CA TULOIj
BAILANDO CON LAS SOMBRAS
Tal vez no se tratC de expulsar los demonios, slno de convocarlos al
• servicio de la vida.
joe GaRRIGA Bxcznof, Vivir en el Alma.
Probablemente una de nuestras mayores sombras, y que al-
berga todas las demás bajo su cúpula como un inmenso para-
guas oscuro, sea la vergüenza. No solamente la que conocemos
todos, en mayor o menor medida, solemos asociar a una
cierta timidez mezclada de un tanto de temor. Sino una de
más peso, cl que da el miedo de no quemar bien, de no estar a
lx altura, de parecer ridículos, inadecuados, incorrectos, el re-
celo a destacar o a que se nos vca demasiado. La aprensión fi-
nalmente, a ser distintos, únlcos y mostrarnos en acorde con
lo qun realmente reconocemos que aomos desde ntiesttos
aJentror y en cste preciso momento.
La ver¡;ücnza es un poderoso antídoto para el aqiil y cl
ahora, tan querldo de • •***l * scstalt, porque nos ni«iitlcne
Scanned with
@ CamScanner”
cii un lii¡in6tico sueño de invalidez. e inadecuaci6n. O, lo que
es lo mismo, en peligro de exclusión y aislamiento. Sin em-
bargo, observando con detenimiento este fcnómcno en el
transcurso de mis seminarios, he podido distinguir que, aún
mayor que el daíio que supuestairiente nos hace lo que senti-
mos ell Sí, es la vergüenza de sentir lo que sentimos la que nos
castiu y nos hace menguar.
Sentimos rabia o enojo, pero parece que esto no está
bien, que esto no se lleva. Sentimos cansancio, agotamiento o
con- fusión, pero una voz nos dice que esto tampoco está
correcto, que hay que ser fuerte y saberlo todo, poder con todo
y mí, si es necesario. Sentimos celos o pavor a la soledad,
pero esto es más propio de primitivos y es preciso
camuflarlo. Necesita- mos un simple abrazo y en cambio nos
lanzamos a largos dis- cursos sobre el amor. Al bergamos
valentía y atrevimiento, pero nos acobardamos, no sea que
vayamos a despertar el dra- góidel juicio ajeno, que siempre
duefme con un solo ojo.
Recuerdo estas palabfas que, en cierta ocasión, of a Clau-
dio Naranjo: «Somos águilas y vivimos como gallinas».
La realidad es que, desde el principio y para la gran ma-
yoría de nosotros, no nos enseñaron a vivir de acuerdo con
nuestro sentir interno. Eli la primera universidad donde la
vida nos inscribi6 por defecto y que se llama famllia, nos sal-
tamos este capítulo y aprendimos a adecuarnos el tono gene-
ral. Y si en algún momento tuvimos ciertos arrebatos de
espontaneidad, de apertura, de confianz.a o de creatividad,
muchas veces alguien se apresuró a rebatfrnoslos, no sea que
nosotfOS Vayamos a ser mJs que nuestros {madres, no sea que
vayamos a ser mJás felices, o tener más campo de vida que
i6o
Scanned with
CamScann
ellos. Sin embargo, y a pesar de todo, me resulta importante
lcgltimx también este hecho, a sabiendas de que ellos a su
vez fueron a uma escuela (cuando las gu’erras y otras
miserias se lo ptrmitieron) donde la carrera del. «ser uno
mismo» no figuraba en los cstudios ofrecidos. A ellos lCs
Coffespondió realizar otro aspecto del trabajo, que también
era indispensa- ble. De la misma manera en que ahora
nosotros estamos ha- ciendo nuestra propia parte del
recorrido, tal como les tocará a nuestros hijos y nietos hacer la
suya. A elfos les deseo que esta sea aún más bella y
apasionante quc la nucstra.
A mi parecer, todo ello se enmarca en nua constante evo-
lución de la conciencia humana, en una misteriosa cadena
donde cada generación cumple con su cometido, en un largo
caminar"que nos une a todos, siglo tras siglo. En este campo
cstoy convencido de que lo mejor aún está por venir, y que
para ello hcmos de ocupar nosotros nuestro lugar, con agrade-
cimiento en lo que nos ha sido legado y certeza en nuestra
propia función. De hecho, y en lo,que a mí se rcfiere, no veo
en ninguna generación anterior a la inía nada que me pudiese
haber hecho preferir nacer en otro momento del espacio trem-‘
po, que no fucse el que mc ha tocado vivir...
Y mientras estos gigantescos ciclos van caminando a
paso de hormiga por las llanuras de la historia humana
nosotros, hormigas de suefios gigantcscos, buscamos
incansablemente y a nuestro diminuta escala, el sendero de la
felicldad. Entre va- lles y montaha6, con más o menos fortuna,
ntarchamos hacia el arcoíria de la plcnitud, qut como buen
arcoírls qtie es, se aleja a medlda que nos acercamos.
Porque, ahn presos de nucua parte más egolca, aquella que
se nutre ávldamente de
Scanned with
@
i6i
Scanned with
@
las peleas internas, diálogos de sordos y otras vinudcs perso-
nales, seguimos negociando a duras penas con la Vergüenza
madre, mientras el ego se divierte, frotándose las manos a sa-
biendas de que todo el beneficio de esta contienda será, tarde
o temprano, para él. También sabe que cuanto más dure esta,
mayor sera su ganancia. Así que no le importa esperar, con la
cartera tranquilidad de que sus artimañas son hábiles y que
solo la muerte puede rivalizar con tl en implacabilidad. En
esta batdla, nosotros tenemos todas las de perder, mientras a
nuestro alrededor la vida va desgranando sus dfas y sus noches
en un billete de ida sencillo...
De esta contienda hahla James Hillman en Uirir ros la
sombra con las siguientes palabras: «Amarse a uno mismo
no es una tarea nada sencilla porque eso significa amar todo
lo que hay en nosotros, hasta la misma sombra que nos hace
sen- tir inferiores y socialmente inaceptables. (...) Asf pues, la
cu- ración requiere también del reconocimiento moral de los
aspectos más despreciables de nosotros mismos y de la acepta-
ción amorosa y alegre de su misma existencia».
La otra parte de esta disputa íntima viene tlel julcio
del mundo, que es a vcces evidente y muchas ouas pernicloso
y difícil de discernir. Puede que su mensaje amenazante
nos golpee abiertamente, directamente en el alma, y nos deje
dis- puestos a lo que sea en pro de no sufrlr la exclusión.
Pero otras vcces su rumor, alimentado sutilmente por una
socie- dad que necesita de buenas ovejas, xc cuda por mientras
ren- dijas de dudas, de fdta de autoestlma y por nuestm
costumbre de tratarnos mal. Sln npenas darnos cuenta,
abandonamos nuestra unicldad en pro de un aconioc6ldO£
af1ORlftlútO•
Scanned with
@
lo sentcilciaha Carl Jung: «Todos nacemos originales y mori-
IT\OS CO[31fLS». ”
En mi opinión, esta vergüenza madre es la que nos tiene
más enclaustrados en nosotros mismos, y nos hace tanto dafio
que preferimos verla como un componente d'e la vida diaria
con el cual es preciso convivir sin mas. Preferimos establecer
pactos, negociando con ella en nuestros adentros: «Yo te
doy un poco de esto o de lo otro, a cambio tu me dejas vivir
con algo de normalidad». Como buenos y fieles
contribuyentes, pagamos a diatio nuestro tributo a esta
sombra chupasangre.
Sin embargo, en Clowii Esencial decidimos un día dejar
de pagar impuestos. Juntos y despavoridos, nos lanzamos al
vacío del ir más alla, de arriesgar, de fracasar, de desvelar. Para
ello decidimos abrazar a esta vergüenza madre, sacarla de las
catacumbas de nuestro interior, darle voz y un espacio de re-
conocimiento. La invitamos al baile. Al fin y d cabo, se mere-
ce nuestra atención, y de alguna forma niiestro respeto. En
cierta medida ella fue legítima en su aparición, ya que la fui-
mos elaborando como una protección que nos permitió tam-
bién sobrevivir, ocupar cierto lugar en nuestro mapa particular
y llegar finalmente hasta el día de hoy. No nacimos con ella,
solo la fuimos elaborando de mil ingredientes y componentes
de la vida que nos tocó vivir. De dguna forma es nuestra crea-
ción, y merece ser tratada como tal.
«Solo hay amor y dolores de amor», reza una hermosa fra-
se con la cual concuerdo plenamente. Cuando considera-
mos nuestra vergiicnza ha)o este enfoque, nuestra percepción
de ella camhia de inmediato. De hecho, así content Ñdil, se
atrevc a mostrarse m£s, a sdir del hosqrie donde agLtardítll lO8
Scanned with
CamScann
¡1Joi1.8ti’uo5 )* oti’os fiaiitilsiilas, [Jl’oJcflitl1r:1 .S ilyñ ioJz, / a su-
bir cciii lo.s clowiis al escenario dcl inunclo visible. Ahí, ella
siit:iiittbc progic.sivaincnte al poder de la {icqucha labora de
la cornic.idad compasiva, esta nariz cte clown que ilumina el
rostro de quien la lleva, sin pedir nada a cambio, sin pedir
justificaciones ni otorgu perdones, sin reclamar deudas ni
proferir acusaciones. A hí, la pequcfia máscara disuelve la
grande, que puede poco a poco retirarse a descansar, iatisfecha
dcl deber cumplido a lo largo de todos estos altos, y ya mere-
cedora de un eterno reposo.
En este espléndido baile a tres entre mi neurosis, el mundo
y yo, eii este proceso a menudo largo y no exento de momen-
tos difíciles, paulatinamente la persona se va relajando, al sen-
tirse validada y acogida en lo que genuinamente pasa en su
interior. Es a partif de este momento, y no antes, que puede
surgir otro proceso transformador: el de emplcar la energía que
antes alimentaba a la sanguijuela para otros asuntos más grati-
ficantes. Así, y tal como lo he ido descfibiendo a lo largo de las
páginas de este libro, son muchas las traíisformaciooes que he
tenido el privilegio de presenciar en el transcrtrso de todos
estos años. He visto personas reconquistar la alegría del vivir,
claro esta, pero sobre todo las he visto devolver dignidad a su
dolor y a su sufrimiento. Recobrafido la legitimidad de su ela-
boración, uno puede extraer de la sombra su potencial vital,
celebrar el encuelltro y eitriqueccrsc de su integración. Y esto
una diferencia considerable en el recorrido del cambio.
Porque al Significar lo que uno siente, uno se puede hacer
cargo de ello, soltar los viejos contratos y dejar de liaccr
pagar a otros el pr ecio le sti ansiedad. Cu:indo csco ocurre,
carla
Scanned with
CamScann
iD4stil sostiene por flil su vela, scii esta hlanca y hermosa, iucJa
Jr q ¡Jcrada o dcsliilacliada de arriba abajo. No i1u}iorta. Asf
¡»mcntado N lizar, el velero es hermosq y el océano cntefo
siente res}3eto.
Así lic visto las personas reamigarse con su sensualidad,
creatividad, con su entusiasmo, fe en sí mismos, en los demás
y en la vida. Las he visto reconciliarse prolndamente con
ellas mismas al punto de mejorar su salud, dejando hábitos
destructivos o adicciones. Algunas, de pronto, pudieron en-
tender cómo eligieron una profesión insatisfactoria para com-
placer a la sombra o cumplir pactos caducos de la infancia, y
desde ahf, sin más, han cambiado el rumbo. Algunos se han
arriesgado en el arte ii otros campos inciertos. Han confiado
en sus dopes naturales o afinidades particulares para construir
un nuevo intercambio ann la sociedad que le rodea. Y si he
visto, como ya lo mencioné, algunas recuperar hasta la fertili-
dad es, a mi parecer, porque en este abrazar tanto la vida reci-
bida con todo lo que conlleva, transmitirla a su vez se enmarca
eii un río natufal, donde uno acepta con benevolencia la bar-
quita que le ha tocado habitar, y desde ahf la comparte.
«La vida se abre paso sin pedir permiso», decÍa Ramón
Resino. Cuando lo viejo ha sido profundamente mirado,
celebrado y honrado, cede naturalmente su lugar a algo nuevo
que genuinamente ahora nace, atraído por el puro movimiento
evolucionario inherente a la vida misma. Mucho m4s all4 de
la coinicidad del Clown, que tiñe su quehacer de un sabor
único y dota su juego cscénico tle una dlmensión poética quc
xc puede cdiíicar de sagrada .son, sin lugar a tlixla, su bondad
y su transparencia en dcsvelar al publico todiÍ la ingenuidad
Sconned with
CamScann
de su mundo interior las que hacen de él un vínculo relmente
transformador para la persona.
Considero que recorrer este inmenso proceso, apasionan-
te y conmovedor, es la mayor ganancia que podemos obtener
al iniciarnos en el arte de reírnos de nosotros mismos.
Porque entonces uno se habita por completo, uno ocupa
su casa interna, puede abrir puertas y ventanas y decirle d
mundo: «¡Mirad, esta es mi casa y está de nuevo habitadai
¡Aquí vive alguien que vde la pena: yo! Si son amigables pue-
den pasar, por un tiempo más o menos largo, yo les invito.
Esta es mi c<a y es preciosa, .xea como sea que se constmyó, es
mía y yo la habito, con toda conciencia y con toda honra».
Bailando con las sombras, volvemos a casa. Y volver a casa
es convertir nuestro pasado en nuestro patrimonio. Con este
recorrido uno se vuelve, de alguna forma, invencible, porque
se enraíza en lo mÁs íntimo de sí mlsmo, y extrae con sus
manos desnudas la savia de la vida desde lo mÁ hondo de la
tierra misma, Uno se asienta sobre algo que ci suyo y único,
algo que lo ha forjado t¥ como es y que naÁe más conoce.
Algo que, después de haber sido mlrado, indagado, transitado
y Finalmente reconocido como propio, ha convenldo sus cir-
cunstancias personales, mucho más allá de una escueta caliú-
caci6n entre buenas o ntalu, en una fuente de inspiraci6it,
gratitud y conocimiento, Y si blen puede que esta tarea no
acabe más que unos segtlndos antes de morir, yo creo que.
mientras la llevamos a cabo, nuestro potencial creativo se
mulüplica, nuestra conclencla nos hace m2s humanos, y asf
va»ios encontrando con cl mundo la mejor rtlaclóit Jiara d
desuroJlo de loa dos. Podemos cicccr en tina reclprocldad
Scanned with
@
Ruiland« con husontbr«i
nutritin y satiskctoria para Ambos, serle útil y a ciÍmbio reci-
bir de Il su generosa devolución.
Ago en nosoaos se vuelve cenezo y de dguna forma nos
hace impaiables, tanto que así podemos Finalmente realizamos
en aquello para lo cud hemos venido a esta vida, y para lo cual
nos hicieron nuestros padres, verdaderamente con la mejor in-
tención aunque no siempre, y puede que tal vez nunca, nos lo
supieron decir.
Al emprender este viaje, algo a‹iontece, las cosas se ajustan
y simplemente accedemos a una vida más plena Ojdá este
libro, en mayor o menor medida, conuibuya a ello o d menos
ofrezca pistas al lector para que esto acontezca en su vida, y
juntos ‘podamos revcrenciar nueswa bendita tragicomicidad
particula,r. @ue la cclebraci6n cómica de nuestra santa serie-
dad nos aporte calma y sosiego. Que podamos, con una risa
lúcida y sonora, arropar nuestro valiente corazón con la luz de
la nariz roja, y que esta brike siempre, hasta en las noches más
oscuras, como un faro de fe y lucidez en las costas dd alma, y
nos dumbre en nuestro camino de vuelta a casa.
Scanned with
@