KANT
La Ilustración fue un movimiento cultural del siglo XVIII que promovió la razón, la ciencia y la
educación. Sus principales figuras confiaban en el progreso de la humanidad mediante el
conocimiento. Los ilustrados aspiraban a transformar la sociedad, criticando las costumbres del
pasado y fomentando una visión racional del mundo.
Durante la Ilustración, se pensó que era el momento adecuado para acabar con la discriminación
de las mujeres, pero la Declaración de 1789 lo omitió. Esto provocó protestas y Olympe de
Gouges publicó la Declaración de Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, exigiendo que los
principios igualitarios de la Revolución se aplicaran a todos, incluidas las mujeres.
Filosofía Kantiana.
Immanuel Kant destacó en la Ilustración por su análisis profundo de la racionalidad humana. A
pesar de los avances científicos de su tiempo, Kant veía un estancamiento en el uso de la razón
y se propuso estudiar sus límites y posibilidades.
Distinguió dos vertientes distintas de la racionalidad humana:
1. Uso teórico. Modo en que empleamos la racionalidad para conocer, asociada a la
   epistemología y a la metafísica.
2. Uso práctico. Empleo de la racionalidad para decidir cómo actuar, asociada a la ética y a la
   política.
En sus obras Crítica de la razón pura y Crítica de la razón práctica, Kant analizó ambos usos de
la racionalidad, destacando que, aunque los seres humanos tienen una sola razón, esta se
emplea de maneras distintas. Enfatizó la importancia de una crítica de la razón para determinar
sus límites y posibilidades, ya que la razón no puede abarcarlo todo y debe estar sujeta a
restricciones.
Lo que Kant intenta hacer en sus dos principales obras es encontrar hasta dónde llega
legítimamente la razón humana.
Kant formuló tres grandes preguntas que guían toda su obra:
1. ¿Qué puedo conocer? - Relacionada con la epistemología (Crítica de la razón pura).
2. ¿Qué debo hacer? - Enfocada en la ética (Crítica de la razón práctica).
3. ¿Qué me cabe esperar? - Vinculada a cuestiones metafísicas y religiosas.
Aunque estas preguntas están divididas en tres áreas, Kant las veía profundamente conectadas.
Todas se resumen en una cuarta pregunta: ¿Qué es el hombre?, que se refiere al problema del
ser humano y a la antropología.
¿Qué puedo conocer?
En Crítica de la razón pura, Kant aborda el problema del conocimiento, centrado en el uso de la
razón. Observa el contraste entre el progreso de las ciencias y el estancamiento de la filosofía
en el siglo XVIII. Por ello, Kant se pregunta: ¿qué es lo que hace posible la ciencia?
Para responder a este hecho, Kant sostiene que las ciencias se componen de juicios, que son
enunciados con los que afirmamos algo sobre la realidad.
Juicios analíticos y juicios sintéticos.
Kant se propone clasificar los juicios de acuerdo con los dos criterios diferentes. Según la
relación entre el sujeto y el predicado, distingue entre juicios analíticos y juicios sintéticos.
1. Juicios analíticos. Afirmación en la que el predicado está contenido en el concepto del
   sujeto, es decir, que no aportan información nueva del sujeto. Su verdad es necesaria y su
   negación una contradicción.
   Ejemplo: "Un triángulo tiene tres lados". Aquí, el predicado (tres lados) simplemente repite
   una característica esencial del sujeto (triángulo).
2. Juicios sintéticos. Afirmación en la que el predicado añade información nueva sobre el
   sujeto, que no estaba presente en el sujeto. Los juicios sintéticos son extensivos, ya que
   amplían la información que tenemos sobre el sujeto.
   Ejemplo: "La cicuta es una planta venenosa". En este caso, el predicado (planta venenosa)
   aporta un dato que no está contenido en el concepto de cicuta.
Juicios a priori y juicios a posteriori.
Kant distingue entre juicios a priori y juicios a posteriori según su relación con la experiencia:
1. Juicios a priori. Independientes de la experiencia y necesariamente verdaderos. No es
   necesario acudir al a experiencia para comprobarlo ya que es una afirmación lógica y, por lo
   tanto, verdadera.
2. Juicios a posteriori. Dependen de la experiencia y, para comprobarlo, tenemos que acudir
   a esta.
A primera vista, podría parecer que los juicios analíticos son siempre a priori y los juicios
sintéticos siempre a posteriori, como pensaba Hume. Sin embargo, Kant defiende que existen
los juicios sintéticos a priori, afirmaciones que aportan información nueva, pero
independientes de la experiencia.
El predicado no está contenido en el sujeto, por lo que es un juicio sintético. Sin embargo, su
verdad no necesita ser comprobada empíricamente, lo que lo hace a priori.
Los juicios sintéticos a priori son fundamentales en la filosofía kantiana. Según Kant, estos juicios
establecen los principios sobre los que se construye el conocimiento científico.
El giro copernicano.
Kant sostiene que las ciencias son posibles gracias a los juicios sintéticos a priori. Pero para
saber cómo los juicios sintéticos pueden ser a priori, distingue dos aspectos en el conocimiento
humano:
1. Materia. El contenido del conocimiento, que proviene de la experiencia.
2. Forma. La estructura que nuestra mente usa para organizar e interpretar lo que percibimos.
Según Kant, el contenido del conocimiento proviene de la experiencia, pero es nuestra mente la
que aporta la estructura que sirve para interpretar lo que conocemos. La experiencia proporciona
la materia del conocimiento, mientras que el sujeto se encarga de darle forma para que adquiera
significado.
La clave para entender correctamente el conocimiento humano se encuentra en el modo que
tenemos de captar, organizar e interpretar lo que percibimos. Esto nos obliga a realizar un
cambio completo del punto de vista en la filosofía occidental, al cambio de perspectiva de
Copérnico.
Kant se refirió a este nuevo planteamiento diciendo que se trataba de un giro copernicano, que
nos obligaba a prestar especial atención a la manera en la que el sujeto estructura y da forma a
lo que conoce.
Lo que propone el giro copernicano es un cambio total de perspectiva. La clave está en mostrar
cómo la realidad tiene que adaptarse a las estructuras cognitivas que la mente del sujeto impone
a todo lo que percibe.
Según él, para conocer, los seres humanos hacemos uso de tres facultades diferentes. Por eso
el libro de Kant está dividido en tres secciones distintas.
La racionalidad humana usa facultades diferentes:
1. Sensibilidad. (Estética trascendental).
2. Entendimiento. (Analítica trascendental)
3. Razón. (Dialéctica trascendental)
Esto permite comprender cómo el conocimiento humano es el resultado de la interacción entre
la experiencia y las estructuras mentales.
La sensibilidad.
La sensibilidad es la facultad humana que nos permite percibir el mundo que nos rodea. Es
pasiva porque solo percibe. Kant distingue dos elementos en la percepción:
1. Materia. Los datos que recibimos a través de los sentidos (colores, olores, sabores),
   provenientes de la experiencia.
2. Forma. Estructura que organiza esos datos, permitiendo que tengan sentido. Esta no
   proviene de la experiencia, sino que es impuesta por el sujeto.
Percibimos datos de los sentidos (materia) y el sujeto le da la forma (estructura).
Esto quiere decir que, para Kant, el espacio y el tiempo no son realidades objetivas que existan
en el mundo exterior al sujeto, sino que son el marco impuesto por nuestra propia mente dentro
de la cual percibimos la realidad.
Kant llama intuiciones al contenido de la sensibilidad. Distingue dos tipos:
1. Intuiciones empíricas. Provienen de la experiencia (sentidos / materia).
2. Intuiciones puras. Son puestas por el sujeto (espacio y tiempo) (forma).
En conclusión, el espacio y el tiempo no provienen de la experiencia ni son realidades externas,
sino condiciones necesarias que hacen posible nuestra percepción del mundo.
El entendimiento.
El entendimiento es la facultad que interpreta los datos de la sensibilidad para elaborar
conceptos y juicios sobre la realidad. A diferencia de la sensibilidad, que es pasiva porque solo
percibe, el entendimiento es activo, ya que organiza los datos de la sensibilidad a través de las
categorías.
Las categorías son conceptos a priori del entendimiento que dan significado a las percepciones
captadas por los sentidos en un espacio y tiempo determinado. Para que las percepciones
tengan sentido, es necesario agruparlas y etiquetarlas mediante conceptos. Esto es posible
gracias a las categorías del entendimiento.
Como las categorías son independientes de la experiencia y provienen de la actividad mental
del sujeto, permiten interpretar la realidad sin depender exclusivamente de la observación
empírica.
Ejemplo de una categoría en acción: imagina que entras a la cocina y percibes una forma
redonda, de color rojo, con una textura suave y un sabor dulce. La sensibilidad te proporciona
estos datos, pero por sí solos no tienen significado. Es el entendimiento el que los organiza y los
interpreta, permitiéndote reconocer que se trata de una manzana.
Algunas de las categorías más importantes son:
1. Sustancia. Nos permite pensar que los datos sensoriales provienen de un objeto que existe
   independientemente de nosotros (por ejemplo, la manzana).
2. Causalidad. Nos hace percibir una relación de causa y efecto entre los fenómenos, aunque
   esta relación no provenga directamente de la experiencia.
Para Kant, estos conceptos son formas con las que nuestra mente estructura la experiencia.
La razón.
La razón es la tercera facultad del conocimiento y su función es unificar los conceptos y juicios
elaborados por el entendimiento. El ser humano busca explicaciones cada vez más completas
acerca de la realidad, lo que lo lleva a sintetizar el conocimiento en tres ideas reguladoras:
1. El mundo. Intenta englobar en un solo concepto todo lo que conocemos sobre los
   fenómenos físicos y naturales.
2. El alma. Unifica todos los fenómenos psíquicos que experimentamos en nuestro interior.
3. Dios. Es la idea más amplia, ya que intenta reunir toda la realidad, remitiendo todo cuanto
   existe en un supremo creador.
Kant señala un problema fundamental: estas tres ideas no se corresponden con ninguna
intuición empírica, por lo que estas ideas no pueden ser conocidas.
Según su teoría del conocimiento, para conocer algo se requiere materia (experiencia) y forma
(estructura mental). En el caso de estas tres ideas, solo tenemos la forma (la idea misma), pero
carecemos de experiencia directa que les otorgue contenido.
Por ello, Kant concluye que las tres ideas reguladoras no pueden ser objeto de conocimiento
científico o empírico, aunque siguen siendo útiles como principios que orientan nuestra
búsqueda de la verdad.
Fenómeno y Noúmeno.
Kant, en su análisis sobre los límites del conocimiento humano (Crítica de la razón pura),
establece que solo podemos conocer la realidad filtrada por las estructuras que impone nuestra
mente, es decir, a través de la sensibilidad (datos sensoriales) y las categorías del
entendimiento. Esto significa que no somos capaces de percibir la realidad tal y como es en sí
misma.
Kant introduce dos conceptos para distinguir estas dos dimensiones tan diferentes:
1. Fenómeno. Es lo que se nos muestra, es decir, la cosa tal y como la percibimos los seres
   humanos.
2. Noúmeno. Es la cosa en sí misma, independientemente de nuestra percepción.
Aunque podemos pensar en la existencia del noúmeno, no podemos conocerlo directamente,
ya que nuestro conocimiento solo alcanza el conocimiento de los fenómenos. Por lo tanto, el
noúmeno nos resulta inaccesible. Esto marca el límite del conocimiento humano.
(Las ideas del mundo, el alma y Dios corresponden a noúmenos, es decir, no podemos
conocerlas como fenómenos, aunque sí podemos pensar en ellas.)
La distinción entre fenómeno y noúmeno también le permite a Kant abordar el problema de la
libertad humana desde dos perspectivas:
1. Dimensión fenoménica. Asociada con nuestro cuerpo material y a la experiencia que
   tenemos acerca de las demás personas que nos rodean.
   Todo lo que es fenoménico está sometido a las leyes de la naturaleza (física, química,
   biología), lo que implica que nuestro comportamiento como fenómeno está determinado y es
   predecible.
2. Dimensión nouménica. Más allá de lo que podemos percibir y conocer. Si contemplamos a
   la persona como noúmeno, entonces podemos afirmar que el ser humano es libre y escapa
   del determinismo.
   No está sometida a las leyes naturales.
Por lo tanto, aunque como fenómenos estamos determinados por las leyes naturales, como
noúmenos, somos libres.
¿Qué debo hacer?
Ética universal
Kant pretende elaborar una ética universal y, para ello, critica las éticas materiales anteriores
(con contenido), que marcan lo que se debe hacer para conseguir un fin o bien. Estas éticas
solo valen para aquellas que persiguen este fin, por lo que sus normas son hipotéticas (solo
son válidas para quienes buscan el bien que proponen) o heterónomas (las normas no
provienen del individuo, sino de un objetivo externo que debe ser alcanzado).
Además, son a posteriori, es decir, tenemos que acudir a la experiencia para las normas de
conducta. Esto hace que no puedan ser universales.
Kant rechaza esta ética porque no puede ser universal. Su objetivo es desarrollar una ética
universal, necesaria y racional, válida para todos los seres humanos, independientemente de
sus objetivos particulares.
Ética formal
Kant propone una ética formal como solución a las limitaciones de las éticas materiales
(necesaria, autónoma y a priori). No dice qué normas seguir sino cómo han de ser esas normas,
y estas normas las decide la propia persona.
Esta ética tiene tres características fundamentales:
1. Necesaria. Debe ser universal y válida para todos los seres humanos.
2. Autónoma. El individuo debe crear sus propias normas, no seguir reglas externas.
3. A priori. Las reglas no dependen de la experiencia, sino que son claras y seguras desde el
   principio.
La ética formal solo define la forma que deben tener las normas de conducta elegidas por cada
persona. Así, es una ética universal, autónoma y a priori.
El imperativo categórico.
Las máximas de conducta son esas normas individuales de comportamiento que cada persona
debe elegir por sí misma. Aunque cada individuo es autónomo para escoger sus propias
máximas, estas reglas de conducta deben cumplir un requisito formal muy importante: el
imperativo categórico.
El imperativo categórico en Kant es la norma ética fundamental que guía las decisiones de
conducta. Es una exigencia formal y que nos dice cómo elaborar nuestras propias normas de
conducta.
Aunque el imperativo categórico es solo uno, Kant propone varias maneras de formularlo.
Siempre que vayamos a escoger una máxima de conducta tenemos que pensar en lo que
sucedería si ese comportamiento fuese universal. En caso de que la respuesta sea negativa,
esa máxima no es aceptable éticamente ya que no respeta al imperativo categórico.
Kant insistía en la importancia de trabajar conjuntamente con tal de que la sociedad pudiera ir
progresivamente acercándose a lo que él denominaba el reino de los fines, donde existe una
sociedad ideal, que se respetan mutuamente y en la que todos se tratan como fines y no
simplemente como medios.
Ética kantiana
La ética de Kant es una ética deontológica (ética del deber). El problema de esta ética surge
cuando el cumplimiento del deber entra en conflicto con nuestros deseos naturales.
Kant pensaba que, en esos casos, la acción moralmente correcta consiste en ajustarse al deber,
aunque suponga sacrificar nuestros deseos. Por eso, las acciones contrarias al deber son malas.
Pero no todas las acciones tienen el mismo valor moral.
Kant distingue entre:
1. Actuar conforme al deber. Cuando el comportamiento se ajusta a lo que es nuestra
   obligación, aunque en realidad estemos siguiendo nuestros deseos.
2. Actuar por deber. Cuando realizamos una acción porque es nuestra obligación moral,
   aunque esté en contra de nuestros deseos.
Solo las acciones realizadas por deber tienen verdadero valor moral.
La ética kantiana es una ética del deber porque considera que las acciones deben realizarse
no por sus consecuencias, sino porque son moralmente correctas en sí mismas. Lo que
realmente importa es la intención con la que actuamos y no el resultado de nuestras acciones.
Antes de actuar, debemos preguntarnos: ¿Qué pasaría si todo el mundo actuara de la misma
manera? Si la acción sigue siendo válida en todos los casos sin contradicción, entonces es
moralmente correcta.
Por lo tanto, en la ética kantiana, una acción tiene valor moral cuando se realiza por deber, de
forma consciente y por respeto a la ley moral, sin importar las consecuencias.
¿Qué me cabe esperar?
Kant reconoce que la ética deontológica, del deber o kantiana no es el camino más adecuado
hacia la felicidad.
La ética de Kant no persigue la felicidad porque no es una ética material ni se propone lograr
ningún objetivo. Sin embargo, eso no impide que las personas puedan alcanzar la felicidad.
Si queremos creer que el cumplimiento del deber puede ser recompensado con felicidad, es
necesario aceptar estas suposiciones:
1. Los seres humanos disponemos de libre voluntad, que nos permite elegir cómo actuar y
    hace posible la acción moral.
2. El cumplimiento del deber moral conlleva perfección, que es imposible de alcanzar sin
    superar un alma inmortal.
3. Dios existe para esperar la felicidad eterna si actuamos conforme el deber.
Para Kant, la libertad humana, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios son asuntos que
escapan al conocimiento humano, porque no tenemos ninguna evidencia empírica de ellos. Se
trata de noúmenos, por ello se trata de cuestiones que están más allá del límite del conocimiento.
Por tanto, Kant denomina postulados de la razón práctica a estas verdades que no se pueden
conocer ni demostrar con seguridad, pero que es preciso admitir si queremos creer en la felicidad
humana.