo, liarnos visto en el poder, y todas las copias que nos han dejado de los Estados-Unidos de America, son sus Constituciones, sus leyes, sus reglamentos escritos. Ninguno ha copiado la profusion de sus puertos, muelles, canales, caminos, ciudades nuevas, provincias, Estados modernos, planteados en su seno; su actividad y labor, su tolerancia, su reposo, su respeto á la paz y á las leyes, sus costumbres vivas de orden, la seguridad viva y palpitante que cubre á esos pueblos de los beneficios de su civilización. § xvi Lo que ganará la ciudad de Buenos Aires con ser Capital de la Nación Capitalizar á Buenos Aires, es matar á Buenos Aires, decía el Dr. Tejedor en 1862. Profundo error! Es salvar la vida y garantizar la opulencia de Buenos Aires. Es hacer de la Nación, la deuda de Butilos Aires. Pasar á la Nación su Banco de Provincia, seria chancelarle su deuda del papel moneda, sin la erogación de un peso. Es pagarle sus dos deudas debidas á los ingleses, que le han prestado su dinero, considerando á Buenos Aires, no como un Municipio, m como una Provincia, sino como á la República Argentina misma, personificada virtual men te en su Capital histórica y natural. Es poner á cargo de la Nación el deber de mejorar la condición material de su Ciudad-Capital, tan necesitada de ello hoy dia, levantando el nivel de sus calles y plazas, y dándoles un pavimento que las haga practicables por vehículos elegantes, cómodos y dignos del Paris de SudAítiérica. Remediando á la angostura de sus calles por anchos boulevards y — 336 — avenidas que atraviesen diagonal mente la ciudad, como está ia de Nueva York, trabajados con capitales particulares atraídos de Europa, por garantías estimulantes, que no podría dar hoy el tesoro municipal de Buenos Aires, y que se harían desde que la República garantiese el interés de esos capitales. Nacionalizado el Municipio de Buenos Aires se haría un Capitolio digno de su Parlamento; todos sus establecimientos públicos, una vez nacionalizados, serían atendidos con dotaciones y recursos, que apenas reciben hoy del tesoro provincial y municipalBuenos Aires no perdería el goce de los establecimientos cedidos á la Nación aparentemente. Todo lo que la ciudad entregara y cediera como el activo de un caudal de bienes y valores, sería la trasfer e n d a real de un pasivo que la Nación haría suyo, en interés y beneficio común del país unido y consolidado en un solo cuerpo de Nación. Seguiría en realidad Rueños ^íres poseyendo ¡o que parecía entregar y administrándolo en union con la Nación y en primer rango, como mas conocedora de su manejo y gobierno. ¿Qué se entiende, en qué consiste esa toma de posesión por la Nación de la ciudad de Buenos Aires? No es mas que un simple modusviv€7idi^ de Jo que queda como estaba y donde estaba, con bases nuevas de progreso y de estabilidadTomarle su crédito público, ó la máquina de ese poder de levantar empréstitos, que es el Banco de emisión, dicho de la Provincia, seria tomar á Buenos Aires todos los ramos de su deuda, que ha corrido hasta aquí á cargo de la Provincia, tanto la exterior como todas las interiores, inclusa la de papel moneda. Poner el Banco en ese pié, seria colocarlo en el camino de su transformación de Banco de Estado que es hoy, en Banco de accionistas particulares, como son los Bancos de Inglaterra y Francia; y despejado el papel de su emisión del carácter de moneda fiduciaria, de curso forzoso, el comercio, que es la Providencia de nuestra prosperidad, tendría una moneda de valor intrínseco para instrumento y medida fija y exacta de sus cambios, como la tiene en Londres, París y Nueva York. Regularizada y centralizada la administración general del país, conforme á los principios de Gobierno regular, proclamados por la Revolución de 25 de Mayo de 1810, la Nación tomaría á su cargo el ~ 337 — gasto del mejoramiento permanente de Buenos Aires, en su condición material, como empedrado, salubridad, embellecimiento, provision de aguas, de luz, de alimentos, de viabilidad, de segundad, etc., etc. § xvn Beneficios que deriva Buenos Aires de la consolidación de la República Se han preguntado alguna vez los patriotas de Rueños Aires, ¿por qué Rosas aborrecía la unidad del Gobierno argentino? Por la misma razón que tuvieron los monarcas españoles para temerla. La union de los colonos les arrancó el cetro, y por eso la evitaron siempre por sistema, conforme al designio de las leyes coloniales, que mantenían aislados á los vasallos de su dependencia absoluta y omnímoda. Colocado Rosas en el asiento de los víreyes absolutos y omnipotentes, mantuvo su poder despótico, por la division y separación en que mantuvo á todos los argentinos bajo la dependencia de su poder absoluto y omnímodo. Evitó siempre toda union política entre los argentinos, cuando no estuvo dirigida por él, y no sirvió para aumentar el poder del Gobierno de la Provincia-Capital de su mando, que conservó indivisible, como en tiempo del Rey, L a union que derrocó al Virey podia derrocar al sucesor del Virey en el poder omnímodo, que ejercía sobre todo el país desunido y dividido, en nombre del sistema federal, entendido al revés, es decir, como desunión. Federarse, es unirse. Washington era llamado unitario, y la unidad fué su arma de independencia y libertad. ¿Quién cuenta estas historias? Las dos manos unidas, y el mote de nuestros escudos de armas. Rosas quería la separación autonómica ó federal de su Provincia respecto de las otras, y la union indivisible de la de su mando, porque ese sistema, que era el del Vireinato español, le daba todo T. VIII. 22 — 338 — el poder público de las Provincias desunidas, y de su misma Provincia unida y unitaria, respecto de ella misma. No era el pueblo de Buenos Aires quien tomaba todo ese poder, sino el Gobierno absoluto y omnímodo de Buenos Aires. Y siempre que se reproduzca ese orden de cosas, se ha de reproducir el poder absoluto y omnímodo de Buenos Aires, como su resultado natural y forzoso. Solo la unidad del país argentino y de su gobierno, ha de devolver á los porteños^ á los argentinos su libertad y su riqueza, { Cómo así ? { por qué medio ? Porque la unidad del país y de su gobierno, es la distribución del poder y de la riqueza entre todos los argentinos por igual. No hay unidad nacional cuando alguna Provincia, ó Provincias del país, son desheredadas de esa participación en el ejercicio del poder y en el goce de la riqueza, que son de todos los argentinos por igual. Si todos concurren á formar el poder y la riqueza nacional, es justo que todos los posean y disfruten, porteños y provinciales. En este sentido á nadie aprovecha mas la consolidación ó unificación nacional del gobierno, que al pueblo de Buenos Aires, como á nadie perjudica esa union, sino á la institución de su gobierno absoluto y omnímodo de índole 7'osista, ó mejor dicho realista. I^a omnipotencia del Gobierno local y provincial de Buenos Aires, era la negación absoluta de la libertad y de la riqueza de los porteños, desde luego, y en seguida, de la riqueza y libertad de los argentinos. Esto no es paradoja. Digan los porteños mismos ¿ quién sorportó mas que ellos los horrores y afrentas de la dictadura de su gobernador Rosas? Habrá siempre peligro de que esa dictadura vuelva, mientras subsista la máquina orgánica, que la produjo. Esa máquina constaba dedos partes: I a -el aislamiento de Buenos Aires, respecto de las otras Provincias en el gobierno de sus intereses y destinos comunes ; 2 a la indivision y unidad absoluta de la Provincia de Buenos Aires, que hacía y hará de su gobernador una especie de Rosas, en recursos de poder, cuando no en crueldad, para el ejercicio de su omnipotencia, siempre que la máquina exista. De la omnipotencia á la crueldad no hay mas que un paso, difícil de evitar. Eso es lo que los autonomistas liberales é inteligentes de Buenos Ai- — 339 — res, comenzaron á ver, desde el tiempo de AIsína, hijo. Es de creer que todos los porteaos patriotas y amantes de la Provincia, acaben por ser de la misma opinion. Hay dos autonomías por la política de Buenos Aires: la de Rosas, que fué la del despotismo ; la de Alsina, hijo, que fué la de libertad. Buenos Aires no tiene enemigos mas desastrosos de su prosperidad, que los que ven su bien como lo vio ei despotismo de Rosas ; son tanto mas temibles cuanto mas sinceros en su error, para entender la autonomía de su Provincia. Pensando enriquecer y fortalecerá Buenos Aires, con la absorción de las fuerzas económicas de gobierno, que la mata autonomía ó separación rosista quitaba a l a Nación, lo que hacen, es enriquecer y fortalecer á su gobierno provincial con un poder enorme, absoluto y despótico, en detrimento, no solo de la Nación, sino del pueblo mismo de Buenos Aires. Enriqueciendo al Gobierno, empobrecen al pueblo ; fortaleciendo al poder que los gobierna, debilitan al ciudadano por este modo de entender y practicar la autonomía de Buenos AiresPropondré un solo ejemplo para demostrar la exactitud de esta afirmación. Quitando á los argentinos el derecho á la libertad individual de abrir esas casas de comercio, que se llaman Bancos de circulación y de emisión, para hacer de esa libertad un monopolio del Gobierno de Buenos Aires, hacían estas dos cosas: i a daban á este Gobierno un poder sin límites, haciéndole poseedor exclusivo del derecho de levantar empréstitos interiores, por la emisión de su deuda en forma de papel moneda, de circulación forzosa. El empréstito es la mitad del Tesoro público, en que consiste el nervio principal del poder; 2 a desarmaban al ciudadano del poder de atraer capitales de la Europa (para formar los suyos propios), con el estímulo de la libertad de aplicarlos al préstamo á interés, por la emisión libre de billetes, con que el Banco triplica su capital y el número de sus préstamos. Quitaban al ciudadano y al habitante de Buenos Aires el uso del capital barato, que es la palanca c o n q u e los americanos del Norte levantan sus fortunas colosales en un dia, y los empobrece ó impide enriquecerse de ese modo. Dando por ese monopolio del crédito á la deuda que emitía el Gobierno de la Provincia-Metrópoli, el rol y valor de la moneda circulante, el papel moneda venia á ser estorbo del restablecimiento — 340 — de una moneda metálica, con valor fijo y capacidad de servir, como medida de valor en los cambios comerciales y sociales. La deuda á papel moneda, así emitido por el antiguo Gobierno de Buenos Aires, enriqueciendo su tesoro, empobrecía á los particulares, forzados á cambiar sus bienes reales por ese papel que se deprime á medida que se emite. El tenedor de esa deuda, que es hoy rico de cien pesos en oro, mañana lo es solo de diez, equivalentes á los cien del papel de ayer. Como el gobierno banquero, es á la vez legislador y juez, y gira sus billetes contra la fortuna de todo el pueblo, por mas que bajt el valor de sus libranzas, nunca carece de dinero para hacer efectivo su poder omnímodo ; ni el pueblo gana recursos para disminuir su pobreza y su obediencia omnímoda é ilimitada. § XVIII Preocupaciones y sofismas políticos que conviene disipar en servicio de la paz Los cor deheses pueden creer que su ciudad es apta para Capital, por estar en el centro del país : razón geográfica es esta que no significa tener por ello la raiz y base del poder, que está en los recursos y fuerzas económicas de gobierno, como v. g. el impuesto del tráfico y el crédito que lo tiene por gaje. Los sa?ttafcsinos pueden creer que si la Capita! argentina se establece en el Rosario, han de quedar emancipados del predominio de Rueños Aires. Todo lo contrario tendría que suceder. Establecer la Capital de la República en el Rosario^ seria ponerá la Provincia de Santa Fé, y á la Confederación toda entera, en el bolsillo de Rueños Aires; porque seria dejar en Buenos Aires radicados y arraigados todos los elementos de poder y de gobierno, que esta ciudad encierra, como eje del tráfico, como puerto y mercado centrales, como aduana, crédito publico, tesoro, etc. — 341 — ¿Hasucedido otra cosa durante setenta anos ? Para que la Capital en el Rosario contribuyese á sacar á la Confederación del predominio absoluto de Buenos Aires, seria necesaria la division absoluta y definitiva de la República, en dos naciones independientes entre sí. Aun así, por largos años vivirían en guerras incesantes de restauración y de preponderancia. Los porteños pueden creer que la absorción del poder y de la riqueza de todas Jas Provincias, les dá fuerzas y libertades. Ellos no ven que la suma de la riqueza nacional acumulada en manos de su Gobierno local, les dá una máquina de opresión, de que ellos son la primera víctima, como lo demostró la Constitución, no escrita, del gobierno omnímodo de Rosas, repetición det gobierno omnímodo de los Vireyes armados constitucionalmente de la suma del poder público, mediante la suma de los recursos argentinos acumulados en la residencia de su mando inmediato. Las libertades de los porteños no tienen mayor enemigo que el partidario de la autonomía entendida como Rosas la entendió; es decir, como aislamiento respecto de la Nación ; como integración de la Provincia con la Ciudad-Capital de su nombre, que es de todos los argentinos, porque todos tributan allí el producto de su trabajo y territorio nacional, y concurren al pago de la contribución, y al pago de la deuda pública, es decir^ de la aduana y del crédito. §xrx La nueva Buenos Aires será la Corona austral de la República Argentina El corolario de la Constitución de la Nación Argentina, comprende, no solamente el acabamiento y terminación del edificio de su Gobierno Nacional, sino el de la Nación misma, que, como su gobierno, está construida, por decirlo así, en su mitad setentrional. La mitad meridional de ella está como en blanco, desierta, apenas trazada y delineada en el — 342 — suelo. Falta el pueblo que ha de habitarla. E s la Paiagonia argen* tina; es decir, la costa marítima, los puertos atlánticos délas costas, ríos y canales argentinos del Sud. Por hoy está sin puertos de mar el país que pretende tener marina. Esta será la moderna Nación Argentina, la hija y la obra de su nuevo régimen instalado en Mayo de 1810, y reinstalado en 1881. L a que hoy existe es obra del antiguo régimen español, de la antigua colonización española, de la vieja política colonial de España, en SudAmérica; de sus viejas y atrasadas ideas de civilización y riqueza, de dependencia, reclusión y monopolio. Una especie de vieja España. Esta obra de la grande y moderna mitad restante, será de la iniciativa de Buenos Aires, por su posición geográfica, que le impone esa misión de verdadera regeneración argentina. Solo entonces podrá cantar con justicia y verdad: Se levanta á la faz de la tierra Una nueva y gloriosa Nación. Gloriosa de libertades', no de laureles; gloriosa de luces y progresos, no de trofeos militares y guerreros ; gloriosa de riquezas, de bienestar y opulencia, como los Estados Unidos de América, n o d e sangrientos, vanos y estériles laureles. L a nueva Nación actual está constituida por una vieja Nación patriota y argentina. Toda ella respira guerra, vana gloria, y militarismo infecundo y estéril: sus ciudades, sus monumentos, sus trabajos públicos, todo el país parece eternizarse repitiendo : « Sttan eternos los laureles que supimos conquistar » « ó juremos con gloría morir. » Morir con gloria, este es el tema natural de la Nación, que vivió sin gloria por tres siglos, es decir, la vida colonial del esclavo. Pero ya es tiempo de vivir, si no con gloria, ni tampoco con ignominia, al menos la vida juiciosa, respetable, tranquila y feliz, que hacen los Estados-Unidos de la América del Norte. Entre morir con gloria, y vivir sin ignominia, está el partido natural de un pueblo civilizado. ¿Están las modernas ciudades del Oeste en los Estados-Unidos, coronadas de laureles, ni cubiertas de trofeos y de nombres guerreros ? — 343 — I Son por eso inferiores á las nuestras que no tienen una calle, una plaza, que no recuerde una victoria militar, el nombre de un héroe de cien batallas ? L a Nueva Buenos Aires, que algún dia tendrá que suceder á la presente, si se ha de salvar la integridad de !a actual República Argentina, como nación propiamente dicha, no dará por cierto ásus calles y plazas los nombres que reasumen la guerra de la Revolución contra España, en los recuerdos de la historia. En lugar de nombres de combates, que recuerden la destrucción de la autoridad que descubrió, conquistó á la barbarie, pobló de raza europea y civilizada el suelo que trasmitió á sus descendientes, felices poseedores actuales, otros nombres que recuerden virtudes cívicas, principios fecundos y salvadores de todo progreso, instituciones grandes, sanas y gloriosas por sus beneficios producidos ; glorias y victorias universales de civilización, elementos é instrumentos de progreso y de engrandecimientos, aspiraciones nacionales, tendencias modernas á lo desconocido en los dominios del bien general. En punto á nombres personales beneméritos de América, los de Colon, Magallanes, Soh's, Mendoza, Garay, Copérnico, Galileo, Fulton, Estevenson, Watt, Franklin, Maury, Humboldt, Morse, Adam Smith, Grocio. Cada plaza, cada calle de \z.nwderna Buenos Aires, que ha de ser la gran Capital del Su¿l, debe recordar esos nombres que represen* tan los descubrimientos inmortales de geografía, de ciencias físicas, de fuerzas naturales, á que deben ambos mundos su transformación actual 3' moderna : y sobre todo á que debe América su aparición histórica á la faz del globo terráqueo, que habitamos los humanos. Así, cada inmigrado que recibamos del mundo civilizado hallará en la futura tierra de sus hijos una gforia compatriota que le haga olvidar que es emigrado de la suya. — 344 — Capital y Constitución para Buenos Aires Se nos presenta la ocasión de ensayar en el Sud, un nuevo plan de imitación ó repetición del gran modelo, sustituyendo la acción á la frase y á la declamación, el silencio estudioso y activo, al programa y al cartel vocinglero, practicar la libertad, en vez de cantarla, tenerla mas respeto simple, que adoración y fanatismo de mera frase. Este es el plan de progreso llamado á poner en obra la ?iueva Buenos Aires en su opulenta Provincia que le quedará entera, con sus riquezas rurales, á que debia su inmenso valor, y en que está y estará ademas su inmenso poder. El nuevo Buenos Aires, será nuevo sobre todo, en que será nuestro primer pueblo marítimo argentino, nuestro primer distrito atlántico, no como hasta aquí en las nuevas cartas geográficas, sino en puertos marítimos de primer orden, habitados por nuevos y verdaderos pueblos marítimos, coronados por el pabellón argentino. El Rio de la Plata, es nuestro bonito nombre ; pero mejor seria la República de los mares del Sud, ó el Plata Austral^ ó la Australia Atgentína^ capaz de ser envidia de la Australia asiática, por estar á medio camino de la Europa civilizada, respecto de la antigua Nueva Holanda. Para improvisar ese poblamiento argentino austral y marítimo, con la ensena de la moderna Buenos Aires, los elementos esperan, á la vez, la señal de sus gobiernos y ciudadanos inteligentes y patriotas, en el alto, grande y moderno sentido. En breves dias pueden tener entrada y colocación, si la moderna Buenos Aires fija en su atención esos avisos de salud y progreso. Por lo demás, son dignos de tenerse presente los efectos etnográficos del cambio reciente de geografía política interior argentina La población de la Provincia de Buenos Aires, con la ciudad de su nombre comprendida, era en 1880, de 858,045 habitantes. Separada hoy la ciudad que entonces tenia 256,146 habitantes, que- — 345 — da ia moderna Provincia de Buenos Aires poblada al presente de mas de seiscientos mil habitantes (601,899 ), mucho mas del doble d é l a población de la gran Capital. Con mayor población que tenia la República entera en 1824, cuando Inglaterra reconoció virtual mente su independencia, firmando su tratado perpetuo de amistad y de comercio. Sin mas que con esa población hizo la guerra aí Imperio del Brasil, y lo venció en Ituzaingó, en 1824. Teniendo ahora mas de seiscientos mil habitantes, la nueva Provincia de Buenos Aires representa, por el número de su población, mas de una cuarta parte de la población total de la República Argentina, calculada hoy en dos millones y medio (2.500,000}. Queda, pues, la Provincia de Buenos Aires, separada de la ciudad de su nombre, tres veces nías grande que la mas grande provincia argentina. Calculase que la población de la ciudad de Buenos Aires, está esparcida en una área de 1620 hectáreas, ó sea próximamente, seis millas cuadradas. De 1580, en que se pobló con óo habitantes, ha crecido en tres siglos, hasta 256,146, que tiene hoy. Este desarrollo se ha producido en la razón siguiente : En el año 1801, tenia 40,000 habitantes, En 1810, 45,000. En 1852, 76,000. En 1877, 215,000. En 1880, 256,000. L a República entera empezó su vida independiente en 1824, con 500,000 habitantes. Hoy tiene cinco veces esa población, es decir, dos millones y medio ( 2.500,000 ), — 346 — § XXI Capital de la Provincia de Buenos Aires Los que se pretenden nuestros yankees del Plata, se espantan ante la tarea de fundar una nueva Capital para la Provincia de Buenos Aires. Son yankees orales y literarios» Se contentan con copiarlas instituciones de la America del Norte, por escrito, sin moverse del sillon en que viven, funcionando la vida del árabe, que educó al español. No son en actividad y laboriosidad, ni siquiera de esos españoles á quienes desprecian, pues las ciudades que ellos les dejaron, son las únicas que tienen hasta hoy sus sedentarios detractores. Ellos olvidan que las dificultades inevitables con que lucha hoy la fundación y creación de una capital provincial para Buenos Aires, son las mismas con que hubieran tenido que haberlas el partido de Rivadavia en 1826, y el partido de Urquiza en 1853, cuando haciendo ambos de la ciudad de Buenos Aires la Capital nacional argentina, dejaban á la Provincia de Buenos Aires propiamente dicha, en la necesidad de hacer de una de sus ciudades mas considerables, en que abunda, su Capital propia de Provincia. La dificultad de entonces reapareció hoy dia, y se presentará mil veces hasta que la Provincia se dé una Capital propia, en lugar de la que fué del Vireinato y pertenece á la República, que ha sucedido al Vireinato. I Se dirá que son chicas, para Capital de la gran Provincia, sus ciudades de San Nicolás, Mercedes, Lujan ú otras ? Tiene cada una diez mil habitantes mas ó menos. Valladolid, Burgos, Segovia, Madrid, tenían menos que esas, cuando Carlos V y Felipe II, las habitaron como Capitales de sus Estados, en que nunca seponia el sol. Pena de la vida de la República Argentina si no se encuentran hombres que realicen lo que Rîvadavîa y Urquiza, sus mas grandes patriotas, no lograron ver concluido. Cien insucesos no deben desanimar á sus continuadores. — 347 — Esta ciudad de Buenos Aires, fué muchas veces fundada por los españoles, y otras tantas arrasada por los salvajes de la tierra, hasta que sus fundadores civilizados acabaron por fundarla. Eso es lo que hacen las grandes razas. Eso es lo que han hecho lo sajones en la América del Norte. Una raza está muerta y perdida cuando se asusta de empresas de creación y fundación, que cuestan menos que las empresas militares de devastación y despoblación, en que los salvajes son maestros. Dar la espalda á las dificultades desde que salen de lo ordinario, es de pueblos poltrones y semi-civilizados. § XXII Nueva Constitución de Buenos Aires, según sus nuevos intereses L a Provincia de Buenos Aires debe darse una nueva Constitución adecuada á la nueva condición provincia!, que le forma la separación de la ciudad de su nombre. La que hoy tiene respondía en mucha parte á necesidades de una Ciudad-Metrópoli y centro principal de la cultura argentina. E r a además difusa y complicada, hasta ser oscura en puntos capitales. Basta decir que tiene 231 artículos, mientras tiene apenas 15 la Constitución actual de la República Francesa. Mas bien que reforma de la existente, deberá ser nueva del todo por la forma al menos ; corta, clara, simple. Por su fondo deberá ser emanación de la Constitución nacional, bajo cuyo imperio inmediato queda hoy la ciudad de Buenos Aires. Provincia rural y agrícola, con destino á ser país marítimo, para cambiar su riqueza prima con la de la Europa fabril, y recibir la inmigración de sus hombres y capitales, debe consagrar su primer cuidado la moderna Constitución, al desarrollo y fomento de las industrias, que han de engrandecerla, tales como la ganadería, el pastoreo, la agricultura, la pesca, la marina. Siendo su condición actual la que tenían las Provincias cuando se dieron su constitución nacional, para poblarse y enriquecerse con brazos y capitales — 348 — de fuera, la moderna Constitución de la Provincia de Buenos Aires, debe repetir y confirmar como derecho local suyo, todo el de la Cons* titucion nacional, que se resume en el axioma admitido, de qut gober^ ?mr ¿s poblar. Debe constituirse p a r a poblarse y enriquecerse rápidamente. A este fin su gobierno d e b e recabar del de la Nación la abolición absoluta, por algunos años al menos, de todo derecho de aduana, en los nuevos puertos marítimos del Sud, que trate de poblarse. Es así como España misma improvisó la creación de la ciudad de Lima, en el Pacífico, en el tiempo de su fundación colonial. Bueno será que esos principios, aunque ya consagrados en Buenos Aires, se repitan en una ley, y en un momento que van á ser de grande espectacion, con motivo de la reorganización de Buenos Aires, en el nuevo orden de cosas d&\ Rio de la Plata. L a Confederación Argentina, antes desconocida en Europa, arrebató sus simpatías por la generosidad de los principios que adoptó su Constitución. Que sepa hoy Ja Europa que lejos de persistir la Provincia de Buenos Aires en sus disidencias con la Confederación, forma hoy un solo pueblo argentino, unido y consolidado en su gobierno y destinos con ella. La Constitución de Buenos Aires debe asimilarse toda la doctrina de su derecho público, que tanto crédito y simpatías ha dado á la Confederación en el mundo entero, porque la union con Buenos Aires añade á esas doctrinas el interés de su practicabilidad mas probable, al favor de las ventajas geográficas de la Provincia, que en esa iínea quedó siempre la reina de las Provincias del Rio de la Plata. En este libro de mera política sobre un cambio interior, esencialmente político, no ha creído el autor deber ocuparse de asuntos de economía rural, ni de otras cuestiones económicas, que interesan al desarrollo material de la moderna Buenos Aires. Esto vendrá de suyo y poco á poco por la fuerza impulsiva de su inmenso interés, nuevo del todo, y fértil por lo mismo, para las conquistas del trabajo industrial de todo género, que no tardarán en dar principio. L e quedará en todo evento la ancla de salud que se llama evolución, ley natural de desarrollo y progreso que gobierna á los gobernantes, y hace lo que ellos no han hecho en materia de progreso. También añadiré, sin embargo, que merece el cuidado de su nueva. — 349 — Constitución, la consagración de los principios fundamentales de su legislación de tierras públicas y privadas. L a tierra es el grande y soberano instrumento de poblamiento en países nuevos, y el monopolio usurario de su goce y dominio, constituye un pecado de lesa-patria, que la ley debe castigar ó prever con severidades enérgicas. Hará parte de la formación de los nuevos poderes constitutivos del nuevo Gobierno provincial, la designación de una nueva residencia, capaz de acelerar su estabilidad y desarrollo, por las condiciones económicas de su topografía, mas todavía que por las de salubridad; es decir, la designación de una Capital. En lo mas bello de una zona templada y célebre por su salubridad proverbial, como es la region del sud de Buenos Aires, esta última condición debe subordinarse á la de un acceso fácil de las poblaciones, de to Ja procedencia, como hacían los Puritanos que se fijaron en las costas fangosas de la Nueva Inglaterra, en la América del Norte. En un clima sano y bueno por lo general, las condiciones de salubridad de las ciudades, son producto del arte ; se hacen y forma artificialmente en todo tiempo, aun en países naturalmente mal sanos. L a primera de esas condiciones es su poblamiento grande y rápido, hecho á todo trance, como se toma una plaza por asalto ; á ejemplo de lo que pasó en el valle de Chagres en Panamá, d e q u e la civilización tomó posesión, mediante centenares de víctimas, que costó el ferro-carril interoceánico útl Istmo. § XXIII La reinstalación de la ciudad de Buenos Aires en Capital de la Nación, hecha en 1880, es la primera revolución efectiva contra el régimen realista de este país. L a erección de la ciudad de Buenos Aires en Capital definitiva de la República Argentina, operada á fines de 1880, es la primera revolución real y efectiva que se hace á la Constitución que tenia este — 350 — país, cuando era colonia de España. Porque se debe no olvidar que la colonia tenia un Constitución á su modo ; es decir, una ordenanza, un reglamento, una ley orgánica de régimen de gobierno interior, que se titulaba Ordenanza de Intendentes', antes de Ja Revolución, y cuyo régimen estuvo antes de eso organizado por las Leyes de Indias, y otras Reales Ordenes, que formaban el derecho fundamental de la colonia. Como colonias sujetas á obediencia omnímoda, ilimitada y absoluta, las de España no podían tener la organización de las colonias de Inglaterra, que fueron libres desde su origen, pues se gobernaban á sí mismas. El Gobierno absoluto y omnímodo á que estaban sujetas las de España, requería una organización interior calculada para producirlo y mantenerlo, y es io que España no descuidó de hacer. Digo á propósito hacer, porque no se limitó á escribir, como usamos nosotros, que en vez de constituir instituciones, es decir, máquinas y herramientas de Gobierno, copiamos por escrito, las leyes que organizan las de otros países libres. Nuestra Revolución de Mayo contra España, suprimió los gobernantes realistas, pero dejó existir corno estuvo la máquina del Gobierno realista y absoluto que tuvo el país, siendo colonia servil de su monarca de entonces. Fué independiente de España, pero no de su Gobierno propio, que siguió gobernando al pueblo argentino, en vez de ser gobernado por el pueblo, proclamado libre, es decir, soberano, como se dijo. La soberanía popular de la Nación existió agnombre, como idea, comoprincipio de derecho ; pero en el hecho, quedó y siguió gobernándola soberanía del Gobierno patrio, que depuso al Gobierno español, con el poder real y por causa de ese poder, que recibió de la Constitución ó máquina orgánica del Gobierno absoluto colonial, dejado en pié por los libertos emancipados, que ignoraban el secreto y los resortes del Gobierno, que hasta entonces loshabia gobernado automáticamente, y sin la menor intervención en la gestion de su poder. Ellos no vieron que el resorte principal de su antiguo Gobierno despótico, el muelle real de la máquina construida por la Ordenanza de Intendentes, constitución monárquica de la Colonia de las Provincias del Rio de la Plata, estaba en la forma peculiar, dada á la Provincia- — 351 — Metrópoli de todas las demás, que era la de Buenos Aires. Para ser metrópoli efectiva de las otras, la Provincia de Buenos Aires debía ser doble mas fuerte y poderosa que cada una de las otras, llamadas á obedecer sin réplica; y su poder metropolitano debia estar bajo la inmediata, directa y exclusiva jurisdicción del Vi rey, que tenia por residencia la ciudad de Buenos Aires, como Gobernador de la Provincia, y como Vi rey y Capitán General de todas las demás. Así fué constituida la Provincia-Metrópoli ( como la llamaba el texto de \z.Orde?ia?iza de Intendentes, Constitución de la Colonia )• Fué formada de dos partes pera tener doble poder, y fué objeto de dos mandos acumulados por el representante soberano del Rey de España — el de Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y el de Virey y Capitán General de todas las Provincias• , que formaban el Vireinato, Reino, ó la Monarquía colonial de España en el Rio de la Plata. El Virey no era Virey de hecho, es decir, poder soberano del país, solo porque la ley le daba ese nombre, sínó por el real y efectivo poder omnímodo é ilimitado, que derivaba de la jurisdicción inmediata, local y exclusiva, sobre la Provincia-Metrópoli, en que la ciencia de los hombres de Estado españoles, concentró todos los elementos y recursos económicos y financieros de poder y gobierno, que todo el país argentino contenía y producía para su Gobierno absoluto, no para sí propio, Es claro que todo sucesor del Virey, como jefe inmediato, exclusivo y directo de la Provincia-Metrópoli, así compuesta, debia tener el mismo poder realista, omnímodo y absoluto, que tenia el Virey, aunque no se llamase sino Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, como sucedió cuando el Gobernador Rosas fué el jefe absoluto y omnímodo de la Provincia-Metrópoli, compuesta de dos partes, y como cuando tuvo á su cabeza un Gobernador coronado, por llamar así al Virey, que nos gobernó en nombre del Rey. L a ambigüedad del nombre de Buenos Aires, era el cubilete que encerraba el misterio. Buenos Aires, significaba á la vez dos cosas : la Provincia, igual á cualquiera de las ocho que formaban el Vireinato, y significaba también la Ciudad, en que residía el jefe supremo de todo el Vireinato. Cuando la Revolución de Mayo separó virtualmente esos dos cargos, — 352 — el Presidente ó Jefe Supremo de la República debió tener por residencia la Ciudad Capital, que gobernó el Vîrey, como jefe supremo de la Colonia, trasformada en República libre y soberana. § XXIV L»a vida de Buenos Aires para el trabajo industrial, intelectual, no podrá ser la del Paris L a vida de Buenos Aires para sus nativos que se dan a. profesiones liberales, no puede ser imitación de la de Paris y Londres. Las letras, la ciencia, las bellas artes, los libros, la prensa, que en Buenos Aires á nadie enriquecen, y nada suministran al comercio, son cosas que en esos grandes centros de cultura y de producción intelectual, representan fortunas inmensas, por sus productos, que se exportan y cambian por riquezas extranjeras, á causa de su valor intrínseco y rea!, que es relativamente superior. Esas grandes ciudades son, además, grandes talleres de productos industriales, de manufacturas especiales. Una de ellas es célebre por sus artículos de Paris, como se llaman en la Europa misma, y en el mundo entero comercial. Buenos Aires pierde su tiempo estérilmente, cuando en busca de riquezas toma esos caminos. El de su riqueza propia, que felizmente es inmensa, está en el trabajo y producción de sus campañas rurales y agrícolas. Contrayendo á ellas la mayor fuerza de su vitalidad, se hará un coloso en pocos años, de la altura y poder de los países mas opulentos del mundo. L a deuda púbiiea y el crédito privado hipotecario, dejaría de ser la mercancia favorita y principal de su comercio aleatorio y azaroso, que es la consunción y ruina del comercio de productos y valores reales, nacidos del trabajo y de la tierra. Construir casas para librar sus fortunas del naufragio continuo, de esa especie de producto, que solo por ironía puede llamarse moneda y — 353 — riqueza, y vender en seguida esas casas en la forma de ese comercio, que se llama Hipoteca, es empobrecerse por dos causas: la ausencia del trabajo, que es un manantial de la riqueza, y el recurso del ahorro, que es su otro manantial. De todos esos achaques de la vieja Buenos Aires, seria un santo remedio, la creación de la moderna Buenos Aires, hija legítima de la moderna civilización. §xxv Gran tiempo es ya de corregir un vicio de lenguaje en que hemos incurrido hasta los mejores hijos y amigos de Buenos Aires, durante las pasadas disensiones, que tal vez no ha dejado de contribuir á exasperarlas y confundir sus causas. Hemos empleado el nombre de Buenos Aires, que puede equivocarse con el del pueblo de Buenos Aires, cada vez que se hablaba de la absorción de los recursos y poderes de la Nación en su Capital. El Dr. D. Julian Agüero, diputado por Buenos Aires en el Congreso Constituyente de 1825, dijo una vez: « Apresurémosnos, los porteños naturalmente, á devolver á las Provincias lo que les pertenece, antes que vengan á pedírnoslo con las armas en las manos. » Florencio Várela, el mas noble publicista de Buenos Aires, que haya figurado en nuestros debates políticos, atribuía á cada instante á Buenos Aires, aquella absorción que era obra de su Gobierno. Copiamos aquí su lenguaje empleado en el Comercio del Plaia, escrito por él en Montevideo: « Solo Buenos Aires tiene interés (interés según el sistema antieconómico y estrecho que hasta ahora se ha seguido) en que buques extranjeros no suban el Paraná, porque mientras el término final de lasespediciones de ultramar sea la rada de Pítenos Aires) ella sola hace todo el comercio de tránsito con las demás Provincias, Estas, por el contrario, tienen el mas alto interés mercantil, económico y político T. VIII. 21 — 354 — en hacer el comercio directo con el extranjero; en no pagar á Buenos Aires los derechos y gastos del comercio de tránsito; en participar de las rentas de las aduanas, y en no permanecer en impotente dependencia de la voluntad del Gobierno de Buenos Aires ». « Haber desconocido Buenos Aires esos intereses y esos sentimientos, ha sido en todos tiempos una de las primeras causas de la desavenencia y rompimiento d e p a r t e de ías Provincias » . . . . «Rosas, que se proclamaba el fundador de la Confederación Argentina es, entre todos los Gobiernos de Buenos Aires (Várela no decía el único), el que mas tirantez y obstinación ha mostrado en negar á las Provincias confederadas, que ocupan las márgenes del Paraná, toda participación en las ventajas que Buenos Aires deriva del comercio directo con el extranjero. . . . » « Para nosotros no es esta una cuestión transitoria ó del momento; es la cuestión de la política comercial permanente', que conviene adoptar á las Provincias argentinas, para que su UNION sea realmente indispensable, y su prosperidad tenga bases fijas en que reposar ». « Trabajamos por el triunfo de u?i principio permanente, por el triunfo de la libertad, de la navegación y del comercio en las Provincias argentinas, por el establecimiento de un sistema contrario enteramente^ en este punto, al que había seguido el Gobierno colonial, y al que continuaron despues de él todos los Gobiernos patrios desde 1810. De ese sistema, continuado por tantos años, por tantos Gobiernos, por tan diversas circunstancias, no han recojido, hasta ahora, las Provincias argentinas, sino imperfección en su industria, atraso en su comercio, escasez en su población, pobreza en todas las clases, enemistades y celos recíprocos entre las Provincias, guerra civil interminable y sangrienta. « ¿ Hay en esto una palabra que no sea cierta, que sea exagerada siquiera? No: ahí está, para dolor y vergüenza de los pueblos que abrieron la época de la Independencia de Sud-América t los anales políticos, comerciales, industriales, civiles y administrativos de esos p u e b l o s . . . . » «Su larga duración de treinta y siete años, muestra bien que no dependen de vicios accidentales ó pasageros ; que hay una causa fundamental, permanente, indepe?idiente de los varios sistemas de organización política, ensayados en esos países\ y mas poderosa que esos sistemas* Esa causa no es otra que el régimen estúpido del aislamiento — 355 — y de las restricciones comerciales en las Provincias argentinas; tiempo es, pues, de ensayar otro nuevo » ( i ) . . . . Con la misma inadvertencia hemos incurrido en la incorrección de ese lenguaje los que hemos escrito después del mas clásico de nuestros escritores argentinos, y con menos escusa que Várela, pues él hacía responsable al pueblo de Buenos Aires, bajo el Gobierno de Rosas, en que menos se perteneció á sí mismo, al paso que sus imitadores lo hacíamos cuando Buenos Aires se decía ó estaba libre de Rosas, y de sus Gobiernos ulteriores. § XXVI Sofismas de forma y de falta de oportunidad Sofismas de oportunidad y de forma, son los que emplean de vergüenza los opositores de esta grande y noble solución, que la aceptarían corriendo, si les tocase la gloria de ser ellos los ejecutores y beneficiarios de su honor. L a idea es buena en sí misma, dicen ellos, pero la forma y el momento son malos. Los poderes y partidos políticos son como todos los vivientes en el amor á la vida. Ninguno quiere desaparecer, en ninguna forma, en ningún momento. Si se pregunta á un carnero en qué forma quiere ser comido, si asado ó cocido, si guisado con trufas ó con hongos, su respuesta natural será, en ninguna forma, ni asado^ ní cocido^ ni frito. Como los poderes políticos no tienen la ingenuidad del car fierot nunca dicen que no quieren ser suprimidos ¿ dicen que no es la supresión la que rechazan, sino la forma, la manera, el momento de la supresión. Esel mejor camino para eludirla totalmente. (O <Comercio del Plata» de I o de Enero de 1846, y de 6 de Octubre de 1847 periódico publicado en Montevideo, por D. Florencio Várela, de Buenos Aires. — 356 — Cuando fué suprimido el poder realista español en Buenos Aires, sus partidarios no discutieron la justicia de la medida. Objetaron su forma, su oportunidad, que hallaron intempestiva y desleal, porque destituíamos al soberano, que nos habia dado la existencia, en el momento y situación que lo hacían mas respetable; cuando estaba prisionero de Napoleon I, lo cual no era glorioso para nosotros. Cuando fué destruido el gobierno dictatorial de Rosas, sus partidarios, sin discutir, ni negar la justicia de su caída, objetaron la competencia de su vencedor, antiguo general suyo, y su alianza con el Emperador del Brasil, enemigo de raza y principios de gobierno de la República hispano-argentina. El general Mitre, fué uno de los primeros eu reírse de la futilidad de esta objeción. Hoy, sin embargo, la repite contra el cambio, que ha quitado á su partido el puesto, que Rosas perdió ámanos del libertador UrqnÍza. Soßsma de Informa. « No es morir lo que yo siento, dice el statu-quo^ sino el modo, la forma, la manera de morir. » ; Sofisma! no es la forma, es el fondo de la cosa, lo sentido. Criticad como queráis las formas empleadas para demoler y reemplazar el antiguo orden de cosas. Suponed que se hayan empleado las formas mas violentas y reprensibles, ¿creéis que seria un remedio de ello el volver á poner las cosas como estaban ? {Creéis que el régimen de la coexistencia de los dos poderes, provincial y nacional, en la ciudad de Buenos Aires, seria un medio juicioso y sensato de restituir las cosas al mejor orden posible? No seria sino el medio de volverlas al camino sempiterno de la destrucción y del desorden. Consiento en caducar, decís, con tal que me dejéis elegir la forma ó modo de caducar. {Cuál forma preferís? Es bien sabido: aquella en que podáis caducar quedando vivo y pudiente. Luego no es la forma de vuestro fin lo que desecháis, sino el fin mismo, en sustancia. — 357 — § XXVII Pretextos de oposición y reacción ¿Qué pretextos, qué motivos elegiría la reacción para atacar y conmover el nuevo orden de cosas? ¿Que no marcha demasiado vivo? ( Que el Gobierno no produce, ni hace nacer nuevos establecimientos, nuevas empresas, nuevos trabajos, nuevas obras públicas? Preguntad á la ciencia de políticos como Herbert Spencer, si los gobiernos son hechos para eso ; si están dotados del poder necesario de avanzar á la naturaleza, en la marcha gradual, lenta, natural de crear. Si porque los gobiernos dejan de decretarlos, los progresos dejarán de producirse ? SÍ las fortunas de los particulares, en que la riqueza nacional consiste, íes ha sido formada por el Gobierno, ó las deben á su propio trabajo y labor ? Las instituciones, como las leyes y los árboles, tienen su período de crecimiento y de fructificación. No crecen en el dia en que se plantan ó siembran; ni florecen ni fructifican sin larga espera. Es raro que el que planta una institución útil, recoja los frutos. Urquiza plantó todo lo bueno que el país tiene después de la caida de Rosas; sus beneficios han sido recojidos por sus enemigos, autores de su ruina. Pero hasta para arruinarlo necesitaron de la ayuda del tiempo. § XXVIII Buenos Aires austral, y la inmigración del Norte de Europa — Garantías de progreso futuro A cada instante repetimos, que lo que mas conviene á nuestro país es la inmigración del Norte de la Europa. Esa inmigración es el orden, la industria, la paz, la civilización política. — 358 — Pero no todos nuestros países convienen á esa inmigración que obedece en sus destinos á dos atracciones: i a la libertad y la segundad \ 2 a el clima templado y vigorizante, es decir, europeo. No son los países sud-americanos, que han sido colonias de España, los que mas abundan en ellos. Y si los tienen, los tienen de reserva, por vía de lujo, para tenerlos platónicamente, sin poseerlos ni habitarlos; es decir, sin seguridad ni libertad. Las Pampas y Patagonia, v. g., por no decir todo el Sud de la República Argentina, al otro lado de los 40 grados. De esto es lo que la moderna Buenos Aires está llamada á ser centro de impulsion, de desarrollo y conquista, á toda costa y á gran prisa. El sol tropical, bajo cuyo imperio vivimos los actuales argentinos, aun los de Buenos Aires, repele á los inmigrantes y pobladores de la Europa del Norte, que prefieren, con razón, el Canadá y los EstadosUnidos, donde encuentran la nieve que han visto al nacer, y cuya presencia, según los alemanes, representa la civilización. Aunque meridionales, como ninguno de los pueblos de la América del Sud, no es otra nuestra altura astronómica, que la de Argelia, Túnez y Marruecos, en el Africa Septentrional. No somos mas africanos que el Brasil, por el clima, pero somos africanos como lo mas bello del Africa, que sin embargo vive sin poblarse, á un paso de la Europa. Este hecho geográfico es visible para el europeo del Norte, por la simple inspección de los mapas, pero los viajeros le añaden su sanción. Uno de los mas populares y conocidos visitantes del nuevo mundo, el vizconde de Chateaubriand, afirma en uno de sus libros, que en el verano de Buenos Aires, á las 12 del día, sus calles están ocupadas por hombres que duermen la siesta, esperando que pasen las horas del calor abrasador. Aunque este hecho de otro tiempo no se confirma hoy dia, todos hallarán verosímil que suceda en Buenos Aires lo que pasa en Madrid, Roma, Ñapóles y otras capitales de Ja Europa meridional, casi inhabitables en verano para los hombres de la Europa del Norte. Los mismos pueblos actuales de la República Argentina ganarían un valor inmenso quedando en conexión y contacto con los que se formasen en las regiones frías de sus tierras australes, para la salud, para los goces, para el bienestar material de sus habitantes. — 359 — En Europa afluye al Norte la población acomodada de Italia, Francia, España, Portugal, cuando los calores del verano la hacen inhabitable ó incómoda, y ese refugio forma un encanto de la vida de esos países. Pero <á dónde irán los argentinos y los habitantes de Buenos Aire y Montevideo, que quieran escapar de los rigores del calor tórrido, durante el verano ? Si estas consideraciones no fuesen de un gran valor práctico, no serian preferibles para los inmigrantes de la Europa del Norte, las ciudades de Nor te-América, iguales en clima á las de la Europa septentrional, á las mismas del Sud, de aquel continente, y á las meridionales de este continente mismo. Le bastaría á la moderna Buenos Aires tomar el Sud como punto de gravitación de su futuro desarrollo, para que sus destinos cobrasen desde ahora, un valor inmenso y positivo. § XXIX Garantías de progreso del nuevo orden de cosas Toda la política de mis Bases ¡ según la cual está concebida la Constitución que propuse desde Chile á mi país, después de la caída de Rosas, estaba reducida á la máxima siguiente: En la América del Sud, gobema?' es pobla?^ porque poblar es educar, enriquecer, civilizar, con inmigraciones procedentes de la Europa mas próspera y mas civilizada. Haced para ello leyes, gobiernos y política adecuados, con el objeto de atraer á esa Europa civilizada. Llamad sus pobladores y capitales, industrias y empresas para que se instalen y progresen, desde el dia de su establecimiento. ¿Pero cuál es la condición subentendida é indispensable para conseguir esa doble atracción de hombres y de capitales? Es la seguridad de la vida, de la persona, de la propiedad, de la liber — 3()0 - tad individual, pata esos inmigrados. La seguridad, es la que ha poblado y engrandecido á los Estados-Unidos. En la raza de su origen, seguridad significa libertad. Montesquieu lo notó hace mas de un -siglo, Y bien, ¿cuál es la base y garantía de esa seguridad? ó mejor dicho, ¿cuál es la garantía de esa garantía creadora y fecunda, que es el imán que atrae en las colonias inglesas á las poblaciones y capitales excedentes de la Europa civilizada? Esa garantía vital, no es otra que el establecimiento de un gobierno serio, estable, eficaz. Pero la negación mas completa de la institución de ese gobierno, es la existencia de dos gobiernos, que siendo nacionales ambos, y aspirantes natos á la misma cosa — la Presidencia — son forzosamente rivales v beligerantes, de seis en seis anos, cada vez que la elección los pone en armas. Tal sistema es la inseguridad, la guerra, la dilapidación, convertidos en régimen constitucional del país infeliz, que espera engrandecerse por el camino que le lleva cabalmente á la ruina. Es prueba de la vitalidad incomparable del país así desordenado, cuando no ha muerto en setenta años, á manos de vecinos mas juiciosos que necesitan de su suelo, para hacerse viables ellos mismos. Antípoda Chile de la Europa civilizada, q u e puebla el nuevo mundo atlántico; y tórrido el Brasil, que, aunque cercano de esa Europa, repele á sus poblaciones, como las repele Africa misma, que está mas cercana de ella que el Brasil. El ejército permanente, el aliado invencible de esos dos vecinos antagonistas naturales del codiciado territorio argentino, es el régimen constitucional, que este mismo territorio mantiene, ya que no por designio, para retroceder á medida que progresa, por resultado de ese efecto de su organismo. — 361 — § XXX Una situación critica demanda una política extraordinaria La nueva nación, su moderna planta, exigirían prensa nueva, escritores nuevos, estudios nuevos, nuevos trabajos, que los de los últimos 20 años tan agitados. Ha llegado el tiempo de vivir de la paz, no de las armas. Toda prensa no conviene para un momento de crisis. En la política como en la medicina, toda crisis tiene por causa un cambio. El mas capaz de producir una crisis política, es un cambio de sistema de gobierno, de la magnitud del que cruzamos, puesto que es asimilado á las revoluciones de Ma)'o y de Caseros. Las crisis necesarias que ellas determinan) duran tanto como la reorganización del nuevo régimen, ó mejor dicho, del nuevo sistema de gobierno. Su elaboración requiere cuidados y miramientos, sin los cuales no puede llevarse á cabo trabajo alguno de reorganización. L a prensa es un poder, y cuando es libre es un poder que se gobierna á sí mismo. Pero en su calidad de gobierno, es un poder limitado, como todo gobierno libre. ¿Se concibe que el Gobierno del Estado tenga la ley por freno, y que la prensa de un individuo sea un poder sin límites y omnipotente? Todavía no ha pasado el dogma de la omnipotencia del Estado como principio de gobierno, y ya tendríamos entronizada la omnipotencia del escritor particular? L a justicia es igual para todos los derechos. Las violencias del Gobierno, son un derecho condigno de las violencias de la prensa. L a prensa es una arma. E n las crisis no rige el derecho natural de llevar armas. E n la crisis de París de 1870, se dejó armados de 800 cañones á los voluntarios que habian servido contra los alemanes; con ellos intentaron desconocer la autoridad del Gobierno republicano, qu estaba ocupado de su reconstitución, y éste empleó su fuerza y su derecho para someterlos al orden legal. — 362 — § XXXI Prensa que conviene al nuevo orden de cosas L a prensa debe tomar formas adecuadas á las necesidades del moderno orden nacional de cosas. No las tiene hoy. Debe su educación al estado permanente de guerra en que ha vivido nuestro país, dividido en dos países antagonistas y rivales. E n Rueños Aires, ha vivido como derecho natural el de vejará las Provincias y á los provincianos; en las Provincias á los porteños. En cada region rival del país ha vivido la libertad de imprenta, solo en beneficio del poder ó partido dominante. Todo mal tratamiento fué legítimo para con el antagonista. Habia una prensa libre para uso de los de casa, otra para los de fuera, es decir, para los hospedados. El Jmêsfted, que olvidaba sus deberes de forastero, quedaba por el hecho fuera de la ley. L a violencia, la destemplanza, la procacidad mas extrema de lenguaje, ha sido un hábito de la prensa de combate y de guerra, por educación y sistema, de lo cual ella misma era como inconsciente. Con tal prensa no era posible tener paz, sociedad, ni gobierno. Se distinguía por la ignorancia mas supina déla libertad, que es toda ella respeto, moderación, tolerancia del hombre al hombre, y con doble razón del hombre á la sociedad. Se ha hecho de la prensa una especie de ídolo sagrado, una cosa intocable, santa, divina, indiscutible, inviolable, infalible, inmaculada; superior á la paz, superior á la vida, superior á la ley ! IY para qué todo eso ? Para emplearla como el petróleo, en destruir al adversario, desde que nos conviene ; para quemarlo como profano y sacrilego, cuando conviene á nuestro adversario. Mero fanatismo, barbarie y atraso, todo eso es burla idiota de la libertad. La prensa es como la pólvora, como el arsénico, como la dinamita, una fuerza, cuyo empleo, bueno ó malo, decide de su moralidad. Puede ser instrumento de crimen como de justicia criminal, según la mano — 363 — que la emplea y el empleo que de ella hace esa mano. Convertida en cólera morbus, en tifus, en vómito negro, contra la vida del orden público, puede ser suprimida como uno de esos ílajelos por enérgicas y prontas medidas de salubridad pública, cuando su estrago inminente justifica ese extremo. L a prensa no es el único de los bienes en el orden social. Antes de ella son la vida, la seguridad, la paz, la propiedad, la ley. Su eclipse momentáneo puede no ser mortal, cuando lo exija la salvación de los otros bienes amenazados. Es entonces el caso del velo de que habla Montesquieu, que conviene, á veces, echar por un momento sobre la estatua de la libertad, para salvarla del ñajelo de la guerra civil, ó de la licencia misma que la mata. § XXXII La prensa que conviene á la seguridad del nuevo orden de cosas Conviniendo, tal vez, al país la prensa del Gobierno de Mayo y del Gobierno de Rivadavia de 1821, ahora que se trata de coronar la institución del gobierno empezado en esas épocas, nos ha parecido útil recordar lo que á este propósito proponíamos en Las Bases para 1852 : « Otro medio de impedir que los delegatarios de la soberanía abusen de su ejercicio en daño del pueblo, á quien pertenece, es la publicidad de todos los actos que lo constituyen. « L a publicidad es la garantía de las garantías. « El pueblo debe ser testigo del modo cómo ejercen sus mandatarios la soberanía delegada por él. Con la Constitución y la ley en sus manos, él debe llevar cuenta diaria á sus delegados del uso que hacen de sus poderes. Tan útil para el Gobierno como para el país, la publicidad es el medio de prevenir errores y desmanes peligrosos para ambos. « El pueblo debe ver cómo desempeñan su mandato los legisladores. Las leyes deben ser hechas á su vista, sancionadas en público. — 364 — « El pueblo debe ser testigo del modo cómo los tribunales desempeñan su mandato de interpretación y aplicación de las leyes ; debe constarle ocularmente si la justicia es una palabra, ó es una verdad de hecho. Para ello debe ser administrada públicamente, y las sentencias deben expresar sus motivos. « L a prensa oficial debe consignar diariamente á los ojos del pueblo todos los actos del Poder Ejecutivo. « La prensa es el foco en que vienen á concentrarse todas las publicidades. L a Legislatura, los Tribunales, el Gobierno, deben estar presentes en ella con todos sus actos, y á su lado la opinion del país, que es la estrella conductora de los poderes bien inspirados. « Después de la organización del Poder Ejecutivo, nada mas difícil que la organización de la prensa en las Repúblicas nacientes. Son dos poderes que se tienen perfectamente en jaque. También tiene la prensa sus dos necesidades contradictorias : por un lado requiere libertades, y por otro garantías, para que no degenere en tiranía. Hecha para defender las leyes, también es capaz de conculcarlas; y la libertad puede ser atacada por la pluma con mas barbarie que con la lanza. En la política, todas las convulsiones se anuncian por la degeneración de la publicidad, como en la atmósfera la tempestad por la alteración del sol. Siempre que la luz se empaña, es aviso de tiempo borrascoso. « Para la República Argentina de esta situación, en que la libertad se mantiene naciente, como el sol de sus armas, yo dejaría á un lado todas las teorías y pediría su prensa á la Revolución de Mayo y al gobierno de Rivadavta de 1821, es decir, á las dos épocas de acción mas eficaz que cuenta la historia argentina. « En uno y otro caso la prensa correspondió maravillosamente al fin político de la Revolución Argentina. ¿ De qué se trató en el primer tiempo de la Revolución de Mayo ? De fundar la autoridad patria, de crear el Gobierno Nacional, que debía reemplazar á la autoridad española, derrocada en 1810. ¿De qué se trató después de 1820? De reorganizar y afianzar la autoridad que acababa de triunfar déla anarquía. En ambas épocas el asunto era el mismo: fundar la autoridad patria en lugar del antiguo gobierno realista español. Pero, ¿esotro al presente, el objeto de la cuestión ? ¿No se trata hoy, como en 1810 y 1821, de crear y reorganizar la autoridad? « Bien, pues, <; cuál fué la conducta de la Revolución respecto de la — 365 — prensa, en los años que siguieron á i 8 i o y á 1820 ? Exclusiva y celosa, ó mas bien, decididamente política. La consagró exclusivamente al servicio de su causa, al grande objeto de crear la autoridad nacional. La prensa de Moreno, de Passo, de Monteagudo, de Alvarez Fonte, fué la prensa del Gobierno de Mayo, y no hubo otra. Los españoles, únicos adversarios de la autoridad patria naciente, no tuvieron prensa ni por el pensamiento. Una palabra de oposición al Gobierno de la patria, hubiera sido castigada como atentado. Si el Gobierno de Mayo hubiese sido combatido en cada uno de sus actos por periódicos españoles, publicados en Buenos Aires, ¿habrían podido formar ejércitos Belgrano y San Martin? Una ley de 26 de Octubre de 1810, proclamó el principio d é l a libertad de la prensa; pero fué entendido, que ese principio no seria empleado contra la Revolución de Mayo, y en defensa de los opositores españoles, á la nueva autoridad patria. El abuso de la libertad fué declarado crimen; y se declaró abusivo todo escrito que comprometiese la autoridad ó la Constitución del Estado. En una palabra, la prensa solo fué libre para defender la Revolución de Mayo. E n muchos años no se vio ejemplo de un solo ataquedirijido al Gobierno patrio. « Ese respeto acabó en 182a, y la autoridad fué entregada á todos los furores de la prensa. ¿Qué resultó ? Que en solo el año de 1820, fué derrocado diez veces el Gobierno de Buenos Aires. Diez gobiernos, en efecto, se sucedieron ese año 5 algunos duraron dias, y otros solamente horas. Se hizo fuerte, por fin, el Gobernador Don Martin Rodríguez, nombrado el 28 de Setiembre de 1820, que tomó por Ministro á Rivadavia. ¿ Y cuál fué, entre otros medios, el empleado para defender y cimentar la autoridad de esa administración memorable ? En sesión del 19 de Febrero de 1821, Ja Legislatura de Buenos Aires, declaró comprendida entre las facultades extraordinarias dadas al Gobierno, « la de proceder y obrar libremente, á cortar sus eíectosy trascendencia ( de la prensa atentatoria de la autoridad), conteniendo, reprimiendo y escarmentando á los autores de tamaños males, que degradan tan altamente la dignidad del país, sea cual fuere su condición». (Ley de 20 de Febrero de 1827.) « El Ministro Rivadavia dijo á la Sala, al acusar recibo de esa ley : «El país probará bien pronto los buenos y saludables efectos de aquella honorable y sabia disposición». (Nota de J de Marzo de 1821.) — 366 — « El anuncio no salió burlado. Esa administración pudo crear y organizar al abrigo de los ultrajes de la prensa. Cuando á los dos años esta fué restablecida á su libertad, una ley de 10 de Octubre de 1822, suprimió el juicio previo de si hay lugar á causa, establecido en 1811, y sometió á la justicia ordinaria, asociada de cuatro ciudadanos, el juicio y castigo de los abusos de la prensa, la cual marchó bajo esa legislación severa durante toda la época del Ministerio Rivadavia. L a autoridad tuvo prestigio, es decir, tuvo autoridad, porque el verdadero sentido de esta palabra no estriba tanto en las bayonetas, como en el poder y consideración morales, que no se obtienen seguramente bajo la detracción y eí vituperio. « He ahí la única prensa que hará posible la creación de la autoridad en la situación presente de la República Argentina : la prensa de Moreno y de Rivadavia, de i 810 y de 1821. L a prensa que hoy permite ocuparse de colonización y de ferro-carriles, á Francia, á la Espana y á Chile; la prensa que tiene poder para ilustrar la sociedad, pero no para destruirla y ensangrentarla. « En cuanto á las garantías individuales de propiedad, de libertad, de igualdad, de segundad, y á todas las demás garantías privadas, que son derivación y ramificación de estas cuatro principales, eí derecho público de provincia debe tener por apéndice la parte de la Constitución general que consagra esos principios esenciales de toda sociedad política. A ese respecto el derecho de provincia y el derecho general deben ser uno mismo ; ios dos deben servirse de mutua ratificación y mutua garantía. « No pueden ser inviolables las propiedades por la ley federal, y estar espuestas á la confiscación por la ley de Provincia ; no pueden ser libres la prensa, el tránsito, la industria por las leyes nacionales, y estar sujetos por la ley de provincia á restricciones anulatorias; no pueden ser igualados en derechos los extranjeros á los naturales por la ley civil nacional, y estar sometidos á diferencias y privilegios por la ley civil de provincia. « Muy lejos hoy de que el derecho provincial tenga el poder de desconocer, alterar ó restringir las garantías y derechos naturales del hombre, consagrados por la Constitución general de la República, debe de considerarse incompleta y deficiente, toda Constitución de Provincia que no contenga una satisfacción especial de todos y de cada uno de — 367 — eso • s derechos y garantías, declarados en favor de todo hombre que habite el territorio argentino, por la Constitución común de las Provincias Unidas. » Las palabras que dejo trascritas, fueron escritas hace 30 años, y publicadas en el extranjero, en plena paz con todos los partidos y hombres de mi país, con la misma independencia de todo deber oficial, y sin otra obligación que la de la gratitud cívica que todos los argennos debíamos al que nos abrió las puertas de la Patria, redimida por su brazo, de una tiranía de 20 anos. El libro que contenia esas palabras tuvo el aplauso de todos los argentinos, aun el de mis disidentes de mas tarde. Esa es la misma situación de ánimo en que el autor publica el presente, que es como la segunda parte y complemento del libro de las Bases de organización política fiara la Rcfiública Argentina ; en plena paz, sin espíritu de partido, sin odio, sin mira hostil alguna contra nadie. Pueda esta identidad de circunstancias servir de prueba del propósito imparcial, desapasionado y patriótico de este libro, aun en lo que parezca tener los colores del día, y no será, en todo caso, mas que reflejos de esos que los objetos toman, como las frutas, al través de un toldo rojo en las plazas de abasto. Prueba de ello es que aun el libro de las Bases, recibirá tal vez, esos mismos reflejos délos colores del sol de la estación. En todo caso seria un error de óptica del ojo del lector, no del autor. APÉNDICE Ó CAPÍTULO FINAL Conteniendo algunos antecedentes doctrinarios de la ley de Capital, que son los que aquí se enumeran § i Capítulo XXVII del libro de LAS BASES, sobre Capital de la República PRIMERA Y SEGUNDA EDICIÓN DE VALPARAISO, 1852 « Toco este punto como accesorio importante de la idea de ensanchar el vigor det poder ejecutivo y del poder general, por cuyo motivo lo considero como continuación del mismo asunto. « E l lugar de la residencia influye en la respetabilidad, aptitud y prestigio de la autoridad, así como del hombre. Los reyes, que han conocido como nadie el secreto del poder, jamás fijaron su residencia en aldeas ó rincones solitarios de sus dominios. Cuando el Gobierno inglés quiso debilitar el ascendiente que tomaba el espíritu patrio en sus antiguas colonias de Nor te-América, convocó sus legislaturas en lugares no acostumbrados, melancólicos y distantes del depósito de sus registros públicos, con el fin de reducirlos por el fastidio á la concesión de sus miras. Esa hostilidad fué una de las causas de la emancipación de los Estados-Unidos. La respetabilidad del Gobierno, mas que T. VIIT. 2A — 370 — en las bayonetas, reside en la superioridad real de sus luces y cultura, cuyas ventajas dependen en gran parte del país de su residencia. «Toco también este asunto en este libro de simples bases generales, p o r s e r uno de los que hayan presentado mayor dificultad hasta aquí, en la organización constitucional de la República Argentina. «Para la solución del problema sobre el asiento de la Capital, ¿acudiremos al ejemplo de otras confederaciones? Seria una mala fuente. «Los Estados-Unidos de Norte-América, fueron otras tantas colonias independientes, bajo el régimen pasado. Nunca fué Boston Capital de Filadelfia, ni Pensilvanta Capital de Nueva-York, ni ninguna de las Capitales de Estado conocidas hoy fué Capital de otro ni de los demás Estados. Era difícil, pues, que esos pueblos, iguales é independientes en todo tiempo unos de otros, consintiesen en admitir por Capital á uno de ellos. La oposición fundamental de intereses entre el Norte y el Mediodía, contribuyó también á la idea de crear de nuevo la Capital común, que jamás existió: y de ahí salió á luz el pueblo de Washington, actual metrópoli de la Confederación. « ¿ Dónde está la Capital déla Suiza? dice Rossi. ¿Dónde está en « Suiza la ciuíiad-naciofty teatro de todas las capacidades, fin de todas «las ambiciones, que van á ilustrar todos los talentos, á enriquecer « todas las fortunas, que todas las artes adornan y embellecen á porfía, « objeto del pensamiento, de los placeres, de los votos de todos, orgu« lio del país, reina aceptada, á quien los palacios y las chozas, las « aldeas y las ciudades rinden homenaje? En ninguna parte, ¿Es un « bien? ¿Es un mal? Qué importa! Es un hecho y un síntoma. Y este « hecho es el resumen de la historia de la Suiza. » «Aplicada esta pregunta á la República Argentina, ¿quién respondería del mismo modo? ¿Quién se equivocaría en designar la ciudad que ha desempeñado aquel roí en el país en todo tiempo? ¿ Es un bien? ¿es un mal? preguntaremos igualmente, y responderemos del mismo modo: — es un hecho, es un síntoma, y ese hecho y ese síntoma forman el resumen de la historia argentina. « A la historia, en efecto, á los hechos anteriores, cuyo poder debe hacer parte de la Constitución, á las condiciones normales del país y á las necesidades que interesan á su engrandecimiento, debemos acudir para buscar la solución de ese problema constitucional, como hemos obtenido allí la solución de los demás. — 371 — « Las Capitales son la obra de las cosas, no se decretan. Se decretan únicamente cuando no existen, como Washington; pero, cuando deben su existencia real á la acción espontánea de los hechos, existen apesar de los Congresos. « A ese origen debe la República Argentina la Capital que tiene hace doscientos años. E n vano los Congresos erigirán en cabeza de la República este ó aquel rincón, la cabeza quedará siempre donde existe, por la obra de la Providencia y de los hechos, que son su manifestación. « Buenos Aires no nació Capital por un decreto del Gobierno de España. F u é Capital á despecho del Rey, que primero la estableció en la Asuncion del Paraguay, en 1539, para sus fines de reclusión y monopolio: y que en vista del acrecentamiento espontáneo que Buenos Aires recibió de la población europea y de los progresos de la colonización, debidos á su situación topográfica, recien en 1617, es decir, cerca de 100 años mas tarde, la erigió en cabeza de un gobierno independiente de la Asuncion del Paraguay. « Lo que el Gobierno conquistador y fundador de aquel país no pudo evitar al principio de las cosas, menos lo obtendrán nuestros congresos, hoy que las cosas han adquirido mas poder y que los hechos han recibido la sanción vigorosa de los siglos. « La Capital en Buenos Aires es un síntoma, en efecto, un síntoma del poder que ha ejercido en lo pasado y lo ejercerá en lo venidero la acción civilizante de la Europa en el desierto continente que habitamos. « Si la Capital de la República Argentina no existiese en Buenos Aires, por el interés del progreso del país, seria necesario colocarla allí. Es singular que los reyes de España se hubiesen perjudicado á sí mismos dejándola ahí, y que los americanos quieran hoy dañarse en sus intereses de progreso llevándola á otra parte. «Siendo de origen externo el principio de nuestros adelantamientos; residiendo este en la acción civilizante de las cosas, de las ideas y de las poblaciones europeas, y debiendo nuestra Constitución propender á facilitar el ejercicio de ese influjo, será necesario que ella coloque la Capital de la República á la menor distancia de la Europa y en el lugar donde su acción haya dado mayor desarrollo á nuestra cultura. « La Capital es el lugar donde residen las autoridades generales de — im — Ja República, y donde se hacen sus leyes y sus reglamentos de interés común. Las leyes no son otra cosa, que la expresión de la cultura del país en que se hacen, y siempre refleja en ellas la mayor ó menor ilustración de la sociedad que las produce. Conviene, pues, que el legislador se sitúe en el lugar mas adelantado del país para llevar á cabo su mandato. El diputado tiene por colaborador de la ley al periodista, al negociante, al sabio, al abogado, al viajero, y estos auxiliares residen en mayor número y sobresalen en capacidad en los centros de comodidad, de riqueza, de cultura y bienestar. « L a ley recibe su primera elaboración en las sociedades privadas, en las conversaciones luminosas de un extranjero, en las lecturas de una biblioteca abundante, en las publicaciones y noticias venidas de fuera por el vehículo del comercio, y muchas veces la inspiración y sujestion de ella es debida á una de estas fuentes mas abundantes, en Buenos Aires por ejemplo, que en ningún otro lugar de la República Argentina. « S e concibe muy bien que el Congreso de I 8 I 6 , que tenia por misión romper los vínculos de dependencia del país para con la Europa, se internase en Tueuman, á trescientas leguas de la costa frecuentada por esa Europa y accesible á la acción inmediata de sus armas; pero el nuevo gobierno legislativo, que debe atraer á esa Europa, alejada en otro tiempo, y recibir inspiraciones de ella, para activar la prosperidad del país, debe naturalmente buscar su contacto y proximidad, instalándose en el lugar mas frecuentado por ella. «Así, según las miras del nuevo derecho constitucional sudamericano, Buenos Aires scoria el país mas apropiado para la residencia del Gobierno general, encargado de conducir la República á sus nuevos destinos, que ningún otro punto de ese territorio. (Alando se discutía esta cuestión en 1826, el país estaba en guerra con el Brasil, y los temores de un ataque externo inducían á algunos á ver mas asegurada la Capital, en un parage interior del territorio. Hoy que la República no abriga temores externos de ningún género, debe atender únicamente, en la solución de ese punto, á los fines económicos y esencialmente externos del nuevo sistema constitucional, reclamado por el progreso de Sud-Amériea. « L a reserva con que se ha señalado el pueblo de Santa Fé para la reunion del Congreso Constituyente, convocado para el mes de Agos- — 373 — to, hace ver que las observaciones precedentes, son de una verdad generalmente sentida. El acuerdo de San Nicolás ha previsto que pudiera no convenir aquel punto para la residencia del poder general constituyente, y ha dejado á su arbitrio el poder de cambiarlo si lo juzgare necesario. Si embargo, yo distinguiría los Congresos constituyentes de los Congresos permanentes, puramente legislativos, por îo que hace al lugar de su instalación. Motivos eventuales y extraordinarios de alta neutralidad ó imparcialidad perfecta, pudieran justificar, en tiempos de pasiones y recelos políticos, la elección de un lugar subalterno para la reunion de un cuerpo constituyente. La Europa se ha reunido mas de una vez en congresos, no precisamente en París ni en Londres^ sino en Vicna, en Verona, en Carlsbad, etc. El tratado litoral argentino de 1831, que es origen del movimiento salvador de aquel país, se firmó en Santa Fé, y el acuerdo reciente, emanación y ratificación de él, se ha firmado en San Nicolás de los Arroyos, pequeño pueblo perteneciente á la Provincia de Buenos Aires, situado á la orilla del Paraná. No veo por qué la Constitución, es decir, el acuerdo ó pacto definitivo de los intereses argentinos, no pudiera celebrarse en un parage del litoral que no fuese la ciudad de Buenos Aires. « Y quién sabe hasta qué punto la instalación del Congreso Constituyente en un pueblo del litoral algo internado, no contribuiría á dar á ese cuerpo el sentimiento de la realidad triste que forma la situación general de ese país, y de los medios adecuados para cambiarla favorablemente. En presencia de la soledad vería el Congreso que su gran misión era dar una Constitución destinada á poblar la República desierta, iepresentada por 61. » §n Capítulo XXVI de la tercera edición de LAS BASES, hecha en Besanzon, 1858, sobre que toda Capital en Buenos Aires era imposible, sin la division de esta Provincia. « Toco este punto como accesorio importante de la idea de ensanchar el vigor del Poder Ejecutivo nacional, y como uno de los que hayan pre- — 374 — sentado mayor dificultad hasta aquí en la organización constitucional de la República Argentina. « E n las dos ediciones de esta obra, hechas en Chile en 1852, sostuve la opinion, entonces perteneciente á muchos, de que conxenia restablecer á Buenos Aires como Capital de la Confederación Argentina en la constitución general que iba á darse. « Esa opinion estaba fundada en algunos hechos históricos y en preocupaciones á favor de Buenos Aires, que han cambiado y que se lian desvanecido mas tarde. « Tales eran: « 10 Que siendo de origen trasatlántico la civilización anterior y la prosperidad futura de los pueblos argentinos, con ven i a hacer capital del país al único punto del territorio argentino que en aquel tiempo era accesible al contacto directo con la Europa. Ese punto era Buenos Aires, en virtud de las leyes de la antigua colonia española, que se conservaban intactas respecto á navegación fluvial; s 20 Opinábase que habiendo sido Buenos Aires la Capital secular del país, bajo todos los sistemas de gobierno, no estaba en la mano del Congreso el cambiarla de situación; «3° Que esa ciudad era la mas digna de s e r l a residencia del Gobierno Nacional, por ser la mas culta y populosa de todas las ciudades argentinas. « E l primero de esos hechos, es decir, la geografía política colonial, no tardó en recibir un cambio fundamental que arrebató á Buenos Aires el privilegio de ser único punto accesible al contacto directo del mundo exterior. « L a libertad de navegación fluvial fué proclamada por el general Urquiza, jefe supremo de la Confederación Argentina, el 28 de Agosto y el 3 de Octubre de 1852. « Situados en las márgenes de los rios casi todos los puertos naturales que tiene la República Argentina, la libertad fluvial significábala apertura de los puertos de las Provincias al comercio directo de la Europa, es decir, á la verdadera libertad de comercio. « P o r ese hecho, las demás Provincias litorales adquirían la misma aptitud y competencia para ser Capital de la República, por razón de la situación geográfica que Buenos Aires habia poseído exclusivamente mientras conservó el monopolio colonial de ese contacto. — 375 — «Apesar de ese cambio, el Congreso Constituyente declaró á Buenos Aires, en 1853, Capital de la Confederación Argentina, respetando el antecedente de haber sido esa ciudad Capital normal del país, bajo los dos sistemas de gobierno colonial y republicano. « Pero la misma Rueños Aires se encargó de demostrar que el haber sido residencia del Gobierno encargado por tres siglos de hacer cumplir las Leyes de Indias, que bloqueaban los rios y las Provincias pobladas en sus márgenes, no era título para ser mansion del Gobierno que debía tener por objeto hacer cumplir la Constitución y las leyes, que abrían esos rios y esas Provincias al comercio directo, es decir, al comercio libre con la Europa. «Buenos Aires reaccionó y protestó solemnemente contra el régimen de libre navegación fluvial, desde que vio que ese sistema le arrebataba los privilegios del sistema colonial que la habian hecho ser la única ciudad comercial, la única ciudad rica, la única capaz de recibir al extranjero. « Buenos Aires probó además por su revolución de 11 de Setiembre de 1852, en que se aisló de las otras Provincias, que el haberlas representado ante las naciones extranjeras durante la Revolución, lejos de ser un precedente que hiciera á Buenos Aires digna de ser su Capital, era justamente el motivo que la constituía un obstáculo para la institución de un Gobierno Nacional. Veamos cómo y por qué causa. «Mientras las Provincias vivieron aisladas unas de otras y privadas de Gobierno Nacional ó común, la Provincia de Buenos Aires, á causa de esa misma falta de Gobierno Nacional, recibió el encargo de representar en el exterior á las demás Provincias; y bajo el pretexto de ejercer la política exterior común, el Gobierno local ó provincial de Buenos Aires ?~eíuvo en sus manos exclusivas, durante cuarenta años, el poder diplomático de toda la Nación, es decir, la facultad de hacer la paz y la guerra, de hacer tratados con las naciones extranjeras, de nombrar y recibir ministros, de reglar el comercio y la navegación, de establecer tarifas y de percibir la renta de aduana de las catorce Provincias de la Nación, sin que esas Provincias tomasen la menor parte en la elección del Gobierno local de Buenos Aires, que manejaba sus intereses, ni en la negociación de los tratados extranjeros, ni en la sanción de las leyes de la navegación y comercio, ni en la regulación — 370 - de las tarifas que soportaban, y por último, ni en el producto de las rentas de la aduana, percibido por la sola Buenos Aires, y soportado, en último resultado, por los'habitantes de todas las Provincias. " L a institución de un Gobierno Nacional venia necesariamente á retirar de manos de Buenos Aires el monopolio de esas ventajas, porque un Gobierno Nacional significa el ejercicio de esos poderes y la administración de esas rentas, hecha conjuntivamente por las catorce Provincias que componen la República Argentina. " E l dictador Rosas, conociendo eso, persiguió como un crimen la idea de constituir un Gobierno Nacional. Hizo repetir cien veces en sus prensas una carta que había dirigido al general Quiroga en 1833, para convencerle de que la Nación no tenia medios de constituir el Gobierno patrio, en busca del cual habia derrocado el poder español en 181 o. Rosas¡ eotno Gobernador local de Buenos Aires', defendía los monopolios de la Provincia de sti mando, porgue c?i ese momento formaban lodo su poder perso?ial. "Después decaído Rosas, Buenos Aires, con sorpresa de toda la América, que le observaba, siguió resistiendo la creación de un Gobierno Nacional, que naturalmente relevaba, porque tenia que relevar á su Gobernador local del rango de jefe supremo de catorce Provincias, que no lo habían elegido, ni tenían el derecho de hacerle responsable. Buenos Aires resistió la creación de un Congreso Nacional, porque ese Congreso venia á relevará su Legislatura de Provincia de los poderes supremos de hacer la paz y la guerra, de reglar el comercio y la navegación, de imponer contribuciones aduaneras '.poderes que esa Provincia habia estado ejerciendo por sic legislatura local, á causa de la falta de un Congreso común* u Cuando las Provincias vieron que Buenos Aires resistía la instalación de un Gobierno Nacional, en el interés de seguir ejerciendo sus atribuciones sin intervención de la Nación, como habia sucedido hasta entonces, las Provincias renunciaron á la esperanza de tener la cooperación de Buenos Aires para fundar un Gobierno Nacional de cualquier clase que fuese: pues todo Gobierno común, ya fuese unitario, ya federal, por el hecho de ser Gobierno común de todas las Provincias, debía exigir déla Provincia de Buenos Aires el abandono de las rentas y poderes nacio?iales¿ que Buenos Aires habia estado ejerciendo en nom- — 377 — bre de las otras Provincias, con motivo y mientras ellas carecían de Gobierno propio general. " E l mismo interés que Buenos Aires ha tenido en resistirla creación del Gobierno común, que debe destituirle, tendrá naturalmente en lo futuro para estorbar que se radique y afirme ese Gobierno de Jas catorce Provincias, á quien tendrá que entregar los poderes y rentas que antes ad?ninisiraba su Provincia sola, con exclusion absoluta de las otras. " L u e g o Buenos Aires no podrá ser la Capital ó residencia de un Gobierno Nacional, cuya simple existencia le impone el abandono de los privilegios de Provincia-Nación, que ejerció 7nicutras las Provincias vivieron constituidas e?i colonia ¿le su Capital de otro tiempo. " H a c e r a Buenos Aires cabeza de un Gobierno Nacional, seria io mismo que encargarle de llevar á ejecución por sus propias manos la destitucioíi de su Gobierno de Provincia. "Esa es la razón porque Buenos Aires no quiso ser Capital del Gobierno unitario deRivadavía, ni quiere hoy ser Capital del Gobierno federal de Urquiza. No querrá ser Capital de ningún Gobierno común, en cambio del papel que ha hecho durante el desorden, á s a b e r : — d e metrópoli republicana de trece Provincias, que vivían sin Gobierno propio. " E n t r e dar su Gobierno á catorce Provincias, ó recibir el Gobierno que ellas eligen, hay la diferencia que vade gobernar á obedecer. La Constitución actual de Buenos Aires confirmad principio de su derecho local, que excluyó durante treinta anos á los argentinos de las otras Provincias del voto pasivo para ser Gobernador de Buenos Aires. Por ese principio, la política exterior no podía ser ejercida jamás por el hijo de una Provincia argentina que no hubiese nacido en Buenos Aires. El feudalismo revelado por esa legislación, hace ver cuánto dista la Provincia de Buenos Aires de comprender que debe entregar su ciudad al Gobierno de esos provincianos, á quienes excluye hasta hoy mismo de la silla de su Gobierno local, si quiere que exista una nación bajo su iniciativa. il ¡ Qué contraste el de esa política con la de Chile, cuya Capital de treinta anos á esta parte, jamás hospedó un Presidente de la República que no fuese hijo de Provincia! tf Colocar la cabeza del Gobierno Nacional en la Provincia cuyo interés — 378 — local está en oposición con el establecimiento de iodo Gobierno común, es entregarlo á su adversario para que lo disuelva de un modo ú otro, en el interés de recuperar las ventajas que le daba la acefalía. "Si Buenos Aires ha perdido el monopolio que hacia de las rentas y del gobierno exterior de la Nación, por causa de la libertad fluvial y del comercio directo de las Provincias con la Europa, es evidente que no conviene á las libertades de la navegación fluvialy á los intereses del comercio directo el colocar la cabeza del Gobierno que ha nacido de esas libertades, y que descansa en ellas, en manos de la Provincia de Buenos Aires, que ha soportado aquella pérdida. " Y aunque Buenos Aires asegure por táctica que no se opone á la libertad fluvial, se debe dudar de la sinceridad de un aserto, que equivale á decir, que quiere de corazón la pérdida de sus antiguos monopolios de poder y de renta. Si desea en efecto el abandono de esos monopolios, ¿ p o r q u é está entonces separada de las otras Provincias de su país? ¿ P o r q u é no acepta la Constitución nacional que l e b a retirado esos monopolios? "Así, la Capital de la Nación en Buenos Aires es tan contraria á los intereses de las naciones extranjeras que tienen relaciones de comercio con los pueblos argentinos, como á los intereses de las Provincias mismas, porque el interés de Buenos Aires se halla en oposición con ei interés general en ese punto. "Se dirá que solo es su interés mal entendido, y esa es la verdad ; pero no se debe olvidar que este intereses el que hoy gobierna á Buenos Aires, porque es el único que él entiende. Buenos Aires desconoce totalmente las condiciones de la vida de Nación, por la razón sencilla de que durante cuarenta años solo ha hecho la vida de Provincia. Nunca ha entendido el modo de engrandecer sus intereses locales, ligándolos con los intereses de la Nación, sino cuando ha podido someter los intereses de toda la Nación á los de su Provincia. Así se explica cómo prefiere hoy romper la integridad de la Nación, antes que respetar y obedecer al Gobierno creado por sus compatriotas, que seria el brazo fuerte de la tranquilidad y del progreso de la misma Buenos Aires." — 379 — Completaban este artículo algunas consideraciones que hoy se suprimen por inconducentes, pues se referían á la incompetencia política para toda iniciativa orgánica, en que el largo período de veinte anos de la tiranía de Rosas había dejado á Buenos Aires. En los veinte y tres años que van corridos desde que ellas se escribieron, se ha formado una generación de hombres políticos tan adelantada y completa en educación social, que ha cambiado del todo la competencia de Rueños Aires, á punto de ser ella un elemento principal de los que han concurrido á la evolución salvadora de nuestros destinos comunes. Las palabras suprimidas se dirigían á hombres que han desaparecido casi de la escena política. Han creído algunos que el autor habia incurrido en abierta contradicción, sosteniendo en sus primeras ediciones de las Bases, en 1852*, que la Ciudad de Buenos Aires era la Capital natural de la República Argentina, y en la edición de esa misma obra hecha en Resanzon, en j858, sosteniendo al contrario, que todo Gobierno Nacional era imposible con la Capital en Buenos Aires, No hay contradicción alguna si se nota que el autor sostenía esto último hablando de la Provincia entera para Capital, lo cual sostiene hoy mismo con doble firmeza que en 1858, como lo prueba el tenor entero de este libro; y basta leer con atención el segundo de los capítulos de las Bases, que quedan trascritos, para ver que en él se hablaba de Buenos Aires como ProvinciaCapital, no como Ciudad-Capital, L a Capital-Provincia, ó ProvinciaMetrópoli, era institución monarquista que nos quedaba del antiguo régimen, formando una negación entera del sistema republicano. § ni Capítulo V del folleto titulado: "Condiciones de Union", Paris, 1861 " P a r a dividir ó distribuir el territorio argentino con la mira de constituir un Gobierno emanado de la soberanía nacional, es preciso empezar por dividir la Provincia de Buenos Aires como su fracción mas — 380 — grande y desproporcionada. Esta division es el único medio de reunir ó reincorporar esa Provincia á la Nación, sin que su presencia en el seno delà union sea causa de trastornos, como hasta aquí. " E s t a division, lejos de ser hostil á Buenos Aires, es concepción de publicistas de esa misma Provincia, que la -propusieron para gloria de Buenos Aires justamente» No hay que hacer el honor de ella á ningún provinciano. Sus autores, Rivadavia, Agüero, Gomes, Andrade, Florencio Várela, etc., no pudieron concebirla en hostilidad á su querida Provincia nativa. " L o notable e s q u e l a idea de esa division no solo pertenece á esos patriotas, sino también al pueblo mismo de esa Provincia. Esto parece increíble, porque hasta ahora no se ha interrogado su voto, como es debido. " P a r a dividir á Buenos Aires, es decir, para librarlo del obstáculo que le impide estará la cabeza de la Nación, no se debe esperar á que su Gobierno local lo haga, pues ni á su Gobernador, ni á su Legislatura podrá agradarles jamás tener menos territorio, menos población, menos rentas á su disposición, y sobre qué legislar. E s á los gobernados, y no á los gobernantes, á quienes se debe consultar. Esta es una de esas cuestiones en que el Gobierno no puede ser órgano del pueblo, porque sus intereses son diversos y contradictorios. Por la division, el Gobierno pierde poder, el pueblo separado lo adquiere. Al primero le interesa conservar al otro bajo su autoridad, al segundo le importa asumirla por sí mismo y darse una autoridad propia. Es extraño que para elegir sus autoridades constitucionales periódicamente, se acuda al voto directo de los habitantes, y que para decidir de un asunto de toda la vida, como es la elección de la patria doméstica ó privada, se prescinda de o i r á la población, y se consulte su voluntad por el órgano del Gobierno. Las poblaciones que tienen esta situación se hallan en el caso de unas herederas ricas, para cuyo casamiento fuese preciso que su madre y tutora tuviese que representarlas en el altar y casarse por ellas. Seria el modo de que no saliesen jamás de la tutela. " E s preciso consultar por un plebiscito el sufragio directo y universal de la parte del pueblo que se trata de dividir ó separar de la otra, porque á nadie sino á ella le afecta mas inmediatamente el asunto. — 381 — u El modo natural de obtener su voto, es exigir de cada habitante de la campaña ó territorio, que trata de erigirse en Provincia aparte, un sí ó un no como toda y única respuesta á la cuestión puesta de este modo: "¿Queréis ( p o r ejemplo) que San Nicolás y su territorio se " constituyan en Provincia separada de Buenos Aires, con igual rango " á lade cualquiera otra délas que componen la Nación?" a Pero no bastará obtener el voto de la población. Convendrá tomar medidas para que el voto sea independiente y libre de todo influjo capaz de estraviarlo por presión, violencia 6 artificio. Luego el plebiscitólo voto popular, debe hacerse bajo los ojos y salvaguardia de un ejército nacional. Así es como se ha operado la union de toda la Italia, pues oir el voto de sus Gobiernos locales, habría sido escuchar al interés de mantener dividida la Nación. " P a r a que la division de Buenos Aires, como medio práctico de incorporarla á la Nación, sin peligro de desórdenes, no tenga el aire ni el sentido de una ofensa contra la ciudad de ese nombre, será justo compensarla con el rango de Capital de la Nación. Si es verdad que Buenos Aires debe entrar en la union dividida, también lo es que su ciudad debe entrar como Capital. Solo á esta doble condición será su entrada una solución permanente de la crisis que dura desde cincuenta años. La mera division de Buenos Aires como medio de efectuar su incorporación, solo daria satisfacción á las Provincias. La incorporación sin division solo daría satisfacción á Buenos Aires. u L a union en esta forma, es la solución que satisface á la vez el interés bien entendido de Buenos Aires y el interés bien entendido de la Nación. Esta será la única solución definitiva de la cuestión argentina, que se reduce toda á la cuestión de Buenos Aires, como la cuestión de Italia se reduce toda á la cuestión de Roma, porque las cuestiones de Capital son siempre capitales. u Por esta combinación, Buenos Aires se desprende del cuerpo de su Provincia para incorporarlo en el cuerpo de la Nación. Esto es lo que constituye la verdadera incorporación. Incorporar es incluir un cuerpo dentro de otro, ó mejor dicho, refundirlo, hacer de dos cuerpos uno solo. Entonces lo que antes era cabeza de dos cuerpos, se vuelve cabeza de uno solo; y lo que era un monstruo sin forma regalar, se convierte en un ser proporcionado y completo, que atrae la simpatía y el respeto de los demás. — 382 — u Buenos Aires, como cabeza de la Nación, volvería á dar su pensamiento, su voluntad, su acción en cierto modo, á la Nación entera. Aun podria llegar el caso que le diera su nombre, y el país recuperase así, bajo otra forma de gobierno, en los usos de la historia y de la geografía, su nombre tradicional de Buenos Aires, que revela por sí mismo una existencia de siglos. La República Argentina no tiene nombre propio hoy día. Los dos que lleva son genéricos. El nombre de un país es una parte de su constitución. Chile guardó este nombre por un decreto sabio en que prohibió á sus habitantes llamarle patria y república', por vagos y genéricos. L a falta de nombre propio ha impedido en parte á los Estados-Unidos el conservar su integridad de nación. Si su Constitución no previo su division, ella estaba prevista en el título que se daban, pues desde que un pueblo es Estado, tiene tanto derecho para vivir unido como desunido de otros Estados. "Buenos Aires, uniéndose con las Provincias en un solo cuerpo de Estado, cambia el cuerpo de su Provincia por el cuerpo de la Nación, como hacen los esposos que se unen en Dios para formar un solo ser legal, indivisible. Si las Provincias reivindican su Capital, Buenos Aires reivindica su Nación, y nadie pierde en el cambio. ¿Podria llamarse pérdida el abandono de su campaña, cuando en cambio adquiere Buenos Aires catorce campanas con sus catorce capitales por territorio ? ¿Es posible que Buenos Aires, que se pretende tan culta, no comprenda este noble modo de agrandarse á fuerza de ceder? No tiene que venir hasta Londres y Paris para encontrar en el ejemplo de estas capitales el secreto de encabezar vastos territorios á fuerza de no tener ninguno local. Los dos países que lo rodean, el Brasil y Chile, deben la union respectiva que los hace ser mas fuertes que la República Argentina, a l a moderación con que Santiago y Rio Janeiro han sabido quedarse sin territorio local, para no tener otro que el de la Nación. Cuatro Provincias se forman hoy de la que era Provincia de Santiago, Capital de Chile en el tiempo de la division colonial de ese país. No hay Capital que absorba la vida nacional tanto como París, y es l a q u e menos territorio tiene. En Francia se consolidó la union de la Nación por la division de las Provincias. " Objetar la diferencia del sistema de gobierno, es volver á la eterna mentira de una federación nominal, que solo se emplea como medio doloso de revolver el país, y que está en contradicción con la comple- — 383 — xión orgánica de un pueblo que se gobernó dos siglos por un solo Gobierno, y para quien la federación solo ha podido ser un expediente para salir de una anarquía de cuarenta anos, y volver por el sendero tranquilo de la \ty á s u consolidación secular y tradicional. " ¿ Q u é otro pretexto plausible alegaría Buenos Aires para resistir su incorporación, en el sentido de devolver á los argentinos su Capital, sus rentas y sus poderes? ¿Diríaque no quiere someterse á jefes incultos inferiores á la civilización de su ciudad? ¿Seria por no recibir sus leyes de manos de los menos ilustrados? ¿Seria por el temor de poner el manejo de las rentas en manos inexpertas? " P e r o no se debe olvidar que Buenos Aires no está en el caso de dar ó entregar lo propio, sino en el de restituir lo ageno, de entregar á la Nación lo que pertenece á la Nación ; y que la pretendida ineptitud de esta no daría jamás, aun siendo real, título alguno á Buenos Aires para arrogarse su tutela y erigirse en depositaría de sus bienes y gobierno. u E n cualquier tiempo en que Buenos Aires se reúna á la Nación con verdad y de un modo regular (lo cual h a d e suceder algún dia), las Provincias y los provincianos han de componer mayoría fuera y dentro del Congreso, y Buenos Aires ha de tener que aceptar la ley y respetar la autoridad emanadas del voto de esa mayoría, por inculto y oscuro que sea el candidato que ese voto coloque á la cabeza del país. En una palabra, Buenos Aires ha de tener al fin que ser gobernada por los argentinos, como París es gobernada por los franceses, como Londres es gobernada por los ingleses, como Madrid es gobernada por los españoles. ¿Se llamaría conquistada ó invadida en ese caso la culta Buenos Aires ? ¿Los argentinos serian considerados por esa ciudad como griegos y cosacos en su manera de entender el patriotismo nacional ? 41 Si los argentinos son incapaces ó indignos de gobernar la totalidad de su país, se debe convenir en que su revolución contra España fué un error, su independencia un paso prematuro, y que el parlido mas sabio que les quede, seria el de imitar el ejemplo de Santo Domingo. A esta conclusion llevaría la doctrina política que resiste colocar la ciudad de Buenos Aires en manos de los argentinos, por razón de que están atrasados y no saben gobernarse. — 384 — "Personalizar de ese modo la cuestión como medio de excluir á la Nación de su propio gobierno, puede ser buena política para un país de complexion oligárquica, pero en los pueblos de la República Argentina es política insostenible. Buenos Aires, sin embargo, ha empleado siempre ese resorte para eludir la cuestión real y verdadera. í( Nosoi{ tros somos mas instruidos, tenemos la mejor ciudad ; luego la razón " está de nuestra parte en la cuestión que nos divide con los argen ti" nos". Hé ahí la argumentación de Buenos Aires para desconocer y eludir la autoridad suprema de la Nación. L a cultura puede estar en Buenos Aires, pero el derecho está en la Nación. Ser instruido, no es tener justicia. Lo que hoy sucede en el Plata, sucedió al principio de la Revolución contra España; la causa de la independencia tuvo por soldados á criollos incultos, comparativamente á los condes y caballeros de sangre que defendían la causa del coloniage en los mas elevados puestos del país. Tenga cuidado Buenos Aires con los caudillos y gauchos. Ellos ayudaron á San Martin y á Belgrano á. conquistar en las batallas los fundamentos de la independencia de la patria; ellos pueden ser todavía los que tomen los laureles de la organización del Gobierno Nacional contra resistencias de linaje colonial y antipatriota. "I-lace treinta y cinco anos que el Dr. Agüero dijo á Buenos Aires en un Congreso Nacional: " Apresurémosnos á entregará las ProviniK cías lo que les pertenece, antes que vengan á pedirlo con las armas li en las manos". " T r e s veces, desde entonces, las ha tenido Buenos Aires de visita. En el Puente de Márquez, en Caseros y en Cepeda, las Provincias arrancaron á Buenos Aires por Jas armas lo que no queri.i devolverles por la razón. No fueron caudales iù tesoros, sino principios y derechos los conquistados en esos triunfos. Para recoger sus consecuencias, ya no tendrán necesidad de ir con las armas en la mano. Desde sus asientos cómodos del Congreso, las Provincias solo necesitarán tomar la pluma del legislador para poner en obra por las leyes, los beneficios conquistados en favor de la Nación por las batallas. " Elija Buenos Aires entre los dos partidos que le quedan: ó émula digna de Rio Janeiro, como Capital de la República Argentina, ó juguete de ese imperio, comoEstadito liliputiense independiente. n — 885 — § iv Capítulo VI del folleto titulado : «De la anarquía y sus causas principales». Besanzon, 1862 " S i la separación ó federación en que dejó á las Provincias la ausencia del antiguo Gobierno general, fué lo que puso îa Capital y el tesoro de la Nación en manos de la Provincia de Buenos Aires, claro es que la consolidación ó unidad tradicional ( que seria el resultado del restablecimiento de un Gobierno general ), bastaría por sisóla para restituir á la Nación su Capital y su tesoro, que volverían á su poder por el simple hecho de entrar Buenos Aires, donde esos objetos se hallan, á integrar la Nación Argentina. " L a consolidación ó unidad, según esto, es para las Provincias el medio práctico de reivindicar su Capital y su tesoro con que han de -constituir un Gobierno nacional eficaz. La unidad restituiría á las Provincia seis millones de duros anuales, y un crédito público correspondiente, que la federación ó separación en que Buenos Aires se mantiene respecto de ellas ( n o obstante todas las apariencias de union) deja hoy día en esta Provincia, Unificar el Gobierno, no es otra cosa que unificar el tesoro, es decir, gastarlo en utilidad y servicio de toda la Nación, así como toda ella contribuye á formarlo. La unidad, según esto, forma el interés y constituye la causa de las Provincias, como la federación es el interés y constituye la causa de Buenos Aires. " Claro es que no hablamos aquí de la unidad indivisible que Rivadavia quería introducir en el país; de esa unidad á la francesa, exótica, inadecuada á nuestro suelo inconmensurable y despoblado. L a unidad ó consolidación en que para nosotros reside la salvación del país, es la unidad argentina, nacional y patria, que lejos de ser una novedad ó imitación extranjera, es el sistema que ha gobernado por tres siglos á las Provincias argentinas, y forma por lo tanto el hecho mas real y práctico de su vida pública. L a unidad, en este sentido, no es una T. VIH. 25 — 386 — teoría, es un hecho que domina toda nuestra historia. No se puede llamar impracticable îo que se ha practicado por siglos. Hablamos de esa u?iidad divisible en que el Gobierno general argentino coexistió con los Gobiernos de las Provincias, en que estuvo dividido interiormente para facilitar su acción central, sin perjuicio de la administración de cada pueblo. Si la Revolución ha cambiado el principio del gobierno, ella no se opone á que el principio moderno se sirva de los medios de acción que hacían eficaz al Gobierno realista. El primero de ellos era la centralización política, que no excluye de ningún modo la descentralización administrativa, «Para que el restablecimiento de la unidad de gobierno tenga el efecto de restituir á la Nación su Capital y tesoro, será preciso colocar ese nuevo Gobierno general en la misma ciudad en que existió el antiguo Gobierno general y en que se hallan por lo mismo, hasta hoy día, la Capital y el tesoro con que estuvo constituido, y con que naturalmente debe reconstituirse. «Con solo colocar el Gobierno Nacional en Buenos Aires, volverían á entrar en su poder la Capital y el tesoro de la Nación. Pero colocar en Buenos Aires el Gobierno Nacional, es restablecer á Buenos Aires en su papel natural de Capital fe todas las Provincias. Luego hacer á Buenos Aires Capital de la Nación, es el medio práctico de entregar á la Nación su Capital y su tesoro. Poned á Buenos Aires bajo la autoridad inmediata del Gobierno Nacional, y tenéis con eso solo reintegrada la Nación en su tesoro, en su crédito y poder. «Pero esa entrega no pasará de ilusión y fantasmagoría, si la ciudad de Buenos Aires continúa siendo Capital de su Provincia, es decir, silla y territorio del Gobierno provincial. La Provincia, en ese caso, seguirá reteniendo lo mismo que parecerá haber entregado. « Siempre que la Nación posea su Capital y su tesoro de un modo mediato, es decir, por intermedio del Gobierno local de Buenos Aires, se puede asegurar, desde ahora, que la Nación no poseerá cosa alguna, será su agente quien todo lo posea en realidad. Para poseerlos de un modo real y verdadero, la Nación deberá tenerlos de un modo inmediatof, esto es, sin intermedio de gobierno alguno local. En este caso, el Gobierno de la Provincia, falto de objeto, deberá salir de la ciudad de Buenos Aires. Pero abolir el Gobierno de Buenos Aires, es abolir lo único vivaz y palpitante que hayan producido la Revolución y el — 387 — desorden de cincuenta anos. Este es el inconveniente grave de la federalization ó capitalización de toda la Provincia, pues ella significa la supresión absoluta del Gobierno provincial de Buenos Aires. «Tocar á la vida del Gobierno local de Buenos Aires, es amenazar la existencia de todos los Gobiernos de Provincia; es alarmarlos y unirlos en el interés común, no de crear un Gobierno nacional, sino de estorbarlo y hacerlo imposible. Las ligas federales de antes de ahora no han tenido otro estímulo. «Si han de quedar los otros Gobiernos de Provincia, debe quedar también el de Buenos Aires. Este es el punto en que la unidad histórica del país no podrá ser restablecida sin modificación. Bajo el antiguo régimen, la Provincia de Buenos Aires existia, pero no tenia otro Gobierno que el general de todo el Vireínato. Durante la Revolución se ha creado en Buenos Aires un Gobierno provincial independiente del Gobierno general, y con el cual tendrá este que conciliar su nueva existencia, lo mismo que con cualquiera otro Gobierno de Provincia. Ese Gobierno local tiene cuarenta anos de existencia, en tanto que el Gobierno nacional tiene cuarenta anos de receso; ese Gobierno íocal posee los elementos materiales del Gobierno de la Nación (la Capital y el tesoro), mientras que la Nación y su Gobierno están desposeídos de ambas cosas. Ese Gobierno local es el que acaba de destruir y disolver al Gobierno de Ja Nación. ¿Cómo, pues, podria ser hoy disuelto en nombre de una entidad que está por existir? «Habrá, pues, que conservar al Gobierno local de Buenos Aires, por ser un hecho de cuarenta años; ó en otro caso, habrá que suprimir todos los Gobiernos de Provincia. Pero esto seria suprimir lo que ha existido por espacio de siglos. No se debe olvidar que los Gobiernos de Provincia, son un antecedente histórico en la República Argentina, y así como su existencia no estorbó la del Gobierno general del Vireinato, tampoco seria un obstáculo para la unidad del Gobierno nacional moderno. «¿Qué hacer entonces con el Gobierno local de Buenos Aires, que por otra parte es el mayor obstáculo para la organización de un Gobierno nacional? En vez de abolirlo, será preciso reformarlo, para conciliar su existencia inevitable con la del Gobierno nacional, no menos inevitable. — 388 — «La reforma de la Constitución provincial de Buenos Aires, es el complemento de la organización argentina. Se ha reformado la Constitución nacional en nombre de la necesidad de union; ¿por qué quedaría sin reforma la Constitución que Buenos Aires, estando separado, se dio para consolidar su separación?—En toda Europa se ha considerado esa Constitución como una declaración de independencia del Estado de Buenos Aires. Sin revocar esa ley, ¿se puede concebir la idea de una Nació» Argentina? « En pocos artículos podría concebirse la reforma de esa Constitución local. El principal seria el relativo á territorio. «El territorio de Buenos Aires es por ahora el que se describe en el artículo 2° de la Constitución provincial.. . .menos la ciudad de ese nombre que la Provincia restituye a l a Nación Argentina, como su Capital histórica, y como el núcleo esencial y necesario á su existencia. » Bastaría un artículo concebido en esos términos, para dejar constituida la República Argentina. De ese modo, en vez de abolir la Provincia de Buenos Aires, solo quedaría reformada en cuanto lo exige la vida de la Nación. « En vez de abolir al Gobierno de la Provincia, se le daría otro domicilio. Luego la division gubernamental de Buenos Aires es el medio de conservar la vida á los dos Gobiernos rivales, y de darles la paz, de que están privados hace cincuenta años, por la sola causa de tener que habitar bajo un solo techo. Cuando dos personas que habitan un mismo cuarto no pueden estar sin reñir, el medio de pacificarlas, no es el de matar á la una, sitió el poner á cada una en un cuarto separado. Esta es la espresion simple y material del objeto que tiene la division de Buenos Aires. Esta division no es una amputación, no es una mutilación, no es la muerte dada á la Provincia. Estas espresiones son simples figuras de retórica. La division de que se trata es abstracta y nominal; no es del suelo, sino de las oficinas, de las funciones de la administración interior. L a division de un país es dolorosa, cuando convierte en extranjeros á los compatriotas, cuando establece una frontera internacional, que crea dos banderas y dos patrias; pero no la division que deja siempre argentinos h todos los porteños; la que en vez de desmembrar la tierra tiene por objeto asegurar la integridad del suelo nacional La integridad local de Buenos Aires, en efecto, amenaza de tal modo á la integridad de la — 389 — Naciofi^ que si eîla subsiste por algunos años mas, el Arroyo del Medio tendrá que ser el límite de dos naciones extranjeras. « E l oponerse á la division de la Provincia de Buenos Aires, no tiene mas que un sentido práctico, y es el de resistir á la Nación Argentina la devolución de su tesoro y de su Capital. La division de la Provincia de Buenos Aires es el único medio eñcaz de dividir ó distribuir el tesoro nacional entre todas las Provincias, puesto que esa division tiene por objeto sacar la Capital en que está el tesoro (aduana y crédito) de manos del Gobierno provincial de Buenos Aires, para ponerlos en manos del Gobierno de la Nación. Si dejais sin division á Buenos Aires, dejais seis millones de duros anuales, que son de todos los argentinos, en manos y en provecho de la Provincia que los toma para sí sola, porque su Gobierno ocupa la ciudad-puerto en que se perciben y recaudan. « L a cuestión de la Capital en el Rio de la Plata, no es una cuestión política puramente, como pudiera serlo en otro país. Es una cuestión enteramente económica y financiera. La ciudad de Buenos Aires no es para las Provincias argentinas una Capital que pudiera suplirse por otra. Esa ciudad es el puerto favorito, es la aduana, es la tesorería, es el poder de toda la República Argentina. Quien tiene la Capital lo tiene todo en ese país, en fuerza de un -orden de cosas creado por las leyes coloniales españolas, que dieron á esa ciudad el monopolio del tráfico de todas las demás con la Europa. A esas leyes de siglos ha sobrevivido su obra,—la costumbre, este es el hecho actual. « En esa condición, la República Argentina, como un poeta de genio, tiene todo su tesoro en la cabeza; pero fuera mejor para su grandeza que, como un soberano, lo tuviese en sus rentas y en las arcas de su tesorería. «Dejad la ciudad de Buenos Aires, Capital de la Nación, en manos de la Provincia de Buenos Aires, y dejáis el tesoro, el poder real de la Nación convertidos en patrimonio de esa Provincia. Colocad la Capital de la Nación en otra parte que no sea la ciudad de Buenos Aires, y dejais á la Nación sin tesoro, sin Gobierno general y en brazos de la anarquía. « Así, toda la cuestión de la reorganización argentina está encerrada en la cuestión sobre la Capital, y toda la solución de esa — 390 — cuestión está en hacer de la ciudad de Buenos Aires la Capital de las Provincias argentinas. Por eso Rivadavia, al fin de su vida política, y reasumiendo el consejo de su experiencia, aseguraba que bastaban dos bases para constituir el país, una de las cuales era «.dar d todos los pueblos una cabeza, un punto capital que regle á todos y sobre el que todos se a p o y e n . . . AI efecto, es preciso que todo lo que forme la Capital sea exclusivamente n a c i o n a l . . . Con solo la sanción de esas dos bases la obra es hecha, les decía, habréis dado una Constitución á la Nación. ..»—-La otra base era la subordinación de los gobernadores al Gobierno Supremo de la Nación (abolición del caudillaje), es decir, la institución de un Gobierno Supremo Nacional. » § v Párrafos varios, estractados del folleto titulado: «Crisis permanente de las Repúblicas del Plata». Paris, Febrero de 1866. « L a Constitución argentina está virtualmente consignada en la organización de su comercio y navegación, d e q u e depende su renta pública, el modo de su recaudación y percepción, la ciudad en que esto se hace y el equilibrio del poder entre los distintos pueblos que forman la Nación. «Las Leyes de Indias, y la organización que ellas daban á esos intereses en servicio de la metrópoli, eran la Constitución colonial de lo que es hoy República Argentina. «El puerto de las Leyes ¿le Indias arrancado á Buenos Aires, y sus funciones comerciales entregadas ó devueltas á todos los puertos naturales de que está dotado el suelo argentino, por tratados y le)res escritas, como están: hé ahí la verdadera organización moderna de la República Argentina. « De esta Constitución virtual y tácita, organizada por las cosas y las necesidades del nuevo régimen, es espresion y resumen consti- — 39i — tueional la de Mayo de 1853. Ochenta artículos de ese Código, son la mera estopa republicana con que se rellenan todas las constituciones que ha hecho de rigor la Revolución de América; toda su originalidad y valor está en media docena de sus artículos. « Pero, 1 no es esa Constitución la misma que hoy rige, con cortas variaciones? No, absolutamente. Obra reaccionaria del localismo vencido, esas cortas variaciones son la restauración del desorden tradicional, mantenido con la apariencia de un sistema regular. Las veinte y dos enmiendas que sufrió la Constitución de 1853, dejaron á la Nación sin puerto, sin Capital, sin comercio directo, sin renta, sin crédito, en una palabra, sin Gobierno, con la apariencia de conservar todo eso. La Provincia de Buenos Aires no exigió sino eso, para aceptar la Constitución de 1853, <]ue, mediante ese cambio, hizo pasar todos aquellos intereses nacionales á manos de dicha Provincia y constituyó no el Gobierno nacional, sino el Gobierno local de Buenos Aires, en soberano real y efectivo de la Nación toda. « l Cuál seria, según esto, la reforma constitucional que reclamen los grandes y soberanos intereses, legislativos y constituyentes, por decirlo así, de la civilización argentina? L a que ha de tener lugar, m a s ó menos tarde, por el imperio de las cosas: la supresión d é l o s cambios que la mano de la reacción victoriosa hizo á la Constitución de 1853, y la reposición sustancial de esa ley. «Esta Constitución merece la resurrección completa, que obtendrá un dia, no por motivos de perfección abstracta ó la similitud con la Constitución de Norte América, ó de simple obstinación apasionada de los que colaboraron en ella. Tales motivos serian insuficientes para un cambio tan grave. Es que ella contiene los elementos esenciales de todo Gobierno regular, sea cual fuere su forma, el primero y mas cardinal de los cuales, es la generalización, la centralización discreta y relativa del gobierno de todas las Provincias en manos de un poder común, eficaz y real. No ha sido reformada sino para privarla de esos elementos. € Con tal que se reponga lo suprimido, que es !o esencial, poco importarían las variaciones que se introdujesen en todo el resto. La reposición de uno solo de los veinte y dos artículos enmendados, bastaría tal vez para efectuar la restauración del orden regular: — 392 — es el artículo 3 0 que daba por Capital á la Nación la ciudad de Buenos Aires, separada de su Provincia. « Rivadavia tenia razón cuando decía que bastaba esa simple cosa, para constituir el Gobierno de la República Argentina. « Como la idea de ese artículo pertenece á ese ilustre argentino, ninguna vanidad podría ser acusada de defenderlo por amor propio. «Basta asignarle su origen porteño para reconocer que ella no puede ser hostil á Buenos Aires. Esa Provincia no tendría tanta veneración por Rivadavia si él hubiera concebido en odio suyo, la idea de dividirla, para dar á la Nación su Capital histórica y normal, y á Buenos Aires el rango de que es digna. « Ese seria el medio de conciliar el interés y el rango de Buenos Aires con la susceptibilidad, el rango y los intereses de la Nación toda. «Así quedaría Buenos Aires á la cabeza de las Provincias, como ellas mismas la colocaron en la Constitución de 1853, e n honor y dignidad de ambas partes. «Buenos Aires resistió entonces esa Constitución porque dijo ver en ella la obra y ía personificación del General Urquiza, á quien llamó el único obstáculo para la organización de. la Nación. « Lejos de existir hoy ese obstáculo, Buenos Aires acaba de proclamar por boca de su representante militar como fruto de una gran política, la adquisición del personage á quien combatió diez años como la encarnación del caudiltage y de la barbarle. « Pero el general Mitre no podría apoyar una reforma de la Constitución, según la idea de Rivadavia.. . «En vista de eso, el general Mitre halla mas prudente incensar á Rivadavia, que i m i t a r l o . . . « E l podrá triunfar y recoger aplausos en mas de un campo. Las simpatías del momento pertenecen de ordinario al vencedor. « L a victoria como la juventud, puede ser fea, viciosa, indigna, siempre es simpática. « Pero, bien puede ser la simpatía, ella no es el derecho. A menudo es la iniquidad afortunada. Nace con la muerte en el alma, y sus días son siempre cortos. «Rosas triunfó años enteros para el localismo de Buenos Aires; y aunque lo cubrió con un manto mas espléndido, que el que le pone — 393 — Mitre (el confínente americano\ en lugar cíe la Nación), no por eso dejó de sucumbir, y lo peor de su caida es el proceso que le forma el mismo localismo á quien cubrió de victorias. Dorrego, su antecesor) desbarató la organización nacional de Rivadavía para servir al localismo de Buenos Aires, y un ano después fué fusilado entre los aplausos de ese localismo, que no es por lo visto, un para-rayo infalible contra el martirio de los que se consagran de buena fé á la idea nacional, estéril eu dinero, fecunda en honra. « Buenos Aires ha de vengar á la Nación, esta vez, como en las anteriores. Ella acabará por conocer á sus amigos, que son los que quieren vería á la cabeza de la Nación como corona, no como yugo; cabeza regular de un gran cuerpo, no cabeza monstruosa de un pigmeo; rica y opulenta por la ley, no por el despojo; rica de amigos, no de víctimas; Capital de un vasto país lleno de vida, no en el pórtico opulento de un cementerio; respeto del Imperio brasilero, no su befa y escarnio. « Hé ahí nuestra manera de odiar á Buenos Aires: consiste en desearle el rango que quería darle Rivadavia, su hijo mas ilustre. En represalia no deseáramos de sus localistas, sino que tuviesen por la Nación un poco del odio rivadavista que tenemos á Buenos Aires: que probasen su odio á la Nación, deseándole la reivindicación de su Capital, de su tesoro y de su poder, como nosotros odiamos á Buenos Aires, deseándole el restablecimiento de su rango de Capital Argentina. » No pretendo que estos sean todos los precedentes de la ley de Capital reciente, sino que son todos los que á mí me pertenecen. Una historia general de ellos seria incompleta si omitiese los documentos políticos del Congreso Constituyente de 1825, del de 1853, del de 1880, y, por fin, los del Gobierno reciente del Dr. Avellaneda, sin olvidar sus actos mismos, corolario práctico de la grande evolución orgánica, y aun la hoja suelta que él mismo publicó con el título de: Antecedentes de la ley sobre Capital. DOCUMENTOS Mensage del Poder Ejecutivo Nacional al Congreso, adjuntando el proyecto de ley sobre Capital Bel grano, Agosto 24 de 1880. Al Honorable Congreso de la Nación. El Poder Ejecutivo obsecuente con las manifestaciones de opinion que ha hecho ante el Honorable Congreso y la Nación, tiene el honor de presentaros el proyecto de Ley adjunto para fijar la Capital definitiva de la República en la Ciudad de Buenos Aires, como lo anunció en el Mensage de 3 de Octubre del año pasado, cerrando vuestras sesiones. El incremento de la vida nacional bajo todas sus formas, los intereses propios y extraños que se hallan vinculados á la subsistencia de su Gobierno, la urgencia de una segundad mayor, y el sentimiento de una próxima grandeza, han hablado ya en todos los espíritus, formando en mayor número la convicción sobre la necesidad de buscar una solución á la última de nuestras cuestiones orgánicas, á fin de que la Nación tome plena posesión de su existencia y de sus destinos. Los últimos acontecimientos han dado, ademas, á la necesidad sentida el carácter de un apremio evidente. El Gobierno Nacional no puede quedar por siempre, ó por mu- — 396 — cho tiempo, residiendo en Belgrano, porque seria convertir el episodio casual en una solución, sin dejar satisfecho ningún interés. No podía igualmente volver á la ciudad de Buenos Aires, sin que se cambiaran las antiguas formas de su residencia, porque estas han desaparecido bajo la experiencia mas dolorosa; y seria volver á poner de pié las mismas causas de los males conocidos, sabiendo que producen discordias ó contiendas que no se detienen delante de la sangre. Cuando la cuestión sobre la Capital ha sido traída en otras ocasiones al debate, se presentaban igualmente opiniones rectas y sinceras, discutiendo la oportunidad de su controversia ó de su solución. —Esta faz del asunto ha desaparecido.—Es inútil preguntar si es 6 no es oportuno, lo que es inevitable ó necesario. La situación presente, que es por su naturaleza y por los acontecimientos que la han producido, esencialmente transitoria, no tendrá un desenlace, sino dando una residencia propia y permanente á las autoridades nacionales. El proyecto de Ley designa á la ciudad de Buenos Aires para la Capital de la Nación. L a Capitai en Buenos Aires es el voto nacional, porque es la voz misma de la tradición y la realización bajo formas legales del rasgo mas característico de nuestra historia; y se le escucha claramente, cuando los grandes dolores ó los peligros supremos, han hecho acallar pasiones subalternas ó intereses del momento. Puede mañana sobrevenir el debate y sobrevendrá; pero acabamos todos de vivir un dia, en el que la Capital en Buenos Aires ha sido aclamada como una necesidad por el mayor número de los que habitan las catorce Provincias argentinas. L a Capital en Buenos Aires nada innova ni trastorna, sino que radica lo existente, dando seguridades mayores para lo futuro. E s la única solución venir, porque es la sola traída por las corrientes tra en la formación y Nación. de nuestro problema, fecunda para el porque no se improvisa ó inventa, la que viene de nuestra propia vida, y la que se encuenen el desenvolvimiento de nuestro ser como E s también la única solución en la verdadera acepción de la palabra, y ante los intereses presentes, porque da estabilidad y crea con- — 397 — fianza, mientras que cualquiera otra solución proyectándose con sus consecuencias en lo desconocido, infunde sospechas ó recelos y engendra peligros. Dar otras formas al mismo mal, no es resolver una cuestión social ó política, que solo puede reputarse concluida, cuando se ha provisto á la seguridad ó la satisfacción de los grandes intereses que se agitaban dentro de ella. Una cuestión de Capital para una Nación, es una cuestión de influencia para el gobierno y sobre el Gobierno que dirige sus destinos. Erigiendo los argentinos la ciudad de Buenos Aires en Capital definitiva de la República, daremos influencia permanente para el gobierno y sobre el gobierno al grupo de hombres que vive en la esfera mas culta, mas espaciosa y mas elevada; pero se la daremos con la autoridad de la Nación en su nombre y con su sello, evitando así competencias y antagonismos locales que han dejado tantos surcos oscuros, ó sangrientos en nuestra historia. Este es el pensamiento del P. E. Queda ahora sometido á la superior deliberación del Congreso. El P. E. cree que el proyecto adjunto será bien acogido por los poderes públicos de la Provincia y por la opinion patriótica y libre de sus hijos. Los acontecimientos vienen hablando después de tantos años. No hay conducta mas suicida, ni egoísmo peor entendido que el que niega á su patria los verdaderos remedios de subsistencia ó de desarrollo. El error argentino no hace sufrir sus consecuencias en T u r q u í a 6 en Rusia, sino que lo pagamos todos con nuestra sangre ó sobre nuestras cabezas, sintiendo empobrecidas ó alteradas las fuentes de la vida. Dios guarde á V» H. N. AVELLANEDA. BENJAMÍN ZORRILLA» — 398 — Ley declarando Capital de la República Argentina á la ciudad de Buenos Aires Belgrano, Setiembre 21 de 1880. Por cuanto: El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina, dos en Congreso, efc.y sancionan con fuerza de reuni- LEY: Art. i°. Declárase Capital de la República, el municipio de la ciudad de Buenos Aires, bajo sus límites actuales. Art. 2° Todos los establecimientos y edificios públicos situados en el municipio, quedarán bajo la jurisdicción de la Nación, sin que los municipales pierdan por esto su carácter. Art. 3 o El Banco de la Provincia, el Hipotecario y el Monte-Pío permanecerán bajo la jurisdicción y propiedad de la Provincia, sin alteración á los derechos que á esta corresponden. Art. 4 o L a Provincia mantendrá igualmente la administración y propiedad de sus ferro-carrîîes y telégrafos aunque empiece su arranque en el municipio de la Ciudad, conservando así mismo la propiedad de los demás bienes que tuviese en él. Art. 5° L a Nación tomará sobre sí la deuda exterior de la Provincia de Buenos Aires, previos los arreglos necesarios. Art. 6 o El Gobierno de la Provincia podrá seguir funcionando sin jurisdicción en la ciudad de Buenos Aires con ocupación de los edificios necesarios para su servicio, hasta que se traslade al lugar que sus leyes designen. Art. 7° Mientras el Congreso no organice en la Capital la Administración de Justicia, continuarán desempeñándola los Juzgados y Tribunales provinciales con su régimen presente. — 399 — Art. 80 Esta ley solo regirá una vez que la Legislatura de Buenos Aires haya hecho la cesión competente, prestando conformidad á sus cláusulas con arreglo á lo dispuesto en el artículo 3 0 de la Constitución Nacional. Art. 90 Comuniqúese al P. E . Dada en la Sala de Sesiones del Congreso Argentino, en Belgrano a veinte de Setiembre de mil ochocientos ochenta. A. D E L V A L L E B. Ocampo. Pro-Secretario del Senado. V I C E N T E P. PERALTA J, Alejo Ledesma. Secretario de la Cámara de Diputados. Belgrano, Setiembre 21 de 1880. Por tanto: Preséntese á la Legislatura de Buenos Aires en el primer dia de su reunion con el mensage acordado. Publíquese é insértese en el R. N. AVELLANEDA. BENJAMÍN ZORRILLA. — 400 — Mensage del P . E. Nacional á la Legislatura de la Provincia, solicitando la cesión de la ciudad de Buenos Aires para Capital de la Nación Poder Ejecutivo de la Nación. Buenos Aires, Octubre 7 de 1880. A la Honorable Legislatura de Buenos Aires. El Poder Ejecutivo Nacional tiene el honor de solicitar la libre y patriótica adhesion de la Legislatura de esta Provincia, á la ley dada últimamente por el Honorable Congreso, y que confirma y ratifica á la ciudad de Ráenos Aires en su carácter histórico como Capital de la Nación. La Revolución de la Independencia tuvo por objeto transferir al pueblo la autoridad que ejercían el Rey ó sus Vireyes; y la revolución se realiza en sus mnsecuencîas ó en uno de sus desenlaces, á medida que el pueblo de la Nación toma posesión del poder que le pertenece, dando á su Gobierno todos los medios que necesita para ejercerlo. Así, la ley por la que la República debe entrar en el dominio de su Capital histórica y necesaria, es aguardada hace mas de medio siglo como un corolario de la Revolución de Mayo, y como una de las mejores garantías para la subsistencia del nuevo régimen, que fué entonces establecido para honor y gloria del pueblo argentino. Nada hay casual en la historia. L a ley de la Capital en Buenos Aires se hallará por esta razón contrasignada siempre por la rúbrica inmortal de don Bernardino Rifadavía, es decir, del gobernante que, habiendo asistido á la Revolución, la comprendió mejor en sus desenvolvimientos orgánicos, y será ella la única al pié del documento, cualesquiera que sean las firmas que aparezcan en el plano superficial de los hechos exteriores, y que no siendo sino accidentes, no tienen el derecho de dar sus nombres al acontecimiento eterno. — 401 — No somos un pueblo de ayer, cuyas trazas puedan diseñarse Ubremente en un terri torio aún no ocupado. Buenos Aires es la Capital histórica, y por lo tanto la Capital necesaria, desde que se acumularon aquí las fuerzas naturales y elementales del poder argentino bajo la organización española, desde que fué la ciudad-puerto, como la llama la Ordenanza de Intendentes, el asiento de la renta, el centro del tráfico, y la residencia de la autoridad metropolitana con sus atribuciones omnímodas. Los Estados-Unidos no habrían erijido una capital nueva, si hubieran tenido una capital antigua, sellada por su existencia secular. Las colonias inglesas no hablan mantenido entre sí vínculos de union ó de dependencia. Pero nuestra vida unida no es por cierto reciente; y hace mas de doscientos cincuenta años que nuestros pueblos viven bajo un régimen común, y esos años son leyes que han creado costumbres, el poder de la tradición y una constitución no escrita^ que las constituciones escritas solo difícilmente podrían cambiar. Abrir el mapa del territorio de la República y preguntarse á sí mismo dónde debe estar nuestra Capital, como si se tratara de un objeto del mas libre examen, es salir de la historia y (lela realidad para extraviarse en las combinaciones caprichosas. La cuestión de la Capital en la República Argentina no es una cuestión geográfica. Podría revestir solamente este carácter en un país nuevo ó recientemente unido. Es para nosotros la cuestión de una tradición casi invencible y de hechos preexistentes, que se necesita tomar en cuenta, para que el poder sea efectivo, la autoridad real, para que el progreso no se interrumpa por el disturbio y la paz se mantenga duradera. La ley que declara á Buenos Aires Capital de la República, no hace sino ratificar un hecho que es el resumen y una de las causas á la vez de toda nuestra historia. Si estuvo aquí la capital del Vireinato y de la Capitanía General, es decir, la Metrópoli colonial, fué también en Buenos Aires donde se operó el movimiento déla Independencia, invocando su Cabildo el nombre común de los argentinos. El acta redactada en la Plaza de la Victoria el 25 de Mayo, es el acta de nuestro estado civil. En los archivos y bibliotecas de esta ciudad, existe atesorada nuestra vida entera de tres siglos, y estos archivos y bibliotecas no han sido formados como los de Alejandría, por la acción artificial de algunos hombres, sino por T. VIII. 26 — 402 — la acción natural y lenta del tiempo, que. îos ha reunido Insensiblemente hoja por hoja. Es el sedimento arrojado por las aguas sóbrelas márgenes del rio, mientras éste cavaba su cauce. No se conoce en la historia americana, otro ejemplo de un hecho igualmente persistente por su influencia en la suerte de una nación, aunque á veces sea contradicho por las leyes escritas. L a República Argentina no ha vivido un solo instante sin su Capital, ante la verdad íntima de la historia. Suprímase la Capital en Buenos Aires con la renta de la aduana única y con los hábitos del mando tradicional, y la tiranía de Rosas, surgiendo de la anarquía y extendiendo su imperio hasta Jujuy y hasta los Andes, seria de todo punto inexplicable. Pero cambiemos el cuadro histórico. E n medio de la disolución política y de las mayores anarquías sociales, es este centro real de una capital siempre existente, lo que ha mantenido afortunadamente aglomeradas nuestras fuerzas y viva una nación, aunque no funcionara su gobierno. No habia Poder Ejecutivo ni Congreso, no existían siquiera las formas de un Gobierno nacional; pero merced á este vínculo comim de la Capital histórica, no pudo nunca aplicarse á ¡a República Argentina, dilacerada por sus guerras civiles, la cruel palabra con que el viejo Canciller de Austria burlaba los primeros planes de la reconstrucción italiana: « La Italia no es sino una expresión geográfica». L a República Argentina fué siempre en América un ser orgánico y vivo, y su existencia jamás ha sido negada. Decrétese la Capital argentina en otro lugar que no sea Buenos Aires, y pasarán algunos años y tal vez muchas perturbaciones, antes que la Capital de la ley lo sea en el hecho y en el derecho. Pero la cuestión de la Capital necesita ya ser resuelta; y es esta la representación que traigo en nombre de los Poderes Públicos de la Nación ante la Legislatura de la Provincia, que debe pronunciar en conciencia y en libertad, la vil ti ma palabra sobre el mas grave problema de su p?trta. Buenos Aires que tuvo la gloria de proclamar la erección de? Gobierno de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, coronaria su obra inmortal, resolviendo la última y la mas recelosa de nuestras cuestiones orgánicas, y dando después de setenta años asiento definitivo al Gobierno Nacional, inaugurado bajo sus auspicios. El día de la solución, por tantos años esperado, ha llegado inevita- — 403 — blemente. Buenos Aires no debe continuar siendo la mansion común dedos Gobiernos, que pueden fácilmente descenderá las discordias sangrientas, por la fuerza fatal de los hechos mal arreglados y sin que la voluntad individual acierte á impedirlo. El sentimiento argentino proclama hoy por todas partes, que es in dispensable poner un desenlace á la cuestión sobre Capital para consolidar el Gobierno, preservarla integridad nacional que puede un día hallarse amenazada por dentro 6 fuera, y suprimir guerras civiles en las que los hombres desaparecen por millares; dando á la Nación una base definitiva de seguridad y de poder. Necesitamos un Gobierno argentino, consolidado y fuerte, como lo tienen felizmente para su bien otras naciones en esta parte de la América. Nose conquistan los primeros papeles en la historia de las naciones, sino con sacrificios, testigo Roma. Habrá quizá un desprendimiento generoso en la concesión que se pide á esta Provincia, pero no hay de cierto un agravio en colocar á la ciudad de Buenos Aires á la cabe7a del pueblo argentino. No debe esta ciudad de Buenos Aires olvidar que se halla destinada para las mas escelsas glorias, y que no podrá alcanzarlas sino fortalecida por el poder legítimo de toda una Nación. Aquí se operó la elaboración lenta y dolorosa del pasado, y deben también verificarse las activas y maravillosas transformaciones que no se esconden ya en un porvenir lejano. Llegarán á este puerto las ideas, los inventos, las instituciones, las literaturas de todos los pueblos, y se hará aquí su adaptación por el pensamiento argentino, poniéndoles su sello. De este centro intelectual, político, comercial, partirán los rayos de luz y las manifestaciones de grandeza que han de acreditar por el mundo nuestro nombre, haciendo que sea umversalmente conocida y glorificada la gran Capital del Sud. L a profecía con que se mece la cuna de un pueblo, es la representación de su destino. Demos en este caso un paso decisivo para realizarlo. Dios guarde á la Honorable Legislatura de Buenos Aires. N. AVELLANEDA. BENJAMÍN Z O R R I L L A . — S A N T I A G O TINEZ.—CARLOS PELLEGRINI. COR- — 404 — Mensage del Gobierno de la Provincia al P . E. Nacional acompañando la ley de cesión de la ciudad para Capital Gobernador de la Provincia. Buenos Aires, Diciembre 4 de 1880. Al Exmo. señor Ministro del Interior, doctor don Antonio del Viso. Tengo la honra de remitir al Exmo. señor Presidente de la República, por medio de V. E., la ley que acaba de promulgar el P. E. de la Provincia, dictada por la Legislatura de Buenos Aires, aceptando la ley que sancionó el H. Congreso de la Nación, designando esta ciudad para Capital definitiva de la República Argentina y residencia de las autoridades del Gobierno Federal, de acuerdo con lo prescrito en el artículo 3° de ía Constitución Nacional. El voto de los representantes de la Nación, unido al de los representantes de la Provincia de Buenos Aires, ha determinado el período constituyente que iniciaron nuestros padres al proclamar la independencia de la Nación. La fijación definitiva de la Capital de la República ha terminado ía obra que iniciaron los autores de la Revolución de Mayo de 1810. El voto unánime de los pueblos así lo ha querido, y la ley que me cabe el alto honor de remitir á V. E . al consagrarlo así, lleva el asentimiento de todos los hombres de buena voluntad, tanto nacionales como extranjeros. Con la solución de esta grave y trascendental cuestión, queda cerrado para siempre el período de las luchas y discordias internas, que las necesidades de los pueblos ó el pretexto de los partidos ó círculos provocaban en holocausto de la formación de la nacionalidad argentina y sus instituciones definitivas. Buenos Aires Capital de la República es la paz, y con esta el engrandecimiento presente y futuro de toda la República queda asegurado. — 405 — Los grandes debates, que fuera y dentro de los parlamentos han precedido y acompañado la sanción de la ley, han proyectado una vivísima luz, que ha llevado á todos los espíritus el convencimiento de los grandes beneficios que tanto la Provincia como la Nación han de reportar de la realización del último problema, cuya solución entregaron los constituyentes argentinos á los que fueron llamados á sucederles en la ardua tarea de constituir una nación fuerte y unida. Los grandes hechos históricos que determinan, desarrollan y completan la formación de las naciones, son mas bien la obra de acontecimientos imprevistos que el resultado de apacibles deliberaciones. Utilizar los efectos de esos eventos, d inj irlos al bien de la patria, es la misión y el deber de los hombres llamados á presidir los destinos de los pueblos. El momento solemne y necesario de designar la Capital definitiva había llegado, y la Provincia de Buenos Aires no'podia negar su ciudad, sin desmentir su patriotismo tradicional; porque eso hubiera importado negar á la Nación este recinto eminentemente argentino, donde se concentran todas las fuerzas vivas de la inteligencia, de la riqueza, del crédito y de cuanto es poder en la Nación. Negar el municipio de Buenos Aires era negar la Capital histórica é indispensable de la Nación, era retroceder colocándose mas allá del último período constituyente, era destruir el fruto de inmensos sacrificios, someter á la duda y al acaso la unidad déla Patria ; y tal vez comprometer la nacionalidad, por cuya existencia tres generaciones habían agotado sus tesoros, su tranquilidad y sus vidas. El patriotismo del pueblo argentino ha evitado ese error, y las generaciones futuras bendecirán á sus mayores, que supieron consolidar la paz en la libertad, haciendo poderosa y grande la Nación, al constituirla en su forma última y permanente. Los que no pueden negar las ventajas de la solución definitiva dada á la cuestión Capital, desconocen la oportunidad, y hasta rechazan su forma eminentemente constitucional. Jamás se hizo una gran conquista en el orden físico y moral del mundo, y especialmente en las instituciones y progresos de las sociedades humanas, sin la oposición y contradicción de muchos ; y sin que los pueblos insumieran en ella sus riquezas, y mas de una vez la realizasen á costa de su propia sangre. La coexistencia de los Poderes nacionales y provinciales en una — 406 — misma ciudad, residiendo el poder real en este, agente natural de aquel, en quien solo existia un poder nominal, fué un errado sistema, que dio en todas las épocas de nuestra historia funestos resultados, y acaba de cubrir de luto á esta sociedad en dias de terror que no volverán mas. Tampoco se perjudicará la Provincia de Rueños Aires al ceder la ciudad de su nombre. En ninguna Provincia argentina se reflejará con mayor amplitud la grandeza y prosperidad de la Nación que en esta, que por su posición geográfica, su inmenso territorio, su riqueza y su proximidad á la Capital, seguirá siendo la primera entre sus hermanas, como lo fué siempre que la patria puso á prueba su patriotismo y su abnegación, en el albor de la libertad, ó en la hora suprema del peligro y del sacrificio. Si la Nación se engrandece, la Provincia se engrandecerá. En una nacionalidad estrecha y vacilante, la Provincia de Buenos Aires hubiera podido servir de base á una dictadura ó á una tiranía en la República, de que hubiera sido ella la primera víctima; perú nunca hubiera podido alcanzar el verdadero engrandecimiento que solo adquiere sólidos fundamentos en la libertad y en la justicia. La cesión, pues, que hoy hace la Provincia de Buenos Aires de su Capital para elevarla al alto rango de Capital de la República, tiene toda la espontaneidad que dá el convencimiento íntimo de que ella importa con el engrandecimiento de la Nación, el engrandecimiento de la Provincia misma. La paz y la prosperidad de aquella, es la paz y la prosperidad de esta. El P. E . participa de ese convencimiento, y piensa que la fijación definitiva de la Capital de la República en la ciudad de Buenos Aires, es la base granítica en que se asentará inconmovible la concordia de los pueblos y la paz de la República. Una y otra nos aseguran la integridad nacional y nos han de merecer la consideración y el respeto de las demás naciones. Por último, Exmo. Señor, la cesión que Buenos Aires acaba de hacer, servirá también para demostrar á sus hermanas los sentimientos de confraternidad que la animan, y que pide al Dios Todo Poderoso mantenga siempre vivos éntrelos pueblos de la República para la felicidad de todos. — 407 — Antes de terminar hago presente á V. E . que, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 2° de la ley, este Gobierno está pronto para iniciar los arreglos á que la misma se refiere. Reitero 4 V. E . las seguridades de mi mas alta consideración. ROMERO C. D ' A M I C O — M A R I A N O DEMARIA. Ley de la Legislatura de la P r o v i n c i a cediendo la ciudad de B u e n o s Aires para Capital de la'^República Argentina E¿ Senado y Cámara de Diputados, sancionan con valor y fuerza de LEY : Art. i°.—A los efectos del artículo 30 de la Constitución de la Nación, la Legislatura de la Provincia, cede el territorio del municipio de la Ciudad de Buenos Aires que ha sido declarado Capital de la República por la ley nacional de Setiembre 21 de 1880. Art. 2°.—Queda facultado el P. E. para celebrar con el Gobierno Nacional los arreglos necesarios al cumplimiento de esta ley, debiendo someterlos á la aprobación de la Legislatura. Art. 3°.—Mientras el Honorable Congreso no dicte leyes de impuestos para la ciudad, esta abonará las contribuciones generales y municipales que actualmente paga, con escepcion del impuesto de alcoholes y tabaco, que solo se cobrará hasta el 31 de Diciembre del año presente. Art. 4.0.—Comuniqúese, etc. Dada en la Sala de Sesiones de la Legislatura de la Provincia, á 26 de Noviembre de 1880. JUAN DARQUIER Bertiabé Artayeta Castex Secretario de la Cámara de D D . NICOLÁS ACHÁVAL Luis J. Pinto. Secretario del Senado, 408 — Buenos Aires, Diciembre 6 de ï88o. Cúmplase, comuniqúese, publíquese é insértese en el R. O. ROMERO. CARLOS D'AMICO—MARIANO DEMARIA. FIN D E L TOMO OCTAVO Con el presente tomo termina Icepublicación de las obras publicadas por el Dr. Alber dû INDICE GENERAL D E LAS « U S EDITADAS I L 1.1. JÜAN BAUTISTA U i l l H »-— n -i-- »i.» i T m ni INDICE DEL TOMO I PÁGINAS Apuntes Biográficos El Espíritu de la Música : De la música en general Música de iglesia. ........ Música dramática • Del drama ó espectáculo lírico Recitado » Del aria Música de cámara y popular Música instrumental De la voz y del canto De los instrumentos é instrumentistas De la ejecución en general De la composición Del genio Del músico Del gusto Reglas para juzgar una pieza que se oye por primera vez Ensayos sobre un método nuevo para aprender á tocar el piano Discurso preliminar— Introducción Cuestión primera Cuestión segunda ,• . VII I 5 5 6 6 9 9 12 13 16 18 20 21 22 23 24 25 30 33 39 41 42 — 410 — PÁGINAS Cuestión tercera Cuestión cuarta Cuestión quinta Cuestión sesta Cuestión séptima Cuestión octava Cuestión novena Cuestión décima .. . . . . . . . . . . . . . . . Cuestión undécima , Cuestión duodécima „ Conclusion L Memoria descriptiva sobre Tucuman Rasgos fisonómicos de Tucuman Carácter físico y moral del pueblo tucuma.no bajo la influencia del clima. Monumentos patrióticos Contestación al voto de América . Fragmento preliminar al Estudio del Derecho Prefacio .. Primera parte.—Teoría del Derecho natutal : Segunda parte.—Teoría del Derecho Positivo < Tercera parte.—Teoría de la Jurisprudencia Notas , Discurso pronunciado el día de la apertura del Salon Literario Artículos literarios y de costumbres Prospecto de La Moda Modas porícñas Modas de señoras Peinados Modas Políticas Calle del Cabildo ... Teoremas fundamentales del arte moderno Poesía Impresiones de la representación de «Marino Faliero> Literatura española Mi nombre y mi pian Reglas de urbanidad para una visita Las cartas Adivinanzas de Pedro Grullo El bracete Da. Rita Material La esquela funeraria Las tapas Señales del hombre fino Fragmentos de los estudios sobre la España, de Viardot Bellini á la faz de Rossini Predicar en desiertos El Carnaval 43 45 45 46 47 47 49 49 5o 51 51 53 59 7o 77 81 99 103 143 183 222 239 257 269 273 274 275 276 277 278 279 281 28.2 285 288 291 297 300 304 306 308 310 312 315 316 318 321 — 411 — TÁGINAS Aviso 323 Un papel popular Instituciones oratorias. . .... Album alfabético Notas literarias. Del arte moderno Bellezas de V ictor I lugo Figarillo en el pulpito Trece de Abril Reacción contra el españolismo Los escritores nuevos y los escritores viejos. . . . » . . . . . .• . . . ...........i..............,,..... irarjsma..... Caracteres Figarillo en Montevideo Condiciones de una tertulia de baile. Figarillo de centinela La generación presente a l a faz de la generación pasada. Impresiones de una visita al Paraná Sociabilidad—Costumbres Qué me importa! La Revolución de Mayó—Crónica dramática en cuatro partes 32^ 332 33^ 345 347 349 352 355 357 3 363 366 37 2 377 383 3^ 39 2 397 401 ÍNDICE DEL TOMO II PÁGINAS Proceso de don Fabio J. Mainez Alegato en defensa de José Leon Certamen poético, 1841 El Editor, por J. B. Alberdi Informe de la Comisión Clasificadora Narración del Acto del 25 en el Coliseo, por J. B. A A Mayo (composición de J. M. Gutierrez). A Mayo (composición de L. J. Domínguez) El Gigante Amapolas. Sobre la nueva situación de los asuntos del Plata El Eden, especie de poema escrito en el mar por J. B. A. y puesto en verso por Juan M. Gutierrez 7 21 51 53 69 77 84 97 105 129 153 —m— PAGINAS Descripción del *Eden> La partida La tempestad.,. • La vida del marino » Después de la tormenta* Viernes Santo » Eternidad de Roma Ei Trópico Tarde en calma Armonías de la noche en el mar Recuerdos en la noche Bautismo de la línea El Ecuador El mar es el Parnaso de la musa moderna Peripecia del poema El tiempo lleva al mundo á la edad de oro Inhumación de la gloría helénica Mayo y la España Cádiz y sus gracias Paisaje animado del Estrecho de Gibraltar El Mediterráneo El Africa y sus destinos La España Oriental EÎ fuego es español La Italia, término del cEden» Veinte días en Genova El general San Martin en 1843 Tobias ó la cárcel á la vela. Memoria sobre la conveniencia de un Congreso americano..,, Biografía del general don Manuel Búlnes Defensa de «El Mercurio> . .. , 157 158 159 164 165 170 172 174 175 177 178 179 184 188 193 195 Ï97 199 200 202 206 207 208 209 212 213 333 343 387 413 475 ÍNDICE DEL TOMO III PÁGINAS Defensa de José Pastor Peña „ Los americanos ligados al extranjero Si y No acerca de la controversia ultramontana ó trasandina 5 6l 71 — 413 — PÁGINAS Acción de la Europa en América Legislación de la prensa en Chile ó sea Manual del escritor, del impresor y del Jurado De la magistratura y sus atribuciones en Chile; ó sea de la organización de los Tribunales y juzgados, según las leyes que reglan al presente la administración de j usticia La República Argentina 37 años después de la Revolución de M a y o . . . . Manual de cjecuciores y quiebras, ó sea colección autorizada y concordancia de las leyes páírias y españolas que rigen en Chile Carta sobre los estudos convenientes para formar un abogado, con arreglo á las necesidades de la sociedad actual en sud-américa . . . . Estudios políticos-—Examen de las ideas del señor Frías Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina -. Introducción I. II. III. IV. V. VI. VIL VIII. IX. X. XI. XII. XIII. XIV. XV. XVI. Situación constitucional del Plata en 1852 Carácter histórico del derecho constitucional Sud-Amerieano : su division esencial en dos períodos Constituciones ensayadas en la República Argentina • Constitución de Chile—Defectos que hacen peligrosa su imitación Constitución del Perú—Es calculada por su atraso Constitución de los Estados que formaron la República de Colombia—Vicios por los que no debe imitarse De la Constitución de Méjicu, y de los vicios que originan su atraso Constitución del Estado Oriental del Uruguay—Defectos que hacen peligrosa su imitación Constitución del Paraguay—Defectos que hacen .aborrecible su ejemplo Cuál debe ser el espíritu del nuevo derecho constitucional en Sud-América Constitución de California ,. Falsa posición de las Repúblicas hispano-americanas.—La monarquía no es el medio de salir de ella, sino la República posible antes de la República verdadera La educación no es la instrucción Acción civilizadora de la Europa en las Repúblicas de SudAmérica D e la inmigración como medio de progreso y cultura para la América del Sud—Medios de fomentar la inmigración— Tratados extranjeros—La inmigración espontánea y no la artificial—Tolerancia religiosa — Ferro-carriles— Franquicias —Libre navegación fluvial De la legislación como medio de estimular la población y el desarrollo de nuestras Repúblicas „ 79 96 141 219 243 343 355 371 381 385 386 390 396 398 400 402 403 405 408 410 413 416 420 426 438 — 414 — PÁQINAS XVII. Bases y puntos de partida para la constitución del gobierno de la República Argentina XVIII. Continuación del mismo asunto—Fines de la Constitución Argentina . XIX. Continuación del misino asunto—Del Gobierno y su forma— La unidad pura es imposible XX. Continuación del mismo asunto—Origen y causas de la descentralización del Gobierno de la República A r g e n t i n a , . . . XXI. Continuación del mismo asunto—La federación pura es imposible en la República Argentina—Cuál federación es practicable en aquel país XXII. Idea de la manera práctica de organizar el Gobierno mixto que se propone, tomada de los Gobiernos federales de Norte América, Suiza y Alemania—Cuestión electoral XXIII. Continuación del mismo asunto—Objetos y facultades del Gobierno general XXIV. Continuación del mismo asunto—Extension de las facultades y poderes del Gobierno general XXV. Continuación del mismo objeto—Extension relativa de cada uno de los poderes nacionales—Rol y misión del Poder Ejecutivo en la América del Sud—Ejemplo de C h i l e . . . . . . . . . XXVI. De la Capital de la Confederación Argentina—Todo Gobierno Nacional es imposible con la Capital en Buenos A i r e s . . . . . XXVII. Respuesta alas objeciones contra la posibilidad de una Constitución general para la República Argentina xxvii r. Continuación del mismo asunto—El sistema de Gobierno tiene tanta parte como la disposición délos habitantes en la suerte délos Estados—Ejemplo de ello—La República Argentina tiene elementos para vivir constituida XXIX. De la política que conviene á la situación de la República Argentina XXX. Continuación del mismo asunto—Vocación política de la Constitucion, ó de la política conveniente á sus lines XXXI. Continuación del mismo asunto—En América gobernar es poblar XXXII. Continuación del mismo objeto—Sin nueva población es imposible el nuevo régimen—Política contra el desierto, actual enemigo de América XXXIII. Continuación del mismo asunto—La Constitución debe garantirse contra leyes orgánicas que pretendan destruirla por escepcíones—Examen de la Constitución de Bolivia, modelo del fraude en la libertad XXXIV. Continuación del mismo asunto—Política conveniente para después de dada la Constitución XXXV. De la política de Buenos Aires para con la Nación Argentina XXXVI. Advertencia que sirve de prefacio y de análisis del proyecto de Constitución que sigue 442 449 458 462 467 472 477 484 488 493 506 509 SIS 522 525 527 531 534 546 555 — 415 — PAGINAS XXXVII. Proyecto de Constitución concebido según las bases desarrolladas en este libro > 55& PROYECTO DE CONSTITUCIÓN DEL AUTOR Parte primera. — Principios, derechos y garantías fundamentales Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo I.—Disposiciones generales IT.— Derecho público argentino III.—Derecho público deferido á los extranjeros IV.—Garantías públicas de orden y de progreso 559 561 563 5^4 Segunda parte.—Autoridades de ia Confederación SECCIÓN I a. AUTORIDADES GENERALES Capítulo Î.—Del Poder Legislativo Capítulo II.—Del Poder Ejecutivo Capítulo 1IL—Del Poder Judiciario SECCIÓN 2*. AUTORIDADES Ó GOBIERNOS 567 572 578 DE PROVINCIA Capítulo único. 579 INDICE DEL TOMO IV PAGINAS Cartas sobre la prensa y la política militante de la República Argentina Advertencia, Primera Carta—Motivos y tendencias conservadoras de esta publicación —Prensa argentina—La nueva situación reclama nueva prensa— —Caracteres de ambas—La prensa de guerra ha concluido su misión liberal—Conatos de restauración—El caudillage en la prensa , Segunda Carta—Estravío de la prensa liberal después de la caída de Rosas—Campaña y escritos del señor Sarmiento—Son acusación, no historia; él es parte y no testigo ni juez—Motivos de su opo- 5 7 H — 416 — PAGINAS sicion personal acreditados por sas obras—Ease de su crítica militar—Importación indiscreta de la ciencia francesa en guerra como en política—-Esa obra sirve al desorden, distrae la opinion de los asuntos serios y compromete la gloria argentina—Caricatura de la batalla de Caseros—Propaganda de resistencia anárquica Carta tercera—Roí de la prensa en la caida de Rosas—Ambiciones impotentes surgidas de su seno—Escritos del señor Sarmiento anteriores al 3 de Febrero—<Facundo>, escrito conservador, y el proceso de las ideas exaltadas—Los caudillos son el desierto— La sociedad argentina, su gobierno y política, son expresión del suelo extenso y despoblado—Fuentes normales de la autoridad—Desconocidas por los unitarios de otros tiempos y por sus imitadores de 1853—Errores de ambos—Rol de las «Campañas> en el Gobierno y civilización argentina—Por qué el diarismo no dá hombres de Estado—Biografías de caudillos—Por qué la prensa contra Rosas era superior á la actual—cArgirópolis>, ó el asiento y la posibilidad de un Congreso i n d e p e n d i e n t e . . . . . . Caria C2<arta—De la personalidad que interesa á las ideas—Del yo en política—Ataques contestados, sobre pacto de abstención, sobre cambios de propósitos—Pretendidas provocaciones —Posición semi-oficial—Comparación con Girardin—Los exaltados no tienen ideas fijas sobre forma de gobierno—Si <Argirópoliss es copia ó es original etc., etc Complicidad de la prensa en las guerras civiles de la República Argentina Terroristas de la prensa — Si los que atropellan la ley estando abajo, pueden respetarla estando arriba Del delito en la polémica.., " Rectificaciones Enmienda honorable Extractos de cartas de Sarmiento á Alberdi Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina según la Constitución de 1853 Introducción 23 5° 75 95 99 105 109 130 131 Ï43 144 PRIMERA PARTE Disposiciones y principios de la Constitución Argentina referentes á la producción de las riquezas Capítulo I—Consideraciones generales Capítulo II—Derechos y garantías protectores de la producción Artículo 1 ° —Garantías y libertades comunes á los tres instrumentos y á los tres modos de producción § I.—De la libertad en sus relaciones con la producción económica 152 156 157 158 — 417 — PÁGINAS § TI—De la igualdad en sus relaciones con la producción § III—De la propiedad en sus relaciones con la producción industrial., § ÏV—De la seguridsd personal en sus relaciones con la producción de la riqueza , . § V—De la instrucción en sus relaciones con la producción económica. Artículo Segundo—Principios y garantías constitucionales que tienen relación con la producción agrícola Artículo Tercero—Principios y disposiciones de la Constitución que se refieren á la producción comercial. Artículo Cuarto—Principios y disposiciones constitucionales que se refieren á la industria fabril § I—Situación fabril del país § II, §111§ V Capítulo III—Escollos y peligros á que están espuestas las libertades protectoras de la producción , ,,...... Artículo Primero—De cómo las garantías económicas de ía Constitución pueden ser derogadas por las leyes que se diesen para organizar su ejercicio § I—La libertad declarada no es la libertad puesta en obra § II—El peligro de inconsecuencia viene de la educación colonial y de la Consti tucion misma § III—Ejemplos del medio de derogar la Constitución por las leyes orgánicas — Cómo la garantía constitucional de la propiedad puede ser alterada por el Código Civil § IV—De qué modo la seguridad personal, garantida por la Constitución, puede ser derogada por la ley en dañü de la riqueza—. § V—De los infinitos medios como la libertad económica puede ser derogada por la ley orgánica § VI—Toda ley que da al Gobierno el derecho de ejercer exclusivamente industrias declaradas de derecho común, crea un estanco, restablece el coloniaje, ataca la libertad § VII—-De cómo el derecho al trabajo, declarado por la Constitución, puede ser atacado por la ley % VIII—La libertad del trabajo puede ser atacada en nombre de la organización del trabajo—Verdadero sentido de esta palabra alterado por los socialistas § IX—Tor qué la Constitución sujetó á la ley el ejercicio de ios derechos económicos % X—Garantías de la Constitución contra las derogaciones de la ley orgánica—Base constitucional de toda ley económica Artículo Segundo—De cómo puede ser anulada la Constitución, en materia económica, por las leyes orgánicas anteriores á su sanción § I—Nuestra legislación española es incompatible en gran parte con la Constitución moderna—La reforma legislativa es el itnico meT. VIII. 27 161 164 167 169 171 172 176 176 177 179 182 183 184 1S6 190 193 ï 94 196 198 2ol 202 203 — 418 PÁGINAS $ § £ § £ § § i; § § § g § dio de poner en practica el nuevo régimen constitucional.... II—Bases económicas de la reforma legislativa III—Reformas económicas del derecho civil con respecto á las personas División de las personas—Potestad dominica—Patria potestad—Muerte civil—Matrimonio—Tutela y cúratela—Los menores, mujeres é incapaces no deben ser protegidos por la ley á espensas del capital y del crédito IV—Reformas del derecho civil que se refieren á las cosas ó bienes —Puntos de oposición entre el derecho civil romano, que ha sido y puede ser modelo del nuestro, con el estado económico de esta época V—Puntos de oposición entre el derecho civil francés, modelo de las reformas legis'ativas en Sud-América, con el estado económico de esta época VI—Puntos de oposición entre el estado y exigencias económicas de la América actual con el derecho civil de las Partidas, Fuero Real, Recopilación Indiana, Recopilación Castellana, etc.—Variaciones introducidas por la Constitución en la division de las cosas ó bienes _ ... VII—Reformas económicas exigidas por la Constitución en el derecho civil relativo á las cosas privadas consideradas en el modo de adquirir, conservar y trasmitir su dominio—Peculios de los hijos —Ocupación—Invención » VIII—Silencio y vacio del derecho civil español sobre la producción industrial como el primer modo originario perfecto de adquirir la propiedad en esta época—Accesión -Tradición—Título—'Importancia y base de la reforma en este punto vital á la circulación de la riqueza. IX.—Continuación del mismo asunto—Adquisición hereditaria—Reformas exigidas por la Constitución á este respecto, en el interés de la riqueza y la libertad económica X—Continuación del mismo asunto—Servidumbre, prescripción—Hipotecas—Reformas necesarias para hacer efectiva la Constitución á este respecto XI—Continuación del mismo asunto—Reformas económicas exigidas por la Constitución en el sistema ó teoría de las obligaciones como medio de adquisición XII—Reformas económicas que la Constitución exige en el derecho civil relativo álos contratos de mutuo, prenda, fianza, sociedad, locación, venta, mandato etc XIII—Medios constitucionales de iniciar y acometer la reforma de la legislación orgánica—En qué consiste la organización del país— La que hoy tiene la Confederación, reside casi toda en los códigos españoles y pertenece á los reyes absolutos XIV—Hay dos métodos de reforma legislativa: por códigos completos, ó por leyes sueltas—Dificultades del primero ; motivos de preferir el último 207 209 210 214 217 221 223 227 229 231 234 236 243 245 — 419 PAGINAS § XV—Solo hay dos medios de operar reformas en legislación técnica : el despotismo imperial» ó las autorizaciones al Poder Ejecutivo cuando rige una Constitución—Chile debe al último medio sus grandes reformas—¿A quién la iniciativa?—¿Ante quién y por quién son acusables las leyes inconstitucionales?—Todos los Códigos antiguos y modernos, son modelos sospechosos de reforma, porque emanan de la voluntad omnímoda 248 SEGUNDA PARTE Disposiciones de la Constitución que se refieren al fenómeno de la distribución de las riquezas Capítulo I—Consideraciones generales sobre el sistema de la Constitución argentina en la distribución de las riquezas ... Capitulo II—Disposiciones de la Constitución que tienen relación con los salarios ó provechos del trabajo. ; . . ........ § I—De la libertad en sus relaciones con los salarios § II—De la igualdad en sus aplicaciones á los salarios.. § III—De la propiedad en sus relaciones con los salarios % IV—La organización del trabajo no tiene en Sud América las exigencias que en Europa—Aplicaciones plagiarías—Condición del pobre en la República Argentina , § V—Origen legal de la holgazanería entre los híspano-americanos § VI—Medios legales de mejorar el trabajo y su organización—En qué consiste la organización del trabajo , § VII—Oposición del antiguo derecho español y argentino con los principios de la Constitución federal sobre el trabajo—El viejo régimen en las leyes industriales de Buenos Aires Capítulo III—Disposiciones de la Constitución que se refieren al intetés ó renta de los capitales y sus beneficios § I—Los capitales son la civilización argentina, según la Constitución— Medios que ésta emplea para atraerlos § II—La Constitución argentina proteje el capital con la libertad ilimitada en la tasa del interés y en sus aplicaciones—Naturaleza económica del interés y orígenes de su alza y baja—Leyes contrarias á la Constitución en este punto vital ^ III—Continuación del mismo asunto—La Constitución atrae los capitales por la libertad absoluta de su empleo—De qué modo puede ser violada por leyes que dan al Estado la facultad exclusiva de ejercer ciertos trabajos.—Garantía contra este abuso funesto »á la civilización argentina , », £ IV—Déla seguridad como medio de atraer capitales.—Bases queá este respecto dá la Constitución á las leyes sobre préstamo, crédito, 250 254 255 256 257 258 259 260 262 264 267 271 - 420 — PAGINAS hipoteca.—Acción de los tratados exteriores en el crédito, como medio de seguridad Capítulo /¿^—Disposiciones de la Constitución que pro tejen los beneficios y renta de la tierra . § 1—Consideraciones previas sobre la tierra, su condición y aptitudes en la Confederación Argentina § II—Continuación del mismo asunto § III--—Bases constitucionales del derecho agrario argentino % IV—De los beneficios de la tierra en sus relaciones con los principios de prosperidad y libertad civil § V—De los beneficios de la tierra en sus 1 elaciones con el principio de igualdad Capîtuîô F—Disposiciones de la Constitución argentina que se refieren á la población , § I—La población ha sido su principal propósito y por qué £ II—La Constitución ofrece dos sistemas: el de la población artificial y el de la población espontánea § III—Pían de legislación para promover la inmigración espontánea—Legislación, vigente en parte en América, que despobló la España. § IV—De la Aduana como instrumento de despoblación § V—Carácter económico de la aduana según la Constitución argentina.— Es un impuesto, no un medio proteccionista ni exclusivo.—Debe ser bajo el impuesto, y fácil la tramitación para no despoblar.. § VI—La Constitución condena la Aduana de protección en el interés de poblar el país § VII De la seguridad como principio de población espontánea—Garantías que le dá á este fin la Constitución argentina 274 277 280 282 283 289 290 292 293 299 301 304 306 TERCERA PARTE Disposiciones de la Constitución que se refieren al fenómeno de los consumos públicos, ó sea de la formación, administración y empleo del tesoro nacional. Capítulo I— Principios generales de la Constitución en materia de consumos Capítulo II— Aplicación de las garantías económicas de la Constitución á los gastos ó consumos privados Capítulo III—De los consumos ó gastos públicos.—Recursos que la Constitución señala para sufragarlos.—Elementos y posibilidad de un tesoro nacional en la condición presente de la Confederación... § I—De la sensatez con que la Constitución ha declarado nacionales recursos que lo son por su naturaleza y por la tradición política 311 313 — 421 — PAGINAS argentina.—Obstáculos de hecho que la política nacional debe remover por grados y pacíficamente.—Separación rentística de Buenos Aires „ 318 ^ Ií—Continuación del mismo asunto.—La Constitución ha confirmado la integridad de la República Argentina en materia de rentas, jamás desconocida por tratados ó pactos nacionales.—Limitaciones del nueyo sistema á la unidad rentística tradicional. —Tesoro de Provincia 322 § III—Continuación del mismo asunto.—Posibilidad de los recursos que la Constitución asigna para la formación del tesoro nacional.—Fáltale sistema, no recursos 330 3 TV—Continuación del mismo asunto.—Posibilidad del producto de las tierras públicas 333 £ V—Continuación del mismo asunto—Posibilidad del recurso de las contribuciones en la Confederación.—El impuesto es posible cuando hay materia imponible 339 £ VI—Continuación del mismo asunto.—Posibilidad de la renta de Aduana para la Confederación.—De cómo al rededor de este impuesto gira toda la política argentina desde el principio de la revolución hasta hoy.—-Significado rentístico de la resistencia de Buenos Aires 342 § VI—Continuación del mismo asunto.—Posibilidad del crédito público como recurso de la Confederación comparativamente á Buenos Aires 356 § VII—Carácter local de la deuda pública de Buenos Aires, demostrado por el examen de los elementos de que consta 359 £ VIII—Artificios rentísticos de Rosas para aumentar la deuda de Buenos Aires aparentando disminuirla.—Del fraude en ¡a amortización. La union á la República solo puede salvar á Buenos Aires de la bancarota á que camina aun después de Rosas 365 § IX—Délos diversos medios de ejercer el crédito público de la Confederación . 370 § X—Aptitud de la Confederación para contraer empréstitos 372 $ XI—De las varias especies de fondos públicos que pueden componer !a deuda de la Confederación 375 Capiculo IV— Principios y reglas según los cuales deben ser organizados los recursos para la formación del Tesoro Nacional 382 £} I—Bases constitucionales del résfimen aduanero en la Confederación Argentina 384 ¿$ II—De la venta ó locación de tierras públicas como recurso del Tesoro nacional.—Sistema conveniente á los fines de la Constitución • 390 § III—De la renta de correos como recurso del Tesoro nacional argentino „,. • 398 $ IV—De las demás contribuciones que la Constitución autoriza para formar el Tesoro nacional 403 § V—Continuación del mismo asunto.—De los fineSj asiento, repartición — 422 PAGINAS y recaudación de las contribuciones según los principios de la Constitución argentina § VI—De los empréstitos y operaciones de crédito considerados como fondos del Tesoro nacional.—Cómo deben organizarse para servir á las miras de la Constitución Capítulo V— Autoridad y requisitos que en el interés d é l a libertad intervienen en 3a creación y destino de los fondos del Tesoro según la Constitución Argentina , Capítulo VI—T)Q la autoridad y requisitos que, en el interés del orden, intervienen por la Constitución argentina en la recaudación, manejo y empleo de la hacienda pública .. § I—Principios y caracteres generales de la administración de liacienda según la Constitución argentina § II—De los objetos que según la Constitución argentina son de la atribución del Ministerio de Hacienda % III—Organización del Ministerio de Hacienda en varias direcciones ó servicios % IV—Gerarquía de los funcionarios ó agentes del Gobierno Nacional para el desempeño de la administración de hacienda Capítulo VII—Objetos del gasto público según la Constitución argentina. § I—Clasificación y division general de los gastos. § II—De los gastos de cada Ministerio en particular, considerados en su objeto respectivo § III—Objetos y carácter del gasto extraordinario Conclusion 411 423 434 441 442 449 453 457 460 460 464 477 484 APÉNDICE AL SISTEMA ECONÓMICO Examen del gobierno que establece la Constitución argentina, considerado en sus relaciones con los intereses extranjeros de navegación, de comercio y de paz. I—La Constitución de la Confederación Argentina abre una era nueva en el derecho político de la América del Sud.—Es hecha para atraer á la Europa en aquel país, al contrario de las otras, que fueron hechas para alejarla.—-Según ella, en América, gobernar es poblar.—Sus medios de poblar son la libertad civil yjapaz.— Llega á este fin por la libertad de navegación fluvial y de comercio. II—La libertad fluvial es el único medio de reducir á verdad de hecho la libertad de comercio en las Provincias argentinas III—La libertad fluvial es la llave de la paz de la República Argentina. IV—Garantías que establece la Constitución contra las resistencias al libre comercio y á la existencia del nuevo Gobierno Nacional. 495 497 500 504 — 423 — PAGINAS V—La Constitución argentina hace de la política exterior la llave principal de ía libertad de navegación y déla paz.—Garantías internacionales del nuevo orden constitucional argentino VI—Política que impone á las naciones extranjeras signatarias de los tratados sobredichos eí interés de completar su ejecución en servicio de la libertad de comercio y de la pacificación de aquel país 5°§ 509 INDICE DEL TOMO V Elementos del Derecho Público Provincial Argentino PÁGINAS Introducción 6 PRIMERA PARTE Fuentes del Derecho Público Provincial Capítulo I—Nociones elementales del derecho constitucional de Provincia g I—Gobierno interior—Legislación civil y comercial—Naturalización —Parte interior—Privilegios y primas—Comercio interior y exterior—Fesas y medidas—Orden interior § II—Gobierno exterior—Tratados—Declaraciones de guerra y de paz —Diplomacia—Defensa interior § III—Guerra y Marina—Declaraciones de guerra, de estado de sitio— Poder de levantar fuerzas militares, de reglamentar el ejército y las milicias—De hacer la paz, de conferir grados, de permitir la salida y entrada de tropas , § IV—Administración de Hacienda—Poder de imposición, de establecer aduanas exteriores—No hay aduana interior—Extension del poder nacional en el ramo de contribuciones. § V—Justicia—Motivos que hacen necesaria una justicia nacional ó fede- 9 9 II 15 16 18 - 424 — PAGINAS ral—Objetos y leyes cuyo conocimiento y aplicación corresponden por su naturaleza á la justicia suprema ó federal—Peligros generales de entregar á las justicias de Provincias el conocimiento de las causas de derecho internacional privado y del almirantazgo . § VI—Regla general de deslinde entre lo nacional y provincial—Objetos comunes á uno y otro—Abundancia y fertilidad de los poderes de Provincia—Las Provincias adquieren y agrandan el poder que parecen abandonar á la Confederación £ YIÍ—Las Provincias no pueden ejercer poderes nacionales, sin desmembrar la soberanía—Idea de la integridad nacional—Ataques que puede recibir de las instituciones locales—Consecuencias y peligros de esos ataques para la vida del país como nación... Capítulo II—Derecho público anterior—Necesidad de apoyar el derecho nuevo en el derecho anterior—Noción del sistema conservador d¿l nuevo régimen —Clasificación de los antecedentes constitucionales para las Provincias argentinas £ l—Constitución y leyes generales sancionadas durante la revolución — Enumeración de ellas y reglas que establecen ¡Dará deslindar el poder de Provincia del poder nacional £ lí—Tratados celebrados con las naciones extranjeras—Ellos forman parte ddl derecho público argentino—Tratados existentes—Bases obligatorias que ellos suministran al derecho público de Provincia § III—Tratados y ligas parciales de las Provincias entre sí. En qué sentido serán admisibles en adelante y en cuál nó. Principios que suministran como bases obligadas al derecho provincial argentino—Examen del tratado litoral de 1831 i; IV—Constitución y leyes fundamentales de carácter local—Esta fuente es la mas legítima, pero la mas alterada y peligrosa para el derecho provincial argentino—Origen histórico de sus vicios— Ellos constituyen el mayor mal de la República Argentina £ V—Usos, prácticas y costumbres de derecho público introducidos desde la revolución — Son mas bien teorías que prácticas verdaderas § VI—Leyes y tradiciones políticas anteriores á la revolución de 1810— Antecedentes coloniales de la democracia argentina—Los principios de la soberanía del pueblo y del Gobierno representativo existen en germen en el antiguo régimen municipal—Con la extinción de los Cabildos la revolución privó al pueblo de la parte que tenia en la administración—Por qué la situación del país exige su restablecimiento—De su papel en la República de los Estados-Unidos—Opiniones de Tocqueville y de Echeverría —Su restablecimiento debe tener en miras la justicia, la beneficencia, los caminos, la inmigración, las mejoras y el orden tanto como la libertad—Garantías de su buen desempeño: indepen- 21 24 26 30 31 34 38 41 44 425 — FAGINAS dencia, renta, personal—En adelante, la política al Gobierno, la administración al pueblo Capítul • o III—-Necesidades actuales que debe satisfacer el derecho público de Provincia—Los fines del derecho de Provincia son iguales á los del derecho general: económicos mas bien que políticos; atraer Europa como en otra época se trataba de alejarla; desenvolver la libertad por ia riqueza; educar el pueblo por inmigraciones civilizadas; poblar p o r el comercio y la industria libres; mejorar la condición moral del pueblo por medios económicos. —En la Provincia como en la Nación, el gobierno se reduce al arte de poblar—Las constituciones de hoy son llamadas á crear los elementos de tener constituciones perfectas mas tarde. —Diversos medios de progreso y de gobierno., Capítulo IV—Principios fundamentales del derecho provincial interno.. § I—Del origen y asiento de la soberanía; de los medios artificiales para su ejercicio » § II—De la division del poder considerada en su naturaleza, origen y objeto § III—Escrituración de las leyes constitucionales § IV—Limitación y facultades del poder legislativo § V—Del poder judicial § VI—Del poder ejecutivo—Medios de organizado para darle fuerza sin perjuicio de la libertad § VII—Del poder municipal ó administrativo § VIII—De la elección y sus condiciones § IX—De la responsabilidad de los encargados del poder § X—De Ja publicidad—Debates; audiencias; registros públicos del Gobierno—Organización de la prensa política—Conviene la prensa del Gobierno de Mayo y del Gobierno de Rivadavia 45 55 59 6i 6z 62 63 64 65 66 67 67 SEGUNDA PARTE Examen crítico de las instituciones actuales de Provincia en la República Argentina § l—Las instituciones locales existentes son la violación de los principios sentados—Ellas, no las voluntades, son el grande obstáculo á la organización general—Origen del provincialismo constituido—Su iniciación pertenece á Buenos Aires, bajo Rivadavia—Plan y carácter de sus instituciones representativas de Provincia , § II—Las Provincias copian las instituciones políticas de Buenos Aires —Conflictos que de ahí nacen—Disculpa que asiste á Buenos Aires 72 — 420 — PAGINAS —Su Gobierno toma poderes de nación—Cita de Várela—Tratamiento—Ministerio de Provincia—Division del Gobierno provincial en cuatro departamentos: del interior, de relaciones exteriores, de hacienda, de guerra—Atribuciones nacionales que ejerció en estos ramos 76 111—Las instituciones políticas de la Provincia de Buenos Aires son origen, expresión y apoyo de las que en todas las Provincias eran obstáculos á la organización general—Por qué las aprecia Buenos Aires—Creadas por Rivadavia, en circunstancias anormales y para pocos dias, ya no existirian si él hubiese realizado su plan de organización nacional—La Constitución unitaria de 1826 las derogaba 8$ § IV—Las instituciones locales de Buenos Aires son obstáculo á la organización general y á la libertad local—Rivadavia creó las instituciones con que ha despotizado Rosas—Origen del poder extraordinario, de la policía militar, del sufragio universal, del banco, del ejército de Provincia, de las ligas litorales—Justifica* cion de Rivadavia—Posibilidad de que esas instituciones hagan nacer nueva tiranía allí y en el resto del país—La verdad á los pueblos como á los hombres: ella salvó los Estados Unidos, no la cortesanía á la vanidad del país $ V—Examen de la Constitución actual de Buenos Aires, considerada en su influjo dentro y fuera de la Provincia 94 § VI—Instituciones de las otras Provincias—Facultades de nación que dan á Entre Ríos y á Corrientes el Estatuto provisorio constitucional de aquella y la Constitución local de esta, imitaciones de la Constitución nacional de 1819—Leyes provinciales de Mendoza, que daban facultades nacionales á su Gobierno—Esa situación se extendía á toda la República—Bases ,'y necesidad de la reforma. 106 § VIT—Peligros de desmembración por la retardación de la reforma— Distinciones que esta debe hacer respecto á Buenos Aires—Rol especial de esta Provincia—Capital durante el centralismo colonial y patrio, ha sido toda la República Argentina durante el aislamiento en política exterior—Este sistema, que no puede quedar del todo, ¿podría suprimirse totalmente?—Violentando los hechos, esta tentativa expondría el país á la separación de Buenos Aires—Dejando los hechos como están, sobrevendría el mismo mal—En qué esta Provincia es diferente de las otras, y en qué no lo es—Única solución de la dificultad—Buenos Aires unida á la Nación con condiciones excepcionales Conclusion 111 121 89 — 427 — TERCERA PARTE Aplicación práctica de la doctrina de este libro á un proyecto de Constitución provincial PÁGINAs § II—Proyecto de Constitución para la Provincia de Mendoza CONSTITUCIÓN P A R A L A Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo 127 PROVINCIA I—Declaraciones generales II—Del Poder Legislativo III—Del Poder Judicial IV—Del Poder Ejecutivo V—Consejo y secretaría del Gobierno provincial VI-—Poder municipal, administración departamental. Vil—Reforma de la Constitución VIII—Disposiciones transitorias . IX—Apéndice —Derecho público local 129 132 136 138 141 143 144 144 I45 KSTUDÏOS SOBRE LA CONSTITUCIÓN A R G E N T I N A D E 1 8 5 3 I—Rol de la jurisprudencia en la organización constitucional II—El comentario no es el ataque—Error fundamental del sistema del señor Sarmiento—Fuentes ó bases naturales de comento—Un mal sistema de comento oscurece y arruina 5a ley III—Origen del federalismo doctrinario argentino—Es :an antiguo como la revolución—El que ha adoptado es suyo ........ IV—Sistema de Story en su comentario—El señor Sarmiento no lo sigue—Comenta las instituciones argentinas por la historia legal de Norte-América—Confunde Constituciones diferentes porque se parecen los preámbulos V—Diferencias entre la Constitución argentina y la de los Estados-Unidos—Analogía con la de Chile—Peculiaridad del poder ejecutivo —Consecuencias en eí sistema de comento , VI—Documentos y antecedentes propios de la Constitución argentina. VII—Erróneas aplicaciones que hace el señor Sarmiento de su sistema, y rectificaciones que recibe del texto argentino VIII—Continuación del mismo asunto—Defensa del artículo de la Constitución que hace capital á Buenos Aires—La Constitución no ha podido violarse á sí misma 14S 149 152 154 156 161 162 165 — 428 — PÁGINAS IX—Ley de capitalización—«Los Comentarios» refutados por «Sud-América»—Verdadero sentido de la resistencia de Buenos Aires según el señor Sarmiento de otro tiempo X—Absurdo de considerar como desmembración las divisiones de Provincias. Sentido administrativo de esas divisiones XI—Del tesoro nacional y sus fuentes—Sistema financiero de la Constitución—Tierras publicas—En qué consisten según el autor del «Comentario» XII—El autor del «Comentario* niega en el prefacio la posibilidad del tesoro que admite en el capítulo V—Errores económicos del autor del «Comentario» , XÍII—Errores económicos del autor délos * Comen tarios>, rectificados por el autor de «Sud-América» y de «rArgirópolis»—Estas dos publicaciones del Sr. Sarmiento explican y absuelven la actual política argentina, y son la mas fuerte refutación de su autor ... XIV—Explicación de los tratados de libertad fluvial por la doctrina de «Argirópolis», obra del Sr. Sarmiento. ..... XV—Política del memorandum en que Buenos Aires protestó contra los tratados de libertad fluvial XVI—Gobierno provincial ó interior—Diferencia esencial entre el gobierno de Estado en Nor te-América, y el gobierno de Provincia en la República A r g e n t i n a . . . . . . XVII—Continuación del mismo asunto—Consecuencias y errores de la confusion de ambos sistemas—Condición pasada de las legislaturas argentinas—Lo que es en sí el poder legislativo XVÍII—Errores del autor sobre los medios artificiales de hacer efectivo el poder legislativo provincial—Administración de justicia—Sistema municipal—Ejemplo de Chile en la organización interior provincial XIX—Aplicación de la doctrina de Story al sistema constitucional de Buenos Aires—El autor se guarda de hacerla, apesar de ser la mas útil XX—Del Gobierno Provincial como máquina auxiliar del Gobierno General—Cambio de situación política que convierte el «Comentario» en panfleto—Garantías de orden—Intervención del Gobierno federal en provincia XXI—El autor compromete el orden por sus aplicaciones inadmisibles de la jurisprudencia de Norte-América XXII—Antecedentes argentinos de la institución de los gobernadores en agentes naturales del Gobierno Nacional—El autor de los «Comentarios censura hoy lo que aplaudió ayer XXIII—Examen del sistema incerior que se aconseja en los «Comentarios» —No es mas admisible ni eficaz que el actual; ni lo impide la Constitución XXIV—Confundiendo lo que es orgánico con lo que es constitucional, el comentador pide la reforma de la Constitución sin necesidad, y contra su propio tenor 167 169 171 174 176 178 180 182 183 186 191 192 195 196 203 206 — 429 — PAGINAS XXV—índole y fisonomía del libro de los «Comentarios», Constitución de Buenos Aires, sancionada el 11 de Abril de 1854Protesta del Gobierno de la Confederación contraía Constitución de Buenos Aires Constitución del Estado de Bxienos Aires 210 215 220 221 Examen de la Constitución provincial de B u e n o s Aires I—Idea general de una Constitución de Provincia bajo el sistema federativo TI—Ataques que la Constitución de Buenos Aires infiere a l a nacionalidad argentina III—Precedente que la Constitución de Buenos Aires establece en daño de las nacionalidades sud-americanas. Política que conviene alas naciones europeas en las cuestiones argentinas IV—De los males que la Constitución de Buenos Aires hace á su Provincia misma , V—Colores, escudo, canción nacionales VI—El aislamiento de Buenos Aires no sirve ni á sus intereses de egoísmo. Es política ciega, sin plan ni sistema VII—Buenos Aires aislándose, achica y reduce sus medios de prosperidad material •. 249 253 265 272 279 281 282 D e la integridad nacional de la República Argentina, bajo todos sus sistem a s de gobierno, á propósito de sus tratados domésticos con B u e n o s Aires» I—Nacionalidad del país antes y después del tratado de 20 de Diciembre de 1854 entre la Confederación y Buenos Aires. II— Peligros del statu-quo—Medios de salir de ¿1 ó de reincorporar á Buenos Aires á la Confederación—Actos locales que alejan la union —Nacen del error en que descansa todo el edificio constitucional de Buenos Aires—Origen de este error, raíz del desquicio—El federalismo mal entendido al servicio de la desmembración—En qué difiere el federalismo argentino del de Norte-América III—La integridad nacional argentina es la tradición de toda su existencia antigua y moderna—La revolución contra España la confirma por todos sus actos, desde 1810 hasta 1855—Examen de ia ley fundamental de la colonia argentina bajo el gobierno español—Actos de Mayo y de Julio contra España—Constituciones nacionales de 1811, de 1815, de 1817, de 1819, de 1825, de 1853—Constituciones provinciales—Tratados interprovinciales—Tratados extranjeros—Leyes provinciales de la dictadura de Rosas 301 305 3I9 — 430 — PÁGINA IV—Origen do la descentralización del Gobierno argentino, ó bien sea de cómo la federación nació déla unidad, pura saber cómo se desmembró el Paraguay y Montevideo, y cómo se puede desmembrar Buenos Aires V—Continuación del mismo asunto—El exceso del poder central conveniente á la lucha contra España preparó la desmembración de algunas provincias, y trajo la resistencia de todas—Tratados de paz entre el poder de provincia y el antiguo gobierno central, en que se consagró la descentralización del Gobierno General vencido, sin perjuicio de la unidad de la Nación VI—La posición de Buenos Aires definida por la historia política argentina—Es provincia de un Estado, no un Estado—Carácter doméstico de 3a Federación Argentina, opuesto esencialmente á la Federación internacional de Norte-América—-La aplicación literal de este sistema al gobierno interior de una nación la destruye y disuelve—Consecuencias de esta diferencia en ía política exterior argentina VÏI—.La union argentina está organizada en su Constitución general— —Buenos Aires rehusa la iniciativa en el orden que ella le ofrece —No volverá á tener la iniciativa que ejerció mediante el desquicio—Garantías contra el círculo vicioso de cuarenta años—Derecho déla República para estorbar la desmembración de Buenos Aires—Su título de Provincia mas honroso que el de Estado—Su modelo actual no es Nueva York, es Nicaragua—Reconocimientos humillantes—Peligros de la ambigüedad—Solo ía moderación podrá salvar á Buenos Aires—Ella salvó la union de Norte-América y la unidad de Chile—Buenos Aires tiene hombres capaces de mirar la Nación arriba de la Provincia VIII--Deberes y política conveniente á la Confederación respecto á Buenos Aires 331 336 358 375 383 Apéndice á la integridad nacional de la República Argentina Revocación de los tratados domésticos de Diciembre y de Enero, entre la Confederación y Buenos Aires 390 De laintïgridad nacional argentina, considerada en sus relaciones con los intereses extranjeros de navegación, de comercio y de seguridad en los países del Rio de la Plata. I—De cómo la libertad fluvial abre al comercio extranjero todos los puertos argentinos y le asegura la paz, facilitando la institución de un gobierno nacional—Efectos de la separación de Buenos Aires 431 PÁGINA en la validez y ejecución de los tratados argentinos con las naciones extranjeras—El principio de esa separación es opuesto á la libertad de comercio—Buenos Aires encubre su aversion á la libertad fluvial, que le destituye de sus monopolios, con su ley dicha de libre navegación—Pruebas prácticas 392 II—De cómo la clausura fluvial hacia imposible la institución de un Gobierno Nacional y la estabilidad de la paz interior en la República Argentina—Cómo esa clausura traia á manos de Buenos Aires el poder y la renta de todas las Provincias—Cómo el interés de Buenos Aires estaba vinculado en el desorden de la Nación 398 III—Después déla caida de Rosas Buenos Aires vuelve á su política, dirigida á impedir la creación de un Gobierno Nacional y el desarrollo de la libertad fluvial—Hechos que lo aprueban—Su aislamiento es un doble ataque al orden y á la libertad de comercio IV—De cómo Buenos Aires se hace servir por las naciones extranjeras para recuperar sus monopolios de poder y de renta, en daño de ellas mismas V—De los medios prácticos que tienen las naciones extranjeras para asegurar los intereses de su comercio en el Plata-—De cómo ellos se reducen á la consolidación de la integridad argentina VI—De la conducta que conviene á las naciones extranjeras para con Buenos Aires en el interés de su comercio recíproco VII—Conclusion—La integridad política argentina es la garantía de la libertad fluvial y de comercio ; la llave de la pax interior; la barrera contra las aspiraciones del Brasil; la salvaguardia de la independencia oriental; la uniformidad de las tarifas; la union de la navegación atlántica con la fluvial; la garantía de la paz y de la riqueza de Buenos Aires; la solución única de su deuda pública ; la eficacia de los tratados internacionales Deuda inglesa de Buenos Aires Comercio inglés en Sud-Amériea Estado de la cuestión entre Buenos Aires y la Confederación Argentina después del Convenio de 11 de Setiempre de 1859 Crisis política de la República Argentina en 1861 CONDICIONES D E LA UNION Y CONSOLIDACIÓN DE LA 403 407 410 413 41S 421 429 43& 463 REPÚBLICA ARGENTINA § I—Origen y causa de la desunión entre Buenos Aires y las demás Provincias de la República Argentina—De cómo la desunión dio á Buenos Aires el gobierno de las Provincias, y á todo el pais la guerra civil y el despotismo t § II—De cómo la integridad de su Provincia fué otro de los espedientes de Buenos Aires para mantener á las demás Provincias desunidas y á la Nación sin gobierno general » § III—De cómo Buenos Aires empleó la union para sostener la desunion. § IV—De cómo la union verdadera es el medio que tiene la Nación para reivindicar su comercio, su tesoro, su capital y su poder ; y Buenos 479 484 491 495 — 432 PÁG i NAS- Aires para recuperar su ascendiente nacional y el rango de sits bellos dias , § V—Condiciones prácticas de la union definitiva § Vi—La separación absoluta de Buenos Aires no seria una solución de la lucha, seria una complicación de mas 502 510 516 ÍNDICE DEL TOMO VI PAGINAS Memoria en que el Ministro de la Confederación Argentina en las cortes de Inglaterra, Francia y España, dá cuenta á su Gobierno de los trabajos de su misión, desde 18$ $ hasta i860. D e la anarquía y sus dos causas principales, del Gobierno y sus dos elementos necesarios en la República Argentina, con motivo de su reorganización por Buenos Aires La diplomacia de Buenos Aires y los intereses americanos y europeos en el Plata El Imperio del Brasil ante la democracia de América Las disensiones de las Repúblicas del Plata y las maquinaciones del JBrasil Los intereses argentinos en la guerra del Paraguay con el Brasil , Crisis permanente de las Repúblicas del Plata Texto del tratado de alianza contra el Paraguay Intereses, peligros y garantías de los Estados del Pacífico en las regiones orientales de la América del Sud 5 151 219 267 309 357 384 431 448 — 433 — ÍNDICE DEL TOMO VII PÁGINAS La apertura del Amazonas y la clausura de sus afluentes Las dos guerras del Plata y su filiación en 1867 Dos políticas en candidatura Los dos sistemas en candidatura . Reformas de la Constitución originarias de la situación.—La capital de la República Poderes del Congreso disminuidos por la reforma La union sirviendo de máscara á la division organizada por la Constitución de i860 Actitud representativa de Bttenos Aires ante el Gobierno Nacional de i853 La actual situación y sus horrores, son resultado de la Constitución reformada de i860 , La cuestión electoral y su sentido reaccionario en favor de la paz Candidaturas del statu quo Mientras exista la Constitución reformada, todos los Presidentes gobernarán como Mitre, por guerras y alianzas extranjeras Mientras exista la Constitución reformada, la paz interior de la República Argentina será imposible •. Los partidos argentinos en sus relaciones con los intereses del comercio extranjero en la cuestión electoral „ Sofisma capaz de estraviar la diplomacia extranjera en el P l a t a . . . , , . . . La cuestión electoral en sus relaciones con Chile, Bolivia, el Paraguay y la Banda Oriental L a cuestión electoral en sus relaciones con la guerra del Paraguay y la alianza del Brasil Proyecto de Código Civil para la República Argentina Del Código en sus relaciones con el motivo que determina su sanción.. Del Código en sus relaciones con el espíritu que ha presidido ásu composición . . . El Código en sus relaciones con el método que ha presidido á su composición E! Código y el plan seguido para su composición El Código en sus relaciones con las fuentes, modelos y autoridades que han guiado al autor en su composición El Código Civil en sus relaciones con el sistema de gobierno de la República Argentina. , El Código en sus relaciones con las necesidades económicas de la República Argentina • El Código considerado en sus relaciones con el modo de ser geográfico del país argentino , ,.«,,*.., T. VIII. 2» $ 28 47 48 50 51 52 53 55 57 59 63 65 67 7° 71 73 80 81 8& 93 97 loo I04 108 119 — 434 — PÁGINAS El Código en sus relaciones con el carácter y costumbres de los argentinos Del Código en sus relaciones con el momento político de su composición y sanción ; Conclusion y consejo Palabras de un ausente en que explica á sus amigos del Plata los motivos de su alejamiento Patriotas para quienes el patriotismo de otros, es crimen de lesa patria. Casos en que la ausencia es patriotismo. Por qué el autor dejó su país La libertad de su país ha ocupado la ausencia del autor La alianza y la guerra , La traición La traición según los caudillos y según los patriotas El honor nacional El crimen de la guerra no excluye ]a gloria del soldado Civilización y barbarie 'Jal patriotismo y no el crimen es el obstáculo de los caudillos Barbarie letrada Lo que era Facundo Quiroga La candidatura oficial en una revolución Influjo de una biografía en el biógrafo El Facundo traducido en gobierno Errores históricos y económicos del autor del Facundo En qué sentido las campañas argentinas representan la civilización del Plata La civilización moderna es la seguridad La integridad es la barbarie Las instituciones copiadas al daguerreoíipo Hay casos en que oponerse al Gobierno es defender la autoridad Peregrinación de Luz del Dia ó viaje y aventuras de la Verdad en el Nuevo Mundo 125 126 128 136 138 138 14° 141 144 145 146 I48 152 153 155 l$6 157 158 159 161 162 163 I65 167 JOS 169 176 PARTE PRIMERA Quién es Luz del Dia Luz del Dia en Sud América » Encuentro de Luz del Dia con Tartufo Tartufo y Luz del Dia Condición de la Verdad en Sud-América Confesiones de Tartufo Gabinete industrial de Tartufo Sigue el examen La mesa industrial de Tartufo No todo es malo en Sud-América Los recursos de Tartufo en América , { . 177 178 179 180 182 183 185 1S6 18$ 191 192 — 435 — PÁGINAS L a moral de Tartufo Casos en que poblar es asolar Otras ocupaciones de Tartufo en América Prodigios del crédito según Tartufo La moral económica de Tartufo Los dos poderes ó la Verdad y la Mentira.. Los números son la mentira Peligros de la Verdad en América Basilio en América * Ocupaciones y recursos de Basilio Basilio y Luz del Dia Comida de Basilio y Luz del Dia en casa de Tartufo » Obras de Basilio en América Moral de Basilio Terribles recursos de Basilio Moral del espionaje explicada por Tartufo La diplomacia según Basilio Otros recursos estratégicos de Basilio Otros medios secretos de Basilio Reglas de Basilio para conservar una Legación Prosiguen las reglas de Basilio sobre el modo de explotar una Legación De la elección de los agentes diplomáticos, según Basilio Fines y objetos de la diplomacia, según Basilio Término escénico de la comida y de la conversación. La Verdad toma en infragante delito á Basilio Aventura horrible que ocurre á Luz del Dia Proceso y condenación de Luz del Dia Luz del Dia es puesta en libertad por los mismos que la han encarcelado. Contacto de Luz del Día con Gil Blas Recursos de Gil Blas en América Moral de Gil Blas en las elecciones y en la prensa Los locos de América Auxiliares de Basilio según Gil Blas. —La familia de Basilio La guerra-industria. — El cañón electoral Aventura de Gil Blas en casa de Luz del Día Otra aventura horrible de Luz del Dia 193 199 199 202 203 204 206 207 209 211 213 215 217 220 223 225 228 229 230 233 235 237 239 242 244 247 250 254 256 258 259 260 262 264 265 PARTE SEGUNDA Cansada de bribones, Luz del Dia busca los viejos caballeros españoles en América. — Noticias de don Quijote El Cid. — Don Pelayo. — Noticias de estos emigrados Noticias sobre Fígaro y don Juan Tenorio Papel de Fígaro en Sud-América , Encuentro de Luz del Dia con Fígaro Condición de la libertad er Sud-América, tratada en conversación de Luz del Dia con Fígaro .• 269 272 274 275 277 278 — 436 TÁG1NAS Quijotanía, ó la colonización socialista en Sud-América ... La teoría de Darwin aplicada á la regeneración social Plan constitucional de un pueblo de carneros. ..,. Dificultades vencidas Solución de otras objeciones al plan de Quijotanía Primer amago de desquicio Sistema de instrucción pública. —- Academia de Quijotanía Competencia de la ignorancia para hacer buenos libros. Varias instituciones sociales de Quijotanía.... Territorios.—Medios de agrandar los de Quijotanía De la población de Quijotanía y su ensanche y progreso Los indios salvajes y su conversion Código civil de la creación.—Título preliminar ,.. Títulos-espécimen ó muestras deducidas délas bases que preceden Del legislador De los efectos de la ley De las personas Usos confirmados „ De las cosas y su propiedad Proyecto de matrimonio internacional de don Quijote con una princesa indiana Disposiciones generales que interesan al orden público Debates sobre el Código Bases de un contra-proyecto de Código civil Diplomacia y política exterior de Quijotanía Fines interiores de la política exterior de Quijotanía « Vacilaciones del Gobierno de Quijotanía Fin vergonzoso del estado de Quijotanía PARTE 281 282 284 288 291 293 295 297 299 302 3°4 3°5 3°7 309 310 311 312 313 3*4 317 320 321 325 327 329 330 TERCERA Sufragio universal de la universal ignorancia La libertad es la obediencia de sí mismo Se decide Luz del Dia á dar una conferencia Conferencia pública de Luz del Dia sobre el gobierno 1 ibre Por qué Sud-América no ha encontrado aún su libertad interior Causas y autores de la independencia americana » Por qué la espada que produjo la libertad exterior, es incapaz de producir la libertad interna La guerra es escollo, no manantial de la libertad interior » Los Washington son hijos, no padres de la libertad El poeta y el soldado son los amigos mas peligrosos de la libertad L a América no será libre sino cuando esté libre de libertadores El solo medio de crear el gobierno del país por el país La inmigración que educa y civiliza, no es espontánea en países nuevos. 335 337 339 34° 345 346 347 35° 35 1 352 354 356 35£ - 437 — PÁGINAS Si el clima hermoso n o es estimado, tampoco es obstáculo de la libertad. El dilema de la libertad en Sud-Amévica índole y condición d e la libertad latina Sí es posible dirigir las corrientes de las emigraciones De la inmigración como medio de la educación política Condiciones generales de la libertad Condiciones esenciales de la paz • , Libertades que son el pan de cada dia Escollos de la libertad en Sud-América . , La libertad es «na carga, no un placer Fin de la conferencia de Luz del Dia También en Norte-América, como en la vieja Europa, estala Mentira.... Ventajas desconocidas pero incomparables de Sud-América Pellizcos de despedida entre Fígaro y Luz del Dia 360 3^1 3o2 364 3^6 368 37° 373 375 377 3&° 3^1 3^4 39 2 ÍNDICE DEL, TOMO VIII PÁGINAS La vida y los trabajos industríales de William Wheelwright CAPÍTULO 5 I §—De como á veces un extraujeio puede ser mas benemérito de la patria que un patriota §—Reforma que la Historia necesita en Sud América para mejora de su política .... §—La historia de Sud América solo ha sido la de sus guerras y guerreros. El progreso social espera sus historiadores §—Papel histórico de que es capaz el extranjero en el progreso social y material de la América del Sud, por su moderno derecho pú%— Acción social de la industria y del industrial extranjero en la mejora de Sud América • §—En qué sentido la historia de Wheelwright forma parte de la historia reciente de Sud América. Los empresarios de vías de comunicación son los mejores socialistas y diplomáticos 7 S 9 13 15 — 438 — PAGINAS §—Acción cívilizatriz cíela América sajona, en la América latina, probada por el ejemplo de Wheelwright §—£1 ejemplo de los Estados Unidos no es la panacea del mal de Sud América.—Sus peligros señalados por una grande autoridad 16 iS CAPÍTULO II Origen y nacimiento de William Wheelwright en Newbury-Port, Massachusetts, Estados Unidos de America.—Época de su nacimiento. Familia. Educación: vocación y oficio de marino.—Llegado á capitán de buque.—Viaje á Sud América en que naufraga, y muere para su país á los 25 años, pero nace para la América del Sud, en que queda toda su vida 21 CAPÍTULO III Origen de Wheelwright en Sud América. Su naufragio en Buenos Aires y su causa.—Cambio y division que ese siniestro introduce en el discurso de su existencia.—Situación del Placa en 1823, próspera pero incierta.—Wheelwright toma el partido de irse al Pacífico 26 CAPÍTULO IV Wheelwright en el Pacífico durante los primeros años.—Se ocupa en la navegación de sus costas, entre Valparaiso y Panamá.—Adquiere un caudal de experiencia y relaciones y crédito—Hace el estudio de las necesidades y recursos de esos países, con que se prepara á sus futuras empresas.—Se tija en Guayaquil, puerto principal de Colombia y del Pacífico entonces.—Allí ejerce el consulado de los Estados Unidos por algunos años. Provecho público que de ello saca 29 CAPÍTULO V Wheelwright deja al Ecuador y se fija en Chile 35 C A P Í T U L O VI Origen de la línea de vapores del Pacífico 37 C A P Í T U L O VII Lucha de Wheelwright con los restos del antiguo régimen colonial en el tráfico 41 CAPÍTULO VIII Cooperación que Wheelwright pide para su empresa á los gobiernos del Pacífico , 44 — 439 — PÁGINAS C A P Í T U L O IX 1 ,o que Wheelwright proponía en cambio de concesiones 4& CAPÍTULO X Wheelwright en Londres con el objeto de formar la compañía de vapores del Pacífico.—Opiniones de la prensa inglesa sobre el plan de Wheelwright.—Auxilio que recibe del libro de M. Scarlett sobre Sud América < CAPÍTULO S1 XI Formación de la compañía de navegación del Pacífico.—Construcción de los primeros vapores, y su partida para Chile.—Su llegada al Pacífico , 61 C A P Í T U L O XII Llegada del vapor «Perú» al Callao CAPÍTULO 63 XIII Dificultades con que lucha la empresa en su primer establecimiento.—La vida de Wheelwright es el proceso del sistema colonial español.— Falta de carbon que dá lugar á la explotación de sus minas en Chile 65 C A P Í T U L O XIV ¿\ccvdetvte del vapov «Chile-», que hizo conocer los recursos del puerto de. Guayaquil, como arsenal. —Otras dificultades con que lucha el tráfico moderno • 69 CAPÍTULO XV Mejoras varias que introduce Wheelwright en los puertos del Pacífico... CAPÍTULO XVI Dificultades para llevar ía línea hasta Panamá, nacidas de la condición excepcional de Nueva Granada CAPÍTULO 71 73 XVII Nuevos auxilios que Wheelwright encuentra en la opinion pública para vencer sus nuevas dificultades §—Recomendación que el cuerpo diplomático y consular en Lima, hace de Mr. Wheelwright, como principal Superintendente de los va-, pores en el Pacífico 76 80 — 440 — PAGINAS C A P Í T U L O XVIII Allanamiento de las dificultades.—La línea llega hasta Panamá, y esta nueva vía queda establecida.—Efectos benéficos del caTibio en el Pacífico ~ ~ 32 CAPÍTULO XIX Influencia de Wheelwright en la consolidación y desarrollo del cambio.. 86 CAPÍTULO XX Establecida la línea de vapores, Wheelwright se ocupa de los puertos y del vapor terrestre ó ferro-car riles.—Puerto de Caldera. Ferrocarril de Copiapó.—Ganancias y desinterés en Wheelwright CAPÍTULO 87 XXI Wheelwright se separa de la empresa de vapores.—Se ocupa de diferentes mejoras en Valparaiso.—Dase en adelante á empresas de ferrocarriles.—Proyecto del de Valparaiso á Santiago 91 C A P Í T U L O XXII Concurrentes con que luchó "Wheelwright, que son un escollo del progreso 94 C A P Í T U L O XXIII Concepción y plan de un ferro-carril trasandino.—Carta de "Wheelwright al Presidente de Chile sobre ello 96 C A P Í T U L O XXIV El ferro-carril trasandino trae de nuevo á Wheelwright al Plata loo C A P Í T U L O XXV Historia del Gran Central Argentino.—Su origen, su plan, su interrupción. 101 CAPÍTULO XXVI Inauguración de.los trabajos del Gran Central Argentino, en el Rosario.— Discurso notable de Wheelwright.—Formación de la Compañía del Gran Central en Londres CAPÍTULO XXVII Inauguración del servicio y tráfico del Gran Central en Córdoba.—Puntos negros en el horizonte para Wheelwright y para el Plata.—Sus 105 441 — PAGINAS obras son necesarias para un empréstito de 30 millones.—Su discurso memorable dirigido á Córdoba.—Trascendencia de la exclusion inminente de Wheelwright \.. . 109 CAPÍTULO XXVIII Ferro-carril y Puerto de la Ensenada.-—Origen é importancia de esa erapresa.—Carta de Wheelwright sobre la Ensenada 120 CAPÍTULO XXIX Wheelwright en Londres durante el empréstito.—Muerte de Brassey estando CAPÍTULO XXX Quién servia mejor el interés argentino, si Wheelwright ó el Presidente Sarmiento.—Las obras de Wheelwright eran ideas deRivadavia. 126 CAPÍTULO XXXI Circunstancias accidentales, que facilitaron la terminación del Ferro-carril de la Ensenada .... §—Inauguración del tráfico hasta Quilines 130 133 CAPÍTULO XXXII Inauguración del Ferro-carril de la Ensenada para el servicio público.—Se agravan los malos augurios de Córdoba para Wheelwright.—Discurso histórico de Wheelwright sobre el Puerto de la Ensenada.— Desde ese dia el Presidente Sarmiento se absorbe en la obra del Puerto de Bateman.—Explicación de esta anomalía 134 CAPÍTULO XXXIII El último tiempo de Wheelwright en el Rio de la Plata- - Su último viaje á Inglaterra y su muerte en Londres en el mismo año de 1873.., 140 CAPÍTULO XXXIV Consideraciones y estudios á que dá lugar la vida de Wheelwright.—Influencia social y política de sus obras en Sud América.—Ella caracteriza y define el papel civilizador de la inmigración en la América latina 142 CAPÍTULO XXXV La personalidad de Wheelwright es la expresión de la inmigración sana y honesta en Sud América.—Descripción de Wheelwright en su persona, hábitos, manera de ser privada 147 — 44'2 — PÁGINAS CAPÍTULO XXXVI Idea general ,y sintética de las obras de Wheelwright , 149 CAPÍTULO XXXYIÏ Deuda de Sud América á la memoria de Wheelwright JLa Omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual— (Discurso pronunciado en el acto de la colación de grados el día 24 de Mayo de 1880 La República Argentina consolidada en 1880 Prefacio , Introducción 152 ISS 183 185 193 PRIMERA PARTE CAPÍTULO I £—1. Antagonismos en que vivieron los dos Gobiernos coexistentes en Buenos Aires, hasta 1880 § — 2. Origen de la solución dada $—3. L a guerra argentina de 1880, su historia, sus causas, sus resultados y efectos. Los remedios de prevenir su repetición ij—4. El statu-quo era la omnipotencia del Estado, aunque sin Estado, reinando en toda la sociedad -. i; —5. Statu-quo en que no podía quedar el país sin peligro §—6. Statu-quo y sus peligros. Continuación i?—7. Origen y causa de la pasada supremacía provincial de Buenos Aires sobre la Nación .... §-S § —9. Inconvenientes del statu-quo de 1880 209 211 212 215 217 218 220 223 225 CAPÍTULO II £— 1. Consolidación del país. ¿ Cómo efectuarla ? i;—2. Unificación ó consolidación de todo el país argentino. Continua, ción ¿j—3. La Capital nacional existia, pero en desuso §—4. Bajo el símbolo de una Capital, lo que nos faltaba era una Nación §—5. Tras la Capital, faltaba la Nación. Continuación .' £—6. Buenos Aires era víctima de su viejo localismo. Como Capital de la Nación, será mas libre que antes §—7. La unidad nacional es tradición histórica en la República Argentina. §—S. Todos nuestros grandes hombres argentinos fueron centralistas 227 230 231 232 235 237 241 242. — 4i3 — PÁGÍNAS §—9. Eî federalismo de Norte-América no fué modelo del doctor Moreno, corifeo de la Revolución de 1810 §—lo. La Capital del Estado, como base de autoridad, según el doctor Moreno §—II. Capital nacional en Buenos Aires §—12. Capital nacional en Buenos Aires. Continuación §—13. Es Buenos Aires la Ciudad-Nación de que hablaba Rossi §—14, Lo que ha perdido la Nación por falta de una Capital §—15. La Capital era el Vireinato, en cierto modo, por la Ordenanza que constituía su régimen colonial §—16. El poder argentino es Buenos Aires §—17. La elección de la Capital no es facultativa. Viene de la historia , y de las cosas §—18. La organización del país argentino data del día en que España empezó su fundación §—19. ¿En qué sentido es confirmación y no cambio la consagración de Buenos Aires como Capital de la Nación ? $—20. Es y fué siempre Buenos Aires Capital obligada de la República Argentina §—21. Modificaciones que necesitó Buenos Aires como Capital del Vireinato, para ser Capital de la República ¿j—22. La Capital y la política interior §—23. La cuestión de Capital en sus relaciones con nuestro progreso intelectual 243 245 24$ 248 250 254 256 25S 262 263 267 269 273 276 276 CAPÍTULO III §—1. §—2. §—3. §—4. ^—5§—6. §—7. §—8. 70 años perdidos! La nueva Buenos Aires y el puerto de la Ensenada Puerto del Río Negro . Por qué nos han faltado hombres de Estado, y debemos esperar tenerlos en adelante Garantías de vida y porvenir del actual orden de cosas Resistencias y reacciones estériles Progreso y desarrollo del nuevo estado de cosas.—Porqué medios. Sumario y final de la primera parte 279 282 283 284 286 289 292 294 SEGUNDA PARTE CAPÍTULO ÚNICO §—1 ¿5—2. La erección de la ciudad de Buenos Aires en Capital de la Nación, le deja intacta y asegurada su importancia de provincia 2 99 301 — 444 - PÁGINAS §—3. La pretendida causa de Buenos Aires, y sus pretendidos defensores, en las cuestiones pasadas. §—4. La autonomía de Buenos Aires á lo Rosas, causa de atraso para todos los argentinos §—5. La llamada autonomía de Buenos Aires, muy peligrosa como se entendió antes de ahora, puede ser combinada con los intereses de la Nación §- -6. Revolución de 11 de Setiembre, Causa {llamada) de Buenos Aires, que era de ruina para Buenos Aires económicamente entendida §—7. Constitución provincial de Buenos Aires. Revolución de 11 de Setiembre de 1852. Continuación del párrafo anterior §—8. Constitución colonial de nuestro país, que ha sobrevivido de hecho á la Independencia §—9. La Buenos Aires del tiempo colonial §—10. La moderna Buenos Aires. Nuevos destinos, nueva vida, nueva sociedad , §—11. La nueva Buenos Aires. Continuación §—12. Moderna Buenos Aires. Objeciones y resistencias á ella §—13. La omnipotencia del Estado provincial de Buenos Aires indivi. so, era la ausencia de la libertad en los usos políticos de su sociedad ........ ............... §—14. De cómo los monopolios de la Provincia-Metrópoli han retenido el desarrollo del Sud de la República §—15. Lo que gana la ciudad de Buenos Aires con separarse de la Provincia, para ser Capital de la Nación §—16. Lo que ganará la ciudad de Buenos Aires con ser Capital de la Nación §—17. Beneficios que deriva Buenos Aires de la consolidación de la República §—18. Preocupaciones y sofismas políticos que conviene disipar en servicio de la paz §—19. La nueva Buenos Aires será la corona austral de la República Argentina §—20. Capital y Constitución para Buenos Aires §—21. Capital de la Provincia de Buenos Aires §—22. Nueva Constitución de Buenos Aires, según sus nuevos intereses,. § - 23. La reinstalación de la ciudad de Buenos Aires en Capital de la Nación, hecha en 1880, es la primera revolución efectiva contra el régimen realista de este país .... §—24. La vida de Buenos Aires para el trabajo industrial, intelectual, no podrá ser la de Paris §--25 §—26. Sofismas de forma y de falta de oportunidad §—27. Pretestos de oposición y reacción.... §—28. Buenos Aires austral, y la inmigración del Norte de Europa. Garantías de progreso futuro 307 309 311 314 317 318 320 322 324 328 029 331 332 335 337 340 34 1 344 346 347 349 352 353 355 357 357 — 44o — PÁGINAS §—29. §—30. §—31. §—32. Garantías de progreso del nuevo orden de cosas Una situación crítica demanda una política extraordinaria Prensa que conviene al nuevo orden de cosas La prensa que conviene á la seguridad del nuevo orden de cosas. 359 361 362 363 APÉNDICE Ó CAPÍTULO FINAL §—I. Capítulo XXVII del libro de «Las Bases», sobre Capital de la República. Ie* y 2 «* edición de Valparaíso, 1852 §—2. Capítulo XXVI de la tercera edición de «Las Bases», hecha en Besanzon, 1858, sobre que toda Capital en Buenos Aires era imposible, sin la division de esta Provincia §—3. Capítulo V del folleto ti tul ado : «Condiciones de Union», Paris 1861. £—4. Capítulo VI del folleto titulado: «De la anarquía y sus causas principales:», Besanzon, 1862 §—5. Párrafos varios, estractados del folleto titulado*. «Crisis permanentes de las Repúblicas del Platas, Paris, Febrero de 1S66 DOCUMENTOS Mensage del Poder Ejecutivo Nacional al Congreso, adjuntando el proyecto de ley sobre Capital Ley declarando Capital de la República Argentina á la ciudad de Buenos Aires Mensage del Poder Ejecutivo Nacional a l a Legislatura de la Provincia.. Mensage del Gobierno de la Provincia al Poder Ejecutivo Nacional Ley de la Legislatura déla Provincia cediendo á la ciudad de Buenos Aires para Capital de la RepúbÜca Argentina 395 398 400 404 407 Fin del índice General de las obras que tenia publicadas el Dr. D. Juan B. Alberdi