Entrevista A Humberto Ak'Abal. 2005.
Entrevista A Humberto Ak'Abal. 2005.
NOMBRAR A UN PÁJARO
ES CANTAR CON ÉL
Franklin Fernández
Fue un encuentro casual. Al rememorar aquel día, me doy cuenta de que no solo
conocí al hombre detrás de las letras, de los cantos onomatopéyicos, sino también a un
espíritu que supo entrelazar su identidad con el paisaje y las tradiciones de Guatemala.
Su voz era un puente hacia un mundo que había permanecido oculto para mí.
Por ejemplo, su visión animista de la naturaleza, me llevó a reflexionar sobre mi propia
relación con el mundo y la manera en que a menudo olvidamos la belleza en lo
cotidiano. Ak’abal capturaba estos momentos efímeros y los transformaba en verdadera
poesía. Su humildad encendió el deseo de explorar mis raíces y dar voz a mi propia
narrativa. Aquella entrevista no sólo fue un encuentro con un poeta reconocido, sino
una invitación a sumergirme en la búsqueda de mi propia identidad como escritor.
Veinte años después, siento que nos ha dejado un legado: el de recordar siempre
la importancia de nuestras raíces y la responsabilidad que tenemos como narradores de
la realidad que nos rodea. Por ello, de cuando en cuando recito en mis talleres de poesía,
en voz alta, su onomatopéyico poema, Canto de pájaros:
Así, al mirar hacia atrás en el tiempo, veo en esa entrevista no solo un capítulo
de mi vida y de mi cándida actuación como entrevistador, sino el inicio de un viaje
literario que sigue vivo en mí. La conexión que establecí con Humberto Ak’abal, me
recuerda que la poesía es un hilo que une nuestras experiencias, el lenguaje que
trasciende culturas y un medio a través del cual podemos descubrir y redescubrir quienes
somos. En un mundo que a menudo parece desconectado, su legado sigue siendo un
faro que nos guía hacia un horizonte de esperanza y autenticidad.
***
HUMBERTO AK’ABAL
“NOMBRAR A UN PÁJARO ES CANTAR CON ÉL”
H.A. -Esta pregunta me lleva a mis primeros años de vida; a mis padres, a mis abuelos.
Debo decirle que del lado materno mis abuelas eran contadoras de cuentos (lo que se
conoce como tradición oral), y mi madre heredó de ellas el arte de contar, así que los
primeros cuentos que escuché fueron en la voz de mi madre. Y del lado paterno, mis
abuelos eran músicos-marimbistas compositores, músicos que tocaban al oído, porque
tanto los unos como los otros eran analfabetas en el sentido de cómo se comprende en
el mundo occidental. Así que mis oídos por un lado se educaron con el manejo de lo
artístico de la palabra, y por el otro con el de la música, esto dio como resultado mis
búsquedas y esfuerzos en la poesía.
F.F. -Usted es uno de los pocos poetas que ha tratado de otorgar una dimensión
oral a la poesía escrita. Esto contribuye a que el oyente se acerque a la forma
original del poema, a los sonidos y silencios de la poesía. ¿Cómo se fue
acercando a la oralidad y sonoridad del poema?
F.F. -El hombre, el mundo, los seres que lo habitan; la naturaleza, el paisaje, el
olor de la selva, el color de las montañas, el sonido de los bosques, los volcanes,
el canto de los pájaros… son los temas principales en su poesía ¿Cuándo escribe
o canta, todos estos elementos permanecen en comunicación directa con usted?
H.A. -Desde siempre los pueblos indígenas hemos mantenido una comunión,
comunicación y armonía con la naturaleza en general. Nuestros antepasados
descubrieron el lenguaje de los fenómenos físicos y del comportamiento de los
animales, esos conocimientos se han transmitido de generación en generación.
Personalmente heredé esos conocimientos de mis abuelos, ellos me enseñaron a “leer”
los relámpagos, las tempestades, el sonido del viento, etc. Todo esto de una u otra
manera se refleja en mis versos.
H.A. -A pesar de que mis poemas son breves detrás de ellos hay una angustia, un
trabajo, casi siempre escribo textos extensos y luego poco a poco voy recortando,
recortando hasta dejar, según yo, sólo las palabras necesarias. Casi toda mi poesía tiene
como base el recuerdo y tal vez también la tristeza…
H.A. -Soy maya-k’iche’ de este tiempo, un indígena orgulloso de sus raíces y de sus
ancestros, un poeta amasado con maíz molido en piedra.
H.A. -Que tiene usted razón. Ha hecho una buena observación porque así es, hay en
ella una combinación de canto y voz, y lo que la poesía tiene de espiritual es justamente
porque es oración.
H.A. -Todo ser humano (eso quiero creer), lleva dentro de sí ese algo que se podría
llamar divino y en el alma el anhelo de volar. Y si me permite decirlo, creo que en la
poesía es donde se puede realizar ese anhelo. El poeta es un ser privilegiado porque
puede tomar el fuego y hacerlo palabra, canto o silencio.
Humberto Ak’abal (Mosmotenango, Guatemala, 1952-2019). Fotografía de Alvaro Figueroa.
F.F. -¿Cómo ve la poesía de nuestro continente? ¿Cómo siente la poesía
guatemalteca actual?
F.F. -Usted también lee poesía en otros idiomas ¿Qué poetas extranjeros lee sin
discusión?
H.A. -No fue fácil. Yo lo tenía claro desde un principio, porque para mí primero está
mi dignidad y después lo demás. Sin embargo, como usted comprenderá en Guatemala
Miguel Ángel Asturias es un ícono y haber rechazado el premio que lleva su nombre
significaba meter las manos en el fuego. Las opiniones se dividieron, recibí apoyo de
muchas personas y a la vez fui objeto de la crítica y ataque de muchos otros,
particularmente del círculo de la intelectualidad guatemalteca, partieron de su
descontento por mi rechazo, siguieron con el insulto y terminaron con la ofensa, la
calumnia y la mentira. Fue difícil, se lo dije al principio, me llamaron papanatero, envidioso,
políticamente correcto, mancillador de asturias, rencoroso ancestral, judas, en fin… hube de poner
por algunos meses el océano atlántico de por medio para poder respirar. Mi posición
fue clara: no tengo nada en contra del escritor Asturias, y no soy nadie para criticar su
obra literaria, mi posición se centra en su tesis El problema social del indio, es una tesis
racista, una ofensa a los pueblos indígenas de Guatemala y yo soy parte de esos pueblos,
con dignidad de ser un hijo de la tierra.
F.F. -La poesía sonora incluye géneros didácticos y recreativos, pero también
ceremoniales y mitológicos ¿No es así?
H.A. -Sobretodo los dos últimos, ceremonial y mitológico, por lo menos en mi caso, y
este no es mérito personal sino de la influencia de la cultura a la que pertenezco que es
de por sí ceremoniosa, dicho en el mejor y más amplio sentido de la palabra.
F.F. -¿Qué opina de la poesía dicha a gritos, silbada o cantada de los africanos
y, especialmente, de la poesía sonora que se hace con sonidos guturales y con el
cuerpo?
H.A. -Creo que cada cultura tiene su propia manifestación y cada época tiene sus
propias búsquedas. Así como cada poeta o cada poema tiene su propio lector, así
también cada manifestación tiene su propio público. Creo finalmente como en otros
casos que lo que realmente vale perdurará y lo que no, muere con uno o se muere antes.
Aunque algunas veces se han sepultado cosas por diversas circunstancias, sin embargo
el tiempo se ha encargado de quitarles el polvo y las ha resucitado y les ha dado el brillo
que les fue negado en su oportunidad.
H.A. -Como siempre se me ha revelado, en sueños, por un sabor, un olor, una palabra
remota o, un dolor y algunas veces por alguna alegría.
F.F. -Existe una expresión en idioma kariña* para denotar la poesía: vaare, vaa
rerü; que quiere decir canto ¿Cómo se escribe la palabra poema o poesía en
maya-k’iché?
H.A. -En maya-k’iché no tenemos la palabra poeta, decimos ajbix-el cantor, y no tenemos
la palabra poesía, decimos aqajtzij-palabramiel.
F.F. -¿Cómo deben verse las lenguas originarias de nuestros pueblos?
H.A. -Con respeto. Porque no es cosa de la casualidad que hayan florecido esas lenguas
en nuestras tierras, cada una de ellas tiene una cosmogonía y una filosofía, ellas son un
tesoro de identidad en nuestro continente, no debiéramos permitir que desaparezcan.
Con cada lengua originaria que se pierde es un pedazo del alma de américa que muere.
* El idioma kariña, es el lenguaje originario indígena del oriente venezolano. Pertenece a la familia lingüística
caribe, y es hablado por una población estimada de unas 11.000 personas, en comunidades dispersas situadas
en el Centro y Sur de Venezuela.
La entrevista fue realizada en el año 2005. Y publicada, posteriormente, en La Imagen
Doble. Fundación Editorial El Perro y La Rana. Caracas, 2006. (Págs. 105-121).
Manuscritos de Humberto Ak’abal para La Imagen Doble (2006).