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Derecho Internacional Humanitario - Tratados de Ginebra

El Derecho Internacional Humanitario (DIH) busca limitar los efectos de los conflictos armados, protegiendo a quienes no participan en las hostilidades y regulando los métodos de combate. Se basa en los cuatro Convenios de Ginebra y sus Protocolos, estableciendo principios como la distinción entre combatientes y civiles, la proporcionalidad en los ataques y la necesidad militar. Su objetivo es garantizar un mínimo de humanidad en situaciones de guerra, protegiendo la dignidad de las personas y limitando el sufrimiento innecesario.

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Derecho Internacional Humanitario - Tratados de Ginebra

El Derecho Internacional Humanitario (DIH) busca limitar los efectos de los conflictos armados, protegiendo a quienes no participan en las hostilidades y regulando los métodos de combate. Se basa en los cuatro Convenios de Ginebra y sus Protocolos, estableciendo principios como la distinción entre combatientes y civiles, la proporcionalidad en los ataques y la necesidad militar. Su objetivo es garantizar un mínimo de humanidad en situaciones de guerra, protegiendo la dignidad de las personas y limitando el sufrimiento innecesario.

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UNIVERSIDAD REGIONAL AUTÓNOMA DE LOS ANDES

´´ UNIANDES ´´
Sede Tulcán
FACULTAD DE JURISPRUDENCIA

CARRERA DE DERECHO
MODALIDAD PRESENCIAL
Derecho Internacional Humanitario – 4 Tratados de Ginebra
Integrantes: Edisson Nicolas Chicaiza Moran
Joselyn Mishell Enríquez Narváez
Tania Lizbeth Guachán Méndez
Fernando Sebastián Mera Cuasapaz
Wilson Steven Palles Rodríguez
Diana Janelly Sierra Narváez
Nivel: Séptimo “A”
Fecha: 05 – 03 – 2025
Docente: Dra. Evelyn Chugá
Asignatura: Derecho Internacional Público y Privado
Tulcán – Ecuador
Noviembre 2024 – Abril 2025
INTRODUCCIÓN

El Derecho Internacional Humanitario se aplica a situaciones de conflictos armados, que


no deberían existir si el Derecho fuese respetado. La aparente tensión entre combatirlas o
regularlas se soluciona con un Derecho que, aproximándose a la lógica militar, intenta
racionalizarla y reorientarla al único objetivo justificable en el marco de un conflicto
armado: vencer al enemigo. El DIH se aplica en situaciones de conflicto armado, ya sean
de carácter internacional (entre Estados) o no internacional (dentro de un mismo Estado).
Su objetivo principal, garantizar un mínimo de humanidad en una situación inhumana,
protegiendo la dignidad del ser humano en el marco de los conflictos armados,
protegiendo a civiles, personal médico y religioso, prisioneros de guerra y otros grupos
vulnerables.

Se enfatizan aspectos teóricos fundamentales y de interpretación de las normas


humanitarias, así como su compleja relación con las normas de derechos humanos; y, de
otro, se presenta una definición clara de los ámbitos de aplicación de las normas que
regulan los conflictos armados internacionales y de carácter no internacional, de su
relación con el Derecho interno del o de los estados involucrados, así como de los
aspectos sancionadores o punitivos de este Derecho.

Las fuentes principales del DIH son los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, los
Protocolos Adicionales de 1977 y el derecho consuetudinario internacional. Estas normas
establecen obligaciones para los Estados y otros actores involucrados en conflictos
armados, y su cumplimiento es fundamental para garantizar la protección de las víctimas
y la rendición de cuentas por las violaciones (Salmón, 2004).

¿QUÉ ES EL DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO?

El derecho internacional humanitario (DIH) es un conjunto de normas que, por razones


humanitarias, trata de limitar los efectos de los conflictos armados. Protege a las personas
que no participan o que ya no participan en los combates y limita los medios y métodos
de hacer la guerra. El DIH suele llamarse también "derecho de la guerra" y "derecho de
los conflictos armados".

El DIH es parte del derecho internacional, que regula las relaciones entre los Estados.
Está integrado por acuerdos firmados entre Estados –denominados tratados o convenios,
por el derecho consuetudinario internacional que se compone a su vez de la práctica de
los Estados que éstos reconocen como obligatoria, así como por principios generales del
derecho. El DIH se aplica en situaciones de conflicto armado. No determina si un Estado
tiene o no tiene derecho a recurrir a la fuerza. Esta cuestión está regulada por una
importante parte – pero distinta– del DIH, que figura en la Carta de las Naciones Unidas
(SERVICIO DE ASESORAMIENTO EN DERECHO INTERNACIONAL
HUMANITARIO, 2004).

El Derecho Internacional Humanitario (DIH) o ius in bello no permite ni prohíbe los


conflictos armados, tanto internacionales como internos, sino que, frente a su
desencadenamiento, se aboca al fin de humanizarlos y limitar sus efectos a lo
estrictamente necesario. Se trata de un conjunto de normas, de origen convencional o
consuetudinario, cuya finalidad específica es solucionar los problemas de índole
humanitaria directamente derivados de los conflictos armados y que, por razones
humanitarias, restringe la utilización de ciertos métodos o medios de combate.

Así entendido, el DIH pretende un equilibrio entre las necesidades militares y el principio
de humanidad, es decir, entre lo que es necesario para vencer al adversario y lo que
simplemente denota crueldad. En suma, oponer la civilización de los límites ante el
desenfreno de la barbarie que pueden suponer per se los enfrentamientos armados. El
vasto número de normas que conforman el DIH protege, de un lado, a las víctimas de los
conflictos armados y, de otro, limita los medios y métodos de combate, es decir, busca
proteger la dignidad e integridad de las personas en el marco de los enfrentamientos
armados. Como estableció la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de Guatemala.

El Derecho Internacional Humanitario procura el respeto de derechos mínimos o


inderogables en caso de conflicto armado, intenta civilizarlo mediante la aplicación de
principios tales como el respeto a la población civil, la atención y cura de heridos, el trato
digno a las personas prisioneras y la protección de los bienes indispensables para la
supervivencia. Esta normativa crea un espacio de neutralidad en la medida en que
pretende disminuir las hostilidades, minimiza sus efectos sobre la población civil y sus
bienes y busca un trato humanitario para los combatientes, heridos o prisioneros.

En efecto, es el Derecho Internacional general el que contiene tales previsiones


prohibiéndola de manera general (artículo 2, inciso 4 de la Carta de las Naciones Unidas)
o permitiéndola, de manera excepcional, en situaciones de legítima defensa frente a un
ataque armado (artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas) o cuando el propio
Consejo de Seguridad decide su uso frente a una amenaza a la paz, quebrantamiento de
la paz o acto de agresión (capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas). Por su parte,
será la legislación interna de los estados la que regule las situaciones de insurgencia
interna habilitándola (por ejemplo, para la «defensa del orden constitucional», como lo
prescribe el artículo 46 de la Constitución Política del Perú de 1936) o prohibiéndola
(como actos que afrentan la ley y el orden interno) (Salmón, 2004).

En el marco de los Convenios de Ginebra de 1949 y sus dos Protocolos Adicionales de


1977 se definen dos regímenes jurídicos diferenciados en función del carácter
internacional o no del conflicto armado. De esta manera, el DIH distingue entre: un
conjunto acabado y complejo de normas aplicables a los conflictos armados
internacionales, compuesto principalmente por los cuatro Convenios de Ginebra y el
Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra relativo a la protección de las víctimas
de los conflictos armados internacionales (Protocolo Adicional I) y un número menos
abundante y más sencillo de normas llamadas a ejecutarse en el marco de los conflictos
armados no internacionales (artículo 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra y el
Protocolo Adicional II). Adicionalmente, y aunque no se encuentren presentes en las
disposiciones positivas del DIH, existen también formas novedosas de violencia armada
como son los conflictos armados internos internacionalizados y los de tercera generación
(Salmón, 2004).

HISTORIA Y ANTECEDENTES

El derecho internacional humanitario (DIH) es un conjunto de normas que, por razones


humanitarias, trata de limitar los efectos de los conflictos armados. Protege a las personas
que no participan o que ya no participan en los combates y limita los medios y métodos
de hacer la guerra. El DIH suele llamarse también "derecho de la guerra" y "derecho de
los conflictos armados".

El DIH es parte del derecho internacional, que regula las relaciones entre los Estados.
Está integrado por acuerdos firmados entre Estados –denominados tratados o convenios-
, por el derecho consuetudinario internacional que se compone a su vez de la práctica de
los Estados que éstos reconocen como obligatoria, así como por principios generales del
derecho. El DIH se aplica en situaciones de conflicto armado. No determina si un Estado
tiene o no tiene derecho a recurrir a la fuerza. Esta cuestión está regulada por una
importante parte – pero distinta– del DIH, que figura en la Carta de las Naciones Unidas.
El origen del DIH se remonta a las normas dictadas por las antiguas civilizaciones y
religiones. La guerra siempre ha estado sujeta a ciertas leyes y costumbres. La
codificación del DIH a nivel universal comenzó en el siglo XIX.

CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES

1. Protección de personas: El DIH protege a quienes no participan directamente en


las hostilidades, como civiles, personal sanitario y trabajadores humanitarios, así
como a aquellos que han dejado de participar, como soldados heridos, enfermos,
náufragos y prisioneros de guerra.
2. Limitación de métodos y armas: El DIH limita los medios y métodos de guerra
para evitar sufrimientos innecesarios y proteger a la población civil.
3. Principio de distinción: Las partes en conflicto deben distinguir en todo momento
entre combatientes y civiles, dirigiendo las operaciones únicamente contra
objetivos militares.
4. Principio de proporcionalidad: Se prohíben los ataques que puedan causar
pérdidas o daños incidentales excesivos en relación con la ventaja militar concreta
y directa prevista.
5. Principio de necesidad militar: Permite únicamente las acciones necesarias para
alcanzar objetivos militares legítimos que no estén prohibidas por el DIH.

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL DIH

Los principios fundamentales del DIH son directrices universales que inspiran e informan
todas sus normas. Se trata de normas imperativas, reconocidas por la comunidad
internacional como obligatorias más allá de los tratados específicos. Estos principios, que
se derivan de las disposiciones de los Convenios de Ginebra y sus Protocolos, orientan su
interpretación y aplicación, buscando equilibrar dos exigencias opuestas: las necesidades
militares y las consideraciones de humanidad. A continuación, se describen los
principales principios humanitarios generalmente aceptados:

1. Principio de Humanidad

Este principio exige tratar con humanidad a todas las personas que no participen en las
hostilidades o que hayan quedado fuera de combate, ya sea por enfermedad, heridas,
detención u otra causa, sin distinción adversa alguna. Prohíbe actos como la crueldad, la
tortura, las ejecuciones sumarias y los tratos inhumanos contra personas indefensas. Está
en la base de las normas esenciales de los Convenios de Ginebra, que establecen que
heridos, náufragos, prisioneros de guerra y civiles en poder de una parte deben ser
respetados, protegidos y tratados con humanidad. La Cláusula de Martens, incorporada
en el Protocolo I de 1977, refuerza este imperativo al disponer que, incluso en ausencia
de tratados específicos, los civiles y combatientes quedan bajo la protección de los
principios del derecho internacional derivados de la humanidad y la conciencia pública.
En esencia, este principio impone un mínimo de compasión, incluso en el caos de la
guerra.

2. Principio de Necesidad Militar y Prohibición de Males Superfluos

El DIH permite a los beligerantes usar la fuerza necesaria para alcanzar objetivos militares
legítimos, pero solo en la medida requerida por la situación. Este principio busca un
equilibrio entre las exigencias militares y las consideraciones humanitarias, optando
siempre por el mal menor para evitar causar al adversario más violencia de la
estrictamente necesaria. Cualquier daño que exceda lo indispensable para debilitar al
enemigo se considera sufrimiento injustificado. Desde la Declaración de San Petersburgo
de 1868, se estableció que el único fin legítimo de la guerra es debilitar las fuerzas
militares del adversario, y que este objetivo se vería rebasado por el uso de armas que
agravaran innecesariamente el sufrimiento o hicieran inevitable la muerte de los
combatientes. Por ello, el DIH prohíbe medios y métodos de guerra que causen heridas
superfluas o sufrimientos innecesarios, como proyectiles expansivos, armas químicas o
biológicas, y cualquier armamento cuyos efectos sean desproporcionadamente crueles en
relación con la ventaja militar obtenida. Los beligerantes deben optar por el método o
arma menos lesivo que permita cumplir la misión, evitando la destrucción innecesaria.

3. Principio de Distinción

Considerado un pilar cardinal del DIH, este principio obliga a las partes en conflicto a
distinguir en todo momento entre combatientes y población civil, así como entre objetivos
militares y bienes de carácter civil. Los ataques solo pueden dirigirse contra combatientes
y objetivos militares, nunca contra civiles o bienes civiles. Toda persona que no
pertenezca a las fuerzas armadas o que haya quedado fuera de combate se considera civil
y está protegida contra ataques directos. Asimismo, está prohibido atacar bienes
esenciales para la supervivencia de la población, como viviendas, hospitales, escuelas o
abastecimientos, salvo que se utilicen con fines bélicos concretos. Consagrado en el
Protocolo I y el Protocolo II de 1977, este principio busca proteger a la población civil de
los peligros de las operaciones militares y limitar la violencia a objetivos estrictamente
militares. Además, prohíbe represalias contra civiles y bienes protegidos, reafirmando
que la necesidad militar nunca justifica ataques deliberados contra la población civil.

4. Principio de Proporcionalidad

Complementario al principio de distinción, este principio exige que los ataques contra
objetivos militares no causen daños a civiles o bienes civiles excesivos en relación con la
ventaja militar concreta y directa esperada. Actúa como un criterio de equilibrio: antes de
cada operación, se deben evaluar los efectos colaterales y abstenerse de actuar si las
pérdidas civiles serían desproporcionadas respecto al objetivo militar. Trata de prohibir
ataques indiscriminados o desmedidos. Por ejemplo, bombardear un objetivo militar
menor causando masivas bajas civiles violaría este principio. En caso de duda sobre los
efectos, prevalece la obligación de actuar con precaución y buscar alternativas para
minimizar el daño a civiles. Tribunales internacionales, como el de la ex Yugoslavia, han
analizado este principio al juzgar crímenes de guerra, subrayando su importancia para
moderar el uso de la fuerza y evitar costos humanos exorbitantes.

5. Principios de Inmunidad y No Discriminación

Estos principios aseguran que la protección humanitaria se otorgue sin distinciones


adversas y que ciertas personas gocen de inmunidad frente a los riesgos bélicos. El
principio de no discriminación establece que las normas del DIH se apliquen a todos por
igual, sin diferencias basadas en raza, religión, sexo, origen u otros criterios. Por ejemplo,
todos los prisioneros de guerra deben recibir un trato básico equitativo,
independientemente de su nacionalidad o bando. Las únicas diferencias permitidas
responden a necesidades específicas, como atención prioritaria a heridos graves o
consideraciones especiales para niños. El principio de inmunidad, por su parte, reafirma
que los civiles, al no participar en combates, deben quedar al margen de las hostilidades
y estar protegidos contra los peligros de la guerra. Prohíbe ataques contra la población
civil, ya sea en conjunto o de forma individual, así como actos como la toma de rehenes,
castigos colectivos o la destrucción de bienes esenciales para su supervivencia. Este
principio, ligado al de distinción, se refleja en los Convenios de Ginebra, especialmente
en el IV Convenio relativo a civiles.

6. Principio de Limitación de los Medios y Métodos Bélicos


Derivado de los principios de humanidad y necesidad, este principio establece que no
todo está permitido en la guerra: las partes no tienen libertad ilimitada para elegir medios
y métodos de combate. Además de prohibir sufrimientos innecesarios, el DIH restringe o
veta ciertos armamentos mediante tratados específicos, como los que proscriben armas
químicas, biológicas, minas antipersonal y municiones en racimo. También están
prohibidos medios considerados inhumanos, como veneno, balas expansivas o armas
láser cegadoras. En cuanto a los métodos, se prohíben tácticas como declarar “no dar
cuartel” (no dejar sobrevivientes) o usar emblemas enemigos, banderas blancas o
distintivos de la ONU de forma engañosa. Este principio, presente desde las
Convenciones de La Haya de 1899 y 1907, delimita los medios lícitos e ilícitos de hacer
la guerra, buscando reducir la brutalidad del conflicto.

PRINCIPALES INSTRUMENTOS JURÍDICOS DEL DIH

El DIH contemporáneo se sustenta en un amplio conjunto de tratados internacionales,


complementados por el derecho internacional consuetudinario y los principios generales
del derecho. Estos instrumentos jurídicos establecen las reglas que regulan los conflictos
armados y protegen a las víctimas de la guerra. Los más relevantes fueron:

1. Los Convenios de Ginebra de 1949

Constituyen la base del DIH moderno. Adoptados tras la Segunda Guerra Mundial y
ratificados por casi todos los Estados del mundo, estos cuatro tratados protegen a
categorías específicas de personas en conflictos armados internacionales:

• Convenio I: Heridos y enfermos de las fuerzas armadas en campaña.

• Convenio II: Heridos, enfermos y náufragos de las fuerzas armadas en el mar.

• Convenio III: Prisioneros de guerra.

• Convenio IV: Personas civiles bajo poder de una parte en conflicto o en territorio
ocupado.

En su artículo 3, los Convenios establecen garantías humanitarias mínimas aplicables a


conflictos armados no internacionales (como guerras civiles), marcando un hito al
extender ciertas reglas a enfrentamientos internos.

2. Los Protocolos Adicionales de 1977 y 2005


Estos protocolos complementan los Convenios de Ginebra para adaptarlos a nuevos tipos
de conflictos y mejorar la protección humanitaria:

• Protocolo I (1977): Refuerza las normas sobre la conducción de hostilidades en


conflictos internacionales, detallando principios como distinción y
proporcionalidad, y protege bienes civiles y el medio ambiente. Incluye la
Cláusula de Martens.

• Protocolo II (1977): Dedicado a conflictos no internacionales, establece garantías


para civiles en guerras civiles, prohibiendo actos como el terrorismo contra la
población y regulando el trato a detenidos.

• Protocolo III (2005): Introduce el “Cristal Rojo” como un emblema distintivo


adicional, neutral y universal, para identificar y proteger al personal y las
instalaciones humanitarias.

Ampliamente ratificados, aunque no de forma universal, estos protocolos actualizan y


amplían el marco normativo del DIH.

3. Convenciones de La Haya sobre Leyes y Costumbres de Guerra

Precediendo a los Convenios de Ginebra, estas convenciones, especialmente las de 1899


y 1907, codificaron normas sobre la conducción de hostilidades. Sus reglamentos abordan
métodos y medios de combate, como la prohibición de ciertos proyectiles, la regulación
de bombardeos navales y la protección de edificios culturales y prisioneros de guerra.
Aunque algunos aspectos han sido superados por tratados posteriores, muchas de sus
disposiciones se consideran costumbre internacional obligatoria.

4. Tratados sobre Armamentos y Desarme Humanitario

Estos acuerdos limitan o prohíben armas específicas para prevenir sufrimientos


injustificados:

• Protocolo de Ginebra de 1925: Proscribe el uso bélico de gases tóxicos y agentes


bacteriológicos.

• Convención sobre Armas Biológicas de 1972: Prohíbe el desarrollo, producción


y almacenamiento de armas biológicas.
• Convención sobre Armas Químicas de 1993: Extiende la prohibición a las
armas químicas.

• Convención de 1980 sobre Ciertas Armas Convencionales: Regula o prohíbe


armas excesivamente lesivas o indiscriminadas (minas terrestres, armas
incendiarias, láser cegadores, restos explosivos).

• Convención de Ottawa de 1997: Prohíbe las minas antipersonales.

• Convención sobre Municiones en Racimo de 2008: Veta las bombas de racimo.

• Convención de La Haya de 1954: Protege los bienes culturales en conflictos


armados, con protocolos adicionales en 1954 y 1999.
Estos instrumentos refuerzan el principio de limitación, restringiendo los medios
de combate en aras de la humanidad.

5. Otras Normas Internacionales Relevantes

Otros instrumentos complementan el DIH:

• Convención para la Prevención y Sanción del Genocidio (1948): Prohíbe el


genocidio, vinculándose al DIH en contextos de guerra.

• Derecho Internacional de los Derechos Humanos: Se aplica concurrentemente


con el DIH, garantizando derechos fundamentales incluso en conflictos armados,
salvo excepciones permitidas.

• Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (1998): Tipifica como


crímenes de guerra las violaciones graves del DIH, como ataques a civiles o
tortura, estableciendo responsabilidad penal individual.

• Jurisprudencia de Tribunales Internacionales: Casos de tribunales como los


de la ex Yugoslavia y Ruanda han interpretado y aplicado el DIH, fortaleciendo
su cumplimiento.

• Costumbre Internacional: Identificada en estudios como el del Comité


Internacional de la Cruz Roja de 2005, vincula a todos los Estados y actores
armados con reglas consuetudinarias.

QUE SON LOS TRATADOS


Los Tratados de Ginebra tienen un estatus legal universal. Su objetivo principal cada vez
es asegurar el trato humano de los heridos, enfermos y prisioneros, con la debida
consideración a la protección de la población civil y del personal humanitario en caso de
conflicto. Entre sus principios fundamentales más importantes se encuentran la
neutralidad, la falta de parcialidad y el respeto por la dignidad humana. Los tratados
imponen responsabilidades tanto a los grupos armados estatales como no estatales, que
los obligan a tomar medidas para prevenir el maltrato y castigar las violaciones que
constituyen crímenes de guerra, son instrumentos fundamentales del Derecho
Internacional Humanitario, cuyo objetivo es mitigar los efectos devastadores de la guerra
mediante la protección de personas vulnerables y la regulación de la conducta en
conflicto. La evolución histórica de estos tratados refleja el compromiso internacional
con la humanidad, y su continua aplicación es esencial para salvaguardar la dignidad
humana en situaciones de violencia extrema.

Estos convenios son multilaterales que delimitan los estándares elementales de la defensa
de las personas que sufren por guerras, en especial las que no toman parte directamente
en las contiendas (civiles, personal médico, religiosos, etc.) y los que han cesado de
combatir (soldados heridos, enfermos y prisioneros de guerra). Su origen se remonta al
primer tratado de 1864 que fue por la acción de Henri Dunant durante la Batalla de
Solferino y la posterior creación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

Los Cuatro Convenios de Ginebra, adoptados en 1949, constituyen el fundamento del


Derecho Internacional Humanitario (DIH) contemporáneo y figuran entre los pocos
tratados internacionales que han sido ratificados universalmente. Su aceptación
generalizada se debe a que encapsulan principios éticos universales que rigen la conducta
en los conflictos bélicos. A lo largo del tiempo, han sido reiteradamente reafirmados e
incorporados en los ordenamientos jurídicos nacionales y en las doctrinas militares,
asegurando su aplicación constante en el campo de batalla con el propósito de minimizar
el sufrimiento humano. (Tardif, 2022)

En 2019, cuando se conmemoraba el 50.º aniversario de la Convención de Viena sobre el


Derecho de los Tratados, también se celebraron 70 años de la adopción de los Convenios
de Ginebra. Este contexto sirvió para resaltar su vigencia en la regulación de los conflictos
armados, especialmente en relación con los conflictos armados no internacionales
(CANIs), cuya proliferación ha puesto de manifiesto la urgente necesidad de reglas claras
y su estricto cumplimiento.
Desde su adopción, los Convenios han sido objeto de una amplia interpretación por parte
de diversos actores, con el fin de garantizar la protección tanto de la población civil como
de los combatientes. Dos disposiciones fundamentales han sido clave en este análisis:

• Artículo 1: consagra la obligación de respetar y hacer respetar el DIH, lo que


implica no solo la observancia de sus normas por los Estados, sino también su
promoción y cumplimiento en situaciones de conflicto.

• Artículo 3: establece el concepto de conflicto armado, aplicable a situaciones de


violencia no internacional, brindando protección humanitaria a personas que no
participan directamente en las hostilidades. (DIH, pág. 22)

La interpretación de estos artículos ha sido crucial para garantizar la efectividad del marco
normativo humanitario, asegurando que las disposiciones de los Convenios se adapten a
la realidad de los conflictos contemporáneos y continúen desempeñando un papel
fundamental en la protección de los derechos humanos en contextos bélicos.

Los Convenios de Ginebra representan un consenso global en favor de la protección de


la dignidad humana en tiempos de guerra. Su aplicación efectiva sigue siendo un reto,
pero su reconocimiento universal confirma su relevancia como instrumento fundamental
del Derecho Internacional Público y su inquebrantable vínculo con los derechos humanos
y la justicia internacional.

I CONVENIO DE GINEBRA – Protege a los heridos y enfermos de las fuerzas


armadas en campaña terrestre.

“El Primer Convenio de Ginebra protege a los combatientes que, por encontrarse fuera
de combate, deben recibir asistencia médica de manera imparcial y sin distinción”

El Primer Convenio de Ginebra surgió en un contexto crucial en la historia política y


militar de Europa. Tras la derrota de Napoleón I en Waterloo (1815) y antes del ascenso
de su sobrino durante la campaña italiana (1859), el oeste del continente se mantenía
relativamente en paz. No obstante, el resurgir del conflicto en la península de Crimea
marcó el retorno de la guerra en Europa, fue suscrito en 1864 en Ginebra, Suiza, un año
después de la creación del CICR. A lo largo de los siglos XIX y XX se desarrolla el DIH
a partir de la revisión y adaptación de las normas, pero es hasta después del fin de la
Segunda Guerra Mundial (1939- 1945) cuando la diplomacia internacional retoma los
trabajos iniciados en 1864, 1906 y 1929. En 1949 se redacta un articulado que acoge no
solo al personal militar y sanitario sino también a las víctimas civiles. Además, se
establece el reconocimiento de la capacidad de actuación de organismos internacionales
en conflictos armados de índole no internacional. El resultado: los Cuatro Convenios de
Ginebra de 1949. (Roja, 2019, pág. 44)

La necesidad de regular la atención a los heridos y prisioneros de guerra se cristalizó tras


la experiencia vivida por Henri Dunant en la Batalla de Solferino (1859), donde constató
el infortunado destino de unos 40.000 soldados abandonados por la carencia de
instalaciones y treguas que permitieran su auxilio. Inspirado por el sufrimiento
presenciado, Dunant publicó Un Souvenir de Solferino y, mediante su participación en la
Sociedad de Ginebra para el Bienestar Público, impulsó la convocatoria de una
conferencia internacional. Este proceso fue determinante para la fundación, en 1863, del
Comité Internacional de la Cruz Roja, cuya misión se fundamentaba en el principio de
salvaguardar la salud y el bienestar físico de la población, especialmente en tiempos de
conflicto. (Knut Doermann, 2021)

El 22 de agosto de 1864, representantes de varios Estados europeos –entre ellos el Gran


Ducado de Baden, el Reino de Bélgica, Dinamarca, el Imperio Francés, el Reino de Italia,
el de los Países Bajos, Portugal, Prusia, España, la Confederación Suiza y el Reino de
Wurtemberg– se reunieron en Ginebra para firmar el primer tratado. Noruega y Suecia se
sumaron posteriormente. Este acuerdo, considerado el más elemental, se fundamentaba
en el consentimiento implícito de los Estados que lo adoptaron, garantizando: (Primer
Convenio de Ginebra, 2021)

• La inmunidad frente a la captura y destrucción de los centros de atención médica


para soldados heridos y enfermos,

• La prestación de un tratamiento médico imparcial a todos los combatientes


afectados,

• La protección de los civiles que brindan asistencia, y

• El reconocimiento del emblema de la Cruz Roja como signo identificativo de


protección.

Aunque los mandatos esenciales del tratado se ejecutaron con éxito en el corto plazo, las
ambigüedades en la redacción de ciertos términos y la evolución acelerada de la
tecnología militar exigieron posteriores revisiones. Así, se introdujeron ampliaciones y
precisiones en el Segundo Convenio de Ginebra (1906) y en el Convenio de La Haya de
1899, orientado a la guerra marítima, para luego realizar modificaciones adicionales en
1929. En palabras de Jean S. Pictet (1951), "la ley siempre va a la zaga de la caridad, pero
es imperativo ampliarla para adaptarse a las realidades y necesidades humanitarias",
subrayando la responsabilidad del CICR de extender el alcance de estos principios
básicos. (Sassòli, 2022, pág. 67)

El Primer Convenio de Ginebra es un pilar fundamental del Derecho Internacional


Humanitario, estableciendo normas que salvaguardan la vida y la dignidad de los
combatientes heridos o enfermos en el campo de batalla. Sus disposiciones sobre la
neutralidad de los servicios médicos, el deber de asistencia y la prohibición de maltratar
a las personas vulnerables han marcado pautas esenciales para la protección de la
humanidad en tiempos de conflicto. La labor de organismos como el CICR y la difusión
de estos principios a través de fuentes académicas y oficiales confirman su relevancia y
aplicabilidad en conflictos tanto históricos como contemporáneos.

Ejemplo:

Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial:


La implementación del Primer Convenio permitió el establecimiento de zonas seguras
donde se podía atender a los heridos sin temor a ataques. Por ejemplo, durante la
Primera Guerra Mundial se crearon hospitales móviles y se utilizaron ambulancias
marcadas con el emblema de la Cruz Roja para evacuar a los soldados heridos, lo que
contribuyó significativamente a salvar vidas.

Intervención del CICR en Conflictos Contemporáneos:


En conflictos más recientes, como en ciertos escenarios de la Guerra del Pacífico o en
operaciones de paz, se ha observado que la presencia de personal médico protegido por
el convenio facilita la labor humanitaria, permitiendo el acceso a zonas de combate para
evacuar a heridos y enfermos sin ser blanco de ataques.

Reconocimiento y Uso del Emblema de la Cruz Roja:


La obligatoriedad de exhibir el emblema en vehículos, edificios y equipos sanitarios ha
sido crucial para distinguirlos de objetivos militares, lo que ha permitido que, incluso en
situaciones de alta tensión, las partes en conflicto respeten estas señales de protección.
II CONVENIO DE GINEBRA – Protege a los heridos, los enfermos y los náufragos
de las fuerzas armadas en el mar.

Este convenio establece la normativa cuando el escenario de la guerra es marítimo y


protege a los heridos, enfermos y náufragos de las fuerzas armadas en el mar, esto durante
la guerra, este convenio reemplazo el Convenio de La Haya de 1907, ya que era este
convenio el que regulaba las normas sobre la protección de este grupo.

El segundo convenio de Ginebra es una extensión del primer convenio, adaptado para los
escenarios marítimos, también establece la obligación de las partes en conflicto a rescatar
y asistir a náufragos, independientemente de su nacionalidad.

Este convenio tiene 63 artículos, los cuales además de proteger a heridos, enfermos y
náufragos de las fuerzas armadas, proveen una protección especifica para los barcos
hospitales, embarcaciones de salvamento, aeronaves sanitarias y otros transportes
sanitarios que se encentran en el mar.

Así mismo se encarga de la protección de personal médicos y sanitario, personales


religiosos que se encuentra prestando sus servicios en el contexto naval, además de que
se reconocen emblemas distintivos y el personal médico y religioso cuenta con una tarjeta
de identidad agregada a las fuerzas armadas.

Características y objetivos importantes del Segundo Convenio de Ginebra:

Algunas de las características principales del convenio son:

1. Protección de los heridos y enfermos en el mar: Se garantiza la asistencia


médica sin discriminación.
2. Trato humanitario a los náufragos: Se protege a los combatientes que caen al
mar, asegurando su rescate y cuidados médicos.
3. Protección de buques hospital: Se establece la inmunidad de los barcos
destinados exclusivamente a la asistencia médica, prohibiendo ataque contra ellos.
4. Neutralidad de zonas sanitarias: Se reconoce el derecho de países naturales a
ofrecer refugio y asistencia a heridos sin ser considerado parte en el conflicto.

Objetivos:

1. Proteger a las personas que no participan de manera directa en las hostilidades


2. Prohibir los atentados contra la vida y la integridad corporal
3. Prohibir la toma de rehenes
4. Establecer que los heridos, enfermos y náufragos deben ser recogidos y asistidos

Aportes del Segundo Convenio de Ginebra:

1.- Protección a combatientes en el mar: Asegura que los heridos, enfermos y náufragos
en el mar sean protegidos y reciban asistencia médica.

2.- Inmunidad de los buques hospital: Prohíbe ataques a barcos destinados a la atención
médica y establece su neutralidad.

3.- Respeto a la Cruz Roja y otras organizaciones humanitarias: Se protege el trabajo de


las organizaciones humanitarias en el mar, garantizando su labor sin interferencias.

4.- Normas sobre el tratamiento de prisioneros heridos en barcos: Los prisioneros de


guerra que estén heridos en el mar deben recibir el mismo trato humanitario que los
soldados propios.

5.- Extensión de las normas de guerra terrestre al ámbito marítimo: Amplía los principios
del Primer Convenio de Ginebra a los escenarios navales.

Ejemplo:

Durante la Segunda Guerra Mundial, muchas embarcaciones que transportaban soldados


heridos fueron atacadas. Con la aplicación del Segundo Convenio de Ginebra, los barcos
hospital modernos, como los de la Cruz Roja, deben ser respetados y protegidos, evitando
que se conviertan en blancos de ataques.

Durante la Guerra de Malvinas (1982), los barcos hospital británicos y argentinos fueron
respetados gracias a las normas establecidas en este Convenio, lo que permitió la atención
de heridos sin interferencias.

III CONVENIO DE GINEBRA – Establece las normas de protección para los


prisioneros de guerra.

El tercer Convenio de Ginebra es un tratado que establece normas relacionadas a la


protección humanitaria y al trato debido para los prisioneros de guerra (POW), es decir
que en este convenio se explican las categorías para el reconocimiento de una persona
como prisionero de guerra, así mismo establece las condiciones de captura, el trabajo, los
recursos financieros, la asistencia que se les va a brindar y el debido proceso cuando se
dan procesos judiciales en su contra.

Este convenio fue adoptado en 1949 y entro vigor el 21 de octubre de 1950 y reemplazo
al Convenio sobre prisioneros de guerra de 1929, consta de 143 artículos en donde se
ampliaron las categorías de personas que tienen derecho a recibir el estatuto de prisionero
de guerra, se definieron con mayor precisión las condiciones y lugares para la captura, así
mismo se establecieron las condiciones de trabajo para ellos, la asistencia médica a la que
tienen derecho y como llevar los procesos judiciales en su contra.

Características y objetivos importantes del Tercer Convenio de Ginebra:

1. Definición de prisionero de guerra: En esta categoría, se incluye a combatientes


de las fuerzas armadas, miembros de milicias y civiles que participan en la defensa
del territorio.
2. Prohibición de torturas y malos tratos: Se exige un trato humano, y quedan
prohibidas las ejecuciones sumarias, torturas y trabajos forzados.
3. Condiciones de detención: Aquí se regula que la detención debe ser adecuada,
además del alojamiento, la alimentación, asistencia médica y la comunicación con
el exterior.
4. Repatriación y liberación: Establece que los prisioneros deben ser repatriados al
finalizar el conflicto, salvo en casos de delitos graves.

Objetivos

1. Proteger la integridad física y mental de los POW


2. Garantizar que las autoridades detenedoras atiendan las necesidades de los
prisioneros
3. Prohibir el asesinato, la tortura y cualquier forma de trato inhumano o degradante

Aportes del Tercer Convenio de Ginebra:

1.- Definición y derechos de los prisioneros de guerra: Se establecen derechos


fundamentales para los combatientes capturados, incluyendo alimentación, atención
médica y protección contra torturas o ejecuciones.

2.- Prohibición de la tortura y tratos crueles: Introduce estándares internacionales para


evitar abusos contra prisioneros.
3.- Garantía de comunicación con familiares y organismo humanitarios: Los prisioneros
deben poder comunicarse con sus familias y recibir visitas de la Cruz Roja.

4.- Regulación del trabajo para los prisioneros de guerra: Establece que los prisioneros
pueden trabajar, pero no en condiciones inhumanas o peligrosas.

5.- Repatriación de prisioneros tras el fin de hostilidades: Obliga a las partes a liberar a
los prisioneros una vez concluida el conflicto y garantizar su regreso seguro.

Ejemplo:

Durante la Guerra de Corea (1950-1953), se aplicaron los principios del Tercer Convenio
en la repatriación de prisioneros de guerra a través de la llamada "Operación Pequeño
Intercambio". Esto permitió que muchos soldados capturados fueran devueltos a sus
países bajo condiciones humanitarias.

En la Guerra de Vietnam, el Tercer Convenio de Ginebra sirvió de base para los acuerdos
sobre el trato y liberación de prisioneros de guerra, aunque no siempre se cumplió
estrictamente.

IV CONVENIO DE GINEBRA – Protege a los civiles en tiempos de guerra.

El Cuarto Convenio de Ginebra, adoptado el 12 de agosto de 1949, se refiere a la


protección de las personas civiles en tiempo de guerra. Este tratado internacional
establece las normas para la protección de civiles en situaciones de conflicto armado y
tiene como objetivo primordial garantizar su seguridad y bienestar durante la guerra.
(Tratados, 2025)

El IV Convenio de Ginebra protege a la población civil frente a las consecuencias de los


enfrentamientos bélicos, establece el trato a los pobladores y plantea la diferencia entre
la situación de los extranjeros en el territorio de una de las partes en conflicto y la de los
civiles en territorios ocupados. Además, plantea las obligaciones del país ocupante, frente
a la población civil y la asistencia humanitaria.

Características importantes del Cuarto Convenio de Ginebra:

• Protección de personas civiles: El convenio establece que las personas que no


participan directamente en las hostilidades deben ser tratadas con humanidad, sin
distinción alguna basada en raza, nacionalidad, religión u opiniones políticas.
(ACNUR, 2024)
• Prohibición de actos inhumanos: Se prohíben actos como el asesinato, la tortura,
los castigos corporales, las mutilaciones y los experimentos médicos o científicos
no justificados por razones médicas. (ACNUR, 2024)

• Prohibición de castigos colectivos: El convenio prohíbe los castigos colectivos,


las medidas de intimidación o terrorismo, el pillaje y las represalias contra
personas protegidas y sus bienes. (ACNUR, 2024)

• Protección de niños: Se enfatiza la necesidad de tomar medidas para la


identificación y cuidado de niños huérfanos o separados de sus familias debido al
conflicto, asegurando su mantenimiento y educación. (ACNUR, 2024)

Aportes del Cuarto Convenio de Ginebra:

Este convenio representa un avance significativo en el derecho internacional humanitario


al centrarse en la protección de la población civil durante los conflictos armados.
Establece obligaciones claras para las partes en conflicto, buscando mitigar el sufrimiento
de los civiles y preservar su dignidad y derechos fundamentales. (ROJA, 2024)

Prohibir prácticas inhumanas y castigos colectivos, el convenio busca limitar los efectos
de la guerra en la población civil y promover el respeto por los derechos humanos incluso
en tiempos de conflicto.

Ejemplo

A lo largo de los años, el Cuarto Convenio de Ginebra ha sido invocado en diversas


situaciones de conflicto para proteger a la población civil.

LA GUERRA DE SIRIA, se denunciaron ataques contra civiles que violaban varios


artículos del convenio. Asimismo, en el conflicto de Yemen, los ataques contra hospitales
y otras infraestructuras civiles fueron considerados violaciones al Cuarto Convenio de
Ginebra. Estos ejemplos destacan la relevancia continua del convenio en la protección de
civiles en conflictos armados contemporáneo

El cuarto convenio de ginebra establece las normas y el trato que debe recibir cualquier
civil dentro de un país en guerra; debiendo ser tratado con humanidad y no de forma
violenta.
Protocolos

En el cuarto convenio de Ginebra también se encuentran tres protocolos adicionales; los


dos primeros aprobados en 1977 y el tercero en el 2005.

Protocolo I: Relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados


internacionales.

Protocolo II: Relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin
carácter internacional.

Protocolo III: Relativo a la adopción de un emblema distintivo adicional.

Protocolo Adicional I a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de


las víctimas de los conflictos armados internacionales, 1977

Convenio de Ginebra para aliviar la suerte que corren los heridos y los enfermos de las
Fuerzas Armadas en campaña, aprobado el 12 de agosto de 1949. El Primer Convenio de
Ginebra protege a los soldados que no participan en las hostilidades (fuera de combate).

El Protocolo I se basa en los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, que protegen a las
víctimas de la guerra. Menciona términos cruciales como "Potencia protectora" y
"sustituto", que garantizan la supervisión y aplicación del derecho internacional
humanitario (DIH) en conflictos armados.

El Protocolo se aplica desde el inicio de cualquier conflicto armado internacional,


incluyendo guerras de liberación nacional, y continúa hasta el fin de las operaciones
militares, con excepciones para personas cuya liberación sea posterior. El Comité
Internacional de la Cruz Roja (CICR) juega un papel crucial como mediador y posible
sustituto en la designación de Potencias protectoras.

Se establece la protección y el respeto a todos los heridos, enfermos y náufragos, sin


discriminación. Se prohíben actos médicos que pongan en peligro la salud o integridad
física de las personas protegidas, incluyendo mutilaciones y experimentos médicos. Se
otorga protección especial a las unidades sanitarias y al personal sanitario y religioso,
prohibiendo ataques y requisas indebidas. Se promueve que la población civil participe
en el cuidado de los heridos y enfermos.

Se establecen normas para la identificación del personal y las unidades sanitarias


mediante el signo distintivo de la cruz roja, media luna roja o león y sol rojos. Se prohíben
las represalias contra personas y bienes protegidos por el Protocolo. Se obliga a los
estados neutrales a proteger a las personas protegidas por este título, que pudieran ser
recibidas o internadas en sus territorios, así como de los muertos de las Partes en conflicto
que recogieren.

Se extiende la protección de los Convenios de Ginebra a buques-hospitales y


embarcaciones costeras de salvamento que transporten civiles heridos, enfermos o
náufragos. Se establecen normas para la identificación y protección de otros buques y
embarcaciones sanitarias, enfatizando la necesidad de llevar el signo distintivo y obedecer
las órdenes de los buques de guerra. Se permite la notificación anticipada de los viajes de
buques sanitarios para facilitar su reconocimiento.

Se establece la obligación de las partes en conflicto de buscar a las personas desaparecidas


y de registrar información sobre detenidos y fallecidos. Se busca facilitar la obtención de
información y la transmisión de la misma a través de la Potencia protectora, el CICR y
las Sociedades nacionales de la Cruz Roja. Se regulan los acuerdos para el acceso,
protección y repatriación de restos mortales, enfatizando el respeto a las sepulturas.

Se define la composición de las fuerzas armadas y se establece que sus miembros son
combatientes con derecho a participar en las hostilidades. Se regula el estatus de
prisionero de guerra, estableciendo que todo combatiente capturado debe ser tratado como
tal, con excepciones limitadas. Se establecen normas para la distinción entre combatientes
y población civil, y se definen las consecuencias de no cumplir con estas normas.

Se establece la norma fundamental de distinguir entre población civil y combatientes, y


entre bienes civiles y objetivos militares, dirigiendo las operaciones solo contra estos
últimos. Se prohíben los ataques indiscriminados y los ataques dirigidos a aterrorizar a la
población civil, así como los ataques de represalia contra civiles. Se define qué se
considera un ataque y se delimita el ámbito de aplicación de las normas de protección,
incluyendo operaciones terrestres, navales y aéreas.

Se define claramente quiénes son personas civiles y qué constituye la población civil,
otorgándoles protección general contra los peligros de las operaciones militares. Se
establece la protección general de los bienes de carácter civil, limitando los ataques a
objetivos militares específicos y prohibiendo los ataques de represalia. Se otorga
protección especial a los bienes culturales y lugares de culto, así como a los bienes
indispensables para la supervivencia de la población civil, como alimentos y agua.
Se establece la obligación de proteger el medio ambiente natural contra daños extensos,
duraderos y graves, prohibiendo métodos de guerra que causen tales daños. Se otorga
protección especial a las obras e instalaciones que contienen fuerzas peligrosas, como
presas y centrales nucleares, prohibiendo ataques que puedan liberar dichas fuerzas y
causar pérdidas civiles.

Se prohíben los ataques contra localidades no defendidas, y se establecen las condiciones


para declarar una localidad como tal. Se regulan los acuerdos para establecer zonas
desmilitarizadas, prohibiendo la extensión de operaciones militares a dichas zonas.

Se establece la obligación de la Potencia ocupante de asegurar la provisión de bienes


esenciales para la supervivencia de la población civil en territorios ocupados. Se regulan
las acciones de socorro en territorios no ocupados, pero bajo control de una parte en
conflicto, enfatizando su carácter humanitario e imparcial. Se facilita el paso rápido y sin
trabas de envíos, materiales y personal de socorro, y se promueve la coordinación
internacional de estas acciones.

Se otorga protección especial a las mujeres contra la violencia sexual y se prioriza la


atención a mujeres embarazadas y madres con niños. Se prohíbe la participación de niños
menores de 15 años en hostilidades y se establecen medidas para su protección en caso
de detención o internamiento. Se regulan las evacuaciones de niños a países extranjeros,
requiriendo consentimiento informado y garantizando la continuidad de su educación.

Se establecen los procedimientos para la firma, ratificación y adhesión al Protocolo,


designando al Consejo Federal Suizo como depositario. Se definen los plazos para la
entrada en vigor del Protocolo y se establecen las relaciones convencionales entre las
partes, incluyendo situaciones en las que una de las partes en conflicto no esté obligada
por el Protocolo. También se contempla la posibilidad de que una autoridad que
represente a un pueblo en conflicto se comprometa a aplicar los convenios. Se establece
la obligación de registrar el Protocolo en la Secretaría de las Naciones Unidas. Se
designan los textos en árabe, chino, español, francés, inglés y ruso como igualmente
auténticos (Comité Internacional de la Cruz Roja).

Protocolo Adicional II a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección


en conflictos armados no internacionales, 1977
El Protocolo II Adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 (adoptado en 1977) protege
a las víctimas de conflictos armados no internacionales. Complementa el Artículo 3
común a los Convenios de Ginebra y establece normas para el trato humano, prohibiendo
ejecuciones sumarias, torturas y castigos colectivos. También protege a heridos y
enfermos, regula la asistencia médica y prohíbe ataques contra civiles. Además, establece
la protección de bienes esenciales y prohíbe desplazamientos forzados.

Como principales características del Protocolo II tenemos las siguientes:

1. Ámbito de aplicación: Se aplica a conflictos armados que no son de carácter


internacional y que ocurren en el territorio de una Alta Parte Contratante entre sus
fuerzas armadas y fuerzas armadas disidentes o grupos armados organizados que,
bajo una dirección responsable, ejerzan sobre una parte de dicho territorio un
control tal que les permita realizar operaciones militares sostenidas y concertadas.
2. Protección de personas que no participan directamente en las hostilidades: Estas
personas serán tratadas con humanidad en toda circunstancia, sin distinción
alguna de índole desfavorable.
3. Prohibiciones fundamentales: Se prohíben actos como los atentados contra la
vida, la tortura, los tratos crueles, la toma de rehenes, los atentados contra la
dignidad personal y las condenas dictadas sin previo juicio por un tribunal
legítimamente constituido.
4. Protección de bienes indispensables para la supervivencia de la población civil:
Se prohíben los ataques contra bienes como alimentos, áreas agrícolas, cosechas,
ganado, instalaciones y reservas de agua potable y obras de riego.
5. Protección de obras e instalaciones que contienen fuerzas peligrosas: No se debe
atacar obras o instalaciones como presas, diques y centrales nucleares, incluso si
son objetivos militares, si tal ataque puede causar la liberación de fuerzas
peligrosas y, en consecuencia, graves pérdidas entre la población civil.
6. Protección de los heridos, enfermos y náufragos: Deben ser recogidos y asistidos
sin discriminación alguna.
7. Garantías judiciales: Nadie será condenado por actos u omisiones que no
constituyan una infracción penal según el derecho nacional o internacional.

Protocolo Adicional III a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la aprobación


de un signo distintivo adicional, 2005
El Protocolo III adicional a los Convenios de Ginebra de 1949, adoptado el 8 de diciembre
de 2005, representa un desarrollo del Derecho Internacional Humanitario (DIH), al
introducir el Cristal Rojo como un emblema distintivo adicional para identificar y
proteger al personal humanitario, como médicos y religiosos, en conflictos armados. Este
protocolo surge en respuesta a limitaciones históricas de los emblemas tradicionales, la
cruz roja y la media luna roja, establecidos desde el siglo XIX para proteger a no
combatientes. Sin embargo, en ciertos contextos, estos símbolos fueron percibidos como
religiosos o políticos, generando controversias que afectaron la universalidad del
Movimiento Internacional de la Cruz Roja y Media Luna Roja.

Contenido Normativo del Protocolo III

El Protocolo III, estructurado en 10 artículos, establece el Cristal Rojo —un rombo rojo
sobre fondo blanco— como un emblema protector con igual estatus que los símbolos
tradicionales. Sus disposiciones principales son:

• Artículo 2: Reconoce el Cristal Rojo como emblema oficial, protegiendo al


personal sanitario, religioso y unidades médicas en igualdad de condiciones con
la cruz y la media luna.

• Artículo 3: Introduce una innovación clave al permitir combinar el Cristal con


otros emblemas (como la cruz, la media luna o el Escudo de David Rojo) dentro
de su diseño, ofreciendo flexibilidad cultural, especialmente para sociedades
nacionales como la de Israel.

• Artículo 4: Autoriza a la Federación Internacional de la Cruz Roja y Media Luna


Roja a usar el Cristal Rojo temporalmente en misiones internacionales críticas,
garantizando mayor seguridad en contextos donde los emblemas tradicionales
podrían no ser respetados.

• Artículos 5 a 7: Exigen respeto universal al Cristal Rojo, prohíben su uso


indebido y extienden las sanciones previstas en los Convenios de Ginebra por
abuso de emblemas, asegurando coherencia normativa.

• Artículos 8 a 10: Regulan aspectos formales como la firma, ratificación y entrada


en vigor, destacando que más de 75 Estados, incluido España en 2010, lo han
ratificado hasta la fecha, aunque su aceptación no es universal.
Desde una perspectiva doctrinal, el Protocolo III reafirma la neutralidad de los emblemas
humanitarios, priorizando su función protectora sobre cualquier connotación cultural o
política. Asimismo, su diseño simple y su capacidad de integración con otros símbolos
reflejan una solución creativa que preserva la coherencia del régimen de emblemas,
fortaleciendo la legitimidad del sistema de protección establecido por los Convenios de
Ginebra.

Conclusión

El Derecho Internacional Humanitario (DIH) es un conjunto de normas destinadas a


limitar los efectos de los conflictos armados, protegiendo a quienes no participan
directamente en las hostilidades y restringiendo los métodos y medios de combate. Dentro
de este marco legal, los Cuatro Convenios de Ginebra, adoptados en 1949, representan la
piedra angular del DIH, estableciendo reglas fundamentales para la protección de
soldados heridos y enfermos en el campo de batalla (Primer Convenio), la protección de
náufragos en conflictos marítimos (Segundo Convenio), el trato digno a prisioneros de
guerra (Tercer Convenio) y, finalmente, la salvaguarda de la población civil en tiempos
de guerra (Cuarto Convenio).

Estos tratados han sido reforzados con protocolos adicionales y han servido de base para
la evolución del derecho humanitario moderno, siendo aplicables en numerosos conflictos
internacionales y no internacionales. A pesar de su importancia y reconocimiento
universal, su cumplimiento sigue siendo un desafío, ya que muchas veces son ignorados
o violados en conflictos armados actuales. No obstante, su existencia es fundamental para
mitigar el sufrimiento humano en la guerra y garantizar la dignidad y los derechos de las
personas afectadas, lo que refuerza la necesidad de su aplicación estricta y del
compromiso de la comunidad internacional para hacerlos valer.

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