[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
78 vistas27 páginas

Clase N°8 (1186)

Este documento describe la psicología transpersonal. Explica que Maslow la consideraba una de las tres primeras fuerzas de la psicología occidental junto con el conductismo y el psicoanálisis. También describe que la psicología transpersonal se ocupa del estudio del potencial más elevado de la humanidad y del reconocimiento de experiencias espirituales y trascendentes. Además, explica que la psicología transpersonal representa un nuevo paradigma con premisas diferentes a las corrientes tradicionales de la psicología.

Cargado por

Claudia Romo
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PPTX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
78 vistas27 páginas

Clase N°8 (1186)

Este documento describe la psicología transpersonal. Explica que Maslow la consideraba una de las tres primeras fuerzas de la psicología occidental junto con el conductismo y el psicoanálisis. También describe que la psicología transpersonal se ocupa del estudio del potencial más elevado de la humanidad y del reconocimiento de experiencias espirituales y trascendentes. Además, explica que la psicología transpersonal representa un nuevo paradigma con premisas diferentes a las corrientes tradicionales de la psicología.

Cargado por

Claudia Romo
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PPTX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 27

CLASE N°8

2. LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL

Maslow incluía la psicología transpersonal entre las primeras tres fuerzas de la psicología occidental: el conductismo, el
psicoanálisis y la psicología humanista.

Como anteriormente expresamos, para Maslow, el conductismo y el psicoanálisis tenían alcances demasiado limitados para
conformar la base de una psicología completa de la naturaleza humana. En gran medida, el psicoanálisis se deriva de los
estudios psicopatológicos. Por su parte, el conductismo intenta reducir a principios más simples las complejidades de la
naturaleza humana, pese a lo cual no ha logrado dar cuenta satisfactoria de problemas como los valores, la conciencia y el
amor.

En los primeros años de la década de 1960, la psicología humanista emanó de la obra de Maslow, Rogers y otros teóricos
interesados en la salud psicológica y el funcionamiento eficaz. Pero en el año 1968, el propio Maslow critico o más bien
puso en evidencia las limitaciones del modelo humanista. Al explotar los confines de la naturaleza humana, descubrió que
había otras posibilidades después de la autoactualización. Cuando las experiencias cumbres alcanzan un grado especial de
intensidad, el sentido del yo se disuelve para dar lugar a la conciencia de una unidad más general. El término
autoactualización no parece concordar con estas experiencias.
La contribución de la psicología transpersonal a los temas tradicionales de la ciencia psicológica consiste en el
reconocimiento del aspecto espiritual de la experiencia humana. Este plano de la experiencia aparece sobre todo en la
literatura religiosa con un lenguaje que, a menudo, resulta poco científico e imbuido de conceptos teológicos. La misión
de la psicología transpersonal consiste, pues, en conferir una expresión y un marco científico a estos materiales.

Maslow, expresa que la psicología humanista o tercera fuerza es transitoria, como una especie de preparación para una
cuarta psicología más “elevada”, transpersonal, transhumana, centrada en el cosmos y no en las necesidades e intereses
de la humanidad, es decir, situada más allá de lo humano, más allá de la autoactualización. Maslow afirma que
“necesitamos algo más grande que nosotros”, algo por lo que sintamos reverencia y con lo que podamos
comprometernos en un sentido nuevo, naturalista, empírico, etc.

Uno de los preceptos básicos de la psicología transpersonal es que en cada individuo hay uno más profundo y auténtico,
el cual se experimenta en los estados de conciencia trascendentes. Diferente de la personalidad y del yo personal, se
trata nada menos que de la fuente de la sabiduría interior, la salud y la armonía.
Una de las premisas de la psicología transpersonal es que desconocemos los verdaderos alcances del potencial humano.
La percepción de que el ser humano posee un vasto potencial de crecimiento dentro de si proporciona un contexto para
esta rama de la psicología.

Enfoques de la Psicología Transpersonal

Psicología transpersonal (o cuarta fuerza) es el nombre dado por un grupo de psicólogos y profesionales de varias
disciplinas a una nueva corriente psicológica. Estos profesionales se interesan en las capacidades y potencialidades
últimas que carecen de un lugar sistemático en la teoría positivista o conductista (primera fuerza), la teoría psicoanalítica
clásica (segunda fuerza) o la psicología humanista (tercera fuerza).
Para algunos, la psicología transpersonal encierra una importancia especial ya que incorpora el saber psicológico de otras
culturas y tradiciones considerando que la psicología transpersonal fusiona los conceptos de las psicologías individuales
de Occidente con las psicologías espirituales del Oriente Lejano y Medio. El descubrimiento de que nuestra propia
instrucción es deficiente y que las ideas occidentales no constituyen el centro del universo psicológico tienen efectos
perturbadores, al menos al principio. Esta impresión desaparece al tomar conciencia de la inmensa cantidad de trabajos
que se han realizado, los cuales, aún esperan ser validados por las herramientas científicas y experimentales de la
psicología occidental para apreciar plenamente sus posibilidades.
Otro de los enfoques insiste en la inclusión, dentro de la esfera transpersonal, de las experiencias que han sido omitidas o
racionalizadas en otros ámbitos de la psicología, refiriendo a que las experiencias transpersonales pueden definirse como
las vivencias en las que el sentido de la identidad o del yo se extiende más allá (trans) de lo individual o lo personal, para
abarcar aspectos más amplios de la humanidad, la vida, la psique y el cosmos. Por lo tanto, la psicología transpersonal
corresponde al estudio psicológico de las experiencias trascendentes y sus correlativos (los cuales comprenden la vida
cotidiana, la creatividad o la espiritualidad que inspiran dichas experiencias).

Para sintetizar estas ideas podemos decir que la psicología transpersonal se ocupa del estudio del potencial más elevado
de la humanidad, así como del reconocimiento, la inteligencia y el estudio de las experiencias de unidad espiritual y
trascendente.
2.1 El Modelo Perenne (imperecedero, perdurable)

La psicología transpersonal, tiene conexión con distintas disciplinas como la filosofía perenne, religión eterna y
psicología imperecedera en las cuales el punto central y común estriba en el esfuerzo por fundir ideas de muchas
tradiciones y culturas en un lenguaje psicológico y un marco de referencia científico moderno.

El modelo perenne se compone de cuatro premisas básicas.

1. Hay una realidad o unidad trascendente que infunde cohesión a fenómenos aparentemente aislados.

2. El yo o el self individual no representa sino un reflejo de un self o unidad transpersonal (“después de lo personal”)
más grande, de la cual provenimos y participamos. No obstante, nos hemos alejado de nuestros orígenes, de ahí la
necesidad de regresar a los mismos a fin de recuperar la salud y la humanidad auténticas.

3. El hecho de que las personas puedan experimentar directamente esta realidad o self superior se encuentra en el centro
de las dimensiones espirituales de la vida.

4. Esta experiencia implica un cambio cualitativo en la percepción de sí mismo y del mundo circundante. Se trata de
una experiencia profunda tras de la cual se alcanza una humanidad auténtica.
El crecimiento transpersonal, es decir, de la transformación de la conciencia humana, puede ser representado a través de
metáforas como la transformación de la oruga en mariposa, el despertar de un sueño a la realidad, el transito del
cautiverio a la liberación, la victoria de la luz sobre las tinieblas, la purificación por el fugo interior, el paso de la
fragmentación a la unidad, el viaje a un lugar donde las visiones se tornan realidad, el retorno al origen y morir para
renacer.

2.2 Un Nuevo Paradigma

Luego de revisar someramente lo que significa la psicología transpersonal debería resultar evidente que ésta se basa en
premisas radicalmente distintas de las otras corrientes de la psicología. Podríamos decir que se trata de un nuevo
paradigma, un conjunto de valores y conceptos compartidos por los miembros de una comunidad científica.

A continuación detallaremos un pequeño listado en el cual resaltaremos la evolución (paradigma viejo a uno nuevo) de
las formas en que la psicología transpersonal difiere de la psicología tradicional.
1. Viejo. La física es la ciencia última en el estudio del mundo real. En términos generales, los sueños, las emociones y la
experiencia humana son fenómenos derivados

Nuevo. La realidad psicológica es tan real como la realidad física. La teoría física moderna indica que ambas no están
separadas como parecía a primera vista.

2. Viejo. El individuo existe en un aislamiento relativo respecto del entorno. Somos criaturas esencialmente
independientes (y, por ende, podemos esforzarnos por controlar el mundo, como si no formáramos parte de éste).

Nuevo. Hay un plano profundo de conexión psicológica espiritual entre todas las formas de vida. Cada individuo es una
criatura cósmica con hondas raíces en el universo.

3. Viejo. Nuestro estado de conciencia ordinario representa la forma más racional, adaptada y eficaz en la que la mente
puede organizarse. Todos los demás estados son o inferiores o patológicos. Aun los “estados creativos” son sospechosos,
pues a menudo lindan con lo patológico (por ejemplo, la “regresión”)

Nuevo. Es posible alcanzar estados superiores de emoción, de conciencia y de racionalidad. Lo que llamamos conciencia
despierta, es mucho más que el “sueño despierto”, en el cual no usamos más que una parte mínima de la conciencia o las
capacidades propias.
4. Viejo. La búsqueda de estados de conciencia alterados es señal de un trastorno patológico o inmadurez.

Nuevo. El interés por experimentar estados de conciencia diferentes es un aspecto natural del sano crecimiento humano.

5. Viejo. El desarrollo básico de la personalidad culmina en la edad adulta, con excepción de los neuróticos, las personas
con traumas infantiles, etc.

Nuevo. El adulto común presenta un grado de madurez apenas rudimentario. Básicamente, la personalidad del adulto
“sano” no es más que el fundamento del trabajo espiritual y el desarrollo de un nivel de sabiduría y madurez mucho más
profundo.

Según los entendidos, hay diversas tradiciones espirituales en las que el estado de conciencia cotidiano resulta no sólo
limitado, sino también ilusorio y comparable a un sueño. Desde esta perspectiva, las psicoterapias que sólo se ocupan de
la dinámica de la personalidad constituyen paliativos superficiales, en la misma medida en que suministra caramelos a un
amigo enfermo es consolador, aunque en realidad resulta ineficaz como tratamiento curativo.
TEORÍA DE LA PERSONALIDAD SEGÚN C. ROGERS

Rogers se interesó en el estudio del individuo en sí mismo. Para esto desarrolló una teoría de la personalidad centrada en el
yo, en la que se ve al hombre como un ser racional, con el mejor conocimiento posible de sí mismo y de sus reacciones,
proponiendo además el autoconocimiento como base de la personalidad y a cada individuo como ser individual y único.
Rogers en su teoría de la personalidad le otorga una importancia fundamental a dos constructos, que serán la base de ésta,
tales constructos son el organismo y el sí mismo.

1. Fundamentos Teórico-Filosóficos

Por todos es sabido que las nuevas teorías se construyen a partir de otras o bien de algunos principios de orden filosófico, o
de la observación empírica. Si bien, Rogers originó la teoría de la personalidad desde sus propias experiencias clínicas, de
igual forma se vio influenciado con algunos fundamentos, como los siguientes:

Naturalismo: Rogers confiaba fielmente en los postulados de Rousseau y el naturalismo, el que defendía la idea de que el
hombre es bueno por naturaleza, siendo la sociedad quien lo corrompe. La idea de la bondad innata en el hombre es una
constante que se aprecia en toda su teoría y da origen a varios de los conceptos más importantes. Esta es la base de la
terapia y del aprendizaje no-directivo.
Fenomenología, Gestalt y Teoría del Campo: a partir de estas teorías Carl Rogers formula algunos de sus postulados
centrales como:

- El hombre está sujeto a un continuo devenir.

- La realidad depende del campo perceptual, y por lo tanto, la realidad es un concepto individual.

- La conciencia consiste en la percepción de las propias experiencias sensoriales y viscerales.

- El campo perceptual determina el comportamiento.

Existencialísmo: la influencia del existencialismo en la teoría de Rogers es muy amplia y notoria. La influencia de
Kierkegaard, en la obra de Rogers, se aprecia en conceptos como "vivir el aquí y el ahora", el análisis existencial, "ser
lo que realmente se es" y aún el mismo título de su obra "El proceso de convertirse en persona".
Pragmatismo: la influencia del pragmatismo norteamericano en Rogers se manifiesta evidentemente en el proceso de
terapia y el concepto de aprendizaje significativo“Sólo aprenderemos lo que nos es útil”, “La base del conocimiento -y de
la vida- es la experiencia. La experiencia es el criterio superior que debe regir la misma vida.

Influencias orientales: Rogers descubrió en fuentes orientales cierto paralelo con su propia obra, especialmente con el
budismo Zen y las obras de Lao-Tse.

1. Principios Básicos de su Teoría

Rogers considera a las personas, al igual que Maslow, como básicamente buenas o saludables, o por lo menos no
enfermas. En otras palabras, considera la salud mental como la progresión normal de la vida, y entiende la enfermedad
mental, la criminalidad y otros problemas humanos, como distorsiones de la tendencia natural.
De importancia fundamental en las obras de Rogers es la idea de que las personas se definen a través de la observación y
la evaluación de sus propias experiencias. Su premisa básica es que las realidades constituyen asuntos privados a los
cuales sólo pueden acceder las personas mismas. Rogers define los conceptos que conformaran la parte medular de su
teoría de la personalidad, de la terapia y de las relaciones personales. Estos constructos primarios establecen un marco
dentro del cual los individuos rigen y modifican la imagen de sí mismos.

1.1 La Esfera de la Experiencia

Hay una esfera de la experiencia propia de cada individuo que contiene todo lo que sucede dentro de la envoltura del
organismo en cualquier momento y que encierra la posibilidad de acceder a la conciencia. Esto comprende los sucesos,
las percepciones y las sensaciones de las cuales la persona no tiene conciencia, pero podría adquirirla si se concentrara
en esos datos empíricos. Se trata de un mundo personal y privado que corresponde o no a la realidad objetiva y
observada.
Tal esfera de la experiencia es selectiva, subjetiva e incompleta. Está sujeta a limitaciones tanto de tipo psicológico
(aquello de lo que quisiéramos tomar conciencia) como biológico (aquello de lo que podemos tomar conciencia). Aunque
desde el punto de vista teórico nuestra atención está abierta a cualquier experiencia, y se centra en las preocupaciones o
intereses más inmediatos, con exclusión de casi todo lo demás. Por ejemplo, cuando tenemos hambre, nuestra esfera de
experiencia se colma de pensamientos relacionados con alimentos y con la forma de obtenerlos. Cuando nos sentimos
solos, nuestra preocupación inmediata se vincula con la mejor forma de mitigar la soledad. Esta esfera de la experiencia es
nuestro mundo real, aun cuando no se parezca al mundo real que perciben las demás personas.

1.2 Tendencia a la Autoactualización

Existe un aspecto fundamental de la naturaleza humana que inclina a la persona hacia una mayor congruencia y un
funcionamiento realista. Además, este apremio no es exclusivo de los seres humanos, sino que forma parte del proceso de
todas las cosas vivas. "Es un empeño evidente en toda vida orgánica y humana: expandirse, extenderse, llegar a tener
autonomía, desarrollarse, madurar, es la tendencia a expresar y activar todas las capacidades del organismo, hasta el grado
en que dicha activación perfeccione tal organismo o al sí mismo. Rogers sugiere que, en cada uno de nosotros existe un
impulso innato a volvernos tan competentes y capaces como podamos serlo biológicamente. Así como una planta intenta
volverse una planta sana, así como una semilla tiene dentro de la fuerza para llegar a ser árbol, así también una persona es
impulsada a transformarse en una persona total, completa y autorrealizada.
El deseo intenso de tener salud no es una fuerza arrolladora que elimina todos los obstáculos; por el contrario, es fácil
de mitigar, distorsionar y reprimir. Rogers lo considera como la fuerza de motivación dominante en una persona que
funciona con libertad, que no está invalidada por los eventos pasados o por las creencias actuales que mantienen la
incongruencia. Maslow llegó a conclusiones semejantes y a esta tendencia la consideró como una vocecita interna débil,
que se puede apagar fácilmente. La hipótesis de que el crecimiento es posible y fundamental para la construcción del
organismo, es crucial para el resto del pensamiento de Rogers.

Para Rogers, la tendencia hacia la autorrealización no constituye simplemente otra motivación. "Debe observarse que
esta tendencia realizadora básica es el único motivo que se enuncia en este sistema teórico; el sí mismo por ejemplo, es
un constructo importante en nuestra teoría; es una expresión de la tendencia general que el organismo tiene para
comportarse en las formas que lo conservan y mejoran".
1.3 El Self (sí mismo) como Proceso

Muchos usan la palabra self para señalar una parte de la identidad personal que se caracteriza por su estabilidad y la
inmutabilidad. El significado que da Rogers a esta expresión denota casi lo contrario. El self de Rogers es un proceso, un
sistema que, por definición, cambia constantemente, ¿o alguien puede decir que las personas siempre actuamos de la
misma manera, sin emitir reacciones que hasta nosotros mismos desconocemos? Es en esta diferencia, en este énfasis en
el cambio y en la flexibilidad, que radica la originalidad de la teoría rogeriana. A partir del concepto de fluidez, Rogers
formuló la idea de que los individuos no sólo son capaces de conseguir el crecimiento y el desarrollo personal sino que
estos cambios de sí mismo es la forma en que las personas se entienden con base en las experiencias, las vivencias y las
expectativas del futuro.
Por tanto, el término self (si mismo) se refiere a las características que conforman nuestra personalidad, es la parte que se
conecta con el mundo y que actúa de acuerdo a la fluidez del medio y las relaciones que establecemos. Es decir, el self “es
lo que verdaderamente uno es”, abarca los esfuerzos hacia el crecimiento, el desarrollo, además de los esfuerzos por
alejarse de lo que uno no es, de la fachada, de la ocultación del self, del cumplimiento de las expectativas de los demás.

En consecuencia, el self es una entidad inestable y mutable. Sin embargo, si se observa en cualquier momento, parece
estable y predecible, ya que, para observarla, solemos “congelar” una sección de la experiencia. Rogers concluye que no
hablamos de una entidad caracterizada por un crecimiento lento o por un aprendizaje gradual.

El self no puede captarse mediante una imagen fija. Como se trata de una entidad cambiante y móvil, tal imagen no
revelaría nada acerca de su inestable naturaleza.
1.4 El Self Ideal

Para Rogers, el self ideal es “el concepto de sí mismo que la persona anhela y al cual le asigna un valor superior”. Al
igual que el self, es una estructura sujeta a un cambio constante, razón por la que requiere una redefinición continua.
Según Rogers, cuando la imagen deseada de nosotros mismos, es decir, el self ideal se aleja significativamente del self
real, la persona se siente insatisfecha e inconforme y, por ende, sufre problemas neuróticos. La capacidad de percibirse
con claridad y al mismo tiempo aceptarse, representa un signo de salud mental. El self ideal es un modelo hacia el cual
se dirigen todos los refuerzos. A la inversa, en la medida en que difiera de la conducta y los valores reales, el self ideal
inhibe la capacidad de desarrollo.
Una breve referencia que ilustra la idea anterior, lo constituye la siguiente situación. Un estudiante planeaba abandonar la
universidad. En la secundaria y el bachillerato, su desempeño había sido excelente. Esta situación se repetía en la
Universidad, ya que los diferentes cursos no le planteaban ningún problema. Abandonaba la Universidad, y explicaba, que
era porque había obtenido una C en una asignatura. La imagen que tenía de si mismo -es decir, el self real, de ser siempre
el mejor- se veía en peligro a causa de dicha calificación. El único plan de acción que podía trazarse era huir, dejar el
mundo académico, negar la discrepancia entre su desempeño real y la visión ideal que tenía de sí mismo. Aseguraba que,
en lo sucesivo, se esforzaría por ser “el mejor” en cualquier otra actividad.

Para proteger su imagen ideal, este joven estaba dispuesto a interrumpir sus estudios. Viajó por todo el mundo, ocupado
en una multitud de actividades. Cuando se le volvió a ver, consideraba ya la posibilidad de que no era necesario ser el
mejor desde el principio, sino más bien explorar cualquier actividad que encerrara la posibilidad del fracaso.
El self ideal puede convertirse en un obstáculo para la salud mental cuando difiere en gran medida del self real. Con
frecuencia, las personas que sufren las tensiones que crean tal contradicción, se niegan a percibir las diferencias entre los
actos y los actos ideales. Por ejemplo, algunos padres aseguran que harán “cualquier cosa” por sus hijos, cuando la
realidad es que sus obligaciones les resultan demasiado excesivas y, por ende, no pueden cumplir con su promesa. De lo
anterior resultan hijos confundidos y padres renuentes o incapaces de reconocer tal discrepancia.

El espacio comprendido entre el verdadero self y el self ideal; del “yo soy” y el “yo debería ser” se llama incongruencia.
A mayor distancia, mayor será la incongruencia. De hecho, la incongruencia es lo que esencialmente Rogers define como
estar desincronizado con tu propio self. Este concepto será revisado y desarrollado de forma más extensa a medida que
avancemos en el texto.
1.5 Funcionamiento Total

El funcionamiento total se logra, única y exclusivamente, cuando la persona conoce, en su totalidad, su sí mismo (self)
actual. Esto es sinónimo de un ajuste y madurez psicológica óptima, de una congruencia completa, de una completa
disposición, para la experiencia. La persona en funcionamiento total sería una persona en proceso, una persona en cambio
constante.

La persona en funcionamiento total tiene varías características distintas. A continuación las definiremos detalladamente:

Disposición para la experiencia: la persona está alejándose continuamente de su actitud defensiva y busca la experiencia
directa. "Se manifiesta más abierta a sus sentimientos de temor, desgano y congoja. También está más abierta a sus
sentimientos de valor, ternura y espanto. Es capaz de vivir totalmente la experiencia de su organismo, más que cerrarle la
puerta al conocimiento.
Vivir en el presente: se refiere al compromiso directo y permanente con la realidad, permite que "el self y la personalidad
surjan de la experiencia y no que la experiencia se transforme o distorsione para ajustarse a una estructura ya preconcebida
del self". Una persona puede reestructurar sus respuestas cuando la experiencia le permite o sugiere nuevas posibilidades.

Confiar en los impulsos internos y en los juicios intuitivos: significa una creciente confianza en la propia capacidad para
tomar decisiones. En la medida en que una persona está mejor capacitada para captar y utilizar información, tiene más
probabilidad de valorar su capacidad para resumir dicha información y responder. Esto no es solamente una actividad
intelectual, sino una función de toda la persona. Rogers dice que, en la persona los errores que se cometen se deben a la
información
equivocada y no a los procesos incorrectos.

La persona en funcionamiento total es libre para responder y experimentar su respuesta a las situaciones. Esto es la esencia
de lo que Rogers llama vivir una buena vida. Una persona así está continuamente en un proceso de autorrealización
posterior.
1.6 Congruencia e Incongruencia

Rogers no divide a los individuos en adaptados e inadaptados, enfermos o sanos, normales o anormales; al contrario,
prefiere contemplarlos a la luz de su capacidad para percibir la realidad de sus situaciones.

A tal efecto, define el término congruencia como el grado de equilibrio que impera entre la experiencia, la comunicación y
la conciencia. Un grado alto de congruencia implica que la comunicación (lo que se expresa), la experiencia (lo que
ocurre) y la conciencia (lo que se percibe) son casi iguales. En esta situación, las observaciones propias y las de otra
persona resultarían bastante coherentes.

Algunos niños presentan altos niveles de congruencia. Expresan lo que sienten con tal rapidez y precisión que, en gran
medida, la experiencia, la comunicación y la conciencia constituyen para ellos una y la misma cosa. Al niño que tiene
hambre le basta expresarlo, ya sea mediante palabras o con llanto. Cuando los niños sienten afecto e ira, expresan estas
emociones de manera directa e inequívoca, quizá esto explique la velocidad con que pasan de un estado emocional a otro.
La expresión plena de las emociones impide la acumulación del lastre emocional que suele llevar el adulto a cada uno de
sus encuentros.
Rogers para definir la congruencia de forma clara y precisa ocupa un antiguo proverbio zen: “Cuando tengo hambre,
como; cuando estoy cansado, me siento; cuando tengo sueño, duermo”.

La incongruencia, por su parte, ocurre cuando hay diferencias entre la conciencia, la experiencia y la comunicación. Por
ejemplo, las personas presentan incongruencia cuando parecen estar coléricas (puños apretados, gritos, maldiciones), pero
no reconocen sentirse así, aun cuando todo indique lo contrario.

También se perciben incongruencias en los individuos que aseguran divertirse, pese a lo cual parecen aburridos, solitarios
o resignados. En términos generales, la incongruencia es la capacidad de percibir con precisión o la incapacidad o
renuencia a comunicarse sobre la base de la realidad.

Cuando la incongruencia interviene entre la conciencia y la experiencia, se le denomina represión o negación. En este
caso, la persona no se percata de lo que hace.

Cuando la incongruencia adopta la forma de una contradicción entre la conciencia y la comunicación, la persona no
expresa lo que siente, piensa o experimenta en realidad. El individuo que presenta esta forma de incongruencia es
percibido por los demás como hipócrita, falso o deshonesto.
La incongruencia puede padecerse en forma de tensión, angustia o en los casos más extremos, desorientación y confusión.
Un ejemplo clarificador de incongruencia extrema, lo constituyen los pacientes de hospitales psiquiátricos, los cuales
ignoran que hora es o incluso, no saben quienes son, manifiestan un alto grado de incongruencia, pues la discrepancia
entre su realidad externa y la experiencia subjetiva es tal que ya no pueden desenvolverse sin protección.

Para Rogers la incongruencia requiere de una solución. Las emociones, las ideas o las preocupaciones conflictivas no
constituyen por sí mismas síntomas de incongruencia. De hecho, se trata de fenómenos mentales propios de la gente sana
y normal. La incongruencia se manifiesta cuando el individuo no tiene conciencia de estos conflictos, no los entiende y,
por lo mismo, no puede acometer la tarea de resolverlos o equilibrarlos.
La incongruencia se aprecia en comentarios como los siguientes:
- “no puedo tomar una decisión”
- “parece que nunca me decido por nada”.

Cuando uno es incapaz de discernir entre lo que se recibe, sobreviene la confusión. No siempre nos comportamos de la
misma forma, y en esto tampoco hay nada inusual ni patológico. Sin embargo, no reconocer, enfrentar o admitir las
contradicciones puede encerrar síntomas de incongruencia.

También podría gustarte