NOTAS CRITICAS
EMOCIONES Y CLASES NATURALES.
CONTRAPUNTO ENTRE GRIFFITHS Y ELSTERl
DIANA PÉREZ
Universidad de Buenos Aires- CONICET
En Strong Feelings. Emotion, Addiction and Human Behavior,
Jon Elster defiende la idea de que las adicciones son clases naturales
pero las emociones no lo son. Para ello, señala las relaciones existentes entre dos tipos de análisis de estos fenómenos, el análisis conceptual (que él denomina "fenomenológico"), y el análisis causal: en tanto
es posible ofrecer sólo el primero en el caso de las emociones, el segundo está bastante exhaustivamente estudiado para el caso de las adicciones (químicas). Y sin la posibilidad de proveer un análisis causal de
un fenómeno no es posible incorporarlo en una pintura científica del
mundo y tratarlo como una clase natural, esto es como un concepto
que permite "cortar al mundo por sus articulaciones", como suele decirse. De acuerdo con el análisis conceptual, las emociones se caracterizan por los siguientes rasgos: (1) poseen un sentimiento (feeling)
cualitativo único o específico, (2) aparecen súbitamente, (3) ocurren
espontáneamente, (4) poseen una duración breve, (5) pueden ser disparadas por un estado cognitivo, (6) exhiben direccionalidad hacia un
objeto intencional, (7) inducen cambios fisiológicos (excitación), (8) poseen expresiones fisiológicas y fisionómicas especiales, (9) inducen específicas tendencias a la acción, (10) tienen una determinada valencia
(i. e., son acompañadas o bien de placer o bien de dolor).
Según Elster, los rasgos más robustos de las emociones son: 3, 5,
6, 7, 9 y 10; por su parte los rasgos 2, 4 y 8 están relacionados con las
emociones que también se observan en algunos animales y son propias
de lo que algunos científicos (P. Ekman, por ejemplo) denominan "emociones básicas"2: miedo, sorpresa, ira, asco, tristeza y alegría3.
1 Agradezco los comentarios de Liza Skidelsky a una versión previa de
este trabajo, que me han permitido mejorarlo sustancialmente.
2 Emociones "básicas" como opuestas a las emociones superiores o cog·
niti vas.
3 3 y 10 son característicos de lo que Elster denomina "estados viscerales", no son específicos de las emociones.
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Por su parte, el análisis conceptual de las adicciones permite
caracterizarlas por los siguientes rasgos: (1) euforia y placer; (2) disforia y displacer; (3) deseo vehemente/ansia (crauing); (4) tolerancia
(porque cada vez se necesita más para el mismo efecto); (5) dependencia de indicios (cue dependency): no sólo se estimula el deseo por
la presencia de la droga, sino por los lugares, olores, recuerdos, etc.;
(6) dependencia de las creencias: se cree que hay droga cerca y se desea; (7) daño objetivo; (8) abandono de toda otra actividad; (9) alteración del humor; (10) deseo de abandonar; (11) incapacidad de
abandonar; (12) negación; (13) lucha por el autocontrol; (14) recaída
(relapse).
Elster propone considerar estrictamente como adicciones a
lo que se suele denominar "adicciones químicas", esto es adicciones
causadas por alguna sustancia, como por ejemplo drogas, y prefiere
no contar como adicción genuina a otras conductas como la compulsión a apostar, etc., que no son causadas por sustancias químicas.
Ahora bien, en tanto las adicciones químicas tienen mecanismos
causales que las explican y que son conocidos por las ciencias médicas, las emociones, tomadas en su conjunto, no tienen un único mecanismo causal explicativo subyacente. Y este hecho -que atañe, en
principio, a nuestro conocimiento actual- es sostenido por Elster no
sólo como una limitación epistémica, sino como un hecho propio de
las emociones mismas. Elster fundame-nta esta idea en las siguientes razones. En primer lugar, hay una ambigüedad en los términos
de emoción ya que pueden referirse a estados de dos tipos, a estados ocurrentes emocionales, o a disposiciones emocionales. Para los
primeros suelen buscarse los caminos neurofisiológicos por los cuales la percepción y la cognición causan las emociones ocurrentes. Para las disposiciones emocionales suelen tratar de identificarse los
mecanismos evolutivos que las han producido. Pero, señala Elster,
ninguna de las dos estrategias ha permitido obtener una comprensión unificada de las emociones.
En segundo lugar, Elster ofrece razones para sostener que no
puede haber un estudio científico exhaustivo de las causas de las
emociones: primero, porque hay problemas éticos y prácticos con la
experimentación; segundo, porque hay estados cognitivos complejos
que están ellos mismos involucrados en la emoción, y cuya base neurofisiológica es imposible de identificar; tercero, porque las emociones conforman (shape) la cognición, que a su vez altera la emoción
(pp. 44-45).
La conclusión que extrae Elster hacia el final del capítulo 2,
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es que las emociones menos cognitivas son mejor conocidas causalmente pero hay problemas con las más cognitivas, por eso el análisis causal no da una explicación unificada de las emociones. Nótese
que para legitimar su tratamiento de las adicciones como clases naturales Elster no tiene empacho en dejar de lado las adicciones no
químicas cuestionando que deban ser entendidas como adicciones.
Ahora bien, como es sabido el modus ponens de un filósofo es
el modus tollens de otro y, a partir de los mismos hechos que reconoce Elster, otro autor ha extraído recientemente conclusiones
opuestas. Tal es el caso de P. Griffiths en su libro What emotions
Really Are? en donde defiende la idea de que hay diversos mecanismos causales, estudiables mediante diversas disciplinas científicas
(la biología evolutiva por un lado, y la antropología, psicología y/o
sociología por el otro), que subyacen a (o implementan) los diversos
tipos de emociones. La idea de que hay diversos tipos de emociones
no es extraña a Elster, ya que él acepta que hay emociones en las
que lo cognitivo parece estar casi ausente, hay una fuerte relación
con la neurofisiología de base y una fuerte conexión con nuestros antepasados evolutivos, en tanto que hay otras emociones en las que
lo cognitivo es mucho más fuerte. Pero la conclusión de Griffiths a
partir de la aceptación de esta diversidad, es la contraria a la de Elster: dado que para él los términos de emoción son términos de clase
natural, y dado que hay diversidad de mecanismos subyaciendo a
los diversos tipos de emociones, entonces el término general "emoción" debe ser descartado (o, si se prefiere, eliminado) como categoría científicamente relevante aunque deben conservarse los
términos de emociones particulares, por ejemplo miedo, alegría, asco, amor, culpa, en la medida en que alguna u otra disciplina científica encuentre una u otra base causal que dé cuenta de los
fenómenos subsumidos en ellos.
Griffiths parte de la idea de que el análisis conceptual solo no
alcanza para dar cuenta de las emociones y sobre todo para explicar
en qué difieren éstas de los estados intencionales no-emocionales como las creencias y los deseos4. Elster concluye su libro (cap. 9) mostrando que el término "emoción" posee una referencia dividida. En
el caso de las emociones básicas la esencia de las emociones particulares puede identificarse con un cierto programa de afectación
(affect program) que permite explicar cómo es que las respuestas
4 Las críticas de Elster al análisis conceptual están desarrolladas en el
capítulo 2.
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emocionales (al miedo, al asco, a la alegría, etc.) son (1) coordinadas,
porque varios elementos ocurren juntos en patrones reconocibles;
(2) automáticas, porque se dan sin necesidad de una dirección conciente; y (3) complejas, dado que incluyen varios elementos, a saber:
(a) cambios en las expresiones faciales, (b) respuestas musculoesqueléticas como alejamiento o cambios de orientación del cuerpo, (e)
cambios de expresión vocal, (d) cambios en el sistema endocrino y
consiguientes cambios en el nivel de hormonas, y (e) cambios en el
sistema nervioso autónomo5. Esta explicación sólo alcanza a las
emociones que no varían de cultura en cultura; para estas últimas,
por el contrario, Griffiths acepta una explicación de tipo construccionista social, donde las emociones se entienden a partir de la idea
de la asunción de un cierto rol social (y no a partir de la idea de un
construccionismo social basado en conceptos sociales)6. Como se
puede ver, desde esta perspectiva, el análisis conceptual de las emociones debe ser acompañado por el estudio científico (biológico, antropológico, etc.) de los fenómenos emocionales.
Este "modus tollens" de Griffiths permite solucionar un problema que presenta la posición de Elster y que quisiera señalar. Elster tiene dificultades para decidirse acerca de la cuestión de la
universalidad de las emociones. Con respecto a las adicciones, no
tiene dudas: se trata de un fenómeno "artificial" (p. 197), por cuanto es producido por la acción de sustancias químicas, no por percepciones o creencias, y "no universal" (p. 205), puesto que no se
manifiesta en todas las culturas. En efecto, porque nuestros cerebros son como son en virtud de su historia evolutiva, es que puestos
en contacto con ciertas sustancias químicas producen ciertos mecanismos, que en algún momento se conceptualizaron como vicios (capítulo 4, parágrafo 3), y hoy se conceptualizan como una
enfermedad que debe ser tratada. En el caso de las emociones, por
el contrario, Elster se muestra más indefinido. En el capítulo 2 dice
que no son fenómenos universales, pero más adelante, en los capítulos 4 y 6, las considera como fenómenos naturales y universales,
fuertemente ligadas a nuestra red de creencias y percepciones (en
oposición a las adicciones, que son casi inmunes a ellas) y por lo tanto altamente involucradas en la génesis de las conductas humanas.
Para compatibilizar esta idea con el hecho de que no hay los mismos
conceptos de emociones en todas las culturas, Elster distingue entre
5
6
El capítulo 4 está dedicado a desarrollar estos hallazgos.
El capítulo 6 está destinado a desarrollar estas ideas.
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protoemociones (o emociones no conceptualizadas) versus emociones
propias o conceptualizadas (en p. 105, aunque en p. 114 dice de nuevo que no puede responder a la pregunta por la universalidad de las
emociones).
La idea de Griffiths de distinguir entre emociones básicas
(que serían las que todos los humanos compartimos porque están
ya presentes en nuestros antepasados, los monos, y que tienen una
fuerte base neurofisiológica y una explicación evolutiva) y otras
no-básicas, más cognitivas (como dice Elster), permite entender más
claramente el problema de la universalidad: hay algunas emociones
universales que son las que tenemos por ser miembros de la especie
hamo sapiens sapiens y por la historia evolutiva de nuestra especie,
y otras que dependen de la cultura en la que nos hemos criado, y de
los roles sociales que nuestra cultura es capaz de asignar. (Este hecho permite entender, además, por qué estas otras emociones no-básicas deben ser estudiadas no por la biología, sino por disciplinas
cognitivas o sociales, como la psicología, la sociología, la antropología, etc.)
Ahora bien, ¿cuál es la razón por la cual Elster descarta la
idea de considerar a las emociones como clases naturales? A mi juicio esto está relacionado con una idea demasiado tradicional de la
noción de "clase natural" que ha sido cuestionada, correctamente a
mi entender, en los últimos años. La idea mínima de clase natural
que creo razonable sostener es la siguiente. Observamos que se dan
en diversas ocasiones un cúmulo de fenómenos o de propiedades
conjuntamente. Y nos preguntamos qué hay detrás de estos fenómenos o propiedades, qué los ata, y los hace presentarse juntos. Así, vemos algo incoloro, inodoro, bebible, etc., y nos preguntamos qué es
eso; la química nos enseña que es HzO y que estas propiedades observadas son explicables por las micropropiedades del oxígeno y del
hidrógeno.
Los filósofos han propuesto diversas teorías para dar cuenta
de este hecho. Y varias cuestiones filosóficas se entrecruzan al tratar de explicar qué son las clases naturales. En un extremo del espectro podríamos ubicar a un realista científico, como el Putnam de
"The Meaning of 'Meaning"'; en el otro extremo podemos ubicar a un
construccionista social como Hacking. En el medio de estas dos posiciones hay un continuo de opciones interesantes, donde creo que
sería prudente ubicarse.
Recordemos brevemente la propuesta de Putnam (1975): el
significado de los términos de clase natural está constituido por
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una n-tupla que incluye marcadores sintácticos, marcadores semánticos, estereotipos, y un elemento indexical. El estereotipo está constituido por el conjunto de creencias que el hablante comparte con
otros hablantes y que posibilitan la comunicación, son los criterios
que exhiben los hablantes de acuerdo con los cuales se incluyen objetos bajo el alcance de tal o cual término. (El estereotipo se corresponde con el listado de rasgos provistos por el "análisis fenomenológico" que Elster ofrece para el caso de las emocion('s.) Por otra parte, el componente indexical apunta, para Putnam, a la esencia del
fenómeno nombrado por el término de clase natural, es en este punto en que el mundo se inmiscuye en el significado del término de
clase natural, dando lugar a la tesis externalista que hizo famoso este trabajo. Para Putnam (1975) la esencia se conoce científicamente; el caso paradigmático es "agua" cuya esencia descubierta científicamente es H20. Ese aspecto del significado del término permite
entender la búsqueda de mecanismos causales subyacentes que explican la ocurrencia de los aspectos fenomenológicos del objeto o sustancia en cuestión, esto es, los rasgos que constituyen el estereotipo:
la química, supuestamente, permite entender por qué el agua, que
sabemos que es H20, posee las propiedades que constituyen su estereotipo: ser incolora, ser inodora, aplacar la sed, entrar en ebullición a cien grados centígrados, etc.
Yo creo que podría defenderse una posición similar a, aunque
menos comprometida metafísicamente que, la de Putnam en la que
su esencialismo metafísico se transforme en un esencialismo psicológico7, esto es en una tendencia de los seres humanos a tratar de
responder por qué ciertas propiedades que se nos presentan juntas
están realmente juntas (a pesar de no encontrarse relacionadas de
modo lógico o conceptual). En esta búsqueda los humanos tendemos
7 "Esencialismo psicológico" está tomado de Medin, D. (1989), "Concepts
and Conceptual Structure", American Psychologist, Vol. 44, Nº 12 y de Murphy
y Medin (1985), "The Rol of Theories in Conceptual Coherence", reimpreso en
Laurence y Margolis (1998), Concepts. Core Readings, MIT Press, y apunta a un
fenómeno estudiado dentro de la psicología de conceptos que parece indicar que
muchos de nuestros conceptos funcionan de la manera que se describe en el
cuerpo del texto, y no, como sostiene la teoría prototípica de conceptos, por un
conjunto de rasgos superficiales solamente, ni por condiciones necesarias y su·
ficientes. Esta teoría psicológica de los conceptos es conocida como "visión teóri·
ca" o "visión explicativa" de los conceptos. Para una presentación de esta teoría
en contraposición con otras, puede consultarse la excelente "Introducción" delli·
bro de Laurence y Margolis (1998).
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a ofrecer hipótesis, algunas mejores que otras, que son confrontadas
con el mundo, y rechazadas o mantenidas como resultado de tal confrontación. Puede ocurrir que encontremos una microestructura
subyaciendo al cúmulo de propiedades observables, puede que encontremos alguna función escondida, o que encontremos alguna explicación cultural acerca de por qué percibimos juntas ciertas
propiedades. El hecho de que nuestra cognición manifieste esta tendencia a buscar más allá no significa que lleguemos a encontrar algo único, ni supone que ese algo deba ser estudiado por una
disciplina científica determinada (la que estudia el microcosmos, la
química, por ejemplo) y no por otra, por ejemplo la antropología o la
biología evolutiva. Sólo supone que tenemos la tendencia a buscar
más allá de lo observableS. Si volvemos sobre los argumentos propuestos por Elster mencionados más arriba que concluían la imposibilidad de estudiar científicamente las emociones, podremos
darnos cuenta de que en ellos el concepto de ciencia involucrado es
mucho más acotado y que excluía varias de las disciplinas científicas que de acuerdo con esta propuesta es posible tomar en cuenta
para determinar las "esencias" de las clases naturales.
Si adoptamos esta manera más laxa que la de Putnam de entender las clases naturales creo que podemos poner en duda la afirmación de Elster de que las emociones no son clases naturales. No
es necesario encontrar un mecanismo causal descriptible a nivel microfísico, como parece pretender Elster, para que un cierto término
denote una clase natural. Observamos una serie de fenómenos que
usualmente se presentan juntos, por ejemplo, la palidez del rostro,
la aceleración del ritmo cardíaco, un aumento en los niveles de adrenalina, ciertas acciones concomitantes de huida, ciertas emisiones
características ("iTengo miedo!"), y decimos que la persona observada tiene miedo. Y queremos averiguar qué es lo que hace que lamayoría de las personas al experimentar miedo exhiba estas conductas
y estos cambios. Y tenemos derecho a buscar una respuesta. Si suponemos que esa respuesta sólo la puede dar una determinada disciplina científica, y no la encontramos, entonces tal vez nos veamos
tentados a decir que no estábamos ante una clase natural después
de todo. Pero si somos un poco menos exigentes metafísicamente y
8 Griffiths dedica los capítulos 7 y 8 de su libro a desarrollar una noción
de clase natural no esencialista (metafísicamente hablando) dando apoyo a este
desarrollo atendiendo sobre todo a las clases naturales propias de la biología y,
en menor medida, de la psicología.
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aceptamos que la búsqueda de la explicación deseada no debe restringirse a un cierto conjunto limitado de disciplinas científicas, entonces tal vez logremos un avance en la comprensión de ciertos
fenómenos mentales como las emociones, que Elster parece considerar imposible, sosteniendo que no hay mejor lugar que la literatura
para comprender esta parte de nuestra vida mental.
Pensar a los conceptos mentales como conceptos de clase natural tiene, en mi opinión, una serie de ventajas importantes: alienta la investigación científica de los fenómenos mentales; permite
dar cuenta de la continuidad entre la psicología de sentido común y
la psicología científica; y a partir de la idea de esencialismo psicológico que mencioné arriba, se da cuenta de la posibilidad de buscar
las "esencias" de los fenómenos mentales en diferentes teorías científicas, tanto naturales como sociales; además, se deja abierta laposibilidad de explicar cierta heterogeneidad que existe entre los
diversos fenómenos mentales por cuanto resulta difícil encontrar un
rasgo común a todos ellos, atribuyendo esta heterogeneidad a la
subyacente heterogeneidad de esencias postuladas por las distintas
disciplinas científicas9.
9 Hay un par de consecuencias adicionales de este punto de vista, rela·
tivas a discusiones recientes en el ámbito de la filosofía de la mente, que desarr·ollo en "'Mental Concepts as Natural Kincl Concepts" (en prensa).
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