Voces que dejan huella
Lea o proyecte a los asistentes la siguiente historia:
El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa y le dice:
- Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia...
- ¡Espera! - lo interrumpe el filósofo - ¿Has hecho pasar por las tres rejas lo
que vas a contarme?
- ¿Las tres rejas? - pregunta su discípulo
- Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme
es absolutamente cierto?
- No, maestro. Lo oí comentar a unos vecinos...
- Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad.
Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
- No maestro, en realidad, no. Al contrario...
- Ah, bien... La última reja es la necesidad. ¿Es realmente necesario
hacerme saber eso que tanto te inquieta?
- A decir verdad, no.
- Entonces... - dijo el sabio sonriendo - si no es verdad, ni bueno, ni
necesario, sepultémoslo en el olvido.
¡Cuánto más sanas serían las relaciones humanas, si todos hiciéramos
pasar por las tres rejas aquellas cosas de las que nos hacemos eco!
Socialice con su pareja una conversación reciente que producto de no
pasarla por las tres rejas (verdad, bondad, necesidad), les causó daño.
INTRODUCCIÓN
Cada vez se hace más apremiante la comunicación entre cónyuges a la luz
de la Palabra de Dios, entendiendo que el dominio de la lengua no es solo un
mandato divino, sino una necesidad urgente para preservar la unidad, la salud
emocional y el testimonio de un matrimonio que desea trascender. En enseñanzas
anteriores hemos hablado de la importancia de la comunicación, pero hoy
profundizaremos en un desafío mayor: domar la lengua.
“...He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!”
Santiago 3:5-6
Las palabras tienen poder: pueden destruir o edificar un matrimonio. En una
cultura donde la violencia verbal es común y muchas relaciones se desgastan por
lo que se dice (y cómo se dice), Dios nos llama a una transformación profunda en
nuestra manera de comunicarnos.
1. ¿Qué es la lengua y por qué necesitamos domarla?
“La lengua es un miembro pequeño pero poderoso: De la misma manera, la
lengua es algo pequeño que pronuncia grandes discursos. Así también una
sola chispa puede incendiar todo un bosque. De todas las partes del
cuerpo, la lengua es una llama de fuego. Es un mundo entero de maldad que
corrompe todo el cuerpo. Puede incendiar toda la vida, porque el infierno
mismo la enciende. El ser humano puede domar toda clase de animales,
aves, reptiles y peces, pero nadie puede domar la lengua. Es maligna e
incansable, llena de veneno mortal. A veces alaba a nuestro Señor y Padre,
y otras veces maldice a quienes Dios creó a su propia imagen.” (Santiago
3:5-9 NTV).
A través de ella expresamos lo que hay en nuestra mente y corazón. Por eso,
controlar lo que pensamos es el primer paso para hablar bien.
“Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él…” Proverbios 23:7
Cuando no dominamos la lengua:
Se crean conflictos innecesarios.
Se hieren esposos, hijos y familias.
Se siembra división con mentiras, chismes, sarcasmo y desprecio.
Domar la lengua es una necesidad espiritual y emocional. No basta
con “morderla”, necesitamos rendírsela a Dios y transformarnos
desde dentro.
2. Domadores de la lengua
Veamos algunas Herramientas Bíblicas para Transformar la Comunicación:
a. Precisión en las palabras
“El que guarda su boca guarda su alma; más el que mucho abre sus labios
tendrá calamidad.” (Proverbios 13:3).
Hablar con cuidado no es cobardía, es sabiduría. No es de sabios hablar o
responder con la “cabeza caliente”, hay que aprender a pensar antes de hablar. El
enojo no debe dirigir nuestras conversaciones.
b. El poder del silencio
“Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio…” (Proverbios 17:28).
El silencio, en el momento correcto, puede prevenir heridas. No todo silencio es
malo, cuando se usa para reflexionar y esperar que baje la marea de las
emociones, puede ser muy sanador.
c. Palabras que edifican
“Mas yo os digo que toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella
darán cuenta…” (Mateo 12:36).
Elimina del vocabulario palabras vacías, destructivas o sin propósito. No edifican:
El sarcasmo
Las críticas constantes
Las comparaciones
Las groserías
d. Palabras oportunas y sabias
“El hombre se alegra con la respuesta de su boca; Y la palabra a su tiempo,
¡cuán buena es!” (Proverbios 15:23).
Una palabra correcta en el momento oportuno puede evitar una crisis, cambiar un
día, calmar la ansiedad del otro o afirmar su corazón.
e. Palabras malintencionadas y engañosas
“Los dichos del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las
entrañas.” (Proverbios 18:8)
“Refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño.” (1 Pedro 3:10)
Evite:
Murmuraciones
Chismes
Exageraciones
Mentiras piadosas
La transparencia es clave para una relación saludable.
3. La verdad de Dios transforma nuestros pensamientos y palabras
El dominio de la lengua comienza en el estado del corazón.
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.”
(Proverbios 4:23)
Dios quiere cambiar no solo nuestras palabras, sino los pensamientos y
emociones que las generan. Exponer nuestro corazón al amor de Dios, a su
Palabra y al poder del Espíritu Santo, renueva nuestra mente y limpia nuestra
manera de hablar.
“De la abundancia del corazón habla la boca.” (Mateo 12:34)
APLICACIÓN TEOTERÁPICA
Un matrimonio que quiere dejar un legado no solo necesita acciones nobles, sino
palabras que construyan. Las familias se forman día a día con lo que decimos y
con la forma cómo lo decimos.
“El que refrena su lengua, protege su vida.” (Proverbios 21:23)
Un matrimonio trasciende cuando aprendemos a domar la lengua, cuando
bendecimos al otro a través de palabras que sanan.
Reflexione individualmente y responda por escrito:
¿Qué frases he dicho que han herido a mi cónyuge o a mis hijos?
¿Qué palabras repito que no edifican?
¿Cuándo debí guardar silencio y no lo hice?
¿He usado sarcasmo, desprecio, manipulación o mentiras?
Comparta con su pareja lo escrito. Léanlo el uno al otro sin interrumpir ni
justificarse. Si hay algo que amerite pedir perdón, háganlo de forma
sincera. Oren el uno por el otro pidiendo sanidad por las palabras hirientes
del pasado, clamen por un nuevo lenguaje de amor, verdad y edificación y
fortalezcan su compromiso de transformación en la comunicación.
Tarea : Diario de Comunicación
Durante una semana, cada cónyuge escribirá:
Un momento donde habló bien.
Un momento donde calló sabiamente.
Un momento donde falló… y cómo lo resolvió.
Al final de la semana hagan una retroalimentación conjunta de los avances
obtenidos. Oren por aquello que requiere tiempo para sanar y transformar