[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
17 vistas8 páginas

Tema 39 España Siglo XIX

El documento aborda la evolución política de España en el siglo XIX, destacando la transición de una monarquía absolutista a un régimen liberal y los intentos de democratización. Se analizan las dificultades enfrentadas, incluyendo la resistencia de grupos privilegiados y la inestabilidad política, así como los principales eventos históricos que marcaron este proceso. Finalmente, se describen las etapas clave, desde la crisis del Antiguo Régimen hasta la consolidación del Estado Liberal durante la Restauración.
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
17 vistas8 páginas

Tema 39 España Siglo XIX

El documento aborda la evolución política de España en el siglo XIX, destacando la transición de una monarquía absolutista a un régimen liberal y los intentos de democratización. Se analizan las dificultades enfrentadas, incluyendo la resistencia de grupos privilegiados y la inestabilidad política, así como los principales eventos históricos que marcaron este proceso. Finalmente, se describen las etapas clave, desde la crisis del Antiguo Régimen hasta la consolidación del Estado Liberal durante la Restauración.
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 8

Oposición de Secundaria. Geografía e Historia. Temario.

TEMA 39. La construcción del Estado Liberal y primeros intentos democratizadores en la


España del siglo XIX.
PRESENTACIÓN
Entre los años 1814 y 1868 (primera democracia en España) se produjo una profunda transformación
política que posibilitó la democratización de España y su entrada en el mundo contemporáneo.
Durante este siglo se pasó de una monarquía absolutista, sin libertades, a un régimen parlamentario y
liberal.
El cambio de régimen no fue fácil, sino que constituyó un largo proceso de promulgación y anulación
de textos constitucionales, conspiraciones y pronunciamientos militares, con frecuentes enfrenta-
mientos armados entre partidarios de distintas ideas.
PLANTEAMIENTO
A lo largo del siglo XIX se produjeron, no solo en España sino también en Europa, importantes
transformaciones en la vida política. De la monarquía absoluta que caracterizaba el Antiguo
Régimen, se pasó con enorme celeridad al establecimiento de un nuevo régimen, el Régimen
Liberal. En España este proceso fue más lento y estuvo lleno de grandes dificultades. Ello fue
debido al enorme peso del Absolutismo y de los grupos privilegiados de la sociedad española que
se resistían a perder su poder.
Aunque el Régimen liberal se fue abriendo paso en el reinado de Isabel II, la heterogeneidad del
liberalismo español, en el que se enfrentaban unas tendencias con otras, impidió la consolidación
del nuevo régimen hasta bien entrado el siglo XIX. De igual modo, los primeros intentos
democratizadores tras la Gloriosa, resultaron ser un fracaso, pero facilitaron la Restauración
borbónica y la consolidación del régimen liberal ya en el último tercio del siglo XIX.
ÍNDICE
Respondiendo a estos planteamientos, hemos estructurado el tema que nos ocupa en torno a las
siguientes cuestiones:
1. En primer lugar, describiremos los componentes y las particularidades del liberalismo
español.
2. En segundo lugar, analizaremos el desarrollo de los hechos históricos que provocaron la
crisis del Antiguo Régimen en España.
3. En tercer lugar, nos aproximaremos a los acontecimientos que explican el establecimiento
del Régimen liberal durante el reinado de Isabel II.
4. En cuarto lugar, enunciaremos los pasos seguidos por los gobiernos del Sexenio
Revolucionario con el objetivo de implantar los principios democráticos en España.
5. En quinto lugar, profundizaremos en la etapa de la Restauración y la consolidación definitiva
del Régimen liberal en España.
6. Por último, junto a las conclusiones pertinentes enunciaremos la bibliografía específica del
tema.
DESARROLLO DEL TEMA
En nuestra exposición vamos a realizar un recorrido por la evolución histórica del siglo XIX en
España, intentando deslumbrar el proceso de consolidación del Estado Liberal a través de los
diversos modelos políticos que se desarrollaron. Antes de iniciar nuestro recorrido conviene tener
presente las siguientes premisas:
- En primer lugar, el proceso de consolidación del Estado Liberal en España no fue uniforme. A
pesar de que dominó una constante política conservadora o moderada. Hubo momentos de
aceleración protagonizada por los gobiernos progresistas. Por ello, este proceso se puede
estructurar en cinco grandes etapas: durante las dos primeras, la guerra de la independencia (1808-
1814) y el reinado de Fernando VII (1814-1833), se inicia la revolución liberal en España en medio
de una constante dialéctica entre absolutistas y liberales, que terminó con la quiebra del Antiguo
Régimen; después, el reinado de Isabel II (1833-1868) supuso el giro definitivo hacia el régimen
liberal; el Sexenio Revolucionario que comenzó en 1868 (hasta 1874), intentó llevar a cabo un
proyecto serio de democratización, pero acabó fracasando; y, por último, a partir de 1874 y hasta
el desastre del 98, durante la primera fase de la Restauración, se produjo la consolidación definitiva
del sistema liberal en nuestro país.
- En segundo lugar, la ideología liberal en España, como expone R. CARR en su libro España.
1808-1939, tiene dos manifestaciones diferentes: la primera, el liberalismo doctrinario basado en el
Tema 39: La construcción del Estado Liberal en la España del siglo XIX. 1
Oposición de Secundaria. Geografía e Historia. Temario.

sufragio censitario y la teoría de la doble representación, según la cual, la Corona y las Cortes son
los órganos que detentan la soberanía y participan conjuntamente en el proceso de gobierno. Y la
segunda opción defiende un sufragio censitario poco restringido, primero y después, el sufragio
universal masculino. También propugna la teoría de la soberanía nacional, según la cual no hay
más representación que la electiva de las Cortes (aunque reconoce un amplio margen de acción a la
Corona), así como a la más amplia defensa de los derechos individuales. El primero será el sistema
defendido por los partidos moderados o conservadores, mientras que el segundo, será el modelo
progresista.
- En tercer lugar, la consolidación del Estado Liberal fue muy lenta, extendiéndose a lo largo de
casi todo el siglo XIX. Ello fue debido a las resistencias con las que se encontró, primero de los
absolutistas, después de los propios liberales (aquellos que defendían posiciones más moderadas).
Esto hizo, que el Régimen Liberal se desarrollara en un estado de constante inestabilidad, a la que
contribuyó, sin duda, el protagonismo del ejército. Los militares serán los líderes de los partidos
políticos (los “espadones”), y recurrirán con demasiada frecuencia a los pronunciamientos para
hacerse con el poder. Otro síntoma de la constante inestabilidad fue la elaboración de numerosas
Constituciones a lo largo del siglo, lo cual evidencia los numerosos proyectos políticos que se
pusieron en marcha, como analiza Jordi SOLÉ TURA en su libro Constituciones y períodos
constituyentes.
Partiendo de estas consideraciones, vamos a realizar, a continuación, el recorrido por la
evolución política de España a lo largo del siglo XIX.
1.- LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN Y LOS PRIMEROS PASOS PARA
ESTABLECER EL LIBERALISMO EN ESPAÑA.
España comienza el siglo XIX con una situación poco halagüeña. El pánico a la expansión de las
ideas revolucionarias liberales y los repetidos fracasos militares contra Francia (Paz de Basilea de
1795) y Gran Bretaña (Batalla de Trafalgar de 1805) se sumaron a otras complicaciones de carácter
interno como la bancarrota financiera estatal, la desconfianza de la población en los gobernantes y
el enfrentamiento por el trono entre el rey Carlos IV y su propio hijo Fernando, el príncipe de
Asturias. A esto hay que añadir la dependencia exterior con respecto a Francia que venía de lejos
(Pactos de familia del siglo anterior), que ahora, en manos de Napoleón, se han concretado en los
tratados de San Ildefonso y en el posterior de Fontainebleau de 1807
En este contexto, el año 1808 supone el primer momento importante de nuestro recorrido. En
el mes de marzo se produce el motín de Aranjuez, que provocó la caída de Godoy y la abdicación
de Carlos IV a favor del príncipe de Asturias. Un mes más tarde se produjeron las abdicaciones de
Bayona en las que Carlos IV y su hijo Fernando VII cedieron sus derechos al trono a Napoleón,
quien posteriormente proclamó rey de España a su hermano José I Bonaparte. Esta acción contó
con el apoyo de las más altas autoridades del Estado (el Consejo de Castilla, por ejemplo). Estas
élites ilustradas vieron en la invasión de Napoleón la oportunidad de llevar a cabo las reformas
ilustradas y liberales oportunas para modernizar España. Estos colaboradores recibieron el nombre
de afrancesados y fueron el principal apoyo de José I durante los seis años que reinó.
Sin embargo, la nueva situación política no llegó a consolidarse. El 2 de mayo de ese mismo año se
produjo el alzamiento popular en Madrid que se extendió rápidamente a otras ciudades españolas.
Los sublevados no aceptaban al nuevo rey y, ante la ausencia de poder legítimo, en algunos
territorios y ciudades de España se constituyeron Juntas Provinciales de Defensa, con el objetivo de
organizar el levantamiento militar contra las tropas francesas. Se iniciaba así LA GUERRA DE
LA INDEPENDENCIA.
Durante tres años, el ejército francés sufrió una terrible guerra de desgaste frente a la guerrilla. Las
tropas de Napoleón consiguieron controlar las principales ciudades, excepto Cádiz, pero no logró
imponerse en las zonas rurales. En 1812 un ejército británico, dirigido por el general Wellington,
desembarcó en Portugal e inició una larga guerra contra las tropas francesas, a las que venció en
Arapiles y en San Marcial.
Durante el tiempo que duró la guerra, la Junta Suprema del Reino, formada por representantes de
las Juntas Provinciales, asumió la regencia hasta que volviera Fernando VII. Su principal objetivo
fue la aprobación de una Constitución. Y con este propósito, en 1810 se convocaron las Cortes
Generales de Cádiz. Dos años más tarde, en 1812, se aprobó la primera Constitución española. En
ella se incluía una declaración de los derechos humanos, el reconocimiento de la libertad de
Tema 39: La construcción del Estado Liberal en la España del siglo XIX. 2
Oposición de Secundaria. Geografía e Historia. Temario.

expresión, el derecho a voto para todos los varones mayores de 25 años y el establecimiento de la
división de poderes. El régimen político que establecía era una monarquía constitucional. Junto con
la Constitución se promulgaron diversos decretos que ponían fin al Antiguo Régimen: la libertad de
prensa e imprenta (1810), la abolición de los señoríos jurisdiccionales (1811), la supresión de la
Inquisición (1813) y la abolición de los gremios, entre otras. Por todo ello, la labor de Cádiz
representa el primer paso de la revolución liberal en España.
Cuando, en 1814, el imperio de Napoleón fue finalmente derrotado en Europa, Fernando VII
regresó a España tras el Tratado de Valençay (diciembre de 1813). Entonces un grupo de 69
diputados de las Cortes de Cádiz de ideología absolutista entregaron al rey un documento conocido
como “Manifiesto de los Persas”, donde solicitaban la restauración de la monarquía absoluta y la
abolición de la Constitución de 1812. Fernando VII aceptó esta propuesta y, rodeado de
antiliberales y con el apoyo del ejército, anuló la obra legislativa de Cádiz y promovió una dura
represión contra los constitucionalistas. Comenzaba, así, el SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-
1820).
A pesar de la persecución que sufrieron los liberales durante estos años, se sucedieron diversos
alzamientos armados, protagonizados por sectores militares partidarios de una Constitución liberal
(Lacy, Espoz y Mina…), que siempre terminaron en fracaso. Pero en 1820 triunfó un
pronunciamiento encabezado por Rafael Riego en Cabezas de San Juan, que acabó extendiéndose a
las principales ciudades de España. Fernando VII se vio obligado a aceptar el constitucionalismo.
Se iniciaba así el período conocido como TRIENIO LIBERAL, que se mantuvo hasta 1823.
Los tres años que duró el régimen liberal fueron el primer ensayo de gobierno constitucional que ha
vivido España en su historia. Se puso en práctica una política moderada y se intentaron llevar a
cabo los principios que recogía la Constitución de 1812. La Iglesia, defensora del absolutismo en
los años anteriores, fue apartada de los órganos de poder del Estado. Los jesuitas fueron expulsados
y las órdenes monásticas fueron disueltas, expropiándose parte de sus posesiones territoriales.
Pese a que, en la práctica, las medidas de los gobiernos constitucionalistas no fueron muy radicales,
los absolutistas conspiraron desde el primer momento para hacer fracasar el régimen (el propio
Fernando VII envió emisarios para solicitar ayuda militar a las Monarquías absolutas de Europa). Y
como consecuencia de ello, se produjo la intervención del ejército de la Santa Alianza (los Cien
Mil Hijos de San Luis), que entró en la Península y persiguió al gobierno liberal.
A partir de este momento se produjo una segunda restauración absolutista, que duró hasta la muerte
del rey en 1833. La vuelta del absolutismo trajo consigo una ola de represión y la abolición de todo
tipo de libertades políticas. Muchos liberales fueron ejecutados, entre ellos Rafael Riego, y otros
tuvieron que exiliarse.
La DÉCADA OMINOSA o segunda restauración absolutista (1823-1833), como así se conoce a
este período, incorporó, no obstante, algunos cambios en la organización del Estado y cierta
modernización en la Administración. En este sentido, se instituyó el Consejo de ministros como
gobierno de la Corona y se reorganizó el sistema de Hacienda tomando como modelo el de otros
países de Europa que ya habían unificado las cuentas del Estado y elaboraban un presupuesto
anual. La economía española, después de casi dos décadas de inestabilidad y guerras comenzó a
despegar, con la consiguiente repercusión en el terreno social y demográfico.

Sin embargo, durante el reinado de Fernando VII, España perdió su imperio colonial. De forma
paralela a la crisis política vivida en la metrópoli durante este tiempo, las colonias americanas
iniciaron su proceso de independencia a imagen de lo que ya había ocurrido con Estados Unido. La
independencia de estos territorios privó a los gobiernos españoles de unos recursos económicos
fundamentales e inició una larga etapa de crisis en la Hacienda española.
2.- EL ESTABLECIMIENTO DEL RÉGIMEN LIBERAL COMO RESPUESTA AL
PROBLEMA SUCESORIO.
El año 1830 supone el segundo gran momento de nuestro recorrido. Ese año, Fernando VII
tuvo una hija, la princesa Isabel. Según la Ley Sálica de 1713, las mujeres no podían acceder al
trono, por lo que el sucesor de la Corona era el hermano del rey, Carlos María Isidro. Sin embargo,
Fernando VII, unos meses antes del nacimiento hizo pública la “Pragmática Sanción” (1830). Un
decreto que se había aprobado en época de Carlos IV, por el cual se derogaba la Ley Sálica

Tema 39: La construcción del Estado Liberal en la España del siglo XIX. 3
Oposición de Secundaria. Geografía e Historia. Temario.

establecida por Felipe V, y que restablecía la ley de sucesión tradicional de Castilla, permitiendo
reinar a las mujeres.
A la muerte del rey (1833), su viuda, Maria Cristina, se encargó de la regencia hasta que Isabel
alcanzase la mayoría de edad. Pero los partidarios de Carlos María Isidro, procedentes de los
sectores absolutistas más intransigentes, no aceptaron el testamento de Fernando VII ni la
Pragmática Sanción y se alzaron en armas contra la regente, que se vio obligada a buscar el apoyo
de los liberales, confiando el gobierno a Martínez de la Rosa. Comenzó así la primera guerra
carlista que enfrentó a carlistas y a isabelinos o liberales, que finalizaría en 1840, aunque hubo dos
guerras más por esta causa.
El período de la regencia supuso un giro en la organización del Estado hacia el régimen liberal que,
aunque tenía una orientación muy moderada y tuvo que enfrentarse a muchos problemas, fue
consolidando el régimen constitucional en España. Al principio, el instrumento político fue una
carta preconstitucional, el Estatuto Real de 1834, que supuso el inicio de una progresiva
implantación de las libertades políticas (aparición de partidos). En 1836, una revuelta contra la
regente, organizada por suboficiales del ejército (el motín del Palacio de la Granja), obligó a María
Cristina a aceptar la puesta en vigor, de nuevo, de la Constitución de 1812. Aunque,
inmediatamente, se redactó una nueva carta magna (Constitución de 1837) con algunos cambios
con respecto de la de 1812 que la hacían bastante más moderada. Sin embargo, con este marco
constitucional se pudieron promulgar algunas leyes revolucionarias, como la supresión de la
obligación de pagar el diezmo a la Iglesia, la eliminación de aduanas interiores, la desamortización
de Mendizábal y la supresión de los gremios.
En medio de todos estos cambios se estaba desarrollando la primera guerra carlista. El carlismo se
mostró pronto limitado a unas áreas geográficas y a unos grupos sociales determinados. En su
mayoría eran pequeños propietarios campesinos del País Vasco, Navarra, el Maestrazgo y
Cataluña, defensores del tradicionalismo. Tras la muerte del general Zumalacárregui, el ejército
carlista no pudo resistir el empuje del ejército liberal que, al mando del general Espartero, les
venció en Luchana (1836) y, al final, la guerra terminó con el Convenio de Vergara, en 1839,
mediante el cual el ejército carlista se sometía a la reina.
Finalizada la guerra carlista, un gobierno dirigido por el moderado Pérez de Castro intentó
nuevamente limitar las reformas que se manifestó en la Ley de Ayuntamientos que suprimía el
derecho de los ciudadanos a elegir a sus alcaldes, que pasaban a ser de nombramiento gubernativo.
Hubo nuevas sublevaciones populares y María Cristina se vio obligada a renunciar a la regencia.
Las Cortes eligieron como regente al general Espartero, reciente vencedor de los carlistas. El
general Espartero, que contaba con el apoyo de los liberales progresistas en nombre de la libertad,
gobernó hasta 1843 de manera dictatorial, reprimiendo a los moderados y sin someterse nunca al
Parlamento.
Espartero se ganó el rechazo de todos: de los catalanes, de los vascos, de los moderados, incluso de
los progresistas-demócratas. Después de tres años de regencia, nadie apoyaba al general liberal. En
1843 se inició una revuelta militar encabezada por el general Narváez que hizo caer al gobierno.
Entonces, proclamada mayor de edad a los 13 años, Isabel II asumió el trono de España y encargó
la formación de gobierno al partido moderado, liderado por el propio Narváez.
Con el apoyo de los sectores burgueses más conservadores, el partido moderado gobernó durante
diez años con autoritarismo, según una política centralizadora: derogó la Constitución de 1837 y
redactó otra nueva en 1845, en la que se otorgaban más poderes a la Corona y al Gobierno, y se
recortaban los del Parlamento. El sistema legislativo era bicameral (Senado y Congreso de los
Diputados) y se mantenía el sufragio censitario.
Durante la DÉCADA MODERADA se realizaron algunas reformas político-administrativas
importantes: Ley Fiscal, Código Civil y Penal, Ley de Sociedades por Acciones, la creación de la
Guardia Civil. Además, los políticos moderados intentaron un acercamiento a la Iglesia,
enemistada con el régimen desde la desamortización de 1836. En este sentido, en 1851 se firmó un
concordato con el Vaticano por el que la Iglesia recuperaba muchos de sus privilegios y era
autorizada para intervenir en la enseñanza.
Sin embargo, los gobiernos de la Década Moderada favorecieron los negocios financieros en los
que participaban políticos y personajes relacionados con el poder y, en ocasiones, miembros de la
familia real. La corrupción y el autoritarismo de los gobiernos hizo que, en 1854, las clases
Tema 39: La construcción del Estado Liberal en la España del siglo XIX. 4
Oposición de Secundaria. Geografía e Historia. Temario.

populares dieran su apoyo al pronunciamiento militar iniciado por el general O’Donnell en


Vicálvaro, conocido como “la Vicalvarada”. Este alzamiento, de carácter revolucionario, no
pretendía destronar a la reina Isabel II, sino forzarla a admitir la formación de un gobierno
reformista.
El pronunciamiento estaba derivando en una revolución, cuando la reina Isabel II pidió al general
progresista Espartero que formara gobierno, con lo que volvieron a adoptarse las medidas radicales
que habían caracterizado la etapa de la regencia de Espartero. Comenzaban dos años de gobiernos
progresistas, etapa conocida como BIENIO PROGRESISTA (1854-56). O’Donnell participará en
este gobierno siendo ministro de guerra y se establecieron algunas de las leyes de gobiernos
progresistas anteriores (ley de imprenta, ley electoral y la constitución de 1837 hasta que se
aprobara una nueva). Se produjo una segunda desamortización (1855), conocida como
desamortización general por incluir a muchos bienes, entre ellos los comunales de los municipios.
De ese año es también la Ley de Ferrocarriles y la regulación del sistema bancario español. Sin
embargo, no se consiguió aprobar una nueva constitución, a pesar de que se comenzó a elaborar, la
conocida como non nata de 1856.
El Bienio Progresista terminó por la reacción de los liberales moderados y las presiones de la
Corona y de los sectores eclesiásticos, que aprovecharon las revueltas del verano de 1856 para
quitar el poder a Espartero. Comenzada una nueva etapa conocida como MODERANTISMO.
Narváez se puso de nuevo al frente del Gobierno, pero en 1858, el general O´Donnell, de nuevo, se
hizo con el poder. Este fue el período de mayor prosperidad de la etapa conservadora. Sin embargo,
frente a la política conservadora de los moderados, adquirió relevancia el Partido Demócrata que
había sido fundado en 1849, germen del republicanismo, al tiempo que se creaban las primeras
organizaciones obreras. Todos ellos aspiraban a una mayor libertad y derechos civiles.
La política moderada respondía con represión a las demandas de libertad. En 1864 volvió Narváez
a gobernar. Hubo nuevos pronunciamientos progresistas alentados por el general Prim que llevaron
a una represión durísima. En esta situación, el gobierno y la propia reina se desprestigiaban día a
día y el malestar social llevaba a una alianza de progresistas y demócratas frente al gobierno de la
reina. A esto hemos de añadir la corrupción del sistema político, con prácticas que serán los
antecedentes del caciquismo de la Restauración. De esta forma, los mecanismos electorales estaban
totalmente controlados por los moderados. Y por ello, se volvió a repetir la constante secular de la
conspiración, seguida del pronunciamiento militar, como forma de cambio político.
Un grupo de políticos demócratas y progresistas, algunos en el exilio, firmaron un pacto en la
ciudad belga de Ostende, en 1866, que incluía un acuerdo para destronar a Isabel II. Dos años
después, en septiembre de 1868, la armada española atracada en Cádiz y dirigida por el almirante
Topete se sublevó contra la monarquía de Isabel II. Muy pronto la insurrección se extendió por
Cataluña, Valencia y Andalucía. Se crearon Juntas Revolucionarias en las principales ciudades y en
pocos días triunfó la revolución, que sus protagonistas calificaron con el nombre de “la Gloriosa”.
3.- EL SEXENIO REVOLUCIONARIO Y EL ESTABLECIMIENTO DE LOS PRINCIPIOS
DEMOCRÁTICOS EN ESPAÑA.
La revolución de 1868 representa un cambio de rumbo en la construcción del Estado Liberal ,
ya que puso fin al régimen liberal autoritario que había gobernado España durante veinticinco años.
Isabel II y su familia abandonaron España y se exiliaron en Francia.
La primera medida que adoptaron los revolucionarios, encabezados por los generales Francisco
Serrano y Juan Prim, fue convocar elecciones para que las nuevas Cortes redactaran una
Constitución que sustituyera a la de 1845. La nueva Carta Magna, promulgada en junio de 1869,
establecía el sufragio universal, limitado a la población masculina; garantizaba las libertades de
expresión y de prensa, de reunión y de asociación, tan restringidas en la Constitución anterior; el
Estado se declaraba aconfesional y permitía la libertad de culto; por último, la monarquía seguía
manteniéndose como forma de Estado.
Esta última cuestión planteaba un problema grave, ya que en aquellos momentos la familia real
española estaba en el exilio y, por tanto, no había monarca. Por ello se buscó un candidato entre las
cortes europeas, que rivalizaban por el trono español. Finalmente, el general Prim, jefe de
Gobierno, ofreció el trono al príncipe Amadeo de Saboya, que pertenecía a la casa real que había
llevado a cabo la unificación italiana y que tenía un marcado carácter liberal.

Tema 39: La construcción del Estado Liberal en la España del siglo XIX. 5
Oposición de Secundaria. Geografía e Historia. Temario.

AMADEO I reinó en España poco más de dos años (1871-1873). El nuevo monarca se encontró
con un país con numerosos problemas políticos. La mayoría de los partidos lo ignoraban y se
disputaban sin piedad el poder en el Congreso, impidiendo así la estabilidad de cualquier gobierno.
Además, su principal valedor, el general Prim, había muerto asesinado poco antes de la llegada del
nuevo monarca a Madrid. Esta situación se complicó con el inicio de la guerra de Cuba, la tercera
guerra carlista y las numerosas revueltas urbanas, protagonizadas por sectores populares
descontentos con el nuevo gobierno.
Ante esta difícil situación, en 1873 Amadeo I abdicó y volvió a su Italia natal. Tras este
acontecimiento, los sectores republicanos, surgidos de los demócratas, convencieron a los
diputados de que la alternativa era la república. Y así fue: en febrero de 1873 las Cortes, en sesión
conjunta del Congreso y el Senado, votaron por gran mayoría la constitución de una
REPÚBLICA, cuyo primer presidente fue Estanislao Figueras.
La falta de políticos convencidos del republicanismo y la desconfianza que suscitaba entre los
sectores populares (obreros y campesinos) la nueva forma de gobierno fueron los principales
problemas con los que tropezó la joven República. Además, siempre tuvo en contra grupos
claramente hostiles, como los políticos conservadores de la década anterior, buena parte de la
jerarquía eclesiástica y los carlistas.
El corto período de la República estuvo lleno de dificultades. Las Juntas revolucionarias
resurgieron y quisieron poner fin, por la vía insurreccional, a los ayuntamientos gobernados por
políticos monárquicos; los campesinos pidieron el reparto de las tierras de los numerosos
latifundios, y en las zonas industriales los obreros ocupaban a menudo las calles. Además, en
Cataluña se intentó crear una Estado catalán dentro de la República Federal Española, a lo que se
opusieron los republicanos centralistas que gobernaban la República. Y, para agravar la situación,
las dos facciones de los republicanos, los unionistas y los federalistas, se enfrentaron militarmente
a raíz de la proclamación de los cantones autónomos del Estado.
Si a esto se le añade la tercera guerra carlista, queda claro que la consolidación de la República era
difícil. Durante el año que duró se sucedieron cuatro presidentes: Estanislao Figueras, Francisco Pi
y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Cautelar.
Finalmente, un nuevo pronunciamiento puso fin a esta situación. En enero de 1874 el general
Manuel Pavía, capitán general de Madrid, entró con las tropas en el Congreso, lo disolvió y entregó
el poder al general Serrano, quien decidió autoproclamarse presidente vitalicio de la República y
gobernó dictatorialmente durante doce meses, tiempo que tardó en producirse la restauración
monárquica con el golpe de Estado del general Martínez Campos (diciembre de 1974) a favor de
Alfonso XII, hijo de Isabel II.
De esta forma, este acontecimiento señala un nuevo punto de inflexión en la historia de
España, comenzando la etapa de la Restauración. Tras el golpe, se formó un gobierno
provisional presidido por Antonio Cánovas del Castillo, que contaba con el apoyo del nuevo rey
tras el manifiesto de Sandhurst.
4.- LA RESTAURACIÓN Y LA CONSOLIDACIÓN DEFINITIVA DEL RÉGIMEN
LIBERAL EN ESPAÑA.
La primera acción política del nuevo rey, bajo la dirección de Cánovas, fue desplazarse al norte
peninsular para conducir la guerra contra los carlistas. Alfonso XII ofreció una amplia amnistía en
la que proponía a todos olvidar el pasado y adherirse a la monarquía constitucional que él
representaba. El general Cabrera aceptó la amnistía, pero el conflicto no se resolvió de forma
definitiva hasta 1876. Los carlistas ya no volvieron a levantarse en armas y comenzaron a participar
en la vida política y se situaron en la extrema derecha del arco parlamentario.
Como intento de poner freno a las tensiones que habían marcado la política del país a lo largo del
siglo XIX y asegurar la estabilidad del régimen nacido con la Restauración, Cánovas del Castillo
impulsó un régimen bipartidista inspirado en el modelo inglés. Su intención era crear dos grandes
partidos políticos que pudieran aglutinar diferentes tendencias. En consecuencia, los partidos que
dominaron la escena política durante la Restauración fueron el Conservador y el Liberal, que
representaban, respectivamente, a la derecha y a la izquierda del pensamiento liberal.
Cánovas lideró el Partido Liberal Conservador, conocido después como Partido Conservador, que
estaba formado por personas procedentes del antiguo Partido Moderado, de la Unión Liberal y de
un sector del Partido Progresista. También obtuvo pronta la adhesión del episcopado y de buena
Tema 39: La construcción del Estado Liberal en la España del siglo XIX. 6
Oposición de Secundaria. Geografía e Historia. Temario.

parte del catolicismo no radical. Práxedes Mateo Sagasta, por su parte, lideró el Partido Liberal
Fusionista, llamado después Partido Liberal, en el que se integraron sectores demócratas, radicales,
que habían formado parte de la tendencia izquierdista del Partido Progresista, y del republicanismo
moderado. Este grupo político recibió el apoyo de las clases medias.
El Partido Conservador había ganado las elecciones y, bajo su gobierno, se redactó la nueva
Constitución de 1876. A partir de su aprobación, la vida política del país se basó en la alternancia
pacífica de los dos grandes partidos en la gestión del poder del Estado. El bipartidismo se consolidó
definitivamente tras la muerte prematura del rey Alfonso XII, en 1885, sin sucesión masculina y
estando la reina embarazada. Los dos grandes partidos acordaron el turno político para garantizar la
estabilidad del régimen (en un supuesto acuerdo conocido como Pacto de El Pardo).
Manuel TUÑÓN DE LARA en su libro De la Restauración al desastre colonial, expone que,
aunque la Restauración supuso cierto retorno al conservadurismo anterior al Sexenio
Revolucionario, es evidente que también consolidó el ciclo de la Revolución Liberal, con la
aprobación progresiva de una serie de leyes que se habían propuesto por primera vez, precisamente,
durante el Sexenio. Se llegó a un pacto con la Iglesia. Por primera vez en el siglo XIX, el ejército
se sometió al poder civil. Sin embargo, los aciertos políticos se vieron menoscabados por el
falseamiento sistemático de los procesos electorales.
La Constitución de 1876 creó un marco legislativo amplio por el cual cada gobierno pudo legislar
de acuerdo con sus ideas, pero manteniendo cierto respeto hacia la obra que había realizado
anteriormente el adversario. Los gobiernos conservadores aprobaron la Ley Electoral de 1878, de
carácter censitario, la de imprenta y la de prensa. Por su parte, los gobiernos liberales legislaron
desde una óptica más progresista, como en el caso de la legislación sobre libertad de reunión y
expresión (1881), la Ley de Prensa de 1883, el Código Civil (1889) y la Ley Electoral de sufragio
universal masculino (1890).
Sin embargo, durante el período de la Restauración, independientemente del tipo de sufragio, las
elecciones nunca fueron transparentes. El mecanismo político fue siempre el mismo: cuando un
presidente de gobierno se veía obligado a dimitir a causa de una crisis o de un escándalo, el rey
encargaba la formación de un nuevo gobierno al líder de la oposición, quién disolvía las Cortes y
convocaba unas elecciones que siempre ganaba por mayoría absoluta, ya que las organizaba desde
el Ministerio de La Gobernación con la colaboración de los alcaldes, los gobernadores civiles y los
caciques de los pueblos y de las ciudades. Des este modo, el sistema parlamentario se fue
desprestigiando por la práctica del falseamiento electoral y del caciquismo.
Pero bajo este aparente equilibrio político, basado en elecciones fraudulentas, ya se fraguaban los
fenómenos que aparecerían con fuerza en la segunda fase de la Restauración: la emergencia política
y social de las organizaciones obreras (PSOE, UGT y el anarquismo), el republicanismo de las
clases medias urbanas y el ascenso de los nacionalismos periféricos, sobre todo el catalán y el
vasco.
El siglo XIX terminó para España con un suceso importante. La Paz de París (diciembre de 1898)
puso fin a la guerra de Cuba. España perdía definitivamente todas sus posesiones de ultramar
(Cuba, Puerto Rico y Filipinas). Esta derrota conmocionó extraordinariamente a la opinión pública
española y hundieron para siempre el ambiente de confianza que se había vivido hasta entonces con
la Restauración. Propiciaron la crítica al sistema y la aparición de la idea de regeneracionismo del
país.
CONCLUSIÓN
De todo lo expuesto hasta aquí podemos concluir destacando la lentitud del proceso liberal
español. El primer tercio del siglo XIX estará dominado por un doble fenómeno de revolución-
reacción. El primero de ellos lo representa la labor de las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal; el
segundo, el absolutismo de Fernando VII. En 1833 se inicia el tránsito hacia la monarquía
constitucional de Isabel II, época en que se cimienta el Régimen Liberal. Se sucederán etapas de
gobiernos moderados y progresistas, con diferentes resultados, hasta llegar al año 1868, que supone
un nuevo empuje en la construcción del Estado Liberal y del proceso de democratización de
nuestro país: el Sexenio Revolucionario con la I República, ensayo que acabó mal pero que logró
introducir definitivamente en España las libertades que hacía años tenían en otros países de Europa.
A partir de 1874, durante la Restauración, se consolidaron todas las conquistas políticas liberales
de las etapas anteriores.
Tema 39: La construcción del Estado Liberal en la España del siglo XIX. 7
Oposición de Secundaria. Geografía e Historia. Temario.

BIBLIOGRAFÍA
Entre los manuales de Historia de España, hemos de destacar tres, los volúmenes VII y VIII de la
Historia de España, dirigida por Manuel TUÑÓN DE LARA; la coordinada por Javier PAREDES:
Historia de España contemporánea (1808-1939); y la de R. CARR: España. 1808-1939.
Para un análisis del primer tercio del siglo XIX, son imprescindibles la obra de Josefp FONTANA:
La crisis de Antiguo Régimen, 1808-1833; y la Miguel ARTOLA: Antiguo Régimen y Revolución
Liberal.
Sobre la España isabelina es útil la obra de J.A. LACOMBA ABELLAN y otros: Historia
Contemporánea, vol. I de la ed. Alhambra.
Respecto al período de la Restauración, destacamos el trabajo de Manuel TUÑÓN de LARA: De la
Restauración al desastre colonial.

Tema 39: La construcción del Estado Liberal en la España del siglo XIX. 8

También podría gustarte