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Dimensiones Del Matrimonio - Gene A - Getz

EDITORIAL VIDA tiene como misión proporcionar recursos para alcanzar a las personas para Jesucristo y ayudarlas a crecer en su fe. El documento presenta un libro sobre el matrimonio, que incluye ejercicios y reflexiones basadas en principios bíblicos y psicológicos para mejorar la relación matrimonial. Se enfatiza la importancia de la unidad en el matrimonio y cómo las parejas pueden trabajar juntas para fortalecer su vínculo.

Cargado por

Mary Garcia
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
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Dimensiones Del Matrimonio - Gene A - Getz

EDITORIAL VIDA tiene como misión proporcionar recursos para alcanzar a las personas para Jesucristo y ayudarlas a crecer en su fe. El documento presenta un libro sobre el matrimonio, que incluye ejercicios y reflexiones basadas en principios bíblicos y psicológicos para mejorar la relación matrimonial. Se enfatiza la importancia de la unidad en el matrimonio y cómo las parejas pueden trabajar juntas para fortalecer su vínculo.

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La misión de EDITORIAL VIDA €es proporcionar los
recursos necesarios a fin de alcanzar a las personas EA
para Jesucristo y ayudarlas a crecer en su fe.

Dimensiones del Matrimonio


02003 EDITORIAL VIDA
Miami, Florida 33166-4665

Publicado en inglés bajo el título:


The Measure of a Marriage por Regal Books
División, G/L Publications
01980 por R.E.G. y R.L.G.

Traducción: Francisco Liévano


Diseño interior: Grupo Nivel Uno Inc.
Diseño de cubierta: Gustavo Camacho

Reservados todos los derechos. A menos que -se


indique lo contrario, todas las citas bíblicas son
tomadas de la versión Reina-Valera 1960
OSociedades Bíblicas en America Latina,

ISBN: 0-8297-3470-8

Categoria: Matrimonio

Impreso en Estados Unidos de América


Printed in-the United States of America

03 04 05 06 07 08 %* 06 05 04 03 02 01
Contenido
.

e O AEE O 4

Introducción
Como lizar esto enla rascar rd e

Cómo llegar a Ser UNO...oooooocnccccoononos IN A 9


Un ejercicio para llegar a ser UnNO.......ooooocnionoonconnnnoso 17
Qué significa dejar padre y MadTe...ooooconcccnocunocccionos» 27
Un ejercicio para aprender a dejar a los padres........ 35
Cómo amar como Cristo AMÓ.....coocionccconcnoninnononiones» 47
Un ejercicio sobre el verdadero aMOT.....occooccnocanónnes. S5
Cómo someterse el uno al OtTO......ococonoononnnsonononnaos 69
Un ejercicio de sometimiento........... RO 7
Cónio ¡aprender Hama ao toesp odie colo 83
Un ejercicio para desarrollar el amor activo............ 95
Cómo comprenderse mutuamente.....cccocononenor».» 103
Un ejercicio para desarrollar un amor sensible......111
Cómo satisfacer las necesidades sexuales.............. LO
Un ejercicio para desarrollar el amor sexual.......... 131
Prefacio

¡ usted está interesado en el matrimonio, este li-


bro es para usted.
Gran cantidad de personas, estén casadas o no,
están interesadas en saber más acerca del matrimonio.
Además, la mayoría de los casados están interesados
en mejorar su vida matrimonial.
En el día de hoy, muchas de las parejas casadas es-
tán sometidas a diversos grados de tensión por razo-
nes muy variadas. En primer lugar, todas las relacio-
nes humanas experimentan tensiones a causa de las
realidades de la vida. La relación matrimonial es la
más íntima de todas las relaciones, y tal vez sea más
afectada que cualquier otra por esas realidades. En
consecuencia, toda pareja matrimonial está sometida
a diversos grados de tensión.
Sin embargo, hay otra razón por la cual todos los
matrimonios la experimentan. Las estructuras socia-
les de nuestro día están crujiendo y rechinando a cau-
sa de diversos cambios que están bombardeando con-
tinuamente nuestros fundamentos sociales. Puesto
que todo matrimonio es parte integrante de la cultura
total, estos cambios —filosóficos, económicos y tec-
nológicos—, afectan todos a la sociedad en general y
a las parejas en particular. En efecto, todos los cam-
bios en la sociedad precipitan crisis. La manera como
5
manejemos estas crisis depende en gran parte de
nuestros recursos fisiológicos, nuestro discernimiento
intelectual, nuestra madurez sicológica y, finalmente,
aunque no de menor importancia, de nuestras pers-
pectivas espirituales.
Usted puede considerarse una persona religiosa o
no. La mayoría de las personas se creen así. Sin em-
bargo, sea cual fuere su punto de vista, probablemen-
te sepa ya que la Biblia dice algunas cosas muy signi-
ficativas acerca del matrimonio. De hecho, nuestros
puntos de vista tradicionales con respecto al matrimo-
nio en la cultura occidental están muy arraigados en
el pensamiento hebreo cristiano y en la práctica rela-
cionada con él, tal como aparecen tanto en el Antiguo
Testamento como en el Nuevo. En la mayoría de los
casos, nuestros credos, actitudes y acciones probable-
mente estén más influidos por las ideas bíblicas de lo
que pensamos.
Pero cualquiera que sea su tradición religiosa, es-
te estudio tiene por objeto, en su totalidad, ayudarles
a usted y a su cónyuge, no solo a aquilatar su matri-
monio, sino a mejorarlo. Cada segmento comienza
con una idea bíblica y luego procede a dar algunas re-
flexiones que no han sido tomadas de la Biblia, sino
de las áreas sicológica y sociológica, para ayudarle a
que se entienda a sí mismo más plenamente, y a que
también entienda mejor a su cónyuge. Los trabajos
prácticos les ayudarán a hacer de estas verdades y re-
flexiones una parte integrante de su experiencia diaria
como esposos.
Es posible mejorar las relaciones matrimoniales.
- No importa qué grado de éxito o fracaso estén expe-
rimentando; pueden comenzar en el punto donde se
ó
encuentren y seguir hacia adelante. Y si son solteros y
están pensando en casarse, este libro les ayudará a en-
trar en esa relación con unas perspectivas más claras
sobre su dinámica.
Gene A. Getz,
Doctor en Filosofía
Introducción
Cómo utilizar
este libro

n primer lugar, usted puede leer este libro indi-


vidualmente, ya sea casado o soltero. Como
persona casada, aun si su cónyuge no se inte-
resa en leerlo, adquirirá unos conocimientos que le
ayudarán a relacionarse más efectivamente con él o
ella, y en consecuencia, a mejorar algo su relación.
¡Y recuerde! El mejoramiento en algún aspecto
tiende a transferirse a otros. En efecto, su cónyuge pu-
diera impresionarse con los cambios producidos en la
vida de usted y tal vez quiera participar en el estudio.
En segundo lugar, pueden estudiar este libro como
pareja y realizar juntos los trabajos prácticos. Esto es
mucho más eficaz que la simple lectura individual.
Servirá como un curso que ustedes hacen por su pro-
pia cuenta para enriquecer su vida matrimonial.

Como pareja
Tal como se ilustra en el Cuadro 1, ustedes pueden
comenzar con el trabajo para parejas (Paso 1), que
- también los llevará a que cada uno realice el trabajo
8 Dimensiones del matrimonio

personal (Paso 2). Por supuesto, tan pronto como ha-


yan realizado cada uno su trabajo personal y los dos
el trabajo para parejas, sería excelente que los dos
tengan como meta compartir esta experiencia con
otras parejas (Paso 3).

e E ma

e NS A Y
PASO 2 um PASO 1 PASO 3
trabajo trabajo por compartiendo ]
personal parejas con otras parejas

Cuadro 1: Como pareja

En forma individual
Es posible, sin embargo, que su cónyuge no desee
participar en el trabajo para parejas. Entonces, usted —
puede beneficiarse significativamente realizando los
trabajos personales (Cuadro 2), con la esperanza de
que algún día pueda animarlo a participar con usted 3
en los otros trabajos (Paso 2 y Paso 3), 3

PASO 1= = => PASO 2 ===> PASO 3


trabajo trabajo por compartiendo $ELA
personal parejas > con otras |
Parejas
- Cuadro 2: En forma individual

A A ER EA
Capítulo 1

Cómo llegar
a ser uno

i usted por su propia cuenta hiciera una peque-


ña encuesta, detuviera a algunas personas en las
calles de Nueva York, Los Angeles, Londres o
París, y les preguntara de dónde vino la idea del ma-
trimonio, la mayoría probablemente contestaría que
según se dice, comenzó con Adán y Eva en el huerto
del Edén. Con más frecuencia aún le sucedería esto en
pueblos pequeños y comunidades rurales.
Cualquiera que sea su interpretación de este fasci-
nante relato del Antiguo Testamento, la Biblia simple-
mente declara que el Señor Dios creó al primer hom-
bre y la primera mujer y los unió para que establecie-
ran una relación única en el mundo, que nosotros lla-
mamos matrimonio. Muchísimas personas, al discutir
el origen del matrimonio, se remontan a este mismo
- relato.
Moisés, el incomparable líder judío, que condujo
alos hijos de Israel desde Egipto hasta la tierra pro-
pz En s ;
10 Dimensiones del matrimonio

metida, registró el intrigante suceso en que Dios hizo


a Eva de una costilla de Adán, y lo resumió con las si-
guientes palabras: «Por tanto, dejará el hombre a su
padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una
sola carne» (Génesis 2:24).
Muchos años después, los filósofos y profesores
religiosos de la época le preguntaron a otro judío lla-
mado Jesucristo, cuáles eran sus conceptos sobre el
matrimonio. Remontándose mentalmente a la anti-
giedad, él citó las mismas palabras de Moisés: «Por
esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su
mujer, y los dos serán una sola carne» (Mateo 19:5;
véase también Marcos 10:7,8). Luego, para destacar
un aspecto en especial, Jesús agregó: «Así que no son
ya más dos, sino una sola carne» (Mateo 19:6).
No debe sorprendernos el hecho de que el apóstol -
Pablo (autor de trece libros del Nuevo Testamento), al
exponer la relación que debe existir entre marido y mu-
jer, también citara a Moisés, y a Jesús. Refiriéndose al -
matrimonio, dijo que «grande es este misterio», con lo
cual hizo también referencia a la relación existente en-.
tre Cristo y los cristianos, y expresó de nuevo el plan
de Dios palabra por palabra: «Por esto dejará el hom-
bre a su padre y a su madre, y se unirá a sumujer, y los
dos serán una sola carne» (Efesios 5:31).
F. Foulkes escribió: «... esta declaración tomada
de la historia de la creación, es la más profunda y fun-
damental de toda la Escritura con respecto al plan de
Dios para el matrimonio». Este es en realidad el lugar ES
lógico por donde se debe comenzar al estudiar el te-
ma del matrimonio, para tener no solo un punto de
vista contemporáneo sobre la relación ona sino.
también una perspectiva histórica. A
Cómo llegar a ser uno 11

Uno en cuanto a lo humano


¿Qué quisieron decir Moisés, Jesús y Pablo, cuan-
do declararon que el hombre y la mujer llegan a ser
«una sola carne»? Ante todo, recordemos que el após-
tol Pablo dijo que esta relación es un «misterio». La
mayoría de los casados podemos comprobar experi-
mentalmente la realidad de esta declaración del Após-
tol. Hay ciertas dimensiones de esta relación entre el
hombre y la mujer, que son imposibles de entender y
explicar. Sin embargo, la Biblia y la experiencia per-
sonal nos ofrecen suficientes datos para que saque-
mos algunas conclusiones muy impresionantes.
¿Cómo se ilustró la «unidad» en la creación original?
Cuando Dios creó a Adán, no había nadie con
quien este pudiera llegar a ser verdaderamente «una
sola carne». No había otro ser humano con el cual pu-
diera compartir su vida. La consecuencia era clara:
era necesario crear otra persona a la imagen de Dios,
y ala imagen del mismo Adán, para que cumpliera es-
te papel exclusivo. Esto fue lo que Dios quiso dar a
entender cuando dijo que le haría una «ayuda idónea»
(Génesis 2:18). Esto significa literalmente una ayuda
semejante a él, es decir, un ser que lo ayudara, y que,
tan pronto como lo viera, se pudiera reconocer a sí
mismo en él.
Esta fue precisamente la razón por la cual Adán
exclamó cuando vio a Eva por primera vez: «Esto es
ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta
será llamada Varona, porque del varón fue tomada»
(Génesis 2:23).
Adán reconoció que Eva era como él. Aunque era
femenina de una manera única, se parecía a él, hablaba

a
e
12 Dimensiones del matrimonio

como él, caminaba como él y sonreía como él. Era su


complemento. Podía relacionarse con ella como con
ninguna otra criatura viviente. Era otro ser humano.
Dios había arreglado el ambiente de una manera
única para esta experiencia. Antes de crear a Eva de
una costilla de Adán, había hecho los arreglos para
que Adán les diera nombre a todos los animales que
ya estaban creados. Y Adán le dio nombre a cada cria-
tura con una profunda comprensión de la naturaleza
de cada una de ellas. En ese procedimiento descubrió
que no había ninguna criatura como él (véase Génesis
2:20). En consecuencia, cuando sus ojos vieron por
primera vez a Eva, que era indudablemente una cria-
tura bella y sin mancha, no tuvo duda en su mente en
cuanto a la afinidad que había entre los dos. En len-
guaje común, «la química» estaba bien, lo cual era
mucho más que lo sexual. Ella era una criatura única,
tanto física, como sicológica y espiritualmente, así
como era él, E

Uno en cuanto a lo sexual


¡Pero había algo más! Ella era en realidad como
Adán, porque había sido tomada de una de sus costi-
llas. Parte del propio físico de él llegó a ser parte del
cuerpo físico de ella. Y antes de que se unieran se-
xualmente, ya eran «una sola carne» a los ojos de
Dios.
¿Cómo se ilustró la «unidad» después de la crea-
ción original?
Después de que Dios creó a Adán y Eva, ola fue ;
lo que hizo que ambos llegaran a ser «una sola carne»
alos ojos de Dios? En primer lugar, entendamos que
hay una relación única entre todos los seres humanos
Cómo llegar a ser uno 13

que nacen en este mundo. Desde que Dios creó al pri-


mer hombre y a la primera mujer, todos reflejan esa
misma unidad. Fuimos hechos juntamente a imagen
de Dios (véase Génesis 1:27). Y juntamente refleja-
mos su imagen y su obra creadora.
Pero Dios quiso que hubiera otra relación aún más
excelente. Aunque ciertamente estaba en los planes de
Dios para que todos los seres humanos (hombres y
mujeres) tuvieran comunión entre sí, y se relaciona-
ran unos con otros a causa de la persistente «unidad»
inherente a la creación original, sin embargo, hay otra
«unidad» a que hace referencia la Biblia: la que exis-
te entre el esposo y la esposa. Esta unidad se refleja a
los ojos de Dios cuando un hombre se une a una mu-
jer a través de la relación sexual. En esta consuma-
ción creada por Dios vemos ilustrada la creación ori-
ginal vez tras vez a lo largo de la historia. A los ojos
de Dios, el hombre y su mujer llegan a ser «una sola
carne».
Dios considera la relación sexual como un medio
por el cual el hombre llega a ser uno con una mujer, y
viceversa. Así lo destaca Pablo en su primera epísto-
la a los corintios. Esas personas se habían convertido
al cristianismo, procedentes de una cultura pagana en
la que la prostitución era una parte muy real de la vi-
da religiosa. Algunos de estos nuevos cristianos con-
tinuaron inicialmente en.sus antiguas prácticas, visi-
tando los templos paganos (y sin duda otros lugares)
donde estas mujeres estaban fácilmente a su disposi-
- ción. Pablo los exhortó en términos muy claros con-
tra tales prácticas: «¿No sabéis que vuestros cuerpos
- son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miem-
bros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De
14 Dimensiones del matrimonio

ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una


ramera, es un cuerpo con ella? (1 Corintios 6:15,16).
En este punto, Pablo vuelve a citar a Moisés:
«Porque dice: los dos serán una sola carne» (1 Corin-
tios 6:16).
Tomada en su contexto, no hay posibilidad de in-
terpretar mal la declaración del apóstol Pablo. A los
ojos de Dios es posible llegar a ser «una sola carne»
con más de un hombre o con más de una mujer a tra-
vés de la relación sexual, y según enseña la Biblia, no
es esta la voluntad de Dios.
¿No es la «unidad» más que la unión física?
La respuesta a esto es un decidido «sí». Pero a los
ojos de Dios, hay una unión especial y única cuando
un hombre y una mujer se unen en relación sexual,
bien sea esa relación de carácter permanente o pro-
miscuo. La voluntad perfecta de Dios es que haya un
matrimonio permanente, en el que estén comprometi-
dos un hombre y una mujer, de tal modo que reflejen
la creación original. Por esta razón Jesús también les
dijo a los filósofos religiosos de su día: «... por tanto,
lo que Dios juntó, no lo separe el hombre» (Mateo
19:6). >

Uno en cuanto a lo espiritual


¿Qué más está envuelto en esta «unidad»?
Otra faceta de esta «unidad» puede ¡lustrarse me-
jor con la forma en que la Biblia describe la conver-
sión cristiana. Una persona se hace cristiana cuando
pone su fe en Jesucristo como su Salvador personal.
En ese momento llega a ser uno con Cristo. En este
sentido, cada uno de nosotros en particular y todos los
cristianos en general, estamos unidos con Cristo en 5
y is
E E Et
y >
E
«matrimonio». Obviamente, esto es lenguaje figura-
do, pero es la misma figura que Pablo usa en su epís-
tola a los efesios, al hablar de la relación íntima que
existe entre el esposo y la esposa (véase Efesios
5:22,23,32), como también la que hay entre Cristo y
sus seguidores.
Sin embargo, que lleguemos a unirnos con Cristo
en la conversión, al recibirlo personalmente como
Salvador (véase Juan 1:12), no significa que nuestra
unión con él sea completa en cuanto a experiencias.
Es cierto que Dios nos considera uno con Cristo des-
de el momento en que llegamos a ser verdaderos cre-
yentes. Pero experimentar esa unión en toda su pleni-
tud es algo completamente distinto. Mientras los cris-
tianos estemos en la tierra, tenemos la posibilidad de
seguir estrechando nuestra relación con Jesucristo,
tanto en forma individual como colectiva. La Biblia
enseña que finalmente llegaremos a ser uno con él en
el cielo. Entonces se completará el proceso. En el
Apocalipsis, a esta última experiencia se le da el nom-
bre de «las bodas del Cordero».
Hasta cierto punto, este proceso también debe ve-
rificarse en un matrimonio, aunque esta relación hu-
mana, según Jesús, terminará una vez que abandone-
mos esta tierra. Ya no necesitaremos esta clase de re-
lación para sentirnos satisfechos y felices. Solo nece-
sitaremos a Jesucristo. Pero mientras estemos en la
tierra, nuestra relación espiritual con Cristo debe ilus-
trar nuestra relación con nuestro cónyuge. En reali-
dad, a los ojos de Dios, la relación sexual hace que un
hombre y una mujer sean «una sola carne». Pero el
Eobjeto de esta relación es ser solamente el punto de
partida de una gran aventura en la cual deben irse co-
16 Dimensiones del Hhatrimonio

nociendo el uno al otro, no solo físicamente, sino


también sicológica y espiritualmente. Para los recién
casados, la verdadera unión y la verdadera unidad de
experiencias son algo que está aún en el futuro. Tal
como sucede con nuestra relación total con Cristo,
nuestra relación total con nuestro cónyuge tiene que
ser cuidadosamente alimentada y desarrollada. Solo
entonces comenzaremos a experimentar la verdadera
unidad.
Capítulo 2

Un ejercicio
para llegar
a ser uno
n nuestra cultura se ha escrito más acerca de la
unión sexual que de cualquier otro aspecto del
matrimonio. Para algunos cónyuges, lograr la
mutua satisfacción física ha llegado a ser una constante
obsesión. Y generalmente se intenta lograr esto experi-
mentando con toda la gama de técnicas fisiológicas que
se encuentran en una verdadera proliferación de manua-
les sexuales.
No quiero ser malentendido. Cualquiera que haya
aconsejado a esposos y esposas que estén teniendo
problemas sexuales, no puede pasar por alto el valor
de aprender diversas técnicas sexuales. Aun en esta
sociedad tan iluminada, hay mucha ignorancia con
respecto a la fisiología y a la técnica del sexo. Poste-
riormente en este libro discutiremos algunos de los
- aspectos íntimos de la vida marital, y veremos cómo
se puede mejorar la vida sexual.
: AA
4 Es j
AAMI¿I¿¿MIIIIIIIMIIMTDmáAXAXAAAASASA<A<ASS

Ede
18 Dimensiones del matrimonio

Es de lamentar, sin embargo, que esta clase de


consejo en sí no sea la clave para la unión, ni para lle-
gar a ser verdaderamente uno en la relación matrimo-
nial. A los ojos de Dios, cuando un hombre y una mu-
jer se unen sexualmente, llegan a ser una carne, bien
sea tal unión personal mutuamente satisfactoria o no.
Pero la unión marital total —física, sicológica y espi-
ritual— entraña un proceso que requiere tiempo, dis-
cernimiento, sensibilidad y esfuerzo. Y es en este con-
texto más amplio donde se produce aquella unión se-
xual que es mutuamente satisfactoria. Sin este am-
biente más amplio, hasta la satisfacción sexual puede
llegar a carecer de significado y con el tiempo resul-
tar insatisfactoria. Todas las técnicas sexuales del
mundo, sin esta unión total, dejan al matrimonio en
un terrible estado de confusión.
Como esto es verdad, la mayor parte de este estu-
- dio tiene por objeto ayudarles a ustedes a desarrollar,
como pareja, una unión total en el matrimonio. Así
que, ¡empecemos! LES
Nota: Estos proyectos están divididos en dos par-
tes: para individuos y para parejas. Sin embargo, ca-
da sección se basa en la otra. En otras palabras, si us-
tedes están leyendo y estudiando este libro como pa-
reja, asegúrense de leer cuidadosamente la seco es-
crita para individuos.

En forma individual
Si usted está leyendo este libro por su cuenta (así
debe ser aunque esté estudiándolo en pareja con su
cónyuge), lea con cuidado las siguientes sugerencias,
Comencemos con una pregunta: ¿Hasta dónde co-
noce usted realmente a su actual o futuro cónyuge?
Un ejercicio para llegar a ser uno 19

Para encontrar la respuesta a esta pregunta, bus-


que una oportunidad para hacerle algunas preguntas.
Prepárese sicológicamente para oír de verdad lo que
dice; es decir, no se defienda ni resista en forma emo-
tiva. Simplemente oiga, esté o no de acuerdo emocio-
nalmente con lo que se diga.
¡Una advertencia! Esta sugerencia es particularmen-
te importante para los hombres, que a menudo tienden
a sentirse más turbados y a la defensiva que las muje-
res, cuando se trata de discutir los problemas maritales.
Permítaseme ilustrar este punto. En una ocasión
estaba yo hablando en un desayuno para pastores pa-
trocinado por una librería cristiana. La esposa del pro-
pietario (que también ayudaba a administrar la libre-
ría), acudió a mí y me señaló un párrafo que yo había
escrito en un libro anterior titulado The Measure of a
Woman [Dimensiones de la mujer], el cual dice:
«La mayoría de los hombres encuentran difícil es-
cuchar a sus esposas cuando ellas les hablan de sus sen-
timientos de infelicidad y resentimiento. Les resulta
muy perturbador. Pero el hecho es que el marido solo
puede satisfacer las necesidades de sh esposa cuando
sabe cuáles son. Tiene que haber comunicación».
—<Gene»—me dijo esa señora, «cuando hablo
con mujeres encuentro este problema con mayor fre-
cuencia que cualquier otro. Muchos maridos simple-
mente no las oyen cuando ellas tratan de comunicar-
les sus sentimientos negativos».
Por desdicha, ella tiene razón. Pero no es un pro-
blema del hombre solamente. Algunas esposas tam-
poco oyen a sus maridos. Tal vez la mayor debilidad
de la mujer no es que no preste oído, sino que «escu-
cha» sin sentir ninguna preocupación real.

JS
í
20 Dimensiones del matrimonio

Por ejemplo, Juana le dice a Guillermo que quie-


re que le hable acerca de su trabajo: sus problemas,
preocupaciones y frustraciones. Sin embargo, boste-
za mientras su esposo está hablando, y cuando él ter-
mina, le dice: «Lo lamento mucho. Gracias por de-
círmelo» y luego sigue con lo que está haciendo o se
queda dormida.
Resulta obvio que, en realidad, no le ha puesto
atención realmente a Guillermo. Y él lo sabe. El pro-
blema no está en quedar a la defensiva, como Guiller-
mo pudiera estar, sino en que ella no está interesada
realmente. Solo está tratando de utilizar una técnica
que no ha llegado a ser parte de su íntima preocupa-
ción ni de su amor por Guillermo.
Si usted va a escuchar realmente a su cónyuge, sea
esposa O esposo, tiene que escuchar de verdad, con in-
terés, sin defenderse, objetivamente y con sentimien-
to. Ni siquiera tiene que pensar en lo que va a respon-
der. Después que haya escuchado, tendrá suficiente
tiempo para decidir lo que ha de decir. De- hecho, si es-
tá escuchando realmente, podrá formular su respuesta
más adecuadamente después de que lo haya oído.
Si usted no está estudiando este libro con su cón-
yuge, planifique un tiempo y busque un sitio adecua-
do para que le haga a su cónyuge las preguntas que si-
guen. Tenga en mente que ninguno de los dos debe es-
tar físicamente cansado, ni al borde de una crisis sico-
lógica. En efecto, el mejor tiempo es cuando las cosas
en general están más tranquilas y cómodas en su vida
matrimonial. NE Pi
Una advertencia: No ande con escondrijos con
respecto a este proyecto. Sea franco y sincero. Usted
pudiera decir: «He estado leyendo un libro intitulado
Un ejercicio para llegar a ser uno 21

Dimensiones del matrimonio. El autor sugiere que le


haga a mi cónyuge varias preguntas, con el fin de
aprender más acerca de mí mismo y de mi relación
contigo. He estado esperando una oportunidad para
hacerte estas preguntas. ¿Te molesta si te las hago
ahora, o crees que habría un tiempo más adecuado?»
El orden en que están dispuestas estas preguntas es
muy importante. Va progresivamente de las preguntas
que por lo general no son perturbadoras, a las que lo
son más. Es importante que usted siga este orden. Esto
ayudará tanto al que hace las preguntas, como al que
_ las responde, a ser más delicados, sinceros y abiertos.

1. Si pudieras señalar la cosa que más te complace en


mí, ¿cuál sería?

2. ¿Cuál dirías tú que es mi mayor fortaleza?

3. ¿Cómo puedo ayudarte a ser una persona más


satisfecha?

4. ¿Qué elemento de mi personalidad o de mi con-


ducta te produce mayor dificultad emocional?
22 Dimensiones del matrimonio

5. Si pudieras cambiar una sola cosa en mí, ¿cuál


sería?

Como pareja
Si son esposos o están comprometidos, y están es-
tudiando este libro juntos, ya van adelante en el jue-
go. Determinen un tiempo y un lugar para estar solos
por lo menos durante una hora.

Paso 1
Tomen diez minutos para escribir en silencio sus
respuestas a las siguientes preguntas:

1. Si usted pudiera señalar en su cónyuge lo que


más le complacería, ¿qué sería? ¿Por qué?

2. ¿Cuál diría usted que es la mayor fortaleza de


su cónyuge? Explique por qué.

3. ¿Cómo puede ayudarle su cónyuge para que us-


el sea una persona más satisfecha?
Un ejercicio para llegar a ser uno 159]19)

4, ¿Qué elemento que usted percibe en la persona-


lidad o en la conducta de su cónyuge le hace sentir
mayor dificultad emocional? Explique por qué.

5. Si usted pudiera cambiar una sola cosa en su


cónyuge, ¿cuál sería?

Paso 2
Intercambien sus respuestas en el siguiente orden:

Esposo: Dígale a su esposa cuál es su respuesta a la


primera pregunta.
Esposa: Dígale a su esposo cuál es su respuesta a la
primera pregunta.
Esposo: Dele la respuesta de la segunda pregunta a su
esposa.
Esposa: Dele la respuesta de la segunda pregunta a su
esposo. Ñ
Esposo: Dígale a su esposa la respuesta que le dio a la
tercera pregunta.
Esposa: Dígale a su esposo la respuesta que le dio a la
tercera pregunta.
Esposo: Comparta la respuesta de la cuarta pregunta
COM SU ESPOSA.
Esposa: Comparta la respuesta de la cuarta pregunta
con su esposo.
Esposo: Dele a su esposa su respuesta a la quinta
pregunta.
24 Dimensiones del matrimonio

Esposa: Dele a su esposo la respuesta a la quinta


pregunta.

NOTA: Es importante que no estudien completa-


mente las respuestas a estas preguntas la primera
vez. Solo escúchense mutuamente. Los dos necesitan
tiempo para reflexionar y desarrollar objetividad. Es
muy importante que no respondan, aunque quieran
hacerlo, especialmente si la respuesta tiene sentido
negativo. Eviten también reacciones no verbales, ta-
les como mirar hacia otro lado con disgusto, o simple-
mente apartar la vista de su cónyuge.

Sugerencia alterna: Si tienen dificultades extremas


para comunicarse en la vida matrimonial, tal vez solo
sea necesario que el cónyuge lea las respuestas del
otro, y esperen luego un par de días para discutirlas.

Sugerencia adicional: Si lo que está diciendo su


cónyuge es tan doloroso que usted no puede soportar-
lo, simplemente levante la mano abierta, como para
indicar: «Para, por favor». Con esto indicará que no
es capaz de oír más en ese momento. Con este gesto,
simplemente estará pidiendo tiempo para reforzar su
grado de resistencia emocional. Tal vez tenga que es-
perar a otra oportunidad para recuperar la compostu-
ra. El cónyuge debe respetar yhonrar esta petición,
sin indicar que le parece una debilidad. Sin embargo,
en caso de que usen este método, traten de no usarlo
como una salida o un escape para no enfrentarse con
la realidad.Si lo hicieran, nunca resolverían sus pro-
blemas matrimoniales.
Un ejercicio para llegar a ser uno 1597uU

Paso 3
Ahora que han compartido sus pensamientos sin
reacciones verbales vuelvan a revisar las respuestas
que dieron. Pida cada uno a su cónyuge que clarifique
y elabore mejor sus respuestas. Sean positivos. Traten
de oír tanto como puedan, de tal modo que lleguen a
saber qué piensa y siente realmente su cónyuge. Si al-
guno de los dos no piensa con claridad, habrá mucha
oportunidad para aclarar sus opiniones en los ejerci-
cios que siguen más adelante.
Capítulo 3

Qué slienmifica
dejar pa
y ma

a declaración original de Moisés con respecto


al matrimonio, que fue reiterada por Jesús y por
Pablo, contiene otro principio muy significati-
vo para medir la relación matrimonial. El hombre y la
mujer no solo llegan a ser «una sola carne» con ilimi-
tada potencialidad para la unión y la unidad basadas
en la experiencia, sino que, según la Biblia, también:
«Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre»
(Efesios 5:31).
En el sentido más literal, la Biblia se refiere sim-
plemente a dejar ciertas relaciones establecidas con
una familia, para comenzar otra. Es lógico que un
hombre y una mujer no puedan llegar a ser verdadera-
mente «uno», en sentido práctico, a menos que rom-
pan ciertos vínculos normales establecidos con sus pa-
28 Dimensiones del matrimonio

dres y establezcan su propia relación perdurable.


Pero esta declaración tiene profundas implicacio-
nes que van mucho más allá de la simple separación
literal. De hecho, pudiera ser cierto que el significado
real esté más relacionado con la separación emocio-
nal que con la física. En el marco bíblico, los hijos
que se separaban de los padres, no se alejaban siem-
pre de ellos. En aquella cultura, vivían a menudo ba-
jo el mismo techo o en la casa más próxima. Aquella
gran familia formaba parte de sus estructuras sociales.
Recuerdo que una vez visité la exposición de
Pompeya, cuando estuvo en exhibición en Dallas, Te-
xas. Como se recordará, esa ciudad romana fue una
vez una metrópoli progresista, antes de ser sepultada
bajo toneladas de ceniza volcánica procedente del
monte Vesubio en el año 70 d.C. Al estudiar los dise-
ños arquitectónicos de los hogares de esa ciudad, mu-
chos de los cuales han sido excavados cuidadosamen-
te por los arqueólogos, se puede ver cómo esas estruc-
turas reflejan el concepto de la familia amplia. Se des-
tacaba en la exhibición una vivienda en especial, que
obviamente ha de haber pertenecido a una familia
próspera de Pompeya. Incluía numerosas habitacio-
nes y secciones donde los miembros de la familia
iban estableciendo sus propios hogares al casarse. En
cierto sentido, todos vivían bajo el mismo techo, pero
también había muchos hogares dentro de un solo gran
hogar.
Aunque la tendencia de la cultura de nuestro siglo
se inclina más hacia la separación geográfica entre los
padres y sus hijos casados, hay ocasiones en que, por
razones económicas o de otra clase, las personas vi-
ven juntas formando familias múltiples. La estrecha
eS
Qué significa dejar padre y madre

proximidad geográfica puede hacer más difícil «dejar


padre y madre», en el sentido verdadero y más pro-
fundo de este término.

El desarrollo de una dependencia


poco saludable
Por ejemplo, Guillermo y María están recién casa-
dos. Como los padres de María tienen un casa grande,
y los recién casados están tratando de terminar sus es-
tudios universitarios, los han invitado a que vivan con
ellos.
¿Es malo eso? No lo es en sí. Sin embargo, hay un
problema. Guillermo, como la mayoría de los jóvenes
que se casan a corta edad, tiene ciertos puntos vulnera-
bles. Él sabe que los padres de María son relativamen-
te prósperos y muy generosos con sus posesiones ma-
teriales. En consecuencia, en vista de que se halla bajo
las presiones económicas y las exigencias de la univer-
sidad, cada vez depende más de los padres de su espo-
sa para poder satisfacer las necesidades materiales de
su nuevo hogar. Puesto que no ha tenido que hacerles
frente a las realidades de la vida ni a sus propias res-
ponsabilidades para sostener y cuidar a María, no está
creciendo ni madurando en este aspecto de su vida,
¿Tendrá esto malas consecuencias? Repetimos
que no es imprescindible que así sea. Todo depende.
Pero hay ciertos peligros potenciales que con el tiem-
po pudieran hacer estallar su recién establecida vida
matrimonial.
Por ejemplo, a causa de las actitudes y la conduc-
ta de Guillermo, a María se le pudieran estar desarro-
llando resentimientos hacia él, que con el tiempo pu- .
dieran hacer erupción. O ella pudiera continuar alber-
30 Dimensiones del matrimonio

gando esos sentimientos, sin expresarlos nunca, y


caer en un estado de depresión.
A Guillermo también se le pudieran desarrollar al-
gunos malos hábitos de conducta, tanto en el sentido:
emocional como en el volitivo. La vida está llena de
responsabilidades amenazantes y tener que hacerles
frente posteriormente no las hace más fáciles. Siem-
pre tendrá la tentación de apoyarse en papá y mamá,
los buenos viejos, para que les ayuden a salir adelan-
te en sus responsabilidades económicas.
Por otra parte, vivir con padres prósperos hace
también emocionalmente difícil para la nueva pareja
la idea de vivir algún día en un apartamento pequeño
escasamente amueblado, que esté de acuerdo con sus
ingresos. La mayoría de las parejas jóvenes que están
comenzando, necesitarán varios años, como lo nece-
sitaron sus padres, para tener suficientes recursos pa-
ra vivir más cómodamente.
Por otra parte, esto no significa que los padres que
puedan hacerlo no deban ser considerados con sus hi-
jos casados y ayudarles a hacer frente a sus necesida-
des. Pero si su ayuda se convierte en una piedra de
tropiezo para los ajustes en la vida matrimonial de sus
hijos, tendrán que encarar este problema de frente. Lo
más amoroso que los padres pueden hacer es ajustar -
su propia conducta, de tal modo que sean de ayuda a
sus dos hijos, incluso el yerno y a la nuera, a «dejar
padre y madre», y a establecer su propio hogar, con
responsabilidad y éxito. Además, si la joven pareja ve
que se está desarrollando un síndrome de dependen-
cia, ellos mismos deben iniciar la separación de la ca-
sa paterna si los padres no lo hacen, a pesar de lo ex-
tremadamente doloroso que parezca al principio. La
Qué significa dejar padre y madre 3

felicidad final es mucho más importante que la como-


didad inmediata.

Padres inmaduros
Este problema tiene otro aspecto también. Algu-
nas veces la cercanía produce inmadurez en los pa-
dres, en vez de producirla en los hijos. Por ejemplo,
Tomás y Juana viven en la casa contigua a la de sus
padres. Tomás es hijo único, y aunque su madre ama
a Juana, en lo profundo de su corazón nunca ha creí-
do que haya una muchacha suficientemente buena pa-
ra su hijo. Esta emoción es bastante común en la ma-
yoría de las madres. Aunque ella trata de dominar es-
tos sentimientos, lucha con ellos todos los días. Infor-
tunadamente, la cercanía hace que vea las imperfec-
ciones de Juana como joven esposa y ama de casa, es-
to solo acentúa su problema emocional.
Por desdicha, la madre de Tomás no puede ocultar
sus sentimientos. Juana se siente amenazada por
ellos. Además, Tomás, joven marido que a la vez ama
a su madre, se va convenciendo lentamente a través
de las sutiles insinuaciones de ella, de que al fin y al
cabo hizo mal en escoger a Juana. Así, ni siquiera pa-
-rece comprender por qué su joven esposa que trabaja
“fuera, no puede mantener su hogar tan bien como su
madre de más edad y que no trabaja.
Obviamente, este matrimonio se encamina hacia
serios problemas a causa de la estrecha proximidad.
Pero otra vez volvemos a señalar, que hay hijos que
viven durante algún tiempo en la casa contigua a la de
los padres, o en la misma casa, y solo tienen muy po-
cos problemas, si es que tienen alguno. Sin embargo,
el principio de «dejar padre y madre» es válido, y tan-
32 Dimensiones del matrimonio

to los padres como los hijos deben hacerle frente al


problema inmediatamente y hacer los cambios que
sean necesarios. En nuestra cultura, generalmente es
aconsejable establecer cierto grado de separación físi-
ca y geográfica, a fin de evitar cualesquiera proble-
mas en potencia. A causa de la misma naturaleza de la
vida, la mayoría de nosotros, tanto padres como hijos,
tenemos un buen número de problemas emocionales
que nos hacen vulnerables. Al respecto, es muy apro-
piado un antiguo adagio inglés: «Una onza de preven-
ción vale más que una libra de curación».

La transferencia de emociones
Al hablar de dificultades emocionales, es impor-
tante comprender que la mayoría de nosotros tenemos
incrustadas «esquirlas emocionales» que traemos de
la vida de nuestro hogar, las que se transfieren a nues-
tro cónyuge y hacen difícil «dejar padre y madre»
verdaderamente. En efecto, este fenómeno es inevita-
ble, no importa cuán ideales hayan sido las experien-
cias de nuestra niñez. Todas las madres y esposas, así
como los padres y maridos, tienen muchas cosas en
común.
Permítaseme ilustrar esto. Antes de casarse Juan,
la madre le lavaba la ropa, le hacía la cama, le prepa-
raba las comidas y le mantenía la casa. Ahora está ca-
sado, y su esposa Sally le lava la ropa, le hace la ca-
ma, le prepara las comidas y le mantiene la casa. Aun-
que Sally realiza las mismas funciones que solía de-
sempeñar la madre de Juan, hace las cosas de un mo-
do diferente. Sin embargo, ella no es tan eficiente. No
le organiza los calcetines en la forma en que lo hacía É
la madre, y algunas veces no tiene arreglada la cama
Qué significa dejar padre y madre ¡97¡0

cuando él regresa del trabajo. Las horas de servir las


comidas no son tan regulares como eran las de la ma-
dre. Estas funciones similares, combinadas con los
procedimientos disímiles, lo mantienen permanente-
mente irritado. Con frecuencia reacciona emocional-
mente contra Sally; la compara constante y abierta-
mente con la madre. Esto, como es natural, hace que
Sally se ponga furiosa. En realidad, la anima a hacer
lo opuesto.
El problema de Sally se agrava asimismo por el
hecho de que su marido también le hace recordar que
el padre de ella siempre andaba detrás de la madre,
poniéndole normas en sus actividades y diciéndole
que ella no podía compararse con la madre de él.
Es frecuente que este proceso sea por lo menos
parcialmente subconsciente. Hay ocasiones en que
nos irritan cosas relacionadas con nuestros cónyuges
que realmente no entendemos. A través de los años,
hemos reprimido subconscientemente ciertos senti-
mientos y emociones que teníamos hacia nuestros pa-
dres. Sin saberlo, transferimos sutilmente esas emo-
ciones encubiertas al cónyuge. Esto puede suceder
aunque nos hayamos criado en un hogar relativamen-
te feliz.
Recuerdo cómo obró este proceso en mi propia vi-
da. Después de casarme, llegué a experimentar espon-
táneamente ciertos sentimientos negativos hacia mi
esposa cuando ella me pedía que hiciera ciertas cosas,
particularmente si expresaba sus deseos con cierto to-
no de voz. No fue sino años más tarde, mientras visi-
taba a mis padres, que comencé a comprender la co-
nexión. Durante esa visita, reaccioné emocionalmen-
te ante mi madre tal como había estado reaccionando
34 Dimensiones del matrimonio

ante mi esposa. Se había completado un «ciclo com-


pleto». De repente afloraron los antiguos recuerdos
emocionales. Vi claramente el origen de mis recientes
sentimientos emocionales y reacciones hacia mi espo-
sa. Habían estado allí todo el tiempo a nivel subcons-
ciente. En realidad, cuando yo reaccionaba ante las
peticiones de mi esposa, estaba reaccionando ante mi
madre. Esas reacciones no tenían que estar relaciona-
das necesariamente con mi amor y mi respeto por mi
madre. Siempre la he respetado y amado. Eran senti-
mientos naturales que yo no había entendido, y a los
cuales no había hecho frente en forma adecuada
mientras estaba en crecimiento.
Capítulo 4

Un ejercicio
para aprender
a dejar a los
padres
e Hasta dónde entiende usted la dinámica de las
emociones que están comprometidas en su pro-
pia vida matrimonial? ¿Hasta qué punto ha deja-
do realmente a su padre y madre desde el punto de
vista sicológico? La comprensión de las respuestas a
estas preguntas es el punto inicial para comenzar a
aislar los problemas y luego poder solucionarlos. El
conocimiento de lo que hay en nuestro interior es ab-
solutamente esencial y este capítulo tiene como fina-
lidad ayudarle a lograrlo.

- En forma individual |
- Las siguientes escalas de evaluación le ayudarán a
aislar aquellos aspectos que necesiten atención. Las
36 Dimensiones del matrimonio

afirmaciones se concentran en tres aspectos: Depen-


dencia-Independencia, madurez de los padres, trans-
ferencia emocional en la esposa y transferencia emo-
cional en el esposo. Encierre en un círculo el número
que describa mejor su situación personal.

Dependencia - Independencia
nunca raras algunas con
veces veces frecuencia

1. Cuando siento 1 Z 3 4
inseguridad,
tengo un fuerte
deseo de decírselo
a mi madre.

2. Cuando me : 1 2 3 4
disgusto con S
mi cónyuge,
siento la
necesidad de
decírselo a mi madre.

3. Cuando me siento 1 2 3 4
solo, tengo un fuerte
deseo de visitar :
a mi madre.

4, Cuando mi cónyuge 1 2 3 4
no me comprende,
siento la necesidad
de hablar con
mi madre.
Un ejercicio para aprender a dejar a los padres 37

nunca raras algunas con


veces veces frecuencia

5. Cuando tengo 1 2 3 4
problemas con mis
hijos, me viene un
fuerte deseo de
buscar el consejo
de mi madre.

6. Cuando nos quedamos 1 2 3 4


sin dinero, siento el
impulso de pedirle a mi
madre ayuda económica.

Y. Cuando siento 1 2 3 4
inseguridad, tengo
un fuerte deseo de
decírselo a mi padre.

00. Cuando me disgusto 1 2 e 4


con mi cónyuge,
siento la necesidad
de decírselo a mi padre.

9. Cuando me siento solo, 1 ds 3 4


tengo un fuerte deseo
de visitar a mi padre.

- 10. Cuando mi cónyuge 1 2 3 4


no me comprende,
siento la necesidad de
hablar con mi padre.
38 Dimensiones del matrimonio

11. Cuando tengo 1 2 3 4


problemas con mis :
hijos, me viene un
fuerte deseo de buscar
el consejo de mi padre.

12, Cuando nos quedamos 1 2 3 á


sin dinero, siento el
impulso de pedirle a mi
padre ayuda económica.

Madurez de los padres


nunca raras algunas
con
veces veces frecuencia

. Mi madre se
== 1 Zn 4
comunica conmigo |
para ver cómo me va
en nuestro matrimonio.

2. Mi madre critica 1 2 3 4
a mi cónyuge.

3. Mi madre me 1 Es 3 4
envía dinero.

4. Mi madre me critica. 1 2 A!

5. Mi madre se disgusta 1 2. 3.4


si no me comunico 4
con ella regularmente.
6. Mi madre se 1 2 3 4
molesta mucho
si visitamos a
los padres de
mi cónyuge
más que a ellos.

7. Mi padre se 1 2 3 A
comunica conmigo
para ver cómo me va
en mi matrimonio.

8. Mi padre critica 1 24 3 4
a mi cónyuge.

9. Mi padre me 1 74 3 4
envía dinero.

10. Mi padre 1 2 3 4
mi critica.

11. Mi padre se 1 A EA
disgusta si no
me comunico
con él regularmente.

12. Mipadre se E 4
- molesta mucho si
visitamos a los
padres de mi cónyuge
más que a ellos.
40 Dimensiones del matrimonio

Transferencia emocional en la esposa


nunca raras algunas “con
veces veces frecuencia

1. Cuando mi esposo 1 2 3 4
me pide que le lave la
ropa, me surgen
sentimientos negativos.

2. Cuando mi esposo 1 2 S A
me pide que le cosa un
botón, me surgen
sentimientos negativos.

3. Cuando mi esposo 1 Z 3 4
me pide que le prepare
algún plato, me surgen
sentimientos negativos.

4, Cuando mi esposo 1 ES 4
me pide que hagamos
el amor, me surgen
sentimientos negativos.
A E
5. Cuando mi esposo 1 2 9 4
me pide que supere
algún hábito, me surgen
sentimientos negativos.
O A A A A A E
6. Cuando mi esposo 1 2 3 4
me pide que lo ayude bit
en su trabajo, me surgen
“sentimientos negativos.
Un ejercicio para aprender a dejar a los padres 41

nunca raras algunas con


veces veces frecuencia

7. Cuando mi esposo me 1 2 3 4
pide que le haga una
diligencia, me surgen
sentimientos negativos.

8. Cuando mi esposo me 1 2 3 4
dice que me ajuste a
cierto horario, me surgen
sentimientos negativos.

9. Cuando mi esposo 1 2 3 4
no está de acuerdo
conmigo, me disgusto.

10. Cuando mi esposo me 1 2 3 4


hace una sugerencia,
siento emocionalmente
disgustada.

En el esposo
nunca raras algunas con
veces veces frecuencia

1. Cuando mi esposa me 1 2 3 4
pide que la ayude con
los platos, me surgen
sentimientos negativos.

2. Cuando mi esposa me 1 de 3 4
pide que saque la
basura, me surgen
sentimientos negativos.
42 Dimensiones del matrimonio

nunca raras algunas con.


veces veces frecuencia

3. Cuando mi esposa 1 2 3 4
me pide que la ayude
con el trabajo
doméstico, me surgen
sentimientos negativos.

4. Cuando mi esposa me 1 2 3 4
pide que le muestre
afecto, me surgen
sentimientos negativos.

5. Cuando mi esposa 1 2 3 +
me pide que supere
algún hábito, me surgen
sentimientos negativos.

6. Cuando mi esposa 1 ANS 4


me pide que vigile los
niños, me surgen
sentimientos negativos.

7. Cuando mi espsa me .1 2 DA
pide que le explique
en qué gasto el dinero,
me surgen sentimientos

A negativos. cs A
E
8. Cuando mi esposa me 1 Lo
dice que me ajuste a
cierto horario, me surgen ES
sentimientos negativos. TI ES
Sh AA E
Un ejercicio para aprender a dejar a los padres 43

nunca raras , algunas con


Veces veces ia

9. Cuando mi esposa 1 2 3 4
no está de acuerdo
conmigo, me disgusto.

10, Cuando mi esposa 1 2 3 4


me hace una
sugerencia, me siento
emocionalmente
disgustado.

Estudie personalmente sus respuestas a estas tres


escalas de evaluación. ¿Qué puede hacer para mejorar
su vida matrimonial, aunque su cónyuge no esté par-
ticularmente interesado?
Sugerencia: Comparta los resultados de su autoe-
valuación con un amigo reflexivo o con un consejero
cristiano competente. Busque su consejo. Pídales que
le ayuden a evaluar su objetividad con respecto al es-
tado de su matrimonio.

Como pareja
Paso 1 ;
Asegúrense de que ambos hayan realizado com-
pletamente las tres series de preguntas de evaluación.

- Paso2
Usen los siguientes cuestionarios para evaluar sus
respuestas. Cada uno de ustedes debe tomarse por lo
menos de 10'a 15 minutos para escribir las observa-
ciones que tenga.
44 Dimensiones del matrimonio

Dependencia-Independencia
1. Como esposa, ¿hay aspectos en que usted de-
pende exageradamente de su madre o de su padre?
¿Hay algunos aspectos en que es exageradamente in-
dependiente? ¿Afecta esto a su relación matrimonial?
2. Como esposo, ¿hay aspectos en que usted de-
pende exageradamente de su madre o de su padre?
¿Hay algunos aspectos en que es exageradamente in-
dependiente? ¿Afecta esto a su relación matrimonial?

Madurez de los padres


1. Como esposa, ¿cuáles señales de madurez pue-
de usted identificar en sus padres? ¿Cuáles serían sus
señales de inmadurez?

2. Como esposo, ¿cuáles señales de madurez pue-


de usted identificar en sus padres? ¿Cuáles serían sus
señales de inmadurez

3. ¿En qué sentido afecta esta dinámica a sus


relaciones conyugales?

Transferencia emocional
1. Como esposa, ¿existen emociones negativas
que usted haya experimentado hacia sus padres y que
ahora esté transfiriendo a su esposo? ¿En qué sentido
afecta esto las actitudes y la conducta de su marido
hacia usted?
2. Como esposo, ¿existen emociones negativas
que usted haya experimentado hacia sus padres y que
ahora esté transfiriendo a su esposa? ¿En qué sentido
afecta esto las actitudes y la nano de su O ha-
cia usted?
.
Un ejercicio para aprender a dejar a los padres 45

Paso 3
Compartan, cada uno con su cónyuge, lo que han
escrito. Vayan diciéndose las respuestas alternada-
mente. Pregúntense mutuamente si están de acuerdo
con las observaciones.

Paso 4
Trácense metas especificas relacionadas con as-
pectos específicos de necesidad en su matrimonio. La
siguiente sección, «Cómo vencer los problemas», le
dará mejor comprensión de este proceso.

Cómo vencer los problemas


Para resolver los problemas, hay que empezar por
aislarlos y comprender su naturaleza. Sin embargo,
hay que ir un paso más adelante. La comprensión es
solo el comienzo. Es necesario establecerse metas es-
pecíficas para vencerlos. ¿Qué metas debe usted esta-
blecer en su matrimonio para que le ayuden a «dejar
padre y madre» en forma madura? Las siguientes
ilustraciones lo ayudarán en el proceso de establecer-
se esas metas:
Primer caso: Juana tiene una constante tendencia
a hablar con su madre cada vez que siente inseguri-
dad en su vida matrimonial. Su meta debe ser llegar a
compartir delicadamente esos sentimientos con su
marido y no con su madre. Jaime, su marido, se ha es-
tablecido a su vez la meta de escucharla objetivamen-
te y sin defenderse cuando ella le manifieste esos sen-
timientos y hacer lo que pueda para ayudarla a vencer
su inseguridad.
Segundo caso: Jaime reacciona negativamente an-
te su esposa cada vez que ellalepide que haga algo
46 Dimensiones del matrimonio

en la casa. Su meta primaria debe ser ofrecerse volun-


tariamente para hacer ciertas cosas antes de que ella
se lo pida. En segundo lugar, debe tener como meta
estar emocionalmente abierto a las peticiones de su
esposa, comprendiendo que en realidad está reaccio-
nando como si fuera ante su madre. Por otro lado, la
meta de Juana ha de ser pedirle que haga las cosas,
usando un tono diferente de voz. Ella ha comprendi-
do que comunica sus deseos de una manera más bien
dominante. Por eso, está tratando de que su voz no
suene como la de la madre de Jaime.
Tercer caso: Tanto Jaime como Juana comprenden
que la madre de él trata de controlar la vida del matri-
monio. Han establecido dos metas a corto plazo y una
a largo plazo.
En primer lugar, Jaime va a hablar con su madre
en forma franca, pero delicada. Le va a pedir que no
interfiera en su vida matrimonial. Piensa hablar antes
con su padre en privado, para decirle por qué va a ha-
blar con la madre. S
En segundo lugar, Juana va a hacer simultánea-
mente todo lo que pueda para darle a entender a la
madre de Jaime que la aprecia muchísimo. Le va a en-
viar una nota de reconocimiento, la va a llamar por te-
léfono periódicamente para tener con ella una conver-
sación amistosa y cosas semejantes.
En tercer lugar, si el problema persiste, piensan
mudarse a otra parte de la ciudad, a fin de evitar la
cercanía ESocrihc:
Capítulo 5
a

Cómo amar
Como
Cristo amó

i alguien le pidiera que identificara algún perso-


naje de la historia que demostró tener amor ver-
dadero más que ningún otro, ¿qué diría usted?
La verdad es que la mayoría de las personas que vi-
ven en nuestra cultura, si se les hace esta pregunta, di-
rían que esa persona fue Jesucristo. Aun personas que
solo han estudiado su vida muy poco, o que no están
particularmente entusiasmadas con sus enseñanzas o
con sus afirmaciones, con todo, le darían el crédito de
ser un hombre que manifestó un amor supremo, mu-
cho más allá que cualquier otro ser humano.
Los escritores bíblicos, especialmente el apóstol
Pablo, sostienen frecuentemente que Cristo es ejem-
- plo de amor en las relaciones humanas. Particular-
mente exaltan su ejemplo en la más singular de todas
las relaciones humanas: ¡el matrimonio! Pero infortu-
nadamente, algunos eruditos bíblicos han intentado
48 Dimensiones del matrimonio

interpretar las normas de las Escrituras con respecto a


las relaciones matrimoniales, sin tener en cuenta las
establecidas para todos los cristianos con respecto a
todas sus relaciones mutuas. Esto conduce con fre-
cuencia a conclusiones erróneas en lo que respecta a
los papeles que les corresponden a los esposos. Y hoy,
los que reflejan más a menudo estas erróneas conclu-
siones son ciertos líderes religiosos, que están ofre-
ciendo soluciones simplistas y casi dogmáticas para
los conflictos y los problemas matrimoniales.
Es imperativo que comprendamos que las instruc-
ciones que nos da el Nuevo Testamento, y en especial
las que se hallan en las epístolas escritas a diversas
iglesias del primer siglo, fueron escritas en su mayor
parte para todos los cristianos. Es verdad, sin embar-
go, que dentro de este contexto más amplio, hay algu-
nas instrucciones específicas que iban dirigidas a
ciertas personas dentro de dichas iglesias: los esposos
y las esposas. Pero si intentamos aislar las instruccio-
nes dirigidas a ellos, saldremos con interpretaciones
verdaderamente estrechas, restrictivas, simplistas y
en algunos casos, impracticables.
Permítaseme ilustrar esto. A menudo enfocamos
las declaraciones de Pablo que se hallan en las epísto-
las a los efesios y a los colosenses, según las cuales
los maridos deben amar «como Cristo amó» (véase
Efesios 5:25; Colosenses 3:19); y las esposas deben
estar «sujetas a sus propios maridos» (véase Efesios
5:22; Colosenses 3:18). Esto lo hacemos sin conside-
rar el contexto más amplio en que se encuentran estas
declaraciones. En consecuencia, hemos sacado con-
clusiones con respecto a las relaciones matrimoniales,
que en algunos aspectos son antibíblicas y a menudo
Cómo amar como Cristo amó 49

hasta ofensivas para los que entienden de una manera


más completa la dinámica de la personalidad humana
y de las relaciones interpersonales particularmente
desde el punto de vista sociológico y sicológico.
Amar «como Cristo amó» es probablemente una
de las directivas y principios más fundamentales de
toda la Escritura. Ese fue el «nuevo mandamiento»
que Cristo les dio a los apóstoles: «Que os améis unos
a otros; como yo os he amado» (Juan 13:34). Esta es
la más grande señal de madurez entre los seguidores
de Cristo: «Y ahora permanecen la fe, la esperanza y
el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
Seguid el amor» (1 Corintios 13:13; 14:1).
En las Escrituras se presenta el amor en forma di-
recta O indirecta, como un imperativo mayor que
cualquier otro principio. Es la clave de la unión y de
la armonía en las relaciones humanas (véase Juan
17:20-23). Al obedecer a Dios en este aspecto de
nuestra vida, podemos cumplir toda su ley (véase Ro-
manos 13:10; Gálatas 5:13,14; Santiago 2:8).
Si amar «como Cristo amó» es fundamental en la
capacitación de todos para llegar a ser uno, ¡cuánto
más fundamental será en la relación matrimonial! Es-
te principio ofrece un amplio marco de referencia, o
dicho de otro modo, llega a ser el principio funda-
mental para mantener bien enfocados todos los demás
principios bíblicos.

Enfoque en los demás


¿Qué significa amar «como Cristo amó»? Tal vez
la ilustración más gráficade esto la da Pablo en su
epístola a los filipenses. A modo de inicio, Pablo da
una exhortación específica. «Nada hagáis por con-
S0 Dimensiones del matrimonio

tienda o por vanagloria; antes bien con humildad, es-


timando cada uno a los demás como superiores a él
mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino
cada cual también por lo de los otros» (Filipenses
2:3,4).
Basta con leer este párrafo de la epístola de Pablo
para que quede claro cuánto este principio afectaría a
la relación matrimonial. El principio de amar «como
Cristo amó» enfoca inmediatamente las necesidades
de nuestro compañero, y no las nuestras. En todo lo
que hacemos, nuestra meta debe ser la de poner las
necesidades y preocupaciones de la otra persona en
primer lugar.
Pablo procede a demostrar cómo Cristo nos mani-
festó estas actitudes y acciones a favor nuestro.
En primer lugar, debe haber una actitud de abne-
gación, dice él. «Haya, pues, en vosotros este sentir
que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en
forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como co-
sa a que aferrarse» (Filipenses 2:5,6).
Dicho esto en otros términos equivalentes, Cristo
no se aferró a la posición celestial que tenía junto a su
Padre, sino que estuvo dispuesto a dejarla a un lado
para venir a este mundo, el mundo que él mismo ha-
bía hecho. En su encarnación, se identificó con nues-
tra condición caída, aunque él, por supuesto, nunca
participó personalmente en el pecado. Sin embargo,
abandonó las glorias del cielo para vivir entre los
hombres. Y cuando lo hizo, estaba demostrando una
actitud generosa que no tiene paralelo en el universo.
En segundo lugar, el amor de Cristo se manifestó
mediante una actitud de humildad (véase Filipenses
2:7). Cristo, «siendo en forma de Dios» (versículo 6)
Cómo amar como Cristo amó 51

«voluntariamente se hizo nada». Él, que creó todas


las cosas, temporalmente puso a un lado su gloria ce-
lestial. Él, que fue y es Dios, «tomó forma de sier-
vo». Él, que hizo al hombre, se hizo «semejante a los
hombres». Esto, por supuesto, es la humildad máxi-
ma personificada.
En tercer lugar, Cristo manifestó una actitud de
sacrificio y desinterés. Sus acciones son producto del
gesto de amor más grande que jamás haya conocido
la humanidad. «... Y estando en la condición de hom-
bre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente has-
ta la muerte, y muerte de cruz» (Filipenses 2:8). Él
murió para que nosotros vivamos eternamente. Pues-
to que el pecado del hombre demandaba la sentencia
de muerte, Jesucristo murió por todos los hombres,
aun por sus enemigos. Así cuando lo clavaban en la
cruz, oró: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen» (Lucas 23:34).
Estas palabras que hallamos en la epístola a los fi-
lipenses, las escribió Pablo para todos los cristianos,
de los cuales se espera que emulen a Cristo en sus re-
laciones con los demás. Pero también es una podero-
sa demostración para los cónyuges,de lo que es amar
«como Cristo amó».

Enfoque en los esposos


¿Por qué se centró Pablo en los maridos, cuando
la esposa también debe amar «como Cristo amó»? La
respuesta queda clara cuando entendemos la tentación
específica a la que se enfrenta la mayoría de los hom-
bres: la de concentrarse en sus propias necesidades y
«usar» a las mujeres en forma egoísta. Esto era espe-
cialmente cierto en el mundo del primer siglo. En
32 Dimensiones del matrimonio

aquella cultura, a las mujeres se las trataba común-


mente como esclavas y ciudadanas de segunda clase.
Aquellos hombres, que se habían convertido de un es-
tilo de vida pagano al cristianismo, necesitaban que se
les dijera cuál debía ser su actitud correcta hacia su
esposa. :
Pero también es cierto que todos los hombres, en
todas las culturas y en cualquier momento de la histo-
ria, necesitan que se les haga hincapié en esto. Hay
dentro del hombre una tendencia al egoísmo que pa-
rece ser únicamente masculina. Esto se verifica parti-
cularmente en el aspecto sexual. Es muy fácil ser na-
turalmente exigente, insensible, egoísta y manipula-
dor. Pablo, como hombre que era, sabía esto. En con-
secuencia, insistió más en este mandamiento dirigido
a los maridos.
Además, la misma autoridad y responsabilidad
que Dios les dio a los maridos, hacen que este hinca-
pié sea necesario. En primer lugar, deben tener una
actitud de abnegación, como Cristo.
«Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo
también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de
Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse». Como Jesús, el esposo cristiano no debe
- aferrarse a su posición de autoridad, ni utilizarla co-
mo un artificio manipulativo para obtener lo que
quiere. Ciertamente, pueden presentarse ocasiones en
que tenga que tomar decisiones y discernimientos que
causen algo de resistencia y aun dolor emocional, pe-
ro siempre debe usar su autoridad para el beneficio de
su cónyuge. Cualquier cosa que haga, debe tener co-
mo fin proteger a su esposa y ayudarla en su creci-
- miento personal. La meta de Cristo con respecto a su.
=

he .*

e 4
ES ACIAER
Cómo amar como Cristo amó un05]

Iglesia es «santificarla, ...a fin de presentársela a sí


mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni
arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin
mancha. Así también —continúa Pablo— los maridos
deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuer-
pos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama» (Efe-
sios 5:26-28).
En segundo lugar, el marido, como Cristo, debe
tener una actitud de humildad. Aunque Dios le dio al
hombre una posición de dirección y de autoridad, és-
te tiene que comprender que también es siervo. Nun-
ca debe constituirse en señor de su esposa, ni utilizar
su ego masculino como excusa para la insensibilidad
ni para aquella defensa personal que es pura protec-
ción de sí mismo.
Además, tiene que identificarse con su esposa en
sus penas, dolores, luchas, debilidades, ansiedades,
tensiones y necesidades, en la misma forma que en
sus regocijos, éxitos y realizaciones. Recordemos que
el amor de Cristo hizo que él se identificara con no-
sotros. Amar a la esposa como Cristo amó a la Iglesia,
significa que debemos tener una identificación fisio-
lógica, psicológica y espiritual completa con ella.
- Entercer lugar, el marido que ama «como Cristo
amó,» tiene que demostrar una actitud de sacrificio y
desinterés. Esta es una de las facetas más difíciles de
la enseñanza de.Pablo. Cuando se trata de sacrificio.
la mayoría de nosotros, tanto hombres como mujeres,
operamos en un nivel muy superficial. Gran parte de
lo que hacemos, si nos descuidamos, es para nosotros
mismos. Superficialmente, pudiera parecer que es pa-
ra beneficio de nuestro cónyuge, pero una mirada más
cercana a las profundidades de nuestra naturaleza si-
54 Dimensiones del matrimonio

cológica nos revela a menudo que somos egoístas. Sin


embargo, el reto sigue en pie. Aunque somos seres
humanos imperfectos, tenemos que establecernos co-
mo meta una motivación pura: «amar como Cristo
amó», manifestando un espíritu de sacrificio y de de-
sinterés.
Capítulo 6

Un ejercicio
sobre el
verdadero
amor
mar «como Cristo amó» es probablemente
uno de los desafíos más difíciles a que se
pueda enfrentar una pareja. Exige actitudes y
acciones contrarias a nuestras inclinaciones naturales.
A la mayoría de nosotros nos es mucho más fácil re-
cibir que dar, estar centrados en nosotros mismos y no
en los demás, ser servidos en lugar de servir. Y en rea-
lidad tenemos que estar dispuestos a recibir, a que se
nos preste alguna atención y a que se nos sirva. Pero
el hecho de concentrarnos primariamente en nosotros
mismos, destruye aquel proceso único que tiene que
colocar a los demás primero, si hemos de seguir el
ejemplo de Cristo. El siguiente ejercicio le ayudará a
usted desarrollar estas cualidades primero en su pro-
pia vida, y luego en su vida matrimonial.
56 Dimensiones del matrimonio

En forma individual
Evalúe su relación con su cónyuge a la luz del
ejemplo de abnegación, humildad, sacrificio y desin-
terés que nos dio Cristo. Las siguientes escalas de
evaluación lo ayudarán en este proceso.

Nota: Es cierto que hay circunstancias que hacen


que algunas de las actitudes y acciones que se men-
cionan a continuación, sean apropiadas y esenciales.
Pero en general, estas afirmaciones suelen representar
una conducta básicamente egoísta, orgullosa y caren-
te de espíritu de sacrificio. En breves palabras, no re-
flejan el ejemplo de amor que nos dejó Cristo.

Un cuestionario para el esposo


Instrucciones: Encierre en un círculo la letra V,
para indicar que usted considera que la declaración
expresa básicamente la verdad en lo que se refiere a
su conducta. En cambio, trace un círculo alrededor de
la letra F. si quiere indicar que la afirmación es esen-
cialmente falsa con relación a su conducta.

O 1. Cuando regreso del trabajo al AS


hogar, inmediatamente busco
un sitio privado donde pueda
hacer lo que yo quiera.

O 2; Cuando regreso del trabajo al ES y


hogar, quiero que mi esposa
esté inmediatamente disponible
- para escuchar mis problemas.
Un ejercicio sobre el verdadero amor ¡97—

O 3. Cuando regreso a casa, no me parece V EF


que tenga que ayudar a atender los niños.

O 4. Me resiento cuando mi esposa se NE


retrasa en la preparación de
las comidas.

O 5. Raras veces pienso en la carga NP


que lleva mi esposa cuando está
en casa todo el día con los niños.

O 6. Cuando quiero tener relaciones Nose E


sexuales con mi esposa, raras
veces pienso en lo que ella desee
en ese momento. ?

[O 7. Me resiento cuando es mi esposala V F


que capta la atención de los demás.

(8. Rara vez le doy las gracias a mi Nes E


esposa por preparar la aa pS
cuidar la casa.

[O 9. Raras veces le sugiero a mi esposa O E


que salgamos a comer a un restaurante.

[7 10. Me siento molesto cuando mi MAA


esposa se queda durmiendo hasta
tarde en la mañana.

011. me disgusta que mi esposase . V F


retrase en los quehaceres de la casa.
58 Dimensiones del matrimonio

(12. Raras veces le pregunto a mi Vai


esposa qué puedo hacer para
ayudarla en su trabajo.

(713. Cuando tengo un día libre, A


generalmente hago planes para
pasarlo con mis compañeros o amigos.

(714. Cuando tengo que elegir entre Mos FR


- pasar el tiempo con mi esposa o
con mis amigos, generalmente
decido pasarlo con mis amigos.

UJ15. Cuando tengo que elegir entre pasar V F


el tiempo con mi esposa o con mis
hijos, generalmente lo paso con mis hijos.

(16. Raras veces llamo por teléfono Wi E


a mi esposa durante el día para —
decirle que la extraño y que la amo.

(017. Raras veces pienso en cómo darle IAS y


ánimos a mi esposa al regresar
del trabajo a casa.

1713. Raras veces pienso en las V ¿FE


necesidades personales de mi esposa.

(719. Raras veces pienso en ser un V. E


enamorado con espíritu creador.

Oo. Espero a que mi esposa inicie: WES GE


nuestras relaciones sexuales.
Un ejercicio sobre el verdadero amor

1121. Raras veces pienso en mi esposa vV


durante el día.

1722. Raras veces hago el esfuerzo de


saber lo que mi esposa está
haciendo durante el día; es decir,
de estar enterado de su programa
personal de trabajo.

(23. Prefiero pasar la mayor parte del


tiempo solo.

[124. Cuando sé que voy a llegar a casa


más tarde de lo normal, generalmente
no llamo a mi esposa para
explicarle por qué.

(725. Raras veces le pido permiso a mi


esposa para hacer las cosas.

026. Me disgusta tener que sa


dinero en mi esposa.

10127. Si tuviera que volver a comenzar


de nuevo, preferiría no tener hijos.

(7283. Rara vez le expreso mi


agradecimiento a mi esposa por
la atención que nos da a mí y
a mis hijos.

[(D29. Me molesta tener que trabajar


para ganar el sustento de mi familia.
60 Dimensiones del matrimonio

130. Raras veces pospongo mi deseo NTE


de tener actividades sexuales.

1131. Raras veces dedico tiempo A


a preparar a mi esposa
emocionalmente para
nuestra experiencia sexual,
O para ayudarle a llegar al
clímax sexual.

Lalo: Raras veces le escribo a mi VE


esposa notas de amor.

133. La mayoría de las veces en V= eE


que ledigo a mi esposa: «Te amo»,
es cuando estamos teniendo
relaciones sexuales.

1134. Me molesta que mi esposa tenga A y


que atender a mis hijos cuando quiero :
pasar con ella un rato de intimidad.

Un cuestionario para la esposa


Instrucciones: Encierre en un círculo la letra v,
para indicar que usted considera que la declaración
expresa básicamente la verdad en lo que se refiere a
su conducta. En cambio, trace un círculo alrededor de
la letra F, si quiere indicar que la afirmación es esen-
cialmente falsa con relación a su conducta.

O 1. Cuando mi esposo regresa del A


trabajo, inmediatamente le pido que
se siente y escuche mis problemas.

e de
Un ejercicio sobre el verdadero amor 61

[7] 2. Cuando veo que mi esposo tiene


unos momentos libres, le presento
una lista de las cosas que quiero
que él haga en la casa.

LU 3.Me disgusta que mi esposo


se siente en la sala a ver
televisión, especialmente
cuando estoy preparando
la comida.

O 4. Pienso que cuando mi esposo está


en casa, debe encargarse del cuidado
de los niños.

O 5. Me molesta que mi esposo


esté lejos de los niños durante
el día, y que yo tenga que
cuidarlos.

O 6. Me doy cuenta de que con frecuencia


me resisto emocionalmente cuando
sé que mi esposo tiene intereses y
necesidades sexuales.

O 7. Me perturba que mi esposo obtenga


más atención de los demás que yo.

a] 8. Me disgusta tener que preparar las -


comidas y atender al cuidado de la casa.

Oo. La mayor parte del tiempo, quiero


que salgamos a comer fuera de casa.
$
62 Dimensiones del matrimonio

L] 10. Muchos días duermo hasta tarde, v


y me levanto después de que mi
esposo ha salido para el trabajo.

O] 11. Generalmente me quedo haciendo


cosas hasta tarde, después de que mi
esposo se ha acostado.

O 12. Raras veces le pregunto a mi esposo


esposo qué puedo hacer para ayudarle
en su trabajo.

L] 13. Paso más tiempo con mis amigas


que con mi esposo. .

O 14. Cuando tengo que elegir entre apartar


tiempo para estar con mi esposo o para
estar con mis amigas, generalmente elijo
estar con mis amigas.

O 15. Cuando tengo que elegir entre apartar


tiempo para estar con mi esposo y
apartarlo para estar con mis hijos,
generalmente decido estar con mis hijos.

O 16. Raras veces llamo por teléfono a


- mi esposo al trabajo para decirle
que lo extraño que lo amo.

U 17. Raras veces pienso en lo que pudiera


hacer para que mi esposo se sienta
bienvenido al regresar al hogar.
Un ejercicio sobre el verdadero amor

O 13. Raras veces pienso en las


necesidades personales de
mi esposo.

O 19. Raras veces pienso en cómo ser


una enamorada con espíritu
creador.

EJ 20. Raras veces inicio las


relaciones sexuales.

O 21. Durante el día, raras veces


pienso en mi esposo cuando él
no está en casa.

O 22. Raras veces hago un esfuerzo por


saber lo que está haciendo mi
esposo durante el día, es decir,
cuál es su programa personal
- de trabajo.

[O] 23. Prefiero pasar la mayor parte


del tiempo sola.

O a4. si voy a estar fuera cuando llegue


mi esposo a la casa, no suelo
dejarle una nota, ni lo llamo para
explicarle los cambios en mi
programa personal.

O as. Raras veces le pido permiso a


mi esposo para hacer las cosas.
64 Dimensiones del matrimonio

[O] 26. Me molesta no tener una cuenta VIE


bancaria por separado.

LU] 27. Si tuviera que comenzar de nuevo, O


preferiría no tener hijos.

O 23. Raras veces le doy las gracias a Mid


mi esposo por su dedicación al
trabajo y por proveer lo material
para satisfacer mis necesidades
personales.

U 29. Me disgusta tener que cuidar a los V F


niños, mantener la casa, preparar
la comida y demás.

O 30. Me molestan las exigencias V FE


sexuales de mi esposo. ;

O 31. Me molesta que mi esposo se Var


satisfaga sexualmente.

O 32. Raras veces le escribo notas E y


de amor a mi esposo.

O 33. Raras veces le digo a mi esposo V E


cuánto lo amo.

(] 34. Me molesta que mi esposo tenga V F


que dedicarles cuidados a nuestros
hijos cuando yo quiero pasar un
rato con él en intimidad.
Un ejercicio sobre el verdadero amor

Después de contestar completamente estas series,


revise cada una las respuestas que ha marcado con V
o con F. Cada vez que la V esté encerrada en un cír-
culo, ponga una marca (v) en el cuadrito que está a la
izquierda de cada número. Estas marcas identificarán
aspectos que pueden significar (aunque no siempre)
áreas de actitudes y acciones egoístas y no amorosas
de su parte en su relación con su cónyuge. Teniendo
en cuenta estos aspectos, trace algunas metas especi-
ficas que quiera lograr, y que harán que usted ame
más como Cristo amó. Es de esperar que esto le ayu-
de a su cónyuge a actuar en reciprocidad.
Nota: Si su cónyuge está dispuesto a que este pro-
ceso sea recíproco, pasen al proyecto para parejas y
estudien conjuntamente las escalas de evaluación.

Como pareja

Paso 1
Tanto el esposo como la esposa, contesten com-
pletamente las escalas de evaluación preparadas para
cada uno.

Paso 2
Cuando cada cual haya contestado por completo
la suya, haga cada uno una evaluación similar de su
cónyuge.

Paso 3
Compare la evaluación que usted hizo de su cón-
yuge, con la que él o ella hizo de sí. Para aislar aque-
llos aspectos en los cuales haya discrepancia, así co-
mo aquellos en que haya acuerdo, registre sus res-
,
66 Dimensiones del matrimonio

puestas y las de su cónyuge juntas, para hacer un es-


tudio comparado.

Paso 4
Cuando hayan marcado sus respuestas juntas para
el estudio comparado, aíslen los aspectos en los cua-
les haya discrepancia, haciendo una marca (y) en el
cuadradito que hay al lado del número. Luego discu-
tan las discrepancias y su porqué. Hasta donde sea po-
sible, háganlo en forma delicada y sin adoptar postu-
ras defensivas.

Paso 5
Luego de dialogar sobre el estudio comparado, ca-
da uno de ustedes debe repasar su escala de evalua-
ción original, y poner otra marca (V) más al lado del
número en los asuntos en que haya encerrado en un
círculo la V. Al
Nota: Las respuestas en las cuales ustedes ence-
rraron en un círculo la V, indican aspectos de la vida
en que generalmente (aunque no siempre), cada uno
de ustedes se preocupa por sí mismo, y no en el cón-
yuge, Utilizando las observaciones que obtengan, tan-
to del estudio comparado como de las escalas de eva-
luación personal, establezcan metas personales para
su vida matrimonial.
Advertencia: Cada cónyuge tiene sus propios de-
rechos en la vida matrimonial. Decir que no tenemos
derechos es una simplificación exagerada. Por ejem-
plo, la esposa necesita que el marido se siente a escu-
char sus problemas; el marido también necesita la
misma atención. Sin embargo, si reclamamos cons-
tantemente este derecho, estamos centrándonos pri-
Un ejercicio sobre el verdadero amor 67

mariamente en nosotros mismos en vez de en nuestro


cónyuge. Hacerlo así, va contra el ejemplo de Jesús,
que vino «a servir» y no a «ser servido». La voluntad
de Dios es que ambos cónyuges se acerquen uno al
otro para satisfacer mutuamente sus necesidades.
Cuando así lo hagamos, serán satisfechas nuestras
propias necesidades. Entonces es cuando la relación
alcanza el equilibrio adecuado.

Paso 6
Utilizando las observaciones que los dos hayan he-
cho como resultado del anterior proceso, trácense me-
tas específicas para su vida personal y matrimonial.

Un pensamiento final
Todas las personas tienen la posibilidad. de amar
como Cristo amó. Pero nadie podrá practicar satisfac-
toriamente este estilo de vida en su matrimonio ni en
ninguna otra relación, sin conocer personalmente a
Aquel que ejemplificó esta clase de amor sacrificado.
Esto implica mucho más que tratar simplemente
de seguir su ejemplo. Significa conocer a Jesucristo
de una manera personal, y recibirlo como Salvador y
Señor. Entonces nos ayudará a que amemos como él
amó.
¿Conoce usted personalmente a Cristo? ¿Lo ha re-
cibido como su Salvador del pecado? Si no, puede ha-
cerlo ahora. Dé los siguientes pasos con sinceridad, y
agregará a su vida matrimonial una dimensión que
nunca antes conoció.
Primer paso: Reconozca ante Dios que usted ha
pecado, es decir, que «está destituido de la gloria de
Dios» (véase Romanos 3:23).
08 Dimensiones del matrimonio

Segundo paso: Acepte el hecho de que Jesucristo


se ofreció a sí mismo por los pecados de usted en la
cruz, y así pagó el supremo castigo que le correspon-
de al pecado: la muerte (véase Romanos 6:23). Crea
también que él resucitó de entre los muertos y, por
cuanto él vive, usted también puede vivir eternamen-
te con él.
Tercer paso: Reciba a Jesucristo como su Salva-
dor personal del pecado, es decir, crea que él no solo
murió y resucitó por los pecados del mundo, sino que
murió y resucitó por usted. (véase Juan 1:12; Roma-
nos 5:1).
Cuarto paso: Confiese a Jesucristo ante los de-
más. Es decir, deles a conocer a otros los pasos que
usted ha dado (veáse Romanos 10:9, 10). Sobre todo,
comience a demostrar con su estilo de vida que usted
es seguidor de Jesucristo. El mejor lugar para co-
menzar es su propio matrimonio, pues es allí donde
comenzará a amar más que nunca antes, «como Cris-
to amó».
Capítulo 7

Cómo
someterse
el uno al otro

ningún aspecto del matrimonio se le ha dado


más atención universal que a la sumisión de
la esposa. Y por supuesto, es un tema muy
controversial en esta coyuntura de nuestra cultura,
particularmente entre quienes se clasifican como fe-
ministas o que al menos simpatizan con esa idea.
La misma palabra «sumisión» o «sujeción» es
amenazante. Una de las razones para ello es que no
hemos entendido su significado como debiéramos.
Algunas veces pensamos que la sumisión consiste en
- permitir que otra persona nos domine y controle. Y
todos nos resistimos a esa clase de relación.
En el esquema general que Dios tiene de las cosas,
el concepto de sumisión nunca había de ser aplicable
a una sola persona en determinada relación. Este con-
cepto de su misión había de ser recíproco y mutuo.
70 Dimensiones del matrimonio

Se debe agregar que hay ocasiones en que el cón-


yuge (o en general, la persona) tal vez necesite some-
terse bajo condiciones que no son recíprocas. Pero
Dios nunca tuvo el propósito de que esta fuese la re-
gla normal para ningún ser humano, particularmente
desde que Cristo vino a presentarnos un sistema de
vida completamente nuevo.

Lo que dice la Biblia


El hecho es que la Biblia enseña sumisión, pero
no solo para las esposas. Es una cualidad de la vida
que debe caracterizarnos a todos en nuestras relacio-
nes con los demás. Así, Pablo, antes de exhortar a las
esposas a sujetarse a sus maridos (véase Efesios
5:22), exhortó a todos los creyentes en Cristo a some-
terse los unos a los otros (Efesios 5:21).
Es interesante que Pablo no haya utilizado la pala-
bra «sumisión» en su declaración sobre las esposas.
Más bien basó la instrucción de que las esposas deben
estar «sujetas a sus propios maridos» en el uso que ha-
bía hecho de la palabra «someteos», en el versículo 21,
donde se dirige a todos los creyentes en Cristo de la
iglesia de Efeso. En otras palabras, Pablo les dijo a to-
dos ellos que debían someterse unos a otros (Efesios
5:21). Y según él, eso incluía la sumisión de la esposa
al esposo (5:22); del esposo a la esposa (5:25); de los
hijos a los padres (6:1); de los padres a los hijos (6:4);
de los siervos a los amos (6:5) y de los amos a los sier-
vos (6:9). Dicho esto en otros términos equivalentes, la
declaración de Pablo: «Someteos unos a otros» (versí-
culo 21), es el concepto básico sobre el cual él estruc-
tura las exhortaciones específicas a determinadas per-
sonas que se mencionan en el resto de la epístola.
Cómo someterse unos a otros 71

El hecho de que Pablo creía que los esposos deben


someterse a las esposas queda claramente ilustrado
por la razón de que las deben amar como Cristo amó.
Ya hemos visto cómo amó Cristo, según lo que lee-
mos en Filipenses. Él nos demostró su amor hacién-
dose siervo, y es imposible ser siervo sin ser sumiso.
Entonces, en el consejo de Pablo de amar «como
Cristo amó», están inherentes una actitud y un espíri-
tu de sumisión.
Entonces, ¿por qué Pablo se dirige específicamen-
te a las esposas para que se sujeten a sus esposos? La
respuesta es que no está en la voluntad de Dios que la
esposa domine, controle o manipule a su esposo. De
hecho, no está en la voluntad de Dios que ningún cris-
tiano domine, controle o manipule a ningún otro ser
humano. Lo opuesto a la sumisión es el control, la re-
sistencia, el dominio. No hay entre estas cosas ningún
punto intermedio. O somos sumisos, o no lo somos.
Prácticamente hablando, no hay terreno neutral. O so-
-mos dóciles, es decir, estamos dispuestos a escuchar
el consejo de la otra persona y su corrección, y a po-
ner a esa otra persona en primer lugar, o somos resis-
tentes, sin disposición de oír su consejo y corrección,
y de poner a esa persona en primer lugar. Aun una ac-
titud neutral, representa generalmente una resistencia
pasiva, que es lo opuesto a un espíritu sumiso.
No se me entienda mal. La discusión y el diálogo,
y aun el desacuerdo, no son necesariamente sinóni-
mos de una actitud no sumisa. Todo depende de có-
mo se haga. Los que clasifican toda resistencia como
- falta de espíritu sumiso, no entienden el proceso de
comunicación.
Dios no quiere que el hombre nunca le permita a
O Dimensiones del matrimonio

su mujer que esté en desacuerdo con él. Si actúa así,


en ese momento él también deja de ser sumiso y cier-
tamente eso no es amar como Cristo amó. Infortuna-
damente, algunos esposos han interpretado el manda-
miento de Pablo a las esposas de esta manera restrin-
gida, que es incorrecta y que frecuentemente está
arraigada en el orgullo personal y en la inseguridad.
En pocas palabras, tal manera de pensar refleja el ego
masculino que no ha llegado a la conformidad con el
ejemplo de amor y la forma de vida de Cristo.

Una perspectiva más amplia


Algo de tradición teológica, histórica y cultural
nos ayudará a clarificar un poco más por qué Pablo
destacó la sumisión de las mujeres en general, y de las
esposas en particular. En primer lugar, Dios creó a
Eva para Adán. Ella no debía ser su subordinada, si-
no su igual. Sin embargo, cuando el pecado entró en
el mundo, Eva (y con ella todas las mujeres) tuvo que
soportar una carga especial por haber sido primero
engañada (véase 1 Timoteo 2:13,14). Si en realidad
hemos de aceptar el relato bíblico, no podemos negar
estos hechos. No se trata solamente de una interpreta-
ción de Pablo, sino más bien de un concepto que se
halla a través de toda la Biblia. Además, la historia
confirma esta realidad.
Sin embargo, con la venida de Cristo, algo extraor-
dinario sucedió con relación al papel de la mujer. Co-
mo cristianos, el hombre y su mujer tienen la posibili-
dad de experimentar una unión y una unicidad que
pueden hacerse más profundas y más significativas ca-
da día. Desde la perspectiva eterna y espiritual de-
Dios, hay una total igualdad (véase Gálatas 3:28). Pe-

1]
Cómo someterse unos a otros yS

ro, puesto que el matrimonio no es una relación eter-


na, sino que está limitado al tiempo y al espacio, al
hombre se le asignó el ser cabeza (así como Cristo es
la cabeza de la iglesia), y la mujer debe reconocer es-
ta autoridad que Dios le dio. El hecho de llegar a ser
cristianos no erradica el pecado. Pero en Cristo, si los
esposos se aman mutuamente como Cristo los amó,
cumplen fielmente las responsabilidades que Dios le
dio a cada cual, y confían el uno en el otro, pueden lle-
gar a experimentar una creciente unión que puede ser
realmente un adelanto del cielo en esta vida. ¿Ha ex-
perimentado usted esta unión en su vida matrimonial?

Una reacción sicológica


En el mundo del Nuevo Testamento, Pablo tuvo
que hacerle frente al problema de las mujeres que, tan
pronto como quedaban libres de las exigencias de sus
religiones paganas, comenzaban a utilizar su libertad
de manera irresponsable. Naturalmente, el primer as-
pecto en que este abuso sería más observable, eran las
relaciones con sus maridos. Habiendo sido humilla-
das durante años y tratadas como esclavas, hallaban
ahora una oportunidad para ejercer dominio y control.
Debe entenderse esto. Cualquier grupo de perso-
nas que haya sido maltratado y mantenido en esclavi-
tud, tan pronto como quede en libertad, reaccionará
normalmente con exageración. En casos como este, lo
más frecuente es que las personas no sepan manejar
su libertad.
Esto se ha hecho obvio en nuestra propia cultura.
Algunos grupos minoritarios han tenido que aprender
a manejar su libertad, ya que durante años fueron
maltratados y mantenidos en ignorancia y esclavitud.
74 Dimensiones del matrimonio

Se necesita tiempo para superar estas restricciones so-


ciales y nuestras tendencias a la reacción exagerada.
Hoy, algunas mujeres que están experimentando
una nueva libertad, reaccionan también con exagera-
ción. Durante años, en nuestra cultura, muchas muje-
res han sido maltratadas. Particularmente en el mun-
do no cristiano, los hombres se han destacado por uti-
lizar a las mujeres para sus propios fines. En la esce-
na actual vemos la «filosofía playboy» que considera
a las mujeres como juguetes, objetos o medios para
tener un placer egoísta. No es extraño que la mayoría
de las mujeres reflexivas reaccionen contra esta filo-
sofía egocéntrica. Hoy, más que nunca antes, se utili-
za a las mujeres con propósitos materialistas. El sexo
vende cualquier cosa, y las mujeres, por supuesto, son
los primeros blancos de este abuso. Repito que no de-
be sorprendernos que muchas mujeres reaccionen r
contra tal explotación egoísta.
Las mujeres también reaccionan contra el egoís-
mo masculino general que impregna toda la sociedad
en que vivimos. A menudo han sido tratadas como
personalidades inferiores, incapaces de ciertos pape-
les. A menudo se las ha mantenido «en su puesto»,
por el simple hecho de que su capacidad amenazaba a
los hombres. Una vez más, no debe sorprendernos
que las mujeres puedan darse cuenta de lo que hay de-
trás de tal conducta egoísta.
Pero, ¿a dónde pueden acudir estas mujeres?
¿Cuál es su fuente de autoridad para lo que hacen? In-
fortunadamente, muchas no tienen la perspectiva di-
vina, o la rechazan. Motivadas por la misma naturale-
za pecaminosa que motiva a los hombres, buscan la
liberación sin acatar los principios de Dios. No com-
Cómo someterse unos a otros m 0]

prenden que sin las actitudes de Jesucristo, nunca po-


drán experimentar la verdadera libertad. En conse-
cuencia, reaccionan exageradamente, moviéndose
primero en una dirección, y luego en otra. El hecho de
no ser sumisas, ciertamente no las liberará, como
tampoco libera a los hombres. No es extraño que el
mundo esté lleno de personas frustradas, muchas de
las cuales están tratando sinceramente de llegar a un
conocimiento de estos principios y al secreto de aque-
llo que están buscando, pero sin lograrlo.
La única solución para esta reacción exagerada es
seguirel ejemplo y las instrucciones de Cristo. Enton-
ces, los maridos pueden amar a sus mujeres como
Cristo amó a la Iglesia, lo cual incluye la sumisión. Y
las esposas deben sujetarse a sus esposos, como la
Iglesia está sujeta a Cristo, lo cual incluye amarlos
como Cristo amó. En efecto, el amor de Cristo es la
base de la sumisión mutua. Y la sumisión mutua es
posible sin eliminar la condición de «cabeza» del ma-
rido. La aplicación de estos principios bíblicos es la
única manera de experimentar la igualdad funcional,
y aun así mantener los papeles específicos que la Bi-
blia les asigna al marido y a la mujer.
Capítulo 8

Un ejercicio
de
sometinuento

1 matrimonio, más que ninguna otra relación,


E sae muchos aspectos que exigen mutua su-
misión. ¿Cuáles son estos aspectos? ¿Hasta
qué punto es usted sumiso? ¿Por qué tiene dificultad
en someterse? ¿De qué maneras hace usted que sea
difícil para su cónyuge someterse? ¿Cómo puede us-
ted llegar a ser una persona más sumisa?
Este capítulo está preparado para ayudarle a res-
ponder las preguntas anteriores. -

En forma individual
A continuación aparece una lista de aquellos as-
pectos que comúnmente crean dificultades para el so-
metimiento mutuo en la vida matrimonial. Hay tam-
bién espacio para añadir cualesquiera otros aspectos
que no estén enumerados, pero que constituyan un
- problema para usted.
78 Dimensiones del matrimonio

Paso 1
En cada asunto de la escala de evaluación siguien-
te, encierre en un círculo el número que indica el gra-
do en que le resulta problemático someterse a su cón-
yuge. Si ese aspecto nunca le causa problemas, mar-
que el número 1; si siempre es problemático, encierre
el número 7. O encierre uno de los números que hay
entre el 1 y el 7 para indicar el grado de dificultad que
le ofrece ese aspecto de la realidad para someterse a
su cónyuge.

Me parece difícil someterme cuando


Nunca es Siemprees
problema problema

O 1. Mi cónyuge me 1502.58 AS
pide que haga cosas
rutinarias y fastidiosas.

02. Mi cónyuge me pide 1-2 3:74:5 67


que tenga más cuidado
al gastar el dinero.

(3. Micónyugeme 103 ae


pide que cuide mejor
mi apariencia personal.

Da. Mi cónyuge me EDS ANS A


pide directa o
indirectamente
que satisfaga sus
necesidades sexuales.
Un ejercicio de sometimiento 79

[O5. Mi cónyuge
me pide 1 2.3 4 5 6 7
que abandone
un hábito personal.

Ol6. mi cónyuge me pide 1 2 3 4 5 6 7


que tenga más orden
en mi vida personal.

[07. Mi cónyuge me pide 12.34 56 7


que no haga algo que
yo quiero hacer, para
hacer algo que él quiere.

(3. Mi cónyuge me pide LAZO CAI 6


que establezca metas
para mi vida
personal familiar.

[Do. Mi cónyuge
me pide 1 2.34 5 6 7
- un período de tiempo
para podernos
comunicar.

(10. Mi cónyuge me pide 1 2 3 4 5 6 7


que yo haga una cosa
inmediatamente, cuando
yo preferiría hacerla
después.

011. Mi cónyuge
me pide 1 2 3 4 5 6 7
que haga algo que de
todos modos hago
generalmente.
80 Dimensiones del matrimonio

(712. Mi cónyuge me pide 1 2 3 4 5 6 7


directa o indirectamente
que tenga un espíritu
más creativo cuando
hacemos el amor.

(13. Mi cónyuge
me pide 1 2 3 4 5 6 7
que haga algo que
yo considero
responsabilidad suya.

[14. Micónyuge
me pide 1 2 3 4 5 6 7
que le ayude con
los niños.

Ois. Mi cónyuge me pide 1 2 3 4 5 6 7


que le ayude con
su trabajo.

Qli6. Mi cónyuge me pide 1 2 3 AO 0744


que le explique mi
horario personal.

10 17.Otros aspectos. AS O AT

Paso 2
Ahora que usted ya ha indicado el grado en que le
resulta problemático someterse a su cónyuge en estos
aspectos, vuelva a repasar todos los puntos y coloque
una letra inicial en el cuadrito que aparece delante de
cada número, indicar quién piensa usted que tiene
esencialmente la culpa. Si cree que es culpa de su es-
Un ejercicio de sometimiento 81

poso el hecho de que usted tenga problemas de some-


timiento, ponga la inicial de su nombre en el cuadrito.
Si piensa que su dificultad de sometimiento es
causada esencialmente por su esposa, ponga la inicial
de ella en el cuadrito.
Recuerde: El matrimonio es una calle de dos vías.
Usted puede tener dificultades para someterse a cau-
sa de las actitudes y de la conducta de su cónyuge.
Por otra parte, usted puede ser tan culpable como su
cónyuge, o aun más.

Paso 3
Siéntese con un amigo íntimo del mismo sexo,
que tenga un buen grado de madurez, esté casado fe-
lizmente, conozca su relación matrimonial, y no vaya
a favorecer su punto de vista por el solo hecho de que
sean amigos íntimos. Solicite de ese amigo (o amiga)
que evalúe las respuestas que usted dio, y que le indi-
que hasta qué punto piensa que usted ha sido objetivo
en sus respuestas. También pídale su opinión sobre el
por qué de sus dificultades en ciertos aspectos de su
" relación matrimonial.
Nota: Si ese amigo cree que el pblena está fun-
damentalmente en su cónyuge, tal vez usted necesite
buscar el consejo de su pastor o de algún otro conseje-
ro matrimonial competente. Si su amigo le indica que,
según parece, el problema se debe fundamentalmente
a sus propias actitudes y a su conducta, usted mismo
puede trabajar sobre el problema con el consejo, la
ayuda y el apoyo de su amigo. Si no puede, no vacile
en buscar la ayuda de alguien que esté especializado
en aconsejar sobre problemas matrimoniales.
$2
Como pareja

Paso 1
Respondan a la escala de evaluación por separado.

Paso 2
Luego de evaluarse cada cual con relación a la su-
misión, evalúense el uno al otro de modo similar.

Paso 3
Cuando se hayan evaluado personalmente y tam-
bién el uno al otro, comparen las respuestas.

Paso 4
Comparen sus respuestas, colocando una marca
en el cuadrito que aparece delante de cada número,
cuando haya dos o más puntos de diferencia. Luego
traten de dialogar sobre el posible motivo de esa dife-
rencia, Óiganse por turnos el uno al otro. Hablen tan
objetivamente como les sea posible y vean cómo pue-
den ayudarse a someterse más fácilmente el uno a los
deseos del otro.
Nota: Si no pueden realizar por completo este pro-
yecto en forma satisfactoria,nillegar a un grado de mu-
tua comprensión y preocupación, no hay duda de que
necesitan buscar la ayuda de un consejero matrimonial
profesional. Cuanto más pronto lo hagan, mejor.

Paso 5
Escriba cada cual las metas personales que surjan
como resultado de la discusión.
Capítulo 9

Cómo
aprender
a amar

n matrimonio conocido mío estaba enfrentán-


| | dose en cierta ocasión a serios problemas en
su vida matrimonial. Uno de los pastores de
nuestra iglesia fue a almorzar un día con el marido y
muy directamente le preguntó si amaba a su esposa.
—Sí —respondió—, la amo.
—¿Le puedo leer algo? —le preguntó el pastor.
Abrió la Biblia y leyó en 1 Corintios 13, donde Pablo
nos da las cualidades del amor.
» El amor es sufrido
» El amor es benigno
» El amor no tiene envidia
» El amor no es jactancioso
+ El amor no se envanece
» El amor no hace nada indebido
84 Dimensiones del matrimonio

» El amor no busca lo suyo


* El amor no se irrita
+ El amor no guarda rencor
+ El amor no se goza de la injusticia.
+ El amor se goza de la verdad
+ El amor todo lo sufre
* El amor todo lo cree
+ El amor todo lo espera
+ El amor todo lo soporta
Después de leerle esta lista de 1 Corintios 13:4-8,
el pastor volvió a hacerle la pregunta:
—¿Ama realmente a su esposa? |
Sin vacilar ni un momento, el marido respondió:
-—No, realmente no la amo. ¡No la amo de esa
manera!
Es fácil comprender que la primera respuesta del
hombre estaba basada en la definición del amor que
nos da nuestra cultura contemporánea, reducida con
frecuencia a los sentimientos sexuales. Y en este ca-
so, que pudiera multiplicarse indefinidamente, lo que
el hombre definió como «amor,» probablemente no lo
fuera en absoluto.
Es lamentable que nuestra cultura occidental haya
propagado la idea de que los sentimientos de atrac-
ción y particularmente los sentimientos sexuales son
la esencia del amor. Esta explicación es muy superfi-
cial e inadecuada cuando se refiere a lo que mantiene
la relación matrimonial en la senda correcta. En mu-
chos casos, lo que inicialmente se clasifica como
«amor», es solamente un sentimiento egoísta, un de-
seo de que la otra persona satisfaga una necesidad
personal. :
Echemos una mirada a otro ejemplo. Tomás y
Cómo aprender a amar 85

Diana se sentían intensamente atraídos el uno al otro


durante sus citas y sus experiencias de cortejo. Esta-
ban tan involucrados emocionalmente, que entraron
en diversas clases de actividad sexual. Los dos se-sen-
tían culpables por su conducta, pero eso no parecía
disminuir sus «sentimientos» mutuos; así que conti-
nuaran teniendo relaciones íntimas premaritales.
Poco después de haberse casado oficialmente, al-
go comenzó a ocurrir. Descubrieron que vivir juntos
las veinticuatro horas del día era muy diferente a ver-
se varias veces por semana. Se enteraron muy rápida-
mente de que el matrimonio es mucho más que salir a
comer fuera, a un lugar con luces tenues y música
suave, y estar juntos, libres de preocupaciones. En
efecto, la actitud de Diana tocante a la relación sexual
cambió, lo cual los dejó confusos a ambos. Actual-
mente los dos están atravesando por un estado de de-
silusión. Aunque ellos no lo comprenden, ninguno de
los dos ha aprendido realmente a amar al otro.
Ahora más que nunca, necesitamos un concepto
más adecuado del amor premarital y del amor conyu-
gal. Creo que la Biblia nos proporciona estos concep-
tos. No hay otra fuente que nos ofrezca una perspec-
tiva mejor. Todos los demás enfoques son limitados,
insatisfactorios y finalmente desilusionantes.

El amor «ágape»
Las palabras griegas agapao y agape (español
«ágape») son las que se usan más frecuentemente en
_el Nuevo Testamento para describir el amor. En la
mayoría de los casos, estas palabras se utilizan para
describir actos de amor, es decir, una conducta que.si-
gue ciertos modos porque así debe ser. Aunque el
86 Dimensiones del matrimonio

amor que se describe con la palabra ágape debe ir


combinado normalmente con sentimientos positivos,
es la clase de amor que debe hacer que yo satisfaga
las necesidades de mi cónyuge, sin importar cómo me
sienta personalmente al respecto.
Jesucristo demostró tener este amor de manera ex-
traordinaria cuando sufrió voluntariamente en la cruz,
aun cuando, a nivel de sentimientos, su deseo huma-
no era el de escapar de la agonía que lo esperaba. A
pesar de su dolorosa ambivalencia, hizo lo que creía
y sabía que era la voluntad de Dios.
La experiencia confirma por qué esta clase de
amor tiene que formar la base de todo matrimonio. Si
cumpliéramos nuestras responsabilidades mutuas
solo cuando tuviésemos ganas de hacerlo, con fre-
cuencia dejaríamos sin hacer muchas cosas importan-
tes que contribuyen a la armonía matrimonial. Por
ejemplo, un hombre que se enfrenta a un día realmen-
te duro en la oficina, a fin de ganar el dinero para sus-
tentar a su familia, no siempre —al menos en ese mo-
mento— se enfrenta a sus responsabilidades con mo-
tivación fuerte y emociones positivas. Pero si real-
mente se comporta para con su esposa y su familia co-
mo Cristo lo amó a él, hará lo correcto, a pesar de sus
sentimientos negativos.
Lo mismo es cierto con respecto a la esposa y ma-
dre. Lavar la ropa, preparar los alimentos y limpiar la
casa no son siempre responsabilidades emocionantes.
Y es menos emocionante todavía para el marido pres-.
tarle ayuda, cuando acaba de enfrentarse en la oficina
a un día difícil y agotador. Y cuando el esposo le pide
a su esposa, que ha tenido un día difícil en la casa, que
le ayude con su trabajo, las emociones de ellano sue- -
Cómo aprender a amar 87

len gritar de entusiasmo precisamente, ni sentirá gran


deseo de cooperar.
Los cónyuges intelectualmente maduros saben
que hay momentos difíciles en el matrimonio. Y por
ser sicológica y espiritualmente maduros, su amor
mutuo supera finalmente sus tendencias egoístas. A
menudo cumplen con sus responsabilidades mutuas a
pesar de sus sentimientos negativos. En efecto, el sa-
tisfacernos mutuamente las necesidades en momentos
como esos, es la manera más rápida de llegar a «sen-
tirnos bien» con respecto a nosotros mismos y a.nues-
tra función conyugal.
Por otra parte, el amor ágape es el que hace que los
cónyuges sean sensibles el uno al otro en cuanto a sus
estados de ánimo. Hay momentos en que lo más lleno
de amor sería no exigirle nada a nuestro cónyuge. Y, al
mismo tiempo, lo más lleno de amor que se podría ha-
cer en correspondencia, sería no aprovecharse de la
disposición del cónyuge, a sufrir una necesidad, bien
sea emocional, social, espiritual o física. Aquellos que
de verdad aman de acuerdo con la perspectiva de Dios
y el ejemplo de Cristo, pueden abrirse paso a través de
estas situaciones con sensibilidad, madurez y equili-
brio, y están muy conscientes de que la vida conyugal
no es siempre un lecho de rosas.

El amor «filía» |
Las palabras griegas fileo y filía se usan a menu-
do en el Nuevo Testamento en forma intercambiable
con agapao, pero es evidente que también se usan de
manera distintiva para hacer referencia al amor que es
emocionalmente positivo por naturaleza. El término
fileo está relacionado con la verdadera amistad. Lleva
88 Dimensiones del matrimonio

en sí el deleite y el placer que produce hacer algo. Tal


vez una de las mejores definiciones de esta clase de
amor sea la siguiente: «Un profundo sentimiento
emocional de confianza que se genera en una persona
hacia otra».
Esta es la clase de amor a que Pablo hace referen-
cia en Romanos 12:10 cuando escribe: «Amaos los
unos a los otros con amor fraternal». La palabra grie-
ga que fue traducida como «amor fraternal», es fila-
delfía. Envuelve la idea del amor (filía) hacia los
miembros de la familia. Pero en este contexto, Pablo
estaba empleando la clase de relaciones amorosas que
debe existir entre los miembros de la familia, para
ilustrar las relaciones que deben mantener también
los miembros de la familia de Dios.
En Cristo, los esposos son al mismo tiempo her-
manos. Ellos también deben amarse «los unos a los
otros con amor fraternal». Y esta es una clase especial
de amor. Pablo dejó esto bien claro al usar la expre-
sión «amaos los unos a los otros», que se refiere lite-
ralmente al mutuo afecto que debe existir entre el es-
poso y la esposa, como también entre los demás
miembros de la familia. Otra versión traduce este
consejo: «Amaos tiernamente los unos a los otros co-
mo hermanos cristianos».
- Esto nos lleva a una observación muy importante.
La Biblia usa diferentes palabras para describir el
amor. Aunque no siempre se excluyen mutuamente en
significado, hay algunas distinciones que se relacionan
con el tema de este capítulo: cómo aprender a amar,
Estas distinciones parecen verse más claramente.
en las instrucciones de Pablo para las mujeres en Tito
2:3,4: «Las ancianas asimismo... enseñen a las muje-
$9
res jóvenes a amar a sus maridos». Esta última frase
se tradujo de la palabra griega filandros.
Notemos que en estas instrucciones Pablo da a en-
tender que el amor filía se puede aprender. En otras
palabras, no solo podemos empeñarnos en manifestar
una conducta apropiada para con nuestro cónyuge, si-
no también desarrollar sentimientos positivos, particu-
larmente cuando otras personas nos sirven de modelo.

El amor «eros»
Hay otra palabra griega que se traduce «amor», y
era usada por el pueblo en el siglo primero: la palabra
eros. Generalmente se refería al amor sexual. Es inte-
resante que esta palabra nunca fuera usada por los au-
tores del Nuevo Testamento. Esto no significa que el
amor sexual sea malo o incorrecto, ni que nunca se
haga referencia a él en el Nuevo Testamento. Sin em-
bargo, los escritores bíblicos evadieron sin duda esta
palabra, porque en su cultura se la usaba muy fre-
cuentemente para describir las actividades sexuales
ilícitas. Aunque la comparación no sería totalmente
exacta, hay ciertas palabras que se usan como expre-
siones sexuales en la cultura de nuestros días, y que
en la mayoría de las discusiones públicas correctas
sobre el amor sexual las evitamos. Aunque el pueblo
usa frecuentemente estas palabras para describir y ha-
blar de las actividades sexuales ilícitas en la literatu-
ra, en películas y en chistes, las mismas son conside-
radas como inaceptables, muy especialmente por
“aquellos que consideran que lo sexual es sagrado.
La experiencia erótica, sin embargo, es parte im-
portante del amor conyugal. Sin ella, la vida conyugal
nunca puede ser lo que Dios quiso que fuera. Esta ex-
90 Dimensiones del matrimonio

periencia es aquella dimensión de nuestra personali-


dad que capacita al hombre y a la mujer para atraerse
mutuamente en sus emociones en formas que van mu-
cho más allá de los sentimientos de amistad. Capacita
a los cónyuges para disfrutar el uno del otro en nive-
les de comunicación que bíblicamente están por enci-
ma de lo permitido con los demás seres humanos en
general y con los miembros de la familia en particular.
Esto no significa que los sentimientos eróticos no
emerjan bajo ciertas condiciones para inducir a una
conducta sexual impropia. Las mismas capacidades
que Dios designó para que fueran utilizadas de mane-
ra correcta, algunas veces conducen a la actividad se-
xual premarital, a las relaciones sexuales extramatri-
- moniales, a las relaciones homosexuales y hasta al in-
cesto. Lo importante es que cuando un hombre o una
mujer entren en relaciones eróticas, lo hagan en con-
formidad con la voluntad de Dios. Deben evitarse las
condiciones que conduzcan a la conducta sexual ilíci-
ta. Y si en ocasiones surgen sentimientos sexuales
(los cuales en sí no son malos), evitarse las acciones
mentales y físicas incorrectas que pueden producirse
fácilmente a continuación.
Nuestra cultura actual define a menudo el amor en
función de lo emocional y lo sexual. Por ejemplo, la
letra de las canciones más populares que se refieren a
las relaciones entre hombres y mujeres, se concentra
claramente en los sentimientos sexuales. El tema de la
mayoría de las películas, libros y revistas que presen-
tan relaciones entre hombres y mujeres, también en-
focan esta clase de amor . En consecuencia, cuando
un hombre le dice a una mujer: «Te amo» y la mujer
le contesta: «Yo también te amo», a menudo la esen-

ER AU
A 91
cia de sus sentimientos en ese momento es sexual. Y
más recientemente, en nuestra propia cultura, esta de-
finición de amor se presenta abiertamente en las rela-
ciones homosexuales.
Esto confunde a muchas personas: hombres y mu-
jeres, viejos y jóvenes, casados y no casados. Este era
el problema de Tomás y Diana, a quienes menciona-
mos antes. Víctimas de la cultura de nuestro siglo,
creyeron que estaban enamorados. Hasta cierto pun-
to, pudieran haberlo estado, pero en realidad su rela-
ción se basaba primariamente en sentimientos sexua-
les o eróticos, ideados por Dios para que fueran una
parte vital y legítima del amor ágape y filía. Pero en
el caso de ellos, los sentimientos sexuales estaban
operando en un contexto desprovisto de una com-
prensión reflexiva del amor, que impide que el flujo y
reflujo de los sentimientos eróticos causen desilusión
y confusión. Para mantener su vida conyugal intacta
solo tenían una alternativa. Tenían que aprender a
amarse realmente el uno al otro.

Una perspectiva total


Las Escrituras presentan un concepto tridimensio-
nal del amor. En su más amplio significado, envuelve
actitudes y acciones que son correctas y apropiadas,
sin importar cómo nos sentimos (véase Cuadro 1,
pág. 95). El amor ágape se levanta por encima de sen-
timientos que pueden ser más negativos que positi-
vos. Como ya se dijo, esta es la clase de amor que Je-
sucristo demostró cuando, con un acto de su voluntad,
escogió la cruz. En su condición humana, él experi-
mentó agonía mientras tomaba esta decisión. En rea-
lidad, pidió ser librado de ese sufrimiento que lo es-
92 Dimensiones del matrimonio

peraba (véase Lucas 22:42). Sin embargo, sabía cuál


era la voluntad de su Padre, y murió en la cruz, aun-
que cada gramo de emoción humana que había dentro
de su ser clamaba por su liberación. Entregó volunta-
riamente su vida por los demás.
Esto es lo definitivo en amor (ágape). Y es la vo-
luntad de Dios que todos los cristianos, en todas sus
relaciones, cumplan este principio: «Y andad en
amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí
mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en
olor fragante» (Efesios 5:2). Esto se aplica particular-
mente a los cónyuges.
El amor fraternal (filía) lleva en sí sentimientos po-
sitivos y debe ser siempre parte del amor ágape y estar
guiado por este (véase Cuadro 1, pág. 95). De hecho, el
amor ágape es el que impide que los sentimientos de
afecto lleguen a ser egoístas y exigentes. Muchas
amistades han sido destruidas por personas que tratan
de mantener las relaciones solo para ellas solas.
Esto también ocurre en la vida matrimonial. Tan-
to los esposos como las esposas necesitan tener amis-
tades con otros hombres y mujeres. Un cónyuge celo-
so puede destruir literalmente y hacer pedazos una re-
lación y convertirla en una pesadilla de dolor emocio-
nal. Por otra parte, los cónyuges que se aman verda-
deramente según las normas de Dios, nunca permiti-
rán que amistades extrañas al matrimonio interfieran
en su propia vida conyugal. Los cristianos maduros
que son guiados por el amor ágape, tal como lo defi-
ne la Biblia, pueden mantener este difícil equilibrio.
Los sentimientos y actos eróticos también forman
- parte del círculos de amor bíblico. El amor sexual
(eros) fue hecho por Dios para ser usado y disfrutado

MEAN
Cómo aprender a amar 93

plenamente, pero siempre debe expresarse dentro del


amor ágape y del amor filía (véase la gráfica 1, pág.
95).
Este contexto más amplio es el que mantiene la rela-
ción en su senda. Y solo este contexto amplio evitará
que estos sentimientos sean usados con motivos
egoístas, aun dentro de la relación matrimonial. Ade-
más, es este contexto más amplio el que ayuda al ma-
trimonio a mantener su equilibrio emocional en todos
aquellos momentos en que la vida matrimonial sea
más difícil y exigente.

SEXUALES
94 Dimensiones del matrimonio

El círculo del amor bíblico


Hacer lo que es correcto y mejor para alguien, aun
cuando ello produzca sentimientos negativos.
Responder a las necesidades de alguien con afec-
to y con emociones positivas, pero siempre dentro de
los principios del amor ágape.
Llegar a unirse tanto emocional como físicamente
con la otra persona en lo sexual, pero siempre dentro
de los principios del amor ágape y del amor filía.

Ps
1 e
Capítulo 10

Un ejercicio
para
desarrollar el
amor activo

o hay fórmulas sencillas para aprender a amar


N: otra persona en un sentido total. Ante todo,
se requiere ser obediente a Dios (véase Juan
15:10-12), y muchas veces, esa es una tarea emocio-
nalmente difícil.
Es probable que 1 Corintios 13 presente las di-
mensiones del amor ágape más completamente que
cualquier otro pasaje bíblico. La escala de evaluación
que se halla en la página siguiente le ayudará a medir
su propio crecimiento en la expresión del amor ágape
- para con su cónyuge.

En forma individual
En el ejercicio de la página siguiente, indique, en
96 Dimensiones del matrimonio

una escala del 1 al 10, el grado en que usted ama a su


cónyuge en cada uno de los aspectos señalados. Lue-
go, cuando haya contestado por completo la escala de
evaluación, siga en orden los cuatro pasos señalados.

La dimensión de mi amor ágape


Grado de amor

(1. Paciencia para 12345678910


con mi cónyuge

(12. Bondad hacia 12345678910


mi cónyuge

(13. Ausencia de 12345678910


envidia y celos

(4. Ausencia de 12345678910


jactancia 2
(de humillaciones
dirigidas a mi
cónyuge)

Os. Ausencia de orgullo 123456.789 10


(competencia
con mi cónyuge)

(6. Ausencia de rudeza 12345678910

07. Decisión de no 12345678910


buscar lo mío
(conducta egoísta)
Un ejercicio para desarrollar el amor activo 97

(8. No me enfado 12345678910


fácilmente

(9. No llevo un 12345678910


recuento de las
injusticias que
me hacen

(7 10.No me deleito 12345678910


en el mal (no insisto
en que mi cónyuge
participe en acciones
pecaminosas)

[(711.Me regocijo 12345678910


en la verdad (en
hacer la voluntad
de Dios)

(12.Protejo a mi 12345678910
cónyuge

(713.Confío en mi 12345678910
cónyuge

(0D 14.Veo siempre 12345678910


lo mejor de mi
cónyuge

0 15.Persevero en LIAFAISOS 89 10
hacer el bien
98 Dimensiones del matrimonio

Paso 1
Note los aspectos en que usted es más fuerte. De-
se crédito donde verdaderamente lo merece.

Paso 2
Note los aspectos en que es más débil.

Paso 3
Aísle las situaciones de sus relaciones conyugales
en que más demuestra debilidad.

Paso 4
Establezca una meta específica para cada situa-
ción. Por ejemplo, si usted es impaciente con mucha
frecuencia, complete la siguiente proposición: Esta
semana voy a demostrar más paciencia hacia mi cón-
yuge cuando...

Nota: Tal vez haya razones legítimas que le cau-


sen impaciencia. Sin embargo, no permita que un pro-
blema causado por ambos impida que usted se esfuer-
ce por eliminar sus propias reacciones negativas. Si
usted comienza a cambiar, es muy posible que su cón-
yuge también cambie.

Como pareja
Paso 1
Cada uno de ustedes debe contestar por completo
la escala de evaluación.

Paso 2
Asimismo cada uno debe contestar por completo
la escala de evaluación por su EODYUERs
Un ejercicio para desarrollar el amor activo

Paso 3
Comparen sus respuestas y pongan, cada uno, en
el cuadro que aparece delante de cada número, un sig-
no más (+) para indicar que su cónyuge lo aventaja en
ese aspecto, o un signo menos (-) para indicar que us-
ted aventaja a su cónyuge.

Paso 4
Separen los aspectos que indican fortaleza de los
que indican debilidad:
A. Busquen las discrepancias entre la «evaluación
personal» y la evaluación que haya hechoel cónyuge
por el otro. Los asuntos en los cuales usted marcó el
signo más (+), son los que indican las discrepancias
en las cuales usted deberá concentrarse. Los signos
negativos (-) indican que en esos aspectos usted está
en mejores condiciones que su cónyuge. ¡Anímese!
Nota: Para que la discrepancia sea significativa,
tiene que haber dos puntos o más de diferencia. Por
ejemplo, si su cónyuge marcó el número 5 con res-
pecto a su «grado de paciencia», y usted indicó perso-
nalmente el número 6, consideren que la calificación
es igual. Sin embargo, si hay una diferencia de dos
puntos, hay que estudiar cuidadosamente ese aspecto.
Obviamente, cuanto más amplia sea la separación,
tanto más significativa será la diferencia y tanta más
atención se debe dar a ese aspecto en particular.
B. Al percibir los aspectos que indiquen necesidad,
busquen aquellos en que el círculo aparece del 1 al 6.
En la escala de evaluación de 10 puntos, consideren 7
o más como una buena calificación. Sin embargo, si
sus calificaciones están en su mayoría en el 7 o por en-
cima de ese número, aún hay oportunidad para mejo-
100
rar; pero reconozcan que, si se pueden dar mutuamen-
te este grado de calificación, están logrando un gran
progreso en lo que respecta a aprender a amar.

Paso 5
Cada uno de ustedes debe responder por su cuen-
ta las preguntas que aparecen a continuación.

Paso 6
Compartan cada cual con su cónyuge lo que han
escrito, ya sea en silencio dejando que el otro lea el
escrito, o diciéndoselo en alta voz.
Nota: Decidan entre los dos cuál forma prefieren.

Paso 7
Discutan juntos lo que pudieran hacer para ayudar-
se el uno al otro en los aspectos más débiles. Luego
trácense y pongan por escrito unas metas específicas.

Cuestionario: Estas son preguntas basadas en la


escala de evaluación anterior. Unas son generales, y
otras están dirigidas a su situación particular.

1. ¿Cuáles son los factores que causan mayor difi-


cultad en su matrimonio en cuanto a la paciencia del
uno con el otro?
2. ¿Cuáles son los factores que dificultan en su
matrimonio las demostraciones de bondad?
3. ¿Qué cosas causan envidia en su matrimonio?
4, ¿Qué cosas pueden producir jactancia en algu-
no de ustedes dos y afectar negativamente su relación
matrimonial? eN 2
5. ¿Qué podría causar un orgullo perjudicial?
Un ejercicio para comprender el amor activo 101

6. ¿Hay algo que provoque una conducta ruda en


su relación conyugal?
7. ¿Cuáles son los factores que pueden hacer que
uno de ustedes o ambos sean egoístas ?
8. ¿Qué factores estimulan la ira?
9. ¿Por qué algunos cónyuges llevan un recuento
de todo lo malo?
10. ¿Por qué hay cónyuges que se gozan de la in-
justicia?
11. ¿Qué impide que un esposo o una esposa se
gocen de la verdad?
12. ¿Hay circunstancias en las que ustedes no se
protegen el uno al otro?
13. ¿Qué es lo que destruye la confianza en la vi-
da conyugal?
14. ¿Qué impide que un cónyuge vea lo mejor en
el otro?
15. ¿Por qué algunas parejas dejan de perseverar
en hacer lo bueno?
Capítulo 11

Cómo
comprenderse
mutuamente

odos los seres humanos somos únicos, en pri-


mer lugar por estar hechos a imagen de Dios.
Pero hay algo más: cada uno de nosotros es un
individuo. Y como tales, nuestras necesidades, preo-
cupaciones, intereses, talentos y posibilidades son
únicos.
Pero hay otra diferencia más. Somos específica-
mente masculinos y femeninos. Aunque los hombres
y las mujeres presentamos muchas similitudes, de he-
cho somos diferentes en ciertos aspectos. Y para po-
der satisfacernos las necesidades mutuas, tenemos
que entendernos unos a otros, no solo como indivi-
duos, sino como hombres y mujeres.

Cómo entender a su esposa


-— El apóstol Pedro habló directamente de este asun-
to en su primera epístola, cuando exhortó: «Vosotros,
104 Dimensiones del matrimonio

maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente», O


literalmente, vivid con vuestras esposas «según el co-
nocimiento» (1 Pedro 3:7). Desde un punto de vista
práctico, Pedro les estaba diciendo a los maridos que
eran responsables delante de Dios de estudiar a sus
esposas; de hacer un esfuerzo especial para entender
su condición única y particular. Esto no solo significa
comprenderlas como a seres humanos, sino saber
también que son personas especiales. Pedro continúa
aclarando el asunto.
Su esposa es «una mujer». Viva con ella sabia-
mente, continuó Pedro, «puesto que es una mujer».
En la actualidad, algunas personas están intentan-
do eliminar las distinciones únicas que hay entre
hombres y mujeres. Esto no solo es bíblicamente
erróneo, sino que no puede ser demostrado pragmáti-
camente. Ciertamente, a través de los años se han es-
tablecido diferenciaciones que son absolutamente ab-
surdas, injustas e infundadas. Pero con todo, hay cier-
tas distinciones, aun cuando los hombres, en especial,
han ampliado la brecha mucho más allá de la realidad.
Aunque Adán en primer lugar reconoció a Eva como
un ser humano a causa de las similitudes que tenía con
él, luego descubrió que ella era diferente de él de una
manera única. Era mujer (Génesis 2:23).
Su esposa es un «vaso más frágil». En el versícu-
lo bíblico citado, Pedro también declaró algo que ha-
ce que algunas mujeres se pongan realmente furiosas:
<... vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mu-
jer como a vaso más frágil» (1 Pedro 3:7).
Una vez estaba yo dando una conferencia sobre
este tema en una bien conocida institución de educa-
ción superior. Mientras se desarrollaba la conferencia,
Cómo comprenderse mutuamente 105.

una brillante joven levantó la mano y preguntó: «¿Es-


tá usted seguro de que no hay alguna clase de error en
la traducción? ¿Dice realmente el original griego del
Nuevo Testamento «vaso más frágil»?
Tuve que contestarle a la primera pregunta que no,
y a la segunda, que sí. No, aquí no hay error en la tra-
ducción. Sí, el texto original, del Nuevo Testamento
quiere decir un «vaso más frágil». En otras palabras,
eso fue lo que Pedro dijo realmente.
El problema está en que algunos intérpretes bíbli-
cos han hecho que Pedro diga mucho más de lo que
quiso decir. De hecho, un varón muy mal informado
y prejuiciado escribió una vez, al interpretar esta de-
claración: «Las mujeres son débiles en cuanto al se-
xo, a la constitución de su cuerpo, en cuanto a su
mente y su discernimiento, en cuanto al arte, a la ap-
titud y la sabiduría para conducir los negocios»:
Como hombre, tal declaración me avergijenza. En
efecto, deploro tener que admitir que el que escribió
eso es un colega que también es intérprete de la Bi-
blia. Es de lamentar que algunos hombres crean real-
mente eso. Y así vemos que esto es particularmente
cierto entre los hombres de las religiones no cristia-
nas. Por ejemplo, algunos musulmanes creen real-
mente que la mujer no tiene alma. ¡Pero qué trágico
es cuando personas que afirman creer en la Biblia en-
seña tal necedad! Los hechos demuestran que a me-
nudo las mujeres superan a los hombres en capacidad
mental, resistencia sicológica e incluso física (ellas
viven más tiempo), y en realizaciones tanto científi-
cas como artísticas.
¿Entonces, qué fue lo que Pedro quiso decir real-
mente?La respuesta es muy sencilla. El apóstol se re-
106
fiere al grado de fuerza física que las mujeres tienen
normalmente en comparación con los hombres. Aun-
que hay excepciones, los hombres tienen por creación
más fuerza física. Esto se puede observar hoy fácil-
mente en ciertas clases de actividades atléticas. Aun-
que las mujeres a menudo pueden competir en igual-
dad de condiciones, y aun superar a los hombres en
algunos deportes, como el esquí y el patinaje, raras
veces vemos mujeres capaces de enfrentarse a los
hombres en los deportes más exigentes físicamente,
como el baloncesto, el fútbol y el hockey. Las muje-
res, en este aspecto, son los «vasos más frágiles».
Pero algunos creen que hay un significado más
profundo aún en la declaración de Pedro. La esposa
es la compañera sexual. Hay quienes creen que el sig-
nificado más básico y literal de este versículo tiene
que ver con el «vaso más frágil» en la relación sexual.
En otras palabras, cuando Pedro escribió: «Vivid con
(morad junto con) ellas sabiamente», ante todo se es-
taba refiriendo a la relación sexual. En este caso, Pe-
dro estaría diciendo lo siguiente: «Marido, cuando
tengas relaciones sexuales con tu esposa, hazlo con
entendimiento y delicadeza, recordando que ella co-
mo mujer no es tan fuerte como tú». :
Personalmente, yo no restringiría lo que Pedro te-
nía en mente a esta interpretación, aunque esta clase
de comprensión ciertamente es inherente a lo que di-
jo. Cualquier marido cristiano que sea insensible ante
la capacidad física de su esposa en este aspecto más
íntimo de la vida, es en realidad un egoísta y un in-
comprensivo. Y por supuesto, hay mucha variación
entre las mujeres en lo relacionado con su fortaleza fí-
sica real y su respuesta sexual. Esto también debe te-
107
nerse en cuenta, si el marido cristiano ha de obedecer
a Dios y «vivir con su mujer sabiamente».
Pero tan importante como comprender la constitu-
ción física de la mujer, si no más, es comprender sus
necesidades emocionales. Esto ciertamente tuvo que
estar incluido en el precepto de Pedro. Digo esto, por-
que la observación confirma su importancia una y
otra vez. Personalmente, he visto muchas situaciones
en que una esposa ha sido tratada insensiblemente a
lo largo de un período de tiempo, generalmente du-
rante varios años. A su vez, ella ha intentado tolerar la
situación lo mejor que ha podido. Sin embargo final-
mente, sus sentimientos de amor mueren, se entume-
cen o se vuelven negativos. En algunos casos, ella da
la vuelta de repente y se aparta de la vida matrimo-
nial, dejando asu marido boquiabierto. Cuando este
le pregunta por qué, descubre por primera vez que
ella se ha sentido herida y ha albergado resentimien-
tos durante años, a causa de la insensibilidad de él an-
te sus sentimientos.
—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunta él.
—Traté de hacerlo —contesta ella—. Pero tú no
me escuchabas. Ahora es demasiado tarde. +
Infortunadamente, cuando una mujer cree real-
mente que es demasiado tarde, es muy difícil cambiar
su manera de pensar.
Obviamente, la mayoría de estas situaciones son
problemas creados por los dos a la vez. Hay falta de
ambos lados. Pero esto afirma la necesidad de que el
marido debe entender a su mujer.

Cómo entender a su esposo ,


Aunque Pedro no les dice a las esposas específica-
108
mente que «vivan con sus esposos sabiamente»; esto
está implicado con claridad en lo que dice.
En el capítulo 3, versículos 1-6, Pedro se refiere
específicamente a las relaciones de una esposa cristia-
na con un esposo no cristiano. Este era un problema
particular que había entre aquellos a quienes Pedro
estaba escribiendo. Evidentemente, un buen número
de mujeres se estaban haciendo seguidoras de Cristo,
en tanto que sus maridos paganos no respondían al
mensaje del cristianismo. Pedro exhortó a esas muje-
res a que se sometieran a sus respectivos maridos, es
decir, que no les hicieran resistencia ni fueran rebel-
des. Además, debían demostrar la realidad del cristia-
nismo principalmente con su estilo de vida, más bien
que con declaraciones teológicas. Definitivamente,
debían ser sexualmente leales a sus maridos, aunque
algunas ciertamente estarían tentadas a comprometer-
se con hombres cristianos que fueran más comprensi-
vos y sensibles. Y en vez de destacarse por los ador-
nos externos, debían poner de relieve sus cualidades
internas: «Un espíritu afable y apacible».
Las instrucciones específicas que Pedro les dio a
esas mujeres, entrañan de parte de ellas una conducta
que refleje una aguda comprensión de la personalidad
varonil, que es única. Irónicamente, a los hombres se
los ha clasificado a menudo como superiores a las
mujeres. En este pasaje Pedro implica que, por lo me-
nos en un aspecto de la vida, los hombres parecen ser
inferiores, particularmente en lo que se E a la
fortaleza del ego.
El ego masculino es una dimensión muy sensible
en todo hombre. Aunque a menudo refleja fortaleza,
es frecuente que eso no sea sino una cubierta para la
Cómo comprenderse mutuamente 109

debilidad y los sentimientos de inseguridad. Cuando


una mujer hiere el ego masculino, o lo pasa por alto,
solo está agravando el problema, porque no está vi-
viendo «sabiamente» con su marido.
Por implicación, parece que Pedro estaba versan-
do sobre este aspecto de la personalidad masculina.
Estaba exhortando a esas mujeres a que fueran sensi-
bles ante este problema único. Así como el marido de-
be ser sensible a la falta de fortaleza física de la mu-
jer, esta debe ser sensible a la falta de fortaleza del
ego del hombre.
Esta observación la he podido verificar vez tras
vez, en mi propia experiencia como consejero de ma-
trimonios que tienen dificultades en sus relaciones.
La mujer que hiere, o pasa por alto, las necesidades
del ego del hombre, en algunos casos puede llegar a
incapacitarlo realmente. Por ejemplo, puede que lle-
gue a no ser capaz de realizarse sexualmente; o si
puede realizarse, no pueda hacerlo en forma sensible
y compasiva. Además, puede llegar a aislarse y dejar
de ser comunicativo; o llegar a sentirse disgustado o
resentido, lo cual interfiere en su capacidad para ser
emocionalmente sensible y comprensivo.
En estas situaciones, el hombre es también suma-
mente vulnerable. Es tentado fácilmente a tener rela-.
ciones extramatrimoniales, por alguna mujer que en-
tienda las necesidades de su ego. Irónicamente, la
mayoría de las prostitutas que tienen éxito, son maes-
tras en eso de entender a los hombres en este aspecto
_ de su personalidad. Y esto también explica por qué al-
gunos hombres, aun cristianos, lo dejan todo: una
buena esposa cristiana, los hijos, el hogar, la posición -
y la comodidad económica, para irse a vivir con otra
SS
110
mujer. En ese momento de su vida, para ellos es más
importante que cualquier otra cosa en el mundo, in-
cluso el cristianismo, que su ego sea satisfecho. ¡Esto
es trágico, pero cierto! He visto ocurrirle esto a algu-
nos conocidos. :
La relación vital con Jesucristo, por supuesto,
puede cambiar al hombre. Pero la conversión al cris-
tianismo y el deseo de vivir conforme a la voluntad de
Dios, no elimina automáticamente el problema que
cada hombre tiene con la naturaleza que heredó de
Adán. Esta es la razón por la cual Pedro se dirige aho-
ra (3:7) a los esposos cristianos, y los exhorta a vivir
con sus esposas «sabiamente», y a darles honor «co-
mo a coherederas de la gracia de la vida».
Pero como sucede con toda relación en la vida, és-
ta es una calle de doble vía. Todo hombre necesita a
una mujer que comprenda, más que cualquier cosa,
las necesidades de su ego. Y toda mujer necesita un
hombre que comprenda su «unicidad» como mujer. A
través del mutuo entendimiento, pueden crecer jun-
tos, y satisfacer mutuamente sus necesidades, cuales-
quiera que sean.
Pedro concluye sus instrucciones a todos en gene-
ral, y a los casados en particular, de la siguiente ma-
nera: «Finalmente, sed todos de un mismo sentir,
compasivos, amándoos fraternalmente, misericordio-
sos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni mal-
dición por maldición, sino por el contrario, bendicien-
do, sabiendo que fuisteis llamados para que hereda-
seis bendición» (1 Pedro 3:8,9).

de>
Capítulo 12

Un ejercicio
para
desarrollar
unamor
sensible
a consideramos las tres dimensiones del
amor, que se presentan y se ilustran en la Bi-
blia (véase el Cuadro 1, pág. 95). En sentido
general, el amor ágape implica hacer lo que es justo
y mejor para alguien, aun cuando eso produzca en no-
sotros sentimientos negativos. El amor filía a menudo
se refiere a aquella dimensión que responde a las ne-
cesidades de alguien afectivamente y con emociones
positivas. El amor eros comprende una respuesta se-
xual.
112 Dimensiones del matrimonio

Ciertamente hay muchos casos en que tenemos


que demostrar el amor a nivel de acción, aunque no
sintamos el deseo de demostrarlo (es decir, si el ma-
trimonio ha de funcionar), pero no es la voluntad de
Dios que nuestra vida conjunta como marido y mujer
se caracterice esencialmente por los sentimientos ne-
gativos. Más bien, debemos disfrutarnos el uno al
otro; y no solo soportar una dolorosa relación.
Es probable que el 99 por ciento de todos los se-
“ res humanos de nuestra cultura entren en el matrimo-
nio con sentimientos muy positivos. Lamentablemen-
te, estos sentimientos a menudo están fundamental-
mente orientados hacia lo físico y no reflejan un amor
amplio basado en una comprensión madura. Por for-
tuna, muchas de estas parejas pronto aprenden a
amarse en un nivel más profundo. Por otra parte, lo
que comenzó como una fuerte atracción física, en al-
gunos casos desaparece con rapidez y se-convierte en
resentimiento e ira. A
¿Cómo puede un matrimonio, sea cual fuere el ni-
vel en que comenzó en lo que respecta al amor, crecer
y madurar en el nivel de los sentimientos? Viviendo
juntos de una manera comprensiva. Solo cuando los
esposos llegan a conocerse emocionalmente el uno al
otro, pueden ayudarse mutuamente en el nivel de las
emociones. Esto implica aprender a comunicarse al
nivel de los sentimientos. El siguiente ejercicio tiene
por objeto ayudarle a lograr esa.méta.

En forma individual
Si su cónyuge no está interesado en la comunica-
ción a este nivel, usted tiene ante sí un desafío difícil.
Pero no se rinda antes de hacer su mejor intento. Tal
-
Un ejercicio para desarrollar un amor sensible

vez su cónyuge no entiende sus sentimientos, porque


usted tampoco entiende los suyos.

Paso 1
Determine cuáles son los aspectos que crean la
mayor dificultad en su comunicación conyugal. Con-
teste a los tres planteamientos siguientes con toda la
sinceridad posible.
1. Anote los aspectos en que usted se comunica
bien con su cónyuge. Es decir, aquellos en que pue-
den dialogar y llegar a conclusiones objetivamente,
de una manera clara y con entendimiento.
2. Anote después los aspectos en que usted tiene
dificultad para comunicarse con su cónyuge. Es decir,
aquellos que cree que generalmente crean incompren-
sión y dificultades emocionales.
3. Escriba por último aquellos aspectos en los cua-
les cree que se comunica con su cónyuge muy super-
ficialmente o que no se comunica en absoluto.

Paso 2 pS
Analice su estilo de comunicación. ¿Cómo se co-
munica con su cónyuge? ¿Es usted un comunicador
positivo o negativo? El siguiente ejercicio lo ayudará
en esta evaluación personal. Haga una marca (/) en el
cuadrito que encabeza cada declaración para indicar
cuál enfoque caracteriza más frecuentemente su esti-
lo de comunicación.

Cuando usted expresa sus opiniones o deseos...


¿dice así?: ¿o así?:
O Recoge tu... O ¿Me harías el favor
A de recoger...?
114
J ¿Por qué no...? O ¿Has pensado
en tratar de...?

O Vámonos... O ¿Te parece que


nos vayamos?

O Tiene que haber O Tal vez harías


una manera mejor mejor si...
de hacer eso.

O ¡Qué bien conoces O me alegro de que


la manera de me hayas dejado
herirme! saber exactamente
como te sientes.

O ¡No te metas! Me alegro de que


te sientas en
libertad de
hacerme esta
clase de preguntas,
aunque sean
dolorosas para mí.

O Gracias por e] Ciertamente


hacerlo... lo hiciste muy bien.

O me alegro de que O Admiro la manera


al fin hayas en que usas tu
terminado. tiempo para
terminar
tareas como...
Un ejercicio para desarrollar un amor sensible ES

LO me alegro de L] Fue muy delicado


que por fin... de tu parte que lo
hicieras...
O me alegro [] Me encantó comer
de que al fin fuera de casa.
hayamos salido Gracias por
a comer. llevarme.

O Gracias por O Cocinas muy bien.


la comida. La comida
estuvo deliciosa.

Nota: Recuerde que usted se convierte automáti-


camente en un comunicador negativo, si no dice nada
cuando pudiera expresarse de una manera positiva.
En vista de este pequeño ejercicio, ¿cómo clasifi-
caría usted su estilo de comunicación? ¿Es más posi-
tivo que negativo? ¿Es más negativo que positivo? Su
meta debe ser llegar a ser tan sinceramente positivo
como le sea posible. Cuando esto ocurra, se sorpren-
derá de todos los cambios que tendrán lugar en su
- cónyuge.

Nota: No manipule. Por esto le dije que debe ser


sinceramente positivo. ¡Y recuerde! Usted puede ser
sincero, aunque tenga que obligarse emocionalmente
a ser positivo. Cuanto más practique, tanto más fácil
y más natural será. Y tan pronto como sea a su vez es-
timulado positivamente por su cónyuge porque usted
mismo ha sido positivo, el proceso se hará más natu-
ral y fácil aún.
116
Como pareja
Ejercicio inicial:

Paso 1
Es importante que aprendan a compartir e inter-
cambiar sentimientos. Para lograr esta meta, dediquen
15 minutos por separado para hacer las observaciones
del primero de los ejercicios anteriores.

Paso 2
Ahora, cuando ya hayan anotado sus respuestas a
estas preguntas, compártanlas. Cada uno lea lo que ha
escrito su cónyuge. Luego, discutan las respuestas,
comenzando con la número 1. Pasen luego a la núme-
ro 2, y finalmente, a la 3, Traten de hallar las diferen-
cias de opinión y también los puntos en que estén de
acuerdo. Hagan un esfuerzo por descubrir por qué
existen las diferencias.

Paso 3
Analicen su estilo de comunicación mutua, usan-
do el segundo ejercicio.

Paso 4
Cuando cada uno ya haya terminado por comple- -
to la evaluación de su estilo de comunicación, evalúe
el estilo de comunicación de su cónyuge.

Paso 5
Compare su evaluación de su propio estilo de co-
municación, con la que hizo de usted su cónyuge.
Un ejercicio para desarrollar un amor sensible e dr

Paso 6
Utilice estas evaluaciones para hacer un estudio
sobre el concepto que tiene cada uno de su estilo de
comunicación, en comparación con el concepto que
tiene su cónyuge sobre el mismo. Vean cuáles aspec-
tos están de acuerdo y cuáles en desacuerdo. Dialo-
guen sobre el motivo de ese desacuerdo y cómo pu-
dieran hacerse más sensibles y comprensivos en su
comunicación mutua.

Paso 7
Cuando hayan realizado por completo los pasos
precedentes, decidan llegar a metas concretas para
mejorar emocionalmente y expresen por escrito su
decisión. Si les es necesario, consulten lasiguiente
lista de emociones positivas y negativas, para decidir
cuáles son más urgentes.

Emociones Emociones
positivas negativas

complacencia ansiedad
comprensión temor -
esperanza soledad
ternura incertidumbre
orgullo inseguridad
cercanía confusión
entusiasmo tristeza
- felicidad rechazamiento
contentamiento ira
confianza * aburrimiento
aceptación impotencia
118
agradecimiento susto
afecto frustración
excitación sexual frigidez
anhelo necedad
entusiasmo desconcierto
calma apatía

Nota: Tal vez sea necesario en su vida matrimo-


nial que este proceso continúe indefinidamente. De
hecho, es un buen ejercicio para que un matrimonio
sea aún mejor.
Capítulo 13

Cómo
satisfacer las
necesidades
sexuales
ingún concepto es más claro en la Biblia, que
el hecho de que el hombre fue acondicionado
por Dios para satisfacer las necesidades se-
xuales de la mujer, y viceversa. Para muchas perso-
nas, esto establece una tensión. A través de la historia,
los seres humanos no han resuelto muy bien esta ten-
sión, sobre todo porque no han estado conscientes de
las perspectivas totales de Dios con respecto al matri-
monio, tal como las revela la Biblia. Y si acaso están
conscientes de esos principios divinos, se niegan a se-
guirlos. Lamentablemente, no podemos pasar por al-
to las leyes de Dios sin sufrir las consecuencias. Aun-
que los resultados iniciales de la desobediencia pue-
dan recompensar emocionalmente, los resultados de-
finitivos, aun en esta vida, siempre desilusionan y a
120 Dimensiones del matrimonio

menudo son devastadores. En nuestro estudio, hemos


estado considerando hasta el momento la visión total
de Dios en cuanto al matrimonio. Esto es vital, por-
que no podremos comprender la función sexual, y ser
a la vez cónyuges que satisfacen y se satisfacen se-
xualmente, a menos que tengamos esta amplia pers-
pectiva. Todos los manuales que existen en el mundo
sobre la vida sexual juntos, no resolverán los proble-
mas sexuales, ni mejorarán las relaciones sexuales a
largo plazo:
* a menos que los esposos estén en proceso de lle-
gar a ser emocional y espiritualmente uno;
* a menos que hayan dejado padre y madre, tanto
emocional como espiritualmente; ;
* a menos que estén aprendiendo a amar como
Cristo amó;
* a menos que estén experimentando la sumisión
mutua;
* a menos que estén aprendiendo a ámar tanto a
nivel de acción como a nivel de sentimientos;
* a menos que estén aprendiendo a entenderse
mutuamente, no solo como hombre y mujer, sino tam-
bién como individuos con personalidad única.
Solo cuando practican estos principios en su vida
matrimonial, pueden disfrutar de la expresión sexual
tal como Dios la diseñó. Estos principios divinos
ofrecen el fundamento que hace que el disfrute sexual
perdure y mejore. Además, también capacitan a la pa-
reja para impedir que los sutiles deseos egoístas des-
truyan lo que Dios quiso que fuera una experiencia
mutuamente satisfactoria.
Antes de hablar sobre los modos específicos en
que podemos llegar a ser mejores cónyuges desde el
Cómo satisfacer las necesidades sexuales 121

punto de vista sexual, echemos una mirada a lo que


Dios dice, primero con respecto a la pureza moral, y
luego, con respecto a la satisfacción mutua de las ne-
cesidades sexuales.

El compromiso moral
Una vez que dos personas se casan, las leyes de
Dios protegen su matrimonio. Así ha sido desde el co-
mienzo de la creación. Dios hizo estas leyes absoluta-
mente claras cuando dio sus mandamientos entre
truenos y relámpagos desde el monte Sinaí (véase
Éxodo 20:14-17)
«No cometerás adulterio». El mundo en general
nunca ha aceptado esta ley. Es una práctica común fre-
cuente que el hombre casado tenga relaciones sexua-
les regulares con otras mujeres aparte de su esposa.
Una noche, mi esposa y yo estábamos cenando en
el hogar de una joven pareja. Él era norteamericano,
pero ella había nacido y se había criado en otra cultu-
ra. La conversación giró en torno al estilo de vida del
país de ella, particularmente en lo relativo a las cos-
tumbres sexuales. Cuando pregunté a la joven con res-
pecto a algunos aspectos específicos de la conducta de
los hombres casados, y cómo la misma afecta su vida
matrimonial, ella me respondió: «¡Ah, en nuestra cul-
tura las esposas son muy tolerantes con sus maridos!»
En esencia, lo que estaba expresando era una rea-
lidad que ha prevalecido durante siglos en muchas
partes del mundo, que no han sido influidas de mane-
ra significativa por los valores de la cultura judeocris-
tiana. Lo que en realidad estaba diciendo era que a
aquellas mujeres les quedaba una alternativa muy re-
ducida, especialmente si querían sobrevivir económi-
122 Dimensiones del matrimonio

ca y socialmente. Es parte del sistema cultural que un


hombre tenga más de una mujer en su vida, y poco
pueden hacer las esposas, fuera de aceptarlo como
una realidad.
En efecto, en algunas partes de la cultura del pri-
mer siglo, las esposas podían llegar a ser sentenciadas
a muerte por sus maridos, por rebelarse abiertamente
contra el estilo de vida libre y licencioso de ellos.
Cuando Pablo y otros comenzaron a predicar el Evan-
gelio de Cristo en la cultura pagana del primer siglo,
esos líderes cristianos del Nuevo Testamento se trope-
zaron con algunos de estos problemas. Pero, junto con
el mensaje de salvación, enseñaron una nueva ética
——£n realidad la más antigua— con respecto al matri-
monio. Según la voluntad de Dios, los esposos cristia-
nos debían ser leales sexualmente el uno al otro. No se
debían tener relaciones íntimas fuera del matrimonio.
«... Sea ... marido de una sola mujer». Cuando Pa-
blo les escribió a Timoteo, que se hallaba en Efeso, y a
Tito, que estaba en Creta, estableció cuáles debían ser
las características de los líderes espirituales de la igle-
sia. En ambos pasajes de la Biblia, la característica de
ser «marido de una sola mujer» sobresale al comienzo
de la lista de cualidades (1 Timoteo 3:2; Tito 1:6).
¿Qué era lo que Pablo quería decir? Realmente, la
expresión «marido de una sola mujer» puede traducir-
se también «hombre de una mujer». De hecho, esta
última expresión puede expresar de forma más ade-
cuada lo que Pablo quiso decir originalmente. Era
muy común que un hombre de aquella época y cultu-
ra no solo tuviera una esposa, sino también otras mu-
jeres a las que visitaba regularmente para satisfacer su
apetito sexual. Con frecuencia era la prostituta del
Cómo satisfacer las necesidades sexuales 123

templo local. También podía tener acceso a la escla-


va, que era considerada como parte de la propiedad
familiar. En la mayoría de los casos, la esposa estaba
bien enterada de las andanzas extramatrimoniales de
su marido. Las otras mujeres le servían para divertir-
se y jugar. A la esposa le tocaba cuidar la casa, dar a
luz los hijos y criarlos. Y realmente era muy poco lo
que podía hacer para remediar esa situación. Tenía
pocas alternativas en su cultura. Era una realidad más
en su vida.
Pero el mensaje y el impacto del cristianismo
produjeron un cambio. De hecho, desde el comienzo
Dios tenía establecido que el hombre tuviera solo
una mujer en su vida y la mujer solo un-hombre.
Aunque permitió que en el Antiguo Testamento se
violara este plan divino, tales violaciones no estaban
en conformidad con su voluntad perfecta. Y siempre
que su plan era violado, aparecían los celos, se fo-
mentaba la desunión, había corazones quebrantados
y se creaban otras dificultades. Lo que acabo de de-
cir está ampliamente ejemplificado en la vida de
personajes del Antiguo Testamento como Abraham,
Jacob, David y Salomón.
«... cualquiera que mira a una mujer para codi-
ciarla, ya adulteró con ella en su corazón». Este
mensaje del cristianismo no solo reforzó el plan ini-
cial de Dios, sino que estableció una norma aún más
elevada de moralidad. Cuando Jesús se enfrentó a los
fariseos con respecto a las relaciones existentes entre
el marido y la mujer, les dijo que en realidad mirar a
una mujer para codiciarla, era lo mismo, ante los ojos
de Dios, que haber cometido ya el adulterio en el co-
razón. En otras palabras, el adulterio no era necesaria-
124 y Dimensiones del matrimonio

mente el acto sexual, sino también el mero plan de en-


trar en esta actividad (véase Mateo 5:27,28).
No se me entienda mal. Jesús no dijo que cada vez
que un hombre (o una mujer) tiene una tentación se-
xual, está en pecado. Tener tentaciones no es en sí co-
meter adulterio en el corazón. El adulterio, según Je-
sús lo definió, se comete cuando un hombre o una
mujer miran realmente a alguien del otro sexo y se ha-
cen idea de entrar en contacto sexual con esa persona
que no es su cónyuge. En el momento en que uno se
mueve en esa dirección, el deseo de entrar en contac-
to sexual se convierte en adulterio delante de Dios.
Todo cristiano, hombre o mujer, tiene que estar en
guardia contra esta clase de conducta. El hecho de
quedarse mirando a una persona, del otro sexo parti-
cularmente cuando la mirada es prolongada y reflexi-
va, fácilmente puede llevar a la codicia, tal como Je-
sús la definió. La tentación puede convertirse rápida-
mente en pecado. Somos seres humanos, y todos so-
mos tentados. Esto es particularmente cierto con res-
pecto a los hombres, los cuales por lo general tienen
una mayor orientación visual que las mujeres. Y el
hecho de vivir en una cultura que usa todos los me-
dios posibles para estimular estas capacidades natura-
les, crea muchas situaciones tentadoras todos los días.
Sin embargo, no es inevitable pecar contra Dios ni
contra nuestro cónyuge. No tenemos por qué codiciar
a nadie. Con la ayuda de Dios podemos dominar
nuestros pensamientos. Y parte del plan divino para el
matrimonio consiste en que las necesidades sexuales
sean satisfechas con do dentro del vínculo
matrimonial.
Cómo satisfacer las necesidades sexuales es ui

La práctica de relaciones
sexuales regulares
La Biblia enseña clara y directamente que Dios tu-
vo en mente que las relaciones sexuales regulares fue-
ran parte natural y normal del matrimonio. Probable-
mente fuera el apóstol Pablo el que habló más especí-
ficamente a este respecto que cualquier otro autor bí-
blico. Al escribirles a los corintios, les dijo. «El mari-
do cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimis-
mo la mujer con el marido. La mujer no tiene potes-
tad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampo-
co tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, si-
no la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por
algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocupa-
ros sosegadamente en la oración; y volved a juntaros
en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vues-
tra incontinencia» (1 Corintios 7:3-5).
Para entender las razones por las cuales Pablo fue
. tan franco en este caso con respecto a lo sexual y al
matrimonio, tenemos que entender antes algunos he-
- chos históricos y culturales. La ciudad de Corinto era
famosa, aun en el mundo pagano romano, por su baja
moral. En la época de Pablo, era una ciudad grande y
creciente, y tenía una población que sobrepasaba las
100.000 personas. Sin embargo, su población era flo-
“tante; estaba formada en gran parte por hombres de
negocios que viajaban, marineros y funcionarios del
gobierno. La conducta sexual ilícita era desenfrenada.
A la degradación moral de Corinto se agregaba el
hecho de que la prostitución religiosa era parte de sus
prácticas de culto. La historia registra que en el pri-
mer siglo estaban empleadas en la prostitución reli-
126 Dimensiones del matrimonio

giosa por lo menos unas 1000 sacerdotisas, las cuales


cumplían sus funciones religiosas fuera del templo de
Afrodita. Eran fácilmente accesibles y estaban siem-
pre a la disposición, y proporcionaban cualquier cla-
se de experiencia sexual que cualquier hombre o mu-
jer quisiera, de día o de noche.
Fue en medio de ese ambiente que Pablo predicó
el evangelio de Jesucristo en su segundo viaje misio-
nero. Como fuera rechazado por muchos de sus com-
patriotas judíos, se volvió a los gentiles paganos de
aquella ciudad. Lucas registra el hecho de que «mu-
chos de los corintios, oyendo, creían y eran bautiza-
dos» (Hechos 18:8). En consecuencia, los que forma-
ron la iglesia de Corinto eran en su mayoría personas
paganas, muchas de las cuales se habían convertido a
Cristo, dejando atrás una vida de prostitución, de re-
laciones adúlteras, de homosexualidad y de otra serie
de actos delictivos. En efecto, Pablo aclara esto muy
bien en su primera epístola a los corintios, cuando les
dice: «No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni
los adúlteros, ni los afeminados, ni los que sé echan
con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los bo-.
rrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, here-
darán el reino de Dios. Y esto erais algunos» CL Co-
rintios 6:9-11).

Prácticas ascéticas
Había otro problema más en Corinto. Había allí
algunos filósofos religiosos que enseñaban prácticas
ascéticas, entre las cuales se incluía la doctrina según
la cual es mejor no casarse, y en consecuencia, abste-
nerse de toda actividad sexual. Esta filosofía también
ejerció su influencia sobre los nuevos cristianos de

e
Cómo satisfacer las necesidades sexuales 127

Corinto. Algunos de esos creyentes, en evidente error


formaron una amalgama entre las enseñanzas de Pa-
blo sobre la moral y esa práctica pagana. Y puesto que
sin duda la mayoría de esos cristianos ya eran casa-
dos, intentaron practicar la abstinencia sexual dentro
de la vida conyugal, pensando que eso los haría más
aceptables ante Dios. Tal vez su anterior estilo de vi-
da, tan inmoral, hizo que reaccionaran exagerada-
mente ante las enseñanzas de Pablo sobre la morali-
dad. Además, es probable que algunos de esos filóso-
fos paganos hayan comenzado a hacer discípulos en-
tre esos nuevos cristianos.
Pablo se enfrentó a ese problema reconociendo que
.el estado de soltería era bueno y correcto, si la perso-
na pensaba que ése era un don que Dios le- había dado
(véase 1 Corintios 7:7-9). Y eso sería especialmente
cierto, si la persona pensaba que podía mantener una
vida de pureza moral como soltera, viviendo en medio
de ese ambiente tan inmoral (ver 1 Corintios 7:1,2).
Pero entonces Pablo aclaró muy bien, que Dios había
ideado el matrimonio como un contexto legítimo en el
que los hombres y las mujeres podían y debían expre-
sar sus sentimientos sexuales de manera franca, libre y
sin sentido de culpa. Además, les señalaba a los corin-
tios que, puesto que los problemas de ellos involucra-
ban a hombres y mujeres que ya estaban casados, no
debían en forma alguna negarse sexualmente a sus
cónyuges. Les advirtió que, si lo hacían, estarían pre-
parando el escenario para que Satanás viniera a tentar-
los a entrar en relaciones sexuales ilícitas.
La Biblia es muy práctica en el aspecto sexual. En
esencia, Dios dice que el hombre y la mujer tienen ne-
cesidades sexuales. Además, el matrimonio es la con-
128 Dimensiones del matrimonio

dición en que estas necesidades deben ser satisfechas.


Y cada cónyuge es responsable de asegurar que esas
necesidades sean satisfechas. En caso de que los es-
posos decidieran abstenerse del sexo, debían hacerlo
por mutuo acuerdo y solo por un tiempo y por razo-
nes espirituales. Notemos, sin embargo, que Pablo no
interpreta la ausencia de la actividad sexual como un
medio que conduzca por sí solo a mayor santidad.
Mas bien, la abstención temporal simplemente conce-
dería más tiempo para concentrarse en la oración.

El principio universal
En las instrucciones que Pablo les dio a los corin-
tios, que se enfrentaban a algunos problemas particu-
lares de su propia cultura, está inherente un principio
universal que es aplicable a todo matrimonio a partir
de Adán y Eva. Cuando un hombre y una mujer deci-
den unirse en santo matrimonio, se echan encima la
responsabilidad especial de satisfacerse mutuamente
las necesidades sexuales. Parafraseando las palabras
de Pablo, diríamos que, puesto que sus cuerpos ahora
se pertenecen el uno al otro, no han de negarse se-
xualmente. Sin embargo, tenemos que agregar de in-
mediato, que es importante interpretar este precepto a
la luz de las otras normas y principios bíblicos que
Dios nos da en su Palabra en relación con el matrimo-
nio, y que ya estudiamos en los anteriores capítulos.
La exhortación de Pablo a los corintios, si se saca de
su contexto general de la Biblia, se puede utilizar en
forma egoísta e insensible. Y si se la usa de este mo-
do, puede destruir literalmente al cónyuge en el senti-
do emocional, y con el tiempo, llegar a destruir el
mismo matrimonio.
+4
Cómo satisfacer las necesidades sexuales 129

El círculo del amor bíblico


Los principios esbozados en los anteriores capítu-
los se pueden resumir dándole de nuevo una mirada a
la definición bíblica del amor (ver el Cuadro 1,
pág. 95). La mayoría de los pasajes del Nuevo Testa-
mento referentes al amor, no aluden a la expresión se-
xual en sí. Más bien, en la mayoría de los casos, se re-
fieren al amor ágape, el que hace lo que es justo y
mejor para el otro, aunque le produzca sentimientos
negativos. Estrechamente relacionado con el amor
ágape está el amor filía, la reacción amistosa ante las
necesidades de alguien, llena de afecto y de emocio-
nes positivas, pero siempre dentro de los principios
del amor ágape. En la mayoría de los casos, es la vo-
luntad de Dios que el amor ágape y el amor filía coin-
cidan. Pero la Biblia da por sentado claramente que
hay ocasiones en las cuales tenemos que hacer algo
por alguien, porque es justo y no porque deseemos
hacerlo. -
Esto nos presenta un problema cuando se trata del
amor eros, que comprende la unión sexual, física y
emocional con la otra persona. Los hombres en espe-
cial y por lo general no pueden funcionar sexualmen-
te sin sentimientos eróticos. Lamentablemente, sin
embargo, pueden experimentar esos sentimientos eró-
ticos a un nivel puramente egoísta, y con cualquier
mujer que esté sexualmente disponible. Para decirlo
- simplemente, es fácil para los hombres entrar en el
«amor» erótico fuera del círculo del amor bíblico
(véase el Cuadro 1, pág. 95). La historia de la prosti-
tución femenina confirma este punto.
En cierto sentido, las mujeres tienen esta misma
capacidad, pero no en el mismo grado que los hom-
f
130 Dimensiones del matrimonio

bres. Esta es la razón por la cual la mayor parte de los


preceptos bíblicos con respecto a la pureza moral, se
dirigen a los hombres (Éxodo 20:17; Mateo 5:28; 1
Timoteo 3:2; Tito 1:6). Si hablamos en sentido gene-
ral, es un hecho de la vida que, cuando se trata del se-
xo, los hombres tienen una orientación más visual y
erótica. Se excitan más fácilmente, se orientan más
hacia lo físico y son más vulnerables a la tentación.
Toda agencia moderna de publicidad está bien entera-
da de esta realidad.
Las mujeres, a su vez, se orientan más hacia lo
emotivo. Aunque son muy capaces de ser intensamen-
te eróticas, por lo general responden sexualmente al
hombre que les ofrece seguridad, que entiende sus
profundos sentimientos, que es delicado, tierno y
compasivo. Normalmente se lanzan a las relaciones
extraconyugales cuando se sienten airadas, solas, in-
seguras, infelices o insatisfechas.
Nota: Los hombres también son vulnerables cuan-
do se presentan estos estados emocionales. Sin em-
bargo, un hombre también puede decidir tener rela-
ciones sexuales extramatrimoniales, simplemente
porque tiene una necesidad física. Con esto no estoy
diciendo que algunas mujeres no hagan lo mismo, pe-
ro suelen ser la excepción, más bien que laregla.
¿Qué significa todo esto en un matrimonio en que
tanto el esposo como la esposa estén comprometidos
con los valores cristianos? El siguiente capítulo trata
de responder a esta pregunta.
Capítulo 14

Un ejercicio
para
desarrollar
el amor sexual

l conocimiento sexual mutuo en una relación


E sis es una de las aventuras más grandes
que Dios ideó para los matrimonios. Aun cuan-
do el espíritu creador en este aspecto de la vida con-
yugal tiene que desarrollarse sensiblemente tanto
dentro del contexto del amor ágape (de acción) como
del amor filía (de sentimiento), lo ciertoes que ofre-
ce en sí mismo unreto para toda la vida. Como cual-
quier actividad de la vida, las relaciones sexuales pue-
den llegar a ser rutinarias e insignificantes para la pa-
reja. Este capítulo tiene por objeto ayudarle a mante-
ner este aspecto de su vida interesante, desafiante y
mutuamente satisfactorio.
132 Dimensiones del matrimonio

En forma individual
¿Hasta dónde entiende usted a su cónyuge como
ser sexual? Las siguientes preguntas y explicaciones
le ayudarán a saberlo. Hay una sección para las espo-
sas y otra para los esposos. Puesto que el hombre y la
mujer difieren en su carácter sexual, es importante en-
tender estas diferencias.

Para la esposa
¿Hasta qué punto entiende usted la naturaleza se-
xual de su esposo?
La mayoría de los hombres son muy parecidos en
su carácter sexual. Hay excepciones, por supuesto,
pero en general, cuando se logra entender a un hom-
bre, se les entiende a todos. A continuación se expo-
nen algunos principios claves que le ayudarán a en-
tender al marido promedio.

* En cuanto al sexo, tiene una orientación de tipo


visual.
* Puede excitarse ómislmente casi en forma
instantánea.
* Su instinto sexual está estrechamente telaciónado >
con la producción y el flujo de sus fluidos glandulares.

Nota: Un hombre sexualmente activo no puede


prescindir de repente del deseo sexual, porque este ya
ha llegado a ser un proceso fisiológico espontáneo.
Una vez que se acostumbra a las emisiones seminales
regulares, el fluido prostático se produce de confor-
midad con dicha periodicidad.
* El ego del hombre está íntimamente relacionado y
con lo que su esposa piense sexualmente de él. Por
|
Un ejercicio para desarrollar el amor sexual

ejemplo, un hombre cuya esposa demuestra actitudes


negativas hacia sus genitales, se siente intensamente
rechazado como persona en su totalidad.
¿Cuán enterada estoy de las tentaciones sexuales
de mi marido?

* La mayoría de las mujeres que se visten provo-


cativamente, excitan sexualmente a los hombres. Co-
mo la mujer promedio, en la oficina promedio del
mundo laboral de nuestro día, viste provocativamen-
te, aun los maridos cristianos son estimulados sexual-
mente hasta cierto punto casi todos los días y por más
de una mujer.
* La mayor parte de la publicidad de hoy, ya se
haga por medio de periódicos, revistas, radio o televi-
sión, tiene como finalidad excitar sexualmente al
hombre. Puesto que vivimos en un mundo orientado
por los medios de comunicación por lo regular es ca-
si imposible que el marido promedio evite alguna cla-
se de estimulación erótica. :
* El grado de excitación en el hombre promedio
varía, y eso depende de varios factores. Pero uno de
los factores más significativos está relacionado con el
grado en que él se satisface sexualmente con su mu-
jer y particularmente con la regularidad de sus rela-
ciones sexuales.

Nota: El hombre que se entrega a la conducta lu-


juriosa como forma de vida, nunca se satisface sexual-
mente. Sin embargo, aun el hombre que intenta actuar
de conformidad con las normas de Dios, se enfrenta
también a numerosas tentaciones sexuales regulares, y
experimenta necesidades sexuales continuas.
ps
134 Dimensiones del matrimonio

¿Hasta qué punto soy comprensiva con los tenta-


ciones de mi marido?

Algunas mujeres se sienten molestas por la natu-


raleza sexual de su marido. Recordemos que el mari-
do cristiano promedio se siente ya culpable por su de-
bilidad en este aspecto de su vida. El hecho de que su
esposa se resienta y carezca de comprensión, solo au-
menta sus sentimientos de autocondenación y de cul-
pa. De hecho, esta clase de actitud a menudo acentúa
su vulnerabilidad con respecto a otras mujeres que
entiendan su naturaleza, la acepten y utilicen esto pa-
ra obtener ventajas.

¿Cuán sexualmente disponible estoy para mi ma-


rido?

* El hecho de que usted no sienta deseo sexual, no


significa que su marido no lo tenga.
* Manifestar que no está «disponible», no dismi-
nuye el deseo sexual de su marido; al contrario, es po-
sible que lo aumente.
* Cuando su marido se dé cuenta de la falta de dis-
posición de usted y de sus señales de retraimiento, eso
no significará que vaya a olvidar lo que siente.
* La mujer sabia encuentrala forma de satisfacer
las necesidades sexuales de su marido, aun cuando le
sea inconveniente a ella (durante la preñez, en los pe-
ríodos menstruales, etc).
* Cuando sea necesaria la abstención total, la es-
posa sabia aprende a decir que no, sin hacer que su es-
poso se sienta sechazado.
Un ejercicio para desarrollar el amor sexual 135

¿Qué puedo hacer para presentarme más atracti-


va físicamente?

Recuerde: La mayoría de las mujeres no tienen


que someterse a la cirugía plástica para ser más atrac-
tivas. Pueden producirse cambios notables con pro-
yectos que usted puede realizar por sí misma:

* Evitar el exceso de peso.


* Bañarse regularmente, en especial antes de ha-
cer el amor.
* Usar los cosméticos con eficacia.
* Vestirse en forma apropiada para el dormitorio.

¿Qué puedo hacer para hacer el amor con un es-


píritu más creativo?

Nota: La mayoría de las personas (incluso los


hombres) no llegan en forma natural a hacer el amor
con espíritu creativo. Es necesario pensar y practicar.
Los siguientes puntos son los grandes inhibidores de
este proceso.

* Las actitudes negativas hacia lo sexual


* La información inadecuada
* La falta de información
* La costumbre de pensar solo en sí mismo.

Recuerde: Dios ideó el matrimonio para un hom-


bre y una mujer. Más allá de este principio, él no nos
encierra en formulismos sexuales. La misma natura-
leza de la estructura física y emocional de los hom-
bres y de las mujeres, hace que el sexo sea uno de los
136 Dimensiones del matrimonio

aspectos de la vida donde hay mayor oportunidad pa-


ra la exploración creativa.

¿Qué puedo hacer para crear un ambiente agra-


dable en el que nos hagamos el amor?

El ambiente físico es importante para el hombre.


Un dormitorio sin atractivos, o aun la casa en conti-
nuo desorden, afectan generalmente los sentimientos
del hombre con respecto al sexo. Sin embargo, recor-
demos también que el ambiente emocional es igual-
mente importante, y quizá más, que el ambiente físi-
co. No hay nada más desilusionante para el hombre
que unas actitudes negativas en un bello dormitorio.

¿Sé y comprendo realmente qué le gusta y qué le


disgusta a mi marido cuando nos hacemos el amor?
¿Hago que sea fácil para él hablar de esto?

Para el esposo
¿Hasta qué punto entiendo le naturaleza sexual
de mi esposa?
Es importante comprender que la conducta sexual
de las mujeres varía mucho más de una a otra, que en-
tre los hombres. Por una parte, es pequeño el porcen-
taje de mujeres que tienen un alto grado de deseo se-
xual natural. Por otra parte, es también pequeño el
porcentaje de mujeres que tienen un bajo grado de de-
seo sexual. Sin embargo, la mayoría de ellas se en-
cuentra en alguna posición intermedia entre los dos
extremos. El hecho es que muchas mujeres pueden vi-
vir tranquilamente (desde un punto de vista puramen-
te fisiológico) sin tener relaciones sexuales. En este
Un ejercicio para desarrollar el amor sexual 137

sentido difieren notablemente de los hombres.


No se me entienda mal. Esto no significa que las
mujeres no pueden disfrutar del sexo, ni que en efec-
to no lo disfruten, aun aquellas que tengan poca incli-
nación sexual. Significa, sin embargo, que su natura-
leza es diferente. Si el hombre no entiende esto, pue-
de convertirse en una amenaza para él. Además, los
niveles de expectación con respecto a su esposa y a sí
mismo se vuelven irreales.
A continuación hay varias cosas que deben recor-
darse con respecto a la mujer promedio.
* En tanto que los hombres tienen una orientación
visual, las mujeres se orientan más por lo que palpan
y sienten.
* Mientras que el hombre se excita normalmente con
rapidez, aun a distancia, la mujer normalmente se excita en
forma gradual y en un contexto de comprensión, sensibili-
dad y estimulación física mediante caricias adecuadas.
* En tanto que el impulso sexual del hombre está re-
lacionado con la producción y el flujo de los fluidos de
su propio cuerpo (estimulación interna), el impulso se-
xual de la mujer está más significativamente relaciona-
do con los estímulos externos, es decir, con una cálida
aceptación y una comprensiva relación con su marido.
Nota: Muchas mujeres experimentan diversos
grados de diferencia en su respuesta sexual, según su
ciclo menstrual. Sin embargo, este fenómeno es muy
diferente de los procesos de secreción masculina y de
la manera como los mismos afectan al deseo sexual y
a la excitación.
* El ego del hombre está íntimamente relacionado
con su realización sexual; en cambio, la realización
sexual de la mujer esta más relacionada con su senti-
138 Dimensiones del matrimonio

do del orgullo y su necesidad sicológica de ser una


buena compañera en la relación sexual.

¿Qué puedo hacer para ayudar a mi esposa a res-


ponder mejor sexualmente?
Puesto que la respuesta sexual de la mujer gene-
ralmente se desata en forma diferente a la del hombre,
se debe poner cuidadosa atención en lo siguiente:
* No piense que su esposa va a estar lista para rea-
lizar el acto sexual por el hecho de que usted lo esté.
* No se sienta amenazado por la falta del deseo en
ella al comienzo.
* Piense en hacer que la respuesta sexual de su es-
posa sea siempre más natural y más fácil. A continua-
ción se le dan algunas sugerencias:

1. Recuerde que los sentimientos sexuales de la


mujer se pueden comenzar a estimular mucho tiempo
antes del acto sexual; horas antes. Esto ocurre a me-
nudo cuando compartimos con ella nuestros senti-
mientos de amor y de ternura. Esto hace que la mujer
se sienta comprendida, segura y aceptada.
2. Manifiéstele su amor a su esposa en forma in-
condicional y constante. En otras palabras, no aísle la
actividad sexual. Haga que sea parte de una serie nu-
merosa de expresiones amorosas.
Nota: Algunos hombres solo dicen: «Te amo», y
solo le muestran afecto a. su esposa y se portan cari-
ñosos cuando están interesados en el acto sexual. Es-
to enfría a muchas mujeres, porque se sienten sobor-
nadas y utilizadas.
3. Para hacer el amor, disponga de aquellos momen-
tos en que su esposa esté física y emocionalmente fresca.

- ¿dd
Un ejercicio para desarrollar el amor sexual

Nota: Cuando ella se pasa el día entero con los ni-


ños en un ambiente encerrado, se siente muy poco es-
timulada para dar una respuesta sexual. Sea compren-
sivo con respecto a estas circunstancias. Haga planes
para evitar estos problemas.

* Aprenda a conocer el comportamiento físico y


psicológico propio de su esposa. ¿Qué es lo que la
complace? ¿Qué clase de estímulo físico la ayuda a
satisfacerse sexualmente?

Advertencia: Lo que complace a su esposa en una


ocasión, tal vez no la complazca en otra. Además, lo
que complace a otras mujeres, no tiene que complacer-
la necesariamente a ella. Recuerde también que la mu-
jer no es tan constante en su respuesta a ciertos estímu-
los como el hombre. No permita que esto lo confunda
O lo haga sentirse amenazado. Acéptelo como un desa-
fío para aprender a conocer las muchas facetas de su
esposa y su condición única dentro del sexo femenino.

¿Sé y entiendo lo que mi esposa siente?

Esto es básico para la respuesta sexual femenina.


El resentimiento, la ira, la inseguridad, el temor, etc.,
son grandes inhibidores que hacen que la mujer no
responda sexualmente.
Póngales atención a los sentimientos de su esposa.
Anímela a que se los manifieste. Acéptelos. Trate de
no tomarse sus sentimientos negativos como dirigidos
hacia usted como esposo. Son sentimientos normales
y naturales. Aunque esto sea doloroso algunas veces,
recuerde que ella lo amará por hacerlo.
140 Dimensiones del matrimonio

¿Cómo puedo ser más tierno con mi esposa?


Mort Katz, en su obra Marriage Survival Kit
(Equipo para la supervivencia del matrimonio), su-
giere lo siguiente, que le ayudará a desarrollar esta
cualidad en sus relaciones matrimoniales:

* La ternura consiste en preguntarle a su esposa


qué siente.
* La ternura consiste en preguntarle a su esposa
qué quiere decir.
* La ternura consiste en decirle a su esposa que
usted entiende cómo se siente.
* La ternura consiste en decirle a su esposa que
usted se alegra de que ella esté feliz, cuando lo está.
* La ternura consiste en decirle a su esposa que
usted siente mucho sus penas íntimas cuando la vea
sufriendo.
* La ternura consiste en abrazar a su esposa cuan-
do no tiene en mente las relaciones sexuales.
* La ternura consiste en sostener a su esposa con
delicadeza cuando tenga un sufrimiento.
* La ternura consiste en compartir con su esposa
la felicidad que usted sienta.
* La ternura consiste en dejar que su esposa sepa
qué le agrada a usted de ella y lo qué epa con res-
PESO a ella.
* La ternura consiste en colgar su ropa pulcramente.
* La ternura consiste en sacar la basura.
- "La ternura consiste en pagar las cuentas.
* La ternura consiste en ayudar a su esposa con las
responsabilidades de la casa, cuando le pide ayuda.
* La ternura consiste en estar sintonizado con los
verdaderos sentimientos de su esposa.
Un ejercicio para desarrollar el amor sexual

¿Cómo puedo llegar a tener más atractivo físico


para mi esposa?
Es verdad que los hombres se excitan en sentido
sexual mucho más fácilmente que las mujeres por
medio de lo que ven, pero a las mujeres les es más di-
fícil excitarse cuando el marido no es físicamente
atractivo. Las mismas sugerencias básicas que se dan
para las esposas, se las puede aplicar usted para ser
más atractivo físicamente.

* Deshágase del peso excesivo.


* Báñese regularmente.
* Tenga buen olor en el cuerpo.

Y recuerde: Si su esposa no se excita sexualmente


tanto por su físico, como se excita usted por los en-
cantos femeninos de ella, no permita que este hecho
lo haga sentirse amenazado.

Como pareja .
¡Una advertencia! Al comenzar la pareja este pro-
ceso, el desafío mayor está en ser delicados en la co-
municación que tienen delante. Se están aventurando
EY
a entrar en el aspecto más vulnerable de su ser inter-
no. Sean sinceros sin dejar de ser amables y delica-
dos. Recuerden también que si no alcanzan en estos
aspectos la medida que creen o desean, solo será una
gran oportunidad para desarrollar tanto su compren-
e
is
ds
sión como sus habilidades de compañeros sexuales.
Aunque ustedes se sientan inicialmente turbados con
el tiempo pueden venirles grandes dividendos.

Nota: Si llegan a un estancamiento en la comuni-

E ho My Ap . d 7
142 Dimensiones del matrimonio

cación, tal vez necesiten buscar la ayuda de una terce-


ra persona objetiva y que sea competente en acónse-
jar a los matrimonios.
Los dos juntos, traten de encontrar los aspectos en
que están de acuerdo o en desacuerdo en lo expresado
en este capítulo. Además de estos aspectos, fíjense
también en los aspectos, en que es obvio que hay po-
ca comprensión. Vuelvan a leer la información corres-
pondiente a ellos en las págs. 129-138 de este libro.
Lean juntos por completo las dos series de pre-
guntas y explicaciones. Lancen una moneda al aire,
para ver a quién le toca primero.
Para la esposa (si le toca primero): Léale en alta
voz a su esposo la parte escrita para usted, que lleva
por título: «Para la esposa». Después de cada pregun-
ta y de las explicaciones, deténgase y pregúntele a su
esposo si él está de acuerdo con las observaciones y
sugerencias del autor.
Para el esposo: Léale en alta voz a su esposa la
parte titulada: «Para el esposo». Después de cada pre-
gunta y de su explicación, deténgase y pregúntele a su
esposa si ella está de acuerdo con las observaciones y
sugerencias del autor.
Concluyan este proceso juntos, participando en el
siguiente ejercicio de interacción positiva, sugerido
por David Mace y Vera de Mace en su excelente libro
titulado How to Have a Happy Marriage [Cómo tener
un matrimonio feliz]. ;
-Siéntense el uno frente al otro y tómense de las ma-
nos, si de esa manera se sienten cómodos. Díganse algu-
nas de las cosas que aprecian realmente el uno del otro.
- En vez de establecer un diálogo, decidan a quién
le toca primero, y luego, solo tome cada uno un tur-

ms
NA
ñ A y it
Un ejercicio para desarrollar el amor sexual 143

no. Mientras hablan, mírense a los ojos y diríjanse el


uno al otro directamente por su nombre. Hagan este
ejercicio de manera reflexiva y sin prisa y hagan pau-
sas cada vez que lo deseen. Durante el turno suyo,
piense en varias cualidades positivas de su cónyuge,
y dígaselas lentamente una por una, comenzando ca-
da vez con la expresión: «Te amo porque...»; o con las
palabras: «Me gustas cuando...»; «Otra cosa que me
gusta especialmente de ti es...»; o expresiones simila-
res que le vengan naturalmente.
Tómense tiempo suficiente para este ejercicio, y
hablen acerca de él después: cómo se sintió usted, có-
mo reaccionó ante lo que le dijo su cónyuge. Además,
después de pasar por esta experiencia, vuelvan a te-
nerla de vez en cuando; no con tanta frecuencia que
se convierta en rutina, sino como algo reservado para
ocasiones especiales.

Solo el principio
Aunque hemos llegado al final de este libro, en
realidad es solo un comienzo. El crecimiento en la re-
lación conyugal tiene que ser continuo y estar siem-
pre en marcha. De hecho, sería bueno que realmente
comenzaran de nuevo y realizaran por completo todas
las prácticas una vez más. Descubrirán que su vida
conyugal puede profundizarse indefinidamente.
Mejor aún, compartan este proceso con alguna
otra persona. Comiencen a dar alguna clase de enri-
quecimiento matrimonial para otras parejas. Guíenlas
a través de los ejercicios preparados para las parejas,
y verán que ustedes mismos querrán volver a pasar
por ellos.

qn
Nos agradaría recibir noticias suyas.
Por favor, envíe sus comentarios
sobre este libro
a la dirección que aparece a continuación.
Muchas gracias.

y
Vida
7/4ONDERVAN

Editorial Vida
8325 NW. 53rd $St., Suite +100
Miami, Florida 33166-4665

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