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Tarea de Desarrollo Emocional

El desarrollo emocional en la infancia es crucial para el bienestar psicológico y el aprendizaje de los niños, influyendo en su comportamiento y relaciones sociales. Este estudio analiza la importancia de la educación emocional en el nivel preescolar, destacando la necesidad de estrategias pedagógicas que ayuden a los docentes a fomentar la identificación, expresión y regulación de emociones. La intervención educativa propuesta busca fortalecer la autorregulación emocional y crear un ambiente escolar positivo, abordando las dificultades actuales en el manejo emocional en el aula.

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Tarea de Desarrollo Emocional

El desarrollo emocional en la infancia es crucial para el bienestar psicológico y el aprendizaje de los niños, influyendo en su comportamiento y relaciones sociales. Este estudio analiza la importancia de la educación emocional en el nivel preescolar, destacando la necesidad de estrategias pedagógicas que ayuden a los docentes a fomentar la identificación, expresión y regulación de emociones. La intervención educativa propuesta busca fortalecer la autorregulación emocional y crear un ambiente escolar positivo, abordando las dificultades actuales en el manejo emocional en el aula.

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GOBIERNO LIBRE Y SOBERANO DEL ESTADO DE PUEBLA,

SECRETARIA DE EDUCACIÓN DEL ESTADO DE PUEBLA

TITULO

Análisis del desarrollo emocional en el alumno de 2 do grupo A


PRESENTADO POR:
Ingrid Aguilar Castellanos
TUTOR
Rosales Alvarado Alicia Susana
Para obtener el título de licenciatura en Psicología

Año 2025
índice
Resumen
El desarrollo emocional es un componente esencial en la formación integral del niño. Durante los

primeros años de vida, aprenden a identificar, expresar y regular las emociones que favorece no

solo su bienestar psicológico, sino también su capacidad de aprendizaje, comportamiento y

habilidades sociales. Un niño emocionalmente competente es más empático, se adapta mejor a los

cambios, resuelve conflictos de manera saludable y muestra mayor disposición para aprender y

cooperar en entornos educativos. Además, una adecuada autorregulación emocional contribuye a

prevenir problemas de conducta y a fortalecer vínculos positivos con los demás.

Palabras clave: Emociones, Autorregulación, Adaptación y Bienestar.


Capitulo I.
Introducción
El desarrollo emocional del niño es una de las etapas más cruciales de cada alumno de prescolar

en donde llega a influir las emociones en su conducta, en sus relaciones sociales y en su

capacidad para poder comprender cada una de las reacciones que se presentan. Al generar una

gestión emocional adecuada permite que los niños logren identificar, comprender y saber manejar

sus emociones. Esto tiene como veneficio llegar a fortalecer su autoestima, su empatía y también

sus habilidades sociales. En el prescolar Francisco I Madero se han presentado muchos casos con

problemas de conducta y de desarrollo emocional de las cuales no han sido reguladas, cada uno

es detonado por diferentes factores que pueden desencadenar una reacción negativa, la misma

que se llega a presentar en el salón de clases, cada un de los maestros al no tener como una

estrategia adecuada ante dicha situación no logran calmar al niño. Para ello agarramos la teoría

del desarrollo de Piaget donde dice que los niños pasan por 4 etapas; Sensoriomotora,

preoperacional, operaciones concretas y operaciones formales. Para Piaget destaco el juego como

algo crucial en donde se aprenden las habilidades sociales y cognitivas, donde se llega a fomentar

la creatividad y la resolución de los problemas que llegan a tener los niños de prescolar en su

formación tiene un beneficio ya que esta teoría es una valoración de error, lo que se interpreta

donde se llega una gran parte del aprendizaje, el otro es fomentar un aprendizaje activo, lo que se

llega a entender que hay que promover una resolución y explicación de los problemas a través de

juegos para que así el niño tenga una regulación en su conducta y llegar a tener una estructura

educativa que se pueda adaptar en el aula de clases o en este caso en un salón. La segunda teoría

seria del desarrollo infantil de Lev Vygotsky donde el platica que cada niño llega aprender a

través de una interacción social con sus compañeros a lo que se le conoce como la “Zona de

desarrollo próximo”. Los adultos juegan un papel muy importante ya que llegan a proporcionar
un apoyo en el aprendizaje lo que llega a permitir que el niño llegue alcanzar cada una de sus

metas. Esta teoría tiene como beneficio importante en el entorno social en su desarrollo próximo

lo que facilita el aprendizaje a través de la interacción y por último el andamiaje educativo, es

aquel que nos funciona como un apoyo temporal para que el niño llegue a alcanzar sus metas más

allá del nivel actual en su desarrollo. Por último, tenemos la teoría del desarrollo infantil de Erik

Erikson, su teoría se centrar en los desafíos emocionales y sociales que se llega a enfrentar una

persona a lo largo de toda su vida. Los beneficios que trae es comprender las crisis psicosociales

en donde se puede identificar y abordar desafíos emocionales en cada una de las etapas de vida,

lo que es desarrollo de identidad donde facilita una exploración sobre la identidad personal. En

esta tesis proyecto de intervención educativa se verá los objetivos, planteamiento de problema,

variables, las confiables etc. Estudiar el desarrollo emocional nos permite poder brindarle

estrategias educativas respetando el ritmo educativo del niño.

Relevancia del desarrollo emocional en la infancia


El desarrollo emocional es esencial para el bienestar psicológico de los niños, y tiene una gran

influencia en su aprendizaje, en su conducta y en sus relaciones interpersonales. Un niño que ha

aprendido a reconocer y gestionar sus emociones de forma saludable será más capaz de

concentrarse, de asumir responsabilidades, de mostrar empatía y de adaptarse a situaciones

nuevas o adversas.

Por el contrario, los déficits en el desarrollo emocional pueden derivar en dificultades escolares,

problemas de conducta, baja autoestima, ansiedad, aislamiento social e incluso trastornos más

complejos en la edad adulta. Diversos estudios han demostrado que el éxito escolar y social de un

niño no depende exclusivamente de su coeficiente intelectual, sino de su capacidad para

comprender y manejar sus emociones y las de los demás.


Además, el desarrollo emocional cumple una función protectora frente a contextos adversos. La

capacidad de resiliencia a habilidad para adaptarse positivamente a situaciones difíciles está

profundamente relacionada con una buena base emocional. Por ello, resulta prioritario crear

ambientes educativos que no solo promuevan el desarrollo cognitivo, sino también el crecimiento

emocional, desde una perspectiva integral, humana y ética.

El papel de la escuela y del docente en el desarrollo emocional


La escuela es el segundo entorno más influyente, después de la familia, en la vida de un niño. En

ella, los niños no solo aprenden contenidos académicos, sino que también construyen su

identidad, establecen vínculos sociales, desarrollan valores y experimentan emociones complejas.

Por ello, el ámbito escolar tiene una enorme responsabilidad en el acompañamiento del desarrollo

emocional.

En el nivel preescolar, donde los niños están en plena formación emocional, el rol del docente es

crucial. No se trata únicamente de “enseñar” emociones, sino de crear un ambiente afectivo, de

contención y de respeto donde cada niño se sienta escuchado, valorado y comprendido. El

educador debe ser un modelo de conducta emocional: su tono de voz, su manera de resolver

conflictos, su empatía y su capacidad de autorregulación impactan directamente en la formación

emocional del niño.

Las actividades pedagógicas pueden ser diseñadas para favorecer el desarrollo emocional

mediante juegos, dramatizaciones, cuentos, canciones, asambleas, conversaciones grupales o

rutinas diarias que permitan identificar y gestionar las emociones. Además, es indispensable

establecer límites claros, normas consensuadas y una cultura de diálogo que propicie la

convivencia pacífica.
Se entiende como el proceso mediante el cual se promueve en el alumnado la capacidad de

identificar, expresar y regular sus emociones dentro del entorno educativo. Su implementación

enfrenta desafíos significativos, tales como la escasa formación docente en competencias

socioemocionales, las actividades académicas, la limitada disponibilidad de materiales

específicos. Además, el desarrollo emocional cobra especial relevancia frente a las experiencias

adversas con las que muchos estudiantes ingresan al sistema escolar, lo cual exige intervenciones

pedagógicas sensibles y profesionalmente orientadas. Ante este panorama, es urgente fortalecer el

enfoque socioemocional dentro de la educación inicial, dotando a los docentes de herramientas

teóricas y prácticas para acompañar emocionalmente a sus alumnos.

La conducta humana es observable y puede definirse como el conjunto de acciones, reacciones y

expresiones que manifiestan los individuos en su vida cotidiana. Esta se ve influida por factores

biológicos, psicológicos, sociales y culturales, y está profundamente vinculada con las etapas del

desarrollo. A medida que el ser humano crece y madura, su conducta se transforma: pasa de ser

impulsiva y egocéntrica en la infancia a más reflexiva y socialmente regulada en la adolescencia

y adultez. Comprender esta evolución es esencial para educadores, psicólogos, padres y

profesionales de la salud, ya que permite detectar necesidades, prevenir problemáticas y

favorecer un desarrollo sano e integral. En particular, la infancia temprana que comprende los

primeros años de vida es una etapa crítica en la que el desarrollo y la conducta están

estrechamente entrelazados.

Diversas teorías psicológicas han estudiado esta relación. Por ejemplo, Jean Piaget, con su teoría

del desarrollo cognitivo, explicó cómo el pensamiento infantil evoluciona en etapas y cómo este

influye en la forma de actuar y entender el mundo. Por su parte, Erik Erikson analizó los

conflictos psicosociales que los niños enfrentan en cada etapa del desarrollo y cómo su resolución
afecta la formación de la conducta. Lev Vygotsky, en cambio, enfatizó la importancia del entorno

social y el lenguaje como mediadores del desarrollo y la conducta. Todos coinciden en que el

comportamiento de un niño no puede interpretarse fuera del contexto de su crecimiento y

maduración.

La conducta infantil, por tanto, no es solo una manifestación momentánea, sino una expresión del

desarrollo interno del niño. Por ejemplo, una conducta agresiva puede reflejar una falta de

habilidades emocionales o una dificultad para comunicarse; una conducta retraída puede

evidenciar inseguridad o carencias en la interacción social. En este sentido, es fundamental no

limitarse a sancionar la conducta externa, sino entender sus causas y trabajar en el fortalecimiento

del desarrollo que la sustenta.

En el ámbito educativo, el análisis conjunto del desarrollo y la conducta permite generar

estrategias pedagógicas más efectivas. Un docente que comprende las etapas evolutivas del niño

está en mejores condiciones para interpretar su comportamiento, establecer expectativas realistas

y crear un ambiente propicio para el aprendizaje. Asimismo, los centros escolares deben ser

espacios que respeten los ritmos del desarrollo y favorezcan la formación de conductas

autónomas, respetuosas y cooperativas.

En el caso de México, los documentos curriculares como ( PEP, 2017) y la nueva escuela

mexicana y su impacto en la sociedad (Dra. Martha Velda Hernández Moreno, 2024) reconocen

la importancia de atender el desarrollo integral de los niños, incluyendo su dimensión conductual.

Estos programas promueven el aprendizaje basado en el juego, el respeto a las diferencias

individuales y el fortalecimiento de la autonomía, todo lo cual incide en la construcción de c No

obstante, aún se presentan desafíos importantes en el ámbito educativo. En numerosas ocasiones,

las conductas de los niños son interpretadas desde una visión adulto céntrica, sin considerar las
características propias de su desarrollo evolutivo. Además, factores como la sobrecarga

emocional del personal docente, la falta de tiempo, la escasa formación en temas de desarrollo

infantil y la presión por cumplir con los estándares académicos dificultan una atención

pedagógica adecuada a las conductas, las cuales deben comprenderse como expresiones del

proceso de desarrollo integral del niño. Conductas positivas.

Por ello, es urgente promover una visión más comprensiva y científica de la conducta infantil,

que la interprete como parte de un proceso formativo y no solo como un fenómeno disciplinario.

Esto implica capacitar a los adultos que rodean al niño, -padres, maestros y cuidadores-para que

puedan acompañar su desarrollo con empatía, conocimiento y respeto, reconociendo que cada

conducta tiene un significado y puede ser una oportunidad para educar.

El estudio del desarrollo y la conducta es esencial para entender la complejidad del ser humano

desde sus primeros años de vida. Lejos de ser procesos separados, ambos se alimentan

mutuamente y configuran la base de la personalidad, el aprendizaje y la convivencia social.

Comprender esta relación nos permite actuar de forma más consciente y efectiva en los ámbitos

familiar, educativo y social, contribuyendo a la formación de individuos sanos, autónomos y

emocionalmente equilibrados.

Por otra parte el desarrollo emocional en la infancia llega a representar uno de los pilares más

fundamentales para la formación integral del ser humano. En los primeros años de vida, los niños

experimentan una amplia gama de emociones que, si son acompañadas adecuadamente, pueden

convertirse en herramientas para su bienestar, su autonomía, su convivencia social y su

aprendizaje. Por ello, la intervención educativa que atienda y potencie las emociones infantiles no

solo es deseable, sino necesaria dentro de los marcos actuales de la educación humanista.
Ahora desde una perspectiva filosófica, el ser humano ha sido concebido históricamente como un

ser emocional y racional, cuya formación requiere una integración de ambas dimensiones.

Filósofos como Aristóteles sostenían que educar la emoción era clave para la virtud, ya que una

persona justa o valiente no solo actúa correctamente, sino que siente de forma adecuada. Este

planteamiento resalta la necesidad de cultivar las emociones desde la infancia, no como impulsos

a reprimir, sino como capacidades a formar.

Lo que nos trata de decir es que la infancia es determinante para el bienestar presente y futuro del

individuo. Las emociones influyen en el aprendizaje, en la socialización y en la construcción de

la identidad. No obstante, en entornos escolares, las emociones aún son abordadas de forma

reactiva o disciplinaria, sin un enfoque preventivo o formativo.

Objetivo de esta investigación es analizar el proceso del desarrollo emocional en la infancia con

el fin de identificar estrategias educativas que favorezcan el reconocimiento, la expresión y la

autorregulación de las emociones, contribuyendo al bienestar integral y a la formación de

habilidades socioemocionales en los niños.

El estudio del desarrollo emocional es esencial para comprender la conducta infantil, ya que las

emociones influyen directamente en la manera en que los niños actúan, responden ante estímulos,

se relacionan con los demás y enfrentan diversas situaciones. La conducta no es un fenómeno

aislado: es una manifestación externa de procesos internos, principalmente emocionales.

Los niños que no saben identificar o regular sus emociones pueden presentar conductas como

agresividad, retraimiento, berrinches constantes, desobediencia o falta de control. Por el

contrario, aquellos que desarrollan habilidades emocionales tienden a comportarse de forma más

equilibrada, cooperativa y respetuosa. Además, en la etapa preescolar, las emociones todavía


superan la capacidad racional del niño; por lo tanto, educar las emociones es una vía para

moldear positivamente la conducta.

La conducta infantil es una expresión directa del mundo emocional del niño. Cada acción,

reacción o forma de relacionarse refleja lo que el niño siente, aun cuando no pueda expresarlo

verbalmente. Por ello, comprender y trabajar el desarrollo emocional en la infancia permite no

solo prevenir conductas desadaptativas, sino también interpretar su origen y orientar

intervenciones adecuadas tanto en el contexto familiar como en el escolar. La educación

emocional, entonces, se convierte en una herramienta fundamental para fomentar el bienestar

infantil, la sana convivencia y el desarrollo integral del niño.


1. Construcción del objeto de estudio
1.1. Planteamiento del problema
El desarrollo emocional en los niños de seis años que cursan el nivel preescolar constituye un
componente esencial para su bienestar integral, así como para su desempeño académico y social.
En esta etapa evolutiva, los infantes se encuentran en un proceso de adquisición de habilidades
que les permitan identificar, expresar y regular sus emociones de manera adecuada. No obstante,
se ha observado que una proporción considerable de alumnos presenta dificultades significativas
en el reconocimiento de sus emociones, en su expresión y, especialmente, en su autorregulación.
Esta situación repercute negativamente en su comportamiento individual y en la calidad de la
convivencia dentro del aula escolar.
Dicha problemática se ha agudizado ante la carencia de estrategias pedagógicas específicas que
orienten y respalden a los docentes en el acompañamiento emocional de los estudiantes. En
muchos contextos educativos, el personal docente enfrenta estos desafíos sin contar con
herramientas metodológicas suficientes que le permitan intervenir de forma eficaz y oportuna en
el desarrollo emocional del niño.
Por tanto, se considera indispensable identificar y analizar las prácticas actuales relacionadas con
el manejo emocional en el aula, así como las principales necesidades de intervención que se
presentan en este ámbito. Esto permitirá diseñar e implementar estrategias didácticas pertinentes
que fomenten el fortalecimiento de la autorregulación emocional durante la etapa preescolar,
contribuyendo así a una formación más integral y al establecimiento de un clima escolar positivo
y armonioso.
1.2. Pregunta de investigación

¿Qué importancia le asignan los docentes de prescolar al desarrollo emocional?

¿Qué dificultades le asignan los docentes de prescolar al desarrollo emocional?

¿Cómo influye el desarrollo emocional en la conducta en los niños de prescolar?

¿Como influye la interacción entre pares en el desarrollo emocional y la conducta social en los

niños de prescolar?
1.3. Justificación
El proyecto de intervención educativa titulado “Pequeños corazones, grandes emociones” surge
de la necesidad urgente de atender el desarrollo emocional de los niños en edad preescolar,
particularmente en lo que respecta a la autorregulación de emociones intensas. Esta etapa del
desarrollo infantil es decisiva, ya que es cuando los menores comienzan a consolidar sus
capacidades para comprender sus emociones, expresarlas adecuadamente y establecer relaciones
sociales positivas.
Diversas investigaciones en el ámbito de la psicología educativa y el desarrollo infantil han
demostrado que la competencia emocional no solo influye en el bienestar psicológico del niño,
sino que también impacta directamente en su rendimiento académico, su autoestima y su
capacidad para resolver conflictos. En este sentido, la autorregulación emocional es una habilidad
central que permite a los niños manejar adecuadamente la frustración, la tristeza, el enojo o la
euforia, sin que estas emociones interfieran de manera negativa en su comportamiento o en sus
interacciones con los demás.
No obstante, en el contexto educativo actual, particularmente en regiones como Tabasco, se ha
identificado una carencia de estrategias pedagógicas sistematizadas que permitan abordar esta
dimensión desde el aula. Los docentes, a pesar de sus esfuerzos, frecuentemente carecen de
herramientas teóricas y prácticas para intervenir eficazmente ante comportamientos emocionales
desbordados, lo cual genera un ambiente escolar tenso y afecta la dinámica grupal.
En este marco, la presente propuesta tiene como propósito ofrecer a docentes y estudiantes una
serie de técnicas, actividades y sesiones formativas que puedan ser implementadas de forma
sencilla, pero con fundamento teórico, en el entorno escolar. Se busca, por un lado, fortalecer la
labor del docente mediante la capacitación en temas de educación emocional, y por otro,
favorecer en los alumnos el reconocimiento, la expresión y la regulación de sus emociones a
través de prácticas concretas y adaptadas a su nivel de desarrollo.
Al desarrollar estas competencias, no solo se mejora el clima del aula, sino que también se
construyen las bases para una formación integral que considera al niño como un ser emocional,
cognitivo y social. Por ello, este proyecto representa una intervención pertinente, oportuna y
alineada con los principios de la Nueva Escuela Mexicana, que promueve una educación centrada
en el bienestar del alumno y la formación de ciudadanos empáticos, responsables y
emocionalmente competentes.
1.4. Objetivos
1.4.1 Objetivo general
Analizar el desarrollo emocional de los alumnos del nivel preescolar con el propósito de
identificar sus principales necesidades afectivas y diseñar estrategias educativas que favorezcan
la autorregulación emocional, contribuyendo así a su bienestar integral y a la mejora de la
convivencia escolar.
1.4.2 Objetivos particulares
Describir las conductas emocionales que manifiestan los niños durante la jornada escolar,
identificando reacciones frecuentes ante situaciones cotidianas.
Analizar las estrategias implementadas actualmente por los docentes de preescolar para
acompañar a los niños en el manejo de sus emociones.
Conocer cómo los docentes enfrentan y gestionan situaciones relacionadas con el desarrollo
emocional de sus alumnos dentro del aula.
Diseñar y aplicar una propuesta de intervención que incluya actividades didácticas orientadas al
fortalecimiento de la autorregulación emocional en los niños.
Evaluar los efectos de la intervención educativa en la conducta emocional de los niños y en la
dinámica del aula.
1.5. Hipótesis

Hipótesis general:

Si se identifican de manera adecuada las necesidades emocionales de los niños en edad preescolar

y se diseñan estrategias educativas centradas en la autorregulación, entonces se favorecerá

significativamente su desarrollo emocional, mejorando su bienestar integral y la convivencia

dentro del aula.

Hipótesis alternativa 1:

La implementación de estrategias didácticas específicas para el manejo de emociones en

preescolar permitirá una mejora observable en la capacidad de autorregulación emocional de los

alumnos y reducirá conductas disruptivas en el entorno escolar.

Hipótesis alternativa 2 (relacional):

Existe una relación positiva entre la aplicación de intervenciones educativas en el aula y el

fortalecimiento del desarrollo emocional en niños de preescolar, particularmente en lo que

respecta a la regulación de emociones intensas.


1.6. Variables
Variable independiente:
Estrategias educativas para la autorregulación emocional
Se refiere al conjunto de actividades didácticas, recursos pedagógicos y técnicas aplicadas por los
docentes con el fin de favorecer el reconocimiento, la expresión y el control de las emociones en
los niños de nivel preescolar.
Variable dependiente:
Desarrollo emocional de los niños en edad preescolar
Hace referencia al progreso en las capacidades socioemocionales de los alumnos, especialmente
en lo relacionado con la identificación de emociones, su expresión adecuada y la regulación de
emociones intensas como el enojo, la tristeza o la frustración.
Relación entre variables:
La aplicación de estrategias educativas adecuadas (variable independiente) influye positivamente
en el desarrollo emocional de los niños de preescolar (variable dependiente), fortaleciendo su
autorregulación emocional y mejorando su comportamiento y convivencia en el aula.
Capitulo III. Marco teórico

El presente capítulo tiene como finalidad presentar los fundamentos teóricos que sustentan la

investigación sobre el desarrollo emocional en la infancia. Se abordan las principales

conceptualizaciones del desarrollo emocional, sus implicaciones en el nivel preescolar y las

teorías psicológicas que explican su evolución. Además, se exploran las bases educativas y

normativas que respaldan su abordaje desde el ámbito escolar, especialmente en el contexto

mexicano.

Teorías que sustentan el desarrollo emocional

Erik Erikson: Teoría del desarrollo psicosocial

Erikson (1950) plantea que el desarrollo humano atraviesa ocho etapas psicosociales. En la etapa

preescolar (3 a 6 años), el niño se enfrenta al conflicto entre iniciativa vs. culpa, donde empieza a

tomar decisiones, explorar su entorno y actuar con autonomía. El éxito en esta etapa fortalece su

confianza y autoestima, mientras que el fracaso puede generar inseguridad emocional.

En el contexto del desarrollo emocional infantil, las tres primeras etapas son particularmente

relevantes:

Primera etapa: Confianza vs. Desconfianza (0 a 18 meses)

El niño depende totalmente de sus cuidadores. Si recibe atención afectiva, cuidado constante y un

entorno seguro, desarrollará un sentido básico de confianza en el mundo. En caso contrario,

puede desarrollar ansiedad, miedo o desconfianza hacia los demás.


Segunda etapa: Autonomía vs. Vergüenza y duda (18 meses a 3 años)

En esta fase, los niños comienzan a desarrollar control sobre su cuerpo y decisiones. Si se les

permite experimentar con independencia y se les brinda apoyo, consolidan su autoestima. Pero si

son ridiculizados o controlados en exceso, pueden desarrollar vergüenza y duda sobre sus

capacidades.

Tercera etapa: Iniciativa vs. Culpa (3 a 6 años)

Esta es la etapa más relacionada con la edad preescolar. El niño empieza a tomar iniciativas:

inventa juegos, realiza preguntas, propone actividades. Si estas acciones son validadas, el niño se

sentirá competente y valioso; en cambio, si se le reprende o inhibe constantemente, puede

desarrollar sentimientos de culpa, lo que afecta su motivación, creatividad y expresión emocional.

Erikson destaca que el desarrollo emocional no se limita a una etapa, sino que es un proceso

continuo en el que cada resolución exitosa fortalece la personalidad y permite afrontar nuevas

etapas con mayor estabilidad emocional. En este sentido, la escuela y la familia desempeñan un

papel fundamental en la construcción de una imagen positiva de sí mismo y en la regulación

emocional del niño. Para Erikson, las emociones no son solamente respuestas biológicas, sino el

reflejo de la interacción entre el individuo y su entorno social.

Lev Vygotsky: Enfoque sociocultural

Para Vygotsky, el desarrollo emocional está mediado por la interacción social, el lenguaje y el
entorno cultural. La emoción y el pensamiento se desarrollan de forma integrada, y el adulto
cumple un rol crucial como mediador que guía al niño en la regulación de sus emociones.
La mediación social en las emociones
Vygotsky enfatiza que las herramientas culturales, especialmente el lenguaje, desempeñan un
papel clave en la autorregulación emocional. Cuando un adulto ayuda al niño a nombrar lo que
siente ("Estás enojado porque tu juguete se rompió"), le proporciona no solo comprensión sino
también una vía para gestionar esa emoción.
Esta capacidad de regulación emocional se construye progresivamente a través de la zona de
desarrollo próximo (ZDP), que Vygotsky define como la distancia entre lo que el niño puede
hacer solo y lo que puede lograr con la guía de un adulto o compañero más competente. Aplicado
al desarrollo emocional, significa que los niños pueden aprender a manejar sus emociones más
complejas si cuentan con apoyo afectivo y guía adecuada en su entorno.
Rol del entorno escolar
El enfoque sociocultural sugiere que la escuela es un espacio ideal para fomentar el desarrollo
emocional, siempre que proporcione un entorno afectivo, respetuoso y cooperativo. La
interacción con maestros y compañeros permite al niño interiorizar normas sociales, comprender
diferentes perspectivas emocionales y practicar habilidades de autorregulación.
Desde esta perspectiva, el desarrollo emocional no es sólo un proceso madurativo, sino un
proceso educativo, en el que los adultos cumplen una función esencial al modelar respuestas
emocionales, nombrar sentimientos y ofrecer herramientas para resolver conflictos de forma
constructiva.
Daniel Goleman: Inteligencia emocional
Goleman (1995) popularizó el concepto de inteligencia emocional, que comprende cinco
habilidades fundamentales: autoconciencia, autorregulación, motivación, empatía y habilidades
sociales. Estas competencias permiten a los individuos manejar eficazmente sus emociones y
establecer relaciones positivas.
Goleman define la inteligencia emocional como la capacidad para reconocer nuestros propios
sentimientos y los de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las emociones en nuestras
relaciones. Esta perspectiva resulta especialmente relevante en el contexto educativo, ya que
considera que estas habilidades pueden ser enseñadas y aprendidas desde la infancia.
Cinco componentes de la inteligencia emocional
Según Goleman (1995), la inteligencia emocional se compone de cinco dimensiones principales:
-Autoconciencia: Capacidad para reconocer y comprender las propias emociones. En los niños,
esto implica identificar si están tristes, felices, enojados o nerviosos, y por qué.
-Autorregulación: Habilidad para manejar impulsos y emociones negativas, como la frustración o
la ira. Un niño que se calma antes de reaccionar agresivamente está desarrollando esta habilidad.
-Motivación: Tendencia a dirigir las emociones hacia metas positivas, como aprender o colaborar.
La motivación emocional impulsa el entusiasmo y la persistencia.
-Empatía: Capacidad para comprender cómo se sienten los demás. Los niños empáticos pueden
ponerse en el lugar del otro, consolar a un compañero o compartir.
-Habilidades sociales: Competencias necesarias para establecer relaciones sanas, resolver
conflictos y cooperar con los demás.
Relevancia en el desarrollo infantil
En la infancia, estas competencias emocionales sientan las bases para el desarrollo de una
convivencia armónica, el aprendizaje significativo y la salud mental futura. Goleman sostiene que
los niños que desarrollan inteligencia emocional presentan mayor resiliencia, mejores relaciones
sociales y un mejor desempeño escolar.
Además, destaca que estas habilidades no son innatas, sino que se desarrollan a través de la
práctica, la guía de los adultos y el ambiente emocional que los rodea. Por ello, el rol del maestro
y la familia es fundamental, tanto como modelos de conducta como facilitadores de estrategias
para el desarrollo emocional.
Aplicaciones en el aula preescolar
Desde la perspectiva de Goleman, las escuelas deben convertirse en espacios donde los niños
aprendan a identificar lo que sienten, expresar sus emociones de forma adecuada, y relacionarse
respetuosamente. Esto se puede lograr mediante actividades como:
-Círculos de diálogo emocional.
-Juegos de roles y dramatizaciones.
-Lectura de cuentos que exploren emociones.
-Técnicas de respiración y relajación.
-Resolución pacífica de conflictos.
Rafael Bisquerra: Educación emocional
Bisquerra (2003, 2011) propone que la educación emocional debe ser un proceso planificado e
intencionado dentro del currículo escolar. Su enfoque se basa en el desarrollo de competencias
emocionales como herramienta para el bienestar personal y social. Defiende la inclusión de
programas de educación emocional desde el nivel preescolar.
Bisquerra (2003) define la educación emocional como un proceso educativo, continuo y
permanente, orientado al desarrollo de competencias emocionales, con el objetivo de mejorar el
bienestar personal y social. Esta propuesta parte del reconocimiento de que las emociones
influyen profundamente en los procesos de aprendizaje, en la toma de decisiones, en la
motivación y en la convivencia.
Competencias emocionales propuestas por Bisquerra
Bisquerra identifica cinco competencias emocionales básicas que deben desarrollarse desde
edades tempranas:
-Conciencia emocional: Capacidad para identificar y comprender las propias emociones y las de
los demás.
-Regulación emocional: Habilidad para manejar emociones intensas como el enojo, la frustración
o la tristeza, de forma adaptativa.
-Autonomía emocional: Implica autoestima, responsabilidad, seguridad emocional y actitud
positiva ante la vida.
-Competencia social: Capacidad para establecer relaciones saludables, cooperar, y comunicarse
de forma asertiva.
-Habilidades de vida y bienestar: Incluyen toma de decisiones responsable, pensamiento crítico, y
manejo del estrés.
Estas competencias pueden y deben desarrollarse en el entorno escolar, de forma sistemática y
planificada, desde la etapa de educación preescolar.
La educación emocional en el ámbito escolar
Bisquerra destaca que el sistema educativo tradicional ha priorizado el desarrollo cognitivo,
descuidando el ámbito emocional. Por ello, propone integrar programas específicos de educación
emocional dentro del currículo escolar, adaptados a cada etapa del desarrollo. En el nivel
preescolar, esto se traduce en actividades lúdicas, cuentos, juegos de expresión emocional,
dramatizaciones y rutinas de autorregulación que permitan al niño experimentar, identificar y
gestionar sus emociones de manera progresiva. Además, subraya que el docente debe ser formado
en competencias emocionales, ya que es un modelo directo para el niño. La educación emocional
no se enseña solo con actividades específicas, sino con la forma en que el adulto responde a las
emociones, crea vínculos y resuelve los conflictos del día a día.
Educación emocional y bienestar
Uno de los principales aportes de Bisquerra es vincular la educación emocional con el bienestar
subjetivo y la prevención de problemas psicosociales como el estrés, la ansiedad, el acoso escolar
o la violencia. Según su visión, un niño emocionalmente competente tiene mayores
probabilidades de desarrollarse como un adulto equilibrado, empático y resiliente.
3.1. Bases teóricas y conceptos
2.1 Concepto de desarrollo emocional
El desarrollo emocional es el proceso mediante el cual los seres humanos adquieren la capacidad
de identificar, expresar, comprender y regular sus propias emociones, así como interpretar y
responder a las emociones de los demás (Denham, 2006). En la etapa preescolar, este desarrollo
es crucial, ya que constituye la base para establecer vínculos afectivos sanos, desarrollar empatía,
resolver conflictos y adaptarse al entorno escolar.
2.2 Importancia del desarrollo emocional en preescolar
En los primeros años de vida, los niños comienzan a construir su identidad emocional, y el
entorno escolar se convierte en un espacio clave para modelar y reforzar conductas positivas.
Según Goleman (1995), la inteligencia emocional —que abarca habilidades como la
autorregulación, la motivación, la empatía y las habilidades sociales— es tan importante como el
coeficiente intelectual para el éxito personal y académico. La etapa preescolar, por lo tanto, es un
momento decisivo para estimular estas competencias. Niños que logran regular sus emociones
tienden a mostrar mayor disposición para el aprendizaje, relaciones más estables y mejor
integración social.
Teorías relevantes
Lev Vygotsky – Enfoque sociocultural
Vygotsky (1978) plantea que el desarrollo emocional, al igual que el cognitivo, se construye a
través de la interacción social. La mediación del adulto (en este caso, el docente) es fundamental
para que el niño adquiera herramientas que le permitan identificar y controlar sus emociones en
contextos sociales y educativos.
Daniel Goleman – Inteligencia emocional
Goleman (1995) argumenta que la inteligencia emocional es clave para la adaptación y el éxito en
la vida. Desde su enfoque, el desarrollo emocional no es innato, sino una competencia que puede
enseñarse, especialmente en contextos escolares. El autor propone que las escuelas deben
incorporar programas de alfabetización emocional desde los primeros años.
Erik Erikson – Etapas del desarrollo psicosocial
Erikson (1963) señala que entre los 3 y los 6 años los niños atraviesan la etapa de “iniciativa vs.
culpa”, en la que comienzan a desarrollar independencia emocional. La manera en que sus
emociones son aceptadas o reprimidas por los adultos influirá en su seguridad emocional y en su
autoestima. Un entorno educativo seguro, afectivo y estructurado les permite avanzar
positivamente en esta etapa.
Autorregulación emocional
La autorregulación emocional se refiere a la habilidad de manejar y controlar los propios estados
emocionales de forma voluntaria, adaptativa y socialmente aceptable (Gross, 1998). En la
educación preescolar, esta competencia debe ser guiada por el adulto mediante el modelado de
conductas, el acompañamiento emocional y la implementación de estrategias didácticas que
promuevan la reflexión y el autocontrol.
4. Metodología
4.1. Definición de enfoque y tipo
La presente investigación se enmarca en un enfoque cualitativo, ya que se pretende comprender e
interpretar el fenómeno del desarrollo emocional en niños de nivel preescolar desde la
perspectiva de sus manifestaciones conductuales, las estrategias empleadas por los docentes y el
entorno escolar. Este enfoque permite explorar de manera profunda las experiencias individuales
y colectivas que inciden en la formación emocional de los alumnos
Tipo de estudio
Se trata de un estudio de tipo descriptivo, centrado en identificar las prácticas educativas, las
emociones observadas en los niños y las herramientas pedagógicas utilizadas para promover su
autorregulación emocional. El estudio busca aportar información útil para el diseño de estrategias
que fortalezcan el desarrollo emocional en esta etapa.
4.2. Alcances
El presente proyecto de intervención educativa se circunscribe al análisis y fortalecimiento del
desarrollo emocional en niños de nivel preescolar, con especial énfasis en la autorregulación de
emociones intensas en estudiantes de cinco a seis años de edad, en el contexto de una institución
educativa pública en la región de Tabasco.
Los alcances de esta investigación comprenden:
La identificación detallada y el análisis crítico de las conductas emocionales manifestadas por los
alumnos durante la jornada escolar, así como de las estrategias pedagógicas implementadas por
los docentes para su manejo.
El diseño, implementación y evaluación de una propuesta educativa basada en actividades
didácticas orientadas al desarrollo y fortalecimiento de competencias socioemocionales,
particularmente en la regulación emocional.
La capacitación y acompañamiento docente con el propósito de mejorar su desempeño en la
gestión emocional dentro del aula, promoviendo así una práctica educativa integral.
La valoración del impacto de la intervención en el bienestar emocional y social de los niños, así
como en la mejora de la convivencia y el clima escolar.
Se delimita que esta investigación se focaliza exclusivamente en el ámbito socioemocional, sin
abordar en profundidad otras dimensiones del desarrollo infantil, como la cognitiva o motriz,
aunque reconoce su interrelación con el bienestar emocional.
De igual manera, se aclara que los resultados obtenidos serán específicos al contexto y población
donde se lleve a cabo la intervención, por lo que su extrapolación a otros escenarios educativos
debe realizarse con criterio y considerando las particularidades contextuales correspondientes.

4.3. Método
El presente proyecto adopta un enfoque mixto, combinando elementos cualitativos y cuantitativos
para obtener un análisis integral del desarrollo emocional en niños de preescolar. El enfoque
cualitativo permite explorar en profundidad las conductas emocionales y las prácticas docentes,
mientras que el cuantitativo facilita la medición de cambios y efectos derivados de la
intervención educativa.

4.4. Instrumentos y técnicas


Técnicas e instrumentos de recolección de datos
Se utilizarán las siguientes técnicas:
-Observación no participante: Se aplicará una guía de observación para registrar conductas
emocionales recurrentes, interacciones entre pares y respuestas del docente ante situaciones
emocionales.
-Entrevistas semiestructuradas: Dirigidas a docentes y directivos para conocer su percepción,
estrategias y necesidades formativas en torno al desarrollo emocional.
-Diario de campo: Permitirá registrar impresiones y situaciones relevantes durante la estancia en
el aula.
4.5. Población y muestra
Contexto y participantes
La investigación se llevará a cabo en un jardín de niños ubicado en el estado de Tabasco, México,
específicamente con alumnos de tercer grado de preescolar (niños de 5 a 6 años). Los
participantes serán seleccionados mediante un muestreo intencional e incluirán:
1 alumno, cuyas conductas emocionales se observarán en diversas actividades del aula.
1 docentes, quienes compartirá su experiencia en el manejo de emociones en el aula a través de
entrevistas semiestructuradas.
4.6. Descripción del procedimiento
El procedimiento para el análisis del desarrollo emocional en el presente proyecto de intervención
educativa consta de varias fases secuenciales que garantizan una evaluación integral y sistemática
del fenómeno, así como la implementación efectiva de estrategias que favorezcan la
autorregulación emocional en niños de preescolar.
Fase 1: Diagnóstico inicial
Se inicia con la recopilación de información mediante observación directa en el aula, donde se
registran las conductas emocionales y reacciones de los niños durante diferentes momentos de la
jornada escolar. Paralelamente, se realizan entrevistas semiestructuradas con los docentes para
conocer las estrategias que utilizan y los retos que enfrentan en el manejo emocional de los
alumnos. Se aplican instrumentos complementarios, como cuestionarios para evaluar el
conocimiento docente sobre educación emocional y escalas adaptadas para observar la capacidad
de autorregulación en los niños.
Fase 2: Análisis de la información
Los datos recolectados se procesan y analizan de manera cualitativa y cuantitativa. Se identifican
patrones conductuales, dificultades recurrentes en la regulación emocional y fortalezas tanto en
los alumnos como en las prácticas docentes. Esta etapa permite establecer las áreas prioritarias de
intervención y diseñar una propuesta educativa pertinente y contextualizada.
Fase 3: Diseño de la intervención
Con base en el diagnóstico, se elaboran actividades didácticas específicas orientadas al
fortalecimiento de la autorregulación emocional. Se planifican sesiones de capacitación para los
docentes, donde se les brindan herramientas teóricas y prácticas para acompañar a los niños en el
manejo emocional, fomentando un ambiente escolar positivo y seguro.
Fase 4: Implementación de la intervención
La propuesta se aplica en el aula durante un periodo definido, generalmente de 8 a 10 semanas.
Se desarrollan actividades lúdicas y formativas con los niños, promoviendo el reconocimiento, la
expresión y el control de sus emociones. Los docentes implementan las estrategias aprendidas,
con acompañamiento y supervisión del equipo investigador.
Fase 5: Evaluación post-intervención
Al concluir el periodo de intervención, se realiza una nueva observación y aplicación de
instrumentos para evaluar cambios en las conductas emocionales de los niños y en la práctica
docente. Se comparan los resultados con la línea base para determinar el impacto de la propuesta.
Fase 6: Retroalimentación y ajuste
Finalmente, se presenta un informe con los hallazgos y se realizan sesiones de retroalimentación
con los docentes y directivos, con el fin de ajustar y mejorar las estrategias implementadas,
consolidando un modelo replicable y sostenible.
Capitulo II. Estado de la Cuestión
2.1 Introducción
El desarrollo emocional en la infancia representa uno de los pilares más importantes en la
formación integral del ser humano. Este proceso abarca la adquisición de habilidades que
permiten al niño reconocer, expresar, comprender y regular sus emociones, así como establecer
relaciones saludables con los demás. La palabra emociones tiene su origen en el latín emitió, que
significa "movimiento o impulso", lo cual hace referencia al dinamismo que las emociones
provocan en la conducta y las decisiones de una persona. Desde esta perspectiva, se entiende que
las emociones no solo son reacciones pasajeras, sino fuerzas internas que movilizan al individuo
en su interacción con el mundo.
Durante los primeros años de vida, el niño comienza a experimentar una amplia gama de
emociones, desde el llanto como forma básica de comunicación hasta manifestaciones más
complejas como la alegría, el enojo, la frustración o la empatía. Estas emociones forman parte
natural de su crecimiento y constituyen una base esencial para el desarrollo de la personalidad, la
autoestima y la socialización. El desarrollo emocional, entonces, no se da de forma aislada; por el
contrario, está estrechamente vinculado a factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales.
En este sentido, el entorno familiar, escolar y comunitario cumple un papel determinante.
En el ámbito educativo, especialmente en la educación preescolar, se reconoce la importancia de
favorecer entornos emocionales seguros donde el niño pueda expresar sus sentimientos sin temor,
aprender a nombrarlos y encontrar estrategias para gestionarlos de manera adecuada. Los
docentes, al ser figuras significativas en esta etapa, influyen directamente en la formación
emocional de los niños mediante la observación atenta, la contención afectiva y la enseñanza
explícita de habilidades sociales y emocionales. Asimismo, la implementación de actividades
lúdicas, el uso del lenguaje emocional y el modelado de conductas positivas ayudan a fortalecer
la inteligencia emocional desde edades tempranas.
Cabe destacar que el desarrollo emocional no sigue un patrón único en todos los niños. Cada uno
evoluciona a su propio ritmo, influenciado por su temperamento, sus experiencias de vida y la
calidad de sus vínculos afectivos. Sin embargo, cuando este desarrollo se ve obstaculizado—por
ejemplo, ante la falta de apego seguro, experiencias traumáticas o entornos poco estimulantes—
pueden surgir dificultades para el manejo de emociones intensas, lo cual impacta en su
comportamiento y en su rendimiento escolar.
Promover un desarrollo emocional saludable en la infancia tiene beneficios a largo plazo. Los
niños que aprenden a identificar y gestionar sus emociones tienden a establecer relaciones más
positivas, muestran mayor empatía, resuelven conflictos de manera asertiva y tienen una mejor
adaptación social. Por tanto, no se trata únicamente de un aspecto afectivo, sino de un
componente esencial para el bienestar general y el éxito personal y académico del niño.
En conclusión, el desarrollo emocional en el niño es un proceso progresivo, complejo y
fundamental para su formación integral. Comprender su significado y su importancia permite a
padres, educadores y profesionales de la infancia crear ambientes que favorezcan el crecimiento
emocional sano. A través del acompañamiento respetuoso, el ejemplo y la educación emocional,
se puede contribuir de manera significativa al desarrollo de niños más seguros, conscientes de sí
mismos y capaces de enfrentar los desafíos de la vida con equilibrio emocional.
Durante la etapa preescolar, los niños atraviesan una etapa de alta sensibilidad emocional.
Comienzan a experimentar emociones más complejas y necesitan acompañamiento para entender
lo que sienten. En este proceso, los adultos que los rodean, especialmente los padres y docentes,
cumplen un rol clave. A través del ejemplo, del lenguaje afectivo, de la validación emocional y de
la creación de ambientes seguros, los adultos enseñan a los niños cómo manejar sus emociones,
cómo relacionarse con los demás y cómo actuar frente a situaciones que les generan alegría,
miedo, enojo o tristeza.
Es importante señalar que el desarrollo emocional no ocurre de manera automática ni igual en
todos los niños. Depende de múltiples factores, como el temperamento individual, la calidad de
las relaciones afectivas, el contexto familiar y las experiencias que cada niño vive. Por ello,
cuando un niño no recibe el acompañamiento adecuado, puede presentar dificultades emocionales
que afecten su conducta, su aprendizaje y su integración social. En estos casos, se vuelve aún más
relevante la intervención de educadores y profesionales que favorezcan el desarrollo emocional a
través de estrategias intencionales y respetuosas.
En conclusión, el desarrollo emocional en el niño tiene como finalidad formar personas
emocionalmente sanas, capaces de enfrentar la vida con inteligencia emocional, empatía y
equilibrio. Su importancia radica en que constituye la base del bienestar individual y colectivo, y
es un proceso que debe ser acompañado con responsabilidad desde el hogar y la escuela. Invertir
en el desarrollo emocional en la infancia es invertir en el futuro de una sociedad más humana,
comprensiva y resiliente.
2.2Desarrollo emocional en el Niño

Definición del desarrollo emocional

El desarrollo emocional es un proceso que tiene el niño donde llega a adquirir conciencia propia

para una comprensión y un gran manejo sobre sus emociones. Desde que cada niño nace

atraviesa una gran variedad de emociones, como la tristeza, el enojo, la alegría y el amor.

Conforme el niño se va desarrollando es donde poco a poco llega a reconocer, a regular y también

a expresar cada una de sus emociones de una manera sana. El desarrollo emocional es una parte

muy importante para su bienestar del niño ya que les permite establecer una relación sana para

enfrentar desafíos y poder desarrollar una autoestima adecuada.

Este tema ha cobrado una importancia creciente dentro del ámbito educativo, psicológico y

social, particularmente en los primeros años de vida, cuando se sientan las bases para una

adecuada salud mental, el bienestar personal y la convivencia social. Diversas investigaciones

nacionales e internacionales han abordado esta temática desde diferentes enfoques teóricos y

metodológicos, destacando su carácter transversal en la formación integral del niño.

En el plano internacional, autores como Daniel Goleman en el año 1995 han influido
significativamente con sus aportes sobre la inteligencia emocional, argumentando que las
habilidades emocionales son tan importantes como las cognitivas para el éxito personal y social.
Asimismo, Bisquerra destaca que la educación emocional debe ser un proceso sistemático que
inicie desde la infancia, y que contribuya a la construcción de competencias como la conciencia
emocional, la autorregulación, la empatía, las habilidades sociales y la resolución de conflictos.
Desde la psicología del desarrollo, de Erik Erikson en el año de 1950 propone que durante la

infancia temprana (etapas 1 y 2 de su teoría psicosocial) los niños enfrentan desafíos relacionados

con la confianza, la autonomía y la iniciativa, que tienen implicaciones directas en su desarrollo

emocional. Por su parte, Jean Piaget reconocía que las emociones acompañan al desarrollo

cognitivo, aunque no las abordó con profundidad, lo cual fue posteriormente ampliado por

autores del enfoque sociocultural como Lev Vygotsky, quien subrayó la influencia del contexto

social y cultural en el desarrollo de funciones psicológicas superiores, incluidas las emociones.

Ahora en un contexto nacional, investigaciones en México han subrayado la necesidad de

fortalecer la educación emocional desde el nivel preescolar. Estudios realizados por autores como

“María del Carmen Martínez Ramírez han evidenciado que los niños que reciben una educación

emocional temprana manifiestan mejores habilidades de autorregulación, mayor autoestima y una

convivencia más armónica con sus pares. Asimismo, el marco legal y curricular mexicano

respalda esta visión. “El Plan y Programas de Estudio de Educación Preescolar (SEP, 2017)”

incluye dentro del campo formativo de Desarrollo personal y social aprendizajes esperados que

promueven el reconocimiento de las emociones propias y ajenas, el fortalecimiento de la

autoestima, la autorregulación y la empatía. Además, “la Ley General de los Derechos de Niñas,

Niños y Adolescentes (2014)” establece el derecho al desarrollo integral, lo que implica atender

tanto los aspectos físicos como emocionales de la infancia.

A pesar de estos avances, diversos estudios coinciden en señalar que el desarrollo emocional
sigue siendo un área poco trabajada de manera intencionada en muchas escuelas. De acuerdo con
investigaciones recientes, muchos docentes de preescolar no cuentan con formación suficiente
para implementar estrategias de educación emocional, lo que limita el impacto positivo que
podrían tener estas prácticas en los niños.
Fundamentos teóricos del desarrollo emocional
Diversos teóricos han abordado el desarrollo emocional desde perspectivas psicológicas y
evolutivas. Erik Erikson en el año de 1995 propuso que las primeras etapas del desarrollo
psicosocial (confianza frente a desconfianza, autonomía frente a vergüenza, iniciativa frente a
culpa) son claves para el desarrollo emocional del niño. Cada una de estas etapas plantea un
conflicto que, de resolverse positivamente, fortalece la personalidad y la estabilidad emocional.
Desde la teoría sociocultural, Lev Vygotsky subraya que las emociones, al igual que los procesos

cognitivos, se desarrollan en interacción con el entorno. El lenguaje, las normas sociales y las

relaciones afectivas son esenciales en la construcción de la conciencia emocional. Por su parte,

Jean Piaget, aunque centrado en el desarrollo cognitivo, reconoce que las emociones acompañan

e influyen en los procesos de aprendizaje desde edades tempranas.

En la actualidad, autores como Daniel Goleman a dado un nuevo impulso al campo con la
difusión del concepto de inteligencia emocional. Goleman sostiene que la competencia emocional
influye significativamente en la capacidad de aprender, resolver conflictos y establecer relaciones
sanas, mientras que Bisquerra propone un enfoque pedagógico sistemático para la educación
emocional desde la infancia.
La educación emocional en el contexto escolar
En el ámbito educativo, se ha reconocido la necesidad de atender el desarrollo emocional desde

los primeros niveles escolares. La Secretaría de Educación Pública (SEP) en México, a través del

Programa de Educación Preescolar (2017), ha incorporado el campo formativo Desarrollo

personal y social, cuyo propósito es fortalecer la autoestima, la expresión emocional, la

autorregulación y la empatía.

La educación emocional en el contexto escolar es un componente esencial para el desarrollo

integral de los estudiantes. No se limita únicamente a la adquisición de conocimientos

académicos, sino que también abarca la capacidad de reconocer, comprender y gestionar las

propias emociones y las de los demás. Esta competencia es fundamental para fomentar un

ambiente de aprendizaje positivo, mejorar las relaciones interpersonales y promover el bienestar

emocional de los alumnos. Implementar la educación emocional en las aulas contribuye a la


creación de un clima escolar más empático y respetuoso. Cuando los estudiantes aprenden a

identificar y regular sus emociones, se facilita la convivencia, se reducen los conflictos y se

potencia la colaboración entre compañeros. Además, el desarrollo de habilidades emocionales

está estrechamente vinculado al rendimiento académico, ya que los alumnos emocionalmente

equilibrados tienden a mostrar una mayor motivación y concentración en sus estudios.

Existen diversas estrategias para integrar la educación emocional en el entorno escolar.

Actividades como el uso de diarios emocionales, discusiones abiertas sobre sentimientos, técnicas

de respiración y relajación, así como juegos de roles, son herramientas efectivas para ayudar a los

estudiantes a explorar y comprender sus emociones. Estas prácticas no solo fortalecen la

inteligencia emocional, sino que también preparan a los alumnos para enfrentar los desafíos de la

vida de manera resiliente y constructiva.

Desafíos y áreas de oportunidad

Actualmente, el desarrollo emocional enfrenta diversos desafíos en su implementación educativa.

A nivel institucional, se requiere mayor articulación entre los objetivos curriculares y las

prácticas cotidianas. A nivel docente, es urgente ofrecer formación continua en educación

emocional, así como acompañamiento para la elaboración de propuestas didácticas

contextualizadas.

En el caso del nivel preescolar, es fundamental consolidar ambientes seguros y afectivos, donde

las niñas y los niños puedan expresar sus emociones libremente, reconocer las de los demás y

desarrollar herramientas para su regulación.


En conclusión, el desarrollo emocional del niño ha sido ampliamente abordado desde distintas

disciplinas y perspectivas. Sin embargo, persiste una brecha entre la teoría y la práctica, que debe

atenderse mediante propuestas pedagógicas claras, formación docente y políticas educativas que

promuevan el desarrollo integral desde la primera infancia.

Investigaciones recientes

Diversas investigaciones académicas han explorado la relación entre desarrollo emocional y

conducta infantil. Un estudio realizado por “Ávila y López (2018)” en preescolares de Jalisco

concluyó que los niños con mayor capacidad para identificar y nombrar sus emociones

presentaban menos conductas disruptivas y mostraban mejores habilidades para resolver

conflictos. Otro estudio de “Ramírez et al. (2020)”, en Veracruz, encontró una correlación

significativa entre el tipo de apego y el comportamiento prosocial en contextos escolares.

A pesar de estos avances, varios estudios señalan que aún existen limitaciones en la formación

docente respecto al acompañamiento emocional de los niños. En muchas instituciones

preescolares, las emociones se abordan de manera superficial, y predominan enfoques

conductistas que priorizan el control externo de la conducta sin atender sus causas emocionales

subyacentes.
Capitulo IV. Marco metodológico
Este capítulo describe el enfoque metodológico del presente proyecto a analizar, la cual se centra

en el desarrollo emocional en el nivel preescolar, considerando los aportes de diversas teorías del

desarrollo infantil y la educación emocional. Se detalla el tipo de estudio, el enfoque, las técnicas

e instrumentos utilizados, así como los criterios éticos aplicados. El procedimiento para realizar

en el presente proyecto tiene como finalidad diseñar, implementar y evaluar una intervención

educativa enfocada en el fortalecimiento del desarrollo emocional en niñas y niños de edad

preescolar. Para ello, se propone una metodología cualitativa con enfoque participativo, centrada

en la observación, el juego, la expresión artística y la reflexión emocional.

Enfoque de la investigación
La presente investigación adopta un enfoque cualitativo, ya que se interesa en comprender de
manera profunda cómo se manifiesta y se favorece el desarrollo emocional en niñas y niños de
preescolar. El enfoque cualitativo permite explorar las experiencias, percepciones y prácticas de
docentes, estudiantes, en torno a las emociones del niño a observar, desde una perspectiva
interpretativa y contextualizada.
Tipo de estudio
El tipo de estudio es intervención, ya que se pretende identificar y describir las expresiones

emocionales de los niños, así como las prácticas en las actividades observadas en el aula

relacionadas con la regulación emocional. La elección de este tipo de estudio es pertinente dado

que el desarrollo emocional es un fenómeno complejo y profundamente influido por múltiples

factores del entorno del niño, lo cual requiere una aproximación que permita describir con

profundidad las manifestaciones observables y los significados asociados a dichas expresiones

emocionales.

Técnicas e instrumentos de recolección de datos


Las principales técnicas e instrumentos cualitativos utilizados serán:
Observación participante: Se observarán interacciones cotidianas en el aula para identificar
emociones predominantes, conductas asociadas y respuestas del docente. Se utilizará un registro
de observación estructurado y diario de campo.
Entrevistas semiestructuradas a docentes: Para conocer las estrategias utilizadas para abordar las

emociones en el aula, así como su percepción sobre el desarrollo emocional de los estudiantes.

Análisis de producciones infantiles: Dibujos, juegos simbólicos y expresiones espontáneas serán

interpretados como indicadores del estado emocional de los niños.

Procedimiento

-Solicitud de permisos a la institución y consentimiento informado a padre de familia o tutor y

docente.

-Aplicación de observaciones durante al menos 4 semanas.

-Realización de entrevistas con los docentes participantes.

-Recolección de expresiones infantiles (dibujos, comentarios, juegos).

-Organización de los datos en categorías temáticas.

-Análisis e interpretación de los hallazgos desde una perspectiva cualitativa.

Criterios éticos

Se garantizará el anonimato y la confidencialidad de la información proporcionada por los

participantes. La participación será voluntaria y se solicitarán consentimientos informados por

escrito. Se procurará el bienestar físico y emocional de los niños durante toda la investigación.

Estudio longitudinal
Definición: Se recolectan datos en varios momentos a lo largo del tiempo (meses o años),
haciendo seguimiento al mismo grupo de niños.
Aplicación: Se analiza cómo evoluciona el desarrollo emocional de los niños desde que entran a

preescolar hasta que terminan, por ejemplo.

Ventajas:
-Permite comprender la evolución y los cambios en la regulación emocional.
-Detecta efectos de intervenciones o factores externos en el tiempo.
Desventajas:
-Requiere más tiempo y recursos.
-Puede haber pérdida de participantes durante el estudio.
-La presencia del observador
Seguir a un grupo donde este el niño observado durante todo el año escolar para analizar cómo
cambian sus habilidades emocionales.
Alcance de la investigación

La presente investigación se enmarca en un enfoque descriptivo, cuyo propósito fundamental es

examinar y comprender las manifestaciones emocionales de los niños de seis años en el nivel

preescolar, así como identificar algunas de las estrategias y prácticas pedagógicas que los

docentes emplean para fomentar el desarrollo emocional en el aula. Dado esto que el desarrollo

emocional en la etapa preescolar es un área que requiere mayor profundización en el contexto

educativo local, este estudio busca abrir nuevas líneas de indagación que permitan conocer las

experiencias emocionales de los niños y cómo estas se expresan en su conducta diaria dentro del

aula escolar. Asimismo, pretende explorar las percepciones y acciones de los docentes frente a las

necesidades emocionales de sus alumnos.

Selección de la muestra
El estudio de caso es un método de investigación cualitativa que permite analizar en profundidad

un fenómeno específico dentro de su contexto real. En el caso del análisis del desarrollo

emocional, este enfoque resulta especialmente útil para comprender cómo se manifiestan y
evolucionan las emociones en uno o varios niños en situaciones concretas, como el entorno

escolar o familiar. A través de la observación, entrevistas, registros y otros instrumentos, se

recaba información detallada sobre el comportamiento emocional de los sujetos, permitiendo

poder identificar factores que influyen en su desarrollo, como las relaciones interpersonales, el

ambiente educativo o las estrategias de regulación emocional. Este tipo de estudio se enfoca en

casos particular, lo cual ofrece una comprensión profunda y contextualizada de este fenómeno,

brindando información valiosa para orientar las prácticas pedagógicas y estrategias de

intervención emocional en el salón de clases.

El tamaño de la muestra será de aproximadamente de 1 solo niño, lo cual permitirá obtener una

variedad representativa de manifestaciones emocionales dentro del aula, facilitando la

observación y análisis detallado de sus comportamientos y expresiones emocionales.

Además, se incluirán en el estudio al maestro responsable del grupo, quien proporcionara

información valiosa a través de entrevistas sobre las estrategias pedagógicas implementadas para

el desarrollo emocional de los niños.

Se garantizará la obtención del consentimiento informado de sus padres o tutores, así como la

autorización institucional correspondiente, respetando en todo momento los principios éticos y de

confidencialidad establecidos para la investigación con menores de edad.

Validez

La validez metodológica del presente estudio sobre el desarrollo emocional en niños en edad de

preescolar se fundamenta en su pertinencia académica, social y pedagógica, al responder a una

necesidad concreta dentro del ámbito educativo: comprender de manera profunda cómo los

alumnos experimentan, expresan y regulan sus emociones durante el tiempo que están en el salón
de clases. La etapa preescolar constituye un periodo crítico para la formación de la identidad, el

establecimiento de vínculos afectivos y la adquisición de habilidades socioemocionales

esenciales para el desarrollo integral. Este enfoque metodológico permite articular conceptos

clave provenientes de la psicología del desarrollo y la pedagogía con la observación e

interpretación de situaciones reales en el aula, fortaleciendo así la rigurosidad y relevancia del

estudio. Asimismo, la investigación se orienta hacia la mejora de las prácticas educativas

mediante la generación de conocimientos aplicables, lo cual garantiza su validez no solo teórica,

sino también práctica en el contexto de la educación básica actual.

Confiabilidad

La confiabilidad de esta investigación se garantizará mediante la aplicación sistemática y

coherente de los métodos cualitativos seleccionados. Se mantendrá un registro detallado de cada

etapa del proceso: desde la planificación, la recolección de datos a través de observaciones y

entrevistas, hasta el análisis e interpretación de la información. Se utilizarán instrumentos

estructurados y adaptados al contexto del nivel preescolar, y se aplicarán de forma constante bajo

las mismas condiciones. Además, se llevará un diario de campo que permitirá reflexionar y

monitorear la consistencia del trabajo de campo. A través de la documentación rigurosa y la

transparencia metodológica, se buscará asegurar que los resultados obtenidos sean confiables y

puedan ser interpretados de forma clara y auténtica por otros investigadores interesados en

temáticas similares.

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