Pieza metálica intercambiable, que corresponde a la punta de las plumas antiguas. Requieren ser untadas en tinta para poder escribir. Se asegura a un portaplumas.
El que se gana la vida con la plumilla, esto es, escribiendo. Prácticamente en desuso. Por extensión se ha usado para otras profesiones, p. ej.: es aplicable a un escritor, aunque no es lo habitual. Es término más bien despectivo.