LA OFRENDA; 10 PRINCIPIOS PRÁCTICOS (Lucas 21:3-4).
No podemos cerrar los ojos ante este tema, porque el dinero es un tema importante, y el Señor Jesús
habla varias veces sobre nuestro uso de los bienes materiales.
La Biblia dice que Dios desea que ofrendemos con alegría y generosidad siguiendo su propio ejemplo.
Dios da a todos «generosamente sin menospreciar a nadie» como dice Santiago 1:5.
Él «hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos» (Mateo 5:45). Por lo
tanto, nosotros debemos dar nuestras ofrendas a Dios como muestra de gratitud ante todo lo que él nos
da. También debemos dar a los demás siguiendo el ejemplo de Dios.
¿Qué principios podemos seguir para saber cómo agradar al Señor con nuestras ofrendas?
1. Todo es del Señor
En ningún momento pienses que “le estás haciendo un favor a Dios” con tus ofrendas. Todo es suyo. Tu
casa, tu coche, tu familia, tu dinero y tu vida. Pero Él es tan generoso, que todo lo que es suyo deja que lo
llames “mío”. Cuando ofrendamos, no hacemos más que darle al Señor una pequeña parte de lo mucho
que Él nos da.
No se te ocurra pensar: “Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos”. Recuerda al
Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza. (Deuteronomio 8:17-18)
2. La ofrenda es algo espiritual, no material
No se trata de ofrendar simplemente para cubrir los gastos de la obra de Dios. Nuestro uso del dinero
expresa las prioridades de nuestro corazón.
Usamos el dinero en aquello que nos interesa, aquello que amamos, o creemos que es importante. ¿En
qué inviertes tu dinero? ¿Libros, pasatiempos, deporte, dulces, ropa? ¿Qué prioridad tienen las cosas del
Señor en tu vida? ¿Qué importancia le das a la iglesia local y a la extensión del Reino de Dios? El
presupuesto mensual es un reflejo de lo que está en nuestro corazón.
3. Ofrenda para el Señor, no para los hombres
La ofrenda es una forma más de expresar nuestra devoción hacia el Señor.
La oración, la lectura de la Palabra, o la ofrenda, son aspectos de nuestra adoración al Señor. Eso quiere
decir, lamentablemente, que corremos el peligro de descuidar las ofrendas, así como corremos el peligro
de descuidar nuestra vida de devoción privada. Pero recordemos que el hecho de que solo Dios vea qué
ofrendamos, no hace las ofrendas algo menos importante, sino todo lo contrario.
4. No ofrendes para que Dios te dé; ofrenda porque Dios te ha dado
El mal llamado “evangelio de la prosperidad” presenta el ofrendar como una forma de “negociar con Dios”.
Algunos dicen “ofrenda, para que Dios te bendiga”, otros dicen “ofrenda, o Dios te castigará”, y usan
algunos pasajes fuera de contexto para justificarse.
Recordemos que en el Antiguo Testamento las bendiciones materiales eran sombra y figura de las
bendiciones espirituales bajo el Nuevo Pacto. Hoy, Cristo es nuestra Tierra Prometida y todas las
bendiciones celestiales las tenemos en Él (Efesios 1:3). No creemos que debamos ofrendar “para que Dios
nos bendiga” sino al revés. Ofrendamos, porque Dios nos ha bendecido. ¿Te ha dado algo el Señor?
¿Tienes sustento y abrigo? ¿Dios provee para ti cada día? Nuestras ofrendas no son para “negociar” con
Dios, sino una muestra de nuestra gratitud y devoción por su bondad y generosidad con nosotros.
5. Ofrendar es un privilegio
Hay causas muy nobles en las cuales vale la pena invertir dinero, pero no hay causa más excelente que la
obra de la extensión del evangelio. No es de extrañar que haya creyentes que hayan ofrendado mucho
para el avance del Reino Dios. La iglesia que somos nosotros somos privilegiados de ofrendar para obra
de Dios y debemos sentirnos orgullosos y no tristes.
6. Ofrendar es una responsabilidad
En algunos casos Dios ha usado a los incrédulos para proveer para su causa, como cuando los egipcios
entregaron el oro a los hebreos. Pero en general, ese no es el caso.
Los creyentes somos los que con nuestras ofrendas envían misioneros, sostenemos a los pastores,
trabajamos por su obra realizando diferentes actividades, etc.
El apoyo de cada iglesia local es una responsabilidad de los miembros que la componen. El creyente
puede ofrendar de muchas maneras, y a muchos lugares, pero nunca debiera de obviar esta
responsabilidad principal con su propia iglesia.
7. Ofrenda con generosidad
Cada uno ofrende “según haya prosperado” (1 Corintios 16:2). En el Nuevo Pacto la ofrenda obedece a
principios espirituales, y debe ser generosa, en amor, y con gozo, porque la ofrenda brota de la actitud de
adoración de un corazón agradecido, y está expresando nuestra dependencia de Dios (Lucas 21:3-4).
8. La ofrenda es una inversión espiritual
En 2 Corintios 9 el apóstol Pablo da instrucciones sobre cómo ofrendar. En el v.6 escribe “El que siembra
escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también
segará”. Todos queremos ver pecadores venir a Cristo, y bautismos, y nuevas iglesias, y el evangelio
llegando a todas las naciones, pero para segar es necesario sembrar. Dios usa el esfuerzo, el tiempo, y las
ofrendas de los creyentes para traer fruto espiritual en su tiempo. No veamos las ofrendas como dinero
perdido, sino como dinero invertido en una causa con implicaciones eternas.
9. Ofrenda con gozo
Nos recuerda también 2 Corintios 9:7 que hemos de ofrendar “no con tristeza, ni por necesidad, porque
Dios ama al dador alegre”. Recuerda, que la ofrenda es parte de tu culto al Señor. ¿Acaso cantas
enfadado, y oras con fastidio? ¡Claro que no! Pues tampoco ofrendes con tristeza. Que aquello que
decidas ofrendar sea con alegría y gratitud en tu corazón, porque no solo ofrendas dinero. La mejor
ofrenda que los magos trajeron a Belén no fue el oro, ni el incienso, ni la mirra, sino la actitud de verdadera
adoración (Mateo 5:23-24).
10. Ofrenda medidamente
De nuevo 2 Corintios 9 expresa claramente “Cada uno dé como propuso en su corazón”. La ofrenda no se
debe improvisar, rascando en el bolsillo a ver qué encuentro. Cuando el dinero llegue a tus manos, ya sea
el salario, o un regalo, o una herencia de tu bisabuelo, decide en oración delante del Señor qué hacer con
ello. ¿Vas a ofrendar? ¿Cuánto? ¿Tienes la actitud correcta en tu corazón?. Seamos sabios, y recordemos
que todo es de Dios.
La ofrenda que agrada a Dios
Más que la ofrenda en sí, a Dios le interesa la actitud con la que ofrendamos. Él desea que ofrendemos
en obediencia a él, conforme a lo que él ha dicho y que lo hagamos de forma voluntaria y con alegría.
Encontramos un buen ejemplo en David y el pueblo de Israel. Ellos llevaron abundantes ofrendas
voluntarias para la edificación del templo. Ellos reconocían el señorío de Dios y ese conocimiento los
llenaba de gozo.
. (1 Crónicas 29:9). El pueblo estaba muy contento de poder dar voluntariamente sus ofrendas al Señor, y
también el rey David se sentía muy feliz.
(1 Crónicas 29:14). Pero ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas
voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido.
La ofrenda que Dios rechaza
Dios deja claro que a él no le agradan las ofrendas que son dadas por tradición o costumbre y que no van
acompañadas por un corazón obediente y misericordioso lleno del deseo de glorificarlo a él. En Isaías
1:10-17 Dios dice que está harto de esas ofrendas. Él aparta sus ojos de las ofrendas que fluyen de vidas
que no están consagradas a él.
En Malaquías 1:9-14 vemos también que Dios rechaza las ofrendas que no fluyen de una adoración
profunda y sincera. Dios tampoco acepta sobras ni se conforma con cualquier cosa. A Dios debemos darle
lo mejor y lo primero, reconociendo siempre su grandeza, su poder y nuestra necesidad de él.