Schejtman Verba Volant
Schejtman Verba Volant
el goce del síntom a2- quizás no tendría una perspectiva tan crí En fin, Lacan alude a este proverbio primeramente, aunque
tica respecto de esta máxima clásica. Tengo la impresión de que de modo parcial, en “A cerca de la causalidad psíquica"4, y lue
en ese tiempo de su enseñanza podría suscribirla. En cualquier go vuelve sobre él, breve y también fragmentariamente, en los
caso, es sólo una hipótesis. Seminarios 75 y 96, y más decididamente, en otras dos o tres opor
tunidades: en el Seminario 101 -d on d e lo cita en latín y es la vez
en que mejor lo recuerda- y luego en el Seminario 26 y en el Se
V iam viri in a d u lesce n tu la minario 22. Son esos dos últim os comentarios los que retomaré
sucintamente aquí.
Ahora, para hacer lugar ya a la perspectiva "árabe" -au n En el Seminario 16 -D e un Otro al otro-, en la clase del 14 de
cuando, como anticipé, habría que ir a la Biblia y revisar Prover mayo de 1969 señala: "N uestro interés actual por la huella nos
bios, 30-, me dirijo al aforismo al que un tem pranísim o Lacan ya dio el punto de apoyo necesario. Retomemos lo que fue nuestro
alude y que, en este caso sí, retoma al final de su enseñanza, lue punto de partida y recordemos el proverbio árabe que cité en al
go de volver sobre él varias veces en su transcurso. En ocasiones guna parte en mis escritos hace mucho tiem p o ..." (LACAN 1968-
lo recuerda incluso en latín -id iom a en el que, Lacan señala, pue 69, 291). Es la referencia a "A cerca de la causalidad psíquica". Y
de percibirse todo su sabor3-: "Tria sunt difficilia mihi et quartum Lacan continúa "recordando" el proverbio de este modo: "H ay
penitus ignoro: viam aquilae in cáelo, viam colnbri super petram, viam cuatro cosas -olvid é la cuarta, o no haré un esfuerzo por recor
navis in medio mari, et viam viri in adulescentula". Lo que a veces se darla ah ora- que no dejan ninguna huella, el pie de la gacela
ha traducido de este modo: "H ay tres cosas que son incompren sobre el peñasco, el pez en el agua y -lo que más nos interesa- el
sibles para m í y una cuarta que no entiendo: el camino del águila hombre en la m ujer" (ibíd.). Y bien, no sólo no recuerda al águi
en el cielo, el camino de la serpiente sobre la roca, el camino del la en el cielo, sustituya además a la serpiente por la gacela y al
barco en medio del mar y el camino del hombre en la doncella". navio por el pez. Pero, claro está, lo que le importa es la falta de
En el cuarto caso, trátase, en principio, de la mujer joven, in h u ella... del hombre en la mujer. Y, respecto de ello, llega la obje
cluso, de la que aún no ha conocido varón, es decir, virgen. En ción: "Lo que eventualmente puede objetarse logra decirse de la
el original hebreo dice: -riun -be'alm áh-, es la muchacha soltera, siguiente manera, cuya im portancia conocemos en los fantasmas
digamos, la jov en ... en edad de merecer. ¿Ello querrá decir que de los neuróticos -S í, una breve enfermedad de vez en cuando.
con el tiempo o ... la "experiencia", la cosa se modifica? Nada Pero justam ente eso es lo instructivo. El papel de las enferm eda
menos seguro. des venéreas no es en absoluto un azar en la estructura.. (ibíd.).
De todos modos, debe destacarse la diferencia que este aforis.- Las enfermedades venéreas, efectivamente, podrían poner en
mo introduce entre los tres primeros casos y este cuarto, lo que cuestión la ausencia de huella masculina en la mujer ¿no? Pero,
con la traducción castellana recién indicada no se llega a percibir. dado que se trata de la doncella... la virginidad la protegería en
En algunas otras traducciones se subraya efectivamente en este principio de este inconveniente. En fin, Lacan subraya aquí la
dicho de Salomón -p u es finalmente a él hay que atribuirlo- la prevalencia de este asunto en el nivel del fantasma neurótico, al
dificultad -difficilia m ihi- para la marca, para la huella, presente mismo tiempo que su condición no azarosa. De cualquier for
en los primeros tres casos, frente a la imposibilidad -m ás radi ma, esta clase del Seminario 16 ¿en dónde desemboca? En el "no
ca l- en el cuarto, que conduciría a la ignorancia, a la completa
ignorancia -penitus ignoro-.
4 Cf. LA C A N 1946, 182-183.
5 LA C A N 1959-60, 91.
2 Cf. Schejtm an, F. "Síntom a v sinthom e", en SC H EJTM A N v otros 2012a. 6 LA C A N 1961-62, 13-12-61.
3 Cf. LA C A N 1962-63, 218. 7 Cf. LACAN 1962-63, 218.
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hay relación sexual", en la imposibilidad de escribir la relación Allí lo destaca, como se ve, para el caso de señoras o seño
entre los sexos. Allí conduce esta referencia a la falta de marca, ritas... con gran experiencia en "asuntos am orosos", no parece
ile huella, de traza del hombre en la mujer: "no podemos partir alcanzar con esto a la "doncella" del proverbio. Pero, ya en "La
ile ninguna huella para establecer el significante de la relación disección de la personalidad psíquica" -e s decir, en la "C onfe
sexual" (ibíd.). rencia 3 1 " - lo extiende a la feminidad en general: "Identificación
Seis años después, en el Seminario 22 -"R S I"-, en la clase del 13 V elección de objeto son, en basta medida, independientes en
tle mayo de 1975, Lacan vuelve a recordar sólo tres elementos de tre sí; empero, uno puede identificarse con la persona a quien se
este adagio, aunque no exactamente los mismos que en el Semina tomó, por ejemplo, como objeto sexual, alterar su yo de acuerdo
rio 16: "Mientras que estoy en este asunto, recordaré lo que se en con ella. Suele decirse -é sta es la cuestión- que el influjo del ob
cuentra ya en 'Palabras sobre la causalidad psíquica', un prover jeto sexual sobre el yo se produce con particular frecuencia en las
bio árabe que enuncia que ha}7un cierto número de cosas sobre las mujeres, y es característico de la fem inidad" (FREUD 1932, 58-59).
cuales nada deja huella. El hombre en la mujer ante todo, el paso Siendo así, bastaría con "conocer varón" para que incluso una
de la gacela sobre las peñas, sobre las rocas, y yo agrego ese tercer señorita de poca o nula experiencia hasta entonces sea tocada
término, indicado por lo inaccesible a nuestros ojos, esa huella he por esta afirmación freudiana.
cha para los signos del cambista, no hay huellas sobre la pieza de La idea de Freud se reduce así a concebir el yo de las mujeres
moneda tocada, solamente usura" (LACAN 1974-75,13-5-75). como una especie de museo en el que se conservan los rasgos de
Ya había sustituido a la serpiente por la gacela, aquí se agrega los hombres a los que han amado. Es verdad que luego Freud
además -aunque estaba ya en "Acerca de la causalidad psíqui extendió más esta perspectiva: llegó a indicar que, en realidad,
c a " - la falta de huella sobre la moneda. Pero persiste siempre, el yo como tal -m ás allá de las diferencias de sexo - se constitu
la falta de huella del hombre en la mujer. Y al respecto, cómo no ye por esta identificación regresiva que queda en el lugar de la
recordar aquí los ecos de ese lindo tema -tien e ya sus añ os- de elección de objeto abandonada. Pero, en principio, puede situar
Silvio Rodríguez: "Ó leo de mujer con som brero". Ese que dice: se esta suerte de objeción freudiana al proverbio que estoy co
"Una mujer se ha perdido, conocer el delirio y el polvo, se ha mentando: pareciera que alguna huella del hombre queda, según
perdido esta bella locura, su breve cintura debajo de mí, se ha Freud, en el yo de una mujer.
perdido mi forma de amar, se ha perdido mi huella en su m ar". Recuerdo, al respecto, el caso de una joven -lo relato aquí
Allí está: "se ha perdido... mi huella en su m ar". El hombre en muy sintéticam ente- que llega a la consulta por diversos mo
una mujer: como escribir en el agua. No queda huella alguna. tivos aunque, en el transcurso de las primeras entrevistas, un
hecho aparentemente nimio comienza a ocupar el centro de la
escena: ocurre que desde hace unos pocos meses, la gente que la
El y o fe m en in o rodea -su s familiares, sus am igos- le indican que ella viene te
niendo un tono extraño en la voz, es decir, la escuchan hablar con
Pero podríamos, por qué no, localizar una objeción freudiana un tono que no es el habitual. A la paciente le resulta raro, porque
frente a tal afirmación. Es que, según Freud, el yo de la mujer, el en verdad ella -a l menos inicialm ente- no percibía en su forma
vo femenino, incluso su carácter, se construye, ju stam ente... ¡a de hablar nada fuera de lo común, por cierto que muchas veces
partir de las huellas que dejan en él las parejas que una mujer ha tuvo laringitis, pero nada que durase mucho tiempo. Ahora bien,
tenido! Así lo indica, por ejemplo, en "El yo y el ello": "En los ras luego de determinado traspié amoroso, quiero decir, a partir del
gos de carácter de mujeres que han tenido muchas experiencias momento en que un novio -d e cierta importancia, con el que ha
amorosas, uno cree poder pesquisar, fácilmente, los saldos de sus estado varios añ os- la deja, ella comienza también a percibir en
investiduras de objeto" ( f r e u d 1923, 31). el tono de su voz algo extraño: se percata así de lo que ya le se
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tender nada de la psicosis, años en un consultorio "escuchando" ción asistencial. La tijera conceptual es puesta a prueba, se las ve
pacientes y no llegar a pescar la lógica de un caso. La clínica no es allí con lo real de la experiencia, digamos, la piedra, que necesa
cuestión de olfato -com o se d ice- sino de conceptualización, de riamente mella el instrumento, aun cuando no necesariamente
lormalización. Es un sobreagregado a la experiencia, y no va de desafila la tijera, al contrario, cualquier teoría no extrae sino ga
suyo. Aquí ni al zorro ni al diablo -parece que el conocido dicho nancia de ello. Pero del encuentro con la piedra no solo la tijera
puede tomar esas dos form as- les alcanza con ser viejos. se lleva lo suvo, el observador -e l estudiante- se retira de allí
Es por ello -breve excursus- que al instrum entar dispositivos con sus marcas: las que le deja el encuentro con la experiencia,
clínicos en el marco de nuestras actividades de enseñanza uni seguramente no sólo las notas que pudo tomar en algunos apun
versitaria, sea en la práctica profesional "Clínica del sín tom a"10 o tes. En todo caso, algo allí queda escrito: Scripta manent. Sigue
en las comisiones de hospitales" de "Psicopatología", la concu el papel... de la lectura (Lectio). Es que la clínica es también y
rrencia al hospital nunca ha sido el primer paso propuesto ni el sobre todo lectura, que supone la escritura, claro está.13 No fal
único espacio ofrecido a los estudiantes. No se trata de propor tan, entonces, en las comisiones de hospitales de Psicopatología,
cionar "visitas guiadas" para acercar al alumno a vaya a saber ni faltaron en las de nuestra práctica profesional, estos espacios
qué exótico zoológico humano -" e n esta jaula los psicóticos, en posteriores a la observación que estimulan la operación de lec
aquella las anoréxicas, en la de más allá los toxicómanos, obsér tura del caso observado, de las marcas que han quedado... en el
veselos sin tirarles galletitas"-. Ninguna formación propiamente observador. Conceptualización, formalización, lectura del caso:
clínica proviene de recorridos tales, por pintorescos o frecuen a través de las notas que cada estudiante ha tomado y de lo que
tes que sean. La propuesta debe ser un poco más compleja. La a cada quien le ha dejado el encuentro con la experiencia. Por lo
concibo -y así la hemos instrumentado siem pre- triple: puede general este tramo es trabajo colectivo de lectura, aun cuando las
ilustrarse con la ayuda del conocido juego de "piedra, papel y marcas de la observación las lleva cada uno, uno por u no14. Por
tijera" (PPT), donde, como es sabido, la piedra es vencida por el fin, eventualmente, puede decantar un escrito -segundo respecto
papel, éste por la tijera y esta últim a... por la piedra. Ninguna de las notas tomadas y las marcas que se portan-: en la práctica
preponderancia de alguno de los elementos respecto de los otros profesional era un informe sobre el caso, en Psicopatología en
y se precisan los tres para que la ronda siga: en efecto, la relación muchas oportunidades el trabajo escrito del R EFE15. Tal escrito
es... borromea. termina incidiendo sobre la tijera conceptual inicial, que recibe
De todos modos -lo mismo que para dibujar un nudo borro- así su propio mensaje en forma invertida... vivificándola. Que
m eo- por un lado hay que comenzar: el estudiante concurre así, quede fijado lo antedicho en este breve esquema (en el que po
primeramente, a un espacio -a veces se lo llam a teórico12, puede drían considerarse los dos sentidos del giro -dextrógiro y levógi
ser un seminario, son siempre palabras (V erba)- que provee esa ro-; si estuviéramos distinguiendo aquí síntoma y sinthome -pero
tijera conceptual sin la cual es imposible realizar ningún "recor no16- podría repartir respectivamente esas funciones):
te" clínico: no hay clínica sin recorte. Luego, con ese instrumento
-y a que inerme no se puede enfrentar la experiencia- se llega
a la observación -m a l llamada, a veces, clínica- en una institu 13 ¿Qué viene prim ero, la escritura o la lectura? Es un problem a com plejo,
quizás se trata de una operación inescindible: lecto-escritura.
14 Com o portadores de esas m arcas en nuestros dispositivos de enseñan
10 D ictada en la Facultad de Psicología de la UBA entre 2003 y 2009. za clínica, los estudiantes tienen en verdad algo de "p asad ores". Véase
11 Com isiones que funcionan desde el inicio del trabajo en la C átedra II de m ás adelante su función en el dispositivo del pase creado por Lacan.
Psicopatología de la UBA , en 1984, y aún continúan. 15 Régim en de Exam en Final Especial que tiene com o requisito, entre
12 "Teoría" proviene del griego B e c o q e l v -th e o re in - que es "contem plar": otros, la confección del escrito aludido.
su base im aginaria, por m ás sistem a lógico-d ed u ctivo que se pretenda, 16 Puede consultarse: Schejtm an, F., "Síntom a y sinthome", en SCHEJTM AN
es inelim inable. y otros 2012a
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supervisar un caso! pero, precisamente, allí no se está en tanto A n a liz a n te-clín ico
que psicoanalista en función, se está como clínico -am bos, super
visor y supervisado-. Para comenzar, váyase a la que es seguramente la referencia
Se puede afirmar, entonces, como lo hace Lacan, que el psi m ayor para interrogar en Lacan la clínica del psicoanálisis: la
coanalista debe ser al menos dos, el del acto y el que lo concep- “Apertura de la sección clínica", de 1977. Allí se encuentra un
lualiza, y se lo puede hacer por la im periosa necesidad de sumar puñado de definiciones fulgurantes sobre ella. Imperdibles, aquí
a la operación analítica su elucidación conceptual, de empujar al recordaré sólo algunas.
psicoanalista a que entregue las razones de su acto: de allí el im Lacan inicia en esa oportunidad preguntándose muy senci
perativo que resuena en la cita del Seminario 22, el "es indispensa llamente qué es la clínica psicoanalítica. Responde de inmediato:
ble que el analista sea al m enos dos". Pero es crucial recordar que "N o es complicado, la clínica tiene una base: es lo que se dice en
el segundo, el analista que deviene clínico, ya no está operando un psicoanálisis" (LACAN 1977, 37) Y bien, podría creerse que se
como psicoanalista en un sentido estricto. Lejos de la destitución trata del decir del analista. Pero no, basta con continuar leyen
subjetiva19 que le permite hacerlo en el nivel del acto analítico, do para notar que lo que llama aquí la base de la clínica surge
al conceptualizar el acto y sus efectos, al dar razones, recobra su de boca del psicoanalizante: "En principio, uno se propone decir
posición como sujeto. Es que la destitución subjetiva que con cualquier cosa, pero no desde cualquier sitio: desde lo que por
lleva la posición analítica y que supone el radical "no pensar" esta noche llamaré el diván [dire-vent22] analítico" (ibíd.).
recién aludido, no puede ser permanente: ¡nadie es psicoanalista Entonces, es en ese "decir-viento" que sopla desde el diván,
full timel Así, es notable que la transmisión del psicoanálisis no desde la posición analizante, que Lacan halla la base de la clínica
descanse en el psicoanalista en función, sino en la de un sujeto psicoanalítica. Esas palabras que vuelan -Verba volant- soltadas
que se vuelve clínico... al descansar de la destitución a la que lo por el analizante a partir de la libre asociación soportan la clíni
somete funcionar como analista. ca. No se hace clínica desde el sillón del analista, sino... desde el
Pero ese sujeto restaurado en un tiempo posterior a aquel en diván. "C linicar", señala Lacan, comienza por acostarse: "Hay
el que se funcionó como agente del acto analítico no es el único que clinicar. Es decir, acostarse. La clínica está siempre ligada a la
que puede dedicarse a la clínica. La clínica psicoanalítica no es cama se va a ver a alguien acostado" (ibíd., 38). En efecto, el tér
propiedad exclusiva del psicoanalista dispensado del acto por mino "clínica" proviene del griego k A í v t ] -K lin e-, que es lecho,
no encontrarse sentado detrás de un diván.20 En ese sentido, vale cama, triclinio. Pero el que clínica, el clínico, según Lacan, lo hace
la pena recorrer una serie de textos producidos por Lacan entre en posición decúbito dorsal: antes que el psicoanalista, el clínico
1967 y 1977: se verá que en ellos es posible recortar la posición es el psicoanalizante.
de un sujeto-clínico que excede con mucho al psicoanalista inten Pero, claro, rápidam ente podría surgir una objeción: ¿qué clí
tando pescar la lógica de un caso.21 Los recorreré a continuación nica cabe esperar que entregue este analizante-clínico que no sea
desde el más tardío al más temprano. la que engendra su neurosis con la asociación libre? Frente a ello
dos respuestas.
19 Cf. LACAN 1967a, 1967b y 1967c. La primera. Lacan ya indica en esta oportunidad que la libre
20 Lo que pudo entreverse va en la breve alusión realizada a las prácticas asociación no conduce a cualquier lado: "Este viento [de la aso
clínicas, propiam ente clínicas, en "Psicopatología" y "C línica del sínto ciación libre] posee valor propio, cuando se criba, hay cosas que
m a": ese sintético excursus ya m ostraba hasta dónde no sólo no-psicoa- echan a volar" (ibíd., 38). "C ribar" es colar, tamizar, separar la
nalistas, sino estudiantes de psicología, pueden acercarse a la clínica del paja del trigo. Efectivamente, si la asociación libre supone decir
psicoanálisis.
21 ¿Acaso por ello, entre otras cosas, Lacan siempre puso el acento en la
im portancia de contar con no-analistas en su Escuela? 22 Dire-vent: decir viento.
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lo que sea, ese "lo que sea" no termina siendo, finalmente, cual recubre enteramente el trabajo analizante, o que su final -e l de la
quier cosa. Y ello no sólo por la coerción de la determinación libre asociación- coincide con el de la cura? En modo alguno. Po
inconsciente que viene a poner en cuestión, por el empuje del dría decirse, como señala Lacan en su "Observación sobre el infor
automaton23 significante, muy justam ente la supuesta "libertad" me de Daniel Lagache.. "incluso si es su término, no es el fin del
de la libre asociación24, sino porque quien se compromete con la análisis, y aun si se ve en ello el fin de los medios que el análisis ha
regla fundamental es no sólo inducido por la insistencia simbó- empleado, no son los medios de su fin" (LACAN 1960, 661).
lica del significante sino conducido irremediablemente hacia lo Es decir, ¿por qué no proponer, en efecto, que el analizante se
imposible de decir25: lo que terminará por entregar una marca vuelve decididamente clínico justo allí donde la asociación libre
que no es significante sino letra. Así, en el nivel de este psicoana- encuentra su desenlace?: lo que permitiría plantear incluso un
Iizante-clínico, se trata de lo que termina por arrojar la asociación uso de la noción freudiana de "construcción" -adjetivada aquí,
libre luego del cribado, de la separación de la paja del trigo, de con toda razón, "c lín ic a "- localizándola, de esta manera, más del
lo que llega a precipitar el tamizado de ese "decir viento". En la lado del analizante-clínico que alcanzó respecto de su sujeción a
libre asociación hay lo que vuela -Verba volant-, claro está, pero la regla fundamental del análisis un punto de agotamiento, que
también hay lo que resta, reposa y permanece -Scripta manent-. del analista que no se revela aquí más que como causa: antes de
Del trabajo de la asociación libre, que es un trabajo de palabras la asociación libre, ahora de esa construcción clínica analizante.
que vuelan, se llega eventualmente a letras que quedan: Scrip La construcción, aquí, como puede adivinarse, se hace de escritu
ta... que podrán ser leídas -L ectio-. ra y lectura. Tales los medios de los que puede también valerse el
La segunda. Es preciso detenerse en lo siguiente: que se en psicoanalizante cuando la libre asociación comienza entregar...
cuentre al clínico en el psicoanalizante no torna necesaria la in letras. Y claro que supone un fin. Pero uno que es finalidad antes
versa. La posición clínica no se halla en cualquier analizante. Ya que final: no se trata de evolución, sino de lógica.
se insinúa en lo que indiqué recién: si se trata de lo que resta del
trabajo de la libre asociación... es preciso alcanzar ese resto. Así,
quizás se descubra de un modo efectivo al psicoanalizante-clínico D iscu rso h istérico
justamente al término de su trabajo de libre asociación, ¡que no es
aun el del análisis! ¿O se ha creído acaso que la asociación libre Vestigios de la consideración del psicoanalizante-clínico, pue
den hallarse asimismo en la "Introducción a la versión alemana
23 Cf. Schejtm an, F. "U n a introducción a los tres registros", en este m ism o de un primer volum en de los Escritos", de 1973. En este texto
volum en. también Lacan se refiere a la clínica, de este modo: . .la cuestión
24 En este texto Lacan lo indica de este m odo: "¿Q ué quiere decir el incons comienza a partir de lo siguiente: hay tipos de síntomas, es decir,
ciente sino que las asociaciones son ineludibles? El dicho no se sod a al hay una clínica" (LACAN 1973b, 12-13).
azar" (LACAN 1977, 37).
Y bien, la clínica, según esta perspectiva, como se lee, no se
25 A su m odo lo anticipaba así Lacan en 1958: "E l sujeto invitado a h a
reduce al encuentro con pacientes, como vengo insistiendo, sino
blar en el análisis no m uestra en lo que dice, a decir verdad, una gran
libertad. No es que esté encadenado por el rigor de sus asociaciones: que acontece en el paso agregado que consiste en determ inar ti
sin duda le oprim en, pero es m ás bien que desem bocan en una palabra pos de síntomas, lo que ya supone un orden de conceptualiza-
libre, en una palabra plena que le sería penosa. N ada m ás tem ible que ción. Y continúa: "Sólo que resulta que esa clínica es de antes del
decir algo que podría ser verdad. Porque podría llegar a serlo del todo, discurso an alítico..." (ibíd., 13).
si lo fuese, y Dios sabe lo que sucede cuando algo, por ser verdad, no
Lacan se refiere ahora a la clínica psiquiátrica, a la que pro
puede ya volver a entrar en la duda" (LA CA N 1958, 596). Falta ligar,
dujo la psiquiatría clásica, que ha podido, en efecto, aislar tipos
claro está, lo que aquí es "palabra plena" o incluso "v erd ad ", con lo
im posible de decir y su marca. clínicos. Y señala que "si éste [el discurso analítico] le aporta [a
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la clínica de la psiquiatría clásica] alguna luz, es seguro, pero no psicoanalizante. Aquí, ligada entonces, no con el discurso analí
cierto. Ahora bien, tenemos necesidad de la certeza, porque sólo tico, sino con el discurso histérico.
ella puede transmitirse, pues se dem uestra" (ibíd.). De pasada, ya que indiqué aquí la prevalencia del discurso
Es decir, tenemos seguridad de que el discurso del psicoaná histérico en relación con la clínica, vale la pena recordar otro
lisis le ha aportado alguna luz a los tipos clínicos establecidos dispositivo propuesto por Lacan que, según Jacques-Alain
por la psiquiatría clásica... ¿pero certeza? Para que haya transm i Miller, se monta precisamente sobre este discurso: el cartel, como
sión -y a he aludido a ella - se precisa la certeza, la demostración. se sabe, órgano de base de la Escuela de Lacan, pequeño grupo
V ¿de dónde provendría esta certeza, necesaria para la transmi propuesto para hacer avanzar la elaboración de saber en psicoa
sión, para la clínica? No del discurso analítico, según este Lacan nálisis. Léase "Cinco variaciones sobre el tema de la elaboración
de la "Introducción a la versión alemana de un primer volumen provocada"29 y se verá cómo Miller construye allí detenidamente
de los Escritos", es sorprendente: "Q ue los tipos clínicos respon la formalización del dispositivo del cartel precisamente a partir
den a la estructura, es algo que puede escribirse ya, aunque no del discurso de la histeria y la producción de saber. En el cartel,
sin vacilación. Sólo es cierto y transmisible del discurso histérico. por supuesto, también puede hacerse clínica, y el miembro del
Es incluso en eso que en él se m anifiesta un real próximo al dis cartel, el cartelizante, por cierto, no está allí, él tampoco, a título
curso científico" (ibíd.). de psicoanalista: todos sujetos, cada uno con su rasgo singular.
Si hay un avance de la clínica, la nuestra, la del psicoanálisis,
respecto de la clínica psiquiátrica, eso lo debemos, según Lacan,
al discurso de la histeria, que es el único de los cuatro que for N o h ay fo rm a c ió n del an alista
malizó que lleva al saber al lugar de la producción26 y por ello,
Lacan puede arrim arlo27 al discurso científico. Se puede agregar aquí, en la línea de lo que voy proponiendo,
No llevaré más allá el comentario de este párrafo de la "In una afirmación sorprendente de Lacan en "Sobre la experiencia
troducción a la versión alemana de un primer volumen de los del pase", texto de noviembre de 1973. A llí señala lo siguien
Escritos", sólo agregaré que en el Seminario 17, pocos años antes te: "Flabría que saber reparar en las cosas de las que no hablo:
de este texto, Lacan ya ubicaba la necesidad de pasar por el dis nunca hablé de form ación analítica, hablé de formaciones del
curso histérico para volverse psicoanalizante: proponía la necesi inconsciente. No hayr formación analítica [no hay formación del
dad de la "histerización del discurso" en la entrada en análisis28. analista]. Del análisis se desprende una experiencia, a la que es
O sea, para ir al punto en el que estamos: otra vez la clínica, la completamente errado calificar de didáctica. La experiencia no
transmisión, en psicoanálisis, pensadas más bien del lado del es didáctica" ( l a c a n 1973d, 37).
En primer lugar uno se queda pasmado frente a esta afirma
ción. Durante veinte años -este texto es veinte años posterior al
26 Cf. LACAN 1969-70.
discurso de Rom a-, si de algo no dejó de hablar Lacan, es de la
27 A rrim arlo, no confundirlo con él. Esta aproxim ación está presente tam
bién en "Televisión", del m ism o año que el texto com entado: "C oncluyo
formación analítica: ¡se la pasó hablando de eso! Pero no sólo se
que el discurso científico y el discurso histérico tienen casi la m ism a ñala aquí que no habló de la formación analítica, sino que indica
estructura..." (LA CA N 1973a, 103). que no la hay: que no ha}' form ación del analista. ¿Qué quiere de
28 Cf. LACAN 1969-70, 33. De todos modos, necesidad no com porta sufi cir con eso y por qué destaca, en su lugar, que de lo que sí habló
ciencia: para que haya analizante la histerización com o direccionalidad es de las formaciones del inconsciente?, lo que podría escribirse
hacia el O tro es necesaria - l a transferencia com ienza por allí, com o lo
de este modo:
descubrió Freud con sus h istéricas- pero no suficiente. El pasaje al dis
curso analítico, en el que el sujeto viene al lugar del trabajo, es im pres
cindible. Volveré sobre ello m ás adelante. 29 Cf. M ILLER 1986.
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formaciones del inconsciente blico y la discusión del caso a los fines de la transm isión- aunque
formación del analista indudablem ente modificada y puesta por él al servicio del dis
curso analítico. Se trata, entonces, de una exposición en el ser
Propongo una lectura a partir de lo que vengo desplegando: vicio de psiquiatría de Daum ezon -donde Lacan, en esa época,
esta sustitución de la form ación del analista -q u e no h ay - por las realizaba presentaciones- y en ella se refiere muy puntualmente
formaciones del inconsciente -q u e sí hay-, se sostiene del hecho al dispositivo clínico de la presentación de enfermos, revelando
de que el único que se forma en psicoanálisis es el analizante. No de un modo muy preciso su estructura, tal como la concebía y
hay formación del analista, porque al psicoanalista se lo pesca ponía en práctica.
-si eso fuera posible-, solamente en el tiempo del acto, es lo que Para comenzar conviene destacar que Lacan señala con toda
vengo subrayando. claridad que en la presentación misma del enfermo, al entrevis
El psicoanalista, no puede formarse como tal, porque para ha tarlo, él se ubica en la posición del analista: "estas presentaciones
cerlo debe necesariamente dejar la posición a la que su práctica están caracterizadas por el hecho de que es a título de psicoana
lo confina -causa del trabajo analizante-. La formación analítica lista que estoy allí, invitado por Daumezon, en su servicio, y que
es un trabajo, no se consigue desde el lugar de la causa. Para es [desde] mi posición actual de psicoanalista que obro en mi
formarse como analista es preciso devenir clínico y salirse de la exam en" ( l a c a n 1970a).
posición del analista. Esta es la paradoja de la cuestión. Así, el Por supuesto, operar en la entrevista como psicoanalista in
que se forma, el que está en la formación -inclu so, en las forma cluye ya un elemento que trastoca absolutamente la perspectiva
ciones del inconsciente, el que es afectado por ellas en tanto que clásica en la presentación de enfermos, pero no puedo en esta
sujeto-, en esa formación que es permanente -m ás allá de que el ocasión detenerme estrictam ente en ello30, puesto que debo inte
análisis concluya-, ese es el psicoanalizante. rrogar más bien dónde se halla el clínico que, se entenderá, como
Luego, además, conviene no dejar pasar que en la cita co vengo sosteniendo, no puede confundirse con quien "obra como
mentada, se halla una objeción de Lacan interpuesta frente a la psicoanalista" -a q u í L acan - al entrevistar al paciente.
¡dea de considerar didáctica a la experiencia. La experiencia no Y bien, clínico en prim er lugar, durante la entrevista es, si no el
es didáctica, señala. En efecto, al menos no lo es por sí misma, lo entrevistador... ¡el entrevistado mismo! En efecto, especialmente
he señalado: ¡no se aprende por osmosis! Si la experiencia no se leyendo las presentaciones de Lacan o participando de presen
redobla por la conceptualización es fútil, estéril. Debe adicionár taciones en las que el entrevistador habilita esa chance31, no es
sele, insisto, la clínica... aquí, en el nivel mismo de la formación difícil percatarse de que el paciente entrevistado deviene muchas
analítica que, si la hay, se efectiviza en el analizante y no en el veces un excelente clínico: aísla sus síntomas, distinguiéndolos;
analista. precisa el inicio de su crisis, y si son varias, las aborda seriam en
te, es decir, las pone en serie; consigue determinar qué lo agrava
y, eventualmente, qué lo mejora o estabiliza, etc. En la presenta
P resen tacion es de en ferm os ción de enfermos quien opera como clínico primeramente, du-
ninte la entrevista, es el paciente m ism o... y no el analista que mí, quienes estaban allí, es que en lo que me presentan luego
más bien está allí causando ese trabajo clínico del entrevistado. como adición, a veces como crítica también, sobre lo que yo creí
Luego, es claro que Lacan, en la segunda parte de la presen- que podía dar como conclusión, lo que observaron es propia
lación de enfermos -, cuando la entrevista concluye y el paciente mente hablando una dimensión semiológica o rigin al..." (ibíd.)
deja la sala y se abre a la conversación con el público que parti Y bien, se subraya entonces la riqueza y originalidad del
cipó oyendo la entrevista, deviene también, él mismo, un clíni aporte semiológico, clínico, que adiciona, que agrega el público
co... pero no está ya operando estrictamente como analista: se lo a la labor de quien conduce la entrevista. Es que en tanto que
encuentra entonces construyendo el caso, destacando la lógica psicoanalista éste se haya cerrado, durante la misma, a la función
iie su estructura tanto como la de la entrevista misma, pescando clínica... que en este caso aporta la audiencia, en la que preci
v señalando el detalle que orienta el diagnóstico, eventualmente samente se incluyen psicoanalizantes. De este modo ese aporte
comunicando su opinión respecto de lo que puede preverse para suplementa y acompaña la labor del entrevistador: "Si un cierto
el futuro próximo del paciente. tipo de interrogatorio, cierto tipo de relación con el enfermo pu
Pero no es en la posición clínica del entrevistado -d urante la diese especificar una cierta posición que es adquirida, la esencial
entrevista- o en la del entrevistador -lu eg o de la m ism a- en lo del psicoanalista [...] es una cosa que requiere la colaboración,
que quiero detenerme aquí, sino más bien en la función del pú la asistencia de alguien que esté, digamos, del mismo modo en
blico que concurre a la presentación, sobre la que Lacan vuelve "la jugada" que el psicoanalista, cuando es él quien allí lleva el
una y otra vez durante su exposición en lo de Daumezon, puesto juego" (ibíd.).
que, precisamente, en esa audiencia hará descansar lo esencial El psicoanalista "lleva el juego", conduce la entrevista... pero
del acceso clínico en las presentaciones que lleva adelante. Así, precisa la colaboración clínica que, como un tercero, ofrece la au
de esa asistencia afirma: "m uy regularmente recibo de ellos, del diencia y, en especial, en la tarea clínica fundamental que consis
público, los comentarios, lo que oyeron, de esa gente que está allí te en aislar, delimitar, el síntoma. Así lo señala Lacan: "Para de
como asistente [...], gente que, llamémoslos así, para tomarlos cantar lo que, propiamente hablando, es síntoma, creo que esta
como tales, han sido analizados por mí. A títulos diversos me re com binación de un cierto modo de abordaje [del psicoanalista],
laciono con ellos porque forman parte por ejemplo de la Escuela con la presencia, en cierta forma, de un personaje tercero que está
Freudiana de París o porque vienen a verme para el trabajo en ahí, que justam ente escucha en la medida donde se le aparece
común" (ibíd.). más especialmente lo que está ligado a la persona que interroga
Nótese así que el público al que Lacan se refiere aquí, tiene por el hecho de esta experiencia común del análisis, podría ser,
una condición especial -q u e seguramente lo distingue del que me parece, la ocasión de un tipo de recolección de un montón
concurre a la presentación de enfermos clásica de la psiquiatría-: de cosas que son propiamente del orden de la inscripción y que
destaca que se trata de sus analizantes, miembros de su Escuela entran en el caso de lo que definiría como síntom as" (ibíd.).
o que trabajan con él. Y continúa: "Las observaciones que ellos El psicoanalista en la entrevista, claro está, trabaja con pala
me hacen después, son siempre extremadamente ricas desde el bras -Verba volant-, Pero para "decantar el síntom a" -cu y o nú
punto de vista de la semiología [...] me impacta [...] lo que me es cleo es de letra para el Lacan de los años '7 O33- , es preciso tamizar
presentado por la gente a la que acabo de tomar cuidadosamente esas palabras y recoger lo que queda -com o lo he señalado-: un
diciendo que era gente muy especialmente gente analizada por resto de letra -Scripta manent-. El público entonces -q u e no es
cualquiera, sino uno de analizantes, más en general, uno inte
resado en esa experiencia común con el entrevistador, que es la
32 M aría Laura Valcarce diferencia m uy bien las dos fases de la presenta
ción de enferm os lacaniana, que no son de distingo nítido en la presen
tación psiquiátrica clásica: cf. VA LCARCE 2012. 33 Cf. Schejtm an, F. "Síntom a y sinthom e", en SC H EJTM A N y otros 2012a.
P s ic o p a t o l o g ía : c l ín ic a y é t ic a 39 40 F a b iá n S c h e jt m a n ( c o m p .)
ild psicoanálisis- facilita la recolección de ese "m ontón de cosas se "clín ica" cuando conceptualiza la experiencia analítica, sea en
i]ue son propiamente del orden de la inscripción". En efecto, la el nivel de la dirección de la cura o en el de las construcciones
asistencia, por cierto, tom a notas durante la entrevista al pacien- nosológicas -lo he señalado, enlazadas inevitablemente en psi
le, aunque, como se insinuó antes, quizás esas no sean las únicas coanálisis-.
marcas que le deja el presenciar aquella entrevista34. Y en la con Y bien, para Lacan, el lugar desde el cual el enseñante cum
versación posterior a la entrevista esos escritos son leídos - Lee- ple su labor -e s decir, enseñar- es también el del sujeto. Aunque
lio- en un trabajo colectivo que permite arribar a puntos conclu aclara de inmediato que la inversa no es necesaria: todo ense
sivos respecto de la clínica del caso: escritura y lectu ra... clínicas. ñante enseña desde la posición del sujeto, pero ello no acarrea
Así, a partir de la consideración de la estructura de la presen- que haya un enseñante en todo sujeto. En cualquier caso, lo im
lación de enfermos lacaniana, subrayo una vez más que la clínica portante nuevamente es destacar que un psicoanalista, cuando
no la hace el psicoanalista. A quí se produce fundamentalmente enseña, no lo hace como tal: no enseña a título de analista, sino
en el nivel de esta audiencia que escribe y del conjunto de los que desde su posición de sujeto, la que cede justam ente en el tiempo
luego leen. Cuando se pasa a pensar el caso, cuando finalizada en que dirige una cura -y a que ahí el único sujeto se encuentra
la entrevista se abre la conversación clínica entre esa gente que del lado del analizante-.
eventualmente discute con el fin de arribar a alguna conclusión Pero además, Lacan se ocupa en esa oportunidad, de desple
-clínica tam bién-, no se encuentra al psicoanalista. A él, en ese gar los distintos estatutos del sujeto-enseñante, según dónde se
momento, en efecto, ya no se lo halla... pero, ¿quedará de él al localice en función del lugar que cada uno de los cuatro discur
menos alguna huella? ¿O será como el águila en el cielo, la ser sos que ha formalizado -d el amo, universitario, histérico o ana
piente en la roca, el barco en el m ar... el hombre en la doncella? lítico- le asigna. Sin detenerme en esta ocasión puntualmente en
la exposición de los discursos, es preciso indicar que ello define
posibilidades distintas para el enseñante.
E n señ an za Distínganse así: el sujeto localizado en el lugar de la verdad,
aun cuando reprimida, en el discurso del amo; el que se sitúa
Me dirijo ahora a un texto contemporáneo de aquel que recién como producto en el discurso universitario; el que funciona de
comenté, uno sostenido casi enteramente de la construcción de agente en el discurso histérico; y por fin el que se emplaza en el
los cuatro discursos lacanianos. Corresponde a una intervención lugar del trabajo en el discurso analítico. Se obtienen efectos bien
de Lacan en el cierre de un congreso de la Escuela Freudiana distintos en el nivel de la enseñanza. Tómese, por ejemplo, como
de París, dedicado a la enseñanza, en abril de 1970. Allí señala; huella del sujeto al lapsus del enseñante, digamos, en medio de
"Paso por alto lo que me fatiga de poner en el pizarrón aquello una clase: quizás se pueda captar: cómo se lo llega a desconocer
que llamé mis cuadrípodos [los cuatro discursos], y los invito a absolutamente en el primer caso; de qué manera se lo clasifica
confiar en que es donde está el S barrado [$] que el enseñante se burocráticamente en el segundo; hasta qué punto avergüenza,
encuentra, se encuentra cuando hay enseñante, lo que no implica inhibe, eventualmente, abre una laguna en el desarrollo de la
que lo haya siempre en el S barrado [$]" (LACAN 1970b). clase en el tercero; o de qué forma puede ser puesto al trabajo, a
Se indicó: la clínica y la transmisión sostenidas desde el lugar veces convertido en un Witz, entramado en el despliegue que se
del sujeto; pues bien, ahora se trata de la enseñanza, y en especial lleva adelante o dando incluso la clave de la enunciación, en el
de la del psicoanálisis que, por cierto, también puede adjetivar cuarto, allí donde se hace el lugar que conviene a lo que Freud
llamó lo inconsciente.
Deslindar las diferencias para el enseñante-sujeto que pro
34 A quí tam bién puede decirse que hay algo del pasador. V éase enseguida
vienen de su localización disímil en tales cuatro localidades per-
su función en el dispositivo del pase.
P s ic o p a t o l o g ía : c l ín ic a \ é t ic a 41 42 F a b iá n S c h e jt m a n ( c o m p .)
ni i te entender mejor, además, lo que termina acentuando Lacan nalista-, me he desplazado hacia el analizante que enseña. Pero
en esta intervención de abril de 1970: "...q u e de ofrecerse a la quiero volver todavía una vez más, brevemente, sobre el ana-
enseñanza, el discurso psicoanalítico lleva al psicoanalista a la lizante-clínico para reencontrarlo en un dispositivo que Lacan
posición del psicoanalizante..." (ibíd.). crea para explorar el fin del análisis v el pasaje de analizante a
Es que aquí va no alcanza con decir que el enseñante es un analista: el pase. Lo presenta en su famosa "Proposición del 9 de
sujeto, puesto que el psicoanalizante no es cualquier sujeto: es octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la escuela".
el sujeto en tanto que tomado por el discurso analítico. En tér Pero antes de abordar el dispositivo mismo del pase, es pre
minos estrictos, sólo puede hablarse de analizante en el caso del ciso señalar -com o lo ha destacado hace mucho tiempo Jacques-
sujeto que ha consentido venir al lugar del trabajo -e l de la aso Alain M iller38- , que el pase es doble: que hav el m omento del pase
ciación libre, en principio- en el nivel del discurso inaugurado y que hav el procedimiento homónimo. El m omento del pase es
por Freud. parte de la experiencia del análisis: estrictamente, desencadena
Ya he indicado que para considerar la entrada en análisis, y su final, con el pasaje de analizante a analista que según Lacan lo
con ella la institución del analizante, la histerización del discurso acom paña39. El procedimiento, por su parte, es el dispositivo ins
es necesaria, más no suficiente35: el pasaje por el discurso analíti titucional inventado por Lacan por el cual el momento del pase
co resulta para ello imprescindible. De allí que es en el marco de puede ser verificado. Se entiende, en los términos que vengo de
este discurso que el psicoanalista vuelve a la posición analizante, sarrollando, estrictamente clínico es este dispositivo que viene a
ahora, a los fines de la enseñanza. Pasa así de causar el trabajo redoblar conceptualm ente la experiencia del final del análisis y,
del analizante -e n el dispositivo analítico-, a trabajar ahora como muy precisamente, a intentar disipar la espesa sombra40 que re
sujeto, él mismo, por la causa del psicoanálisis... enseñándolo. cubre el m omento del pase... de psicoanalizante a psicoanalista.
Aunque hacerlo en el marco del discurso analítico no es obli En el "Discurso a la E.F.P." -posterior a la "Proposición del 9
gatorio -puesto que como sujeto bien podría enseñar a partir de de octubre de 1 9 b 7 ..."-, en diciembre de ese año, Lacan indica
las otras tres posiciones indicadas- es evidente que si se trata de que hace "emerger" el mom ento del pase "por el medio de redo
la enseñanza del psicoanálisis, mejor que se ponga a la altura de blarlo en el 'suspenso' que allí introduce su cuestionamiento a
lo que enseña. En este sentido, puede recordarse que en diversas los fines de exam en" (LACAN 1967c). Ello sugiere la posibilidad
oportunidades Lacan señaló que dictando su seminario se halla cierta de que aquel -e l m omento del p ase- permanezca "sum er
ba, precisamente, en la posición de psicoanalizante'6. Es claro, gido" en ausencia de una tal puesta en cuestión. De allí la nece
ese seminario se distinguía de su práctica como psicoanalista: sidad de este redoblamiento del "m om ento" por el "dispositivo"
si no la contradecía37, de ninguna manera se confundía con ella. del pase: sin este examen, el primero podría quedar sumergido
en el mar de lo inefable. El dispositivo del pase supone, de este
modo, el tiempo estrictam ente clínico del fin del análisis.
P ase Puede describirse brevemente el dispositivo indicando que
aquel que concluyó su análisis deviene en él "pasante", testimo
Con este último desarrollo, aun abordando la perspectiva de niando ante dos "pasadores" sobre la experiencia de su análisis y
la transmisión del psicoanálisis -com o se ha visto, cargada sobre
los hombros del psicoanalizante antes que sobre los del psicoa
38 Cf. M ILLER 1977.
39 En esto Lacan ciertam ente va más lejos que Freud: éste entendía que
35 Cf. nota 28. para ser analista hav que analizarse, aquel, m ás radical -a l m enos en el
3b P. ej.: "...re sp e cto a ustedes yo no puedo estar aquí sino en la posición de '67 (véase la nota 4 1 )-, que cualquier análisis llevado hasta su término
analizante de mi no quiero saber nada de e s o .. ." (LACAN 1972-73, 9). produce un psicoanalista.
37 Cf. ibíd. 40 Cf. LACAN 1967a, 21 y LACAN 1967b, 17.
PsiCO PA TO LO G l \: CLINICA \ ÉTICA 43 44 F a b iá n S c h e jt m a n ( c o m p .)
su final. Estos pasadores, a su vez, transmiten ese testimonio a un potencia-, producido en el final del análisis. Así, un psicoanálisis
lurado -que puede adoptar la forma de un cartel- que puede -o conduce del analizante al analista. Pero el asunto es que quien se
110 - nominar al pasante "Analista de la Escuela''. No me extenderé presenta al pase, en su testimonio da razones -cosa que, lo he
más lejos en relación con el dispositivo mismo y su funcionamien- mos destacado, no hace el analista strid o sensu- : el pasante es un
lo, una vez más, lo que me interesa aquí es localizar al clínico. psicoanalizante-clínico. Y uno que, como tal -com o analizante-,
Y bien, el final del análisis -e l momento del p a se- no lo hace retoma la función de la palabra -\ krba-. Es con palabras, claro
existir: no hace existir al clínico. Es que al final, según Lacan, está, que se dirige a los pasadores, aun cuando la clínica de su
en el lugar del psicoanalizante adviene un psicoanalista, a \a he caso lo fuerce a la lecto-escritura: rara vez el pasante no apoya la
insistido suficientemente en destacar que donde está el analista transmisión de su testimonio en algunas anotaciones - Scripta-,
no está el clínico. Pero ocurre que no es como analista que quien imprescindibles para la lectura - Lectio- clínica de su caso.
ha terminado su análisis entra en el dispositivo del pase: lo hace Por su parte, los pasadores toman notas al recibir el testimonio
-va se lo puede ad iv in ar-... volviendo a su posición analizante, y portan, además, las marcas de su encuentro con el pasante...
'i resulta que testimoniará sobre su análisis ante los pasadores, que esperan a ser leídas adecuadamente, a su vez, por el jurado
que... también son psicoanalizantes. del pase. Y bien, ¡que ningún miembro de ese jurado se las dé
Los pasadores, en efecto, son analizantes que se hallan casi al tampoco de analista! Por supuesto que pueden serlo aparte, pero
Imal de su análisis, y por eso de ellos se espera que sepan acoger no en tanto que jurados en el pase: también se espera de ellos
como conviene el testimonio del pasante y transmitirlo al jura trabajo psicoanalizante. Sobre todo se espera que puedan no -
do. Por su parte, al pasante, que ya concluyó su análisis, nada creer- saber de antemano lo que es un psicoanalista: deben poder
le impide, de todos modos, retomar en el dispositivo del pase la dejarse enseñar sobre ello por el testimonio que les es transmitido
posición analizante. Es que, efectivamente, sólo como analizante a través de los pasadores. Deben poder acoger el modo singular
entra en él. Así lo señala expresamente Lacan en la "Proposición en que para alguien -e l pasante del caso- advino el deseo del ana
de octubre del 67": "A ellos [a los pasadores] les hablará de su lista: cualquier saber preconcebido puede obstaculizarlo.
análisis un psicoanalizante [el pasante] para hacerse autorizar Así: ningún psicoanalista en el dispositivo del pase, más bien,
como analista de la Escuela..." (LACAN 1967b, 20). analizantes-clínicos. Y entonces, resurge la siguiente pregunta:
Pero, obviamente, retomar su posición analizante no devuel ¿ninguna huella del psicoanalista en el pase -águ ila en el cielo,
ve al pasante a la asociación libre o al diván: no se trata para él de serpiente en la roca, barco en el m ar... hombre en la doncella?
volver a analizarse en el pase. Lo importante es destacar que el A quí podemos avanzar un poco: sólo aquello que el pasante deja
análisis pudo haber terminado y, sin embargo, no la posibilidad pasar de él.
de retomar la posición psicoanalizante: si el análisis para Lacan
liene un fin, no ocurre lo mismo con esa posición.
Lo plantearé de esta manera. En la experiencia del análisis te
nemos un analizante; en el final de la experiencia un analizado. Y
S E G U N D A PARTE:
según Lacan -a l menos para este Lacan de 1% 741- , ese analizado
C L ÍN IC A D E U N S U E Ñ O D E F R E U D
es estrictamente hablando un analista -sin o en acto al menos en
H acia la g a rg a n ta . . . y la an g u stia
41 D iferencias de interés se introducen en la "N ota italiana" (cf. LACAN
1974): no parece asegurado para el Lacan de 1974 que todo análisis lle En la "A pertura de la sección clínica", Lacan agregó a sus de
vado hasta su térm ino produzca necesariam ente un psicoanalista. No finiciones sobre la clínica psicoanalítica la siguiente: " ...la clíni-
puedo extenderm e sobre esto aquí.
P s ic o p a t o l o g ía : c l ín ic a i é t ic a 45 46 F a b iá n S c h e jt m a n ( c o m p .)
i j del psicoanálisis consiste en volver a interrogar todo lo que de aquel sem inario- dos partes en ese sueño: dos partes que tie
I reud dijo" (LACAN 1977, 43)42. Y bien, lo hago a continuación - nen, cada una de ellas, un punto culminante.
interrogarlo, ¡pero no todo lo que d ijo !- re-leyendo -co n Lacan43- En la primera parte, la posición de Freud -d el yo de Freud-
un sueño de Freud: no uno cualquiera, el sueño inaugural del no se diferencia de aquella de la vigilia46: reaparecen allí tanto la
psicoanálisis, el sueño de la inyección de Irma. Intentaré volverlo culpa como el intento de desculpabilizarse47, presentes durante el
paradigmático del abordaje clínico en psicoanálisis: resume muy día en relación con el tratamiento de Irma. Las preocupaciones de
bien el trayecto mismo de un análisis y su lógica. Me permitirá, a Freud de antes de dormir se continúan así en ese primer tramo
la vez, avanzar un poco más en torno del trío Verba, Scripta, Lectio del sueño, siendo entonces lo imaginario del sentido, del ego y de
v su localización en ese trayecto. la relación con el semejante lo que -según L acan- prevalece: allí
Se recordará, quizás, la espléndida lectura que de aquel sueño
realiza Lacan en el Seminario 244: para avanzar en el desarrollo me
apoyaré en su planteo, seguramente mucho más que en el sueño una gran m ancha blanca, y en otras partes veo extrañas form aciones ru
de Freud y el análisis que él mismo realiza43 que supongo más gosas, que m anifiestam ente están m odeladas com o los cornetes nasales,
conocidos. extensas escaras blanco-grisáceas. - A prisa llam o al d octor M., quien
Lacan distingue con precisión -reléase los capítulos XIII y XIV repite el exam en y lo confirm a... El doctor M. se ve enteram ente distin
to que de ordi-nario; está m uy pálido, cojea, está sin barba en el m en
tón... Ahora tam bién está de pie junto a ella m i am igo O tto, y mi amigo
Leopold la percute a través del corsé y dice: "Tiene una m atidez abajo a
42 Aquí, con "volver a interrogar", m odifico la traducción de la ver la izquierda", y tam bién señala una parte de la piel infiltrada en el hom
sión castellana de ü m icar? , que propone "volver a cuestionar" para bro izquierdo (lo que yo siento com o él, a pesar del vestido)... M. dice:
"réinterroger". En cualquier caso im porta subrayar el redoblam iento que "N o h a}’ duda, es una infección, pero no es nada; sobrevendrá todavía
se anuncia en ese "re ", que considero esencial destacar para la clínica: la una disentería y se elim inará el v eneno"... Inm ediatam ente nosotros sa
clínica, com o se ha visto hasta aquí, es siem pre redoblam iento. bem os de dónde viene la infección. No hace m ucho m i am igo Otto, en
43 Con Lacan leem os a Freud v hacem os clínica. Se cree -lo he d estacad o- una ocasión en que ella se sentía mal, le dio una inyección con un pre
que hacer clínica es "ver p acien tes": hacer clínica no es eso, hacer clínica parado de propilo, propileno... ácido propiónico... trim etilam ina (cuya
es lecto-escritura. C lin icam os... cuando leem os a Freud. Con lo que si fórm ula veo ante m í escrita con caracteres gruesos)... No se dan esas
gue puede decirse que extraem os un U no del enjam bre de significantes inyecciones tan a la ligera... Es probable tam bién que la jeringa no estu
freudianos, volviéndolo síntom a-legible. N o lo hacem os inerm es, claro viera lim pia" (ibíd. 128-129).
está, sino con el arsenal que nos presta la enseñanza de Lacan. A sí com o 46 Freud había atendido a Irm a -q u e no era una paciente cualquiera, sino
pescam os la lógica de un caso, la pescam os en los textos de Freu d ... la m uy am iga suya y de su fam ilia (cf. FREU D 1900, 1 2 7 )- en el verano
red, para nosotros, es lacaniana. de 1895, interrum piéndose el tratam iento -p o r las v acacion es- con un
■14 Cf. LA,CAN 1954 - 55 . éxito parcial: la paciente había perdido su "angu stia h istérica", pero
45 Cf. FREUD 1900 , 127 - 141 . El texto del sueño del 23/24 de julio de 1895 es restaban algunos síntom as som áticos. El 23 de ju lio de 1895, un amigo
el siguiente: "U n gran vestíbulo - muchos invitados, a quienes nosotros íntim o y colega de Freud -O tto , que reaparece en el su e ñ o - le trae noti
recibimos. - Entre ellos Irma, a quien enseguida llevo aparte com o para cias de Irm a luego de haberla visto, señalándole: "está m ejor, pero no de
responder a su carta, y para reprocharle que todavía no acepte la "solu todo bien " (ibíd.). Freud queda irritado por esas palabras, o por el tono
ción". Le digo: "Si todavía tienes dolores, es realm ente por tu exclusiva con que fueron proferidas, y esa m ism a tarde redacta la historia clínica
culpa". - Ella responde: "Si supieses los dolores que tengo ahora en el de Irm a ... "a m odo de ju stificación" (ibíd., 128): los rem ordim ientos son
cuello, el estóm ago y el vientre; me siento oprim ida". - Yo me aterro v evidentes. Esa noche del 23 de ju lio sueña el sueño que aquí abordo.
la miro. Ella se ve pálida v abotagada; pienso que después de todo he 47 A Freud no se le escapa, en su interpretación del sueño, por ejemplo,
descuidado sin duda algo orgánico. La llevo hasta la ventana v reviso el que al otorgarle a los dolores de Irm a una posible causa orgánica, él se
interior de su garganta. Se muestra un poco renuente, com o las mujeres pone a cubierto de toda crítica: si su técnica sólo elim ina dolores his
que llevan dentadura postiza. Pienso entre m í que en m odo alguno tiene téricos, y los de Irm a tienen origen orgánico, no habría ya nada que
necesidad de ello. - D espués la boca se abre bien, y hallo a la derecha reprocharle: cf. FREU D 1900, 130.
P s ic o p a t o l o g ía : c l ín ic a y é t ic a 47 48 F a b iá n S c h e jt m a n ( c o m p .)
" l ;reu d s e m u e s tr a tal c u a l e s y s u e g o e s tá p e r f e c t a m e n t e a n iv e l sale, en lo más profundo del misterio, la carne sufriente, informe,
d e su e g o d e s p ie r t o " (LACAN 1954-55, 235). cuya forma por sí misma provoca angustia" (ibíd., 235). " .. .revela
Es claro que uno no duerme solamente de noche, en la cama, ción de algo hablando estrictamente, innombrable, el fondo de esa
sino que se está dormido también durante el día, en el nivel de los garganta, de forma compleja, insituable, que hace de ella tanto el
discursos que nos atontan, adormecen o hipnotizan, y que no hay objeto primitivo por excelencia, el abismo del órgano femenino del
despertar más que por el encuentro con lo real -la s más de las ve que sale toda vida, como el pozo sin fondo de la boca por el que
ces angustiante- que puede acontecer en la vigilia o interrumpir el todo es engullido; y también la imagen de la muerte en la que todo
dormir. Y bien, es el encuentro con lo real, en este sueño, entonces, acaba terminando [...] revelación de lo real en lo que tiene de me
lo que para Lacan marca su primer punto culminante. nos penetrable, de lo real sin ninguna mediación posible, de lo real
El vuelco del sueño se produce, así, cuando Freud se dispone último, del objeto esencial que ya no es un objeto sino algo ante lo
.i examinar a Irma, la conduce junto a la ventana y le pide que cual todas las palabras se detienen y todas las categorías fracasan,
abra la boca. Luego de vencer una resistencia que Freud no deja el objeto de angustia por excelencia", (ibíd., 249).
de calificar como femenina48, por fin Irma abre su boca. Como se Real innombrable, objeto de angustia: sin duda un antecedente
sabe, se trata allí del encuentro horroroso, angustiante, con su gar de cierta dimensión que va a tener el objeto a más adelante en
ganta. Así lo describe Lacan: "Es un descubrimiento horrible: la la enseñanza de Lacan: en este caso no su vertiente de causa del
carne que jamás se ve, el fondo de las cosas, el revés de la cara, deseo, sino el objeto a como causa de la angustia49. Aquí, quizás,
del rostro, los secretatos por excelencia, la carne de la que todo revelándose como una mirada que angustia: esa garganta que
mira a Freud... más de lo que él la observa.
nombrable, de algún modo, promueve la fragm entación de su de lo imaginario de la relación con el semejante y el sentido cul
vo: "¿Qué sucede en el m omento en que el sueño alcanza su poso (producto, por lo demás del encadenamiento significante),
primer punto culminante? [...] ya no hay un Freud, ya no hay al encuentro angustiante con la garganta, objeto innombrable,
nadie que pueda decir yo" (ibíd., 250). "N o se trata de un estado real último que por un instante se devela:
■interior del yo sino, literalmente, de una descomposición espectral
de la función del yo. Vemos aparecer la serie de los yo. Porque el \o de Freud Garganta
vo está hecho de la serie de identificaciones que han representado
para el sujeto un hito esencial [...] Esta descomposición espectral S, - S, ------------------------ a
es, a todas luces, una descomposición im aginaria" (ibíd., 251). "En
la medida en que un sueño llega tan lejos como puede hacerlo en i(a)
el orden de la angustia, y en que se vive una aproximación a lo
real último, asistimos a esa descomposición imaginaria que no es X luego del encuentro con lo real y la desidentificación corre
sino la revelación de las componentes normales de la percepción" lativa, el trío de clowns, desbocado, manifiesta la dispersión misma
(ibíd., 253). de los Unos sin sentido. Se trata allí, «o del encadenamiento signi
Si el yo se constituye por identificaciones imaginarias, que lo ficante (Sj-S2), que produce inevitablemente el efecto de significa
vuelven más o menos estable, ilusoriamente completo, aquí te ción, sino del enjambre (essaim52) de Unos dispersos: Sj-S, -Sr Es lo
nemos, por el encuentro con lo real, la deconstrucción del yo -e n que conduce a la independencia de lo simbólico -d el sentid o- y
este caso del yo de Freu d - en las partes que lo constituyen. Una termina, por fin, en la extracción de un Uno: la fórmula de la tri-
suerte de estadio del espejo al revés: disolución de lo imaginario m etilamina en el segundo punto culminante del sueño. Escribo
del yo hasta alcanzar la fragmentación de esas identificaciones ahora el recorrido hasta aquí, anticipando ya lo que llamaré una
constitutivas. célula clínica básica:
Disuelto el yo de Freud, entonces, ya en la segunda parte del
Yo de Freud G argan ta Trío de cloums Trim etilam in a
sueño, quedan en la escena esos tres personajes: el doctor M., Otto
y Leopold. Es ese "trío de clozvns”>0 -com o lo llama L acan- el que
Si ~ S2 --------- * a ---------- SfSfS, --------- - S,
loma la palabra cuando el yo de Freud se desvanece: "C on este trío
de clowns vemos establecerse en derredor de la pequeña Irma un i(a)
diálogo sin ton ni son, que se parece más bien al juego de las fra
ses truncadas e incluso al muy conocido diálogo de sordos" (ibíd., La fórmula de la trimetilamina es, Freud mismo lo subrav a, la
237). Este trío, entonces, hablando a tontas y a locas, soltando fra "solución" (Lossung) del sueño. ¿Qué encontramos en ese nivel,
ses sueltas -truncadas indica Lacan51- , sin sentido ninguno, nos en el paso que va del enjambre de Unos a la extracción de un Uno
conduce al segundo punto conclusivo: "el sueño, que culminó una que deviene fórmula escrita? Lacan lo indica como sigue: "La en
primera vez, estando allí el ego, con la imagen horrorosa de que trada en función del sistema simbólico en su empleo más radical y
hablé, culmina una segunda vez al final en una fórmula escrita" absoluto" (ibíd., 255). El sueño entrega aquí un simbólico muy pe
(ibíd., 240): la fórmula de la trimetilamina. culiar. No se trata del significante en tanto que articulado con otro.
Resumo escribiendo la primera parte del sueño como pasaje No, las articulaciones, podríamos decir, se han agotado. Se toca así
una faz del inconsciente en la que los significantes no copulan, no
50 Trío que redobla, en la segunda parte del sueño, al trío fem enino del
prim er tram o destacado en la nota 48. 52 Essaim, "enjam bre" en francés, suena muv parecido a S, (cf. LACAN
51 Lo que nos conducirá a anotarlas enseguida sin el S?: enjam bre de los S . 1972-73,172).
P s ic o p a t o l o g ía : c l ín ic a \ é t ic a 51 52 F a b iá n S c h e jt m a n ( c o m p .)
hocen cadena. Vamos aquí de lo simbólico en su cruce con lo ima- este punto angustioso en el que usualmente nos despertamos
ginario a lo simbólico en su cruce con lo real. para dormirnos en la vigilia. Y como resultado de ese franquea
¿Y qué es lo que resta? Esa fórmula escrita que, al igual que el miento, el sueño deja una marca, un vestigio de lo real, el in
oráculo, "no da ninguna respuesta a nada" (ibíd. 240). El sueño consciente entrega una letra -q u e, se verá, será leída-, la fórmula
de la inyección de Irma desnuda de este modo, sobre su término, de la trimetilamina, la solución. Se va, de este modo, de la arti
la naturaleza última de lo simbólico: la independencia del signifi culación significante -V erba- inicial, a la marca, incluso la letra
cante respecto del sentido. La fórmula de la trimetilamina es, así, -S crip ta - que resta del encuentro con lo real... y que produce una
una letra. \ una letra se distingue -especialm ente en el último La- transm utación en la posición del sujeto, de Freud mismo. Es que,
can- del significante, al menos, del significante en tanto que arti como se sabe, lo que está en juego para Freud aquí, no es otra
culado: mientras que el significante es aquello que representa a cosa que la invención del psicoanálisis como tal.
u 11 sujeto para otro significante, la letra supone, más bien, una A partir de este sueño Freud se encuentra con la solución
suerte de significante aislado, solo, producto de su extracción53. (Lossung), química por supuesto en primer lugar, la fórmula de
Si en el nivel del significante en tanto que articulado con otro la trimetilamina, pero también con la solución al misterio de los
nos hallamos en el cruce entre lo sim bólico y lo im aginario -lo sueños, la localización del deseo inconsciente en el sueño, el sue
que se testim onia por los efectos de sentido que aquella articu ño como cumplimiento de deseo y, finalmente, con la solución
lación simbólica provoca en lo im aginario-, con la letra nos en de los síntomas histéricos: la invención del psicoanálisis."6 Podría
contramos más bien en el cruce de lo sim bólico y lo real: fuera de decirse que, con la invención del psicoanálisis, Freud da un paso
sentido. Y en ese cruce la letra es entregada por un inconsciente más respecto de la marca que el inconsciente le entrega en este
que no es el de la elucubración de saber, es el inconsciente real54. sueño: la lee. A la fórmula se agrega una lectura que es acto: un
Y bien, Freud atraviesa la angustia en este sueño, soporta el saber-hacer-ahí-con ese vestigio que da como resultado... el psi
encuentro angustioso con lo real y avanza. Agallas, coraje, Freud coanálisis mismo.
el analizante de La Interpretación de los sueños, está invadido por
un vivido deseo de saber55, y por ello es conducido más allá de
V erba, S crip ta y L ectio en el trayecto del an álisis
S3 En su últim a enseñanza Lacan define al síntom a precisam ente de ese
modo: letra extraída del inconsciente. Cf. los dos últim os textos citados
La célula clínica mínima recién propuesta, aísla, de algún
en la nota siguiente. modo, los siguientes tiempos lógicos: hablar (S -S¿), encuentro
^4 No puedo detenerm e en esta ocasión en el despliegue de la noción
de inconsciente real. Véase la disyunción entre el "inconsciente trans-
ferencial" -e l de la cadena significante y la elucubración de saber- y no sería deseo de saber, sino deseo de obtener la diferencia absoluta, lo
el inconsciente real, especialm ente en M ILLER 2006-07. Cf. también que se escribiría en ese discurso en otra diagonal, la que va de a a S. (cf.
Schejtm an, F., "Sín tom a y sinthom e", en SCH EJTM A N y otros 2012a y M ILLER 1998, 26-27). Así, lo crucial se desprende del siguiente interro
SCH EJTM A N 2004, prim era parte. gante: ¿cómo reintroducir en el psicoanalista un deseo de saber al que
S5 Es importante detenerse en la cuestión del "deseo de saber". En "Intro está cerrado por su práctica misma, para que devenga clínico? ¿Cómo
ducción al post-analítico", Jacques-A lain M iller aborda este asunto in empujarlo a retom ar una posición que, com o se ve, no es otra que la del
dicando que el analista no está abierto a ningún deseo de saber: que lo psicoanalizante?
que Freud pudo ubicar como "deseo de saber" -v que Lacan no pocas 56 Por lo demás, Freud anhelaba que en la villa de Bellevue donde se pro
veces ha puesto en cu estión- más bien hay que encontrarlo del lado del dujo el sueño, alguna vez figurara una placa que conm em orase ju sta
psicoanalizante. M iller lo escribe en el discurso analítico a partir de una m ente ese acontecim iento, algo com o: "A qu í el Dr. Sigm und Freud d es
flecha, que va del $ al S2, y sitúa allí al "deseo de saber" com o caracte cubrió el sentido de los sueños". Y, efectivam ente, esa placa está fijada
rístico de la posición psicoanalizante. En tanto que el deseo del analista allí hoy en día: Scripta manent.
P s ic o p a t o l o g ía : c l ín ic a y é t ic a 53 54 F a b iá n S c h e jt m a n ( c o m p .)
ion lo real {a), disolución de lo imaginario, dispersión de los se satisface. Pero, para que acontezca alguna mutación subjetiva,
Unos ( S ^ - S ^ , marca, vestigio del encuentro con lo real, sínto el encuentro con lo real, todavía debe dejar una marca y ella ser
ma-letra (Sj)... retroactivamente, a partir de la lectura. Pero, ¿no leída -lo que no siempre sucede, ya que nada lo asegura62-.
podemos acaso abordar el trayecto de un análisis, a partir de esta Pero un psicoanálisis es -en tre otras cosas- una invitación a
estructura? leer esas marcas. De este modo, en un análisis se va de la tera
Se comienza, en efecto, por hablar, y eso es la asociación libre péutica palabrera de la asociación libre, pasando por la transfe
que, como tal, conduce derechito hacia el principio del placer57: rencia real, que desnuda la presencia del psicoanalista como tope
goce del bla bla bla que adormece frecuentemente al analizante, al goce del bla bla bla, al aislamiento de la letra del síntoma que,
a veces... ¡también al analista! Aunque, hay que destacarlo, si en su lectura -com o dejé entrever en el caso del sueño de Freu d -
uno se compromete decididam ente con la regla fundamental del va corresponde a un "saber-hacer-ahí-con", a una invención63.
análisis, no hay forma de no toparse tarde o temprano con un im Vale la pena indicar, por fin, que la aplicación de esta célu
posible de decir, que interrumpe esa máquina infernal de ador la clínica no se restringe al trayecto entero de un análisis: una
mecimiento. Lo que señalé más arriba: punto en que se alcanza el sola sesión puede abordarse también apelando a esta breve for-
límite de la asociación libre, en su extremo, su agotam iento58. Ese malización. Hablar, que el hablar se interrumpa, por el tropiezo
límite proviene del encuentro con lo real, que en la cura acontece con algún orden de real, que de ello quede alguna h uella... que
bajo transferencia: Lacan lo abordó a partir de la emergencia de pueda ser leída. ¿Acaso hacemos mucho más que eso en un psi
la presencia del psicoanalista59. No sin angustia y sin caída de las coanálisis?
identificaciones -análogo a lo que sucede en el sueño freudiano
comentado-.60
Ahora bien, si hay transmutación subjetiva, si un sujeto nuevo O m blig o del su eñ o
emerge de allí, ello ocurre porque esos encuentros con lo real de
jan una marca que puede ser leída. En efecto, es cierto que no exis No es posible dejar el sueño de la inyección de Irma sin de
te tal transmutación sin el acontecimiento imprevisto que supone tenerse, brevemente al m enos64, en torno de la marca que Freud
un encuentro con lo real, pero ello no basta. Traumas hay a mon deja inscripta a pie de página justo al borde del análisis que hace
tones y -¡por ello!- el sujeto es afortunado, feliz61-: ahí la pulsión de su encuentro con la garganta: el ombligo del sueño. Así lo
introduce: "Todo sueño tiene por lo menos un lugar en el cual es
ri7 Cf. Lacan 1972-73, 101. A un cuando es cierto que, por lo general, se insondable, un ombligo por el que se conecta con lo no conoci
llega al análisis, m uy ju stam ente por algún desarreglo del principio del do" (FREUD 1900,132, n. 18). A lo que añade más adelante: "ese es
p lacer... al que la "cu ra p or la palabra" trata ya de entrada con la orien el ombligo del sueño, el lugar en que él [el sueño] se asienta en lo
tación indicada. no conocido [Unerkannte]" (ibíd., 519).
üS Véase el tratam iento que le da Freud al detenim iento de la asociación
libre en FREU D 1912a.
W Cf. p. ej. LA C A N 1964a, X-XI: donde el cierre del inconsciente se liga 62 ¿Qué cosa no siem pre sucede: que haya lectura, o tam bién que el en
con el lím ite de la asociación libre y la presencia del psicoanalista. Cf. cuentro con lo real deje m arca? ¿H a}’ encuentros con lo real que no de
tam bién SCH EJTM A N 1998. jan m arca? Pero, en fin, ¿es que acaso podría saberse de esas m arcas
(>() Cuidado, porque hay aquí dos reales e n ju e g o que term inaré de d eslin sin algún orden de lectura? Las respuestas a estos interrogantes no son
dar en lo que sigue: no es lo m ism o lo im posible de decir -lím ite de la sencillas, su desarrollo excede las posibilidades de este trabajo.
asociación lib re- que m ás adelante nos quedará del lado del om bligo 63 O bviam ente no toda lectura supone el saber-hacer-ahí-con, pero hay
del sueño, que la presencia del an alista... m ás bien del lado del objeto a. que ver si la inversa no se sostiene: es difícil suponer ese saber-hacer sin
Cf. nota 68. algún orden de lectura.
(■>I Cf. LA C A N 1973a, 107-108, LACAN 1973b, 12 y LA C A N 1973c, 17-18. 64 Una alusión ya se hizo en la nota 48.
P s ic o p a t o l o g ía : c l ín ic a y é t ic a 55 56 F a b iá n S c h e jt m a n ( c o m p .)
Límite del sueño y de la interpretación, el ombligo del sueño la marca en el sueño m ism o" (LACAN 1975,128): "Hay aquí, de al
es estrictamente planteado por Lacan -e n una fulgurante res gún modo, disociación de la relación sexual, de la que es comple
puesta que da en 1975 a una pregunta de Marcel Ritter65- como tamente concebible que algo lleve la marca en el inconsciente.
borde del inconsciente, en tanto que es la marca que señala que (LACAN 1975, 134).
más allá el camino se pierde en ese abismo real de lo imposible- Así, el ombligo del sueño no es el agujero real que hace límite
de-reconocer.66 Ilustrémoslo así: sobre el final de la ruta un cartel a lo simbólico: ¿X. Es, más bien, el estigma de ese agujero en el in
le indica al pobre coyote -incansable perseguidor de correcami- consciente: S (X)-69V lo que he llamado lectura, como saber-hacer-
nos-: "-¡No sigas adelante tonto, se terminó el camino, más allá ahí-con el síntoma, el redoblamiento de ese estigma: L (/().
lun un abism o!". Ya se lo ve cayendo en él. La corporación Acmé
no lo salvó de la patinada. Irremediable: la patinada, el traspié...
"la una-equivocación" [l'iine-bévueb1]. C O D A : F O R M A L IZ A C IÓ N , F O R M O L IZ A C IÓ N ,
En fin, el ombligo del sueño no es abismo real sino, en el in A M O R Y P O E S ÍA
consciente, marca del límite de la carretera simbólica. El ombligo
es cicatriz, en el sueño, de lo real de la represión primordial68: no
F o rm a liz a r, fo r m o liz a r
lo reprimido primario, sino su estigma en el inconsciente. Lacan
cuándo n o - es freudiano: el ombligo no es lo no-reconocido,
La clínica del psicoanálisis -in sistí en ello - no se confunde
sino aquello que en el sueño se conecta con lo no-reconocido, el
con la experiencia de la que surge, la del análisis: comporta ya su
lugar en que el sueño se asienta en lo no-reconocido.
redoblamiento conceptual, su formalización. Por eso puede ad
Por ello el ombligo del sueño tiene aquí un interés especial:
jetivarse la enseñanza de Jacques Lacan como clínica: en toda su
.icerca una vía de respuesta -seguram ente no la ú n ica- para una
extensión, en cada uno de sus tramos, se halla la tentativa perma
pregunta que flota sobre el trayecto recorrido. La que apunta a la
nente de conceptualizar la experiencia del análisis, en cada uno
marca... de lo que no tiene marca. Hay, claro está lo que no deja
de sus recodos la construcción incesante de aparatos de formali
huella -e l águila en el cielo, la serpiente en la roca, el barco en el
zación -e n los que se reencuentran sus fórmulas y m aternas- que
mar, en fin ... el hombre en la m ujer-. Pero eso no impide que de
intentan volver transmisible esa experiencia.
ello haya marca: estigm a... de la falta de huella.
Sin embargo la hiancia entre la clínica y la experiencia no
Si Lacan termina ligando lo reprimido primordial -com o agu-
se colma por el esfuerzo de formalización. Al contrario, tarde o
H'ro, límite en lo sim bólico- al hecho de que no hay relación entre
temprano se capta que la form alización no puede más que ser
los sexos que pueda escribirse en el inconsciente -q u e no hay
no-toda ya que "lo real no puede inscribirse sino con un impasse
relación sexual-, llega a señalar que la "audacia de Freud en esta
de la form alización" (LACAN 1972-73,112).
ocasión es simplemente decir que [de eso] se tiene en alguna parte
¿Pero no será propiamente lo vivo aquello que de lo real obs
taculiza toda formalización y la formalización-toda? ¿Y no se evi-
hS Cf. LACAN 1975.
mi Cf. ibíd. del objeto a -h e aludido a la "garganta-m irad a"-), de lo im posible de
i>7 Así Lacan llega a "trad u cir" al francés, el inconsciente freudiano, en reconocer [U nerkannte] com o reprim ido prim ario: lo que no cesa de no
alem án "U nbewusste cf. LACAN 1976-77. escribirse de lo fem enino: cf. nota 48.
htt Entre otros distingos cruciales, el texto de Lacan al que m e estoy refi 69 Pero, ¿no agregaré este materna a la célula clínica propuesta? Siguiendo
riendo diferencia este real reprim ido prim ario, de lo real pulsional: cf. a Freud, estaría tentado de escribirlo -co m o hace él con el om bligo del
LACAN 1975. Por esta vía, adicionalm ente, puede diferenciarse así la sueño en su relación con la garganta de Irm a con la que se encuentra en
garganta del sueño de la inyección de Irm a que se arrim aría a lo real el sueño inaugural del p sico an álisis- com o una nota al p ie ... del objeto
pulsional (pués com porta la participación de una sustancia episódica a\ re-percutiendo sobre lo real pulsional (cf. LA C A N 1975).
P s ic o p a t o l o g ía : c l ín ic a y é t ic a 57 58 F a b iá n S c h e jt m a n (c o m p .)
dencia en ello, además, lo que de mortificante supone cualquier como el número72, que lo soporta. En efecto, en ese nivel se trata
orden de formalización? Debe prestarse atención al hecho de que de un abordaje puramente algebraico. Allí están de más no sólo las
la clínica no se inicia sin la autopsia: léaselo en Foucault70. La manipulaciones de sogas sino también los diagramas, esquemas o
íormalización, clínica o no, difícilmente pueda ocultar lo que tie dibujos: son absolutamente secundarios en los papers matemáticos
ne... ¡de fonnolizaciónl sobre nudos.
Luego está el nudo como objeto material. Respecto de él,
es cierto que Lacan em pujaba a la audiencia de su seminario a
T riplicidad del m id o abordar el nudo a partir de la tontería73, a hacer lugar a la mani
pulación del nudo, del objeto que tiene grosor, del nudo de cuer
Váyase, por ejemplo, al nudo. En Lacan se destaca por todos da -precisam ente, el único que puede ser manipulado, tratado
lados su triplicidad: del nivel en el que el nudo es tridimen con las manos-. Pero lo cierto es que si uno se queda única
sional, manipulable, material, "con grosor", se diferencian tanto mente en eso no se llega a entender nada74. Ni se sale de la
el de la bidim ensionalidad proporcionada por su aplanamiento magia: se sabe que hay trucos con nudos y los m agos manipulan
en diagrama -dond e se halla al nudo como aparato de form ali el n u d o ... ¡tanto como a su público: la mano es más rápida que la
zación clínica en L acan - y, por fin, aquel del nudo como objeto vista! En el nivel de la m anipulación la sugestión es ineliminable.
matemático abstracto. Para form alizar73, para seguir a Lacan en su formalización
Destaquemos primeramente ese último nivel: respecto de esta nodal, hay que dar otro paso, que es de reducción, de aplana
tercera vertiente del nudo, Lacan llegó a proponer que el nudo no miento: pasar de la cuerda m anipulada al pizarrón donde se tra
es modelo ni metáfora de la estructura, que el nudo es de lo real71, zan esquemas y diagramas en una superficie plana. Trátase de
un pasaje en el que, en efecto, se reduce una dimensión: de la
tridimensionalidad a la bidimensionalidad. Es el achatamiento
del grosor, aplanamiento de la consistencia imaginaria, lo que
70 Cf. FO U CA U LT 1963, especialm ente, cap. 8. permite que allí comience la escritura.
71 " ... ¿el nudo es un m odelo? [...] Yo pretendo, para este nudo, repudiar
la calificación de m odelo [...]. El m odelo, com o acabo de decirlo, y esto
por el hecho de su escritura, se sitúa p or lo im aginario. [...] Y es por eso
que yo pretendo que este aparente m odelo que consiste en este nudo,
este nudo borrom eo, constituye excepción, aunque situado él tam bién
en lo im aginario, constituye excepción a esta suposición, por esto de
que lo que él propone es que los tres que están ahí funcionan com o pura 72 LA C A N 1973c, 14.
consistencia, a saber que no es sino por sostenerse entre ellos que con 73 "Para operar con este nudo de una m anera que convenga, es preciso
sisten. Los tres se sostienen entre ellos re a lm e n te ..." (LA CA N 1974-75, que ustedes se funden sobre un poco de tontería. Lo m ejor es todavía
17-12-74). " ... ya lo he dicho: el nudo no es un m odelo. N o solam ente usarlo tontam ente, lo que quiere decir ser un incauto. No ha}' que entrar
lo que hace nudo no es im aginario, no es una representación, sino que en su m ateria con la duda obsesiva, ni rem olonear d em asiad o" (LA
su característica es justam ente esto -e s en eso que esto escapa a una re CA N 1974-75, 17-12-74).
presentación y que yo les aseguro que no es por hacer m uecas que cada 74 " ...le s aconsejo que se ejerciten [...], al m anipular este pequeño nudo,
vez que represento uno hago un trazo de través, yo pienso que, com o se fam iliarizarán, al m enos con sus m anos, con algo en lo que de todos
no m e creo m ás o m enos im aginativo que otro, (que) eso dem uestra va m odos no pueden com prender n a d a ..." (LA CA N 14-1-75).
hasta qué punto el nudo nos repugna com o m odelo-: no hay afinidad 75 En verdad, para com enzar a hacerlo. Es que, en el esquem a, en el dia
del cuerpo con el nudo, incluso si, en el cuerpo, los agujeros, eso d esem gram a, por más aplanam iento que haya -e n lo que insisto a continua
peña para los analistas una sagrada función - e l nudo no es el modelo, ció n-, queda un resto de figuración -d e im ag in ario - que sólo se barre
es el soporte. No es la realidad, es lo real" (ibíd., 15-4-75). con la algebraización m atem ática, y aún a s í...
P s ic o p a t o l o g ía : c l ín ic a y é t ic a 59 60 F a b iá n S c h e jt m a n ( c o m p .)
turar lo real en redes simbólicas, aún cuando -com o se señaló-, se encuentra la poesía. ¿No es ella, acaso, la que le da cuerpo a
lo consiga no-todo. La formalización aplana la consistencia, el la escritura? Buen recurso, entonces, para tratar a la vez el efecto
cuerpo85 de la experiencia. Ahora bien, frente a este empuje de desvitalizador de la formalización y lo imposible de formalizar
simbolización formalizada h ay ... ¡la resistencia del cuerpo!: “lo en nuestra clínica: la clínica del psicoanálisis es form alización...
que soporta al cuerpo es [...] la línea de la consistencia. Un cuer no sin poesía.
po |...] no tiene aspecto sino de ser lo que resiste" (LACAN 1974- Podría decirlo así: al lado de las mariposas disecadas que con
7 5 ,18-2-75). delicadeza se bañan en formol antes de pincharlas en telgopor
Así, si en el paso de la experiencia psicoanalítica -q u e com o exhibirlas bajo cristales -ad em ás de los artilugios de Demien
porta el encuentro de los cuerpos86- a esta formalización -q u e Hirst89- , puede hacerse oír aquel jovencito analizante, de diez
conlleva la clínica como escritura- ha}' la reducción de una di años, perfectamente comprometido con la asociación libre -¿d es-
mensión que supone el aplanamiento, es preciso destacar al mis de cuándo la edad sería un im pedim ento?-, que llegó a hacer
mo tiempo la resistencia del cuerpo de la experiencia al mismo, del resto de su trabajo analítico un breve cuento -poesía prosa-
mi resistencia a la formalización. d a - sobre la "m andariposa". Por cierto, jugaba con ella luego del
almuerzo o la cena: pelaba la mandarina de un modo adecuado
V luego de comer la fru ta... ¡hacía volar la cáscara!
Mandariposa \ bien, ¿cómo atrapar al vuelo las palabras que aletean, sin
que en el intento pierdan su color, su vitalidad alada, cómo ha
Vía por la cual el impasse de la formalización -bienvenido sea- cerlo, en todo caso, luego del reposo que hallan en la letra que
.ilire una primera salida a su mortificación: volver a hacerle lugar permanece, cómo lograrlo, en fin, después de su captura en la
.il cuerpo de la experiencia, re-vitalizaría el abordaje formal. ¿Y telaraña del texto? Formalícese, claro está. \ en el impasse -que
por qué medios se lo lograría en psicoanálisis sino transferen- está asegurado- pruébese, además, con un esfuerzo de poesía90.
i ules? ¿Clínica bajo transferencia entonces87? Sí, pero quizás ya
transferencia de trabajo, antes que trabajo de la transferencia.88
I’or allí se encuentra, claro está, una "amor-tiguación" primera
para la formolización formalizadora: no hav amor sin cuerpo, ni
transferencia sin amor.
¿Existen otras vías? Indico al menos una más. Cerca del amor
Hi Que la form alización m atem ática pueda designar "lo que retiene invi
siblem ente a los cuerpos", no hace que los m ortifique m enos: no hav
diferencia para esa cuenta entre el cuerpo vivo y el cuerpo m uerto... 89 El polém ico artista inglés -ap aren tem ente el más cotizado artista "vivo"
sólo envoltura en su telaraña. del p lan eta- es conocido por sus obras basadas en anim ales m uertos
Sii No hay psicoanálisis sin encuentro corporal, aun cuando nada im pida sum ergidos en form ol y m osaicos de m ariposas disecadas. A sediado
intervenciones analíticas por teléfono, m ensajes de texto, mail o skype: adem ás, últim am ente, por la Royal Society for the Prevention o f Cruelty
excepciones que confirm an la regla. to Anim áis (RSPCA), por la m uerte de unas nueve mil m ariposas en las
K7 Cf. M ILLER 1982. veintitrés sem anas de duración de su exposición en la galería londinen
ss La enseñanza del psicoanálisis no puede transm itirse de un sujeto a se Tate M odern. En In and Out o f Love, en dos espacios sin ventilación
otro sino por las vías de una transferencia de trabajo" (LA C A N 1964b, revoloteaban cantidades im portantes de m ariposas, alim entándose de
13). N ótese de paso, nuevam ente, que aquí no aparece el psicoanalista: agua azucarada, fruta y flores puestas en el lugar: aparentem ente la
enseñanza y transm isión del psicoanálisis, "de un sujeto a otro". Para gran afluencia de público habría causado la m uerte de aquellas miles.
un desarrollo sobre la "transferencia de trabajo", cf. M ILLER 1989-90. 90 Cf. M ILLER 2002-03.
P s ic o p a t o l o g ía : c l ín ic a 'i é t ic a 63 64 F a b iá n S c h e jt m a n ( c o m p .)
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