La Ilustración francesa.
Rousseau.
La crítica a la civilización.
El estado de naturaleza.
El contrato social.
LA FILOSOFÍA DE LA
ILUSTRACIÓN
Anicet Charles
Gabriel
Lemonnier, Lectura
en el salón de
madame Geoffrin en
1755, 1812.
La Ilustración fue un movimiento cultural e intelectual, primordialmente europeo, que nació a
mediados del siglo XVIII y duró hasta los primeros años del siglo XIX.
Fue especialmente activo en Francia, Inglaterra y Alemania. Inspiró profundos cambios culturales
y sociales, y uno de los más drásticos fue la Revolución francesa.
Se denominó de este modo por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la ignorancia de
la humanidad mediante las luces del conocimiento y la razón.
Existió también una importante Ilustración española e hispánica, la de la Escuela Universalista,
aunque más científica y humanística que política.
El siglo XVIII es conocido, por estos motivos, como el Siglo de las Lucesy del asentamiento de la
fe en el progreso.
Los pensadores de la Ilustración sostenían que el conocimiento humano podía combatir
la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor.
La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos científicos, económicos, políticos y sociales de
la época.
Este tipo de pensamiento se expandió en la burguesía y en una parte de la aristocracia, a través de
nuevos medios de publicación y difusión, así como reuniones, realizadas en casa de gente adinerada
o de aristócratas, en las que participaban intelectuales y políticos a fin de exponer y debatir acerca
de ciencia, filosofía, política o literatura.
Características de la Ilustración
Se difundió entre burguesía y sectores de la aristocracia. Sus ideas se discutían en los salones
organizados por señoras de clase alta donde se reunían filósofos, científicos, artistas, literatos, etc.
Estos grupos se transformaron en grandes consumidores de libros.
Consideraba que el pensamiento racional era la única forma de acceder al conocimiento
verdadero. Se llegaba a conocer el mundo a través del razonamiento, la observación y
la experimentación.
Negaba cualquier forma de conocimiento que no procediera del análisis racional. Por
eso, consideraba las creencias populares y la religión como meras supersticiones.
En un contexto en el que la categoría de las personas estaba determinada por su origen familiar,
sostenía que todas las personas nacían iguales y tenían derechos naturales.
Creía en la posibilidad de progreso tanto material como moral de las sociedades a partir de los
descubrimientos científicos y tecnológicos. Confiaba en que el conocimiento podía mejorar la vida
de las personas y de las sociedades.
Cuestionó las monarquías absolutas y el principio de que el poder del rey provenía de Dios.
Antecedentes de la Ilustración
Una tendencia sostenida desde comienzos del siglo XV a valorar el pensamiento humano como
fuente del saber.
La difusión de dos corrientes filosóficas que tuvieron importante desarrollo en siglo XVII:
el empirismo y el racionalismo. El empirismo sostenía la importancia de la observación y la
experimentación para conocer los fenómenos y el racionalismo, el uso del razonamiento lógico.
El liberalismo inglés propuesto por John Locke, quien sostenía que la racionalidad era una
característica natural de las personas y la función de los gobiernos era garantizar sus derechos
naturales, es decir, la vida, la libertad, la igualdad y la propiedad.
La necesidad social de encontrar respuestas a las nuevas inquietudes e incertidumbres humanas
que la religión y los gobiernos no podían explicar.
Consecuencias de la Ilustración
Dio un fuerte impulso al desarrollo del método científico y de las ciencias como las conocemos en
la actualidad.
Su cuestionamiento de los privilegios de sangre fueron los principios de la Revolución
Francesa que terminó con la monarquía absolutista
En otras monarquías, como la española, los reyes practicaron un sistema llamado despotismo
ilustrado. Si bien mantenían el absolutismo, adherían a los principios de la Ilustración y pretendían
brindar a sus súbditos educación y medios para progresar.
La difusión de sus cuestionamientos al poder político vigente y de la idea de igualdad de las
personas ante la ley fue una influencia importante para los criollos americanos. Esos fueron los
principios que guiaron las revoluciones independentistas de las colonias europeas.
En Francia, los pensadores de la Ilustración crearon una enciclopedia para reunir y difundir todo el
conocimiento. Esta publicación, llamada Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, las
artes y los oficios, se fue completando a lo largo de los años y fue el antecedente de las actuales
enciclopedias tanto materiales como virtuales.
Principales pensadores de la Ilustración
Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu (1689-1755): filósofo francés. Escribió El
espíritu de las leyes donde establecía el principio de la división de los poderes del Estado, en
legislativo, ejecutivo y judicial.
François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire (1694-1778): escritor y pensador francés.
Defensor de la libertad de pensamiento y de la razón sobre la religión.
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778): escritor nacido en Suiza. Una de sus obras más importante
es El Contrato Social en la que proponía que las personas nacen libres por naturaleza y, al aceptar
una autoridad que gobierne, resignan parte de esa libertad por el bien general.
Denis Diderot (1713-1784): intelectual francés, autor de numerosas obras y promotor de
la Enciclopedia.
Jean le Ronde D´Alembert (1717-1783): filósofo y matemático francés, impulsor del
enciclopedismo.
Antoine-Laurent de Lavoisier (1743-1794): biólogo y químico francés. Se lo considera el
iniciador de la química moderna.
Principales pensadores de la Ilustración
Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu (1689-1755): filósofo francés. Escribió El
espíritu de las leyes donde establecía el principio de la división de los poderes del Estado, en
legislativo, ejecutivo y judicial.
François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire (1694-1778): escritor y pensador francés.
Defensor de la libertad de pensamiento y de la razón sobre la religión.
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778): escritor nacido en Suiza. Una de sus obras más importante
es El Contrato Social en la que proponía que las personas nacen libres por naturaleza y, al aceptar
una autoridad que gobierne, resignan parte de esa libertad por el bien general.
Denis Diderot (1713-1784): intelectual francés, autor de numerosas obras y promotor de
la Enciclopedia.
Jean le Ronde D´Alembert (1717-1783): filósofo y matemático francés, impulsor del
enciclopedismo.
Antoine-Laurent de Lavoisier (1743-1794): biólogo y químico francés. Se lo considera el
iniciador de la química moderna.
JEAN-JACQUES ROUSSEAU
Rousseau produjo uno de los trabajos más importantes de la época de la Ilustración; a través de
su El contrato social, hizo surgir una nueva política. Esta nueva política está basada en la volonté
générale, voluntad general, y en el pueblo como depositario de la soberanía. Expone que la única
forma de gobierno legal será aquella de un Estado republicano, donde todo el pueblo legisle;
independientemente de la forma de gobierno, ya sea una monarquía o una aristocracia, no debe
afectar la legitimidad del Estado.Rousseau da gran importancia al tamaño del Estado, debido a que
una vez la población del Estado crece, entonces la voluntad de cada individuo es menos
representada en la voluntad general, de modo que cuanto mayor sea el Estado, su gobierno debe ser
más eficaz para evitar la desobediencia a esa voluntad general.
En sus estudios políticos y sociales Rousseau desarrolló un esquema social, en el cual el poder
recae sobre el pueblo, argumentando que es posible vivir y sobrevivir como conjunto sin necesidad
de un último líder que fuese la autoridad. Es una propuesta que se fundamenta en
la libertad natural, con la cual, Rousseau explica, ha nacido el hombre. En El Contrato Social,
Rousseau argumenta que el poder que rige a la sociedad es la voluntad general que mira por el bien
común de todos los ciudadanos. Este poder solo toma vigencia cuando cada uno de los miembros
de una sociedad se une mediante asociación bajo la condición, según expone Rousseau, de que
«Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la
voluntad general; y cada miembro es considerado como parte indivisible del todo».En fin,
Rousseau plantea que la asociación asumida por los ciudadanos debe ser «capaz de defender y
proteger, con toda la fuerza común, la persona y los bienes de cada uno de los asociados, pero de
modo tal que cada uno de éstos, en unión con todos, solo obedezca a sí mismo, y quede tan libre
como antes».
La obra rousseauniana argumenta que esta asociación de los hombres no es algo natural. El
hombre sale de su estado natural de libertad porque le surgen necesidades de supervivencia que le
imponen la creación de algo artificial, ya que el hombre no es sociable por naturaleza y no nació
para estar asociado con otros. Es voluntariamente que se unen los unos a los otros y fundamentan
este vínculo con el desarrollo de la moralidad y la racionalidad para satisfacer las necesidades que
la naturaleza le ha impuesto. La moral y la razón se hacen evidentes en la sociedad al establecer un
modelo normativo capaz de crear un orden social que evite la dominación de unos sobre otros y que
involucre una representación participativa de todos los miembros de la sociedad.
Mediante El Contrato Social, Rousseau le abre paso a la democracia, de modo tal que todos los
miembros reconocen la autoridad de la razón para unirse por una ley común en un mismo cuerpo
político, ya que la ley que obedecen nace de ellos mismos. Esta sociedad recibe el nombre
de república y cada ciudadano vive de acuerdo con todos. En este Estado social son necesarias las
reglas de la conducta creadas mediante la razón y reflexión de la voluntad general que se encarga
de desarrollar las leyes que regirán a los hombres en la vida civil. Según Rousseau, es el pueblo,
mediante la ratificación de la voluntad general, el único calificado para establecer las leyes que
condicionan la asociación civil. De acuerdo con la obra de Rousseau, todo gobierno legítimo es
republicano, es decir, una república emplea un gobierno designado a tener como finalidad el interés
público guiado por la voluntad general. Es por esta razón que Rousseau no descarta la posibilidad
de la monarquía como un gobierno democrático, ya que si los asociados a la voluntad general
pueden convenir, bajo ciertas circunstancias, la implementación de un gobierno monárquico o
aristocrático, entonces tal es el bien común.
En su modelo político, Rousseau atribuye al pueblo la función de soberano. A este término no le
asigna características que designan a una sola clase o nación, sino la representación de una
comunidad de los que desean formar un Estado y vivir bajo las mismas leyes que son la expresión
de la voluntad general. El pueblo, como soberano, debe llevar a cabo una deliberación pública, que
ponga a todos los ciudadanos asociados en un plano de igualdad, en la cual el cuerpo no puede
decidir nada que atente contra los intereses legítimos de cada uno. Las leyes en la república de
Rousseau están desarrolladas conforme al orden social, establecido por la naturaleza del pacto
social y no por las convenciones humanas de un solo individuo. Las leyes deben fundamentarse en
las convenciones que traducen en reglas las exigencias de la racionalidad y moralidad humana, al
tiempo que no atentan contra el ideal de la justicia que impone que todos los asociados se respeten
los unos a los otros. Rousseau establece que las reglas de la asociación deben ser el resultado de la
deliberación pública, ya que en ella se encuentra el origen de la soberanía. Las leyes nacidas de la
deliberación no serán justas y la soberanía no será legítima si la deliberación no respeta el interés
común y si los ciudadanos no aceptan las condiciones por las que las reglas son iguales para todos.
Estas leyes no instituyen ninguna forma específica de gobierno, sino que fijan las reglas generales
de la administración y definen la constitución, por la cual el pueblo ha de regirse, ya que son la
máxima expresión de la voluntad general.
El ideal político planteado por Rousseau en El Contrato Social se basa en la autonomía racional.
Esta es la asociación que supone el reino de la ley común, en la cual cada uno de los asociados, al
entregarse al pacto social, se obedece a sí mismo porque las leyes se fundamentan en la voluntad
general, en la cual cada ciudadano es a su vez legislador, al deliberar públicamente en la creación
de las reglas, y súbdito, al someterse libremente a la obediencia de las mismas.
El ideal político de El Contrato Social puede realizarse bajo cualquier forma de gobierno. Rousseau
argumenta que cualquier forma de gobierno es válida y legítima si se ejerce dentro de los
parámetros regidos por la ley común. En su obra, Rousseau define una república como “todo
Estado regido por leyes, cualquiera que sea su forma de administración”.
En el modelo político de Rousseau, el pueblo aparece en una doble dimensión, en la cual es sujeto y
objeto del poder soberano. Cada individuo es sujeto de la soberanía porque entrega todos sus
derechos a la comunidad, pero, al mismo tiempo, es objeto porque, al ser parte de un todo, se los
entrega a sí mismo. Al establecerse este pacto, la soberanía reside en el pueblo y, como resultado, la
misma es inalienable, indivisible, absoluta e infalible, ya que es contradictorio que el soberano
como pueblo implemente algo contra sí mismo como súbdito.
Lo que caracteriza el modelo político que Rousseau desarrolla en El Contrato Social es la idea
clave roussoniana de "voluntad general". Tal voluntad se diferencia de la voluntad de todos por su
carácter universalista y su aspecto normativo. No es una voluntad cualitativa, sino que se forma por
una cualificación moral, en la cual se requiere que los hombres actúen de acuerdo a los intereses
universalistas.Una vez se forma esta voluntad, su mandato es inapelable, ya que lo que persigue es
el interés colectivo que no es diferente del interés individual. Es por ello que, si algún asociado
intentase resistir la voluntad general, se verá obligado por el cuerpo social a obedecerle.
Rousseau concebía la democracia como un gobierno directo del pueblo. El sistema que defendía se
basaba en que todos los ciudadanos, libres e iguales, pudieran concurrir a manifestar su voluntad
para llegar a un acuerdo común, a un contrato social. En El contrato social diría que «toda ley que
el pueblo no ratifica, es nula y no es ley» y que «la soberanía no puede ser representada por la
misma razón que no puede ser enajenada». Como "voluntad general" no puede ser representada,
defendía un sistema de democracia directa que inspira, hasta cierto punto, la constitución federal
suiza de 1849.
La relación de las teorías de Rousseau con el nacionalismo moderno es uno de los temas abundados
por la teoría política y la historia de las ideas. En sus obras, Rousseau planteó las bases para el
nacionalismo moderno atribuyéndole los sentimientos de identificación con la república o sociedad
a la cual el hombre se ha asociado, aunque argumentó que estos sentimientos solo hubiesen sido
posibles en Estados pequeños y democráticos.
EL CONTRATO SOCIAL
El contrato social: o los principios del derecho político, más conocido como El contrato social, es
un libro escrito por Jean-Jacques Rousseau y publicado en 1762. Es una obra sobre filosofía
política y trata principalmente sobre la libertad e igualdad de los hombres bajo un Estado instituido
por medio de un contrato social.
Se dice que este libro fue uno de los muchos incitadores de la Revolución francesa por sus ideas
políticas. Bajo la teoría del contrato social se fundamenta buena parte de la filosofía liberal, en
especial el liberalismo clásico por su visión filosófica del individuo como fundamental, que luego
decide vivir en sociedad por lo que necesita del Estado de Derecho que asegure las libertades para
poder convivir. Así también se dice que en este libro se exponen lo que en el futuro serían los
principios de la filosofía política, en parte por el concepto de la voluntad general.
La obra tiene cuatro libros pero en realidad es un proyecto inacabado, el autor no se veía con
fuerzas suficientes para emprender la dificultosa tarea del estudio de los asuntos políticos. A
continuación se resumen los temas tratados en cada libro:
Libro primero
Rousseau parte de la tesis que supone que todos los hombres nacen libres e iguales por naturaleza. Esta
idea es desarrollada más a fondo cuando se establece en un principio su enigmática frase que: "El hombre
ha nacido libre y, sin embargo, por todas partes se encuentra encadenado". A su vez, nos habla y detalla
del estado originario del hombre, afirmando que la familia “es el primer modelo de sociedad política”.
Rousseau, además, argumenta contra el derecho del más fuerte: “Convengamos, pues, en que la fuerza no
constituye derecho, y que únicamente se está obligado a obedecer a los poderes legítimos” (pág. 8).
Libro segundo
Rousseau hace un poco de aritmética política, al establecer ciertas proporciones entre el número de
habitantes, la extensión de los países... El objetivo de todo pueblo es conseguir abundancia y paz. Cree
que el lugar más apto para construir un Estado perfecto es la isla de Córcega. Rousseau coincide con
Aristóteles en la necesidad de una clase media, aunque en el ginebrino hay una mayor tendencia a una
homogeneización. Piensa que la libertad subsiste gracias a la igualdad: “Es precisamente porque la fuerza
de las cosas tiende siempre a destruir la igualdad, por lo que la fuerza de la legislación debe siempre
tender a mantenerla” (pág 52).
Libro tercero
Este libro es el más extenso, y se ocupa fundamentalmente del gobierno y de sus formas.Rousseau sigue
desarrollando su particular aritmética política:
“cuanto más crece el Estado, más disminuye la libertad”.
“el gobierno, para ser bueno, debe ser relativamente más fuerte a medida que el pueblo es más numeroso”.
“cuanto más numerosos son los magistrados, más débil es el gobierno”.
“la resolución de los asuntos se vuelve más lenta a medida que se encarga de ellos mayor número de
personas”.
“la relación de los magistrados con el gobierno debe ser inversa a la relación de los súbditos con el
soberano”.
Este afán calculador lo lleva hasta tales extremos que afirma unas páginas después que “un español viviría
ocho días con la comida de un alemán”. Rousseau considera que la forma de gobierno más adecuada a un país
depende del número de habitantes y de su extensión. De este modo, “el gobierno democrático conviene a los
pequeños Estados, el aristocrático a los medianos y la monarquía a los grandes”. Rousseau opina que la
democracia es una forma tan perfecta de gobierno que no se da nunca en su forma pura; los dioses se
gobiernan democráticamente, “pero un gobierno tan perfecto no es propio de hombres”.
Rousseau ataca al lujo como obstáculo para la construcción de esa república democrática ideal, que
además requiere ser una Ciudad-Estado de ciudadanos virtuosos. Todo este libro está atravesado por la
misma estructura de la Política aristotélica (aunque los análisis del ginebrino son más áridos y menos
fundamentados históricamente que los del Estagirita). También tiene como fuente a Montesquieu al
dar importancia al clima en el carácter (Herder) de los pueblos: “el despotismo conviene a los países
cálidos, la barbarie a los fríos y la civilización a las regiones intermedias” Otra relación establecida
por Rousseau le lleva a afirmar que la opulencia corresponde a las monarquías, la riqueza y extensión
medias a las aristocracias, y la pobreza y pequeñez de territorio a las democracias.
Tras dar las características de un buen gobierno (cuyo mejor criterio es la multiplicación de sus
miembros) y arremeter contra las letras y las artes que traen la decadencia a los pueblos, el ginebrino
plantea su propia teoría de las revoluciones, también más imperfecta y menos acabada que la de
Aristóteles. Rousseau afirma tajantemente: “si queremos una institución duradera, no pensemos en
hacerla eterna”. También es tajante al afirmar el carácter de fenómeno exclusivamente cultural de la
política: la constitución del Estado es obra del arte.
Al final nos habla de la corrupción que supone para el Estado la aparición de representantes, y nos da
algunas indicaciones sobre su concepto de “asamblea”.
Libro cuarto
Este cuarto y último libro comienza hablando de la bondad y rectitud de los hombres sencillos.
Estos necesitan pocas leyes; Rousseau se siente emocionado “cuando se ve en la nación más feliz
del mundo a grupos de campesinos resolver los asuntos del Estado bajo una encina y conducirse
siempre con acierto” (pág 103).Vuelve a insistir en la noción de voluntad general, “la voluntad
constante de todos los miembros del Estado” (pág 107).
Tras, hablar de las elecciones, hace un largo capítulo sobre la historia de Roma y, a continuación,
defiende la necesidad de la dictadura como elemento para prevenir y solucionar los momentos de
crisis en las repúblicas. También entiende que es necesario la censura, que es la manifestación de la
opinión pública. Al final de este capítulo ataca a la religión cristiana, pues es incompatible con la
libertad; lo cristiano es opuesto a la república. Rousseau aboga por una profesión de fe
completamente civil y propone frente a los dogmas de religión las normas de sociabilidad.