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Sociodrama Pop

El sociodrama 'El paciente invisible' narra la historia de Don Humberto, un hombre de 72 años que enfrenta problemas de salud y soledad, siendo tratado con frialdad por el personal médico. A través de una intervención multidisciplinaria, el equipo de salud reconoce la importancia de atender no solo los síntomas físicos, sino también el bienestar emocional del paciente. Finalmente, se comprometen a ofrecerle un cuidado integral y humano, ayudándolo a sentirse valorado y escuchado.

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Sociodrama Pop

El sociodrama 'El paciente invisible' narra la historia de Don Humberto, un hombre de 72 años que enfrenta problemas de salud y soledad, siendo tratado con frialdad por el personal médico. A través de una intervención multidisciplinaria, el equipo de salud reconoce la importancia de atender no solo los síntomas físicos, sino también el bienestar emocional del paciente. Finalmente, se comprometen a ofrecerle un cuidado integral y humano, ayudándolo a sentirse valorado y escuchado.

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SOCIODRAMA: "El paciente invisible"

Tema: Atención en consulta externa

1. Paciente: Don Humberto Sánchez, 72 años


2. Médico general: Dr. Ramírez
3. Enfermera: Lic. Carmen
4. Nutricionista: Lic. Patricia
5. Psicóloga: Dra. Lorena
6. Farmacéutica: Lic. Marcela
7. Fisioterapeuta: Lic. Roberto
8. Trabajadora social: Lic. Adriana

Sinopsis:
Don Humberto, un adulto mayor con hipertensión y diabetes, asiste a consulta externa.
El personal de salud está saturado, y al inicio se lo trata con frialdad y poca escucha. La
consulta rápida y desorganizada lleva a una crisis de salud emocional. El equipo
reflexiona y decide intervenir de forma coordinada, recuperando la calidad humana del
cuidado.

Escena 1: Sala de espera (ENFERMERA y PACIENTE)


(Sala de espera concurrida. Varias personas aguardan impacientes. Don Humberto
está sentado en una esquina, observando el reloj cada tanto. Ha esperado más de 2
horas. Se nota cansado, pálido. La enfermera entra apurada con una tabla de registros)

ENFERMERA CARMEN: (mirando la lista, sin levantar la vista) —¡Siguiente!


¡Número 43! ¿Humberto Sánchez? ¿Está aquí Don Humberto Sánchez?

PACIENTE: (levantándose lentamente, con esfuerzo visible) —Sí, soy yo, señorita...
aquí estoy.

ENFERMERA CARMEN: (impaciente) —Apúrese, por favor. Llevamos media hora


de retraso en la consulta y hay muchos pacientes esperando.

PACIENTE: (tratando de incorporarse con dificultad) —Disculpe la demora,


señorita... es que la verdad no me siento muy bien. Estoy algo mareado desde la
mañana. Casi no desayuné nada, sabe usted... solo un poco de café.

ENFERMERA CARMEN: (revisando el expediente sin mirar al paciente) —¿No


sabe que con diabetes no puede quedarse sin desayunar? Eso empeora su condición.
Venga, necesito tomarle los signos vitales antes de que pase con el médico.

(Don Humberto se acerca tambaleante a la silla. La enfermera le coloca el tensiómetro


bruscamente)

PACIENTE: (con gesto de dolor) —Ay, está un poco apretado...


ENFERMERA CARMEN: (concentrada en el aparato) —Tiene que estar ajustado
para medir correctamente. Quédese quieto y no hable.

(Silencio mientras se toma la presión)

ENFERMERA CARMEN: (anotando rápidamente) —Tiene 160/95. Está bastante


elevada. ¿Ha tomado su medicamento para la presión?

PACIENTE: (confundido) —Creo que sí... o tal vez no. Últimamente me confundo con
las pastillas. Son tantas, ¿sabe? Y vivo solo desde que mi esposa falleció. A veces no
recuerdo si ya las tomé o no.

ENFERMERA CARMEN: (sin detenerse a escuchar la explicación completa) —Ya...


presión alta. También glucosa elevada según su último control. Pase al consultorio del
doctor Ramírez, es la puerta 3, al final del pasillo.

PACIENTE: (intentando decir algo más) —Señorita, ¿podría indicarme también


dónde...?

ENFERMERA CARMEN: (ya llamando a otro paciente) —¡Siguiente! ¡Número 44!

(Don Humberto camina despacio por el pasillo, apoyándose en la pared. Se detiene un


momento llevándose la mano al pecho. Respira profundo y sigue caminando. Nadie
nota su expresión de angustia)

Escena 2: Consulta médica (MÉDICO y PACIENTE)


(Consultorio pequeño. El doctor Ramírez está frente a la computadora escribiendo.
Don Humberto entra después de tocar tímidamente la puerta)

MÉDICO RAMÍREZ: (sin levantarse ni mirar al paciente) —Adelante, pase. Siéntese


ahí. (Señala una silla mientras sigue escribiendo)

PACIENTE: (sentándose con cuidado) —Buenos días, doctor.

MÉDICO RAMÍREZ: (revisando el expediente en la computadora) —Don Humberto


Sánchez, 72 años, hipertensión y diabetes tipo 2 diagnosticadas hace 8 años. Último
control hace 2 meses. (Finalmente lo mira) ¿Qué le trae por aquí? ¿Ha estado tomando
sus medicamentos como le indiqué la última vez?

PACIENTE: —Sí, doctor, eso intento. Los tomo casi siempre, aunque a veces me
confundo con los horarios... Sabe, desde que mi esposa murió, me cuesta seguir las
rutinas.

MÉDICO RAMÍREZ: (interrumpiendo) —Tiene que ser constante con la medicación,


Don Humberto. No es algo opcional.
PACIENTE: (asintiendo) —Lo sé, doctor. Pero últimamente me siento más débil que
de costumbre. Me levanto y parece que el mundo da vueltas. También... no sé cómo
explicarlo... siento como si ya no importara mucho lo que me pasa. Como si estuviera
de sobra, ¿me entiende? Y a veces, cuando estoy muy angustiado, me duele el pecho
aquí (se señala el lado izquierdo).

MÉDICO RAMÍREZ: (interrumpiendo nuevamente) —¿Dolor en el pecho? ¿Es


opresivo? ¿Irradia hacia el brazo o la mandíbula?

PACIENTE: (pensando) —No, no es así... es más como una presión, cuando me siento
muy solo o triste. Especialmente por las noches.

MÉDICO RAMÍREZ: (mirando el reloj discretamente) —Eso suena más a ansiedad


que a un problema cardíaco. Sus últimos análisis no muestran anomalías significativas
en el corazón. Le voy a recetar un ansiolítico suave para esos episodios y ajustaremos la
dosis del antihipertensivo.

PACIENTE: (cabizbajo) —Doctor, no es solo el dolor... es que ya no encuentro


razones para seguir... A veces pienso que sería mejor...

MÉDICO RAMÍREZ: (escribiendo la receta, sin captar la gravedad de la


insinuación) —Son pensamientos negativos propios de la edad y la soledad. Tome estas
medicinas y verá que se sentirá mejor.

PACIENTE: (con voz quebrada) —Yo solo quería que alguien me escuche... Que
alguien realmente me vea, doctor.

(El médico levanta la vista de la receta, sorprendido por el tono. Hay un silencio
incómodo)

MÉDICO RAMÍREZ: (dejando la pluma) —Don Humberto, ¿hay algo más que
quiera contarme?

PACIENTE: (con lágrimas contenidas) —Hace tres meses que no hablo con nadie,
doctor. Mis hijos viven lejos y casi no llaman. Mis amigos, la mayoría ya fallecieron.
Me siento como un fantasma en mi propia casa. Ni siquiera el personal de la clínica me
ve realmente... solo ven a un viejo más con hipertensión y diabetes.

ENFERMERA: (levanta la mano con respeto)


—Disculpe, doctor… ¿puedo decir algo?

MÉDICO: (sorprendido)
—Claro, adelante.

ENFERMERA: (mirando al paciente con preocupación)


—Desde que entró, lo he notado muy triste, muy apagado. Dice que se olvida de los
medicamentos, no come, y no tiene a nadie que lo apoye. Yo creo que este caso no es
solo clínico.
MÉDICO: (escucha con atención)
—¿Sugiere una intervención más amplia?

ENFERMERA:
—Sí, doctor. Propongo que nos reunamos con el grupo multidisciplinario hoy mismo.
Él necesita algo más que una receta. Necesita ser visto como persona.

(Silencio prolongado. El médico reflexiona)

MÉDICO RAMÍREZ: (poniéndose de pie) —Espere aquí un momento, Don


Humberto. No se vaya, por favor.

(El médico sale del consultorio con expresión preocupada. Don Humberto queda solo,
mirando al vacío)

PACIENTE:
—Claro, doctor… muchas gracias.

Escena 3: Reunión del grupo multidisciplinario


(Sala de reuniones. El doctor Ramírez ha convocado urgentemente al equipo. Todos
llegan con expresión de sorpresa por la llamada imprevista)

MÉDICO RAMÍREZ: (con tono grave) —Gracias por venir tan rápido. Tenemos una
situación que requiere atención inmediata. Don Humberto Sánchez, 72 años, en la
consulta 3. Compañeros, creo que estamos fallando en algo esencial. Este paciente
presenta signos claros de depresión que hemos ignorado sistemáticamente.

ENFERMERA CARMEN: (recordando) —¿Es el señor mayor que atendí hace un


rato? Estaba muy lento y desorientado.

MÉDICO RAMÍREZ: (asintiendo) —El mismo. Tiene hipertensión y diabetes, pero lo


que realmente lo está matando es la soledad. Prácticamente me ha insinuado ideas
suicidas, y yo por poco le receto un ansiolítico y lo despacho.

ENFERMERA CARMEN: (arrepentida) —Tenía la sala llena, pero no debí


apresurarme tanto. Ni siquiera lo miré a los ojos cuando le tomé la presión. Ahora que
lo pienso, estaba pálido y tembloroso.

PSICÓLOGA LORENA: (interviniendo) —Esa frase que dijo, "solo quería que
alguien me escuche", es una alerta clarísima. La sensación de invisibilidad es uno de los
principales factores de riesgo en depresión geriátrica. Podría estar desarrollando un
cuadro depresivo severo.

NUTRICIONISTA PATRICIA: (revisando su expediente) —Según su historial, ha


perdido 5 kilos en los últimos tres meses. Eso también es preocupante. No ha comido
bien, probablemente. Necesita una guía alimenticia fácil de seguir y adaptada a su
condición de soledad. Alimentos reconfortantes pero adecuados para su diabetes.
FISIOTERAPEUTA ROBERTO: —Si está débil y mareado, además de la parte
emocional y nutricional, podríamos enseñarle ejercicios suaves para mejorar su
equilibrio y fuerza. El ejercicio también libera endorfinas que pueden ayudar con esa
sensación de tristeza.

FARMACÉUTICA MARCELA: (analizando la lista de medicamentos) —Está


tomando seis medicamentos diferentes en distintos horarios. Para una persona mayor
que vive sola, es muy fácil confundirse. Verificaré si toma bien sus medicamentos.
Puedo preparar un sistema sencillo de organización con colores y alarmas.

TRABAJADORA SOCIAL ADRIANA: (consultando su tablet) —Según la ficha


social, vive solo desde hace un año cuando falleció su esposa. Sus hijos viven en otras
ciudades. No tiene redes de apoyo cercanas. Buscaré si hay grupos comunitarios o
vecinos que puedan ayudarlo. También podríamos vincularlo con el programa de
acompañamiento para adultos mayores.

MÉDICO RAMÍREZ: (decidido) —Esto requiere una intervención integral. No


podemos seguir atendiendo los síntomas aislados sin ver a la persona completa.
Propongo que lo atendamos en conjunto, ahora mismo.

ENFERMERA CARMEN: —Pero la sala de espera está llena...

MÉDICO RAMÍREZ: —Los demás pacientes pueden esperar unos minutos más. Este
hombre está en crisis y necesita atención urgente. Recuerden por qué escogimos estas
profesiones.

(Todos asienten, reconociendo la importancia del momento)

Escena 4: Atención conjunta al paciente


(Sala de reuniones. Han traído a Don Humberto, quien entra confundido al ver a todo
el equipo esperándolo)

PACIENTE: (nervioso) —¿Pasó algo malo, doctor? ¿Encontraron algo grave en mis
análisis?

MÉDICO RAMÍREZ: (acercándose y ofreciéndole asiento) —No se preocupe, Don


Humberto. No es nada de eso. Todos estamos aquí porque nos importa cómo se siente.
No solo físicamente, sino en todos los aspectos. Queremos ayudarlo de manera integral.

PACIENTE: (sorprendido) —¿Todos ustedes... por mí?

PSICÓLOGA LORENA: (acercándose con una silla) —Don Humberto, soy la


doctora Lorena, psicóloga del centro. Me gustaría conversar con usted sobre cómo se ha
sentido últimamente. A veces, la soledad puede afectarnos más de lo que creemos, y eso
es tan importante como cualquier otra condición médica.

PACIENTE: (dudoso) —Pero yo no estoy loco, doctora...


PSICÓLOGA LORENA: (sonriendo comprensivamente) —Claro que no lo está.
Sentirse triste o solo no es estar loco. Es parte de ser humano. La salud mental es tan
importante como la física. ¿Le gustaría conversar conmigo un rato? Lo escucharemos
con calma, sin prisas.

PACIENTE: (asintiendo levemente) —Hace mucho que nadie me escucha realmente...

NUTRICIONISTA PATRICIA: (acercándose con una carpeta) —Soy Patricia, la


nutricionista. He preparado una lista con alimentos fáciles de preparar, sabrosos y que
no eleven su azúcar. También incluye algunas recetas sencillas para una persona. La
comida no solo nutre el cuerpo, Don Humberto, también alimenta el alma.

PACIENTE: (con una pequeña sonrisa) —Hace tiempo que no cocino nada elaborado.
Desde que Elvira, mi esposa, falleció... sólo caliento sopas de sobre.

FARMACÉUTICA MARCELA: (mostrándole un organizador de pastillas) —Soy


Marcela, farmacéutica. Entiendo que es difícil recordar tantas medicinas. Aquí tiene un
pastillero marcado con colores diferentes para cada momento del día y horarios
específicos. Además, le preparé esta tarjeta con mi número directo para que me consulte
cualquier duda sobre sus medicamentos, a cualquier hora.

PACIENTE: (tomando el pastillero) —Esto parece más fácil... A veces me confundo


tanto que prefiero no tomar nada.

FISIOTERAPEUTA ROBERTO: (demostrando algunos movimientos) —Soy


Roberto, fisioterapeuta. Vamos a enseñarle unos ejercicios simples que puede hacer en
casa para sentirse más fuerte. Incluso puede hacerlos sentado viendo la televisión. Le
ayudarán con el equilibrio y a prevenir caídas. Además, el ejercicio es excelente para
mejorar el ánimo.

PACIENTE: (intentando imitar un movimiento) —Antes caminaba todos los días con
mi perro... pero falleció hace unos meses y ya no salgo.

ENFERMERA CARMEN: (acercándose con humildad) —Don Humberto, soy


Carmen, la enfermera que lo atendió en la sala. Quiero pedirle disculpas por mi actitud
apresurada. No lo traté con el respeto y la atención que merece. A partir de ahora,
cuando venga a sus controles, lo atenderé personalmente y con el tiempo necesario.

PACIENTE: (sorprendido por la disculpa) —Gracias, señorita. Yo entiendo que tienen


mucho trabajo...

TRABAJADORA SOCIAL ADRIANA: (mostrándole un folleto) —Soy Adriana,


trabajadora social. Contacté a una voluntaria del centro comunitario para adultos
mayores que podría visitarlo una vez a la semana. También hay un grupo de encuentro
los jueves donde personas de su edad comparten experiencias y realizan actividades
juntos. ¿Le gustaría participar?

PACIENTE: (emocionado, con lágrimas en los ojos) —No sé qué decir... Pensé que
era solo otro viejo más en la lista, otro expediente... Llegué a creer que era invisible.
Gracias por verme, de verdad.
MÉDICO RAMÍREZ: (colocando su mano en el hombro de Don Humberto) —Usted
no es un expediente ni un número, Don Humberto. Es una persona con una historia
única y valiosa. Nos importa su bienestar completo. A partir de hoy, trabajaremos en
equipo para apoyarlo.

PACIENTE: (secándose una lágrima) —Por primera vez en mucho tiempo, siento que
alguien realmente me ve... Gracias a todos.

Escena 5: Reflexión interna del equipo


(Sala de reuniones, al final del día. El equipo se ha reunido para reflexionar sobre lo
ocurrido)

MÉDICO RAMÍREZ: (pensativo) —Hoy recordamos algo fundamental que a veces


olvidamos en la rutina: la consulta externa no es solo una fila de cuerpos y síntomas,
sino de historias humanas. Cada paciente trae consigo un universo completo de
experiencias, miedos y esperanzas.

ENFERMERA CARMEN: (reflexionando) —La prisa no puede robarnos la empatía.


Hoy casi dejamos pasar una situación crítica por estar concentrados en "despachar"
pacientes. Una mirada atenta y una palabra amable pueden valer más que mil recetas.

PSICÓLOGA LORENA: —A veces, el mayor dolor que traen nuestros pacientes no


es físico, sino emocional. La soledad, la sensación de ser invisible, el sentirse una
carga... son heridas que también debemos tratar, aunque no aparezcan en ningún análisis
de laboratorio.

NUTRICIONISTA PATRICIA: —Me impactó cuando dijo que solo comía sopas de
sobre. No es solo la calidad nutricional lo que está en juego, sino también ese acto de
autocuidado que significa prepararse una buena comida. Cuando dejamos de cuidarnos,
es una señal importante.

FISIOTERAPEUTA ROBERTO: —El cuerpo y la mente están conectados. Don


Humberto dejó de moverse cuando perdió sus motivaciones. Espero que estos ejercicios
le devuelvan no solo fuerza física, sino también ganas de salir y reconectarse con el
mundo.

FARMACÉUTICA MARCELA: —Los medicamentos son importantes, pero


insuficientes si el paciente no entiende para qué sirven o cómo tomarlos. O peor aún, si
no tiene una razón para cuidar su salud. Nuestro trabajo debe incluir esa dimensión de
sentido.

TRABAJADORA SOCIAL ADRIANA: —Las redes de apoyo son fundamentales.


Ningún ser humano es una isla. Don Humberto había perdido todas sus conexiones:
esposa, mascota, amigos... Debemos estar atentos a estas señales de aislamiento social.

MÉDICO RAMÍREZ: (concluyendo) —Este caso nos recuerda nuestra vocación


original y el juramento que hicimos. No tratamos enfermedades, tratamos personas. Y a
veces, lo que más necesitan es simplemente ser vistas, escuchadas y valoradas. A partir
de mañana, propongo que implementemos un nuevo protocolo de atención integral para
casos como el de Don Humberto.

ENFERMERA CARMEN: —Aunque tengamos muchos pacientes en espera, siempre


podemos encontrar un momento para una palabra amable, para mirar a los ojos, para
escuchar lo que no se dice con palabras.

PSICÓLOGA LORENA: —Como dijo Don Humberto: "Gracias por verme". Esa
frase resume nuestra misión más profunda: ver a la persona detrás del paciente.

(Todos asienten, conmovidos y renovados en su compromiso profesional)

FIN DEL SOCIODRAMA

Puntos de reflexión para el debate posterior:

1. ¿Qué barreras organizacionales impiden una atención humanizada en la consulta


externa?

2. ¿Cómo pueden los profesionales de la salud mantener la empatía a pesar de la


sobrecarga laboral?
3. ¿Qué señales de alerta de problemas de salud mental podemos detectar en la consulta
rutinaria?
4. ¿Cómo implementar un enfoque multidisciplinario efectivo en sistemas de salud con
recursos limitados?
5. ¿De qué manera la formación académica puede fortalecer las habilidades de
comunicación y empatía en los profesionales de la salud?

Reflexión final del equipo

MÉDICO:
—Qué importante es detenernos a mirar al ser humano completo. No solo los signos
vitales.

—Hoy recordamos que la consulta externa no es solo una fila de cuerpos, sino de
historias.

ENFERMERA:

—La prisa no puede robarnos la empatía. Una mirada vale más que mil recetas.
—Lo que hice hoy debería ser normal, no una excepción.

PSICÓLOGA:
—Ver a alguien llorar de gratitud por ser escuchado… eso también es sanar.

—A veces el mayor dolor es la invisibilidad. Eso también se debe tratar.

TODOS:
—¡Así es como se hace salud con dignidad!

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