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S17 Co Analisis de Los Principios Del Derecho Penal

El documento analiza los principios del derecho penal en Venezuela, destacando la importancia de la legalidad, tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad como fundamentos esenciales. Se enfatiza que la Constitución de 1999 establece un marco para la protección de los derechos humanos y la limitación del poder punitivo del Estado. Además, se discuten los principios de legalidad y del acto, subrayando que el derecho penal debe centrarse en las acciones y no en las características del autor.

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S17 Co Analisis de Los Principios Del Derecho Penal

El documento analiza los principios del derecho penal en Venezuela, destacando la importancia de la legalidad, tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad como fundamentos esenciales. Se enfatiza que la Constitución de 1999 establece un marco para la protección de los derechos humanos y la limitación del poder punitivo del Estado. Además, se discuten los principios de legalidad y del acto, subrayando que el derecho penal debe centrarse en las acciones y no en las características del autor.

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ANÁLISIS DE LOS PRINCIPIOS DEL DERECHO PENAL

ANALYSIS OF THE PRINCIPLES OF PENAL LAW

Nola Gómez Ramírez*

*Abogado. Magíster Scientiarium en Ciencias Penales y Criminológicas. Doctora en Derecho.


Asistente de Investigación del Instituto de Criminología, en el Programa de Investigación
“Modernización y Reforma del Control Social Formal en Venezuela. Parte II.” Facultad de
Ciencias Jurídicas y Política de la Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela.

2. PRINCIPIOS DEL DERECHO PENAL

Los principios que deben regir el derecho penal deben estar en unas normas rectoras, que
sean reconocidas como principios rectores de nuestra legislación penal, por su fundamental
sentido del derecho penal, el cual debe estar guiado por normas rectoras y donde se encuentra
preceptos orientados en la legalidad, tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad, que poseen el
doble carácter de principios del derecho penal venezolano y elementos del concepto general e
institucional de delito.

Según el estudio de la teoría del delito, en Venezuela, se comienza con los principios rectores y
solo puede moverse dentro de ellos. Los principios establecidos en la Constitución del 1999,
por primera vez, los derechos humanos no solo son reconocidos si no llamados a garantizarlo,
y donde el Estado se responsabiliza a hacer cumplir su plena vigencia, y sancionar al
responsable de delitos contra los derechos humanos, estableciendo la imprescriptibilidad de las
referidas acciones penales derivadas de esta clase de delito, que son reconocidos en la
referida constitución más los establecidos en los tratados internacionales, que tienen como
base mínima la justicia social y seguridad jurídica tanto formal y material para la legitimación de
un Estado Social de Derecho.

Los principios del derecho penal, actualmente se encuentran en la Constitución con incidencias
en el derecho penal, en este sentido la doctrina Constitucional y la ciencia del derecho,
establece que la constitución, es el instrumento legal fundamental del ordenamiento Jurídico, el
cual debe contener en su articulado un marco para la organización política y la estructura del
Estado. Así la inclusión de preceptos o normas constitucionales con relevancia en el derecho
penal se debe a que el Estado tiene que garantizar al ciudadano, por una parte, su libertad y
otros bienes jurídicos frente al ius puniendi estatal y a los eventuales excesos o
extralimitaciones, que son evitados a través de ese marco constitucional es decir, la
autolimitación de la potestad punitiva; y por otra parte, se ha de garantizar la efectiva
concreción o aplicación de la misma y de la precitada potestad puniendi o potestad punitiva
estatal, para proteger ciertos intereses frente a intereses ilícitos y para que el ciudadano no
tenga que recurrir a hacerse justicia por si mismo contra el delincuente, lo que es
contraproducente e inadecuado conduciendo esta práctica únicamente a una especie de guerra
civil, dejándose de tal manera la función de administrar justicia penal al Estado, lo que supone
una mayor efectividad, y mejor organización. En este sentido, existen disposiciones
constitucionales con incidencia en el ámbito jurídico penal que son las siguientes: 1) Protección
de los Derechos Humanos (Art. 19). 2) Protección de los derechos inherentes a la persona (Art.
22). 3) Irretroactividad de la Ley (Art. 24), 4) Principio del In dubio Pro-reo (Art. 24). 5) Actos
nulos y responsabilidad de los funcionarios (Art. 25). 6) Amparo y Procedimiento de Corpus
(Art. 27). 7) Violaciones a los Derechos Humanos (Art. 29). 8) Indemnizaciones y Protección de
Victimas (Art. 30). 9) Derecho a la vida (Art. 43). 10) Derecho a la Libertad Personal (Art. 44).
11) Desaparición Forzada de Personas (Art 45) 12) Derecho a la integridad física psíquica y
moral (Art 46) Forzada de Personas (Art. 45). 12) Derecho a la integridad física psíquica y
moral (Art. 46). 13) Inviolabilidad del Hogar y del recinto privado (Art. 47). 14. Secreto e
inviolabilidad de las Comunicaciones (Art. 48). 15) Derecho al Debido Proceso (Art. 49). 16)
No-imposición a la Pena de Extrañamiento (Art. 50). 17) Prohibición de esclavitud o
servidumbre (Art. 54). 18) Derecho a la seguridad de la ciudadanía (Art. 55). 19) Libertad de
Conciencia (Art. 61). 20) Prohibición de Extradición de nacionales (Art. 69). 21) Ilícitos
económicos (Art. 114). 22) Confiscación de Bienes (Art. 116). 23) Delitos Imprescriptibles (Art.
271). 24) Sistemas y Establecimientos Penitenciarios (Art. 272). 25) Funciones del Ministerio
Público (Art. 285). 26) Estados de Excepción (Art. 337).

En un sistema penal debe gobernar principios, que sean la fuente y fundamento de aquello
para que sirva de guía en el conocimiento de la dogmática penal, es decir, en la interpretación
del derecho penal.

Desde el punto de vista de la filosofía, se habla, de los “principios morales”, de principios del
ser (principios ontológicos) que son en realidad las causas y de principios del conocimiento
(principios gnoseológicos) que son las máximas fundamentaciones del pensamiento explicativo
o deductivo. Las ciencias por tanto explican todos y cada uno de los conocimientos de cada
ciencia particular, pero se encuentran fuera de esta y no pueden ser explicados por ella, cada
ciencia, y los principios que los contienen son, gnoseológicos prestados o tomados de otras
disciplinas, que poseen, por tanto, una mayor implicación en el conocimiento que debe ser
expresados en fórmulas muy generales y clara para su entendimiento. Los principios son el
mejor punto de partida, de ninguna manera representan un punto de llegada o estado terminal
del conocimiento, derivar conocimiento, los principios deben ser desarrollados y concretados,
de tal modo que el conocimiento que se quede en ellos no-pasa de la generalidad. En el campo
jurídico, esto significa que han de ser puestos en relación de sentido y armonía con las normas
a que se refieren y a las que inspiran. El principio que no se aplica no solo no sirve para nada,
sino que en verdad no es principio de nada, es por ello que los principios jurídicos penales, se
funda en todo conocimiento y toda norma jurídico penal y de los que, en consecuencia, no se
puede separarse de la práctica o del ejercicio del derecho penal.

Según Fernando Carrasquilla (1989) señala que “El derecho penal se reconoce como un mal
necesario, y la pena como una amarga necesidad social, que presupone, por tanto, el empleo
de una amplia variedad de medidas sociales previas que contrarresten las causas
criminógenas que incide en el entorno que le toca actuar”. Estos principios rectores, por su
máxima generalidad, son difíciles en el nuevo sistema penal venezolano, cuyo impacto está
llamado a garantizar el acceso a la justicia, tal como lo señala el artículo 26 de la Constitución
Bolivariana de Venezuela, cuando determina que el acceso a la justicia social.

3. PRINCIPIO RECTORES DEL DERECHO PENAL

3.1. Principio de legalidad

Según Cabanella Guillermo (1976) define principio. “Como el primer instante del ser, de la
existencia de la vida, razón, fundamento, origen”.

El máximo principio que consagra la legitimidad y legalidad del derecho penal es el aforismo del
nullum crimen, nula poena sine praevia lege. En este sentido el autor Fernando C. (1989).
Señala que “el principio de legalidad de los delitos y de las penas es el supremo postulado
político criminal del derecho penal moderno, su importancia se observa en los Derechos del
hombre y el ciudadano de 1789”. La doctrina ha ido dando al postulado una formulación más
acabada y completa mientras que tradicionalmente se enunciaba como nullum crimen, nulla
poena sine lege praevia, scripta et stricta, hoy se agrega el rasgo esencial de la ley cierta, es
decir, los llamados tipos cerrados o leyes claras y precisas de las primeras épocas y muchos
incluyen igualmente las medidas de seguridad.

Fernando C. (1989) ha inferido que este principio de legalidad, ofrece importantes rasgos, a
cada uno de los cuales apunta, “a una garantía de liberad y seguridad para el ciudadano y del
otro, un poder punitivo del Estado, que ejercer por medio de legisladores y jueces. El principio
de nullum crimen, nulla poena, sine lege, en el derecho penal moderno. Prohíbe las penas sin
ley y sin ley previa escrita y estricta, es decir, prohíbe por tanto declara ilícitas, ilegítimas las
penas de hecho impuestas por cualquier autoridad, las penas retroactivas o sea las creadas ad
hoc y, en todo caso, después de la realización del hecho, las que pudieran dimanar de la
costumbre y las que se pudieran aplicar por una integración analógica de la Ley. Costumbre,
retroactividad y analogía prohibidas son solo las que obran contra el reo, el desarrollo de una
norma de garantía cuyo único objeto es la protección de los derechos del individuo contra las
arremetidas del poder punitivo estatal.

En los últimos años, la formulación con la exigencia de una ley cierta, cuyo efecto es la
prohibición de leyes penales imprecisas o vagas, esto es, de los tipos indeterminados, que
tanta incertidumbre siembra, y es precisamente uno de los cambios que debe orientar el
proceso de transformación de nuestro Código penal, y en este sentido, los estudiosos y
expertos en las materias deber tener suficientemente claro, cuales son esas imprecisiones en
la ley penal, que consecuencialmente se traduce en interpretaciones que van en perjuicios del
imputado. Por otra parte, es necesario establecer la perentoriedad de la exigencia de que tanto
los delitos como las penas estén determinados en la ley, lo que le da el carácter de principio de
reserva, con lo que se señala que solo el legislador, no el gobierno, ni los jueces - pueden
asumir esa tarea, la cual es competencia consagrada a la Asamblea Nacional la cual le
corresponde legislar en las materias de la competencia nacional, así como, la formación de las
leyes. La ley, es el acto sancionado por la asamblea Nacional como cuerpo legislador, de allí
que solo, está dado, la creación de normas de carácter penal a la Asamblea Nacional. Según el
autor, enunciado anteriormente, “lo ideal y correcto es que tal competencia privativa para
señalar las conductas punibles y precisas las penas que les son aplicables, se refiera a la ley
en sentido formal, pues esto da al pueblo, por medio de la democracia representativa y de los
legisladores una cierta participación en tan delicada y trascendental materia.

El Principio de Legalidad, se exige que el delito se encuentre expresamente previsto en una


Ley Formal, previo, descrito con contornos precisos de manera de garantizar la seguridad del
ciudadano, quien debe saber exactamente cual es la conducta prohibida, y, así mismo, cuáles
son las consecuencias de la trasgresión o las penalidades que siguen a su conducta lesiva a
los bienes protegidos por la norma penal. El principio de la legalidad, excluye, por supuesto el
recurso de la analogía en orden a la creación de delitos y penas o de cualquier forma de
incriminación penalística.

3.2. Principio del acto y de autor

Se habla de un derecho penal del acto cuando las normas punitivas se dirigen a lo que el
hombre hace y no a lo que es, vale decir, a su conducta social y no a su modo de ser, su
carácter, su temperamento, su personalidad, su pensamiento, su afectividad o sus hábitos de
vida. En tal sentido el autor Fernando C. (1989). Se refiere a la “La exigencia de un tal derecho,
que constituye la base de su orientación ideológica, política, depende del grado en que se
realice el principio del acto, es decir, en que efectivamente la represión penal no alcance sino
las acciones externas e ínter subjetivas del hombre. Un puro derecho penal de acto sigue
siendo en el mundo un derrotero, pero el principio del acto sí registra una notoria prevalencia
en los ordenamientos democráticos”.

Según lo señalado por el referido autor, el hecho es la causa de la pena y, a la vez, el criterio
más importante para la medición de la pena, como derecho penal de autor podría definirse un
derecho penal que está en primer plano la peculiaridad del autor y que también proporciona el
criterio fundamental para graduar la pena; un extremo derecho penal de autor, tendría una
peculiaridad del autor también en causa de la pena e incluso en punto de partida de la pena,
como ocurriría con las medidas o sanciones de peligrosidad predelictual, la punición de la
tentativa inidónea y, en cierta forma, la represión de actos preparatorios y resoluciones
manifestadas, al menos en ciertos casos. Inquietante es, sin embargo, la ulterior advertencia de
dicho autor, de que un moderado derecho penal de autor se atiene, sin embargo, al hecho
como punto de partida de la pena no castiga sin el hecho, pero orienta la graduación de la pena
a la personalidad del autor, pues este es el caso de nuestro derecho, al que sería lamentable
tener que denominar y tratar como derecho penal de autor.

Sin embargo, el principio del acto es el presupuesto fundamental del principio de culpabilidad,
la cláusula de personalidad en la medida de la pena introduciría una serie y contradictoria
restricción al imperio de la culpabilidad, nuestro derecho penal de acto concibe al delito como
un conflicto que produce una lesión jurídica, provocado por un acto humano como decisión
autónoma de un ente responsable es decir, la persona, a la que se le puede reprocharle por lo
tanto, retribuirle el mal en la medida de la culpabilidad, de la autonomía de voluntad con que
actuó.

Siguiente este orden de idea, el autor Zaffaroni (2000) nos señala que “no puede legitimar la
pena porque ignora por completo la selectividad estructural (inevitable) de la criminalización
secundaria, lo que determina que la pena retributiva se convierta en una pena preferentemente
dedicada a los torpes, por lo que no se puede legitimar desde la ética”. El derecho penal de
acto debe reconocer que no hay caracteres ónticos que diferencien los conflictos criminalizados
de lo que se resuelven por otra vía o no se diferencien los conflictos criminalizados de lo que se
resuelven por otra vía o no se resuelven”.Si no que estos se seleccionan más o menos
arbitrariamente por la criminalización primaria en el plano teórico jurídico y por la secundaria en
la realidad social. Cuando se pretende buscar datos prejurídicos del delito, el primer argumento
suele ser su gravedad, por cierto, que hay delitos atroces y aberrantes, como el genocidio y
algunos homicidios y ambos suelen llamarse crímenes, pero los primeros son reconocidos
como tales, por la opinión publican siempre provocan el ejercicio del poder punitivo que
frecuentemente se usa para controlar a quienes disienten con el poder que lo ejecuta.

Siguiendo el autor; Zaffaroni (2000). El cual nos sugiere que el derecho de autor, se centra en
“La clasificación de discurso legitimantes del poder punitivo desde la perspectiva de las
funciones manifiestas asignada a la pena por las diferentes teorías legitimantes del poder
punitivo pueden reordenarse desde cualquiera de las consecuencias que se derivan de ella”.
Desde la función mediata (distinta versiones de la defensa social), desde los criterios de
medición de la pena o de responsabilidad por el delito o desde la esencia asignada al delito.
Hace un análisis y revisión teórica de las posiciones desde la perspectiva de criterios de
responsabilidad las consecuencias no son muy diferente según el autor, al punto que se ha
propuesto la necesidad d elegir uno de ellos, pues la ausencia de todo criterio produciría más
daños que los beneficios de la pena. Replantea la esencia del delito puede reordenarse la
clasificación en razón de las dispares concepciones de la relación del delito con el autor. Para
el delito, la infracción o lesión jurídica es el signo o síntoma de una inferioridad moral, biológica
o psicológica, Zaffaroni señala que para los primeros el desvalor, aunque no coincidan en el
objeto se agota en el acto mismo (lesión), para los segundo es solo una lente que permite ver
algo en lo que se deposita el desvalor y que se halla en una característica del autor. El autor de
esta opción se llega a que la esencia del delito radica en una característica del autor que
explica la pena. El conjunto de teorías que comparten este criterio configura el llamado derecho
penal de autor.

3.3. Principio de la tipicidad

Para que un hecho sea “típico”, basta que una ley lo prevea, no importa de qué manera.

La tipicidad es un elemento del delito que implica una relación de perfecta adecuación de total
conformidad entre un hecho de la vida real y algún tipo legal o tipo penal. Se entiende por tipo
legal, la descripción de cada uno de los actos acciones u omisiones que la ley penal considera
delictivos. En este orden de ideas, Mendoza (1986). Señala que “la tipicidad no debe
confundirse con el de legalidad. La tipicidad es aquella cuando la acción humana viola una
norma, sino además debe reunir otros elementos de encuadre en algunas de las figuras que
establece el Código Penal, o, en leyes especiales. Jiménez de Asúa define la tipicidad como
“La abstracción concreta que ha trazado el legislador descartando detalles innecesarios para la
determinación del hecho que se cataloga en la ley como delito.

El principio de legalidad, entendido en tan amplio sentido formal, no significa mucho en el orden
de las garantías individuales, pues ni auto limita sensiblemente el poder punitivo del Estado, ni
estorba la arbitrariedad judicial, ni en realidad determina la conducta punible. Para que la
garantía de tipicidad no sea, en el moderno derecho penal liberal, un “rey de burlas”, como lo
señala el autor Fernando C. Es absolutamente indispensable que la ley describa el hecho
punible de manera inequívoca. El criterio conocido por la doctrina internacional como principio
de determinación del hecho y de la pena, función que se le asigna de modo privativo a la ley.

3.4. Principio de culpabilidad

En un Estado de derecho, el delito y la pena que regulase por la ley previa, estricta y cierta y
únicamente por ella y, desde este punto de vista, el principio de legalidad del derecho penal es
sólo una manifestación del imperio de la ley. En un Estado democrático esa ley no-solo debe
ser expresión de un cuerpo representativo (democracia formal), sino que ha de respetar los
límites formales y materiales establecidos en la Constitución y los tratados públicos y propiciar
la creación y fortalecimiento de las condiciones sociales para que puedan ser satisfechas las
necesidades básicas de todas las personas (democracia material), racionalizando los procesos
macro sociales que se opongan a esa meta (Estado social), pero respetando en todo caso la
dignidad y autonomía ética del individuo y protegiendo, incluso penalmente, sus bienes
fundamentales y sus derechos humanos Estado Liberal. El concepto de culpabilidad según
Grisanti Aveledo (2000), se refiere a que “Es el conjunto de presupuestos que fundamentan la
reprochabilidad personal de la conducta antijurídica”. La imputabilidad es un supuesto
indispensable de la culpabilidad, es por ello, que el autor se refiere a que es la imputabilidad se
le llama “capacidad de culpabilidad”, para ser culpable hay que ser imputable, por lo tanto toda
persona culpable tiene necesariamente que ser imputable, pero no toda persona imputable es
culpable, tiene para ello que cometer un delito. La naturaleza de la culpabilidad se encuentra
fundamentada en dos (2) teorías fundamentales que la sustenta: La primera referida a la teoría
psicológica y la segunda la teoría normativa. La psicológica según ella la culpabilidad tiene un
fundamento puramente psicológico que se desarrolla dé acuerdo con el concepto de
conocimiento y voluntad que domina en el autor del acto en el momento de su ejecución. La
teoría normativa: sustituyo a la psicológica partiendo de los referentes teóricos de los autores:
Reinhardt Frank; James Goldschmiitd, y otros autores alemanes, que sostuvieron el concepto
de culpabilidad no está solo sobre, la base de lo psicológico de conocimiento y voluntad, sino
que es un proceso, que por ser atribuirble a una motivación reprochable del autor. Este proceso
de motivación que conduce al autor de la situación psicológica de culpabilidad (dolo y Culpa),
es reprochable si las circunstancias internas y externas que rodean la acción demuestra que a
dicho autor le era exigible otro comportamiento psíquico, distinto del que ha observado, de ahí,
el surgimiento de los conceptos de reprochabilidad y de su presupuesto de, la exigibilidad.
Siguiendo este orden de idea, en la teoría normativa, la culpabilidad no se agota en el nexo
psíquico entre el autor y su hecho, aunque tal nexo, debe existir para hablarse de culpabilidad.
Lo que es posible cuando el hecho realizado se le puede formular un juicio de reproche al
sujeto, el cual no puede basarse simplemente en una relación psicológica entre el sujeto y su
hecho. Sino que se toma en cuenta la relación del sujeto con la norma. La culpabilidad es
normativa porque es una referencia a la norma de valoración del legislador a un juicio de valor,
propiamente de desaprobación, de reproche, en razón, de una conducta que se presenta como
contraria al deber impuesto por la norma.

De igual manera, la culpabilidad tiene dos especies que define distintos campos y requisitos de
exigibilidad y son dos: El dolo y la culpa. La culpabilidad según Zaffaroni (2000). Consiste “en el
juicio que permite vincular en forma personalizada el injusto a su autor y de este modo operar
como el principal indicador que, desde la teoría del delito, condiciona la magnitud del poder
punitivo que puede ejercerse sobre éste”.

3.5. Principio de la proporcionalidad de la pena

El código penal Venezolano, señala la idea clasista de retribución para la aparición de la pena
proporcionándola al grado de ejecución del delito, aumentándola o disminuyéndola sus efectos
según las causas generales de agravación de la responsabilidad y partiendo las consecuencias
a la persona en la comisión del hecho punible, así se impone una misma pena para todos los
delitos iguales, existiendo el fin correccional de la ejecución de las condenas.

Zaffaroni (2000). Infiere que la fijación de limites mínimos en las escalas legislativas penales
que suelen explicarse mediante la máxima utilitarista de que la ventaja del delito no debe
superar la desventaja de la pena, por lo que la pena sería una tasa que posibilitaría la función
disuasoria, basada sobre el supuesto de que el ser humano actúa siempre racionalmente y,
antes de cometer cualquier delito. El autor señala que: Los padres del liberalismo político y
penal, al emprender la tarea de limitar la pena, humanizarla y de rodeándolas de garantías,
jamás hubieran imaginado que sus argumentos limitadores pudieran pervertir hasta que en el
lugar de suprimir las penas crueles y atroces, se manipulen para no considerarlas como penas
y en los casos, que se impongan y ejecuten no se las tenga en cuenta y además de ésta, se les
impongan penas no crueles. Desde Beccaria, hasta Carrara, desde Locke hasta Kant y
Feuerbach, todo el esfuerzo humanista en lugar de llevar a la supresión de las penas crueles
habría levado a sumar penas humanas a las penas inhumanas”. Y en este sentido, tal como lo
señala el autor, que todas las teorías positivas de la pena responden a las estructuras
siguientes: a) asigna a la pena una función manifiesta determinada. b) asigna al derecho penal
la interpretación de las leyes que dispone una coacción que se ajusta a esa función,
c)conforme a la interpretación de las coacciones con la función asignadas, las agencias
jurídicas (Tribunales) deciden a su respecto en cada caso, con exclusión de todo el resto de la
coacción estatal.

3.6. Principio del bien jurídico


Por daño o lesión ha de entenderse como la forma la pérdida, destrucción o disminución de un
bien jurídico o daño real, o al menos la creación de un riesgo innecesario e indebido daño
potencial o peligro concreto. Algunos sectores doctrinales hablan de conductas idóneas para
lesionar bienes jurídicos, peligro abstracto o temido. Si el concepto se limita al daño público
propio de todo delito como alarma social, mal ejemplo, estímulo a la desconfianza en el orden
jurídico, desvinculándolo de su relación con bienes jurídicos concretos contra los cuales atenta,
se difumina lo que el principio quiere precaver y garantizar.

El daño público se produce por la afectación del bien jurídico, no por otras causas, y es solo
una resonancia suya, el bien jurídico puede ser individual, social o estatal. El bien jurídico
implica siempre una valoración masiva y universal; se trata de ciertas relaciones sociales que
son consideradas democráticamente esenciales para el sistema elegido con relación a todos
sus miembros, como el caso de la vida, del honor, de la libertad.

Por otra parte, los bienes jurídicos protegidos por sistema penal, están en relación teleológica
con aquellos que constituyen sus bases y condiciones, es decir, tienden a asegurar una libertad
e igualdad material de los sujetos, en tanto que los bienes jurídicos colectivos consisten en una
relación social basada en la satisfacción de necesidades al funcionamiento del sistema social.
Los bienes jurídicos colectivos e institucionales no son autónomos sino complementarios con
respecto a los del individuo, ya que se trata de atender materialmente a sus necesidades, para
que a su vez la protección a su vida, a su salud, a su libertad, adquieran un sentido material y
no reaparezca por el funcionamiento del sistema una formalización de tal protección. Fernando
C. (1989). Señala que “el concepto material de bien jurídico, en efecto, suministra las bases
para la legitimación de las normas penales”. En este sentido se hace esta comparación
siguiendo al autor.

……..

El derecho penal se traduce en el principio de lesividad, según Zaffaroni (2000) afirma que
“ningún derecho puede legitimar una intervención punitiva cuando no media por lo menos un
conflicto jurídico, entendido como la afectación de un bien jurídico total o parcialmente ajeno,
individual, colectivo”. El concepto del bien jurídico es el derecho penal nuclear para la
realización de este principio, pero inmediatamente se procede a equiparar el bien jurídico
lesionado o afectado con bienes jurídico tutelados identificado dos conceptos sustancialmente
diferentes, pues nada prueba que la ley penal tutele un bien jurídico, dado que lo único
verificable es que confisca un conflicto que lo lesiona o pone en peligro.

El Principio del Bien Jurídico, todo delito supone la lesión o puesta en peligro de un bien
jurídico, en lo cual radica la esencia del hecho punible. Precisamente el derecho penal esta
destinado a proteger bienes y valores cuya protección se considera imprescindible para la
existencia de la sociedad. Por tanto, todo delito supone, por lo menos, un peligro para un bien
jurídico.
3.7. Principio de intervención mínima

Zaffaroni (2000) afirma que “la criminalización alcanza un limite de irracionalidad intolerable
cuando el conflicto penal sobre cuya base opera es de ínfima lesividad o cuando no siéndolo, la
afectación de derechos que importa la desproporcionalidad con la magnitud de la lesividad del
conflicto. Puesto que es imposible demostrar la racionalidad de la pena, las agencias jurídicas
(tribunales) deben constatar, al menos que el costo de d derechos de la suspensión del
conflicto guarde un mínimo de proporcionalidad con el grado de la lesión que haya provocado,
se le llama principio de proporcionalidad mínima de la pena con la magnitud de la lesión. Con
este principio no se legitima la pena, como retribución sigue siendo una intervención selectiva
del poder que se limita a suspender el conflicto sin resolverlo. Esta postura afirma que dado,
que el derecho penal debe escoger entre irracionalidades, para impedir el paso del mayo
contenido no puede admitir que a esa naturaleza no racional del ejercicio del poder punitivo se
agreguen una nota de máxima irracionalidad por la que se afecten bienes de una persona en
desproporción con el mal provocado. Lo que trae como consecuencia que se jerarquicen las
lesiones y establezcan un grado de mínima coherencia entre la magnitud de penas a cada
conflicto penal.

3.8. Principio de humanidad

Este principio se vincula con el de proscripción de la crueldad, y con la prohibición de las penas
de tortura y de toda forma de tormento. Consagrado expresamente a través de la prohibición de
la tortura y de penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes, Artículo 5 de la Declaración
Universal del los Derechos Humanos, Art. 7 del Protocolo Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, artículo 5 de la Comisión Americana de Derechos Humanos. Este principio de
humanidad, que trae consigo, la eliminación de la tortura y las penas crueles e inhumana, que
han sido abolida en Venezuela y Latinoamérica, lamentablemente, a pesar de estar consagrado
en los Tratados Internacionales de máxima jerarquía, es el principio más ignorado de poder
penal. En este sentido y en función el principio de humanidad, es cruel toda pena que resulte
brutal en sus consecuencias como las que crean un impedimento que compromete toda la vida
del sujeto (muerte, castración, esterilización, marcación, amputación, intervenciones
neurológicas). Igualmente son crueles las consecuencias jurídicas que se pretenden mantener
hasta la muerte de la persona, al asignarle una marca jurídica que la convierte en una persona
de inferior dignidad (capitis disminutio). Toda consecuencia de una punición debe cesar en
algún momento, por largo que sea el tiempo que deba transcurrir pero nunca puede ser
perpetua.

3.9. Principio de antijuridicidad material

De acuerdo con su disposición teológica y protectora, los tipos penales encuentran su razón de
ser y los límites de su funcionamiento en la tutela punitiva de determinados bienes jurídicos.
Ello significa, sobre todo, que el delito no se agota formalmente en la previsión o definición que
de él hace la ley, sino que substancial o materialmente consiste en una conducta humana que
lesiona o amenaza seriamente uno o varios de tales bienes. En realidad, es por esta lesividad
real o potencial para los bienes jurídicos y por tanto para la paz y la subsistencia sociales por la
que la ley erige en delito, es decir, amenaza con pena criminal una cierta conducta. Siendo esta
la razón de la ley, su fin no es otro que el de otorgar a esos bienes la mayor protección de que
el derecho positivo dispone, cual es la de amenazar con la imposición de una pena
determinadas acciones que atenten contra ellos en forma seria y, proporcionalmente, grave. En
el marco del supremo principio de legalidad, la antijuridicidad formal se inspira social y
legalmente en la materia la antijuridicidad material solo puede tener eficacia judicial dentro del
campo de la dogmática penal. La pena es función exclusiva del Estado y, en cuanto tal, los
funcionarios u órganos de este no pueden crearla o aplicarla sino para proteger la vida, honra y
bienes de las personas, o para asegurar que el propio Estado o los particulares cumplan sus
deberes sociales (que con entera seguridad no son lo mismo que los “deberes morales”, pues
se trata de la vida institucional y no de la vida privada). Así, pues, es inconstitucional la ley que
instituya penas que no tengan por fin evidente la tutela de bienes jurídicos determinados de los
ciudadanos o del Estado, es decir, que defina como “hechos punibles” conductas que no los
afectan con un daño o peligro proporcional a la gravedad de la pena que amenaza.

CONCLUSIONES

La reforma al código penal, que se pretende realizar, constituye un paso muy importante y
sustancial para legitimar el poder y el control del Estado frente a los individuo, en este sentido
es el camino para la reforma sustancial del Código penal, el cual debe retomarse y reorientarse
en los principios axiológicos y epistemológicos analizados en el presente estudio, el cual debe
orientar a los legisladores, en la ardua tarea de legislar sobre la materia penal. En este sentido,
se recomienda el análisis de los principios axiológicos analizados, más la consultar y la
participación de todos los sectores que conforma la sociedad para ser escuchados y observar
su realidad para así poder reconocer e identificar las situaciones o realidades que se pretenden
penalizar, a través de las conductas que deben tipificarse para adecuarlas más a los hechos
punibles que aquejan a la sociedad. El desarrollo de este trabajo y el análisis de los principios
rectores del derecho penal, deberían ajustarse a las normas de carácter penal del nuevo siglo
el cual que se inicia, y debe orienta el derecho penal para así realizar los cambios y
trasformaciones en las materias que merece atención entre las cuales están las que se
consideran que deben ser atendidas: 1) Del principio de legalidad, 2) Del concurso aparente de
tipos penales, 3) Legítima defensa de terceros. 4) Estado de necesidad, 5) Trastorno mental
transitorio, 6) Culpabilidad, 7) Error, 8) Concurso ideal de delitos, 9) Tentativa, 10) Tiempo de
perpetración, 11) Posición de Garante, 12) Clases de penas, 13) Medidas de seguridad, 14)
Prescripción de la acción y de la pena.

De todo lo antes expuesto, se considera que la parte especial del Código penal, que se refiere
a las diversas especie del delito, deberían tomarse aspectos analizados en el presente a fin de
que sean considerados, para una reforma del Código Penal Venezolano, las cuales estarían
básicamente centrada en el principio de la intervención mínima.

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