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Unidad 1. Criminología

La Criminología es una disciplina científica que estudia el delito, el delincuente, la víctima y la reacción social ante la criminalidad, con el objetivo de entender y prevenir la violencia. A lo largo de la historia, ha sido definida de diversas maneras por diferentes teóricos, quienes han destacado su carácter interdisciplinario y su enfoque en la etiología del crimen. La Criminología abarca múltiples aspectos, incluyendo el estudio del delito, la pena, la criminalidad y los programas preventivos.

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Unidad 1. Criminología

La Criminología es una disciplina científica que estudia el delito, el delincuente, la víctima y la reacción social ante la criminalidad, con el objetivo de entender y prevenir la violencia. A lo largo de la historia, ha sido definida de diversas maneras por diferentes teóricos, quienes han destacado su carácter interdisciplinario y su enfoque en la etiología del crimen. La Criminología abarca múltiples aspectos, incluyendo el estudio del delito, la pena, la criminalidad y los programas preventivos.

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UNIDAD 1

HILDA MARCHIORI

CRIMINOLOGIA
TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

EDITORIAL PORRÜA
AV. REPÚBLICA ARGENTINA 15
Primera edición, 2004

Copyright © 2004
H ilda Marchiori

Esta edición y sus características son propiedad de la


EDITORIAL PORJRÚA, SA de CV 8
Av. República Argentina 15 altos, col. Centro,'
06020, México, DF

Queda hecho el depósito que marca ia ley

Derechos reservados

ISBN 970-07-4713-1

IMPRESO EN MÉXICO
PR1NTED IN MEXICO
Agradecimiento

A mis Familias Mexicanas


CRIMINOLOGÍA
TEORÍAS Y PENSAMIENTOS
C apítulo I

INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

CONCEPTO

La Criminología es una disciplina científica e interdisciplinaria que tiene


por objeto el estudio y análisis del delito, de la pena, delincuente, víctima,
criminalidad, reacción social institucional, cultural y económica, a los fines
de la explicación, asistencia y prevención de los hechos de violencia.1
Etimológicamente2 la palabra Criminología proviene del latín criminis
que significa crimen y del griego logos —tratado, estudio— es decir, el estu­
dio del crimen-delito. Es evidente que este es un concepto amplio y suma­
mente abarcativo, ya que no se limita al delito —hecho delictivo— sino inte­
gra todos los aspectos y áreas vinculado a los comportamientos que provo­
can daño intencional a nivel individual, familiar, social y cultural.
La Criminología ha sido definida por numerosos estudiosos de la inves­
tigación criminológica, según los enfoques y encuadres teóricos y las épocas
históricas en las que fueron expresadas.
Se considera que el antropólogo francés P ablo T oppinard fue el primer
investigador en utilizar el término Criminología.
Las definiciones de Criminología son numerosas, podemos mencionar,
como las representativas de diferentes teorías y épocas, las siguientes:
Ra fa el Gakófalo 3 discípulo de C ésar L ombroso , en el año 1885 mani­
festaba que la Criminología es la Ciencia del delito. GARÓFALO publicó el
primer libro con el título de Criminología.4y5
QUINTILIANO SALDAÑA,6 en 1929 define a la Criminología como ciencia
del crimen o estudio científico de la criminalidad, sus causas o medios para
combatirla.
El investigador, filósofo y sociólogo argentino, José INGENIEROS7 describía
en el Programa de Criminología que esta disciplina comprende el estudio de:
a) La Etiología Criminal, referente a las causas del delito;
b) Clínica criminológica, que son las formas en que se manifiesta los he­
chos delictivos;

3
4 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

c) Terapéutica criminal, que estudia las medidas, sociales e indivi­


dualizadas.
D. ABRAHAMSEN8 expresa, en 1940, que la Criminología permite la in­
vestigación a través de la etiología del delito y busca tratar o curar al delin­
cuente y prevenir las conductas delictivas.
HURWITZ9 en su Tratado de Criminología, en el año 1945 señala que la
Criminología estudia los factores individuales y sociales que fundamentan
la conducta criminal. Su objetivo central es la etiología del crimen.
El criminólogo francés RENE RESTEN,10 manifiesta que la Criminología
es la aplicación de la Antropología diferencial al estudio de los factores cri-
minógenos de origen biológico, fisiológico, psicológico y sociológico.
El gran Maestro de la Criminología alemana HANS V on H entig 11 expli­
ca que la Criminología entiende sobre los hechos conocidos sobre el delito y
la represión del delito. La interpretación puede ser histórica, psicológica,
antropológica o sociológica. ¡
En el Segundo Congreso Internacional de Criminología realizado en Pa­
rís, en el año 1950, se señaló que competía específicamente a la Criminología,
considerada como una disciplina científica, aplicar las ciencias del hombre
al estudio del criminal, de su acto y de las circunstancias. Se recomendaba
establecer entre las diferentes ciencias un vínculo de coordinación para el
estudio del crimen.
El criminólogo español y primer director de Naciones Unidas en el área
del Estudio y Tratamiento del delincuente, M a n u el L ó pez Re y y A rrojo 12
distinguía, en el año 1960:
a) Criminología científica: es el conjunto de conocimientos, teorías, resul­
tados, métodos que se refieren a la criminalidad.
b) Criminología Aplicada: integrada por las aportaciones de la Criminolo­
gía al sistema penal.
c) Criminología Académica: comprende la sistematización de las teorías
criminológica a los efectos de su enseñanza.
d) Criminología Analítica: cuya finalidad es determinar si la Política Cri­
minal cumple su cometido en la prevención del delito.
En las últimas décadas los europeos han redefinido los conceptos de
Criminología, desde distintas perspectivas. Para GUNTHER KAISER13 la Cri­
minología es la ciencia que estudia el delito.
H a n s GOPPINGER14 en 1975 manifiesta que la Criminología es una cien­
cia empírica e interdisciplinaria, r e la c io n a d a con el surgimiento, la comisión
y la evitación del crimen.
G arcía P ablos de M olina 15 en su Manual de Criminología (1988) define
a la Criminología, como la ciencia empírica e interdisciplinaria que se ocupa
del crimen, del delincuente de la víctima y del control social del comporta­
miento desviado.
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 5

Canadá y Estados Unidos han marcado en la Criminología aspectos re­


lacionados a lo social.
En Latinoamérica, la escuela mexicana de Criminología, representada
por A lfonso Q uiróz C uarón ,16 considera a la Criminología como la cien­
cia sintética, causal, explicativa, natural y cultural de las conductas
antisociales.
Definición que será desarrollada por Luis R odríguez M anzanera ,17 al
explicar la síntesis criminológica a través de una tarea interdisciplinaria de
las diversas disciplinas, antropología, biología, psicología, sociología, crimi­
nalística, penología y victimología.
Luis MARCÓ d e l P o n t18 señala que la Criminología es un poderoso ins­
trumento para la prevención de los delitos y conductas desviadas dentro de
un adecuado marco político-criminal.
Es decir que los conceptos actuales de la Criminología implican la con­
sideración de los múltiples y complejos aspectos que abarcan los procesos
de la violencia. La breve reseña planteada parte de las diferentes épocas his­
tóricas y sociales. En su mayoría los conceptos expresan:
• La Criminología como una ciencia que estudia la problemática del deli­
to, de la criminalidad.
• La Criminología, desde objetivos claros y delimitados para el estudio,
investigación, asistencia y prevención del delito, delincuente, víctima.
• La Criminología como una disciplina científica que requiere de la ínter-
disciplina.
• La Criminología comprende diferentes teorías e interpretaciones del fe­
nómeno de la criminalidad, así como de diversas alternativas en las
medidas asistenciales y preventivas.

ETAPAS HISTÓRICAS Y OBJETIVOS DE LA CRIMINOLOGÍA

La Criminología, como toda disciplina científica, desde sus comienzos,


ha planteado interrogantes, estos interrogantes se refieren a los problemas
que ha enfrentando a lo largo de las décadas, por ello las etapas históricas
de la Criminología están relacionadas a sus objetivos de estudios, enmarca­
dos en:
1. Estudio del delito
2. Estudio de la pena
3. Estudio del delincuente
4. Estudio de la criminalidad
5. Estudio de la reacción social-institucional
6. Estudio del costo económico-social del delito.
7. Estudio de la víctima del delito
8. Estudio de los programas preventivos
6 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

1. Estudio del delito

El delito es una conducta que se aparta de las normas jurídicas-socia-


les-culturales de una determinada sociedad.19
La conducta delictiva siempre provoca daño, individual, social, cultu­
ral, económico, institucional, en muchos casos este daño tiene un carácter
irreversible como lo es en el delito de homicidio que causa la pérdida de la
vida; distinto en sus consecuencias al delito de robo o del delito de amena­
zas que representa el daño moral, es el daño a la libertad de una persona, a
sus derechos.
Lo que denominamos la primera etapa de la Criminología estaba cir­
cunscripta al estudio del delito, esta etapa comprende la elaboración jurídi­
ca del delito, los distintos tipos y modalidades delictivas.
Las diferentes estructuras de los delitos conllevan los siguientes inte­
rrogantes: naturaleza del fdelito, daño causado, peligro provocado, lugar,
tipo de instrumentos, armas utilizadas, tipo de participación, grado de de­
terminación. Delito en grado de tentativa y delito consumado. Diferentes ti­
pos de delitos graduados en relación al daño cometido.
Esta etapa dominada totalmente por el Derecho culmina con la extraor­
dinaria obra de F rancisco C arrara 20 y su obra Programa de Derecho Cri­
minal. Carrara define al delito como la infracción de la ley del Estado, pro­
mulgada para proteger la seguridad de los ciudadanos resultante de un
acto externo del hombre, positivo o negativo, moralmente imputable y polí­
ticamente dañoso.
Esta escuela clásica del Derecho, cuyo máximo representante es FRAN­
CISCO C arrara , presenta como postulados:
a) el respeto absoluto al principio de legalidad (no debe aplicarse nin­
guna pena que no se encuentre en la ley);
b) el delito es un hecho jurídico,
c) la existencia en el individuo del libre albedrio, es decir el hombre
puede libremente elegir su conducta,
d) la sanción sólo puede aplicarse a los individuos moralmente
responsables;
e) la pena es castigo, es retribución, pero la pena debe ser proporcional
al delito cometido y al daño causado;
f) la finalidad de la pena es restablecer el orden social externo que ha
sido perturbado por el delito;
g) los menores y los enfermos mentales, por carecer de libre albedrio,
están exceptos de la aplicación de penas.
En las sociedades antiguas, dice GEORGES PlCCA,21 el acto criminal se
consideraba la violación de una regla religiosa de un precepto moral o la
transgresión de una prohibición del grupo social. El derecho penal no esta­
ba disociado de la religión, como lo está en la actualidad en casi todos los
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 7

estados modernos; la reprobación colectiva al crimen era mucho más fuerte


y severa.22
M a n u el L ópez Rey y A rrojo,23 en su libro Que es el delito, plantea que
todo hecho delictivo posee las siguientes facetas: una primera de índole ju­
rídico penal que es el objeto de conocimiento del Derecho Penal, una segun­
da, etiológica, que trata de establecer las causas del delito, estudiadas por la
Criminología, una tercera, adjetiva, de la que se ocupa el Derecho Procesal
Penal y una cuarta de naturaleza formalística, de descubrimiento e investi­
gación que da lugar a la Criminalística. Para el criminólogo español, el deli­
to puede definirse como la conducta antijurídica y culpable, descripta por la
ley y señalada en una sanción penal.
RICARDO C. NÚÑEZ24 explica que el delito ha sido definido por los juris­
tas de distinta manera, desde:
1. una definición formal, el delito es un hecho previsto y penado por la
ley;
2. definición doctrinaria, por ej. la de Carrara,25 anteriormente citada;
3. definición dogmática, —es decir el estudio del Derecho Penal, como
conjunto de normas recibe el nombre de dogmática y presupone la existen­
cia de una ley—, entre las que se encuentran:
3.a. el Positivismo jurídico; LlSZT,26 delimita al delito como el acto culpa­
ble, contrario al derecho y sancionado como una pena. Y el penalista Be-
ling27 señala que el delito es la acción típica, antijurídica, culpable, sujeta a
una amenaza penal adecuada.
3.b. Normativismo, cuyo enfoque atiende al significado material valora-
tivo de los elementos del delito. Mezger28 define al delito como la acción tí­
picamente antijurídica y culpable. Frank,29 como una acción que no puede
ser perseguida legítimamente y castigada por la sociedad sino en cuanto
ella es la violación, no de un deber, sino de un derecho individual o colecti­
vo fundado, como la sociedad misma, sobre la ley moral.
3.c. Finalismo. La acción ya no representa para esta teoría, un comporta­
miento causado por la voluntad, ni un concepto de valor, sino una activi­
dad dirigida hacia su meta por la voluntad. Para Hans Welzel,30 la acción se
caracteriza por la anticipación del fin en el pensamiento del agente, y con­
siste en la dirigida interposición de los medios disponibles al sujeto para la
consecución de su meta-delito.
4. Derecho Positivo, que define el delito como el hecho —acción en sen­
tido amplio— típico, antijurídico, culpable y punible.31
Hecho es una conducta humana manifestada como actividad (acción) o
inactividad (omisión). La exterioridad, dice NÚÑEZ,32 es una característica
esencial del delito.
El tipo delictivo o tipo penal constituye la particularidad jurídica del
hecho punible; es una selección de hechos que son punibles. Lo antijurídico,
expresa NÚÑEZ,33 es la calidad del hecho que determina su oposición al de­
8 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

recho, porque es un estado de derecho, la pena no puede ser la consecuen­


cia de un hecho beneficioso o indiferente sino de una infracción al orden es­
tablecido por el Derecho.
La definición de delito del Derecho Positivo también configura los con­
ceptos de culpabilidad y punibilidad. A través de la admisión de la culpabi­
lidad, dice NÚÑEZ,34 el Derecho Penal reconoce al delincuente la categoría
de persona, esto es, ser capaz de conducirse racionalmente, cuya responsabi­
lidad jurídica no descansa en la sola naturaleza lesiva de su comportamien­
to sino en su actitud espiritual al portarse de esa manera. La culpabilidad,
es la actitud anímica jurídicamente reprochable del delincuente respecto de
la consumación de un hecho penalmente típico y antijurídico. El reproche
se funda: a) en la capacidad del autor del delito para comportarse de acuer­
do a las exigencias del Derecho Penal; b) en la conciencia del autor del signi­
ficado de lo que hace y su voluntad de hacerlo (dolo) o en su falta de pre­
caución (culpa); y c) en su libertad de decisión (inexistencia de coacción).
La imputabilidad es la capacidad para ser penalmente culpable, presu­
pone madurez, salud mental y conciencia, que permitan la comprensión de
la criminalidad del acto y dirigir sus acciones.
Para que la conducta sea delictiva es preciso que además de constituir
una acción u omisión típica, antijurídica y culpable/tam bién sea punible. La
potestad represiva del estado se manifiesta, dice NÚÑEZ, bajo la forma de
acciones penales, son las modalidades del derecho-deber del estado de apli­
car la pena establecida por la ley.35
Los criminólogos han definido al delito desde diferentes posiciones,
coincidiendo con los penalistas en que está vinculado a una valoración jurí­
dica y que se configura por la violación a la ley. Así CUELLO CALÓN36 define
al delito como la acción prohibida por la ley bajo la amenaza de una pena.
Para E nri CO FERRI37 el delito es una acción determinada por motivos in­
dividuales y antisociales que alteran las condiciones de existencia y lesio­
nan la moralidad media de un pueblo en un momento determinado.
JIMÉNEZ de A s ÚA,33 especifica que el delito es un acto típicamente antiju­
rídico, imputable y culpable, que se halla conminado con una pena o en cier­
tos casos,- con determ inadas medidas de seguridad, en reemplazo de ella.
Desde la Victimología, MENDELSOHN,39 expresa, la infracción es el hecho
biológico, psicológico, social o mixto, proveniente de la relación antagonista
de la pareja penal (infractor-víctima) sancionado por las leyes represivas.
El criminólogo m exicano Luis RODRÍGUEZ M anzanera 40 define al delito
como la acción u omisión que castigan las leyes penales.
El concepto de delito ha sido muy trascendente para la primera etapa
de la Criminología y ha permitido una vinculación estrecha entre delito y
Criminología, como lo expresa la etiología de la palabra Criminología. Esto
ha llevado a que, en esta primera etapa, se considere el objeto de la Crimi­
nología en términos estrictamente jurídicos.
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 9

Para GOPPINGER41 las normas jurídicas sobre el delito sólo sirven a la


Criminología para obtener una referencia sobre las conductas contra las que
el estado reacciona con sanciones. Por el contrario, RODRÍGUEZ MANZANERA
señala, que no es posible una Criminología sin la noción del delito, así cali­
ficado por la ley.
Las corrientes criminológicas han tratado de sustituir las definiciones
jurídicas por otras de índole psicológica, social o cultural.
La Criminología considera que la realidad social y cultural implica
cambios y transformaciones, sumamente rápidas, en relación a la criminali­
dad y por el contrario, las leyes tienden a ser estáticas frente a un fenómeno
dinámico como es el delito. Por ello la Criminología contempla,en su estu­
dio, las conductas establecidas como delictivas, por las leyes, pero al mismo
tiempo observa y estudia las nuevas modalidades de hechos violentos que
pueden ser calificados como delitos y en otros casos la despenalización de
hechos delitos, por consideraciones sociales y culturales.

2. E studio de la P en a

La que consideramos la segunda etapa de la Criminología plantea la


pregunta referida al castigo del delito cometido.
Durante siglos los castigos eran, predominantemente la pérdida de
vida, es decir se aplicaba el mismo castigo a cualquier tipo de delito, no se
diferenciaba el daño cometido. Se castigaba con la pena de muerte tanto al
individuo que cometía un homicidio como el que realizaba un robo, una es­
tafa, es decir, la sociedad daba la misma respuesta a los delitos sin distin­
guir el delito que provocaba un mínimo daño al delito que representaba un
grave daño.
A medida que los estudios jurídicos se fueron desarrollando se intento
obtener un equilibrio entre delito y pena, es decir, entre daño causado y
pena. La balanza de la justicia simboliza esta búsqueda y preocupación de
la justicia ante el daño cometido que tiene que responder con una pena.
En una revisión del concepto de pena, observamos que jurídicamente la
pena es una pérdida de bienes impuesta a una persona como retribución
del delito cometido.42
En la evolución del concepto de pena y aplicación de la pena se puede
observar:
a) La pena en sus orígenes tenía un carácter retributivo, el objeto de su
aplicación era devolver el mal causado por el delito. Se concebía a la pena
únicamente como castigo.
b) La retribución se determinaba de manera primordial por el valor que
el delito tenía como daño; se plantean los problemas relativos a una pena
justa que además de ser un castigo resultara adecuada para evitar la repeti­
ción del delito.
10 CRIMINOLOGÍA. TEORIAS Y PENSAMIENTOS

c) La pena se concibe como retribución pero también como prevención.


Se especifica la necesidad de buscar medios para lograr que la pena fuera
justa, es decir que no fuera débil, sino adecuada para hacer sufrir al delin­
cuente y para que se abstuviera del delito, que tendiera a curar sus posibles
tendencias criminales y a la vez que resultara socialmente justa. La pena
tiende a ser índívidualizadora, adaptada a la persona.
d) Pena como reproche social-cultural como tratamiento y prevención.
En las distintas etapas la pena consiste en la pérdida de un bien de la
persona.43 Tiene ese carácter la pérdida de la vida (pena de muerte) la pri­
vación de la libertad, la confiscación, la pena patrimonial, la inhabilitación.
El hecho de ser una pérdida de bienes no es suficiente para caracterizar
la pena; para RICARDO C. NÚÑEZ44 la pena es esencialmente una retribución
porque asienta la responsabilidad penal en la culpabilidad del delincuente.
Sin embargo, la pena, como medio utilizado por la sociedad para defender­
se de la delincuencia tiene un fin utilitario y no sólo retributivo. La finali­
dad utilitaria de la pena se concreta en un fin individual y en un fin general.
En su fin individual la pena se propone apartar al delincuente del delito en
el futuro, readaptándolo socialmente. En su fin general, la pena no mira al
delincuente, al que le ha sido impuesto, sino a los demás miembros de la so­
ciedad; en relación a estos, la pena sí cumple una función de prevención ge­
neral. Su objetivo es la abstención de los individuos en general respecto de
la consumación de hechos criminales.45
- La necesidad de adecuar la sanción al sujeto, al hecho delictivo, a sus
modalidades y circunstancias se denomina individualización de la pena.
La individualización consiste en primer termino, en una fijación de la
sanción bajo la forma de un marco legal (pena en su fase legislativa). Puede
abarcar casos de agravación o atenuación general de las penas, causas espe­
ciales. Dentro de este marco dado por la ley toma el juez el quantum y la ca­
lidad de la pena a imponer; la ley señala un sistema facultando al juez bajo
ciertas condiciones —son las circunstancias— para la determinación e indi­
vidualización de la pena.
f La individualización judicial de la pena es una de las tareas más difíci­
les y al mismo tiempo importantes de la función del juez. El juez tiene de
un lado a la ley que le brinda un marco penal como instrumento, y del otro,
al sujeto a quien debe encuadrar dentro de la ley; la ley deja al juez, la elec­
ción en el caso concreto, dentro de un amplio marco penal. Es decir, la ley
proporciona los criterios utilizables por el juez para fijar la condenación en
cada caso, teniendo en cuenta las circunstancias referidas al hecho delictivo
—daño causado— y las circunstancias que atienden a la personalidad del
delincuente y de la víctima.46
La importancia de la individualización judicial deriva del hecho de que
al no haber una pena fija para el delito cometido, tratándose de penas divi­
sibles en razón de tiempo o cantidad, los jueces deben fijar la pena aplicable
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 11

dentro del mínimo y del máximo legal, establecido en las respectivas esca­
las penales, teniendo en consideración para su graduación las circunstan­
cias que menciona el Código Penal.
Es evidente que la determinación de la pena hecha por los jueces impli­
ca su individualización al delincuente de que se trata, es un procedimiento
de adaptación de la pena legal, al caso concreto.
Este sistema, sencillo en su exposición teórica, prácticamente se traduce
en un difícil problema que, razonablemente aplicado, demanda el conoci­
miento de los rasgos de personalidad de cada delincuente, su capacidad de­
lictiva, su historia personal, así como el conocimiento de las circunstancias
que fueron desencadenantes del delito y que pueden serio de una posible
reiteración.
La fase de administración de la pena —ejecución de la pena—; el juez ha
dictado sentencia condenatoria y aplicado al individuo una pena privativa
de libertad, cuya duración ha señalado; desde ese momento el individuo
queda sujeto a la administración penitenciaria para el cumplimiento de su
condena. Sujeto al poder de ejecución que ejerce el estado debe respetar las
normas y reglamentos penitenciarios que tiene el establecimiento donde se
aloja. El sistema penitenciario también realiza una individualización del tra­
tamiento, teniendo en consideración el delito, pena, personalidad del sen­
tenciado, antecedentes penales, y condiciones personales relacionadas a los
aspectos educativos, laborales, deportivos, culturales. Esta tarea de indivi­
dualización de la ejecución de la pena se tiende a realizar, como lo señalan
las leyes penitenciarias, a través de una tarea interdisciplinaria.47
El Derecho estuvo inmovilizado durante un largo tiempo respondiendo
al delito con el mismo tipo de penas, hasta hace muy poco tiempo aún las
penas eran: privación de libertad, multa e inhabilitación, con el agravante
de que gran parte de las penas eran privativas de libertad. La probation, o
sea la suspensión de juicio a prueba, las ampliaciones referentes a salidas de
pre-libertad han permitido nuevas nociones de pena; especialmente la con­
sideración de las penas alternativas. Pero estos nuevos conceptos respecto a
las penas no sólo han partido de un concepto humanitario y técnico de las
penas aplicables sino de una situación económica —social, la privación de la
libertad representa un alto costo económico para las regiones que no pue­
den sostener por la sobrepoblación carcelaria, el deterioro del sistema peni­
tenciario y las dificultades para el desarrollo del tratamiento, por la carencia
de personal técnico y especializado.
, Existe actualmente la convicción de las penas de corta duración, menos
de tres años, deben tener otro sistema de aplicación, con controles de trata­
miento que eviten el ingreso a la institución penitenciaria. Sin embargo este
control necesario del cumplimiento de la sanción o como diría RICARDO C.
N úñez , del reproche social, carece de un sistema que brinde el tratamiento
individualizado.
12 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

Los establecimientos carcelarios que en su momento posibilitaron que


el individuo no sufriera la pena de múerte, es decir, la cárcel representó la
sobrevivencia, permanece como una institución, al parecer insustituible,
porque todas las sociedades y culturas no pueden prescindir de la institu­
ción cerrada.
* Aún se considera que la cárcel es la única institución para una delin­
cuencia que se ha agravado en todos los países a través de nuevas formas y
modalidades, de una criminalidad organizada dirigida en la mayoría de los
casos a víctimas vulnerables. La contención que realiza el sistema peniten­
ciario permite, para algunos criminólogos la evitación de nuevos hechos de­
lictivos, para otros, una alta posibilidad de reincidencia.
* La pena en sus tres momentos: legislativo, judicial y de ejecución pre­
senta dificultades; en el primer caso, legislativo, se realizan las reformas de
los códigos sin estudios e investigaciones serias y sin tener en cuenta la cri­
minalidad de la región. En su segundo momento, el judicial, los aspectos re­
ferentes a la individualización de la pena al caso concreto se realiza sin un
básico estudio del delincuente, generalmente por la insuficiencia de estu­
dios técnicos interdisciplinarios que auxilian a los jueces. Y en el tercer, mo­
mento, la pena en su fase ejecutiva, adolece de un verdadero tratamiento
penitenciario por la carencia de objetivos claros del sistema penitenciario;
en muchos países latinoamericanos por la influencia negativa de los gobier­
nos de-facto militares que acentuaron la cárcel como una institución repre­
siva y de seguridad.
* La pena en su fase ejecutiva contempla no sólo la etapa de la sentencia
sino la ejecución de la prisión preventiva,48 etapa sumamente difícil porque
es precisamente el ingreso a la cárcel de una persona inculpada, procesada
por un delito, que debe ser asistida, atendiendo a que no ha perdido su con­
dición de ciudadano.
- La pena señala RICARDO C. NÚÑEZ,49 es un reproche social que tiene por
función la readaptación social y la comprensión, por el individuo, de la fi­
nalidad social de la pena. Esta deberá convertirse en una constante incita­
ción para la preservación y mejoramiento de la persona. Por ello al indivi­
duo privado de su libertad se le enseñará a orientarse en su vida futura con
responsabilidad social.50
La readaptación social se debe realizar, según este enfoque, utilizando
los medios de prevención, tratamiento educativo, laboral, asistendal y de
cualquier otro carácter de que pueda disponerse en conformidad con los
progresos de las ciencias penitenciarias y criminológicas.
La individualización ejecutiva, que implica una individualización mé­
dica, pedagógica, psicológica y social de las personas que padecen la cárcel
es uno de los caminos razonables para determinar la pena privativa de li­
bertad y poder aspirar así, con algún fundamento a que el encarcelamiento
ofrezca las mejores posibilidades para que, los individuos se encuentren en
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 13

condiciones de cumplir sus condenas, de evitar la reincidencia en el delito y


lograr su adecuado y sano desenvolvimiento social.
* La pena en sus fases legislativa, judicial y de ejecución plantea la nece­
sidad de una coherencia entre las tres fases, porque representa la respuesta
social y cultural frente al delito, a la conducta que transgrede las normales
de. convivencia en una sociedad. Es la respuesta social y esta respuesta tiene
el fin social de no ser destructiva del individuo sino de ser eminentemente
educativa y resocializadora para recuperarlo socialmente. Respetando los
derechos del individuo a un trato respetuoso de acuerdo a los principios de
los Derechos Humanos.51
Pero también la pena, debe mirar y atender a la persona que ha sufrido
el daño por el delito cometido, es decir a la persona que sufre las conse­
cuencias del delito, la víctima del delito.
La víctima también esta contemplada en las tres fases de la pena, a ni­
vel legislativo con leyes que consideran el daño sufrido y su nueva situa­
ción provocada por el delito, a nivel judicial implica que el tribunal conozca
el daño sufrido por la víctima, su vulnerabilidad. Y con respecto a la fase de
administración, al estado le corresponde la asistencia de la víctima y de su
familia para atenuar los daños causados por el delito.

3. E studio del delincuente

Esta etapa de la Criminología comienza con el cuestionamiento de que


el delito en sí es una conducta abstracta que la conducta la realiza un indivi­
duo, y este planteamiento conduce a dos preguntas básicas:
a) ¿Quién es el individuo que comete un delito?
b) ¿Qué respuesta-social cabe a su conducta delictiva?
La Criminología se pregunta en esta etapa qué le ha sucedido al indivi­
duo para que en un momento de su vida cometa un delito, es decir el fracaso
individual para controlar sus impulsos y manifestar su agresión patológica.
El primer interrogante apunta al conocimiento de la historia del indivi­
duo, al conocimiento de su personalidad y a la relación delito-personali­
dad. Comprende los amplios aspectos referidos a la personalidad del in­
dividuo con una conflictiva antisocial-delictiva. Es la comprensión del
hombre en su modo social de existencia, deí hombre real, concreto, en rela­
ción con un medio ambiente con determinada estructura histórica,social,
cultural, económica.
A través de un nuevo enfoque —clínico— se intenta conocer al hombre
que cometió el delito, qué significado tiene para él esa conducta, es decir,
aclarar este significado desde una perspectiva de la historia del individuo.
Es relacionar la conducta delictiva en función de la personalidad y del inse­
parable contexto social en que el individuo está interactuando.
El delito es la conducta que realiza un individuo en un momento deter­
14 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

minado de su vida y en circunstancias especiales para él. El delito represen­


ta por lo tanto un doble fracaso; desde el individuo es el fracaso de los me­
canismo de defensa psíquicos que controlan los impulsos agresivos; desde
el enfoque social es el fracaso del núcleo familiar y de las instituciones para
evitar el delito.52
Comprender al individuo dentro de su historia personal y social, cada
individuo presenta características particulares que lo hacen diferente de los
demás y con un modo existencial único y por lo tanto la agresión del delito
implica aspectos bio-psico-sociales también únicos.
La conducta agresiva —el delito— es la expresión de la psicopatología
particular del individuo de su alteración psicológica y social, por lo tanto el
delincuente no sólo es un individuo enfermo social sino que es el emergente
de un núcleo familiar en la que el individuo traduce a través de la agresión,
las ansiedades y conflictos del mtra-grupo familiar.
De la misma manera que el estudio del delito y de la pena estuvo cons­
tituido predominantemente por el Derecho, aquí en esta etapa comienzan
los enfoques médicos, psicológicos —los estudios clínicos— para estudiar la
personalidad criminal.
Esta etapa de la Criminología que considera, no al delito en abstracto,
sino al hombre delincuente, surge de los estudios de CÉSAR LOMBROSO53 y
de la escuela que se denominó Antropología Criminal. Observa al indivi­
duo en todos sus aspectos, físicos, biológicos, funcionales, psicológicos, las
conductas criminales, sus costumbres, la reincidencia.
En esta etapa se abordan, por primera vez, las diferencias de los com­
portamientos criminales de la delincuencia masculina de la delincuencia fe­
menina. Se estudia y observa en relación a las edades de los delincuentes;
los diferentes tipos de conducta; la influencia del alcohol y las toxicomanías
y especialmente se intenta diferenciar y comparar al hombre delincuente y
al enfermo mental.
Comienzan, también en esta etapa, las clasificaciones sobre los distintos
tipos de delincuentes,en relación a sus características observadas en los sen­
tenciados alojados en los establecimientos penitenciarios.54
Las clasificaciones apuntan a describir y sistematizar las múltiples ob­
servaciones de la práctica clínica con delincuentes.
El estudio del delincuente, planteó, como veremos más adelante, al re­
ferimos a la Criminología Clínica, una tarea de diagnóstico del delincuente
y una tarea de tratamiento; se considera a la pena no como castigo sino
como tratamiento de rehabilitación. Pero, el estudio de la personalidad del
delincuente no sólo implica llegar a psicodiagnóstico, —el grado de peligro­
sidad social— y el tratamiento adecuado para su rehabilitación sino preveer
un pronóstico de su futura conducta criminal.
La apreciación de la pena como tratamiento se oponía a los enfoques de
la pena como castigo y a la pena determinada y fija. Los criminólogos en
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 15

esta etapa formulan la necesidad de que la pena sea indeterminada/ es de­


cir, basada en los tiempos que requiera el tratamiento del delincuente.
El enfoque de una pena indeterminada que en un principio tuvo un cri­
terio amplio y luego planteada por ENRICO F erri55 y RAFAEL GARÓFALO56 se­
gún los criterios de peligrosidad del delincuente, fue, sumamente resistida
por el Derecho Penal. De igual modo sucedió con los conceptos de peligro­
sidad del delincuente, por los excesos en m edir la peligrosidad del delin­
cuente atendiendo a su personalidad sin relacionarla con la conducta
criminal.
El estudio del hombre delincuente que comprendió esta etapa fue fun­
damental para el desarrollo histórico de la Criminología. Los crirrunólogos
coinciden en señalar, esta etapa, como el inicio de una Criminología científi­
ca, por los estudios y observaciones sistemáticas sobre los individuos delin­
cuentes. En las investigaciones clínicas, los aportes del psicoanálisis,57 con­
tribuyeron de una manera significativa en el conocimiento de los procesos
psíquicos del autor del delito.

4. E studio de la C riminalidad

La criminalidad es el conjunto de hechos delictivos que se cometen en


un determinado tiempo y lugar. Se trata de un análisis global del fenómeno
delictivo, atendiendo al grupo social o región —geografía social— donde se
producen los comportamientos violentos.
Esta etapa de la Criminología se inicia con los estudios sobre los grupos
sociales, las condiciones económicas y sociales que afectan la comisión de
los delitos.58
Los criminólogos se interrogan en esta etapa sobre las posibles varia­
bles relacionadas al delito, los índices de población, los datos y alteraciones
económicas, los problemas étnicos, religiosos, los conflictos bélicos entre los
países. Las consideraciones son generales y comprenden hasta el clima y la
geografía de las regiones, las diferencias en la criminalidad de las zonas ur­
banas y rurales.
Las investigaciones de A. QUETELET y GUERRY marcan que el crimen es
un fenómeno social. Así A. QUETELET59 en sus estudios estadísticos, geográ­
ficos y cartográficos analizó la distribución estadística de los comporta­
mientos sociales.
Para QUETELET el delito es producido por hechos sociales que son de-
tectables y determinables estadísticamente. Las observaciones60 de QUETE­
LET a la Criminología comprenden:
a) El delito emerge de la sociedad, junto a elementos que facilitan su
desarrollo.
b) Los delitos se cometen año tras año, con absoluta precisión y regula­
16 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

ridad; los totales delictivos se repiten anualmente, no sólo en un número de


delitos sino en el tipo y modalidades del crimen.
c) Existen una serie de factores que intervienen en la comisión de deter­
minados delitos como el analfabetismo, el clima, la situación geográfica.
Pero .QUETELET advierte que no existe una sola causa en los hechos delictivos.
d) En invierno se cometen mayor número de delitos; los delitos contra
las personas se producen más en verano.
e) La criminalidad femenina es muy inferior a la masculina.
Los estudios de ANDKÉ Gü ERRY61 están basados en las estadísticas que
realizó sobre los delitos. Guerry está considerado com o el autor de los pri­
meros mapas de la criminalidad, con datos sobre edad, sexo, instrucción y
actividad de los delincuentes y la influencia del clima y geografía sobre el
crimen.62
GuERRY expresa en sus investigaciones que la criminalidad contra la
propiedad es marcada en la.zona norte y que los delitos contras las perso­
nas en la zona sur. También observó que los delitos se repiten con regulari­
dad, en todas las regiones.
En las observaciones sociales A lejandro L acassagne 63 considera que
el criminal es peligroso en cuanto se encuentra en un medio adecuado para
delinquir; expresa que el medio social origina la criminalidad y que el de­
lincuente redbe la influencia del medio social negativo.
LACASSAGNE observa que a mayor desorganización social, mayor crimi­
nalidad, a menor desorganización sodal, menor criminalidad, es decir, exis­
te una preponderante criminalidad en sociedades desorganizadas.
Son valiosas las investigadones de E milio Durkheim 64 en sus célebres
trabajos sobre anóomia, faltas de normas, que provocan los conflictos socia­
les,entre ellos el suicidio y los comportamientos violentos. Analiza dos tipos
de anomia:
a) Anomia aguda, produdda por transformadones sodales sumamente
rápidas en las cuales las reglas sociales tradidonales son eliminadas y los
individuos y las distintas clases sufren los efectos de estos cambios y pier­
den su lugar social.
b) Anomia crónica que surge al aceptarse indiscriminadamente la doctri­
na del progreso más rápido y destructivo en las cuales las relaciones indus­
triales y comerciales quedan libres de todas las restricciones.
DURKHEIM65 observa que el delito es un comportamiento normal en la
sociedad; está ligado a las condiciones de la vida sodal y se manifiesta en
todas las culturas. Ninguna sodedad está excepta del crimen.
GABRIEL Tarde 66 quien desarrolla desde la Sociología, tina teoría basa­
da en los aspectos sociales de la imitadón, señala que la sociedad avanza a
través de los procesos de invendón, imitación y oposición. Lo característico
de lo social es la imitación de los comportamientos. El delito es un compor­
tamiento de imitadón y el criminal es una persona que imita.67
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 17

TARDE68 sostiene que las variables como clima, geografía, tienen menos
incidencia que los factores sociales como el crecimiento de las ciudades, en
el cual el fenómeno de la imitación en zonas urbanas es frecuente. Conside­
ra que los movimientos migratorios del cam po a la ciudad es uno de los fac­
tores de delincuencia, además de los cambios en los valores morales y
éticos.
Los estudios referentes a la criminalidad que provienen, generalmente,
de los sociólogos abarcan numerosas líneas de pensamiento como veremos
en el Capítulo de las corrientes y teorías criminológicas. La preocupación de
los criminólogos por estudiar los factores sociales de la criminalidad llevó a
establecer los siguientes enfoques: '
a) Teorías basadas en la anomia, estructural-ñmcionalistas
b) Enfoques multifactoriales de la criminalidad
c) Teorías ecológicas, estudios de barrios y zonas geográficas
d) Teorías del aprendizaje-asociación diferencial
e) Teorías del control
f) Teorías críticas
Las teorías basadas en el concepto de anomia se inician con los trabajos
de Durkheím 69 sobre el suicidio y continúan con las investigaciones de Ro-
bert M erton 70 que amplia el concepto, para utilizarlo en la explicación del
funcionamiento defectuoso de las estructuras sociales que provocan la
criminalidad.
Las contradicciones de la estructura social conduce a una conducta des­
viada. Es decir que la estructura social ejerce una presión definida sobre
los miembros de la sociedad que les induce a adoptar comportamientos
desviados-delictivos.
Los enfoques multifactoriales de la criminalidad, se caracterizaron por
la realización de estudios minuciosos sobre variables y de datos referentes
a la criminalidad. Deben mencionarse las investigaciones de H ealy ,71 de
G lueck y G lu ECK,72 quienes estudiaron durante diez años a quinientas pa­
rejas de delincuentes y no delincuentes buscando factores diferenciales en­
tre ambos grupos. En estos estudios predominan los aspectos sociológicos
de la criminalidad y se caracterizan más por su metodología que por los fun­
damentos teóricos. Tendían a buscar entre un alto índice de datos los facto­
res constantes de la criminalidad.73
Un avance importante en la consideración de la criminalidad lo consti­
tuyen los estudios de las denominadas teorías ecológicas, —Escuela de
Chicago—74 que tenían por objetivo el estudio de barrios y zonas geográfi­
cas, es decir, el estudio de la criminalidad de una determinada zona o lugar.
El enfoque ecologista considera a la criminalidad en relación a las carac­
terísticas y deficiencias de los espacios físicos, especialmente de determina­
dos lugares de las zonas urbanas, que generan delincuencia; (delincuencia
juvenil).
18 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

La criminalidad se distribuye en una región por áreas y zonas atendien­


do a la desorganización social que deriva principalmente de los cambios so­
ciales, los movimientos migratorios y la carencia de espacio que afecta a los
jóvenes y a los grupos culturales y sociales minoritarios. Existe, según este
enfoque, en todo núcleo urbano industrializado un determinado espacio
geográfico y social delimitado, una zona donde se encontrarían las tasas
más elevadas de la criminalidad.
La zona de criminalidad estaría caracterizada por un alto déficit en la
calidad de vida y un espacio físico-social deteriorado.
SUTHERLAND,75 en sus estudios sobre la criminalidad especifica que la
sociedad le brinda al individuo la situación social apropiada, debido a que
el comportamiento criminal es aprendido en el contacto permanente con las
demás personas, en un proceso de comunicación.
La posición de SUTERHLAND implica que la criminalidad se produce por
un complejo proceso de aprendizaje social de la misma m anera que le suce­
de a los individuos no-criminales.
SuiHERLAND aporta a esta etapa de la Criminología la consideración de
un nuevo tipo de criminalidad, la referente a la delincuencia profesional o
de cuello blanco, las practicas delictivas-ilegales de las industrias, lo que él
denominó criminalidad de white-collar.76
H ans VON H entig 77 en sus clásicas obras de Criminología y el Tratado
de Psicología Criminal, el criminólogo alemán describe las características de
la criminalidad atendiendo a las específicas modalidades delictivas, de los
estafadores, homicidas, ladrones, chantajeadores, ladrones y de la criminali­
dad organizada.
WOLF MlDDENDORFF78 desde la Sociología Criminal profundiza la des­
cripción y análisis de la criminalidad profesional, desde la criminalidad del
hombre de negocios, la corrupción de las autoridades, adulteración de ali­
mentos y bebidas, delitos fiscales, aduaneros y monetarios. De esta manera
MlDDENDORFF avanza en el estudio de una criminalidad no-convencional,
con características propias en sus modalidades, técnicas, tipo de instrumen­
tos y daño causado, donde predomina la indeterminada magnitud del daño
económico y social.
Posteriormente el mismo MlDDENDORFF realiza un estudio sobre las
nuevas formas de la criminalidad, puntualizando el secuestro de aviones,
tipos de delincuentes, los robos de bancos con tom a de rehenes, los grupos
terroristas, el chantaje y el secuestro de personas, por móviles económicos y
políticos.79
La criminalidad es observada, posteriormente, señalando la existencia
de dos tipos de criminalidad.
a) La Criminalidad conocida; como la palabra lo indica son los hechos
delictivos que llegan al conocimiento de las instituciones, policía, adminis­
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 19

tración de justicia, hospitales. Constituyen los delitos que se conocen, gene­


ralmente a través de la denuncia al sistema penal.
Los criminólogos coinciden que esta parte d éla criminalidad es la me­
nor de la totalidad de la criminalidad.
La importancia de la denuncia en el conocimiento de los hechos delicti­
vos es fundamental porque la denuncia pone en funcionamiento la admi­
nistración de justicia. La denuncia del delito permite:
• Conocer el tipo y modalidades del delito.
• Permite la investigación policial y judicial.
• Permite conocer al autor del delito, sus características.
• Realizar el proceso penal y llegar a la decisión del Tribunal.
• Realizar el tratamiento del delincuente.
• Asistir a la víctima.
• Prevenir nuevos hechos delictivos.
b) La Cifra negra criminalidad o criminalidad desconocida o cifra ocul­
ta, está constituida por los delitos que no son conocidos por las institucio­
nes, por la administración de justicia.30
La cifra negra puede valorarse por aproximación, la estimación de estos
datos significan que los delitos duplican o triplican la cifra de hechos delic­
tivos que ingresan al sistema penal. Estas estimaciones dependen del tipo y
modalidades del delito. Por ej. se considera que existe una cifra oculta muy
alta en delitos dentro del grupo familiar, es decir donde autor-víctima inte­
gran el núcleo familiar. También es considerable la cifra negra en relación a
delitos sexuales, amenazas, hurtos, tráfico de drogas.
Las dimensiones de la criminalidad, la m agnitud de los hechos delicti­
vos analizada por el criminólogo español MANUEL LÓPEZ R ey y ARROJO,81
quien advierte, que la criminalidad se ha convertido en uno de los proble­
mas socio-económicos y políticos más graves que com o tal afecta práctica­
mente a toda la población mundial. Pese a ello no se sabe con razonable cer­
teza cual es la extensión de la misma; una de las razones es la carencia de
estadísticas criminales adecuadas y la persistencia de creer o hacer creer que
la criminalidad se reduce a la índole común, a la criminalidad convencional.
Las Naciones Unidas, explica LÓPEZ Rey Y A rrojo , desde sus comien­
zos han tratado de determinar las dimensiones de la criminalidad tanto
cuantitativa como cualitativamente; a tal efecto en el año 1950 se realizó un
Informe Estadístico sobre la extensión de la criminalidad, que fue seguido
por los estudios de los años 1972 y 1985.82
El problema de las dimensiones de la criminalidad, según el criminólo-
go español, presenta dos aspectos principales:
a) Graves problemas en la aplicación del principio nullum crime sine pre­
via lege, no hay delito sin previa ley.
20 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

b) Graves problemas en la apreciación de las verdaderas dimensiones


de la criminalidad.
La criminalidad va en aumento en todos los países, las investigaciones
y estadísticas expresan un considerable incremento en los delitos conven­
cionales. No obstante las dificultades encontradas p or L ópez Rey Y ARROJO
en las estadísticas oficiales y en los datos de las policías y en algunos países
el rechazo a proporcionar los datos, determinó que de 160 países, en el año
1980, las dimensiones de la criminalidad no fueron inferiores a 97 millones
en una población aproxim ada de 4.500 millones de personas, conocidos ins­
titucionalmente. La cifra de 97 millones no comprende la cifra negra de la
criminalidad.83
Es evidente la importancia de conocer las verdaderas dimensiones de la
criminalidad, su extensión por región para implementar una política crimi­
nal. Por el contrario, el desconocimiento de los datos referentes a la crimina­
lidad implica que los programas sean más costosos, innecesarios y con el
agravante del aumento de la criminalidad.
Para M a n u el LÓPEZ Re y Y A rrojo la administración de justicia es inca­
paz de enfrentar la actual criminalidad, debido principalmente, a sus con­
ceptos enraizados en los enfoques pertenecientes a sociedades del siglo XIX,
por ello se requiere de un cambio profundo en la que no sólo intervengan
abogados sino profesionales de otras disciplinas.
Desde la perspectiva Victimológica las Encuestas de Victimización84
han resultado un instrumento valioso en la detección de la Cifra Negra
de la Criminalidad, pero también de los datos referentes a los procesos de
victimización.
El conocimiento de datos relacionados al número de víctimas que per­
mite detectar el grado de impunidad, inseguridad que existe en una deter­
minada zona geográfica, características del delito y datos sobre el delin­
cuente y sobre la denuncia al sistema penal.
La utilización de las técnicas de las Encuestas de Victimización marca la
iniciación de logros en relación:
a) Conocimiento de la cifra negra-oculta de la criminalidad relacionada
a personas víctimas.
b) Conocimiento de tipos de víctimas de delitos graves que no habían
presentado la denuncia.
c) La aplicación de esta técnica de encuesta como un medio para obte­
ner información sobre la criminalidad de una región desde el punto de vista
de las víctimas.
Las primeras investigaciones con esta particular metodología fueron
llevadas a cabo a partir de 1967 —National Criminal Justice-Department
of Justice— y entre los investigadores que diseñaron y llevaron a la prácti­
cas estos proyectos se encontraban los criminólogos BlDERMANJ JOHNSON,
M e Intyre , W eis, E n nis .85
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 21

El objetivo principal de las investigaciones fue, en un comienzo, cono­


cer la opinión pública sobre el sistema de justicia y sobre los datos de la cri­
minalidad, especialmente, los delitos que no se denunciaban. Posteriormen­
te se elaboraron otras encuestas de victimización delimitadas a tipo de
víctimas, reacción de la víctima frente al delincuente, que fueron aplicadas
a amplios sectores de la población norteamericana. Se preguntaba asimis­
mo, si algún miembro de la familia había sido víctima de un delito durante
los últimos 12 meses, los resultados mostraron (National Criminal Justice
Information and Statistic Services Reports) que más de una quinta parte de
esas familias habían sido lesionadas y que más de la mitad no había presen­
tado la denuncia.86
Las Encuestas de Victimización han sido aplicadas en distintos países,
Canadá, Japón, países europeos con resultados significativos; en Argentina
se aplicó por primera vez en 1989, en Córdoba, brindando datos sobre la no
—denuncia al sistema penal en un porcentaje similar a las personas que ha­
bían presentado la denuncia, esto es, la cifra negra— oculta de la criminali­
dad representaba el 50% de personas que habían sufrido hechos delictivos y
por diversas razones no habían dado a conocer el delito. La Encuesta de
Victimización también permitió conocer datos sobre el tipo de delitos, ca­
racterísticas del delincuente y los procesos de victimización.87
El valor de la Encuesta de Victimización para el conocimiento de la ci­
fra negra de la criminalidad ha sido puntualizado por ÁNGELA VÁZQUEZ,88
señalando que la Encuesta responde a los siguientes objetivos:
1. Evaluar la frecuencia y distribución de diversos delitos; se trata de
obtener información sobre la amplitud y distribución de la criminalidad,
elementos de base necesarios al sistema penal y para los encargados de eva­
luar las políticas sobre prevención del crimen.
2. Evaluar las repercusiones de ciertos delitos en las víctimas. Por me­
dio de la Encuesta de Victimización se trata de obtener información (no dis­
ponible oficialmente) sobre las repercusiones de la criminalidad. Funda­
mentalmente se pretende llevar a cabo una evaluación de los costos
directos, de los daños personales sufridos por las víctimas de actos crimina­
les y las personas que no han sido objetos de victimización.
3. Valorar el riesgo de victimización o de ser víctima de un criminal. Se
prevé a través de la Encuesta de Victimización acrecentar el conocimiento
sobre los factores ligados a la victimización, teniendo en cuenta las variables,
edad, estado civil, sexo, educación, ocupación y los comportamientos que
pueden provocar víctimas. Las comparaciones entre las víctimas y no-vícti­
mas y sobre las medidas adoptadas para protegerse de actos criminales.
4. Obtener indicadores sobre el funcionamiento del sistema penal. La
información de la Encuesta de Victimización sobre los riesgos de victimiza­
ción de la población, la frecuencia del crimen y sus repercusiones constitu­
yen valiosos indicadores sobre el funcionamiento del sistema penal.
22 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

Las investigaciones utilizando la Encuesta de Victimización permiten el


conocimiento de datos de la criminalidad y de la reacción social institucio­
nal sobre lo que sucede en una región.
Criminológicamente, otro aspecto de la criminalidad es que ésta depen­
de y adquiere determinadas modalidades según la región. Aun cuando los
delitos sean contra la propiedad los que predominan, presentan distintos
modos en el accionar delictivos, así la criminalidad de zonas urbanas es dis­
tinta a zonas rurales, en el caso de las zonas urbanas el robo de autos, en zo­
nas rurales el abigeato. También se observan modalidades diferenciadas en
los instrumentos utilizados en el delito, según las zonas geográficas, socia­
les, económicas y culturales.
Esta etapa de la Criminología permitió ampliar los conocimientos refe­
rentes a la relación delito y datos sociales brindando nuevas perspectivas en
el análisis e interpretación de la criminalidad.

5. E studio de la R eacción Social Institucional

La Reacción Social Institucional se refiere a los modos y mecanismos


que utilizan las instituciones frente al delito.
Los interrogantes que plantea la Criminología, en esta etapa, estarían
dados por las preguntas: ¿Cómo reaccionan las instituciones frente al deli­
to? ¿De qué manera? Cómo opera el sistema policial? ¿Qué tipos de penas
presenta la sociedad frente a la delincuencia? ¿Cuál es el sistema peniten­
ciario? ¿Cómo se selecciona al personal policial, penitenciario y de justicia?
¿Comprende la enseñanza universitaria el estudio e investigación de la
criminalidad?
La reacción social institucional es lógicamente diferente en cada región
y época, abarca desde la respuesta institucional al delito hasta las organiza­
ciones institucionales encargadas de controlar la criminalidad.
Se observa, en esta reacción, las permanentes dificultades y paradojas
que representa este accionar institucional; tomando por ejemplo el caso de
la pena de muerte, que en un principio constituía la respuesta general a
cualquier tipo de delito, actualmente esta pena, que es irreversible, continúa
vigente en numerosas regiones.
La desmitificación de la problemática delictiva es una de las tareas más
complejas que corresponde a los criminólogos. La dicotomía existente entre
datos conocidos y la criminalidad de la cifra negra, es decir, los datos no co­
nocidos, ha conducido a la formación de una serie de mitos vinculados a la
criminalidad, a los comportamientos violentos, mitos sobre el autor, mitos
sobre la relación autor-víctima y sobre la víctima y en general de la
criminalidad.
El mito crea un estereotipo, que es ajeno a la realidad, el mito desperso-
naliza porque es ahistórico. La función del mito relacionado a la criminali­
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 23

dad sería la de "tranquilizar" a grupos y sistemas sociales. El mito tranqui­


liza porque crea una disociación al establecer que el comportamiento vio­
lento le sucede a determinadas personas, que el delincuente es alguien des­
conocido para la víctima, que es "analfabeto" y "alcohólico". De este modo
el mito conduciría a establecer un orden en relación a donde ocurre habi­
tualmente estos comportamientos, impidiendo conocer la verdadera situa­
ción delictiva.
Del mismo modo, quizás vinculado al mito sobre el delincuente desco­
nocido, existe el mito sobre el control social de la delincuencia, es decir, el
"conocimiento" de todos los hechos delictivos que se cometen. Ambos esta­
rían asociados debido a que las investigaciones criminológicas señalan que
las instituciones conocen sólo una parte de los delitos que se cometen, exis-'
tiendo una cifra oculta o cifra negra de la criminalidad, que es desconocida
para la administración de justicia.
La reacción social institucional requiere atender la problemática de la
criminalidad desde nuevas perspectivas tomando en consideración que el
delito es un comportamiento no-estático sino por el contrario dinámico con
influencias individuales, sociales, económicas y culturales.
Las instituciones específicas que atienden el fenómeno de la criminali­
dad: policía, administración de justicia, sistema penitenciario, centros de
asistencia a víctimas, patronatos de apoyo al delincuente en las salidas
post-penitenciarias, instituciones de prevención, instituciones que abarcan
no sólo las gubernamentales sino también las instituciones no-gubernamen­
tales de seguridad.
La policía, la administración de justicia,- el sistema penitenciario, pre­
sentan estadísticas significativamente distintas, estos saltos de los grupos
que ingresan al sistema penal revela las dificultades en las estructuras y
procedimientos en un sistema colapsado, especialmente en su aplicación en
zonas urbanas.
P hilippe R oberts® señala respecto a la función social del sistema penal
los trabajos emparchados por la crisis que afecta el funcionamiento de las
instituciones.
Algunos criminólogos observan que la crisis se deriva de las estructu­
ras que han quedado atrasadas en su crecimiento y no pueden atender la
creciente y compleja delincuencia actual donde predominan una criminali­
dad organizada. Otros criminólogos consideran que en el propio sistema de
justicia existe una crisis de legitimidad y que debe modificarse promovien­
do nuevas participaciones y no sólo las jurídicas.
Los mecanismos subestructurales de control de la criminalidad de las
instituciones requieren de una permanente actualización no sólo en lo refe­
rente a la legislación sino al sistema penal y a las instituciones de ejecución,
para impedir que se llegue siempre demasiado tarde en la tarea de control y
prevención del delito.
24 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

La ineficacia de la reacción social institucional y la necesidad de cam­


bios posibilita una de las observaciones más agudas que se realizan a las
instituciones, observaciones que provienen de los criminólogos y penalistas
críticos al expresar que el sistema selecciona las investigaciones criminales,
selecciona a las personas que va a detener y por su parte, la administración
de justicia con los retrasos y la carencia de garantías victimiza con sus pro­
cedimientos no sólo a las víctimas sino a los delincuentes.
¿Cómo procede la policía ante una denuncia de un ciudadano, de qué
manera recepta la denuncia? Se ha observado, en numerosos casos, el poder
discrecional de la policía frente a la denuncia, donde el ciudadano cree que
está presentando una denuncia, pero en realidad es sólo una exposición
que queda en los libros policiales, sin hacer intervenir al juez correspon­
diente. Como se ha señalado, la denuncia pone en funcionamiento la justi­
cia y esta denuncia es clave en la distinción entre criminalidad conocida e
investigada y la criminalidad desconocida.90
Procedimientos policiales incorrectos vinculados a un abuso de autori­
dad, son, lamentablemente, cotidianos en nuestra Latinoamérica, donde el
ciudadano detenido por una causa delictiva ingresa a un sistema de alta
vulnerabilidad para su seguridad personal y sin garantías jurídicas y civi­
les, sin la información básica sobre su situación irregular.
Sin embargo la policía es la primera institución en llegar al lugar del
conflicto violento que generó el hecho delictivo, es la primera institución en
apreciar lo que sucedió y obtener los datos y pruebas del delito que serán
relevantes para la administración de justicia.
La policía, expresa EMILIO VlANO,91 al ser la primera institución en lle­
gar al conflicto, puede con su actitud y eficacia revertir la situación en la
cual se encuentra la víctima.
La reacción social institucional ha emergido como una etapa de la Cri­
minología basada, com o las anteriores etapas, en la necesidad de ser objeto
de estudio y análisis.
R obert92 advierte que constituiría un error considerar el control social,
a través del sistema penal, en un conjunto de instituciones y organismos
que mantienen vinculaciones sistemáticas ya que esto implica un puro fun­
cionalismo; estas instituciones de justicia criminal son justamente la punta
del iceberg. Para comprender el proceso de control social de la criminalidad
debe estudiarse la gran masa que permanece sumergida. Basta comprobar
dice R obert , que los hechos que los organismos descubren por su propia
iniciativa no son los más numerosos, ya que la mayor parte de la informa­
ción que llega a las autoridades penales lo hace a través de medios externos.
Ciertos delitos denominados "sin víctimas" tienen menos probabilidades de
ser denunciados. Esto corresponde a una buena parte de la criminalidad or­
ganizada, que queda sin investigar y sin intervención de la justicia, provo­
cado por los estereotipos de la justicia penal.
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 25

Otros enfoques criminológicos incluyen el estudio del conocimiento y


la opinión pública sobre la ley y otros aspectos legales, estos trabajos fueron
iniciados por KAjRL O. CHRISTIANSEN,93 realizando entrevistas a delincuentes
y a un grupo de hombres y mujeres de la población en general. Estos estu­
dios incluyen las actitudes respecto a la ley, la fuerza de la ley, las institu­
ciones legales.
Las preguntas sobre la ley y la justicia que comprenden los estudios so­
bre la población abarcan preguntas concernientes a problemas como la
aceptación de la sociedad y de la legitimidad del sistema legal, las concep­
ciones sobre justicia, igualdad ante la ley, la estructura de la criminaliza-
ción, severidad y la actitud en relación a crímenes específicos, concepciones
sobre los efectos disuasivos del castigo, daños causados.
Una de las preguntas realizadas por B erl K utchinsky 94 a la población:
¿Considera Usted que los castigos en la región son en general demasiados
severos, demasiados leves o simplemente justos? En este nivel altamente
abstracto que significa la pregunta la mayor parte de la población estudiada
considera a los castigos demasiados leves.
Pero la opinión de la población está relacionada, en muchas ocasiones
con la información que le brinda los medios de comunicación donde se de­
tallan los delitos de naturaleza más graves y no se informan de los delitos
que provocan escasos daños. En realidad se considera que la administra­
ción de justicia atiende a los delitos solamente graves y desatiende a los de
escaso daño.
Las investigaciones sobre las posibilidades y consecuencias de las refor­
mas penales, en especial referida a la despenalización, y descriminización y
al reforzamiento de las penas es un proceso que implica un estudio donde
se deben tener en consideración no sólo aspectos jurídicos, sino criminoló­
gicos, sociales, institucionales, culturales.
La despenalización se refiere a varias formas de atenuación del castigo,
como acortamientos de las sentencias de penas privativas de libertad o de
penas alternativas; la descriminización se refiere a la completa abolición
de medidas penales, a cualquier tipo de aplicación de fuerza para controlar
tipos de conductas que anteriormente eran castigadas con penas. Y el refor­
zamiento de las penas por el surgimiento de nuevos tipos de delitos, moda­
lidades o en su caso de conductas que presentan una pena leve que debe ser
reforzada. En el primer caso, por ejemplo el delito de hurto en determina­
das circunstancias; en el segundo caso, la descriminización en la conducta
de suicidio (no tiene sentido individual la pena a un muerto) en el tercer
caso, el reforzamiento de las penas a penas de privación de libertad, en las
exhibiciones obscenas dirigidas a niños pequeños, que tienen una pena de
multa.95
La reacción social institucional implica, también, la consideración de los
estudios de las propias instituciones que intervienen en la lucha contra el
26 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

delito, policía, administración de justicia, sistemas penitenciarios. Los estu­


dios de los criminólogos críticos,' que veremos en el capítulo de las corrientes
criminológicas, estudios de CHAPMANy de BECKER y de ROBERTO BERGALLI
señalan y parten en sus investigaciones que la igualdad de los individuos
iante la ley no existe, por el contrario la propia administración es la fuente
de un proceso de etiquetamiento del delincuente.
NíLS CHRISTIE96 considera que la imposición de un castigo dentro del
m arco de la ley significa causar un dolor deliberado; los intentos de infligir
sólo una pena justa crean sistemas rígidos, insensibles a las necesidades in­
dividuales. Al referirse a esta reacción social CHRISTIE expresa que peor que
la importancia que se da al delito y a la culpabilidad individual es la legimi-
dad que se da al dolor; el dolor provocado con toda intención, es elevado a
la categoría de respuesta legítima al delito. El sistema desea m antener al
juez estrictamente controlado por medio de leyes específicas y de esta for­
m a impedir la arbitrariedad.
CHRISTIE manifiesta que las personas a quienes se le ha otorgado poder
para resolver los conflictos —delitos— deben ser controladas. CHRISTIE se re­
fiere de este modo a la policía, se requiere controlar a los controladores por­
que no es posible controlar a la policía por medios burocráticos, sino que el
control tiene que venir desde el público que está en contacto con la policía,
pero para que este control sea eficiente la policía debe convertirse en una
policía de barrio. Un policía conocido, sin ocuitamientos, con una familia
visible y con una tarea comunitaria.97
La Criminología, a través del estudio de la reacción social institucional,
conoce los procesos institucionales que tienen a su cargo una parte conside­
rable de la investigación del delito y la respuesta al conflicto social que pro­
vocó la violencia. De qué manera actúan y proceden las instituciones, cuál
es su grado de aprendizaje y de conocimientos que presentan las propias
instituciones que luchan contra la criminalidad.
Las dificultades de las estructuras que tienen a su cargo la reacción so­
cial institucional son evidentes si se observa el aumento y agravamiento de
la delincuencia en todas las regiones, el aumento de las personas detenidas
y las personas sentenciadas, el número cada vez más alto de víctimas, la de­
lincuencia con uso de armas, la delincuencia organizada y planificada, la
mayor participación de adolescentes y niños en delitos, llevados siempre
por adultos.
La ineficacia de los sistemas penitenciarios y la necesidad de cambios
profundos y actuales están expresados por la persistencia de los delincuen­
tes en el delito. Si bien es cierto que la reincidencia implica generalmente
tres tipos de fracasos: el institucional, el fracaso de la pena y del sistema pe­
nal y penitenciario en la recuperación del individuo; en segundo lugar el
fracaso del medio familiar y social para ayudar en la recuperación social y
en tercer término el fracaso del propio individuo, en su mirada existencial
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 27

y en su convivencia. Pero, la ineficacia de la reacción social institucional de


los sistemas penitenciarios está agravada por la marginalidad que la misma
estructura penitenciaria otorga a su tarea, marginalidad que conlleva una
tarea de seguridad, de contención y de encierro.
Esta etapa de la Criminología plantea, entonces, el conocimiento de la
estructura y metodología de la reacción social institucional, sus bonanzas y
dificultades sociales.

6. Estudio referente a l costo económico -social del delito

La Criminología se interroga en esta etapa, ¿cuál es el costo económi­


co-social de un delito? Cuál es el costo de la criminalidad de una región.
Los criminólogos que se preocuparon en el estudio y obtención de da­
tos sobre las dimensiones de la criminalidad continuaron en los interrogan­
tes referentes a los costos económicos de la criminalidad, costos que afectan
gravemente los presupuestos de los países, regiones y ciudades. Son pione­
ras las investigaciones y observaciones de A lfonso Q uiróz C uarón ,98 cri-
minólogo mexicano, MANUEL LÓPEZ R ey Y ARROJO," HANS Vo n HENTIG,100
W. MlDDENDORFF,101 y posteriormente los trabajos de Naciones Unidas.
El estudio del costo económico del delito comprende, a nuestro criterio,
varias líneas de trabajo:
a) El costo económico aproximado del delito en una determinada re­
gión, en especial a través de los presupuestos asignados a policía, adminis­
tración de justicia y sistema penitenciario.
b) El costo económico aproximado de un determinado delito.
c) El costo económico aproximado de la criminalidad.
d) El costo económico y social de la pena.
e) El costo social, daño moral causado a la víctima.
a) En relación al costo económico aproximado del delito, teniendo en consi­
deración los presupuestos asignados a las instituciones que intervienen,
esto es, policía, administración de justicia y sistema penitenciario, los presu­
puestos revelan una considerable asignación. Por ejemplo en una zona ur­
bana, ciudad media de tres millones de habitantes, el presupuesto de las
tres instituciones comprende cerca de quinientos millones de dólares anua­
les. Este monto es aproximado ya que los presupuestos varían de región en
región, existiendo diferencias marcadas entre las tres instituciones. Esas di­
ferencias se observan en los sueldos desproporcionados entre la administra­
ción de justicia por un lado y la policía y el sistema penitenciario por el
otro. Pero la policía tiene asignados partidas presupuestarias "en negro" es
decir que no requieren de justificación administrativa, de igual modo el sis­
tema penitenciario. Con respecto a esta última institución aún no se han es­
tablecido datos de los costos de los motines102 en los establecimientos peni­
tenciarios, motines donde generalmente se destruye todo; los autores de
28 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

esta destrucción salen impunes del daño ocasionado a instalaciones guber­


namentales, cuyos costos son altas cifras de los gastos asignados a servicios
de la población.
Las consideraciones anteriores dan idea de las dificultades para realizar
, una aproximación a los costos anuales de las instituciones encargadas de
atender los conflictos sociales, una de las mayores dificultades es establecer
cuál es en realidad el presupuesto, debido a que el presupuesto debe ser
aprobado por la legislatura-congreso, pero este presupuesto difiere noto­
riamente al final del ejercicio. En nombre de la seguridad se aprueban parti­
das presupuestarías que afectan otros servicios necesarios de salud y edu­
cación para la población. Es evidente que una adecuada política asistencial
y preventiva delictiva parte de datos reales del costo de las estructuras
institucionales.
b) El costo aproximado de un determinado delito ha sido investigado tam­
bién de manera parcial por las dificultades inherentes, en muchos casos, a
las características del delito. Así, por ej. en el delito de homicidio se analiza
los costos económicos que representa, la intervención policial, la interven­
ción del sistema penal, abogado defensor, la intervención del período de
detención policial, en los establecimientos penitenciarios para procesados y
sentenciados, las instituciones de pre-liberación y ayuda para la reinserción
social; la pérdida de vida de la víctima; intervención de criminalísticas, au­
topsia, y demás estudios de laboratorio; la afectación del delito en ambas fa­
milias, tanto del autor como de la víctima. Se considera que el costo de un
homicidio para una región es —base— de aproximadamente doscientos a
quinientos mil dólares.
Otros delitos como el tráfico de drogas, tráficos de blancas presentan
enormes dificultades para una aproximación a los costos económicos, por
las características delictivas que implica una organización criminal. No se
trata de un delincuente sino de una organización criminal, ni se trata de una
víctima sino de un grupo de víctimas. En el caso de la lucha contra el tráfico
de drogas, se agrega a las instituciones tradicionales, servicios e institucio­
nes especiales creadas, con presupuestos propios, lo que indudablemente
aumenta el costo económico de estos delitos.
c) El costo aproximado de la criminalidad se integra con la cifra conocida y
la cifra negra de la criminalidad.
M a n u el L ópez Rey y A rrojo 103 en sus estudios sobre las dimensiones
de la criminalidad y la criminalidad internacional expresa que se ignoran
los datos sobre los hechos criminales, en sus características dimensiones y
consecuencias para los países.
El costo de la criminalidad afecta profundamente la economía de una
región, partidas presupuestarias que se transfieren a la seguridad por razo­
nes de inmediatez en las respuestas de las instituciones policiales y de ad­
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 29

ministración de justicia pero, estas respuestas también manifiestan que se


ha llegado tarde en la atención de la prevención de la criminalidad.
El colapso de las instituciones gubernamentales por el crecimiento de la
criminalidad, en todas las regiones, y los altos costos económicos que de­
manda conduce paradojalmente a las modificaciones y transformaciones de
las normas penales, en numerosos casos, precisamente por los costos econó­
micos y la imposibilidad de las instituciones de una adecuada atención. La
libertad condicional, la probation, la suspensión del juicio a prueba, las dis­
tintas modalidades de pre-libertad, no miraban solamente nuevas posibili­
dades de tratamiento al autor del delito sino un alivio en el sistema de in-
temamiento de los detenidos, procesados y sentenciados.
De igual manera, los indultos y conmutaciones de penas, que represen­
tan un verdadero apartamiento de las leyes penitenciarias y a sus objetivos,
han sido manejadas en nuestra américa latina con dos criterios básicos: polí­
ticos y económicos. Si bien el indulto y la conmutación es una facultad
constitucional otorgada al poder ejecutivo, esta facultad ha sido utilizada,
no en forma extraordinaria atendiendo un caso especial sino ha sido utiliza­
da a favor de grupos numerosos, que no podían ser alojados en el sistema
penitenciario, por razones de infraestructuras, sobrepoblación, carencia de
alimentos, medicamentos, etc. Es decir, en su esencia prevalecía un interés
económico.
El costo económico de la criminalidad de una región es planteado por
la Criminología, en esta etapa, atendiendo a la importancia que significan
estos datos en los programas de prevención del delito. Es una de las tareas
pendientes de las investigaciones criminológicas, que no sólo deben ser ela­
boradas por los profesionales y especialistas sino por los propios autores,
delincuentes, ya que conocer el costo de la criminalidad significa en defini­
tiva conocer una parte de los daños, en este caso los daños económicos cau­
sados por el delito.
e) El costo social. Daño moral causado a la víctima. La Criminología señala
que el costo del delito no comprende solamente un aspecto económico
sino que implica un costo social.
El delito provoca consecuencias en la víctima, en su grupo familiar y
social. Las consecuencias comprenden; daño físico, económico (que se pue­
den determinar) daño emocional y social, que resultan sumamente difícil de
determinar, por las secuelas en el tiempo y en las relaciones interpersonales
de las personas afectadas por la violencia.
¿De qué manera se puede determinar la pérdida de vida de un familiar
a consecuencia de un hecho violento? ¿De qué manera se puede determinar
las graves consecuencias de un niño víctima de un delito de violación? ¿O
las amenazas del delincuente apuntando con un arma la cabeza de la
víctima?
La Criminología señala, en esta etapa, la importancia de considerar el
30 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

costo moral, emocional y social que provoca el delito en la persona de la


víctima, daño en muchos casos, de carácter irreversible.

7. E studio de la víctima del delito

La Criminología hasta esta etapa había estudiado y analizado unilate­


ralmente al delito, esto es, desde el punto de vista del delincuente, dejando
de lado la personalidad de la víctima. Por ello en el ámbito de los estudios
criminológicos, la consideración de la problemática victimológica surge en
años recientes y plantea el otro aspecto de la conflictiva violenta, el referido
a las personas que sufren el delito.
La víctima es la persona que padece un sufrimiento físico, emocional y
social a consecuencia de la violencia, de una conducta agresiva antisocial.104
La víctima es la persona que padece la violencia a través del comporta­
miento del individuo —delincuente— que transgrede las leyes de su socie­
dad y cultura. De este modo, la víctima está íntimamente vinculada al con­
cepto consecuencias del delito, que se refiere a los hechos o acontecimientos
que resultan de la conducta antisocial, principalmente el daño, su extensión
y el peligro causado individual y socialmente.
Naciones Unidas manifiesta que se entenderá por víctimas las personas
que, individual o colectivamente hayan sufrido daños, inclusive lesiones físi­
cas o mentales, sufrimiento emocional, pérdidas financiera o menoscabo
sustancial de sus derechos fundamentales como consecuencia de acciones u
omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados Miembros
incluida la que proscribe el abuso de poder.105
Olvidada por el Derecho, la Criminología, la Psicología, Medicina, So­
ciología, recién a partir de 1946 se comienza a comprender a la víctima del
delito y la necesidad de conocer la relación entre delincuente y la víctima.
En esta primera etapa de los estudios victimológicos surgen los valiosos tra­
bajos de MENDELSOHN,106 H a NS VON HENTIGj07 y ELLENBERGER.108
Benjamin M endelsohn es el pionero en utilizar la palabra Victimología
y en señalar la necesidad de un estudio científico de la víctima del delito.
Mendelsohn estudia desde la víctima inocente a la víctima culpable, en la
relación autor- víctima del delito.109
El profesor de Criminología H ans VON HENTIG110 publica en 1948 su li­
bro The criminal and his victims, obra que constituye uno de los aportes más
valioso a la Criminología. Describe una víctima latente, la predisposición a
ser víctima del delito, la pareja criminal-víctima y la relación criminal —víc­
tima en sus diversos grados.
ELLENBERGER,111 en 1954 publica Las relaciones psicológicas entre el crimi­
nal y su víctima, donde establece la siguiente tipología, basada en el grado
de participación de la víctima a) víctima no participante; b) víctima latente;
c) víctima provocativa-imprudente; d) víctima participante; e) falsa víctima.
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 31

También otros criminólogos como M arvin WOLFGANG112 se refiere, en


un estudio sobre el homicidio, a la víctima precipitante o víctima cataliza-
dora. Y S. ScHEFER113 describe aspectos psicológicos de la personalidad de la
víctima. Por su parte E zzat FATTAH114 en sus investigaciones tiene como ob­
jetivo el estudio de las predisposiciones victimológicas, la relación criminal-
víctima y la contribución de la víctima a la génesis del crimen.
El comienzo de los estudios sistemáticos sobre las víctimas comienza en
ocasión de realizarse el primer Symposium Internacional de Victimología,
realizado en Jerusalem, en 1973.115 Es la que corresponde a una segunda
etapa de los trabajos victimológicos. Aquí se define el concepto de Victi­
mología, concepto que se amplia a otros campos, por ej. accidentes. Tam­
bién se señala que existe una victimización que es conocida y una victimi­
zación oculta, relacionada a las denuncias que no se realizan al sistema
penal.
Pertenecen a esta etapa victimológica el trabajo de recopilación de los
estudios sobre la víctima, titulado Victimology, de EMILIO VlANO con ISRAEL
Drapkin .116
EMILIO Viano parte de los enfoques sociológicos jurídicos y sociales en
el estudio de la víctima, examinando el contexto socio-cultural de la violen­
cia física y psicológica. V iano, también examina la base legal de la víctima
dentro del sistema penal.
El segundo Symposium Internacional de Victimología que se celebró en
Boston en 1976 destaca la importancia de la tarea asistencial a la víctima y la
necesidad de que el juez posea conocimientos sobre la víctima.117
Una tercera etapa en la historia de la Victimología está expresada por
los estudios sobre la victimización familiar y social.118 Comprende el maltra­
to familiar, mujeres golpeadas, abuso sexual a menores, incesto.
Las víctimas de la violencia social: las víctimas de la delincuencia orga­
nizada, víctimas del aparato estatal, víctimas de delitos no convencionales,
(contaminación ambiental).
Se consolidan los trabajos de K em pe , Silverman , K arpman , W alter ,
David G il , F inkelberg , L enore W alker , M ildred P agelow , Dobash y
D obash , M. Strauss, C aprio , F erracutit , Giarretto , todos sobre violen­
cia familiar.
Las víctimas de delitos económicos con los estudios de Sutherland ,
M iddendorff, G oppinger , K aiser , E nzensberger , M anuel L ópez R ey y
A rrojo .119
Los Symposium Internacionales realizados en Alemania, Japón, Yugos­
lavia, Israel, Brasil,Australia, Holanda, Canadá y Sud África. (2003).
Naciones Unidas, a partir de 1985 contribuye de manera esencial a la
comprensión de la víctima elaborando Los principios Fundamentales de
Justicia para las víctimas del delito y del abuso del poder.
32 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

8. E studio de los P rogramas P reventivos

La Prevención comprende las medidas para evitar o atenuar las accio­


nes delictivas.120
La Criminología en todas sus etapas y desarrollo se ha preocupado por
la prevención, por ej. el hecho de estudiar, investigar, asistir, aplicar la ley,
es en sí mismo una tarea preventiva. Como expresa el investigador en la en­
señanza del Derecho, Fernando M artínez P a z ,121 si bien la prevención
está en la encrucijada de teorías, métodos y procedimientos, en los últimos
años comienza a ocupar un espacio importante en la reflexión jurídica y so­
cial, por ello el tema educación y prevención y sus relaciones, es central
para las sociedades democráticas modernas y es un permanente desafío
para las disciplinas.
Entre las principales necesidades y razones para la aplicación de las
medidas de prevención del delito se pueden considerar, a nuestro criterio,
las siguientes:
a) El incremento de una delincuencia agravada en sus modalidades d
lictivas; b) los daños ocasionados a las víctimas, a la sociedad y a la cultura;
c) la impunidad en el accionar de los delincuentes, especialmente referida a
una criminalidad organizada; d) la alta vulnerabilidad de las víctimas; e) los
costos económicos y sociales —considerables— que provoca la delincuencia;
f) el colapso institucional policial y de la administración de justicia; g) el fra­
caso del sistema penitenciario en la recuperación individual-social del de­
lincuente; h) la carencia de una asistencia a las víctimas del delito; i) la alta
reincidencia delictiva, es decir el fracaso de las penas tradicionales; j) la ca­
rencia de investigaciones sobre la criminalidad que permite un conocimien­
to regional de la problemática; k) carencia de personal especializado y ex­
perto en prevención del delito.
M artínez P a z cuestiona la imprecisión o inadecuación al término pre­
vención, debido a que si el término prevención supone anticipar o evitar
algo, no hay acuerdo en precisar lo que se pretende evitar o anticipar. La pre­
vención aparece en el ámbito normativo como un tema con un status cuasi
marginal en la ciencia jurídica, se reconoce que es un objetivo, aunque no
totalmente incorporado como un elemento constitutivo a la ciencia, por eso
se privilegian las medidas intimidatorias como factores de prevención.122
Según el criminólogo JOSÉ M aría R ico 123 la Prevención es el conjunto
de medidas que impiden el surgimiento de la delincuencia, es una form a de
intervención consistente en adoptar medidas para impedir la delincuencia o
disminuir el riesgo de perpetración de delitos.
La noción moderna de prevención aparece, expresa RICO, con la Escuela
Clásica, según la cual la pena ejerce una importante función de intimida­
ción general, pero tiene su verdadero origen en la Escuela Positivista de fi­
nales del siglo XIX.
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 33

La prevención estuvo relacionada al concepto de pena, es decir el casti­


go del delincuente como una forma de prevención del delito en la pobla­
ción. Posteriormente la comente clínica señala la importancia de la preven­
ción del delito a través del tratamiento del delincuente.
Históricamente los modelos de prevención que se han aplicado pueden
resumirse, según nuestra consideración,124 en los siguientes:
a) El modelo clásico o punitivo, parte de la aplicación de la ley y de los
efectos intimidatorios de las penas severas y altas y de un sistema de ejecu­
ción penitenciario riguroso y deshumanizante.
b) El modelo médico —psicológico— terapéutico que realiza la prevención
del delito a través del tratamiento del delincuente y su readaptación para
evitar la reincidencia. Este modelo que surge con la corriente clínica utiliza
el diagnóstico, el tratamiento y el pronóstico en la tarea de prevención del
delito.
c) El modelo social que puntualiza las reformas de las estructuras y orga­
nización social por ser los factores fundamentales del origen de la delin­
cuencia. Este modelo sodal-preventivo que surge en 1930 y se desarrolla a
partir de 1960, planifica los programas de las zonas o barrios en múltiples
actividades sociales,capacitación, laborales y recreativas, especialmente di­
rigidas a jóvenes.
d) Modelo preventivo denominado comunitario que consiste en la activa
participación de los vecinos para transformar su propio habitat y erradicar
la violencia del barrio. Esta activa participación comunitaria, da lugar al
surgimiento de los centros vecinales que permite un análisis y programas
específicos sobre seguridad atendiendo a la problemática, del barrio.
e) Modelo de Prevención mecánico o físico dirigido a utilizar determinados
espacios para reducir la criminalidad. Estos espacios son considerados
como sumamente propicios para el accionar delictivo, por ejv ciertas zonas
o lugares de edificios que implican un alto riesgo de victimización. Pero
también actividades que mejoren el barrio por medio de campañas de ilu­
minación, parques, cuidado de escuelas.
Este modelo surge con las ideas de O. N ew m an 125 y su libro "El espacio
que puede defenderse" sobre el diseño de las áreas comunes que tienen una
importante incidencia en la seguridad del barrio.
f) Modelo de diseño ambiental, modelo preventivo que continua la linea
iniciada por Newman en la transformación de espacios inseguros por espa­
cios seguros.
g) Modelo de seguridad urbana, iniciado en 1987. Este modelo es la res­
puesta al crecimiento desmesurado de las ciudades, que resultan políticas
sociales inadecuadas y provocan exclusión, marginalidad y delincuencia. El
modelo preventivo para ciudades más seguras comenzó con el Foro Euro­
peo planteando una respuesta democrática a la inseguridad urbana y fue
imitado por otras regiones, entre ellas, ciudades de Latinoamérica.
34 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

El modelo consiste en promover redes para asegurar una mejor cohe­


sión en la implementación de programas de prevención con la participación
activa y comprometida de instituciones gubernamentales; no-gubemamen-
tales y la participación de los vecinos. GlLBERT BONNEMASrON,126 uno de los
iniciadores de este modelo señala que para luchar contra la delincuencia el
medio no es la represión pero tampoco sólo la prevención. Las políticas que
inciden exclusivamente en las medidas represivas, la policía, cárcel son fra­
casos masivos y costosos para nuestra sociedad.
Por el contrario los países que aplican una política que asocia la preven­
ción y la represión del delito, con discernimiento y determinación, son los
únicos países que han podido anunciar estabilizaciones o disminuciones de
la delincuencia y del consumo de drogas. Por ello es necesario, expresa
BONNEMAISON,127 desarrollar una política urbana fundada en una asociación
inteligente de prevención y sanción para controlar mejor la delincuencia y
la reincidencia. , .
La Prevención del delito ha estado presente en todas las teorías y desa­
rrollos de la Criminología, esta etapa de la Criminología está vigente y per­
mite nuevas miradas y consideraciones del delito, del delincuente, de la víc­
tima, de la criminalidad y de la reacción social-institucional y cultural

NOTAS

1 MAJRCHIORI, H., La víctima del delito, Editorial Porrúa, México, 1998.


2 Diccionario Etimológico de Lengua castellana, Coraminas, Editorial Credos, Ma­
drid, 1967.
3 GARÓFALO, Rafael, Criminología, Turín, 1885.
4 Es interesante observar que entre las primeras obras de Criminología se en­
cuentran: GARÓFALO, Rafael, Turín, 1885; GRASSERIE, R., Principios sociológicos de la
Criminología, París, 1901; NlCÉFORO, A ., Guía para el estudio de la Criminología, Ma­
drid, 1903; SALDAÑA, Quintiliano, Los orígenes de la Criminología, Madrid, 1914; PAR-
MELEE, Criminology, Nueva York, 1918; SUTHERLAND, Principios de Criminología, Fila-
delfia, 1924; GlLLIN, ]., Criminology and penology, Nueva Yok. 1926; SCHLAPP, M. y
SMITH E., The new criminology, Nueva York, 1928; GAULT, R., Criminology, Nueva
York, 1932; MORRIS, A ., Criminology, Nueva York, 1935; KlNBERG, Basic problems o f
Criminology, London, Copenhagen, 1935; DE GREEFF, E., Introduction a la criminóla-
gie, Bruselas, 1934.
5 Las primeras Enciclopedias de Giminología, Handworterbuch der Kirninolo-
gie, Berlín, 1936; Dizionario di Criminología, Milano, 1943; Encyclopedia o f Criminology,
New York, 1948.
6 SALDAÑA, Quintiliano, Los Orígenes de la Criminología, Madrid, 1914.
7 INGENIEROS, José, Criminología. Psiquiatría criminal, Editorial GaÜleo, Buenos
Aires, 1900.
8 ABRAHAMSEN, Delito y psiquis, Editorial Hormé, Buenos Aires, 1959.
9 Hurwitz, Criminologie, Editorial Ariel, Barcelona, 1956.
10 Resten, René, Caracterología del Criminal, Editorial Miracle, Barcelona, 1963.
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 35

11 VON HENTTG, Hans, Criminología, Causas y condiciones del delito, Editorial Ata­
laya, Buenos Aires, 1948.
12 LÓPEZ REY, Manuel y ARROJO, Criminología, Editorial Aguilar, Madrid, 1973.
13 KAISER, Gunther, Criminología, Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1978.
14 GOPPINGER, Hans, Criminología, Editorial Reus, Madrid, 1975.
15 GARCÍA Pablos DE M olina, Antonio, Manual de Criminalogía, Editorial Espa­
sa Universidad, Madrid, 1988.
16 QUIRÓZ CUARÓN, Alfonso, Medicina Forense, Editorial Porrúa, México. La de­
finición del Maestro Quiróz Cuarón está basada en la de Mariano Ruiz Funes.
17 Rodríguez MANZANERA, Luis, Criminología, Editorial Porrúa, México, 1979.
18 MARCÓ DEL PONT, Luis, Manual de Criminología, Editorial Lemer, Córdoba,
1991.
19 MaRCHIORí, H., Delito y personalidad, Editorial Lemer, Córdoba, 1985.
20 CARRARA, Francisco, Programa del Curso de Derecha Criminal, Depalma, Bue­
nos Aires, 1944.
21 PlCCA, Georges, La Criminología, Editorial Fondo Cultural Económico, Méxi-
' co, 1987.
22 La obra de Radbruch y E. Gwinner sobre Historia de la Criminalidad resume las
distintas modalidades puntualizando los delitos religiosos y los denominados crí­
menes de herejía. Ver RADBRUCH y GWINNWE, E., Historia de la criminalidad, Edito­
rial Bosch, Barcelona, 1955.
23 LÓPEZ REY Y ARROJO, Manuel, Qué es el delito, Editorial Atlántida, Buenos Ai­
res, 1947.
24 C. NÚÑEZ, Ricardo, Manual de Derecho Penal, Editorial Lerner, Córdoba, 1973.
25 CARRARA, F., ob. cit.
26 VON LlSZT, Franz, Tratado de Derecho Penal, Editorial Reus, Madrid, 1927.
27 VON BELING, E., Esquema de Derecho Penal, Depalma, Buenos Aires, 1944.
28 MEZGER, E., Derecho Penal, Editorial Bibliográfica Argentina, Buenos Aires,
1958.
29 FRANK., R., Citado por C. NÚÑEZ, R., Manual de Derecho Penal, ob. cit.
30 WETZEL, El nuevo sistema del Derecho Penal, Bracolina, 1964. Derecho Penal Ale­
mán, Editorial Jurídica de Chile, 1970.
31 C. NÚÑEZ, R., Manual de Derecho Penal, ob. cit.
32 C. NÚÑEZ, R., ob. cit.
33 C. NÚÑEZ, Ricardo, Manual de Derecho Penal, ob. cit
34 C. NÚÑEZ, Ricardo, Manual de Derecho Penal, ob. cit.
35 C. NÚÑEZ, Ricardo. Manual de Derecho Penal, ob. cit.
36 CUELLO CALON, La Moderna Fenología, Editorial Bosch, Barcelona, 1958.
37 FERRI, Enrico, Sociología Criminales, Torino, 1929.
38 JIMÉNEZ de AsÚA, Luis, Psicoanálisis Criminal, Losada, Buenos Aires, 1947.
39 MENDELSOHN, B., Victimología y las tendencias de la sociedad contemporánea.
40 RODRÍGUEZ, MANZANERA, Luis, Criminología, Editorial Porrúa, México, 1979.
41 GOPPINGER, Criminología, Editorial Reus, Madrid, 1975.
42 C. NUÑEZ, R., Manual de Derecho Penal, ob. cit.
43 THOT, Ladislao, Historia de las Antiguas Instituciones de Derecho, Ediciones Fau.
44 C. NÚÑEZ, Ricardo, Derecho Penal Argentino, Bd. Bibliográfica Argentina, Bue­
nos Aires, 1959.
36 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

45 C. NÚÑEZ, Ricardo, Manual de Derecho Penal, ob. cit.


46 MARCHIORI, H., Determinación Judicial de la pena, Editorial Lemer, Córdoba, 1995.
47 MARCHIORI, H., ob. cit.
48 H. MARCHIORI, La prisión preventiva y el problema de su ejecución, Editorial Ler-
ner, Córdoba, 1986.
49 C. NÚÑEZ, Ricardo, ob. cit.
1 50 Proyecto de Ley de Ejecución Penitenciaria de la Provincia de Córdoba, Editorial
Lemer, Córdoba, 1986.
51 Naciones Unidas. Declaración Universal de Derechos Unidos, 1948.
52 MARCHIORI, H., Delito y personalidad, Editorial Lemer, Córdoba, 1985.
53 LOMBROSO, C. L’uomo delincuente, Editorial Bocca, 1889.
54 LOMBROSO, C., ob. cit. Algunas de las clasificaciones iniciales sobre delin­
cuencia. César Lombroso clasifica a los delincuentes en: a) delincuente pasional; b) de­
lincuente ocasional; c) delincuente loco; d) delincuente epiléptico; e) delincuente loco
moral;/) delincuente nato.
55 Ferri, Enrico. Principi di diritto crim ínaleTorino, 1928. Considera que la peligro­
sidad puede ser de dos formas:
a) Peligrosidad social o sea la mayor o menor probabilidad de que un indivi­
duo realice una conducta criminal.
b) Peligrosidad criminal, atiende a la mayor o menor readaptación a la vida so­
cial del delincuente.
56 GARÓFALO, Rafael, Criminología, Torino, 1885; Se-refiere a una temibilidad del
delincuente que comprende una capacidad criminal (peligrosidad) y una adaptabi­
lidad social,
57 FREUD, S., L os delincuentes por sentimientos de culpabilidad, Editorial Biblioteca
Nueva, 1968.
58 DURKHEIM. E., El Suicidio, Editorial Schapido, Buenos Aires, 1964. También
Las reglas del Método Sociológico, Editorial Shapide, Buenos Aires, 1964,
59 QUETELET, Física Social.
60 RODRÍGUEZ MANZANERA, Luis, Criminología, Editorial Porrúa, México, 1979.
61 GUERRY, André, Ensayo sobre la estadística moral en Francia, (Statistique Morale
de d'Angleterr comparés avec la Statisque Morale de France), París, 1863.
62 Rodríguez Manzanera, Luis, ob cit.
63 LACASSAGNE, Alejandro, Manual del Médico Forense, Madrid, 1931.
6Í DURKHEIM, Emilio, El Suicidio, Editorial Shapire, Buenos Aires, 1965.
65 DURKHEIM, Emilio, ob. cit.
66 TARDE, Gabriel, La criminalidad comparada, Ed. La España Moderna, Madrid.
57 Tarde, Gabriel, ob. cit.
68 tarde , ob. cit.
69 DURKHEIM, E.,ob. cit
70 MERTON, R., Anomia e interacción Social, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1967.
71 HEALY, W., The Individual delinquent, Boston, 1915.
72 GLUECK, One Thousand Juvenile delinquents, Editorial Cambridge, 1934. ^
73 GLUECK y GLUECK, Unraveling Juveniles. Delinquencty, Cambridge, 1957.
7i Robert Park uno de los principales creadores de la Escuela Sociológica de
Chicago, basada en los estudios sobre las condiciones sociales de la Ciudad. Estos
estudios realizados por R, Park estaban referidos a la ecología social de la ciudad, es
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA 37

decir a la distribución de las áreas de trabajo, residencia, los lugares públicos de in­
teracción social, las concentraciones urbanas y la conducta desviada.
Los problemas sociales que presentaba áreas sub-urbanas de la Ciudad de
Chicago, eran consecuencias de las pautas incontroladas de los movimientos migra­
torios y de la creación de zonas naturales en las que sus habitantes estaban aislados
de la cultura general de la sociedad.
Para la escuela de Chicago la desorganización social ocasionaba un comporta­
miento desviado. Los importantes trabajos de Clifford Shaw y Henry Mackay
donde analizaron que las tasas de delincuencia estaban asociadas con zonas de
transición de desorganización social.
Shaw y Mackay rechazan la noción de que cualquiera otras características de
las zonas de transición, como el hacinamiento de sus habitantes o sus malas condi­
ciones higiénicas, puedan ser elementos causales en sí mismos.
75 SUTHERLAND, Principies a f Criminology, Editorial Lippincot, 1939.
76 SUTHERLAND, ob. cit. '
57 VON H en t ig , H ans, ob. cit.
78 MtDDENDORFF, W., Sociología del delito, Editorial Occidente, Madrid, 1961.
79 MlDDENDORFF, W., ob. dt.
60 W. MIDDENDORFF, Von, ob. cit.
81 LÓPEZ Rey Y A rrojo, Manuel, Criminalidad y Abuso de Poder, Editorial Tecno,
Madrid, 1983.
82 LÓPEZ R e y y A rrojo , M anuel, ob. cit.
83 LÓPEZ Rey Y ARROJO, Manuel, Las dimensiones de la criminalidad, Editorial Ler-
ner, Córdoba, 1987.
84 MARCHIORI, H. y otros. Víctima, denuncia y criminalidad, Editorial Lemer, 1991.
La primera Encuesta de Victimización en Argentina se aplicó en la Ciudad de Cór­
doba, en 1989. Investigación realizada en la Universidad Nacional de Córdoba, con
el apoyo de Corúcet.
85 Ver MARCHIORI, H., La víctima del delito, Editorial Porrúa, México, 1998.
86 Ver National Justice Information and Statistics Service Reports. Department o f Jus-
tice. 1974.
87 MARCHIORI, H., ob. dt.
88 VÁZQUEZ, Ángela, La víctima como objeto de la Criminología. Rev. Criminalia,
México, 1983.
89 ROBERTS, P. El sistema de Justicia criminal y la opinión pública, en Nuevas Sendas
de la Criminología, Editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1979.
90 MARCHIORI, H., Criminología, Víctima y Administración de Justicia. Rev. Victi­
mología, Córdoba, 1991.
91 VIANO, E. Victimología, desarrollo de una nueva perspectiva. Rev. Victimología, Cór­
doba, 1989.
92 PHILIPPE, Robert, El sistema de Justicia criminal y la opinión pública, en Nuevas
Sendas en Criminología, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1979.
93 KUTCHEMSíCY, Berl, Ley, Crimen y actitudes legales. Nuevos avances en la investiga­
ción escandinava sobre conocimientos y opinión de la ley. Ver en Nuevas Sendas en Cri­
minología. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1979.
94 Ver KUTCHINSKY, B., ob dt.
38 CRIMINOLOGÍA. TEORÍAS Y PENSAMIENTOS

95 MARCHIORI, H., El delito de exhibiciones obscenas a niños. Publicación Victimolo-


gía n° 8, Argentina, 1993.
96 CHRISTIE, Nils. Los límites del' dolor, Editorial Fondo de Cultura Económica,
1México, 1988.
97 CHRISTIE, Nils., ob. cit.
( 98 QUIRÓZ CUARÓN, Alfonso, Medicina Forense, Editorial Porrúa, México, 1977,
también QUIRÓZ CUARÓN, Alfonso y QUIRÓZ CUARÓN, Raúl, El costo social del delito
en México, Editorial Botas, México, 1970. QuiRÓS CUARÓN, Alfonso, La criminalidad
de la República Mexicana y él costo social del delito. Rev. Derecho Penal Contemporá­
neo, México, 1968.
99 LÓPEZ REY Y ARROJO, Manuel, ob. cit.
100 VON HENTIG, Hans, ob. cit.
101 MTODENDORFF, Wv ob. cit.
102 MARCHIORI, H., Estudio del delincuente, Editorial Porrúa, México, 1978.
103 López Rey Y A rrojo, Manuel, ob. cit.
104 MARCHIORI, H., La víctima del delito, Editorial Porrúa, México, 1998.
105 Naciones Unidas, Principios Fundamentales de Justicia para las víctimas del delito
y del abuso del poder, Milán, 1985.
106 MENDELSOHN, B., ob. cit.
107 VON HENTIG, Hans, The criminal and his Victims, Yale University, 1948.
108 ELLENBERGER, Relations psychologíques entre le criminal et la victime. Revue
Internationale de Crirninologie et Pólice Technique, 1954.
109 Mendelshon, ob. cit.
no VON HENTIG, Hans, ob. cit.
111 ELLENBERGER, ob. cit.
112 WOLFGANG, Marvin. Pattems in criminal hoxnidde. University of Pensylvannia
Press. 1958.
n3 SCHEFER, Restitution to victims ofcrime, Editorial Stevens, Londres, 1960.
114 F ATTAH, Ezzat, La victime, est-elle coupáble? Les presses de l'Université Mon-
treal. Canadá, 1971.
115 RODRÍGUEZ MANZANERA, Los Symposiums Internacionales de Victimología, Rev.
Ilanud. Naciones Unidas Costa Rica, 1981.
116 VlANO, E. I. Drapkin, Victimology, Editorial Lexington Books, 1974.
117 Rodríguez Manzanera, Luis, ob. cit.
118 MARCHIORI, H., La víctima del delito, Editorial Lemer, Argentina, 1990.
119 Ver Capítulo referido a la Víctima del delito.
120 MARCHIORI, H., Criminología, modalidades en la Prevención del delito, Rev. Justi­
cia. Neuquén. 1999.
121 MARTÍNEZ: PAZ, Femando, Educación y Prevención. En el libro Criminalidad y
Prevención del delito, Argentina, 1994.
122 MARTÍNEZ PAZ, Femando, ob. cit.
123 RICO, José María, Prevención del delito, Ed. Lemer. Córdoba. 1991.
124 Marchiori, H., ob. cit.
125 NEWMAN, O., Defensíble Space and Desing in the viólent City, London, 1972.
126 BONNEMASION, G., Foro Europeo para la Seguridad Urbana, París, 1990.
127 BONNEMAJSON, G., ob. cit. También ver MARCUS, M., El delito y los Modos de
Regulación de los Conflictos Urbanos en el libro Delito y Seguridad de los Habitantes, Edi­
torial Siglo XXI, México, 1997.
IX JORNADAS NACIONALES DE SALUD MENTAL
I JORNADAS PROVINCIALES DE PSICOLOGÍA
SALUD MENTAL Y MUNDIALIZACIÓN:
ESTRATEGIAS POSIBLES EN LA ARGENTINA DE HOY
7 y 8 de octubre 2005 · Posadas · Misiones · Argentina

INTERDISCIPLINA Y SALUD MENTAL

Alicia Stolkiner

Parece indicado respetar las certeras preguntas que formularon los organizadores
de estas jornadas al plantear los ejes temáticos: de qué hablamos cuando
hablamos de interdisciplina, cuales son los espacios posibles de articulación
interdisciplinaria y la disyuntiva entre interdisciplina o interpráctica profesional.

Trataré de referirme no sólo a los fundamentos teóricos sino a la experiencia de


trabajar en investigación interdisciplinaria y compartir la actividad de equipos
profesionales de salud o salud mental. También intentaré en esta exposición
volver sobre algunos textos en los que, en distintos momentos, he tratado de
reflexionar sobre interdisciplina y sobre salud mental. El objetivo es contextuar e
historizar la relación entre el campo de la salud mental en Argentina y el abordaje
interdisciplinario, para reflexionar sobre las posibilidades y obstáculos actuales.

Esbozo de contextuación de la práctica interdisciplinaria

“Es necesario “ecologizar” las disciplinas: comprender el


contexto de su producción”.
Edgar Morin (2005)

En un trabajo de los ochenta planteaba:… “la interdisciplina nace, para ser


exactos, de la incontrolable indisciplina de los problemas que se nos presentan
actualmente. De la dificultad de encasillarlos. Los problemas no se presentan
como objetos, sino como demandas complejas y difusas que dan lugar a prácticas
sociales inervadas de contradicciones e imbricadas con cuerpos conceptuales
diversos” (Stolkiner, A. 1987, Pág. 313). Indicaba en ese trabajo la existencia de
un movimiento o tendencia, en configuración, que iba de la ciencia poseedora de
un objeto y un método, a los campos conceptuales articulados en prácticas
sociales alrededor de situaciones problemáticas. Es de este movimiento de lo que
hablamos cuando hablamos de interdisciplina. En su base está la transformación
de las formas de representar el pensamiento científico y su relación con las
prácticas que sólo puede comprenderse en el contexto de las transformaciones y
las crisis de un largo período. En ese mismo contexto se produjeron
simultáneamente cambios en las formas de representarse la salud y la
enfermedad, lo “mental” y el bordaje de sus patologías.

1
En la década del 80 ya había devenido evidente que la comprensión y la
respuesta a los problemas de padecimiento subjetivo no eran abordables desde
un campo disciplinario específico, y que tanto los diseños de investigación como
los programas de acción debían ser permeables a la caída del paradigma
hegemónico positivista y a la crisis de las explicaciones mono y multicausales.
También estaba en cuestión la revisión y debate sobre el concepto de
“objetividad” del conocimiento científico.

Para esa época, definía la salud mental como un campo de prácticas sociales y
señalaba la necesidad de comprender la historicidad de la configuración del
mismo, que no era reducible al de la psiquiatría y su nacimiento político, analizado
por Foucault (Stolkiner A., 1988). También decía que la existencia de este campo
tenía un núcleo duro que lo justificaba: el fenómeno de las instituciones asilares
manicomiales y la objetivación desubjetivante del paciente.

La definición compleja del proceso de salud/enfermedad/ atención, debate


profundizado por la medicina social latinoamericana, mostraba la imposibilidad de
diferenciar enfermedades “mentales” de biológicas” y la indeclinable necesidad de
incorporar la dimensión social en su análisis. A partir de ello, era posible afirmar
que el éxito del campo de la salud mental sería, paradójicamente, su extinción
para quedar incorporado en prácticas integrales de salud. Por esa causa he
afirmado, en más de una oportunidad, que la función del psicólogo en las
prácticas en salud no es ocuparse de los problemas o patologías “mentales”, sino
de la dimensión subjetiva del proceso de salud- enfermedad-atención.

Debo recordar que, pese a no ser novedosa, la propuesta de la interdisciplina


encontraba resistencias notables en los profesionales de nuestro campo. Valga el
ejemplo de las vicisitudes que tuvo la de las Residencias Interdisciplinarias en
Salud Mental (RISAM) de la Dirección Nacional de Salud mental. Todo debate —
como todo constructo teórico-- debe ser comprendido en su contexto. La historia
de la salud mental en el país tenía antecedentes de acciones interprofesionales y
marcos teóricos comunes desde la década del 60 (Carpintero E. y Vainer A.,
2004). Esto se había plasmado incluso en instituciones, como el Movimiento de
las Trabajadores de Salud Mental que incluía todas las profesiones del campo, en
la primera mitad de los setenta, y los psicoanalistas habían ocupado un lugar en
esa apertura. Posteriormente, buena parte de los actores de este proceso habían
sido silenciados por la dictadura y los servicios de salud mental habían
sobrevivido en particular aislamiento. Al retornar la democracia quedaba todavía
por romper el efecto que el aislamiento y la invisibilidad habían tenido sobre los
actores y las teorías. En contraposición, durante el retorno a las formas
democráticas de gobierno la entrada del discurso de la Atención Primaria de la
Salud impulsaba a trabajar desde una lógica no medicalizante y a incorporar
actores no convencionales en las prácticas. Valga como ejemplo de esto las
temáticas abordadas en las Jornadas de Atención Primaria de la Salud
organizadas por la CONAMER en ese período. En las realizadas en 1989 hubo
una mesa sobre “Influencia del Positivismo en Salud” y una conferencia Central
sobre “Dialéctica de la Integración en la Investigación Interdisciplinaria” del Dr.
Rolando García. En todas las jornadas hubo también un espacio para el debate
de salud mental. Estas jornadas fueron el emergente de un momento con alta

2
tendencia a la participación de la sociedad civil en salud, que habría de reducirse
poco después. En estas circunstancias, se reabría el abordaje de las
problemáticas de padecimiento subjetivo desde una definición de problema
multidimensional que llevaba a estrategias no reductibles al exclusivo enfoque
terapéutico y/o psicofarmacológico individual. A principios de los 90 el libro de
Emiliano Galende “Psicoanálisis y Salud Mental” (1990) retomaba la polémica
historizando la configuración del campo y problematizando el lugar del
psicoanálisis en él.

No obstante, la crisis del 1989 y el viraje posterior en la relación entre estado-


mercado y sociedad civil produjo un quiebre en esta posibilidad.

Mientras el abordaje interdisciplinario requiere de un contexto donde la tendencia


sea a la integración, la década del 90 se caracterizó básicamente por la
desagregación y fragmentación institucional. La reforma del Sistema de Salud,
consecuente con la del Estado, profundizó la fragmentación histórica del sector
salud en la Argentina y fragilizó la inclusión de sus actores.

La interdisciplina requiere de un trabajo sostenido y constante. Como afirma Nora


Elichiry (1987, pág. 337) : ..” una cooperación ocasional no es interdisciplina” , se
requiere de una actitud de “cooperación recurrente”. Si la lógica hegemónica es
de competencia individual o de competencia de mercado entre profesiones y
corporaciones, las condiciones de desarrollo del accionar interdisciplinario
encuentran obstáculos importantes, vale a modo de ejemplo el conflicto
corporativo suscitado alrededor de la Ley de Salud Mental de la Ciudad de
Buenos Aires. También lo encuentran si el trabajo sostenido en equipo se
enfrenta a condiciones de empleo inestables de sus miembros o a exigencias de
rendimiento individualmente evaluadas. Aunque resulte obvio, es necesario
recordar que el trabajo interdisciplinario es un trabajo grupal. La articulación entre
imaginario social e imaginario grupal y la dimensión institucional en que se
plantea la actividad son productoras de la misma, trabajan en ella.

Durante esa década los servicios de salud se vieron fuertemente tensionados por
el proceso de reforma. La “mercantilización” del sistema de salud (Laurell A.C.)1 y
la inclusión de la lógica y los principios de la economía neoclásica en el campo
sanitario, motorizó formas de cuantificación de la productividad de los agentes del
sistema que generalmente no se compadecían con el objetivo de la práctica y
puso en el centro de la escena la evaluación de costo efectividad , con una
definición de efectividad generalmente estrecha.

No obstante ésto, la resistencia “teórica” de los profesionales del campo de la


salud mental ante lo interdisciplinario había cedido, para ser reemplazada por una
mayor aceptación en el discurso, acompañada de una baja capacidad de
concretarlo en hechos. Simultáneamente la profundización de las brechas de
inequidad, la pauperización y el incremento del desempleo impactaban en los
servicios de salud incrementando y complejizando la demanda. La necesidad de
actuar mancomunadamente se imponía por los hechos y resultaba
particularmente evidente en el primer nivel de atención. Para esa época, en la
1
El término “mercantilización” se utiliza para designar la incorporación de la lógica y
competencia de mercado como eje constitutivo del sector salud.

3
investigación en terreno, escuchábamos a los profesionales del primer nivel
definirse a sí mismos como “bisagra” o como “trinchera” entre el sistema de salud
y las necesidades de la comunidad (Barcala A. y Stolkiner A.,2001), más que
como puerta de entrada. El aumento de las barreras de acceso a los servicios
tensionaba particularmente el primer nivel y deterioraba sus vínculos.

Si bien durante ese período, se careció de una política nacional de salud mental,
algunas provincias (Río Negro y San Luis, por ej.) desarrollaron propuestas
alternativas al modelo asilar que indefectiblemente requerían de enfoques
interdisciplinarios. También hubo servicios y experiencias puntuales que lograban
articulaciones exitosas. Pero el contexto general no era favorable al desarrollo de
prácticas de equipo en el área, más allá de la existencia de un discurso que las
promovía.

La crisis del 2001 fue el corolario de ese proceso y conjugó el deterioro de las
condiciones de vida de más de la mitad de la población, con una fuerte aparición
de nuevos actores y formas de participación social ante la emergencia. Todavía
no son totalmente evaluables sus efectos en las representaciones sociales, pero
muchos de los postulados que habían legitimado las reformas de los 90 se
derrumbaron. Entre ellos aquel que sostenía la necesidad de un estado mínimo y
prescindente frente a la operatoria del mercado. La modificación del escenario se
acompaña de nuevas representaciones y nuevos actores.

En ese punto estamos ahora. Las políticas en salud vigentes no implican


necesariamente un viraje radical con respecto a las anteriores en cuanto a sus
postulados básicos (Comes Y., 2005), pero incluyen una mayor direccionalidad
del estado y el retorno del discurso de la Atención Primaria de la Salud. En
relación a la salud mental se remoza el propósito de buscar formas de asistencia
y promoción en comunidad, se vuelve sobre los postulados de la atención en
equipos.

En el contexto macro de la mundialización existe, en relación a salud mental, un


tensionamiento de antagonismos. En un extremo se renueva un biologismo duro
que tiende a encontrar en lo genético y lo orgánico la raíz de todo padecimiento
subjetivo como causa fundamental, se trata de un reduccionismo extremo al
servicio de invisibilizar las determinantes subjetivas y sociales. Por esta vía la
atención se centra en la terapéutica individual y la prescripción
psicofarmacológica, valga el ejemplo de la proliferación de diagnósticos de
Síndrome de Déficit Atencional en los niños. Por otro lado desde lo teórico y
desde las prácticas cotidianas se torna insostenible pensar en una comprensión y
un abordaje unidimensional de los problemas. El primer polo del antagonismo
representa claramente actores poderosos que van desde la industria
farmacológica hasta corporaciones profesionales. El segundo probablemente se
liga a la inorgánica resistencia de lo social y se manifiesta también en algunas
propuestas de reforma de los sistemas enunciadas por organismos
internacionales, tal el caso de la OMS.

En ese punto estamos y en ese contexto cabe reflexionar sobre la interdisciplina y


la salud mental hoy. Conviene detenerse en algunos conceptos.

4
De qué hablamos cuando hablamos de Interdisciplina:

Sintetizando, hablar de interdisciplina significa situarse necesariamente en un


paradigma pos positivista. Reconocer una contraseña que agrupa a quienes
adhieren, de diversas maneras, a una epistemología que no homologa el objeto
del conocimiento al objeto real, que reconoce la historicidad y por lo tanto la
relatividad de la construcción de los saberes disciplinarios, que no supone
relaciones lineales de causalidad y que antepone la comprensión de la
complejidad a la búsqueda de las partículas aisladas. En uno de sus textos sobre
abordaje de sistemas complejos, Rolando García plantea: ..” se trata, en primera
instancia de una metodología de trabajo…,pero al mismo tiempo, un marco
conceptual que intenta fundamentar el trabajo interdisciplinario sobre bases
epistemológicas” (1986). Esto diferencia la interdisciplina del “collage
posmoderno”.

La interdisciplinareidad es un posicionamiento, no una teoría unívoca. Ese


posicionamiento obliga básicamente a reconocer la incompletud de las
herramientas de cada disciplina. Legitima algo que existía previamente: las
importaciones de un campo a otro, la multireferencialidad teórica en el abordaje
de los problemas y la existencia de corrientes de pensamiento subterráneas --de
época-- atravesando distintos saberes disciplinarios. La actividad interdisciplinaria,
sea de la índole que sea, se inscribe en la acción cooperativa de los sujetos,
requiere de ello. Pese a esa plataforma común hay distintas corrientes sobre la
interdisciplinareidad.

También podemos decir que hay puntos de confluencia entre el enfoque


interdisciplinario y las estrategias cualitativas de investigación. El central está en
la relación sujeto-objeto de conocimiento. Reconocer que no existe un constructo
teórico sin sujeto implica una relativización del concepto de objetividad que
incluye dentro de la producción misma de conocimientos la dimensión ética y
política de los mismos (Alvesson M y Skölldeberg, 2000).

Por último quiero reiterar un desafío mayor que se presenta particularmente en


las prácticas: cómo integrar saberes que no son disciplinarios, que no se
estructuran como conocimientos científicos. Esta es una pregunta que atraviesa la
dimensión estética y el arte (cabe recordar que la producción artística es, también,
una forma de comprensión de la realidad), la ética y los constructos de las
comunidades y los actores. Sobre esto volveré luego.

Los espacios posibles de articulación interdisciplinaria

“En el debate actual sobre lo interdisciplinario, se superponen con una cierta


yuxtaposición dos tipos de prácticas: la de la investigación interdisciplinaria y la de
la configuración de equipos interdisciplinarios asistenciales. Esta yuxtaposición
es esperable dado que la diferencia es de énfasis en cuanto al producto. En el
caso de la investigación el énfasis es la producción de conocimientos. En el caso
de los equipos asistenciales el énfasis está en la acción. Nadie, no obstante,
podría separar de manera absoluta la investigación de su efecto en las prácticas y
nadie podría suponer que el desarrollo de acciones no produzca, o deba producir,
simultánemente conocimientos. Más aún, sería esperable un futuro en que esta

5
diferencia se diluyera a su mínima expresión” (Stolkiner A.,1999). De esta
afirmación se deduce que los espacios de la práctica interdisciplinaria en salud
mental son el ámbito académico e investigativo, y el de las diversas acciones,
programas e instituciones de salud.

En el primer punto de esta exposición me he detenido en los obstáculos que las


formas institucionales del sector salud suelen constituir para el abordaje por
problemas y en las posibilidades que abre la profundización de estrategias de
atención de Atención primaria de la Salud comprendida como reordenamiento de
los postulados del sector no como puerta de entrada. Vale dedicarle unas líneas a
la investigación.

Las instituciones universitarias tienden a organizarse disciplinariamente y


configurar un campo y un discurso. Con respecto a ello escribe Mario Testa
(1997): ..”el discurso universitario postula una doble normatividad: la que deviene
de la autoridad de quien lo emite y la que deriva del método con el cual se lo
formula. Vamos a llamar al primero `académico´ y al segundo ´científico´”..
Señala el carácter doblemente preformativo del primero :…”no sólo pretende el
acaecimiento de lo que enuncia sino que afirma la verdad de su propia
enunciación” y lo considera el sustento principal de la ideología del modelo
médico hegemónico y del status de su práctica. Con respecto al discurso científico
considera que puede definirse, dadas sus condiciones de producción, casi por
oposición al discurso académico, por su multiplicidad de voces y porque es
demostrativo, no performativo. Esta tensión es máxima en momentos en que las
instituciones universitarias también están en proceso de revisión de sus
postulados fundantes. En ellas la investigación interdisciplinaria comienza a
construir espacios a contrapelo de una tendencia académica que pugna por
fortalecer compartimentos y superespecializaciones como sostén de la pugna de
poder de sus agentes.

Nuestra experiencia en investigación interdisciplinaria nos enfrentó, más de una


vez, con la resistencia de las instancias que no saben muy bien donde colocar, en
la estructura prefigurada, este “espécimen”. Hemos experimentado que ese
espacio de cierta marginalidad o desterritorialización, este funcionar en el borde o
en interfase, tiene costos pero también amplía los márgenes de libertad del
pensamiento.

La investigación interdisciplinaria requiere de un particular esfuerzo metódico de


articulación: entre cuerpos teóricos, entre niveles de análisis y entre dimensiones
temporales. Cuando se trata, además, de Investigación en Políticas, Sistemas y
Servicios de Salud complejiza la relación teoría—práctica ( revisa el concepto
tradicional de transferencia de resultados) e incorpora actores no convencionales
al proceso de investigación (Stolkiner A., 2001).

El otro espacio de prácticas interdisciplinarias es el de equipos y programas de


salud/salud mental, la última pregunta de los organizadores de este evento.

Interdisciplina o Interpráctica Profesional

6
En un trabajo anterior (Stolkiner A. 1999 II) planteaba que en el caso de los
equipos llamados interdisciplinarios de los servicios y programas de salud, la
composición de los miembros se desliza desde los campos de las disciplinas a los
de las incumbencias y perfiles profesionales. Los contextos institucionales en que
se desenvuelven no son académicos y pregnan fuertemente sus prácticas. Para
contemplar problemas y requerimientos específicos preferiría diferenciar los
equipos que se insertan en Servicios Hospitalarios de aquellos que se
desenvuelven en prácticas comunitarias.

En estos últimos es cada vez más frecuente que algunos de sus miembros no
sean profesionales o no representen una disciplina científica sino otro tipo de
saber (saberes no-disciplinarios). Tal el caso de la dimensión estética y simbólica
que puede aportar un miembro que proviene del campo del arte y no de la ciencia,
o la acumulación de saberes que aporta un educador popular o un operador con
niños que están en la calle. Interesante desafío al cual me había referido
tangencialmente en el primer número.

La primera tarea de construcción inter-saberes que desafían estos equipos es,


obviamente, la formulación del programa a desarrollar y de sus objetivos. La base
de la misma es la definición del problema y de sus actores. El marco referencial
común implica, entonces, acuerdos básicos ideológicos: cual es el tipo de relación
que se intenta construir entre equipo asistencial y “beneficiarios” del mismo, por
ejemplo: Cómo se define al sujeto de estas acciones?. No es lo mismo proponer
un programa vertical que una metodología participativa de programación, no es lo
mismo definir a los sujetos de asistencia como “menores” que como “niños y
adolescentes” (por citar un ej. que hace a la diferencia entre adherir a la Ley de
Patronato o a la Convención Internacional de los Derechos del Niño/a). Los
márgenes de autonomía del equipo en sus definiciones, dependerán del marco
institucional y de los planes en los que se inscribe, además de las complicadas
tramas burocráticas en las que suelen encontrarse atrapados.

Al estar demasiado cerca de las demandas y necesidades sociales, y demasiado


lejos de los ámbitos destinados a la reflexión; la temporalidad de estos equipos
suele carecer de dispositivos específicos en los cuales conceptualizar
rigurosamente sus prácticas. Estos dispositivos son los espacios necesarios para
pasar de la sustentación pragmática o intuitiva a la explicitación de los distintos
saberes en interjuego, resulta indispensable que los constituyan e
institucionalicen. Uno de los pasos para sistematizar los conocimientos
producidos en las prácticas es Incorporar herramientas de investigación. Hay un
límite muy fino entre una investigación y las herramientas no convencionales de
evaluación de programas y servicios. Buena parte del propósito de la
Investigación en Sistemas y Servicios de Salud es realizar un enlace entre los
investigadores académicos y los actores del sector salud, fructífero para ambas
partes. (Almeida C., 2000)

En el espacio hospitalario y de atención de mayor complejidad lo esperable sería


pasar de la “interconsulta” a la integración de acciones de salud mental en los
servicios, con el objetivo de revertir la desobjetivación de las prácticas
tradicionales. Este proceso puede venir de la mano de la modificación posible de
la institución hospitalaria desde una agrupación de servicios por órgano a

7
patología a una red de prestaciones por cuidados progresivos que tenga como
figura central al sujeto de la atención.

Pese a estas consideraciones, debemos reconocer que el núcleo de las prácticas


interprofesionales es el abordaje interdisciplinario. Sucede que en ellas se
conjugan otros problemas: todo grupo humano pone en juego la cuestión del
poder. Un discurso disciplinario y una competencia profesional son herramientas
de poder, aceptar su limitación reduce el mismo. En los equipos de salud lo
interdisciplinario se manifiesta cuando la distribución de funciones y la importancia
relativa de cada saber se define en relación al problema y no por el peso o
tradición de cada profesión. Suelen ser equipos con coordinaciones flexibles y no
con jefaturas asignadas según profesión. Resulta generalmente necesario para
constituirlo un “operador de interfase” un agente que comprenda horizontalmente
el lenguaje de las distintas disciplinas en juego y opere como traductor.

Querría terminar con una observación personal: pese a las condiciones


particularmente desfavorables, me sorprende encontrar equipos que, en distintos
lugares del país, desarrollan experiencias particularmente ricas e innovadoras.
Debiéramos atender a esta manifestación de potencia. Uno de los beneficios del
accionar interdisciplinario o interprofesional , cuando se logra, es que la acción
cooperativa reemplaza el derroche de energía puesto en juego en los procesos de
rivalidad y competencia entre pares, indirectamente podría favorecer el
configurarnos como actores del sector.

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International Journal of Clinical and Health
Psychology
ISSN: 1697-2600
jcsierra@ugr.es
Asociación Española de Psicología
Conductual
España

Echeburúa, Enrique; Muñoz, José Manuel; Loinaz, Ismael


La evaluación psicológica forense frente a la evaluación clínica: propuestas y retos de futuro
International Journal of Clinical and Health Psychology, vol. 11, núm. 1, 2011, pp. 141-159
Asociación Española de Psicología Conductual
Granada, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33715423009

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© International Journal of Clinical and Health Psychology ISSN 1697-2600
2011, Vol. 11, Nº 1, pp. 141-159

La evaluación psicológica forense frente a la


evaluación clínica: propuestas y retos de futuro
Enrique Echeburúa1 (Universidad del País Vasco-Cibersam, España),
José Manuel Muñoz (Juzgados de Majadahonda de la Comunidad de Madrid,
España) e Ismael Loinaz (Universidad del País Vasco, España)

RESUMEN. En este estudio teórico se hace una revisión sobre los nuevos desarrollos
para el uso efectivo de la evaluación psicológica en la práctica forense, adaptando la
terminología psicológica al lenguaje jurídico, a la vez que se resaltan las diferencias más
notables entre la evaluación clínica y la evaluación pericial. Se analizan algunos instru-
mentos específicos de evaluación surgidos en el contexto forense, como las escalas de
predicción del riesgo de violencia y el procedimiento de validez del testimonio en los
casos de abuso sexual infantil. Asimismo se aborda el problema del control de la
simulación y de la detección del engaño, uno de los principales obstáculos a los que
se ha de hacer frente en el ámbito forense. Se presta una atención específica a los
problemas técnicos planteados por los dictámenes periciales, así como a los aspectos
éticos referidos a ellos. Por último, se señalan propuestas prácticas de aplicación y se
comentan las implicaciones de este estudio para investigaciones futuras.

PALABRAS CLAVE. Evaluación psicológica forense. Dictámenes periciales. Problemas


éticos. Propuestas de actuación. Estudio teórico.

ABSTRACT. The main aims of this theoretical study were to review and identify
some developments that have a bearing on the effective use of psychological assessment
in the court intervention, to adapt psychological terminology to the legal language, and
to highlight the most relevant differences between the psychological clinical assessment
and the forensic evaluation. The article deals with some assessment methods specific

1
Correspondencia: Facultad de Psicología. Universidad del País Vasco. Avda. de Tolosa 70. 20018
San Sebastián (España). E-mail: enrique.echeburua@ehu.es
142 ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica

of the legal framework, such as the assessment of violence risk prediction or the
evaluation of witness’ credibility in the area of sexual abuse in children. It also
addresses the problem of malingering control and detection of deception, which is an
overriding issue in any type of forensic assessment. The scope and the limitations of
forensic psychological reports are discussed, as well as the ethical issues involved in
forensic assessment. Finally practical guidelines are suggested and implications of this
study for future research in this field are commented upon.

KEY WORDS. Forensic psychological assessment. Court intervention. Ethical issues.


Guidelines. Theoretical study.

La evaluación psicológica clínica y la forense comparten un interés común por


la valoración del estado mental del sujeto explorado. La primera tiene como obje-
tivo principal de su actuación poder llevar a cabo una posterior intervención tera-
péutica; la segunda, analizar las repercusiones jurídicas de los trastornos mentales.
Las diferencias en relación al contexto de aplicación (clínico o judicial) y al objeto
de la demanda (asistencial o pericial) marcan las características propias que ad-
quiere el proceso de evaluación psicológica en cada uno de los dos ámbitos (Ackerman,
2010).
Los instrumentos de evaluación más utilizados en el ámbito clínico y forense son
los autoinformes y las entrevistas estructuradas. En el entorno clínico ha habido un
esfuerzo en los últimos años por diseñar instrumentos de evaluación cortos y especí-
ficos, que cuenten con buenas propiedades psicométricas, que no se solapen entre sí,
que estén adaptados o validados con muestras españolas y que sean sensibles a la
detección temprana de los trastornos mentales, así como a los cambios terapéuticos
(Echeburúa, Amor y Corral, 2003; Groth-Marnat, 2009). Sin embargo, la evaluación
pericial psicológica se encuentra con algunas dificultades específicas. Así, el sujeto no
se presenta de forma voluntaria ante el profesional, sino que su participación está
determinada por su papel en el proceso judicial (denunciado/denunciante; demandado/
demandante). Además, las consecuencias directas del dictamen pericial para el evaluado
aumentan la probabilidad de manipulación de la información aportada para conseguir un
beneficio o evitar un perjuicio. Junto a esto, el asesoramiento legal por el que, en
muchas ocasiones, han pasado los evaluados (la estrategia letrada de la defensa) y las
múltiples exploraciones periciales (efecto aprendizaje) complican aún más la evaluación
psicológica forense. De este modo, los peritos pueden disponer de instrumentos de
medida adecuados, pero el sujeto puede no colaborar en la evaluación y falsear, más
o menos conscientemente, las respuestas. Ya no se trata, por tanto, sólo del uso de
herramientas inapropiadas, sino del control de las respuestas inadecuadas a los instru-
mentos (test y entrevistas) adecuados (Pivarova, Rosenfeld, Dole, Green y Zapf, 2009;
Rosenfeld, Green, Pivorava, Dole y Zapf, 2010).
La evaluación psicológica forense se ha extendido a múltiples campos. Por ceñirnos
sólo al ámbito de lo penal, jueces, fiscales y abogados suelen solicitar dictámenes

Int J Clin Health Psychol, Vol. 11. Nº 1


ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica 143

periciales sobre las posibles alteraciones mentales de los autores de delitos graves
(violencia contra la pareja, agresiones sexuales, homicidios, etc.), sobre la predicción del
riesgo de violencia futura en personas que han cometido un delito violento, sobre la
credibilidad del testimonio en víctimas de abuso sexual infantil o sobre el daño psico-
lógico en las víctimas de delitos violentos (Andrés-Pueyo y Echeburúa, 2010; Arce,
Fariña, Carballal y Novo, 2009). Y a nivel práctico, lo que es sumamente importante, los
dictámenes periciales, a diferencia de las evaluaciones clínicas, se van a caracterizar por
la enorme influencia que pueden tener en el futuro de los sujetos evaluados. En el
sistema penal, por ejemplo, la imputabilidad de un acusado, así como la apreciación de
eximentes o atenuantes, dependerá en gran medida de la evaluación forense (Aguilera
y Zaldívar, 2003).
Hay una diversidad de criterios en la evaluación forense y en el contenido de los
dictámenes periciales. El objetivo de este estudio teórico (Fernández-Ríos y Buela-Casal,
2009; Montero y León, 2007) es establecer las diferencias entre la evaluación clínica y
la evaluación forense, y proponer unos estándares globales de actuación a nivel cien-
tífico y deontológico, sin menoscabo de las características específicas de las periciales
psicológicas en cada ámbito jurisdiccional (Juzgados de Familia, Incapacidades, Vigilan-
cia Penitenciaria, etc.).

Evaluación clínica y evaluación forense

Diferencias fundamentales
El contexto y el objeto de la exploración psicológica delimitan las diferencias entre
la evaluación clínica y la evaluación forense (Tabla 1). El marco mismo de la intervención
(en un caso un consultorio clínico, un ambulatorio o un hospital; en el otro, un calabozo,
un juzgado o una prisión) marca pautas relacionales distintas entre el profesional y el
sujeto evaluado (relación empática en el contexto clínico; relación escéptica en el
contexto forense) (Ackerman, 2010).
La evaluación forense presenta diferencias notables respecto a la evaluación clí-
nica. Al margen de que en uno y otro caso el objetivo pueda ser la exploración del
estado mental del sujeto evaluado, el proceso psicopatológico en la evaluación forense
sólo tiene interés desde la perspectiva de las repercusiones forenses de los trastornos
mentales, a diferencia del contexto clínico, en donde se convierte en el eje central de
la intervención (Archer, 2006).

Int J Clin Health Psychol, Vol. 11. Nº 1


144 ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica

TABLA 1. Evaluación forense y evaluación clínica.


Evaluación forense Evaluación clínica
Objetivo Ayuda a la toma de decisiones Diagnóstico y tratamiento
judiciales
Relación Escéptica pero con establecimiento de Ayuda en el contexto de una
evaluador-sujeto un rapport adecuado relación empática
Secreto profesional No Sí
Destino de la Variable (juez, abogado, seguros...) El propio paciente
evaluación
Estándares y Psico-Legales Médico-psicológicos
requisitos
Fuentes de Entrevista. Test. Observación. Las mismas (excepto los expedientes
información Informes médicos y psicológicos. judiciales) y el historial clínico
Familiares. Expedientes judiciales
Actitud del sujeto Riesgo de simulación o de En general, sinceridad (demanda
hacia la disimulación o de engaño (demanda voluntaria)
evaluación involuntaria)
Ámbito de la Estado mental en relación al objeto Global
evaluación pericial
Tipo de informe Muy documentado, razonado Breve y con conclusiones.
técnicamente y con conclusiones que Documento clínico
contesten a la demanda judicial.
Documento legal.
Intervención en la Esperable. En calidad de perito No esperable. En calidad de testigo-
sala de Justicia perito

La evaluación psicológica forense se encuentra con algunas dificultades específi-


cas, como la involuntariedad del sujeto, los intentos de manipulación de la información
aportada (simulación o disimulación) o la influencia del propio proceso legal en el estado
mental del sujeto (Esbec y Gómez-Jarabo, 2000). Además, el dictamen pericial no finaliza
con un psicodiagnóstico conforme a las categorías nosológicas internacionales (DSM
o CIE), sino que la psicopatología detectada debe ponerse en relación con el asunto
jurídico demandado, como así ha venido reiterándolo la jurisprudencia del Tribunal
Supremo (STS de 1 de junio de 1962 -RJ 1962/2502-)2. Por otro lado, determinados
conceptos jurídicos, como el trastorno mental transitorio, no tienen traslación directa a
los sistemas diagnósticos utilizados en la clínica (Fernández-Ballesteros, 2005).
El abordaje de la psicopatología en el ámbito forense debe ser descriptivo y
funcional antes que categorial. Por otro lado, la sobrevaloración y mal uso de las
etiquetas diagnósticas en el contexto forense aconsejan la reducción, en la medida de
lo posible, de su utilización. En este mismo sentido la Asociación Psiquiátrica Americana
aconseja prudencia en el contexto forense en cuanto al uso del DSM. Por ello, la
utilización de etiquetas diagnósticas ni es imprescindible ni necesaria en la mayoría de
las intervenciones forenses (Delgado, Miguel y Bandrés, 2006).

2
«Lo que en verdad interesa al Derecho no son tanto las calificaciones clínicas como su reflejo
en el actuar».

Int J Clin Health Psychol, Vol. 11. Nº 1


ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica 145

A diferencia de la evaluación clínica, la evaluación forense suele estar marcada por


la limitación temporal de la intervención (número reducido de sesiones) y por la dificul-
tad añadida de tener que realizar valoraciones retrospectivas en relación al estado
mental del sujeto en momentos temporales anteriores a la exploración (por ejemplo,
casos de imputabilidad o impugnación de actos o negocios jurídicos) o prospectivas
(por ejemplo, opción de custodia, establecimiento de interacciones parento-filiales o
valoración del riesgo). Asimismo no siempre es fácil acceder a todos los elementos
implicados (ambos progenitores, víctima y victimario, etc.) para completar la información
(Buela-Casal, 2006). Una exhaustiva preparación de la sesión pericial (vaciado del expe-
diente judicial) con anterioridad a la misma es fundamental para aumentar el rigor del
dictamen pericial, si bien se deberán evitar en la exploración psicológica sesgos
confirmatorios de hipótesis previas tras el estudio de la información recogida en el
expediente judicial (Vázquez-Mezquita y Catalán, 2008).
La población forense es más variada que la que se suele encontrar en la clínica.
El espectro de edades oscila desde niños de dos o tres años víctimas de abuso sexual
hasta ancianos de 90 años en procesos de incapacitación. En el entorno forense hay
más personas analfabetas funcionales o inmigrantes sin conocimiento del idioma espa-
ñol o profundamente desarraigados. Todo ello limita el alcance de la exploración forense
(Ackerman, 2010; Hernández, 2002).

Instrumentos de evaluación
El rigor exigido a la actividad pericial psicológica no debe confundirse con el abuso
en la administración de test. Si se trata de evitar la victimización secundaria en los
sujetos evaluados, se debe partir del principio de intervención mínima. El abuso de los
test en el entorno forense está vinculado a la mitología de los mismos (la creencia de
los operadores jurídicos de que los test son pruebas objetivas sobre el funcionamiento
de la mente humana), a la presión legal (los test como escudo científico frente a los
contrainformes en las ratificaciones, juicios o vistas), la competencia interprofesional
(los test como herramienta de trabajo del psicólogo frente a otros profesionales forenses,
como psiquiatras, trabajadores sociales y educadores) o incluso los incentivos econó-
micos (a más test, mayor tiempo de evaluación y mayores honorarios) (Brodzinsky, 1993;
citado en Ramírez, 2003).
La técnica fundamental de evaluación en psicología forense es la entrevista pericial
semiestructurada, que permite abordar de una manera sistematizada, pero flexible, la
exploración psicobiográfica, el examen del estado mental actual y los aspectos relevan-
tes en relación con el objetivo del dictamen pericial (Groth-Marnat, 2009; Vázquez-
Mezquita, 2005). Un ejemplo de entrevista clínico-forense, orientada al control de la
simulación, ha sido desarrollado por Arce, Fariña, Carballal y Novo (2006), Arce et al.
(2009) y Vilariño, Fariña y Arce (2009).
Las entrevistas pueden ser de más utilidad que los test en el caso de sujetos con
dificultades de concentración o con problemas para entender el lenguaje escrito. Asi-
mismo se pueden valorar síntomas de difícil valoración con escalas autoaplicadas:
síntomas psicomotores (retardo o agitación psicomotora), «insight» (conciencia de
enfermedad), ideas delirantes, etc. (Archer, 2006; Fernández-Montalvo, Echeburúa y
Amor, 2005).

Int J Clin Health Psychol, Vol. 11. Nº 1


146 ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica

Los resultados de la entrevista pueden sugerir criterios adecuados para profundizar


en algunas áreas exploradas por medio de test. La estrategia combinada de entrevista
y test debe ponerse en cada caso al servicio de las necesidades específicas de cada
sujeto, de las circunstancias concretas y del objetivo de la evaluación. Por ello, la
selección de los test utilizados no debe basarse en una batería estándar, sino que debe
atenerse a criterios de pragmatismo (utilidad de la información recabada, nivel cultural
del sujeto evaluado, dominio del instrumento por parte del evaluador), a la calidad
científica (fiabilidad, validez y adaptación al entorno cultural) y a la economía de tiempo
(brevedad y no repetición de las pruebas a efectos de conseguir una mayor motivación
y de evitar la fatiga). En cualquier caso, se deben señalar las limitaciones de los
instrumentos o del contexto de la evaluación (art. 48 del Código Deontológico) (Colegio
Oficial de Psicólogos, 1987), sobre todo cuando se manejan técnicas que pueden crear
unas expectativas muy altas en los operadores jurídicos (por ejemplo, técnicas de
credibilidad del testimonio, escalas de valoración del riesgo de reincidencia o de vio-
lencia, etc.) (art. 32 del Código Deontológico) (Colegio Oficial de Psicólogos, 1987; Del
Río, 2005).
En resumen, el dictamen pericial debe integrar los datos obtenidos con métodos
diversos (la entrevista y los test específicos), así como contrastarlos con fuentes de
información múltiples (entrevistas a familiares o análisis de la documentación obrante
en el expediente judicial). Si hay discrepancias entre estas fuentes de información, la
buena práctica requiere señalar las contradicciones detectadas en el informe final y
planteárselo así al Tribunal. Actuar de forma contraria (es decir, excluir lo que resulta
disonante e integrar en el informe sólo lo que es coherente con la hipótesis inicial del
evaluador) supone una mala praxis y un falseamiento de la realidad de la evaluación
psicológica (Esbec y Gómez-Jarabo, 2000).

Control de la simulación/disimulación y detección del engaño3


La simulación o disimulación refleja el deseo deliberado por parte del sujeto de
ocultar su estado mental real, bien para dar una imagen positiva de sí mismo (por
ejemplo, en procedimientos para determinar la idoneidad de custodia de los hijos), o bien
para transmitir un estado de deterioro acentuado (por ejemplo, en el ámbito de la
responsabilidad penal para conseguir la exculpación o en el campo del daño psíquico
para reclamar una indemnización) (Pivovarova et al., 2009; Rosenfeld et al., 2010) .
Hay una sospecha de simulación cuando existe un problema médico-legal, cuando
hay una discrepancia entre los síntomas alegados y la observación de la conducta,
cuando los síntomas son atípicos (mal definidos, erráticos e inconsistentes) y no se
corresponden con los cuadros clínicos habituales y cuando hay una dramatización de
las quejas o una sobreactuación clínica. Asimismo, la incapacidad alegada por el sujeto

3
La simulación/disimulación y la detección del engaño son ámbitos distintos. El primero hace
alusión a cuestiones psicopatológicas (simulación/disimulación de psicopatología); el segundo, al
contenido de la información aportada.

Int J Clin Health Psychol, Vol. 11. Nº 1


ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica 147

para el trabajo o el desempeño de los quehaceres habituales, pero el mantenimiento de


la capacidad de diversión (deportes, salidas nocturnas, etc.), sobre todo cuando hay un
historial previo de bajas laborales repetidas, da pie a la sospecha de simulación (Rosenfeld
et al., 2010).
Especial complejidad presenta la detección de la disimulación. En estos casos los
sujetos evaluados muestran una actitud defensiva tanto a la exploración pericial
psicopatológica como a la administración de pruebas complementarias. Sin acceso a la
historia clínica del peritado, la exploración forense puede encontrarse con serias limi-
taciones. Una dificultad añadida aparece en el campo penal, por ejemplo en sujetos
expuestos a situaciones de victimización cuya manifestación psicopatológica puede
conllevarles consecuencias negativas en otros ámbitos jurídicos (por ejemplo, las mu-
jeres víctimas de violencia en la pareja pueden disimular su deterioro psíquico por temor
a ser consideradas incapaces para guiar la custodia de sus hijos) (Vilariño et al., 2009).
Los trastornos mentales más propicios para el fingimiento (simulación) son el
trastorno de estrés postraumático, los cuadros psicóticos, las demencias, las toxicoma-
nías, los trastornos disociativos y el retraso mental. Ciertos trastornos de personalidad,
como el antisocial o el histriónico, facilitan la existencia de la simulación. A su vez, la
ocultación de síntomas para conseguir algún beneficio (disimulación) -en todo caso,
menos frecuente que la simulación- es más habitual en la depresión, en la paranoia y
en el alcoholismo (Delgado, Esbec y Rodríguez, 1994).

Cuestionarios y escalas
Por lo que se refiere a la evaluación de los síntomas psicopatológicos en el
contexto forense, los test son muy vulnerables a la manipulación, que se expresa en
forma de simulación o sobresimulación (Calcedo, 2000). Por ello, el perito psicólogo
mostrará preferencia por aquellas pruebas psicométricas que incluyan escalas para
detectar tendencias de respuesta del sujeto que puedan comprometer la validez de la
aplicación (por ejemplo, el MMPI-2 con las escalas F, L, K, el índice de Gough: F-K o
las escalas adicionales de validez: Fb, F1, F2, VRIN y TRIN; o el MCMI-III, con las
escalas V, X, Y y Z). Otros cuestionarios de interés clínico, como el SCL-90-R, que no
cuentan con escalas de control de respuestas tan sofisticadas, tienen menor interés en
el ámbito forense. En cualquier caso, los cuestionarios no han mostrado, en general, ser
capaces de detectar la simulación y sobresimulación de los síntomas (Arce et al., 2009).
Por ello, el valor pericial de las escalas es relativo. Sólo cuando la existencia del
trastorno se ha demostrado por otras vías (la entrevista, la observación de la conducta,
los antecedentes del paciente, etc.) y las fuentes de información son múltiples, los test
tienen interés para cuantificar la intensidad del trastorno (Echeburúa et al., 2003;
Fernández-Montalvo y Echeburúa, 2006).
Frente a las psicométricas, las pruebas proyectivas dificultan la manipulación de las
respuestas, pero carecen de índices de fiabilidad y validez suficientes para su aplicación
como metodología única de exploración forense. El uso combinado de ambos tipos de
instrumentos enriquece la evaluación pericial (confluencia/divergencia multimétodo)
(Archer, 2006).

Int J Clin Health Psychol, Vol. 11. Nº 1


148 ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica

Es importante que los sujetos cumplimenten las pruebas en presencia del perito. Se
pueden advertir así otros factores de distorsión, como la fatiga, la incomprensión de los
ítems, la falta de motivación o actitudes excesivamente suspicaces, que se deberán
ponderar en la interpretación de la prueba e incorporar a la valoración general. De esta
manera se evita también el asesoramiento de terceras personas durante la cumplimentación.
Si se conoce la existencia de anteriores exploraciones periciales, se debe evitar la
repetición de las mismas pruebas, sobre todo si el tiempo transcurrido entre una y otra
aplicación es corto, para evitar la distorsión propia del efecto aprendizaje. De hecho, el
uso habitual de algunas pruebas en el entorno forense facilita el entrenamiento de los
sujetos para obtener perfiles normoadaptados a las mismas. Será interesante, por tanto,
para el psicólogo forense estar entrenado en la aplicación e interpretación de distintos
test para un mismo ámbito de evaluación (por ejemplo, personalidad, síntomas
psicopatológicos, estilos educativos, etc.), rotando en la utilización de los mismos o
aplicando varios en una misma sesión para validar la información obtenida (Ackerman,
2010).

Entrevistas forenses
Las entrevistas forenses están también sujetas a fuentes de distorsión. En concre-
to, y a diferencia de los test, carecen habitualmente de baremos estandarizados. Asimis-
mo los entrevistadores, en función de sus hipótesis, pueden anotar síntomas inexistentes,
no percatarse de indicios no verbales clínicamente significativos o inducir respuestas
en la persona entrevistada (Alonso-Quecuty, 1998). A su vez, los sujetos evaluados
pueden dar respuestas extremas a todas las preguntas relacionadas con los síntomas,
de modo que se obtiene un perfil clínico poco congruente, presentar una latencia de las
respuestas muy alta (atascos verbales o pausas prolongadas) o mostrar conductas
desconcertantes (mirada huidiza, tono de voz cambiante, rubor facial, gesticulación
excesiva, etc.). Un estilo de entrevista no excesivamente directivo en relación al sondeo
de síntomas psicopatológicos puede neutralizar, al menos parcialmente, estos sesgos.
Así, por ejemplo, es más útil enmascarar la exploración del nivel de adaptación de una
supuesta víctima dentro de la anamnesis que preguntarle directamente dentro de la
exploración psicopatológica. Se trata, en último término, de no sugerir las respuestas y
de estar atento a la coherencia del discurso del sujeto y a la concordancia entre la
comunicación verbal y no verbal, así como prestar atención a los signos reveladores de
una posible simulación o disimulación (Ávila y Rodríguez-Sutil, 1998; Echeburúa y
Guerricaechevarría, 2000; Vázquez-Mezquita, 2005).
Es igualmente importante mantenerse neutro respecto a las descripciones realizadas
por los sujetos, evitando transmitir agrado o desagrado, incredulidad o juicios de valor,
lo que minimizará una actitud defensiva en los evaluados. El objetivo de toda explora-
ción pericial es obtener la mayor cantidad de información posible desde la vivencia del
propio sujeto y de su elaboración cognitiva.
En resumen, se minimizan las fuentes de distorsión y se aumenta la eficacia de la
evaluación forense si se crea un rapport adecuado entre el perito y el sujeto evaluado,

Int J Clin Health Psychol, Vol. 11. Nº 1


ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica 149

si se explica a la persona el proceso de la evaluación pericial y su objetivo al comienzo


de la intervención y si se intenta reducir la ansiedad del peritado. A su vez, la utilización
de instrumentos de medida adecuados y no demasiado largos y con preguntas redac-
tadas o formuladas de forma clara, unívoca y apropiada al nivel cultural del sujeto
también ayuda en este sentido. Una evaluación bien planteada puede devolver a la
persona el control sobre los acontecimientos que le están ocurriendo (Vázquez-Mezqui-
ta, 2005).

Detección del engaño


La detección del engaño ha dado origen a tres ámbitos de investigación: a) estudio
de los cambios fisiológicos, b) investigación sobre los correlatos conductuales obser-
vables de naturaleza no verbal y c) análisis de los contenidos verbales.
Los primeros derivaron en el desarrollo de distintos procedimientos tecnológicos:
polígrafo, analizadores de estrés vocal, potenciales evocados, resonancia magnética
funcional y termografía facial (un exhaustivo análisis al respecto puede encontrarse en
Masip y Alonso, 2006). La conclusión de las distintas publicaciones es que no resultan
válidos para detectar la mentira. Lo que realmente miden todas estas técnicas no es la
verdad o la mentira en sí, sino una amplísima gama de variables emocionales de ansie-
dad, activación o estrés, generalmente suscitadas por la propia evaluación. Pero los
mentirosos entrenados pueden no reflejar emoción cuando intentan engañar (Manzanero,
2008, 2010).
Respecto a los segundos, de los distintos estudios se puede concluir que las
claves conductuales del engaño son escasas, no aparecen en todas las ocasiones y su
expresión varía con la motivación del emisor y con la temática (transgresión/no-trans-
gresión) de la declaración, así como con el entrenamiento previo (Masip, Alonso y
Herrero, 2006). Estos dos campos de investigación en la detección del engaño no han
generado una metodología de uso en la evaluación pericial psicológica.
No ocurre así con el último grupo: el estudio de la credibilidad de las declaraciones.
Desde mediados del pasado siglo en el contexto jurídico alemán, los psicólogos forenses
llevan aplicando técnicas para valorar la credibilidad de los relatos de menores presun-
tas víctimas de abuso sexual infantil (Steller y Koehnken, 1994). En nuestro país se
introdujeron en la década de los noventa y en la actualidad ocupan un lugar primordial
en la intervención pericial psicológica dentro del ámbito del Derecho Penal (Ruiz-
Tejedor, 2006).
En resumen, el psicólogo forense no puede trabajar con hipótesis sólidas sobre
actitudes de engaño o sobre la veracidad de los hechos alegados, ya que la Psicología
no cuenta al momento actual con una metodología de contrastada fiabilidad y validez
al respecto. Únicamente se maneja de forma estándar una técnica para valorar la credi-
bilidad de los relatos en un ámbito específico (abusos sexuales) y en una población
concreta (menores de edad o adultos con discapacidad psíquica) y que, como se
expondrá en el epígrafe posterior, no está exenta de limitaciones (Hershkowitz, Fisher,
Lamb y Horowitz, 2007).

Int J Clin Health Psychol, Vol. 11. Nº 1


150 ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica

Instrumentos de evaluación específicos


La mayor parte de los instrumentos de evaluación psicológica (test de personali-
dad, entrevistas estructuradas, etc.) han surgido en un contexto clínico y, por ello, son
de interés limitado en el entorno forense, a pesar de su gran utilización (Hernández,
2002; Vázquez-Mezquita, 2005). La experiencia práctica en el ámbito forense demuestra
las claras limitaciones de la evaluación clínica en este contexto: la alta deseabilidad
social y los sesgos de respuesta basados en el contenido aparente de los ítems que
conforman las pruebas clínicas. Pero además hay un desfase insalvable entre el contexto
clínico y el contexto forense: las pruebas clínicas están elaboradas para evaluar constructos
psicológicos o psicopatológicos y su implicación legal se realiza de forma inferencial
(Archer, 2006).
Si bien no existen apenas instrumentos de aplicación específica en el ámbito
forense, hay dos áreas en que han surgido pruebas psicológicas de interés propiamente
pericial: la evaluación de la credibilidad del testimonio en menores presuntamente abu-
sados sexualmente y la valoración del riesgo de reincidencia en delincuentes violentos,
agresores sexuales o maltratadores domésticos. Ambos campos, dadas sus peculiariades,
imprimen un plus de responsabilidad en la intervención del perito psicólogo (Echeburúa,
Fernández-Montalvo, Corral y López-Goñi, 2009).
En el primer caso (abuso sexual infantil) la naturaleza del delito (se produce de
forma clandestina, sin testigos presenciales, en general sin señales físicas y con ver-
siones contradictorias de la víctima y del agresor) otorga frecuentemente a la pericial
sobre la credibilidad del relato del niño el carácter de prueba única para enjuiciar el caso.
En el contexto forense español la técnica más aceptada al respecto es el protocolo de
análisis conocido como Sistema de Análisis de la Validez de las declaraciones (SVA)
(Raskin y Esplín, 1991; Steller y Köhnken, 1994; Undeutsch, 1988). El SVA es un método
elaborado y sistematizado para valorar si el testimonio aportado por el menor obedece
a un suceso experimentado por éste o si, por el contrario, es fruto de distintas influen-
cias externas (Cantón y Cortés, 2000). La técnica se compone de tres elementos funda-
mentales: 1) una entrevista semi-estructurada con el menor dirigida a obtener un tes-
timonio lo más extenso y preciso posible; 2) el análisis del contenido de la entrevista
basado en criterios (CBCA); y 3) la aplicación de la Lista de Validez, que permite tener
en cuenta otras variables o circunstancias externas al propio relato.
Al margen de la complejidad de la técnica (De Paúl, 2004; Masip y Garrido, 2007),
ésta no cuenta con las propiedades de una prueba psicométrica. Se plantea, por ello,
la necesidad futura de establecer el peso específico de cada uno de los criterios, así
como de contar con puntuaciones de corte adaptadas a cada grupo de edad y a la
complejidad de la experiencia abusiva (Echeburúa y Subijana, 2008).
Y en el segundo caso (valoración del riesgo) ciertas decisiones judiciales, como el
decreto de prisión provisional para el agresor, la imposición de una medida de seguridad,
la concesión de una orden de protección a la víctima, el acceso a la libertad condicional
o la imposición de una pena de libertad vigilada, se fundamentan principalmente en la
valoración pericial de la peligrosidad del sujeto. Un listado de los instrumentos dispo-
nibles en español para valorar el riesgo de violencia futura figura en la Tabla 2 (Andrés-
Pueyo y Echeburúa, 2010).

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ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica 151

TABLA 2. Instrumentos de evaluación del riesgo de violencia disponibles en


España (Andrés-Pueyo y Echeburúa, 2010).
VIOLENCIA INTERPERSONAL ESPECÍFICA
Objetivo Contenido Niveles de Autores/adaptadores
respuesta españoles
- Predecir el - 12 ítems (factores - Rango: -28 a Ballesteros, Graña y
VRAG comportamiento de riesgo) de +33. Andreu ( 2006)
violento grave en naturaleza variada.
adultos afectados por - Escala actuarial con - A partir de una
trastornos mentales ponderación de los puntuación
graves o con un factores de riesgo y superior a +6, la
historial delictivo. escala continua de probabilidad de
- Contexto forense, probabilidad de reincidencia a los
penitenciario o violencia futura. 10 años es, al
clínico. menos, del 58%.
- Valorar el riesgo de - 20 ítems (factores - Rango: 0 a 40. Hilterman y Andrés-
HCR-20 conductas violentas de riesgo) agrupados Pueyo (2005)
en pacientes en tres categorías: - No hay puntos
mentales y factores históricos de corte formales. Arbach y Andrés-
delincuentes adultos. (H), clínicos (C) y de Una puntuación Pueyo (2007)
- Contexto forense, riesgo futuro (R). superior a 25
penitenciario o - Escala de chequeo anticipa riesgo de
clínico. de factores de riesgo. violencia
- Evaluar la presencia - Listado de 20 ítems - Rango: 0 a 40. Moltó, Poy y
PCL-R de psicopatía en tras una entrevista Torrubia (2000)
adultos con un semiestructurada. - Diagnóstico de
historial violento o - Versiones psicopatía: >29.
delictivo. adicionales de
- Contexto forense, cribado (PCL-SV) y - Riesgo de
penitenciario o para jóvenes (PCL- violencia: >20
clínico. YV).
VIOLENCIA CONTRA LA PAREJA
- Valorar el riesgo de - 20 ítems (factores - Rango: 0 a 40. Andrés-Pueyo y
SARA conductas violentas de riesgo) agrupados López (2005)
de naturaleza física o en tres categorías: - No hay puntos
sexual contra la factores históricos de corte formales. Andrés-Pueyo,
pareja o ex pareja. (H), clínicos (C) y de López y Álvarez
- Contexto forense, riesgo futuro (R). - Una puntuación (2008)
penitenciario o - Incluye factores superior a 19
clínico. críticos. anticipa
- Escala de chequeo reincidencia.
de factores de riesgo.
- Predecir el riesgo - 20 ítems (factores - Rango: 0 a 48. Echeburúa, Amor,
de homicidio o de de riesgo) agrupados Loinaz y Corral
EPV-R violencia grave en cinco categorías: - Riesgo bajo: 0- (2010)
contra la pareja o ex datos personales; 9.
pareja. relación de pareja; - Riesgo medio:
- Contexto policial, tipo de violencia; 10-23.
judicial, perfil del agresor; y - Riesgo alto: 24-
penitenciario o vulnerabilidad de la 48.
forense. víctima.
- Incluye ítems con
valor ponderado.

Int J Clin Health Psychol, Vol. 11. Nº 1


152 ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica

TABLA 2. Instrumentos de evaluación del riesgo de violencia disponibles en


España (Andrés-Pueyo y Echeburúa, 2010). (Cont.)
p
VIOLENCIA SEXUAL

- Valorar el riesgo de - 20 ítems (factores - Rango: 0 a 40. Martínez, Hilterman


SVR-20 violencia sexual en de riesgo) agrupados y Andrés-Pueyo
pacientes mentales y en tres categorías: - No hay puntos (2005)
delincuentes adultos factores históricos de corte formales.
acusados de este tipo (H), clínicos (C) y de Pero una Pérez, Redondo,
de delitos. riesgo futuro (R). puntuación Martínez, García-
- Contexto forense, - Incluye valoraciones superior a 11 está Forero y Andrés-
penitenciario o de cambio en los asociada a la Pueyo (2008)
clínico. factores de riesgo. reincidencia.
- Escala de chequeo
de factores de riesgo.
VIOLENCIA JUVENIL
- Valorar el riesgo de - 30 ítems (24 Hilterman y Vallés
SAVRY violencia física, factores de riesgo y 6 (2007)
sexual y de amenazas de protección)
graves en pacientes agrupados en cuatro
mentales y categorías: factores
delincuentes jóvenes de riesgo históricos,
(14-18 años). sociales e
- Contexto forense o individuales; y
judicial. factores de protección
variados.

Nota. VRAG: Violent Risk Appraisal Guide (Harris, Rice y Quinsey, 1993); HCR-20: Assessing Risk for Violence
(Webster, Douglas, Eaves y Hart, 1997); PCL-R: Psychopathy Checklist-Revised (Hare, 1991); SARA: Spousal
Assault Risk Assessment Guide (Kropp, Hart, Webster y Eaves, 1995); EPV-R: Escala de Predicción de Riesgo de
Violencia Grave contra la Pareja-Revisada (Echeburúa et al., 2010); SVR-20: Guide for Assessment of Sexual Risk
Violence (Boer, Hart, Kropp y Webster, 1997); SAVRY: Structured Assessment of Violence Risk in Youth (Borum,
Bartel y Forth, 2003).

Todos estos instrumentos de evaluación forense no son propiamente pruebas


estandarizadas, sino guías estructuradas de análisis de la información que evalúan las
respuestas del sujeto, así como otras fuentes de datos (expedientes, otros informantes,
etc.). Todavía no existen reglas de decisión claras respecto a considerar cuántos crite-
rios o factores determinan que una declaración sea considerada creíble o no creíble o
que un sujeto tenga mayor o menor probabilidad de reincidencia ni tampoco existe una
ponderación de cada uno de los criterios en el valor total de la prueba.
Estas limitaciones se pueden subsanar, al menos parcialmente, si los evaluadores
están suficientemente formados en la aplicación de la técnica, si la evaluación es
realizada por dos peritos de forma independiente, si se maneja amplia información
complementaria procedente de diversas fuentes (víctimas y agresores, expediente judi-
cial o policial, etc.) y, por lo que a la reincidencia de la violencia se refiere, si la
valoración del riesgo se reevalúa periódicamente en función de las nuevas circunstan-
cias de la víctima o del agresor (Andrés-Pueyo y Echeburúa, 2010).

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ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica 153

El informe pericial psicológico


El contenido del dictamen pericial está poco regulado legalmente, pero debe ate-
nerse al objeto específico de la pericia (solicitud realizada desde el ámbito legal) y
recoger la metodología empleada (fuentes de información consultadas e instrumentos
técnicos utilizados), así como las conclusiones y recomendaciones. Sólo se debe plas-
mar por escrito la información relevante para los propósitos de la evaluación (Urra,
2007).
Al tratarse de un medio probatorio, el informe pericial está sujeto al principio de
contradicción, lo que implica que las partes puedan examinarlo y someterlo a crítica
(incluso realizar un contrainforme). Por eso, el dictamen pericial debe contener la infor-
mación manejada por el perito para llegar a las conclusiones expuestas (parte descrip-
tiva), así como los criterios científicos utilizados por éste para valorar dichos datos
(parte técnica). Por ello resulta imprescindible detallar la metodología aplicada y los
resultados de las distintas pruebas administradas, lo que resulta una cuestión innece-
saria en el informe clínico (Del Río, 2005).
El informe pericial no es estático, sino que tiene valor en relación con el momento
de la exploración (las circunstancias pueden ser cambiantes, por ejemplo en el ámbito
de los conflictos familiares) y está sujeto a ratificación en la vista oral, cuando el perito
explica el alcance de su informe y realiza las ampliaciones y aclaraciones oportunas ante
los operadores jurídicos. Es importante acudir a la ratificación con los protocolos de las
pruebas aplicadas ya que pueden ser solicitados por la Autoridad Judicial.
El dictamen adquiere una mayor relevancia cuando la metodología utilizada se pone
en relación con el estado actual de los conocimientos científicos y cuando se establece
un nexo claro entre la evaluación psicológica y la problemática jurídica planteada en la
demanda judicial, sin tergiversar o sobreinterpretar la información obtenida, con un
lenguaje claro y riguroso, pero exento de tecnicismos innecesarios (Esbec y Gómez-
Jarabo, 2000; Illescas, 2005).

Aspectos éticos y deontológicos


Los informes psicológicos periciales están sujetos a obligaciones legales (deriva-
das de la normativa vigente en el ámbito judicial) y a exigencias deontológicas. De
hecho, la intervención del psicólogo en el ámbito forense acentúa los dilemas éticos y
es el área del ejercicio profesional en donde con más frecuencia se presentan demandas
de usuarios a las comisiones deontológicas de los Colegios Profesionales, sobre todo
en el ámbito del derecho de familia (Del Río, 2000; Urra, 2007).
El informe clínico está sujeto al secreto profesional. Sin embargo, el dictamen
pericial está al servicio de la demanda judicial y, desde este punto de vista, supone una
quiebra del principio de confidencialidad. Es decir, el perito psicólogo no está sujeto al
secreto profesional, pero sólo en relación con los operadores jurídicos que demandan
su intervención y sólo en las informaciones obtenidas relacionadas con el objeto de la
pericia. Esta peculiaridad de la relación psicólogo-sujeto evaluado en el ámbito forense
necesita ser explicada a los peritados y requiere el consentimiento informado de éstos
antes del comienzo de la evaluación (Echeburúa, 2002).

Int J Clin Health Psychol, Vol. 11. Nº 1


154 ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica

Los informes forenses de parte, dentro de la práctica pericial privada, conllevan un


mayor riesgo potencial de parcialidad, al ser solicitados y abonados por una de las
partes interesadas en el procedimiento. El juramento o promesa prestados por el perito
conforme a lo dispuesto en el art. 335.2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC, 2010)
y la posibilidad de tacha de éste (arts. 343 LEC y 468 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal; LECrim, 2010), parecen insuficientes para garantizar la imparcialidad del perito.
A este respecto, el técnico debe evitar que su remuneración sea contingente a los
resultados de su intervención (Urra, 2007). Una solución sería que el profesional soli-
citara la mayor parte de sus honorarios (80% del total, por ejemplo) en calidad de
provisión de fondos antes de emitir su informe. Asimismo fomentar la fórmula de
designación por sorteo y lista corrida recogida en el art. 341.1 de la LEC es otra forma
de garantizar la imparcialidad de los dictámenes emitidos, sin perjuicio del derecho al
libre mercado profesional. Este sistema, si bien paliaría el problema de la parcialidad,
cuenta con la limitación de no incluir ningún criterio relacionado con la cualificación
técnica del perito. En este sentido, desde los Colegios Profesionales debería realizarse
un esfuerzo por establecer los criterios técnicos de acreditación profesional necesarios
para formar parte de las listas de peritos judiciales, lo que contribuiría a un ejercicio
profesional de mayor calidad y, por ende, más ajustado a las necesidades de los órganos
jurisdiccionales (Erice, 2006). Una formación especializada del perito psicólogo parece
exigible ante la enorme responsabilidad del ejercicio forense, en consonancia con el art.
17 del Código Deontológico (Colegio Oficial de Psicólogos, 1987).
Un problema deontológico similar puede surgir en el caso de los contrainformes
(análisis de la validez de un informe anterior realizado por otro profesional). Si bien esta
práctica se entiende como positiva para garantizar una tutela judicial efectiva (derecho
a un proceso justo), asegurando el principio de contradicción (elemento de defensa), el
conflicto ético surge por la posible colisión entre la tarea profesional (análisis científico
del informe en cuestión) y el encargo recibido (desvirtuarlo como prueba pericial en el
proceso) (Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, 2009).
Por su parte, los informes emitidos por los peritos adscritos a la Administración de
Justicia son tachados frecuentemente de poco elaborados y opacos respecto a la
actividad técnica realizada, transmitiendo escasa calidad científica. Lo que puede paliar
estas posibles deficiencias son las mejoras en las condiciones profesionales de estos
peritos (más dotación de medios humanos, dada la enorme carga de trabajo que sopor-
tan, y técnicos, tales como salas de entrevistas adecuadas o mayor disponibilidad de
pruebas psicológicas), convocatorias selectivas de acceso específicas para este campo
profesional y una formación continuada por parte de la Administración.

Conclusiones
La actividad del psicólogo forense, a diferencia de otros campos de actuación
profesional del psicólogo, se va a caracterizar por la enorme responsabilidad de su
actuación, derivada de la repercusión del informe pericial en la vida de los sujetos
evaluados. Junto a esta peculiaridad, su contexto de intervención (dentro de un proce-
dimiento judicial) y el objeto de la misma (contestación a la solicitud realizada desde el

Int J Clin Health Psychol, Vol. 11. Nº 1


ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica 155

ámbito legal) delimitarán las divergencias entre la evaluación pericial psicológica y la


evaluación clínica (Bembibre-Serrano y Higueras-Cortés, 2006). El informe clínico se
diferenciará así del dictamen pericial en tres puntos: a) la autoría (terapeuta/perito); b)
el contenido (informe clínico centrado en el funcionamiento psíquico global del pacien-
te; dictamen pericial referido al estado mental del sujeto en relación con el procedimiento
judicial); y c) la finalidad (terapéutica en un caso; judicial en otro). Por otro lado, el
carácter probatorio del dictamen forense (documento legal) imprime unas exigencias
técnicas innecesarias en el informe clínico (documento sanitario de comunicación
interprofesional -historia clínica-) (Ackerman, 2010; Archer, 2006).
La demanda de ayuda terapéutica típica del contexto clínico suele implicar una
actitud colaboradora por parte del evaluado ante la intervención profesional, sin per-
juicio de la instrumentalización creciente observada del dictamen clínico en el contexto
judicial. Por el contrario, las características del contexto forense facilitan la distorsión
y manipulación de la información aportada por los evaluados, lo que conlleva la nece-
sidad de un entrenamiento especializado del perito en el control de la simulación/
disimulación y en la detección del engaño. Esta diferencia, junto con la ausencia de
confidencialidad en la evaluación forense, fundamental para el establecimiento de la
relación terapéutica, hacen incompatibles la función clínica-asistencial y la pericial
(Echeburúa, 2002).
Las fuentes de error de los cuestionarios dependen, en buena medida, de sus
propiedades psicométricas, de la naturaleza y estructura de los ítems, de la actitud de
los sujetos ante la prueba y de determinadas circunstancias en la aplicación de los
cuestionarios. Éstos, en comparación con las entrevistas, tienden a ocultar o a exagerar
los síntomas del paciente. En concreto, hay una interferencia de los factores situacionales
en la medida de las variables de personalidad, de modo que algunos cuestionarios de
personalidad son más de estado que de rasgo y, además, puede haber una tendencia
a la ocultación o exageración de los síntomas, cuando es uno mismo el que los describe.
La introducción de las escalas de sinceridad no resuelve el problema planteado por los
sesgos de error, especialmente cuando el sujeto está motivado para falsear las respues-
tas, como ocurre en el caso de la selección de personal o en el ámbito forense (Echeburúa
et al., 2003; Fernández-Montalvo y Echeburúa, 2006).
En cuanto a los indicadores psicofisiológicos, y al margen de que hay una abun-
dante investigación al respecto, no hay en la actualidad marcadores suficientemente
sensibles y específicos como para contrastar con el autoinforme del sujeto (Calcedo,
2000; Landgleben, Dattilio y Guthel, 2006).
Por ello, siempre que sea posible, una evaluación forense adecuada debe incluir la
información recogida a partir de distintos métodos de evaluación (tanto cuestionarios
y entrevistas como la observación directa de la conducta, si es factible hacerlo, por
ejemplo en la cárcel o en el hospital) y de diferentes fuentes (por ejemplo, el sujeto y
su pareja o un niño y sus padres y maestros). Sólo así se consigue una validación
transversal de las entrevistas y los cuestionarios (Ackerman, 2010).
Asimismo una experiencia forense amplia del psicólogo, sobre todo cuando se lleva
a cabo una entrevista en el marco de una alianza profesional positiva entre el evaluador
y el sujeto, y no limitada exclusivamente a los síntomas concretos (que incluya el

Int J Clin Health Psychol, Vol. 11. Nº 1


156 ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica

historial previo, el estilo de vida, etc.), contribuye a atenuar las posibles distorsiones
procedentes de la simulación, del engaño o del autoengaño del paciente. Todo ello
sugiere la necesaria regulación de una formación de posgrado especializada en el campo
de la Psicología Forense (Groth-Marnat, 2009).
Por último, hay varios retos de futuro a los que hay que enfrentarse desde la
investigación y la práctica forense. Este artículo plantea un tratamiento generalista de
la idiosincrasia del proceso de la evaluación pericial psicológica. Estudios ulteriores
deberían abordar campos específicos de interés en la intervención psicológica forense:
la evaluación de la credibilidad del testimonio en menores supuestas víctimas de abuso
sexual infantil, la simulación/disimulación de síntomas psicopatológicos, la predicción
del riesgo de violencia, la detección de estrategias de interferencias parentales, etc.
Asimismo la necesidad de elaborar instrumentos específicos de evaluación forense, con
las garantías suficientes de fiabilidad y validez demandadas por este contexto de inter-
vención, es una necesidad ineludible. Otro reto es hacer frente a las limitaciones de
la evaluación post hoc, propia del mundo forense, y a las dificultades técnicas de poder
dar respuesta, en el estado actual de los conocimientos, a preguntas formuladas desde
el ámbito judicial relativas a hechos pasados o futuros.

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Recibido 30 de noviembre 2009


Aceptado 9 de abril 2010

Int J Clin Health Psychol, Vol. 11. Nº 1


Material elaborado para la formación de Acompañantes Terapéuticos. Facultad de
Psicología. Universidad Nacional de Córdoba.

PSICOLOGÍA JURÍDICA
Lic. Olga Puente de Camaño

Es importante delimitar en primer término el campo de la Psicología Jurídica, precisando que


no se trata de pensar una Psicología diferente en sus basamentos teóricos y metodológicos,
sino entenderla como una delimitación dada principalmente por los problemas que aborda y
por los ámbitos en los que desarrolla sus intervenciones. Desde una perspectiva histórica
crítica, podemos observar numerosos cambios, tanto en los paradigmas que sustentan las
prácticas de la Psicología Jurídica, como en la amplitud, diversidad de los problemas que
aborda y la complejidad de las respuestas institucionales.
La denominación Psicología Jurídica alude en primer término a una interrelación, a una
suerte de encuentro, de entrecruzamiento de dos ciencias, de dos saberes, de la ciencia
psicológica por una parte y la ciencia jurídica, el Derecho, por la otra, cada una de ellas con
sus propios cuerpos teóricos y metodológicos, con capacidad para aportar desde la
especificidad de su saber una perspectiva de análisis propia.
Para el caso de la Psicología significa trabajar en la comprensión de los complejos
fenómenos de la vida psíquica, presentes en las conductas que, por alguna circunstancia,
importan a lo jurídico, ya sea que se trate acciones antijurídicas, como es el caso de los
delitos y de sus autores, o de quienes sufren las consecuencias de los mismos, las víctimas.
Mientras el Derecho por su parte, como conjunto de normas, principios, leyes y reglas a cuya
observancia son comprometidos los individuos en toda sociedad jurídicamente organizada,
interviene en la regulación de las relaciones humanas.
Este encuentro al que hacemos mención, se amplía con el aporte de otros saberes
disciplinares como la Sociología, la Antropología, la Criminología, la Biología, la Estadística
y se manifiesta por un lado en articulaciones a nivel de teorías y en el desarrollo de una
práctica concreta, lo que debe entenderse con un sentido de complementariedad, donde
cada una de las disciplinas aportara desde la especificidad de su saber a la comprensión de
la complejidad de los problemas que tratan en común.
Hablamos de complementariedad, de enriquecimiento mutuo, y no de subordinación de una
ciencia a otra, aclaración que importa señalar, en tanto algunos autores le confieren a la
Psicología Jurídica un carácter de auxiliar del Derecho, encargada, sin más, de responder a
los requerimientos unidireccionales provenientes de lo jurídico. Pensar en
complementariedad implica una consideración interdisciplinaria, abierta a otros
conocimientos, sin supremacía de unos sobre otros.
Al respecto de su definición, el autor de la obra Psicología Judicial, Juan Del Popolo, la define
como
… el estudio desde la perspectiva psicológica de conductas complejas y significativas en
forma actual o potencial para lo jurídico, a los efectos de su descripción, análisis,
comprensión, critica y eventual actuación sobre ellos en función de lo jurídico (Del Popolo,
1996, p.21)
El autor habla de perspectiva, en tanto existen distintas maneras de observar un fenómeno
de conducta y como modo de evitar reduccionismos o determinismos al momento de analizar
hechos que por su complejidad son abarcados por varias disciplinas.
A modo de ejemplo, el delito -como hecho jurídico- puede ser analizado desde la Ciencia
Jurídica, desde la Antropología, la Biología, la Sociología, la Psicología, la Criminología, por
nombrar sólo algunas de las disciplinas que se ocupan de su estudio.
La interdisciplinariedad se fundamenta entonces principalmente en la naturaleza compleja
de los hechos estudiados, hechos que no admiten explicaciones simples ni unilaterales, sino
por el contrario se hace necesaria la consideración de múltiples dimensiones de análisis.
También cabe aclarar que esta área de la Psicología ha sido designada de distintas
maneras, respondiendo a distintas concepciones y por sobre todo haciendo referencia al
ámbito de desarrollo de las prácticas, así por ejemplo con la denominación Psicología
Forense se hace referencia al área de la Psicología vinculada específicamente a la práctica
de los tribunales, mientras que con la denominación Psicología Jurídica se alude de manera
amplia a la multiplicidad de prácticas en los que desde el saber psicológico en interacción
con otras disciplinas, se interviene con el objetivo de aportar a la comprensión, tratamiento
y prevención de los procesos vinculados a los comportamientos violentos y que por cierto
exceden a un ámbito institucional particular.
Al respecto, resulta importante destacar la interrelación existente entre la Psicología y la
Criminología, entendida esta última como la ciencia que, desde una perspectiva
esencialmente interdisciplinaria, se ocupa del estudio del delito, de la pena, del delincuente,
de la víctima, como también de los distintos modos de reacción institucional frente al
problema del delito, llámense penas, medidas de seguridad, de tratamiento o medidas de
prevención.
En referencia a la Criminología, la Dra. Hilda Marchiori expresa en su libro “Criminología”,
luego de mostrar el camino histórico recorrido por esta ciencia, que los conceptos actuales
implican la consideración de los múltiples y complejos aspectos que abarcan los procesos
de la violencia.
Si bien la Criminología recibió desde sus comienzos los aportes de la Psicología, centrados
por entonces en el estudio de los procesos psicológicos del delincuente, los aspectos de
personalidad del autor, la Psicología hoy se interesa y realiza sus aportes a esta dimensión
amplia e interdisciplinaria de la Criminología.
La importancia de la prevención, el poder intervenir antes que los hechos sucedan, disminuir
la frecuencia de ocurrencia de los mismos, como también el daño y sufrimiento que ocasiona
en las victimas y en la sociedad en su conjunto, ha cobrado en la actualidad una relevante
importancia
Desde esta perspectiva preventiva, se sostiene que el crimen, como objeto de estudio, es
una generalidad que puede resultar poco operativa, cobrando valor en la actualidad como
insumo necesario para quienes diseñan políticas públicas de seguridad, el análisis delictual
basado en metodologías científicas, la identificación de los factores asociados, la correlación
de variables que posibiliten precisar dinámicas, relaciones y víctimas como victimarios en
sus escenarios, respetando la particularidad de cada expresión criminal, por ejemplo, robos,
hurtos y homicidios en su interpretación.
Por otra parte la naturaleza compleja y dinámica que caracteriza a los problemas con los
que trabaja la Psicología Jurídica, se hace evidente cuando intentamos el análisis de los
mismos, con el objeto de poder intervenir sobre ellos, así a modo de ejemplo en la tarea de
comprender por qué alguien comete un delito, por qué este sujeto roba o mata, serán
relevantes los aportes que realice la Psicología a través de la explicación de los
psicodinamismos presentes en la conducta, los aspectos de la personalidad del autor, las
motivaciones de la conducta delictiva, en el tratamiento del autor como de la víctima, pero
resultan insuficientes para dar cuenta de toda la complejidad que encierra el delito.
Resulta igualmente compleja la consideración de los daños que ocasiona el delito en la
víctima, que es quien sufre las consecuencias directas del mismo, y cómo impacta en la
sociedad en su conjunto, que resulta destinataria, aunque sea de manera indirecta del
conjunto de la criminalidad, en la construcción de percepción de seguridad versus
inseguridad. La Psicología desde su especifico saber aporta al estudio de las consecuencias
psicológicas y al tratamiento de quienes son objeto de los distintos procesos de victimización,
como también a la interacción del autor y la víctima, presentes en la dinámica del delito, a
las características psicoevolutivas de los sujetos involucrados.
Desde esta perspectiva, las encuestas de victimización aportan una mirada absolutamente
nueva de los datos referente a la criminalidad e implican un modelo participativo de la
comunidad. La utilización de la técnica de encuesta para el conocimiento de la víctima, marca
la posibilidad de acercarnos a la información de datos sobre la cifra negra de la criminalidad,
imposibles de obtener por otro medio que no sea la encuesta de victimización. Pero además
constituye un medio eficaz para acercarnos a la comprensión de la situación victimológica,
y conocer las consecuencias del delito, para la víctima su familia; la relación autor-víctima
del delito; la reacción ante la violencia, si realizó o no la denuncia, la recuperación de la
situación de victimización, el nivel de confianza en las instituciones, el temor y la percepción
de inseguridad.
Las maneras en como las sociedades reaccionan ante la criminalidad han ido cambiando a
lo largo de la historia, no sólo en sus métodos, en sus formas concretas de hacerlo, sino
también en sus fundamentos. Al respecto, la Psicología ha aportado el concepto de
tratamiento, uno de los aspectos esenciales en el desarrollo de la Criminología
contemporánea.
Podemos entonces en relación a la Psicología Jurídica, entenderla como el conjunto de
articulaciones a nivel teórico y entrecruzamiento a nivel de las prácticas que se reflejan en
el accionar interdisciplinario, practicas del psicólogo que operan sobre el sujeto, sujeto de la
medida procesal, penal, institucional.
Todo esto constituye para la Psicología una práctica específica, habilitadas a partir de una
demanda, en principio social, institucional, en un ámbito institucional determinado que
requieren de algunas conceptualizaciones propias de otros campos, como por ejemplo de
aquellas provenientes del campo de las ciencias jurídicas.
La Psicología Jurídica así entendida es algo más que el dar respuesta a las demandas
provenientes del campo jurídico, al introducir nuevos interrogantes, complejizando el nivel
de análisis, al abrir y desplegar el conflicto sobre aquello que lo jurídico “desde el deber ser”,
debe resolver. Este crecimiento paulatino del campo de la Psicología Jurídica ha ido
acompañado de importantes desarrollos teóricos a través de los cuales se intenta dar
respuesta a los principales interrogantes del área, interrogantes que han ido cambiando a la
par de los nuevos problemas. Desde la personalidad del autor, a los psicodinamismos
presentes en la conducta delictiva, al tratamiento del autor, y más tardíamente a las
cuestiones referidas a la victimología con el objeto fundamentalmente de la prevención,
asesoramiento y o tratamiento de aquellos fenómenos psicológicos conductuales y
relacionales que tuvieran incidencia en el comportamiento legal de las personas. Como
medio para lograr dicho fin utiliza métodos que son propios de la Psicología científica.
Son innumerables los antecedentes históricos en relación al desarrollo de la interacción de
la Psicología y lo jurídico, cuya mención excede las posibilidades de esta introducción. La
Psicología desde sus diversas escuelas psicológicas, conductismo, cognitivismo,
psicoanálisis, psicología experimental, ha venido realizando importantes aportes.
El Dr. Juan H. Del Popolo (1996) en su obra “Psicología judicial”, presenta este recorrido
histórico remontándose al año 1835 donde Friedrich escribe su “Manual Sistemático de
Psicología Judicial”, luego cita a Claparede, quien trabaja en el área de la Psicología del
testimonio y escribió diversas obras, entre ellas “La Psicología judicial”, en 1908. Cesar
Lombroso, médico italiano, realizó aportes sobre el estudio de la personalidad del
delincuente, publicó numerosos trabajos, entre ellos “El Hombre Delincuente”, obra editada
en 1871; y en 1906 escribe “Psicología del Testimonio en el proceso penal” y también estudió
el testimonio de los niños y el hipnotismo aplicado al proceso penal. Altavilla en 1925 publica
su obra “Psicología Judicial” en la que analiza temas tales como el proceso psicológico y la
verdad judicial; el proceso psicológico en la normalidad; teniendo en cuenta la edad y el
sexo, las emociones y las pasiones, las diferencias individuales, las perturbaciones del
proceso psíquico, las situaciones de los deficientes o enfermos mentales, de los que simulan,
de la psicología del acusado, del abogado, del ministerio público del juez y sus diferentes
funcionarios.
En el marco del Psicoanálisis, Sigmund Freud escribió una serie de artículos que hacen
referencia a temas estudiados por la Psicología Jurídica, entre ellos se pueden mencionar la
“Indagatoria Forense y el Psicoanálisis” (1906); “El dictamen de la Facultad en el proceso
Halsmann” (1930-1931); “El delincuente por sentimiento de culpa” (1916), así como otros
escritos que contienen importantes aportes teóricos en relación al tema como “El malestar
en la cultura” (1930), “Totem y Tabú”, “Dostoyevsky y el parricidio”(1928), “El porqué de la
guerra”, (1932). Por su parte Alfred Adler realiza aportes a través de su Psicología Individual
en referencia a la estructura y prevención de la delincuencia. Theodor. Reik con su obra
“Psicoanálisis del Crimen” (1942), Alexander y Staub “El delincuente y sus jueces desde el
punto de vista psicoanalítico” (1961). Melanie Klein realizó aportes, especialmente en
relación a los niños “Sobre la Criminalidad” (1934) y “Tendencias criminales en los niños
normales”. Jacques Lacan, entre otros aportes al área, escribió “Una introducción teórica a
las funciones del Psicoanálisis en Criminología”. Winicott en su obra “Deprivación y
Delincuencia” (1990), aporta a la comprensión de la génesis del delito a partir de trabajar
con niños institucionalizados y que habían sufrido deprivaciones maternas. Luis Jiménez de
Asúa (1947) escribe su obra Psicoanálisis Criminal.
Hans von Hentig (1980), en su Tratado de “Psicología Criminal”, describe las características
de la criminalidad atendiendo a las específicas modalidades delictivas, estafadores,
ladrones, homicidas…. Jean Pinatel aporta al estudio de la personalidad criminal en su obra
“La sociedad criminógena” (1979) Franco Ferracuti, el examen de la personalidad del
condenado en el instituto de observación y diagnóstico de Revivía.
Hilda Marchiori, en su obra “Delito y personalidad” (1984), analiza los aspectos psicológicos
presentes en la conducta delictiva, considerando que desde un nivel esta expresa el fracaso
de los mecanismos psíquicos que controlan los impulsos agresivos.
De acuerdo con lo manifestado por el Profesor Juan Del Popolo (1996), en nuestro país se
coincide en situar los comienzos del desarrollo de la Psicología Jurídica en la década de
1960 a 1970, reflejado en investigaciones, con importantes publicaciones en distintos temas
relevantes para la Psicología Jurídica.
A nivel de la enseñanza de la Psicología Jurídica, en los ámbitos universitarios, en nuestro
país, se reconocen los aportes de Emilio Mira y López y Plácido Horas en las universidades
de Buenos Aires y de San Luis.
En Córdoba, la Psicología Jurídica ha tenido un gran desarrollo, incorporada a los planes de
estudio de la Carrera de Psicología, se comienza a enseñar en el año 1986, con la asignatura
Psicología Criminológica, y posteriormente se suman otras materias al área Jurídica, con el
objeto de continuar profundizando en la temática.
La enseñanza en la Universidad de los problemas relacionado a la violencia representa una
importante prevención, preparando a los futuros profesionales para el tratamiento de temas
tan graves y preocupantes para toda la sociedad.
En los estándares presentes en la Resolución Ministerial 343/09 (Ministerio de Educación de
la Nación) se establecen los contenidos curriculares mínimos que deben contener los Planes
de Estudio de las carreras de Licenciatura en Psicología. Se ubica la Psicología Jurídica en
el Área de Formación Profesional y se definen como contenidos mínimos el Desarrollo de la
Psicología Jurídica-Forense y el quehacer del psicólogo en el área; desarrollos de la
psicología criminal; la pericia psicológica: ámbitos de aplicación, formas e instrumentos.
Interrelación con conceptos provenientes del Derecho relacionados con la intervención
profesional. Evaluación e intervenciones en el ámbito de niñez y familia. Las instituciones de
internación penal. Desarrollo de la Victimología. La mediación penal y otras formas de
resolución alternativa de conflictos. Abordajes terapéuticos. Daño Psíquico e Insania.
En la Provincia de Córdoba en 1984 se sanciona la Ley de Ejercicio de la Psicología, Ley Nº
7106, en la que entre otros temas se especifican las disposiciones para el ejercicio de la
Psicología en el área jurídica.
Se considera ejercicio de la profesión de psicólogo en el área de la Psicología Jurídica:
“el estudio de la personalidad del sujeto que delinque, la rehabilitación del penado, la
orientación psicológica del liberado y de sus familiares, la actuación sobre las tensiones
grupales en institutos penales, con tareas de psicohigiene, la colaboración en peritajes,
empleando los instrumentos específicos, la realización de peritajes psicológicos, y estudio
de adopción y de conflictos familiares.” Cabe advertir que otros grandes temas, como los
referentes a la victimología están por cierto incorporados a la Psicología Jurídica, aunque no
lo estén expresamente en la ley, como consecuencia de su desarrollo más tardío en el país.
En síntesis, sin pretender enunciar la multiplicidad de problemáticas que aborda hoy la
Psicología Jurídica, ni la diversidad de ámbitos institucionales en los que desarrolla sus
prácticas, el psicólogo jurídico interviene en:
Procesos de evaluación y diagnóstico de las condiciones psicológicas de los sujetos,
comprendidos en la intervención judicial;
Diseño e implementación de programas de prevención y resolución de conflictos
orientados a distintos niveles: a la comunidad en general, a grupos vulnerables, a sujetos
individuales
Formación de Recursos Humanos profesionales como también de los agentes que
intervienen como operadores en los sistemas institucionales acordes a los nuevos
lineamientos de la Ley de Salud Mental (Ley 26.657)
Orientación y asesoramiento a los órganos legislativos, judiciales y ejecutivo, para la
definición e implementación de políticas públicas en torno a los temas de la especialidad en
resguardo y desde la perspectiva de los Derechos Humanos;
Producción y actualización de conocimientos científicos a través de la investigación y el
uso de metodologías científicas que posibiliten análisis predictivos de diversa índole
Fortaleciendo nuevos dispositivos de resolución de conflictos con la Ley Penal, que se
proponen como superadores de las limitaciones y/o consecuencias negativas de los
procesos de institucionalización clásicos;
Desarrollo de programas enfocados al tratamiento de determinadas modalidades de
criminalidad, delincuencia sexual, delincuencia organizada, como el tráfico de drogas, el
blanqueo de capitales, el tráfico de personas…estos representan objetos e estudios
relativamente nuevos pero que cada vez se están volviendo más y más importantes por la
gravedad que revisten.

Los ámbitos tradicionales de desarrollo de las prácticas del psicólogo jurídico son el ámbito
de Administración de Justicia, Tribunales: Fuero Penal, Fuero de Menores, Fuero de Familia;
Instituciones Penitenciarias y Pospenitenciarias; Instituciones encargadas del Tratamiento
de Jóvenes en Conflicto con la Ley Penal, Centros de Atención a víctimas de delitos, entre
otros, han funcionado mayormente no interrelacionados entre sí.
Hoy se reconoce la necesidad de un enfoque integral ante la naturaleza esencialmente
compleja de los problemas que abordan, que trasciende los espacios institucionales, el saber
disciplinar. No se discute la necesidad del trabajo interdisciplinario, en equipo, la
participación interinstitucional, la articulación intersectorial y por sobre todo el desarrollo de
investigaciones que nos permitan conocer con el objeto de intervenir con fundamentos
científicos en los graves problemas que preocupan a la comunidad en materia de violencia.
El modelo de red, se ofrece como una configuración posible para trabajar con problemáticas
complejas, lo que por cierto connota una suerte de transformación de la cultura institucional.
Implica construir y consolidar un espacio de coordinación intersectorial, interinstitucional y
comunitaria, con objetivos comunes que posibilite intervenciones en distintas dimensiones,
y operativización de los recursos humanos y materiales.
Supone en el abordaje de las problemáticas del área, el pasaje de concepciones simplistas,
deterministas y unilaterales a una comprensión integral y compleja en donde la historia, la
cultura y las características individuales se integren en el presente y en un contexto
particular.
La construcción de modelos capaces de predecir la posibilidad de la ocurrencia de un crimen
a partir de la ocurrencia de daños, amenazas y lesiones implica un desafío tecnológico tanto
en la sistematización de los datos disponibles como respecto a los protocolos estadísticos
para obtención de algoritmos predictivos y su validación.
Existen numerosas herramientas de estadística espacial, que pueden ser usadas para
analizar la variabilidad espacial en la ocurrencia de un hecho, como puede ser un homicidio.
Los mapas de calor obtenidos por interpolación geo estadística, constituyen una buena
herramienta para visualizar la variabilidad espacial de fenómenos que ocurren distribuidos
en el territorio, que deben ser complementados con el análisis de las interacciones complejas
entre las variables consideradas.
Las estadísticas de prevalencia (tasa) constituyen un indicador del nivel generalizado de
violencia a la par que posibilita análisis comparativos temporales como espaciales.
Advertimos que la complejidad de los temas de los que se ocupa la Psicología Jurídica, su
dimensión de análisis interdisciplinario, la interrelación con otras disciplinas a la que hemos
hecho mención, el encuentro en una práctica concreta, en ámbitos institucionales comunes
a distintas disciplinas, hacen necesario la formación y capacitación especializada y
representan un compromiso permanente en la búsqueda de respuestas científicas, que
mancomunadamente aporten a la prevención.

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ISSN: 1794-6638
editor.ratiojuris@unaula.edu.co
Universidad Autónoma Latinoamericana
Colombia

Giraldo Rojas, Juan David


PSICOLOGÍA, CRIMINOLOGÍA Y DELITO: UNA VISIÓN PANORÁMICA
Ratio Juris, vol. 2, núm. 4, enero-junio, 2006, pp. 97-106
Universidad Autónoma Latinoamericana
Medellín, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=585761346009

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PSICOLOGÍA, CRIMINOLOGÍA Y DELITO:
UNA VISIÓN PANORÁMICA
Juan David Giraldo Rojas* .

INTRODUCCIÓN

La explicación y comprensión de lo que se pueda considerar como origen del delito ha sido una preocupación
histórica de la humanidad en la cual se ha invertido mucho esfuerzo. Esta sencilla exposición pretende abor-
dar, desde lo conceptual, este complejo tema con el propósito de realizar algunos aportes que permitan la
ubicación de sus nociones básicas y, desde allí, propiciar futuros desarrollos más claros al respecto.

PALABRAS CLAVES: Psicología, criminología, delito, antisocial, biológico.

VISIÓN PANORÁMICA

Para comenzar es necesario realizar algunas precisiones sobre los aspectos claves con los cuales se titula el
presente escrito y a partir de ellos se desarrollará nuestra exposición. Lo que conocemos como Psicología,
conocimiento psicológico o de lo psicológico es, sin duda alguna, muy anterior a las primeras definiciones que
se han formulado. Etimológicamente se traduce como la ciencia del alma, o de la vida anímica, hasta transfor-
marse en un concepto mucho más complejo, como por ejemplo: Estudio científico del comportamiento y los
procesos mentales1 .

*
Psicólogo Social Comunitario, Especialista en pedagogía para el desarrollo, Consultor académico, Investigador Criminal.
1
FELDMAN, Robert. Psicología con aplicaciones a los países de habla hispana. Tercera edición. Editorial McGraw-Hill. Bogotá.1998.
Página 3.

97
Ratio Juris

Ciencia que estudia el comportamiento humano en del comportamiento delictivo y el desarrollo de prin-
el más vasto sentido, abarca todas las actividades, cipios válidos para el control social del delito. Para
sentimientos y razones de las personas2 . Estudio la consecución de estos objetivos, la Criminología
científico de la conducta y la experiencia, de cómo investiga a partir de los descubrimientos de otras dis-
los seres humanos y los animales sienten, piensan, ciplinas interrelacionadas con ella, tales como la Bio-
aprenden y conocen para adaptarse al medio que les logía, Psicología, Psiquiatría, Sociología, y Antropo-
rodea. La psicología moderna se ha dedicado a reco- logía6 .
ger hechos sobre la conducta, la experiencia y a or-
ganizarlos sistemáticamente, elaborando teorías para Zaffaroni7 conceptúa que Criminología es el saber
su comprensión3 . (conjunto de conocimientos) que nos permite explicar
cómo operan los controles sociales punitivos de nues-
Pasándonos al campo de la Criminología observa- tro margen periférico, qué conductas y actitudes pro-
mos que también se ha presentado un desarrollo con- mueven, qué efectos provocan y cómo se los encubre
ceptual desde su instauración como ciencia, a fina- en cuanto ello sea necesario o útil para proyectar op-
les de siglo XVII, lo cual permite apreciar además ciones o soluciones punitivas alternativas menos vio-
una complejización del concepto: Para Exner4 , la lentas que las existentes y más adecuadas al progreso
criminología se entiende como “biología criminal, una social. Este autor también realiza una diferenciación
teoría del delito como aparición en la vida social y entre la criminología teórica, que se encarga de dar una
en la individual”. explicación más o menos causal – etiológica del delito,
y la criminología aplicada, conocida como política es-
Nicéforo5 , menciona que la criminología debe en- tatal de lucha contra el crimen o la ideología política
tenderse como ciencia introductiva y propedéutica, que orienta el control social punitivo.
que recoja en síntesis los resultados de las varias dis-
ciplinas de que hemos hablado (sociología y antro- Se hace pues evidente dentro de la conceptualiza-
pología criminales), coordinando sus resultados en ción de la criminología su relación ineludible con el
un conjunto armónico. Derecho, entendido como el conjunto de leyes, pre-
ceptos y reglas a que están sometidos los seres hu-
La criminología también se define como ciencia so- manos en su vida social, o ciencia que estudia las
cial que estudia la naturaleza, extensión y causas del leyes y su aplicación, y más específicamente con el
crimen; características de los criminales y de las or- derecho penal, debido a que su objeto de estudio es
ganizaciones criminales; problemas de detención y común: la conducta delictiva; teniendo en cuenta que
castigo de los delincuentes; operatividad de las pri- el enfoque de cada una frente al objeto de estudio es
siones y de otras instituciones carcelarias; rehabili- diferente. Según lo expresa Reyes 8, “…para la
tación de los convictos tanto dentro como fuera de criminología, el delito se considera una conducta
prisión, y la prevención del delito. La ciencia de la antisocial o comportamiento humano que lesione o
Criminología tiene dos objetivos básicos: La deter- ponga en peligro los intereses particulares o sociales
minación de causas, tanto personales como sociales, de alguna entidad y cuya realización altere la armo-

2
URRA, Javier. Tratado de psicología forense. Ediciones siglo XXI – España editores. Madrid. 2002.
3
Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
4
EXNER, Franz. Biología criminal. Editorial REUS. Madrid. 1950.
5
NICÉFORO. Alfredo. Criminología. Editorial J.M. Cajicá. México. 1954.
6
Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
7
ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Criminología: Aproximación desde un margen. Editorial TEMIS. Bogotá. 2003.
8
REYES E, Alfonso. Criminología. Editorial Universidad Externado de Colombia. Bogotá. 1976.

98
Psicología, Criminología y Delito: Una Visión Panorámica

nía del grupo social; para el derecho penal, sólo es Desde el siglo XVIII se han formulado varias teorías
delito aquella especie de conducta que en razón de que han logrado avances en la explicación del delito.
su antisocialidad el legislador ha considerado reco- Uno de los primeros intentos para explicarlo desde
ger en una norma positiva y adscribirle una sanción”. una postura más científica que teológica fue plan-
teado a finales del siglo XVIII por el médico y anato-
El concepto de Delito, implica una aproximación teó- mista alemán Franz Joseph Gall, que intentó rela-
rica cuidadosa debido a los diferentes desarrollos que cionar la estructura cerebral y las inclinaciones del
se han realizado durante su estudio. Emile criminal. Esta teoría fue popular durante el siglo XIX,
Durkheim, teórico social francés y uno de los pione- pero hoy se encuentra abandonada en el descrédito;
ros de la sociología moderna (1858 -1917) expresa: otra teoría biológica más sofisticada fue desarrolla-
“El crimen hiere sentimientos que, para un mismo da a finales del siglo XIX por el criminólogo italiano
tipo social, se encuentran en todas las conciencias Cesare Lombroso, quien afirmaba que los delitos son
sanas y un acto es criminal cuando ofende los esta- cometidos por aquellos que nacen con ciertos rasgos
dos firmes y definidos de la conciencia colectiva”. físicos hereditarios reconocibles, la teoría de
Lombroso fue refutada a comienzos del siglo XX por
Desde lo jurídico penal y de acuerdo con Garrido el criminólogo británico Charles Goring. Este autor
(1984), delito es un “acto que es legalmente sancio- hizo un estudio comparativo entre delincuentes en-
nado”. Para el Código Penal Colombiano el delito es carcelados y ciudadanos respetuosos de las leyes, lle-
una Conducta Punible y para que ésta lo sea se re- gando a la conclusión de que no existen los llamados
quieren tres condiciones: a) Tipicidad, que se encuen- ‘tipos criminales’ con disposición innata para el cri-
tren descritas en la Ley; b) Antijuricidad, que la con- men. Los estudios científicos recientes han confir-
ducta vaya en contra de la Ley y c) Culpabilidad, mado las tesis y observaciones de Goring. Sin em-
que se pueda encuadrar en la culpa, el dolo o la bargo, algunos investigadores siguen manteniendo
preterintención. que ciertas anormalidades en el cerebro y en el siste-
ma endocrino contribuyen a que una persona tenga
En consonancia con lo anterior el concepto de deli- inclinación hacia la actividad delictiva.
to, permite realizar una aproximación a los compor-
tamientos considerados como criminales, los cuales Otro intento de explicación del delito fue iniciado
han sido abordados desde diferentes visiones y que, en Francia (S. XVIII) por el filósofo político
de una u otra manera, están relacionadas con la psi- Montesquieu, que intentó relacionar el comporta-
cología, siendo éstas de orden biológico, psicológico miento criminal con el entorno natural y físico. Sus
y social, sin embargo no se conocen a ciencia cierta sucesores han ambicionado reunir pruebas tendien-
las causas del delito9 . La teoría más antigua a este tes a demostrar que los delitos contra las personas,
respecto, basada en la Teología, afirmaba que los de- como el homicidio, son hasta cierto punto más fre-
lincuentes son personas perversas, que cometen crí- cuentes en climas cálidos, mientras que los delitos
menes de una forma deliberada, porque están insti- contra la propiedad, como por ejemplo el robo, son
gados por el demonio u otros espíritus malignos. más numerosos en regiones frías. Otros estudios pa-
Aunque estas ideas han sido descartadas por la mo- recen indicar que la criminalidad disminuye en di-
derna Criminología, persisten en muchas regiones del recta relación con el descenso de la presión atmosfé-
mundo y se encuentran en el fondo de las razones rica, el incremento de la humedad y con las tempera-
para imponer penas muy severas a los delincuentes. turas altas.

9
GIRALDO R. Juan David. ¿Qué Revelan las Mentes Criminales? Artículo de prensa publicado en el periódico El colombiano. Medellín.
2005.

99
Ratio Juris

Numerosos e importantes criminólogos del siglo XIX, la concepción psicoanalítica, dependería solamente
sobre todo los relacionados con los movimientos so- del grado del desarrollo del súper – yo, y éste, a su
cialistas, han considerado el delito como efecto de- vez, representaría una fuerza oscilante, derivada del
rivado de las necesidades de la pobreza. Estos auto- fondo sádico del instinto destructor (coincidente con
res han señalado que quienes no disponen de bienes la fase anal del erotismo). Una persona socialmente
suficientes para satisfacer sus necesidades y las de buena lo sería en la medida en que era mala para sí
sus familias por las vías legales y pacíficas, se ven misma. La oposición clásica entre malo y bueno que-
empujados con frecuencia al hurto, la prostitución y da, según esto, reducida a estos términos: Malo para
muchos otros delitos. La criminalidad tiende a au- los demás o malo para nosotros. Claro está que los
mentar de una forma espectacular en períodos de psicoanalistas admiten la existencia de personas in-
desempleo masivo. Los criminólogos tienen una vi- diferentes, es decir, ni malas ni buenas; éstas care-
sión más amplia y profunda del problema y culpan cen de vida afectiva; el ello y el súper – yo casi no
de la mayoría de los delitos a todas las condiciones cuentan; solamente domina el yo, calculador y per-
de necesidad y carencia asociadas con la pobreza. fectamente adaptado al principio de la realidad”.
Las condiciones vitales de quienes se hallan en la
miseria, de forma muy especial en los barrios más Son resaltables también las observaciones realiza-
marginados, se caracterizan por la superpoblación, das a principios del siglo XIX por los psiquiatras
la falta de privacidad, los espacios inadecuados para Phillipe Pinel y Benjamín Rush, las cuales permitie-
permanecer, carencia de medios para la diversión y ron identificar por primera vez de forma clara las
problemas de sanidad, este tipo de condiciones ge- características clínicas de los individuos antisociales:
neran sentimientos de necesidad y desesperación que Ineptitud moral, facultades de razonamiento afecta-
conducen al crimen como salida. El problema se agra- das y comportamientos sociales perturbados. Pinel
(1801) fue el primero en utilizar el concepto clínico
va cuando este sentimiento resulta estimulado por
de psicopatía al acuñar el término “manié sans delirie”
el ejemplo de algunos que por esta vía han logrado
(manía sin delirio) para diagnosticar a las personas
escapar de la extrema pobreza, hacia lo que aparece
que demostraban una ira incontrolada y tenían fun-
como una vida mejor.
cionamiento intelectual normal.
Otros teóricos relacionan el delito o la criminalidad El último de los grupos de teorías más importantes
con el estado general de la cultura, sobre todo por el al respecto del Delito es el elaborado por psicólo-
impacto desencadenado por las crisis económicas, gos, psiquiatras mediante estudios realizados por in-
las guerras, las revoluciones y el sentimiento genera- vestigadores durante el siglo XX en estas áreas, como
lizado de inseguridad y desprotección derivados de el criminólogo americano Bernard Glueck y el psi-
tales fenómenos. Cuando una sociedad se vuelve más quiatra británico William Healy, quienes han señala-
inestable y sus ciudadanos sufren mayor angustia y do que cerca de una cuarta parte de la población
temor ante el futuro, la criminalidad tiende a aumen- reclusa está compuesta por sicóticos, neuróticos o
tar. Esto es cierto en lo referente a la delincuencia personas inestables en el plano emocional, y otra
juvenil, como ha evidenciado la experiencia de Es- cuarta parte padece deficiencias mentales. Estas con-
tados Unidos desde la II Guerra Mundial. diciones mentales y emocionales, de acuerdo con
estas teorías, determinan que algunas personas ten-
De las tesis formuladas por Sigmund Freud, padre gan una mayor propensión a cometer delitos. Diver-
del Psicoanálisis, surge una doctrina predominante- sos estudios recientes sobre criminales y delincuen-
mente exógena con la concepción del delito como tes han arrojado más luces sobre los desequilibrios
un “fenómeno de inadaptación social” o como lo ex- psicológicos que pueden conducir a un comporta-
presa MIRA LÓPEZ10 “La conducta moral, según miento criminal.

10
MIRA LÓPEZ, Emilio. Problemas psicológicos actuales. Editorial el Ateneo, 1940.

100
Psicología, Criminología y Delito: Una Visión Panorámica

Desde la mitad del siglo XX, la creencia de que el de comportamientos son objeto de estudio de la psi-
delito puede ser explicado por una teoría única ha cología clínica, la cual para Feldman se define como
caído en el descrédito. Los expertos se inclinan a asu- la rama de la psicología que versa sobre el estudio,
mir las teorías del factor múltiple o de la causa múl- diagnóstico y tratamiento del comportamiento anor-
tiple, es decir, que el delito surge como consecuen- mal12 . Esta disciplina de la psicología se propone el
cia de un grupo numeroso de conflictivas y conver- diagnóstico y tratamiento del comportamiento anor-
gentes influencias biológicas, psicológicas, cultura- mal con la finalidad de alcanzar el bienestar humano
les, económicas y políticas. Las explicaciones basa- y la búsqueda del conocimiento.
das en la causa múltiple parecen más verosímiles que
las teorías anteriores de la simple causa única. Sin Parece perfectamente claro que otro encuentro en-
embargo siguen sin estar claras las causas del delito, tre psicología y criminología se produce en el estu-
porque la interrelación de los factores que se presen- dio de lo que se considera antisocial. En psicología
tan en cada caso es difícil de determinar. se utiliza el término “Comportamiento Antisocial”
para referirse a un conjunto de conductas problemá-
Según los estudiosos de la conducta antisocial en psi- ticas y casi siempre agresivas que se caracterizan por
cología, el delito como fenómeno humano se puede la trasgresión de las normas sociales; este término es
considerar también como: “Serie de comportamien- sinónimo en derecho de los llamados “Actos
tos que causan considerables perjuicios potenciales Delictivos”. Existe un subconjunto de comporta-
a los demás e infringen normas profundamente arrai- mientos antisociales que implican la agresión
gadas y comunes11 ”. interpersonal13 , abarcando las conductas más pertur-
badoras y representan un problema grave de salud
Es pertinente a estas alturas aclarar los puntos de pública, algunos ejemplos de conducta antisocial son
encuentro entre criminología y psicología. Un pri- la desobediencia, agresividad, impulsividad, ataques
mer encuentro se produce por una unión que es re- físicos a otros, homicidio, violencia de los medios
conocida como la Criminología Clínica, la cual se masivos de comunicación, delitos sexuales, maltra-
to infantil, maltrato conyugal, el comportamiento
encarga del diagnóstico y el pronóstico de conducta
antisocial de colectividades (por ejemplo la guerra,
del criminalizado, es una visión básicamente
la violencia de estado, la delincuencia organizada,
biopsicológica o de medicina sociológica institucional
entre otras), el suicidio (en la medida en la que actúa
compuesta por la psiquiatría, la medicina y la psico-
la agresividad interpersonal), las carreras delictivas
logía carcelarias, las cuales se apoyan en el tradicio-
adultas, y los efectos que producen algunas inter-
nal sistema de factores Bio-Psico-Sociales, dando pre-
venciones del sistema judicial.
valencia a las causas biológicas del fenómeno.
En este punto de la exposición vale la pena hacer
Según lo revisado hasta el momento, otro importan- una pequeña reflexión sobre los criterios14 que, des-
te lugar de encuentro entre psicología y criminología de la Psicopatología, se utilizan para explicar o com-
es el estudio de la conducta considerada anormal, prender qué es lo psicopatológico o anormal. Según
desviada, inadecuada o psicopatológica. Este tipo Belloch15 , lo psicopatológico es el objeto mismo de

STOFF, David, BREILING, James y MASER, Jack. Biblioteca de Psicología, Conducta Antisocial: Causas Evaluación y tratamiento.
11

Oxford University Press. Aukcland. 2002.


12
R. FELDMAN, Op. cit., p. 7.
13
La Agresión Interpersonal se define como la amenaza intencional, el intento o aplicación de un daño físico a otros individuos, por
ejemplo: mal trato conyugal, maltrato infantil, lesiones personales, homicidio, etc.
14
Criterio, entendido como una regla o propiedad que guía el conocimiento para conocer la verdad, es una categoría más o menos genérica
sobre cuya base se clasifican y ordenan datos relevantes para un área del conocimiento.
15
BELLOCH, Amparo y otros. Manual de Psicopatología. Editorial McGraw-Hill. Madrid. 1995. Volumen I. Página 48.

101
Ratio Juris

la psicopatología, esto es, un tipo particular de acti- ferencia. Lo psicopatológico sería todo aquello que
vidades, elaboraciones mentales, experiencias y com- se desvía de la normalidad (entendida como el com-
portamientos que, en ciertas ocasiones, realizan, ex- portamiento que por su naturaleza se ajusta
perimentan y/o presentan las personas. Existen pues estadísticamente a las normas fijadas de antemano)
cuatro criterios psicopatológicos básicos: implantando el “criterio de infrecuencia” que se re-
conoce por exacerbaciones de naturaleza cuantitati-
1. Criterio Subjetivo o Intrasiquíco: Proponen que va, permitiendo el uso del concepto de “anormali-
el propio individuo está facultado para diagnosticar dad” como parte del contexto de descubrimiento y
sobre su estado o situación, lo cual se puede eviden- parte del contexto de explicación y justificación. En
ciar por medio de las quejas y manifestaciones ver- este caso la relación funcional con lo criminológico
bales o comportamentales que realiza sobre su pro- se daría en correspondencia a que la conducta crimi-
pia infelicidad, el disgusto que siente por algo, la in- nal estaría contemplada como anormal.
capacidad que demuestre para resolver razonable-
mente un problema, el retraimiento social, los com- 3. Criterios Biológicos: Éstos son de origen no
portamientos ineficaces o incapacitantes, contacto sicológico ya que hacen énfasis en la naturaleza y
deficiente con la realidad, malestar físico y la bús- origen biológico y físico de lo anormal, desviado o
queda de ayuda especializada; en este grupo encon- psicopatológico. Opinan que todas las sicopatologías
tramos una variante conocida como Criterio Alguedónico son esencialmente expresiones de alteraciones y/o
que hace referencia al sufrimiento personal, propio disfunciones en la manera normal de funcionamien-
o ajeno, como un elemento definitorio de la presen- to de una estructura o un proceso biológico. Al acep-
cia de una psicopatología. Estos criterios parten del tar una etiología o causa orgánica se asume el con-
supuesto de que el sujeto es siempre conciente de cepto de “Enfermedad Mental” para la explicación
los problemas que sufre, sus incapacidades, la natu- de la aparición de la sicopatología. Esta posición im-
raleza de éstas y su alcance; el inconveniente radica plica un reduccionismo de lo considerado anormal,
en que en la mayoría de los casos esto no es así y insano, psicopatológico, a lo biológico, desprecian-
sólo en algunas contadas ocasiones el individuo pue- do otras dimensiones del ser humano como la psico-
de descubrir sus propias anomalías, las puede comu- lógica y la social, las cuales conforman la integridad
nicar e incluso determinar su origen, como ejemplos Bio-Psico-Social haciéndose complementarias. Sin
se pueden citar la demencia, los estados sicóticos, embargo, es importante resaltar que esta posición bio-
los estados disociativos, entre otras, en los cuales lógica permitió a la psicología y, por consiguiente a
sería improbable que el sujeto sepa que tiene un pro- la criminología, la posibilidad de romper con la ex-
blema y busque ayuda especializada. Estos criterios plicación mágico-religiosa y la utilización de postu-
estarían fundamentados en teorías filosóficas y ras de tipo científico para la explicación y tratamien-
sicológicas introspeccionistas, que proponen la ob- to de estos fenómenos, como ejemplo podemos ci-
servación interior de los propios actos o estados de tar el avance en las imágenes del cerebro obtenidas
ánimo o de conciencia, que fueron rebatidas fácil- por escáner permiten confirmar y ampliar antiguas
mente por las teorías conductistas. Sin embargo, es hipótesis que establecían una correlación entre el
de anotar que para la psicopatología la información comportamiento criminal y algunos defectos en los
que una persona da de sí misma es una valiosa fuen- lóbulos frontales y temporales o en estructuras
te de datos. En lo que se refiere al encuentro con lo subcorticales como la amígdala y el hipocampo.
criminológico este criterio sicológico permitiría co-
nocer la manera como el criminal se percibe así mis- 4. Criterios Sociales o Interpersonales, que agrupan
mo o busca ayuda para superar su problema. tres criterios básicos:

2. Criterio Estadístico: postula que las variables que A) Consensual: en el cual la definición de
definen psicológicamente a una persona poseen una Psicopatología es cuestión de consenso social y este
distribución “normal” en la población general de re- consenso se ubica en un tiempo, espacio y cultura es-

102
Psicología, Criminología y Delito: Una Visión Panorámica

pecíficos, debido a ello lo psicopatológico sólo existe transgresores son sicópatas, ni sufren de trastorno
en la mente de las personas y el concepto varía según el de personalidad antisocial; ni todos los que sufren
contexto cultural y socio-histórico o por las “normas trastorno de personalidad antisocial son sicópatas.
sociales” que definen lo psicológicamente normal. La relación entre sicopatía y conducta delictiva sólo
se aclara cuando se evalúa el trastorno con procedi-
B) Adaptación social: se refiere a los modos de com- mientos confiables y válidos. Así mismo se puede
portamiento esperables, habituales o considerados afirmar que los sicópatas no son muy frecuentes pero
socialmente correctos, esto permite la base para el son responsables de una cantidad desproporcionada
Criterio Legal de Normalidad en lo que se refiera a la de delitos, esto los hace cualitativamente distintos en
ausencia o presencia de psicopatología en la medida lo que se refiere a: Cantidad de delitos cometidos, tipo
que el sujeto piense, sienta y se comporte como la de comportamiento antisocial, comienzo temprano
sociedad espera que lo haga provocando que la ade- (edad de manifestación), su comportamiento antisocial
cuación al rol social y personal sea marco de referen- lo motivan factores diferentes de los no psicópatas, su
cia para catalogar lo normal, patológico o criminal. victimología y modus operandi es distinto y por último
Se desprende de este tipo de criterio que el objetivo es posible que los factores de personalidad y psicológi-
fundamental de la intervención y el tratamiento se- cos que explican el comportamiento antisocial, en tér-
ría la restauración de la capacidad de adaptación so- minos generales, no se apliquen a los psicópatas16 .
cial (la cual se ha utilizado también como sinónimo
de salud mental, lo que puede inducir a errores ya Sería atinado para efectos de nuestro argumento re-
que éste es un criterio biológico y la adaptación es conocer que fue Cesar Lombroso quien otorgó a la
un criterio más socio-cognitivo), por lo tanto la psi- psicopatía un papel central dentro de la teoría
cología estaría ayudando a que la criminología al- criminológica. Lombroso atribuía la llamada locura
canzara su objetivo máximo que consiste en la moral al “criminal nato” y creía que era una variante
resocialización del delincuente. de la epilepsia, fue el primero en reconocer la impor-
tancia del “impulso atávico irresistible” para expli-
C) Condicionantes Situacionales: Reconocidos como car crímenes cometidos por personas que, en esa
una serie de factores de contingencia época, la sociedad calificaba de “locos”; escribió que
medioambientales, donde el sujeto representa el rol los psicópatas se diferenciaban de la gente normal
que la sociedad le adjudicó y, por lo tanto, si el papel porque odian a los seres más queridos como sus pa-
no es bueno la responsabilidad es de la sociedad y no dres, esposas, maridos, niños, y porque sus actos in-
del actor; esto lo convierte en un alienado privándolo humanos no les causan remordimientos17 .
de dos características fundamentales del ser huma-
no, la autodeterminación y la racionalidad, por lo Esto nos conduce, según lo mencionan los doctores
tanto los demás deberán pensar y decidir por él. Raine y Sanmartín, a reconocer que se ha
promocionado -principalmente por los medios de
Con lo que se ha mencionado hasta aquí es impor- entretenimiento y comunicación visual- una imagen
tante aclarar que la conducta antisocial o conducta de asesino depredador sobre el psicópata, pero en
delictiva es un fenómeno mucho más frecuente en la realidad esto sólo corresponde a algunos individuos
sociedad que las llamadas Psicopatías; por lo tanto debido a que muchos psicópatas ni siquiera llegan a
se considera más común que, en casos aislados, las delinquir o utilizar la violencia y los que lo hacen
personas incurran en actos delictivos menos serios. son una minoría, pero con la característica de ser par-
Los expertos nos sugieren que no todos los ticularmente violenta y reincidente. Aunque la vio-

16
STOFF, David, Op. Cit., p. 14 – 17.
17
McCORD, Joan. Contribuciones Psicosociales a la Violencia y la Psicopatía. Versión española de teresa Farnós. EEUU. 2000.

103
Ratio Juris

lencia se estima como un síntoma claro de psicopa- Bio-psico-social, sobre todo para el caso de
tía (como lo expresan el DSM – IV, el CIE – 10 y los Latinoamérica, y observar el fenómeno del delito des-
criterios del PCL – R) hay que aclarar que la psico- de lo Socio-Psico-Biológico con el propósito de ser
patía no es sinónimo de criminalidad; como lo de- complementarios, lo que nos llevaría a realizar un
muestran los diferentes estudios realizados en po- cuidadoso análisis de los factores de riesgo psico –
blaciones carcelarias que comprueban que la mayo- sociales21 que nos permitan comprender la manera
ría de los criminales no son psicópatas, su tasa co- como ciertos grupos sociales (como por ejemplo las
rresponde en Estados Unidos al 25% de los encar- personas pertenecientes a las clases marginales) se
celados y en España al 4%; de Colombia aún no po- hacen frágiles a la criminalización debido a que son
seemos datos concretos. Para Raine y Sanmartín el más vulnerables psíquicamente porque han sufrido
psicópata es un individuo con una personalidad tras- un proceso previo de condicionamiento que los
tornada, aunque con una mente en buen estado18 . transforma en “buenos candidatos” o estereotipados
para ser criminalizados. Esto hace evidente que el
En otros términos, los expertos de la universidad de régimen ideológico imperante en el sistema penal no
Oxford19 consideran la psicopatía como “Trastorno se preocupe por el castigo de ciertas conductas (per-
de personalidad: Forma de enfermedad mental cró- secución del delito) sino por la selección de ciertas
nica asociada a una serie específica de síntomas que personas (persecución de personas, por ejemplo las
impiden el funcionamiento psicosocial en un núme- de algún tipo de clase marginal) que, por acción de
ro relativamente reducido de personas. Uno de los factores sociales negativos anteriores a su conducta,
síntomas fundamentales de la psicopatía es el com- los presenta como vulnerables de criminalización.
portamiento asocial y antisocial persistente, frecuente
y variado que se manifiesta en las primeras etapas de Debido a lo anterior puede deducirse que se hace
la vida.” Como podemos apreciar estas definiciones necesaria la producción de un saber que permita ayu-
implican la construcción de una nueva concepción dar a estas personas a superar o restituir el deterioro
criminológica y legal de este tipo de personas. causado por el “sistema” el cual lo condiciona pre-
viamente para ser criminalizado. Es aquí donde se
Por lo descrito hasta el momento, se podría afirmar hace pertinente el trabajo de la Psicología en sus dis-
que existen diferencias importantes entre los con- ciplinas Social, los enfoques socio – cognitivos y los
ceptos de delito, psicopatología y psicopatía que per- sociales comunitarios, pasando de las ya trilladas dis-
miten diferenciarlos claramente; el acto delictivo no cusiones entre lo heredado y lo adquirido a la identi-
implica necesariamente una psicopatología y ésta a ficación de los procesos deteriorantes previos a la
su vez no envuelve la existencia de una psicopatía. intervención del sistema penal, el análisis de los agen-
tes que los desarrollan (grupo de crianza, sistema
Llegados a este punto, y como lo propone Zaffaroni20 , social, entre otros) por acción y principalmente por
sería interesante realizar una inversión del concepto omisión y los procesos deteriorantes del sistema pe-

18
RAINE, Adrian y SANMARTÍN, José. VIOLENCIA Y PSICOPATÍA. Centro Reina Sofía para el estudio de la violencia. Editorial
Ariel, SA. Barcelona. 2000.
19
STOFF, David, Op. Cit., p. 1. Capítulo 1: Psicopatías Evaluación y Asociación Con La Conducta delictiva. Escrito por Stephen D. Hart
y Robert D. Hare.
20
ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Criminología: Aproximación desde un margen. Editorial TEMIS. Bogotá. 2003. Capítulo I, página 24.
21
Como por ejemplo: desnutrición, subalimentación en la primera infancia, hacinamiento habitacional, infecciones, deficiencias sanitarias,
intoxicaciones por contaminación ambiental, escolaridad incompleta o inexistente, inadaptación escolar, estigma de la primeras
criminalizaciones sin motivo real, acción despersonalizante de las instituciones estatales, lesiones a la autoestima provocadas por vejámenes
y torturas, etc.

104
Psicología, Criminología y Delito: Una Visión Panorámica

nal (bien sea sobre el criminalizado o sobre los pro- manera más acertada, científica y respetuosa del ser
pios servidores del sistema). humano, mediante la aplicación de algunos criterios
básicos que desde lo subjetivo, estadístico, biológico
Como se puede apreciar, sería interesante y necesa- y social han realizado inestimables contribuciones.
rio aplicar modelos de psicología comunitaria22 como
por ejemplo el modelo de acción social o de cambio Se puede afirmar que existen diferencias importan-
social, el cual pretende explicar cómo los sistemas tes entre los conceptos de delito, psicopatología y
sociales producen reacciones psicológicas y la modi- psicopatía que permiten distinguirlos claramente; el
ficación de estos sistemas, haciendo énfasis en la par- acto delictivo no implica necesariamente una
ticipación comunitaria, con el fin de lograr una psicopatología y ésta, a su vez, no envuelve la exis-
redistribución del poder en la comunidad, con el pro- tencia de una psicopatía.
pósito de conocer los efectos de los factores estruc-
turales sobre las comunidades o las clases margina- Es necesario profundizar mediante el estudio cientí-
les aptas para ser criminalizadas. El objetivo de este fico sobre la naturaleza del psicópata, con el propó-
tipo de intervención psicosocial – comunitaria esta- sito de realizar adelantos teóricos que permitan ac-
ría en devolver el sentimiento de autodeterminación tuar en Derecho de manera que no se evite la aplica-
a las personas, para evitar la despersonalización y ción de una Justicia adecuada, apoyándose simple-
alienación a las que las somete el sistema mente en normas legales atrasadas y científicamente
institucional criminológico; se pretende entonces que cuestionables que permitan decretar la libertad de
los ciudadanos y las comunidades a las que pertene- individuos que indudablemente reincidirán.
cen recuperen o se empoderen de la toma de deci-
siones que afecten sus vidas y su contexto. Es fundamental que las normas legales contemplen
el carácter específico de la psicopatía debido a que
Para terminar esta exposición realizaremos las siguien- aunque un psicópata no esté mentalmente trastor-
tes conclusiones, las cuales naturalmente servirán nado, en el sentido convencional del término, es evi-
como punto de partida hacia futuras discusiones, cons- dente que no se puede considerar como una persona
trucciones, deconstrucciones y reconstrucciones: normal. Por lo tanto, no se le deben aplicar los exi-
mentes legales por enfermedad mental, ni la misma
La comprensión de los conceptos básicos de Psicolo- pena que una persona normal, ni dejársele a su libre
gía y Criminología nos permite apreciar la manera albedrío el recibir o no terapia o algún tipo de entre-
como los saberes de estas dos ciencias se hacen com- namiento en habilidades cognitivas que les permi-
plementarios, transdisciplinares, con el fin de explicar tan comprender los pensamientos y sentimientos de
y comprender un fenómeno complejo como el Delito. los demás.

El desarrollo histórico nos permite comprender que Es esencial para el desarrollo de nuevas compren-
ningún criterio, por sí mismo o de manera aislada, siones del fenómeno delictivo la aplicación de mo-
sería suficiente para definir o explicar un comporta- delos aportados desde nuevas disciplinas psicológi-
miento, sentimiento o actividad mental como algo cas, como la psicología comunitaria, que permitan
desviado, anormal, psicopatológico, psicopático o realizar otras lecturas que profundicen en factores
delincuencial. de tipo estructural y socio económico de los siste-
mas de poder, los cuales inciden en la aparición de
La psicología ha realizado valiosos aportes que han lo que se puede conceptuar, en un tiempo, espacio y
permitido a la criminología abordar el delito de una cultura determinados, como delito.

CHACÓN F, Fernando y GARCÍA G, María Jesús. Modelos teóricos en psicología Comunitaria. Capítulo I.
22

105
Ratio Juris

BIBLIOGRAFÍA

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