I.S.F.D.
N° 21
RESIDENCIA ATENEO DE PRÁCTICAS DEL LENGUAJE
CLASE 1 (1 MÓDULO)
Se comenzará la clase con la lectura por parte del docente de la leyenda tehuelche La duración del
invierno versión de Liliana Cinetto, dándole a cada alumno una copia de la misma para que puedan
seguir la lectura, una vez finalizado esto se les preguntará:
¿De qué trata el texto? ¿A que hace referencia? ¿Creen que es real? ¿Ustedes alguna vez se
preguntaron sobre el origen de algunas cosas? Los pueblos muy antiguos eran curiosos y se hacían
este tipo de preguntas. Cómo no tenían donde encontrar las respuestas, comenzaron a inventar
historias asombrosas que les dieran una explicación las cuales luego se fueron transmitiendo unos
con otros de generación en generación ¿Saben cómo se llaman este tipo de historias? Leyendas
A continuación se escribirá en el pizarrón una definición de leyenda para que les quede registrada
en sus carpetas
La leyenda es una narración breve, en general de origen oral, que ha pasado de boca en boca. Por
eso se pueden encontrar varias versiones de una misma leyenda. Los hechos suceden en un
tiempo remoto o indeterminado. Narran la existencia de seres sobrenaturales que habitan en
bosques, lagos o montañas; o fenómenos extraordinarios, el origen remoto de una planta, animal
o de cualquier otro elemento de la naturaleza.
Al término de esta explicación se les pedirá que cambien el final de la leyenda leída para luego
compartir entre todos los distintos finales
CLASE 2 (1 MÓDULO)
Se iniciará la clase retomando la definición de la leyenda luego se preguntará ¿Ustedes creen que
las leyendas son las mismas en todas partes? Esto será el punto de partida para explicarles que se
pueden clasificar de la siguiente manera:
RURALES: son las que se cuentan en zonas campesinas y que no funcionan en la ciudad
LOCALES: son propias de una provincia o zona específica
URBANAS: son relatos inventados que forman parte del folclore contemporáneo que
circula en la ciudad, se difunden de forma oral o a través de internet. Algunas de ellas
incluyen elementos inverosímiles y la mayoría se difunden como si fuesen ciertas.
INFANTIL: es un tipo de relato destinado a los niños, con elementos fantásticos o
imaginarios, pertenecientes a la tradición popular, adaptadas al público infantil
eliminando elementos no apropiados a su edad.
DE TERROR: son historias o relatos que tratan de infundir miedo al oyente, incluyen
habitualmente temas macabros como la muerte o el dolor, suelen tener un elemento de
sorpresa hacia el final. En ocasiones se cuentan como si fueran ciertas, referidas a alguien
cercano (un amigo) o a acontecimientos que supuestamente ocurrieron en un lugar
próximo (un bosque o una cueva).
Para ir teniendo un registro de las leyendas que vamos a ir trabajando se les pedirá que realicen
una ficha con los siguientes datos:
Título de la leyenda
Pueblo originario
Personajes
Clasificación
Reseña
CLASE 3 (2 MÓDULO)
Se comenzará la clase entregándoles a los alumnos los siguientes textos: la leyenda del Ceibo y el
mito del MInotauro los cuales deberán leer e identificar personajes, tiempo, escenario, finalidad.
De esta manera lo que se pretende es que puedan establecer mediante un cuadro comparativo es
establecer las diferencias entre un mito y una leyenda.
Finalizado esto se les pedirá que elijan una de las imágenes presentadas a continuación y
redacten una leyenda teniendo en cuenta lo visto anteriormente.
Imagen de sirena y lobizón
CLASE 4 (1 MÓDULO)
Se iniciará la clase con la proyección del video de la yerba mate pero antes de verlo se les
proporcionará a los alumnos una guía para detectar personajes y detalles relevantes de la leyenda:
1) ¿Qué pueblo originario se nombra?
2) ¿Qué animal se nombra?
3) ¿Qué personajes aparecen?
4) ¿Qué acciones realizan esos personajes?
Una vez finalizada la proyección se les pedirá que en base a los datos obtenidos redacten la
leyenda vista la cual se entregará para su corrección
CLASE 5 (1 MÓDULO)
Se comenzará esta clase leyéndoles un fragmento de la “Leyenda de la Ballena” de los pueblos
tehuelches
“Hace muchos años atrás, la ballena no vivía en el mar sino en la tierra, entre los tehuelches.
Andaba de un lado a otro, pastando, y al ser tan gorda, no podía recostarse contra un arbusto sin
triturarlo. Pero el problema mayor de Goos fue otro. Entre los tehuelches desaparecían las cosas,
las plantas, los animales, la gente.”
Luego, se dividirá la clase en tres filas y cada una pasará una hoja, en la que el primer alumno
escribirá un párrafo sobre cómo continúa la leyenda. Doblará la hoja dejando sólo al descubierto el
último renglón del párrafo. Se lo pasará al compañero que le sigue, quien escribirá otro párrafo, y
lo volverá a pasar. Así hasta completar la fila.
Al finalizar las “leyendas” se leerán y se comentarán. Por último se leerá la versión completa de la
leyenda, y se compararán las producciones con la original.
El mito del Minotauro
El minotauro era hijo de Pasifae, esposa del rey Minos de Creta y de un toro
blanco enviado por Posidón, dios del mar. Minos había ofendido gravemente
a Poseidón quien como venganza hizo que Pasifae se enamorase del animal.
Fruto de dicha unión nació el Minotauro, un ser violento, mitad hombre,
mitad toro, que se alimentaba de carne humana. Para esconder su vergüenza
y proteger a su pueblo, el rey Minos rogó al inventor Dédalo que le
construyera un laberinto del que el monstruo nunca pudiera salir. Cada
nueve años, a fin de apaciguarlo, Minos le ofrecía la bestia, siete mujeres y
siete jóvenes que imponía como tributo a la ciudad de Atenas.
En una ocasión, Teseo se ofreció voluntario como víctima, con la intención de
matar al Minotauro y liberar a Atenas de un cruel destino. Con la ayuda de
Adriadna, la hija del rey, que se había enamorado de él, logro su propósito:
Adriadna le ofrece a Teseo un ovillo de hilo que le ha dado Dédalo, el
arquitecto del laberinto. Habiéndo atado uno de sus extremos en la entrada y
siguiendo el hilo por los intrincados vericuetos del laberinto, Teseo puede,
efectivamente, encontrar la salida.
LEYENDA DEL CEIBO:
Cuenta la leyenda que en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de
rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las tardecitas veraniegas
deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en
sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... Pero llegaron los
invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que
arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad.
Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días
llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció
a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela
despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su
guardián, y huyó rápidamente a la selva.
El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros españoles, que salieron
en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al
rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte
del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera.
La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus
llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar palabra, sufría en
silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el fuego
comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con la
planta en un asombroso milagro.
Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de un
hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que
se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza
ante el sufrimiento.Tomada de la narración oral.
https://www.youtube.com/wath?v=oKl5vTQO5jO link del video de yerba mate
POR QUÉ LA BALLENA VIVE EN EL MAR (Leyenda patagónica de Argentina) Cierta vez, allá en el sur
lejano, en la Patagonia, una de esas personas que parecen saberse todas las historias, me contó a
su manera esta historia que hoy yo te cuento a la mía. Dicen que hace muchos, muchísimos años
la ballena vivía en la tierra y no en el mar. Claro, era el animal más grande de toda la Patagonia.
Góos, que así la llamaban los tehuelches, andaba de acá para allá, con sus treinta toneladas y su
cuerpazo descomunal. Y era muy pero muy molesta. ¿Porque era feroz? ¡No! Goos era más mansa
que una mariposa mansa… ¿Porque era venenosa? ¡No! Era más inofensiva que el agua pura de los
hielos derretidos de los glaciares. ¿Porque tenía olores desagradables? ¡En absoluto! Góos era una
ballena, no un zorrino… Aunque parezca mentira, la ballena era molesta… simplemente pero era
un animal sumamente cariñoso, un animal más mimoso que el perro más mimoso. Si un perro es
muy mimoso y pide caricias constantemente, se hace molesto. Pero si un animalito de más de 30
toneladas intenta frotar su cabeza contra una choza o una persona pidiendo mimos, el resultado
puede ser trágico: gente aplastada por exceso de amor, chozas hechas con una ramas así nomás
derruidas por una cabezota buscadora de caricias. Todo es una cuestión de tamaño: un hombre
resulta un gigante terrorífico para una pulga; una ballena, por más mimosa que sea, resulta una
tremenda, alucinante, descomunal pesadilla. Otro problema (hasta aquí no quise contarte nada de
esto para que no te asustaras), era su boca. Y su aburrimiento. Como todo el mundo sabe, la
ballena tiene una boca enorme. Pues bien, Góos se aburría casi todos los días. Y entones
bostezaba. Si estaba cerca de algún arbolito… cuando bostezaba, sin quererlo, aspiraba y aspiraba
hasta que se lo tragaba enterito… Y si estaba cerca de un campamento de tehuelches, y de pronto
Góos se sentía aburrido… ¡Ahhhhh! Un tremendo bostezo parecía brotarle desde el fonde de su
tripa y, como si fuera una poderosa aspiradora, pasaban volando palos, ollas, quillangos, perros…
¡hombres, mujeres y niños! Tragados, sorbidos, desaparecidos en aquella oscura y monumental
bocaza… Lo peor del caso es que la ballena, después de bostezar, no entendía adónde se habían
ido todas esas personas que hasta un momento antes estaban allí. En esos casos, Góos se ponía
muy triste porque comprendía que ya nadie le haría mimos en la cabeza o en el cuello. En pocas
palabras: esa gigantona, mimosa y aburrida, traía mil y un problemas a los habitantes de la
Patagonia. Un día un guerrero no pudo encontrar sus lanzas, arco y flechas que había dejado
secándose al sol. Otra vez, una familia que se había ido a visitar a los parientes, al regresar no
pudo encontrar por ningún lado su toldo. Cierto día de tormenta, mientras estaban durmiendo,
desaparecieron todos los caballos. Cuando despertaron, allí estaba durmiendo Góos
que siempre había dormido allí donde la sorprendía la noche, incapaz de hacerse un nido.
Asi que, entre curiosos y enfurecidos, los guerreros se pintaron para mostrar que estaban muy
pero muy enojados, y se fueron a ver a Elal, el creador de todo lo que existía. —¿Qué pasa, Elal?
¿Hay ladrones? Desaparecen armas, caballos, personas… ¡No encontramos nuestras cosas…! Elal
se puso muy serio y les respondió: —Voy a averiguar… Y allá se fue, a dar vueltas por ahí, a
preguntar a quien se cruce en su camino, pero sobre todo a mirar, a mirar las huellas, las marcas.
Buscando pistas como los detectives, aunque por entonces los detectives todavía no se habían
inventado. En esa recorrida, Elal vio a lo lejos a Góos. Se detuvo y la siguió con sus ojos que lo
habían visto todo. O casi todo. Góos caminaba, casi podríamos decir alegremente, sobre sus
patitas diminutas. Se detuvo en un campo donde había un arenal, se preparó un sitio cómodo y se
echó a tomar sol. Elal se acercó un poco. Entonces Góos, con el calor del sol por arriba y el calor de
la arena por debajo, empezó a adormilarse. Bostezó largo… Elal vió como una víbora, una mara y
un arbusto se levantaban del suelo y eran aspirados por la bocota de la ballena… ¡Esa era la causa
de tantos males! Ellal llegó hasta donde estaba Góos. —A ver… Abrí grande la boca que quiero
mirar adentro, le dijo. —No, no y requetenó— le contestó Góos, más caprichosa que una mula
caprichosa. Después de intentarlo un par de veces, Elal se marchó. Pero no fue muy lejos. Detrás
de unas bardas puso a funcionar su gran magia y se convirtió en tábano en un instante apenas.
Que para eso era Elal, el Creador. Zumbando, revoloteó alrededor de la ballena que lo único que
quería en su vida era dormir. Tanto y tanto la molestó que Góos pensó: —En cuantito se me
acerque a la boca, la abro grande grande y me lo como. Así no va a molestarme más… Y dicho y
hecho… Apenas el tábano quedó al alcance de la boca de la ballena, ésta abrió su boca de caverna,
su boca de cueva negra y ¡paf!, se lo tragó. En el interior de la ballena Elal, con forma de tábano,
no veía nada. Sintió voces, murmullos. Vio sombras. Comenzó a ver imágenes borrosas en la
penumbra: creyó ver un muñeco de madera, aunque no, no podía ser… De pronto Góos volvió a
bostezar. Y junto a un par de peñascos, entró luz… Entonces Elal vio a la gente. Eran muchas
personas: hombres, mujeres y niños. Tenían cara de aburridos. De muy aburridos. Y también vio
caballos, guanacos, un puma… Como todavía Elal tenía aspecto de tábano, revoloteó por el
interior de la ballena e empezó a picar aquí y allá. Góos se sacudía a cada picadura, como si tuviera
hipo, hasta que, repentinamente, comenzó a toser. Una y otra vez. ¡Cof!, y cinco familias volaron
al mundo exterior. ¡Cof!, y siete caballos manchados y uno blanco, pasaron volando como si
buscaran la luz. Proyecto Oro Viejo 2010 4 4 ¡Cof! ¡Cof! ¡Cof! y una lluvia de zorrinos, maras,
armas, pieles…, hasta una tropa de guanacos, cuises y un puma salieron disparados hacia la
libertad y pronto se escurrieron entre las piedras y las matas silvestres. El último en salir fue Elal,
que pronto recobró su aspecto de siempre. —¡Esto no puede seguir de este modo! ¿Qué vamos a
hacer con tus bostezos! Góos no tenía respuesta. Trató, inútilmente, de hacerse chiquita… —Me
parece que no podés vivir en la Tierra…— y llevó a Góos hasta la orilla del mar. Allí volvió a usar
sus poderes, y transformó esas patitas cortas (un poco ridículas, tengo que confesarlo) en aletas y
la ayudó a zambullirse. Al comienzo Góos se sentía extraña. Pero pronto descubrió que en el mar
pesaba menos, y entonces podía hacer cosas que siempre había deseado pero que, con su tamaño
y su peso, era imposible. Por ejemplo, se sintió feliz cuando logró dar un salto por afuera del agua.
Tuvo que prometerle a Elal que nunca más comería cosas más grandes que un camarón de los más
chicos. (Me parece que Elal no le creyó del todo, porque le colocó unas barbas que no dejan pasar
nada más grande que una uña. Por las dudas.) Eso sí. La tierra en la Patagonia quedó chatita
chatita de tanto que Góos anduvo arrastrándose por ahí. Pero me parece que no queda nada mal.
Y la ballena dejó de ser una molestia para la gente. Claro que cada vez que ve una embarcación
con gente, ella se acerca para que le acaricien la cabeza. Versión de Carlos Silveyra