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Rio de DIOS - El Poder de Ofrenda I II

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Las ofrendas tienen autoridad y bendición.

Aunque la gente las


menosprecia, ofrendar podría ser la solución a nuestros
problemas.
EL PODER DE LAS OFRENDAS I Y II

1) JESÚS OFRENDA SANADORA


2) JESÚS MIRA NUESTRAS OFRENDAS
3) LA OFRENDA TIENE RESPUESTAS
4) EL SEÑOR PUEDE RECORDARNOS POR ELLAS
5) ¿ QUÉ DEBEMOS HACER PARA RECIBIR?
6) ¿ QUÉ HABREMOS DE RECIBIR?
7) EL GRANO DEBE MORIR
8) DIOS DA SEMILLA AL QUE SIEMBRA
9) DIEZMOS Y PACTOS
JESÚS OFRENDA SANADORA
Efesios 5:1-2 dice: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos
amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y
se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a
Dios en olor fragante”.

Él fue tan poderoso como ofrenda, que ya no necesitamos


ofrendar por el perdón de nuestros pecados. Sería una
abominación presentar un sacrificio por encima del sacrificio
que Jesús hizo en la cruz del Calvario.

Filipenses 4:18 explica: “Pero todo lo he recibido, y tengo


abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo
que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a
Dios”.

Lo mismo que se dice de Jesús como ofrenda, se dice también


de las nuestras. Por eso debemos aprender a presentarlas y a ser
honestos delante de Dios. Por medio de una ofrenda fuimos
salvos.
Génesis narra que Dios pidió como ofrenda lo que más le había
costado a Abraham, su hijo.1 Él puede pedir lo que da. Nadie
puede ofrendar a Dios algo que Él no haya dado primero.

1 Crónicas 29:14 aclara: “Porque ¿quién soy yo, y quién es


mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente
cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu
mano te damos”.

Dios es nuestro proveedor. La primera vez que se oyó la frase:


“Dios proveerá” fue cuando Dios pidió a Isaac y proveyó luego
de recibir primero lo que había pedido.
JESÚS MIRA NUESTRAS OFRENDAS

Mira quién y mira cuánto. La cantidad la ve diferente a


nosotros, pues no la aprecia en relación a lo que se da, sino
en relación a lo que se retiene después de separar lo que se
ofrendará.
Lucas 21:1-4 relata: “Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus
ofrendas en el arca de las ofrendas. Vio también a una viuda muy pobre, que
echaba allí dos blancas. Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó
más que todos. Porque todos aquellos echaron para las ofrendas de Dios de lo
que les sobra; más ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía”.

Jesús puso atención a las ofrendas. No detuvo a la viuda


porque era pobre.
LA OFRENDA TIENE RESPUESTAS
Salmos 20:1-4 dice: “Jehová te oiga en el día de conflicto; el nombre del Dios de
Jacob te defienda. Te envíe ayuda desde el santuario, Y desde Sion te sostenga. Haga
memoria de todas tus ofrendas, Y acepte tu holocausto. [Selah] Te dé conforme al
deseo de tu corazón, Y cumpla todo tu consejo”.

EL SEÑOR PUEDE RECORDARNOS POR ELLAS

1 Samuel 1:19 cuenta: “Y levantándose de mañana, adoraron delante de


Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su
mujer, y Jehová se acordó de ella”.

¿ QUÉ DEBEMOS HACER PARA RECIBIR?

Mateo 7:7 aconseja: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se


os abrirá”.
Lucas 6:38 también recomienda: “Dad, y se os dará; medida buena,
apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; Porque con la
misma medida con que medís, os volverán a medir”. Hay más énfasis
cuando se habla de dar que de recibir.
En Mateo 6:1-16 leemos que Jesús dio varias enseñanzas, iniciando con una
sobre ofrendas.
¿ QUÉ HABREMOS DE RECIBIR?
Mateo 19:27-30 cuenta: Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He
aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues,
tendremos? Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración,
cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros
que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para
juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que haya dejado casas,
o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras,
por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.
Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros”.

Dios no se enoja si le preguntamos qué recibiremos. Pedro dejó


atrás propiedades, pero en el libro de Hechos leemos que
recibió cien veces más. De acuerdo a lo que uno deja, así recibe.
Marcos 14:3-6 narra: “Pero estando él en
Betania, en casa de Simón el leproso, y
sentado a la mesa, vino una mujer con un
vaso de alabastro de perfume de nardo
puro de mucho precio; y quebrando el
vaso de alabastro, se lo derramó sobre su
cabeza. Y hubo algunos que se enojaron
dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha
hecho este desperdicio de perfume?
Porque podía haberse vendido por más de
trescientos denarios, y haberse dado a los
pobres. Y murmuraban contra ella. Pero
Lo que para unos es un desperdicio, para Jesús Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la
es una buena obra. Debemos huir de la molestáis? Buena obra me ha hecho”.
avaricia, pues es pecado de idolatría. Dios se
acuerda de cada ofrenda que presentamos ante
el altar
EL GRANO DEBE MORIR
Todo lo que produce fruto en las Escrituras son las cosas que
mueren. Donde no hay muerte, no se produce vida. Este
principio sustenta nuestras ofrendas a lo largo de la Biblia. Juan
12:24 nos recuerda: “De cierto, de cierto os digo que si el
grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero
si muere, lleva mucho fruto”.

DIOS DA SEMILLA AL QUE SIEMBRA


Filipenses 4:19 nos da esperanza: “Mi Dios, pues, suplirá todo
lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo
Jesús”.
Gálatas 6:6-9 dice: “El que es enseñado en la palabra, haga
partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. No os engañéis;
Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su
carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el
Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos,
pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no
desmayamos”.
DIEZMOS Y PACTOS
Dice la Biblia que Jacob era varón íntegro, por esto lo amaba su madre.

Génesis 28:10-22 relata: “Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a


Harán. Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se
había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su
cabecera, y se acostó en aquel lugar.

Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su


extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y
descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el
cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de
Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu
descendencia.
Dios le da una promesa a Jacob y le habla para recordarle
que estaba con él porque, aun teniendo la bendición y la
primogenitura, se quedó sin herencia. No le funcionó el
pacto que hizo con los hombres, pero hizo un pacto con
Dios. No solamente pidió recursos, sino paz para su
familia. Después de esto regresó con muchas riquezas y
paz.
Malaquías 3:6-12 habla sobre quienes le roban a Dios:
“Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no
habéis sido consumidos. Desde los días de vuestros padres os
habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a
mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los
ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? ¿Robará
el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis:
¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.
Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda,
me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya
alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de
los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y
derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os
destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será
estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os
dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice
Jehová de los ejércitos”. Dios no cambia: es el mismo ayer, hoy
y por los siglos de los siglos. No es un asunto de ley o de
gracia, sino de propiedad, pues es el dueño de todo hasta hoy.
Solo con las ofrendas el Señor nos dice que lo probemos.

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