[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
45 vistas6 páginas

Final

El documento es un guion de la obra 'Esperando la Carroza', que presenta una serie de personajes en una situación familiar tensa y cómica relacionada con el cuidado de una anciana. A través de diálogos entre los personajes, se exploran temas de convivencia, responsabilidades familiares y conflictos generacionales. La obra incluye elementos de escenografía y sonido que complementan la narrativa.

Cargado por

Rocío Grisel
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
45 vistas6 páginas

Final

El documento es un guion de la obra 'Esperando la Carroza', que presenta una serie de personajes en una situación familiar tensa y cómica relacionada con el cuidado de una anciana. A través de diálogos entre los personajes, se exploran temas de convivencia, responsabilidades familiares y conflictos generacionales. La obra incluye elementos de escenografía y sonido que complementan la narrativa.

Cargado por

Rocío Grisel
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 6

ESPERANDO LA CARROZA

(versión final)

PERSONAJES
● Mamá Cora: Camila /
● Susana: Malena /
● Jorge: Lionel /
● Elvira: Alan /
● Sergio:
● Matilde: Sasha /
● Nora: Iara
● Antonio:
● Doña Elisa:

MÚSICA Y SONIDO:
● Luciano
● -
ESCENOGRAFÍA:
● Ángel
● -
● -
● -

ELEMENTOS NECESARIOS:
● Teléfono.
● Mesa y sillas.
● Diario.
● Olla (p/ tuco).
● Bolsa de masitas.
● Cajón del cadáver.
● Corona de flores.
● -
● -
● -
● -

SONIDOS:
● Bebé llorando
● Timbre
● Teléfono antiguo
● Canción interludio
El escenario está vacío. Se escucha de fondo un llanto de bebé que se va calmando.
(voz en off)
Mamá Cora.- ¿Y...? ¿Se durmió?
Susana.- En eso está. ¿Dónde está la mayonesa?
Mamá Cora.- Yo creí que... No parecía una mayonesa, Susana.
Susana.- ¿Qué hizo con mi mayonesa?
Mamá Cora.- Flancitos. Vos anoche hablaste de flancitos.
Susana.- Cuatro huevos, litros de aceite, litros de leche, sal, mostaza y seguramente toneladas de azúcar
para tirar a la basura... Ahhhhh...
Jorge.- ¿Por qué hiciste eso, mamá?
Mamá Cora.- No tenía cara de mayonesa, Jorge!!!

(empieza a sonar progresivamente la música, y entran los encargados de escenografía a armar el espacio
escénico)
(Elvira se encuentra preparando un tuco, Sergio lee el diario sentado. Suena el teléfono)

Sergio.- Matilde, teléfono.


Elvira.- ¿No sabés que duerme? Atendélo vos.
Sergio.- El único día de descanso que tengo.
Elvira.- Me gustaría saber cuál es el mío.
Hola. Sí. No. Aquí no hay ninguna Pirula.
Y hacé el favor de atender cuando suene.
Sergio.- No pienso moverme de este sillón.
Elvira.- Che, che, che, che: que yo no descanso nunca y no hago tanto escombro, eh. A mí también me
hubiera gustado quedarme en la cama hasta las once, pero vos tuviste la prodigiosa idea de invitar a
almorzar a tu hermano Antonio y a Nora.
Sergio.- Les hubieras dicho que hoy no vineran y basta.
Matilde.- (Fuera de escena, “el baño” se encuentra por fuera del escenario) ¡Mamá!
Elvira.- ¿Qué querés?
Matilde.- Cerrá la canilla que me estoy bañando.
Elvira.- La canilla está cerrada.
Matilde.- ¿Y ahora que hago? Estoy toda enjabonada. ¡Mamá!
Elvira.- Uh. Otra vez cortaron el agua.
Sergio.- Después querés que me bañe.
Matilde.- ¡Mamá: no tengo agua! (mientras Elvira marca el teléfono)
Elvira.- Por empezar dejá de hinchar... Ay, doña Elisa, no, no era por usted. Cómo... Oiga, le habla Elvira:
¿qué pasa con el agua? Hice ravioles, ¿quiere tragedia mayor? Ah, ¿usted también? ¡Qué casualidad!
Bueno, mire, ¿me hace un favor? No la tire. Quiero decir, usted hierve sus ravioles y cuando estén listos
me llama por teléfono y yo le mando a buscar el agua. Ay, gracias, es usted un amor. Yo hago puchero,
ella hace puchero. Yo hago ravioles, ella hace ravioles, ¡Qué país!

(suena el timbre)
¿Qué pasa?
Susana.- Pasa que yo tengo 30 años.
Elvira.- 33.
Susana.- 32 y no van a decirme lo que es una casa en la que soy nada más que una sirvienta.
Jorge.- Por favor. No empecés otra vez con esa cantinela...
Elvira.- Che: ¿por qué no ventilan los trapitos sucios en la azotea de su propia casa?
Susana.- Porque estos trapitos también son tuyos, querida.
Jorge.- ¿Sabés qué pasó? Susana había preparado una mayonesa bárbara y mamá en un descuido se
lasacó y la transformó en flancitos.
Elvira.- Ay, ¿qué tragedia tan horrible?
Susana.- Hace cuatro años que tu suegra vive en mi casa, y parece que con el firme propósito de no
moverse de ella.
Elvira.- ¡Mi suegra!
Susana.- Sí, tu suegra y tu madre.
Sergio.- ¿Y en qué te molesta la pobre santa, si se puede saber?
Susana.- ¿En qué me molesta? ¡¿Me pregunta en qué me molesta?! La tengo en la cocina, en el baño, en
el dormitorio, en la sala, en el pasillo, en la terraza y aquí, aquí la tengo...
Sergio.- ¿Pero cómo podés hablar así de una anciana que tal vez no tenga ni tres años más de vida...
Elvira.- Y es mucho decir.
Susana.- ¡Eso me dijeron hace cuatro, querido, cuando se vino a vivir con nosotros, pero se acabó, se
acabó. Para colmo hace una semana que se ensucia de una manera...
Sergio.- ¿Se ensucia?
Elvira.- ¿Cómo se ensucia?
Susana.- Sí, se caga. Y no le voy a poner bombachitas de goma como si fuera una criatura. Tengo que
andar con el trapo en la mano limpiando sus…Traétela por un tiempo.
Elvira.- ¡¿Aquí?! Pero pobre anciana. ¿Dónde querés que la ponga?
Susana.- En el cuartito del fondo.
Elvira.- ¿En el de los cachivaches? Pero pobrecita, ahí no cabe ni un alfiler.
Susana.- Entonces, la ponés aquí o en tu cama, pero en mi casa se terminó.
Elvira.- Al fin y al cabo tu marido es el mayor de los hermanos, ¿o no?
Susana.- Pero yo soy la menor de las cuñadas.
Elvira.- ¿Pero por qué se te ocurrió que tiene que venir aquí? ¿Acaso no hay otros hermanos?
Susana.- A mí me importa un soberano pito adónde vaya o con quién.
Sergio.- Si necesita una enfermera, podríamos pagarla entre los cuatro hermanos.
Susana.- ¿Y dónde vas a meter la enfermera? Porque la vieja en mi casa se acabó.
Sergio.- Che, che, che, che: vos a mi mamá no la echás a ningún lado, ¿me entendés?

(suena el timbre)
Elvira.- Ahí llegó Antonio. Háganle la oferta a él.
Nora.- Algo me dice que hoy vamos a pasar un día muy especial.
Elvira.- ¡Adelante! ¿Cómo estás, querida? Ay masas, si serás mala. (Matilde aparece del otro lado para
saludar a sus tíos)
Nora.- Las mismas de siempre.
Elvira.- Con lo que engordan.
Nora.- Coqueta.
Elvira.- ¿Cómo estás Antonio?
Nora.- Más invitados. Qué sorpresa... ¡Qué sorpresa más agradable!
¿Cómo estás linda?
Susana.- Y vos...
Nora.- Muerta de calor.¿Cómo estás Susi? Tanto tiempo sin verte, con lo que yo te quiero. Qué bien se te
ve, con ese airetan sereno que te caracteriza. A mí me da una paz.
Antonio.- Me prometiste los ravioles con tuco, eh...
Elvira.- Ah... Te los amasé... Con estas manitos...
Nora.- Vive soñando con tus comidas y te recuerda cada vez que ve las manchas de tuco que le quedan
en las camisas. ¿Cuál es el secreto de tus tucos? No salen con nada...
¿A qué se debe esta deliciosa reunión familiar?
Susana.- ¡Acabala! Nosotros no estamos invitados. Hay que tener plata para que lo inviten a uno.
Elvira.- Che, ¡¿pero vos qué te creés?! ¿Qué Antonio nos pasa una mensualidad?
Antonio.- Bueno, bueno, bueno, bueno, che, que hemos venido a pasar acá un plácido domingo familiar:
tranquilo, pacífico, sereno y de reconciliación nacional.
Susana.- Entonces llegaron en mal momento.
Nora.- ¿Cuándo nos van a llevar a la nena? El jardín está tan maravilloso. Aquello es tan inspirador.
Ah...Tiene que ir. ¿Cuándo irán?
Susana.- Cuando nos invites.
Nora.- Mañana... ¡No! Mañana, no. El martes. No, el martes tampoco. El miércoles... El miércoles te
telefoneo y arreglamos. La nena podrá tomar sol, correr por el jardín...
Susana.- Todavía no corre.
Nora.- Pero... me imagino que respirará, ¿no? Adoro a los niños. Debe ser por eso que Dios me hizo
estéril.

(Suena el teléfono)
Matilde.- Hola. Ah, doña Elisa... ¿Qué dice? Ah, momento.
Mamá: es la hincha pelotas de al lado.
Sergio.- Te va a oír.
Matilde.- Dice que ya hirvió los ravioles, pero se le consumió el agua y tiene demasiada harina.
Elvira.- Andá a buscarla igual. Tené cuidado de no quemarte.
Matilde.- ¿Siempre tengo que ir yo? (sale desganada)
Elvira.- Llevá una agarradera, Matilde... ¡Te vas a quemar!
Nos cortaron el agua esta mañana. Menos mal que la charlatana de al lado me imita en todo: yo hago
puchero, ella hace puchero; yo hago ravioles, ella hace ravioles. ¿Qué mirás?
Sergio.- Elvira, el teléfono.
Elvira.- ¿Me habrá oído? Ay, Dios, que no haya oído. Hola... Oyó. Esta criatura estúpida...
Matilde.- (volviendo a entrar) Mamá,dice doña Elisa que nos vayamos todos a la mierda.
Elvira.- Minusválida mental. ¿Quién te enseñó a dejar el teléfono descolgado?
Matilde.- Nadie. Aprendí sola.

Antonio.- Bueno.. hoy, después del almuerzo me la voy a llevar a mamá a dar una vuelta en el auto. Tomar
un poco de aire le va a venir bien, pobrecita, ¿no?
Susana.- Lo que le vendría bien es que te la llevaras a vivir un tiempo a tu casa.
Nora.- Ay, no, pobre, se aburriría como una ostra. No estamos nunca en casa. Antonio se pasa el día en la
financiera y yo no dejo pasar un día sin ir a casa de mamá.
Antonio.- Además, te confieso, yo tengo muy poca paciencia con los viejos.
Nora.- Para serte franca, si Antonio llevara a casa a la viejecita, mamá tendría un ataque terrible de celos.
Creo que eso la mataría a mamita. ¿Y en tu casa, Sergio?
Elvira.- Aquí no hay sitio. Ya lo discutimos con Susana. Aquí es imposible. No hay sitio.
Jorge.- Antonio: mamá cumplió años la semana pasada.
Antonio.- ¡Puta! Se me pasó. Podrías haberme avisado, vos también. Estuviste mal, Jorge. Al fin y al cabo
ella vive en tu casa, y ustedes tienen más obligaciones que nosotros, así que...
Susana.- Mirá qué bien: encima de que vive con nosotros, tenemos que cargar con todas las obligaciones..
Estoy cansada y quisiera vivir sola con mi marido y con mi hija por un tiempo. Ay Dios mío, ¿no tengo
derecho a un mes de vacaciones?
Nora.- No, sí claro, eso no tiene discusión, pero también creo que sería de una extrema crueldad decirle
de pronto a esa señora, a esa dama, que se vaya a vivir a la casa de otro hijo.
Antonio.- Yo estaría dispuesto a pasarle un dinero por mes. ¿Cuánto te parece, Jorge...?
Susana.- (a punto de explotar) No necesitamos tu dinero. Lo único que queremos es que te la lleves a tu
casa por un tiempo.
Antonio.- ¡Pará la mano, mijita, eh! Es mi madre y no te voy a permitir que hablaras de ella como si se
tratara de un perro o un par de zapatos viejos.

(Susana empuja a Antonio y se va a los gritos. Jorge la sigue atrás rogándole. Se escucha la música de
fondo, el resto de la familia se queda hablando muy alegre. Mamá cora entra por detrás y se sienta en un
silla al costado muy serena. La música disminuye y Susana irrumpe de nuevo en la casa gritando)

Susana.- Se fue. Dejó la nena sola, la puerta abierta y se fue.


Antonio: ¿Quién?
Susana: Mamá Cora.
Elvira.- ¿Se fue de tu casa?
Susana.- ¿Dónde estará? ¿Dónde estará?
Elvira.- ¡¿Y ahora te preocupás?!
Susana.- Yo sabía que esa serpiente iba a pensar lo peor. ¡Nadie la echó!
Nora.- Pobre señora.
Antonio.- ¿Habrá ido a lo de Emilia?
Jorge.- No te quedés ahí parado. Sacá el auto. Andá a ver si está allá.
Sergio.- Si querés yo te acompaño. (Salen los 3 hermanos)
Mamá Cora.- (Desde atrás, escuchando a medias) ¿Que pasó chicos?
Susana.- De paso llevame hasta casa que dejé a la nena sola.

(Quedan en escena Elvira, Nora y Matilde que charlan y comen masitas con la música de fondo. Entra
susana)

Susana.- ¿Y? Fui a llevar a la nena a lo de mi mamá.


Elvira.- Nada, todavía. Espero por tu bien que no le haya pasado nada.
Susana.- ¿Qué querés decir con eso?
Elvira.- Que si pasó fue por culpa tuya y en ese caso no querría cargar con tu conciencia. Eso es lo que
quiero decir.
Susana.- Desde el primer día que te vi, Elvira, cuando Jorge me trajo a comer a esta casa pensé...
Elvira.- ¿Qué fue lo que pensaste cuando Jorge te trajo a comer a esta casa?
Susana.- ¿De veras lo querés oír?
Elvira.- Pero no ves que me estoy muriendo de curiosidad.
Susana.- Muy bien. Pensé: esta es la mujer más fayuta del mundo.
Elvira.- ¿Fayuta yo?
Elvira.- Si yo soy fayuta yo... vos sos... no sé ni cómo catalogarte. Mirá. Fayuta sos vos, que te cosiste la
lengua. Yo te lo hubiera dicho y en aquel entonces yo no me cosí la lengua y le dije a Jorge: ¿con eso te
vas a casar? Mirá: eso te mete los cuernos al mes de casado. ¿Te lo dije o no te lo dije?
Susana.- Que yo le iba a meter los cuernos en el primer mes de casados?!
Mamá Cora: Ay no Elvira, cómo vas a decir eso de Susanita…
Nora.- Ay, eso pasó hace cuatro años. ¿Quién se acuerda de eso ahora?
Susana.- Ella se acuerda. Y creo que tengo el derecho de saber por qué se lo dijo.
Elvira.- Sí, tenés derecho. No tengo ningún inconveniente en decírtelo. Primero se lo dije porque tengo
lengua; segundo se lo dije porque vivimos en un país independiente, soberano, libre, con libertad de
expresión, sin censura, blblbl, y tercero porque se me antojó.
Susana.- Si yo me aprovechara de las tres estupideces que nombraste y dijera una sola cosita que yo me
sé, perderías las ganas de hablar gratuitamente de la gente.
Elvira.- ¿Qué sabés de mí? ¡Hablá! Pero antes lavate bien la boca con lavandina, porque yo no tengo nada
que reprochar de los 18 años que llevo de casada.
Susana.- ¿Estás segura?
Elvira.- ¡¿Pero qué te creés?! Que vas a manchar mi reputación como me manchaste la alfombra recién. Y
no te quedes ahí como una momia griega, sembrando la duda con Nora y Matilde. ¿Qué tenés que decir?
Susana.- Nada.
Elvira.- Ah, no, ahora no salgas con un “Nada”, como si escondieras un secreto horrible. Si sabés algo,
escupilo.
Jorge.- Bueno, basta ya, cotorras.
Sergio: Nadie sabe nada, es como si se la hubiera tragado la tierra.
Antonio.- Voy a llamar a mi amigo el comisario. (marca el teléfono) ¿Qué tal, Peralta? Si, resulta que tengo
a mi vieja desaparecida, estaba en la casa de mi hermano mayor y parece que se fue…. Dale, dale te
paso los datos. (a su familia) Nombre?
Sergio.- Mamá Cora.
Antonio.- Dolores.
Jorge.- Ana María.
Antonio.- De los Dolores.
Sergio.- Buscaroli
Jorge.- de Musicardi.
Sergio.- Buscaroli de Musicardi.
Antonio.- (a sus hermanos) ¿Edad?
Sergio.- ¿80?
Antonio.- Si, por ahí…. Tiene que poner la edad justa.
Jorge.- ¿Pero qué diferencia hay entre 75 y 80 años?
Antonio.- Debe tener 77, 78, me parece. Pongale edad indeterminada. Tirando a vieja. (Alterado) ¡¿El
qué?! ¿Dónde?
Susana.- ¿Qué pasó? ¿Quién es?
Sergio.- Mamita querida…
Susana.- ¿Pero qué le pasó?
Sergio.- Sí, claro.
Elvira.- Viejo, por favor, ¿hasta cuándo nos vas a tener con este suspenso? ¡Hablá de una vez!
Sergio.- Una anciana se arrojó al paso de un tren en Villa Luro. Tenemos que ir a la morgue a reconocer el
cadáver.
Susana.- Ojalá no sea ella, Dios mío. Ojalá no sea ella. (salen todos y queda Elvira)
Mamá Cora: (saliendo detrás de ellos) ¿A dónde van?
Elvira.- (Mirando al público, saboreando la situación) ¡Ojalá que sea ella! ¡Ojalá que sea ella! Para que la
conciencia le remuerda como se merece.

(suena la canción mientras los encargados de la escenografía arman el funeral. Toda la familia alrededor
del cajón llorando, incluyendo otra gente)

Matilde.- ¿Por qué me la metieron en mi cuarto?


Elvira.- Matilde!!
Matilde.- es que los muertos me impresionan.
Elvira.- Pero es tu abuela.
Matilde.- Pero está muerta igual
Doña Elisa.- ¡Elvira!
Elvira.- ¡Doña Elisa! ¿Qué me dice de esta tragedia?
Doña Elisa.- Que en momentos así no hay lugar para el rencor. Te traje el agua de los ravioles.
Elvira.- Ay, que amorosa, que suerte, gracias, tomá petisa, lleva esto para la cocina. Ay que día...
Doña Elisa.- Mi más sentido pésame.
Sergio.- Muchas gracias Doña Elisa.
Doña Elisa.- Y a usted mis condolencias. Pero por qué hizo semejante cosa.
Elvira.- Pero es lo que todos nos preguntamos, ¿por qué hiciste eso, Mamá Cora, por qué?
Mamá Cora: (entrando despacito, mientras reta a sus hijos) Ah claro, se reunen en familia y a mí ni me
invitan. Eso es culpa mía, mirá, porque yo no exijo. Nunca exigí. Al contrario, siempre les di, les di: todo les
dí. Les di los muebles, las cacerolas, hasta las sábanas de mi casamiento, les di.

(Todos al mismo tiempo miran el cajón, miran a mamá Cora, miran el cajón de nuevo. Matilde vuelve de la
cocina, ve a la abuela grita y se desmaya.)
APAGÓN Y MÚSICA.

También podría gustarte