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Los Orígenes de Clemente Romano

Clemente Romano, tercer sucesor de Pedro y Papa, es considerado un importante Padre Apostólico que transmitió la doctrina de los apóstoles y escribió una carta a los Corintios abordando la estructura y desafíos de la Iglesia. Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, dejó siete cartas que reflejan la vida de las comunidades cristianas y la importancia de la unidad en la Iglesia. Justiniano I, emperador bizantino, es conocido por sus campañas militares de reconquista y reformas legales, mientras que Tertuliano y Agustín de Hipona contribuyeron significativamente a la literatura y teología cristiana.

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Los Orígenes de Clemente Romano

Clemente Romano, tercer sucesor de Pedro y Papa, es considerado un importante Padre Apostólico que transmitió la doctrina de los apóstoles y escribió una carta a los Corintios abordando la estructura y desafíos de la Iglesia. Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, dejó siete cartas que reflejan la vida de las comunidades cristianas y la importancia de la unidad en la Iglesia. Justiniano I, emperador bizantino, es conocido por sus campañas militares de reconquista y reformas legales, mientras que Tertuliano y Agustín de Hipona contribuyeron significativamente a la literatura y teología cristiana.

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Los orígenes de Clemente Romano

De Clemente no se sabe con certeza cuando nació, sólo tenemos noticias del lugar
de su nacimiento que fue en Roma. Fue elegido Papa y murió en el año 99 o 100,
pocos años después de la composición de la carta a los Corintios, en Ponto (Asia
Menor) (Fernández, 2002). Fue un cristiano insigne de finales del siglo I, uno de los
llamados Padres Apostólicos en cuanto que transmitió el eco vivo de la predicación
de los apóstoles de Jesús de Nazaret (Ruiz Bueno, 2002).

Es el tercer sucesor de Pedro después de Lino (hasta el año 80) y Anacleto, también
llamado Cleto (80-92). Ireneo de Lyon afirma que "después de ellos, en tercer lugar
desde los apóstoles, accedió al episcopado Clemente, que no solo vio a los propios
apóstoles sino que con ellos conversó y pudo valorar detenidamente tanto la
predicación como la tradición apostólica" (Ireneo, 2000: 124).Clemente fue el cuarto
de los Papas. Ireneo considera a este vicario de Cristo como un eslabón importante
en la cadena de la continuidad, por su conocimiento y por su fidelidad a la doctrina
recibida de los apóstoles (Loarte, 1998).

Domiciano era el emperador (81-96) en el tiempo de su pontificado por lo que


resulta que Clemente inició su pontificado en el año 92 y cuando acabó su vida
estaba Trajano (98-117) al frente del imperio.

Clemente es conocido como uno de los padres pre-nicenos, anteriores al Concilio de


Nicea (325) junto a Policarpo de Esmirna, Papías de Hierápolis, Hermas, entre otros.

La Iglesia en la carta a los Corintios

El término Iglesia aparece pocas veces en la carta de Clemente (Clemente, 1994:


Introd.; XLIV, 3; XLVII, 6). Clemente conocía muy bien los Setenta y con el término
Iglesia habían traducido qehal Yahveh, expresión con la que se designaba a Israel
en cuanto asamblea de Dios. Clemente ve prefigurado en el pueblo elegido del
Antiguo Testamento la estructura, la organización, los peligros y las soluciones de la
Iglesia (Clemente, 1994: XLII, XLI, XLIII). De aquí se puede deducir que Clemente
consideraba a la Iglesia como el nuevo Israel, el nuevo pueblo elegido en el que
Dios depositó sus promesas. En la oración final de la carta escribe: "Que conozcan
todos los pueblos que Tú eres el único Dios, que Jesucristo es tu siervo y que
nosotros somos tu pueblo, ovejas de tu rebaño" (Clemente, 1994: LIX, 4) haciendo
alusión al texto de los Salmos 78,13 y 99,3.

La Introducción de la carta tiene numerosas insinuaciones eclesioló-gicas: "La


Iglesia de Dios que peregrina en Roma, a la Iglesia de Dios que peregrina en
Corinto, a los que han sido llamados y santificados en la voluntad de Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo" (Clemente, 1994: I,1). En estas pocas palabras
encontramos una gran riqueza: en primer lugar la referencia a la Iglesia de Dios.
Dios como referencia, Dios el sujeto, el que convoca, llama, es la Iglesia de su
pertenencia. Sólo en la introducción a la carta hace esta referencia. Es importante
remarcar este sentido de pertenencia a Dios, sentirse uno con Él.

Clemente escribe su carta para los cristianos de la Iglesia de Corinto a fines del
siglo I, pero podemos decir también que escribe a la Iglesia en este siglo ya que
afronta temas muy actuales en las comunidades.

Las mismas dificultades que le motivaron a escribir estas líneas las podemos
encontrar en cualquier comunidad de personas y en cualquier parte del mundo. Lo
importante es reconocer los dones, las cualidades que Dios regaló a cada uno y que
no son para reservárselos en el corazón con llave y candado sino que son para el
bien de los demás y nada es propio sino que todo es don, todo es gratuidad; de
nada tenemos que gloriarnos, enorgullecernos sino sólo de ser cristianos,
seguidores de Cristo y sentirnos amados por un Dios familia, un Dios comunidad, un
Dios Amor con la certeza de que allí está la fuente del Amor y cuando descubrimos
y experimentamos esto en nuestras vidas: no puede haber lugar para la discordia,
la disensión, la pelea, la lucha por los primeros puestos, la desobediencia sino
simplemente hay una actitud de buscar juntos, como comunidad el Bien, de vivir el
proyecto de amor que el Señor dejó y de anunciar el mensaje de Amor a todos los
hombres, el anuncio de que Cristo murió y resucitó por amor.

IGNACIO DE ANTIOQUIA
Ignacio fue un obispo fuerte, un pastor celoso. Los seguidores de su
comunidad cristiana lo llamaban un creyente "de fuego", tal como lo
sugiere la etimología de su nombre. Durante su episcopado comenzó
la terrible persecución del emperador Trajano. El obispo se negó a
abjurar y por lo tanto fue condenado a ser transportado encadenado a
Roma. Así comienzó su larguísimo viaje, durante el cual fue torturado
a menudo por los guardias, hasta su llegada a Roma. La ejecución de
la sentencia se realizó en el 107 en el Coliseo, durante las
celebraciones por las victorias del emperador en Dacia, y de ese
modo "el Trigo de Ignacio" fue triturado por las feroces bestias para
ser convertido en "Pan eucarístico de Cristo".
Las siete cartas
Del viaje hacia el martirio del obispo Ignacio nos quedan siete
hermosas cartas escritas por él, que también constituyen un
documento inimitable de la vida de las comunidades cristianas de la
época. Cuando llegó a Esmirna escribió las cuatro primeras, tres de
las cuales estaban dirigidas a otras tantas comunidades de Asia
Menor: Éfeso, Magnesia y Trali. En ellas expresó su gratitud por las
muchas demostraciones de afecto. La cuarta carta, en cambio, está
dirigida a la Iglesia de Roma y contiene la súplica de no obstaculizar
su propio martirio, por el cual el obispo se siente honrado,
considerándolo como una oportunidad de reacompañar a Jesús
recorriendo el camino de su misma vida y de su dolorosa Pasión.
Pasando por la Troada, Ignacio escribió otras tres cartas: a la Iglesia
de Filadelfia, de Esmirna y al obispo de esta última ciudad, Policarpo.
En las cartas, pidió a los fieles que apoyaran a la Iglesia de Antioquía,
que estaba por afrontar el destino del inminente sacrificio de su
pastor, y ofreció al obispo interesantes directrices sobre el ejercicio
de la función episcopal. Nos quedan, además, páginas de verdaderas
y propias declaraciones de amor a Cristo y a su Iglesia que por
primera vez se define como "católica"; testimonios de la concepción
tripartita del servicio o ministerio cristiano del obispo, de los
sacerdotes y de los diáconos en favor de los creyentes; así como
directrices sobre cómo contrarrestar la herejía docetista que afirmaba
que la Encarnación del Hijo era sólo aparente y no real. Pero sobre
todo, en sus cartas se lee el deseo, expresado casi como una oración,
de que los fieles mantengan siempre la unidad de la Iglesia
superando todos los errores y eliminando todas las divisiones.

JUSTINIANO

Justiniano I reinó en el Imperio bizantino entre el 527 y el 565


d.C. Nacido hacia el 482 d.C. en Tauresio, una pequeña población de
Iliria, su tío el emperador Justino I fue un guardaespaldas imperial,
que alcanzó el trono a la muerte de Anastasio en el 518 d.C.
Justiniano es considerado uno de los más importantes entre los
últimos emperadores romanos y bizantinos. Lanzó una importante
campaña militar para recuperar África de los vándalos (533-534 d.C.)
e Italia de los godos (535-554 d.C.). También ordenó la
reconstrucción de la iglesia de Santa Sofía (comenzada en el 532
d.C.), e impulsó proyectos de construcción en todo el Imperio,
incluyendo nuevas iglesias, monasterios, fuertes, reservorios de agua
y puentes. Su otro gran logro fue la culminación de las reformas
legales compiladas en el Corpus Juris Civilis, entre el 529 y el 534
d.C., que consistió en unificar todas las leyes romanas promulgadas
desde tiempos del emperador Adriano (117-138 d.C.) hasta aquel
momento. Es ampliamente reconocido como uno de los principales (y
más controvertidos) emperadores romanos/bizantinos de la historia.

Justiniano y los vándalos


Los vándalos controlaban la capital africana de Cartago desde el 439
d.C. y posteriormente habían expandido su influencia por África,
Tripolitania, Córcega, Cerdeña y las Islas Baleares. En el 533 d.C.
Justiniano lanzó un esfuerzo de reconquista dirigido a recuperar esas
áreas para el Imperio bizantino, que comenzó en la primavera de ese
año con una revuelta anti-vándala en Tripolitania (actualmente el
oeste de Libia), consolidada por soldados romanos procedentes de la
provincia romana de Cirenaica. Poco después, el general Belisario (el
líder militar de más éxito de Justiniano) condujo una expedición
militar naval desde el Egeo, que hizo escala en Sicilia y desembarcó
en África. Tras una serie de batallas, en el invierno del 534 d.C., el rey
vándalo Gelimer se rindió, dejando África en manos romanas tras casi
un siglo de dominación vándala.

La Guerra Gótica y Totila


Los godos controlaban Italia y Sicilia desde el 476 d.C., cuando el
último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo, fue depuesto. A
pesar de que el Rex Italiae (rey de Italia) godo Odoacro reconocía la
autoridad del emperador de Constantinopla, su régimen comenzó a
desarrollar políticas con independencia de la esfera romana. La
aristocracia romana de Italia mantuvo su posición privilegiada incluso
tras la conquista por los godos, pero el conflicto afloró en el 524 d.C.
con la ejecución del prominente político romano Boecio. En el
contexto de descontento con el régimen godo, Justiniano intentó la
reconquista de Italia y Sicilia. Animado por las rápida conquista de
África, envió a Belisario con un pequeño ejército para atacar Sicilia,
que cayó rápidamente en manos romanas en el 535 d.C. En el 540
d.C. tras una serie de victorias y derrotas frente a los godos y sus
aliados en Italia y en Dalmacia (actual Croacia), Italia pasó a dominio
romano.

TERTULIANO
Tertuliano nació en Cartago, que en ese momento
(aproximadamente 155-160 D. C. ) era el segundo centro
cultural y educativo de Occidente, después de Roma.
Tertuliano recibió una educación excepcional en
gramática, retórica , literatura , filosofía y derecho. Poco se
sabe de su vida temprana. Sus padres eran paganos, y su
padre puede haber sido un centurión (es decir, un suboficial)
en una legión con base en África asignada al gobernador de
la provincia. Después de completar su educación en Cartago ,
fue a Roma, probablemente al final de su adolescencia o al
principio de sus 20 años, para estudiar más y tal vez
comenzar a trabajar como abogado. Lo más probable es que
no sea el jurista Tertuliano mencionado en el Digesto, una
colección de opiniones legales romanas compiladas bajo la
égida del emperador bizantino del siglo VI Justiniano ,
aunque esto es discutido.

Actividades literarias
Durante los siguientes 20 a 25 años —es decir, desde los 40 hasta los
60— Tertuliano se dedicó casi por completo a la literatura.
Tertuliano, apasionado y tempestuoso, desarrolló un estilo latino
original y se convirtió en un propagandista vivaz y mordaz, aunque
no en el escritor más profundo de la antigüedad cristiana. Sus obras
abundan en frases llamativas y memorables, aforismos ingeniosos ,
juegos de palabras audaces e irónicos , ingenio, sarcasmo,
innumerables palabras de su propia invención y un flujo constante de
invectivas contra sus oponentes. Sin embargo, podía ser amable y
sensible, como en un tratado a su esposa ( Ad uxorem ), y podía ser
autocrítico y reflexivo, como en su tratado sobre la paciencia ( De
patientia ), una virtud que, según admitió, estuvo notoriamente
ausente de su vida.

AGUSTIN DE HIPONA

San Agustín de Hipona (Aurelio Agustino, 354-430 EC) fue el primer


filósofo importante de la era cristiana. Fue el obispo de Hippo Regius
en Numidia durante los últimos años del Imperio Romano, y su obra
más famosa, La ciudad de Dios, describió lo que él creía que era la
causa de este declive. En sus obras, también abordó cuestiones como
el pecado original o el libre albedrío, y sus ideas tendrían un efecto
profundo no solo durante su vida, sino también en el desarrollo de la
iglesia medieval y, más tarde, en los teólogos de la religión
protestante (Reforma). Es reconocido como Santo y Doctor de la
Iglesia por su contribución a la teología.

Los escritos de Agustín caen en una frontera entre la teología y la


filosofía. Un autor prolífico, sus principales obras incluyen:

 Confesiones: una obra autobiográfica escrita alrededor del 400


EC
 La ciudad de Dios: una obra de 22 volúmenes escrita entre 413
y 425 EC
 Retractaciones: una reconsideración de sus trabajos anteriores.

Sus obras fueron una justificación filosófica del cristianismo, aunque


algunos vieron esto como una herejía. Si bien ambos eran una
búsqueda de la verdad, Agustín creía que solo el cristianismo era la
verdad real y, sin fe, la filosofía nunca podría alcanzar la verdad.
Tanto las ideas de Platonio como la filosofía neoplatónica fueron
absorbidas por la visión de la Iglesia de la naturaleza de la realidad, y
solo a través de la fe se puede alcanzar la verdadera sabiduría. Al
expresar una opinión que influiría en los futuros racionalistas, Agustín
creía que la fe es lo primero y se aclara y se apoya en la razón.

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