LA ORACIÓN
Para quienes no me conocen, me presento: soy Martín, tengo 20 años, y vengo al grupo
desde septiembre del año pasado… (presentar a cada uno de ellos con nombre, edad, hace cuánto
están en el grupo y quién es la persona con la que más me gusta hablar).
Bueno… así como cada uno de nosotros tenemos una persona con la que nos gusta mucho
hablar, hay alguien que disfruta más que nadie el hablar con nosotros… (preguntar a quién me
refiero)… estoy hablando de Dios Padre… Papá Dios: a cada uno de nosotros, Dios nos ama más que
nadie en el mundo, y es por eso que le encanta cuando hablamos con él… Hoy vamos a conocer
más sobre la oración y cómo ella nos acerca a Dios. Pero primero, me gustaría saber qué piensan
ustedes acerca de la oración…
(dividir a los chicos en grupos, y repartir las preguntas para cada grupo)
(esperar a que todos hayan respondido las preguntas)
(que cada grupo exponga una pregunta o dos, según la cantidad de chicos)
Bueno… ahora les explico un poco sobre qué dice la Iglesia y, sobre todo, qué dice la Biblia
sobre la oración.
¿Qué es?
Haciendo una investigación en algunas fuentes, encontré varias definiciones de lo que es la
oración. Sin embargo, más allá de cualquier diferencia entre autores, en lo que concordaban todos
es que es “una relación personal con Dios”... para explicarles mejor esto, les doy un ejemplo:
nosotros, como personas, cuando nos relacionamos con los demás, ¿qué es lo que más hacemos?
Hablar, ¿verdad? A través del diálogo es que nos relacionamos, llegamos a conocernos mejor,
entablamos amistades y fortalecemos esa relación con el otro… Es, de la misma forma, que la
oración, como un diálogo personal, nos acerca más a Dios y fortalece nuestra relación con Él… y es
ahí en donde reside la importancia de la oración para un cristiano. Les doy otro ejemplo: nosotros
solemos nombrarnos como “soldados de Cristo”, ¿verdad? Sin embargo, ¿qué es un soldado si no
puede comunicarse con su general?... es un soldado que no puede recibir órdenes, es un soldado
que no sabrá qué hacer, qué desiciones tomar, cómo llevar a cabo su misión… Simplemente pierde
su razón de ser, y ser vuelve impotente e inútil para el resto del ejército. Es otra forma de explicar
por qué es tan importante la oración en nuestras vidas.
Cosas que desalientan la oración
Aún así, todos sabemos que no siempre estamos dispuestos a orar, o incluso que nuestra
oración puede perder su sentido y volverse palabras vacías que repetimos de memoria, una y otra
vez, sin darles realmente sentido. Terminan siendo palabras que sólo salen de la boca, pero no del
corazón…
Por eso, hay ciertas situaciones que pueden impedir que entremos en esa relación personal
con Dios:
El desaliento: cuando no nos sentimos con ganas de orar, cuando pensamos que hicimos
algo malo y que Dios no querrá escucharnos por los pecados que cargamos encima… O
cuando simplemente tuvimos un mal día y no queremos hablar con nadie, a veces ni
siquiera con Dios… chicos, es normal que tengan momentos así. Total, todos somos
humanos, y caemos incontables veces… pero créanme que es en esos momentos cuando
más necesitamos hablar con Él. Porque, es en momentos así en que nuestro espíritu
flaquea, se siente cansado… ¿y quién más que el Todopoderoso para darnos fuerzas
nuevamente?, ¿quién más para hacer que arda de nuevo nuestro corazón?
El tedio, la costumbre y la repetición: estos tres se pueden relacionar en un solo punto…
pues sucede que, cuando nuestra oración se vuelve repetitiva, cuando por costumbre
rezamos sin pensar realmente en lo que estamos diciendo, la oración pierde su sentido, y se
vuelve, como dije antes, palabras vacías… Cuando repetimos una y otra vez rezos como el
Padre Nuestro, el Ave María o cualquier oración que hayan escuchado… ¡Ojo!, que no digo
que esté mal recitar estos rezos, pues bien meditados, pensando en cada palabra que
decimos, y sintiéndolo desde el corazón, se pueden volver las oraciones más lindas y
poderosas que salgan de nuestro corazón… Por eso que sus oraciones no salgan solo de su
boca, sino desde su corazón.
Mateo 6, 7: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que
por su palabrería serán oídos”
Formas y contenidos de la oración
Anteriormente vimos en una de las preguntas que [cada uno le habla sobre distintas cosas a
Dios/coincidimos mucho en lo que le decimos a Dios al orar]. Es así que la oración puede tomar
distintas formas y llevar en sí distintos contenidos. Por ejemplo:
Petición: en general, es lo que más hacemos en nuestras oraciones: pedir a Dios… pedir
perdón por los tantos pecados que cometemos, pedir por nuestra salvación y por la de los
demás, por la iglesia, por cada una de las cosas que necesitamos o deseamos alcanzar… en
la Sagrada Escritura, una de las situaciones que más suelo recordar, es a Jesús en
Getsemaní, orando a Dios Padre, a la madrugada, sólo, con los apóstoles ya dormidos… se
los leo un momento:
Marcos 14, 41-42: “Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de
rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino
la tuya.”
Incluso el mismo Jesús hacía oraciones de petición a Dios Padre, e invitaba también a pedir,
de manera sencilla y confiada… “Pidan y se les dará” dicen también las escrituras, ¿verdad?
Aún así, debemos tener cuidado de, como decía el padre Luis Zazano, que Dios se nos vuelva
un “Dios salvavidas”: el hecho de solo buscarlo cuando necesitamos algo, el de usarlo como “botón
de emergencia”, de acudir a él sólo como nuestra última salvación puede ser algo en lo que
podemos caer bastante fácil… en cambio, debemos buscarlo en todo momento, y no solo para
pedirle a más no poder.
Acción de gracias: es muy lindo cuando en nuestra oración agradecemos por las cosas que
Dios nos ha dado en el día, porque (para mí en lo personal), es un momento en el que
puedo recordar todo lo bueno que he recibido de él… Sin embargo, algo que también es
bueno, es saber agradecer por lo que, a primera vista, parece algo malo… quizá sea un poco
difícil entender esto, pero veamos lo que dice la Biblia acerca de esto:
Romanos 8, 28: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas obrarán juntamente
para su bien, para los que conforme a su propósito son llamados.”
Lo que quizo decir Pablo aquí es que, para nosotros los católicos, que servimos a Dios, todas
las cosas que suceden son un don divino: suceden para bien nuestro, a pesar de que no siempre lo
parezca. Para entenderlo mejor, les doy un ejemplo de una historia que leí una vez:
Un campesino pobre, chino y muy sabio trabajaba la tierra duramente con su hijo:
Un día el hijo le dijo: "Padre, ¡qué desgracia! Se nos ha ido el caballo."
"¿Por qué le llamas desgracia? - respondió el padre, veremos lo que trae el tiempo..."
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
"¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho, nuestro caballo ha traído otro caballo."
"¿Por qué le llamas suerte? - repuso el padre, veamos qué nos trae el tiempo."
En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado
al jinete, se enfurecio y lo arrojó al suelo. El muchacho se quebró una pierna.
"Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho - ¡Me he quebrado la pierna!"
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
"¿Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo!"
El muchacho no se convencía de la filosofía del padre, sino que se quejaba en su cama. Pocos días
después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra.
Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y
siguieron de largo.
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni a la desgracia ni a la fortuna como
absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o es bueno.
La moraleja de este antiguo consejo chino es que la vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su
desarrollo, que a veces lo malo se hace bueno, y lo bueno, malo.
Lo mejor es esperar siempre el día de mañana, pero por sobre todo, confiar en que todo sucede
con un propósito positivo para nuestras vidas.
Alabanza y adoración: en lo personal, es una de las cosas que más suelo descuidar en mis
oraciones… quizá a ustedes les pase, quizá no. Lo cierto es, que la alabanza es la forma más
directa de reconocer que Dios es Dios, es decir de reconocer la pequeñez de todo lo creado
en comparación con su Creador. En la biblia, aparecen varias oraciones de adoración. Si me
permiten, les leo algunas:
*Magnificat. Lucas 1, 46-50: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en
Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y
su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
*Salmo 18, 2-4:
Yo te amo,Señor, mi fuerza,
El Señor es mi roca y mi fortaleza; es mi libertador y es mi Dios, es la roca que me da seguridad;
es mi escudo y me da la victoria.
Invoco al Señor que es digno de alabanzas, y me veo libre de mis enemigos.
Algo muy lindo de estas oraciones es que, en el reconocer la grandeza… la infinita grandeza
de Dios Todopoderoso, nos damos cuenta de que con él estamos seguros, y nos sentimos
protegidos a su lado… sean conscientes de que nadie, absolutamente NADIE puede pasar por
encima de Dios. Es el poder darnos cuenta de esto lo que hace tan hermosas a estas oraciones de
alabanza.
Por último también me gustaría mencionar que, incluso se pueden encontrar ejemplos fuera
de la Biblia:
Este bellísimo sistema compuesto por el sol, los planetas y los cometas no pudo menos que haber
sido creado por consejo y dominio de un ente poderoso e inteligente. El Dios supremo es un ser
eterno, infinito, absolutamente perfecto.
-Sir Isaac Newton
(preparar guitarra) Y hablando de oraciones, me gustaría hacer una oración con ustedes: no
de la manera tradicional, sino cantando… dicen por ahí que quien canta, reza 2 veces. La música es
un caso especial… logra tocar fibras sensibles de nuestra alma, e incluso puede lograr encender el
fuego en nuestro interior, y enardecer nuestro espíritu, con lo que nuestras palabras saldrán más
fácilmente de nuestro corazón, para orar como se debe… es algo casi místico que hay en la música,
y que es lindo poder aprovechar para dirigir nuestro mensaje a Dios. Por eso, hoy quiero que
cantemos la siguiente canción. (repartir la letra a los chicos y entonar juntos En Mi Getsemaní)