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Visperas

El documento presenta las primeras vísperas del XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, incluyendo invocaciones, himnos y salmos que expresan súplicas y alabanzas a Dios. Se destaca la importancia de la oración y la confianza en el Señor como refugio y herencia. Además, se incluyen preces y una oración conclusiva que invocan la justicia y la paz en el mundo.

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Visperas

El documento presenta las primeras vísperas del XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, incluyendo invocaciones, himnos y salmos que expresan súplicas y alabanzas a Dios. Se destaca la importancia de la oración y la confianza en el Señor como refugio y herencia. Además, se incluyen preces y una oración conclusiva que invocan la justicia y la paz en el mundo.

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XXXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERAS VÍSPERAS

Invocación inicial
V. + Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno:
Como una ofrenda de la tarde,
elevamos nuestra oración;
con el alzar de nuestras manos,
levantamos el corazón.

Al declinar la luz del día,


que recibimos como don,
con las alas de la plegaria,
levantamos el corazón.

Haz que la senda de la vida


la recorramos con amor
y, a cada paso del camino,
levantemos el corazón.

Cuando sembramos de esperanza,


cuando regamos con dolor,
con las gavillas en las manos,
levantemos el corazón.

Gloria a Dios Padre, que nos hizo,


gloria a Dios Hijo Salvador,
gloria al Espíritu divino:
tres Personas y un solo Dios. Amén.

Salmodia:

Ant 1. Suba mi oración, Señor, como incienso en tu presencia.

Salmo 140 (141), 1-9


Señor, te estoy llamando, ven de prisa,
escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia,
el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.

Coloca, Señor, una guardia en mi boca,


un centinela a la puerta de mis labios;
no dejes inclinarse mi corazón a la maldad,
a cometer crímenes y delitos;
ni que con los hombres malvados
participe en banquetes.

Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda,


pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza;
yo opondré mi oración a sus malicias.

Sus jefes cayeron despeñados,


aunque escucharon mis palabras amables;
como una piedra de molino, rota por tierra,
están esparcidos nuestros huesos a la boca de la tumba.
Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Suba mi oración, Señor, como incienso en tu presencia.

Ant 2. Tú eres mi refugio y mi herencia, Señor, en el país de la vida.

Salmo 141 (142)


A voz en grito clamo al Señor,
a voz en grito suplico al Señor;
desahogo ante él mis afanes,
expongo ante él mi angustia,
mientras me va faltando el aliento.

Pero tú conoces mis senderos,


y que en el camino por donde avanzo
me han escondido una trampa.

Miro a la derecha, observo:


nadie se ocupa de mí;
no tengo donde refugiarme,
nadie se interesa por mi vida.

A ti grito, Señor,
te digo: «Tú eres mi refugio
y mi herencia en el país de la vida».

Atiende a mis clamores,


que estoy agotado;
líbrame de mis perseguidores,
que son más fuertes que yo.

Sácame de la prisión,
y daré gracias a tu nombre:
me rodearán los justos,
cuando me devuelvas tu favor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú eres mi refugio y mi herencia, Señor, en el país de la vida.

Ant 3. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo por los siglos de los siglos.

Cántico: Flp 2, 6-11


Cristo, siervo de Dios, en su misterio pascual
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se anonadó a sí mismo
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,


se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo


y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, y en el abismo,

y toda lengua proclame:


Jesucristo es Señor,
para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo por los siglos de los siglos.

Lectura breve: Rm 11, 33-36


¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus designios y qué
incomprensibles sus caminos! ¿Quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le dio
algo, para que tenga derecho a ser retribuido? Porque todo viene de él, ha sido hecho por él, y es para él. ¡A él sea la
gloria eternamente! Amén.

Responsorio
V. Cuántas son tus obras, Señor.
R. Cuántas son tus obras, Señor.
V. Y todas las hiciste con sabiduría.
R. Tus obras, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cuántas son tus obras, Señor.

Cántico evangélico

Ant. Señor, me has confiado cinco talentos; aquí están los otros cinco que he ganado.

Cántico de la bienaventurada Virgen María: Lc 1, 46-55


+ Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la pequeñez de su servidora.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,


porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:


dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su servidor,


acordándose de su misericordia
– como lo había prometido a nuestros padres –
en favor de Abraham y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo,


y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, me has confiado cinco talentos; aquí están los otros cinco que he ganado.

Preces:
V. Glorifiquemos a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y supliquémosle, diciendo:
R. Escucha a tu pueblo, Señor.

1. Padre todopoderoso, haz que abunde en la tierra la justicia — y que tu pueblo se alegre en la paz.

2. Que todos los pueblos entren a formar parte de tu reino, — y que el pueblo judío sea salvado.

3. Que los esposos cumplan tu voluntad, vivan en concordia — y que sean siempre fieles a su mutuo amor.

4. Recompensa, Señor, a las personas que nos hacen el bien, — y concédeles la vida eterna.

Antes de la petición por los difuntos pueden añadirse intenciones particulares que concluyen con la respuesta propuesta más arriba.

5. Recibe con amor a los que han muerto víctimas del odio, de la violencia o de la guerra — y dales el descanso
eterno.

Oración dominical:
V. Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro…

Oración conclusiva:
V. Señor y Dios nuestro, concédenos vivir siempre con alegría bajo tu mirada, ya que la felicidad plena y duradera
consiste en servirte a ti, fuente y origen de todo bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Conclusión:
V. + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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