MI EXPERIENCIA PEDAGÓGICA
“El prejuicio más grande de la humanidad es la ignorancia, la
educación es el refugio en medio de la adversidad”
Más que enseñar los maestros somos seres llamados a formar individuos
capaces de afrontar la vida y de hacerlos valer por lo que son, mas no por
lo que tienen. A través de la educación se transmite poder, cultura,
tradición, emociones, sentimientos, conocimientos, prejuicios, valores, e
infinidades de “tesoros” que tienen valor invaluable en muchas ocasiones.
Sin embargo, actualmente el proceso de educar enfrenta diversas
situaciones conflictivas que afectan los estudiantes en su adecuado
desarrollo. La globalización y la tecnología por ejemplo, han implicado
reformas en la educación a nivel mundial. Las necesidades actuales
requieren que la educación responda al mismo ritmo de las
transformaciones sociales y culturales.
Los maestros somos seres capacitados para orientar a los individuos, los
cuales preparamos para que se “enfrenten” a una totalidad de situaciones
complejas y esta debe encaminarse a la formación de principios y valores,
de un sujeto capaz de enfrentarse a las distintas dificultades y resolver
problemas, de un ser más humano y con conciencia social, ética y real. Los
desafíos que enfrenta la educación son demasiados. Presentar algunas
posibles soluciones y llevarlas a cabo debe ser un esfuerzo social, conjunto
y coordinado. Si la educación mejora la sociedad se desarrolla y el ser
humano progresa en sus condiciones, en caso contrario se corre el peligro
de seguir anclados en el subdesarrollo, la desigualdad y la incongruencia
con las exigencias de la sociedad actual.
De modo, que se pueden establecer algunos cuestionamientos de acuerdo
a mi experiencia en la práctica; ¿Qué es la educación? ¿Cuál es la
problemática más importante que la afecta, según mi experiencia
pedagógica? Responder estos interrogantes es por lo tanto, una
complejidad de adentrarse y tratar de comprender e interpretar las
funciones de la educación. Sin embargo, la acción de educar cumple
importantes funciones dentro de la sociedad, entre ellas: conservar la
cultura y las costumbres de una determinada comunidad, por medio de su
transmisión de generación en generación; integrar y diferenciar a los
individuos como parte de un entorno social con características concretas.
Por consiguiente, se podría decir que la educación es un proceso
permanente y dinámico que le brinda al individuo herramientas para su
realización personal, que a la vez busca el perfeccionamiento de este, y la
inserción consciente de la persona en un mundo social al inculcarle reglas,
comportamientos, conocimientos, contenidos escolares, valores todos estos
con valor invaluables.
En el proceso de la practica el maestro, el buen maestro, el que reflexiona
de sí mismo y de su entorno debe preguntarse siempre ¿la educación está
cumpliendo su función social? Siendo más compleja la situación el
educador debe cuestionarse diciendo ¿Qué retos me esperan en el mundo
de la educación?, sorprendernos sería el primer paso, el segundo es
comprender que la escuela está encargada de brindar a todas las
personas, sin distinción de ningún tipo, el conocimiento y valores necesarios
para participar de una sociedad competitiva y solidaria. La sociedad actual
ha enfrentado un cambio acelerado en los últimos años como producto de
profundas transformaciones socioculturales y económicas. Por tal motivo, el
conocimiento es considerado como un don o una herramienta de tipo
estratégico que finamente pueden transformar lo imposible en posible.
Ahora bien, es importante interiorizar en este apartado la participación del
estudiante desde una concepción objetiva y reflexiva que dé cuenta del
sentido humanista del conocimiento, donde sea el mismo el que reconozca
se reconoce a sus semejantes en relación de dependencia personal y
cultural de modo que ningún conocimiento deje de lado el sentido del lazo
social, en muchas escuelas y aulas de clases el nivel de tensión o nivel de
problemas lo tienen los niños, los jóvenes; el mundo que hemos
administrado los adultos ha generado solo consecuencias insospechadas
en muchos ámbitos.
Actualmente muchos educadores tenemos pensamientos erróneos,
tradicionales obsoletos, que ya no funcionan. En esta relación se
evidencian los distintos juegos de lenguaje que se trenzan en el aula de
clase, donde lo ideal es que no prime uno de los saberes sino que prime la
multidiversidad. Por lo tanto, ser maestro, ser educador, ser el orientador,
ser el ejemplo, ser el modelo a seguir no es nada fácil, es un desafío que no
todos tienen la capacidad de afrontar con linealidad. Por supuesto, que el
verdadero maestro debe tener un desarrollo cognitivo alto, mismo que le
permita contar con las herramientas suficientes para articular en torno a su
propia práctica docente, es recalcable trazar las estrategias de autoestudio,
de resolución de las problemas que en ella se presentan y de mejora
permanente. Este dominio personal le posibilita además la implementación
en el aula de estrategias que mejoren el ambiente de los estudiantes.
“El prejuicio más grande de la humanidad es la ignorancia, la
educación es el refugio en medio de la adversidad” en otras palabras,
la identidad de ser educado recalca el aprecio realizado, la apropiación
estructurada de una buena formación en conocimientos y en valores. La
educación es la base fundamental para erradicar la pobreza económica y
la pobreza de espíritu. Pero el papel de cada docente es configurar desde
su percepción su propia reflexión. Podemos resumir este documento
reflexivo acerca de la praxis pedagógica en una sola frase “educar es la
capacidad de disfrutar la vida”, en lo didáctico. Así, la función del docente
es vista en varias de sus aristas, en el sujeto que la encarna y en las
acciones a realizar tanto en el aula como en la sociedad.
Dentro del aula de clases el maestro reflexivo y que ama su quehacer
determina a través de la observación y apreciación objetiva que los
verdaderos estudiantes reconocen el clima del aula apropiado para su
buen ritmo de aprendizaje siendo un aspecto necesario para su propio
conocimiento, sin ir más allá en la identificación de sus posibilidades como
ámbito privilegiado de la educación. Desde esta apreciación el clima
requerido para la enseñanza, concede que el maestro debe poseer
características muy concretas tales como: el ser paciente, prudente,
sencillo, respetuoso, sociable, e imparcial. Estas mismas características
permiten establecer relaciones con otras personas. Se constituyen en el
soporte que el maestro aporta para construir la enseñanza, el aprendizaje,
la educación en la sociedad.
Se determina según mis apreciaciones en la praxis pedagógica que para
que el maestro funcione normalmente en su quehacer de manera óptima,
debe abordar con mucha eficacia buena pertenencia y mucha eficiencia y
lógicamente debe contar con los medios que le permitan realizarlas, con un
perfil determinado y con un perfeccionamiento constante. Con respecto a
los primeros, la colaboración de los padres de familia que son el dúo
perfecto para hacer del estudiante un hombre de bien. Los maestros se
capacitan día a día en el proceso, recuperan su protagonismo y se asumen
desde la autonomía. La reflexión es fundamental en torno a la pedagogía, a
la didáctica y su reconstrucción crítica posibilita claves para construir el
sujeto complejo, que sólo se hace en la andadura.
Según el reconocido López (2005) apunta que el sistema educativo
latinoamericano actual no se ha adecuado al contexto de los estudiantes,
pues no ha tomado en cuenta su realidad social y económica, sus
necesidades y expectativas u origen étnico o racial. Este autor indica que
muchas de las reformas educativas implementadas en América Latina
fueron concebidas para un “escenario educativo” muy diferente al actual. Es
decir, las reformas realizadas, muchas de ellas con muy buenas
intenciones, no se adecúan a la sociedad “moderna”, por lo que se podrían
considerar obsoletas. Los sistemas educativos latinoamericanos han
intentado educar en “igualdad” a una “diversidad”, lo que no ha dado los
resultados esperados y han acrecentado los problemas de la educación. La
aportación anterior deja claro que la lucha cada vez se hace más difícil por
mejorar y que los cambios han sido rigurosos en muchas ocasiones.
Más adelante, se puede considerar que resulta interesante conocer qué
significa ser un “buen profesor” y analizar en qué grado la percepción se
aleja o se acerca a los criterios empleados por los organismos evaluadores,
acreditadores y certificadores del ministerio de educación nacional (MEN)
en Colombia, secretarias de educación departamentales y municipales.
Dada la importancia que reviste el papel del maestro dentro del proceso
educativo ya que implica la formación de seres pensantes, he podido
recalcar la validez sobre lo que es un ser un “buen maestro”, líder, ejemplo
y tolerante en todas las circunstancias. “La educación deberá asegurar las
habilidades y destrezas que permitirán la productividad requerida para
competir a escala mundial, al igual que los valores e ideas que podrán
generar una convivencia solidaria. Una de las premisas fundamentales es
que ningún país podrá ser competitivo ni equitativo si no asigna a los
recursos humanos la debida importancia (según lo establecido Bello, 2001,
p. 15).
Finalmente se presentaron muchos temas a través de estas líneas que nos
llevan a concluir que los conocimientos, las creencias e ideas propios del
sentido común de las personas son pieza clase para que la formación
integral de las mismas. Más allá de la realidad se muestra que las escuelas
y el carácter de formar hoy en día están bajo un estado crítico. Desde esta
concepción el clima de aula es lo que propicia el que tanto la formación de
los afectos como la de los valores estén prácticamente ausentes en las
alusiones a los aprendizajes que tienen lugar en la escuela. El ser buen
maestro certifica claramente que los alumnos puedan admitir otro tipo de
aprendizaje indirectamente planeados por el maestro, como son los
aprendizajes indirectos, la autoestima, la creación de pautas de relación
solidaria o competitiva entre alumnos. Todos los aprendizajes asociados a
la categoría de “sobrevivencia escolar” tienen que ver precisamente con
interacciones más referidas al buen ejemplo.
Elaborado por Rosselis Judith.
Referencias bibliográficas
Bello, M. (2001). Reformas y Políticas Educativas en América Latina. Acción
Pedagógica, Vol. 10., Nº 1 y 2, pp. 14-25. Recuperado de
http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/16974/1/art2.pdf.
López, N. (2005). La Educación en América Latina, entre el cambio social y la
inercia institucional. Revista Galega de Economía, Vol. 14, Nº 1-2, pp. 1-20.
Lemus, L. (1969). Pedagogía: temas fundamentales. Buenos Aires, Argentina:
Editorial Kapelusz, S.A.