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STORNI Alfonsina - Esta Es Mi Storni (Antologia)

Alfonsina Storni, poeta argentina nacida en Suiza en 1892, se destacó en el ámbito literario y cultural de su tiempo, publicando siete libros de poesía y colaborando con importantes revistas. Su obra refleja una mezcla de rebeldía y sensibilidad, abordando temas como el amor y la identidad femenina, y es reconocida por su estilo único y su profundidad emocional. Storni se suicidó en 1938, dejando un legado literario que continúa siendo estudiado y apreciado.

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STORNI Alfonsina - Esta Es Mi Storni (Antologia)

Alfonsina Storni, poeta argentina nacida en Suiza en 1892, se destacó en el ámbito literario y cultural de su tiempo, publicando siete libros de poesía y colaborando con importantes revistas. Su obra refleja una mezcla de rebeldía y sensibilidad, abordando temas como el amor y la identidad femenina, y es reconocida por su estilo único y su profundidad emocional. Storni se suicidó en 1938, dejando un legado literario que continúa siendo estudiado y apreciado.

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Ministerio de Educacién Presidencia de la Nacion | = Alfonsina Storni nacid en Suiza en 1892 y a los cuatro afios se trasladé a la Argentina junto a su familia. Residié en San Juan, Santa Fe y Rosario y desde joven ejercié ta- reas docentes. En 1911 se radicé en Buenos Aires y comen- 26 a frecuentar los circulos literarios. Colaboré en las revis- tas Caras y Caretas, Nosotros, Atlantida, La Nota y en el diario La Nacion. Participé de la actividad artistica y cultu- ral del grupo Anaconda junto a Horacio Quiroga y Enrique Amorin y obtuvo importantes premios literarios. En la dé cada de 1930 viajé a Europa y participd de las reuniones del grupo Signos, donde asistian relevantes figuras de las letras, tales como Federico Garcia Lorca y Ramén Gomez de la Serna. En 1938 fue convocada al homenaje que la Universidad de Montevideo brind6 a las tres grandes poe- tas de América, trilogia que integré junto a Gabriela Mis- tral y Juana de lbarbourou. Publicé siete libros de poemas, La inquietud del rosal (1916), El dulce dafio (1918), Irre- mediablemente (1919), Languidez (1920), Ocre (1920), Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938). Escribié también piezas teatrales, cronicas y cuentos. El 25 de octubre de 1938 se quité la vida arrojandose al mar en la ciudad de Mar del Plata. sil ty olin, EDICIONES EN DANZA Comité editorial; Javier Céfreces, Matias Mercuri, Eduardo Mileo y Alberto Muitoz Producci6n grifica: Rubén E. Iglesias Disefio de cubierta e interiores: Sergio Kern Tlustracin de tapa: Alfonsina, por Horacio Rodriguez Gerpe © 2010, Ediciones en Danza Gaspar Melchor de Jovellanos 1068 (CP 1269) Ciudad de Buenos Aires, Argentina Tel/fax: 4301-5031 E-mail: cofreces@edicionesendanza.com.ar Pagina web: wiew.edicionesendanea.comar Hecho el depésito que marca Ia ley 11.723 Tmpteso en la Argentina ISBN 978-987-1869-17-6 “Coleccién Juan Gelman”. Edicién especial MINISTERIO DE EDUCACION DE LA NACION. Storni, Alfonsina Esta es mi Storni : Colecci6n Juan Gelman, edicién especial Para el Ministerio de Educacién de la Nacién / Alfonsina Storni ; Compilado por Diana Bellessi ; con prélogo de Diana Bellessi. - 1a ed, - Ciudad Auténoma de Buenos Aires : En Danza, 2014, 108 p, ; 22x15 em, ISBN 978-987-1869-17-6 1. Literatura Argentina, 2, Poesia. I. Bellessi, Diana, comp. II. Bellessi, Diana, Prolog. HII. Titulo CDD A861 Alfonsina Storni Esta es mi Storni ob vs Seleccién y prélogo Diana Bellessi Un rayo clavandose en el campo, un naufragio por Diana Bellessi Nunca fui una buena lectora de Alfonsina Stomi; {por qué, en- tonces, seleccionar los poemas para esta antologia? Quizds, porque afectuosamente me lo Pidiera mi amigo Javier Céfreces, y también por curiosidad; leer para construir un libro es una manera diferen- te de leer, aunque percibja en mi una relacién compleja como lec- tora de Storni, de rechazo y de atraccién al mismo tiempo. Recién ahora, concluido el trabajo, y habiéndolo dejado descansar duran- te varias semanas, observo mi seleccién, Hay aqui una Alfonsina que me gusta, donde prima la rareza de su estilo y una violencia inusitada. Alfonsina contra Alfonsina en lo mejor de sf misma. Una cabecita negra autodidacta, que nunca cabe con tranquilidad en los salones de la época, 0 quizds, deberiamos decir, una rebelde que no se vuelve revolucionaria, salvo en un pufiado de poemas. Encon- trardn aquf algunos de sus versos més famosos y populares, como “Hombre pequefiito” o “Tii me quieres blanca”, 0 el delicado poe- ma que siempre fue visto como carta de despedida previa a un sui- cidio roméntico: “Voy a dormir”. Y estén aquf porque son hermo- Sos poemas. Pero hallarén otros ms extrafios, tomados de todos sus libros, incluso de los primeros; Si quieres besarme... besa / [...JEsta es una noche muerta / bajo la techumbre astral; ast co- mienza este libro, con esa dura sentencia en la boca de una joven- cita por la segunda década del siglo veinte. Las palabras se secan como rios /y los besos se secan como rosas, continia en el poema Posterior, y mas adelante, crispado por los cortes, aliteraciones y ri- mas intensas, aparece un poema como “Primavera”, perteneciente @ su segundo libro. O el chiflado “Ladrona”, donde nos dice en un distico, Cuando, ladrona, trepe por los hierros / Huyendo del jar- din, suelta tus perros, para retomar la imagen al final: Tus blancos «/ Cabe tus hierros. O el apretado y bello poema “El oro de todo exceso retérico. En “Odio”: Odio tremendo, como nada foseo, / Odio que truecas en puital la seda / Odio que apenas te conozco, / Queda. Son versos endecasildbicos con su cla- nto, claro como el odio, en cuarta y octava para quebrar e| como un hachazo con la palabra Queda; rimas finales y rima: nternas le otorgan una pasi6n a este odio como po veces he visto. En el mano a mano con el mar, a quien siente como un espejo, exclama: Oh mar, enorme mar, corazon fie- ro / De ritmo desigual, corazén malo, Storni menciona a su propia alma como a una vibora que ha devorado pequefios y dulces paja- ros aflautados. Storni dice de Buenos Aires: Por eso cuando los nervios / Se le ponen en tormenta / Siente que los muertos indios | Se le suben por las piernas. En el poema “De mi padre se cuenta”, hace su aparicién un macho poderoso y brutal, asi como en “En- cuentro” narra el cruce con un antiguo amante que la tuvo poseida por tres afios, para rematar en el segundo cuarteto con estos versos: Y una pregunta mia, esttipida, ligera, / De un reproche tranquilo Uené sus transparentes / Ojos, ya que le dije de liviana manera: / —¢Por qué tienes ahora amarillos los dientes? El poema a Delmi- ra Agustini me lava, como lectora, de tanta retérica dedicada al de- seo y al olvido del otro. En “Coros”, observando la masa humana de altos, bajos, ventrudos donde anidan quizés el traidor, el ladrén, la ramera, frente a la limpida belleza del canto Storni escribe: El arte, al fin, ignora la materia que elige, componiendo asf un arte poética escueto y genial. Pero es en Mundo de siete pozos donde la intensidad de Storni, esta cabecita, llega a su cima; Ronca y el Pa- dre roncard contigo, nos dice, Pellejo muerto, el sol, se tumba al cabo, / Como un perro girando sobre el rabo, / la tierra se echa a descansar, cansada, Ya en Mascarilla y trébol, prosigue con esa maquina, a veces irdnica, y a veces feroz y directa, del mal, de la sombra de Alfonsina contra Alfonsina, con la que ella escribe sus Mejores versos, Iéase “Ultrateléfono, Esta es mi Storni, Un rayo clavandose en el campo, un naufragio. “contra Al ofdo... Si quieres besarme,,. besa —yo comparto tus antojos—, Mas no hagas mi boca Presa, Bésame quedo en los Ojos. No me hables de los hechizos De tus besos en el cuello... Estén celosos mis rizos Acariciame el cabello. Para tu mimo oportuno, Si tus ojos son palabras, Me dardn, uno por uno, Los pensamientos que Jabras. Pon tu mano entre las mias Temblaraén como un canario Y oiremos las sinfonfas de algtin amor milenario. Esta es una noche muerta Bajo la techumbre astral. Esté callada la huerta Como en un suefio letal. Tiene un matiz de alabastro Y un misterio de pagoda, iMira la luz de aquel astro! jLa tengo en el alma toda! Silencio ... silencio... jCalla! Hasta el agua corre apena, Bajo su verde pantalla Se aquieta cabe la arena. iOh! jqué perfume tan fino! iNo beses mis labios rojos! En la noche de platino Bésame quedo en los Ojos... Lo inacabable No tienes ti la culpa si en tus manos Mi amor se deshojé como una rosa: Vendra la primavera y habré flores... El tronco seco dard nuevas hojas. Las lagrimas vertidas se harén perlas De un collar nuevo: romper la sombra Un sol precioso que dard a las venas La savia fresca, loca y bullidora. TU seguirds tu ruta; yo la mia Y ambos, libertos, como mariposas Perderemos el polen de las alas Y hallaremos mis polen en la flora. Las palabras se secan como rios YY los besos se secan como rosas, Pero por cada muerte siete vidas Buscan los labios demandando aurora 4 ! Mas... zlo que fue? {Jamas se recupera: iY toda primavera que se esboza é Es un caddver mas que adquiere = Y es un capullo mas que se deshoja “Material de distribucién gratuita”, Desolacion jOh! {Qué caricia inmensa la que en mi pecho habita! Cabrfa el mundo entero en la entrafia que late, Y allf se adormiria en dulzura infinita EI grito de dolor que Ilega del combate. Yo cuido esa mimosa que en mi pecho palpita. La cuido y la defiendo del humano acicate, Y tengo por sus nervios de inquietud exquisita Tan enorme piedad que mis fuerzas abate. \Jamés la entregaré! Mi pobre sensitiva Se agostard en el hielo de mi coraza altiva, Se morird en mi pecho castigada de sed. Y cuando su cadaver me traiga mucho trio Me iré serenamente del pais del hastfo Al pais del misterio que nos tiende sy red Rebeldia Amo todas r todas las auroras » odto todos los crepisculos. {Qué hermosas las sendas Que no tienen fin!,.. {Qué hermosos los dias Que no tienen noche! {Qué hermosas las cosas Que nunca se hicieron!... Las columnas truncas, Los vasos trizados, Las lineas no rectas... jLo que no se rige Por orden expreso!... Ir como las barcas Que no tienen remos... jt como las aves Que no tienen nido! jSer algtin capullo que no se adivina! jPoder algtin dia Quebrar con la marcha De las cosas hechas!... jDetener la tierra! Dos y dos son cuatro... LY eso quién lo sabe? Y... gsi se me ocurre Que uno no es uno? Sabado Levanté temprano y anduve descalza Por los corredores; bajé a los jardines Y besé las plantas; ; Absorbf los vahos limpios de la tierra, Tirada en la grama; . Me baiié en la fuente que verdes achiras Circundan. Més tarde, mojados de agua, Peiné mis cabellos. Perfumé las manos Con zumo oloroso de diamelas. Garzas Quisquillosas, finas, De mi falda hurtaron doradas migajas. Luego puse traje de clarin m4s leve Que la misma gasa. De un salto ligero llevé hasta el vestibulo Mi sill6n de paja. Fijos en Ja verja mis ojos quedaron, Fijos en la verja. El reloj me dijo: diez de la mafiana. Adentro, un sonido de loza y Cristales: Comedor en sombra; manos que aprestaban Manteles. Afuera, sol como no he visto Sobre el marmol blanco de la escalinata, Fijos en Ja verja siguicron mis Ojos, : Fijos, Te esperaba, 7 Primavera cY vendras ti? Por mis jardines vuelan Ya las primeras mariposas Sobre las rosas, Velan De noche los coyuyos Entre los yuyos. Sonrien las estrellas, Palidamente bellas, iY vendrds ti? Se cubren, Alegres, mis floreros De madreselvas. Anda por los largos canteros La risa azul del nomeolvides Y se cargan las vides. Selvas Tengo en el corazén; Arboles gruesos Prietos de ramas; Yuyos, retamas, Flores de malv6n, P4jaros en las ramas, Todo eso tengo en el coraz6n. LY vendrds ta? Mis manos Fabricaron panales. ; Yendo de rosa en rosa cogi miel; Hice linos; no recuerdo de males. 15 El lecho mio es blanco Y es primavera. Huele Bien, el alto barranco Mojado por Ia ria. {Desde el mar que diviso Vendra tu vela? Vuela, Primavera es gacela Fugitiva Y furtiva. j Vuela! Dime Dime al ofdo la palabra dulce, Camoatf zumbador; Las letras que se asomen a tus labios Han de oler a malvén, Y empacaran insectos en el rojo Panal del corazén. Dime al ofdo la palabra tenue, Gasa, bruma, vapor... Fineza de sus signos como leves Alas de mariposa en la tensién Del vuelo recto. Peligrosa tela Urdida en los telares del amor. Ay, que en los finos hilos de la malla, Puede morir sin aire el corazén. Dime al ofdo de palabras todas La palabra mejor. Si puedes, que se escurra de los labios Modulada sin voz. Masica de tu boca a mis ofdos Todas palabras son. Mésica que adormece bajo el fino Rubio vell6n De Jos cabellos de la primavera: Gracia y olor. En silencio Cerradas las puertas aguardo en silencio. Entraré el primero que sepa llamarme, Cerradas las puertas... jAbre! Aguardo dos manos que no maten pdjaros. Si Hegan, Ja puerta se abriré sin lave. Eres ti quien pasa? No pierdas la hora, jAbre! Huye, si las manos Tuviste algiin dia manchadas de sangre; Cansards ganztias y musculos firmes; Liavero, no sirve tu llave, No insistas, No abre... {,Conoces la puerta? De rosas azules La tejié Esperanza —La esperanza es grave—. Si sabes que importa cegar sus pupilas, Abre... Este es el momento. Yo te daré todo cuanto pueda darte; Mi corazén tiene dos alas sin duefio; Mirame hacia adentro... Abre. 18 Hallards un tibio momento de suefio, Bellamente suave, Tan fino que acaso matarlo pudiera La puerta que ahora, Dios mio, Se abre. Oh, no des un paso, Ilavero, suspende... Es verdad que aguardo temblando me Ilames... jLlavero... Iavero... no muevas la Ilave! Dos palabras Esta noche al ofdo me has dicho dos palabras Comunes. Dos palabras cansadas De ser dichas. Palabras Que de viejas son nuevas. Dos palabras tan dulces, que la luna que andaba Filtrando entre las ramas Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento Moverme para echarla. Tan dulces dos palabras Que digo sin quererlo joh, qué bella, la vida! Tan dulces y tan mansas Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman. Tan dulces y tan bellas Que nerviosos mis dedos Se mueven hacia el cielo imitando tijeras. Oh, mis dedos quisieran Cortar estrellas. 20 Ladrona Me llegaré al jardin donde reposas, Me bafiaré en tu estanque, Y robaré tus rosas. Mi cuerpo echar lirios cuando arranque, En tanto que reposas, Todas tus rosas. Cuando, ladrona, trepe por los hierros Huyendo del jardin, suelta tus perros. En mis brazos tus rosas, Desgarrenme las carnes temblorosas Tus blancos perros Cabe tus hierros. 21 “Material de distribucion gratuita”. Tu me quieres blanca Tu me quieres alba, Me quieres de espumas, Me quieres de nacar. Que sea azucena Sobre todas, casta. De perfume tenue. Corola cerrada. Ni un rayo de luna Filtrado me haya. Ni una margarita Se diga mi hermana. Td me quieres nivea, Td me quieres blanca, TU me quieres alba. Tu que hubiste todas Las copas a mano, De frutos y mieles Los labios morados. Td que en el banquete Cubierto de pémpanos Dejaste las carnes Festejando a Baco. Tt que en los jardines Negros del engafio Vestido de rojo Corriste al estrago. Td que el esqueleto Conservas intacto 22 No sé todavia Por cudles milagros, Me pretendes blanca (Dios te lo perdone), Me pretendes casta (Dios te lo perdone), jMe pretendes alba! Huye hacia los bosques; Vete a la montafia; Limpiate la boca; Vive en las cabafias; Toca con las manos La tierra mojada; Alimenta el cuerpo Con rafz amarga; Bebe de las rocas; Duerme sobre escarcha; Renueva tejidos Con salitre y agua; Habla con los pajaros Y lévate al alba. Y cuando las carnes Te sean tornadas, Y cuando hayas puesto En ellas el alma Que por las alcobas Se quedé enredada, Entonces, buen hombre, Preténdeme blanca, Preténdeme nivea, Preténdeme casta. 23 El oro de la vida De la corola negra de mi vida Suelo brotar, estambrecillo en oro. Fecundo frutos, cierro el céliz de oro, Rife mi vida. Vuelvo a ser negra. Pero en nueva vida. Broto de nuevo estambrecillo en oro. Rie mi vida. Cuando la tocan mariposas de oro. Negrura, luego el oro Precioso de la vida. 24 Sentirse Miro pasar la gente. —Pobrecita la gente—. Amis pies, de repente, - La tierra tiembla toda como un nifio azorado. Y ante el temblor funesto que de muerte me ha hablado, Me oprimo una con otra mis dos manos y siento Mi calor, que es el mismo que pone en movimiento La inmensidad. Entonces mi vieja pena esquivo, Crujen mis dedos; pienso: ;mi Dios, yo vivo, vivo! 25 Alma desnuda Soy un alma desnuda en estos versos, Alma desnuda que angustiada y sola Va dejando sus pétalos dispersos. Alma que puede ser una amapola, Que puede ser un lirio, una violeta, Un peiiasco, una selva y una ola. Alma que como el viento vaga inquieta, Tuge cuando esta sobre los mares, duerme dulcemente en una grieta. Alma que adora sobre sus altares, Dioses que no se bajan a cegarla; Alma que no conoce valladares. Alma que fuera facil dominarla Con s6lo un coraz6n que se partiera Para en su sangre cdlida regarla. Alma que cuando esté en la primavera Dice al invierno que demora: vuelve, Caiga tu nieve sobre la pradera. Alma que cuando nieva se disuelve En tristezas, clamando por las rocas Con que la primavera nos envuelve. Alma que a ratos suelta mariposas A campo abierto, sin fijar distancia, Y les dice: libad sobre las cosas. 26 Alma que ha de morir de una fragancia, De un suspiro, de un verso en ¢ jUc se ruega, Sin perder, a poderlo, su clegancia, Alma que nada sabe y todo niega Y negando lo bueno el bien Propicia Porque es negando como mis se entrega. Alma que suele haber como delicia Palpar las almas, despreciar la huella, Y sentir en la mano una caricia. Alma que siempre disconforme de ella, Como los vientos vaga, corre y gira; Alma que sangra y sin cesar delira Por ser el buque en marcha de la estrella. 27 Luz Anduve en la vida preguntas haciendo Muriendo de tedio, de tedio muriendo. Ricron los hombres de mi desvarfo... iEs grande la tierra! Se rien... yo rf. Escuché palabras; jabundan palabras! Unas son alegres, otras son macabras. No pude entenderlas; pedfa a las estrellas Lenguaje mds claro, palabras més bellas. Las dulces estrellas me dieron tu vida Y encontré en tus ojos la verdad pedida. jOh tus ojos Ienos de verdades tantas, Tus ojos oscuros donde el orbe mido! Segura de todo me tiro a tus plantas: Descanso y olvido. 28 Peso ancestral Tu me te: no Horé mi padre; Tu me dijiste: no loré mi abuelo; No han Hlorado los hombres de mi raza, Eran de acero. Asf diciendo te broté una ldgrima Y me cayé6 en la boca... Mas veneno Yo no he bebido nunca en otro vaso Asf pequeiio. Débil mujer, pobre mujer que entiende, Dolor de siglos conocf al beberlo; Oh, el alma mfa soportar no puede Todo su peso. 29 Subconsciencia Has hablado, has hablado y me he dormido, Pero duermo y no duermo, porque siento Que estoy bajo el supremo pensamiento: Vivo, viviré siempre y he vivido. Has hablado, has hablado y he caido En un marasmo... cede hasta el aliento. Tiempo atras, en las sombras, me he perdido: Estoy ciega. No tengo sentimiento. Como el espacio soy, como el vacio, Es una sombra todo el cuerpo mio Y puedo como el humo levantarme: Oigo soplos etéreos... sobrehumanos... Sujétame a la tierra con tus manos, Que si el viento se mueve ha de Ilevarme. 30 Hombre pequefiito Hombre pequefiito, hombre pequefiito, Suelta a tu canario que quiere volar... Yo soy el canario, hombre pequeftito, Déjame saltar. Estuve en tu jaula, hombre pequeifiito, Hombre pequefiito que jaula me das. Digo pequefiito porque no me entiendes, Ni me entenderds. Tampoco te entiendo, pero mientras tanto Abreme la jaula que quiero escapar; Hombre pequefiito, te amé media hora, No me pidas mas. 31 “Material de distribucion gratuita”. Eterna Tui pasarés por mf como sobre una fuente, En un vuelo soberbio de pajaro de presa, Te beberds el agua de la vida que mana, Y te irds por los cielos a buscar primaveras. Se quedard la fuente manando siempre el agua, Rebosaré la linfa donde bebieras, ave, Y en las tardes de oro, cuando queme la tierra, Sofiar4 con tus alas de brillante plumaje. Puede ser que algtin dfa, nuevamente de paso, Vuelvas por un momento a posar en la fuente, Y el agua que la llena, inexperta nacida, Te diré como entonces: ave de presa, bebe... 32 OdiGw. Oh, primavera de las amapolas, Tu que floreces para bien mi casa, Luego que enjoyes las corolas, Pasa. Beso, la forma mas voraz del fuego, Clava sin miedo tu endiablada espuela, Quema mi alma, pero luego Vuela. Risa de oro que movible y loca Sueltas el alma, de las sombras, presa, En cuanto asomes a la boca, Cesa. Lastima blanda del error amante Que a cada paso el corazén diluye, Vuelva tus micles y al instante, Huye. Odio tremendo, como nada fosco, Odio que truecas en pufial la seda, Odio que apenas te conozco, Queda. 33 Frente al mar Oh, mar, enorme mar, coraz6n fiero De ritmo desigual, coraz6n malo, Yo soy més blanda que ese pobre palo Que se pudre en tus ondas prisionero. Oh, mar, dame tu célera tremenda; Yo me pasé la vida perdonando; Porque entendfa, mar, yo me fui dando: “Piedad, piedad para el que mds ofenda”. Vulgaridad, vulgaridad me acosa. Ah, me han comprado la ciudad y el hombre. Hazme tener tu célera sin nombre: Ya me fatiga esta misién de rosa. 4Ves al vulgar? Ese vulgar me apena, Me falta el aire y donde falta quedo. Quisiera no entender, pero no puedo: Es la vulgaridad que me envenena. Me empobreci porque entender abruma, Me empobrecf porque entender sofoca, iBendecida la fuerza de la roca! Yo tengo el corazén como la espuma. Mar, yo sofiaba ser como tii eres Alld en las tardes que la vida mia Bajo las horas cdlidas se abrfa... Ah, yo sofiaba ser como tti eres, 34 Mframe aquf, pequefia, miserable, Todo dolor me vence, todo suefio; Mar, dame, dame el inefable empefio De tornarme soberbia, inalcanzable. Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza, jAire de mar! jOh, tempestad! jOh, enojo! Desdichada de mf, soy un abrojo, Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza. Y el alma mfa es como el mar, es eso, Ah, la ciudad Ja pudre y la equivoca, Pequeiia vida que dolor provoca, iQue pueda libertarme de su peso! Vuele mi empefio, mi esperanza vuele... La vida mfa debié ser horrible, Debio ser una arteria incontenible Y apenas es cicatriz que siempre duele. 35 Bien pudiera ser... Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido No fuera mas que aquello que nunca pudo ser, No fuera mas que algo vedado y reprimido De familia en familia, de mujer en mujer. Dicen que en los solares de mi gente, medido Estaba todo aquello que se debja hacer... Dicen que silenciosas las mujeres han sido De mi casa materna...Ah, bien pudiera ser... A veces en mi madre apuntaron antojos De liberarse, pero se le subié a los ojos Una honda amargura, y en la sombra Iloré. Y todo eso mordiente, vencido, mutilado, Todo eso que se hallaba en su alma encerrado, Pienso que sin quererlo lo he libertado yo. 36 EI silencio Nunca habéis inquirido Por qué, mundo tras mundo, Por el cielo profundo Van pasando sin ruido? Ellos, los que traspiran Las cosas absolutas Por sus azules rutas Siempre callados giran. Sdlo el hombre, pequefio, Cuyo humano latido En la tierra es un suefio, iS6lo el hombre hace ruido! ae El ojo azul Arida roca junto al mar, no habias Tenido nunca un ser blando en tus vetas. Sabjas que existfas por el golpe Del mar, pero eras cosa muerta y ciega. Un dia te crecié en la dura Cabeza pétrea, un ojo azul: pequefia Corola fue, que te vivid unas horas Timidamente, en una fértil grieta. Aves, el cielo, el mar, asi pudiste Mirar un rato por la flor aquella: Ojillo azul, que al apagarse, a poco, Ya te dejé de nuevo ciega y muerta. La flor, que era una cosa blanda y tenue. Tuvo piedad de ti, golpeada piedra, Y, ser muy dulce, te crecié en el seno A riesgo de morir, jpara que vieras! 38 Siesta Sobre la tierra seca El sol quemando cae: Zumban los moscardones Y las grietas se abren... El viento no se mueve. Desde la tierra sale Un vaho como de horno; Se abochorna la tarde Y resopla cocida Bajo el plomo del aire... Ahogo, pesadez, Cielo blanco; ni un ave. Se oye un pequefio ruido: Entre las pajas mueve Su cuerpo amosaicado Una larga serpiente. Ondula con dulzura. Por las piedras calientes Se desliza, pesada, Después de su banquete. De dulces y pequefios Pajaros aflautados Que le abultan el vientre. Se enrosca poco a poco, Muy pesada y muy blanda. Poco a poco se duerme Bajo la tarde blanca, 39 Hasta cudndo su suefio? Ya no se escucha nada. Larga siesta de vfbora Duerme también mi alma. 40 Rosales de suburbio Claro, como Ilegé la primavera, Sobre las pobres casas De latas y maderas, De los suburbios, buen rosal que trepas, Te has cubierto de rosas. Si ti fueras Como los hombres, oh, rosal, sin duda, Como ellos, prefirieras Para bien florecer las ricas casas, Las paredes lujosas; y desiertas Dejaras las paredes de los pobres. Pero no eres asf. La dulce tierra Te basta en cualquier parte y te es lo mismo, Para tu suerte. Acaso ti prefieras Las modestas casuchas donde luces Mejor, enredadera. Unico adorno que no cuesta nada... (El agua, buenas rosas, todavia Se baja de los cielos sin gabelas.) En las bellas mafianas, cuando miras Las ventanas abiertas, Tus brazos verdes y jugosos buscan El espacio sin vidrios y penetran Al interior del cuarto: —jBuenos dfas! Tus corolas intentan Decir con sus rosados labiezuelos A la modesta pieza. 4 “Material de distribucién gratuita”. Luego, si muy risuefio Se te acerca EL nifio sucio de azulados ojos Y carnes prietas, Te haces el que no entiendes y no miras; Pero entiendes y miras, y le sueltas Con mucho disimulo, Como quien no quisiera, Sobre sus rizos de oro, una corola Sabiamente deshecha. EI nifio, entonces, de suburbio, luce En la rubia cabeza La corona divina. No la siente Porque nada le pesa Y como un Eros, haraposo, canta, Y corriendo se aleja. 42 Han venido Hoy han venido a verme Mi madre y mis hermanas. Hace ya tiempo que yo estaba sola Con mis versos, mi orgullo...casi nada. Mi hermana, la mds grande, esté crecida, Es rubiecita; por sus ojos pasa El primer suefio. He dicho a la pequefia: —La vida es dulce. Todo mal acaba... Mi madre ha sonrefdo como suelen Aquellos que conocen bien las almas; Ha puesto sus dos manos en mis hombros, Me ha mirado muy fijo... Y han saltado mis lagrimas. Hemos comido juntas en la pieza Mas tibia de la casa. Cielo primaveral.,.para mirarlo Fueron abiertas todas las ventanas. Y mientras conversdbamos tranquilas De tantas cosas viejas y olvidadas, Mi hermana, la menor, ha interrumpido: —Las golondrinas pasan... 42 El obrero Mujer al fin y de mi pobre siglo, Bien arropada bajo pieles caras Iba por la ciudad, cuando un obrero Me arrojé, como piedras, sus palabras. Me volvi a él; sobre su hombro puse La mano mfa: dulce la mirada, Y la voz dulce, dije lentamente: — Por qué esa frase a mi? Yo soy tu hermana. Era fuerte el obrero, y por su boca Que se hubo puesto, sin quererlo, blanda, Como una flor que vence las espinas Asom6, dulce y timida, su alma. La gente que pasaba por las calles Nos vio a los dos las manos enlazadas En un solo perdén, en una sola Como infinita comprensién humana. 44 EI ensayo siel corazon me fuera percutido pudiera ser que resonara a muerto, Pero pudiera ser que diese ruido De pajaros cantores en un huerto. Es verdad que a morir, desde nacido, Este buen coraz6n se va ensayando, Pero, ensayos de un drama no aprendido, Asf vive, cayendo y levantando. Las veces que ha cambiado de postura No son una por cierto, sino cien, Que el arte de morir es cosa dura: Se ensaya mucho y no se aprende bien. 45 La miseria —Corazén mfo, dime: équé es aquello Que asf defiendes de la humana feria Al esconderlo tanto? Un suefio bello? Y el corazén responde: —Mi miseria. —Oh, con tan fiero empefio no lo escondas; Los seres que circulan a tu lado Te robaran acaso dichas hondas Y todo suefio te serd robado. Mas tu miseria, no: cese tu lidia; Muestra tranquilo el fondo que la encierra. Tu miseria es un bien que no se envidia; Nadie te lo disputard sobre la tierra. Todos celan su bien, pues por sus obras Temen con el temor de las abejas. Tu, mas feliz, ya puedes, sin zozobras, Lucir tu solo bien, gde qué te quejas? 46 Buenos Aires Buenos Aires es un hombre Que tiene grandes las piernas, Grandes los pies y las manos Y pequefia la cabeza. (Gigante que esta sentado Con un rio a su derecha, Los pies monstruosos movibles Y la mirada en pereza.) En sus dos ojos, mosaicos De colores, se reflejan Las ctipulas y las luces De ciudades europeas. Bajo sus pies todavia Estén calientes las huellas De los viejos querandies De boleadoras y flechas. Por eso cuando los nervios Se le ponen en tormenta Siente que los muertos indios Se le suben por las piernas. Choca este soplo que sube Por sus pies, desde la tierra, Con el mosaico europeo Que en los grandes ojos lleva. 47 Entonces sus duras manos Se crispan, va in, tiemblan, iA igual distancia tendidas De los pies y la cabezal Sorda esta lucha por dentro Le estd restando sus fuerzas, Por eso sus ojos miran Todavia con pereza, Pero tras ellos, velados, Rasguiia la inteligencia Y ya se le agranda el créneo Pujando de adentro afuera. Como de mujer encinta No fies en la indolencia De este hombre que est4 sentado Con el Plata a su derecha. Mira que tiene en la boca Una sonrisa traviesa, Y abarca en dos golpes de ojo Toda la costa de América. Ponle muy cerca el ofdo; Golpeando estén sus arterias: iAy, si algtin dfa le crece Como Jos pies, la cabeza! Las grandes mujeres En las graneles mujeres reposé el universo, Las consumi6 el amor, como el fuego al estafio, A unas; reinas, otras, sangraron su rebafio. Beatriz y Lady Macbeth tienen genio diverso, De algunas, en el marmol, queda el seno perverso, Brillan las grandes madres de los grandes de antafio es la carne perfecta, dadivosa del dafio. son las exaltadas que entretejen el verso. De los libros las tomo como de un escenario Fastuoso —;Las envidias, corazén mercenario? Son gloriosas y grandes, y eres nada, te arguyo. —Ay, rastreando en sus almas, como en selvas las lobas A mirarlas de cerca me bajé a sus alcobas Y of un bostezo enorme que se parece al tuyo. SUE 49 oe De mi padre se cuenta De mi padre se cuenta que de caza partia, Cuando rayaba el alba, seguido de su galgo, Y en el largo camino, por divertirse en algo, Lo miraba a los ojos, y su perro gemfa. Que andaba por las selvas buscando una serpiente Procaz, y al encontrarla, sobre la cola erguida, Al asalto dispuesta, de un balazo insolente Se gozaba en dejarle la cabeza partida. Que por dias enteros, vagabundo y hurafio, No volvia a la casa y, como un ermitafio, Se alimentaba de aves, dormia sobre el suelo. Y sdlo cuando el Zonda, grandes masas ardientes De arenas y de insectos, levanta en los calientes Desiertos sanjuaninos cantaba bajo el cielo. ie Fiesta Junto a la playa, nubiles criaturas, Dulces y bellas, danzan, las cinturas Abandonadas en el brazo amigo. Y las estrellas sirven de testigo. Visten de azul, de blanco, de plata, verde Y la mano pequefia, que se pierde Entre la grande, espera. Y la fingida, Vaga frase amorosa ya es creida. Hay quien dice feliz: —La vida es bella. Hay quien tiende su mano hacia una estrella Y la espera con dulce arrobamiento. Yo me vuelvo de espaldas. Desde un quiosco Contemplo el mar lejano, negro y fosco, Irdnica la boca. Ruge el viento. sl “Material de distribucién gratuita”. Encuentro Lo encontré en una esquina de la calle Florida Mas palido que nunca, distrafdo como antes, Dos largos afios hubo posefdo mi vida... Lo miré sin sorpresa, jugando con mis guantes. Y una pregunta mia, estipida, ligera, De un reproche tranquilo Ilend sus transparentes Ojos, ya que le dije de liviana manera: — (Por qué tienes ahora amarillos los dientes? Me abandoné. De prisa le vi cruzar la calle Y con su manga oscura rozar el blanco talle De alguna vagabunda que andaba por la via. Persegui por un rato su sombrero que hufa... Después fue, ya lejana, una mancha de herrumbre. Y lo engullé de nuevo la espesa muchedumbre. 5? Intitil soy Por seguir de las cosas el compas A veces quise, en este siglo activo, Pensar, luchar, vivir con lo que vivo, Ser en el mundo alguin tornillo mas. Pero, atada al ensuefio seductor De mi instinto, volvi al oscuro pozo, Pues, como algtin insecto perezoso Y voraz, yo nacf para el amor. Initil soy, pesada, torpe, lenta, Mi cuerpo, al sol, tendido, se alimenta Y s6lo vivo bien en el verano, Cuando la selva huele y la enroscada Serpiente duerme en tierra calcinada; Y la fruta se baja hasta mi mano. 53 Palabras a Delmira Agustini Estas muerta y tu cuerpo, bajo uruguayo manto Descansa de su fuego, se limpia de su llama, ‘ Solo desde tus libros tu roja lengua llama Como cuando viva, al amor y al encanto. Hoy, si un alma de tantas, sentenciosa y oscura, Con palabras pesadas va a sangrarte el oido, Encogida en tu pobre cajoncito rofdo No puedes contestarle desde tu sepultura. Pero sobre tu pecho, para siempre deshecho, Comprensivo vigila, todavia, mi pecho, Y, si ofendida lloras por tus cuencas abiertas, Tus lagrimas heladas, con mano tan liviana Que mds que mano amiga parece mano hermana, Te enjugo dulcemente las tristes cuencas muertas. Los coros El escenario estaba rebosante de seres De abigarrado aspecto que formaban el coro, Pomposos bajo el casco de cartones al oro: Altos, bajos, ventrudos, hombres, nifios, mujeres. {Quiénes eran? Acaso en el seno de alguna Fue muerto el ser pequefio en su tercera luna. Acaso allf anidaban el traidor, la hechicera, La mano que substrae, la astuta, la ramera. Cantaron. jOh, pureza! jOh, sinfonia clara! Era como si el aire, en suspenso, Ilevara, Diluidos en notas, corazones divinos. Entonces, comprendiendo, a mi misma me dije: —Para cumplir algunos de sus nobles destinos El arte, al fin, ignora la materia que elige. Una voz Voz escuchada a mis espaldas, En algitin ea las afueras, Mientras cafa de mis faldas El diario abierto, {de quién eras? Sonabas célida y segura Como de alguno que domina Del hombre obscuro el alma obscura, La clara carne femenina. No me di vuelta a ver el hombre En el deseo que me fuera Su rostro anénimo, y pudiera Su voz, ser misica sin nombre. jOh, simpatia de la vida! jOh, comuni6n que me ha valido, Por el encanto de un sonido Ser, sin quererlo, posefda! 56 Naturaleza mia Naturaleza mfa, la que fuera Como pesada abeja en primavera s siestas de oro , mudadera. Bajo las tardes célidas, dormida De amor, ya el nuevo amor te daba brida, Y ti arrastrabas un pesado cuerpo, Pesado por el zumo de la vida. {Qué hice de ti? Para enfrentar tus males Sobre tus formas apreté sayales, Y en flagelarte puse empeiio tanto Que hoy filosofas junto a los rosales. Disminuida, ataxica, robada, aa En tu pura pureza violada, Miras te baten palmas los sensatos Con tu ya blanca y dltima mirada. 5? Mundo de siete pozos Se balancea, arriba, sobre el cucllo, el mundo de las siete puertas: Ja humana cabeza Redonda, como dos planetas: arde en su centro el micleo primero. Osea la corteza; sobre ella el limo dérmico sembrado del bosque espeso de la cabellera. Desde el nticleo en mareas absolutas y azules, asciende el agua de la mirada y abre las suaves puertas de los ojos como mares en la tierra. ., tan quietas esas mansas aguas de Dios que sobre ellas mariposas e insectos de oro se balancean. Y las otras dos puertas: Jas antenas acurrucadas en las catacumbas que inician las orejas; pozos de sonidos, caracoles de nécar donde resuena Ja palabra expresada y la no expresada; tubos colocados a derecha e izquierda para que el mar no calle nunca, y el ala mecdnica de los mundos rumorosa sea. Y la montafia alzada sobre la Ifnea ecuatorial de la cabeza: Ja nariz de batientes de cera por donde comienza acallarse el color de la vida; las dos puertas por donde adelanta —flores, ramas y frutas— la serpiente olorosa de la primavera. Y el crater de la boca de bordes ardidos y paredes calcinadas y resecas; el crater que arroja el azufre de las palabras violentas, el humo denso que viene del corazén y su tormenta; la puerta en corales labrada suntuosos por donde engulle, la bestia, y el angel canta y sonrie y el volcdn humano desconcierta. Se balancea, arriba, Sobre el cuello, el mundo de los siete pozos: Ja humana cabeza. 59 Y se abren praderas Tosadas €n sus valles de seda: las mejillas musgosas, Y riela sobre la comba de la frente, desierto blanco, la luz lejana de una luna muerta, 60 ¥ la cabeza comenz6 a arder Sobre la pared negra se abria un cuadrado que daba al mas alla. Y rodé la luna hasta la ventana; se paré y me dijo: “De aqui no me muevo; te miro. No quiero crecer ni adelgazarme. Soy la flor infinita que se abre en el agujero de tu casa. No quiero ya rodar detras de las tierras que no conoces, mariposa, libadora de sombras. 61 “Material de distribucion gratuita”. Ni alzar fantasmas sobre las ctipulas lejanas que me beben. Me fijo. Te miro”. Y yo no contestaba. Una cabeza dormia bajo mis manos. Blanca como tu, luna. Los pozos de sus ojos flufan un agua parda estriada de viboras luminosas. Y de pronto la cabeza comenzé a arder como las estrellas en el creptsculo. Y mis manos se tifieron de una substancia fosforescente, 62 E incendio con ella Jas casas de los hombres, Jos bosques de las bestias. “a Ei cazador de palsajes Levantado sobre sus dos piernas, como la torre en la Hanura, tu cabeza perfecta cazaba paisajes. Ya el sol, tiltimo pez del horizonte. Ya las colinas, pequefios senos cubiertos de vello dorado. Ya las balumbas de nubes heroicas, ocultadoras de las trompetas de] trueno. Sobre la maquina voladora, 0 rodante, 0 la torre de tu cuerpo, trasponfan horizontes absorbiendo racimos de formas y colores, adherida a tu velocidad, como la hoja ala rueda, Jancé timidas flechas a tus paisajes soberbios, Y sélo pequefios rincones de formas recogié mi corazén adormecido. 65 Luna de marzo sobre el mar Pequefia, recién nacido polluelo, tibia de vellén dorado, No, no corras. De tu pequefiez amarilla, destefiida sobre el mar, se alegra la carne azul del cielo. Te lastimas, marchando detrés de una estrella, entre bosques de nubes albas, y no miras mi cuerpo parado sobre un buque negro, que busca la raya negra de la tierra. Me cabrias en las manos, luminoso polluelo; en las manos ya muertas para las caricias humanas. S6lo para ti mis dedos se abririan, suaves, sobre tu vellén tibio, luna amarilla... jNo, no corras! s pardo y seco, clavado en ta frfa flor del mar cuyo fondo de hielo esmeralda rmiento es Mi Cuerpo, desea. No, no corra: Sobre mi coraz6n podrias mover tu ultima danza y apagarte conmigo, luna de marzo. a: Vaticinio Un dfa, la ciudad que desde arriba veo Se levantara sobre sus flancos y caminard. Sus grandes remos de hierro, moviéndose a un compas solemne, avanzarén rio adentro y elagua los sostendra. Con su ancha proa roma, hecha para calar en el horizonte tineles gigantes, sus selvas de chimeneas, Janzas negras; sus nieblas y sus penachos y su ejército de casas, ordenado por una voluntad prevista, dejara sus hiimedos s6tanos coloniales, y, atravesando el mar, entraré en la tierra gastada y luminosa de los hombres. 68 Image” palermo, espesa cabellera verde sueltas sus crenchas , sobre el lomo diestro de Buenos Aires: Cosas de ensuefio, como peinetas de colores, las avivan y fijan. El rio de la Plata, musculoso brazo derecho, acciona articulado al torso de hierro de la ciudad: con sus dedos nerviosos toma en racimo a los emigrantes, los desparrama en el puerto; conduce a los seres reparados a sus tierras natales; toca con la ufia del dedo mayor a Montevideo; para con sus pufios terrosos los toros azules del Atlantico; alimenta sobre sus palmas las grandes mariposas blancas de los veleros; teje una ttinica de gasas htimedas para su cuerpo descarnado y ciibico y levanténdolo por encima del hombro alcanza los verdes lunares del Paranda. Paralitico casi, o su brazo izquierdo de tierra pampeana Pende a lo largo de su cuerpo en un vaivén de espera... Sus pies, mal calzados con botines de humo negro, casuchas sombrias, chapas de cine, sudor, fatigas y Iagas, se hunden brutalmente en los barrios del sur. 70 plaza en invierno Arboles desnudos corren una carrera por un recténgulo de la plaza, En sus epilépticos esqueletos de volcadas sombrillas se asientan, en bandada compacta, los amarillos focos luminosos. Bancos inhospitalarios, hiéimedos, expulsan de su borde a los emigrantes sofiolientos. Oyendo faciles arengas ciudadanas, un précer, inmévil sobre su columna, se hiela en su bronce. a “Material de distribucién gratuita”. La hora 19 Parda, la Montatia de nubes camina Vertiginosamente hacia la ciudad, La empujan brutalmente los hombres negros del noroeste. Detras de los altos edificios, se planta con un aire hosco de cordillera sanjuanina y apoya el lomo rectilfneo sobre el florén de oro del atardecer. Un rojo letrero luminoso, falso sol de la ciudad, se entretiene en calentarle los pies. La vieja hoz de la luna miserable, timida, luna que no sé cé6mo pudo trastornarme un dia hasta entregar mi corazén, asoma su l4mina de azticar transparente, disuelta en el agua del cielo. Asu lado una estrella nifia, desnudos los pies, tiembla, 72 Como un pajaro ahogado aula estrecha, Ja ba solar, apretada entre las costillas je arquea, con el estallido de luz, Jos huesos de hierro. Blando, suelto, descorazonado mundo de otro mundo, , un globo negro cabecea alld arriba. enj 3 Haz de tus Pies Haz de tus pies al fin la rafz fuerte que para el paso; de tu lengua nudo; de tus ojos lépida y escudo; migaja el cuerpo, que alzaré la muerte. Prensa tu boca sobre el labio triste que pozos tiene de plumones blandos; quitale el filo a los porqués y cudndos y entrega, romo, cuanto aqui trajiste: Romo tu verso, suéltalo, menguada; tu amor romado entrégalo, romada; y para aquél tu dar que era mendigo. Que todo a medias se te dio en la vida menos este dormir que te convida: ronca y el Padre roncard contigo. Razones y paisajes de amor I Amor Baja del cielo la endiablada punta con que carne mortal hieres y engajias. Untada viene de divinas majias y cielo y tierra su veneno junta. La sangre de hombre que en la herida apunta florece en selvas: sus crecidas cafias de sombras de oro, hienden las entrafias del cielo prieto, y su ascender pregunta. En un vano aguardar de la respuesta las cafias doblan la empinada testa. Flamea el cielo sus azules gasas. Vientos negros, detras de los cristales de las estrellas, mueven grandes masas de mundos muertos, por sus arrabales. Il Paisaje del amor muerto Ya te hundes, sol; mis aguas S¢ coloran de Hamaradas por morir; ya ca mi corazén desenhebrado, y trae la noche, filos que en el viento lloran. 75 76 Yaen Opacas orillas se avizoran Manadas negras; ya mi lengua atrae tin de muerte; y ya no se distrae de mf la spina; y sombras me devoran. Pellejo mwuerto, el sol, se tumba al cabo. Como un Perro girando sobre el rabo, la tierra se echa a descansar, cansada. Mano huesosa apaga los luceros: chirrfan, pedregosos sus senderos, con la pupila negra y descarnada. Danzon portefio Una tarde, borracha de tus uvas, amarilla de muerte, Buenos Aires, que alzas en sol de otofio en las laderas enfriadas del oeste, en los tramontos, vi plegarse tu negro Puente Alsina como un gran bandoneén y a sus compases danzar tu tango entre haraposas luces a las barcazas rotas del Riachuelo: sus venenosas aguas, viboreando hilos de sangre; y la hacinada cueva; y los bloques de fabricas mohosas, echando alientos, por las chimeneas, de pechos devorados, machacaban contorsionados su obsedido Ilanto. 77 otal La sirena Llévate el torbellino de las horas y el cobalto del cielo y el ropaje de mi arbol de septiembre y la mirada del que me abria soles en el pecho. Apdigame las rosas de la cara y espantame la risa de los labios y mezqufname el pan entre los dientes, vida; y’el ramo de mis versos, niega. Mas déjame la mAquina de azules que suelta sus poleas en la frente y un pensamiento vivo entre las ruinas; lo haré alentar como sirena en campo de mutilados y las rotas nubes por él se hardn al cielo, vela en alto, 78 Gran cuadro Reunié la muerte el tronco derrumbado yel capitel cafdo y los vellones secos del drbol y mands a la luna a que rezara por aquellas ruinas. Atrajo a alguna rata su responso y no quiso cantar allf el insecto y el cielo bostezaba amanzanado sus lentas madrugadas retrafdas. Un ciervo herido con los cuernos rotos dio contra el capitel y hallé nidada de piedras negras, dientes del silencio. No; no era un cuadro atin para pintores de mucho fuste, pero entré en la tela y 4gil movié la muerte sus pinceles. Ultrateléfono {Con Horacio? — Ya sé que en la vejiga tienes ahora un nido de palomas y tu motocicleta de cristales Vuela sin hacer ruido por el cielo. —(Papa? — He sofiado que tu damajuana esta crecida como el Tupungato; atin contiene tu cdlera y mis versos. Echa una gota. Gracias. Ya estoy buena. Iré a veros muy pronto; recibidme con aquel sapo que maté en la quinta de San Juan —jpobre sapo!— y a pedradas. Miraba como buey y mis dos primos le remataron; luego con sartenes funeral tuvo; y rosas lo seguian. 80 Nido en una estatug El brazo recogido de la estatua ahuecé dulce: el ave pajas puso y eriz6 el bronce de flechillas de oro, y repos6. Y el ave no sabja. El cielo abrié una enredadera malva por aquel oro en su florén de gracia y el bronce lo brindaba humanizado. Pero el bronce y el ave no sabfan. Pas6 un nifio y sofid con la pajuela y un desdichado lo afioré por lecho y el amor le sonrié desde dos rfos. Brotaba un salmo en él como distante, y una rosa de paz como invisible. Y ser, pajaro y bronce, no sabian. 81 “Material de distribucién gratuita”. Alegoria de la primavera La tierra gira y gira y va a buscarla a un prado rosa donde estd yemando, y Viene a saltos y se trepa al lomo del mundo y latiguea el viejo musgo. Se hacen trompos los arboles y zumban, y la piedra cojfn y canto el agua; y aprieta el pomo de las golondrinas y desata las cajas de la flores. Desgremia el cielo sus torzones lila y cuelgan de ciudades y montafias, y un tibio, verde viento los ondula. La mano al hombre en la cintura pone y aguas de vida stibensele al pecho y alza el ensuefio Jargas sus trompetas. y Un lapiz por diez centavos lo compré en la esquina y yendiémelo un Angel desgarbado; cuando a sacarle punta lo ponia Jo vi como un cafién pequefio y fuerte. Salté la mina que estallaba ideas y otra vez despuntolo el angel triste. Salf con él y un rostro de alto bronce Jo arrié de mi memoria. Distrafda lo eché en el bolso entre pajiuelos, cartas, resecas flores, tubos colorantes, billetes, papeletas y turrones. Iba hacia no sé dénde y con violencia me alz6 cualquier vehiculo, y golpeando iba mi bolso con su bomba adentro. 83 Un diente Torre sobre un monticulo se estaba solo hacia el cielo y tercas sus rafces pedifan tierra adentro nuevo apoyo y relucia el marmol de su almena. En su trapiche dio vuelta el mundo mas de cien veces y agosté sembrados que pasaron por él en aluviones, ya el itdlico arroz, la nuez de Oriente. No se movié de sf que el globo vino a buscarlo en sus frutos y dio guerra a Rusia, Holanda y a Noruega juntas. Cuando los vientos duros lo vencieron y cay6 como encina desgajada tembl6 la tierra en que moliera, herida. A madona poesia Aqui a tus pies lanzada, pecadora, contra tu tierra azul, mi cara oscura, tui, virgen entre ejércitos de palmas que no encanecen como los humanos. No me atrevo a mirar tus ojos puros ni a tocarte la mano milagros miro hacia atrds y un rio de lujurias me ladra contra ti, sin culpa alzada. Una pequeiia rama verdecida en tu orla pongo con humilde intento de pecar menos, por tu fina gracia, ya que vivir cortada de tu sombra posible no me fue, que me cegaste cuando nacida con tus hierros bravos. RF El puente Vengo de un pozo: la vida, Voy hacia otro: la muerte... Lo que va del uno al otro Es un puente. Me cruzo el puente cantando Para no ver que alli enfrente El pozo negro me espera Para siempre. Todos como yo, cantando, Me acompaiian sobre el puente, Se aturden unos con otros, Van alegres. EI sol parece refrse De toda esa pobre gente Que va cantando hacia el pozo A perderse. Pero una flor que acostada Estd en la orilla del puente Rie del sol y le explica: —Todo vuelve. on Ternura Pesa sobre la ciudad un cielo demasiado tierno, Cielo blando, htimedo, triste. jLo Jastima acaso la dureza de la linea del horizonte? Y las lanzas negras de las cipulas gle abren en la transparente pulpa azul celeste llagas de ofensa? Llueve el cielo su pradera de nomeolvides sobre la piedra gris y angulosa de la ciudad extendida; tapa el hervidero humano, lo abraza en su ancho circulo de piedad, lo acuna tristemente en su belleza. Niebla La ciudad est4 enterrada bajo la niebla, Quejas largas, quejas que vienen del puerto atraviesan el aire denso, filtran los ladrillos buscan el camino de mis ofdos y muerden la carne de mi corazén. Y son aullidos de terror, largos, desmayantes, insistentes: (Han visto, han visto acaso la cara de un ahogado flotar sobre las aguas? 88 Aun par de zapatos de Vibora Mas de un afio, dfa a dia, diles al andar empleo, y pudo mas su porfia que mi rudo taconeo. Y, bello cuero jaspeado que hubo de morir entero, guarda intacto el botinero al noble par jubilado. Meditando en esta hazaiia pensé: fue suyo el destino de arrastrarse, asi es que vino a mia continuar su mafia. Y si a una envenenadora transportaba en tiempo atras gan6 en oficio, que ahora lleva a quienes lo son mas... Poemita marino Dios est4 agazapado en el horizonte violeta. Va a echar a andar sobre las aguas. Se acercaré hasta donde estoy, rodeada de gaviotas. Pero a mi no ha de verme. Se inclinara. Alzaré un ave. La sostendr sobre el indice. La gaviota, en vuelo sesgado, hendiré el cielo. Sapo y mar Azul plomizo e| mar tejfa auroras amarillas en el confin. Y un sapo sobre su VOZ, crepuscular, dejaba caer el goterén metilico de su habla. Abierto el infinito ami derecha; a izquierda el punto matematico rompiendo en un verde de musgos oxidados, Sola. Dispersa. una cortina helada daba el sf... no... del pensamiento huyente, ot “Material de distribucién gratuita”. frente a mis ojos era el tinico lazo animal triste, a mi mortal cadena. 92 Voy a dormir Dientes de flores, cofia de rocfo, manos de hierbas, tt, nodriza fina, tenme prestas las sbanas terrosas yel edred6n de musgos encardados. Voy a dormir, nodriza mia, acuéstame. Ponme una ldmpara a la cabecera; una constelacién; la que te guste; todas son buenas; bajala un poquito, Déjame sola: oyes romper los brotes... te acuna un pie celeste desde arriba y un pajaro te traza unos compases para que olvides... Gracias. Ah, un encargo si él lama nuevamente por teléfono le dices que no insista, que he salido... 93 Partida Un camino hasta el confin altas puertas de oro lo cierran; galerias profundas; arcadas, El aire no tiene peso: las puertas se balancean en el vacio; se deshacen en polvo de oro; se juntan; se separan; bajan a las tumbas de algas; suben cargadas de corales. Rondas; hay rondas de columnas; las puertas se esconden detrds de los parapetos azules; el agua brota en campos de nomeolvides; echa desiertos de cristales morados; incuba grandes gusanos esmeralda; se trenza los brazos innumerables. Lluvia de alas, ahora; Angeles rosados se clavan como flechas en el mar, O04 Podrfa caminar sobre ellos sin hundirme. Una senda de cifras para mis pies: Columnas de nimero, para cada paso, submarinas. Me llevan: enredaderas invisibles alargan sus garfios desde el horizonte: Mi cuello cruje. Ya camino. El agua no cede. Mis hombros se abren en alas. Toco con sus extremos los extremos del cielo. Lo hiero: La sangre del cielo bafiando el mar... Amapolas, amapolas, no hay mas que amapolas... Me aligero: la carne cae de mis huesos. Ahora. El mar sube por el canal de mis vértebras, Ahora, BI cielo rueda por el lecho de mis venas, 95 Ahora, jEl sol! ;EI sol! Sus tiltimos hilos me envuelven, me impulsan, Soy un huso: iGiro, giro, giro, giro! jida 2.8 3 y 4. Retr atos de Alfonsina Storni en diferentes ports ee 97 5 y 6. Retratos de Alfonsina Storni tomados en la década de 1920 98 8 7. Gabriela Mi riela Mistral, Alfonsina Storni y Juana de Tar de M ontevi © ideo de 1938.8 y 9, Fotos de la poet tomadas e! ourou en el Encuentro nla década de 1930. 99 12 nel Barrio de Belgrano, LL. Monumento dedicado a Alfonsina Storni del escultor Luis Perloti, fremte a la playa La Perla 2. de Ja poeta en e] cementerio de Chac INDICE “eunres6 ugionqiysip ap jevayey,, Un ray clavéndose en el campo, un naufragio por Diana Bellessi.... « sie as Kea ee La inquictud det rosal (1916) ALOMdO.. oes eee ee Lo inacabable Desolacién . Rebeldia cc ccc sc sescneee ene adds net ene nee nce tne een er El dulce daiio (1918) SERED: cesias scoyeaes yreress reresncs ccna ned Ld HEE EES Eola Bae 14 Primavera... 00. ccc ec cree nee ned ee ue ree Cee eee ee 15 Dime . En silencio Dos palabras 0.0... 00 ees cece eee e een e nent eee e eee 20 Ladtond wn. cessed ci aneesceene tenes «21 Td me quieres blanca . EJ oro de la vida . Sentirse ... Irremediablemente (1919) Alma desnuda oo {0 0N GN DRY 10 CA Gham enls BOS 26 TRE testes pecra-eens en wel nach ee ee UeBTU RRM DORE a ee 28 Peso ancestral 6.1.0... ccc cesses evcaeeeenaeeeecennes 29 SUbCOMSCIENCIA 4.6. sce ce ee eeeuevacuaeuaeeeeuaenss 30 Hombre pequefilO .....0.s.sesseseccaccacvesuecvacuee 31 103 32 Adlon. oo secre ee nee e eee e terete eters, 33 Frente al MAP so... sees eee cette eee, 34 Bien pudiera set... 6... eee eee, 36 Languidez (1920) El silencio 6... eee, 37 El ensayo La miseria Ocre (1920) Las grandes mujeres s sie ene i 00s 90s tase se apace eineinlaie da od 49 De thi Padresne cuenta wo. nies xa wey aera geewkeeane weed 50 Fiesta eee ec cece ee ee Sl Encuentro 52 Palabras a Delmira Agustini Los coros 7 Naturaleza mfa . . . sereed 104 Mundo de siete pozos (1934) Mundo de siete pozos Luna de marzo sobre el mar Vaticinio Imagen ..-- eee eee, Plaza en invierno La hora 19 Haz de tus pies ... Razones y paisajes del amor .......0...........000000.- 15 Mascarilla y trébol (1938) Danzon portefio .. ae TA SICDA ss sercece mxenen cane eace SOS ORE OEE ¢ i) Gran cuadro ...... 06 eee eee eee eee -79 Ultrateléfono 2.2.2. ee eee ee ee eee - 80 Nido en una estatua ......-++00205 000s Alegoria de la primavera .....--+seereeccrrsrees Un lapiz Un diente Amadona poesia ......e000e0eee rere Otros poemas El puente RENE oy ors wey. nage oe neneld BENT 105 SAPO MED cr ecwras ve ar vomenean cewcone Voy a dormir Partida 106

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