Juanita y la Ardilla
Érase una vez, en una ciudad llena de árboles altos y bonitos, una niña llamada Juanita. Juanita era muy curiosa
y le encantaba explorar su vecindario. Cada mañana, después de desayunar, salía a jugar en el parque cerca de
su casa. Allí, siempre podía ver a muchas ardillas saltando de rama en rama.
Un día, mientras jugaba con su balón rojo, Juanita notó una ardilla pequeña con un pelaje marrón brillante. La
ardilla parecía diferente a las demás. Era muy juguetona y se movía con gracia, recogiendo bellotas del suelo y
escondiéndolas en un árbol. Juanita se acercó despacio para no asustarla.
“¡Hola, ardillita!” dijo Juanita con una sonrisa. La ardillita la miró sorprendidamente, pero, en lugar de huir, se
quedó quieta. Juanita pensó que tal vez la ardilla estaba interesada en jugar. Así que sacó un pequeño trozo de
galleta de su bolsillo. “¿Quieres galleta?” preguntó, extendiendo su mano.
La ardilla, curiosa, se acercó y tomó la galleta. Sus ojos brillaban de alegría. Desde ese día, Juanita y la ardilla
se hicieron grandes amigas. Juanita la nombró “Lila”. Cada día, Juanita venía al parque a jugar con Lila. Juntas
corrían, jugaban a escondidas y Lila le mostraba los mejores lugares para encontrar nueces y semillas.
Una tarde, mientras jugaban, Juanita notó que Lila se puso muy inquieta. Miraba hacia un arbusto con atención.
Juanita se acercó un poco más. “¿Qué pasa, Lila?” preguntó. De repente, un gato apareció de detrás del arbusto.
Era un gato grande y tenía una mirada un poco traviesa.
Juanita sintió miedo, pero miró a Lila y vio que la ardilla era valiente. “¡Corre, Lila!” le gritó. Lila saltó
rápidamente por el árbol, y Juanita huyó hacia la seguridad de un banco del parque. Desde allí, observó cómo
Lila subía alto, lejos del gato.
El gato se fue decepcionado, y Lila bajó del árbol, saltando felizmente hacia Juanita. “¡Lo hiciste muy bien!”
exclamó Juanita, abrazando a su amiga. A partir de ese día, Juanita aprendió que la amistad significa protegerse
mutuamente.
Y así, cada tarde, Juanita y Lila continuaron viviendo aventuras en el parque, llenando sus días de risas y
descubrimientos. La ciudad de ardillas nunca había sido tan divertida. Fin.