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La Balsa de La Medusa

La obra 'La balsa de la Medusa' de Théodore Géricault representa el dramático momento en que náufragos intentan ser rescatados, reflejando la desesperación y la esperanza en medio de la tragedia. Utilizando técnicas de óleo sobre lienzo, Géricault emplea una composición dinámica y un uso expresivo de la luz y el color para transmitir la angustia de los personajes, así como una crítica social hacia la aristocracia francesa de su época. Esta pintura se considera un hito del Romanticismo, marcando un cambio hacia la expresión emocional y la representación de la realidad contemporánea en el arte.

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La Balsa de La Medusa

La obra 'La balsa de la Medusa' de Théodore Géricault representa el dramático momento en que náufragos intentan ser rescatados, reflejando la desesperación y la esperanza en medio de la tragedia. Utilizando técnicas de óleo sobre lienzo, Géricault emplea una composición dinámica y un uso expresivo de la luz y el color para transmitir la angustia de los personajes, así como una crítica social hacia la aristocracia francesa de su época. Esta pintura se considera un hito del Romanticismo, marcando un cambio hacia la expresión emocional y la representación de la realidad contemporánea en el arte.

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Enrique Valdearcos Guerrero Historia del Arte

La balsa de la Medusa”
Théodore Géricault
1818 y 1819,
Museo Nacional del Louvre, París.
Análisis:
Descripción de la escena

La escena capta el instante en el que un grupo de náufragos avistan una vela en el horizonte, la fragata
que no los recogerá. En la parte inferior de la balsa se encuentran los muertos y a un par de personas que los
están sujetando. En la parte superior de la balsa están los supervivientes, que están agitando los brazos para
intentar ser vistos. Parece como si en la barca, repentinamente hubiera nacido una palpitación de vida y
esperanza. El mar revuelto como ellos, el cielo nublado, el viento sopla hacia la izquierda, la única luz que ilumina
la pintura proviene del extremo superior izquierdo del cuadro, y nos deja ver la atmósfera de sufrimiento de los
ocupantes de la balsa. En el cuadro se pueden apreciar entre 17 y 21 tripulantes ente los que hay muertos,
desnudos y desperdigados sobre la pequeña balsa desecha por el oleaje.

Técnica: La técnica usada por el pintor es óleo sobre lienzo, con unas dimensiones de casi cinco metros de alto y
más de siete metros de ancho, estás grandes dimensiones son frecuentes en obras de carácter histórico.

Pincelada: El tipo de pincelada del que hace uso el autor, se caracteriza por ser suelta y tener unos contornos
imprecisos. Se trata de una textura lisa.

Línea: En cuanto a la línea, existe una importancia del color sobre el dibujo. Las figuras están hechas a partir de
manchas de color, en general, aunque algunas figuras tienen algunas partes en las que utiliza una línea más
definida. El dibujo predomina en la zona ocupada por las figuras humanas en donde podríamos hablar de un
cierto detallismo. Por el contrario, para el cielo y el mar utiliza una pincelada mucho más suelta que consigue una
mayor verosimilitud e integra perfectamente la escena.

Figuras. Existe una fuerte tendencia hacia el realismo. Busca gestos expresivos y fuertes escorzos que le permiten
intensificar el clima emocional a la vez que demuestran su exquisito dominio de la anatomía humana aprendido
tanto del natural (utilizó numerosos estudios anatómicos realizados sobre miembros y cabezas de criminales
ejecutados) como de los grandes maestros, como Caravaggio, Tintoretto o Miguel Ángel.

La luz: Es de tipo natural, ya que los personajes se encuentran en el mar, y por lo tanto es ambiental. En general,
el cuadro es luminoso con numerosas sombras, consecuencia del atardecer. También es fuerte, dirigida y con
claros valores expresivos. Con indudables recuerdos del tenebrismo de Caravaggio, Gericault busca con ella la
creación de un ambiente dramático, acentuando los gestos de los personajes. La luz, sus fogonazos, nos arrancan
los distintos ademanes para dirigirnos la atención hacia ellos (muertos del primer plano, personajes que se
abalanzan hacia delante en busca de su última oportunidad, hombre que ondea la camisa...). En el fondo, el
fuerte resplandor del atardecer sobre el cielo nuboso, sirve como cierre luminoso y dramático de la escena.

Color: La gama de colores es muy reducida, va del beis al negro pasando por los tonos pardos claros y oscuros,
consiguiendo un ambiente de tonos cálidos y una impresión dramática de angustia. El tono general del cuadro lo
determinan los marrones sobre los que se destacan los puntos rojizos del hombre de la camisa o la vela. Su
Enrique Valdearcos Guerrero Historia del Arte

elección persigue acercar al espectador la tragedia a través de la emoción. Al haber graduaciones tonales produce
una sensación de volumen. Juega con los tonos para crear claroscuros.

Perspectiva: En la obra no existe punto de fuga, nos encontramos ante una perspectiva extraña. Su tratamiento
busca, ante todo, dar una mayor importancia a la escena que ocurre en la balsa. Para ello, el pintor elige un punto
de vista elevado que nos permite apreciar todos los distintos sentimientos de los náufragos, cerrando el espacio
por una línea de horizonte muy alta que reserva el tercio superior del lienzo a la representación de un cielo
tormentoso que acentúe la tragedia.

Composición: estamos ante una distribución de las figuras compleja y asimétrica, donde predominan las líneas
rectas e inclinadas. La escena se construye sobre el eje de
una gran diagonal que nos llevaría desde el cuerpo muerto y
extendido de la izquierda hasta el momento decisivo del
hombre que, alzado por sus compañeros, ondea la camisa
con la esperanza de ser aún rescatados. Frente a ella, y en
sentido contrario, se cruza una segunda diagonal desde el
cuerpo de la esquina derecha que culmina en la improvisada
vela hinchada, lo que se llama una composición en aspa. Es
una composición dinámica, existe movimiento, en la
emoción de los rostros, en los gestos de los supervivientes y
además en el mar tempestuoso, muy agitado, con unas olas muy grandes, para dar más movimiento a la escena.
La vela imita la forma de la gran ola del fondo.
Enrique Valdearcos Guerrero Historia del Arte

Por otra parte, en la gigantesca composición


observamos dos pirámides. Una, formada por los
vientos que sostienen la vela, y otra, conocida como
pirámide de la esperanza, por el resto de las figuras:
las inferiores aparecen sin vida pero la pirámide se
alza (pasando por personas enfermas y moribundas)
hasta llegar a su cúspide, donde se plasma la
esperanza de un posible rescate, un punto
minúsculo donde vemos El Argus, un buque que no
sabemos si se aleja o acudirá al rescate. En esta
cúspide de la pirámide y extremo de la diagonal
principal, está el punto de ánimo más intenso, en el
que se ve a un hombre agitando con vigor un trapo
con el objetivo de hacer señales hacia un supuesto
barco que creen haber avistado en el horizonte. En
el lado contrario de la diagonal, se encuentra el estado de
ánimo opuesto, pudiendo apreciarse una figura envejecida
con gesto desanimado y con total ausencia de esperanza,
rodeado de los cadáveres de sus compañeros. Este hombre
está sosteniendo entre sus brazos a su hijo muerto, y es la
única figura que parece mirar al espectador. Representa el drama, la desesperanza que nos mira directamente.
Además, el autor le rodea de un manto de llamativo color rojo, con el objetivo de que sea la primera figura a la
que prestemos atención al observar la pintura, de manera que el espectador, lo que primero ve es a un viejo
totalmente abatido, y ha de seguir las diagonales ascendentes (trazadas por los maderos de la balsa y por los
brazos extendidos de los tripulantes) para poder detenerse en la figura antagónica situada en el extremo opuesto,
la cual representará la esperanza exaltada y cargada de energía (agita furiosamente un paño tratando de llamar la
atención del barco).

También hay que destacar la situación de los elementos secundarios de la composición, pues el autor
sitúa a esta pequeña balsa atestada de gente entre inmensas olas, y fuerza al espectador a buscar el barco que los
náufragos creen haber divisado, pese a que el punto es tan confuso que no puede decirse con seguridad que sea
un navío. Así pues, la esperanza se muestra incierta y lejana, y antagónicamente, se muestran unas olas
amenazadoras y cercanas, que se distinguen con total claridad, y que vienen a representar la cruda realidad.

Otro detalle a tener muy en cuenta será el rudimentario velamen de la balsa, pues viene a señalar la
dirección del viento, que dicho sea de paso, sopla en contra de la balsa, separándoles del supuesto barco al que
hacen señales, es decir, alejándoles de lo que sería su salvación. El simbolismo es claro. La suerte y el azar
(dirección del viento) sólo les depara un destino aún más trágico (impedir que salven la vida).

Comentario:
Tema: El cuadro muestra la pérdida de la
fragata Medusa, enviada a la colonia francesa
de Dakar, en Senegal, por el gobierno francés,
el dos de junio de 1816, bajo el mando del
conde Chaumareix, oficial de la armada,
Enrique Valdearcos Guerrero Historia del Arte

inactivo durante 25 años y que consigue el cargo por el apoyo a los Borbones, a cuya incompetencia se le atribuía
el desastre.

Al producirse el naufragio, el capitán y los oficiales hicieron uso de las barcas salvavidas y abandonaron a
su suerte a la marinería, a la que consideraban socialmente inferior; un grupo de 149 personas improvisó una
balsa y recuperó de las aguas algunos barriles de vino. Navegaron a la deriva durante 15 largos días en los que se
sucedieron escenas de locura, desesperación y canibalismo (el hacha ensangrentada, en la parte inferior derecha
de la balsa, es la única referencia al canibalismo descrito por los supervivientes). Los supervivientes fueron presas
del hambre, la sed, la insolación y las enfermedades. En mitad del mar, un barco de la marina francesa avistó a los
náufragos pero no los recogió. Sólo 15 individuos sobrevivieron, cuando la balsa fue encontrada por la fragata
Argus. Otros cinco murieron al llegar a tierra. Es en otoño del año siguiente cuando los supervivientes publican el
relato de lo sucedido, acusando de abandono a los aristócratas que componían la oficialidad, pudiendo además
relatar la traumática experiencia que supuso permanecer cerca de 15 días en una balsa improvisada e inmóvil.

Expresión: El pintor introduce en su estudio una réplica de la balsa a tamaño natural y figuras de cera que cambia
a su antojo. Respecto a los personajes de la obra el artista realiza bocetos previos sobre cadáveres y ejecuciones.
Por eso vemos una gran variedad de expresiones: desde la desesperación del anciano que da la espalda al barco,
es decir, no le importa si es rescatado pues ha muerto su hijo, hasta los sentimientos de esperanza que llegan a la
corona de la pirámide, donde un hombre de raza negra enarbola un trozo de ropa para llamar la atención de los
lejanos rescatadores.

Como dato curioso de la obra se suele mencionar que el joven muerto que sujeta el anciano del manto
rojo es el retrato de Eugène Delacroix, el otro gran pintor romántico

Función: La obra tiene una función política y es un manifiesto del nacionalismo. La intención del autor al pintar
este cuadro es proclamar su rechazo a la pintura histórica, retratando por primera vez un hecho de actualidad.
También elige el tema del naufragio para expresar la angustia del destino. Para su realización, el pintor se
entrevistó con algunos de los supervivientes, que posaron para el cuadro.

El momento histórico es la de la restauración de la monarquía en la persona de Luis XVIII tras el periodo


revolucionario y el imperio napoleónico con la burguesía conservadora en el poder. Pero también estamos en los
inicios del romanticismo

La obra tiene caracteres reivindicativos ya que el autor es consciente, como casi toda la sociedad de su
época, de que el naufragio se había producido por un conjunto de errores cometidos por las autoridades,
colabora en las protestas políticas y se decide a pintar un cuadro-denuncia.

El autor elige este tema porque le interesaba dar a conocer el hecho que se vivió en ese momento en
Francia y hace una interpretación objetiva ya que este hecho ocurrió de verdad y en su época. “Ni la poesía ni la
pintura podrán jamás hacer justicia al horror y la angustia de los hombres de la balsa”. Las palabras de Géricault
ayudan a entender que la obra acusa directamente al Estado Francés de abandonar a sus ciudadanos y de ocultar
información. Y si todavía no queda clara la posición del artista, el uniforme en el agua de un soldado francés
(parte inferior derecha) representa el derrumbe político y militar de Francia. El escándalo que supuso el abandono
a su suerte de gran parte de la tripulación por el egoísmo de la oficialidad aristocrática llegaría hasta el extremo
de convertirse en un símbolo de denuncia de la corrupción borbónica.

Crítica: Fue censurada por el gobierno, que impidió que se conociera en la prensa y tras dos años en que se
prohibió que lo expusiera al público, finalmente se ofreció al Salón Oficial y causó un tremendo escándalo social.
Enrique Valdearcos Guerrero Historia del Arte

La prensa diaria se abalanzó ávidamente sobre el tema. En septiembre de 1816, el «Journal des débats”
de París fue el primero en lanzar la terrible noticia sobre el naufragio de la fragata «Medusa». Durante meses los
periódicos franceses no hablaron de otra cosa que del naufragio, sus causas y sus circunstancias. La tragedia
humana -de las 147 personas que se refugiaron sobre la balsa sólo sobrevivieron diez- se convirtió en un
escándalo político. El gobierno intentó encubrir los hechos, la prensa de la oposición lo desveló. Ante la irritación
de la opinión pública, se destituyó al ministro responsable y a 200 oficiales de marina.

El autor: Este cuadro convierte a su creador, Théodore Géricault (1791-1824), en el iniciador del Romanticismo,
siendo también la figura principal del Romanticismo francés, junto con Delacroix. Es considerado el más
revolucionario del movimiento romántico, y es que los románticos interponen su libertad creadora ante cualquier
regla académica

Figura singular en el panorama de la pintura francesa y pionero del Romanticismo, ideal que encarnó
también en su tumultuosa vida y en su prematura muerte, a los treinta y tres años, a causa de un accidente de
equitación. Su estilo se debe en buena medida a las copias de obras maestras que realizó en el Louvre y a una
estancia en Italia (1816-1817), donde entró en contacto con la obra de Miguel Ángel y con el barroco romano. En
1819 pintó y expuso en el Salón de aquel año, en París, esta obra, que ganó una medalla y produjo una profunda
conmoción por ser antitética de las tendencias clasicistas entonces en boga.

Estilo: Pertenece al Romanticismo francés: movimiento literario y artístico que surge a finales del siglo XVIII y que
posteriormente se va a extender por toda Europa. El Romanticismo se basa en unos principios básicos; supone un
predominio de la imaginación frente a la razón. Frente a lo racional lo emocional. También supone una defensa
del individualismo, que se contrapone a esos valores universales que tenía el Neoclasicismo, que son la patria, el
amor y la solidaridad. Finalmente este movimiento va influir en movimientos políticos de la época.

La elección del momento nos acerca hacia una de las claves del pensamiento romántico, la tragedia.
Entendida ésta como una confrontación entre el hombre y su destino, representado en el cuadro por las
poderosas y ciegas fuerzas de la naturaleza (mar embravecido, tormenta) que hacen inútil toda lucha,
conduciéndole al fracaso. El marco natural (el paisaje) utiliza un concepto típicamente romántico: lo sublime. Esta
categoría estética se refiere a todo aquello que supera la razón a través de lo abrumador o irracional, enfrentando
al hombre con aquello que le es superior y le conmociona.

Esta obra puede considerarse perfectamente como un verdadero manifiesto de lo que será la escuela
romántica, tanto en lo temático (visión trágica y pesimista de la realidad con un hombre enfrentado a fuerzas
poderosas ante las que termina sucumbiendo, naturaleza sublime, sentimientos...), como en lo técnico (uso del
repertorio manierista y barroco de diagonales, tenebrismo, colores cálidos, escorzos en busca de una imagen
dramática y perturbadora que convenza al espectador a través de los sentimientos). Con todo se alejan por
completo de la didáctica y la concepción ética del estilo anterior del Neoclasicismo.

El propio Delacroix la tomará como base de una de sus primeras obras maestras (Virgilio y Dante o la
propia Libertad guiando al pueblo), añadiendo a su estilo barroco las sugestiones del color y la pincelada suelta
heredadas de Velázquez, Rubens y Veronés. Se conformará así la plena visión romántica, fruto, entre otras cosas,
de la circunstancia histórica, inmersa en el carácter revolucionario del siglo XIX en donde las verdades
tradicionales ya no se aceptan, se critican y se terminan derrocando a favor de los ideales, tan modernos, de
individualidad, libertad y culto a las emociones.

Conclusión
Enrique Valdearcos Guerrero Historia del Arte

El artista deja claro que lo que a él le interesa es retratar en este caso “al pueblo¨. Por eso La Balsa de la Medusa
causa rechazo, porque además de representar algo que el propio Estado quiso esconder, también representa
como protagonistas a seres humanos desconocidos y eso era algo impensable para la alta sociedad de su tiempo,
por mucha Revolución Francesa precedente. Por lo tanto, La Balsa de la Medusa es un homenaje, un tributo a los
marineros, una bofetada con mucho arte a los gobernantes y gobernados.

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