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Epocas Difíciles

El documento aborda las diferentes etapas del matrimonio, desde la luna de miel hasta la vejez, destacando la importancia de la intimidad, la influencia mutua y los desafíos como problemas económicos, celos y violencia familiar. Se enfatiza la necesidad de sanación y acompañamiento en casos de abuso, así como la distinción entre separación y divorcio, subrayando que el divorcio solo es legítimo por adulterio. Finalmente, se menciona la posibilidad de perdón y reconstrucción del matrimonio a través de la gracia de Dios.
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Epocas Difíciles

El documento aborda las diferentes etapas del matrimonio, desde la luna de miel hasta la vejez, destacando la importancia de la intimidad, la influencia mutua y los desafíos como problemas económicos, celos y violencia familiar. Se enfatiza la necesidad de sanación y acompañamiento en casos de abuso, así como la distinción entre separación y divorcio, subrayando que el divorcio solo es legítimo por adulterio. Finalmente, se menciona la posibilidad de perdón y reconstrucción del matrimonio a través de la gracia de Dios.
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EPOCAS DIFÍCILES

Luna de Miel
* Momento de intimidad, de afianzar la amistad, de alegría, no
hay tiempo
* Es un tiempo de desenmascaramiento
*Los primeros años de casados
Dt 24:5 Cuando alguno fuere recién casado, no saldrá a
la guerra, ni en ninguna cosa se le ocupará; libre estará
en su casa por un año, para alegrar a la mujer que
tomó.

* Se colocan las bases del matrimonio y del hogar para


el resto de sus vidas.
* Pasar tiempo juntos y en intimidad: importantísimo
* LA MEDIA EDAD

* Es una época de mucha influencia y fruto. El


matrimonio puede servir como referente para otros
matrimonios.

* Para otros matrimonios, sin embargo, es un tiempo


de ruptura, se mantienen unidos por los hijos y por
guardar las apariencias.
* LOS AÑOS DORADOS

* Son matrimonios que viven para el Señor y


siguen siendo de influencia para otros
matrimonios.

* Requieren mucha atención


*La muerte de un cónyuge
Salmo 116:15 Estimada es a los ojos de
Jehová la muerte de sus santos.
* La muerte del cónyuge debe ser enfrentada como una
transición al cielo.
* Proceso del duelo: causa mucho dolor, depresión,
enojo con Dios, aceptación, quietud interior
* Iglesia: ministrar. Incluirlas en actividades y en
eventos sociales con amigos en la fe.
* LOS SUEGROS
CASA-DOS

* El Nuevo hogar tiene su propia individualidad.

* La flamante pareja necesita la oportunidad de ver a


Dios obrar en forma clara y directa con su hogar sin la
interferencia de terceros.
*Gn 2:24; Mr 10:7; Ef 5:31
* 1 Co 11:3

En estos pasajes no aparecen los suegros ni nadie


*PROBLEMAS ECONÓMICOS
Las crisis económicas, por las que pasan los
cónyuges, pueden afectar seriamente la relación
conyugal, si éstos no buscan en Dios la gracia
para resistir sus consecuencias, y conservar la
unidad.
En este momento, pueden surgir acusaciones
mutuas, sentimientos de inferioridad o
superioridad, y la falta de dinero puede volverse
el “chivo expiatorio” de resentimientos antiguos
o de una pereza en el diálogo.
* CELOS
*Demostrar Falta de confianza en el cónyuge
*Inmadurez y desconfianza de uno mismo
“Te vi charlando con ese muchacho/a. Le sonreíste dos
veces”
Expresiones como éstas le quitan la gracia y el descanso
de la libertad y confianza a la otra persona, que termina
sintiéndose aprisionada por la relación y reacciona
explotando en el momento menos esperado.
Otra crisis muy seria es la del envejecimiento de las relaciones, la
famosa “pérdida de novedad”, que puede acabar en infidelidad.
Al olvidar que todo ser humano será siempre un misterio y una novedad, uno
o ambos pueden proyectar su propio tedio interior en el rostro del otro, y
pensar que van a reencontrar la alegría en otra compañía.
No es raro que después de algún tiempo el cónyuge que buscó una nueva
aventura termine cansándose, y quiera Dios que haya manera de regresar,
pues ya habrá involucrado a muchos otros en su decisión precipitada.

Permanecer fiel
¿Qué lleva a una pareja que fue capaz de enfrentar tantos desafíos juntos, a
desistir en un momento que debería ser el más feliz y tranquilo de su
relación? Este, que sería el periodo de la cosecha, el tiempo más rico y
precioso de la vida conyugal, se transforma muchas veces en motivo de
indiferencia o implicaciones mutuas.
* LA VIOLENCIA FAMILIAR

La violencia intrafamiliar no solo es un patrón cultural,


aunque en muchos lugares aún se cree que el esposo es
dueño de la esposa y por tanto tiene el derecho de
lastimarla; o que los hijos le pertenecen a los padres y
pueden hacer lo que deseen con ellos. Como cristianos,
sabemos que la fuente de la violencia es el pecado que
mora en el hombre, el pecado que no se rinde al Señor
(Stg. 4:1-2). Si entendemos que la violencia es la
expresión más grande de ira por la necesidad de
controlar a otros y someterlos a sus deseos,
encontraremos todo tipo de violencia con la cual lidiar.
Es un problema del corazón.
¿Cómo puede ser la iglesia local un lugar de refugio, restauración, y confrontación en
un caso de violencia intrafamiliar? Aquí cuatro cosas a tomar en cuenta:
1. Resguardo inmediato de la víctima
Los golpes son heridas físicas serias que deben ser tratadas inmediatamente. La
víctima que ha sido lastimada debe ser alejada de su abusador y resguardada, ya sea
con un familiar o alguien de la congregación (Proverbios 22:3). La situación debe
reportarse a las autoridades pertinentes, y se debe acompañar a la víctima mientras se
realiza su informe médico.

Las personas iracundas y violentas suelen vivir en un ciclo de patrón repetitivo:


violencia, cargo de conciencia, pedir disculpas, un tiempo de aparente paz, y el ciclo
inicia nuevamente. Algunos abusadores, cuando ven escalar la situación, inician con el
cargo de conciencia y un aparente arrepentimiento porque el temor de lo que no
pueden controlar les abruma. Las personas que están apoyando a la víctima deben
saber controlar este tipo de comportamiento para no dejarse manipular.
Esto es de suma importancia: la iglesia local debe contar con un grupo de personas
que sepan cómo manejar estos casos, que atiendan, cuiden, y apoyen en estas
situaciones. Esto incluye la atención médica, espiritual y, dependiendo el caso,
gubernamental.
2. Confrontación
Parte de ayudar a la víctima es confrontar al abusador. Mateo 18 nos enseña acerca de
la disciplina para el hermano que ha pecado. Si el abusador se congrega y se profesa
creyente, los ancianos necesitan confrontarlo; deben apuntar al evangelio para
arrepentimiento y perdón. Si resiste en arrepentirse, el asunto debe ser notificado a la
congregación. Si aún así no se arrepiente la Biblia nos dice que debemos tenerlo como
“gentil y publicano”, es decir, como a un inconverso. En 1 Corintios 5 vemos que Pablo
hace lo propio con una persona que se rehúsa a arrepentirse, al entregarlo “a Satanás
para la destrucción de su carne, a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor
Jesús” (v. 5). El propósito de esto es la restauración, la cual se lleva a cabo “si ganas a
tu hermano” (Mt. 18:15).
Existen casos de todo tipo; algunas familias han guardado el secreto por mucho
tiempo, otras lo han contado pero no han querido ayuda directa, y otros han sido
casos sorpresivos. De cualquier forma, si ambas partes implicadas son creyentes y
parte de una comunidad o iglesia local, deben ser atendidos para ayudarlos a sanar.
Lastimosamente, si no se practica la confesión y el arrepentimiento en el discipulado
en comunidad, habrán casos que pasen desapercibidos. He ahí la importancia del
llamado al creyente a congregarse y ser discipulado.
3. Sanidad
La gracia de Cristo está tanto para la víctima como para el abusador. Sin embargo, Dios
muestra amor y misericordia a la víctima y al abusador de diferente forma. A la
víctima, al acompañarle en su dolor físico y emocional; al abusador al acompañarle en
las consecuencias de su pecado, incluso si resulta en el encarcelamiento.
Cada caso es diferente, sin embargo, las palabras de Juan el Bautista y de Jesús,
“arrepiéntanse y conviértanse” aplican para toda la vida del cristiano. Nuestro corazón
sana a través del arrepentimiento y del perdón; nuestras relaciones se restauran a
través del arrepentimiento y del perdón. Cristo muestra esto cuando nos llama a creer
en Él. Vemos nuestra condición de pecado por Su gracia, corremos en
arrepentimiento por vivir una vida alejada de Él, y nos convertimos para creerle y
seguirle. Él nos restituye al perdonar nuestros pecados. La restitución sólo sucede
cuando hay arrepentimiento y un perdón genuino. Entonces tanto el perpetrador
como la víctima pueden reconstruir una relación con Dios primeramente, y que de
ella fluya la restauración de su familia.
Buscar la sanidad es importante tanto para la comunidad local como para la familia
afectada. Dios ha enviado a su único Hijo para sanar nuestros corazones de todo
pecado, de toda idolatría, y de todo salvador sustituto que ha controlado nuestras
emociones y pensamientos. Ni la víctima ni el abusador pueden ser restaurados o
ayudados sino reconocemos que necesitan ser sanados. Si el abusador no desea esta
sanidad, debe ser dejado a las consecuencias de su pecado, orando que pueda
regresar a su Creador.
4. Acompañamiento
Ya sea que lo sucedido se suscite en pocos días o tome años, la víctima debe ser
acompañada por uno de los pastores, diáconos, o líderes que brindan en amor la
ayuda que se necesita. Las víctimas necesitan reordenar su vida a través del
evangelio. Muchas de las víctimas experimentan períodos de depresión,
alejamiento, vergüenza, y debilidad en su fe. Necesitan de una comunidad que
los abrace y les recuerde las verdades imperecederas de la Palabra de Dios
reveladas en Cristo.
Algunas víctimas también pueden tender a lastimarse o lastimar a otros, porque
han aprendido a defenderse y responder con violencia. Algunos simplemente se
alejan de su comunidad y de buscar al Señor porque temen relacionarse
nuevamente. Muchas implicaciones provienen de una situación violenta, pero
pueden ser restauradas y requieren de acompañamiento mientras el Espíritu
Santo obra en la víctima.
Si el abusador desea restauración, debe ser separado de la víctima, mientras
muestra un verdadero arrepentimiento, ya sea que esté en las manos de
autoridades legales o viviendo solo. Cuando los pecadores violentos abrazan el
amor de Jesucristo, la doctrina, la mirada introspectiva, la estructura, el
compromiso, la comunidad, y el consejo se transforman en canales por donde
fluye y se manifiesta la eficaz gracia de Cristo.
Separación y Divorcio. No son lo mismo.
LA SEPARACIÓN:

NO es una ruptura del lazo matrimonial. Un diccionario cualquiera la define como "Interrupción
de la vida en común de dos personas casadas, por común acuerdo o por decisión de un
tribunal, sin que se rompa definitivamente el matrimonio".

De hecho en los códigos civiles de los países occidentales se mantiene la obligación de guardar
fidelidad al cónyuge del que uno se ha separado. Es evidente que en la sociedad actual solo las
personas de firmes convicciones morales o religiosas mantienen esta fidelidad.

La Biblia nos habla de este caso por ejemplo en 1ª de Corintios 7: 11-12:

"...y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido"

El contexto nos muestra que la separación no es el estado ideal ni la voluntad de Dios para un
matrimonio cristiano. Pero si por diversos motivos (maltrato físico, abusos, etc.) uno de los
cónyuges decide separarse y abandonar la vida en común, la Biblia parece indicar con toda
claridad que esto es posible, pero que sigue siendo un matrimonio en toda regla, y que debe
permanecer casto, sin casarse y en todo caso debe buscar la reconciliación.
¿DIVORCIO ENTRE CRISTIANOS Y SEGUNDO
MATRIMONIO?
Para los códigos civiles del mundo : disolución del lazo matrimonial. El
matrimonio deja de existir y uno puede volverse a casar. Desgraciadamente
esta falsa idea ha entrado en la Iglesia, y no es raro encontrarse con
congregaciones donde muchos de sus miembros han estado unidos a otras
personas no una ni dos, sino tres o más veces.

Sin embargo el Nuevo Testamento deja claro que solo hay UNA razón
legítima ante Dios para divorciarse entre cristianos (y esto incluye a parejas
donde uno solo de los dos cónyuges lo es): El adulterio.

Todas las otras razones que uno pueda proponer para repudiar a (divorciarse
de) su pareja son falsas: Falta de amor, malos tratos, impedimento de seguir
la fe, etc. que solo tienen como salida la separación, pero NO el divorcio.
Veámoslo:
"Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de
fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete
adulterio..." (Jesús en Mateo 5:32).
Una persona que se divorcia de su marido o mujer por cualquier
otra causa comete un gravísimo pecado. Por ello la Biblia nos
dice de ella:
"La cual abandona al compañero de su juventud, y se olvida del
pacto de su Dios. Por lo cual su casa está inclinada a la muerte,
y sus veredas hacia los muertos" (Prov. 2:16-18)

Ante los ojos de Dios una unión de una persona divorciada sin
que haya sido por causa de fornicación del cónyuge, está
cometiendo fornicación, adulterio, y haciendo que el (o la) que
se ha casado con él (o ella) fornique y adultere: "...y el que se
casa con la repudiada, comete adulterio...".

Sólo hay un camino para el divorciado vuelto a casar (salvo causa


de fornicación): El arrepentimiento genuino: Dejar esa relación
adúltera.
Dios es un Dios de misericordia y perdón, y la persona agraviada debe tomar su
decisión y ver si está dispuesta a perdonar, rehaciendo su vida con su cónyuge, aún a
pesar de lo ocurrido. La «infidelidad marital» le da luz verde para el divorcio, pero la
persona puede decidir perdonar.
Aún cuando se haya cometido adulterio, una pareja puede por medio de la gracia de
Dios aprender a perdonar, y comenzar a reconstruir su matrimonio. Dios nos ha
perdonado mucho más. Con seguridad podemos seguir Su ejemplo y aún perdonar el
pecado del adulterio (Efesios 4:32). Sin embargo, lamentablemente, en muchas
ocasiones, el cónyuge que cayó en adulterio no da muestras de arrepentimiento, sino
que persiste en justificarse, en su engaño y continúa en inmoralidad sexual.
Posiblemente ahí es donde Mateo 19:9 puede ser aplicado.
Un segundo matrimonio después de un divorcio puede ser una opción en algunas
circunstancias, pero eso no significa que esta es la única opción. Después de un
divorcio, algunos se precipitan a pensar en un segundo matrimonio. Esto no es
sabio. ¿Por qué salir de una atadura para entrar en otra peor?. Lo correcto es buscar la
voluntad de Dios, ayunando y orando. Clamando a Dios que Él le hable y le dé una
respuesta clara como la luz del mediodía. Debemos entender que hay personas que no
están preparadas para vivir solas, otras por el contrario, tienen el carácter y la fortaleza
para sacar su familia adelante por sí solas.

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