b) La respuesta del cielo
La fiesta de gloria en el cielo: la presentación de una desposada (19:1-
10). Se celebra este acontecimiento glorioso mediante el uso de la
palabra mas importante de alabanza del cielo, que es ¡ALELUYA! Los
cielos celebran ahora la victoria del Cordero sobre la ramera, y su fiesta
de bodas.
c) La Victoria sobre las bestias
En virtud de que al pueblo de Israel se niega a adorar a la bestia, este, al
final, de la “apertura de Jacob”, juntara a todas las naciones que estén
bajo su dominio para pelear contra los judíos y apoderarse de Jerusalén.
Las huestes del anticristo acamparan en la tierra de Palestina y así
estallara lo que proféticamente se llama la Batalla de Armagedon.
Sal.4:9:59:17-19: 66:15-16. Jr.25:30-33, Zac.12:7-9.
El Esposo y su Iglesia, la Esposa, que se efectuara en medio de cánticas
de alabanza y gloria eterna. Después de este acontecimiento, nunca
mas se vera la Iglesia separada de su Esposo Amado y Divino, sino que
estarán unidas a El y por toda la eternidad.
La eternidad es un tiempo sin límite: el hombre fue creado perfecto para
vivir eternamente gozando de una relación personal con su Creador. El
pecado interrumpió esta clase de vida (Gn. 1:27). DIOS tenía ya un plan
para redimirlo y tornarlo a la perfección y a la eternidad (Gn. 3:15; Jn.
3:16).
Gozarán de esta eternidad todos aquellos que habiendo aceptado a
Cristo como su Salvador se guardaron en santidad (Ap. 21:27; 22:14).
Los que vencieron recibirán la prometido (Ap. 2:7: 11,17, 3:5, 12; 21:7).
Los que no estarán allí, los refiera la Biblia en Ap. 21:8, 27: 22:15).
Características de la nueva vida en la ciudad eterna:
Una vida de comunión con Cristo 1a Co. 13:12: Ap. 22:4
Una vida de descanso Ap. 14:13
Una vida de pleno conocimiento 1a Co. 13:12
Una vida de santidad Ap. 21:27
Una vida de gozo Ap. 21:4
Una vida de servicio Ap. 22:3
Una vida de abundancia Ap. 21:6
Una vida de gloria 2a Co. 4:17: Col. 3:4
Una vida de adoración Ap. 19:1
Los reinos animal, vegetal y mineral, serán como al principio de la
creación (Is. 11:1-12: 24:23: 65:17): los animales feroces perderán su
fiereza, la tierra será fértil.
La humanidad será bendecida (Is. 2:1-4; 65:20): la enfermedad y la
muerte, como producto de maldición, serán suspendidos en sus efectos,
habrá longevidad.
El orden social será restaurado a una completa armonía y paz entre las
naciones (Is. 65:21-25; Mi. 4:1-5): No habrá guerras, habrá un solo
código de convivencia.
Un reino fundamentado en la inmutabilidad de la palabra de Dios (Mt.
24:36).
Toda la tierra será llena de justicia, lo que genera paz (Is. 11:5).
Toda la tierra tendrá el conocimiento de la palabra de Dios, un
conocimiento pleno (Is. 11:9).
Toda la tierra obedecerá la palabra de Dios (Jer. 31:33-34).
La palabra del Señor inspirará un reino eterno (1 Co. 15:24-25).
El milenio es un reino preliminar de la eternidad.
El milenio, a pesar de la presencia del Señor como Rey, no será perfecto
porque estará la maldad detenida o atada.
El milenio será la última prueba de la humanidad. Todos aquellos niños
que ingresaron inimputables y crecieron, serán al final probados y
también muchos judíos que no aceptaron de corazón al Señor Jesucristo,
al final serán también probados.
Carácter espiritual del milenio:
Justicia
Obediencia
Santidad
Verdad
Plenitud del Espíritu Santo
f) Nuevos cielos y nueva tierra
Después del un gran trono blanco, se muestra ahora un cielo nuevo, una
tierra nueva y una nueva ciudad, en la que han de morar por la
eternidad los que creyeron en Cristo y se guardaron santos y fieles.
La Biblia inicia con la creación (Gn. 1:1) y termina con un cielo nuevo y
una tierra nueva.
Es el cumplimiento de Su palabra (Is. 65:17-18: 66:22; 2 P. 3:13).
Esta tierra desaparecerá, se fundirá (Ap. 20:11).
Es una creación nueva, diferente (Ap. 21:1, 23; 22:5).
Después de la disolución del presente cielo y la presente tierra, al final
del milenio, DIOS creará un cielo nuevo y una tierra nueva. Mediante un
acto creador DIOS pondrá en existencia cielos y tierra nueva, de tal
manera como DIOS creó los actuales cielos y la tierra para que fuesen
escenario del reino teocrático de DIOS. El Señor Jesucristo estará
morando con los hombres en la nueva tierra, en el reino eterno, puesto
que la Escritura revela que la Iglesia.
Se presenta un trono blanco que simboliza el regio oficio de gobernar y
juzgar; el color blanco atañe a la pureza de sus determinaciones
carentes de parcialidad, e insobornable.
Los inicuos muertos: llamamos “Juicio del Gran Trono Blanco” al último
episodio de la relación de la justicia de DIOS con los inicuos muertos, es
decir, todos aquellos que murieron en su iniquidad (injusticia, maldad,
pecado), a también llamado juicio final.
Huyen la tierra y el cielo: esta creación será destruida por fuego para
acabar con todos los efectos del pecado. (2 P. 3:7, 10, 12)
En un lugar del universo: aparecen los muertos grandes y pequeños de
pie ante DIOS.
Los muertos grandes y pequeños: son los muertos de todos los tiempos;
separados para siempre del Señor (Mt. 25:41, 46)
Los muertos que están de pie: los inicuos son levantados para vergüenza
y confusión perpetua (Dn. 12:2)
Los libros son abiertos, también otro libro, el de la vida: los muertos
fueron juzgados por las cosas que estaban escritas en los libros, según
sus obras. Se abrirá el libro de la vida para que sea comprobado, que no
están escritos en el. (Ap. 3:5; 13:8; Ef. 2:8) Serán lanzados al lago de
fuego: la muerte y el hades fueron lanzados al lago de fuego y todos
aquellos que no se encontraron sus nombres inscritos en el libro de la
vida.
El Señor es el juez.
Uno de los atributos de la Divinidad es la justicia.
DIOS es juez: al juicio final se le llama “El día de Jehová” (Is. 2:12; 13:9;
Sof. 1:14-18; Jl. 2:31; Mal. 4:5). El Señor Jesucristo tiene todo el poder
para juzgar, y efectuará este juicio que ya esta previsto desde la
eternidad.
Este juicio es también llamado la muerte segunda (Ap. 20:13-15): que es
la eterna separación de los hombres con DIOS, los cuales serán lanzados
al lago de fuego (Jn. 8:21, 24).
Los gobernantes y gobernados son:
El Señor, la iglesia y los santos reinarán en el milenio con el carácter de
gobernantes (Mt. 19:28; Ap. 20:4).
Los gobernados serán el pueblo de Israel y los niños que ingresen,
lógicamente crecerán, y la vida en todos sus aspectos seguirá su curso
(Sof. 13:14-20).
El gobierno será una teocracia: el Mesías es el Rey en el milenio, su
autoridad real será universal (Is. 2:2-4; 9:3-7: 11:1-10). Gobernará
muchas autoridades menores (Lc. 19:12-28). Tales posiciones de
autoridad serán designadas como recompensas por su fidelidad. Se
levantarán jueces (Is. 1:26).
El orden natural en la tierra será:
Estará con Cristo, se concluye que la eterna morada de la Iglesia será así
mismo en la nueva tierra, en aquella ciudad celestial, la Nueva
Jerusalén, que ha sido preparada especialmente por DIOS para los
santos.
El anticristo con su numerosísimo ejercito creerá que ha venido al pueblo
de Israel, y este habrá perdido toda esperanza de salvación, en aquel
momento de angustia para Israel, aparecerá el Señor Jesucristo en el
cielo, como un guerrero, montado en un caballo blanco con sus santos
millares, el anticristo y el falso profeta, serán arrestados y echados al
lago de fuego, entonces será destruido el ejercito enemigo, por las
huestes del Señor y habrá grande mortandad en Palestina. El pueblo
judío al ver al Señor Jesús descendiendo del cielo como un guerrero
poderoso que los libra de la opresión del enemigo, lo reconocerá como
su Mesías, al mismo que sus padres rechazaron y dieron muerte en la
cruz y se arrepentirán, siendo salvos en un solo día, Zac. 14:1-8; 12:4-
14-Is. 66:5-16 – Ex. 39:2- Ap. 16:13-16- Ap. 19:11-21.
d) El reino milenario Ap. 20:1-4
El inicio del reinado mesiánico milenial es el cumplimiento de la palabra
dada el rey David, que es un tipo de Señor Jesucristo. (2a S. 7:16).
Es el fin de los adversarios de Israel al retornar el Señor a la tierra (Zac.
14:12-13).
Es el cumplimiento del juicio de las naciones que indica claramente que
los no sellados, sobrevivientes de la gran tribulación, serán juzgados y
remitidos, unos al castigo eterno y los justos a la vida eterna (Mt. 25:31-
46; Ap. 19:21).
El tiempo de duración es desde la segunda venida de nuestro Señor
Jesucristo hasta el juicio del Gran Trono Blanco, MIL AÑOS (Sal. 2: 11: Ap.
20:1-7: 2a Ti. 2:12: 2a Ts. 1:6-10: Ap. 5:10; Is. 9). Se enseña en la
Escritura que el reino sobre el cual Cristo ha de reinar, entre la primera y
segunda resurrección, es de mil años de duración. (Ap. 20:1-6)
Las personas que ingresan al milenio son:
Todos los niños inimputables (sin culpa) de todas las naciones. Porque la
inocencia, característica de la niñez, impone la idea que no son
responsables de culpa. Pero, al perder la inocencia, deberán ser
probados y juzgados; y esto sólo sería posible al final del milenio. Por
esta razón, la Biblia nos habla de algunos rasgos, mileniales con relación
a los infantes (Is. 11:1-8; 65:20); y también la tipología de Números
14:31.
El pueblo de Israel, cumpliéndose de manera inmutable la palabra de
promesa dada a David y a su pueblo (Is. 24:23; Os. 3:4-5).
IV. CRISTO Y LA ETERNIDAD
La Nueva Jerusalén
A Juan se le muestra la Esposa del Cordero (Ap. 21:2, 9; Is. 62:5; 2a Co.
11:2). La Nueva Jerusalén es la Esposa del Cordero (Is. 61:10).
La Nueva Jerusalén es una ciudad real que desciende del cielo (Ap. 3:12;
He. 12:22-23), su descripción es literal aunque sea un misterio (Ap. 21:5,
10:11; 22:6). El apóstol Juan para indicar sus características utiliza
material conocido en esta tierra, para mostrar la gloria de lo celestial.
La forma en cubo que tiene es semejante al Lugar Santísimo en el
Tabernáculo de reunión (1 R. 6:20). DIOS morará para siempre con su
pueblo (Ap. 21:3; Is. 65:18-19: Ez. 37:27).
Es morada eterna que el Señor nos prometió (Jn. 14:1-3).
Varias consideraciones nos conducen a la conclusión de que la Nueva
Jerusalén es el lugar de eterno descanso de DIOS:
Inmediatamente después de ver los cielos nuevos y la tierra nueva,
vemos la Nueva Jerusalén que desciende a la tierra nueva.
Ninguna otra habitación eterna de DIOS se ve, fuera de esta capital de la
Nueva Creación.
Esta ciudad celestial tiene la gloria de DIOS
Tiene también el trono de DIOS, y el servicio llamado propiamente
servicio sacerdotal, o culto espiritual.
Ellos verán su rostro.
Sólo necesitamos recordar que los moradores de la Nueva Jerusalén
reinarán por los siglos de los siglos.
Esta ciudad no sólo es el lugar de morada de DIOS, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, sino también el lugar de morada de la novia, esposa del Cordero.
Esta ciudad celestial está prometida como el destino de la Iglesia. (Jn.
14:2-3)
La ciudad ha de ser habitada por DIOS, por la Iglesia, por los redimidos
de Israel, y por los redimidos de todas las edades, junto con los ángeles
que no cayeron.
b) La nueva vida con DIOS y el Cordero
Indudablemente, también esto acontecerá a la Iglesia (He. 12:22-23) la
esposa de la Jerusalén celestial y en las regiones celestiales y como su
nombre lo indica, es la única eterna de Cristo.
III. CRISTO Y LA VICTORIA
a) La caída de Babilonia Ap. 18
Babilonia era una ciudad perversa e inmoral, un centro para el culto a
los ídolos, Babilonia saqueó Jerusalén y condujo al reino de Judá al
cautiverio (2a Cr. 36). El libro de Apocalipsis habla de dos babilonias: la
Babilonia eclesiástica, que es el cristianismo apostata; y la Babilonia
política, o sea, la confederación imperial de la bestia (el anticristo); la
forma final del poder mundial de los gentiles.
Otro ángel anuncia la caída de Babilonia Ap. 18:1-3
Este vocero celestial no es el Señor Jesucristo, sino otro ángel. Horrendo
destino de una ciudad opresora y corrupta
Otra voz da lo orden de separación y juicio Ap. 18:4-8
Ordena a los santos salir de Babilonia, huir de su corrupción y escapar
de sus plagas. La naturaleza de la voz celestial que Juan escuchó, es que
provenía del cielo, y el mensaje que expresó procedía de DIOS, pero
pudo haber sido promovido por un vocero suyo.
La voz celestial justifica la acción punitiva de DIOS.
Reyes y mercaderes lamentarán la caída de babilonia, todas sus
riquezas serán consumidas.
La celebración triunfal por la caída final de babilonia: se manda celebrar
en el cielo el triunfo contra Babilonia, se ilustra con una piedra la
decapitación de Babilonia, Babilonia quedará desolada y tenebrosa, las
dos razones finales por las que babilonia será destruida es la hechicería
y el homicidio. La Babilonia política será destruida por el Señor en Su
venida en gloria.
El fin del milenio (Ap. 20:7-10)
El pecado es inherente a la raza humana, y al final del milenio, muchos
estarán sometidos con vara de hierro, y muchos honrarán al Rey y a su
iglesia sólo de labios y no de corazón. Algunos fingirán obedecer, surgirá
una breve rebelión al fin de los mil años.
Satanás será soltado al fin del milenio (Ap. 20:7-9; Sal. 66:3): muchos
serán seducidos por satanás y volverán a pelear contra el Rey. El Señor
ejecutará una acción rápida y drástica contra los hombres y el diablo.
El milenio producirá, por último, rebeldes y enemigos vencidos para
siempre (Ap. 20:10): la incorregible naturaleza humana acabará y los
enemigos serán destruidos y atormentados por siempre. Cae fuego del
cielo que devora a los rebeldes (Ap. 20:9).
El milenio será el período de la completa manifestación de la gloria del
Señor Jesucristo. Así por medio del Rey, habrá una revelación completa
de los atributos divinos, de manera que Cristo pueda ser glorificado
como Dios.
e) El conflicto final y el juicio
El Esposo y su Iglesia, la Esposa, que se efectuara en medio de cánticas
de alabanza y gloria eterna. Después de este acontecimiento, nunca
mas se vera la Iglesia separada de su Esposo Amado y Divino, sino que
estarán unidas a El y por toda la eternidad.
La eternidad es un tiempo sin límite: el hombre fue creado perfecto para
vivir eternamente gozando de una relación personal con su Creador. El
pecado interrumpió esta clase de vida (Gn. 1:27). DIOS tenía ya un plan
para redimirlo y tornarlo a la perfección y a la eternidad (Gn. 3:15; Jn.
3:16).
Gozarán de esta eternidad todos aquellos que habiendo aceptado a
Cristo como su Salvador se guardaron en santidad (Ap. 21:27; 22:14).
Los que vencieron recibirán lo prometido (Ap. 2:7:11, 17, 3:5, 12; 21:7).
Los que no estarán allí, los refiera la Biblia en Ap. 21:8, 27: 22:15).