El fruto del espíritu: la paz
Este mundo no conoce la paz. ¿Cómo pueden los
cristianos mostrar paz?
Uno de los más grandes deseos humanos es la paz; paz entre las naciones, paz entre los
vecinos y paz en nuestra propia mente. Sin embargo nuestra experiencia confirma lo que la
Biblia afirma: “Y no conocieron camino de paz” (Romanos 3:17, citando a Isaías 59:8).
Actuar en una forma que conduzca a la paz duradera y real no es parte de nuestra tendencia
natural humana. En lugar de ello, el apóstol Pablo escribió que nuestra naturaleza humana
nos conduce a: “enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones… homicidios”
(Gálatas 5:20-21).
¿Qué es la paz?
La palabra que Pablo utiliza para la paz es la palabra griega eirene. Esta palabra tiene el
significado de: “paz entre personas, i.e. armonía, concordia” (Lexicón griego de Thayer).
La paz incluye una calma, ausencia armoniosa de conflicto que este mundo nunca ha
conocido. Tal vez hayan existido momentos y lugares aislados en donde el conflicto ha
cesado por un poco de tiempo, pero el mundo real nunca ha conocido la paz. Esto no ha
impedido, sin embargo, que el mundo pretenda tenerla. Pensemos en todos los tratados de
paz que han sido quebrantados tan pronto como han sido firmados.
En Jeremías 8:11, vemos que la costumbre de los líderes de tratar de ignorar o cubrir con un
manto la falta de paz no es algo nuevo: “Y curaron la herida de la hija de mi pueblo con
liviandad, diciendo: paz, paz; y no hay paz”.
Desafortunadamente, todas “los curitas” (adhesivos) que la humanidad ha tratado de usar
—tratados, programas sociales, conversaciones alrededor de la mesa de negociaciones— no
pueden tratar la heridas evidentes de un mundo plagado de conflicto y contención.
La paz es lo opuesto de lo descrito en Santiago 4:1-4, que describe la causa de la guerra:
“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las
cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia,
y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.
¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?
Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”.
Veamos lo que dice Filipenses 4:6-7: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas
vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz
de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús” (énfasis añadido). La paz perfecta de Dios es una de las
maravillosas cosas profundas que Dios tiene que no “…han subido en corazón de hombre”,
“porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:9, 14).
Hay una razón por la que la mayoría de las personas en el mundo no pueden comenzar
siquiera a entender la paz ofrecida por Dios: ellos han sido engañados y cegados (2
Corintios 4:4; Apocalipsis 12:9). Esto es cierto aun en medio del campo religioso (2
Corintios 11:13-15). Las personas esperan que la religión sea una fuente que les permita
aprender el camino a la paz. Sin embargo, a través de la historia, incontables guerras han
sido libradas en el nombre de la religión. Esto es confuso para aquellos que sinceramente
están buscando respuestas acerca de lo que produce una paz duradera.
El fruto del espíritu, la paz, también provee la paz interior y contentamiento que
encontramos al vivir el camino de vida de Dios —aun en medio de situaciones no tan
pacíficas.
“Usualmente en el Nuevo Testamento, la palabra eirene se utiliza como sinónimo del
hebreo shalown y significa no sólo libertad de problemas sino todo lo que implica el
máximo bien para el hombre” (Biblia de estudio diario de Barclay). La paz es más que la
ausencia de la guerra o algo que se siente en la mente. Es el camino de vivir una vida en
una relación adecuada entre el hombre y Dios, así como entre los hombres.
¿Por qué Dios quiere que demostremos paz?
La paz es una cosa tan ajena a este mundo. Imagínese un mundo en el que:
Las personas permitan que los demás terminen de hablar sin interrumpirlas.
Las personas no tengan acaloradas peleas.
Las diferencias sean resueltas con paciencia en lugar de puñetazos.
Las personas muestren compasión por otras, aunque no lo merezcan.
¿Por qué en Romanos 12:18, Pablo dice: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
estad en paz con todos los hombres”? Él dijo esto porque Dios quiere que toda su creación
esté en paz, y esto debe empezar por una persona a la vez. Los verdaderos creyentes de
Cristo, han recibido el Espíritu Santo quien da el poder y la calma para vivir en una
sociedad alterada.
Aun todos aquellos que aún no están convertidos, sin lugar a dudas desean la paz, aunque
han sido mal dirigidos hasta con ideas peligrosas en algunas ocasiones acerca de lo que es
la paz y cómo obtenerla.
El papel de un cristiano es demostrar la paz y mostrarle al mundo lo que es la verdadera
paz: una satisfacción serena al estar tan cerca de Dios como sea posible, que demuestra
otros frutos espirituales, incluyendo amor, paciencia, amabilidad y mansedumbre.
El venidero Reino de Dios será uno de paz, y si vamos a ser parte de él, debemos demostrar
esta realidad. Cristo explicó explícitamente esto en el Sermón del monte: “Bienaventurados
los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9).
¿Por qué Dios quiere que demostremos paz? Dios quiere que seamos parte de su familia
como hijos e hijas y su familia debe ser pacífica. Eventualmente, el mundo entero será parte
de esta familia pacífica, pero ahora en medio del odio y el conflicto, debe empezar con
nosotros.
Un ejemplo de paz que debemos seguir
Un gran ejemplo de cómo hacer la paz lo encontramos en la historia de Abram (cuyo
nombre fue cambiado más tarde a Abraham) y su sobrino Lot. Los dos estaban viajando
juntos, pero sus posesiones fueron tan grandes que sus pastores empezaron a tener
altercados y peleas por la tierra.
Abram vino a Lot y le dijo: “No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores
y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que
te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo
iré a la izquierda” (Génesis 13:8-9).
En vez de permitir que la ira se acrecentara y surgieran las acusaciones, Abram enfrentó
con calma la situación e hizo una sugerencia, dejándole a Lot la opción. Su ejemplo
muestra que hacer la paz puede requerir que sacrifiquemos la comodidad y nuestra
preferencia personal. Pero Dios bendijo los resultados de los esfuerzos de Abram por la paz
y los registró como un ejemplo para nosotros.
Un ejemplo para evitar
La historia de Joab es un gran ejemplo de una falta de paz. Él era el general del ejército del
rey David y se volvió infame por su rudeza y por ir más allá de lo que el rey le ordenaba, de
una forma muy violenta. Joab se las arregló para matar de una forma cobarde a otros dos
líderes militares, así como a Absalón, el hijo rebelde de David, todo sin la aprobación del
rey.
De hecho, David eventualmente dio órdenes para castigar a Joab por su violencia. David le
dijo a su hijo Salomón: “Ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a
dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasa, hijo de Jeter, a los
cuales él mató, derramando en tiempo de paz la sangre de guerra, y poniendo sangre de
guerra en el talabarte que tenía sobre sus lomos, y en los zapatos que tenía en sus pies. Tú,
pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás descender sus canas al Seol en paz” (1
Reyes 2.5-6).
La actitud de Joab pareciera ser completamente opuesta a la paz. El ilustra claramente
como aquellos que “tomen espada, a espada perecerán” (Mateo 26:52).
Cuestionario de auto evaluación acerca de la paz
¿Estamos creciendo en el fruto de la paz? Para saberlo, hágase preguntas tales como:
1. Cuando surge un conflicto, ¿trato de apaciguarlo o lo atizo más? ¿Por qué?
2. ¿Cuáles áreas de mi vida o acciones demuestran que yo soy en realidad un
pacificador?
3. ¿Conozco la diferencia entre la paz de Dios y la paz del mundo? ¿Cómo lo sé?
4. Al pensar en las interacciones específicas con otros, pregúntese: ¿Mando correos
electrónicos/posteo algo en Facebook/llamo por teléfono/ converso/ me comporto,
de tal forma que promuevo la paz o la contención?
¿Cómo podemos demostrar más paz?
Debemos practicar el camino de la paz comenzando con la única área que podemos afectar
realmente: nuestra esfera de influencia. Recordemos, Pablo nos exhortó: “si fuere posible”
y “en cuanto dependa de vosotros” vivir en paz “con todos”. Esto puede ser un reto. A
continuación les damos algunas ideas:
Desista de las conversaciones si se están saliendo de las manos. Esto puede lograrse
diciendo algo como: “Estamos de acuerdo en que tenemos un desacuerdo”. Luego
siéntase satisfecho de que usted no pueda cambiar la mente de alguien acerca de
ciertas cosas. La paz es saber que la intervención de Dios tal vez sea necesaria para
cambiar la forma de pensar de alguien (incluyendo la nuestra).
Propóngase ser la persona que mantiene la calma y es serena en cualquier
circunstancia que se le presente. Otros podrán pelear o decir insultos, ser celosos o
soberbios, pero debemos edificar, construir y alejarnos de una situación si es
necesario.
Respete todos los seres humanos como futuros miembros potenciales de la familia
de Dios. Recuerde que Dios no quiere que nadie perezca (2 Pedro 3:9), no importa
cuán enojado esté usted con la persona en un momento dado.