Clase 04 - Arcanos Mayores - Parte 2
Clase 04 - Arcanos Mayores - Parte 2
La Fuerza (VIII)
La Fuerza debe ser entendida como energía de ánimo y no como violencia ni
fuerza física. La Fuerza así, se puede comprender como el acto de enfrentarse al
miedo (lo irracional) con las herramientas que la razón da y huir de la temeridad
(arriesgarse sin evaluar las consecuencias).
Puede entenderse la fortaleza en cuanto implica una firmeza de ánimo para
afrontar y rechazar los peligros en los cuales es sumamente difícil mantener la
firmeza.
¿De qué vicio es enemiga la Fuerza? De las tentaciones que conducen a la
perdición, de las debilidades de carácter para enfrentarse a la adversidad o a los
contratiempos, de la desidia y la pereza, de la mentira, de la ira. Pero sobre todo
y por encima de todo, del miedo; no ese miedo a un león vagando hambriento
por la sabana (miedo racional o razonable), sino ese miedo abstracto e indefinido,
ese temor a hacer el ridículo, a ser objeto de mofa, a no conseguir lo que se
propone, a hablar con un superior normalmente desagradable, a explicar a sus
hijas adolescentes a poner un preservativo, a hablar de LSD y otras sustancias no
tan sofisticadas a sus hijos, etc. Miedo a no tomar la decisión correcta, aunque sea
inmoral; miedo al fracaso, al error, al castigo; miedo a perder a mi compañero (a),
a mis hijos; miedo a la enfermedad, al dolor; miedo a “hacer” que se convierte en
“voy a intentarlo”.
¿Cómo debería interpretar esta carta? ¿Le digo al Consultante que tenga coraje y
valentía?
La primera impresión es evidente: si el león es el impulso animal, el impulso ciego
y aparentemente irracional de un bicho, entonces la señora con la pamela en la
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cabeza no puede ser otra que Doña Razón o Doña Domadora. El primer consejo
es: “frene esa impulsividad temeraria, esa especie de acción enloquecida sin un
objetivo”.
Supongamos que el león que aparece en el naipe es “lo irracional” y que esa
señora tan calmada y con ese vestido tan incómodo es “lo racional”. La alegoría
podría ser: la razón frena la irracionalidad. Si el animal que sujeta esa señora les
da miedo, entonces, esa criatura es “los miedos”. Pero si no les da miedo,
entonces ese bicho son los deseos prácticamente irrealizables porque la Señora
Razón no quiere. Bien mirado es lo mismo: mis deseos son irrealizables porque
tengo miedo (a no alcanzarlos, a perder, a que se rían de mi fracaso una vez más)
así que ni siquiera intento alcanzarlos; o tengo miedos que, si no logro frenar con
mi razón, convertirán todos mis deseos en inalcanzables.
De alguna forma, la Fuerza invita al Consultante a actuar racionalmente,
objetivamente y sin motivos personales; que piense, reflexione y actúe, pero no
de forma impulsiva; que deje de soñar con soluciones imaginarias llegadas del
espacio exterior pensando que eso que tanto le perturba, esa situación a la que
tanto teme, esa situación de la que aparentemente no puede salir, no va a acabar
hasta que decida enfrentarse a sí misma (o) y a sus terrores. Enfréntese
racionalmente a su miedo:
- “¿Qué es lo peor que me puede suceder? ¿A qué le tengo tanto miedo?
¿Cómo reaccionaría si esa situación que imagino y que me provoca
ataques de ansiedad, se produjera realmente? Si le digo "adiós", ¿qué
pasaría? ¿Me perseguiría? ¿Me insultaría? ¿Lloraría y ya? ¿Cómo evito que
eso llegue a conmoverme?
Así que alegóricamente, la Fuerza es la necesidad de que Consultante frene, se
detenga un momento y se tome un tiempo para mirarse en un espejo y ver qué le
impide hacer lo mejor para sí misma (o). No es un "tú puedes", es un ¿qué le
impide poder hacer eso? ¿qué tipo de prohibiciones se ha impuesto a sí misma
(o)? Así que, de alguna forma, esta carta señala el miedo a incumplir alguna de
esas normas o leyes que aparecen en los reglamentos de Sacerdotisas y
Emperadores que, a fuego, marcaron desde su más tierna infancia: el terror al
castigo, al desprecio, al desamor, a hacer las cosas mal, a no ser suficiente, a no
estar a la altura, a no poder hacer esto o lo otro, ¿qué pensarán de mí?
“¿Por qué, a una pregunta cualquiera, la respuesta es que use la virtud de la Fuerza,
es decir, que me enfrente al miedo al fracaso o al rechazo y que actúe con decisión
y no impulsivamente? Que frene y me detenga y me mire al espejo y me pregunte,
mirándome a los ojos, ¿qué diablos quiero realmente? y entonces, si lograra
quitarme esta timidez de encima, este miedo a los demás, estas tonterías que
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entran en mi cabeza y construyen un camping que poco a poco crece hasta que
se convierte en una megalópolis de prohibiciones, prejuicios, ausencia de opinión,
miedo a equivocarme y ser castigado (con la risa o el desprecio), quizás podría
conseguir ese puesto que me merezco o podría enamorar a ese alguien, o incluso
podría dar la vuelta al mundo haciendo autostop. Quizás si antes de hablar
pensara, no diría esas salvajadas, esas barbaridades. Quizás si dejara de tener
miedo a no ser "normal", si sintiera de verdad que soy libre, quizás no tendría esta
ansiedad, esta parálisis…”
La Justicia (XI)
Arquetipo: ¿Justicia o injusticia?
Iconográficamente, la Justicia se representa en una mujer con los ojos vendados
(es ciega), con una balanza en una mano (equidad) y una espada en la otra (que
separa lo justo de lo injusto). Es la única de las virtudes que aparece en los mazos
de Tarot que se refiere a los otros. Se supone que esas tres virtudes anidan en
nosotros del mismo modo que conviven otras cualidades y que si aparecen en
una tirada de cartas es porque, en ese momento, no se están usando. Así que la
Justicia podría entenderse como la alegoría de la obligación de ser justo.
Pero, ¿qué es esta Justicia? No es la ley ni la reclamación específica de un
derecho. No es la venganza ni el perdón. No es la aplicación de las leyes de los
hombres, sino el reconocimiento de un derecho bajo el principio de equidad,
razón y pura justicia moral. En algunas ocasiones, lo que es justo se recoge en la
ley (la legítima defensa, por ejemplo). Pero en el Tarot, la Justicia no es actuar
conforme a la ley sino a principios, valores éticos y morales, y dar a cada cual lo
suyo. La aparición de esta carta asegura que estamos siendo injustos. Y si estamos
siendo injustos quiere decir, básicamente, que abusamos, que somos arbitrarios
(lo que hoy nos parece estupendo, mañana nos parece una abominación; lo que
hago yo me parece genial, lo que hacen los demás que es exactamente igual a lo
que yo hago, me parece abominable), somos caprichosos (o sin opinión definida
sobre nada en particular), somos crueles, limitamos la libertad de movimientos
del otro, imponemos la dependencia emocional, económica o de cualquier otra
índole, somos inmorales o nos impulsa el deseo de venganza, el rencor, el odio,
la ira o, sencillamente, la carencia de un criterio u opinión personal.
Así que esta carta implica una reflexión, un detenerse y evaluar objetivamente la
situación en la que se encuentra el consultante y su relación con el mundo.
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La Templanza (XIV)
Arquetipo: ¿Es realmente una unión de opuestos? En realidad, es
“moderación”.
La Templanza recomienda la moderación en los placeres y el uso adecuado de
las cosas que nos pertenecen, así como el triunfo de la voluntad sobre los sentidos
y sus frivolidades engañosas.
La Templanza es el equivalente de la Fuerza, pero en el nivel de los sentidos
sensibles que proporcionan deleite y placer. La Templanza añade la frase "con
moderación" a cualquier actividad que pudiera parecer desenfrenada y que
estuviera enfocada exclusivamente en satisfacer los apetitos: la Templanza, en
este sentido, es la alegoría de rechazar los extremos y abogar por la moderación.
La Templanza solo está relacionada con las emociones con las que se construyen
los sentimientos. Y pide una regulación para llevarlas al punto medio, hacia lo
“socialmente correcto”, hacia lo soportable, hacia lo que es "normal" de acuerdo
con los estándares culturales, sociales y locales de Consultante. Ni depravación
sexual ni mística, no a la perversión (parafilias, fetichismos variados), no al dolor
ni al sufrimiento (físico y emocional), no a la alegría (física y emocional). La
Templanza es la que nos permite disfrutar de la belleza inalcanzable de la tierra y
sus habitantes, sean personas, animales, vegetales u objetos pero que contiene
el apetito brutal de poseerla, de apropiarse de esa belleza para uso personal. “Se
mira, pero no se toca”, dice la Templanza.
La Templanza, como he indicado, es el equivalente espiritual de la Fuerza. Lo que
allí son miedos y terrores, aquí es el infierno en el que se cae si damos rienda
suelta a nuestra sexualidad, al placer de comer y beber, de divertirse, de pasar
horas muertas en una playa contando olas. Está muy bien que leamos, que
visitemos museos y pasemos horas contemplando la belleza de algunos cuadros,
que veamos a las personas (no como objetos sexuales sino como obras de arte
en movimiento), que demos de comer a las palomas o que disfrutemos de ciertos
tipos de submarinismo acrobático. Lo que según la Templanza “está mal”, es
aquello que nos puede conducir a las fauces de Satán (en la secuencia de los
arcanos mayores verán que esta carta se encuentra justo antes de caer en ese
estado de máxima libertad del Diablo, que la Templanza confunde con
libertinaje); es todo eso que incluya cierto deseo de satisfacción inmediata, de
placer sin más que obtener placer. Porque se empieza con placeres pequeños y
tontos, casi inofensivos, y termina uno “ahogado de borracho”, piensa esta
Templanza. Así que mantenga la cabeza fría, lo más desprovista de emoción que
sea capaz, y diviértase, sí, pero con moderación y sin perversiones ni “fetichismos
raros”.
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De alguna forma, la Templanza es un refrigerador de emociones. Quiere decir
que el Consultante trate de ser racional y analice objetivamente la relación entre
algo o alguien y una emoción porque, de alguna forma, está confundido. Sus
emociones le engañan y lo que creía que era el inicio de una pasión desbordante,
de largas noches de frenesí, no es más que una impresión equivocada, un error
de apreciación, una interpretación errónea de señales.
Del mismo modo, considerar que algo malo está a punto de pasar y todo va a
terminar, por ideas que vienen “quién sabe de dónde”, también están aquí en la
versión refrigerada. La Templanza dice: “Tranquila (o), no pasa nada. ¡Relájate!”
Así que ya tienen un truco: La Fuerza, demasiados miedos; la Templanza,
demasiadas emociones. En ambos casos, la razón (o lo que se supone que es
"normal" o razonable) interviene para reducir esos miedos y borrar la temeridad
en un caso, y para frenar el impulso enajenado que da estar bajo el Imperio de
los sentidos, en el otro.
Cuando me aparezca en una tirada esta carta ¿le digo al Consultante que tiene
que tomarse las cosas con calma? Algo así.
La Templanza es el Refrigerador de las Emociones, pero no de todas las
emociones. El miedo y el asco están en la Fuerza. La alegría, la ira y la tristeza están
en la Templanza. La sorpresa no está ni en una ni en la otra.
Al aparecer esta carta en cualquier tirada puede conjeturarse que, sea lo que sea
que le pasa a Consultante, está interpretando incorrectamente las señales que le
llegan del mundo a su alrededor, como si viviera en una realidad levemente
distorsionada, esa pequeña diferencia que le hace creer que siente algo que no
debería sentir.
- “He conocido a una persona maravillosa: inteligente, muy sexy, le he dado
mi teléfono, lo ha guardado, me lo he pasado muy bien. Ha dicho que me
llamará.” ¿Llamará pronto?”
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Si su respuesta a las tres preguntas con la Templanza ha sido NO (no va a llamar,
no debería ir y no le va a hacer el “sin respeto”) entonces han comprendido
perfectamente el sentido de este Arcano.
En términos generales, Consultante está modelando la realidad al gusto exacto
de sus aparentes deseos más inconfesables, lo que provoca emociones
distorsionadas. Afortunadamente, lo razonable de la Templanza es que invita a
parar, a racionalizar los hechos, a ver la realidad objetivamente, a calmar los
ánimos, a frenar el impulso ciego de un ataque de ira, a frenar la producción
enloquecida de feromonas y otras drogas naturales que producen un estado
cercano a la felicidad búdica, a no agobiarse con problemas que no son
obstáculos, para evitar los gelatinosos pozos de tristeza, apatía y falta de amor a
uno mismo.
La Templanza es una especie de contención, de freno, de control. Es recurrir a la
paciencia, no alterarse, no gritar, mantener la sangre fría, mantener la
compostura, esperar mejores momentos para poder hablar o ver cómo
evoluciona el asunto.
Los Apegados
El Ermitaño
Arquetipo: El Ermitaño. ¿Es realmente un Viejo Sabio?
En las primeras ediciones del Tarot, se identifica con el Tiempo y su inmenso
poder destructor. Así que El Ermitaño es la alegoría de lo que queda después de
que el tiempo ha acabado con todo: con el poder de Sacerdotes y Emperadores,
con la Fama y la Gloria de los ambiciosos, incluso con las promesas imposibles de
cumplir de esos contratos vinculantes repletos de cláusulas abusivas que están en
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Los Amantes. Es el Tiempo lo que pone fin a una relación en la que se ha acabado
el “amor” en una relación; el que pone fin a una relación materno/paterno-filial; el
que termina con nuestro poder de Sacerdotes (los tiempos cambian y nuestras
ideas quedan anticuadas, retrógradas). De alguna forma, el Ermitaño es el apego
a un tiempo pasado que, aparentemente, fue mejor.
Por estar detrás de la secuencia de los Personajes del Poder Terrenal, del poder
del dinero y de la fama y la gloria (Los Ambiciosos), más allá del “amor cortés”
(Los Enamorados) y su catálogo de reglas imposibles, se puede entender como
una retirada de la vida mundana de forma voluntaria después de que el paso del
tiempo (una mala racha o muchas malas rachas seguidas) haya acabado con
nuestra forma de vida tal y como la conocíamos.
Una tragedia se esconde en el retiro del Ermitaño: un fracaso sentimental, un
divorcio después de muchos años de convivencia aburrida sujeta a las normas de
los Enamorados (no por previsible es menos doloroso), el cierre de la empresa en
la que trabajamos infatigablemente durante años, una enfermedad que nos
obliga a abandonar actividades que antes nos proporcionaban placer, etc. No es
duelo, ni llanto, ni tristeza, es sólo un estado de retiro, de soledad, de convivencia
con uno mismo tratando de entender “por qué me pasó esto a mí y no a ese”,
buscando en algo parecido a una divinidad, en algo ajeno a nosotros, al culpable
de nuestra desdicha o al único que puede salvarnos (de ahí que se le asocie a una
“espiritualidad”).
- “No quiero pareja ahora mismo, no me interesa ahora meterme en una
relación, porque estoy cansado…”
En sentido alegórico, el Ermitaño es el apego a uno mismo y a la forma particular
de ver el mundo: un mundo cambiante y dinámico en donde nada es blanco o
negro, donde no hay una verdad absoluta y en donde las Redes Sociales han
modificado la forma de relacionarnos y aprender. El Ermitaño cree que sus
principios y valores son muy buenos, así que busca a personas que, como él, se
hayan quedado inmunes ideológicamente y emocionalmente, al paso del tiempo.
El Ermitaño niega todo eso que altera su visión del mundo así que lanza frases
como:
- “Todos los jóvenes de ahora son una juventud perdida.”
- “Con tanto celular no saben hacer nada.”
- “Antes vivíamos mejor, sabíamos qué había que hacer, pero ahora, con esta
promiscuidad... ".
El Ermitaño no es, en absoluto, una persona "espiritual" o con misticismo pop,
sólo ha renunciado a la vanagloria, a la fama, a la paternidad/maternidad, a Dios,
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al aparente apego a la riqueza, al sexo y ha abrazado cierto tipo de
comportamiento maniático, rutinas del pasado que no tienen ningún sentido en
el presente pero que, mecánicamente, se repiten a modo de mantra vital.
Austeros sexualmente, no están interesados en esas pequeñas batallas de clubs
a altas horas de la madrugada, el coqueteo, la seducción, la vanidad de atrapar a
esa persona inatrapable...
El Ermitaño protege su vida íntima del acoso de los demás. No lo confundan con
un antisocial, sólo se aísla voluntaria y conscientemente en un mundo austero,
riguroso, alejado de la belleza, de la luz. El Ermitaño es un misántropo que cree
que el Mundo es una porquería (ese es su único pensamiento). No tiene
imaginación. No tiene más alternativas y por eso renuncia, creyendo que todo es
una basura.
Con esta carta, el espíritu de consultante viene a ser ocupado por una especie de
monje, un ermitaño, un indigente, aunque su apariencia externa no cambie. Es la
carta de la ruindad y la mezquindad, la miseria elevada al cubo, donde todo es un
punto de vista miserable. Nunca hay nada positivo para él. El Ermitaño solo busca
encontrar lo desagradable, el asco, constatar que él tiene razón en todo, y su
razón es una muy simple: todo es basura.
- ¿Voy a conseguir un trabajo?
- No porque haces lo mismo que has hecho antes y no te ha funcionado.
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El Colgado
Arquetipo: Sacrificio.
El Colgado es la alegoría de la traición y la desesperanza. Es la creencia de que
se han cometido tantos “pecados”, se ha causado tanto dolor y se han cometido
tantos errores, que no existe la posibilidad del perdón, así que opta por el
“sacrificio”, por la desesperanza. El Colgado es la traición a uno mismo, a lo que
una cree, a lo que una siente; la traición a las propias necesidades y deseos a
cambio de seguir la corriente, lo “normal”, lo aparentemente correcto y la
incapacidad de ver más allá. Son todas esas prohibiciones que nos imponemos:
- ¡No puedo separarme, tengo hijos pequeños!
Es una trampa mental, una creencia falsa en la cabeza. Son las situaciones
mentales o psicológicas que nos impiden dar un paso hacia adelante.
El colgado está representado por un individuo colgado del tobillo, castigo
habitual de los traidores en el siglo XV. Se les paseaba por las ciudades para que
fueran humillados y se les desterraba. Por ello, es la carta de la traición a uno
mismo, porque los sentimientos están ahí y el colgado (la mente) los frena y acalla
porque se antepone ideas demenciales:
- Me da vergüenza hacer eso.
- ¿Cómo voy a llevar a una africana a mi casa si a mi padre le va a dar un
infarto?
- No le puedo preguntar a mi contratador cuánto me va a pagar.
Son complejos, tabúes y enseñanzas de los personajes del poder terrenal que el
consultante cree que no puede saltar. Por lo tanto, la única salida de esta carta es
que el consultante venza su propio miedo, enfrentándose a él y lo resuelva.
En relaciones laborales, el Colgado está haciendo el trabajo que menos le gusta
en la Tierra, pero no se atreve a decirlo, pues el colgado impide que la persona
hable, que salga de ese Mundo (zona de confort) en el que está atrapado.
El colgado es la carta que posterga una Torre. Es el que se convence de que “tiene
que ser buena persona” y por eso frena la toma de decisiones.
El Colgado evita cualquier responsabilidad. No toma decisiones y vive a expensas
de lo que eligen los demás; si las cosas salen mal, ya tiene a quién echarle la culpa.
En cualquier relación que sostenga siempre creen que la “culpa” es del otro.
En relaciones amorosas, es una carta de tapón, es decir, el consultante se
encuentra con alguien y un tabú le impide tomar una decisión correcta. Evita los
riesgos y se impide a sí mismo vivir experiencias. Es una trampa mental; es una
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celda con ventanas y puertas enrejadas, y aunque tenemos la llave para escapar,
nos encerramos y la arrojamos por la ventana, porque creemos que así no nos va
a pasar nada “malo”.
La única salida de esta situación está en manos del consultante. Es el que tiene
que tomar una decisión. Mientras no haga eso, mientras suplique por un milagro
y no cambie una sola línea de su cabeza, no habrá nada que hacer.
En el Colgado aparecen todas las promesas que hemos hecho que son imposible
cumplir; todas las obligaciones que nos hemos autoimpuesto y que atentan
contra el sentido común, contra la sensatez, contra el consejo que le daríamos a
cualquiera que se encontrara en la misma situación. En el Colgado están la pose,
la falsa sonrisa, la mentira "piadosa” y el autoengaño.
- ¿Por qué acepto una situación inaceptable y por qué todas las soluciones
que se me ocurren para salir de aquí me hacen verme a mí mismo como un
monstruo?
piensa el Colgado.
El Colgado vive en un infierno porque no sabe cómo salir de él sin quebrar alguna
de las ideas que le prohíben hacer lo que “no es correcto”.
Es una carta que aparece sólo cuando me traiciono a mí mismo haciendo algo
que no quiero, pero a lo que me siento obligado por la fuerza (por mis creencias
o por el miedo a destruirlas).
También aparece esta carta cuando la (el) consultante insiste en hacer siempre lo
mismo esperando obtener resultados diferentes y cuando se aferra a una
determinada forma para hacer las cosas.
- ¿No es pronto para tener sexo? ¡Apenas nos conocemos! Y yo no soy una
cualquiera...
Esta carta hace también referencia a aferrarse a una esperanza que, en un 100%
depende de factores completamente exóticos e irreales, combinaciones que, ni
la diosa Fortuna podría hacer.
- ¿Este hombre que me ha engañado 5 veces cambiará? ¿O me dejará de una
vez y se largará?
Obviamente, el Colgado es la alegoría de la posición incómoda que me permite
conservar mi Zona de Confort.
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Los Liberados
Existen sólo dos personajes en todo el mazo que se han rebelado al poder
terrenal y han decidido crear sus propias reglas: Estrella y Diablo. Son personajes
que salen de “lo tradicional”, de lo “normal”, que han entendido que lo que “les
enseñaron” no les sirve para desenvolverse de una manera auténtica en este
mundo. En la búsqueda de su propia “espiritualidad”, han decidido crear su
propio sistema de creencias, rechazando todo lo impuesto por “Emperatriz,
Emperador, Sacerdotisa y Sumo Sacerdote”.
Estrella y Diablo no tienen relaciones de interdependencia tóxica, no dependen
de nadie. No mantienen compromisos formales por obligación, por protocolo.
Tienen la libertad de cambiar de opinión. “Me tomo la libertad de hacerme
responsable de las decisiones que tomo”. Son asertivos. No esperan que el
mundo funcione como ellos quieren, sino que hacen movimientos para que su
mundo funcione y encontrar su espacio de confort y tranquilidad.
Ambos viven en una situación óptima (no es la mejor, pues la mejor es relativa).
Solo es óptima. Conocen fracaso y la pérdida (sobre todo la Estrella), pero se han
recuperado. Han estado en discusiones y han reculado, se han disculpado o ha
resuelto el conflicto. Es decir, “vivo en un entorno estable que yo he construido”.
Son Estados del Alma. Eso quiere decir que cualquier Figura de la Corte
desaparece y su espíritu se ocupa por la Estrella o por el Diablo: Arcanos que
representan al individuo que ha madurado lo suficiente (no la madurez de la que
supone renunciar a los sueños, adaptarse a una rueda, trabajar para otros,
casarse, tener hijos y esperar la muerte cada noche), con la independencia de
decir, yo tengo mi propio sistema, mi propia forma de hacer las cosas. “Ninguna
de mis ideas o creencias y forma de hacer las cosas, perjudica a nadie. No trato
de imponer.” Ni Estrella ni Diablo imponen. Se sienten libres y responsable de
todo lo que hacen. Esta responsabilidad de todo lo que dice y todo lo que hace,
es esencial. Lo que diferencia fundamentalmente estos arcanos de los demás
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personajes, sobre todo de la Sacerdotisa, el Sumo Sacerdote y los personajes de
espadas, es que creen que la autoridad se ejerce con violencia. La Estrella tiene
poder, pero no tiene autoridad. Es un poder otorgado por haber pasado muchas
tragedias, igual que el Diablo, de haber perdido todo en algún momento del
tiempo y haberse dado cuenta de lo relativo que es todo; de la relativa
importancia que tiene atesorar casas junto a un volcán y luego el volcán te las
destroza todas. ¿Y ahora qué? Has perdido todo tu tiempo, has malgastado tu
energía, o das un salto cualitativo importante y pasas a Diablo o Estrella.
La diferencia entre estos estados (el más masculino y el más femenino), es que el
masculino no ejerce de padre ni de madre. No es una persona que tenga hijos,
que los puede tener, pero ya son independientes y ya tienen sus vidas, o no hay
mucho contacto; o tal vez tiene una relación más fluida más natural entre adultos
que se conocen de toda la vida, y no tanto de padre-hijo o madre-hijo.
La Estrella y el Diablo, que vienen de una pérdida fuerte o terrible, han
descubierto que lo más importante del Mundo son ellos mismos. Los personajes
de espadas y oros los llaman egoístas porque les dicen “no es no, y no me da la
gana”. Y como se resisten a la autoridad (la desobediencia va implícita en estas
cartas) tienen que estar esperando siempre que, en una tirada, esa persona está
pensando en su propio bienestar (y por extensión, en el bienestar de los demás)
y que está abierto a cualquier tipo de sugerencia.
Son libres de la presión social y estrictamente auténticos. Además, son resilientes
porque han perdido todo, y tienen una capacidad bestial para regenerase y
empezar después de pasar un luto.
La Zona de Confort de Estrella y Diablo
En la zona de confort, el mayor miedo de los Personajes del Poder Terrenal y de
las Figuras de la Corte, es que esa zona se altere (el Mundo) o que, en algún
momento ajeno a nosotros, se destruya lo que “tanto trabajo nos ha costado
construir”. En la Rueda de la Fortuna, el miedo es a perder algo; en el Juicio, es el
miedo a la locura de caer otra vez en los cuatro Infiernos.
El Juicio y la Rueda de la Fortuna son el estado natural de Estrella y Diablo,
estados del alma en los que el consultante se siente libre y sólo piensa en su
propio bienestar. Un interés que también es colectivo en el sentido en que “me
beneficia a mí y también a los que están a mi alrededor”. Para Estrella y Diablo,
las zonas de confort se despliegan en la Rueda de la Fortuna y el Juicio, es decir,
viven con la capacidad de ponerle fin a circunstancias de su vida. Además, fluyen
y entienden que la vida no es algo que uno pueda controlar, por lo tanto, aceptan
el “ir y venir” de la vida.
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El Diablo hace más hincapié en la Rueda de la Fortuna que en el Juicio (la zona
más emocional) porque no tiene capacidad para reproducirse, no puede generar
vida bajo ninguna circunstancia. Es una diferencia esencial que determina quién
tiene poder y quién no lo tiene, aunque para las Figuras de la Corte, el poder lo
tenga el hombre. En la parte de Estrella y Diablo, el poder lo tiene la Estrella.
El diablo fluye de una manera más mundana, más cercana a las experiencias
vitales físicas, al desarrollo de cierta genialidad, de cierta excentricidad, de cierto
toque de genio característico que está ahí. Todos los chamanes, genios
excéntricos, el de la catedra de física que está chiflado, la mujer que es una gurú
en alguna especialidad inverosímil y que tiene un comportamiento errático, está
en el Diablo.
El Juicio Final, del mismo modo que la Luna y el Sol, forman parte de la Estrella. Y
el paso anterior es un Infierno (Colgado, Muerte, Diablo o Torre). Es decir, la
Estrella ya tiene al Juicio en sí, sabe establecer límites y ha construido una Zona
de Confort emocional en donde no cabe lo tóxico, todo eso que conduce, por
experiencia personal de Consultante, a un infierno.
El Juicio, como zona de confort de ambos personajes, les permite tener la
capacidad de perdonar y escuchar. En lugar de crear conflictos inimaginables. No
es sólo la capacidad de decir NO ante las situaciones, es un: “perdono lo que
estés diciendo y lo resolvemos ahora”. No espero a mañana o a que “se enfríe”.
No actúo en “caliente”, sino que espero obtener una respuesta racional y
razonable. Recuerda, es Estrella y Diablo, es decir, pienso en mí mismo, pero
también contemplo la armonía a mi alrededor. La intención de ellos no es hacer
daño al otro, meter el dedo en la llaga, es simplemente decir: esto no lo permito.
Sol y Luna son dos versiones extremas de la Estrella y el Diablo. En determinado
momento, se les va todo su poder cuando piensan excesivamente y no tienen
ningún sentimentalismo (Diablo) o bien, porque tienen demasiado
sentimentalismo y no utilizan el cerebro (Estrella).
El Diablo (XVI)
Arquetipo: Anarquía
Ya sabemos que las figuras del Poder Terrenal nos insertan un tipo de educación
y nos obligan a firmar contratos sociales de interacción tácitos que nos permiten
relacionarnos con los demás. Además, se encargan de domesticarnos y
convertirnos sí o sí, en Figuras de la Corte, personajes dependientes, enfocados
en ganar dinero, conseguir trabajo, asegurar una vida larga, reproducirnos,
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garantizar la inmovilidad, tener terror al cambio y la diversidad, etc.; que todo sea
“armónico” y homogéneo.
No siempre tomamos decisiones tomándonos en cuenta: la mayoría de las veces
nos preocupa “lo que piensen los demás”, lo que es un tabú, lo que es una
“abominación”, lo que me enseño mamá, lo que me prohíbe mi papá, todo es ¡no,
no, no! Con esa estructura no somos libres y nuestra zona de confort es imposible
que sea confortable, es más bien una zona donde estamos en el umbral de la
prisión (Mundo), donde todas las circunstancias externas están ahogándonos,
pero nadie nos da herramientas para salir de esa realidad asfixiante, sino que nos
enseñan la resignación y el fatalismo cristiano: “¡nos ha tocado esto!”
El Diablo y la Estrella son los únicos personajes que han escapado de esto
matando a la Sacerdotisa y al Sumo Sacerdote en sus mentes, es decir, han
eliminado ideas preconcebidas anteriores. Resetearon su cerebro y han decidido
empezar desde cero. Primero averiguando qué diablos es eso tan “malo” que nos
habían prohibido. Esto sucede normalmente entre los 20 y los 30. Es normal que
a esta edad aparezcan diablos: personas que no buscan ni quieren nada, pero
solo quieren averiguar qué quieren ser o a donde encaminar sus pasos.
En este proceso el diablo construye su propia identidad y sus propias reglas.
Tiene un compromiso consigo mismo. No va a permitir bajo ninguna circunstancia
ninguna de las tonterías que toleran la Figura de la Corte porque es libre, no está
condicionado por lo que piensan los demás o la aceptación social, ni por las ideas
preconcebidas. Sólo piensa en lo que es correcto para él, y qué no es correcto.
Es absolutamente libre e independiente.
¿Cómo es posible que, en la Europa de los siglos XVI y XVII, en plena expansión
de la Inquisición cazando brujas y herejes por doquier, con retratos del Infierno
dibujados por la Iglesia aterradores (todos ustedes saben mucho más del Infierno
que del Paraíso), en el que ser persona conducía inevitablemente a las llamas y al
fuego eterno (comer o practicar sexo son convertidos en gula y lujuria), aparezca
el Diablo en un juego de cartas? Porque el Diablo del Tarot es puramente literario,
es el Diablo de Dante, de Petrarca, un Diablo emblemático.
En sentido alegórico el Diablo es el Rey del Infierno. ¿Y cuál es el Infierno para
todos los amantes del Orden, la Ley, el sacrificio, la abnegación, la represión y la
prohibición? ¡La Anarquía! Por extensión, somos nosotros los que hemos
convertido nuestra zona de confort en un Infierno aparente en el que reinamos.
Implacables e inflexibles, un reino anárquico en el que lo colectivo prima sobre lo
individual y la satisfacción personal se valora más que el sacrificio, la abnegación
o la sumisión. El Diablo es la alegoría de una zona de confort en la que el horror
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(ese estado de confusión mental que confunde la Libertad con libertinaje) es
visible para los amantes del Orden y la Ley.
El Diablo, entendido como encarnación de todo lo que es inmoral a los ojos de
una Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y a la vez, dotado de un poder
excepcional, es la alegoría del pensamiento relativo y no dogmático, ese que se
resume en el poder de la risa: se empieza uno riendo de cosas tontas e inocentes
para después reírse de la desgracia ajena, de las personas, de la jerarquía; es por
eso que hay que “prohibir” la risa del mismo modo que el Pensamiento Relativo
destruye cualquier institución, poder, organismo o consejos rellenos de moralina
y, por lo tanto, debe ser combatido. Para El Diablo no hay nada "bueno" ni "malo"
intrínsecamente, solo depende del punto de vista, del ojo del espectador que
juzga la inmoralidad o moralidad de cualquier acto. El Diablo no juzga, juzgan las
personas. Por lo tanto, el Diablo sigue su propia moral, sus propios principios
ajenos a la Ley y al Orden aparentemente "normales" y "reglamentados". La
Anarquía del Diablo se enfrenta al concepto básicamente peyorativo que la moral
burguesa tiene de esa anarquía.
Los poliamorosos, los que disfrutan de los placeres dionisíacos, los que se
permiten cualquier cosa y se prohíben muy pocas, los que no juzgan, los que se
abren al mundo y a sus variadas experiencias, se esconden en el Diablo. Los que
prefieren amar a muchos que establecer relaciones de exclusividad o jerarquía,
los que no aprecian el Orden establecido, los que se saltan la Ley (las leyes
sociales y morales, las obligaciones aparentes, lo que se supone que hay que
hacer) están aquí. Los insumisos, los que desafían al poder más o menos real (el
del Sumo Sacerdote, obviamente, que es el que fija los preceptos y normas que
deben guiar a una sociedad acorde con un orden en el que no se combate la
desigualdad, sino que se le fomenta), los que se comprometen consigo mismos
y son fieles a su propio sistema (pero no necesariamente con los demás), están
aquí. Los amantes de la libertad, los que niegan el Libre Albedrío, los que se ríen
de los dioses y de la muerte, del amor romántico (estructurado y cuadriculado,
repleto de guías de comportamiento, de derechos y obligaciones), están aquí.
Obviamente, para todos los amantes del Orden moral imperante, la zona de
confort del Diablo es un Infierno.
Muy interesante, pero, ¿cómo se lee en una tirada esta carta? ¿que soy un
anarquista? ¿un sátiro promiscuo? ¿un asesino serial y padre de familia numerosa?
¿un atracador de narcotraficantes?
El Diablo es la alegoría de todo eso que es “no-normal” y que se enfrenta a lo
“normal” con sentido del humor, sarcasmo e inteligencia. El Diablo cree en la
pureza del amor, un amor libre (no ese amor sospechosamente libertino que lo
“normal” confunde con esta expresión), un amor puro en el que se busca entregar
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lo mejor de uno mismo. El Diablo hace de la máxima, "amar es un acto
revolucionario" o "amar es un acto de protesta", lemas propios.
El Diablo es la alegoría del Pensamiento Libre, en perpetua apertura, disfrutando
del camino del Tao: comer bien, tener sexo placentero y alargar la vida lo máximo
posible disfrutando lo máximo posible, amando a todos los seres sintientes,
tratando de estar en armonía con ellos.
Este Infierno de saberse libre en una prisión de proporciones enormes, es el
Infierno para “lo normal”, para los otros: la libertad de ser como mejor puedas ser,
disfrutar al máximo de la vida, probar, oler, sentir, beber, drogarse, extasiarse ante
la belleza, parar el tráfico para disfrutar de un malabarista en un semáforo, sonreír,
reír, reducir a escombros esa aparente normalidad que solo valora a una persona
por su currículum vitae, pero no por lo que les choca con los valores tradicionales
o acostumbrados. Esta independencia intelectual le convierte en un poeta vital,
un poeta con opinión propia. Y los poetas, salvo honrosas excepciones, son
pobres como las ratas (o eso asegura “lo normal”). ¡Y se drogan!, dice “lo normal”;
¡y son promiscuos!, dice “lo normal” … O no, quizás ni se droguen ni sean
promiscuos, pero serán mucho más "espirituales" (término que engloba a
cualquier persona que piensa, siente y gestiona ambos de una forma correcta)
que cualquiera de esas Figuras de la Corte o de esos Arcanos del Poder Terrenal.
Vivir como poetas... los poetas ven la belleza que se esconde en las cosas, en las
piedras, en las plantas, en las obras de arte, en la belleza de las personas... Y es
tan tentador vivir, por un instante, así...
Así que en una tirada cualquiera, el Diablo lo interpreto como algo
verdaderamente espectacular, esa sensación de estar sobradamente preparado
para lo que sea, y para disfrutarlo con todas sus consecuencias, buscando el
placer y alejando la grisura de la abnegación, del sacrificio, de la renuncia, de la
codicia y de esos valores del siglo XIX: ser personas de “bien”, trabajando para
otros, con un coche pagado a plazos y una casa en propiedad, unido en
matrimonio a una persona de distinto sexo, reproductivamente sana y de buen
parecer, guardando exclusividad sexual y asistiendo juntos a eventos públicos
diversos pero no a bailar, a emborracharse juntos o a divertirse con una ocupación
distinta a presumir en Redes Sociales. El Diablo garantiza honestidad brutal y
conversación cara a cara o usando el teléfono para escuchar la voz. Pero no hay
reglas o no las reglas que fija “lo normal”. “Lo normal” aborrece a lo que es “no-
normal”, así que critica al Diablo... ¿y qué hace el Diablo? ¡Reírse a carcajadas!
Pero, hay más...
En cuestiones de trabajo, el Diablo suele hablar de personas que trabajan por su
cuenta. Es muy difícil que trabajen para otro, excepto en casos donde haya
condiciones de libertad absoluta, muy específicas, sin horarios, donde puede
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exponer su talento y capacidad para hacer cosas y hacerlas de forma distinta a
como las hace el resto del mundo.
En relaciones amorosas, la relación estará fuera de los estereotipos de relación
convencional fijados por la sociedad y en esto cabe cualquier cosa que se puedan
imaginar. Cualquier cosa. Incluye relaciones profundamente amorosas donde no
existe sexo; sadomasoquismo ultra extremo en un ambiente privado; relaciones
a distancia; poliamor. Pero, sobre todo, es una relación igualitaria de pura
interdependencia donde ambos participantes son absolutamente libres y cada
uno hace lo que considera que es mejor para sí mismo.
La Estrella
Arquetipo: Estrella Guía
Si repartimos los Arcanos en dos, nos podemos encontrar con el lado Mundano
(del I al X) y con lo No-Mundano (del XI al XX). Verán que la mayoría de las cartas
con personajes dibujados haciendo cosas o estando en sitios se acumula en Lo
Mundano y que sólo uno, La Estrella, está en lo No-Mundano. (Prefiero llamarlo
así que "espiritual", que automáticamente convierte a personas en personajes
místicos iluminados por la blanca luz de los kirguises). El Diablo no tiene rostro
humano, es sólo la máscara que, para todos esos personajes del Poder Terrenal,
tiene la libertad: un monstruo aterrador. Así que todos los personajes que habitan
una realidad sometida al Imperio de la Ley y el Orden en un lado (desde El Mago
hasta el Papa, El Carro y el Ermitaño, más los dieciséis personajes de la corte,
desde la Sota hasta el Rey) y sólo uno, La Estrella, en el otro. Además, está en la
puerta de salida de cualquiera de los cuatro tipos de Infierno (Colgado, Muerte,
Diablo y Torre).
Alegóricamente, abajo está Lo Mundano, arriba lo No-Mundano. Lo Mundano, la
realidad aparente, se guía por normas, reglas, rituales y protocolos en los que la
forma es más importante que el fondo. Es más importante parecer que ser. La
identidad se forja con posesiones y títulos, con un cumplimiento, lo más exacto
posible, de las normas de funcionamiento del zoológico humano (educación
sexista, tener más, desear tener más, ansiar más cosas que nos hagan parecer
mejores). Es el amor romántico y sus normas protocolarias de cortejo,
apareamiento y convivencia; es la necesidad de tener estabilidad; es la necesidad
de tener seguridad, la necesidad de tener todo etiquetado, compartimentado,
asegurado. Es la jerarquía, la competencia, la lucha, la guerra. Es el miedo a todo
eso que pueda perturbar un orden establecido, a todo lo distinto. Es el reino de
la prohibición, del premio y del castigo ("la letra con sangre, entra"), de la
vanagloria que da la posesión de riquezas inconmensurables.
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¿Cómo se acede a lo No-Mundano? ¿Meditando? ¿Practicando ayunos?
¿Ingiriendo enteógenos o LSD? ¿Practicando sexo tántrico? ¡Podría ser! Pero La
Estrella sale de un Infierno: el del Dolor. Sólo el dolor fortifica el alma: el dolor, el
sufrimiento, la derrota, el Sol, la Luna... sí, el Sol, el brillo de la Estrella y la Luna,
su misterio, ¿estará cerca o lejos?, ¿aún existirá o hace decenas de millones de
años luz que dejó de existir? La Luna y el Sol no son más que atributos o
cualidades de ese personaje, de La Estrella, superviviente del infierno.
Así, La Estrella es el único personaje (los que, a través de la pérdida, del
abandono, del dolor) que se han liberado de las ataduras de Lo Mundano (la
necesidad de ganar, de triunfar, el individualismo feroz, la desigualdad, la
necesidad de tener razón) para abrazar el Amor hacia los seres sintientes, a los
que nos rodean. Con fortuna, encontrará a alguien a quien poder amar
libremente; si no, amará por igual a todos los seres sintientes, un amor compasivo,
tan intenso como el amor que se tiene a sí misma.
Alegóricamente, la Estrella, la Luna y el Sol son el equivalente compasivo de las
virtudes cardinales. Donde allí es solo frenar para que la razón desmonte las
fantasías que la propia razón imagina, aquí es usar esas tres virtudes
compasivamente, empáticamente, no solo evaluando los hechos y dotándoles de
una lógica, sino considerando a las personas, animales, vegetales u objetos
inanimados como dotados de conciencia, inteligencia y libertad. Así, la Justicia o
la capacidad para ver lo que es justo añadiendo la empatía, para determinar con
precisión lo que es correcto (más que justo) está, por definición, en La Estrella. La
Fuerza, es decir, esa capacidad para enfrentarse al miedo irracional y a no ser
temerario, se encuentra en la Luna: los traumas, las heridas mal sanadas, las
lecciones mal aprendidas pueden frenar la acción de la Estrella. La Templanza, de
frenar los excesos que la adulación produce a alguien que ha sobrevivido al
Infierno, se esconde en el Sol. Dicho de otra forma, La Estrella, la Luna y el Sol no
son más que la aplicación práctica de las virtudes cardinales tamizadas por la
compasión, la empatía, el amor.
Como ilustración que puede aclararles algo más del sentido de La Estrella, les
dejo este poema de Rudyard Kipling que les ayudará a comprender mejor este
Arcano. Léanlo sin género definido, a pesar del paternalismo de Rudyard:
“Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor
la pierdan te culpen a ti. Si puedes seguir creyendo en ti mismo cuando
todos dudan de ti, pero también aceptas que tengan dudas. Si puedes
esperar y no cansarte de la espera; o si, siendo engañado, no
respondes con engaños, o si, siendo odiado, no incurres en el odio. Y
aun así no te las das de bueno ni de sabio.
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Si puedes soñar sin que los sueños te dominen; si puedes pensar y no
hacer de tus pensamientos tu único objetivo; si puedes encontrarte con
el triunfo y el fracaso, y tratar a esos dos impostores de la misma
manera; si puedes soportar oír la verdad que has dicho, tergiversada
por villanos para engañar a los necios; o ver cómo se destruye todo
aquello por lo que has dado la vida, y remangarte para reconstruirlo
con herramientas desgastadas.
Si puedes apilar todas tus ganancias y arriesgarlas a una sola jugada;
y perder, y empezar de nuevo desde el principio y nunca decir ni una
palabra sobre tu pérdida. Si puedes forzar tu corazón, y tus nervios y
tendones, a cumplir con tus objetivos mucho después de que estén
agotados, y así resistir cuando ya no te queda nada salvo la Voluntad,
que les dice: "¡Resistid!”.
Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud. O caminar junto a
reyes, sin menospreciar por ello a la gente común. Si ni amigos ni
enemigos pueden herirte. Si todos pueden contar contigo, pero
ninguno demasiado. Si puedes llenar el implacable minuto, con
sesenta segundos de diligente labor Tuya es la Tierra y todo lo que hay
en ella, y —lo que, es más—: ¡serás La Estrella, hija (o) mía (o)!”
La Estrella, esa mujer desnuda (sin disfraz ni apariencia más allá de lo que es su
cuerpo) es, de entrada, la alegoría de cierto grado de autenticidad o de
coherencia. No necesita fingir o disfrazarse de Emperatriz o de Sumo Sacerdote
para ser Emperatriz o Sumo Sacerdote porque lo es por sí misma y para sí misma.
Su autoridad o poder no están asociados a ningún tipo de pompa y circunstancia
sino a su propia determinación.
Las Estrellas están alejadas de la Tierra a distancias indescriptibles e
innombrables, es decir, están alejadas de Lo Mundano, de los juegos de poder,
de las cláusulas, normas, reglas, reglamentos, disposiciones adicionales y códigos
penales y civiles que rigen Lo Mundano. La Estrella tiene sus propias reglas, sus
propias normas, su propia forma de ver la realidad. No se enfrenta a lo Mundano,
sencillamente lo esquiva. Así, los paradigmas que rigen el Amor Cortés o
Romántico no son aplicables a la Estrella que, en su propia realidad, imagina otras
formas de amor más acordes con la inmensidad del Universo.
La Estrella, como masa de gas caliente que se mantiene unida por su propia
gravedad, es la alegoría de lo importante no es tener, sino Ser. Todo en una
estrella es gas: no hay montañas ni valles, no hay rascacielos ni flotas de Rolls
Royce, no hay posesión, no hay acumulación, no hay conservación más allá de la
de la Estrella consigo misma. La Estrella no dice "quiero tener hijos", dice "quiero
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ser madre". La Estrella tiene sus propias reglas del compromiso (ese gas caliente,
etéreo, volátil) e inteligencia, habilidad y simpatía (la gravedad que mantiene a
ese gas unido).
Las estrellas tienen su propia luz, es decir, no tienen que usar las ideas de otros ni
aceptar, sin más, las ideas de los demás. Tiene su propia opinión, su propio
criterio, su propia forma de hacer las cosas, su independencia (física, mental,
emocional, económica. Una Estrella es autosuficiente).
La Estrella está detrás de las Cuatro Puertas que conducen al Infierno, es decir, ha
salido del Infierno, ese Infierno de aceptar reglas incompatibles con la felicidad
(Colgado), de la pérdida irremplazable de un ser amado (Muerte), de haber
rozado todo lo permitido y lo prohibido (el Diablo) o de haber abandonado (La
Torre). La Estrella ha aprendido que han sido sólo sus decisiones (salvo La Muerte)
las que la han conducido al infierno, bien por pasividad (Colgado), bien por
exceso (Diablo) bien por hartazgo (Torre). Y ha salido renovada, distinta, nueva.
Es esa renovación del agua que la Estrella hace con sus copas, la alegoría de este
aprendizaje. Así que su nube de gas es ahora distinta. No hay verdades absolutas
(montaña, perro, casa, río, planta) sino impresiones, conclusiones, sueños,
imaginación. Las verdades de antaño ahora son solo papel mojado, porque
ninguna de esas normas del zoológico humano tiene en cuenta a las personas,
sólo a lo que representan o a qué puesto ocupan en un grupo, familia, tribu, secta,
pueblo, aldea, barrio o comunidad de vecinos. Es el gas; esos gases que pueden
ser peligrosos para los amantes del orden, de la clasificación ordenada de las
cosas, de la apariencia, de los títulos. No hay reglas en el amor más allá de la
comunicación honesta entre los participantes, un amor libremente elegido del
que la Estrella se hace responsable haciendo un compromiso consigo misma y su
felicidad, pero nunca con otro (a). No hay compromisos formales u oficiales: hay
amor o no hay. No aceptar un compromiso que altere su estructura como Estrella
está en esta carta; no aceptar las reglas tradicionales del amor cortés, también.
Eso que los Emperadores llaman "amor libre" (aunque en su mente es libertinaje)
y los Sumos Sacerdotes llaman "amor sin compromiso", o la promiscuidad de los
animales, no está en la Estrella, aunque les llame igual. Lo Mundano detesta la
libertad, le teme; la Estrella ama la Libertad y, por lo tanto, se hace responsable
de todo lo que dice o hace puesto que lo hace libremente.
Imagino que habrán entrevisto a esta Estrella Distante; sí, desde nuestro punto de
vista; pero desde el punto de vista de la Estrella, estamos distantes nosotros, ahí
abajo, en Lo Mundano. Somos los que aún vivimos entre los Arcanos I y X los que
creemos que La Estrella es una persona rara, como que le da todo un poco igual.
La Estrella es la Fe en el Amor como energía poderosamente transformadora, la
que confía y tiene fe en que, mostrando siempre un lado amable y dulce, cálido,
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si eres cariñoso con las personas y demás seres sintientes, si sientes compasión
por ellas, entonces están en el Camino de la Corrección, el único camino
verdaderamente iluminador y transformador, no sólo para la Estrella, sino para
todos los seres que a su alrededor revolotean. La Estrella es la alegoría perfecta
del “Flow”: “no trates de enfrentarte al agua, sé agua…”
¿Interpreto en una tirada que lo que tiene que hacer el Consultante es fluir?
Aproximadamente.
La Estrella para una situación dada, una pregunta concreta, es dejar fluir la
situación. Pero ¿cómo hacer fluir una situación o cómo fluir con ella? La Justicia,
recuerden, se aloja en La Estrella, así que es fácil para Consultante, saber lo que
es correcto para ella o él mismo (a), con independencia de las ideas, valores,
principios morales de toda índole, reglas de cortesía, protocolo y boato, sepa o
haya aprendido a lo largo de toda su vida útil. (La Justicia es ser justos
objetivamente, prescindiendo del factor humano).
La Estrella salida de cualquiera de los Cuatro Infiernos sólo busca la Paz. En la
Estrella lo que antes, en aquellos tiempos en los que fue Emperador o Emperatriz,
cuando todo era accesorio (cortesía, amabilidad, cariño, alegría), es ahora lo
único importante y valioso. Así que esta carta asegura que, sea cual sea la decisión
que deba tomar, Consultante debería usar la empatía (el sentido común) y buscar
lo que Es Correcto, no lo que es "bueno" o está "bien".
La Estrella lo es en su zona de confort, su planeta. Y en su planeta no caben
compromisos y promesas que no puedan ser cumplidas, mal humor, intentos de
dominación, maltrato, humillación. No cabe nada distinto al Amor... y todo lo que
eso conlleva: libertad, libertad y libertad. La Estrella, en el Amor, sólo encaja con
El Diablo y por tiempo limitado. Con los demás.... casi imposible.
Pero eso no la convierte ni en casta ni en promiscua, no es nada de todo eso
porque esos palabros han desaparecido del cerebro de La Estrella... las ha tirado
el río del olvido... las taxonomías y clasificaciones se han borrado, se han
volatilizado.... no hay hombres-mujeres, sólo personas, no hay “malas” ni
“buenas”, sólo humanos que creen en sí mismos y se aman y, por extensión, a
todo lo que exista en su zona de confort.
¿Cómo interpreto La Estrella en una tirada? ¿Que fluya y me deje llevar por el
amor? La pregunta es más bien, ¿por qué aparece este arcano como respuesta a
una pregunta? ¿qué es lo que le quiere decir al Consultante?
La Estrella es un recordatorio: evita a toda costa el conflicto, el enfrentamiento.
Rehúye la ira de los demás, aíslate del mundo o mézclate con personas más
adecuadas. No entres en discusiones estériles, deja fluir el tiempo que, en esta
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ocasión, es un excelente calmante. Refúgiate en tu zona de confort: busca la
belleza, la alegría, la sensualidad, la armonía con lo que te rodea. Esquiva las
discusiones y los malentendidos... y todo lo que quieran añadir en el mismo
sentido de evitación consciente de cualquier cosa que altere mi estado de
Estrella.
¿Es la Estrella una persona solitaria? ¡Obvio! Pero no confundan ser "solitaria" con
ermitaña. Que desprecie el valor material de la posesión hace que prefiera
alquilar a comprar, pero eso no convierte a La Estrella en eremita. Justo porque
se conoce, justo porque sabe qué y cómo quiere estar en el mundo, sabe
exactamente qué le produce placer y en qué medida. En algunas ilustraciones y
libritos este Arcano se asocia a la Virginidad (como si fuera algo importante,
valioso o interesante más allá de ejercer un control social brutal sobre la mujer) y
a la castidad. También a todo lo contrario (es la amante sin compromiso, la tercera
en discordia que tan pronto ha aparecido, así desaparecerá, la interesante, la que
es una diosa del sexo, la que está un poco loca con esas ideas). Ni lo uno ni lo
otro. La justa medida de los placeres está únicamente determinada por La Estrella.
No existe perversión ni desviación en el cerebro de La Estrella; sí en la de los
desdichados y aburridos personajes que ocupan el Poder Terrenal y que desde
Lo Mundano la juzgan como loca, morbosa, zorra, chiflada, homosexual, rara,
pervertida y otras lindezas por el estilo para ellos (recuerden que los personajes
del Poder Terrenal están especialmente interesados en frenar la sexualidad
femenina a toda costa, entre otras cosas); y marica, pervertido, rarito, excéntrico,
tímido, genio, loco (para los hombres Estrella).
Así que hay dos puntos de vista para leer este Arcano: desde el punto de vista de
los personajes de la corte que la desean (desean que esa Estrella fije su mirada
en ellos y los lleve a ese Nirvana inalcanzable y lleno de secretos), o desde el
punto de vista de La Estrella, en la que personajes aburridos que no se dejan llevar
por la emoción del instante, que razonan y razonan actuando como personajes
con frase, todo artificio, todo pose, todo rol, todo disfraz "yo esto, yo lo otro, yo
lo de más allá", pensando en los futuros escenarios posibles que aseguren
estabilidad y seriedad, pensando en no hacer el ridículo, pensando en no
estropearlo todo con una frase inadecuada, pensando y pensando.
“¿Pensar qué? ¡no hay nada qué pensar!... ¡qué aburrimiento!... ¿no han
aprendido nada de ustedes mismos cuando todo se fue al caño,
cuando todo eso en lo que creías, se desmorona como un castillo de
naipes, cuando abres los ojos y te miras por primera vez en un espejo y
te ves colgando boca abajo, colgado de un pie, y ves todo el tiempo
perdido, regalado a quienes no merecían ni un segundo de tu tiempo?
¿No han perdido aún nada más que objetos sin valor? ¿Todavía tienen
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miedo? ¡Yo también, (dice La Estrella mirando a La Luna)! ¿Se pierden
en la vanidad? ¡Yo también, (dice La Estrella mirando al Sol)!
Esta carta es, por lo tanto, la alegoría del Equilibrio Emocional, físico y mental de
Consultante, ese punto exacto en el que solo buscamos hacer Lo Correcto que
no necesariamente es lo moral o lo bueno.
En cuestiones de maternidad, la Estrella sugiere que la consultante quiere tener
hijos y que le importa muy poco si está con pareja o no. Si quiere tener hijos los
tendrá. Solo ella decide sobre su cuerpo y sus emociones y hace con ellos lo que
le plazca.
En relaciones “amorosas”, habla de una relación abierta, fluida y donde existe
confianza y nadie miente, porque la Estrella (al igual que el Diablo) no necesitan
mentir, ocultar, inventar historias o esconderse, pues no tienen necesidad de
hacerlo, pues no están hablando con mamá ni con otra persona dependiente que
“vaya a sufrir porque yo haga o diga algo”.
La Estrella está relacionada con las grandes curanderas, las que manejan hierbas,
las que están en contacto brutal con la naturaleza, que trabajan en la conservación
del medio ambiente a un nivel muy profundo, incluyendo actividades personales
para dicha conversación, aunque nadie alrededor lo haga. Reciclan porque lo
desean y no porque “lo dice un anuncio”.
Usa el sentido común y la sensatez para tomar decisiones. Piensa, reflexiona.
Abandona algo si alguna de las condiciones cambia, como una relación de pareja
que empieza, donde el otro empieza a ponerse celoso, a prohibirle hacer cosas o
hace chantajes; en ese momento, lo desecha.
Es un estado del alma, no es una persona, no está encarnado físicamente en
nadie. No hay nadie que sea 24 horas Estrella. Es sólo frente a una determinada
situación. Es sólo como se encuentra Consultante ante un determinado problema.
Cuando la carta representa a una persona:
Consultante está en total libertad de elegir libremente con quién quiere estar y
en qué condiciones. Esto no quiere decir que no se implique. Se hacen
responsables de todo lo que dicen; si se equivocan, corrigen.
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Los Extremosos
La Luna (XVIII)
Arquetipo: La Sombra. ¿Será realmente el arquetipo “sueños”?
La Luna está presente en casi todas las culturas de la tierra como representación
simbólica de decenas de cosas, algunas de ellas, contradictorias entre sí. Frente
al carácter femenino que la Luna tiene en el imaginario occidental, en el Corán es
creación de Alá y tiene carácter masculino (las banderas de la mayoría de los
países islámicos incluyen la luna en creciente). Para mogoles y siberianos, la Luna
es perfectamente andrógina.
Cuando el sol ha desaparecido, cuando llega la hora del descanso y las bestias
nocturnas salen a cazar por campos y bosques, la luna, negra como el carbón y
con olor a pólvora quemada y fases regulares de 28 días, hace aparición en
escena. Brilla por reflejo, no porque sea un cuerpo celeste. Si la luna es la cara
opuesta del sol y refleja su luz, podemos entender la Luna es como la inteligencia
dormida, la inteligencia que brilla en la oscuridad del sueño: los recuerdos, las
ensoñaciones, las fantasías, los sueños, los estados alterados de conciencia, todo
eso que no vemos a simple vista, todo eso que está escondido, oculto: las heridas
emocionales, los sueños irrealizables, el rencor, la vergüenza se esconden ahí.
Pero también lo hacen los buenos recuerdos, las lecciones aprendidas, los gustos,
las aficiones, las apetencias.
Pero del mismo modo en que la luna controla las mareas y, dado que nuestro
cuerpo es agua y sales en un 70%, podemos conjeturar que, de la misma forma
que la luna ejerce una influencia sobre el mar, ejerce una influencia sobre
nosotros. Así, las fases lunares podrían ser alegorías de estados del alma cuando
nadie nos ve: ese momento que nos dejamos arrastrar por nuestros fantasmas, en
el que recordamos y sólo somos un pálido reflejo de lo que podríamos ser; de la
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Luna Llena (pálido reflejo de luz de sol) hasta la cristalización de los sueños; de las
fantasías, de hacer coincidir plenamente la psique con todo lo demás; de la Luna
Nueva (cuando sólo el sol brilla). En este sentido, la Luna es la alegoría de todo lo
que también somos, pero no querríamos ser: la vulgaridad, la mediocridad y lo
soez se esconde aquí.
Es la alegoría de una Conciencia Nocturna, la que se apodera de nosotros cuando
estamos dormidos, la que hace aflorar los miedos y los horrores, la que muestra
alma animal. En la que se esconden nuestras pulsiones instintivas, nuestros
deseos más oscuros y sombríos, esos sueños de dominación o de sumisión, de
violencia, de horror. Y en algunas ocasiones, es esa luna la que domina nuestra
voluntad. Así, a pesar de nuestro equilibrio, de nuestra voluntad de hacer lo
correcto, de mostrarnos amorosos con todos los seres sintientes, el miedo nos
atenaza y nos cierra puertas. Un miedo profundo, intenso; una herida mal curada
que ha dejado una cicatriz fea en el pecho está ahí. Todo lo que no es evidente,
pero es deducible, está ahí. La esquizofrenia, el desdoblamiento entre un
pensamiento perverso y su opuesto están aquí también. Pero no es hipocresía: es
alma insolidaria, egoísta, ególatra, inmoral, puro reflejo de un satélite oscuro y
apestoso, sin luz.
De acuerdo con lo anterior, la Luna es la alegoría de todo eso que no nos hace
ser "buenas personas" y que nos acerca más a un mundo salvaje, un mundo de
“sálvese quien pueda”, en el que todos son mis enemigos o competencia; en
donde todas las cosas desastrosas parece que sólo me pasan a mí; en donde la
envidia, el rencor, el odio, el miedo campan a sus anchas. Es la Casa de los
Horrores que todos llevamos a cuestas y que todos tratamos de disimular, de
esconder, de ocultar. Es ese momento en el que nos da "pena" cualquier
discapacitado pero no hay compasión, sólo algo abstracto e indefinible, "pena"
de todo lo que podía haber hecho si no tuviera esa discapacidad; pena porque
tal vez le cueste ir al baño o no pueda tener sexo; ese instante en el que nos reímos
de alguien pero no con alguien; ese instante en el que pedimos la pena de muerte
para los pedófilos, los violadores en manada, los asesinos de niños, sólo porque
nos parece muy grave lo que han hecho, tan grave que habría que matarlos a
todos o castrarlos o algo peor, aunque bajo la mano de un verdugo, alguien que
no tenga sentimientos, que no es como nosotros que somos tan "buenos" y tan
llenos de "buenos" sentimientos; ese instante en el que culpabilizamos a una
víctima de violación, en el que justificamos un abuso, en el que defendemos una
abominación; ese instante en el que hicimos algo terrible, una sola vez, pero
luego negamos hacer en lugar de aceptar que lo hicimos aunque estamos
seguros de que no lo volveremos a hacer... todo eso es la Luna.
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Pero también es el mundo fantástico, lleno de sueños de grandeza improbable,
de espiritualidad de juguete, una espiritualidad tan alejada del misticismo y de lo
profundo, que parece un chiste. Es la Luna la que envía bendiciones al mundo,
que enciende inciensos y velas, que habla con la divinidad usando complejos
sistemas rituales cubriendo, con este aparente manto de “pseudo bondad” toda
la mezquindad que se esconde en el corazón; ese insulto a la inteligencia que es
creer que unos niños etíopes sonrientes son felices en su miseria, que es mejor
mandar bolígrafos y cuadernos y crear escuelas para enseñarles ¿qué? ¿historia
de Etiopía?, ¿matemáticas y lengua?, ¿internet?; todo ese “buenismo” de tercera
categoría que cree que hay que ser tolerante con todo el mundo sólo oculta lo
intolerante que es en realidad. Es el exceso de “pseudo espiritualidad”, de
aforismos y frases hechas, de obviedades: ¡Vive aquí y ahora!, ¡tú puedes! ¡olvida
el pasado y vive el presente!, ¡él ahora es tuyo! La Luna camufla nuestra ignorancia
y nuestra estupidez con superstición (de la superstición a la magia; de la magia a
la religión).
La Luna es entonces la alegoría del realismo sucio, ese que no tiene florituras ni
adornos. Consultante acepta ser como es, con las luces y las sombras, con lo
luminoso lo oscuro de la noche. Y, al conocerse, al saberse cruel, despiadado,
falsamente compasivo, se hace consciente de sí mismo. Y desde esa consciencia,
desde ese punto de vista nuevo en el que sabemos realmente lo que somos, que
podemos usar la virtud de La Fuerza y, desde la inteligencia y la compasión,
entender a los demás y perdonarles.
La Luna es la alegoría de la Benevolencia y del Perdón, es la Luna la que permite
juzgar con benevolencia a los demás. A través del conocimiento que tenemos de
nosotros mismos, conocemos más a los demás, prestamos más atención a los
detalles, estamos más atentos. Y ante las provocaciones, los insultos, los agravios
y los desprecios, contestamos, no con esa parte de nosotros que sería capaz de
hacer barbarie, sino con la inteligencia, sonrisa y la compasión: compadezco que
seas así, que tengas esta forma de estar en el mundo entre todas las posibles, que
hayas elegido este camino que no conduce a nada. ¿Insultarme te proporciona
un placer? ¿Despreciarme te hace feliz? ¡Pues adelante! ¡Sé feliz! ¡Adiós!
La Luna pide paciencia donde sólo hay impaciencia, ternura donde sólo hay
frialdad, coherencia donde sólo hay esquizofrenia. Si aparece este arcano en una
tirada quiere decir que nos estamos dejando arrastrar por la barbarie, esa parte
de nosotros que no nos gusta que aparezca publicada en ningún sitio, todo eso
que es secreto y brutal. Estamos usando el lado más perverso de nosotros, ese
que no tiene escrúpulos para matar a un ser humano, pero sí para matar a un
perro; ese que busca culpables fuera porque nosotros estamos en un castillo
desde el que vemos el mundo sucio, repugnante, repleto de seres odiosos que
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solo quieren nuestro mal; ese Macbeth eliminando a todo ser vivo que le rodea,
sea amigo o enemigo, porque teme ser asesinado por la noche, tal y como él
asesinó al rey anterior. Frene, querido Consultante, y pregúntese:
“¿Para qué me sirve eso que hago? ¿Para qué contestar a un insulto? ¿Para
restaurar nuestro ego herido? ¿Para qué queremos recuperar a esa persona que
nos trató como si fuéramos excrementos? ¿Para hacernos felices?”
Pero, con todo esto, ¿qué tengo que interpretar en una tirada? Supongamos que
pregunto cómo me va a ir hoy y aparece la Luna:
- “Ha llegado el momento de vencer tus miedos, de enfrentarte a ellos por
primera vez. ¿Qué será más importante, tu reputación o tu felicidad? ¿Será
más importante, lo excesivo o tu plenitud?”
- ¿Pero cómo me voy a convertir en esa persona de un día para otro?
- Sólo se trata de expresar, sin complejos, ataduras o apegos, lo que quiere
o lo que necesita. Hablarlo o discutirlo. Y si debe decir adiós, diga adiós. Ya
lo ha hecho otras veces. ¿Recuerda cuando cambió de país y se despidió
de todos sus amigos del alma porque su destino era más crucial? ¿Recuerda
con que tranquilidad abandonó el hogar familiar para crear el suyo, con qué
facilidad dijo "adiós, hasta luego"? ¿Qué es tan diferente ahora?
La Luna dice que determines, con coherencia, qué es exactamente lo que quieres
y no que no quieres; que formes una opinión acerca de todo y no tengas miedo
a hacer preguntas incómodas, si eso te proporciona bienestar o un estado
cercano a la felicidad; y comunicarte, expresarte, hablar. Llama a enfrentarse a
uno mismo con preguntas incómodas: ¿para qué sigo durmiendo en la misma
cama con este tipo?, ¿por qué mantengo estas amistades que sólo buscan sacar
algo de mí?
La Luna es, de forma general saber qué es lo que realmente quiere y qué necesita,
y qué medios va a usar para conseguirlo. O, dicho de otra forma: saber qué es lo
importante. Si aparece la Luna, situaciones del pasado se repiten en el presente
y Consultante debe ser capaz de poner límites o los medios necesarios para que
esa repetición no se produzca. También es indicio de una situación nueva que le
enfrenta a sus principios y valores más arraigados, a sus prohibiciones
autoimpuestas, porque esta vez no busca el bien o el mal sino “lo correcto” para
sí, que no necesariamente es moral ni es bueno, aunque sí es hacer el bien.
- Mi hija de catorce años me ha dicho que no quiere ser vegana. Yo estoy en
contra de que la gente coma carne, y tengo una fundación que defiende a
los animales y que estos no sean criados para ser comida. Una parte de mí
dice que lo acepte y otra que no. ¿Qué hago?
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- Lo que es correcto nada más. ¿Qué es más importante? ¿conservar su
imagen de amante de los animales o renunciar a sus creencias y
preocuparse de verdad por su hija? Usted decide.
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alterado de consciencia donde consultante funciona como un mamífero que
habla.
Si aparece a carta, te estás dejando arrastrar por un sentimentalismo enloquecido.
No estás pensando con claridad, no estas usando el cerebro, no te fijas en tus
necesidades, sólo estas a la respuesta emocional de lo que llega a ti. En ese
momento, Consultante pierde las habilidades sociales. No tiene dulzura. Aunque
esté lleno de emociones, no quiere a nadie. No sabe cómo lidiar con todo lo que
le está pasando.
En la Luna nos encontramos con las brujas. Aquellas que practican la hechicería y
la brujería natural. No confundamos la brujería auténtica con personajes que se
aprovechan de la desesperación de las personas y les ofrecen mejunjes
engañosos en una frenética carrera por obtener dinero. Los chamanes masculinos
están todos en el Diablo.
En cuestiones de trabajo, Consultante está paralizado porque se está dejando
llevar por las emociones. No se siente conectado consigo mismo y sólo va a la
deriva, tomando decisiones incoherentes. En general, se está abandonando a sí
mismo.
El Sol (XIX)
Arquetipo: Sol
En el Tarot de Marsella, la carta del sol muestra a dos niños acalorados, que
lucen incómodos por el calor del astro.
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Sin embargo, el culto solar no es predominante en todas las culturas: sólo en
América (del Norte, del Centro y del Sur) el Sol alcanzó el rango de divinidad, y
especialmente en México y Perú, el Sol sustentaba un sistema completo político,
religioso y social. Por otro lado, muchas culturas asocian al binomio Luna-Sol a los
Ojos del Cielo:
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pues está infravalorando a los demás (ese exceso de luminosidad, exceso de
calor) y eso siempre es un error.
Pero en una tirada convencional el sol no es exactamente eso, es más bien la
ausencia de inteligencia. Consultante no está mirando la realidad tal como es. No
está pensando. Entonces tiene que tomar datos en forma objetiva. Tiene que
volver a brillar esa luz de la inteligencia para que las verdades sean visibles.
El Sol nos habla de que no estamos usando una parte esencial de nuestra
identidad: el cerebro. El Sol es el brillo de la inteligencia cognitiva, del saber. Es
la fuerza creativa. El Sol por sí mismo, es un elemento que da luz, calor, vida (ayuda
a que crezca), pero el exceso mata, destruye. El sol quiere decir: Consultante
usted se está pasando de la raya, no está utilizando el cerebro, no está viendo la
realidad objetiva, se está dejando llevar sólo por el factor humano y, literalmente,
le están tomando el pelo.
Existen algunos personajes que aparecen con el Sol:
Cuando la persona “cree” que es más lista que nadie, habla más que nadie,
es el que “más” piensa, “sabe” lo que piensan los demás; “sabe” más que
todos juntos.
El explosivo; el que se pone serio cuando se tocan ciertos temas donde se
cree una leyenda o gurú y, por lo tanto, es una pesadilla en las reuniones
sociales.
El psicópata que no tiene empatía no es sentimental, solo es inteligencia
fría, analítica. La misma de un algoritmo o una inteligencia artificial, pero
dentro de un humano, como si fuera un androide.
El Sol es un exceso, una sobreexposición de inteligencia. Los sentimientos de
superioridad y la vanidad intelectual se encuentran en ella. La carta señala que
debes mostrar tu inteligencia para mantenerte a la altura de las circunstancias,
sean cuales sean, teniendo en claro que lo primero es sobrevivir intelectual,
emocional y físicamente en todos los aspectos.
- “Me gustaría saber si voy a vender mi casa.”
- “No. Con las condiciones actuales, no. Probablemente falten detalles
esenciales. Precio excesivo, que es más maravillosa de lo que realmente es.
Es lo que dice la realidad objetiva. Ni todo le sirve perfecto, ni está en el
mejor barrio. Hay que ajustar.”
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Con esta carta, ya sabemos que Consultante está haciendo cosas de más, sobre
pensando las cosas, inventando el currículum, haciendo disparates y la respuesta
es no, porque el Sol dice que no estás usando la inteligencia.
La Rueda de la Fortuna
Arquetipo: Fortuna. ¿Realmente representa al “destino” o al
“karma”, tan malinterpretado en occidente?
Es una carta que, dependiendo del grado de religiosidad de cada autor, estará
relacionada con alguna fuerza divina o mágica, mientras que otros le llaman
“azar”. La disyuntiva siempre fue la misma desde la Edad Media.
El Reino de la Fortuna se extiende por los asuntos mundanos, por los bienes
terrenales, la riqueza, el poder, la salud o el amor concupiscente y depende de
causas externas. Sin embargo, cómo lo viva el espíritu, el alma y la mente,
depende de nosotros mismos, de nuestro esfuerzo por fluir con ello y ampliar
nuestro conocimiento sobre la divinidad y la virtud, lo cual nos conduce a la
verdadera felicidad. Amando, despreocupándonos de los bienes de la fortuna,
nos convertimos en fortalezas inexpugnables, en criaturas divinas. Por eso, según
Agustín de Hipona, no debe confundirse la fortuna con la verdadera felicidad que
proporciona el amor auténtico.
Hay cientos de teorías que explican el por qué hay animales, más o menos míticos,
en la representación alegórica de la Rueda de la Fortuna que hacen los Tarots de
Marsella y sucesivos. La respuesta la tiene Boecio (filósofo y poeta romano):
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“Así, la Rueda de la Fortuna es la Providencia; atesorar fama, gloria,
riqueza como sustitutos, no de la fe en alguna divinidad o deidad, sino
como un artificio que oculta la falta de Amor (a uno mismo, por
supuesto, y por extensión, a todos los seres sintientes a los que sólo se
ve como "cosas" que proporcionan valor o identidad).”
En los Tarot Visconti-Sforza, esta alegoría se dibujó colocando en la Rueda a
cuatro reyes y, en el centro, a la Diosa Fortuna con los ojos vendados. Los Reyes
ocupan cada una de las posibles posiciones: reinaré, reino, he
reinado y no tengo reino.
En el sentido de estar más preocupado por “lo mundano” y sus
constantes ciclos de subida y bajada, la Rueda de la Fortuna es
la alegoría de todo lo material en de la zona de confort, todo
eso que se tiene, que se posee, que se ha recibido, que se
conserva; todos los apegos, los amoríos, los amigos, las
mascotas, las familias, las creencias, la fe, los clichés, las ideas
preconcebidas, las autolimitaciones, las auto prohibiciones, la
moral, la ética, los principios y los valores. Todo eso que
piensas que te pertenece y que la hacen parecer un YO. Y a
pesar de todos los esfuerzos para conservarla, sufre
variaciones, y a esas variaciones, algunos le llaman “suerte”,
otros “azar”, algunos “destino”, otros “predestinación” y, muy
pocos, “casualidad”.
En esa materia de la zona de confort también están los miedos (miedo a volar, a
viajar, a relacionarse), el rencor, los trabajos que una (o) hace, las labores, la
pereza, las palabras que usas, los libros que lees, la comida que te gusta, tus
colores favoritos, tus odios viscerales, tus ascos imperecederos…
Por supuesto, están las propiedades: motos de agua, globos aerostáticos, hijos,
maridos o maridas, perros, gatos, canarios, álbumes de fotos, relicarios con "la
falange del dedo derecho de tu tatarabuela Edelmira", la alfombra persa del
salón. Lo que me gusta y lo que creo que no me gusta también están aquí. Lo que
no sé, pero creo saber, también; mi percepción de lo “bueno” y lo “malo”. En fin,
eso que, sumado, nos hace parecer personas: un nombre, unos apellidos, unos
ascendentes, unos descendientes, todo eso que dejamos a nuestra prole… un
Mundo en donde el amor se convierte en "una cosa más que hay que tener" y
donde se premia la banalidad, lo mundano.
Alegóricamente hay una señal que confirma que ese “Mundo mundano”, al más
puro estilo de Boecio, es la antesala del horror. De alguna forma, la Rueda de la
Fortuna corre el riesgo de atrancarse en cualquier momento, de que no gire más
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en su lento movimiento de sístole y diástole. La aventura, el riesgo, lo diferente,
lo extraño no despiertan la curiosidad, sino el miedo. Por lo tanto, existe un terror
para los amantes de lo mundano, de caer en las garras implacables de la Rueda
de la Fortuna, que a veces entrega, pero a veces arrebata.
La Rueda de la Fortuna, les recuerdo, tiene cuatro posiciones: reinaré, reino, he
reinado, ya no tengo reino. Y el arcano X, como tal, hace referencia a las dos
primeras posiciones, esto es:
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estropeando, cree que algo no va bien. La Rueda le dice que lo olvide, que se
relaje, que disfrute la vida; son sólo ciclos.
- “He conocido a alguien “perturbador”. Soy una persona casada. Llevamos
un tiempo coqueteando. La cosa esta subiendo de tono. ¿Va a llegar muy
lejos?”
- “¡Oh, Consultante, va a llegar tan lejos como usted desee! Porque es usted
quien marca el ritmo; usted sabe hasta donde va a permitir que esa persona
tan “perturbadora” perturbe el imperturbable orden de su zona de confort.
Si espera que el otro de un paso de más, se equivoca. Es usted quien fija los
límites de esta incipiente relación. Así que está, estrictamente, en sus
manos.”
- “Estoy esperando un ascenso. Somos tres candidatas, pero creo que soy la
que más lo merece. ¿Ascenderé?”
- “¡Claro que sí! ¡Prepare champán y confeti!”
- “Me han ofrecido un buen puñado de dólares por tener un hijo para una
pareja. O sea, me inseminan, concibo y se los doy. También me sacarán
leche. Claro, yo no puedo tocar al niño, por eso me sacan la leche. ¿Es
buena idea?
- ¡Oh, Consultante! Parece una buena idea, es decir, que no se ve que vaya a
afectarle físicamente, más allá de una mejora económica importante. No
parece que vaya a correr ningún riesgo, ni usted ni el bebé; aparentemente
puede tener un embarazo tranquilo y que todo fluya con normalidad.
En la Rueda de la Fortuna, el Consultante hace lo que quiere hacer, aunque se
sienta en mala racha (aquellas cosas que siente que le abruman, que se le salen
de control pero que, en el fondo, no desestabilizan su zona de confort lo
suficiente), y se siente como si estuviera en un ciclo de bajada. Cree que las cosas
no se dan como deberían darse o, al menos, no a la velocidad a la que deberían.
No hay nada que funcione aparentemente bien para Consultante y se atormenta.
La Rueda le dice “no te atormentes, no tengas dudas, esta es una situación
estable”. Es decir, “mejor no puedes estar y peor es imposible”.
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El Juicio (XX)
Arquetipo: Evaluación.
Hace referencia al vigésimo capítulo del Apocalipsis de San Juan (o Revelación
de Juan). Se supone que ya han pasado los Cuatro Jinetes, la Tierra se ha abierto,
han sonado las trompetas y se han abierto los sellos. Entonces, suenan más
trompetas, aparece un Trono Blanco inmenso y empieza el Juicio. Un juicio sin
abogados defensores en el que los que han pecado se condenan para siempre y
los que se han arrepentido, aunque sea en el último segundo, alcanzan algo a lo
que llaman Paraíso en el que comes y duermes en la casa del Juez Supremo, en
donde no cabe ya sino obedecer, es decir, no pecar, puesto que no existe nada
que pueda provocar deseo. De alguna forma, Dios se ha hartado de todo ese
desbarajuste y pone un punto final. Lo que le conviene, lo salva y lo que no, lo
condena al fuego eterno del Infierno, al olvido. Digamos que impone un sistema
de paz mediante la destrucción de todo eso que no le parece bien. Perdona a los
que se arrepienten y castiga a los que siguen obstinados en pecar.
Dios se aplica a sí mismo esa máxima que dice "me quedo con lo bueno y alejo
de mí lo malo” para alcanzar cierto estado de equilibrio emocional: establece los
límites (más allá de esos límites está el "pecado"), se rodea de almas puras y
limpias según su particular punto de vista y expulsa todas las que, por una razón
o por otra, Dios considera como "almas tóxicas" que no merecen ni un segundo
de su infinita compasión.
Por analogía, el Juicio es ese punto en el que estamos en equilibrio absoluto entre
lo que imaginamos, lo que sentimos, lo que pensamos, lo que creemos, lo que
decimos y lo que hacemos, y en el que ya no estamos dispuestos a soportar,
NUNCA MÁS, lo insoportable, ni a aguantar, NUNCA MÁS, lo inaguantable. Ese
punto de alegría infinita que da estar en paz con uno mismo y con todos los seres
sintientes que nos rodean, alejando de nosotros la toxicidad, pero perdonándola
simultáneamente: perdonamos al Emperador, por ejemplo, pero lo alejamos de
nuestro lado. Perdonamos al Sumo Sacerdote y a la estrechez de su mente, (lo
compadecemos incluso) pero lo ponemos fuera de los límites de nuestro
territorio, al otro lado de la frontera que nos separa de lo “tóxico”.
Con esta carta, somos nosotros los que nos deificamos y nos convertimos en los
creadores de nuestra realidad. Somos los que determinamos qué es “pecado” (lo
tóxico) y qué no. Y del mismo modo en que Dios (desde un trono de
inconmensurable tamaño), resucita a los muertos que no sabían que pecaban y a
los que se arrepintieron a tiempo de sus horrores, nosotros nos ponemos en paz
con todos los seres sintientes, incluidos todos esos que, desde la compasión,
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sabemos que no sabían que pecaban porque ignoraban que hubiera pecado
(padres estrictos, madres sobreprotectoras, maestros tiránicos, etc.).
Entonces, si aparece esta carta, ¿tengo que interpretar que ha llegado el Día del
Juicio para Consultante? No exactamente. La palabra clave del Juicio Final es la
compasión, esto es, la facilidad que tenemos para, imaginando las circunstancias
vitales de una persona, comprender determinadas formas de pensar, decir o
hacer cosas que el otro tiene.
- “Entiendo que mi padre, por razón de su educación (del modelo agro
patriarcal en el que pasó toda su infancia, adolescencia y juventud), y
porque la crianza que recibió de mi abuelo, entiendo y acepto que no
supiera quererme de otra forma más que como esclavo obediente y sumiso.
Entiendo.... pero también sé que pudo elegir ser de otra forma; pudo
ahorrase la violencia con la que le castigaron a él, pudo ahorrarse todo lo
humillante y lo vergonzoso, pudo no ser como mi abuelo. Y no lo hizo. Pero
ahora siento compasión por él, porque pudiendo ser de una forma, eligió
siempre la peor.
La mirada compasiva está en el Juicio: no hay rencor, no hay odio, no hay
resentimiento. Por eso, Dios resucita a los que sin saber que pecaban. Hay perdón
y compasión.
Imaginen que preguntan algo al Tarot, sacan una carta y aparece el Juicio. En una
tirada este arcano recuerda que hace ya tiempo, (no mucho) Consultante
encontró, al fin, cierto grado de paz espiritual, mental, un estado “pseudo zen”. Y
ahora, justo ahora, se encuentra en una situación por la que ya ha pasado.
Consultante hace un decenio de siglos que cambió (no sólo de página, sin de
libro) y que se juró y perjuró a sí misma (o) que nunca jamás volvería a pasar por
eso. Y ese "eso" está ahí enfrente, resucitado de no se sabe dónde, como una
aparición espectral, infernal, esta vez sin trompetas ni sellos que se abren, sin
jinetes enloquecidos; no, nada de eso sucede. Así que esta carta le recuerda ese
juramento que hizo justo después de salir de cualquiera de los cuatro Infiernos
(Colgado, Muerte, Diablo y Torre) y que le convirtieron en Estrella: nunca más
soportar lo insoportable, nunca más repetir lo irrepetible, nunca más permitir que
"almas tóxicas" se apoderen de su Mundo. Le recuerda qué es lo Importante:
expresar lo que yo no quiero para mí, lo que no necesito.
- “Mi hermano consume heroína. El debate está centrado en qué es mejor, si
un centro de desintoxicación aquí o allí. Le he preguntado a él, pero no
quiere ir a ninguno. He puesto encima de la mesa que, dado que no quiere
dejar de consumir, qué tal si hacemos un fondo común en la familia y
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compramos heroína entre todos, así lo mantenemos a salvo de la
degradación. ¿Aceptarán?”
- “Querida (o) Consultante: esta carta asegura que usted ya tiene un juicio
formado sobre este asunto, que tiene una opinión clara y definida, y que
tratará de ayudar a su hermano de la mejor manera posible. En su caso, me
temo, que dado que respeta la libertad de cada adulto para hacer con su
existencia lo que quiera (está implícito en la pregunta), aceptará, con
reservas, pero aceptará que su hermano sea heroinómano y le ayudará
aceptando lo que él quiere. Su familia no colaborará.”
El juicio es mucho más allá de un NO. Es un: perdono lo que estés diciendo y lo
resolvemos ahora. No espero mañana o a que “se enfríe”. No actúo en “caliente”,
sino que espero obtener una respuesta racional y razonable. La intención en el
Juicio no es meter el dedo en la llaga, es simplemente decir: esto no lo permito.
Es decir, le recuerda al Consultante que, en cualquier momento, puede activar el
botón rojo y desintegrar personas, actitudes, personas, etc. que vienen del
mundo exterior y que no nos benefician.
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