Diacronías
REVISTA DE DIVULGACIÓN HISTÓRICA
Año 14, número 24
mayo 2021
“Divulguemos la Historia para mejorar la sociedad”
Palabra de Clío, A.C.
Asociación de historiadores mexicanos
RAYMUNDO CASANOVA RAMÍREZ
MARCO FABRIZIO RAMÍREZ PADILLA
NURIA GALÍ FLORES
AMANDA CRUZ MÁRQUEZ
MARÍA EUGENIA HERRERA
CLAUDIA ESPINO
LESLIE MERCADO REVILLA
Presidentes honorarios
OLIVIA DOMÍNGUEZ PRIETO
Presidente
ÁUREA MAYA ALCÁNTARA
Vicepresidente
VIRIDIANA G. OLMOS
Secretaria
Diacronías, REVISTA DE DIVULGACIÓN HISTÓRICA
JOSÉ LUIS CHONG
Coordinador general
RAYMUNDO CASANOVA RAMÍREZ
Director
PATRICIA PÉREZ RAMÍREZ
Diseño
VÍCTOR CUCHÍ ESPADA
Estilo
© Diacronías. Revista de divulgación histórica, publicación cuatrimestral. Año 14, Número 24 publicada en el mes
de enero de 2021. Editor Responsable: Raymundo Casanova Ramírez. Número de Certificado de Reserva otorgado
por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2015-061517260400-102. Número de Certificado de Licitud de Título 13936 y de Contenido 11509, otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas. Domicilio de la Publicación: Insurgentes Sur # 1814-101, Col. Florida, C.P. 01030, Ciudad
de México, Imprenta: Impresora y Litográfica Heva, S.A., Arteaga # 26, Col. Cuerrero, C.P. 06300, Ciudad de
México, Distribución en la Ciudad de México: Marketing @ Promotion, Insurgentes Sur # 1810, Col. Florida,
C.P. 01030, Ciudad de México, Número ISSN: 2007-2880. Tiraje 100 ejemplares.
Fecha de expedición del permiso: julio 2016.
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no coincidir con las de la institución.
Hecho en México.
www.palabradeclio.com.mx
ÍNDICE
Editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5
ENSAYO
¿Cuál es el fin de la historia?
Flor de María Balboa Reyna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
19
ARTÍCULOS
Entre la Restauración monárquica y la Revolución Gloriosa.
Breve panorama de Inglaterra en la segunda mitad del siglo XVII
Mauricio Flamenco Bacilio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Los títulos de los señores: hacia la definición de
un género discursivo colonial en el área maya
A. Rafael Flores Hernández . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Ni tan moro ni tan cristiano: un estudio de caso sobre los
moros en las Islas Filipinas durante el siglo XVII
Mariam Saada y Luis Fernando Tolentino Parrilla. . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
La cuenca del río Necaxa y los debates científicos por la
conservación hidrológico-forestal: la polémica entre
Miguel Ángel de Quevedo y Gabriel M. Oropesa (1923-1938)
Ayamel Fernández García . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
El tesoro de la nación tiene olor a taberna.
La primera “batida contra el vicio” durante la
regencia de Uruchurtu. 1952-1966
Rogelio Cuevas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
La politización estudiantil universitaria antes de 1968
Cuauhtémoc Domínguez Nava . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Los olvidados y el neorrealismo italiano:
orientaciones preliminares
Alberto Orlando Barreto Becerril. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
Aportaciones teóricas de las masculinidades
a la historia mexicana
Leslie Carolina Correa González . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
POEMA
Juntas y de pie. Reflexión sobre la violencia hacia la mujer
Gwenn-Aëlle Folange Téry . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
RESEÑAS
Zafarrancho de combate en Tlatelolco
Marco Fabrizio Ramírez Padilla. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193
Historia de la Filosofía de la Música.
Una introducción a sus antecedentes, aporías y escolios
Filiberto Romo Aguilar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
Editorial
El mundo entero se encuentra en este aciago año 2020 luchando en
contra de una nueva enfermedad que ha causado grandes estragos
en todos los ámbitos de la vida humana y de la cual no se vislumbran,
aún, cuáles serán las consecuencias de este escenario a mediano o largo
plazo. Sin embargo, parece que surge la esperanza de una prevención basada en vacunas provenientes de distintos laboratorios y países que se
encuentran poniendo su mejor esfuerzo en encontrar la forma de enfrentar este mal. Pero la sociedad misma debe encontrar un tiempo
para reflexionar y mantener las medidas que contribuyan al control de
la expansión de ese grave padecimiento y, sobre todo, cuidarse unos a
otros acatando las normas que han partido desde la Organización
Mundial de la Salud.
Así las cosas, Diacronías contribuye a hacer el aislamiento voluntario o involuntario mas llevadero con una serie de lecturas amenas pero
no carentes de profundidad y reflexión sobre distintos temas tanto de
carácter histórico como de tipo teórico e incluso reseñas sobre obras
publicadas acerca de temas tan diversos como la masacre en Tlatelolco
acaecida el año 1968 en la Ciudad de México, o la filosofía de la música
y tampoco se puede dejar de lado un argumento de gran actualidad
constituido por el feminismo del que se presenta una historia de vida
narrada por su propia protagonista.
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Sin más preámbulo y entrando en materia, Flor de María Balboa
escribe un interesante ensayo al que titula: “¿Cuál es el fin de la Historia?” en cuyas líneas hace un acercamiento al pensamiento de Friedrich
Hegel, Carlos Marx, Francis Fukuyama e Immanuel Wallerstein sobre el tema. Para Balboa, la frase “el fin de la historia” tiene diferentes
connotaciones como son el estudio del proceso de la evolución de la
humana o si el avance científico-tecnológico ha generado cierto progreso o bienestar. Asimismo, la historia es una actividad científica que
investiga o busca las causas dentro de los distintos ámbitos sociales la
actividad realizada del hombre al que Balboa da el acertado título de
sujeto social.
Líneas adelante, Balboa realiza un planteamiento sobre la forma
en que Hegel analizó la historia desde un punto idealista y que fue refutado por Marx con su visión materialista de la misma ciencia y que,
al mismo tiempo, niega que exista un final del proceso histórico. Continuando con su análisis la autora escribe sobre el radicalismo extremo
de Francis Fukuyama, quien afirma que el fin de la historia está constituido por la civilidad lograda en Estados Unidos a partir de su democracia liberal conducida por la “economía de mercado” a partir de la
separación de los países miembros de la URSS. Fukuyama es, en palabras de la autora, un acendrado defensor de capitalismo rampante y
del neoliberalismo económico.
Por último, Wallerstein constituye la contraparte de Fukuyama,
pues para este pensador el capitalismo ha pasado por un origen, se ha
desarrollado y, al final, se está agotando, pues ha acumulado una serie de
contradicciones en los distintos aspectos de la sociedad que, en la actualidad, o en el corto plazo serán insostenibles. Para la autora la historia nunca tendrá un final, sino que su existencia y prevalencia está
asegurada, ya que esta ciencia no puede ser verificada empíricamente
y carece de un criterio de predictibilidad.
Diacronías muestra su versatilidad y diversidad al presentar un artículo escrito por Mauricio Flamenco Bacilio que titula “Entre la Restauración monárquica y la Revolución Gloriosa. Breve panorama de
EDITORIAL
Inglaterra en la segunda mitad del siglo XVII”. El autor presenta la influencia que tuvieron tanto la Guerra Civil y la Revolución Gloriosa
en la formación de un sistema de representación pública y la creación
de los distintos poderes que llevaron a la conformación, desde aquellos tiempos, de la actual Inglaterra. Flamenco considera que la guerra
civil de esos tiempos es la primera en la historia inglesa en la que participaron diferentes grupos sociales y distintas formaciones políticas o
religiosas. Como resultado de estos movimientos sociales, la monarquía se sujetaría a la participación del Parlamento en la toma de decisiones y, al mismo tiempo, tuvo origen la identidad nacional, asimismo,
el surgimiento de dicha forma de gobierno contribuyó a conformar la
organización de la estructura socioeconómica y así quedaron formados los cimientos del Imperio Británico cuya influencia es palpable
hasta el presente.
Continuando con estas breves reseñas y dentro del ámbito de la
historia colonial A. Rafael Flores Hernández realiza un análisis acerca de lo que llama “Los títulos de los señores: hacia la definición de un
género discursivo colonial en el área maya”, que tienen su origen en la
escritura realizada por los mayas a lo largo del siglo XVI. En su estudio, Flores revisó textos como son el Popol Vuh, el Título de Totonicapán, el Título de Yax, el Título de la casa Ixquín-Nehaib y el Título real de
don Francisco Izquín Nehaib de los que afirma son poseedores de un
origen común en lo que se refiere a su origen y las causas que motivaron
su redacción. El autor recurre a los testimonios de Bartolomé de las Casas y Alonso de Zorita, quienes desarrollaron actividades en la Zona
Maya de Guatemala de acuerdo con sus trabajos específicos, el primero
en su labor de misiones y el segundo como funcionario gubernamental.
Ambos personajes reconocieron la antigüedad de los antiguos textos
escritos en k’iche. Posteriormente, en el siglo XVII el cronista Francisco
de Fuentes lo reafirma diciendo que escribían en pieles de venado, en
mantas y en todo tipo de materiales para conservar la memoria de su
tiempo en todos los ámbitos de su vida y, en especial, de los tributos de
los reyes y su estirpe. Así, los llamados Títulos de los señores surgieron
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de un intercambio cultural entre los mayas y los españoles que se encargaron del estudio de los antiguos textos en cuestión.
Dentro de la misma época, pero en la lejanía del océano Pacífico,
Mariam Saada y Luis Fernando Tolentino Parrilla tratan con gran
acierto su texto al que dan por título “Ni tan moro, ni tan cristiano: un
estudio de caso sobre los moros en las Islas Filipinas durante el siglo
XVII”. Este estudio de caso es el de un personaje llamado Alejo de Castro, quien renegó de la fe católica para tomar como nueva creencia el
islam. Para empezar, los autores aclaran la ambigüedad que existe en
los términos moro y morisco; tanto uno como otro se refieren al nacido
en Mauritania o el seguidor de Mahoma. Sin embargo, en Nueva España morisco fue tomado como aquello que pertenece a los moros,
siendo también utilizado para nombrar a los musulmanes conversos
al cristianismo.
Continuando su análisis hacen una descripción concisa de la forma como el islam llegó a Filipinas, gracias a las rutas comerciales entre
distintas áreas geográficas, como son una parte de Asia Central, la India, el norte de África que practicaban la fe mahometana desde el siglo VII, y para el XIII la expansión islámica llegó a Filipinas; ya en el
siglo XVI los españoles llegaron a esta región comenzando la lucha por
imponer su ley y fe.
Bajo esas circunstancias, las Filipinas se convirtieron en un punto
clave para las rutas comerciales que buscaba España que inmediatamente se apoderaron de las islas y una de las primeras acciones fue la
instalación de un tribunal de la Inquisición. Después de esa introducción, los autores presentan el caso de Alejo de Castro, el actor principal de este texto siendo, en primera instancia, sospechoso de herejía de
la que fue liberado por no haber pruebas en su contra y, después, de
veinte años es acusado de violación por la esclava de su esposa y de
practicar algunos ritos moros. A esta última acusación se unió su misma esposa agregando que su marido no se confesaba o comulgaba durante las misas y tan sólo lo hacía en Semana Santa, y a todas estas
acciones se unió su yerno Germán de Espinoza. Por supuesto que
EDITORIAL
hubo testigos que afirmaban que tanto Castro como su esposa eran
buenos cristianos.
Bajo esa situación, Castro fue trasladado a la Ciudad de México en
1646 y recluido en la cárcel. En su primera audiencia ante los inquisidores, fue considerado buen cristiano al decir el Ave María y el Padre
nuestro correctamente. Sin embargo, en la segunda audiencia se le
realiza una prueba física y se le encuentran “huellas” de haber sido circuncidado y por ello judaizante. En presentaciones posteriores, Castro
se declaró fiel cristiano, a pesar de que su madre fue mora se enlistó en
el ejército para combatir en contra de los moros. Al final, Alejo de Castro fue condenado al destierro en Filipinas y a ser penitente abjurando
de los “errores cometidos”.
La historia posee tantas temporalidades como temas de estudio y
Diacronías da cabida a todos y cada uno de ellos; así, después de un
gran salto geográfico y temporal, lleva a sus lectores al siglo XX mexicano, donde Ayamel Fernández García realiza un trabajo de investigación que guarda una gran relación entre ciencia, tecnología y
preservación del medio ambiente titulándolo: “La cuenca del río Necaxa y los debates científicos por la conservación hidrológico-forestal:
La polémica entre Miguel Ángel de Quevedo y Gabriel M. Oropesa
(1923-1938)”. Para Fernández, el sistema hidroeléctrico del río Necaxa se planeó en las postrimerías del siglo XIX, pero su construcción se
llevó a cabo en diferentes épocas que fueron desde 1903 hasta 1954 y,
desde entonces, la energía eléctrica que se produce sigue llegando hasta varias zonas del centro del país.
Como antecedente de la edificación del sistema hidroeléctrico,
Fernández encontró que un médico francés llamado Vaquié se percató por primera vez del potencial energético de los ríos de la región de
Huauchinango y solicitó al gobierno mexicano la concesión para explotarla, la que le fue concedida y que, al paso del tiempo, problemas
económicos terminaron con su proyecto. Por esta razón vendió los derechos adquiridos a una empresa anglocanadiense llamada Mexican
Light and Power Company. Bajo la dirección de esta empresa el sistema
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hidroeléctrico, llamado ya de Necaxa, comenzó en 1906 a generar la
electricidad que alimentaba la Ciudad de México y algunas minas de
Pachuca. El sistema continuó ampliándose hasta 1954.
Con la creación del sistema hidroeléctrico de Necaxa se abrió un
debate entre Miguel Ángel de Quevedo y Gabriel Oropesa sobre el
impacto ambiental de esta planta en la región. El primero argumentaba
que la deforestación daba origen a una disminución en las precipitaciones pluviales, mientras que el segundo afirmaba lo contrario. Fernández escribe sobre las justificaciones del ingeniero Oropesa, quien
afirmaba sobre las formas de la explotación de los bosques no era desmedida, pues la madera sirvió tanto para cimentación de algunas
zonas y la fabricación de vigas mas las tablas necesarias para la construcción de vías del ferrocarril encargado de transportar materiales
necesarios en el complejo de Necaxa. Al mismo tiempo, Oropesa aseguraba que las lluvias no habían disminuido en la región con todo y la
tala de árboles.
Por su parte, Miguel Ángel de Quevedo aseguró que Oropesa interpretó sus investigaciones sobre las lluvias de acuerdo a sus propios
intereses demostrando su total desacuerdo. Para Quevedo, la orografía, los fenómenos meteorológicos y la explotación desmedida de los
bosques ejercen una influencia sobre la caída de lluvia cosa que estaba
ya sucediendo con la construcción del susodicho sistema hidroeléctrico. Al final, la edificación de la presa Necaxa se convirtió en una representación de la transformación industrial y económica en México
desde finales del siglo XIX.
Rogelio Cuevas realizó una investigación a la que dio el sugerente
título “El tesoro de la nación, tiene olor a taberna. La primer ‘batida
contra el vicio’ durante la regencia de Uruchurtu. 1952-1966”. Comienza su artículo aclarando que Ernesto Peralta Uruchurtu ocupó el
puesto de regente del Departamento del Distrito Federal entre los
años de 1952 a 1966, y también hace notar que el auge de la vida nocturna en el Distrito Federal tiene lugar desde 1930 y llega hasta la década del cincuenta. Cuevas recurre a Carlos Monsiváis que llamó a
EDITORIAL
este periodo como la “época de oro de la vida nocturna” en la ciudad y
a la que Emilio Pacheco denominó “la ciudad de la orgía perpetua”.
Lo anterior generó una serie de debates en la prensa capitalina, puesto
que el consumo de alcohol y drogas, la prostitución y los gastos que se
realizaban en los expendios de bebidas embriagantes generaban una
gran pérdida económica en la industria, porque el ausentismo laboral
crecía y los obreros “malgastaban” su salario, perjudicando a sus propias familias.
Ya durante el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines dio inicio el combate a los funcionarios corruptos y la lucha para elevar el nivel cultural
de los mexicanos. Para lograr estos objetivos nombró regente a Ernesto P. Uruchurtu, quien se comprometió a moralizar el departamento de
policía, elaborar programas que contribuyeran a contener las inundaciones y, lo que atañe al texto de Cuevas, poner límites a los “centros de
vicio y prostitución y todo aquello que la moral pública exige”. Queda claro entonces que la moral junto con la aplicación de los reglamentos, que
acabarían con todos los problemas señalados, se aplicarían con todo rigor.
Posteriormente, Cuevas escribe cómo dos diarios de la ciudad se
unieron a la campaña antivicio iniciada por Uruchurtu. Excélsior y
Magazine de Policía coincidieron en el ataque a los centros de vicio
donde, según sus reporteros, se daba la perdición, corrupción y ocurría un gran dispendio. Ya con esta presión tuvo lugar la batida contra
el vicio en 1953 y se llegaron a clausurar cerca de 549 establecimientos
expendedores de bebidas alcohólicas. Como punto final se dieron también muestras de inconformidad de los propietarios de estos negocios
arguyendo que generaban empleos y contribuían al erario público.
A continuación, la aportación a Diacronías corresponde a Cuauhtémoc
Domínguez Nava, quien escribe sobre “La politización estudiantil universitaria antes de 1968”. Este año marcó la historia de la sociedad. En
gran parte del mundo se llevaron a cabo movimientos, sobre todo juveniles, tendientes a buscar un cambio en la sociedad que beneficiara a
todos por igual. Cuauhtémoc hace un estudio sobre cómo se organizó
políticamente la comunidad universitaria previo a este año. En las pri-
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meras líneas presenta el deterioro adquisitivo que sufrió el salario, durante la década que va de 1948 a 1958, de distintos gremios, como los
ferrocarrileros, electricistas, petroleros, pero, sobre todo, los primeros
vieron cómo su ingreso era menor al de los otros grupos. Los líderes
de los ferrocarrileros eran Valentín Campa y Demetrio Vallejo que, junto con otros personajes, llevaron a cabo las negociaciones con el gobierno
y, después de una serie de manifestaciones masivas, fueron encarcelados por once años.
La injusticia cometida en contra de los ferrocarrileros constituyó
un primer paso para la politización universitaria; a esto hay que agregar que la Revolución Cubana era tema de discusión en los pasillos de
la universidad e incluso durante el primer Congreso de Juventudes
Latinoamericanas, celebrado en Cuba en 1960, se propuso crear una
Gran Central Latinoamericana de Estudiantes. Asimismo, en Moscú
se realizó el Foro Mundial de la Juventud (1961) a la que asistieron jóvenes mexicanos. Para reforzar la organización política estudiantil
mexicana aparecieron las Juventudes Comunistas Mexicanas, el Movimiento de Liberación Nacional y el Partido Popular Socialista.
Bajo ese tenor, la conciencia política tomó nuevos bríos en la
UNAM, y en la década de 1960 iniciaron sus protestas en contra de la
imposición de diferentes autoridades universitarias. Fueron los estudiantes de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales los primeros que decidieron manifestarse para participar en las decisiones
que se tomaran en su escuela. Por su parte, en 1966, los alumnos de la
Facultad de Derecho se opusieron a la reelección de su director, poniendo banderas de huelga. A esta acción se unieron las facultades de
Filosofía y Letras, de Economía y la ENCPyS. Con esto quedaron sentadas las bases de la participación activa de los estudiantes en la vida
política universitaria en la que no dejarían de participar a cualquier
precio.
Una de las nuevas bellas artes es representada por el cine, y gracias
a Alberto Orlando Barreto Becerril la revista Diacronías presenta su
texto sobre la reflexión que realizó denominándola “Los olvidados y el
EDITORIAL
neorrealismo italiano: orientaciones preliminares”. Como antecedentes del filme en cuestión, Vittorio de Sica realizó dos grandes obras en
las que se retrata las situaciones que prevalecían en la posguerra: El
limpiabotas y Ladrón de bicicletas. Después de estas líneas, Barreto hace
una semblanza biográfica de Luis Buñuel y el contacto que mantuvo
con Federico García Lorca y Salvador Dalí; con este último realiza su
primera obra a la que llaman Un perro andaluz que aunada a La edad de
oro y Las Hurdes/Tierra sin pan se constituyen en sus primeros éxitos.
Posteriormente, las líneas llevan a Buñuel hasta Nueva York y Los
Ángeles donde no tuvo oportunidad de filmar, pero no perdió contacto con la industria fílmica y así llegó a México donde filma, en 1946, El
gran calavera, al lado de Fernando Soler que tuvo un éxito inusitado, con
esto, surge la oportunidad de filmar Los olvidados; durante la filmación estableció relaciones con Luis Alcoriza y Pedro de Urdimalas, con
quien se dieron diferencias al grado que él mismo pidió se borrará su
nombre de los créditos en la película.
Al final de su investigación, Alberto Orlando Barreto realiza una
muy interesante comparación entre El limpiabotas, de Vittorio de Sica,
donde los protagonistas son dos pequeños infantes en la Roma de final
de la guerra, que son encarcelados, su amistad es puesta a prueba en la
prisión, donde se relacionan con un delincuente con el que uno de
ellos se fuga y el otro los delata para, al final, tener un encuentro en el
que durante una desventurada acción el más pequeño pierde la vida
mientras el delincuente de marras escapa de la policía. Asimismo, en
Los olvidados también está presente la pobreza, y los personajes de ambos filmes guardan una cierta similitud en lo referente al abandono
que sufren los infantes por parte de los adultos. Finalmente, lo que hermana a las dos películas es la pobreza y el fatal destino, amén de la violencia social sufrida por los personajes.
Un tema de gran actualidad son los estudios de género y Leslie
Carolina Correa González contribuye con “Aportaciones teóricas de
las masculinidades a la Historia mexicana”, partiendo de la premisa
que el género está constituido por una agrupación de saberes, discur-
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sos y relaciones de poder que tienen lugar en un espacio y tiempo determinado. Correa hace igualmente un breve recorrido histórico para
dar inicio a su texto. Así, establece que fue en Francia, en 1876, en que
se utilizó por primera vez el término “género” para diferenciar entre
varón o hembra, mientras que en la Inglaterra victoriana fue aplicado
como forma de distinguir las apariencias físicas entre hombres y mujeres. Ya en el siglo XX el concepto se introdujo en las ciencias sociales,
donde fue entendido como las conductas sociales que realizan las féminas y los varones. Para 1968 el género se refería a un desarrollo personal partiendo de las diferencias biológicas. Bajo estos términos dio
inicio un debate sobre la forma como utilizar el término en cuestión.
Para Correa, el estudio histórico de las masculinidades se han
quedado un tanto atrás con respecto al de las mujeres. Líneas adelante
escribe que la masculinidad debe ser estudiada desde distintos enfoques, como son: la naturaleza biológica del hombre, un aspecto social
en el que se cree que los varones son herederos de agresividad en la que
quedan enmarcadas la vida familiar, la competencia, las jerarquías, la
promiscuidad, etcétera.
Por último, es importante resaltar varios elementos esenciales que
para comprender el estudio de las masculinidades y feminidades es
necesario no olvidar y que, a fin de cuentas, son las relaciones de poder
y producción, que siempre están presentes y cooperan a identificar las
tendencias de crisis y colapso de la legitimidad de uno y de otro género, así como la presencia de la división del trabajo y la posesión del capital, respectivamente.
Por su parte, Gwenn-Aëlle Folange Téry trata con suprema
maestría la violencia que sufre la mujer en la sociedad de su tiempo
que es el de todos. Lleva su poema-denuncia, historia de vida, asombro, crueldad hacia el interior de su propia familia y hacia el exterior
de la misma tocando la indiferencia de la sociedad ante las viscitudes
que sufren las mujeres.
Para tentarlos a leer tan interesantes líneas va un avance textual de
“Juntas y de pie. Reflexión sobre la violencia hacia la mujer”.
EDITORIAL
Es largo, penoso y complicado de explicar, pero te paso un resumen:
mi papá quiere un segundo hijo varón para estar seguro de que su
apellido perdure a través de los años. Mi mamá, después de siete
embarazos, dice que no más. Mi papá agarra sus cosas y su pene, y
va con quién le dé gusto…
Y un día, otro más, tuve una hija. Y al cargarla, me cargué a mí.
Y la amé porque era niña. Y sentí en mí una explosión de amor que
superó al globo tronado, que todo lo tiñó de rosa, claro, y que trajo a
mi vida luz y alegría. Me tomó por sorpresa, pienso que una parte
de mí seguía creyendo que las niñas no son queribles, pero me dejé
llevar y juré, no sólo prometí, juré que ella crecería orgullosa de ser
mujer.
Y me llevé a mis dos hijos varones, niños, entre las patas.
Tanto fue enseñarle a mi hija que podía hacer lo mismo que los
hombres, que ser mujer tenía facetas llenas de enormes cualidades,
que, que, que… Que mis hijos pensaron que el ser varones era algo
malo.
Sirvan las líneas anteriores para reflexionar y leer a profundidad este
interesante texto que por primera vez y rompiendo con su tradición
histórica Diacronías publica como una forma de denuncia y que, sin
embargo, es parte de la historia del hoy.
Por último, Diacronías comparte dos reseñas de libros que invita a
leer con detenimiento, ya que constituyen parte del acervo cultural de
México. La primera de ellas, de Marco Fabrizio Ramírez Padilla, trata sobre el escrito de un soldado que participó en la Masacre de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. Así, Francisco Moisés Salcido Beltrán
escribió su libro al que llamó Zafarrancho de combate en Tlatelolco. Salcido formó parte del grupo de soldados que participó en la dura represión de que fue objeto la sociedad mexicana, él mismo relata cómo se
integró al ejército por necesidades pecuniarias, su primera acción formando parte del Batallón de Paracaidistas, en el bazucazo que destruyó la puerta del Antiguo Colegio de San Ildefonso, también integró el
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grupo que tomó la Universidad. Pero donde Salcido pone mayor énfasis es en los sucesos del 2 de octubre de 1968 hace una detallada descripción de su participación en las acciones militares y la forma como
los estudiantes o participantes en el mitin fueron golpeados, asesinados, encarcelados e incluso robados. Al final, Salcido reconoce que la
masacre perpetrada por el ejército fue planeada y reconoce la gran corrupción que existía en el ejército durante la década del sesenta.
Por su parte, Filiberto Romo reseña la obra de Oscar Andrés Cortés Cisneros de la que se proporciona su ficha bibliográfica, Historia de
la Filosofía de la Música. Una introducción a sus antecedentes, aporías y
escolios, de 2020. Romo inicia con una pequeña semblanza del autor e
inmediatamente se va a desentrañar algunos de los temas tratados en el
libro que se halla dividido en cuatro partes. La primera se titula “Prolegómenos sobre la Filosofía de la Música” y éste, a su vez, se subdivide
en cuatro temas: la primera parte donde se revisa esta filosofía en el
Mundo Antiguo y va desde la China e India a Grecia y Egipto pasando
por Persia; para Filiberto Romo esta parte es una excelente construcción realizada a lo largo de setenta páginas donde queda de manifiesto
la capacidad de síntesis de Cisneros. La segunda parte, “Sobre la Filosofía de la Música en la Antigüedad Tardía, Medioevo, Renacimiento
y Barroco”, aborda un exhaustivo análisis sobre la forma como la música fue estudiada por la filosofía y los pensadores durante estos grandes
espacios de tiempo. La tercera parte de la obra, “Sobre la Filosofía de
la Música en la Ilustración, Romanticismo, Edad Moderna y Actualidad” el reseñista subraya con enorme profundidad lo que respecta a la
gran cantidad de autores analizados y estudiados por Cisneros.
En fin, Diacronías les desea lo mejor para el mañana y que disfruten las lecturas que ofrece para seguir compartiendo el conocimiento
que nunca tendrá fin.
ENSAYO
¿Cuál es el fin de la historia?
Flor de María Balboa Reyna
Introducción
El planteamiento de que existe un fin en la historia nos retrotrae a un
problema poliédrico y polisémico que puede ser abordado desde diferentes perspectivas. Pero no cabe duda de que implica una clara referencia a la conclusión de un proceso, nada menos que a la consumación
del proceso histórico. La frase es lapidaria, contundente y desafiante: el
fin de la historia sugiere el fin de la humanidad, puesto que es ella la
que ha tenido la autoría de esta larga marcha, desde la aparición del
hombre en el planeta hasta el momento actual. El desenlace de la historia significaría la conclusión de la vida humana. Diferentes autores se
han abocado al estudio del fin de la historia. Entre ellos revisaremos a
Georg Wilhelm Friedrich Hegel, a Carlos Marx, a Francis Fukuyama
y a Immanuel Wallerstein. La frase de marras tiene otra acepción: el
fin de la historia atañe a la necesidad de encontrar un sentido al devenir
histórico y tiene que ver directamente con la investigación que cuestiona el proceso evolutivo de la humanidad. Formula la pregunta acerca
de si la ocurrencia de acontecimientos durante estos cinco mil años de
edificación de ciudades, de mejoramiento técnico, de aprendizaje político, de conocimiento científico, de desarrollo social, de avance tecnológico y adelanto cultural creados por el género humano; ha seguido un
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Flor de María Balboa Reyna
cauce que implique progreso y bienestar. Por otro lado, en el ámbito
discursivo, la afirmación de que la historia puede tener un fin implica
la posibilidad de asumir a la ciencia de la historia no sólo como un discurso científico de orden social, sino como una disciplina que aspira a
imitar el desarrollo de las ciencias naturales. Que en la emulación de
sus criterios, se atreve incluso a formular la directiva de la predictibilidad
—que, por supuesto, le es ajena por las determinaciones de su especificidad como ciencia social— en aras de cumplir con la paradigmática
cientificidad de la física. La historia no puede ser sino la investigación
científica que busca la explicación del acaecer: diseñado, ejecutado y
constituido por la actividad práctica, discursiva, económica, sociológica y política del sujeto social. Por tanto, no podría elaborar el patrón de
una legalidad universal y necesaria y, en esta medida, previsible del
acontecer los fenómenos históricos.
El fin de la historia
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Hegel, brillante exponente de la filosofía idealista, concibe a la historia
como el plan de la razón —que él llama Espíritu Absoluto—; es decir,
como un largo devenir que se ha desenvuelto de manera racional:
“…que la razón domina el mundo y que, por lo mismo, también en la
historia universal ha ocurrido todo según la razón”,1 como un proceso
dialéctico de superación y enriquecimiento que encuentra su culminación, o sea, el fin de la historia en el Estado Prusiano, que es la esfera de
la objetividad, como realidad política y en la Filosofía hegeliana en el
ámbito discursivo, como concepción filosófica concluyente. Este momento termina como proceso de cambios y transformaciones finaliza el
proceso dialéctico y la obra de la razón: “…tiempo es ya, por fin, de
comprender, asimismo esta rica producción de la Razón creadora, cual
es la historia universal”.2 De aquí se desprende la sentencia de que todo
lo real es racional y todo lo racional es real. El fin de la Historia conforma entonces la inauguración de una nueva etapa, que será definitiva,
¿CUÁL ES EL FIN DE LA HISTORIA?
pero que es resultado del progreso secuencial de momentos previos.
Otro vector fundamental es la conquista de la libertad, que inicia como
búsqueda y termina como conciencia de la posesión de la libertad en
una sociedad racional y en un sistema político que preserve la libertad
a partir de un acuerdo social (racional): “…lo que aparece en la voluntad consciente de los hombres, como su interés, lo asignamos a la libertad”.3 Más adelante, Hegel afirma: “La libertad es el fin que ella realiza
y el único fin del espíritu. Este fin último es aquello a lo que tiende la
historia universal”.4 Para Hegel, la libertad es la conciencia de la necesidad, lo cual implica un proceso de conocimiento para que la humanidad adquiera al fin conciencia de sus alcances y posibilidades. En el
fondo, subyace el camino de Hobbes a Rousseau: el individuo, que tiene el derecho a ejercer su voluntad; debe —en tanto sujeto consciente— ceder, conceder o limitar sus impulsos (moralidad) en pro de una
estabilidad general (eticidad). El momento culminante es el Estado. Es
el fin planeado y alcanzado. Por fin el hombre ha encontrado en el Estado la realización de su libertad a partir del ejercicio racional de su
voluntad. Esto significa que a lo largo de la historia ocurre el tránsito
del derecho a la moralidad, de la moralidad a la eticidad, y de la eticidad al Estado. Es decir, cada individuo que quiere ejercer el derecho a
su libertad encuentra en la otredad un impedimento. De ahí, la famosa
concepción hegeliana de la dialéctica del amo y el esclavo. En un estadio inicial, el hombre como autoconciencia se autoconoce y reconoce a
sí mismo, pero necesita el reconocimiento de los demás (de la otredad),
pero el otro es una autoconciencia también en la búsqueda del reconocimiento del primero. Entre ambos sujetos se entabla un combate por
el reconocimiento recíproco, que para Hegel es una lucha por la libertad. En el despliegue de la lid uno de los contendientes será capaz de
arriesgar su vida a cambio de su libertad, éste será el Amo, en tanto que
el otro se arredra y prefiere conservar la vida a costa de la pérdida de su
libertad: éste será el esclavo. “Solamente arriesgando la vida se mantiene la libertad […] que la autoconciencia sólo es puro ser para sí”.5 El
ejercicio de la moralidad como sujeción a normas sociales que propi-
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cian la convivencia dará lugar, posteriormente a la eticidad. La ética es
el estudio de la moral, lo cual implica que la eticidad es la conciencia de
la moralidad. La eticidad, o conciencia moral, se convierte en la posibilidad de vivir y convivir en un Estado que pueda ser representante de la
voluntad general, y donde el individuo ejerza su libertad en la anuencia de la reglamentación y normatividad del Estado.
La libertad no es más el conocer […] objetos sustanciales, tales como
la justicia y la ley y el crearles una realidad que les es adecuada,
como el Estado.6
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A partir del cumplimiento y obediencia de sus ordenanzas como práctica de la libertad individual, esto significa para Hegel el desenvolvimiento del Espíritu Absoluto, que, en las diferentes épocas, avanza
progresivamente hasta alcanzar el fin de la historia. Por eso, la obra
Fenomenología del Espíritu es la ciencia de la experiencia de la conciencia. Lo que se despliega y experimenta un adelanto progresivo, es la
conciencia y “…cada filosofía es su época, vertida en pensamientos”,
pero cada filosofía va a ser superada por la próxima, hasta arribar a la
filosofía hegeliana. Al final, se trata de haber construido un sistema
que alcanza la perfección, aunque el hombre no sea consciente de esa
construcción; de ahí la idea hegeliana de la “Astucia de la Razón”; los
hombres creen estar persiguiendo sus propios propósitos, pero, en realidad, están sujetos al plan de la racionalidad demarcada por el Espíritu Absoluto.
Debe llamarse Astucia de la Razón al hecho de que ella haga actuar,
en lugar suyo, a las pasiones.7
El idealismo de Hegel es combatido severamente por Carlos Marx,
quien lo refuta con la visión materialista de la historia. Heredero indudable de la filosofía dialéctica, Marx revoluciona el método hegeliano,
lo cual le permite llevar a cabo una investigación de la realidad social
¿CUÁL ES EL FIN DE LA HISTORIA?
tan profunda que la disecciona críticamente, pero ante todo busca la
verdad científica. En efecto, la exploración dialéctica de Marx es encauzada a través del espacio, mediante la categoría de totalidad y, a
través del tiempo, mediante la categoría procesual o de cambio histórico. Para Marx, el sujeto social (la sociedad) es constructor de su entorno
material y de su contexto cultural y discursivo. Por tanto, es el creador de
la historia. Pero, a su juicio, la historia no puede tener un destino demarcado, y tampoco tiene un fin. El capitalismo no puede ser el último sistema, se puede perfeccionar con el comunismo. Ahora bien, transformar al
mundo hacia el comunismo, no significa llegar a un cenit final y permanente, sólo significa arribar a una etapa diferente, superior y racional,
no necesariamente la última ni la definitiva. El sujeto social se define
ontológicamente (en tanto que ser humano), a partir de la actividad
proyectiva, transformadora, de su trabajo. Para llegar a un estadio final,
el sujeto tendría que renunciar a su naturaleza, a su esencia como ser
humano:
En la forma de la actividad vital reside el carácter dado de una especie, su carácter genérico, y la actividad libre, consciente, es el carácter genérico del hombre.8
En el capitalismo se vive un trabajo “enajenado” porque el trabajador
no planea su actividad, no la ejecuta conscientemente, no puede desarrollarla libremente y es despojado del producto de su trabajo: “La actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la
pérdida de sí mismo”.9 Cuando Marx afirma que el contexto material
es para el sujeto su laboratorium natural, se refiere a que el hombre no
es solamente un ser transformador de su objetividad, sino que es también un planificador de su entorno, un diseñador contextual. Los hombres son lo que hacen:
Lo que son coincide, por consiguiente, con su producción, tanto con
lo que producen, como con el modo como producen.10
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Sólo el hombre planifica su acción a partir de su racionalidad; es el único animal que puede mejorar y perfeccionar su actuación de modo
mucho más profundo y trascendente que la adaptación de las especies
al medio natural. Marx afirma, parafraseando a Aristóteles, que el hombre es un ser teleológico (telos en griego significa fin): un ser cuya actividad es regulada y guiada por fines. Si de modo individual el hombre
actúa por fines a partir de su racionalidad, es entonces posible cambiar
el capitalismo (desordenado, anárquico y desequilibrado) hacia un sistema donde exista un plan de acción colectivo que concilie las necesidades
de consumo del sujeto social con sus capacidades productivas, conformando un proyecto de reproducción social. La actividad material
transformadora, guiada por fines, es la praxis. Si se ha logrado tal avance en la ciencia, en la tecnología y en el arte, entonces podemos llevar
este avance al plano político, social y cultural. El primer historiador en
negar un final al proceso histórico fue Carlos Marx. Porque en la ciencia de la historia, el hombre es un estudioso de su propia praxis. Por otra
parte, las ciencias naturales el sujeto analiza una estructura ajena (que
existía antes de su llegada al planeta) de la cual descubre una legalidad,
pero en las ciencias sociales se examina a sí mismo, luego no indaga
acerca de una objetividad ajena, sino acerca de sí mismo. Así pues, puede crear su propia realidad, puede generar su propia verdad: “Es en la
praxis donde el hombre debe demostrar la verdad, es decir la realidad y
el poder, la terrenalidad de su pensamiento…”11 No existe un plan previo que se cumpla por parte de alguna entidad trascendente como
Dios, el Espíritu Absoluto o el Motor Inmóvil. El sujeto social está
construyendo paso a paso, con cada acontecimiento a través de los procesos, en su actividad diaria, su propia historia, la historia de su comunidad como totalidad de historias particulares. Ahora bien, cada proceso
productivo representa un aprendizaje “…que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio
educador necesita ser educado”.12 En tanto que el sujeto social es un ser
integral, el proceso de transformación es un proceso cognitivo y configura un proceso comunicativo. Esta tríada de práctica, conocimiento y
¿CUÁL ES EL FIN DE LA HISTORIA?
lenguaje se establece al mismo tiempo, de modo dialéctico. Marx propone una teoría crítica para la creación de una praxis revolucionaria. La
idea de progreso, de proceso evolutivo, en el devenir histórico es compartida por Hegel y Marx, pero en Hegel es un evolucionismo prefijado y
en Marx un progreso logrado a través del proceso dialéctico de proyecto
y la praxis. Para Marx, llegar al comunismo será decisión (teoría revolucionaria) y actividad del sujeto (praxis revolucionaria): “El comunismo,
es el devenir del humanismo práctico”.13 En su obra científica, El Capital, Marx hace muy escasas referencias al comunismo, pues lo que le
interesa particularmente (como investigador social) es el esclarecimiento de la inmanente tendencia del capitalismo a la destrucción sistemática del hombre y de la naturaleza. En realidad, podríamos afirmar que
Marx —como muchos de sus contemporáneos— es un admirador del
progreso tecnológico. Ha presenciado sus logros y ha sido testigo de las
conquistas científicas. Justamente este adelanto suscita en Marx el proyecto de una sociedad diferente: El sujeto social ha avanzado tanto que
es capaz de obtener una gran riqueza con mínimo esfuerzo. Por tanto,
la explotación no sería necesaria, porque el mínimo trabajo crearía una
riqueza general, la cual podría ser disfrutada por toda la humanidad,
que en el comunismo tendría asegurado el sustento, el trabajo y la libertad. Es preciso aclarar que el proyecto de Marx no se ha realizado aún.
Algunos autores glorifican al capitalismo, como Francis Fukuyama, quien categóricamente proclama que el fin de la historia es el nivel óptimo de civilidad que se ha alcanzado en Estados Unidos a partir
de la democracia liberal:
…nunca vamos a conseguir un modelo mejor de sociedad que la
democracia orientada por la economía de mercado. Ésta es la tesis
básica del fin de la historia.14
Parafraseando a Hegel, más específicamente a Alexandre Kojève —famoso exégeta de la filosofía hegeliana—, Fukuyama afirma que la necesidad humana por el reconocimiento de los otros forma parte esencial
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de la naturaleza humana y constituye su fin. La necesidad de ser reconocido tiene su primera aparición significativa en la lucha del amo y el
esclavo, que genera el esclavismo, y a través del devenir histórico decanta en la democracia liberal que ofrece Estados Unidos: “Pienso que
la democracia moderna puede explicarse por ese deseo del ser humano
de que se le reconozca su dignidad y libertad”.15 Las diferentes épocas
históricas, con sus cambios y contradicciones, han sido superadas por la
situación libertaria que se goza en la democracia representativa, parlamentaria, o republicana. Según el autor, se ha llegado a un momento
culminante: el de la democracia estadounidense.
Podemos argumentar que la historia ha llegado a su fin si la forma
actual de organización social y política es completamente satisfactoria para los seres humanos en sus características más esenciales.16
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Coincide, por tanto, con Hegel, en la medida en que el fin de la historia
es una nueva circunstancia donde prive la existencia de un reconocimiento de los otros como seres iguales, con los mismos derechos y oportunidades. Ello tiene lugar, a partir de un pacto político encarnado en
un contrato social, donde cada individuo ejerce su libertad en tanto
puede vivir en civilidad y paz social. Por lo mismo, defiende sin reservas la posibilidad predictiva para la historia de la humanidad:
24
…hablemos de nuevo de una historia direccional, orientada y coherente, que posiblemente conducirá a la mayor parte de la humanidad hacia la democracia liberal.17
Llegados a esta circunstancia de sociabilidad utópica, el cambio será
irrelevante: si la lucha a través de la historia ha sido por el reconocimiento entre hombres y Estados, la fuente de beligerancia se agota en el entorno político democrático:
Alcanzar una Constitución cívica justa y su universalización sería
pues el criterio por el cual se debe entender el progreso en la historia.18
¿CUÁL ES EL FIN DE LA HISTORIA?
El avance de la ciencia y el cambio tecnológico constituyen vectores fundamentales para arribar al cenit: el fin de la historia, que requiere un proceso de superación moral y, por tanto, tiene (o debería tener)
como correlato a un hombre nuevo, “…pues la capacidad de la tecnología de mejorar la vida humana depende en alto grado de un progreso
moral paralelo del hombre”,19 pero Fukuyama no abunda al respecto
de ese necesario cambio moral.
Uno de sus puntos de partida para la ponderación del gobierno estadounidense es la caída del socialismo, sistema que durante un poco
más de setenta años, como Unión Soviética, representó la alternativa
del capitalismo. Ante esta derrota, Fukuyama sostiene el elogio del liberalismo confrontado a regímenes totalitarios. Entre ellos, menciona
y homogeneiza al fascismo y al socialismo: al terrorismo del nazismo y
a las jefaturas de China y la URSS:
La democracia liberal ha sido desafiada por dos poderosos rivales, el
fascismo y el comunismo, que ofrecían visiones radicalmente distintas de la sociedad ideal.20
Como elementos claves de su concepción, Fukuyama adopta los mitos
fundacionales del capitalismo, exhibidos en la Independencia de Estados Unidos y la Revolución Francesa, referidos a las ideas de libertad,
igualdad y fraternidad, que constituyen la cosmovisión del novedoso
proyecto civilizatorio del modo de reproducción social capitalista que
surge en Europa en el siglo XVI. El primer mito fundacional es la libertad, que, enarbolada como derecho esencial y elemento definitorio de
la naturaleza humana, da lugar a la cultura del liberalismo. Es preciso
distinguir entre liberalismo económico y liberalismo político. El primero se refiere a la libertad comercial: aquí se perfila con toda claridad
la posición social de Fukuyama, a favor de la libre empresa y el libre
comercio, y del programa neoliberal. Tal como lo predican los discursos disciplinarios vindicadores del capitalismo actual, el capitalismo es
un sistema donde priva la competencia, pero —según sus partida-
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rios— abundan las oportunidades. El desempleo, la pobreza, la hambruna y otras necesidades sociales insatisfechas son “externalidades”
insignificantes de la “marcha progresiva” del sistema. Asimismo,
Fukuyama, a quien la desigualdad le parece soslayable, sostiene que el
Estado no debe intervenir en la economía, sino permitir la guerra de
precios, donde triunfa la mayor productividad y el mayor desarrollo
tecnológico de las empresas. Este “darwinismo económico”, que apoya
la ley del más fuerte, implica el sacrificio de los más débiles en pro de
una “eficiencia económica”, frase favorita del capitalismo y sus partidarios, que, en realidad, es un eufemismo para denominar a la acumulación de capital. Fukuyama es muy claro al respecto, se requiere:
…una política económica verdaderamente liberal, no distorsionada
por objetivos de redistribución que limitan el crecimiento. No han
de responder a obreros de industrias en declive, ni subsidiar sectores
ineficientes…21
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El liberalismo político, por su parte, se expresa en la democracia. Una
clara convicción del progreso capitalista lo lleva a exaltar el concepto de
Thymos, al que otorga más de quince definiciones (autoestima, deseo
de reconocimiento, indignación, dignidad, justicia, vergüenza, valor,
espiritualidad, generosidad, idealismo, moralidad, bondad, ira, autoafirmación, etcétera)22 Sin embargo, la elusión de la lucha de clases en la
órbita social capitalista encarna una indudable posición clasista:
Las democracias liberales contemporáneas más fuertes, por ejemplo, de Gran Bretaña y Estados Unidos, son aquellas en las cuales
[…] se practicaron por una pequeña elite en su mayoría masculina
blanca y propietaria de tierras, antes de extenderse a otras partes de
la población.23
Podemos confrontar el pensamiento de Francis Fukuyama con uno de
los más dilectos representantes de la Escuela Francesa de los Annales:
¿CUÁL ES EL FIN DE LA HISTORIA?
Immanuel Wallerstein, quien lleva a cabo una investigación histórica a
partir de dos herramientas metodológicas: la categoría de análisis globalizante y la categoría de larga duración. Con ello, Wallerstein, a pesar de no ser marxista, coincide con las dos coordenadas de espacio y
tiempo que encauzan el camino metodológico de Marx. Wallerstein es,
en efecto, un científico que se dedica al estudio de la ciencia de la historia. Desarrolla un análisis metódico basado en el criterio de totalidad
y sustentado en una exploración de carácter profundo. Concibe al capitalismo como el moderno Sistema-mundo, el cual constituye una
estructura organizativa que, a semejanza de un organismo, tiene un surgimiento, un desarrollo y una etapa de agotamiento.
Según Wallerstein, el capitalismo se encuentra en estado agónico
y se acerca a su etapa final. Ahora bien, para Fukuyama, “El año de 1989
—el segundo centenario de la Revolución Francesa y la ratificación de
la Constitución americana—, marcó el definitivo colapso del comunismo como un factor de la historia humana”.24
Lo que a Fukuyama se le escapa, que Wallerstein, con una visión
científica global, sustentada en una métodología sistémica puede comprender, es que en 1989 no sólo ocurrió el colapso de la Unión Soviética,
sino también el fin del liberalismo como cosmogonía capitalista, cuya
fortaleza ya había sido socavada en 1968. El examen incompleto de
Fukuyama sólo pudo ver el fin del “comunismo” que, cabe destacar, no
ha tenido una existencia real, pues lo que sucedió fue el fin del socialismo soviético. La falta de conocimiento del discurso marxista lo lleva a
identificar el pensamiento de Marx con el de Lenin, y el proyecto comunista con el socialismo real.
Fukuyama no vio que en 1989 tuvo lugar el funeral irremisible
del liberalismo, concepción del mundo que prevaleció como poderoso
sustento ideológico del modo reproductivo capitalista. El liberalismo
es una corriente de pensamiento inspirada en el humanismo, en las
concepciones filosósicas de Hobbes y Locke en el siglo XVII y en el pensamiento de la Ilustración del siglo XVIII. Estas ideas fueron enarboladas por la burguesía, emergente clase opositora del feudalismo, y
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fueron las que inspiraron las gestas revolucionarias de Francia y la Independencia de Estados Unidos. Desde Aristóteles, la libertad es valorada como esencia fundamental de los seres humanos, y el Siglo de las
Luces extendió la libertad al pensamiento con su incipiente ateísmo y
su “iluminismo” crítico. Pero es la burguesía la que convierte a la libertad
en factor rector de la nueva cosmovisión del capitalismo, de difusión
ecuménica. Para Wallerstein:
El año de 1989 […] es más útil contemplarlo como fin del periodo
1789-1989 […], el periodo de triunfo y caída, de ascenso y eventual
defunción del liberalismo […] geocultura del moderno sistema
mundial.25
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A diferencia de Fukuyama, para quien el fin de la Guerra Fría constituye el triunfo de la libertad y la democracia, Wallerstein considera
que la contienda entablada como Guerra Fría significó un equilibrio
de poderes, no una lucha sin cuartel como fue presentada ante el mundo. Para Wallerstein la relación entre Estados Unidos y la URSS consistió en el tácito acuerdo de respetar el área de influencia de la
contraparte, dedicándose al ejercicio del poder dentro del sector que se
atribuyeron.
Estados Unidos y la URSS mantenían un conflicto sumamente estructurado, cuidadosamente contenido […] en que la URSS actuaba
como un agente subimperialista de Estados Unidos.26
Si bien a partir de 1945 Estados Unidos se convierte en la potencia hegemónica del siglo XX, padece en 1968 el contundente resquebrajamiento de su entereza, a partir del cuestionamiento de una juventud
convencida de que la promesa de bienestar para la humanidad era tan
falsa como la posibilidad de un capitalismo sin guerras invasivas. Con
la caída del muro de Berlín y con el colapso de la Unión Soviética suena
la hora de la confianza en la democracia y el fantasma de la libertad
¿CUÁL ES EL FIN DE LA HISTORIA?
queda herido de muerte. Según Wallerstein: “Vietnam estaba […] debilitando la legitimación del gobierno estadounidense en su propio
país”.27
Fukuyama sólo observa el triunfo presente y futuro del capitalismo. Maneja el concepto de Thymo como el “ethos del guerrero” para
explicar un proceso tan desquiciante y destructor como la guerra. Según Wallerstein, empero, el análisis histórico implica un análisis globalizante de larga duración que implica la posibilidad de contrastar
temporalidades diferenciales. Pero, de acuerdo con Fukuyama, 1968
sólo fue:
[…] 1968 en Francia los estudiantes que tomaron transitoriamente
París […] no tenía ningún motivo racional para rebelarse pues en su
mayor parte eran hijos mimados de una de las sociedades más libres
y prósperas del planeta pero era precisamente la ausencia de lucha y
de sacrificio en su vida de clase media lo que lo llevó a salir a la calle
y enfrentarse a la policía […]28
Sin embargo, para Wallerstein “…la revolución mundial de 1968 minó
todo el consenso ideológico que Estados Unidos había construido…”.29
Wallerstein dice que el manejo de la categoría del capitalismo mundo,
en tanto que organismo sistémico, lleva a la conclusión de que el tiempo de vitalidad del capitalismo está llegando a su fin. Ha acumulado
una serie de contradicciones que ya no puede sostener. Su caída inició
a partir del cuestionamiento realizado sobre todo por la juventud en
1968. Justamente lo que estaba en tela de juicio era la capacidad del
capitalismo de mantener lo que hoy ha quedado evidenciado como imposibilidad de alcanzar la sustentabilidad. Eventualmente, el capitalismo adquirió una fuerza plena y pudo extenderse hasta convertirse en
un proyecto mundial. No obstante, recibió un golpe mortal a partir del
reconocimiento por parte de sus detractores de que el sistema no podría cumplir con la promesa de bienestar para la humanidad ni podría
alcanzar un desarrollo con paz social. A fines del siglo XX era clara la
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pérdida de dicha hegemonía paralelamente al desplome del liberalismo. Estados Unidos va perdiendo liderazgo en términos políticos y
deja de ser la vanguardia en términos tecnológicos científicos y militares, pierde a su vez objetividad científica, pierde poder frente a otras
potencias, fundamentalmente frente a China.
Conclusiones
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Hablar del Fin de la Historia es una osadía teórica. Hegel y Marx y
Wallerstein se referían a este concepto. Sólo Francis Fukuyama titula
de este modo a su artículo, primero, y después a su libro. Cuando se habla
del fin de la historia, se alude a un momento límite, pensamiento coincidente con la concepción de Immanuel Wallerstein, o, bien, lo atañe al
arribo de un periodo que cierra una época, lo que constituye la idea de
Fukuyama. Para algunos podría significar el término de una evolución, que conforma la visión de Hegel; para otros significa el comienzo
de una nueva etapa, que concierne al proyecto comunista de Marx.
La historia es una ciencia social y, en la medida en que la humanidad construye su desarrollo evolutivo, se convierte en objeto de estudio del propio sujeto cognoscente. Las ciencias naturales conforman
su objeto de investigación a partir de diferentes esferas de la realidad
natural. Aquí existe una previa diferencia: ajenidad o discernimiento
de la definición ontológica entre el hombre y la naturaleza. El hombre
es parte de la naturaleza, pero, al mismo tiempo, es diferente de ella.
Éste es un aspecto dialéctico de la constitución humana: el hombre es un
animal igual a todos los de su género; la diferencia de su especie es su
racionalidad.30 Hay una separación, una heterogeneidad entre el hombre y la naturaleza por la previa existencia de ésta a la aparición del ser
humano. La naturaleza tiene sus propias leyes, que el sujeto tiene que
descubrir, y puede llegar a un conocimiento tan profundo de tal legalidad
que puede manejarla a su favor. De ahí, las innovaciones tan sorprendentes de la ciencia y la tecnología.
¿CUÁL ES EL FIN DE LA HISTORIA?
La ciencia de la historia no puede ser exacta, como la matemática,
que es una ciencia formal, cuyo objeto de investigación es creado intelectualmente. Por eso, puede calcular con rigurosa precisión. Tampoco,
empero, puede ser predictiva, como las ciencias naturales, que pueden
comprobar sus investigaciones. La historia no puede cumplir con el criterio de verificación empírica y tampoco con el criterio de predictibilidad.
Notas
1
G. W.F., Hegel, Filosofía de la Historia, Zeus, Barcelona, 1970, pp. 38.
2
Ib., pp. 42.
3
Ib., pp. 53.
4
Íb., pp. 47.
5
G.W.F., Hegel, Fenomenología del Espíritu, FCE, México, 1973, pp. 116.
6
Hegel, Filosofía de la Historia, op. cit., pp. 85.
7
Íb., pp. 60.
8
Carlos Marx, Manuscritos económico filosóficos de 1844, Editorial Alianza, Madrid, 1974, pp. 111.
9
Ib., pp. 109.
10
Carlos Marx, Ideología alemana, Ediciones de Cultura Popular, Uruguay 1958, pp. 19.
11
Carlos Marx, “Tesis sobre Feuerbach 2”, en Ideología alemana, pp. 666.
12
Ib., “Tesis sobre Feuerbach 3” pp. 666.
Diacronías
13
Marx., Manuscritos…, op. cit., pp. 201.
31
14
Francis Fukuyama, Entrevista Magazine en “El Semanal”, N°34, Barcelona, 30 de enero
de 2016, pp. 3.
15
Francis Fukuyama, “El futuro después del fin de la historia” en Mesa Redonda del Centro
de Estudios Públicos, CEP, España, 13 de noviembre de 1992, pp. 13.
16
Francis Fukuyama, El fin de la historia y el último hombre, Planeta, España, 1992, pp. 199.
17
Ib., pp. 12.
18
Ib., pp. 97.
19
Ib., pp. 33.
20
Ib., pp. 34.
21
Fukuyama, op. cit., pp. 184.
Flor de María Balboa Reyna
22
Cfr., op. cit. pp. 242.
23
Ib., pp. 299.
24
Fukuyama, El fin…, op. cit., pp. 57.
25
Immanuel Wallerstein, El fin del liberalismo, Siglo XXI. México, 1996, pp. 3.
26
Ib., pp. 13.
27
Ib., pp. 18.
28
Fukuyama, op. cit., pp. 442.
29
Wallerstein, op. cit., pp. 18.
30
Según Aristóteles, toda definición debe señalar el género próximo y la diferencia específi-
ca: en el caso del hombre el género próximo es animal, la diferencia específica es la racionalidad. Cfr. Aristóteles, Metafísica. Libro X, Aguilar Obras Completas.
Bibliografía
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Fukuyama, Francis, “El Futuro después del Fin de la Historia”, en Mesa Redonda
en el Centro de Estudios Públicos, CEP, España, 13 de noviembre de 1992.
, El fin de la historia y el último hombre, Planeta, España, 1992.
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Wallerstein, Immanuel, El fin del liberalismo, Siglo XXI, México, 1996.
Echeverría, Bolívar, La americanización de la modernidad, Era, México, 2008.
Entre la Restauración monárquica y la Revolución Gloriosa
Breve panorama de Inglaterra en la segunda mitad del
siglo XVII
Mauricio Flamenco Bacilio
Introducción
El siglo XVII estuvo marcado por hitos considerables en la historia de
Inglaterra. El siglo comienza con los últimos años de la época isabelina,
misma etapa en que se impulsa un sistema mercantilista y colonial en
la nación inglesa, el cual fue un antecedente importante en el desarrollo imperialista inglés de los siglos siguientes, aunque también se debe
resaltar a la Guerra Civil Inglesa, acaecida en la década en 1640, y a la
llamada Revolución Gloriosa de 1688. La Guerra Civil sentó las bases
de la política y el sistema de representación pública, mientras la Revolución Gloriosa dio forma definitiva tanto los sistemas de poderes en su
sentido moderno y al gobierno de Inglaterra en la actualidad.
El presente artículo explica un poco los antecedentes de la Restauración inglesa, destacando las consecuencias de la Guerra Civil y el gobierno surgido tras la momentánea supresión de la monarquía entre 1649
y 1660. Posteriormente se hablará de la restauración de la monarquía y
el reinado de Carlos II, así como del breve reinado de Jacobo II y el movimiento surgido en 1688, conocido como la Revolución Gloriosa, con
su carga política y social. El trabajo termina con una capitulación de los
hechos, así como una breve reflexión sobre sus consecuencias y reminiscencias encontradas en tiempos posteriores, incluyendo la época actual.
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Mauricio Flamenco Bacilio
Antecedentes de la Restauración
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Para 1660 la guerra civil estaba presente en la memoria de muchos ingleses. La guerra enfrentó al rey Carlos I y la corona contra el Parlamento. La Guerra Civil Inglesa, iniciada en 1642, sería uno de los
primeros grandes movimientos sociales en el cual intervinieron muchas personas provenientes de distintas extracciones sociales y con diverso ideario político y religioso.1 Se puede considerar a la Guerra
Civil como una auténtica Revolución, en la cual participaron individuos pertenecientes a todos los estratos sociales, a diferencia de otros
eventos de la historia inglesa donde se involucraban tan sólo personas
de la nobleza en conflictos exclusivamente palaciegos; por ejemplo, en
la llamada Guerra de las Dos Rosas del siglo XV, dicho conflicto es considerado como el inicio de la Edad Moderna en Inglaterra.2
Durante la Guerra Civil del siglo XVII, participaron grupos religiosos disidentes como los puritanos, los cuáqueros, los predicadores
conocidos como ranters3 entre otros grupos, cuyo carácter disidente había dado forma un crisol de idearios populares y religiosos, que desempeñaron un papel importante en el desenvolvimiento de la Guerra Civil.
A diferencia de otros hechos de la historia inglesa, en la Guerra Civil hubo una participación inusitada de todos los miembros de la sociedad.
Del mismo modo, el ejército parlamentario es considerado uno de los
primeros ejemplos de ejércitos modernos, compuesto por soldados
equipados y manutenidos con recursos públicos. En opinión de algunos historiadores, la historia de Inglaterra estaba enfocada solamente
hacia las ambiciones y los intereses de las élites gobernantes, hasta que
el pueblo inglés apareció en la historiografía inglesa en los sucesos de
mediados del siglo XVII. Otro grupo destacado dentro de las disidencias políticas y religiosas de la época fueron los levellers o niveladores,
quienes por su nombre trataban de buscar la igualdad entre los individuos, teniendo un ambicioso programa político.
ENTRE LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA Y LA REVOLUCIÓN GLORIOSA
Entre sus exigencias políticas se hallaban el sufragio masculino general, una constitución escrita, cláusulas para proteger las libertades
civiles, parlamentos anuales, elecciones populares […] Este programa se adelantó tanto a su tiempo que muchos de sus puntos, incluso
hoy en día no se han realizado en Gran Bretaña. Ésta todavía no es
una república, no cuenta con una constitución escrita ni con una declaración de derechos humanos, mucho menos posee parlamentos
anuales o un cuerpo de funcionarios electo.4
El proceso más significativo de la Guerra Civil es la derrota del rey
Carlos I Estuardo, su enjuiciamiento por traición y su ejecución en
enero de 1649. Desde ese momento comenzó un periodo denominado
de diferentes formas: República, Protectorado o simplemente Interregno, donde la figura principal del gobierno inglés fue el puritano
Oliver Cromwell. Como un hombre forjado en el ideario extremista y
disidente del puritanismo, Cromwell decidió adoptar medidas igual
de extremas durante su mandato al disolver el llamado Parlamento
Depurado o Rabadilla (Rump Parliament) y proclamarse Lord Protector
en 1653. Asimismo, promovió las campañas de conquista en Irlanda
donde los ejércitos ingleses liquidaron a buena parte de la población
irlandesa católica, reflejo de la intolerancia de Cromwell y sus seguidores hacia los practicantes del catolicismo. La muerte de Cromwell, en
1658, fue el primer indicio para el fin del Protectorado. Richard
Cromwell, hijo de Oliver y su sucesor como Lord Protector, careció de
la fuerza política y militar necesaria para mantener el sistema de gobierno creado y liderado por su padre, y fue por ello depuesto en menos
de un año. Los grupos opositores al Protectorado, donde se destacaban
algunos sobrevivientes simpatizantes de la monarquía, habrían de ser
los precursores de un nuevo cambio en la estructura política de Inglaterra. De este modo, en 1660, accedió al trono inglés Carlos II Estuardo, hijo del decapitado rey Carlos I.
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La Restauración y el reinado de Carlos II
Con la llegada al trono de Carlos II se inició la Restauración de la monarquía en Inglaterra. Uno de los principales artífices del ascenso al
poder de Carlos II fue el general George Monk, quien luchó en la Guerra Civil apoyando al bando del rey.5 Tras la dimisión de Richard
Cromwell, Monk dirigió una campaña militar hacia Londres con el
objetivo de promover el regreso del sistema monárquico. Algunos simpatizantes del Protectorado (o república como también se le ha conocido)
buscaron hacer frente a la Restauración de manera infructuosa, aunque la situación final de dichos simpatizantes considerados por algunos
como republicanos fue la siguiente:
The army had first become involved in politics because Parliament insensibility refused to settle its professional grievances: no such mistake
was made in 1660. A few irreconcilable republicans plotted or went into
exile, but most of the once formidable New Model disappeared quietly
into civilian life.6
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La Declaración de Breda fue una causa importante en la Restauración.
La declaración proponía un gobierno de monarquía parlamentaria; en
otras palabras, Carlos II se comprometía a gobernar bajo la regulación
de un Parlamento electo para no caer en las arbitrariedades ni el despotismo característico de reyes antecesores, destacando a su padre Carlos
I que fue ejecutado tras gobernar varios años sin Parlamento hasta antes de la Guerra Civil.
Carlos II fue coronado en el año de 1661 y su reinado comenzó
con la asesoría del ministro Edward Hyde, conde de Clarendon. Una
de las acciones más importantes en los primeros años de Carlos II fue
la promulgación del Código de Clarendon, el cual imponía sanciones
y restricciones a los disidentes sobrevivientes de la Guerra Civil, en especial a los puritanos.7 Las nuevas políticas de la monarquía restaurada, donde se amonestaba a los puritanos y otros disidentes, hicieron
ENTRE LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA Y LA REVOLUCIÓN GLORIOSA
recordar las acciones contra los disidentes, impulsadas por William
Laud, obispo y consejero de Carlos I.8
Además del Conde de Clarendon, Carlos II tuvo un gran apoyo
en sus primeros años de gobierno en el llamado Parlamento Caballero
(Cavalier Parliament). El nuevo Parlamento trató de llegar a convenios
con el rey y regular sus acciones, aunque solamente se caracterizó por
legitimar sus arbitrariedades con una actitud sumisa en cierto sentido.
Carlos II y su Parlamento mostraron una actitud de intolerancia hacia
los grupos disidentes de la Guerra Civil como los puritanos y los cuáqueros, así como a miembros de la gentry coadyuvantes con ellos.9 Clarendon terminaría de influir en el gobierno inglés hacia 1667 con su
participación en las negociaciones para la terminación de la segunda
Guerra Anglo-Holandesa.10 Mención aparte merecen las tres guerras
anglo-holandesas acaecidas entre las décadas de 1650 y 1670, enfrentadas por los gobiernos del Protectorado y la Restauración con el objetivo de establecer un dominio comercial y colonial entre ambos países y,
como consecuencia, trajo la impopularidad del rey ante la derrota inglesa. La oportuna intervención de los adversarios de Carlos II fue
otro un factor en contra de las políticas del rey restaurador.
Los partidos Whig y Tory fueron los dos principales grupos políticos durante la Restauración. Los miembros del partido Whig estaban
particularmente en favor de un modelo presbiteriano de la religiosidad y una autonomía entre la Iglesia y el Estado. El partido Tory se
caracterizó por apoyar a la monarquía, así como pugnar con el modelo de coexistencia pacífica entre Estado e Iglesia.11 De manera análoga, los conceptos de Whig y Tory son antecedentes de los conceptos de
izquierda y derecha originados durante la Revolución Francesa, conceptos entendidos actualmente para referirse a tendencias liberales y
radicales (whig, izquierda), así como a las posturas conservadoras o
reaccionarias (tory, derecha). Del mismo modo, whigs y tories caracterizan la génesis del concepto ahora conocido como opinión pública
para establecer influencias sobre las personas comunes y lograr legitimar sus objetivos políticos.12 La mayoría de las veces, tanto whigs como
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tories apelaban al discurso a partir de la difamación y la denuncia de
sus adversarios; por ejemplo los whigs querían alarmar a la población
con un supuesto regreso de la Inglaterra subyugada al papismo como
objetivo tory, mientras los tories evocaban a la era reciente del Protectorado como un tiempo de caos y anarquía superado, pero con el riesgo
de tener un retroceso si los whigs establecían su influencia en la política inglesa.13
Quizás el punto más importante de la pugna por el poder entre el
bando Whig y Tory durante el reinado de Carlos II se dio durante la
llamada Crisis de la Exclusión, donde los adversarios del rey protestaron por la designación del duque de York (hermano católico de Carlos
II y futuro rey Jacobo II) como heredero al trono entre 1679 y 1681, así
como el apoyo de Francia (país católico) al gobierno de Carlos II.14
Grupos de protestantes y whigs alegaban la violación a las promulgaciones conocidas como Actas de Prueba (Test Acts), donde se restringía
el acceso a católicos a puestos públicos; algunas acciones relacionadas a
dicha crisis motivaron un alto grado de paranoia, como en el caso del
llamado complot papista manifestado por el religioso Titus Oates en
1678. Sin embargo, Carlos II pudo mitigar esas amenazas y asegurar
la sucesión real hasta su muerte en 1685, pero la situación acaecida para
el siguiente rey sería muy diferente.15
En cuanto a sociedad se refiere, la ciudad de Londres siguió siendo la más importante de Inglaterra durante la Restauración, con una
población de medio millón de habitantes entre 1660 y 1680, superando
por mucho a la segunda ciudad en población: Norwich con 20 mil.
Los sucesos ocurridos en Londres en la época de la Restauración han
sido considerados de gran relevancia para la historia de Inglaterra,
destacando el Gran Incendio del año 1666. Dicho acontecimiento
significó una gran cantidad de pérdidas humanas y materiales, así
como la desaparición casi total del Londres medieval y de la era Tudor.16 A consecuencia del Gran Incendio, se inició una nueva etapa
de reconstrucción y de estilos arquitectónicos en la ciudad, donde destaca la Catedral de San Pablo cuyo diseño del siglo XVII permanece
ENTRE LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA Y LA REVOLUCIÓN GLORIOSA
hasta la actualidad.17 También un año antes había iniciado la gran
peste de Londres, siendo uno de los últimos brotes de la peste negra
en Europa.
En cuanto a la parte correspondiente a la creación de nuevos saberes, la época de la Restauración monárquica trajo un nuevo impulso
para la investigación científica. En este periodo se destaca la labor de la
Sociedad Real de Londres para el Avance de la Ciencia Natural (conocida como Royal Society), fundada en 1662. Esta asociación tuvo sus
antecedentes desde el reinado de Carlos I que tenía entre otros propósitos emplear el conocimiento científico a favor de la producción agrícola, naval y posteriormente industrial. Isaac Newton, Robert Hooke
y Robert Boyle son algunos de los personajes más destacados en la escena científica inglesa de la segunda mitad del siglo XVII.18
El reinado de Jacobo II
Jacobo (también conocido con el nombre traducido de Jaime o Santiago)
II de Inglaterra y VII de Escocia, gobernó los reinos de las islas británicas
durante un breve periodo entre los años de 1685 y 1688. El nuevo rey
comenzó heredando los problemas del régimen de su antecesor, Carlos
II. Los miembros del partido Whig y sus simpatizantes, así como defensores del protestantismo inglés buscaron hacer frente al nuevo monarca.
Personajes como el duque de Monmouth en Inglaterra y el conde de
Argyll en Escocia se levantaron en armas contra Jacobo II. Monmouth
era hijo ilegítimo de Carlos II y obtuvo el apoyo de algunos presbiterianos para acceder al trono inglés. Argyll había tenido participaciones bélicas desde el inicio del Protectorado, manifestándose contra aquel
gobierno y el de la Restauración, y en 1685 se rebeló contra Jacobo II y
apoyó la insurrección de Monmouth.19 Tanto Monmouth como Argyll
argumentaban la defensa del protestantismo y las Test Acts, sin embargo, ambos personajes fueron capturados y ejecutados por el ejército realista con una relativa rapidez.
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Es importante mencionar a la religiosidad como un antecedente
de la conciencia nacional en Europa Occidental desde la Reforma protestante. El pueblo inglés había tenido una noción de la identidad nacional a partir de la creación de la Iglesia Anglicana por Enrique VIII
en el siglo XVI y se comenzó a ver en la Iglesia Católica y a sus gobiernos
aliados como un enemigo común para los ingleses. Durante la dinastía
Tudor, España había sido tanto el principal enemigo de Inglaterra
como principal aliado del papismo en el imaginario colectivo inglés.
Para la segunda mitad del siglo XVII Francia ya era el país amenazante
para Inglaterra y su soberanía, tanto por su condición católica ejemplificada en Luis XIV y su intolerancia hacia los hugonotes (disidentes
protestantes de confesión calvinista en Francia), así como por la notable influencia francesa en el resto del continente europeo en aquella
época.20
La llamada opinión pública de Inglaterra —donde se destacaba al
partido Whig de tendencia liberal, presbiterianos, gentry, anticatólicos
y comerciantes— se encontraba alarmada por las acciones de Carlos
II. Pero la tendencia subversiva de los adversarios monárquicos se
agudizó con Jacobo II. Este rey puso en marcha una nueva serie de políticas impopulares como el continuar desconociendo las Test Acts, y
emplear de un modo arbitrario e indiscriminado su poder suspensivo
para incorporar católicos y disidentes religiosos en puestos públicos, así
como querer establecer un ejército permanente. Durante su régimen,
Carlos II buscó moldear su reino de acuerdo a las características de la nación más prominente de su tiempo: la Francia absolutista de Luis XIV,
la cual era el ejemplo a seguir por otras naciones europeas.
Jacobo II intentó continuar el trabajo de su antecesor en el trono
inglés, quien también estaba influido por el absolutismo francés. A pesar de las protestas de la tan mencionada e incipiente opinión pública
inglesa, Jacobo intentó retornar a un concepto de gobierno abandonado en Inglaterra tras la Guerra Civil, simplemente por ser el sistema
gubernamental en boga en el resto de Europa:
ENTRE LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA Y LA REVOLUCIÓN GLORIOSA
En suma, Jacobo, en su deseo de restaurar el romanismo en Inglaterra, creyó necesario convertirse en un monarca absoluto, como lo
eran los otros príncipes de Europa.21
Jacobo II deseo continuar con el sistema absolutista de gobierno promovido por Carlos II, ambos monarcas tuvieron sus detractores y enfrentaron levantamientos en su contra, pero hasta cierto punto pudieron
mitigar las acciones de descontento político social. La antipatía social
fue motivada por la ya mencionada identidad protestante del pueblo
inglés contra un rey simpatizante del modelo francés, como Carlos II,
o peor aún, contra un rey proabsolutista y católico como Jacobo II. El
nacimiento del hijo del rey Jacobo II en 1688 podía asegurar la continuidad de una monarquía católica en Inglaterra; este hecho significó la
causa final para el inicio de la llamada Revolución Gloriosa y el derrocamiento del rey católico en Inglaterra.
La Revolución Gloriosa y sus consecuencias
Después de la crisis de la exclusión y los levantamientos de Monmouth
y Argyll, algunos podían esperar la muerte del rey para acabar un proyecto absolutista y católico de monarquía, porque el rey no daba indicios de tener un heredero. Sin embargo, el sorpresivo nacimiento del
hijo del rey con una católica italiana, llamada María de Módena, en
junio de 1688, motivó a los adversarios del rey para derrocarlo y para
ello vieron factible invitar a Guillermo de Orange y su esposa Maria
Estuardo (hija del primer matrimonio de Jacobo II) para ocupar el trono inglés.
Con frecuencia se ha mencionado a la Revolución Gloriosa como
otro hecho exclusivo de la aristocracia inglesa donde el pueblo no tuvo
participación, aunque algunos historiadores han desmentido argumentos como el anterior. Los partidos Whig y Tory habían buscado involucrar a la población para obtener apoyo y legitimar sus objetivos desde
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la Restauración. Para ello se movilizaron a las clases populares aún cuando Inglaterra seguía siendo un país mayoritariamente rural y agrícola.22 Para 1688 los dos partidos lograron hacer a un lado sus diferencias
para confabular la Revolución y derrocar al rey católico. Los tories habrían dejado de ser ultrarrealistas para aceptar otros modelos de iglesia
independientes al anglicanismo; posteriormente apoyarían la salida de
Jacobo II del trono de Inglaterra. Los pocos fieles a Jacobo II continuarían luchando por mantener a este rey y, posteriormente, por imponer
a su heredero conocido como Jacobo III o el viejo pretendiente; estos
personajes recibirían el nombre de jacobitas y sus éxitos fueron nulos.24
En cuanto a acciones bélicas, Guillermo de Orange había desembarcado en costas inglesas con un ejército aún sin el ofrecimiento explícito de la corona inglesa. Las tropas de Jacobo II se dispersaron y
huyeron desde su acuertelamiento en el campamento de Salisbury y el
rey debió huir a Francia con su familia, dejando avanzar a Guillermo
hasta la capital. El pueblo inglés había aceptado a Guillermo y María
Estuardo desde un principio, así como los grupos políticos convergentes en la Convención de 1689. A pesar de no existir una aprobación total y sumisa de la corona como en el Parlamento Caballero de la
Restauración, tampoco existieron grandes disidencias ni divisiones
partidistas. El ejército fue el sector menos confiado con la nueva monarquía. Sin embargo, las posteriores acciones de los ahora reyes Guillermo III y Maria II llevaron a la aceptación de su nuevo ejército.25 Las
circunstancias mencionadas brevemente dan a entender una participación de cada sector de la sociedad en el desenvolvimiento de la Revolución Gloriosa; éste fue un segundo hecho relevante en cuanto a
participación social se refiere. Al comparar a la Guerra Civil de 1642 y
la Revolución de 1688 George Macaulay Trevelian señala lo siguiente:
En los dos casos el objetivo fue librarse de un poder arbitrario e ilegal apoyado por la fuerza militar, un Parlamento libremente elegido. Y en ambos casos se pensó que los dos objetivos se lograrían y
perpetuarían mejor colocando a un nuevo rey en el trono.26
ENTRE LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA Y LA REVOLUCIÓN GLORIOSA
Desde entonces, las elites gobernantes comenzaron a tomar una mayor
fuerza, apoyada por buena parte de las clases populares y complementada con la posterior llegada al poder de la dinastía Hannover en 1714.
A raíz de la Revolución Gloriosa surgieron importantes instituciones reconocidas en la actualidad como el Banco de Inglaterra fundado en 1694. Posteriormente, apareció la figura del Primer Ministro
en el siglo XVIII, considerando a Robert Walpole como el primero de
ellos y evocando a la figura del Conde de Clarendon como un antecedente del primer ministro durante la Restauración. Asimismo, el sistema de partidos permaneció sin cambios considerables hasta bien
entrado el siglo XIX: es decir, durante la era victoriana cuando surgen
los partidos modernos en su definición y concepción actual. 27 Pero
tampoco deben olvidarse los hechos relacionados con la Revolución
Gloriosa en Escocia e Irlanda. El movimiento sociopolítico de 1688 ha
sido considerado como incruento, aunque solamente tomando el contexto de Inglaterra. La situación en Escocia e Irlanda era muy diferente, pues los grupos jacobitas fueron reprimidos de forma sangrienta,
destacando la batalla de Boyne en Irlanda en el año de 1690.28
Conclusión
Diacronías
La Guerra Civil, la Restauración y Revolución Gloriosa son acontecimientos de vital importancia para la historia de Inglaterra y el conocimiento de los tres hechos permite entender mejor la estructura
política de Inglaterra y la Gran Bretaña en la actualidad. Tampoco
deben considerarse a los tres hechos mencionados en este trabajo como
aislados, no se puede entender a la Revolución Gloriosa de 1688 sin la
Guerra Civil ni la Restauración. Si bien para 1660 la mayoría de los
grupos revolucionarios de 1642 había desaparecido, parte el ideario político del Protectorado fue retomado durante la Restauración y la Revolución Gloriosa y ha servido como un antecedente del sistema
político actual.29 El poder monárquico comenzaría a estar sujeto al
43
Mauricio Flamenco Bacilio
Parlamento desde la Restauración, así se aseguraba en teoría un equilibrio y vigilancia entre los tres sistemas de gobierno (monarquía, aristocracia y democracia) para no devenir en sus degeneraciones (tiranía,
oligarquía y oclocracia o anarquía).30 En esta misma época, el pueblo
inglés había logrado crearse una idea de identidad nacional a partir del
protestantismo, aunque dicho protestantismo ya no pudo estar definido en una religiosidad uniforme:
The attempt after 1660 to reimpose a narrow Anglican uniformity failed, and henceforth, it could never again be pretended that all Englishmen belonged to a single church. Whether or not religious toleration was
legalized, the existence of organized religious bodies outside the state
church was a fact of which account had to be taken.31
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El conocimiento del contexto europeo también sirvió para conocer la
diferencia entre Inglaterra y el resto del continente. El centro de Europa
se encontraba en ruinas a causa de la Guerra de los Treinta años, donde
Inglaterra se abstuvo de participar por sus problemas internos, así
como por la falta de un ejército permanente.32 De igual forma, el sistema de gobierno francés era el más exitoso e imitado en el resto del continente a diferencia de Inglaterra, donde el sentimiento en contra de lo
francés significó parte de la identidad nacional inglesa en el siglo XVII.33
Otros factores influyeron en el desarrollo inglés desde el siglo
XVII. El pensamiento científico estuvo ligado a la religiosidad protestante y fue promovido por personajes como Francis Bacon, quien apoyó
a los puritanos y hasta Carlos I, así como con el antecedente de la Royal
Society durante la restauración monárquica.34 La aplicación científica
buscó su utilidad para el mejoramiento de la calidad de vida desde entonces, aunque sus efectos no serían tan notorios hasta la Revolución
Industrial, la ética puritana del trabajo significaría también un antecedente de dicha Revolución.35 El gobierno y las instituciones surgidos
con la Revolución de 1688 dieron forma a la estructura social, económica y gubernamental de la Gran Bretaña y sentaron las bases del Imperio
ENTRE LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA Y LA REVOLUCIÓN GLORIOSA
Británico, cuyas influencias y reminiscencias se han extendido al mundo de nuestros días.
Notas
1
Para un mejor entendimiento de los diversos grupos disidentes y extremistas en la Guerra
Civil. Vid. Christopher Hill, El mundo trastornado. El ideario popular en la Revolución Inglesa
del siglo XVII, (Historia de los movimientos sociales), Siglo XXI, Madrid 1983.
2
El ejemplo de las Guerra de las Dos Rosas es mencionado por George Macaulay Trevelian
en Illustrated English Social History. Volume Two. The Age of Shakespeare and the Stuart Period. Middlesex, Penguin Books, England, 1968, p. 181. Este conflicto involucró a las casas
de York y Lancaster, representadas por una rosa blanca y otra roja respectivamente.
3
Ranter es una derivación del verbo inglés To Rant, la cual se puede traducir como: despotri-
car, enfurecerse o delirar, tres acciones comunes entre los miembros de este grupo. Aunque
también existen textos donde el término ranter se ha castellanizado como rantero. En la traducción consultada del libro El mundo trastornado de Christopher Hill se hace una advertencia con la palabra ranter y la palabra en inglés aparece como tal a lo largo de la edición
consultada en castellano.
4
Perry Anderson, Los fines de la historia. Argumentos, Anagrama, Barcelona, pp. 162.
5
G, Miller, Restoration England. The Reign of Charles II, Longman, London-New York,
1989, pp. 6-12.
6
Ib., pp.18. “El ejército se había involucrado en la política, primero porque la insensibilidad
del Parlamento se había negado a establecer sus agravios profesionales: ningún error fue
cometido en 1660. Unos pocos republicanos irreconciliables complotaron o fueron al exilio,
pero muchos del una vez formidable Nuevo Ejercito Modelo desaparecieron silenciosamente entre la vida civil”.
7
G. M. Trevelian, La Revolución Inglesa, Fondo de Cultura Económica, México, 1988, pp. 22.
8
J. Dikstra Eusden, Puritans, Lawyers, and Politics in Early Seventeenth-Century England,
Yale Studies in Religious Education, 23, Yale University Press, New Heaven, 1958, pp. 3-4.
Esta sería una de las consecuencias tanto de la inmigración puritana a Norteamérica como
de la organización política de los puritanos.
9
Miller, op. cit., pp. 35- 42-46.
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10
Ib., pp. 61.
11
Macaulay, op. cit., V. II, pp. 214.
12
También se ha considerado a este periodo como el inicio de las apelaciones a la Opinión
Pública y con influencia hasta el México del siglo XIX. Cfr. Elías Palti, “Guerra y haberlas.
Ilusiones y realidad de la esfera pública latinoamericana” en Erika Pani y Alicia Salmerón,
Conceptualizar lo que se ve. François Xavier Guerra historiador. Homenaje. Instituto Mora,
México, 2004, pp. 461-483.
13
Vid., Miller, op. cit., pp. 62.
14
Ib., pp. 62. Macaulay, op. cit., pp. 24.
15
Como ejemplo basta la siguiente cita: “In that respect, Charles [II] was well suited to the poli-
tically conservative age in which he lived. His brother [James II], who tried to bring about major
changes, lost his throne”; “En ese aspecto, Carlos [II] estuvo bien ajustado a la era políticamente conservadora en la cual vivió. Su hermano [Jacobo II], quien intentó traer cambios mayores, perdió su trono”; Millar. op. cit. pp. 67.
16
Vid. Macaulay, op. cit., V. II, p. 270. Christopher Hill, Reformation to Industrial Revolution.
1530-1780, The Pelican Economic History of Britain 2, Penguin, Baltimore, 1974, pp. 256.
17
Macaulay, op. cit., pp. 272.
18
Ib., pp. 215-219. Hill, op. cit., pp. 242.
19
Macaulay, op. cit., pp. 43.
20
Hill, op. cit., p. 42. Macaulay, op. cit., pp. 36.
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21
Macaulay, op. cit., pp. 51.
22
Ib., pp. 13-17, 88.
46
23
Ib., pp. 69-78.
24
Ib., pp. 72.
25
Ib., pp. 92, 99, 107.
26
Ib., pp. 80.
27
Ib., pp. 135.
28
Vid. “El ordenamiento de la Revolución en Escocia e Irlanda” en Ibid., pp. 156-183.
29
Hill, op. cit.; p. 332 y Miller, op. cit., pp. 77.
30
Miller, op. cit. pp. 53.
31
Hill, op. cit., pp. 191. “El intento posterior a 1660 por reimponer una estrecha uniformidad
anglicana fracasó, y desde entonces no se podría pretender jamás que todos los ingleses pertenecieran a una iglesia única. Si la tolerancia religiosa estaba legalizada o no, la existencia
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de cuerpos religiosos organizados fuera de la iglesia estatal fue un hecho que se debió tomar
en cuenta”.
32
Macaulay, op. cit., pp. 46. La intención de crear un ejército permanente se destacó con Jacobo II.
33
Supra. Nota. 18.
34
Euxden, op. cit., p. 151. Macaulay, op. cit., pp. 215-217. 229-203.
35
Hill, op. cit., pp. 330.
Bibliografía
Anderson, Perry, Los fines de la historia, Argumentos, Anagrama, Barcelona, 1996.
Eusden, John Dykstra, Puritans, Lawyers, and Politics in Early Seventeenth-Century
England, Yale Studies in Religious Education, 23, Yale University Press, New
Heaven, 1958.
Flamenco Bacilio, Mauricio, Un acercamiento historiográfico a la guerra civil inglesa.,
Palabra de Clío, Instituto de Estudios Humanísticos, México, 2011.
Hill, Christopher, El mundo trastornado. El ideario popular en la Revolución Inglesa
del siglo XVII, Historia de los movimientos sociales, Siglo XXI, Madrid, 1983.
, Reformation to Industrial Revolution. 1530-1780, The Pelican Economic
History of Britain, 2, Penguin, Baltimore, 1974.
Miller, George, Restoration England. The Reign of Charles II, Seminar Studies in
History Longman, London-New York 1989.
Macaulay Trevelyan, George, Illustrated English Social History. Volume Two. The Age
of Shakespeare and the Stuart Period, Penguin Books, Middlesex, England, 1968.
, La Revolución Inglesa. 1688-1689, Breviarios del Fondo de Cultura Económica, 43, Fondo de Cultura Económica, México, 1981.
Palti, Elías, “Guerra y Habermas: Ilusiones y realidad de la esfera pública latinoamericana” en Pani, Erika y Alicia Salmerón, Conceptualizar lo que se ve. François
Xavier Guerra historiador: homenaje, Instituto Mora México, 2004. pp. 461-483.
Diacronías
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Los títulos de los señores:
hacia la definición de un género
discursivo colonial en el Área Maya
A. Rafael Flores Hernández
¿Cómo es que podría describir las tierras donde tuvieron su origen los
llamados Títulos de los señores? Tal vez como un sitio de nubes. Nubes
que no ocupan únicamente el cielo, pues con un poco de rebeldía también decidieron vivir entre las montañas de Guatemala. Nubes que
envuelven la mirada, el cuerpo y la historia. El viajero que visite aquellos sitios, y sepa dónde buscar, guardará por siempre en la memoria,
por ejemplo, el aroma dulzón de una ofrenda puesta por los costumbristas mayas. Ahí, en sus ceremonias dedicadas a lo sagrado, a los antepasados, a los espíritus que habitan el mundo y a las propias mujeres
y hombres, el humo de su rito se expande por las cuatro esquinas del
mundo formando nubes. Nubes que hacen pensar al viajero en la relación pasado-presente de aquellas tierras, donde fueron cosechados dichos textos.
Bajo el concepto Títulos de los señores se ha integrado una serie de
documentos producidos por personas mayas durante el siglo XVI en lo
que hoy es Guatemala. Aunque se trata de una definición bastante extendida entre el público académico, hasta ahora nadie se ha encargado
de discutir el porqué se les ha incluido bajo dicha caracterización a ese
grupo de manuscritos.1 En este trabajo trataré de dar, precisamente,
argumentos para señalar porqué incluirlos en este grupo y cuáles serían los rasgos que los definirían. Entre los documentos que revisé se
Diacronías
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A. Rafael Flores Hernández
encuentran el Popol Vuh, el Título de Totonicapán, el Título de Yax, el
Título de la casa Ixquín-Nehaib y el Título real de don Francisco Izquín
Nehaib. Como tesis principal de este trabajo, considero que dichos textos tienen una historia común, en cuanto a su origen y los motivos que
llevaron a su redacción, lo cual los incluye en un género discursivo específico.2 Respecto de las motivaciones que constituyen el fondo de los
títulos, considero que defienden la legitimidad de ciertos k’iche’, para
ostentarse como señores de los pueblos y refrendar su jurisdicción.
Para el estudio de los documentos, parto del punto de vista dialógico. Esta perspectiva me lleva a no abordar los títulos como meros textos
aislados. Si bien comprendo la importancia de los análisis de las estructuras internas del enunciado, resulta importante considerarlos al mismo tiempo como parte de una cadena discursiva de la comunicación
humana. Aquí coincido con Valentín Volóshinov, quien señala que la
unidad real del lenguaje en cuanto a discurso no es un enunciado monológico aislado, sino la interacción de al menos dos enunciados; es decir,
el diálogo.3 El filósofo Mijaíl Bajtín abunda al respecto cuando señala:
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[…] todo hablante es de por sí un contestatario, en mayor o menor
medida: él no es un primer hablante, quien haya interrumpido por
vez primera el eterno silencio del universo, y él no únicamente presupone la existencia del sistema de la lengua que utiliza, sino que
cuenta con la presencia de ciertos enunciados anteriores, suyos y ajenos, con las cuales su enunciado determinado establece toda suerte de
relaciones (se apoya en ellos, polemiza con ellos, o simplemente los
supone conocidos por su oyente.) Todo enunciado es un eslabón en
la cadena, muy complejamente organizada, de otros enunciados.4
Es decir, interesa leer los Títulos de los señores como enunciados que
están respondiendo a dichos ajenos y que, a su vez, desde sí, generan
respuestas futuras que forman parte intrínseca de otros enunciados.
Dichos documentos, pensados de esa manera, adquieren mayor sentido en relación a los textos con que dialogan.
LOS TÍTULOS DE LOS SEÑORES:
Para definir a los Títulos de los señores utilizo los tres momentos señalados por el mismo Bajtín, que constituyen las condiciones específicas y objetivos de cada enunciado, y que definen cada uno de los
géneros discursivos: el contenido temático, el estilo y la composición.
Contenido
En cuanto a su contenido, los Títulos de los señores leídos minuciosamente, dialogan con otros textos, que tienen que ver con problemas de
legitimidad de quienes ocupaban cargos entre la población maya5 o
buscan conservar la memoria histórica para la propia comunidad ante
un proceso de crisis social motivado por la guerra de conquista y colonización españolas.6
Los testimonios de Bartolomé de las Casas y Alonso de Zorita nos
describen la temática de los textos antiguos mayas de las Tierras Altas.
Ambos personajes conocieron la situación en Guatemala a mediados
del siglo XVI, el primero como parte de su labor misional y el segundo
como funcionario real. Debido a su alto valor etnográfico, y la evidencia que proporciona, a continuación presentamos una larga cita de Las
Casas:
Diacronías
Éstos tenían noticia de los orígenes de todas las cosas, así lo tocante a
la religión y dioses y culto dellos, como de las fundaciones de los
pueblos y ciudades, cómo comenzaron los reyes y señores y sus señoríos, y modos de sus elecciones y sucesiones, de cuántos y cuáles
señores habían pasado; de sus obras y hazañas y hechos memorables
buenos y malos; de cómo bien o mal gobernaron; de los grandes
hombres y buenos y esforzados capitanes y valerosos; de las guerras
que habían tenido y cómo en ellas se señalaron.
Ítem, de las primeras costumbres de los que primero poblaron,
y cómo se mudaron después en bien o en mal, y todo aquello que
pertenece a historia, para que hobiese razón y memoria de las cosas
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pasadas. Estos tenían cuenta de los días, meses y años, y aunque no
tenían escriptura como nosotros, tenían empero sus figuras y caracteres que todas las cosas que querían significaban, y déstas sus libros
grandes, por tan agudo y sotil artificio, que podríamos decir que
nuestras letras en aquello no les hicieron mucha ventaja.7
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Según la información que proporciona Bartolomé de Las Casas, la escritura maya tradicional en la región de Guatemala se caracterizó por
abarcar una diversidad de temas: el contenido de algunos de esos textos
era religioso o se ocupaban de los mitos de creación —“tenían noticia
de los orígenes de todas las cosas, así lo tocante a la religión y dioses y
culto dellos”; los textos también trataban temas históricos (fundaciones
de poblaciones, gobernantes, acontecimientos y personajes relevantes,
así como guerras y costumbres), a los cuales se les situaba en un momento específico del tiempo— “tenían cuenta de los días, meses y
años”.8 Según advertimos, la escritura tenía una clara intención de
guardar la memoria del pasado.
Resulta similar al testimonio de Las Casas el de Alonso de Zorita,
quien fungió como oidor en Guatemala en la década de 1550. Zorita
conoció los antiguos libros k’iche’ cuando visitó Utatlán. Ahí se informó que algunos de los códices tenían “hasta ochocientos años de antigüedad”, gracias a lo cual los mayas conservaban el recuerdo de sus
gobernantes pasados.9
A fines del siglo XVII, el cronista Francisco de Fuentes y Guzmán
aportó información sobre los antiguos libros mayas en su Recordación
Florida al anotar que escribían “con más o menos curiosidad en pergaminos de venado, en mantas, piedras y maderos, pintaban, esculpían y
tallaban los sucesos y cosas memorables de su tiempo, y la cuenta del
tributo de sus reyes, y los señores de su estirpe”.10 En la misma obra,
Fuentes y Guzmán refiere la continuidad temática en lo concerniente
al tema de la ascendencia de los principales; anotó que entre los k’iche’
de Santa Catarina Ixtahuacán, en “distintos manuscritos de los citados, se halla la propia noticia y tradición de la certeza de su linaje, que
LOS TÍTULOS DE LOS SEÑORES:
es cuaderno de los calpules o familias nobles del pueblo de Santa Catarina Istaguacán, escripto en veinte, y ocho fojas, por un cacique dellos,
don Francisco Careta Calel Yumpam”;11 es decir, el cronista señaló el
interés en los textos k’iche’, antes y después de la Conquista, por clarificar la pertenencia indígenas a algún linaje, así como la importancia de
éste. El Popol Vuh justo nos ofrece un ejemplo al respecto:
No está clara su desaparición
cuando desaparecieron.
Pero sí está claro lo que dejaron instruido,
y el envoltorio se volvió sagrado para ellos.
Era la memoria de sus padres.
De inmediato empezaron a quemar ofrendas delante de la memoria
de sus padres.
Fue entonces cuando comenzó la generación de los Señores,
Los que le sucedieron a Balam K’itze’;
donde se originaron los abuelos y
padres de los Kaweq.
Esto nunca lo olvidaron sus hijos…
Así pues fue la desaparición
el fin de Balam K’itze’
Balam Aq’ab
Majuk’utaj e
Ik’I Balam
Las primeras gentes que vinieron de allá. De la orilla del mar
de donde sale el sol.
En un tiempo muy antiguo llegaron acá.
Cuando murieron ya eran muy ancianos
los adoradores y
los penitentes, como se les nombra.12
Diacronías
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Qué decir sobre el Título de Totonicapán, un documento en cuyas
páginas se busca hacer coincidir la tradición histórica europea y la propia tradición k’iche’ en un solo relato, para así explicarse no sólo el origen de los propios indígenas sino también el de los españoles. El resto
de los títulos estudiados incluyen una narración de su propia historia.
Hasta ahora, es opinión general señalar que estos documentos
fueron redactados como títulos de tierras en el siglo XVI. Al revisar las
problemáticas de los años en que fueron escritos, nos podemos percatar que si bien existía un interés por legitimar a través de ellos un territorio, son distintos a los documentos jurídicos usados para fijar límites
de tierras precisos. Al llevar a cabo una investigación documental más
exhaustiva, se nota que los pleitos por tierras y para fijar mojoneras
son posteriores a este momento, cuando se agudizan los problemas
provocados por las congregaciones de los pueblos de indios y aún más,
a finales del siglo XVI, luego de la expedición de las Leyes de composición en 1591. A esta idea se añaden los argumentos dados por Michela
Craveri, quien señala que, en la época prehispánica, entre los mayas
de Guatemala, la territorialidad indígena se distingue de la idea europea de tenencia de la tierra:
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Si en la Europa medieval y renacentista la propiedad de la tierra
determina también el control político sobre los hombres que la trabajan, en el mundo indígena al contrario, el poder político se ejerce
principalmente sobre los individuos e indirectamente sobre las tierras que ellos ocupan. Hay que recordar que para las culturas mesoamericanas la tierra es sagrada, como expresión de la energía
de gestación y de muerte y no se puede vender, separar, trocar y
poseer.13
En otras palabras, en la tradición escrituraria maya, parte importante
de las narraciones sobre el pasado tenían como finalidad legitimar la
jurisdicción de linajes en el poder, incluyendo una territorialidad ejercida a través de las personas que reconocían a dicho linaje.
LOS TÍTULOS DE LOS SEÑORES:
Estructura
Autores como René Acuña o Gudrun Lenkersdorf han notado y destacado que hay una serie de inconsistencias entre el Popol Vuh y el resto
de los textos mayas. Acuña, en un minucioso estudio de la estructura
interna de la obra, demuestra que ésta fue organizada a la manera de
un libro europeo:
[…] está diseñado y ejecutado, de arriba abajo, con conceptos occidentales. tiene prefacio, escrito naturalmente después de haber compuesto la obra; tiene capítulos y, desde luego, cada capítulo, la
respectiva cabeza que enuncia su contenido; tiene, en fin, un epílogo.14
Además de esta estructura evidentemente de tradición europea,
Lenkersdorf critica la falta de fechas en las narraciones, lo cual es verdaderamente raro para una cultura que acostumbraba fechar con precisión cada uno de los acontecimientos, de lo que contamos con
evidencias desde el periodo Clásico hasta nuestros días. La autora, además, remata esta revisión del Popol Vuh concluyendo que dado el contexto de reorganización política por el cual pasaban los k’iche’ cuando
se redactó el Popol Vuh, este libro responde más a las preocupaciones de
la sociedad colonial que a las del Posclásico Maya.
Hasta aquí reconocemos el valor de estas apreciaciones. Sin embargo, diferimos de ellas en cuanto a que dichos autores no consideraron los diferentes momentos por los que pasó el Popol Vuh. Aun hay
muchas lagunas de información en torno al documento del cual fray
Francisco Ximénez transcribió el texto que tituló Empiezan las historias del origen de los indios de esta provincia de Guatemala traduzido de la
lengua Qviche en la castellana para más comodidad de los ministros de el
Sto. Evangelio,15 y que ha servido a manera de “original” del Popol Vuh.
Diversos indicadores nos llevan a pensar que el Popol Vuh fue en
realidad un documento escrito entre 1555 y 1563. Debió redactarse recopilando textos de otros códices, más parecidos a los códices mixtecos
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o nahuas; es decir, con una escritura pictográfica más unida a una lectura oral de los mismos que a los textos epigráficos mayas de las Tierras Bajas. Si bien en estos libros se pueden identificar autorías
individuales, lo normal es que esos libros se basaran en otros más antiguos donde estaban consignadas las antiguas historias, e iban pasando
entre ciertos linajes. Cuando uno de esos libros resultaba “vetusto” se
transcribía en hojas nuevas y, en el proceso, se eliminaban, o incluían
nuevos textos. Federico Navarrete ha señalado que por definición ésos
eran siempre libros inconclusos, ya que estaban vivos y eran permanentemente reescritos.
El documento redactado en el siglo XVI debió ser conservado entre descendientes del linaje Kaweq asentados en la recién fundada
Santa Cruz del Quiché. Ahí debió pasar de generación en generación,
tal como ocurrió con los Títulos Nija’ib’ y los títulos prevenientes de
Totonicapán, que fueron resguardados por la comunidad de Momostenango y Totonicapán hasta mediados del siglo XX, año en que fueron estudiados por Robert Carmack y James Mondloch.16 La versión
anterior del Popol Vuh que llegó a manos de Ximénez no sólo fue
transcrito, sino incluso modificado para una mejor comprensión por
parte de los evangelizadores, tal como sugiere el título dado por Ximénez al documento. Ahí hubo un cambio en la estructura interna del
documento a la que hoy conocemos, que, sin embargo, no estaba presente en versiones anteriores.
En el caso del Título real de don Francisco Izquín Nehaib nuestra
conclusión es que el documento fue escrito para ser comprensible para
españoles e indígenas, en los términos que los autores entendían lo legal en ambas culturas. De ahí que se tomaran temáticas de la diplomática castellana (título/probanza/ejecutoria) que determinaron el léxico
y la composición interna del Título real. Sin embargo, para Francisco
Iskin Neja’ib’, era necesario expresar la legalidad de su nombramiento en término de los valores k’iche’ de legitimidad. Por ello, el texto
también da cuenta de todo aquello que era considerado fundamental
en el nombramiento de un señor k’iche’ legítimo e incluye rasgos fun-
LOS TÍTULOS DE LOS SEÑORES:
damentales de los textos prehispánicos. El resultado es que en el Título
real se conjugan géneros discursivos que, sin embargo, no eran radicalmente diferentes, pues ambos buscaban otorgar validez al gobierno, cada uno desde sus propios paradigmas, del enseñoramiento de
Iskin Nija’ib’. Para ello, fue importante que ambos géneros no fueran
totalmente incompatibles, pues los dos tenían elementos y rasgos comunes, que sirvieron para acoplarlos en un discurso coherente.
El Título de Totonicapán es una muestra más de esta estructuración de antiguas narraciones k´iche’ en formato de libro. En dicho documento es evidente que se trata de un libro con una estructuración de
carácter occidental. De tal manera, que incluso el relato bíblico de la
creación sirve como inicio para las historias propias de los k’iche’.
Una problemática a la que se han enfrentado los estudiosos al
abordar estos documentos, tiene que ver con el relato del pasado contenido en ellos. En todos los títulos se narra el pasado en una secuencia
que, en ocasiones, va desde la creación de la humanidad hasta llegar a
mediados del siglo XVI. A decir de muchos autores, en estas narraciones
el mito se confunde con la historia. Nuestra perspectiva es distinta, ya que
consideramos que dichas reflexiones no se deben hacer desde nuestra
perspectiva cultural sino desde la que fueron escritos los documentos.
En la memoria histórica de los pueblos mesoamericanos en general
y de los mismos k’iche’, los relatos del pasado no diferenciaban entre lo
que nosotros denominaríamos mito e historia. Navarrete expone un problema similar con las fuentes de la migración mexica; al respecto dice:
[…] aquellos historiadores que han intentado utilizar las fuentes
mexicas como minas de datos para reconstruir la “verdadera” historia de la migración se han topado con dificultades insalvables, pues
no tomaron en cuenta que la tradición indígena obedecía a criterios
de verdad diferentes a los de la historiografía occidental moderna.17
En este sentido, los acontecimientos históricos se narran y explican con
una lógica diferente a la nuestra, pues no necesariamente se sitúan en
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una perspectiva lineal de la historia. Esta historiografía responde a un
cronotopo en el que predomina una visión cíclica del transcurrir del
tiempo; así que dichos acontecimientos y los personajes pueden ser colocados en el pasado según la interpretación que se haga de ellos desde
la cultura k’iche’. Ello exige interpretaciones acordes con la lógica de la
cosmovisión en que fue producido el texto, igual a como han mostrado
investigaciones sobre documentos de otras regiones de Mesoamérica.18
Navarrete y Paula López19 coinciden en señalar que los relatos históricos plasmados en diversos textos nahuas están estructurados y validados con juicios que no necesariamente coinciden con los nuestros.
Considero que lo enunciado por ambos autores puede hacerse extensivo al área k’iche’. Identificamos en diversos niveles de los Títulos de los
señores que los paradigmas de autentificación del texto corresponden a
otros criterios culturales. La estructura narrativa, la elección por parte
de los autores de la información que aparecen en los títulos, la filosofía de la historia y los criterios para juzgar la veracidad del documento
responden a una lógica específica. Entonces, si bien los títulos se ocupan de acontecimientos históricos, éstos se narran y explican desde la
cosmovisión k’iche’ de mediados del siglo XVI; ello exige una lectura
acorde con ese pensamiento.
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El estilo
El último aspecto para tratar aquí sobre los Títulos de los señores, y que
será abordado de manera muy breve, tiene que ver con su estilo; es decir, “por la selección de los recursos léxicos, fraseológicos y gramaticales de la lengua”.20 Estos elementos no son azarosos, antes bien
corresponden a una bien establecida tradición de escritura-oralidad
entre los k’iche’ de Guatemala. Nancy Farris nos otorga un punto de
comparación con lo ocurrido entre los mayas de Yucatán:
LOS TÍTULOS DE LOS SEÑORES:
Si no me equivoco, los mayas ofrecen el único caso de una tradición
escrita que conserva su continuidad al pasar directamente de un sistema de escritura a otro. Aunque la escritura jeroglífica maya desapareció, el idioma y hasta algunos textos se conservaron en forma
escrita al ser transcritos al alfabeto latín [sic] de los españoles. El contenido de estos textos y de las tradiciones orales con que se ligaban
me hicieron sospechar que las ideas o el sistema cognitivo pueden
tener cierta autonomía con relación a su medio de comunicación.21
A la perspectiva de continuidad en la tradición escrituraria maya podemos añadir la evidencia lingüística que han proporcionado los estudios epigráficos. Algunos trabajos, como los realizados por Alfonso
Lacadena, sugieren que, a través del análisis de figuras retóricas, se
pueden identificar persistencias en todos los niveles de la lengua en una
amplia región del Área Maya, desde el periodo Clásico hasta la Colonia.22 Con base en el estudio de diversos textos k’iche’ coloniales, Michela Craveri llegó a conclusiones similares, demostrando que el uso
de esos elemento retóricos presentes en esos discursos se encuentran
incluso hoy en la oralidad k’iche’.23 Al respecto añade:
La palabra poética nos comunica mucho más que su inmediato referente: es color, sonido, cuerpo y voz, tiempo y espacio a la vez. Es
el mundo re-interpretado por el hombre, que a través del tejido verbal logra racionalizar y dominar las fuerzas ajenas y al mismo tiempo vivirlas plásticamente en el espacio de la representación escénica.
Las formas poéticas nos revelan el sistema simbólico que un pueblo
adopta para representar la realidad y preservarla a través de los siglos, moldeando peculiares canales de comunicación hacia los dioses o hacia otros miembros del mismo grupo social.24
Sobre este aspecto únicamente añadiré que, si bien algunos autores se
han preocupado por establecer relaciones genealógicas entre los distintos Títulos de los señores; es decir, tratar de establecer qué documento
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fue extraído de cual, basándose en fragmentos repetidos, incluso palabra por palabra, en ellos. Mi opinión sería que no tienen que guardar
necesariamente este tipo de relaciones, sino que, en ocasiones, esta repetición de fragmentos tiene que ver con el conocimiento previo de
una historia común, conservada en uno o más códices, pero que el uso
repetitivo de formulas, expresiones y recursos retóricos, tienen que ver
con su uso regular en la tradición discursiva k’iche’.
Una vez enunciados los rasgos discursivos de los Títulos de los señores, veámoslos en relación con el contexto en el cual fueron redactados y cuáles eran las problemáticas de dicho momento histórico, para
verificar los textos con que dialogaban los títulos.
Los Títulos de los señores como género
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El estudio de los textos que produjeron los mayas en la época Colonial
implica el reconocimiento de una situación específica, pues estas comunidades contaban con una tradición escrituraria anterior a cualquier
contacto con el Viejo Mundo. La relación con los españoles, aunque
implicó un cambio en la tecnología de la escritura y en los propios textos, no necesariamente conllevó a un rompimiento total con la manera
como se producían antes del contacto con los españoles.
En este proceso de asimilación de la escritura latina, los mayas
adoptaron las letras mostradas por los frailes, junto con la forma y
contenido de los escritos españoles. Una de las razones para efectuar
dicho cambio fue la necesidad de escribir no sólo para el interior de la
comunidad, sino también para las diferentes instancias del aparato estatal que, como hemos mencionado, consolidaba su presencia en Guatemala. La intención de la élite indígena fue hacer menos dura su
situación o conseguir privilegios.
Los documentos que los mayas elaboraron en aquella época fueron heterogéneos, pues respondieron a casos específicos y se redactaron en contextos determinados. La intencionalidad de estos escritos
LOS TÍTULOS DE LOS SEÑORES:
abarcó una amplia gama de matices, pues mientras unos se centraron
en consignar sus antiguas historias, otros se ocuparon en explicar y recordar la llegada de los españoles, y algunos más en conseguir privilegios de la Corona o defender la territorialidad de su comunidad.
De acuerdo con el contexto que se puede formular en torno a los
Títulos de los señores, y gracias a los discursos con los cuales dialogaba
en su origen, que se trata de textos vinculado con legitimidad de gobierno y territorial. Esto tiene que ver con los procesos de reestructuración social y cultural que se llevaban a cabo entre los mayas de
Guatemala en la segunda mitad del siglo XVI. Durante ese tiempo,
luego de los movimientos generados por la crisis demográfica provocada por la guerra de conquista y el contagio de epidemias, las congregaciones de indios, la imposición de nuevos gobiernos, así como el
aprendizaje del uso del alfabeto latino, dieron como resultado que los
k’iche’ escribieran en ese abecedario para conservar su memoria, explicarse de dónde venían los propios españoles y cómo era compartible
su historia con la de ellos.
Como vemos, los Títulos de los señores son un ejemplo de textos
surgidos de un diálogo cultural entre los k’iche’ y los españoles. Esto
definió la temática, composición y estilo de las obras.
Aún falta mucho por definir en torno a los Títulos de los señores,
pero ése es un esfuerzo que necesitará de un trabajo más amplio y fino
que abarque los aportes de algunas disciplinas, como la historia, la etnografía, la lingüística y la arqueología, entre otras. Tal vez algún día
podamos develar con esas herramientas nuestra mirada parcial, nuestra visión empañada por la nebulosidad, aquella que nos fue dada desde los principios de los tiempos según el Popol Vuh:
Enseguida cambiaron la naturaleza de su creación
de su formación
Sus ojos fueron empañados por parte de Uk’u’x Kaj
fueron opacados como cuando se echa aliento
sobre la faz de un espejo…
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A. Rafael Flores Hernández
se puso borrosa su visión.
Ya sólo podían ver lo que estaba cerca
sólo era claro lo que estaba a su alrededor.25
Notas
1
Gudrun Lenkersdorf, “El Popol Vuh: algunas consideraciones históricas”, en Estudios de
Cultura maya, vol. XXIV, México, 2003, pp. 56.
2
Para una definición de los géneros discursivos véase Mijaíl Bajtín, Estética de la creación
verbal, Siglo XXI, México, 2012. pp. 245.
3
Valentín Volóshinov, El marxismo y la filosofía del lenguaje, Alianza Editorial, Madrid,
1992.
4
Bajtín, op. cit., pp. 255.
5
Véase A. Rafael Flores Hernández: El Título real de don Francisco Izquín Nehaib y su con-
texto histórico, Plaza y Valdés, México, 2010.
6
Véase el Memorial de Sololá, traducción directa del original, introducción y notas de Adrián
Recinos, Piedra Santa, Guatemala, 2006. Este documento fue escrito no para que lo leyese
otro público que no fuese el kaqchikel.
7
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62
Bartolomé de las Casas, Apologética Historia Sumaria, Edmundo O’Gorman (ed.), Instituto
de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 1967.
8
Ib., pp. 504.
9
Alonso de Zorita, Los señores de la Nueva España, Universidad Nacional Autónoma de
México, Biblioteca del Estudiante Universitario, 32, México, 1993, pp. 203.
10
Cfr., Mercedes de la Garza, El legado escrito de los mayas, Fondo de Cultura Económica,
México, 2012, pp. 29.
11
Ib., pp. 65.
12
Popol Wuj, traducción al español, pp. 183-184.
13
Michela Craveri: El lenguaje del mito, Voces, formas y estructuras del Popol Vuh, UNAM,
Instituto de Investigaciones Filológicas, Cuadernos del Centro de Estudios Mayas, 37, México, 2012, pp. 215.
14
René Acuña, Temas del Popol Vuh, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM, Méxi-
co, 1998, pp. 25.
LOS TÍTULOS DE LOS SEÑORES:
15
Ib., pp. 15.
16
Véase la introducción al Título de Yax y otros documentos quichés de Totonicapán, Guatema-
la, transcripción, traducción y notas por Robert M. Carmack y James L. Mondloch, UNAM,
Instituto de Investigaciones Filológicas, Fuentes para el Estudio de la Cultura Maya, 8, México, 1989.
17
Federico Navarrete, “Las fuentes indígenas más allá de la dicotomía entre historia y mito”,
en Estudios de Cultura Náhuatl, N° 30, México, 1999, pp. 250.
18
Véanse los trabajos de Ethelia Ruiz Medrano referentes a la región de Oaxaca y el Alti-
plano Central “Códices y justicia: los caminos de la dominación”; las investigaciones de
Tsubasa Okoshi sobre los documentos mayas de Yucatán; de Gabriel Kruell: “Identidad,
guerra y sacrificio en el cronotopo de la migración mexica”, en Mesoamérica. Una mirada a
través del tiempo.
19
Paula López Caballero, “Reflexiones en torno a la autenticidad de las tradiciones. Títulos
Primordiales y kastom polinesia”, en Fronteras de la Historia, vol. 10, Bogotá, 2005, pp. 109-138.
20
Bajtín, op. cit., pp. 245.
21
Nancy Farris, “Recordando el futuro, anticipando el pasado: tiempo histórico y tiempo
mítico entre los mayas de Yucatán”, los mayas de Yucatán”, en La memoria y el olvido. Segundo simposio de Historia de las mentalidades, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
México, 1985, pp. 49.
22
Alfonso Lacadena: “Apuntes para un estudio sobre literatura maya antigua”. en Antje
Gunsenheimer, Tsubasa Okoshi y John F. Chuchiak (eds), Texto y contexto: perspectivas intraculturales en el análisis de la literatura maya yucateca, BAS, Estudios Americanistas de la
Universidad de Bonn, Bonn, sf.
23
Michela Craveri llegó a conclusiones similares; véase su texto “Aproximación a la retórica
k’iche” en Estudios de Cultura Maya, vol. XXIV, México, 2003, pp. 173-196.
24
25
Ib., pp. 173.
Popol Wuj, pp. 133.
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A. Rafael Flores Hernández
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A. Rafael Flores Hernández
Lenkersdorf, Gudrun: “El Popol Vuh: algunas consideraciones históricas”, en Estudios de Cultura maya, vol. XXIV, México, 2003, pp. 47-60.
, Repúblicas de Indios. Pueblos mayas en Chiapas, siglo XVI, Plaza y Valdés,
México, 2010.
López Caballero, Paula, “Reflexiones en torno a la autenticidad de las tradiciones.
Títulos Primordiales y kastom polinesia”, en Fronteras de la Historia, vol. 10,
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Volóshinov, Valentín, El marxismo y la filosofía del lenguaje, Alianza editorial, Madrid, 1992.
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Ni tan moro, ni tan cristiano:
un estudio de caso sobre los moros
en las Islas Filipinas durante el siglo XVII
Mariam Saada
Luis Fernando Tolentino Parrilla
Ante la necesidad de combatir las herejías y velar por la ortodoxia del
catolicismo en las nuevas posesiones americanas, la Corona española
estableció en 1570 el Tribunal del Santo Oficio para controlar al gran
territorio novohispano que se extendía a Guatemala y hasta las Filipinas. El imaginar que en el otro lado del Atlántico existían judíos, luteranos, alumbrados, blasfemos, brujas o moros (practicantes de la secta
de Mahoma) era inconcebible, pero más asombroso fue el caso de hombres que renegaron del catolicismo y adoptaron otra fe. El presente
artículo nos habla de un sujeto inconcebible: Alejo de Castro, un cristiano que renegó de la fe católica y adoptó al islam como su nueva fe.
Hombre de armas que viajó por varios lugares del sudeste asiático, que
vivió una doble vida: al interior de su hogar como un ferviente musulmán converso y a las afueras como un cristiano más. Las circunstancias
lo acercaron al islam, pero mantenía parte de la esencia del cristianismo. Un hombre de dos mundos, que vive entre los límites de dos concepciones religiosas sobre el mundo.
El presente artículo es un análisis del contexto histórico de Alejo
de Castro y las circunstancias que lo obligaron a acercarse al islam y su
denuncia ante los ojos del inquisidor.
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¿Moro o morisco?
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El tema entraña la enorme dificultad de nombrar a los sujetos. Hay
ambigüedad de términos y usos para referirse a ciertos sujetos. Una
clarificación de terminología ayudaría a entender el caso del funesto
Alejo de Castro. ¿Qué quiere decir “moro” o “morisco” para el inquisidor y para la época?1 El Diccionario de Autoridades define “moro”
como “el natural de Mauritania, provincia de África. Se toma regularmente por el que sigue la secta de Mahoma”. Por tanto, moro es un
término que para delinear al islam como religión no europea por su
connotación geográfica. Otro término bastante duro de contextualizar
en Nueva España es el de “morisco”, ya que en significado y uso puede
dar un abanico de posibilidades de mezclas raciales dentro del “sistema
de castas” novohispano. La palabra morisco como “lo que pertenece a
los moros” era empleado para denominar a los musulmanes bautizados o aquellos que abandonaron el islam para ser cristianos originalmente en España. A lo largo del siglo XVI se planteaba el “problema
morisco” como el miedo que tenía la Corona de traiciones por los recién o nuevos conversos del islam. Se temía que los nuevos conversos
que dejaron la fe islámica podían formar una quinta columna y conspirar con el Turco, o no eran católicos auténticos y practicaban aquella
religión clandestina, o no se asimilaban bien al sistema nuevo impartido por la Corona y por ende no eran buenos ciudadanos españoles.
La presencia del islam en las Filipinas
La expansión del islam por el mundo tras la muerte del profeta Mohamed, en el año 632, provocó enlaces complejos de culturas, lenguas y
civilizaciones. A pesar de iniciarse en la Península Arábiga a partir del
año 661, el islam ya se había expandido a una parte de Asia Central,
una extensa parte de la India, una franja amplia del norte de África, la
Península Ibérica y el sur de Francia. Carlos Martell impidió su avance
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en la batalla de Poitiers en 732. Sin embargo, la fe en Alá se expandió
por gran parte del continente asiático a través del control de los puntos
estratégicos de comercio marítimo y terrestre.
La presencia árabe en el océano Índico fue la oportunidad idónea
para establecer una zona de expansión política y religiosa. Esta presencia se forjó a través de redes comerciales establecidas con otros pueblos como persas, indios, chinos y, para el siglo XIII, malayos. En esta
región, los árabes dejaron sus actividades corsarias y estrecharon lazos
comerciales. Isaac Donoso describe brevemente este acontecimiento
cuando menciona:
Gracias al concurso de una empresa global en clave islámica, naciones de enorme heterogeneidad participaron en la forja y funcionamiento de una de las mayores y más longevas rutas transoceánicas.2
No obstante, la empresa musulmana tuvo un momento de declive con
los bloqueos de factorías chinas y con grupos que se adueñaron de los
puntos de conexión: en 1498, la llegada a Calicut (Khozhikode, al sur
de la India) de Vasco de Gama permitió el control portugués de las redes comerciales en la zona. Años más tarde, los españoles que llegaron,
en 1565, a las islas Filipinas, comenzaron su expansión en el sudeste
asiático y tendrán que combatir con el mundo musulmán por imponer
su ley y su fe.
El constante contacto comercial entre malayos y musulmanes en
las costas de China y la migración de estos a dichas regiones dio como
resultado la islamización de esta parte del sudeste asiático. A estos dos
grupos (comerciantes y migrantes) se sumaron los misioneros de la
secta sufí, procedentes de las islas de Malasia y Sumatra.3 Si a esos elementos le sumamos el cristianismo, el mosaico cultural y religioso en
el archipiélago se resalta por su diversidad en el siglo XVII.
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La Inquisición en Filipinas
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Esta amplia zona asiática era el mercado idóneo para el comercio marítimo: intercambiar productos, negociar especies y mercancía deseada
en Occidente. El querer competir para tener el monopolio de las rutas
de comercio requirió fortalecer la presencia española en las Filipinas a
partir del año de 1565. Para la Corona española, las Filipinas eran el
punto comercial para conseguir marfiles, sedas y porcelanas chinas,
clavo de las Molucas, canela de Ceilán, jengibre de Malabar y sándalo
de Timor; a cambio de estos productos, la plata novohispana llegó a
China.4 Además del interés comercial, para muchos misioneros fue
una oportunidad para seguir con la labor evangelizadora.
El proceso de dominación y ocupación de las Islas Filipinas fue rápido y consecutivo: el 21 de marzo de 1564 parte la expedición comandada por Andrés de Urdaneta y Miguel de Legazpi y el 13 de febrero
de 1565 llegan a las islas bautizadas como Filipinas en honor al rey Felipe II. Cinco años después, en 1570, las islas se convirtieron en el baluarte comercial de la Corona española en el Pacífico: Cebú como el
lugar más adecuado para el comercio con las Molucas y la bahía de
Manila como el lugar idóneo para el comercio con China.5
La estrecha relación entre comercio y expansión religiosa se notó
con la presencia de órdenes religiosas, como los agustinos, para la
evangelización y pacificación de los naturales de las islas.6 Desde 1570
hasta 1578, cuando se nombra vicario a Juan Viveros, la autoridad
para llevar a cabo cualquier labor inquisitorial recaía en los agustinos.
Al llegar a las islas el obispo Domingo Salazar, primer obispo de la
ciudad de Manila, asumió la labor de inquisidor apostólico en 1581.
Varias quejas llegaron al Tribunal de la Santa Inquisición en México
denunciando las irregularidades del obispo Salazar. Sin embargo, el
error cometido fue haber asumido el cargo de inquisidor sin antes haber sido informado que en aquellas islas no había un comisario del
Santo Oficio.7
NI TAN MORO, NI TAN CRISTIANO:
El obispo había tenido sin duda ocasión de presenciar de cerca en la
capital del virreinato el prestigio y el poder que tenía y el miedo que
inspiraba el Santo Oficio y resolvió desde entonces, en llegando a su
diócesis, rodear su persona y dignidad episcopal de los mismos atributos. Sólo cuando tuvieron noticia de los procedimientos del obispo, que eran verdaderamente atentatorios de la jurisdicción del
Tribunal, se apresuraron a enviar, en los comienzos de 1583, el título de comisario al agustino fr. Francisco Manrique.8
La falta de comunicación formó un dilema y ante él, el Tribunal despachó el título de Comisario de la Inquisición en aquellas islas a fray
Francisco Manrique, prior del convento de San Agustín de Manila. La
noticia no fue tomada a bien por el obispo, quien escribe a los inquisidores:
Con fecha 8 de Septiembre de aquel año, contestaba el Obispo a los
Inquisidores reprochándoles que no hubiesen tratado en él el asunto; que por eso se fue con el pensamiento de que su distrito no estaba
comprendido dentro de la jurisdicción del Tribunal; y en lo de recibir al comisario parecióme, expresaba, que antes, ante de lo de admitir, se debían mirar muy bien los inconvenientes que podría
haber, que su comisión no le pareció bastante para introducir en
esta tierra un oficio nuevo.9
La disyuntiva entre funcionarios y sus jurisdicciones era un tema recurrente cuando se establecieron los tribunales inquisitoriales. Los obispos defendían sus atribuciones inquisitoriales y, por otro lado, los
inquisidores reclamaban el uso exclusivo de su jurisdicción.10 Esta problemática sobre la jurisdicción entre el comisario y el obispo caracterizó la última parte del siglo XVI. En una zona donde ya hacían acto de
presencia los holandeses, las causas contra extranjeros fueron constantes en las Filipinas. Ante el posible miedo a que los extranjeros tuvieran
demasiado contacto con “aquellas poblaciones tan cortas y de tan nueva
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cristiandad”,11 se ordenaba que fueran expulsados inmediatamente.
Además de tantos conflictos, surgió una nueva problemática cuando
los soldados, los destinados a defender el territorio filipino, tomaron la
decisión de convertirse a la fe del profeta Mohamed:
Con las naos que vinieron el año pasado de las islas Filipinas, nos
remitió el comisario de allí muchas testificaciones contra soldados
españoles y otras personas que se han pasado a aquellas tierras comarcanas de moros a renegar de nuestra fe santa, y otros que pasan
al campo de los holandeses, que tan trabajadas tienen aquellas islas,
y demás de seguir sus sectas, apostatando de la fe católica, les llevan
armas y otros pertrechos de guerra, y pelean contra nosotros […]12
Incluso las autoridades se veían en un predicamento sobre qué acción
realizar contra ellos:
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[…] no nos hemos resuelto a executarlo hasta dar cuenta a V. S. Por
que, si bien el exceso de los dichos reos es muy grande y tan perjudicial como deja entender, y el castigo podría servir de escarmiento a
ellos y a otros, pero también podría resultar mayor desesperación en
los dichos reos para nunca volver a reconciliarse y de irritar a los
infieles y herejes con quien están, para hacer grandes molestias a los
captivos y prisioneros cristianos, como algunas veces ha sucedido en
Argel, Túnez y Viserta […]13
Al parecer el castigo por los tribunales militares era excesivo en comparación al inquisitorial. Los elementos ya descritos anteriormente muestran el contexto en el que está inmerso Alejo de Castro: problemas
jurisdiccionales entre el comisario y el obispo, un tribunal que está sujeto al de la Ciudad de México, procesos largos que esperaban la resolución de los inquisidores de México y soldados que deciden profesar
otra fe.
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El proceso de Alejo de Castro
El ramo Inquisición del Archivo General de la Nación (AGN) está compuesto por 1,555 volúmenes y 49 cajas, que cuentan con varios instrumentos de consulta en físico y digital. El largo proceso de Alejo de
Castro está integrado en cinco volúmenes, de los cuales se tuvo acceso a
tres; los restantes se encuentran deteriorados y en espera de ser restaurados. Esta lista de documentos señala a los documentos consultados:
Inquisición, vol. 336, exp. s/n, foja 474, año 1621, Inquisición, vol. 418,
exp. 5, año 1643 e Inquisición, vol. 421, exp. 9, año 1645. Los otros dos
expedientes a los cuales no se pudo acceder, pero contienen este caso,
son: Inquisición, vol. 220, exp. 8, foja 2, año 1623 e Inquisición, vol. 350,
exp. 1, fs. 1-16, año 1625.
Las acusaciones
El 18 de junio de 1623, en la ciudad de Manila, el comisario del Santo
Oficio, fray Domingo González, llamó a declarar a Felipa de Lima
para conocer las faltas en las que incurría Alejo de Castro. Felipa de
Lima, al momento de su declaración, tenía doce años de edad y sus
padres eran Alejo de Castro e Inés de Lima. Cuando se le preguntó si
sabía el motivo por el que fue llamada por el Tribunal, comentó que
“presume será para saber de ella la mala crianza que en ella hace su
padre”.14 Esta mala crianza era no permitirle asistir ni oír misa, y agregó:
…una vez estando su padre enfermo la mandó que con una piedra
o mano de moler especies le sobase todo el cuerpo y después de hecho esto la mandó que pusiese la piedra debajo de una tabla en una
puerta por donde todos entraban y después la mando guardar.15
Además, le fue preguntado si su padre cometía alguna superstición o
comía carne en viernes o en cuaresma. Felipa respondió que no sabía,
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pero sabía que guardaba ciertas hierbas en una caja de la cual desconocía su uso.
El tiempo pasó y no hubo noticia del caso hasta 1643 cuando se
presentó María de Lima, de edad de 45 años, criolla y esclava de Inés
de Lima, que acusó a Alejo de Castro por intento de violación cuando
él la llevó a un viaje al pueblo de Tondo. En la acusación María relató
que Alejo trato de engañarla comentándole que tal acto no era pecado:
…le respondió que no era pecado, y que si no eran compadres y comadres que los demás no pecaban” o “cuando la hallaba sola la persuadía diciéndole que no era pecado, pues los padres acabando de
decir misa iban a hacerlo lo mismo.
Asimismo, relató que, en reiteradas ocasiones, la acosaba y forzaba a
tales actos y la azotaba, le cortaba el cabello y la herraba en el rostro, por
lo que decidió huir.16 Por otra parte, comentó que vio a su amo practicar el çala todos los viernes:
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…así mismo le ha visto muchos viernes hacer el çala que es una ceremonia de moros, juntando las manos y besándolas, y luego poniéndose en cruz y levantando los ojos al cielo lo cual hace en una
pila de madera donde estaba una llave colgada.
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El sala es la práctica religiosa en la que el sujeto “de pie en una posa la
cara hacia el alquibla que hacia donde sale el sol, abiertas las palmas de
las manos le dezia que se abia de bajar y alzar el cuerpo cinco veces a
cada açora que se decía”.17
Más adelante, el documento menciona que, en ocasiones, Alejo le
pedía a María de Lima tierra del cementerio de la iglesia de San Antonio y al no hacerlo la reprendía con golpes. Además, le vio en su brazo
izquierdo tres o cuatro hinchazones, donde pone diferentes hierbas,
pero desconocía cómo lo hizo sin derramar sangre. Finalmente, María
de Lima declaró que “lo tenía más por moro y hechicero”.
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En ese mismo año, Inés de Lima, la esposa del acusado, nacida en
la India de Portugal, de padres cristianos de cuarenta años de edad,
presentó su testimonio. Acusó a su marido de practicar el çala, tal
como lo describe María de Lima, y agregó que lo vio en tres ocasiones
orar por la noche. Además, reitera las hinchazones en su brazo izquierdo y menciona: “[Alejo] le había respondido que para que no le
hicieran daños los enemigos en la guerra y para que la justicia no le pudiera prender” y haber encontrado en su almohada unas raicillas, las
cuales son usadas para hechizos.18 Su marido vivía amancebado con
una hija de María de Lima, la cual ya había fallecido. Cuando le preguntaron si su marido comulgaba o se confesaba, comentó que no lo
hacía, únicamente en Semana Santa; en ocasiones, su esposa le reiteraba
que fueran para “ganar las indulgencias y gracias concedidas en tales
días”, él alegaba que fuera ella “porque él daría cuenta a Dios de su alma,
y que no tenía necesidad de darle tales consejos”. Al igual que María
de Lima, su esposa lo tenía más por moro que por cristiano por “la grande
comunicación que siempre ha tenido con los moros de Terrenate”.
Si los previos testimonios no daban por sentado que Alejo era musulmán y practicante, el último testimonio de Germán de Espinoza,
yerno de Alejo de Castro, natural de Sevilla y de 42 años de edad, será
crucial. Para la fecha en que presenta su testimonio (18 de agosto de
1643), unos seis meses antes, había contraído nupcias con Felipa. Germán de Espinoza relata que un día vio a su suegro inclinando su cabeza hacia una vasija y miró como su suegra, Inés de Lima, espiaba a su
esposo cuando practicaba el çala. Comentó que era repetidamente los
días viernes y reiteró las discusiones entre Alejo e Inés cuando le pedía
que asistiera a la iglesia a comulgar. En lo relacionado con las hinchazones, Germán de Espinoza menciona que, en una ocasión, su suegro
le contó el por qué de sus cicatrices “que como era soldado de Terrenate y andaba a peligros de perder la vida tenían aquellas y en bajo virtud
para que ninguna arma de enemigo le pudiera herir”.19
En julio de 1645, el comisario solicitó los testimonios de Pablo López de Carvallo y Juan de Villalobos con el fin de inferir si los testimonios
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anteriores eran en descargo de conciencia y no motivados por venganza. Los testimonios afirman que Alejo de Castro y su mujer eran buenos cristianos, buenos vecinos, y cumplían debidamente los deberes
cristianos, e inclusive comentaban que veían seguidamente a Alejo de
Castro con un rosario en la mano realizando sus oraciones.20
En una anotación que se realiza en el expediente se pide que tomen en cuenta los testimonios de los españoles más virtuosos y entendidos del pueblo (Juan de Villalobos y Pablo López), pero que no se
desvíe la atención ante la mala vida de cristiano de Alejo de Castro y la
sospecha de observar la ley de Mahoma. Ante tal circunstancia, Alejo es
puesto en prisión y enviado a seguir su causa en la Ciudad de México.
El 11 de marzo de 1646 llegó a la ciudad y lo recibió el alcalde de
las cárceles secretas de la Inquisición, Diego de Mena. Después de haberle realizado la cala y cata, se le señaló su ración diaria que equivalía
dos reales y medio por cada día.21 La primera audiencia se llevó a cabo
el 24 de abril de 1646 ante los señores inquisidores, Domingo Vélez de
Argos, Francisco Estrada y Escobedo, Juan Sáenz de Mañozca y el licenciado Bernabé de la Higuera, donde declaró que era natural de la
ciudad de Tidol (localizado en la isla de Terrenate, una de las islas que
conforma las Molucas), vecino de Manila, soldado, de ochenta años de
edad, casado con Inés de Lima y que desconoce el motivo por el que
fue traído.22 Se le preguntó sobre su genealogía y declaró que su padre,
Juan Castro, era gallego, soldado a las órdenes de Legazpi; su madre,
doña Felipa Deza, era natural de Bachan (Bacan como actualmente se
le conoce). Ella era hermana del rey de esta isla y, seguramente, su padre la conoció cuando formaba parte de la flota de Legazpi.23 Acerca de
su esposa, declara que es criolla y que su hija se ha casado dos veces: la
primera con un soldado de nombre Francisco de Messa, natural de la
Ciudad de México; la segunda, con Germán de Espinoza, de la ciudad
de Sevilla. Cuando se le pregunta si había sido bautizado y confirmado, asegura que lo cristianaron en la isla de Tidore y sus padrinos fueron Luis de Tubia e Isabel López, y aprovechó la oportunidad para
afirmar que es buen cristiano y ha cumplido todos sus deberes a excep-
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ción de “la última vez que se confesó fue en la nao viniendo a esta nueva España”.24
Alejo dio señas de ser considerado un buen cristiano cuando dijo
correctamente el Ave María, el Pater Noster, el Credo en romance y la
confesión en portugués, pero al momento de “signose y santiguase” lo
hizo mal. Asimismo, se le cuestionó sobre los viajes que había realizado “fuera de los reinos de su majestad” y con quienes había tenido
contacto en estos viajes: a los catorce años había participado en un viaje a la India de Portugal (parte noroeste de la India), allí residió veinte
años como soldado, posteriormente fue a Terrenate (donde estuvo un
año), después a las Molucas (ocho años), cuatro años en Tidol, regresa
a Terrenate donde se quedó quince años; en este lugar se casó con Inés
de Lima. Para ese momento, él contaba con 62 años. El viajar de un lugar a otro levantó sospechas, pero el que Alejo de Castro mantuviera
comunicación con moros por su madre y esposa fue lo que quizás llamó más la atención.25
En su segunda audiencia, el acusado habló sobre su hermano. Relató que Sebastián de Castro, siendo parte de las milicias de la isla de
Terrenate, renegó de la fe católica y contrajo nupcias con “una hija de portugueses, vecina de Bachan”; el mismo lugar de donde era Inés de Lima.
De este matrimonio, Sebastián tuvo dos hijos, Antonio y Juan de Castro; el primero era soldado en el presidio de Manila y el segundo, escribano en el castillo de Tafasoa.26 Los curiosos y famosos “hinchazones”
llamaron la atención a los inquisidores, quienes ordenan que los cirujanos Urbano Martínez, Juan de Correa, Sebastián y Francisco del
Castillo inspeccionen tales “hinchazones”. Los cirujanos fueron acompañados del notario y ayudante del secreto para constar si el reo estaba
“circuncidado o retajado”. Los cirujanos declararon que el reo tenía
una herida que era semejante a las que habían visto en reos que estaban acusados de ser judaizantes, por lo que afirmaron que era producto de una circuncisión. Al revisar los “tumores” no lograron dar una
explicación sobre cómo pudo habérsela hecho el reo. Al momento de la
inspección, Alejo comentó que era sangre cuajada “y que dentro de
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veinte y cuatro horas se las curaría y que las señales eran quemaduras”.27 Con las pruebas, el secretario Thomas López de Erenchun acusó
a Alejo de Castro de “hereje mahometano”. Los motivos que expone
el secretario llaman la atención:
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[…] pasándose y estando en la falsa y reprobada secta del perverso
Mahoma con que es presumir vivieron y murieren sus padres haciendo y guardado muchos de sus ritos y ceremonias creyendo que
la dicha secta era la buena, siguiendo la falsa y reprobada secta de
diversos herejes, que entre otros herejes y herejías tenían […] y que
para hacer y repetir la dicha ceremonia del çala procurando en
cuando le fuese posible que fuese con todas las circunstancias necesarias a su mayor cumplimiento unas veces juntaba las manos y las
besaba , otras poniéndose en cruz levantaba los ojos al cielo, y otras
inclinaba la cabeza estando hincado de rodillas y ponía las manos en
la pared lo cual hacia en muchas ocasiones en cierta parte y lugar de
donde estaba pendiente una llave y un hilo atravesado y del colgada
una espada circunstancia necesaria según se debe presumir para el
mayor merito y cumplimiento en la falsa y reprobada secta que este
reo guarda y sigue deseando como tan fino moro su mayor y más
perfecta observancia en ella.
La comunicación que mantenía aún con los moros de Terranate y que
el reo no acudiera a practicar los deberes cristianos, como no asistir a
misa y confesarse, eran motivos suficientes para ser juzgado. Esto provocó que fuera considerado una “indecencia contra la divina majestad
cuyo cuerpo sacrasisimo indigna y atrevidamente había recibido y escarnio de los actos que acostumbran los fieles católicos cristianos, simulando este reo que lo era y que les estuviesen por tal”.28
En la relación de los delitos están aquellos que lo consideran como
hechicero por usar hierbas o raíces “al modo de coronillas” para atraer
a las personas, el pedir que gente le trajera tierra de un cementerio y
las hierbas que “escondía” en sus hinchazones para proteger de ene-
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migos.29 Ante estas acusaciones, el reo argumentó que era católico y
“era soldado del rey nuestro señor contra moros”, razón por la que era
imposible declararlo mahometano. Se defendió de las acusaciones de
María de Lima argumentando que la castigaba por tratar de escapar;
negó las acusaciones de cometer actos carnales indebidos; se confesaba
y comulgaba en todo el tiempo que estuvo como soldado y si hubiera
hecho tales actos, él inmediatamente hubiera pedido misericordia.
Por último, agregó que las “hinchazones” eran producto de una herida con un arcabuz y un flechazo.30
El 21 de enero de 1648, el inquisidor Juan Sáenz de Mañozca lo
interrogó, pero no dio otro dato y se le asignó el doctor Miguel de Ibarra como su abogado. Para marzo del mismo año, se hizo la publicación de los testigos en contra de Alejo de Castro: María de Lima, Inés
de Lima, Germán de Espinoza, los cirujanos Sebastián del Castillo,
Juan de Correa y Andrés Alberto.31 Alejo de Castro negó cada una de
las acusaciones: el uso de las coronillas para manejar la voluntad de las
personas, actos carnales con su esclava e hijas de su esclava, asistencia a
los deberes cristianos. Argumentaba que si se comunicaba con gente
de Terrenate era únicamente con los cristianos; era cristiano y no moro
y no se realizó la circuncisión. En reiteradas ocasiones, remarcó que
era un fiel católico, pero agregó un singular testimonio:
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…porque si sabe fuera en su mano a estado varias veces el quedarte
a venir entre sus parientes y en su tierra pues eran reyes y príncipes
de aquellas islas casándose con mora y no con cristianas católicas
haciendo su asistencia entre cristianos católicos y en tierras de rey
nuestro señor en que por su gran piedad y celo santo se procura que
todos sus vasallos y católica madre ni hubiera servido a su majestad
sesenta y cinco años de soldado contra moros e infieles.32
En el anterior testimonio, Alejo de Castro declaró que, a pesar de ser
hijo de una madre mora y poder ser recibido como “rey” en aquellas
islas, él ha adoptado el cristianismo y ha tomado las armas para comba-
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tir los moros, y los testimonios en su contra son producto de sus enemigos: Pablo López Carvallo (con quien tuvo un pleito judicial), María de
Lima (a quien castigaba por sus continuos amancebamientos con soldados y artilleros y constantes huidas), y Juan Villalobos (personaje
que tenía contacto con María de Lima y se le había pedido que declara
en su contra). Para él, estos tres personajes habían declarado en su contra por venganza, y lamentó no poder probar tales acusaciones por encontrarse tan lejos de las Filipinas.33 Tras esto, los testimonios fueron
enviados a los calificadores, Julio de Vallecillo, rector del colegio de la
Compañía de Jesús, y fray Francisco Naranjo, catedrático de la Real
Universidad, Diego de Baltazar y Baltazar López, teólogos de la Compañía de Jesús, para su análisis. Los delitos por los que se le acusó son:
“por haber dicho que la fornicación incestuosa no obra pecado ni otra
sino entre compadres y comadres”, “con sospechas de moros y de haberle visto hacer el çala” y “de ser hechicero”.
Se leyó su sentencia que era abjurar de Levi y en perpetuo destierro de las islas Filipinas; debía servir en un convento que le fuere señalado mientras viviera. Mientras cumpliera su penitencia, se debía
observar en la correcta instrucción en la fe cristiana.34
La sentencia determinó que era hereje y hechicero supersticioso y
se le consideraba un encubridor de herejes mahometanos.35 En efecto,
el día del auto, el 30 de marzo de 1648, el reo debía salir en forma de
penitente “sin cinco y sin bonete y con una vela de cera verde en las
manos” donde se le leería su sentencia. Se le mandó abjurar los “errores” que había cometido. Después de la abjuración, le fue entregado a
fray Tomas de Salas, sacristán mayor del convento de San Francisco,
para su resguardo.36
El AGN no ofrece más noticias sobre su caso. Quizás acató la orden
y se alejó de la secta de Mahoma o, en un caso hipotético, siguió manteniendo su religión en la clandestinidad.
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Conclusiones
El caso de Alejo de Castro nos ayuda a comprender mejor el proceso de
la creación del hereje musulmán, según la construcción de la Inquisición. Los rasgos señalados por los testigos en su contra como “hacer la
çala”, la fornicación, la hechicería o el ser circuncidado se consideraban
aspectos externos. Todos estos detalles son historias construidas en torno al reo, cuyo peso puede caer como verídicas testificaciones o simples
maneras de vengarse ante Alejo y querer eliminarlo socialmente. Sin
embargo, nos muestra la vida al interior y al exterior de los conversos al
islam: hombres y mujeres que deben observar y tener cuidado para
llevar a cabo sus nuevos ritos y costumbres ante la incesante curiosidad
y denuncia de su familia o sus vecinos. Sin fijarse en la autenticidad de
las acusaciones o la justificación de la sentencia al reo, el estudio detallado de este caso demuestra cómo un ser marginado es señalado o etiquetado como “ajeno”. La voz de sujetos como Alejo ha sido silenciada y
sigue manteniéndose al islam como un objeto criminalizado, sentenciado y perseguido. Castro nació y creció bajo la religión católica, pero las
vicisitudes y los vaivenes de su vida lo llevaron por el camino del islam.
Era hombre de armas que llegó a un contexto histórico y cultural en
constante choque. Aquí podemos observar la voluntad de acercarse a una
nueva fe y cuestionar si la convicción que tiene preconcebida es la verdadera. Sin embargo, en una nueva certidumbre, Alejo no era del todo
moro, porque no podía realizar libremente los ritos de su nueva religión.
Vivía en los límites de ambas religiones, se disfrazaba y podía pasar
inadvertido asumiendo la etiqueta del “buen cristiano”. Sin embargo,
estaba siempre ante la expectativa de ser denunciado fácilmente porque
sus prácticas eran ajenas y tan diferentes a las que la mayoría profesa.
Examinar a la vida de Alejo Castro abre horizontes de investigación
que entrelazan nuevos espacios y muestran dinámicas poco imaginadas de musulmanes que tienen movilidad en África, Asia, Europa,
pero llevados a América Latina para su condena. Nos planteamos la
pregunta de la tolerancia, el diálogo interreligioso, la tensión entre in-
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Mariam Saada
tereses personales y el comercio y luego etiquetas religiosas, dominio y
control, religión y política, colonialismo eurocéntrico y marginalidad
en las periferias y territorios controlados. Esos complejos diálogos e
intercambios incitan a seguir construyendo, desde los archivos, historias que arrojan luz sobre la complejidad de estos espacios y de estos
personajes tan multifacéticos.
Notas
1
Véase el artículo de Mariam Saada, Una política de “des-nombramiento” de los musulmanes
en el México Colonial, CIDE, México, 2016.
2
Isaac Donoso Jiménez, El islam en Filipinas (siglos x-XIX), Universidad de Alicante, España,
2011, pp. 122.
3
Ib., pp. 124.
4
José Antonio Cervera, “¿Las Molucas o China? Filipinas y los planes para la expansión
hispana a Asia Oriental desde la Nueva España en el siglo XVI” en Carmen Yuste López y
Guadalupe Pinzón Ríos (coords.), A 500 años del hallazgo del Pacífico La presencia novohispana en el Mar del Sur, UNAM-IIH, México, 2016, pp. 103.
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5
Ib., pp. 114-115.
6
Antonio Francisco García-Abasolo, “La expansión mexicana hacia el Pacifico: la primera
colonización de Filipinas (1570-1580)” en Historia Mexicana, vol. 32, N° 1 (125), Julio-septiembre, 1982, pp. 83.
7
Ib., pp. 89.
8
José Toribio Medina, El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Filipinas, Imprenta
Elzeviriana, Santiago de Chile, p. 15.
9
Ib., pp. 17.
10
Ib., pp. 19.
11
Ib., pp. 44.
12
Ib., pp. 47.
13
Ib., pp. 49.
14
AGN, Inquisición, vol. 336, exp. s/n, foja 474.
15
Ib.
NI TAN MORO, NI TAN CRISTIANO:
16
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 368f-368v
17
Mercedes Garcia Arenal, Inquisición y moriscos. Los procesos del Tribunal de Cuenca, Siglo
XXI, España, 1978, pp. 51.
18
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 369-369v.
19
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 370f-370v.
20
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 373f-374v.
21
AGN, vol.418, exp. 5, f. 376f.
22
Ib.
23
AGN, vol.418, exp. 5, f.378f.
24
AGN, vol. 418, exp. 5, f.377v.
25
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 378f y 378v.
26
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 379f y 379v.
27
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 380f y 380v.
28
AGN, vol. 418, exp. 5, f. 386v.
29
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 384 f.385v.
30
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 387v-388v.
31
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 390f-392v.
32
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 394v.
33
AGN, vol. 418, fs. 395f y 395v.
34
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 397f.
35
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 398f.398v.
36
AGN, vol. 418, exp. 5, fs. 402f- 407v.
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Bibliografía
Donoso Jiménez, Isaac, El islam en Filipinas (siglos X-XIX), Universidad de Alicante,
España, 2011.
García Arenal, Mercedes, Inquisición y moriscos. Los procesos del Tribunal de Cuenca,
Siglo XXI, España, 1978.
Medina, José Toribio, El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Filipinas, Imprenta Elzeviriana Santiago de Chile,
Nicole, David, Atlas histórico del mundo islámico, Edimat Libros, Madrid, 2005.
Mariam Saada
Palanco Agudo, Fernando, Los primeros años de Inquisición en Filipinas. Jueces eclesiásticos, el obispo Domingo de Salazar y los comisarios agustinos fray Francisco
Manrique y fray Diego Muñoz, en Archivo Agustiniano, vol. 102, N° 220, 2018,
pp. 79-106.
Artículos
Cervera, José Antonio, “¿Las Molucas o China? Filipinas y los planes para la expansión hispana a Asia Oriental desde la Nueva España en el siglo XVI”, en Carmen Yuste López y Guadalupe Pinzón Ríos (coords), A 500 años del hallazgo del
Pacífico La presencia novohispana en el Mar del Sur, IIH, UNAM, México, 2016,
pp. 101-124.
García-Abasolo, Antonio Francisco, “La expansión mexicana hacia el Pacífico: La
primera colonización de Filipinas (1570-1580)” en Historia Mexicana, vol. 32,
N° 1 (125), julio- septiembre, 1982, pp. 55-83.
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La cuenca del río Necaxa y los debates científicos
por la conservación hidrológico-forestal:
La polémica entre Miguel Ángel de Quevedo
y Gabriel M. Oropesa (1923-1938)
Ayamel Fernández García
Introducción. La historia ambiental
y las cuencas hidrológicas
El presente texto es una aproximación a la historia ambiental de la
cuenca del río Necaxa, en la Sierra Norte de Puebla. En particular, el trabajo de investigación se centra en la construcción y desarrollo del sistema
hidroeléctrico de Necaxa en el que, aún en el presente, se aprovechan
las corrientes del río para la generación de electricidad. El sistema fue
planeado desde 1895, pero fue construido en varias etapas entre 1903 y
1954. La energía eléctrica comenzó a generarse desde 1906 y a la fecha
se sigue produciendo, alimentando a varias zonas del centro del país. Si
bien es necesario hacer un recuento histórico del proyecto, el proceso
constructivo y el funcionamiento del sistema, este texto también está
enfocado en comprender dichos fenómenos ambientales clave. En este
caso, se pondrá énfasis en los debates científicos en torno a la conservación forestal en la cuenca del río Necaxa y los impactos socioambientales del sistema. El mencionado debate se dio entre el ingeniero Miguel
Ángel de Quevedo y Gabriel M. Oropesa, quienes tenían opiniones
contrarias en cuanto al efecto de la deforestación en los procesos hidrológicos y meteorológicos en la cuenca, situación que afectaba la producción de electricidad.
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Desde que concluyó la construcción, el sistema hidroeléctrico ha
estado compuesto por un sistema hidráulico y un sistema eléctrico. El
primero, conformado por cinco presas —Necaxa, Tenango, Nexapa,
El Tejocotal y Omiltepec— y el conjunto de túneles, canales y tuberías
que controlan el agua para la generación de hidroelectricidad. Por otra
parte, el sistema eléctrico está formado por cuatro plantas hidroeléctricas —Necaxa, Texcapa, Tepexic y Patla—, así como por diversas subestaciones y líneas de transmisión eléctrica. Actualmente, el sistema
abarca parte del estado de Hidalgo, municipio de Acaxochitlán, y del
estado de Puebla, en los municipios de Huauchinango, Juan Galindo
y Zihuateutla. La región de Necaxa tiene una importancia particularmente en la Sierra Norte de Puebla, que en sí misma representa una
zona de gran diversidad; es un mosaico social, cultural y biogeográfico.
La idea de estudiar históricamente la región de la Sierra Norte
surge de reconocer los tensos procesos que se viven, debido a los megaproyectos extractivistas que ponen en peligro el territorio y el medio
ambiente de la zona.1 En un intento de rastrear las actividades de explotación y conservación ecológica en esta región, se puede afirmar
que la construcción del sistema comenzó una etapa en el desarrollo
económico y transformó las relaciones sociales dentro de la cuenca, no
sólo entre los pobladores, sino entre ellos —y otros actores— con su
territorio y el medio natural.
Para llevar a cabo el estudio, es útil tomar las herramientas teóricas
y metodológicas de la historia ambiental. Esta corriente de investigación histórica plantea que el medio ambiente, los recursos y territorio
no son simplemente recipientes o factores “pasivos” de la acción humana sino construcciones histórico-sociales; factores históricos de cambio.
Los recursos y el ambiente son parte de la vida material del humano,
que condiciona sus actividades. Las sociedades implementan diversas
formas de relacionarse con la naturaleza: la explotación, dominación,
conservación, significación simbólica y disputa.2 También se toman en
cuenta el mundo material y los factores energéticos que condicionan
los procesos económicos y sociales. En este caso se utiliza la propuesta
LA CUENCA DEL RÍO NECAXA Y LOS DEBATES CIENTÍFICOS
de Donald Worster de visualizar la problemática histórica-ambiental
en tres niveles: 1) la historia del ambiente, de las condiciones naturales
y las transformaciones de éstas; 2) la relación histórica entre las sociedades y la explotación de los recursos naturales; y 3) la significación
política, jurídica y cultural de la naturaleza.3 Este modelo es útil para
la investigación histórico-ambiental. En este trabajo, enfocado en el
debate sobre la conservación de los recursos naturales, se optará por
moverse entre el segundo y el tercer nivel de análisis.
El estudio histórico del medio ambiente y de los procesos de conocimiento, explotación y conservación de los recursos naturales significa asimismo comprender las dinámicas de acceso más el dominio de
las sociedades sobre éstos en el ámbito de la propiedad. Los discursos
políticos sobre el desarrollo y el progreso son factores determinantes
en los procesos vinculados al papel de la naturaleza y al uso de los recursos naturales.4
Un importante aporte de la historia ambiental es pensar más allá
de las fronteras políticas artificiales y poner atención en otro tipo de delimitaciones del espacio. Con esa lógica, las cuencas hidrológicas y la
conservación de sus cubiertas forestales han emergido como categoría
de análisis histórico,5 pues implican varias dinámicas sociales y económicas más allá de los límites geográficos y físicos. Las cuencas se ven
atravesadas por procesos históricos de distintas duraciones, generando
dinámicas socioambientales complejas. En ese sentido, es importante
comprender las características físicas y dinámicas ecológicas dentro de
la cuenca y la manera en que las sociedades participan en tales relaciones. Hacia mediados del siglo XX, los proyectos de desarrollo basado
en el manejo de cuencas implicaban la construcción de grandes represas para la irrigación y el aprovechamiento hidroeléctrico.6 El caso de
Necaxa y el temprano aprovechamiento de la cuenca hidrográfica de
manera integral para la construcción de un complejo sistema hidroeléctrico es un ejemplo de los primeros proyectos ubicados en cuencas
hidrográficas y un precedente importante para los proyectos desarrollados en otras zonas del país.
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El desarrollo histórico del sistema
hidroeléctrico de Necaxa
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Desde el siglo XIX, la región de Necaxa fue explorada y descrita en el
marco de la colonización agrícola y las expediciones científicas decimonónicas. En las crónicas resultantes de estos viajes, se retrataba el
paisaje y las riquezas naturales de la zona, y a la vez se proyectaban
—explícita e implícitamente— planes para utilizar los recursos de la
zona y explotar a las poblaciones indígenas.7
Este afán por aprovechar los recursos naturales para impulsar la
industrialización del país era parte fundamental del proyecto del porfiriato. Es importante recordar que, en este caso, la generación de electricidad y el desarrollo del capitalismo industrial —y la revolución
tecnocientífica que se llevó a cabo en México— durante el porfirismo
implicó un andamiaje discursivo y conceptual articulado por la idea
positivista de progreso. Esto originó muchos proyectos y desarrollo en
todo el país como el ferrocarril, la industria minera, la industria textil,
etcétera. Dentro de las prácticas económicas que se dieron en este contexto, figura la inversión extranjera canadiense y norteamericana. Los
grandes beneficiarios de estos proyectos económicos eran las compañías, las cuales se perfilaban hacia la dominación hegemónica del mercado y la economía capitalista global a finales del siglo XIX.8
En 1895, un médico francés llamado Arnold Vaquié se percató del
potencial energético de los ríos de la región de Huauchinango, que se
precipitaban por los acantilados. Solicitó al gobierno mexicano la concesión para aprovechar como fuerza motriz las aguas del río Necaxa y
sus cascadas. El contrato de concesión fue firmado entre Manuel Fernández Leal, titular de la Secretaría de Fomento, y el doctor Vaquié el
21 de junio de 1895. Después de constantes dificultades para materializar el proyecto, formó una empresa para la generación de electricidad con el objetivo de producir carburo de calcio para minas cercanas,
como Pachuca: la Societé du Necaxa. Sin embargo, como los fondos
que se requerían para emprender las obras eran elevados y las deudas
LA CUENCA DEL RÍO NECAXA Y LOS DEBATES CIENTÍFICOS
crecían rápidamente, se generaron desacuerdos con el gobierno y el
proyecto fue pausado.
Vaquié se resignó y ante una fuerte incapacidad técnica y económica, en 1903 tuvo que vender sus derechos y propiedades a la Mexican
Light and Power Company, una empresa anglocanadiense. A través de
esta nueva empresa se materializó la construcción del sistema hidroeléctrico de Necaxa encabezada por el reconocido ingeniero Frederick
Stark Pearson, quien planificó la explotación ordenada de los ríos Necaxa, Tenango, Xaltepuxtla y sus afluentes, incluyendo sus grandes
caídas de agua.9 Desde 1906 el sistema hidroeléctrico de Necaxa comenzó a generar electricidad transmitiendo directamente a la Ciudad de
México y a los centros mineros de Pachuca y El Oro.10 El sistema se
amplió entre 1909 y 1954, hasta contar con el sistema hidráulico de cinco
presas conectadas con túneles y canales y el sistema eléctrico de cuatro
plantas de electricidad, dos subestaciones y largas líneas de transmisión.
Durante la primera mitad del siglo XX el sistema hidroeléctrico de
Necaxa tuvo un impacto decisivo en el abastecimiento de electricidad en
la capital, que estaba en pleno crecimiento y al desarrollo industrial,
alimentando, por ejemplo, los complejos mineros mencionados.
La cuenca del río Necaxa en el debate
por la conservación forestal
La construcción del sistema hidroeléctrico en Necaxa tuvo un impacto
en los bosques de la región. Este fenómeno preocupó a distintos actores
relacionados al sistema hidroeléctrico y suscitó un debate entre dos ingenieros, expertos en el ámbito forestal e hidrológico de la época: Miguel Ángel de Quevedo y Gabriel M. Oropesa. Ambos participaron
activamente en la planeación, legislación e investigación en materia de
silvicultura y aprovechamiento forestal, siendo el primero el abanderado de una generación entera del conservacionismo mexicano durante
la primera mitad del siglo XX.11
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Los estudios realizados por los ingenieros sobre los bosques y su
importancia para la salubridad y equilibrio hidrológico, no sólo configuraron un corpus de ideas sobre la conservación, sino que impulsaron
leyes, reglamentos y proyectos como reservas forestales y parques nacionales. Una de las tesis principales, surgida de los estudios de la época,
era que los bosques influían directamente en el equilibrio hidrológico
y la precipitación pluvial. Según Miguel Ángel de Quevedo, en distintas zonas del país se podía observar ese fenómeno en el que la escasez de
lluvia era notoria en un contexto de deforestación.12
Este problema figuró en el radar de científicos e ingenieros de la
época. Gabriel Oropesa se dedicó, durante su labor de inspección de
las obras de Necaxa, a realizar registros pluviométricos en la zona
de Necaxa, colocando pluviómetros en distintas locaciones en la cuenca, así como en las mismas instalaciones de la Compañía de Luz y
Fuerza Motriz, entre 1903 y 1923. Esta información le serviría a Oropesa para rebatir lo expresado por Quevedo. Según Oropesa, el “apóstol
del árbol” había incurrido en “mentiras piadosas” con el fin de obtener
adeptos y propagar sus ideas sobre la conservación forestal.
En su contestación,13 Oropesa no negaba la explotación de los
bosques de la región. Era consciente del desmonte practicado, no sólo
para el consumo local en la zona, sino como una consecuencia directa
de las obras del sistema hidroeléctrico. Efectivamente, reconocía que
tanto la construcción del ferrocarril como la necesidad de madera
para la construcción implicaron la utilización de cantidades considerables de madera. Según el ingeniero, los desmontes no comenzaron
sino hasta 1914 y los relaciona con el desorden y la crisis provocada
por los conflictos de la Revolución. El autor presenta un resumen de
sus mediciones pluviométricas realizadas desde 1901, que ya habían
sido presentados en la misma publicación en forma de tablas y gráficas.14 El objetivo principal de esas observaciones, sobre todo en las
grandes montañas como el Zempoaltépetl al sur de Huauchinango,
dice Oropesa, fue resolver la eterna pregunta “¿Llueve mucho porque
hay arbolado que detiene a las nubes y las hace descargar? o ¿se desa-
LA CUENCA DEL RÍO NECAXA Y LOS DEBATES CIENTÍFICOS
rrolla y prospera el arbolado a consecuencia de lo mucho que llueve
en el lugar?”15
La respuesta de Miguel Ángel de Quevedo fue muy clara: las lluvias en Necaxa sí habían disminuido y es un fenómeno notorio desde
1905. Si bien no era un fenómeno tan dramático como los datos muestran, él menciona que el fenómeno de la precipitación pluvial está
condicionado por la situación local de los bosques, así como por elementos meteorológicos. Sin embargo, seguía atribuyendo la caída en
la cantidad de lluvias al comienzo de las obras en Necaxa.16
Dicha afirmación es consecuente con lo sucedido en las obras del
sistema hidroeléctrico. Aunque Miguel Ángel de Quevedo no lo explicite, la construcción de las cinco presas implicó la remoción de cubierta
vegetal antes de aplanar o hundir los terrenos, previo a la inundación
de éstos. Como se mencionó, los terrenos fueron “limpiados” para realizar las obras de las represas. En el registro fotográfico que se utilizó
para visualizar la transformación del paisaje provocada por la presa
de Necaxa, se puede observar tal situación. En muchos casos, el suelo
—originalmente cubierto de vegetación— quedó desnudo provocando, además, la erosión del terreno (fig. 1).
Otra causa de la deforestación, según el ingeniero, fue la construcción del ferrocarril entre Beristáin y Necaxa. Utilizado para transportar material de construcción, así como trabajadores y visitantes, el
ferrocarril recorría cerca de 30 kilómetros. Para el tendido de las vías,
se utilizaron más de 50 mil durmientes fabricados con madera de la
región. Quevedo recrimina a Oropesa por no mencionar estas talas de
árboles, que eran de conocimiento de la Junta Central de Bosques y la
Dirección General de Bosques de la Secretaría de Fomento, que el mismo Quevedo presidió.17 Además, el autor refiere que sería “realmente
novedad única en nuestro país, que el establecimiento de una vía férrea en región boscosa, no hubiera producido explotación inmoderada
de los bosques”.18 Y si así fuese, escribe Quevedo, la razón se encontraría en los intereses económicos de la Compañía de Luz, por lo que habría
optado por conservar sus bosques para asegurar el flujo hídrico. Sin
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embargo, las propiedades de la compañía eran muy pequeñas en comparación con los terrenos municipales y particulares, donde se realizaron aquellas talas durante la construcción del ferrocarril (fig. 2).
Según Miguel Ángel de Quevedo, las talas posteriores a 1915 no
fueron tan significativas, pues las autoridades locales y la Compañía
eran conscientes de la importancia de preservar los bosques aledaños.
De hecho, refiere que recibió comunicaciones de la empresa y autoridades políticas y militares locales con la intención de comenzar el proceso de protección forestal,19 por lo que él mismo realizó gestiones
para procurar la conservación de los bosques de la zona en 1917, las
cuales no se materializaron. Por último, se menciona la recuperación
espontánea del bosque y su relación con el hecho de que las lluvias no
hayan disminuido drásticamente; situación que no niega la deforestación y sus graves consecuencias en la región de Necaxa.
En su segunda réplica, el ingeniero Oropesa comienza refutando
a su interlocutor sobre el tema de los ferrocarriles: no sólo se trató de
una tala a menor escala por la discreta longitud de ese tramo sino que
no toda la madera era proveniente de la región boscosa de Huauchinango. Según el autor, existían otras causas de la deforestación en
aquella zona. Por ejemplo, las prácticas de “roza y quema” en los terrenos particulares. Se trataba de una técnica en la que se talaban los
árboles para obtener un campo de cultivo. Posteriormente, se quemaban sus restos para obtener ceniza, que era utilizada como fertilizante.
Esta observación de Oropesa resulta particularmente interesante,
pues muestra que la explotación de los recursos forestales no comenzó
con la llegada de la Compañía en 1903, sino que es un proceso mucho
más antiguo. Los mismos pobladores indígenas practicaban el desmonte y la “roza y quema” para obtener parcelas destinadas a la producción agrícola.20 El texto continúa, contradiciendo a Quevedo en cuanto
a las buenas intenciones de las autoridades locales para la conservación
de los bosques. Por una parte, menciona que las tropas de la zona eran
culpables de talar los árboles de los montes cercanos. Por otro lado,
menciona que, aunque el presidente municipal de Huauchinango se
LA CUENCA DEL RÍO NECAXA Y LOS DEBATES CIENTÍFICOS
haya manifestado a favor de la conservación, en la práctica el gobierno
local no tiene ningún interés por la reforestación.21
El siguiente argumento de Oropesa refiere la utilización de madera como material de construcción. En el caso de la construcción, la
madera se utilizaba para hacer los ademes que sirven para apuntalar
las excavaciones, así como en la fabricación de tablas y vigas, para las
cimbras y andamios. Sin embargo, Oropesa menciona que, según
fuentes de primera mano, estos elementos solían ser de acero en estas
obras, por lo que el impacto sobre los bosques habría sido menor.22
Oropesa concluye con dos argumentos. El primero es que, si se
vincula el estudio pluviométrico con las dinámicas hidrológicas establecidas por el sistema hidráulico en Necaxa, también se puede demostrar que la deforestación no ha afectado negativamente la cantidad de
lluvia. Según este ingeniero, observando el registro de la cantidad de agua
almacenada en la presa de Necaxa, incluso en los días posteriores a los
mayores desmontes, se puede concluir que “la mayor cantidad de
agua coincide con la menor cantidad de arbolado; resultado enteramente contrario a la tesis del Sr. Quevedo”.23
El segundo y último argumento es que, en sus estudios pluviométricos, las zonas más altas, como Huauchinango, resultaron ser donde
menos lluvia se registraba. La teoría de Oropesa era que las nubes y los
vientos húmedos provenientes del Golfo de México se encontraban con
la orografía, de forma escalonada, de manera que al llegar a Huauchinango (zona boscosa), los vientos húmedos ya habían descargado casi
toda el agua, causando menos lluvias en esos puntos más altos. Esto, según el ingeniero, probaba que los bosques no atraían las lluvias, por lo que
su ausencia no tenía ninguna relación causal con la precipitación pluvial.
La última pieza del debate es una carta de Miguel Ángel de Quevedo a Rafael Aguilar y Santillán, Secretario General Perpetuo de la
Sociedad Científica “Antonio Alzate”, en la que expresa todo lo sucedido en el debate con Oropesa. Según Quevedo, Oropesa interpretó
de forma distorsionada sus aportes a los estudios sobre la influencia de
los bosques en la lluvia. El “apóstol del árbol” menciona que la in-
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Ayamel Fernández García
fluencia de los fenómenos meteorológicos, como las masas de aire húmedo o la orografía de la región —que condiciona la forma en la que
circula la humedad— son factores que modifican el comportamiento
de las lluvias. Y no solamente los bosques per se modifican la lluvia
como factor local. Por último, Quevedo menciona que, al final, las lluvias
disminuyeron y la única forma de refutar su teoría sería si en los pluviómetros de Oropesa “se registrara aumento de lluvias con desaparición de bosques en el mismo lugar, o viceversa, cosa no registrada”24
dando por terminada la polémica.
El ingeniero Oropesa tenía un conocimiento más preciso sobre la
situación particular de Necaxa; era notoria su experiencia en la exploración e investigación en la zona. Sin embargo, las tesis de Quevedo tenían
una perspectiva más amplia y resultaron ser un modelo para la implementación de proyectos de conservación forestal en todo el territorio.
Zona Protectora Forestal Vedada,
“Cuenca Hidrográfica del río Necaxa” (1938)
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El debate entre Miguel Ángel de Quevedo y Gabriel M. Oropesa se
enmarca en un contexto en el que la conservación forestal se fundamentaba en la tesis de la conservación hidrológica-forestal. Los argumentos sobre la importancia de los bosques para el equilibrio en el flujo
de las aguas, la preservación del suelo y sus beneficios para la salubridad, se proyectaron hacia las cuencas hidrográficas.25 De esa manera, la
protección y reforestación de las zonas boscosas de las cuencas implicaba
la seguridad de la producción de energía hidroeléctrica. Esto sumaba
ventajas a dicha fuente energética, que, además, era una alternativa al
carbón. En ese sentido, las cuencas fueron estudiadas profundamente
en el marco de la conservación, como espacios geográficos y como unidades productivas en las que convivían las actividades agrícolas, industriales y silvícolas. Dicha manera de comprender las prácticas de
conservación silvícola también tuvo un fuerte componente económico:
LA CUENCA DEL RÍO NECAXA Y LOS DEBATES CIENTÍFICOS
sin la conservación hidrológico-forestal, el suministro de energía a los
centros industriales y a las grandes ciudades estaba en riesgo. Si bien
este enfoque fue promovido desde inicios del siglo XX fue hasta el
triunfo de la Revolución Constitucionalista, en 1917, que se comenzaron a materializar los esfuerzos para la protección de las cuencas.
Así pues, en 1938 —y de acuerdo con la Ley Forestal de 1926—, el
Departamento Autónomo Forestal de Caza y Pesca declaró la cuenca
hidrográfica del Río Necaxa como Zona Protectora Forestal Vedada.26 Al inicio del decreto, se establecen las consideraciones que justifican esta acción. Se menciona que el Estado debe garantizar el
bienestar de la industria, que es fuente de trabajo para la sociedad. En
ese sentido, la conservación y repoblación de los bosques en la cuenca
del río Necaxa eran necesarios pues en ese sitio:
[...] se encuentran obras hidráulicas destinadas a la producción de
energía y luz eléctrica, que proporciona el alumbrado de la ciudad
de México y otras grandes poblaciones, así como la energía para diversas industrias que es necesario conservar y estimular su desarrollo, pues constituyen importante medio de vida para todas nuestras
clases sociales.27
En el decreto se refieren claramente los fundamentos del paradigma
hidrológico-forestal de la conservación de los bosques, enfocándose en
que se garantizaría el flujo hídrico para la producción de energía en el
sistema hidroeléctrico de Necaxa:
Considerando que los bosques que cubren en parte la Cuenca Hidrográfica del río Necaxa son un elemento importante que determina el régimen constante de los manantiales y arroyos, cuyas aguas
son aprovechadas para la producción de energía eléctrica; Considerando que de no conservarse la vegetación forestal que cubre la
cuenca del mencionado río, se determinaría un cambio en el clima
de la región y además, al carecerse de La cubierta vegetal necesaria,
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Ayamel Fernández García
sobrevendría la acción erosiva de los agentes físicos sobre los terrenos inclinados, produciéndose el acarreo de abundantes materiales
que serían llevados por las propias corrientes a los vasos de almacenamiento con grave perjuicio de su buena conservación y funcionamiento, estableciéndose un régimen torrencial de las corrientes
muy perjudiciales.28
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De esa forma, se establece que la tala de árboles para fines comerciales
quedaba estrictamente prohibida. Sólo se permitía para consumo doméstico de las poblaciones locales y se daba preferencia al aprovechamiento de maderas muertas. Un elemento destacable de este modelo
de conservación es la intención de integrar de cierta forma a las comunidades habitantes de las zonas protegidas. En este caso, se establece un
programa en el que los campesinos de la región se verían beneficiados
por parte del Estado. El territorio donde se aplicaría la veda se estableció con base en localidades y elementos geográficos de la región. Dentro
del área delimitada se encontraba la totalidad del sistema hidroeléctrico
de Necaxa: los cinco vasos de almacenamiento y las tres plantas construidas hasta ese momento. En el decreto también se mencionaba la
necesidad de proteger los bosques con “zonas protectoras de un radio
de kilómetro alrededor de las plantas generadoras de energía eléctrica
y obras conexas, quedando las referidas zonas protectoras sujetas a trabajos de reforestación”.29 Sin embargo, esta área no corresponde por completo con la cuenca hidrográfica en términos geográficos. Es decir, no
toda la subcuenca del río Necaxa estaba dentro de los límites de la Zona
Protectora Forestal Vedada. Resulta evidente que el concepto de cuenca utilizado durante la implementación de los proyectos de conservación no correspondía con las cuencas físicas, presentes en la geografía
regional. La “cuenca” correspondía, en este caso, a la zona que influía
directamente en el funcionamiento del sistema hidroeléctrico de Necaxa. Así pues, este decreto era un claro ejemplo de la puesta en práctica
del modelo de conservación hidrológico-forestal. En la década de 1930,
la industria hidroeléctrica llegó a representar más del 70 por ciento de
LA CUENCA DEL RÍO NECAXA Y LOS DEBATES CIENTÍFICOS
toda la electricidad producida en el país.30 La urbanización y el crecimiento de la industria se alimentaron de la electricidad generada por la
fuerza motriz del agua. Por ende, los proyectos de conservación de las
cuencas se multiplicaron durante estos años. Además, como se mencionó
previamente, la importancia de la energía producida en la cuenca de
Necaxa significaba un gran porcentaje, sobre todo en el centro del país.
Los esfuerzos por la conservación forestal y todos los elementos que
implicaban —legislación, vigilancia, delimitación, reforestación, etcétera— eran respaldados por un profundo interés económico. En este
caso, el sistema de industria y los centros urbanos, dependientes de la
energía eléctrica producida en Necaxa, significaban razones lo suficientemente fuertes para la protección forestal. Sin embargo, esto no quiere decir que los conservacionistas, abanderados por Miguel Ángel de
Quevedo, no consideraran que los bosques tenían un valor biológico.
A manera de conclusión
Es claro que la declaración de la veda en 1938 puede comprenderse
como una consecuencia socioambiental y de transformaciones territoriales de la presencia del sistema hidroeléctrico en la zona. Los efectos
ambientales sobre un territorio no son necesariamente negativos y/o
destructivos, sino que pueden ser —como la conservación— un cambio en la gestión política, legislación y relación social que tienen las comunidades en función de ciertos modelos económicos. La conservación
implica un concepto muy particular de la naturaleza y en el proyecto
cardenista se materializó en términos nacionalistas y paternalistas: la
riqueza natural era fundamental para la soberanía nacional. Igualmente, la declaración de la veda implica una delimitación territorial
muy precisa que ha cambiado la forma de conceptualizar la región y
que hasta la fecha es un área protegida.
En el año de 1954, se construyó el último eslabón del sistema hidroeléctrico de Necaxa: una pequeña hidroeléctrica al fondo de la Ba-
Diacronías
97
Ayamel Fernández García
rranca de Patla, en el municipio de Zihuateutla. De esa manera, se
concluía un sistema que se extendía por toda la cuenca del río Necaxa.
Aprovechando la geografía de la región, los múltiples afluentes del río
Necaxa, las cañadas, valles y pendientes, se constituyó un sistema que
no sólo impactó de forma local, si no que representó una transformación
profunda en un país que en un proceso de industrialización y urbanización necesitaba electricidad. Un proyecto de tal magnitud configuró
nuevas maneras de comprender el territorio y de organizar la vida común en la región. Sin embargo, estos cambios se explican mejor cuando
se les vincula a los impactos sociales y ambientales de posteriores proyectos de desarrollo ubicados en otras cuencas de México en años posteriores.
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LA CUENCA DEL RÍO NECAXA Y LOS DEBATES CIENTÍFICOS
Anexo de imágenes31
Fig. 1. Vaso de Tenango, lado sur, febrero 23 de 1910, MLPC.
Diacronías
99
Fig. 2. s/a Railway kilometer 28, 15 de agosto de 1904.
Ayamel Fernández García
Notas
1
Cfr. Yurixhi Manríquez, Territorios disputados: desposesión y resistencia ante proyectos mine-
ros y energéticos en la región Sierra Norte de Puebla, tesis de doctorado en Geografía, UNAM,
México, 2019, pp. 141-253; y Gerardo Romero, Megaproyectos, despojo y resistencias. El caso de
la Sierra Norte de Puebla como territorio estratégico en disputa. tesis de licenciatura en Geografía, UNAM, México, 2019, pp. 1-36.
2
Cfr. John R. McNeill, “Naturaleza y cultura de la historia ambiental”, en Nómadas, N° 22,
abril de 2005, pp. 25.
3
Cfr. Donald Worster, Transformaciones de la Tierra, Coscoroba Ediciones, Montevideo,
2008, pp. 39-52.
4
Cfr. Neill Smith, “The Ideology of Nature”, en Uneven Development: Nature, Capital and
Production of Space, Georgia University of Georgia Press, 2008, pp. 10-48.
5
Cfr. Juan Humberto Urquiza, Miguel Ángel de Quevedo. El proyecto conservacionista y la
disputa por la nación, 1840-1940, Heuresis, UNAM, México, 2018, pp. 18-27.
6
Cfr., Patrick McCully, Ríos silenciados. Ecología y política de las grandes represas, Proteger
Ediciones, Buenos Aires, 2011, pp. 1-76.
7
Cfr. Antonio García Cubas, “Impresiones de un viaje a la Sierra de Huauchinango”, en
Escritos diversos de 1870 a 1874, Imprenta de Ignacio Escalante, México, 1874, pp. 74-78;
Conde de la Cortina, “La Cascada de Huauchinango”, en Boletín de la Sociedad Mexicana de
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rano, “Excursión a Huauchinango, 5 de diciembre de 1890”, en Memorias y Revista de la So-
100
ciedad Científica “Antonio Alzate”, tomo 4 (1890-1891), pp. 123-129; y Gabriel M. Oropesa,
Geografía y Estadística, vol. 8, época 1, 1860, p. 155; Guillermo B. y Puga y Fernando Altami-
“El Río de Necaxa y sus caídas de ‘La Ventana’ y de ‘Ixtlamaca’”, en Memorias y Revista de la
Sociedad Científica “Antonio Alzate”, 1898-1899, N° 12, pp. 65-93.
8
Cfr. Rodolfo González, “Porfirio Díaz en el contexto del imperialismo clásico”, en Econo-
mía Informa, N° 414, enero-febrero, 2014, pp. 58.
9
Cfr. Fred S. Pearson, “The Necaxa Plant of the Mexican Light and Power Company”, en
Transactions of the American Society of Civil Engineers, vol. 58, junio de 1907, pp. 37-50.
10
Cfr. Martín Checa, Pere Sunyer y José Francisco Coello, “De lo indispensable a lo incómo-
do. El complejo hidroeléctrico de Necaxa (1895-2016) como paisaje cultural”, en IV Simposio
Internacional de Historia de la Electrificación, 2017; Elio Martínez y María Ramos, “Funcio-
LA CUENCA DEL RÍO NECAXA Y LOS DEBATES CIENTÍFICOS
nes de los ingenieros inspectores al comienzo de las obras del complejo hidroeléctrico de
Necaxa”, en Historia Mexicana, vol. 56, N° 1, pp. 231-286.
11
La explotación y conservación forestal ha sido un tema elemental en la historia ambiental
de México. El desarrollo del capitalismo industrial, trajo consigo la explotación desmedida
de los recursos forestales. Esto generó distintos debates, ideas y acciones por la conservación
forestal. Se pueden ubicar tres momentos del conservacionismo, de 1842-1895, de 1895 a
1914 y de 1917 a 1940. Estas generaciones se definen en cuanto a la manera de interpretar el
problema de la deforestación y sus alternativas, así como las herramientas científicas, políticas y jurídicas para materializar los proyectos. Cfr. Juan Humberto Urquiza, Miguel Ángel
de Quevedo. El proyecto conservacionista y la disputa por la nación, 1840-1940, Heuresis, UNAM,
México, pp. 9-32.
12
Miguel Ángel de Quevedo, “La influencia de los bosques en la precipitación pluvial Su
aplicación al territorio mexicano”, en Memoria y Revista de la Sociedad Científica “Antonio
Alzate”, 1923, tomo 43, pp. 63.
13
Gabriel M. Oropesa, “Las lluvias no han disminuido en Necaxa. (Primera parte)”, en Me-
moria y Revista de la Sociedad Científica “Antonio Alzate”, 1923, tomo 43, pp. 65-70.
14
Cfr. Gabriel M. Oropesa, “Las lluvias en la región de Necaxa”, en Memoria y Revista de la
Sociedad Científica “Antonio Alzate”, 1918, tomo 38, pp. 249-256. En este artículo se presenta
la compilación de las mediciones realizadas entre 1901 y 1918. Algunas de esas mediciones
fueron publicadas bajo el título “Observaciones pluviométricas en Necaxa” en los tomos 27
y 30, de 1908 y 1911, respectivamente. Sobre la realización de dichas mediciones, el autor
explica que “Todas las precipitaciones son medidas diariamente a las ocho de la mañana,
Diacronías
comunicados los resultados por teléfono a Necaxa, en donde constan los datos en los archi-
101
vos de la Compañía”, pp. 251.
15
Ib., pp. 252.
16
Miguel Ángel de Quevedo, “Nota sobre la precipitación pluvial en Necaxa”, en Memoria y
Revista de la Sociedad Científica “Antonio Alzate”, 1923, tomo 43, pp. 73.
17
Quevedo, “Nota sobre la precipitación...”, loc. cit.
18
Ib., La expansión del ferrocarril durante finales del siglo XIX y principios del XX fue un
proceso que cuyo impacto en los bosques, llamó la atención de distintos sujetos. Desde la
Sociedad de Geografía y Estadística, hasta varios periódicos, pasando por múltiples autores
de la época. El impacto era causado principalmente por la utilización de madera para los
Ayamel Fernández García
durmientes que sostendrían las vías férreas. En menor medida, la utilización de leña como
combustible y la tala para abrirle camino a las vías también afectaron a los bosques de distintas partes. Cf. H. Urquiza, op. cit., pp. 33-107.
19
Ib., pp. 76-77. Incluso cita una información del presidente municipal de Huauchinango,
en la que se expone la tala inmoderada en el marco de la construcción del sistema hidroeléctrico.
20
Cfr. Gabriel M. Oropesa, “Las lluvias no han disminuido en Necaxa. (Segunda parte)”, en
Memoria y Revista de la Sociedad Científica “Antonio Alzate”, 1923, tomo 43, pp. 81.
21
Ib., pp. 84.
22
Sin embargo, en el registro fotográfico se pueden observar los ademes y cimbras hechos de
madera, no de acero.
23
Ib., pp. 85.
24
Miguel Ángel de Quevedo, “Carta al S. Rafael Aguilar y Santillán, Secretario General
Perpetuo de la Sociedad Científica “Antonio Alzate”, en Memoria y Revista de la Sociedad
Científica “Antonio Alzate”, 1923, tomo 43, pp. 87.
25
Cfr., Urquiza, op. cit., pp. 169-176.
26
Miguel Ángel de Quevedo, “Decreto que declara Zona Protectora Forestal Vedada los
territorios que limita de la cuenca hidrográfica del río Necaxa”, en Diario Oficial de la Federación, tomo CX, N° 42, 20 de octubre de 1938, pp. 11.
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102
27
Ib.
28
Ib., pp. 12.
29
Ib.
30
Ana Paula Solís, “La generación eléctrica en México: una aproximación cuantitativa, 1880-
1930.”, en Simposio Internacional Globalización, innovación y construcción de redes técnicas
urbanas en América y Europa, 1890-1930, Universidad de Barcelona, Facultad de Geografía
e Historia, 23-26 de enero de 2012, pp. 12.
31
Todas las imágenes aquí mostradas pertenecen al Archivo Histórico del CODEPACU-
TI.SE, A.C.
LA CUENCA DEL RÍO NECAXA Y LOS DEBATES CIENTÍFICOS
Bibliografía
Fuentes
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Archivo Histórico del Agua.
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Diacronías
105
El tesoro de la nación, tiene olor a taberna
La primer “batida contra el vicio” durante
la regencia de Uruchurtu. 1952-1966
Rogelio Cuevas
La limitación efectiva de la vida nocturna en la Ciudad de México se da
en la década de 1950, durante la regencia de Ernesto Peralta Uruchurtu, quien fuera titular del Departamento del Distrito Federal (DDF)
durante catorce años (1952-1966). Este regente no escatimó a la hora de
aplicar el reglamento1 y clausurar distintos expendios de bebidas alcohólicas y embriagantes. Es importante señalar que el auge de la vida
nocturna en la Ciudad de México durante la primera mitad del siglo
XX tiene lugar desde 1930 hasta finales de la década de 1950, periodo al
que Carlos Monsiváis denominó como la “época de oro” de la vida nocturna en la Ciudad de México,2 donde la prostitución, las bebidas alcohólicas y los toxicómanos se conjugaron en el primer cuadro de la
Ciudad de México. De ahí que Emilio Pacheco nombrara a este lugar:
la ciudad de la orgia perpetua.3
Esto generó una serie de debates en la prensa de la época en torno
a las pérdidas económicas causadas por el incremento del “vicio”4 en la
capital, señalando a las industrias como las más afectadas por esa situación, aunado a los señalamientos de que los obreros malgastaban su salario en ese tipo de ocio. Por ello en este trabajo pretendemos analizar
parte del debate económico que se gestó alrededor de estos lugares en
el Excelsior y el Magazine de Policía, que, a su vez, enarboló la política
gubernamental de austeridad e industrialización de Ruiz Cortines y
Diacronías
107
Rogelio Cuevas
Ernesto P. Uruchurtu. Lo que se buscaba, por un lado, era afianzar
una base política en la clase media y por el otro controlar el ocio de los
asiduos a los “desveladeros”.
Del despilfarro a la austeridad
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La percepción negativa de la Ciudad de México iba, en gran medida,
de la mano de la reputación del presidente Miguel Alemán (19461952), quien había sido señalado como un corrupto y despilfarrador,5
que en conjunto con regente del DDF, Fernando Casas Alemán,6 provocaron que el partido oficial, Partido Revolucionario Institucional
(PRI),7 entrara en crisis de credibilidad en la capital.
Ante la percepción social de despilfarro y corrupción por parte del
gobierno anterior, se buscó a un candidato que revirtiera esta situación, por lo que el elegido fue Adolfo Ruiz Cortines, quien gobernó de
1952 a 1958, y que para contrarrestar esta tendencia negativa sobre el
partido y las instituciones gubernamentales, impulsó la “política de
contraste”, con la intención de alejarse de las prácticas de la presidencia anterior y así, de esta forma, legitimar la figura del presidente8 y
del partido oficial. De manera que, ahora “la Revolución abordaría el
autobús de la política austera.”9
Para esto, Ruiz Cortines recurrió a una serie discursos de tipo moral, refiriéndose a ellos como parte del “mejoramiento moral” y “cívico
del pueblo mexicano”.10 Abordaba temas, como el combate a la corrupción de los servidores públicos o el acaparamiento de bienes de consumo inmediato. De manera que, durante su discurso de toma de
posesión, el recién electo mencionó los que para él eran los principales
problemas a los que se enfrentaría durante su sexenio: la inmoralidad
administrativa y la necesidad de “elevar el nivel de cultura de los mexicanos”.11 Así que el titular del poder ejecutivo enmarcó su discurso en
términos de honradez, decencia y austeridad, a lo que refirió:
EL TESORO DE LA NACIÓN, TIENE OLOR A TABERNA
Es imperativo cuidar de que no se altere el equilibrio del presupuesto
y que el crédito público y los impuestos no contribuyan a reproducir
el poder de compra de las clases sociales débiles. Perfeccionaremos
los sistemas de recaudación y exigiremos absoluta honradez en los
causantes y en los agentes fiscales.
[…] Debemos solucionar, pues los problemas que les atañen de
orden moral, cultural y económico como lo haremos, también con
los demás sectores sociales...
Como eficaz instrumento de cooperación ciudadana para elevar
el nivel de vida del pueblo e interesarlo adecuadamente en los problemas locales y nacionales auspiciaremos en toda la república el establecimiento de Juntas de Mejoramiento Moral, Cívico y Material.
La colectividad en general debe coadyuvar lealmente para que
los funcionarios y los empleados públicos procedan con la más absoluta honradez y así lograr la moral administrativa y publica de México. Consecuentemente obraremos con máxima energía contra los
servidores públicos venales o prevaricadores, e al efecto ya promoveremos ante Vuestra Soberanía las reformas necesarias a la Ley de
Responsabilidades de Funcionarios y Empleados para la imposición de castigos drásticos y ejemplares.12
Así, Ruiz Cortines comenzó una campaña contra la “inmoralidad” administrativa. Se definieron políticas tendientes a contrarrestar la inflación,
se inauguró un estilo austero de gobierno, con el que se proclamaba la
necesidad de contener el gasto público, al mismo tiempo que se reafirmaba la fidelidad de las instituciones políticas oficiales del grupo dirigente.13
Ariel Rodríguez Kuri define esta administración como una mezcla de elementos políticos y simbólicos en conjunto; es decir, las acciones
del presidente muchas veces iban de la mano de alguna justificación con
bases morales, mientras que los elementos simbólicos, tienen en general
los mismos fines que los políticos. Sin embargo, no son necesariamente
explícitos, además, apelan a los valores y contravalores más profundos de
la cultura política y del imaginario histórico de la sociedad mexicana.14
Diacronías
109
Rogelio Cuevas
En ese sentido, durante un discurso al senado, Ruiz Cortines mencionó que la moral era la base de todo progreso material, y afirmaba:
[… ] la moral de los funcionarios es obligación indeclinable […]
[…] además de los funcionarios todos los sectores del país deben
vivir con honestidad; el pueblo debe vivir también en la moral…
Porque de la conjugación de la moral del pueblo y la moral de
los funcionarios —enfatiza— se llega a la moral administrativa y
pública, lo cual es la base del progreso social y económico y también
político de la nación.15
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De manera que, el presidente designó al sonorense Ernesto Peralta
Uruchurtu como regente del (DDF),16 quien tendría que llevar a cabo lo
dispuesto por el presidente.17 Así pues, durante una conferencia ante
los medios de comunicación el 6 de diciembre de 1952, el titular del
DDF se comprometió a resolver los principales problemas de la capital,
enlistados en doce puntos, entre los que destacó la moralización de la
policía, resolver el problema de las inundaciones, quitar a los comerciantes ambulantes del primer cuadro de la Ciudad de México, además
de comprometerse a “limitar los centros de vicio y la prostitución y
todo aquello que la moral pública exige” en cuanto a los “espectáculos.
Su reglamentación y vigilancia estarán dentro de los lineamientos de
moralización que se impondrá el Departamento,”18 colocando así, la
vida nocturna de la Ciudad de México dentro de su agenda.
La parroquia negra
Es importante remarcar que los valores y contravalores a los que apelaban tanto Ruiz Cortines como Ernesto P. Uruchurtu tenían como base
la ideología de las clases medias.19 En ese sentido, Tiziana Bertaccini
indica que “teóricamente las clases medias no eran reaccionarias ni revolucionarias”. Sin embargo, estas “defendían valores y costumbres de
EL TESORO DE LA NACIÓN, TIENE OLOR A TABERNA
tipo tradicional, a menudo asociados a la cultura católica”.20 Asimismo,
la clase media capitalina de la década de 1950, según Luna Elizarrarás,
se distinguió por
[…] vivir en las colonias de la ciudad mejor urbanizadas, la asistencia de niños y adolescentes a colegios privados, y a la universidad en
el caso de los jóvenes, hábitos de consumo marcados por la cultura
estadounidense, y prácticas de esparcimiento como acudir a cabarets
de primera clase, teatros de comedia, cines que exhibían películas
extranjeras (predominantemente estadounidenses), ver televisión.
Pero también, y de forma importante la posibilidad de ostentarse
como familias “decentes” a través del cumplimiento, al menos en apariencia, del modelo normativo de familia y sexualidad.21
Cabe destacar, que los hábitos de consumo provenientes del vecino del
norte implicaban un constante consumo de bienes materiales, Stefan
Rinke y Sylvia Dummer lo definen como:
[…] la adopción, impuesta o voluntaria, de productos, vestimentas,
estilos, formas de organización social o modos de producción provenientes de estados Unidos, siendo con frecuencia esta incorporación
del “american way of life” considerada un proceso de modernización.
Las nuevas formas culturales se transmitieron en especial médiate periódicos y revistas, radio y cine, por lo que su influencia se
limitó a la población que tenía acceso a dichos medios, es decir, al
público principalmente urbano […]22
Así las clases medias consiguieron “imponer su subcultura de clase como el cuadro de valores dominantes en la sociedad, gracias al monopolio que han ejercido sobre la educación y, en general, sobre la cultura y
sus canales de transmisión, como la prensa”,23 con una mezcla de valores
católicos y un sistema de dispendio norteamericano, cuyo objetivo principal era el consumo.
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En ese sentido el Excelsior desempeñó un papel importante a la
hora de propagar esas ideas, valores y contravalores de las clases medias.
Este diario que se distinguió como un diario “conservador moderado”, dirigido a un público urbano de clase media y alta,24 comprometido
con “el desarrollo de un Estado moderno en México”,25 que, desde la
década 1940, mantuvo una relación armoniosa y estable con el Estado.26
Durante treinta años Rodrigo de Llano fungió como director general,
quien, a grandes rasgos, “se encargaba de controlar al periódico, en sí,
cualquier noticia publicada por Excelsior pasaba primero por su oficina
para ser autorizada”;27 en especial, las secciones de la Página Editorial.
Por su parte, el Magazine de Policía, revista de nota roja, haría algunas críticas al Estado y las acciones realizadas por servidores públicos
y, así, con: “Este género se identifican las tensiones y contradicciones
entre los discursos oficiales y los fenómenos urbanos”.28 No obstante,
ambas publicaciones coincidieron a la hora de atacar a los “centros de
vicio”, creando contenido alrededor de estos lugares, a lo que Gabriela
Pulido denominó como “campaña negra” contra los expendios de bebidas embriagantes, con la que se buscó remarcar conflictos y situaciones negativas en torno a este tipo de diversiones, con la intención de
alejar a los consumidores de estos lugares.29 De ahí que en la prensa
fueran constantes los señalamientos de estos lugares como “centros de
vicio”, perdición,30 corrupción y despilfarro.
En ese sentido, el Excelsior se encargó de generar un discurso sobre el derroche económico de la “parroquia negra”, en los “centros de
vicio”, que debilita la economía doméstica de millares de trabajadores
mexicanos,31 además del costo económico para las industrias por el
consumo de bebidas alcohólicas por los trabajadores. Así pues, en
1952, afirmaba que “$3.500,000 van cada día a cantinas y cabaretuchos”. Y que más de millón y medio de personas forman la “parroquia
negra”.32 Los números de esta publicación resultaban alarmantes,
pues “la población de la capital en 1950 alcanzaba los 3 050 442 de habitantes y para 1960 se calcula hasta que había 4 870 876 de personas”.33
Es decir, la prensa estimaba que más del 50 por ciento de la población
EL TESORO DE LA NACIÓN, TIENE OLOR A TABERNA
del Distrito Federal consumía en estos lugares, además de que señalaba que las clases bajas eran quienes más asistían. Así pues, se llegó a
considerar que la vida nocturna atentaba contra la nueva política
gubernamental impulsada por Ruiz Cortines y continuada por Uruchurtu, además de contravenir sobre los modos de producción impulsados por las clases media y alta. Debido a lo anterior, se buscó ejercer
un mayor control sobre las clases bajas, con el argumento de incrementar una mano de obra más eficiente y así impulsar la economía
nacional.
Por su parte, Alberto Moreno, a través de Magazine de Policía, hacía un estimado sobre los costos por el consumo de alcohol en el Distrito Federal, por la llamada “cruda”, que tanto daño hacía al erario, la
industria y al salario de los trabajadores, de lo que consideraba como
cúlpales a vendedores y fabricantes de estas bebidas enervantes. A lo
que mencionaba:
Cerca de dos mil personas fallecen, anualmente, en la Ciudad
de México, a causa del alcoholismo…
Más de cinco mil enloquecen, al cabo del año, debido al abuso
sistemático de bebidas alcohólicas.
Y de tres a cuatrocientos homicidios se cometen, en un año en el
Distrito Federal, cuyo único motivo es una puntada de ebrio o una
riña de borrachos.
Por otra parte, el alcoholismo constituye un gravamen para la
economía de México más importante que la caída del valor del peso
y que todas las huelgas que se declaran en un año.
En efecto en 1950, se perdieron, a causa de las huelgas declaradas, unos 60.000 jornales. Pues bien, con sólo el típico, pintoresco,
pero antieconómico “San Lunes”, se pierden, semanalmente, en la
Ciudad de México, según los cálculos forzosamente aproximados.
Más de […] 15.000 jornales. Multiplíquese esto por 48 lunes laborales que hay en el año y se verá que, por efecto de la “cruda” que sigue
a la borrachera del sábado y el domingo, se pierden 720,000 jornales
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Rogelio Cuevas
que, por idéntico motivo, se pierden en tres semanas, y no estamos
lejos del millón de jornales.
Si se considera como salario medio, en la Ciudad de México, el
de 8 pesos diarios, con una sencilla multiplicación, que las “crudas”
cuestan a la economía de la ciudad, como mínimo 8 millones anuales.
Eso, sin contar los gastos de tratamiento de los alcohólicos, los
jornales que pierden, lo que dejan de producir, y sin tener en cuenta
[sic] lo que les cuesta al erario público encerrar a los homicidas y lesionadores por borrachera […]34
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114
Ante esta situación de despilfarro en expendios de bebidas embriagantes y el consumo de estas sustancias, Armando Rivas Torres proponía
como “la única forma de proteger al obrero contra el vicio y de evitar
que sus salarios se queden en estos establecimientos comerciales, es
aplicando elevadas contribuciones a los dueños de cabarets, lo que los
obligaría a fijar, a su vez, un fuerte precio en la venta de bebidas alcohólicas que, lógicamente, no podrían pagar los obreros”.35 No hay que
perder de vista que la tributación se puede ver como un instrumento de
coerción.36 En ese sentido, Rodríguez Kuri menciona que el ingreso
del DDF en 1952 fue de 517,791,680 millones de pesos, en 1953 de
411,764,634 y para 1954 fue de 525,400,000 millones de pesos, con un
superávit del ingreso de 23.87 por ciento con respecto al año anterior.37
Por otro lado, en 1952, ya electo Ruiz Cortines, el DDF, a través de
la Gaceta Oficial del Departamento del Distrito Federal (GODDF), dijo:
[…] se hizo evidente un grave malestar social, que se manifestó en
frecuentes quejas recibidas en este Departamento por parte de diversas instituciones públicas y privadas, en el sentido de numerosos expendios de bebidas alcohólicas funcionaban al margen de la ley por haber
obtenido licencias de funcionamiento con vicios de expedición.38
Es decir, la batida comenzaría con aquellos establecimientos que no
estuvieran en regla, siendo los más atacados los que estaban dirigidos a
EL TESORO DE LA NACIÓN, TIENE OLOR A TABERNA
las clases bajas. Aunado a esto el regente del DDF vería en los “centros de
vicio” una oportunidad para aumentar la recaudación fiscal a través
de impuestos, que, a su vez, tendría como objetivo reducir la inflación,
así como conservar de su lado a los trabajadores y capitalistas industriales.39
De manera que los establecimientos de bebidas alcohólicas y embriagantes serían una parte importante de los ingresos para la capital.40 Entre estos establecimientos se encontraban: cabarets, hoteles,
restaurante, fondas, cafés, tiendas de abarrotes, clubes deportivos y recreativos, casino o centros y círculos sociales, cantinas o expendios al
copeo de bebidas alcohólicas.41 Para clausurar este tipo de distractores
se endurecieron los reglamentos, que habían sido expedidos en 1944 y
1951,42 respectivamente.
Batida contra el vicio
De modo que, en 1953 comenzaría la primera batida contra el vicio y
en la GODDF se hacía un recuento mes a mes de los expendios de bebidas alcohólicas clausurados, en el cual de abril de 1953 a diciembre de
1954, se clausuraron alrededor de 549 establecimientos.43 Mientras tanto, Excelsior hizo un seguimiento de los “centros de vicio” clausurados,
destacando: “47 comercios clausurados por violar la ley”,44 “48 Cantinas han sido cerradas por no pagar impuestos”.45 “21 expendios de alcohol, cerrados”.46 “Fueron clausurados cuatro cabaretuchos”.47 Por
otro lado, los propietarios de los cabarets se negaban a cerrar sus locales
tras el endurecimiento de los reglamentos. Y argumentaban, tanto
dueños como “ficheras”,
[…] que la medida acarrearía la muerte inmediata de la vida nocturna en México y por ende una disminución considerable en los
ingresos no solamente del Departamento del Distrito Federal sino
de las miles de personas, que viven de este negocio.
Diacronías
115
Rogelio Cuevas
Rogelio Fernández, propietario de una [sic] de los cabarets característicos de la ciudad, en la calle Guerrero, dijo que antes que
cerrar cabarets a las mujeres, deben crearse industrias donde estas
encuentren empleos y sueldos razonables para sostener a sus familias
Son diez mil las mujeres que diariamente concurren a los cabarets. Solamente en los de Guerrero y Santa María la Redonda, hay
una asistencia, entre semana, de 50 a 60 mujeres, y los sábados el
número pasa de 100.
Todas tienen hijos, padres o hermanos que mantener. Muchas
trabajan durante el día en fábricas y talleres de costura, por lo que
tienen que ayudarse bailando en los centros nocturnos [...]48
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116
Cabe mencionar que entre los establecimientos clausurados destacaban:
misceláneas, pulquerías, restaurantes y abarrotes, que en su mayoría estaban dirigidos al consumo de bebidas enervantes, con un mercado de
clase baja. Según los reportes de los inspectores, los locatarios cometían
una serie de infracciones, cuyas multas iban desde los 100 a 5,000 pesos49 y finalmente se procedía con la clausura. Por lo que, al reincidir, se
procedía con la clausura del local. En ese sentido, los reportes señalan
que estos giros incurrieron en prácticas como el clandestinaje, la venta
de copeo y marbete, falta de marbete local, resistencia a la práctica visita,
bebidas de fórmulas registradas, falta de documentos, no mostrar documentos, no estar empadronado y marbete adherido en forma distinta.50
Para diciembre de 1954 concluiría la primera batida contra el vicio
durante la regencia de Uruchurtu. Sin embargo, esta serie de clausuras
desataron algunas críticas. Por un lado, se mencionaba que en este combate contra la inmoralidad “se efectúan recorridos teatrales por todos
los centros de vicio de la capital, con cauda de fotógrafos y algunos elementos de la prensa nacional, conectados y obligados con los funcionarios
policiacos”. Esto se aunaba a las viejas prácticas de corruptelas de las autoridades, pues continuaban los policías, inspectores y jueces extorsionando a prostitutas y propietarios. En los viernes se realizaban “esos
recorridos aparatosos. Ésas son las únicas noches en que los policías es-
EL TESORO DE LA NACIÓN, TIENE OLOR A TABERNA
tán en sus cruceros y se cumple medianamente con la ley, porque los
otros días, las otras noches sobre todo… ¡igual o peor que antes!”51
Por su parte, T. Kila mencionaba:
Los señores senadores, que saben que iniciar una campaña contra el vicio en estos tiempos de mojigatos y de espantados, es algo
que realmente les dará un renombre y una popularidad de la que no
gozan hasta ahora […]
En debida contestación a los señores senadores, se ha lanzado el
señor Rubén Quebere Rosales, ex funcionario de la secretaria de
Hacienda, que dice, […] que el principal ingreso al fisco nacional, lo
constituyen precisamente las tabernas la venta, exportación, importación de bebidas embriagantes...
El tesoro de la nación, tiene olor a taberna […]52
De modo que, a través de estos medios se señaló que esta batida tenía
claras intenciones políticas. Así pues, consideramos que, durante esta
primera batida contra el vicio, se fincó un precedente importante para
acabar con la “época de oro” de la vida nocturna de la Ciudad de México.
A manera de conclusión
Diacronías
117
La primera batida contra el vicio durante la regencia de Ernesto P.
Uruchurtu fue respaldada por las necesidades del momento, es decir,
el PRI se encontraba en un bache de credibilidad del que Ruiz Cortines
tenía que sacarlo, por lo que el titular del ejecutivo realizó una campaña de austeridad y contra la inmoralidad, con un sistema de valores
basado en la clase media. En ese sentido, se consideraba que la vida
nocturna propiciaba un entorno inmoral entre los capitalinos, que
afectaba económicamente tanto a la nación como a las industrias.
Por ello, tanto el gobierno del Departamento del Distrito Federal
como las clases medias buscaron controlar y modificar las formas de
Rogelio Cuevas
consumo y ocio de las clases bajas, con la intención de incrementar la
mano de obra útil y ampliar el margen de consumo de esta clase. Esto a
través de la coacción a los propietarios de expendios de bebidas alcohólicas, mediante el endurecimiento de las normas. Sin embargo, hubo
sectores que manifestaron su inconformidad ante estas medidas, pues
estos giros representan una parte importante de los ingresos al erario.
Notas
1
El último reglamento emitido fue el de 1944, “Reglamento de cafés cantantes, cabarets o
salones de baile”, en Diario Oficial de la Federación, lunes 22 de mayo de 1944.
2
Carlos Monsiváis, “Círculos de perdición y salvación: pulquerías, cantinas y cabarets” en
Diario de Campo, No. 89, diciembre, 2006, INAH, México, pp. 9.
3
José Emilio Pacheco, “1955”, en Proceso, 16 de septiembre, N° 998, 1995, en https://www.
proceso.com.mx/170959/1955 , consultado el 26 de febrero de 2019.
4
El concepto de “vicio” lo entendemos como acto que se considera reprobable desde el pun-
to de vista moral, para la década de 1950 entre estos actos se encontraban: la prostitución, el
alcoholismo, las toxicomanías, la corrupción, entre otras.
5
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2021
118
Stephen, R. Niblo, México en los cuarenta: modernidad y corrupción, Océano, México, 2008,
pp. 214-220. También muchos funcionarios públicos se enriquecieron de forma desmedida
durante este periodo, Véase, Enrique Krauze La presidencia imperial: ascenso y caída del sistema político mexicano (1940-1996), Tusquets, México, 1997, pp. 112.
6
Francisco Ortiz Pinchetti, “La Redacción, La historia del alemanismo, escrita en su mo-
mento”, en Proceso, N° 342, 21 de mayo de 1983, México, pp. 9.
7
El PRI fue refundado en 1946 anterior mente se llamaba Partido de la Revolución Mexicana
(PRM) y Partido Nacional Revolucionario (PNR).
8
La importancia de este asunto radicaba en el poder de maniobra del presidente, pues a ma-
yor aceptación popular, mayor era la autonomía con la que podía actuar el presidente durante
su mandato; Soledad Loaeza, Clases medias y política en México, Colmex, México, 1988, pp. 123.
9
Carlos Loret de Mola, “Breve, pero intensa, su carrera política”, en Excelsior, domingo 15
de mayo de 1983, pp. 20.
10
“Mensaje de Ruiz Cortines a la nación”, en Excelsior, martes 2 de diciembre de 1952, pp. 8.
EL TESORO DE LA NACIÓN, TIENE OLOR A TABERNA
11
Jesús Orozco y Francisco J. Núñez de la Peña, Ideología y programa de gobierno en los dis-
cursos de toma de posesión de los presidentes de México: 1928-1982, ITESO, Tlaquepaque, Jalisco, 1993, pp. 16-19.
12
“Mensaje de Ruiz Cortines…”, en Excélsior, op. cit., pp. 8.
13
En este contexto, fidelidad tenía que ver con disciplina, ya que muchos de los sindicatos,
afiliados o manejados por el PRI que, era el partido oficial, protagonizaban distintas protestas a causa del deterioro del salario. De ahí que el partido oficial buscó formas para evitar y
contrarrestar estas protestas. Entre estas maneras destacan la compra de líderes y la represión brutal por parte de la policía. Olga Pellicer de Brody y José Luis Reyna, Historia de la
Revolución Mexicana. El afianzamiento de la estabilidad política, 1952-1960, Colmex, México.
1978, tomo 22, pp. 10 y 15.
14
Ariel Rodríguez Kuri, “Los años maravillosos: Adolfo Ruiz Cortines” en Will Flower
(coord.), Gobernantes mexicanos, II, 1911-2000, FCE, México, 2008, pp. 256.
15
M. Becerra Acosta, “Ruiz Cortines Traza un plan para elevar los valores morales, La mo-
ral es la base de todo progreso material”, en Excelsior, viernes 1 de enero de 1954, pp. 1.
16
En la Ley Orgánica del Departamento y Territorios Federales de 1928, se estableció que a
partir del 1 de enero de 1929 el gobierno del Distrito Federal lo ejercería el Presidente de la
Republica a través del Departamento Central del Distrito Federal, que sería presidido por
una sola persona nombrada y removida libremente por el Ejecutivo nacional, que desempeñaría sus tareas de gobierno junto con los delegados, los subdelegados y demás empleados;
Sergio Miranda Pacheco, La creación del Departamento del Distrito Federal: urbanización,
política y cambio institucional, UNAM, México, 2008, pp. 9-60.
17
Las atribuciones conferidas al Titular del DDF, era la máxima autoridad en el Distrito
Federal, este se encargaría de las esferas administrativas, reglamentarias, fiscal, judicial y
policiaca, además de algunas motivadas por la preocupación del Estado por atender algunos
problemas específicos, la planificación de las obras de urbanización, designación o nombramiento de sus subalternos, sin embargo, todo debía ser aprobado por el presidente de la república; Ib, pp. 60-61.
18
“Promete Uruchurtu mejorar los servicios públicos y frenar la carestía en el D.F”. Excel-
sior, sábado 6 de diciembre de 1952, pp. 1 y 10.
19
Cabe mencionar que el poder de las clases medias se consolidó después de 1945. Desde
entonces ocupan un espacio social y ejercen una influencia que no guardan proporción con
sus dimensiones numéricas; Loaeza, op. cit., pp. 23.
Diacronías
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Rogelio Cuevas
20
Tiziana Bertaccini, El régimen priista frente a las clases medias. 1943-1964, CONACULTA
México, 2009, pp. 224-225.
21
Sara Minerva Luna Elizarrarás, “Modernización, género, ciudadanía y clase media en la
Ciudad de México: Debates sobre la moralización y la decencia, 1952-1966”, tesis para obtener el grado de Doctora en Historia, FFyL, UNAM, México, 2017, pp. 13.
22
Stefan Rinke y Sylvia Dümmer Scheel, “Entre el norte y el sur: norteamericanización en
México y Chile en el siglo XX temprano. Una visión comparativa”, en Historia Mexicana,
Vol. 68, N°4 (248) abril-junio, 2013, Colmex, México, pp. 1611-1613.
23
Luna Elizarrarás, op. cit., pp. 13.
24
Arno Burckholder de la Rosa, “El periódico que llego a la vida nacional. Los primeros
años del diario Excelsior (1916-1932)”, en Historia Mexicana, Vol. 58, N° 4 (232), abril-junio
de 2009, Colmex, México, pp. 1370.
25
Arno Burckholder de la Rosa, “Construyendo una nueva relación con el Estado: el creci-
miento y consolidación del diario Excelsior (1932-1968), en Secuencia, N° 73, Instituto Mora,
México, pp. 87.
26
Ib., pp. 91.
27
Ib., pp. 91-93. Cabe mencionar que Burkholder considera al Excélsior como el diario más
importante de México.
28
Gabriela Pulido Llano, “Magazine de Policía, una fuente para la historia”, en Diario de
Campo, N° 9, julio-agosto, 2015, INAH, México, pp. 21.
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2021
120
29
Gabriela Pulido Llano, El mapa “rojo” del pecado, Miedo y vida nocturna en la Ciudad de
México, 1940-1950, Secretaria de Cultura/INAH, México, 2016, pp. 16.
30
Esto por el consumo en el interior de sustancias enervantes como alcohol y drogas, además
de la prostitución que existía en estos lugares. Para ver una representación más clara sobre
los bajos fondos y los antros véase Dominique Kalifa, Los bajos fondos. Historia de un imaginario”, Instituto Mora, México, 2018.
31
Armando Rivas Torres, “Distrito Federal, Ebrios por todas partes”, en Excelsior, lunes 25
de enero de 1954, pp. 13.
32
“Miles de centros de vicio están ahogando a nuestra metrópoli”, en Excelsior, jueves 11 de
diciembre de 1952, pp. 1.
33
INEGI,
“Séptimo censo general de población, Distrito Federal”, 6 de junio de 1950, en
http://internet.contenidos.inegi.org.mx/contenidos/Productos/prod_serv/contenidos/espa-
EL TESORO DE LA NACIÓN, TIENE OLOR A TABERNA
nol/bvinegi/productos/historicos/1329/702825412180/702825412180_1.pdf , consultado el 27
de febrero de 2020.
34
Fernando Cruz, “Muerte por alcohol”, en Magazine de Policía, año XI, N° 648, lunes 4 de
junio de 1951.
35
Armando Rivas Torres, “Distrito Federal, El vicio y los obreros”, en Excelsior, jueves 30 de
abril de 1953, pp. 29.
36
Fausto Hernández trillo, “13. Las finanzas públicas en el México posrevolucionario”, en
Sandra Kuntz Ficker (coord.), Historia económica general de México: de la colonia a nuestros
días, ColmexX, Secretaría de Economía, México, 2010, pp. 578.
37
Ariel Rodríguez Kuri, “VII. Ciudad oficial, 1930-1970”, en Ariel Rodríguez Kuri
(Coord.), Historia política de la Ciudad de México. (desde su fundación hasta el 2000), Colmex,
México, 2013, pp. 446.
38
“Acuerdo de las funciones de la comisión revisora de licencias de expendios de bebidas
alcohólicas”, Gaceta Oficial del Departamento del Distrito Federal, 10 de julio de 1952, p. 1.
39
Diane E. Davis, El leviatán urbano: la Ciudad de México en el siglo XX, FCE, México,
1999, pp. 192.
4
0 Cada año se plantea el DOF, “Ley de ingresos del Departamento del Distrito Federal para
el ejercicio Fiscal de 1953”, lunes 31 de diciembre de 1953, p. 30; DOF, “Ley de ingresos del
Departamento del Distrito Federal para el ejercicio Fiscal de 1953”, miércoles 31 de diciembre de 1952, p. 6; DOF, “Ley de ingresos del Departamento del Distrito Federal para el ejercicio Fiscal de 1953”, miércoles 30 de diciembre de 1953, pp. 30.
41
“Ley de Impuestos sobre Expendios de Bebidas Alcohólicas”, DOF, lunes 31 de diciembre
de 1951, pp. 21.
42
Ib. “Reglamento de cafés cantantes… en Diario Oficial de la Federación, op.cit.,
43
Ver GODDF del 12 de abril de 1953 al 31 de diciembre de 1954.
44
“47 comercios clausurados por violar la ley”, en Excelsior, miércoles 21 de enero de 1953, pp. 17.
45
“48 cantinas han sido cerradas por no pagar impuestos”, en Excelsior, lunes 16 de febrero
1953, pp. 13.
46
“21 expendios de alcohol, cerrados”, en Excelsior, lunes 30 de marzo de 1953, pp. 13.
47
“Fueron clausurados 4 cabaretuchos”, en Excelsior, viernes 3 de abril de 1953, pp. 11.
48
“Oposición a las Reformas al Reglamento Sobre Cabarets”, en Excelsior, sábado 13 de
junio de 1953, pp. 21.
49
“Multas a los infractores de la Ley de alcoholes”, en GODDF, 10 de junio de 1953, pp. 4.
Diacronías
121
Rogelio Cuevas
50
“Tesorería del Distrito Federal Departamento de Alcoholes. Establecimientos clausura-
dos por los inspectores del Departamento de Alcoholes Durante el mes de marzo de 1953”,
en GODDF, 20 de abril de 1953, pp. 2-3.
51
“Batida contra el vicio”, en Magazine de Policía, año XI, 811, México, lunes 22 de marzo de
1954, pp. 11.
52
T. Kila, “Muere el alcoholismo”, en Magazine de Policía, Año IX, N° 876, México, jueves 4
de noviembre de 1954, pp. 3.
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Magazine de policía 1950-1954
Gaceta Oficial del Departamento del Distrito Federal (1950-1594)
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124
La politización estudiantil universitaria antes de 1968
Cuauhtémoc Domínguez Nava
El movimiento estudiantil de 1968 ha provocado que diferentes autores reflexionen, estudien, analicen, polemicen, debatan y expliquen de
múltiples formas su significado. Immanuel Wallerstein nombró el año
1968 como el de Revolución Mundial, pues entrañó una crítica devastadora al liberalismo,1 “porque estuvo basado en mentiras fraudulentas
cuya realidad era de hecho más bien negativa para la gran mayoría de
la población”,2 y al socialismo soviético que culminó con la “caída de los
comunismos en 1989”.3 Las insurrecciones del 68 sucedieron en todo el
mundo y México no fue la excepción.4
El objetivo del presente artículo es analizar la protesta estudiantil
pre-68 en la UNAM, observar históricamente algunas de sus causas y el
surgimiento de sus organizaciones, para comprender la fuerza que le
imprimió al movimiento estudiantil del año siguiente. Por lo anterior,
fue oportuno preguntar ¿por qué protestaron los estudiantes? y ¿qué
cambios logró su movimiento?
La izquierda estudiantil se organiza
En la coyuntura de la sucesión presidencial de 1958 se reactivó la participación del movimiento obrero nacional. Telegrafistas, electricistas,
Diacronías
125
Cuauhtémoc Domínguez Nava
petroleros, mineros, maestros y ferrocarrileros exigieron aumento salarial, democracia sindical, acabar con la corrupción y el autoritarismo. Los
ferrocarrileros lograron reorganizar su movimiento a nivel nacional, un
importante aumento salarial de 250 pesos y la democratización del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM).
Es pertinente preguntar ¿por qué los ferrocarrileros exigieron con
tanta fuerza un aumento salarial en 1958? El salario otorgado a los ferrocarrileros, durante el periodo de 1948-1958, no mantuvo un incremento
constante; al contrario, tuvo una caída en 1948 y ahí se estancó durante
diez años, pero en 1958, por la intensa lucha obrera, se logró una significativa recuperación. José Luis Reyna escribió:
…existe alguna evidencia que señala con claridad que el gremio
ferrocarrilero sufrió entre 1948 y 1958, un deterioro de sus salarios
proporcionalmente mayor si se le compara con otros sindicatos enclavados en empresas de control estatal como son los de petroleros y
electricistas.5
núm. 24
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126
En 1958, la situación no mejoró económicamente para los ferrocarrileros, lo que les obligó a que se organizaran, protestaran y recuperaran
su independencia política cultivada durante las primeras décadas del
siglo XX. Esto último fue interpretado por la autoridad como un atentado a la paz social y el inicio de una rebelión nacional, que podía alcanzar a toda la sociedad.
Ésas fueron algunas de las razones que, en marzo de 1959, encontró el gobierno de Adolfo López Mateos para reprimir brutalmente a
los trabajadores del riel, encarcelar a sus líderes Demetrio Vallejo y
Valentín Campa por once años en Lecumberri, y despedir a cientos de
ellos. Esa profunda herida se mantuvo viva en la memoria colectiva de la
Ciudad de México durante los años sesenta y fue recuperada por los
estudiantes en 1968.
Políticamente, el movimiento ferrocarrilero de 1958-1959 fue derrotado; pero triunfó culturalmente. Transcendió sus fronteras tempo-
LA POLITIZACIÓN ESTUDIANTIL UNIVERSITARIA ANTES DE 1968
rales y sindicales. En la actualidad los movimientos sociales retoman
de diferentes ángulos las jornadas de la protesta obrera. Desde la visión de sus líderes, de la masa, de las demandas, de la relación ante la
autoridad, de la difusión del movimiento y hasta desde el punto de vista de la represión.
En una entrevista que sostuvo Demetrio Vallejo con Adolfo López Mateos, se dio un simbolismo fundamental para el movimiento
social, pues puso en evidencia una tradicional forma de llegar a acuerdos entre los líderes de los movimientos sociales con la autoridad.
Demetrio Vallejo ofendió al presidente Adolfo López Mateos porque aceptó entrevistarse con él, pero quiso llevar una grabadora
para dejar constancia de su honestidad frente a sus agremiados.6
El líder obrero intentó tener una prueba contundente de no haber traicionado al movimiento ferrocarrilero.
El Estado mandó un mensaje a la sociedad: a través de la brutal
condena injustificada a los líderes ferrocarrileros, impuso el miedo y
amenazó a cualquiera que intentara oponerse al poder. La fuerza ferrocarrilera fue eliminada de forma inmediata, pero la represión dejó
una herida sin cicatrizar en la conciencia de la sociedad de la Ciudad
de México.
Al salir de la cárcel, los líderes ferrocarrileros continuaron con su
actividad política; pero ya no contaban con la fuerza ferrocarrilera.
Campa se incorporó al Partido Comunista y Vallejo fundó el Partido
Mexicano de los Trabajadores (PMT), al lado de Heberto Castillo, Luis
Villoro, Francisco Paoli Bolio y cientos de universitarios.
La luz que arrojó el movimiento ferrocarrilero de 1958-1959 fue
retomada e interpretada por José Revueltas, en su libro Ensayo sobre un
proletariado sin cabeza,7 publicado en 1961. Revueltas le entregó dicho
texto a Campa, en 1962, cuando se encontraba preso en Lecumberri.
Revueltas denunció una vez más la falta de un partido político que politizara a las masas y la fuerte presencia de una línea dogmática y autoritaria.
Diacronías
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Otro aspecto que penetró en el movimiento estudiantil de los años
sesenta fue la Revolución Cubana, en los pasillos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se hablaba y se discutía sobre el
tema. Uno que influyó en la dinámica de la política estudiantil universitaria fue la importancia que se les dio a los estudiantes. Así, se propuso
formar una organización internacional de jóvenes revolucionarios. El
primer intento fue el Congreso de Juventudes Latinoamericanas
(1960), celebrado en Cuba, se convocó a los estudiantes a que formaran
en cada país una Gran Central Estudiantil Nacional, para constituir
una Gran Central Latinoamericana de Estudiantes.8
Por su parte, la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS)
organizó otra actividad internacional que impactó en los estudiantes
mexicanos, el Foro Mundial de la Juventud,9 llevado a cabo en Moscú
a finales de junio de 1961, donde asistieron líderes de organizaciones
juveniles y estudiantiles de todas partes del mundo, de las más variadas creencias religiosas y que contó con la presencia de la juventud
mexicana.
En México, el paso fundamental para organizar a los estudiantes
lo dieron el Partido Comunista Mexicano (PCM) y las Juventudes Comunistas Mexicanas (JCM), el Movimiento de Liberación Nacional
(MLN) y el Partido Popular Socialista (PPS), los cuales formaron una
red de partidos políticos estudiantiles en diferentes facultades de la
UNAM, con el compromiso de que fueran de izquierda y en apoyo a la
Revolución Cubana, de tal forma se pudo politizar a una nueva generación de estudiantes.
En dicho proceso, tomaron un nuevo impulso diferentes organizaciones políticas que se encontraban en el abandono. Así
La Juventud Comunista experimentó un renacimiento en la UNAM
y en el IPN, en la ciudad de México, y atrajo a varios cientos de cuadros, entre quienes se hallaban Rafael Talamantes, Raúl Álvarez,
María Fernanda Campa, Valentín Campa, Walter Ortiz, Eliezer
Morales, Gilberto Guevara y Pablo Pascual…10
LA POLITIZACIÓN ESTUDIANTIL UNIVERSITARIA ANTES DE 1968
Esos cuadros políticos se convirtieron en la parte experimentada que
atravesó la década de los años sesenta.
A pesar del renacimiento que tuvo la JCM, no logró organizar, ni
sumar dentro de sus filas al movimiento estudiantil universitario. En
gran medida, porque no renunció a la idea antigua que concebía a los
jóvenes como menores de edad que sólo podían realizar simples tareas
como pintas, pegas y venta del periódico y no tomar decisiones dentro
del partido.11 En aquellos años, los estudiantes eran considerados
como “pequeños burgueses y la universidad una reproductora del capitalismo”.12
Sin embargo, la UNAM cambió al igual que todas las universidades
en el mundo. El historiador británico Eric Hobsbawm afirmó que,
durante las últimas décadas del siglo XIX, Europa contó con un sistema político y de valores que estuvo pensado para una minoría.
En 1875, incluso en una Alemania muy escolarizada, sólo unos
100,000 niños acudían a los gimnasia humanistas (institutos de enseñanza secundaria) y aun de éstos, muy pocos llegaban a los exámenes finales, el Evitar. En las universidades no estudiaban más de
unos 16,000 alumnos. Incluso a las puertas de la Segunda Guerra
Mundial, Alemania, Francia y Gran Bretaña —tres de los países
más grandes, desarrollados y cultos, con una población total de 150
millones de habitantes— contaban con un máximo, entre todos, de
unos 150,000 estudiantes universitarios: la décima parte de 1 por 100
de su población conjunta. La espectacular expansión de la educación secundaria y, sobre todo, universitaria después de 1945 ha multiplicado el número de personas con formación culta, es decir,
personas formadas antes que nada en las culturas decimonónicas
que se enseñaban en la escuela; pero no necesariamente el número
que se siente cómodo con estas culturas.13
Pero en 1945 inició el complejo proceso de masificación en las universidades de Estados Unidos, el cual se extendió por toda Europa y des-
Diacronías
129
Cuauhtémoc Domínguez Nava
pués por todo el planeta, para dar apertura a las clases medias y
populares. Dicho proceso irrumpió la idea tradicional que concebía la
educación superior exclusiva para la clase media alta y para la burguesía en particular.
Los estudiantes de la ENCPyS
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Al iniciar el año de 1961, los estudiantes de la Escuela Nacional de
Ciencias Políticas y Sociales (ENCPyS), Alfredo Villanueva, Edmundo
Buitrón Peralta, Mario Campa Revuelta, Enrique Casco Guillen, Carlos Acosta Trejo, Abel Fernández, Rafael Hernández, Aurelio Hernández Zul, Carlos Martínez, Luis Mijares Rodríguez, Julio Romano
Ibarra, Raúl Servín, Rene Villasana y Saúl Zorrilla Jonguitud organizaron el primer Consejo Político Provisional, que tuvo como objetivos
“avocarse a la movilización del estudiantado revolucionario de la Universidad” con la finalidad de permitir la “participación en la resolución
de los problemas estudiantiles”,14 para la época era un gran riesgo porque no estaban permitidas dichas acciones.
A pesar de todos los riesgos la actividad estudiantil siguió avanzando. Entre los años de 1960 a 1961, el Frente Popular de la Juventud
Progresista, el Grupo Juvenil “Germán del Campo” y el Grupo Espartaco se unieron para constituir el Partido Estudiantil Socialista (PES),
el cual surgió como una respuesta en apoyo al pueblo cubano y en oposición al imperialismo norteamericano. En su primera declaración
muestra su objetivo central:
En 1961, la conciencia del país fue sacudida violentamente por la
invasión de Playa Girón. La Escuela en su conjunto, a través de
asambleas generales condenó la agresión imperialista.15
Otro tema que incrementó la participación estudiantil, y que le dio una
orientación diferente a la que arriba se abordó, fue la iniciativa que
LA POLITIZACIÓN ESTUDIANTIL UNIVERSITARIA ANTES DE 1968
tomó el rector Ignacio Chávez (1961-1966) con la Reforma Universitaria, para enfrentar el problema de la sobrepoblación mediante cambios
en los posgrados y la Escuela Nacional Preparatoria (ENP). Ello implicó capacitar a sus profesores, mejorar sus condiciones laborales y ofrecer un mejor salario.16
En 1961, la matrícula universitaria era de 68 mil alumnos, y en
1966 se inscribieron cerca de 79 mil alumnos. Fue un incremento absoluto de 25 mil alumnos, repartidos en las nueve preparatorias y en
las quince escuelas y facultades de la UNAM.17 Para frenar dicho proceso, Chávez emprendió dos iniciativas en la Nacional Preparatoria:
suspender el pase automático a sus egresados e incrementar el número
de años, de los dos años tradicionales se pasó a tres años. Dichas iniciativas no fueron bien aceptadas por toda comunidad universitaria y
menos por los profesores preparatorianos, quienes se quejaron de no
haber sido consultados para llevar a cabo los cambios mencionados.
En 1963, el PES criticó el plan de Reforma Universitaria. Declaró
que la educación debía seguir siendo popular y democrática la enseñanza.18 Un año más tarde, en su III Congreso, celebrado el 6, 7 y 8 de
mayo de 1964 en la ENCPyS, se propuso la elaboración de programas
coherentes con la investigación de campo, respeto a la autonomía universitaria y a la libertad de cátedra, que la obtención de cátedras fuera
rigurosa y a través del método de oposición y por medio de la imparcialidad de jurados examinadores, se planteó la impartición de materias, como materialismo dialéctico e histórico, y, por último, exigió dar
prioridad de inscripción a los egresados de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) a las escuelas y facultades de la UNAM, y regresarles su
derecho de pase automático,19 derecho que fue recuperado, después de
la huelga de 1966, con el nuevo rector Javier Barros Sierra.
Diacronías
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Cuauhtémoc Domínguez Nava
El rechazo estudiantil a la imposición
en la Facultad de Derecho
En marzo de 1966, César Sepúlveda, director de la Facultad de Derecho, planeaba su reelección; pero los estudiantes no estaban de acuerdo
con sus aspiraciones políticas, y lo rechazaron públicamente. Sepúlveda mando a expulsar a dos estudiantes, uno de ellos Leopoldo Sánchez
Duarte, hijo del gobernador de Sinaloa. Ésa fue la chispa que encendió
el conflicto: los inconformes se agruparon y convocaron a un paro y, sin
consultar a la base estudiantil, la madrugada del 14 de marzo colocaron banderas rojinegras en las puertas de la Facultad, la violencia no se
hizo esperar y empezó la huelga.
El rector Ignacio Chávez minimizó los hechos: declaró que se trataba de un problema interno20 de la Facultad de Derecho. El conflicto
creció y encontró solidaridad en otras facultades, las primeras en manifestar su apoyo fueron la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales y la
Escuela de Economía.
La Facultad de Filosofía y Letras tardó más tiempo en manifestarse, pero al final se sumó, autonombró un Comité de Huelga, quien
elaboró el siguiente documento:
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[…] en asamblea general el 26 de abril último, se declaró en huelga
en apoyo de las demandas hechas entonces al rector de la UNAM, Dr.
Ignacio Chávez, por los comités de Huelga de las escuelas de Economía, Ciencias Políticas y Derecho, y principalmente para defender la Autonomía de la Universidad violada por el rector Chávez al
consignar ante las autoridades federales a 5 estudiantes de Derecho,
es decir, al recurrir a una medida extrauniversitaria para “resolver”
un problema cuya solución compete exclusivamente a los órganos
propios de la Universidad.21
La inconformidad se concentró en la injusta expulsión de estudiantes;
se argumentó que la suspensión de los “[…] derechos estudiantiles del
LA POLITIZACIÓN ESTUDIANTIL UNIVERSITARIA ANTES DE 1968
presidente de la sociedad de alumnos de la Facultad de Derecho, José
Luis Alonso y cuatro estudiantes más, dictada por las autoridades universitarias, ponía de relieve graves problemas de fondo en la UNAM y la
posición favorable a la reacción del Rector Ignacio Chávez”.22
Es decir, dichos acontecimientos fueron el detonante que puso a
debate los problemas de fondo de la Universidad, abordados previamente en asambleas, donde se hizo evidente el desacuerdo a los Estatutos Universitarios, por ser considerados antidemocráticos, autoritarios
e ir en contra del principio de universalidad.
En ese contexto grupos estudiantiles priistas aprovecharon la fortaleza del movimiento y actuaron el 26 de abril, en contra del rector
Chávez amenazándolo con pistola en mano y obligándolo a renunciar.
Los estudiantes democráticos y comprometidos con el movimiento se
manifestaron en contra de la renuncia del rector y contra la estrategia
utilizada.
La protesta estudiantil de la Facultad de Economía
En la Escuela Nacional de Economía (ENE), las organizaciones estudiantiles no fueron muy diferentes a las de Ciencias Políticas, algunos
grupos fueron Asociación de Izquierda Revolucionaria Estudiantil
(AIRE), Movimiento de Izquierda Revolucionaria Estudiantil (MIRE);
grupos trotskistas como el PRUN, la Federación de Estudiantes de Economía (FEE), Alianza Revolucionaria Campesina Obrera (ARCO), el
Partido Estudiantil Socialista de Economía (PESE), la Fracción Universitaria del PORT, el Grupo “Ignacio Ramírez”, el Circulo de Izquierda Democrática (CID). También estuvo presente la Central Nacional
de Estudiantes Democráticos (CNED).
Al principio, la actividad estudiantil en Economía no fue numerosa. Inició con la formación de grupos reducidos; fueron pequeñas
células o círculos de estudio. La participación solamente crecía cuando
existía algún conflicto interno o cuando había algún proceso de elec-
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ción. Los temas que activaron a la comunidad estudiantil fue el rechazo a la gestión del director Horacio Flores de la Peña.
En febrero de 1966, se realizaron asambleas estudiantiles generales, para discutir y juzgar los actos de la administración de Flores de la
Peña y la Reforma Universitaria de Chávez. Dicha iniciativa fue reconocida por diferentes escuelas y facultades de la UNAM como una acción acertada y donde inició la oposición anti-Chávez y donde se
propuso por vez primera la búsqueda de una reforma universitaria
democrática.23
Flores Peña renunció a su cargo. Dicha medida sorprendió a la comunidad estudiantil. El MIRE analizó el proceso y condenó la pronta y
simplista solución que le dieron las autoridades universitarias con el
cambio de director. La solución de los estudiantes fue nombrar una
terna. Sin embargo, durante las vacaciones las autoridades universitarias nombraron a Ifigenia Martínez de Navarrete, como la nueva directora de la Escuela de Economía.24
El PESE consideró que la designación de Ifigenia Martínez era una
respuesta cómoda para la autoridad e irresponsable, pues no se encontraba dicha decisión adecuada a lo requerido por la Escuela.25 En ese
contexto dio inicio la crítica a la reforma universitaria de Chávez, los
estudiantes exigieron mejorar la situación laboral de los maestros; reformar los planes y programas de estudio; crear becas y comedores
para los alumnos de bajos recursos. Dichas propuestas incrementaron
la participación de los estudiantes.
En febrero de 1967, se manifestó otro problema que afectó a toda
la Escuela de Economía; la violencia. El Grupo Juan F. Noyola denunció la brutal golpiza que le aplicó un grupo de pandilleros a José Luis
Ceceña, en un lote baldío.26 Asimismo, se hizo pública la agresión que
recibió Enrique Semo. Los estudiantes se quejaron de la falta de profundidad en las investigaciones, para aclarar el grado de responsabilidad que tuvieron las organizaciones de derecha anticomunista, en los
actos mencionados, como fue el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), vigente entre 1961-1981.27
LA POLITIZACIÓN ESTUDIANTIL UNIVERSITARIA ANTES DE 1968
Lo anterior sirvió como telón de fondo para que el Círculo de Izquierda Democrática (CID) criticara el autoritarismo y la falta de libertad política en la UNAM. Señaló que no se permitía la entrada a los
salones para informar a sus compañeros, lo que fue una de las razones
por la cual se recurrió a la elaboración de periódicos, murales, pancartas, volantes.28
En 1967, la Liga Obrera Estudiantil de la Escuela de Economía
amplió los horizontes de la crítica estudiantil al solicitar la derogación
de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal, porque consideró que su aplicación mandó a la cárcel a varios dirigentes políticos, entre ellos Demetrio Vallejo, Valentín Campa y David Alfaro Sequeiros.
Artículo 145. Se aplicará prisión de doce años y multa de mil a diez
mil pesos, al extranjero o nacional mexicano que, en forma hablada
o escrita, o por cualquier otro medio, realice propaganda política
entre extranjeros o nacionales mexicanos, difundiendo ideas, programas o normas de acción de cualquier gobierno extranjero que perturben el orden público o afecten la soberanía del Estado Mexicano.29
La Liga Obrera agregó que no solamente los artículos 145 y 145 bis del
Código Penal Federal debían ser derogados, debía ocurrir lo mismo
con el “Articulo 141. Son reos de sedición los que, reunidos tumultuariamente, pero sin armas resisten o atacan a la autoridad para impedir
el libre ejercicio de sus funciones”,30 porque era prácticamente un refuerzo de los dos primeros.
La raíz histórica del 68 es profunda. Pues, como se ha analizado,
durante 1968 se conjugaron múltiples demandas sociales nacionales e
internacionales. Los universitarios provenientes de diferentes latitudes académicas se manifestaron culturalmente de forma heterogénea
y, al mismo tiempo, llegaron a acuerdos que asombraron al Estado,
que nunca comprendió el movimiento estudiantil.
Las demandas del 68 tenían una raíz histórica y a lo largo del movimiento estudiantil salieron a la luz de forma espontáneamente. Fue la
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Cuauhtémoc Domínguez Nava
fuerza de la izquierda estudiantil la que logró incorporar asuntos sociales que se creían olvidados, como la libertad de presos políticos, la
falta de democracia en los medios masivos de comunicación, la eliminación de la represión y el autoritarismo que estuvieron presentes a finales de la década de los años cincuenta.
Por último, es necesario subrayar que el movimiento estudiantil
universitario pre-68, contribuyó significativamente en los primeros
esfuerzos para formar las primeras organizaciones estudiantiles, para
constituir las primeras asambleas, fue una década histórica dedicada a
la discusión sobre la reforma universitaria y sobre los problemas fundamentales de la Universidad y, al mismo tiempo, fue un despertar de
cientos de jóvenes hacia los problemas sociales nacionales.
Notas
1
Immanuel Wallerstein, Después del liberalismo, Stella Mastrángelo (trad.), UNAM-Siglo
XXI, México, 1996, pp. 18.
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2
Ib., pp. 159-160.
3
Ib., pp. 109.
4
Ib., pp. 140
5
José Luis Reyna y Raúl Trejo Delarbre, La clase obrera en la historia de México. De Adolfo
Ruiz Cortines a Adolfo López Mateos. México, Siglo XXI-UNAM, 1981, pp. 80-81.
6
Sergio Aguayo Quezada, 1968. Los archivos de la violencia, Grijalbo, México, 1968, pp. 69.
7
José Revueltas, Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, Andrea Revueltas, Rodrigo Martí-
nez y Philippe Cheron (pról.) ERA, México, 1962.
8
“Proyecto de Manifiesto del Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes, Presentado
como ponencia por las Juventudes de los Partidos Obreros Trotskistas) de Argentina, Chile,
México, Perú y Uruguay”. Cuba 1960, Centro de Estudios sobre el Movimiento Obrero Socialista. (CEMOS). Ciudad de México, 3 de octubre de 1961, caja 42, fólder 2.
9
Juventud Comunista de México, “Foro Mundial de la Juventud”, en Nueva Vida, CEMOS,
Ciudad de México, 4 de octubre de 1961, caja 43, fólder 3.
LA POLITIZACIÓN ESTUDIANTIL UNIVERSITARIA ANTES DE 1968
10
Barry Carr, La izquierda mexicana a través del siglo XX, Paloma Villegas (trad.), Era, Méxi-
co, 1996, pp. 233.
11
Juventud Comunista de México, “A todos los clubes de la JCM”, CEMOS, Ciudad de Méxi-
co, 1961, Caja 44, Fólder 1.
12
Hermann Bellinghausen, et al., Pensar el 68, Cal y Arena, México, 1988, pp. 39.
13
Eric Hobsbawm, Un tiempo de rupturas. Sociedad y cultura en el siglo XX, Crítica, España,
2013, pp. 11-12.
14
Consejo Político Provisional, “A los compañeros de Ciencias Políticas y Sociales”, viernes
16 de abril de 1964, Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, en Luis Olivera López,
Proyecto Universitario de reorganización del Fondo Reservado de Organizaciones Estudiantiles
de la Biblioteca Nacional, (en Prensa) Instituto de Investigaciones Bibliográficas, UNAM,
Fondo Reservado.
15
Partido Estudiantil Socialista, “Resoluciones. III Congreso, 1964.” Escuela Nacional de
Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, 1964, en Olivera, op. cit., pp. 11-12.
16
Eric Hobsbawm. Historia del Siglo XX, Juan Faci, Jordi Anaud y Carmen Castells (trads.),
Crítica, España, 1998.
17
Ignacio Chávez, El problema de la sobrepoblación escolar en la Universidad Nacional Autóno-
ma de México. Proyecto de solución a corto plazo, UNAM, México, 1965, pp. 3.
18
Olivera, op. cit., pp. 12-14.
19
Ib., pp. 8 y 9.
10
Salvador Martínez Della Rocca, Estado y Universidad en México, 1920-1968: historia de los
movimientos estudiantiles en la UNAM, Joan Boldo i Climent, México, 1986, pp. 78.
21
FFyL. “A los profesores, trabajadores y estudiantes universitarios. A la opinión pública”,
en Boletín de Prensa, núm. 5, abril 1966, FFyL, en Olivera, op. cit., pp. 15.
22
“La lucha de los estudiantes para derrotar la represión del Dr. Chávez,” en La Voz de Mé-
xico, CEMOS, Ciudad de México, 10 de junio de 1962, pp. 4.
23
Octavio Guerrero, “Un derecho irrenunciable,” en El Periódico, Revista de Publicación
estudiantil de la UNAM, volumen 1, Tomo 1, C U, marzo, 1967, en Olivera, op. cit., pp. 5.
24
Mixcoac del MIRE, “Libertad en la Universidad,” Escuela Nacional Preparatoria y Escuela
Nacional de Economía, 1967, en Olivera, op. cit., pp. 18.
25
Órgano Central de la Alianza de Izquierda Revolucionaria de Economía, “La huelga
Universitaria, ¿Maniobra del Gobierno?,” en Praxis, Facultad de Economía, julio de 1966,
en Olivera, op. cit. pp. 30.
Diacronías
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Cuauhtémoc Domínguez Nava
26
Grupo Juan F. Noyola, “Transfondo de una Agresión,” Escuela Nacional de Economía,
febrero de 1967, en Olivera, op. cit., pp. 40.
27
Alianza Izquierda Revolucionaria de Economía, “A la violencia. La Organización de
Masas, A los estudiantes, maestros y trabajadores de la UNAM,” Escuela Nacional de Economía, 1967, en Olivera, op. cit., pp. 60.
28
Círculo de Izquierda Democrática, “CID, Manifiesto. Programa del Circulo de Izquierda
Democrático,” Escuela Nacional de Economía, febrero de 1967, en Olivera, op. cit., p. 70.
29
Liga Obrera Estudiantil, “Boletín Informativo,” Escuela Nacional de Economía, 1967, en
Olivera, op. cit., pp. 50.
30
Ib., en Olivera, op. cit., pp. 80.
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2021
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Centro de Estudios sobre el Movimiento Obrero Socialista. (CEMOS).
Diacronías
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Los olvidados y el neorrealismo italiano:
orientaciones preliminares
Alberto Orlando Barreto Becerril
El artículo tiene por objetivo ofrecer de forma preliminar los resultados sobre la cuestión de los referentes artísticos y culturales identificados
en la obra cinematográfica del director Luis Buñuel, de origen español,
particularmente en lo concerniente a su primer gran éxito realizado en
nuestro país: Los olvidados. Este filme, como recordaremos, retrata de
forma cruda y descarnada los estratos sociales más marginados, poniendo especial énfasis en la niñez y la adolescencia. Se ha encontrado que
sus referentes más inmediatos se pueden ubicar en el movimiento cinematográfico desarrollado en la Italia de la posguerra. Esto, guiado y
justificado esencialmente por dos razones: la primera y de carácter general, por tratarse del movimiento cinematográfico de mayor repercusión mundial en la época y,1 segundo, de corte más particular, que uno
de sus directores más representativos había estado trabajando con el
tema concreto de la niñez, dos aspectos indudablemente constatables
de forma preliminar en la obra mexicana de 1950.
El director italiano al que me refiero es Vittorio de Sica y el filme
propuesto es El limpiabotas (Sciusciá, 1946). Este director quizá sea
memorable en la cultura popular preponderantemente por Ladrón de
Bicicletas (Ladri di biciclette, 1948), y aunque se pueda objetar que el
tema central de este filme es la miseria y la falta de trabajo a causa de la
guerra, por el contrario, se podría negar que en el centro del argumen-
Diacronías
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Alberto Orlando Barreto Becerril
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to de forma elemental se encuentra el entrañable personaje de Bruno,
el pequeño niño acompañante de su padre en la incansable odisea de
recuperar la bicicleta robada, y aún más, su explosivo y dramático desenlace cargado de emotividad no podría ser posible sin el esmerado retrato de éste. Otro film en esta misma tónica, realizado con antelación,
y poco menos difundido, es Los niños nos miran (I bambini ci guardano,
1943) realizado aún en tiempos de la Italia fascista. El filme está casi en
perfecta sintonía con el diagrama descrito, pues coloca al centro, y como
parte detonante del drama, a la niñez que sufre, ya sea por cuestiones
de la sociedad o a causa de las fisuras al interior del seno familiar.2
Para completar este esbozo general introductorio partimos de una
noción del objeto cultural y del fenómeno histórico, que busca erigirse
con la mayor racionalidad y objetividad posible, logrando así guiar los
procesos subsecuentes de investigación y análisis. Naturalmente, a pesar de no ser una investigación centrada en la vida y persona de Luis
Buñuel, inevitablemente tendrá que darse cuenta al menos de forma
breve su trayectoria, resaltando los aspectos significativos que contribuyan a las deducciones del trabajo histórico. Siguiendo con el componente cultural y social de esta perspectiva sobre el devenir, me referiré,
en función de su necesidad, a los entornos culturales involucrados. En
este caso, de aquél que dio vida al movimiento artístico conocido como
neorrealismo italiano, pero también del entorno cinematográfico mexicano. Y, por último, ya teniendo en el corpus argumentativo todos los
elementos descritos, procederé a una breve, pero concisa, comparación
visual y argumentativa entre los dos filmes. La intención de proceder
de esta manera radica en la suficiencia probatoria; es decir, que no sólo
se trate de orientaciones en las conclusiones basadas en las fuentes históricas, o sólo de elementos probatorios presentes concretamente en
los resultados comparativos entre ambas cintas, sino de una mancuerna
entre ambos procedimientos para ofrecer una base mucho más sólida
y contundente.
Por último, en cuanto a lo metodológico, las premisas que pretenden sustentar una investigación racional, desde luego no pueden em-
LOS OLVIDADOS Y EL NEORREALISMO ITALIANO:
patar con las intenciones que motivan a algunos biógrafos a escribir
obras de carácter encomiástico y laudatorio. Esto en absoluto significa
la negación de la calidad en las obras o las habilidades de un artista,
sino la procuración de una mejor comprensión de los procesos culturales que se dan en la construcción de una obra artística. Es así que, en
tono neutral y lacónico, podemos decir que nos encontramos ante la
confrontación de dos ideas prácticamente antitéticas: la primera, la del
genio artístico que refiere casi siempre a la obra personal de un solo individuo con su inherente originalidad, creatividad e inspiración a la
hora de concebir un tema, mientras la segunda entiende la obra como
un producto cultural emanado precisamente de una sociedad y, por
ello, siempre colectiva en algún grado, aún cuando se trate del trabajo
firmado por un solo autor, como suele suceder en la literatura o la pintura. Esta premisa cobra aún mayor fuerza en la obra cinematográfica,
quizá más que en otras disciplinas artísticas, donde es casi imposible
no verlo auténticamente como una industria en su sentido pleno. No
tanto por su aspecto comercial, sino también por su carácter colaborativo entre una gran cantidad de técnicos, artistas y profesionales de diversas áreas. Por esta razón he visto asimismo la necesidad de tener en
cuenta la actividad desempeñada por los principales colaboradores en
la realización de la cinta mexicana de 1950.
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Un aragonés en… el mundo
Calanda, año 1900. La pequeña comunidad aún no sabe que ha nacido
un varón que más tarde se convertirá en ciudadano del mundo. A lo
mucho se trata del nuevo integrante de una familia acomodada de la
comunidad, siendo algo ya relevante por los apellidos Buñuel-Portolés
debido a sus ventajas económicas. Luis, aún tenía que aprender las primeras letras y, sobre todo, pasar por la increíble experiencia de la Residencia de Estudiantes (ya en Madrid) donde haría amistad con un gran
número de individuos que pocos años más tarde destacarían por su
Alberto Orlando Barreto Becerril
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obra artística. Para dar buen ejemplo de ello mencionemos dos de los
nombres más sobresalientes: Federico García Lorca y Salvador Dalí.3
Prosiguiendo con lo esencial de la nota biográfica, centrémonos en
la guía que ofrece su propia obra intelectual, profesional y artística.
Como es bien sabido, trabada amistad y convicción artística con Salvador
Dalí, Buñuel logra una repentina e inusitada fama al dirigir su primer
cortometraje Un perro andaluz, llevado a cabo esencialmente en el París de 1928. Esta obra, junto con la siguiente, La edad de oro (1930) y finalmente, con Las Hurdes/Tierra sin pan (1932) cierran su primera etapa,
logrando apenas en tres años, y una hora de cinta producida en su conjunto, la más grande fama y reconocimiento del mundo intelectual. El
análisis que resulta de esta primera etapa, muy al contrario de lo que
se pueda pensar, no versa en torno al atemporal reconocimiento sobre
su convicción surrealista, sino precisamente a la que puede considerársele su contraparte, tanto en lo ideológico como en sus consecuencias estéticas; es decir, a su vuelco hacia el comunismo y su convicción
sobre lo real y lo objetivo, que desde su convicción es susceptible de
captarse por el medio cinematográfico.
Lo que más interesa aquí es ese vuelco ideológico que da súbitamente y que es posible constatar en el último filme de esta etapa inaugural de su carrera. Más allá de redundar en este punto que ha sido
extensamente analizado, quisiera poner de manifiesto los elementos
cinematográficos, tanto en lo argumental como en lo estético, que provienen de esos cambios y que tendrán un efecto en su formación a corto plazo y consecuencias a lo largo de su carrera. Sólo para dar aquí
dos muestras, a mi parecer de lo más elocuentes, es el carácter documental y la técnica cinematográfica. En primer lugar, debe ponerse de
manifiesto un detalle aparentemente irrelevante que recae en el primer ámbito mencionado. Esto es, que para realizar el ensayo cinematográfico (así autodenominado) da crédito de forma aparentemente
superflua a lo que en realidad es un complejo estudio realizado varios
años atrás por el francés Maurice Legendre. Ian Gibson observó con
más atención lo que en realidad significa la dimensión de este texto.4
LOS OLVIDADOS Y EL NEORREALISMO ITALIANO:
Resumiendo, se trata del producto de veinte años de investigación,
concretándose en una voluminosa obra de quinientas páginas, acompañada con gran detalle de mapas, croquis, planos, y medio centenar
de fotografías de paisajes y habitantes de la región. Este corpus, titulado Las Jurdes. Etude de géographie humane (nótese el curioso concepto
empleado de “geografía humana”), a pesar de contar con breve crédito
en el documental, hace pensar en el ínfimo trecho que separa una obra
de la otra y el trabajo implícito de desvanecimiento (por decirlo así)
que se genera en la narración del documental, haciendo pensar en el
espectador que todo lo visto ahí y filmado por ellos fue producto de la
casualidad y del testimonio repentino encontrado a su paso. Esto, desde luego, no es censurable, sino más bien vale ser enfáticos en dos aspectos muy presentes y que indudablemente han moldeado la opinión
que se tiene sobre la obra del aragonés y que ya se ha dicho más arriba:
por un lado, su propia reticencia a hablar sobre sus procesos creativos
y a reconocer enfáticamente las obras, movimientos y artistas que le
ayudaron a concebir su obra (conformando a su vez el aura de genialidad con el concepto clásico de inspiración, entendida como insuflo
metafísico) y, por el otro, a la poca crítica de sus admiradores y biógrafos que tanto en vida como de forma póstuma le rindieron a su persona deslumbrados por la innegable calidad presente en su obra.
Por otra parte, en el segundo ámbito mencionado, el de la técnica
cinematográfica, hay que recalcar el inmejorable trabajo de edición
realizado. La repercusión inevitablemente abona a la suspicacia que
genera a su vez las preguntas sobre el tipo de documental realizado y
el concepto de objetividad que lo ha guiado, ya que son notables los
encuadres y secuencias que revelan el uso de la puesta en escena, evidenciando que no todo lo mostrado es a partir de la toma en directo.
Sin embargo, este mismo empleo deliberado y magistral de la edición,
así como del montaje, terminan por demostrar el interés principal y el
entrenamiento constante con un propósito muy puntual desde su primer cortometraje en 1929. Esto es, el uso de todos los elementos cinematográficos disponibles para capitalizarlo en las emociones del
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espectador al momento de la exhibición de las cintas. El por demás famoso (e icónico) ojo cortado por una navaja en Un perro andaluz y la
invasión de insectos rastreros en La edad de oro serían revirados para
ponerlos al servicio de lo real, lo objetivo y lo social en Las Hurdes, retratando así los estragos de la pobreza y afectar a la audiencia con un
efecto vivo y palpable mediante lo visual.
Y a todo esto, ¿qué tiene que ver con el filme de Los olvidados, dieciocho años más tarde? Como expresaba más arriba, lo mostrado en
esta etapa inaugural interesa por sus efectos constatables en su contemporaneidad, pero también por las consecuencias en su obra cinematográfica subsecuente. Como hemos visto, la personalidad de Buñuel,
con un ego especialmente particular, le llevó prácticamente a él y a sus
panegíricos a interesarse muy poco sobre los procesos creativos en su
obra, y, sobre todo, a eludir (e incluso negar) todo nexo con la realidad
social y cultural motivante de sus más exquisitas obras artísticas.5 Un
ejemplo en este sentido es la controversia aún existente sobre aquellos
que en realidad contribuyeron a la escritura del guión. Este punto
quizás es el que refleje en mayor medida los problemas que implican
un aspecto aparentemente resuelto o en el que por lo menos no existirían tantos problemas en otorgar una versión lo más apegada a los hechos. Sin embargo, como puede constatarse, la situación es totalmente
opuesta. Por un lado, Buñuel vacila entre el crédito hacia él mismo
junto con la dupla Max Aub/Juan Larrea,6 aun cuando el crédito oficial impreso en el negativo sea sólo Luis Buñuel y Luis Alcoriza. En
cuanto al testimonio de Alcoriza, niega categóricamente la participación de cualquier otra persona en la escritura del guión (negando tácita, pero conscientemente, a su vez, la intervención de aquellos dos),
otorgando sólo una ínfima mención a Pedro de Urdimalas, quien “corrigió apenas algunos diálogos”.7 Este último personaje, Urdimalas,
habría tenido participación reconocida por todos los involucrados en
la producción, pero a deseos de él mismo se le habría borrado de los
créditos debido a los desacuerdos sobre la imagen que se daba del país
y su sociedad. Lo que aquí habría de cuestionarse es la auténtica inci-
LOS OLVIDADOS Y EL NEORREALISMO ITALIANO:
dencia del autor en la escritura del guión, pues, como recordaremos,
Urdimalas es quien recreó prácticamente toda el habla urbana popular presente en las afamadas y exitosas Nosotros los pobres (1947) y Ustedes los ricos (1948), y que para el caso de Los olvidados ha consistido
desde época muy temprana uno de los más grandes valores para generar esa imagen tildada unánimemente de realista.
En suma, este punto recae en aquello que engloba un número de
operaciones vitales en el proceso creativo, siendo otro ejemplo la presumida labor de investigación que prácticamente Buñuel (declarado
por él mismo) habría realizado en persona para “documentarse” y poder otorgar ese verismo que tanto contribuiría con los encomios vertidos hacia el producto artístico final.8 Sin negar estos testimonios, al
menos habría que preguntarse de igual forma sobre el influjo recibido
por otros técnicos y artistas con más experiencia y conocimiento en sus
respectivas áreas. Pues así como es lícito suponer de una forma más lógica y racional que un conocedor del habla popular urbana, como Pedro de Urdimalas, pudiese haber logrado un mejor trabajo que dos
extranjeros (que para el momento apenas tenían algunos años en el
país), también sería lícito pensar que una serie de creaciones personales habrían pasado por el tamiz del trabajo artístico de otros profesionales cercanos a él (de forma consciente o no), como fue el caso del ya
consolidado Héctor García, quien después se erigiría como el fotógrafo popular urbano por antonomasia.9 Aunque quizá no sea necesario
recalcarlo, a mi parecer, existe un precedente con el caso de Las Hurdes
y la obra de Legendre, y una similitud viable para este caso de 1950
con su respectivo entorno local e internacional.
Y después de Tierra sin pan,
las tierras de la incertidumbre
Siguiendo el recuento de la trayectoria profesional del cineasta (y sólo
para no dejar el cuadro incompleto), baste mencionar su etapa como
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productor cinematográfico en Filmófono (hasta 1936), compañía fundada por él y otras personalidades del medio, antes de verse obligado al
exilio debido al ascenso del franquismo y el inicio de la Guerra Civil
Española. Ello le hizo internarse en su otra ciudad entrañable y frecuentada desde varios años atrás, París, entre 1936 y 1938, pero nuevamente
la situación política global le hace buscar un lugar más propicio para él,
por lo que viaja a Estados Unidos, donde residió, primero en Nueva
York y luego en las inmediaciones de Los Ángeles. Aunque nunca
pudo filmar en esta ciudad una sola película (su deseo más anhelado) y
a pesar de las grandes desventuras, pudo seguir trabajando en la industria y mantener su perfil, aunque fuera a un nivel apenas visible. Aquí
lo que vale rescatar para procurar el nexo explicativo son las relaciones
profesionales que pudo mantener y que le permitieron concatenar su
pasada fama y el subsecuente renacimiento en México. En Nueva
York, en 1941, trabajó en el Museo de Arte Moderno (MoMA), en su
división audiovisual. Hacia 1944, ya en California, firmó un contrato
con la Warner Brothers como realizador de doblajes destinados al
mercado hispano. Sin embargo, otro fenómeno global le hace quedarse
sin trabajo, esta ocasión debido a las políticas de la así llamada Buena
Vecindad con México, que conllevaba la cesación de toda actividad
que se considerara desfavorecedora. Ante un nuevo desempleo, tuvo la
fortuna de encontrarse con Denise Tual, con quien había trabado
amistad durante la filmación de Un perro andaluz y que ahora le sugería una adaptación de un drama similar de García Lorca. Este evento
por primera vez le planteaba de manera real un trabajo y estadía en
México, ya que Tual planeaba hacerlo en asociación con el productor
Oscar Dancigers con quien ya había tenido vinculo profesional años
atrás en Francia y ahora se encontraba trabajando de forma muy consolidada en México.
Así, finalmente, en el verano de 1946 ambos viajan a la Ciudad de
México y se entrevistan con Dancigers, quien les ofrece una contraoferta sobre un proyecto ya encaminado. El proyecto, desde luego, se
trataba de Gran Casino, que, tras el reconocido y vociferado fracaso, le
LOS OLVIDADOS Y EL NEORREALISMO ITALIANO:
vale un nuevo periodo de inactividad hasta 1949, cuando tendría oportunidad de trabajar con Fernando Soler en El gran calavera, nuevamente bajo los auspicios de Dancigers, el éxito de esta buena comedia
le abriría finalmente las puertas de la celosa y reticente industria fílmica mexicana, arropándolo en su pecho y estando en condiciones de tener mayor libertad creativa. Es así como por fin está encaminado para
la realización de su siguiente filme, Los olvidados, hacia el crepúsculo
de la primera mitad del siglo XX.10
El neorrealismo y Los olvidados:
comparaciones y conclusiones
Siguiendo con un proceso analítico, de lo general a lo particular, de lo
precedente a lo contemporáneo del objeto estudiado, tenemos las siguientes premisas: la popularidad del neorrealismo y su gran repercusión
en varios directores concretos, e incluso, en movimientos cinematográficos completos a lo largo del orbe. De igual forma, su tema predilecto
a menudo centrado en la sociedad y en particular la atención centrada
en los niños, en el caso concreto de Vittorio de Sica, ofrecen las pautas en
la orientación de la investigación. En contraparte, a partir de lo que hemos reseñado, observamos la ausencia de este tema en la filmografía de
Buñuel, siendo Los olvidados la primera en abordar un tema social centrado en la juventud. Por último, la gran similitud entre el argumento
y la estética manejada en este filme con respecto de El limpiabotas, la
cual había logrado un éxito mundial (incluyendo su estreno en México)
apenas tres años antes. Sin embargo, también como lo he anotado, el
lugar y, en concreto, la cultura donde es realizada una obra repercute
en gran medida. Es así que, aunado a la tradición cinematográfica universal, a la experiencia, la cultura y la formación intelectual de Buñuel
debe agregarse la cultura mexicana expresada en su forma concreta de
hacer cine, que, por su parte ya había estado buscando por cuenta propia el retrato urbano de lo popular y sus habitantes. Esto, constatable
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en la obra de Alejandro Galindo, siendo sus mejores exponentes los
filmes realizados especialmente entre 1945 y 1949, como Campeón sin
corona, ¡Esquina, bajan! o Una familia de tantas y las mencionadas de
Ismael Rodríguez, con el excelente trabajo de Pedro de Urdimalas en
lo ya reseñado sobre los diálogos.
Entrando en la labor comparativa entre ambos filmes, teniendo en
cuenta todos los elementos ofrecidos, observemos por lo menos dos
ejemplos correspondientes a las dimensiones elementales del filme: la
narrativa y la expresión visual. En primer lugar, El limpiabotas exhibe
la historia de un par de niños que viven en la Roma atribulada por la
guerra y aún ocupada por los aliados. La historia de estrecha amistad
entre ellos se verá reflejada en los anhelos propios de la niñez materializados en la adquisición de un caballo. Al trabajar arduamente lustrando zapatos, se ven cooptados por los adultos corrompidos por la
delincuencia, lo que representa el origen de su desventura al ser recluidos en una correccional. Allí, su amistad será puesta a prueba por lo
inherente al inhóspito lugar y, especialmente, por las intrigas de los
ocupantes que los rodean. Donde resalta la figura de un nuevo recluso,
quien, por medio de su diálogo y expresión actoral, denotan experiencia maliciosa, desfachatez, así como liderazgo y dominio sobre los demás. Tras una serie de eventos desventurados, se les lleva a juicio y se
les sentencia con increíble desproporción. Al ser conscientes de esto, su
ánimo y su comportamiento empeoran, su amistad es finalmente puesta en jaque. El más pequeño de ellos se ha asociado con el golfo mencionado (quien constantemente ha intrigado entre los amigos) y logran
huir de la reclusión. El antes inseparable amigo del más pequeño, sin saber que ha dado satisfacción a las intrigas del malicioso, colabora con la
policía y los acompaña en la búsqueda de los que están en fuga. Finalmente, los antiguos amigos se encuentran fuera de la presencia policiaca, forcejean y accidentalmente el más pequeño cae golpeándose la
cabeza con una roca y muriendo al instante. Aquél, presa del terror a
causa de tremenda escena, llora inconsolablemente la muerte de su gran
amigo. Un detalle de este final es que el perverso delincuente juvenil ha
LOS OLVIDADOS Y EL NEORREALISMO ITALIANO:
logrado escapar y ahora está en fuga, sin saber a donde llegará y lo que le
deparará el destino.
En cuanto a lo visual, cumple con los cánones generalmente aceptados y descritos en las historias universales del cine y los ensayos que
han tratado el tema.11 Emplazamientos en exteriores, escenografías
sobrias cuyos elementos estéticos sólo sean necesarios para acercarse lo
más posible a los reales, ausencia de claroscuros, imágenes limpias,
brillantes y sencillas, uso del lenguaje local (evitando el uso del italiano
estándar en pro de los dialectos regionales), vestimentas, peinados y
maquillajes que logren reflejar lo que un ciudadano promedio podría
ver en las calles en estricta función al personaje a retratar. Todo esto de
manera inevitable, se conjuga con los temas retratados para desembocar siempre en un aspecto ideológico, el cual generalmente busca poner en evidencia los males económicos, políticos o sociales. Todos estos
elementos, habiendo sido trabajados durante esta década, en su mayoría por los directores italianos, terminaron por imponerse de una u
otra manera en prácticamente casi todos los filmes producidos en la
época, aun cuando no implicaran un compromiso ideológico con el
neorrealismo. Esto tampoco significa, por otra parte, que todo filme
realizado en la época resultase de una exportación directa hacia las cinematografías nacionales, sino que es constatable una síntesis entre la
imposición modal de ese nuevo cine universal y las convicciones regionales de cada lugar.
Finalmente, concretando y concluyendo en nuestro objeto de análisis, Los olvidados no podría estar exento de tales fenómenos artísticos
y culturales (algo por demás incómodo de aceptar para una personalidad
como la de Buñuel, provocando por lo general expresarse de manera
defensiva o evasiva), pero si estas generalidades no fueran suficientes,
observemos de manera más puntual y concreta sólo algunos ejemplos
adicionales. La emblemática escena con la que se presenta el Jaibo y, de
quien se ha dicho en una escena anterior que se ha escapado de la correccional, cumple con los mismos patrones estéticos actorales: desfachatez,
un aura de soberbia seguridad, etcétera. Quizá sea aventurado pensar
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plenamente en una continuación velada entre la historia anterior de El
limpiabotas, donde el prófugo después de su exitosa huída ha encontrado un nuevo lugar trayendo consigo la experiencia previa de la correccional y de la astucia de haber burlado exitosamente a la autoridad.
Sin embargo, no es aventurada la similitud entre la relación de éste
con Pedro, que, a pesar de presentarse una dinámica muy diferente, se
trata de una relación demasiado estrecha donde, sin quererlo o saberlo, sus destinos están trabados en función del otro, con el adicional de
existir un elemento de discordia definitivo entre ellos. Los escenarios,
personajes y situaciones, si bien dispuestos narrativamente de forma
distinta, son casi los mismos: las consecuencias de la pobreza en la sociedad, el desamparo de la niñez, la actuación indiferente o irresponsable de los adultos a cargo de ellos, la presencia del Estado por medio
de la correccional, la imagen de los ambientes y tipos populares de
cada lugar, así como el retrato fiel del habla local, etcétera.
Sin embargo, habría que poner de manifiesto las diferencias de
ambos filmes para destacar el auténtico interés y objetivo de cada director en su obra fílmica correspondiente. Desfavorablemente, quizá
sin desearlo, pero explicable de forma histórica, el filme dirigido por
Buñuel por buenas razones fue puesto en entredicho ideológicamente
por los propios vanguardistas y progresistas.12 Aun cuando al poco
tiempo hayan moderado su rechazo (como en el caso de Sadoul o Pudovkin)13, existen buenas razones para sostener la controversia y que
son constatables aún hoy. A mi parecer, las consecuencias ideológicas
que se extraen a partir del análisis del filme, es que hay una débil (e incluso ausente) explicación del factor generador de la desigualdad y,
por otro lado, un espaldarazo tácito, al poderoso, institucional y flamante Estado mexicano de la época, pues, al sólo hacerlo presente por
medio de la figura del policía, da crédito con su sola presencia evitando la acometida de un deleznable crimen (precisamente el aspecto
central de la controversia entre el círculo socialista de la época), pero,
sobre todo, con el de la escuela-granja, transformación de la antigua e
inhumana correccional de menores, ahora presentada con instalacio-
LOS OLVIDADOS Y EL NEORREALISMO ITALIANO:
nes, métodos y funcionarios modernos de primer nivel. En cambio,
para el caso de El limpiabotas, a mi parecer la crítica sobre este mismo
punto es más decisiva y contundente si juzgamos bajo el mismo procedimiento, pues la presencia del Estado en los dos ámbitos más significativos del filme demuestra claramente el papel opresor y abusivo que
éste tiene a ojos del realizador. Esto se expresa en el paupérrimo retrato de la reclusión antes descrita, pero también en la conveniente secuencia del juicio de los infantes, donde por medio de elementos casi
exclusivamente simbólicos y alusivos, le sugiere al espectador lo imponente del Estado en su versión judicial. Para ello, rueda una escena
con un gran plano del magnífico y colosal palacio de justicia, donde
asisten los niños para intentar acompañar a sus amigos durante el inclemente juicio. Al internarse en el edificio, los pequeños se posan desorientados frente a una enorme y cruel estatua alegórica de la justicia,
aludiendo que, aunque éstos no la conozcan (se preguntan entre ellos
“¿Quién será? ¿Se tratará de la reina Margherita?”), serán puestos a
su merced sin reparo y clemencia alguna. Esta alusión se constata materialmente en la siguiente escena: al ser los dos jóvenes juzgados por
un inclemente juez y “protegidos” por un defensor público vetusto e
indiferente.
No obstante este resultado en las implicaciones ideológicas del
film mexicano de 1950, su auténtico valor radica, en cambio, en el empleo de todos los medios cinematográficos a su alcance y que fueran
susceptibles de utilizarse como mecanismo para afectar al espectador.
Como sostenía más arriba para el caso de Las Hurdes (ya desde 1932),
el principal valor que extraigo de él es el palpable interés de Buñuel
por experimentar y aplicar sus conocimientos en ese ámbito, que, a pesar de la larga pausa en su carrera como director, no lo fue en lo referente a la reflexión y al estudio de la teoría cinematográfica.14 Pese a los
lugares recurrentes a los que inevitablemente Sánchez Vidal recae en
su ensayo, también ofrece datos susceptibles de mayor reflexión, pues
nos expresa que, durante este periodo de aparente inactividad, habría
estudiado la obra del teórico soviético Lev Kuleshov. Este dato no hace
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más que reforzar la hipótesis de su primordial interés por conseguir
con la mayor eficacia posible el nexo comunicativo con el espectador y,
en concreto, por medio de la afectación sensitiva y emocional. En otras
palabras, el valor capital de Los olvidados (y quizás aquí sí, mérito exclusivo de Buñuel como su autor), no es debido al retrato realista del México de la época, ni de su habla o de los modelos para sus personajes,
sino las estrategias para hacer efectivo su mensaje, en este caso la pobreza y la fatalidad del destino, siendo el puente comunicante la violencia ejercida sobre el espectador mediante la estética del filme.
Notas
1
Georges Sadoul, Historia del cine mundial: desde los orígenes, Florentino M. Torner (trad.),
Siglo XXI, México, pp. 301-310.
2
En este punto pueden objetarse lícitamente dos cuestiones: que la niñez ha sido un tema más
o menos recurrente en la cinematografía universal y que el uso de dicho tema en las formas
descritas no cuenten con la suficiencia para establecer un nexo con la película Los olvidados
dirigida por Buñuel en 1950. Sin embargo, la cuestión cambia bastante si precisamente observamos con mayor atención el trabajo de El limpiabotas, donde la reiteración en el uso del tema
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(aspecto ya nada casual tratándose de un mismo autor en un periodo tan corto) es empleado
de forma constante y progresiva, y, a su vez, poco antes vista en grado alguno.
3
En este aspecto resulta completa, extensa y hasta exhaustiva la noticia biográfica que histo-
riográficamente da en un primer momento su más antiguo y célebre biógrafo: José Francisco Aranda en la obra Luis Buñuel: Biografía crítica (1969). En un segundo momento, otro
de sus más grandes y reconocidos biógrafos da a conocer una muy minuciosa (y aún más
extensa) obra que recupera con gran detalle los primeros treinta y ocho años de vida del
aragonés. Se trata de Ian Gibson y su obra Luis Buñuel: La forja de un cineasta universal
(1900-1938). Remito al lector esencialmente a estas dos obras para cualquier deseo de profundizar en la biografía del director. Son valiosas, aunque en otro sentido, las entrevistas,
testimonios y memorias como Buñuel por Buñuel y Prohibido asomarse al interior, ambas de
la dupla José de la Colina/Tomás Pérez Turrent; y Conversaciones con Buñuel, así como Mi
último suspiro de Max Aub y Jean-Claude Carriere respectivamente.
LOS OLVIDADOS Y EL NEORREALISMO ITALIANO:
4
Ian Gibson, Luis Buñuel. La forja de un cineasta universal (1900-1938), Debolsillo, México,
2013, pp. 520-521.
5
El estudioso de su archivo personal, Javier Herrera, no duda en tildarlo de mentiroso en un
tono amistoso y comprensivo. Javier Herrera, Luis Buñuel en su archivo: De Los olvidados a
Viridiana, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2015, pp. 14.
6
Sobre la idea germinal que, según Buñuel, motivó la escritura del guion para Los olvidados,
véase Luis Buñuel, Mi último suspiro, Plaza & Janés, Barcelona, 1982, pp. 194-195. Esta experiencia del basurero de Los Ángeles y las personas que vio ahí habitaban, es retomada de
forma reciente por A. Sánchez Vidal en una de las más grandes y famosas ediciones que se
han publicado sobre el filme. Agustín Sánchez Vidal et al, Los olvidados: Una película de
Luis Buñuel, Fundación Televisa, México, 2007, pp. 25.
7
“…a quien sí llamaron fue a Pedro de Urdimalas, para que corrigiera algunos diálogos. Él
decía: “Esta frase no se usa aquí, queda mejor esta otra” José Luis, Martínez, “La amistad
como forma de vida” publicada en El Nacional (Sección Espectáculos), Ciudad de México, 6
y 7 de diciembre de 1992, pp. 9-13 y 20.
8
Buñuel, op. cit., pp. 195.
9
Cfr. Héctor García, et al., Héctor García, Luis Buñuel, Alberto Gironella: Mesa para tres,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2012, pp. 106.
10
Sánchez, op. cit., pp. 19-21, 25; Gibson, op. cit., pp. 511;
11
Sadoul, op. cit., pp. 301-306.
12
En particular, por el Partido Comunista Francés, que la tachaban sin más de ser “una pe-
lícula burguesa”; Octavio Paz, Luis Buñuel: El doble arco de la belleza y de la rebeldía, Fondo
de Cultura Económica, México, 2012, pp. 79-80.
13
Ib.
14
“Buñuel leyó detenidamente el Tratado del ruso… en cualquier caso, siempre debe tener-
se en cuenta el llamado “efecto Kulechov… (sic)”, Sánchez, op. cit., pp. 33-34.
Bibliografía
Buñuel, Luis, Mi último suspiro, Plaza & Janés, Barcelona, 1982.
García, Héctor, et al., Héctor García, Luis Buñuel, Alberto Gironella: Mesa para tres,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2012.
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Alberto Orlando Barreto Becerril
Gibson, Ian, Luis Buñuel. La forja de un cineasta universal (1900-1938), Debolsillo,
México, 2013.
Herrera, Javier, Luis Buñuel en su archivo: De Los olvidados a Viridiana, Fondo de
Cultura Económica, Madrid, 2015.
Martínez, José Luis “La amistad como forma de vida” publicada en El Nacional
(Sección Espectáculos), Ciudad de México, 6 y 7 de diciembre de 1992.
Paz, Octavio, Luis Buñuel: El doble arco de la belleza y de la rebeldía, Fondo de Cultura Económica, México, 2012.
Sadoul, Georges, Historia del cine mundial: desde los orígenes, Florentino M. Torner
(trad.), Siglo XXI, México, 2004.
Sánchez Vidal, Agustín et al., Los olvidados: Una película de Luis Buñuel, Fundación
Televisa, México, 2007.
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Aportaciones teóricas de las
masculinidades a la historia mexicana
Leslie Carolina Correa González
Introducción
El género es el conjunto de saberes, discursos, prácticas sociales y relaciones de poder que le dan contenido específico a las concepciones que
usamos en relación con el cuerpo sexuado, con la sexualidad y con las
diferencias físicas, socio económicas, culturales y políticas entre los sexos en una época y un contexto determinado.1
La intervención histórica en los estudios sobre y en torno al género
es una vía para explicar en qué consiste la organización social de un
tiempo y espacio determinado. En un contexto social específico, su
análisis ha permitido comprender las costumbres y la memoria social,
así como las relaciones de poder que se ejercen en ciertos espacios. No
obstante, en el bagaje de estudios históricos de género, aquellos centrados en las masculinidades son aún escasos; sobre todo en el caso
mexicano.
Este trabajo tiene como objetivo presentar un panorama general, a
modo de estado de la cuestión, de cómo se construyó el propio concepto de género y cómo desde la historia se pueden entender las masculinidades y su representación en la literatura mexicana decimonónica.
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Leslie Carolina Correa González
Breve historia del concepto Género
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Al hablar de género Joan Scott menciona que el término se usó en Francia hacia 1876, para diferenciar entre ser “varón o hembra”. Durante la
Era Victoriana en Inglaterra, el término se usó para referirse a la diferencia física entre hombres y mujeres, evitando así el término sex. Con el paso
del tiempo la palabra gender comenzó a emplearse para referirse a la
diferencia de estilos y de comportamiento entre hombres y mujeres.2
En el siglo XX el concepto comenzó a ser aceptado en las ciencias
sociales; tal es el caso del trabajo realizado por el sociólogo John Money, quien en 1955 propuso el término gender roles para referirse a las
conductas sociales atribuidas a los varones y a las mujeres en la cultura.
En 1968 Robert Stoller, médico psicoanalista, publicó su obra titulada
Sexo y género: Sobre el desarrollo de la masculinidad y feminidad, donde
la identidad de género apareció como un desarrollo personal a partir
de la diferencia biológica.3
Más tarde, la socióloga Ann Oakley, en su estudio Sex, Gender and
Society, indicó que el primer término (sex) hacía referencia a la naturaleza, a las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, machos y
hembras; el segundo (gender) remitía a la cultura y tenía que ver con la
clasificación social y cultural en categorías masculina y femenina. Así,
el género se entendió como la diferencia de los sexos construida socialmente; como un conjunto dinámico de prácticas y representaciones, con
actividades y roles asignados, de atributos psicológicos y como un sistema de creencias. El sexo se percibió como una constante, mientras que
el género era variable en tiempo y espacio. De este modo, tanto la masculinidad como la feminidad (o el ser considerado como tal) no han tenido el mismo significado en todas las épocas y en todas las culturas.4
Para la segunda mitad del siglo XX, historiadoras y antropólogas
comenzaron a debatir el concepto, tanto como formulación del concepto correspondiente al gender, como la forma en la que se debe estudiar a las mujeres; es decir, no había unanimidad en utilizar el término
para el estudio de las relaciones sociales o de sexo, ya que esto acentua-
APORTACIONES TEÓRICAS DE LAS MASCULINIDADES A LA HISTORIA MEXICANA
ba la subordinación de la mujer. Ejemplo de ello fue Nicole-Claude
Mathieu, que prefirió hablar de sexo social, pues el género entrañaba el
peligro de ocultar la relación de dominación entre hombres y mujeres.5
De acuerdo con lo anterior, F. Thébaud menciona que el resultado
de las discusiones fue un método de estudio del género cuyas palabras
clave son comparar y relacionar. Esto llevó a comparar la situación de
las mujeres y de los hombres en todos los niveles y a través de todas las
fuentes posibles, relacionando siempre la evolución de la condición femenina con la de la condición masculina, a trabajar más sobre los procesos que sobre el estado de las cosas y a analizar en todas sus
modalidades el encuentro sexuado.
No obstante, agrega, el género invita a considerar todo aquello
que brinda sentido a las actividades y estatus respectivos de los hombres y las mujeres, así como a prestar atención a cualquier forma de
simbolismo sexuado6 y, de acuerdo, con la visión antropológica feminista, para poder determinar en qué consiste la dominación sobre la
mujer, se debe estudiar la dinámica entre los géneros específica de cada
cultura.7
Françoise Thébaud destaca que las historiadoras postestructuralistas8 señalaron las divisiones y diferencias del estudio de la diferencia
sexual y de las diferencias entre mujeres; esto es que, la Gender History9
presume saber lo que es un hombre y lo que es una mujer, que ambos
se hallan en una oposición binaria fija, que poseen identidades coherentes en correlación directa con las categorías sociales “hombres” y
“mujeres”, que las variaciones de estas identidades obedecen a otras características sociales instituidas, como la clase o la raza.10
De este modo, agrega, la Gender History propone reconsiderar las
interrogantes planteadas por la historia de las mujeres, teniendo en
consideración que el interés del género es invitar a historiadores a
pensar en términos de relaciones y articulación del conjunto de las relaciones socioculturales; por tanto, el interés del género debe mostrar
la distancia entre el conocimiento científico y las representaciones
sociales.11
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Una segunda propuesta de la Gender History es atender a la noción
de género como algo que implica que el sexo no sólo remite a la mujer,
sino que a los hombres habrá que verlos como seres sexuados. La historia en masculino ha relegado a otras historias al silencio; es decir, se
ha negado a someter a examen la masculinidad, la posición dominante
y el sufrimiento de los hombres.12
Así, la Gender History invita a reconsiderar acontecimientos y fenómenos históricos desde una perspectiva sexuada, contribuyendo así
a la explicación de problemas generales y a una reescritura de la historia, considerando que el género no es un principio universal sino una
categoría específica del contexto.13 Por consiguiente, F. Thébaud resalta que ningún grupo —ni de sexo ni de clase— es homogéneo y la historia debe prestar atención tanto a las relaciones sociales que se gestan
en el interior de un grupo como a las que se establecen con el exterior.
Por lo mismo,
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[…] no se trata de buscar la dimensión más fundamental sino, más
bien, de descubrir las interacciones de las distintas relaciones humanas
—relaciones de clase, de sexo, de raza, relaciones entre generaciones,
entre naciones, comunidades familiares, religiones, culturas…— e
intentar elaborar una historia inclusiva que explique la complejidad
de los procesos sociales a través de la articulación de las distintas categorías de análisis.14
En este tenor, Joan Scott explica que: si las identidades cambian con el
tiempo y dependen de contextos diferentes, entonces no podemos utilizar simples modelos de socialización que conciban el género como un
producto más o menos estable de la educación de la temprana infancia
en la familia y en la escuela.15
APORTACIONES TEÓRICAS DE LAS MASCULINIDADES A LA HISTORIA MEXICANA
Comprendiendo la masculinidad
Al contrario de los estudios que buscan analizar las continuidades y las
transformaciones de la vida de las mujeres, los estudios de las masculinidades han sido relegados al exilio, esto a causa del estudio temprano
de la historia, puesto que la ciencia económica y política contribuyó a la
ilusión de que los hombres y lo masculino han tenido un significado
fijo a lo largo de la historia.
Aunque la historia tradicional ha centrado su atención en la transformación de la vida de los hombres, no se ha preocupado por el significado y contenido de ser hombre y de lo masculino, ni se ha preguntado
cómo todos esos eventos coyunturales que transforman sus vidas han
contribuido a la modificación de su definición. Por ello es necesario ir
más allá de contar una narrativa histórica de los hombres y cuestionar
tanto sus realidades como la forma en que se han transformado sus relaciones entre sus pares y con las mujeres.16
Existen diversos enfoques que nos indican cómo se construye el
género; uno de ellos es la visión esencialista que selecciona una característica que define la esencia de la masculinidad y fundamenta su explicación de las vidas de los hombres en ella. De tal modo que podamos
decir que la naturaleza explica el deber ser de los hombres.17
Sin embargo, esto no es así, más bien las masculinidades son elementos simbólicos hegemónicos y normativos a los cuales se puede aspirar y deben ser entendidas como construcciones culturales e históricas,
pensadas y creadas desde cada sociedad y cultura. De tal modo, éstas se
reciben en un proceso que se introduce dentro de un orden social donde los cuerpos, los sentimientos y las acciones tienen un sexo definido
socialmente.18
Dado que el género es una de las formas en las que se ordena la
práctica social, la conducta cotidiana se organiza en relación con el ámbito reproductivo, definido por las estructuras corporales y los procesos de reproducción humana. Este ámbito incluye la excitación y el
intercambio sexual, el nacimiento y el cuidado infantil, las diferencias
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y semejanzas sexuales corporales.19 De esta forma, se entiende que las
prácticas que se reflejan en el cuerpo se derivan de los mismos procesos sociales y los incluyen en la historia, sin quitarles su esencia de
cuerpos. No se convierten en símbolos, signos, ni lugares en un discurso, puesto que su materialidad permanece.20
Ahora bien, Connell explica que la influencia biológica y la social se
combinan para producir las diferencias en el comportamiento debidas
al género. Ciertas disciplinas, como la sociobiología o la escuela esencialista feminista, comparten esta opinión. De tal modo que, casi siempre,
se supone que la verdadera masculinidad surge de los cuerpos de los
hombres, ya sea que el cuerpo impulse y dirija la acción o que la limite.
Ésa es la razón por la cual la primera tarea del análisis social es comprender los cuerpos de los hombres y su relación con la masculinidad.21
La discusión sobre el tema se ha concentrado en dos escuelas: la
primera traduce la ideología dominante al lenguaje de las ciencias biológicas, donde el cuerpo es una máquina natural que produce la diferencia debida al género; esto es: diferencias hormonales y programación
genética; la segunda ha empapado a las humanidades y a las ciencias
sociales considerando que el cuerpo es una superficie o un paisaje más
o menos neutral sobre el cual se imprime el simbolismo social.22
Desde que colapsó la capacidad de la religión para justificar la
ideología ligada al género, se intentó llenar con la biología el vacío resultante. Esto ocasionó que la especulación sobre la masculinidad y la
feminidad fuera fundamental para la sociobiología, la disciplina que
durante los años setenta cobró fuerza para explicar evolutivamente la
sociedad humana. Según ésta, los cuerpos de los hombres son los portadores de cierta masculinidad natural producida por las presiones evolutivas ejercidas sobre la humanidad. Ejemplo de ello es la creencia en
la cual estos cuerpos heredan la agresividad, la vida familiar, la necesidad de competir, el poder político, las jerarquías, la territorialidad, la
promiscuidad y la formación de clubes masculinos.23
En este sentido, Connell nos invita a reflexionar en que las diferencias de intelecto, carácter y rasgos personales entre los sexos no son
APORTACIONES TEÓRICAS DE LAS MASCULINIDADES A LA HISTORIA MEXICANA
cuantificables. Además, nos ofrece un método de estudio para comprender las masculinidades, esto de la mano de la semiótica.
Para la autora, cuando se enfatiza tanto en el significante, el significado parece desvanecerse. Cuando al género se le convierte únicamente
en una posición del sujeto en el discurso (el lugar desde el cual se habla);
cuando se le considera, sobre todo, como una representación; o cuando
las contradicciones que aparecen en las vidas, ligadas al género, se convierten en un producto de las metáforas, el género amenaza con desaparecer. Es decir, la superficie sobre la cual se inscriben los significados
culturales no es completamente lisa ni se mantiene fija.24 Por tanto, el
significado del género no es estático, pues se modifica dependiendo
del tiempo-espacio.
Una de las cosas que consiguió la teoría del rol sexual25 fue que se
le prestara atención al cuerpo de los hombres, considerando la experiencia corporal, así como las prácticas corporales. Sin embargo, con relación
al rol sexual Connell menciona que el hecho de que éste está mediado
por el determinismo biológico y social ocasiona que la diferenciación
sexual se tenga como método de análisis para la explicación del género.
Es cierto que los procesos sociales pueden extenderse hasta incluir
diferencias corporales, así como pueden distorsionar, contradecir,
complicar, negar, minimizar o modificar la diferencia corporal. Los
procesos sociales pueden definir a un género (moda unisex), a dos géneros (Hollywood), tres (culturas indígenas), cuatro (cultura urbana a
partir de la liberación homosexual) o a un espectro amplio de fragmentos, variaciones y trayectorias, pero el compromiso entre el determinismo biológico y el social no puede ser la base de una explicación
del género, ni se debe ignorar el radical carácter cultural del concepto
de género ni la presencia corporal.26
El replanteamiento debe comenzar aceptando que, por lo menos en
nuestra cultura, el sentido físico del ser hombre y del ser mujer es central
para la interpretación cultural del género. Así, la experiencia corporal es
a menudo central en la memoria de nuestras propias vidas y, en consecuencia, en nuestra comprensión de quiénes somos y de qué somos.27
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Las prácticas que se reflejan en el cuerpo y se derivan de éste, no se
dan en el interior de los individuos, sino involucran relaciones sociales
y símbolos; asimismo, pueden involucrar instituciones sociales a gran
escala.28 Es imposible olvidarse del cuerpo al construir la masculinidad; sin embargo, esto no quiere decir que sea algo fijo.29 Ciertas versiones particulares de la masculinidad se constituyen en sus circuitos
ajustándose a ciertos cuerpos cargados de significados corporizados.30
Finalmente, el proceso corporal, al insertarse en los procesos sociales, se vuelve parte de la historia y un posible objeto de la política.31 Por
tanto, se puede decir que, gracias a las prácticas reflejadas en el cuerpo,
y derivadas de éste, no sólo se forman vidas particulares, sino también
el mundo social; esto crea versiones específicas de la masculinidad.
Nación y representación de la masculinidad
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Para comprender el papel de la literatura en la conformación del Estado-nación mexicano y la representación de la masculinidad en ella, es
necesario repensar en que consistió el proceso de modernización.
Tras efectuarse la proclamación de Independencia, en 1821, aún
no se había iniciado un proceso de verdaderos cambios que concluyera
en un sistema político con mayor capacidad de acción, igualdad generalizada y una mayor diferenciación social y política. Por el contrario, para
perseguir esos objetivos el país tuvo que enfrentar una serie de crisis.32
Inicialmente, la conformación de la nación mexicana, como un
acto de efectos meramente políticos, no afectó las formas tradicionales
de acción pública de los actores políticos existentes, tales como la Iglesia y los pueblos indígenas, quienes, al no ser considerados modernos,
ocasionaron una búsqueda constante de legitimidad.33
Por consiguiente, para organizar al nuevo gobierno se requirió
instituir mecanismos suficientemente factibles para sostener vínculos
objetivos que enlazaran a la sociedad política. Por ello, hubo de iniciarse un proceso de construcción, si bien no desde cero sí bajo los escom-
APORTACIONES TEÓRICAS DE LAS MASCULINIDADES A LA HISTORIA MEXICANA
bros de una corporatividad colonial.34 Esta crisis de legitimidad fue de
la mano de la crisis de la extensión de la eficiencia del Estado, pues
ambas tienen que ver con la relación centro político-periferia o, dicho
de otro modo, con el conflicto entre dos tipos de régimen político: federalismo y centralismo.35
A propósito, Pérez Vejo menciona que el conflicto identitario de
las primeras décadas del siglo XIX marcó la definición de dos proyectos
de nación contrapuesta e incompatible:
1. El conservador, que a la pregunta identitaria de qué somos, responde que somos hijos de los españoles.
2. El liberal, que a la misma pregunta responde que somos hijos del
mundo prehispánico.
Así pues, para Vejo el primero muestra un programa en el cual la construcción de una nación en la herencia española se convierte en marca
de identidad, mientras que la segunda es la desespañolización de México como proyecto nacional.36 Estas diferencias ocasionaron enfrentamientos constantes que generaron diversos pronunciamientos y revueltas
hacia la segunda mitad del siglo XIX, como la intervención de una monarquía extranjera que dio paso al Segundo Imperio.
Entre 1821 y 1867 se observa que no sólo no hubo integración nacional, sino que se perfiló una suerte de desintegración latente que
amenazó con acabar con cualquier posibilidad de unidad en el país,
por lo cual en este periodo no se dan los elementos imprescindibles para
establecer la legitimidad del Estado.37 Pensar en una conciencia nacional estaba lejos de hacerse realidad.
Muchos de los letrados de la época unieron sus fuerzas para conciliar
la unidad mediante debates públicos —que, al discutir las modificaciones a la organización social del Estado moderno mexicano, significó
la aparición de nuevos valores culturales—, discursos cívicos y propuestas en materia educativa; asimismo, se buscó construir una identidad colectiva que hiciera participe a cada uno de los individuos que
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habitaban el territorio. De manera que fue necesario evocar puntos de
referencia (comúnmente llamados símbolos) que respondieran a necesidades de la sociedad.
La organización política y económica incide en las formas de organización social y en distintas características de ésta. La dimensión
de valores que surge de la discusión pública, y el papel del gobierno en la
construcción de significados en torno a lo masculino y lo femenino tiene
carácter normativo que regula las posibilidades de unos y de otros,
contribuyendo también a nociones que cobran forma en el discurso.38
Los distintos mecanismos que ayudaron a la conformación de
identidades mediante la propagación de símbolos fueron más allá de ser
elementos, tales como el territorio, la constitución, la bandera, el himno. Encontramos, por ejemplo, la gestación y circulación de manuales
de Urbanidad y Buenas Maneras que, entre otras cosas, muestran el discurrir discursivo de las sociedades aristocráticas y su papel en el ámbito
político, de modo que podemos comprender los cambios de comportamiento y actitud social ante los diversos conflictos en los que se vio envuelta la nación, así como los cambiantes procesos ideológicos.39
En general, podemos identificar que la literatura fue el medio
predilecto para hacer circular las posturas políticas y la configuración
favorecida del género masculino. Esta refleja muchas de las características que los políticos de la época utilizaban para describir al ciudadano
ideal, de modo que los modelos masculinos representados en diversas
novelas están basados en privilegios de clase y remiten a la posibilidad
de hacer buen uso de los refinamientos de la cultura y de la moda.40
El conocimiento adquirido de los estudios literarios acerca de su
papel en la fijación de la organización social, así como del ejercicio de
la construcción de la nación, en conjunto con los modelos teóricos
planteados por Scott y Connell nos ayudarán a comprender las representaciones masculinas mediante el análisis de los conceptos normativos, del orden simbólico, del papel de las instituciones, de los modelos
de producción y de la interacción entre los hombres y mujeres, ya que
permitirá conocer las características de la situación sociocultural.
APORTACIONES TEÓRICAS DE LAS MASCULINIDADES A LA HISTORIA MEXICANA
Conclusiones
El estudio de las masculinidades es un tema poco explorado gracias a la
constante discursiva emitida por la historia tradicional; por esta razón,
autoras como R. W. Connell reflexionan y analizan la necesidad de llevar
a cabo estudios históricos que nos permitan explorar en qué consiste la
construcción de las masculinidades en un tiempo y espacio determinado.
En este breve ejercicio se han presentado las pautas para dar inicio
al estudio de la construcción de las masculinidades en el siglo XIX
mexicano, puesto que es en esta temporalidad donde las luchas constantes y la proclamación de discursos dotan de identidad a los individuos que conformarían al Estado-nación mexicano. En este escenario,
gracias a las representaciones masculinas plasmadas en la literatura, es
posible observar modelos basados en elementos simbólicos hegemónicos y normativos a los cuales se puede aspirar.
Por último, es importante resaltar que existen varios elementos
esenciales para adentrarnos al estudio de las masculinidades, tales como
las relaciones de poder y producción, que nos ayudan a identificar las
tendencias de crisis y colapso de la legitimidad, así como la división del
trabajo y capital, respectivamente. Al respecto, Connell propone analizar los vínculos emocionales, porque, a fin de cuentas, pueden mostrar la dinámica social en la que se construyen como género dentro de la
construcción de la nación.
Notas
1
Gabriela Castellanos, Sexo, género y feminismo: tres categorías en pugna, Universidad del
Valle, Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad, La manzana de la discordia Editores, Colombia, 2006, pp. 27.
2
Cfr. Joan Scott, “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, en James Amelang
y Mary Nash (eds.), Historia y género: Las mujeres en la Europa moderna y contemporánea,
Ediciones Alfons el Magnanim, Valencia, 1990, pp. 23.
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Leslie Carolina Correa González
3
Castellanos, op. cit., pp. 15.
4
Françoise Thébaud, “Breve historia del término y del concepto”, en Escribir la historia de las
mujeres y del género, KRK ediciones, Francia, 2013, pp. 179.
5
Ib., pp. 179-185.
6
Ib., pp. 183.
7
Linda L. Nicholson, “Hacia un método para comprender el género”, en Género e historia:
la historiografía sobre la mujer, Carmen Ramos (comp.), Instituto de Investigaciones Dr. José
María Luis Mora, México, 1992, pp. 151.
8
Se refiere a Joan Scott en Estados Unidos y Denise Riley en Gran Bretaña.
9
El término es de la autora y lo usa para referirse a los estudios del género en la historia,
también le denomina estudios ‘clásicos’, véase Thébaud, op. cit., pp. 186.
10
Loc. cit.
11
Ib., pp. 187-188.
12
Ib., pp. 189.
13
Loc. cit.
14
Ib., pp. 198.
15
Joan Scott, “Introducción”, en Género e historia, FCE, UACM, México, 2008, pp. 25.
16
Martín Humberto González Romero, Hombres de Nación. Masculinidad y Modernidad en
tres novelas del México Independiente, 1857-186, tesis para obtener el título de Maestro en Estudios de Género, El Colegio de México, México, 2014, pp. 7.
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17
R. W. Connell, “La organización social de la masculinidad”, en Masculinidades, UNAM,
Programa Universitario de Estudios de Género, México, 2015, pp. 102.
18
Ib., pp. 104.
19
Ib., pp. 106.
20
Connell, “Los cuerpos de los hombres”, en Masculinidades, op. cit., pp. 99.
21
Ib., pp. 77.
22
Ib., pp. 78.
23
Para este caso Connell ofrece en su investigación numerosas referencias en las cuales se
puede constatar la información que presenta. Ejemplo de ello es la mención del trabajo de
Lioner Tiger titulado Men in Group, donde explica una teoría de la masculinidad reducida
completamente a lo biológico y basada en la idea de que descendemos de una especie cazadora; véase ib., pp. 78-79.
24
Ib., pp. 83.
APORTACIONES TEÓRICAS DE LAS MASCULINIDADES A LA HISTORIA MEXICANA
25
Sus orígenes se remontan a los debates que se dieron en el siglo XIX sobre las diferencias
sexuales, cuando la doctrina científica de la diferencia sexual sustentó la resistencia a la
emancipación de las mujeres. A mediados del siglo XX la investigación sobre la diferencia
sexual se topó con el concepto de rol o papel social. Este encuentro dio origen al término “rol
sexual”. Este concepto de las ciencias sociales se ha utilizado como una forma de explicar el
comportamiento social de una forma general data de los años treinta, y proporcionó una
forma de relacionar la a idea de ocupar un lugar en la estructura social con el concepto de
normas culturales. Y el concepto de “rol” puede aplicarse al género de dos formas. En la
primera, los roles se consideran específicos para situaciones definidas, y la segunda supone
que ser un hombre o una mujer significa poner a funcionar el “rol sexual”. Según esto, en
cualquier contexto cultural siempre habrá dos roles sexuales, el masculino y el femenino.
Entonces, la masculinidad y la feminidad se entienden fácilmente como roles sexuales internalizados, productos del aprendizaje social o “socialización”. Véase Connell, “La ciencia de
la masculinidad”, en Masculinidades, op. cit., pp. 49-50.
26
Connell, “Los cuerpos de los hombres”, op. cit., pp. 85.
27
Ib., pp. 56.
28
Ib., pp. 98.
29
Ib., pp. 89.
30
Ib., pp. 98.
31
Ib., pp. 88-89.
32
De acuerdo con Medina Peña estas crisis son: de la extensión de la conciencia nacional; de
la extensión del sufragio universal; crisis de la ampliación en la cobertura de la eficiencia
Diacronías
burocrática; del bienestar social; y de la legitimidad. Véase Luis Medina Peña, “México: una
169
modernización política tardía e incompleta”, en Nación Constitución y Reforma, 1821-1908,
Erika Pani (coord), CIDE, FCE, Conaculta, INEHRM, Fundación Cultural de la Ciudad de
México, México, 2010, pp. 29.
33
No es hasta la aparición de las Leyes de Reforma que se comenzó a vislumbrar un cambio
en este sector, pues estas establecieron la igualdad ante la ley al eliminar los fueros, así como
la aplicación de la desamortización de bienes brindando autonomía a la autoridad al decretar la separación Iglesia y Estado.
34
Gabriela Fabián, “Una Nación para el México independiente. Reflexiones en torno a la
homogeneidad y la gobernabilidad.”, en Hacia una Nación moderna. La modernidad y la
construcción de la Nación en México, Hilda Iparraguirre y María Isabel Campos Goenaga
Leslie Carolina Correa González
(coords.), ENAH, Conacyt, México, 2011, p. 131. Al respecto Pérez Vejo explica que el proceso nacionalizador que llevó el continente americano fue a consecuencia de las rupturas con
las monarquías, mientras que en Europa las naciones se construyeron sobre viejas estructuras monárquicas que dotaron de sentido nacional. Si bien ambas muestran diferencias notables, también tienen una similitud en común: construyeron sus naciones bajo unidades
administrativas preexistentes; citado en ib., pp. 137.
35
Medina Peña, op. cit.., pp. 31.
36
Citado en Fabián, op. cit., pp. 138.
37
Medina Peña, op. cit., pp. 36.
38
González Romero, op. cit., pp. 16.
39
Véase Víctor M. Macías-González, “Hombres de mundo: la masculinidad, el consumo, y
los manuales de urbanidad y buenas maneras”, en Orden social e identidad de género en México, siglos XIX y XX., María Teresa Fernández Aceves et al, (coords.), CIESAS, Universidad de
Guadalajara, Guadalajara, 2006, pp. 267-297.
40
Ana Peluffo e Ignacio M. Sánchez Prado, “Introducción”, en Entre hombres: Masculinida-
des del siglo XIX en América Latina, Iberoamericana Verbuert, Madrid, 2010, pp. 12-13.
Bibliografía
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2021
170
Libros
Castellanos, Gabriella, Sexo,género y feminismo: tres categorías en pugna, Universidad
del Valle, Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad, La manzana de la
discordia Editores, Colombia, 2006.
Peluffo, Ana e Ignacio M. Sánchez Prado, Entre hombres: masculinidades del siglo
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Thébaud, Françoise, Escribir la historia de las mujeres y del género, KRK ediciones,
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APORTACIONES TEÓRICAS DE LAS MASCULINIDADES A LA HISTORIA MEXICANA
Capítulos de libros
Conell, R. W., “Los cuerpos de los hombres”, en Masculinidades, UNAM, Programa
Universitario de Estudios de Género, México, 2015, pp. 77-100.
, “La ciencia de la masculinidad”, en Masculinidades, UNAM, Programa
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, “La organización social de la masculinidad”, en Masculinidades, UNAM,
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Fabián, Gabriela, “Una nación para el México independiente. Reflexiones en torno
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Isabel Campos Goenaga (coords.), ENAH, CONACYT, CONACULTA, México,
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Macías-González, Víctor M., “Hombres de mundo: la masculinidad, el consumo, y
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Nación Constitución y Reforma, 1821-1908, Erika Pani (coord.), CIDE, FCE,
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género: Las mujeres en la Europa Moderna y Contemporánea, James Amelang y
Mary Nash (eds.), Ediciones Alfons el Magnanim, Valencia, 1990, pp. 23-58.
Tesis
González Romero, Martín Humberto, Hombres de Nación. Masculinidad y Modernidad en tres novelas del México Independiente, 1857-186, tesis para obtener el título
de Maestro en Estudios de Género, Colmex, México, 2014, pp. 123.
Diacronías
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POEMA
Juntas y de pie.
Reflexión sobre la violencia hacia la mujer
Gwenn-Aëlle Folange Téry
Me invade la tristeza.
Llega hasta mí como las neblinas oscuras de las películas de terror
y sencillamente me lleva a su mundo.
Me siento indefensa.
Yo que tanto hablo, demuestro, analizo, deconstruyo para reconstruir luego y así entender qué nos hace funcionar, actuar, no puedo más.
Porque no logro entender qué lleva a algunos a ceder a la violencia
que en ellos sienten. Por qué los hombres atacan a las mujeres. Por qué
el ser mujer parece ser un castigo divino y por qué los hombres se otorgan el permiso de aplicarlo. Por qué empiezan las vejaciones cuando
somos niñas —apodos, prohibiciones y violaciones— hasta convertirse
a veces en feminicidio.
¿Por qué la violencia hacia la mujer?
Soy mujer. He sufrido por serlo. Y no, no he sido agredida por un
desconocido, no he sido violada, tal vez un poco toqueteada de niña
por otro niño que ha de sentir vergüenza si lo recuerda, y no, tampoco
he sido asesinada. Mi sufrimiento ha tenido lugar en mi cabeza y en
mi corazón, y aunque obviamente no es lo mismo estar triste que estar
muerta, no deja de ser sufrimiento extremo.
Cuando niña, muy chica, mi familia se rompió. Tronó como globo
lleno de gas en el zócalo, un día de feria. El fuego que la hizo explotar
Diacronías
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Gwenn-Aëlle Folange Téry
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fue un rollo absurdo de apellido por pasar a hijos varones, onda el rey
no tiene quién le suceda. Mi hermana y yo salimos volando, daño colateral de la intensa lucha entre mis papás, daño colateral de la forma y
calidad de nuestros genitales.
Es largo, penoso y complicado de explicar, pero te paso un resumen: mi papá quiere un segundo hijo varón para estar seguro de que su
apellido perdure a través de los años. Mi mamá, después de siete embarazos, dice que no más. Mi papá agarra sus cosas y su pene, y va con
quién le dé gusto. Mi mamá nos informa a mi hermana y a mí que tenemos otro hermano, que mi papá la traicionó, llora amargamente y asesta
el golpe que cargaremos las dos durante años: Es tu culpa por ser niña.
Y claro, como en aquella época el asunto es vergonzoso, lo del otro
hijo, no lo de ser niñas, pues nos prohíbe hablarlo con quién sea.
Sí ya sé. Después de años de terapia y de pensar, analizar, pasar
por las formas de perdón del yoga, del reiki y de la calle, entiendo que
hizo lo que podía; no creo, no quiero creer, que en su mente o corazón
nos haya querido dañar. Pero lo hizo.
Y ves… No me pude defender; era una cosita de nueve años.
Tampoco mi hermana, tenía siete. Nos la creímos. Por nuestra culpa,
por nuestra vulva dirían unas chavas que conozco, nuestra familia se
volvió veneno para quién intentara vivir en ella. Y sí, sé que no se compara con ser violada, con ser torturada, con que te arrancan pezones a
mordidas y luego te dejen, muerta, muerta, muerta, al lado de un camino, pero la niña que yo era, de alguna forma murió ese día.
Empecé a comer, mucho. Mi mamá me puso el apodo de “basurero”, porque todo me lo terminaba. Engordé mucho y mi ropa se compraba en el departamento de señoras. Escondí mi cuerpo bajo lonjas
de grasa y me tragué las lágrimas con pan y chocolate. Y me convencí
de que no era yo una persona que se pudiera querer.
Mi hermana, que era ya medio atrabancada, usó por siempre pantalones, blusas deportivas y tenis. Se lanzó del columpio más alto y
jugó a bote pateado entre minas y arenales. Escondió su cuerpo también bajo un disfraz de chavito e, imagino, se tragó las lágrimas pa-
JUNTAS Y DE PIE. REFLEXIÓN SOBRE LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER
teando duro al famoso bote. No sé si ella se sintió como yo, como un
ser no-querible, porque nunca se lo pregunté.
Y crecimos.
Por ahí de mis trece años, descubrí el feminismo. No sabía que
existía. No sabía que había mujeres por el mundo clamando su orgullo de serlo. Estaba en ese tiempo en uno de mis apogeos ponderales y
me seguía escondiendo tras enormes faldas de resorte y libros, leía
para no ver, para no ser vista. Y sí, descubrí, de repente, en mí un sentido de pertenencia, algo que ahora se llama sororidad, pero que en
aquel entonces yo llamaba “eso”. Un acompañamiento que presentía,
que adivinaba y que quería para mí, sin lograr formular bien a bien en
qué consistía.
Trabajé luego muchos años, tratando de rescatarme. De sacar de
aquel hoyo negro a la niña que fui.
Sí, te veo alzando los hombros, pensando que soy una payasa, que
viendo lo que sucede alrededor nuestro, como por qué me permito enternecerme y llorar sobre una historia que parece de novela rosa. Pero
así es, y si negara mis sentimientos, estaría, pienso, negando el camino
recorrido y dejando a esa niña en el limbo.
Un día me fui a vivir con un hombre al que amaba, y que me amaba, aunque me haya sido tan difícil reconocerlo —no soy querible, recuerda—. Y otro día nos casamos y tuvimos hijos: dos niños, orgullo sin
precedente en mi vida, había logrado lo que mi madre no; tener dos
varones seguidos y había, creía yo, logrado existir a los ojos de mi padre. Porque toda mi vida sentí que no era suficiente para él. Porque no
se nos lastimó nada más al hacernos cargar con una culpa inexistente,
sino que se nos prohibió a mi hermana y a mí hablar con quién fuera
de esa noche, esas dos noches, que a cada una nos tocó la fulminación
por separado. Si se lo hubiésemos comentado a mi papá, como lo hice
cuarenta años después, nos habría dicho lo que me dijo ese día: Lo
siento, no sabía que las hubieran lastimado así. Y no, no es cierto, yo las
quiero… O si lo hubiésemos comentado en la escuela, o con algún
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amigo, tal vez habría desaparecido el estigma. Pero aquel silencio sepultó mi sentir.
Y un día, otro más, tuve una hija. Y al cargarla, me cargué a mí. Y
la amé porque era niña. Y sentí en mí una explosión de amor que superó al globo tronado, que todo lo tiñó de rosa, claro, y que trajo a mi
vida luz y alegría. Me tomó por sorpresa; pienso que una parte de mí
seguía creyendo que las niñas no son queribles, pero me dejé llevar y
juré, no sólo prometí, juré que ella crecería orgullosa de ser mujer.
Y me llevé a mis dos hijos varones, niños, entre las patas.
Tanto fue enseñarle a mi hija que podía hacer lo mismo que los
hombres, que ser mujer tenía facetas llenas de enormes cualidades,
que, que, que… Que mis hijos pensaron que el ser varones era algo
malo.
Tuvimos suerte. El hacer tan pobremente mi trabajo de mamá,
por la razón que fuera, el ser quien era yo, el ser mi esposo quien era,
metió a nuestra familia en un lio emocional bárbaro. Y la suerte fue tener que encontrar solución, haber vivido de niña lo que viví y entonces
ser capaz de reconocer que la solución no era taparme ojos y oídos,
sino salir al quite.
Han sido muchos años, no te lo puedo ocultar. Pero aquí en casa
ya sabemos quiénes somos y en ningún momento entran en consideración nuestros géneros.
Ya estoy oyendo a mi hija protestar, diciendo que no es cierto, que
cuando empezó a salir sola de noche, yo no la dejaba regresar igual de
tarde que sus hermanos. Porque allá afuera, está lleno de monstruos.
Me podría haber saltado lo anterior, pero me era importante explicarte por qué tengo derecho a hablar de violencia hacia la mujer.
Y para lograrlo, he hecho lo que acostumbro cuando estoy frente a
algo que no entiendo: he desmenuzado los datos; por un lado he puesto lo que sé, por otro lo que intuyo. Y trato de entender.
Porque si no entendemos qué pasa no lo podremos detener.
Me he preguntado si yo podría violar a alguien. Llego a la conclusión que sí. Porque al visualizar la escena —siempre es mujer la viola-
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da— será porque es más fácil introducir objetos en una vagina que en
un ano —o porque el sexo anal no se me da—, siento subir en mí una
excitación poderosa. Porque sería yo la más fuerte, dominaría a alguien y ese alguien me tendría miedo. Y yo ganaría. Estaría en alguna
suerte de cima, onda magnate cubierto de relojes o diva aplaudida por
miles. Lo digo, así, sin tapujos. Uno, porque si no analizo con honradez, no me sirve, y, dos, porque no pienso violar a nadie. El barniz de
educación moral y emocional que llevo encima me hace entender que
“No, eso no se debe hacer”. Representa lastimar a otra persona. Y, luego, me detienen las leyes también, los violadores se van presos, en el
mejor de los mundos posibles, ¿verdad?
Extrañamente, cuando pienso en eso, en lo que se puede sentir,
tengo pene. No me imagino violando sin él. ¿Será por lo que vemos en
películas o nos dicen en lo noticiarios? ¿Porque en mi mente violación
igual a hombre lastimando mujer?
¿Violaría yo a mi hija, a una niña? Jamás. Vamos, lo analizo hoy
porque estoy haciendo lo posible por entender a los que lo hacen, pero
jamás lo he pensado antes, ni lo pensaré después. Violar, según lo que
sienten mi cuerpo y mi mente, tiene que ver con poder, no con violencia, aunque se recurra a ella para lograr el cometido. Y el violentar la
entrada a una vulva tan pequeñita implica demasiada violencia para
que la sensación de poder sobreviva. Y porque, al imaginarme hombre, no soportaría tampoco lastimar mi pene, dañar una parte mía. Y
porque son niñas, carajo, son niñas…
¿Tengo ganas de violar a alguien? No. Una cosa es medio entender qué se siente, o imaginarlo, y otra querer sentir lo mismo. Soy honesta, no monstruosa. No quiero ni violar, ni lastimar. Me prohíbo ser
violenta.
Y esto me lleva a considerar la violencia, el ceder a su impulso.
¿Mataría yo a alguien?
He estado dos veces en la disyuntiva y la conclusión es que no, no
lo haría. Esto ni siquiera se me antoja, vamos; no siento ninguna erección mental o emocional al considerarlo. Primero, la sangre de una
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persona odiada, el solo hecho de tocar su piel, despierta en mí una repulsión descomunal. Luego, otra vez lo de las leyes. A los asesinos,
más si son cómo yo, no profesionales, pues, se les mete presos.
En esos dos momentos de mi vida, mi ira estaba dirigida a dos personas en especial, no a una masa informe o a un grupo de desconocidos. Mucho menos mataría a un grupo por llevar tal o cual etiqueta: la
de judíos, negros, indígenas, musulmanes, mujeres…
Sé que hay gente, hombres en general, que… ¿que qué? ¿Qué
pongo? ¿Odian? ¿Desprecian, envidian, temen a las mujeres?
¿Por ser mujeres? ¿Así, en grupo?
Yo pienso que el decidir violar, golpear, patear, picar o matar a
una mujer tiene más que ver con valemadrismo, con el “Hago lo que se
me pega la regalada gana” y eso que te decía del poder sobre otros, que
con odio o miedo.
No el desearlo. El llevarlo a cabo.
¿Qué pasa en la mente de una persona para que decida pasar al
acto? ¿Se decide siquiera algo así? ¿Es la violación o el asesinato el resultado de un impulso o de una reflexión?
Veo mucho en películas y en la tele la onda del arma improvisada
para matar a alguien. Dicen que el usar un cuchillo que de la cocina se
saca no es lo mismo que llegar ya con el cuchillo en la mochila. Que
hay una onda de premeditación en el segundo caso. Algo como lo que
entiendo yo del dolo o de la culpa. No de impulso.
Pienso que lo que nos pasa a las mujeres que tanto hemos sido ignoradas, denigradas, oprimidas, reprimidas, menospreciadas, violentadas, violadas y asesinadas, es producto de la reflexión.
Nos aniquilan con dolo. Alevosía. Ventaja.
Y son hombres los que lo hacen.
Lo que busco analizar ahora es el origen de esa actitud porque si
entiendo contra qué luchamos, la defensa se vuelve más eficaz.
¿Desde cuándo la mujer es considerada presa mayor de cada día?
¿Por qué diablos tiene que ser la mujer inferior? ¿De dónde viene esa
idea, esa necesidad? ¿Y es… cierto?
JUNTAS Y DE PIE. REFLEXIÓN SOBRE LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER
Lo de la realidad de la inferioridad física de la mujer en relación al
hombre se podría probar usando ejemplos fehacientes: sí, al hombre se
le daba más fácil perseguir y matar a un mamut que a la mujer. Sí, mi
esposo carga el botellón del agua más fácilmente que yo. Y sí, no hay
duda, en general los humanos de sexo masculino tienen más fuerza
que los de sexo femenino.
¿Pero es eso ser inferior físicamente? ¿Se mide la capacidad física
en términos de kilos, megabytes o caballos de fuerza? ¿Nada más?
Pues sí. No cuenta que podamos quedarnos despiertas días y noches velando a un enfermo. No cuenta que una vez al mes, lunar, sigamos con nuestras actividades, aunque el vientre se nos contraiga
dolorosamente. No cuenta que, si no hay hombre, podamos cargar el
famoso botellón, por kilómetros, como lo hacen las mujeres en Irak,
cuenco de agua sobre la cabeza, o en la India.
Y si le agregas a todo esto los desmayos provocados por ropa ajustada —corsés, sí, pero también tu pantalón de mezclilla, míralo
bien— o por la falta de nutrición, que las llantitas no son de buen ver,
pues sí... frágiles sí nos vemos.
Luego. Ser inferior intelectualmente.
Pues si de entrada a las niñas y mujeres se les prohibía ir a la escuela, no hay duda de que la distancia entre lo que ellas sabían y lo que
ellos también sabían se agrandaba cada día. Hoy en día todavía miles
de niñas no van más que a primero de primaria, para aprender a leer y
a contar tantito, y a ellas tanto tiempo se les reservaron las clases de
costura y cocina, alejándolas de las ciencias, por ejemplo. Y en la sobremesa, comida familiar, los hombres se alejan para hablar de cosas
serias y dejan a las mujeres hablar de chucherías. Y sí, eso lo organizamos a veces nosotras mismas.
¿Es eso ser inferior intelectualmente? ¿Se mide la capacidad intelectual en cantidad de conocimientos o en calidad de razonamiento?
Inferioridad emocional: Bueno si está probado por A+B que mostrar cualquier emoción es signo de debilidad; si los hombres no lloran,
pobres, y si nosotras somos nada más rosas y pétalos de flor atontados
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por el agua salada de nuestros ojos, pues obviamente que llorar, sonreír, reír, amar, odiar a puertas abiertas no puede ser más que demostración cotidiana de nuestra fragilidad.
¿Es eso ser inferior emocionalmente? ¿Se mide la capacidad emocional, la inteligencia emocional, término recientemente acuñado, en
cantidad de signos exteriores de las emociones o en capacidad para resolver situaciones emocionales?
Inferioridad… Si vemos los argumentos de la sociedad antes citados, pues no hay duda. Lo somos.
A menos que seamos seres pensantes y analicemos, lo que llevo mi
vida adulta entera haciendo, y alineemos nuestras conclusiones.
No defiendo aquello de la igualdad de géneros: no somos iguales.
Lo que defiendo es la igualdad de valor. Igualdad de derechos.
Nacemos mujeres. Y luego se nos convence de que no servimos, o
de que no debemos. No podemos, hay peligro en mostrar la inteligencia, la independencia. Las calles son riesgosas para las mujeres, no salgas. Los hombres no se controlan si te ven el escote, cúbrete. Los jefes
te acosan, no trabajes…
Y las que nacieron mujeres se van haciendo las mujeres que creen
que deben ser.
Hasta que dicen Basta.
Una por una en general. Aunque, en general, también, porque
otra mujer, que ya recorrió el camino, le da la mano y le dice que sí,
que sí puede.
¿Por qué hacernos sentir inferiores? ¿Qué se gana al hacer algo
así? ¿Cómo se ha logrado y se sigue logrando?
Está, claro, la teoría de que los hombres nos envidian, que el vernos llevar “la vida por dentro” les produce urticaria. No estoy de
acuerdo en lo más mínimo. La pongo en la misma repisa que la idea
de Freud cuando aseveró que nosotras sentimos envidia del pene. No
envidio, yo, el pene de mi marido. Es absurdo, ¿qué haría yo con algo
así? Envidio, a veces sí, el poder falsamente nato que les otorga a los
varones el llevar su órgano reproductivo por fuera. Nada más. ¿Que
JUNTAS Y DE PIE. REFLEXIÓN SOBRE LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER
porque los hombres no necesitan sentarse para hacer pipí? Bueno,
pues, se sientan para hacer popó, ¿qué tiene eso de interesante, a menos que tengas una mente particularmente escatológica? Y sí, sentir
los movimientos de un bebé por dentro es extraordinario, añoro esa
sensación, pero para mí que tuve tres hijos, cubre aproximadamente
año y medio de mi vida. ¿En serio, nos odian por algo que dura tan
poco tiempo?
Aunque salen mejor parados los hombros envidiosos de un hecho
real: sí llevamos bebés por dentro, que los que nada más quieren ser
los amos del mundo.
Y creo que de ahí viene el asunto, de la sed de poder: si en una yurta, humeada por la fogata diaria, hay junta de pobladores y cualquiera
tiene derecho a hablar, a opinar, no se termina nunca de tomar una decisión. Por eso hay un jefe, rituales, turnos. Y ¿por qué no?, es válido
arreglárselas para que la mitad del pueblo no tenga voz. ¿Cómo hacerlo? Demostrando que no puede. Entonces se instaura algo como la
mayoría de edad, no puedes hablar si no has reglado aún o si no te has
hecho hombre cazando algún animal terrible, no puedes hablar si eres
viuda, si estás embarazada o reglando, no puedes si esto, si lo otro. Y
luego la propuesta genial: que las mujeres no hablen.
Esto es idea mía, no sé si así sucedió. Pero pienso que sí. También
pienso que no fue un complot organizado, sencillamente se fue dando.
¿Cómo, sin embargo, se logró apartar a las mujeres del poder, fuere cuál fuere?
Porque la no-mayoría de edad se cuenta con los dedos, la viudez
con ausencia marital, el embarazo se nota. ¿Cómo descartar a las mujeres sin parecer injusto? Pues demostrando que sólo los hombres valen. ¿Y cómo demostrar la superioridad de cualquier persona, cosa,
decisión? Pues denotando la inferioridad de las otras personas, cosas,
decisiones. Rápido, eficiente.
“No cuenta el que yo, hombre, pueda cargar el botellón de agua,
cuenta que tú, mujer, no puedas. Porque entiendo que tus manos son
más delgaditas, y estás embarazada, cuidado con el bebé y más.”
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“No cuenta que yo, hombre, pueda salir meses de viaje a cazar
mamuts modernos, cuenta que tú, mujer, no puedas. Porque entiendo
que estás amamantando, no puede irte con el crío a cuestas, y cómo
hablarías con extraños, luego te pones nerviosa.”
“No cuenta que yo, hombre, pueda navegar en aguas tumultuosas, cuenta que tú, mujer, no puedas. Porque estás reglando, no te vayan a oler los tiburones.”
“No soy yo el que cuenta más, eres TÚ a quién tenemos que cuidar.
Porque no puedes sola… Te estoy cuidando, dulce mujer indefensa.”
Y un día se toman decisiones en la famosa junta de la yurta, y claro
que no estabas, y cómo no estabas, no puedes protestar. De todas maneras, no sabes por qué se tomó la decisión. Y aunque hubieras estado,
no podrías haber tomado la palabra; eres mujer.
Y por eso el derecho de voto no se te otorga hasta el siglo XX.
“No es que no puedas, nena, es que no sabes.”
Y de ahí, poco a poco, la costumbre de heredar propiedades y títulos a los hijos hombres, por orden de nacimiento. La de la famosa dote
para casar a las herederas. La de no permitir métodos anticonceptivos,
el aborto legal y otras nimiedades…
Un amigo comentó en algún momento que cuando el león monta
a la leona, el perro a la perra, ellas no siempre levantaron el trasero
para recibirlos. Dice, este amigo, que desde esa manera de reproducirse, hay violación.
Estuve masticando su idea.
Mira que los peces no se acoplan, la fecundación es externa, semen
sobre hueva. Los pájaros, pues, hacen su labor de conquista; checa al
pavo real, cómo abre y muestra sus colores, para que la hembra le dé el
sí. Igual los gallos de cresta enrojecida y los preliminares de las serpientes, caricias y mordidas leves.
He visto a los gatos rondar a las gatas y a los perros pelear por una
perra. Aquí en plena ciudad, no tengo acceso más que a documentales
para analizar la manera de aparearse de los animales. Y sí a veces, me
cae que parece violación lo que pasa; ves a la tigresa inclinarse para to-
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mar agua y, de repente, al tigre echársele encima sin pedir permiso.
Pero, en general, nos muestran los camarógrafos rituales interminables de “Te enseño mis pompas rojas” o de peleas encarnizadas entre
los machos mientras la hembra examina de cerca sus pezuñas…
Y es una lástima. Porque me sería más fácil entender lo de las violaciones si en los no-humanos se viera que sucede lo mismo. Preferiría
pensar en instinto, no en un acto calculado.
Porque si no es nato el asunto, si no es cuestión de instinto, entonces se puede regular, educar, y entonces evitar que suceda.
Me puse a examinar datos históricos para entender cuándo empezó esa idea de que las mujeres, de por su inferioridad, sirven para ser
cogidas, violentadas y asesinadas. Mira que sentí el antojo de ponerte
palabras más crudas, pero justamente el punto de mi reflexión es encontrar alguna manera de resistir antojos…
Empiezo con el famoso Rapto de las Sabinas.
Es mitológico el asunto. Es decir, historia basada en hechos reales,
costumbres o eventos importantes de la vida de aquel entonces, pero
atribuida a los dioses. Significa que los romanos ya admitían que la
violencia generalizada hacia las mujeres existía. Generalizada y justificada; explican los dioses el evento con el hecho de que las mujeres no
alcanzaban para tanto hombre en Roma y que algo se debía hacer.
Para reproducirse, para coger a gusto, o para tener igualdad en números, eso no lo quiero saber. Pero el caso es que esa violencia llevaba ya
una etiqueta gigantesca de justificación. Y años, siglos, más tarde, lo
que abundan son las representaciones artísticas de ese rapto, cuadros,
esculturas, frente a los cuales nos quedamos babeando… ¿Qué bonitos y bien hechos están verdad?
Me salto, porque así soy de dispersa, mujer al fin, a los pies apachurrados de las chinas, apachurramiento vergonzoso ampliamente aceptado por la sociedad china del siglo X hasta el siglo XX, con una
justificación hermosa para cubrir la verdad horrorosa: las mujeres de
pies chicos, parecidos a la flor de loto —por sus dedos aplastados imagino— eran preciadas por los hombres y encontraban marido más rá-
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pido. ¿Imagino que si no hay pies en el camino es más fácil atinarle a
una vulva? La verdad profunda es que una mujer de pies atrofiados
no se mueve. No puede escapar, ya sea del matrimonio forzado, del
trabajo forzado o de su vida.
He hecho desde adolescente una relación estrecha entre esos pies
torturados con vendas y los nuestros por los zapatos de tacón, alto,
muy alto. ¿Quién puede correr sobre zancos, quién puede decir algo
inteligente en una junta empresarial si lo único que siente es dolor en
los pies y en las pantorrillas?, ¿quién, dime? Sí, las piernas se ven más
bonitas y las faldas lucen más, pero sólo según los cánones de belleza,
que te juro no han sido forjados por mentes femeninas.
Y me regreso a China, porque no he terminado con ese país.
Muy padre la onda del respeto y culto a los antepasados, reservado
a los hijos varones desde los tiempos del Neolítico Terminal, según
los arqueólogos chinos, relegando una vez más a las mujeres a otro
plano, inferior. ¿Por qué? Lo de los pies lo capto, No huyas, no seas
libre, no pienses. ¿Pero esto? Todavía en los años ochenta, hace tan
poquito si mides los miles de años de civilización que llevamos, todavía en esos años, se mataba a las niñas recién nacidas, por no servir
de nada en lo del cuidado a los padres y ancestros, y por aquello de
la limitación de nacimientos por pareja. Date cuenta. Mide lo que
significa. No es cuestión de emoción en la panza, ni de instinto, ni de
impulso. Es raciocinio: no me sirves, mueres. Es ahogar la camada
de gatitos.
Me vas a decir, porque no se puede entender, que eso es lejos, es
otra manera de vivir, un barniz civilizatorio diferente del nuestro.
Pero es que a eso voy: no es la violencia hacia la mujer un problema mexicano, es un problema humano. Y no, no es producto de los videojuegos, es producto de la mente masculina. Y no, no soy feminista
extremista. Soy nada más feminista sobreviviente.
Mira, te llevo a Europa, siglo XV, a Juana de Arco. En la historia
de Francia, se le considera la salvadora del reino. ¿Qué hizo? Salir a
pelear. ¿Cómo lo hizo? Disfrazada de hombre: no fuera a ser que no le
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dieran chance. ¿Cuándo lo hizo? Antes de ser plenamente mujer; era
virgen la niña, ¿verdad?
Ah, ¿y por qué? Por oír voces. No fue su decisión luchar por el
rey: fue alucinación, pobre mujer de mente frágil.
¿Sabemos si cada detalle es verídico? Pues no. Sólo contamos con
los testimonios y escritos de los testigos de la época, hombres, quienes
eran los designados para relatar batallas, alegrías y desgracias de esos
tiempos. ¿Habrán tergiversado la realidad para justificar que fuera
una mujer la que llevara a hombres aguerridos a la batalla y lograra el
sacro del rey Charles VII? ¿Habrá sido nada más una manera de
adornar lo sucedido? ¿O deformación profesional, No es posible que
una mujer logre esa clase de hazaña? Pobre Juana de Arco, acusada más
tarde de brujería. Y quemada, claro.
Y en la misma línea de análisis, lo de las Guerreras Amazonas, diferente época pero misma situación. Nos enseñaron en la escuela que
eran tan bravas que se cortaban el seno derecho con tal de usar mejor
sus arcos, ¿verdad? Pues en estudios relativamente recientes —2014—
parece ser que eso no es cierto. Esa versión podría provenir del error
de un historiador, al confundir la palabra mazon con la traducción de
“seno”. La persona que desmonta este mito, es mujer, historiadora,
Adrienne Mayor. ¿Por qué se habrá dado esa confusión del historiador que les arrebató un seno a esas guerreras? ¿Habrá tenido la cabeza
llena de prejuicios, de los de hace más de 2,500 años? ¿Habrá habido
en él una predisposición a no creer en mujeres normales guerreras?
Porque así, a medio pecho, ya no son tan mujeres esas guerreras, ¿verdad? Se masculinizaron.
Te cito a otra mujer, célebre, bueno venerada, a quién se le robó su
feminitud: la misma madre de Jesús. ¿Cómo permitir que el hijo de
Dios naciera de una mujer? Entonces, hábilmente, se le hizo embarazarse sin contacto carnal; su himen intacto la protege eternamente de
ser mujer. Nos quitaron toda participación en un evento de importancia mundial lo queramos o no, seamos cristianas o no. María no era
mujer, era, con mayúscula, una Virgen. Y, por ende, cómo permitir
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que la mujer tuviese un rol dominante en la iglesia. ¿A cuántas mujeres curas conoces…? Sí ya sé, si nos vamos a la rama de los anglicanos,
las mujeres pueden serlo. ¿Pero conoces a alguna mujer rabí? ¿A alguna mujer imán? ¿Me sigo?
¿Por qué? Caramba, pues por la ambición, por las ansias de poder
de los religiosos, altos religiosos, se entiende. Y si nos seguimos en la
lógica de que las mujeres son seres inferiores a los hombres, no se les
puede poner esa clase de poder entre las manos. Más si usan tacones,
pobres niñas.
¿Qué otro ejemplo te doy?
Claro, lo del derecho de pernada. Eso de que si va a haber boda en
el pueblo, llegue el señor del castillo y pueda, por ley, date cuenta, por
ley, tener la primera noche con la mujer que se casa. Por eso lo de “pernada”: Me arrogo el derecho de ser el que abra tus piernas por primera vez.
Hay también allí metido un rollo de amo-vasallo, sí, pero no mandan
a la señora del castillo a desvirgar al novio. Es derecho de hombre sobre mujer. Otra vez. Y otra vez, no en México, no hoy: esto data en la
Edad Media en Europa.
Lo de las dotes, en Europa otra vez. Hace todavía menos de un siglo, los matrimonios eran primero un contrato en el que se especificaba
cuanta lana o qué propiedades se le daban al futuro esposo, la dote, por
casarse con la futura esposa. Se usaba dar parte de las tierras de la familia
de la novia, hasta mediados del siglo XVII. María Teresa de España fue
de las primeras en entregar dinero en lugar de tierras a su futuro esposo,
el rey Luis XIV de Francia, 500 mil escudos, de a más o menos 4 gramos
de oro cada uno, algo cómo 2,000 kilos, 2 toneladas de oro. ¿Se compraba marido? ¿Se le pagaba por hacerse cargo de la mujer? ¿Por qué no se
daba también, en nombre del hombre, lana para la mujer? Claro que el
contrato estaba escrito bien bonito y con garigoleos, y las únicas mujeres
que tal vez tenían ganas de protestar contra ese sistema eran justamente,
las que no tenían dote, sólo familias pobres o castillos desvencijados.
Y salto a Turquía, otro continente, mismas épocas, con lo de los
harems del Imperio Otomano. Cien mujeres para un solo hombre. No
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es nada más cuento de las mil y una noches. Sí, era una existencia privilegiada, estudios, comida, y si eras de las favoritas, camas de seda y
visitas del macho, tu dueño, supremo honor. ¿Por qué no unirse, todas
contra uno y abatirlo, como nos hacen a nosotras? ¿Por la lucha por ser
la favorita, madre de hijos varones, asegurándose así una vida tranquila, fuera de los dolores del mundo externo? ¿Por respeto a la tradición, a la educación? Si no nada más el hombre está convencido de que
la mujer le es inferior, somos las primeras en tragarnos el cuento.
En 1909 Abdul Hamid II todavía poseía 370 mujeres en su palacio. Y en un discurso en 2016, eso es hoy, ¡hoy!, la mujer de Erdogan,
presidente turco, todavía alabó la existencia de los harems, comparándolos con escuelas de vida para las mujeres. Mensaje de una mujer,
convencida u obligada, pero mujer contemporánea.
Y luego lo de los velos, para dichas mujeres de dichos harems.
Quienes raudas, veloces y acomedidas se aprendían la Danza de los
Siete Velos, caray.
Justificación hay, otra vez, para lo que yo considero una vejación.
La costumbre de llevar velo para cubrir cuerpos y rostros de las mujeres
data de unos mil años antes de J.C. No es invento nuevo eso de que las
mujeres no sirven, se deben esconder y martirizar, aunque sea de manera encubierta, con un velo sobre la cara. Desde los griegos antiguos, los
romanos —los del Rapto de las Sabinas, ¿te acuerdas?—, los cristianos,
tantos han intentado esconder a la mujer, con la consabida justificación
de Es para protegerlas, para que se vea que son nobles, o buenas, o no-sexuadas. El mismo profeta Mahoma dijo que los hombres no son capaces
de practicar la continencia y pone entre las manos de las mujeres, a
través del porte del velo, toda la responsabilidad de actos indebidos cometidos por hombres. Ellos hacen y deshacen y tú eres la culpable…
Podría seguirme, pero esto no es enciclopedia.
Escogí no hablar de las mujeres violadas en tiempo de guerra, cruzadas, invasiones y colonizaciones o guerrillas internas a algún país. Y
escogí no hacerlo porque en tiempo de guerra, morir y ser violada es
normal. Sarcasmo. Sí, fue sarcasmo, caray.
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Te busqué números, pero sólo asustan. Me enteré de que Suecia,
país tan lindo, es de los primeros en la cuenta de violaciones a mujeres.
Aunque eso tal vez sólo signifique que en ese país sí hay cultura de la
denuncia. Que México, México en dónde vivo y que siento tan entregado a la violencia, nada más es el número 23, sí 23, en la competencia
de violaciones de humanas hembras… Aunque, otra vez, puede que
esto sólo signifique que no se levantan denuncias o que las violaciones
terminan en feminicidios. Digo, si tus papás no te hacen caso cuando te
pega tu hermano, qué vas a andar denunciando más tarde, ¿verdad?
Las cifras que encontré en los datos de Amnistía Internacional
afirman que una de cada tres mujeres ha sido violada en el mundo. Un
tercio de la populación femenina. Una de tus tres sobrinas. Una de tus
tres amigas. Y yo pensando que el mundo nos ignora. Falso. Pasa que
la situación es igual o peor en otros lados. No es un rollo de machismo
latino; no permitas que avancen esa explicación: es un rollo de machismo en el ser humano, de valemadrismo como lo dije antes, y de costumbrismo. Sí, violenta costumbre.
Intenté decirte, probarte, que el lastimar a las mujeres no es algo
reciente, ni nada más perteneciente a ciertas culturas. Que no, no es un
rollo de instintos, mira a las leonas tomar su siesta, ni de sociedad latina, europea, o asiática.
Es.
Y ya.
Te platiqué que no violaría a nadie. Que no mataría. Puedo entender las ansias, pero no, no lo haría.
Te expliqué qué creo acerca de la idea de que las mujeres somos
inferiores a los hombres.
Te dije que no creo que la violación sea algo natural, que no veo a
los animales hacerlo. Sólo a los humanos.
Te listé, brevemente, eventos que muestran que la onda no es
moda, que la costumbre de violar, torturar y asesinar a las mujeres
es milenaria.
No te puse números, pero te los sugerí.
JUNTAS Y DE PIE. REFLEXIÓN SOBRE LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER
Termino dándote el último ejemplo, el que me parece ser el más
viable para detener la violencia hacia la mujer.
Y es el de pueblos que han sobrevivido a todos los ataques, a todas las persecuciones. Pueblos como el pueblo judío o como el pueblo gitano.
Mira que están igual de mal parados que nosotras si comparamos
odio a grupos, odio sin razón válida. Recordemos las palabras genocidio, pogromo, deportación, campo de concentración, y más.
Falta proponer una solución.
Educación: en la escuela y en casa, en la calle, en el metro, en el
campo y en la luna, me cae.
Pero esa educación del ejemplo, no la de las palabras. ¿De qué sirve
decir que las labores de la casa no son sólo para mujeres si te levantas
cada dos minutos de la mesa a servir a los que comen contigo? Y sí, algo
tan sencillo como esto tiene que ver con el respeto que se nos debe, tanto a hombres como a mujeres. No separes la vida familiar en dos, no es
jugar futbol para los niños y resorte para las niñas. Ni es enseñar a tender camas sólo a las niñas, ¿qué, nosotras las hacemos y ellos las deshacen? Tampoco es que los niños sean los encargados del coche, ¿qué
ellos lo cuidan y nosotras vamos de paseo con él?
Es no obligar a nadie a hacer algo que no quiere hacer, nunca. Claro que si el nene no se quiere bañar, pues algo le dirán en la escuela al
día siguiente, y ya verá si le gusta o si la nena no quiere comer, pues
luego tendrá hambre, y no, no se le dará nada. Es aprender la ley de
acción/consecuencia al mismo tiempo que se aprende que se vale decir
“no” y que ese “no” se respeta. No digo que hagamos de los hijos energúmenos que se crean permitido cualquier antojo; no te me vayas por
el lado fácil. Porque la consecuencia ahí está. Siempre. Pienso que así,
cuando se diga No, no quiero acostarme contigo, pues se oirá, se acatará.
Y sin llegar a esos extremos, que no se lastimará de ninguna manera ni
a mujeres, ni a hombres.
Consecuencias: en el trabajo y en casa, en la calle, en el metro, en el
campo y en la luna, me cae.
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Porque en México en particular, agredir a una mujer, poquito o
muchito, no tiene consecuencias. La ley, muy bonita, no se aplica, hay
lana de por medio, amenazas sobre la familia del juez o el mismo juez
anda de chistoso violando a su mujer, cada viernes, porque toca. O no
denunciamos, porque da miedo, porque hay amenazas sobre la familia, o porque los polis están coludidos, o porque ellos son los presuntos
perpetradores —mira qué lindo vocabulario hemos aprendido— y
entonces olvídate de ir a denunciar. Recuerda el ranking de diferentes
países en violaciones conocidas, lo de Suecia y lo de acá.
Denunciar… Se necesita tanto valor para hacerlo, tanto. Pero sí
puedes. Desde la primera amenaza, la primera burla, el primer golpe.
Mira que si fuera tu hija la violada, la asesinada, desaparecida, estarías
removiendo cielo y tierra, gritando tu rabia, tu odio. Si fuiste tú la asesinada, de allá por dónde andas, descargas truenos sobre el responsable, hazlo. Si fuiste tú la golpeada, violada, torturada, denuncia. Nada
más no vayas sola. Denuncia en radio, en tele, con una llamada basta, y
ve luego a dónde se tenga que ir, acompañada, con reporteros, cámaras. No te bañes, no te quites ni la tierra de los pies, nada… Ve y aprieta los dientes mientras te ignoran y luego mientras te examinan.
Aprieta los dientes, y si quieres, voy contigo. Voy yo y vamos otros.
Alerta a tus vecinos, a la “secre” del cubículo de al lado, a los de mantenimiento de la fábrica, vamos todos. No nos pueden matar a todos, no
nos pueden ignorar a todos. Sí, hombres y mujeres, juntos.
Esto ya no sé si es educación o preparación de las consecuencias,
pero si pedimos, exigimos, que no se nos considere ni inferiores ni superiores, ¿cómo es que no aceptamos la presencia de los hombres de bien?
¿Por qué no pueden ir a las marchas con nosotras? ¿Por qué decimos que
Todos los hombres esto o aquello? No es un asunto de mujeres, no existen
los asuntos de mujeres, los asuntos de hombre, debemos entender eso, trabajar juntos. Porque el argumento de Te lastimo porque tú me lastimaste no
nos lleva a ningún lugar. Demostrar que no somos inferiores no va por ahí.
Y entonces denunciemos juntos, hombres, mujeres, reporteros,
medios. A cada vez. Y no, no dejemos a la víctima sola con el examina-
JUNTAS Y DE PIE. REFLEXIÓN SOBRE LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER
dor, con el poli, con el “doc” de la delegación, grabemos, además, todo
lo posible. Mira que con los teléfonos que cargamos con nosotros día y
noche, esto ya es juego de niños.
Sí, lo sé. En pueblos chicos, no se puede ir a denunciar; el presidente municipal es avisado luego, luego: las amenazas no necesitan ni hacerse. Aprieta los dientes, ve a la ciudad, vamos, denuncia-consecuencia,
denuncia-consecuencia, denuncia-consecuencia.
Tons tres ejes: educación, consecuencia, unidad.
¿Se ve padre, verdad…? Pues pienso que no sirve nada de esto
que te dije. Vamos, que no sirve para los hombres que piensan en nosotras como en cosas, presas. Imagino que sus padres los educaron,
imagino que no les decían a la hora de la comida que salieran a violar y
a matar… Pienso que esto de la educación sólo va a servir en quienes
de todas maneras no habrían ni violado, ni obligado, ni secuestrado.
Que lo de aplicar la ley, sólo sirve en Suecia y que lo de unirnos sólo
sirve si aceptamos hacerlo con otros y con otras, y nos ha dado por
quererlo hacer todo solas en ese terrible afán de demostrar que sí
podemos.
Porque estamos en un país, México, en el que te cobran por poner
tu puesto de quesadillas en la calle, derecho de piso. Porque si denuncias un robo, los mismos polis te sacan más lana por hacerlo. Porque
estamos en un país en el que a las niñas desparecidas no se les debe
buscar porque, entonces, se llevan a las hermanas. Porque detrás de las
puertas, violan y maltratan a las niñas, desde que tienen edad para lavar platos, caray. Porque hay pueblos en los que las puertas están blindadas y aun así se meten de noche para robarse a las niñas y jovencitas,
rompiendo paredes. Y no, no son pueblos perdidos en la sierra, están
cerca de ciudades grandes. Porque, aquí, si vas a denunciar que te violaron, los polis, otra vez ellos, te llevan a un cuarto a examinar y te
vuelven a violar. Porque aquí las cruces rosas de Juárez ya no horrorizan a nadie. Porque el que no seamos las únicas, y que esto sea costumbre milenaria es consuelo de tontas. Porque tal vez no haya más salida
que la de andar armadas y ser entonces homicidas.
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Y porque tal vez, tal vez sea más fácil vivir pensando que mataste
por defenderte que vivir con una violación un año y el otro también.
Y porque seguro es más fácil vivir habiendo matado que habiendo
sido asesinada.
Y no, no termino aquí. Porque sería cobarde haberte dicho tanto,
haberte casi obligado a salir con pancartas a la calle para decirte que no
se puede hacer nada, y que, ni modo, y que si nacimos mujeres, pues
nacimos para sufrir.
Pienso que si han sobrevivido tanto gitanos como judíos es por dos
cosas: resiliencia y unión.
Nos podemos reponer. Duele, es largo, terrible el proceso, pero no
permitiremos que por la injerencia de algún sujeto nefasto nuestra
vida termine.
Y la sororidad es la que nos puede sacar a ti y a mí del hoyo ficticio
al que nos tiró la historia.
Juntas y de pie.
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RESEÑAS
Zafarrancho de combate en Tlatelolco
Marco Fabrizio Ramírez Padilla
La mejor manera de conocer un acontecimiento histórico es reunir la
mayor cantidad de información al respecto y la manera más adecuada
de valorarlo es escuchar la versión de todas las partes involucradas. Un
juez que se atreviera a dictaminar sobre un caso sin escuchar las diferentes versiones no estaría cumpliendo de manera adecuada con su encomienda. De la misma manera, al escribir historia sin preocuparse
por conocer la totalidad de las versiones, se estaría sacrificando parte de
la objetividad.
El riesgo aumenta cuando se escribe sobre eventos que resultan
sensibles por su impacto y por sus consecuencias. La masacre del 2 de
octubre en Tlatelolco es, sin duda, uno de los sucesos históricos que tuvieron mayor trascendencia en México durante la segunda mitad del
siglo XX. Es un hecho que ya forma parte del imaginario colectivo se
ha convertido en una jornada que marcó a varias generaciones y, año
con año, va acrecentando su carácter legendario. Muchas personas
construyeron su visión a partir de dichos más que de hechos. Un buen
ejemplo de tal controversia es la enorme variación en la cifra de muertos. Apegarse a los datos duros puede ser considerado por algunas personas como un acto de traición.
Por esas circunstancias no podemos dejar pasar la oportunidad de
leer Zafarrancho de combate en Tlatelolco, el libro proporciona la ver-
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sión de una persona que cumple con condiciones muy singulares: fue
protagonista del evento, era muy joven en ese momento, pertenecía al
ejército y hasta unos meses antes del 2 de octubre había sido estudiante.
El libro nace de las memorias de Moisés Salcido, joven originario
de Caborca en el estado de Sonora. Aprovechando que tenía parientes
residiendo en la Ciudad de México, se mudó con el fin de cursar estudios medios superiores. Ingresó a la Vocacional número 5, pero únicamente tuvo la oportunidad de asistir tres meses a clases. Su difícil
situación económica lo obligó a dejar los estudios. Nos cuenta que la
alternativa a la que se enfrentó fue comer o pagar el transporte, así que
la gran distancia entre el plantel educativo y su domicilio le impidió
trabajar y estudiar al mismo. La manera de sortear la situación llegó
gracias a un amigo de su hermano, quien pertenecía al Batallón de Infantería y lo animó a enrolarse en el ejército. Se dio de alta en el Batallón de Paracaidistas.
En su tierra natal tuvo un primer contacto con los militares, como
consecuencia de la huelga estudiantil en la Universidad de Sonora en
1967. Ese año los militares fueron movilizados al estado para tratar de
poner fin a las protestas. Dato curioso es que el batallón que tomó por
asalto la universidad fue el de los paracaidistas, mismo grupo al que se
unió un tiempo después. Por otra parte, comenta que la opinión de sus
familiares y vecinos sonorenses tenían sobre los miembros del ejército
no era nada positiva. Sin embargo, tales circunstancias no fueron ningún
obstáculo personal para que decidiera ingresar a las fuerzas armadas.
La primera vez que entró en acción, su llamado ”bautizo de fuego”, fue la madrugada del 30 de julio de 1968 cuando le tocó participar
en el bazucazo contra la centenaria puerta del colegio de San Ildefonso. En esta parte del relato hay muchos detalles de gran interés; por
ejemplo, que los estudiantes gritaron en cuanto vieron a los soldados,
que habían llegado “los chamarras negras”, denominación que tenían
a causa de que la chamarra de campo era color tamarindo. También el
haber sido recibido con bombas molotov por los estudiantes, de forma
muy precisa narra el momento del bazucazo y asegura que fue el pri-
ZAFARRANCHO DE COMBATE EN TLATELOLCO
mero en entrar al recinto. Después de que la citada puerta fuera destruida, tuvo contacto con los estudiantes heridos en la explosión. Pone
especial cuidado en deslindar la responsabilidad entre los diferentes
grupos gubernamentales que participaron. Atribuye a los granaderos
el haber lanzado gases lacrimógenos y, de manera puntual, a ese mismo cuerpo policiaco, la responsabilidad de la golpiza que sufrieron los
estudiantes, en la valla formada para trasladarlos del edificio a las “julias” o camiones en los que fueron movilizados. Cuenta que fue tal la
cantidad de golpes que éstos recibieron que ninguno entró a los vehículos por su propio pie.
Otro dato importante fue la intención por parte del gobierno de
negar el bazucazo. En el pase de lista del 2 de agosto de 1968 el general
Hernández Toledo tomó la palabra:
He oído que andan diciendo que hubo un bazucazo en la Preparatoria la otra noche. No hubo tal bazucazo, son mentiras. A ver,
¿quién vio el bazucazo? preguntó. De mero al frente de la Compañía de Armas de Apoyo un sargento levantó la mano. Al verlo, el
general lo interrogó: ¿Qué tiene que decir? Mi general, si hubo un
bazucazo yo lo vi.
El general de inmediato ordenó al teniente arrestar al sargento por
“zorra”; de esa manera se pretendió evitar cualquier mención por parte de los militares sobre lo ocurrido en San Ildefonso.
Parte de los preparativos en el Campo Militar 1 en las semanas
previas al 2 de octubre, consistía en simular dentro de las instalaciones
un mitin de estudiantes con soldados vestidos de civiles. Durante la
representación del mitin se eligió a uno de los militares para que actuara como líder estudiantil al que se le entregó un magnavoz. El militar comenzó a tomar confianza y empezó su arenga, pidiendo la
liberación de los presos políticos, la aceptación del pliego petitorio y finalizó con un ¡viva México!, obtuvo por respuesta un sonoro ¡viva! La
emoción del improvisado líder seguía en aumento; se dejó llevar por el
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momento del ¡viva México! Siguió el ¡muera el mal gobierno! Y, finalmente, ¡muera Díaz Ordaz! coreado por todos los presentes. El general lo interrumpe molesto y le ordena no diga eso, ¡diga, “muera
Chu man chu”! El orador continúa con su discurso y al poco tiempo
repite el ¡muera Díaz Ordaz! Y la mayoría de los presentes respondió
con un estruendoso ¡muera! Ese detalle describe muy bien el clima
político que se vivía en ese momento.
La ocupación de la UNAM el 18 de septiembre de 1968 fue otro de
los escenarios en los que el autor participó. A su compañía le tocó tomar la Facultad de Medicina. Entre la información relevante nos habla del robo por tres de sus compañeros de los fondos que habían
recaudado los estudiantes para financiar el movimiento, ofreciendo el
nombre y apellido de los culpables.
Por supuesto que la parte dedicada a los sucesos del 2 de octubre es
la de mayor importancia. Nos comparte que, desde temprano, se sentía
como un día fuera de lo común. El nerviosismo que tenían los oficiales
era imposible de disimular. Al parecer, a ellos les habían advertido que
se esperaba que hubiese bajas entre la tropa. Ya en la Plaza de las Tres
Culturas, y después de los primeros disparos de los francotiradores, la
orden que recibió la tropa fue de zafarrancho de combate; es decir,
preparación de las armas y útiles de combate para llevar a cabo una inminente acción militar. Ante esa situación y el disparo contra el general Hernández Toledo, los militares comenzaron a disparar. Nuestro
protagonista se esfuerza en buscar a los francotiradores en el edificio
Chihuahua. Confiesa que algunos soldados dispararon en contra de la
multitud. Al ver que uno de sus compañeros tiraba a los estudiantes, le
gritó: ¿Por qué los matas? Si no son criminales. ¡Busca arriba, idiota,
que de allá nos están disparando!
La descripción tan detallada que nos proporciona de esa noche y
madrugada nos habla de la profunda impresión que en el joven soldado causaron los sangrientos acontecimientos. Uno de los principales
propósitos de esta parte es poner en claro que él no mató a nadie; al contrario, afirma que, incluso, durante la balacera ayudó a cubrirse a quie-
ZAFARRANCHO DE COMBATE EN TLATELOLCO
nes tenía cerca. Algunos militares actuaron de la misma manera y
recuerda especialmente a un joven sargento que se negó a participar
en el ataque. Por otra parte, confirma todas las vejaciones a las que
fueron sometidos los estudiantes, los que no fueron asesinados; fueron
golpeados, humillados, encarcelados y robados; estudiante capturado,
herido o muerto era despojado de su reloj.
Un detalle a destacar es la capacidad de contagiarnos la sensación
generalizada de terror que se experimentó durante esas horas. Después del disparo al general Hernández, los soldados tenían miedo de
convertirse en el próximo blanco; los camilleros se negaban a recoger a
muertos y heridos; temían que una vez terminada su labor, iban a ser
asesinados por los militares; los vecinos que se vieron atrapados fuera
de sus departamentos, que se reunieron en grupos y pasaron la noche
juntos, aunque los militares les decían que fueran a sus viviendas, que
temían que en cuanto comenzaran a caminar les iban a aplicar la “ley
fuga” y, por supuesto, el de los estudiantes que nunca se imaginaron
que el Gobierno se atrevería a dispararles.
En uno de los capítulos el autor ofrece algunas reflexiones a las que
fue llegando con el paso del tiempo; entre ellas, afirma que las acciones
militares en Tlatelolco fueron planeadas al detalle. El caos que se generó era parte de la estrategia. Desde que se oyeron los primeros balazos,
los mandos desaparecieron dejando a los soldados hacer lo que quisieran. Como comenta Moisés: “Van a pasar muchos años para que vuelvan los soldados mexicanos a tener otra oportunidad como ésta de tirar
tanta bala”. Así, el ejército no actuó como un todo, sólo unos cuantos
miembros conocían por completo lo que iba a suceder. Una de las mayores sorpresas que se llevaron fue ver salir de los elevadores del edificio Chihuahua a un grupo de jóvenes sin uniforme gritando: “¡No
disparen, guante blanco!” que tenían uno en la mano izquierda y armados con pistolas, a los que rodearon y desarmaron hasta que llegó la
orden de regresarles las armas, ya que pertenecían al Batallón Olimpia.
El libro finaliza con la baja voluntaria de Moisés Salcido del ejército a finales de 1969. Las razones que expuso para justificar su decisión
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fueron que la vida militar le parecía muy monótona, no le gustaba recibir órdenes de personas que, en muchas ocasiones, resultaban menos
preparadas que él y las extorsiones y robos a los que estaba expuesto; curiosamente los sucesos de Tlatelolco no figuraron entre alguna de ellas.
El libro no está ordenado cronológicamente. Su estructura lo acerca más a un guion. Las 340 páginas que lo componen están divididas
en 120 capítulos. Por esa razón y lo singular de su contenido Zafarrancho de combate es una lectura muy amena.
En el libro el autor dice que tuvo la suerte de participar en esos
eventos. Se sabe testigo de uno de los momentos históricos más importantes de las últimas décadas en nuestro país. Nos parece que el no haber asesinado a nadie en Tlatelolco, le otorga libertad y tranquilidad
para compartir sus memorias. Uno de los propósitos más evidentes, a
lo largo de su relato, es tratar de establecer en reiteradas ocasiones que
no todos los soldados eran iguales, pues no tenían la misma instrucción, ni los mismos valores; no actuaron igual y, por tanto, la responsabilidad de las acciones tomadas en ese momento debería ser individual.
El retrato que nos deja del ejército a finales de los años sesenta del
siglo pasado es muy negativo. Entre las cosas que menciona están la
precariedad de la paga, la mala calidad de la comida, las terribles condiciones sanitarias, los abusos constantes de los mandos con los soldados, la corrupción omnipresente, la normalización del robo dentro y
fuera, las “coperachas” obligatorias, la usura, la pérfida costumbre de
ser despojados de la primera quincena, sin dejar de mencionar la impunidad con la que se conducían los militares fuera de los cuarteles.
La principal virtud de la narración es que no tiene ningún filtro. Es
muy auténtica. No hay ningún intento de ser políticamente correcto.
El autor dice exactamente lo que piensa y es posible identificar de manera precisa todas sus filias y fobias. Es una ventana que nos da la posibilidad
conocer la manera en que los militares vivieron esos meses, su opinión
sobre el origen del movimiento, sobre los líderes estudiantiles y el gobierno. En ningún momento pretende justificarse por sus acciones, ya
que nunca dudó que su comportamiento no fuera el correcto.
ZAFARRANCHO DE COMBATE EN TLATELOLCO
Ofrece datos muy puntuales, que pueden ser de gran interés para
los especialistas. Por ejemplo, él cree que el disparo del francotirador
en contra del general Hernández Toledo fue parte del plan. Menciona
que el casco del general traía dos calcomanías de águilas.
Al inicio de los disturbios en el Distrito Federal nos mandaron pintarles insignias a los cascos de acero. Mi general le puso a su casco
dos cabezas de águila. Cuando volvimos al batallón procedentes de
la UNAM nos pidieron borrar las insignias.
Él no se las quitó, era el único que las portaba en ese momento, por
tanto era muy fácil identificarlo.
Otro aspecto no esperado que provoca una agradable sorpresa es
la aportación del autor en lo que se refiere al vocabulario empleado en
el libro.
Por una parte, se identifican palabras y frases utilizadas en la Ciudad de México en esa época; por ejemplo: “Ponte trucha”, “ponte avispa”, “apañar”, “cachanchán”. En cuanto a la jerga militar, la palabra
“pira” para referirse a una violación tumultuaria; “zorras” sobrenombre
del soldado torpe; “sardo”, “sardito”, para referirse a un soldado raso;
“tirar barra” era no hacer nada: “perros” eran los reclutas del batallón
de paracaidistas; “guacho” y “changos sin cola” era la manera despectiva de llamar a los soldados, entre muchas otras.
La contribución más rica en ese sentido es la de los regionalismos
sonorenses: a lo largo del libro se puede constatar el orgullo que el autor siente por su tierra natal. Algunas de las palabras que se localizaron son “pinchi” por pinche, “bichi”, y “bichicori” para decir desnudo,
“tanichi” en lugar de tiendita, palabras de origen cahíta, tribu que,
desde la época prehispánica, habitó gran parte del sur de Sonora y norte de Sinaloa. También condimenta el relato con algunos dichos de su
tierra, como, por ejemplo, el de “Gavilán que afloja, no es gavilán”
A través de los apodos que se ponían los soldados, se entiende la
dimensión nacional de la institución. Muchos de los personajes militares
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que aparecen en el libro tiene por apodo la ciudad de la cual son originarios: el “Toluco”, los “Guajacos”. El mismo autor fue conocido durante ese periodo, no por Moisés, no por Salcido, ni por el número que
le fue asignado: todos los llamaban “Caborca”.
Se percibe una relación de amor y odio con la ciudad, que se ve
marcada desde el principio. En el primer día de su segunda visita la
ciudad lo recibió con un temblor. Lo mismo sucede con el ejército: se
siente muy orgulloso de haber pertenecido al Batallón de Paracaidistas y, al mismo tiempo, ese orgullo se torna desprecio con otros cuerpos, especialmente el Batallón de Infantería.
Zafarrancho de combate es un libro que debe ser conocido por cualquier persona interesada en los sucesos de 1968. Proporciona datos de
gran interés, ayuda a recrear la atmósfera de ese momento, recoge versiones que hasta hace muy poco no habían sido tomadas en cuenta, información necesaria para dialogar sobre uno de los momentos que
definieron a nuestra nación.
Además, la narración de Moisés sobre los hechos del 2 de octubre
inspiró la producción en 2019 del documental ¿Por qué los matas?,
obra que captura el regreso de Moisés Salcido a Tlatelolco, medio siglo después, con la dirección y guión de Ludovic Bonleaux, fotografía
de Ernesto Pardo, música y sonido de Manuel Danoy y el montaje de
Pedro G. García.
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Salcido Beltrán, Francisco Moisés,
Zafarrancho de combate en Tlatelolco,
Edición del autor, [sl], [sd], 360p.
Historia de la Filosofía de la Música
Una introducción a sus antecedentes, aporías y escolios
Filiberto Romo Aguilar
Antes de iniciar esta recensión me parece que debemos felicitar a la
editorial Palabra de Clío por la inclusión de trabajos como el que a continuación reseñaré. Autores como el maestro Oscar Andrés Cortés Cisneros no se encuentran fácilmente todos los días. Egresado por
Filosofía en la Universidad de Guadalajara y maestro por El Colegio
de México (Colmex), Oscar Andrés se ha interesado por la filosofía de
la música y su historia, la cual por lo que se refiere a México sólo forma
parte del cuerpo académico de la Universidad Juárez del Estado de
Durango, por lo cual, tanto el autor como la obra, se abren paso en un
terreno poco explorado en este país. Obviamente, por esta misma razón,
uno se queda con la sensación de que faltan datos, fechas, nombres,
culturas, civilizaciones, etcétera, en la obra. Pero eso se debe a que el
autor hace tan atractivo el tema que se desea adquirir más información
sobre lo que escribe. Sin duda, es una excelente introducción a nivel
académico, pero digerible y legible para cualquier lector de a pie. El
autor se ha especializado, además, en musicología india, por lo cual ese
apartado de la obra tiene un interés particular, viniendo de un conocedor en el tema. Oscar Andrés ha incursionado, además, como violinista en música de cámara y orquesta, así que cubre todas las aristas que
uno podría desear para una obra como ésta.
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La obra comienza con una breve “Introducción” desde la perspectiva histórica de la difusión internacional de esta especialidad llamada Filosofía de la Música. Por medio de autores de la talla de E. Bloch, T.
Adorno, M. Schneider, J. D. García Bacca, E, Rowell, R. Andrés o
Gustavo Bueno, el autor intenta distanciarse al mismo tiempo de las
posturas eurocéntricas como las de la escuela germana y francesa, del
helenismo o de teóricos que la suscriben, como Julián Marías, por citar
algún ejemplo.1
A continuación, antes de dividir su obra en tres partes, escribe una
sección que denomina “Prolegómenos sobre la Filosofía de la Música”. A través de cuatro apartados donde establece tanto su metodología como su marco teórico, el primer apartado de la serie son unas
“Meditaciones generales en torno a la filosofía” seguido de unas “Meditaciones generales en torno a la música” estableciendo sus estimaciones sobre temas concretos que interesan a la historia de la filosofía de
la música. Como cuando, por ejemplo, en lo relativo al origen de la
música, llega a la conclusión de que este origen es múltiple: eventos
casuales, el proceso evolutivo, el goce estético por lo musical, el asombro por los sonidos, la creatividad, la inspiración y la necesidad espiritual; 2 o, bien, cuando hace la observación sobre de que no
identifiquemos el surgimiento de la música con los restos arqueológicos. Además, el uso de instrumentos musicales no es necesario para hacer música, pues se trata de un bien inmaterial.3 En el tercer apartado
cierra con su “Concepción general de la Filosofía de la Música” y en
el cuarto, hace una “Propuesta metodológica para la Filosofía de la
Música”.
En este último apartado previo al desarrollo histórico del libro, el
autor propone que no debemos dividir la música entre culta y folclórica, sino hablar de músicas en general, además de que tanto lo musical
como lo no musical dependen del contexto cultural. Resuelve de esta
manera dos de los cuatro problemas elementales que él pone sobre la
mesa, relativo al concepto de música. Pues:
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DE LA MÚSICA
…aquello que la mayoría de las personas considera cuando se refieren al término de música puede diferir mucho de lo que dicha palabra significa etimológicamente: el arte de las musas.4
Las diferencias culturales sobre lo que es la música pueden ser tan amplias que, incluso en la misma tradición musical europea, durante el
siglo XX se amplió la gama de sonidos tradicionales y los estilos de composición. Sin embargo, en sistemas musicales, como el árabe, el persa o
el indio, se consideran una mayor cantidad de sonidos. De tal modo,
como bien señala el autor, el criterio estético para clasificar los sonidos
depende de la tradición cultural.
Para ultimar estos “Prolegómenos sobre la Filosofía de la Música”
el autor nos presenta las diez proposiciones básicas para la metodología general de la filosofía de la música de Lewis Rowell, con lo que parece hacer evidente su pertenencia a la escuela de este autor.
A partir de aquí Óscar Cortés desarrolla de manera histórica las
tres partes sobre las que versa el libro: el Mundo Antiguo corresponderá a la primera parte, la segunda abarca de la Antigüedad tardía al
Barroco y la tercera de la Ilustración a la Actualidad.
LA PRIMERA PARTE
“Sobre la Filosofía de la Música en el Mundo Antiguo”
Después de una breve introducción sobre los antecedentes de la filosofía de la música en el Mundo Antiguo, aclarando los conceptos de ritmo, métrica, melodía, el silencio y, quizás, el más llamativo de todos: la
armonía del universo, el autor se propone explicar la música del Mundo
Antiguo en ocho apartados, no sin antes establecer que presuposiciones
debemos conocer para comprender este tipo de música y cómo se debería hacer una exégesis para la filosofía de la música de este periodo.
Las civilizaciones que sirven como botón de muestra a esta Historia de la Filosofía de la Música son la India, Persa, China, Egipto y Grecia.
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A lo largo de casi setenta páginas, se nota la capacidad del autor de sintetizar un universo musical tan amplio y hacerlo ameno al lector. Incluye una amplísima bibliografía que, además de actualizada, acude,
cuando así lo necesita, a los clásicos. De modo que con el apoyo no sólo
de filósofos de la música sino de musicólogos, antropólogos, sociólogos, y demás, va tejiendo la trama de la comprensión de esta música
tan alejada de nosotros en el tiempo, pero no de la empatía necesaria
para comprenderla y, por tanto, filosofar con sus autores sobre el quehacer musical de esos tiempos: “En efecto, es razonable considerar
que la naturaleza del ser humano es la misma siempre”.5
El autor asume el consejo del historiador y filósofo Mirçea Eliade
de tratar... “en la medida de lo posible, de pensar y sentir como un integrante de la cultura a la cual estudia”.6 De esta forma, nos explica la
filosofía de la música de la India (especialidad del autor y que dejo en
consideración del lector), de Persia, de China, de Egipto y finalmente
de Grecia. No sin antes hacer las puntualizaciones pertinentes a las características básicas y generales de la filosofía musical de cada una de
ella, incluyendo la transversalidad entre estas filosofías cuando lo considera pertinente. Como, por ejemplo, cuando descubre ideas semejantes entre la concepción musical egipcia y la griega, no sin advertir
que “por razones de espacio no pueden ser aquí presentados”,7 todos
los elementos relacionados a la música y los instrumentos conservados,
aspecto que, sin duda, hará que nos interesemos en continuar nuestras
indagaciones sobre los temas que Cortés Cisneros nos presenta.
Así nos enteramos, por ejemplo, de que los egipcios contaban con
un sistema musical pentatónico ya en tan tempranas fechas como el siglo XXXII a.n.e, y que no sólo habían conocido y utilizado esa escala,
sino la diatónica y las leyes fundamentales de la armonía; y que, por
ejemplo, los chinos, al igual que los egipcios creían que el orden podía
ser desequilibrado según el comportamiento moral del hombre. El
autor insiste, con toda razón, que no debemos llegar a descontextualizar las reflexiones musicales de los antiguos, así que lo más deseable es
acudir a las fuentes primarias como único argumento a favor de tal o
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DE LA MÚSICA
cual postura. Por tanto, el autor evita elucubraciones o hipótesis que no
estén confirmadas o tengan una alta plausibilidad de ser de correctas.
Respecto de la filosofía de la música griega, las palmas se las lleva
la teoría pitagórica. Ya que, dentro de la concepción griega, incluso “la
entonación de las vocales largas y cortas correspondían con la sucesión
planetaria”.8 Pitágoras, según se puede apreciar en el texto de Cortés
Cisneros, abrevó tanto de mazdeístas, como de judíos, de caldeos y de
babilónicos. Y su principio de Armonía de los Contrarios fue fundamental en su sistema henoteísta, donde el Uno que convive con la
multiplicidad es fuente de virtud y sabiduría. Por otro lado, el mismo
Pitágoras usó en la medida de lo posible su teoría musical para aplicarla a los siete objetos celestes entonces conocidos, doctrina que Platón
perfeccionó en La República a través de la llamada “música de las esferas”. Y terminó como uno de los temas más recurrentes de la Historia
de la Filosofía de la Música hasta bien entrado el siglo XVIII. Pero incluso “la descripción matemática de la naturaleza que aún pervive
hasta nuestros días”9 ha sido el mejor ejemplo para notar la presencia
del pitagorismo en la historia de la filosofía y no sólo de la música.
El autor deduce cuatro conclusiones de la filosofía de la música del
Mundo Antiguo en las civilizaciones descritas, que me parece merecen ser reproducidas a continuación (cada una con su respectivo comentario en el texto, que además de ilustrativo y digno de lectura, les
invito a conocer, pero que aquí se omite por razones de espacio):
1. El silencio del ser absoluto precede a la creación del universo…
2. El origen del universo se creó con la vibración suprema, eterna e infinita de la unidad primordial…
3. El principio de la armonía genera el orden del universo…
4. El ser humano y el universo son estructuras correlativas e
idénticas en tanto que son un microcosmos y un macrocosmos, donde la música constituye una manifestación del orden que hay en
toda la esfera del ser…
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LA SEGUNDA PARTE
“Sobre la Filosofía de la Música
en la Antigüedad Tardía, Medioevo,
Renacimiento y Barroco”
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A continuación, el autor plantea la renovación de la filosofía de la música a través de la teología medieval. De modo que, a partir de tres capítulos expositivos, que van de la “Antigüedad Tardía” al “Renacimiento y
Barroco”, el autor hace precisiones sobre la metafísica musical del periodo que abarca también el Medioevo. Así, a lo largo de un poco más
de ochenta páginas, expone y desarrolla las filosofías musicales, a partir
de la filosofía hermética, pasando por el neopitagorismo, el platonismo
medio y el neoplatonismo. Se concentra, a su vez, en el renacimiento
árabe-persa y en los primeros autores renacentistas y barrocos europeos. En esta segunda parte, más que analizar culturas o civilizaciones,
el autor se centra en las aportaciones que hicieron los filósofos de la
música durante esas épocas.
Respecto a la Antigüedad Tardía expone las doctrinas de Hermes
Trismegisto, Arístides Quintiliano, y al autor anónimo del Sefer Yesirah, pero especial interés merecen pensadores como Claudio Ptolomeo, Plotino y Agustín de Hipona, el primero por su ya conocido
sistema geocéntrico del mundo. Pero el autor explica cómo aplicó ese
pensador la doctrina de la música de las esferas de Platón a su sistema
astronómico, tema que, como ya se había mencionado, ha sido una constante de la filosofía de la música a lo largo de los siglos. En él, tanto los
signos del zodiaco como los planetas tienen correspondencias musicales,
ya sea en modos de la escala diatónica o en notas específicas. Recordemos que, para esa época, a las siete esferas de los cuerpos celestes (planetas) se les sumaba la octava esfera, la de las estrellas fijas, donde estaba
incluido el zodiaco. Por otro lado, el panteísmo emanantista de Plotino es considerado como la armonía emanada del Uno. Es interesante
observar en la síntesis del autor este proceso de emanación:
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DE LA MÚSICA
La primera emanación es la Inteligencia que emana la Razón que
consiste en ser la autocognición de la Inteligencia; en esta última
existen todos los inteligibles o Ideas Puras. Después, la Inteligencia
irradia el Alma universal, que contiene y desborda todas las almas
particulares que habitarán el cosmos.10
Por supuesto, en este proceso los sonidos del cosmos están organizados
por el principio de armonía, el cual “emanó de la Razón, porque el orden universal supone una razón organizadora e inteligente”.11
Finalmente, en este apartado el autor explica cómo, a través de
Agustín de Hipona, la modulación, la métrica y el número entran a
formar parte del patrimonio musical de la cristiandad, y se descubre
que “en el interior de la música material, sensorial y temporal, hay una
música inmaterial, racional y eterna”.12
Pasando al Medioevo nos expone el pensamiento de Severino
Boecio, de Juan Escoto Eriúgena, de Ibn al-’Arabi, de Rumi y a los autores del Ikhwan al-Safa’ (Hermandad de la Pureza). Me parece notable
el análisis que el autor dedica a las ideas puras de Juan Escoto Eriúgena, no sin descuidar la teología catafática y apofática del mismo.13 Pero
quizá lo más interesante, al menos para el que esto reseña, es la cosmología semiheliocéntrica de Eriúgena,14 en la cual “la tierra está en el
centro del universo, la Luna, el Sol, Saturno y las estrellas fijas giran alrededor de ésta, mientras que los demás planetas, Mercurio, Venus,
Marte y Júpiter, dan vueltas en torno al Sol”.15 Por tanto, la teoría de la
música planetaria deriva variaciones tonales que entonan una armonía
móvil. O, como intitula el autor del libro: la armonía natural de Dios.
En cambio, como parte del ya mencionado renacimiento árabepersa, el autor nos explica el caso de Rumi, discípulo del sufí errante
Shams Tabrizí, de quien aprendió y practicó el sema, la ceremonia sufí
de los danzantes giróvagos. En Rumi, el autor nos muestra la unión de
su misticismo con la danza y la música.
Finalmente, respecto de los autores renacentistas y barrocos, el autor selecciona a Marsilio Ficino, a Francesco Giorgi, a Gioseffo Zarlino,
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a Robert Fludd y a Johannes Kepler, aunque menciona a muchos
otros pensadores de la época. Lo interesante para el autor es que estos
pensadores fueron más allá de las fuentes platónicas y aristotélicas en
su reelaboración del cristianismo renacentista. Retomaron, por así decirlo, las fuentes pitagóricas y cabalísticas, incluso panteístas, como
Giordano Bruno. Además, la nueva composición polifónica, las nuevas misas, los madrigales, los villancicos y la chanson francesa vincularon a los humanistas de la época a nuevas formas de abordar el tema
de la filosofía de la música. De esta manera, el autor nos deja ver como
Giorgi toma en cuenta, en su modelo de correspondencias musicales,
la esfera del Primer Móvil como parte de la música de las esferas,16 o
como Zarlino retoma la idea de la distancia de la Tierra a la primera
esfera como intervalo de un tono basándose en “los pitagóricos, como
enseña Plinio”.17 Fludd, por su parte, favoreció las pirámides de la armonía del mundo, esto es, la equivalencia del microcosmos y el macrocosmos musical, sin perder de vista las disputas sobre los modelos
cosmológicos que se debatían en su época (sistema ptolemaico, tychónico y copernicano), siendo él mismo protagonista de un fuerte enfrentamiento filosófico musical con Kepler, quien favorecía de manera
absoluta el concierto del sistema heliocéntrico del mundo y al cual incluso comparó con las voces humanas: “Saturno y Júpiter son el bajo,
Marte el tenor, la Tierra y Venus la contralto y Mercurio la soprano”.18
208
LA TERCERA PARTE
“Sobre la Filosofía de la Música enla Ilustración,
Romanticismo, Edad Moderna y Actualidad”
En esta última parte, la más concisa y pequeña de todas (poco más de
cuarenta páginas), el autor la divide en cuatro momentos históricos. En
el “Primer momento histórico”, que correspondería a la “Ilustración”,
se desarrolla la Historia de la Filosofía de la Música de cuatro pensado-
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DE LA MÚSICA
res: Jean-Philipe Rameau, Johann Sebastian Bach, Robert Smith y
Leonhard Euler.
Es interesante la mención de los trabajos de Euler para contribuir
con el cálculo de la velocidad del sonido en el aire y la acústica, sobre
todo porque gradualmente ese tipo de estudios cambiaron de manera
terminante la visión “científica” de la filosofía de la música, como
aquélla de las proporciones interválicas de los tonos. Irónicamente,
Euler estuvo más a favor de un criterio auditivo “que de los correctos
cálculos matemáticos”19
En el “Segundo momento histórico”, correspondiente al romanticismo, se nos exponen los pensadores James Rush, Giuseppe Mazzini,
Ferdinand Hand, William M. Higgins y William Pole. En este segundo “momento”, nos encontramos con un libro titulado Filosofia della
Musica (1836), escrito nada más y nada menos que por un pensador
político y periodista: Mazzini. Político de la música, el nacionalismo y
el romanticismo, Mazzini bien puede ser considerado, según el autor,
“un precursor de la idea del arte total de Wagner”.20 Mención especial
tiene el físico y filósofo alemán Hermann Helmholtz, en el cual se sustenta buena parte de la filosofía de la música de Pole, pues Helmholtz
“estableció los fundamentos teóricos de la filosofía de la música a partir de sus notables descubrimientos científicos”. De acuerdo a Cortés
Cisneros, Pole estuvo, por su parte, “empeñado en demostrar que la
construcción de la música está determinada por una elección estética y
no según leyes naturales”.21
Así pasamos al “Tercer momento histórico”, que al parecer corresponde a la “Edad Moderna”. Aquí están representados varios filósofos de la música del siglo XIX y de principios del siglo XX (F. Busoni,
H. H. Britan, C. E. Stromeyer, H. A. Seymour y W. J. Turner).22 Este
momento esta caracterizado de acuerdo al autor por una ampliación
del fenómeno explicativo de la Filosofía de la Música, puesto que entran en juego el desarrollo de la psicología, de la estética, de la educación
musical y de la biología, “mientras que la física y la matemática fueron
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menos consideradas”.23 Es durante esta etapa cuando pensadores como
Stromeyer, según explica el autor, especularon sobre la vida como relación que unifica la materia y la energía y, por tanto, “la analogía causal
entre la música y la vida”.24
Finalmente, para terminar su Historia, en el “Cuarto momento
histórico” correspondiente a la “Actualidad” el autor nos presenta una
selección de siete filósofos de la música que van desde Ernst Bloch, pasando por T. Adorno, M. Schneider y J. R. R. Tolkien para llegar a los autores de obras más actuales, como Lewis Rowell, G. Bacca y Gustavo Bueno.
En esta última aportación a la Historia de la Filosofía de la Música,
aparte del protagonismo, bien merecido, que el autor otorga a la utopía-musical pregonada por Bloch o la semántica-musical propuesta
por Adorno, está la propuesta de Gustavo Bueno que, de una manera
mordaz y explícita, hace ver como el teórico o filósofo de la música parte siempre25 de “ineludibles compromisos filosóficos”.26 Afortunadamente, el autor transcribe la lista de doce preguntas filosóficas unánimes
sobre la Filosofía de la Música que al día de hoy nos podemos hacer.
Transcribo tan sólo cuatro27 para que nos demos una idea de lo interesantes que pueden ser estas preguntas:
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2. ¿Es la música una “revelación”... o forma parte de la cultura humana, o es una parte de la naturaleza?…
8. ¿Se ajusta la música a leyes o valores universales... o son particulares y circunscritos a culturas o épocas determinadas?…
10. ¿Las leyes, valores o estructuras musicales son superestructuras sociales o políticas, o son... determinantes de los mismos valores o leyes... o acaso son paralelas a ellas?…
11. ¿Se mantienen las leyes o estructuras musicales en el “horizonte psicológico subjetivo” de las emociones o de los sentimientos
psicológicos, o desbordan este horizonte?...28
El autor, sin embargo, no nos deja en el vacío. Como buen teórico de la
música, nos ofrece una lista de las publicaciones más recientes en lo
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DE LA MÚSICA
relativo a la filosofía de la música, para todo aquel que quiera continuar y ahondar en el tema, así como unas observaciones y conclusiones
finales. Que, por supuesto, omitiré para no deteriorar el final de la obra
y para que el lector el saque sus propias conclusiones.
Enhorabuena por este texto, inédito en México, de la Historia de la
Filosofía de la Música.
Cortés Cisneros, Oscar Andrés, Historia de la Filosofía de la Música,
Una introducción a sus antecedentes, aporías y escolios, Palabra de Clío
A. C., México, 2020, 332p.
Notas
1
Refiriéndose al tema, debatible por supuesto, del paso del “Mito al Logos en Grecia”, en la
obra Historia de la Filosofía (1941) de Julián Marías. Cfr. Oscar Andrés Cortés Cisneros, Historia de la Filosofía de la Música, Una introducción a sus antecedentes, aporías y escolios., Palabra
de Clío A. C., México, 2020, pp. 34.
2
Cortés, op. cit., pp. 57.
3
Ib., pp. 59.
4
Ib., pp. 70.
5
Ib., pp. 86 Estableciendo en este caso, como en muchos otros, los ineludibles compromisos
filosóficos que el autor tiene que soslayar para poder escribir una obra de este carácter. Sin
necesidad de polemizar a cada paso que se da.
6
Ib., pp. 87.
7
Ib., pp.125.
8
Ib., pp. 134.
9
Ib., pp.144.
10
Ib., pp.177.
11
Ib., pp.178.
12
Ib., pp. 188.
13
Catafática es la teología a partir de la afirmación y la Apofática es la teología a partir de la
negación.
14
Prácticamente desconocida en círculos ajenos a la filosofía de la música.
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15
Ib., pp. 197.
16
Es decir, a las ocho esferas tradicionales se les agrega la novena. En el caso de Giorgi co-
rresponde al noveno orden angelical: esto es, el de los Serafines; Ib., p. 222.
17
Ib., pp. 225. Distancia que midieron Aristarco de Samos e Hiparco de Nicea y que efecti-
vamente es igual a la distancia media entre la Luna y la Tierra.
18
Ib., pp. 234.
19
Ib., pp. 249.
20
Ib., pp. 252.
21
Ib., pp. 259-260.
22
Aquí como historiador no puedo pasar por alto que el autor estira la convención de lo que
la historiografía tradicional denomina “Edad Moderna”, esto es, la Historia del siglo XVI al
XVIII. Pero, como hemos mencionado, se trata de eso, de una convención. Para un servidor
totalmente justificable. Pero esperamos que, en futuras obras, el autor explique el por qué de
ese “estiramiento” de la Edad Moderna hasta el siglo XX, si mi interpretación es correcta.
23
Ib., pp. 260.
24
Ib., pp. 265.
25
Diría yo: igual que todos Y agregaría que de cualquier área del conocimiento humano.
26
Ib., pp. 281.
27
Al fin y al cabo, esto es tan sólo una reseña hemerográfica de un amigo historiador y no una
evaluación interpares o una dictaminación.
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28
Ib., pp. 282 y 283.
Se terminó de imprimir en enero de 2021
en los talleres de Fernando González Duke
Tlacoquemecatl 533-3 Col. Del Valle,
C.P. 03100, Municipio Benito Juárez
Ciudad de México.