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Pul Garci To

El documento presenta tres cuentos clásicos: 'Pulgarcito', donde un niño pequeño y astuto ayuda a su familia y se enfrenta a peligros; 'Los tres cerditos', que narra cómo tres hermanos construyen casas para protegerse de un lobo feroz; y 'El patito feo', que cuenta la historia de un patito que, tras ser rechazado por su apariencia, descubre que en realidad es un hermoso cisne.

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Pul Garci To

El documento presenta tres cuentos clásicos: 'Pulgarcito', donde un niño pequeño y astuto ayuda a su familia y se enfrenta a peligros; 'Los tres cerditos', que narra cómo tres hermanos construyen casas para protegerse de un lobo feroz; y 'El patito feo', que cuenta la historia de un patito que, tras ser rechazado por su apariencia, descubre que en realidad es un hermoso cisne.

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Pulgarcito

Una vez hubo un campesino muy pobre que se encontraba frente al fuego
mientras su esposa hilaba. Ambos sentían pena por no haber tenido hijos, ya
que el silencio que había a su alrededor los entristecía.

La mujer dijo que se conformaría incluso con un hijo pequeño, que no fuese
más grande que un pulgar. Días después la mujer enfermó, y al cabo de siete
meses dio a luz un niño tan pequeño como un pulgar.

El matrimonio, contento, pensó en llamar al niño Pulgarcito. Por mucho que


comía y pasaba el tiempo, el niño no crecía nada, pero por el contrario se trataba
de un niño listo y muy hábil que conseguía hacer todo lo que se proponía.

Un día el padre se fue al bosque a cortar leña, y pensó que necesitaba a alguien
que le llevase el carro. Pulgarcito se ofreció a hacerlo. Al padre le entró la risa
debido a que era demasiado pequeño para llevar las bridas del caballo.

Pulgarcito se acercó a la oreja del caballo y le fue diciendo por dónde tenía que
ir. Al rato encontraron a dos forasteros que se sorprendieron de ver al caballo
moverse sin nadie que lo guiase. Decidieron seguir al carro hasta que llegó al
lugar en el que se encontraba el padre.

Cuando vieron a Pulgarcito pensaron que podían conseguir una gran cantidad de
dinero por enseñarlo. Se acercaron al padre le dijeron que se lo compraban. El
padre se negó, pero Pulgarcito le dijo que lo vendiese y que él ya sabría cómo
regresar.
Durante el camino, Pulgarcito se escondió en una madriguera de forma que
los hombres no pudiesen cogerlo. Al final se rindieron y se marcharon. En su
vuelta a casa encontró una caracola donde decidió quedarse a dormir. Al rato dos
hombres pasaron barajando la posibilidad de robar al cura su oro y su plata.
Pulgarcito se ofreció a ayudarles.

Al llegar, Pulgarcito entró en la casa y comenzó a gritar preguntando que qué


querían que les sacase. Al final la cocinera se despertó y los ladrones huyeron.
Pulgarcito se escondió y al final la mujer pensó que lo había soñado.

Pulgarcito decidió quedarse a dormir sobre la paja, pero al día siguiente, la


cocinera fue a dar de comer a las vacas y Pulgarcito acabó en el estómago de
una de ellas. Al verse en esta tesitura, Pulgarcito empezó a pedir ayuda, y la
mujer pensó que la vaca hablaba. El cura acudió y ordenó matar a la vaca porque
creía que era obra del diablo.

Pulgarcito que estaba todavía en el estómago de la vaca fue tragado de nuevo,


pero esta vez por un lobo. Pulgarcito le ofreció al lobo decirle dónde podría
encontrar buena comida a cambio de la libertad. El lobo le escuchó y se pegó un
buen festín. Al querer salir había engordado tanto que ya no podía pasar por la
puerta. Entonces Pulgarcito empezó a gritar hasta que despertó a los padres.

Los padres mataron al lobo y sacaron a Pulgarcito, con lo que de nuevo toda
la familia volvió a estar junta.

FIN

Cuento. “Los tres cerditos”


Hace mucho tiempo vivían los tres cerditos con su papá
y su mamá. Eran muy felices todos juntos, pero cuando
los tres cerditos crecieron decidieron viajar y descubrir un
mundo nuevo.
Los tres hermanos caminaron muchos días hasta que
encontraron el lugar perfecto donde quedarse.

El primer hermano estaba deseando terminar su casa


para poder salir a hacer nuevos amigos. Así que
rápidamente construyó una pequeña y endeble casa de
paja y se fue a disfrutar y a conocer el vecindario.

El hermano mediano, al ver a su hermano, quiso divertirse


también. A toda prisa construyo una casita de madera,
que no tenía pinta de aguantar ni el primer viento de
otoño.

Pero el tercer cerdito, el más responsable de los tres,


pensó que los amigos y los vecinos seguirían ahí mucho
tiempo. Lo más importante era construir una casa
resistente, pues no todos los animales del vecindario eran
tan amigables como el conejo o el gorrión. Había oído que
un lobo feroz merodeaba por los alrededores y si no
tenías cuidado te podía comer de un solo bocado.

El tercer cerdito tardó mucho tiempo en construir su


casita de ladrillos y cemento.

Pero una vez terminada resultó ser una gran y robusta


casa.

A pesar de haber advertido a sus hermanitos de los


peligros del bosque, estos no le hicieron caso y decidieron
seguir jugando y bailando.

Una tarde, mientras el primer cerdito descansaba, alguien


llamó a la puerta. Toc, toc.

– ¿Quién es? – pregunto el cerdito desde su cómoda


butaca.

– Soy el lobo feroz. Abre la puerta o soplaré y soplaré y la


casa derribaré.
– No, no y no, jamás abriré la puerta – gritó el cerdito
aterrado.

Entonces, el lobo soplo y sopló y la casita de paja derribó.

El cerdito corrió tan rápido como pudo y se escondió en la


casa de madera del segundo cerdito. Los dos hermanos
temblaban de miedo, pues sabían que el lobo se acercaba
hacia su casa.

Toc, toc.

– ¿Quién es? – preguntaron los dos cerditos con voz


temblorosa.

– Soy el lobo feroz. Abrid la puerta o soplaré hasta


derribar tú casa.

– No, no y no, jamás abriremos la puerta. – gritaron los


cerditos.

Recomendamos: Pablo y su exposición en el cole

El lobo sopló una vez y volvió a soplar y la casita de


madera derribó una vez más.

Los pequeños cerditos huyeron a casa de su hermano y


allí se refugiaron.
El lobo llegó justo cuando cerraron la puerta, que le dio en
sus enormes narices.

Furioso por no haber conseguido atrapar a los dos


cerditos, volvió a llamar a la puerta de la casa del tercer
cerdito.

Toc, toc.

– ¿Quién es? – preguntó sin miedo el tercer cerdito.

– Soy el lobo feroz. Abre la puerta o derribaré tu casa de


un soplido.

– Inténtalo – dijo el cerdito muy seguro de si mismo.

El lobo enfureció aún más y comenzó a soplar con todas


sus fuerzas, pero aquella casa de ladrillos y cemento era
demasiado fuerte. Intentó colarse por la ventana, pero no
lo consiguió. Entonces vio la chimenea y ni corto ni
perezoso se subió al tejado para entrar en la casa
colándose por el agujero de la chimenea.

Lo que el malvado lobo no sabía era que los cerditos


habían preparado una gran marmita llena de agua
hirviendo sobre el fuego de la chimenea.
Cuando el lobo llegó abajo cayó sobre la marmita y se
quemó el trasero con el agua. Los gritos del lobo se
escucharon al otro lado del bosque y fue tanta la
vergüenza que sintió al haber sido vencido por los tres
cerditos, que nunca más volvió a verse al lobo feroz
merodear por aquel bosque.

Los dos cerditos construyeron una casa de ladrillos y


cemento tan resistente como la de su hermano y, desde
aquel día, todos los animalitos viven felices y ya nadie
teme al lobo feroz.

FIN

Cuento. “El patito feo”

Un día de verano, cuando comenzaba a atardecer, mamá


pata y papá pato fueron padres de seis preciosos patitos.

Todos rompieron el cascarón al mismo tiempo; bueno,


todos menos uno. Había un huevo que era algo más
grande y distinto a los demás. En la granja, todos
esperaban impacientes su nacimiento.

Al fin, un poco antes de que acabara el día, el huevo


comenzó a romperse y el último patito sacó su cabeza del
cascarón.

Todos se acercaron a ver al nuevo pequeñín pero, al ver


su aspecto, se marcharon sin decir nada. Tan solo la
gallina dijo – ¡Pero que pato más grande y feo! Desde
luego, no se parece en nada a sus hermanos. Puede que
no sea un pato de verdad – y así es como el patito
empezó su andadura por el mundo.
Pasaron los meses y el patito se hartó de que todo el
mundo le dijera lo feo que era.

Todos, excepto sus padres, le llamaban Patito Feo.

Una mañana, el pobre pato decidió marcharse de la


granja. Ya no podía soportar más los insultos de sus
compañeros y hermanos.

El patito comenzó a caminar hacia el bosque en busca de


un lugar en el que lo tratasen con cariño y respeto.

Caminó muchos días hasta que llegó a un lago. Allí vio


una pareja de patos salvajes que nadaban plácidamente.
El patito se acerco y les dijo – Buenos días, ¿no les
importaría que me quedase un tiempo por aquí? –

Uno de los patos salvajes se giró y, al ver al patito,


comenzó a reírse –¡ Pero que pato tan grande y feo!

El pequeño pato no permitió que siguieran riéndose de él.


Rápidamente se marcho en busca de un lugar mejor.

El otoño llegó y ya comenzaba a notarse el fresco, pero el


patito siguió caminando hasta que un día una anciana lo
encontró y se lo llevó a su granja. Allí vivían también un
gato y una gallina a los que no parecía que les gustase su
compañía – A ver, patito, ¿puedes poner huevos? –
preguntaron los animales.
El patito dijo – Pues… creo que no

– Entonces sólo puede haber un motivo por el que la


anciana te ha traído aquí –

Contestó el gato con cierto todo de maldad.

– Creo que vas a formar parte del banquete de esta noche


– continuó la gallina.

El patito se asustó tanto por lo que los malvados animales


le contaron, que rápidamente se marchó de aquel lugar.

El invierno llegó y el patito ya no tenía muchas fuerzas


para continuar. El frío y el hambre le impedían seguir su
camino. Buscó cobijo entre los arbustos. Hasta que un
amable granjero lo encontró y se lo llevó a su granja para
que no muriese de frío.

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El patito pensó – Tal vez este sea un buen lugar para vivir

Pero nada de eso. En cuanto el granjero salió del establo,


dos vacas enormes se acercaron y le volvieron a insultar –
Pero ¿qué eres tú? – dijo una – Es el pato mas feo que he
visto jamás – comentó la otra entre risitas.

El pobre patito se apartó de los enormes animales y se


escondió en una esquina del granero – me quedaré aquí
hasta que acabe el invierno, después seguiré mi camino –
se dijo.

Y así lo hizo. Con el primer brote de primavera, el pato


salió de la oscura esquina del granero y continuó su
camino.
No tardó mucho en ver un grupo de preciosas aves que
volaban sobre él.

– Ojalá yo fuese tan hermoso – Pensó.

Poco después, vio un magnifico lago y decidió darse un


chapuzón. Allí nadaban las mismas aves que había visto
volar. Eran tan elegantes que decidió no acercarse mucho
para evitar los insultos.

Pero sucedió algo. Uno de ellos se giró y le dijo, ven


amigo, únete a nosotros.

No se podía creer que estuviesen hablando con él, pero al


acercarse al agua pudo ver su reflejo por primera vez.
Todo había cambiado en él. Ya no era un pato grande y
feo. Había crecido y era un precioso cisne.

Lo cierto es que nunca había sido un patito feo, eran los


demás los que no habían visto que, en realidad, él era un
pequeño cisne.

Sin dudarlo ni un segundo, el Patito…perdón, el hermoso


cisne, se unió al grupo de hermosas aves y, desde aquel
día ya nunca se sintió feo, ni diferente. Al fin, el cisne
encontró el cariño y el respeto que durante tanto tiempo
había buscado.
FIN

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