[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
18 vistas5 páginas

El Secreto Cuento

El documento narra la historia de una mujer atrapada en una relación tóxica marcada por la infidelidad y la culpa, que la lleva a perder su esencia y a enfrentar un profundo dolor emocional. A pesar de sus intentos de liberarse, encuentra un nuevo amor que le permite redescubrirse, aunque su vida sigue siendo un enredo de secretos y dependencias. Finalmente, la protagonista se enfrenta a la necesidad de liberarse de su pasado y encontrar su propia identidad, mientras el secreto de su vida se convierte en un símbolo de su lucha por la libertad.

Cargado por

Nuria Menvielle
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
18 vistas5 páginas

El Secreto Cuento

El documento narra la historia de una mujer atrapada en una relación tóxica marcada por la infidelidad y la culpa, que la lleva a perder su esencia y a enfrentar un profundo dolor emocional. A pesar de sus intentos de liberarse, encuentra un nuevo amor que le permite redescubrirse, aunque su vida sigue siendo un enredo de secretos y dependencias. Finalmente, la protagonista se enfrenta a la necesidad de liberarse de su pasado y encontrar su propia identidad, mientras el secreto de su vida se convierte en un símbolo de su lucha por la libertad.

Cargado por

Nuria Menvielle
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 5

El secreto

Un secreto, secreto es en tanto otro lo conozca, pero tenga la gran valentía y nobleza de

guardarlo…El secreto es una gran verdad que se esconde tras la mentira mejor pensada en

resguardo de, a veces hasta la integridad de una vida…

Emilio.

La vida venia golpeándola duro, había comenzado a deshojarla. Sus colores se veían

pálidos y era más frecuente ver lagrimas antes que sonrisas en su rostro.

El amor marcaba con pérdidas irreparables, apagando muchas ilusiones, se revelaba

cruelmente en una gran mentira que nunca había sido lo que ella soñaba. Aquella mujer aún

doliente seguía esperando que todo se revirtiera.

La infidelidad rondaba desde siempre, era un complemento tóxico, que no la liberaba, sino

que por el contrario la sometía a la culpa y a la pregunta qué más hacer para que no se

busque en otra lo que quizá en ella no se encontraba.

La culpa la hacía complaciente, la anulaba, la perseguía y no le daba otra respuesta más de

la que volver y seguir a su lado porque el error según él era de ella y en cada error esa dama

iba perdiendo su esencia para permitir que él se reconstruya falsamente fiel.

Así un día él se fue… la abandono… no era la primera vez que lo hacía y en cada huida

se llevaba una parte de esa gran mujer que ante él era solo la molécula humana más

insignificante… así él la veía y así ella lo tenía asumido.

Los días azules eran dueños de sus horas. Ella se creía sola, aunque sus retoños la

acompañaban tal silentes espectadores de su tragedia que luego sería el mayor aprendizaje

que podría legarles.

Sus quehaceres quedaron relegados al llanto y al lamento, salir a enfrentar su vida cotidiana

era la osadía menos deseada. Las cuatro paredes de su cuarto eran su mejor refugio y ellos
su única luz que, aunque nunca dejo de brillar esplendorosa, en ocasiones no salvaba su

oscuridad.

La idea de un sueño casi eterno que terminara con el tormento la rondaba… no era un deseo

de final era una necesidad de detener esa vorágine dolorosa que tanto la derrotaba…

Intento una, dos y hasta tres veces ese anhelo de sueño sin retorno asegurado, pero algo no

se lo permitió, hubo alguienes que tampoco se lo libraron y esos alguienes la sacudieron

hasta la mejor reacción de volver a encontrar de a cuentagotas la claridad.

Su ausencia no dejaba de tener suspicaces presencias, que restaban a la soledad, pero

sumaban a las culpas. Existía un hilo invisible que en algún punto ceñía sus vidas un

instante y luego volvía a dejarlas pender de lo que no permanecería.

Sola no podía… sola no saldría de ese hueco en el que había caído… y casi sin realmente

desearlo sus alguienes la sacudieron y volvió, volvió a ver con un poquito de color, no muy

convencida, pero prefirió darle un espacio a resistir y a sobrevivir.

Se encontraba dispuesta a sentirse bien, a devolverle a sus alguienes esa que él había

anulado.

Salió. Se encontró rodeada de más afecto del que podía sospechar. Lo usual de esas

salidas con sus amigas le pareció inédito, se encontró de repente volviendo a reír sin ganas

siquiera de imaginarlo.

Enfrento esos espacios que la conocían con entereza con su actitud de siempre, temía, pero

no se permitió declararse obsoleta. Temblaba, pero simulaba la mayor quietud. Y allí

alguien la percibió y uno de sus alguienes también percibió que alguien la percibía y se lo

prohibió.
Alguien era lo prohibido por uno de sus alguienes que no justamente provocaba en ella la

anulación que él si provocaba y entonces no respondió a lo vedado, se lo permitió y a ese

alguien le permitió llegar a su mirada para volver a creer en ella.

Así se dejó llevar a una aventura que con el transcurrir del tiempo, fue un poco más de eso.

Al principio se mostró casi desinteresada, esquiva, temerosa. No estaba previsto en sus

planes que alguien llegue donde solo él había llegado. Sin embargo, este alguien supo

perfectamente cómo llegar a su vida sin presiones y con atenciones que había olvidado que

existían.

Ella se sentía acompañada, contenida, protegida. Podía mostrarse ante este nuevo alguien

como realmente ella estaba. Cualquier hombre con deseos de aventura hubiera pensado

varias veces antes de acercarse a ella sin embargo el eligió hacerlo y en sus primeros

encuentros en los se hundían en enormes y tiernos abrazos, muy lejanos a deseos

libidinosos. Ese alguien era el pañuelo que por instantes alguna noche que podían guardaba

celoso sus lágrimas y aguardaba sin presiones que llegué el instante mágico que una sus

cuerpos.

Era la historia menos pensada, a veces la pregunta de cómo seguiría esto la inquietaba, pero

no la atormentaba. Ellos se sabían dispuestos al tiempo que cada uno tenía para compartir

con el otro. Jamás hubo entre ellos día fijo, hora pactada, lugar preciso. Solo lo que el

destino indicaba era el más bello instante que disfrutaban sin tantas explicaciones. A veces

hasta solo una mirada cuando se cruzaban en sus rutinas o un breve llamado convertía el

encuentro en el momento más perfecto.

Mientras; él lo intuía, pero no podía comprobarlo, dudaba, pero la certeza de que ellos

estaban juntos era incierta. Era entonces la ocasión perfecta para seguir su asedio, y no

permitirle a ella dejar de pertenecerle.


Aunque ella hacia los intentos más dolorosos de abandonar esa culpa que la ceñía a él, pero

tampoco podía dejar de lado a ese alguien que le había permitido volver a sentirse alada,

viva, plena y aunque con amargura una gran felicidad.

Él era imprescindible, aunque la realidad no lo determine así, ya que nadie lo es. Pero su

actitud manipuladora hacía en ella crear esa dependencia destructiva.

La aventura siguió dándole a sus días un touch bittersweet, que alivianaba su aflicción. Y

también él y ella volvieron a encuentros fugases cargados de amor-culpa, que eran parte de

la rutina de ellos.

Algo ya se había roto, por no decir ya nada quedaba de aquel amor que habían jurado hasta

el final de sus días, pero lo intentaban y lo re intentaban y se iban resquebrajando hasta el

punto de que ya no eran cómplices sino eran ambos ladrones de sentimientos casi

inexistentes.

La unión duro entre él y ella un breve lapso, ese alguien que a ella la sorprendió, seguía

latente aguardando que ella lo llame y se hundan en un dulce encuentro. Pero no solo

alguien quería encontrarla a ella, sino que alguna había aparecido también en la vida de él y

sumaría a la casi anunciada ruptura sospechada.

Entre idas y vueltas transcurrieron sus vidas ya no era más un triángulo, eran ya cuatro que

no se decidían a ser lo que en definitiva deseaban.

Ella era de alguien más, él lo era de alguna… pero ellos seguían siendo el uno para el otro

sin mediar más que el yerro de un amor.

La cuaresma estaba llegando a su fin y aún consciente ella de su doble pecado, se llenó del

placer que alguien venia entregándole e intuitivamente él también con alguna hicieron de

esa noche de penitencia el comienzo del fin de ese amor jurado en vano.
El secreto se había gestado inconscientemente, podía ser una realidad o podía ser solo una

consecuencia de una pasión contenedora. El secreto podía ser el anuncio de su

perecimiento. El último caos de la gran culpa cargada durante tanto tiempo. Era el darle la

razón a tanto maltrato que sin quererlo sería el castigo merecido para él por tanto dolor que

padeció ella.

Una remota posibilidad hacia que el secreto sea fruto de él y de ella. Pero ella no podía

sostenerlo, ella anhelaba el fin, no quería hacerlo cargo.

Quería seguir sola porque necesitaba su aire, su ser sin culpa para no legar en mí el yugo

de un error dulce.

Él en su afán de macho dueño de ella, no quiso dejarla… volvió otra vez, volvió y asumió

consciente o inconscientemente el fruto de tanto penar. Ella le pidió no seguir, no hacerse

cargo solo aceptar que había una vida ante tanto suspiro de eutanasia.

Hoy soy Emilio, ella se jugó para que lo fuera, él se distrajo o se hizo el distraído para que

sea el hombre que yo respeto y amo.

Alguien sabe de mí y alguna también lo sabe.

A ella la perdono porque me guarda como su secreto para no perder su vida y él también

me guarda para no quitarme la posibilidad que me dio ella de vivir.

Fin

Mara.

También podría gustarte